Masculinidades Susan Paulson
Masculinidades Susan Paulson
Masculinidades Susan Paulson
Susan Paulson
Masculinidades
en movimiento
Transformacin territorial
y sistemas de gnero
Paulson, Susan
Masculinidades en movimiento : transformacin territorial
y sistemas de gnero . - 1a ed. - Buenos Aires : Teseo, 2013.
252 p. ; 20x13 cm.
ISBN 978-987-1867-69-1
1. Estudios de Gnero. I. Ttulo
CDD 306
RIMISP, 2013
ndice
Agradecimientos9
Introduccin13
Captulo 1. Tendencias regionales en Amrica
Latina y el Caribe: movimiento en lo femenino y en
lo masculino25
Captulo 2. Respuestas territoriales a las tendencias de cambio: entre la adaptacin constructiva y
la reaccin defensiva57
Captulo 3. Conceptualizando el sistema de gnero
y el territorio 89
Captulo 4. O naturalmente duro, o nacida para
desespinar: el gnero en la transformacin
acucola de Chile 103
Captulo 5. El gnero en movimiento con el
territorio: feminizacin del mercado laboral,
masculinidades en transformacin, tensin entre
la produccin y la reproduccin127
Captulo 6. Cambios socioecolgicos y nuevas
formas de produccin agrcola en la Sierra sur del
Ecuador145
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Agradecimientos
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Introduccin
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Asimismo nos cuestionamos acerca del trabajo intelectual en el que estamos participando. Cmo los supuestos de gnero implcitos en los conceptos y mtodos
de estudio limitan o distorsionan la comprensin de las
dinmicas territoriales? Qu categoras e instrumentos
de investigacin podran ser ms tiles para alcanzar los
objetivos que nos planteamos?
Por ltimo, buscamos una comprensin ms completa
de los procesos rurales con el fin de contribuir al diseo de
polticas y programas que apoyen aquellos procesos de
cambio ms equitativos y ms sostenibles.
Los tres primeros captulos presentan el acercamiento
terico y el contexto histrico y geogrfico que estructuran
el libro. En el primer captulo documentamos y comentamos
una serie de tendencias notables en Amrica Latina desde
la dcada de 1980. Ellas incluyen el aumento de la inversin
extranjera directa y una mayor integracin en los mercados
globales; la incorporacin, a gran escala, de mujeres en la
economa remunerada; la continua presencia dominante
de los hombres en la representacin y decisin poltica;
las tasas extremadamente altas de accidentes y homicidios
entre los hombres; la masculinizacin demogrfica de muchos territorios rurales y la feminizacin de zonas urbanas;
una distribucin de los recursos econmicos que favorece
a los hombres; y un acceso a la educacin secundaria y
universitaria que favorece, cada vez ms, a las mujeres.
Intentamos promover un mayor inters en los cambios
radicales que afectan a los hombres en formas distintas
que a las mujeres y a los roles que juegan las normas y
expectativas masculinas en el cambio social.
En el segundo captulo consideramos las evidencias
de dos pases, no tan alejados geogrficamente el uno del
otro, que manifiestan diferentes respuestas a las tendencias presentadas en el captulo anterior. En el siglo XXI, la
condicin relativa de las mujeres ha mejorada mucho en
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Nicaragua y no as en Mxico. En nuestro anlisis conectamos determinados procesos nacionales con los resultados seleccionados de estudios territoriales. Identificamos
diferentes tipos de coaliciones formadas por hombres: en
varias partes de Nicaragua, grupos de hombres trabajan
para construir sistemas de gnero ms positivos para todos; en un territorio de Mxico, una coalicin masculina
funciona para canalizar solo a los hombres los beneficios
de la nueva legislacin nacional para el Desarrollo Rural
Sustentable. Los dos procesos estn marcados por la movilizacin de ciertos discursos y visiones de gnero: las
coaliciones en Nicaragua llaman explcitamente a la construccin de nuevas identidades masculinas y de relaciones
ms equitativas entre hombres y mujeres, as como entre
unos hombres y otros; los lderes en la poltica municipal
en Mxico recurren a antiguas normas de gnero en los
discursos y las prcticas que efectivamente excluyen a las
mujeres de los nuevos recursos y oportunidades y conquistan la solidaridad de los hombres menos poderosos.
La perspectiva terica, desplegada en el tercer captulo
y aplicada a lo largo del libro, difiere de la que predomina en
la mayora de los estudios centrados en los temas de gnero.
En lugar de priorizar a las mujeres, consideramos a todos
los grupos de gnero brindando una atencin explcita a
las condiciones de los hombres. En lugar de concentrarnos en las actividades y recursos de hombres y mujeres,
individualmente, consideramos cmo estos y otros factores
de gnero interactan y se desenvuelven en los procesos
histricos y geogrficos a escala territorial. Los procesos
territoriales analizados incluyen la rpida expansin de la
agroindustria de tomates en un territorio y de la industria
del salmn en otro; la amplia adopcin de variedades comerciales de maz por parte de los pequeos productores
en un territorio y de caf certificado en otros dos. Tambin
analizamos los cambios en los mercados, la tenencia de la
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El texto
El trabajo original sobre el que se sostiene el presente
libro tuvo dos aspectos. El primero fue el de integrar la informacin y el anlisis desarrollado en las largas y profundas
investigaciones territoriales con los resultados de los breves
estudios de gnero. Con este esfuerzo esperamos motivar
a que las futuras investigaciones y programas, desde el inicio, comiencen con un marco analtico y un acercamiento
metodolgico que consideran los fenmenos y el anlisis
de gnero como partes integrales del enfoque principal,
no como sus apndices. El segundo aspecto del trabajo fue
consultar otros tipos de estudios con la finalidad de ubicar
los materiales territoriales dentro de los procesos nacionales
y regionales y as construir un anlisis a mltiples escalas.
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actores territoriales. La primera es reconocer, valorar y apoyar una gama ms amplia de actividades laborales en las
que participen mujeres y hombres; la segunda es promover
aquellos espacios comunitarios donde diversos actores
puedan generar y debatir nuevas visiones y posibilidades.
La rapidez de los cambios histricos examinados en
el libro tanto para los hombres como para las mujeres
dificulta la adaptacin coordinada de sistemas de gnero
que sostengan y reproduzcan el hogar, la comunidad y
el entorno natural. En el ltimo captulo identificamos
algunos de los desafos a la sostenibilidad presentes en los
territorios estudiados, junto con las opciones positivas que
estn emergiendo. Los fenmenos considerados van desde
la emigracin de mujeres afuera de las reas rurales hasta
los escasos logros educativos de los hombres que se quedan
y la intensificacin de las tensiones relacionadas con la
realizacin del trabajo identificado como reproductivo. En
este captulo argumentamos que para trascender las crisis
de reproduccin actuales, los movimientos relacionados
con la feminizacin del mercado laboral tendrn que ir
acompaados de movimientos de similar magnitud en las
masculinidades. Frente a estos desafos, las posibilidades
de contribuir a que se produzcan movimientos positivos en
los territorios dependern del acceso a recursos discursivos
e institucionales que faciliten la adaptacin diferenciada
entre un espacio socioecolgico y otro de nuevos significados y prcticas de masculinidad y de feminidad.
Varias son las implicaciones posibles que este trabajo
tendra en futuras investigaciones y en el diseo de la poltica pblica. Intenta ofrecer estrategias conceptuales y metodolgicas que sirvan de apoyo a los actores para avanzar
hacia un cambio histrico que lleve a un desarrollo rural
ms equitativo y sostenible. En Amrica Latina, los estudios,
programas y polticas relacionados con el gnero se han
centrado, sobre todo, en las mujeres, particularmente en
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Los dominantes regmenes de masculinidad contribuyen a hacer de Amrica Latina la regin ms violenta
del mundo en trminos de las tasas de homicidio. Mueren
por esta causa muchos ms hombres que mujeres, con
proporciones de hasta 11 a 1 en Colombia (Acero lvarez
2011, 21). Segn Joyce Jacobsen (2002, 1), Amrica Latina y
el Caribe tambin presentan los porcentajes ms altos del
mundo por muertes atribuidas a enfermedades y accidentes
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Entre las conclusiones del informe, una es que los hombres
se enfrentan a desventajas importantes debido a sus roles
masculinos, sobre todo a la destruccin de capital humano a travs de las enfermedades transmisibles, accidentes
de trabajo, la violencia, el abuso de sustancias txicas y la
institucionalizacin. En el rea de acumulacin de capital
humano, especficamente en la educacin formal, los hombres tambin estn en peores condiciones que las mujeres,
aunque pueden tener ventajas en la acumulacin informal,
que es ms difcil de medir. Los cambios de los roles sociales
tambin plantean nuevas exigencias al trabajo de los hombres y la vida familiar, un reto al que no todos son capaces
de responder de manera adecuada.
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patriarcal. Luchan por ser varoniles en un momento en
el que el neoliberalismo les hace femeninos.
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diferentes contextos hayan desarrollado visiones y estrategias ms positivas para lidiar con las normas dominantes.
En Amrica Latina, una serie de estudios acerca de los
hombres y las masculinidades, principalmente cualitativos,
han comenzado a prestar atencin a las formas positivas a
travs de las cuales ellos se adaptan y crean nuevos tipos
de masculinidades.
Uno de los primeros es la etnografa Life is Hard:
Machismo, Danger, and The Intimacy of Power in Nicaragua,
escrito por Roger Lancaster (1992). El libro Changing Men
and Masculinities in Latin America (Gutmann 2003) rene
estudios que tocan temas como la paternidad, las masculinidades urbanas y la homosexualidad. La coleccin subraya
las tensiones y desafos que surgen en relacin con las
cambiantes estructuras socioeconmicas; tambin ilustra
una gama de respuestas creativas, reflexivas y estratgicas.
De inters especial son las experiencias en las cuales
diversos hombres forman coaliciones que trabajan para
construir condiciones ms positivas para todos. En los
prximos captulos examinamos algunas iniciativas y reflexiones desarrolladas en Nicaragua y El Salvador, siguiendo las huellas dejadas por dcadas de conflicto violento.
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Nuestras investigaciones muestran cmo determinados discursos de gnero son aprovechados por actores
externos para construir nuevos arreglos econmicos. En las
industrias del tomate y del salmn, por ejemplo, las empresas movilizan antiguos estereotipos e introducen nuevas
expectativas para separar a hombres y mujeres a travs de
distintas posiciones laborales y para justificar rangos salariales jerrquicos. En los siguientes captulos presentamos
algunos testimonios, tomados de las entrevistas realizadas,
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En este libro documentamos diversos patrones y experiencias de trabajo. En algunos territorios, decenas de
miles de mujeres se han incorporado al mercado laboral
como trabajadoras asalariadas o temporales; en otros, pocas mujeres se dedican al trabajo remunerado; hay casos
tambin en los cuales los hombres reciben el pago por
el trabajo realizado por sus esposas, hijas e hijos en las
industrias artesanales hogareas.
Las diversas tendencias de incorporacin de mujeres al
mercado laboral coexisten bajo un patrn generalizado en
el cual la distribucin de los capitales econmicos favorece
a los hombres. No obstante, es la evidencia de que estn
ocurriendo cambios en esta distribucin de capitales lo
que nos llama la atencin. En el caso del Macizo de Peas
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Aunque las instituciones, organizaciones y los movimientos sociales especializados en temas de gnero parecen
ser menos evidentes en las dinmicas rurales, su influencia
en la legislacin y la poltica nacional s va ms all de las
ciudades. En Argentina, por ejemplo, la legislacin que
norma el trabajo domstico afecta a las opciones de las
mujeres rurales y al flujo de mujeres rurales que migran
a las ciudades en bsqueda de trabajo. Otra legislacin
que tiene efectos en toda la poblacin es aquella referida a las cuotas electorales. En un estudio realizado en
ocho pases de Amrica Latina que poseen leyes de cuotas
(Argentina, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Ecuador, Mxico,
Per y Repblica Dominicana), y en dos que no las tienen
(Chile y Uruguay), Nlida Archenti y Mara Ins Tula (2008)
argumentan que la aplicacin de dicha legislacin no solo
aumenta el nmero de mujeres que participan en poltica,
sino tambin contribuye al reconocimiento social, poltico
y cultural de las diferencias de gnero y, en consecuencia, a
la diversificacin de las agendas parlamentarias y pblicas.
El estudio realizado por Claudia Ranaboldo y Yolanda
Solana (2008) sobre la participacin poltica de las mujeres
en 25 pases latinoamericanos revela que la representacin
de las concejalas en los gobiernos locales ha aumentado del
12% en 1996 al 26% en 2006, lo cual est correlacionado con
la legislacin que establece cuotas de gnero en muchos
pases. A la vez, las autoras documentan un impactante
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Mara Estela Martnez de Pern en Argentina (1974-1976); Violeta Chamorro en Nicaragua (1990-1997); Mireya Moscoso en Panam (19992004); Michelle Bachelet en Chile (2006-2010); Cristina Fernndez de
Kirchner, cuyo primer mandato fue de 2007a 2011, en 2011 fue reelecta
presidenta de Argentina; Laura Chinchilla en Costa Rica (2010-2014);
Dilma Rousseff en Brasil (2011-2015). Como interinas: Lidia Gueiler
Tejada en Bolivia (1979-1980) y Rosala Arteaga en Ecuador (seis das
en 1997).
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ha limitado el potencial para reconocer la naturaleza sistmica de estos sistemas sociales. Estas obstinadas cegueras
conceptuales estn siendo cuestionadas en estudios crticos
sobre la identidad racial que giran la mirada analtica hacia
la blancura (Jensen 2005; Rothenberg 2004); tambin en
los anlisis de la prioridad otorgada a la heteronormatividad en las polticas y prcticas de desarrollo (Lind 2010).
En esfuerzos paralelos para aplicar un anlisis de gnero a
los hombres, se comienza a prestar atencin a las diversas
masculinidades, as como a las relaciones jerrquicas que
valoran y empoderan diferentes formas de masculinidades
(Bannon y Correia 2006; Cornwall, Edstrm Greig 2011;
Kimmel, Hearn y Connell 2004).
Otro legado del sistema de gnero colonial/moderno,
muy visible en el material que presentamos en este libro,
es el divorcio conceptual e institucional entre la produccin y la reproduccin, junto con la mayor valoracin de
la produccin y su asociacin con la masculinidad. Joan
Acker (2004, 24) describe cmo esta constelacin de gnero
se disemin:
A medida que el capital europeo-americano estableci el
dominio a travs de la colonizacin, el imperio y la globalizacin, una de las formas culturales/estructurales implcitas
de esta dominacin ha sido la identificacin del hombre/
masculino con la produccin en la economa monetaria, y
de la mujer/femenina con la reproduccin y lo domstico.
Esta construccin ideolgica contrasta marcadamente con
la organizacin actual de la produccin y la reproduccin
(el destacado es nuestro).
En los captulos que siguen, documentamos las diversas formas en que la organizacin actual de la produccin
y la reproduccin en Amrica Latina se diferencia de dicho
modelo ideolgico. Se evidencia el hecho, ampliamente
reconocido, de que una gran parte de las mujeres realiza
algn tipo de trabajo remunerado. A la vez, se ilumina
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La globalizacin: cambios
institucionales y conceptuales
Si bien los factores internacionales han influido en
los procesos de cambio social durante siglos, las ltimas
dcadas (desde 1980) estn marcadas por la penetracin
del capital, la produccin, la gente y las ideas, que cruzan
todo tipo de fronteras. Enmarcados por procesos conocidos
genricamente como globalizacin, los territorios rurales
han sido afectados, de maneras diversas, por la inversin
extranjera, por la migracin, por las nuevas propuestas
conceptuales sobre gobernanza poltica y ambiental, entre
otros factores. El gnero ha jugado un papel decisivo en
los mecanismos econmicos y polticos que impulsan esta
globalizacin; tambin en los flujos de ideas, imgenes
y discursos que actan para globalizar ciertos modelos
sociales e imaginarios culturales.
Durante las dcadas de 1980 y 1990, el aumento de la
desigualdad de los ingresos (medido con el ndice Gini)
marc a la mayora de los pases de Amrica Latina, en
muchos casos acompaado de un incremento de la pobreza. Pero el nuevo milenio trajo un cambio remarcable:
la desigualdad ha comenzado a disminuir en 13 pases
latinoamericanos; el coeficiente de Gini de toda la regin
se redujo ligeramente de un promedio de 0,529 en 2000 a
0,509 en 2009, mientras las desigualdades siguieron creciendo en otras regiones del mundo (Lustig, Lpez-Calva
y Ortiz-Jurez 2011, 2). Esta nueva tendencia alentadora
amerita que en futuras investigaciones se contine indagando acerca de cmo determinados factores de gnero,
operando en varias escalas, han contribuido a los cambios
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Acker (2004, 35) identifica ciertos efectos de la globalizacin en trminos de gnero a nivel mundial, tales
como el aumento de la participacin de las mujeres y la
disminucin de la participacin de los hombres en el trabajo remunerado. Paralelamente, examina la erosin del
empleo a tiempo completo, seguro y con beneficios sociales,
asociado a la masculinidad, as como la creacin de nuevos
puestos de trabajo mal remunerados, temporales o a medio
tiempo, inseguros y sin beneficios sociales, identificados
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iglesia, escuela, empresa, partido poltico, organizacin gremial, fuerzas armadas, etc.). Y cambiar esa relacin significa
cambiar las relaciones de los hombres con los hombres en
cualquier mbito, particularmente en la familia (relaciones
entre pap e hijo varn), en las organizaciones en general
y particularmente en los partidos polticos y en la administracin pblica. Evidentemente, tambin tenemos que
cambiar la relacin con nosotros mismos.
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los capitales y de las oportunidades a favor de los hombres. Adems, revela que los hombres que residen en el
territorio informaron mantener contacto con numerosas
instituciones de apoyo a la produccin y el desarrollo,
mientras que las mujeres sealaron tener poco o ningn
contacto con esas instituciones. A la vez, las mujeres y
no los hombres tienen contacto con los programas que
apoyan el bienestar y la reproduccin de la poblacin.
En contraste con el panorama discriminatorio de la
distribucin de capitales que constituye la mayor parte
del trabajo de Rodrguez, Gmez y Paulson (2011), aqu
enfocamos un aspecto del estudio que muestra la presencia de movimientos alentadores en la decisin y el control
del hogar, y apuntamos su rol potencial en la progresiva
superacin de las limitaciones histricas de gnero documentados. Analizamos la correlacin que tiene cada
uno de los tres tipos de hogares del territorio los que
se identifican como hogares dirigidos por hombres, los
dirigidos por mujeres y los dirigidos por parejas con
los tres cambios que Gmez, Ravnborg y Castillo (2011)
consideran los ms importantes del territorio: en la estructura de tenencia de la tierra, en el manejo del cultivo
del caf y en la diversificacin productiva. Los resultados
revelan que los hogares dirigidos por una pareja tienen
un mejor desempeo que los liderados por un hombre
jefe; tambin evidencian que los hogares dirigidos solo
por mujeres participan activamente en las dinmicas productivas. Tomados en conjunto, estos resultados muestran
el dinamismo y el desempeo positivo de mltiples tipos
de hogares y familias, sobre todo los que no caben dentro
del patrn dominante del hogar tradicional dirigido por
un jefe masculino (para datos similares, ver Jelin 2010).
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Al mismo tiempo, algunos de los residentes en el territorio salen afuera en bsqueda de trabajo. La tabla 9, en el
trabajo de Rodrguez, Gmez y Paulson (2011, 20), muestra
que entre 2008 y 2010 han salido en bsqueda de trabajo
ms hombres que mujeres, y especialmente los hombres
de los hogares ms pobres, quienes se exponen a la soledad, el desamparo, los abusos laborales y a otras formas de
violencia asociadas al trabajo migratorio.
De forma paralela a los cambios poblacionales y econmicos en el Macizo de Peas Blancas, se desarrollaron
cambios en la gobernanza ambiental. El territorio fue declarado rea protegida en 1991, y una dcada ms tarde fue
desarrollado un nuevo plan de manejo. Gmez, Ravnborg
y Castillo (2011) identifican que el control de la tierra y el
agua es una fuente principal de los conflictos en los cuales
afloran las desigualdades socioeconmicas y de poder. Con
estos movimientos territoriales, cmo se adaptarn, en trminos de gnero, las instituciones que gobiernan el uso y la
distribucin de la tierra, el agua y otros recursos naturales?
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Diversificacin productiva
Otro cambio asociado a la crisis del caf es la diversificacin de cultivos y el desarrollo de actividades complementarias para asegurar la alimentacin familiar y conectarse con
los mercados locales. En el estudio territorial se encontr
que la gente ms pobre diversific menos los cultivos. En
trminos de gnero, no debe sorprender que los hogares
con menos personas al frente (los dirigidos por un hombre
o por una mujer) diversifiquen menos los cultivos, mientras
los dirigidos por parejas sean los que producen un mayor
nmero de cultivos. En muchas partes de Amrica Latina se
constata que las diferencias de gnero en los conocimientos
y criterios de produccin son esenciales para el manejo de
sistemas agropecuarios diversificados y resistentes a los
cambios ambientales y econmicos (Paulson 2005). En el
captulo 6, en este mismo libro, describimos cmo la organizacin de gnero interacta con diferentes estrategias
productivas en dos zonas productivas en Ecuador.
As, en el Macizo de Peas Blancas, como en otros contextos, la participacin diferenciada de hombres y mujeres
facilita la produccin agropecuaria diversificada. En los
hogares dirigidos por mujeres solas, son menores tanto los
ndices de diversificacin agrcola como los de participacin
laboral. Al restringir las estrategias locales de diversificacin,
esta situacin ayuda a explicar el nmero desproporcionado
de hogares dirigidos por mujeres que residen en las reas
urbanas y no en los territorios rurales de Nicaragua.
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los hombres nicaragenses cuentan entre los factores contribuyentes al movimiento positivo en la condicin relativa
de las nicaragenses a nivel nacional. Y en el territorio del
Macizo de Peas Blancas, qu impactos tienen o tendrn
las relaciones ms equitativas desarrolladas en el 43% de
los hogares? Con respecto a los principales procesos de
cambio en el territorio, las estadsticas sugieren que los
hogares dirigidos por una pareja participan con ms xito
que los dirigidos solo por un hombre o solo por una mujer. Estos resultados refuerzan la evidencia presentada en
otros captulos del libro para refutar el supuesto de que la
subordinacin y la exclusin de las mujeres son ventajosas
para los hombres en general. En las dinmicas examinadas
aqu, parece que los hombres que comparten las decisiones
y el control del hogar con sus parejas son ms dinmicos
econmicamente que los que no lo comparten. A nivel territorial, parecera que la presencia de hogares coliderados
contribuye a las dinmicas positivas.
No tenemos evidencia de que haya habido un reconocimiento explcito de estas sinergias de gnero en el territorio
rural. Pero nuestro anlisis de las prcticas y resultados en el
Macizo de Peas Blancas corresponde a la visin expresada
por los movimientos de hombres en Nicaragua en sostener
que las relaciones de gnero ms equilibradas benefician a
todos: a los hombres, a las mujeres y a la sociedad en general.
Nuestro estudio arroja luces prometedoras en la institucin familiar. La tipologa de hogares muestra que los
arreglos entre hombres y mujeres no son homogneos
respecto a las decisiones que toman sobre los activos y su
control. Ms bien ilustra que coexisten formas de relacionarse ms igualitarias con otras menos igualitarias. El 43%
de los hogares que dice tener una direccin compartida
representa un porcentaje apto para desarrollar normas y
prcticas ms inclusivas que podran extenderse a otras
reas de accin.
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En contraste, ninguna de las dos investigaciones realizadas en el territorio muestra que haya habido mucha
inclusin de las mujeres en las instituciones que apoyan las
dinmicas de desarrollo productivo; tampoco una inclusin
de los hombres en las iniciativas que apoyan el bienestar y
la reproduccin de la poblacin.
Al identificar las oportunidades de una participacin
inclusiva dentro de hogares, al contrario de las serias exclusiones de gnero en el trabajo de importantes agencias
y organizaciones, el presente anlisis coincide con el de la
Asociacin de Hombres Contra la Violencia en Nicaragua,
cuya escuela de formacin propone los cambios personales como base para la construccin de instituciones ms
equitativas.7
La escuela de formacin a formadores es un espacio de
formacin dirigido a hombres que asuman el compromiso personal, moral y social de trabajar por la construccin
de una sociedad ms justa y equitativa, asumiendo en un
primer momento el compromiso de hacer ver a las y los
tomadores de decisin de sus instituciones, organizaciones
y/o cooperativas, la importancia y la necesidad de incorporar
el enfoque de gnero y la implementacin de la estrategia
de trabajo de gnero con hombres para el cumplimiento de
los objetivos institucionales trazados, lo que contribuir a
la reduccin de la violencia y al establecimiento de nuevas
formas de relacionarse entre hombres y mujeres basadas en
la justicia, respeto y equidad de gnero.
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econmico de una diversidad de residentes e impulsaran nuevas formas de institucionalidad y participacin ciudadana. Nuestro anlisis sugiere que, durante
los primeros aos de funcionamiento de los Consejos
encargados de implementar el programa en los municipios, las dinmicas de gnero en este territorio frustraron el logro de los objetivos de la legislacin. Si bien
uno de estos objetivos es avanzar hacia la equidad de
gnero y otro es fomentar la participacin inclusiva de
los habitantes, los datos demuestran que la aplicacin
ha estado a cargo de un grupo pequeo de hombres
quienes apoyaron proyectos que introdujeron nuevos
capitales y oportunidades para numerosos hombres y
virtualmente nada para las mujeres. Una mirada ms
cercana revela que los excluidos no son solo mujeres,
sino tambin aquellos hombres que no forman parte de
las redes de lealtades y clientelismo que operan a travs
de los cdigos de masculinidad.
Cules son las fuerzas que motivan esta nueva
institucionalizacin de la exclusin en la toma de decisiones y esta nueva desigualdad en la distribucin de
los recursos administrados por los Consejos? Cules
sern los efectos de dichas fuerzas sobre las dinmicas
de desarrollo del territorio?
Argumentamos que, por s solo, ni las transformaciones ocupacionales descritas por Ynez Naude et al.
(2011) ni la participacin poltica descrita por Paredes et
al. (2011) explican las dinmicas que influyen el cambio
territorio. El anlisis sistmico de gnero nos motiva a
examinar el rol clave que juegan las relaciones y tensiones
entre las dos reas de vida territorial. En un territorio
donde los cambios econmicos han dificultado el acceso
a aspectos fundamentales de la identidad masculina
tradicional (el poder que los hombres ejercan sobre los
recursos naturales, la labor familiar y su propio trabajo)
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Territorio en transformacin
Durante la segunda mitad del siglo XX, la vida en
el territorio giraba en torno al proceso productivo del
henequn, combinado con el cultivo de la milpa, principalmente para el consumo familiar. La identificacin
cultural con la tierra y la agricultura familiar se expresa
con frases como las que siguen: Mi vida es el campo, de
all no me muevo, [voy] todos los das; es mi encanto
trabajar en el campo, porque todo lo que hago produce
y eso me satisface; se siente muy bonito comer lo que
uno cultiva.
Este panorama se modific cuando sobrevino la
crisis del henequn. Segn Ynez Naude et al. (2011, 9),
durante la dcada de 1990 hubo una reorientacin de la
lgica econmica del pas y del Estado, que trastoc los
conocimientos y saberes heredados, as como la construccin del patrimonio territorial en torno al trabajo
de la tierra. Poco a poco fueron apareciendo nuevas
opciones de trabajo para la gente joven del territorio
junto con nuevos discursos y visiones muy diferentes
de las que tuvieron sus padres y abuelos.
En el siguiente grfico elaborado por Jimena Mndez,
se muestran los cambios generacionales ocurridos en
un contexto donde trabajar la tierra fue un elemento
clave de la masculinidad durante muchas generaciones.
Actualmente, la mayora de hombres mayores de 40 aos
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Un tema poco discutido en relacin con las iniciativas gubernamentales para remplazar el modelo monoexportador del henequn es el desafo que enfrentan
los jvenes para construir sus identidades de gnero en
condiciones bastante distintas a las de sus padres y abuelos. Para los jvenes, es ms difcil cumplir expectativas
tradicionalmente asociados con la masculinidad, como
son la conexin con la tierra y los animales, la administracin de los recursos naturales y del trabajo familiar, y
el control de su propio trabajo. A la vez, en relacin con
sus parientes y vecinos mayores, los jvenes ganan ms
dinero, hecho que contribuye al incremento de los ingresos de los hogares del territorio. Este cambio fomenta
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Rural Sustentable y consejos estatales, distritales y municipales como rganos consultivos para planear, coordinar y
fomentar las iniciativas municipales. Asimismo, establece
un presupuesto para apoyar iniciativas socioeconmicas y
ambientales de las personas que residen en los municipios.
El manejo de gnero en la Ley es caracterizado por
una falta de consistencia que permite una diversidad de
interpretaciones e implementaciones en los municipios.
Si bien un objetivo general es la promocin de equidad
y se menciona especficamente la equidad de gnero, dos
aspectos merecen ser resaltados.
El primero es la ausencia de mencin de gnero en
relacin con la conformacin de los rganos consultivos y
la participacin en ellos, proceso diseado explcitamente
para ser diverso e inclusivo.
El segundo es la falta de mencin de gnero en relacin con las actividades econmicas, la infraestructura
y el equipamiento comunitario, la promocin del empleo
productivo u otras materias mencionadas en relacin con
el desarrollo rural. Ms bien, la legislacin solo se asocia al
gnero con la proteccin de las personas discapacitadas,
enfermas y ancianas. En el Artculo 15, donde se establece
la creacin de los CMDRS, se menciona al gnero en una
de las 18 materias fomentadas: Equidad de gnero, la
proteccin de la familia, el impulso a los programas de la
mujer, los jvenes, la proteccin de los grupos vulnerables,
en especial nios, discapacitados, personas con enfermedades terminales y de la tercera edad en las comunidades
rurales. As que la legislacin no explicita que el objetivo
de equidad de gnero se aplica para que las oportunidades
polticas y econmicas sean equitativas entre hombres
mujeres en las actividades de desarrollo, sino se refiere
a alguna proteccin garantizada a personas vulnerables.
Esa visin dicotmica en la que el gnero se asocia a
mujeres y vulnerabilidades, separado de lo que se refiere
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Captulo 3. Conceptualizando el
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Deseamos reconocer y agradecer la valiosa participacin de las siguientes personas en las discusiones que enriquecieron este captulo: Julio
A. Berdegu, Holly Buck, Geannine Chabaneix, Pablo Ospina, Jenica
Frisque, Flix Modrego, Diana Mulinari, Bruno Portillo, Mara Andrea
Nardi, Kerstin Sandell y Rafael Vaisman.
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Dentro de cualquier sistema, las identidades de gnero son mutuamente constituyentes, de tal forma que los
cambios en ciertos aspectos impactan en otros, causando
tensiones y reajustes. Por ejemplo, si la masculinidad se
asocia con el trabajo remunerado y la feminidad con las
tareas no remuneradas del hogar, la incorporacin de las
mujeres al trabajo remunerado introduce cambios, no solo
en el significado de mujer, sino tambin en el de hombre.
As, no es posible entender el gnero observando solo un
grupo de identidad o una parte del sistema.
La dimensin institucional de gnero, bien conceptualizada por Patricia Martin (2004), funciona a travs de
juegos duraderos de expectativas, normas y prcticas que
adquieren significado y poder en un determinado sistema.
La institucionalidad de gnero interacta con otras instituciones socioculturales, como son la clase socioeconmica,
la raza y etnicidad, el parentesco, la tenencia de tierra, los
mercados, la gobernanza y la educacin. Internalizada por
los actores en diferentes posiciones de gnero, y expresada
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La investigacin y el territorio
Conceptualizando el gnero como un sistema sociocultural que cambia en interrelacin con los procesos
histricos, investigamos la organizacin y los significados
de gnero en las prcticas, discursos e instituciones de
Chilo, a fin de entender mejor las transformaciones en
ese territorio.
El anlisis desplegado en este captulo se nutre de
varios aos de investigacin interdisciplinaria y de los
resultados y discusiones de tal investigacin en los documentos escritos por Eduardo Ramrez, Flix Modrego,
Rodrigo Yez y Julie Claire Mac en 2010 y 2012. Parte
central de estos estudios fue la realizacin, en 2009, junto
con un equipo de Woods Institute for the Environment,
Stanford University, de una encuesta a 856 hogares del
territorio, que recogi informacin social, econmica y
laboral de dos perodos (1960-1990 y 1991-2009); tambin
se document la opinin de las personas entrevistadas
sobre temas afines.
La rama de investigacin que indag ms explcitamente sobre el sistema de gnero consta en los trabajos escritos
por Teresa Bornschlegl (2011), por Julie Claire Mac, Teresa
Bornschlegl y Susan Paulson (2010) y por Eduardo Ramrez
(2011). Ramrez analiza datos sobre el empleo y los salarios
en la industria del salmn para identificar diferencias entre
la participacin femenina y la masculina. Los otros dos
estudios se basan en materiales obtenidos con mtodos
mixtos que incluyen: entrevistas semiestructuradas con
17 hombres y 12 mujeres, un grupo focal con lderes sindicales, trabajadores y extrabajadores de la industria del
salmn (hombres y mujeres), as como un anlisis de la
informacin estadstica de la encuesta mencionada.
En el perodo entre 1920 y 1980, la poblacin de Chilo
se mantuvo estable y el archipilago fue conocido por su
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La organizacin espacio-temporal
de la produccin familiar: 1960-1990
Es que, adems, los hombres estaban siempre
en la Patagonia, pues.
Entonces las mujeres hacan todo el trabajo en realidad.
Mujer de Chilo
Las estrategias (re)productivas de Chilo central durante el perodo 1960-1990 se orientaban principalmente hacia
la subsistencia y variaban segn el calendario estacional.18
Se exportaban papas, madera, lana y algo de granos, pero
gran parte de la produccin, incluyendo cerdos, ovejas y
pesca artesanal, era absorbida por el consumo interno. La
actividad turstica y la industria pesquera aparecieron, en
pequea escala, en la dcada de 1960, pero Chilo sigui
siendo un nio problema para el pas, en palabras de
Rodolfo Urbina (1996, 131): Pobre agricultura, pesca mal
organizada a pesar del enorme potencial, nula actividad
industrial.
Los discursos y las prcticas de gnero en este periodo son iluminados por elementos de la investigacin
de Mac, Bornschlegl y Paulson (2010) resumidos en esta
seccin. En un contexto de pobreza, marginalidad y minifundio, la migracin fue uno de los pocos caminos para
obtener ingresos monetarios. Desde los inicios del siglo
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alcanzar plenamente las diversas facetas de su personalidad, solo accesible a travs de la confrontacin con lo
extrao.
Las mujeres del perodo aparecen, en la literatura,
como hogareas, fuertes, pacientes y pasivas, con manos
delicadas para moler la harina, hilar y tejer. Las personas
que entrevistamos expresaron, en trminos generales, que
la actividad de las mujeres en esa poca consista principalmente en la mantencin de la casa. No obstante, cuando
respondan a preguntas ms especficas, detallaron mltiples actividades, como mantener los animales y el huerto,
recolectar mariscos y algas, elaborar artesanas de lana,
cuidar y educar a sus hijos e hijas, cocinar, arar, sembrar,
cosechar y cortar lea. En general, las mujeres no reciban
una remuneracin por estas actividades. Como lo describe
un funcionario pblico, ellas eran matriarcas sin recursos,
ya que disponan de un gran capital cultural y natural y
administraban los hogares durante perodos largos, pero
dependan del dinero que traan los hombres migrantes.
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Ingresos y contratos
Cuando un hombre no puede trabajar, se siente muy
humillado, se siente muy mal.
Mujer indgena de Chilo
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Acostumbradas a vivir bajo sistemas donde las mujeres no reciban remuneracin monetaria por su trabajo,
las nuevas empleadas aceptaron salarios menores a los
de muchos hombres del lugar. Otras condiciones ventajosas para la industria son propiciadas por las dinmicas
espacio-temporales de larga data. Como durante la migracin estacional las mujeres solan asumir las tareas de los
hombres y sus propias labores, se acostumbraron a moverse
por todo el territorio. Tambin estaban acostumbradas a
las exigentes condiciones fsicas que posteriormente ha
demandado la industria, as como a las largas jornadas
que ahora son indispensables para poder cumplir con el
trabajo asalariado y adems cocinar, limpiar, lavar, cuidar
a hijos e hijas, etc. Esas tradiciones en las que las mujeres
se desplazaban por el territorio y trabajaban de forma independiente ayudaron a reducir las reacciones, a menudo
violentas, que suelen aparecer cuando las mujeres salen
por primera vez fuera de su hogar a trabajar y que han sido
bien documentadas en algunos contextos latinoamericanos
(Rodrguez, Montan y Pulitzer 2007).
En todas estas formas, las expectativas de gnero ayudan a constituir la mano de obra barata mencionada en
la literatura y entre los funcionarios entrevistados como
un factor fundamental del xito obtenido por la industria
del salmn en el territorio de Chilo (Daz 2003a; Daz
2003b; Pinto 2007).
Adems de aprovechar ciertas condiciones de gnero existentes, la industria tambin incentiv prcticas y
estereotipos que pueden tener impactos culturales duraderos. Mac, Bornschlegl y Paulson (2010, 21) enumeran
los calificativos que utilizaron las personas entrevistadas
sobre las trabajadoras de la industria del salmn: sensibles,
productivas, eficientes, dedicadas, responsables, rigurosas,
meticulosas y giles. Los trabajadores, en contraste, son descritos como fuertes, torpes, brutos, con mayor tendencia al
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Los estereotipos de gnero aprovechados por la industria se van fijando en los imaginarios comunes, a medida
que pasa el tiempo. En cuanto los hombres y las mujeres internalizan las expectativas y adaptan sus conductas
para satisfacerlas, dichos estereotipos tienen un efecto de
autorrealizacin que se manifiesta en las imgenes de s
mismos/mismas y en la oferta de labor. De esta manera,
las prcticas y las creencias prevalecientes en la sociedad
chilota se van adaptando a los cambiantes contextos catalizados por la industria del salmn.
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Los cambios de gnero asociados con las transformaciones de la estructura productiva interactan con otros
procesos, como la influencia sociocultural de los nuevos
actores y la expansin de los medios de comunicacin
masivos y de los bienes de consumo. Los inmigrantes a
Chilo profesionales, tcnicos y operarios en la industria
acucola, emprendedores tursticos, dueos de negocios e
intelectuales y profesionales atrados por las particularidades naturales y culturales introducen imgenes de gnero
cuyos impactos son complejos.
En un territorio donde existan pocas actividades asalariadas y un comercio limitado, la expansin de las posibilidades y las prcticas de consumo adquiere expresiones
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No es un fenmeno sin precedentes: comentaristas anteriores ya criticaron los nuevos modelos de masculinidad y feminidad que comenzaron
a llegar al territorio a travs del Puerto Libre en los aos 1950 y, ms
tarde, por la radio y la televisin: Un hombre vala ahora mucho ms
por sus bienes materiales que por lo que representaba su persona
(Urbina 1996, 87).
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En el caso de Chilo, el crecimiento econmico no es consistente con una cada en el sesgo de salario segn gnero,
incluso con la presencia de condiciones econmicas, sociales
y culturales que facilitan un alto nivel de incorporacin de
las mujeres en la esfera del trabajo remunerado.
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This chapter explores key realms for understanding relations between gender systems and the processes of territorial
change through which societies, via their members actions
and interactions, construct spaces and produce territories
that promote or restrict certain economic, political and
environmental dynamics. It asks what role gender plays in
the constitution, appropriation and meaning of social and
biophysical spaces. We explore three distinct phenomena
identified as the feminization of labor, together with issues
related to changing masculinities, and institutional divisions
between production and reproduction.
El gnero est en juego en la constitucin, apropiacin
y significacin del espacio fsico y social. Las estrategias de
ordenamiento territorial implementadas por los grupos
sociales que utilizan ciertos recursos, junto con los significados simblicos atribuidos a estos grupos, lugares y
actividades, marcan los espacios con diferentes mensajes
de gnero. En tanto cada generacin internaliza, adapta y
produce expectativas y normas de gnero, sus prcticas y
sus visiones ayudan a construir y reconstruir territorios.
De este modo, distintos sistemas de gnero producen espacialidades y temporalidades particulares, que son, o no,
valorizadas y aprovechadas por el capital en diferentes
momentos y con diferentes ritmos. De forma similar, los
aspectos ambientales son valorizados y apropiados en
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Masculinidades en transformacin
La resistencia en varios frentes ha limitado el estudio
y la comprensin de los hombres y las masculinidades en
Amrica Latina y otras regiones. En el libro Men of the Global
South, Adam Jones (2006, XVII) seala que en el desarrollo
internacional la tendencia ha sido ignorar a los hombres
como sujetos de gnero, a travs de una ecuacin sencilla
que equipara el gnero con las mujeres y lo femenino, o
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Otro concepto central, el de la masculinidad hegemnica, ilumina las jerarquas entre diferentes expresiones
de la masculinidad dentro de un sistema sociocultural. Eso
permite reconocer que en los sistemas patriarcales los hombres, como categora, experimentan determinadas ventajas
y poderes sobre las mujeres, mientras que ciertos hombres y
ciertas formas de masculinidades ejercen un dominio sobre
otros; por ejemplo, los padres sobre los hijos, los jefes de
hogar sobre los hombres solos. Para R. W. Connell (2005),
Richard Howson (2005) y otros, las ideas de Antonio Gramsci
ayudan a iluminar los procesos en los que se establecen
como naturales y correctos ciertos modelos dominantes
de masculinidad, junto con los mecanismos que subordinan a otras variantes, con lo cual se torna difcil imaginar
alternativas. La idea de masculinidad hegemnica impulsa
no solo a dejar de tratar a los hombres como si fuesen una
categora homognea, sino tambin a investigar en contextos
especficos las relaciones entre los modelos dominantes de la
masculinidad (y los individuos que los encarnan) y las otras
expresiones de masculinidad que pueden ser subordinadas, cmplices, contestatarias o marginadas. Al desvelar el
hecho de que mltiples grupos hombres jvenes, solteros
y solteras, mujeres, LGBTQ, hombres sin tierra, desocupados, etc. estn limitados u oprimidos por aspectos de
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Los autores describen el reciente surgimiento del inters en hombres y desarrollo en respuesta a fenmenos
como el incremento del desempleo masculino, la reduccin
de la proporcin de hombres en la educacin secundaria
y universitaria, as como su desempeo inferior en la educacin bsica. Algunas iniciativas que s han avanzado la
consideracin de aspectos de gnero en relacin con los
hombres se refieren a la salud sexual y reproductiva, el
SIDA, y cuestiones de violencia.
As que son relativamente nuevas y todava raras las
ocasiones en las que los hombres han contado con el apoyo
institucional para comprender y lidiar con las limitaciones
y los desafos asociados a las masculinidades que condicionan sus vidas. Enormemente importantes, en este
panorama, son las excepciones que estn en marcha en
varios contextos latinoamericanos, de las que son notables
las iniciativas forjadas por las coaliciones entre diferentes
hombres, algunas de las cuales examinamos en el captulo 2.
El legado de los discursos y del trabajo mujercntrico
de diversas agencias y organizaciones influye en la reflexin
de los actores sociales, tanto hombres como mujeres, condicionando sus imaginarios y opciones. Judy El-Bushra
(2000, 4) enfatiza que el enfoque dominante en las mujeres
puede introducir ciertos cambios sin reducir el control
normativo que ejerce la ideologa esencialista de gnero,
ni motivar adaptaciones sistmicas.
Dar preferencia a las mujeres en los programas de asistencia
puede contribuir a erosionar el papel de los hombres (como
protectores, proveedores y tomadores de decisiones, por
ejemplo) y por lo tanto su posicin social y su autoestima,
pero aun as no cuestionar la ideologa de gnero dominante
en la que los roles de los hombres y de las mujeres son vistos
como naturales.
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De acuerdo, en principio, con este anlisis, la investigacin territorial agrega evidencia de que no solo las
mujeres realizan el trabajo reproductivo al que se le niega
una recompensa, recursos y valoracin. Muchos hombres
rurales tambin estn luchando para realizar actividades
que mantienen la vida humana y ambiental que no se
valoran en el mercado ni en las polticas. La representacin discursiva de ciertas actividades como femeninas
contribuye no solo a desvalorizar la labor de las mujeres,
sino tambin a tornar invisibles los esfuerzos reproductivos
realizados por los hombres.
La manera en que investigadores e investigadoras
identifican y representan el trabajo influye en las visiones
locales y en las posibilidades polticas. Parte de la investigacin y la poltica en los territorios rurales ha ayudado a
difundir la idea estereotipada de que los hombres hacen el
trabajo productivo y las mujeres, el trabajo reproductivo,
a pesar de que la evidencia emprica, en cada territorio,
muestra que hombres y mujeres trabajan en ambos reinos.
Tambin ha representado a la generacin de ingresos como
el fundamento del desarrollo, sin priorizar la reproduccin
de las condiciones de produccin. Las polticas y los programas orientados a maximizar la generacin de ingresos
han ayudado a alejar diversos capitales (la energa humana,
los recursos naturales, el tiempo, la atencin y el valor cultural) de una amplia gama de actividades no remuneradas,
que antes sostenan las condiciones sociales, culturales
y ambientales de la vida. Las tensiones relacionadas con
este proceso se han intensificado desde la dcada de 1980,
cuando las crisis econmicas y los ajustes estructurales
estuvieron acompaados de las reducciones del apoyo del
estado y de las empresas a la reproduccin social, ambos
bajo presin para centrarse, mayoritariamente, en la generacin de ingresos (Stiglitz 2002).
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Hace tiempo que una variedad de iniciativas ha intentado integrar una mayor gama de actividades en los
clculos econmicos, entre las que se destaca la larga lucha de la economista Marilyn Waring (2012) y otros para
cambiar el Sistema de Cuentas Nacionales. Un concepto
que est ganando atencin en Amrica Latina es el de la
economa del cuidado, para comprender los servicios no
remunerados realizados habitualmente en el hogar como:
lavar, cocinar, planchar, limpiar, reparar, atender la salud,
as como cuidar a nios, nias, personas enfermas y a
las personas de edad. Laura Pautassi (2007) observa que
los movimientos de mujeres en Amrica Latina han concentrado sus energas en la lucha para acceder al trabajo
remunerado y al mundo pblico, pero han dejado de lado
el mbito privado con las respectivas labores. Arguye que
esto ha provocado una serie de conflictos estructurales y
personales entre las responsabilidades productivas y las
reproductivas que deben ser encarados, ahora, con una
nueva estrategia que vincule la economa del cuidado con
la economa del mercado.
Dianne Perrons (2004) analiza la internacionalizacin
discriminatoria del trabajo del cuidado en los llamados
global care chains, con atencin crtica al papel de las representaciones y relaciones de gnero y las etnorraciales.
Su anlisis ilumina la intensificacin de las necesidades
reproductivas en las reas rurales donde muchas de las
personas que normalmente cuidan a la familia y al hogar
migran a ciudades lejanas y al exterior, frecuentemente
para realizar el trabajo domstico en hogares ajenos. Este
patrn se evidencia, por ejemplo, en Loja, Ecuador, caso
analizado en el captulo 6.
La idea de la economa del cuidado comunica mensajes relevantes. Sin embargo, en nuestros estudios rurales
queda claro que la cuestin va ms all de las tareas valorizadas en sus clculos, lo cual revela el predominio de lo
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de que los agroqumicos, al contaminar el agua y los suelos, afectan a toda la gente que vive en las comunidades).
Qu medios tienen los hombres de Loja para cuestionar
un sistema de gnero que construye como naturalmente
masculina la voluntad de exponerse a contaminantes y
peligros a veces mortales?
En cuanto a la sostenibilidad econmica, la dependencia de insumos importados cuya compra se financia
mediante crditos aumenta la vulnerabilidad de los hogares
campesinos. Sus ingresos dependen, adems, del precio
de mercado de un solo producto; los hogares corren el
constante peligro de que este baje, en el caso, por ejemplo,
de que se abriesen las importaciones.
No obstante, las transformaciones en la zona tambin
se vinculan con sinergias y oportunidades de cambio interesantes. Los efectos del aumento de los ingresos y de la
reduccin de la pobreza ocurren junto con una expansin
de las oportunidades en la educacin, que pueden relacionarse con opciones y capitales alternativos a la agricultura, y tal vez fuera de la comunidad rural. Esto podra
formar parte de la expansin de los avances educativos y
vocacionales entre las mujeres, fenmeno reciente que
est transformando al continente, como tambin facilitar
el desarrollo de una mayor gama de talentos e intereses
entre los diversos hombres.
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mercado internacional orgnico que ofreca mejores precios. Desde entonces, la produccin de caf de altura se ha
diversificado a tal punto que, segn una encuesta de 2009,
el 41% de los hogares produce caf lavado (pergamino)
certificado al lado de los otros que continan con la prctica
convencional de producir cerezas secas, llamado caf en
bola (Ospina et al. 2011, 17). El presente anlisis se basa
en una investigacin enfocada en hogares que producen
caf lavado. Uno de los resultados analticos es identificar
la necesidad de comparar, en futuras investigaciones, los
arreglos y prcticas de gnero dentro de los hogares participantes en la dinmica nueva con los hogares que se
quedan fuera.
La produccin de caf certificado se desarroll mediante nuevas redes de produccin orgnica y de comercio
justo conformadas por los caficultores, las organizaciones
campesinas, las cooperativas comerciales, las ONG y las
cooperativas de ahorro y crdito. Ospina et al. (2012) sostienen que los pequeos agricultores locales tomaron la
iniciativa en la formacin de dichas coaliciones, las cuales se
han convertido en una alternativa frente a los comerciantes
tradicionales. Dicha iniciativa no hubiera sido posible sin
las previas experiencias, principalmente de los hombres,
en las organizaciones campesinas y en los proyectos relacionados con la gestin ambiental. A esto se suma una
tradicin de gnero en la cual hombres y mujeres haban
consolidado diferentes redes y formas de capital social,
que han sido aprovechadas en el actual proceso.
Un factor que favoreci a la nueva dinmica del caf
certificado entre una parte de los hogares es la facilidad
con que las mujeres de estos hogares participaron en aspectos de la produccin, cosecha y poscosecha del cultivo
comercial. Esta facilidad se debe, parcialmente, a que algunas mujeres haban trabajado en sus propios terrenos, as
como de jornaleras en las haciendas de caf. Esta tradicin
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diferentes eslabones de las cadenas globales de produccin y comercializacin. En el primer territorio analizado,
una situacin en la que los hombres se encargaron de la
produccin agrcola facilit la acogida y el xito de un
proceso modernizador y masculinizado en la produccin
de maz comercial vinculada a la industria crnica. En el
segundo, en una parte de los hogares, la participacin
activa y diferenciada de hombres y mujeres en el manejo
de remesas y en la produccin agrcola facilit que estos
adoptaran la nueva dinmica de produccin orgnica de
caf y del comercio justo, y que las mujeres participantes
ganaran mayores ingresos y autonoma. Para los otros
hogares, cuya participacin es limitada por falta de mano
de obra, entre otros factores, las tradiciones que restringen
la participacin activa de las mujeres en la administracin
y en las labores agrcolas parecen ser factores limitantes.
En esos procesos, los actores, ideas e instituciones que
constituyen las coaliciones influyeron en las prcticas y los
significados de gnero en los territorios. As, las identidades
y relaciones asociadas con la masculinidad y con la feminidad constituyen un campo de dilogo entre las tradiciones
locales y los modelos nuevos de circulacin global.
A nivel territorial, los cambios histricos provocaron
diferentes resultados econmicos dependiendo de los espacios sociogeogrficos. La dinmica del maz comercial
est relacionada con las mejoras del ingreso y la reduccin
de la pobreza; a la vez, los cambios llegan a aumentar la
brecha de desigualdad de los ingresos y de la propiedad
entre los hogares, as como acentuar la tendencia previa
que margina a las mujeres de las decisiones y de los capitales econmicos. La dinmica del caf lavado da como
resultado un crecimiento econmico menos marcado que
en el caso del maz, aunque la distribucin del ingreso
es ms equitativa; a la vez, se ha incrementado el acceso
de las mujeres a los capitales mediante el manejo de las
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existentes en el territorio. Es bien conocido que la investigacin convencional sobre una determinada poblacin
muchas veces ha tomado solo a los hombres como ejemplos
de toda la poblacin, produciendo, as, resultados incompletos y sesgados (Fox Keller 1996). De manera paralela,
pero mucho menos reconocida, los estudios con enfoque
de gnero a menudo se concentran solo en mujeres, y as
producen resultados incompletos y sesgados. Alertamos
sobre la necesidad de examinar un conjunto de datos ms
completos en los estudios de gnero los relacionados con
las condiciones de los hombres y tambin de las mujeres y
argumentamos que este cambio en los marcos de investigacin y anlisis de gnero es necesario para poder contribuir
a polticas y programas que podrn tener impactos ms
integrales y sostenibles.
Los estudios realizados con un marco ms completo
generan preguntas sobre ciertos supuestos culturales profundamente arraigados. Especficamente, la combinacin
de la informacin sobre condiciones que perjudican a
los hombres, como categora, con las que perjudican a
las mujeres pone en entredicho la creencia generalizada de que la subordinacin de las mujeres favorece a los
hombres. Los cuadros estadsticos del The Global Gender
Gap Report (Hausmann et al. 2011) iluminan ciertas diferencias entre los pases de la regin, como vimos en el
captulo dos. Un hecho visible en los apndices pero no
reconocido en el mismo informe es que Guatemala el pas
latinoamericano que muestra la mayor brecha de gnero
en desmedro de las mujeres tambin tiene algunas de las
mayores brechas de gnero que perjudican a los hombres.
Por ejemplo, diez guatemaltecos son asesinados por cada
vctima mujer (Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo, Guatemala 2007, 30), y nueve se suicidan por
cada mujer que lo hace (Jacobsen 2002, anexo cuadro
11). Se registran, asimismo, notables desventajas para los
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los hombres sobre las mujeres como de las mujeres sobre los
hombres, y da los puntos ms altos a la igualdad absoluta.
La segunda es una escala de un solo lado que mide cmo las
mujeres se acercan a la paridad con los hombres, pero no
recompensa o penaliza a los pases para tener una brecha de
gnero en la otra direccin (...) Encontramos que la escala
de un solo lado es ms apropiada para nuestros propsitos.
Las distorsiones que este ndice provocan en la caracterizacin de los pases de nuestro estudio, debido a
la aplicacin de una escala de un solo lado, se revelan
cuando se desagrega el subndice de educacin compuesto
de cuatro valores. Para construirlo, los autores han (mal)
representado como 1/1 las proporciones que de hecho
favorecen a las mujeres (las tasas relativas de matrcula en
la escuela primaria, la secundaria y en el nivel superior),
y como inferior a 1 la nica proporcin que las perjudica
(tasa de alfabetizacin). El resultado es una representacin
errnea de las brechas netas en la educacin en estos
pases: aparecen como si fueron desfavorables para las
mujeres, pese a que las cifras especficas muestran que
las categoras ms perjudicadas actualmente son las de
los hombres y los nios.
Las posturas epistemolgicas y metodolgicas que
tornan invisibles aquellas limitaciones y perjuicios de gnero que atraviesan los hombres, o a ciertos grupos de
hombres, contribuyen a la produccin de una mala ciencia
en la medida en que arrojan representaciones inexactas
e incompletas de la realidad emprica. Adems, dichas
posturas no son necesariamente convenientes desde un
punto de vista poltico, inclusive si la intencin es promover metas a favor de las mujeres. Al eliminar aquella
informacin que podra motivar a los hombres a participar
en los dilogos y las iniciativas sobre asuntos de gnero en
funcin de sus propios intereses, se deja a la mayora sin
incentivos claros para hacerlo. El altruismo o el sentido de
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en los instrumentos de investigacin, muchas organizaciones internacionales y nacionales han adoptado nuevas
unidades de anlisis y categoras estadsticas. Se busca
con esto, en primer lugar, evitar la definicin ambigua de
ciertas categoras que no tienen un contenido emprico
claro y, en segundo lugar, reducir la carga simblica de
aquellas categoras cuyos mensajes ideolgicos obscurecen
las realidades empricas. Esta bsqueda procura minimizar
las interpretaciones ideolgicas y los juicios de valor de
investigadores e investigados, los mismos que perjudican
la calidad de las respuestas y los resultados. Con base
en los resultados de FAO e IICA,23 Paulson y Equipo de
Lund (2011), entre otros autores y autoras, recomiendan
un acercamiento ms crtico y cuidadoso en el uso de
categoras de investigacin y unidades de anlisis como
las siguientes: hogar vs. familia; jefe de hogar; unidad de
produccin agrcola; poblacin econmicamente activa e
inactiva; y ama de casa.
Un ejemplo del anlisis que prioriza tanto la informacin desagregada por gnero como diversidad de dinmicas dentro del hogar es el estudio de Rodrguez, Gmez y
Paulson (2011) en Nicaragua. Usando tres modelos economtricos (dos doble-log y uno lin-log), analizan cmo
el acceso de hombres y mujeres al empleo, la educacin
y los activos productivos incide en el nivel de consumo,
pobreza y desigualdad en los municipios de Nicaragua.
Los datos muestran una distribucin muy desigual de
los ingresos y de la tierra, distribucin que favorece a los
hombres. Tambin sugieren que el empleo femenino tiene
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un impacto directo sobre la mejora del consumo de los hogares, especialmente fuerte si el trabajo es permanente. En
general, en los municipios donde las mujeres tienen mayor
acceso a ciertos activos, mejora el consumo y se reduce
la pobreza. En contraste, el incremento de la superficie
de la tierra bajo propiedad de los hombres redunda en el
aumento del nmero de hogares pobres del municipio.
Este estudio, como otros, motiva a repensar crticamente el supuesto de que el apoyo al actor jefe del hogar es suficiente para llegar a toda la poblacin. Si todos
los residentes vivieran en hogares biparentales dirigidos
conjuntamente por un hombre y una mujer, existira la
posibilidad terica de que el beneficio de las oportunidades
y los activos orientados solo a hombres o solo a mujeres
podra extenderse a las otras personas de dicho hogar. En la
prctica, de los hogares biparentales del territorio estudiado, ms del 40% informa que el hombre dirige el hogar, sin
que l necesariamente comparta el acceso a los recursos, la
informacin y las decisiones con su pareja. Lo que es ms,
en un pas donde ms de la mitad de las mujeres jvenes
y adultas no conviven con una pareja, y donde el 30% de
los hogares tiene jefatura femenina, los recursos materiales e institucionales proporcionados a los hombres jefes
del hogar no llegan a millones de residentes, sobre todo
nios, nias, jvenes de ambos sexos, personas mayores
y mujeres adultas.
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Las metodologas de investigacin de gnero ms difundidas (por ejemplo, el Marco Harvard, el Marco de Moser
y la Matriz de Anlisis de Gnero) tienden a poner nfasis
en los hombres y las mujeres dentro de la familia o en la
comunidad. Reconociendo que las realidades y dinmicas
locales influyen en las nacionales y regionales, y viceversa,
en este libro desarrollamos un acercamiento a mltiples
escalas. Para completar el enfoque local, examinamos el
gnero en las reglas, recursos, integrantes, actividades y
manejo del poder en mltiples niveles institucionales.
Insistimos en conectar los fenmenos observados en los
hogares y los territorios con los datos nacionales e internacionales que representan las tendencias generales y sus
variaciones.
Identificamos varias opciones para trascender las limitaciones relacionadas a los supuestos heredados que
subyacen en los instrumentos de investigacin y en los
marcos de anlisis: desarrollar marcos de anlisis que
permiten integrar la consideracin de los hombres y las
masculinidades en un acercamiento sistmico de gnero;
desagregar la informacin cuantitativa y cualitativa; utilizar
unidades y categoras de investigacin claras y aplicarlas
rigurosamente; y considerar las escalas meso del territorio
enmarcado por un anlisis a mltiples escalas. Todas estas
estrategias de investigacin interactan en sus implicaciones polticas. Cuestionar la creencia de que la mayor
equidad de gnero solo beneficia a las mujeres podra
motivar a algunos hombres a imaginar y trabajar nuevos
acuerdos de gnero. Cuestionar el supuesto que solo localiza el gnero en los hogares permite ver y transformar
otros espacios e instituciones. Y obtener resultados ms
completos y especficos fortalece cualquiera contribucin.
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frecuentemente mencionados en las reuniones de la plataforma de mujeres creada en la cuenca Osta-Gija: la falta
de reconocimiento y apoyo al trabajo identificado como reproductivo o como ayuda, y la larga jornada de las mujeres
responsables de diversas tareas, sean estas remuneradas o
no remuneradas. En palabras de una participante: En la
mayora de los casos el trabajo de la casa no se identifica
como trabajo, pero resulta que en el suroriente la jornada
de la mujer se inicia tres horas antes que la del hombre.
Poco aporta culpabilizar a los hombres del territorio
por la invisibilizacin y no reconocimiento de las tareas
identificadas como reproductivas o por negarse a participar ms activamente en estas tareas. Preferimos enfocar el
anlisis a nivel territorial, donde una serie de instituciones
y discursos condicionan la situacin, estableciendo normas
y valoraciones que son internalizadas por los actores del
territorio. Estas mismas instituciones, tanto las formales
como las informales, tambin son claves en las interacciones entre los procesos locales, por una parte, y las polticas,
las ideas y el lxico de los agentes extraterritoriales, por
otra. Mediante el diseo y la aplicacin de mtodos de
investigacin que visibilizan mejor la diversidad de actividades realizadas en dicho territorio, podemos avanzar
en un anlisis crtico de las relaciones de sinergia o de
tensin entre la parte remunerada y la parte que no lo es.
Nuestra conceptualizacin de gnero como un sistema
sociocultural que interacta con los cambios econmicos
y ambientales en contextos especficos nos empuja a tomar distancia de algunos estudios convencionales que,
al basarse en ciertos supuestos universales, obscurecen
aquella informacin relevante para comprender los procesos histricos particulares que estudiamos.
Caroline Moser (1993, 15) identifica tres supuestos
comnmente usados en la investigacin, a pesar de su poca
correlacin con los fenmenos empricos y estadsticos.
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Los resultados de la encuesta con respecto a las decisiones sobre la actividad familiar hacen eco de la situacin
legal mencionada arriba, a la vez que muestran seales de
cambio. El 32% de los hogares encuestados reporta que el
padre decide qu miembros trabajarn fuera del hogar,
mientras que el 10% reporta que son las madres quienes
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vara entre el 20 y el 30%. En contraste, en las tareas principalmente femeninas entre ellas, limpiar la casa, cocinar,
servir la comida y lavar la ropa, la participacin masculina
alcanza un mximo del 10%. Estos resultados hacen eco
de los estudios del uso de tiempo en varios pases de la
regin, discutidos en el captulo 9.
Los datos territoriales, como tambin los nacionales
y los regionales, llaman la atencin sobre las restricciones socioculturales que pesan sobre el comportamiento
masculino. Las participantes en la plataforma de mujeres
confirmaron estas restricciones al manifestar que ellas no
permiten que sus esposos hagan ciertas tareas femeninas
y que ellas enseen a sus hijas tareas diferentes de las que
ensean a sus hijos. Mientras la interaccin de las madres
y padres con hijos e hijas reproduce ciertas restricciones
de gnero, tambin ofrece un punto de entrada para la
colaboracin creativa. En los resultados de la encuesta,
las tareas donde hubo una participacin ms equitativa
entre hombres y mujeres se relacionan con la educacin
y salud de sus hijos e hijas.
Divulgar los resultados de esta investigacin es una
manera de ofrecer recursos constructivos para los diversos
actores del territorio. Discutir todos esos resultados en espacios comunitarios enriquecer las visiones y conversaciones
de quienes participan. Pueden orientar, por ejemplo, en
la bsqueda de soluciones a los problemas identificados
por las mujeres entrevistadas en el transcurso del estudio:
que los hombres se niegan a reconocer su trabajo y que
algo les impide a ellos hacerse cargo de una parte mayor
del trabajo reproductivo.
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Los mtodos de investigacin que visibilizan y valorizan una gama ms amplia y diversa de actividades funcionan, en sinergia, con otros que promueven formas de
participacin e interaccin entre diversos actores. Juntos
generan nuevos conocimientos, valoraciones y opciones
que fortalecen las capacidades de las personas que residen
en el territorio para construir identidades e iniciativas
positivas de cara a las realidades del siglo XXI.
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XXI se caracteriza por las proporciones crecientes de hogares encabezados por mujeres, el aumento de hogares
unipersonales, la disminucin de las tasas de fertilidad,
la incidencia creciente de divorcios y separaciones, y las
tendencias crecientes de las uniones consensuales en vez
del matrimonio formal (Chant 2002: 546). Con un acercamiento innovador, todas estas formas pueden adaptarse
para sostener a las familias y las comunidades.
Los problemas surgen de los conflictos entre esas realidades empricas y el ideal de familia nuclear biparental.
Las polticas e instituciones que asumen (incorrectamente) que la familia nuclear es la unidad socioeconmica
fundamental de la poblacin refuerzan el hecho de que
se asignen los recursos y la representacin a los hombres
jefes de familia, as como las prcticas que excluyen a una
parte importante de los hogares en todos los pases de la
regin. Los mecanismos especficos de esta exclusin han
sido demostrados en varios de los estudios territoriales
analizados en este libro. Los patrones que resultan de esta
distribucin de recursos ayudan a producir un fenmeno
que amenaza la sostenibilidad de los territorios rurales:
un cambio demogrfico en el cual un nmero creciente
de mujeres, especialmente las que tienen mayores niveles
de instruccin y las jefas de hogar, se est mudando a vivir
en las reas urbanas, literalmente dejando atrs a los
hombres (Chant 2009, 30; CSG Repblica de Costa Rica
y Sistema de las Naciones Unidas en Costa Rica, 2004, 35).
A pesar de que la creciente disposicin de las mujeres
a separarse de sus parejas es, a veces, considerada una
forma de empoderamiento, dicha tendencia tiene implicaciones contradictorias. Frente a esto, qu sucede con
los hombres que son dejados? Y qu sucede en aquellas
comunidades donde las formas comunes de expresar la
masculinidad incluyen determinados comportamientos
rechazados por muchas mujeres? Interpretada de esta
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Espacios heterogneos y
posibilidades de cambio institucional
El enfoque territorial revela la expresin geogrfica
de las configuraciones de gnero. La masculinizacin de
la poblacin rural es un movimiento fundamental en la
regin. En Poblacin, territorio y desarrollo sostenible, Dirk
Jaspers-Faijer et al. (2012, 134) resumen:
La migracin rural-urbana no solo incide en el crecimiento
de la poblacin, sino tambin en la composicin de la
poblacin en ambas zonas. En el captulo IV ya se mostr
la mayor dependencia demogrfica de la poblacin rural,
lo que se debe a la selectividad etaria de la emigracin del
campo, que corresponde principalmente a jvenes en edad
de trabajar. La composicin por sexo de la poblacin rural
tambin es influida por la selectividad migratoria. Como
la emigracin desde el campo latinoamericano ha sido
selectiva de mujeres segn las cifras globales, porque
hay pases que presentan un patrn distinto, no debe
extraar que los ndices de masculinidad sean mayores
en los mbitos rurales de la regin.
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y democrticos puede tener impactos notables, ya que favorecera una participacin ms equitativa entre hombres
y mujeres, as como entre diferentes grupos de hombres.
En nuestro anlisis de CHAH hemos identificado varios
factores que restringen el potencial de la Ley de Desarrollo
Sostenible Rural para dinamizar el territorio de una manera
ms inclusiva y equitativa (Paredes et al. 2001). Los datos
sobre la participacin y el liderazgo en los consejos municipales, la informacin sobre las iniciativas apoyadas y las
entrevistas con diversos actores sobre las redes de poder
sugieren que ciertas prcticas y costumbres de feminidad
y de masculinidad, vigentes en el territorio, intervienen en
la aplicacin de las polticas nacionales para minimizar la
posibilidad de que ciertos actores participen activamente.
Han sido excluidas no solo las mujeres sino tambin determinados hombres. Los registros confirman que pocas
mujeres se postulan, son elegidas o participan en dichos
consejos. Asimismo, no todos los hombres acceden, sino
solo aquellos que forman parte de las redes de lealtad y
favores polticos.
En la legislacin mexicana se mencionan el cuidado al
medio ambiente rural, la sustentabilidad de las actividades
socioeconmicas en el campo y la produccin de servicios
ambientales para la sociedad (Artculo 15: IX), lo cual
abre la posibilidad a interpretaciones de sostenibilidad
que abarcan desde la biodiversidad hasta el bienestar de
la poblacin. Cules son las implicaciones de los procesos
que limitan la participacin para la sostenibilidad ecolgica
y social del desarrollo territorial?
El anlisis sistmico de gnero ayuda a considerar
la sostenibilidad a nivel de sistemas socioecolgicos. Los
proyectos financiados apoyan a los hombres en la produccin de bienes y servicios econmicos, sin tomar en
cuenta el trabajo reproductivo necesario para sostener tal
produccin: la regeneracin de la biodiversidad y biomasa
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Coaliciones e institucionalidad
Observamos que en varios territorios ha habido una
creciente concientizacin de las bases y del apoyo institucional con respecto a la importancia de la reproduccin
sociocultural y ecolgica. En el Humedal de Cerrn Grande,
El Salvador, los comits ambientales se ocupan de mantener los ciclos de la naturaleza y las relaciones sociales que
sustentan la gobernanza ambiental (Florian et al. 2011b).
Estas organizaciones multiactores fueron concebidas como
espacios antihegemnicos y transversales, donde todos los
participantes tuviesen voz y voto. La participacin en los
consejos ambientales locales ofrece posibilidades de un
relacionamiento hombre-hombre ms equitativo y, de esta
forma, fortalece la capacidad de construir masculinidades
menos jerrquicas.
No es casual que un proceso de participacin ms
horizontal, abierta e inclusiva, como este, en el que se involucran hombres ms y menos poderosos, tambin posibilite
una apertura a la dimensin de gnero que ahora forma
parte del discurso de quienes participan en los consejos
ambientales y est presente en sus planes estratgicos.
Nuestra encuesta muestra que los participantes en los
consejos reflexionan sobre los roles de hombres y mujeres
en la sociedad. Asimismo, reconocen que el gnero est
presente en temas relacionados con la cultura, el ambiente
y la economa (Florian et al. 2011b, 9).
En Chilo, Chile se ha duplicado la participacin en
organizaciones para apoyar ciertas tradiciones locales
mediante el folclore, las artesanas y la herencia cultural.
Muy notable es el entusiasmo de los hombres por participar
en la conservacin de las costumbres locales que antes fue
promovida, principalmente, por las mujeres. Los espacios
como estos, que estn facilitando el surgimiento de nuevas
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