VAPERAU
VAPERAU
VAPERAU
ean-M ichel
appereau
ESTOFA
Las superfcies topolgicas intrnsecas
'(S j- E dleloo
Rlin
Ttulo original:
ETOFFE*
Les surfaces topologiques intrinsques
1988, Jean-Miche! Vappereau
Traduccin de Horacio Pons
Revisin a cargo de Vernica Cohen y Pablo Romn
*Nota a la traduccin:
De las distintas traducciones castellanas del trmino francs toffe tela,
tejido, estofa , hemos elegido estofa en la mayora de los casos, porque es el que
mejor representa el concepto de estructura que el autor ha querido mostrar en su
obra, adems de ser el trmino habitual con que se lo traduce en el uso que hace
Lacan de l en sus Escritos y Seminarios, por lo tanto, el ms difundido entre los
psicoanalistas.
La traduccin de otros trminos como inmersin o sumersin, vecindad, etc.
remite a su uso habitual en topologa.
V. Cohn y P. Romn
I.S.B.N. 987-9154-06-1
2
A algunos Libros (ya estn publicados o en preparacin) se
les anexan fascculos de resultados. Estos fascculos contienen lo
esencial de las definiciones y los resultados de los Libros, pero
ninguna demostracin.
Con respecto a la suya, nuestra tentativa presenta una distincin que
no puede prestarse a confusin: nuestros fascculos no estn anexados
a ningn tratado de una envergadura comparable.
En cambio, en nuestra construccin del objeto del psicoanlisis, a
partir del fundamento de la teora de los conjuntos, disponemos de la obra
de Freud y de los escritos de Lacan, estos ltimos acompaados por la
enseanza de su seminario.
2. El psicoanlisis fue inventado por Freud al descubrir el inconsciente. Esta invencin fue consumada por
Lacan a travs de un comentario
crtico del texto de Freud, que lo somete a la prueba de su propia lgica.
Esta prctica se apoya sobre un mtodo y produce un discurso.
El mtodo es conocido por quienes estudian los textos. Recibi sus
cartas de nobleza con Champollion, que ya lo emple con xito. El mtodo
psicoanaltico consiste en comparar dos versiones de un mismo texto,
puesto que el discurso analtico se basa en la hiptesis de que nuestro
aparato psquico se elabora a travs de una serie de traducciones,
transcripciones, transliteraciones.
Reagrupamos esos diferentes actos bajo el trmino de traduccin,
que estudiamos aqu. Para recurrir este mtodo, es preciso disponer de
varias versiones del texto estudiado. El psicoanlisis slo se aplica a un
sujeto hablante que proporciona por s mismo, en un mismo discurso, las
Los nmeros entre corchetes remiten a la bibliografa al final del volumen (n. del
t)
diferentes versiones de un mismo texto (E., pp. 747-748; pJ. Lo que
tontamente se llama psicoanlisis aplicado no es ms que el empleo del
mtodo psicoanaltico, por ejemplo en la crtica literaria.
El estudio del problema [25] que plantea la traduccin culmina en una
prctica de la escritura que el doctor Lacan encuentra en la escritura de
la lengua japonesa. Tal vez el lector sepa que el japons letrado escribe
su propia lengua (lectura kun-yomi) mediante el recurso a los caracteres
que se utilizaban en una etapa arcaica de la lengua china (lectura onyom i'f que no desconoce.
mizu su-i
7k
Fin. I
A s se dice y se escribe el elemento que en nuestras comarcas
escribimos agua. Esta prctica de la letra exige numerosas observaciones. Para iniciar la discusin, nos
contentaremos aqu con algunas de
ellas.
El recurso a esta escritura produce un efecto de traduccin permanente. Para el japons letrado, esa
traduccin se efecta en una misma
cultura. Esto se experimenta en su mxima pureza en el japons escrito
debido a los caracteres que introducen en la traduccin otra dimensin;
sta es producida por una ficcin de tres.
Volvemos a encontrar esta instancia de la letra en los Escritos de
Lacan, cuando ste presenta la estructura del significante mediante el par
de oposicin hombres/damas,
Hombres Damas
O
Fifi. 2
que corona dos puertas idnticas, que sealan entre nosotros los lugares
aislados sometidos a las leyes de la segregacin urinaria (E., p. 499; ).
Hay algo de impertinencia en el hecho de ilustrar de este modo la
funcin de la letra, pero es sta la que sin embargo est presente entre
nosotros, hasta en nuestra vida pblica, y cuya articulacin parece un
tanto borrada en la escritura alfabtica.
3
En la prctica, los elementos clnicos pueden entenderse de acuerdo
con la misma modalidad.
Las palabras del analizante deben llegar a tocar la estructura del
campo freudiano para alcanzar la dimensin del discurso. Esta estructura es topolgica puesto que el
discurso analtico se inscribe en la
poca de una ciencia lgico-matemtica a cuyo fundamento apunta la
1. La letra E. seguida por un nmero de pgina, remite a los Ecrits de Jacques
Lacan (Pars, Seuit, 1966); y la letra al listado de los escritos de Lacan al final del
volumen.
2. Takatsuju Sasaki, Mettre la psychanalyse en japonais, L'Ano n" 26, pp.8-9.
topologa. As, pues, el paso de la particularidad del caso a la universalidad de lo que se funda se realiza
mediante una serie de traducciones.
Este gesto no pretende sacamos de ese fantasma, sino que tiene la
pretensin de dar cuenta de l.
No se trata de una abstraccin cada vez ms desencarnada, como lo
crey Husserl en sus Fundamentos de la aritmtica a propsito del
concepto de gato, sino de una materialidad literal, como se lo recuerda
Frege, en que el fundamento de los conceptos descansa sobre la
extensin de los casos particulares llevada a la dimensin del conjunto.
El concepto de gato no es un gato abstracto al cual se le sacaron el pelo,
los bigotes, los ojos, etctera, sino la coleccin de gatos, cuando sta da
lugar a un conjunto de acuerdo con condiciones precisas. Por lo tanto,
hablaremos de concepto en relacin con esta coleccin, siempre que se
le pueda asignar una letra, un nombre, y diremos entonces que se trata
de un conjunto. Esta asignacin depende de restricciones textuales bien
conocidas en la teora de los conjuntos, pero menos advertidas en otros
dominios3. A s se plantea la delicada cuestin del nombre propio.
La prctica del psicoanlisis se encamina hacia la interpretacin
debido a la traduccin, apoyndose en los dibujos o maternas de la
topologa y recurriendo a la que est en uso en matemticas. stas, por
otra parte, no se prestan a una topologa aplicada sino que realizan, como
en la lectura del japons, un hablar bilinge.
Podramos multiplicar los ejemplos a propsito de cada concepto del
psicoanlisis. De all la necesidad de nuestros elementos de topologa,
porque qu decir de un japons letrado que desconociera la lectura onyomi (el chino antiguo) y pretendiera
prescindir de ella para escribir de
manera unvoca la lengua japonesa (lectura kun-yomi)?
La conversacin corriente se vale de la mirada y la voz; la prctica de
Freud consiste en principio en aislar la voz en detrimento de la mirada en
el tratamiento psicoanaltico mismo (etapa mayor del training analtico, E.,
p. 698; l). Esta prctica responde a lo que se descubre en ella, las
angustias de la transferencia en que, en el juego de las pasiones, la
ignorancia se oculta detrs del amor, y a veces detrs del odio. Pero,
como acabamos de decirlo, esas angustias deben ser articuladas con el
conjunto del training que hace de esa transferencia una formacin del
inconsciente.
La prctica de Lacan se inscribe en esta configuracin. Lacan emprende la tarea de retornar a Freud
efectuando, tanto en el caso de la
prctica misma como con respecto a cada concepto, una inversin lenta
pero radical. Su prctica de la estructura consiste entonces en desechar
la voz: esto es lo que hizo Lacan al trmino de su recorrido, para
concentrar la atencin sobre la mirada, especialmente con los dibujos de
Triskel
1. Nons, fascculo nQ 0
la topologa. El momento de balanceo de esa inversin, segn la estructura del campo freudiano, encuentra
su realizacin prctica en las
sesiones cortas. Esa etapa, en que esta prctica se reduce a un simple
corte, es necesaria.
Nuestro trayecto no consiste en quedar pegados a uno u otro
momento de la estructura, sino en no pasar ninguno por alto. Nuestro
4
proyecto es el de un acercamiento a Lacan, acercamiento a Freud, en la
prolongacin de ese doble movimiento que sigue siendo insuperable; de
resultas de lo cual se ampla la prctica.
La prctica del psicoanlisis, sin duda, no aspira a producir matem
ticas, pero es necesario ue no las desconozca. En el analizante, la
formacin se consuma mediante la separacin del analista con respecto
al analizado, cuyo informe tiene el deber de realizar. La prctica (la clnica,
la estructura y el acto) no se sostiene si se elude el fundamento dogmtico
de la traduccin, es decir, de la lectura, del inconsciente.
El discurso analtico progresa a partir de esa prctica, pero ya est all
para nuestras generaciones. No suceda lo mismo en el caso de Freud,
tampoco en el de Lacan, que no disponan de l. El discurso analtico es
el lazo social que se forma debido a esa prctica, y que la acoge con sus
resultados. En lo cual se ve que la cosa no se hace por s sola. Comienza,
en cambio, a partir de dos, provistos de las obras de Freud y los escritos
de Lacan.
Estas razones nos conducen a considerar en un prembulo la
topologa tal como va a enuncirsela como argumento del discurso. Ese
discurso, en camino de hacerse, se presenta segn varias versiones en
la obra de Freud y varias traducciones en la enseanza de Lacan. Es
preciso que las hagamos racionales mediante el empleo del mtodo
psicoanaltico, cuyo aprendizaje constituye la otra etapa del training. Este
mtodo no podra pasarse por alto en los informes de la experiencia,
como tampoco podra ignorarse en los efectos internos que produce.
3. La obra de Freud se divide en dos tpicas, separadas por un
momento intermedio (1914-1915) en que se afirma la necesidad del paso
de la primera a la segunda.
En la enseanza de Lacan hay tres captulos topolgicos, relacionados con tres tipos de variedades
matemticas: grafos (1953-1961),
superficies (1961-1971), nudos (1972-1981). Definimos y desarrollamos
estas nociones en nuestra serie de resultados.
FREUD
Primera tpica. En la carta 52 dirigida a Fliess [1 b], Freud traza un
shema4 que responde a su hiptesis de que el aparato psquico se
constituye mediante traducciones sucesivas. Los segmentos corresponden a conmociones producidas por
traduccin.
4. Adoptamos la grafa schema para designar nuestras figuras a fin de destacar
que no slo muestran sino que tambin quieren dejar or. As, pues, el recurso al
schema" (escucha) hebrero no es fortuito. Esto para permitir que se reflexione,
examine y medite sobre lo que P. Legendre llama la operacin simblica bsica,
el tejemaneje fundamental ((27 s), p. 101) que hace plausible el poder y cuya
IV
P Ps
X X ---------- X X
Ies
-XX
Ffcs Cs
___ XX____XX
X
Fifi. 5
5
Este es el problema inicial desde el cual partir nuestra topologa del
sujeto.
En el transcurso de este primer perodo, Freud establece el trabajo de
lo inconsciente en las tres grandes obras que son La interpretacin de
los sueos, Psicopatologa de la vida cotidiana [1 d] y El chiste y su
relacin con lo inconsciente [1 f].
Segunda tpica. En su segunda tpica, Freud examina la misma
estructura que reaparece en los escollos del dualismo que la teora debe
sortear. Con este fin, introduce en 1914, con el narcisismo, su teora del
yo. El otro que habla a travs de los tropiezos de mi palabra no es
simtrico de m, as como mi unidad no obedece a la unidad de mi
organismo. Qu hace uno a partir de ese dos? Del mismo modo, Freud
distingue las pulsiones sexuales que invisten el objeto y las pulsiones del
yo a las que se atribuye la conservacin de ste. Reconoce que se trata
de la misma cosa [1 k]:
estructura pulsativa examinamos. Legendre, con el ejemplo de la tapicera de
Cettomai, seala el prototipo del cuadro vivo: El poder, en cuanto legislador,
implica unir borde con borde dos cosas que a primera vista es difcil calificar hay
que llamarlas elementos, superficies, etc. ? para hacer que de ellas salga la Ley
((27 a), p.102). (Cabe sealar que en francs la pronunciacin de schema es
prcticamente igual a la de schma, esquema, lo que brinda una justificacin
adicional a su adopcin. En cuanto a su papel en el judaismo, schema es una
oracin litrgica que se recita diariamente en los servicios matutino y vespertino,
y consiste en tres prrafos que expresan la fe y el amor ardientes que Israel profesa
a Dios. En la presente traduccin, adoptamos la grafa schema para que tenga
mayor semejanza con el castellano esquema (n. del t.))
V
Al parecer, en toda una serie de casos esto podra se rtambin
un conflicto entre diferentes tendencias propiamente sexuales.
(P. 330, retraducido.)
y
Carecemos de todo fundamento para afirmar una diferencia
de naturaleza, por lo dems no muy fcil de captar, en los dos
grupos de pulsiones. (Pp. 389-390, retraducido.)
pero no son iguales:
Pero en el fondo es la misma cosa, dado que de las dos
tendencias que estn en conflicto, una siempre es, por as decirlo,
satisfactoria para el yo (ichgerecht), mientras que la otra constituye un reto (herausfordert) a la defensa del
yo. As, la situacin
entre yo y sexualidad se mantiene cercana al conflicto. (P. 330,
retraducido.)
Para nosotros, los dos grupos [de pulsiones] se oponen
nicamente en cuanto designaciones de las fuentes de energa
del individuo, y la discusin, si en el fondo son uno o de naturaleza
diferente, y aun cuando [fueran] de un [solo grupo], es ver cundo
se separaron uno del otro. (P. 390, retraducido.)
Es por esta misma razn que en 1914 Freud introdujo el narcisismo,
ya que en las neurosis narcisistas el yo es investido sexualmente como
un objeto, lo que lo indujo a pensar que poda dilucidarei enigma mediante
el estudio de estas neurosis.
Sin duda, nuestro conocimiento del desarrollo del yo es
mucho ms pobre que el de la libido porque slo el estudio de las
neurosis narcisistas promete un examen de la estructura del yo.
(Pp. 330-331, retraducido.)
Esta dificultad de estructura, recurrente desde la presentacin del
inconsciente hasta la introduccin del instinto de muerte en la doctrina,
tambin est presente en el artculo de 1914 en que Freud distingue, de
la manera ms segura, los trminos de Yo ideal e ideal del yo; el hecho
de que pese a todo no se logre distinguir su empleo en este texto debera
ms bien inquietarnos (E., p. 672; s)). Expresin en que algunos creen
leer un reproche dirigido a los malos lectores de Freud que no distinguen
6
estos dos usos. Nada de eso. Si en esa frase debe escucharse un
reproche, slo est destinado a quienes no se inquietan, pues suponemos que leyeron bien el artculo de
Freud. De hecho, si no lo leyeron no
pueden distinguir esos dos empleos; si lo leyeron, advirtieron que es
imposible distinguirlos? Muy pocos lo leyeron y, en consecuencia, muy
pocos se inquietan.
En ese momento intermedio, 1915, Freud intenta redactar su
Metapsicologa [1 j] en doce artculos, de los que no quedan ms que
cuatro ms uno que acaba de descubrirse (1985). Es este fracaso el que
lo incita a construir su segunda tpica, en la que radicaliza su posicin y
llega a abordar aquello a lo que conduca su hiptesis inicial, pues esta
tpica lo lleva de manera necesaria a subvertir nuestras concepciones
relativas a la causalidad, con el ttulo de automatismo de repeticin.
VI
L
Freud busca un apoyo racional a ese hecho enigmtico en la filognesis
([ 1 k], p. 334). Para ello, ya construy el mito de la horda primitiva [1 h] en
antropologa, por lo tanto. En la biologa ([ 1 k], p. 390), busca un apoyo
que lo lleva a mencionar a Weissmann [1 I], Como esta estructura se
presenta en ios materiales del anlisis, busca su razn en filologa en Abel
[1 g]. La respuesta es lgica, es topolgica.
LACAN
Distingamos entre historicidad y estructura. El desarrollo temporal
de los fenmenos nos reserva algunas sorpresas como retroacciones,
inversiones, interrupciones y reanudaciones que slo la estructura
aclara.
Es preciso que indiquemos mediante qu rumbo racional, en qu
contexto razonable, Lacan se vio en la necesidad de introducir su estadio
del espejo [31/ . Por advertir la dependencia fundamental con respecto al
contexto, digmoslo, social y hasta familiar del sujeto, hay que soportar
el contragolpe de la insuficiencia radical del informe ms preciso ele ese
contexto. Ms an, llegamos a un concepto incierto o simplemente
paradjico en apariencia, de un carcter innato adquirido. Donde se ve
que a nuestras categoras de entonces les falta algo, que nos faltan las
categoras necesarias en esta situacin. Son stas las que denominamos
estructura, y cuyo estudio emprendemos en esta serie de fascculos.
Quien dice estructura dice rasgos o invariantes, de acuerdo con
algunos principios que regulan los actos a efectuar.
Primer captulo. La primera referencia histrica a la topologa en la
enseanza de Lacan se encuentra en su prim er discurso de Roma, en
1953, con respecto a la estructura del lenguaje. En esa ocasin, Lacan
utiliza el toro tomado como objeto, como ilustracin de esta estructura (E.,
pp. 320-321;]).
El doctor Lacan consagr la primera poca de su enseanza (19531961) a una simbolizacin de lo imaginario mediante la alternancia de lo
semejante y lo desemejante (E., p. 821; v), para sacar a lo Simblico
de un enviscamiento imaginario en que haba cado el psicoanlisis
despus de Freud.
Es preciso que traslademos este Imaginario a la instancia de lo
Simblico, es decir, a la estructura del lenguaje. Desde este perodo,
Lacan propone una solucin grfica a la conjuncin de los extremos del
grafo de Freud.
Ps Ies Pcs Cs
- X --------------- X -----------F r . 6
7
Tomemos eigrafo de las lneas del grafo trazado por Freud en su carta
52. Reemplazamos los puntos por segmentos y los segmentos por
puntos. Encontramos los mismos trminos. Si doblamos ese grato de las
lneas,
obtenemos el schema llamado por nosotros F, que permite orientarse en
los dos schemas de Lacan contemporneos de esa primera poca de su
enseanza.
Estudiamos la conjuncin de estos dos schemas en la superficie del
plano proyectivo en el fascculo nB 2. El doctor Lacan plantea de esta
forma, desde el principio de su enseanza, un enigma que tenemos que
relacionar con la estructura del lenguaje, cuando formula con respecto a
estos elementos el interrogante de si son uno o son dos, con lo que
prolonga la subversin de nuestra tradicin reflexiva.
Retomemos el grafo de Freud, transformado en su grafo de lneas.
Gracias a nuestro schema F, podemos trasladara l las letras del schema
R de Lacan (hay que sealar que en los extremos del grafo de lneas no
hay puntos marcados; a esos lugares, sin embargo, corresponden las
letras m y M) y las orientaciones de las aristas del schema L.
Primero Primario Secundario
Ps Ies Pcs Cs
MA
x -> -x----- > - x ----- >
S/m
Fig. 9
VIII
para nosotros un proceso primero que domina las percepciones separadas de lo inconsciente por los signos
de percepcin. El proceso secundario, regido por. el principio de realidad, domina lo consciente, separado de
lo inconsciente por lo preconsciente.
Del mismo modo, trasladamos las letras del schema de Freud a
nuestro schema F, con las del schema R y las orientaciones del L.
Fi);. 10
Fifi. 11
A partir del estadio del espejo, el doctor Lacan aborda los ideales de
la persona, refirindolos al schema estructural que leemos en el schema
ptico (E., pp. 673, 674 y 680; s). Es lo que hacemos con la topologa
a partir de lo Imaginario en una matemtica, pero en donde lo Imaginario
conserva una funcin.
Segundo captulo. Durante el segundo perodo de su enseanza
8
(1961-1971), el doctor Lacan practica una imaginarizacin de lo Simb
lico mediante el recurso a la teora de las superficies topolgicas.
6. Estofa, fascculo ne 2, captulo IV
IX
Es en este perodo cuando pone en correspondencia los cuatro
objetos de la pulsin con las cuatro superficies topolgicas elementales.
Agujen/ I: el agujero como
ruptura de supefwie
Agujero IS: la banda de Maebius,
aqu con un agujero
Agujero S: el toro
(su agujero es especfico)
Agujero SK:
el plano proyectivo real
(inmerso en cross-cup)
Agujero S I (el borde del agujero moebiano
es un ancho interior)
Elementos destacados de la topologa de las superficies
Fin- 12
Agujero S:
(9
el enlazamiento
Elementos destacados de la topologa del nudo9
Fig. 13
Vale la pena notar que ei nudo se borra en lo intrnseco pero que esta
presentacin conserva su traza (gnero del nudo). La teora de las
superficies, argumento del captulo precedente de la enseanza de
9. Fascculos n- 3, 4, 5.
Agujero SR: el anillo
(con su agujero)
El falso agujero
El nudo de trbol
Agujero RSI:
el nudo borrom eo
XI
Lacan, es para nosotros un medio de investigacin en oi ospacio en torno
del nudo.
En nuestros primeros fascculos damos las indicaciones necesarias
para quien quiera verificar por el clculo lo que efectuamos por el dibujo
en el estudio de los nudos (a partir del fascculo ns 3).
Para el doctor Lacan, se trata de partir de una imposibilidad encontrada en las etapas precedentes como un
agujero, es decir, lo Real para l,
a fin de dar cuenta de la funcin imaginaria del falo que vela ese agujero.
Pero para no recaer en ese condenado falo a la manera filosfica, es
preciso que no alcance un xito demasiado fcil. En su comentario de la
estructura, siempre reaparecen esas categoras, tal como nosotros las
mencionamos; lo Real: su imposible se convierte en existencia; y lo
Simblico: agujero (insistencia), en un abordaje cada vez ms preciso, a
partir de la consistencia imaginaria, del fracaso en dar cuenta de la
relacin sexual.
Debe concentrarse en una escritura otra, en lo cual consiste ese
fracaso. Hecho que implica sealar hasta qu punto esa estructura no
puede escribirse (Introduction la publication du sminaire RSI, p. 88,
y la lecture du 17 dcembrej. Estructura de cuya misma imposibilidad
da razn el fracaso en escribirla. De rebote, se provoca la modificacin del
conjunto de los conceptos del psicoanlisis, puesto que cada uno, como
uno cualquiera de los elementos del material clnico, lleva a partir de all
la huella de esa estructura evanescente.
Para concluir, ya hemos realizado esa escritura otra para el clculo de
las proposiciones de la lgica. La construccin prosigue a partir de all.
4. De Freud a Lacan, se consuma cierto recorrido. El trmino
consumacin no significa cesacin de la prctica, sino su formalizacin
a partir de ese viraje en que la situacin del psicoanlisis se tom
irreversible.
En lo sucesivo, se inscribe retroactivamente en el doble giro producido
por la obra de Freud y el comentario de Lacan.
Quedan por establecerse series de lecturas que nos permitan dirigirnos hacia Freud, en ese retorno
iniciado por Lacan.
Que los observadores prudentes y quienes prefirieron quedarse a un
costado se tranquilicen: no hay riesgos de que haya otro fenmeno como
el de Freud ni otro fenmeno como el de Lacan. Ya no es necesario en
ese campo. Por otra parte, quin querra cumplir esta funcin perimida
de aqu en ms, a menos que aceptara deslizarse por la pendiente que
conduce al remedo, y eso sin resultados? Hoy, las dificultades son de otro
orden.
5. En lo sucesivo, la costura del lugar del sujeto est terminada.
Obtura la hiancia cuya apertura preserv primero Freud y luego Lacan, y
10
no hay forma de preservarla de otra manera. El doble rizo que describen
Freud y Lacan est cumplido; lo que viene es el advenimiento de
Canrobert ( Introduction de Scilicet..., p. 11), no podra tratarse de una
etiqueta de uso. Nuestros resultados participan de un nuevo estilo de
XII
lectura, cuyo alcance matemtico consiste en ir ms all de los intereses
de una corporacin. Nuestra serialidad no es de filiacin sino de transmisin y por consiguiente de invencin.
Un desfasaje entre el rango de un trmino y su ndice constituye
siempre la principal dificultad en el estudio de una serie matemtica. Los
trminos de una serie se ajustan por el conjunto de los nmeros a los que
se llama naturales. Este conjunto comienza por el nmero 0.
El nmero 1 no es el primero; siempre hay un elemento antes del uno.
De tal modo, publicaremos un nmero O referido a la lgica, a fin de
situarnos en el orden de la serie.
Nuestros fascculos son seis:
nB 0: NONES [NONS] (la topologa del sujeto)
nB 1: ENJAMBRE [ESSAIM] (el grupo fundamental del nudo)
nB2: ESTOFA [TOFFE] (las superficies topolgicas)
nB 3: NUDO [NUD] (el nudo borromeo)
ne 4: SINTOMA [SYMPTME] (nudos de cuatro y la continuacin)
nB 5: SINTHOME [SINTHOME] (el nudo borromeo generalizado)
6. Hay en nuestra poca una gran dificultad que puede resumirse as:
es falso que, aun en el campo freudiano, nadie quiera la topologa y es
falso que los mismos la acepten. Esta situacin es descripta por Lacan
cuando compara el psicoanlisis con la arquitectura (E.,p. 698; t). Pone
all de relieve una discordancia entre una potencia lgica que lo emparenta
con el discurso y los fines de utilidad que reivindica todo poder. No por ser
intil es menos principal en nuestra presentacin de la prctica, como lo
explicbamos antes. La utilidad no es una nocin pertinente, y hasta es
peligrosa en ese campo en que el tiempo perdido produce su hallazgo.
Cuando se subvierte la lgica clsica del pensamiento, aqul a quien
se priva de esta imaginacin corre el riesgo de creer que ya no se
relaciona sino con la irracionalidad. Todo sucede como si a quien aprende
a nadarse le quitara su flotador.
Algunos querran sustituirlo artificial por lo natural, sin tener en cuenta
que no hay nada natural para un ser que est sujeto a un doble
narcisismo.
As, los primeros psicoanalistas se dividieron con respecto a estas
cuestiones, y los hombres cultos que eran sus contemporneos y que en
su mayor parte lo ignoraban todo sobre la lgica articulada de los
significantes, la posibilidad misma de una articulacin y ms an sobre las
imposibilidades que se deducen de ello, cayeron en todo momento en
esas trampas.
L o mismo ocurri con los psicoanalistas posfreudianos, y tambin con
los neolacanianos.
Desprenderse de las categoras recibidas de la lgica equivaldra
para ellos a perder pie. Un primer paso hacia la verdad consiste en
modificarlas, y el estudio de los efectos de esta misma modificacin nos
proporciona la ayuda que buscamos. Lacan comprendi esta necesidad
al retomar por cuenta del psicoanlisis unas investigaciones inauguradas
por otros (lingistas, lgicos, matemticos, etnlogos). Dot alpsicoanXIII
lisis de una topologa del sujeto que lo liber de las categoras clsicas y
a la que no podra considerarse como una disciplina auxiliar.
Aquellos de sus alumnos que adoptaron la tesis dbil" del carcter
auxiliar de la topologa no la utilizaron durante mucho tiempo, y todos
confesaron no encontrarle empleo ni en su prctica ni en sus informes. En
la actualidad somos poco numerosos los que poseemos el uso y la
prctica de una topologa a la cual adherimos en razn de una tesis ms
fuerte.
11
Es falso decir que la topologa es el psicoanlisis" y es falso
decir que la topologa no es el psicoanlisis.
Desde 1983 disponemos de una construccin de lgica matemtica
que modifica la lgica clsica gracias a un operador topolgico llamado
de interior. Es la topologa del sujeto. Nuestros trabajos consisten en
seguir las consecuencias de esta estructura cuando la hallamos en el
discurso, lo que no deja de producirse a cada paso. Es esta estructura la
que encontramos en el abordaje de las superficies topolgicas y que
organiza por s sola y de manera necesaria la topologa del nudo. En
efecto, se encuentran all enlazamientos que estn y que no estn. La
cosa comienza de a cuatro.
Es para llegar a ese grado de estructura simple que ponemos al
alcance de los lectores las precisiones de que disponemos, cuando son
necesarias.
Ei doctor Lacan indic las referencias necesarias, sin desarrollarlas
de manera integral, dejando a su auditorio la tarea de remitirse a ellas y
precisarlas. No es que no lo haya hecho por s mismo, como muchos
pueden testimoniarlo. Se contentaba con valerse de ellas de maneras
mltiples y pertinentes, con el cuidado suficiente para que, si se seguan
sus indicaciones, pudiera encontrarse lo que slo se anuncia y utiliza en
la traduccin. Estn prximos muchos trabajos de explicitacin en los
dominios abordados, y ya hay algunos esbozos de ellos. Nuestra serie se
propone ser ms que un esbozo.
7. Se trata de utilizar estas precisiones en la prctica para el trabajo
de construccin del psicoanalista, la del objeto a. Esta tarea contina, y
no es otra que la de Canrobert; saldr de ella una clnica psicoanaltica,
producida por los mismos interesados.
Daremos asimismo indicaciones para quienes buscan motivos para
formarse en esta topologa sin estar an embarcados en ella. Nos
limitaremos a las ideas que deberan asimilarse con mayor facilidad, y
guardaremos las novedades del descubrimiento para nuestra lectura.
Esta lectura no puede ser inteligible sin la prctica del materna topolgico,
ai que remitimos constantemente.
De esta topologa, otros pueden extraer otros resultados. Adems,
tenemos el testimonio de quienes se consagran a ella un momento, y que
sostienen que su trabajo no puede dejar de regresar a ese lugar.
XIV
Construimos esta topologa del sujeto en una elaboracin que echa
mano del sujeto, en la medida en que conciencia sin ciencia no es ms
que complicidad de ignorancia.
El inters de nuestra serie de manuales obedece tambin a la
conexin con las matemticas corrientes, restriccin que nos hemos
impuesto. Damos los componentes algebraicos clsicos, es decir elementales (Bourbaki) de la topologa del
sujeto, y los que estn en
formacin esto es, tal como aqulla se est haciendo en nuestro campo
(P. Soury) , necesarios para la lectura de Freud y Lacan.
Llevamos la elaboracin de la topologa del sujeto hasta el punto en
que queda lista para convertirse en una teora matemtica; no hacemos,
desdichadamente para quienes lo reprueban, obra matemtica exclusiva. Ser tarea de los matemticos
reformularia en su discurso a fin de
discutirla y descubrir sus consecuencias en su disciplina.
8. Definimos la topologa en extensin del modo en que Lietzmann
habla de topologa explicativa (Anschauliche, visual) [5], pero otorgamos
un papel ms grande a la lgica, pues sta forma parte de nuestra
topologa del sujeto de manera eminente, y prestamos una atencin
especial a los dibujos que establecemos como frmulas matemticas.
Con respecto a la topologa, nos encontramos habitualmente con tres
actitudes diferentes.
En prim er lugar, cualquiera puede ignorar de qu se trata. La ignorancia sigue siendo lo habitual y esta
situacin de hecho compete a la
12
responsabilidad de los especialistas. Para convencerse de ello, basta con
sealar que, en la era francesa, por intermedio de las academias, los
maestros emplean el trmino topologa para designar algunas de las
actividades que proponen a sus alumnos desde el segundo ao de la
escuela maternal. As, pues, no hay nada muy inaccesible en el abordaje
de la topologa.
Hay despus dos situaciones que estn ligadas entre s, a una de las
cuales calificaremos de timidez estudiosa, necesaria pero insuficiente por
s sola; en cuanto a la otra, la llamaremos prctica efectiva de la topologa,
que en un momento necesita de la primera. El hecho de que ambas
actitudes se encuentren separadamente obedece a una particularidad de
estilo en matemticas, y a la estructura del discurso que se divide en
topologa general y topologa (algebraica, diferencial, semilineal,
combinatoria, geomtrica...). Hay aqu la misma articulacin entre estos
dos dominios, el de la topologa general y el de la topologa propiamente
dicha, que entre la lgica matemtica y las matemticas. Indiqumosla.
La toma en consideracin de las estructuras topolgicas, en
cualquier dominio, se hace por medio de una investigacin que consiste
en construir rasgos invariantes en el transcurso de transformaciones
continuas.
XV
As, en la prctica de la topologa, nos topamos con la necesidad de
definirla continuidad. Esta definicin constituye el objeto de la topologa
general, llamada topologa conjuntista0.
Es cierto, la topologa supone y presupone las buenas definiciones
de la topologa general, pero en la prctica la elaboracin se lleva
adelante sabiendo darles lugar sin volver a ellas en cada caso. Es un
principio de abreviacin que podemos situar en el recurso a un lenguaje,
el de las categoras11.
A la inversa, el hecho de que algunos principiantes se estanquen en
la topologa general hace que eludan la prctica efectiva de la estructura
en beneficio de trabajos de otro orden. Si no pasan la barrera que separa
estos dos aspectos de la topologa, se ven reducidos a afinar eternamente
sus definiciones sin encontrar jam s resultados convincentes; tan
grande es el entorpecimiento provocado por el formalismo en este
camino sin salida. Para ellos se trata, entonces, de estudiar familias de
conjuntos abiertos, cerrados, vecindades, filtros, en los que muy pocos
ven otro Inters que el anecdtico en un dominio tan rico en matices.
Nuestros aprendices toplogos caen en un relativismo de mala ley para
el psicoanlisis.
Es preciso sealar adems que hay matemticos, y no de los
menores, que impugnan el aspecto imprctico de esas definiciones
generales para quien interroga la estructura de un dominio particular; a tal
punto la topologa general se mantuvo histricamente dirigida hacia el
anlisis funcional clsico (se trata del anlisis de las funciones reales
con variables reales). Hay idealismo y trascendencia en esta interrogacin clsica y limitativa en los mismos
matemticos, cuando stos se
fascinan por la estructura de los nmeros reales sin una verdadera
estrategia, por no haber integrado los resultados de lgica matemtica
debidos a K. Gdel y P.-J. Cohn.
Sealemos que en este cuadrito de las actitudes frente a la topologa
ni siquiera hablamos, de manera evidente, de la actividad de fantasa,
presuntamente topolgica, de algunos. En nuestros contemporneos,
creimos comprender que se llamaba lacanianos a los partidarios de esa
topologa fantstica. No queremos dejar en el abandono, condenada a
tan triste suerte, la enseanza de Lacan antes de reivindicar ser sus
discpulos. Las intuiciones de cada uno tienen nuestro ms profundo
respeto; lo principal depende de la presentacin de la obra.
Para resolverla dificultad encontrada en el aprendizaje de la topologa,
sin eludir su perfil, queremos llamar la atencin del lector sobre una
13
particularidad de estilo en matemticas.
Llamamos principio de abreviacin a esta condensacin que no
compete a ninguna trascendencia. Ese principio quiere que una obra
que se dice de topologa, para tomar el ejemplo que nos concierne, d a
entender y suponga, desde su ttulo o en el de la serie en la cual est
publicada, que las funciones (morfismos de la categora, transformaciones) de que trata son continuas y que
los objetos que estudia se asocian
10. Nons, fascculo nQ 0.
11. Essaim, fascculo nQ 1
XVI
a espacios topolgicos bien conocidos, sin que sea necesario
redefinirlos en cada ocasin.
Esto, de la misma manera que en matemticas no redefinimos en
cada obra la implicacin material. Sin embargo, hay entre nuestros
matemticos idealistas, algunos que se quejan del hecho de que sus
colegas sigan con sus trabajos pese a conocer poco de lgica y de teora
de los conjuntos, cuando la teora ingenua parece bastar.
Es como si exigieran idealmente de cada automovilista el conocimiento de la mecnica para estar autorizado
a conducir un auto. Con ello, no
hacen ms que negar el rasgo caracterstico del mtodo industrial, rasgo
que motiv su xito y su desarrollo. En efecto, en el imperio industrial
como en la lengua , el usuario puede hacer un uso justo y pertinente del
objeto sin saber. Vale decir, sin haber participado y ni siquiera ser capaz
de participar en la concepcin y fabricacin del objeto. Se plantea, desde
luego, la cuestin de su mantenimiento, que se resolva mucho mejor en
la era de las tcnicas neolticas.
Es cierto: en el psicoanlisis las cosas ocurren de otra manera porque
desde el principio y hasta el final, el psicoanaizante, el que se dirige al
psicoanalista, es considerado responsable de las consecuencias imprevisibles de su decir, y la topologa es
necesaria en su enseanza para que
aqul pueda asumir esto con discernimiento. Pero este dato, so pretexto
de matemticas, no debe llegar hasta forcluir (coagular, holofrasear) el
estilo de los matemticos, como ocurre en el caso de algunos espritus
simplistas. Vale decir que, aun en matemticas, puede recurrirse a alguna
condensacin.
Desde luego que en la topologa est supuesta la topologa general
o conjuntista renovada, pero la estrategia es diferente en el mtodo
matemtico, pues ste depende de la estructura del lenguaje, es decir de
una prctica de la ausencia de metalenguaje. Es esta estructura la que
est sellada en el mtodo industrial.
No nos burlamos de estas premisas ni ias pasamos por alto, y
alentamos a quienes an las balbucean. Puesto que tenemos inters en
sealarles que les resulta sencillo no comprender el uso de nuestra
topologa en la prctica, ni la prctica de Lacan cuando ste recurre a la
topologa, porque ellos mismos se la toman con sta de una manera que
no es adecuada. Queremos mostrarles su razn.
Es por este motivo que proponemos tomar las cosas por los dos
extremos al mismo tiempo, cada uno situado en su lugar.
En unos ensayos que, sin esperar, ponen la topologa en prctica a
travs de las variedades.
En un retorno a la topologa conjuntista, no en general sino en la
cuestin especfica y principal de las estructuras de la lgica proposicional,
predicativa y conjuntista. Esto, para abordar cada uno de esos tres
captulos de la lgica matemtica en una topologa en el sentido general
del trmino. Obtenemos as las premisas de la topologa del sujeto
mediante la modificacin de la negacin a la manera de la lgica modal
en una topologa.
XVII
Nuestra obra matemtica de referencia es la de E. E. Mose [10]
para la prctica de la topologa. Tal vez algunos consideren que en esta
14
recopilacin hay demasiados resultados. Es que existe una resistencia
que desva toda prueba de certeza. Los resultados se falsean por el
mero hecho de ser registrados por los interesados mismos. Dos procedimientos permiten triturar este
obstculo.
Uno consiste en introducir un protocolo de experiencia y registro
que deja lugar al funcionamiento. ste, adems, es cada vez ms
sostenido por los que son ya producidos por l.
El otro se resume en una comunicacin de resultados, con vistas a
su discusin por parte de cualquiera, aun cuando sea exterior al campo
en cuestin.
Estas dos soluciones slo se oponen debido a la ignorancia de
quienes sostienen la resistencia con que se sustenta el malestar en
la civilizacin, maravillas y sorpresas siempre renovadas en cada
caso de transferencia. En cuanto al resto, pueden intentarlas
conjuntamente.
Plasencia, mayo de 1988.
XVIII
Fascculo de resultados n 2
ESTOFA
Las superfcies topolgicas intrnsecas
Utilizamos la letra E. seguida de un nmero de pgina cuando mencionamos
un pasaje explcito de los crits de Lacan publicados en un volumen por las
ediciones Du Seuil en 1966*. Cuando se trata de un escrito posterior a esa fecha,
damos su ttulo con la indicacin de la pgina de la primera edicin, que se
especifica en la bibliografa al final del volumen. Procedemos tambin mediante
una remisin a la bibliografa en el caso de las referencias a la obra de Freud.
Desde luego, esas remisiones son intiles para quien sabe al dedillo su Freud
y su Lacan, pero nuestro propsito es provocar ese efecto en otros lectores que no
estn todava en esa situacin. Con este proceder, esperamos representar un
sostn para ellos.
Las referencias al Seminario de Lacan remiten a nuestra bibliografa. Las
remisiones dentro de la serie de los fascculos de resultados se efectan mediante
notas cada vez que eso nos parece necesario.
* La letra que sigue al nmero de pgina entre rem ite al escrito correspondiente en el listado de
ttulos en castellano de los Escritos de Lacan al final de este volumen.
8
En este libro quise mostrar el lugar eminente de la caverna de la que habla
Lacan en la topologa y, ms en general, en el psicoanlisis. Sin lugar a dudas, la
entrada a esa caverna (E., p. 838; w)), entre las enseanzas diversas que nos
dej ese gran lgico, es para el analizante y el psicoanalista el lugar ms
importante, pero para el hombre culto, apasionado por la inteligencia, tiene un
sentido incomparable.
El toro es una superficie topolgica biltera, por lo tanto de dos caras. Le
dedicamos nuestro captulo V. Su estructura es histrica. Su historicidad
obedece solamente al hecho de que sea citado por Lacan, desde la primera
referencia a la topologa en el discurso de Roma (E., pp. 321-322)? En esa poca,
I .acan ilustra con este anillo una estructura, que revela en la palabra un centro
exterior al lenguaje. Que el centro se considere interior se debe al uso de ese
trmino para designar el centro de un crculo sobre el plano. Esel lugar donde est
ubicada la punta del comps cuando se traza el crculo.
F.l crculo aplanado determina dos zonas, de las cuales una es infinita (no
limitada) alrededor de l; se la llama exterior. La zona limitada contenida por el
crculo se llamar interior. Para confirmar ese hecho, la teora de las superficies
requiere dos teoremas, el de Jordn y el de Schonflies.
El doctor Lacan sugiere que este anillo, nuestro crculo, se entienda flotante
en el espacioen lugar de estar sobre un plano, y nos invita a imaginar queel centro,
el punto equidistante de cada elemento del crculo, es entonces un espacio que
resulta conexo debido a esa nueva dimensin, y al que puede calificarse, en su
conjunto, de exterior al anillo.
Hay aqu un doble juego de la dimensin en relacin con este anillo. Al
15
margen del pasaje del plano al espacio de dimensin tres, pasamos del crculo, que
es una lnea, al toro, que es una superficie. El redondel de hilo (S. XX) autoriza
la traduccin de uno al otro.
Pero, por otra parte, la insistencia de la estructura, en la estofa de la prctica,
hace necesario el recurso a otras superficies topolgicas adems de las bilteras,
a partir de lo cual ya no puede desconocerse la pulsacin de esta estructura. Se
lala de las superficies topolgicas unilteras, cuyo paradigma presenta el plano
proyectivo. Este constituir el objeto de nuestro captulo VII. Este plano sostiene
el modo de cierre propio de la entrada de la caverna.
En la superficie del plano proyectivo, de otra manera que sobre un plato, el
centro funciona a las mil maravillas, como lo mostramos en el Apndice de esta
obra.
En cambio, es de manera intrnseca a la superficie del toro mismo como el
doctor Lacan pondr de relieve un rasgo de estructura que sostiene su histeliistoricidad [hystoric'e]. Ese
rasgo consiste en una necesidad impuesta a los
trayectos tricos. Lacan demostrar que se trata de la estructura de la neurosis
(L'tourdit, p. 42).
Fig. 1
Fig.2
J.-M. V.
lespejismodelatopologa
Para introducir...
En este volumen de nuestra serie adoptamos un estilo localmente chato, como
conviene para hablar de superficies.
Desde que Lacan ironiz sobre la pretensin de un psicoanalista de Nueva York de
tomar las cosas por la superficie (E., pp. 393
y 598; j y r), las superficies pueden tener mala reputacin en
el discurso del psicoanlisis, entre quienes sostienen el lazo social
que implica la prctica de Freud.
Lacan especifica, sin embargo, que en s misma es peligrosa
la idea de creer que la superficie es el nivel de lo superficial. En
cuanto al lugar del deseo, es necesaria otra topologa (E., p. 601;
r). Nosotros emprendemos la tarea de construir esta topologa a
Iravs de nuestra serie de fascculos.
Las superficies topolgicas son objetos (variedades, c>
inanifolds...) topolgicos (continuos) de dimensin dos.
Est la dimensin (a).
Est el dos (a).
La dimensin es un invariante topolgico cuya definicin
damos y cuy'Tscf'ebe establecerse en el psicoanlisis hasta la
introduccin que hace el doctor Lacan del trmino de dit-inension ^ a %4 &
[dicho-mensin] (1a).
El nmero dos corresponde para nosotros a lo Imaginario (1 a).
La dimensin de un objeto topolgico se define por la dimen- tiynJfc
sin de los cortes que lo desglosan (en varios pedazos). Es la
definicin que da Poincar [32]. Una dimensin est hecha de opAs.
dimensiones ms pequeas, hechas Tsuvez d dimensiones. As
como un enjambre significante es un collar hecho de anillos, a su 5 , '
vez collrefTrcHs de anillos1(2a).
Lo Imaginario es el cuerpo (2a).
16
Hacer intervenir otra dimensin no deja de tener consecuencias. Como acabamos de
verlo en lo precedente, es nicamente en
el plano, de manera intrnseca, donde puede decirse que el centro ^ 3
es interior al crculo (3a).
La relacin con el cuerpo en el discurso analtico se califica de
narcisista (3a).
I. El nacimiento de la dimensin
Queremos someter la descripcin que damos de la doctrina a
esta misma doctrina. Slo esta torsin produce una consistencia
1. Exxuiin, fascculo n 1, pp. 127-142
13
17
Si medimos el volumen segn las direcciones del espacio, son
stas las que ms se aproximan a la nocin de dimensin ti >polgica.
Pueden definirse independientemente de toda medida.
Existe en primer lugar una definicin inductiva de la dimensin, a partir del punto
considerado como objeto sin dimensin en
la geometra euclideana. Una composicin de varios punios forma
14
18
cuadrado con uno de sus lados. Es n sta oportunidad cuando Cantor enuncia su
frmula pattica: Lo veo pero no lo creo . De ese modo crea demostrar la
inconsistencia de la nocin de dimensin y, con ello, su carcter imaginario. A
lo cual Dedeckin responde, con una rara precisin, que la construccin est bien
e/
vr
hablar de lo Real, lo Imaginario y lo Simblico; denomina con tres
letras, zona ^ (realidad psquica), zona S y zona / tres zonas
distintas de su schema R, como vamos a verlo a continuacin.
Luego sustituy sucesivamente la nocin de categora por la de
dimensin (de laque hizo la dicho- mensin), para llegar por ltimo
a la de consistencia, cuando llama R (Real), S e llo s tres redondeles
de h i lo de la cadena borromea. Para referirse al pasaje de la realidad
psquica a lo Real en la enseanza de Lacan es necesario un
itinerario como el nuestro. Ms que del espesor de las cosas, se trata
de dar cuenta del espesor de las palabras, su peso en la enunciacin
oTrnejr di"ch'o, el tamao del ciclo de su resonancia razonante.
' En este volumen, comenzaremos a abordarlo en oportunidad de
nuestra prctica de traduccin, a travs de palabras en uso en el
discurso del psicoanlisis, y de construcciones topolgicas.
a - El nmero de ellos [dos] es lo Imaginario <}
Momentneamente, hagamos partir ese de ellos [deux\ del dos
[deux\ de la simetra plana del espejo. sta define un espacio
imaginario, hecho de embustes, de trompe-la,il,'Xc imgenes qu
desaparecen o se interponen en mltiples construcciones de ptica
geomtrica. En la prctica, este espacio depende de un sealamiento
temporal ms preciso, est especificado por acontecimientos,
recuerdos cuya fecha no se encuentra, en los que la cronologa s
enmaraa, que no tienen lugares geogrficos; est habitado por
falsos reconocimientos. Tan poco situado como un sueo, ni en
otro lugar, la posicin de este espacio imaginario explica, a
contrario, la funcin precisa de la datacin histrica, exigida por
Freud en el anlisis (E., p. 183; g).
El doctor Lacan no vacil en iniciar su enseanza a partir del
espacio producido por el espejo, como caso particular de la funcin
hecha pero completamente recortada, con lo que plantea que la dimensin sigue
siendo una nocin vinculada a las propiedades continuas, una nocin topolgica
si no es conjuntista.
La nocin equivalente en teora de los conjuntos es la del nmero, cuya definicin
y construccin son ms problemticas.
El nmero ordinal puede construirse como invariante de una teora de los
conjuntos con axioma de eleccin.
, Como invariante de esta misma teora se deduce una definicin del nmero
cardinal, pero no sabemos construirei nmero (cardinal) como invariante de una
teora cualquiera de los conjuntos (sin axioma de eleccin). Ser el nmero un
invariante topolgico? (El nmero cardinal, claro est) Esta pregunta es importante dado que el nmero es
verdaderamente el mathemata, el objeto principal de
la matemtica desde los griegos, a punto tal que la mayor parte de la gente la
confundi con la contabilidad y al matemtico con el calculista prodigio. Para
hacerse cargo de esta diferencia, hay que distinguir el nmero y la cifra con sus
funciones respectivas en la construccin de los invariantes.
16
19
de las imgenes en el problema de la significacin del espacio para
el organismo viviente (E., p. 96; e). Pero sealaque, si queremos
estudiar sus lmites, no hay nada que esperar de ese espacio
imaginario sin el recurso a otro orden (E., p. 70; "De nuestros
antecedentes"). El tratamiento de lo imaginario por la fenomenologa
sartreana nos parece muy anticuado hoy en da si se recurre a las
slidas categoras propuestas por Lacan [34]. M. Merleau-Ponty
nos parece mejor inspirado, cuando, al final de su itinerario,
descubre entre visible e invisible un nudo y un quiasma [30]. Este
descubrimiento puede hacer retroceder a algunos, porque en ese
momento de consumacin Merleau-Ponty se topa con la muerte.
Por nuestra parte, tenemos la precaucin, a la entrada de la caverna
del psicoanlisis, de indicar con claridad sus elementos y su lgica
para evitar a los profesores de filosofa y algunos otros, si no el paso
atrs, s al menos la cada en el extravo de una mala poltica,
porque para ellos es necesario cumplir un acto que no sea ni pasaje
al acto ni accin en el fantasma. Ese orden otro de la esttica
barroca no es locura de ver [18] sino racionalidad de la instancia
de la letra y lgica.
Ese espacio imaginario es estructurado por la aparicin y
desaparicin efe rasgos: Entre los elementos esenciales quejgodeinos considerar entre
el cuerpo y la imagen, el pene va a cumplir
una funcin de mdium por su presencia o su ausencia, como
imagen del rival, ese otro imaginario, mi semejante. Por esta razn,
articulamos con insistencia una estructura en ese espacio. ste est
hecho de tensin subjetiva y tiene un correlato temporal habitado
por la angustia. Sus modos imaginarios dan s"cnsistehci'al
c?)oc7mrtiTF'especuIar, hcho de despersonalizacin y alucinacin del doble, y son
el fundamento paranoico del conocimiento
humano. No tienen ninguna pertinencia en el sealamiento del
fantasma (E., p. 7 I; De nuestros antecedentes) . >*El funcionamiento de los aparatos pticos del doctor Lacan nos (C
lo proporciona la dinmica de sus schemas L y R. Hemos construido un schema F que
toma sus trminos de estos dos, a fin de <
vincularlos con el schema de Freud (vase Presentacin de la serie, p
pp. IV a VIII). Queremos hablar del schema cuya primera versin
se encuentra en la carta, numerada 52, que Freud escribi a su
amigo Fliess [ 1 b], y la segunda versin en la parte especulativa de
La interpretacin de los sueos [le ],
A partir de esos schemas, nos proponemos situar lo Imaginario
en la topologa del sujeto. El schema de Freud se presenta aqu por
esa especie de dual que es su grafo de las lneas3. Su linealidad es
de importancia esencial, ya que el grafo se propone dar cuenta de
la sucesin de las etapas de la traduccin mediante la cual, segn
la hiptesis de Freud, se constituye el aparato psquico. El proceso
3. Essaim, p.65
17
20
que en Lacan se convierten en los de la estructura del sujeto,
pretende explicar ese proceso. Como en todas nuestras presentaciones topolgicas, la
traduccin est presente intrnsecamente en
el schema y ste mismo est atrapado en un proceso de traduccin.
He aqu los schemas en cuestin.
M
P Ps Ies Pcs Cs
21
necesitando, como en el caso del Ies, una articulacin freudiana
original. Esos elementos slo se sitan aqu en una topologa que
nos encamina hacia esa articulacin por el hecho de experimentarla mediante la
lectura de los grafos y las superficies hastalos nudos.
Se trata de una cuestin de estilo.
Las primeras notaciones designan los segmentos; las segundas,
los puntos.
Las razones del plegado de ese schema en nuestro schema F las
da nuestra lectura de Lacan [37 b].
-La trama que ubicamos en el schema F proviene del schema R.
-La orientacin que damos al schema de Freud proviene del
schema L. Si seguimos esta orientacin en el schema L, recorremos dos trayectos
diferentes que tienen los mismos extremos. Uno
es directo, Aa; el otro indirecto, AS a a. Esos dos trayectos ilustran
el hecho de que un mensaje salido del Otro, al tomar dos recorridos
diferentes, llega a a presentado segn dos versiones. Cuando sigue
el trayecto indirecto, el mensaje pasa a travs de lo inconsciente y
el Es freudiano para llegar al yo. Va a ser marcado con el punzn
del deseo (sueo) que le dar el perfil de su deformacin. Al
comparar esta versin con la que tom el trayecto directo (material
diurno), puede haber interpretacin, a la manera en que Champollion
tradujo la piedra de Rosetta. Esto, de interesarse ms en la
deformacin del mensaje que en el sentido del mensaje mismo. De
tal modo podemos situar la observacin de Freud ([1 n], pp. 236237) que dice que lo reprimido inconsciente puede comunicarse
con el yo por intermedio del Es (S).
En un primer momento, en el par a a de su schema L, Lacan
anotar a el otro, imagen especular, para reservar la letra a al yo
4. Nons, fascculo n 0
5. Nons, fascculo n 0
19
(E., p. 53.; 1). Estos son los trminos entre los cuales, de ellos
[d'eux], se tiende la relacin narcisista.
Inmediatamente despus, sita esas letras a y a en lazonaRdel
schema R (E., p. 553; o), pero invierte su lugar.
En el schema L, Lacan sita la relacin imaginaria y la inscribe
entre a y a .
En referencia a esas dos letras minsculas que se reencuentran
en el schema R, Lacan habla entonces del par imaginario a a (E.,
p. 577; o).
Anteriormente, en el schema L, tambin denomina grilla imaginaria a ese par aa (E., p.
55; 1), y es con ese objeto que
introduce esta topologa ms apropiada a fin de definir el estatuto
de a y a en s mismas.
El problema topolgico a resolver consiste en la construccin
del objeto, que hay que diferenciar estrictamente del yo, anotado
m no es ms que la metonimia de ese objeto y del objeto
especular, i envuelve el objeto a y sufre su tensin . Se trata de
los dos trminos del proceso de identificacin. Freud advierte el
22
alcance mucho ms general de esta transformacin que encuentra
en la melancola. Define la identificacin en el caso del objeto que
arroja su sombra sobre el yo. Es adems una cuestin de interior y
exterior: me convierto en lo que no puedo tener. El error de los
posfreudianos consisti en reducir la prctica del anlisis a una
mera peladura de las identificaciones que forman la cebolla que es
el yo. Ya no saben adonde ir cuando alcanzan el ncleo que es nada,
mientras que para nosotros, como vamos a mostrarlo, esa nada no
vale sino por el modo en que se consider que no es nada.
Desde el estadio del espejo, la imagen que importa es la del
cuerpo. Al final, en el lgebra de Lacan se ladesignacomo i(a); es
la imagen especular. Es el otro del espejo, mi semejante, mi
prjimo; soy yo mismo?
La expresin algebraica i(a) mediante la cual Lacan anota la
imagen especular es una mezcla, producida a partir de la i del
schema R y de la a del schema L. Figura en el grafo del deseo (E.,
p. 808; v),
Pero hay ms: se trata de una escritura funcional, donde la
constante a viene a ocupar el lugar del argumento de la funcin
i(x). Esta funcin es la funcin idntica, la identidad de nuestros
libros de lgebra? La escritura adoptada es ms elaborada, porque
ahora la letra a se distingue de la imagen especular propiamente
dicha.
Esta imagen i(a), al contrario, envuelve el objeto a, como el yo
que se constituye por identificaciones sucesivas, a la manera de las
capas de una cebolla, ajustadas a la sucesin de sus objetos. Freud
descubri ese proceso en oportunidad de abordar la melancola. A
continuacin comprende que tiene un alcance mucho mayor. Esta
20
23
la que no corresponde, la de la sumisin y el desistimiento. La
cuestin equivale a decir de qu tipo de uno se trata. Queremos
situar nuestro punto de partida en este recorte de lo biolgico y lo
social. En el momento del resurgimiento de la sexualidad por la
cadena de los sueos en los varones, stos afrontan en equipo la
diversin amorosa. nica ocasin de distinguir el de ellos del dos,
porque las nias se precaven de la urgencia de sus asaltos emparejndose entre ellas.
Aunque secundarios, estos hechos no son sin
embargo desdeables, y sigue vigente la cuestin de saber cmo se
anudan con el proceso primero.
El espacio imaginario consiste en la estofa triangular tendida
entre los tres trminos del schema R que son la madre M, su deseo
(representado por el falo F as como por el rival fraternal i) y el hijo
situado en el lugar I (E., pp. 182 y 552; g y o), la zona I del
schema R.
Construimos los rasgos que definen la metfora que llega a
traducir ese ltimo tringulo en la zonaS del schema. Aqulla debe
articular la manera en que el significante del padre acaba por
asumir la funcin de potencia y temperamento, que arbitra la
tensin celosa, en el fundamento de este espacio. Esos rasgos
definen la funcin imaginaria del falo tal como se presenta en los
frescos de la villa de los misterios en Pompeya. Esta estructura es
la del pudor, a la cual aportamos algunas precisiones. La proponemos en la articulacin
del conjunto de los schemas y se juega,
desde la entrada de la caverna, entre I y A, en Signos de percepcin.
21
En el caso de estos schemas, tal como los presentamos, debemos distinguir dos
momentos.
( A) Incidencia de la repeticin
El primer momento consiste en el hecho de plegar y desplegar
el grafo de Freud, a fin de dar cuenta de la articulacin en el anlisis
de la historicidad y la estructura ([29 c], pp. 158-163). Volveremos
a hablar de esta incidencia en el captulo IV, con ms precisiones.
Se trata de la insistencia (de ellos) repetitiva, en la historia del
sujeto, del efecto de una estructura, en s misma repeticin (dos).
Freud traz su schema para car. cuenta la elaboracin del
aparato psquico mediante traducciones que haca corresponder
con edades sucesivas de la vida del sujeto. Con eso se prestaba a
una interpretacin en trminos de estadios, en la cual se precipitaron los psicoanalistas
posfreudianos. Hay que decir que Freud
nunca resolvi el problema del cierre necesario de su schema ([1
c|, nota de p. 460).
Lacan propone cerrarlo de esta forma, como lo dedu jimos de la
lectura de sus schemas R y L, y resuelve con ello cierto nmero de
an t i n o m i a s freu di anas.
P Ps Ies Pcs Cs Grafo de las lneas del
> -x < x >x > - schema de la carta 52
MIASim
Schema F
24
Fig.2
25
problema, en la prctica del anlisis, es precisamente dar cuenta
del material as desarrollado. Depende de la otra repeticin de
doble codo que explica el segundo schema.
En la sincrona de la estructura, el schema F presenta en una
especie de fijeza lo que se repite, o sea el deseo irreductible
determinado por una condensacin. Esta construccin, producida
en otro lugar, acta y legisla en la diacrona. De all la insistencia
de la repeticin.
23
24
26
razn es matemtica. De tal modo, aparece la cuestin del sujeto
cuando me pregunto: Cmo puedo no comprender una demostracin de geometra?
El sujeto no el mismo segn la estofa a
partir de la cual se produce. Desde Galileo, esa estofa pas a ser
matemtica, donde el sujeto ya no puede ser interpretado como del
mismo Dios. Dios cuya existencia, en oposicin al ser, es necesaria para quienquiera
que pretenda recurrir a esa matemtica.
Lacan desarrolla la cuestin del sujeto a partir del testimonio de
Descartes. Los psiclogos no se dan cuenta de la necesidad de una
matemtica para hablar meramente de sujeto. Aun cuando ste
pronto quede recubierto por una envoltura.
En uno de sus escritos (E., pp. 793-827; v), en el momento de
cerrar el primer captulo topolgico de su enseanza, mientras que
en su seminario ya ha abierto el captulo siguiente, en el que
comienza a presentar la estructura en trminos de superficies, el
doctor Lacan distingue dos modalidades de la estofa.
/1) pst el fantasma, escrito $ 0 a. En este escrito se lo llama la
esten (pan) 3eT sujet de lo inconsciente, $ (de la represin
originaria) (E., p. 816; v). Ese sujeto se capta de la elisin
(fadin#) del acto de enunciacin. Esta elisin produce la inversin
de los trmi nos en el schema R en el momento de su transformacin
en schema L. Ese momento es instantneo, carece de estabilidad;
la elisin es fugaz. El fantasma, en su conjunto, hace estofa (pao,
forro) al modo de cierre caracterstico de la entrada de la caverna,
condensado en el punzn 0. Necesita la estructura de superficie
uniltera.
2)/Est el objeto a, una constante en el sentido matemtico del
trmino, un objeto en el sentido de la teora de los conjuntos. Es la
estof clel suieto. quecreenodercantarseen el indicador (shifter)
[embrague | que marca el cambio de lugar del sujeto gramatical en
el enunciado (E.. p, 818; v). Este objeto est tendido entre el
objeto de la fobia y el fetiche (E., p. 682; s). Es contorneado por
la deriva (Trieb) del inconsciente. Esta mencin de la estofa que
forma un forro (revestimiento) se presenta en nuestra topologa en
una composicin de la Percepcin y la Conciencia mostrada en el
schema R. Este objeto se proyecta en la diacrona (historia), en una
repeticin recurrente en que pasa de mano en mano, como un anillo
en el bosque del deseo. A su respecto, se produce una inversin
entre la funcin i y su argumento a. Depende de una estructura de
superficie biltera.
25
27
objeto a; las otras dos son unilteras, simplemente ms cercanas a
la estructura del fantasma; no por ello son menos objeto a, sino que
justamente se las necesita para situar el lugar del deseo. Esos
cuatro objetos a deben elaborarse en la tensin entre el objeto de
la fobia y el fetiche. Hay que aadir que entre $ y a se produce una
inversin sealada por el 0. Aqu la causacin del suiet. cuvo
anlisis puede reducirse a decir qu relaciones mantienen las
superficies bilteras y las superficies unilteras 37 h].
2. El espejismo clsico y el espejismo opolgico
Prolongamos la lectura de los schemas colocndolos sobre
estofas, al seguir el segundo captulo topolgico (1961-1971) de la
enseanza del doctor Lacan. Este recurre entonces a las superficies
topolgicas intrnsecas y la lgica matemtica, y aporta una mayor
precisin al concepto de dimensin.
Estudiamos las estofas por medio de cortes, como se hace en
matemticas en el caso de las superficies topolgicas intrnsecas,
pues las estructuras de superficies son propiedades de conexin y
conexidacT
a - Lacan y los juegos de la dimensin
Como consecuencia de la teora de las superficies topolgicas
intrnsecas, para que una estofa que presenta una sola cara pueda
transformarse en biltera, basta con un crte cerrado, y slo uno,
que forme un crculo. Este corte debe efectuarse de acuerdo con un
trayecto que consiste en la estofa.
Las superficies topolgicas intrnsecas son estas estofas cuya
estructura manifiestan los cortes. stos revelan la estructura de
superficie de las estofas,'su dimensin y, ms precisamente, su
gnero. Los cortes hacen las superficies. Para Lacan, los cortes son
las superficies^ 1111
Entre estofa biltera y estofa uniltera, intenta anudarse la
apuesta de otra modalidad de la dimensin dos, como lo desarrollaremos en el captulo
III.
Si las caras de una superficie tuvieran una buena definicin,
sera interesante hablar de su dimensin. Ahora bien, en cada caso
basta un corte de dimensin uno para separar una cara en dos caras
no conexas. Ser la cara un ob jeto de dimensin dos de un gnero
intermedio entre las estofas? Podemos considerarla as, pero en
primer lugar debemos definirla. El nmero de caras es un invariante
superficies orientables o no orienlables. ?HTi!vi^0 ^ n !rK ff
a la nocin de cara lgnia sustancia para la intuicin, es tentador
relacionarla con el forro que corresponde al revestimiento. Se trata
de una actividad bastante cruel, en razn de despegar la cara de la
superficie que despellejamos en una especie'd mndadufaT"
Esta segunda etapa intenta aportar la precisin deseada en la
definicin de esa otra dimensin; se trata ms bien de un gnero
intermedio. Los dos momentos freudianos, que presentamos
antes en trminos de schemas, se confirman en esta nueva
formulacin en trminos de estofas.
28
El primero de esos momentos distingue y rene las dos
vertientes del lenguaje, la de la sincrona (estructura) y la de la
diacrona (historia).
Ms ac de nuestro estudio pormenorizado, que conduce a la
construccin de la estructura del lenguaje, segn su vertiente
metafrica (sincrnica), nos apoyamos aqu, no en el sentido
anterior al sujeto, que compete a esa primera vertiente, sino en el
material, la estofa, la consistencia de superficie, vale decir en el
goce en que el sujeto se produce como corte, y cuya
introduccin como concepto del discurso del psicoanlisis data
de 1958, en los albores del segundo captulo topolgico. i t
Esta sustancia, ni extensin ni pensamiento, en que se produce i"
el corte, no ser mas bien sustancia goce, cuanto ya no se trata
dl sentido, sentido o comprendido, sino del sentido a efectuar? 0^ /p
Comenzms'a forrnlar la teora de este goce partir de los
elementos de estofas que son para nosotros medios, comodidades.
El goce hace esff^gonde se produce el corte del sujeto,jen la 4r ......
presentacin que no podramos tomar por una representacin de la
estructura, pese a ese soporte sustancial de la estofa, sino que
consideramos como una etapa en la transposicin. Luego, a travs
de los anudamientos de esta estofa, el nudo mismo se convertir en
corte. Este corte, nuestro nudo, es estructura de superficie ligada
aj cuerpo (Radiophonie, p. 70; p. 32).
Anteriormente, esta versin de la estructura en trminos de
superficies funcion hasta la redaccin de L tourdit.
a - Lo Imaginario es el cuerpo
El acontecimiento primero de la incorporacin tiene por efecto
insuperable la represin originaria. Sera preciso que se entendiera
C 27 )
29
Esta primera estructuracin tiene consecuencias en la carne y
el cuerpo. La constitucin de esta institucin encierra un cadver
en un jirn de discurso.
Tanto en el cielo como bajo la tierra, el ordenamiento de la
sepultura y los caminos de la va lctea nos proporcionan los
trmi nos desplegados de la estructura que responde a la dispersin
del cuerpo, a su desmembramiento caracterstico del narcisismo
humano.
Bajo la tierra, la sepultura organiza, alrededor del conjunto
vaco de las osamentas, los atributos del goce del difunto en un
conjunto de partes (Radiophonie, p. 62; p. 20),
En el cielo, se produce el nombre. Es el efecto de un arrebato
como una condensacin a propsito de una palabra, que slo se
encuentra si se cuentan bien los elementos articulados en un
espacio de composiciones. Inversamente, por la ruptura del nombre se precipita un
centelleo de letras, de donde la realidad se
dispersa en copos elementales. Hay as otra funcin del nombre,
diferente de la referencia; sta no vale ms que por el discurso,
o sea por la metonimia (Lituraterre). Esta funcin del nombre est
ms cerca del insulto y depende de la metfora cuando sta nos
arrebata al producirse en ese otro lugar.
Freud descubre en la reflexin de su aparato psquico la
necesidad de lo que Lacan describir como un ciclo climtico. Este
ciclo da cuenta, entre los schemas, de la incidencia de la estructura
de la represin en la transposicin de los elementos. Un defecto de
corteen su regularidad provoca su cumplimiento en la realidad, el
arrebato del sujeto que no supo encontrar el nombre y permanece
disperso. Estas frmulas imaginizadas abordan las dos operacio
nes que causan el sujeto. Son la alienacin y la separacin, de las
que podemos dar cuenta a travs de la multiplicidad de las estofas
y problemas que nos plantean (alienacin) en una presentacin no
excluyente (separacin). Esta etapa es necesaria a propsito del
cuerpo entre los espejos y un nudo.
En dos de los principales ensayos de su segundo perodo, Freud
precisa la funcin de las superficies en su obra escrita (Ms all del
principio del placer, captulo IV, y El yo y el ello, captulo II).
En Ms all del principio clel placer [1 e], sus funciones
consistan erTsgparr' un exterior d un interior: se trata de una
envoltura. El riesgo de que el lector se refiera de manera exclusiva
a la esfera, estofa biltera de gnero nulo, hace necesario que
sealemos desde ahora que existen otras estructuras de las estofas
de la topologa, que subvierten esta funcin demasido~smple de
lasl&peffifias.
En esta ocasin, Freud distingue los traumatismos provenientes del exterior de los que
provienen del interior. Sin procurar
restablecer la vieja teora del shock, tiende aqu a decir otra cosa
esencial. El primer traumatismo sigue siendo provocado, de acuerdo con Lacan, por el
malentendido de los padres (Edipo). Puesto
30
que en la pareja de los padres, stos no se escuchan gritar. Ese
malentendido es desconocimiento de la dimensin del objeto en el
caso gene-ral, ese objeto que imprime su perfil vocal. Muy pocos,
adems, se hacen cargo de la apuesta de hacer de ese objeto un
objeto de la teora de los conjuntos, una letra. Sin embargo, es
preciso que nos demos cuenta de que dormir a un nio o tirar al arco
es un acto de lectura, de escritura. Este desconocimiento se
prosigue con la identificacin que prolonga ese gesto envolvindolo tanto ms cuanto
que el instrumento se convierte en metonmico,
ya se trate de manejar un auto o de elaborar un texto en la mquina.
Freud distingue as una superficie perceptiva, volcada hacia el
exterior, de una superficie de la conciencia, que envuelve el
interior.
Para proteger al aparato del exterior, se forman capas que se
endurecen por diferenciacin superficial, a fin de que se establezca
un para-excitaciones. Pero las sensaciones internas logran llegar a
la superficie. Es as como el principio del placer tiende a la
conexin, a la salida de la excitacin, y el aparato teme verse
sumergido por los dos lados.
En el caso de tensiones demasiado fuertes provenientes del
interior, viene del cuerpo una condicin previa como la angustia,
que prepara la superficie de este lado. Freud llega a descubrir
cmo el sujeto, ms all del principio del placer, se ejercita de
antemano en tales acontecimientos. Pero las cosas se complican,
dado que esto no deja de provocar algunos desagrados que son
acentuados an ms por la culpa cuando el sujeto experimenta esa
-jiCW tr\)L
Jt
fa\r<x
29
ejercitacin y su resolucin como una falta de lgica. Este ms all
es el lugar de la repeticin de esa tensin verbal, otro nombre dado
al aspecto del verbo [24], en el cual se incluye lo cumplido. El goce
tensional, en efecto, se resuelve mediante el cumplimiento del
deseo que caracteriza al sueo y va ms all del principio del
placer'. Ese cumplimiento insiste en el aparato.
En El yo y el ello [ 1 n], por un recurso a las superficies, Freud
desarrolla el intento de resolver la principal dificultad, constituida
por la consumacin (cierre), reencontrada en la construccin del
aparato psquico. Es necesario situaren este contexto lo precedente.
Se trata all de una superficie que se desdobla por modificacin
en el transcurso de la construccin del aparato psquico. Est en
primer lugar la superficie perceptiva del cuerpo propio (p. 230),
que aqu, adems, separa un interior de un exterior; las percepciones, provenientes de
uno u otro lado, son del mismo tipo y dan lugar
a la conciencia, en la superficie del aparato psquico.
Aqu , una vez ms, los procesos de pensamiento y la conciencia
no van uno hacia el otro (p. 231): estos procesos internos introducen una
31
diferenciacin.
La relacin de la percepcin externa con el yo es manifiesta (p.
233). En cambio, la relacin entre la percepcin interna y el yo
requiere una investigacin (p. 233), porque esta superficie doble se
proyecta en el yo.
Freud nos dice que el yo no es slo una superficie, para mostrar
que atribuye gran importancia al hecho de que sea una superficie
proyeccin de una superficie. Pero sigue habiendo un problema,
que consiste en saber en qu sentido esta superficie doble es una y
dos superficies distintas, y cmo pueden stas constituir, cada una
por s sola o entre ambas, la superficie del ello.
Esta situacin se describe en el transcurso de una argumentacin en la que Freud
intenta explicar cmo algo inconsciente puede
vol verse consciente. Para ello, hace intervenir representaciones de
palabras en el sistema preconsciente, como trminos intermedios.
Y es para esto que se ve obligado a aclarar las relaciones entre las
percepciones externas e internas y el sistema superficial Percepcin-Conciencia (pp.
231-235).
Es en esta oportunidad cuando pone de relieve una dificultad
del lado interno que introduce esta modificacin del lado de la
conciencia, y cuando llega a preguntarse si la conciencia debe
relacionarse nicamente con el sistema P-Cs (p. 233). Hay entonces dos tipos de
interior.
Es necesario abordar la regulacin de esa modificacin, regulacin ligada al principio
del placer en la que el yo asume su
6. Nons, fascculo nu 0
30
funcin (p. 233). Pero Freud introduce otra cosa que se comporta como una mocin
reprimida, y se vuelve consciente en la forma
de displacer (p. 234). Ya nos hemos topado con ella en el ms all
del principio del placer. Y en relacin con esta tensin determina
que el dolor ocupa la posicin media entre percepcin externa e
interna, y se comporta como una percepcin interna cuando en
real idad proviene del mundo exterior (p. 234). Freud concluye que
las representaciones de palabras sirven para transformar los
procesos de pensamientos internos en percepciones (p. 235). Hay
por lo tanto retroaccin.
Aparece entonces la nueva descripcin del aparato psquico
constituido por un ello: un sujeto es un ello psquico Ies (p. 236),
del que el sistemaP-Cs constituye la superficie. En la superficie del
ello, por lo tanto en el sistema P-Cs, se sita el yo. Tambin aqu
ste se desarroll a partir de las percepciones, mediante la prosecucin de la
diferenciacin superficial. El yo se modific a partir
del ello bajo la influencia del mundo exterior (p. 237). El cuerpo
propio, y ante todo su superficie, es el lugar de percepciones
internas y externas (p. 238). Es a la vez un objeto extrao y
transmite dos tipos de sensaciones, de la que una puede asimilarse
a una percepcin interna. Freud evocapor segunda vez laexperienciadel dolor, a laque
en este caso podramos llamar una experiencia de doble engao. Deduce de ello que el
32
yo es ante todo un yo
corporal (p. 238), un yo-cuerpo (p. 239), y que no es nicamente
un ser de superficie sino la proyeccin de una superficie (p. 238).
Descripta as la relacin del yo con la percepcin, resta indicar su
relacin con la conciencia. Freud recurre en este caso a una
inversin entre lo que est abajo y lo que est arriba en referencia
a los valores morales.
Diremos que en el inicio nos encontramos en la impensable
situacin del schemaL, en que se identifican percepcin y conciencia. Se trata de una
superficie uniltera que se convierte en biltera
al desdoblarse. En este intersticio se desarrolla el espacio del yo.
En el plano de corte de la banda de Moebius, este espacio mismo
es una banda de Moebius. Lo es debido a que un homlogo de la
superficie biltera, que constituye el resto del corte moebiano, se
proyecta en esta parte heterognea. En este captulo de la topologa
de las superficies, estudiamos las diferentes figuras de esta solucin. Se trata del forro
de una superficie construida como un
revestimiento (vase captulo VII, p. 236).
Pero, por otra parte, ya en su schema de la carta 52 a Fliess y en
el schema ptico de La interpretacin de los sueos, los trminos
Percepcin y Conciencia se encuentran en los extremos. Por lo
tanto, nuestro primer problema es, sin duda, volver a su modo de
disyuncin y conjuncin. Este problema topolgico de las estofas
31
33
presenta una construccin que afina el tratamiento de la repeticin
freudiana, ya no en trminos de grafos, sino de superficie.
Schema R Schema L
Fig. 4
33
Nuestro captulo de conclusin trata en detalle las identificaciones de los lados y los
vrtices de un grafo de los schemas R y
L en la estofa de un plano proyectivo presentado en una banda de
Mcebius o una encrucijada de bandas. En el Apndice abordamos
esta cuestin en la superficie de un plano proyectivo inmerso,
presentado en cross-cap. Esas identificaciones autorizan que ubiquemos tramas en los
schemas R y L de Lacan. Indican que las
zonas I y S estn adosadas como las dos caras de una superficie
biltera (esfera, esfera agujereada, toro cortado, toro).
Schema R Schema L
Fig.7
34
cpula. Se confirma adems que el enigma oculto en el centro de
la caverna consiste claramente en el modo de su cierre en la entrada
de la caverna.
El doctor Lacan agreg una nota al schema R durante la
publicacin de los Escritos en 1966, en la que indica que para
quien sabe la continuacin, como es el caso si uno pretende
apoyarse en ello -y es nuestro caso, ya que pretendemos apoyarnos en el nudo lo
que el schema R exhibe es un plano
proyectivo (E., p. 553; o). Debe sealarse entonces:
34
35
Esto prosigue hasta la superficie del mismo toro, entre los
trayectos de la demanda y el deseo, como lo mostraremos en el
captulo VI.
Los elementos necesarios para la lectura de L Etourdit, en que
Lacan nos arrastra a ese juego del decir al dicho, se encuentran en
los cuatro dibujos de topologa de las estofas antes trazadas (fig. 4).
35
3. El pasaje, la ptica y.
En el cuadro de los elementos constituyentes de lo Imaginario
debera incluirse ahora la traduccin de lo precedente en los
trminos del tercer captulo de la enseanza del doctor Lacan
(1972-1980), que estudia el nudo. Pero como reservamos ese
aspecto para la continuacin de nuestra serie, es preciso que ahora
volvamos al punto de partida para introducir el narcisismo. Para
ello agregamos un suplemento a nuestra doctrina de la dimensin
topolgica con la introduccin de la existencia extrnseca, en
36
oposicin a la consistencia o insistencia intrnseca. 1apoyarse
sobre nuestro juego de cortes a travs de la estofa, el narcisismo,
definido entre intrnseco y extrnseco, se presenta entonces de una
manera renovada: al seguir a Lacan hasta las consecuencias ms
extremas de las hiptesis de Freud.
a - Intrnseco/extrnseco
La teora clsica de las superficies topolgicas es una teora de
las superficies intrnsecas. Reservamos el captulo II para su
exposicin de conjunto.
Nos encontramos aqu en presencia de un nuevo par de oposiciones:
intrnseco/extrnseco.
Se llama intrnseca a la teora de las superficies topolgicas , f ,
porque distingue o identifica los objetos en funcin,de. caractersticas, e incluso
invariantes, cuya definicin no depende de la
situacin de la superficie en un espacio de una dimensin ms alta.
Esas caiactei islicas no varan cuando deformamos la superficie
o la transformamos en el espacio en que est dispuesta. Esos
invariantes lo son tambin a travs de transformaciones extrnsecas^
El nudo del borde es, al contrario, una caracterstica exclusiva- / /
mente extrnseca; s lo define en codimensin dos, puesto que una w *1^ l<
lnea (dimensin uno) puede anudarse en un espacio de dimensin
tres. El nudo no tiene existencia intrnsecapor no ser definible para
la superficie en relacin consigo msma. Es laelisin intrnseca del
udo.
Para dar una definicin intuitiva de estas nociones, reproducimos un breve pasaje de la
tesis de A. Lautman, que supo encontrar
muy pronto inters en ellas:
Las propiedades intrnsecas de un ser son independientes de la posicin de ese ser en
el espacio, y hasta maepen'"dB'nies de-la*exTstencra'd Otros'sfs pertenecen en propiedad al ser considerado.
37
37
preciso. Es posible determinar las propiedades de situacin
mediante el conocimiento de las propiedades de estructura? Es
la esperanza de determinar lo que concierne a la situacin por un
anlisis de las propiedades internas de la figura. Para nosotros, es
asombroso que el nudo de! borde invalide esa esperanza. En
cambio, el nudo deja una traza intrnseca en la superficie.
Kant, por su parte, en su esttica trascendental, funda su
concepcin del espacio en la necesidad de una referencia universal, la necesidad de un
espacio estndar. Afirma as una posicin
que, para quienes no se liberan de ella, genera grandes dificultades
en el abordaje de la topologa. Puesto que la medida, en geometra
euclideana, es verdaderamente un invariante, como es costumbre
en toda categora matemtica, pero este invariante numrico
refiere los objetos a un dominio estndar, con lo que crea o se
somete a una hegemona que impide por su evidencia darse cuenta
de la puesta en juego del acto de traduccin. Los matemticos
mantienen una fuerte adhesin a esta nocin de estndar, puesto
que, en topologa, donde ya no se trata de medida, la estructura de
grupo (grupo de homotopa, grupo de homologa) como invariante
algebraico an se privilegia en comparacin con los invariantes
numricos.
La historia de las matemticas y el desarrollo de las estructuras
en las que participamos invalidan esas dos posiciones; es muy fcil
ver en qu sentido.
Conservamos de Kant su definicin de lo universal que se
establece mediante un comentario crtico: es la consistencia de la
lgica moderna. Este universal es la condicin absoluta que funda
8. Essaim, pp.23-24
38
38
se a l intrnseco; se desdibujan hasta desaparecer, y eso justifica
la creacin de la topologa algebraica por parte de Poincar9.
Contra Kant, no encontramos otra universalidad que la consistencia relativa y ningn
absoluto ms que una trivializacin
(borradura en lo intrnseco). Lo que no constituye una referencia.
Sin embargo, a continuacin utilizamos las estofas en el estudio
de los nudos en que una superficie de tensin es una superficie con
un borde, porque est construida a partir de un nudo o una cadena.
Hablamos del borde (en singular) de la superficie; su nudo o su
cadena se denominan as segn el nmero de componentes de ese
borde. Cuando hay un componente hablamos de nudo de borde, y
empleamos la expresin cadena de borde cuando los componentes
son varios.
f~ La teora de las superficies topolgicas puede elaborarse en j
trminos 'de superficies con borde o de superficies sin borde. Hay j
una estricta correspondencia entre las dos versiones de la teora. J
Pri vi legiamos la versin de ia teora de las superficies topolgicas
con un borde para seguir a Griffiths [3] y porque apuntamos
mediante este studio a la topologa del nudo. Pero indicamos la
correspondencia entre las dos teoras.
Hay adems una razn fundamental para esta preferencia: una
superficie con borde cualquiera puede sumergirse en el espacio
supuestamente intuitivo de dimensin tres.
9. Essciim, p. 149
39
39
intrnseca a la superficie trica esas sumersiones de crculo no
estn anudadas; lo mostraremos en el captulo VI mediante equivalencias intrnsecas
del efecto que producen en esta estofa.
a - Los narcisismos y la transferencia
En el tercer perodo de su enseanza, el doctor Lacan reformula
el conjunto del discurso analtico en trminos de nudos. Los dos
grandes rasgos estructurales que estn en el fundamento de este
discurso, cuya articulacin presentamos en trminos de grafos y de
superficies en las pginas precedentes, se retoman entonces en el
espacio del nudo. La continuacin de nuestra serie de fascculos de
resultados apunta a dar los pormenores de esta estilizacin incomparable con las otras.
Ya no se trata de schemas, ya no se corre el
riesgo de recaer en la representacin. Con el nudo, la construccin
de letras, luego del lento ceimiento en torno de su cuestin,
culmina en la de la escritura. No retomaremos aqu lo precedente
en estos trminos, a fin de reservarlo para la continuacin de
nuestra serie de fascculos de resultados.
40
40
partida de la teora de la identificacin. La etimologa de la palabra
persona [personnej, que el latn refiere a la mscara (persona), nos
conduce hasta los frescos de las sepulturas etruscas de la necrpolis de Tarquinia,
donde se muestra varias veces aPhersu, el hombre
enmascarado. En la tumba de los Augures, un fresco escenifica
el juego de Phersu, en el que tuvieron su origen los combates
romanos de gladiadores. Phersu sostiene a otro personaje por
medio de una cuerda; si aqul est enmascarado, el otro tiene la
cabeza escondida en una capucha, y es atacado por un perro feroz,
del que intenta defenderse con una maza de madera; el animal ya
le infligi varias heridas. El mismo Phersu est presente en la
tumba de los juegos olmpicos y en la tumba del polichinela.
En esta ltima est vestido con un atuendo con diseo en damero,
en el que alternan los cuadrados negros y blancos. Su tnica est
hecha de varios pedazos de tela (estofa) cosidos unos con otros,
como nuestras superficies topolgicas intrnsecas presentadas en
el captulo II.
Este encuentro etimolgico da testimonio en una imagen de la
agresin asociada al personaje y la fragmentacin ligada de
manera necesaria a la personalidad. Hay un vnculo de estructura
entre el yo, nuestra alma, esa pseudotendencia de unidad, y la
agresin imaginaria, ertica; de hecho, se trata de una tendencia a
la desunin. En lo cual puede percibirse que el rebajamiento del
psicoanlisis a una tcnica de adaptacin, bajo la rbrica del yo
fortalecido en su aislamiento, no puede sino echar ms lea al
fuego que pretende extinguir.
Juzgamos con una sonrisa consternada la observacin de tal o
cual dirigente poltico, o tal o cual periodista, que nos dicen
considerar molestos los efectos agresivos de la enseanza de
Lacan. Esta irona sera adems un buen ejemplo de inversin en
la estructura si no tuviera consecuencias devastadoras para varias
clases de edad consagradas a buscar la unin, desconocedoras del
efecto pacificador de la disarmona. Pero no podemos dirigir este
reproche sino a los especialistas, que son los nicos responsables
de esa opinin cuando confunden el acto y la violencia, que
alimenta un pacto sordo: no habra nuevo significante. Lacan
supo oponerse a ellos en su tiempo.
Este vnculo entre el yo y la tensin se establece por medio de
los juegos del circo en Roma, los sacrificios, el traje de polichinela
(falo). De tal modo, la nocin de persona, de mscara, es ese
vnculo. Qu fantstico camino el de Phersu, mscara cargada de
una simblica sacrificial, triturada por el desarrollo de la historia.
Finalmente termin en nuestro diccionario bajo el acpite de
personne, y permiti as que el espectro de Phersu atormentara
para siempre a la lengua francesa [28],
Pero esta segunda construccin ptica puede ser subvertida a
partir del nudo entre intrnseco y extrnseco en el tercer schema de
Lacan. En su homenaje a Wedekind, ste nos seala que el hombre
41
enmascarado es tambin uno de los nombres del padre.
42
42
podemos captar en la transferencia otra funcin del espejo que
genera anamorfosis, vista de sesgo, luz rasante.
Fig. 11
43
Entre consistencia y existencia, se tratar, por intermedio de la
insistencia de los agujeros (pulsiones), de situar al sujeto en lo
Simblico, y en ello radica nuestra topologa. En ese juego entre
intrnseco y extrnseco, podr apoderarse de su estructura en un
redoblamiento, como lo escenific maravillosamente, en su teatro,
W. Shakespeare con Hamlet. Es cierto que ese pasaje en la
transferencia es instantneo, que no se estabiliza sino que se repite.
Por consiguiente, el sujeto debe pasar varias veces por l antes de
ser capaz de dar cuenta de ello.
45
Esta entrada es de ficcin: apenas despegada, sigue siendo exsistente, es decir que
siste afuera (S. XXII), pero no se sabe
adonde [inais on ne sait pas o\. En la exploracin de ese pas-zou* entre la existencia
extrnseca y los dos modos intrnsecos de
la consistencia y la insistencia, la modificacin entraa la elisin
(fading) del nudo que se presta a un ceimiento por cortes.
Al desechar el personalismo y la personalidad, sin relacin con
la paranoia dado que es la misma cosa, Lacan marca en 1958 una
ruptura de tono en sus escritos, cuando aborda de manera definitiva, para abandonar
sus trminos, la proyeccin (imaginaria) que
nos ensea a distinguir de la introyeccin (simblica).
Luego de su observacin sobre el informe de Daniel Lagache,
en que introduce la significacin del falo, va a romper con lo
precedente en el psicoanlisis posfreudiano y con lo que va a seguir
en el psicoanlisis neolacaniano. Vuelve a partir de la castracin,
de su estructura de lenguaje, y emprende la matematizacin del
deseo (E., p. 683; s).Medianteun cambio de estilo y detono, esta
ruptura se consuma el mismo ao, en Juventud de Gide. Es el ao
al que hacemos remontar su introduccin del trmino goce en el
discurso del anlisis (vase p. 53).
Para l, el descubrimiento freudiano presenta una inversin
esencial.
El yo, reputado instancia de unificacin, se revela cambiante
y principio de desunin.
El deseo, reputado siempre diferente, cuando se lo confunde
con los caprichos ligados a la insatisfaccin, se convierte con
Freud en una insistencia, sin cambios, siempre el mismo.
El deseo estructura las construcciones que presentamos en
nuestra topologa. Es el modo de articulacin del conjunto de
nuestros schemas. Es principio de traduccin desde la entrada de
la caverna y gobierna hasta los ms mnimos detalles de la
superficie de sus muros. El deseo es la astilla que insiste en la carne,
y que la sabidura simula ignorar. La omite y recibe as su castigo
en ese aire triste que la caracteriza, aire de esclavo que conserva
a travs del tiempo (E., p. 757; p). De ese transporte clandestino
del acero que lleva bajo su ropa, nunca obtendr la conviccin
del sujeto.
Hoy es apropiado el rigor, ya no moral sino matemtico. Al no
pasar por alto esta instancia, es oportuna una tica, a partir de la
44
cual llamamos desde la cuneta, lugar muy estrecho, y nos proponemos retornar a esas
mscaras en las que se nos ofrece el secreto
del deseo y con l el secreto de toda nobleza (E., p. 757; p).
* Una de las traducciones posibles de estepas-z-oii, si se considera la semejanza
de su pronunciacin con passe d'o, es "pase ele dnde" (n. del t.)
46
gideano, Lacan sita la introyeccin simblica, a raz de un lapsus cometido en la lectura de Gide. En el lugar
dejado vacante por la destruccin de las cartas que haba escrito a
Madeleine, Gide escribi un vaco (E., p. 762; p). Despus de
haber estudiado las diversas presentaciones de la estofa, en el
transcurso de las cuales afinamos la definicin de lo que es un
agujero, volveremos a encontrar la movilidad de ste en nuestra
conclusin, antes de anudarlo en la continuacin de la serie de los
fascculos de resultados.
a - Trazos
Prestamos mucha atencin a los invariantes de una superficie
topolgica. Esta manera de actuar, evidente para un matemtico
versado en topologa, no es inmediata para cualquiera. Una gran
parte de la estupefaccin producida por la topologa en los lectores
principiantes es una consecuencia de la ausencia de este mtodo en
ellos. Consideramos que es un poco abusivo encasillar el desprecio topolgico en ese
registro. Es cierto que ya no destacamos las
formas geomtricas; esta nocin no es pertinente, y corresponde a
la topologa el mrito de librarnos de la nocin de forma. El
reconocimiento de un objeto ya no obedece a la representacin,
puesto que con los invariantes lo aislamos en todos sus aspectos,
cualquiera sea su presentacin. Este es un primer punto; el
segundo consiste en decir que ms all persisten otros errores,
siempre sorprendentes. Si se los aborda con mtodo, son ms
atrayentes y se tornan enseables.
Es preciso sealar que hay dos modos de abordar los invariantes.
Tienen dos nombres, segn se los considere ingenuamente o sean
bien definidos por la teora, vale decir, construidos.
El grado de volumen corresponde a la dimensin topolgica.
La estofa corresponde a la superficie topolgica intrnseca.
El agujero imaginable como ruptura de superficie corresponde
al componente de borde de una superficie topolgica, cosa de la
que nos ocupamos en el captulo II.
La cara de una estofa corresponde a la orientacin de una
superficie topolgica.
El agujero trico corresponde a los generadores de varios
grupos definidos en relacin con una superficie topolgica, de los
que nos ocupamos en el captulo V.
45
47
46
que se trata de otro modo de presentacin extrnseca llamado
inmersin, en oposicin a la sumersin.
Hay que agregarle un protocolo de interpretacin ms
sofisticado, en tanto que su trazado es ms simple, al punto de ser
ignorado en los dibujos de superficies sin borde.
Este conjunto reducido de trazos da lugar a una composicin
infinita y de una riqueza imaginaria sin lmites, que nos llev a
desplegar esta obra de una manera bastante sustanciosa [toffe].
Fig. 13
Fig. 14
ElpsicoanlisisconLacan
Captulo I
El goce y el interdicto del deseo
Superficies de tensin (e m p a n ) de un nudo
AGUJERO IMAGINABLE
NMERO DE CARAS
1. Del goce
El interdicto es otra figura en el juego de lo dicho al decir. Para
nosotros, ese interdicto es estructura, y es al explicar esta estructura cuando
dibujamos los trazos de la cuestin que se plantea al
sujeto. El sujeto se ve obstaculizado por la presencia de un cuerpo,
el suyo o el de otro. No sabe qu hacer con un cuerpo: es la cuestin
del goce, la cuestin del uso del cuerpo.
a - Presentacin escritural
La aparicin del trmino goce est atestiguada en el discurso
analtico por dos escritos de Lacan del ao 1958.
En el primero: La significacin del falo, palabras pronunciadas en Munich el 9 de
mayo de 19581, se hace referencia al goce
masturbatorio de la fase flica (E., p. 693) que se convertir en el
goce flico, JO.
En el segundo: Juventud de Gide o la letra y el deseo,
aparecido en abril del mismo ao2, en relacin con el Ideal del yo
de Freud, se menciona el goce de un deseo para definir que esta
instancia se forma mediante la adopcin de la imagen de un Otro.
Este Ideal del yo se pinta sobre una mscara cuya funcin va a
ocuparnos en el captulo VII. Eso se produce con la represin de
un deseo del sujeto del que el Otro tiene el goce junto con los
derechos y los medios (E., p. 762; p). Ya reconocemos all lo
que en el discurso del psicoanlisis se convertir en el goce del
Otro, J^..
Insistamos en la coordenada jurdica del goce, con la que
acabamos de toparnos bajo el aspecto de los derechos, puesto que
parece esencial. Esta coordenada nos brinda la oportunidad de
vincular el Ideal del yo con el parentesco. Encontramos esta
acepcin del goce en un escrito de Lacan fechado en 1959, en
1. No disponemos de la fecha de redaccin, que consideramos contempornea
dado que este texto no fue publicado antes de la aparicin de los Ecrts.
2. En el nmero 131 de la revista Critique.
47
53
48
Adems, apenas un poco ms adelante:
Este tocamiento provoca ya una sensacin de placer
pero simultneamente es apropiado como ningn otro para
despertar la excitacin sexual que reclama un plus de
placer. ([1 e], p. 15.)
Tambin:
Entonces el efecto es el mismo: por una parte, sensacin
de placer que se ve muy pronto fortalecida por el placer
proveniente de las modificaciones preparatorias, por la otra,
nueva elevacin de la tensin sexual que muy rpidamente
se convierte en el displacer ms notorio si no tiene la
oportunidad de provocar otro placer. (Id.)
El problema cuya solucin sera tan difcil como importante
para la concepcin de los procesos sexuales ([I e],p. 114; [ l e ],
p. 9), lo leemos considerando que es el de la estructura de la
involucin significante.
El problema radica, justamente, en la manera en que el
placer experimentado genera la necesidad de un placer ms
grande. ([1 e], p. 15; [1 e], p. 116.)
Es el problema del plus de gozar que, como lo sealan los
traductores que citamos, vimos asomarse en la pluma de Freud
cuando habla de ese plus de placer.
No se trata de saber si ese principio debe llamarse del placer, del
displacer o del placer-displacer. No sera en ese caso ms que una
discusin de palabras que no dara cuenta de la paradoja del goce.
En un prrafo agregado en 1920 a su tercer ensayo sobre la
teora de la sexualidad, Freud completa su argumentacin mediante la teora de la
libido. La paradoja del goce, el enigma de la
sexualidad humana, se convierte en la diferencia y la identidad de
dos libidos que identifica como libido del yo y libido del objeto
sexual. Volvemos a encontrar claramente la cuestin principal
de estructura que, en nuestra Presentacin, decamos era el
momento de Freud.
55
49
como los nmeros imaginarios existen a los nmeros reales. As
nos referiremos a esta estructura: interdicto recado igualmente
sobre el Otro. Estructura que es falta del Otro y de su goce, cosa de
la que hay que dar cuenta.
Es estructura topolgica cuyos relieves desarrollamos a travs
de variedades topolgicas: los grafos, las superficies, los nudos.
Es el momento de la experiencia sin el cual no surte efecto
ninguna consecuencia sintomtica (fobia) oestructural (Penisneid)
(E., p. 693; q).
Desde luego, su porvenir depende de la ley introducida por el
padre en esta secuencia (E., p. 694; q). La ley, la combinatoria
del significante, lleva consigo los rasgos de esta estructura. Su
intervencin se sita en los schemas de Lacan entre I y A,
caracterizando los signos de percepcin de Freud, por oposicin a
las percepciones puras, en bruto, de la fisiologa, que no experimentan ese recorte
secuencial. Pero lo Imaginario depende de lo
Simblico, y la violencia misma descansa sobre un pacto. Por lo
tanto, el resurgimiento de la rebelin depende de una falla de esa
estructura, y de una falla en la articulacin de sta el retorno
manaco de la tristeza. Retorno que es mortal (Televisin, p. 39).
a - Presentacin estructural
Si no perdemos de vista el trazado de los schemas en estas
superficies, podemos leer y mostrar en nuestra Conclusin en qu
aspecto la involucin significante da cuenta de la manera en que se
anuda lo que es primero con lo secundario. Esto aclara la composicin del supery con
el Ideal del yo de Freud, y de los signos de
percepcin con lo preconsciente, y en qu sentido puede entender
3. Nons, fascculo n 0
56
50
Esta ecuacin es fantasma del que no pretendemos salir, pero,
al dar cuenta de ella gracias a las matemticas, hacemos materna
lgico de esa misma imposibilidad, de esa falla.
Esta solucin lgica, al no pegotearse ya en lo Imaginario, nos
confirma que:
Exterminado el obstculo bajo la forma del asesinato,
no por ello el goce queda menos interdicto; ms an, la
interdiccin es reforzada. (S. VII, p. 207; 214.)
Pero al mismo tiempo nos transmite el perfil de esta dificultad
y su disolucin.
La estructura va al cuerpo o al pensamiento. As, a raz de este
interdicto, de los jugos que lo constituyen el Otro, la inversin
y el velo, el goce se reparte necesariamente como goce flico y
goce del Otro. Estos dos goces no son, respectivamente, sustancia
extensin (el cuerpo en la histrica) y sustancia pensamiento (el
alma en la neurosis obsesiva). Inducen otra sustancia, sustancia
goce (el objeto de la Ibbia), luyanle inflexin en la sintomatologa
ile las neurosis. ( 'ierlas mscaras despliegan esta sustancia cuando
puede extenderse en un territorio, extensin de la libido cuando en
ella reina el lenguaje, a partir y distinta, por lo tanto, de la etologa.
El interdicto recado en el goce conduce necesariamente al
fracaso de un primer goce, el flico, digamos. Es la manera en que
la metfora tiene xito al fracasar, deja or lo que no dice e implica
la bsqueda de otra cosa, digamos el goce del Otro, efecto del
arrebato. La satisfaccin, siempre decepcionada en el sujeto, lo
lleva a sospechar otro goce a alcanzar. Pero quedarse all es
insuficiente; es una acepcin dbil del interdicto a la cual permanece adherido quien no
experiment la estructura en buena lgica.
Ese otro goce, si existiera, no sera se; el que hara falta es el que
no hiciera falta (S. XX, pp. 54-57; 73-76). Esto hace absoluta la
decepcin y la resuelve de manera redoblada.
Pero en lugar de contentarnos con parafrasear la elegante
presentacin que de ello dio Lacan, es al escribir de manera
axiomatizable la lgica del perfil de esa cada, al modificar el
lgebra de Boole y la razn de Kant, cuando esta construccin
nos muestra en qu sentido entraa una consumacin. Traducimos
en matemticas esa misma imposibilidad4. Al no renunciar a
escribir esa estructura, demostramos, mediante la realizacin de su
mismo fracaso, aquello en lo cual no se escribe. Esta estructura
del goce es la del lenguaje, de acuerdo con la cual no hay
metalenguaje, con la condicin de construir esta nueva negacin y
respetar su temporalidad.
El velo homologa la trivializacin de esta otra lgica y nos
permite el estudio de los rasgos estructurales que condicionan esa
banalizacin. Nos vemos obligados a razonar sobre enunciados
falsos y conjuntos vacos. Esto puede parecer una falta lgica, dado
que el mundo acadmico reputa lo falso como defectuoso. Esa falta
desva los razonamientos del sujeto, y por una inversin ste se la
51
atribuye y se convierte en culpable de ella. Puesto que el sujeto
razona con claridad en lo falso y es falso que no sepa, de manera
textual, que aunque no tenga y nunca vaya a tener acceso en los dos
sexos sino a este goce flico (masturbatorio o coital), su goce
depende de otro, otro goce que no tendr porque no podra ser. Pero
es falso que sepa que no puede y que no se atreva a aludir a ello, en
su articulacin lgica: tan grande es la intimidacin que le provoca
el temor de ser falible, por ser culpable de una falta lgica.
Es falso entonces que no sepa tampoco y al mismo tiempo que
al resignarse al goce flico presta un mal servicio al rgano
peniano, en consideracin a ese otro goce, y que cometa entonces
una falta de gusto.
4. Nons, fascculo n 0.
58
52
retomamos la demostracin de que no hay goce del Otro. Tal
puede ser la situacin del psicoanlisis en 1986 para quienes nos
apoyan.
Esta bsqueda no es infinita, no es ideal; es simplicidad,
porque el nudo delimita la ltima etapa de la enseanza de Lacan,
a partir de la cual se produce un transtorno topolgico que borra
su historia.
59
53
la construccin parece de la incumbencia del analizante.
5. Essaim.
6. Essaim. pp. 48 y 124
60
Fig. 3
Cuando las superficies de tensin son bilteras nos ocuparemos ms adelante del
nmero de caras (vase p. 65) se las
conoce en matemticas con la denominacin de superficies de
Seifert (por el nombre del matemtico H. Seifert).
a2- Semitorsiones y pliegues
Formulemos la definicin de un tipo de trazo que se encuentra
en nuestros dibujos, el ms importante luego del trazo de borde. Se
trata del trazo de pliegue.
A los cruzamientos del nudo x corresponden semitorsiones de
cinta (de superficie de tensin). Mediante nuestros clculos podemos hacer aparecer
pliegues en lugar de las semitorsiones.
Definicin de un pliegue:
Un cruzamiento marcado... ...al cual agregamos una lnea de
perspectiva, llamada lnea de pliegue
54
La marcacin es un
coloreado del pliegue...
...cuyo borde modificamos de manera continua,
a fin de acentuar su presentacin de pliegue
Fig. 4
8. Essaim, pp. 8 1 -85
62
55
topologa intrnseca de una estofa. Al contrario, es lo intrnseco lo
que olvida lo extrnseco y no a la inversa. De tal modo, la teora,
en lo sucesivo clsica, de las superficies topolgicas intrnsecas, a
la cual est dedicada esta obra, sigue siendo para nosotros de un uso
seguro (vase captulo II, p. 77). Las propiedades caractersticas
que reconoce son, para algunos, deducibles de nuestros clculos,
lejos de la tosquedad del madapoln. Estudiamos ahora esas
propiedades en el caso de las superficies de tensin de los nudos.
3. Propiedades intrnsecas caractersticas de una superficie de
tensin
a! - El nmero de caras
Se dice que unaestofa es bilteracuando podemos distinguir en
ella dos caras (como en un disco).
Se dice que una estofa es uniltera cuando no tiene ms que una
sola cara (como la banda de Mcebius).
En este caso hablamos de cara y descartamos el trmino lado,
pero conservamos como uso corriente los trminos biltera y
uniltera para hablar de las estofas.
El nmero de caras eS una caracterstica extrnseca de la
superficie de tensin, y no se lo define en la topologa intrnseca
de la estofa (vase captulo III, p. 106). En sta, el nmero de caras
tiene un invariante correspondiente, la orientabilidad.
Estas dos nociones son correlativas. Una orientacin de una
estofa se define mediante un punto de referencia sumergido en l:
es una caracterstica intrnseca. Las caras se definen mediante
normales (vectores perpendiculares) a la superficie. Esta caracterstica recurre al
espacio circundante: es extrnseca. La correlacin
entre estas dos maneras de expresar una misma caracterstica es
notable, y parece burlarse del problema de dimensin que aqu
est en cuestin.
Hacemos aparecer esa caracterstica a travs de dos coeficientes del grupo
fundamental del nudo. Nuestro clculo es extrnseco
de hecho da el nmero de caras.
Para exponerlo, consideramos el nudo de trbol en sus dos
presentaciones duales una con respecto a la otra 1'.
10. Essaini, p. 60.
11. Essciim, p. 105 y 118
65
CD
<
9>
Fig. 10
56
Fig. 11
66
Segunda presentacin
Definamos con las mismas tcnicas la superficie de tensin de
la segunda presentacin del nudo de trbol y decidamos su nmero
de caras.
(0) El clculo de base. El clculo del grupo fundamental nos da,
a partir de dos generadores, la marcacin siguiente de las zonas l5,
x y x -1 = y - ' x y
57
Fig. 14
58
componentes del borde. Ese nmero de componentes del borde, o
nmero de borde, es una caracterstica intrnseca de la superficie
de tensin. Asumir toda su importancia en el captulo siguiente,
cuando nos ocupemos del indicador de Euler-Poincar y del
gnero de las estofas.
4. Reduccin por el dibujo de una superficie de tensin a sus
caractersticas intrnsecas
Tres operaciones permiten reducir una superficie de tensin
cualquiera a la forma ms simple que le es intrnsecamente
equivalente (el mismo nmero de caras y el mismo nmero de
borde). Una operacin es extrnseca (no cambia el nudo del borde),
dos son intrnsecas (deshacen el nudo del borde). Mediante estas
transformaciones topolgicas, continuas una de la otra, se trata de
conservar laestofa(lo intrnseco) sin el nudo, siendo el anudamiento
de la estofa una caracterstica extrnseca16.
Operacin I: Deformacin de las superficies con borde
La primera operacin consiste en un cambio de la presentacin
de la superficie de tensin de tal modo que se puedan efectuar con
facilidad las otras operaciones. La deformacin de las superficies
* (Demostracin del teorema del cuadrado de la hipotenusa. Figuradamente,
obstculo con el que slo tropiezan los ignorantes.) n. del t.
16. Si denominamos f a una transformacin intrnseca, y F a una transformacin
extrnseca del espacio que contiene la banda de dos semitorsiones hacia el espacio
que contiene la banda sin semitorsin, hay que decir que f no es una restriccin
de F ( ver Introduccin, pp. 38-39)
69
59
Operacin II: Supresin de las semitorsiones en nmero par
La segunda operacin es intrnseca a la estofa: sobre una misma
cinta, pueden suprimirse las semitorsiones consecutivas en nmero par. Esta
homotopa del borde deshace el nudo (extrnseco) pero
conserva las caractersticas intrnsecas.
As, una cinta con un nmero par de semitorsiones (un nmero
entero de torsiones) es intrnsecamente equivalente a una cinta sin
semitorsin, como los efectos de relieve del run:
Fig. 21
60
Intermedio:
Luego un segundo deslizamiento.
En los dos casos se produce el
paso de una semitorsin Fig. 25
JL
Fig. 26
Intermedio:
en el que mostramos que un rizo de cinta equivale a dos
semitorsiones. Esto se ve al seguirlas disposiciones mutuas dlos
dos elementos de borde.
Desplazamos una cinta ms de esto- Luego pasamos una semitorsin. Se
fa sin encontrar semitorsiones. produce una nueva semitorsin,
Reducimos el recorrido de la cinta de Suprimimos esas dos semitorsiones
estofa que lleva dos semitorsiones. inversas entre s.
Queda una sola semitorsin. Despla- Lo cual da esta disposicin regular,
zamos del otro lado de la figura una que equivale a
cinta de estofa sin semitorsin.
un diagrama hecho de una
banda de Mcebius con dos
agujeros
Flg. 29
61
lgica del fantasma. En lo que resta de esta obra evitaremos
recurrir al clculo algebraico, y slo emplearemos los coloreados
correspondientes.
76
Captulo //
La estofa del clasicismo
y la superficie para Lacan
Teora de las superficies topolgicas intrnsecas
NMERO DE BORDE
SCHEMAS P.Q.R.
I. Definiciones
a - Las superficies topolgicas
Una superficie topolgica es un montaje de pedazos de estofa.
Para ser de la incumbencia de esta teora, el montaje debe efectuarse segn dos
principios que hay que respetar rigurosamente.
Una superficie topolgica se presenta como un traje de
Arlequn, un patchwork de retazos irregulares pero cuyas
caractersticas no son indiferentes.
Fig. 1
A
Fig. 2
62
Primer principio: Dos pedazos se cosen juntos a lo largo de un
segmento propio de cada uno que se convierte en arista, frontera
comn entre ambos (una frontera de esa naturaleza no pertenece al
borde de la superficie, se integra al grafo de un empedrado
consistente en la estofa).
Segundo principio: No hay ms de dos pedazos de estofa
cosidos a lo largo de una misma arista (en el Apndice rechazamos
las construcciones que presentan ms de dos fragmentos de estofa
cosidos a lo largo de una misma arista).
Fig. 3
La construccin admitida La construccin no admitida
Fig. 4
78
Esto define todas las superficies topolgicas que pueden estudiarse segn esta teora,
en lo sucesivo clsica. Es posible enumerar todos sus casos y reconocer los que son
semejantes: es la
clasificacin de las superficies topolgicas Intrnsecas.
Esta definicin de las superficies topolgicas intrnsecas a
partir de su montaje implica como reaccin la homologa de
los trayectos en la superficie de nuestras estofas, y da la razn de
esa homologa.
Nuestras estofas son superficies topolgicas intrnsecas: se
trata de un caso de traduccin y definicin muy simple.
a, - Definicin del borde de una superficie topolgica
E l borde de una superficie topolgica es la reunin de los
segmentos de los pedazos de estofa que no sirvieron para el
montaje por costura.
Montaje con un componente de borde Banda o cinta, montaje con dos
componentes de borde
Fig.5
63
montaje, en cuyo caso el borde queda anulado, existen por lo
tanto superficies sin borde.
Fig. 6
De tal modo, se distinguen dos tipos de superficies: las superficies sin borde, para el
montaje de las cuales sirvieron todos los
segmentos de los pedazos de estofa; y las superficies con borde, en
las que algunos segmentos de pedazos de estofa no fueron cosidos.
Destaquemos una vez ms que la reunin de esos segmentos
constituye uno o varios crculos. Este hecho notable, que amenaza
convertirse en una evidencia, merece ser meditado (vase fig. 5).
Postulada la distincin entre superficies con borde y superficies
sin borde, puede estable-cerse una correspondencia entre ellas.
a - Primera proposicin importante
Proposicin. A toda superficie topolgica (con borde o sin l)
corresponde una superficie sin borde:
a) si la superficie carece de borde, la superficie sin borde
correspondiente es esta misma superficie;
a) si la superficie tiene un borde, el borde de esta superficie S
es una reunin de crculos disjuntos. Podemos construir una
superficie sin borde (cerrada) S asociadaaS al cerrar los agujeros
imaginables como ruptura de superficie; estos agujeros estn
delimitados por cada uno de los crculos que componen el borde.
El cierre de los agujeros se obtiene gracias a unos discos cosidos
a lo largo de cada crculo componente del borde de la superficie S.
Decamos que el agujero imaginable existe para nosotros como
un invariante intuitivo; se trata de una nocin muy dbil de la
existencia porque el agujero es sustantivado por el disco que viene
a cerrarlo, cosa que nos asegura nuestra primera proposicin.
No por ello este tipo de agujero deja de ser, como los otros,
diferente del vaco en su manera de ser. El vaco no podra
confundirse con un agujero si lo definiramos por el conjunto
vaco. El agujero es ms o menos sustantivable, como lo veremos
a continuacin, mientras que en la teora de los conjuntos el vaco
es del orden de una esencia. Ladistincin entre sustancia y esencia,
como la interrogamos en nuestro juego de traduccin, corresponde
en principio a la diferencia entre la definicin en extensin y la
definicin en intensin de un conjunto.
80
64
Algunas superficies exigen ser sumergidas en un espacio de
dimensin cuatro para quedar cerradas; vale decir, para que sea
Kl
65
metalenguaje. Dice muy simplemente, como lo destac Freud,
que todo signo puede traducirse en otro signo y que esa traduccin estructura el
lenguaje sin hacernos salir nunca de l.
Al final de la Introduccin, enumeramos los casos de traducciones de esa naturaleza
con que nos encontramos en relacin con
las superficies. Demos aqu los nombres mejor construidos en la
teora de los conjuntos de esos invariantes de superficies.
Existe en principio la posibilidad de que sean orientadas o no,
que corresponde al nmero de caras; este trmino es justamente
equvoco porque tambin sirve en matemticas para designar las
caras de un empedrado. Lo mantenemos, sin embargo, en el caso
de las superficies bilteras o unilteras.
Estn adems el nmero de borde, el gnero, el indicador de
Euler-Poincar, el grupo fundamental y el grupo de homologa,
que apuntalan y ponen orden en la definicin del agujero.
Algunos de estos invariantes, como el gnero, slo pueden ser
definidos para una superficie topolgica cualquiera por medio de
ese mismo invariante definido para la superficie topolgica sin
borde correspondiente.
A estas caractersticas se les dice invariantes porque son
propiedades que no varan en el transcurso dlas transformaciones
continuas de la topologa.
Damos su definicin en el captulo III con un comentario para
cada uno de ellos, luego de indicar el alcance del recurso a esos
invariantes en la articulacin de lo Simblico y lo Imaginario.
2. Elementos de base de la clasificacin de las superficies y su
modo de composicin
a I - Teoras
Primera versin: Teora de las superficies sin borde
Se retienen cuatro elementos de base por los que est
compuesta una superficie cualquiera. Se trata de las siguientes
cuatro superficies sin borde: la esfera, el toro, el espacio proyectivo
y la botella de Klein.
La esfera El toro
Flg. 9
66
provisto de un agujero se llama toro agujereado, y lo presentamos
en una encrucijada de bandas. El plano proyectivo agujereado es
la banda de Moebius. La botella de Klein agujereada es la 2-banda
de Moebius. Estas dos ltimas equivalencias se establecern en el
Apndice (p. 315) a travs de diversas representaciones del plano
proyectivo, por una parte, y de la botella de Klein, por la otra.
Tres toros agujereados El triple toro
Fig. 10
84
67
agujeros = banda de dos caras).
IL3
El disco agujereado
La banda de Mcebius y un disco agujereado
Fig. 13
68
toro; vase antes).
- Un compuesto de n toros da un n-toro.
- Un compuesto de dos planos proyectivos da una botella de Klein.
- Un compuesto de tres planos proyectivos da, a primera vista, un
plano proyectivo ms una botella de Klein; pero tambin da lugar
a la segunda proposicin importante de esta teora.
a , - Segunda proposicin importante
a - Teorema principal
Para las superficies sin borde:
- Tres planos proyectivos compuestos dan un plano proyectivo
ms un toro.
88
69
Prolonguemos esta transformacin. El
mismo bretel se engancha ahora ms
all de otra semitorsin, lo que genera
una nueva semitorsin en el bretel
Suprimimos este par de semitorsiones,
ya que slo consideramos esta equivalencia de manera intrnseca
a fin de reducir an ms el modo de
atadura de ese primer bretel
Intercambiamos la zona exterior haciendo pasar el bretel torcido por encima de la figura. Esta transformacin
no crea nuevas semitorsiones
Fig. 18
90
3. Presentaciones
a( -L a gran esfera de Soury
Una superficie topolgica sin borde es una esfera sobre la cual
se enganchan 0, 1 2 planos proyectivos y una multiplicidad de
toros, o ninguno.
A una superficie de esa naturaleza pueden agregarse tantos
agujeros como se quiera para obtener una superficie con borde.
Una superficie topolgica cualquiera es una gran esfera
provista de cero, uno o dos planos proyectivos (vase el teorema
general), una multiplicidad de toros, eventualmente nula, y una
multiplicidad de agujeros, o ninguno.
Es posible entonces ajustar una superficie topolgica por tres
nmeros:
- p : nmero de planos proyectivos, p igual a 0, 1 2;
- q : nmero de toros, q es un entero positivo;
- s : nmero de agujeros, s es un entero positivo.
Una superficie topolgica con borde es una gran esfera agujereada (un agujero)
provista de 0, 1 2 planos proyectivos, una
multiplicidad de toros, eventualmente nula, y una multiplicidad de
agujeros suplementarios o ninguno. Una superficie topolgica
con borde ser indexada mediante tres nmeros, p, q, r; este ltimo
es el nmero de agujeros que se agregan al de la esfera agujereada
de partida. Es por lo tanto inferior en una unidad al nmero s de
agujeros de una superficie cualquiera (r = s - 1).
a2 - Los schemas de Griffiths
Siguiendo a Griffiths al cual hay que remitirse para las
demostraciones de los resultados precedentes, damos una presentacin de la teora
de las superficies topolgicas con borde
(hecho a un lado el disco, equivalente a la esfera agujereada).
Con la excepcin del disco, que parece cumplir el papel de
un elemento neutro para la composicin de las superficies, asociamos a una superficie
topolgica cualquiera un triplete de nmeros
(p, q, r), como acabamos de decirlo en la seccin precedente, y un
schema P.Q.R.2
2. G riffith s adopta una correspondencia entre las letras p, q y r y las superficies
91
70
(O, O, 2) (O, 2, 0)
(0, 1, 1)
1 toro agujereado + 1 disco agujereado = 1 toro de 2 agujeros
Fig. 19
71
intuicin de ese gran matemtico. Su resultado puede dibujarse en
extensin, mediante agujeros, en nuestra presentacin de la teora
de las superficies gracias a nuestra lectura extrnseca de la dimensin, como lo
mostramos a partir del captulo IV con respecto a los
agujeros imaginables.
a4 - Ventajas de nuestra presentacin
Cada superficie que tenga al menos un agujero tiene, para
nuestra presentacin por el dibujo, la ventaja de ser sumergible
en R3.
Es posible entonces efectuar una presentacin de ella sin
singularidad (presentacin de la cosa misma), que la sita en la
teora clsica de las superficies topolgicas. El hecho de privilegiar
93
72
como una singularidad, pero que no permite creer que se trate
exactamente del objeto en cuestin, dado que hay pasaje de una
superficie sin borde a una superficie que presenta un borde. Nadie
puede admitir entonces que se trate de la misma cosa, a menos que
est confundido.
Esta presentacin muestra la diferencia que debe hacerse entre
rigor y exactitud. Para ser rigurosos, debemos decir que hay una
estructura de superficie sin borde que necesita la codimensin
94
73
95
p = 2, q = 1, r = 1
Fig. 21
1 , 1)
Fig. 23
Captulo III
74
rasgos caractersticos que se conservan a travs de las transformaciones topolgicas y
permiten, por lo tanto, en circunstancias
diversas y hasta sorprendentes, identificar y distinguir los objetos
independientemente de las apariencias. De modo tal que tienen en
primer lugar una funcin comparable a la de los indicadores
coloreados, muy conocidos en qumica elemental.
Desde un principio damos un ejemplo de un anlisis estructural
de esa naturaleza en el caso de un problema aparentemente
elemental, pero los invariantes tienen para nosotros una funcin
suplementaria.
Con respecto a ellos, la nocin de cifra de identificacin,
asociada a los seres topolgicos estudiados, es engaosa dado que
ninguna necesidad exige que sean numricos. En vez de cifrado,
preferimos el trmino de traduccin o transposicin (Umsetzung).
Ya en la geometra euclideana la medida es un invariante. Su
carcter numrico no debe confundirnos, pero an representa una
dificultad. La medida enmascara que se trata de relacionar los
objetos con otros objetos: aqu, los objetos geomtricos con
nmeros. Que estos ltimos estn incluidos en un espacio tan
estndar nos importa menos. La primera originalidad de la
topologa algebraica sigue siendo que nos invita a hacer corresponder a los objetos
topolgicos unos objetos algebraicos, por
ejemplo los grupos.
Para nosotros, el inters de este procedimiento no reside en la
transposicin integral y biunvoca de una categora de objetos,
cuyo manejo es poco habitual, a otra categora de objetos mejor
conocida. A ese punto de vista, preferimos una diversidad de
traducciones locales, efectuadas en varios sentidos. Esta prctica
permite anudar varios registros mediante la traduccin y, en vez de
una unificacin totalizadora, llegamos a una consumacin que da
razn. sta consiste en recoger su frmula por el ceimiento de un
agujero as delimitado. Contrariamente a la idea de que la imaginacin desborda la
conceptualizacin, en topologa asistimos a un
desborde de la imaginacin por la estructura, mucho ms rica.
A partir de invariantes intuitivos a los que parece que cualquiera puede recurrir, la
matemtica efecta una reduccin abordando
99
75
conjuntos construidos a partir de la definicin conjuntista de las
variedades estudiadas, preservadas por las transformaciones. Conducen a u na teora
del objeto, y sabemos que este procedimiento no
deja de producir algunos efectos intratextuales debidos a la traduccin. Esta cuestin
constituye el objeto del Apndice de nuestro
fascculo de resultados n 1.
No estableceremos aqu la secuencia de construccin de esos
invariantes hasta reducirlos a puras ficciones conjuntistas, ya que
los presentaremos en un juego de abreviaturas adecuadas! suficientemente bien
construidas. Esta prctica puede prolongarse con
ms fineza en el caso de los matemticos a los que debemos la
escritura subyacente a nuestras construcciones.
No creemos que los medios mnemotcnicos, a los que se
recurre en el uso, sean mero trucos. Por otra parte, en el ejercicio
de un paso de danza, la fragmentacin, necesaria para el aprendizaje, se borra en
beneficio del estilo.
En tercer lugar, esos invariantes dependen no slo de laentidad
estudiada sino tambin de las transformaciones que definen el
espacio en el cual sta se pone a prueba. La influencia del contexto
sobre esas combinaciones de letras que son los invariantes es, con
mucho, la funcin ms importante para situar las ficciones
freudianas como lo son las entidades matemticas, e indicar el
registro de materialidad de la dinmica de la estructura.
Lo que precede esboza la explicacin del hecho de que la
prctica del psicoanlisis determine su clnica. Planteamos que no
hay clnica sin una tica, y que sta es el bien decir en el anlisis.
Comenzamos entonces a mostraren qu sentido laclnicadepende
de la prctica, que es por su parte traduccin y consecuencia de la
doctrina que uno se hace del anlisis a partir de Freud. Se deduce
de ello que no por ser el fetiche el invariante de la perversin y el
objeto de una fobia el invariante de una neurosis, pueden servir
como ndices para identificar personas, puesto que se trata ya de
su jetos di vididos en la estructura. Y el famoso trmino de psictico,
1. N nns, fascculo de resultados n 0, Apndice.
100
76
Llamamos bretel en sentido estricto a un pedazo de estofa
compuesto por dos de sus segmentos (aristas) separados, con otra
estofa sobre un solo componente de borde de sta.
Llamaremos puente a un mismo pedazo de estofa cuando sus
dos segmentos de composicin estn sobre dos componentes de
borde distintos.
Una superficie de borde presenta ms o menos semitorsiones
sobre los breteles.
Sabemos ahora que, de manera intrnseca, tiene 0, I 2, pues
los breteles que contienen semitorsiones puede reducirse por pares
con la condicin de que haya por lo menos una de ms.
De manera intrnseca, no hay semitorsin sobre los puentes. El
nico elemento que presenta un puente es el toro agujereado.
De manera extrnseca, pueden agregarse tantas semitorsiones
por pares sobre un mismo bretel o sobre un mismo puente como se
desee. Esto se deduce de los dos captulos precedentes.
Planteemos un problema exclusivamente con respecto a los
breteles: consiste en decidir si las semitorsiones que pueden
producirse durante la construccin extrnseca de una superficie,
por el aadido de breteles nicamente, son semitorsiones efectivas, o 110 , en lo
intrnseco, ya que puede suceder que algunas de
ellas no sean ms que aparentes, y esto, de otro modo que en el
caso de los pares de semitorsiones que se borran de lo extrnseco
a lo intrnseco.
Damos un ejemplo de esta existencia intrnseca aparente de una
semitorsin a partir de la siguiente superficie.
101
Fig. 1
O
Una banda de Moebius
77
banda de Mcebius
El pasaje del pliegue de la banda de
Moebius hace aparecer una
semitorsin suplementaria
102
Intermedio:
Fig. 4
78
104
79
quiere ponerlo del otro lado, o de una moneda, cuando se tira a cara
o ceca. No obstante, ya hemos dicho que se opone al uso exclusivo
de ese trmino en matemticas, puesto que sta lo reserva para
designar las caras de un empedrado.
Podemos definir las dos caras de un pedazo de superficie
mediante dos flechas opuestas, cada una de ellas perpendicular a
este elemento de superficie.
Fig. 11
80
Decir que una superficie es orientable es decir que podemos
definir en ella una orientacin y una orientacin inversa, de tal
manera que no podamos pasar de una orientacin a su inversa por
una transformacin de la topologa.
107
V/
El par de vectores se desliza hacia arriba y llega, de manera continua,
hasta la lnea de pliegue
Comienza a pasarla al mismo tiempo que
se mantiene solidario de la superficie Sigue deslizndose
luego de superada la lnea
Fig. 14
En la superficie de esta banda de dos pliegues, ningn desplazamiento del primer par
de vectores permite llevarlo a
superponerse con el par de vectores que sera su inverso.
Tras haber definido dos orientaciones inversas por ejemplo dos
pares de vectores inversos en la superficie de la banda de Mcebius,
decir que una superficie es no orientable es, al contrario, poder
transformar el primer par en el segundo mediante un desplazamiento continuo en la
superficie de la banda o, para decirlo de otra
manera, llevarlos a superponerse.
Esto es posible en el caso de la banda de Moebius. He aqu un
desplazamiento del par (x, y) que, habida cuenta del ngulo que
forman, llegar a coincidir con el par (y, x). Las dos orientaciones
inversas del ngulo se superponen.
Fig. 16
81
trminos aproximados de biltero y uniltero y de los bien construidos en matemticas,
orientable y no orientable, nos permite
establecer firmes correspondencias entre ellos. Hablar del nmero
de caras es hablar de una manera extrnseca y manifiesta de la
orientacin intrnseca de una superficie. De una superficie de dos
caras puede decirse que es biltera u orientable, mientras que a una
superficie no orientable puede calificrsela de uniltera por no
tener ms que una sola cara.
El carcter orientable o no orientable de las superficies separa
su multiplicidad en dos partes. De tal modo, la esfera y los
multitoros son bilteros; el espacio proyectivo y sus compuestos
son unilteros.
La posibilidad de estar orientadas o no, con los cuatro invariantes
aritmticos y algebraicos de los que nos vamos a ocupar a continuacin, permite
identificar y distinguir las superficies. Estos
cuatro ltimos invariantes no bastan por s solos, porque para dos
109
Fig. 18
82
La frmula para un recorte de la esfera en tringulos (una
triangulacin dada), si llamamos E(S) al indicador de EulerPoincar, se convierte en
E (S) = S - A + F,
en donde S es el nmero de puntos en la triangulacin (vrtices de
los tringulos), A el nmero de aristas de los tringulos mutuamente cosidos y F el
nmero de tringulos. Cada vrtice y cada arista,
aunque comunes a varios tringulos, slo se cuentan una sola vez.
La frmula de Euler para los poliedros convexos nos dice que
el resultado es E (S) = 2. Pero ser diferente para las superficies no
esfricas. Si construimos cada superficie con la ayuda de tringulos o si, a la inversa,
descomponemos cada superficie en fragmentos triangulares, podemos tratar de
calcular el valor de laexpresin
E (S) = S - A + F. Ese nmero es constante para una triangulacin
cualquiera de la superficie considerada.
Veamos el ejemplo del toro y el clculo de su indicador de
Euler-Poincar a partir de una triangulacin dada.
Fig. 19
83
vincularlo con la escritura. Ese indicador de cada superficie se
calcula al trazar grafos, nudos y cadenas consistentes en las
superficies topolgicas. No es slo que la superficie calcula sino
que se ofrece a un clculo cuya intuicin parece posible que
tengamos. Una obra reciente se consagra a tales variaciones de lo
imaginario del cuerpo a la escritura [20],
a2- El nmero ele borde
Este invariante es muy importante, por lo que nos vimos
obligados a ocuparnos de l ya en el captulo I, y sobre todo en el
captulo II. Corresponde al nmero de esferas agujereadas en los
schemas de Griffiths, aumentado en una unidad.
Bien construido, este invariante permite abordar agujeros
imaginables. No lo retomamos aqu, ya que ahora definiremos
invariantes que delimitan la definicin de otro tipo de agujero
especificado por el agujero trico, que no presenta borde.
Fig. 20
112
a,- El gnero
/^7/07
84
---------------- / Fig 21
Al estar las superficies compuestas de pedazos, esta desconexin
puede producirse siempre en cualquier superficie. Mediante una
lnea, en todo momento podemos recortar una superficie en dos
pedazos separados.
El nmero dado por el gnero no nos indica las condiciones de
disyuncin de una superficie, dado que, como acabamos de
decirlo, sta siempre es posible; el gnero, empero, nos dice apartir
de qu rango se producir necesariamente esa disyuncin.
Tambin podemos inferirlo del gnero de los pedazos
obtenidos.
En la superficie de una esfera, slo pueden trazarse crculos. Se
dice que la esfera es de gnero 0, lo cual indica el nmero mximo
de lneas que pueden trazarse en ella sin dividirla de manera
segura.
Fig. 22
85
l 15
Superficies:
Gneros:
Doble toro
2
n-toro
n
Fig. 27
86
en que b es el nmero de borde.
Esta definicin obedece al hecho de que cada componente de
borde se cuenta entre las aristas del empedrado, que hay que hacer
que lleven un vrtice y que por consiguiente cada agujero correspondiente a esos
componentes de borde equivale a la supresin de
una cara.
Pero slo en los casos de las superficies orientables, con borde
o sin l, nuestra primera frmula se convierte en:
G (S) = 1 - (E (S) + b),
dado que aquella frmula slo se haba establecido para las
superficies orientables, y sta se obtiene mediante el transporte de
los resultados que acabamos de recordar a la primera.
No damos frmulas equivalentes para las superficies no
orientables.
a -El grupo fundamental
El grupo fundamental de una superficie es el grupo que
forman las clases de lazos (cortes) homotopos3en la superficie
considerada como espacio4. Esos lazos estn orientados y portan
un punto, y todos tienen el mismo origen. Homotopos quiere decir
que son equivalentes por deformaciones continuas, lo que no se
opone a que se recorten en s mismos. No hay que confundir la
homotopa y la isotopa. Esta ltima es una deformacin continua
sin interseccin.
Isotopa del lazo
Fig. 28
3. Essaim, p. 179.
4. Essaim, p. 69 y bibliografa sobre el grupo fundamental.
Fig. 32
87
Para cerrar este breve panorama general sobre el grupo fundamental, agreguemos que
los grupos fundamentales de las superficies compuestas de varios de los cuatro
elementos enumerados
aqu, se componen de los grupos fundamentales de esos elementos,
segn el principio presentado por el teorema de Van Kampen. Este
leorema es uno de los resultados principales de la topologa
algebraica ([7], p. 22; [8], p. 138).
a - El grupo de homologa
El grupo de homologa es el grupo que forman las clases de
ciclos (cortes) homlogos en la superficie considerada como
espacio. Existe una correspondencia entre los ciclos del grupo de
homologa y los lazos del grupo fundamental ([9], pp. 147-148).
Tomemos la construccin del grupo de homologa: es otra
manera de hablar de los trayectos en la superficie. Se realiza a
partir de las triangulaciones que mencionamos al principio del
captulo II. En el marco de la teora de la homologa, esas
triangulaciones se escriben en lgebra mediante combinaciones
lineales y dan lugar a una teora de la homologa algebraica,
disociada de los dibujos.
Como deseamos presentar estos elementos de matemticas,
oslas teora de ficciones, mediante el recurso a dibujos, no haremos
aqu ms que esbozar una presentacin de la homologa, dado que
so nos ofrecen varias posibilidades.
Para una triangulacin dada, un ciclo es un compuesto cerrado
I los dos puntos extremos se confunden) de aristas orientadas de
ose lipo de empedrado.
5. Noiis, fascculo de resultados n 0.
119
88
Veamos ahora un ejemplo de un modo de composicin que
podramos usar para presentar el grupo de homologa de una
manera efectiva. Hay que sealar que componemos los ciclos
evitando la coexistencia de varias composiciones en el mismo
dibujo, lo que significa que en cada oportunidad en que queremos
mostrar una composicin efectiva retomamos un nuevo dibujo de
la superficie estudiada. En el caso presentado aqu, sobre el toro,
resulta que el compuesto efectivo es un trayecto reductible: cosa
que no es exigida por la definicin de los ciclos-borde.
Componemos estos dos ciclos en
el dibujo mediante una puesta en
continuidad que respeta su orientacin,
para no dar ya sino un solo
componente de ciclo-borde
que puede retraerse por una
deformacin continua en un trayecto
reductible en la superficie del toro
120
89
y esbozada la presentacin del grupo fundamental y el grupo de
homologa de stas, se hace necesario especificar nuestra presentacin de la teora de
las superficies topolgicas intrnsecas. Esta
precisin consiste en distinguir en cada caso entre nuestros elementos, teniendo en
cuenta la orientacin.
121
#
Dado vuelta
> O
Fig. 35
90
Empleamos el mismo trmino de borde para designar el conjunto de los segmentos y
las aristas que forman ese grafo y la
reunin conjuntista de esos elementos.
Hay dos tipos de borde:
- El borde que insiste (o i-borde). Est formado por el conjunto
de los segmentos que no sirvieron para ninguno de los dos tipos de
montaje (la acepcin del trmino borde utilizada en lo que precede). Las estofas de
borde que insiste son las superficies con borde
de las que hablamos en el captulo anterior.
Recordemos que el borde que insiste siempre est constituido
por uno o varios crculos, a los que llamamos componentes de
borde que insiste.
- El borde que consiste (o c-borde). Est formado por el
conjunto de las aristas producidas por el falso montaje (identificacin).
A partir de ahora podemos hablar de las estofas de borde que
consiste.
123
91
insiste. Pero, en la teora, hay otros ciclos
adems de los constituidos por elementos de borde que consiste;
los veremos ms adelante.
Est la frontera:
- la que consiste en el conjunto de las aristas producidas por el
montaje verdadero (anulacin de borde). Esta frontera es un borde
nulo: se borra en el recorte orientable por pedazos. Al borrar las
fronteras, podemos pasar de un empedrado orientable por caras a
un recorte o montaje orientable por pedazos.
Fig. 41
92
crculos-borde que consiste. La superficie est caracterizada por
uno cualquiera de esos cortes que subvierten la estructura.
Esta proposicin es un corolario del teorema general de la
clasificacin de las superficies topolgicas intrnsecas presentada
en el captulo II.
Esta clasificacin nos dice cules son los elementos de superficies de base y el modo
de composicin de los mismos. El teorema
general nos asegura que las estofas unilteras pueden presentarse
con el mdulo de una o dos bandas de Moebius. Basta con enumerar
las presentaciones de los elementos de base de esta clasificacin
como de los montajes de estofas bicoloreadas y estudiar su
composicin.
Fig. 42
93
vrtice es ahora de valencia(1par.
(>. Essaim, p. 29.
127
94
Fig. 47
En una estofa sin borde que insiste, el conjunto del borde que
consiste y de la frontera que queremos trazar claramente en l,
forma un grafo que puede ser transformado, por disyuncin de los
vrtices propios del borde que consiste, en un grafo hecho de
crculos componentes del borde que consiste, eventualmente unidos entre s por
aristas fronteras.
Fig. 50
95
estofa. Si existe un borde que consiste, quiere decir que en la
construccin de la estofa participa un falso montaje de pedazos que
la presenta como un traje de Arlequn variadamente orientado.
Mediante esa borradura cambiamos el coloreado del conjunto de
la estofa: sta pasa a ser monocroma, coloreada en su conjunto por
una trama rayada.
Esta especie de estofa, no orientable en su conjunto, puede ser
biltera o uniltera. Desde luego, en ltima instancia slo las
estofas unilteras son, globalmente, necesariamente no orientables.
En todos los casos de estofas monocromas, podemos formular
un teorema de reorientacin.
13!
96
crculos componentes de borde que consiste para que no formen
ms que uno, sin cambiar nada en la estructura global de la
superficie.
13 2
desorientados por:
- la desorientacin de su borde que insiste,
o por:
- la borradura de un borde que consiste en ellos.
133
Fig. 5 7
97
de casos entre las superficies topolgicas intrnsecas reconocidas
por la teora clsica.
a - Una modalidad del gnero de las superficies no orientables
Para comprender mejor la simplicidad del resultado principal
en lo que precede, deducimos de la presentacin del captulo II un
invariante que da la paridad del nmero de elementos moebianos
(planos proyectivos).
El corolario de nuestro teorema principal nos permite afirmar
que una superficie uniltera cualquiera siempre puede sufrir el
desistimiento de su estructura (no orientable) para convertirse en
biltera (orientable) por el efecto de cortes que consisten cada uno
en un crculo nico. Nuestro teorema principal afirma que en una
superficie uniltera la desorientacin siempre puede condensarse
en una o dos bandas de Moebius (vase captulo II).
134
Fig. 58
98
conexas una superficie de dimensin dos. De hecho, si hacemos
de las caras de superficie un objeto topolgico, se trata de presentarlas como una
variedad de dimensin dos. Esto es posible gracias
a la nocin de revestimiento o forro. En ese caso, las superficies
bilteras tienen un forro hecho de dos partes no conexas, y las
superficies un i lateras uno hecho de una superficie conexa (un solo
pedazo). Lo mostraremos en el caso de la banda de Mcebius en el
captulo Vil.
En el caso de las superficies unilteras, el tipo del corte, par o
impar, agrega una precisin, as como el gnero precisa la dimensin. Pero no se trata
entonces del nmero de cortes sino del
nmero de semitorsiones atravesadas para obtener un electo de
discontinuidad.
Antes de aprender a contar en el gnero del nudo, hay que
aprender a hacerlo en el de las estofas y en el otro, par o impar, de
los cortes de las superficies unilteras.
7. NtLiul, fa s c c u lo d e re s u lta d o s n 3.
Captulo IV
En el lugar de nuestro nacim iento...
El pecho (seno)
AGUJERO IMAGINABLE
1. Invariantes
La esfera es de gnero 0.
Su indicador de Euler-Poincar es 2.
Su grupo fundamental es trivial.
Todos los cortes son equivalentes.
2. La esfera como una estofa sin borde
Dibujamos la esfera mediante un crculo cuyo interior est
tramado; no es un rasgo del dibujo novedoso entre nuestras
convenciones. El crculo es una lnea de pliegue tal como la liemos
definido, y la trama dibuja una capa de estofa satinada que recubre
otra, como en un pliegue. Si se lo recorta, esta estofa sin borde est
compuesto de varias estofas con borde, y en nuestros dibujos no
hacemos ms que borrar las costuras que los unen para formar esa
estofa sin borde. Ese dibujo no puede confundirse en ningn caso
con el de un disco, si se saben distinguir las lneas de pliegue de las
lneas de borde.
a [ - Intensin y extensin sobre la esfera
Para mostrar la simplicidad de la esfera, realicemos una transformacin que pone en
juego la nica dificultad que puede encontrarse en ella, a raz de la existencia de su
cara oculta a la mirada.
Empleamos aqu el trmino cara para hablar de la parte
visible y de la parte oculta de la esfera, como se habla de la cara
oculta de la luna. Es la tercera acepcin de la palabra cara que
aparece en esta obra.
En matemticas,el trmino tiene un uso bien definido: se trata
de los pedazos de estofa de un empedrado (p. 78). Por otra parte,
el uso ms frecuente que hacemos de los trminos biltero y
uniltero se refiere a la nocin de lados de una estofa (p. 106). En
99
vez de este trmino, preferimos el de cara, por ser ms comnmente admitido en
relacin con un disco o una moneda, como lo
mencionbamos al principio del captulo III con respecto a la
orientacin de las superficies topolgicas.
137
a, - El grafo en la esfera
La estera es la ausencia de topologa: no se puede anudar nada
en esta estofa, suave como una franela, y slo puede sumergirse en
ella el nudo trivial.
En una primera etapa de su enseanza, Lacan coloca grafos
sobre la esfera. stos son el resultado del cierre de una marca
ortonormada dibujada sobre el plano a la manera de Desargues.
Nosotros mostramos que, al fin de cuentas, se trata de simples
crculos culcrianos sobre el plano.
He aqu una localizacin ortonormada a la manera de la
utilizada por Descartes cuando intenta poner por escrito la geometra de las curvas
planas mediante ecuaciones de lgebra, con lo
que inventa la geometra algebraica.
A
F ig.2
100
sincrona (estructura instantnea) y ladiacrona (estructura extendida en la duracin),
esas dos dimensiones de la estructura se
encuentran en otro punto. La sincrona coincide con la diacrona.
En consecuencia, debemos ordenar los dos ejes de la siguiente
manera.
F ig.3
Fig. 8
101
extremos de la figura 7: muestra en una misma figura los
diferentes estados en que discurso y lenguaje se desunen y se
anudan para establecer un circuito.
1. N on.s, fa s c c u lo d e re s u lta d o s n ().
*
14!
102
I - En el caso en que la zona consiste.
Fig. 10
103
que 1puesto que estara igualmente despus, habida cuenta de que
nuestros trazos ms gruesos se encuentran al principio y al final.
Esto se produce sobre la banda de Moebius (vase la Conclusin,
p. 292) y sobre el cross-cap (vase el Apndice, p. 323).
Pero, a la inversa, podemos comprender en qu sentido la
identificacin primera con el Ideal del yo, caracterstica de esa
144
104
que conviene a la articulacin de los schemas, mediante la cual
concluiremos esta obra.
145
3. La esfera agujereada
La dificultad y el inters del estudio de la esfera agujereada
residen en su simplicidad y la ventaja sorprendente que manifiesta,
poder aplanarse desde el momento en que se agujerea una vez. La
esfera agujereada una o varias veces da objetos muy conocidos
bajo diferentes aspectos, pero que se olvida relacionar con esta
estofa sin borde: disco, banda sin semitorsin, corona plana.
a, - Tentativa de construccin de la esfera por identificacin de
los lados de un cuadrado
Tomamos un cuadrado I2 (I es igual al segmento de la recta
real [0, 1]).
Fig. 14
T
Deformamos el cuadrado inicial desplazando las flechas que
marcan sus lados en esta figura, y obtenemos la siguiente figura,
cuyos componentes de borde tambin fueron deformados.
Fig. 17
Basta con retraer la estofa de tal forma que los lados vuelvan a
su posicin inicial, para obtener la presentacin del siguiente
pedazo de estofa.
I ffJ ? 1'
-4C -*
Fig. 19
105
abuso de topologa. Esta construccin se realiza para explicar de
qu manera nuestros puntos en los vrtices del cuadrado corresponden a agu jeros en
su resultado, dibujado en la figura 15, donde
se identifican los lados.
Los dos puntos opuestos por la otra diagonal dan de la misma
manera el componente de borde del agujero que est alrededor de
147
2. Essaitn, p. 161
148
106
a - Dos agujeros en la esfera
La esfera de dos agujeros es un disco agujereado, un disco con
un agujero (vase captulo II, p. 86).
149
El disco agujereado presentado en perspectiva gracias a unas
lneas de pliegue es claramente un cinturn biltero.
Si ampliamos la estofa de esta banda y retraemos sus componentes de borde,
podemos presentarla como un tubo (tronco de
cilindro).
Fig. 23
a (- ir agujeros en la esfera
La esfera de n agujeros es un disco de n - 1 agujeros. El nmero -1corresponde al
pasaje de la esfera al disco y pone de relieve el
aspecto real del agujero que est alrededor. ste es el que comnmente olvidamos.
a - Pasarela de un agujero a dos agujeros
A travs de un agujero de la esfera, agujero imaginable como
ruptura de la estofa, colocamos un puente no torcido, como sobre
una pieza de muselina de Saint-Gall [singalette]: obtenemos dos
agujeros imaginables, el nico tipo de agujero factible de realizar
en la esfera.
Un agujero en un pedazo de estofa Dos agujeros en un pedazo de estofa
Fig. 24
107
ambos casos.
El grupo fundamental del disco es trivial. Como sobre la
esfera, todo trayecto es reductible.
Fig. 26
108
ayuda a hacerse cargo de las presentaciones del toro agujereado,
el plano proyectivo agujereado y la botella de Klein agujereada
en encrucijadas de bandas, en los captulos siguientes. Atestigua
que los componentes de borde de las estofas agujereadas, que
traducen los agujeros imaginables, corresponden a puntos de la
estofa sin borde.
153
a descripcin de la caverna
Captulo V
La subversin de los interdictos:
el juego y la topologa
Una mierda
AGUJERO TRICO
I. Invariantes
El loro es de gnero 1.
Su indicador de Euler-Poincar es 0.
Su grupo fundamental es Z2.
Al margen del corte reductible, hay dos tipos de cortes distintos.
El n-toro es de gnero n.
Su indicador de Euler-Poincar es 2 (I - n).
Su grupo fundamental es una composicin (suma ramificada)
del grupo del toro simple.
2. El toro simple
La topologa comienza con el toro. Aqu debe entenderse que,
para nosotros, la topologa necesita el nudo, en tanto que un efecto
de sujeto se capta de l (Ltourdit, p. 40). El nudo no existe desde
la estera (L Etourdit, p. 41 ). Un nudo es susceptible de sumergirse
en una estofa a partir de las estofas de gnero uno. El toro
es la estofa biltera de gnero uno y hay nudos tricos que
slo existen desde el espacio extrnseco al toro.
La composicin de los schmas, representada por el grafoen la
superficie de la esfera, no es ms que una evocacin de la
topologa. La necesidad de sta como articulacin de la estructura
nos invita a comenzar su estudio por el toro. Entre las estofas, ste
presenta la histe-historicidad hasta aqu mostrada en el schma de
Freud. En el captulo VII volveremos aencontrarlo en la involucin
significante, de la que es uno de los trminos.
Luego de haber definido esta estofa, la estructura del agujero
trico nos ocupar por unos momentos.
157
a - Definicin
El toro es la identificacin de los lados orientados del cuadrado
F. De acuerdo con una eleccin de orientacin que, a causa de no
ser nica, no es indiferente.
Fig. 1
109
Identifiquemos las dos flechas simples para obtener una porcin de cilindro.
Fig. 2
Estos dos elementos de estofa son dos presentaciones diferentes de la esfera con dos
agujeros (vase captulo IV).
Pero no hemos especificado cmo insertar el tubo (el asa), en
s mismo una esfera con dos agujeros. Esa insercin puede efectuarse atravesando la
esfera por el interior.
Fig. 11
110
Dibujemos el asa como una banda biltera, vistaen perspectiva,
que colocamos en una esfera atravesada por dos agujeros, aqu
dibujada a la derecha.
Conjuguemos esos dos
borde.
pedazos de estofa a fin
Fig. 12
de anular su
Fig. 13
162
111
hasta reducirse a un punto: por lo tanto, es neutro.
Fig. 20
112
cortes no triviales los generadores del grupo fundamental intrnseco de la estofa,
queda olvidado un tercer tipo de cortes de este
mismo grupo. Son los que corresponden al tipo del elemento
neutro, el trayecto reductible. Generan un agujero imaginable sin
164
113
para construir un multitoro, se suman los
165
Fig. 23
166
114
podemos efectuar trayectos que se componen de uno o varios giros
meridianos y uno o varios giros longitudes. Entre el nmero de
giros meridianos (m) y el de giros longitudes (1), existe una
correlacin que permite determinar si el trayecto efectuado est
constituido por varios crculos o uno solo.
Un lazo trico es un recorrido cerrado, un crculo, consistente
en laestofa del toro. Corresponde a la sumersin de un nudo hecho
de un solo redondel de hilo, llamado nudo trico, que no existe
como nudo de manera intrnseca al toro. Si bien siempre se pueden
componer entre s longitudes y meridianos, su composicin no
siempre resultar en un lazo trico sino, en ciertos casos, en varios
crculos consistentes en conjunto, es decir, varios lazos. Este
ltimo caso corresponde a la sumersin de un nudo hecho de varios
redondeles de hilo, o sea una cadena.
Clculo de los lazos tricos en el dibujo
A partir de un nmero dado m de giros meridianos y un nmero
dado 1 de giros longitudes, podemos intentar trazar el trayecto
trico, hecho de uno o varios lazos, compuesto por esos giros. Si
m y 1son nmeros primos entre s (es decir, si no tienen otro divisor
comn que l,com o6y'7,8y 13 1 y2),lacom posicindelosgiros
meridianos y longitudes produce un nico lazo (nudo trico).
A la inversa, si m y 1 no son primos entre s (es decir, si tiene otro
divisor comn adems de 1, como 2 y 4 3 y. 15), su composicin
produce varios lazos (correspondientes a una cadena).
Veamos algunos ejemplos de trayectos tricos, comenzando
por los nudos tricos.
167
115
En este caso, m = 1 y 1 = 0; son por lo tanto primos entre s.
Ubicamos nuestra porcin de Para reunir los dos extremos de la
trayecto meridiano porcin de trayecto meridiano sin efectuar ningn giro longitud, basta con un
arco por encima p
por debajo. Del mismo modo, las porciones de trayectos meridianos conjugan las
porciones de trayectos longitudes para componer
giros efectivos.
A continuacin, emplearemos el trmino meridiano para designar cada porcin de
trayecto meridiano, y el de longitud para hablar
de porcin de trayecto longitud.
3) Un giro meridiano y dos giros longitudes
En este caso, m = I y 1 = 2 son primos entre s, por lo que su
composicin debe generar un lazo trico nico.
Trazamos un meridiano sobre el toro Unimos los dos extremos de este ele ment meridiano mediante una curva
que describe dos giros longitudes. Al
final del primer giro, el longitud parece
recortar el meridiano cuando en realidad
no pasan por la misma capa de estofa.
Fig. 26
116
Trazamos los dos
meridianos.
Iniciamos el trayecto efectuando un
semigiro longitud
Hemos efectuado un
giro longitud completo, o sea dos
semigiros.
Aqu se realiza el Trazamos la segunda porcin longitud, desde el
tercer semigiro, para extremo central del segmento alcanzado hasta el
alcanzar la porcin extremo perifrico del segmento inicial, con lo que
de 3/2 de qiro lonqi- hacemos el sequndo giro y medio que cierra el
tud. trayecto pg 2s
117
171
118
las dos ltimas porciones. Hay dos lazos
Fig. 34
3. Los m ultitoros
a 1- Definicin
Los multitoros son compuestos, de acuerdo con nuestros principios de montaje (vase
captulo II), de toros simples, verdaderos
pauelos de linn. Un n-toro, o sea un compuesto den toros, exhibe
n agujeros tricos; es de gnero n. Pero los agujeros alrededor de
cada toro, que con respecto al toro simple sealbamos como
olvidados, se componen para no formar sino un agujero en torno
del multitoro. El grupo fundamenta! del espacio circundante del
multitoro comprende n generadores, correspondientes al nmero
de agujeros tricos y al gnero de la estofa, y un elemento neutro.
Como en el caso del toro, utilizamos varias presentaciones de
los multitoros.
a2- Presentacin de los multitoros ,
Presentacin como una composicin de anillos. He aqu el
doble toro (llamado tambin 2-toro) y el triple toro (llamado 3toro) presentados como una composicin de toros simples, presentados a su vez como
anillos. Desde el punto de vista del grupo
fundamental extrnseco, tienen respectivamente dos ms un agujeros, para el doble
toro, y tres ms un agujeros para el triple toro.
Fig. 35
174
Miillesfera con tubos. Cada tubo puede dar lugar a una esfera
y dos tubos. El nmero de esferas en la presentacin de un
multitoro puede multiplicarse. A la inversa, estas diversas construcciones pueden
reducirse a una sola esfera con asas.
2-esfera con tubos provistas de asas. Una propiedad no trivial
de los multitoros consiste en su separacin en dos partes simtricas, cualquiera sea la
paridad de su gnero.
Aqu nos proponemos mostrar esa separacin de cualquier
multitoro en dos partes simtricas, en el caso de dos ejemplos
particulares. Se trata de cambiar la presentacin de un multitoro,
sea cual fuere la situacin dada, y presentarlo como 2-esfera con
tubos provistas de asas.
La simetra se deber a la identidad del nmero de asas llevadas
119
por cada una de las dos esferas.
175
2) Los multi toros impares, o sea los (2n + l)-toros, son 2esferas con 2 n tubos (n = n + 1).
As, el 5-toro es una 2-esferacon 6tubos. Estos tubos delimitan
los agujeros tricos entre las esferas.
1. Como en el caso precedente, se
trata de cambiar la presentacin de
los tubos
2. para llevarlos a formar asas sobre una esfera
3. Despus de haber obtenido un
120
asa en la esfera de la izquierda,
desplazamos un tubo a lo largo de
cualquier otro
5. Repetimos ese cambio de presentacin con uno de los cuatro
tubos,
178
179
porciones cuyo gnero determina la equivalencia entre los trayectos. sta debe
cotejarse con la teora de la homologa (vase
captulo III), cuya estructura algebraica es bien conocida por los
matemticos. En esta teora, la equivalencia de los trayectos
homlogos se establece tomando en cuenta nicamente pedazos de
esfera (gnero cero). Nos proponemos extender este mtodo.
Pierre Soury estudia esta cuestin en trminos de grafos. Ms
adelante mostramos ladualidad entre grafos y trayectos multitricos,
lo que implica todava un punto de vista intrnseco, sensiblemente
diferente del queselimitaalaestructuraalgebraicadelahomologa.
La lectura extrnseca de los trayectos multitricos, que se
complica cuando varios lazos consisten juntos en la misma estofa,
est bastante poco estudiada; su construccin permitira definir un
lenguaje para la topologa de los nudos, dado que hemos establecido una
correspondencia entre cada nudo y dos estofas multitricas.
Son las superficies fingidas, en el sentido que ledaLacan (captulo
VII), de nuestras superficies de tensin (captulo I). Creemos que
121
es necesario estudiar los efectos de los cortes hechos segn esos
trayectos sobre los multitoros, debido a su vnculo con la cuestin
de la borradura del nudo en lo intrnseco. Esos efectos es decir, el
nmero de los pedazos obtenidos, su gnero y el nmero de
agujeros que implican se presentan en el prximo captulo.
Aqu slo presentamos algunos ejemplos de trayectos tricos y
multitricos, limitndonos a uno, dos y tres lazos en el toro simple,
el doble toro y el triple toro. Utilizamos dos presentaciones de esos
estofas, ya sea como un anillo o una composicin de anillos, ya
como una esfera con asas.
1) Un lazo sobre el toro simple
Ya hemos visto que hay tres tipos de lazos, trivial (reductible),
meridiano y longitud. Mostramos dos presentaciones del primero
en la esfera con asas.
Ahora el lazo longitud y el lazo meridiano, que podemos
componer entre s para formar un nuevo trayecto.
Sobre la parte esfrica Sobre el asa
Fig. 44
180
Un lazo longitud, uno meridiano y el compuesto entre ambos
Fig. 45
Fig. 48
Mostramos ahora algunos ejemplos en que varios lazos consisten juntos en la estofa.
4) Dos lazos sobre el toro simple
Volvemos a mostrar aqu, en una presentacin ligeramente
diferente, el caso de dos lazos que consisten juntos, tras cumplir
cada uno de ellos un giro longitud y un giro meridiano. Se trata, en
lo extrnseco, del enlazamiento.
El enlazamiento en la estofa del toro
122
Fig. 50
-133.
Fig, 56
184
123
Consideremos un nudo sumergido (un trayecto multitrico) en
la estofa de una esfera con asa. La estofa recortada segn ese nudo
est hecha de bandas que se conectan en encrucijadas (vase
captulo VI). Trazamos all un grafo colocando un vrtice en cada
encrucijada y uniendo los vrtices entre s mediante aristas que
recorren las bandas.
185
Retraemos la vecindad del grafo al separarla de ste. Obtenemos una vecindad del
nudo inicial. Esta operacin pone en evidencia la dualidad entre trayectos multitricos
(nudos sumergidos) y
gratos multitricos.
186
Fig. 62
124
de redondeles. Su suma es par o impar. Si es par, el nmero de
redondeles de corte ser uno; si es impar, har falta un corte hecho
de dos redondeles.
Para cada uno de los casos en que la paridad de esos dos
nmeros es diferente, mostramos configuraciones precisas. Son
posibles cuatro casos y, a partir de nuestros ejemplos, mostraremos el esbozo de una
solucin general.
1) Un redondel puesto sobre el 4-toro (nmero de redondeles
impar, multitoro par, o sea 2n-toro presentado en una 2-esfera con 2n + I tubos)
El redondel intrnseco (sin anudamiento) puesto sobre uno de los tubos.
Hacemos circular un tubo a
lo largo de otro, para formar
un asa sobre una esfera.
Efectuamos la misma operacin
en otro tubo y obtenemos una presentacin simtrica.
188
Podemos desplazar adems uno de los dos tubos que
no tienen el redondel. Obtenemos entonces esta figura,
en la que una de las esferas tiene dos asas y la otra una sola
Fig. 65
2) Dos redondeles puestos sobre el 4-toro (nmero de redondeles par, multitoro par, o sea
2n-toro presentado como 2-esfera con
2n + 1 tubos)
Fig. 67
Los dos redondeles obstruyen dos de los tubos. Entre las dos
esferas quedan tres tubos utilizables para el cambio de presentacin. Dos de ellos se
van a convertir en asas; en cuanto al tercero,
se utilizar para el desplazamiento de los dos precedentes.
Obtenemos entonces esta presentacin simtrica
en dos esferas con un asa y tres tubos
Al agregar un redondel ms, esos tres redondeles
forman un borde que separa la superficie en dos esferas
con un asa (ms tres agujeros si realizamos el corte)
Fig. 68
125
redondeles, hay que agregar un redondel de corte para dividirlo en
dos pedazos simtricos.
190
ir
4) Dos redondeles puestos sobre el 5-toro (nmero de redondeles par, multitoro impar, o sea
un (2n + l)-toro presentado como
una 2-esfera con 2n tubos)
Fig. 71
126
G + 1 = R + L, o sea L = G - R + 1.
De acuerdo con la definicin del gnero de una estofa, si R es
igual a G + I, la estofa se escinde necesariamente en dos partes:
sern aqu simtricas porque no consideramos ms que los redondeles, en nmero R,
llevados por los tubos en la presentacin de
una 2-esfera con tubos. Por lo tanto, nuestro problema slo se
plantea en el caso en que R es inferior o igual a G + 1.
Pueden producirse dos casos que debemos distinguir desde un
principio. Son los casos en que R es igual a G + 1 y aquellos en que
R es diferente de G + 1.
- Si R = G + 1, entonces L = 0, no hay tubos libres de
redondeles, y en ese caso el nmero buscado N es igual a 0.
La 2-esfera con tubos se separa en dos esferas de R agujeros,
como lo mostraremos en el prximo captulo.
- Si R & G + 1, sabiendo que en este estudio estamos ms
precisamente en la condicin en que R < G + 1, entonces, como
se trata de un nmero entero, R < G. En esos casos se impone un
estudio de! nmero de corte suplementario.
En el co en que R < G.
Para divid) la estofa de manera simtrica, sin utilizarei cambio
de presentacin de los tubos en asas, antes mostrado, habra que
agregar un nmero L de redondeles de corte.
En el transcurso de ese cambio de presentacin de los tubos en
asas, distribuimos cada uno de los elementos de cada uno de los
pares de tubos libres gracias a un tercertubo libre, transformndolos en asas
distribuidas en cada una de las dos esferas. Abordamos
los tubos libres por pares para responder a la condicin de simetra.
El nmero N de corte mnimo, en el cual nos interesamos, tiene
necesariamente la misma paridad que el nmero L, porque es por
pares como transformamos los tubos libres en asas repartidas en
cada una de las dos esferas de manera simtrica.
193
127
diferencia es idntica a la adicin debido a la involucin (1 + 1 = 0), nos permite
escribir:
G - R + 1 = G + R + 1 (md. 2),
y pasar la unidad al otro miembro de cada una de nuestras
frmulas.
As reescribimos el resultado en el caso en que R es inferior o
igual a G:
- si G + R = 1 (md. 2), o sea (G + R) impar, entonces N = 2;
- si G + R = 0 (md. 2), o sea (G + R) par, entonces N = 1.
Hay un solo caso que puede escapar a este principio; como ya
lo dijimos, es lo que suce-de cuando no hay tubos libres en el
enunciado del problema, L igual a 0 puesto que R = G + 1. Los
redondeles consistentes en la estofa cortan ya todos los tubos, por
lo tanto N = 0.
afi - El anudamiento de estofas multitricas
El anudamiento es una nocin extrnseca, es por eso que slo
abordamos esta cuestin como apartado.
Hay anudamientos aparentes que se deshacen por deformacin
continua.
194
Un doble toro cuyos dos anillos y el grafo retrado de esta estofa
estn enlazados,
La base de un tubo puede deslizarse de manera continua a lo largo
de otra porcin de tubo a fin de
llegar a...
adherirse al otro anillo, hacer luego un giro meridiano pasando por
debajo de la figura,
y presentarse como un doble toro no enlazado
Fig. 74
128
efectos de dimensiones. AI no remitir estas cuestiones al interdicto
materno con su correlato velado por el pudor, el crculo se cierra
en el toro virginal.
Entre la virgen y la viuda se inscribe la metfora paterna que
responde a esta estructura. En ello la neurosis da indefinidas
vueltas al toro virginal en la histrica que tiende la armadu-ra que
es el amor por el padre. La histe-historicidad queda tetanizada por
confundir la verdad con lo verdadero, el brocatel con el brocado.
La funcin de la virgen, como la de la prostituta, es sin duda la
de metfora constitutiva de la sexualidad masculina, ser la destinatana de un deseo
dirigido hacia ella para que la de-manda de amor
del hombre se remita a su patrona (E., p. 695; q). La virginidad
ya es elemento de la metfora del interdicto de la madre que se
consuma en el decir a medias de su viudez; a partir del cadver
toma cuerpo un deseo, puesto que, cuerpo muerto, carece por fin
como corresponde de lo que no puede tener de ser ms que al serlo
al mismo tiempo que no lo es.
5. N a u d , fascculo n" 3.
196
Captulo VI
1. Invariantes
129
a cerrarse por la derecha.
Una segunda vez hacia arriba, luego de un paso por encima
de la banda anterior, la flecha marcada se presenta en frente del
lado inferior.
Fig. 1
Fig.2
199
Fig.3
Fig. 5
200
A '.''
Fig. 8
130
su estructura de pastilla o parche, como se desee.
Este es el primer movimiento que constituye un rasgo caracterstico de la inversin del
toro.
Pasemos ahora al segundo movimiento.
202
Fig. 18
Envuelve al otro toro, que le sirve de armadura trica y queda
absorbido en un interior,
hasta encerrar al agu jero en una singularidad esfrica (reductible).
Hasta aqu nuestro segundo movimiento, el segundo modo de
inversin del toro. Pasemos al tercer modo.
En un tercer movimiento, se trata de partir de la situacin final
del movimiento precedente.
3 - Un toro constituye una armadura en otro toro que lo
envuelve, horadado por un agujero.
Fig. 19
Fig. 20
Fig. 21
hasta reducir la parte cilindrica a una banda que hace puente por
encima de la otra banda de la encrucijada.
Fig. 22
Fig. 23
205
a un agujero esfrico que nos permite ver los dos toros enlazados.
Fig. 27
131
inversin est terminado (S. XXIV).
Lacan nos propone homologar estos tres modos de inversin
con los tres modos primarios de identificacin que, a partir
de Freud, l aisl en el conjunto de las identificaciones. Esos tres
modos de lo primario corresponden en el schema F a ladivisin
del segmento Ies por lo Simblico, la realidad psquica y lo
Imaginario.
a, - Intercambio de los giros meridianos y longitudes en la
inversin del toro
En el transcurso de la inversin del toro, al tomarlo como
objeto, es decir desde una posicin extrnseca, los giros meridianos
se convierten en giros longitudes y stos en meridianos.
As, en lo intrnseco, los trayectos tricos, anotados mediante
los pares de nombres (m, 1), como lo hicimos en el captulo V, se
identifican con los trayectos anotados por los pares (1, m).
Si presentamos la inversin del toro, como acaba de hacerse
gracias a dos toros enlazados, de los cuales uno es el inverso del
otro, podemos leer los dos trayectos tricos inversos uno del otro,
distribuidos en cada uno de los dos toros.
Fig. 28
206
132
una contradiccin de Lacan, que dice dos veces lo mismo de
maneras en apariencia opuestas, en tanto que, para nosotros, l se
ubica en ese no punto de vista desde el que pueden decirse ambas?
207
3. El toro cortado
a! - Cortes segn los trayectos tricos
Para determinar las equivalencias intrnsecas entre los trayectos tricos, estudiamos el
gnero y el nmero de agujeros de los
pedazos obtenidos por el corte realizado segn esos trayectos.
Pasamos de lo extrnseco a lo intrnseco gracias a las tres operaciones definidas en el
primer captulo. Con ello podemos decir, en lo
intrnseco de la estofa, a qu sumersin simple de redondeles
corresponde un nudo o una cadena multitrica, es decir, un nudo
o una cadena sumergidos en la estofa de un multitoro. A causa de
esa equivalencia, no hay nudo de manera intrnseca. El nudo o la
cadena se desvanecen.
1. Corte, de una esfera con asa segn un meridiano
Trazamos un corte
meridiano sobre un
asa.
El corte efectuado transforma la estofa cerrada
en una estofa con borde
(hay dos componentes
de borde).
Retraemos las dos partes del asa cortada, hasta presentar la esfera
con dos agujeros.
Al proseguir el movimiento,
ampliamos los agujeros hasta esta presentacin en una
banda biltera.
II
Se trata claramente de un disco agujereado, del que damos
aqu el schema de Griffiths.
Fig. 30
208
209
3. Corte de una esfera con asa segn un
un longitud y un meridiano
trayecto compuesto por
Trazamos el trayecto
del corte
Realizamos el corte y
abrimos la estofa; en la
133
abertura se hacen visibles dos lneas de pliegues, a los pies del asa
Al alargar un componente de borde, reducimos la parte esfrica,
y luego el asa, cuya
parte izquierda se convierte en banda,
con un pliegue que se
desprende de lo que
era su pie.
Comenzamos a reducir el asa por arriba.
Al proseguir el movimiento, la transformacin del asa se termina
como banda con un segundo pliegue en el nivel de lo que era su
segundo pie.
Con la reduccin del
casquete esfrico se
forma otro pliegue, hacia abajo,
y luego otro ms, hacia
arriba: la esfera es entonces una banda cuyos dos pliegues se
anulan. El segundo
pliegue del asa convertida en banda est desprendido
210
211
4. Trayecto que encierra los dos pies de un asa
Si recortamos una esfera con asa la estofa se divide en una esfera
de acuerdo con un trayecto que agujereada, por un lado,
134
rodea los dos pies de sta,
Fig. 34
asa
Un corte reductible Estudiamos su efecto sobre el otro pedazo agransepara un disco de la dando el borde
producido, como en los ejemplos
estofa precedentes. Hay que advertir las lneas de pliegue
que, en la abertura, aparecen en los pies del asa.
212
y, por el otro, en un toro agujereado
del que volvemos a dar el schema de Griffiths
135
de cilindro, loque alarga la banda
Agrandamos el borde producido
o
para obtener una encrucijada de bandas
sin semitorsin
Fig. 37
Ip
Fig. 38
214
136
del doble toro y del corte segn un trayecto compuesto por un
meridiano trazado sobre uno de los anillos y un longitud trazado
sobre el otro, se genera un toro dos veces agujereado. Tambin
aqu hay dos cortes equivalentes, hechos segn trayectos generadores diferentes, y un
tercer corte compuesto por los otros dos.
Escogemos el corte meridiano como caso ejemplar de esta equivalencia intrnseca.
Fig. 42
10. Corte ce una esfera con tres asas segn un trayecto que
pasa debajo de un asa y entre las otras dos
sobre la tercera asa y las semiesferas se reducen
En este caso, se trata de un
doble toro con dos agujeros
Fig. 43
El corte efectuado. Cada asa conectada con una sola semiesfera puede
deslizarse
El trayecto
217
11.
El trayecto, el corte realizado,
Se comprueba entonces que el Obtenemos un doble toro agujereapuente no es otra cosa que un do dos
veces
simple bretel Fig. 44
Los dos cortes efectuados sobre el triple toro dan un doble toro
con dos agujeros. Son equivalentes al corte segn un meridiano.
Fig. 45
estofa
El
137
compararlo con el resultado precedente. Estas dos situaciones, del
enlazamiento y el trbol sobre el toro simple, presentan de la
manera ms sencilla una diferencia y una oposicin en el fundamento del nudo. A
continuacin, esa diferencia nos servir para
distinguir entre nudos y no nudos.
220
estofa
El nudo de trbol en la
estofa
El corte efectuado da una banda de seis
pliegues, tambin anudada como trbol
Los pliegues son
reabsorbidos por la
operacin II
Efectuamos una
homotopa de banda
(operacin III) para
desanudarla
El rizo que forma equivale a dos semitorsiones,
de acuerdo con el intermedio del captulo I,
que desaparecen mediante
la operacin II
Fig. 49
221
138
Antes de proseguir con el despliegue de los efectos de este
corte, mostramos de manera local la transformacin que sufre el
pie de un asa. Para esto, no conservamos en torno del pie del asa,
que sera de crespn, ms que los trazos de corte que van a
modificarla. Hay dos trazos de corte sobre el asa: uno desciende
directamente sobre la esfera, que sera de fieltro; el otro la aborda
rodeando el pie del asa.
Entre los dos trazos de El corte llega a la base
corte, aparece la lnea . del asa
de pliegue del pie del
asa.
Inclinamos la figura
para cambiar de perspectiva
223
Hacemos retroceder el
trazo de corte que rodea el asa.
Al prolongar ese movimiento, la esfera se reduce y la base del asa
queda recortada.
El corte se efecta detrs y en la base del
asa.
Por un desplazamiento semejante del corte, des- Reducimos el asa al
prendemos el asa de la esfera del lado derecho. La hacerque el corte suba,
base del asa slo queda conectada al resto de la De tal modo, su pie se
estofa en el nivel del pliegue con la banda que convierte en una bannuestras transformaciones generaron en
la parte da con un pliegue
esfrica
Fig. 54
139
Fig. 56
El corte del doble toro segn el nudo de Whitehead es equivalente al corte segn dos
meridianos generadores diferentes: los dos
cortes dan un disco de tres agujeros.
Fig. 57
229
140
El corte del triple toro, segn el nudo borromeo sumergido en
su estofa, es equivalente al corte segn tres meridianos generadores diferentes de esa
misma estofa. Uno y otro dan como resultado
una esfera con seis agujeros.
Fig. 61
podremos obtener dos subcadenas (formadas por los lazos restantes) equivalentes.
Esta cuestin de los cortes y sus efectos es poco estudiada, pues
corresponde a una manera de contar cuya estructura algebraica,
que es ms fuerte que la del grupo de homologa (vase captulo
III), queda por definir. La cuestin representa una introduccin al
estudio de las cadenas desde el punto de vista de sus subcadenas.
231
Captulo VU
La involucin significante y el a,
juego relativo de los cortes
La mirada
AGUJERO MOEBIANO
CARAS
I. Invariantes
141
El indicador de la banda de Mbius es 0.
El grupo fundamental del plano proyectivo real es
Z2= {a / a2= 1 }. El de la banda de Mbius es Z.
2. La involucin significante (L tourdit, pp. 26-27)
a! - La presentacin hecha por L Etourdit
En su escrito L tourdit, mediante el cual culmina el segundo
perodo de su enseanza, el doctor Lacan coordina el toro, una
estofa biltera, y labandade Mbius, una estofa uniltera. Expone
la manera en que la banda de Mbius se genera a partir del toro,
para presentar la involucin significante (la estructura de la represin, la cuestin de la
repeticin freudiana, lo que nosotros
mostramos aqu a travs del dibujo).
En la superficie de un toro trazamos un doble rizo, un trayecto
en ocho interior que se compone de un meridiano y dos longitudes.
Fig. 1
Fig. 5
142
De tal forma, de la banda bipartita, que es de manera intrnseca
un disco agujereado, una porcin esfrica, obtenemos, mediante
ese modo de costura, una banda de Moebius uniltera.
En la estofa de esta banda de Moebius, podemos efectuar un
trayecto que hace un doble giro.
Fig. 6
II
Fig. 7
143
es la banda de Moebius, complemento que transforma la banda
bipartita en banda de Moebius, la que se proyecta sobre la porcin
esfrica que es la banda bipartita (p. 39).
Esta funcin de proyeccin es la correspondencia ms firme
queda Lacan en L Etourdit entre topologa y conceptos anal ticos,
a partir de la equivalencia del objeto a con la porcin bipartita y
esfrica procedente del toro, de la banda de Moebius.
a2- Los caballitos de Tarquinia
Con el pretexto de los frescos etruscos de la necrpolis de
Tarquinia (que ya evocamos en la p. 42), Marguerite Duras escribe
una de las novelas de amor cuyo secreto posee. En ella encontramos la fragmentacin
del cuerpo debida a la prematuracin del
organismo humano con el aspecto de un joven muerto por el
estal 1 ido de una mina. Como Osiris, cuyo cuerpo est desperdigado,
este joven nos recuerda el desgarramiento ligado al yo, a la
persona, a causa del narcisismo. En este caso son sus padres
quienes intentan juntar los pedazos, y la autora seala con claridad
el lugar de un fragmento faltante que corre a travs de la novela. Si
no es el falo, aqu se trata de la firma que se les reclama para
autorizar la inhumacin. Ahora bien, la firma es sin duda la
caligrafa del nombre.
Para poner esta situacin en concordancia con el conjunto del
relato, a lo largo de un gran ro que el hombre atraviesa porque
posee un fuera de borda, es preciso que reconozcamos a travs de
la sucesin de las parejas que all se cruzan la unicidad de la pareja
enfrentada con el amor. Una serie de invariantes permite identificarlas: la cosa va
desde el hijo, la infidelidad, el alimento, hasta la
posibilidad del viaje.
El tercer personaje, nuestro hombre, pasador benvolo de una
orilla a otra de esa cinta de agua, no es una simple metfora, dado
que se lo pone en escena a fin de subrayar la necesidad de la
metfora misma en el amor. Otro hombre para una mujer, debilidad de hoy, otra mujer
para un hombre, tal es la necesidad sexual
del lado masculino. Lo que hay que realizar es la articulacin
misma del schema R con el schema L [22].
237
3. La banda de Moebius
a - Construccin de la banda de Moebius
Hay dos modos de construccin concurrentes cuya relacin
estableceremos en el captulo siguiente. 1. Identificacin de un componente de borde
de una banda
bipartita
Una banda de Moebius se produce desde una banda bipartita
Fig. 9
144
para hacer un rizo (vase captulo I, p. 74).
Las otras dos semitorsiones (las que no se rizan) pueden
deslizarse y colocarse en las dos vueltas superiores de nuestra
presentacin.
Fig. 12
238
Podemos hacer una deformacin para obtener un nuevo cuadrado, respetando la orientacin de
los segmentos de borde.
240
Fig. 20
145
El corte de giro nico subvierte la estructura de la banda de
Moebius, y es el corte ms original, ya que no hace de esta banda
ms que un pedazo, y la convierte en biltera.
El corte de doble giro no cambia la estructura y resulta, como
es fcil imaginarlo de un corte, en dos pedazos, de los cuales uno
es siempre una banda de Moebius.
241
146
el cual hacemos un rizo doblndolo hacia el interior.
243
o
Fig. 25
1. Essaim, p. 123.
244
Fig. 29
245
Fig. 30
147
La superficie de tensin as definida es la banda de Mcebius
cortada y transformada en biltera, como el ms simplefoulard*.
2. El corte redoblado
A partir del doble enlazamiento, deformamos uno de los
redondeles a fin de presentarlo como un doble rizo.
Fig. 32
(ab)2 = (ba)2 = 1
Fig. 34
Essaim.
p. 122
247
Fig. 36
148
La superficie intrnseca de toda banda que presenta de manera
extrnseca un nmero impar de semitorsiones es una banda de
Moebius, porque podemos eliminar por pares las semitorsiones que
se suceden sobre una misma banda (vase captulo II).
Fig. 37
nudos cortes de los que haremos mucho uso para nuestra presentacin de los nudos en
el fascculo n 3 de la serie.
4. Las mscaras
Hay que notar con Jean Delay que el smbolo, ms que representacin de un complejo,
no es nicamente su proyeccin sino su
transformacin. El trabajo del smbolo se compara con lo que
podramos llamar la funcin del doble ([21], vol. 2, p. 264).
En ese aspecto, si en primer lugar ponemos de relieve el trmino
alma, podemos volvernos hacia la etnografa y la teologa. Las
teoras etnolgicas del alma recurren a dos maneras de concebirla
([29 b|, pp. 260-261). Estel mundo de las almas, habitado porua
especie de duplicados de los seres; son susceptibles de
permutaciones y de formar combinaciones entre ellas.
Hay que advertir que a menudo aparece como un mundo
invertido. No podemos dejar de reconocer la pertinencia de esta
concepcin que recuerda el lugar en que se organizan las leyes
del significante. Por otra parte, Lvi-Strauss seala que esta
cuestin se aclara a la luz de los trabajos lingsticos recientes,
al citar a R. Jakobson, quien distingue dos modos fundamentales
del pensamiento lgico, respectivamente asociados a la metonimia
y la metfora.
Si no nos detenemos en los trabajos de R. Hertz, que distingue
entre alma de la carne y alma de los huesos, Lvi-Strauss nos
indica que la documentacin indonesia y melanesia permiti
precisar otra oposicin. Se trata de distinguir entre la sociedad de
las almas y el agrupamiento orgnico de las almas funcionales
tenidas por constitutivas de la individualidad de cada ser humano.
Reconocemos aqu los dos escollos que Freud quiso evitar con su
teora del yo desde 1914 (S. III, Freud en el siglo y, aqu,
Presentacin de la serie, p. V).
Se trata de no prestarse al dualismo de un mundo simtrico en
lo que se refiere a ese pensamiento otro que habla en los tartamudeos de mi palabra.
Tambin hay que evitar referir la unidad del
sujeto hablante a su unidad orgnica.
Fig. 38
249
Habida cuenta de estas precauciones, si esta sociedad de las
almas es el lugar del significante y la constitucin de los individuos
est hecha de un agrupamiento orgnico de las almas funcionales,
no podemos sino aprender de esas doctrinas llamadas primitivas,
149
en vez de sospechar en ellas un pensamiento mgico un poco
simplista, pues competen a la estructura del lenguaje y contienen
una verdad estructural si no histrica.
Nos ilustramos otro tanto al considerar de la misma manera,
aunque en un contexto diferente para la ciencia que ser su
resultado, la concepcin del alma en la teologa medieval ([23], p.
241): Para Santo Toms, como para Aristteles, el alma no slo
mueve un cuerpo: en primer lugar, hace que haya uno, como lo
sealbamos a continuacin de Lacan al definir el dos de lo
Imaginario por el cuerpo. Gilson concluye que el alma humana es
por lo tanto una sustancia inmaterial, que era lo que haba que
demostrar.
Lacan supo demostrar que el sujeto del psicoanlisis es el sujeto
cartesiano. Rinde homenaje a Descartes, que testimonia con ello el
advenimiento de una posicin subjetiva, correlato indispensable
de la ciencia nueva. Como lo muestra Canguilhem de una manera
divertida, con un juego de palabras sobre lo interior en Descartes, se opera un
deslizamiento que da origen a la psicologa
intimista. En Descartes, sin duda, el alma es el yo de nuestra
moderna psicologa. Y se comprende que Lacan hable de las
secuelas del cartesianismo hastaHegel. En su discurso del mtodo,
Descartes postula y reencuentra a Dios y su yo desde el momento
en que formulaese punto evanescente de la subjetividad que Lacan
va a trabajar. Despus de haber enunciado pienso, luego soy,
define as su yo en un parntesis: (es decir mi alma, es decir
aquello por lo cual soy lo que soy), traduccin cristiana de la
frmula bblica que da acceso a la forma de idealismo en que se
convierte la teologa moderna y que se llama antropologa. Donde
el Dios de su existencia en el mundo es reemplazado en el universo
por el hombre, es decir su yo. En la psicologa moderna, las
doctrinas del yo recuperan con desconocimiento de causa los
rasgos de las doctrinas teolgicas del alma. Esto implica que se
sepa referirse a ellas con un poco de seriedad, como remitirse a
nuestras referencias que no estn exentas de pertinencia en las
doctrinas llamadas primitivas. Al estar as incluida, la psicologa
est situada; el psicoanlisis es otra cosa, ya que parte de un gesto
clnico renovado por la prctica de otra estructura.
Esto nos lleva a la funcin de la mscara, conectndola con la
teora de la identificacin freudiana tal como Lacan la esboz para
nosotros. Esas mscaras que desenmascaran desdoblando y repre
250
150
caduveos (p.'280), C. Lvi-Strauss formula el problema de la
correlacin o dualidad entre la expresin plstica y la expresin
grfica.
Indica, tras Boas, que se trata de una prctica de la dimensin:
segn l, la split representation (desdoblamiento) en la pintura o
el dibujo sera nicamente la extensin a las superficies planas de
un procedimiento que se impone naturalmente en el caso de los
objetos de tres dimensiones. As C. Lvi-Strauss delimita de
manera ms fina el rasgo estructural que est asociado a ese
desdoblamiento: la dualidad es en definitiva la del actor y su
papel, y la nocin de mscara nos aporta su clave (p. 288).
No todas las culturas con mscaras practican el
desdoblamiento (p. 291).
As puede poner de relieve, al margen de la atmsfera
semirreligiosa que rodea laconfeccin de los adornos del rostro, el
hecho de que en el caso del desdoblamiento se recupera la
representacin de los ancestros Lvi-Strauss asocia a ello una
ancestralidad, en tanto que su ausencia corresponde a un lazo
menos estrecho en que se trata de dioses: las mscaras forman un
panten.
La funcin de esas mscaras articuladas, como la del
desdoblamiento de la representacin, es por lo tanto un correlato
de la red combinatoria del parentesco, con lo que atestigua el lazo
con la puesta en funciones del padre por su nombre. Se trata de la
funcin que permite la composicin de dos momentos del Edipo,
en los schemas F y R entre I y A, o sea en Signos de percepcin (E.,
pp. 556-557; o) (vase captulo IV).
Y es al distinguir entre los dioses y la funcin del padre, entre
la funcin del actor y su papel, que se establece el rasgo de
estructura que permite la simbolizacin (Verneinung de Freud
sobre la base de los signos de percepcin), rechaza la evisceracin
imaginaria como lo mostramos ahora (Phersu, vase Introduccin,
p. 42), introduce al narcisismo y provoca la transferencia (vase
Introduccin, p. 45), diferencia la neurosis del retraso mental,
consiste en el trazo unario y corresponde al funcionamiento de la
estructura en su conjunto.
251
151
para disociar al individuo de su personaje, hay que reducirlo a
jirones (p. 292). En efecto, en Tristes trpicos, cuando analiza los
dibujos de las mujeres caduveas que ha recogido, luego de haber
notado su semejanza con nuestros juegos de cartas, cuyas figuras
son biseladas, e invocado la invencin de Lewis Carroll en el pas
de las maravillas, Lvi-Strauss ya pone de relieve ese toque de
crueldad asociada a la solucin de una dificultad experimentada
por los caduveos en la realidad en relacin con sus leyes
combinatorias de alianza y parentesco ([29 a], pp. 203 a 224).
Adorables civilizaciones cuyo sueo rodean las reinas
con sus afeites; jeroglficos que describen una inaccesible
Captulo VIII
La perspectiva torcida
La mirada y la voz
AGUJERO MOEBIANO
AGUJERO IMAGINABLE
CARAS
SEMITORSIONES
1. Invariantes
El plano proyectivo con dos agujeros es de gnero 1, como el
plano proyectivo real.
Su indicador de Euler-Poincar es 1.
La botella de Klein es de gnero 2. La botella de Klein con un
agujero es del mismo gnero 2 por definicin.
El indicador de Euler-Poincar de la botella de Klein es 0. La
botella de Klein agujereada una vez tiene como indicador -1.
El grupo fundamental de la botella de Klein es presentado por
dos generadores y una relacin, {a, b / a2= b2}.
2. Las encrucijadas de bandas con semitorsiones
En el captulo VI ya nos encontramos con la encrucijada de
bandas no torcidas. Es una presentacin del toro agujereado. Pero
las encrucijadas de bandas que exhiben semitorsiones tampoco nos
son desconocidas. Las tomamos como ejemplos de un problema
topolgico, el de la presencia o la ausencia de semitorsin efectiva
152
en un bretel que presenta o no una semitorsin aparente (captulo
III). Este problema se resolvi gracias a un indicador (invariante):
el nmero de borde de la estofa.
a - La encrucijada de bandas en que cada una de ellas lleva una
semitorsin
Partamos de un cuadrado I2, retazo de pao cuyos lados son
orientados por flechas que indican el modo de identificacin de los
bordes.
253
153
<L
Fig. 8
a - El agujero moebiano
154
Mediante un simple cambio de presentacin, podemos mostrar
que ese disco agu jereado provisto de un bretel torcido es una banda
de Mcebius agujereada una vez.
Fig. 15
258
259
Al deformar el rizo as producido, hacemos que pase debajo de ia figura,
y luego que d la vuelta por el otro
lado.
Una de ellas acaba de anularse
con otra semitorsin,
260
155
uniltera.
Agrandamos el agujero en
la parte no orientable
Al efectuar los cambios
de presentacin y la
inmersin del borde,
261
podemos reducir el
agujero del otro componente de borde
Se comprueba que
es un agujero en una
pastilla biltera,
Nos queda por considerar este caso, en que el agujero est entre
la zona moebiana y la zona biltera.
El agujero a lo largo del corte puede extenderse
hasta dar casi un giro
Al seguir el procedimiento es posible encerrar el agujero que constitua
antes indicado, mediante una un borde de la banda de Mcebius en un
inmersin de banda, agujero esfrico en la parte biltera.
Fig. 19
156
esfrico, terminamos la identificacin de un componente de borde
de una banda bipartita, es decir, la costura que une a lo largo de
todos sus puntos la cara del revs con la del derecho. Esta costura,
lnea sin puntos corte de un solo giro , estructura la banda de
Moebius, en laque en todos los puntos se unen el revs y el derecho.
La banda de Moebius, entonces, no es otra cosa que una serie de
lneas sin puntos.
Mientras que, en la segunda construccin, la costura transversa
c, que no identifica ms que una parte de un componente de borde
de la banda biltera, no estructura la banda de Moebius en una serie
de lneas sin puntos porque no cosemos el derecho con el revs a
lo largo de toda esta costura, sino nicamente en un ancho que no
habla de su estructura. Aqu, un agujero a no participa en la
a a'
Fig. 20
263
157
alabeados, es decir, efectivamente torcidos.
1. Bretel o puente
El primer rasgo pertinente es saber si esos breteles cualesquiera
se unieron a un mismo componente de borde o a dos componente
diferentes.
En efecto, hay dos maneras de agregar un bretel a una estofa:
a - enganchndola a un mismo componente de borde; conservaremos el trmino
bretel, que se emplea entonces en sentido
estricto;
a - enganchndola a dos componentes de borde; en este
segundo caso se trata de un puente.
2. En el caso de los breteles estrictos
Hemos tratado el problema de los breteles propiamente dichas,
es decir que se enganchan a un solo componente de borde de la
estofa considerada, en el captulo III.
En ese caso, el segundo rasgo pertinente, que nos sirvi para
decidir en cada situacin orientable o no orientable, consiste en el
cambio del nmero de borde producido por la composicin del
bretel considerado:
a - si el nmero de borde aumenta en 1, el bretel es no torcido;
a - si el nmero de borde se mantiene sin cambios, el bretel est
efectivamente torcido.
265
Habida cuenta de la teora de las superficies topolgicas intrnsecas (vase captulo II),
recordemos que una superficie topolgica
intrnseca se compone de cero, unao dos bandas de Moebius. Desde
ese punto de vista intrnseco, por lo tanto, no hay ms que una o dos
semitorsiones efectivas sobre breteles diferentes.
Si existen ms de dos breteles que tienen una semitorsin
efectiva, se reducen por pares en unas partes tricas que presentan
entonces un puente no torcido.
El nuevo problema consiste en pronosticar el carcter efectivo
o no de las semitorsiones sobre los puentes aadidos a una estofa,
ya exhiban o no una semitorsin aparente, dado que puede contemplarse cada uno de
estos casos.
3. En el caso de los puentes
En todos estos casos, el numero de borde pasa de dos a uno (b
= 2 >b = I); en el caso general d e b a b - 1. El criterio conservado
para apreciar la efectividad de las semitorsiones sobre los breteles
no permite distinguir los puentes efectivamente torcidos con
respecto a los no torcidos.
El tercer rasgo pertinente consiste en saber si el puente est
compuesto con una estofa biltera o uniltera.
a - Si el puente est compuesto en una estofa biltera
Para determinar la efectividad de las semitorsiones, hay que
agregar otro invariante. El resultado depende del cambio de
orientacin de la estofa producida por la composicin del puente.
(a) Si el nmero de caras se mantiene sin cambios, no hay
semitorsin efectiva, ya presente o no el puente semitorsiones
158
aparentes. Se constituye una parte trica correspondiente en los
schemas de Griffiths.
(a ) Si se pasa de una estofa biltera a una estofa uniltera, el
puente est torcido.
Pero, en ese caso, la teora de las superficies y el cambio de
presentacin, como lo mostraremos a continuacin en un ejemplo,
nos advierten de una equivalencia sorprendente. Un puente
alabeado, definido y aislado gracias a los criterios precedentes, es
equivalente a dos breteles que tengan, cada una, una semitorsin.
a - Si el puente est compuesto en una estofa uniltera
En ese caso, nunca hay semitorsiones efectivas, como lo
mostramos en lo que sigue.
266
159
nmero de caras.
Esta observacin basta para determinar el carcter torcido o no
torcido del puente.
He aqu algunos ejemplos.
Una estofa biltera. Una estofa uniltera. El
puente agregado est
efectivamente torcido.
Una estofa biltera. Este
puente es no torcido; la
semitorsin no es ms que
aparente.
Fig. 26
160
torcidos aplanados. Por lo tanto, directamente tenemos el schema
de Griffiths en s mismo.
Fig. 30
270
Basta con proponer otra descripcin de este objeto para ver que
est hecho de la composicin de un bretel sobre un mismo
componente de borde de una estofa que podemos describir. Y
comprobar que se trata de una botella de Klein agujereada (cuyo
nmero de borde es uno), sobre la cual se agrega un bretel con una
semitorsin aparente. Esta semitorsin es efectiva porque no
cambia el nmero de borde.
Fig. 32
161
Esta estofa puede presentarse, por deformacin,
como una composicin de bandas
Seleccionemos un bretel montado
sobre un mismo componente de
borde de la estofa que obtendremos sacndola
Obtenemos un bretel separado y una
estofa que tiene dos componentes de
borde
Fig. 34
272
L a t o p o l o g a d e s u p e r f ic ie
DE LOS SCHEMAS DE LACAN
Conclusin
162
cada uno de los tres schemas tomados por separado, segn unos
elementos homlogos que se encuentran en cada uno de ellos (E.,
p. 553, nota I; o).
La articulacin de los schemas de Lacan entre s tiene su razn,
entonces, en la superficie de esta estofa. Slo cuando llegamos a
disponer esos schemas en esta situacin se establece, como razn,
que el schema L se obtiene a partir del schema R por la retraccin
de la zona R y, asimismo, que es habitual transformar el schema R
en schema I, de acuerdo con las indicaciones dadas por el doctor
Lacan en sus escritos (E., p. 563; o). Puesto que esas transformaciones entre los
schemas apelan a la lgica del conjunto de los
trayectos pertinentes en la estofa; trayectos que el doctor Lacan
supo leer, pues en todo momento los comenta en su enseanza de
manera estricta.
Colocamos esos schemas sobre el plano proyectivo agujereado. En un primer caso
concerniente a los schemas R y L, est
agujereado una vez; en un segundo caso, en relacin con el schema
I, est agujereado tres veces. Llegamos a ello gracias a diversas
presentaciones del schemaF en el plano proyectivo agujereado dos
veces. El cierre de uno de esos dos agujeros organiza la discusin
de las diferentes presentaciones en el primer caso; un agujero
suplementario, y bien colocado, conduce a la presentacin del
segundo caso.
El agujero imaginable como ruptura de superficie encuentra
aqu una nueva funcin. Para la presentacin del plano proyectivo
sumergido en tres dimensiones es necesario un agujero imaginable,
con la venta ja de presentar una singularidad que es una falta, en vez
277
163
Si se estira de manera continua hacia arriba y la izquierda la
estofa sobre la cual est trazado el schema F, no construimos una
encrucijada de bandas segn el procedimiento ms simple mostrado en el ltimo
captulo.
Aqu, deformamos esos dos esbozos de breteles, siempre para
realizar una encrucijada de bandas torcidas. En el procedimiento
ms simple, los lados opuestos del cuadrado inicial se identifican
dos a dos, respetando su sentido o invirtindolo (toro, botella de
Klein, plano proyectivo).
278
Fig. 3
El aspecto menos simple de esta solucin obedece a las condiciones impuestas a las
letras situadas en el borde del schema.
Para comprobar la situacin de esta primera solucin, cerramos
uno de los dos agujeros de ese plano proyectivo agujereado dos
veces (vase captulo VIII, p. 257). Para ello, deformamos levemente
la figura colocando las dos bandas plegadas de tal manera que una
se extienda a lo largo de la otra.
Fig.5
164
Esta banda de Moebius agujereada presenta la particularidad de
tener un agujero, a travs de la zona rayada: lo denominaremos con
la ayuda de las letras I, i, m, M. Esta zona rayada es precisamente
la zona ms identi ficable como una banda de Moebius en el schema
F de partida, de acuerdo con la indicacin dada por Lacan a
propsito del schema R. Cerramos ese agujero todava presente en
nuestro ltimo dibujo, a fin de lograr la identificacin de los lados
del schema F. Este impone la distribucin de las letras en dos pares
(I, ) y (/., M), porque designan dos puntos distintos, y sus letras
respectivas designan ahora un mismo punto. Ese agujero aparece
entonces en nuestro dibujo como una hendidura tendida entre esos
pares a travs de una banda de Moebius. La composicin de
Percepcin y Concienciase realiza en la sucesin de las dos aristas
que, unidas, forman un ocho interior que efecta un doble giro en
el plano proyectivo.
281
165
esos puntos. Esos agujeros son puntos del plano proyectivo no
agujereado. Pero en nuestros dibujos, en el plano proyectivo
agujereado, son componentes del borde.
Luego cerramos nuestros dos tringulos en una banda que
presenta una semitorsin, donde se comprueba que se oponen
como las dos caras de una estofa. Al no formar los puntos S y A ms
que uno solo, hay que sealar que las flechas AI y Si se identifican
en ese momento en una misma arista que conjuga los Signos de
percepcin y lo Preconsciente de Freud.
El schema F, entonces, est cerrado, porque sus elementos se
identifican entre s y son identificables en la superficie del plano
proyectivo, mediante lo cual se sabe que los agujeros son puntos
de esta superficie topolgica cerrada.
Para verificarlo, planteamos ahora la cuestin del cierre de uno
u otro de los componentes de borde de ese plano proyectivo con
dos agujeros. Disponemos el ltimo bretel torcido, el que acaba de
constituirse, de manera que se extienda a lo largo de la banda de
Mcebius de la zona rayada.
Fig. 11
166
.. .despus de haber hecho que describiera un giro completo por el
exterior de la figura. Reducimos el agujero esfrico, que ahora
aparece como en el captulo VIII.
286
Fig. 19
Empieza a verse que ese agujero delimita el punto mM; prolongamos la reduccin del
tamao del agujero...
Fig. 20
288
Fig. 24
167
punto SA.
Fig. 27
Fig. 28
mI
Fig. 30
168
agujero moebiano. Se trata del modo nico de cierre del schema R
en la superficie del plano proyectivo.
En la figura 7, el agujero moebiano est en SA y hay otro
agujero a lo largo del segmento Im o tM, como se quiera.
En la figura 13, el agujero moebiano est en mM.
En la figura 21, el agujero est en la pastilla esfrica (es una
zona biltera cuyas caras son lo Imaginario y lo Simblico del
schema R). En la figura 14, ese agujero se realiz en la zona visible
SHay que saber que esta cara est adosada a la zona /que, por lo
tanto, tambin es horadada por el mismo agujero.
En la figura 28, el agujero moebiano se hace en el punto SA.
Lo mismo ocurre en la figura 32.
2. El schem a L cerrado segn la superficie del plano proyectivo
agujereado
a - La retraccin
Al estar cerrado el schemaRenlasuperficie del plano proyectivo
agujereado dos veces, el cierre de uno de esos dos agujeros nos
muestra cmo se lo puede disponer cerrado en la superficie de una
banda de Moebius. Deducimos de ello el modo de cierre del schema
L en esa misma estofa.
292
169
sujeto esta soledad con su otro. En ese estado, de atravesamiento
de la percepcin y la conciencia, el circuito del inconsciente est
cerrado.
3. El schema I, producto de la superficie del plano proyectivo
agujereado
170
la operacin de la ausencia de la madre. El padre se convierte en
el significante que metaforiza el falo bajo el aspecto del padre
muerto, debido a su desaparicin en su fundamento. Es este acto
el que falta en el caso de Schreber.
Ahora bien, en el primer captulo decamos que la funcin
paterna se anuda, en primer trmino, entre los vrtices I y A del
schema R, lugar del juicio de atribucin, o sea el segmento en que
se distinguen los Signos de percepcin de laPercepcin (E., p. 558;
o), Retomadaen el juicio de existencia, esta distincin compete,
en esa etapa de la enseanza de Lacan, al funcionamiento de
conjunto de esos schemas y estofas: es la funcin del trazo unario,
el perfil de su estructura de trazo como un corte.
La funcin de ese trazo no es inerte, resulta primordial en el acto
de la escritura y su correlato, el de la lectura. Se trata claramente
de la prctica de esa estructura que consiste en dividir en una
conjuncin, en reunir separando.
Sigamos ahora los desplazamientos de a y a entre esos schemas,
para leer en ellos que correlativamente al contorno del agujero P
por 1, para llegar a ocupar el lugar de P, se produce un contorno del
agujero <I>(1por i, que viene a ocupar el lugar vacante del falo y
provoca una hinchazn de la personalidad que se amolda a ese
pequeo i Otro muy poco fraternal.
Retomemos nuestra construccin a partir del schema R marcado por tres agujeros. Son
P(), O0y aa.
Fig. 35
296
171
de la figura, rodeando por debajo el agujero P() para llegar a ocupar
el lugar P (E., p. 563; o).
Fig. 39
172
que se sostiene, al cercenarlo de la verdad [vrit]. Por nuestra
parte, consideramos que esta posicin no es inaccesible, y es por
eso que proponemos desde ahora su estudio. Lo imposible de esta
estructura nos transmite el perfil de su funcionamiento. Por ser
estructura de lenguaje, por tener efecto de palabra, el ssamo del
inconsciente no es insoluble, pero exige del analista que vuelva al
modo de su cierre (E., p. 838; w). Lacan tom de las indicaciones
de Freud los elementos de su topologa bajo el aspecto de hiancia,
latido, alternancia de succin. Hemos reducido las paredes de la
caverna a lo ms cercano posible a una combinatoria de elementos
limitados donde la funcin de borde juega en lo que se cierra.
299
a r e p r e s e n t a c i n e n l a t o p o l o g a
Apndice
Elementos para una teora de la representacin y el objeto
Captulo I
La ausencia y el pozo
Topologas en la superficie del plano proyectivo
Como lo explicamos con precisin en el Apndice del fascculo
n 1, emprender un estudio de la topologa del plano proyectivo es
definir:
a) un espacio (una multiplicidad), y
b) las operaciones topolgicas (continuas) permitidas en ese
espacio.
De la definicin de esas transformaciones se deducen los
invariantes que caracterizan los objetos (subespacios).
El plano proyectivo real no puede sumergirse en el espacio de
dimensin tres, es decir que no puede ser representado en cuanto
tal (vase captulo II). No podemos elegirlo como multiplicidad de
nuestra topologa porque queremos presentarla mediante dibujos
o modelos factibles de construirse. Diferentes modelos (realizaciones) factibles de
construirse en el espacio de dimensin tres, pollo tanto representables, pueden cumplir
la funcin de la multiplicidad necesaria para la buena definicin de nuestra topologa
del
plano proyectivo, con la condicin de que las transformaciones
definidas dentro de esa multiplicidad correspondan a unas transformaciones definidas
en el plano proyectivo real.
Vamos a limitar nuestra investigacin de la topologa del plano
proyectivo real a la topologa de dos tipos de objetos de este
espacio. Estos sern:
1) a - la topologa de los trayectos cerrados en el plano
proyectivo (sumersin de crculos en el plano proyectivo); y
a - las deformaciones isotpicas (continuas) de esos trayectos. 2) a - la topologa de
los coloreados de las caras de una estofa
que tenga la estructura del plano proyectivo; y
a - el protocolo de coloreado correcto para la topologa del
plano proyectivo.
173
Para las necesidades de la representacin, varias realizaciones
(modelos, en tela de lino si se quiere) del plano proyectivo pueden
servir de multiplicidad. Consideraremos dos: el cross-cap (o gorro
cruzado) y la banda de Mcebius. Por estar sometidas a transforma303
304
174
sumergidas en el espacio de dimensin tres. En
la vecindad de esta lnea de puntos singulares (o mltiples) del
cross-cap, lnea que las estofas sumergidas no presentan, la estofa
se comporta localmente como un diedro, es decir, la interseccin
de dos capas de estofa.
Fig. 2
El perfil del corte que define dos bordes sobre cada una de las
dos mitades es un ocho. La lnea singular es simple, no hay que ver
en ella complicaciones pero s entender claramente que su descripcin se mantiene
fuera de la presentacin de la topologa del plano
proyectivo real en la medida en que no est acompaada por un
protocolo de uso preciso.
a - Objetos
Para presentar esta topologa, tenemos que precisar, con respecto a objetos
(subespacios) de ese espacio, que slo consideramos aqu los trayectos cerrados
solidarios de laestofadel cross-cap
que respetan localmente, a lo largo de la lnea de singularidad, la
capa del diedro que siguen.
305
Trayecto rechazado
Fig. 4
Los trayectos inmergidos de esta manera estricta en la superficie del cross-cap lo son
en el espacio R3, donde aqul est
construido. Corresponden a los trayectos sumergidos en el plano
proyectivo real.
a - Transformaciones
Las transformaciones a las que sometemos esos trayectos son
deformaciones continuas que los hacen solidarios de la estofa,
como sus lados lo son del sedoso.
T j: estas transformaciones obligan a los trayectos incluidos en
una capa del diedro local, cuando tocan la lnea de singularidad, a
atravesar la otra.
Estos trayectos no pueden valerse de la otra capa.
Fig. 6
Trayecto admitido
306
Fig. 7
175
Dejamos para un estudio de las singularidades de inmersin,
que no es nuestro objetivo hacer aqu, la cuestin de la diferencia
que pueden presentar los dos puntos extremos de esa lnea de
singularidad. Con lo que hemos dicho, los trayectos se comportan
de manera tal que no dejan la estofa en la vecindad de esos dos
puntos, as como nunca lo abandonan en ningn punto.
Decimos que esas transformaciones son transformaciones de
inmersin u homotopa de los trayectos en el modelo inmergido
que es el cross-cap.
Una vez tenidas en cuenta estas precisiones, podemos efectuar
la transformacin (de un crculo en la superficie del cross-cap en
esta topologa del plano proyectivo), que ser una transformacin
topolgica en el plano proyectivo. Esto nos permitir acercarnos a
su estructura mediante el dibujo. Se trata entonces de un buen
modelo y una buena simulacin.
Partiendo de un punto fuera de la lnea
Estudiemos la extensin de un crculo alrededor de un punto,
con la precaucin de poner este punto fuera de la lnea de singularidad.
(0) Las flechas indicadoras de la exten- (1) Efectuamos una deformacin del
sin son utilizadas por el doctor Lacan en crculo
el schema I, marcadas en el borde de los
agujeros <f>0 y P0 (E., p. 571; o)
176
misma capa del diedro.
(10) E l trayecto se separa del punto (11) Mediante la prolongacin de la
extremo ai desplazarse hacia abajo. transform acin continua, vemos a
nuestrocrculo disponerse como ocho
interior.
Flg.8
dar una simple lnea. Cada punto del crculo, orientado por una
flecha que indica la extensin, acaba por anular otro punto del
crculo provisto de una flecha opuesta. La lnea obtenida est hecha
de puntos que se anulan dos a dos.
Fig.9
177
podemos restablecer la banda de Mcebius, pero la orientacin
relativa al trayecto muestra que hay algo que se invirti.
Fig. 10
178
el principio local del diedro. Si una capa de estofa en la vecindad
313
Captulo II
La construccin inteligible
De la presentacin inmersa
de los estofas no orientables
1. Construccin del modelo inm erso del plano proyectivo
179
a considerar el plano proyectivo slo una vez habida cuenta de
singularidades que falsean su concepcin.
La banda de Moebius es ya una solucin, porque se trata de un
plano proyectivo agujereado. El agujero es una singularidad que
noexiste en el plano proyectivo real. l inters de esta presentacin
del plano proyectivo como una banda de Moebius radica en el
hecho de que no hay otra singularidad que el agujero y que, por su
parte, la banda de Moebius puede hundirse ntegramente en el
espacio de dimensin tres, es decir que se la puede representar en
cuanto tal. As, pues, es la mejor representacin de la estructura.
La otra solucin consiste en construir un cross-cap que presente
una lnea de puntos singulares a partir de la banda de Moebius. Para
evitar una sobrecarga de singularidades que provoque confusin
con respecto a la estructura, construimos el cross-cap tomando
como lnea de puntos mltiples (lnea de inmersin) la lnea de
pliegue (lnea de perspectiva: lnea que no es un borde; vase
captulo I) de la banda de Moebius.
315
Fig. 2
180
Fig. 7
Fig. 8
Cerramos la construccin.
El gorro cruzado visto desde otro ngulo, donde aparece una lnea de pliegue
Fig. 9
319
Retiramos la pastilla, a la que suponemos en medio del gollete,
en el lugar donde ste atraviesa la estofa del cuerpo
de la botella (lnea de inmersin)
Fig. 11
181
alargndolo, de manera que se retraiga la arista suplementaria del grafo que
nos sirve de apoyo intuitivo
Fig. 13
320
Prolongamos esta transformacin, y el qrafo se deforma de este modo
Fig. 14
Retraemos una vez ms la parte de arriba;
en esta rotacin desaparece una lnea de pliegue, hasta formar una banda
Fig. 16
321
y luego tambin del otro lado
Fig. 15
Retraemos la porcin cilindrica que
presenta un puente con la arista de
nuestro grato incluida
Podemos darle esta presentacin
mediante una ampliacin del puente
que sealbamos anteriormente
Desplazamos hacia arriba la atadura de la tira hasta hacer que pase
una semitorsin (vase captulo I)
La parte cilindrica puede ser deformada de este modo, con lo cual se
ve mejor el grafo
Fig. 17
Suprimimos las semitorsiones in
tiles y una lnea de pliegue de
arriba
Fig. 18
Se crea entonces una semitorsin
sobre esa tira, que puede retraerse
al prosequir su recorrido
Fig. 19
Esta estofa puede presentarse de manera
ms simtrica: se trata claramente de
dos bandas de Mcebius, o sea una
botella de Klein agujereada
(vase captulo II)
Fig. 20
322
Captulo III
El psicoanlisis adornado
con el prestigio del no es[pacio] (nespace)
I ,os schemas de Lacan en la superficie del cross-cap
1. El schema R y el schema L de Lacan en la superficie del plano
proyectivo inmerso
Es fcil, aunque poco directo, remitirse a la mostracin del
primer captulo de este Apndice, ms precisamente al dibujo 1 1
de la figura 8 y a las figuras 9 y 10, para situar el campo de la
realidad en el cross-cap. Es una banda de Moebius.
Fig. 1
182
Los dos lados del schema F, AI y Si, orientados por una flecha,
se identifican igualmente aqu en una arista de grafo.
El corte (im, MI) se atraviesa mediante la retraccin del campo
R de la realidad, para dar una lnea sin puntos.
323
Fig.2
Fig. 5
183
que obtenemos sobre la banda de Moebius
Fig. 8
I
I
n d ic e
n d ic e
A
G
n a l t ic o
,B
ib l io g r a f a s
eneral
Indice analtico
La prim era ap aricin de cada uno de los trm inos em pleados en el te xto 110
siem pre esl acom paada por su d e fin ic i n . A s, el lecto r encontrar indicadas
dos c ili as al lado de cada trm ino. L a prim era rem ite a su p rim e ra ap aricin en
el le x lo . la segunda al lugar en que se lo define. Hem os adoptado esta m anera de
presentar las cosas a raz de que slo se aprende bien lo que ya se sabe
(m alhem ata, materna).
agujero X - X II
im ag inab le 36 - 36
m oebiano X - 258
real 149 - 149
t rico 4 8 - 4 8
alienacin 28 - 29
alm a 42 - 249
angustia 17 - 17
a n illo 9 - 9
anulacin de borde 1 2 2 - 122
aparato psquico IV - 18
arista IX - 7 8
atravesam iento del fantasm a 310
banda 7 9 - 8 6
de M rebius X - 85
2-banda de M cebius 8 4 - 8 4
borde X - 79
que consiste 1 2 2 - 123
que insiste 123 - 123
bo tella de K le in 25 - 84
agujereada 84 - 85
bretel
alabeado 105 - 105
en sentido a m p lio 70 - 70
en sentido estricto 101 - 101
to rcid o 9 0 - 105
cadena 21 - 39
de borde 39 - 39
cara 9 - 7 8
ocu lta 1 3 7 - 137
de un d isco 0
184
de una m oneda 1 0 6 - 106
de un em pedrado 7 8 - 7 8
casquete esfrico 209 - 209
castracin, -<)> 41 - 4 4
c ic lo 1 6 - 1 1 9
cie lo-borde 1 2 0 - 120
cierre de los agujeros 80 - 80
cinta 6 2 - 7 0
cociente 60 - 60
codim ensin 37 - 94
coloreado 60 - 63
com ponente de borde 47 - 79
C onciencia, Cs V - 25
consistencia 1 4 - 6 1
corte IV - 132
que subvierte
la estructura 13 2 - 132
cross-cap X - 304
cuerpo 1 3 - 2 8
culpa 23 - 58
deseo IX - 46
dim ensin X I - 14
disco 35 - 85
agujereado 86 - 87
doble IV - 160
dos I - 13
E dipo 23 - 29
elem ento
de base 83 - 83
de borde 7 4 - 7 4
de su p erficie 7 7 - 7 7
e llo , Es- IV - IV
em pedrado 7 8 - 7 8
orie ntab le po r caras 1 2 5 - 125
encrucijada
de bandas 34 - 264
de cintas 70 - 264
esfera I X - 8 4
agujereada 34 - 85
con asas 16 0 - 160
con dos agujeros 8 6 - 8 6
con tubos 16 2 - 162
de S oury 91 -9 1
329
estofa 1 0 - 1 0
agujereada 50 - 50
b latera 2 6 - 1 0 6
con borde que consiste 123
con borde que insiste 123
sin borde 4 5 - 4 6
uni latera 2 6 - 1 0 6
estructura
del lenguaje V il - 43
del sujeto 1 4 - 1 8
excrem entos 26 - 26
existe ncia X - 46
extrem o 77 - 77
extrnseco X I - 37
falo , i. tD. S, X I I - 21
fantasm a, $ 0 a X I - 25
fe tich e 25 - 39
fo rc lu s i n 101 - 101
fo rro 25 - 236
fro n te ra 78 - 125
generador 48 - 118
gnero 2 6 - 1 1 3
goce 27 - 53
del O tro . J A 5 3 - 5 8
l'lico, JtJ> 53 . 58
grafo
de m ontaje 1 2 4 - 1 2 4
de recorte 124 - 124
g ra fo de un em pedrado 78 - 78
grupo
de ho m o lo g a 3 8 - 1 1 9
de hom otopa 38 - 117
fundam ental 4 5 - 1 1 7
ho m o lo g a 38 - 79
185
re la tiva 121 - 121
h o m oto pa 38 - 118
de cintas (o de bandas) 7 2 - 7 2
del borde 7 1 - 7 1
Ideal del yo, I, S l ( A) 19 - 53
id e n tific a c i n 2 0 - 2 0
de borde 1 2 3 - 1 2 3
Im a g in a rio V II - 27
Inconsciente 1 - 1 8
in co rp o ra ci n
27
- 27
in d ic a d o r d e E u 1 e r-P o in c a r 6 9 - 1 1 0
inmersin 40 - 40
insistencia XII - 45
intrnseco XI - 37
introyeccin 23 - 47
invariante VII - 99
algebraico 109-109
aritmtico 109 - 109
topolgico 13 -9 9
inversin del toro 164 - 200
involucin significante X - 233
izquierda (orientacin) 81 - 105
jirn 28 - 77
lado 29 - 30
de una superficie 137-137
lazo 117-117
lnea
de la extensin 35 - 307
de la intensin 35 - 310
sin puntos 3 5 -3 1 0
lleno 6 6 -6 7
madre, M, objeto primordial 19-19
mscara 41 - 249
metalenguaje 43 - 83
mierda 26 - 157
mirada 111-26
montaje
de pedazos de estofa 77 - 78
falso 122-122
orientable por pedazos 125-125
verdadero 122 - 122
narcisismo V - 40
neurosis VI - 23
no orientable X - 109
nudo IV - 37
de borde XI - 39
trico 157-167
nmero
de borde 69 - 69
de caras 65 - 65
objeto a XIV - 25
oreja 104 - 104
orientable X - 107
Otro, A 19 -1 9
330
Oll'O. IIII. i(ll) V - 19 S im b lico V il -4 5
sujeto. Es, $ V - 25
padre, 1 2 1 - 5 7 sum ersin X I - 4 0
pase 24 - 3 1 0
sup erficie IV - IV
pa stilla 7 7 - 7 7 con borde 39 - 80
pecho 26 - 26 de S eilert 62 - 62
pe da/o do tensin 3 9 - 6 1
b ic o lo r 63 - 133
no o rie ntab le X - 106
186
de estola 4 2 - 7 7
orie ntab le X - 106
m o nocro m o 6 2 - 1 3 3
sin borde 39 - 80
pene, (|> 1 7 - 5 9
P ercepcin, P V - 25 tensin 1 7 - 5 4
100
perversin
- 100 to p ologa algebraica 39 - 39
placer V III - 54 toro V II - 8 4
plano p ro ye ctivo X - 84 agujereado 84 - 85
agujereado 84 - 85 torsin 1 3 - 7 1
pliegue 4 8 - 6 2 traduccin 1 - 83
Preconsciente V - 18 transferencia 111-45
prem atu racin 2 8 - 2 8 tra nsform acin to p o l g ica 69 - 69
proyeccin 3 0 - 4 7 trayecto IV - 113
psicosis 59 - 294 t rico 1 0 - 167
21 -2 1 trazo unario 18 - 18
puente 101 - 101 tria ngula cin 7 8 - 7 8
pu dor
p u lsi n , $ 0 D V - 60
punto fuera de la lnea 36 - 307 vaco 28 - 66
variedad IV - 13
Real X I -5 9 vrtice
realidad I X - 2 4 -fronte ra 1 2 5 - 125
recorte o rie ntab le puro fro ntera 125 - 125
po r pedazos 1 2 2 - 125 que consiste 1 2 4 - 124
reduccin m atem tica 4 8 - 4 8 que insiste 1 2 4 - 124
re peticin V II - 2 3 3 v rtice de un grafo 3 4 - 7 8
representacin X I - 14 voz III - 26
represin 25 - 233
re ve stim ie n to 25 - 236 yo, a, a ni V - 19
rizo X II - 7 4 yo ideal, i, i(a ) V I - 23
schem a de la letra 52 IV - IV zona I 1 6 - 2 1
schem a F V III - V III zona R 1 6 - 2 0
schem a 1 277 - 277 zona S 1 6 - 2 1
schem a L V IH - V III zona
schem a R V III - V III e x te rio r 9 - 9
schemas de G riffith s 91 -9 1 in te rio r 9 - 9
segm ento V - 77 llena 67 - 67
sem itorsin 4 8 - 6 2 vaca
aparente
101
101
66
- 66
- 101
efe ctiva
- 101
separacin I V - 2 9
S ignos de percepcin, Ps V - 18
331
Bibliografas
Obras de Freud y escritos de Lacan, acompaados por algunos
seminarios
111 Signiund Freud
a. Contribution ci la conception des apliaxies, Pars, PUF, 1986
[traduccin castellana: La afasia, Buenos Aires, Nueva Visin,
1986].
b. La Naissance de la psychanalyse, Pars, PUF, 1956 [traduccin
castellana: Los orgenes del psicoanlisis, en Obras completas
(OC), t. III, Madrid, Biblioteca Nueva, 1968],
c. L Interprtation des rves, Pars, PUF, 1926 [trad. castellana: La
interpretacin de los sueos, en OC, 1. 1],
d. Psychopathologie de la vie quotidienne, Pars, Payot, 1985
[trad. castellana: Psicopatologa de la vida cotidiana, en OC, 1. 1],
e. Trois essais sur la thorie de la sexualit, Paris, Gallimard, 1962
[trad. castellana: Una teora sexual, en OC, t. I].
e'. Trois essais sur la thorie du sexuel, La Transa, 1984.
f. Le Mot d esprit dans ses rapports avec l inconscient, Paris,
187
Gallimard, 1930 [trad. castellana: El chiste y su relacin con lo
inconsciente, en OC, t. I],
g. Des Sens opposs des mots primitifs , en Essais de psychanalyse
applique, Paris, Gallimard, 1933 (trad. cast.: El doble sentido
antittico de las palabras primitivas, en OC, t. II].
h. Totem et tabou, Paris, Payot, 1912 [traduccin castellana:
Ttem y tab, en OC, t. II].
i. Pour introduire le narcissisme, en La Vie sexuelle, Paris, PUF,
1969 [trad. castellana: Introduccin al narcisismo, en OC, 1.1].
j. Mtapsychologie, Paris, Gallimard, 1968 [traduccin castellana:
Metapsicologia, en OC, 1.1],
k. Introduction ci la psychanalyse, Paris, Payot, 1965 [traduccin
castellana: Introduc-cin al psicoanlisis, en OC, t. II].
1. Au-del du principe du plaisir, en Essais de psychanalyse,
Paris, Payot, 1984 [trad. castellana: Ms all del principio del
placer, en OC, t. I].
m. Psychologie des foules et analyse du m oi, en Essais de
psychanalyse, Paris, Payot, 1984 [trad. castellana: Psicologa de
las masas, en OC, 1.1].
n. Le M oiet le a, en Essais de psychanalyse, Paris, Payot, 1984
[traduccin castellana: El yo y el ello, en OC, t. II],
o. Nouvelles confrences de psychanalyse, Paris, Gallimard, [trad.
cast.: Nuevas aportaciones al psicoanlisis, en OC, t. II].
333
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g P a la b ra s a c e rc a d e la c a u s a lid a d p s q u ic a
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h I n t e r v e n c i n s o b r e la t r a n s fe r e n c ia
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j I n tr o d u c c i n a l c o m e n t a r io d e J. H y p p o lit e s o b re la V e r n e in u n g d e F re u d .
R e s p u e s ta a l c o m e n t a r io d e Je a n H y p p o lit e s o b re la V e r n e in u n g d e F re u d .
S e m in a rio de t c n ic a fre u d ia n a del 10 de fe b re ro de 19 5 4 , re a liz a d o en c ln ic a de la F a cu lta d
del H o s p ita l S a in t-A n n e , co n sa g ra d o los aos 1 95 3/54 a los
Psiquiatra,
188
1 E l s e m in a r io s o b re L a c a r ta ro b a d a
P ro n u n c ia d o el 2 6 de a b ril de 1955. E s c rito e n tre m a y o y ago sto de 1956. A p a re c i en
El
psicoanlisis,
n m e ro espe cial de o c tu b re -
334
d ic ie m b re 1956 p o r la c o n m e m o ra c i n del c e n te n a rio d e l n a c im ie n to de F re u d .
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A p a re c i en el a" 131 de la re v is ta
Crtica,
q La s ig n ific a c i n del fa lo
El psicoanlisis,
El psicoanlisis,
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1979 ftracl. castellana: Homenaje hecho a Marguerite Duras, en
Conjetural n 3, Buenos Aires, abril de 1984].
b. Introduction de Scilicet au titre de la revue de l cole freudienne de
Paris ", en Scilicet n 1, Paris, Seuil.
c. Proposition du 9 octobre 1967 sur le psychanalyste de l E co le, en
Scilicet n 1, Paris, Seuil [trad. castellana: Proposicin del 9 de octubre
de 1967 sobre el psi-coanalista de la cole, en Ornicar? n 1, Barcelona,
Petrel, 1981],
d. La M prise du sujet, suppos savoir, en Scilicet n 1, Paris, Seuil.
e. La Raison d'un chec, en Scilicet n 1, Paris, Seuil.
f. Radiophonie, en Scilicet n 2/3, Paris, Seuil [traduccin castellana:
Radiofona, en Psicoanlisis, radiofona, televisin, Barcelona,
Anagrama, 1980].
g. L ituraterre, en Littrature n 1, Pars, Larousse, 1971.
h. L E tourdit, en Scilicet n 4, Pars, Seuil [traduccin castellana: El
189
atolondradicho, en Escansin n 1, Buenos Aires, Paids, 1984].
i. " la lecture du 17 dcem bre, en Ornicar? n 2.
j. Tlvision, Paris, Seuil, 1974 [trad. cast.: Televisin, en Psicoanlisis, radiofona, televisin,
Barcelona, Anagrama, 1980].
S. I. Sminaire 1, Les crits techniques de Freud, Varis, Seuil, 1975 [trad.
cast.: El Seminario. Libro 1. Los escritos tcnicos de Freud. 1953-1954,
Buenos Aires, Paids, 1981],
S. VII. Sminaire VII, L thique de la psychanalyse, Paris, Seuil, 1986
[trad. castellana: El Seminario. Libro 7. La tica del psicoanlisis. 19591960, Buenos Aires, Paids, 1988].
S. XI. Sm inaire XI, Les Q uatre concepts fo n d a m en ta u x de la
psychanalyse, Paris, Seuil, 1973 [trad. castellana: El Seminario. Libro 1 1.
Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanlisis. 1964, Buenos
Aires, Paids, 1986],
S. XX. Sminaire XX, Encore, Pars, Seuil, 1975 [traduccin castellana:
El Seminario. Libro 20. Aun. 1972-1973, Buenos Aires, Paids, 1981].
S. XXII. Sminaire XXII, RSI, en Ornicar? n 5.
S. XXIV. Sminaire XXIV, L Insu que sait de l Une-bvue s aile
m ontre, en Ornicar? n 12/13.
336
190
113] W. Hurewicz y H. Walman, Dimension theory, Princeton,
1941.
114] R Engelking, Dimension theory, Nueva York, Worsoland
Mathematical Library, 1978. Esta obra contiene una importante
bibliografa.
337
Bibliografa general
[15] G. Bataille, Lascaux ou la naissance de l art, Paris, SkiraFlammarion, 1980.
[16] N. Bourbaki, Elments de mathmatiques, Hermann, 1970
191
Palabra dada, Madrid, Espasa-Calpe, 1986],
[30] M. M erleau-Ponty, Le Visible et l invisible, Pars, Gallimard,
1964 [traduccin castellana: Lo visible y lo invisible, Barcelona,
Seix-Barral, 1970],
[31] B. Ogilvie, Lacan et la formation du concept de sujet, Paris,
PUF, 1987.
[32] H. Poincar,
Indice general
Presentacin de la serie de los fascculos de resultados I a XVIII
EL ESPEJISMO DE LA TOPOLOGIA
Para introducir................................................................................ 13
1. El nacimiento de la dimensin, a - La dimensin es un invariante
topolgico. a - El nmero de ellos [dos] es lo Imaginario. (A) Incidencia de la
repeticin. (A ') Composicin de percepcin y conciencia, a - Estofas.
a - Lacan
juegos de la dimensin, a - Lo Imaginario es el cuerpo. (A) La involucin
significante. ( A ') La dinmica de los cortes.
los
192
3 . El pasaje, la ptica
341
Captulo I I .......................................................................................77
LA ESTOFA DEL CLASICISMO Y LA SUPERFICIE PARA LACAN
Teora de las superficies lopolgicas intrnsecas
NMERODEBORDE
S C H E M A S P .Q .R .
4. Conclusin.
193
orientables y no orientables por pedazos, a, Teora de los recortes orientables por pedazos. Corolario principal, a, - Las
estofas desorientadas. Teorema de reorientacin, a, - Teora de los recortes
orientables y no orientables por pedazos. a4 - Una modalidad del gnero de las
superficies no orientables.
342
1. Invariantes
2. La estera como una estofa sin borde, a, - Intensin yextensin sobre
la esfera, a, - El grato en laesfera. a? - Mostracin de la incidencia de la repeticin.
1. En el caso en que la zona ^consiste. 2. En el caso en que la zona ^est retrada,
el caso del schema L.
3. La esfera agujereada, a! - Tentativa de construccin de la esfera por
identificacin de los lados de un cuadrado, a, - Un agujero en la esfera, a, - Dos
agujeros en la esfera. a4 - n agujeros en la esfera, a. - Pasarela de un agujero a dos
agujeros, a - Incidencia de los agujeros sobre los invariantes.
4. Conclusin.
LA DESCRIPCIN DE LA CAVERNA
Captulo V .................................................................................... 157
LASUBVERSIN DE LOS INTERDICTOS: EL JUEGO Y LA TOPOLOGA
Una mierda
AGUJEROTRICO
1. Invariantes.
2. El toro simple,
3. Los multitoros.
343
lazos sobre el loro simple. Dos lazos sobre el doble toro. Dos lazos sobre el triple
loro. Tres lazos sobre el doble toro. Tres lazos sobre el triple toro. a4 Suplementariedad entre los trayectos multricos y los gratos multitricos. a, Paridad del corte suplementario aagregar aunos trayectos multricos para dividir
la estofa en dos partes simtricas. Un redondel puesto sobre el 4-toro. Dos
redondeles puestos sobre el 4-toro. Un redondel puesto sobre el 5-toro. Dos
redondeles puestos sobre el 5-toro. La relacin entre gnero, redondeles y corte.
a, - El anudamiento de estofas multitricas.
o
4. Conclusin.
EL GRAN TAMAO DE LOS TOROS
Agujereados, cortados
AGUJEROTOR1CO-AGUJEROIMAGINABLE-CARAS
1. Invariantes.
2. El toro agujereado, a! - Presentacin del toro agujereado, a, - Mostraciones
194
de la inversin del toro. I. Un toro horadado por un agujero imaginable. 2. A
partir de dos anillos enlaza-dos. 3. Un toro constituye armadura en otro toro que
lo envuelve, horadado por un agujero. a3 - Intercambio de los giros meridianos
y longitudes en la inversin del toro.
3. El toro cortado. a, - Cortes segn los trayectos tricos. Corle de una esfera
con asa segn un meridiano. Corte de una esfera con asa segn un longitud. Corte
de una esfera con asa segn un trayecto compuesto por un longitud y un
meridiano. Trayecto que encierra los dos pies de un asa. Corte reductible sobre
un asa de una esfera con asa. Corte de un doble toro segn un trayecto medio.
El doble Ioro cortado segn uno de sus meridianos. EL doble toro cortado segn
uno de sus longitudes. Un trayecto meridiano compuesto con un trayecto longitud
en el doble loro. Corte de una esfera con tres asas segn un trayecto que pasa debajo de un asa y entre las
otras dos. Corte de un triple toro segn un trayecto que
toma un asa y gira en torno del pie de las otras dos. Corte del toro segn el
enlazamiento sumergido en su estofa. Corte del toro segn el nudo de trbol
sumergido en su estofa. Corte de una esfera con asas segn un meridiano sobre
un asa y un trayecto que rodea un pie de sta y los dos pies de la otra. Una esfera
con asas recortada por el nudo de Whitehead. El triple toro recortado por una
cadena trivial. Corte del triple toro segn el mulo borromeo. a, - Recorte segn
un grafo.
4. Conclusin.
LAINVOLUCINSIGNIFICANTEYEL
a,
JUEGORELATIVODELOSCORTES
La mirada
AGUJEROM0EB1AN0-CARAS
Captulo VI 199
Captulo VII 233
344
1. Invariantes.
2. La involucin significante. a ( - La presentacin por L tourdit. a2-Los
caballitos ele Tarquinia.
4. Las mscaras
Captulo V III...............................................................................253
LA PERSPECTIVA TORCIDA
La mirada y la voz
AGUJEROMOEBIANO-AGUJEROIMAGINABLE-CARAS-SEMITORSIONES
1. Invariantes
2. Las encrucijadas de bandas con semitorsiones. a, - La encrucijada de bandas en que cada
una de ellas lleva una semitorsin. a, - La encrucijada
cu la que una sola banda est plegada. a3 - Cierre del agujero esfrico de la
encrucijada de bandas torcidas.
a, - El agujero moebiano. a, Mostracin de la equivalencia de los dos agujeros, a, - Agujero y zona moebiana.
El agujero est en la zona moebiana. El agujero est contra la zona moebiana.
a4 - Correspondencia entre las dos construcciones de la banda de Mcebius.
4. Volvamos a nuestras semitorsiones. a, - Construccin de las estofas
cualesquiera. I. Las multiencrucijadas. 2. Un bretel aadido a un schema de
Griffiths, a, - Montaje de un bretel sobre una estofa cualquiera. I. Bretel o puente.
2. En el caso de los breteles estrictos. 3. En el caso de los puentes, a - En el caso
de una estofa bilitera. El puente efectivamente no torcido. El puente, efectivamente torcido, a ' - En una
estofa uniltera. El puente sin semitorsin aparente. El
195
puente con semitorsin aparente.
LA TOPOLOGIA DE SUPERFICIE
DE LOS SCHEMAS DE LACAN
Conclusin................................................................................... 277
LO DICHO A MEDIAS SOLIDARIO DE LA ESTOFA
Cierre de los schemas en la superficie del plano proyectivo
AGUJERO IMAGINABLE
LA REPRESENTACION EN LA TOPOLOGIA
Apndice
Elementos para una teora de la representacin y el objeto
Captulo I ......................................................................................303
LA AUSENCIA Y EL POZO
Topologas en la superficie del plano proyectivo
II......................................................................................315
LA CONSTRUCCIN INTELIGIBLE
De la presentacin inmersa de las estofas no orientables
Captulo I I I .................................................................................. 32 1
EL PSICOANALISIS ADORNADO CON EL PRESTIGIO DELNO liS| lA( l( )|(nYs|>uv)
Los schemas de Lacan en la superficie del cross-cap
Indice analtico............................................................................329
Bibliografas
Obras de Freud y escritos de Lacan, acompaados de algunos
seminarios.....................................................................................333
Bibliografa relativa a la teora de las superficies topolgicas
intrnsecas.....................................................................................337
Bibliografa relativa a la teora de la dimensin.....................337
Bibliografa general.................................................................... 338
Indice general .............................................................................. 341
347