Guia 1 Problemas Del Conocimiento
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MEDITACIONES METAFSICAS
Por Ren Descartes
Meditacin primera;
De las cosas que pueden ponerse en duda
He advertido hace ya algn tiempo que, desde mi ms temprana edad, haba admitido como
verdaderas muchas opiniones falsas, y que lo edificado despus sobre cimientos tan poco
slidos tena que ser por fuerza muy dudoso e incierto; de suerte que me era preciso
emprender seriamente, una vez en la vida, la tarea de deshacerme de todas las opiniones a
las que hasta entonces haba dado crdito, y empezar todo de nuevo desde los fundamentos,
si quera establecer algo firme y constante en las ciencias. Mas parecindome ardua dicha
empresa, he aguardado hasta alcanzar una edad lo bastante madura como para no poder
esperar que haya otra, tras ella, ms apta para la ejecucin de mi propsito; y por ello lo he
diferido tanto, que a partir de ahora me sentira culpable si gastase en deliberaciones el
tiempo que me queda para obrar.
As pues, ahora que mi espritu est libre de todo cuidado, habindome procurado reposo
seguro en una apacible soledad, me aplicar seriamente y con libertad a destruir en general
todas mis antiguas opiniones. Ahora bien, para cumplir tal designio, no me ser necesario
probar que son todas falsas, lo que acaso no conseguira nunca; sino que, por cuanto la
razn me persuade desde el principio para que no d ms crdito a las cosas no enteramente
ciertas e indudables que a las manifiestamente falsas, me bastar para rechazarlas todas con
encontrar en cada una el ms pequeo motivo de duda. Y para eso tampoco har falta que
examine todas y cada una en particular, pues sera un trabajo infinito; sino que, por cuanto
la ruina de los cimientos lleva necesariamente consigo la de todo el edificio, me dirigir en
principio contra los fundamentos mismos en que se apoyaban todas mis opiniones antiguas.
ocurrido soar, por la noche, que estaba aqu mismo, vestido, junto al fuego, estando en
realidad desnudo y en la cama! En este momento, estoy seguro de que yo miro este papel
con los ojos de la vigilia, de que esta cabeza que muevo no est soolienta, de que alargo
esta mano y la siento de propsito y con plena conciencia: lo que acaece en sueos no me
resulta tan claro y distinto como todo esto. Pero, pensndolo mejor, recuerdo haber sido
engaado, mientras dorma, por ilusiones semejantes. Y fijndome en este pensamiento,
veo de un modo tan manifiesto que no hay indicios concluyentes ni seales que basten a
distinguir con claridad el sueo de la vigilia, que acabo atnito, y mi estupor es tal que casi
puede persuadirme de que estoy durmiendo.
As, pues, supongamos ahora que estamos dormidos, y que todas estas particularidades, a
saber: que abrimos los ojos, movemos la cabeza, alargamos las manos, no son sino
mentirosas ilusiones; y pensemos que, acaso, ni nuestras manos ni todo nuestro cuerpo son
tal y como los vemos. Con todo, hay que confesar al menos que las cosas que nos
representamos en sueos son como cuadros y pinturas que deben formarse a semejanza de
algo real y verdadero; de manera que por lo menos esas cosas generales a saber: ojos,
cabeza, manos, cuerpo entero no son imaginarias, sino que en verdad existen. Pues los
pintores, incluso cuando usan del mayor artificio para representar sirenas y stiros mediante
figuras caprichosas y fuera de lo comn, no pueden, sin embargo, atribuirles formas y
naturalezas del todo nuevas, y lo que hacen es slo mezclar y componer partes de diversos
animales; y, si llega el caso de que su imaginacin sea lo bastante extravagante como para
inventar algo tan nuevo que nunca haya sido visto, representndonos as su obra una cosa
puramente fingida y absolutamente falsa, con todo, al menos los colores que usan deben ser
verdaderos.
Y por igual razn, aun pudiendo ser imaginarias esas cosas generales a saber: ojos,
cabeza, manos y otras semejantes es preciso confesar, de todos modos, que hay cosas an
ms simples y universales realmente existentes, por cuya mezcla, ni ms ni menos que por
la de algunos colores verdaderos, se forman todas las imgenes de las cosas que residen en
nuestro pensamiento, ya sean verdaderas y reales, ya fingidas y fantsticas. De ese gnero
es la naturaleza corprea en general, y su extensin, as como la figura de las cosas
extensas, su cantidad o magnitud, su nmero, y tambin el lugar en que estn, el tiempo que
mide su duracin y otras por el estilo.
Por lo cual, acaso no sera mala conclusin si dijsemos que la fsica, la astronoma, la
medicina y todas las dems ciencias que dependen de la consideracin de cosas
compuestas, son muy dudosas e inciertas; pero que la aritmtica, la geometra y dems
ciencias de este gnero, que no tratan sino de cosas muy simples y generales, sin ocuparse
mucho de si tales cosas existen o no en la naturaleza, contienen algo cierto e indudable.
Pues, duerma yo o est despierto, dos ms tres sern siempre cinco, y el cuadrado no tendr
ms de cuatro lados; no pareciendo posible que verdades tan patentes puedan ser
sospechosas de falsedad o incertidumbre alguna.
Y, sin embargo, hace tiempo que tengo en mi espritu cierta opinin, segn la cual hay un
Dios que todo lo puede, por quien he sido creado tal como soy. Pues bien: quin me
asegura que el tal Dios no haya procedido de manera que no exista figura, ni magnitud, ni
lugar, pero a la vez de modo que yo, no obstante, s tenga la impresin de que todo eso
existe tal y como lo veo? Y ms an: as como yo pienso, a veces, que los dems se
engaan, hasta en las cosas que creen saber con ms certeza, podra ocurrir que Dios haya
querido que me engae cuantas veces sumo dos ms tres, o cuando enumero los lados de un
cuadrado, o cuando juzgo de cosas an ms fciles que sas, si es que son siquiera
imaginables. Es posible que Dios no haya querido que yo sea burlado as, pues se dice de l
que es la suprema bondad. Con todo, si el crearme de tal modo que yo siempre me
engaase repugnara a su bondad, tambin parecera del todo contrario a esa bondad el que
permita que me engae alguna vez, y esto ltimo lo ha permitido, sin duda.
Habr personas que quiz prefieran, llegados a este punto, negar la existencia de un Dios
tan poderoso, a creer que todas las dems cosas son inciertas; no les objetemos nada por el
momento, y supongamos, en favor suyo, que todo cuanto se ha dicho aqu de Dios es pura
fbula; con todo, de cualquier manera que supongan haber llegado yo al estado y ser que
poseo ya lo atribuyan al destino o la fatalidad, ya al azar, ya en una enlazada secuencia
de las cosas ser en cualquier caso cierto que, pues errar y equivocarse es una
imperfeccin, cuanto menos poderoso sea el autor que atribuyan a mi origen, tanto ms
probable ser que yo sea tan imperfecto, que siempre me engae. A tales razonamientos
nada en absoluto tengo que oponer, sino que me constrien a confesar que, de todas las
opiniones a las que haba dado crdito en otro tiempo como verdaderas, no hay una sola de
la que no pueda dudar ahora, y ello no por descuido o ligereza, sino en virtud de
argumentos muy fuertes y maduramente meditados; de tal suerte que, en adelante, debo
suspender mi juicio acerca de dichos pensamientos, y no concederles ms crdito del que
dara a cosas manifiestamente falsas, si es que quiero hallar algo constante y seguro en las
ciencias.
Pero no basta con haber hecho esas observaciones, sino que debo procurar recordarlas, pues
aquellas viejas y ordinarias opiniones vuelven con frecuencia a invadir mis pensamientos,
arrogndose sobre mi espritu el derecho de ocupacin que les confiere el largo y familiar
uso que han hecho de l, de modo que, aun sin mi permiso, son ya casi dueas de mis
creencias. Y nunca perder la costumbre de otorgarles mi aquiescencia y confianza,
mientras las considere tal como en efecto son, a saber: en cierto modo dudosas como
acabo de mostrar, y con todo muy probables, de suerte que hay ms razn para creer en
ellas que para negarlas. Por ello pienso que sera conveniente seguir deliberadamente un
proceder contrario, y emplear todas mis fuerzas en engaarme a m mismo, fingiendo que
todas esas opiniones son falsas e imaginarias; hasta que, habiendo equilibrado el peso de
mis prejuicios de suerte que no puedan inclinar mi opinin de un lado ni de otro, ya no sean
dueos de mi juicio los malos hbitos que lo desvan del camino recto que puede
As pues, supondr que hay, no un verdadero Dios que es fuente suprema de verdad,
sino cierto genio maligno, no menos artero y engaador que poderoso, el cual ha usado de
toda su industria para engaarme. Pensar que el cielo, el aire, la tierra, los colores, las
figuras, los sonidos y las dems cosas exteriores, no son sino ilusiones y ensueos, de los
que l se sirve para atrapar mi credulidad. Me considerar a m mismo como sin manos, sin
ojos, sin carne, ni sangre, sin sentido alguno, y creyendo falsamente que tengo todo eso.
Permanecer obstinadamente fijo en ese pensamiento, y, si, por dicho medio, no me es
posible llegar al conocimiento de alguna verdad, al menos est en mi mano suspender el
juicio. Por ello, tendr sumo cuidado en no dar crdito a ninguna falsedad, y dispondr tan
bien mi espritu contra las malas artes de ese gran engaador que, por muy poderoso y
astuto que sea, nunca podr imponerme nada.
Pero un designio tal es arduo y penoso, y cierta desidia me arrastra insensiblemente hacia
mi manera ordinaria de vivir; y, como un esclavo que goza en sueos de una libertad
imaginaria, en cuanto empieza a sospechar que su libertad no es sino un sueo, teme
despertar y conspira con esas gratas ilusiones para gozar ms largamente de su engao, as
yo recaigo insensiblemente en mis antiguas opiniones, y temo salir de mi modorra, por
miedo a que las trabajosas vigilias que habran de suceder a la tranquilidad de mi reposo, en
vez de procurarme alguna luz para conocer la verdad, no sean bastantes a iluminar por
entero las tinieblas de las dificultades que acabo de promover.
ACTIVIDADES:
Despus de leer este texto, responda en grupo las siguientes preguntas:
a) Qu tan importante es tener buenos cimientos en nuestros edificios de creencias?
Debemos tener buenos cimientos en nuestras creencias, ya que los cimientos son la base de la
sustentacin, los cimientos van a ser los fundamentos que van a apoyar alguna creencia, sobre
ellos se va a construir todo lo dems, si no tenemos buenos cimientos el edificio se derrumbar
fcilmente al no tener sustento, pero si son slidos y tienen buenos fundamentos la edificacin no
estar en peligro, es decir, nuestra creencia tendr un excelente fundamento.
b) Qu tan fiables son los sentidos para fundamentar el conocimiento?
Son poco fiables puesto que si se puede comprobar que a veces engaan, los sentidos podran
jugarnos en contra, por lo que siempre podran hacerlo. Otra observacin que lleva a la duda fue el
hecho de que no se pudiera distinguir el sueo de la vigilia, uno no sabe realmente cuando est en
un sueo profundo, aqu se demuestra nuevamente que los sentidos no son fiables. Esto da por
conclusin a Descartes de que existe un genio maligno, que con trampas nos lleva al error.