Prefacio

POR DON MIGUEL RUIZ

a historia de la vida de don Jos en realidad se inicia nueve

meses antes de su nacimiento. l no recuerda nada de ese
perodo de la historia de su vida, pero yo s. Todo comenz
justo antes de la Navidad de 1977, cuando me encontraba cursando el ltimo ao de la carrera de Medicina en la Universidad
Nacional Autnoma de Mxico.
Mi esposa y yo nos trasladamos con nuestro joven hijo, Miguel jnior, a San Diego, para pasar las vacaciones con mis padres. En Nochebuena nos reunimos todos en casa de mi hermano Jaime y pasamos una velada maravillosa con mis hermanos
mayores, Luis y Carlos, que tambin haban venido de visita
desde Mxico. Durante este encuentro feliz con mi familia, experiment una sensacin de tristeza. Era extrao, pero por alguna razn, tena la impresin de que aqulla podra ser la ltima
Navidad de mi vida.
Cuando regres a mi casa, en Mxico D.F., el nimo en la
universidad era festivo. Los estudiantes esperaban con ansia el
fin de ao y los que haban terminado el ciclo de estudios se
disponan a hacer sus internados* en los hospitales. Hacia finales
de enero, tuvo lugar una gran celebracin en Cuernavaca. Le
*Internado de pregrado, un ao obligatorio que forma parte del plan de estudios de la carrera de Medicina en Mxico.

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ped un coche prestado a mi hermano Luis y conduje hasta all

acompaado por dos amigos. Fue una gran fiesta. Bebimos mucho aquella noche, nos lo pasamos en grande, y cuando la fiesta
termin, tom una decisin que me cambiara la vida. Aunque
tanto yo como mis amigos estbamos ebrios y cansados, decidimos volver en coche a la ciudad de Mxico. Conduje muy rpido, porque quera llegar a mi casa antes de que amaneciera.
bamos riendo y bromeando, hablando de nuestro futuro como
mdicos residentes, y la fatiga me venci. Me qued dormido.
Me despert al da siguiente en el hospital. Cuando pregunt qu haba ocurrido, la enfermera respondi: No lo recuerdas? Mataste a tus amigos en un choque! Qued aterrorizado
y avergonzado, incapaz de contener las lgrimas. Disculpa,
dijo ella rpidamente cuando vio mi reaccin. A ellos no les ha
ocurrido nada. Estn sanos y salvos. Pero aadi es un milagro que los tres hayan sobrevivido. Al parecer, mis dos amigos ni siquiera estaban en el coche en el momento del impacto.
Yo conduca, pero tambin haba resultado ileso. Una vez que
o eso, empec a recordar los acontecimientos de la noche anterior.
Record haber visto mi cuerpo dormido al volante. Record
los gritos de mis amigos cuando se dieron cuenta de que estaban
a punto de morir y record haber abierto la puerta y haberlos
sacado del coche a los dos antes de chocar contra la pared. Recordaba todo incluso a pesar de que saba que mi cuerpo estaba
dormido en el asiento del conductor. Record que me haba
rodeado el torso con los brazos antes del impacto, para proteger
mi cuerpo. En aquellos das, no haba cinturones de seguridad ni
airbags. El coche qued completamente destrozado y sin embargo todos sobrevivimos sin sufrir ningn dao. Era imposible saber cmo poda ocurrir una cosa as; se trataba, realmente, de un
milagro. Me vi obligado a hacerme una pregunta: Qu soy?
Esa pregunta me llev a emprender un largo viaje de descubri-

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miento y a alejarme de mi vida de mdico. Antes de aquella

noche, tena la teora de que no ramos el cuerpo, de que slo
vivamos dentro del cuerpo, pero era slo una teora. Cuando
estaba en el hospital, recordando los detalles del accidente automovilstico, esa teora se convirti en un hecho, al menos para
m. Mi percepcin cambi por completo. Surgieron muchas
preguntas ms, y necesitaba las respuestas. Quera la verdad.
Cuando sal del hospital y volv a mi casa, mi esposa estaba
extremadamente feliz. Por supuesto que la pona contenta el hecho de que yo me encontrara vivo e ileso, pero adems acababa
de averiguar que estaba embarazada. La historia de mi hijo Jose
Luis haba empezado antes de las vacaciones del mes anterior. El
amor de mi familia, mis revelaciones y los cambios que desencaden el accidente formaron parte del proceso de su creacin. Los
acontecimientos de las semanas posteriores a su concepcin quedaron registrados en mi cuerpo, el de mi mujer y el de nuestro
hijo que an no haba nacido.
Si usamos la imaginacin, podemos reconocer el suceso ms
importante de la vida de mi hijo. Se trata de una carrera en la
que millones de espermatozoides compitieron para fertilizar un
vulo. Slo uno de varios cientos de huevos maduros estaba
destinado a recibir al ganador y slo uno entre millones de espermatozoides estaba destinado a alcanzar su objetivo. Mi hijo
Jose fue el ganador en los primeros das de aquel diciembre y su
recompensa fue la vida. Un espermatozoide forma media clula;
el vulo forma la otra, y juntos crean una clula entera, que se
divide en innumerables clulas para crear un universo completamente nuevo. Este universo se origina a partir de la fusin de
dos personas y se construye en nueve meses. Como todos los
padres, Mara y yo creamos un ser humano nico. Nunca hubo
un ser humano como l y nunca lo habr. Nueve meses despus
de su concepcin tuvo lugar un segundo milagro. El 18 de septiembre de 1978, naci Jose.

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Mi hermano Carlos se encarg del parto y, cuando me puso

al pequeo Jose en las manos, me sent profundamente conmovido. En ese momento, era como si estuviera cogindome a m
mismo en las manos. Era tanto lo que reconoca de m en l. En
sus ojos vi a un mensajero nuevo, alguien que cambiara la vida
de innumerables personas con su mensaje de amor. No hay palabras para describir la fuerte conexin que sent con l, una
conexin que se mantendra durante toda su infancia y que todava existe entre nosotros. He experimentado determinados
momentos de la vida de Jose en mis sueos y, en muchos casos,
me ha sido imposible separar sus sentimientos de los mos.
Muchos acontecimientos han dado forma a Jose y lo han
convertido en el hombre que es hoy. l ha hecho uso de todas
las valiosas experiencias de su vida para convertirse en un verdadero mensajero del amor, empezando con los sucesos que tuvieron lugar antes de su nacimiento. En este hermoso libro, Jose te
contar muchas historias de su propia vida y las importantes lecciones que ha extrado de ellas.
Yo, por mi parte, acabo de contarte cmo empez la historia
de su vida.

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Tu cuerpo
es tu mascota
La forma como te tratas a ti mismo es la forma como la vida te tratar.
MADRE SARITA

hora me gustara presentarte a ti, hijo. Recorr con la

mirada el mar de gente que me rodeaba, deseando desesperadamente que mi hermano mayor se hubiera colado y se encontrara entre ellos. Mientras lo haca, senta que el corazn iba
a salrseme del pecho de lo fuerte que lata y record lo que haba
pasado apenas dos horas antes. Estaba sentado cmodamente en
la sala de mi casa, jugando a la ltima versin de Mario Brothers
en mi consola Nintendo, cuando mi padre me invit a acompaarlo y a verlo hablar en el centro local de conferencias. De nio,
asista a los talleres de mi padre, donde entrenaba a sus aprendices
sobre la manera de incorporar la conciencia y el amor a su vida.
Nunca consegua prever cundo me hara ponerme delante de
todos y hablar y saba, sin la ms mnima duda, que la nica manera de evitarlo era dejar de asistir a sus talleres. Y eso fue exactamente lo que hice.
Mi padre acababa de publicar su primer libro, Los Cuatro
Acuerdos, y estaba recorriendo Estados Unidos para presentar sus
enseanzas ante grandes audiencias. Yo siempre encontraba alguna excusa para no acudir a verlo hablar. Hasta que finalmente

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le toc dar una conferencia en un centro de San Diego, nuestra

ciudad natal, y me pidi que fuera a verlo. Le contest con la
primera excusa que se me ocurri en ese momento, y l me
pregunt: Hijo, por qu no quieres venir a escuchar mi conferencia? Tienes miedo de que te haga subir a hablar? Respond: S, pap, tengo miedo. l me dijo: No te preocupes, hijo.
T no ests preparado para hablar ante esta clase de pblico. Y
por eso acept acompaarlo.
Me sent cerca del escenario y vi cmo cientos de personas
iban entrando y ocupando el centro de conferencias. Escuch
atentamente las palabras de mi padre y observ a la gente reaccionando con gestos de asentimiento y sonrisas, as como con
risas y lgrimas. Estaba muy cmodo, disfrutando muchsimo
del orgullo que senta por mi padre, cuando de pronto o esas
palabras que resonaban con fuerza en mis odos: Ahora me gustara presentarte a ti, hijo. Oh, no, pens. He odo bien? Las
piernas empezaron a aflojrseme y el corazn a golpear con
fuerza en mi pecho. Avanc lentamente hasta la parte delantera
de la sala, mientras miraba a mi alrededor, esperando que mi
hermano mayor apareciera como por arte de magia y ocupara
mi lugar. Sub la escalera del escenario y me coloqu junto a mi
pap. La multitud lanz una ovacin y mi padre me rode con
los brazos, dndome un abrazo enorme, me pas el micrfono
y se sent.
sa fue la primera vez que sent que mi cuerpo era una mascota, completamente separada de mi conciencia. Las piernas comenzaron a temblarme de una manera incontrolable y se me
hizo un nudo en el estmago. Senta todo mi sistema nervioso.
En silencio, rega a mis piernas, dicindole Chis, clmense, como
uno hara con una mascota que tiene un ataque de rebelda. Empec a hablar por el micrfono y me dirig a la audiencia lo mejor que pude en mi ingls muy imperfecto. Habl directamente
desde el corazn, sabiendo que lo que deca probablemente no

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tendra mucho sentido para esas personas. Sin embargo, en realidad no importaba lo que estaba diciendo. Lo que importaba era
que estaba experimentando la valenta y la maestra de ir ms all
del miedo. Cuando sientes que tu sistema nervioso se despierta,
eso es un indicio de que es hora de pasar a la accin. Cuando
tienes miedo de algo o sientes que ests en peligro fsico, te comportas segn la reaccin natural de luchar o huir y actas de inmediato para salir sano y salvo de la situacin. stos son sentimientos que la humanidad desarroll en la poca en que ramos
cazadores y recolectores y nuestra supervivencia dependa de
nuestra capacidad de luchar o de escapar cuando ramos atacados
o necesitbamos comer. Ahora nos enfrentamos a temores distintos. A veces sientes vergenza, o temes no ser aceptado, o tal
vez tengas miedo de perder tu trabajo o de decir algo incorrecto.
En todos esos casos, el cuerpo reacciona luchando o escapando,
porque esos sentimientos estn basados en el temor. Naturalmente, preferimos la huida, librarnos de la situacin y encontrar
un lugar seguro donde escondernos. Si optramos por luchar eso
significara enfrentarnos al problema de lleno, es decir, actuar.
Implicara encontrar una manera de usar tu temor como un peldao en el camino de hallar tu propia voz, ser ms creativo, o
quizs hacer lo que realmente deseas. Tal vez se sea tu prximo
paso en tu vida para superar el miedo al fracaso o el miedo al
xito. A veces s es apropiado escapar y encontrar un escondite
seguro, pero en la mayora de los casos necesitamos enfrentarnos
al miedo de lleno, con la actitud de no permitir que este miedo
me controle. Con esta mentalidad, puedes pasar al siguiente nivel de lucha, que es la lucha para convertirte en tu autntico yo,
para convertirte en tu verdad.
Imagina que llegas a un puente grande y muy poco firme
entre dos riscos, tendido sobre un abismo en el fondo del cual
discurre un ro. A medida que te aproximas al puente empiezas
a sentirte un poco nervioso ante la idea de tener que cruzarlo,

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pero sabes que debers hacerlo si pretendes llegar a tu destino.

Empiezas a sentir que el sistema nervioso se activa y, con un
nudo en el estmago y rodillas temblorosas, te acercas al puente.
Y te encuentras a un nio pequeo, sentado con las rodillas
dobladas y con la cara en las manos, llorando porque tiene miedo de cruzar. Qu haces? Levantas al nio, lo coges en brazos
y lo llevas al otro lado del puente. Cuando ayudas a una persona
necesitada, tu sistema nervioso se activa en una frecuencia diferente: la frecuencia de servir a otro. Por qu no te permites
servirte a ti mismo? Cuida tu cuerpo. Cuida a tu mascota, y
cuando se instale el nerviosismo, escucha tus emociones, levntate a ti mismo y llvate hasta el otro lado del puente. Haz el
cambio que necesitas para cuidar tu verdad, el cambio que necesitas para ser t mismo.
En una ocasin en un viaje a Mxico con mi padre y mi
abuela, la Madre Sarita, llegamos a Oaxaca, y nos detuvimos
ante la gran catedral situada en el centro de la ciudad. Mi padre
me dijo: Hijo, quiero que entres en esa iglesia y que no salgas
hasta que hayas hablado con un ngel. Mir a mi abuela, desesperado. Ella se limit a asentir y a sealar la puerta principal de
la iglesia. Llevndome la palma de la mano a la frente, me quej:
Oh, Dios mo, me quedar all dentro para siempre. Sin darme
prisa, y a regaadientes, entr en la catedral. Me arrodill delante del altar lleno de velas y mir a la hermosa Virgen de Guadalupe, quien me dio la impresin de devolverme la mirada con
una mueca burlona.
Comenc a rezar: Dios, por favor, concdeme esto; por
favor, concdeme aquello. Llevaba all dentro lo que me pareca una eternidad, cuando de pronto sent una palmadita en el
hombro. Me di la vuelta lenta, cuidadosamente y me encontr
con una bellsima ancianita. Suspir aliviado cuando ella dijo:
Si rezas, el ngel te escuchar. Sonre cortsmente y volv a
darme la vuelta, sin prestar mayor atencin a lo que me haba

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dicho la seora. Incluso llegu a pensar: De qu habla esta vieja

loca? Negu con la cabeza y reanud mis plegarias: Dios, por
favor, aydame; por favor, yeme; por favor, treme esto; por
favor, treme aquello. De pronto se me ocurri un pensamiento poco comn: Si estoy rezando, entonces, quin escucha mis plegarias? Bueno, pens, yo estoy escuchando. Yo escucho mis propias
plegarias. Yo soy el ngel. Yo soy el que tiene el poder de ayudarme a m mismo, de actuar para conseguir lo que quiero de la
vida. Yo soy el ngel!
Tras cobrar conciencia de esta circunstancia, volv a mirar a
la Virgen de Guadalupe. Me detuve en su hermoso rostro. Percib el simbolismo de los puntos de luz, del aura que la rodeaba.
Para m, en ese momento, me pareci que su aura simbolizaba
todos los sentimientos y emociones que forman parte de la vida.
sta es la manera en que lo divino habla con nosotros, dndonos la oportunidad de cuidarnos a nosotros mismos. Entonces
me fij en que haba un angelito a sus pies, que la abrazaba y la
sostena. Supe con total claridad que se era un smbolo de la
mente sosteniendo la forma humana, sosteniendo el cuerpo y
todas sus experiencias, sentimientos y emociones. Si el angelito
saliera volando, todas esas experiencias y sentimientos la abrumaran y la haran caer de su estado celestial. Gracias a este
apoyo y a esta toma de conciencia de nuestra mente, somos
capaces de acechar nuestros pensamientos y emociones, de cuidar de nuestros cuerpos y de emprender las acciones que nos
mantienen en un estado celestial, donde sea que la vida nos lleve. Le agradec al jefe y pronunci una pequea plegaria para
mis adentros: Que pueda protegerme de m mismo y encontrar
la percepcin y el amor para servirme a m mismo, a mi cuerpo
y a mi vida.
Corr hasta la puerta de la catedral y busqu en los jardines,
lleno de emocin, hasta que encontr a mi padre y a mi abuela.
Les expliqu lo que haba descubierto.

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Padre, he hablado con un ngel. Yo soy el ngel. Yo soy mi

propio ngel de la guarda.
A mi pap se le dibuj una enorme sonrisa en la cara y me
dio una orgullosa palmada en la cabeza, despeinndome.
Bien dijo.

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HOLA, LUZ DE LUNA

Hola, luz de luna
este poema
se filtra
desde mi corazn
expresando
la existencia de mi amor
mientras la sangre contina
bombeando un mensaje
por mis venas para enunciarlo
hola, estoy enamorado de ti
es una bella historia
es mi poesa la que habla
te lo estoy enunciando a ti
la luz est iluminando
aquel lado oscuro
hasta desintegrarlo
hola, estoy enamorado
inspiracin, corazn
eso que eres
amor incondicional
es la semilla que plantaste en m
la luz de la luna
en una noche hermosa
gua mi camino de regreso a casa

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La maestra
de la queja
Si dices que no puedes hacerlo, no lo hars.
S consciente de lo que aceptas.
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al de mi dormitorio y comenc a dar gracias y a pronunciar una breve plegaria ante mi altar cuando sent un dolor
muy fuerte y ardiente en el pie. Baj la mirada y vi que un
escorpin me haba picado. Sin prdida de tiempo arroj fuera
de la casa a la inocente criatura y empec a buscar remedios en
Internet. No era una picadura mortal, evidentemente, puesto
que todava estoy vivo. Sin embargo, era muy dolorosa y me
dejara una gran llaga con ampollas en el pie. De inmediato
comenc a quejarme por el dolor y a preocuparme por mi
perro, Yogi. Y si le hubiera ocurrido a l? Levant a Yogi y
decid acostarme, ya que empezaba a sentirme un poco mareado. Tena un dolor punzante en el pie y la cabeza me daba
vueltas. Cerr los ojos y lentamente fui hundindome en un
profundo sueo.
Me despert en el desierto, donde estaba caminando con
mi abuela, Madre Sarita. Ella sealaba numerosos escorpiones,
grandes y venenosos, que se arrastraban a nuestro alrededor.
De pronto sent miedo, pero mi abuela me tranquiliz con sus

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palabras: Clmate, hijo. No nos ven; estamos en un sueo.

De hecho, yo tampoco estoy aqu. He venido a traerte un
mensaje importante.
En el mismo momento en que oa esas palabras, mir los
numerosos escorpiones que nos rodeaban y vi que estaban clavndose a s mismos sus propios aguijones. Aullaban de dolor
mientras agonizaban lentamente. Le pregunt a mi abuela: Por
qu se hacen eso a s mismos? No tiene sentido.
sta es una antigua enseanza tolteca respondi mi abuela. Cuando el escorpin se clava su propio aguijn, es como
si dijera: No soy lo bastante bueno, no soy lo bastante listo ni
lo bastante hermoso. T, hijo, haces lo mismo cada vez que
prestas atencin a las cosas negativas que dices cuando hablas
contigo mismo. Te clavas tu propio veneno. Tmate con escepticismo tus propias palabras y la costumbre de hablar contigo
mismo que utilizas para lastimarte una y otra vez.
De pronto, baj la mirada y vi que el escorpin ms grande
y ms feroz se me acercaba como si pudiera verme. Su larga cola
se lanz en mi direccin y el aguijn me penetr justo en el pie.
Sent que caa, cada vez ms, como si estuviera hundindome en
las profundidades del infierno. Mientras tanto, o la voz de mi
abuela muy dbilmente: El cielo no necesita al cielo, hijo mo.
Quien necesita al cielo es el infierno, y t tienes la capacidad de
llevar el cielo donde quiera que vayas.
De repente, me despert sobresaltado, sudando a mares, y
presa del horrible y angustioso dolor en el pie. Conforme la
picadura se me iba curando, el dolor me recordaba constantemente que deba ser consciente de los pensamientos negativos
que albergaba respecto de m mismo. Me di cuenta de que haba
dominado algo increblemente negativo. Me gusta llamarlo la
maestra de la queja. A partir de esta toma de conciencia, empec a pensar en las palabras con escepticismo y decid emprender la accin necesaria para realizar un cambio.

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Mi padre es un gran ejemplo de lo que significa vivir la vida

con un propsito puro y una increble fuerza de voluntad. El
infarto que sufri lo dej con apenas un 16 por ciento de su
capacidad cardaca, con dolores atroces y muy poca energa. De
hecho, cuando lo dieron de alta en el hospital, el mdico le advirti:
Miguel, tendrs que pasar el resto de tus das tranquilo y
en tu casa, yendo al cine o a cenar, pero haciendo muy pocas
cosas.
Mi padre, con las manos detrs de la espalda y los dedos cruzados, respondi:
S, doctor.
Una vez que el mdico se march, nos reuni alrededor de
su cama y declar:
De ninguna manera me voy a quedar aqu acostado esperando que venga a buscarme el ngel de la muerte. Saldr y lo
encontrar yo mismo, mientras contino haciendo lo que amo.
Y eso fue exactamente lo que hizo mi padre. Sigui recorriendo Estados Unidos y Mxico, enseando su pasin a todos
con quienes se cruzaba. Jams dej que nadie percibiera su increble dolor ni su falta de energa.
Yo tuve la oportunidad de viajar por todo el mundo, dando
conferencias con mi padre. En numerosas ocasiones sufr constipados o gripes intestinales. Mis quejas eran fuertes y vehementes. En otras ocasiones me senta demasiado cansado para hablar
o agotado por haber trasnochado la noche antes. Tambin entonces mis quejas eran estentreas y exageradas. Mi padre siempre intervena y trabajaba al mximo, a pesar de que se encontraba dbil y dolorido. Hizo falta una picadura de escorpin
verdaderamente seria, un sueo y una fuerte toma de conciencia
para hacerme ver mi egosmo, as como la maravillosa maestra
de la queja que haba conseguido. Encontraba muchas excusas y
justificaciones hasta que el peso de mi descubrimiento fue de-

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masiado fuerte para justificar mi engreimiento. Reconoc la capacidad de mi padre para hacer las cosas que lo inspiraban a
pesar de sus dolores y sus achaques fsicos. Vi claramente que el
hbito de permitir que mis pensamientos y mi cuerpo fsico
dominaran mi vida estaba ahogando mis pasiones, mi creatividad y mi alegra. Me siento, por supuesto, agradecido con mi
padre por esas enseanzas y trabajo cada da para desterrar ese
hbito.
Tambin me siento agradecido por el corazn que mi padre
pudo aceptar como trasplante hace tres aos. Despus de la operacin, el mdico entr en su habitacin y le pregunt si le
molestara que estudiaran su corazn. Estaban sorprendidos por
su capacidad para sobrevivir, haciendo lo que haca, con slo el
16 por ciento de su capacidad cardaca. Mi padre, que tambin
es mdico, respondi: No pierda el tiempo, doctor. No es el
corazn; es la voluntad.

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LA SERPIENTE
DE CASCABEL
UNIVERSAL
Estamos empezando
a sentir la verdad de nuestras almas
no la soltaremos
la luz en nosotros ha brillado
que la luz siga brillando!
sigamos sintiendo, sintindonos a nosotros mismos
hacia donde sople el viento
y nos lleve
mantengamos el sentimiento
la serpiente de cascabel universal
celebra la vida con nosotros
mientras avanza hacia el sol
avanza hacia nosotros
hacia nuestro sol interior
dirigindose al sol
dirigindose a nosotros!
el amor sincero atrae al verdadero amor sincero
estamos empezando
a sentir la verdad de nuestras almas
no la soltaremos!

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