El Derecho Antiguo
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BIBLIOTECA
JURDICA
H. SUMNER MAINE
IL
GENERAL
H I S T O R I A D E L D E R E C H O Y DE LA O R C A N I Z A C l N S O C I A L
CON N P R L O G O - A R T C U L O
DE
D. G - U M E B S I N D O D E A Z C R A T E
P R E C I O : VX\
PESETA
MADRID
J32VE5ieO
1S93
53102
BIBLIOTECA JURDICA
E L DERECHO ANTIGUO
BIBLIOTECA JURDICA
DE
ACTORES
COKTTEMPORKEOS
EL DERECHO ANTIGUO
(ANCIENT
LAW)
CONSIDERADO EN S U S RELACIONES
CON
I CON L A S I D E A S M O D E R N A S
POR
P A R T E
UN
G E N E R A L
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PRLOGO-ARTCULO
DE
DON
GUMERSINDO
DE
AZCRATE
MADRID
pSCOELA.
J l P O G P F I C A D E L JOSPICIO
JETuenoarral, 8 4
1893
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PRIvOGO
Habiendo sus muchas ocupaciones impedido al ilustre
jurisconsulto D . Gumersindo de Azcrate escribir el p r logo de esta o b r a , una de las que admira en primer trmino, hemos creido de evidente oportunidad, con el mismo
propsito, transcribir a continuacin parte de lo que a c e r c a
de Sumner Maine y su excelente trabajo escribi el S r . A z crate en el mes de Febrero de 1888, con motivo de la
muerte del gran publicista ingls.
De cualquier modo, este libro (El Gobierno popular) es un accidente en la vida de Sumner Maine,
mientras que los otros constituyen lo que le da c a rcter, y lo que le da un puesto preeminente en la
tierra clsica de los historiadores, de Hume, de
Hallam, de Macaulay, de Buckle. Es bien seguro
que la posteridad llamar al Savigny ingls el autor,
no de El Gobierno popular, sino de El Derecho antiguo.
Y tambin, quizs, la posteridad reconocer
que no cegaba la pasin patritica ai Times cuando deca el da 6 de Febrero: Sir Henry Maine
era un hombre del calibre de Montesquieu y T o c queville: como stos mostr l, en el estudio del derecho, de la poltica y de las instituciones sociales,
una inteligencia penetrante, un espritu comprensivo y un juicio sobrio imparcial, y adems un
mtodo incomparablemente ms investigador y f e cundo que el de aqullos.
G . DE AZCRATE.
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carcter de l e y . Un ingls comprender mejor que un extranjero que los themistas hayan precedido toda idea de
derecho, porque, entre muchas teoras sin consistencia respecto al carcter de la jurisprudencia inglesa, la ms extendida, al menos la que ms influencia prctica e j e r c e , es
la que supone que las sentencias y la jurisprudencia de los
tribunales existieron antes que las reglas, los principios y
las distinciones.
Se puede notar adems que los themistas presentan el
c a r c t e r que, desde'el punto de vista de Bentham y Austin,
distingue las simples rdenes y las leyes. Una v e r d a d e r a
ley ha de prescribir todos los ciudadanos sin distincin
un nmero de actos de la misma clase y de la misma es
pecie; y este c a r c t e r , que es el que ms impresin ha p r o ducido en el espritu de los hombres, es el que ha hecho que
se llame ley todo aquello en que hay uniformidad, sucesin
semejanza. Pero una orden no prescribe ms que uu
acto; y , por consecuencia, los themistas tienen ms de
rdenes que de l e y e s . Simples sentencias sobre puntos de
hecho aislados, no se ligan unos otros por ninguna r e l a cin necesaria de d e p e n d e n c i a .
L a literatura de la edad heroica, como vemos, nos muestra el derecho en germen en los themistas, y ms d e s a r r o llado ya en la concepcin del dik. El perodo siguiente en
el d e r e c h o , al cual llegamos, es bien manifiesto y muy interesante. Grote, en la segunda parte, captulo segundo, de
su historia, ha descrito claramente cmo la sociedad fu
tomando poco p o c o un c a r c t e r diferente del descrito
por Homero. L a realeza heroica dependa en parte de una
prerrogativa de la divinidad, y en parte de una superioridad de fuerza, valor y sabidura. Lentamente, medida
que el carcter sagrado del monarca fu mirado con menos
respeto, y que hubo hombres dbiles en la serie de los
reyes hereditarios, el poder real declin y acab por ceder
el puesto al de las aristrocracias. Si fuese permitido e m p l e a r el lenguaje preciso para definir esta revolucin, p o dramos decir que la funcin de los reyes fu usurpada por
el Consejo de jefes de que Homero habla con frecuencia.
S e a lo que quiera, despus de una p o c a de realeza, la era
de las oligarquas se abri por todas partes en Europa; y
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donde el nombre de las funciones reales no desapareci totalmente, la autoridad real qued reducida una sombra.
E l rey llega ser un simple general hereditario, como
en Esparta; un simple funcionario, como el arconte-rey de
Atenas; un hierofanto, como el rex sacrificulus
de R o m a .
En G r e c i a , en Italia, en el Asia Menor, las clases dominantes parecen haberse compuesto de un cierto nmero de f a milias unidas por un supuesto parentesco, cuya fuerza, aunque pudieron en su origen pretender un carcter casi s a grado, no debi de depender de esta pretendida santidad.
Cuando no las ha arrojado prematuramente el partido p o pular, han acabado por parecerse mucho lo que l l a m a mos hoy una aristocracia poltica.
Los cambios por que pasaron las sociedades del Asia
septentrional, sucedieron en pocas bastante anteriores
estas revoluciones del mundo helnico italiano; pero su
lugar relativo en la civilizacin parece haber sido el mismo, y es probable se asemejaran mucho en sus caracteres
generales. Puede creerse, segn algunos documentos, que
aquellas razas que ms tarde se unieron en el imperio persa
y las que poblaron la pennsula indiana, pasaron todas
tambin por su edad heroica y su era aristocrtica: slo
que all p a r e c e que una oligarqua militar y religiosa tuvo
engrandecimiento aparte, sin ser generalmente suplantada
la autoridad del rey. A l contrario de lo que pasaba en O c c i dente, la aristocracia religiosa predominaba en Oriente sobre la militar y la poltica. Desaparecen luego las aristocracias militares y civiles, anuladas reducidas la impotencia entre ios reyes y los sacerdotes, y el ltimo resultado que
comprobamos es la existencia de un monarca de grandsimos poderes, circunscrito por los privilegios de una casta
sacerdotal. Salva esta diferencia de ser en Oriente religiosas las aristocracias y en Occidente civiles y polticas,
puede afirmarse con seguridad que la era histrica de las
aristocracias ha sucedido la de los reyes, si no en todo el
gnero humano, al menos en todas las ramas de la familia
indo-europea.
Ahora bien; el punto importante para el jurisconsulto
es que estas aristocracias fueron en todas partes las d e positaras del derecho y de la facultad de juzgar. A ellas
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teme naturalmente hacer algo que se parezca la cosa p r o hibida. Prohibidos ciertos alimentos por motivo de higiene,
la prohibicin se extiende todos los alimentos parecidos,
hasta cuando la semejanza se funda en a n a l o g a s fantsticas. As, una prudente prescripcin para a s e g u r a r la p r o piedad general crea lo largo la rutina de las abluciones; y
la divisin de la sociedad en clases, necesaria en ciertos p e riodos de crisis social para defender la existencia de la nacin, degenera l u e g o en diferencias de castas, la ms p e ligrosa y embrutecedora de las instituciones humanas.
El destino del derecho indio nos hace apreciar todo el
valor del C d i g o romano. L a etnologa nos ensea que los
romanos y los indios han salido en su origen del mismo tronco, y existen en realidad contundentes semejanzas en lo
que fueron las costumbres primitivas de ambos pueblos.
T o d a v a hoy la jurisprudencia india contiene un gran fondo de previsin y buen sentido; pero una imitacin i r r a c i o nal la ha llenado de crueles absurdos. Precisamente contra
estas corrupciones defendi los romanos el Cdigo d e
las XII T a b l a s . F u redactado cuando las costumbres del
pueblo eran an puras; cien aos despus hubiera podido
ser muy tarde. El derecho indio, en cambio, ha sido escrito
en gran parte; pero, por muy antiguos que sean los c o m pendios que an quedan en snscrito, su lectura p r u e b a
claramente que fueron redactados cuando el mal estaba y a
hecho. No podemos afirmar q u e , si las X I I T a b l a s no se
hubieran publicado, los romanos hubiesen llegado u n a
civilizacin tan dbil y tan corrompida como la de los i n dios; pero indudablemente su Cdigo les libr del riesgo de
tener tan d e s g r a c i a d o destino.
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zar en este estudio sin establecer claramente que la c o n d i cin estacionaria es la regla y el progreso la e x c e p c i n .
Otra condicin indispensable para el estudio propuesto
es un conocimiento exacto del derecho romano en sus d i versas formas histricas. D e todas las instituciones humanas,
el derecho romano es el que tiene ms larga historia c o n o c i d a , y en el que mejor consta el carcter de sus modificaciones. Del principio al fin, ese derecho ha mejorado p r o gresivamente, cambiado al menos, en el sentido que tos
autores del cambio consideraban una mejora, y estas mejoras han continuado durante un periodo de tiempo en que
el pensamiento y la actividad del resto del gnero humano
v a c i l a b a n , punto ms de una vez de detenerse totalmente.
Limitndonos nosotros hablar de las sociedades p r o g r e s i v a s , podemos afirmar que en ellas las necesidades s o ciales y la opinin pblica van siempre delante del derecho.
Podremos disminuir indefinidamente la distancia, pero los
progresos constantes de la opinin hacen imposible que desa p a r e z c a totalmente. E l derecho es estable y las sociedades
de que nosotros hablamos progresan; el ms el menos del
bienestar de los individuos que las componen depende de
la prontitud con que el derecho se aproxima la opinin.
Se-puede establecer una proposicin g e n e r a l sobre los
medios por los cuales el derecho se pone en armona con
las necesidades sociales. Estos medios, mi juicio, son tres,
s a b e r : las ficciones legales, las consideraciones de e q u i dad y la legislacin: todos ellos a p a r e c e n en la historia en
el mismo orden en que acabamos de colocarlos. Puede s u ceder que dos de dichos medios subsistan al mismo tiempo
y hasta que, en algn sistema de d e r e c h o , no se conozca a l g u n o ; pero no sabemos de un caso en que el orden de su
aparicin sea distinto del mencionado. L a historia primitiva de uno de estos medios, la equidad, es algo oscura y
alguien puede creer que ciertos estatutos aislados sobre
reforma de las leyes civiles, han sido anteriores toda j u risdiccin de e q u i d a d . Por nuestra p a r t e , creemos lo c o n trario; pero, aun cuando no estuviramos en lo cierto, b a s tara, para evitar e r r o r e s , limitar nuestra afirmacin los
periodos en que dichos medios ejercieron una influencia
real y sostenida en la historia del derecho.
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conformarse el derecho todo. Esta concepcin de un c o n junto de principios ms sagrados que los del d e r e c h o , y
aplicables con independencia del consentimiento de una
autoridad exterior cualquiera, pertenece un estado i n telectual ms avanzado que el que corresponde las ficciones legales.
L a legislacin, es decir, los decretos de un poder que,
sea prncipe autocrtico asamblea parlamentaria, se s u pone rgano de la sociedad entera, es el ltimo de los m e dios de mejorar el derecho. Difiere de las ficciones legales
en lo mismo que difiere la equidad, y se distingue igualmente de sta en que su autoridad emana de una persona corporacin. Su fuerza obligatoria es independiente de sus principios. Los legisladores, por muy limitados que pueda hacer
sus poderes la opinin, poseen en teora el de imponer las
obligaciones que le convienen los miembros de la c o m u nidad. Nada impide hacer l e y e s con todo el abandono del
capricho. L a legislacin puede ser dictada por la equidad, si
con esta palabra se entiende una norma del bien y del mal,
la que deba el legislador conformar sus decretos: pero la
fuerza obligatoria de stos depende simplemente de la a u t o ridad legislativa y no de los principios en cuya virtud se obra.
As, tambin, la legislacin difiere de las reglas de e q u i d a d ,
en el sentido tcnico de la p a l a b r a , en que stas pretenden
una autoridad superior y ms respetable que la de los tribunales, hasta sin el concurso de la autoridad legislativa.
Estas distinciones son tanto ms necesarias cuanto que
un discpulo de Bentham podra muy bien confundir, bajo
el nombre comn de legislacin, las ficciones, la equidad y
el derecho estatuido positivo. T o d o esto, dira l, s u pone confeccin del derecho, y no hay ms diferencia que
en el mecanismo que produce el derecho nuevo. Esto es
cierto, y no debemos nosotros olvidarlo; pero no es una
razn suficiente para privarnos del empleo de un trmino
tan conveniente como el de legislacin en un sentido e s p e c i a l . Legislacin y equidad son cosas distintas en la opinin vulgar y en el espritu de la mayor parte de los j u ristas; p e r o , aunque la distincin fuera c o n v e n c i o n a l , no
convendra despreciarla, dadas las importantes c o n s e c u e n cias prcticas que de ellas se derivan.
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F c i l sera encontrar, en casi todos los cuerpos de r e glas jurdicas un poco desarrollados, ejemplos de ficciones
legales en que el observador moderno viese inmediatamente
su v e r d a d e r o carcter. Los dos que voy examinar no
presentan una gran facilidad para descubrir la naturaleza
d e l procedimiento empleado. Los primeros autores de estas
ficciones no pretendan innovar, y ciertamente ni queran
ser sospechosos de innovacin. Por lo dems, siempre hay
personas que se niegan ver una ficcin cualquiera en e s tos procedimientos y el lenguaje convencional es conforme
su opinin. Ningn ejemplo p u e d e , por consecuencia, e n sear mejor cmo toman asiento las ficciones legales y cmo
cumplen eficazmente su doble funcin de transformar un
sistema de derecho y ocultar la transformacin.
En Inglaterra estamos acostumbrados v e r extenderse
el derecho, modificarse y perfeccionarse por un mecanismo
q u e , en teora, es incapaz de alterar una lnea ni un punto
de la jurisprudencia inglesa; el procedimiento con que se
forma esta legislacin es menos sensible que cierto. C u a n d o
se trata de la gran parte de nuestro derecho contenida en
las sentencias de los tribunales incluida en nuestros r e pertorios de jurisprudencia, empleamos un doble lenguaje
y tenemos al p a r e c e r una doble serie de ideas poco consistentes. Cuando un grupo de hechos es llevado en forma de
juicio un tribunal ingls, toda la discusin entre los a b o gados y los j u e c e s rueda siempre sobre la hiptesis de que
no hay cuestin ni puede haberla que haga necesaria la
aplicacin de otros principios que los antiguos, de otras
distinciones que las admitidas de mucho tiempo a c . S e
tiene por absolutamente demostrado que siempre hay una
regla de derecho aplicable la causa, y que si esa regla no
se descubre es slo por falta de paciencia, de ciencia de
penetracin.
Pero en cuanto la sentencia ha sido dictada y p u b l i c a d a ,
nuestro modo de hablar y de pensar cambia totalmente sin
notarlo. Nosotros admitimos entonces sin vacilacin que la
nueva sentencia ha modificado el derecho. Segn una e x presin incorrecta que se emplea algunas v e c e s , las reglas
aplicables se hacen ms elsticas, pero en realidad se las
cambia; se hace una adicin las sentencias precedentes, y
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tum. Vari mucho la forma de estas respuestas en las d i versas pocas del derecho romano; pero, mientras dur ste,
consistieron en notas explicatorias sobre leyes escritas,
siendo en su origen exclusivamente conjuntos de opiniones
sobre la interpretacin de las XII T a b l a s . Lo mismo que
entre nosotros, los jurisconsultos se expresaban como si en
nada hubiese variado el texto del antiguo C d i g o : en ste
se hallaba la regla general; la regla dominaba sobre toda
glosa y sobre todo comentario; ninguna opinin, por muy
eminente que fuese el intrprete, q u e d a b a libre de r e v i sin si se invocaba contra ella el venerable texto. Sin e m b a r g o , los libros de respuestas.que llevaban nombres de los
jurisconsultos principales go'i.ban una autoridad por lo
menos igual nuestros repertorios de jurisprudencia, y m o dificaban, e x t e n d a n , limitaban constantemente y hasta
reemplazaban en la prctica las disposiciones del derecho
decemviral.
Los autores de la nueva jurisprudencia, mientras que
pensaron en formarla, profesaron el ms profundo respeto
la letra del Cdigo, y se limitaron explicar, descifrar,
obtener el v e r d a d e r o sentido; pero, al fin y al c a b o , comparando textos, acomodando el derecho los casos presentados y discurriendo sobre las aplicaciones posibles los
casos futuros, con las reglas de interpretacin que se fueron formando sobre la base de escritos anteriores de otros,
el resultado fu que se introdujo una infinidad de reglas
con las que no hablan soado nunca los redactores de las
X I I T a b l a s y q u e , en realidad, rara vez se hallaban en ellas.
T o d o s estos tratados de jurisconsultos eran respetados
porque se les supona conformes al C d i g o ; pero su autoridad comparativa dependa de la autoridad personal de
quien los r e d a c t a b a . El nombre de un gran jurisconsulto,
conocido generalmente como tal, daba su libro de r e s puestas una autoridad semejante la de los decretos del legislador; y su vez constitua una base para formar sobre
ella un cuerpo de jurisprudencia nuevo.
L a s respuestas de los primeros jurisconsultos no eran publicadas, sin embargo, en el sentido moderno de la p a l a bra, por su autor, sino por sus alumnos, y probablemente
sin orden determinado. Es de notar la parte que los estu-
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nocen otros sistemas de derecho. Cierto es que muchas n a ciones de la Europa moderna nos aventajan en riqueza de
principios legales: pero no hay que olvidar que la jurisprudencia romana ha servido de base sus instituciones c i v i les. Ellos han edificado sus murallas con los restos del d e recho romano; pero, en cuanto los materiales y la mano
de obra de lo dems, no llevan ventaja importante los
jueces de I n g l a t e r r a .
Durante el periodo de la libertad de Roma fu cuando
su derecho adquiri el sello que le caracteriza; y, en los
primeros tiempos del mismo, su desarrollo tuvo base en las
respuestas de los jurisconsultos. Pero, medida que se aproximaba el fin de la R e p b l i c a , las respuestas tomaron ya
otra forma, indudablemente fatal para su ulterior d e s a r r o llo: la de ser reunidas en compendios y reducidas sistema.
S e dice que Q. Mucius S c e v o l a , el Pontfice, reuni en un
manual todo el derecho civil, y en los escritos de Cicern
se encuentra ya cierto disgusto hacia los antiguos mtodos,
comparados con los instrumentos ms activos de las innovaciones legales.
En efecto, en esta poca nacieron nuevos medios de modificacin del derecho. El edicto proclama del pretor
haba adquirido crdito como instrumento principal de la
reforma y Lucio Cornelio Sila, al promulgar el gran grupo
de leyes llamadas Cornelia;, haba demostrado que podan
hacerse mejoras rpidas y prontas con la legislacin d i recta. Augusto dio luego el ltimo golpe las respuestas,
limitando un pequeo nmero de jurisconsultos los que
tuvieron el derecho de emitir opiniones obligatorias sobre
los casos consultados; y aquel cambio, que se aproxima
las ideas del mundo moderno, debi de alterar radicalmente el c a r c t e r de la profesin de jurisconsulto y la naturaleza de su influencia en el derecho romano. Posteriormente
naci otra escuela de jurisconsultos que han quedado para
siempre como lumbreras del derecho; pero ya ni Ulpiano,
ni G a y o , ni P a u l o , ni Papiniano fueron autores de respuestas. Sus obras son tratados en regla sobre ramas p a r t i c u l a res del derecho y ms especialmente sobre el edicto del
pretor.
EJn ej captulo siguiente examinaremos la equidad de los
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romanos y el Edicto pretorial que la introdujo en el sistema. En cuanto las leyes propiamente dichas, basta decir
que fueron muy poco numerosas bajo la R e p b l i c a , y n u merossimas bajo el Imperio. En la juventud y en la infancia de las naciones, es raro que la legislacin sea empleada
para reformas generales del derecho privado. El voto del
pueblo no pide cambios de l e y e s , que son estimadas g e n e ralmente en ms d l o que v a l e n , sino pureza en su aplicacin, completa y sin obstculos; as, se r e c u r r e al poder legislativo solamente para hacer desaparecer algn abuso
para terminar alguna contienda inveterada entre clases
dinastas. Debi de existir, por otra parte, en la inteligencia de los romanos alguna asociacin de ideas que uniese
la promulgacin de un cuerpo de leyes con el a p a c i g u a miento de la sociedad tras de una gran conmocin civil.
As, Sila seal su reconstitucin de la Repblica con las
leyes Cornelias; Julio C s a r se propona hacer muchas
otras; Augusto promulg el grupo tan importante de las
leyes Julias; y , entre los emperadores ltimos, los ms
grandes promulgadores fueron los prncipes como C o n s t a n tino llamados Ta reconstitucin de los organismos sociales.
El verdadero periodo de la legislacin romana no c o mienza hasta el establecimiento del Imperio. Las leyes de
los emperadores, dadas en un principio nombre del p u e blo, y atribuidas ms tarde francamente la prerrogativa
imperial, se extendieron y se hicieron ms numerosas desde
la consolidacin del poder de Augusto hasta la publicacin
del cdigo de Justiniano. Se ve que, desde el segundo de
los emperadores, empiezan y a formas de derecho y de a d ministracin de justicia muy parecidas las que nos son
hoy familiares. Nacen entonces un derecho estatuido y un
cuerpo limitado de expositores, se unen luego un tribunal
de apelacin y unos cuantos comentarios autorizados, y as
se l l e g a , al fin, casi las mismas ideas de nuestros tiempos.
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tuviesen este derecho un respeto especial. Ellos le h a ban admitido en parte por desdn toda ley e x t r a n j e r a , y
en parte para no dar al extranjero las ventajas del d e r e cho civil i n d g e n a . Indudablemente hoy consideraramos de
un modo muy distinto el jus gentium, si hubiramos de h a cer la misma operacin que los jurisconsultos romanos. Nosotros daramos una v a g a superioridad, por lo menos, los
principios que viramos extendidos en gran nmero de c o s tumbres diversas; tendramos cierto respeto las reglas u n i versales. Hablaramos acaso de este elemento comn como
si fuera la esencia de la transaccin en que entrase, y d e s echaramos, como accidentales y accesorias, las formalidades que variaran en los diversos Estados. Q u i z , en las r a zas que comparramos, visemos un sistema de instituciones comunes de que sera una reproduccin el jus gentium,
y las costumbres complicadas de los diferentes Estados no
nos pareciesen otra cosa que una corrupcin de las disposiciones ms simples que primitivamente les rigieran.
Pero los resultados que conducen las ideas modernas
son completamente contrarios los que alcanz el instinto
romano de los tiempos primeros. E l l o s miraron con d i s g u s to con temor receloso lo que nosotros respetamos a d m i ramos. Las partes de la jurisprudencia que ellos tenan
ms cario son justamente las que un terico moderno d e s dea como accidentales y transitorias; por ejemplo, los ademanes solemnes de la mancipacin, las preguntas y r e s puestas cuidadosamente ajustadas del contrato v e r b a l , las
formalidades sin fin de los litigios y del procedimiento. Pero
el jus gentium era un sistema simplemente impuesto por las
necesidades polticas, y lo estimaban tan poco como las
instituciones extranjeras de que proceda y en cuyo favor
estaba establecido.
E r a necesario una completa revolucin de sus ideas para
que se respetase aquel derecho, y cuando la revolucin se
verific fu tan completa que, si nosotros apreciamos el jus
gentium de modo tan distinto del de los primitivos romanos,
es porque el derecho y la filosofa modernas han heredado
las opiniones de los jurisconsultos posteriores. Lleg un tiempo en que el jus gentium, considerado al principio como un
innoble apndice del derecho civil, fu mirado como el grari
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modelo, imperfecto an, al que todo derecho deba asemejarse en lo posible. Esta crisis acaeci cuando la teora
g r i e g a del derecho natural fu aplicada en Roma la administracin prctica del derecho comn todas las naciones.
El jus nalurale derecho de la naturaleza es simplemente el jus gentium derecho de las naciones, visto travs
de una teora particular. E l jurisconsulto Ulpiano, con el
gusto de las distinciones que caracteriz los juristas, t r a t sin xito de distinguir ambos derechos; pero el lenguaje
de G a y o , c u y a autoridad es ms g r a n d e , y el fragmento
de la Institua que hemos citado permiten afirmar que la
diferencia entre las dos expresiones era puramente histrica y jams pudo distingurselas seriamente. Intil es aadir
que la confusin entre el jus gentium, derecho comn
todas las naciones, y el derecho internacional es totalmente
moderna. El nombre clsico del derecho internacional era
jus feciale derecho de las negociaciones y de la diplomac i a . T a m b i n conviene advertir que las opiniones confusas
que reinaban sobre el sentido de las palabras jus gentium
han contribuido mucho formar la teora moderna de que
las relaciones de los Estados independientes se rigen por
el derecho de la naturaleza.
Se hace necesario investigar cmo los griegos comprendieron la naturaleza y el derecho de sta. La palabra fisis,
que los latinos tradujeron natura y nosotros naturaleza,
designaba sin duda alguna en su origen el universo material,
pero lo designaba en un aspecto que no es fcil determinar
en el moderno l e n g u a j e , por la gran distancia intelectual
que nos separa de aquella p o c a . L a palabra
naturaleza
designaba el mundo tsico considerado como producto de
algn elemento ley primordial; los ms antiguos filsofos
griegos explicaban habitualmente la creacin como la m a nifestacin de un solo principio, q u e , segn unos, era el
movimiento y, segn otros, el luego, la humedad la g e neracin. As, en ese sentido ms simple y ms antiguo, la
p a l a b r a naturaleza design precisamente el mundo fsicc,
considerado desde el punto de vista de la manifestacin de
un principio. Despus las sectas g r i e g a s , volviendo las
i d e a s que haban ya abandonado las ms grandes inteligencias de G r e c i a , aadieron el mundo moral al mundo fsico
a.
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dur algunos siglos. Entre los jurisconsultos afamados, algunos de los primeros pertenecieron al estoicismo; y , adems de
esto, la edad de oro de la jurisprudencia romana se fija de
comn acuerdo en el siglo de los Antoninos, que fueron los
discpulos ms famosos quien esta filosofa proporcion
sus reglas de conducta. L a larga difusin de estas doctrinas
entre los hombres dedicados una profesin tenia que
afectar al arte que practicaban y sobre que ejercan i n fluencia. Por eso muchas proposiciones que hallamos en los
restos de la jurisprudencia romana serian apenas inteligibles si no se las interpretase por los preceptos estoicos; por
ms que hay que advertir tambin que es un error serio,
aunque extendido, el de medir la influencia del estoicismo
sobre el derecho romano contando el nmero de reglas l e gales que se pueden con seguridad relacionar con los d o g mas estoicos. S e ha observado frecuentemente que la fuerza
del estoicismo resida, no en sus reglas de conducta, que
frecuentemente eran repulsivas ridiculas, sino en el gran
principio, un poco v a g o , de la resistencia las pasiones. As,
la influencia que tuvieron sobre la jurisprudencia las teoras
griegas, de las que fu el estoicismo la expresin ms clara,
consiste menos en el nmero de reglas introducidas en el derecho romano, que en el sentido fundamental que le dieron.
C u a n d o la palabra naturaleza lleg ser habitual en
boca de los romanos, los jurisconsultos acabaron por c r e e r
que el viejo jus gentium era en realidad el cdigo p e r dido de la naturaleza, y que el pretor, basando la jurisprudencia de los edictos en los principios del yus gentium, r e s tableca un tipo de que el derecho no se haba descartado
sino para hacerse impuro. Esta creencia hizo n a c e r pronto
la opinin de que el pretor deba colocar el edicto todo lo
posible por encima del derecho civil, para hacer revivir en
lo posible las instituciones con las cuales la naturaleza h a ba dirigido al hombre de los primeros tiempos. Los o b s tculos que se oponan este medio de perfeccionamiento
eran numerosos. Por un lado, los prejuicios levantados entre
los jurisconsultos mismos; por otro, la excesiva tenacidad de
las costumbres romanas para ceder inmediatamente bajo
una teora filosfica. Los mtodos indirectos por los cuales
el edicto combati ciertas anomalas jurdicas, prueban la
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turalmente al entendimiento cuando trabajaba por explic a r s e el estado de naturaleza y cuando examinaba la a d ministracin del derecho comn todas las naciones; y todo
lo que sabemos de las ideas antiguas nos induce creer que
esta semejanza ideal contribuy mucho la formacin de
una c r e e n c i a en la identidad de ambas concepciones.
Pero mientras que el jus gentium tenia poco crdito en
R o m a , la teora del derecho de la naturaleza vino rodeada
de todo el prestigio de la autoridad filosfica, asociando su
idea con la de una condicin ms antigua y mejor del g nero humano. Fcil es comprender que la diferencia del
punto de vista haba de afectar la pureza de un trmino
que expresaba la vez la accin de los antiguos principios
y los resultados de una teora nueva. Y o estoy persuadido
de que, cuando la palabra equidad fu comprendida como
perteneciente una teoria griega, todas las asociaciones de
ideas unidas la concepcin del isotes comenzaron unirse con ella. E l lenguaje de Cicern hace pensar con ms
probabilidades que sucedi as, y este fu el primer cambio
del concepto de e q u i d a d , que han sostenido ms menos
casi todas las teoras morales explicadas desde entonces.
Es necesario decir algo del procedimiento por el que se
introdujeron gradualmente en el derecho romano las d i s tinciones y los principios, asociadas primero con el derecho
comn todas las naciones, y ms tarde con el derecho de
la naturaleza. En la crisis de la historia romana sealada
por la expulsin de los T a r q u i n o s , sobrevino un cambio parecido los que se encuentra en los anales primitivos de
algunos Estados de la antigedad, y que tenan poco de comn con los sucesos polticos que hoy llamamos r e v o l u c i o nes. Para expresarlo con propiedad, se puede decir que la
realeza se convirti en comisin. Los poderes, colocados con
anterioridad en manos de una sola persona, quedaron e n tonces divididos entre varios funcionarios electivos, aunque
conservndose el nombre de la realeza y atribuyndole un
p e r s o n a j e , conocido despus con el nombre de rex sacrorum.
rex sacrificulus. En este cambio, las funciones judiciales
superiores fueron atribuidas al pretor, el primer funcionario
d e l a repblica en dicha p o c a , y esas funciones l uni
la supremaca indefinida sobre el derecho y la legislacin,
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que habla pertenecido los antiguos soberanos y que c o rresponde claramente la autoridad patriarcal de la edad
heroica, de que elloshaban estado investidos en otro tiempo.
La situacin de Roma daba una gran importancia la
parte.indefinida de las funciones del pretor; porque con el
establecimiento de la Repblica comenz la serie de dificultades que agitaron el Estado, empeado en r e l a c i o nes con multitud de personas que, no siendo romanos l e galmente, se hallaban sin embargo colocados de un modo
permanente bajo la jurisdiccin romana. Las cuestiones de
estas personas, entre ellas entre ellas y los ciudadanos
de Roma, hubieran quedado fuera del dominio del derecho
romano si el pretor no hubiera tomado el partido de d e c i dirlas; y aquel funcionario debi de encontrar pronto los
casos ms difciles que un comercio extenso haca nacer
entre romanos y extranjeros. El gran crecimiento de estas
cuestiones, sometidas la justicia romana hacia el comienzo
de la primera guerra pnica, se seala por el nombramiento
de un pretor especial, conocido con el nombre de prcetor
peregrinus, encargado de ocuparse exclusivamente en eso.
Sin embargo, una de las precauciones que los romanos
haban tomado contra la vuelta la opresin, consista en
obligar todo magistrado cuyas atribuciones admitan extensin publicar, al entrar en funciones, un edicto-proclama en que declarase de qu manera pensaba conducir
su administracin. El pretor estaba, pues, como los dems
magistrados, sometido esta regla; slo que, como era
necesariamente imposible redactar todos los aos un sistema particular de principios, se limitaba publicar el edicto
de su predecesor con los cambios y adiciones que las e x i gencias del tiempo sus opiniones jurdicas le obligaban
introducir. L a proclama del pretor, as prorrogada de ao
en ao, tom el nombre de edicto perpetuo, es decir, continuo no interrumpido.
L a largura enorme que lleg tener, y quiz el disgusto por el desorden que se iba introduciendo, hicieron q u e ,
durante la magistratura de Salvio Juliano, que en tiempo
de Adriano fu pretor, d e s a p a r e c i e r a la costumbre de las
adiciones anuales. El edicto de aqul comprendi, en su
virtud, el cuerpo entero de la jurisprudencia de equidad,
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que l dispuso probablemente en un orden nuevo y simtrico; y h aqu por qu el edicto perpetuo es conocido en
derecho romano con el nombre de edicto de Juliano.
Acaso la primera cuestin que se presenta un ingls
est en saber, por lo que hace al edicto perpetuo, cmo
eran limitados los amplios poderes del pretor: Cmo una
autoridad tan poco definida poda existir en una sociedad
que disfrutaba de un derecho estable? A esto puede r e s ponderse con una observacin cuidadosa de las condiciones en que nuestro derecho es aplicado en Inglaterra. El
pretor, no hay que olvidarlo, era un j urisconsulto, tena
asesores j urisconsultos, y probablemente todos los j uristas
romanos aspiraban con impaciencia desempear dirigir
la gran magistratura j udicial. Durante este tiempo, sus g u s tos, sus sentimientos, sus prej uicios y sus luces eran, pues,
inevitablemente los de los hombres de su profesin; y las
cualidades que a c a b a b a por llevar naturalmente sus funciones eran las adquiridas en la prctica y el estudio de la
profesin misma. Un canciller de Inglaterra sufre p r e c i s a mente igual preparacin y lleva las mismas cualidades su
puesto. Hay la diferencia de que cuando entra en funciones, se sabe solamente que modificar ms menos el d e recho antes de salir; pero hasta que haya dej ado el puesto
y hasta que la serie de sus decisiones haya sido publicada
en los repertorios de j urisprudencia, no podemos descubrir
en qu punto ha aclarado modificado los principios de
sus antecesores. L a influencia del pretor sobre la j urisprudencia romana no duraba ms que el periodo de tiempo
que duraban sus funciones. Como ya hemos dicho, stas
eran slo por un ao, y las decisiones dadas en este tiempo,
definitivas slo para los litigantes, no tenan valor despus.
Por lo tanto, el momento ms natural para declarar los cambios que proyectaba, era el, de su ingreso; y, as, al tomar
posesin, haca abierta y formalmente lo que el canciller
ingls hace insensiblemente y v e c e s sin pensar.
Los lmites la libertad aparente del pretor son p r e c i s a mente los que suj etan tambin al j uez ingls. En teora, p a rece que ni los poderes del uno ni los del otro tienen lmite:
p e r o , en la p r c t i c a , el pretor romano, como sucede al c a n ciller de Inglaterra, estaba suj eto dentro de los lmites m a r -
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cados por las ideas y por los sentimientos que habia recibido
en la educacin y por la fuerza de la opinin profesional,
fuerza que slo pueden apreciar bien los que la han e x p e r i mentado por s mismos. Puede aadirse que los limites en que
se permita el movimiento y de los que no era posible salir,
estaban tan determinados en aqul caso como lo estn en
ste. En Inglaterra el juez sigue, por el sistema de las a n a l o gas, las sentencias dictadas ya en casos particulares. E n
Roma, al principio, como la intervencin del pretor tuvo por
objeto probablemente la segurdad del Estado, debi de h a llarse la altura de las dificultades que haba que allanar.
Ms tarde, cuando el gusto por los principios haba sido e x tendido con los dictmenes (responso), el pretor se serva del
edicto como de un medio de extender la aplicacin de los
principios fundamentales que l y los jurisconsultos de su
tiempo crean naber hallado en el derecho. M s t a r d e t o d a v a ,
el pretor obraba completamente bajo la influencia de las teoras filosficas griegas, que le obligaban ir hacia adelante
y le enseaban al mismo tiempo el camino que deba seguir.
Se ha discutido mucho sobre la naturaleza de las m e d i das atribuidas Salvio Juliano. Cualesquiera que fuesen,
sus efectos sobre el edicto estn bastante claros, reducidos
no extenderse ms por adiciones anuales. A partir de esta
p o c a , la jurisprudencia de equidad se desarroll por los
trabajos de la serie de grandes jurisconsultos que escribieron entre el reinado de Adriano y el de Alejandro S e v e r o .
Un fragmento del asombroso sistema por ellos construido,
el Digesto de Justiniano, subsiste todava, y nos prueba que
sus obras tenan la forma de tratados sobre todas las partes
del derecho, y principalmente comentarios al edicto.
En realidad, cualquiera que sea el objeto inmediato en
que se ocupara uno de aquellos jurisconsultos, se puede d e c i r
que siempre exponan los principios de la equidad. Los principios del edicto haban penetrado en todas las partes del
derecho romano antes de la poca en que el edicto se hizo
definitivo. Es necesario recordar que, en Roma, hasta cuando
la equidad era muy distinta del derecho civil, siempre la a d ministraron los mismos tribunales. El pretor era el principal
juez de equidad y de derecho comn: en cuanto el edicto
desarrollaba una regla de equidad, el pretor comenzaba i
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aplicarla en sustitucin al lado de la antigua regla del d e recho civil, que quedaba asi abrogada directa indirectamente sin disposicin alguna expresa legislativa.
Sin embargo, la equidad y el derecho comn estuvieron
bien lejos de confundirse hasta la poca en que fueron r e unidos por las reformas de Justiniano. La separacin p r c tica de los dos elementos de la jurisprudencia entraaba
alguna confusin y algunosjinconvenientes; y ciertas d o c trinas del derecho civil resistieron de tal manera, que ni
los autores ni los expositores del edicto las tocaron. A pesar
de todo, no qued rincn del campo de la jurisprudencia
que no sufriese influencia, mayor menor, de la equidad.
D e ella sac el jurista todos sus materiales de g e n e r a l i z a cin, todos sus mtodos de interpretacin, todos sus m e dios de a c l a r a r los primeros principios y toda la gran masa
de reglas limitativas de que el legislador rara vez se ocupa,
pero que ejercen tan considerable influjo en la aplicacin
de los actos legislativos.
El periodo de los jurisconsultos acab con A l e j a n d r o
S e v e r o . Desde Adriano hasta l, el derecho se perfeccion,
como hoy sucede en varios paises de E u r o p a , por comentarios autorizados y por actos legislativos. Pero bajo el reinado de A l e j a n d r o Severo la facultad de crecimiento de la
equidad romana parece que se agot, y la sucesin de los
jurisconsultos a c a b all. El resto de la historia del d e r e cho romano es slo la historia de las constituciones i m p e riales y de las tentativas hechas para codificar el cuerpo de
la jurisprudencia: el Corpus juris de Justiniano es la ltima
y la ms c l e b r e de estas tentativas.
Sera fatigoso entrar en una comparacin detallada de
la equidad en Inglaterra y en Roma, pero conviene mencionar dos rasgos que presenta en uno y en otro pas. P r i meramente, en Roma como en Inglaterra, la jurisprudencia
de equidad tiende, y llega siempre, un estado p a r e c i d o
al del antiguo derecho consuetudinario cuando la equidad
comenz modificarle. C u a n d o llega una poca en que los
principios morales adoptados han dado de s todas sus consecuencias legitimas, el sistema fundado sobre ellos se h a c e
tan rgido, tan poco susceptible de desarrollo y tan e x p u e s to quedar por detrs de los progresos de las costumbres,
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se considera todava la perfeccin del derecho como d e pendiente del exacto seguimiento del plan trazado por el
legislador primitivo. Si interviene la inteligencia en estos
c a s o s , es slo para envanecerse de la perversidad sutil con
que pueden deducirse conclusiones de los antiguos textos,
sin salirse de su letra.
Y o no hallo razn para que el derecho romano hubiera
sido superior al de los indios, si la teora del derecho natural no le hubiese dado un tipo de perfeccin distinto del
de costumbre. En este caso excepcional, la simplicidad y
la simetra quedaron como caracteres de un derecho ideal
perfecto, los ojos de una sociedad llamada por otras
causas poderosa influencia sobre el gnero humano.
Es imposible exajerar la importancia que para un pueblo, como para una profesin, tiene la existencia de un lin
distinto del progreso. El secreto de la inmensa influencia
de Bentham en Inglaterra en el presente siglo, consiste en
haber puesto ese fin ante los ojos del pueblo, dndonos una
regla clara de reforma. Los juristas ingleses del siglo anterior eran quiz demasiado sabios para creer en el paradjico lugar comn de que el derecho ingls era la perfeccin de la razn humana; pero obraban como si lo hubieran creido, por falta de otra regla de conducta. Bentham, en
cambio, vino asignar el bien pblico como fin de la legislacin, y abri asi al espritu de reforma una salida, que
tanto tiempo hacia que buscaba.
Si nosotros llamramos antiguo Benthamismo al conjunto de proposiciones que acabamos de sentar, nuestra
comparacin no sera enteramente fantstica. L a teora romana dirigi los esfuerzos de los hombres por el mismo lado
que la teora del publicista ingls; los resultados prcticos
de aqulla tampoco fueron muy diferentes de los que hubiera producido una secta de reformadores como Bentham,
que buscaran constantemente el bien general de la comunidad.
S e r a , sin embargo, un error suponer que la teora del
derecho natural era una anticipacin consciente de la de
Bentham. L a felicidad del gnero humano est indicada sin
duda alguna en la literatura corriente y en la literatura
jurdica de los rornanos como fin de las reformas legislati-
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vas; pero hay que notar bien que los testimonios en favor
de este principio son dbiles y escasos, al lado de los que
invocan constantemente la supremaca del derecho de la
naturaleza. No eran los sentimientos de filantropa los que
animaban los jurisconsultos romanos, sino su gusto por la
sencillez y la armona, como decan ellos, por la e l e g a n cia. Si sus trabajos coincidieron con lo que ha podido d e s pus aconsejar una filosofa precisa, nada ha pasado de ser
una buena suerte del gnero humano.
Si consideramos al mismo tiempo la historia moderna del
derecho natural, fcil nos es convencernos de la extensin
de su influencia, aunque no nos lo sea decir con seguridad
si sta ha sido buena mala. Que las doctrinas y las instituciones que pueden atribursele son el tema de algunas de
las controversias ms violentas de nuestro tiempo, bien se
ve recordando que el derecho natural es el origen de casi
todas las ideas especiales que, sobre el derecho, la poltica
y la sociedad, ha desparramado Francia por el mundo
occidental durante los cien aos ltimos.
El papel de los jurisconsultos en la historia de Francia
y la esfera de las concepciones jurdicas en el pensamiento
de los franceses han sido siempre muy extensos. No es en
Francia, sino en Italia, donde toda la ciencia jurdica de la
Europa moderna ha tomado nacimiento, pero de todas las
escuelas fundadas por los emisarios de las universidades
italianas en todas las partes del continente, las mismas que
en vano pretendieron establecer en Inglaterra, las de F r a n cia fueron las que ms considerable efecto produjeron en
la marcha del pas. Los legistas de Francia se aliaron e s ! trechamente los reyes de la casa de Capeto, y sus s e n tencias en pro de la prerrogativa real y sus interpretaciones
de las reglas para la sucesin de los feudos (fiefs), contribuyeron tanto como la espada formar de una a g l o m e r a cin de provincias la monarqua francesa.
No se puede apreciar las enormes ventajas que la a l i a n za de los legistas prest los reyes en sus luchas contra los
grandes feudatarios, la aristocracia y la Iglesia, si no es por
medio de las ideas que prevalecieron en la Edad media en
Europa. En primer lugar existan un gusto marcado hacia
la generalizacin y una admiracin curiosa hacia todas las
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En la mitad del siglo X V I I I la historia del derecho n a tural pas por su periodo ms critico. Si la discusin de esta
teora y de sus consecuencias no acierta entonces salir
del crculo de los jurisconsultos, el Espritu
de las leyes
hubiese hecho perderla el respeto que haba a l c a n z a d o .
Aunque algunas exageraciones demostraban la violencia del
autor contra aserciones admitidas sin examen; aunque las
ambigedades de lenguaje daban entender el deseo de
no chocar mucho con los prejuicios existentes, el libro de
Montesquieu, como todos sus defectos, proceda del mtodo
histrico, que no ha aceptado ni un solo instante la teora
del derecho natural. Su influencia, por lo tanto, sobre las
ideas de la poca pudo llegar ser tanta como su popularidad; pero no tuvo tiempo de desarrollarse porque la hiptesis que trataba de destruir pas de repente de los t r i bunales la calle y vino ser el punto de apoyo de las
controversias ms animadas que se han suscitado jams en
tribunales y escuelas.
T o c echar por nuevos rumbos la teora un hombre
que, sin instruccin, sin carcter y con pocas virtudes,
dej, sin embargo, en la historia seal indeleble, gracias
una imaginacin viva y un amor sincero la humanidad, por el que ser necesario perdonarle siempre. Nosotros no hemos visto en nuestro tiempo, ni el mundo ha
visto ms que una dos veces en todo el transcurso de la
historia, trabajos literarios que tan prodigiosa influencia
hayan tenido sobre los hombres de todos los caracteres y
todos los matices intelectuales, como los publicados por
Rousseau de 1749 a 1 7 6 2 . Esta fu la primera tentativa
para reconstruir el edificio de la creencia humana, despus
de los trabajos de demolicin empezados por Bayle y L o c k e
y concluidos por Voltaire; y , adems de la superioridad que
toda tentativa de construccin tiene siempre sobre las
obras puramente destructivas, los trabajos de Rousseau t u vieron la inmensa ventaja de a p a r e c e r en el tiempo en que
todos casi todos dudaban y a de la exactitud de la ciencia
del pasado en materia especulativa.
En todas las especulaciones de Rousseau, el personaje
tipo, sea firmando el contrato social, segn la teora i n g l e sa, sea apareciendo desnudo y desprovisto de c u a l i d a d e s
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histricas, es constantemente el hombre en el estado supuesto de naturaleza. T o d a ley, toda institucin que no
convenga con este ser imaginario y con estas condiciones
ideales, debe ser condenado como una degeneracin del
origen perfecto; toda transformacin que haga a c e r c a r la
sociedad al mundo en que r e i n a b a el hijo de la naturaleza,
debe ser realizada toda costa. Q u e d a as todava la teora
romana, en cuanto, en el fantasmagrico estado de natural e z a , slo acierta el entendimiento distinguir la simplicidad y la armona que tanto encantaban los jurisconsultos; pero puede d e c i r s e , sin embargo, que se ha vuelto lo
de abajo a r r i b a .
Y a no es la ley natural, es el estado de la naturaleza el
que ha venido ser objeto de la contemplacin. Los romanos comprendan q u e , estudiando con cuidado las instituciones existentes, se poda hallar en ellas algunas partes
que llevasen, pudieran llevar por medio de reformas, el
sello de aqul rgimen de la naturaleza, cuya existencia
afirmaban tmidamente. Rousseau crea que se poda sacar
un orden social perfecto del estudio del estado de naturaleza, y que ese orden no tena nada de comn con la condicin actual del mundo, ni se le pareca en nada. L a gran
diferencia entre ambos puntos de vista es que el uno condena amarga y completamente el presente, porque no se
asemeja un pasado i d e a l ; mientras que el otro, considerando el presente tan necesario como el pasado, no aparenta censurarle ni desdearle.
No vale la pena de analizar con detalles esta filosofa
de la poltica, del arte, de la e d u c a c i n , de la moral y de
las relaciones sociales, elevada sobre la base del estado de
naturaleza. T i e n e todava una fascinacin singular para
los que piensan ligeramente en todos los paises, y su influencia ms menos directa ha engendrado casi todos los
prejuicios con que tropieza el mtodo histrico; pero su
descrdito para las ms e l e v a d a s inteligencias de nuestro
tiempo es lo bastante profundo para preocupar cuantos
conocen la extraordinaria vitalidad de todos los errores especulativos.
L a cuestin que hoy quiz se presenta ms frecuentemente es la de saber, no el valor de las opiniones de Rous-
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seau, sino las causas que le dieron hace cien aos tan sealada preeminencia. L a respuesta esto es fcil. El estudio
que, en el ltimo siglo, pudo corregir mejor los errores en
que expone caer el conocimiento de las antigedades r o manas, era la religin. Pero la religin de los griegos, tal
como entonces se comprenda, era puramente mitolgica.
Las orientales, apenas mencionadas, parecan perdidas en
vagas cosmogonas. Un solo cuerpo de tradiciones primitivas
vala la pena de ser estudiado, la historia de los antiguos
judos; pero los prejuicios de la poca impedan este estudio.
Uno de los pocos caracteres comunes la escuela de
Rousseau y la de Voltaire, es el menosprecio absoluto de
todas las antigedades religiosas, y sobre todo de las hebreas. Era punto de honor bien conocido por los pensadores
de la poca, no solamente negar la inspiracin divina de
las instituciones que llevan el nombre de Moiss y c r e e r
que haban sido codificadas en poca posterior la que se
dice, sino afirmar que esas instituciones y el Pentateuco entero eran una falsedad ejecutada depus de la vuelta del
cautiverio. T r a t a n d o de escapar lo que ellos consideraban como la supersticin de los sacerdotes, los filsofos franceses, privados as de un gran preservativo contra las i l u siones especulativas, se arrojaron de lleno en la supersticin
de los legistas.
Si la filosofa fundada sobre la hiptesis del estado de
naturaleza ha caido en descrdito ante la opinin en sus
formas ms palpables y ms toscas, no ha perdido, sin embargo, por lo que hace sus trabajos ms delicados, la popularidad, el prestigio y el mrito. Creemos que, como q u e da indicado, es an el gran antagonista del mtodo histrico; y , aparte de toda objecin religiosa, c a d a vez que
se ve alguien resistir este mtodo desdearle, se nota
en l la influencia de prejuicios relacionados con la creencia, consciente insconsciente, en un estado natural, no
histrico, de la sociedad de los individuos. Pero no ha
perdido su influencia.
Por supuesto, las doctrinas del estado de naturaleza y
del derecho natural han conservado su energa principalmente cuando se han aliado tendencias polticas socia-
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de tierra que daba lugar sus servicios y los limitaba; despus elevarse siguiendo los circuios cada vez ms estrechos
de la infeudacin superior, hasta llegar al remate del sistema en la cima de la pirmide.
No es fcil decir exactamente dnde estaba este remate
en aquellos siglos primeros; probablemente, all donde la
idea de la soberana de la tribu estaba en d e c a d e n c i a , se
asignaba el primer lugar los supuestos sucesores de los
emperadores de Occidente. Pero, despus de algn tiempo,
cuando la esfera de la autoridad imperial se fu inmensamente estrechando, cuando los emperadores concentraron
los dbiles restos de su poder en Alemania y en la alta Italia, los grandes seores feudales del imperio carlovingio se
hallaron en realidad sin jefe supremo. Poco poco, ellos se
acostumbraron su nueva situacin y , no obedeciendo
nadie, olvidaron al fin la teora de la dependencia; pero
muchos datos demuestran que este cambio no se efectu sin
esfuerzos, y , en realidad, la idea de que la naturaleza de
las cosas exige que haya en alguna parte dominacin s o b e rana, es lo que debemos atribuir la tendencia creciente
reconocer una superioridad poltica en la Santa S e d e .
El fin de esta revolucin est sealado por la subida de
la dinasta de los Capetos en F r a n c i a . Antes de esto, muchos poseedores de ios grandes feudos separados del imperio carlovingio, haban comenzado sustituir con el titulo
de rey el de duque y el de conde; pero este cambio importante se realiz cuando el seor feudal de las cercanas de
Pars, reuniendo por azar en su persona cierto nmero de
soberanas, comenz llamarse rey de F r a n c i a , al mismo
tiempo que usurpaba el titulo de rey de los franceses que
haban llevado los reyes de la primera dinasta. As Hugo
Capeto y sus descendientes fueron reyes en un sentido
completamente nuevo; y tuvieron con el suelo de F r a n c i a ,
las mismas relaciones que el barn con su feudo y el vasallo
con el s u y o .
L a forma de la monarqua en F r a n c i a aceler los c a m bios que en todas partes tuvieron lugar en igual sentido.
L a autoridad de nuestros reyes anglo-sajones era el t r mino medio entre la del jefe de la tribu y la del soberano
territorial; pero la de los reyes normandos, imitada de la
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de los de F r a n c i a , fu positivamente territorial. Toda s o berana establecida consolidada por el tiempo tom el
nuevo modelo. En Espaa, en aples, en los principados
nacidos sobre las ruinas de las municipalidades en Italia,
se establecieron soberanos territoriales. Pocas cosas ms
curiosas que el cmo pasaron los venecianos de una teora
la otra. Al principio de sus conquistas exteriores, la r e pblica de Venecia, se consideraba manera de una r e pblica romana, gobernadora de cierto nmero de p r o v i n cias. Despus de ms de un siglo se consider como s o b e rana territorial, y entonces reclam los derechos de s e o ro feudal sobre sus posesiones de Italia y del mar E g e o .
En el periodo en que las ideas populares relativas la
soberana sufrieron este notable cambio, el sistema que
reemplaz lo que hoy llamamos derecho internacional tena una forma heterognea y de principios contradictorios.
En toda la parte de Europa que ocupaba el imperio r o m a no alemn, las relaciones de los Estados confederados eran
regidas por el mecanismo complicado incompleto de la
constitucin imperial; y , por chocante que esto pueda p a r e c e m o s , los legistas alemanes queran sostener que las
relaciones de los Estados, tanto dentro como fuera del i m perio, deban ser regladas, no por el jus gentium, sino por
la jurisprudencia romana pura, de que el Csar era t o d a va el centro. Esta doctrina no fu rechazada con tanta firmeza como se poda suponer por los pases vecinos; pero,
en el resto de Europa, las relaciones feudales r e m p l a z a ron de hecho al derecho pblico; y , cuando eran obscuras
ambiguas, exista, en teora al menos, una autoridad s u perior, que era la del jefe de la Iglesia.
Despus, las influencias feudales y eclesisticas se d e b i litaron rpidamente durante el siglo x v , y aun desde el xiv;
y si examinamos de c e r c a los pretextos ordinarios de guerra
y los motivos confesados para las alianzas, vemos q u e , poco
poco, medida que los antiguos principios se destacaban,
las ideas que A y a l a y Grocio pusieron ms tarde en orden
y en sistema hicieron ya progresos considerables, aunque
sin ruido y lentamente. Sin embargo, no es posible decidir
si la fusin de todos los orgenes de autoridades hubiera
acabado por producir un sistema de relaciones i n t e r n a d o -
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naturaleza humana como enteramente plstica, reproduciendo pasivamente las impresiones y siguiendo los impulsos que recibe de fuera: y esto es sin duda un error que
vicia su sistema tanto como el que ms. No aprecia en
su valor la estabilidad de la naturaleza humana, y tiene
poco en cuenta olvida las cualidades hereditarias de la
raza que cada generacin recibe de las que la preceden y
trasmite con poca alteracin las que la siguen. Cierto es
que no podemos darnos cuenta completamente de los fenmenos sociales, y de las leyes por consecuencia, sin tener
en cuenta las influencias que seala el Espritu de las leyes,
pero Montesquieu parece haber exagerado su nmero y su
fuerza. Muchas anomalas que l seala se han hallado despus fundadas sobre narraciones falsas en las que se haban comprendido mal los hechos; y aun las v e r d a d e r a s , en
su mayor parte, ms bien prueban la permanencia que la
movilidad de la naturaleza humana, puesto que son restos
de un antiguo estado social que han resistido las influencias que prevalecan entonces.
En r e a l i d a d , la mayor parte de nuestra constitucin
mental, moral y fsica es estable, y la resistencia que opone
al cambio es tal que, aunque las modificaciones d l a sociedad humana sean tan evidentes en una parte del mundo,
no son tan rpidas ni tan extensas que no se pueda determinar su importancia, su carcter y su direccin g e n e r a l . En
el estado actual de nuestros conocimientos no podemos
ms que acercarnos la v e r d a d , pero no hay razn para
creer que sta se encuentre tan lejos, lo que es lo mismo,
que nuestra ciencia tenga necesidad de tantas correcciones
en el porvenir que sea intil enteramente para nuestra instruccin.
L a otra teora que debe exceptuarse es la histrica de
Bentham. Est expuesta un poco oscuramente y acaso con
timidez en muchas partes de las obras de Bentham, y es
totalmente distinta del anlisis de la idea del derecho que
l haba comenzado en su Fragmento sobre el Gobierno
y que fu completado ltimamente por Jhon Austin. Reducir
el derecho un mandato de cierta naturaleza, impuesto en
condiciones especiales, no sirve nunca ms que para alejar
de nosotros una dificultad de lenguaje, realmente formida-
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SMER
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marcha habitual de las ciencias, penetrsemos todo lo dentro posible en la historia de las sociedades primitivas.
Los fenmenos que nos presentan no son fciles de comprender primera vista; pero la dificultad de ordenarlos es
poca cosa al lado de las perplejidades que nos asaltan
c u a n d o estudiamos el mecanismo complicado de las s o c i e dades modernas. L a dificultad que se nos presenta para
comprender las instituciones primitivas est en su grosera y
en su e x t r a v a g a n c i a , no en su nmero ni en sus complejas
relaciones. Sorprenden profundamente cuando se las mira
desde el punto de vista moderno; pero, cuando esta sorpresa ha pasado, se hallan en ellas relaciones sencillas y
poco numerosas. Y , de todos modos, aunque costase el trabajo que no cuesta comprenderlas, este trabajo no sera
intil cuando se trata de hallar el germen de donde han salido todas las restricciones morales que limitan nuestras
a c c i o n e s y dirijen nuestra conducta en el tiempo presente.
Los principios del estado social, segn nosotros los conocemos, son atestiguados por testimonios de tres especies:
relaciones de observadores contemporneos sobre civilizaciones menos adelantadas que la s u y a ; recuerdo de su historia primitiva conservado por ciertas razas; y derecho
antiguo.
Los testimonios de la primera especie son los mejores.
Como las sociedades no avanzan tan vivamente unas como
otras, sino que llevan marcha diferente, hay pocas en que
los hombres habituados observar metdicamente han estado en condiciones de ver y de describir la infancia del
gnero humano. T c i t o , por ejemplo, ha sacado gran partido de una situacin semejante; slo que la Germania, poco
parecida en esto los libros clsicos ms clebres, no ha
guiado otros escritores seguir el excelente ejemplo dado
p o r su autor; y de aqu que no poseamos ms que pequeo
nmero de testimonios de este gnero.
E l altivo menosprecio con que un pueblo culto mira
sus vecinos b r b a r o s , ha hecho descuidar la observacin de
stos; descuido a g r a v a d o alguna vez por el temor de los
prejuicios religiosos y hasta por el empleo de las palabras
civilizacin y b a r b a r i e , con que se hace creer muchas
personas que estas dos palabras no indican solamente una
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sus sistemas sin apoyarse en la historia religiosa. Hoy mismo hay quiz tendencia despreciar estos documentos ,
cuando menos, no considerarles como parte de las tradiciones de un pueblo semtico.
Es necesario notar, sin embargo, que los documentos
relativos al antiguo derecho pertenecen casi exclusivamente instituciones de sociedades de la raza indoeuropea,
puesto que la mayor parte proceden de los romanos, de los
hindos y de los slavos; por lo cual, la dificultad, en el e s t a do actual de nuestros conocimientos, es la de saber dnde
detenerse, sea averiguar de qu raza de hombres puede
afirmarse que la sociedad en que fueron unidos primitivamente no tuviera la forma patriarcal.
No hay necesidad de describir en detalle los rasgos
principales de la sociedad patriarcal tal como la muestran
los primeros captulos del Gnesis, porque son familiares
la mayor parte de los lectores desde su infancia, y porque,
gracias al inters que produj o en otro tiempo la c o n t r o v e r sia que tuvo lugar entre L o c k e y Filmer, llenaron stos un
captulo, bastante intil, por otra parte, de la literatura i n glesa.
Los puntos que resaltan claramente en la historia son
los siguientes: El pariente varn de ms e d a d , el ascendiente mayor de e d a d , era dueo absoluto en su casa; tena
el poder de vida y muerte sobre sus hij os y su familia,
al mismo tiempo que sobre sus esclavos, y en r e a l i d a d , las
relaciones de padre hij o y de seor y esclavo, no d i f e ran apenas en otra cosa que en la c a p a c i d a d del hij o para
llegar j efe de la familia; los rebaos de los hij os pertenecan al p a d r e , y los bienes del p a d r e , que l posea ms
bien como magistrado que como propietario, eran divididos
por igual su muerte entre los descendientes del primer
g r a d o , recibiendo el primognito alguna vez una parte dob l e , ba j o el nombre de derecho de primogenitura; pero, en
g e n e r a l , sin otra ventaj a hereditaria que una preeminencia
honorfica. Se puede s a c a r , de los relatos de la Escritura,
la consecuencia, al menos a p a r e n t e , de que nos ponen en
camino de fij ar los primeros rasgos de la patria potestad.
L a s familias de J a c o b y Esa se separaron y formaron dos
naciones; pero las familias de los hij os de J a c o b quedaron
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ANTIGUO
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unidas y formaron un pueblo. Esto se p a r e c e al primer g e r men de un Estado de una Repblica, y al de un orden de
derecho superior las relaciones de familia.
Si yo tratase de expresar en pocas palabras los caracteres esencialmente jurdicos del estado en que los hombres
se muestran en el origen de la historia, me contentara
con citar algunos versos de la Odisea de Homero: No t i e nen ni asamblea para el consejo ni themistas; pero c a d a
uno tiene jurisdiccin sobre sus mujeres y sus hijos, sin cuidarse de los otros. Estos versos se aplican los cclopes,
y quiz no expresar una idea muy fantstica si digo que
para Homero los cclopes son el tipo de una civilizacin
extranjera menos a v a n z a d a que la suya; porque la r e p u g nancia casi fsica que un pueblo primitivo siente hacia los
hombres cuyas costumbres difieren mucho de las suyas, se
manifiestan en considerrselescomo monstruos, gigantes,
demonios, segn sucede casi siempre en la mitologa oriental.
Pero, sea c o m o q u i e r a , esos versos resumen las i n d i c a ciones que nos proporcionan las antigedades jurdicas. Los
hombres a p a r e c e n al principio en grupos perfectamente
aislados, bajo el poder del padre de familia. L a palabra de
ste es el derecho, pero no todava con la condicin d l o s
themistas que analizamos en el primer captulo de esta obra.
Cuando llegamos al estado de sociedad en que estas c o n cepciones primitivas del derecho aparecen ya formadas,
las hallamos envueltas en el misterio y en la espontaneidad
que parecen caracterizar las rdenes de un padre todopoderoso; pero, al mismo tiempo, como provienen de un s o berano, suponen la unin de grupos de familia en una o r ganizacin ms extensa.
L a primera cuestin que se presenta en seguida es la de
saber la naturaleza de esta unin y el grado de intimidad
que supone. A.qu es precisamente donde el derecho primitivo nos presta un gran servicio, uno de los ms grandes
servicios, y llena una laguna que, sin l, slo podra ser
llenada por conjeturas. Por de pronto, todas las partes de
este derecho contienen indicaciones clarsimas para a s e g u rar que la sociedad de los tiempos primitivos no era una
coleccin de individuos, como la de nuestro tiempo, sino
una agregacin de familias. Se puede expresar el contraste
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de una manera ms clara diciendo que la unidad de la a n tigua sociedad era la familia como la de la sociedad m o derna es el individuo.
Varias son en el antiguo derecho las consecuencias de
esta distincin. Este derecho es concebido para un sistema
de pequeas corporaciones independientes; por consecuenc i a , es pobre, porque el mandato desptico del padre de
familia le suple; y est lleno adems de formalismos, porque los negocios en que se ocupa parecen mucho ms negocios internacionales que comercio rpido de individuos.
Se distingue aquel derecho, sobre todo, por la particularid a d , de que no puedo exponer aqu toda la importancia,
de considerar la vida desde un punto de vista diferente del
de una jurisprudencia adelantada; pues, como las c o r p o r a ciones no mueren nunca, el derecho primitivo considera
las unidades de que se ocupa, es d e c i r , los grupos patriarcales de familia, como perpetuos imperecederos.
Este punto de vista se une al aspecto particular que
presentan los atributos morales en los tiempos muy antiguos. L a elevacin moral y la depravacin del individuo
se confunden con los mritos y las faltas del grupo que
pertenecen, no son considerados ms que en segunda linea. Si la comunidad peca, su pecado es mucho ms g r a n de que la suma de los que cometen sus miembros. El crimen
es un acto colectivo y sus consecuencias se extienden
mayor nmero de personas que las que han tomado parte
en l. A d e m s , si el individuo ha cometido un crimen que
llama la atencin, sus hijos, sus padres, los hombres de su
tribu sus conciudadanos son castigados con l, y alguna
vez por l.
S u c e d e as que las ideas de responsabilidad y de retribucin moral p a r e c e n ms claras en los tiempos muy antiguos que en los menos alejados, p o r q u e , como el grupo de
familia es inmortal y permanece indefinidamente expuesto
los castigos, la inteligencia de los tiempos primitivos no est
embarazada por las cuestiones oscuras que dara lugar el
considerar al individuo como completamente aislado del
grupo.
L a especie griega de una herencia de maldicin marca
un paso en la transicin del antiguo punto de vista las
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grupos de que eran miembros como fundados en la descendencia de un mismo autor. Esto, que se crey evidentemente
cierto de la familia, se crey cierto tambin de la gens, de
la tribu y ms tarde del Estado.
Sin embargo, vemos que aun con esta creencia , si
podemos hablar asi, con esta teora, cada comunidad c o n servaba ttulos tradiciones que mostraban claramente la
falsedad de dicha suposicin. Sea que consideremos los
Estados griegos, R o m a , las aristocracias teutnicas del
Ditmarsh, que han proporcionado Niebhur tantos ejemplos
ingeniosos, los clans celtas, ola extraa organizacin social
de los slavos, rusos y polacos, que no ha sido observada
hasta hace poco, descubrimos siempre en la historia un momento en que hombres de origen extranjero han sido admitidos en la comunidad primitiva incorporados ella. En
Roma particularmente, vemos que el primer grupo, la famil i a , era alterada constantemente por la prctica de la a d o p cin, y que siempre circularon historias sobre el origen
extranjero de una de las tribus primitivas y sobre el gran
aumento de las gens, atribuida uno de los primeros reyes.
La composicin del Estado, que se consideraba siempre
como natural, e r a , por lo tanto, conocida como artificial
para una gran parte. Esta contradicin, entre una creencia
teora y un hecho notorio, es muy embarazosa primera
vista; pero nos prueba bien el poder con que las ficciones
legales obran en la infancia de la sociedad. Porque una de
las primeras ficciones legales y de las ms empleadas era
la que permita crear artificialmente relaciones de familia;
acaso ninguna deba el gnero humano mayor reconocimiento. Si no hubiera existido, no se cmo un grupo primitivo, cualquiera que fuere su naturaleza, hubiera absorbido
otro, ni cmo dos grupos hubiesen podido reunirse, salvo
por la superioridad absoluta de un lado y la sumisin a b s o luta de otro.
Claro es que c u a n d o , con nuestras ideas actuales, p e n samos en la unin de comunidades independientes, p o d e mos imaginar cien maneras de establecerla, y entre ellas la
sencillsima de votar o b r a r l o s individuos, comprendidos
en grupos, segn la situacin de su domicilio; pero esta
idea de ejercer los derechos polticos en comn, simplemen-
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el principio de la habitacin del mismo territorio, r e c o n o cido hoy en todas partes como condicin de la comunidad
de derechos polticos. A l mismo tiempo aparecieron otras
ideas polticas q u e , siendo las nuestras, las de nuestros
contemporneos y , en parte, las de nuestros antepasados,
obscurecen ya para nosotros la inteligencia de aquella teora que vencieron y destronaron.
L a familia es, por lo tanto, el tipo de una sociedad antigua en todas las modificaciones que puede sufrir; pero
esta familia no es como los modernos la conciben. Para
comprender el concepto de la familia antigua tenemos que
dar nuestras ideas modernas una importante extensin y
una importante limitacin la vez. Hay que considerar la
familia como extendindose constantemente por la a b s o r cin de extranjeros, y es necesario del mismo modo c o m prender la ficcin de la adopcin imitando el parentesco
real tan exactamente que ni la ley ni la opinin establezcan diferencia entre el parentesco de sangre y el que
nace de la adopcin. Por otra parte, hay que v e r que las
personas incorporadas tericamente una familia por una
descendencia comn estn ligadas prcticamente por el
peder del ascendiente de mayor e d a d , p a d r e , abuelo
bisabuelo. L a autoridad del patriarca es un elemento tan
esencial de la nocin del grupo de familia como lo es el
hecho, real supuesto, de que los miembros de la familia
descienden todos de l; por lo cual, si existe alguna p e r sona q u e , aunque pariente por la sangre, se haya sustrado
de hecho al poder del jefe, es siempre considerada, en el
comienzo del derecho, como perdida para la familia.
Esta agregacin patriarcal (la familia moderna ensanchada de un lado y limitada de otro) es lo que encontramos en el umbral del derecho primitivo. Ms antigua probablemente que el Estado, que la tribu y que la gens, an
se conocen sus huellas en el derecho privado mucho tiempo
despus de haber sido olvidadas la gens y la tribu, y mucho
tiempo despus de haber dejado la consanguinidad de ser
un elemento de la composicin de los Estados. Su influjo ha
quedado en todas las divisiones de la jurisprudencia, y se
notar que es el verdadero origen de muchos de sus c a r a c teres ms importantes y ms durables.
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tres v e c e s , prueba adems, mi entender, que existi desde muy antiguo un sentimiento contrario la prolongacin
intil de este poder. L a regla que declaraba libre al hijo
cuando hubiera sido vendido tres veces por su p a d r e , debi
de tender en su origen castigar una prctica que repugnaba
hasta la moralidad imperfecta del romano primitivo. A d e ms, antes de las X I I T a b l a s , la habilidad de los j u r i s c o n sultos habla transformado ya esta regla en un procedimiento para destruir la patria potestad, cada vez que el padre
deseaba que c e s a s e .
Muchas de las causas que contribuyeron endulzar la
dureza de la patria potestad sobre la persona de los hijos, no
son las que a p a r e c e n en la superficie de la historia. No es
fcil decir hasta qu punto la opinin pblica puede haber
paralizado un poder conferido por la ley, ni hasta qu punto
la afeccin natural pudo hacerla tolerable; pero, aunque el
poder del padre sobre la persona hubiera acabado por ser nominal, el conjunto de la jurisprudencia romana indica que
los derechos del padre sobre los bienes de sus hijos eran siempre ejercidos sin escrpulo en toda la amplitud de la l e y .
No d e b e extraarnos la extensin de estos derechos
cuando se nos presentan por primera vez ante la vista. El
antiguo derecho romano prohiba los hijos no e m a n c i p a dos tener bienes distintos de su padre , mejor dicho, no
supona que los hijos pudieran tener una propiedad s e p a rada; el padre tena el derecho de tomar la totalidad de los
bienes adquiridos por el hijo, y de recibir el beneficio de
sus contratos, sin soportar por compensacin carga alguna.
Realmente, considerando la constitucin d l a sociedad romana primitiva, no hay modo de comprender el grupo familiar de los primeros tiempos sin suponer que c a d a cual l l e vaba al grupo sus ganancias de todas clases, sin obligarle
con ninguno de sus contratos individuales.
No est aqu, pues, el enigma de la patria potestad, sino
en la lentitud conque los privilegios del padre sobre los
bienes de los hijos fueron destruidos, y en la circunstancia
de que, antes de que se les disminuyese seriamente, haba
Roma sometido al mundo entero.
Ninguna innovacin fu intentada hasta los primeros
das del imperio, poca en que lo adquirido por los sida-
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persona hubiera podido ser sometida dos patrias p o t e s t a des; y , como stas suponian dos jurisdiciones distintas, l a
persona sometida ellas habra vivido bajo dos regmenes,
diferentes. En tanto que la familia permaneci como un
imperium in imperio, un Estado en otro Estado, g o b e r n a d a
por sus instituciones, de las que era origen el p a d r e , l a
limitacin del parentesco l o s agnados fu necesaria g a r a n ta contra los conflictos del derecho en el foro domstico.
L a patria potestad propiamente dicha a c a b a b a por la.
muerte del padre, pero la agnacin quedaba como un molde que conservaba su forma cuando dejaba de existir. D e
aqu viene el inters de la agnacin para el que estudia la
historia del derecho. No se encuentra claramente la patria
potestad ms que en un pequeo nmero de documentos
antiguos, pero el parentesco por agnacin, que supone l a
existencia previa de la patria potestad, se encuentra en
todas partes.
Pocos cuerpos de derecho indgenas, pertenecientes
los pueblos de la raza indoeuropea, hay que no contengan,
en sus partes ms antiguas, disposiciones especiales r e l a t i vas claramente la agnacin. En el derecho indio, que est
lleno de ideas primitivas sobre la dependencia de la familia, el parentesco es puramente por agnacin, tanto que he
notado que, en las genealogas de los indios, se omite, por
regla general, el nombre de las mujeres. Las mismas i d e a s
sobre el parentesco se hallan tambin en todas las partes
del derecho de los pueblos que dieron fin al imperio r o m a no: pertenecen realmente sus costumbres primitivas, y
quiz hubieran durado mucho ms tiempo en la j u r i s p r u dencia moderna, no ser por la vasta influencia que el
derecho romano de los ltimos tiempos ha ejercido sobre e l
pensamiento de nuestra p o c a .
Los pretores consideraron desde luego la cognacin
como la forma natural del parentesco y trabajaron por purificar su jurisprudencia de los antiguos principios; pero, k
pesar de sus ideas, que nos han sido transmitidas, todava
se hallan seales de la agnacin en muchas leyes m o d e r n a s
sobre sucesiones. L a exclusin de las mujeres y sus descendientes de las funciones de gobierno, atribuida comunmente los Francos Salios, depende con seguridad de la a g n a -
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la dependencia de los lazos de familia: la institucin c o n o cida en el antiguo derecho romano bajo el nombre de t u tela perpetua de las mujeres. Con esta institucin, la mujer
emancipada del poder paterno por la muerte del p a d r e ,
continuaba dependiendo toda su vida del pariente varn
ms prximo, del representante del padre que la serva
de tutor. L a tutela perpetua no es, por lo tanto, ni ms ni
menos que una prolongacin artificial de la patria potestad
cuando d e j a b a de producir sus otros efectos. En la India
este sistema existe todava completamente, hasta el punto d e
que una madre india llega estar sometida la tutela d e
los hijos. En Europa misma, las leyes de los pueblos s c a n dinavos relativas las mujeres han consagrado el principio
hasta los ltimos tiempos. L a tutela de las mujeres era
adems una costumbre general entre los pueblos todos que
invadieron el imperio de Occidente, y sus ideas sobre la
tutela, bajo todas sus formas, son las ms retrgadas de
cuantas introdujeron en el mundo occidental.
C u a n d o el derecho romano lleg su madurez, la tutela
de las mujeres habla desaparecido enteramente, y casi nada
sabramos de ella si consultramos solo las compilaciones de
Justiniano. Pero el descubrimiento del manuscrito de G a y o
nos la muestra en un poca muy interesante, precisamente
cuando haba caido de todo punto en descrdito y tocaba
su fin. El gran jurisconsulto estudia los motivos populares
invocados para justificar esta tutela (sacados de la i n f e r i o ridad mental de la mujer); y una parte considerable de su
libro est lleno de la descripcin de los numerosos p r o c e d i mientos, algunos de extraordinaria habilidad de invencin,
conque los jurisconsultos romanos tendan poner las
mujeres en situacin de destruir las antiguas reglas. G u i a dos por su teora del derecho natural, los jurisconsultos en
esta poca tomaron indudablemente, como base de su C digo de e q u i d a d , la igualdad de los dos sexos. C o n v i e n e
notar solamente que lo que trataban de destruir era las r e glas referentes la disposicin de los bienes, para la que
todava era exigido el consentimiento del tutor; pues, en
cuanto al cuidado de la persona, parece que la tutela h a b l a
ya caido enteramente en desuso.
El antiguo derecho subordina la mujer sus parientes
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El derecho comn ingls, que ha tomado de la j u r i s prudencia de los canonistas la mayor parte d e sus p r i n c i pios fundamentales, es an ms severo en las i n c a p a c i d a des legales que impone la mujer c a s a d a . L a parte del
derecho comn que regula la situacin legal d e la m u j e r
casada puede dar un ingls idea c l a r a de la g r a n institucin que constituye el principal objeto de este capitulo.
No se podran presentar ms vivamente la inteligencia la
naturaleza y la accin de la antigua patria potestad que
reflexionando sobre las prerrogativas concedidas al marido
en el derecho comn ingls, y recordando la consecuencia
rigorosa con que el principio de la sumisin legal de la
mujer es observado en todos los derechos, deberes y a c c i o nes, all donde este derecho no ha sido cercenado ni por
los jurisconsultos de equidad ni por los estatutos. L a d i s tancia que existe entre el ms antiguo y el ms moderno
derecho romano respecto de los hijos no emancipados, es
igual la que existe entre el derecho comn y la j u r i s prudencia del tribunal de Cancillera, por lo que hace las
reglas que uno y otro aplican la mujer c a s a d a .
Si perdemos de vista el verdadero sentido de la tutela
en las dos aplicaciones estudiadas y empleamos el lenguaje
corriente sobre estas materias, notamos que la tutela de las
mujeres, en el derecho primitivo, prolongaba de un modo
extravagante la suspensin de los derechos, mientras que
los principios sobre la tutela de los hurfanos varones p e can precisamente por el lado contrario. T o d o s estos sistemas de derecho dan fin la tutela de- los varones en una
edad muy poco a v a n z a d a : bajo el antiguo derecho romano,
que puede ser considerado como tipo, el hijo que quedaba
libre de la patria potestad por la muerte de su padre de
su abuelo, segua en tutela hasta una poca fijada g e n e r a l mente en los quince aos; pero, llegado esta e d a d , e n t r a ba ya en pleno g o c e de libertad p a r a su persona y sus
bienes.
L a menor edad p a r e c e , pues, haber sido irracionalmente corta, como la tutela de las mujeres irracionalmente larga. Pero, de hecho, no haba exceso ni por una parte ni por
otra, considerando las circunstancias que dieron la primera
forma ambas especies de tutela. Ni la una ni la otra se
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fundaba en consideraciones de conveniencia pblica primada: ni la tutela de los hurfanos varones tenia por fin
protegerles hasta la edad de la razn, ni la de las mujeres
protegerlas contra la debilidad del s e x o . E l hijo se hallaba
libre de sujecin por muerte de su p a d r e , porque tena la
c a p a c i d a d legal de llegar jefe de familia y fundar una
nueva patria potestad: la mujer no tenia c a p a c i d a d , y por
consiguiente no era nunca emancipada. T a l es la razn.
Vemos, pues, que la tutela de los hurfanos varones
era solamente el modo de conservar una semejanza de s u bordinacin la familia del padre hasta el momento en que
se supona que el hijo poda hacerse padre tambin. Era
una prolongacin de la patria potestad hasta el momento de
la simple virilidad fsica; que a c a b a b a con la pubertad
porque el rigor de la teora as lo pide.
Sin embargo, como no tenda guiar los pasos del pupilo hasta la edad de la madurez intelectual y de la c a p a c i d a d para los negocios, la tutela era impotente para satisfacer las necesidades de orden g e n e r a l ; cosa que ya notaron los romanos desde el primer periodo de su progreso.
Uno de los ms antiguos monumentos de la legislacin romana es la ley lectorio, pla:toria, que colocaba, todos los
varones libres mayores de edad y en la plenitud de sus d e rechos, bajo la vigilancia temporal de una nueva especie de
tutores, llamados curadores, cuyo consentimiento era necesario para la validez de sus actos contratos. El ao vigsimoquinto del joven era el lmite de esta vigilancia legal;
y por eso las palabras mayor edad y menor edad en el derecho romano, se emplean siempre en consideracin los
veinticinco aos.
E l estado que el derecho moderno atribuye los pupil o s menores responde exactamente la simple proteccin
contra la excesiva juventud fsica y moral del hombre, y
a c a b a naturalmente en la edad de la razn. Pero, entre los
romanos, existan dos instituciones diferentes en teora,
como lo eran en la intencin que les serva de base: una
para proteger al pupilo contra la debilidad fsica, y otra
p a r a protegerle contra la debilidad intelectual. Las ideas
que inspiraron una y otra estn combinadas en la moderna
i d e a de tutela.
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dia, en ciertas condiciones, ser nombrado heredero sucesor universal del seor, y tal significativa facultad implicab a , como diremos en el captulo de las sucesiones, que el
gobierno y la representacin de la familia podan en ciertas circunstancias ser deferidos al esclavo.
Sin embargo, los razonamientos americanos sobre esta
materia tienden demostrar q u e , si la esclavitud fu una
institucin de la familia primitiva, la servidumbre de los
negros de nuestros das puede ser defendida moralmente.
Qu se quiere decir cuando se sostiene que el esclavo era
al principio miembro de la familia? T o d o , menos que su situacin no se derivase de los ms groseros motivos que pueden impulsar al hombre: del simple deseo de emplear las
fuerzas fsicas de otra persona como medio de procurarse
un placer comodidad, que es sin disputa la causa de la
esclavitud, tan vieja como el g n e r o humano. C u a n d o hablamos, pues, del esclavo como miembro de la familia, no
pretendemos de ningn modo calificar los motivos de quienes los han tenido los han reducido esclavitud; queremos decir solamente que el lazo que le una al seor era
considerado con el mismo carcter general que el que una
todos los otros miembros del grupo con su j e f e .
Esta consecuencia resulta de la proposicin, que ya
hemos sostenido, de que, en las ideas primitivas de los hombres, no se comprenda que los individuos tuviesen entre
ellos otras relaciones que las que resultaban de la constitucin de la familia. L a familia se compona primeramente
de los que la pertenecan por la sangre; despus d l o s que
haban entrado por adopcin; y habla adems una tercera
clase de personas sin ms contacto que el de la sumisin
la autoridad comn del j e f e : los esclavos. Los sujetos nativos y adoptivos del jefe de familia estaban por encima
del esclavo por la creencia de que, segn el curso ordinario d l o s sucesos, podan salir de la esclavitud y ejercer
ellos mismos un poder; pero esta inferioridad del esclavo
no era tal que le arrojase fuera de la familia ni que le asimilase una cosa mueble inmueble; lo cual se p r u e b a ,
mi juicio, por los numerosos testimonios de la capacidad
de heredar que tena en otro tiempo, falta de herederos
de la familia.
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FIN DE LA P A R T E GENERAL
SUMARIO
CAPTULO
; 1 ;
PRIMERO
II
Modificaciones reflexivas del derecho despus de los Cdigos.Diferente aspecto de las sociedades progresivas y de las estacionarias.Necesidad del estudio de la historia del derecho romano.Orden de las reformas.
Las ficciones legales.Errores en su estudio.Sus diferencias de
la equidad y de la legislacin.Estudio de las ficciones en la jurisprudencia inglesa.dem en las respuestas de los jurisconsultos r o manos: origen y carcter de las mismas.Comparacin entre ambos
sistemas de ficciones.Desaparicin de las mismas en Roma.
La legislacin.Ojeada la romana.
CAPTULO
III
C A P T U L O IV
Falscdud del derecho natural.Su gran importancia histrica.
Influencia de la teora del derecho natural, evitando Roma los
inconvenientes de la precocidad y el peligro del estacionamiento.
Influencia .sobre los legistas franceses, travs de la historia de
stos, hasta las teoras de Rousseau y Montesquieu.
Influencia en l a poltica.La igualdad de los ciudadanos.
Influencia sobre el derecho Internacional.Postulados romanos
de ste.Origen romano de la soberana territorial: historia influencia de esta idea en el desarrollo del derecho de las naciones.
CAPTULO V
nencia prolongada.Su carcter.Maneras de debilitarse gradualmente, y dureza que qued an despus de las reformas.Difusin de
la patria potestad por la extensin del derecho de ciudadana romano.
Sentido patriarcal constante de la patria potestad romana.
Responsabilidad de los hijos, y su relacin con los deberes del padre.
Uiilvei-sniiilad de la patria potestad.Su demqstracin.por el-lie'\ <>3> tyio de la ajrjmony por la universalidad de sta.-^JBifernnciat^ ontre
^ ^ . l ^ i y c i S B ^ a r a ^ i i ^ ^ S i i . M o t i v o s de sta y sus caracteres.
T u t e l a de las muJeres".^-Dentro de la familia.Sus causas.Su extensin.Su extincin.Tutela de las mujeres casadas.Formas primitivas del matrimonio en Roma.Forma posterior.Modificaciones
introducidas en el matrimonio por el catolicismo y por los brbaros.
Diversas fases histricas de unas y otras tendencias.
T u t e l a de los hurfanos.Su origen.Su carcter.Sentido especial ci la cratela.
l a esclavitud.Tendencia justificarla en todos los pueblos.--Cmo
y en qu sentido el esclavo perteneca i la familia antigua.Relacin entre la esclavitud y el rgimen jurdico de cada pueblo.
R e s u m e n de este captulo.
BIBLIOTECA JURDICA
DE
AUTORES CONTEMPORNEOS
Esta Biblioteca publica mensualmente una obra
de derecho, escogida entre las ms notables de los
publicistas clebres contemporneos extranjeros.
M PRENSA EL VOLUMEN 11
HOLTZENDORFF.Los fines del Estado.
Correspondencia y pedidos, al Sr. Administrador de la Biblioteca jurdica: Pizarro, 6, segundo, izquierda, Madrid.