El Maleficio y Otros Maldades Del Mundo
El Maleficio y Otros Maldades Del Mundo
El Maleficio y Otros Maldades Del Mundo
II
El Maleficio
y otras maldades del mundo
El libro esencial,
el nico libro verdadero,
un escritor no tiene que inventarlo,
en el sentido corriente, puesto que
ya existe en cada uno de nosotros,
sino traducirlo. El deber y la tarea
de un escritor son sobre todo
los de un traductor.
Marcel
Proust
ndice
El relator
Laconia
La fobia
.....
El maleficio
.
El desatino
La salud de Cristo
El da que los nios dejaron de jugar
Esopo y la dialctica
La ria
El gran soador
El ftbol segn Palanca
Con el alma herida
Ofertas del paraso
Trasnochados
El tren que parti un da y no volvi nunca ms
El paseo del sabio
El oyente
El celador
Apologa de Digenes
Con tactos
El arte de llorar
El refutador
La horca
La batalla semntica
El parco
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El relato
Cuando se escribe
se debe tratar de no artificializar
la naturaleza de los asuntos,
sino de naturalizar lo artificioso
de las palabras.
Augusto Roa Bastos
Despus de escuchar decir a uno de los mayores artfices de las palabras y las letras que la literatura para l siempre fue un juego, entendido el juego como uno de los ejercicios serios y nobles que una persona puede realizar con
placer y vocacin, tanto como lector y como autor. Y Borges es, sin dudas, uno de los mayores expertos en la construccin de un poema, en la urdimbre de un cuento y hasta
en la elaboracin de un ensayo para convertirlos en el vehculo maravilloso de un sentimiento, un episodio y hecho
reelaborado o elucubrado, una idea filosfica en clave de
metforas y una destreza admirable, casi artesanal, para
abordar y bordar su escritura que lo convierte con y en toda
su obra en un relator ludico y sabio.
En realidad, para m todo es relato.
Slo que hasta el momento nunca se me haba presentado la necesidad de explicar o reflexionar de cmo construyo yo mi relato. Y como el mundo y la vida estn hechos
de relatos, uno naturalmente tambin elabora y cuenta su
propio relato. Pero debo reconocer que la aficin a los relatos me vino o me qued como herencia de mis abuelas,
que en las noches de mi infancia campesina, mientras con-