El documento describe el fenómeno del "carisma compartido", donde los carismas de los institutos religiosos no solo son para los miembros de dichos institutos, sino también para ser compartidos con laicos y otras formas de vida cristiana e incluso no cristiana. Esto ha llevado al surgimiento de lo que se llama "familias carismáticas". El documento también analiza cómo el documento de la Iglesia "Vita Consagrata" promueve esta visión de los institutos como familias más que como estados separados, invitando a los laicos a
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El documento describe el fenómeno del "carisma compartido", donde los carismas de los institutos religiosos no solo son para los miembros de dichos institutos, sino también para ser compartidos con laicos y otras formas de vida cristiana e incluso no cristiana. Esto ha llevado al surgimiento de lo que se llama "familias carismáticas". El documento también analiza cómo el documento de la Iglesia "Vita Consagrata" promueve esta visión de los institutos como familias más que como estados separados, invitando a los laicos a
Descripción original:
Documento de trabajo: Hacia la familia carismática
El documento describe el fenómeno del "carisma compartido", donde los carismas de los institutos religiosos no solo son para los miembros de dichos institutos, sino también para ser compartidos con laicos y otras formas de vida cristiana e incluso no cristiana. Esto ha llevado al surgimiento de lo que se llama "familias carismáticas". El documento también analiza cómo el documento de la Iglesia "Vita Consagrata" promueve esta visión de los institutos como familias más que como estados separados, invitando a los laicos a
El documento describe el fenómeno del "carisma compartido", donde los carismas de los institutos religiosos no solo son para los miembros de dichos institutos, sino también para ser compartidos con laicos y otras formas de vida cristiana e incluso no cristiana. Esto ha llevado al surgimiento de lo que se llama "familias carismáticas". El documento también analiza cómo el documento de la Iglesia "Vita Consagrata" promueve esta visión de los institutos como familias más que como estados separados, invitando a los laicos a
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En Misin Compartida desde el Carisma.
Uno de los fenmenos ms llamativos dentro de la vida religiosa de nuestro
tiempo es la toma de conciencia del carisma compartido. Se ha descubierto, con una especial densidad, cmo los carismas que dan perfil a los institutos religiosos no son nicamente carismas para la V. R. y para ser vividos por ella, sino tambin carismas para ser compartidos con otras formas de vida cristiana e incluso nocristiana. El carisma compartido configura de una manera peculiar la Iglesia y crea lo que ltimamente hemos llamado familias carismticas. Es un acontecimiento que debe ser tenido en cuenta, en la eclesiologa. De Instituto a Familia; el planteamiento de Vita Consagrata En V.C. se habla de familia humana (3, 21, 35, 58, 64, 88), de la nueva familia del Reino (41), de las familias cristianas (88, 107), de las familias religiosas (9, 25, 55) de las familias monsticas (78). Tambin hay varias referencias al tema de Instituto y familia, que se describen a continuacin: La vida fraterna como manifestacin del deseo de Dios de hacer de todos los hombres y mujeres una sola familia y como manifestacin del Espritu, principio de unidad en la Iglesia, donde no cesa de suscitar familias espirituales y comunidades fraternas (VC, 21) Fruto de la eclesiologa de comunin es la colaboracin e intercambio de dones para participar ms eficazmente en la misin de la eclesial y ofrecer una aportacin coral de los diferentes dones a la misin y sus desafos actuales. (VC 54) Debido a las nuevas situaciones, no pocos Institutos seculares han llegado a la conviccin de que su carisma puede ser compartido con los laicos. stos son 1
invitados, por tanto, a participar de manera ms intensa en la espiritualidad y en
la misin del mismo Instituto. En continuidad con las experiencias histricas de las diversas rdenes seculares o Terceras rdenes se puede decir que se ha comen- zado un nuevo captulo, rico de esperanzas, en la historia de las relaciones entre las personas consagradas y el laicado. (VC 54) Hay que alentar estos nuevos caminos de comunin y colaboracin por varios motivos: la irradiacin de la espiritualidad ms all de las fronteras del Instituto, le aportar nuevas energas; asegurar as la continuidad de formas carismticas de servicio; la integracin de esfuerzos entre religiosos y laicos, y la introduccin en la experiencia directa del espritu de las Bienaventuranzas; la participacin de los laicos lleva a descubrir inesperados y fecundos aspectos del carisma, suscitando una interpretacin ms espiritual e impulsando a encontrar vlidas indicaciones para nuevos dinamismos apostlicos; las personas consagradas podrn ejercer su funcin de guas expertos de vida espiritual; los laicos ofrecern a las familias religiosas la rica aportacin de su secularidad y de su servicio especfico. (VC 54) La adhesin de los laicos a los Institutos bajo la frmula de miembros asociados, o de personas que comparten, durante un tiempo, la vida comunitaria y la particular entrega a la contemplacin o al apostolado del Instituto, siempre que no sufra dao alguno la identidad del Instituto. (VC 56) El voluntariado se nutre de las riquezas de la V.C.; es preciso cuidar su formacin para mayor competencia, motivaciones espirituales y sentido comunitario y eclesial. Las iniciativas decididas por los laicos son consideradas obras del Instituto cuando responden a los fines propios del instituto y son realizadas bajo responsabilidad (VC 56) Y este planteamiento a qu nos lleva? La clave teolgica: el Espritu reconfigura las formas de vida cristiana. Si en el pasado definimos nuestra identidad a partir de la diferencia, hoy tendremos ms que definirnos por las relaciones que establecemos y nuestro lugar propio dentro de un todo. Estamos superando la idea medieval de los estados de vida cristiana, como estados separados y distintos, a la idea de formas de vida cristiana. La forma de hablar es nueva aunque el hecho tenga races muy profundas en la historia. Desde siempre la V. R. ha contado con laicos que, de una u otra forma, estaban en relacin con nosotros. Lo que ahora percibimos tiene una mayor profundidad: se trata del derramamiento del Espritu carismtico de la orden o Congregacin sobre los laicos. Dios no hace acepcin de personas (Hch 10,30), el Espritu Santo se derrama sobre todos los que escuchan la Palabra (Hch 10,45), nosotros estamos ahora viviendo algo semejante, a nivel carismtico. Descubrimos que el don carismtico de 2
nuestros fundadores se ha derramado no slo sobre quienes somos en la Iglesia
reconocidos como religiosos, sino sobre los laicos sin acepcin de personas, y a veces sobre hombres y mujeres de otras confesiones cristianas y aun no cristianas. La V.C. est descubriendo en este ltimo tiempo su conexin carismtica con otras personas y grupos pertenecientes a otras formas de vida consagrada y de vida cristiana. Hay personas, ms all de quienes pertenecemos a los Institutos, que sienten profundas afinidades afectivas, espirituales y misioneras con nuestros fundadores y con el proyecto carismtico de nuestros Institutos. Creemos que esto se debe a que el mismo Espritu que nos anima, acta tambin en ellos. La V.C. est por ello, descubriendo una nueva estructura bajo la cual se integran y entran en comunin todas las personas que se sienten agraciadas con el mismo don carismtico. Esa estructura es la familia carismtica. Esta nueva realidad lleva a los Institutos a replantearse de nuevo el tema de la herencia carismtica. Son nuevas las alianzas que hay que establecer y debe ser redefinida la identidad. Esto requiere generosidad y esperanza hasta que se construya la casa comn del carisma. Junto con esto hay que recrear un lenguaje habitable por todos que permita el mutuo entendimiento en las mismas claves, establecer estructuras comunes en las que todos se sientan en casa; crear espacios de convivencia, espiritualidad y formacin que permitan compartir y hacer crecer la herencia carismtica. Jos Mara Arnaiz invita a los religiosos y laicos a dar un giro en sus vidas: La novedad de una relacin entre religiosos y laicos llega con la vivencia de los carismas, porque los carismas son propiedad de todos. Nuestra Iglesia tiene necesidad de esta profeca. La alternativa es que laicos y religiosos compartan vida y misin. Este paso llevar a una nueva forma de V.C. Hay clamores que lo piden, hay convicciones que motivan y orientan este significativo cambio y compromiso para hacer realidad esta nueva forma de Vida Consagrada. En el fondo este paso de Instituto a Familia Carismtica forma parte de un gran movimiento del Espritu as sucede en todo el movimiento ecumnico, en los dilogos inter-religiosos, la inter-congregacionalidad, la misin y carismas compartidos por diferentes formas de vida. Misin Compartida en clave carismtica El carisma compartido se expresa como espiritualidad y misin. De aqu se derivan algunas convicciones importantes a destacar: La misin carismtica, o la contribucin de una familia carismtica a la nica misin, requiere un permanente estado de atencin a los signos del Espritu. No se debera establecer jerarquas ni rangos entre los agraciados con el carisma, sino desde una responsabilidad y liderazgo compartido. La vocacin carismtica se despliega a travs de un proceso de configuracin con Cristo Jess, tanto en la V. R., como en la forma de vida laical. La misin compartida no es discriminatoria, ni exclusiva. 3
No somos nosotros quienes llamamos, sino el Espritu del Seor. Acogemos a
los hermanos y hermanas que Dios nos da. La misin compartida respeta la identidad de la forma cristiana de cada uno: no desdibuja la identidad del religioso, ni del laico, del clibe ni del casado. Esto pide un respeto exquisito hacia el otro, el diferente: respetar sus ritmos, sus procesos, sus comunidades ms ntimas de pertenencia. La misin compartida tiene un perfil carismtico que hay que cuidar y favorecer. La misin carismtica compartida adquirir cada vez ms la configuracin de una red o redes que hagan realidad y concreticen los sueos del Espritu a travs de los fundadores y de las familias espirituales. Es necesario un cambio de mentalidad: metanoia. Para que esto sea posible: Hay que desterrar la confusin de identificar misin compartida con trabajo compartido; Llegar a la conviccin de que los religiosos no somos propietarios del carisma; Pasar de la creencia de que la misin compartida es algo opcional, a la conviccin de que es algo necesario; La misin compartida nace de modo espontneo cuando hay conciencia de que somos familia carismtica y evitamos todo tipo de separacin, confrontacin, discriminacin, para vivir juntos como hermanos y miembros los unos de los otros, gracias al Espritu. (Extracto del Cap. 12 de Cmplices del Espritu de Jos Cristo Rey Garca Paredes)