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EL Milagro Mas Grande Del Mundo

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EL

MILAGRO
MS GRANDE
DEL MUNDO

OG MANDINO

CAPTULO 1

La primera vez que le vi?


Estaba, l, alimentando a las palomas.
Este sencillo acto de caridad no es por s mismo un espectculo poco
comn. Cualquier persona puede encontrar ancianos que parecen
necesitar una buena comida, arrojando migajas a los pjaros en los
muelles de San Francisco, en la Plaza de Boston, en las aceras de Time
Square, y en todos los sitios de inters del mundo entero.
Pero este viejo lo haca durante la peor parte de una brutal tormenta
de nieve que, de acuerdo con la estacin de noticias de la radio de mi
auto, ya haba derribado el rcord anterior con veintisis pulgadas de
miseria blanca en Chicago y sus alrededores.
Con las ruedas traseras de mi auto girando haba logrado finalmente
subir la leve inclinacin de la acera hacia la entrada del
estacionamiento, que est una calle ms all de mi oficina, cuando me
percat por primera vez de su presencia. Se encontraba de pie bajo el
monstruoso fluir de la nieve sin prestar atencin a los elementos,
mientras sacaba de una bolsa de papel caf lo que pareca ser migajas
de pan, echndoselas a un grupo de pjaros que revoloteaban y
descendan alrededor de los pliegues de su capote que casi le llegaba a
los tobillos.
Lo observ por entre las barridas metronmicas de los sibilantes
limpiadores mientras descansaba la barbilla en el volante, tratando de
producir la suficiente fuerza de voluntad para abrir la portezuela de mi
auto, salir a la ventisca y caminar hacia la puerta del estacionamiento.
Me record aquellas estatuas de San Francisco para jardines que
pueden verse en las tiendas de plantas. La nieve casi cubra
completamente su cabello, que le llegaba hasta los hombros y le haba
salpicado la barba. Algunos copos se haban adherido a sus espesas
cejas acentuando ms sus pmulos salientes. Alrededor de su cuello,
haba una correa de cuero de la cual penda una cruz de madera que
oscilaba, mientras reparta pequeas partculas de pan. Atado a su
mueca izquierda haba un pedazo de cuerda que se diriga hacia abajo

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en donde se enrollaba en el cuello de un viejo basset cuyas orejas se
hundan profundamente en la acumulacin de blancura que haba
estado cayendo desde ayer en la tarde. Mientras observaba al viejo, su
cara se ilumin con una sonrisa y empez a platicar con los pjaros. En
silencio sacud compasivamente la cabeza y as la manija de la puerta.
El recorrido de cincuenta y ocho kilmetros de mi casa a la oficina
haba requerido tres horas, medio tanque, de gasolina y casi toda mi
paciencia. Mi fiel 240-Z, con la trasmisin emitiendo una constante y
montona queja en primera velocidad, corri a travs de un terreno
irregular rebasando un sinnmero de camiones y autos descompuestos
a lo largo de Willow Road, Edens ExpressWay, Touhy Avenue, Ridge, la
parte este de Devon y la interseccin de Broadway hasta el
estacionamiento de la calle Winthrop.
Haba sido una locura de mi parte hacer el intento de llegar al trabajo
esa maana. Pero, durante las tres ltimas semanas haba estado
viajando por Estados Unidos promoviendo mi libro, El vendedor ms
grande del mundo, y despus de haber dado cuarenta y nueve
audiencias, para radio y televisin, adems de dos docenas de
entrevistas para los peridicos, en donde dije que la perseverancia era
uno de los secretos ms importantes del xito, no me quise dejar
vencer ni siquiera por esa bruja enojada que es la madre naturaleza.
Ms an, haba una junta de directores programada para el prximo
viernes. Como presidente de la revista Success Unlimited necesitaba,
este lunes y todos los dems das de la semana, para revisar lo
realizado el ao anterior y los proyectos para el prximo con cada uno
de los jefes de departamento. Quera estar preparado, como siempre lo
he estado, para contestar cualquier pregunta inesperada que se me
hiciera una vez que estuviera de pie ante la cabecera de esa enorme
mesa de la sala de juntas.

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El estacionamiento, que se encontraba en el centro de un vecindario


ruinoso, cambiaba su carcter dos veces cada veinticuatro horas.
Durante la noche era ocupado por vehculos que podran ser vendidos
como chatarra, por cualquier digno negociante de carros usados. Estos
autos pertenecan a los moradores de los apartamentos locales que no
haban podido encontrar lugar en la estrecha calle que divida los
edificios llenos de holln. Despus, cada maana, todos partan en un
xodo masivo hacia las fbricas locales y suburbanas, y el lote se
llenaba de Mercedes, Cadillacs, Corvettes y BMW al venir, procedentes
de los suburbios hacia la ciudad, abogados, doctores y estudiantes de la
Universidad Loyola, cada quien a lo suyo.
En cualquier otra poca del ao el lote era una mancha despreciable,
una bofetada para todos los residentes de la zona. Durante todo el
tiempo que he dejado mi auto en ese lugar he visto a sus propietarios
hacer toda clase de intentos para quitar basura, aburridos peridicos,
latas y botellas de vino vacas que se acumulan en sus propios
montones de enfermedad contra la barda de cadena oxidada. La nica
razn por la que el estacionamiento ha sobrevivido es que no haba otro
lugar en donde dejar los automviles, en un permetro de diez cuadras.
Hoy, sin embargo, con los pecados enterrados debajo de casi un metro
de nieve, el lote me record un tramo de la playa Pacific Grove, de
California, aun a pesar de sus montes blancos que haban sido
automviles hasta ayer. En apariencia, los habitantes locales no haban
salido esta maana. Probablemente haban observado sus autos
enterrados, que ahora estaban convertidos en igles, y, o se haban ido
en autobs o haban regresado a la cama.
La entrada al estacionamiento estaba flanqueada por dos postes de
concreto, con una distancia aproximada de tres metros, sobre los cuales
descansaba una barra de hierro hueco. Para entrar al lote y

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estacionarse, se depositaban cincuenta centavos en la ranura de una
caja metlica blanca desportillada, se esperaba a que la barra se
elevara despus de ser movida electrnicamente por las monedas, y
entonces se conduca hacia el interior. Para salir, se necesitaban otras
dos monedas de veinticinco centavos cada una... a menos que se
poseyera una llave especial que poda rentarse mediante veinte dlares
al mes. Las llaves se introducan en una caja amarilla especial para
activar la barra, tanto para entrar como para salir.
Cuando dej de observar al samaritano que alimentaba a los pjaros,
encontr mi llave de la barra en el compartimiento para guantes,
empuj la nieve acumulada que sobrepasaba considerablemente la
parte inferior de la puerta del auto, y me ergu cuidadosamente en el
exterior. De inmediato me percat de la incompetencia de un hombre
maduro tan tonto como para usar zapatos de goma en un da como
este.
El viejo dej de alimentar a los animales durante un lapso suficiente
como para voltear a verme y saludar. El perro ladr una vez y despus
fue callado por medio de unas palabras ininteligibles de su amo. Inclin
la cabeza hacia l e intent una dbil sonrisa. Mi "buenos das" son
extrao y apagado por la interferente nieve.
Su respuesta, en la voz ms profunda que jams haya odo, pareci
reverberar en los edificios de alrededor. Una vez, Cuando Danny
Thomas conoci al comentarista de radio, Paul Harvey, dijo:
-Es mejor que usted sea Dios porque suena igual que l.
Esta voz hizo que mi amigo Paul sonara como la de un tmido nio de
coro.
-Le saludo en un bello da como ste!
No tena ni la fuerza ni el deseo de contradecir sus palabras. Vir la
llave dentro de la caja amarilla hasta que escuch que se activaba el

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mecanismo, y entonces, medio patinando, medio caminando, regres al


auto. Detrs de mi, como haba escuchado que responda durante
varios miles de maanas, la barra cruji mientras se elevaba para
dejarme entrar.
Pero... no bien estaba dentro del auto, listo para cambiar a "maneje" y
empezar a meterme al lote a travs de la nieve, cuando con un fuerte
sonido metlico la barra descendi hasta su posicin horizontal original.
Suspir frustrado, cambi nuevamente la velocidad, volv a abrir la
portezuela del auto, me par en la fra nieve, llegu hasta la caja
amarilla y le di la vuelta a la llave. La barra se elev una vez ms,
apunt hacia el cielo lleno de nieve, y volvi a caer. Bong! Gir
nuevamente la llave con impaciencia, casi hasta romperla. Lo mismo.
Sera un corto en los cables debido a la humedad? Qu ms da! no
haba forma de que metiera mi auto en el estacionamiento. Y si lo
dejaba en la calle era seguro que se lo llevaran. Me qued all con la
nieve hasta las rodillas, maldiciendo la estupidez de ese viaje mientras
me quitaba de los ojos algunos copos de nieve.
Justo cuando empezaba a dudar sobre todo lo que haba escrito o
dicho acerca del valor de la perseverancia, el extrao alimentador de
pjaros interrumpi mi autocompasin:
-Permtame que le ayude.
Esa voz verdaderamente tena algo y tambin un dejo de autoridad as
como un ofrecimiento de auxilio en el tono firme. Se me haba acercado
y me encontr a m mismo observando una cara sorprendente, de
firmes facciones, demacrada, con grandes ojos marrn. Deba de medir
poco menos de dos metros, ya que yo no soy un pigmeo. Sonre y me
encog de hombros ante este viejo que se asemejaba a Abraham
Lincoln.
-Gracias -dije-, pero no creo que haya mucho que podamos hacer.

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Las profundas arrugas de sus ojos y boca se curvaron en la sonrisa
ms clida y amable que jams he visto en un ser humano, mientras
haca un ademn hacia la barra recalcitrante.
-No ser difcil. Vuelva a darle la vuelta a su llave. Cuando la barra se
eleve me parar debajo, la detendr con los brazos hasta que su auto
pase por debajo. Despus la dejar caer.
-Es una barra muy pesada.
Su risa reson en el lote.
-Soy viejo, pero muy fuerte. Adems vale la pena intentarlo para
resolver su problema. Carlyle escribi que todas las tareas nobles
parecen imposibles al principio.
-Carlyle?
-S, Carlyle. Thomas. Ensayista ingls del siglo diecinueve.
No poda creerlo. Me encontraba bajo una tormenta de nieve, el aire
helado me laceraba la cara, tena los pies empapados y congelndose,
me estaba convirtiendo en un hombre de nieve... mientras que un
hippie de pelo largo, de setenta aos, me daba un minidiscurso de
literatura inglesa.
Qu ms poda hacer? Creo fervientemente que deben considerarse
las opciones, pero tambin he aprendido que existen veces y
situaciones en las que no se tienen ninguna. Mascull un gracias y
esper hasta que el viejo tir cariosamente de su basset hacia la
barda, en donde se quit la cuerda de la mueca y la amarr a la
cadena. Entonces regres a mi lado y asinti. Obedec su silenciosa
orden casi hipnticamente y di la vuelta a la llave. La barra cruji al
subir. Entonces el viejo se par debajo y asi firmemente el fro metal
justo cuando empezaba a descender.
No estoy muy seguro de lo que pas durante los siguientes minutos,
aun cuando lo he pensado con frecuencia. Posiblemente el desayuno

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ligero y apresurado y el largo recorrido empiezan a hacer de las suyas.


Me sent marcado y la visin pareca nublrseme... como si alguien me
untara vaselina en los lentes. Todo pareca estar difuso. Un extrao
temblor sacudi mi cuerpo mientras trataba de aclarar la aparicin.
Entre la nieve que caa pude ver la cruz de madera en su pecho y
probablemente eso haya sido lo que produjo la ilusin... cabello largo,
barba, los brazos extendidos en un ngulo de cuarenta y cinco grados
sobre la cabeza... la barra... la barra vertical... el Patbulo llevado por el
hombre condenado, en el camino hacia el Glgota para su crucifixin.
Su voz, ahora con un tono de urgencia, termin con mi ensueo.
-Rpido. Entre! Entre!
Me met en el auto, cambi a primera, presion gradualmente el
acelerador, las ruedas giraron, y me mov lentamente pasando junto al
extrao debajo de la barra a travs de la entrada.
Reduje la velocidad y apagu el motor. Me temblaban las manos. Me
palpitaba la cabeza. Las piernas se me debilitaron. Despus alcanc mi
portafolios del asiento de atrs; abr la portezuela y ca de cabeza en la
nieve. Me levant, me sacud y cerr el auto.
Me volv hacia la entrada para darle las gracias al viejo.
Mi salvador del estacionamiento no estaba a la vista.

CAPTULO 2

No le volv a ver hasta finales de la primavera.


Era uno de esos viernes que no parecen terminar nunca. Los
problemas relacionados con asuntos de rutina sobre la publicacin de
una revista mensual haban aumentado en continuidad y nmero
durante el da y para cuando el fuego de los matorrales se extingui me

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encontraba solo y fatigado, tanto fsica como mentalmente.
Me sent frente a mi escritorio escuchando el suave tic tac de mi reloj,
temeroso del largo viaje hasta mi casa en medio del pesado trnsito.
Aun a esta hora Edens Expressway estara atestado. Una vez ms
irrumpieron en mi mente esas molestas y recurrentes preguntas.
Por qu ests trabajando tan duro?
Creste que iba a ser ms sencillo una vez que fueras el nmero
uno?
Por qu no renuncias? Las regalas de tus libros son cuatro veces
mayores que tu salario.
Qu ests tratando de probar ahora que la revista es todo un xito?"
"Por qu no vas a algn lugar pacfico y tranquilo y escribes todos
esos libros que viven en tu interior?"
El hbito y mi propio orgullo parecan ser la nica respuesta lgica
para todas estas preguntas. Haba sacado a la revista Success Unlimited
de una circulacin mensual de 4000 ejemplares que contaba con slo
tres empleados, para convertirla en una de 200,000 realizada por un
grupo de treinta y cuatro empleados. Adems, an haba 120,000,000
millones de suscriptores potenciales en nuestro pas y era un reto tratar
de convencerlos. Entonces trat de recordar quin haba escrito: "El
comienzo del orgullo est en el cielo; la continuidad del orgullo, en la
tierra; el fin del mismo, en el infierno". No tuve suerte. Mi memoria es
mala.
Guard los anteojos en el portafolios; tom el saco y el abrigo; apagu
las luces, y cerr la oficina. La nica luz que se vislumbraba era la del
farol de la esquina de Broadway y Devon; todo estaba oscuro mientras
caminaba lentamente hasta pasar por la ventana de los fotgrafos Root,
al cruzar la entrada del callejn que se encuentra detrs de nuestra
oficina, debajo del puente del tren y a travs del pequeo espacio

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abierto hasta el estacionamiento con su deslumbrante y viejo letrero


intermitente, anaranjado y amarillo de "Estacinese usted mismo. Slo
50 Centavos".
Antes de verlo, haba caminado hasta la mitad del oscuro lote, ahora
casi lleno con los autos del vecindario.
Su alta silueta se movi silenciosamente de detrs de una camioneta
de repartos, estacionada, y an en la oscuridad le reconoc antes de
ver a su perro que le segua. Me volv y camin hacia l.
-Buenas noches.
-Le saludo en sta la ms hermosa de las noches, caballero -contest
esa voz de bajo profundo.
-Nunca tuve oportunidad de agradecerle por ayudarme en la nieve
aquel da.
-No fue nada. Todos estamos aqu para ayudarnos unos a otros.
Me inclin para acariciar al perro, el cual haba estado olfateando mi
pantaln, despus extend mi mano hacia el viejo.
-Me llamo Mandino... Og Mandino.
Sus enormes dedos cubrieron los mos.
-Es un honor conocerle, seor Mandino. Mi nombre es Simon Potter... y
ste, mi aliado cuadrpedo, es Lzaro.
-Lzaro?
-Si. Duerme tanto todo el tiempo que nunca s si est vivo o muerto.
Me re.
-Disclpeme, seor Mandino, pero su primer nombre... es muy
distinguido. Og, Og... cmo se deletrea?
-O-G.
-Es ese el nombre que le pusieron?
-No -sonre-, mi verdadero nombre es Augustine. Cuando estaba en la
preparatoria escrib una columna para el peridico de nuestra escuela,

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y una vez firm mi trabajo como AUG. Despus de que la escrib decid
ser diferente y firm fonticamente... OG. Esto le encant a todos.
-Es un nombre raro. No creo que haya muchos Ogs en el mundo.
-He odo decir que uno es demasiado.
-Sigue escribiendo?
-S.
-Qu tipo de escritos?
-Libros, artculos.
-Se han publicado sus libros?
-S, cinco de ellos.
-Eso es maravilloso. Quin podra esperar conocer a un autor aqu,
entre botellas de vino vacas?
-Me temo que es precisamente aqu donde podra conocer a muchos
autores, Simon.
-S, triste pero cierto. Yo tambin escribo un poco... pero slo como
pasatiempo y para satisfacer mi ego.
El viejo se acerc ms como para estudiar mi cara.
-Se ve cansado, seor Mandino... o mejor, creo que puedo llamarlo
seor Og.
-S, estoy cansado. Ha sido un da largo... una semana larga.
-Es larga la distancia que tiene que conducir hasta su casa?
-Cuarenta y dos kilmetros, aproximadamente.
Simon Potter se volvi y seal con su largo brazo hacia el edificio de
cuatro pisos de ladrillos marrn que se encontraba frente al
estacionamiento.
-Yo vivo ah. En el segundo piso. Antes de emprender su largo viaje
venga a tomar conmigo una copa de jerez. Lo relajar.
Empec a negar con la cabeza; pero al igual que en la nieve, aquel da,
me encontr a m mismo queriendo obedecerle. Abr la portezuela de

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mi auto, arroj en el interior mi abrigo y portafolios, cerr y empec a


caminar detrs de Lzaro.
Atravesamos el sucio corredor, pasamos junto a los desvencijados
buzones de latn que tenan los nombres de los propietarios dentro de
unos plsticos amarillentos, y subimos por la destartalada escalera de
concreto. Simon sac una llave de su bolsillo, la gir dentro de la
cerradura de la puerta de pino en la que haba sido dibujado con rojo el
nmero 21; empuj e hizo un ademn para que pasara. Encendi la luz.
-Disculpe -dijo- mi humilde refugio. Vivo solo, a no ser por Lzaro, y el
trabajo de la casa nunca fue una de mis habilidades.
Sus disculpas eran innecesarias. La pequea sala estaba inmaculada,
desde la alfombra ovalada hasta el techo sin telaraas. Casi
inmediatamente not los libros, cientos de ellos, que excedan en
tamao los dos grandes libreros y se apilaban en dos montones
perfectos casi tan altos como su propietario.
Observ con curiosidad a Simon. Se encogi de hombros y alumbr el
cuarto con su sonrisa.
-Qu ms puede hacer un viejo adems de leer... y pensar? Por favor,
pngase cmodo mientras sirvo la copa.
Cuando Simon se dirigi a la cocina, camin hacia sus libros y empec
a leer los ttulos, esperando que ellos me dijeran, algo sobre este
gigante fascinador. Levant la cabeza y recorr con la mirada algunos de
los lomos de los libros (Caesar and Christ, de Will Durant; The Prophet,
de Gibrn; Lives of Great Men, de Plutarco; Physiology of the Nervous
Systems, de Fulton; The Organism, de Goldstein; The Unexpected
Universe, de Eiseley; Don Quixote, de Cervantes; Works, de Aristteles,
Autobiography, de Franklin, The Imitation of Christ, de Kempis; The
Human Mind, de Menninger; The Talmud, varias Biblias y otros).
Mi anfitrin camin hacia m sosteniendo la copa de vino. La tom y la

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puse junto a la suya. Los bordes chocaron con una nota suave en la
habitacin.
-Por nuestra amistad -dijo Simon-; porque sea larga y provechosa.
-As sea -contest.
-Qu piensa de mi biblioteca? -dijo, sealando con su copa hacia los
libros.
-Es una magnfica coleccin. Me gustara tenerlos. Usted tiene amplios
intereses.
-En realidad no es as. Son una acumulacin de muchos aos de horas
de esparcimiento en tiendas de libros de segunda mano. Adems todos
tienen un tema en comn que hace que cada volumen sea muy
especial.
-Especial?
-Si. Cada uno trata y explica a su modo algn aspecto del milagro ms
grande del mundo; por eso los llamo los "libros de la mano de Dios".
-La mano de Dios?
-Me cuesta trabajo explicarlo con palabras... estoy completamente
seguro de que ciertas piezas musicales, determinadas obras de arte y
ciertos libros y ensayos fueron creados, no por el compositor, artista,
autor o escritor, sino por Dios, y a aquellos a los que hemos reconocido
como los creadores de estas obras fueron slo instrumentos empleados
por Dios para comunicarse con nosotros. Qu pasa, seor Og?
Aparentemente sus palabras me haban sobresaltado. Solamente dos
semanas antes, en la ciudad de Nueva York, Barry Farber, un popular
comentarista de radio, haba utilizado esas palabras exactas: la mano
de Dios", cuando describa mi libro a su pblico durante mi aparicin
dentro de su programa.
-Quiere decir que cree que Dios se sigue comunicando con nosotros
como lo haca con los antiguos profetas judos?

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-Estoy completamente seguro. Durante miles de aos el mundo fue


testigo de un sinnmero de profetas que proclamaban y explicaban la
voluntad de Dios: Elas, Ams, Moiss, Ezequiel. Isaas, Jeremas Samuel
y los dems maravillosos mensajeros hasta Jess y Pablo. Y despus...
nada? No puedo creerlo. Sin importar cuntos de Sus profetas hayan
sido ridiculizados, castigados, torturados y hasta asesinados, no puedo
concebir que finalmente Dios se haya dado por vencido y haya vuelto
su espalda a nuestras necesidades, trayendo como consecuencia que
algunos de nosotros supongamos que l est muerto, ya que hace
mucho tiempo que no sabemos nada de l. En vez de esto, creo
verdaderamente que ha mandado a todas las generaciones, personas
especiales, talentosas, inteligentes... todas compartiendo el mismo
mensaje de una o de otra forma... que todo ser humano es capaz de -
realizar el milagro ms grande del mundo. Y el error ms grave del
hombre, ciego como es a causa de las trivialidades de toda civilizacin
avanzada, es que no ha comprendido el mensaje.
-Cul es el milagro ms grande del mundo que podemos realizar?
Primero que nada, seor Og, puede definirme lo que es un milagro?
-Creo que s. Es algo que sucede en contra de las leyes, de la
naturaleza o la ciencia... una suspensin temporal de una de estas
leyes.
-Lo que acaba de decir es conciso y exacto, seor Og. Ahora dgame,
se cree capaz de realizar milagros... de suspender cualquiera de las
leyes de la naturaleza o la ciencia?
Me re nerviosamente y negu con la cabeza. El viejo se puso de pie,
tom de la mesilla de caf un pequeo pisapapeles de vidrio y lo
sostuvo frente a mi.
-Si suelto este peso, caer al suelo, no es verdad?
Asent.

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-Qu ley decreta que caer al piso?
-La ley de la gravedad?
-Exacto.
Entonces, sin ninguna advertencia, dej que el pisapapeles cayera de
su mano. Instintivamente lo pesqu antes de que tocara el suelo.
Simon dobl las manos y me mir sonriendo con autosatisfaccin.
-Se da cuenta de lo que acaba de hacer, seor Og?
-Cog su pisapapeles.
-Hizo mucho ms. Su accin suspendi temporalmente la ley de la
gravedad. Sea cual sea la definicin de un milagro, usted acaba de
realizar uno. Ahora, cul cree usted que sera el milagro ms grande
que jams se haya realizado en la Tierra?
Lo pens durante varios minutos.
-Probablemente seran esos casos en los que un muerto
supuestamente ha regresado a la vida.
-Estoy de acuerdo, como seguramente lo estara el total de la opinin
mundial.
-Pero, en qu forma est esto relacionado con esos libros que tiene
amontonados? Seguramente no contienen ningn mtodo secreto sobre
cmo regresar de la muerte.
-Pues s, seor Og. La mayora de los seres humanos estn muertos, en
uno u otro grado. De una u otra forma han perdido sus sueos, sus
ambiciones, su deseo de una vida mejor. Han perdido su lucha por su
autoestimacin y han comprometido su gran potencial. Se han
establecido en una vida de mediocridad, das de desesperacin y
noches de lgrimas. No son ms que muertes vivientes confinadas a
cementerios de su eleccin. Adems necesitan salir de ese estado.
Pueden resucitar de su lamentable condicin. Cada uno puede realizar
el milagro ms grande del mundo. Todos pueden regresar de la

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muerte... y en esos libros estn los secretos ms sencillos, tcnicas y


mtodos que pueden aplicar a su propia vida para convertirse en lo que
desean ser y alcanzar todas las verdaderas riquezas de la vida.
No supe qu decir o cmo responder. Permanec sentado,
observndolo, hasta que rompi el silencio.
-Acepta usted la posibilidad de que los individuos realicen tal milagro
con sus propias vidas, seor Og?
-s, por supuesto.
-Alguna vez escribi sobre dichos milagros en sus libros?
-Algunas veces.
-Me gustara leer lo que ha escrito.
-Le traer una copia de mi primer libro.
-Hay milagros en l?
-S, varios.
-Sinti la mano de Dios sobre la suya cuando lo escribi?
-No lo s, Simon. No lo creo.
-Posiblemente yo pueda decrselo despus de leerlo, seor Og.
Despus de esta conversacin permanecimos sentados en el silencio,
interrumpido slo por el rumor de un camin o autobs ocasional que
pasaba por la avenida Devon. Beb el jerez y me sent tan descansado y
en paz con el mundo como no lo haba estado en muchos meses.
Finalmente deposit mi copa en la pequea mesa pulida que estaba
junto a mi silla y me encontr a m mismo observando dos pequeas
fotografas; cada una tena un marco de bronce. Una era de una
encantadora mujer morena y la otra de un chico rubio en uniforme
militar. Mir a Simon y comprendi mi silenciosa pregunta.
-Mi esposa. Mi hijo.
Asent. Su voz, ahora tan suave que casi no le escuchaba, pareca
flotar a travs de la habitacin hasta donde me encontraba.

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-Los dos han muerto.
Cerr los ojos y asent nuevamente. Sus siguientes palabras apenas
fueron un susurro.
-Dachau, mil novecientos treinta y nueve.
Cuando abr los ojos, el viejo tena la cabeza inclinada y las dos
enormes manos detenan con fuerza la frente. Despus, como
avergonzado de haber expuesto momentneamente su tristeza frente a
un extrao, se enderez y forz una sonrisa.
Cambi la conversacin.
-Qu hace usted, Simon? Tiene un empleo?
El viejo vacil unos segundos. Despus, volvi a sonrer, abri las
manos con un ademn retrado y dijo:
-Soy trapero, seor Og.
-Crea que los traperos haban desaparecido junto con los comedores
de beneficencia y las marchas de hambre de la dcada de mil
novecientos treinta.
Simon se levant, camin hacia m, puso su mano sobre mi hombro y
lo apret cariosamente.
-Por definicin, seor Og, un trapero es alguien que recoge trapos y
otros materiales de desperdicio de las calles y basureros para ganarse
la vida. Me imagino que esa clase de traperos casi ha desaparecido de
la escena norteamericana durante estos aos de empleo, pero
podramos verlos nuevamente si cambiaran las condiciones.
-Lo dudo. Nuestro porcentaje de crmenes parece decirnos que hemos
descubierto formas ms rpidas y fciles de echarle el guante a un
dlar... como los asaltos, los robos y las rateras.
-Me temo que lo que usted dice es verdad, seor Og. En estos das en
que los precios del papel y los metales se elevan desmesuradamente,
me imagino que un trapero o un basurero puede subsistir. Sin embargo,

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yo no soy ese tipo de trapero. Busco materiales ms valiosos que viejos


peridicos y botes de aluminio de cerveza. Busco los desperdicios de
tipo humano, personas que han sido abandonadas por otras o por s
mismas, individuos que todava poseen grandes potenciales pero han
perdido su dignidad o el deseo de una vida mejor. Cuando les encuentro
trato de cambiar sus vidas por una mejor, darles un nuevo sentido de
esperanza y direccin, y ayudarles a regresar de su muerte viviente... lo
cual es para m el milagro ms grande del mundo. Y, por supuesto, la
sabidura que he recibido de los libros de "la mano de Dios" me ha
ayudado grandemente en mi, digamos, profesin.
"Vea esta cruz de madera que uso con frecuencia. Fue tallada por un
joven que una vez fue encargado del embarco de mercanca. Me top
con l una noche en la avenida Wilson... o ms bien dira que l se top
conmigo. Estaba ebrio. Le traje aqu. Despus de varias tazas de caf
negro, una ducha helada y algo de comida, platicamos. Era realmente
un alma perdida, casi hundida por su incapacidad de mantener
adecuadamente a su esposa y a sus dos hijos. Haba estado trabajando
en dos empleos, ms de diecisiete horas diarias, durante casi tres aos
y haba llegado al lmite.
Haba empezado a refugiarse en la bebida cuando le encontr...
tratando de no enfrentarse con su muerte viviente y con una conciencia
que le deca que no era digno de su joven y maravillosa familia. Me las
arregl para convencerle de que su situacin era comn y estaba muy
lejos de ser desesperante, y empez a visitarme casi a diario, antes de
ir a su trabajo nocturno. Juntos descubrimos y discutimos muchos de los
antiguos y modernos, secretos de la felicidad y del xito. Creo que
analizamos a todos los sabios, desde Salomn a Emerson y a Gibrn. Y
l escuchaba cuidadosamente.
-Qu sucedi con l?

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-Cuando tuvo ahorrados mil dlares renunci a ambos empleos, meti
a su familia dentro de su viejo Plymouth y se fue hacia Arizona. Ahora
tienen una tienda a la vera del camino, a las afueras de Scottsdale, y
est empezando a ganar mucho dinero con sus artesanas de madera.
De cuando en cuando me escribe, siempre agradecindome por haberle
dado el valor que necesitaba para cambiar de vida. Actualmente es un
hombre feliz y satisfecho... no rico, pero s ms contento. Vea, seor Og,
la mayora de nosotros construimos prisiones para nosotros mismos y
despus de vivir ah por algn tiempo nos acostumbramos a sus
paredes y aceptamos la premisa falsa de que estamos encarcelados
para siempre. Tan pronto como esta creencia se posesiona de nosotros,
abandonamos la esperanza de hacer algo ms con nuestras vidas o de
alguna vez darle la oportunidad de lograr nuestras ilusiones. Nos
convertimos en muecos y empezamos a sufrir una muerte viviente.
Puede ser loable y noble sacrificar su vida por una causa o un negocio o
la felicidad de otros, pero si se es miserable y vaco en esa forma de
vida, a sabiendas, entonces permanecer as es una hipocresa, una
mentira y un rechazo de la fe puesta en uno por su creador.
-Simon, disclpeme, pero nunca se le ha ocurrido que posiblemente
no debera intervenir en la vida de las personas o que no tiene derecho
de hacerlo? Despus de todo, ellos no lo buscan. Usted debe
encontrarlos y convencerlos de que pueden tener una nueva vida si
estn deseosos de intentarlo. No est tratando de jugar a ser Dios?
Las facciones del viejo se suavizaron con una mirada de simpata y
compasin por m aparente falta de percepcin y entendimiento. Su
respuesta fue breve... y clemente.
-Seor Og, no estoy jugando a ser Dios. Lo que usted aprender, ms
tarde o ms temprano, es que Dios juega con frecuencia a ser hombre.
Dios no har nada sin el hombre y siempre que hace un milagro lo hace

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a travs del hombre.


Se levant como si quisiera terminar abruptamente mi visita, una
tcnica que yo uso con frecuencia en la oficina si lo que ms me
conviene es terminar una entrevista.
Le estrech la mano y me encamin hacia el corredor.
-Gracias por la hospitalidad y el jerez.
-Fue un placer, seor Og. Y, por favor, trigame una copia de su libro
en cuanto pueda.
Durante el largo viaje hasta mi casa una pregunta sigui martillando
en mis pensamientos. Si ese viejo trapero se especializaba en rescatar
los desperdicios humanos, por qu perda su tiempo conmigo,
presidente de una exitosa y rica compaa que se encontraba entre los
del cincuenta por ciento de impuestos y que acababa de escribir un
best seller?

CAPTULO 3

Varios das despus, cuando estaba sacando mi auto del


estacionamiento, o mi nombre pronunciado en un volumen slo
ligeramente ms bajo en decibeles que el sistema de direccin pblica
del Wrigley Field. Mir a m alrededor, pero no pude encontrarlo.
-Seor Og, seor Og... aqu arriba!
Simon estaba inclinado hacia afuera de la ventana del departamento
del segundo piso, sobre una maceta llena de plantas, sacudiendo una
pequea regadera azul de plantas para atraer mi atencin.
Lo salud.
-Seor Og, seor Og... su libro, su libro. No olvide que lo prometi.
Inclin la cabeza en seal de aprobacin.

20
Seal hacia su apartamento.
-Esta noche... antes de irse a casa?
Asent nuevamente.
Sonri y grit:
-Tendr listo su jerez.
Hice con la mano una seal de aprobacin, cerr el auto y me dirig
hacia los problemas del da.
-Simon Potter, quin eres t?
-Simon Potter, qu eres t?
-Simon Potter, por qu eres t?
Me encontr a mi mismo repitiendo silenciosamente estas tres
preguntas como si se tratara de una de aquellas tonadillas de mi
juventud, al mismo tiempo que me diriga hacia la oficina.
Haba sido incapaz de dominar mis sentimientos sobre el viejo y esto
me incomodaba. Ejerca una especie de fascinacin sobre m... y, por
alguna razn inexplicable, me aterraba. Tanto su apariencia como su
comportamiento llenaban mis nociones preconcebidas de cmo
debieron ser los profetas y msticos bblicos, y pensaba en l en los
momentos ms extraos, a la mitad de una reunin en la que se
hablaba sobre el presupuesto, al leer la presentacin de un artculo,
cuando lea la crtica de un libro. Su cara, su voz, su forma carismtica
se introducan en lo que estaba pensando y absorban
momentneamente mi concentracin. Quin era? De dnde vena?
Qu haca este Isaas de la actualidad en mi vida? Posiblemente
obtendra algunas respuestas esta noche. As lo esperaba para mi
tranquilidad mental.
A media tarde le ped a Pat Smith, mi secretaria, que encargara una
copia de mi libro, El vendedor ms grande del mundo, al departamento
de inventario. Se detuvo en la puerta de mi oficina despus de dejar el

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libro en mis manos.


-Se le ofrece algo ms, Og?
-No, gracias Pat, hasta maana. Buenas noches.
-Buenas noches... no olvide desconectar la cafetera.
-No lo har.
-Dijo lo mismo la ltima vez que trabaj hasta tarde... y descompuso
dos cafeteras.
Escuch cmo echaba llave a la puerta exterior mientras sostena el
libro, mi libro, mi creacin que ahora era aclamada por Publishers
Weekly como "el best seller que nadie conoce". Durante cuatro aos
haba pasado inadvertido y, de repente, mediante una venta fenomenal
de cuatrocientos mil ejemplares en carton haba sobrepasado todas las
ediciones de esa clase de todos los libros escritos por Harold Robbins,
Irving Wallace o Jacqueline Susann.
Ahora haba rumores acerca de que las editoras de libros de bolsillo
estaban interesadas en adquirir los derechos de reimpresin, y de que
hablaban de grandes sumas de dinero... de dinero de seis dgitos. Y si
pasaba todo esto? Podra hacerle frente? Podra arreglrmelas con
toda esa riqueza repentina y la publicidad nacional que seguramente
seguira a una campaa de promocin dirigida por cualquiera de las
editoras de libros de bolsillo? A qu precio terminara pagando todo
esto? Lo lamentara despus? Record lo que haba dicho Simon sobre
las prisiones perpetuas que construimos a nuestro alrededor. Sera
este xito una llave para mi liberacin... o una para encerrarme? De
todas formas, qu ms quera de la vida? Cambiara mi forma de vida
si tuviera esa independencia financiera? Quin podra tener realmente
la respuesta a estas preguntas antes de que los acontecimientos
tuvieran lugar?
Trat de expulsar de m mente todos estos pensamientos sobre qu

22
ocurrira si, y abr el libro para autografirselo a Simon. Qu poda
escribir en el libro que fuera adecuado para este hombre con apariencia
de santo? Por alguna razn las palabras adecuadas eran importantes
para m. Qu pensara un experto en Gibrn, Plutarco, Platn, Sneca y
Eiseley sobre m pequeo libro despus de leerlo? Eso era importante.
Para m.
Empec a escribir...
Para Simon Potter, el mejor trapero de Dios con afecto,
Og Mandino.

Record que tena que desconectar la cafetera, encender la alarma


contra ladrones, apagar las luces, echar llave; despus camin a travs
del oscuro estacionamiento hacia su departamento. Encontr el nmero
21 garrapateado con lpiz amarillo sobre uno de los buzones, puls dos
veces el timbre, y sub las escaleras. Simon me esperaba en el corredor.
-Se acord!
-Usted me lo record!
-Oh, s, como la mayora de los viejos soy grosero y presumido!
Perdone mis pecados, seor Og. Pase, pase.
Estando an de pie, iniciamos nuestro dilogo. Le di mi libro y l me
dio una copa de jerez. Frunci el entrecejo cundo ley el ttulo.
-El vendedor ms grande del mundo? Muy interesante. Puedo
adivinar quin podra ser?
-Nunca adivinar, Simon. No es quien usted se imagina.
Despus lo abri y ley mi inscripcin. Su cara pareci suavizarse y
cuando volte a mirarme sus ojos estaban hmedos.
-Gracias. S que me va a gustar. Pero, por qu razn escribi esto?
Trapero, si... pero el mejor de Dios?
Seal hacia sus libros.

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-Cuando estuve aqu, la otra vez, me habl sobre su teora de que


algunos libros eran escritos y guiados por la mano de Dios. Me imagino
que si puede reconocer cuando un escritor ha sido tocado por la mano
de Dios es porque debe ser un amigo especial suyo.
Estudi mi cara resueltamente, observndome durante unos minutos
interminables, hasta que desvi la mirada.
-Y a usted le gustara que leyera su libro y decidiera si pienso que
pertenece a la misma categora que los otros... ayudados por la mano
de Dios, como lo fueron?
-No s si quiero o no que lo haga, Simon. Posiblemente en mi
subconsciente lo deseo, pero no haba pensado en ello. Lo nico que s,
con toda seguridad, es que he tenido las premoniciones ms extraas
cuando me encuentro con usted. Est en mi pensamiento la mayor
parte del tiempo y desconozco la razn.
El viejo recost la cabeza sobre la silla y cerr los ojos.
-Una premonicin es una advertencia, una corazonada sobre algo que
va a suceder. Es eso lo que siente cuando est conmigo o piensa en
m?
-No estoy muy seguro de que eso explique lo que siento.
-Podra ser la sensacin de habernos visto antes o de haber
compartido algo en el pasado? Cmo lo llaman los franceses? Ah, si...
dja vu.
-Eso se acerca ms. Alguna vez ha tenido un sueo que trata y trata
de recordar cuando despierta y todo lo que queda en su memoria son
sombras y voces irreconocibles que no tienen ningn significado o
relacin con su vida?
-Muchas veces -asinti el viejo.
-Bien, eso es lo que siento cuando estoy con usted o pienso en su
persona. Slo que no puedo caracterizarlo porque nunca antes lo haba

24
sentido.
-La mente es un mecanismo sumamente extrao, seor Og.
-Simon, ni siquiera podra empezar a imaginar cuntos libros y revistas
he ledo acerca de la mente los ltimos diez aos, para posible uso en
mi revista. Adems, mientras ms leo ms cuenta me doy qu tan poco
sabemos sobre ese misterio que est en nuestro interior... o hasta
dnde se localiza.
El viejo se frot las manos contra las mejillas y dijo:
-El doctor Karl Menninger escribi que la mente humana es mucho ms
que el cofrecillo de trucos del cerebro. Es ms bien toda la personalidad
formada por los instintos, hbitos, recuerdos, rganos, msculos y
sensaciones humanos, todo pasando por un proceso constante de
cambio.
-Conozco al doctor Menninger.
-En persona? De verdad?
-Si.
-Qu clase de persona es?
-Es un gigante, casi de su tamao, un hombre encantador, al igual que
usted... y cuando habla siempre tiene un destello en los ojos.
-Hay en mis ojos, como lo llam, un "destello", seor Og?
-Algunas veces, Simon. Algunas veces.
Sonri tristemente.
-Me gusta ms lo que escribi Milton acerca de la mente. "La mente
est en su propio lugar, y puede hacer por si misma un paraso del
infierno, o un infierno del paraso". Seor Og, nuestra mente es la
creacin ms grande de la Tierra y puede crear la ms sublime de las
felicidades para su propietario... o puede destruirle.. Sin embargo, a
pesar de que se nos ha dado el secreto para gobernarla, para felicidad y
beneficio, seguimos ignorando sus potencialidades, como los ms

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estpidos animales.
-El secreto de cmo gobernar la mente en beneficio propio...?
Simon seal hacia los estantes.
-Todo se encuentra ah. Uno slo tiene que estudiar los tesoros que
permanecen, expuestos, a nuestro alrededor. Durante incontables siglos
el hombre compar su mente con un jardn. Sneca dijo que la tierra,
sin importar qu tan rica fuera, no poda ser productiva si no se cultiva;
nuestra mente tampoco podra serlo. Sir Joshua Reynolds escribi que
nuestra mente es slo tierra infecunda, acabada e improductiva, a
menos de que se cultive continuamente con nuevas ideas. Y James
Allen, en su obra clsica monumental. As A Man Thinketh, escribi que
la mente del hombre es como un jardn que debe ser cultivado
inteligentemente o permitrsele que crezca como la selva, pero ya sea
que se cultive o descuide, producir. Si no se plantan semillas tiles,
entonces caer sobre la tierra una abundancia de semillas
improductivas, y los resultados sern equivocados, intiles, peligrosos y
sucios. En otras palabras, sea lo que se a que permitamos que entre en
nuestra mente, siempre obtendr frutos.
Encend un cigarrillo y estuve pendiente de cada una de sus palabras.
-Actualmente el hombre compara su mente con una computadora,
pero sus conclusiones son las mismas que las de Sneca y otros. Las
personas que trabajan con computadoras tienen una frase, en realidad
siglas, DADA (desperdicios adentro, desperdicios afuera). Si se alimenta
informacin equivocada a una computadora, se obtendrn respuestas
equivocadas. Lo mismo ocurre con nuestra mente... ya sea que se
piense en trminos de un jardn o de una computadora IBM Tres
Sesenta. Alimenta material negativo... y eso mismo recoger. Por otro
lado, si programa, o planta pensamientos e ideas positivos, hermosos y
correctos, eso cosechar. Como ve es muy sencillo. En realidad puede

26
convertirse en lo que piensa. Lo que un hombre piense en su corazn,
eso es l. Allen escribi: "El hombre es hecho o deshecho por s mismo;
en la armona del pensamiento forja las armas con las que se destruye;
tambin modela las herramientas con las que construye para s mismo
mansiones celestiales de felicidad, fuerza y paz. Con la eleccin
correcta y la aplicacin de la verdad del pensamiento el hombre se
eleva hasta la perfeccin divina". Seor Og, recuerde estas palabras:
"con la eleccin correcta". Son la piedra angular para una vida feliz y,
posiblemente, algn otro da, me permitir explicarlo ms
detalladamente.
-En otras palabras, Simon, lo que est diciendo es que podemos
programar nuestras mentes. Pero, cmo?
-Es muy sencillo. Podemos hacerlo personalmente u otros lo harn por
nosotros. Simplemente, al escuchar o leer repetidamente un
pensamiento o una afirmacin, ya sea que constituya una verdad o la
ms vil de las mentiras, al fin nuestra mente imprimir ese
pensamiento y se convertir en una parte permanente de nuestra
personalidad, tan fuerte que hasta actuaremos de acuerdo a eso sin
siquiera considerar o reflexionar en el futuro. Como puede recordar,
Hitler hizo esto a un pas entero, y la frase "lavado de cerebro"
constituye algo que nos es familiar despus de las muchas experiencias
tristes que tuvimos con nuestras tropas en el Oriente.
-Nos convertimos en lo que pensamos?
-Siempre!
Esta pareca ser una buena oportunidad para intentarlo, y la
aprovech.
-Simon, hbleme de usted mismo. Le importa?
Sacudi la cabeza, puso la copa de vino sobre la mesilla, sus manos
sobre el regazo y las observ mientras hablaba.

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-No me importa. No he tenido esta oportunidad desde hace muchos


aos, y me doy cuenta de que espera que yo pueda tocar algn hecho,
algn punto que le aclare todo lo concerniente a nuestra relacin.
Primero que nada tengo setenta y ocho aos y buena salud. Llegu a
este pas en mil novecientos cuarenta y seis.
-Lleg despus de la guerra?
-S.
-A qu se dedicaba antes de la guerra?
Sonri.
-Me doy cuenta que se necesitar una buena porcin de fe ciega de su
parte para creerme, pero yo diriga la compaa importadora y
exportadora ms grande de Alemania, que se dedicaba exclusivamente
a productos del Medio Oriente. Mi hogar estaba en Francfort pero la
oficina principal de la compaa se encontraba...
-En Damasco? -lo interrump.
Me mir extraamente.
-S, seor Og, en Damasco.
Me pas la mano sobre la cara y termin el Jerez. Cmo, en el nombre
de Dios, supe eso? Por alguna razn inexplicable me sent urgido
repentinamente de levantarme y correr fuera de ah. En vez de eso me
qued sentado, con las piernas inmviles, paralizado por un dilema
desconocido. No quera escuchar nada ms y al mismo tiempo quera
or todo. El reportero que hay en m gan la partida y empez a
bombardear preguntas como si se tratara d un ambicioso fiscal.
Respondi a cada una de mis preguntas con toda calma.
-Simon, tena sucursales su compaa?
-Diez, en ciudades como Jerusaln, Bagdad, Alejandra, El Cairo, Beirut,
Aleppo...
-Diez?

28
-Diez.
-Qu clase de mercanca importaba y exportaba?
-En su mayora eran artculos que tenan algn valor o rareza.
Acabados de lana o lino, cristalera fina, piedras preciosas, las
alfombras ms finas, algunos artculos de piel, papel tapiz...
-Dijo usted que su compaa era grande?
-Era la ms grande de su tipo en el mundo. Nuestro volumen anual de
ventas, an durante la depresin, en mil novecientos treinta y seis
exceda los doscientos millones de dlares estadounidenses.
-Y usted era el presidente de la compaa?
Simon baj la cabeza tmidamente.
-No es difcil ser presidente de una compaa cuando se es el nico
propietario y fundador y... -tom mi libro y seal el titulo- y tambin el
vendedor ms grande de la compaa.
Mi anfitrin se levant y volvi a llenar mi copa. Beb la mitad de su
contenido y lo estudi a l cuidadosamente. Estaba disimulando frente
a m? Finalmente tom su brazo y le di la vuelta cariosamente de
modo que poda ver directamente hacia sus ojos.
-Simon, dgame la verdad, ha ledo mi libro?
-Perdneme, seor Og, pero jams haba visto una copia de su libro
antes de esta noche. Por qu?
-El vendedor ms grande del mundo tiene lugar en el tiempo de Cristo.
Narra la historia de un joven camellero, Hafid, que quera convertirse en
vendedor para ganar la parte de oro que le corresponda y que vea era
el fruto de los esfuerzos de otros vendedores de la caravana.
Finalmente, despus de muchas negativas, el dueo de todo le da un
manto a Hafid, para que lo vendiera en la villa ms cercana, llamada
Beln, para probar si era buen vendedor. En lugar de esto, despus de
tres humillantes das en los que no puede vender el manto, el joven lo

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regala a una pareja para calentar a un recin nacido que duerme en un


pesebre. Luego regresa a la caravana, creyendo que ha fallado como
vendedor, sin percatarse de la brillante estrella que le sigue. Pero su
amo lo interpreta como una seal que le haba sido profetizada muchos
aos antes y le da diez pergaminos sobre el xito que el joven
finalmente aplica a su vida y se convierte en... el vendedor ms grande
del mundo.
-Es una trama sumamente interesante, seor Og.
-Todava hay ms, Simon. Cuando el joven, Hafid, se vuelve rico y
poderoso, establece su almacn principal en una ciudad. Le importara
tratar de adivinarla?
-Damasco?
-S. Y despus abre otros almacenes a lo largo del Medio Oriente.
Cuntos, Simon?
-Diez?
-S, nuevamente. Y los artculos que l venda, como se describe en mi
libro, eran exactamente los mismos que usted venda!
El viejo volte la cabeza hacia otro lado mientras hablaba
calmadamente.
-Esas.... son... coincidencias... extremadamente... extraas... seor Og.
Le presion.
-Hbleme de su familia, Simon.
Vacil durante unos minutos antes de volver a hablar.
-Bien, como le dije anteriormente, mi hogar se encontraba en
Francfort. En realidad vivamos en un suburbio, Sachsenhausen, en una
preciosa casa con vista al ro Main. Mi tiempo ah era limitado. Pareca
como si siempre estuviera dicindole adis a mi familia en el
aeropuerto. Cada vez odiaba ms los das y semanas que pasaba lejos
de mi esposa y de mi hijo. Finalmente, en mil novecientos treinta y

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cinco, decid hacer algo para cambiar mi vida. Hice planes cuidadosos
para el futuro. Decid trabajar muy duro hasta mil novecientos cuarenta,
y entonces tomara del negocio lo suficiente para que mi familia y yo
viviramos cmodamente durante el resto de nuestra vida. Cuando
llegara ese momento les proporcionara el control de la compaa a
quienes me haban sido leales a lo largo de los aos...
Volv a interrumpirle... y esta vez mi voz se quebr.
-Simon, cuando lea mil libro ver que mi vendedor, Hafid, finalmente
les dio su negocio y la mayor parte de sus riquezas a aquellos que le
haban ayudado a crearlo.
El viejo frunci el entrecejo mientras sacuda la cabeza.
-No puede ser! No puede ser!
-Usted mismo lo leer. Qu pas con su familia?
-Para entonces, Hitler haba subido al poder. Yo, al igual que la mayora
de los hombres de negocios, ignoraba la clase de monstruo al que
habamos permitido asumir el gobierno de nuestro pas. Mi esposa era
juda y mientras yo me encontraba en uno de mis viajes a Damasco, fui
visitado, un da, por uno de los agentes de Hitler. Este me notific
tranquilamente que tanto mi esposa como mi hijo se encontraban bajo
lo que l llam "custodia de proteccin" y que solamente seran
liberados si yo firmaba en favor del Partido Nacional Socialista la
posesin de toda mi compaa y sus utilidades. Firm sin vacilar.
Despus vol de inmediato hacia Francfort, en donde fui arrestado en el
aeropuerto por la polica secreta. Pas todos los aos de la guerra
yendo de un campo de concentracin a otro. Me imagino que el no
haber sido judo salv mi vida.
-Y su esposa e hijo?
-Nunca volv a verlos.
Empec a decir: "lo siento", pero me contuve.

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-Y su negocio?
-Se acab. Los nazis confiscaron todo. Despus de la guerra pas casi
cuatro aos tratando de encontrar alguna pista sobre mi familia. Tanto
los norteamericanos como los ingleses fueron sumamente cooperativos
y compasivos. Finalmente supe, a travs del servicio de informacin
norteamericano, que tanto mi esposa como mi hijo haban sido
asesinados y cremados en Dachau casi inmediatamente despus de
haber sido capturados.
Era penoso continuar. Me senta un cruel inquisidor que forzaba al viejo
a revivir recuerdos que probablemente haban sido empujados hasta lo
ms profundo de su mente desde haca mucho tiempo con el fin de
conservar su cordura. Sin embargo, continu:
-Cmo lleg a este pas?
-En mis buenos tiempos contaba con amigos muy finos en Washington.
Uno de ellos intercedi por m ante las autoridades correspondientes de
inmigracin, quienes olvidaron mi falta de pasaporte. Otro me prest
dinero para el pasaje. Haba visitado Chicago en mil novecientos treinta
y uno y me haba gustado por su vitalidad, por lo que vine ac.
-Qu ha estado haciendo durante todos estos aos?
Se encogi de hombros y mir al techo.
Qu puede hacer un ex millonario presidente de una compaa, cuyas
ambiciones haban muerto en una cmara de gas? Trabaj en un
centenar de lugares insignificantes, con la nica intencin de
sobrevivir... de portero de un club nocturno, de cocinero, en la tarea
sanitaria de la ciudad, en construccin... en cualquier cosa. Saba que
contaba con el conocimiento, la experiencia y la capacidad necesarias
para empezar un nuevo negocio propio, pero no deseaba hacerlo. No
exista una razn por la cual desear el xito o adquirir riquezas, por lo
que no me esforc. Finalmente pas los exmenes de la ciudad y

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trabaj de portero de una escuela de la avenida Foster. Ese empleo me
sirvi mucho. Me encontraba rodeado de pequeos que rean todo el
da. Muy bueno. Y de cuando en cuando poda ver algn chico que me
recordara a mi Eric. Era un empleo fino y decente. Me retir al cumplir
sesenta y cinco aos, y la ciudad me empez a dar una pequea
pensin suficiente para vivir... y leer.
-Qu le hizo decidirse a ser lo que usted llama trapero?
Simon sonri y se recost en su silln, mirando al techo nuevamente,
como si tratara de recordar detalles de un suceso que haba
permanecido dormido entre sus recuerdos durante largo tiempo.
-Tan pronto como me retir me cambi a este departamento. Lzaro,
yo y mis libros. El que cada maana caminramos Lzaro y yo alrededor
de la manzana se convirti en un ritual. Una maana, al salir del edificio
volte hacia la entrada del estacionamiento, en donde lo vi a usted por
primera vez; ah se encontraba una joven dama que pareca estar en
dificultades. Su auto estaba estacionado en la entrada, la barra perma-
neca en posicin horizontal, y ella sacuda enojadamente la caja de
metal que acepta las monedas que activan la barra. Camin hacia ella
y le pregunt si poda ayudarle. Estaba llorando, y entre sollozos me
dijo que haba introducido en la caja sus dos ltimas monedas y la barra
no se haba elevado. Ms an, deba estar en clase, en la Universidad
de Loyola, en menos de diez minutos, ya que tena un examen final.
Hice lo que cualquier persona hubiera hecho. Saqu dos monedas del
bolsillo de mi pantaln, las introduje por la ranura y esta vez la barra si
se elev. Despus de esto prosegu mi paseo con Lzaro.
Para entonces el viejo caminaba por la habitacin.
-No habamos caminado mucho cuando escuch unos pasos
apresurados detrs de m. Me volv para observar que la bella joven se
diriga hacia m, todava con los ojos llenos de lgrimas, pero sonriente.

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Antes de que me diera cuenta de lo que la joven hacia, sta puso sus
brazos alrededor de mi cuello, me jal hacia ella y me bes en la
mejilla... la primera vez que me abrazaba una mujer desde la muerte de
mi esposa. La joven no dijo nada... solamente fue un abrazo y el beso...
y despus se esfum. Ese incidente trivial fue lo que dio a mi vida un
nuevo sentido y direccin, seor Og. Resolv dejar de ocultarme en mi
pequeo departamento, dejar de lamentarme por lo que me haba
deparado la vida, y empezar a dar algo de mi ser a otros despus de
todos esos aos de autocompasin. Como ve, en realidad fue una
decisin egosta, ya que la sensacin que tuve, cuando esa agraciada
joven me bes, me fue desconocida durante muchos aos. Era la
sensacin que se tiene cuando se ha ayudado a otro sin pensar en
algn beneficio personal. Desde entonces soy un trapero.
Me sent cansado. Las preguntas y respuestas me haban agotado. Sin
embargo, haba algo ms que tena que saber.
-Simon, usted dijo que el nombre de su hijo era Eric. Cul era el de su
esposa?
-Seor Og, mi esposa tena un nombre tan encantador como su alma...
Lisha.
Lo nico que pude hacer fue suspirar y murmurar:
-Simon, por favor, pseme mi libro.
El viejo caballero puso el libro en mi regazo. Pas apresuradamente las
primeras pginas y par en la catorce.
-Simon, vea! Aqu... donde estoy sealando, a la mitad de la pgina...
este es el nombre que le di a la esposa de Hafid, el vendedor ms
grande del mundo. Lalo!
Un medio sollozo, un medio grito de angustia escap de los labios del
hombre mientras observaba la pgina impresa. Despus me mir,
incrdulo, mientras se formaban en sus inolvidables ojos unas grandes

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lgrimas.
- No puede ser, no puede ser!
Tom el libro con sus enormes manos, mientras observaba
resueltamente la pgina. Finalmente la elev hasta su mejilla, la
recarg cariosamente contra su barba y murmur suavemente una y
otra vez:
-Lisha Lisha... Lisha.

CAPTULO 4

Pas un mes antes de que lo volviera a ver.


Haban terminado las horas de trabajo y me encontraba solo en mi
oficina tratando de disminuir la correspondencia que se haba
acumulado durante mi ausencia. Escuch el click de la puerta exterior y
me puse rgido. Quien quiera que haya sido, el ultimo en salir olvid
echar llave, y las rateras se estaban convirtiendo en una forma de
ganarse la vida en el vecindario.
Entonces, en la puerta de mi oficina, apareci Lzaro con movimientos
sin coordinacin, moviendo la cola; las orejas suban y bajaban; mova
la lengua rpidamente... mientras jalaba de la cuerda que conduca
hasta su amo.
El viejo me abraz.
-Seor Og, me da gusto verle. Lzaro y yo estbamos preocupados por
usted.
-Estuve fuera de la ciudad por asuntos de negocios, Simon. Creo que
alguien esta tratando de cambiar mi vida.
-Para bien?
-No estoy seguro. A lo mejor usted puede decrmelo.

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-Sabia que no estaba aqu, seor Og. Todos los das me asomaba por la
ventana para ver su pequeo auto caf. Nada... ni auto, ni seor Og. Y
entonces, esta maana ah estaba. Me sent tan contento. Quera verlo
y al mismo tiempo no quera molestarlo. Tard todo el da en armarme
de valor para venir a verle.
-Me alegro de que lo hiciera. De todas formas yo hubiera ido a buscarle
para decirle las noticias sobre el libro.
-Son buenas?
-Todava no estoy seguro de lo que me esta pasando.
El viejo asinti y me dio unas orgullosas palmadas en el hombro.
Despus condujo a Lzaro hasta el perchero, en donde lo amarr. El
perro enterr la nariz en la alfombra y cerr los ojos.
-Se ve maravillosamente, Simon. Jams lo haba visto de traje y
corbata.
Mi visitante toc tmidamente la solapa de su arrugado saco Con sus
enormes dedos y murmuro:
-No poda visitar al presidente de una compaa pareciendo un
vagabundo, o s?
-Por que no? Supongo que ustedes, los traperos, trabajan con
disfraces de todos tipos y probablemente se han infiltrado en un mayor
nmero de vidas que la CIA. Son ngeles sin portafolios.
El comienzo de una sonrisa se evaporo repentinamente cuando dije la
palabra "ngeles". Despus se repuso y forz una irnica sonrisa.
-Solo un escritor podra lograr una descripcin tan aguda. Sin embargo,
nosotros los traperos carecemos de recursos. Adems existe una
explosin demogrfica de basureros humanos tan vasta que no somos
suficientes para hacer el trabajo adecuadamente. Me pregunto si el
editor de su revista, el seor W. Clement Stone, es trapero.
Los dos volteamos hacia el retrato de mi jefe que me miraba

36
clidamente desde la pared que se encuentra a la derecha de mi
escritorio.
-Debe serlo, Simon. l me sac de un basurero, hace diecisis aos,
cuando estaba acabado, solo y bebiendo con frecuencia. Es gracioso,
pero parece ser que ustedes los traperos tienen una poltica de silencio
en cuanto a sus buenas obras. Debido a que me encuentro cerca de l
he tenido la oportunidad de conocer a algunas de las personas a las que
ha ayudado el seor Stone y, sin embargo, muy pocas de sus acciones
como buen samaritano se publican en los peridicos.
Simon movi la cabeza en seal de aprobacin.
-Esto se debe a que los traperos tratamos de seguir la ley bblica que
Lloyd Douglas hizo famosa en su libro Magnificent Obsession.
-O sea, hacer el bien y... callarse.
Su explosiva risa llen la habitacin.
-Eso es lo que quise decir, aunque nunca haba odo que lo dijeran de
esa misma forma. Creo que sigo prefiriendo el mandato original de
Jess, como lo escribi Mateo.
-Simon, saba usted que cuando se public el libro Magnificent
Obsession la venta de Biblias se elev increblemente en todo el
mundo?
-Por que, seor Og?
-Porque todos empezaron a buscar el pasaje bblico que dio origen a
dicho libro, y Douglas, con un rasgo de ingenio, jams lo seal
especficamente en su libro. El buscar el pasaje casi lleg a convertirse
en el pasatiempo ms popular en este pas durante un ao, o ms,
haciendo de Magnificent Obsession un best seller. Adems, aquellos que
encontraron dicho evangelio, o captulo lo conservaron como un secreto
al que poda aspirarse slo si se descubra personalmente.
-Podramos utilizar ese truco actualmente, seor Og.

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-S. Conoce el pasaje, Simon?


El viejo sonri, se levanto y me observo desde el otro extremo del
escritorio, cerr su mano derecha manteniendo erguido el ndice hacia
m... Y mientras lo mova, dijo:
-"Estad atentos a no hacer vuestra la justicia delante de los hombres
para que os vean; de otra manera no tendris recompensa ante vuestro
Padre, que esta en los cielos.
"Cuando hagas, pues, limosna, no vayas tocando la trompeta delante
de ti, como hacen los hipcritas en las sinagogas y en las calles, para
ser alabados de los hombres; en verdad os digo que ya, recibieron su
recompensa.
"Cuando des limosna, no sepa la izquierda lo que hace la derecha para
que tu limosna sea oculta, y el Padre, que ve lo oculto, te premiar".
Estoy seguro de que nunca fue dicho de mejor forma... excepto en la
montaa... hace dos mil aos.
Le serv a mi amigo una taza de horrible caf y platicamos un poco
mientras caminaba, taza en mano, lentamente por mi oficina. Se detuvo
frente a la pared en la que se encuentran algunas fotografas
autografiadas y ley en voz alta los nombres; su voz aumentaba en
volumen gradualmente cada vez que lea otro nombre ms, como
queriendo significar que estaba impresionado. El viejo lobo me estaba
toreando y me encantaba.
-Rudy Vallee, Art Linkletter, John F. Kennedy, Charles Percy, Harland
Sanders, Joey Bishop, senador Harold Hughes, Frank Gifford, James
Stewart, Robert Cummings, Robert Redford, Barbra Streisand, Ben
Hogan, Norman Vincent Peale... stos son sus amigos?
-Algunos s... y los otros pensaron mostrar su agradecimiento por un
artculo que les hicimos algn da.
-Me gusta James Stewart. Todas sus pelculas... son buenas. Lo

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conoce?
-Le conoc hace muchos aos. Yo era bombardero de su grupo B-24
durante la Segunda Guerra Mundial.
-Stewart era valiente?
-Muy valiente. Termin su viaje de combate mucho antes de que
hubiera escolta para proteger a nuestros bombarderos. Adems poda
beber ms que ninguno de nosotros.
-Bien. Bien.
Simon prosigui con el, inventario de mi oficina, probablemente
comparndola con la decoracin de su antigua oficina presidencial en
Damasco. Un leve olor a alcanfor emanaba de su traje de corte severo
y, sin embargo, lo llevaba con una dignidad y estilo que permitan
imaginarlo detrs de un enorme escritorio de caoba, dando consejos
cuando estos eran necesarios y tambin ponindose difcil cuando
alguien lo mereca.
Finalmente dej la tasa de caf y dijo:
-No puedo esperar ms tiempo. Dgame sus buenas nuevas, seor Og.
-Usted me trajo buena suerte, Simon; estoy seguro de ello. Debe existir
mucho de duende debajo de esa fachada de trapero suya. Recuerda
esa ltima noche, en su casa, cuando descubrimos todas esas
sorprendentes coincidencias entre el hroe de mi libro y usted?
-Cmo puedo olvidarla?
-Bien, cuando llegu a mi casa encontr un mensaje de mi editor,
Frederick Fell. Cuando le llam me dijo que una gran editora de
ediciones de bolsillo quera una cita con l, su vicepresidente, Charles
Nurnberg, y conmigo, el lunes, para discutir la posible compra de los
derechos de reimpresin de mi libro. Por lo tanto, la noche de ese
domingo viaj hacia Nueva York.
-Estaba preocupado, nervioso?

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-No mucho... por lo menos esa noche. Pero a la maana siguiente, en


Nueva York, me levant a las seis y fume mucho y beb una tonelada de
caf mientras esperaba que fuera hora de la reunin a la una. An as,
llegu al edificio de la editorial, en la Quinta Avenida, con una hora de
anticipacin. Entonces... hice algo que no haba hecho durante mucho,
mucho tiempo. Justo al lado se encontraba una iglesia. Ni siquiera
recuerdo el nombre, pero estaba abierta y entr.
-Que hizo despus?
-Rec. En realidad camin hasta el altar, me arrodill y rec.
- Cmo rez?
-De la nica forma que se hacerlo. No ped nada, solamente que Dios
me diera el valor y el camino para manejar lo que viniera. Es gracioso,
Simon, pero casi pude escuchar una voz que preguntaba: "Donde has
estado, Og?" Entonces, antes de que me diera cuenta de lo que estaba
pasando, comenc a llorar... y no poda parar. Afortunadamente no
haba nadie, pero de todas formas me sent como un tonto.
-Por que lloraba? Lo sabe?
-Me imagino que el estar en una iglesia me record todos esos
domingos en los que iba a misa con mi madre cuando yo era joven. Mi
mundo casi termin cuando ella muri, de un ataque cardiaco,
justamente despus de terminar la preparatoria. Ella era algo especial y
me haba convencido de que yo iba a ser escritor desde que estaba en
la primaria. Todava recuerdo cmo revisaba mis composiciones y otros
trabajos escritos que llevaba a casa. Tenamos una relacin tan buena
que ella criticaba mi trabajo, constructivamente, y yo siempre lo
aceptaba y resolva esforzarme ms. Estaba tan orgullosa cuando me
convert en redactor de noticias de nuestro peridico del colegio que
cualquiera pudo haber pensado que, haba sido contratado por el New
York Times. Ella quera que fuera a la universidad, pero en mil

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novecientos cuarenta estbamos pasando por una poca difcil.
Entonces muri... y yo entre a la Fuerza Area de la Armada.
-Nunca fue a la universidad?
-No.
El viejo volvi a observar mi oficina y sacudi la cabeza.
-Sorprendente. Qu ms sucedi en esa iglesia?
-Nada ms. Finalmente domin mis emociones, y para entonces ya
casi era hora de nuestra cita, por lo que sal de la iglesia, cruc la calle
y entre al edificio. Cuando sal del elevador en el piso veintisis, me
encontr a m mismo caminando a lo largo de un gran corredor tapizado
con fotografas de algunos de los escritores ms famosos del mundo,
cuyos libros haban sido publicados por esa compaa. Lo nico que
poda pensar era. "Mam, lo logramos. Estamos aqu junto a lo mejor!"
-Y su reunin con los ejecutivos de la compaa?
-Fue extraordinariamente bien. Una gran mesa de juntas, una gran
habitacin, muchos nombres, muchas caras. Como supimos despus, ya
haban decidido comprar los derechos de reimpresin. Lo que queran
saber era si mi persona era adecuada para la promocin y el mercado
junto con el libro.

-Balzac, Dickens, Tolstoi... habran fallado en ese examen.


-Posiblemente este en lo cierto. En fin, les habl durante diez minutos,
les dije como escrib el libro, y me imagino que les cause una buena
impresin.
Ahora el viejo estaba reviviendo sustitutivamente cada minuto de mi
actuacin. Se recost excitadamente y me seal con ambas manos,
motivndome para que continuara.
-Finalmente, el director de la junta observ a mi editor, Fred Fell, y le
pregunt qu queramos a cambio de los derechos. El seor Fell, con su

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mejor voz de jugador de pquer, contest que deseaba un dlar por


cada ejemplar en cartone vendido hasta la fecha... y hasta ese
momento habamos vendido trescientos cincuenta mil ejemplares. Se
dejo or un poco de excitacin alrededor de la mesa y el director dijo
que no haban pensado llegar tan lejos. Entonces se excus, hizo una
sea a uno de los vicepresidentes, y ambos dejaron la habitacin. Me
imagino que solamente tardaron unos minutos, Simon, pero para m fue
como un siglo. Cuando regresaron, el director se dirigi hacia el seor
Fell, le tendi la mano y l se la estrech. As fue!
-As de sencillo?
-S.
-Le estn pagando trescientos cincuenta mil dlares?
-S.
- Seor Og, usted es rico!
-No tanto como piensa. El seor Fell se queda con la mitad de eso y
ambos lo compartimos con el To Sam.
-Pero, seor Og, ya ha obtenido una suma considerable en regalas por
todos esos libros en carton, o no?
-S.
-Sabr usted que F. Scott Fitzgerald recibi solamente cinco dlares
quince cntimos de regalas, tres aos despus de publicarse The Great
Gatsby y que para la fecha de su muerte esa obra maravillosa estaba
ya descontinuada?
-No, no lo saba, Simon. No me malinterprete. No soy desagradecido.
Todava no puedo creerlo. Posiblemente fue mi oracin en la iglesia.
-Y probablemente fueron las oraciones de su madre, amigo. Ahora
dgame, a donde ha estado el resto del mes?
-Bien, ya que la edicin de bolsillo no saldr hasta la prxima
primavera, el seor Fell decidi promover la edicin actual durante el

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verano y el invierno, por lo que estuve de acuerdo en salir en viaje de
promocin para la radio y la televisin durante tres semanas. He estado
en catorce ciudades, he sido entrevistado ms de noventa veces... esta
empezando a gustarme... aun hasta las sesiones de autgrafos en las
libreras.
-Estoy muy feliz y orgulloso por usted, seor Og.
Permanecimos sentados durante un rato, ramos dos camaradas
compartiendo una victoria. Platicamos un poco antes de que tuviera el
valor suficiente para preguntarle:
-Simon, tuvo oportunidad de leer mi libro?
-Por supuesto. La misma noche que me lo regal. Es hermoso. Los de
la edicin de bolsillo vendern millones de copias. Seor Og, el mundo
necesita su libro.
Eso era adecuado para m. Podan hacer todas las dems crticas del
libro que quisieran. Simon se levant y dijo:
-Venga. Debemos celebrar, con un jerez, su buena suerte.
Acept.
Despus de habernos instalado en las sillas acostumbradas y de que
Simon haba servido el jerez, resumi nuestra conversacin en la
oficina.
-Seor Og, las asombrosas similitudes entre su gran vendedor y mi
vida me han dado muchas noches de insomnio. Y las extraezas
posibles, despus de todas las dems coincidencias, como es que tanto
la esposa de Hafid como la ma se llamaran Lisha, deben estar ms all
de la capacidad de clculo de una computadora.
-He tratado de olvidarme de todo, Simon. Creo que las personas que
estudian la percepcin extrasensorial llaman precognicin a este tipo de
cosas. O puede no serlo. Escrib el libro antes de conocerle, pero usted
vivi esos sucesos antes de que yo escribiera el libro. No se cmo

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llaman a esto, pero me aterra pensarlo. Usted cree que slo se trata de
una coincidencia?
El viejo suspir y sacudi la cabeza.
-Coleridge escribi que la casualidad es solamente un seudnimo de
Dios para esos casos particulares en los que l escoge no aparecer de
modo abierto mediante su firma.
-Me gusta eso. Y si este es uno de los secretos de Dios no creo que
haya mucho que podamos hacer... por lo tanto no voy a profundizar en
ello. Ni siquiera lo he discutido con alguien. Quien me creera?
-Es una suerte que nos tengamos el uno al otro, seor Og.
Bebimos nuestro jerez en medio de una tranquilidad que solamente
puede, ser experimentada por dos personas que verdaderamente se
relacionan entre s, una paz que no necesitaba ser molestada con
palabras sencillamente para reforzar la amistad. No saba lo que Simon
pensaba, pero yo estaba tratando de armarme del valor suficiente para
hacerle una sugerencia, una que me haba venido a la cabeza mientras
volaba desde Nueva York despus de mi reunin con los editores.
Una cosa que aprend en Nueva York era que un buen esfuerzo propio
y una inspiracin al escribir eran de primordial importancia. Pareca ser
que ya se tratara del estado de la nacin, o slo otro ciclo publicitario,
todas las editoriales estaban buscando otro Wake Up And Live
(Despierte y viva) o The Power Of Positive Thinkins (El poder del
pensamiento positivo) o How to Win Friends and Influence People (Cmo
ganar amigos y como influir en las personas). Cada vez que nuestro
pas va de pique parece ser que los libros sobre esfuerzo propio llegan
al mximo de ventas y la mayora de los editores tratan de adelantarse
al futuro, y aparentemente el pas se diriga hacia otra "baja". Pens
que Simon era una persona con talento innato. Me aventur.
-Simon, a cuantas personas cree haber ayudado en su papel de

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trapero?
No vacil.
-En los trece ltimos aos... cien.
-Exactamente?
-Si.
-Cmo lo sabe? Ha llevado algn tipo de diario?
-No. Al principio de mi aventura mis intenciones eran buenas pero mis
mtodos para tratar de ayudar constituan un intento y un error...
principalmente un error. Me temo que hice ms dao que bien a esos
primeros casos que descubr, ya que les saqu parcialmente de su
muerte viviente y despus, a causa de mi ignorancia, les dej caer
nuevamente. Trataba de ayudar de diferente manera a cada uno de
acuerdo con su personalidad individual. Gradualmente me di cuenta
que debido a que somos diferentes (cada uno nico en su forma),
nuestra falta de dignidad que origin nuestro fracaso, es una
enfermedad universal producida siempre por un complejo de ansiedad,
culpabilidad o inferioridad... los tres niveles de los problemas
emocionales aceptados por la mayora de los estudiantes de siquiatra.
Como no saba mucho sobre esta materia, tuve que aprenderlo en la
forma ms difcil... en la calle y en los basureros, y despus en mis
libros.
-Y cuando descubri este comn denominador hizo algo para
uniformar su sistema de ayuda?
-S. El hombre ha estado tratando de resolver el reto de su escurridiza
dignidad desde que empez a caminar erguido, y los sabios han escrito
sobre la enfermedad y su cura durante varios siglos... cada uno ha dado
una solucin similar, la cual, claro est, seguimos ignorando. Cuando
esta verdad se me present claramente, dediqu varios meses
encerrado en este departamento a la lectura de mis libros, extrayendo y

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purificando los verdaderos secretos del xito y la felicidad para ponerlos


en palabras tan sencillas como las verdades que proclaman... tan
sencillas que la mayora de los individuos que buscan una respuesta
para sus problemas las reconocieran inmediatamente, sin tener que
pagar un alto precio por seguir dichas normas sencillas al intentar
conseguir una vida feliz y llena de significado.
-Cuantas normas son?
-Slo cuatro... y despus de esos meses de trabajo y una montaa de
apuntes, me pareci que las pocas pginas que contenan la esencia de
los secretos del xito no merecan todo el trabajo que haba realizado.
Entonces me record a mi mismo que se necesitaban ya varias
toneladas de piedra para producir una onza de oro. Subsecuentemente
tom mis descubrimientos y los utilic a mi manera... y jams han
fallado!
-Posee ese material en forma escrita?
-Cuando termin mi trabajo, en forma manuscrita, lo lleve a un
pequeo establecimiento de Broadway. Lo escribieron a mquina, con el
formato que les proporcion, y copiaron cien veces el original. Despus
numer cada copia, del uno al cien.
-Cmo distribuy el material? Usted no lo proporcion a cada alma
vagabunda que encontraba, verdad?
-Oh, no. Por lo general el hombre no se precipita a un basurero hasta
despus de darse cuenta de que nadie se preocupa realmente por l.
Cuando encuentro a alguien que necesita ayuda, primero trato de
convencerlo de que todava existen dos que se preocupan por l o ella:
Dios... y yo. Uno en el cielo... y otro en la tierra.
-Y despus?
-Una vez que lo he convencido de que verdaderamente nos
Preocupamos y queremos ayudarlo, una vez que se que confa en m, le

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digo que le voy a proporcionar un documento muy especial que
contiene un mensaje de Dios. Le digo que lo nico que quiero son
veinte minutos de su tiempo todos los das, para que lea el mensaje que
Dios le mand... justamente antes de ir a dormir. Y que eso tiene que
ser durante cien noches consecutivas. A cambio de esos veinte minutos
diarios, que es un precio muy reducido, especialmente para quienes el
tiempo ya no tiene mucho valor, aprender cmo salir del basurero y
realizar el milagro ms grande del mundo. Resucitar de su muerte
viviente, literalmente, y al fin lograr todas las verdaderas riquezas de
la vida con las que ha soado. En otras Palabras, el mensaje de Dios,
absorbido da a da por su subconsciente ms profundo, que nunca
duerme, les permite convertirse en su propio trapero. Su esfuerzo
propio al mximo!
-Un mensaje de Dios. No le asusta eso? Especialmente porque usted
parece una fotografa de Dios. Su barba, su figura, su forma de ser, su
altura, su voz...
-Seor Og, se esta olvidando de algo. Yo empuj a estas personas
fuera de sus propios infiernos. De su mente ya han abandonado esta
vida. Estn completamente seguros de que nada puede ayudarles y por
eso estn deseosos de asirse a cualquier mano que se les tienda. Es un
poco de esperanza.
-Esperanza?
-S. Conoce la historia del famoso fabricante de perfumes al cual se le
pidi durante la comida que ofreci el da de su retiro que explicara el
secreto de su xito? Le record al pblico que el xito no haba surgido
por las finas fragancias o los envases o los mtodos de mercado que
haba utilizado con tanto ingenio. Haba triunfado debido a que era el
nico fabricante de perfumes que se haba dado cuenta de que lo que
estaba vendiendo a las mujeres no era aromas exticos o glamour o

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magnetismo sexual. Lo que les venda era... esperanza!


-Eso es maravilloso. Ahora bien, regresando al mensaje de Dios...

-En realidad, seor Og, cuando les proporciono el documento se


percatan de que no slo es un mensaje... es un memorndum de Dios.
Tengo el documento escrito e impreso con el mismo formato que se
utiliza en los memorndums de las oficinas.
Empec a rer.
-Un memorndum de Dios? Simon...!
-Por que no? Hace mucho tiempo Dios se comunic con nosotros
esculpiendo los diez mandamientos en dos tablas que mand a Moiss
en el monte Sina. Ms tarde, escribi una advertencia en las paredes
del palacio del rey Baltasar. Como se comunicara actualmente con
nosotros, si decidiera hacerlo por escrito? Cual es la forma ms
moderna de la comunicacin escrita?
-Los memorndums?
-Exacto. Son concisos; tienen una forma universal; son prcticos, y
pueden encontrarse en casi todos los pases del mundo. Nuestra nacin
funciona mediante memorndums... o, a lo mejor, a pesar de ellos.
Cuntos trabajadores empiezan cada da con las instrucciones que de
sus supervisores reciben en forma de memorndums... memorndums
puestos en pizarrones... pegados en las troqueladoras... al final de las
lneas de ensamble... en todas las fuerzas armadas... y pasan de mano
en mano en millones de oficinas? Un memorndum se relaciona
mayormente con esta generacin... as, que formato ms efectivo que
un breve memorndum de Dios podra drseles a todos aquellos que
necesitan la ayuda de los cuatro secretos de la felicidad y el xito, en
este apresurado mundo?
Su revelacin me sacudi de tal forma que casi haba olvidado la razn

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por la cual haba sacado a relucir todo esto. En parte, para mi mismo,
murmur:
-Un memorndum de Dios?
Simon me escuch y seal hacia sus libros.
-Por que no? Me ha odo exponer, suficientes veces, mis teoras
acerca de que Dios estaba involucrado en la escritura de muchos libros.
Yo slo extraje la esencia, suprim a los mediadores humanos, y escrib
un mensaje que proviene directamente de Dios.
-Querido amigo, ciertamente no soy un experto en dicha materia,
pero no podran llamar a esto una blasfemia algunas personas?
El viejo sacudi la cabeza en esa forma tan especial que hace uno
cuando trata con un nio que obviamente esta teniendo problemas para
entender algo que le parece tan sencillo a un adulto.
-Por que razn va a ser una blasfemia? La blasfemia se relaciona con
asuntos de Dios tratados de una forma profana o burlona. Lo que yo he
hecho ha sido realizado con amor y respeto sin pensar obtener algn
beneficio personal, y... funciona!
-Cmo funciona, Simon? No me esta diciendo que simplemente por
leer un memorndum de veinte minutos, proveniente de Dios o de
cualquier otro, una persona puede cambiar su vida por otra mejor.
Puede tener la lectura de cualquier clase algn tipo de influencia sobre
alguien... ya sea para bien o para mal? Recuerdo haber ledo hace poco
tiempo un informe de la comisin contra el crimen, en el cual uno de los
miembros de esa comisin dijo, que no exista una relacin directa entre
la pornografa y el crimen y que, por lo que saba, nadie haba
concebido ni se haba enfermado por leer un libro sucio.
-Seor Og, la persona que hizo esa declaracin debe ser muy estpida
e ingenua. Recuerde lo que le dije sobre los pensamientos que posee un
individuo y como afectan sus acciones y su vida. Estoy de acuerdo en

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que el simple hecho de leer un memorndum de veinte minutos, una


vez, har muy poco. Pero, leer el mismo mensaje cada noche, antes de
ir a la cama, abre muchos pasajes ocultos de la mente... y, durante la
noche, esas ideas se filtran a todos los niveles de su ser. Al da
siguiente, cuando est despierto, empieza a reaccionar
inconscientemente, casi imperceptiblemente al principio, de acuerdo
con el mensaje que imprimi en su cerebro la noche anterior.
Lentamente, da a da, usted cambia... ya que el mensaje se trasforma
de palabras e ideas en accin y reaccin por su parte. No puede fallar,
suministrndole lectura e impresin todas las noches.
-Pero, Simon, hemos posedo los Diez Mandamientos durante varios
miles de aos y observe la confusin en la que se encuentra el mundo.
-Seor Og, no culpe a los Mandamientos. Cuantas personas los leen?
Puede usted, por ejemplo, recitar los diez?
Negu con la cabeza, y para ese entonces casi haba olvidado mi idea
original que dio lugar a esta conversacin. Volv a intentar un
acercamiento:
-Simon, usted mencion que haba ayudado a cien individuos. Tambin
dijo que cuando mand imprimir el "Memorndum de Dios" haba
ordenado cien copias y las haba numerado. Significa eso que ahora no
tiene, ni una?
-S, excepto por el original, de la cual fueron reproducidas las otras.
-Va a mandar hacer ms?
-Seor Og, soy viejo y mis das estn contados y, como ya le dije
antes, existen muy pocos traperos. Es hora de que realice el esfuerzo
supremo de multiplicarme para que mi trabajo contine despus de que
me haya ido.
-Cmo le va a hacer, Simon?
-Me gustara que considerara una proposicin. Me encantara que

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leyera el original del "Memorndum de Dios" y viera si llena lo que
debera ser su destino... su destino preordenado.
-Cmo?
-Al final de su libro, su vendedor ms grande del mundo, entonces un
viejo como yo, pasa sus diez pergaminos del xito a una persona muy
especial. No sera posible que, despus de todas esas misteriosas
coincidencias entre el hroe de su libro y mi persona, tuviramos una
ms... la ltima coincidencia?
-Lo siento, Simon, pero no le entiendo.
-Si quisiera, si aceptara... me gustara proporcionarle el original del
"Memorndum de Dios" a una persona muy especial... usted! Si le
agrada, si se convence de que puede ayudar a otros como yo le
aseguro que puede, cuenta con mi autorizacin para incluirlo en uno de
sus futuros libros, si as lo desea, y de esta manera ser conocido por el
mundo y beneficiar a miles -posiblemente a millones- de personas.
De que mejor forma puede un viejo trapero multiplicarse a s mismo?
Haba ledo mi pensamiento? Se trataba d otra imposible
coincidencia el que el me ofreciera su escrito este da, y todos los das
en los que haba estado planeando pedrselo?
-No se qu decirle, Simon. Me siento honrado de que usted pueda
considerarme su instrumento de trasmisin.
-Usted sera lo ideal. Pero no tome una decisin apresurada sobre esto.
Considrelo durante varias noches. Todava hay tiempo. Y, por
supuesto, si acepta el "Memorndum de Dios" debo pedirle un pequeo
pago por mi trabajo, como lo hara cualquier autor que se respetase a si
mismo.
-Pago? De acuerdo.
-No, no... no me entiende. No estoy hablando de dinero. Si el
"Memorndum de Dios" pasa a sus manos, es necesario, en primer

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lugar, que me prometa que lo usar personalmente antes de que lo


presente al mundo. Usted es una persona maravillosa y sensible, seor
Og. Pero hay en su mirada algo que me dice que no ha encontrado la
paz o la satisfaccin o la realizacin, aun a pesar de todos sus xitos. El
mundo lo alaba, pero usted no se elogia. Para m, existe ese sentido
familiar de desesperacin en su comportamiento. Algo que no se ha
llevado a cabo en usted y tengo miedo que tarde o temprano explotar,
a menos de que vuelva a trazar su mundo. Si explota, caer hasta lo
ms profundo del basurero, y este viejo trapero ya no estar para
salvarle. Eso no debe ocurrir. Algunos gramos de prevencin valen ms
que un kilo de curacin. Por lo tanto, cuando usted reciba el
Memorndum de Dios debe estar de acuerdo en que primero lo
emplear para reafirmar y guiar su propia bsqueda de la felicidad y la
paz mental. Entonces, y slo entonces usted lo trasmitir a quienes
estn listos ... a quienes posean ojos para ver y odos para escuchar ...
y el deseo de ayudarse a s mismos.
-Est bien, Simon...!
-Seor Og, usted posee un gran potencial. Es un extrao talento. No
debe desperdiciarse. Ver que eso no pase!
-Simon, sus palabras hacen que me sienta muy humilde, muy
pequeo.
-Esta muy lejos de ser insignificante, querido amigo. Observe!
Observe en que lugar he puesto su libro.
Volv la cabeza y segu la direccin de su mano abierta hacia la pila
ms alta de libros de "la mano de Dios" de su sala.
Ah, hasta arriba de todos, estaba el mo!

CAPTULO 5

52
No volvimos a hablar del "Memorndum de Dios" durante el verano, y
el otoo mientras que nuestra amistad se converta gradualmente en
un afecto especial. El ir al departamento de Simon casi todas las
noches, y pronto tambin a la hora de la comida se convirti en lo ms
importante de mi semana. La sobria morada de Simon se convirti en
un oasis de paz y ecuanimidad durante todos los das de trabajo, y los
fines de semana parecan ser tortuosamente interminables por no poder
estar con el. Adems, por razones que todava no entiendo, jams se los
mencion ni a mi familia ni a nadie de Success Unlimited.
Simon se convirti en mi padre adoptivo, en mi profesor, mi consejero
de negocios, mi camarada, mi rabino, mi sacerdote, mi ministro, mi
guru... mi orculo de Delfos. Cancel invitaciones de negocios y escap
de funciones sociales para estar con el, y literalmente comenc a
sentarme a sus pies para escuchar mientras daba una conferencia a su
clase de un integrante, o sea, yo.
Demostrando tener una cantidad sorprendente de conocimientos y
experiencia, poda hablar, en periodos que parecan ser demasiado
breves, sobre el amor, la poltica, la religin, la literatura, la siquiatra,
la naturaleza y aun hasta de temas mucho ms exticos como, por
ejemplo, la percepcin extrasensorial, la astrologa y el exorcismo. En
ocasiones le estimulaba mediante una pregunta o una afirmacin
perfectamente bien calculada para mantenerle hablando o para
introducir un nuevo tema en el que quera saber su opinin. La
profundidad de sus conocimientos, especialmente sobre filosofa y el
comportamiento humano, nunca dejaron de sorprenderme.
En una ocasin interrumpi su pltica, mientras se encontraba
profundamente metido en la violenta condena de la actitud de
complacencia, falta de orgullo, y niveles de mediocridad que estaba
convencido se haban convertido en la forma de vida de nuestro mundo,

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para preguntarme si me haba dado cuenta que al escucharle estaba


tomando un curso de "pretrapero"... que era igual al que otros tomaban
de "premedicina" o "propedeutico de leyes". Entonces se apresur a
demostrar su aprobacin por mi presencia recordndome que quienes
finalmente se convirtieron en los mejores traperos haban sido
individuos, como yo, que haban estado dentro de los basureros y
haban salido de su propio cementerio para vivir.
Durante cinco meses asist a la mejor universidad del pas.
El profesor Simon Potter imparta la ctedra.
Yo escuchaba... y aprenda... mientras el me presentaba hbilmente a
sus favoritos, tanto vivos como muertos, mediante ancdotas
fascinantes y poco conocidas o mediante citas que utilizaba para
dramatizar su tema principal... o sea, que todos poseemos algo ms
que la mera capacidad para cambiar nuestra vida por algo mejor... y
que Dios nunca haba puesto a ninguno de nosotros en un agujero del
que no pudiramos salir. Y que si estbamos encerrados en una prisin
de fracasos y autocompasin, nosotros ramos los nicos carceleros...
nosotros tenamos la nica llave para nuestra libertad.
Habl del miedo a aprovechar las oportunidades, a aventurarse en
empresas desconocidas y territorios que no eran familiares, y aun de
como aquellos que arriesgaban su futuro Para progresar necesitaban
luchar constantemente contra esa urgencia de correr hacia su previo
vientre familiar de seguridad sin importar qu tan sombra hubiera sido
su vieja existencia. Simon seal que Abraham Maslow, uno de los
mejores siclogos de Norteamrica, haba llamado a esto el complejo de
Jons, o sea, el deseo de esconderse de la posibilidad de fracasar.
Crea fervientemente en la toma de decisiones y la posterior quema de
los puentes que se encontraban detrs de uno para que se tuviera que
hacer bien las cosas, y dijo como Alejandro Magno se haba enfrentado

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una vez, a esta situacin. Parece ser que el gran general iba a dirigir a
sus hombres contra un fuerte enemigo cuyos hombres sobrepasaban en
nmero a los suyos. Debido a la diferencia entre unos y otros, sus
hombres mostraban poco entusiasmo con respecto a la lucha, pues
pensaban que se dirigan hacia su fin. Cuando Alejandro hubo
desembarcado a sus hombres en la costa enemiga, expidi una orden
para que fueran quemadas todas sus naves. Mientras estas se hundan
lentamente en llamas, Alejandro mand llamar a sus hombres, y les
dijo: "Observan como se queman sus barcos, ven como se convierten
en cenizas que flotan en el mar? Esa es la razn por la cual debemos
vencer, ya que ninguno puede abandonar esta despreciable tierra a no
ser que salgamos victoriosos en la batalla. Caballeros, cuando
regresemos a casa lo haremos en los barcos de los otros!"
Simon no crea que una persona debiera continuar en un empleo que
le hiciera desdichado o miserable. Cit a Faulkner para reforzar su
argumento, tratando de imitar el acento sureo del gran escritor:
-"Una de las cosas ms tristes de la vida es que la nica cosa que
podemos hacer durante ocho horas diarias, da tras da, es el trabajo.
No podemos comer durante ocho horas al da, ni tampoco beber, ni
hacer el amor durante ocho horas diarias... todo lo que podemos hacer
durante ocho horas es el trabajo. Esta es la razn por la cual el hombre
es miserable y desgraciado". Entonces, para resumir esa conferencia en
particular, volvera a recalcar que debera abandonarse el empleo que
hiciera que nos sintiramos desdichados. Seor Og, no es cierto que la
piedra que rueda no cra moho. Una piedra que rueda puede criar
moho y mucho ms!
Present a Mark Twain para ilustrar su creencia de que la experiencia
era por lo general una cualidad sobrestimada. Casi pude observar al
viejo Samuel L. Clemens, con su arrugado traje blanco, mientras deca:

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-"Deberamos tener cuidado de obtener de una experiencia toda la


sabidura que contiene... no como un gato que se sienta sobre la estufa
caliente. Nunca se volver a sentar ah... y eso est bien... pero
tampoco se sentar en una fra.
Senta poca compasin por aquellos que se quejaban de su condicin o
mala suerte debido a un impedimento ya fuera fsico o del medio
ambiente. Me record la ceguera de Milton, la sordera de Beethoven, la
poliomielitis de Roosevelt, la pobreza de Lincoln, el trgico matrimonio
de Tchaikovsky, los aterradores primeros das de pobreza de Isaac
Hayes, la ceguera y sordera de Hellen KeIler y hasta la salida del ghetto
de Archie Moore. Revivi para mi, hechos como el que John Bunyon
escribiera su libro Pilgrim's Progress mientras se encontraba en prisin,
el que Charles Dickens pegara las etiquetas de los recipientes de betn
para zapatos, el que Robert Burns y Ulysses S. Grant debieran pelear
contra el infierno del alcoholismo, y el que Benjamin Franklin tuviera
que abandonar la escuela cuando solo tena diez aos de edad.
Despus me habl de Eddie Rickenbacker, al cual se le pregunt,
despus de ser rescatado, qu leccin haba aprendido mientras se
encontraba a la deriva con sus compaeros en la balsa durante los
veintin das que pas perdido en el Pacifico durante la Segunda Guerra
Mundial. Su respuesta fue: "La leccin ms grande que aprend es que
si se tiene toda el agua fresca que se quiere y toda la comida que se
desea, no debemos quejarnos de nada ms".
Simon opinaba que ninguna persona tena un defecto que no fuera en
realidad un beneficio en potencia en lugar de una adversidad... y un da
me cont una breve fbula. Una vez haba un ciervo muy elegante que
admiraba sus cuernos y odiaba sus horribles patas. Pero un da lleg un
cazador y las horribles patas del ciervo le permitieron correr y salvarse.
Ms tarde, los hermosos cuernos se le enredaron en la maleza, y antes

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de que pudiera escapar, fue alcanzado por un tiro.
Simon me observara y dira:
-Seor Og, cuando empiece a sentirse apenado por usted mismo,
recuerde esta copla: "Me senta triste... porque no tena zapatos... hasta
que en la calle... encontr a un hombre que no tena pies".
Siempre estaba definiendo palabras abstractas mediante analogas
llenas de color. En una ocasin, cuando le ped que describiera el amor,
me dijo:
-Hace algunos aos, en la carrera de Indianpolis, el auto de un fino
corredor, llamado Al Unser, derrap y se estrell contra la barda.
Solamente estuvo unos segundos dentro de su auto, que se quemaba,
cuando otro auto derrap y se detuvo junto a el. Entonces, mientras
que los dems automviles pasaban peligrosamente cerca del segundo
auto, sali de este un joven llamado Gary Bettenhausen, quien corri
hasta el auto de Unser y empez a sacarlo de entre las llamas. El seor
Bettenhausen se olvid por completo de que estaba en una carrera y
que haba gastado una fortuna y muchos meses de preparacin para
ganarla. Ese acto era, para Simon, lo que constitua el amor.
Simon tena otro favorito dentro del mundo de, las carreras de
automviles, Stirling Moss. Despus de citar el axioma de Thoreau que
dice que los hombres nacen para triunfar, no para perder, el viejo
imitara con precisin el acento britnico de Moss para subrayar que el
hombre puede alcanzar cualquier meta si est deseoso de pagar por
ello. Repetira la frase celebre de Moss:
-"Se me ense que cualquier cosa puede alcanzarse si se esta
preparado para entregarse, para sacrificarse a fin de lograrlo, Sea lo
que sea que quiera llevar a cabo, puede hacerlo, si se desea lo
suficiente... y yo realmente lo creo. Creo que si yo quisiera correr un
kilmetro en cuatro minutos, lo hara. Tendra que dejar a un lado todo

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lo dems en la vida, pero podra correr un kilmetro en cuatro minutos.


Creo que si un hombre quisiera caminar sobre el agua y estuviera
preparado para hacer a un lado todo lo dems, lo hara".
Y, por supuesto, Simon deca que la mayora de los hombres renuncian
demasiado pronto.
-Seor Og, en Sonoma, California, existe una maravillosa escuela de
manejo para aspirantes a corredores de carreras o cualquiera que
realmente desee aprender el arte de manejar. Se llama escuela Bob
Bondurant, creo. Sus instructores dicen que la mayora de los
conductores de esta nacin abandonan demasiado pronto sus autos
cuando ven que estn a punto de chocar. Cuando se presenta la colisin
dejan de tratar de salvar tanto al auto como a su persona mediante el
viraje o la frenada adecuada, cuando podra hacerse mucho en el
momento del impacto para disminuir la gravedad del choque. Se dan
por vencidos... y pagan por ello. Lo mismo ocurre con la mayora de los
seres humanos... en la mayor parte de sus actividades cotidianas.
Entonces se levantara, mirndome ceudamente, extendiendo dos
dedos en forma de V, para decirme lo que consideraba que Winston
Churchill haba proclamado como el secreto ms grande para triunfar y
que slo contena siete palabras.
-Nunca, nunca, nunca, nunca darse por vencido!
An cuando sus conversaciones se desviaban del tema, finalmente
volvan hacia su gran inters por la creciente falta de dignidad del
hombre y su comn producto final, la muerte viviente. Lo que ms le
frustraba eran los muertos en vida que terminaban por convertirse en
reales suicidas, vidas que no haba podido salvar debido a que, como l
deca, sencillamente "no poda estar en todas partes" y nunca pareca
haber suficientes traperos.
-Seor Og, vea que hora es. Fjesela en su mente y despus recuerde

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esto: Para maana por la noche, a esta misma hora, ms de
novecientos cincuenta individuos tratarn de suicidarse en este pas!
Piense en eso! Y sabe que? Ms de cien tendrn xito!
Golpeara el brazo de su silln y continuara:
-Eso no es todo. Tendremos cuarenta nuevos adictos a la herona en las
prximas veinticuatro horas. Treinta y siete personas morirn debido al
alcoholismo... y casi cuatro mil individuos desafortunados tendrn su
primer colapso nervioso para maana a esta misma hora. Despus
piense en las otras formas en las que demostramos que tan poco
apreciamos la sorprendente creacin que somos. En las prximas
veinticuatro horas aproximadamente, seis mil individuos sern
arrestados por encontrarse ebrios y trastornados, y ms de ciento
cincuenta que tan poco valoran sus preciosas vidas al manejar
demasiado rpidamente, ocasionando su propia muerte o la de otros.
Seor Og, sabe usted por que razn sucede esto, y por qu aumenta
rpidamente aqu y en todo el mundo?
Simplemente negara con la cabeza y esperara.
-Debido a que todos nosotros sabemos que podemos ser mejores de lo
que somos. Oh, es verdad que la mayora de los seres humanos no
pueden traducir este sentimiento en palabras, pero ha habido algo que
le aleja, por completo, del reino animal. Y ese algo, prcticamente una
segunda conciencia, contina recordndonos durante los momentos
ms inesperados de nuestra estpida vida que no estamos viviendo al
mximo. Por lo tanto, esto solamente es lgico si sabemos que
podemos ser mejores y no lo intentamos; si sabemos que podemos
obtener ms bienes mundanos y no lo hacemos; si sabemos que
podemos realizar un trabajo ms difcil y mejor pagado y no tratamos...
entonces no pensamos mucho acerca de este fracaso que se pasea por
ah llevando nuestro nombre. Gradualmente aumenta nuestro odio

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hacia esa persona. Conoce algo de Maslow, seor Og?


-Jams he sido capaz de entender lo que ha escrito.
-Maslow no es difcil si se lee lentamente y se piensa... dos actividades
pasadas de moda en este pas, creo. En una ocasin Maslow escribi
que o las personas hacen cosas que son buenas y adecuadas y, por lo
tanto, se respetan a s mismas, o hacen cosas despreciables y se
sienten desdeables, sin valor e incapaces de ser amados. Para mi
forma de pensar, Maslow no fue lo suficientemente lejos. Creo que la
mayora de los seres humanos se sienten despreciables, sin valor y sin
amor, sin hacer cosas despreciables. Solo con ser desaliados en su
trabajo o por no preocuparse por su apariencia, o no estudiar o trabajar
un poco ms para mejorar su posicin en la vida, o por tomar ese trago
innecesario, o por realizar otros mil actos pequeos y estpidos que
empaan su propia imagen ya magullada es suficiente para aumentar
el odio que sienten por si mismos. La mayora de nosotros no slo
tenemos el deseo de morir... tambin el deseo de fallar!
Algunas veces Simon citara a un escritor que citaba a otro.
-Seor Og, todos somos desdichados. Henry Miller siempre estuvo
obsesionado por la frase de Tolstoi que dice: "Si eres desdichado... y yo
se que lo eres".
-Pero, Simon, la mayora de nosotros somos desdichados slo porque
tenemos problemas. Puedo llevarle, en este preciso momento, a un
hospital de esta ciudad, en el cual hay pabelln tras pabelln de
personas tremendamente felices... las cuales ren todo el tiempo... ya
no se enfrentan a sus problemas... y sus ventanas tienen barrotes.
-No estoy sugiriendo un estado eufrico imposible de felicidad
permanente como una concha que durara toda la vida y nos protegiera.
Eso es imposible. Los problemas, grandes y pequeos, estarn con
nosotros mientras vivamos. Norman Vincent Peale dijo en una ocasin

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que la nica vez que haba encontrado personas sin problemas fue
cuando se encontraba paseando en un cementerio. No, la felicidad no
es la cura para todo, es un antdoto... algo que nos permitir tratar y
hacer frente a nuestros problemas y aun as mantener nuestra dignidad
para que no renunciemos a la raza humana... y la ultima forma de
renuncia es, por supuesto, el suicidio.
-Por que diablos no podemos lidiar adecuadamente con nuestros
problemas, Simon? Por que todos somos tan desdichados aun cuando
los ingredientes para ser felices se encuentran a nuestro alrededor? Es
esta otra maldicin, como el pecado original, solamente que peor?
-Por que no somos felices? Lo repetir para usted. Somos desdichados
debido a que ya no poseemos dignidad. Somos desdichados debido a
que ya no creemos ser un milagro especial, una creacin especial de
Dios. Nos hemos convertido en ganado, en cifras, en tarjetas
perforadas, en esclavos, en habitantes de ghettos. Nos observamos en
el espejo y ya no vemos las cualidades divinas que una vez fueron tan
evidentes. Hemos perdido la fe en nosotros mismos. Realmente nos
hemos convertido en el mono desnudo del que habl Desmond Morris.
-Cuando comenz todo esto?
-No estoy completamente seguro. Pero, por supuesto tengo una
hiptesis. Creo que comenz con Copernico.
-Coprnico? El astrnomo polaco?
-Si. En realidad era mdico. La astronoma era slo un pasatiempo.
Antes de Copernico, el hombre realmente pensaba que viva en el
centro absoluto del universo de Dios, aqu en la tierra, y que todas esas
pequeas luces de arriba estaban ah sencillamente para deleitarlo,
entretenerlo e iluminarlo. Entonces, Copernico prob que nuestro
planeta no era el centro de ninguna cosa y que constitua solamente
otra pequea luz redonda de polvo y piedra que se mova en crculos en

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el espacio permaneciendo cautiva de una inmensa bola de fuego mucho


ms grande que la Tierra. Esto constituyo un tremendo golpe para
nuestro ego. Durante siglos nos negamos a aceptar los brillantes
descubrimientos de este hombre. Para pagar ese precio, el
conocimiento de que ramos menos que los pequeos nios de Dios,
era terrible de contemplar. Por ello pospusimos el pago. Nos negamos a
escuchar.
-Y despus?
-Cuatrocientos aos ms tarde nuestra dignidad fue gravemente
herida de nuevo. Gran Bretaa produjo un brillante naturalista, Darwin,
quien nos dijo que no ramos criaturas especiales de Dios, sino que
tenamos nuestro origen en la evolucin del reino animal. Todava le
asest otro golpe ms a nuestra dignidad dicindonos que
descendamos del reino animal. Esto constituy una pastilla
desagradable para que el hombre se la tragara. Durante muchos aos,
como usted sabe, no haba podido terminar de tragarla. Y para muchos
constituy una bendicin ya que se reconoca y perdonaba mediante la
ciencia el comportamiento bestial de la humanidad. Despus de todo, si
ramos animales, qu poda esperarse de nosotros? As pues, nuestra
imagen, nuestra dignidad y nuestro amor propio se deslizaron un poco
ms por la ladera de la miseria y el infierno. Darwin nos proporciono
nuestra licencia animal.
-Despus de Darwin ...?
-Despus de Darwin? Freud! Y ms ventanas rotas en la casa de la
dignidad. Freud nos dijo que, ramos incapaces de controlar muchas de
nuestras acciones y pensamientos y que no podamos entenderlos, ya
que su origen se encontraba en las experiencias de nuestra niez ms
temprana y se relacionaban con el amor y el odio y la represin, ahora
enterradas profundamente en nuestra mente subconsciente. Esto era

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todo lo que necesitbamos. Ahora tenamos el permiso de uno de los
doctores ms brillantes del mundo para hacer cualquier cosa que
deseramos para nosotros mismos... y para los dems. Ya no
necesitbamos una explicacin racional acerca de nuestras actividades.
Slo actuar... y echarle la culpa de todo a nuestros padres.
-Simon, deje asegurarme de que he comprendido lo que esta diciendo.
Su postura es que el hombre, en una poca, posiblemente mediante
una comunicacin ms intima con su dios, crey que realmente era una
creacin maravillosa, un ser superior hecho a imagen de Dios. Despus
empez a hacer descubrimientos que gradualmente destruyeron la alta
opinin que tena de s mismo, hasta que finalmente lleg a pensar: "Si
no somos seres semejantes a Dios; si no vivimos en el centro del mundo
de Dios; si en realidad slo somos animales, y si no podemos controlar y
explicar muchas de nuestras acciones, entonces no somos de mayor
trascendencia que la maleza de nuestro jardn. Si en verdad no somos
mucho ms que cualquier cosa, entonces, cmo podemos estar
orgullosos de nosotros mismos? Y si no estamos orgullosos de lo que
somos, cmo podemos apreciarnos a nosotros mismos? Y si no nos
apreciamos, quien va a querer vivir con esa clase de personas...? por
lo tanto... librmonos de nosotros mismos. Manejemos demasiado
aprisa, o bebamos y comamos demasiado, o hagmonos los tontos a
propsito para que nos despidan del trabajo y podamos meternos en un
rincn a chuparnos el dedo y nos digamos a nosotros mismos que de
cualquier forma no tenemos ningn valor, as que se vaya todo al
diablo. Es eso?
-Exacto.
Ahora me tocaba hablar a m.
-Permtame aadir lo que puede ser otro clavo en el atad de la
dignidad, Simon, siempre y cuando se pruebe que es correcto. Ha odo

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hablar del profesor Edward Dewey y su Fundacin para el Estudio de los


Ciclos de la Universidad de Pittsburg?
-S. Hace muchos aos adquir una gran coleccin de ejemplares
mensuales de la revista Cycles editada por su fundacin. Deben estar
empacados en algn lado. Qu pasa con el, seor Og?
-El profesor Dewey ha pasado ms de cuarenta aos de su vida
estudiando los ciclos, fluctuaciones rtmicas que se repiten con
regularidad en todo desde los temblores hasta la abundancia de las
cosechas y el precio de las acciones del mercado y las erupciones del
Sol, y varios cientos ms de diversas disciplinas.
-Lo s.
-El profesor Dewey me visit, hace tres aos, y dijo que estaba
impresionado por mis escritos en la revista Sucess Unlimited. Me
pregunt si me gustara trabajar con l en la creacin de un libro sobre
los ciclos que pudiera ser entendido por todos. Me sent tan complacido
debido a su peticin que as la oportunidad por los cabellos. Pase ms
de un ao escarbando en sus archivos, notas y graficas y, finalmente,
escribimos un libro llamado Cycles, Mysterious Forces That Trigger
Coming Events.
-Seor Og, mientras ms le conozco ms me sorprende usted.
-Eso es mutuo, Simon. De cualquier forma, el profesor Dewey piensa
que puede existir otro factor que afecta nuestras actividades y
actitudes. Piensa que existe una gran posibilidad de que diversas
posiciones planetarias, cuando tienen lugar, pueden ejercer algn tipo
de fuerza inmensurable que afecta nuestro comportamiento en grupo,
de forma que algunas veces nos hacen pelear, otras amar y otras nos
hacen pintar, componer y escribir... y mientras tanto pensamos que
hacemos estas y otras cosas simplemente por razones lgicas. Dice que
bien podemos ser marionetas que penden de un hilo y que debemos

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aprender que es lo que controla dicho hilo, ms all, y entonces
cortarlo, porque de otra forma nunca alcanzaremos totalmente nuestro
potencial ni volveremos a obtener nuestra dignidad.
-Me agrada su profesor, seor Og. Ahora, si usted ha crecido y se ha
educado con las posibilidades que dicen que solamente es un grano de
arena con un poco de dominio si no es que nada sobre su destino, y
despus se ve expuesto, cada da, a sucesos que agotan su
individualidad, y esta inmerso constantemente en la basura negativa
arrojada por los peridicos, la radio, la televisin, el cine y el teatro y
combina todo eso con el inters por su propia seguridad, sus ahorros, el
bienestar de su familia, su futuro y despus aade a esto el miedo
acerca de que el mundo se est convirtiendo en un lugar inmundo de
contaminacin o puede brotar por si mismo un da de florecimiento,
cmo puede realmente mantener un grado de dignidad cuando debe
pasar la mayor parte de su tiempo, y esfuerzo sencillamente tratando
de sobrevivir? Para que pensar que se es algo grande? Qu puede
haber agradable en usted? Que tiene de maravilloso esta vida? Quien
llam a esto un paraso?
-Viejo amigo, de alguna forma me esta pidiendo respuestas retricas.
Simon frunci el entrecejo y sus hombros se hundieron
momentneamente por la debilidad de su descubrimiento.
Posteriormente una amplia sonrisa desfigur su rostro, sus ojos se
abrieron al mximo, y subi el volumen de la voz.
-La respuesta paradjica, seor Og, es que a pesar de todas las fuerzas
arregladas en contra nuestra an seguimos queriendo estar orgullosos
de nuestra vida. Seguimos deseando, con todo el corazn, alcanzar el
mximo de nuestro potencial, y esto se debe solo a la pequea llama de
esperanza que sigue encendida dentro de nuestro ser y que sacude la
vergenza de nuestro fracaso y nuestro descenso gradual hasta la

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vergenza comn de la mediocridad. Somos como esas figuras de las


pinturas del Renacimiento que muestran almas condenadas al infierno
que se deslizan hacia el fuego mientras que sus manos permanecen
extendidas hacia arriba, aun tratando de asirse de algo, an buscando
ayuda, ayuda que por lo general nunca llega.
-Hay alguna esperanza, Simon? Sirve de algo encender una pequea
vela en toda esta oscuridad?
-Siempre hay esperanza. Cuando se haya terminado toda esperanza, el
mundo llegar a su fin. Y no piense en una sola vela cuando busque
sobrepasar la oscuridad de la desesperacin. Si todos encienden una
vela podramos convertir la noche ms oscura en el da ms claro.
Trat de jugar al abogado del diablo.
-Pero no se ha estropeado y herido la raza humana debido al deseo
de reparacin? El mundo se mueve demasiado aprisa para el comn de
los mortales. Se hace a un lado, desde una temprana edad, y le deja su
lugar al listo, al que no es escrupuloso y al mezquino. Por cada historia
de xito en este mundo existen mil fracasos miserables y la proporcin
no parece cambiar en una buena direccin al mismo ritmo que aumenta
la poblacin.
-Seor Og, me sorprende orle hablar en esta forma. Parece estar
midiendo el xito y el fracaso como todo el mundo. No puede creer lo
que est preguntando. No pudo haber escrito su libro pensando que el
xito se mide nicamente mediante balances bancarios.
-Tiene razn, Simon. Sin embargo, no puedo decirle en cuantos
programas de aquellos en los que he tomado parte me han preguntado
esto, ni cuantos individuos que no han ledo mi libro y me han
entrevistado, suponen que he escrito otro libro que le dice al lector
como triunfar, lo cul siempre se pone en paralelo con la manera de ser
rico. Enfrentmonos a ello. En este pas las palabras "rico" y "xito" son

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sinnimos.
-Lo s. Pero aunque sea triste, es la realidad.
-Y cuando trato de explicar frente a las cmaras que el libro tiene muy
poco que ver con una ganancia financiera y mucho con paz mental o
felicidad, con frecuencia consigo que se ran de mi y me hagan una
serie de preguntas sumamente difciles de contestar.
-Me podra dar un ejemplo, seor Og?
-S. Me dicen, por ejemplo, que es muy fcil hablar acerca de la
felicidad y la paz espiritual, pero cmo consigue que sonra un hombre
sin empleo y que tiene que alimentar cinco bocas y no tiene nada en el
refrigerador? Cmo tranquiliza la mente y el alma de una joven madre
de un ghetto que ha sido arrastrada por su medio mientras lucha para
sostener a sus tres hijos sin padre? Como convence a un agonizante
que todava puede disfrutar lo poco que le queda de vida? Que le dice
a una ama de casa convencida de que esta condenada a una vida de
platos sucios y camas deshechas?
-Ninguno de los problemas que mencion son fciles de resolver; sin
embargo, djeme recordarle, una vez ms, que cada uno de esos
individuos y todos en este mundo siguen poseyendo su propia luz
dentro de su ser. Puede haber disminuido en algunos, pero le digo que...
nunca, nunca se extingue! Mientras exista un aliento de vida habr
esperanza... y aqu es donde entramos los traperos. Slo denos una
oportunidad y nosotros podemos suministrar el combustible que ser
absorbido por cualquier luz sin importar que tan dbil sea. Un ser
humano, amigo mo, es un organismo adaptable y sorprendente, capaz
de resucitarse a si mismo de su muerte viviente, muchas veces, si se le
da la oportunidad y se le muestra el camino.
-Es ah en donde trabajan ustedes los traperos? Entre los muertos en
vida... entre los perdedores de la humanidad?

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-Generalmente, s. He descubierto que la mayora de los individuos no


desean ni estn dispuestos a aceptar ayuda antes de tocar el fondo. En
ese momento creen que ya no tienen nada que perder y, por lo tanto,
son mucho ms receptivos hacia mi sencilla tcnica para ayudarles y
que traten de empezar una nueva vida... para realizar el milagro ms
grande del mundo... para resucitar de sus muertes vivientes.
Acostumbra leer a Emerson, seor Og?
-No lo he ledo desde mi ltimo ao de preparatoria.
-Qu lstima! Emerson debera ser ledo por personas de treinta y
cuarenta aos de edad, no por adolescentes. Emerson escribi:
"Nuestra fuerza nace de nuestra debilidad. La indignacin que se arma
con fuerzas secretas no despierta hasta que nos sentimos heridos y
timados y penosamente abrumados. Cuando un hombre es empujado,
atormentado, despreciado, tiene la oportunidad de aprender algo; se le
ha dado ingenio, humanidad; ha obtenido hechos; aprende de su
ignorancia; est curado de su locura de orgullo; ha obtenido
moderacin y una habilidad verdadera.
-Pero, no es un sueo imposible su ultima meta? No est tratando,
como Quijote, de escapar de la realidad de esta vida, y no le importa
estar condenado al mismo destino? Los viejos valores, los viejos
principios, ya no funcionan actualmente. Lo que debe hacer para que
ellos encuentren nuevamente su significado es cambiar por completo su
medio ambiente. Simon, esta hablando de cambiar el mundo. Se ha
tratado de hacerlo una y otra vez. Hemos conseguido un Quien es
Quien de Mrtires que ha tratado y ha fallado.
-Ellos no fracasaron. Mientras la poderosa Roma se derrumbaba a su
alrededor, un sabio llamado Paulino sigui cuidando un pequeo templo
para mantenerse cuerdo y ecunime. Actualmente puede encontrar en
una librera las sabias palabras de este hombre... de este viejo y sabio

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trapero. Los mrtires no fracasan cuando su corazn deja de latir. Si
hubieran fallado, usted y yo no estaramos aqu sentados discutiendo la
posibilidad de llevar a la prctica su meta comn de hacer de ste
mundo un lugar mejor en el cual puedan vivir todas las criaturas de
Dios!
El viejo regres a su silln, y pos una de sus manos en mi rodilla.
-Seor Og, por qu no tratar de cambiar al mundo? Por que no
ensearles a otros que pueden realizar un milagro en sus vidas? Que
importancia puede tener para el hombre no vivir en el centro del
universo si puede crear su propio mundo hermoso? Por que debe
preocuparse el hombre por haber descendido del reino animal una vez
que se da cuenta de que posee poderes que ningn otro animal tiene?
Y por que preocuparse de que algunos de sus actos sean causados por
impresiones de su juventud enterradas en su subconsciente cuando aun
tiene la fuerza para dominar su mente y as ordenar su destino ltimo?
Solo el hombre, a su modo, tiene la ltima decisin sobre como vivir su
vida.
Haba dicho tantas cosas profundas y con importancia que yo tena
que interrumpir nuestra discusin o, por lo menos, alivianar el estado
de nimo para tener tiempo de digerir todos sus comentarios. Por lo
tanto, prend un cigarrillo y trat de hacer que picara el anzuelo.
-Simon, los astrlogos no tomaran muy en cuenta sus comentarios
acerca del hombre pudiendo controlar su propio destino.
Asinti con la cabeza, con tristeza, y sonri.
-Los videntes, los astrlogos, los mdicos, quienes leen la mano, los
numerologos, los squicos... cada era tiene muchas frazadas de
seguridad.
El viejo me despein.
-Conoce algo de Shakespeare, seor Og?

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-Un poco.
-La falta, querido Bruto, no esta en nuestras estrellas, sino en
nosotros mismos...

CAPTULO 6

El da de su cumpleaos nmero setenta y nueve lo sorprend con un


regalo.
La impresin de que yo hubiera recordado la fecha exacta de su
aniversario, el trece de noviembre, que haba surgido en una de
nuestras primeras conversaciones, le puso eufrico.
Detesto ir de compras, pero me pas dos sbados completos buscando
algo nico y relevante que comprar para Simon. Finalmente lo encontr
en Marshall Field's, en Woodfield... un geranio de vidrio fundido. Meda
como medio metro, tena un colorido y una textura tan reales que a
menos de que se tocara no poda saberse que haba crecido en el ms
extravagante invernadero.
Simon posea un macetero, el nico que haba afuera de una ventana
en todo el edificio. Dijo que lo haba colocado tan pronto como se haba
cambiado a ese apartamento, y que una vez al ao lo meta y lo pintaba
cuidadosamente con pintura verde. Tambin, cada primavera, plantaba
incontables semillas de geranio, su planta favorita, las cuales luchaban
por florecer, despus se ponan terriblemente amarillas y verdes y
finalmente moran. El ao anterior, me dijo, trat de cambiar su suerte
esperando a que fuera mediados de verano y comprando plantas
crecidas y en flor. Dos semanas ms tarde estaban cafs y muertas. Sin
embargo, no se daba por vencido. Haba encontrado una especie, en un

70
libro, con la cual iba a intentar la prxima primavera.
El viejo insisti en que jams le haba fallado la plantacin de geranios
ni en su jardn de Damasco ni en el de Sachsenhausen. Una vez me
describi con lujo de detalles como desenterraba sus plantas favoritas
antes de la primera helada, como las pona a secar en una base y como
las volva a plantar en la primavera... uno de sus primeros triunfos para
ayudar a que las cosas vivientes empezaran una nueva vida. Algunos
de sus geranios tenan ms de veinte aos. Pero no en Chicago. Simon
culp a la contaminacin.
-Cmo puede sobrevivir algo en esta lluvia de muerte proveniente de
arriba y de los monstruos de gasolina de la calle? Observe el exterior,
seor Og. Hoy es noche de luna llena. Puede verla? Por supuesto que
no puede! Estamos rodeados por nuestro propio rechazo. Nos baamos
en l. Respiramos en el. Comemos en l. Hasta el agua con la que riego
mis plantas contiene productos qumicos que mataran a una
cucaracha. Actualmente solo las plantas y las aves mueren. Maana,
quien sabe? An as tengo fe en que finalmente podr criar un geranio
y en que la raza humana despertar a tiempo para prevenir que su
mundo se convierta en un gigantesco basurero.
-Va a ser necesario que intervenga un ejrcito de traperos para lograr
esto, Simon.
-Para que este planeta sobreviva va a ser necesario que finalmente
cada ser humano se convierta en su propio trapero. No debe depender
de su vecino para salvarse. Crame, seor Og, esto pasar.
En Field's haban envuelto mi regalo con el papel ms extravagante del
mundo, y cuando abr la puerta y deposit la gran caja dorada en sus
manos y dije simplemente: Felicidades, viejo amigo, tom la caja,
abri la boca sin poder articular palabra. Despus brotaron de sus ojos
unos lagrimones que se deslizaron por sus mejillas. Deposit

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cuidadosamente la caja en el suelo y me abraz. Finalmente puso sus


gigantescas manos a ambos lados de mi cara y me bes en la frente.
-Seor Og, este es el primer regalo de cumpleaos que recibo desde
hace treinta y cinco aos. Cmo supo el da?
-Un da lo dej escapar. Abra la caja.
-No puedo. Es demasiado maravillosa como para abrirla. El papel, es
tan bonito. No debera ser roto.
-Se trata solo de un pedazo de papel. Adelante. bralo.
Simon se sent en la alfombra y deposit la caja frente a el de manera
que quedaba una de sus piernas a cada lado de esta. Primero
desamarr cuidadosamente el listn y lo puso a un lado. Despus
desliz los dedos debajo del papel, y cuando encontraba un pedazo de
cinta adhesiva la desprenda cuidadosamente, para al fin desenvolver la
gran caja de cartn caf. Posteriormente sac su navaja de bolsillo,
cort la tira engomada de la superficie superior y abri la tapa. Mir
hacia el interior y frunci el entrecejo. Entonces empez a sacar los
metros de papel con el que haba sido empacada la planta, saboreando
cada momento con esa clase de excitacin y anticipacin infantiles que
solamente pueden verse en Navidad. Por ltimo tom cariosamente su
regalo, del interior de la caja.
- Un geranio! No puedo creerlo. Un pelargonio de la mejor clase! Una
flor de exhibicin, una aristcrata de sangre azul, si es que alguna vez
he visto una. Y no es real! Dios mo! Es de vidrio! Seor Og, en
dnde encontr esta increble obra de arte? Y observe observe el rojo
de su florecimiento! En una ocasin, en Jerusaln, vi un geranio con el
mismo brillo iridiscente. Trat de comprarlo pero no tuve xito. Que
regalo! Un regalo tan costoso, seor Og. Que puedo decir?
-No diga nada, Simon. Me siento feliz de que le haya agradado. Solo es
una muestra de amor y agradecimiento por todas las horas de sabidura

72
y esperanza que ha compartido conmigo. Feliz cumpleaos... y le deseo
otros setenta y nueve ms. Para entonces se haba puesto de pie,
llevando la planta de un lugar a otro, buscando el lugar perfecto para
ella. La deposit en la mesilla del caf, se alej, estudi la situacin por
algunos minutos, sacudi la cabeza en seal de desaprobacin y la
quit de ah. Despus la coloc sobre el aparato de televisin. Tampoco.
Despus la coloc en la mesa, detrs de las fotografas de su familia. Se
vea mejor. Pero no era el lugar adecuado.
Al observar su nerviosidad mientras mova su regalo de un lado a otro,
tuve repentinamente una inspiracin.
-Simon, existe slo un lugar perfecto para el geranio.
Hizo una pausa, de mala gana, como si le estuviera echando a perder
su diversin.
-Dnde, seor Og?
-Bien, es de vidrio, as que la contaminacin no lo daar. Por que no
lo planta en el exterior, en el macetero de la ventana? Quin ms, en
toda la ciudad, tendr un geranio en su ventana floreciendo en
noviembre... y diciembre... y enero, y todos los meses del ao?
-Eso fue un toque de ingenio, seor Og. Adems puede estar all para
desearle los buenos das, cada maana, mientras maneja hacia el
interior del estacionamiento. Lo har. Pero... usted debe llevar a cabo la
ceremonia.
-La ceremonia? Que quiere decir?
-Debe plantarlo por mi. Espere... espere... Traer mi pala.
Y as, entre los dos, plantamos nuestro geranio de vidrio de noventa y
cinco dlares. Luchamos contra la ventana de la sala hasta que se
movi de mala gana y mientras unas rfagas de los vientos prematuros
de invierno casi cortaron mi respiracin, me asom e hice un agujero en
la tierra casi congelada del macetero. Simon me pas la planta y

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enterr el tiesto, cubrindolo con arena, para que solo se viera la


planta. Despus nos alejamos un poco para admirar nuestro paisaje
mientras la luz de la sala se reflejaba en los ptalos de la flor.
-Es muy hermosa, es muy especial -grit Simon-. Finalmente tengo mi
geranio. Lo ve? Aquel que persevera alcanza. Quien si no usted
encontrara un regalo as!
-Es para mi trapero favorito, eso es todo.
Despus hicimos un brindis, con Jerez, por supuesto, por sus setenta y
nueve aos, y mientras nos sentbamos observ que Simon luchaba
para mantener bajo control sus emociones. Sus labios temblaban
ligeramente y sus ojos estaban entrecerrados. Me pregunt a mi mismo
cul sera el recuerdo en el que se encontraba sumergido, pero no
formul la pregunta. Finalmente sacudi la cabeza, como si pretendiera
aclarar su mente, y dijo:
-Nada es ms vergonzoso que un viejo no pueda mostrar con algo que
ha vivido mucho excepto por sus aos.
-Se quien dijo eso. Fue Sneca, no?
-Seor Og, usted es demasiado listo para tener solamente cincuenta
aos de edad.
-Pero, Simon usted tiene mucho que mostrar acerca de su vida. Solo
tomando en cuenta todos estos aos en los que ha vivido como trapero
con todas esas personas a las que ha ayudado
-S... mis ngeles provenientes del basurero. Amo a cada uno de ellos.
Son mi boleto al cielo... mi pasaporte hacia Lisha y Eric.
-Simon, me gusta ms que el de Sneca el comentario de Henry Ford
acerca de las personas viejas.
-S?
-Ford dijo que si se sacara toda la experiencia y el juicio de las
personas que pasaban de los cincuenta aos de edad en este mundo no

74
habra suficientes cerebrosy talentos para que este funcionara.
-Pero, seor Og, Ford no dijo eso hasta que haba pasado los cincuenta.
Y entonces, por supuesto, estaba de moda el comentario del
humorista alemn del siglo dieciocho, Ritcher. Lo sabe?
-Saba que me superara. Adelante.
-Ritcher dijo: "Como un sueo de la maana, la vida se vuelve ms
brillante mientras ms vivimos, y la razn de todas las cosas aparece
ms clara. Lo que nos ha preocupado antes nos parece menos
misterioso, y las sendas tortuosas parecen ser ms rectas cuando nos
aproximamos al fin".
Como si un imn gigantesco me atrajera repentinamente, me levant
de mi asiento, me dirig hacia Simon y me sent a sus pies. Levant la
cabeza hacia su hermosa cara y dije:
- El "Memorndum de Dios". Creo que estoy listo para leerlo.
Considerara un honor y un privilegio que me lo diera y le
prometo que har todo lo que este en mis manos para entregarlo al
mundo. No puedo acordarme de ninguna poca desde que empez
nuestra relacin en la cual lo haya necesitado ms que ahora.
El viejo suspir suavemente; en su cara haba una expresin de
descanso abrumadora.
-Tema que hubiera rechazado mi oferta o, que con el paso de los
meses, la hubiera olvidado. Su aceptacin es un regalo aun mayor que
el geranio. Sin embargo, he pensado algunas cosas desde que le hice
mi Ofrecimiento.
-Simon, lo que quiere decir es que ha cambiado de opinin.
-No, no... no es eso. Slo que he pensado que las personas pueden no
tomar en serio su mensaje, seor Og, ya que es sencillo, corto y bsico.
Actualmente parece ser que mientras ms complicadas, resonantes y
costosas se hagan las instrucciones para la propia ayuda, ms personas

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son atradas, mientras que tienden a hacer menos a individuos tales


como Dale Carnegie, Dorothea Brande, Napoleon Hill, Norman Vincent
Peale y hasta a W. Clement Stone, quienes ofrecen soluciones sencillas
pero prcticas para los problemas de la vida. Ms an, es una cosa
aconsejar y consolar a una persona, conocindola personalmente, antes
de introducirla al "Memorndum de Dios", debido a que se posee la
fuerza de la personalidad que aade fe a su regalo. Y es un problema
totalmente distinto el que las palabras impresas, sin ningn primer
condicionamiento mental de la persona, sean lo suficientemente fuertes
como para motivar a que el lector acte.
- Simon, siempre habr un pequeo grupo de detractores, con mucha
educacin y poca experiencia, listo para acusarle de ofrecer soluciones
simplistas y protectoras a lo que ellos clasifican como problemas
extremadamente complicados, necesitando por lo general cinco aos
de sesiones de terapia con un costo de cincuenta dlares la visita
semanal. As pues, me gustara obtener un dlar por cada ser humano
que haya sido ayudado, verdaderamente ayudado, inspirado por la
lectura de Carnegie, Peale, Brande, Hill, Stone y muchos otros, aun sin
haber conocido a los autores.
-Incluyendo a Mandino.
-Formar parte de ese grupo el da que ellos me necesiten: Simon,
aun quiere multiplicarse a s mismo?, An quiere ayudar a miles y no
slo a un puado?
-Por supuesto.
-Bien, hay dos ingredientes necesarios para que el "Memorndum de
Dios" se convierta en todo un xito. En primer lugar, debe existir la
necesidad de l y entonces debe haber un escaparate que asegure la
amplia distribucin entre aquellos que lo necesiten. Recuerdo qu Lillian
Roth escribi en su libro I'll Cry Tomorrow, que haba sido incapaz de

76
rescatarse a s misma de su muerte en vida, por el alcoholismo, hasta
que finalmente aprendi a decir las dos palabras ms difciles que
jams pronunci. Dichas palabras eran "necesito ayuda". Usted mismo
me dijo que el mejor momento para ayudar a las personas era cundo
haban perdido toda esperanza y ya no contaban con nadie en quien
apoyarse. Simon, si se pone a escuchar, casi podr or un coro de
millones de personas de toda clase, posicin y profesin en el mundo,
pidiendo ayuda. La necesidad de su mensaje ahora, es tan grande que
posiblemente nunca la llenaremos tan bien como deberamos. Rico o
pobre, blanco o negro, bello o feo, solitario o no... todos necesitan
ayuda. Existen millones que piensan que la vida, su vida, no ha sido el
paraso, en cambio s un infierno... en la tierra.
Simon haba inclinado la cabeza y estaba tan pendiente de mi
conversacin como generalmente yo lo estaba de la suya. No hizo
ningn comentario, as que continu.
-El segundo ingrediente para asegurar el xito es que el
Memorndum obtenga una buena distribucin. Ni siquiera lo he ledo,
pero le prometo esto: har del Memorndum de Dios parte de mi
prximo libro y tambin escribir sobre usted... y llamar al libro El
milagro ms grande del mundo. Le mostraremos al mundo cmo
realizar ese milagro... cmo reciclar su propia vida y a regresar de su
muerte en vida.
-Hara usted eso por mi?
-Por usted, por supuesto... pero tambin por todos aquellos seres
humanos que desean una oportunidad para vivir y ni siquiera se dan
cuenta de que sta los est esperando.
De repente toda la habitacin se llen con su risa.
-Seor Og, como recuerdo de mis das como presidente, la mayor parte
de los memorndums tenan copias al carbn que pasaban a diversos

77
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individuos o departamentos dentro de la organizacin. El "Memorndum


de Dios"... podemos sacarle copias para distribuirlas por el mundo?
-Por qu no? Tenemos cuatro mil millones de trabajadores en esta
compaa nuestra, todos luchando por una vida mejor... o deseando
luchar si supieran cmo. Dmosles a todos la oportunidad de descubrir
el milagro ms grande del mundo y, cuando eso suceda, tendremos
nuestro cielo aqu mismo, en la tierra!
-Nosotros les mostraremos cmo, seor Og, se lo mostraremos.
-Simon, al igual que la mayora de las veces que estoy con usted he
perdido la nocin del tiempo. Debo apresurarme. Puede
proporcionarme el Memorndum para que lo lea durante el fin de
semana?
Su vacilacin casi imperceptible podra haber pasado desapercibida
para cualquier otro.
-No esta noche, amigo mo, pero s pronto... muy pronto estar en su
poder.
Lo conoca lo suficiente como para no presionarle.
-Est bien; buenas noches, viejo amigo.
-Buenas noches, joven amigo. Y gracias por esta fiesta de cumpleaos
que nunca olvidar. Usted ha encendido una vela para m esta noche.
Mientras caminaba por debajo de la barra del estacionamiento que l
haba sostenido aquel da en la nieve, aproximadamente un ao antes,
me volv y mir hacia la ventana de su departamento.
Ah, dibujado contra la clida luz proveniente de la sala, estaba la
oscura sombra del nuevo geranio rojo de Simon.

CAPTULO 7

El grueso sobre de manila descansaba ominosamente sobre mi

78
escritorio ese lunes que jams olvidar.
Haba estado de viaje nuevamente en lo que estaba convencido que
sera el ltimo viaje de promocin de mi libro. Este aburrido viaje haba
tomado dos semanas, doce vuelos, diez ciudades, diez camas de
hoteles extraas, diez llamadas tempraneras para despertarme... y la
misma serie interminable de preguntas y respuestas desde Nueva
Orlens hasta Monterey.
Llegu temprano a la oficina esperando poder adelantar el trabajo
acumulado en la canastilla de entradas. El olor del caf recin hecho
impregnaba el lugar. Solamente Vi Noramzyk, quien haba llegado
temprano desde siempre, se me haba adelantado.
Tom el sobre marrn y observ la cuidadosa escritura europea del
anverso con una combinacin de horror y pnico. En la esquina superior
izquierda, en donde generalmente se escribe el remitente, se
encontraban las siguientes palabras:
Un regalo de despedida
de parte de un viejo trapero.

En el centro del sobre se encontraba mi nombre y la direccin de mi


oficina:

Sr. Og Mandino,
Presidente de la revista
Sucess Unlimited
6355 Broadway
Chicago, Illinois 60660

En la esquina superior derecha se encontraban las estampillas con


valor de un dlar veinte cntimos. No estaban canceladas. No haba

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ninguna marca de la oficina de correos.


Avent el paquete y sal corriendo de mi oficina justo en el momento
en el que empuj la puerta que da al corredor, Pat entraba. Su sonrisa
de bienvenida se esfum cuando observ la expresin de mi rostro.
-Qu pasa?
La as por un brazo y prcticamente la empuj hasta mi oficina.
Entonces me inclin hacia el escritorio para levantar el sobre de donde
lo haba arrojado y se lo mostr.
-Cundo recibimos esto?
Tom el sobre de mis manos, ley el mensaje y se encogi de
hombros.
-No lo s. Toda su correspondencia est en la caja. No haba visto esto
antes... No estaba aqu cuando cerr el viernes. Debe haber llegado
esta maana. Posiblemente lleg por medio de un mensajero, no?
Tom el telfono con violencia y marqu los dgitos 24... o sea, los de
nuestro departamento de suscripciones. Barbara Voigt, nuestra gerente
de suscripciones, no tuvo tiempo de darme la bienvenida.
-Barbara, pdale a Vi que suba a mi oficina, por favor.
Vi lleg pronto a mi oficina, detenindose incmodamente en la
puerta; su cara angelical expresaba preocupacin e intriga por la razn
por la que quera verla.
-Vi, abri la oficina esta maana?
-S, siempre lo hago.
-Lo s. Le dio alguien este paquete?
-No.
-Vio a algn extrao cuando abri esta maana?
-No, nadie andaba por aqu, excepto Charlie, el portero. Yo slo prepar
el caf; como siempre, esper hasta que se llen la cafetera, me serv
una taza y sal. Por qu? Qu pasa?

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-Est bien. No se preocupe. Gracias.
Deposit el sobre en mi escritorio. Tom mi sobretodo y sal corriendo
de mi oficina. La acera estaba empezando a volverse blanca debido a la
primera nevada de Chicago, y vagamente recuerdo haberme resbalado,
y haber cado varias veces mientras corra hacia el estacionamiento;
atravesaba la calle Winthrop y me adentraba en el edificio donde viva,
Simon. No me molest en tocar la campana y sub apresuradamente las
escaleras hasta llegar al segundo piso. Cuando llegu, empec a
golpear la puerta del apartamento de Simon.
Finalmente se abri la puerta y me encontr a mi mismo observando la
cara de una mujer cuyo cabello estaba lleno de rizadores, y que
sostena a un pequeo entre sus brazos. Otro mugriento nio se
abrazaba fuertemente a la bata rosa de la mujer. Pens que Simon
deba estar involucrado en otra de sus misiones de caridad.
-El seor Potter, por favor.
-Quin?
-El seor Potter. El viejo. l vive aqu.
-Aqu no vive nadie con ese nombre.
-De qu est hablando? l ha vivido aqu durante aos. Dgale que Og
Mandino est aqu.
-Mire, Mac, mi nombre es Johnson. He vivido aqu durante cuatro aos
y tengo que saber que aqu no hay nadie llamado Potter.
Empez a cerrar la puerta pero lo imped con el brazo y entr al
departamento.
-Vamos, seora, no juegue conmigo. Yo he estado en este
departamento ms de cien veces durante este ao. Un viejo llamado
Simon Potter vive aqu. En dnde est?
Antes de que la mujer pudiera responder, mis ojos revisaron el
departamento, y mientras lo haca sent cmo se me enchinaba la piel.

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Ni una sola cosa me era familiar. Nuestros dos sillones favoritos no


estaban ah. No estaban las pilas de libros. La alfombra haba sido
remplazada por un espantoso linleum anaranjado y azul. La mujer,
quien ahora apretaba al pequeo contra su pecho, murmur:
- Mac, le doy cinco segundos para que se largue antes de que empiece
a gritar y llame a la polica. Quin demonios se cree que es para entrar
en esa forma a mi departamento, animal! Debera estar en la crcel o
en un manicomio. Lrguese!
Sent que las piernas me temblaban. Tena el estmago hecho nudos.
Tena ganas de vomitar. Me dirig lentamente hacia la puerta y elev
mis brazos con desesperacin.
-Lo siento, seora. Probablemente me encuentre en el departamento
equivocado. Conoce a Simon Potter? Viejo, piel oscura, muy alto, y
posee un perro, un bassett.
-No hay nadie con esas seas en este edificio. Tendra que conocerlo,
he vivido aqu durante cuatro aos.
-En el departamento de junto?
-En esa direccin vive una viejilla italiana con su hija. En sa, ah, un
negro que vive completamente solo. Le digo que aqu no vive nadie
llamado Potter. Ahora desaparezca!
Me disculp una vez ms y sal hacia el corredor. La puerta se cerr de
golpe y pude observar los nmeros rojos que me eran tan familiares...
21. Segua sintindome dbil, as que me sent en las escaleras para
tratar de ordenar mis pensamientos. En dnde estaba Simon? Estaba
soando todo esto? Si era eso, entonces estaba teniendo una pesadilla
infernal.
En cualquier momento, pens, saldra Rod Serling bajando las
escaleras y me dara la bienvenida a otro programa ms de la serie
"Galera nocturna".

82
Entonces, tuve una idea. Baj las escaleras corriendo, pas el
vestbulo, y sal disparado hacia el stano. En el ltimo extremo poda
observar una luz y poda escuchar el zumbido del calentador de
petrleo. Una figura ligeramente sombreada estaba recostada en el
respaldo de una silla debajo de la nica lmpara.
-Es usted el portero?
-S, seor, s, seor.
-Ha estado aqu mucho tiempo?
-Toda la noche.
-No. no... quiero decir, cunto tiempo ha trabajado en este lugar?
-En febrero cumplir once aos.
-Existe algn Simon Potter registrado como propietario de un
departamento de este edificio? Alto, de piel oscura, pelo largo. Barba.
Se parece mucho a Abraham Lincoln. Tiene un perro, un bassett.
-En este edificio no estn permitidos los perros.
-Conoce al hombre que le describ?
-No, seor.
-Ha visto alguna vez al hombre que le he descrito,, ya sea aqu o
afuera, en la calle?
-No, seor. Conozco a todos los que viven en el edificio y
prcticamente a todos los del vecindario, y cerca de aqu en los ltimos
once aos y jams he visto al hombre que dice, se lo aseguro.
Est seguro?
-Completamente seguro.
Sub los escalones corriendo, atraves la calle hasta el
estacionamiento y abr el auto. Finalmente me encontr en la estacin
de polica de la avenida Foster, aunque sigo sin recordar cmo llegu
hasta ah. Estacion mi auto entre dos autos patrulla y corr hasta la
estacin. Esper impacientemente frente a la ventanilla alambrada

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hasta que un joven sargento hizo una fra seal de asentimiento.


-Sargento, mi nombre es Mandino y mi negocio se encuentra en
Broadway.
-s, seor.
-Una persona ha desaparecido. Tena un amigo que viva en un
apartamento, en el nmero 6353 de la calle Winthrop. Lo conozco
desde hace ms de un ao. Estuve fuera dos semanas y cuando
regres, esta maana, haba un paquete sobre mi escritorio, el cual
tena mi nombre y direccin y algunas palabras en la esquina, superior
izquierda que suponan que ese era un regalo de despedida de su parte.
-Qu haba dentro del paquete?
-No lo s. En el momento en el que le el mensaje de despedida corr a
su departamento y...
-Y...?
-l no estaba ah. Ms an, las personas que se encontraban en su
departamento dijeron que l nunca haba vivido ah... y no conocan al
hombre que les describ.
-Est seguro de haber ido al departamento adecuado?
-Estuve en l miles de veces. Departamento nmero 21. Habl con el
portero del edificio; no conoca a nadie llamado Simon Potter; dijo que
nunca haba habido una persona as en el edificio en los ltimos once
aos en los cuales l haba trabajado en el edificio.
-Se siente bien, seor?
-S, estoy bien. Estoy sobrio y no estoy molestando, en serio. Cmo
diablos iba a inventar una historia tan extraa?
-Escuchamos historias ms extraas.
-No lo dudo.
-Cul era el nombre de esa persona?
-Potter... Simon Potter. Tena casi ochenta aos de edad. Pelo largo y

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oscuro. Y barba. Alto. Posea un perro... un perro bassett.
El sargento encendi un cigarrillo y me estudi detenidamente durante
algunos segundos Despus se volvi sin decir absolutamente nada y se
introdujo en una oficina posterior. Posiblemente pasaron unos quince
minutos antes de que reapareciera.
-No hemos recogido a nadie que tenga ese nombre o responda a la
descripcin de su amigo, por lo menos en las tres ltimas semanas.
Pero nos encontramos en una enorme ciudad. Por qu no va a echar un
vistazo al hospital Cook County?
-Est bien.
-Y a otro lugar.
-A dnde?
-A la morgue de la calle Polk.
Me dirig hacia el hospital. Ah fueron considerados y pacientes
conmigo y revisaron los registros de los ltimos catorce das. No haba
nadie que tuviera el nombre de Simon o respondiera a su descripcin,
que hubiera sido trado para algn tipo de tratamiento. Tambin ellos
sugirieron que fuera a la morgue. Hacia all fui. Me trataron
desconsideradamente... como si se tratara de alguien que estuviera
llenando una queja en una tienda de departamentos. Obviamente
haban escuchado historias similares, hora tras hora, sobre padres,
hijos, hermanos, hermanas, amantes perdidos. Revisaron
metdicamente sus archivos microfilmados y al final se me acerc un
joven que sostena en la mano un expediente.
-Seor, tenemos a un no identificado quien responde a la edad y
descripcin general. Quiere echarle un vistazo?
Asent con la cabeza y le segu. Mientras caminbamos a lo largo del
iluminado corredor que ola a antisptico, toc mi brazo y dijo:
No permita que la impresin le sobrecoja. Todava no han inventado un

85
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desodorante que anule estos olores.


Finalmente empuj una puerta rechinante y entramos a una habitacin
helada llena de gigantescas gavetas alineadas, como si se tratara de
archiveros. Revis, el nmero de una de ellas y jal de la manija. Volte
la cabeza hacia otro lado no queriendo ver. Finalmente me forc a m
mismo y observ el cuerpo desnudo de un hombre muy viejo; su cabello
largo caa a ambos lados de su cara sobre su pecho; sus ojos an
estaban entre abiertos. Mi corazn lata apresuradamente mientras me
inclinaba para observar mejor a este pobre ser humano sin nombre que
haba cado en su ltimo basurero.
No era Simon.
Finalmente me dirig hacia Personas Perdidas, en South State. Nada.
La nieve caa mientras me detena frente al estacionamiento. Sal del
auto, le di la vuelta a la llave, y observ cmo se mova lentamente la
barra hacia el cielo, recordando nuevamente el primer da en la nieve
cuando un extrao y hermoso hombre entr en mi vida y sostuvo en sus
desnudas manos el mundo para m. Me sub al auto, golpe el volante
con mis puos, y lo introduje en el estacionamiento.
Debo haberme visto terriblemente mal. Hasta los integrantes de mi
grupo se alejaron de m, como si no notaran mi presencia cuando volv
a entrar a mi oficina, tirando nieve, a lo largo de la alfombra roja de la
recepcin. Al pasar frente al escritorio de Pat le hice una sea con la
cabeza, ella se levant y me sigui.
-Cierre la puerta y sintese.
Frunci el entrecejo y se sent frente a m. Sus ojos estaban abiertos
tanto por miedo como por la preocupacin.
-Dios mo, Og, qu pasa?
-Creo que me estoy volviendo loco, Pat. Ahora esccheme. Vive en la
calle Winthrop, no es as?

86
-s, a una cuadra de aqu, aproximadamente.
-Cada maana, cuando viene hacia aqu, corta por el
estacionamiento?
-S.
-Ha visto alguna vez a un viejo extrao caminando por el
estacionamiento? Tiene el cabello largo y barba, y anda con l un
bassett. Usa ropa chistosa y generalmente est alimentando a las
palomas.
Pat pens por algunos segundos y sacudi su cabeza.
-Generalmente hay algunos borrachos por ah, pero ninguno es como
el que describe.
-Nunca ha visto a ese hombre? Es muy alto y muy viejo. Algunas
veces lleva un crucifijo de madera colgando de su cuello.
-Nunca. Qu pasa, Og? Cul es el problema?
-Est bien, Pat. Despus le cuento. Gracias. Oh... detenga mis llamadas
hasta que le diga.
Despus que cerr la puerta trat de poner en orden mis
pensamientos... cazando mariposas alusivas y efmeras de imgenes
irracionales... tratando de pasar por alto el dolor que senta en la
cabeza... y en la boca del estmago. Estaba enloqueciendo? Era as
como llegaba a su punto mximo una depresin con la incapacidad de
relacionar un pensamiento racional con otro? Es esto de lo que
advierten todos los seminarios para ejecutivos y libros que le pasar si
presiona a su cuerpo y cerebro hasta ms all de sus lmites, al tratar
de comprimir varias vidas en una por el loco intento de triunfar?
Finalmente el cerebro se confunde de canal en usted y le fuerza a
participar de una tierra de fantasa de actos y conversaciones con
personajes sacados de algn cuento infantil ya olvidado? Es este el
ltimo escape cuando las presiones y responsabilidades se hacen

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demasiado grandes para hacerles frente?


Era Simon un sueo? Imposible. Ms an, si Simon estaba cerca del
estacionamiento casi todas las maanas, por qu Pat nunca lo haba
visto? Y el departamento? Me estaba jugando alguien una especie de
broma macabra? Adems, por qu jams haba hablado de Simon con
alguna persona? Y qu sobre sus plticas... aquellas horas
inapreciables de inspiracin, saber y esperanza? Y, sobre todo, lo
referente al trapero... que sacaba de los basureros a los rechazados de
la raza humana... mostrndole a la gente cmo realizar el milagro ms
grande del mundo... Dios mo, no poda haber inventado todo esto ni en
los momentos ms creativos.
Mir hacia atrs tratando de encontrar algn vestigio de cordura
cuando, de repente, me di cuenta de que haba estado dando vueltas
entre mis manos al sobre de manila. El sobre marrn: mi nico lazo con
la verdad... mi nico lazo con Simon... mi prueba de que realmente
exista!
-Simon, Simon... dnde diablos est? No me haga esto. No merezco
esto de su parte!
Debo haber estado al borde de un shock... ya que gritaba en direccin
de tres sillones anaranjados situados frente a mi escritorio. Finalmente
tom el sobre, lo abr, y encontr varias hojas escritas a mquina
unidas con una grapa.
Mientras haca esto, cay sobre mi escritorio un objeto. Lo tom... era
un alfiler de seguridad del que penda un pedacito de tela blanca de
aproximadamente media pulgada cuadrada.
Hice a un lado el alfiler. Junto a las hojas haba una carta para m,
rotulada por la misma mano que haba escrito el sobre.
La carta no tena fecha...

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CAPTULO 8

Querido seor Og:

No estoy bien preparado para tratar con las legalidades especficas y


tardadas para la escrituracin de mi ltimo deseo y testamento. Permita
que esta carta sea suficiente.
Durante el pasado ao usted trajo amor, compaa, risa y agradable
conversacin, para no mencionar un geranio rojo inmortal, a la vida de
un viejo trapero.
Los traperos, debido a la naturaleza de su profesin elegida, no estn
acostumbrados a estar en el extremo del recibimiento de los regalos
ms finos de la vida, ni tampoco es inteligente estar demasiado unidos
con aquellos a los que se pretende ayudar. Sin embargo, existen
ocasiones en las cuales los maestros tienen que ser enseados, los
doctores deben ser curados, los abogados deben ser defendidos, los
actores deben ser espectadores, y hasta los traperos deben ser
amados.
S que usted me ha amado, al igual que yo lo amo.
Por lo tanto, es propio que le deje como legado la copia original del
"Memorndum de Dios", no slo para cumplir mi promesa, sino tambin
para la culminacin de esa larga serie de coincidencias aparentemente
milagrosas entre el gran vendedor de su libro y mi persona.
Posiblemente despus de haberse beneficiado de la mucha
introspeccin y pensamientos relacionados con nuestra amistad, podr
darle la perspectiva adecuada a los pasados doce meses y hasta llegue
a la conclusin final de que no era una tarea tan difcil escribir un
memorndum proveniente de Dios, como lo fue que aceptara su

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existencia.
Debido a que s que usted es un hombre impetuoso, estoy seguro de
que mucho antes de haber llegado hasta este punto de mi carta ya ha
estado buscndome en vano, y ahora se siente atormentado por la
pena y La preocupacin por mi bienestar. No tema. Borre toda
preocupacin de su mente. Con las palabras de otro trapero le pido
ahora que no se apene ms... ya que a donde voy no puede seguirme
ahora, pero algn da lo har.
No olvide que usted y yo tenemos un contrato. El "Memorndum de
Dios" est ahora en su posesin y deseo que lo comparta, finalmente,
con el mundo, pero slo despus de que haya aplicado sus principios a
su propia vida, de acuerdo con mis instrucciones.
Recuerde que las tareas ms difciles son consumadas, no por una
explosin repentina de energa o esfuerzo; sino por la aplicacin diaria y
constante de lo mejor que tiene dentro de su ser.
Para cambiar la propia vida para bien, para resucitar el propio cuerpo y
mente de la muerte viviente, se requiere de muchos pasos positivos,
uno enfrente del otro, con la vista siempre puesta en sus metas.
El "Memorndum de Dios" solo es su pasaje, hacia una vida mejor. No
har nada por usted a menos que usted abra su mente y su corazn
para recibirlo. Por s mismo no le mover ni una sola pulgada hacia
ninguna direccin. Los medios de trasporte y las fuerzas para romper su
inercia deben ser generados por fuerzas dormidas desde hace mucho
tiempo, pero que an estn vivas dentro de su ser. Siga estas normas y
sus fuerzas se autoimpulsarn:
1. Primero, marque este da en su calendario. Despus cuente hasta
que llegue al da nmero cien y mrquelo. Esto establecer la duracin
de su misin sin tener necesidad de contar cada da que pasa.
2. En seguida, en este sobre encontrar un alfiler de seguridad, al cual

90
se le ha aadido una pequea pieza de tela blanca en forma de cuadro.
Esta combinacin de alfiler y tela, dos de los materiales ms comunes y
poco atractivos del mundo, constituyen un amuleto secreto de trapero.
selo en un lugar visible como un recuerdo constante durante los
prximos cien das, de que usted est tratando de vivir de acuerdo con
el Memorndum de Dios. Su alfiler y tela son smbolos... signos de
que se encuentra en el proceso de cambiar su vida de alfileres y trapos
de fracasos por los tesoros de una vida nueva y mejor.
3. Por ningn motivo y bajo ninguna circunstancia divulgue el
significado de su amuleto a quienes pudieran preguntarle durante su
misin de cien das.
4. Lea el x| antes de acostarse, cada da, durante cien noches... y
despus duerma en paz, mientras el mensaje que ha ledo penetra
gradualmente hasta lo ms profundo de su mente, que nunca duerme.
No permita que ninguna razn o excusa interfiera con la lectura diaria
de este documento, ni una sola noche.
Gradualmente, mientras los das se convierten en semanas, notar
grandes cambios en su vida... al igual que los notarn quienes lo
rodean. Al llegar el da nmero cien... usted ser un milagro viviente...
una persona nueva... llena de belleza, maravillas, ambicin y
capacidad.
Entonces, y slo entonces, encuentre a alguien, que, al igual que su
antigua persona, necesite ayuda. Dele a esa persona dos cosas: su
amuleto secreto de trapero... y el "Memorndum de Dios".
Y dle algo ms... al igual que yo se lo di a usted... dle amor.
Puedo ver el da en que observaremos a miles y miles de individuos
usando nuestros amuletos de traperos. Las personas se encontrarn en
los mercados, en la calle, en los templos, en las plazas pblicas, en sus
escuelas, y en sus trabajos y observarn los alfileres y telas de los otros

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y sonreirn a sus hermanos y hermanas... ya que cada uno sabr que el


otro se ha embarcado en la misma misin, en el mismo sueo, y que
tienen un propsito comn... cambiar su propia vida por una mejor y,
as, unidos cambiarn el mundo.
Sin embargo, puedo profetizarle muchas situaciones difciles, seor Og.
Puede decidir finalmente publicar un libro en el cual incluir el
Memorndum de Dios, y su editor le pedir, sin que le quede otra
salida que aceptar, que realice algunos viajes de promocin como lo ha
hecho con sus dems libros. Cmo explicar el "Memorndum de
Dios", tomando en cuenta que ser imposible probar que su creador, su
autor realmente existi? Se le presentarn desafos muy severos sobre
su integridad y posiblemente estar en peligro su cordura debido a
aquellos que se nieguen a aceptar su historia si la cuenta tal y como la
vivimos. Cmo culparles? No ha pasado mucho tiempo desde que los
seres humanos eran crucificados, decapitados o quemados por mucho
menos de lo que se le pedir que diga con el fin de ser verdico con
respecto a m y al Memorndum.
Sin embargo, lo dejo en sus manos con fe absoluta de que lo tratar
como a un nio al que se ama. S cmo le gustan los retos, as que lo
reto a que lo utilice; lo reto a que lo publique y lo desafo para que lo d
a conocer al mundo entero.
En una ocasin dijo haber tenido una premonicin sobre mi persona. Al
leer estas palabras sabr que nunca nos volveremos a ver por lo menos
durante mucho tiempo, No habr ms horas juntos en las que podamos
saborear nuestro jerez en la paz y el calor de una gran amistad que no
conoci las barreras del tiempo y del espacio. Lo dejo, por ahora, no con
tristeza, sino con satisfaccin y felicidad de haber caminado juntos,
hombro con hombro, a travs de este breve momento de eternidad.
Quin puede pedir ms?

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Algn da, cuando el mundo se le cierre, como suceder de cuando en
cuando, srvase una copa de jerez y piense acerca de su viejo trapero.
Mis bendiciones le acompaarn siempre, y mi nica peticin es que
contine escribiendo sin importar las circunstancias que le rodeen.
Todava tiene mucho que decir. El mundo lo necesita. Los traperos lo
necesitan. Yo lo necesito.
Uno de mis amigos ms queridos, Scrates, dijo, al final de su vida: "La
hora de mi partida ha llegado, y seguimos nuestro camino... yo muero,
y t vives. Qu es mejor, slo Dios sabe".
Seor Og, yo s qu es mejor.
Vivir... es mejor.
Viva feliz... y con una paz duradera.
Con amor, Simon.

Hice a un lado su carta y observ las pginas escritas a mquina.


Tom el alfiler de seguridad del cual penda el pedazo de trapo blanco
y puse el amuleto en la solapa.
Tom mi calendario de cinco aos y me lo acerqu.
Dibuj un crculo sobre la fecha y cont hasta cien, terminando bien
entrado el ao.
Trac un crculo sobre el da nmero cien.
Hoy por la noche, antes de apagar la lmpara de noche, leera el
"Memorndum de Dios" como me haba indicado.
Tena las manos unidas firmemente. Inclin la cabeza hasta que la
frente toc el escritorio.
Por qu estaba llorando? Se deba a que Simon me haba dejado?
Era porque haba sospechado, demasiado tarde, su verdadera
identidad? O se deba a que saba que mi vida, mis sueos, mi mundo,

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nunca seran los mismos, ahora que l haba puesto sus manos sobre
ellos...?

CAPTULO 9

Memorndum de Dios
Para: Ti
De: Dios

Pide consejo.
Escucho tu lamento.
ste atraviesa la oscuridad, se filtra entre las nubes, se mezcla con la
luz de las estrellas, y encuentra su camino hacia mi corazn montado
en un rayo del sol.
Me he angustiado al escuchar el lamento de una liebre atrapada en el
cepo, por el gorrin que ha cado de su nido, por un nio que yace en
una charca, o por el hijo que derrama su sangre en una cruz.
Sabe tambin que te escucho. Est en paz. Est tranquilo.
Tengo consuelo para tu pena, ya que conozco su causa... y su cura.
Lloras por todos tus sueos infantiles que se han desvanecido con los
aos.
Lloras por tu dignidad que ha sido corrompida por el fracaso.
Lloras porque tu potencialidad ha sido cambiada por seguridad.
Lloras por toda su individualidad que ha sido pisoteada por la gente.
Lloras por todo tu talento que ha sido desperdiciado por el mal uso.
Te consideras desgraciado y te volteas aterrado a causa de la imagen
que ves en el estanque. Quin es esta mofa humana que te observa
con insensibles ojos de vergenza?
En dnde esta la gracia de tus modales, la belleza de tu figura, tu

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agilidad de movimientos, tu claridad de pensamiento, el esplendor de tu
conversacin? Quien se rob tus bienes? Conoces la identidad del
ladrn, como la conozco yo?
En una ocasin posaste la cabeza en una almohada de hierba en el
campo de tu padre y observaste una catedral de nubes y supiste que, a
su tiempo, todo el oro de Babilonia sera tuyo.
En una ocasin leste muchos libros y escribiste muchas cuartillas,
convencido, sin temor a equivocarte, que igualaras y superaras toda la
sabidura de Salomn.
Y las estaciones desembocaran en los aos hasta la eternidad; seras
el rey supremo en tu propio paraso.
Recuerdas quien implant en tu ser aquellos planes, sueos y
semillas de esperanza?
No puedes recordarlo.
No recuerdas ese momento en el cual emergiste del vientre de tu
madre y pos mi mano sobre tu suave frente.
Y el secreto que, murmure en tu pequeo odo cuando te conced mis
bendiciones?
Recuerdas nuestro secreto?
No puedes recordarlo.
El paso de los aos ha destruido tus recuerdos, ya que ha llenado tu
mente con el miedo, la duda, la ansiedad, el remordimiento, el odio,
porque no hay lugar para los recuerdos agradables en donde habitan
estas bestias.
No llores ms. Estoy contigo... y este momento es la lnea divisoria de
tu vida. Todo eso que ha tenido lugar antes no fue ms que un lapso
parecido al que pasaste durmiendo en el vientre de tu madre. Lo
pasado est muerto. Permite que los muertos entierren a sus muertos.
En este da regresas de tu muerte viviente.

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Este da, al igual que Elas con el hijo de la viuda, me extiendo sobre ti
tres veces y te devuelvo la vida.
En este da, al igual que Eliseo, con el hijo de la sunamita, pongo mi
boca sobre la tuya, mis ojos sobre los tuyos y mis manos sobre tus
manos, y tu carne recobra el calor.
En este da, al igual que Jess en la tumba de Lzaro te ordeno que
salgas de tu sepultura para empezar una nueva vida.
Este es tu aniversario. Esta es tu nueva fecha de nacimiento. Tu
primera vida, al igual que en una obra de teatro era solamente un
ensayo. Esta vez el teln est subido. Esta vez el mundo observa y
espera para aplaudir. Esta vez no fallars. Enciende tus velas. Comparte
tu pastel. Sirve el vino. Has renacido,
Al igual que una mariposa al salir de su crislida, volars... vuela tan
alto como desees, y ni las avispas ni las liblulas ni las cadenas de la
humanidad obstaculizarn tu misin o bsqueda de las verdaderas
riquezas d la vida.
Siente mi mano sobre tu cabeza.
Atiende a mi sabidura.
Djame compartir contigo, otra vez, el secreto que escuchaste a la
hora de tu nacimiento y que has olvidado.
T eres el milagro ms grande.
Eres el milagro ms grande del mundo.
sas fueron las primeras palabras que escuchaste. Despus lloraste.
Todos lloran.
Entonces no me creste... y nada que corrija tu incredulidad ha pasado
en los aos intermedios. Cmo podras ser un milagro cuando te
consideras un fracaso hacia las tareas ms sencillas? Cmo puedes ser
un milagro cuando tienes poca confianza para manejar la ms trivial de
las responsabilidades? Como es posible que seas un milagro cuando

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llega a estremecerte la duda y permaneces alerta sobre cmo obtener
el alimento de maana?
Es suficiente. La leche que se derrama es amarga. Sin embargo,
cuntos profetas, cuntos sabios, cuantos poetas, cuantos artistas,
cuntos compositores, cuntos cientficos, cuntos filsofos y
mensajeros he enviado para que te hablaran de tu divinidad, de tu
potencialidad para asemejarte a m, y los secretos para lograrlo? Cmo
les trataste?
Sin embargo, te sigo amando y estoy contigo ahora a travs de estas
palabras, para cumplir con el profeta que anuncia que el Seor posar
nuevamente su mano, por segunda ocasin, para recuperar los indicios
de su pueblo.
He posado mi mano nuevamente.
Esta es la segunda vez.
Eres mi indicio.
Es intil preguntar, no sabas, no escuchaste, no se te dijo desde el
principio? No entendiste la creacin de la Tierra?
No has sabido; no has escuchado; no has entendido.
Se te ha dicho que eres una divinidad en desgracia, un dios que juega
a hacer el tonto.
Se te ha dicho que eres una pieza especial del trabajo, noble en razn,
infinito en facultades, expreso y admirable en forma y movimiento igual
que un ngel en accin, como un dios encarcelado.
Se te ha dicho que eres la sal de la tierra.
Se te dio hasta el secreto para mover montaas, para realizar lo
imposible.
No le creste a nadie. Quemaste tu mapa de la felicidad; abandonaste
tu derecho a tener paz mental; apagaste las velas que haban sido
colocadas a lo largo de tu ruta hacia la gloria, y despus vacilaste,

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perdido y aterrado, en la oscuridad de la futilidad y la autocompasin,


hasta que caste en el infierno que era tu propia creacin.
Entonces lloraste y golpeaste tu pecho y maldijiste la suerte que se
haba adueado de ti. Rehusaste aceptar las consecuencias de tus
propios pensamientos mezquinos e insignificantes acciones, y buscaste
un chivo expiatorio a quien culpar de tu fracaso. Con cuanta rapidez lo
encontraste!
Me culpaste a m!
Gritaste que tus defectos, tus mediocridades, tu falta de oportunidad,
tus fallas... eran la voluntad de Dios!
Estabas equivocado!
Hagamos un inventario. Primero hagamos la cuenta de tus defectos.
Como voy a pedirte que construyas una nueva vida si no cuentas con
las herramientas?
Ests ciego? Sale y se mete el sol sin que t lo atestiges?
No. Puedes ver... y los cien millones de receptores que deposit en tus
ojos te permiten gozar de la magia de una hoja, de un copo de nieve, de
un estanque, una guila, un nio, una nube, una estrella, una rosa, el
arco iris... y la mirada del amor. Anota un don.
Ests sordo? Puede rer o llorar un beb sin que te des cuenta?
No. Puedes or... y los veinticuatro mil filamentos que puse en cada uno
de tus odos vibran con el viento de la arboleda, con las marcas que
chocan contra las rocas, con la majestuosidad de una pera, con el
canto de un petirrojo, con el juego de los nios... y con la palabra te
amo. Anota otro don.
Eres mudo? Se mueven tus labios y solo emiten saliva?
No. Puedes hablar... ninguna otra de mis criaturas puede hacerlo, y tus
palabras pueden calmar al enojado, animar al abatido, estimular al
cobarde, alegrar al triste, acompaar al solitario, premiar al valeroso,

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alentar al vencido, ensear al ignorante... y decir te amo. Anota otro
don.
Ests paraltico? Ocasiona tu invalidez que te despojen de tu tierra?
No. Te puedes mover. No eres un rbol condenado a una pequea
porcin de tierra, mientras el mundo y el viento abusan de ti. Puedes
pasear, correr, bailar y trabajar, ya que dentro de tu ser he diseado
quinientos msculos, doscientos huesos y siete mil nervios que estn
sincronizados para obedecerte. Anota otro don.
Ni amas ni te aman? Te oprime la soledad da y noche?
No. Jams. Ahora conoces el secreto del amor, que consiste en que
para recibir amor debe entregarse sin reciprocidad. Amar por
satisfaccin u orgullo, no es amar. El amor es un regalo por el cual no se
exige nada a cambio. Ahora sabes que el amar sin egosmo es su
recompensa. Y aun cuando el amor no sea devuelto no est perdido, ya
que el amor que no es recproco regresar a ti y ablandar y purificar
tu corazn. Anota otro don. Cuenta doble.
Es dbil tu corazn? Tiene que luchar y esforzarse para mantenerte
con vida?
No. Tu corazn es fuerte. Pon tu mano sobre el pecho y siente su ritmo,
bombeando hora tras hora, da y noche, treinta y seis millones de
latidos al ao, ao tras ao, despierto o dormido, impulsando la sangre
a travs de cien mil kilmetros de venas, arterias, y que llevan... ms
de dos millones de litros de sangre al ao. El hombre jams fue creado
como una mquina. Anota otro don.
Estas enfermo de la piel? Las personas se vuelven horrorizadas
cuando te acercas?
No. Tu piel esta limpia y es una maravillosa creacin que solo necesita
que la cuides con jabn, aceite, cepillo y cario. Con el tiempo todas las
armaduras se oxidarn y aherrumbrarn, no as tu piel. Finalmente,

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hasta el ms fuerte de los metales se deteriorar por el uso, ms no la


cubierta que he creado a tu alrededor. Se renueva constantemente; las
clulas viejas son remplazadas por las nuevas, de igual forma que tu
viejo ser es remplazado por el nuevo. Anota otro don.
Se estn desbaratando tus pulmones? Lucha un aliento de vida por
poder entrar en tu cuerpo?
No. Las puertas a la vida te sostienen hasta en el ms vil de los
ambientes que t has creado, y trabajan siempre para filtrar el oxgeno
que da la vida a travs de seiscientos millones de alvolos que se
encargan de librar a tu cuerpo de los desperdicios gaseosos. Ahora,
anota otro don.
Esta envenenada tu sangre? Esta diluida por el agua y la
supuracin?
No. En tus cuatro litros de sangre existen veintids millones de clulas
sanguneas y dentro de cada clula existen millones de molculas, y
dentro de cada molcula hay un tomo que oscila ms de diez millones
de veces por segundo. Cada segundo mueren dos millones de tus
clulas sanguneas para ser remplazadas por dos millones ms en una
resurreccin que ha continuado desde el da de tu nacimiento. De la
forma en que esto ha sucedido siempre en tu interior, sucede ahora en
tu exterior. Anota otro don.
Eres retrasado mental? No puedes pensar por ti mismo?
No. Tu cerebro es la estructura ms compleja del universo. Lo se.
Dentro de sus mil o ms gramos hay trece mil millones de clulas
nerviosas, ms de tres veces ms clulas que personas habitan tu
planeta. Para ayudarte a archivar cada percepcin, cada sonido, cada
sabor, cada olor, cada accin realizada por ti desde el da en que
naciste, he implantado en tus clulas ms de mil trillones de molculas
proteicas. Todos los sucesos de tu vida se encuentran ah esperando a

100
que los recuerdes. Y, para ayudar a tu cerebro en el gobierno de tu
cuerpo, he dispersado en tu organismo cuatro millones de estructuras
sensibles al dolor, quinientos mil detectores tctiles y ms de
doscientos mil detectores de temperatura. Ninguna nacin protege sus
reservas de oro mejor de lo que t estas protegido. Ninguna de sus
antiguas maravillas est mejor protegida que tu.
T eres mi creacin ms fina.
Dentro de tu ser existe la suficiente fuerza atmica para destruir
cualquiera de las grandes naciones de tu mundo... y para reconstruirla.
Eres pobre? No posees oro ni plata?
No. Eres rico! Hemos contado juntos tu riqueza. Analiza la lista. Vuelve
a contar. Tasa tus bienes!
Por que te has traicionado? Por que gritaste que, todos los dones de
la humanidad te haban sido negados? Por que te engaaste pensando
que eras dbil para cambiar tu vida? Careces de talento, sentidos,
capacidades, placeres, instintos, sensaciones y orgullo? Por que te
arrastras en las sombras, Como un gigante derrotado, esperando slo el
trasporte hacia la vaca y hmeda bienvenida del infierno?
Tienes demasiadas cosas. Tus dones se derraman de tu copa.. y t has
sido negligente con ellos, como un nio echado a perder por los lujos,
debido a que los he implantado en ti con regularidad y generosidad.
Contstame.
Contstate a ti mismo.
Qu hombre rico, viejo o joven, retardado o intil no cambiara todas
sus riquezas por los dones que t has tratado tan a la ligera?
Conoce entonces el primer secreto de la felicidad y el xito... que
posees an ahora, todos los dones necesarios para obtener la gran
gloria. Esos son tus tesoros, tus herramientas con las cuales construir,
empezando hoy, la base para una nueva y mejor vida.

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Por lo tanto, haz como te digo; cuenta tus dones y est consciente de
que eres mi creacin ms grande. sta es la primera ley que debes
obedecer para realizar el milagro ms grande del mundo, el regreso de
tu humanidad de la muerte viviente.
Y agradece las lecciones aprendidas de la pobreza. El pobre no es el
que tiene poco, sino el que desea mucho... y la verdadera seguridad
descansa no en las cosas que uno posee sino en las cosas que puede
hacer sin ellas.
Dnde estn los defectos que ocasionaron tu fracaso? Slo existen en
tu mente.
Cuenta tus dones.
Y la segunda ley se parece a la primera. Ten conciencia de tu
individualidad.
Te has condenado a una fosa comn, y ah permaneces, incapaz de
perdonar tu propio error, destruyndote con odio hacia tu ser,
autoincriminacin, repulsin hacia los crmenes que has cometido
contra ti y contra otros.
No estas perplejo?
No te preguntas por que soy capaz de perdonar tus faltas, tus
trasgresiones, tu vergonzoso comportamiento... aun cuando, t no
puedes perdonarte?
Ahora me dirijo a ti por tres razones. Me necesitas. No eres una horda
de destruccin dentro de una masa gris de mediocridad. Y... eres una
gran rareza.
Analiza una pintura de Rembrandt, o un bronce de Degas o un violn de
Stradivarius o una obra de Shakespeare. Son de mucho valor por dos
razones: sus creadores eran maestros y son pocos en cantidad. Sin
embargo, existe ms de uno en cada especialidad,
Siguiendo este razonamiento, eres el tesoro ms valioso en la

102
superficie de la tierra, pues sabes quien te cre y no hay nadie como tu.
Nunca ha habido entre los setenta mil millones de seres humanos que
han caminado sobre el planeta desde que este fue creado, un ser que
haya sido exactamente igual a ti.
Nunca, hasta el fin del mundo, habr otro igual a ti.
No has mostrado conciencia o aprecio de tu individualidad.
Ms, eres una creacin nica en el mundo.
De tu padre emanaron en su momento de amor supremo, un
sinnmero de semillas de amor, ms de cuatrocientos millones. Todas
ellas, mientras nadaban dentro de tu madre, entregaron el alma a Dios
y murieron. Todas, excepto una! Tu.
Slo tu perseveraste dentro del amoroso calor del cuerpo de tu madre,
buscando tu otra mitad, una sola clula de tu madre, tan pequea que
se necesitaran ms de dos millones de estas para llenar una bellota.
Sin embargo, a pesar de las imposibilidades, y el vasto ocano de
oscuridad y desastre, Perseveraste, encontraste la clula infinitesimal,
te uniste a ella y empez una nueva vida. Tu vida.
Llegaste, trayendo contigo, como lo hacen todos los nios, el mensaje
que dice que no me he desilusionado del hombre. Dos clulas, ahora
unidas en un milagro. Dos clulas, cada una con veintitrs cromosomas
y en cada cromosoma cientos de genes que regirn cada caracterstica
tuya, desde el color de tus ojos hasta el encanto de tus modales y el
tamao de tu cerebro.
Con todas las combinaciones bajo mi gobierno, empezando por ese
espermatozoide solitario de entre cuatrocientos millones, de tu padre,
hasta los cientos de genes en cada uno de los cromosomas de tus
padres podra haber creado trescientos billones de seres, siendo cada
uno diferente.
Pero, a quien cree?

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A ti! nico en su clase. nico entre los nicos. Un premio sin precio,
poseedor de cualidades en mente, habla, movimiento, apariencia y
acciones que nunca tuvo otro ser que haya vivido, viva o viviere.
Por que te has valorado en centavos cuando tu valor es comparable a
la riqueza de un rey?
Por que escuchaste a quienes te menospreciaron?... y, peor aun, por
que les creste?
Recuerda. No sigas escondiendo tu individualidad en la oscuridad.
Scala. Mustrala al mundo. Esfurzate por no caminar como tu
hermano, ni a hablar como habla tu dirigente, ni a trabajar como
trabaja el mediocre. Nunca hagas lo que otro. Nunca imites a nadie.
Como ya sabes, no debes imitar al malo, pues el que lo imita, siempre
lo supera, mientras que quien imita al bueno siempre se queda corto...
No imites a nadie. S t mismo. Muestra al mundo tu individualidad y l
te baar en oro. sta es, pues, la segunda ley.
Proclama tu individualidad.
Y ahora has recibido dos leyes.
Cuenta tus dones! Proclama tu individualidad!
No tienes trabas. No eres mediocre.
Haces una seal afirmativa. Fuerzas una sonrisa. Admites tu propia
decepcin.
Y tu prxima queja? La oportunidad nunca te busca?
Acepta el consejo, y esto pasar, ya que ahora te doy la ley del xito
en todo. Hace muchos siglos se dio esta ley a tus antepasados desde la
cima de una montaa. Algunos siguieron la ley y se salvaron; sus vidas
estaban llenas con el fruto de la felicidad, el cumplimiento, el oro y la
paz mental. La mayora no escuch, ya que buscaba medios mgicos,
rutas tortuosas, o esper a que el demonio llamado suerte le mandara
las riquezas de la vida. Esper en vano... igual que t esperaste, y

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despus llor, del mismo modo que t, culpndome por su falta de
suerte.
Esta ley es sencilla. joven o viejo, mendigo o rey, blanco o negro,
hombre o mujer... todos pueden utilizar el secreto en provecho propio,
ya que de todas las normas, plticas y escritos sobre el xito y cmo
lograrlo, solamente un mtodo nunca ha fallado... si alguien te pide que
le acompaes a caminar un kilmetro... acompalo dos.
Entonces, esta es la tercera ley... el secreto que producir riquezas y te
proyectar ms all de tus sueos. Sigue adelante otro kilmetro!
El nico medio cierto de triunfar es rendir ms y mejor de lo que se
espera de ti, sin importar de que se trate. ste es un hbito seguido por
todas las personas de xito desde el principio de los tiempos. Por lo
tanto, te digo que el camino ms seguro para condenarte a la
mediocridad es realizar solamente el trabajo por el que se te paga.
No pienses que te estn engaando si rindes ms de lo que se te paga,
ya que hay un pndulo para toda la vida y lo que trabajes, si no te es
recompensado ahora, lo ser maana multiplicado por diez. El mediocre
nunca camina otro kilmetro, ya que piensa que no vale la pena seguir
adelante. Pero t no eres mediocre. Caminar otro kilmetro es un
privilegio del que debes apropiarte por iniciativa propia. No puedes, no
debes evitarlo. El descuido de slo hacer lo que hacen los dems, y la
responsabilidad de tu fracaso son nicamente tuyos.
Ya no puedes servir recibiendo solamente la compensacin que en
principio ser entregada, sin sufrir la prdida de la recompensa. La
causa y el efecto, medios y fines, semilla y fruto, no pueden estar
separados. El efecto es la causa, el fin preexiste en los medios y el fruto
est siempre en la semilla.
Camina otro kilmetro.
No te preocupes por ti mismo, ya que as serviras a un amo

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desagradecido. Srvelo ms.


Y en lugar de l, deja que sea yo el que est endeudado, y as sabrs
que cada minuto, cada servicio extra, ser remunerado. Mientras mayor
sea el pago retenido, mejor ser para ti... y el inters compuesto en el
inters compuesto es el beneficio ms grande de la ley.
No puedes ordenar el xito, slo puedes merecerlo... y ahora conoces
el gran secreto necesario para merecer su extraa recompensa.
Camina otro kilmetro!
En dnde se encuentra el campo desde el cual gritaste que no exista
una oportunidad? Observa! Mira a tu alrededor. Ve que, en donde slo
ayer te revolcabas en la autocompasin, ahora caminas erguido sobre
una alfombra de oro. Nada ha cambiado... excepto t, pero t lo eres
todo.
Eres mi milagro ms grande.
Eres el milagro ms grande del mundo.
Y ahora las leyes de la felicidad y el xito son tres.
Cuenta tus dones! Proclama tu individualidad! Camina otro
kilmetro!
S paciente con tu progreso. Para contar tus dones con gratitud, para
proclamar tu individualidad con orgullo, para caminar un kilmetro ms
y despus otro, estos actos no pueden hacerse en un abrir y cerrar de
ojos. Pues lo que obtienes con mayor dificultad, lo retienes durante ms
tiempo; como aquellos que ganan una fortuna son ms cuidadosos con
ella que aquellos que la heredan.
Y no temas entrar a tu nueva vida. Toda adquisicin noble se obtiene
con sus riesgos. Quien teme encontrar algo, no debe esperar obtener lo
otro. Ahora sabes que eres un milagro. Y no existe el temor en un
milagro.
S orgulloso. No eres un capricho momentneo de un creador

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descuidado que hace experimentos en el laboratorio de la vida. No eres
un esclavo de fuerzas que no puedes comprender. Eres una
manifestacin libre de m ser, de mi amor. Fuiste creado con un
propsito.
Siente mi mano. Escucha mis palabras.
Me necesitas... y yo te necesito.
Tenemos un mundo que reconstruir... y si se necesita de un milagro,
que es eso para nosotros? Ambos somos milagros y ahora nos
tenemos el uno al otro.
Jams he perdido la fe en ti desde aquel da en que por primera vez te
salv de la ola gigantesca y te arroj desamparado sobre la playa. De la
forma en que mides el tiempo, esto tuvo lugar hace ms de quinientos
millones de aos. Hubo muchos modelos, muchos cortes, muchas tallas
antes de que alcanzara la perfeccin en ti, hace ms de treinta mil
aos. No he hecho un esfuerzo posterior para mejorarte a ltimas
fechas.
Pues cmo voy a mejorar un milagro? Eras una maravilla que
contemplar y me senta satisfecho. Te di este mundo y el dominio sobre
el. Despus, para que fueras capaz de alcanzar el mximo de tu
potencial, pos mi mano sobre ti, una vez ms, y te dot de poderes
desconocidos para todas las dems criaturas, del universo, aun hasta
hoy.
Te di el poder de pensar.
Te di el poder de amar.
Te di el poder de determinar.
Te di el poder de rer.
Te di el poder de imaginar.
Te di el poder de crear.
Te di el poder de planear.

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Te di el poder de hablar.
Te di el poder de rezar.
Mi orgullo es que no conocas ataduras. Eras mi creacin ltima, mi
mayor milagro. Un ser vivo completo. Uno que puede adaptarse a
cualquier clima, a cualquier trabajo pesado, a cualquier desafo. Uno
que puede crear su propio destino sin ninguna interferencia por mi
parte. Uno que puede traducir cualquier sensacin, o percepcin, no por
el instinto, sino mediante el pensamiento y el anlisis en cualquier
accin que sea mejor para l y para toda la humanidad.
As pues, llegamos a la cuarta ley del xito y la felicidad... ya que te di
un poder ms, un poder tan grande que ni los ngeles lo poseen.
Te di... el poder de eleccin.
Con este regalo te situ por encima de mis ngeles... ya que los
ngeles no son libres para escoger el pecado. Te di dominio total sobre
tu propio destino. Te dije que determinaras por ti mismo tu propia
naturaleza de acuerdo, con tu propia voluntad. No siendo ni divino ni
terrestre por naturaleza fuiste libre de modelarte en la forma en que
prefirieras. Poseas el poder de eleccin para degenerar en la forma
ms baja de vida, pero tambin tenas el poder, fuera del juicio de tu
alma, de renacer en la forma ms elevada, que es divina.
Nunca te he quitado tu gran poder, o sea, el de eleccin.
Qu has hecho con esta tremenda fuerza? Mrate. Piensa en las
elecciones que has hecho en tu vida y recuerda, ahora, aquellos
amargos momentos en los que caeras de rodillas si tan slo tuvieras la
oportunidad de elegir nuevamente.
Lo pasado, asado esta... y ahora conoces la cuarta gran ley para la
felicidad y el xito... Usa sabiamente tu poder de eleccin.
Elige amar... en lugar de odiar.
Elige rer... en lugar de llorar.

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Elige crear... en lugar de destruir.
Elige perseverar... en lugar de renunciar.
Elige alabar... en lugar de criticar.
Elige curar... en lugar de herir.
Elige dar... en lugar de robar.
Elige actuar... en lugar de aplazar.
Elige crecer... en lugar de consumirte.
Elige bendecir... en lugar de blasfemar.
Elige vivir... en lugar de morir.
Ahora sabes que tus desventuras no eran mi voluntad, ya que todos
los poderes empleados sobre ti, y el monto de acciones y pensamientos
que te situaron en el rechazo de la humanidad eran lo que t hacas, no
yo. Mis regalos de poder eran demasiado grandes para tu pequea na-
turaleza. Ahora te has vuelto grande y sabio, y los frutos de la tierra
sern para ti.
Eres algo ms que un ser humano, eres un ser humano digno.
Eres capaz de realizar maravillas. Tu potencialidad es ilimitada. Cul
otra de mis criaturas ha dominado al fuego? Cul otra de mis criaturas
ha conquistado la gravedad; ha caminado por los cielos; ha dominado la
enfermedad, la peste y la sequa?
Nunca menosprecies nuevamente a tu persona!
No te rebajes por las cosas insignificantes de la vida! Nunca ocultes
tus talentos, de ahora en adelante!
Recuerda al nio que dijo: "Cuando sea un nio grande". Pero que es
eso? Los nios grandes dicen: "Cuando crezca". Y los adultos dicen:
"Cuando me case". Pero, despus de todo, que es estar casado? El
pensamiento entonces cambia a: "Cuando me jubile". Y entonces, llega
la jubilacin y observa el panorama de lo hecho; un viento helado pasa
sobre eso y de alguna forma lo ha perdido y se ha ido.

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Disfruta este da, hoy... y maana disfruta maana.


Has realizado el milagro ms grande del mundo.
Has regresado de la muerte viviente.
Nunca ms sentirs autocompasin y cada nuevo da ser un desafo y
una alegra.
Has nacido nuevamente... pero igual que antes puedes elegir entre el
fracaso y la desesperacin o el xito y la felicidad. La eleccin es tuya.
La eleccin es exclusivamente tuya. Yo solamente puedo observarte,
como antes... orgulloso... o apenado.
Recuerda entonces las cuatro leyes de la felicidad y el xito.
Anota tus dones.
Proclama tu individualidad.
Camina otro kilmetro.
Usa sabiamente tu poder de eleccin.
Y algo ms, para complementar las otras cuatro leyes.
Haz todo con amor... amor por ti, amor por otros y amor por m.
Seca tus lgrimas. Sal, toma mi mano y mantente erguido.
Permteme quitarte las mortajas que te atan.
Este da ha sido notificado.

T eres el milagro ms grande del mundo.

CAPTULO 10

Todas las fiestas navideas de las oficinas deberan ser abolidas! No


existe forma de prevenir que por lo menos una pobre alma trate de
enterrar sus represiones o melancola por las fiestas mediante la bebida
que termina o con una escena de la cual se arrepentir ms tarde o con

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una pelea sobre el derecho de introducirse en un automvil y matarse o
matar a un inocente. Ya se. He actuado de esa misma forma estpida
un par de veces... hace algn tiempo.
Ms an, el "tinto espumoso" deja huellas permanentes en las
alfombras de la oficina que son imposibles de limpiar por completo.
Cada ao, tomo la decisin, generalmente el primer da de trabajo
despus de Navidad, de que al ao siguiente no habr fiesta en nuestra
oficina. En su lugar daremos ese dinero gastado tontamente, a algn
fondo para familias necesitadas. Y cada ao, cuando se empiezan a
formar comits para planear "la fiesta" me debilito, pido que "no se
discuta" y permito que vuelva a suceder.
As pues... tom un par de copas y trat de sonrer durante el tonto
intercambio de regalos mientras que, un tocadiscos emita una versin
aburrida y montona de Blanca Navidad. Despus camin por la oficina,
dando palmadas en los hombros y besando mejillas, sintindome como
un detective casero, asegurndome constantemente de que todos
deberan irse directamente hasta sus casas sin paradas en los moteles
o violaciones de trnsito.
Finalmente se termin el vino y la oficina se vaci rpidamente,
dejando a su paso una coleccin de desperdicios que slo sera limpiada
si dejaba un billete de veinte dlares para el encargado de la limpieza.
Esta suma ya se encontraba junto con una tarjeta de navidad sobre el
escritorio de Pat con el fin de que no pasara desapercibido.
Llev a mi oficina mi ltima copa de vino y ca fatigado sobre un silln,
depositando mi copa sobre un cenicero. Me encontr a m mismo
observndolo, prcticamente hipnotizado. Simon. Todas esas copas de
jerez que llenamos y vaciamos juntos. Simon. Simon. En dnde est?
Repentinamente tome una decisin y me dirig hacia mi escritorio.
Presion la letra F de mi agenda telefnica y encontr el nmero de

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telfono de Fred Fell. Marqu el telfono. Reconoci mi voz cuando dije:


-Felicidades.
-No sabe el gusto que me da escucharlo, Og. Como esta el tiempo en
Chicago?
-Est nevando.
-Aqu ha estado lloviendo desde hace dos das. Creo que Long Island
se est hundiendo.
-Vaya a Miami.
-Creo que ya es demasiado tarde. Que le sucede?
-Acabamos, de tener la fiesta de Navidad en la oficina ...
-...y ha bebido un poco y se ha puesto sentimental y se acord de su
viejo editor?
-Todo eso y algo ms.
-Dgame.
-Estoy listo para escribir otro libro.
-No Puedo creer lo que estoy oyendo. Estaba empezando a creer que
se encontraba tan ocupado, contando su dinero y con las entrevistas al
igual que Gore Vidal, que ya no tena tiempo para escribir. Qu quiere
hacer? De qu se trata el libro?
-No se lo voy a decir. No hay forma de explicrselo ni por telfono ni en
persona. Slo se que voy a escribirlo.
-Ya tiene ttulo?
-El milagro ms grande del mundo.
-Me gusta. Cual es el gran milagro?
-No pregunte.
-Va a ser algo similar al Vendedor ms grande del mundo?
-Ser mejor. Este no lo tengo que inventar.
-Esta bien, Og. Se que no debo presionarlo. Quiere firmar un contrato?
-No hay prisa, Hgalo cuando tenga tiempo.

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-Con los mismos trminos que el anterior?
-Perfecto.
-Qu fecha fijo para la entrega del manuscrito?
-Fjela para el... treinta y uno de enero de mil novecientos setenta y
cinco.
-Eso ser dentro de un ao y un mes. Necesita tanto tiempo?
-S.
-Muy bien. Tmelo como un hecho. Que relacin tenemos! Me
pregunto cuntos editores ms llevan a cabo contratos como ste, aun
sin siquiera saber lo que estn adquiriendo.
-Mailer, Wallace, Updyke, Fowles, Michener, Herriot...
-Feliz Navidad, Og.
-Igualmente, Fred. Le aprecio.
-Y yo a usted
Cuando dej la oficina estaba muy oscuro y segua nevando y a todo lo
largo del estacionamiento podan verse huellas d pisadas. Sent un
vaco interior que me quemaba, y conoca perfectamente el porque.
Ms all del estacionamiento poda observar la oscura sombra del
departamento en el que haba pasado tantas horas felices, su
estructura se dibujaba aqu y all con cuadros de luz que brillaban a
travs de la nieve que caa.
Justamente en ese momento podramos estar desendonos Feliz
Navidad, brindando, y su hermosa voz me estremecera mientras abra
cualquier regalo tonto que le hubiera dado. Simon. Simon.
-Le extrao. Le extrao mucho.
Le estaba hablando en voz alta... al viento y a la nieve. Entonces
empec a luchar contra unos sollozos que parecan provenir de lo ms
profundo de mi garganta. Me sent absolutamente solo... y perdido.
Finalmente me forc a mi mismo para terminar con eso. Tena que

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llegar a casa, Todava tena que hacer unas compras. La vida sigue
adelante.
Busqu torpemente las llaves del auto y lo abr. Mientras daba vuelta a
la llave de encendido sent la necesidad apremiante de tomar otra copa.
Pero saba lo que poda suceder: puede continuarse hasta la copa
numero veinte... y no importaba en cuantas cantinas buscara a Simon,
no le encontrara.
Conduje el auto directamente hacia la salida mientras las llantas
crujan sobre la nieve recin cada. Baj la ventanilla e introduje la llave
en la caja que activaba la barra. Esta rechin y se elev con lentitud
hacia el cielo. Puse la velocidad y aceler lentamente al pasar sobre el
tope de asfalto. La parte delantera de mi auto seal hacia arriba
ligeramente al pasar por la parte ms alta del tope y los faros del auto
baaron con su luz la ventana del departamento del segundo piso, que
estaba a oscuras.
Me frot los ojos y sacud la cabeza. Volv a observar. Los faros del auto
haban convergido en una sola luz sobre el macetero.
Dios mo!
En el macetero haba una planta... se mova cariosamente entre la
nieve que caa...
...Una planta muy hermosa!
...Una flor aristcrata!
...Un geranio rojo de cristal.

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