1 Iglesia Sacramento Radical
1 Iglesia Sacramento Radical
1 Iglesia Sacramento Radical
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Ramn Arnau, Tratado general de los sacramentos. (col. Sapientia Fidei) Madrid 1994: 32.
FCO. JAVIER AVILS JIMNEZ 1. Iglesia sacramento radical Introduccin a los Sacramentos ITDA Albacete
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FCO. JAVIER AVILS JIMNEZ 1. Iglesia sacramento radical Introduccin a los Sacramentos ITDA Albacete
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FCO. JAVIER AVILS JIMNEZ 1. Iglesia sacramento radical Introduccin a los Sacramentos ITDA Albacete
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La Iglesia, Herder, Barcelona 1968: 214-215.
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guardan la unidad de comunin bajo el sucesor de Pedro (LG 15) y el mismo nmero
reconoce la identidad con esos cristianos por la celebracin de otros sacramentos adems del
Bautismo, como es el episcopado y la Eucarista.
Y en la recapitulacin del misterio de la Iglesia, cuando se habla de su ndole escatolgica
(captulo VII), de nuevo los sacramentos tienen una funcin de anticipacin, pues ya en el
presento de viadores sirven para vincularnos a la Iglesia celestial: La ms excelente
manera de unirnos a la Iglesia celestial tiene lugar cuando especialmente en la sagrada
liturgia, en la cual "la virtud del Espritu Santo acta sobre nosotros por medio de los signos
sacramentales" celebramos juntos con gozo comn las alabanzas de la Divina Majestad
(LG 50 4)
Pero es en el n 11 donde especficamente se afirma el papel que desempean estos
poderosos medios de salvacin y su lugar en la vida personal del creyente y en la vida
comunitaria de toda la Iglesia, para la que son lugares de realizacin de su dimensin cultual:
El carcter sagrado y orgnicamente estructurado de la comunidad sacerdotal se actualiza por los
sacramentos y por las virtudes. Los fieles, incorporados a la Iglesia por el bautismo, quedan destinados
por el carcter al culto de la religin cristiana, y, regenerados como hijos de Dios, estn obligados a
confesar delante de los hombres la fe que recibieron de Dios mediante la Iglesia [18]. Por el sacramento
de la confirmacin se vinculan ms estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con una fuerza especial del
Espritu Santo, y con ello quedan obligados ms estrictamente a difundir y defender la fe, como
verdaderos testigos de Cristo, por la palabra juntamente con las obras[19]. Participando del sacrificio
eucarstico, fuente y cumbre de toda la vida cristiana, ofrecen a Dios la Vctima divina y se ofrecen a s
mismos juntamente con ella [20]. Y as, sea por la oblacin o sea por la sagrada comunin, todos tienen
en la celebracin litrgica una parte propia, no confusamente, sino cada uno de modo distinto. Ms an,
confortados con el cuerpo de Cristo en la sagrada liturgia eucarstica, muestran de un modo concreto la
unidad del Pueblo de Dios, significada con propiedad y maravillosamente realizada por este augustsimo
sacramento.
Quienes se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdn de la
ofensa hecha a l y al mismo tiempo se reconcilian con la Iglesia, a la que hirieron pecando, y que
colabora a su conversin con la caridad, con el ejemplo y las oraciones. Con la uncin de los enfermos y
la oracin de los presbteros, toda la Iglesia encomienda los enfermos al Seor paciente y glorificado,
para que los alivie y los salve (cf. St 5,14-16), e incluso les exhorta a que, asocindose voluntariamente a
la pasin y muerte de Cristo (cf. Rm 8,17; Col 1,24; 2 Tm 2,11-12; 1 P 4,13), contribuyan as al bien del
Pueblo de Dios. A su vez, aquellos de entre los fieles que estn sellados con el orden sagrado son
destinados a apacentar la Iglesia por la palabra y gracia de Dios, en nombre de Cristo. Finalmente, los
cnyuges cristianos, en virtud del sacramento del matrimonio, por el que significan y participan el
misterio de unidad y amor fecundo entre Cristo y la Iglesia (cf. Ef 5,32), se ayudan mutuamente a
santificarse en la vida conyugal y en la procreacin y educacin de la prole, y por eso poseen su propio
don, dentro del Pueblo de Dios, en su estado y forma de vida [21]. De este consorcio procede la familia,
en la que nacen nuevos ciudadanos de la sociedad humana, quienes, por la gracia del Espritu Santo,
quedan constituidos en el bautismo hijos de Dios, que perpetuarn a travs del tiempo el Pueblo de Dios.
En esta especie de Iglesia domstica los padres deben ser para sus hijos los primeros predicadores de la
fe, mediante la palabra y el ejemplo, y deben fomentar la vocacin propia de cada uno, pero con un
cuidado especial la vocacin sagrada
Resumiendo esta sucinta pero renovada sacramentologa:
- Los sacramentos (y las virtudes) actualizan la santidad y organicidad de la comunidad
sacerdotal que es la Iglesia. Vale decir que en los sacramentos se realiza -visible y
esencialmente- la finalidad de la Iglesia, que no es otra que vincular a Cristo.
- Por el Bautismo los fieles quedan dedicados (carcter) al culto y a la confesin cristiana, es
decir, celebracin y testimonio, liturgia y compromiso. El Bautismo significa
sacramentalmente la nueva existencia toda del cristiano, consagrado a Dios.
- Este carcter testimonial es reforzado y facilitado por una fuerza especial del Espritu
Santo con la Confirmacin. Se subraya pues que este ltimo sacramento de la iniciacin
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cristiana est especialmente relacionada con el ministerio proftico del anuncio o testimonio.
Ministerio bautismal y por tanto de todos los cristianos.
- La Eucarista, fuente y cumbre de toda la vida cristiana, todos nos ofrecemos con Cristo a
Dios, todos somos agentes y tenemos parte en su celebracin (obsrvese la insistencia en que
la Eucarista visibiliza el ser pueblo de la Iglesia, uno, si bien no confusamente sino orgnico)
- La Penitencia, adems de recepcin de la misericordia de Dios, es reconciliacin con la
Iglesia, pues en este enfoque comunitario, los pecados afectan al todo del cuerpo eclesial.
- La Uncin de los enfermos los asocia a la pasin de Cristo, invoca su consuelo y puede
servir para ayudar a toda Iglesia.
- El Orden Sacerdotal tiene una finalidad de pastoreo por la gracia de Cristo.
- Y finalmente el Matrimonio, a travs del amor mutuo representa la unin de Cristo con su
Iglesia y la acrecientan con la creacin de esa iglesia domstica que es la familia.
Vinculacin con Cristo y construccin de la Iglesia, gracia santificante y experiencia
comunitaria, son las dos lneas que atraviesan y unen todos los sacramentos en esta
presentacin de LG 11, como proceso dinmico de consagracin a Dios y con una ntida
finalidad eclesial, pero tambin cultual: participar del sacerdocio de Cristo (LG 10 y 26). Esta
especificidad cultual que complementa la propiamente eclesial se ve explcitamente
consignada en la afirmacin: El bautismo incorpora a los creyentes a la Iglesia y mediante el
carcter sacramental, al culto cristiano (LG 11). Con lo que adems de afirmar la nocin del
carcter sacramental, se manifiesta su doble direccin eclesial y cultual. El concilio le da al
carcter una inequvoca impronta eclesial y trinitaria:
El carcter, despus del Vaticano II, cabe ser descrito como el sello de la consagracin que el Espritu
Santo imprime sacramentalmente en el hombre, y por medio del cual queda consagrado a Dios mediante
la incorporacin a la Iglesia y unido de modo indeleble a Cristo sacerdote, para, en unin con l y con
dimensin eclesial, ofrecer a Dios Padre el sacrificio espiritual de la alabanza 5.
2.2. Sacrosanctum Concilium.
Como era de esperar, en la constitucin conciliar dedicada a la Liturgia, la reflexin y las
propuestas sobre la vida sacramental de la Iglesia son ms en cantidad y ms precisas de
contenido, si bien hemos de insistir que las indicaciones de Lumen Gentium son
imprescindibles para la comprensin teolgica de los sacramentos en el concilio e incluso
para su desarrollo prctico en la reforma que auspicia la Sacrosanctum Concilium.
Si bien la liturgia no se reduce exclusivamente a los sacramentos, s que son estos su principal
contenido. SC 2 proyecta el ser de la liturgia en dos direcciones, por un lado es medio para
que se ejerza la obra de la redencin; por otro es expresin de la vida cristiana tanto para los
fieles como, a travs de ellos, para que la manifiesten a otros. Gracia redentora que es y ejerce
Cristo; expresin y manifestacin que permite la toma de conciencia al propio cristiano y
comunica o evangeliza al que no lo es. Claves cristolgicas, soteriolgicas, experienciales y
misioneras se entrelazan para darle a la liturgia toda su profundidad y alcance dentro del
misterio de la fe y la vida cristianas.
La SC est dividida en siete captulos: I. Principios generales para la reforma y fomento de la
sagrada liturgia; II. El sacrosanto misterio de la Eucarista; III. Los dems sacramentos y los
sacramentales; IV. El oficio divino; V. El ao litrgico; VI. La msica sagrada; y VII. El arte
y los objetos sagrados.
En el captulo I (SC 5 - 46), dentro de su apartado I (tiene otros cuatro apartados: II.
Necesidad de promover la reforma litrgica y la participacin activa; III. Reforma de la
sagrada liturgia; IV. Fomento de la vida litrgica en la dicesis y la parroquia y V. Fomento
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Ramn Arnau, op.cit. 340.
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de la accin pastoral litrgica) la SC hace una reflexin sobre los elementos constitutivos de
la liturgia cristiana que ya ha anticipado sumariamente en el n 2:
a) La obra de la salvacin se realiza por Cristo (SC 5). En lnea con el enfoque principal de
todo el magisterio del Vaticano II, lo primero es situarse en la Historia de la Salvacin, es
decir, en la voluntad divina de darnos vida y en la centralidad de Cristo como mediador de esa
vida que el Padre quiere para toda la humanidad.
b) En la Iglesia se realiza por la liturgia (SC 6). La liturgia es accin de la Iglesia por la que
sta actualiza la obra de la salvacin que tiene en Cristo su actor principal e insuperable.
c) Presencia de Cristo en la liturgia (SC 7). La accin de la Iglesia en la liturgia no puede
pues, sino hacer de cauce a la accin de Cristo, sirviendo a su presencia en la historia a travs
de su presencia sacramental, valga decir, en la Palabra, la comunidad y el Espritu que anima
ambas realidades.
d) Liturgia terrena y celeste (SC 8). Dimensin escatolgica de toda la accin de la Iglesia por
cuanto procede de la voluntad divina de salvacin y tiende a su plenitud realizada en Cristo
pero pendiente de su consumacin universal.
e) La liturgia no agota la vida eclesial (SC 9). Ni la agota ni se entiende sin el resto de esa
vida eclesial que, conforme al sacerdocio trifuncional de Cristo, se compone de predicacin y
caridad, adems de culto. Pero la santificacin y la evangelizacin se realizan en la unin de
esas tres dimensiones.
f) Pero s es su fuente y cumbre (SC 10). Fuente porque ayuda a experimentarla en el contacto
directo con la Palabra, con la comunidad y con la gracia presente en el conjunto de toda la
accin litrgica. Cumbre porque, en su carcter de alabanza y ofrenda a Dios, anticipa en el
presente lo que solo en la culminacin escatolgica ser realidad plena.
g) Necesidad de la disposicin personal (SC 11). Interesante que junto a la exigencia a los
creyentes de una participacin consciente (consonancia de alma y voz), por la que se garantiza
el respeto de la gracia a la libertad humana, el concilio tambin advierta a los pastores para
que eviten el ritualismo vaco, fruto de un mero juridicismo o atencin exclusiva a las normas
y formas.
h) Ejercicios piadosos (SC 12-13) Igual que se ha establecido que la liturgia no lo es todo, con
el mismo principio diferenciador y plural, se alude a que dentro de la vida litrgica de la
Iglesia, los sacramentos no lo son todo, hay una piedad personal y popular que tambin sirve,
en un orden menor pero importante, a mantener en el creyente y la comunidad la conciencia
de que es Cristo el que salva pero nosotros somos quienes lo hacemos presente por nuestra fe
vivida.
Adems de esta presentacin general de la liturgia, esencial para comprender qu son los
sacramentos y cul es su lugar en la vida de la Iglesia, tambin es necesario para una mejor
comprensin de la sacramentologa del Vaticano II, retener algunas de las directrices que se
especifican en el apartado III de este mismo captulo I: Reforma de la sagrada liturgia. No
en vano, se trata del contenido ms concreto de la renovacin litrgica que la SC promulga. El
calado de esta renovacin solo puede medirse si se tienen en cuenta las siguientes
constataciones:
- La anterior reforma litrgica databa del concilio de Trento (1545 - 1563), y en cuanto se
refiere a la liturgia eucarstica, an con los cambios que introdujera el misal de Po V (5 de
diciembre de 1570) se mantiene bsicamente desde la reforma gregoriana.
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- Por su misma vinculacin con la Tradicin, de la que la liturgia es una forma privilegiada de
expresin, haba fuertes reticencias a aceptar cambios. De hecho, fue uno de los motivos
principales, junto con la determinacin ecumnica del concilio, para el cisma de Lefebvre
(fundador de la Hermandad Sacerdotal san Po X).
- Todava hoy, la reforma litrgica promovida por el Vaticano II, cuenta con muchos
detractores y hay un movimiento permanente de revisin de sus logros, sus fallos y sus
excesos.
Estas directrices se ordenan en cuatro grupos en orden a otras tantas dimensiones de la
liturgia, enfoque igualmente renovador y que encierra ya en s mismo el espritu de esta
reforma: A. Consideraciones generales (valga decir, referentes a lo esencial de la liturgia); B.
Normas derivadas de la ndole de la liturgia como accin jerrquica y comunitaria. C. Normas
derivadas del carcter didctico y pastoral de la liturgia y D. Normas para adaptar la Liturgia a
la mentalidad y tradiciones de los pueblos. Obsrvese, y no es cuestin balad, que lo esencial
e inmutable de la liturgia, junto con su entronque eclesial (comunitario y jerrquico) es
acompaado de una dimensin prctica y educativa y de una finalidad evangelizadora que
pasa por la adaptacin a las realidades locales. Slo el trmino adaptacin ya despierta
recelos para quienes se limitaran a lo esencial y jerrquico de la liturgia. Pensemos qu lejos
estamos de la reforma gregoriana (de Len IX: 1049 - 1054 a Gregorio VII: 1073 - 1085) por
la que se impuso a toda la Iglesia catlica latina el misal romano en detrimento de otras
liturgias locales, como es el caso de la mozrabe.
A. Consideraciones generales: competencia exclusiva de la jerarqua (obispos) para cambiar
la liturgia (SC 22); fidelidad a la tradicin y apertura al progreso (SC 23); importancia de la
Sagrada Escritura en la liturgia (SC 23) y revisin de los libros litrgicos. Para los
sacramentos, aparte de la cuestin de la autoridad reservada a la jerarqua para los cambios
litrgicos, hay que subrayar esa tensin entre fidelidad y progreso, toda vez que la misma
historia de los sacramentos da cuenta de cmo han ido cambian a lo largo de los siglos sin por
ello dejar de responder a su origen y sentido legado por la tradicin. Igualmente reseable la
relevancia reconocida a la Sagrada Escritura, que todava no ha acabado de entrar en todos los
sacramentos, como ocurre con mucha frecuencia en la Penitencia y la Uncin de los
Enfermos.
B. Normas derivadas de la ndole de la liturgia como accin jerrquica y comunitaria.
Primero y ante todo, la eclesialidad de la liturgia, pues es la Iglesia sacramento de unidad
(SC 26) de lo que se deriva, siempre que se pueda, la primaca de las celebraciones
comunitarias (SC 27). Esta eclesialidad se expresan en la participacin segn sus ministerios
y funciones de cada uno de los celebrantes (SC 28-31) lo cual concluye con una saludable
recomendacin de no hacer acepcin de personas (SC 32).
C. Normas derivadas del carcter didctico y pastoral de la Liturgia. Se corresponde bien
este apartado con la clara intencin pastoral y evangelizadora del Vaticano II. Despus de
reconocer el carcter educativo para la fe de la liturgia (SC 33) se estipula como norma
general:
Los ritos deben resplandecer con noble sencillez; deben ser breves, claros, evitando las repeticiones
intiles, adaptados a la capacidad de los fieles y, en general, no deben tener necesidad de muchas
explicaciones (SC 34)
Y con la misma intencin se reafirma la importancia de la Sagrada Escritura, de la homila y
de una catequesis litrgica que permita una participacin ms consciente (SC 35). Y para que
todo ello sea efectivo se instaura -gran novedad y logro de esta reforma litrgica- el uso de la
lengua verncula, si bien manteniendo el uso del latn como lengua propia de los ritos latinos
(SC 36).
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D. Normas para adaptar la Liturgia a la mentalidad y tradiciones de los pueblos. Por ltimo
y no menos importante para ese fin pastoral y evangelizador, que es tan esencial a la liturgia
como su eclesialidad, pues no en vano responde al ser mismo de la Iglesia, se plantea, para no
caer en una rgida uniformidad la valoracin positiva de las peculiaridades locales (SC 37).
Par lo cual habr de tramitarse el modo de incorporar variantes litrgicas para los diferentes
pueblos y culturas (SC 38-40).
Pero en los captulos II y III cuando se referir de modo especfico a la Eucarista (captulo II:
47 - 58) y los dems sacramentos -y sacramentales!- (captulo III). El hecho de que aborde
primero y en un apartado propio la Eucarista, no solo refiere la excelencia superior de este
sacramento, sino que habla de toda la economa sacramental, cuyo centro es el misterio de la
muerte y resurreccin de Jesucristo. De este ncleo central de la fe cristiana, que encierra en
s todo su significado salvfico, se van desgranando, siempre en orden a ese punto generativo,
los otros sacramentos. Dejamos aparte las orientaciones que da sobre la liturgia eucarstica y
que se concretan en la revisin del ordinario de la Misa, y subrayamos la polaridad
significativa y actualizadora de la Eucarista: la entrega sacrificial de Cristo y la fundacin de
la Iglesia como legataria y transmisora de dicha entrega (SC 47) as como la renovada
importancia de la participacin de los fieles (SC 48)
El resto de los sacramentos se tratan en el captulo III (SC 59 - 82): Bautismo (SC 66 - 70);
Confirmacin (SC 71); Penitencia (SC 72); Uncin de los enfermos (SC 73 - 75); Orden
sacerdotal (SC 76) y Matrimonio (SC 77 - 78). Pero tambin aqu tenemos una serie de
aportaciones a la comprensin de los sacramentos acorde con la eclesiologa del concilio,
empezando por una definicin que rene todos los aspectos que ha ido apuntando
previamente:
Los sacramentos estn ordenados a la santificacin de los hombres, a la edificacin del Cuerpo de Cristo
y, en definitiva, a dar culto a Dios; pero, en cuanto signos, tambin tienen un fin pedaggico. No slo
suponen la fe, sino que, a la vez, la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y de
cosas; por esto se llaman sacramentos de la "fe". Confieren ciertamente la gracia, pero tambin su
celebracin prepara perfectamente a los fieles para recibir fructuosamente la misma gracia, rendir el culto
a dios y practicar la caridad.
Por consiguiente, es de suma importancia que los fieles comprendan fcilmente los signos sacramentales
y reciban con la mayor frecuencia posible aquellos sacramentos que han sido instituidos para alimentar la
vida cristiana (SC 59)
Una triple finalidad de los sacramentos (santificacin de los hombre, construccin de la
Iglesia, alabanza a Dios) con una funcionalidad educadora por la que alimentan, robustecen y
expresan la fe. Vale decir pues, que los sacramentos dan vida a la fe, la profundizan
completando o unificando todas sus dimensiones (creer, amar y esperar, que dijo San
Agustn) y la comunican, esto es, la convierten en realidad compartible y pblica. Por todo lo
cual es tan recomendable celebrarlos con la mayor frecuencia posible.
Adems, reafirma la vinculacin histrica y teolgica de los sacramentos con el misterio
pascual de la muerte y resurreccin de Jesucristo como su origen y sentido (SC 61). Y puesto
que hay que reconocer el efecto erosivo del paso del tiempo, propone su actualizacin (SC 62)
que implique el uso de la lengua verncula (SC 63), que aplique el correspondiente
catecumenado para su preparacin (SC 64) y tenga en cuenta la particularidad de las misiones
(SC 65).
Respecto a los sacramentales, citados a la par de los sacramentos en el ttulo de este
captulo, los define en SC 60:
Estos son signos sagrados creados segn el modelo de los sacramentos, por medio de los cuales se
expresan efectos, sobre todo de carcter espiritual, obtenidos por la intercesin de la Iglesia. Por ellos, los
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hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas
circunstancias de la vida.
Cuando dice de ellos que fueron creados segn el modelo de los sacramentos, hemos de
entender que derivan de la misma estructura sacramental de la Iglesia, as como de la
sacramentalidad antropolgica que subyace al hecho religioso, y que comparten con los
sacramentos su estructura de signos visibles de una realidad trascendente. Pero la
subordinacin de los sacramentales a aquellos queda clara al precisar que disponen a recibir
el efecto principal de los sacramentos. Tambin como los sacramentos, estos signos
sagrados deber relacionarse con el misterio pascual (SC 61) y deben ser renovados (SC 62).
Y para su renovacin se explicita en SC 79 el carcter participativo y la actualizacin, e
incluso se reconoce su celebracin por laicos, as como la posibilidad de crear nuevos
sacramentales.
3. La celebracin del misterio cristiano: los sacramentos en el Catecismo
de la Iglesia Catlica.
El 15 de agosto de 1997 fue publicada con la Carta Apostlica Laetamur magnopere, la
edicin tpica del Catecismo de la Iglesia Catlica, presentado como fruto del concilio
Vaticano II. El catecismo, siguiendo el orden del de Po V, tiene cuatro partes: la fe que
creemos (el credo), la fe celebrada (los sacramentos) la fe vivida (la moral cristiana) y la
oracin. Es, pues, en la segunda parte, La celebracin del misterio cristiano (1066 - 1690)
donde se tratan los sacramentos y la liturgia. Antes de la exposicin sobre los siete
sacramentos, hay una introduccin general: La economa sacramental (1076 - 1209) que
cuenta con dos captulos: El misterio pascual en el tiempo de la iglesia (1077 - 1134) y La
celebracin sacramental del misterio pascual (1135 - 1209). Vemos que se respeta la divisin
de sacramentis in genere, la primera seccin de esta segunda parte del Catecismo, y
sacramentis in specie, segunda seccin.
Respecto a la introduccin general a los sacramentos, vaya de antemano una valoracin que
afecta al sentido mismo de lo sacramental en la vida de la Iglesia: prima su adscripcin
litrgica. Y a la comprensin de la liturgia como realizacin de la salvacin que la Iglesia cree
y anuncia, dedica el Catecismo los nmeros 1066 - 1075. Valga que los sacramentos son la fe
celebrada, pero como el mismo Papa Juan Pablo II reconoce en la Constitucin Apostlica
Fidei depositum (11 de octubre de 1992) que promulgaba el Catecismo y lo reconoca como
de derecho pblico de la Iglesia:
La liturgia es, por s misma, oracin; la confesin de fe tiene su justo lugar en la celebracin del culto. La
gracia, fruto de los sacramentos, es la condicin insustituible del obrar cristiano, igual que la
participacin en la liturgia de la Iglesia requiere la fe. Si la fe no se concreta en obras permanece muerta
(cf. St 2, 14-26). Y no puede dar frutos de vida eterna.
La interrelacin entre fe confesada, celebrada, vivida y en oracin, impide el reduc-cionismo
celebrativo o litrgico de la comprensin de los sacramentos: son culto, s, pero como
expresin celebrativa de la fe. Esta mutua implicacin de la confesin y la liturgia, la liturgia
y la vida cristiana, la oracin y la fe celebrada, est puesta de manifiesto en la permanente
exigencia de la teologa sacramental sobre la unin inseparable de gestos y palabras en la
realidad sacramental. Vaya por delante que no entendemos los sacramentos solo como liturgia
porque tampoco la liturgia se entiende nunca a ella misma sin la teologa de la fe, de la Iglesia
y de la accin pastoral de sta para anunciar el Evangelio y poder ser as ella misma en su
predicacin y en sus sacramentos sacramento de salvacin. Hans Kng pona de relieve la
fuente bblica de esta circularidad cuando seala que hay en el NT un dinamismo inclusivo,
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frente a cualquier exclusivismo excluyente, por el que con la palabra se da el sacramento. Por
esa profunda vinculacin: Sin bautismo y eucarista no hay Iglesia6
Antes de precisar la naturaleza de lo sacramental, el Catecismo dedica los nmeros 1066 -
1075 a la liturgia. La razn de ser de la liturgia (1066 - 1068) se explica desde la
concentracin cristolgica: es el misterio de Cristo lo que la Iglesia anuncia y celebra
(1068) y cita SC 2. La misma palabra liturgia (1069 - 1070) explicita su carcter
comunitario como accin pblica, del y por el Pueblo de Dios, que as toma parte en la obra
de Dios. Y su fin no es otro que continuar la accin redentora de Cristo. Cuando se refiere al
sentido neotestamentario de la liturgia, precisa que no se refiere solo al culto (Hch 13, 2; Lc 1,
23), sino tambin al anuncio (predicacin) del Evangelio (Rm 15, 16; Flp 2, 14-17. 30) y a la
caridad (Rm 15,27; 2 Co 9,12; Flp 2,25) En todo caso, es toda la Iglesia la que sirve al culto
en razn de su participacin en el sacerdocio de Cristo, el triple ministerio real, proftico y
sacerdotal (SC 7). En apoyo de esta complementariedad e interrelacin de la predicacin, el
culto la caridad el n. 1072, la liturgia como fuente de vida cita SC 9: La sagrada liturgia
no agota toda la accin de la Iglesia, por eso la preceden la evangelizacin, la fe y la
conversin; y deben seguirle los frutos de vida. Y por eso mismo, debe contar con una
participacin consciente (SC 11)
En lnea con esta plena insercin de la liturgia en toda la riqueza de la vida de fe como fruto y
respuesta al misterio salvfico de Cristo, el Catecismo cita tambin la conexin ntima entre
liturgia y oracin (1073); y liturgia y catequesis (1074-1075).
En el n 1076 presenta la Economa sacramental como accin, realizada en la liturgia de la
Iglesia, de la salvacin que Cristo es. Los sacramentos, dispensan o comunican los frutos del
Misterio pascual de Cristo dentro del tiempo de la Iglesia originado en Pentecosts. El
captulo segundo de esta economa sacramental es un prontuario del cmo de esta accin
salvfica en la celebracin sacramental: quien, cmo, dnde y cundo se celebra la gracia
pascual. Pero en el primer captulo, artculo segundo, nn. 1113 - 1134 (el primer artculo
reincide en la fundamentacin trinitaria de la liturgia de la Iglesia) s que tenemos una
desarrollo del sentido teolgico de los sacramentos. Sentido que es desplegado en cinco
direcciones:
1. Sacramentos de Cristo (1114-1116): cristocentrismo de la conciencia y praxis sacramental.
Cristo es la causa eficiente de la gracia activa en los sacramentos, su verdadero motor en
cuanto acta en la Iglesia por su Espritu.
2. Sacramentos de la Iglesia (1117-1121): es la Iglesia la que tiene la responsabilidad y
autoridad de servir a la economa salvfica con toda su vida de fe celebrada en los
sacramentos. Causa material de la sacramentalidad por medio de su organizacin jerrquica,
disposicin doctrinal y jurdica de la praxis sacramental y ejercicio de la misma en la liturgia.
3. Sacramentos de la fe (1122-1126) Si Cristo produce (lenguaje aristotlico - tomista que hoy
bien podra transferirse a una concepcin ms personalista y dinmica: ofrece, suscita, invita,
regala, facilita...) por su Espritu la gracia y la Iglesia la efecta a su servicio en la liturgia
sacramental, es la fe de la Iglesia y de cada creyente que participa en los sacramentos, la causa
formal por la que lo que ellos significan en virtud de Cristo y su Iglesia, se convierte en
realidades de vida nueva para los que los celebran.
4. Sacramentos de la salvacin (1127-1129) Sera la causa final, aquello para lo que estn
ordenados los sacramentos, su fin y su verdadera utilidad.
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Con esta afirmacin, el papa no se limita a mostrar una consecuencia de lo que supone la
esencia maternal, acogedora de la Iglesia, sino que apunta a que es as como ella cumple con
su propia naturaleza, con su ser ms profundo, tal vez por ello, no olvidar Francisco la
terminologa del Vaticano II sobre la Iglesia como sacramento, y citando LG 1 dice en el n
112: La Iglesia es enviada por Jesucristo como sacramento de la salvacin ofrecida por
Dios. Este carcter sacramental es desarrollado en su dinmica interna cuando aade: Ella,
a travs de sus acciones evangelizadoras, colabora como instrumento de la gracia divina que
acta incesantemente ms all de toda posible supervisin. Gracia, invisible y divina,
actuando a travs de la historia eclesial, de sus visibles acciones, de su instrumento.
Una profundizacin moral y pastoral de esta lnea fundamental la encontramos en los nn. 169-
173, cuando aborda la cuestin de la acogida y el acompaamiento personal de los procesos
de crecimiento. Obsrvese ya en el lenguaje (acompaamiento personal, procesos de
crecimiento) que la exhortacin est teniendo en cuenta una referencia que no olvid el
concilio: la imprescindible participacin libre, consciente y personal de los fieles en las
celebraciones litrgicas (SC 11). Esta insercin de lo catequtico y parentico en la vida
sacramental se fundamenta en otra consecuencia de la eclesiologa del Vaticano II: Ya
hemos superado aquella vieja contraposicin entre Palabra y Sacramento. La Palabra
proclamada, viva y eficaz, prepara la recepcin del Sacramento, y en el Sacramento esa
Palabra alcanza su mxima eficacia (EG 174) Frente al anonimato, con una mirada amiga y
cercana, la Iglesia debe procurar no dejar a nadie en la condicin de hurfano existencial. (EG
169-171). Para ello, debe superar y renunciar a la posicin de juez an a la hora de corregir
(EG 172-173). Ambas orientaciones apuntan en esa direccin de apertura y cogida que inspira
una visin menos juridicista y ms catequtica y pastoral de la administracin de los
sacramentos.
Una referencia original y que suscita una reflexin que la profundice, aparece en el contexto
del dilogo con las otras religiones (EG 250 - 258). Es la propia dimensin sacramental de la
gracia santificante, la que hace posible que los ritos, signos y expresiones sagradas de las
otras religiones sirvan de camino comunitario hacia Dios, aunque no tengan el sentido y la
eficacia de los sacramentos instituidos por Cristo (EG 254)
SIGLAS
DH: DENNZIGER, H. - HNERMANN, P. Enchiridion symbolorum definitionum et declarationum
de rebus fidei et morum. Herder, Barcelona 1999.
EG: Evangelium Gaudium. Papa Francisco, Exhortacin apostlica, 24 de noviembre 201.
LG: Lumen Gentium. Concilio Vaticano II
SC: Sacrosanctum Concilium. Concilio Vaticano II
BIBLIOGRAFA
ARNAU, R. Tratado general de los sacramentos. BAC (col. Sapientia Fidei) Madrid, 2003.
COMISIN TEOLGICA INTERNACIONAL. Temas selectos de eclesiologa (1984) en
Documentos 1969 -1996 Edicin de Cndido Pozo. BAC, Madrid 1998:327 - 375
KNG, H. La iglesia. Herder, Barcelona 1968.
PIERIS, SJ. A. El reino de Dios para los pobres de Dios. Retorno a la frmula de Jess. Mensajero,
Bilbao 2006
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