Buller
Buller
Buller
de la psicologa evolutiva
popular
Muchas afirmaciones de ciertos psiclogos
evolutivos sobre la mente humana se han
introducido ya en la cultura popular. Tan
grandilocuentes declaraciones, sostienen
otros, carecen de pruebas slidas
DAVID J. BULLER
CONCEPTOSBASICOS
-Entre los ltimos legados de Charles Darwin se encuentra la idea de que la mente
humanase constituy como es gracias a algn proceso adaptativo.
-Una rama importante de la psicologa evolutiva ,la que aqu llamamos psicologa evolutiva
popular (PEP), muy
controvertida, sostiene que el cerebro humano tiene muchos mecanismos especializados
que aparecieron durante la evolucin para resolver los problemas adaptativos de nuestros
ancestros cazadores-recolectores.
DEFINICION
En este artculo se entiende por psicologa
evolutiva popular (PEP) una ram de la
psicologa terica que sustenta afirmaciones
sobre la naturaleza humana en principios
evolutivos y se orienta al consumo popular
Segn la PEp, as como la evolucin por seleccin natural y sexual ha dotado a todos los
seres humanos de adaptaciones morfolgicas e! corazn o el hgado-, tambin 105ha
dotado de un conjunto de adaptaciones psicolgicas, u "rganos mentales", entre las que
figuran unos mecanismos psicolgicos o "dispositivos computacionales, funcional mente
especializados" para e! lenguaje, e! reconocimiento facial, la percepcin espacial, e! uso
de herramientas, la atraccin y retencin de pareja, e! cuidado parental y una amplia
variedad de relaciones sociales. En conjunto, estas adaptaciones psicolgicas constituyen
una "naturaleza humana universal". Segn este postulado, las diferencias individuales y
culturales son resultado de la respuesta de nuestra comn naturaleza a las circunstancias
locales variables; igual que en un ordenador, las salidas de un programa son funcin de
sus entradas. Excepciones notables a esta regla son las diferencias entre los sexos, que
se generaron evolutivamente porque en ocasiones no fueron iguales los problemas
adaptativos a que hubieron de enfrentarse hombres y mujeres.
Creo que la PEP sigue un derrotero equivocado. Sus ideas no adolecen tanto de un
fallo determinado en los fundamentos cuanto de muchos errores menores. Aun as, la
crtica reciente de la psicologa evolutiva permite descubrir varios problemas generales de
la PEP.
LA PEP DICE.
que el anlisis d los problemas adaptativos
a que se enfrentaron nuestros ancestros de la
Edad de Piedra, por ejemplo cmo competir
por parejas y recursos, aporta
claves para conocer el diseo de la mente.
PERO
sin conocer los rasgos psicolgicos de
nuestros ancestros -informacin que no poseemos-
no podemos saber cmo la seleccin retoc estos
rasgos para crear la mente del hombre actual.
Primera falacia:
El anlisis de los problemas adaptativos del Pleistoceno aporta claves sobre el diseo de la
mente. Tooby y Cosmides sostienen que, as como podemos dar por cierro que nuestros
antepasados de! Pleistoceno tenan que "seleccionar parejas de alta calidad reproductiva e
"inducir a sus parejas potenciales a elegidos a ellos", tambin podemos dar por cierro que
aparecieron adaptaciones psicolgicas evolutivas para resolver esos problemas. Pero
cuando se intenta identificar los problemas adaptativos que impulsaron la evolucin
psicolgica humana, se tropieza con un dilema irresoluble.
Por un lado, es cierto que nuestros ancestros, por ejemplo, tenan que "inducir a
sus parejas potenciales a elegidos a ellos"; sin embargo, esta idea resulta demasiado
abstracta para que aporte alguna indicacin clara acerca de la naturaleza de las adaptaciones
de la psicologa humana. Todas las especies se enfrentan al problema de atraer a sus
parejas. Los pjaros jardineros macho construyen nidos, con decoraciones muy elaboradas,
para exhibirse en ellos, el macho de los mecpteros, o moscas escorpin, ofrece presas
capturadas y el carricern comn desgrana un variado repertorio de canciones. Para saber de
qu estrategias se valan nuestros antepasados hace algo sobre la psicologa humana
ancestral. Pero no sabemos nada.
Por ltimo, aun cuando pudiramos identificar con precisin los problemas adaptativos
a que se enfrentaron nuestros precursores a lo largo de la historia evolutiva humana, no
podramos inferir gran cosa sobre la naturaleza de las adaptaciones psicolgicas. La
seleccin aporta soluciones a los problemas adaptativos conservando modificaciones de
rasgos preexistentes. La adaptacin posterior siempre se halla en Funcin de cunto se
modificaron los rasgos previos. Para saber cmo se desarroll la solucin a un problema
adaptativo se requiere saber algo sobre el rasgo previo que se utiliz y modific para
resolver el problema de marras.
Sin el conocimiento de los rasgos psicolgicos de nuestros ancestros ~del que carecemos~,
no podemos saber cmo los retoc la seleccin natural para crear la mente.
Falacia 2:
Podemos identificar las exigencias ambientales a que est adaptado un rasgo estableciendo
una correlacin entre las diferencias de rasgos y variaciones ambientales concretas.
Pero el mtodo comparado ofrece poca ayuda a las aspiraciones de la PEP de descifrar
la historia adaptativa de los rasgos psicolgicos ~el lenguaje, formas superiores de
cognicin- que supuestamente constituyen la naturaleza humana. Pinker, por ejemplo,
sostiene con elocuencia que el lenguaje es una adaptacin para la comunicacin verbal de
complejidad combinatoria infinita. Probablemente tenga razn en que el lenguaje es una
adaptacin. Pero descubrir por qu apareci en la evolucin, a qu exigencia constituye una
adaptacin, requiere determinar las funciones adaptativas que cumpli el lenguaje entre los
primeros hablan teso Para que pudisemos valemos del mtodo comparado a la hora de
contestar ese tipo de preguntas, necesitaramos comparar algunos rasgos psicolgicos con
su forma homloga en las especies con las que compartimos un ancestro comn. Aqu es
donde se presenta el problema. Entre las especies existentes, nuestros parientes ms
cercanos son el chimpanc y el bonobo, con los que compartimos un precursor comn que
vivi hace unos seis millones de aos. Pero ni siquiera ellos, nuestros parientes ms
cercanos, poseen esos rasgos psicolgicos complejos, como el lenguaje, cuya evolucin
aspira a explicar la PEP.
S podra ilustramos sobre estos procesos evolutivos algn tipo de informacin sobre
la ecologa y el estilo de vida de especies ms estrechamente emparentadas con nosotros,
con las que compartisemos algunas capacidades cognitivas superiores. Quiz podramos
dar con demandas ambientales que nos hubiesen afectado tanto a ellas como a nosotros,
pero desconocidas para el chimpanc y el bonobo (y otros primates). Las especies que
renen tales condiciones son los dems homnidos: los australopitecinos y las otras
especies del gnero Homo.
Por desgracia, todos esos homnidos se han extinguido; y los muertos no cuentan sus
historias evolutivas [vase "Homnidos contemporneos", de lan Tatterssal;
NVESTIGACIN y CIENCIA, marzo de 2000]. Escasean, pues, las pruebas necesarias
para desentraar la historia evolutiva de los rasgos propiamente humanos por medio del
mtodo comparado, (De ah que haya varias teoras sobre la evolucin del lenguaje, pero
ninguna sugerencia acerca de cmo se podra discriminar entre ellas mediante pruebas
empricas.)
Sabemos, por ejemplo, que el alelo que produce (en quien tiene dos copias del alelo) la
anemia drepanoctica o falciforme es, cuando se tiene slo una copia, una adaptacin que
confiere resistencia a la malaria. La prueba se obtuvo al comparar poblaciones humanas
portadoras del alelo con poblaciones humanas en que se halla ausente e identificar las
demandas ambientales que guardaban correlacin con la presencia del alelo. Como el
mtodo comparado ha detectado este tipo de adaptaciones fisiolgicas, es razonable
suponer que tambin podra encontrar algunas adaptaciones psicolgicas. Pero eso no sirve
de consuelo a la PEP, que proclama la universalidad de las adaptaciones psicolgicas
humanas. El mtodo comparado reviste una magra utilidad para los rasgos universales y
caractersticamente humanos. Por tanto, es improbable que las explicaciones evolutivas de
nuestra supuesta naturaleza humana universal pasen alguna vez de especulaciones.
LA PEP DICE
que los humanos modernos
alojamos una mente de la
Edad de Piedra
PERO
Falacia3:
"El crneo moderno aloja un cerebro de la Edad de Piedra" La afirmacin de la PEP de que
la naturaleza humana se perge durante el Pleisroceno, cuando nuestros antepasados
vivan como cazadores-recolecto res, es errnea en los dos cabos temporales de la era.
Algunos mecanismos psicolgicos humanos emergieron, cierto, durante el P!eistoccno,
Pero otros son vestigios de un pasado evolutivo ms antiguo; los compartimos con algunos
de nuestros parientes primates. Jaak Panksepp, de la Universidad estatal de Bowling Creen,
ha identificado siete sistemas emocionales en los humanos cuyos orgenes evolutivos son
anteriores al Pleistoceno. Los sistemas emocionales que denomina Cuidado, Pnico y
Juego se remontan a la historia evolutiva de los primates tempranos, mientras que los
sistemas de Miedo, Rabia, Curiosidad y Deseo vienen de ms atrs, de antes, incluso, de
que hubiera mamferos.
La idea de que "nuestro crneo moderno aloja una mente de la Edad de Piedra" tambin
es errnea en lo que toca al cabo contemporneo de nuestro hilo evolutivo. La nocin
de que estamos atascados en una psicologa adaptada al Pleistoceno subestima sobremanera
la velocidad a la que la seleccin natural y sexual puede impulsar el cambio evolutivo.
La investigacin reciente ha demostrado que la seleccin puede alterar radicalmente rasgos
de una poblacin en slo 18 generaciones (en los humanos, unos 450 aos).
Tan rpida evolucin ocurre, por supuesto, slo cuando se dan cambios significativos en
las presiones selectivas que operan sobre una poblacin. Pero las transformaciones
ambientales acaecidas desde el Pleistoceno han alterado, sin duda, las presiones selectivas
sobre la psicologa humana. Las Revoluciones Agrcola e Industrial precipitaron cambios
fundamentales en las estructuras sociales de las poblaciones humanas, 10que a su vez
modific las dificultades a que se enfrentan los humanos cuando adquieren recursos, se
aparean, forman alianzas o se distribuyen en categoras dentro de una jerarqua.
Falacia 4:
La PEP sostiene que sus especulaciones sobre nuestro pasado pleistoceno han llevado al
descubrimiento cubrimiento de muchas de las adaptaciones psicolgicas que controlan
nuestro comportamiento . El planteamiento, pues, ha funcionado; debe de andar bien
encaminado.
Ni que decir tiene que la solidez de semejante argumentacin depender 'de la fuerza
de las pruebas que avalan los descubrimientos que la PEP asegura haber logrado. Esas
pruebas suelen consistir en datos de tests psicolgicos por escrito (cuestionarios donde hay
que elegir entre respuestas prefijadas), aunque a veces se presentan tambin conjuntos
limitados de datos relativos al comportamiento.
Sin embargo, como he mostrado in extenso en mi Adapting Minds, la mayora de las veces
las pruebas no son concluyentes, y eso en el mejor de los casos. Como dijo con cierta
sorna Robert Richardson, de la Universidad de Cincinnati, las hiptesis evolutivas
preferidas de la PEP son "especulaciones disfrazadas con resultados". La impresin de que
las pruebas son convincentes no la crean tanto los datos en s, sino el que se pasen por alto
y no se contrasten adecuadamente otras explicaciones viables. Veamos un sencillo ejemplo.
Buss sostiene que los celos evolucionaron a modo de alarma emocional que avisa de
las potenciales infidelidades de una pareja. Provocaran un comportamiento orientado a
minimizar prdidas en los esfuerzos invertidos para la reproduccin. Entre nuestros
antepasados, contina el argumento, las infidelidades suponan costes reproductivos
diferentes para cada sexo. Para los hombres, una infidelidad sexual significaba que podan
estar invirtiendo los recursos parentales en la descendencia de otro macho. Para las
mujeres, era la relacin emocional del varn con otra mujer lo que podra llevar a la prdida
de los recursos proporcionados por el varn. Y, en efecto, Buss afirma haber descubierto la
diferencia sexual requerida en el "diseo" evolutivo de la mente celosa: la mente masculina
es ms sensible a los indicios de infidelidad sexual, mientras que la mente femenina es ms
sensible a los signos de una infidelidad afectiva.
Los principales datos citados en apoyo de esta teora son las respuestas a unos cuestionarios
de respuesta prefijada. En uno de los puntos del cuestionario, por ejemplo, se pregunta a los
sujetos qu encuentran ms turbador, "imaginarse a su pareja creando unos lazos
emocionales profundos" con un rival o "imaginarse a su pareja disfrutando de un acto
sexual apasionado" con un rival. Los resultados muestran sistemticamente
que hay ms hombres que mujeres que encuentran ms turbadora la infidelidad sexual
de su pareja que la emocional.
Pero estos datos son pruebas sin solidez ("tomadas con pinzas") de adaptaciones
psicolgicas diferenciadas por sexos. Ambos sexos podran tener la misma capacidad
evolutiva para distinguir las infidelidades amenazadoras de las que no lo son y para sentir
celos hasta un grado proporcional a la amenaza percibida para una relacin en [laque se ha
invertido esfuerzo. Esa capacidad que ambos sexos compartiran habra generado los
resultados diferenciados del cuestionario de Buss porque, con el tiempo, habramos
adquirido la creencia de que existen diferencias ligadas al sexo en el tipo de
comportamiento que representa una amenaza para la relacin. As, segn varios estudios,
est muy extendida la opinin, en ambos sexos, de que los hombres son ms proclives que
las mujeres a mantener relaciones sexuales sin implicarse afectivamente. En coherencia con
ese juicio, a los hombres les parecer ms amenazadora la infidelidad sexual de una mujer
que a una mujer la infidelidad sexual de un hombre, porque la infidelidad sexual femenina
es ms proclive a venir acampanada de una implicacin afectiva.
Esta hiptesis alternativa tambin explica a la perfeccin otros datos que no encajan
fcilmente en la teora de que las caractersticas evolutivas de la mente son distintas en
razn del sexo.1En primer lugar, los varones homosexuales ~on incluso menos proclives
que las mujeres heterosexual es a encontrar la infidelidad sexual ms turbadora que la
emocional. Los varones homosexuales son tambin menos proclives que los varones y
mujeres heterosexuales a creer que la infidelidad sexual representa una amenaza contra la
relacin principal. Si ambos sexos comparten la misma capacidad para sentir celos, y el
grado de los celos sexuales viene dado por el grado de la amenaza percibida para una
relacin, es normal que la tendencia de los varones homosexuales a no encontrar la
infidelidad sexual amenazadora les haga aparrarse de la norma masculina.
No est claro por qu la PEP se resiste a la idea de que los sexos comparten el mismo
mecanismo emocional de los celos y las diferencias de actitud derivan de las diferencias
en las creencias que procesa ese mecanismo. Segn la PEP, muchas diferencias culturales
son producto de una naturaleza comn que responde a condiciones locales variables. Aun
as, las diferencias culturales son a menudo ms profundas que esas diferencias sexuales
que la PEP ha convertido en teora sensacionalista. Si la variacin cultural emerge de una
naturaleza compartida que responde a estmulos distintos, emergen tambin las diferencias
sexuales en lo concerniente a actitudes y comportamiento.
LA PEP DlCE
PERO
Coda (conclusin)
Uno de los legados perdurables de Darwin es la idea de que la mente humana se adquiri en
el curso de la evolucin a travs de un proceso adaptativo. Al fin y al cabo, resulta ms
costoso hacer funcionar el cerebro humano que un motor de combustin interna, ya que el
cerebro consume el 18 por ciento de la energa del cuerpo aunque constituye escasamente el
2 por ciento de su peso. No tendramos semejante rgano si no hubiera desempeado
funciones adaptativas importantes en nuestro pasado evolutivo.
Lo difcil para la psicologa evolutiva es pasar de este hecho general a los detalles
especficos, sustentados empricamente, de proceso adaptativo que conform la mente.
Ahora bien, segn hemos visto, escasean las pruebas que puedan confirmar las teoras sobre
las adaptaciones que ha experimentado nuestro linaje durante los ltimos dos millones de
aos. Y no parece probable que tales pruebas se materialicen algn da; las que pudo haber
se han perdido, quiz para siempre. No resulta fcil, cierro,. aceptar que hay muchas
cosas sobre la evolucin de la mente humana que nunca conoceremos y sobre las que slo
podremos especular.
Por supuesto, algunas cbalas son peores que otras. Las de la PEP andan profundamente
erradas. No parece que seccionar nuestra historia en el Pleistoceno en distintos problemas
adaptativos, suponer que la mente se divide en soluciones independientes a esos problemas
y apoyar semejantes supuestos con datos de cuestionarios escritos nos vaya a ensear
mucho acerca de nuestro pasado evolutivo. El campo de la psicologa evolutiva tendr que
hacerlo mejor. Pero incluso aunque lo hiciera lo mejor posible, puede que jams nos
desvele por qu evolucionaron nuestras complejas caractersticas psicolgicas.