Lectura Neurociencias
Lectura Neurociencias
Lectura Neurociencias
La sentencia de Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas”, nos servirá
para ubicar el tema de las Neurociencias, tal como las entendemos. Desde que los
hombres empezaron a transformar la naturaleza, dos han sido los polos que han
generado su mayor deseo de saber, lógicamente sin otra alternativa posible: por un
lado, todo lo que les rodea y, por otro, todo lo que sucede dentro de ellos. En cuanto a
lo primero, todo ha resultado ser relativamente simple, desde la exploración del
macrocosmos hasta la del microcosmos; así, el estudio de la materia que dio origen a
la teoría físico-química, empezó temprano y ha avanzado hasta donde ahora sabemos
acerca de la estructura del universo y las partículas más elementales.
En cuanto a lo segundo, los problemas han resultado ser muchísimo más complejos: la
teoría de la vida y la teoría de la sociedad no han avanzado tanto como para dar un
marco apropiado al desarrollo de una teoría acera de cómo somos por dentro. Desde
que se empezó a conocer la piel, los órganos internos, hasta que se visualizó el
cerebro, ha trascurrido el mismo tiempo que se necesitó para tener la primera teoría
acerca de las leyes del universo. Ahora se sabe mucho más acerca de decenas de
partículas subatómicas, y las leyes cuánticas van a su integración con las teorías del
universo en general. Pero, al mismo tiempo, aún no sabemos qué es aquello que
llamamos la mente y, en vez de ello, hay coros de voces pregonando por internet cómo
funciona el cerebro. Y qué es lo que nos dicen: nada menos que “neuromitos”, o
ficciones, como decía hace cerca de un siglo, nada menos que el Nóbel Charles
Sherrington, acerca del arco reflejo. Por ahora, desde que así lo planteara otro premio
Nóbel, Roger Sperry, el problema más importante que tiene que resolverse, ya no es el
alma o la razón: es el de la mente y su relación con el cerebro. La cuestión es,
entonces, si no sabe todavía qué es la mente, ¿cómo podemos explicar la relación
entre un ente que sabemos que existe, pero no sabemos qué es, y un órgano acerca
del cual sólo se sabe cómo funciona?
Estos problemas, por otro lado, han generado otro todavía mayor. Desde nuestro
particular punto de vista, creemos que se ha llegado a un entrampamiento de la teoría
del cerebro, que ha mostrado su incapacidad para explicar la unidad de dos extremos
claramente contrapuestos: mientras por un lado los datos empíricos acerca del cerebro
se incrementan geométricamente, por otro, la teoría de la mente se vuelve cada vez
más confusa, hasta parecer innecesaria. Frente a esta situación, los teóricos del
cerebro siguen lucubrando y discutiendo sus puntos de vista en cuanto artículo, libro o
congreso hay, convocados por los grandes centros de poder académico y financiero del
mundo desarrollado, para defender el punto de vista de la ciencia natural, según el
cual el cerebro del hombre se explica con el modelo del cerebro del mamífero. De
acuerdo a esta perspectiva, lo que hace el chimpancé es en pequeño lo que hace el
hombre, y todo lo que es y hacen las personas, se reducen a lo que es y hace el
cerebro del animal.
Lógicamente que esta falta de objetivos mayores de la teoría del cerebro, sólo tiene
sentido para ese mundo desarrollado, el mismo que vive en la opulencia, pagando por
anticipado sus viajes de turismo interplanetario, financiando guerras genocidas,
incitando a los niños y jóvenes a cometer los crímenes más horrendos, y provocando
las crisis económicas que dejan sin sustento a millones de hombres y mujeres en todo
el mundo. Nos preguntamos, entonces, si es que puede afirmarse que toda esta
inmoralidad puede explicarse con la teoría del cerebro animal.
A diferencia de estas condiciones de opulencia e inmoralidad, los países pobres
tenemos la urgente necesidad de tener a la mano instrumentos que sirvan para
promover nuestro propio desarrollo, liberándonos de la frustrante dependencia
económica y, sobre todo, intelectual y espiritual. Instrumentos de esta naturaleza,
tienen que ser teorías que expliquen los procesos esenciales de la vida, la sociedad y
los hombres, a fin de saber qué es lo que realmente ha determinado nuestro
estancamiento, que podría terminar en un estado similar al de las especies animales
que se adaptaron a su situación y condiciones de vida por millones de años. Una teoría
de esta naturaleza debe explicar cómo, a partir de la miseria, podemos dar el paso que
nos conduzca al desarrollo pleno de nuestras potencialidades; que nos facilite la cabal
realización de nuestras actuales capacidades, para fundar así una sociedad realmente
moral.
Nuestra preocupación es, entonces, cómo se puede desarrollar una teoría del hombre
que nos permita realizar las grandes aspiraciones éticas, que no las formularon quienes
dominan y se aprovechan del mundo, e incluso están en camino de acabar con él; sino
quienes siempre han soportado el peso del egoísmo, la dominación y la injusticia, y
para ello tenernos que llevar adelante las ideas fundamentales que ellos nos legaron,
promoviendo precisamente la solidaridad, la libertad y la justicia.
Es en este contexto y con tales finalidades que hemos propuesto una teoría del
hombre que escapa de la teoría del animal; una teoría que bien podría sumarse a los
esfuerzos que se vienen haciendo para promover el desarrollo de una ciencia social
acorde con nuestras necesidades. Dicha teoría nos permite dejar en un segundo plano
la teoría vigente acerca del cerebro, a la que cuestionamos en los siguientes términos:
1. Se ha fundado en el marco dominante del mecanicismo y el positivismo de las
ciencias naturales
2. Ha impuesto la idea que el hombre es miembro de una especie animal,
ignorando la importancia de su determinación social, y dando por sentado que
el modelo del sistema nervioso de los animales sería igualmente válido para las
personas
3. No ha superado el dualismo mente-cerebro, pues no ha llegado a precisar la
naturaleza de la mente ni el carácter social de la actividad cerebral. El enfoque
bio-psico-social en ningún momento ha definido qué es lo psíquico ni qué es lo
social.
4. No se ha integrado con la diversidad de teorías psicológicas, sobre todo acerca
de la personalidad, puesto que todas las teorías del cerebro expresan la
concepción dualista del individuo y sus atributos: su mente, su personalidad, su
inteligencia, su patología
5. No tiene una explicación acerca de la estructura psíquica del hombre,
específicamente respecto a la conciencia, por lo que no explican por qué las
personas sienten, conocen y desean de modo distinto a los animales
6. No ha logrado desarrollar la idea largamente sostenida del cerebro tripartito, y
han adoptado el modelo naturalista del cerebro bipartito, que corresponde
lógicamente al cerebro del mamífero
7. No tiene una explicación consistente acerca del desarrollo formativo de la
personalidad; por eso es que no sirve para explicar los efectos de la educación
sobre el individuo
8. La preocupación por el problema de la moral se ha reducido al estudio de las
formas de comportamiento supuestamente moral de los primates
9. No ha tomado en cuenta las relaciones esenciales que existen entre la
estructura económica de la sociedad y la estructura moral de las personas
10. Su explicación de los aspectos moleculares, anatómicos y funcionales del
cerebro de los animales, no ha facilitado una adecuada aproximación al
proceso de atención de salud de las personas, separando lo mental de lo
corporal
11. Al no estar enmarcada dentro de la teoría de las relaciones sociales, la
explicación de la determinación genética de la mente no sólo es insuficiente,
sino que se opone a la explicación de la determinación social de los hombres
12. La explicación naturalista del cerebro humano ha resultado ser irrelevante para
la formación profesional, sobre todo en psicología y educación, y aunque
parezca falso, también en medicina.
Creo que estas son buenas razones como para replantear el problema de la naturaleza
de la mente e intentar una solución del problema de la relación mente-cerebro. Sin
embargo, desde muy al comienzo de emprender esta tarea, nos percatamos que la
teoría general acerca de la vida en que se había basado la explicación del cerebro de
los hombres, no era la correcta, y que esto explicaba también el entrampamiento
arriba mencionado. Nos percatamos que ni la teoría científica natural, ni la filosofía
especulativa nos proporcionaban el marco apropiado, y que, para afrontar el problema
irresuelto, había que replantearlo sobre bases diferentes. Algo habían avanzado a este
respecto investigadores como Vigostky, Rubinstein, Leontiev, Luria, Politzer, Wallon,
Lértora, Merani, entre otros. Pero ninguno de ellos había ensayado la posibilidad de
reelaborar una explicación de la evolución de los seres vivos, y sobre todo, de la
especie Homo sapiens, como para arribar a una explicación de la esencia genética y
social de los hombres sobre bases más sólidas. Esto fue lo que hicimos al introducir la
idea según la cual la información es el proceso esencial que determina la emergencia y
el desarrollo evolutivo de los sistemas vivos. Sin este concepto hubiera sido imposible
plantear cómo, en dicha evolución, a partir de la materia inerte se llega a la sociedad.
Este concepto, además, nos permitió replantear la tesis filosófica materialista según la
cual la esencia humana es el conjunto de las relaciones sociales, para concluir en una
explicación científica social del hombre y de su cerebro.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
1. Ortiz CP (1994) El Sistema de la Personalidad. Orión, Lima.
2. Ortiz CP (1998) El Nivel Consciente de la Memoria. Universidad de Lima.
3. Ortiz CP (2002) Lenguaje y Habla Personal. Fondo editorial, UNMSM, Lima.
4. Ortiz CP (2004) Cuadernos de Psicobiología Social 1. Introducción a una Psicobiología del
Hombre. Fondo Editorial, UNMSM, Lima.
5. Ortiz CP (2004) Cuadernos de Psicobiología Social 6. El nivel consciente de la actividad
personal. Fondo Editorial, UNMSM, Lima.
6. Ortiz CP (2006) Introducción a la Medicina Clínica II: El Examen Psicológico Integral.
Fondo Editorial de la UNMSM, Lima
7. Ortiz CP (2007) Ética Social. Centro de Producción Editorial, UNMSM, Lima.
8. Ortiz CP (2008) Educación y Formación de la Personalidad. Fondo editorial de la
Universidad de Ciencias y Humanidades, Lima.
9. Wilson EO (2000) Sociobiology. The New Synthesis. Harvard University Press,
Massachusetts.
10. Wulff R (1999) The two cultures of medicine: objective facts versus subjectivity and
values. Journal of the Royal Society of Medicine; 92(11):549-552).
NEUROLOGÍA
LA NEUROLOGIA EN LA PRACTICA MEDICA GENERAL
No creo que sea demasiado ambicioso pretender que un manual de esta naturaleza,
pueda permitir al mismo neurólogo diseñar una estrategia en la educación médica de la
especialidad, que le facilite la enseñanza de la Neurología a quienes no van a ser neurólogos.
En los últimos veinte a treinta años, una fuerte tendencia a integrar la Neurología a la
Medicina Interna, se ha visto reforzada por la creciente disponibilidad de métodos
terapéuticos, que necesariamente obligan al médico a actuar con rapidez y oportunidad, pues
en gran número de casos el aire de incurabilidad de la enfermedad neurológica es sólo
consecuencia de un diagnóstico tardío y de la aplicación de un tratamiento cuando una lesión
reversible se ha tornado definitiva. De otro lado, un mejor conocimiento de todo un conjunto
de factores de riesgo, también obliga al médico y a todo profesional de la salud a intervenir
activamente en la prevención de enfermedades neurológicas, contribuyendo así a disminuir su
efecto en la alta morbilidad y mortalidad de éstas enfermedades una vez producidas.
La atención de la salud por niveles.- Es sabido que muchas personas consideran sus
jaquecas como dolores “normales”, y nunca se sintieron obligados ni siquiera a tomar una
aspirina. También sabemos que hay pacientes que, si bien sientas que algo anda mal en su
cabeza, jamás tendrán la oportunidad de solicitar ayuda médica, o bien porque no tienen
medios para llegar al sitio indicado, o bien porque tal sitio no existe ellos se atendrán con los
medios disponibles a su alcance, y probablemente se alivien igual.
También es cierto que hay quienes por un dolor banal de cabeza, pueden acceder al
mejor especialista. No cabe duda, que estos ejemplos tienen en común un aire de
irracionalidad que debe obligarnos a recapacitar y por lo menos intuir alguna forma de superar
los desniveles.
La realidad es que, dentro del proceso de atención de la salud, hay actividades propias
de cada especialidad que son de carácter promocional, otras de carácter preventivo, otras
naturalmente de recuperación y otras de rehabilitación. Ello no significa que solamente el
neurólogo tenga que realizar tales actividades; por el contrario y complementariamente
significa que todo médico debe hacer lo mismo, dentro de las limitaciones propias de su
especialidad.
Además, debe considerarse que en las salas de operaciones o de cirugía, también hay
problemas neurológicos, como los hay durante el embarazo, y que decir durante el
nacimiento, y el desarrollo del niño de un lado, y la involución de la senescencia, de otro. En
todas estas áreas de trabajo médico, las peculiaridades de los problemas neurológicos, solo
ocasionalmente requieren de la ayuda del especialista. Un conocimiento del manejo de estos
problemas por parte del médico tratante obligan a una concepción más integral de toda la
Medicina, antes que a una visión parcelar de la misma, desde las etapas más iniciales de la
formación del médico.
NEUROPSICOLOGÍA
VER
EN PERSONALIDAD
NIVELES DE
ORGANIZACIÓN
NIVELES DE ORGANIZACIÓN DE LOS SISTEMAS VIVOS
Tipo de Tipo de
Nivel Individuo Estructura Actividad
Información Codificación
Psíquica En redes de
V. Personal Persona Personal
consciente tipo neocortical
En redes de
Psiquismo Psíquica Psíquica
IV. Humano tipo
humano humana inconsciente
paleocortical
En redes de
III. Orgánico Organismo Funcional Funcional
tipo nuclear
En la matriz
II. Tisular Tejidos Metabólica Metabólica
intercelular
I. Celular Células Reproductiva Genética En los genes
0. Físico Moléculas Fisicoquímica No existe No existe
NEUROPSICOLOGÍA
EL ROL DE LAS NEUROCIENCIAS EN LA EXPLICACION DE LA ACTIVIDAD
PSIQUICA (1984)
Nadie dudaría de la importancia de cada uno de estos temas, aspectos o realidades comunes a
todo ser humano. Nadie duda que existen relaciones entre ellos: que el cerebro es la base
material del pensamiento, el lenguaje y la personalidad. Que el lenguaje es el sistema de
comunicación natural más característico del hombre y que, si bien es función del cerebro, el
habla tiene su fundamento y origen en las relaciones sociales. Para completar el circulo, es
necesario adherirse a la noción básica, que la esencia humana es el conjunto de las relaciones
sociales, de modo que tanto la intencionalidad como la forma como se manifiesta la persona en
sus actos –y sus palabras– dependerán de la posición que cada individuo ocupa dentro de la
estructura social en un momento dado de su historia. Todo esto, sin embargo, no invalida el
hecho de que toda la organización interna de esos actos y palabras, dependen de la integridad
del cerebro humano.
Desafortunadamente los problemas de la ciencia no terminan con la precisión de los conceptos.
Estos son importantes como abstracciones generales, superiores, que dan sustento filosófico a la
ciencia misma. Pero se exige una explicación, y la explicación neurobiológica de la actividad
psíquica si bien ha avanzado como para sentirnos más seguros en el manejo clínico de múltiples
problemas, como el de la pérdida del habla o de los cambios en la personalidad por lesiones
cerebrales, es seguro que estamos sólo al comienzo de las investigaciones tendientes a una
explicación realmente valedera.
Es pues en el campo clínico donde algunas observaciones parecen ser muy importantes, y de
ellas podemos obtener algunas consideraciones de gran utilidad para comprender mejor el
comportamiento humano, especialmente su conducta social. Aquí nos referimos solamente a las
consecuencias que puede acarrear una lesión de los lóbulos frontales. Estos son las partes del
cerebro que se encuentran detrás de la frente y se extienden hasta cerca de la mitad del cráneo.
En lo que respecta a la actividad personal, puede suceder una de dos posibilidades: en unos
casos el sujeto se comporta como si hubiese perdido el interés por las cosas, se muestra
indiferente ante situaciones de su vida; pero en otros casos el paciente aparece como
desorganizado, incapaz de seguir las normas que son usuales en las relaciones interpersonales,
o inclusive incapaz de terminar o proseguir un trabajo productivo. En ambos casos, el paciente
parece haber perdido su capacidad intelectual; pero no es así. Si se le examina por medio de los
tests llamados de inteligencia, se podrá comprobar que las habilidades intelectuales se
mantienen. Algo así como si la persona fuera incapaz de usar su inteligencia. Recuerdo de un
joven estudiante de ingeniería que después de un traumatismo de la cabeza quedó en
condiciones tales que el mismo quería seguir estudiando y recordaba mucho de lo aprendido,
pero que una vez empezada una tarea le era imposible continuarla y menos terminarla.
Una observación sumamente importante es que muchos de estos pacientes parecen no tener
dificultades –o por lo menos éstas no son notorias– en condiciones usuales de la vida rutinaria
en la casa o con personas conocidas; pero en aquellas situaciones de carácter social, donde el
cumplimiento de las reglas sociales es obligatorio, o donde deben cumplirse con labores de tipo
productivo, que exigen fijarse un objetivo anticipado, allí es donde las deficiencias de la persona
se hacen más notorias.
Es como si faltase aquella capacidad de anticiparse a las consecuencias de su propia actividad
personal; como si faltase la capacidad para organizar el conjunto de actos que conducen al
cumplimiento de una obligación socialmente planificada.
Si bien a partir de estas observaciones se pueden sentar varias hipótesis sobre el modo cómo
funciona el sistema nervioso respecto del habla y la organización de la personalidad, todas ellas
giran alrededor de dos comprobaciones importantes: 1. Que los lóbulos frontales del cerebro
que en el hombre han alcanzado un volumen muy grande en comparación con los animales son
importantes en la organización de aquellos actos –especialmente el trabajo productivo– a través
de los cuales se manifiesta la personalidad humana. 2. Que el lenguaje desempeña un rol muy
decisivo en la organización de estas formas de conducta social.
Es interesante señalar en este contexto, que algunos investigadores con mentalidad biologista
especularon sobre el hecho que en algunas culturas la mayor parte de sus individuos se
comportan como si “no tuvieran” lóbulos frontales: algo así como los niños que no siguen con
facilidad las órdenes de sus mayores que usualmente son verbales. Señalaban como
características individuales la poca capacidad productiva, su poco respeto por las normas, no
acatar las leyes o no cumplir con la palabra empeñada. Por supuesto que si observamos la
conducta de algunas personas conduciendo su automóvil por las calles de nuestra ciudad,
cuando observamos una multitud asaltando un ómnibus para viajar; la falta de respeto por las
“colas” (que independientemente de la situación actual son necesarias) y, lo que es más
llamativo, nuestra “natural” tendencia a no planificar nada; todo ello abonaría a favor de una
teoría semejante: los seres humanos en los países subdesarrollados tendrían características
biológicas propias que explican su propia condición de subdesarrollados. Sin embargo, esta
aventura del pensamiento es sólo una verdad a medias. Lo que puede suceder es que por efecto
de las mismas condiciones sociales en que nos educamos y actuamos, aún tenemos extensas
zonas del cerebro sin funcionar: están allí a la espera que cambien las condiciones sociales tan
favorablemente que sea factible la utilización de todo nuestro potencial biológico, cerebral.
Dentro del sistema actual, parece que tal posibilidad está fuera de nuestro alcance.