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Comunalidad Resistencia y Neocolonialismo 1112

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Comunalidad,

Resistencia Indgena y Neocolonialismo


en el Istmo de Tehuantepec
Siglos XVI-XXI

Carlos Manzo

Ce-Acatl
Comunalidad, Resistencia Indgena y Neocolonialismo en el Istmo de
Tehuantepec Siglos XVI-XXI
Carlos Manzo
Primera edicin, 2011.
Portada: Gubia Gueela Guendanabani.
Grabado de Delfino Marcial Cerqueda.

Diseo y cuidado de la edicin: Juan Anzaldo Meneses.


Editado por el Centro de Estudios Antropolgicos Ce-Acatl, A.C.
Cerro de Churintzio 108, Col. Campestre Churubusco, Mxico 04200 D.F.
Tel.: +(55) 5549-1882 ceacatl2010@gmail.com
IMPRESO Y HECHO EN MEXICO
Para Angie, en su memoria que a temprana vida ha emprendido el
viaje que por todos espera, porque su alegra y su esplendida
sonrisa nos har falta para sobrellevar nuestras azarosas vidas.
A mi ta Bertha y a mis primas Sandra y Miriam y a mi sobrino
Jorge Antonio, como un aliciente en nuestra permanente lucha
por la vida.
A Nani y Diego Alejandro.
A Dalia y Carlos Miguel.
A Sofa, Ludmila Guie Biaani y Rusibaani.
A Rosita, Gustavo y Abenamar.
Por motivar, acompaar y contribuir en este esfuerzo.
Este trabajo tambin est dedicado a la memoria de: Na Lorenza
Ruz y Ta Miguel Manzo, Don Juan Jos Rendn, Floriberto
Daz, Don Pedro de Haro, Julio Haro, Jos Noe Torres, Francisco
Cabrera, Ramiro Taboada, Roberto Miranda, Comandanta
Ramona, Angelica Inda, Andrs Aubry, Don Efrn Capz, Don
Ricardo Robles, Don Carlos Montemayor, Don Bolvar
Echeverra, Tatic Samuel Ruz, Don Carlos Lenkersdorff, Ta
Rosalino Lpez Toledo, Ta Too Lpez Marn, Ta Margarito
Ordaz, La ta Ofelia, el to Alvaro de Atlapulco, Luis de la Rosa,
Juanita Gutirrez, Alexis Benhumea, Mara Auxilio Pin,
Romina Martnez, Rita Guerrero, Bernal Vsquez, Manuel
Posada, Carlos Snchez, Teresa Bautista, Felicita Martnez,
Bety Cario, Jiry Jakola, Timoteo Alejandro, Cleriberta Castro y
del profesor Higinio Martnez.
Todos ellos grandes padres, abuelos y abuelas, caminantes
mujeres y hombres, tas y tos, compaeras y compaeros,
sabias y sabios gentes del pueblo, indios y no indios, amigas y
amigos ausentes cuyas vidas dejaron una estela de luz que
permite y motiva nuestro andar soando en esta noche que
an no alcanza a ser maana.
Agradecimientos:

El maestro no es el culpable, es el sistema


Alvaro (TDC-Atlapulco, mayo de 2009).

Realizar una investigacin o estudio en el marco de un programa


de doctorado en Ciencias Sociales, hasta ahora no deja de ser un
proyecto personal que bien puede traducirse en un esfuerzo
colectivo; independientemente de que el sistema educativo
competitivo -bancario que hegemoniza desde los ltimos siglos
la enseanza y educacin superior en la mayora de las universida-
des se encuentre curricular, epistmica y metodolgicamente
prediseado desde una matriz cultural que lleva al individuo a
recorrer y vivir una experiencia en donde la mayor responsabili-
dad sobre el producto logrado recae triste y fundamentalmente
sobre la capacidad y conocimiento del individuo.
No obstante lo anterior, ha sido posible, en sus distintas
etapas, compartir el esfuerzo para la realizacin de este trabajo,
casi permanentemente, con la Dra. Elisa Crdenas Ayala y el Dr.
Andrs Fbregas Puig, quienes desde los inicios de la
investigacin, han mantenido la mejor disposicin para revisar,
cuestionar, criticar, corregir, sugerir e intercambiar opiniones
acerca de los diversos contenidos que ahora se presentan en esta
tesis doctoral, agradezco infinitamente este acompaamiento. Los
doctores Robert Curley y Sergio Valerio, propusieron el reto
metodolgico de construir hermenuticamente un ensayo de
antropologa histrica de larga duracin, sin descuidar el anlisis
de coyuntura, cuando fuera necesario y las fuentes y el tiempo
as lo permitieran.
A la mitad de nuestro programa de doctorado en la
Universidad de Guadalajara tuvimos la muy sensible prdida de
las compaeras Mara Auxilio Pin y Romina Martnez, el
entusiasmo y compaerismo compartido con ellas dentro y fuera
de los seminarios, deja su huella en la inspiracin fundamental
de esta investigacin.
Gracias al esfuerzo colectivo reflejado en el intercambio y
discusiones con las compaeras y compaeros Rosy Lpez Taylor,
Lina Mercedes Gmez, Wilfrido Yaez y Romina Martnez (q.p.d.)
en los seminarios del rea de historia, y tambin gracias al dilogo
con investigadores como Santiago Bastos, Jaime Preciado, Jorge
Alonso y Saurabh Dube, ha sido posible ir construyendo sobre la
marcha de los 4 aos de investigacin, interaccin entre distintas
perspectivas metodolgicas, es decir, un ejercicio de filosofa
intercultural. Las limitaciones en los logros del mencionado reto
son reiteradamente de mi entera responsabilidad individual.
Este ha sido un ejercicio de investigacin participativa en la
que mucho han tenido que ver los pueblos del istmo de
Tehuantepec, aunque tambin, y de manera fundamental,
comunidades como San Pedro Atlapulco, en el Estado de
Mxico-DF, en el centro del pas. En el transcurso del tercer y
cuarto ao de esta investigacin, adems de mi estancia de
campo en la regin del istmo, particip en la realizacin colectiva
de un Taller de Dilogo Cultural con hermanos, compaeros y
amigos de Atlapulco; los hermanos hahu tambin hato
como precisara la ta Ofelia (q.p.d.), nos ensean su historia en la
defensa del territorio, como algo aparentemente consolidado en
una estrategia que ya se encuentra condensada y predefinida
en su estatuto comunal. Tambin comparte Atlapulco la
experiencia de una radio comunitaria que pretende fortalecer la
autonoma comunalista, ms all del sentido comunitario de la
propuesta, agradezco a la comunidad de Atlapulco y en particular
a las familias Dionisio Pea y Flores Jurez compartir
fraternalmente su amistad, su experiencia, su historia y sus
saberes.
Debo mi agradecimiento ms profundo a las familias istmeas
jarochas veracruzanas, que me permitieron compartir parte de la
estrategia del dilogo cultural como herramienta para fortalecer
su autonoma comunal, que en mnima parte he llegado a conocer
por el trato amistoso con la familia Bautista de Mirador Saltillo, en
particular con Don Toms Bautista, originario de Mecayapan, as
como con Don Aristeo Bartolo Lara de Moloacn, a Teodocio
Cancino de la misma comunidad. Agradezco a la familia Moure
Manzo por facilitar mis estancias de campo en el caluroso sur de
Veracruz, que poco se reconoce como istmo jarocho; para el
jarocho el istmo son los tecos, algo hay que aprender de eso.
Agradezco al to Fernando Moure Baruch y a mi primo Fernando
Moure Manzo, su empeo por mostrarme parte del territorio,
urbe, historia y espacios de Las Choapas, Veracruz.
En teora y campo esta tesis se vi acompaada e influida por
el amistoso trato con Carlos F. Lucio Lpez, cuya paciencia
agradezco para compartir conocimiento sobre estudios
poscoloniales y desobediencia epistmica, un importante
ingrediente que no se encontraba del todo includo en la
propuesta originaria de esta investigacin; le agradezco tambin
que haya seleccionado el istmo de Tehuantepec para reflejar la
historia como la lucha por la dignidad humana. La familia Vasquez
Vielma, Lorenzo, Na Isidora, Ta Desiderio y Lucio Pacheco
contribuyeron y siguen contribuyendo a nuestro conocimiento
acerca de la historia de la comunalidad Ayuuk en Jaltepec de
Candoyoc.
En el caso de la comprensin de la comunalidad binniz y su
historia, la lista de quienes han contribudo en lo que aqu se
presenta sera interminable, de Unin Hidalgo agradezco la
colaboracin y amistad de Nivardo Landeta y su esposa Francisca
Martnez; la amena charla con Don Vicente Toledo, ms conocido
en el barrio palmero como Ta Chente Doy, hizo posible recrear
minimamente en el imaginario, el ambiente revolucionario que
prevaleci en el sur del istmo en los ltimos tiempos de sus
rebeldas. De no existir los trabajos y pensamiento comunalista de
Floriberto Daz, Jaime Luna y Benjamn Maldonado, entre otros, la
teora de la comunalidad presente en este trabajo no pudiera
concebirse como una propuesta metodolgica india, propia.
El primer desvelo a mi ignorancia sobre la cultura del pueblo
Chontal, lo debo a la Maestra Sara de Len Chvez y a Isaas y
Julia de Zeferino, a quienes agradezco sus charlas y entrevistas
concedida en el marco de esta investigacin; el segundo a
repetidas charlas con Don Amado Zeferino, fundador del Ejido de
Morro Mazatn. Tambin agradezco a Miguel Angel Garca su
experiencia y conocimiento vital sobre Los Chimalapas.
Agradezco la lectura solidaria y crtica que del captulo IV
hicieran Vctor de la Cruz y Laura Machuca, espero la presente
versin haya recuperado un poco el sentido de sus sugerencias y
crticas. Tambin agradezco infinitamente a Angeles Eraa la
lectura de los primeros captulos de este trabajo, sus correcciones
y recomendaciones me permitieron expresar mejor la pretensin
y el alcance comunicativo, terico metodolgico de este trabajo.
La mayora de las imgenes fotogrficas tomadas del AGN se
deben a la buena lente de Alicia Kovaleva, a quien agradezco este
apoyo; tambin me he permitido el uso de algunas fotografas y
montajes de Raphaele Goulet y de Santiago Bastos que en distinto
momento acompaaron el trabajo en campo. El dilogo,
intercambio y crtica de Ezequiel Toledo constituy tambin un
aporte importante.
Mi fuerte amistad con los compaeros de el colectivo El
Cortamortaja, --Abiezer, Graciela y Csar Martnez -- me permiti
escudriar en sus archivos y recuperar para este trabajo una parte
mnima de la traumtica historia del desalojo en Guigo Yuxhi,
Jalapa del Marqus, en el confin occidental del denominado
istmo oaxaqueo
La presente investigacin, no poda ni podr dejar pasar la
posibilidad de intercambiar experiencias autores, lecturas y
actividades con proyectos educativos autonmicos como el
CIDECI-Unitierra Chiapas, de donde agradezco al Dr. Raymundo
Snchez Barrasa, sus atinadas propuestas de lectura y dilogo en
torno a las posibilidades reales del ejercicio de la utopstica por
estas tierras del sur.Agradezco tambin la buena disposicin de
Miguel Angel Prez Prez, del mismo equipo del CIDECI, por su
traduccin y escritura del prlogo al tsotsil.
Juan Anzaldo Meneses, a partir de su experiencia en procesos
de comunicacin y edicin, ha asesorado y revisado las ltimas
versiones para su presentacin definitiva en los formatos que
hasta ahora se dispone (Libro y CD-PDF), a l y a Ce-Acatl,
agradezco mucho su amistad, tequio y acompaamiento en la
ltima etapa de formateo, edicin e impresin de esta tesis.
El acompaamiento fundamental de Sofa Olhovich Filonova,
su inquietud e iniciativa por sistematizar los elementos de la
comunalidad binniz en el sur del istmo, como buena etnloga
que ella es, influyeron de manera determinante en buena parte
de la definicin temtica de esta investigacin. Adems de
asesorar las traducciones de la lengua inglesa en mltiples citas,
ha integrado y ordenado las fuentes disponibles para la
realizacin del captulo VII, relativo al Corredor Elico del istmo;
agradezco y reconozco la importancia de su contribucin y
acompaamiento de vida.
Finalmente, agradezco a Fidela Martnez, y a mi hermano
Abenamar, por haber compartido calor familiar binniz tapato
durante las necesarias estancias en Guadalajara. Por ltimo, como
suele referirse, los errores y faltas presentes en este trabajo, son
de mi entera responsabilidad.
Contenido
Diidxa za niru ............................................................................... 19
Prlogo (Slikemb loil) .................................................................. 24
Prlogo (Diidxa za niru) ............................................................... 29
Introduccin General .................................................................... 35
Primera parte El Istmo de Tehuantepec: Regin,
espacio/tiempo de los pueblos indios. ......................................... 47
Captulo I. Hacia una Teora Amerindia de la Resistencia ....... 49
Introduccin ....................................................................... 49
I.1 Ra rudxilu xpiaani ne xtiipa binni laanu Percepciones
histrico-analticas de la resistencia........................... 62
I.2 Colaa pito Un enfoque de larga duracin .................. 69
I.3 Xi naca ti xpiaani ne xquendaliisa binnilaanu ra
richaaga xpiaxtia Perspectiva histrico-antropolgica:
dilucidaciones en torno a la invencin del otro y la
comunalidad descolonial. ........................................... 71
I.4 El istmo de Tehuantepec en el marco de una economa
mundo capitalista. ...................................................... 76
I.5 Pueblos indgenas y comunalidad ................................. 84
I.6 Neocolonialismo y utopstica ........................................ 89
I.7 El microanlisis de una regin histrica desde la
interculturalidad. ........................................................ 96
CAPTULO II. El espacio de los pueblos indgenas: apuntes
para una regionalizacin ......................................................... 99
Introduccin ....................................................................... 99
II.1. La regin arqueolgica .............................................. 106

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 13


II. 2 Medio ambiente y ecosistema regional .................... 110
II.3 La regin en los ltimos tiempos ............................... 115
II.4 Regin y territorios indios .......................................... 117
II.5 Regin Geoeconmica y Resistencia Comunal........... 128
II.6 Boceto para una historia de los pueblos del Istmo .... 133
II.7 Apuntes histrico-econmicos ................................... 135
Captulo III. Tierra y territorio, recursos y relaciones ......... 153
Introduccin: La transformacin global de una regin
india .......................................................................... 153
III.1 Guidxi lay, lay xti guidxi, laadxi: xquenda ne xpia
Tierra, territorio comunal, parcela: relaciones y
dimensiones.............................................................. 159
III.2 Parteaguas continental y contornos autonmicos. .. 164
III.3 Guigu Yuuxhi Jalapa: El primer desalojo................. 168
III.4 Chinantecos: Los ltimos los primeros. ..................... 174
III.5 El Contorno Ikoot....................................................... 177
III.6 Los Chimalapas: Selva Odept --zoque-- an ........... 187
III.7 La Inexpugnable Chontal ........................................... 191
III.8 Afro-Ayuuk-Chinanteco-untaj+y -Nahua-Peninsular:
La Geografa de la Jarana .......................................... 198
Conclusiones..................................................................... 203
Segunda parte Resistencia india y neocolonialismo................... 211
Captulo IV La resistencia de los Binnigula'sa':
hacia una interpretacin decolonial ...................................... 213
Introduccin ..................................................................... 213
IV.1 Xquendabiaani Binnigulasa ne Binniz
La Cosmovisin Binnigulasa y Binniz..................... 221

14 Carlos Manzo
IV.2 Gozixoopii, Cocijopi, ni zaniru bidxil
Primera huella de la resistencia ............................... 227
IV. 3 Ra Zenanda xtuuba beedxe
Tras las huellas del jaguar: La rebelin de 1660. ...... 235
IV.4 Indios e indias, que eran las peores ........................ 239
IV.5 Ra biaaqui xguichi lay xti guidxi.
Frailes incendiarios (los ttulos incendiados)
vs. Indios, negros y ganado ...................................... 244
Conclusiones..................................................................... 246
Captulo V. Avatares neocoloniales del liberalismo en el
Istmo de Tehuantepec (siglo XIX). ......................................... 249
Introduccin ..................................................................... 249
V.1 Ndi Nga Xtiidxa Ta Rosa ne Ta Feli, diidxa ra aa Las
palabras de Ta Rosa y Ta Feli, palabras del campo .. 257
V.2 La rebelin de Che Gorio Melendre (1846 -1853) 266
V.3. El imperio se impone: la comunicacin interocenica y
el ferrocarril transistmico (1853-1907). ................... 283
V.4. La Rebelin de Che Gmez: la perseverancia
autonomista (1910-1914). ........................................ 289
Conclusiones..................................................................... 304
CAPITULO VI Xtiidxa Lay, Diidxa Nazaaca, Xtiidxa Binni
Laanu. Voz de la Tierra, Palabra Subalterna....................... 309
Introduccin ..................................................................... 309
VI.1. Xtiidxa Ta Sario: Xpinni Charis La palabra de Ta
Sario: Gente de Charis Su Historia del 13o Batalln.
.................................................................................. 316
VI.2 w Kjpy*1+/Xtiidxa guidxi Pasajes histricos del
pueblo Ayuuk de Jaltepec de Candayoc Mixe. ...... 340

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 15


VI.3 Ro de historias: Las Choapas, El Plan y la prdida del
tempo comunal. ....................................................... 358
Conclusiones..................................................................... 374
Tercera parte La aldea global, neoliberalismo y tiempos de
utopstica .................................................................................... 379
CAPITULO VII Impactos locales de una crisis global: el
Corredor Elico del Istmo ...................................................... 381
Introduccin ..................................................................... 381
VII.1. Las empresas transnacionales: intereses
particulares, virtudes pblicas. ................................. 388
VII.2 El engao, la imposicin y el despojo. ..................... 391
VII.3. La enfermedad del viento: caractersticas e
impactos del proyecto. ............................................. 393
VII.4. Resistencia y alternativas al megaproyecto ............ 403
Conclusiones..................................................................... 407
Captulo VIII. Xquendaliisa ne Xpia Binni laanu
Comunalidad y Utopstica India............................................. 411
Introduccin ..................................................................... 411
VIII.1. Cayaadxa Baadu que Y falta Vctor Yodo ....... 421
VIII.2 Comunalidad: el sentido histrico de la resistencia de
los pueblos de Maz. ................................................. 427
VIII.3 Xquenda binnilaanu La utopstica india........... 437
VIII.4 La comunalidad y el Movimiento Indgena Nacional.
.................................................................................. 440
VIII.5 La Utopstica india y el dilogo cultural: fuente de
futuro ........................................................................ 442
Conclusiones..................................................................... 445

16 Carlos Manzo
Conclusiones Generales.............................................................. 449
Bibliografa y fuentes .................................................................. 453
Indice de Mapas ............................................................... 471
Indice de Imgenes .......................................................... 471
Indice de Cuadros ............................................................. 472

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 17


18 Carlos Manzo
Gubia Gueela Guendanabani.
Grabado de Delfino Marcial Cerqueda.

Diidxa za niru

Ca gueela ne dxi guni ique guca xi naca ti xquendabiaani binni


laanu lu ca guidxi xtinu, que pe nulaabe pa caquiie xtaale beeu

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 19


ne xtaale iza ganda acani, de ra ma biiya liibi liiza guidubi naca ca
diidxa casi zeedani yanna rari lu ca guichi ri.
Bicaa ca diidxa ri runi racaladxe gunibia ca binnilaanu ni
nabeeza lu xquidxi Gubia, ni nabeeza yoo, ni nabaani guidxi
guie, guiizi, guiibixu, yaati, ni rini ne rieene diidxaz casi ca ni
que rini ne qui rieene; ti guunda ne gunibia ca badu riuunda
xquichi zeniizi, ne guunda ne gunibia binni ni nabani lu
guidubinaca guidxi lay; ti ganadu ne ganacabe gunaa ndi xi
bizaaca ne ni cazaaca lu guendanabani ne xquendabiaani ca
guidxi xtinu.
Tobi ladxi tobi naa...
Ra canayuube ca diidxa xti ca binnigoolasa xtinu, guy ra
bicheela chupa chonna lu guichi yooxho, raabe nacacani diidxa
za niru nticasi dxiia guuninu ne gului du, ne riniini: TOBI LADXI
TOBI NAA. Pa cheu guuze, pa chiundadilu niiza, nti ca si guiquiu
guibanineu lii ne ca xpinu, caaquiie xi de guuzetu zaquee: tobi
ladxi tobi naa. Casi acani ti libaana,ca diidxa ri cului laanu na
nga xneza chenenu guendanabaani xtinu ne guidubi naca
guidxilay.
Raari yanna ze ca diidxa ne xquendabiaane nuzaabe ladxi ne
ca binni Yoo, binni Gubia, binni hualadxi binni guuze, pa
binnigoola pa baadu nguiu, baadu dxaapa tuticasi guundani
zaadxela diidxa ne guendabiaani guxhele xpiaani binni laanu ne
binni xtia, ti gunibianu xneza bibaani ca binniyoo, ra bichaaga lu
ca binnigulasa que ca dxu ni beeda neza nisado, neza riaale
gubidxa. Dxi que, ra beeda ca xhiaga laaga que neeca cadxi
guedxe xtica, racaladxica guziguenda ne biiziguendacabe binni
laanu neza biluicabe ca biido xtica, pa nacacani beedxe pa
nacacani gubidxa pa nacani ladxido guidxilayu, laacabe que
nulaabicabe ca bido xti ca binnigulasa xtinu.
Yanna, lu guendanabaani xtinu que rului pa guyuu gadxe
xpiaani binni laanu, guiruti rietenaladxi pa bizee lu xaiba, ique
daani pa ndani guixhi ro pa ra nisa do. Cadi zaquesi zeniti xpia

20 Carlos Manzo
ne xquendabiaani binni laanu; guyuu tu que acaladxi xneza
cayuuni ca binni xtia ne bidxilu; ngue bizaaca ti xaique guidxi,
beedxe la biree laabe Coijopi. Huaxa que acaladxi ca dxu que
xhia nga nandxo xpiaanibe bizeguyoocabe laa, yennecabelaa
guidxi zitu Mxico, bidiiebe, bizituicabe lu ne biiticabe laa.
Guiruti caru gucaa lu guichi pa bia narooba xhiaana binni
gunadx laa, ne pa bia narooba xhiaana binni xguidxibe, ganna xi
pe nga bizaaca lu guendanabani guidxi guizi ra ma que uyaacabe
xaique guidxi xtica. Lu guichi bicaa ca guedxe xtia naacabe ca
xhii Cocijopi biaana lu guidxi bia ladxica ca guedxe que, naa
zulua sia cadi huandi zaque bizaaca runi narooba xhiaana bianane
guidxi.
Ti neza nexhe gusibaani xquendabiaani binni laanu nacani
diidxaz xtinu; pa ra cayaaca dxia, pa ra raaca saa, pa ra casiladxi
binni yoo, ra ntica si canaz lu guidxi cayui diidxa cuxhele neza
guindaani xpiaani binni, cutaagu liisa, cusidaaleni guendaliisa.
Pa que rietenaladxi na nga xneza guibani guidxilayu lu diidxaz
zadxeela para biniti neza ne na nga ra nexhe duba gusibaani
laanu. Pa narooba yuba cayuti laanu, pa nanna nga xhiaana cayoo
di laanu, pa huaxhie xtiipa ladxidono, didxaz ne guendabiaani
ca binnigulasa ne ca binniz zului laanu ra naxho ne ra nayaa ti
ganda zanu cadi guiniti gusido caaquie guibanineenu.
Diidxaz xtinu napa xma de gayu bixhiaapa iza bizaacabe
xtuba ti eenezaca binnigulasa na ndi ni racaladxica
guziguieneca ca ni zeeda guibaani ti chu guendanandxo ne
guendanazaaca lade guir ca xquidxi ra nabani binni. Cadi de guir
xtuubaca ne de guir xtiidxa xti ca binnigulasa ne xti ca binniz
ca runebiaya, ngue runi zanda ca pa cadi neza nga nexhe dxiia
xtine ni culue yanna ri, huaxa rini xpiaane caquiie guzibaanidu
diidxa ne xquendabiaani xtinu ti, casi ca binnigulasa que
biyuubica, zanda ca laaca ca laanu guidxelaanu na nga xneza ni
binitinu ma naaca xma de gayu gayuua iza, de dxi beeda ca dxu
que lu ca guidxi xtinu.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 21


Naganna nga cuaquichahuilu ne guziguiennelu xtobi na nga ni
cani ne ni guni ique ca binnigulasa dxi bibaanica. Ca diidxa
nabanin diidxaz xtinu naazeni xtaale xquenda cadi tuticasi
zanda gunibia runi ca binni yudu beeda ne ca dxu guy lu
xquidxinu xtaale nga ra bixhiacabe xtuuba ca binnigulasa. Ni
biaana que anda nuxhiacabe biaana lu guie, biaana lu diidxa ne
biaana lu guichi. Bia gunda bilaa de lu n cuxuxhe ne de yanna
racaladxi guxhuxhe xquendabiaanidu, ma gadxeni, nuu ra biaana,
nu ra que aana ne xtaale nu ra bichaa ne ra bichee. Naa zulua
sia nga ca binnihualadxi, pa gun pa nguiu nga nacaca binnilaanu
ni guayapa xtaale guendabiaani nabani ru casi dxi que. Racabia
rucabe pa gusi baa pa gusiguie ti ganda guiaba bin rusibaanica
guidxilayu. Cadi sica ticasi ridxa guendabiaani binni laanu pa
racaladxu gundalu xi casacani caquiie gunibialu na nga xneza
gupani de dxi bibaani ca binnigoola xtinu.
Lu iza 1992, caru guiiza di gayu gayuua iza beeda ca dxu que
lu ca guidxi xtinu, lu guidxi xti ca binnigulasa guleeza guiizi,
bichaaga cadxi binnilaanu biue nia laacabe diidxa ne binnidu
dxiia ra lidxi guendabiaani guidxi guie1; dxiia que naacani
guiuinu diidxa ne ca binni huanisi nabeesa neza guete
guidxiguie; nuu tula rie guuze benda nuu tu naca binni hualadxi,
nuu tu rusiidi, nuu tu riguiiba, nuu tu rucuii guendaro nu tu
chiutoni lu guia; xma huaxa guca biaadu xttiidxa binni hualadxi
ne binni guuze benda. Tu runibia guidxi guie ma nanna para
nabeezaca.
Biuidu diidxa, xi naaca ti xhuba huiini xtinu, pa bia nga
rizaaca gannaxhiinu ra a, ne gannadu na nga xhiia riquiie ti
guiapa xhuba ne chu guendaro ne guenda nazaaca. Guyuu tu
bizeete xi caquiie ti guiaba binni, gucua ti guichi biree la
riaaba xhuba; sicaru pe ra ma cayuunda binni unaape nga ni

1 Juan Jos Rendn, Vicente Marcial, Toms Villalobos ne Manuel Ballesteros,


bitaagunu diidxa' xtinu ne xtiidxa' binni yoo; xtaale nga biziidicabe laanu
raquee, biziidicabe ne laanu gucaaca'be ne guundaca' diidxaz xtinu. ti
aanda nusiguienedu, laaca laanu, xi naaca ti xguendabiaani' binni laanu.

22 Carlos Manzo
runibia lu guendanabani xti, ngue nga nacani xquendabiaani
binni laanu. Ra ma guyuladxinu guucanu diidxaz xtinu guiruti
que zucueeza ni ne ma xtubini zedaaleni, ma zegunibianu xi naca
nga guendabiaani xtinu. Lu diidxa que zenandanu lu neza
xquendanabani ne xquendabiaani binni laanu; xi naca ti tobi ne
xtobi neza nga ma cului ni racabiaadu casi guie guendaliisa, casi
culuiduni lu guichi ri.
Ra biluxhe biziidineenu ca binni huaniisi que, nuu ra ma laaca
bicaaca lu diidxaz xi ndi na xpiaanica. Xtaale neza diidxa nga
rusitaale guendariui diidxa, ngue biziidinu ne yeuchechenu lu
ca xquidxi binnilaanu ni nabeza ra riaale ne ra riaazi gubidxa neza
guia ne neza guete. De guiraa neza ra ma guzaadu, caru guiu
tobi guidxi guzeete cadi naaca ri guendaliisa xcu xti
xguendabiaani ne xquendanabani binni laanu, de guiiraa
guendanaganna ne guendanaxho nexhe lu guidxi lay ti ganda
gudxiluduni, guzizacaduni ti cadi guinitinu, cadi guiniti ladxi cadi
gati diidxa ca guidxi xtinu.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 23


Prlogo (Slikemb loil)2
Li akubaletik xchuuk li kakaletik ti kusba ta xjoyibaj ta jole ta skanel
li xchanel smelolal kusba stalelik xchuuk xkuxlejalik li jteklumaltike,
muyuk bu la jnop me ep uetik xchuuk jabiletik li kusba ta xich
paselbatele jato kil te chukul epal loiletik ti abi ta xich ojtakinele li ta
junetik bu jmoj oy. La jtsiba ta sbenta chkakbe yojtakinik li yajbal
jteklume ti j melel ep snaik xchuuk ti lii jech li kusi ta xich ojtakinel
lii, ja skanel kuun li ambtel lii jauk ta xtun yuun li keremutik ta
yantik slumalil istmo ta yalbeel smelolal ti jech ako x-ochik jutuk ta
yojtakinel kusba echem talel li jkuxlejaltike.
Ta jkan chikot xchuuk li ambtel lii buchu sna xkopojik xchuuk
ta xchanik li jaychop skopojel li jlumaltike. Jech kusba ikoot, diidxaz,
zoke, nhuatl, chinanteko, chontal, jech xchuuk yantik jteklumetik ti
bu nopol xil istmo, kusba jtsotsiletik xchuuk jtseltaletik. Jech nojtok
tsots skoplal yantik skopojelik ta spejel balumil kusba asiatikoetik
xchuuk afrikanoetik, jech kusba sloil europeoetik, ingls, francs,
alemn, xchuuk yantik, skan aiel ti lita junetik kusba echemtalel
xchuuk stalel xkuxlejal li jteklumaltike.
Jun li koone jun li joone.
Ta sael jal sloil li bai totil-meile, oy jiyich tael ta mol junetik ta
xal kai li joone jabu la stunik talel li bai totil-meiletike xchuuk
li abi ta jkuxlejaltike, jech kuchaal jaychop kejimol jao li kusi ta
xich kanel jaep la spasik talel li abie jutukxa ta xich pasel
kalaluk ta xijlik spasel xchuuk snopel li kambteltike ta xal: jun li
koone jun li joone; mauk nooj ta xich pasel kalaluk ta
xkuchtik jech kalal ta xlok kusi ta jtsuntik, jech ta xich pasel
kalaluk kusi ta xkakbetik li balumile, kalal ta xlok jtsunubtik,
kalal ta jlomestik jpej te ti jech ta xich tunel li steele, kalal ta
jtsaktik choy, kalal ta jmiltik jun chanul tetik ta sbenta ta jlajestik
xchuuk jnichnabtik. Jech kuchaal ta jtatik ta nael kajbaltik riox,

2
La traduccin y escritura del prlogo en Tsotsil fue realizada por Miguel
Angel Prez Prez, integrante del equipo de CIDECI-Unitierra Chiapas.

24 Carlos Manzo
li loiletik lii ja chi jyakbutik sbelel li jkuxlejaltike jech ep buchu
la stunik talel xchuuk li abi buchu ta spasik batele, ja jun
chanubtasel ti ako mu xich chayel ti abi kakale ti jata
jtuntikbatel ta sjelabel jkuxlejaltik.
Lii, ta xtal jun loil xchuuk snopbenal ta sbenta li balumile
xchuuk li jtecklum, ta jnaklejetik Gubia, jtsakchoyetik, jpas
xanetik, binik-antsetik j-ambteletik ta tetik, loil tojlek, melel
tojkupil sba, tsots, bakintik mustak aiel pe ja li bu melel. Ja ti
me-oy la xchan jun ants me binik, kerem me mol, ja bu-ta staik-o
jutuk sakubel osil ta xakbe xojobal li akubale xchuuk ta somb,
jali bu nopemutikxa ono-oj chi jxanab mutsul li jsatike buchutik
ta akubal ja ti jech xanabemutike. Ti li loil xchuuk snopbenale
ta xich muyesel xchuuk ta xich nael talel kusba staojiktalel li
bai totil-meil ti kusba joybil ta ukum li balumil ti echemxa jutuk
ta job sien jabil, ti echxa kakale jabu ji yilik ta ukum ji julik...
ji komik, li yik-oe jech ta skan chi sjelbutik nojtok li lekil ton bu
xbikiket xchuuk ta jun kelob satiletik.
Ta bonee li abie, li buchu ochemik ta katolikoe ji julik xhuuk
la skanik chkaibetik smelol la sujbutik jun snopbenal bu-ta
jpajtik li kusi stsakojsba xchuuk li jkuxlejaltike kuchaal jtotik
kakal, bolom, jmetik, ixim, xchuuk li kusi oy ta yoon li
jlumaltike, ep kusi jelem ti abi jkuxlejaltike xchuuk kusba
echemtalel li bai totil-meile, ja yuun, li bai totil-meile, jech
muk li kux oontonal ti esb ji yichik pajel, chuuk li buchu
jato ji julik ta kop ta smalel jchicheltik ta sujelutik stsakel li
kusba stalelik xchuuk li snopbenike.
Abie, li jkuxlejal jteklumaltike, muku toox chbinaj me ta jun
kakal taxjel li snopbenale, kalaluk ta xich nopel jutuke ta
xkichtik makel, pajel me milel. Muyuk buchu toox sna spisel
sat li ta yut chulnae, ta jamalaltik, ta teelaltik, ta taki osiltik me ta
ukmaltik; muyuk toox buchu sna yakel li jun matanal li ta
yamakil li chulnae jech kuchaal chambil ta yamakil li jun nae,
jech li kusi oy lekik ta balumile muyukxa ta jtunestik jech li
jnaklejetike muyukxa bu-ta xich ta muk li kusi oy ta balumil,

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 25


jun iktaejbail netbil talel ta yilbajinel jnopbenaltik ti yakal ta
x-epajtalel xchuuk ta xchi talel, jun xchayel li kusitik ta xkiltik li
ta balumile ti ja chi jyakbutik jkuxlejaltik.
Mutojkunuk ta chayel li snopbenik xchuuk li stalelik li bai
totil-meile, oy buchu muyuk bulek la jyai li kusi ta xich pasbeel
jitots xchuuk la sjoypin li sat tija bu lajyiktabutik li slikeb skelobil li
stsikel bokolile, ja jech ji kot ta pasel xchuuk jun jnitbanej, bolom,
sjol jteklum ti ja sbi ti bonee cocijopi. Ja muyuk bu-la skupin li yan-o
talelale xchuuk slekil li batsi binike jech la stun, la xchuk, la
snamajesbatel li ta steklumal mejiko, la yakbe sbokol, la snale xchuuk
la smil, ja jech la spakta ti muku lek taxil skop katoliko. Me junuk
buchu stsibaoj xchuuk xchatsibaoj li jun mukta kakal oontonal,
li bu skapojsba li yatel koontike, spajel xchuuk ilinel, ti ta xuunin li
jteklum ti la skan xchuuk bu-la xchiintalele; mu xkojtakintik lek li kusi
ji kot ta pasel li ta kuxlejale xchuuk stalel li jteklume ta skotol li kusi ji
chay li bu tsakal. Li ta mol junetik ti stsibaojik li buchu ochem ta
katoliko ta sloiltaik li xnichnab li cocijopi la sutes skopik xchuuk li
buchu ochem ta katoliko ja bu-la jyiktabeik matanal bu-ta stsun li
yitajike xchuuk li nioetik ta Tlacotepec, li ta jnop li joone lii ta xnamaj
batel li kusi melele jati skanto muk li sloilale xchuuk li kusi kux li
bu-ta xnamaj ta yiktael li ta jtuklum.
Jun be ti bu xkoltaban ta xabe ach yipal li jkuxlejaltik xchuuk
li jtaleltike ta smeltsan talel li snopbenale, xchanel xchuuk ta
stunel li jbatsi koptik tsotsil; kalaluk ta jpastik jaychop ambtel,
kalaluk jtsomb jbatik ta spasel kin, kalal ta jkuxtik ta jbaichtik,
buyuk ta xanab li abi kuxlejal ta jujun jteklum chloilaj xchuuk ta
sjambatel be, chlik yan ach snopbenal bu ts-tsomban ta xcha
bokes li jteklume. Me mu xich nael bu junukal li be bu
chijyakbutik jkuxlejaltik li ta balumile li ta skopojel tsotsil ta
jtatik bu ji chay li be xchuuk booy li skelobil bu chkoltaban ta
xchabokesutik. Me tojkux li oontonal bu chismilutike, me
tojkux chkaitik li ilinel bu kunkun ta x-ochbatel ta jkuxlejaltike,
me jutuk yipal li koontike, li jbatsikoptike li stalelik li bai
totil-meile xchuuk li abi kuxlejale chi jyakbutik kiltik ku stsatsal

26 Carlos Manzo
xchuuk booy li melel li sakubel bu chijxanab batel ti mu
jchaytik li lekilal bu tajkantik chijkuxi-o batel.
Li jbatsi koptike oyxa echem ta jomil jabil ti yiktaoj slikeb
skelul li bu stak kelel ja bu oyuk jun yaiobil ta jkotoltik ta
sbenta li bai totil-meile jech ta xich akbeel yojtakinik li j-ach
chieletike ta sbenta jun lekil kuxlejal li ta steklumal li jnaklejetike.
Mu xkojtakin skotol li kusi iktabil ta skelobil xchuuk sloilik li
bai totil-meile xchuuk li abi kuxlejale, ja yuun xieluk ti li jun
ambtel pasbile oy kusi muyuk lek pasbil, ja skanel kuun ta jcha
kachubtastik yipal li jkopojeltike xchuuk li jtaleltike jech kuchaal
li bai totil-meil la saike, jech xu li jootike tajtatik kusba li be
bulajchaytike ti oyxa echem ta jobinik xchabakal jabil (500
aos) jao skakalil ti ji julik li jnetubanejetik ta jlumaltike.
Bokol ta cholel xchuuk ta pasel yaiel li kusi jali yan xchuuk
kusba ja snopbenik li bai biniketik zas ta xkuxlejalike. Li loiletik ti bu
echemxae yichoj talel ta sael li jbatsi koptike ti bu ch-och ta
jnopbentik mu buchuuk nooj li ta jeche nooj ta xkaitike, ti jech ta
xkakbetik yai li yane, ta smukule jati buchu ochem ta katolikoe ta
yan kakale la yaksbaik ta stupel ta slajesel li skelobil ti bai
totil-meile. Oy junantik te jikom ta ton, li yan ji kom ta loil xchuuk ta
junetik. Li kusi jipoj komel kalal la slajesik la xchayike, jaik ti abie loil
ta stsikel li bokolile li yan mu xkolaj ti kusba onoxe, jelem, li yan te
to oy. Jaik li batsi biniketik-antsetik, li buchu lek snakojik li stalel li
jteklumaltike; xojtakinik jun skakalil xchuuk sjabilal bakin ta xak jo
xchuuk kepelal, ta iketik bakin ta xpaj, ta jmetik xchuuk jtotik
(lunas y soles), li kusi ta stsunik batel jata xkuxes li balumil ta uetik
xchuuk ta jabiletik. Mauk ta jechenooj ta xkaitik kusba ta xjel li jun
talelal xchuuk li kusba xkuxlejal li jteklumaltike; me oy buchu ta skan
ta xchan ti jech ta xai-o smelole skan ta xojtakin li kusba echem
xchuuk sbeik li bu xanabemik ta bone li bai jnaklejetik zas.
Li ta sjabilal 1992, ta istmo Tehuantepec te jijt jchiiltak ti bu li
loilajkutik xchuuk la jpaskutik jun ambtel ta snail yuun jtaleltik
ta Juchitn, ja bu-la jpaskutik tsobojel ti bu-la jloiltakutik xchuuk
yijil biniketik, ja ep ji ayik li buchu nopol nakalik li ta jteklume,

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 27


jtsak choyetik, j-ambtel ta tetik, antsetik bu snaik luch, jpas
beliletik, jchonolajeletik kusi stak lajesel ta chibit, ja ep
ojtakinbilik ta skoplal jtsak choyetik xchuuk j-ambtel ta tetik.
Buchutik xojtakinik Juchitn snaojikxa bu nakalik.
La jloiltakutik ta sbenta kiximtik zapatole, kusba ep sbalil li
mukta ukum li ta balumile, ta sbenta spejel li balumile xchuuk
li bu nakalutike, jech kusba tsots skoplal ta yojtakinel li jaychop li
ambtelal ti kusba skan chabiel li jchombtike me ta stsakel choy
xchuuk yantik jbeeltik ti bu chijyakbutik lek jkuxlejaltik ta
jlumaltik. Oy buchu lajyal li ta jun loile kusba ta tsunel li ixime
ta tsakale jilok jun sjunal ta sbenta kusba ta chanel li jun ti ja
la jyich sbi stsunel ixim (siembra de maz). Ja toj-ep ji binaj yipal
li jnaklejetik la saik kusi loilal ta snupi-o li kusba ta spas li
yambtelike, jech la skooltajesik lek li snpbenal xchuuk li stalelik li
jnaklejetik ta jteklume. Skotol belta ji jtatik kusba ta tsibael li
jkopojeltike, muyukxa buchu chi smakutik ja noox li jloiltik ta
xnichin ta stan li sbek kuchaal sat ixim jech jutuktik ta xkaitik
batel kusi xchuuk kusba stalel li jteklumaltike. Li loil sbenta li
jtaleltike jata jtunkutik batel li stalel jteklumaltike; li kusi ja
xchuuk skanxal jujuchop xkoolaj kusba xnich jun nichim li
kusba xkojtakintik ti abie ja nichim ta komon, ja kusba ti ab ta
xich ojtakinel ti li ta jun ambtele.
Kalaluk ji laj koonkutik kusba cholbil ta xchanik jun li yijil
biniketike, jaik melel ti lastsiba stukik li kusba ta xkopojik li kusi
yilojiktalele xchuuk li kusi yaiojike. Li loile, ja yuun, ta sjam
epal achbeetik ta sbenta li loile, jala jchankutik xchuuk la
jpukutik ta jteklumetik li bu nakal li jchiiltaktike li bu chlok
xchuuk ta x-och li kakale, ta yakol ta yolon. Ta skotol li beetik
bu xanabemutike, muyuk bu jtaojkutik jun jteklum li bu-ta spaj li
kusba likem talel yibel li stalelike xchuuk kusba xkuxlejal li
jteklumaltike; ta skotol li kopetik xchuuk li bokolil ti li oy ta
balumile ta sbenta xukuuntik ta jlajestik skan la jchatsakbetik
yipal, jech muxi jchayutik, mu jchaytik li yoon jlumaltike, jech te
kuxuluk li sloilal li jlumaltike.

28 Carlos Manzo
Prlogo (Diidxa za niru)
Las noches y das en que rondaba en mi cabeza la posibilidad de
ensayar un tratado sobre la cultura y el modo de vida de nuestros
pueblos, no imaginaba que se requirieran meses y aos para su
realizacin hasta ver atado un cmulo de palabras que ahora se
presentan en estos papeles juntas. Las he escrito con el fin de
darlas a conocer a la gente del pueblo que en realidad sabe
mucho ms de esto y que esto que aqu se presenta, es de mi
inters que pudiera ser de utilidad a los jvenes de las distintas
comunidades del istmo como una motivacin que inspire un poco
el conocimiento de nuestra historia.
Pretendo llegar con este trabajo a los hablantes y estudiantes
de las diversas lenguas de nuestros pueblos, como ikoot, diidxaz,
zoque, nhuatl, chinanteco, chontal, as como de otros pueblos
vecinos al istmo y avecindados en l, como tzotziles y tzeltales.
Tambin es importante que de otras lenguas del mundo como las
lenguas asiticas y africanas, as como de las lenguas europeas,
como el ingls, francs y alemn, entre otras, se tuviera noticia
por estos papeles de la historia y modo de vida de nuestros
pueblos.
Uno a la tierra (corazn), uno a mi (Tobi ladxi tobi naa).
En la bsqueda permanente de la palabra de nuestros
binnigolasa, hubo algunas que entre papeles viejos dicen
encontradas palabras que a mi entender fueron utilizadas por los
antiguos y contemporneos binniz, como una especie de
alabanza y/o peticin que se haca mucho y ahora poco se hace al
inicio de cualquier actividad productiva, creativa o reflexiva y
deca: uno al corazn, uno a m; no slo se haca al momento de
tomar o cosechar, tambin se haca al dar u ofrecer algo a la
tierra, como las semillas, al derribar un rbol para utilizar su
madera, al realizar la pesca, la caza o al sacrificar una gallina para
dar alimento a la familia. Como al tratarse de una oracin, estas
palabras nos muestran el camino de vida que muchos siguieron y

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 29


siguen: es una enseanza que hay que recuperar en estos tiempos
de utopstica.
Aqu, ahora va palabra y pensamiento que debo a la tierra y al
pueblo, a la gente Gubia,al pescador, al palmero, al campesino, a
ellas y ellos, a la gente de la Casa Grande de todos nosotros indios
y no indios, palabra modesta, humilde, cierta agradable, pesada, a
veces incomoda y casi siempre verdadera. A quien por acaso la
lea, mujer u hombre, joven o anciano, encontrar en ellas un poco
de luz que alumbre de noche o madrugada, ese momento que ya
estamos acostumbrados a andar casi a ciegas quienes de noche
casi siempre hemos andado. Esta palabra y pensamiento se
remonta y remite al tiempo en que el binnigolasa encontrara al
barbudo peninsular por estas tierras hace ya mas de quinientos
aos, en aquel tiempo en que del mar los vieron llegar se
quedaron, aqu siguen y nuevamente nos quieren cambiar el oro
por espejos.
De aqul tiempo a ahora, los frailes llegaron y quisieron dar a
entender e impusieron un pensamiento que negaba nuestro ser
sol, nuestro ser tigre, nuestro ser luna, nuestro ser maz, nuestro
ser corazn del pueblo; mucho ha cambiado de entonces a ahora
el ser y el pensamiento del binnigolasa y, por ende, del binniz.
Grande fue entonces la herida por la ignorancia del otro, del
recin llegado que con fuego y sangre quiso y an quiere imponer
su ser y su pensamiento.
Ahora, en la vida de nuestros pueblos, no parece que en otro
tiempo existiera un pensamiento diferente, al ms mnimo
intento de reflexionarlo se le quiere callar, negar o matar. Casi
nadie recuerda si se persignara haciendo de templo cielo, bosque,
montaa, desierto o mar; casi nadie recuerda lo ofrendado fuera
del templo o lo aprendido fuera del aula, como si la naturaleza se
deshumanizara y la humanidad se desnaturalizara, un consabido
divorcio impulsado por la prejuiciosa mentalidad del progreso y el
desarrollo, un imperdonable olvido de nuestro naturoltrico ser.

30 Carlos Manzo
No fue tan fcil perder el pensamiento y la cultura del
binnigolasa, hubo quien en desacuerdo con la imposicin levant
y volte el rostro dejndonos la suya primera huella de la
resistencia, as ocurri con un dirigente, tigre, cabeza de pueblo
llamado en ese tiempo Cocijopi. No gust entonces al otro el
carisma y la brillantez del indio y lo persigui, encarcel, proces
lejos de su pueblo en Mxico, lo tortur, denigr y asesin,
entonces acusndolo de hereja. Nadie ha escrito ni descrito an
la enorme rabia, esa mezcla de rencor, odio y enojo, que se
adueara del pueblo que lo quiso y lo segua; desconocemos que
fue exactamente lo que ocurri en la vida y cultura del pueblo
ante aquella tremenda prdida con todo lo que ella implicaba. En
los papeles viejos escritos por los frailes refieren que los hijos de
Cocijopi perdonaron a los frailes dejndoles por herencia los
huertos y manantiales de Tlacotepec, en mi opinin esto dista de
ser cierto dado el enorme vaco y dolor que su ausencia dejara en
el pueblo.
Un camino que ayuda a revitalizar nuestra vida y cultura lo
constituye el conocimiento, estudio y uso de nuestra lengua el
diidxaz; en la realizacin de cualquier actividad o trabajo, para
organizar y hacer la fiesta, en el descanso en el sueo, donde
quiera que ande el binniz en el pueblo dialoga y abre camino,
surge pensamiento nuevo que organiza y renace la comunalidad.
Si no recuerda cual es el camino para dar vida a la tierra en la
lengua diidxaz encuentra donde se perdi el camino y donde
est la huella que ayude a renacernos. Si es grande el dolor que
nos mata, si es dolorosa la rabia que carcome nuestro ser, si es
poca la fuerza del corazn, el diidxaz y la cultura del binnigolasa
y el binniz mostrarn las dificultades y donde hay claridad y
limpieza para poder caminar y no perder la paz que necesitamos
para poder vivir.
Nuestro diidxaz tiene ms de cinco mil aos de haber dejado
sus primeras huellas materiales (smbolos) para que hubiera un
entendimiento y acuerdo mutuo del binnigoolasa para mostrar a
las nuevas generaciones un buen vivir entre los pueblos de

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 31


nuestra gente. No conozco en su totalidad esos smbolos y
palabras del binnigolasa y del binniz, por ello es probable que
en el presente trabajo existan algunos errores, aunque considero
necesario revitalizar nuestra palabra y nuestra cultura para que
as como el binnigolasa busc, pueda ser que nosotros
encontremos cual es ese camino que perdimos hace mas de
quinientos aos desde el tiempo en que el otro lleg a nuestros
pueblos.
Resulta difcil ordenar y hacer entender al otro cul es y cul
fue el pensamiento de los antiguos zas en sus vivencias. Las
palabras que de tiempos remotos trae consigo el diidxaz inspiran
pensamiento que no cualquiera ni como quiera se puede
entender, o dar a entender al otro, en gran parte debido a que los
frailes en otro tiempo se encargaron de borrar y disipar las huellas
del binnigolasa. Algunas hubieron que permanecen en piedras,
otras en las palabras quedaron y tambin en papel. Lo que pudo
salvarse de la destruccin y olvido, son hasta ahora palabras de
resistencia que el otro se ufana en borrar y destruir, algunas
muchas no son como siempre, han cambiado, otras permanecen.
Han sido los campesinos, mujeres y hombres, quienes ms y
mejor han conservado la cultura de nuestros pueblos; ellas y ellos
reconocen an un calendario y ciclos naturales entre lluvias y
secas, entre vientos y calmas, entre lunas y soles, la siembra
permanente que revive la tierra entre meses y aos. No es como
quiera que se puede entender los cambios en las culturas y modo
de vida de nuestros pueblos; si alguien quiere estudiarla para
entenderla requiere conocer la historia y los caminos que
anduvieron desde el tiempo de nuestros antiguos zas.
En el ao de 1992, en el istmo de Tehuantepec encontr a
algunos paisanos y amigos con quienes dialogamos e hicimos un
trabajo en la Casa de la Cultura de Juchitn, consisti en la
realizacin de talleres de dilogo cultural con adultos, en su
mayora habitantes de la zona sur de la poblacin, pescadores,
campesinos, mujeres bordadoras, cocineras, vendedoras de
alimentos en el mercado, ms conocimos las palabras de

32 Carlos Manzo
pescadores y campesinos. Quienes conocen Juchitn ya saben en
donde viven.
Dialogamos sobre nuestro maz zapalote, lo valioso que es
amar a la tierra, tanto en el sentido planetario como a la parcela
familiar, as como la importancia de conocer cuales son todos los
trabajos que requiere el cuidado de la milpa o la realizacin de la
pesca y de otros alimentos que propician buena vida a las
comunidades. Hubo quien mencionara en el dilogo sobre la
siembra del maz y de ah deriv un cuaderno para la
alfabetizacin que llev por nombre riaaba xhuba (siembra del
maz). Fue muy reconfortante ver a la gente buscar la palabra que
corresponda ms con su actividad o entorno inmediato, as
escudriamos en el conocimiento y cultura de la gente del pueblo.
Toda vez que encontramos la manera de escribir nuestra lengua,
ya nada nos detiene y sola la palabra florece o se desgrana como
la mazorca y poco a poco vamos entendiendo que y cual es la
cultura de nuestro pueblo.
Con el dilogo cultural e intercultural seguimos los caminos de
las culturas de nuestros pueblos, sus diversos significados
aparecen como ptalos de una flor comunal (v. p. 76) en cuyo
centro se encuentran el maz y la milpa, la asamblea, la fiesta, el
trabajo y el territorio.
AL concluir el programa de alfabetizacin los participantes
relataron y escribieron en diidxaz sus experiencias y cuentos. El
dilogo abre muchos nuevos caminos a la palabra y a la vida, eso
aprendimos y difundimos en los pueblos de nuestra gente que
habita por donde sale y se pone el sol, de sur a norte. Por todos
los caminos que hemos andado, no ha habido pueblo alguno que
niegue a la comunalidad como la raz de la cultura y el modo de
vida de nuestros pueblos; de todos los problemas y dificultades
que existen en el mundo para poder enfrentarlos debemos
revalorarla, para no perdernos, no perder el corazn del pueblo,
para que viva la palabra de nuestro pueblo.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 33


Mapa 1. El Istmo de Tehuantepec.

34 Carlos Manzo
Introduccin General
En el presente estudio histrico antropolgico de la regin del
istmo de Tehuantepec, elaborado en su totalidad en el transcurso
de los ltimos 4 aos, aunque recuperando parte de experiencias
investigativas anteriores, presento un esquema general dividido
en tres partes, a saber:
(A) Regin, teora y mtodo,
(B) Resistencia india y neocolonialismo, y
(C) La aldea global, neoliberalismo y tiempos de utopstica.
No podr lectora o lector encontrar cierta unidisciplinariedad
en el tratamiento de tan diversos aspectos de dicha anepntlica3
e interocenica regin, debido a que el proyecto se realiz en un
programa de doctorado en Ciencias Sociales, en este caso el de la
Universidad de Guadalajara. As me parece que existen dos
grandes lneas argumentativas de carcter histrico, la una, y
antropolgica, la otra, mismas que emprenden un dilogo que
ayuda en la explicacin de determinadas realidades de la regin
del istmo y nuestros pueblos en diversos tiempos, es decir, desde
distintas perspectivas histricas e historiogrficas. Estas se
explican en gran medida por la propia naturaleza de las fuentes,
as como por el tratamiento de las mismas, en gran parte derivado
de la propia experiencia del investigador.
De acuerdo con lo anterior, por lo que se refiere a las fuentes
documentales de archivo, hemos dado un tratamiento mnimo a
algunos ramos de los archivos General de la Nacin y de Indias, a
fin de sustentar parte de la historia colonial transcurrida durante
los siglos XVI al XVIII, con especial nfasis en aquellas coyunturas
que he considerado ms directamente relacionadas con los
propsitos del presente estudio.

3
Anepantla trmino del origen nhuatl que propongo para referirme al
espacio ubicado entre dos ocanos, sinnimo de Istmo.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 35


El primer apartado de este estudio, aporta un marco terico
conceptual e histrico referencial, caracterizado por resaltar la
perspectiva metodolgica de la larga duracin para el estudio de
las culturas de resistencia de los pueblos indios del istmo;
independientemente de que su territorialidad como pueblo se
encuentre transmutada, fragmentada, despojada o invadida en un
contexto histrico neoliberal, los pueblos indios, indgenas u
originarios a que nos referimos y cuyas alusiones podremos
encontrar a lo largo de nuestro estudio son: ikoots, binnizs,
chontales, zoques, ayuuks, chinantecos, nahuas y untajy+is. De
sus vecinos y otros avecindados, tsotsiles, tseltales, mixtecos,
mazatecos, tambin son mencionados eventualmente, aunque no
constituyen propiamente parte de los pueblos de nuestro primer
encuadre regional.

Mapa 2. Maces y territorios de los pueblos del Istmo.


Fuente: Ana de Ita [2009].

Conceptualmente, desde la antropologa, este estudio resalta y


enfatiza a la comunalidad como una perspectiva etnogrfica india

36 Carlos Manzo
desde donde se percibe un sistema de relaciones intra y
extracomunitarias que en gran medida define lo que se ha
denominado el modo de vida de los pueblos indios. En la
interaccin dialgica de la comunalidad con otras perspectivas
como la de los estudios sublaternos del sur de Asia,4 o bien, de
manera simultnea, con aquellas que proponen una utopstica
descolonial5 desde Amrica Latina,6 se va generando toda una
nueva perspectiva terico metodolgica muy bien cimentada para
la comprensin y, por ende, el quehacer sociopoltico, econmico
y cultural en la regin del istmo y en otras regiones indgenas de
Abya Yala.
A partir del reconocimiento de esta necesidad, es que nos
vemos inspirados y compelidos a plantear algunos elementos que
apuntan a la definicin de una teora amerindia de la resistencia
en el primer captulo de todo este trabajo; no tanto en el nimo
de estudiar la resistencia para comprenderla, sino de identificarla
en diversos momentos, reconocerla y enlazarla en su
comprehensin histrica para fortalecerla. Todo ello en el
entendido o , si se quiere, hiptesis, de que el modelo civilizatorio
histrico capitalista se encuentra en una profunda crisis sistmica,
irreversible y desestructurante, de donde la comunalidad y la
utopstica india se erigen, en parte, como alternativas histricas a
dicho modelo civilizatorio en crisis.7 De la misma manera en que
la perspectiva de la larga duracin constituye una herramienta
para la comprehensin del fenmeno de la resistencia de los
pueblos indgenas, la consideracin del sistema-mundo capitalista

4
Como se ver ms adelante en el caso de los estudios aludidos de Saurabh
Dube, Guha, y Skarya, entre otros.
5
Como lo proponen en cierto sentido autores como Quijano, Castro Gmez y
Mignolo, entre otros.
6
A la que prefiero denominar Abya Yala.
7
Como tambin ha sido ya expresado por otros pensadores indios como Paco
Patzi desde Bolivia.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 37


nos ayuda a enmarcar en la modernidad la importancia de la
situacin geoeconmica y geopoltica que le ha tocado vivir a la
regin del istmo de Tehuantepec, prcticamente desde el siglo
XVI hasta nuestros das; el nfasis en la interaccin entre el
anlisis macro y las particularidades regionales o microhistricas,
me permiten ensayar el denominado juego de escalas,
ayudndome en mi intencin de brindar una interpretacin y/o
lectura descolonial de la realidad histrica de los pueblos indios
del istmo.8
La necesidad de una lectura, interpretacin o reconocimiento
descolonial de diversos pasajes constitutivos de la memoria
histrica del istmo de Tehuantepec, se vuelve una exigencia en
tanto que las interpretaciones de frailes, obispos y funcionarios
peninsulares en la denominada poca colonial, que en gran
medida sirvieron como fuentes a historiadores positivistas de los
siglos XIX y XX, mantenan, y mantienen, una visin generada a
travs del cristal que presentaba a la polaridad barbarie/
civilizacin, que en gran parte orienta la visin colonialista desde
el siglo XVI, muy enfatizada en el XIX y presente hasta nuestros
das. No obstante, el tratamiento de una lectura descolonial de la
historia del istmo, que se da fundamentalmente en el captulo IV
del presente estudio, la relacin entre guidxi lay planeta tierra--
y lay, como tierra y territorio, se alcanzan a percibir en el
segundo captulo que intenta poner en claro, algunas
particularidades de distintas comunidades y/o pueblos de la
regin.
Las visitas de campo realizadas en ltimos aos, permitieron
conocer y reconocer comunidades de los pueblos antes referidos,
aunque quisiera precisar la identificacin de algunas de ellas que
considero importantes por su aportacin al presente trabajo y su
ubicacin en sitios en cierto sentido estratgicos en el
denominado istmo, estas han sido, a saber:

8
La expresin corresponde a Jaques Revel y es presentada en detalle en el
primer captulo.

38 Carlos Manzo
Pajapan, Soteapan, Jaltepec, Guichicobi, Uxpanapa, Minatitln
y Las Choapas, estas en la zona centro norte del istmo; en distinto
momento desde mucho antes del tiempo del presente estudio,
me haba permitido visitar y mantener cierta relacin con
compaeros y amigos de las comunidades de San Pedro
Huamelula, Ro Seco y Morro Mazatn, en la Chontal Baja, aunque
ms permanentemente con comunidades binniz de la planicie de
donde destacan Guixhi Ro, Santa Rosa, San Bls, Unin Hidalgo,
Juchitn, Ixtepec, Petapas, Ixtaltepec, Ladxibiz y Guevea.
Comunidades como La Venta, Santo Domingo, Ingenio, Niltepec,
Zanatepec, Tapanatepec e Ixhuatn son parte de un mismo
corredor que conectaba con Cintalapa en Chiapas y que tiene
entre otras principales caractersticas la importante afluencia de
poblacin africana desde los primeros siglos de historia colonial.
Jalapa del Marqus, constituye un punto y sitio significativo,
sobre todo el de Jalapa Viejo, en donde pude conocer parte de su
historia muy reciente, por voz de los jalapanecos, como ellos se
autodenominan. El desalojo y expulsin de la poblacin asentada
en el delta original de los ros Tehuantepec y Tequisistln,
constituye una aberrante historia de desarraigo y desmemoria de
un pueblo, propiciada por las acciones pblicas, la construccin
de la presa Benito Jurez, en este caso. Algunas relaciones
significativas, transcurridas en varias de las comunidades antes
mencionadas describen en el captulo tercero de este estudio, lo
que considero las relaciones de la regin, en tanto espacio y
realidad sociocultural, para con la tierra en tanto madre tierra y
planeta, desde una visin, si se quiere, indgena-ambientalista. En
este sentido, intento llamar la atencin, en el primer apartado,
captulos II y III, sobre la importancia de la selva de los
Chimalapas, cuyo territorio es compartido por los municipios de
Santa Mara y San Miguel Chimalapas, habitados en su mayora
por indgenas zoques.
En el primer apartado del estudio intento tambin aclarar el
significado del neocolonialismo al que aludo tanto en el ttulo
como en varios captulos; en este sentido, por neocolonialismo

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 39


entendemos9 a la presencia e inversiones de empresas trans-
nacionales en las regiones indgenas, sobre todo a partir de la
dcada de los 90s, del siglo XX, aunque en ocasiones, para
distinguir a la accin de colonialistas peninsulares de las empresas
inglesas y norteamericanas en el siglo XIX en la regin, tambin
han merecido este apelativo de neocolonial. Llama mi atencin la
repeticin de condiciones histricas, tiempos y escenarios en la
carrera cclica del sistema-mundo capitalista; en donde dichos
ciclos dan la impresin de una espiral cuyo inicio neocolonial
podemos encontrar en la era industrializadora del porfiriato, en la
competencia por la definicin de nuevos hegemones geopolticos
y econmicos entre Inglaterra, Estados Unidos y, en menor
medida, Alemania. Es en este marco en el que caben las disputas
por las concesiones y prerrogativas para la comunicacin
interocenica que protagonizaron las nacientes empresas durante
la segunda mitad del siglo XIX, misin en donde los ingleses se
vieron favorecidos por los vientos europorfiristas que le dieran las
concesiones para comunicar por ferrocarril distintas regiones del
pas, entre ellas el istmo de Tehuantepec, como podremos
apreciar ya en el segundo apartado, captulo V, del presente
estudio.
En su tratamiento historiogrfico, el presente estudio intenta
ser un compendio sobre las rebeliones en el transcurso de los
siglos en la regin del istmo, ciertamente muy cargado hacia la
serie de acciones acaecidas en torno a ellas en la zona binniz del
sur del istmo; encontramos entonces desde la sigilosa resistencia
de Coijopi en el siglo XVI y su aprisionamiento y muerte a manos
de la inquisicin dominica en dicho siglo, pasando por la
reconocida rebelin de Tehuantepec en 1660, hasta la ltima
proclama revolucionaria y rebelde de Heliodoro Charis, antes de
convertirse en General, en sus postulados del Plan de San
Vicente en el que reivindica la ya aeja demanda de la autonoma

9
Aqu pluralizo pues el trmino forma parte del discurso de un importante
sector del movimiento indgena nacional.

40 Carlos Manzo
poltico-administrativa del istmo con respecto al gobierno del
estado de Oaxaca, todo esto en el curso del segundo decenio del
siglo XX. Existe una continuidad en la resistencia expresada en la
defensa de la tierra y el territorio, desde las primeras disputas por
las salinas en la segunda mitad del siglo XVII, a las que se suman
las pugnas agrarias entre frailes dominicos y comunidades
durante el siglo XVIII y que sern incentivadas y agudizadas por las
leyes de reforma y la desamortizacin de las tierras comunales de
los pueblos indios.
Independientemente de que una inmensa mayora de pueblos
indios haya mantenido el carcter colectivo y/o comunal en la
forma de propiedad y usufructo de sus tierras y recursos
naturales, considero que fue el siglo XIX el que represent un
mayor despojo de los territorios de los pueblos apenas superado
por lo que en las ltimas dcadas neoliberales estamos
presenciando con la intervencin de las empresas mineras,
energticas y tursticas en prcticamente todo el continente.10
La resistencia indgena ah donde ahora se da con una esencia
anticapitalista, a nivel continental en Abya Yala, no presenta un
bloque homogneo y esta situacin se puede ilustrar con lo que
ocurre en el caso de Mxico en los ltimos diez aos, por ejemplo,
a partir de la experiencia de Atenco en contra del Aeropuerto que
el presidente Vicente Fox quiso construir en las tierras de estas
comunidades, mediando en 2006 con los niveles de represin del
Estado, hasta entonces harto evidentes en pginas recientes de la
historia nacional.

10
Los casos en Mxico de mineras, en su mayora canadienses, como Pea
Colorada en tierras comunales de la comunidad y ejido de Ayotitln, en la
sierra de Manantln, Jalisco; en este mismo estado recientemente se espera
revertir la instalacin de una minera (First Majestic) en Wirikuta (Real del
Catorce), ya aprobada por la Secretara de Economa sin consideracin de los
derechos del pueblo indgena Wixrika, que reclama la patrimonialidad
cultural del sitio; de la misma manera ocurre en Oaxaca, en San Jos del
Progreso y en la sierra cuicateca, y en Chiapas el caso de Chicomuselo con
otra minera tambin canadiense, denominada Blackfire.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 41


Las experiencias en casos de represin directa y abierta contra
la sociedad civil, como en los casos de la UNAM en 1999,
AtencOaxaca 11 en 2006, le han demostrado al Estado, lase
intelligentsia militar y sistema de seguridad nacional, 12 la
conveniencia de unificar mandos militares y policiales; esto quiere
decir poner al ejrcito directamente a funcionar como polica sin
pasar por el experimento que en este sentido representaba la
transmutacin de militares por la entonces Polica Federal
Preventiva. Aquellas experiencias del amplio abanico del
movimiento indgena nacional, que, despus de 1994, han
declarado pblicamente su decisin de reconstituir su autonoma
en tanto pueblo indgena, se han visto expuestas a formas
abiertas de represin del Estado a travs de grupos paramilitares.
Mismos que el Estado se ufana en presentar como situaciones de
conflictos intercomunitarios ante los organismos de Derechos
Humanos, como lo han venido haciendo sistemticamente en el
caso de Acteal en Chiapas en 1997 y cuya lectura e interpretacin
amaada propondrn tambin al pattico caso de San Juan
Copala en la Mixteca oaxaquea.
El caso es que, parafraseando a los indgenas de la tribu yaqui,
hoy como hoy y ayer como ayer, no se puede hablar de casos de
resistencia indgena en Mxico sin que se est hablando de la
represin simultnea que esta implica, casi por todos los medios a
disposicin del Estado, ahora neoliberal. De tal forma que en la
segunda parte del presente estudio podemos apreciar, diversas
manifestaciones de resistencia indgena en el istmo de
Tehuantepec, desde la rebelin de Che Gorio Melendre, hasta Che
Gmez, en donde el aprovechamiento comunal y colectivo de las
salinas y tierras del pueblo binniz, as como sus aspiraciones de

11
AtencOaxaca, neologismo que pretende explicar como parte de una misma
estrategia la represin del Estado en contra de la poblacin abierta en
Atenco, Estado de Mxico (en mayo) y en Oaxaca (de junio a diciembre) de
2006.
12
Con fuerte injerencia de los EEUU en la definicin de sus estrategias;
remember Giuliani y Weakeleaks.

42 Carlos Manzo
autodeterminacin poltica regional, chocaban frontalmente con
las pretensiones privatizadoras (desamortizadoras) de los
hombres de Estado tanto del lado liberal como del conservador.
Por otra parte, para abordar la esencia de la industrializacin
petrolera en el istmo y la riqueza histrico-literaria que reflejan
las experiencias de vida que acompaaron y acompaan este
proceso, me he permitido en su segunda parte, recrear parte de la
multifactica memoria histrica del siglo XX. As, con base en
entrevistas realizadas en diversas comunidades como Jaltepec,
Las Choapas, Moloacn, Pajapan, Soteapan, Morro Mazatn y
Unin Hidalgo, intentamos juntar piezas de un rompecabezas en
donde la afectacin de los principales elementos de la
comunalidad indgena, se hacen cada vez ms presentes a medida
que avanzan los procesos de industrializacin en ambas vertientes
del istmo.
Al tiempo en que, desde Europa, las grandes guerras
demandaban el petrleo mexicano para hacer avanzar y aceitar su
maquinaria, se gestaba un proceso que deriv la
institucionalizacin de las expresiones armadas del Mxico
Brbaro, casi siempre conviniendo a los intereses de la
ascendente potencia de los EEUU, quizs hasta antes de 1938 que
fuera otro ao que marca un hito histrico nacional con el
proceso de la expropiacin petrolera. La segunda parte entonces,
presenta un breve anlisis de la transformacin histrico
ambiental, aculturaciones e interculturaciones, que cada vez
tendrn ms como denominador comn el de la mixtura entre el
mundo industrial petrolero y el mundo campesino indgena, con
el caracterstico tamiz racista de quienes en ellas perciban
civilizacin y desarrollo versus barbarie, otra vez.
En la segunda parte que habla sobre resistencia indgena y
neocolonialismo, se intuye cierta tendencia histrica orientada
por los impulsos de las guerras por los energticos, esta tendencia
sigue haciendo latir el sistema-mundo capitalista en nuestros das;
el posible agotamiento de las reservas petroleras en los prximos

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 43


50 aos, orienta primeras inversiones de empresas trans-
nacionales europeas en el terreno de la generacin de energa
elica; arropado de un verde discurso, se impone el
megaproyecto Corredor Elico del Istmo en la planicie sur del
istmo proyectando ocupar un aproximado de 5,000 hectreas,
que hasta ahora lleva una dcada de errtica instalacin y
operacin del proyecto, apenas frenada por la aparicin de una
crisis que est mostrando impactos de la globalizacin en
regiones indgenas, algunas de ellas caracterizadas por contar con
terrenos comunales y/o ejidales en tanto unidades agrarias en
ciertas zonas compactas y en otras fragmentadas por los avances
de privatizaciones de diversa ndole. El tema del megaproyecto
elico viene a constituir todo un captulo que abre el tercer y
ltimo apartado del conjunto del trabajo que aqu se presenta.
Bajo el ttulo La aldea global, neoliberalismo y tiempos de
utopstica, presento la tercera parte de mi investigacin que a su
vez est constituida por el ya mencionado captulo sobre el
Corredor Elico del istmo y un captulo VIII que pretende
deshilvanar algunos temas que ayuden a entender la comunalidad
y la utopstica india en algunos pueblos del istmo, aunque
tambin de pueblos de otras regiones con quienes se han
compartido experiencias. Desde el discurso ecologista oficial se
contina impulsando el uso de las denominadas energas limpias
alternativas a las energas basadas en fsiles de carbono como el
petrleo, ciertamente ms altamente contaminantes.
El Istmo de Tehuantepec, es entonces ahora una de las
regiones ms devastadas y ms contaminadas del planeta, sobre
todo por lo que respecta a la desembocadura del ro
Coatzacoalcos; los avances de la industrializacin y la
sobreurbanizacin de las ciudades medias del istmo, como Salina
Cruz, Tehuantepec, Juchitn, Matas Romero, Coatzacoalcos y
Minatitln, dejan pocas esperanzas de reconstitucin integral de
los ecosistemas de la regin; aunado a esto se presenta cada vez
con mayor intensidad el inters de las empresas transnacionales
por territorios y recursos de diversa ndole, destacando el agua, la

44 Carlos Manzo
minera, los energticos y biolgicos, todos los que caben en la
definicin del concepto de patrimonio biocultural.13
Dentro de un amplio conjunto de experiencias emancipatorias
de comunidades, organizaciones y pueblos indgenas y no
indgenas de la regin y de Mxico, nos interesa analizar aquellas
luchas y experiencias que por sus contenidos, propuestas y
prcticas, puedan ayudar a recrear la utopstica. Un lugar
destacado en ese conjunto de luchas lo ocupa el EZLN, la situacin
actual del Movimiento Indgena Nacional debe mucho de su perfil
a la presencia e influencia histrica de los neozapatistas, tanto en
la definicin de sus principales estrategias de resistencia, como la
autodefensa, as como en sus relaciones al interior del espectro
sociopoltico de la sociedad civil nacional e internacional.

13
Propuesto por Boege (2008).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 45


46 Carlos Manzo
Primera parte

El Istmo de Tehuantepec:

Regin, espacio/tiempo de los pueblos indios.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 47


48 Carlos Manzo
Captulo I.
Hacia una Teora Amerindia de la Resistencia

Introduccin

Los investigadores europeos, al formular una


reclamacin de validez universal para sus conceptos de
escritura, conocimientos, arte e historia no slo se
privan de considerables posibilidades comparativas y
hermenuticas sino que tambin levantan una barrera
entre civilizacin y barbarie, una barrera arbitraria
que desde la poca colonial ha marcado las relaciones
entre europeos y los pueblos indgenas y que en todas
las situaciones coloniales dificulta la comprensin mutua
de las culturas.
(Grube, Nikolai, 2002).

Con nuestra obsesin europea por la palabra escrita,


caemos fcilmente en la tentacin de atribuir menos
importancia a la palabra hablada. Fcilmente pasamos por
alto que an existen las grandes reservas de arte verbal de
los pueblos indgenas de Amrica, las que representan una
incalculable riqueza cultural.
(Grube-Arellano Hoffmann, 2002).

La problemtica expresada en las citas anteriores constituye una


consideracin y una preocupacin para la actual investigacin, por
lo que a continuacin presento algo que, a juicio de quien lo lea,
podramos denominar un marco terico que posibilite un ejercicio
de interpretacin sobre la realidad histrica de la resistencia de
los pueblos14 indios del istmo de Tehuantepec y otras regiones de

14
Ms all de cualquier interpretacin 'populista' de la historia, cuando utilizo
la categora de pueblos indios, parto del reconocimiento de lo indio que, en
tanto concepto correspondiente a una categora de la situacin colonial, ha

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 49


Abya Yala, expresada dicha resistencia en contextos de
dominacin colonial y neocolonial.
En 1992, en el marco de mi investigacin histrico-econmica
del sur del istmo de Tehuantepec, realic, en trminos generales,
una propuesta terico-metodolgica para el anlisis de las
rebeliones en el istmo, conclua entonces que slo en el marco
de estudios de larga duracin podramos tener una comprensin
cabal de las caractersticas e implicaciones socio econmicas de
las rebeliones en una regin, as como, deca, el estudio fincado
en el anlisis de larga duracin permita explicar rasgos
interesantes de la identidad tnica de los istmeos en su vertiente
socio poltica (Manzo, 1992, 103, 127). Dos aos despus,
emerge desde el subterrneo nacional y chiapaneco la rebelin
zapatista, teniendo como principal caracterstica su composicin
mayoritariamente indgena, originaria de regiones y pueblos con
una memoria histrica en donde destaca la rebelin como un
elemento recurrente en su devenir histrico de los ltimos siglos.
Ms all de buscar una interpretacin acerca de los alcances e
impactos de la rebelin zapatista en el imaginario poltico
nacional y del movimiento indgena en particular, me parece un
parte aguas histrico fundamental que hasta la fecha, en el marco
de una guerra etnocida aunque no declarada del Estado mexicano
para con los pueblos indgenas, sigue recreando buena parte de la
utopstica india como principal orientadora de las aspiraciones
polticas o sociopolticas de los propios neozapatistas y de pueblos

sido planteado por Bonfil Batalla (1970), partiendo sobre todo de la


definicin propuesta por Balandier (1951) sobre la situacin colonial. En
este caso el concepto de pueblo presenta una connotacin ya enunciada por
Dussel en sus recientes 'Veinte tesis de poltica', precisamente la tesis
[11.23] que define pueblo ejemplificndolo con el altpetl y el Amaq :
palabras que significan la comunidad, el pueblo, con una intensidad
incluyente del nosotros desconocidas por las experiencias moderno
occidentales. Por ello en Amrica Latina, por influencias indgenas en todo
el continente, la palabra pueblo significa algo ms profundo que en las
lenguas romances (Dussel, E. 2006, 91).

50 Carlos Manzo
y comunidades indgenas y no indgenas, de dentro y fuera del
pas, que comparten la experiencia organizativa y de resistencia
antineoliberal en el marco de la denominada Otra Campaa.15
Corremos el riesgo ahora, quienes en otro tiempo nos
dedicamos al anlisis y estudio de los procesos de resistencia
indgena, que cualquier modelo terico metodolgico
interpretativo se venga abajo ante la primera ventolera de
realidad, palabras ms palabras menos expresadas por el
Subcomandante Insurgente Marcos,16 en el histrico Coloquio
Internacional In Memoriam Andrs Aubry. 17 Compaero este
ltimo que vivi aprendiendo a historiar cotidianamente con las
comunidades indias de Chiapas. Todos aquellos que conocieron a
Andrs hasta antes del 94, debieron verlos a l y a Anglica Inda,
su compaera de vida, organizando, sistematizando y difundiendo
el monumental archivo de la dicesis de San Cristbal de las
Casas, Chiapas. Adems de conocer parte de este su trabajo, en lo
personal me toc acompaar con l la experiencia de los dilogos
de San Andrs, 18 y sobre todo compartir esa sensacin de
historiador rebasado por las circunstancias, es decir,
compartiendo una realidad que por si misma se documentaba
monumentalmente, paradjicamente desde fuera de los archivos;
la pasin historiadora, periodstica y militante de Andrs y otros
tantos compaeros permitieron compartir un proceso que deja

15
La Otra Campaa consiste en una estrategia organizativa y de accin
antisistmica, convocada por el EZLN en el marco de su VI Declaracin de la
Selva Lacandona, emitida en julio de 2005, cuenta con adherentes y
simpatizantes de todos los estados del pas y de otros pases del mundo.
16
Reconocido pblicamente en Mxico como principal vocero del EZLN.
17
Historiador chiapaneco, venido de Francia en los aos 70's, su ltimo libro
titulado 'Chiapas a contrapelo', ilustra la perspectiva metodolgica de larga
duracin en el caso chiapaneco.
18
Me refiero al denominado Proceso de Dilogo por una Paz con Justicia y
Dignidad, realizado entre el Gobierno Federal y el EZLN de 1995 a agosto de
1996, en San Andrs Sakamch'en de los Pobres, Chiapas, de donde
resultaran los Acuerdos de San Andrs en materia de Derechos y Cultura
Indgenas.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 51


honda huella en la historia mexicana de los pueblos indgenas,
nada ms y nada menos que los Acuerdos de San Andrs.
Entre los aos 2007 y 2008, en la pretendida bsqueda de una
metodologa asequible al presente trabajo, adems de cursar
seminarios sobre metodologa en el Programa de Doctorado en
Ciencias Sociales de la Universidad de Guadalajara, hubo
oportunidad de leer y presenciar algunas disertaciones de
Immanuel Wallerstein, 19 Saurabh Dube y Walter Mignolo, 20
entre otros autores. A partir de mi conocimiento y experiencia
sobre la historia y distintas realidades presentes de los pueblos
indios de Mxico y en particular del istmo de Tehuantepec, me
pareca necesario e importante lograr una conjugacin de las
perspectivas tericas representadas por estos autores para la
definicin de algo que se aproximara a un marco terico en el que
podra inscribirse un proyecto de investigacin relativo a la
historia y realidad presente de los pueblos del istmo de
Tehuantepec.
Las perspectivas tericas que pueden conjugarse en la
definicin de dicho marco, parecieran contradictorias a primera
vista. Si tomamos, de inicio, la propuesta de Wallerstein sobre un
enfoque sistmico que adopta la percepcin del capitalismo
histrico como un sistema-mundo o economa- mundo, a partir
del siglo XVI, y que considera como postura terico metodolgica,
la adopcin de un universalismo pluralista,21 como una necesidad

19
En el seminario impartido en la UdeG con motivo del Doctorado Honoris
Causa que le fuera otorgado en diciembre de ese ao, as como su
participacin en el coloquio internacional in Memoriam Andrs Aubry, donde
se le otorgara post mortem el Primus Doctor Liberationis Conatus Causa.
20
El seminario en que ambos coincidieron en Guadalajara, en noviembre de
2008, llev por ttulo Seminario sobre los pueblos indios Interepistemologa,
soberana epistmica y modernidades subalternas: perspectivas en el sur de
Asia y Amrica Latina.
21
La expresin es utilizada por Wallerstein, como sigue: Slo un universalismo
pluralista nos permitir captar la riqueza de las realidades sociales en que
vivimos y hemos vivido, (1996b, 66).

52 Carlos Manzo
para impensar las ciencias sociales (Wallerstein, 2004); dicha
postura, presentaba desde mi punto de vista cierto nivel de
contradiccin con la propuesta derivada de los estudios
subalternos, de una antropologa histrica caracterstica de los
estudios postcoloniales --propuesta por Dube (2006)-- que
destaca una crtica y desprendimiento de los postulados e
interpretaciones eurocentristas de las Ciencias Sociales.22
La aparente contradiccin entre el modelo interpretativo de
economa mundo y/o sistema mundo y el de la antropologa
histrica, es perceptible tambin cuando Saurabh Dube se refiere
a sujetos sociales en mundos inexorablemente heterogneos,
afirmando que: ms all de visiones vanguardistas y planos
tecnocrticos, los trminos para realizar y o rechazar las
posibilidades de modernidad, pluralidad y democracia se apoyan
en tica y en poltica que son inherentes a las prcticas de los
sujetos sociales en el aqu y el ahora: unidas al pasado, vueltas al
presente y traficantes en el futuro (Dube, S., 2006, 3).
Aunado a lo anterior, con relacin al modelo de
economa-mundo, en otro seminario donde hubo la oportunidad

22
Este deslinde de Dube con respecto a la visin eurocentrista, puede
apreciarse cuando enuncia:Detrs de los diversos marcos tericos, cules
son las cartografas implcitas de los espacios encantados y lugares
modernos, que autorizan otras concepciones de las culturas? Ms all de las
posturas de los sujetos particulares, qu mapa subyacente de lo sacro y lo
temporal es el que habla por boca de los varios anlisis especficos de las
religiones? En otras palabras, qu idea anterior y qu imagen previa son las
que hacen que las representaciones de las sociedades se impregnen de la
distincin de una voz y del privilegio de una visin?, yo creo que para
responder a estas preguntas [...] es fundamental que encontremos la
posibilidad de descubrir lugares alternativos, otros sitios donde dar forma al
debate intelectual.(Dube, 2001, 25). Es aqu donde encuentro una
importante interseccin con la propuesta del locus de enunciacin sugerida
por Walter Mignolo, como tercer nivel de su metodologa descolonial, de
acuerdo a lo expresado por este autor en el citado seminario (Noviembre de
2008).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 53


de contar con la presencia de Saurabh Dube, 23 radicado en
Mxico desde hace 15 aos, comentaba que finalmente el
enfoque sistmico de Wallerstein, constitua una propuesta
eurocntrica, marcada por la influencia del marxismo, Frankfurt y
la escuela de los Annales. As las cosas, me pareca que el reto
metodolgico de una teora indgena, o si se quiere amerindia de
la resistencia, es el de fortalecer una propuesta hermenutica
profunda y diversa, pero requiere tambin de recuperar el sentido
crtico del enfoque wallersteiniano, resaltando sobre todo su
aporte en la identificacin de movimientos antisistmicos en este
denominado tiempo del kairos.24

23
' Seminario sobre estudios subalternos', realizado por el CUCSH de la
Universidad de Guadalajara, (Abril de 2008).
24
Con relacin al tiempo del Kairos, Wallerstein se ha referido a ste como un
tiempo-espacio del cual hablan los telogos en contraposicin al cronos, el
tiempo correcto en oposicin al tiempo formal que, segn afirm Paul
Tillich (The Protestant Era), constitua la diferencia entre el tiempo
cualitativo y el cuantitativo. En este sentido, Wallerstein sugiere que
los conceptos entremezclados de crisis y transicin --dos de las palabras
ms comunes en nuestro vocabulario cientfico social-- no son otra cosa que
manifestaciones del kairos. Ms adelante, en su explicacin acerca de la
finitud del sistema histrico capitalista, el autor explica, a propsito del
tiempo del Kairos: Cuando se divisa su defuncin, el sistema est en crisis y,
por lo tanto, debe estar en transicin hacia algo ms. ste es el concepto
correcto y por supuesto el lugar correcto al cual se refiere el concepto de
kairos. Abundando un poco ms con relacin a este interesante concepto
coincidimos en que:Desafortunadamente, kairos es el tiempo Espacio de la
eleccin humana. Es el extrao momento cuando el libre albedro es posible.
Es el TiempoEspacio cuando, conforme a la jerga de Prigogine, las
divergencias en cascada garantizan la transicin al caos y, fuera del caos
surgir un nuevo orden que no es fcil de predecir...por lo tanto los seres
humanos, enfrentados al kairos, enfrentados a lo que yo denominar
TiempoEspacio transformacional, no pueden evitar la eleccin moral. Se les
impone, en el tiempo y lugar correctos, en un momento de tiempo y
espacio cualitativos cuya extensin y amplitud son de medida incierta y lugar
impredecible. Pero a pesar de todos estos elementos incontrolables,
podemos estar seguros de que hay un kairos, un Tiempo Espacio donde
ocurre la transformacin, un Tiempo Espacio donde todos ejercemos nuestro

54 Carlos Manzo
Insisto entonces en la necesaria bsqueda de ms semejanzas
y posibilidades de complementacin y de definicin de canales de
comunicacin entre los autores mencionados, por ejemplo: entre
las aportaciones de los estudios subalternos y/o postcoloniales,
presentes en la antropologa histrica ensayada por Saurabh
Dube, y las consideraciones de Immanuel Wallerstein en relacin
al entendimiento del contexto histrico global desde la
perspectiva de la economa o sistema mundo, las opciones
histricas alternativas y los movimientos antisistmicos.
Por otra parte, aunque en el mismo sentido, me interesa
destacar los aportes que en ltimas dcadas han realizado
autores como Anbal Quijano y Walter Mignolo, quienes tambin
reconocen el parangn definido por la aparicin del sistema
mundo capitalista a partir de lo que han denominado la herida
colonial, y con ello el surgimiento de la modernidad colonial que
emerge del siglo XVI. Con esta suerte de consideraciones, se han
permitido dichos autores plantear la necesidad de ruptura con los
modelos que en distintos planos han impuesto la colonialidad.25
de donde resulta muy pertinente cierta interseccin con la
perspectiva del giro descolonial propuesto por Walter Mignolo26
y otras autoras como Catherine Walsh (2002) y Linda Tuhiwai
Smith (1999), permitindonos en este trabajo el ejercicio de una
lectura descolonial de la historia del istmo.

libre albedro para bien o para mal. Y cuando llega, elegimos nuestro nuevo
orden. (Wallerstein, 2004, 160-163).
25
En este sentido Quijano ha hablado de la colonialidad del saber, del poder y
del ser, vase Quijano (2005).
26
En octubre de 2008, en el citado seminario 'Seminario sobre Pueblos Indios',
realizado en la UdeG, Mignolo hizo referencia a una 'propuesta
metodolgica del proceso descolonial' constituida por tres niveles, a saber:
el nivel semitico, el del Aparato Geopoltico de la enunciacin y el de la
corpopoltica del conocimiento. (Mignolo, 2008).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 55


En octubre de 2008, Walter Mignolo 27 present una
propuesta para entender y leer alternativamente al binomio
modernidad/colonialidad, 28 en donde resaltaba como ejes
principales de su instauracin en Abya Yala, en tanto matriz
colonial de poder, por un lado el racismo y, por el otro, el
patriarcado; esta interpretacin es el resultado de un ejercicio de
sntesis histrica de la realidad colonial, desde una perspectiva de
larga duracin. A este respecto, por lo que se refiere al racismo,
dice Anbal Quijano:
De ese modo se impuso una sistemtica divisin racial del
trabajo. En el rea hispana, la Corona de Castilla decidi
temprano el cese de la esclavitud de los indios, para prevenir
su total exterminio. Entonces fueron confinados a la
servidumbre. A los que vivan en sus comunidades, les fue
permitida la prctica de su antigua reciprocidad i.e. El
intercambio de fuerza de trabajo y de trabajo sin mercado--
como una manera de reproducir su fuerza de trabajo en tanto
siervos (2005, 219).
En su expresin de la prctica de su antigua reciprocidad,
referida por Quijano, es lo que hasta la fecha constituye uno de
los rasgos del modo de vida comunal o comunalidad de los
pueblos indios en Anahuac y Tawantinsuyu. Sin embargo, al
considerar la existencia de la fuerza de trabajo indgena como

27
Me refiero a su conferencia magistral impartida en el Paraninfo de la
Universidad de Guadalajara, el 13 de Octubre de 2008; en proceso de
edicin.
28
El binomio es explicado por el autor como un proceso histrico instaurado
fundamentalmente desde el siglo XVI , en los siguientes trminos:
Modernidad/colonialidad es un nudo conceptual histrico- estructural en
el que se confluyen de manera heterognea, variadas trayectorias: la de los
europeos en las Amricas y sus descendientes, la de la diversidad de
sociedades originarias en Amrica, la de la formacin de sociedades nuevas
como resultado del masivo comercio de esclavos. Y en tercer lugar,
colonialidad designa historias, subjetividades, formas de vida, saberes y
subjetividades colonizados, a partir de las cuales surgen las respuestas
descoloniales. (Mignolo, 2008,7).

56 Carlos Manzo
esclava o sierva aade una interpretacin desde el materialismo
histrico, dejando entrever una idea un tanto teleolgica sobre su
devenir histrico; cabe aclarar entonces que an en la
denominada rea hispana o ciudades coloniales y centros
administrativos ni todos los indios eran esclavos, ni todos los
indios eran siervos.29
Qu importancia presentan estas estrategias y metodologas
para una interpretacin novedosa de la historia del istmo que nos
ocupa?, porqu es necesario combinar estas metodologas, en
apariencia contradictorias, en una investigacin
histrico-antropolgica de la multicultural regin del istmo de
Tehuantepec? Considero que la propia explicacin histrica que
logremos en el curso de esta investigacin dar final respuesta a
estas interrogantes, aunque podemos adelantar con algunos
ejemplos, en el nimo de ilustrar lo hasta aqu sealado.
De acuerdo con Wallerstein (1979), el siglo XVI viene a
representar el inicio de la dinmica de un capitalismo naciente
europeo que define el moderno sistema mundial: el istmo, en su
extensin interocenica pasa a definir, geogrfica y
geopolticamente, un puente evidente de comunicacin al interior
de dicho sistema mundo; los puertos de Veracruz, Coatzacoalcos y
Campeche, derivan por distintas vertientes hacia las costas de
Huatulco y Acapulco en el Pacfico o Mar del Sur, la regin
expresar a partir de este siglo, una importante sntesis del
contacto y encuentro entre lo que Gruzinski (2004) ha
denominado las cuatro partes del mundo.

29
Para el caso de nuestra regin de estudio, a reserva de corroborar con cifras,
podra afirmar que la tendencia general demogrfica que sobrepone a la
poblacin mestiza y criolla a la indgena para finales del siglo XIX, se presenta
ms en la zona norte que en el centro-sur. Siguiendo el sentido de la
interpretacin de Quijano, una buena parte de la poblacin india y
afroindgena del istmo sera proletarizada a raz del establecimiento e
impulso de la industria petrolera en la regin, sobre todo durante la primera
mitad del siglo XX.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 57


Ms all de una perspectiva eurocentrista, me interesa
destacar las transformaciones y permanencias que en el mbito
de las culturas de los pueblos originarios, se han expresado
histricamente a partir de la nueva configuracin econmica y
sociocultural, desde el siglo XVI. Para este fin, la identificacin del
espacio y tiempo de los pueblos indgenas se torna fundamental
en la definicin de un nuevo locus de enunciacin,30 que ayude a
explicar las tensiones en coyunturas precisas en contextos de
resistencia y dominacin. Es aqu donde considero, tambin
fundamental, una interpretacin que realice una revisin a
contrapelo de la historia a partir de la investigacin historiogrfica
y etnogrfica ensayada en trminos de una historia
antropolgica.31
La etnografa histrica ensayada por Saurabh Dube en
mltiples trabajos, constituye un importante puente
metodolgico para recrear desde el Anahuac y Abya Yala un
ejercicio de reinterpretacin histrica, recuperando algunos
elementos propios de la cosmovisin de los pueblos indgenas, o
de lo que tambin he denominado en este trabajo la utopstica
indgena, retomando el concepto de utopstica planteado por
Wallerstein (2003).
Es en este terreno en donde creo mejor se complementan la
visin antisistmica de Wallerstein y las perspectivas
postcoloniales de los estudios subalternos del Sur de Asia,

30
Tomo prestada la expresin de Walter Mignolo, para referirnos a la
necesidad de un ejercicio de filosofa otro.
31
De acuerdo con Saurabh Dube: En este esfuerzo, la antropologa y la
historia estn inseparablemente unidas entre s, los materiales de archivo y
las fuentes extraoficiales son ledas a travs de filtros etnogrficos y el
trabajo de campo aparece como un dilogo con la imaginacin histrica.
(Dube, 2001,26). Una prctica investigativa desde las ciencias sociales,
recreando esta perspectiva para nuestra regin de estudio es todava poco
perceptible.

58 Carlos Manzo
planteadas por Dube, entre otros autores 32 ; a manera de
conclusin provisional, podra afirmar que la perspectiva
postcolonial de los estudios subalternos y la modernidad colonial
sugerida por Wallerstein y Mignolo, resuelven y definen mltiples
opciones metodolgicas que pueden ser ensayadas desde las
ciencias sociales para el caso del estudio de los pueblos indgenas
del istmo de Tehuantepec y de otras regiones indgenas del
moderno sistema-mundo.
En la presente investigacin realizada a lo largo de los ltimos
aos, he intentado conjugar diversas perspectivas
terico-metodolgicas las cuales tratar de explicar en detalle con
la finalidad de sustentar el anlisis de la resistencia de los pueblos
indgenas en los contextos colonial y neocolonial en el Istmo de
Tehuantepec. Estas perspectivas son:
1. Percepciones histrico-analticas de la resistencia indgena. En
trminos generales, entendemos por resistencia indgena a las
distintas acciones, actitudes, respuestas y propuestas en
oposicin, ajenas y/o alternativas a procesos histricos de
dominacin precoloniales, coloniales y neocoloniales que se
han presentado a lo largo de la historia de ms de quinientos
aos de dominacin mundial que imperios y pases,
generalmente del hemisferio norte, han ejercido
tradicionalmente sobre aquellos pueblos, naciones y tribus
originarios e indgenas de paises de frica, Asia y Amrica
Latina, a esta ltima la denominar indistintamente tambin
como Abya Yala.
2. El enfoque histrico analtico de larga duracin. La
comprensin cabal de los procesos histricos de dominacin/
resistencia y permanencia/transformacin en el mundo, tanto
en su dimensin humana como en su dimensin ecolgica,
slo es posible desde una perspectiva de larga duracin.

32
Vase Ajay Skaria (1999) y Ranajit Guha (1996), tambin citados en el
presente estudio.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 59


3. La perspectiva histrico-antropolgica o de la antropologa
histrica ensayada desde los estudios subalternos, intentando
resaltar puntos de vista sobre la articulacin entre modernidad
y tradicin versando en tiempos heterogneos, opcin
descolonial y las opciones histricas alternativas al
neoliberalismo.
4. El anlisis histrico econmico crtico, a partir de la
caracterizacin histrica de las relaciones de la regin en el
marco de una economa mundo capitalista.
5. El enfoque etnogrfico a partir de la descripcin de elementos
de la comunalidad como conceptualizacin del modo de vida
de los pueblos indgenas del istmo.
6. La conceptualizacin y descripcin del neocolonialismo y la
utopstica como ejes de dominacin y resistencia,
respectivamente, en la etapa neoliberal del capitalismo.
7. El microanlisis histrico de una regin desde la
interculturalidad, entendida como el anlisis de contextos
histricos a partir de aproximaciones etnogrficas desde las
culturas indgenas istmeas.
Considero que un ensayo de historia antropolgica de la
resistencia de los pueblos indios del istmo, en tanto parte de la
configuracin cultural amerindia (Fornet-Betancourt, 2001),
permite desde las ciencias sociales un ejercicio hermenutico de
investigacin,33 donde la etnografa y la historia hacen aparecer
realidades histricas disonantes, como en los casos regionales en
donde la antinomia colonialista resistencia versus dominacin se
expresa, por ejemplo, durante los siglos XVI-XVIII a travs del
pensamiento religioso binnigulasa y binniz, y en el siglo XIX, por
las tensiones en procesos de articulacin nacional y autonoma
regional.

33
Dado mi particular conocimiento de la regin, mi conocimiento de la lengua
y pertenencia al pueblo binniz del istmo.

60 Carlos Manzo
En su estudio, antes citado, Fornet- Betancourt tampoco se
encuentra ajeno a propuestas emancipatorias de los postulados
de las ciencias sociales decimonnicas, es decir, tambin
considera necesario llevar a cabo ejercicios interculturales de la
filosofa para reconocer las mencionadas opciones histricas
alternativas a la globalidad neoliberal. De hecho, mantienen
suficiente vigencia sus 10 Tesis para la comprensin y prctica de
la interculturalidad como alternativa a la globalizacin (bid.,
371), en donde resalta la cuarta tesis segn la cual:
Con su opcin decidida y radical por las diferencias
culturales, la filosofa intercultural se entiende como un
aporte a la reorganizacin de las relaciones entre las
culturas y pueblos en el sentido de una alternativa a la
globalizacin neoliberal. Su opcin por las culturas es as
una toma de posicin contra el proceso de
homogenizacin y de exclusin que hoy se impone
(Fornet-Betancourt, 2001, 375).
Los planteamientos anteriores vienen al caso ya que en la
realizacin de nuestra investigacin destaca como objetivo, la
bsqueda y definicin de opciones histricas alternativas al
neoliberalismo en crisis. Esta investigacin pretende reflejar la
definicin de esas opciones desde la historia de los pueblos indios
del istmo.
En este afn por construir una metodologa que permita
abordar la resistencia indgena como un proceso de larga
duracin, mi conocimiento de las culturas indgenas aunado al
conocimiento de la lengua diidxaz y de su semntica general, as
como del contexto histrico literario de algunas lenguas de los
pueblos originarios de la regin, constituyen herramientas
imprescindibles como vehculo metodolgico en un ejercicio de
interpretacin hermenutica de la realidad. En este sentido,
considero que la gran virtud de los hermeneutas, es la posibilidad
de ejercer la crtica, implicndose ideolgicamente, sin dejar de
ser racional y objetivo aunque buscando superar cierta

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 61


perspectiva teleolgica como tradicionalmente se ha expresado
en la historiografa positivista. 34 Dicho ejercicio se enmarca
precisamente en lo que se ha denominado la hermenutica
profunda, donde, de acuerdo con Thompson, la idea que
subyace en la hermenutica profunda es que, en la investigacin
social y en otros campos, el proceso de interpretacin puede ser,
y de hecho exige ser, mediado por una gama de mtodos
explicativos u objetivantes, (Thompson, J.B., 1993, 404).
En vas de explicar la aplicacin de dicha gama de mtodos
presento a continuacin una descripcin de las perspectivas
terico-metodolgicas, arriba enunciadas, directamente
relacionadas e invocadas en esta introduccin y que han sido
recurrentes a lo largo de la investigacin.

I.1 Ra rudxilu xpiaani ne xtiipa binni laanu


Percepciones histrico-analticas de la resistencia.
Ms all de la ausencia de un concepto que la caracterice, la
resistencia indgena ha llamado ms la atencin de historiadores,
socilogos, organizaciones y politlogos en Mxico y Amrica
Latina para referirse sobre todo a fenmenos sociohistricos, que
se presentan como prcticas polticas y culturales de irrupcin
eventual y/o coyuntural violenta, o bien como cierta actitud
pacfica, imperceptible, permanente, latente de respuestas
indgenas, como la disidencia, la rebelda o rebelin, el
amotinamiento, la insurgencia, la inobediencia y/o la no
cooperacin, frente a la imposicin de diversas formas de
dominacin y o compulsin sobre ciertos sectores, grupos o

34
Esta intencin es explicada por Guerra Vilaboy (2009) en los siguientes
trminos: superando la simple descripcin de acontecimientos y
atendiendo a las estructuras y las situaciones coyunturales, a la actividad de
los grandes grupos humanos, a las mentalidades individuales y colectivas, a
los hechos en que puedan concretarse, as como a la historia regional. (222)

62 Carlos Manzo
sujetos subalternos35, en este caso comunidades y pueblos de
muy diversas regiones indgenas del continente.
En este sentido, en un interesante conjunto de ensayos de
historia testimonial, que ilustran la resistencia indgena y negra
en Amrica Latina, Martn Lienhard ha precisado:
Concepto central es la rebelda; la disidencia remite, segn el
caso, a un <<antes>> de la rebelda abierta o a una rebelda en
estado latente, mientras que la insurgencia, <<estado
supremo>> de la rebelda, remite a sus manifestaciones ms
radicales. (Lienhard, 2008, 16).
Es entonces la resistencia un elemento ms del conjunto de la
narrativa binomial o de tradicionales dicotomas, donde desde
distintos enfoques se pueden encontrar trminos y conceptos que
en el discurso de las ciencias sociales en Amrica Latina han
definido y definen paradigmas a partir de la identificacin de
polos opuestos tales como:
Civilizacin/barbarie
Dominacin/resistencia
Ciudad/campo
Burguesa/proletariado
Centro/periferia
Norte /Sur
Desarrollo/subdesarrollo
Se trata de conceptos y trminos que han sido muy
caractersticos en discursos dominantes o hegemnicos y que han
abierto diferenciados campos en la prctica de las ciencias
sociales del continente en sus ltimos siglos y que, en distinta
magnitud, siguen estando presentes en la inspiracin de
metodologas orientadoras de la investigacin tanto hegemnica
como contrahegemnica. As, para el estudio de las
particularidades de la resistencia indgena en el istmo de

35
Retomando el ttulo temtico de Saurabh Dube (2001).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 63


Tehuantepec y en otras regiones del Anahuac, Abya Yala y
Tawantisuyu, en tanto un fenmeno histrico de larga duracin,
propongo como concepto orientador o piedra de toque el de la
comunalidad, que con fines ilustrativos o pedaggicos puede
representarse a travs de la Flor Comunal, como veremos ms
adelante.
De acuerdo con Juan Jos Rendn, la mayor o menor
resistencia indgena se expresa por la fortaleza o desplazamiento
de los principales elementos de la comunalidad; se trata de un
fenmeno histrico para cuyo anlisis se exige enmarcarla en un
complejo entramado desde una perspectiva de larga duracin.
De acuerdo con lo anterior, en cierto sentido, la comunalidad,
como la conocemos en comunidades y pueblos indgenas de
Mxico, viene a ser la expresin concreta ms acabada de la
situacin de la resistencia indgena, ms all de la abstraccin
conceptual que su uso implique; en este sentido, Maldonado
(2002) ha planteado:
La resistencia no puede entenderse sin la liberacin, porque el
objetivo de la resistencia no es acomodarse a vivir
permanentemente bajo la dominacin sino incubar las
condiciones para acabar con ella. La comunalidad es la clave de
la resistencia y por tanto la incubadora de la liberacin (47).
Por otra parte, con respecto a algunos anlisis sobre la
resistencia indgena presentada frente a la instauracin del
dominio colonial espaol, en la denominada etapa de la
conquista, destacan algunas percepciones que en su momento
han sealado:
La crueldad y violencia, aplicada por los espaoles en contra de
la poblacin indgena, slo exacerb su espritu de resistencia a
lo largo de la poca colonial. Aqu no pretendemos abordar
esta resistencia de larga duracin, sino la oposicin o respuesta
de los indgenas a las incursiones de conquista y a la imposicin
de la encomienda, los sistemas de trabajo forzado y la

64 Carlos Manzo
esclavitud, desde mediados de la dcada de 1520 hasta 1540.
(Kramer, Wendy, et al., 1993, 63).
Curiosamente, los autores descartan las rebeliones y revueltas
como acciones de resistencia al presentar la siguiente definicin:
Definimos la resistencia como la lucha continua en
respuesta a los esfuerzos de conquista, mientras que
rebelin, revuelta o sublevacin, son aquellas acciones
hostiles, iniciadas por indgenas, despus de la primera
etapa de conquista y supuesta pacificacin de un
territorio y su poblacin. (Ibid.).
En un intento por explicar y justificar jurdicamente los
orgenes de la resistencia indgena, asociada con la desobediencia
y la huida, como una de sus manifestaciones caractersticas en
Nueva Espaa, Erika Jimnez (s/f), apunt:
Hubo un grupo de telogos como Bartolom de las Casas,
Francisco Vitoria y Domingo Soto, todos ellos fervientes
defensores de los indgenas que justificaban estas acciones
apoyndose en el derecho de resistencia que tena toda
persona cuando el gobierno o las leyes no eran justas, es
entonces cuando se puede desobedecer a aquellos que
cometen la injusticia. (Jimnez, s/f, 63).
De la cita anterior, podemos inferir tambin la permanencia de
cierta tica jurdica que desde el siglo XVI a nuestros das, se
manifiesta en leyes y/o artculos constitucionales; el artculo 39
que actualmente refiere el derecho de los pueblos a la libre
determinacin, al sealar:
Art. 39.- La soberana nacional reside esencial y
originariamente en el pueblo. Todo poder pblico dimana del
pueblo y se instituye para beneficio de ste. El pueblo tiene en
todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 65


forma de su gobierno. (Constitucin Poltica de los Estados
Unidos Mexicanos, 2009, 65).36
Aqu se presenta cierto sustento jurdico de la disidencia en
tiempos de transformacin, ms an si nos remitimos a su
contexto ideolgico-europeo de origen, caracterizado por la
prdida por los monarcas del denominado derecho divino a la
soberana.37
De acuerdo con Jimnez (s/f), conviene entonces dejar de
interpretar las diferentes formas de resistencia indgena como
una simple reaccin espontnea que no tiene bases o una
finalidad, o pensar que la resistencia se dio por ser ellos de

36
Aunque en materia de derechos indgenas reconocidos constitucionalmente,
contamos ya con el Art. 2 Constitucional; en una lectura intertextual del
mismo, vemos como algunas de las principales demandas del Movimiento
Indgena Nacional, expresadas en los Acuerdos de San Andrs, no fueron
includas en las iniciativas aprobadas en abril de 2001, en la denominada Ley
Bartlett-Ceballos; las partes anuladas desconocen los ASA en lo que se
refiere a la necesidad del reconocimiento de los pueblos como 'Sujeto de
Derecho Pblico', y no como entidades de inters pblico, que es como
qued en el Art. 2: Apartado A, VIII, 2o. prrafo . Las constituciones y leyes
de las entidades federativas establecern las caractersticas de libre
determinacin y autonoma que mejor expresen las situaciones y
aspiraciones de los pueblos indgenas en cada entidad, as como las normas
para el reconocimiento de las comunidades indgenas como entidades de
inters pblico. Por otra parte, supeditar el ejercicio del Derecho a la Libre
determinacin y Autonoma de los pueblos a las Constituciones y leyes de las
entidades federativas, anula de facto dicho Derecho, sobre todo en aquellas
entidades que no cuentan con dichas leyes.
37
En su consideracin sobre la legitimidad del 'derecho divino' a la soberana,
Vs. Soberana radicada en el pueblo, Garca Granados (1906) en un anlisis
de la contraposicin entre los intereses del clero y las Leyes de Reforma,
expres: es evidente que si los reyes gobiernan por derecho divino, los
pueblos recobran su libertad conforme al mismo derecho. Tambin es
incontestable, que hay ms de divino en un pueblo que castiga un tirano,
que no en un rey que oprime un pueblo inocente (85). Entonces la
expresin jurdica de que la soberana del Estado radica en el pueblo, viene
influida en gran parte por el pensamiento poltico ideolgico de la segunda
mitad del liberal siglo XVIII francs.

66 Carlos Manzo
naturaleza brbara, blica y necia, como muchos lo
describan (Ibid.).
Un conjunto de casos suigeneris de la Resistencia versus
Dominacin, se han presentado en diversas partes del globo en
tiempos tambin de insurgencia anticolonial; en un breve anlisis
del movimiento nacionalista indu, Maritegui describi el
siguiente pasaje:
La India insurga contra la Gran Bretaa y reclamaba su
autonoma. La muerte de Tilak haba puesto la direccin del
movimiento nacionalista en las manos de Gandhi, que ejerca
sobre su pueblo un gran ascendente religioso. Gandhi acept la
obligacin de acaudillar a sus compatriotas y los condujo a la
no cooperacin. La insurreccin armada le repugnaba. Los
medios deban ser a su juicio, buenos y morales como los fines.
Haba que oponer a las armas britnicas la resistencia del
espritu y del amor (Maritegui, 1982, 385).
Todo ello en un contexto de rebelda e inobediencia -no
cooperacin--, tambin caracterstico de otras formas de
resistencia representadas por las comunas y el cimarronaje38 en
Amrica Latina y el Caribe.39
En la diversa historiografa del sur de Mxico, se ha asociado a
la resistencia indgena con un proceso de larga duracin que se

38
De acuerdo con Jos Luciano Franco (1973) Las iniquidades del rgimen
esclavista hacan que los negros africanos huyeran de las plantaciones hacia
los refugios de las montaas y de los bosques. Los colonizadores hispanos
llamaron cimarrones a los esclavos fugitivos, y los franceses adaptaron la
palabra a su idioma y los designaron con el nombre de Marrons. (7) *...+ Los
esclavos en tal estado de rebelda se decan apalencados, y palenques se
llamaba a su retiro. Ortiz, (1916), citado por Jos Luciano Franco, Ibid.
39
Adems de los trabajos citados de Lienhard y Jos Luciano Franco, puede
apreciarse en Corro R., Octaviano (1951) el interesante proceso de
legalizacin del cimarronaje que diera origen a la fundacin de la Repblica
de Negros de Amapa, en el Sotavento veracruzano hacia finales del siglo
XVIII.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 67


manifiesta tanto en coyunturas violentas como las rebeliones en
contra del orden colonial o neocolonial, as como con expresiones
menos visibles y cotidianas del modo de vida de los pueblos de las
que dan cuenta numerosas etnografas que han abundado en la
descripcin de parte de dicho modo de vida, para algunos casos
en el istmo.40 La bsqueda de una interpretacin descolonial de
estos procesos histricos, constituye uno de los objetivos del
segundo apartado de la presente investigacin.

40
En los trabajos de Antonio Garca de Len (1986), Resistencia y Utopa,
crnica de agravios...', y Ejrcito de ciegos, encontramos la recreacin de la
perspectiva antes enunciada, dotada de una impresionante capacidad de
dilogo entre la historiografa localista, el sistema mundo y la etnografa.
Bajo la coordinacin de Daz-Polanco (1992) se publicaron algunos ensayos
interpretativos de las rebeliones indias de 1660-1661, en el obispado de
Oaxaca, bajo el ttulo: El fuego de la inobediencia,..., este esfuerzo hizo
posible tambin la edicin, bajo el sello del CIESAS, de otro texto titulado
Documentos sobre las rebeliones indias de Tehuantepec y Nexapa
(1660-1662).
En mi tesis de maestra titulada Asimilacin y resistencia (Manzo 1993),
explico la resistencia indgena en el sur del istmo de Tehuantepec, a travs
de un breve ensayo de historia econmica con cierto enfsis en el anlisis
coyuntural de las rebeliones contra el orden colonial novohispano.
El ya clsico libro titulado 'El Sur de Mxico' que Miguel Covarrubias (1942)
realiz en el istmo, sienta un importante precedente en la explicacin
articulada de la regin desde la historia, la arqueologa y la etnografa. Al
parecer la sensibilidad que como artista detentaba Covarrubias, le permita
conjugar la apreciacin de diversas expresiones de lo indio en el arte
nacional y sus contrastes regionales.
Las ms recientes etnografas que sobre diversos pueblos del istmo se vienen
realizando en los ltimos treinta aos, (vase Munch (1983), Peterson Royce
(1975), Signorini (1979), se han focalizado ms en la descripcin
etnogrfico-comunitaria que en la caracterizacin de las permanencias
cotidianas de resistencia expresadas en manifestaciones de su modo de vida,
en su comunalidad.

68 Carlos Manzo
I.2 Colaa pito41
Un enfoque de larga duracin
Insistira en que este fragmento interocenico continental,
conocido como Istmo de Tehuantepec, no puede comprenderse
ni interpretarse cientficamente en su geohistoria ambiental,
social, econmica, cultural y poltica, si no es en el marco de un
ensayo de interpretacin histrica desde la perspectiva
metodolgica de la larga duracin.
En este sentido, la importancia de la dialctica de la duracin,
propuesta por Braudel (1969) en el marco de un debate que
entonces se iniciaba entre toutes les sciences de lhomme, se
defina por una duracin social de tiempos mltiples y
contradictorios de la vida de los hombres, que no son solamente
la sustancia del pasado, sino tambin el tejido de la vida social
actual (Braudel, 1969, 43). 42 Llevando esta apreciacin a la
realidad social de los pueblos del Istmo, encontramos en esa
dialctica de la duracin todo un conjunto de indefinidas
repeticiones en el espacio entre eventos coyunturales de tiempos
a veces efmeros (l instant) y las imperceptibles permanencias
que transcurren durante siglos en un tiempo lento o largo.
El anlisis de ese lento transcurrir, en tanto propuesta terico
metodolgica, pensamos y suponemos ser el cristal adecuado a
travs del cual explicar, ahora tambin desde un punto de vista
sistmico, ms de 500 aos de historia de algunos elementos
materiales y espirituales de los pueblos indgenas. Braudel
observ a travs de esta lente, para las zonas altas del
Mediterrneo, en Italia, en Espaa, en Provenza, en Grecia, toda
una serie de fiestas costumbresvivas que mezclan creencias
cristianas y sobrevivencias paganas, teniendo como gran

41
La expresin corresponde, en el diidxaz yooxho' de Crdoba (1987, 401), a
la entrada Tiempo pasado mucho sin memoria.
42
Traduccin ma.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 69


testigo! al paisaje, un paisaje frgil enteramente creado por la
mano del hombre: las culturas en terrazas (.) (Braudel, 1985, 31).
Esta perspectiva analtica y metodolgica creemos puede
apoyar la reconstruccin de diversas historias de los pueblos
indgenas; para el caso del anlisis de el tiempo y de las formas de
nombrar los diversos tiempos, por los binnigoolasa, el piiy o
biguii, persiste entre los binniz como parte de una realidad que
asocia aspectos rituales y/o religiosos con elementos geomtricos
que explican espacios tiempos y otros sentidos del ser binniz.
Esto se puede explicar desde una perspectiva
histrico-antropolgica, apoyados en la lingstica, la arqueologa,
la etnografa y fuentes documentales coloniales, como el
Vocabulario de Fray Juan de Crdova.43
Cuando los pueblos y comunidades indgenas, con base en la
historia de larga duracin, es decir, en la dialctica de los tiempos,
toman conciencia de la necesidad de la defensa de lo propio,
trascienden socio-histricamente hacia la constitucin de lo que
Dussel llama un nuevo hegemn de la comunidad poltica,
cuando habla precisamente en su tesis 16, de la prctica
antihegemnica y construccin de nueva hegemona. (Dussel,
2006, 123-124).
Con relacin al enfoque histrico analtico de larga duracin, y
su aplicacin para comprender las regiones y la economa mundo
capitalista, me apoyo tambin en la reflexin de Andrs Aubry
(2005), para escribir la historia y no contar historias, para
ilustrar la propuesta metodolgica aludida, cito:

43
Crdova tradujo literalmente el Piy como: tiempo generalmente, vide
entrevalo; en una perspectiva histrica existi entre los binnigoola'sa' otra
percepcin del tiempo, referido por el fraile como ' tiempo pasado mucho,
sin memoria, y que para el binnigoola'sa' fuera piy cola pito que en una
traduccin casi literal significaba tambin el tiempo o calendario de sus
dioses. Nixitni quchelayoo, que podra traducirse como la historia, en
general, para Crdova lleg a significar temporal, cosa de tiempo. (401).

70 Carlos Manzo
Si uno no quiere contar historias (una serie de hechos o
acontecimientos) sino escribir la historia (buscar su hilo
conductor), esta preocupacin lo lleva a recurrir a la
perspectiva sistmica abierta por Wallerstein. La historia es la
sucesin de sistemas sociales, de espacios y tiempos formados
en el transcurso de largos procesos que nacen, crecen, se
estabilizan, peligran decaen en una crisis que genera una
bifurcacin de donde nace otro sistema, bueno o malo, pero
en todo caso constructor de la realidad histrica. Es lo que se
llama el cambio social, sin el cual no habra historia, sino slo
suma y crnicas de sucesos. (Aubry, A., 2005, 10).
La larga duracin en tanto perspectiva metodolgica, nos
permitir entretejer y a veces deshilvanar diversos tiempos de
los pueblos indios, o si se quiere, en los trminos de Braudel,
descomponer la historia por pisos, hacer la distincin dentro
del tiempo de la historia, de un tiempo geogrfico, de un
tiempo social y de un tiempo individual. (Braudel, 1987, 18).

I.3 Xi naca ti xpiaani ne xquendaliisa binnilaanu ra


richaaga xpiaxtia
Perspectiva histrico-antropolgica:
dilucidaciones en torno a la invencin del otro y
la comunalidad descolonial.
...este intento de crear perfiles de subjetividad
estatalmente coordinados conlleva el fenmeno
que aqu denominamos la invencin del otro.
Al hablar de invencin no nos referimos
solamente al modo en que un cierto grupo de
personas se representa mentalmente a otras,
sino que apuntamos, ms bien, hacia los
dispositivos de saber/poder a partir de los
cuales esas representaciones son construidas.
Antes que como el ocultamiento de una
identidad cultural preexistente, el problema del
otro debe ser tericamente abordado desde
la perspectiva del proceso de produccin

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 71


material y simblica en el que se vieron
involucradas las sociedades occidentales a partir
del siglo XVI.
44
(Castro-Gmez, 2005, 156).

Para explicar una perspectiva histrico-antropolgica, desde los


estudios subalternos y su vinculacin con parte de nuestra
temtica, consideramos necesario resaltar algunos planteamien-
tos de Walter Mignolo, y Saurabh Dube,45 donde dan cuenta de
lo que esperamos explicar para la comprensin histrica de lo que
algunos autores han denominado la invencin del otro. Esta
surge a consecuencia del concepto de geopoltica del
conocimiento, que a decir de Mignolo, fue introducido por dos
razones:
Una para demostrar que la hegemona de la teo y ego
polticas del conocimiento se ubican ego-histricamente en
Europa y son compaeras del capitalismo. La otra para
demostrar que el pensamiento nico articulado por la teo
y la ego poltica del conocimiento (de derecha, centro e
izquierda) es totalitaria pero no cubre la totalidad. Surgen as
con la conciencia de la dependencia poltica, econmica y
epistmica nuevos centros de pensamiento crtico que
revelan las estrategias de la colonialidad y buscan, sobre las
bases de la experiencia histrica y subjetiva de la colonialidad,
articular un pensamiento de ruptura, el pensamiento crtico
de-colonial. (Mignolo, 2005, 8-9).

44
Castro-Gmez, Santiago, 'Ciencias sociales, violencia epistmica y el
problema de la invencin del otro'; en Lander, Eduardo (Compilador); La
Colonialidad del saber; Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2005.
45
Ambos autores, aunque con distintas fuentes de pensamiento o ms bien
'locus de enunciacin' , presentan una gran coincidencia en una perspectiva
crtica de lo que Dube ha considerado como modernidades poscoloniales.
En los ltimos aos ha sido frecuente el intercambio entre estos autores, en
el marco de lo que se ha dado en considerar 'estudios subalternos en
Amrica Latina'.

72 Carlos Manzo
La anterior apreciacin coincide con otras que intentan
construir un paradigma-otro o pensamiento-otro, pretendiendo
abrir las posibilidades crticas, analticas y utopsticas de trabajar
hacia la descolonizacin de uno mismo, pero ms especficamente
hacia la descolonialidad de la existencia del conocimiento y del
poder. (Walsh, 2005, 21).
Reflexionando en este sentido, desde nuestro propio inters
de investigacin, podramos afirmar que, por ejemplo, la
comunalidad, como parte de un complejo sistema de
pensamiento indgena, representa un pensamiento de ruptura,
por ende, representa un pensamiento crtico descolonial. La
representacin de dicha comunalidad histricamente se explica
por las transformaciones en la cosmovisin y entorno cultural y
medio ambiental de los pueblos indgenas. En la defensa de la
comunalidad territorial y agraria de los pueblos y comunidades
indgenas, se explica en parte la comunalidad, en tanto prctica
poltica, como una opcin y accin descolonial, ms all del
pensamiento de ruptura.
Por su parte, al tratar sobre las ambigedades de la
antropologa, partiendo de una caracterizacin de la etnografa de
los 70s, Saurabh Dube afirma que: La cuestin ahora es que
desde las dcadas de 1940 y de 1970 las transformaciones dentro
de la etnografa estuvieron influidas por procesos de
contracolonialismo, descolonizacin y otras luchas contra el
imperialismo y el racismo (Dube, 2006, 2). Buena parte del
quehacer antropolgico mexicano post 68, tambin se vio
influida por dichos procesos, enmarcados en contextos polticos
que en contraste con el indigenismo, vieron la existencia de
movimientos guerrilleros y de liberacin nacional, en distintas
regiones indgenas de Mxico y Abya Yala. Dos autores
emblemticos caractersticos de esta valoracin seran los casos
de Guillermo Bonfil46 y Carlos Montemayor, entre otros.

46
A este respecto, en su explicacin sobre 'lo propio y lo ajeno' dejo asentado:
porque es a partir de esa cultura propia y especialmente del mbito de la

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 73


A partir de este breve anlisis de la invencin del otro47 y la
comunalidad como una perspectiva descolonial, considero que el
principio inspirador del paradigma dialgico en la produccin de
conocimiento, sealado por Cuevas Marn (2005, 185) al referirse
al dilogo de saberes que da lugar a distintas connotaciones:
dilogo intercultural, negociacin cultural, corresponde
directamente a lo que con Juan Jos Rendn, desde antes del
2005, denominamos el Taller de Dilogo Cultural (TDC, en
delante) y que estamos proponiendo como herramienta para el
conocimiento participativo en comunidades representativas de
los pueblos indgenas de la regin del istmo de Tehuantepec.48
La experiencia del Taller de Dilogo Cultural, se trata de una
metodologa participativa de reflexin, dilogo, acuerdo y
planeacin comunitaria, con base en el fortalecimiento y
recuperacin de distintos elementos de la cultura, previamente
identificados y diagnosticados en el taller.
Como se puede apreciar en la representacin de la Flor
Comunal, podemos observar en el centro de todo el sistema
integral de la cultura a la milpa, esto es muy significativo en estos
tiempos en que la milpa en tanto fundamento de la cultura del

cultura autnoma, como se organiza la visin del mundo (su comprensin y


los proyectos para transformarlo) y donde estn en cualquier momento del
devenir histrico, los medios y los elementos culturales que el mundo
subalterno es capaz de poner en juego. Ante la enajenacin la afirmacin de
la cultura propia es, por eso, un componente central, no slo de cualquier
proyecto democrtico, sino de toda accin que descanse en la conviccin de
que los hombres lo son por su capacidad creadora. (Bonfil Batalla, 1991).
47
Entendido como consecuencia del concepto de geopoltica del conocimiento,
antes reseado.
48
Proceso ya iniciado en distintas regiones y/o comunidades indgenas del pas,
siendo uno de los ms recientes el que se realiza con jvenes, comuner@s,
tos y tas de la comunidad ha hu de San Pedro Atlapulco, municipio de
Ocoyoacac ubicada en la regin del Alto Lerma, en el Estado de Mxico, as
como en el istmo veracruzano con estudiantes de la Universidad
Veracruzana Intercultural (UVI) y en asambleas y foros en el sur del istmo, o
istmo oaxaqueo.

74 Carlos Manzo
maz se encuentra amenazada por la produccin de semillas
transgnicas por empresas transnacionales; independientemente
de la representacin de elementos fundamentales como el
territorio, la asamblea, el trabajo y la fiesta; el diseo realizado
por el pintor Delfino Marcial, viene a ser un importante
instrumento/modelo para la realizacin de los talleres de dilogo
cultural y para la explicacin de los elementos que componen la
comunalidad, como modo de vida de los pueblos indios.
La perspectiva metodolgica antes descrita, coincide con la
que se refiere a la filosofa intercultural planteada como una
renuncia a toda postura hermenutica reduccionista. Es decir que
renuncia a operar con un solo modelo terico conceptual que
sirva de paradigma interpretativo. O, como bien seala
Betancourt (2001, 30): dicho en trminos positivos, prefiere
entrar en el proceso de bsqueda creadora que tiene lugar justo
cuando la interpretacin de lo propio y del otro va brotando como
resultado de la interpelacin comn, mutua, donde la voz de cada
uno es percibida al mismo tiempo como un modelo de
interpretacin tambin posible.
En el marco de un ejercicio de filosofa intercultural, entonces,
el taller de dilogo cultural se convierte en una herramienta
indispensable para la instrumentacin de, por ejemplo, modelos
pedaggicos, donde el conocimiento del otro destaca y propone
conceptos como el de la comunalidad, para referirse
fundamentalmente al modo de vida de los pueblos indgenas y,
por ende, a procesos de resistencia, con distintos significados
histricos. En su crtica al pensamiento positivo, a propsito de la
implcita negacin del otro La Pierre (2003, 157) concluye: Se trata
de someter todo lo que se plantea y se considera exterior a nuestro
propio mundo, es decir, todo lo que no vive con nosotros, con dinero y
mercancas, todo lo que no est animado por la idea de beneficio y de
dominacin que nos caracteriza. Extraa y singular situacin en la que
hemos puesto en el corazn de lo humano el no reconocimiento del
otro, lo que hace que no podamos concebir la libertad sin la
servidumbre.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 75


Imagen 2. La Flor Comunal, fotografa del diseo estilizado por
Delfino Marcial Cerqueda.

I.4 El istmo de Tehuantepec en el marco de una


economa mundo capitalista.
Las caracterizaciones histrico-econmicas que hasta ahora
conocemos del siglo XVI, sobre el istmo de Tehuantepec, han
recurrido a fuentes estrictamente novohispanas, aunque sin
atreverse a nombrar la existencia de una economa capitalista

76 Carlos Manzo
colonial 49 o si se quiere, de acuerdo con Mignolo, de
modernidad/colonial y, en menor medida, se han atrevido a
nombrar todo un sistema civilizatorio de permanencias materiales
del mundo indgena, entreverado despus en el comercio
capitalista colonial, que evidentemente transform el paisaje de
las regiones, el pensamiento econmico de las comunidades y an
el de los peninsulares. Es decir, desde mi punto de vista, la clsica
interpretacin de explotacin y despojo de los indgenas en la
poca colonial, ha obstaculizado la posibilidad de ver elementos
materiales de las culturas, as como de la economa indgena,
presentes desde antes del siglo XVI, y en diversas regiones hasta
nuestros das, en tanto permanencias materiales o inmateriales.50
La clsica interpretacin marxista de esta poca que se ha
denominado de conquista, explica la importancia de las colonias,
en este caso de Amrica, como el incentivo de un proceso de
acumulacin originaria que fraguaba al naciente capitalismo
europeo.51 El contexto de debacle demogrfica, caracterstica de

49
Aunque la expresin parezca un contrasentido, cabe aclarar que me referir
en trminos histricos a economa capitalista colonial, neoliberal y/o
neocolonial.
50
En este sentido, para describir la transformacin de las realidades regionales
en la poca mencionada, coincido con Garca Martnez (2004, 17) al sealar:
Lo que algunos llaman imperio azteca, de los mexicas, o de la Triple Alianza
fue tanto una realidad como un proyecto. Lo primero porque, en efecto, fue
el producto tangible de numerosas conquistas y del ejercicio de un control
poltico y econmico efectivo. Mxico-Tenochtitlan pudo erigirse en una
capital sin rival, beneficiaria indiscutible de los intercambios comerciales y de
los raudales de tributos e impuestos. Lo segundo, porque intent crear una
redefinicin radical de regiones mediante un proceso de poblamiento que,
sin embargo, no pas de ser un propsito interrumpido por la conquista
espaola.
51
En su interpretacin del sistema capitalista mundial, Marx entenda a
Amrica, y ms precisamente a su 'descubrimiento' como la preparacin de
la gran industria del mercado mundial, en los siguientes trminos: El
descubrimiento de Amrica y la circunnavegacin de frica ofrecieron a la
burguesa en ascenso un nuevo campo de actividad. Los mercados de la India
y de China, la colonizacin de Amrica, el intercambio con las colonias, la

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 77


este tiempo, no obst para que fluyeran oro y plata que defini y
aliment circuitos monetarios de Europa.
Para autores como Garca Martnez (2004), la definicin de una
nueva geografa econmica una vez consolidada la conquista
obedeci al mismo patrn centralizador que jugara el altiplano
mexica antes del arribo de los peninsulares, en su caracterizacin
de este proceso histrico el autor seala:
Adems como la conquista espaola se consolid, sobre todo,
con base en el desmantelamiento de la obra de los mexicas y
la alianza con sus enemigos, muchas de las condiciones
preexistentes volvieron a aflorar en el temprano periodo
colonial. ( Ibid. 18).
Al parecer, para Garca Martnez, el Istmo de Tehuantepec,
quedara despus del denominado proceso de conquista, de la
siguiente manera:
La regin mixe, Tehuantepec, los valles centrales de Chiapas,
Soconusco y otras reas menores quedaron como piezas
relativamente sueltas de un mosaico pobremente
interconectado. Y an existan otras tierras donde el panorama
descrito se repeta una vez ms: las situadas al occidente del
altiplano ms all de Michoacn. ( Ibid. 19).
Difiero en la percepcin de la regin como piezas sueltas en un
mosaico pobremente interconectado, ya que si bien pudo
percibirse as para la visin econmico colonialista peninsular, no

multiplicacin de los medios de cambio y de las mercancas en general,


dieron al comercio, a la navegacin y a la industria un impulso hasta
entonces desconocido, y aceleraron con ello el desarrollo del elemento
revolucionario de la sociedad feudal en descomposicin(Marx, 1973,16-17);
independientemente de que se trate de una clsica interpretacin
'materialista' de la historia, conviene destacar que explica claramente las
principales vertientes de articulacin material y financiera del naciente
sistema-mundo.

78 Carlos Manzo
Mapa 3. La regin del istmo en el siglo XVIII.
Fuente: AGN, Mapoteca.

era el caso para las formas propias de las economas indgenas


descritas por Romano (1998) como se ver ms adelante. En el
Mapa 3 se ilustra la compleja articulacin de comunidades y
poblados de diversas regiones, entre la que destacan la zona
occidental del istmo de Tehuantepec, el denominado sotavento y
gran parte de las sierras y montaas habitadas por mazatecos,
chinantecos, nahuas, ayuuks, zoques, ikoots y binnizs.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 79


Diversos mapas de la poca (Ss. XVI y XVII), adems de las
Relaciones Geogrficas de 1580, demuestran la sofisticada
distribucin demogrfica de comunidades indgenas en las
cuencas de los principales ros, esteros y lagunas comunicables o
navegables, desde entonces hasta por lo menos la segunda mitad
del siglo XIX.
Al intentar una caracterizacin sociopoltica del sistema-
mundo precapitalista, por lo que toca a las regiones del Anhuac y
Tawantisuyu, la historiografa tradicional ha abusado en el uso del
concepto europeo de imperio para referirse a dichas regiones
como el imperio azteca, para el caso del Anhuac o
Mesoamrica, o bien el imperio inca para la regin habitada
hasta antes del siglo XVI por Quechuas y Aymaras en la regin
andina. Con esta nocin eurocentrista de imperio, para referirse
a la situacin sociopoltica de los pueblos y naciones indias
precoloniales y a las relaciones de los mexicas con los otros
pueblos se ha llegado al extremo de trasladar conceptos europeos
que no reflejan realmente la realidad que se pretenda describir; a
este respecto, por ejemplo, Garca Martnez concibe:
La creacin poltica de los espaoles, fue un heredero directo
del imperio mexica y conserv, reconstruida pero sin solucin
de continuidad, su misma capital. La preservacin de su
nombre, o de parte de l, Mxico, fue un hecho de gran
significado. En este proceso se hizo sentir la influencia de
Hernando Corts y su percepcin de lo que debera ser una
empresa de conquista, rica en pervivencias. (Ibid., 21).
Lo relevante tambin es, en todo caso, que en su percepcin
de empresa de conquista Corts, al igual que la minora de
poblacin peninsular, tuvo que adaptarse y aprender a vivir en el
medio de un tiempo nepantli.52

52
Estamos nepantli fue la expresin utilizada por indgenas del s. XVI, para
describir su situacin; significa literalmente entre dos lugares/momentos.

80 Carlos Manzo
En este tiempo, entre guerras y epidemias tambin se gest un
proceso de acciones y luchas de los pueblos por el reconocimien-
to y defensa de sus tierras y territorios, a partir de la
identificacin de lmites y/o mojoneras naturales; as como por la
representacin grfica-sincrtica de stos en cdices y planos
como se demuestra en los ttulos primordiales emitidos por la
corona y que hasta la fecha continan siendo una referencia viva
importante en los procesos jurdicos de reconocimiento,
restitucin y titulacin de los derechos agrarios y territoriales de
pueblos y comunidades indgenas en Mxico.

Imagen 3. Nepantli. Imagen tomada del Cdice Xolotl.

Fue tambin en los inicios de este tiempo nepantli, cuando en


grandes extensiones que quedaron vacas por efecto de guerras y
epidemias, un complejo multiregional de ganadera extensiva en
combinacin con otras empresas y actividades econmicas,
entonces novedosas, como trapiches y plantaciones de caa,
fueron la caracterstica principal del conjunto econmico colonial
conocido como haciendas y estancias de ganado del Marquesado
del Valle; sus caractersticas, funcionamiento e implicaciones en la
regin del Istmo de Tehuantepec ya las he explicado en otro
momento.53

53
Cfr. Manzo (1993).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 81


Por lo tanto, ms all de la localizacin de la actividad minera y
en un contexto de depresin demogrfica, gran parte de la
geografa econmica de la Nueva Espaa, orient la ubicacin de
sus principales enclaves en funcin de la distribucin de la
poblacin previamente existente; habra que reparar tambin en
la importante dimensin de la poblacin africana que fue trada
como esclava para el funcionamiento de plantaciones, trapiches,
haciendas ganaderas y minas. Para el istmo de Tehuantepec, es
significativa la presencia de poblacin africana y afrodescen-
diente, tanto en sus costas como tierra adentro, poco se ha
reparado al respecto en su historia, como se tratar ms adelante.

Imagen 4. El Tianguis de Tlatelolco.


Mural en Palacio Nacional, fragmento. Diego Rivera.
De acuerdo con la caracterizacin que Ruggiero Romano
(1998) presenta de la economa del Mxico del siglo XVIII, que
refleja en parte la situacin de la regin del istmo para la poca
colonial, la economa indgena a que nos referimos se enmarca en
las dos esferas econmicas citadas por este autor, a saber:
a) La de las operaciones menudas, las del mercado cotidiano,
donde las monedas se presentan de manera muy particular,
parcial, animado por tlacos y granos de cacao, y

82 Carlos Manzo
b) La de la economa de autoconsumo, la de la economa de
trueque; en suma la de la economa natural. (Romano, 1998,
17).54
En el caso de la actividad y objetivo econmico de los
peninsulares, destaca la minera novo hispana que define su
principal geografa en la segunda mitad del siglo XVI, subsume a
las diversas economas indgenas, en un sistema de relaciones
econmicas, donde la realizacin capitalista del proceso
econmico, relaciona directa o indirecta, voluntaria o
involuntariamente a las comunidades indgenas, traducindose
tambin dicha economa mundo en lo que se ha dado en llamar
economa dominante.55
En esta compleja red de relaciones entre economa-mundo y
economas indgenas, otro de los principales productos, originario
de las culturas indgenas fue el de la grana cochinilla, ste se
inscribi rpidamente en los circuitos internos de oferta y
demanda novohispanos y de ultramar, llegando a representar
desde la segunda mitad del siglo XVII, el segundo producto de
importancia para su envo en las embarcaciones, despus de la
plata. Al lado de otros colorantes naturales, prcticamente
desconocidos en Europa, como el palo de Campeche, el palo de
Brasil y el ail o indgosfera, la grana cochinilla respondi por ms
de dos siglos y medio a las variaciones en la demanda de la

54
Romano retoma la discusin sobre las objeciones a la existencia de
'economas cerradas' y afirma al respecto: hubo espacios en los que la
economa se basaba esencialmente, predominantemente en el autoconsumo
y en el trueque sin recurrir a la moneda... y agrega ms adelante que un
historiador no puede olvidar el autoconsumo y hacer enseguida clculos muy
sabios sobre la evolucin del mercado o sobre el producto interno bruto.
(Ibid., 17).
55
De acuerdo con Ruggiero Romano: tampoco es legtimo establecer una
barrera infranqueable entre la economa de la comunidad y la economa
espaola. En efecto la produccin de las comunidades es, en este periodo,
(Ss. XVI-XVIII), complementaria a la de la economa dominante. (Romano,
2004, 33).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 83


pujante industria textil que desde la revolucin industrial se haba
iniciado en los pases bajos del norte de Europa.
Como ya se ha sealado en otros estudios de historia
econmica regional, la grana no era del todo el producto
primordial de toda la regin del istmo, aunque si era producida
considerablemente en las sierras chontal, ayuuk y binniz de su
parte occidental y noroccidental, su importancia radicaba ms en
la definicin de circuitos comerciales, lcitos e ilcitos, que de
oriente a occidente y de Sur a Norte cruzaban enlazaban el
territorio del istmo por diversas rutas terrestres y acuticas; su
comercio fue ya durante el siglo XVII, una actividad que ms all
de corresponder nicamente al circuito novo hispano, tambin
era controlado por indgenas, contrabandistas y piratas
holandeses franceses e ingleses.56

I.5 Pueblos indgenas y comunalidad


La consideracin de Los pueblos indgenas u originarios, en tanto
sujeto histrico en Abya Yala, 57 presenta distintas
interpretaciones y connotaciones polticas; constituye en s una
definicin jurdica en instrumentos internacionales para referirse
a los colectivos habitantes originarios de estas tierras antes de la
invasin peninsular.58

56
La informacin contenida en este prrafo con respecto al comercio y
circuitos de la grana, puede confrontarse en Manzo (1993, 66-86.) Dahlgreen
(1990) Machuca (2007), entre otros.
57
Encuentro sumamente adecuada esta expresin del pueblo Cuna de Panam,
para reinventar Amrica como definicin geogrfico histrica, desde el punto
de vista de algunos de sus pueblos originarios.
58
Dichos instrumentos son fundamentalmente: El Convenio 169 de la
Organizacin Internacional del Trabajo (OIT) emitido en 1989 y ratificado por
el Estado mexicano en 1991, y Declaracin Universal de los Derechos de los
Pueblos Indgenas, aprobada en septiembre de 2007 por la Asamblea
General de la Organizacin de las Naciones Unidas (ONU).

84 Carlos Manzo
Imagen 5. Altepetl, Matrcula de Tributos.

Al igual que otros autores, 59 Dussel (2006), como ya he


apuntado antes, ha reparado en la necesidad de retomar el
concepto nahua de Altepetl para significar comunidad o
pueblo, agregando el autor citado, por ello en Amrica Latina,
por influencias indgenas en todo el continente, la palabra
pueblo significa algo ms profundo que en las lenguas
romances (Dussel, E., 2006, 91), como podremos apreciar para el
caso de los binniz, ms adelante.
En recientes declaraciones, un importante sector del
movimiento indgena nacional aport lo que desde su sentir y
punto de vista vienen a significar ambos conceptos, en los
siguientes trminos:
Que cuando pueblos decimos que somos, es porque llevamos
en nuestra sangre, en nuestra carne y en nuestra piel toda la
historia, toda la esperanza, toda la sabidura, la cultura, la
lengua y la identidad, toda la raz, la sabia, la rama, la flor y la
semilla que nuestros padres y madres nos encomendaron y en
nuestras mentes y corazones quisieron sembrar para que
nunca jams se olvidara o se perdiera. Que no somos una suma
de individuos dispersos por el mundo, sino una viva armona
de colores y de voces, un constante latido de deseos y
pensamientos que se nacen, se crecen y se fecundan
amorosamente en un slo corazn y voluntad, tejido de

59
Cfr. Fernndez Christlieb, 2006.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 85


esperanza. A esta existencia y forma de pensar armnica y
colectiva la llamamos comunalidad.60
Ms all de la retrica y la potica presentes en esta
declaracin, considero que el prrafo citado deja claro el sentido
de nuestra condicin de pueblos y la caracterizacin del ser, el
pensar y el estar colectivo como comunalidad.
Para el caso del Istmo de Tehuantepec, pueblo y nacin fueron
trminos indistintamente utilizados en relaciones y descripciones
por cronistas, frailes y obispos para referirse a la situacin de (sic)
la nazin de los mixes, la nazin zapoteca o la nazin de los
chontales, como se puede apreciar en documentos de la segunda
mitad del siglo XVII. En el contexto de la denominada modernidad
liberal, el concepto de nacin es refuncionalizado ante la
necesidad de explicar un contexto geogrfico y poltico social,
como espacio de interaccin y regulacin del Estado, an ms se
ha planteado tambin que la caracterstica principal de dicho
contexto es el surgimiento y la consolidacin del Estado nacin o
moderno Estado-nacin, precisamente en el transcurso del siglo
XIX.61
Por otra parte, nos preocupa insistir y proponer la
comunalidad como concepto para la definicin del modo de vida
de los pueblos indios, de acuerdo con Juan Jos Rendn,
confirmando su referencia a un sistema de relaciones intra y
extracomunitarias que permiten la resistencia del modo de vida
de los pueblos indgenas en diversos tiempos o captulos de su
historia como la invasin, la colonia, el liberalismo y el

60
Declaracin del Tercer Congreso Nacional Indgena, celebrado del 2 al 4 de
marzo del ao 2001 en la comunidad p'urhpecha de Nuro, municipio de
Paracho, Michoacn; publicado en 'La palabra de la resistencia indgena,
pronunciamientos y declaraciones del Congreso Nacional Indgena
(2001-2005)'; Cuadernos de la resistencia No. 2, Jalisco Mxico, abril 2006, p.
3.
61
Una descripcin ms detallada de dicho proceso se presenta en los captulos
V y VI de este trabajo.

86 Carlos Manzo
neoliberalismo. Otros investigadores han concludo que: si la
comunalidad es la personalidad de las culturas originarias y que
estas culturas siguen reproducindose con distintos niveles de
vitalidad, ello se debe justamente a su ser comunal, quedando a la
vista que la comunalidad es el espritu que ha impulsado la
resistencia contra el etnocidio (Maldonado, 2003, 14). La
dimensin histrico conceptual de la comunalidad, no ha sido
expresada por los distintos autores que han hecho alusin al
mismo; as tenemos que Floriberto Daz (2005), Juan Jos Rendn
(2005), 62 Jame Martnez Luna (2003) y Benjamn Maldonado
(2003), quienes desde la prctica comunitaria y la investigacin
acadmica han caracterizado el concepto de la comunalidad en
los ltimos veinte aos, no presentan un marco de referencia
histrica del concepto. Considero que el hilo conductor para tejer
la dimensin histrica de la comunalidad es la resistencia, su
parteaguas histrico el siglo XVI, a travs de la violenta
instauracin del moderno sistema mundo colonial.
Ahora bien, en la presente investigacin, el reconocimiento de
la comunalidad en sus diversas manifestaciones, identificadas a
travs del dilogo cultural, forma parte esencial de las posibles
conclusiones que permitan vislumbrar las opciones histricas
alternativas al neoliberalismo, ltima etapa de la economa
mundo capitalista, en tanto modelo material y cultural
civilizatorio en crisis. A diferencia de Wallerstein (1998) quien
afirma que todos los sistemas histricos llegan a un fin, es decir a

62
Como profundo conocedor de la dinmica histrica de los binniz y otros
pueblos de Mesoamrica, Juan Jos Rendn, propone el anlisis de la
resistencia indgena como un fenmeno histrico previo a la denominada
conquista; desde un marco con cierta inspiracin marxista, seala la
existencia de clases sociales al interior de las sociedades prehispnicas. Me
parece ms rica su caracterizacin de la dinmica demogrfica de los
binnigoola'sa' y binniz, en sus aproximaciones a travs de la lingstica
histrica. La preocupacin central de Rendn, Floriberto Daz (2005),
Martnez Luna (2003) y Maldonado (2003) fue caracterizar a la comunalidad
desde un enfoque etnogrfico construido desde su cosmovisin por las
propias comunidades.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 87


un momento de crisis o transicin sistmica, para Castro-Gmez
(2005) el anunciado fin de la modernidad *...+ es tan solo la
crisis de una configuracin histrica del poder en el marco del
sistema-mundo capitalista, que sin embargo ha tomado otras
formas en tiempos de globalizacin, sin que ello implique la
desaparicin de ese mismo sistema-mundo (Castro-Gmez,
2005, 153).
Para el binniz serrano Jaime Luna, la comunalidad representa
la resistencia de lo propio, en oposicin al tan difundido
desarrollo inherente al pensamiento occidental orientador de
sendas disertaciones filosficas, econmicas y formulaciones de
polticas pblicas que han marcado crticamente al capitalismo de
los dos ltimos siglos, por lo menos (Martnez Luna, 2003).
Al margen de dedicar el captulo VIII de este trabajo al tema de
la comunalidad y utopstica india, para aclarar el sentido de
nuestra propuesta, considero necesario sealar mi coincidencia
con Luna cuando afirma: Ante el indigenismo, y ahora el
indianismo, oponemos y proponemos la comunalizacin del
pensamiento con todos los colores que esto implica, pero
tomando en cuenta los sabores que logra desentraar la
naturolatra clandestina que existe en nuestras religiosidades. La
comunalizacin es un proceso que el universo desea para
sobrevivir. Comunalicemos la individualizacin que nos ha
castrado durante tantos siglos de colonialismo homlatra
(Martnez Luna, 2003, 44). Cabe aclarar aqu que por homolatra
nos estamos refiriendo, parafraseando a Santiago-Castro, al
intento fustico de someter la vida entera al control absoluto del
hombre bajo la gua segura del conocimiento (Castro-Gmez,
2005, 154).63

63
De acuerdo con este autor esta es una caracterstica del proyecto de la
modernidad, en donde la rehabilitacin del hombre viene de la mano con
la idea del dominio sobre la naturaleza mediante la ciencia y la tcnica, cuyo
verdadero profeta fue Bacon (Ibid.)

88 Carlos Manzo
I.6 Neocolonialismo y utopstica
Con relacin al neocolonialismo, con este concepto tratamos de
ilustrar el papel de las empresas transnacionales en su
competencia por nuevas reas de inversin que se encuentran
en las regiones indgenas de Abya Yala, siendo la regin del Istmo
de Tehuantepec una de las ms representativas de este
fenmeno histrico en los ltimos siglos; interesa tambin
evaluar, desde diversos puntos de vista, los impactos de los
procesos generados por la accin de estas empresas
transnacionales. En este sentido, difiero del uso conceptual que se
ha hecho para referirse, en la dcada de los 70s, a los efectos del
imperialismo yanqui o sovitico en el denominado tercer
mundo.64.
Desde la dcada de los 60s, sobre todo despus del
parteaguas histrico mundial de 1968, el neocolonialismo ha sido
visualizado por intelectuales latinoamericanos fundamentalmente
desde una perspectiva terico crtica, ms cercana a las corrientes
marxistas y dependentistas, es decir, fundadas en parte en lo que
se dio a conocer como la teora de la dependencia65, en donde
dicha teora pretende explicar los fundamentos econmi-
co-polticos del subdesarrollo latinoamericano teniendo su origen
histrico en el siglo XVI, sealaba:
Amrica Latina funciona como exportadora de productos
exticos y metales preciosos, o sea de materia prima,
situacin que con el transcurso del tiempo no cambiar

64
Leopoldo Zea, por ejemplo, se refera a la hegemona estadunidense y a la
necesidad de un nuevo reparto del mundo, es decir una nueva forma de
colonizacin, un neocolonialismo *...+ (1971, 8).
65
Coincidiendo con Bambirra (1978, 15), denominamos aqu teora de la
dependencia a ese conjunto de estudios sobre las relaciones de
dependencia en Amrica Latina que por su volumen, fundamentacin
terica y emprica y por el anlisis sistemtico de esas relaciones se ha dado
en llamar teora de la dependencia-- se lleva a cabo a partir de la dcada de
los sesenta y se desarrolla con una preocupacin fundamentalmente crtica.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 89


mayormente, e importadora de productos manufactureros, lo
cual si bien se presenta en un segundo momento, viene a ser
la posicin que Amrica Latina cubre en la divisin
internacional del trabajo[...] y que adems de importar
productos manufacturados tambin importan deudas, esto en
un momento en que las importaciones son superadas por las
exportaciones. (Schmidt, 1977, 6).
En cierto sentido, la teora de la dependencia se orienta, como
una crtica a los modelos marxistas de poltica y desarrollo y a la
propuesta de la Comisin Econmica Para Amrica Latina (CEPAL),
que pretenda orientar la definicin e implementacin de polticas
pblicas66 en un contexto de imposicin de dictaduras militares,
ante los avances significativos de movimientos populares y de
organizaciones de izquierda, como ocurriera en Brasil en 1964 o
en Chile en 1973, a fin de brindar garantas plenas al capital
transnacional. Dado lo anterior, de acuerdo con Bambirra (1978,
21), no fue pues aleatorio que los primeros intentos de
elaboracin de las tesis sobre la dependencia hayan surgido en
Brasil, en los primeros aos de la dcada de los sesenta, por parte
de intelectuales y militantes de la llamada izquierda
revolucionaria.
Para el caso latinoamericano, el neocolonialismo, como nuevo
proceso socioeconmico e histrico ha sido ubicado en sus
orgenes por Arturo Urquidi, en el perodo de entreguerras,

66
Entonces como ahora se impulsaba desde el norte una poltica econmica
de estabilizacin monetaria preconizada por el Fondo Monetario
Internacional-- cuyo objetivo es contener la inflacin, dar seguridad a los
inversionistas extranjeros, generar, en suma, los prerrequisitos para un
nuevo ciclo de acumulacin, en base fundamentalmente a la contencin de
sueldos obreros y la restriccin de crditos a la pequea burguesa, lo que
favorece a las grandes empresas controladas por el capital extranjero y
acelera el proceso de concentracin, centralizacin y monopolizacin de la
economa. Este nuevo modelo de acumulacin, propuesto por el
imperialismo, es incompatible con la democracia y slo poda ser
implementado por regmenes de corte neofascista. (Bambirra, 1978, 20).

90 Carlos Manzo
coincidiendo con la expansin de las inversiones norteamerica-
nas en Amrica Latina y el desplazamiento consiguiente de las
inglesas. La exportacin de capital a los pases atrasados y
dependientes es una de las bases econmicas esenciales del
neocolonialismo y, a la vez, instrumento principal de la
explotacin imperialista. (Urquidi, 1978, 45) Llevando esta
reflexin hasta la actual etapa neoliberal del imperio,
caracterizado por la decadencia de la hegemona estadunidense
en el sistema-mundo, el neocolonialismo contina expresndose
ya no por la exportacin de capital sino por el fortalecimiento de
monopolios y oligopolios representados por las empresas
transnacionales, en la aldea global.
Corresponde entonces el neocolonialismo, a esa esfera
histrico econmica de dominacin que nos acompaa desde la
invencin eurocntrica del Estado-Nacin, con el ascenso
hegemnico de los Estados Unidos en el capitalismo mundial
decimonnico, hasta la actual crisis de la configuracin histrica
del poder, en donde ya no es el imperio el actor central y
hegemnico si no nuevos sujetos hitricos globalizados. La etapa
final de esta caracterizacin es percibida por Marc Ferro (2005),
en los siguientes trminos:
En los albores del siglo XXI, antes como despus del 11 de
septiembre de 2001, constatamos que las enfermedades
causadas por la colonizacin, o que han suscitado sus nuevas
figuras neocolonialismo, globalizacin o mundializacin
acelerada, imperialismo multinacional-- conciernen a la vez los
territorios y las poblaciones antiguamente dominadas, al igual
que a las metrpolis-- y tambin a sus anticolonialistas. El
crecimiento de esta situacin dio cuenta de otro hecho: que
una parte de este pasado fue prohibido de historia (Ferro,
2005,37).67

67
laube du XXIe sicle, avant comme aprs le 11 septembre 2001, on
constate que les maladies que la colonisation a causes, ou quont suscites
ses nouvelles figures nocolonialisme, globalisation ou mondialisation

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 91


En este cuadro descrito por Ferro, cabe perfectamente la
situacin colonial y neocolonial padecida por nuestros paises
latinoamericanos donde cada vez es ms alarmante esa intencin
de negacin de la historia de nuestros pueblos, en aras de las
supuestas bondades de la globalizacin; ahora bien, esta
globalizacin desquiciante que nos toca vivir, se enmarca en el
largo proceso de dominacin colonial, en donde algunos autores
como Anbal Quijano (2000), quien tambin contribuyera a los
estudios de la dependencia junto con Fernando Henrique Cardoso
(1990), ha hecho ya la distincin entre Colonialidad y
Colonialismo, planteando las diferencias y vinculaciones que
existen entre ambos conceptos. Con respecto al Colonialismo,
como clsicamente se ha entendido, plantea que ste se refiere
estrictamente a una estructura de dominacin/explotacin donde
el control de la autoridad poltica, de los recursos de produccin y
del trabajo de una poblacin determinada lo detenta otra de
diferente identidad y cuyas sedes centrales, estn adems en otra
jurisdiccin territorial ().68 El colonialismo es obviamente ms
antiguo, en tanto que la Colonialidad ha probado ser, en los
ltimos 500 aos, ms profunda y duradera que el Colonialismo.
Pero sin duda, fue engendrada dentro de este y, ms an, sin l
no habra podido ser impuesta en la intersubjetividad del mundo
de modo tan enraizado y prolongado. (Quijano, A., 2000, 381).
Resulta importante sealar aqu, que esta corriente de
pensamiento poscolonial latinoamericano proviene y ha abrevado

acclere, imprialisme multinational-- concernent la fois les territoires et


les populations anciennement domins, galement les mtropoles et leurs
anticolonialistes aussi bien. Le croisement de ces situations rend compte
dun autre fait: qu une partie de ce pass est interdite dhistoire. (Ferro,
2003, 37).
68
Una clara excepcin a esta caracterizacin de las relaciones de dominacin
laboral por las transnacionales sera la de las maquilas chinas que ahora
laboran y producen en buques talleres o buques fabricas que laboran
navegando en aguas internacionales, evadiendo totalmente cualquier tipo de
esquema regulatorio correspondiente a determinada entidad o jurisdiccin
territorial.

92 Carlos Manzo
en otro momento, precisamente de aquellos agitados 70s, de los
estudios de la dependencia en la que tambin confluyeron desde
entonces Gunder Frank (1988), Theotonio Dos Santos (2002) y
Ruy Mauro Marini (1990 ) entre otros.
Al hablar de neocolonialismo, me apoyo en estas
caracterizaciones para referirme al proceso de dominacin
neoliberal que las empresas transnacionales ejercen en Amrica
Latina sobre pueblos indgenas y una gran diversidad de ncleos
campesinos y trabajadores tanto del campo como de la ciudad;
sobra decir que a costa de procesos de privatizacin, despojo y
depredacin a que conlleva la imposicin de las empresas
transnacionales en dichas regiones y territorios indgenas.
Al referirme a la etapa neoliberal del capitalismo y a su
impacto en los pueblos indgenas, he recurrido al concepto de
neocolonialismo, entendido como la reciente competencia de las
empresas transnacionales por apropiarse de tierras, territorios y
recursos naturales, preponderantemente en regiones indgenas;
se trata de un fenmeno histrico, en el mbito especfico de la
historia econmica, que, guardando las proporciones, ya se haba
presentado en el contexto liberal, durante la segunda mitad del
siglo XIX, y que ahora, por lo menos en los ltimos veinte aos,
coincide con la amplia gama de privatizaciones de empresas
estratgicas promovidas por los gobiernos neoliberales, tanto en
Mxico como en algunos otros pases del denominado tercer
mundo.
El istmo de Tehuantepec es un ejemplo caracterstico de esta
situacin que se percibe con la imposicin en esta regin del
denominado Plan Puebla Panam (PPP), recientemente
renombrado Proyecto de Integracin y Desarrollo de
Mesoamrica y, como parte de ste, el Corredor Elico del

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 93


Istmo.69 Ms adelante intentar brindar un panorama ms claro
de cada uno de estos contextos.
Ante el sombro panorama desatado por la imposicin de
empresas transnacionales en tiempos de globalizacin neoliberal,
proceso en el cual la gran mayora de pueblos y comunidades
indgenas figuran como los excludos del sistema, de hecho
constituyen un estorbo para la concrecin de los planes de
despojo territorial promovido por gobiernos de todos niveles en
complicidad con dichas empresas, queda a los pueblos, ah donde
su realidad histrica lo permite, la resistencia. Expresada dicha
resistencia en mltiples acciones cotidianas como la defensa
prctica y legal de sus tierras y territorios, la siembra del maz70 y
de las milpas, el cultivo, reconocimiento y uso de plantas
medicinales y alimenticias, la realizacin de sus ceremonias y
fiestas, la revitalizacin e impulso de sus mercados y tianguis
comunitarios y regionales, la toma de decisiones a partir del
dilogo en asambleas, la comunicacin familiar y social en lengua
indgena, ah donde todava se conserva, la organizacin y el
disfrute colectivo de y en sus fiestas, la realizacin de trabajos
colectivos como el tequio y la faena.
Todo este conjunto de actividades y elementos culturales
propias de las comunidades y pueblos, definen en su existencia
histrica, parte inherente de su cultura en tanto pueblos y
comunidades indgenas y en tanto constituyen elementos que no
propician la creacin o recreacin de factor alguno de
acumulacin capitalista, sino ms bien propician formas
alternativas al individualismo egocentrista y egopoltico

69
El captulo VII de mi investigacin trata en detalle la problemtica derivada
del proceso de imposicin de este megaproyecto.
70
Sobre todo de la siembra de variedades originarias o criollas, ante la
desmedida invasin de semillas transgnicas y la masiva importacin de este
grano procedente del norte para satisfacer las necesidades alimenticias de la
mayora de la poblacin nacional, en este y otros terrenos estamos lejos de
contar con cierta autosuficiencia alimentaria.

94 Carlos Manzo
caracterstico del modelo neoliberal, caben perfectamente en
tanto ejercicio de resistencia alternativa al modelo dominante,
dentro de lo que podra denominarse como la utopstica india.
Para los fines de la presente investigacin entiendo la
utopstica a propsito de lo que Wallerstein denomina la 2 fase
del anlisis de los sistemas mundo, donde afirma:
Debemos empezar a investigar las opciones histricas que
estn ante nosotros en el futuro. Si creemos que todos los
sistemas histricos llegan a un fin, el que estamos viviendo
tambin har lo mismo. Y si creemos que las tendencias
seculares del sistema existente lo trajeron a la zona de crisis
o transicin sistmica, entonces estamos a tiempo de
comenzar a participar en la utopstica, no el utopianismo,
sino la utopstica, que es la ciencia de las utopas utpicas,
es decir el intento de esclarecer las alternativas histricas
reales ante nosotros cuando un sistema histrico entra en
una fase de crisis, y de evaluar en ese momento de
fluctuaciones extremas lo positivo y lo negativo de las
estrategias alternativas. (2003, 292).
No se trata entonces de reelaborar las viejas utopas indias
mesinicas que autoras como Barabas (1989) han asociado a
movimientos sociorreligiosos que en gran medida dieron sentido
ideolgico a rebeliones indias del siglo XVI y, posteriormente,
confundieron a las masas para el logro de conquistas
independentistas criollas de la historia de los pueblos en Mxico.
No se trata de pensar insistente y tristemente en el no hay tal
lugar71 significado y significante de la utopa de Toms Moro, se
trata, como bien seala y orienta Francisco Vanderhoff (2005) de:
...pasar la frontera de lo prehistrico y comenzar a construir la
propia historia segn un plan y un sentido, requiere la
negacin de lo existente. Requiere la negacin de la conciencia

71
Traduccin literal de la palabra griega utopa.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 95


utpica y requiere el paso decisivo, el momento de la verdad:
el de la transformacin consciente de lo existente. Pero hay
algo ms. Tenemos que discernir las utopas que coexisten en
una misma situacin histrica.(102).
Francisco Vanderhoff Boersma e Immanuel Wallerstein,
coinciden entonces en esa necesidad de evaluar y/o discernir
entre esas estrategias alternativas que al coexistir histricamente
con el sistema civilizatorio en crisis anuncian su permanencia,
fortalecimiento o desaparicin. AL tratarse entonces de
experiencias concretas de relativa significacin histrica, las
estrategias dejan de ser utopas que coexisten y entran a otro
campo de definiciones que corresponde ms a ese necesario
ejercicio de la utopstica.
Nos hemos propuesto entre otros objetivos esa bsqueda de
estrategias alternativas, no slo en trminos de la reflexin y el
anlisis de la realidad de los pueblos indgenas del Istmo, sino
tambin en una prctica que pretende incidir en el
fortalecimiento de la comunalidad como elemento fundamental
en el modo de vida de los pueblos, en sus expresiones de
resistencia.

I.7 El microanlisis de una regin histrica desde la


interculturalidad.
El cambio de la escala de anlisis es esencial en la
definicin de la micro-historia. Es importante
comprender bien la significacin y lo que est en juego.
Como los antroplogos, los historiadores tienen el
hbito de trabajar sobre conjuntos circunscritos de
72
talla reducida. (Revel, 1996, 19).

72
Le changement de lchelle danalyse est essentiel la definition de la
micro-histoire. Il importe den bien comprendre la signification et les enjeux.
Comme les antropologues, les historiens ont l habitude de travailler sur des
ensembles circonscrits de taille rduite. ( Revel, 1996, 19).

96 Carlos Manzo
Al iniciar con esta cita, quiero llamar la atencin sobre la
necesidad de resolver otra aparente contradiccin metodolgica,
ahora en el terreno de los historiadores, aunque, como bien
seala la cita, tambin presente entre los antroplogos; se trata
entonces de buscar los puntos de interseccin que permitan el
juego de escalas entre la micro-historia y las aproximaciones
macrosociales, precisamente coincidentes, estas ltimas, con el
enfoque sistmico de economa-mundo.
En este sentido, de acuerdo con Revel, el recurso del
micro-anlisis debe, en primer lugar, ser comprendido como la
expresin de un distanciamiento con el modelo comnmente
aceptado, el de una historia social que desde el origen se
encuentra explcitamente o (cada vez ms) implcitamente inscrito
en un marco macro (Ibid. 20). Hasta aqu el planteamiento de la
necesidad del juego de escalas.
Ms que un enfoque metodolgico con distintos niveles de
aproximacin para el anlisis histrico, aqu se presupone el
reconocimiento de la necesidad del establecimiento de un cierto
dilogo cultural e intercultural entre los pueblos indgenas, en
tanto sujetos sociales o histricos, interactuando en un nivel
macro o, parafraseando a Revel, inscritos en un marco macro.
En donde para el caso de la regin del istmo de Tehuantepec, los
pueblos indgenas manifiestan distintas relaciones cambiantes
entre espacio y tiempo; un cuadro caracterizado por despojos,
desplazamientos y etnocidio cultural propiciado por una visin
dominante actualmente en crisis y con serias amenazas contra la
integridad de dichos pueblos.
A pesar de la siempre desfavorable situacin histrica de los
pueblos, para explicar la existencia de este cierto dilogo cultural
e intercultural retomo algunas tesis de Fornet- Betancourt (2001,
372):
Desde la perspectiva de la filosofa intercultural que defiende
como una riqueza la diversidad cultural y el derecho de los
pueblos a tener y a cultivar sus culturas propias, lo primero que

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 97


debe ser problematizado en el contexto de este fenmeno
mundial que se impone hoy con el nombre de globalizacin, es
justo el derecho con que se hace. Es legtimo en efecto
preguntar Con qu derecho se globaliza? Y esta pregunta es
tanto ms urgente y legtima cuanto que este fenmeno de la
globalizacin nos confronta hoy con un proceso de
consecuencias aplastantes que cambian y transforman
nuestras condiciones de vida desde la directiva de una poltica
econmica neoliberal que cree disponer de la clave exclusiva
del futuro de la humanidad.
Como se ha visto coincido con este autor, en cierta valoracin
ideolgica, y, por ende, filosfica de la cuestin de la modernidad
y los pueblos indios por estas tierras de Abya Yala y otras que han
sido matrices culturales de opciones civilizatorias negadas por la
imposicin de occidente. Es a partir de este enfoque es en donde
considero que la metodologa del Dilogo Cultural forma parte
precisamente de cierto ejercicio de filosofa intercultural para el
caso de la presente investigacin.
Con las consideraciones terico metodolgicas y un poco de
sus referencias empricas hasta aqu reseadas brevemente,
dejamos abierto un conjunto de propuestas temticas que
sustentan en general lo que a continuacin se presenta como un
segundo captulo, en donde intento definir matices del istmo de
Tehuantepec, en tanto regin y espacio de los pueblos indgenas.
Los ejes articuladores del conjunto de la investigacin,
--comunalidad, resistencia indgena, neocolonialismo y utopstica--
permiten definirla como un ensayo de antropologa histrica; una
recreacin y explicacin de diversas realidades del istmo de
Tehuantepec y de los pueblos indios de Mxico, que pretende
resaltar en distintos tiempos escenarios de resistencia/
dominacin desde una lectura descolonial.

98 Carlos Manzo
CAPTULO II.
El espacio de los pueblos indgenas:
apuntes para una regionalizacin
Introduccin
Pretendo aqu delinear la caracterizacin general de la regin del
istmo de Tehuantepec desde una perspectiva etnohistrica y
geogrfica, enfatizando aspectos que tienen que ver con la
arqueologa mnima de algunas de sus diferentes zonas, as como
con las afectaciones a su medio ambiente, su economa y
aspectos relacionados con la resistencia de los pueblos indgenas
que desde tiempo inmemorial la habitan. Para este fin, me baso
en fuentes documentales, grficas, bibliogrficas, orales y mi
propia experiencia y conocimiento en y sobre la regin.
Asimismo, me interesa ejercitar y recrear un enfoque regional
que resalte un conjunto de permanencias y transformaciones de
los ecosistemas, es decir, el medio ambiente, en su relacin con
diversos elementos socioculturales y econmicos que han
afectado a los pueblos indios a travs de una historia de larga
duracin, con suficiente nfasis en aquellas transformaciones
derivadas de la imposicin y el devenir de la economa mundo
capitalista en las regiones indgenas.
Sin ignorar el papel del Estado en diversas coyunturas de la
historia de los pueblos indios, el presente estudio cabe dentro de
aquellos que, de acuerdo con Brigitte Boehm (1997), priorizan el
anlisis de las resistencias:
Ya sea que se manifiesten violentas, armadas y de corta
duracin, ya silenciosas, en apariencia pacficas y de larga
duracin. Se han sacado a relucir sus formas culturales e
ideolgicas, que se ubican en discursos y actitudes
hegemnicas y contra hegemnicas y en las formas colectivas
originadas de la identidad compartida que conduce a la accin.
(Boehm, 1997, 29).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 99


Esta ltima apreciacin relativa a formas colectivas con
identidades compartidas se acerca a lo que en mi estudio
considero como la comunalidad y resistencia de los pueblos
indios.
Es de mi especial inters mostrar una historia sin cortes
abruptos, exceptuando el significado por la llegada de los
peninsulares en el siglo XVI, fuera de este intempestuoso
contexto, procuro una narracin que lleve a comprender a la
regin desde su interseccin en una economa mundo capitalista
hasta nuestros das; destacando toda una serie de permanencias
que ayuden a hilvanar una narrativa ms acorde a la cosmovisin
de los pueblos originarios. No podemos desdear, por ejemplo, el
impacto significativo en espacio, medio ambiente, percepcin del
tiempo, dieta y costumbres debido a la induccin de la ganadera
a travs de cientos de estancias de ganado mayor y menor que
fueron cedidas a partir de las tierras de los pueblos desde la
segunda mitad del siglo XVI y prcticamente durante casi todos
los tres siglos del periodo colonial.

Mapa 4. Pueblo de Tehuantepec y localizacin de estancias de ganado.


Fuente: AGN, Mapoteca. Fotografa: Alicia Kovaleva

100 Carlos Manzo


Mapa 5. Pueblo de Tapanatepec [1586] y localizacin
de estancias de ganado. Autor: Hernando de Bargas Fuente: AGN,
Mapoteca [1965]. Fotografa: Alicia Kovaleva
Las anteriores imagenes dan cuenta de la proliferacin y
ubicacin de las estancias ganaderas en torno a los pueblos de
indios; se dispona legalmente que dichas estancias no podan
estar a menos de cuatro leguas de los pueblos, los textos en los
mapas refieren esta disposicin; sin embargo, analizando sus
lmites y mojoneras, de acuerdo a sus ttulos o recientes
resoluciones presidenciales, podemos observar que las estancias
ganaderas quedaron en el marco de las mojoneras. Esta situacin
hizo crisis en los inicios del siglo XVIII, as lo evidencian las
constantes quejas de los pueblos de la regin por la invasin de
ganado en sus sementeras.
Para referirnos a situaciones ms recientes, el siglo XX, por
ejemplo, que en trminos histrico-econmicos para esta regin
inicia en 1907 con la inauguracin del Ferrocarril transstmico,
vino a intensificar el saqueo industrializador de ms maderas,73

73
Para ilustrar esta afirmacin: entre 1849 y 1895 aproximadamente ciento
cincuenta mil toneladas de caoba fueron exportadas por las aduanas de

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 101


otros recursos como el hule y actividades como la ganadera
extensiva e intensiva. Pretendo analizar tambin el impacto
regional del modelo de desarrollo regional por cuencas, derivado
del modelo de sustitucin de importaciones. Destacando para
esta etapa en nuestra regin, la construccin de algunas presas
como la Benito Jurez en Jalapa del Marqus, Miguel Alemn y
Cerro de Oro, en el Papaloapan, estas realizadas durante la
segunda mitad del siglo XX, cuyas secuelas como la desecacin, el
ecocidio y el etnocidio, seguimos padeciendo hasta la fecha.74
Afortunadamente, existen ya una serie de estudios que, desde
distintas perspectivas, han dado cuenta de las generalidades y
particularidades de lo que fuera el Plan Puebla Panam75 (PPP),
desde sus primeras formulaciones parciales en los 90s del siglo
pasado, como un instrumento ms de control hegemnico del
capital transnacional en el sur-sureste de Mxico y Centro
Amrica. La regin del Istmo de Tehuantepec, como centro de
inters geoeconmico, por vas de este megaproyecto, ilustra en
ltimos aos lo que espera y ya ocurre a los pueblos indgenas con
la imposicin de megaproyectos cuyo principal objetivo es la
privatizacin de fuentes de energa y el control territorial por
parte de las empresas transnacionales.76
Como se ha podido apreciar en el pas desde 1992, las
reformas legales, nuevas leyes y decretos que se han impulsado,
facilitan la inversin y la imposicin de las empresas

Minatitln y Coatzacoalcos, el impuesto que pagaban no llegaba siquiera a


dos dlares por tonelada. (Zarauz L., H. 2005, 17).
74
En el siguiente captulo, detallo aspectos relativos a las consecuencias
aludidas por efecto de la construccin de las presas, citando el caso de Jalapa
del Marqus. Para el caso de la Presa 'La Angostura' en Venustiano Carranza,
Chiapas, Virginia Molina (1976) realiza un anlisis de los efectos de los
cacicazgos poltico-regionales en estos casos de despojos a las comunidades,
previo a la construccin de la presa.
75
Ahora denominado Proyecto para la Integracin y Desarrollo de
Mesoamrica.
76
Como podremos apreciar en detalle en el captulo 7 del presente trabajo.

102 Carlos Manzo


transnacionales y en consecuencia, el despojo de los recursos
naturales y tierras de los pueblos indios, o lo que tambin ahora
se reconoce como su patrimonio biocultural (Boege, 2008).
El Istmo de Tehuantepec, regin ubicada entre los ocanos
Atlntico y Pacfico, desde el sotavento ayuuk- untaj+iy-nahua
del Golfo de Mxico hasta las marismas ikoots del sistema
lagunario del Golfo de Tehuantepec, en el Pacfico, ha merecido la
atencin, en algunos de sus espacios y momentos, de
arquelogos, historiadores, frailes, cronistas, antroplogos,
lingistas, socilogos, gegrafos, bilogos, economistas y viajeros
de distintos siglos, en tiempos que van desde la antigedad hasta
nuestros das. No obstante lo anterior, poco sabemos, en una
visin del conjunto, de los orgenes, el devenir y las principales
transformaciones de este espacio y los pueblos indgenas que
hasta hoy la habitan.
Algunos investigadores de lo social para esta regin, orientan
su conocimiento a partir de la informacin estadstica,
proveniente de fuentes oficiales. Los resultados de estas
investigaciones casi siempre se convierten en instrumentos de
intervencin estatal o de funcionalidad militar en las regiones
indgenas, generalmente en el marco de la imposicin de
megaproyectos. Esta tendencia utilitarista de los estudios sociales
tambin se ilustra claramente en, y para, otras regiones en los
denominados estudios de rea (Steward, 1950) que, de acuerdo
con Fbregas:
se iniciaron como un resultado de la posguerra y el
establecimiento de la guerra fra. Se trataba de ofrecer a los
aliados una base informativa confiable en el caso de una
tercera guerra mundial. As surgieron los famosos Area
Handbook (Manual de Area) producidos regularmente por el
Pentgono en coordinacin con el departamento de Estado,
ambos en Washington (Fbregas, 1992, 9-10).
Evidentemente y en conclusin, todas estas iniciativas y
estudios, nada exentos de cierta parcialidad ideolgica, se

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 103


impulsaban y se continan impulsando en la supuesta lgica de la
bsqueda de solucin a los problemas sociales, y en esta lgica,
como es de esperarse, el sujeto en cuestin como seran en
nuestro caso los pueblos indgenas, nunca fueron considerados ni
consultados acerca de la definicin de dichos problemas.
El de los pueblos indgenas del Istmo de Tehuantepec es y ha
sido un espacio dinmico, que amerita una mayor profundidad en
su tratamiento histrico, ms all de la actual y decimonnica
cartografa poltica que fragmenta la comprensin de dicha regin
en toda su complejidad socieconmica, poltica y ambiental. No
obstante, algunas investigaciones que sobre esta regin se han
realizado, desde las ciencias sociales, han basado su percepcin
del espacio desde una perspectiva basada en las divisiones
polticas actuales, refirindose particularmente ya sea al istmo
veracruzano, al oaxaqueo o a la suma de algunos municipios de
ambas entidades.77
Por espacio dinmico entiendo un conjunto de interrelaciones
y rutas histricas, que podramos denominar culturales; este
dinamismo se explica por la interaccin de pueblos y
comunidades indgenas en las distintas zonas del istmo, que
puede ser armoniosa- recreativa o conflictiva. Explico cada una de
estas: en el primer caso el resultado de dichas relaciones se
explica, por ejemplo, en el calendario compartido entre culturas,
como la ayuuk mixe--, hu sabi mixteca,--, nahua o mexica,
maya y binniz --zapoteca--, desde por lo menos hace tres mil
aos, interrumpida, en los casos ayuuk binniz y hu sabi de la
sierra, apenas en en el siglo XVIII por la accin evangelizadora de
decenas de frailes, sobre todo dominicos, que permanecieron en
aquella regin.

77
Sobre el particular pueden verse, para el denominado istmo veracruzano el
estudio de Emilia Velzquez Hernndez (2006), as como el de Guido Mnch
Galindo (1994); en el caso oaxaqueo destaca el trabajo de Ronald Nigh y
Nemesio Rodrguez (1995), entre otros.

104 Carlos Manzo


En el segundo de los casos la interaccin conflictiva se
ilustra sobre todo por la disputa territorial entre pueblos en
determinadas zonas de frontera, intercomunitariamente, es
decir al interior de un mismo pueblo, o entre comunidades de
pueblos distintos y en su historia reciente con intereses coloniales
y neocoloniales, dependiendo del siglo que se trate. Aunque
suene repetitivo, me parece que las interacciones conflictivas
deben ser estudiadas como expresiones histricas de largo
aliento.
Al interior de una geografa poltica propia de los pueblos,
estaramos reconociendo como zonas de frontera a aquellos
puntos o sitios que normalmente marcan los lmites o puntos de
encuentro o conflicto, dependiendo de la perspectiva de anlisis y
de la poca, entre dos o ms pueblos indgenas; esta apreciacin
se ilustra con los casos de Soteapan, Mecayapan, Pajapan,
Ishuatln y Moloacn habitados por comunidades untaj+y y
nahuas, todos ellos en el istmo jarocho; tambin se encuentra en
esta circunstancia histrica Nexapa, donde confluyen chontales,
binniz zapotecosy ayuuks mixes--, o tambin Huilotepec,
Unin Hidalgo e Ixhuatn, para el caso de conflictivas relaciones
entre ikoots-binniz, estos municipios actualmente ubicados en la
zona sur del Istmo.78
En ltimas dcadas, pareciera que una caracterstica general
de casi todas las zonas de conflicto o recreacin, dentro y fuera de
nuestra regin de estudio, es el aumento exponencial de la
migracin hacia diversas ciudades de la regin y el pas, aunque
tambin de manera significativa a los EEUU y al norte. Estas

78
Como se puede observar en los captulos VII y VIII de la presente
investigacin, hemos documentado algunas denuncias relativas al conflicto
hoy vigente entre Guibixhu' (Huilotepec) y Kalambaj ( San Mateo del Mar) y
de esta ltima con Sta. Mara; independientemente de que se trate de aejas
disputas, indiscutiblemente, en la actualidad, el fondo del conflicto tiene que
ver con los intereses de empresas transnacionales como Preneal, que tienen
ya aprobada y autorizada la instalacin de un parque elico en la barra de
Tileme.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 105


oleadas migratorias se han manifestado, paulatinamente, como
resultado de los distintos modelos de desarrollo, desde los que
se han dado a conocer como sustitucin de importaciones o
economas de guerra, hasta los recientes modelos neoliberales
ya no de desarrollo hacia afuera sino de privatizacin
transnacional de la economa y del patrimonio biocultural de los
pueblos indgenas adems de otros bienes comunes de la
sociedad nacional.

II.1. La regin arqueolgica


Los primeros pobladores encontraron un paisaje
exuberante con una abundancia natural de diversos
recursos, una regin excepcionalmente favorable para
gente que usaba tecnologas sencillas para explotarla.
En contraste, los ocupantes de los valles del altiplano
tenan una gran preocupacin en cuanto a la estacin
de lluvias, mientras que los que vivan, por ejemplo, en
el norte del istmo se cuidaban de las fuertes lluvias y
subsecuentes inundaciones que renovaban el paisaje.
(Cyphers, 2004b, 216)
Al igual que la mayora de los pueblos originarios de Abya Yala, los
pueblos del istmo definieron sus principales asentamientos desde
la antigedad, es decir, desde antes de la invasin ibrica a sus
tierras y territorios. Qu tan antes se dio la definicin de dichos
asentamientos u ocupaciones del espacio? Probablemente, para
algunos casos, debamos remitirnos a los tiempos en que, de
acuerdo con evidencias paleoarqueolgicas, en determinadas
regiones del continente o Mesoamrica se dio la domesticacin
del maz, por lo menos hace siete mil aos.79

79
Cfr. Pohl, Mary (2004), en http://www.famsi.org/reports/99069es/
index.html; la autora realiza trabajos de paleoecologa en el Norte del
Istmo, en las zonas de la Venta y San Lorenzo, apunta en su informe, en
relacin al marco temporal de la aparicin del maz domesticado en esta
zona, que existen dos hiptesis encontradas que ubican dicha aparicin en el
periodo Holocnico temprano o en el Holocnico medio, una de sus

106 Carlos Manzo


En el caso de la investigacin arqueolgica en la zona norte del
Istmo, como La Venta, y San Lorenzo, por ejemplo, existen
importantes estudios que registran en por lo menos hace 5,000
aos la ubicacin de los principales asentamientos Olmecas.
Menos profuso ha sido el avance de los estudios arqueolgicos en
el sur del istmo, donde la referencia arqueolgica ms antigua
data aproximadamente de hace 3,500 aos, en las mrgenes del
ro Los Perros en parajes aledaos a las actuales comunidades-
ciudad de Ixtepec y Juchitn, en los sitios especficos de Barrio
Tepalcate y Carrizal, en Ixtepec y Laguna Zope, en Juchitn,
(Winter, M., 2004; 20-21).
Por su propia disposicin geogrfica, as como por los mltiples
estudios arqueolgicos, se ha demostrado que el istmo constituy
un puente de comunicacin terrestre, fluvial y martima --por
cabotaje--, entre los diversos pueblos de la gran regin
multicultural conocida como Mesoamrica, prcticamente en
todas las pocas, alcanzando estas relaciones hasta la regin del
Tawantinsuyu, en Sudamrica. 80 Diversas casualidades histri-
cas,81 hicieron que los hallazgos arqueolgicos en el istmo de
Tehuantepec, propiciaran mayor atencin al estudio de las
culturas ayuuk (mixe)-zoqueanas, ms conocidas como olmecas,
que a los binnigulasa (antiguos zapotecas).82

conclusiones refiere precisamente que: los datos de Tabasco son los


primeros en Mxico que verifican una domesticacin temprana del maz,
esto es, en el Holocnico temprano, al menos 7000 aos atrs.
80
Cfr. Chapman, Anne (1958).
81
Me refiero a los 'descubrimientos' y trabajos arqueolgicos, casi siempre
derivados de los trabajos de perforacin de pozos o aperturas de
supercarreteras, en distintos momentos del siglo XX y principios del siglo XXI;
como ocurriera con las zonas de La Venta y San Lorenzo, as como con la
construccin de la carretera en el caso de la zona arqueolgica el 'Carrizal' en
Ixtepec, Oaxaca.
82
Asumo, como se ha planteado por parte de autores como Wilfredo Gmez
Cruz, Marcus Joyce y Vctor de la Cruz, el trmino binnigula'sa para referirme
a los antiguos binniz.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 107


Ciertas particularidades en el quehacer de la investigacin
arqueolgica contempornea, caracterizada por la localizacin de
sitios especficos, con elevados costos econmicos y fsicos para
su desempeo, as como el marco institucional (geogrfico
estatal) para su realizacin, han determinado una cierta
focalizacin y parcializacin del conocimiento arqueolgico de las
culturas y sus relaciones a lo largo y ancho del territorio
intramarino del istmo en su totalidad. Es as que podemos
entrever estudios arqueolgicos por zonas, con ttulos por dems
cuestionables como:Tabasco prehispnico de Lorenzo Ochoa
(2001) o bien La dinmica tnica en Oaxaca prehispnica de
Marcus Winter (1986), as como otros ms que podramos
mencionar para los casos de Chiapas y Campeche. El punto en
cuestin es que la fragmentacin del conocimiento arqueolgico
en funcin de las divisiones polticas estatales no ha permitido
generar una idea ms completa y acabada sobre la dinmica y la
disposicin territorial de pueblos y culturas como los zoques,
mixes, nahuas e incluso zapotecos en este amplio territorio en el
denominado perodo postclsico, o bien al momento del
contacto con occidente. Debido a esta situacin, podramos
adelantar a manera de conclusin que nuestro imaginario
arqueolgico de la regin del istmo constituye un rompecabezas
por armar a partir, paradjicamente, de la riqueza en los aportes
de innumerables trabajos hasta ahora realizados.
A pesar de la vastedad de evidencias arqueolgicas, lo que ms
se conoce, o se ha estudiado, es la existencia y distribucin de los
pueblos al momento de la invasin peninsular, coincidiendo con
el denominado perodo postclsico. As, Winter (1986) ha
concludo en que la mayora de los pueblos que actualmente
habitan la parte central y sur del istmo de Tehuantepec llevan
siglos sino es que milenios ocupando el territorio en que
actualmente se puede encontrar a los descendientes directos de
la denominada familia mixe-zoqueana; este autor afirma, como
tambin lo hacen algunas fuentes coloniales, que la presencia
zapoteca en el istmo obedece a migraciones que pudieron darse

108 Carlos Manzo


de los valles centrales hace 800 aos. En la parte norte del istmo,
para ese mismo periodo podemos encontrar ya la presencia de
nahuas, zoque-popolucas, autodenominados untaj+yi, as como
a la preponderante presencia chontal83 que interactuaba desde la
zona oriental del Coatzacoalcos hasta la laguna de Trminos,
segn refiere Ochoa (2001). El estudio de la presencia de estos
pueblos, algunos de ellos hoy desaparecidos como los Ahualulcos,
durante la primera mitad del siglo XVI, se ha visto favorecido, en
gran medida, por las fuentes de cronistas de poca, como los
frailes y otros funcionarios, as como por algunos cdices que se
realizaron tambin en el transcurso de dicho siglo.84
Para continuar un anlisis histrico de los primeros tiempos
coloniales durante el siglo XVI, adems de los estudios
arqueolgicos, en el caso del Istmo de Tehuantepec, y ms
particularmente de la cultura Za, disponemos de fuentes de poca
como el Vocabulario de Crdova, las Relaciones Geogrficas de
1580, algunos cdices y mapas como el Baranda, y los ramos de
Tierras, Indios e Inquisicin, entre otros del Archivo General de la
Nacin.
Del Vocabulario de Crdova, (1578) 85 Romero Frizzi ha
expresado: el fraile dominico que vivi en tierras zapotecas a
mediados del siglo XVI y desarroll el vocabulario ms detallado
que se tenga sobre una lengua mesoamericana (Romero F.,

83
En su explicacin Ochoa (2001, 143) abunda: Adems de los chontales
coexistan en Tabasco grupos de habla zoque y nahua. Los chontales tal vez
se extendan desde el ro Cupilco hasta Champotn, y por el interior
alcanzaban Acalan sobre el ro Candelaria y las partes bajas de la sierra.
Segua en importancia el grupo zoque, parece haber llegado ms o menos
unos 3000 aos. Ya desde el momento del contacto esta etnia se encontraba
prcticamente confinada a la regin que sigue ocupando en la sierra
tabasquea, frontera con Chiapas.
84
Cfr. 'El Cdice Baranda', Introduccin de Ren Acua; Ed. Toledo, Mxico,
1989; adems tambin se puede ver el 'Plano jeroglfico de Santiago Guevea'
tambin conocido como Lienzo de Guevea, Ediciones Guchachi' Reza, A.C.,
1986.
85
Existe la edicin facsimilar, consultada de Ediciones Toledo (1987).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 109


2003, 9). Ms all de su apologtica visin cristiana
evangelizadora, Fray Juan de Crdova, tuvo a bien legarnos un
importante registro de elementos culturales propios de la vida
cotidiana de los Binnigulasa, un foro privilegiado desde donde
podemos analizar ciertas permanencias histricas en la vida
cotidiana de los Binniz.

II. 2 Medio ambiente y ecosistema regional


Por lo que se refiere a las principales transformaciones del
espacio y medio ambiente, tenemos que uno de los ros ms
contaminados del planeta, el Coatzacoalcos, se encuentra en esta
regin, aunque tambin una de las selvas de mayor biodiversidad,
los Chimalapas. A mediados del siglo XIX, el escritor francs
Brasseur (1861) recorri esta regin, las diversas selvas desde la
Chinantla, La Mixe, Santa Martha, Chimalapas, Uxpanapa, El
Ocote y Montes Azules, constituan lo que se conoce como una
biota, es decir, una misma unidad biolgico-territorial.

Mapa 6. Biota fragmentada y bioregiones en Mesoamrica.


Fuente: Proyecto Plan Puebla Panam, Gobierno Federal.
La ganadera extensiva, los acelerados procesos de
industrializacin, las aperturas de caminos, carreteras, ferrocarri-

110 Carlos Manzo


les, petroqumica, presas, entre otras, rompieron los lazos
naturales de dicha unidad y la mayor parte de estas selvas han
prcticamente desaparecido, conservndose algunas, como sera
el caso antes citado de los Chimalapas.
Para comprender el significado del trmino nhuatl
Chimalapa, (Escudo del Agua) se hace necesario saber que nos
referimos a una gran selva de donde nacen los principales ros de
las vertientes del Golfo y Pacfico del istmo de Tehuantepec. La
selva de los Chimalapas se encuentra precisamente en el centro
de esta regin, su conservacin se ha garantizado por el pueblo
Zoque y de otras comunidades y pueblos indgenas de la regin
que se encuentran como avecindados en terrenos de las
comunidades/municipios de San Miguel y Santa Mara
Chimalapas.86 Desde este punto de vista, la defensa del territorio
comunal de los Chimalapas, ha significado tambin un obstculo
para la implementacin de proyectos de las empresas
transnacionales, cuyo inters en la zona es evidente.
Las aguas dulces de los Chimalapas que llegan al sistema
lagunario del Golfo de Tehuantepec, en el sur del Istmo, han
propiciado la riqueza en alimentos de miles de familias ikoots y
binniz que viven de la pesca en las lagunas superior e inferior y
que constantemente se han visto afectadas por la refinera de
Salinacruz. Independientemente de que el ecocidio se trate ya de
un problema global y, por ende, planetario, a propsito de
petroqumica la alta contaminacin que las refineras vierten al ro
Coatzacoalcos, sera ms desastrosa an de no ser por las aguas
del ro del Corte y Jaltepec que lo nutren antes de desembocar en
el Golfo de Mxico; alivian esta tensin tambin las afluentes del
Uxpanapa y Tonal en esta vertiente. De aqu la importancia de
comprender el significado de la selva de Chimalapas, como un
autntico escudo de aguas en toda la regin del Istmo de

86
El pueblo zoque de los Chimalapas, concentrado entre los municipios de San
Miguel y Sta. Ma. Chimalapas, mantiene, no sin problemas, como territorio
comunal o 'bienes comunales', ms de 500,000 Has.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 111


Tehuantepec.87 Los impactos ambientales en la regin han sido
acumulativos desde la ubicacin de las primeras estancias de
ganado mayor en ambas vertientes y la grave deforestacin de las
cuencas de los ros, como el Coatzacoalcos, Jaltepec, Tonal
Chalchijapan que practicamente se dieron con la gran explotacin
de madera que ah se intensific durante practicamente todo el
siglo XIX y la primera mitad del XX; no obstante, la ms drstica
transformacin del paisaje e impacto ambiental que la regin en
su conjunto ha padecido, se inicia en los aos 70s, con el impulso
simultneo de la revolucin verde, la incentivacin de la
produccin ganadera extensiva y el consecuente aumento de
pastizales; la inmensa deforestacin de montaa baja y alta que
se di en las dos vertientes, en este corto lapso de 40 aos, pas
de cerca de doscientas mil hectreas, a ms de tres millones de
hectreas.88 Otro impacto asociado a esta trgica deforestacin
ha sido el de la sedimentacin de los ros; cuando Ann Cyphers
(2004b, 216), tiene ocasin de presentar en la UNAM el citado
Atlas de Oropeza y Snchez, percibe estos impactos en conjunto y
se refiere a ellos pintando un panorama poco halageo:
Me refiero en particular a la deforestacin y sus
consecuencias, el incremento de la contaminacin y riesgos
ambientales, as como el crecimiento industrial sin
restricciones [...] Estas situaciones han propiciado un enfsis
en la ganadera que promueve la formacin de vastos
pastizales mediante la deforestacin, la cual, en turno,
contribuye a la alta sedimentacin de los ros, que a su vez
inhibe el transporte acutico.
La navegabilidad que presentaban los principales ros y que
bien plantea Cyphers hasta la segunda mitad del siglo XIX, fue
todava practicada por decenas de comunidades indgenas y

87
Las cursivas son mas; las particularidades de la contaminacin de acuferos
por distintas vas, se vern ms adelante.
88
Como se puede apreciar en los mapas sobre vegetacin que Snchez y
Oropeza (2002) presentan en su Atlas Geogrfico del Istmo de Tehuantepec.

112 Carlos Manzo


mestizas de la regin, en pequeas embarcaciones, hasta pasada
la dcada de los 60s del siglo XX, es decir, antes de la
inauguracin de las primeras carreteras que tambin incidieron
en la fragmentacin territorial y medioambiental de toda la
regin. Un acercamiento ms concreto a la hidrografa regional
hasta aqu descrita se puede apreciar en el siguiente cuadro.
Cuadro 1. Los ros de la regin y sus derivaciones
(cuencas y subcuencas).

Cuenca Subcuenca Drenan a:


Ro Coatzacoalcos Ro El Corte Golfo de Mxico
Ro Uxpanapa

Ro Grijalva Ro Encajonado Golfo de Mxico


(Ros Negro y
Chiquito)
Ro Tehuantepec Ro Tehuantepec, Ocano Pacfico
Los Perros, Laguna Superior
Espritu Santo, Laguna Superior
Ro Niltepec Laguna Superior
Ro Ostuta Laguna Superior
Costa de Chiapas Ro Tapanatepec Ocano Pacfico
Fuente: Elaboracin propia basada en Garca Aguirre, M.A., (2001, 36).

Desde el punto de vista de Miguel Angel Garca, distinguido


ecologista, antroplogo y bilogo que ha trabajado e investigado
en y sobre la selva de los Chimalapas, se caracteriza
geogrficamente a la regin del Istmo de Tehuantepec en los
siguientes trminos:
Adems de ser la cintura de nuestro pas, debe ser
considerado el corazn de la biodiversidad de Mxico.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 113


Macrorregin geogrfica y cultural de singular relevancia,
confluyen en ella las sierras: Madre Occidental, sierra Madre
Oriental y la sierra del Sur. Es, a la vez, lugar fsico de
encuentro del clima hmedo del Golfo de Mxico, con el clima
seco del Ocano Pacfico y de los acervos biticos de los
hemisferios norte y sur americanos *+ gran diversidad de
microclimas y ecosistemas. La regin, asimismo, contiene las
mayores planicies y lagunas costeras del pas en su vertiente
del pacfico. (Garca Aguirre, M.A., 2001, 27).
Ha sido en esta zona donde se ubican las principales salineras
que durante siglos abastecieron de sal a las comunidades
indgenas de esta y otras regiones; la sal constituye hasta la fecha
un producto indgena indispensable para el procesamiento,
conservacin, consumo y comercio de alimentos en el mercado
regional. La produccin minera iniciada en el centro-norte del pas
a partir del siglo XVI, como principal factor del modelo econmico
colonial peninsular, implic una fuerte demanda de sal para el
proceso de lixivacin de metales, lo que a su vez propici la
generacin de conflictos por la propiedad y aprovechamiento de
las salinas durante todo el periodo colonial.
Por otra parte, en estas lagunas costeras a que nos venimos
refiriendo, se han mantenido durante siglos, sino es que milenios,
uno de los ecosistemas ms importantes como lo es el ecosistema
de manglar, propiciando la reproduccin de fauna y flora marina
que ha permitido el ejercicio cotidiano de autosuficiencia
alimentaria de ikoots y binnizs que habitan en la ribera de las
denominadas lagunas Superior e Inferior. El bosque de manglar
tambin constituye una importante barrera natural que impide la
erosin de los suelos y el impacto directo de ciclones y huracanes
sobre las costas. No obstando el que se trate de ecosistemas
protegidos por leyes y normas oficiales en Mxico y a nivel
mundial, los gobiernos del estado y municipales en coordinacin
con empresas transnacionales, como la Ocean Garden, intentaron
en el ao 2001 la implementacin y establecimiento de granjas
camaroncolas en dichos ecosistemas, con lo que se provocaran

114 Carlos Manzo


consecuencias ecolgicamente desastrosas para esta zona;
afortunadamente la oposicin de comunidades de pescadores y
organizaciones y colectivos de la regin impidieron finalmente la
realizacin del proyecto de las granjas camaroncolas. En la
actualidad, en el marco del megaproyecto del Corredor Elico del
istmo, se ha detectado que la zona de mayor potencial elico para
la generacin de energa dentro de la regin se localiza
precisamente en el centro del sistema lagunario del Golfo de
Tehuantepec, donde la empresa espaola PRENEAL proyecta
construir un parque elico, sobre la denominada Barra Tileme que
divide a la laguna Superior de la Inferior; los impactos ambientales
de dicha obra no han sido del todo bien evaluados y, sin embargo,
la Secretara del Medio Ambiente y Recursos Naturales
(Semarnat) ha autorizado la realizacin de dicho proyecto en esta
zona. Esta constituye, en mi opinin, la peor amenaza de
destruccin de este ecosistema lagunario, como no se haba dado
antes en su historia.89

II.3 La regin en los ltimos tiempos


En una caracterizacin ms reciente de su historia y geografa
regional, aparecen el neoliberalismo y la globalizacin como
expresiones de la economa mundo capitalista, que se ha venido
imponiendo la mayora de las veces violentamente en diversas
regiones indgenas, o de poblacin mayoritariamente indgena, en
el mundo. El caso de la regin del istmo de Tehuantepec
constituye un ejemplo ilustrativo de una regin indgena ubicada
en el centro de fuertes intereses transnacionales, que se debaten
y compiten en el marco de nuevas definiciones geoeconmicas y
geopolticas.
Geogrficamente, tambin se ha comprendido a la regin del
istmo de Tehuantepec como la parte ms estrecha del pas, entre
los ocanos atlntico y pacfico; la actual divisin poltico-estatal,

89
En el captulo VII del presente trabajo abundaremos con relacin a esta
temtica.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 115


originada en el siglo XIX, deriv en la percepcin de dos istmos:
el veracruzano y el oaxaqueo. Aunque se trate de un nico
espacio donde la divisin poltico estatal no es de gran relevancia,
cuando lo que queremos destacar es la ubicacin y las relaciones
de los pueblos, entre s y con su entorno natural y social.
Hasta ahora hemos presentado a la regin como una extensin
geogrfica natural que incluye en su interior un sistema ecolgico
interdependiente entre las vertientes del Golfo de Mxico en el
Atlntico, hacia el norte, y el Golfo de Tehuantepec en el Pacfico
sur. Las fallas geolgicas sobre las que descansan las placas
continentales en esta regin, definen de manera natural al Istmo
de Tehuantepec como una regin comprendida ms all de los
tradicionales lmites estatales de Chiapas, Tabasco, Veracruz y
Oaxaca.
Para los fines de este estudio, la comprensin geogrfica del
Istmo se delimita en los siguientes trminos: los golfos de
Tehuantepec y de Mxico, en el Sur y Norte, respectivamente;
Chiapas y Tabasco, al Este; de Huamelula, territorio Chontal, al
Sotavento, al Oeste, remontando las sierras chontal- ayuuk
mixe-- y binniz, para derivar al sur de la Cuenca del Papaloapan
con la vertiente del ro Jaltepec, territorio ayuuk, llegando hasta el
Golfo de Mxico, territorios untaj+y popolucas-- y nahua.
Prcticamente, esta delimitacin correspondera con la definicin
geolgica-natural de la regin.
Con base en lo anterior, una descripcin ms precisa de los
territorios de los pueblos indgenas de la regin, definira su
entorno a partir de la identificacin de tierras y territorio de los
pueblos, ayuuks (mixes),90 binniz (zapoteco), ikoots (huaves),
chontales, zoques, chinantecos, untaj+y (popolucas) y nahuas.
Sin embargo, estaremos hablando de diversos istmos,
dependiendo de la perspectiva y el tiempo del anlisis, aunque

90
En este estudio pretendo centrarme en los casos de Guidxicobi y Cotzocn
Jaltepec--, para la caracterizacin del territorio Ayuuk del Istmo.

116 Carlos Manzo


finalmente se orientan por las bsicas definiciones geogrfica,
geolgica natural e histrico-antropolgica que hasta aqu hemos
indicado.

II.4 Regin y territorios indios


A raz de la identificacin de un importante conjunto de
elementos metodolgicos presentes en diversos estudios sobre
los pueblos indgenas del istmo, me he visto obligado a considerar
los orgenes antiguos de su territorialidad, as como las
permanencias en las mentalidades recreadas en las lenguas. Su
identificacin nos permitir una mejor comprensin de
importantes rasgos en la constitucin, permanencia, resistencias y
cambios en las culturas indgenas.
Adems de sus lenguas, la mayora de los pueblos indgenas
cuentan con importantes elementos que caracterizan un sistema
social y cultural propio, que se aproxima a lo que entendemos por
comunalidad, donde resaltan formas colectivas de participacin y
de toma de decisin, como ocurre con algunas prcticas
comunitarias y organizativas que se ven reflejadas en la
realizacin de asambleas, incluidas la definicin e integracin de
las mayordomas, y en la existencia y defensa de su territorio y
tierras comunales y ejidales, en ltimas dcadas en permanente
contradiccin con los afanes privatizadores de la modernidad
neoliberal.
Considero que esta percepcin, que encierra en sntesis una
importante definicin de mi tesis, se aproxima a lo que en su
momento Preciado (1998) caracteriza como una tensin entre los
regionalismos comunitarios y contractuales, en este sentido,
desde mi punto de vista la comunalidad opera como ese conjunto
de identidades regionales que actan a favor de propsitos
comunes en la vida cotidiana, en donde en tanto regionalismos
comunitarios existe una identidad de las formas ms elementales
de la comunidad con el territorio, en la que no est especificado
un encuadre institucional. Es el caso de grupos tnicos o

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 117


campesinos o de creaciones histrico-culturales, que llegan a
identificarse con una regin, en la que unifican o hacen coincidir
sus races tnicas y culturales con un territorio y una forma de
relacionarse colectivamente con l y en l, de manera
espontnea. (Preciado, 1998, 11). Ms precisamente, me
interesa en este estudio explicar el proceso o los procesos que
dan origen a esa creacin histrico-cultural para el caso de los
pueblos indgenas de la regin del istmo de Tehuantepec.
En la presente caracterizacin histrico-antropolgica de la
regin, pretendo tambin, en cierto sentido, revertir la tendencia
interpretativa expresada en el intento oficial de remitir al olvido
la riqueza histrica contenida en el antiguo origen de nuestra
mexicanidad. La anulacin de los contenidos de historia antigua
de Mxico en los programas de educacin bsica y media, como
ha sido recientemente la intencin de la Secretara de Educacin
Pblica (SEP), redundara en esta problemtica fomentando dicha
amnesia en la consciencia histrica que sustenta nuestra
identidad.
Para el caso de la regin del istmo de Tehuantepec, la
afectacin del espacio, tierra, territorio y medio ambiente, as
como las transformaciones en la cosmovisin de sus habitantes
originarios, han sido determinadas en gran medida por la
imposicin de la visin europea occidental, con una diversidad de
elementos, asimilada y /o sincretizada durante siglos en la vida
cotidiana de los pueblos indgenas.
Evidentemente, algunas actividades econmicas como la
ganadera, ajenas a las culturas indgenas hasta la primera mitad
del siglo XVI, independientemente de los trminos en que fue
asimilada a la vida cotidiana india, fueron inducidas en la poca
colonial y realizaron serias afectaciones a las sementeras y milpas
de las comunidades indgenas, pero tambin afectaron de manera
significativa al paisaje y medio ambiente, como ya lo hemos

118 Carlos Manzo


referido anteriormente. 91 Las explotaciones ganaderas, y
madereras de marqueses, frailes, hacendados, latifundistas y
comunidades, en distinta poca, marcaron un cambio drstico en
las relaciones hombre-naturaleza que prevalecan hasta antes de
la invasin ibrica a estas tierras.
Para rastrear la dimensin histrico-estructural de la regin
desde la perspectiva de la documentacin de la existencia de los
pueblos indgenas u originarios, tambin se puede recurrir a su
dimensin agraria o histrico-agraria. Independientemente de los
conflictos por tierras y recursos, muy caractersticos del siglo XVIII
en toda la regin, fueron la segunda mitad del siglo XIX y los
ltimos veinticinco aos,92 los que ms han afectado fsica y
jurdicamente los sistemas colectivos de tenencia de la tierra de
los ejidos y comunidades indgenas de Mxico, sin ser el istmo la
excepcin. Ilustra con claridad este fenmeno el estudio de Emilia
Velasquez Hernndez para el caso del denominado istmo
veracruzano (Velsquez, H.E., 2006).
En el caso de las comunidades untaj+y y nahuas, en el norte
del Istmo, independientemente de sus territorios coloniales,
destaca la manera en que padecieron los procesos de
desamortizacin de bienes comunales durante el siglo XIX, as
como los efectos de la revolucin de 1917 y las formas definitivas
de privatizacin derivadas de los actuales megaproyectos
neocoloniales de las empresas transnacionales (Velasquez, E.
2006). En mi primera visita de campo a la zona Soteapan-Pajapan,
en el Norte del istmo, pude constatar que los lmites municipales,
establecidos en el siglo XIX diferan con los lmites de los
territorios que las comunidades reconocen como propios
(Ibidem, p. 23); para comprender la cosmovisin indgena con
respecto a la territorialidad, es de suponer que las adscripciones

91
Cfr. Manzo (1993).
92
Sin dejar de considerar la recreacin y reconstitucin de comunidades
agrarias, ejidos y comunidades indgenas, sobre todo en la segunda mitad del
siglo pasado.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 119


municipales se vern rebasadas por los confines de la sierra de
Santa Martha, y por la otra percepcin un tanto inmensurable que
las comunidades indgenas tienen de la tierra, en un sentido ritual
o ceremonial, ms all de su extensin o dimensin fsica.
Durante una visita a la zona untaj+iy-nahua, cerca de
Soteapan, o ms bien entre Soteapan, Mecayapan y Pajapan, en
el istmo jarocho, Don Toms Bautista, campesino de 84 aos de
edad, retirado de las labores, fundador ejidatario de Mirador
Saltillo, relata cmo en su experiencia de vida atestigu la
modernizacin de la agricultura del maz, desde el uso de la coa
hasta el tractor, pasando por la yunta, hasta la invasin ganadera
a esas laderas y montaas contiguas a la sierra de Santa Martha.
En su testimonio destaca:
En Mecayapan no se daba la cosecha como por ac, primero
haba trabajado en Chamilpa, donde hay todava mejores
tierras, pero despus nos venimos a Saltillo, aqu constru
primero mi casa con tablas y palma, ao con ao iba
ampliando la milpa, antes trabajbamos con huataca (azadn y
coa), pero en 1968 compr mi primera yunta y ya se utiliz el
arado, entonces llegu a sembrar hasta 14 hectreas de milpa.
Cosechbamos, deshojbamos y desgranbamos hasta en las
noches, hasta que lleg un seor que trajo un tractor con
desgranadora, la primera vez desgranamos hasta 14 toneladas,
se llenaba la casita de toda la cosecha, entonces empec a
tener mucho dinero. (TDC-2009).
Indgena hablante del nahua, originario de Mecayapan, Don
Toms lleg al entonces paraje del Mirador Saltillo en los aos
50s, en busca de mejores tierras para la siembra de su milpa, una
prctica tal vez milenaria entre los indgenas campesinos nahuas
de estas montaas aledaas al volcn de San Martn; la tumba,
roza y quema, era la prctica caracterstica para la apertura de
nuevas tierras al cultivo de la milpa. Podra afirmarse que hasta
antes de la adquisicin de su yunta, Don Toms reproduca la
misma cotidiana agricultura que por siglos haba sido

120 Carlos Manzo


prcticamente de autosuficiencia; la modernizacin de la
agricultura, de acuerdo al patrn mecanizado de los tractores y
agroqumicos, lleg en los 70s, como en la mayor parte de las
zonas rurales indgenas del pas. Como tambin se ilustra en el
mismo relato de Don Toms:
Despus empezamos a trabajar con tractor, en algn momento
trabajamos en forma colectiva y nos asesoraba el del INI para
formar el grupo; por ltimo se repartieron parcelas de diez
hectreas que vine trabajando ao con ao, entonces ya
empezamos a comprar ganado y a tener potreros, que hasta
ahora aqu cerca tengo mi potrero. Antes con mi seora se
obtenan muchos productos al cambio por maz, todo lo que
necesitabas como jabn, sal, carne, machetes, cal, tambin
sembrbamos frijol. (Ibdem)
Situaciones similares a las que nos presenta Don Toms,
tambin las encontramos en los casos de los pueblos y
comunidades ayuuks y binniz del centro y sur del Istmo, 93
aunque la cuestin de su adscripcin territorial se presenta con
menos dificultades que en el istmo jarocho en tanto que existen
un buen nmero de ejidos y comunidades agrarias, cuya
extensin, se mantiene por lo menos ntegra en su presentacin
en cdices, mapas y planos definitivos. Sin embargo, hasta la
fecha no se ha podido integrar en un solo estudio una
consideracin de la territorialidad agraria, e incluso poltica desde
la perspectiva de los pueblos indgenas.94

93
Los casos pueden ilustrarse con la situacin agraria de Jaltepec, San Juan
Guichicobi, Los Petapas, en donde adems de contar con grandes y diversas
extensiones, presentan o presentaron conflictos agrarios con cacicazgos
regionales o comunidades limtrofes.
94
Un importante avance en este sentido lo constituye el libro de De la Cruz
(2008), titulado 'Mapas genealgicos del Istmo oaxaqueo'; en donde
presenta un interesante estudio de los lienzos de Guevea, Huamelula y
Astata, as como de los mapas de Huilotepec y Zanatepec.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 121


Nos encontramos entonces ante una regin de gran
dinamismo histrico y socio cultural, que inicia en el denominado
perodo preclsico, que arquelogos y etnohistoriadores ubican
hace ms de tres mil quinientos aos, en que se encontraba ya
como habitable y transitable, sobre todo navegable, hasta
convertirse en permanente sitio en disputa para la comunicacin
y control de vas de comunicacin y territorios privilegiados por su
naturaleza y supuesto potencial econmico. De esto ltimo dan
cuenta en detalle estudios arqueolgicos, antes referidos, como
los realizados por Winter (2004) y Zeitlin (1978) en los sitios
conocidos como Carrizal y Laguna Zope, en los municipios de
Ixtepec y Juchitn, respectivamente, en el sur binniz del Istmo.
De las diversas zonas en que podramos caracterizar los
orgenes indgenas del espacio del istmo, resaltan por su nmero
e importancia los trabajos que han sido realizados sobre la
civilizacin Olmeca, de la zona Centro-Norte del istmo, 95
tradicionalmente considerada, progenitora de importantes
culturas mesoamericanas. Ms que profundizar la discusin
acerca del significado y devenir de los Olmecas, en el norte del
Istmo, interesa destacar que las culturas ayuuk, zoque y untaj+iy
popolucase incluso binnigulasa y mayas, compartieron el
mismo horizonte cultural 96 y, por ende, territorialmente,
permanecen en las zonas correspondientes, geogrficamente, a
sus remotos orgenes como pueblos originarios.
Con base en estos orgenes territoriales, la territorialidad
binniz zapoteca-- en el sur del Istmo, en vsperas de la
conquista, puede percibirse a partir del reconocimiento de
importantes puntos y sitios ceremoniales como Xadani, Guie

95
Sin desconocer el importante aporte de ya clsicos estudios sobre los
Olmecas (Pia Chan, 1955), con respecto a su significado en la etnohistoria
regional, un estudio que nos parece ilustrativo y novedoso es el de Ann
Cyphers (2004).
96
Me refiero a que son depositarias de una misma cosmovisin, en donde por
lo menos el maz, se encontraba en el centro de sus comunalidades diversas.

122 Carlos Manzo


Ngola, XibicudxeTlacotepec-- Guibixhu Huilotepec, , Dani
Bedxe Tehuantepec-- Dani guiaati --Ixtepec-Ixtaltepec---,
Zopiloapan, Dani Guchachi ---Cerro IguanaDani Yaze --Cerro
Prieto--Monopostiok- (ikoot-binniz). 97 Esta demarcacin o
aproximacin correspondera nicamente para las comunidades
asentadas en la planicie, la zona binniz de la sierra, incluye a
Lachiguiri, Guevea y Los Petapas.
Independientemente de que el pueblo indgena Zoque, se
encuentre hoy en comunidades dispersas en los territorios
estatales de Oaxaca, Chiapas y Tabasco, para el caso del Istmo de
Tehuantepec, centraremos nuestra atencin en la definicin del
territorio zoque de los Chimalapas, como ya ha sido referido
antes; es decir, considerando el territorio comunal de las
comunidades de Santa Mara y San Miguel. Una de las zonas de
conflicto territorial en el territorio zoque fue la de San Isidro La
Gringa, iniciado con la irrupcin de ganaderos y taladores
chiapanecos en 197598 hasta que un conjunto de factores, sobre
todo externos, oblig al Estado a reconocerla como parte de los
bienes comunales de Santa Mara, al publicarse en el Diario Oficial
de la Federacin de 18 de abril de 1994, el Acuerdo que
reconoce la inexistencia jurdica de la declaratoria de propiedad
nacional del terreno denominado San Isidro, Municipio de
Cintalapa, Chis., mediante el cual se confirma que dicha
superficie se ubica ntegramente en terrenos comunales del
pueblo de Santa Mara Chimalapa. (Garca A. et. al., 2001,
136-142).
Las leyes de desamortizacin del s. XIX, seguidas de la
competencia entre compaas deslindadoras, la construccin del
ferrocarril, y la industria petroqumica, han sido motivadoras de

97
Algunos de estos sitios y sus nombres en diidxaz y su correspondiente
significado en la cosmovisin binnigula'sa, pueden consultarse en De la Cruz
(2007, 291-94).
98
Rosa Rojas, 'Chiapas: la paz violenta en La Jornada Ediciones, Mxico, 1995,
citada por Garca Aguirre, M.A., Op. Cit. p. 125.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 123


las principales transformaciones negativas que el territorio y
medio ambiente de pueblos indgenas nahua, ayuuk, --mixe--,
untaj+i, binniz e ikoot hayan padecido en su historia.99 En
ltimas dcadas, adems de los conflictos por lmites entre
comunidades, terratenientes y ganaderos, como en el caso de la
comunidad de Jaltepec de Candayoc, ha sido notorio tambin el
elevado nmero de quejas y denuncias por contaminacin por
derrames de ductos de PEMEX que atraviesan la regin de norte a
sur, esto ltimo se ha dado en casos como Moloacn,100 Laguna
del Ostin, San Juan Guichicobi, Laguna Superior,101 Juchitn, por
sealar las ms denunciadas.
A pesar de la gran deforestacin que durante siglos ha
representado la ganaderizacin de las tierras ubicadas en las
vertientes de los ros Jaltepec, del Corte y Uxpanapa, pasando por
la que implic la necesidad de maderas para los durmientes del
ferrocarril, existen an pequeos manchones de selva media, que
se mantiene, paradjicamente, gracias a la escasez de suelos en
las montaas rocosas en algunas partes altas de estas zonas, en
donde precisamente, debido a la naturaleza del suelo, el tractor
y la maquinaria no han podido hasta ahora acceder; algunas de
estas zonas de montaa han sido decretadas como importantes
reservas de la bisfera, como es el caso de la sierra de Santa
Martha.

99
Me refiero tanto a la afectacin ecolgica como a la nula indemnizacin o
restauracin que se hiciera a las comunidades ante la construccin de una
obra de 'prioridad nacional'; evidentemente, no podemos negar que el
ferrocarril Transstmico y a Tapachula, apoy el dinamismo comercial de las
comunidades y represent un importante apoyo a la economa regional,
independientemente de su proyeccin macroeconmica para el comercio
interocenico. En este sentido, un aporte importante para la comprensin
histrica del siglo XX en la regin se encuentra en Reina, L. (1994).
100
Segn informe brindado por Teodosio Damin Cancino Corts, en entrevista
el 24 de octubre de 2010; Moloacn Ver. (N. de C. Moloacn, 24-X-2010).
101
Los detalles sobre el impacto causado por PEMEX a las lagunas, se pueden
apreciar en Carabias ( 1987), citada en el captulo seis del presente trabajo.

124 Carlos Manzo


Al Valle del Uxpanapa, ubicado al norte de los Chimalapas, no
se entraba ms que por helicptero, en la dcada de los setentas,
cuando la denominada Comisin del Papaloapan, reubicaba a
ms de cinco mil familias del pueblo Chinanteco. Estas familias
fueron desplazadas de su terrritorio original en Usila en la zona de
Tuxtepec, debido a la construccin de las presas Cerro de Oro y
Miguel Alemn.
En las grandes extensiones de desmonte que van del ro
Chiquito hasta el ro Uxpanapa, se encuentran hoy ms de 14
comunidades que son ms reconocidas por el nmero que les
fuera asignado por los tcnicos de la Comisin. Los chinantecos
del istmo, que han sido ignorados por los gobiernos federal y del
estado de Veracruz, territorio estatal al que ahora se encuentran
adscritos como un municipio ms del estado; desde entonces,
como antes y hasta la fecha, tambin fueron ignorados por el
gobierno de Oaxaca y por el gobierno federal.102
Lo que podramos denominar el corredor ayuuk-zoque-
chinanteco, que en ms de 60 kilmetros va de Boca del Monte
hasta San Isidro La Gringa, prcticamente de pura terracera,
pasando por las catorce comunidades del Uxpanapa, se encuentra
invadido por madereros, ganaderos y narcotraficantes. Su
incipiente colonizacin, promovida por los gobiernos, implic un
flujo de inmigrantes, tambin indgenas, cuyo desplazamiento se
dio de Este a Oeste; en los ltimos diez aos esta tendencia se

102
Tuve la fortuna de conocer a Juan Zamora y su familia, en 1996, antes de que
fuera prisionero poltico por los gobiernos federal y de los estados de
Veracruz y Oaxaca; fueron policas estatales quienes los detuvieron en los
lmites de Tuxtepec, cuando salan rumbo al D.F. para manifestarse y exigir el
pago del FIFONAFE, que, desde los desalojos sufridos por los chinantecos a
inicios de los 70's, no les haban sido remunerados; despus de dos aos de
injusto encarcelamiento, los chinantecos siguen demandando justicia en el
caso de 'los del desalojo'.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 125


est revirtiendo, aunndose a los flujos que van de Centroamrica
a los EEUU.103
A propsito de lo que hemos denominado espacios de
interaccin conflictiva, el ecosistema lagunario del sur del Istmo
de Tehuantepec, ha constituido, por lo menos en los ltimos ocho
siglos, el territorio y medio de vida del pueblo indgena Ikoot, o
mero ikoots como ellos se autodenominan. En la actualidad, sus
principales puntos de conflictos por lmites, en gran parte
motivadas por la disputa por los recursos naturales y la
ineficiencia de los gobiernos, han sido en San Mateo, San Dionisio
y San Francisco ikoots--, con las comunidades binnizs de
Huilotepec, Unin Hidalgo Juchitne Ixhuatn,
respectivamente. En diversos momentos se ha llegado a niveles
de represin y enfrentamientos, generndose una tensin
permanente entre estas comunidades. En el mes de octubre de
2009, en el contexto de la competencia de las empresas
transnacionales por el territorio ikoot, el ms codiciado por su
potencial elico, de acuerdo con la denuncia del Centro de
Derechos Humanos Tepeyac (CDHT), pobladores de huilotepec
hirieron de bala a un comunero ikoot de San Mateo del Mar; el
elemento de la discordia, adems del proceso pendiente en el
tribunal agrario, fue el bloqueo de la carretera que sirve como
nica salida de los habitantes de San Mateo del Mar hacia el
occidente de la pennsula que habitan, de acuerdo con la
fuente, 104 en un intento por dialogar al respecto los de San
Mateo fueron recibidos a balazos por los de Huilotepec.
En el caso de los ikoots, ms all de los conflictos persistentes
con otros pueblos, tambin resalta el conflicto por las salinas de

103
Durante 1997-1999, brind seguimiento a algunas acciones del Consejo
Indgena de Uxpanapa (CIUX), includa la denuncia del caso en distintos
niveles; participan en dicho Consejo, chinantecos 'reubicados' en la mayora
de las comunidades del recientemente creado municipio de Uxpanapa,
Veracruz.
104
Boletn del Centro de Derechos Humanos Tepeyac (CDHT), Octubre de 2009.

126 Carlos Manzo


Contreras y Colotepec, entre San Dionisio y San Francisco,
documentado por lo menos desde inicios del siglo XVIII.
(Machuca, 2007, 362). De acuerdo con esta autora, los lmites de
San Dionisio se presentaban en los siguientes trminos:

Mapa 7. Colindancias entre San Dionisio y San Francisco; [1740]


Annimo. Fuente: AGN, Mapoteca [748].
...se extendan hasta Agua Blanca, que comprenda el pueblo
perdido de Amatitln y por tanto la salina del mismo nombre.
Los de San Francisco, en cambio, contina la autora, alegaban
acerca de la extensin y fronteras de sus terrenos: Por el
poniente Ninbonbo, Agua Blanca, Loma Pelada y Cerro
Prieto,al norte Cerro Loco, linderos de Las Damas, Cerro
Colorado, Las Dos Hermanas y Xaltepeque y del ro llamado
Ostuta desde el paso llamado Zopilote corriendo hacia el sur
en forma de media luna reconoc el lindero llamado las Vacas,
Cerro de San Nicols y Buena Vista. ltimo lindero de dichas

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 127


tierras que remata en la orilla de la laguna que corre desde
este dicho pueblo hasta Tonal (Ibidem, 364).105
Adems de este conflicto, que hemos caracterizado como
intracomunitario, en este caso por la posesin del recurso de la
sal, resaltan en el siglo XX los de estas comunidades ikoots de San
Francisco y San Dionisio, con las comunidades Binniz de Ixhuatn
y Unin Hidalgo, en donde adems de varios muertos por la
represin y enfrentamientos derivados de fricciones internas,
tambin se han presentado casos de ranchos incendiados en
parajes de estas comunidades. Los elementos que definen ms
especficamente el conflicto en las diversas interacciones entre
comunidades en la regin, sern detallados en el captulo tercero
de este trabajo.

II.5 Regin Geoeconmica y Resistencia Comunal


No podemos pasar desapercibido, a pesar de su ubicacin
semiperifrica desde la perspectiva de la economa mundo, el
maysculo inters geopoltico y geoeconmico que esta regin ha
representado para las principales potencias imperialistas en
distintas etapas de su historia. Dicho inters se ha puesto de
manifiesto desde la descripcin de las posibilidades de
comunicacin interocenica sugeridas por Hernn Corts en sus
Cartas de Relacin 106 en 1522, hasta en las formulaciones
expresadas en los distintos programas de desarrollo regional
impulsados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el
Estado mexicano, como en el caso ms reciente del antes
denominado Plan Puebla Panam (PPP) y ahora Proyecto para la
Integracin y Desarrollo de Mesoamrica.
De acuerdo con algunos investigadores, La atencin se centra
en la regin refirindose a Centroamricadebido a su vasta
riqueza en material biogentico, su potencialidad productiva, con

105
La autora cita documentos del AGI, Escribana de Cmara, vol. 197 A,
cuaderno 7, f. 89 v.
106
Corts, Hernn, Cartas de Relacin, Edit. Porra, Mxico, 1985.

128 Carlos Manzo


lo que se busca aprovechar la inadecuada legislacin que intenta
proteger su uso y explotacin. Bajo la bandera de representar
oportunidades de empleo y desarrollo, protegiendo la diversidad
tnica, estas iniciativas se encuentran localizadas en los sitios con
mayor potencial, como muestra el megaproyecto integral del
istmo de Tehuantepec, en el caso mexicano. (Preciado Y
Villarruel, 2006; 26).
Cierta competencia entre imperios y empresas por el control
de la regin, se percibe sobre todo en distintas coyunturas muy
caractersticas de la historia econmica regional en contextos
modernizantes: el ascenso de la hegemona capitalista
norteamericana en la segunda mitad del siglo XIX, se ver
reflejado en la regin por la competencia entre las compaas
deslindadoras y las empresas que se disputaban los proyectos de
comunicacin interocenica. 107 Pretendo analizar con mayor
detalle estos procesos en el captulo V, del presente estudio.
De la misma manera, en los ltimos veinte aos, con los
denominados gobiernos neoliberales, la tendencia ha sido hacia
la apertura de los sectores estratgicos de la economa a las
empresas transnacionales. En esta parafernalia
econmico-capitalista, los recursos naturales en territorios
indgenas son el botn, los pueblos como sujetos de derecho, son
ignorados y desde la perspectiva neoliberal salen sobrando.108
En este contexto, marcado por el neoliberalismo, una gran
deuda que el Estado mexicano mantiene para con los Pueblos
Indgenas, se refleja hoy en la ausencia de reconocimiento
constitucional de derechos de los Pueblos Indgenas de Mxico,
sobre todo cuando no han sido reconocidos de acuerdo a lo
contenido en los ya histricos y emblemticos Acuerdos de San

107
Sobre el particular, existen fuentes, 'despachos' consulares, que aclaran los
trminos de los compromisos juaristas con las compaas norteamericanas
(Cfr. HNDM-FR, Coleccin Lafragua).
108
Sobre esto abundar en el captulo sptimo.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 129


Andrs, firmados por el gobierno federal y el EZLN el 16 de
febrero de 1996. Una primera apreciacin histrica de la situacin
de los derechos indgenas en nuestro pas, y de las principales
luchas por el reconocimiento constitucional de los mismos, no
puede eludir la coyuntura expresada entre la firma de los
Acuerdos de San Andrs y la denominada traicin legislativa y/o
aprobacin de la ley Bartlett-Ceballos-Ortega, en abril de 2001,
precedida por la mayor movilizacin que se haya dado en el pas
en lo que va del siglo con la Marcha del Color de la Tierra, que
recorri el sur y centro de Mxico durante febrero y marzo del
mismo ao; en ambos casos, dos protagonistas principales fueron
el EZLN y un buen nmero de pueblos indgenas de Mxico. La
presin y el acoso de las empresas transnacionales e instancias
financieras internacionales, no han permitido desde entonces un
ajuste Constitucional que ponga al da al Estado en materia de
reconocimiento y observancia de los derechos indgenas.109 Antes
peor, se ha avanzado inconmensurablemente en materia de
privatizacin neoliberal del patrimonio biocultural, territorios
incluidos, de los pueblos y comunidades indgenas.
En la mentalidad de los liberales del siglo XIX, los pueblos
indgenas, no caban como tales en la composicin de la
Repblica, el derecho de ciudadana era para los letrados, como
era de esperarse, a esta percepcin del derecho se agregaba,
como hasta la fecha, una fuerte dosis de racismo de Estado. Esto
explica, entre muchas razones, el que desde entonces no figuren
los pueblos indios en la Constitucin como sujetos de derecho.
En este sentido, en una interpretacin del derecho y la

109
El caso de la denominada Ley General de Derechos Lingsticos de los
Pueblos Indgenas, que 'entr en vigor' el 14 de marzo de 2003, pero que ,
como muchas leyes, casi nadie aplica, constituye una excepcin a esta
tendencia. De acuerdo con el texto oficial de esta ley establece en su artculo
primero: tiene por objetoregular el reconocimiento y proteccin de los
derechos lingsticos, individuales y colectivos de los pueblos y comunidades
indgenas, as como la promocin del uso y desarrollo de las lenguas
indgenas.

130 Carlos Manzo


antropologa en Mxico durante dicho siglo, Uras Horcasitas
(2000, 15) ha afirmado:
El hecho de que el indgena ingresar en el mbito de la
modernidad como un sujeto poltico cuyo reconocimiento
pleno estaba supeditado a su integracin dentro de una
cultura, estuvo en el origen de dos principales alternativas que
se abrieron a los grupos tnicos dentro del proyecto de
sociedad que se implant a lo largo del siglo XIX mexicano.
Desde la perspectiva de las lites, la suerte del indgena no
poda ser otra que su regeneracin (que implicaba llevar a
cabo el proceso de aculturacin obligatoria) o su desaparicin
mediante el mestizaje.
No entrar en el debate histrico sobre la diversa
interpretacin de la modernidad, considero que el binomio
modernidad/colonialidad, que ya hemos explicado en el captulo
anterior, dista mucho de la modernidad decimonnica a la que se
refiere la autora; difiero, sin embargo del uso conceptual del
indgena en lo individual y de grupos tnicos como colectivos, en
esta descrita integracin cultural a que alude la autora. No
obstante, la visin y misin racista del indigenismo mexicano del
siglo XX, tiene su principal abrevadero en esta suerte de
regeneracin citada por la autora.
Durante los siglos de dominacin colonial y neocolonial, que
desde nuestro punto de vista abarcara hasta la actualidad, las
diversas representaciones geogrfico-oficiales que han definido la
divisin poltico territorial de la Repblica Mexicana, no han
incluido hasta ahora mapas sociopolticos de los pueblos
indgenas. Los mapas lingsticos, adems de ttulos primordiales
coloniales-- o resoluciones sobre bienes comunales y ejidos
siglo XX--, pueden ser referentes y juegan un importante papel
en esta tarea de precisar delimitaciones territoriales de los
pueblos indgenas. Un mapeo sociopoltico de los pueblos
indgenas, debe representar geogrfica y simblicamente los
diversos mbitos, sociales, polticos y culturales que pueden

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 131


ilustrarse como parte del ejercicio de los derechos colectivos de
los pueblos y comunidades indgenas, en donde cabe, ms all de
los derechos agrarios y territoriales, el derecho a la libre
determinacin y autonoma. En el sur del continente la expresin
Constitucional de estos derechos ha llevado a los Estados
neocoloniales a considerar la existencia no de pueblos indgenas
como sujetos de derecho pblico sino a la consideracin de los
pueblos en tanto naciones indgenas, de tal forma que la
discusin en trminos del reconocimiento de los derechos de los
pueblos ah parte del reconocimiento de la existencia de Estados
multinacionales y no, como en el caso mexicano, de nacin
pluricultural. Los preceptos y conceptos constitucionales en
materia de reconocimiento de derechos individuales y colectivos
en Mxico, siguen partiendo de una matriz terico conceptual, e
incluso ideolgica, decimonnica, liberal y positivista.
No obstante lo anterior, existen algunas disposiciones
constitucionales recientes que a partir de lo expresado en la
Declaracin Universal de Derechos Lingsticos de la UNESCO en
1996, dieron pie a la creacin de la Ley General de Derechos
Lingsticos de los Pueblos Indgenas en Mxico, publicada en
2003 en el Diario Oficial de la Federacin, en el marco de la cual
se reconoce a las lenguas indgenas como lenguas nacionales
junto con el castellano y la lengua de seas mexicana-- y su uso
oral, escrito o cualquier otro, de conformidad con las ideas y
actividades de sus usuarios y en todos los espacios de la vida
pblica y privada en nuestro pas (INALI, 2008,61). Estas
disposiciones, sin embargo, no han garantizado hasta ahora la
obligacin del Estado para sustentar e instrumentar polticas
pblicas que permitan a los pueblos indgenas contar y disponer
de sus propias herramientas o instrumentos educativos, culturales
y de comunicacin en sus diversas lenguas, de acuerdo con sus
propios sistemas normativos, o usos y costumbres.
Por lo que se refiere al derecho a la consulta ante la instalacin
u operacin de megaproyectos en sus territorios, los pueblos se
encuentran otra vez ausentes, ni siquiera son considerados

132 Carlos Manzo


ciudadanos dignos de consulta, en la definicin e imposicin de
megaproyectos en sus tierras y territorio.110
Si bien es cierto que existen diversos estudios y trabajos que
han avanzado ya en la cuantificacin, por ejemplo, del territorio
en trminos agrarios, caracterizando bienes comunales y ejidales
de comunidades, sobre todo en lo que se refiere a su extensin,111
este esfuerzo, sin embargo, no refleja en si mismo la importancia
del reconocimiento poltico del territorio y de los recursos
naturales como un derecho de los pueblos indgenas. Es necesario
precisar esta caracterstica sobre todo para coyunturas histricas
en que, nuevamente, los intereses de transnacionales tocan a la
puerta de la regin.

II.6 Boceto para una historia de los pueblos del Istmo


Regiones histrico-culturales
Para entender una regionalizacin histrica, es decir, a toda
regin como resultado de un proceso histrico, se vuelve
necesario describir la percepcin del espacio, tiempo y
territorialidad, as como del paisaje y de la relacin
hombre-naturaleza, entre los habitantes originarios y no
originarios de dicha regin. En este sentido, debemos remitirnos a
fuentes e interpretaciones realizadas con base en la arqueologa,
as como a estudios etnohistricos y lingsticos de las culturas
mesoamericanas. An as, no podemos hablar de Mesoamrica
como una sola regin cultural sin diferencias,

110
As se percibe actualmente con la imposicin del denominado Corredor
Elico del Istmo (CEI), en un contexto de corrupcin y trfico de influencias al
interior del Estado, en la planicie sur del Istmo, afectando el medio ambiente
y, particularmente, a comunidades ikoots y binniz. En los primeros meses
del 2011, las comisiones de Asuntos Indgenas del legislativo, diputados y
senadores, promueven una consulta que sustente, valga la redundancia, una
ley de Consulta a los Pueblos.
111
Un ejemplo de este tipo de estudios derivados de proyectos oficialistas se
pueden apreciar en Rodrguez, N., (2003).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 133


independientemente de que cada una de sus culturas presente un
contexto histrico especfico y determinados patrones o
elementos culturales semejantes o comunes a varias de ellas.
Afortunadamente, esta suerte de interpretaciones se han
realizado ya para el caso de los binnigulasa y binniz del sur del
Istmo, --ms conocidos como zapotecos antiguos y
contemporneos, respectivamente-- en donde, ms all de la
evidencia arqueolgica, con base en la etnografa y la lingstica,
Vctor de la Cruz (2007) ha arribado a conclusiones que permiten
apreciar las relaciones histrico-culturales y un importante
conjunto de diferencias y semejanzas en la cosmovisin y el
pensamiento de diversas culturas originarias como mayas,
zapotecas, mixtecas y olmecas. La anterior apreciacin, se
complementa con lo que Jimnez Moreno, tambin observa al
expresar:
Dada la gran variedad de pueblos que vivan en esta regin, no
parece que podamos apartar una denominacin de carcter
geogrfico, olmeca, para uno solo de ellos, aunque grupos
como los mije-popolocas y chinantecos exhiban mejores ttulos
para ser considerados como los meros olmecas en virtud de
que un estudio etnogrfico de ellos sugiere una larga
adaptacin al medio ambiente de la regin del hule. (Jimnez
Moreno, 1942, 121).
Con relacin a esta polmica sobre el devenir identitario de los
olmecas, Andrs Aubry seal:
Cuando Frans Blom en los aos veinte del siglo pasado
encontr la primera cabeza colosal, se pregunt qu clase de
mayas eran sus escultores. Luego los arquelogos les
inventaron un nombre (forjado a partir de una lengua ajena, el
nhuatl): olmecas, refirindose al hule de su medio ambiente.
Por el trabajo de los lingistas se supo despus que el
verdadero nombre era el de su lengua, en sus principales

134 Carlos Manzo


variantes dialectales: zoques, mixes y popolucas,112 todos ellos
son los olmecas, tanto los de ayer como los de hoy (Aubry,
2005, 45).113
A partir de lo anterior, podemos suponer que algunas culturas
milenarias de Mesoamrica, encontraron en el Istmo de
Tehuantepec un espacio de intercambio, intercomunicacin y
recreacin que les permiti una percepcin de naturaleza, espacio
y tiempo compartido que se expres material y espiritualmente
en un conjunto de elementos que al ser nombrados, an en su
lengua y en la ajena, permanecen en casi imperceptibles
cotidianidades de los pueblos, barrios o comunidades, segn sea
el caso, como importantes elementos de su cultura, en donde an
destaca como una caracterstica importante de su modo de vida
el Guendaliis o Comunalidad, como se demostrar ms
adelante.

II.7 Apuntes histrico-econmicos


Cuando intentamos trazar algunas de las caractersticas generales
del capitalismo, o economa-mundo capitalista, desde su
emergencia en el siglo XVI con el significativo proceso de
acumulacin originario que dentro de este sistema implic para
Europa el descubrimiento de Amrica, corremos el riesgo de una
parcializacin a extremo desde una perspectiva marxista. Sobre
todo si tratamos de analizar la situacin de los pueblos indgenas
en determinada regin o espacio de dicha economa-mundo o
sistema, en donde las condiciones de produccin y reproduccin
del capital son hasta cierto punto imperceptibles o presentan
cierta autonoma con respecto al sistema mundo dominante114 y,

112
En este caso 'su verdadero nombre', o sea como ellos se denominan a si
mismos, es untaj+iy.
113
Aubry, cita a Gareth W. Lowe (1983), como el autor de la identificacin de
los zoques como los olmecas histricos.
114
De hecho, segn Wallerstein: argumentamos que los nicos
sistemas sociales reales son, por una parte, las economas

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 135


ms an, si los estudios hasta ahora realizados se han focalizado
etnogrfica o antropolgicamente de manera casi nula en la
explicacin del devenir histrico de dichos pueblos en un contexto
global.
Con la intencin de subsanar dicha insuficiencia desde las
ciencias sociales, insisto en suponer: la existencia de una crisis
profunda del modelo civilizatorio actual o crisis de civilizacin,
reflejada no slo en la prdida de supuestos valores ticos que
brinden legitimidad a cualquier Estado, o en las crisis de
paradigmas en ciencias sociales, sino tambin, en trminos
econmicos, en una crisis del sistema capitalista mundial derivada
de su devenir histrico de los ltimos siglos. Aqu entonces las
preguntas a responder son: Cmo ha impactado el capitalismo al
modo de vida comunal de los pueblos? y cmo impacta e
impactar esta crisis o este tipo de crisis histricas, a los pueblos
indgenas de la regin?115
Para una historia de larga duracin de los pueblos indgenas,
es decir, para el anlisis histrico de algunas de sus permanencias,
estructurales o superestructurales, encontramos como un rasgo
caracterstico o elemento cultural, precisamente el que se refiere
a la resistencia; sea sta expresada de manera estruendosa y
violenta en contextos de rebelin, desde donde ha merecido la
atencin de numerosos historiadores y cientficos sociales en el

relativamente pequeas, altamente autnomas, de subsistencia, que


no forman parte de ningn sistema que exija tributo regular; y, por
otra parte, los sistemas mundiales. Es preciso, sin duda, distinguir a
estos ltimos de los primeros, porque son relativamente grandes; es
decir, constituyen en lenguaje familiar, verdaderos <<mundos>>.
Ms precisamente, no obstante, quedan definidos por el hecho de
que su autoinclusin como entidades econmico-materiales est
basada en una divisin extensiva del trabajo, y de que contienen en
su seno una multiplicidad de culturas (Wallerstein, 1979,490).
115
Para analizar en detalle las partcularidades de dicha crisis, pueden
consultarse algunos trabajos de I. Wallerstein (2003, 2006).

136 Carlos Manzo


mundo, o tambin menos perceptiblemente, destacando
elementos cotidianos de su modo de vida comunal, es decir de
vidas colectivas o individuales inherentes a sus entornos natural y
social, en su explicacin y justificacin.
La resistencia indgena entonces se expresa como un proceso
histrico que define una respuesta a la amenaza permanente de
su desaparicin por efecto de una modernidad capitalista
excluyente. Apremia la necesidad de subrayar para las Ciencias
Sociales la importancia de su anlisis y, para la sociedad en
general, su defensa como una opcin histrica alternativa al
neoliberalismo, ms all de cualquier interpretacin ideolgica.
Ya hemos dejado claro en otra parte, que desde nuestro punto
de vista, la regin del Istmo de Tehuantepec se inserta en el
circuito de la economa mundo capitalista desde que Corts
quemara barcos en el Golfo de Mxico y Construyera astilleros en
la Mar del Sur, precisamente en el Golfo de Tehuantepec. Las
aspiraciones exploratorias de Corts en el Pacfico y hacia el Sur,
se vieron inhibidas por la disputa que finalmente excluy de los
bienes del Marquesado puertos y ros navegables, incluyendo el
de Tehuantepec. En distintos periodos de la historia colonial, pero
sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVII, la afluencia
de grana cochinilla, cacao, pieles, sal, ganado y otros productos y
enseres hacia otras regiones de la Nueva Espaa, Centroamrica y
Europa, define los trminos de la vinculacin de la regin en los
circuitos, formales e informales, de la economa mundo de esa
poca, casi totalmente volcada hacia el Atlntico.
En las postrimeras del siglo XVI, resulta impresionante la
diversidad de productos que, por fuentes coloniales, sabemos
circulaban en los tianguis indgenas, en el denominado siglo de la
depresin (Cook y Borah, 1980). El amplio abanico de oficios y
mercaderas de los tianguis, impriman un dinamismo a las
economas locales, nada ajenas a los circuitos formales de la
economa novohispana y de ultramar. No es de nuestro principal
inters una historia econmica cuantitativa de los siglos referidos

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 137


para estimar, por ejemplo, volmenes de mercancas de origen
indgena o de la tierra que pagaran alcabalas o estancos de
acuerdo con los registros que ya algunos investigadores han
estimado en el caso de algunos productos de fuerte dinamismo
comercial en la poca, como los colorantes naturales, en este
caso la grana cochinilla o la sal.116

Imagen 6. Utensilios para el procesamiento de la grana.


Fuente: AGN, Mapoteca.

116
Cfr. Dahlgren, B (1993) y Machuca G. L. (2007).

138 Carlos Manzo


Ya hemos demostrado tambin en otra parte, la importancia
de la disputa de intereses en torno al control de los circuitos de
algunos de estos productos que derivaron en contextos de
rebelin, como en el caso de los repartimientos de la grana y las
mantas, en la rebelin de 1660, ms conocida como la rebelin de
Tehuantepec, con muy fuerte participacin de indgenas
chontales y que se expandi por amplias regiones del entonces
Obispado de Antequera, que inclua la zona de Coatzacoalcos o
Provincia de Espritu Santo. (Manzo, 1993).117
La importancia econmica de la grana cochinilla, defina un
circuito que lleg a alimentar a las nacientes industrias textiles del
norte de Europa desde la segunda mitad del s. XVII. Adems de su
preeminencia como exportacin del nuevo al viejo mundo,
segundo despus de la plata, en el obispado de Oaxaca y gran
parte del centro de Mxico, se dio la consolidacin de mercados
regionales con base en sistemas comunitarios, ms all de las
tradicionales haciendas novo hispanas, las economas indgenas,
para el caso de las comunidades de nuestra regin, fortalecieron
circuitos propios de comercializacin que alimentaron esas dos
terceras partes del comercio de las Indias con Europa, que no
pagaba alcabalas (Romano, R. 1998).
La oficialidad novo hispana, gobernadores y alcaldes mayores,
no se mantuvo ajena a esta competencia y al comercio ilcito, as
lo demuestra, entre otros ejemplos la disputa por las
jurisdicciones de Palenque y Usumacinta, suscitadas entre los
gobernadores de Chiapas y la Isla de Presidio del Carmen, en
Tabasco, hacia fines del siglo XVIII:
Del camino que desde la palizada, jurisdiccin del presidio del
Carmen han abierto y transitan libremente para comunicarse
con el Palenque, jurisdiccin de Ciudad Real de Las Chiapas y
con el Partido de los ros de Usumacinta, correspondiente a la
de Tabasco, sin que el viga de Amatitn pueda verlos, ni

117
A este respecto abundar en el cuarto captulo de la presente investigacin.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 139


introducirse con ellos, respecto de que por tierra de la Palizada
se internan a las otras, sin el menor impedimento por sabanas
y montaas que han abierto.() el verdadero espritu del Sr.
Gobernador de La Laguna se diriga no al abasto de su plaza, y
si a sustentar comercio con la citada Ciudad Real de las
Chiapas, en perjuicio de la Real hacienda de las ordenes que
nos rigen y del comercio de Guatemala. (AGN, Crceles y
presidios, V. 20, f.33-33v.)
Este texto forma parte de una peticin al virrey para cerrar los
caminos que se haban abierto paralelos al comercio lcito entre
los ros Usumacinta, Macuspana pasando por Jonuta, como era el
que se abri entre Palizada-Palenque y Ros y que no pagaba
alcabalas. Este comercio ilcito o de contrabando tambin es
sealado por Romano (1998), al indicar que la funcin del Presidio
del Carmen era precisamente defender la costa contra la
incursin de los ingleses para cortar el palo de tinte. Pero pese a
la plata que la Corona espaola deber gastar por esta guarnicin,
el contrabando continuar y (paradjicamente) la plata del
Presidio del Carmen servir para financiar el contrabando que
habra debido combatir (Romano, 1998, 59).
A travs de los circuitos de la sal, que tocaban directamente
procesos de la economa minera colonial, el Sur del Istmo de
Tehuantepec quedaba subsumido en la economa mundo
capitalista, de lo que podramos denominar dos subsistemas de
interaccin regional, el primero de estos sera el subsistema o
circuito Istmo Centros mineros Cdiz Indias y el segundo, el
subsistema Istmo Coatzacoalcos Tabasco Campeche
Londres Amberes. Nos encontramos aqu ante la clsica
coyuntura de transicin del centro hegemnico de la economa
mundo que va de Espaa a los Pases Bajos e Inglaterra.
Para la poca colonial, en el caso de los circuitos comerciales
de la sal y otros productos, ya se han explicado en detalle las
conexiones de la regin con Chiapas, Soconusco y Guatemala
(Machuca, L., 2007, 192-210). Estos corredores definan un

140 Carlos Manzo


circuito que podramos denominar formal, y cuyas entradas del
istmo a Chiapas se daban por Mazquilapa, y Tapanatepec. Ms
hacia el Noreste, al igual que el Coatzacoalcos, el ro Usumacinta
era navegable llegando a derivar en el Golfo en la que entonces
era la provincia de Tabasco.
La disposicin geogrfica de la regin, como puente terrestre
interocenico y de comunicacin terrestre continental, contribuy
a su interseccin, en tanto sistema indgena, en la ya mencionada
economa mundo colonial. Ms adelante detallaremos algunas
caractersticas de la economa colonial en la regin y sus
articulaciones de Sur a Norte y de Este a Oeste.
El anlisis histrico econmico de los siglos XIX y XX, constituye
el principal sustento de las hiptesis de esta investigacin, al
percibir que es durante estos siglos en que se operan las
transformaciones ms radicales en el hbitat y, por ende, en las
culturas de los pueblos indgenas de la regin del istmo, sobre
todo en lo que toca a la percepcin del espacio y, por ende, a su
estructura agraria. Me referir, a los casos de las Leyes de
Reforma y desamortizacin de bienes del clero y los pueblos
indgenas, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, as como a la
competencia entre las compaas deslindadoras, en sus
pretensiones de comunicacin interocenica que se logra con la
inauguracin del ferrocarril en 1907.
Durante el siglo XX, adems de la industrializacin promovida
en toda la regin, por la petroqumica, las presas, hidroelctricas y
carreteras, nos interesa destacar el impacto de los programas y
reformas neoliberales de las ltimas dcadas, sobre todo a partir
de las reformas al Artculo 27 y 115 Constitucionales, a finales del
siglo pasado y las que actualmente se encuentran en curso.118

118
A estos interesantes procesos histrico-econmicos me referir en los
captulos cuarto y quinto de la presente investigacin.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 141


Piy Colaa Bido: el tiempo inmemorial
Para nombrar las permanencias:
mentalidades indias e ideologa occidental. 119
En todas las culturas antiguas del mundo, incluyendo las
amerindias, persiste a travs de la tradicin oral, una suerte de
mitologa que explica, o pretende explicar, la creacin del mundo
natural y social a partir de orgenes divinos, siempre relacionados
con la existencia de los dioses primeros.
En el caso de las culturas mesoamericanas, esta mitologa se
aprecia marcadamente en la explicacin de los orgenes del maz y
de las primeras mujeres y hombres a partir de esta semilla en
interaccin con animales terrenales y las deidades divinizadas o
metafsicas. En Mxico encontramos en la tradicin oral de los
pueblos indgenas la persistencia de mitos y leyendas que de
distinta manera continan recreando este pensamiento. La
religiosidad derivada de esta mitolgica tradicin es tambin pan
de cada da o comn denominador que motivan mltiples
acciones de fe, autnticas movilizaciones de masas en culturas de
oriente y occidente, indias o europeas. Una comparacin mltiple
de los contenidos y significados de diversos mitos de origen
entre japoneses, sudamericanos y mexicanos puede encontrarse
en Levi-Strauss (1987).
De estas mitolgicas levistraussianas encontramos adems una
enorme riqueza literaria que a veces el quehacer historiogrfico
inhibe en aras de la objetividad, en el mito tup amaznico, por
ejemplo, que narra el origen de la noche y de Venus, se cita:
En otro tiempo no exista la noche. Era de da constantemente.
La noche dorma en el fondo de las aguas. Y los animales no
existan tampoco, pues las cosas mismas hablaban. () La
oscuridad que reinaba hizo que la hija de serpiente
comprendiera lo que haba ocurrido. Cuando apareci el

119
La expresin en diidxaz corresponde a la entrada 'tiempo inmemorial' en
Crdova (1987, 401).

142 Carlos Manzo


lucero matutino, decidi separar la noche del da. (Ibdem,
346-347).
Una visin occidentalizada, o ms bien, europeizada de la
historia, se ha esforzado por colocar al mito y la tradicin oral en
el marco de ciertas informalidades que quedaran fuera de la
disciplina cientfica de la historia, sobre todo al no tratarse de
fuentes escritas que deriven en su interpretacin en fuentes de
supuestas verdades histricas. 120 Ms precisamente en el
imaginario social europeo las historias marginales de pases
como Kenya, India o China, tienden a ser escritas desde una
transicin narrativa en donde los temas implcitos son los del
desarrollo, modernizacin y capitalismo. En este sentido, una de
las ms interesantes formas tempranas que este tipo de
afirmacin tom fue el nfasis en la dicotoma entre historia y
mito121 (Skaria, 1999, 3-4).
Como parte de esta bsqueda reinterpretativa del mito,
algunos autores han propuesto una nueva va de
experimentacin metodolgica Alfredo Lpez Austin, ha
resaltado como una caracterstica importante en el estudio de
diversos aspectos del pensamiento de los pueblos originarios la
unidad de la religin mesoamericana (1994,13). Coincido con
Lpez Austin en definir la cosmovisin como un hecho histrico
de produccin de pensamiento social inmerso en decursos de
larga duracin; hecho complejo que se integra como un conjunto
estructurado y relativamente coherente por los diversos sistemas
ideolgicos con los que una entidad social, en un tiempo histrico
dado, pretende aprender racionalmente el universo. La religin,

120
De acuerdo con Skaria (1999), autor representativo del grupo de estudios
subalternos, en la ideologa imperial, la dominacin colonial fue a menudo
justificada por la representacin del colonizado en trminos de cierta
insuficiencia, la insinuacin de que el colonizado se encontraba atrasado o
que no era suficientemente moderno. La insistencia de que el colonizado
careca de historia fue parte de esto. (Skaria, 1999, 2).
121
Traduccin ma.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 143


en su carcter de sistema ideolgico, forma parte de este
complejo. (Ibdem).
La reflexin anterior en torno a las interpretaciones del mito y
el pensamiento religioso, desde la cosmovisin indgena, afirman
nuestro inters en un anlisis de la historia del pensamiento de
los pueblos indgenas del Istmo, sus permanencias, a travs de la
lingstica histrica, y sus transformaciones desde antes de la
poca colonial hasta nuestros das; precisando, de acuerdo con
Lpez Austin, que el nombre de Mesoamrica se limita
nicamente a la poca anterior a la colonial (Ibid., 12).

Guidxi lay ne lay xti guidxi


Espacio y territorialidad indgena
Ms especficamente, con respecto a la percepcin del espacio y
la territorialidad, retomara, por ejemplo el Altepetl, el cual ya ha
sido relativamente estudiado desde el punto de vista de la
geografa histrica. As, para el caso de los indgenas hablantes del
nhuatl, se ha planteado que Altepetl fue el trmino utilizado
antes de la conquista para denotar sus unidades bsicas de
organizacin comunitaria, como ya vimos en el captulo anterior.
Sin embargo, tras la llegada de los espaoles a Mesoamrica, el
vocablo fue traducido como pueblo o bien como ciudad
cuando el tamao y densidad del asentamiento les hizo pensar en
una aglomeracin urbana. Con esta primera traduccin al
castellano comenz la redefinicin de un concepto que
originalmente no slo implicaba -como propone esta
traduccin aspectos urbansticos o sociopolticos, sino tambin
de ndole esttica, simblica, ecolgica y geogrfica (Fernndez
Christlieb, 2006, 13).
En el caso del diidxaz, la lengua de los binniz, tenemos el
trmino Guidxi que significa pueblo y que desde el siglo XVI fue
traducido por Fr. Juan de Crdova como Poblazon poblacion de
gente (sic), correspondiendo a sta Quche y lachepni, en
donde el primero de estos trminos es escrito por Crdova

144 Carlos Manzo


(1987,317) de acuerdo con los fonemas del diidxaz de los Valles
Centrales.
Ha derivado en la actualidad en el trmino Guidxi, como se
pronuncia y escribe en el istmo de acuerdo con el alfabeto
fontico internacional. Para el caso de lachepni, cuya escritura
en el diidxaz actual sera laadxibinni y su traduccin ms
cercana al castellano sera la de una palabra compuesta cuyo
significado es corazn de la gente (laadxi: corazn y binni: gente o
pueblo), lo que para otras culturas como la maya se ha traducido
tambin como corazn del pueblo.
Es importante reconocer en aquellas comunidades que an
cuentan con bienes comunales como forma agraria de tenencia
de la tierra, la utilizacin de los trminos lay xti guidxi, a cuya
traduccin literal corresponde las tierras del pueblo,
coincidiendo en ocasiones con el rgimen agrario de Bienes
Comunales. Sobre esta forma de tenencia, derivada de la
percepcin del ejido espaol, nada hay al respecto en el
Vocabulario de Crdova. Esto no ocurre con la expresin: Suelo
por tierra patria heredad juridiccion (sic) a la que corresponde
en el diidxaz de su tiempo Lache, tlache? Cuya es esta
tierra? (sic) siendo su actual escritura y expresin completa:
Laadxi, tulaadxi xti nd?, refirindose por Laadxi a la tierra familiar
de labor o parcela familiar y, en segundo trmino a la pregunta a
quin corresponde o pertenece?
En comunidades binniz campesinas con un alto grado de
monolingsmo, como Guixhi ro (Alvaro Obregn), Sta Rosa,
Unin Hidalgo y algunos barrios de Juchitn, se sigue utilizando el
trmino laadxi para referirse a la parcela o unidad de labor
familiar y binni hualaadxi para campesino. Resulta necesario
corroborar la dimensin temporal en el significado de la expresin
guidxi lay, cuya traduccin corresponde literalmente al pueblo
de la tierra, es decir a la tierra planeta y la humanidad que lo
habita; esta ltima tambin aparece en el citado Vocabulario y
permanece en el uso comn de la lengua, as la hemos escuchado

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 145


en expresiones ceremoniales cotidianas en nuestras comu-
nidades.
Para De la Cruz, guidxi lay este nombre viene del que
registr Crdova para partidas del mundo o rincones,
pchepiye, jaguar espacio-tiempo, pchepiyeequchelayoo,
preguntndose el autor o jaguar del espacio-tiempo de toda la
superficie terrestre, como parece indicar esta segunda
equivalencia? (De la Cruz, 2007, 71). Hasta aqu podramos decir
que De la Cruz percibe la concepcin bidimensional
tiempoespacio de la expresin, quedando, desde nuestro punto
de vista, excluda la dimensin social o de pueblo contenida en el
trmino guidxi, quedando entonces la equivalencia como
jaguar-tiempo espacio-pueblo de la tierra.
Ms adelante en su disertacin sobre el concepto
espacio-tiempo y fraccin de tiempo, De la Cruz concluye en su
anlisis lingstico que piy significa tanto espacio como tiempo, a
partir de la entrada en Crdova de: tiempo generalmente. Vide
entrevalo (sic), a las que corresponden en diidxaz: piy, pij, chij,
coo, chij layo, coochij, cooguela. Sus distintintos significados
llevaran al autor binniz a brindar una detallada explicacin
acerca del origen del calendario entre los binnigulasa y los
trminos en que este importante elemento de la cultura fue
homologable con otras de Mesoamrica.
Por nuestra parte, en esta bsqueda de elementos lingsticos
del diidxaz que faciliten nuestra explicacin acerca de la
percepcin del espacio y tiempo entre los pueblos indgenas,
apoyndonos tambin en el citado Vocabulario de Crdova
(1987), encontramos la entrada temporal cosa de tiempo a la
que corresponde: Nixitni quchelyo, cuya traduccin sera lo
que ha acontecido o ocurrido al pueblo de la tierra, una
definicin aproximada a lo que clsicamente se entiende por la
historia. Por otra parte y finalmente, Crdova recoge en su
Vocabulario, para la entrada tiempo pasado mucho sin memoria
la correspondencia Cola pito, cuyo significado aproximado

146 Carlos Manzo


sera el tiempo antiguo de los dioses, que no corresponda a las
pretensiones evangelizadoras del fraile (397-400).
Ahora bien, por lo que respecta a otra percepcin del espacio,
un siglo despus de que Crdova escribiera su Vocabulario,
empezaron a circular en la Nueva Espaa y Ultramar, sendas
descripciones acompaadas de imgenes muy ricas para observar
un nuevo modo de vida, el indgena, y el paisaje que apenas
venan descubriendo los colonizadores. De este mundo de
imgenes en papel que nos dejaron, adems de los mapas y
planos, destacan, por ejemplo, la adaptacin del temascal indio
para el procesamiento de cantidades considerables de grana
cochinilla,122 asimismo, se puede observar en detalle otras partes
del proceso desde la recoleccin, el atuendo y tcnicas de
recoleccin, hasta el envasado en zurrones de piel, toda una
cadena de actividades del circuito econmico, mayoritariamente
indgena.123
Considerando diversas fuentes para la caracterizacin de los
espacios indgenas, como aparecen en la cartografa, mapas y
diseos coloniales que hasta ahora se conocen del istmo y
regiones aledaas, para los tres siglos de la poca colonial,
destacan las siguientes caractersticas y elementos:

122
AGN, Mapas Planos e Ilustraciones, 124-127.
123
Hasta ahora no es nuestro propsito dilucidar las condiciones de
explotacin de la fuerza de trabajo indgena en este proceso
econmico, que era parte de la vida cotidiana de cientos de
comunidades indgenas en sierras y valles del obispado de Oaxaca,
incluido el sur del Istmo de Tehuantepec, que aunque en esta regin
la produccin de grana fuera limitada, no lo fue as su comercio; los
comerciantes espaoles, mestizos y mujeres zs del Istmo,
articularon un fuerte circuito de 'contrabando' de grana que sala por
Campeche, atravesando la provincia de Chiapas diagonalmente,
desde Jiquipilas hasta el Usumacinta, para derivar en Presidio del
Carmen, como ya hemos detallado anteriormente.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 147


Imagen 7. Lienzo de tributos y terrazgos del pueblo de
Tecomastlahuaca, Mixteca Baja, Oaxaca [1578].
Fuente: AGN, Mapoteca [1692-8]. Foto: Alicia Kovaleva.
a) La permanencia de un estilo y simbologa indgenas en los
cdices y lienzos
b) El afn de precisin cartogrfica peninsular. (Como se puede
apreciar en el Mapa 3 de este estudio).
c) La percepcin y expresin indgena del espacio como parte de
un mbito inherente, inmediato y propio.
d) La dispersin, desaparicin y reconcentracin de algunos
pueblos, como se aprecia en el caso de los Ahualulcos en la
Imagen 8.
e) La identificacin de caminos reales, de herradura, definidos en
su mayora a partir de las antiguas rutas, como se aprecia en el
Mapa 5.
f) La ubicacin de cursos especficos de ros y la ubicacin de las
selvas en la mayor parte del territorio.

148 Carlos Manzo


Imagen 8. Cuautla, Ixcatlan y Cuextlaguaca.
Fuente: Mapoteca, AGN
Foto: Alicia Kovaleva

g) La ubicacin de algunas actividades econmicas o fuentes de


recursos en explotacin, como las salinas, minas, haciendas,
trapiches, ranchos y aserraderos.
h) La ubicacin de guarniciones militares, iglesias y presidios.
i) La definicin de mojoneras y lmites en planos que amparaban
la propiedad territorial de los pueblos, en un sinnmero de
litigios.124

124
La usanza y el estilo indgena en la elaboracin de algunos de estos planos se
aprecia en la permanencia de la simbologa, diseos, formas, motivos y
colores.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 149


Imagen 9. Cosoliacac de los Agualulcos, Guazacualco, Tabasco [1599].
Annimo. Fuente: AGN, Mapoteca [534].
Foto: Alicia Kovaleva.
j) La transformacin paulatina y a veces drstica del paisaje y
medio ambiente.125
El Mapa 3, elaborado en 1777, muestra para ese entonces en
la regin del Istmo, solamente dos cabeceras de provincia o villas,
al Norte la de Acayucan y al Sur la de Tehuantepec. Adems de las
cabeceras, aparecen pueblos, haciendas, ranchos y aserraderos
de cedro, su proliferacin da a entender que la mayora de
poblacin de la regin indgena viva en estos ncleos de
poblacin, generalmente en las vegas o riberas de los ros. El Ro
Coatzacoalcos era navegable de sur a norte y a la inversa,
comunicando a la regin mixe-zoque, desde Saravia y
Chalchijapan hasta la Isla de Tecamichapa. A su vez Nahuas y

125
Es muy notorio por ejemplo, durante los tres siglos y hasta antes de la
segunda mitad del siglo veinte, el enorme caudal que llevaba el ro
Tehuantepec, en casi todos estos mapas aparece con su desembocadura, o
parte de ella, en el mar Tileme, dentro del sistema lagunario ikoot.

150 Carlos Manzo


untaj+iy navegaban entre el Papaloapan, las lagunas de
Catemaco y del Ostin y por el ro Huazontln derivando al
Coatzacoalcos o Del Corte.
En 1525, Corts sealaba la navegabilidad desde la Barra de
Coatzacoalcos hasta las proximidades de Chivela y Tarifa, en
donde se realizaba una escala antes de reemprender hacia el
entonces tambin puerto de Tehuantepec.
El siglo XVIII, fue de cierta bonanza econmica para las
regiones indgenas del sur de Mxico, en el caso particular del
Istmo de Tehuantepec el sistema de repartimiento de mercancas
novohispano no alcanzaba a monopolizar la comercializacin de
grana, sal, mantas, pieles, palma (tompiates), cermica (ollas de
barro, ladrilleras) alimentos, etc. que desde los tianguis regionales
definieron circuitos alternos de comercializacin, que tambin
podemos denominar economa de la comunidad.126 Me interesa
ms dejar en claro los trminos especficos en que las economas
de las Indias se insertaban y relacionaban con la economa
mundo capitalista.
La crisis o decadencia del uso de colorantes naturales en la
industria textil europea se dio hasta bien entrado el siglo XIX con
el descubrimiento y utilizacin de las anilinas. Tradicionalmente la
historiografa de la regin, descuida este tipo de affaires y oficios
comunitarios textiles cotidianos que marcaron para las
comunidades toda una poca que vena desde tiempo
inmemorial, que se transformaron con su entrada al mercado
capitalista y que dejaron profundas huellas en diseos

126
De acuerdo con R. Romano (2004), dado que se ha insistido mucho sobre la
posicin fundamentalmente defensiva de la economa de las comunidades
indgenas, cabe recordar que una de las formas que asuma esta defensa
eran las relaciones de reciprocidad entre diferentes comunidades de una
misma regin. As, p. ej., como la mano vuelta (es decir la devolucin entre
dos o ms comunidades de prestaciones de trabajo) permitieron a las
comunidades una defensa ms eficaz contra el poder de las haciendas
espaolas (Romano, 2004, 233).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 151


geomtricos que hasta la fecha son perceptibles en los telares de
comunidades binniz e ikoots.
Finalmente y a manera de conclusin, hemos podido percibir a
lo largo del presente captulo, toda una serie de transformaciones
en el paisaje y espacio inmediato de las comunidades de los
pueblos indgenas que desde tiempo inmemorial habitan la regin
del istmo de Tehuantepec; al igual que otros pueblos del mundo,
la evidencia arqueolgica ha demostrado la ininterrumpida
formacin de culturas ribereas milenarias con una interaccin
armoniosa con su entorno ambiental, en un primer momento
hasta las postrimeras del siglo XVI, cuando un conjunto de
actividades propiamente de la economa colonial, como la
ganadera, la minera, la introduccin de la caa, a explotacin
forestal y la explotacin comercial de la grana y otros colorantes,
significaron una alteracin del habitat y la cotidianeidad de los
pueblos. La concentracin y congregaciones de pueblos,
propiciaron una seria afectacin demogrfica, sobre todo por las
epidemias y trabajos forzados que implicaron la primera incursin
colonial en el vasto territorio interocenico.
El reconocimiento legal de tierras y territorios de los pueblos
durante los tres siglos del dominio peninsular, propiciaron
estrategias jurdico legales que los pueblos ensayaron para
garantizar la permanencia en sus territorios originarios, todo ello
hasta antes de el quiebre histrico que en este sentido lleg a
representar las leyes de desamortizacin liberales durante la
segunda mitad del siglo XIX, en el denominado Mxico
independiente. Como ya hemos reseado brevemente en este
captulo, la principal afectacin del entorno fsico y
medioambiental de la regin se expresa sobre todo durante la
segunda mitad del siglo XX; estas y otras transformaciones que
incidieron en las mentalidades y vida cotidiana de los pueblos y
comunidades esperan ser dilucidadas en los captulos siguientes.

152 Carlos Manzo


Captulo III.
Tierra y territorio, recursos y relaciones
Introduccin:
La transformacin global de una regin india

Los hombres espaciaron sus signos, al mismo tiempo que


los encadenaron si esto tiene sentidoa lo largo de la
continuidad temporal del flujo verbal, por eso no se puede
encontrar el comienzo de la escrituralidad historiadora.
Ricoeur (2003, 183).

Un supuesto fundamental que orienta y articula los


planteamientos y conclusiones del presente captulo es el
reconocimiento del territorio comunal de los pueblos indgenas
cuya principal definicin, a partir de la identificacin de un
conjunto de lmites territoriales, se establece en el siglo XVI, en
los inicios del periodo colonial. Dicha definicin se ha mantenido
en el transcurso de los siglos XIX y XX, atravesando por distintas
modificaciones y conflictos aparecidos en coyunturas especiales
como las siguientes:
a) El liberalismo decimonnico y las Leyes de Reforma, con un
sentido privatizador127.Interesa destacar en estas coyunturas
cmo en el istmo de Tehuantepec se presentan rebeliones
indgenas en respuesta a las leyes y la poltica juarista, sobre
todo en lo que se refiere al denominado proceso de
desamortizacin de bienes de manos muertas. La resistencia
indgena se manifiesta bien documentada, por lo que respecta
a la defensa del territorio y a la demanda de autonoma
regional, enarboladas por las rebeliones de Che Gorio

127
Nos referimos al proceso de desamortizacin derivado de estas leyes
durante la segunda mitad del siglo XIX.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 153


Melndrez (1843-1853) y Che Gmez (1911), ambos an
presentes en la memoria popular, as como en vasta
historiografa al respecto.128
b) La revolucin agrarista en tanto coyuntura en que se puede
apreciar cierta reconfiguracin de las comunidades y ncleos
agrarios en la regin. Me interesa resaltar en este contexto el
caso de los bienes comunales de Juchitn, que es donde
considero ms se ha intensificado el proceso privatizador en
las ltimas dcadas, a raz de la voracidad de las empresas
transnacionales en el mercado energtico global, destacando
en este caso el centroamericano, ms precisamente en el
marco del Plan Puebla Panam, ahora Programa para la
Integracin de Mesoamrica.
c) La Reforma Agraria derivada de la anterior, viendo sus
manifestaciones particulares en el contexto de las rebeliones
de principios del siglo XX, como se analiza en el captulo sexto.
d) La contrarreforma al artculo 27 Constitucional,129 resultado
del proceso neoliberal privatizador y su intensificacin a partir
de la implementacin del Programa de Certificacin de
Derechos Ejidales (PROCEDE) y del Programa de Certificacin
de Derechos Comunales (PROCECOM) en prcticamente todo
el pas. Identificar y analizar las particularidades del impacto de
dichas transformaciones, reformas, contrarreformas y
programas en el territorio indgena comunal del Istmo,
constituye uno de los objetivos de este captulo.

128
Un anlisis detallado de este proceso ser planteado en el quinto captulo.
129
En su caracterizacin de este pasaje histrico, el EZLN se refiere a el como 'El
crimen de la contrarreforma...', Sub Comandante Insurgente Marcos en su
alocucin del 2 de enero de 2009, en el marco del 1er. Festival Mundial de la
Digna Rabia; San Cristbal de las Casas, Chiapas, 2 de enero de 2009. Los
neozapatistas realizan as una lectura que viene desde principios de siglo,
con las reformas agrarias inspiradas en la Constitucin de 1917 y con el
cardenismo.

154 Carlos Manzo


Viene al caso reconocer la necesidad de actualizar cierta
informacin relativa a nuestra caracterizacin histrico-ambiental
de la regin del istmo de Tehuantepec. En un trabajo anterior130
afirmaba que una de las transformaciones ms drsticas que el
paisaje istmeo haya tenido en su historia se dio sobre todo
durante los siglos XVII y XVIII. Precisamente debido a la
introduccin de la ganadera y a su profusin en diversas zonas de
la regin y a la asimilacin de esta actividad por parte de las
comunidades binniz, nahua, untaj+iy, negra, ayuuk, chontal,
zoque, ikoot y afromestiza en la sierras, montaas y planicies, a
partir de su conflictiva relacin con las haciendas marquesanas,
con las haciendas dominicas, as como con las estancias y ranchos
de ganado mayor y menor establecidas desde la segunda mitad
del siglo XVI, tanto en la vertiente del Sotavento como al sur de
los Chimalapas.
Sin desconocer la importancia de este singular proceso
histrico, no podemos menos que asombrarnos por la drstica y
al parecer irreversible prdida de diversos tipos de selva que se ha
venido dando a lo largo de los ltimos cuarenta aos, a partir de
la denominada revolucin verde, en donde las cifras son poco
menos que escandalosas sobre todo en la dcada que va de 1990
al 2000, como se puede apreciar en los mapas sobre vegetacin
publicados por el Instituto de Geografa de la UNAM.

130
Cfr. Manzo (1993)

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 155


Mapas 8 y 9. Comparativo sobre deforestacin del istmo mexicano
1970-2000. Fuente: Snchez et. Al. IIG-UNAM (2002).

156 Carlos Manzo


Aqu percibimos cmo la deforestacin de diversos tipos de
montaa en ambas vertientes del istmo ha rebasado ya los dos
millones de hectreas, siendo ms perceptible y significativa en la
vertiente del atlntico, donde el desmonte se aproxima al milln y
medio de hectreas, en su mayor proporcin destinado a
actividades como la ganadera. Por lo que respecta a la vertiente
del pacfico, la deforestacin y/o desmonte ha afectado sobre
todo a las denominadas montaa baja caducifolia, matorral bajo,
palmar y en menor medida manglar; las actividades a que dichos
suelos se han destinado despus del desmonte han sido sobre
todo a la agricultura comercial de la caa, el sorgo y pastizales,
entre otros.
Una de las obras que mayor impacto ha tenido en esta
vertiente ha sido la construccin de la presa Benito Jurez,
inaugurada en 1961, y, consecuentemente, la creacin del distrito
de riego No. 19, que, de acuerdo con el estudio realizado por Nigh
y Rodrguez (1995), propici la deforestacin o desmonte de
53,000 hectreas de selva baja caducifolia, impactando
fundamentalmente a los municipios de Juchitn, Tehuantepec,
San Blas Atempa, Espinal, Comitancillo, Mixtequilla, Huilotepec y
Unin Hidalgo. Por otra parte, en estos municipios las relaciones
de propiedad de la tierra se vieron fuertemente alteradas a partir
de la aparicin del sistema de riego, donde se intensific un
proceso privatizador de los bienes comunales que a su vez fungi
como fuente de fuertes cacicazgos en la zona, propiciando el
desmembramiento de los comisariados de bienes comunales,
como ocurre en el caso de los bienes comunales de Juchitn
(Manzo, 2002).
La construccin de la refinera de Salina Cruz, inaugurada en
1972, vino a rematar el ecocidio previamente anunciado por la
presa Benito Jurez de donde utiliza hasta la fecha ms del 50%
de las aguas captadas en dicha presa. El sistema de oleoductos y
gasoductos que se originan en la zona petroqumica del

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 157


atlntico131 y que derivan en las aguas del pacfico en el puerto de
Salina Cruz, para la carga de buque-tanques principalmente
japoneses y de otros pases, han tenido fugas y derrames de
productos petroqumicos a todo lo largo del corredor transstmico
y en el sistema lagunario ikoot-binniz.132
La prdida de montaa alta y baja en ambas vertientes
rebas los tres millones de hectreas en menos de veinte aos; en
la selva de Chimalapas, por ejemplo, queda slo un manchn de
menos de 350 mil hectreas que en los ltimos diez aos ha
continuado decreciendo, la tendencia natural es su desaparicin
espeluznante.
En sntesis, el proceso globalizador capitalista expresado
fundamentalmente en el ltimo siglo por la introduccin del
ferrocarril transstmico, el complejo petroqumico Coatzacoalcos
Pajaritos Cangrejera - Minatitln y Salina Cruz; las carreteras
transstmica y Cristbal Coln o Panamericana, la construccin de
las presas Benito Jurez, Cerro de Oro y Miguel Alemn y la
famosa Revolucin Verde han provocado un desquiciamiento
ecolgico expresado, por ejemplo, en la aguda contaminacin del
ro Coatzacoalcos, un alto grado de deforestacin y desecacin
que colocan a la regin en una situacin de extrema fragilidad
ecolgica.
No contentos con esta situacin, la irracionalidad capitalista de
las empresas transnacionales, asociada con los funcionarios de los
gobiernos en sus distintos niveles, pretenden impulsar y ya
realizan megaproyectos como la ampliacin de las principales
refineras y el denominado Corredor Elico del Istmo. Todo esto
se ha hecho sin la menor consulta a los pueblos originarios que se

131
Nos referimos a las denominadas 'sondas' de Campeche, Tabasco e istmo
Jarocho.
132
En este sentido han sido reiteradas las manifestaciones, denuncias y
procesos de pescadores y campesinos contra PEMEX a fin de lograr una
mnima indemnizacin por las afectaciones de que han sido y continan
siendo vctimas.

158 Carlos Manzo


ven directamente impactados y que desde tiempo inmemorial
habitan estas tierras. A manera de suerte divina se anuncian los
primeros efectos de la actual crisis de la globalizacin neoliberal
que tocan de manera directa o indirecta a los sectores en que
interactan muchas de las empresas impulsoras de estos
megaproyectos; lo que trae a colacin una importante recesin
econmica que, pensamos, difcilmente permitir la
instrumentacin cabal de los proyectos en los prximos diez aos,
dicha crisis constituye una importante variante ms que permite
enriquecer el anlisis en el transcurso de nuestra investigacin,
sobre todo en los captulos VII y VIII.

III.1 Guidxi lay, lay xti guidxi, laadxi:


xquenda ne xpia133
Tierra, territorio comunal, parcela:
relaciones y dimensiones.
Guidxi lay: la tierra
En tanto se trata de una regin con una destacada presencia de
poblacin indgena a lo largo de su historia, considero viene al
caso apoyarme en una interpretacin que considere la lingstica
histrica, a travs del anlisis semiolgico de la lengua diidxaz
del istmo. En este sentido, el conocimiento y anlisis de la lengua
puede ser til para referirme a distintas formas de relacin
hombre-naturaleza a partir de trminos culturales que ilustran la
situacin de las tierras y los territorios de los pueblos y
comunidades indgenas. Ms que la descripcin de una relacin
econmica, como hasta ahora se ha presentado desde una visin
occidental en las ciencias sociales, me interesa una percepcin
menos antropocntrica como ya le han denominado.134

133
Xquenda ne xpia' puede traducirse e interpretarse tambin como
espiritualidad y percepcin.
134
Un primer intento de aproximacin en este sentido se ha ensayado en el
captulo anterior (Cfr. Martnez Luna, 2003).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 159


Tratar de no admitir, salvo por forzadas citas, en lo que a
continuacin se presenta, algunos apelativos como grupos
tnicos, desarrollo, marginalidad, centro, periferia, frontera.
Pretendo una perspectiva de anlisis desde un nosotros
incluyente, ms que desde el papel de un investigador u
observador ajeno a la realidad. En este caso me preocupa resaltar
las percepciones en torno a una historia regional a contrapelo
donde por lo regular el conflicto aparece como una constante.
La anterior distincin, sin embargo, no desconoce aportes y
esfuerzos de la academia desde la etnohistoria, la tradicin oral,
la lingstica histrica, adems de lo que los antroplogos e
historiadores hasta ahora han estudiado con relacin a los temas
de la tierra y el territorio en esta regin.
Pretendo entonces un dilogo histrico intercultural, cuyo
principal referente emprico en distintos tiempos sern los
pueblos y comunidades indgenas en el istmo de Tehuantepec y
en cierta medida en el sur de Mxico.
De acuerdo con lo anterior, algunos estudios postcoloniales,
como en el caso de los estudios subalternos de la India135 y de
Abya Yala, han demostrado que los pueblos indgenas u
originarios presentan, desde su propia cosmovisin, percepciones
y proyecciones del espacio y tiempo que siguen nombrndose en
sus lenguas, permitiendo una recreacin conceptual diferente y,
en ocasiones, opuesta a lo que generalmente ha planteado el
conocimiento occidental. 136 En el primero de estos casos
comparto la idea de Chakrabarty de la necesidad de demandar
una historia que deliberadamente haga visible, dentro de la
estructura misma de sus formas narrativas, sus propias
estrategias el papel que tiene en colusin con las narraciones de

135
Cfr. Dube (1998), (2004) y Mignolo (1995), (2000).
136
A este respecto y con relacin a las percepciones del tiempo desde distintas
perspectivas postcoloniales en los estudios subalternos de la India, pueden
verse: Skaria (1999), Banerjee (2007), Dube (1998), Chaterjee (1993) y Guha
(1996), entre otros.

160 Carlos Manzo


ciudadanas al asimilarse a los proyectos del Estado moderno por
encima de todas las dems posibilidades de la solidaridad
humana.
Justificada la necesidad del reconocimiento de un sujeto
histrico subalterno, con referentes espaciales y temporales
propios y ajenos a la visin moderno-eurocentrista, el autor
argumenta su intencin de provincializar europa con la que
tambin coincidimos, en los siguientes trminos:
Intentar provincializar esta Europa es ver lo moderno como
inevitablemente contestado, es escribir encima de las
narraciones dadas y privilegiadas de la ciudadana otras
narraciones de las conexiones humanas que se alimentan de
pasados y futuros soados donde las colectividades no se
definen por los rituales de la ciudadana ni por la pesadilla de
la tradicin que es creada por la modernidad. Desde luego,
no hay sedes (infra) estructurales en las que tales sueos
puedan habitar. No obstante, estos sueos se repetirn
mientras los temas de la ciudadana y de la nacin-Estado
sigan dominando nuestras narraciones de la transicin
histrica, pues estos sueos son lo que lo moderno reprime
para poder ser (Chakrabarty, 1999, 658).
Para el caso de la mayora de los pueblos de Abya Yala,
concebir a la tierra como un todo inherente al propio sujeto o ser
social, constituye desde el punto de vista de los pueblos indgenas
otra manera de percibir las relaciones sociales que se derivan de
esas distintas maneras de nombrarla Guidxi lay/ lay xti guidxi,
en diidxaz, ayllu/pacha mama en quechua, callpulli/nonatzin en
nhuatl. Es sta una primera dimensin que, sobra decir, se
ausenta de cualquier disposicin jurdica sobre el derecho a la
tierra y al territorio, de acuerdo con Convenios como el 169 de la
OIT, la reciente Declaracin Universal sobre Derechos de los
Pueblos Indgenas de la ONU, aprobada en septiembre de 2009, o
las diversas leyes nacionales o estatales que existen en Mxico y
que han trastocado ms el sentido de la estructura agraria que la

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 161


percepcin india sobre la tierra. No obstante dicha ausencia, los
pueblos originarios de Mxico han recurrido a instrumentos
jurdicos internacionales para lograr el respeto y reconocimiento
de sus tierras y territorios, como vena siendo el caso de la exitosa
defensa territorial del pueblo Wixrika hasta antes de la presente
amenaza de la empresa transnacional Silver Majestic de
Canadinteresada en elaprovechamiento de minerales en
Wirikuta.

Lay xti Guidxi ne Ladxi: La Estructura Agraria


En trminos de su estructura agraria actual, el istmo de
Tehuantepec ya ha sido caracterizado, no sin errores, por diversos
autores. La expresin ms aceptada en estudios institucionales es
la que hasta ahora ha sido presentada por el IIG de la UNAM
(Snchez, et. al. 2002). Sin embargo, diferimos de la apreciacin
general que refleja, para el caso del sur del istmo excluyendo a
Los Chimalapas, una mayor proporcin del territorio y las tierras
presentadas bajo el rgimen de propiedad privada, sin referirse a
las relaciones de conflicto intercomunales o de comunidades con
propietarios privados, como en los casos que mencionaremos ms
adelante.
Baste sealar el caso de los bienes comunales de Juchitn, los
ikoots y los binniz de los barrios de Tehuantepec y del pueblo de
San Blas, entre otros, para mostrar un sentido contrario a la
tendencia que se presenta en el estudio citado. En estas
comunidades y/o municipios, ha avanzado un fuerte proceso de
parcelacin, incluso a travs de los programas como el de
certificacin de derechos ejidales (PROCEDE) y de derechos
comunales (PROCECOM), avalado por notarios pblicos y por la
propia Procuradura Agraria. No se puede desconocer, sin
embargo, que este proceso privatizador para el caso de Juchitn
ha sido ilegal y ha redundado en situaciones de conflicto al
interior de las comunidades.
Al comparar el alto grado de tenencia comunal de la tierra y el
territorio indgena, con los avances de la deforestacin (vase

162 Carlos Manzo


mapas sobre vegetacin), vemos que en trminos generales, las
regiones que an conservan importantes manchones de montaa,
selva y bosque, coinciden con los territorios en donde la forma de
tenencia comunal y ejidal es mayoritariamente indgena.
En el caso de Lay xti Guidxi, son los trminos en diidxaz
como campesinos y pescadores siguen denominando a los bienes
comunales de Juchitn, por ende persiste en la mentalidad
colectiva este reconocimiento en la memoria histrica local de
algunos sectores importantes de la poblacin,
independientemente del rezago jurdico agrario al respecto. La
traduccin literal de la expresin sera tierra del pueblo, aunque
para el caso de la definicin en diidxaz contiene y connota no
slo la tierra sino tambin, aguas, montes y su entorno inherente
y que en cierto sentido se ha dado a entender tambin desde una
perspectiva tradicional como el territorio includos los recursos
naturales y ms recientemente como el patrimonio biocultural de
los pueblos indios.
Por lo que respecta a la dimensin fsica del territorio comunal
binniz, para el caso de Juchitn y sus anexos, este comprende en
su plano definitivo ms de 60,000 hectreas, de acuerdo con su
resolucin presidencial emitida en el mes de julio de 1964. Las
principales mojoneras que circundan su territorio se encontraban
ya definidas de acuerdo con registros del siglo XVIII,137 por lo que
suponemos se mantuvo as desde sus primeros ttulos
primordiales emitidos probablemente en la segunda mitad del
largo siglo XVI.
Estas dimensiones fsicas se mantuvieron prcticamente sin
una parcelacin privatizadora hasta antes de las reformas
juaristas que dieron pie a un primer proceso especulativo que en
toda la regin se vi reflejado en la competencia entre compaas
deslindadoras inglesas y estadunidenses, as como de intereses de
comerciantes, madereros y ganaderos.

137
Cfr. 'Los ttulos primordiales de Juchitn', en Toledo, Ed. (1987).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 163


En el caso de las haciendas marquesanas y otras haciendas
dominicas heredadas del `periodo colonial, han sido consideradas
por la historiografa al respecto como unidades econmicas, hasta
cierto punto en decadencia o abandonadas a su suerte en las
postrimeras del siglo XIX. Hasta entonces, no sin conflictos, no
llegaban a representar o significar un factor que afectara el
carcter comunal de las tierras de los pueblos. De acuerdo con
esta tendencia, tal decadencia no obstaba para permitir la
legalizacin de verdaderos latifundios como seran los casos de
la versin moderna decimonnica de las haciendas marquesanas
que ya en manos de los Maqueo Castellanos, llegaron a cubrir
ms de 118,000 hectreas, en los actuales territorios de Santo,
Domingo, La Venta e Ixtaltepec. (Chassen-Lpez, 2004, 208).

III.2 Parteaguas continental y contornos


autonmicos.
Lo que los gegrafos denominan parteaguas continental,
atraviesa el Istmo de Tehuantepec de Este a Oeste, es
representado como una lnea que cruza por las cspides ms
elevadas de una sierra cuya altura rebasa en determinados puntos
los 2,500 m.s.n.m.
Esta primera definicin geolgica, orienta en gran medida el
sentido de las principales vertientes del Golfo en el Norte y del
Pacfico, hacia el Sur. La relacin ms importante que esta
geografa ha generado es una relacin de vida, cuyo agonizante
corazn se encuentra hoy reducido y cada vez ms amenazado en
la selva de los Chimalapas. Ciertamente diverso es el paisaje del
istmo, donde podemos encontrar desde las dunas caractersticas
de las pennsulas ikoots en el Pacfico sur, hasta los bosques de
encino y pino en las cspides que rebasan los dos mil metros en
las sierras Chontal, Ayuuk y Zoque.
Hacia el norte del parteaguas continental se encuentran
dispersos territorios que desde el denominado perodo clsico y

164 Carlos Manzo


hasta ahora son ocupados por comunidades indgenas zoques,138
chinantecos, tzotziles, ayuuks, untajus y nahuas. Hacia el Sur se
encuentran territorios de otras comunidades ikoots, binnizs
chontales, ayuuks e importantes comunidades de poblacin
negra, tambin denominada afromestiza. Como veremos ms
adelante, la dinmica poblacional en esta regin ha sido
altamente contrastante, sobre todo durante los siglos XIX y XX,
debido a los intensos flujos migratorios propios de la
manifestacin de procesos capitalistas en el mundo cuyo reflejo
se vio muy bien representado en la regin.

Mapa 10. Hidrografa y Parteaguas continental


Fuente: Snchez Salazar, Mara Teresa y Oropeza Orozco, Oralia
(Coords.), Atlas regional del Istmo de Tehuantepec; Instituto de
Geografa, UNAM, Mxico, 2002. M.C. Francisco Javier Osorno
Covarrubias, Programacin y diseo de versin consultada en CD-ROM.

138
Sobre todo de Sta. Ma. Chimalapas.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 165


En lo que respecta a la ubicacin de varias de estas
comunidades, nos interesa destacar la existencia de lo que
denominamos contornos autonmicos, que aqu presentamos
como una nueva propuesta conceptual que nos permita
identificar aquellos espacios geogrficos habitados por
comunidades indgenas en los cuales les ha sido posible
reproducir distintos elementos de la comunalidad en su sistema
de vida. Contando con una fuerte y permanente relacin con la
tierra y el entorno natural, que es una de las caractersticas ms
importantes de la comunalidad. En cierto sentido, estos
contornos autonmicos deben su existencia a cierto aislamiento y
difcil accesibilidad, caractersticas fsicas que han propiciado que
la literatura econmica tradicional, en general, las clasifique y
denomine como zonas marginadas.
Precisamente, el grado de dispersin y alejamiento de dichos
contornos con respecto a las principales ciudades medias y
centros industriales y/o comerciales, ha permitido la recreacin y
fortaleza de distintos elementos de la comunalidad, como la tierra
y el territorio, la solidez de asambleas y comisariados de bienes
comunales y ejidales, el colectivismo en la organizacin y disfrute
de las fiestas y mayordomas, as como la definicin y ejercicio de
sistemas normativos propios como los denominados Estatutos
Comunales, entre otras expresiones culturales tambin
reconocidas como usos y costumbres. Este conjunto de
permanencias definen cierto carcter autonmico de estos
espacios y comunidades.
Por lo que respecta a la tierra y el territorio de los pueblos y
comunidades indgenas del Istmo, stas se mantienen en su
mayora bajo el rgimen de tenencia comunal y/o ejidal, con
transformaciones que en algunos casos han sido propiciadas por
el desconocimiento estatal de su carcter comunal agrario, en
complicidad con la privatizacin agraria, por denominarle de
algn modo. Como veremos ms adelante en la mayora de los
casos de comunidades agrarias comunales en el istmo, casi en
todas las zonas (Petapas, Juchitn, Niltepec-Tapanatepec y

166 Carlos Manzo


Chimalapas) resistieron an a los embates privatizadores de las
leyes de Reforma, ms especficamente a la Ley Lerdo; se
impusieron por razones polticas de resistencia, imputables a
constantes rebeliones o bien a la defensa jurdica que de ellas se
ha hecho a travs del tiempo. Este conglomerado comunal agrario
no se vio afectado en dicha coyuntura liberal decimonnica, como
ocurriera en otras regiones indgenas del pas.139
A partir de corroborar con la informacin de campo de que
hasta ahora disponemos, encontramos que algunas comunidades
representativas de dichos contornos, 140 han recreado en la
comunalidad una opcin de resistencia que hasta la fecha
presentan a los elementos modernizantes que continan
trastocando permanentemente la vida cotidiana de las familias
que en estos territorios conviven cada vez menos pacficamente.
A continuacin pretendo ilustrar, desde una perspectiva
histrico-antropolgica, algunos casos representativos de
comunidades que ms se han visto afectadas por programas mal
denominados de desarrollo, como en el caso de la construccin
de presas e hidroelctricas, adems de otras representativas de
algunos pueblos indgenas de la regin que, en su recreacin de
distintos grados de la comunalidad, definen lo que aqu denomino
contornos autonmicos.

139
Un anlisis detallado de este proceso para el caso del Sur del Istmo se
encuentra en el ensayo titulado 'Las leyes de desamortizacin y su aplicacin
en el Istmo' de Laura Machuca Gallegos (2007b, 169-195). A este respecto
puede verse tambin Esparza, Manuel (1990).
140
Para ejemplificar esta definicin de contorno autonmico podra referir
como ejemplos a: San Mateo del Mar, en la zona ikoot; Guevea y Ladxiguiri,
en la zona Sierra Za, Santa Mara Chimalapas, en la zona zoque (oput);
Jaltepec de Candoyoc, en la zona ayuuk, entre otros.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 167


III.3 Guigu Yuuxhi
Jalapa: El primer desalojo.
El pueblo que hoy se conoce como Jalapa del Marqus fue en sus
orgenes denominado por los zapotecas como Guigoyuxhi,
despus vinieron los aztecas y le llamaron Jalapa, despus
vinieron los espaoles y la llamaron Santa Mara Jalapa del
Marqus, despus de que nos desalojaron por la construccin de
la presa nos llamaron la Nueva Santa Mara Jalapa del Marqus,
estamos esperando a que lleguen los gringos para que se
denomine La Nueva Santa Mara Jalapa del Marqus de los
E.U.A..141
Guigu Yuuxhi, es un nombre en diidxaz cuyo significado en
espaol es el de ro arenoso, que es lo que caracterizaba al sitio y
poblado ubicado precisamente en el delta de los ros Tequisistln
y Tehuantepec, antes de que constituyera el centro del vaso de la
presa Benito Jurez construida durante la dcada de los aos 50s
e inaugurada en 1961. Ms all de las narraciones de la
historiografa colonial y novohispana que pretende ensalzar las
acciones de Hernn Corts al establecer en este sitio el centro
administrativo de sus haciendas marquesanas en la regin,
conviene reparar en su historia reciente, precisamente en el
ecocidio y etnocidio generado por la construccin de la presa
recreando las historias de este tiempo de desamparos en voces de
los propios damnificados:
Como a fines de mayo de 1961, nos venimos caminando tu to
Macedonio y yo desde Totolapilla, traamos a vender nuestro
marrano a Jalapa y con la misma quisimos aprovechar la
fresca. Cuando ibamos bajando el cerro para llegar a Jalapa,
me sorprend de ver todo aquello, las casas ya no tenan techo,
quedaba la pura pared de adobe, no se oa ningn ladrido de

141
Testimonio de Csar Martnez, director de la revista 'El Cortamortaja', en el
video denominado Ms all de la carretera, producido por AK-Krak, Gubia
XXI, A.C. y la LIMEDDH, Mxico, 2002.

168 Carlos Manzo


perro, los fogones de las casas estaban derrumbados, el comal
arrancado de su lugar y el carrizo estaba regado, de aqu all se
oa algn ruido de que estaban arrancando los morillos de las
casas , la biliguana142, no haba gente en las calles, era una
tristeza que hasta me dio ganas de llorar de ver todo aquello,
no comprenda yo que haba pasado , ya para que tu to me
dijo que la gente ya se haba cambiado para el nuevo pueblo,
para que agarramos otra vez nuestro camino, cruzamos el ro y
all nos venimos con aquella calorn para Jalapa Nuevo, yo
vena pensando que iba a ser de nuestros pueblos ya iban a
estar ms lejos y si es cierto que se iba a hundir y as vena yo
cuando entramos a Jalapa no sabamos a donde ir, no
sabamos donde quedaba nuestra posada, nadie nos daba
razn, nadie saba donde viva fulano, las calles parecan
iguales y se armaba aquella polvareda, ya entonces le dije a tu
to que mejor nos furamos a la iglesia a dejar las flores que
traamos de Totolapilla para los santos, porque as era nuestra
costumbre, pero no haba iglesia, era una cosa para llorar, la
pobre gente pareca esos perros que buscan la sombrita y
noms vuelta y vuelta le daban a la casa buscando la sombra.
Mucha gente se muri de tristeza, otros que se fueron para
puerto Mxico, aqu es que vine a conocer la tristeza de la
gente, por eso yo digo que nosotros somos como los animales,
cuando nos quitan de nuestra querencia nos sentimos tristes,
as les pasaba a esta gente. Nosotros tambin sentimos el
cambio, ya la gente de Jalapa dejo de ir a Totolapilla en las
fiestas del 15 de agosto, ya tambin nosotros sentamos que el
agua de la presa nos haba dividido y la verdad as fue.143
Pareciera que la narracin anterior fuera sacada de algn
pasaje rulfiano o de Garca Mrquez. He citado en extenso el

142
Madera utilizada en la construccin de los techos tejados de las casas
tradicionales de Jalapa Viejo.
143
Testimonio de Mara Escudero Corts, publicado en 'El Cortamortaja', No. 19,
mayo de 1999.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 169


testimonio ya que ms all de cualquier interpretacin literaria
del realismo mgico, ste corresponde a una lacerante realidad
inmediata por la que varios pueblos han atravesado al enfrentarse
a los proyectos modernizantes, en este caso la construccin de
una presa, de aqu el que no exageremos ni dudemos en calificar
a dichos proyectos como proyectos etnocidas. No obstante,
percibimos en estos testimonios, con mucha claridad, algunas
cuestiones culturales de vida cotidiana en casa que la gente de
Jalapa haba forjado a lo largo de siglos en una forma y modo o
sistema de vida autosuficiente entre la vega de dos ros, adems
de todo un sistema de vida ms integrado con la naturaleza, las
costumbres, construcciones, cementerio y muchas historias
quedaron bajo las aguas de la presa.
En el nimo de abundar en la presentacin de la palabra
negada o no escuchada me atrevo a reproducir otro de estos
testimonios:
Cuando nuestro pueblo se cambi, no todos queran
cambiarse, haba gente que se resista, pero cuando vieron que
el agua vena avanzando tuvieron que salirse, lo mismo nos
pas a nosotros que vivamos all en la Hacienda Vieja, nos
salimos porque el agua ya vena y no respetaba nada. A
nosotros nos queran mandar por Pinotepa Nacional, pero no
queramos ir porque nos decan que por all mataban mucho y
que haba muchos negros y nosotros no queramos
revolvernos con ellos.

170 Carlos Manzo


Imagen 10. Iglesia y convento dominicos de Jalapa Vieja,
construda por Coijopi y Hernn Corts en el siglo XVI, queda bajo las
aguas de la presa. Fuente: Archivo de El Cortamortaja
Hasta esta primera parte del relato nos habla de la falta total
de consideracin de las vidas humanas de quienes hasta el ltimo
momento resistieron al desalojo, poco preocupaba a ingenieros y
autoridades las vidas de las familias inconformes, al grado de
amenazarlas con las primeras aguas de la presa; por otra parte, la
narracin tambin denota la prdida de la hacienda vieja
refirindose seguramente a la cabecera de las haciendas
marquesanas establecida por Corts desde el siglo XVI en jalapa,
por lo dems tambin podemos ver un cierto racismo inherente
en la mentalidad comn de la gente del pueblo al rechazar
revolverse con los negros de Pinotepa Nacional, afamados por
matones y bandoleros, lo cierto es que para este tiempo ,1961,
la gente de Jalapa como de gran parte del istmo se encontraba ya
revuelta por la tambin significativa poblacin de origen africano
que las haciendas, minas y trapiches marquesanas y dominicas
haban introducido ya desde el siglo XVII. Ms adelante contina
el testimonio:

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 171


Pero para los de Jalapa el cambio fue ms triste, haba unos
viejecitos que regresaban al pueblo viejo y lloraban de tristeza
al ver su casita o lo que quedaba de ella, ya en la tarde se
regresaban al pueblo nuevo, muchos hasta se murieron de
nostalgia, moran tambin porque los mataba el carro seguido,
no estaban acostumbrados a ir al bao dentro de la casa,
preferan ir al monte, cruzaban la carretera y all los agarraba
el carro con el elote en la mano.

Imagen 11. Foto Nuevo Jalapa casas nuevas palomeras.


Fuente: Archivo El Cortamortaja.
Contina el relato:
Las casas parecan que fueran iguales todas, como no haba
ningn rbol, la gente se confunda muchas veces de casa y
entraban en otras, al pap de Panuncio le pas, a muchos le
pasaba lo mismo.144

144
Testimonio de Camerino Morales Ruz; de San Cristbal, Jalapa, Guiguyuxhi,
Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, en 'El Cortamortaja', No. 19, mayo de 1999.

172 Carlos Manzo


La situacin anteriormente descrita, adems de la tragedia
inherente en la narracin, nos da a entender cmo son los
ancianos quienes ms resienten el desalojo, dejando atrs
recuerdos, sus muertos y toda una vida, puede entenderse mejor
al comparar con las fotografas cual era la situacin del espacio,
las casas y la iglesia del pueblo en Jalapa Viejo y que quedaron
bajo las aguas de la presa y como fueron proyectadas y
construidas las nuevas casas, autnticos palomares, en la Nueva
Jalapa. De acuerdo con los testimonios ofrecidos, se puede
percibir cmo el pueblo, la gente de Jalapa padeci la imposicin
de modelos de modernizacin urbana prometidos por las
dependencias responsables del desalojo; la disposicin de los
espacios de vida cotidiana, los rboles, los patios comunes, los
pozos, el ro, los baos a la intemperie, la iglesia de siglo XVI y su
convento anexo, las veredas, caminos y calles, fueron borradas
por las aguas de la vida misma de la gente, quedando como dice
el relato como perros buscando la sombra.
En la regin, el impacto que hasta ahora se padece por la
construccin de la presa se puede observar minmamente en los
siguientes trminos:
a) Desecacin y transformacin del ecosistema de la cuenca del
ro Tehuantepec desde Jalapa hasta su desembocadura en la
baha de la ventosa en Salina Cruz.
b) Reduccin drstica del desaforo de agua dulce al sistema
lagunario ikoot-binniz, sobre todo en la parte de la Laguna
Inferior o Mar Tileme.
c) Deforestacin de ms de 50,000 hectreas de montaa baja
caducifolia en la superficie correspondiente al distrito de riego
nmero 19. (Nigh y Rodrguez, 1995).
d) Subutilizacin de la superficie agrcola del distrito de riego, se
siembra menos de la mitad de la superficie habilitada con
riego.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 173


e) Contaminacin por uso de agroqumicos en drenes y ros que
van a desembocar en el sistema lagunario.
f) Privatizacin de ms del 50 % del agua de la presa por la
refinera y las empresas refresqueras y cerveceras establecidas
en la regin.
No obstante lo anterior y a pesar del asolve de la presa, los
habitantes de Jalapa han informado de la pretensin de la
Comisin Federal de Electricidad (CFE), de instalar turbinas para la
generacin de electricidad en los canales de salida de la presa,
proyecto este ltimo al que gran parte de la comunidad de la
Nueva Jalapa se ha opuesto hasta el momento. (NdC, Jalapa,
2008).

III.4 Chinantecos: Los ltimos los primeros.


En agosto de 1996, despus de largas horas de dilogo y
negociacin en las inmediaciones de las presas Miguel Alemn y
Cerro de Oro que fueron construdas en los valles de sus tierras
originarias, los chinantecos Juan Zamora y su hermano Marcos,
fueron detenidos en un operativo conjunto instrumentado por las
policas estatales de Oaxaca y Veracruz, a la altura del puente el
Caracol que divide a ambas entidades. Los dirigentes indgenas
fueron trasladados al reclusorio, o penal, de Allende, en el puerto
de Veracruz, antes de que cumplieran con su cometido de
trasladarse a la ciudad de Mxico, con el fin de manifestarse,
denunciar y buscar solucin a sus demandas del reacomodo que
desde los 70s hasta la fecha no haban sido atendidas ni
satisfechas por los gobiernos federal y de los estados ya
sealados, antes bien se presentaban demasiadas evidencias de
corrupcin por funcionarios estatales con los recursos del
fifonafe.145

145
Fideicomiso del Fondo Nacional de Fomento Ejidal, creado precisamente con
recursos federales para satisfacer los compromisos econmicos del Estado
con las miles de familias afectadas por la construccin de las presas
hidroelctricas.

174 Carlos Manzo


Una larga historia marcada por el ecocidio, etnocidio y la
corrupcin, ilustran la dispora y calvario del pueblo indgena
chinanteco y mazateco, tanto en su regin de origen,
precisamente conocida como La Chinantla, en las exuberantes
montaas al Oeste del ro Papaloapan, en el distrito de Tuxtepec,
como en las tierras prometidas del Uxpanapa a donde fueron, o
ms bien los mandaron a colonizar. Como en casi todas las
regiones indgenas destruidas durante las dcadas de los 50s a
los 70s, bajo la gida de los programas de desarrollo por
cuencas instrumentados por el Estado mexicano, innumerables
zonas arqueolgicas, cementerios e iglesias de los pueblos
quedaron bajo las aguas, lo cual implic un importante desarraigo
material y espiritual de los pueblos con respecto a un amplio
conjunto de valores de sus culturas indgenas, ms all de las
tierras y territorios que son ya de por si elementos fundamentales
de las mismas.
Las familias chinantecas desplazadas por la construccin de las
presas fueron reubicadas en 14 comunidades a lo largo de ms
de 60 kilmetros del territorio de Valle del Uxpanapa, que hasta la
dcada de los 60s constitua una importante selva al norte de los
Chimalapas, precisamente en donde iniciaba el territorio del
istmo veracruzano, circundado por los lmites estatales de
Oaxaca, hacia el sur y de Chiapas hacia el Este. Ms
especficamente, los 15 poblados que fueron burdamente
nombrados por su nmero fueron ubicados en el territorio
enmarcado al Oeste del Valle por el ro Chiquito o Chalchijapan,
donde se ubica el Poblado 1, hasta las mrgenes del ro
Uxpanapa, donde se ubicaron los terrenos y casas del
denominado Poblado 14.146

146
Recuerdo que Raymundo, un amigo que era Comisariado en turno en el
tiempo que nos conocimos, alrededor de 1997, con dificultades para
expresarse en espaol, lo primer que me mostr y explic fueron los mapas
y planos de las tierras de la comunidad, platicando acerca de un conflicto
que se mantena con ncleos de 'avecindados' que no venan del desalojo.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 175


La forma de propiedad social de la tierra de los nuevos centros
de poblacin fue el ejido, que hasta ahora coexiste, no sin
conflicto, con las tierras privadas de rancheros, dueos de
aserraderos promovidos y protegidos por los gobiernos estatales
y narcotraficantes que llegaron recientemente o ya se
encontraban avecindados en las denominadas tierras ociosas
nacionales.
El drstico cambio de paisaje y de actividades agrcolas
tradicionales, fueron impactantes tanto al entorno fsico,
geogrfico y ambiental de la Nueva Chinantla en el Uxpanapa,
como a la mentalidad campesina de autosuficiencia de los
chinantecos.
Despus de un intenso e inmenso saqueo de maderas
preciosas, producto de la irracional deforestacin y de
preparacin de suelos para el cultivo, no se hicieron esperar los
clsicos programas de desarrollo agropecuario que poblaron de
cultivos de hule y naranja miles de hectreas del nuevo valle,
tambin acompaados de cientos de cabezas de ganado vacuno
que no tardaron en poblar y reproducirse en verdes praderas que
pronto se vieron asemejadas a las de las desmontadas zonas de
Acayucan y de la Sierra de Santa Martha.
Aunada a esta tendencia ecocida, tampoco se hizo esperar la
llegada de herbicidas y plaguicidas, adems de fertilizantes
qumicos que desde entonces hasta hoy se utilizan de manera
indiscriminada en esta y otras zonas de pastizales y maz, en
prcticamente todos los municipios de la regin a travs de los
denominados `paquetes tecnolgicos promovidos por las
instituciones gubernamentales del ramo.147
Algunas fundamentales prcticas autonmicas tradicionales,
que tambin podramos denominar de resistencia, salvan a los
indgenas chinantecos de la extincin y el etnocidio al que

147
Tales como SAGARPA, FIRA, PROCAMPO, Etc.

176 Carlos Manzo


pretenden orillarlos la barbarie neocolonial que asola la regin,
as como las polticas gubernamentales en ltimas dcadas. Me
refiero sobre todo a las prcticas tradicionales de conservacin y
seleccin de sus semillas originarias o criollas de maz, para el
cultivo de sus milpas, as como los diversos cultivos asociados a la
misma, que incluyen un amplio conjunto de plantas alimenticias y
medicinales.

III.5 El Contorno Ikoot

Imagen 12. Nios y pescador en el Mar Tileme.


Fuente: Fototeca M. Alvarez Bravo, Oaxaca.

Los ikoots, tambin autodenominados Mero Ikoot, habitan


actualmente en el territorio comprendido entre los municipios de
San Francisco del Mar, San Dionisio del Mar y San Mateo del Mar.
Tambin se encuentran en la comunidad de Santa Mara del Mar,
agencia absurdamente adscrita al municipio de Juchitn; en San
Mateo quedan comprendidas otras pequeas comunidades como
Guazontln, Costa Rica y Benito Jurez; San Dionisio, por su parte,
cuenta con otras pequeas comunidades como Huamuchil y
Pueblo Viejo, esta ltima se ubica en una pequea isla que se
encuentra en el centro del sistema lagunario, con cerca de
cincuenta familias. Todas ellas describen un semicrculo que lmita
hacia el sur con el Ocano Pacfico y en sus extremos oriental y

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 177


occidental con comunidades binniz y mestizas como Huilotepec,
Juchitn, Unin Hidalgo, Chicapa de Castro e Ixhuatn, con las que
reiteradamente se han presentado conflictos por lmites.148
Es importante el hecho de que prcticamente todas las islas
que existen al interior del sistema lagunario son nombradas
tambin en su lengua, como sigue: Garriau Cambaj (Ciudad
Vieja), Mi Tioc Ish (Cerro Iguana), Natar Tioc (Cerro Prieto), Mi
Tioc Shucuauj (Cerro Venado), Mi Tioc Esh (Cerro de Tlacualzin),
Viu Tioc (Cerro de Arena) y Mono Puch Tioc (Cerro Encantado)
(Gmez, 2003, 59). Durante la segunda mitad del siglo XIX, c.
1870, un Capitn de la marina estadunidense, nombr en un
mapa por sus nombres en ombeayits a la totalidad de las islas
existentes en el sistema lagunario, como se puede apreciar en la
siguiente imagen.
Independientemente de los graves daos ambientales y ecol-
gicos que propiciara el establecimiento de ms de docientos
molinos aerogeneradores de energa a lo largo de la barra de 39
km. en el mar Tileme, desde Punta de Agua hasta la isla de
Xacambaj, ms conocida como Pueblo viejo, considero impor-
tante destacar que el surrealista paisaje y el modo de vida
comunal tan intrnsecamente vinculado a la naturaleza y que
hasta ahora se pueden apreciar en esta zona, sern desastrosa-
mente afectados por los trabajos para la instalacin de los
molinos, su funcionamiento y la nueva dinmica econmica que
implicara para los habitantes de la isla. Afortunadamente, son los
isleos de Pueblo Viejo, junto con los ikoots de San Mateo,
quienes actualmente se encuentran a la vanguardia de la
resistencia contra la instalacin de este depredatorio megapro-
yecto y constituyen un importante bastin regional de la ahora

148
Adems de sendos expedientes en el Archivo del Registro Agrario Nacional
(RAN), parte de este conflicto se encuentra documentado en mi artculo
titulado 'Comunalidad en Vilo', publicado en Ojarasca, suplemento mensual
de La Jornada, en su edicin correspondiente a febrero de 2003. Aparece en
http://www.jornada.unam.mx/2003/ 02/17/oja70-juchitan.html

178 Carlos Manzo


denominada Asamblea de los pueblos Indgenas del Istmo de
Tehuantepec en Defensa de la Tierra y el Territorio

Mapa 11. Laguna Superior, Barra y Mar Tileme.


Fuente: Shufeldt (1872); HNDM-FR.
Fotografa: HNDM-FR-UNAM.
Hace ya ms de veinte aos, a principios de los 80s del siglo
pasado, cuando fue la primera vez que llegu a San Mateo del
Mar, me present con Teofila Palafox y su familia, ella se
encontraba entonces organizando una pequea cooperativa de
mujeres tejedoras; ms all de mi curiosidad como investigador,
qued impresionado por la cotidiana actividad, casi milenaria, que
reflejaba entre ellas la paciencia y la precisin milimtrica de sus
trabajos en los telares de cintura, hasta entonces con algodn
terciado, hilado y teido por sus familias para elaborar huipiles,
enredos, servilletas y mantas de su propio uso en fiestas o en la
casa y ms recientemente para su comercializacin, para apoyar
un poco los ingresos provenientes de la venta de pescado y

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 179


camarn, actividad que, por generaciones, tradicionalmente
realizan en sus lagunas y esteros casi todos los hombres de todas
las comunidades ikoots, sin excepcin.149
La historia de los ikoots de los ltimos aos no me es ajena por
la sincera amistad que me une a muchos de ellos a partir de
experiencias compartidas en la defensa del territorio y de
nuestros recursos naturales, casi siempre propiciadas por la
ineptitud de los gobiernos en la implementacin de polticas
agrarias y desde el 2007, con la aprobacin del estudio de
impacto ambiental de San Dionisio del Mar en el marco del
megaproyecto del Corredor Elico del Istmo, que impactar
negativamente el ecosistema del mar tileme, directamente en
ms de 1,500 hectreas, fuente de vida de casi todas las
comunidades que habitamos en torno al sistema lagunario.150
Etnlogos, arquelogos, viajeros e historiadores se han
referido a la historia de los ikoots a partir de la informacin

149
Teofila, adems de promotora cultural y partera, en 1987 se convirti en
cineasta y ha recibido varios premios internacionales por su pelcula titulada
tejiendo mar y viento, la vida de una familia ikoot; ms informacin en:
http://www.cinelatinoamericano.org/ videoind.aspx?
150
Para mayor precisin, la pennsula interior conocida como 'Barra de Sta.
Teresa, que separa a la Laguna Superior del Mar Tileme, y que tiene una
longitud de 39 km. desde Punta de Agua a Pueblo Viejo, ha sido objeto de un
contrato de usufructo entre la empresa Preneal Mxico, S.A. de C.V. y el
comisariado de bienes comunales de San Dionisio del Mar, considerando en
dicho contrato un total de 1,643 46 -72.768 Has., clasificadas como tierras
de uso comn; dicho contrato de usufructo presenta un sinnmero de
irregularidades e inconsistencias jurdicas, como el hecho de haber sido
aprobado sin previa consulta a toda la comunidad y contando con un total de
217 firmas de comuneros de un total de 1,027 que aparecen en el padrn.
Dicho contrato de usufructo fue ratificado y notariado ante la notaria pblica
No. 77 de Juchitn, a cargo de la Lic. Aurelia Benitez, el 8 de noviembre de
2004. Esta situacin ilustra con suficiente claridad lo que hemos denominado
el proceso neocolonial. En el espiral de la historia moderna /colonial, son
nuevamente los espaoles quienes, en este caso sin grandes dificultades,
vienen a posesionarse de grandes extensiones del territorio comunal ikoot.

180 Carlos Manzo


presentada por el fraile Burgoa151 en el captulo LXXV de su ya
famosa Geogrfica Descripcin a propsito de la Doctrina y
Vicara de San Francisco de la Mar, en donde afirma: Esta
doctrina se nombra as por el sitio a donde se retiraron los indios
huabes, huyendo de la braveza del rey zapoteco que los apret
de suerte en el valle de Jalapa, de donde se haban posesionado
poblando sus amenas praderas que podan ser de envidia para
populosos reinos. Eran los huabes gente forastera y advenediza
y se dijo ya antes que la nacin de estos indios huabes haban
venido de all de la costa del Sur, ms cerca de la eclptica
vecindad del Per fueron recien llegados a esta tierra por la
mar en barcos o balsas, siempre a vistas de tierra y no
descubrieron otra ms desembarazada o parecida a la suya, que
esta (Burgoa, 1989, 397-398).
La anterior explicacin histrica acerca del conflicto con
binnizs y tambin sobre el origen inmigrante, que el fraile
describiera en la segunda mitad del siglo XVII, ha dado pie a
diversas interpretaciones que hasta hoy siguen generando
hiptesis que esperan mayores estudios para ser probadas. Tal ha
sido el caso del reciente trabajo arqueolgico de Alejandro
Castaneira, titulado Paso Mareo, en donde propone una visin
amplia de las estructuras geogrficas y los procesos histricos de
interaccin cultural del rea, primero entre huaves y grupos mixe
zoqueanos y despus entre huaves y zapotecos y aztecas este
autor coincide con Burgoa al presentar una teora acerca de los
antecedentes de los ikoots en Sudamrica (Castaneira, 2008).152

151
En este sentido, desde la segunda mitad del siglo XVII Burgoa viene a ser a la
historiografa de Oaxaca y el Istmo lo que Sahagn, a fines del siglo XVI, a los
historiadores del centro de Mxico; ambos profesando y describiendo en su
tiempo desde una perspectiva histrico cristiana propias de sus ordenes
franciscana y dominica.
152
La cita de este autor es tomada y aparece en :
http:/www.famsi.org/reports/06061es/index.html

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 181


De acuerdo con los resultados de su investigacin arqueolgica
en la zona, Castaneira propone como primer tiempo de los
asentamientos ikoots, hacia el 1,200 d.C., agradeciendo a su
habilidad para adaptarse a un ambiente ecolgico de transicin
entre el mar y la tierra (Ibid.).
Otra tendencia interpretativa, derivada de esta visin del fraile
dominico oaxaqueo, es la que se refiere al desalojo o despojo
que los binniz hicieran de la planicie sur, a partir de supuestas
guerras entre ambos pueblos, dando como resultado la ubicacin
definitiva de los ikoots en su actual territorio; narra Burgoa: pero
moder su rigor con ellos el zapoteco, tenindolos all reclusos y
ocupndose en atajar a Montezuma; en aquel sitio se quedaron
los huaves , bastantes familias para hacer una poblacin aunque
muy faltos del sustento principal de maiz (Burgoa, 1989,399).153
Debido a las condiciones de salinidad de los suelos y a la poca
disposicin natural de tierras de cultivo, las comunidades ikoots
continan hasta la fecha dependiendo del maz que se cultiva en
otras zonas del Istmo como las zonas ayuuk, chinanteca y binniz,
en donde an se conserva cierta especialidad en el cultivo del
maz, particularmente de una variedad originaria conocida como
xuba huini, a la que se ha referido tradicionalmente como
zapalote chico, cada vez menos cultivada en la planicie debido a
la invasin de otros cultivos comerciales como el sorgo y
amenazada ltimamente por la indiscriminada introduccin de
semillas transgnicas de diversas variedades y productos en las
distintas latitudes de la regin.
Independientemente de que en mltiples cotidianeidades es
visible el emparentamiento entre binnizs e ikoots,154 y que entre

153
Cfr. p. ej. obras de interesante y fantasiosa narrativa como Gmez Parada
(2003).
154
Es comn que se realicen bodas entre ikoots y binnizs sobre todo de las
comunidades colindantes como Juchitn y San Mateo y Sta. Mara, o bien
San Dionisio y Unin Hidalgo, asi mismo, se ha dado excepcionalmente que
pequeos comerciantes binnizs ya se encuentren establecidos en sus

182 Carlos Manzo


muchas familias e individuos de ambos pueblos se comercializan e
intercambian productos y trabajos hasta el da de hoy, tambin
sigue siendo notoria cierta expresin racista con que algunos
binnizs se refieren o tratan a las y los ikoots, fuera de su
territorio por supuesto. Dada la conflictividad permanente en
relacin a los lmites comunales, por ejemplo, pocos binniz de los
directamente involucrados se atreven a entrar a las comunidades
ikoots, para realizar o tratar cualquier asunto cotidiano que sea de
su inters.155
Nivardo Landeta, es un amigo y compaero del Concejo de
Ancianas y Ancianos de Rancho Gubia Unin Hidalgo casado
con la Sra. Francisca Martnez Lpez, amiga nuestra tambin
conocida como Na Chica Chicapa, por ser originaria de la
comunidad vecina de Chicapa de Castro, Agencia Municipal de
Juchitn. Durante los ltimos aos Nivardo realiza cotidianamente
visitas semanales a la comunidad de San Dionisio, casi todos los
domingos, para realizar tratos relativos a su oficio de la
orfebrera; por lo que l relata en ningn momento ha tenido
gesto agresivo de parte de sus clientes ni de alguna otra persona
de la comunidad. A su regreso de las visitas que realiza a San
Dionisio del Mar, Nivardo trae consigo pescado oreado que Na
Chica ofrecer en el pequeo mercado local de La Estacin,
mismo que podr ser intercambiado por otros alimentos
producidos o generados en la comunidad. Esta experiencia de
economa familiar y domstica de autosuficiencia se reproduce en
miles de hogares istmeos, propiciando la permanencia de un
nicho econmico de autosuficiencia e intercambio comunitario y

comunidades, familias de Unin Hidalgo que ya viven en San Dionisio. No es


descartable, sin embargo la permanencia del conflicto, como en el caso del
ya eterno conflicto agrario, antes citado, y el que ms recientemente, apenas
en el 2007, se suscit entre pescadores y comerciantes de camarn de
Juchitn y de San Francisco del Mar.
155
La informacin fue obtenida a partir de la observacin y visitas de campo en
la zona. (NdC., Unin Hidalgo, 2008, 2009).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 183


regional, hasta cierto punto imperceptible como alternativa a los
modelos microeconmicos empresariales en crisis.
Francisca Martnez y Nivardo Landeta, han propiciado adems
una experiencia de una radio comunitaria, denominada La Otra
Radio que, al igual que la experiencia de Radio Arco Iris en Jalapa,
funciona desde su hogar por donde desfilan cotidianamente un
equipo de 22 locutores que hacen posible una importante
experiencia de radiocomunicacin comunitaria.
Distinta ha sido la experiencia en San Dionisio, de
representantes de organizaciones locales de derechos humanos y
de defensa de las tierras comunales que han sido literalmente
corridos de la comunidad cuando pretendan realizar labor de
difusin de los impactos del proyecto elico en los terrenos de
San Dionisio.156
En la isla de Pueblo Viejo, donde viven Valentn y Reyna,
celebran la fiesta de San Juan en el mes de junio, llega gente de
todos lados; para ese entonces ya han comenzado las primeras
lluvias y, por tanto, se ha capturado y vendido camarn, casi es la
nica ocasin en que el sacerdote de Unin Hidalgo, parroquia a
la que se encuentra adscrita, llega a oficiar misa; por otra parte
hay ya cierta permanencia de familias que pertenecen a otras
iglesias, por lo general protestantes, ya no todos participan de la
fiesta principal, la comunidad se empieza a dividir; los das de la
fiesta son los nicos das en que se permite que la cerveza circule
a raudales en la isla, a los borrachos pleitistas o mal portados, los
topiles los amarrarn de algunos palos que han sido clavados en la
plaza ex profeso.157
Al igual que en otras comunidades y pueblos, los dominicos
erigieron con ayuda de los ikoots, durante los siglos XVI y XVII, la
nave principal de un templo sin techar que hasta ahora contrasta

156
Informacin proporcionada por Javier Balderas, representante del Centro de
Derechos Humanos Tepeyac, en mayo de 2008.
157
Visita observacin de campo, (N de C 2008-2009).

184 Carlos Manzo


con el paisaje de agua cerro y monte caracterstico de esta isla; al
sur, antes de tocar las aguas del mar vivo o Pacfico, se interpone
la pequea pennsula que alberga desde tiempo inmemorial
siglo XIII, segn los arquelogos a la comunidad de Santa
Mara del Mar. Probablemente la isla, como casi todas las islas del
mundo, ofreca a los peninsulares coloniales ese sentimiento de
poca aventura y empresa que poda hallarse en tierra firme, por lo
que templo y siervos fueron abandonados a su suerte durante los
siglos venideros.

Mapa 12: Ro Tehuantepec y Xacambaj en Tileme [1746].


Annimo. Fuente: AGN, Mapoteca {785].
Foto: Alicia Kovaleva.
Es de suponerse que las islas de Pueblo Viejo, tanto en el caso
de San Francisco, como en San Dionisio, fueron los primeros
asentamientos ikoots; en el mapa anterior no aparece an San
Dionisio en la ubicacin que actualmente ocupa al norte de la isla,
los conflictos por lmites que se han manifestado y se siguen

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 185


manifestando entre ikoots y binnizs 158 han inspirado ciertas
interpretaciones de historiadores y etngrafos en el sentido de
que los segundos mantienen confinados a los primeros al
territorio peninsular y de marismas que hasta ahora ocupan.
Considero que su relativo aislamiento ha permitido a los ikoots la
permanencia del sentido comunalista en sus asambleas, fiestas,
territorialidad y en su modo de vida. La presencia de empresas
elicas transnacionales en la zona ha generado situaciones
contrastantes al interior del pueblo ikoot, ya que mientras el
comisariado de bienes comunales de San Dionisio ha aceptado
firmar contratos con la empresa Preneal, las autoridades
comunales y municipales de San Mateo se oponen tajantemente a
la celebracin de dichos contratos, esto a su vez ha derivado en la
actual agudizacin del conflicto entre los comuneros de San
Mateo con los de Huilotepec. Fundamentalmente debido a la
permanencia del conflicto, lo que por ley impide la celebracin del
contrato entre las empresas transnacionales con Huilotepec y
Santa Mara del Mar.

158
Huilotepec, Unin Hidalgo e Ixhuatn, han sido los puntos de interaccin
conflictiva territorial, como ya hemos explicado anteriormente.

186 Carlos Manzo


III.6 Los Chimalapas: Selva Odept --zoque-- an

Imagen 13: Familia Zoque en territorio de Chimalapas (1870).


Fuente: Shufeldt (1872). Fotografa: HNDM-FR-UNAM.

En el captulo anterior hemos presentado una breve caracteriza-


cin geogrfica de la selva de los Chimalapas, resaltando su
importancia en el ecosistema regional del istmo, tanto para la
vertiente del Pacfico como para la del Atlntico; en este breve
apartado es nuestra intencin presentar algunas caractersticas y
relaciones de su espacio as como de las comunidades del pueblo
indgena zoque que la ha habitado durante siglos. El intento por
explicar el remoto origen de zoques y mixes, tambin referidos
como ayuuks en este estudio, desborda histrica y
geogrficamente la percepcin tradicional que del istmo se ha
tenido,159 en este sentido, remontndonos a la bsqueda de

159
Nos hemos referido en el primer captulo a la ubicacin especfica del pueblo
indgena zoque en sus territorios ubicados entre los estados de Tabasco,
Chiapas y los Chimalapas, as como su emparentamiento con las culturas
Olmeca y Maya en distinto tiempo.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 187


alguna explicacin relativa a sus orgenes, algunos lingistas han
determinado que la cultura olmeca hablaba una lengua de la
protofamilia zoque-mixe (Lee Whiting, 2006, 19).
Histricamente la dinmica poblacional zoque tambin ha sido
marcada por el despojo y el destierro colonial, desde por lo
menos el siglo XVIII en que se registran conflictos con haciendas
dominicas en Zanatepec y Niltepec, al sur del Istmo, hasta el siglo
XX, con migraciones forzadas a raz de la construccin de presas
como las de Malpaso160 y La Angostura en la regin media del
Grijalva y por fenmenos como la erupcin del Volcn Chichonal;
de este ltimo suceso destaca la migracin de grupos de familias
zoques u odept a diversas ciudades como Villahermosa,
Cancn, Tuxtla Gutirrez, Chihuahua, Distrito Federal, Guadalajara
y Boston, en el estado de Massachussets (Ruiz Domnguez, 2008,
2).
La aparente dispersin del pueblo zoque, define en realidad
una media luna que va desde Texistepec y Mecayapan en
Veracruz pasando por la Sierra limtrofe entre Tabasco y Chiapas
hasta los Chimalapas,161 ms especficamente, de acuerdo con la
clasificacin lingstica propuesta por Wichmann, su distribucin
quedara como sigue:
Cuadro 2: Distribucin del pueblo indgena Odept (Zoque)

1. Zoqueano del golfo Zoque de Texistepec, (Veracruz)


Zoque de Ayapa (Tabasco)

160
Esta presa fue construda en el delta de los ros Grijalva y La Venta en el
noroeste de Chiapas, cubriendo su embalse cerca de 30,000 hectreas
(Lynneth, 2005, 285).
161
La mayora de estudios historiogrficos del Istmo han delimitado la regin,
de acuerdo a la artificiosa frontera de la Nueva Espaa con el Reino de
Chiapas y/o Capitana de Guatemala, enterrando con esto la posibilidad de
explicar histricamente regiones culturales, como es el caso de la gran regin
zoque que aqu analizamos. Para los siglos XIX y XX se han impuesto en el
mismo sentido los lmites estatales de Veracruz, Oaxaca, Tabasco y Chiapas.

188 Carlos Manzo


Popoluca de la Sierra (Chinameca,
Hueyapan de Ocampo,Mecayapan,
Oteapan, Pajapan, Veracruz)
2. Zoqueano de los Santa Mara Chimalapa
Chimalapas San Miguel Chimalapa
(Oaxaca)
Zoque de Chiapas (a) Tapalapa, Ocotepec, Pantepec,
3.Zoque del norte Rayn
(Magdalena/Francisco
Len, Ostuacn)
4. Zoque del Noreste (b) Chapultenango, Tapijulapa,
Oxolotn
5. Zoque central Copainal, Tecpatn
6. Zoque del sur Tuxtla Gutirrez, Copoya,
Ocozocoautla
Fuente: Elaboracin propia basada en la clasificacin lingstica de Soren
Wichmann; tomado de Aramoni et al. Op. Cit.
Un estudio detallado de las dimensiones y relaciones del
pueblo zoque en todo este territorio nos obliga a revisar algunos
otros trabajos de autores, adems de los citados, como Carlos
Navarrete (1993), Andrs Fbregas (1992a), Juan Pedro Viqueira
(1995), Pierre Agrinier (2007), Virginia Molina (1976) y Susana
Villasana (1995); sin embargo, no es mi intencin hasta ahora ms
que dejar en claro cmo por la tendencia acadmica a la
geometrizacin del espacio y, por ende, a la institucionalizacin
estatal de la investigacin, ya explicada en el captulo anterior, se
le ha restado importancia a la centralidad del pueblo zoque en la
regin del Istmo de Tehuantepec, desde el preclsico hasta
nuestros das. Con relacin a la centralidad referida, coincido con
Lowe al sealar:
Debido a su localizacin estratgica en la parte central del
Istmo de Tehuantepec, la zona de Malpaso mantuvo, desde

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 189


poca temprana, una importancia fundamental al funcionar
como parte de la ruta de enlace fluvial entre la costa del golfo
y el interior de Chiapas. Adems debe de destacarse su
relevancia como centro de produccin y distribucin de cacao,
mercanca de primer orden en el sur de Mesoamrica. (Lowe
Lynneth, 2005, 285).
De acuerdo con un breve informe presentado por la
arqueloga del Centro de Estudios Mayas del Instituto de
Investigaciones Filolgicas de la UNAM, a propsito del reciente
descubrimiento de una cmara funeraria, expres: El entierro
pertenece a los zoques, cultura poco conocida que en la poca
prehispnica ocup un gran territorio y tuvo un desarrollo muy
antiguolos entierros dentro de pirmides fueron una prctica
comn en las ciudades del clsico maya, aunque este hallazgo
revela que ocurran entre mil y mil 500 aos atrs, un milenio
antes de lo que se crea (Lpez, 2010, 13), entonces, al observar
la permanencia de comunidades zoques en el centro del istmo,
con su pozol y con su mbar, por ms migrantes y fragmentados
en su comunalidad, alcanzan a ser hasta ahora considerada una
cultura milenaria Odept, como ellos se autodenominan.
Dejando de lado la visin guerrerista y de territorialidad
basada en un supuesto dominio militar, ms que regin de
frontera, como ha sido clasificado el Grijalva Medio, desde la
perspectiva arqueolgica, a reserva de mayores estudios desde
esta perspectiva, considero que la regin en tanto espacio y el
pueblo zoque constituyeron un importante puente y/o correa de
transmisin y relacin cultural entre mayas y zapotecas en el
pasado remoto y colonial.
En la actualidad, ante el desmesurado avance de la
deforestacin, o desmonte que hemos apreciado en el istmo de
Tehuantepec a lo largo de su historia, aunque sobre todo en los
ltimos 40 aos, la gran porcin de selva que an se mantiene en
los Chimalapas, el Ocote y la Selva Negra, habitada
mayoritariamente por dispersas comunidades zoques, deben su

190 Carlos Manzo


relativa permanencia a la existencia de un conjunto de caadas,
ros y montes que no han hecho posible la explotacin de los
recursos maderables. De acuerdo con la versin de Miguel A.
Garca, en el caso de los Chimalapas los troncos llegaban hechos
astillas a las corrientes de ro abajo en los primeros intentos por
sacar madera de la selva virgen.162
No obstante lo anterior, recientemente en febrero de 2009, en
una conferencia de prensa ofrecida por los comuneros de Benito
Jurez, de Conrado Solano, denunciaban el saqueo de madera de
pino que madereros de Cintalapa estaban realizando, escoltando
sus camiones con patrullas de la polica municipal de la villa
chiapaneca y amparndose en un permiso de la SEMARNAT para
saquear la madera; los comuneros de Benito Jurez, en ejercicio
de su autonoma comunal bloquearon los caminos y detuvieron el
convoy, dejaron libres a las patrullas aunque retuvieron los
camiones cargados de madera. La prensa regional,163 tanto del
lado chiapaneco como del oaxaqueo, se ufanaban en mostrar
equivocadamente el conflicto como derivado de un problema de
lmites interestatales. Benito Jurez, cuenta an con un
importante bosque de pino, ocote y encino que contrasta
dramticamente con la desertificacin que se vive en la zona
ganadera de Cintalapa y an con la planicie del Pacfico, apenas
veinte kilmetros al sur del parteaguas continental.

III.7 La Inexpugnable Chontal


Un paisaje de alto contraste en la zona sur oriental del istmo es
precisamente el territorio del pueblo indgena chontal, en l se
puede apreciar la escarpada sierra sur cuyas elevaciones
principales rebasan los 2,500 m.s.n.m. contando con importante
abundancia de bosques de pino y encino; como parteaguas
continental permite una vertiente que va hacia el sur derivando

162
Entrevista a Miguel A. Garca, SCLC, 2008.
163
Cfr. Orozco, Roselia en Peridico El SUR, sbado 7 de febrero de 2009,
'Tensin por pugna de tierras entre Oaxaca y Chiapas'.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 191


entre montaa alta y baja, a ros y arroyos que desembocan en el
Ocano Pacfico. La totalidad de su vasto territorio puede
enmarcarse a grandes rasgos entre Nexapa-Tequisistln-Mazatln
(Morro) y Aztata El Coyul (Gerhard, 1993).164
Con relacin al origen de la poblacin chontal en estas zonas
de la regin del istmo, podemos afirmar, de acuerdo con algunos
trabajos arqueolgicos de Krfges (2006, 51), que si admitimos,
como lo acepta la mayora de los historiadores, que el grupo
chontal entr a esta zona alrededor del 750 d.n.e., debemos
suponer que los vestigios ms antiguos corresponden a otros
grupos etnolingsticos. Esta poblacin original, entonces haba
sido desplazada antes, o a la llegada de migrantes chontales o los
dos grupos simplemente vivan en estrecha vecindad; debido a la
localizacin de juegos de pelota, escultura en piedra, el autor
supone alternativamente que el arribo de los chontales se hubiera
dado antes del ao citado y que entonces participaron en el
culto panregional del juego de pelota cuando ya estaban
establecidos en la zona (Ibid.), ms all de las evidencias del
material arqueolgico y de las particularidades de la cultura
chontal, fuera por su origen o por su nuevo entorno, comparto la
apreciacin del autor en el sentido de que exista como un hecho
el permanente intercambio o interaccin cultural en el Clsico
que, en la regin istmica involucraba a mixes, nahuas, zoques,
zapotecos y huaves. A esto mismo me refiero cuando en otra
parte defino el compartir un mismo horizonte cultural.
Los chontales de la Chontal Alta, como se le ha denominado
para diferenciar a los de la sierra con relacin a los de la costa,

164
Un importante referente histricodocumental para la comprensin de la
territorialidad chontal, tanto de la alta como la baja, lo constituye el
denominado Lienzo de Tecciztln y Tequatepec (LTT). De acuerdo con
Zborover (2006), A travs de un anlisis iconogrfico e histrico de los
topnimos, es significativo observar que los linderos en el LTT circunscriben
casi exactamente todo el territorio de la Costa y Sierra chontal, como fue
conocido en el siglo XVI (Gerhard, 1993), mientras que otros pueblos
zapotecas y mixes fueron excluidos. (Zborover, 2006, 64).

192 Carlos Manzo


merecieron un trato poco menos que despreciativo y temerario
por los cronistas coloniales al definirlos como los ms bravos y
carniceros (Burgoa, 1989, 275) e incluso como antropfagos.165
La casi total ausencia de peninsulares en la sierra durante la
mayor parte del periodo colonial, permite suponer que se dio en
esta regin una suerte de autonoma tal que tampoco era
perceptible la presencia del clero evangelizador; esto permite
hablar de un proceso de dominacin colonial muy relativo para
esta y otras zonas indgenas del pas, como podra ser el caso de
los yaquis y wixrikas, ms al norte. En su caracterizacin, Burgoa
agreg:
El da de hoy --c. 1670-- es esta Nacin la ms descansada y
rica que tiene esta Provincia, porque les ensearon los
religiosos a sembrar nopaleras sic-- de grana o cochinilla y se
da con tanta abundancia que entra a millares la plata acuada,
en estos pueblos y se visten todos en traje de espaoles, con
tanta gala que algunos rozan sedas y se sirven de plata y son
tan trascendidos que con sus cosechas usan de algunas
habilidades que trascienden a las de muchos espaoles...no les
ha quedado resquicio de su brbara hostilidad. (Ibid., 289).
Desde la evanglica perspectiva del fraile, en menos de un
siglo esta Nacin habra trascendido de la barbarie hostil a
prsperos, trajeados, plateados, encabalgados y educados
productores de grana cochinilla.

165
Dejemos en este sentido al fraile en sus propias palabras: salieron de los
peascos y arboledas indios desnudos como los dems de aquella nacin y le
acometieron con tan impetuoso tropel... lo derribaron del caballo y mataron
con indecible ignominia y crueldad...mientras los rebelados se divertan con
el juez avisaron luego a las rancheras vecinas del suceso convidndolos para
un solemne festn, celebrndole con las carnes del pobre Sancho de la
Piedra, que pag a mano de estos brbaros su ms brbara y fantstica
presuncin; juntos muchos de estos feroces brutos con grandes algazaras y
bailes... se repartieron los pedazos del cuerpo soasados y con grandes
regocijo se los comieron,... (Ibid., 275).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 193


Como ya he mencionado, lo inaccesible de la sierra alta
chontal y su fama de belicosos come curas, aunada a la nula
presencia de religiosos designados a la regin prcticamente
hasta la primera mitad del siglo XVIII, difcilmente permitieron
que fueran los religiosos quienes les ensearan a sembrar
nopaleras de grana, como afirma Burgoa. En aquel tiempo, el
reciente contexto de las rebeliones indias de Tehuantepec y
Nexapa en 1660, donde fuera copiosa la participacin de los
chontales, seguramente el fraile quera contribuir con su pluma a
borrar cualquier reminiscencia de rebelda que pudiera
mantenerse en esta montaosa regin.
De acuerdo con la documentacin relativa a la rebelin de
1660, que ya he analizado en otro trabajo, las principales
comunidades del pueblo o nacin chontal de la parte alta,
durante los primeros dos siglos de la denominada poca colonial
fueron:
1. San Pedro Tapalcatepeque
2. Sto. Toms (Tecpa)
3. Santiago Tecolotepeque
4. Santa Luca (Mecaltepec)
5. San Jos Chiltepeque
6. San Pedro Martir
7. Santa Mara de la Pea
8. San Andrs Tequilotepeque.
9. Sto. Domingo Tzontecomatepeque.
10. Sta. Ma. Ecatepeque.
11. San Matas (Petacaltepec).
12. San Lorenzo Xilotepeque.
13. San Lucas Izcontepeque.
14. Sta. Cruz Guiztepeque.
15. San Miguel Suchitepeque.166

166
Esta relacin de comunidades obtenida a partir de la documentacin del
Archivo General de Indias (Ramo Audiencia de Mxico, 600), ha sido

194 Carlos Manzo


Las comunidades indgenas chontales antes mencionadas,
tuvieron su apogeo econmico en torno al cultivo comercial de la
grana durante la mayor parte de la poca colonial, al parecer,
desde entonces hasta la actualidad no se ha presentado un
dinamismo tal que implique al conjunto de comunidades en
funcin de determinada actividad econmica directamente
vinculada al mercado internacional, salvo la actual amenaza
representada por la mineria a cielo abierto que se encuentra
proyectada en esta y otras zonas de oaxaca y, para variar, en su
mayora concesionadas a empresas transnacionales.
Por otra parte, los chontales de la costa han mantenido como
sus principales centros de poblacin, desde la poca colonial a las
comunidades de Huamelula y Astata, en donde hasta la fecha
cada vez hablan menos la lengua indgena debido sobre todo a los
programas educativos oficiales, es decir, el reiterado papel
aculturador de los profesores, y a su abierta exposicin al
exterior, que se intensific a partir de la dcada de los 50s del
siglo XX en que fuera construda la carretera costera que va de
Pochutla a Salina Cruz. En la actualidad, dado el incremento de la
actividad turstica en Huatulco, estas comunidades se encuentran
asediadas por la presencia y propuestas de las compaas
inmobiliarias interesadas en la construccin de hoteles en la zona,
as como en la ampliacin de la carretera.

presentada en el anlisis que realizo de la rebelin de ese ao acontecida en


la Provincia de Nexapa (Cfr. Manzo, 1993, 108).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 195


Imagen 14. Fotografa: Paraje ejidal Playa Cangrejo en el territorio de la
Chontal Baja, Morro Mazatn, Municipio de Tehuantepec, Oaxaca
Fotografa: Sofa Olhovich Filonova.
Don Amado Zeferino Gonzlez, con 90 aos de edad, habita en
sus terrenos ejidales de la comunidad de Morro Mazatn, el ejido,
fundado el 23 de junio de 1936,167 colinda hacia el Sur con el

167
En entrevista seala:EN 1936 nos organizamos 22 personas, se form un
Comit Ejecutivo agrario que se encarg de gestionar la tierra, la solicitud
que se hizo fue el 29 de junio, fue la primera solicitud de tierras a la
Comisin Agraria Mixta; lo hicimos secretamente porque cuando se dieron
cuenta los Villalobos de lo que estbamos haciendo mataron a un
compaero, Silvestre Cabrera, en el ao 40 fue cuando se nos entreg la
tierra provisionalmente, quedando sin efecto el Comit y se nombr un
Comisariado que fui electo yo y yo repart la tierra en el ao 40. El cacique de
la regin sellamaban Casiano Villalobos, Facundo Villalobos, Raymundo
Villalobos y Fidencio Villalobos, ellos puro maz sembraban, a la gente no le
daban tierra y los tenan puro de mozos, como peones, les pagaban un kilo
de maz por hasta diez o doce horas de trabajo o cincuenta centavos. El
ejido empez con 22 personas y despus de las gestiones vino un censo y ya
fueron 56 personas, en el ao 40 recibimos la posesin provisional, yo era
comisariado; La resolucin definitiva ya se dio como en 1943, ya con otro
compaero como comisariado, despus se solicit una ampliacin y ya

196 Carlos Manzo


Ocano Pacfico, ms especficamente con el paraje denominado
Playa Cangrejo, por otro lado colinda al norte con tierras
sobrantes de los Villalobos, por el poniente colinda con el Ejido
Santa Rita, ya por el llano con San Vicente y ms abajo con el ejido
de Santa Gertrudis Miramar, hasta la playa 168 en los aos 30s
del siglo pasado, cuando se fund el ejido en la poca cardenista,
segn relata Don Amado, nadie quera esos terrenos porque
estaban todos enmontados, llenos de montaa, esteros,
pantanos, lagunas y manglar,169 como en casi todas las regiones
indgenas de montaa, despus de la construccin de la carretera
costera, empez la deforestacin y el desmonte de terrenos,
limpieza le llamaron algunos, inicindose con ello la desecacin
de la mayor parte de su superficie y su posterior incorporacin a
los cultivos como maz, ajonjol y, recientemente, sorgo, adems
de la continuacin de actividades coloniales como la ganadera.
Segn Don Amado la afectacin ms grande que ha tenido el ejido
han sido las expropiaciones para cosntruir la carretera.
La asamblea ejidal de Morro Mazatn, rechaz la introduccin
del Programa de Certificacin de Derechos Ejidales (PROCEDE),
impulsado desde 1992 por el gobierno federal a travs de la
Procuradura Agraria (PA), La Comisin para el Desarrollo de los
Pueblos Indgenas (CDI) y el Instituto Nacional de Estadstica
Geografa e Informtica (INEGI). No obstante esta situacin, existe
una parcelarizacin avanzada de los terrenos ejidales y un

fueron ms. Actualmente son 336 ejidatarios en una superficie de mas de


8,700 hectreas (N de C, Morro Mazatn, 12 de junio de 2011)
168
El lugar constituye un importante sitio de recreo familiar y es visitado por
pobladores de distintos lugares del sur del istmo. Representantes de
organizaciones regionales, comunitarias, funcionarios medios estatales y
federales, funcionarios municipales, intelectuales e investigadores, han
visitado el sitio incidiendo en la informacin y las expectativas de los
ejidatarios y vecinos originarios del lugar con relacin a las posibilidades de
'desarrollo' de la propia playa y de la zona; esta situacin influy de manera
determinante para rechazar programas oficiales como el PROCEDE.
169
N. de C. 27/05/08, Morro Mazatn, entrevista a Don Amado Zeferino
Gonzlez.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 197


incipiente mercado privatizador de las tierras de la que se han
aprovechado personas pudientes de la regin e, incluso,
partidarios de determinadas sectas religiosas, tambin ya
presentes en la mayora de comunidades indgenas de Mxico.

III.8 Afro-Ayuuk-Chinanteco-untaj+y
-Nahua-Peninsular:
La Geografa de la Jarana
La msica negra, conjuntamente con el canto, el baile y la
mmica, es arte para algo socialmente trascendental. Tiene
una teleologa, un propsito de funcin colectiva; una
accin, no una distraccin. No es msica de diversin, al
margen de la vida cotidiana; es precisamente una esttica
versin de toda la vida en sus momentos
trascendentales. Msica que no slo dice, msica que hace
para aviar a las gentes por el camino de la vida y no para
desviarlas de sus funciones comunalmente humanas.
(Ortz, 1981 [1951], 40).
La geografa de la jarana rebasa en extensin geogrfica, fsica y
humana, lo que tradicionalmente se ha denominado istmo
jarocho o veracruzano; encuentro idnea la expresin para
referirme al rea de influencia originaria y actual de ese
interesante producto cultural afroindgena y mestizo constitudo
por la indisoluble trinidad entre msica, danza y poesa dcima,
verso, narrativa, tradicin oral, que se ha generado por lo menos
desde la segunda mitad del siglo XVII en las cuencas del
Papaloapan, Jaltepec, Catemaco y Coatzacoalcos. Ms all de que
el son y el fandango presenten interesantes muestras,
adopciones, adaptaciones y varianzas en su versin tehuana, que
no oaxaquea, me interesa demostrar cmo el dinamismo
cultural istmeo le ha imprimido ritmo y armona a una regin
cuya historia cultural compleja no puede ser explicada sin la
incorporacin medular del elemento africano, afroindgena y/o
afromestizo. Para este fin, requerimos de una nueva historiografa
que combine con la etnografa otras experiencias de vida y de
campo, y vaya ms all de un relato de fuentes organizadas y

198 Carlos Manzo


adscritas regionalmente a partir de las tradicionales divisiones
poltico-administrativas que ya conocemos.
Los jaraneros del Ocotal,170 de Pachi y de San Juan por
ejemplo, habitan las montaas ubicadas en la zona de San Juan
Guichicobi, son hablantes de la lengua ayuuk y algunas de sus
letras se encuentran en esta lengua, aunque hasta ahora en sus
grabaciones aparecen unicamente piezas instrumentadas, adems
de adoptar la jarana tambin incorporan la marimbola, ste
ltimo un instrumento de percusin de origen africano. Ms que
pretender un estudio etnomusicolgico, deseo apoyarme en parte
de la expresin musical de la regin para entender un poco este
elemento que denota cierta homogeneidad cultural de la misma.
No obstante esta sana pretensin, encuentro ineludible la
necesidad de enmarcar histricamente el origen y la presencia
afrodescendiente en la regin.
Ha sido un consenso entre historiadores del siglo XVII, el
reconocer la importancia de la poblacin africana que con
carcter de esclava funcion como sustituyente de la menguada
poblacin indgena en trapiches y estancias ganaderas en
practicamente todo el sur de Mxico.171
Para no insistir en la interpretacin tradicional y en veces
equivocada de la historiografa que pretende explicar la
resistencia afroindgena en contextos como las guerras de
independencia baste sealar: La ineficacia de los sistemas

170
Mi primer encuentro con los jaraneros del Ocotal se dio en 1992, en el
marco del Taller de Dilogo Cultural realizado con Juan Jos Rendn en San
Juan Guichicobi, aunque el objetivo lo constitua la definicin de elementos
para los contenidos de los textos para la alfabetizacin en lengua ayuuk, la
fiesta constituy como en toda la regin el elemento catalizador de las
diversas culturas que ah nos encontrbamos interactuando.
171
La rebelin de Yanga, en Veracruz, ilustra cmo el inters de la historiografa
tradicional se ha centrado ms en el carcter y significados poltico-
econmicos de la resistencia afrcana y afrodescendiente, los denominados
cimarrones, ms que en los significados y orgenes culturales de este
importante segmento poblacional en el crisol cultural del sur de Mxico.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 199


coloniales se rebel cuando los palenques, cumbes, quilombos,
mocambos y mambises, empezaron a proliferar, sometiendo a la
sociedad de la poca a un estado de terror colectivo (sic)
(Martnez Montiel, 2008, 222); evidentemente interpretaciones
como la anterior niegan cualquier posibilidad de identificar cierta
recreacin intercultural entre razas y castas durante el Mxico
colonial, o por lo menos no haba sido hasta aqu el inters de una
historiografa con un cierto sesgo racista interpretativo, lo que de
alguna manera ocurre inevitablemente por ese afn de repetir
indistintamente lo que las propias fuentes de poca adjetivaban
en relacin a la conducta de los negros y afrodescendientes en la
regin. No obstante lo anterior, resultaba inevitable vislumbrar
las alianzas y uniones entre negros e indios, dada su condicin de
subalternos en la historia colonial, desde el siglo XVII hasta
nuestros das; en este sentido y para aquel entonces, la autora
citada afirma de manera un tanto imprecisa, en un momento que
ubico entre la segunda mitad del siglo XVII: A partir de cierto
momento, se desarroll una heterogeneidad racial en la
poblacin con los negros libres y mestizos, y por esa mezcla
incesante que, a la vez, rebasaba el control del rgimen colonial,
estas uniones libres fueron tambin una forma sutil de
resistencia (Ibid., 223).
Observo entonces a partir de una revisin historiogrfica de la
geografa de la jarana y por los recorridos realizados en esta
regin, que nahuas-negros-popolucas-chinantecos y ayuuks se
vieron compelidos durante siglos a intercomunicarse unos con
otros y a remontarse a las estribaciones de la sierra, ya fuera en
Santa Martha, el volcn de San Martn --Pajapan--, o en las
montaas de Usila, Lachixila, Choapan, Jaltepec y Guichicovi; ya
que, en trminos muy generales, en esta gran regin la dinmica
economa colonial dominante se vio reflejada en coyunturas tales
como:

200 Carlos Manzo


Imagen15. Chivela era otra de las estancias de ganado de las haciendas
del marqus del Valle en el primer altiplano en el centro del istmo, en
pleno territorio zoque ayuuk. Fuente: Shufeldt (1872).
a) La imposicin de haciendas, verdaderos latifundios, merceda-
dos que se tradujeron en grandes estancias de ganado,
aunados a trapiches y cultivo de la caa que desfigur la
montaa y dieron lugar a ese lnguido paisaje llanero del que
algunos prsperos tlacotalpenses se sienten orgullosos.
b) La frecuente exposicin de la denominada costa del
sotavento, desde el Coatzacoalcos hasta Alvarado, a los
ataques de piratas y filibusteros, en una zona de intenso
trfico comercial de exportacin, durante los siglos XVII y
XVIII, incidieron tambin en el despoblamiento indgena de
dichas costas172 y el remontamiento tanto de pobladores

172
Las Villas de Santa Mara de la Victoria en Tabasco y la del Espritu Santo en
Coatzacualco se despoblaron por ese motivo. Los pueblos Ayahualulcos
desaparecieron en su mayora por las congregaciones forzosas, se refugiaron
hacia el lmite con Chiapas, o se mudaron hacia el Coatzacoalcos; como en el

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 201


indgenas y afrodescendientes hacia las denominadas zonas
de refugio.173
c) A diferencia de los bienes comunales de ayuuks, binnizs y
zoques del centro sur del istmo, en el caso de los nahuas y
untaj+y, las compaas deslindadoras se adjudicaron
grandes latifundios que posteriormente, desde finales del s.
XIX, pasaron a dominio total de las primeras empresas
petroleras transnacionales en la regin, como Pearson & Son
y El Aguila.
Una caracterizacin socioeconmica del siglo XX en la regin,
merece un anlisis aparte por la complejidad representada en el
entrelazamiento de la economa petrolera, el ferrocarril
transistmico, la carretera transistmica, la construccin de presas e
hidroelctricas, la migracin hacia el interior de la propia regin
as como al exterior.
Hace 40 aos, Antonio Garca de Len (1976,10), recorri en
visita de campo toda la zona nahua que va desde Alvarado hasta
la parte occidental de Tabasco y para el caso de los nahuas de
Pajapan, afirma que estos llegaron a la regin desde el 800 d.C.
percibiendo que: Desde entonces hasta los primeros das de la
Colonia, se realiza un proceso de nahuatizacin de zoque-mixes;
lo cual deja una profunda huella en el nahua de la regin. Poco
despus con el afianzamiento de la situacin colonial, ocurre la
incomunicacin entre los hablantes de nahua y con ello un ms
rpido proceso de diversificacin dialectal; as como la separacin
total de los popolucas de sus parientes zoques y mixes en
Tabasco, Chiapas y Oaxaca.
Al momento de realizar su estudio Garca de Len se preocupa
ms por demostrar la nahuatizacin del popoluca en la zona de

caso de Cosoleacaque que en 1777 emigr al sitio que hoy ocupa


abandonando su asentamiento original, cercano a la Venta, Tab. Garca de
Len (1976, 18).
173
Expresin de Aguirre Beltrn.

202 Carlos Manzo


Pajapan, Soteapan y Mecayapan, as como de las variaciones
dialectales al interior del nahuatl de toda la regin, aplicando el
anlisis glotocronolgico propuesto por Swadesh, de quien fue
alumno; no obstante, ya con todo el bagaje que la jarana y el son
le impriman a su vida y persona hasta entonces, reparaba en la
influencia africana en las culturas indgenas como bien lo refleja
dentro del folklore musical el Toro Sacamand baile trado a
Veracruz por un negro de la Habana que haba estado forzado en
San Juan de Ulua (Ibid, 138) y que hasta ahora no sale de la zona
olmeca del Norte del istmo.

Conclusiones
En el transcurso de los ltimos aos, en el marco de los
seminarios del programa de doctorado en Ciencias Sociales de la
Universidad de Guadalajara, se han presentado perspectivas
terico metodolgicas que visualizan la posibilidad de un
tratamiento distinto de los estudios regionales. Para el caso del
istmo de Tehuantpec me ha parecido necesario concentrar mi
atencin en propuestas derivadas de los denominados estudios
subalternos, en combinacin con el enfoque sistmico de
economa-mundo, as como con posibles interpretaciones
hermenuticas propias de una cosmovisin indgena que tambin
ha pretendido ser explicada por los denominados estudios
poscoloniales.
De acuerdo con lo anterior, el presente trabajo, contenido en
ocho captulos, refleja una historia de larga duracin, basada en
parte en la propuesta metodolgica de la escuela de los annales;
una historia que ayude a entender el pasado, presente y
expectativas histricas de los pueblos indgenas y no indgenas del
istmo de Tehuantepec.
A partir de la experiencia de campo en la regin, as como de
una percepcin crtica de los modelos de desarrollo, liberales y
neoliberales, que han caracterizado la accin del Estado y de
empresas transnacionales en diversas regiones indias del

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 203


continente, he identificado un conjunto de tres elementos cuyo
estudio me permitir explicar la situacin histrica de los pueblos
en distinto momento, tales elementos son: la comunalidad, la
resistencia indgena y el neocolonialismo. Hemos semblanteado
hasta aqu un conjunto de coyunturas histricas que por distintos
medios y fuentes esperamos abordar a fin de concretar los
objetivos de nuestra investigacin.
Las transformaciones irreversibles en el medio ambiente,
provocadas en gran parte por la instauracin de los modelos de
desarrollo antes mencionados, sobre todo en los ltimos siglos,
tampoco han sido analizadas en su conjunto; una de sus
consecuencias ha sido una situacin de alta fragilidad ecolgica. la
ganadera extensiva, asociada a fuertes cacicazgos regionales, la
apertura de nuevos caminos y carreteras, el impulso irrefrenable
de la industria petrolera, el ferrocarril transstmico, la
construccin de presas e hidroelctricas y, ms recientemente, la
imposicin del megaproyecto Corredor Elico del Istmo,
constituyen parte del viacrucis o ecocidio a que la regin se ha
visto sometida; los saldos ecolgicos de este conjunto de
proyectos que han acompaado al capitalismo en la regin
merecen un estudio aparte.
El conocimiento del diidxaz, la lengua de los binniz,
constituye una ventana que nos permite visualizar, apoyados en
el trabjo de historiadores, lingistas, cronistas y frailes, un
conjunto de permanencias en las mentalidades de comunidades
cuya prctica cotidiana, sobre todo en el medio rural, refleja
elementos de otros tiempos cuyo entendimiento ayuda a
construir una narrativa distinta de la que se ha ensayado a travs
de la historiografa tradicional.
Por lo que respecta al marco terico interpretativo de la
realidad histrica del istmo de Tehuantepec, en el primer captulo
estan claras las lneas de investigacin e interpretacin que
pretendo instrumentar y abordar en el resto del estudio y que, de
alguna manera he empezado a ensayar en estos primeros

204 Carlos Manzo


captulos. He intentado romper hasta aqu con una interpretacin
teleolgica de lo que podra ser en trminos clsicos una historia
del istmo, aunque mi formacin y mi pasin por la historia me
lleve permanentemente a tratar de fundamentar en este sentido
la crnica de hechos pasados o el repaso etnogrfico presente en
la investigacin. Intento entonces una reflexin dialogada con las
fuentes que permita construir una interpretacin hist-
rico-antropolgica de la regin.
De acuerdo con lo anterior, no podra calificar apriori la
utilizacin del marco terico ms adecuado para la comprensin
histrico-antropolgica de la regin del istmo de Tehuantepec o
de cualquier regin indgena de Abya Yala en un contexto de
globalizacin y de crisis mundial del capitalismo en tanto sistema
histrico. No obstante, me he atrevido a proponer la comunalidad
como concepto que ayude a describir el sistema de relaciones en
el modo de vida caracterstico de los pueblos indios.
Independientemente de un tratamiento ms detallado de la
comunalidad en el captulo VIII, conviene adelantar que trato de
utilizar el concepto de la comunalidad como cierta antitesis del
capitalismo, en este sentido es tambin considerada como el
fundamento histrico de la resistencia al neoliberalismo, en
trminos contemporneos.
Desde mi punto de vista los pueblos indgenas u originarios de
la regin del istmo de Tehuantepec son: ikoot, chinanteco,
afrodescendiente, zoque, binniz, chontal, ayuuk, nahua y
untaj+y; su territorialidad va ms all de los tradicionales lmites
municipales e interestatales de aquellos territorios en que
habitan; de hecho, un reconocimiento objetivo de la
territorialidad de los pueblos indgenas u originarios del istmo,
desborda los limites estatales de Veracruz, Oaxaca, Chiapas y
Tabasco, dependiendo del pueblo y la zona que se trate. Adems,
resulta necesario visualizar un conjunto de relaciones
histrico-culturales que ayuden a entender las configuraciones
espacio-temporales de los pueblos y sus particulares percepciones
de la tierra y el territorio.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 205


Imagen 16. 501 aos de cabeza
Fuente: Acervo CIDECI-Unitierra, Chiapas.

La regin del istmo de Tehuantepec constituye un puente


terrestre entre los ocanos atlntico y pacfico, por debajo de la
lnea del Ecuador, ms al norte de Europa y Canad que de los
EEUU, el ms angosto puente de tierra que existe en el territorio
mexicano y en gran parte de Centroamrica; esta particularidad la
ha colocado en el centro de fuertes intereses geoeconmicos y,
por ende, geopolticos desde la instauracin del sistema mundo
capitalista moderno en el siglo XVI, constituyndose en la arena
que escenificara fuertes pugnas en el control monoplico de la
comunicacin interocanica en el transcurso del siglo XIX,
intensificadas por el descubrimiento e inicio de la industria
petrolera en el istmo jarocho, as como por el establecimiento de
la comunicacin transstmica ferroviaria, todo ello en un contexto
modernizador porfirista que iniciara una de las etapas ms
intensas del etnocidio en la regin.
He resaltado en esta primera parte la importancia primordial
que tiene la zona de la selva de los Chimalapas, en el nimo de
llamar la atencin sobre la necesidad de su fortalecimiento y

206 Carlos Manzo


conservacin como corazn ecosistmico de la totalidad de la
regin, tanto para la vertiente del Atlntico como para la del
Pacfico. Ms all de la riqueza que representa su biodiversidad, al
parecer ms importante que la de Montes Azules en Chiapas, nos
interesa tambin destacar la grave irresponsabilidad con que
dependencias gubernamentales estatales y federales tanto de
Oaxaca como de Chiapas, Tabasco y Veracruz--, permiten acciones
que atentan contra dicho ecosistema y promueven el saqueo
indiscriminado de sus recursos as como del denominado
patrimonio biocultural de los pueblos indgenas que en ella
habitan desde siglos.
Me he permitido proponer tambin en esta primera parte el
concepto de contornos autonmicos, para referirme a aquellos
espacios que desde la propia visin de los pueblos indgenas
permiten el fortalecimiento y la recreacin, en veces armoniosa y
en veces conflictiva, de su comunalidad; se trata por lo general de
aquellas zonas que se encuentran un poco ms incomunicadas o
alejadas de los grandes centros urbanos y vas principales de
comunicacin, con una cierta homogeneidad cultural en trminos
de su situacin en tanto comunidad indgena, con un alto
porcentaje de hablantes de la lengua indgena y con un amplio
nivel de participacin comunitaria en sus asambleas y, por ende,
con una relativa solidez, ausencia de cooptacin, corrupcin o
corporativismo, de sus autoridades comunales.
Probablemente los casos ms patticos de etnocidio y ecocidio
de Estado que hayamos presenciado en la regin y en el pas sean
los de la construccin de las presas; los testimonios de los ltimos
habitantes de Guigu Yuxhi, han sido suficientes para demostrar
como en este caso, al igual que en la Chinantla y la zoque de
Tuxtepec y Chiapas, respectivamente, los efectos fueron y siguen
siendo sociocultural y ecolgicamente desastrosos. No obstante,
el Estado insiste obcecadamente en continuar con el mismo
modelo como lo pretende hacer con el reciente proyecto de la
presa Paso de la Reina o bien con los proyectos de minera a
cielo abierto, tambin promovidos en complcidad con las

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 207


Empresas Transnacionales, en este caso en su mayora
canadienses.
El 18 de octubre de 2009, los ikoots de San Mateo del Mar
fueron recibidos a balazos por los habitantes de Huilotepec
municipio binniz--, en un intento por desbloquear el nico
camino que permite la salida por tierra de su territorio, el saldo
fue de un herido de bala por parte de los ikoots; el Comisariado
de Bienes Comunales de San Mateo del Mar, por decisin de su
asamblea comunal, no ha firmado ningn tipo de contrato con las
empresas transnacionales que participan en el Corredor Elico del
Istmo y mantiene procesos jurdico agrarios con Santa Mara y
Huilotepec por lmites, lo que tambin imposibilita legalmente a
estas comunidades a entrar al megaproyecto.
Ms all de las perspectivas terico analticas propuestas que
nos permitan un abordaje objetivo de nuestra regin de estudio,
se exige la necesidad de un seguimiento participativo en campo
que ayude a explicar y a entender las particularidades de la
resistencia al etnocidio, ah en donde existe tal y contribuir, de ser
posible, a fortalecerla. En el peor de los casos se exige tambin
cierta acidez intelectual o lo que tradicionalmente se conoce
como higado, para no inmutarse ante la galopante e irreparable
prdida de los ltimos resquicios para el ejercicio de nuestra
utopstica india.
Hoy observamos en el Istmo de Tehuantepec la transforma-
cin global de una regin india que asiste a su ltima cita con el
neoliberalismo, en un contexto nacional y regional de extrema
violencia; el Estado mexicano ha anunciado y experimentado en el
sexenio de Felipe Caldern, una disparatada guerra contra la
delincuencia, el crimen organizado y el narcotrfico cuyos costos
suman hasta hoy ms de sesenta mil vidas, denominadas en el
argot oficial como vctimas colaterales. En este contexto se han
decretado reformas a las leyes de seguridad pblica, aprobndose
entre otras medidas la pertinencia de la actuacin de elementos
del ejrcito y la marina para realizar labores de polica para la

208 Carlos Manzo


detencin de presuntos delincuentes entre la poblacin civil. Los
gobiernos federal y de los estados han implementado estrategias
conjuntas de seguridad pblica, lo cual ha implicado el
desmantelamiento de corporaciones policiacas estatales y
municipales por su vinculacin con el narcotrfico. En este
contexto, el pasado mes de octubre, ante la negativa de indgenas
binniz de Unin Hidalgo para la instalacin de aerogeneradores
en sus parcelas, dentro del distrito de riego No. 19, los
empresarios en coordinacin con personal de seguridad
contratado por las empresas, acompaados de policas
municipales y del estado de Oaxaca , han intentado en dos
ocasiones intimidar y amedrentar a los propietarios de las tierras
llegando incluso a la confrontacin, disparando la polica contra
los manifestantes de donde han resultado, el pasado 28 de
octubre, la muerte imprudencial de Reynaldo Ordaz Velsquez,
originario de la comunidad de La Venta y empleado de la
empresa, as como varios heridos y lesionados. Se ha vuelto
entonces una accin cotidiana de gobierno, el uso de una suerte
de paramilitares y guardias blancas por parte de las empresas
transnacionales, con todo el sistema estatal y federal de
procuracin de justicia utilizado para criminalizar a las y los
dirigentes del movimiento de resistencia antielica y de otras
lucha de defensa de tierras en comunidades indgenas como
Chimalapas, contando, dicha criminalizacin de luchas sociales,
con la anuencia en Oaxaca del gobierno del estado y de algunas
autoridades municipales, como en los casos de Juchitn y Unin
Hidalgo.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 209


210 Carlos Manzo
Segunda parte
Resistencia india y neocolonialismo

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 211


212 Carlos Manzo
Captulo IV
La resistencia de los Binnigula'sa':
hacia una interpretacin decolonial

Introduccin
La regin del Istmo de Tehuantepec quedaba comprendida en la
denominada poca colonial (ss. XVI-XVIII), dentro de los lmites
territoriales del obispado de Oaxaca. De acuerdo con la divisin
poltico territorial novohispana, colindaba hacia el oriente con la
provincia de Chiapas y Tabasco, en este sentido, fue considerada
como regin de frontera con la capitana de Guatemala. Esta
situacin y apreciacin, sin embargo, no obst para la intensa
interaccin humana o si se quiere comercial y sociocultural, entre
el Soconusco, el sur del Istmo, el centro-norte de Chiapas, la
chontalpa tabasquea en un corredor que inclua a la laguna de
trminos en Campeche; la prehispnica vocacin comercial de los
binnigula'sa' del Istmo -- asentados siempre sobre las rutas de
paso al Soconusco y Chiapa, ahora de Corzo--, ha constituido y
constituye el motivo principal de su presencia en los principales
pueblos y puertos o puntos comerciales de toda la regin. Las
rutas prehispnicas de la sal, por ejemplo, definan una otra
geografa humana y econmica que vino a ser trastocada y
refuncionalizada en el contexto de los inicios de la dominacin
colonial; al igual que la imposicin del cristianismo en el
pensamiento religioso indio, el impacto de la imposicin del
modelo monetizado peninsular en los mercados y tianguis de
indios vino a trastocar formas materiales cotidianas del modo de
vida comunal y cierta realidad econmica y espiritual de los
pueblos.
En este trabajo presento un ensayo historiogrfico que da
seguimiento a varias rebeliones indgenas a lo largo de la poca
colonial. El Istmo era parte de una periferia que muy seguido sala
del control de las autoridades gracias a la cuasi permanente

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 213


actitud rebelde de los binnigula'sa' tehuanos, los chontales, los
ayuuks, ikoots y binnizs de Juchitn. Por lo que respecta al norte
del Istmo, las comunidades nahuas, untaj+ y los
auto-denominados odept, ms conocidos como zoques,
tambin presentaron cierta resistencia anticolonial en distintos
siglos, lo cual sin embargo no pudo evitar los graves daos
ecolgicos que, primero, la ganadera y despus el petrleo han
propiciado en la totalidad de la regin, aunque con un impacto
ms devastador en el denominado Istmo jarocho.
El siguiente anlisis es el resultado de un ejercicio de sntesis
histrica de la realidad colonial, desde una perspectiva de larga
duracin. La bsqueda de una interpretacin decolonial174 de la
historia del Istmo, me ha permitido escudriar entre autores y
archivos para realizar una lectura diferente de procesos y/o
coyunturas de resistencia de los indios, desde el pensamiento
religioso, el anlisis de las rebeliones y la economa.
En octubre de 2008, Walter Mignolo present una propuesta
interpretativa de la modernidad colonial175, en donde resaltaba
como ejes principales de su instauracin en Abya Yala,176 en tanto

174
Sigo aqu la conferencia magistral impartida por Walter Mignolo en el
Paraninfo de la Universidad de Guadalajara, el 13 de octubre de 2008; en
proceso de edicin. Ante las reacciones de diversa ndole que se presentarn
por el uso del trmino decolonial, coincido con Mignolo (2008: 11) al
considerar que: descolonizar significa entonces descolonizar la retrica de la
modernidad que esconde la lgica de la colonialidad; descolonizar implica
trabajar en cada una de las esferas y en las relaciones que mantienen entre
ellas en los procesos de manejo y control imperial de la colonialidad. De
modo que el sentido de opcin descolonial, pensamiento descolonial y
descolonialidad slo tiene sentido en confrontacin con y desprendimiento
de la matriz colonial de poder.
175
Estamos asumiendo como modernidad colonial, la de una historia sin cortes
que viene fundamentalmente desde el siglo XVI, precisamente, desde el lado
oscuro del renacimiento, parafraseando a Mignolo.
176
Abya-Yala es el nombre con el que los indios Cun de Panam denominan al
continente americano en su totalidad. Significa Tierra en plena madurez y
su uso, rpidamente extendido entre los pueblos indgenas, denota su

214 Carlos Manzo


matriz colonial de poder, por un lado, el racismo y, por el otro, el
patriarcado. Lo anterior viene al caso, pues para realizar la tarea
propuesta, hemos revisado fundamentalmente algunos
elementos del proceso de deconstruccin y a la vez de
reconstitucin de la cosmovisin india en contextos de
dominacin y de modernidad colonial y neocolonial.177 Considero
que existen suficientes referencias bibliogrficas, etnogrficas y
de archivo que nos permiten analizar, por ejemplo, la
imposicin/adopcin sincrtica del cristianismo y las resistencias
o heterodoxias generadas en respuesta a los dos ejes de
dominacin caracterizados por el racismo y el patriarcado, antes
mencionados.
Ante la invasin europea y las diversas formas de imposicin
de la visin cristiano-occidental, el nivel ms intenso de la
resistencia indgena en Abya Yala ha sido desde el siglo XVI el del
pensamiento, es decir, el de las mentalidades, constituidas stas
por lo que tambin entendemos por cosmovisin de los pueblos.
Para ilustrar lo anterior analizaremos el caso de la cultura z178 a
travs de definiciones en nuestra lengua el diidxaz, y algunas
transformaciones relativas a la religin, al espacio-tiempo y a
algunas de sus formas de manifestacin sociopoltica en su
historia, como son los casos de la rebelin y de la comunalidad.179
Adems de reinterpretar algunas rebeliones 180 como
expresiones coyunturales o acontecimientos que expresan un
momento importante de la resistencia indgena, en su sentido de

resistencia a someter su identidad a la voluntad de sus invasores y sus


herederos, Ceinos, 1992: 7.
177
En este ensayo es mi intencin concentrarme sobre todo en el denominado
periodo colonial, Ss. XVI-XVIII.
178
Por cultura z entenderemos generalmente las expresiones contemporneas
de la cultura zapoteca o binniz.
179
He explicado en breves artculos (Manzo, 2008, 67-71) lo que representa y
significa el concepto de la comunalidad.
180
Para el caso del sur del Istmo, en este captulo nos referiremos a la rebelin
de Tehuantepec (1660-1662).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 215


oposicin a la imposicin violenta de cualquier elemento ajeno a
dicha cosmovisin india, nos interesa destacar expresiones de
larga duracin que nos ayudan a entender dicha resistencia. Trato
de explicar mbitos comunitarios de comunalidad que definen
histricamente contextos socioculturales y por ende
sociopolticos, cuya dinmica slo puede explicarse en la larga
duracin. Para lograr este tipo de explicaciones nos apoyaremos
fundamentalmente en algunas fuentes documentales, de archivo,
bibliogrficas, nuestro conocimiento de la lengua y parte de
nuestra experiencia en campo.
Por lo que respecta a las fuentes documentales de archivo, he
tenido un primer acercamiento con documentos de algunos
ramos del Archivo General de la Nacin (AGN)181 y del Archivo
General de Indias (AGI)182, con la finalidad de explicar algunas
transformaciones en la vida de las comunidades durante la
denominada poca colonial, en el transcurso de el largo siglo XVI y
los siglos XVII y XVIII. Con relacin al primero de estos archivos,
me interesa destacar situaciones de conflicto, derivadas de las
imposiciones de los dominicos, el clero y las autoridades
virreinales novohispanas, en general, as como de las pugnas por
posesin y/o despojo de las tierras, salinas y otros recursos
naturales que los pueblos indgenas de la regin requeran como
medios de subsistencia, casi siempre aprovechndolos de manera
colectiva, comunitaria o comunal.
Para el caso del Archivo General de Indias, he trabajado sobre
todo fuentes que se refieren a la rebelin de Tehuantepec en
1660-1662183, tratando de complementar esta informacin con

181
Algunos de los ramos a que nos referimos son: Tierras (XVI-XVIII),
Congregaciones (XVI), Indiferente Virreinal, Indios (XVI), Inquisicin XVI-XVIII
y la seccin de Mapoteca XVI-XVIII, entre otros.
182
Sobre todo del ramo Mxico, vol. 600.
183
La mayor parte de los documentos a que me refiero se encuentran ya
publicados en Daz-Polanco y Manzo, 1992. No obstante, intentaremos
acceder a fuentes de este mismo archivo que para el siglo XVIII ya han sido
trabajadas parcialmente por Franch (1993).

216 Carlos Manzo


algunos expedientes de inquisicin que ilustran el contenido de la
resistencia india en lo que respecta a la mentalidad o
pensamiento religioso; ambas documentaciones, merecen una
lectura aparte para explicar brevemente algunas caractersticas
de lo que denomino resistencia india en esta regin durante los
siglos XVII y XVIII.
Por lo que se refiere a una parte importante de la bibliografa
consultada para la comprensin del tema de la resistencia
indgena, existen algunos ttulos que pueden considerarse
fuentes de poca, que muestran distintos planos de la vida y
pensamiento de los pueblos indios antes y durante gran parte del
denominado periodo colonial, me refiero a los conocidos trabajos,
entre otros, ya clsicos de los frailes franciscanos y dominicos
como Burgoa (1989[1674]), Crdova (1987 [1578]), Sahagn
(2006 [1582]184), Las Casas (2004 [1552]185).
A excepcin del trabajo de Burgoa, las obras citadas tienen en
comn la realizacin de un cierto ejercicio etnogrfico propiciado
por la participacin de sabios ancianos que dieron su palabra para
explicar los diferentes tpicos a que hacen referencia los autores,
quienes, conocedores de la lengua de sus informantes, realizaron
un ejercicio de traduccin y transcripcin de ideas y palabras.
Sobra decir que en todas las interpretaciones que los frailes
hacan, sala a relucir la negacin y discriminacin contra todo
pensamiento religioso del indio que inmediatamente era
calificado de idoltrico y de necesaria erradicacin, que,
finalmente, constitua uno de los principales objetos de su funcin
evangelizadora.

184
Con relacin a la obra de Sahagn, como seala Angel Ma. Garibay en el
proemio a la undcima edicin de Porra: la redaccin comenzada hacia el
1570, estaba terminada por el 1582 (Garibay, 2006,5), la primera impresin,
sin embargo, solo fue posible tres siglos despus.
185
Es el ao en que el propio Las Casas public su Brevsima relacin de la
destruccin de las Indias (O, Gorman, XIV, 2004).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 217


A pesar del tesonero esfuerzo de frailes, obispos y sacerdotes
catlicos por lograr llevar a buen puerto la denominada
conquista espiritual 186 o colonizacin del imaginario 187 ,
considero que existen suficientes elementos para confirmar en
nuestra regin de estudio una fuerte presencia del pensamiento
religioso indgena. La permanencia de elementos culturales que
Ricard (2005: 387) considerara paganismo precortesiano, en
realidad constituyeron prcticas religiosas generalizadas que se
mantuvieron vigentes, hasta bien entrado el siglo XVIII en la
mayora del obispado de Oaxaca, como los propios obispos lo
reconocan en su momento. Franch, (1993: 18), llama la atencin
al respecto en los siguientes trminos: En 1688, siendo obispo de
Oaxaca don Isidoro Sariana y Cuenca, al dar cuenta al papa
Inocencio XI de su visita a los curatos regentados por dominicos
en su dicesis, seala la evidencia de prcticas idoltricas. La
causa de que estos sacrificios y ritos se siguiesen practicando era,
en opinin del obispo, la falta de ministros que predicasen con la
necesaria frecuencia.
Adems de lo anterior, en lo que respecta a las tareas
evangelizadoras en las sierras menos accesibles del obispado,
reporta este autor que para inicios del siglo XVIII, apenas haban
sido nombrados ministros permanentes en las jurisdicciones de
Choapan, en la zona Mazateca /Chinanteca; Quetzaltepec, en la
Mixteca, Caxonos en la sierra Z, Villa Alta tambin en la sierra y
Juquila y Totontepec en la costa Mixteca; en su desesperacin,
adems de esta ausencia, el obispo Maldonado propuso al Virrey
imponer la pena de muerte al indio que realice ritos de
idolatra.188 Para los casos de rebeldes y amotinados la pena de
muerte ya haba sido implementada desde el siglo XVI; de hecho
todo este y otro amplio conjunto de medidas punitivas eran en
cierto sentido de herencia medieval. En este sentido, de acuerdo

186
Tomo prestado aqu el ttulo de la obra de Ricard (2005, [1947]).
187
Como le denomina Gruzinski (1988).
188
AGI, Mxico, vol. 882, cuaderno 21, f. 4r, 1704, en Alcina, 1993: 19.

218 Carlos Manzo


con David Tavrez (2011), en la segunda mitad del siglo XVII
(1676), el Obispo Toms de Monterroso haba pedido, en una
carta dirigida a Clemente X, que se le permitiera azotar a
indgenas idlatras reincidentes hasta el punto de la muerte
(171); sealando este autor que no se ha encontrado hasta ahora
registro escrito de la respuesta del pontfice a esta cruel
peticin.189
Podemos afirmar tambin que el intenso trabajo de los
inquisidores en sus distintas etapas 190 de accin vigilante y
punitiva no fue suficiente para proscribir, entre otras
manifestaciones comunitarias, las multitudinarias romeras y
ceremonias que hasta nuestros das se continan realizando en la
mayora de santuarios de origen prehispnico y que por
sincretismo del pensamiento indgena, cristiano y afromestizo se
mantienen, como son los casos de Otatitln, Esquipulas,
Tlacotepec, Tila y Juquila,191 por mencionar algunos. En los casos
de Otatitln y Tlacotepec el lani, o fecha con que corresponde la
celebracin, es el 3 de mayo. Al santuario de Esquipulas, ubicado
en la frontera noreste de Guatemala con Honduras, los binnizs,
al igual que muchos otros pueblos, han asistido durante siglos
--suponemos que desde antes de la poca colonial--, para celebrar
el 15 de enero; Juquila, tambin constituye un centro ceremonial
mesoamericano, donde antes que a una virgen se veneraba al sol

189
Esta informacin aparece citada en Tavrez, Op. Cit. Tomada del Archivo
Segreto Vaticano, Segretaria di Stato, Vescovi e Prelati 62, 124r-27r.
190
Tomo como parte de nuestro marco temporal para este captulo uno de los
cuatro proyectos cclicos de extirpacin en Mxico y Oaxaca 1521-1771,
propuestos en su estudio por Tavrez , en donde coincidimos y nos interesa
destacar el tercer ciclo que inicia con la rebelin de Tehuantepec en 1660 y
que, de acuerdo con el autor citado, se caracteriza por un recrudecimiento
en las tcticas punitivas contra la idolatra ejemplificado por el
establecimiento de la prisin perpetua de idlatras en la ciudad de Oaxaca
(Tavrez, 2005, 39).
191
En todos estos casos, a excepcin de Juquila, se venera a cristos negros, que
de acuerdo con Carlos Navarrete, suplantaron a Yacateculi o dios del
comercio que tambin era de color negro (Navarrete inf. Personal).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 219


en su fiesta que coincida con los inicios del mes de diciembre,
probablemente el octavo da de este mes, como actualmente se
sigue celebrando. De la Cruz (2001), tampoco pudo pasar
desapercibida la importancia de la veneracin al dios del comercio
en el santuario de Esquipulas por parte de los binniz en la
actualidad, argumenta que el cristo negro que se venera en
Xadani y otros puntos del Istmo192 fue trado de Guatemala,
seala este autor en su informe: Sin embargo, la fecha que
debemos considerar definitivamente como una sobrevivencia de
una conmemoracin calendrica de los binniz es el 15 de enero,
que se celebra tanto al sur de Xadani en la orilla de la laguna
superior-, a cuatro kilmetros del centro de esta poblacin, como
en la lejana Esquipulas, en Guatemala, cerca de las fronteras con
Honduras y El Salvador (De la Cruz, 2001, 322).
Hasta hoy, no es de extraar que alguna seora o seor
siempre caminando se presente en las casas del Istmo saludando
y solicitando un socorro para santuario, un bastn y una jcara
cubierta con un paliacate ocupan sus manos, los de la casa le
brindaran unas monedas y un vaso de agua, si fuera el caso, para
continuar su peregrinar que lo llevara a 'cumplir su promesa' de
llegar a visitar y agradecer, generalmente por la vida, al Cristo
Negro de Esquipulas.193
Sirva este adelanto como una breve introduccin que precede
a una serie de episodios de la historia colonial, tratando de
resaltar el tema de la cosmovisin india, en un intento de
interpretacin distinta de la imposicin del ya largo proceso de
dominacin colonial, como veremos enseguida.

192
Tambin se venera a Cristos negros en Sto. Domingo Chihuitn y Santiago
Astata, donde celebran su fiesta en vsperas de la semana santa.
193
Impresionado por la cansada imagen del peregrino preguntaba de nio a la
abuela. --Xi canayuunibe ya xa'?-- (Que hace el seor abuela?)
--Cananaababe guuna' ti cheebe xquii seor-- (Pide limosna para visitar el
santuario del seor).

220 Carlos Manzo


IV.1 Xquendabiaani Binnigulasa ne Binniz
La Cosmovisin Binnigulasa y Binniz

Desde la palabra y voz de los cronistas y frailes del siglo XVI en


distinto momento de la invasin peninsular a Anhuac, el
Tawantinsuyu o bien Abya Yala, que tambin ha sido entendida
tradicionalmente por otros historiadores como conquista 194 ,
descubrimiento195 y/o encuentro de dos mundos, mucho se ha
dicho de la idea que los pueblos indios tenan con relacin a la
proftica llegada o regreso de Quetzalcatl, al grado de
convertirse ya en una visin mtica que pretende justificar, desde
la visin occidental, el advenimiento e imposicin del cristianismo
en estas tierras, tratando de dar a entender una cierta mimesis
entre Jesucristo y Quetzalcatl, de ello dio cuenta Las Casas como
sigue:
y era hombre blanco crecido de cuerpo, ancha la frente, los
ojos grandes, los cabellos largos y negros, la barba grande y
redonda.y desde Guazacualco de donde los torn a enviar,
y entre otras doctrinas que les di fue que dijesen a los vecinos
de la ciudad de Cholola que tuviesen por cierto que en los
tiempos venideros haban de venir por la mar, de hacia donde
sale el sol, mediante las estrellas, unos hombres blancos con
barbas blancas, como l y que seran seores de aquellas
tierras, y que aqullos eran sus hermanos. Los indios siempre
esperaron que se haba de cumplir aquella profeca, y cuando
vieron los cristianos, luego los llamaron dioses, hijos y
hermanos de Quezalcatl; aunque despus que conocieron y

194
Como se maneja en la mayor parte de la historiografa ya clsica de la poca,
vase por ejemplo los ensayos compilados en Winter y Zeitlin (1994).
195
El uso de estos tres trminos por parte de la historiografa tradicional:
conquista, descubrimiento y/o encuentro, presenta toda una connotacin
que pretende legitimar el derecho de invasin, represin y despojo de
tierras y recursos de los pueblos indgenas en el curso del largo proceso de
dominacin colonial.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 221


experimentaron sus obras no los tuvieron por celestiales,
porque en aquella misma ciudad fue sealada, y no otra hasta
entonces igual en las Indias, y quiz ni en mucha parte del
orbe, la matanza que los espaoles hicieron (Las Casas, 2004,
70).
Ms all de esta impresin presente en gran parte de la
historiografa que se refiere al largo siglo XVI, nos interesa
destacar cmo para el caso de los mexicas, binnigulasa
(zapotecos) y tambin para la mayora de los pueblos de Abya
Yala (Amrica), la resistencia al pensamiento cristiano-occidental
del invasor se vio representada en la permanente recreacin y
reinterpretacin de elementos de su propia cosmovisin. El caso
de las peregrinaciones prehispnicas al cerro del Tepeyac, donde
los indios veneraban a Tonatzin y su conversin, recreacin y
reinterpretacin de la virgen de Guadalupe, es muy ilustrativo en
este sentido (Gruzinski, 2003, 104).
A este respecto otros autores ya han expresado que: al
principio, los indios confundieron a Corts con el dios
Quetzalcatl de regreso al seno de los hombres, y clasificaron a
los extranjeros entre los teles, en una categora divina,
designndolos con el nombre que reservaban a sus dolos. A
partir de esta percepcin podemos decir, parafraseando a
Gruzinski que desde los primeros tiempos, cubrieron al invasor
con su propia concepcin de la representacin y de lo divino
(Gruzinski, 2003, 59). Esto ltimo considerado como una
necesidad ante la supuesta ausencia de conceptos en la
mentalidad indgena, que les permitiera entender la naturaleza de
la presencia espaola, visin esta ltima con la que no estamos
de acuerdo dada la complejidad del pensamiento religioso de los
indios, que fue satanizado y, a toda costa, destruido para tratar
de erradicarlo de la nueva cosmovisin que reiniciaba con la
invasin, como ya han sealado otros autores al tratar de explicar
las causas de la imposicin colonial peninsular (Romero, 1994,
227).

222 Carlos Manzo


De acuerdo con Romero Frizzi (1994: 229), la confusin
indgena con relacin al retorno de Quetzalcatl, ha sido
utilizada como argumento para explicar la actitud pasiva de los
aztecas, como razn de las alianzas entre indios y espaoles y
muchas de sus actitudes durante la temprana era colonial.
Lpez-Austin (1994: 68) va an ms lejos al afirmar: La nueva
poca corresponda ya al fin del mundo. El dios que los haba
abandonado para irse a oriente regresaba en la fe cristiana con
los espaoles, ante quienes ellos reclamaban el respeto a su
antigua propiedad de la tierra. Mantendra, sin embargo, mis
reservas al considerar el sentido de la propiedad a reclamar
aludida por el autor. Creo que esta reflexin viene al caso ya que,
aunque los trminos de la invasin y colonizacin fueron
diferenciados relativamente entre la meseta central y el Istmo,
guardan muchas similitudes a nivel de la cosmovisin expresada
en el uso y manejo de los calendarios y su asociacin con
deidades tambin semejantes.
Inagotable y detallada se presenta la cosmovisin indgena en
el siglo XVI de acuerdo con las crnicas existentes de esa poca y
estudios que hasta la fecha se realizan, relativos a la indivisible
percepcin de la vida en sus mbitos fsico espacio-temporal--, y
poltico-religioso. La principal tarea de los primeros frailes que
arribaron al continente fue la de identificar -para despus
proscribir y erradicar- el pensamiento religioso de los pueblos
indios asentados en estas tierras. Es por ello que encontramos en
sus trabajos libros enteros y captulos referidos a dicha
identificacin y tratamiento.196

196
As, por ejemplo, Bartolom de las Casas, escribi:Y para que se tenga
noticia de los dioses que aquellas tan infinitas naciones tenan y adoraban, es
de tomar por regla general que por todo aquello que se sabe de aquella
vastsima Tierra Firme, al menos desde la Nueva Espaa, y atrs mucha tierra
de la Florida y de la de Cbola, y adelante hasta los reinos del Per inclusive,
todos veneraban el Sol y estimaban por el mayor y ms poderoso y digno de
los dioses (Las Casas, 2004: 62). En su Primer Nueva Cornica y Buen
Gobierno, publicada en 1613, Guaman Poma, denota tambin como entre

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 223


Despus de revisar un amplio conjunto de relatos acerca del
mito de origen de los binniz, De la Cruz escribe: Estamos pues
en presencia de un mito de origen solar que evidencia un culto al
dios Sol, Copijcha, como dios creador de los hombres
mesoamericanos, a quien se llama tambin Lo, principio de
toda cosa (De la Cruz, 2007, 184).
Para el caso de lo que fuera el obispado de Oaxaca, existen
estudios que han demostrado cmo algunos elementos de las
prcticas religiosas prehispnicas mantuvieron profusa vigencia
durante los tres siglos de la denominada poca colonial,197 con
intentos de extirpacin por los religiosos catlicos que iban desde
la represin fsica, la muerte y la prisin, como ya ha sido
demostrado por algunos estudios que al referirse a las
permanencias de este importante elemento de la cosmovisin
india le denominan heterodoxia indgena (Zaballa et. al., 2005).
Algunos autores denominan tcnicas punitivas a las formas
de represin instrumentadas por la inquisicin durante tres siglos
de dominacin colonial novohispana en Anhuac y el
Tawantinsuyu, es decir, Abya Yala, independientemente de que
son mltiples las manifestaciones del racismo expresado por los
curas novohispanos, regulares o seglares, en contra del
pensamiento y cosmovisin india; as se percibe en Oaxaca en la
correspondencia entre los religiosos catlicos y las autoridades
coloniales, a propsito de su justificacin para la construccin de
su crcel perpetua para idolatras', hacia la segunda mitad del
siglo XVII, como lo refiere Tavrez citando la palabra del obispo de
ese entonces:

los quechuas se consideraba a Inti Raimi como el principal de sus dioses


celebrando su fiesta y pascua, capac inti raimi, precisamente en el mes de
diciembre, en su momento seal este autor:que de todo el cielo de las
planetas y estrella y cuanto ay, es rrey el sol y ac capac quiere decir rrey, inti,
sol, raymi, gran pascua. Y ac hemos dicho de coya raymi de la fiesta y pascua
de la luna(Guaman Poma, *1613+,1980: 233).
197
Cfr. Franch (1993), De la Cruz (2007).

224 Carlos Manzo


el ms oportuno remedio para tan grave y pernicioso dao,
es que se haga en esta ciudad una crcel perpetua donde
esten reclusos los dogmatistas y maestros: porque el castigo
de azotes y afrenta pblica no les hace fuerza: relajarlos al
brazo secular para castigos capitales, no cabe: porque los hace
imunos de estas penas el estado de nefitos, que todava
gozan por su cortsima capacidad. *+ Y as seor, la pena ms
conveniente es extraerlos y sacarlos de sus pueblos y casas;
porque a proporcin de lo mucho que aman la miseria de sus
rincones, les es esta separacin muy sensible. Dejar estos
maestros en sus pueblos es dejar en ellos el principio de la
roa: pasarlos a otros tiene el peligro de que inficionen a los
sanos. Depositarlos en los conventos de religiosos de esta
ciudad *+ es remedio en obispados menos infectos donde
ocurre uno y otro de estos maestros; pero no en ste, donde
est tan crecido el dao.198 (Tavrez, 2005, 49).
Pareciera, a primera vista que el razonamiento colonial que
pretende justificar el encarcelamiento de los indios ministros en
resistencia, idlatras como le denominaban los dominicos en ese
entonces, prevaleci durante el resto del perodo colonial, e
incluso hasta recientemente, es decir, los mtodos represivos de
supuesta gobernabilidad como el encarcelamiento y destierro no
han variado en su aplicacin, mutatis mutandis, al presentarse en
contra de lo que se ha dado en nombrar ltimamente el
movimiento indgena nacional.
El obispo Sariana, autor de las lneas arriba citadas, al
referirse a los indios en estado de 'neofitos... por su cortsima
capacidad', denota precisamente elementos y calificativos
caractersticos del racismo y del patriarcado, que ya he
mencionado antes. Para el caso que aqu analizamos interesa
destacar la recurrencia a esta tcnica punitiva utilizada por los

198
Carta del obispo Sariana a SM, 13 de marzo de 1686, AGI, Mxico, vol.
357, citado por Tavrez (2005, 49), cursivas mas.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 225


obispos de Oaxaca para recluir idlatras reincidentes hasta
mediados del siglo XVIII (Tavrez, 2005, 49).
En este caso de la crcel perpetua para idolatras, Tavrez
relaciona su instauracin como una secuela de la rebelin
multitnica de Tehuantepec en 1660 y 1661; al parecer la
expansin de esta rebelin a las provincias de Nexapa y,
posiblemente a Villa Alta199, merece un estudio ms detallado de
fuentes hasta ahora inditas.200 Ms adelante analizaremos en
detalle algunas de las caractersticas de este contexto de rebelin,
que hasta el momento no ha sido directamente relacionado, en la
historiografa al respecto, con casos de idolatra.
En trminos cuantitativos, que realmente poco indican sobre
la socializacin de la religiosidad indgena, se ha documentado la
existencia de 112 jueces civiles o eclesisticos involucrados en
causas de idolatra y supersticiones en Oaxacalos que investigan

199
Como se puede apreciar en otras fuentes ya publicadas del AGI, Mxico, 600;
Cfr. Daz Polanco (1992).
200
Tavrez afirma, en comunicacin personal, que no se han encontrado hasta el
momento pruebas documentales fehacientes acerca de la extensin de la
rebelin de 1660 a los queche Caxonos, Nexitzos y Bixanos de Villa Alta;
refiere entonces la necesidad de adoptar las conclusiones del estudio de
Zeitlin (2005; 171-184)) que sugiere la exageracin de los cronistas de esta
rebelin con respecto a su escala; no obstante, me parece que es importante
dimensionar el hecho de que el anlisis, juicios y la aplicacin de los
castigos y sanciones a los rebeldes aplicados por Montemayor despus de su
salida de Oaxaca, en viaje hacia el istmo, empiezan por Villa Alta e Ixtepeji,
antes de su llegada a Nexapa. Por otra parte, como sealo ms adelante, en
la Real Crcel de la Corte, en la ciudad de Mxico, tambin se encontraban y
fueron liberados Don Juan Ambrosio Baltazar, Garca de Santiago, Don
Andrs Hernndez y Hernando de Santiago, originarios de la jurisdiccin de
Ixtepeji y vctimas de las medidas dictadas por Montemayor para pacificar la
rebelin (Cfr. AGI, Mxico, 41, N. 44, en donde figuran sendas cartas del
Virrey de Mancera al Alcalde de la Real Crcel de la Corte, de Agosto 26 de
1664, as como las respuestas de Montemayor a la ordenanza de liberacin;
consultada en http://pares.mcu.es/pares, en noviembre de 2010).

226 Carlos Manzo


a unos 650 especialistas rituales en la dicesis de Oaxaca201, todo
esto en el periodo que va de 1527 a 1817 (Tavrez, 2005: 40).
Por otra parte, las distintas percepciones que del tiempo y el
espacio vivieron los pueblos de la cultura z, durante por lo
menos 25 siglos, anteriores a los ltimos cinco de dominio
colonial, ha sido ya analizado y comunicado en detalle en la
multicitada obra de Vctor de la Cruz (2007), a propsito de su
estudio y magna obra sobre cosmovisin, religin y calendario.
No obstante, considero prudente intentar recrear un breve
anlisis sobre la religiosidad zapoteca en contextos de dominacin
y resistencia decolonial. Para ello, pretendo explicar dicha
resistencia en la poco explorada situacin histrica personal, en
cierto sentido, de Cocijop, conocido en la historiografa como
ltimo Rey de la Zapoteca (Burgoa, *1674+, 1989).

IV.2 Gozixoopii, Cocijopi, ni zaniru bidxil


Primera huella de la resistencia
Hubo en otro tiempo202 un rey zapoteca nombrado doce jaguar,
que seguramente debi su nombre a su ao de nacimiento y al
nahual o bidxaa con que se le asociaba desde su nacimiento;
costumbre esta ltima de nombrar as a personalidades de la
nobleza, que al parecer se mantuvo por lo menos hasta
mediados del siglo XVIII, tiempo este al que corresponden la
mayora de libros adivinatorios confiscados por la inquisicin en
diversas zonas de comunidades binnizs y ayuuks, escritos en sus
lenguas, y que hasta ahora han sido parcialmente trabajadas por
Franch (1993).203 Con relacin a la creencia y costumbre del

201
El Obispado de Oaxaca para esta poca comprenda prcticamente todo el
Istmo de Tehuantepec, incluyendo la regin de Los Tuxtlas, La Mixteca,
Sierras y Costa de lo que actualmente es este estado del pas.
202
El denominado por los arquelogos e historiadores el periodo Monte Alban
IIIa (A.D. 150-450).
203
Nos referimos a los expedientes del AGI que este autor ha trabajado como
base de su estudio sobre religin y calendario. Con respecto al biidx o
nahual, sigue viva la creencia en lo que se denomina memoria popular, por

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 227


bidxaa entre los binniz del sur del Istmo, tambin de la Cruz, al
analizar las aportaciones que sobre el tema realiz en los 40s
Wilfredo C. Cruz (1946) ha documentado: En diidxaz
actualmente conocemos esta creencia como guendabidxaa y la
persona que tiene este don, bidxaa; (De la Cruz: 2001, 316),
distintas formas literales persisten en la tradicin oral de los
pueblos del Istmo al narrar cuentos y leyendas como el
bihuidxaa, que en este caso se trata de una persona cuyo bidxaa,
nahual o guenda es el puerco espn. 204
Tecuani tepetl o bien Tehuantepec, es el nombre que se le dio
en nhuatl al sitio en que 49 barrios205 de zs habitaban ya desde
por lo menos dos siglos antes de la invasin (Zeitlin, 1994: 284). El
nombre significa literalmente el cerro del jaguar y que en la
lengua diidxaz sigue siendo referido como Dani Beedxe. Es
conocido tambin popularmente como Gui zi y que ha sido
traducido como calor reverberante206, y que podra traducirse
tambin como el pueblo a donde se comercia o se compra,
derivndose de la accin del verbo guzi o Guiz, donde se
compra. Otro ejercicio etimolgico podra llevarnos a considerar

supuesto que la iglesia lo sigue asociando con cosas del demonio.


204
Claudia Santiago, artista binniz, ha puesto en escena recientemente una
obra con el ttulo Bidxa, que se ha presentado en dos temporadas en
teatros de la ciudad de Mxico; el guin de la obra se basa en esta creencia
popular que persiste entre varios pueblos del Istmo.
205
De acuerdo con estudios arqueolgicos de Judith Zeitlin (1993), el nmero de
barrios principales de Tehuantepec, as como su ubicacin, corresponde con
los que tradicionalmente hasta ahora existen con sus nombres en diidxaz,
en esa poblacin y/o ciudad. De acuerdo con las excavaciones realizadas en
Tagolaba, que ha sido traducido por Zeitlin como panten antiguo, este
barrio contaba con una poblacin aproximada de 1,200 habitantes. De
acuerdo con el estudio citado, Judith Zeitlin afirma que tres cuartas partes de
la poblacin del Istmo, refirindose al sur del Istmo, se ubicaban en esos 49
barrios del centro urbano de Tehuantepec.
206
Como lo traduce Laura Machuca (2007: 45), que lo escribe como Guisii , y
con la cual Vctor de la Cruz ha expresado su desacuerdo y antepone la
abreviacin de Guidxi Siidi cuya traduccin literal sera precisamente pueblo
de la sal.

228 Carlos Manzo


que Guizii, como aparece el trmino en el lienzo de Guevea,
pueda ser la versin abreviada y antigua de Guidxi zee cuya
traduccin sera pueblo de maz tierno o elotes, cuya existencia
durante todo el ao es una caracterstica permanente en la milpa
tehuana.
Como ya se ha mencionado en otra parte, el jaguar era una de
las representaciones de las deidades originarias con la que
coinciden tanto mexicas o nahuas, binnigulasas, mayas y
mixe-zoques, desde tiempos en que los arquelogos han
considerado como el preclsico, es decir, hace ms de cinco mil
aos.207Al respecto Vctor de la Cruz (2007: 299) ha considerado
que: Dadas las mltiples evidencias del culto al jaguar desde la
poca de Monte Alban I, hasta que Crdova lo registr con el
nombre de Pcheto, o sea jaguar sagrado, podemos pensar que
este fue el dios patrono o dios tutelar de los binnigulasa, adems
de antecedente de Tezcatlipoca entre los nahuas.
Era de esperarse entonces que el lugar donde se veneraba al
jaguar, tambin considerado corazn de la montaa 208 ,
representante de la tierra y del cielo nocturno fuese una de las
sedes importantes de la nacin209 de los gobernantes zs, en este
caso de Cocijopi, ltimo seor de los zs que fuera bautizado por
los invasores como Don Juan Corts, sin que al parecer esto
implicara la vindicacin absoluta del cristianismo. Burgoa expres
la expansin guerrera zapoteca y la designacin de Cocijopi como
principe heredero, en los siguientes trminos:
fue la zapoteca tan seora , y tan apoderada de las dems de
su horizontey se entraron feroces y valientes, por chontales,
mijes y tierras martimas de ambos mares del sur, y del Norte,
hiriendo, matando, venciendo, hasta seorear los frtiles

207
Pia Chan (1993), Caso (1953), Lpez-Austin (1994).
208
Como lo refiere Graulich, citado por De la Cruz (2007, 299).
209
Utilizamos el concepto de nacin de acuerdo con la connotacin que
implicaba en los documentos coloniales en que se utiliza para los casos de la
nacin de los mixes o la nacin zapoteca.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 229


llanos de Teguantepeque, y corriendo hasta Xoconusco, y
dejando a un hijo de su valor, y esfuerzo, como prncipe
heredero y con ser este seor tan absoluto, y temido, aun del
monarca Montezuma, como se ver a su tiempo no se le halla
origen, ni ascendencia, ni en que tiempo se aposesion de este
valle, porque son tantos los desatinos de sus historias y
pinturas, que el demonio les persuada, que es indecente
referirlas, (Burgoa, 1989: I, 412).
Evidentemente, al igual que Sahagn aunque un siglo despus,
el fraile ignoraba la percepcin del tiempo y el espacio que los
binnigulasa expresaban en sus calendarios, estelas y cdices, por
lo que en su desatino solo alcanzaba a descalificarlas asocindolas
con persuasiones del demonio.
A partir de Burgoa, algunos cronistas coloniales han asumido la
figura de Cocijopi como la del ltimo rey de los zapotecas, quien
fuera sorprendido y denunciado en acciones de idolatra en la
segunda mitad del siglo XVI. No sabemos si por tratarse de una
regin perifrica o por razones de su propio contenido, el
proceso que se le sigui por parte de la inquisicin, no aparece en
los archivos oficialmente reconocidos hasta ahora; sabemos, sin
embargo, por informes de los propios dominicos, en manos de
quienes operaron los diversos tribunales de la inquisicin, que
despus de haber sido encarcelado, procesado, humillado y
probablemente torturado por los mtodos de confesin 210 ,
muri de regreso a su pueblo en la villa de Nexapa. Nada se dice
de sus funerales que, tratndose de un noble seor de los
binnigulasa, debi merecer el ritual y trato que caracterizaba a
los hombres-dioses de su poca.211

210
De los procesos documentados revisados en su estudio Tavrez (2005: 43)
afirma que slo en 7 casos de 47 acusados, se utiliz la tortura jurdica para
extraer confesiones a los indgenas.
211
Dice Romero Frizzi (1994) que: en las ceremonias religiosas los seores
aparentaban dioses en los libros de adivinacin e historia, era difcil
separarlos... cuando moran sus rostros eran cubiertos de mascaras y piedras

230 Carlos Manzo


Para escudriar superficialmente en la vida de Cocijopi, se
puede reconocer sin duda su carcter de letrado212 y, por ende,
conocedor de los calendarios de la vida ceremonial y civil de sus
antiguos y contemporneos binnigulasa. No es de extraar
entonces que este personaje haya mantenido un importante
papel de ascendencia y trascendencia poltico-social- religiosa
entre los pueblos indios del Istmo hacia los inicios de la poca
colonial, durante la mayor parte del siglo XVI, por lo menos desde
1525 hasta su muerte acaecida alrededor de 1562. Un importante
elemento econmico contextual en esos aos, lo caracteriza la
disputa por las salinas que posteriormente fueron denominadas
del marqus. No ajenos a dicha disputa, cientos de comunidades
seguan proveyndose comunalmente de tan importante insumo
para la conservacin de sus alimentos y para su comercio. Parte
de la disputa que de acuerdo con testigos se ubicaba entre la
segunda mitad del siglo XVII (1660-1670) y la primera del XVIII, se
encuentra documentada en sendos procesos, reconocidos
literalmente como pleitos por el reconocimiento y la posesin
legal de las lagunas productoras de sal.213

preciosas que representaban una deidad (Romero Frizzi, 1994, 235). Esta
idea de hombres-dioses tambin es tomada por esta autora de Lpez Austin
(1973).
212
De acuerdo con Franch, los maestros o letrados representan un papel de
intermediarios entre lo real y lo sobrenatural que con alucingenos, suertes
y calendarios, podan tender puentes comunicativos entre ambas esferas
(Franch, 1993: 68). En los documentos de los siglos XVI y XVII, tambin son
referidos entonces como especialistas; vase, AGI, 358, no.7; citado por
Tavrez, (2005: 43).
213
Cfr. AGN, Tierras, vol. 450-I; fs. 2-88.; llama la atencin como en 1726 los
testigos declaran que el pleito se remonta a ms de sesenta aos. Esta
escaramuza jurdico-virreinal ha sido interpretada por Machuca (2007), como
una pugna al interior del cacicazgo de la familia Zuiga y Cortes. Cabe
destacar en este proceso el caso de Mara Melndez, cacica de Xalapa, contra
Fernando de Zuiga, donde al parecer, este ltimo viva en Tehuantepec y era
reconocido por binnizas e ikoods del entonces barrio de San Blas, Juchitn y
San Francisco del Mar, por lo menos. La afirmacin anterior, se deriva del
anlisis de las declaraciones de los testigos de ambos casos.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 231


Uno de los santuarios ms importantes que frecuentaban los
ministros o maestros especialistas del culto prehispnico durante
la poca colonial era Monopostioc,214 Cocijopij, por tanto, asista
a este lugar que tena por sagrado en compaa de su squito
sacerdotal que desde Mitla, el santuario de los muertos, vena a
acompaarlo para la realizacin de ceremonias y festejos; el sitio
es descrito por Burgoa en 1670, como sigue:
en esta laguna a un lado est un cerrillo aislado muy ameno y
poblado de arboleda y animales y aqu est una profunda y
dilatada cueva donde el zapoteco tena un dolo de su mayor
veneracin y la llamaba el Alma y Corazn del Reino, aqu
vena el ciego rey en su gentilidad, con los grandes y
sacerdotes a celebrar nefandos sacrificios, y despus de
bautizado, cuando le prendi el padre Fr. Bernardo de Santa
Mara, le acusaron tambin de que perseveraba en esta
idolatra (Burgoa, 1989, II, 399).
Hay aqu un conjunto de elementos que llaman la atencin en
nuestra intencin de una nueva interpretacin de estos pasajes,
un poco ms acorde a la mentalidad del binnigulasa,
supuestamente ya convertido por el bautismo al catolicismo y
que, sin embargo, segua reincidiendo en las acciones de
supuesta 'idolatra'. No puede ignorarse tambin, en este
contexto, que la vasta ambicin de los dominicos por
posesionarse de los bienes de la regin, --tierras, salinas,
manantiales y huertos--, motivaron estos juicios que culminaron
en acciones de despojo promovidas desde los tribunales de la
inquisicin, tanto en el obispado de Oaxaca como en Mxico. A la
postre el fraile Burgoa, empeado en exaltar la imagen de los
dominicos, resaltar en su crnica la donacin que Magdalena,
conocida en diidxaz como Donaji, a quien confunde como hija de

214
Nombre en Ombeayits que significa: Iglesia del Cerro del Rayo o Cerro de
la Iglesia del Rayo, en otras palabras Iglesia del Cerro de Cociyo o Tlloc, de
acuerdo con la traduccin ofrecida por De la Cruz (2007,304).

232 Carlos Manzo


Cocijopij, 215 hiciera al obispo Albuquerque en su visita a
Tehuantepec, como una supuesta muestra a la iglesia de la
ausencia de resentimiento, como buena cristiana y en
agradecimiento por el aprisionamiento, castigo y asesinato de su
padre, dejando al respecto mucho lugar a la duda.
En un primer momento habra que considerar la formacin
que, en tanto noble indgena, Cocijopij haba recibido de la
realeza binnigulasa a la que perteneci su padre Cocijoeza, lo
que hace suponer que posea una cosmovisin fundada en el
conocimiento y manejo de los calendarios solar, lunar y venusino,
asociado con los rituales para la celebracin de los denominados
dioses del panten zapoteco,216 que de por si venan realizando
dcadas antes de la llegada de los peninsulares. En este sentido,
creemos que el caso de Cocijopij, se inscribe en el de la resistencia
de los indios que adems de rechazar la predicacin del
evangelio, se permitieron la continuacin de su existencia desde
el impulso de una cosmovisin en la que navegaba por la inercia
misma de los siglos, es decir, de su historia de vida.
Por nuestro conocimiento de la geografa de la regin,
podemos inferir que Monopostioc, constitua adems de
santuario un importante punto de interseccin entre ikoots y
binnizs, que de alguna manera viene a desmitificar la aparente
pugna y relacin de dominacin que los zs tuvieran con los ikoots
en siglos anteriores. De hecho, podra considerarse que la
hermandad binniz-ikoot, sobre todo en trminos
poltico-religiosos, se afianza con la unin matrimonial entre
Cocijopij y Magdalena Zuiga, originaria de San Francisco del Mar,

215
Machuca (2007: cap. 2), seala que se trata ms bien de la esposa y no de la
hija como argumentaba el fraile.
216
Quien quisiera profundizar en las dimensiones, significados y otras
particularidades de los calendarios y, por ende, religin de los binnigulasa,
puede analizar en detalle las obras de Franch (1993) y De la Cruz (2007), as
como David Tavrez y John Justeson Eclipse records in a corpus of colonial
zapotec 260- day calendars, en Ancient Mesoamerica 11:1 (2008):67-81,
2008.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 233


una de las tres cnyuges del binnigolasa (Machuca, 2007: 374).
De acuerdo con otras fuentes, Cosijopij tuvo tres hijos legtimos
en Zeetobaa, llamados despus de la conquista Doa Magdalena,
D. Felipe y D. Hernando, y una hija bastarda cuyo nombre se
ignora (Martnez Gracida, 1888, 108). Sobre esta ltima, el autor,
tambin basado en Burgoa, concluye en su historia: La hija
bastarda, por sus bellas prendas personales, fue la ms amada de
los tehuantepecanos, despus de Doa Magdalena (Ibid., 109).
Quizs por tratarse su estudio sobre las lites comerciales de
Tehuantepec o porque las fuentes no lo registran, Laura Machuca
no identifica por su nombre a la tercera mujer de Cocijopij, con
quien tendr un hijo identificado como Francisco Figueroa, quien
a su vez aparece en dicha genealoga citada como abuelo de
Marcos Figueroa, 217 quien fuera nombrado como gobernador
rebelde de la Repblica de Indios de Tehuantepec, en el contexto
de la rebelin de Tehuantepec en 1660-1661, como veremos ms
adelante.218

217
Sobre el particular tambin rinde cuenta Laura Machuca (2008),
considerndolo en los siguientes trminos: En la villa de Tehuantepec resalta
el hecho de que se escogiera como cabeza del gobierno indio a un
descendiente directo del seor prehispnicoen un contexto simblico poco
conocido (Machuca, 2008, 91).
218
En el conjunto de ensayos reunidos bajo el ttulo: 'El fuego de la
inobediencia', por ejemplo, este elemento genealgico pasa totalmente
desapercibido por los autores en su anlisis de la rebelin de 1660-1661.
(Daz-Polanco, 1992).

234 Carlos Manzo


IV. 3 Ra Zenanda xtuuba beedxe
Tras las huellas del jaguar: La rebelin de 1660.

Haban transcurrido apenas nueve das de concluido el ao solar


de los binniz, iniciaba el cocij guie o primavera219 del ao que se
contaba 1660, corra el dcimo da de la primera luna que contaba
el binniz iniciando su ao, la fecha fue registrada por los
cronistas y relatores espaoles de oficio como 22 de marzo; eran
das en que el binniz hace la fiesta con sus muertos en
Tagoolaba, se veneraba al dios del inframundo, al pezelao o
Corazn del Reino en el antiguo panten y barrio de los tehuanos,
ltima residencia de Cocijopij, de sus ancestros y descendientes.
En los anteriores das aciagos, el espaol alcalde mayor de la
villa, haba asesinado a azotes a un gobernador indio chontal de
Tequisistln, precisamente la capital o principal centro de los
chontales en ese tiempo; la mayora de los estudios sobre esta
rebelin han resaltado las supuestas causas econmicas de la
misma, reseando las injusticias propiciadas por los negocios
implcitos en el ya conocido sistema del repartimiento, en su
apogeo durante la segunda mitad del s. XVII.220
Poco se han analizado en la historiografa del sur del Istmo,
relativa a la rebelin de 1660-62, algunos significados de la
permanente resistencia indgena al dominio colonial espaol, as
como la participacin chontal, ayuuk, ikood y binniz en el inicio y
expansin de la misma. Existan en el contexto de esta rebelin un
conjunto de intereses poltico econmicos y socioculturales
encontrados que agudizaron en su conjunto las tensiones al

219
El Cocij baa, puede traducirse literalmente como tiempo de secas, aunque el
trmino baa se refiere ms bien al vapor de humedad previo a la lluvia o
Cocij guie. Cabe mencionar que ambos trminos son permanencias que an
figuran en el lenguaje de los binni hualadxi o campesinos zs de la regin.
220
Despus de las crnicas de poca, en ltimos siglos quienes se han ocupado
de diversas interpretaciones de esta coyuntura han sido: Rojas, B. (1964), De
la Cruz (1983), Tutino (1980), Daz-Polanco (1992), Manzo (1993),
Carmagnani (1988), Zeitlin (2005) y Machuca (2008), fundamentalmente.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 235


interior de las comunidades que de alguna manera continuaban
tratando de sobrellevar una relativa autonoma poltica,
econmica y cultural en los trminos en que su cosmovisin india
lo haba venido orientando y definiendo en los ltimos siglos;
resulta entonces lgico suponer que tratndose de una regin
perifrica, desde la perspectiva colonial, y con poblacin
mayoritariamente indgena y con gran capacidad de comunicacin
e interaccin sociocultural y sociopoltica entre ellas,221 de estas
formas precisas de comunicacin y accin autonmica e
insurgente, la versin oficial y nada imparcial de los hechos
informaba al tiempo:
Entre las once y doce del da, como se ha referido, empezaron
el tumulto y levantamiento, y las cinco de la tarde estaban en su
comunidad tratando lo que se ha dicho y otros negocios; conque
en tiempo de cinco horas, poco ms menos, hicieron, obraron y
dispusieron lo que parece imposible en fuerzas humanas como se
vi continuadamente en el incendio infernal que aplicaron,
belicosos; prevenir los puestos y atajar los caminos y pasos
prevenidos; matar, herir y defender con valor; robar las Casas
Reales de copiosas alhajas y joyas, diligentes; despojar la Sala de
Armas de los mosquetes y bandera, atrevidos; fortalecerse
armados y hacer cuerpo de guardia, como dueos de su casa;
elegir Gobernador, Alcaldes, Regidores y Oficiales, como polticos;
despachar los pueblos, conspirando la tierra como ambiciosos;
alentar con su ejemplo y cartas las jurisdicciones dilatadas y
ajenas, como astutos; ir a quebrantar la inmunidad del templo,
como sacrlegos; arrojar los cuerpos muertos al campo o al fuego,
como tiranos; formar cabildos y juntas para matar los espaoles
y sacarlos de la iglesia, como, como nicos; aclamar Rey, como
traidores y desacotados; tan formal y especialmente que hubo

221 Como lo demuestra la premeditacin y la rapidez con que una vez estallada
la rebelin cerraron caminos, nombraron a sus autoridades y despacharon
comunicados a los diferentes pueblos, segn relata la propia versin oficial
de los hechos.

236 Carlos Manzo


regidor entre ellos que, levantado el pie a la vista de otros, puso la
mano en el hombro al gobernador intruso don Marcos de
Figueroa, sealndole y dicindole que era su Rey, como lo
escribieron en un mandamiento que despacharon al pueblo de
Santa Mara Petapa, de esta jurisdiccin,... (Manso de Contreras,
1983, 19-20).
Algunos autores han confrontado sus hiptesis e
interpretaciones sobre el significado sociopoltico del sentido
autonmico de la rebelin, al plantear, por ejemplo, que los
rebeldes se mantuvieron independientes de la corona espaola y
reeligindose de autoridad propia. Hasta que lleg la represin,
que les mostr su inexperiencia frente a las dos caras de la
colonizacin: la cruz seguida de la espada (De la Cruz, 1983, 5).
De esta apreciacin difiere en su tratamiento Carmagnani (1993)
al afirmar que la rebelin en ningn momento cuestion la
autoridad de la corona. Por nuestra parte, consideramos que
fenmenos coyunturales como las rebeliones en la historia de los
pueblos indgenas, constituyen hitos que bien pueden
considerarse races coloniales y permanencias histricas en la
larga duracin de demandas autonmicas de los pueblos an en
los siglos XIX y XX.
Otro aspecto que me parece de llamar la atencin, es el hecho
que desde los cronistas de poca hasta la historiografa reciente
sobre la rebelin de 1660, a excepcin de Laura Machuca (2008),
no se hubiere reparado en el hecho de que Don Marcos de
Figueroa, electo gobernador por los rebeldes, fuese descendiente
en lnea directa por cuarta generacin de Cocijopij, y que al
parecer representaba a la parte del cacicazgo que contaba con la
simpata y el reconocimiento de comunidades ikoods y binniz, no
as de los espaoles, que seguramente reconocan ya desde
entonces a la otra parte del cacicazgo, con quienes se mantendr
cierta confrontacin como lo demuestran los juicios y pleitos por

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 237


salinas que se presentaron sesenta aos despus de esta
rebelin.222
Casi en el contexto de esta rebelin, las comunidades
indgenas chontales fueron caracterizados por el multicitado fraile
dominico, Burgoa, como antropfagos, queriendo retratar su
primitivez al describir que habitaban en cuevas en las escarpadas
sierras donde se encontraban y encuentran decenas de sus
comunidades (Burgoa, 1989: 275). Curiosamente el fraile cronista
omiti en su Geogrfica descripcin toda referencia a la recin
acontecida rebelin de Tehuantepec, apenas diez aos antes de
publicar su obra.223 Es indudable que Burgoa tuvo acceso a dicha
relacin y no las refiri en su trabajo por consideracin hacia
personajes religiosos y oficiales, con un obispo como Alonso de
Cuevas Dvalos, cuya carrera poltica apenas iba en ascenso al
tiempo de Burgoa. Tambin es muy posible que dichas omisiones
deriven de que eran un acontecimiento reciente que no era
historia an.
El trabajo forzado en las minas, los azotes y el destierro,
adems de mutilaciones figuran en las sentencias a los rebeldes
ms de un ao despus de la rebelin,224 no se inauguraba an
dentro del amplio repertorio de las tcnicas punitivas el
encarcelamiento como vendra a significar ms tarde en el caso de
la prisin perpetua de idlatras, que los mismos obispos

222
Como podemos inferir por sendos expedientes que integran el vol. 450 del
Ramo de Tierras del AGN, donde se trata precisamente, en 1726, dicho pleito
por la posesin de las salinas entre descendientes del cacicazgo de Zuiga y
Corts, es decir, descendientes de Cocijopij.
223
La informacin oficial sobre la rebelin fue la de Manso de Contreras, y fue
publicada en Mxico por Juan Ruyz prcticamente al tiempo de las
sentencias.
224
Siete sentencias emitidas en el transcurso de los 4 das que van del 27 de
junio al 2 de julio de 1661, que involucran a gobernadores y alcaldes
indgenas, considerados intrusos por el cronista oficial de los sucesos en
ese momento, (Manso de Contreras, 1983), dan cuenta de penas y castigos
que van desde la muerte, el destierro temporal o perpetuo, los trabajos
forzados, los azotes en va pblica.

238 Carlos Manzo


autorizaban, como ya hemos mencionado. Un tanto al margen de
esta consideracin, cabe sealar que la relacin antes citada
menciona el encarcelamiento como una medida apremiante
previa a las sentencias del proceso procediendo con cuidado,
madurez y prudencia y habiendo reconocido que el caso fue
alzamiento e inobediencia al Rey Todas las noches haba postas
que aseguraban la crcel, que cuidaban del cuerpo de guardia y
velaban esta villa, con las rondas necesarias; y fueron presos
indios y mujeres, cincuenta y tres. (Ibid., 44).

IV.4 Indios e indias, que eran las peores225


Ahondando en el anlisis de esta rebelin y algunas de sus
implicaciones, nos parece destacable el trato que por adjetivos y
sentencias se percibe en contra de las mujeres indias
participantes en el amotinamiento y rebelin, sobre el que
tambin poco ha reparado la historiografa reciente. El siguiente
cuadro, puede ayudar a ilustrar el estilo punitivo de la poca as
como el cargo y gnero de los principales dirigentes de la
rebelin.

Cuadro 1. Personajes y cargos de los gobiernos rebeldes


nombrados y reelegidos por los pueblos y las comunidades226

225
Expresin literal utilizada por el cronista referido que denota el racismo y
misoginia imperante entre los letrados peninsulares de la poca.
226
Elaborado con base a los documentos y las sentencias referidas.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 239


Personaje Cargo Gnero Observacin
Marcos de Gobernador Hombre Deba contar con el consenso de
Figueroa todos los barrios de Tehuantepec
y los otros pueblos y
comunidades de la regin. Se
presume descenda de Cocijopij.
Tambin se le castigo con azotes
y destierro.
Luca Mara Mujer Adems de azotes se les
sentenciaba se le quite el
cabello y se le corte una oreja, y
se la clave en un pilar de la
horca, con destierro perpetuo
de esta jurisdiccin y diez leguas
de su contorno, sealando la
villa de San Martn de los
Cansecos, jurisdiccin de Oaxaca.
Francisca Cecilia Mujer Se seala la Villa de Nexapa para
su destierro
Gracia Mara, Mujer Le sea cortado el cabello y le
La Crespa sean dados cien azotes por las
calles pblicascortada una
mano y clavada en un palo,
adems destierro perpetuo,
sirviendo en un obraje, sin salir
del obraje.
Magdalena Mujer
Mara
La Minera
Josefa Mara Mujer Cien azotes y cuatro aos de
destierro
Diego Martn Clarinero Hombre Pena de muerte (ahorcado)
Jos Pali Hombre Pena de muerte (Arcabuceado)
Juan Gmez de Regidor Hombre Cien Azotes y destierro perpetuo,
Cabrera intruso en San Miguel, Nexapa
Andrs Hombre Cien azotes y destierro perpetuo
Fernndez Nini y sirva toda su vida en unas
minas

240 Carlos Manzo


Juan Alonso Tornero Hombre Cien azotes y 4 aos de destierro
Diego Snchez Escribano Hombre Cien azotes y dos aos de
destierro
Pedro Garca Sillero Hombre Cien azotes y dos aos de
destierro
Lorenzo Regidor Hombre Cien Azotes y dos aos de
Fabian destierro
Domingo Regidor Hombre Cien azotes y dos aos de
Hernndez destierro
Francisco Hombre Cien azotes y en San Martn
Martn Vala de los Cansecos destierro
perpetuo
Diego Garca Tornero Hombre Cien azotes y destierro
perpetuo
Domingo de la Hombre Cien Azotes y cuatro aos de
Cruz Sechiza destierro
Andrs Regidor Cien azotes y dos aos de
Jimenez destierro
Mara Jimnez Mujer Cien azotes y dos aos de
destierro
Mara Gracia Mujer Cien azotes, rapado el cabello
y sirva en un obraje ocho aos

Todas las sentencias recaen en personajes, indios e indias,


algunos con cargos en el cabildo o Repblica de Indios,
reconocidos por las propias Leyes de Indias, no aparecen en las
fuentes consultadas el caso de algn espaol o peninsular que
estuviera involucrado con la supuesta dirigencia de la rebelin. De
acuerdo con las mismas, nicamente vivan en Guizii o la Villa de
Guadalcazar para este tiempo no ms de sesenta espaoles.
En apariencia el cuadro anterior puede resultar mnimo, pero
de su contenido resalta la gama de castigos aplicados a los
caciques, lderes o xuanas que de alguna u otra manera dirigieron

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 241


y mantuvieron este movimiento que experiment durante cerca
de dos aos, o ms, la autonoma poltica total con respecto a las
autoridades novohispanas y , de facto, a la corona.
Un aspecto importante en la historia del Istmo de
Tehuantepec, es el de la participacin de las mujeres en esta y
otras expresiones socio-polticas, durante los tres siglos de la
denominada poca colonial y los siglos diecinueve y veinte. Las
sentencias contra las mujeres participantes en el motn y rebelin,
muestran fehacientemente el acendrado racismo patriarcal
caracterstico de oficiales novohispanos de la real audiencia,227
asi como de religiosos de la inquisicin; an en la actualidad las
Guzaana Goola y xheela xhuaanas siguen fungiendo un relevante
papel en la cohesin social en fiestas, mayordomas, mediaciones
familiares y tambin como curanderas y consejeras en
comunidades binnizs de la regin; no es de extraar entonces
que las mujeres 'rebeldes' fungieran en algunos de estos cargos al
momento de la rebelin.
Adems de las duras e irracionales sentencias contra las
mujeres participantes en el motn y rebelin, otras versiones han
destacado el papel protagnico de las mujeres cacicas en
coyunturas especiales de los siglos XVI, XIX y XX, como puede
ejemplificarse con los casos de Doa Magdalena Zuiga y Corts,
viuda de Cocijop o, si se quiere, de Don Juan Corts, durante la
segunda mitad del siglo XVI; Juana Cata228 en Tehuantepec, entre
finales del S. XIX e inicios del XX; Tona Tati en Juchitn contra la

227
Tratndose en este caso del Oidor Francisco Montemayor de Cuenca,
comisionado por el Virrey de Albuquerque para la 'pacificacin' de estas
jurisdicciones, desde Villa Alta hasta Tehuantepec.
228
Versin abreviada y reconocida en la memoria popular de los tehuanos, su
nombre completo fue: Juana Catarina Romero; cronistas como Brasseur la
describi a mediados del siglo XIX, como una sensual zapoteca vendedora de
cigarros que jugaba billar; versiones oficialistas machistas y patriarcales
pretenden presentarla como objeto sexual, en tanto amante de Porfirio Daz,
un breve estudio serio de este personaje puede verse en Chassen-Lpez
(2008).

242 Carlos Manzo


invasin francesa y ms recientemente el caso de la cacica priista,
Agustina Acevedo en San Blas Atempa.229
Un importante elemento socialmente reconocido en nuestros
das es el que se refiere a la participacin de las mujeres en la
conversin de mercanca en dinero, su papel preponderante en el
mercado y su capacidad de gestin, ahorro y atesoramiento en las
economas mercantiles simples (M-D-M). No es de extraar que
desde tiempos prehispnicos y en la segunda mitad del siglo XVII
este papel de las mujeres tuviera vigencia, lo que las lleva a verse
involucradas en las principales acciones centrales del conflicto o
rebelin.
Medio siglo despus de la gran rebelin de 1660, alrededor de
1710, varios incendios, hasta entonces por lo menos dos,
ocurridos en Juchitn propiciaron que se perdieran por las llamas
los ttulos primordiales de la denominada Repblica de Indios de
Juchitn. 230 Por lo que indican algunos documentos de esta
poca, era difcil la coexistencia entre las comunidades indgenas,
con fuerte presencia africana y/o afromestiza, cuya principal
actividad deriv de las estancias de ganado y trapiches,
fundamentalmente; siendo dichas estancias otro de los
principales negocios de los frailes dominicos en esta regin.

229
Laura Machuca en este mismo libro realiza un ensayo sobre el papel de las
mujeres en la poca colonial y primeras dcadas del siglo XIX.
230
Como se puede apreciar segn las declaraciones de testigos los incendios
haban ocurrido en por lo menos dos ocasiones: y porque de esto ha
resultado el estar pereciendo el barrio y pueblo sin tener con que mantener
cuando en tributos tienen que pagar anualmente segn informan trecientos
pesos y otras cosas como el que su pueblo se les quem y antes otras dos
veces, y la yglesia que las festividades las celebraban con toda decencia y
mantenian a los indios imposibilitados y enfermos lo que ahora no pueden
ejecutar a causa de no tener tierras (AGN, Tierras, vol. 578, exp. 6, f. 1 v.).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 243


IV.5 Ra biaaqui xguichi lay xti guidxi.
Frailes incendiarios (Los ttulos incendiados) vs.
Indios, negros y ganado

En un trabajo anterior, he denominado al siglo XVIII 'el siglo de la


tierra', ya que en este tiempo se presentaron un conjunto de
conflictos agrarios entre diversos pueblos del sur del Istmo que
impulsaron procesos jurdicos de restitucin de tierras en contra
de los frailes dominicos, argumentando estos ltimos que se
trataba de tierras de cofradas. No obstante, encontramos
tambin un sinnmero de 'pleitos' por tierras entre ikoots231,
mulatos libres de Niltepec, Zanatepec y Tapanatepec, as como el
permanente conflicto entre Huamelula y Astata en la costa
chontal.
Un ejemplo del conflicto agrario se aprecia en los testimonios y
declaraciones de decenas de testigos indgenas, negros y an
espaoles de Juchitn que, a favor del reconocimiento y
restitucin de las tierras de comunidad, argumentaban ante la
real audiencia en 1736. Este era ya un segundo momento de un
problema que se ha documentado desde principios de siglo en
donde los indios apelaban al carcter comunal de las tierras de
Juchitn, 'que las eran de comunidad', en contra de los dominicos
de la orden de San Hiplito. Estos ltimos desde la ciudad de
Antequera administraban diversas haciendas, que representaban
pinges ingresos por la venta de ganado mayor y menor, en la
regin y en la capital del obispado de Oaxaca. El inters de los
frailes era extenderse tambin a las tierras de cofrada. El
conjunto de voces que como testigos naturales de Juchitn
declararon en 'Jalapa del Marqus', donde entonces se
encontraba la autoridad virreinal en la regin, se manifestaba en
el tenor siguiente:

231
Los orgenes del conflicto entre San Mateo, Huazontlan y Huilotepec, hoy en
pugna tambin con Santa Mara azuzados por las ETN's elicas espaolas, se
remontan a esta poca.

244 Carlos Manzo


que lo oyen y que a tiempo de veinte aos que experiment
este pueblo una quemazn grande en que perecieron la mayor
parte de sus casas y y entre los demas enseres que se
quemaron perecieron los titulos que tenian de las dichas
tierras y que al corriente se hayan sin ninguna mas que una
Real Provisin que presentaron librada por los seores
presidente y oidores de la Real Audiencia despachada en
veintyuno de julio de mil seiscientos ochentaydos.....232
Este episodio tuvo un no muy grato desenlace, pues los
dominicos lograron que el gobernador y alcalde indgenas de
Juchitn ingresaran a la, ya entonces reconocida 233 , crcel
perpetua para idlatras, que se ubic en la ciudad de Oaxaca.
Cabe sealar que las injustas particularidades jurdicas del doble
proceso en que se encontraban los juchitecos fueron denunciados
por la defensa de la manera siguiente:
y porque no debemos ser juzgados por una misma causa en
dos tribunales ni el derecho lo permite; y nosotros hemos
ocurrido con tiempo dems superior... y a pedimento de dicho
Bachiller y al ltimo que expidi ocurri a todo el cabildo ...nos
mando detener en sus casa reales sin aprisiones ni despojar al
cabildo de las varas de la real justicia y luego incontinenti
ocurri dicho bachiller pidindole entregara al gobernador y
alcalde y excusndose dicho don Nicols entregarlos lo
amenaz dicindolo hara por pblico descomulgado y
temiendo se lo ejecutara entreg al dicho gobernador y
alcalde.234
Por esta informacin podemos afirmar que en ese ao de
1736, el cura dominico, defensor de las cofradas en contra de la

232
AGN, Tierras, vol. 578, exp. 6, f. 7v.
233
Agradezco la precisin de David Tavrez al informarme en su revisin de este
texto que la Crcel Perpetua para idlatras de la ciudad de Oaxaca fue
inaugurada en 1692, por el Obispo Sariana, y que Maldonado la reconstruy
hacia 1702.
234
AGN, Tierras, vol. 578, exp. 6, fs. 28 y ss.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 245


comunidad, encarcel por lo menos al gobernador y alcalde de los
juchitecos, contraviniendo las conclusiones y disposiciones a que
en el mismo proceso arribaban los oidores y ministros de la real
audiencia de Mxico, a favor de la comunidad que argumentaba
que las tierras nunca fueron de cofrada y pertenecan a la
comunidad desde tiempo inmemorial. Aos despus, la crcel que
albergaba ya a ms de seiscientos presos, en su mayora
'idolatras, despojados y/o rebeldes', fue destruida por terremotos
que eran muy recurrentes en los inicios del siglo XVIII, y dejaban
devastada la ciudad de Oaxaca. 235

Conclusiones

Pasado el siglo XIX, un historiador, supuestamente ajeno a la


iglesia aunque con relativo temor a la excomunin, como muchos
hasta ahora, aventura pblicamente una pregunta relativa a la
interpretacin tradicional del pasaje idoltrico de Cocijopi, en los
siguientes terminos: No ser suficiente excusa para la Historia el
temor fundado de escndalo de un pueblo entero, que a ejemplo
de su seor, opondra serias dificultades a la civilizacin y al
cristianismo,236 que continuara en sus costumbres supersticiosas
e idoltricas si no se le extirpase, aunque con un golpe rudo y
sensible?. Decdalo otro (Martnez Gracida, 1888, 107).
Se aprecian aqu los lmites propios del historiador para esta
poca, ya que desde una posicin decimonnica postreformista,
aunque con cierto resquemor, se atreve a aventurar la hiptesis
del asesinato de Cocijopi, sin embargo, el espritu positivista de la
Historia, tambin imperante en su tiempo, no le permite asumir y
formular la posibilidad del asesinato del ltimo rey a manos de la
inquisicin dominica, dada la supuesta ausencia de fuentes para
comprobar semejante afirmacin.

235
En su 'historia de Oaxaca', el padre J. A. Gay refiere por lo menos cuatro
grandes terremotos: el 23 de agosto de 1696..., en 1682, en 1702 y el 10 de
marzo de 1727 (Gay, 2006, 519-525).
236
Cursivas mas.

246 Carlos Manzo


La imposicin del cristianismo catlico en el Mxico Indgena,
es una tarea o proceso inagotable, al que en el ltimo medio siglo
se le asemeja la fuerte presencia de las denominadas iglesias
protestantes o evanglicas, la asimilacin de ambas en el
transcurso de los siglos de dominacin colonial, no exime el que
se sigan presentando tanto en Anahuac como en Tawantinsuyu
manifestaciones del pensamiento religioso prehispnico, bien
sincrticas o casi intactas, como en el caso de la permanencia de
centros ceremoniales y santuarios, as como en la veneracin de
los muertos en determinados meses, de manera tangencial a las
formas y tiempos del calendario religioso catlico.
En el pensamiento y cosmovisin indgena de los pueblos
originarios permanecen esas sobrevivencias de un mundo
mgico, tanto material como espiritual, que permiten la
contradictoria recreacin de espacios y contornos autonmicos
que continuamente, aunque no de manera tan evidente, se
expresan como resistencias a los procesos modernizadores
desarrollistas liberales y neoliberales.
La denominada conquista espiritual de Mxico es un proceso
que, de acuerdo con Gruzinski, ira desde la aparicin de la virgen
de Guadalupe hasta la hegemona comunicativa del monopolio
Televisa y, en prospectiva, hasta la ficticia o ficciosa narracin de
Blade Runner en 2029. En este sentido, podra plantearse el
fracaso de la iglesia catlica cristiana como opcin espiritual,
pensamiento alternativo o modelo religioso, ante la diversidad de
elementos multi e interculturales que en la construccin de
nuevos imaginarios ha puesto en juego el fenmeno de la
globalizacin.
De acuerdo con lo anterior, la denominada modernidad
colonial y neocolonial. Coloca a nuestro pas y Abya Yala, como un
laboratorio social donde se expresan un sinnmero de formas de
resistencia a las propuestas neoliberales, precisamente ah en las
regiones en donde la poblacin es mayoritariamente indgena,

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 247


aunque la definicin y precisin de sus rasgos identitarios en
tanto pueblos y culturas indias sean cada vez ms heterogneos.
Durante los tres primeros siglos del supuesto dominio colonial
espaol, a pesar de la debacle demogrfica, la presencia india fue
prominente en la mayor parte del territorio habitable de la
denominada Nueva Espaa, a pesar de la imposicin del patrn
de dominacin colonial racista y patriarcal. Los mbitos del
ejercicio del poder religioso y poltico de la Corona, se vieron
generalmente constreidos a las principales villas y ciudades
generadas ex profeso para el asentamiento de los poderes
reales; la obsesin peninsular por el usufructo y control de las
principales fuentes de recursos econmicos de la poca, dejaron
casi siempre de lado la posibilidad del emprendimiento
desinteresado de toda accin civilizatoria o evangelizadora, salvo
en muy raras excepciones.
La afirmacin anterior es clara si observamos como en el caso
de Cocijopi, despus de haber construido iglesias, conventos y
casas reales (en Tehuantepec y en Guigo Yuxhi Jalapa) adems de
designar a todo un barrio para proveer a los frailes de
alimentos,237estos pretendieran despojarlo de su cacicazgo y de
los bienes que por ley le fueron incautados al entrar al proceso
inquisitorial.
La bsqueda de una interpretacin decolonial de la Historia de
los pueblos indios, no ser ya ms una tarea de la etnohistoria
sino de una historia total que reivindique la necesidad de un
cuestionamiento cuasi generalizado de las distintas
interpretaciones permeadas de visiones racistas y paternalistas,
que hasta ahora siguen reproduciendo interpretaciones difciles
de sostener fuera de los cnones eurocentristas de las ciencias
sociales.

237
Segn relata Burgoa, 1989.

248 Carlos Manzo


Captulo V.
Avatares neocoloniales del liberalismo en el
Istmo de Tehuantepec (siglo XIX).
Introduccin
Todo pueblo colonizado es decir todo pueblo en cuyo seno
nace un complejo de inferioridad-- en virtud de la
destruccin de su cultura originaria, se sita frente al
lenguaje de la nacin civilizadora, es decir, de la cultura
metropolitana. El colonizado estar por lo tanto ms alejado
de la selva en la medida en que asimile los valores culturales
de la metrpoli. Se sentir tan blanco que rechazar su
negritud, su selva. En el ejrcito colonial, y ms
especialmente en los regimientos de tiradores senegaleses,
los oficiales indgenas son ante todo intrpretes. Sirven para
transmitir a sus congneres las rdenes del amo, y gozan
tambin ellos de una cierta honorabilidad. (Fanon, 1974, 22).

La cita anterior describe un contexto de dominacin colonial


africano que en apariencia no vendra al caso para el anlisis de la
realidad colonial mexicana; sin embargo, considero que se ajusta
a la descripcin del papel de los intermediarios indgenas,
mestizos, afromestizos y espaoles, quienes en distinto siglo han
facilitado la labor colonizadora de autoridades oficiales,
hacendados, militares y empresarios que, independientemente
del siglo que se trate, han reproducido e inducido en la poblacin
los valores culturales de las metrpolis.
Durante el siglo XIX este papel mediador fue jugado de manera
eficiente tambin por algunos medios de comunicacin impresos,
diarios y semanarios que desde la capital del pas y tambin desde
la ciudad de Oaxaca, orientaban su quehacer informativo como
vehculo de la naciente opinin pblica; tales seran los casos de
peridicos nacionales como El Universal, catalogado como
conservador y Santanista por la opinin de la poca, as como

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 249


semanarios como La Cucarda y La Crnica, ambos de corte liberal
editados en la ciudad de Oaxaca.
Ms all de sus diferendos poltico-ideolgicos expresados en
sus pginas, ambas tendencias resaltaban sobre todo el orden
civilizatorio que emanaba de las repblicas europeas, sobre todo
de la francesa, cuyas formas de participacin y representacin
poltica pretendan ser imitadas tanto a nivel federal como estatal
en la naciente repblica mexicana.238
En todos estos medios era muy perceptible el racismo
expresado por sus editorialistas y escritores que denostaban
contra las mltiples rebeliones indias y amotinamientos que se
dieron de manera simultnea tanto en el norte como en el sur y
sureste, en distintos tiempos, en amplias regiones de la mutilada
e indefinida nacin mexicana y ms all de sus an imperceptibles
fronteras, antes, durante y despus de las intervenciones
norteamericanas.239 Hacia 1850, por ejemplo, es muy recurrente
en la opinin pblica la referencia y quejas por las rebeliones,
amotinamientos y ataques de los brbaros del norte tanto en
Sonora, Arizona y California, como en Chihuahua, Durango, Nuevo
Mxico y Nuevo Len. Tambin se reportan constantemente en El
Universal, en 1850, los pormenores de la denominada Guerra de
Castas en la pennsula de Yucatn, fomentada segn la opinin
de la poca por los ingleses de Wali (Belice). En ese mismo ao, el
gobierno de Oaxaca presuma ante la naciente federacin el
control de la rebelin de Tehuantepec, despus de la quema de
Juchitn.

238
El partido conservador tena entre sus peridicos EL Universal, El Tiempo, La
Sociedad, y otros. EL Monitor Republicano y El Siglo Diez y Nueve fueron los
peridicos representantes de la prensa liberal en el periodo que va desde el
Plan de Ayutla hasta la Guerra de Reforma. (Celis, 1988, 1).
239
Este conjunto de rebeliones han sido consideradas indistintamente como
campesinas o indgenas y ocurrieron tanto en el norte yaquis y seris--,
centro --teneks y huastecos--, sur --nahuas, zapotecos y zoques-- y sureste
--mayas-- del pas.

250 Carlos Manzo


La intersubjetividad racista en la mentalidad poltica de la
poca era tal que tanto conservadores como liberales,
estadunidenses como mexicanos, dejaron claro en la Constitucin
de 1857:
Art. 111.- Los Estados no pueden en ningn caso: celebrar
alianzas, tratado o coalicin con otro Estado, ni con potencias
extranjeras. Exceptuase la coalicin que puedan celebrar los
Estados fronterizos, para la guerra ofensiva o defensiva contra
los brbaros.
Con este artculo y otros acuerdos camarales, el naciente
Estado mexicano, revitalizaba, formalizaba, es decir daba rango
constitucional a otros acuerdos coloniales que desde 1789, se
haban firmado con los EE.UU. para combatir y perseguir a indios
brbaros en ambos lados de la frontera.
Historias como esta son parte fundamental del presente
captulo que tiene entre otros objetivos el anlisis de algunas
coyunturas que considero cruciales en la historia regional del
istmo de Tehuantepec durante el siglo XIX y principios del siglo
XX, como ya he sealado en el segundo captulo, dichas
coyunturas sern caracterizadas por:
a) El liberalismo y las Leyes de Reforma, resaltando los contextos
de rebelin en la regin que de alguna manera fueron
consecuencia de las polticas derivadas de ambas, con
profundas races originadas en procesos de resistencia que se
dieran en siglos anteriores. En este sentido, el preludio jurdico
colonialista, representado por las Leyes de Indias, que
pretendan regular la existencia y relaciones de naciones
pueblos y comunidades indgenas, se vio colapsado por las
primeras repblicas independientes y la jurisprudencia
emanada de las mismas. Bajo la inspiracin de las revoluciones
burguesas europeas240 se iniciaba la poca del reconocimiento

240
En este sentido, Villoro (1983) llama la atencin sobre dos interpretaciones
que sobre la Revolucin de Independencia se muestran relativamente

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 251


de los derechos a la igualdad ciudadana y la propiedad privada
en contra de los intereses colectivos y comunitarios; los
pueblos indios fueron prcticamente ignorados en tanto
Sujetos de Derecho Pblico, en la primera Constitucin
mexicana de 1824, as como en las de 1857, 1917 y en las
recientes reformas que dieron pie al Artculo 2 en abril del
2001.
b) Las pugnas por el control hegemnico de la economa-mundo
capitalista, expresadas por la tirante situacin entre las
primeras empresas impulsadas por los estados colonialistas
como Inglaterra, Francia, Holanda, Estados Unidos y, en menor
medida, Alemania, en su afn por incidir en la comunicacin
interocenica y ferroviaria, as como, posteriormente, en las
disputas por el control de los primeros yacimientos petroleros
de Mxico.
Las invasiones o intervenciones norteamericanas (1846-48;
1914) y francesa (1865) marcan coyunturas histricas de las
referidas disputas. El 14 de septiembre de 1847, cuando las tropas
yankees se encontraban posesionadas de la ciudad de Mxico,
proponen un armisticio y negociar la paz con los representantes
del gobierno mexicano encabezado por Santa Anna; en las
condiciones para la paz, adems de la voracidad por el control y
posesin de los territorios de Texas, Nuevo Mxico y California, el
inters por controlar la comunicacin interocenica a travs del
istmo era harto evidente en la redaccin del artculo 8 de la
propuesta original de Santiago K. Polk, entonces presidente de los
Estados Unidos, que a la letra propona:

antagnicas: la una que la ve como una reaccin tradicionalista contra las


innovaciones liberales de la pennsula y en defensa de los valores hispnicos
y religiosos amenazados y la otra... la perspectiva exactamente inversa: la
revolucin aparece como una de las manifestaciones de la conmocin
universal provocada por la Ilustracin y la revolucin
democrtico-burguesa de Francia (15).

252 Carlos Manzo


El gobierno de los Estados Unidos mexicanos por este concede
y garantiza para siempre al gobierno y ciudadanos de los
Estados Unidos el derecho de transportar al travs del istmo
de Tehuantepec, de mar a mar, por cualesquiera de los medios
de comunicacin que existan actualmente, ya sea por tierra o
por agua, libre de todo pago o gravamen, todos o cualquier
artculo, ya sea de producto natural o productos o
manufacturas de los Estados Unidos o de cualesquiera otro
pas estrangero, pertenecientes al dicho gobierno
ciudadanos.241
En el contexto de la invasin, el gobierno mexicano alcanz a
negar la pretendida concesin bajo el argumento de que se
encontraba otorgada a un capitalista nacional, Jos Garay, quien a
su vez, apenas ratificada la concesin por el legislativo en 1846,
viaj a Londres en supuesta bsqueda de inversiones para su
proyecto, en donde transform la concesin en acciones y dinero
que vendi a capitalistas ingleses; el territorio del istmo y la mera
posibilidad del control de la comunicacin interocenica
inauguraban un capitalismo financiero transnacional cuyas
acciones podan estarse cotizando simultneamente en Londres y
Nueva York al mejor postor, en una apuesta que en esta
coyuntura ganaron los yankees. 242 Ms que un traspaso de
privilegios como seala Duval (2000), nos encontramos ante una
venta de acciones que dio pie a un interesante fenmeno
primigenio de capital especulativo internacional, cuya fuente

241
Contestaciones habidas entre el supremo gobierno mexicano, el general en
jefe del ejrcito americano y el comisionado de los Estados Unidos. Mxico
1847, Imprenta de Vicente Garca Torres, p. 21; consultado en HNDM, Fondo
Reservado, Lafragua; LAF 84.
242
De acuerdo con otro estudio, en 1842, Santa Anna concedi a Jos Garay los
privilegios de construccin y colonizacin del istmo mexicano. ste sin xito
en su empresa traspas sus privilegios a la casa inglesa de Manning,
Mackintosh y Schneider, la cual a su vez los cedi a los hermanos Hargous de
Nueva York (Duval Hernndez, 2000, 5); la versin en microfilm del contrato
Garay Mackintosh, puede consultarse tambin en HNDM, Lafragua, 84 LAF.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 253


originaria fuera la saqueada Hacienda de la an infante nacin
mexicana.243
De manera simultnea, independientemente de la recreacin
del contexto histrico econmico, me interesa destacar el racismo
inherente en la opinin y visin tanto liberal como conservadora y
en la de algunos viajeros de las principales potencias colonialistas
que visitaron la regin a lo largo del mencionado siglo diecinueve.
Para este fin, he recurrido a algunas fuentes documentales,
publicadas e inditas, as como a un conjunto de ensayos que
sobre distintos tpicos del siglo XIX existen en la historiografa del
istmo. El contrapunteo y dilogo entre estas fuentes y la
etnografa de la regin permitirn detectar algunas permanencias
en manifestaciones de la resistencia expresada en la vida
cotidiana de los pueblos indgenas. Aunado a lo anterior, preciso
el anlisis descriptivo de las rebeliones de Che Gorio Melendre y
Che Gmez, que en distinto momento se encontraron
enmarcados por contextos geoeconmicos y geopolticos en los
que el inters norteamericano sobre el territorio y los recursos de
la regin lleg a ser determinante en los desenlaces de
importantes coyunturas nacionales. En 1847, por ejemplo, en el
marco de la intervencin norteamericana la final negociacin de
la paz demostraba en la agenda el inters yankee en el control,
colonizacin y libre trnsito de los norteamericanos por el istmo
de Tehuantepec, garantas que finalmente les fueron otorgadas a
los yankees por Benito Jurez y a los ingleses por Porfirio Daz.
En el caso de la rebelin de Che Gmez, esta fue someramente
reprimida sin dar tiempo a que la rebelda antiestatal se
expresara, creciera y permaneciera durante aos como fue en la
experiencia de Che Gorio Melendre. Tres aos ms tarde, despus

243
De acuerdo con los fondos consultados, los senadores y diputados le ratifican
a Garay la concesin en 1846, antes de la invasin; luego en primero de
marzo de 1847, antes del armisticio, Garay ya haba realizado el contrato con
Mackintosh.

254 Carlos Manzo


del asesinato de Che Gmez, ya enfrascados en la apertura del
canal por Panam, los norteamericanos volvieron a invadir ahora
interesados por el control y aprovechamiento de los principales
yacimientos petroleros que apenas una dcada antes iniciaban a
explotarse desde Tampico hasta Las Choapas, en el norte del
istmo.
Desde mi punto de vista, la segunda mitad del siglo XIX
mexicano queda marcada fuertemente por este largo ciclo de
invasiones y/o intervenciones que inician con la norteamericana
en 1846 y se cierra con la reafirmacin hegemnica de los mismos
en 1914. Ciertamente, los intereses del vecino del norte, siempre
estuvieron orientados y definidos en funcin de su mxima
ideolgica expresada en el destino manifiesto, como bien lo ha
reiterado Garca Cant en su ya clsica obra sobre las
intervenciones norteamericanas en Mxico.244
De la misma manera en que la introduccin y operacin del
ferrocarril transstmico, marcaba una etapa que se vio
caracterizada por la disputa capitalista financiera de ingleses y
norteamericanos, y la invasin y guerra que entre 1846 y 1848
defini la territorialidad de Estados Unidos, hacia el norte del ro
Bravo; tambin, de esta forma, la segunda invasin en 1914 se
defini por un control, ms que territorial, de la riqueza petrolera
que las empresas transnacionales como Texaco, El Aguila y Shell,
ya controlaban desde una dcada antes.245 Entre las primeras

244
En su libro expone con claridad la ideologa estadunidense, encerrada en la
consigna del 'destino manifiesto' en los siguientes trminos: El mvil
nacional de los Estados Unidos no parti de la necesidad de aplicar los
ideales de la Declaracin de Virginia, sino de la urgencia de ampliar los
lmites del primitivo pas, el orgullo racial y la justificacin supuestamente
moral para organizar la esclavitud ; todo lo cual se expres en la frase:
destino manifiesto; verdadera convocatoria para ejercer la violencia
dentro y fuera del pas. (Garca Cant, 1986, 14).
245
En estos casos la americana Texaco se ubicaba sobre todo en la explotacin
de los pozos de Poza Rica y Ebano y las inglesas Shell y El Aguila explotaban
los yacimientos ubicados en la zona norte del istmo.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 255


exploraciones y explotaciones petroleras en el norte del istmo y la
inauguracin del ferrocarril, con todo el potencial industrial y
comercial que implic, se da una suerte de empalme histrico
econmico que, ms all del impacto de la apertura del canal de
Panam y de la propia revolucin mexicana, marc un fuerte
proceso de industrializacin con una serie de etapas en donde la
guerra mundial de 1914-18 demand del istmo, y de las pocas y
nacientes refineras del pas, el petrleo y combustibles
necesarios para sostenerla.
El principal punto de declive de dicho proceso, se presentar
en 1925 con las primeras manifestaciones de una de las peores
crisis que el capitalismo haba padecido en sus cuatro siglos de
vida, la denominada crisis del 29.
De acuerdo con lo anterior, coincido con la apreciacin de
Prvot-Schapira (1981), quien se refiere a este proceso descrito
especficamente para el Istmo petrolero, en los siguientes
trminos:
En efecto, el descubrimiento del petrleo en ese inicio de siglo
provoc profundos cambios y repercusiones que conviene
analizar en tanto que son esenciales para la comprehensin de
la organizacin econmica y social pasada aunque tambin
presente del Istmo petrolero.246
As las cosas, en este quinto captulo, pretendo dar forma a un
boceto de antropologa histrica, y de historia econmica y
poltica, tomando como principal referencia el siglo XIX, en este
sentido, el hecho de incluir al final un breve ejercicio
interpretativo sobre la rebelin de Che Gmez, acaecida en 1911,
me permite ampliar la visin de un ciclo histrico de luchas
autonmicas o por la autonoma, que prcticamente se cierra

246
En effet, la dcouverte du ptrole en ce dbut de sicle provoque de
profonds changements et bouleversements qu'il convient d'analyser tant ils
sont essentiels la comprhension de l'organisation conomique et sociale
passe mais aussi prsente de l'Isthme ptrolier. (42). (Traduccin ma).

256 Carlos Manzo


para nuestra regin con el asesinato de Che Gmez y la represin
a sus rebeldes; todo esto sin otro fin que llamar la atencin sobre
aspectos, actores y voces que hasta ahora han sido poco
perceptibles en trabajos sobre la regin.

V.1 Ndi Nga Xtiidxa Ta Rosa ne Ta Feli, diidxa ra aa


Las palabras de Ta Rosa y Ta Feli, palabras del campo
Los seores Rosalino Toledo(+) y Feliciano Fuentes, ms
conocidos en el pueblo de Unin Hidalgo como Ta Rosa y Ta Feli,
nos platicaron hace un tiempo de cmo las revoluciones haban
pasado por el Istmo.247 En su juventud, ambos ya haban sido
mozos, una forma del peonazgo,248 y despus haban establecido
sus ranchos en la zona nororiental de los terrenos comunales de
Juchitn, en el paraje hasta ahora denominado Cerro Iguana, por
donde colindan con tierras de Niltepec y del Ingenio Santo
Domingo.
Territorialmente, el vasto llano que se tiende bajo las faldas de
la pequea sierra de Cerro Prieto o Esquipulas, constitua el
ltimo confn Binniz hacia el oriente donde en cada temporada
de aguas o Gui guie, llegaba a pastar todava a principios del siglo
XX, el ganado cimarrn de las an no extintas coloniales
haciendas marquesanas.

247
El Sr. Feliciano Fuentes, tiene alrededor de 80 aos de edad, es originario de
Ranchu Gubia, Unin Hidalgo, Oaxaca; ha sido integrante del Concejo de
Ancianos de la comunidad; Ta Rosa, tambin del Concejo de Ancianos,
mostraba en su discurso, en distintos momentos, una gran preocupacin por
la forma en que se privatizan los bienes comunales, ya en el contexto actual
del denominado Corredor Elico del Istmo, Ta Rosa falleci recientemente
en el mes de julio del 2008.
248
En este caso, el peonazgo consista en cierta forma de trabajo asalariado, as
como al trabajo realizado en tierras de las haciendas con un pago en
especie a la cosecha por el arrendamiento de la tierra.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 257


En la segunda mitad del siglo XIX, cientos de comuneros de las
comunidades binnizs de Chicapa, Gubia guia y Gubia guete,
haban formado sus ranchos de un pedazo de terreno en el que
construan un pequeo corral en donde encerraban el ganado que
entonces expropiaban a Maqueu (zapotequizacin fontica de
Maqueo),249 el ltimo heredero de las haciendas marquesanas,
personaje an presente en la memoria histrica de los viejos
comunalistas de Juchitn, as como en la memoria de
afromestizos descendientes de poblacin negra que en distinto
tiempo por generaciones trabajaron como esclavos, mulatos
libres, mozos, arrieros o caporales de las mencionadas haciendas
y que por efectos de las revoluciones pasaron a convertirse
primero en hombres libres y despus en comuneros, ejidatarios
y/o ciudadanos.250

249
Al parecer, el Maqueo que Ta Feli conoci era descendiente del mismo
Esteban Maqueo, que asociado con Jos Joaquin de Guergu, heredaran las
haciendas marquesanas en 1836. (Cueva Luna, 1994, 65). En los tiempos de
la rebelin de Che Gorio Melendre (1850) estos personajes, al parecer
aliados de Jurez en la ciudad de Oaxaca, eran citados en los siguientes
trminos por el semanario La Cucarda: Los Sres. D. Jos Joaquin de Guergue
y D. Estevan Maqueo, vecinos de esta ciudad y dueos de las haciendas
marquesanas situadas cerca de Juchitn, son unos testigos imparciales de lo
que hemos espuesto. Sus propiedades han sido el teatro del incendio y
rapias de esa pandilla de bandoleros. Precisamente la causa de la
insurreccin de estos, no ha sido otra que las providencias tomadas por el
gobierno del Estado para contener los escesos de estos socialistas (5 de
enero de 1851; HNDM). Por lo visto el editor de La Cucarda era una
asustadiza vctima ms de ese fantasma que recorra el mundo por esos
tiempos.
250
En el istmo jarocho esta situacin fue ms generalizada en comunidades
como: Chacalapa, Cosamaloapan, Los Tuxtlas y la mayor parte de la cuenca
del Papaloapan. Para el caso del sur del istmo, destacan la zona oriente que
va desde Tapanatepec hasta La Venta y en la zona noroccidental Almoloya, El
Barrio y Los Petapas.

258 Carlos Manzo


Imagen 17. Esteban Maqueo Castellanos, heredero de las Haciendas
Marquesanas. Mayor latifundista en Oaxaca durante el Porfiriato. Fuente:
Iconoteca, Hemeroteca Nacional de Mxico, Fondo reservado.

En el tiempo referido por Ta Feli, principios del siglo XX, los


pueblos del Istmo, sobre todo aquellos ms prximos a las vas del
ferrocarril, desde el Atlntico hasta el Pacfico, mostraban cierta
fisonoma caracterstica del rico mestizaje acrisolado en el que
haban confluido indios, espaoles, africanos, turcos, libaneses,
ingleses, franceses, norteamericanos y chinos.
En su estudio sobre la poblacin extranjera en el istmo,
precisamente en la segunda mitad del siglo XIX, Leticia Reina
destaca la vocacin y actividades de los extranjeros, en los
siguientes trminos:
Estos extranjeros, exceptuando a los chinos, llegaron atrados
por las diversas actividades y negocios que prometa la
construccin del ferrocarril, y despus empezaron a especular
con la tierra. Apoyados en las leyes de colonizacin y baldos,

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 259


denunciaron tierras que posteriormente les fueron
adjudicadas. Lograron tener en sus manos los latifundios ms
grandes del estado de Oaxaca. (Reina, 1995, 42).251
Cabe suponer que todo lo anterior se dio a costa de las tierras
de comunidades que, sin embargo, no se vieron tan afectadas
agraria y ambientalmente como en los ltimos 50 aos.252
En el caso particular del istmo, los extranjeros adquirieron
tierras en las colindancias con el ya entonces estado de Veracruz y
en la parte ms oriental del distrito de Juchitn (Reina, 1995,
42). En estas desamortizaciones se vieron afectadas
comunidades ayuuks como Guichicovi y Jaltepec, cuyos lmites
territoriales sirvieron en ese tiempo para la definicin de los
lmites entre Oaxaca y Veracruz253; En el caso de las tierras en la
parte ms oriental del distrito de Juchitn, la autora se est
refiriendo precisamente a aquellos terrenos pertenecientes a los
bienes comunales de Juchitn, relatados y descritos por Ta Feli en
varias entrevistas que tuvo a bien concederme.254
Hasta antes de su entrada al proceso de desamortizacin,
promovida por la Ley Lerdo de 1856, las tierras comunales de
comunidades y pueblos indios del istmo jarocho, como sera el
caso de los denominados popolucas de Soteapan y nahuas de
Pajapan, se vieron presionadas por la naturaleza expansiva de las
haciendas ganaderas coloniales, como fuera el caso de la
hacienda de Cuatotolapan 255 , que permanecieron y crecieron

251
Sabemos por otras fuentes que los chinos llegaron para emplearse como
trabajadores en la construccin del ferrocarril (Entrevistas en el istmo
veracruzano; N de C, 2010, Las Choapas).
252
Como ya hemos podido apreciar en los mapas relativos en el segundo
captulo.
253
De acuerdo con lo manifestado por Lorenzo Vsquez Bielma, en entrevista
realizada en Jaltepec, (Noviembre de 2008).
254
Entrevistas realizadas en Unin Hidalgo (NdeC, 2010).
255
Era tan extensa esta hacienda que sus conflictos de lmites en los extremos
comprenda tanto a comunidades indias como Acayucan y Jaltipan, en la

260 Carlos Manzo


significativamente a lo largo del siglo XIX, precisamente a costa de
invasiones y adjudicaciones de tierras de las comunidades. Desde
inicios del siglo XVII a algunas comunidades como Minzapan,
Huazuntln, Chacalapa, Amamaloya, Amezcalapa , entre otras, les
haban sido reconocidas mercedes de sitios para ganado mayor, o
las haban comprado, llegando a sumar, en el caso de Soteapan,
14,200 hectreas (Velzquez, 2006, 105-106). Un caso paradjico
y en contra sentido a las reformas juaristas ya que, de acuerdo
con Velsquez, para 1899 el ingeniero encargado del deslinde de
las tierras comunales de Soteapan estableca que los terrenos que
estaba midiendo se extendan sobre un rea de aproximadamente
98,510 hectreas; esto podra significar que los popolucas
consideraban como propio todo el territorio de su antiguo seoro
y que, probablemente en los siglos XVII y XVIII no lograron
legalizar la totalidad de estas tierras (Ibd. 107). Esta situacin
facilit las adjudicaciones y titulaciones que hicieran la Compaa
Pearson &Son y, asociada a sta, la petrolera El guila, lo que vino
a facilitar la privatizacin inmediata sobre los terrenos ricos en
hidrocarburos localizados en los primeros campos que se abrieron
en la regin. En esta zona norte de la regin del istmo, la
inmensidad de los latifundios adquiridos por las primeras
empresas transnacionales a finales del siglo XIX, bajo el amparo
del porfiriato se evidencia en estudios que han planteado:
Fue as que se constituyeron inmensos latifundios adquiridos
en su gran mayora por extranjeros al igual que por los
hombres polticos del porfiriato. Hearst, el magnate de la
prensa americana, con 106,000 hectreas en el Istmo,
constitua el segundo latifundista despus de la Compaa de
Pearson. David Gheest posea 56,000 hectreas, las Compaas
del ferrocarril de Veracruz 76,000. Hemos encontrado
igualmente en la regin, Limantour, Rabasa y Manuel Romero
Rubio, el padrino de Porfirio Daz, quien recibi una concesin

ribera del Coatzacoalcos; llegando dichos lmites por el Oeste hasta


Soteapan, en las primeras estribaciones de la sierra de Santa Martha.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 261


de tierras baldas por 600,000 hectreas en la regin de los
Tuxtlas que fueron enseguida adquiridas por la Compaa El
Aguila.256
Por otra parte, Elena Azaola (1982) ubica entre los municipios
pertenecientes a los cantones de Acayucan y Minatitln, Soteapan
y Mecayapan includos, ms de 133,932 hectreas que la
compaa inglesa Pearson & Son Ltd. Adquiri en 1905 a los
sucesores de Romero Rubio; en este sentido la autora ha
sealado:
Existen constancias de que poco antes de que la sociedad S.
Pearson and Son Limited de Londres adquiriera en 1905 las
propiedades de la sucesin Romero Rubio en el istmo, ya haba
firmado varios contratos con propietarios de terrenos en la
regin por los cuales se le permita disfrutar de los recursos del
subsuelo, habiendo previamente obtenido el permiso para
dedicarse a la exploracin y explotacin petroleras. De manera
que el inters fundamental en la adquisicin de las
propiedades de la sucesin Romero Rubio fue tanto el
petrleo como el asegurarse el control comercial de una
extensa regin, dado que la compaa Pearson tena tambin a
su cargo la administracin del Ferrocarril Nacional de
Tehuantepec (96).
Por otra parte, en el sur del istmo, los juchitecos presenciaban
el ascenso de las familias extranjeras que dcadas antes haban
sido zapotequizadas; es aqu donde, de acuerdo con Reina,

256
C'est alors que se constituent d'inmenses latifundios acquis en grande
majorit par des trangers et galement des hommes politiques du
porfiriato. Hearst, le magnat de la presse americaine, avec 106,000 hectares
dans l'Isthme, constitue le second latifundiste aprs la Compagnie de
Pearson. David Gheest possde 56,000 hectares, las Compagnie de chemin
de fer de Veracruz 76,000. On trove gelement dans la rgion, Limantour,
Rabasa et Manuel Romero Rubio, le beau-pre de Porfirio Daz qui a recu
une concession de terres baldias de 600, 000 hectares dans la rgion des
tuxtlas, qui seront par la suite acquises (amparadas) par la Compagnie El
Aguila (Prvot-Schapira, 1981, 32). (Traduccin ma).

262 Carlos Manzo


considero se establece un importante fenmeno histrico y por
ende socioeconmico en la regin, la emergencia de una
oligarqua regional que se percibe en los siguientes trminos: Los
extranjeros que llegaron al istmo, al casarse con mujeres
zapotecas fueron conformando la oligarqua regional (Ibd., 44);
llevando su anlisis genealgico de los extranjeros hasta inicios
del siglo XX, la autora describe tambin los casos de las familias
Gurrin, De Gyves, Nivn y Liekens.
En mi opinin, a pesar del aparente encumbramiento de una
oligarqua extranjera zapotequizada, las desamortizaciones,
derivadas de la Ley Lerdo de 1856, no impactaron
significativamente la tenencia comunal de los principales pueblos
indgenas del istmo de Tehuantepec en tanto que entrados los
70s del siglo XX vemos la mayor parte de sus territorios
reconocidos como bienes comunales emanados de su derecho
por la posesin y disfrute desde tiempo inmemorial, hasta las
realengas disposiciones coloniales desde los siglos XVI y XVII y,
ms recientemente, ratificado por las resoluciones presidenciales
que en distintos momentos del siglo veinte dieron cuenta de la
comunalidad territorial de los pueblos. 257 Esta ltima
caracterizacin agraria es ms perceptible en los pueblos ayuuks,
zoques, ikoots y binnizs del centro y sur del istmo, que en los
casos de pueblos y ejidos nahuas y untaj+y del norte del istmo,
en el golfo jarocho-binniz. Los procesos de dominacin colonial
agraria fueron histricamente diferenciados en ambas zonas,
sobre todo en los ltimos cien aos. No existe hasta ahora un
estudio histrico comparativo de la cuestin agraria en ambas
vertientes.
Volviendo al contexto modernizante decimonnico, Laura
Machuca concluye en un interesante trabajo sobre los efectos de
la desamortizacin:

257
Son constancia de esta situacin las resoluciones presidenciales de Juchitn y
Los Chimalapas, entre 1964 y 1967, amparando en su conjunto alrededor de
600 mil hectreas.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 263


La prdida de los terrenos de propios y ejidos fue sucediendo
paulatinamente desde 1856 en que los acaparadores
aprovecharon para pedir miles de hectreas en algunas
microrregiones hasta las vsperas de la revolucin, pero los
miembros de los municipios no se quedaron pasivos y
desplegaron toda su imaginacin y armas para poder frenar un
poco el proceso, que se present finalmente como inevitable.
(2007b, 194).
Mientras la autora reconoce la prdida de los terrenos
comunales, Mendoza Garca, coincide con esta tendencia en su
estudio, donde argumenta que: en regiones como el Istmo, la
Costa, Tuxtepec y la Caada hubo una enorme transferencia de la
propiedad comunal a manos privadas (2007, 103); por lo visto el
autor comparte el punto de vista del derecho liberal expresado
por la ley Lerdo, lo que para muchos pueblos desde siglos
anteriores, partiendo incluso de la jurisprudencia colonial y del
derecho consuetudinario, ha venido siendo considerado mas que
transferencia como un despojo.
Comparto parcialmente la apreciacin de Laura Machuca,
aunque me parece que estos aprovechamientos no alcanzaban a
afectar significativamente la inmensidad de terrenos
tradicionalmente reconocidos, p. ej., en diidxaz, como lay xti
guidxi o comunales, como podra ser el caso de las ms de 500 mil
hectreas de los Chimas258 que, sumadas a las de otros pueblos
del sur del istmo rebasaban el milln de hectreas,259 y que, slo

258
Me refiero a Santa Mara y San Miguel Chimalapa, quienes son identificados
a si mismos y en la regin como Chimas.
259
A inicios del Mxico independiente, el entonces gobernador del estado de
Oaxaca, imbuido por el discurso liberal de moda que pugnaba por la igualdad
de los derechos ciudadanos, se quejaba en su informe de lo 'dilatadas' que
eran las tierras de los indios pretendiendo justificar su privatizacin: Una
porcin tan grande de tierra capaz de sustentar y enriquecer a un nmero
triple y an mucho ms grande que el de sus actuales habitadores, est
malsimamente repartida y la colocacin de las reducciones de los indgenas
compuestas de 21 idiomas distintos, de lo ms torpe y desproporcionado

264 Carlos Manzo


en la vertiente del pacfico en mltiples coyunturas su defensa
constituy motivo de serias rebeliones autonomistas indgenas;
ms adelante analizo en detalle este proceso.
En la mentalidad de los liberales decimonnicos, compartida
por autores de esa poca y de tiempos recientes, el modelo
agrario capitalista deba imponerse en tierras y territorios
indgenas desconocidas como tales, que a lo ms fueron y siguen
consideradas como dilatadas o malsimamente repartidas u
ociosas, o cerriles y corporativizadas, fuera de la nueva
racionalidad capitalista, a lastierras de las comunidades, como
rezaba la propia ley haba que desamortizarlas. Una simple
transformacin de cheptel mort a cheptel vif,260como tambin
auguraba la literatura econmica de la fisiocracia europea de esos
tiempos. Para el naciente Estado mexicano, este desconocimiento
constitucional slo se ver parcialmente restituido con la Ley
Agraria de 1915, emanada como resultado de una de las
principales demandas de la Revolucin mexicana.
Si bien la desamortizacin en el istmo y en gran parte de las
regiones indias del sureste, no impactaron de manera
determinante y fulminante a las tierras comunales de
comunidades y pueblos, es necesario apuntar que en
determinadas zonas como Jaltepec, Moloacn, Ixhuatln,
Soteapan y Pajapan fue la desamortizacin el pincel que traz los
nuevos matices de una geografa econmica que ya desde antes
alimentaba circuitos comerciales del capitalismo ultramarino; ms
all de las rutas ya definidas por los colorantes naturales como la
grana y el ail que servan de insumos en la industria textil
europea, hasta mediados del siglo XIX, el azcar, el tabaco, el
cacao, el algodn y la vainilla haban tambin ya inaugurado
desde antes su entrada al mercado internacional. Las fincas

que pueda darse (Memoria del Gobernador, 2 de julio de 1827); citado por
Cueva Luna (1994, 51).
260
Como se plantea en la clsica consigna econmica: transformar el capital
muerto en capital vivo.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 265


cafetaleras, aserraderos de madera y plantaciones frutcolas
fueron parcelas recreadas por alemanes y estadunidenses,
aunque estos ltimos centraron ms su inters en la pugna con
ingleses y franceses por el control de las inversiones
representadas por el proyecto de un canal y/o ferroviario de
comunicacin interocenica a travs del istmo.261
En un contexto caracterizado a nivel geopoltico y
geoeconmico por las pugnas entre europeos y norteamericanos
por el control hegemnico de los espacios de aprovisionamiento y
recreacin de inversiones capitalistas, liberales y conservadores
pretendan copiar las pautas de una nueva poltica econmica
caracterizada por las privatizaciones y el reconocimiento de
derechos ciudadanos expresados en las constituciones y en
sendos planes y programas de colonizacin orientados a poblar y
desarrollar las olvidadas y marginadas regiones de frontera y/o
perifricas. El istmo de Tehuantepec, no poda ser la excepcin,
las cotidianas y preliberales prcticas autonmicas de pueblos y
comunidades indias en casi todo el pas, chocaron de manera
violenta con los intentos impositivos del liberalismo
decimonnico, como fuera en el caso del istmo la permanente
rebelin encabezada por el binniz Che Gorio Melendre, ahora
expresada en una coyuntura donde, en sus inicios, destacaba la
invasin norteamericana de 1846, como veremos enseguida.

V.2 La rebelin de Che Gorio Melendre262


(1846 -1853)
Los zapotecos de Juchitn y su lder Che Gorio Melendre
hicieron lo que pudieron y deban: encabezar las luchas por
la restitucin de los bienes y el respeto de la autonoma
comunal de los indgenas ante la irrupcin de elementos

261
Los informes y tratados de Williams (1852) y Shufeldt (1872), son muy
ilustrativos al respecto planteando el contexto poltico y econmico de su
tiempo en que realizaron estudios multidisciplinarios con la finalidad de
verificar la posibilidad de construccin de un canal interocenico.
262
Zapotequizacin del nombre de Jos Gregorio Melndrez.

266 Carlos Manzo


extraos provenientes del naciente capitalismo mexicano.
A las generaciones actuales de zapotecos les corresponde
sacar sus conclusiones y aprender la leccin de sus
antepasados, para vencer en una lucha por una sociedad
ms justa. (De la Cruz, 1983, 23).

Dos comentarios merece el prrafo anteriormente citado, como


proemio al presente apartado:
a) Aunque el texto fue redactado por su autor en 1983, cobra
tremenda vigencia en nuestros das en un contexto marcado
por las rebeliones en el sur del pas a principios del siglo XXI.
En 1983, Juchitn viva los vientos de una rebelin
sociopoltica, que ya haba dejado atrs las demandas agrarias,
despus de la desaparicin de Vctor Yodo263, quien fuera un
joven asesor del ltimo comisariado de bienes comunales de
Juchitn; la COCEI264, sin dejar de exigir la presentacin fsica
del lder agrario, se empecin e involucr en procesos poltico
electorales que le valieron por varios perodos la presidencia
municipal, adems de diputaciones federales, locales y una
senadura. Una COCEI diferente es la que vemos hoy,
fragmentada en la permanente disputa por los cargos pblicos,
sin reparar en la demanda de la autonoma comunal agraria,
que le diera origen como movimiento y, lo que es ms triste,
sin reparar en los altos costos de la represin que se vivi y se
sigue viviendo en esa y otras regiones indgenas del pas.
b) Ms que un naciente capitalismo mexicano, como el de
mediados del siglo XIX, hoy tenemos la manifestacin ms
grave de crisis que el capitalismo haya padecido como sistema
histrico. Como veremos en el sexto captulo, la irrupcin de
elementos extraos se expresa nuevamente por la presencia
de las empresas transnacionales que fincan su difcil esperanza
en renovar inversiones en regiones indgenas, aprovechando

263
Suceso y coyuntura que explico con mayor detalle en el captulo VIII del
presente trabajo.
264
Coalicin Obrera Campesina Estudiantil del Istmo.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 267


y esperando terminar de aprovechar los ltimos reductos de
recursos naturales que, en tanto patrimonio biocultural de los
pueblos indgenas, coincidentemente se encuentran en sus
demarcaciones territoriales en tanto pueblos originarios. La
resistencia de los pueblos a la depredacin neoliberal de sus
tierras y recursos puede ejemplificarse con algunos casos,
como son: La permanente resistencia de la tribu Yaqui, en el
estado de Sonora, que ahora adems del territorio ve
amenazadas las aguas del ro de su nombre; tambin por la
defensa del agua de la comunidad y las tierras, hoy265 se
encuentran presos seis indgenas Tzeltales de Bachajn y el
ejrcito mexicano ocupa su territorio en Chiapas; el pueblo
Wixrika, ms conocido como huichol, a la vez que se opone a
la minera en Wirikuta, mantiene su oposicin a la
construccin de una carretera que partira su territorio en dos
afectando su hbitat y bosques, en el trayecto que ira de
Huejuquilla a Bolaos, en el estado de Jalisco; el pueblo nahua
de Ostula, en la costa de Michoacn, ha recuperado por toma
de tierras ms de mil hectreas de sus tierras que por la va
legal no le han sido restituidas, oponindose a la construccin
de una autopista costera y a un complejo megaproyecto
turstico; estos y muchos otros casos ya son parte de la historia
nacional y continental de principios del siglo XXI.266
Volviendo a la explicacin de la coyuntura liberal, la supuesta
modernidad decimonnica, no hizo ms que continuar una espiral
de dominacin colonial capitalista que negara sistemticamente
como sujetos de derecho pblico a los pueblos indgenas, desde la
primera Constitucin independiente de de 1824, prcticamente
hasta nuestros das. En este sentido, la historiadora Uras
Horcasitas ha afirmado:

265
N de C, Marzo de 2011.
266
Algunos documentos relativos a estos hechos se encuentran en el apndice
general de este trabajo.

268 Carlos Manzo


El hecho de que el indgena ingresara en el mbito de la
modernidad como un sujeto poltico cuyo reconocimiento
pleno estaba supeditado a su integracin dentro de una
cultura, estuvo en el origen de dos principales alternativas que
abrieron a los grupos tnicos dentro del proyecto de sociedad
que se implant a lo largo del siglo XIX mexicano. Desde la
perspectiva de las lites, la suerte del indgena no poda ser
otra que su regeneracin (que implicaba llevar a cabo el
proceso de aculturacin obligatoria) o su desaparicin
mediante el mestizaje. (2000,15)
Es desde esa perspectiva de las lites citada por la autora,
que por lo dems prevalece hasta nuestros das, donde
percibimos esa cierta intersubjetividad racista de occidente con
respecto a los pueblos indios y, en general, a los pueblos y
naciones ubicados en el hemisferio sur. Es notoria en esta
interpretacin diferencias sustanciales con respecto a la visin
que asume la modernidad de acuerdo con el binomio modernidad
/colonialidad,267 en donde desde una perspectiva ms amplia,
observando la resistencia indgena como una expresin de larga
duracin, los pueblos indgenas reclaman el reconocimiento de
derechos en tanto pueblos y naciones, ms que como sujeto
poltico en busca de participacin en un mbito de representacin
parlamentaria decimonnica.
Algunos autores han analizado el periodo de mediados del
siglo XIX a partir de los acontecimientos acaecidos en torno a la
conocida rebelin de Che Gorio Melendre,268 destacando algunas
caractersticas del personaje, como el hecho de que Jos Gregorio
Melndrez haba aprendido de estrategia militar guerrillera, o
tambin denominada guerra de guerrillas, al acompaar en sus
campaas al General Juan lvarez desde su levantamiento en
1834 (De la Cruz, 1983, 17), y no dudamos que esta experiencia
haya influido en la rebelin que coincidiera en parte con el

267
A este respecto hemos ya abundado en el primer captulo de este trabajo.
268
Cfr. Cueva Luna, T. Elizabeth (1994); De la Cruz (1983); Tutino (1980).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 269


transcurso de la intervencin norteamericana de 1846 a 1848.269
Se dice que sus primeras experiencias militares se dieron cuando
contaba con 20 aos de edad, en 1813, al lado de Mariano
Matamoros en la guerra de independencia. (Cueva Luna, 1994,
67). Ms all de las peripecias y cualidades del indiscutible lder
de la rebelin, conviene analizar antes algunas explicaciones
acerca de sus causas.
Al parecer los autores citados coinciden con Tutino (1980) en
ensayar la hiptesis de la incursin propuesta por estudiosos
como Eric Hobsbawm, Eric Wolf y Barrington Moore Jr., quienes
han concluido en forma general que los campesinos se han
rebelado con mayor frecuencia en reaccin contra
desquiciamientos debidos a la incursin incrementada de
relaciones econmicas y sociales comerciales o capitalistas en la
vida comunal campesina.(Ibd.). Por lo visto De la Cruz, tambin
coincide ampliamente con la hiptesis mencionada planteando en
sntesis:
Si los zapotecos buscaban independizarse de Oaxaca, para no
perder sus tierras y salinas en manos de la lite de
comerciantes criollos y extranjeros de Oaxaca, que mejor
momento que aquel en que hua el gobernador 270 y esta
autoridad pasa a manos del enemigo de ellos (Ibd. 12).

269
En diversos estudios es notoria la diferente percepcin del tiempo que dur
la rebelin encabezada por Melendre; mientras Tutino plantea que 'un gran
sector de la poblacin indgena de Tehuantepec vivi en rebelda durante
cinco aos (1846-1850)', Cueva Luna seala que an despus de muerto
Melendre, el 29 de mayo de 1853, los motines y asonadas continuaron en
1854 cuando el pueblo armado atac a las tropas del gobierno
descontentos porque don Mximo Ortiz haba mandado detener al
sacerdote Miguel Lpez y a otras personas mas que indujeron al pueblo a
ignorar la visita que aquel gobernador de distrito hizo a Juchitn. (Cueva
Luna, 1994, 101-102).
270
Se refiere a Jurez.

270 Carlos Manzo


En cambio, insistiendo en refutar la tesis de Tutino con
relacin al significado de la invasin norteamericana en este
contexto, el autor afirma:
Eran pues, los conservadores quienes aprovechaban la
invasin norteamericana para recuperar sus fueros, y los
zapotecos no hacan ms que ponerse tcitamente en contra
de los aliados de los invasores y a favor de la causa nacional
(Ibd. 12).
Cueva Luna abunda sobre las causas al indicar la existencia de
cierto consenso en la opinin pblica de la poca citando al
peridico oaxaqueo La Cucarda: Todo oaxaqueo sabe que
Gregorio Melendez comenz su motn, porque las autoridades no
permitieron que l y los vecinos de Juchitn se repartiesen los
terrenos y frutos de las haciendas marquesanas, las salinas y
cuanto ellos crean que necesitaban (La Cucarda Tomo I, No. 21,
p. 2),271 (Cueva, 1994, 64).
La fuente citada (La Cucarda), con una fuerte interpretacin
favorable al uso de la mano dura por parte del Ejecutivo estatal,
entonces Jurez, pretenda en todo momento deslegitimar el
movimiento de los pueblos encabezado por Che Gorio Melendre;
al respecto el pequeo boletn publicado en la ciudad de Oaxaca
expresaba:
Oaxaca, Domingo 1 de diciembre de 1850, p. 3: La sociedad
no siempre puede conservarse por medios ordinarios, y esto es
bastante para justificar alguna vez las facultades
estraordinarias. La necesidad de estas se hace sentir hoy
principalmente, cuando un motn escandaloso acaudillado por
unos forajidos que llevan el pillaje el robo y el asesinato a
todas las poblaciones indefensas del departamento de
Tehuantepec, ha puesto de manifiesto que los medios

271
Tambin publicada en la revista Guchachi' Reza, No. 10, Marzo de 1982, p.
11.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 271


comunes son ineficaces para poner termino a la inmoral
asonada de Melendez.272
Como veremos mas adelante, el peridico de tinte liberal, que
no perda ocasin para desacreditar pblicamente a los rebeldes,
suaviz un tanto su crtica en la medida que la rebelin se
expanda y teja alianzas en los planos regional y nacional.
Durante la primera mitad del siglo XIX, hasta antes y durante
las rebeliones de Che Gorio Melendre, la mayora de los
historiadores han interpretado la apropiacin de los bienes
comunales de los binniz de Juchitn como un robo; as, autoras
como Machuca han afirmado: Durante la primavera de 1848, los
juchitecos robaron sal y ganado, aunque independientemente de
su interpretacin acorde con las versiones oficialistas de la poca,
rectifica ms adelante: las autoridades juaristas quisieron
impedir la venta de sal en el mercado y en casa de particulares,
pero los indios contestaron que: el que coge y disfruta lo que es
suyo no lo hurta (Machuca, 2007, 170-171).273 Este argumento,
en el contexto de su fuente original es mnimo, si consideramos el
argumento legal y las definiciones jurdicas que, en el marco del
derecho consuetudinario o natural y de gentes, los binniz
juchitecos esgrimieran contra la acusacin juarista del robo de la
sal, en donde planteaban:
*+sobre la saca de sal que su Divina Majestad se ha servido
darnos en nuestro suelo *+ porque nos reconocemos con un
derecho de naturaleza, como legtimos dueos, para
aprovecharnos de este fruto, pues el Ser Supremo quiso
ponerlo en nuestro suelo, en nuestra costa (bendito sea Dios) y
no como se dice que la estamos robando; produccin ofensiva

272
HNDM, 'La Cucarda', semanario, Oaxaca, 1 de septiembre de 1850, p. 3.
273
En su rectificacin la autora cita a De la Cruz (1983, 65-66), en donde el autor
cuestiona precisamente el supuesto robo que a la vista de los juaristas los
istmeos realizaban al apropiarse comunalmente de sal , tierras y ganado, en
donde el principal objetivo de Jurez era privatizar dichos bienes comunales
de los pueblos.

272 Carlos Manzo


y vilipendiosa; pues el que coge y disfruta lo que es suyo no lo
hurta: nosotros somos mexicanos, somos la nacin, y somos
dueos y tenemos el mismo derecho para que de este fruto
aprovecharnos,*+.274
Asistimos aqu a la constatacin de los orgenes de un proceso
histrico, vigente hasta nuestros das, caracterizado por la
reivindicacin de los derechos individuales del hombre y el
ciudadano, en contraposicin a los derechos colectivos y/o
comunales; la caracterstica principal de este proceso en sta y
otras regiones de Mxico ser precisamente la resistencia a las
leyes de desamortizacin de los bienes de las comunidades y
pueblos indgenas, su expresin ms relevante y notoria sern las
rebeliones indgenas, como ocurriera en el valle del Yaqui,
destacando las encabezadas por el indio Gernimo y Tata Biate,
as como las rebeliones mayas de la pennsula de Yucatn y
Quintana Roo. 275 Todava en 1860 se continan reportando
sublevaciones en la pennsula en donde de acuerdo con las
referencias se apuntaba: Han pospuesto la paz los indios
sublevados. Probable guerra entre Campeche y Merida (AJ;
HNDM-FR-Ms. J. 2-134 bis).
En estos tiempos, el eje articulador de la resistencia expresada
por las rebeliones en el istmo, se haba trasladado de
Tehuantepec a Juchitn; la polarizacin de intereses que llegaran
a confrontar a juchitecos y tehuanos, va mas all de la toma de

274
Carta del comn del pueblo de Juchitn, al juez de primera instancia; 17 de
abril de 1849. Aparece en el anexo documental de De la Cruz (1983, 29-30).
275
En una cronologa de lo que denomina movimientos sociorreligiosos en
Mxico, Barabas (2002), cita entre 1847 y 1901 la Guerra de Castas de la
pennsula de Yucatn, as como las diversas rebeliones yaquis en el
transcurso intermitente de 1851 a 1927. (221-222). Tambin en la Coleccin
Lafragua de la HNDM, aparecen constantemente alusiones a diversas
rebeliones, levantamientos y amotinamientos de indios brbaros, durante
la mayor parte del siglo XIX, resaltan las partidas presupuestales aprobadas
por el Congreso de la Unin para destinarse a las guerras contra los
brbaros en el norte y en la pennsula de Yucatn.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 273


posiciones entre liberales y conservadores en sus expresiones
localistas, en este sentido, no comparto la expresin de Laura
Machuca al afirmar: Juchitn comprometi su destino con la
causa de Jurez, Tehuantepec con el imperio (2007, 172); baste
recordar a este respecto que una de las peores desgracias en la
historia de Juchitn fue la agresin sufrida por el pueblo y que
ocurri precisamente siendo Jurez gobernador del estado, con el
incendio perpetrado por las tropas juaristas el 19 de mayo de
1850, en el que, de acuerdo con las fuentes 276 , murieron
calcinados ms de la mitad de sus habitantes. Cabe sealar que la
tragedia no ha merecido hasta ahora el suficiente inters de la
historiografa referida a esta poca, exceptuando el trabajo de De
la Cruz (1983) que motiva la reflexin sobre el tema, acaso por
tratar de omitir ciertas manchas en el historial del benemrito,
quien precisamente dos aos despus de aquel genocidio
emprende la huida del territorio oaxaqueo, ante el espordico
triunfo de Melendre representado por la toma de la ciudad capital
en 1852. Por estas razones me parece un tanto precipitado
afirmar que los juchitecos hayan comprometido su destino con la
causa de Jurez....
Por lo dems, la prensa de la poca, instituida en juez y parte
en esta rebelin, sin un conocimiento directo de los hechos y
basada en la parte militar oficial, responsabilizaba a los rebeldes
del incendio y el asesinato de su propio pueblo, en los siguientes
trminos:
La obstinacin del faccioso Melendez lleg al estremo de
causar males, desgracias y derramamientos de sangre, que
pesaran siempre sobre su cabeza, y que los habitantes de

276
Los principales diarios de aquel entonces como El Universal, EL Monitor
Republicano y El Siglo Diecinueve, dieron cuenta del incendio de acuerdo a lo
manifestado por los boletines que el gobierno de Oaxaca emita, adjudicando
sin ms la autora del incendio a los rebeldes; con la salvedad de una carta de
oaxaqueos publicada por el Monitor Republicano, que pona en tela de
juicio la autora de dicho incendio, como veremos ms adelante.

274 Carlos Manzo


Juchitn y las casas del pueblo han sufrido los unos la
consecuencia de su credulidad criminal, y las otras por causas
inexcusables en la guerra, han quedado en su mayor parte
reducidas cenizas. El enemigo cobarde, sacrificando ese
pueblo y comprometiendo una funcin de armas, sin buen
resultado para sus miras, ha huido en dispersin favorecido
por la espesura de los bosques, y esta circunstancia debe no
haber sido completamente escarmentado. (El Universal, 2 de
junio de 1850, p. 3).
De acuerdo con el relato de los hechos, las fuerzas juaristas
atacaron Juchitn el 19 de mayo de 1850 entre las 10 y 12 horas
del da; utilizando para esta accin, adems de 250 hombres del
batalln Guerrero, 114 de Lealtad, 70 dragones, 2 de artillera
dotadas y auxiliares de los pueblos de Tehuantepec, Comitancillo,
Istaltepec, , Chihuitan, San Gernimo, Laoyaga.277 Ante cierta
consternacin evidente de la opinin pblica de la poca, 278
expresada en los diarios, las declaraciones e informes oficiales del
coronel Jos Marcelino Echavarra, el subalterno representante
del Gobierno de Jurez en Tehuantepec, caen en contradiccin al
sealar en distintos momentos que las casas de la poblacin
jacales les llamaba comenzaron a incendiarse por los
caonazos perpetrados contra el pueblo, donde supuestamente

277
El Monitor Republicano, 6 de junio de 1850, p. 4.
278
Ante la cual Marcelino Echavarra reaccion en los siguientes trminos,
segn aparece en el anexo documental --carta fechada en junio 18 de 1850--,
del citado trabajo de De la Cruz (1983): He visto por un casualidad en uno
de los nmeros del Monitor Republicano, peridico que se redacta en la
capital de la repblica, un comunicado suscrito por varios oaxaqueos, en el
que tratndose del incendio de Juchitn se asegura fue premeditado con
mucha anterioridad y que tal hecho es digno de ser reclamado por toda la
prensa hasta que sea depurada la verdad, y por consiguiente castigados,
como es justo, sus autores.Se me asegura tambin por algunas personas
de respeto, que en otros peridicos se dice que la seccin de mi mando no
atac a fuerza alguna reunida, sino que avanzando sobre el pueblo entr
haciendo fuego a las casas y gente indefensa que la habitaba (49).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 275


se encontraba parapetado el enemigo;279 cuando en otra parte
haba sealado que los propios juchitecos haban incendiado sus
casas antes de huir a los bosques en donde se refugiaron; tambin
se contradice al informar en un primer momento que el incendio
haba ocurrido al medio da del 19 de mayo y en su informe final a
los medios seala que no se poda pernoctar en el pueblo que se
encontraba en llamas.
Por las distintas versiones que dan cuenta de los resultados de
estos hechos no podra descartarse el que las tropas juaristas
hayan recurrido a la estrategia de tierra arrasada que ya desde
tiempos coloniales se venan aplicando contra las rebeliones
indias que implementaban la guerra de guerrillas en contra de los
ejrcitos oficiales. A pesar de la debacle juchiteca representada
por el incendio de Juchitn, y el odio que esta accin debi
generar entre los juchitecos en contra de las tropas juaristas de
Echavarra, este ltimo se permite fijar un bando en el pueblo de
Juchitn exhortando a la rendicin y entrega de las armas por
parte de los rebeldes que as lo desearan; Melendre responde a
este bando como sigue: Ni V.S. podr venir a dicho pueblo, ni yo
podr marchar sobre el cuartel de su mando280 Melendre realiza
un repliegue hacia el Soconusco y desde Tonal Chiapas
reemprende sus acciones en contra de las tropas juaristas
La ltima carta de Echavarra es firmada el 28 de junio de 1850
en Tapanatepec, no vuelve a aparecer en escena; los informes

279
Considero que no caba en el siglo XIX, ni actualmente en la estrategia
guerrillera o militar de defensa o ataque, transformar un centro de poblacin
habitado por mujeres y nios, como era el caso de Juchitn, en campo de
batalla. Echavarra argumenta que recibi fuego ofensivo proveniente del
pueblo y del bosque a lo que respondi: divid en tres secciones mi fuerza
cubriendo el frente y los dos flancos: una pieza contest los fuegos que
salan del pueblo y la otra los del bosque, y al segundo tiro de can prendi
una casa de palma, que avivada por el norte comunic el incendio a las
otras.(Ibd.,49) Como bien ha observado De la Cruz al analizar este pasaje,
en el mes de mayo no sopla viento alguno en Juchitn. (1983,16).
280
El Monitor Republicano, 6 de junio de 1850, p.4.

276 Carlos Manzo


oficiales posteriores dan cuenta de su deceso por causa del clera
morbus, aunque es tambin posible que, en la racha de
enfrentamientos que protagoniz Melendre a su regreso de
Chiapas, pasando precisamente por Tapana, el coronel juarista
haya cado a mano de los rebeldes juchitecos. Es muy probable
que esto haya ocurrido ya que entre el 28 de junio y el 7 de julio
de 1850 fecha esta ltima en que Melendre realiza el sitio y
ataque de la plaza de Tehuantepec el coronel Marcelino
Echavarra, no aparece ya, ni reaparecer, en las acciones ni en el
reporte de las bajas en el parte de guerra que entonces firm
Cesario Santom.281
Otro trgico incendio ocurri en Juchitn en 1870, ya siendo
Jurez Presidente de la Repblica, etapa conocida
tradicionalmente como la Repblica restaurada,282 el contexto
local y regional era tambin de rebelin contra las autoridades del
centro del estado de Oaxaca; se trata de la coyuntura en que
Flix, el Chato Daz, hermano de Porfirio, sac a la imagen de San
Vicente del templo y la arrastrara a caballo por las calles de
Juchitn, afrenta que le costara la vida al ser apresado y
ejecutado por los juchitecos en las costas de Pochutla, cuatro
aos despus. (De la Cruz, 1983c). Este episodio del incendio de
Juchitn y el contexto poltico de este tiempo, es recreado por un
capitn de la Marina estadunidense, en los siguientes trminos:

281
El informe aparece en El Universal, 18 de julio de 1850, Pp. 2-3; en donde
Santom informa: EL Estado tiene que lamentar hoy la muerte de los
seores oficiales del batalln Guerrero D. Jos Mara Arrechavaleta y D. Juan
Jimnez; la del guarda de esta villa D. Luis Gonzaga Arias, que yendo de espa
cay en manos del enemigo y fue fusilado y despus asesinado y la de los
paisanos D. Manuel Silva y D. Cristobal Villafao, que murieron en defensa
del gobierno y de las leyes; y las heridas que recibieron nueve militares y seis
paisanos *+ Este triste acontecimiento me proporciona la ocasin de ofrecer
a V.S. mi consideracin y aprecio (El Universal, Ibd.).
282
Para Chassen Lpez (2004), en los tiempos de guerra liberal, caracterizados
por la Reforma Liberal (1855-67), La Repblica Restaurada (1867-76) y el
Porfiriato (1876-1911), el liberalismo oaxaqueo demostr su
preponderancia hasta antes de la Revolucin de 1910. (13).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 277


Finalmente el derecho de estado del gobierno de hacer la
guerra sobre sus propios ciudadanos, levantar tropas contra
ellos e incrementar los impuestos para fines de guerra, sin
considerar las autoridades federales, es una fuente constante
de revolucin y desorden, as como de abuso de poder por
parte de gobernantes irresponsables. En una de las ltimas
revoluciones en Juchitn, mientras nos encontrbamos en el
Istmo, ese pueblo, uno de los ms florecientes en el pas, fue
destruido, (mil casas quemadas), y sus gentes o eran muertas o
llevadas al exilio, y esto mientras que las tropas federales y las
autoridades civiles permanecan inactivas e inertes. Esta
ejemplificacin de los derechos de estado opera de una
manera que nulifica la poltica inteligente y liberal que el
gobierno federal haba decidido inaugurar. (Shufeldt, 1872,
19).283
La crtica y cruda versin de los hechos de esta tragedia
presentada por el capitn Shufeldt, de la marina estadunidense,
ha pasado prcticamente desapercibida entre diversos autores
que han intentado analizar los conflictos en el istmo durante la
poca juarista. As las cosas, propongo para un balance necesario
de nuestra memoria histrica, una nueva interpretacin de la
historia juchiteca y de su particular relacin con el liberalismo
juarista que va del primer incendio de Juchitn provocado por las
fuerzas del estado siendo Jurez gobernador al atacar la rebelin
de Che Gorio Melendre, en mayo de 1850, cuando la masacre

283
Lastly, the right of the state government to make war upon its own citizens,
to raise troops and to levy taxes for war purposes, irrespective of the federal
authorities, is a constant source of revolution and disorder, as well as of
abuse of power by irresponsible rulers. In a late revolution in Juchitn, while
we were upon the Isthmus, that town, one of the most flourishing in the
country, was destroyed, (a thousand houses being burned,) and its people
either shot or driven into exile, and this while the federal troops and civil
authorities remained inactive and inert. Such an exemplification of
state-rights operates in a way to nullify the wise and liberal policy which
the federal government seems desirons to inaugurate. (Traduccin ma).

278 Carlos Manzo


ocurriera en plena temporada de velas y fiestas del pueblo, hasta
veinte aos despus, cuando ya siendo Jurez presidente de la
Repblica, en 1870, actuando contra los rebeldes de Mexu Chele,
mas de mil casas fueran incineradas con cientos, sino es que
miles, de muertos asesinados y exiliados juchitecos.
La coyuntura en cuestin es compleja, la informacin es
profusa, sin negar la importancia de las causas jurdico-
econmicas, no podemos descartar su complementariedad con
otras de ndole poltica y sociocultural en una regin y un
fragmentado pas donde la guerra era en cierta forma el pan de
cada da.

V.2.1 Lo que el viento a Jurez: Combates y extincin de la


rebelin de Che Gorio Melendre
Durante las 4 dcadas en que Melendre encabez a los rebeldes
del Istmo, pudo presenciar y ser partcipe en batallas y largos
desplazamientos en toda la planicie sur del Istmo y sus
conexiones con Soconusco y Chiapas , en la costa oriental del
istmo y con las zonas chontal y mixteca de la costa occidental en
el distrito de Pochutla; la geografa definida por la movilidad de
Melendre muestra, en cierto sentido, la amplitud del territorio y
poblacin en rebelda en contra del primer laboratorio liberal de
Jurez, el recientemente creado estado de Oaxaca.284
La estrategia de Melendre contra Jurez, ms all del contexto
de intervencin, es descrita por De la Cruz como una necesaria
alianza ya que si el jefe guerrillero evitaba el enfrentamiento en
su terreno y se intern en territorio chiapaneco, es que algo haba
aprendido: que la lucha por la restitucin de los bienes comunales
y el respeto de la autonoma comunal no se podra ganar sin la
alianza de los otros sectores de la poblacin nacional, es decir, se

284
El decreto para la creacin del estado de Oaxaca se da en 1823 y el primer
amotinamiento de Melendre ocurre en 1833.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 279


necesitaba encuadrar la lucha en un marco social ms amplio...
(1983, 17).
Esta circunstancia defini como imposible toda misin militar
en contra del rebelde285, salvo un complot para lograr su muerte
por envenenamiento, en mayo de 1853, de la cual existen
versiones encontradas como la de Iturribarria que seala que
Melendre amaneci muerto por envenenamiento en casa de su
amante (1935, 418), y la otra que citando a Orozco (1958) De la
Cruz retoma sealando que el rebelde amaneci intoxicado en
casa de un amigo de bando contrario (1983, 22).
Por la narracin de hechos de algunos autores como
Iturribarria (1935), que podramos enmarcar dentro del grupo de
positivistas oaxaqueos del siglo XX, adems de ciudadano
caracterstico de la vallistocracia liberal oaxaquea, podemos
inferir que la capacidad de estrategia militar y de interaccin
poltica regional del rebelde Coronel Che Gorio Melendre, se
encontraba en su clmax, a sus 59 aos de edad; comandando
junto con Prudencio Ortz y Martnez Pinillos 286 a miles de
juchitecos, pochutlecos y mixtecos que prcticamente tomaron la
ciudad de Oaxaca en febrero de 1853 (Iturribarria, 1935, 410),
desconocieron los poderes e hicieron gobernador a Martnez
Pinillos,287 los liberales oaxaqueos, Jurez entre ellos, se ven

285
A excepcin del incendio de Juchitn, realizado por la tropa oficial el 19 de
mayo de 1850, muri mucha gente; veinte aos despus el Chato Daz,
hermano del dictador, en su paso por la gubernatura del estado tambin
prendi fuego a Juchitn, mutilando y secuestrando la imagen de San
Vicente; en desagravio los 'tecos', como se conoce a los juchitecos en la
regin, lo asesinaron en Pochutla. Por otras fuentes sabemos que le fueron
rebanadas las plantas de los pies para caminar sobre las salinas, antes de ser
ejecutado, fue torturado. (De la Cruz, 1983 c).
286
Martnez Pinillos, recin haba capitulado ante los rebeldes en la plaza de
Tehuantepec, en enero de 1853, despus de un estratgico cerco que de la
villa hicieron los rebeldes.
287
Ante la presin de rebeldes mixtecos, tehuanos, juchitecos y pochutlecos
que marchaban rumbo a la ciudad de oaxaca, el congreso local, no tuvo ms
remedio que 'aceptar la renuncia del supuesto liberal fernndez del campo,

280 Carlos Manzo


perseguidos por la nueva camada poltico-militar en el poder,
quienes sumados al Plan Jalisco288 reconocan a Santa Anna como
mximo lder poltico-militar; de acuerdo con su percepcin de los
hechos, este autor afirma:
Ninguna ocasin ms propicia que sta para que la ciudad
sirviera de teatro a todos los abusos y libertinajes...La llegada
de una soldadesca sin disciplina la rivalidad secular que exista
entre istmeos y mixtecos, por una parte, y entre aqullos y
oaxaqueos por la otra, eran una amenaza constante para la
sociedad y el pueblo pacfico... (Ibid, 411).
Las rivalidades aludidas entre istmeos y vallistos y entre
aquellos y mixtecos, al parecer se remontan a tiempos anteriores
a la llegada de los peninsulares a estas tierras,289 sin embargo no
obstaron para que se tejieran alianzas entre facciones rebeldes al
grado que permitieron una accin que pocas veces en la historia
regional hubiera ocurrido, como fue el caso de la toma de Oaxaca,
que no alcanza a ser reseada como tal por el autor aludido, dada
su clara identificacin con la faccin vallistocrtica liberal que
desde entonces impulsaba y defenda a Jurez como pieza
representativa del prcer que a la postre llegara a ser el mejor
defensor de los intereses de la naciente burguesa decimonnica,
apenas aos antes de promulgar las denominadas Leyes de
Reforma. La cita en cuestin representa paradjicamente a la

designando interinamente al general martnez pinillos, quien un mes antes


haba sido considerado traidor por el propio congreso al capitular ante la
tropa de melendrez y sumarse con ste ltimo al plan jalisco, emitido apenas
en noviembre de 1852. (iturribarria, 1935, 410-417).
288
Este Plan tambin conocido como Plan del Hospicio, por el lugar donde fue
elaborado en Guadalajara, en noviembre de 1852, constitua un
pronunciamiento para el desconocimiento del recin electo presidente
Arista, defenda la integridad material y econmica de las propiedades del
clero y clamaba por el retorno de Santa Anna a la presidencia.
289
Sobre Antiguas Guerras y Discordias entre Mixtecos y Zapotecos se puede
consultar la Historia de Oaxaca de Jos Antonio Gay (2006, [1881] Pp.
149-166).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 281


parte ms conservadora de la faccin liberal oaxaquea, aquella
integrada por los primeros empresarios y comerciantes que
formaban parte de la amedrentada sociedad y el pueblo pacfico.
Por el estilo, una descripcin que bien cabra para los ltimos
gobiernos priistas del estado de Oaxaca, puede encontrarse en
Olavarra y Ferrari, citado por Iturribarria:
Oaxaca sufra a su vez todos los horrores de un gobierno
militar, arbitrario, desptico y perseguidor; no haba ahi ms
idea poltica que atrapar empleos, ni ms mira que la de saciar
innobles venganzas personales: los ciudadanos ms
respetables haban sido desterrados; otros andaban ocultos
para evitar tropelas; el gobernador legislaba por s y ante s,
elega ayuntamientos, y se daba a s mismo la facultad de
remover empleados; el partido liberal era tenazmente
perseguido... (Ibid. 417).
La tendenciosa descripcin anterior, ubica desde su
interpretacin a los rebeldes como Melendre, Ortz, Zebada y al
propio Martnez Pinillos, como representantes de los
conservadores a nivel regional y nacional, encuadrados con Lpez
de Santa Anna. Como una actitud separatista de los rebeldes
istmeos era a lo ms que poda entenderse la aspiracin
autonmica regional de Melendre para el istmo.290
Para la mala suerte de los autonomistas juchitecos, Jurez
lleg en pocos aos a la presidencia de la Repblica, desde donde
exigi, segn Tutino, la vigencia de la ley del estado impuesta
mediante la obligacin de respetar el monopolio de la sal y las
propiedades sancionadas por el estado (1980, 11); en mi opinin
las aspiraciones autonmicas de Melendre, s obedecan a una
real oposicin a los intereses polticos centralistas de la
vallistocracia oaxaquea y tambin a la oposicin a los intereses

290
El General Santa Anna, de acuerdo con el Plan Jalisco, expeda el 20 de abril
de ese ao el decreto que colmaba los propsitos separatistas de Melndez
(Ibid. 418).

282 Carlos Manzo


privatizadores de los hacendados, comerciantes y capitalistas
como Guergu y Maqueo,291 que como ya hemos visto seguan
gozando de los privilegios adquiridos desde siglos atrs, aunque
ahora como amigos de los liberales en turno y permanentemente
en contra de los intereses comunalistas y regionalistas de los
istmeos que tampoco queran tributar al fisco estatal, dado el
flujo comercial interocenico que, de por si, ya exista en la
regin. Aunque tambin es de suponer que en la coyuntura de la
rebelin de Che Gorio Melendre, se viva una situacin
generalizada de crisis econmica por lo menos en lo que toca a la
regin, matizada en gran parte por la epidemia del clera morbus
y por la propia guerra que exista en distintas regiones.
El inters autonmico de los istmeos, coincidi con el de los
federalistas conservadores que tambin requeran de la creacin
de un territorio independiente de los estados de Veracruz y
Oaxaca para facilitar la negociacin de las concesiones para los
proyectos de la ambicionada comunicacin interocenica. De
acuerdo con Tutino, ya con los liberales en el poder, con Jurez a
la cabeza, el istmo qued nuevamente sujeto a la autoridad del
estado de Oaxaca convirtindose en norma poltica nacional la
destruccin de la comunidad indgena... en Oaxaca el ataque era
constante, aunque la resistencia de los pueblos si retras un
resultado aparentemente inevitable (1980, 11).

V.3. El imperio se impone: la comunicacin


interocenica y el ferrocarril transistmico
(1853-1907).
Considerando *+ que la apertura del istmo de
Tehuantepec, ha llegado a ser ya no solo una exigencia
comercial del mundo todo, sino una necesidad poltica
para conservar la integridad y soberana de nuestro
territorio; que de no resolverse esta cuestin en el

291
Los hacendados y comerciantes con intereses en el istmo y establecidos en la
ciudad de Oaxaca.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 283


angustiado plazo que acaso queda para terminarla con
toda independencia y dignidad, se vera tal vez envuelta y
complicada con las cuestiones polticas, y la Repblica en
graves compromisos que redundarn en perjuicio de todos
los habitantes;... Mxico, febrero 5 de 1853.
(Garca Torres, 1853)
La segunda mitad del siglo XIX enmarca las pugnas por el control
sobre las inversiones para la construccin del ferrocarril y/o canal
interocenico, as como de los beneficios derivados de dicha
empresa. El decreto arriba citado se emite en un contexto de
rebelin que la gente de Melendre an mantena en los pueblos
del sur del istmo.
El propio Mr. John H. Williams (1852), cuyo encuentro con Che
Gorio es elocuentemente narrado en sus cartas, previamente ya
haba sido nombrado como apoderado y representante de la
firma A.G. Sloo y Asociados, con participacin de capitalistas
mexicanos como Manuel Payno, D. Ramn Olarte y Jos Joaqun
Pesado. Sin el menor recato esta fuente292 expresa:
...la Compaa los ha nombrado a los Seores D. Bonifacio
Gutierrez D. Jos Gonzalez de la Torre, y al Ingeniero Mr. John
H. Williams para que en nombre de ella pasen a Tehuantepec a
tomar posesin del Istmo y formen el plan para llevar a cabo
su empresa. El supremo Gobierno por su parte y para dicho
acto nombr al seor general de brigada D. Ignacio de Mora y
Villamil y en consecuencia se dieron las rdenes conducentes a
las autoridades respectivas de Oajaca. (S. Fomento, 1879,16).

292
Se trata del Contrato signado por Jos Miguel Arroyo Oficial mayor con
ejercicio de Decretos del Ministerio de Relaciones interiores y exteriores *+
y por el otro D. Guillermo D. Lee, apoderado de los Sres. A.G. Sloo y
asociados y los Sres. D. Ramn Olarte, D. Manuel Payno y D. Jos Joaqun
Pesado, por los socios y empresarios mexicanos interesados en la empresa
de comunicacin interocenica de Tehuantepec *+.

284 Carlos Manzo


Segn decretos de ese mismo ao (1853-1854), emitidos por
Antonio Lpez de Santa Anna, se otorgaban las concesiones a D.
Juan Laurie Rickards, para invalidar los decretos anteriores y
favorecer por nuevo decreto y concesin a la firma Rickards. En
este mismo ao, Santa Anna, emiti el decreto que reconoca la
autonoma del territorio federal del Istmo de Tehuantepec,
hacindola coincidir con la ya aeja demanda de autonoma
regional enarbolada por el rebelde Che Gorio Melendre; aunque
el decreto se inspir por favorecer a la mencionada Compaa
Rickards en la carrera y competencia capitalista con la firma de
Sloo. La permanente inestabilidad poltica regional y nacional,
slo permiti la concrecin del proyecto, como un proyecto
ferroviario hasta bien entrado el porfiriato, a partir del decreto de
1881 (Ibd. 391).
De acuerdo con lo anterior, la competencia capitalista por el
monopolio y usufructo de la comunicacin interocanica, refleja
la aguda competencia entre las propias firmas norteamericanas
que, con el respaldo de los despachos consulares en la regin, en
permanente alianza con liberales y conservadores, promovieron e
impulsaron el control norteamericano de casi todo el territorio
recientemente autonomizado con respecto del centro de
Oaxaca. En 1856, por ejemplo, los decretos de concesin
territorial del istmo fueron signados por I. Comonfort, como
presidente interino de Mxico (Decretos, 1856, 22-33). Jurez, por
su parte, entra en escena en estas pugnas y pujas de concesiones
y concertacesiones entre los aos que van de 1860 a 1869.293
Jurez muere en 1872 sin ver concretadas las inversiones y los
proyectos interocenicos que durante casi 20 aos se haban
venido condicionando por circunstancias geopolticas y contextos
regionales que tocara redefinir a Sebastin Lerdo de Tejada, de
1872 a 1874, en decretos nuevos aunque similares a los

293
Jurez otorga la concesin a Antonio Escandn en 1861 y a Emilio La Sre en
1867. (S. Fomento, 1879, 40-96).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 285


anteriores que pretendan, de acuerdo con el artculo nico del
respectivo decreto:
Se revalidan las concesiones otorgadas en 2 de enero de 1869
y en 14 de diciembre de 1870, la primera para construir y
explotar un ferrocarril y la segunda para establecer un canal
navegable de mar a mar en el Istmo de Tehuantepec. (S.
Fomento, 1879, 96).
Sin la menor consideracin de los derechos territoriales de los
pueblos indios de la regin, los decretos de Lerdo haban
agudizado la deforestacin por los permisos otorgados por el
gobierno para cortar madera en el istmo, como veremos ms
adelante los volmenes de exportacin fueron cuantiosos tanto
para europeos como para norteamericanos.
En 1877, sern Porfirio Daz y Vicente Riva Palacio, su ministro
de Colonizacin, Industria y Comercio, quienes concesionaron
definitivamente a la Compaa de Eduardo Learned, tan
competida empresa. Sin embargo, cuatro aos despus, en 24 de
mayo de 1881, el Congreso federal decreta aprobar el contrato
celebrado por el ejecutivo de la unin con el C. James B. Eads,
para la construccin y explotacin de un ferrocarril.... A
propsito de la fuerte polmica en torno a la prdida de
soberana implcita en las concesiones, el decreto expresaba en su
artculo 28:
La Compaa ser mexicana, an cuando todos o algunos de
sus miembros fueran extranjeros y estar sujeta
exclusivamente a la jurisdiccin de los tribunales de la
Repblica, en todos los negocios en cuya causa y accin tenga
lugar dentro de su territorio. (Ibd. 391).
Frescas an se encontraban en la memoria y conciencia de la
mayora legislativa, la ola de sucesos que consigo haban trado las
ms de dos dcadas en que el pas haba sido llevado a una guerra
casi permanente desde 1846 hasta 1866 por las intervenciones
norteamericana y europea.

286 Carlos Manzo


En contextos de rebelin en distintas regiones, como Yucatn,
Sonora, el Istmo, se lleg a plantear:
Adems de los peligros de la colonizacin, se consideraba que
otro de los mecanismos que la nacin vecina utilizara para
apoderarse de los territorios del istmo, sera el apoyo a las
sublevaciones de los grupos indgenas. Esto combinado con la
rebelin de Yucatn, que fomentan los ingleses de Wali
(Belice) se convertir muy pronto en una guerra general de
castas en los estados de Veracruz, Tabasco, Oaxaca, Chiapas y
Yucatn (Duval 2000, 39).294
Para esta poca, el racismo inherente a la mentalidad europea
y norteamericana se vea fuertemente reflejado en John J.
Williams (1852, 224) quien en sus escritos consider que:
La poblacin natural de los llanos de Tehuantepec, la de los
indios en particular, es de una raza notablemente hermosa,
bien formada y sana; todos profesan el cristianismo, viven en
casas, cultivan el suelo y son capaces de adelantar en la
civilizacin; son de disposicin amistosa, hospitalarios para con
los extranjeros, y de carcter dulce y tratable a menos de que
no se les excite por la opresin la injusticia, en cuyo caso se
vuelven verdaderamente salvajes en su venganza.
La mentalidad del inevitable progreso, representado por la
presencia de las compaas y empresas extranjeras, dejaba ver en
las descripciones de sus representantes impresiones cargadas de
racismo, como la siguiente:
Como agricultores, estn todava los indios en los tiempos
primitivos: ni los accidentes del comercio extranjero ni el

294
De la Rosa cita a Mariano Yez, resaltando que ante la guerra de castas, la
preocupacin comenzaba a girar en torno a la necesidad de civilizar a los
indios, amalgamndolos con la raza blanca o criolla de Mxico. Lleg a
sugerir que si las revueltas aumentaban se podra quitar a los indgenas sus
derechos polticos tal como sucedi en Yucatn (Duval Hernndez, 2000,
39).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 287


contagio del ejemplo han producido cambio visible en su modo
antiguo de cultivar la tierra: bstales saber que la tierra
alimenta al que la cultiva, y que ningn incidente sea poltico
de otra especie, puede destruir su exuberante fertilidad.
Como labrador, el indio es pobre, pero libre; y apetece la
soledad de su miserable ranchito, porque le devuelve, aunque
sea pen o jornalero, algn tanto de la perdida libertad de su
antigua raza. Este deseo de buscar la soledad, ha dado origen
la disposicin que tienen de habitar los puntos elevados y las
cumbres, y de situar sus pueblos en lugares los menos fciles
de acceso y menos ventajosos para prosperar (Williams, 1852,
281-282).
En el fondo del razonamiento de Williams, subyace la
eurocentrista concepcin binaria de civilizacin-barbarie y
tradicin-modernidad, que en el Mxico del siglo XIX marc
significativamente la visin tanto de liberales como de
conservadores. Resalta tambin en esta interpretacin algunas
caractersticas del modo de vida indio, comunal, que prevalecen
hasta nuestros das en el espacio y tiempo de una buena parte de
los pueblos indios de Mxico y Abya Yala.
En el contexto de los lgidos tiempos de las revoluciones
burguesas europeas, de donde proceda el cronista, aquellos
tiempos primitivos de la agricultura y sus respectivos lugares
menos ventajosos para prosperar, generaron diacronismos de
alto contraste desde la falacia del desarrollo que se empezaba a
imponer en las mentalidades de extranjeros, peninsulares,
criollos, negros mestizos e indios, fuera de las denominadas
regiones marginadas, que en distinto tiempo an representan lo
que en los primeros captulos hemos denominado contornos
autonmicos.

288 Carlos Manzo


V.4. La Rebelin de Che Gmez: la perseverancia
autonomista (1910-1914).

Imagen18. Che Gmez en Juchitn, (1911).


Fuente: Postal (Ediciones Toledo); Fototeca M. Alvarez Bravo, Oaxaca.

Despus de inaugurado el ferrocarril transstmico en 1907, a la


par del descubrimiento de los primeros yacimientos de petrleo
en el istmo jarocho, la intensidad del trfico comercial y sus
impactos en la regin no se hicieron esperar; la compaa Pearson
monopolizaba las acciones del naciente ferrocarril y se adjudicaba
por los decretos y concesiones porfiristas su derecho casi
monoplico al usufructo de los beneficios brindado por los
primeros aprovechamientos del petrleo en el norte del istmo, o
sur de Veracruz . En este complicado contexto de crisis-bonanza
geoeconmica y de revolucin en el centro y las regiones de
Mxico, emerge la rebelin de Che Gmez, quiz la ltima de la

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 289


perseverante rebelda autonomista regional, con hondas races en
siglos precedentes de una misma modernidad colonial.
Presento en este apartado un breve anlisis de los hechos
relativos a esta rebelin, que iniciara, en su expresin armada, el
2 de noviembre de 1911 y cuyos efectos pueden rastrearse por las
fuentes escritas hasta marzo de 1912. 295 La coyuntura en
cuestin tiene sus remotos antecedentes en la rebelin de
1880-1882, en que se sublevara Juchitn contra el impuesto de
capitacin (1880), y en 1881 y 1882 se levanta Ignacio Nicols
contra Pancho Len, designado como Jefe Poltico por el centro
del Estado en donde, de acuerdo con el reciente estudio de
Ramrez (2010) Gregorio Gmez y su hijo tuvieron participacin
desconociendo al gobierno del Estado (466). Como protegido y
ahijado poltico de Rosendo Pineda, distinguido porfirista
juchiteco, Jos F. Gmez concluye sus estudios de abogaca en el
Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, en 1887, y por las
relaciones propias de su crculo, oficio y contexto llega a ser
presidente municipal de Juchitn en 1895, como se puede
apreciar en la cronologa presentada por Elisa Ramrez en su
estudio antes citado. (Ibd.466) Con esta serie de antecedentes y
experiencias que llevaron a convertir a Che Gmez en un lder de
los juchitecos, el rgimen de Daz y los cientficos del lugar, del
denominado grupo Diamante, procuraron tenerlo en un
pragmtico exilio en regiones distantes cubriendo cargos como

295
Me refiero a los documentos relativos a las 'Cartas y Telegramas del Archivo
Jos F. Gmez', publicado por ediciones Toledo (1988) bajo ese ttulo y a lo
publicado sobre la rebelin en diarios nacionales de estos meses. La
correspondencia se integra por 25 cartas, 132 telegramas y 15 oficios, misma
que inicia el 20 de junio y se interrumpe del 26 de junio al 1 de noviembre.
Muy recientemente Elisa Ramrez Castaeda (2010) ha publicado un
importante trabajo que, adems de su interesante anlisis, tiene la virtud de
reunir en un solo volumen la mayor parte de las fuentes existentes sobre
esta rebelin, en donde toca el merito de la compilacin hemerogrfica
inicial, as como al apoyo para la realizacin del trabajo en su conjunto al
connotado y polifactico pintor juchiteco Francisco Toledo, cuyo sello
editorial tambin participa en el reciente esfuerzo.

290 Carlos Manzo


notario pblico allende la Baja California, hasta antes de su
regreso a su tierra donde los vientos revolucionarios que
entonces soplaban lo llevaran a encabezar una de las rebeliones
ms cortas y estrepitosas que hayan ocurrido en tan codiciada
regin del pas, como enseguida veremos.
En el anlisis de la rebelin propiamente dicha, una fuente
importante lo constituye el intercambio telegrfico entre los
principales protagonistas de la misma, cabe sealar que la etapa
ms lgida en la correspondencia, por va telegrfica, corresponde
a la breve coyuntura comprendida entre el 2 de noviembre de
1911, en que estalla la rebelin, hasta el 5 de diciembre, un da
antes Che Gmez fue asesinado en una supuesta emboscada a la
cuadrilla que lo trasladaba de Rincn Antonio, hoy Matas
Romero, a Ixtepec, curiosamente la cuadrilla de traslado ni los
atacantes sufrieron bajas solo el rebelde y 7 de sus
acompaantes296 que tambin haban sido detenidos por una
suerte de fuerza paramilitar del estado de Oaxaca integrada por
gente de Oaxaca y de los municipios del distrito de Juchitn que
se mostraban incondicionales a la vallistocracia porfirista an
enquistada en la ciudad de Oaxaca, 297 capitaneada desde
septiembre de 1911, por Jurez Maza, hasta antes de su
fallecimiento en abril de 1912.

296
De acuerdo con los testimonios publicados por Ramrez Castaeda (2010),
tres de sus acompaantes lograron escapar.
297
Ruiz Cervantes (1986, 17) define como se integraba esta elite en Oaxaca en el
tiempo al que nos referimos: Este grupo en el cual haba individuos de
origen espaol, ingls, alemn, francs y norteamericano, adems de
descendientes de liberales moderados y caudillos regionales, colaboradores
en el ascenso de Daz al poder, contaba con presencia propia en las
instancias jurdico-polticas del estado, tanto a nivel regional como federal.
Adems de que tenan a su servicio a un sector notable de la inteligencia
urbana, abogados en su mayora, egresados del prestigiado Instituto de
Ciencias y Artes del estado, los cuales en algunos casos eran accionistas
menores en los negocios.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 291


Un poco antes de la rebelin, en la denominada danza de los
gobernadores298 en Oaxaca, el tambin egresado del Instituto de
Ciencias y Artes de Oaxaca, Lic. Jos F. Gmez, haba ya
compartido otros cargos pblicos entre los que destacaban un
escao en el primer congreso revolucionario de Oaxaca, por
eleccin popular que gana el 12 de septiembre de 1911, mes y
medio antes del estallido de la rebelin. De esto ltimo da cuenta
Ruz Cervantes (1986, 27), al sealar:
Tambin el poder legislativo local se renov integrndose este
con elementos provenientes del campo revolucionario y
exponentes cercanos a la aristocracia oaxaquea. De esta
manera, Angel Barrios, Faustino G. Olivera, Rafael Odriozola y
Jos F. Gmez compartieron curul con los abogados Alberto
Montiel, Carlos Gil y los doctores Alberto Vargas, Manuel de
Esesarte y Hermino Acevedo.
Siendo diputado por el distrito de Juchitn en la cmara
estatal, solicita un permiso a la legislatura para ponerse al frente
de la situacin en Juchitn.
En Juchitn, al igual que en todos los distritos de Oaxaca, se
realizaron elecciones el 28 de julio de 1911, hasta entonces la
representacin poltica porfirista se encontraba en manos de
Rosendo Pineda, hijo de una mujer juchiteca y del francs Alfredo
Delarbre; Pineda representaba localmente al partido rojo que
era identificado con la postura reeleccionista, pierde la eleccin
frente a la candidatura de Che Gmez.
Independientemente del resultado de esta eleccin, el 1 de
noviembre de 1911, el gobierno del estado, encabezado por
Jurez Maza, se dispona a imponer a Francisco Len como jefe
poltico designado para sustituir a Che Gmez en el distrito de

298
Se trata de los sucesivos interinatos anteriores a la eleccin de Jurez Maza,
cuyo mandato tambin fue breve, de septiembre de 1911 a abril de 1912,
mes en que muere.

292 Carlos Manzo


Juchitn. 299 Permanecan en la memoria colectiva de los
juchitecos e istmeos las atrocidades que Len haba cometido en
Juchitn cuando fuera enviado 30 aos antes, en el contexto de la
rebelin de Febronio Chias, entre 1881 y 1882, para reprimir y
pacificar a los juchitecos, en una rebelin cuyas causas haban
sido la violacin del derecho comunal sobre la explotacin de las
salinas y tierras y la imposicin de autoridades municipales (De la
Cruz, 1983, 68). En pleno porfiriato los rebeldes derrotados
haban sido enviados a trabajos forzados en Valle Nacional,
Quintana Roo y a otros a construir el palacio municipal de
Juchitn y el de Unin Hidalgo; en esta ltima comunidad hasta
hoy algunos ancianos relatan como, en distinto tiempo, los
rebeldes eran llevados por Pancho Len a fusilarlos en el paredn
oriental del recin construido palacio. Dado lo anterior, la
decisin del hijo del benemrito nos parece muy provocativa para
los nimos de los istmeos y en particular de los tecos, quienes
antes que intimidarse engrosaron nuevamente las filas de la
rebelin, Jurez Maza intenta cambiar a Francisco por Enrique
Len, quien finalmente tampoco ser de la simpata de los
juchitecos.300

299
En el contexto jurdico constitucional porfirista avalado por la Constitucin
oaxaquea de septiembre de 1857, era permisible al gobernador en turno
nombrar al jefe poltico de distrito; sin embargo, ante la efervescencia
revolucionaria emanada del Plan de San Luis y las revueltas vigentes en las
distintas regiones del estado, Heliodoro Daz Quintas gobernador interino
del estado de Oaxaca entre junio y septiembre de 1911-, el 12 de julio dict
un decreto que propona respetar a las nuevas autoridades Jefes Polticos,
Jueces, Presidentes Municipales siempre que hubieran sido nombrados
por voluntad popular y hubiera un acta donde constaran dichos acuerdos.
Intentaba sobre todo y antes que nada, pacificar el Estado para organizar las
elecciones (Ramrez, 2010, 50).
300
En telegrama de Jurez Maza al general Telsforo Merodio, jefe militar de la
zona le informa: Este gobierno ha nombrado jefe poltico de Juchitn al
Seor Enrique Len quien presentar a Ud. Carta ma pues sale maana para
sa. Entre tanto le manifiesto que han llegado a m rumores insistentes de
un movimiento encabezado por Jos F. Gmez, y sus partidarios y en tal

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 293


Para tratar de legitimar la imposicin, el propio Francisco Len
recaba firmas de apoyo entre los simpatizantes juaristas del
istmo, todos miembros del partido rojo, minoritario en la regin,
stos solicitan al gobernador dicte medida eficaz evitando
conflicto popular.301 Previamente haban disuadido al gobierno
del estado, tratando de desacreditar a Che Gmez, atribuyndole
la autora de supuestos los fomentados por el rebelde en la
poblacin ayuuk de Guichicovi.
El Licenciado Jos F. Gmez, al igual que otros licenciados de
la poca, es miembro de la clase poltica dirigente en ese
momento, sabemos tambin que combati al rgimen de Daz
encabezando a los juchitecos en los momentos finales de la
revolucin, ya que a inicios de la misma el lder de los juchitecos
haba sido Adolfo C. Gurrin. 302 Al triunfo de Madero, por
ministerio de ley, Jos F. Gmez pasa a ser jefe poltico interino y
presidente municipal de Juchitn; la coyuntura me hace suponer
que la presin social que sobre l ejercan sus representados, ms
que algn otro factor poltico ajeno a la comunidad, le permite
identificarse con los intereses por la defensa de los bienes
comunales de Juchitn.
Como ya hemos visto, durante casi todo el siglo XIX, o por lo
menos desde 1825 hasta los tiempos de Che Gmez, pasando por
la reforma y el porfiriato, los intereses comunales con todo lo

virtud suplcole me haga el favor especial de mandar a dicho lugar la fuerza


que usted crea suficiente *+. (Ramrez, 2010, 74).
301
Telegrama del 20 de junio de 1911, firmada por Agustn Valdivieso, Zenn
Luis y otros, dirigida al gobernador Daz Quintas, sealando: Para Pueblo
firmas ineficaces: la verdad son las personas. Rogmosle dicte medida eficaz
evitando conflicto popular. Falsos informes pueden traer malas
consecuencias. (Ramrez, 2010, 54).
302
Adolfo C. Gurrin formar parte del primer congreso revolucionario de la
Unin, plagado de la vallistocracia porfirista del centro del estado de Oaxaca;
ante el congreso el lder pugnar por la independencia poltica del istmo de
Tehuantepec con respecto al centro del estado, retomando as las demandas
ya planteadas por Che Gorio Melendre, entre 1846 y 1853, como ya lo
hemos visto antes.

294 Carlos Manzo


que la expresin implica-- entrarn en conflicto con los de la
vallistocracia oaxaquea que controlaba desde la capital del
estado algunas haciendas ganaderas en el istmo, as como en su
momento controlaron las haciendas productoras del ail para la
exportacin; como sabemos el ail desaparece a mediados del
siglo XIX debido a su produccin en otros pases adems de la
aparicin de colorantes qumicos que ya empezaban a alimentar a
la industria textil mundial, persisten sin embargo los intereses
sobre las haciendas ganaderas, as como sobre las salinas,
presentndose ya a inicios del siglo XX una lite local que
controlaba a las mismas, adems del comercio de diversos
productos tanto para el consumo local como para su exportacin
a Europa; esta elite local ser la principal oposicin a Che Gmez
en su momento.
La lite juchiteca emprende toda una campaa de
descrdito303 contra el lder en rebelda que lo oblig a apelar a la
consideracin de su muy estimado compaero y fino amigo el
gobernador en junio de 1911, explicando que aquellos
disturbios de que se le acusaba en Guidxicobi fueron
consumados sin su injerencia, mismos que consider justo
movimiento dentro del movimiento revolucionario restaurador
soberana pueblo,304 en este telegrama el rebelde plantea su
concepcin sobre la necesaria democratizacin de la regin, la
fuente misma, en este caso, no requiere argumentacin ni
comentarios por lo que me veo en la necesidad de citar
ntegramente la parte que a mi juicio es medular: ... si gobierno
actual pretende sostener imposiciones del pasado, entonces si
verase en dificultades serias. Como amigo suyo leal, sincero,
permitome decirle, conviene respetar movimiento popular dentro
orden, en actuales circunstancias: contrariar voluntad bien

303
Esta campaa es compartida por diputados de la legislatura local as como
por la influyente opinin pblica representada por algunos diarios de la
capital y de la ciudad de Oaxaca (AJFG, Toledo, 1988).
304
Telegrama de Che Gmez a Daz Quintas, 21 de junio de 1911; en Ramrez
(2010, 55).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 295


dirigida pueblo hoy, equivale considerar no terminada
revolucin.305
No habiendo respuesta a lo anterior por parte de la
gubernatura, Che Gmez se confiesa resentido en una ltima
carta en la que define a sus contrincantes locales como los
llamados aqu cientficos, en su opinin de falso oropel. Entre
las ltimas lneas que el rebelde dirige al gobernador, aparece su
sentencia que poco despus se har realidad: Si el gobierno
define su poltica en firme tendr todava muchos dolores de
cabeza.306

La Rebelin y los dolores de cabeza

En lo sucesivo, la confianza de Jos F. Gmez en su amigo


gobernador se ve traicionada por Daz Quintas, cuando ste
ltimo reconoce como elementos verdaderamente sanos y de
significacin las acusaciones de los contrincantes de Jos F.
Gmez. Ante esto pareciera, por la ltima carta de Che Gmez al
gobernador, que haba cierta disposicin por parte del rebelde
por llevar a cabo una transmisin pacfica del poder municipal
para lo cual solicita de su ex-amigo le defina cual ser su
situacin: Solamente pido a usted la franqueza en sus
determinaciones, para saber hasta donde alcanza mi fuerza en
concepto del gobierno y en que esfera de accin me corresponde
obrar.307 Podemos notar por el contenido de las distintas cartas,
que Che Gmez guarda cierta autoridad sobre su pueblo.
Conservando dicha autoridad an en los pocos meses que se
mantuvo en rebelda, una prueba fehaciente de esta actitud del
pueblo fue el rechazo de facto a la impostura de Francisco Len al

305
Telegrama de Che Gmez de 21 de junio de 1911, dirigida al gobernador Daz
Quintas (Ibd.).
306
Carta de Che Gmez a Daz Quintas, de 22 de junio de 1911(Ramrez, 2010,
57).
307
Carta del 26 de junio de 1911. Cabe sealar que esta ser la ltima carta que
Che Gmez dirige al gobernador.

296 Carlos Manzo


no permitirle siquiera bajar del ferrocarril en Juchitn en donde
miles se encontraban estacionados con machetes palos y piedras,
lo que provoc que el tren regresara su marcha a Ixtepec; las
fuerzas federales, midiendo la situacin se abstuvieron entonces
de cualquier accin contra el pueblo desfavoreciendo el plan de
Pancho Len. De acuerdo con un documento308 presentado por
Elisa Ramrez (2010, 54), esta situacin propici que Daz Quintas
dejara sin efecto el nombramiento de Francisco Len y Che
Gmez sigui firme en la exigencia que el pensaba de buena fe,
como yo tambin, que haba que satisfacer porque entraaba las
aspiraciones del pueblo.
Distintas expresiones del lder me hacen suponer que su
actitud siempre trat de ser conciliatoria, tratando de resolver los
problemas por la va pacfica, aunque la animadversin y la
cerrazn del equipo juarista en el poder estatal, lleg
prcticamente a desconocer el fuero an vigente de Jos F.
Gmez como diputado local,309 tal indiferencia es referida por
Gmez en la forma siguiente: hasta el momento he podido
contener la animosidad de esta gente contra nuestro inservible
jefe poltico se refiere a Len-- ... si el gobernador insiste en
sostenerlo, dar motivo a que haya un desaguisado aqu... los
clubs se han formado por mi y en todo caso actuarn por mi
conduccin en la eleccin de gobernador,... me creo lastimado
con las vacilaciones y vaguedades con que se me trata.310 Este es
el ltimo elemento de la correspondencia que en cierta forma
viene a expresar la ruptura del rebelde con el gobierno del estado,

308
Se trata de la crnica sobre la llegada del tren, realizada por Honorato
Morales Henestrosa, publicada entonces por el peridico El Sol del Istmo.
(Ramrez, 2010, 54).
309
En su sesin del 1. De noviembre de 1911, el Congreso Local presenta un
ultimtum a Che Gmez, hacindole saber del vencimiento de su permiso e
informndole que dispona de seis das improrrogables para presentarse a
la Cmara, segn los informes del peridico oficial del estado y de nota
aparecida el 2 de noviembre en el Imparcial. (Ramrez, 2010, 91).
310
Ibd.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 297


no hay ya ms cartas de Che Gmez y esta ltima no tendr ya
respuesta, o al menos no por escrito.
Las advertencias de posibilidades de rebelin continan hasta
el mismo da en que estalla. En la fecha indicada para la
transferencia de la jefatura, Enrique Len le enva una nota a
Gmez pidindole le indique la hora de la entrega de la jefatura y
que tenga a bien disolver los diversos grupos de gente armada
que desde muy temprano se han hecho notar en esta
poblacin311 a lo que el jefe rebelde responde:
Como la actitud del pueblo no es movida por mi sino que es de
su expontaneidad... mis indicaciones se estrellan contra ella, y
por lo mismo me considero incapaz de mandar disolver los
diversos grupos a que se refiere su atenta nota...por lo que a
mi respecta, puede Usted a cualquier hora que le convenga
presentarse a recibir la jefatura de mi cargo, solo que me
permito manifestar a Usted, por el bien de los dos, que dada la
actitud popular, es muy peligrosa la entrega en las actuales
circunstancias; mi manifestacin que antecede me releva de
toda responsabilidad por lo que ocurra no respetando la
voluntad del pueblo (Ibd.).
Enrique Len recibe esta respuesta a la una de la tarde, media
hora despus, mas de tres mil personas de distintos pueblos del
istmo312 se levantaron en armas y atacaron el cuartel en que se
alojaba la fuerza federal con ms de doscientos soldados que
resisten el ataque durante tres das, al segundo da los rebeldes
vuelan el cuartel con dinamita, los pocos federales se parapetan
en el patio y torres del templo aledao al cuartel; por el lado
norte de la poblacin llegan refuerzos a los exacuartelados, se
incorporan ms de trescientos soldados con artillera de tiro

311
Intercambio epistolar entre E. Len y J.F. Gmez, entre el 1 y 2 de noviembre
de 1911, AJFG y Ramrez (2010, 94-95).
312
Entre los que figuran Unin Hidalgo, Niltepec, Ixtaltepec, y Chicapa entre
otros, segn se expresa en la misma correspondencia entre los
protagonistas, hasta aqu referida.

298 Carlos Manzo


rpido y un can con lo cual logran desalojar a los rebeldes del
centro de la poblacin. Un da despus de la maratnica batalla,
sobre todo para los soldados quienes a falta de provisiones
tuvieron que alimentarse con carne de caballo, Che Gmez y su
gente se encontraban a nueve leguas al sur de la poblacin.313 El
8 de noviembre E. Len libra orden de aprehensin contra Che
Gmez por los delitos de Rebelin, Sedicin y Desobediencia a
un mandato legtimo de la autoridad.

La rebelin se difunde como las epidemias 314


El 11 de noviembre se reportan alzamientos en Tapanatepec e
Ixhuatn, segn reporta la correspondencia, en este ltimo
poblado una tienda de extranjeros chinos fue saqueada. Asi
mismo, el 13 de noviembre se sabe que los pueblos de Guienagati
y Guevea estn reclutando hombres para reforzar a los rebeldes
de Juchitn.315 En estas como en otras comunidades vecinos
pacficos indefensos ante los rebeldes solicitan a la gobernatura

313
Al inicio de la rebelin, 2 de noviembre de 1911, se encuentran en Juchitn
corresponsales de diversos medios como EL Universal, El Pas, EL Correo del
Sur, El Correo Espaol, El Demcrata Mexicano, las notas relativas aparecen
en todos estos peridicos, cuyas transcripciones Ramrez (2010) tuvo a bien
editar en un disco compacto junto con los documentos de los archivos de
Jos F. Gmez y tambin el de Benito Jurez Maza. La narracin es
construda a partir de la informacin de distintas fuentes, aunque siempre
ser incompleta ante la vastedad de las fuentes. Con relacin a la retirada de
los rebeldes, despus de tres das de sitio al cuartel de los federales, es ms
probable que el repliegue hacia el Sur se haya dado hasta la zona de
montaa y esteros donde los rebeldes contaban con un campamento
denominado 'Guela Beee', en un paraje que hasta la fecha existe con ese
nombre que significa donde abundan los lagartos y se encuentra a menos de
tres leguas de Juchitn.
314
Tomo prestada la frase de Hobsbawm (1976), desde siglos anteriores, el XVII,
por ejemplo, hasta el XX, esta afirmacin ha sido vlida en la explicacin de
la propagacin de la revuelta en diversas regiones.
315
AJFG, doc. 10, en Ramrez (2010, CD-R); expresa dicho documento: Ricardo
Alonso y Mximo Flores dicen a este gobierno de Rincn Antonio lo
siguiente: Presidente pueblo Guienagati y Guevea estn reclutando con
fuerza, hombres para reforzar rebeldes Juchitn.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 299


una guarnicin que los proteja o armas para perseguir a los
alzados. Sin consentimiento ni peticin a la gobernatura, el
gobierno federal toma cartas en el asunto enviando como
comisionados a Cndido Aguilar y Gabriel Gavira a negociar con
los rebeldes; por la negociacin316 resuelven que Cndido Aguilar
ocupe el puesto de Jefe Poltico en tanto el ayuntamiento no se
rena para designar a la persona definitiva para este puesto.
Jurez Maza reacciona inmediatamente ordenando a Enrique
Len: Que por ningn motivo entregue la jefatura a nadie sin
orden expresa firmada por mi, aunque le presenten credenciales
de otra persona. El 20 de noviembre, Gavira logra por los
acuerdos de paz, y convenciendo a E. Len, que se permita a los
rebeldes regresar a sus hogares dndoles las garantas necesarias;
Jurez Maza viendo pacificada la situacin y plegndose a la
decisin del gobierno federal, ordena a Len: comprendiendo
tensiones difciles de su situacin en sa, deseando recompensar
sus servicios y hasta donde es posible demostrar que no se trata
de una imposicin ni de sostener un capricho renuncie Ud. por
telfono la jefatura, permanezca en ella hasta que se le ordene su
entrega por este gobierno al nuevamente nombrado y espere
ordenes para lo dems. Jurez pide respuesta inmediata y
urgente.
Entre varios vericuetos telegrficos, podemos apreciar cierta
pugna de intereses entre los gobiernos federal y estatal;
desentendindose el primero de las resoluciones del segundo y
viceversa, concertando el federal acuerdos con los rebeldes y

316
Los federales resuelven no operara accin alguna en Juchitn sino por
instruccin de la Secretara de Guerra, situacin que consterna a los
representantes de Jurez en la regin y el Estado; el Congreso Local apela al
cumplimiento de aquel ya mencionado artculo 116, de la Constitucin de
1857, para garantizar el auxilio de la tropa federal contra los rebeldes
juchitecos. (Vase Correspondencia de los protagonistas en AJFG, del 5 al 25
de noviembre de 1911, en Ramrez (2010, CD-R)).

300 Carlos Manzo


negando todo apoyo militar a E. Len,317 ste se nota angustiado
por la situacin ante la cual Jurez insiste en que permanezca en
la jefatura hasta que no se le ordene lo contrario,318 recordndole
que de necesitar auxilio recurra a los jefes de Tehuantepec,
Tuxtepec, Choapan y Yautepec.319 Ante todo y en el fondo Jurez
Maza impona el argumento de salvar la soberana del Estado.
Existe un telegrama en el que, el 31 de octubre de 1911, Jurez
Maza solicita a Len de la Barra, an presidente interino, llame a
Che Gmez a presentarse en la ciudad de Mxico, en el
comunicado expres:
el remedio seguro y eficaz ayuda que prestara Ud. Al Estado
ser llamara Ud. A Gmez a esa ciudad haciendo serias
prevenciones. No creo desacate sus rdenes. De otro modo
comprometeramos tranquilidad hasta del pas. Seores
Gonzlez Garza Subsecretario Gobernacin y Sr. Lic. Calero
Secretario Justicia podrn ampliar referencias de Gmez y
peligros que este puede provocar. (ABJM, # 3226v-227 (52), en
Ramrez (2010, Cd-R).
Hasta aqu se pueden apreciar distintas lecturas sobre las
relaciones el rebelde y el gobierno federal en contra del
movimiento de la soberana,320 representado por Jurez, lo cual
se explica en cierta forma por el hecho de que Che Gmez acept

317
En telegrama de E. Len a Jurez Maza, dice: Jefe de las Armas en sta me
acaba notificar que no prestar ayuda a jefe poltico sin orden de la
Secretara de Guerra. (Ibd., doc. 48).
318
Jurez expres textualmente: Reitrole la orden que tngole dada para que
no entregue Jefatura si no es con orden expresa ma comunicada por clave y
sin admitir indicacin alguna de cualquier otra persona.(Ibd. Doc. 46 y 47).
319
Telegrama de Jurez Maza a E. Len (Ibd. Doc. 51 y 52).
320
Se denomin as a la contraposicin de intereses de grupo neoporfirista
enquistado en Oaxaca, de la cual Jurez Maza era fiel representante, en
oposicin a federalistas con quienes termin identificndose Che Gmez,
aunque sin alcanzar a avanzar significativamente dado el complot y asesinato
a que fue sometido con su escolta.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 301


presentarse en Mxico para comparecer ante el presidente
Madero sobre las causas de la sublevacin.321
Jurez Maza, Daz Quintas, Enrique Len y varios presidentes
municipales del distrito, organizan por va telegrfica la captura y
el asesinato de Che Gmez, lo que ocurri el 4 de diciembre de
1911, fecha en que por la maana, el rebelde, toma el tren a
Veracruz, de donde partira a la ciudad de Mxico. Adems del
intercambio de informacin confidencial con sus agentes del
centro del pas, Jurez Maza, se comunic en menos de diez das,
va telegrfica, con Filemn Caldern y Nemesio V. Rodrguez que
entonces fungan como presidentes municipales de Los Petapas;
Jurez Maza se coordin tambin con Jess A. Esteva,
responsable de la operacin en Matas Romero y con el Sr. V. E.
Palacios quien es el Jefe de Trenes del F.C.M. del Sur; asimismo,
tramita con W.C. Bradley, superintendente del Ferrocarril del Sur,
todos los pases necesarios para su vanguardia, retaguardia, jueces
y jefes polticos, involucrados en el operativo, mismo que no dej
de coordinar y para lo cual consider necesario su traslado al
istmo.322
Jos F. Gmez, fue detenido el 4 de diciembre, en la estacin
de Rincn Antonio, hoy Matas Romero, de donde, de acuerdo
con el telegrama de Enrique Len, ste comunicaba a Daz
Quintas:
Juchitn, 4 de diciembre de 1911*+ Urge sacar a Gmez de
Matas Romero y ponerlo fuera del alcance de cualquier
elemento que le favorezca, pues lo que se indica es difcil por

321
Cfr. Causa seguida contra Toms Carballo (Matanche); Ediciones del
Patronato de la Casa de la Cultura del Istmo, Mxico, 1983; P.15. En esta se
informa que Che Gmez lleva consigo una carta a Madero, demasiado
comprometedora para Jurez Maza-. Entre otras esta podra ser una de las
causas del asesinato despus de la definitiva ruptura poltica de Gmez con
el centro del estado.
322
Cfr. ABJM, del 18 al 30 de noviembre de 1911, en Ramrez (2010, CD-R).

302 Carlos Manzo


ser tan dbil elemento de que dispongo. (AJFG, doc. 108;
Ramrez, 2010, CD-R)
Al trasladarlo de ese lugar a San Gernimo, por la media
noche, ocurre el asesinato. Se anotaba que su traslado a Ixtepec
obedeci a la necesidad de ser juzgado en aquella ciudad, a la cual
desde la maana el gobernador y su secretario haban arribado,
suponemos que para vigilar ms de cerca el cumplimiento de sus
planes. Como ya hemos sealado, el asesinato fue perpetrado por
supuestos desconocidos que la comisin de traslado se encontr
en el camino desatndose un tiroteo cuyo resultado fue de ocho
muertos entre los que se encontraba Che Gmez; para este fin,
adems de lo dispuesto previamente por Jurez Maza, exista una
fuerza de subalternos voluntarios reclutados en Matas Romero,
que sirvieron prcticamente como carne de can para la
emboscada en que se asesin a Che Gmez y su gente. Los
voluntarios mencionados, 323 fueron encarcelados y desde la
crcel escribieron a Jurez Maza abogando por su libertad:
Avecindados en las congregaciones de Paso del Guayabo y
Rincn Antonio Viejo pertenecientes a la municipalidad de
Matas Romero, el 4 de diciembre del ao pasado por un
propio de Matas Romero, recibimos una orden del presidente
municipal para ir a prestar auxilio que como de costumbre o
por obligatoriamente en das anteriores se nos haba exigido
igual servicio. Fuimos sorprendidos por un grupo de hombres
de apie y de a caballo quienes hicieron descargas con armas de
fuego sobre todos los que bamos, en vista de esto no nos
qued otro recurso que huir con distinto rumbo y abandonar a
los reos salvndonos como la suerte pudo ayudarnos. (ABJM,
7380; Ramrez 2010, CD-R).

323
Quienes firmaron el documento fueron Everardo Ruz, Catarino Nez,
Evaristo Zrate, Gilberto de Jess y Daniel Caldern, desde la crcel de
Ixtepec el 3 de febrero de 1912.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 303


Un da despus el 5 de diciembre de 1911, como en los
subsecuentes, se realizan detenciones de otros rebeldes, lderes
gomistas, en Juchitn. 324 En fechas posteriores se generan
disturbios y conatos de rebelin, siendo algunos fcilmente
reprimidos o llamados los rebeldes a deponer las armas
ofrecindoles garantas. Segn Enrique Len, quien queda
finalmente impuesto por Jurez Maza,
En respuesta a este llamado hasta el 13 de diciembre de 1911
se haban presentado 2,474 hombres no se especifica en los
telegramas de Len a Jurez Maza el nmero de armas--. Un mes
despus el impuesto jefe poltico reporta al gobierno del estado
que los individuos que hasta entonces se haban presentado a
dimitir sumaban un total de 2,671.
Lo que parece contrariar los reportes anteriores son los
telegramas que los presidentes municipales y otros hicieron llegar
a la jefatura, informando de la existencia de grupos de rebeldes,
que se calculaban de 300 a 800 en distintos puntos del sur del
istmo (Unin Hidalgo, Ixhuatn, Niltepec, Xadani).325 La regin, y
especficamente el distrito de Juchitn, dirigidos especialmente
por lideres del partido verde, se mantendr en constante pugna y
contubernio con el centro del estado de Oaxaca y no ser
pacificada hasta 1914 con la llegada de Carranza, quien con su
entrada por la zona norte del Istmo, reproduce aqu claramente
estrategias de concertacin que a la postre lograr con las
facciones revolucionarias a nivel nacional.

Conclusiones
El siglo XIX istmeo es un continuum de contradicciones
econmico-polticas agudizadas desde el siglo anterior en torno a

324
Sabemos por la correspondencia de la dimisin del viejo Febronio Chias,
quien treinta aos atrs haba participado en la rebelin de Mexu Chele en
1881-1882, as mismo particip en la revolucin como segundo jefe.
325
AJFG, Cartas y telegramas de los meses que van de diciembre a febrero de
1911-12; en Ramrez (2010, CD-R).

304 Carlos Manzo


la ocupacin y aprovechamiento del espacio, tierra y territorio,
entre pueblos y comunidades indgenas contra los intereses
colonialistas de las haciendas, que para ese entonces ya haban
ganaderizado la economa local, desde las vegas ayuuks, sabanas
y pantanos nahua-untaj+y del istmo jarocho hasta la planicie
binniz y las marismas ikoots del Golfo de Tehuantepec. Mientras
en el istmo jarocho los principales terratenientes y hacendados
compitieron por la privatizacin de bienes comunales de los
pueblos con las compaa deslindadoras326 , en el sur del istmo la
ausencia del tpico hacendado terrateniente y la tradicin rebelde
de los pueblos, impidi el proceso privatizador en las grandes
extensiones de los bienes comunales de planicie, sierra y
montaas.
Hasta antes de la inauguracin del ferrocarril transstmico
(1907) y, paralelamente, del descubrimiento de yacimientos
petroleros en el norte del istmo, las comunidades nahuas,
untaj+y resistieron y se rebelaron en distintos momentos, desde
Moloacn e Ixhuatln, pasando por Acayucan y Jaltipan hasta
Soteapan y la sierra de Santa Martha; sin embargo, los intereses
capitalistas de los representantes del gobierno federal y estatal en
la zona propiciaron una rpida fragmentacin de las tierras de las
comunidades indgenas, lo que no ocurriera con las comunidades
binniz, ayuuk, zoque e ikoot del sur del istmo, sino hasta la
segunda mitad del siglo XX.
La regin del istmo de Tehuantepec constituye una periferia
marginal a los grandes procesos como la revolucin de
independencia; los conflictos y rebeliones entre comunidades
indgenas y el orden novohispano que se haban dado en el
transcurso de los siglos XVII y XVIII, como ya hemos visto, dejaron
a las comunidades en una situacin de relativa autonoma poltica
y econmica que podan sobrellevar en el marco del

326
Entre los adjudicadores figuraban: Romero Rubio, Bolaos Cacho, Jecker y
Ca y la propia Pearson &Son Ltd. Entre muchos otros. (Prvot Scapira,
1981).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 305


reconocimiento de las tierras de los pueblos, avaladas por sus
ttulos primordiales, as como por la existencia de las repblicas
de indios, ambos aspectos reconocidos y regulados por las leyes
de indias. La solucin de los conflictos casi siempre por el
reconocimiento de la voluntad de los pueblos, incluyendo a
aquellas comunidades de poblacin afromestiza que desde antes
de la independencia ya haban sido consideradas de mulatos
libres, permiti cierta estabilidad poltica en la regin, sobre todo
en el sur del istmo, hasta antes de la rebelin de Che Gorio
Melndre.
La insercin regional en el marco de intereses geoeconmicos
y geopolticos del imperialismo ingls y norteamericano, en
distinto tiempo, deriv en el impulso de procesos autonmicos
regionales, casi siempre contrapuestos a los intereses de las lites
comerciales de la vallistocracia oaxaquea amparada, tambin en
distinto momento, en una supuesta defensa de la soberana
estatal y nacional.
Las pugnas transnacionales por el control de la comunicacin
interocenica a travs del istmo de Tehuantepec, se
sobrepusieron e impusieron a los intereses polticos de
conservadores y liberales; las invasiones norteamericanas en
Mxico subrayaron el sentido definitivo de la hegemona del
capitalismo yankee en un rpido ascenso que dej atrs al
imperio ingls, estrenando formas de control geoeconmico
sustentados ms en el podero militar que en la capacidad de
inversin en infraestructura capitalista.
Las rebeliones de Che Gorio Melndre y Che Gmez se
fundamentaron en aspiraciones autonmicas y de
autodeterminacin poltica regional con respecto a las
imposiciones del centro del estado; ambas enfrentaron en
distinto momento a los intereses econmicos y polticos de la
vallistocracia oaxaquea a travs de una red de alianzas locales,
regionales y nacionales en contextos caracterizados por la

306 Carlos Manzo


inestabilidad e indefinicin poltica nacional, que propiciaron el
fracaso en el cumplimiento de sus demandas y objetivos.
La defensa de la tierra y el territorio comunales por parte de
las comunidades y pueblos del istmo ha sido un elemento
permanente en una historia de larga duracin; ha enfrentado
durante el siglo XIX a un estado liberal racista que neg y excluy
a los pueblos indgenas del proceso de conformacin del Estado
nacin. Este largo proceso liberal que propici la fragmentacin
de las tierras comunales de muchos pueblos, cerr un ciclo
importante a partir de la promulgacin revolucionaria de la
primera Ley agraria de enero de 1915, a partir de entonces se
abre un nuevo captulo en esa historia de larga duracin de los
pueblos que desde la contrarreforma agraria salinista de 1992
enfrentan una estrategia neoliberal caracterizada por el
neocolonialismo que con la misma lgica capitalista de la
privatizacin, pretende y realiza otra vez el despojo de las tierras
de los hijos de los pueblos, como veremos ms adelante.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 307


308 Carlos Manzo
CAPITULO VI
Xtiidxa Lay, Diidxa Nazaaca,
Xtiidxa Binni Laanu.

Voz de la Tierra, Palabra Subalterna.

Duuba ruxhaale neza


Diidxa rutaale diidxa
La huella abre camino
La palabra genera palabra.

Introduccin
El cmulo de rebeliones, rebeldas y resistencias que desde el
siglo XVI327 fueron protagonizadas por los istmeos, tanto en el
norte como en el sur de la regin, intensificada durante el siglo
XIX328, toma un importante receso en el siglo XX, precisamente
despus de las luchas entre las distintas facciones revolucionarias
y contrarrevolucionarias; en el sur, podemos apreciar un traslape
entre las expresiones de carrancistas en oposicin a soberanistas
y, de manera simultnea, de delahuertistas contra obregonistas.
Hasta aqu, en las primeras dcadas del siglo XX, la historiografa
ha detectado oposiciones locales que se vean reflejadas, en
Juchitn por ejemplo, entre facciones polticas que participaban
en el partido verde o en el partido rojo.329 En este captulo,

327
Como ya hemos visto en el captulo IV al referirnos a los casos de Coijopi y la
rebelin de 1660.
328
Como tambin hemos detallado en el captulo anterior, destacando la
prolongada rebelda que durante dcadas presentara Che Gorio Melendre,
hasta su asesinato en 1853.
329
Aunque explicar ms adelante las particularidades de cada uno de ellos,
conviene aclarar que en el partido verde, que al parecer gana la permanencia
en el Estado que emana de la Revolucin y que la institucionaliza;

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 309


veremos parte de este proceso de institucionalizacin de fuerzas
armadas que de ser rebeldes en una primera etapa que va de
1914 a 1919, pasaron a integrarse oficialmente al Ejrcito
Mexicano, proceso que percibo en el caso del General Heliodoro
Charis, sobre todo desde la formacin del 13o Batalln, en mayo
de 1920, hasta su disolucin en 1933.
Existen serios estudios como el de De la Cruz (1993) que
permiten conocer, distintas facetas de la vida rebelde, militar y
poltica de Heliodoro Charis. Existen tambin chistes y memorias
que dan cuenta, sobre todo de chistes que perviven en la
tradicin oral, memoria popular o en el, denominado por algunos,
inconsciente colectivo.330 Por mi parte, en la primera seccin de
este captulo intento resaltar el papel de Charis, precisamente en
esa larga etapa de institucionalizacin de las fuerzas armadas, que
para el General y cientos de juchitecos implicaron distintas
batallas y campaas que libraran en distantes regiones de Mxico.
Para este propsito me he apoyado en documentos del Mayor
Cesrio Ruz Velsquez, as como de cierta bibliografa331 que
alude a los mismos sucesos en que tomara parte el 13o Batalln,
como las tomas de Ocotln y Manzanillo. La resistencia
autonomista juchiteca y del sur del istmo, que vena como una
tradicin que sin duda se remonta ms all del siglo XIX, se ve
profundamente dislocada en este proceso de institucionalizacin
del Ejrcito; Charis vendr a jugar la suerte de esa generacin de
caciques emanados de la Revolucin que definan y determinaban
cualquier forma oficial de representacin poltica en la regin,
sobre todo durante las dcadas de los 30s a los 50s, en el caso de
Juchitn y, al parecer, tambin en la regin Ayuuk, aunque con

identificbase con el Verde a Che Gmez (padre e hijo) y al propio General


Heliodoro Charis.
330
No coincido del todo con esta interpretacin y uso de el 'inconsciente
colectivo' a que se remite Zarauz (2005), para referirse a la tradicin oral.
331
Vase De la Cruz (1993), Meyer (1973), Plascencia (1998) y Zarauz (2005),
entre otros.

310 Carlos Manzo


sus propias particularidades, esta quedaba practicamente fuera
de la esfera de accin poltica de Charis.
Por otra parte, he concentrado en una segunda seccin de este
captulo, algunos pasajes histricos de Jaltepec de Candoyoc, en la
zona conocida como mixe media, que ilustran parte importante
de las luchas que la comunidad ha protagonizado en contra de
formas caciquiles que persistieron hasta la dcada de los 90s del
pasado siglo. Las distintas visitas de campo y el reconocimiento de
esta y otras zonas del istmo, me permiten entender distintos
aspectos del modo de vida comunal en algunas comunidades
indgenas ayuuks, as como su situacin en contextos de
desarrollo y crisis capitalistas en la regin. La asamblea comunal,
as como la defensa del territorio, la gozaana --reciprocidad--
entre comunidades, son algunos de los elementos que presentan
mayor consistencia dentro del sistema comunal en esta zona. Una
serie de entrevistas realizadas en Jaltepec, entre las que destaca
la charla con Lorenzo Vsquez, ex-comisariado y principal de la
comunidad, nos permitir entender lo que en la vida comunal de
Jaltepec se considera la palabra del pueblo.
Aunado a lo anterior, pretendo aqu insistir en que las principa-
les transformaciones en la naturaleza, entorno, modo de vida,
costumbres y cultura, es decir, en el patrimonio biocultural332 de
nuestros pueblos en el istmo de Tehuantepec, se han dado sobre
todo en el transcurso del siglo XX, en el marco de la intensifica-
cin de un proceso industrializador capitalista. Como ya hemos
visto en distintas partes de este trabajo, el denominado proceso
de desarrollo capitalista en la regin se tradujo en importantes
pasajes como:
a) El descubrimiento e impulso de la industria petroqumica
exploracin, perforacin, produccin y refinacin de
petrleo-- y sus derivados y asociados, lo que en sintesis

332
Tomo prestado este interesante concepto de Eckart Boege, que da ttulo a su
reciente libro (Boege, 2009).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 311


podramos denominar la macroindustrializacin del norte,
sobre todo en lo que se refiere al corredor comprendido
entre Minatitln-Coatza-Villahermosa-Campeche.
b) El establecimiento y operacin del ferrocarril transstmico,
propiciando el surgimiento y relativo auge de ciudades
medias como Matas Romero e Ixtepec.
c) La apertura y construccin de caminos, carreteras y
supercarreteras.
d) La construccin de las presas, hidroelctricas y definicin de
distritos de riego.
e) La famosa y altamente perniciosa revolucin verde.
f) La instalacin de aserraderos, as como el cultivo y beneficios
de caf.
g) El establecimiento de los ingenios azucareros y otras
industrias como fbricas de cemento v.gr. Cruz Azul--, y de
cal.
h) La imposicin del denominado Corredor Elico del Istmo.
Todo ello en su conjunto y en distintos momentos del siglo XX,
han impactado de manera irreversible a elementos
fundamentales de la comunalidad indgena en el medio ambiente,
territorio, espacio, pensamiento y tiempo de los pueblos
indgenas, mestizos y afrodescendientes referidos a lo largo de
este trabajo.
Para explicar en parte esta grave situacin, me he valido
fundamentalmente de un permanente dilogo entre fuentes
orales y escritas que he venido identificando y reconociendo en
los ltimos 4 aos de investigacin sobre el istmo de
Tehuantepec. Un ejercicio metodolgico en este sentido ha sido
identificado tambin como una perspectiva desde la antropologa
histrica, explicado por el ejercicio etnogrfico en un dilogo con

312 Carlos Manzo


fuentes documentales de archivos.333 Las palabras de honorables
ancianos de distintos puntos de la regin entre los que figuran
ex-trabajadores de PEMEX y de tan diversas ocupaciones y
experiencias de vida, me permiten recrear, en la tercera seccin
de este captulo, paisajes y procesos histrico ambientales,
sociales, econmicos, polticos y, por ende, culturales.
Ms que un diagnstico cuantitativo, sin desdear aspectos
socioeconmicos, me interesa destacar contextos y situaciones de
transformacin y/o transicin en las culturas de pueblos y
comunidades indgenas, entendiendo la cuestin cultural como un
sistema integral, de acuerdo con la definicin que Rendn (2003)
presenta al explicar los conceptos del Taller de Dilogo Cultural.334
Es posible demostrar entonces, por la va antes indicada, que
la regin del istmo de Tehuantepec constituye un reflejo de las
paradojas del denominado desarrollo, en tanto que la
concentracin industrial a travs de la definicin de polos de
desarrollo, en el norte y sur de la regin, han propiciado el
agotamiento de recursos naturales, el incremento de la pobreza y
marginalidad, as como el aumento de los ndices de emigracin
tanto rural como urbana, adems de la deforestacin casi total de
su territorio y altos indices de contaminacin de sus principales
ros y acuferos. La emergencia ambiental que hoy vive nuestro
planeta, aunada al agotamiento de reservas petroleras, pretenden
ser la justificacin de un discurso ambientalista de Estado, que
resalta la visin capitalista empresarial para la generacin y
utilizacin de energas limpias, sin mencionar el despojo
territorial que actualmente las empresas transnacionales realizan
a travs de megaproyectos como el denominado Corredor Elico

333
Dos referentes que me parecen claves en este quehacer metodolgico
recomendado en sus obras seran los casos de Dube (1996) y Mallon (2005),
ambos autores coinciden en propuestas desde los estudios subalternos.
334
En el captulo 8 explico en que consiste el Taller de Dilogo Cultural.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 313


del istmo,335 en el sur, as como con las plantaciones de eucalipto
en el norte.
En un reciente recorrido de campo observamos 336 la
desastrosa combinacin paisajistica de decenas de miles de
hectreas de caaveral en la puerta y cuenca del Papaloapan,
antes y despus de Tuxtepec, entre los estados de Veracruz (Tres
Valles) y Oaxaca. A este panorama le siguen infinitas extensiones
de campos y potreros para el ganado vacuno, que ya constituye el
paisaje caracteristico del sur de Veracruz y el centro del istmo,
con las excepciones de literales islas de montaa baja y alta en la
regin de los Tuxtlas, el bajo mixe, una mnima parte del valle del
Uxpanapa y la selva de los Chimalapas, que hasta ahora seguir
considerando como el amenazado corazn del istmo, aspecto que
ya he explicado en los primeros captulos.
En visita de campo, realizada en junio de 2010, enmedio de
caluroso bochorno, se esperaba el final de la poca de secas, en la
vertiente del golfo; los ros Coatzacoalcos, Tonal, o Tancuchapa,
Jaltepec y Huazontlan, llevan agua abundante gracias
precisamente a las montaas todava ubicadas en las sierras y
selvas que les dan origen, cuestin esta ltima que ganaderos,
industriales y pueblo en general de la regin no valoran en su
justa medida.337
El desdibujamiento ecolgico de la regin y en particular de
algunas zonas como la planicie costera del Pacfico sur, ha
propiciado la desecacin de fuentes pluviales que alimentaban el

335
A este respecto me referir en detalle en el siguiente captulo.
336
Este recorrido fue realizado durante las primeras dos semanas del mes de
junio de 2010, en compaia de Carlos F. Lucio Lpez, estudiante del
programa de doctorado en Ciencias Sociales del CIESAS-OCCIDENTE,
Guadalajara.
337
Hasta octubre del mismo 2010, el agua de las lluvias fue mucho ms de lo
que ha habido en dcadas, se presentaron severas inundaciones tanto en
comunidades de la vertiente del Golfo como en la del Pacfico; sin obviar
terribles desgracias como la acaecida por el alud provocado por intensas
lluvias el 28 de septiembre en Santa Mara Tlahuitoltepec, en la Mixe Alta.

314 Carlos Manzo


sistema lagunario, donde se puede apreciar un descenso en sus
aguas que durante la ltima sequa se ubicaban a un kilmetro de
su nivel original en la playa. Algunos pescadores afirman que esta
situacin es consecuencia del asolvamiento338 de la boca barra de
Santa Teresa que comunica al mar vivo o mar del sur, con el mar
muerto del sistema lagunario de donde dependen para su
alimentacin y sustento miles de familias ikoots y binnizs.
Adems del cambio climtico global, el proceso de desarrollo
seguido en la regin del istmo ha propiciado un acelerado
desajuste que coloca a casi cualquier zona de la regin en
situacin de alta fragilidad ecolgica. No obstante, las lluvias que
cayeron entre junio y septiembre del 2010, como en otros aos,
han desbordado ros y desaforado presas, el sistema lagunario del
sur del istmo se encontr en ese tiempo en sus mximos niveles.
En el contexto anteriormente descrito a grandes rasgos, se
desenvuelven mltiples historias, experiencias de vida que han
venido definiendo un entramado social multi e intercultural,
matizadas a veces por grandes procesos nacionales econmicos
y/o geopolticos a los que algunos estudiosos de la regin nos
hemos referido desde diversas perspectivas metodolgicas del
quehacer historiogrfico, sociolgico y antropolgico. Espero
entonces no sea demasiado tarde para emprender con la gente la
construccin de un relato polifactico de voces subalternas, a
veces en apariencia inconexas, aunque muy caractersticas de vida
individual, comunitaria o de gremio, reflejada en disgregantes
tiempos de ida y vuelta, nacionales, regionales, comunitarios,
coyunturales, estacionales y permanentes.

338
Un fenmeno que ocurre de manera natural por la situacin de los vientos y
corrientes del sistema y que fuera percibido siglos atrs por cronistas
peninsulares.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 315


VI.1. Xtiidxa Ta Sario339: Xpinni Charis
La palabra de Ta Sario: Gente de Charis
Su Historia del 13o Batalln.
Conoc a Na Juana Sario en mi infancia, ella era una anciana
vecina de la casa del lado sur, los patios de las casas estaban
comunicados, cuando todava no haba bardas y tena que
atravesar jardines y 2 patios contiguos llenos de sombras de una
frondosa ceiba o pochota, y varios almendros y ciruelos, tulipanes
y guie chachis antes de llegar por un pequeo sendero a un
tejaban que albergaba el fogn y el horno de su cocina. Na Juana
Sario se levantaba desde las cuatro o cinco de la maana para
cocer el maz, el zapalote chico, lavarlo y llevarlo a moler para
tener una gran tina de alrededor de 60 litros de atole de granillo
antes de las siete de la maana, mismo que alimentaba a sus hijos
y venda en el transcurso de la maana para el desayuno y el
almuerzo.
Por las tardes, despus de la comida, Na Juana preparaba unas
deliciosas tortitas de coco, el coco se rayaba y depus se
mezclaba en almibar de color rojo y blanco, tambin se vendan...
pero la parte ms agradable de varias tardes que quedaron en mi
memoria era precisamente cuando despus de terminar de
elaborar las tortitas, las hijas y los hijos de Na Juana nos invitaban
a los nios de la cuadra a limpiar las pailas almibaradas, antes de
lavarlas haba que rozar las paredes de todos los recipientes con
los dedos hasta no dejar nada de los residuos de coco y miel que
quedaban impregnadas en los trastos de peltre y lamina en que se
haba preparado la cocada. As, Na Juana pasaba buena parte del
da en la cocina igual que muchas seoras de Ranchu Gubia,
Unin Hidalgo, de tan diversas ocupaciones y oficios, muchos de
ellos se resolvan entre el fogn y el horno de la cocina, de donde
ms de las veces desfilaban tortillas, totopos, gueta binguis, gueta

339
Zapotequizacin de Sr. Cesareo Ruz Velzquez, quien fuera Mayor Oficinista
o
del 13 Batalln, bajo las rdenes del General Heliodoro Charis Castro.

316 Carlos Manzo


zes 340 tamales, pites, frito, mondongo, pescado, armadillo,
iguana, res, pollo, mole, un sin fin de alimentos que durante la
maana o por la noche se transportaban a los pequeos
mercados de la estacin o del centro, el primero funcionaba por la
maana, antes de que pasara el tren de pasajeros que iba de
Ixtepec a Tapachula, y el del centro funcionaba desde al medio
da, hasta antes de la comida y antes de que anocheciera, para
conseguir algo de cenar, ah podas encontrar lisas horneadas,
toyo,341 camarn fresco cocido, frijoles refritos, quesos secos,
frecos y con crema, panes, cecina para asar, chorizo, tripa de
leche, garnachas y pollo garnachero, tambin conocido este
ltimo como pollo Juchi, all en Chiapa de Corzo. Todo eso hay
an en ese pequeo microsistema de mercado comunitario que
admita y admite el cambio en especie o trueque, cuando el
dinero no alcanzaba o cuando se aproximaba el momento de
regresar a casa y haba que disminuir la mercanca.342 Creo que el
sistema anterior se reproduce en muchas comunidades de la
regin del sur del istmo por lo menos durante los dos o tres
ltimos siglos, sino es que ms.
La casa de Na Juana, era y es, como eran antes muchas casas
del pueblo, con techos altos de madera y teja, con una nave

340
Gueta significa tortilla y zee elotes, eran unos pites de elotes horneados, se
desgrana el elote tiero y se muele para despus, a la masa resultante
mezclarla con sorrapa, antes de envolverlas con las mismas hojas del elote
tierno y ponerlas a hornear, se sirven con crema y queso tambin recien
hechos de la ordea del da.
341
Esta es una especie de ceviche deshidratado que se prepara con la carne de
la mantarraya, cocida con sal y despus molida y mezclada con epazote y
poquita cebolla.
342
Ante este escenario que a mi parecer se asemeja a un sistema comunitario
y/o regional de autosuficiencia alimentaria, en donde el trabajo y
participacin de las mujeres es fundamental, siempre me haba parecido un
tanto aberrante admitir a las comunidades del istmo dentro de las clsicas
clasificaciones de alta marginalidad con que los estadistas y el sentido comn
del mexicano promedio engloban a practicamente todos los habitantes del
estado de Oaxaca.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 317


principal que es un cajn rectangular y que al centro se divida por
un arco que pasaba exactamente debajo de la plancha principal y
divida el rea de dormir del rea de estancia o sala principal; al
norte, se encuentra siempre el altar de los santos, donde no falta
el Cristo negro de Esquipulas, y las fotos de los santos difuntos de
la famila; independientemente de su orientacin la casa
comunicaba a un patio interior por un corredor. En la parte
superior del arco de la sala, Na Juana tena una foto de Ta Sario,
su esposo, vestido de traje militar mostrando en la solapa y gorra
el grado de mayor, era o es una de esas clsicas fotos de militares
en blanco y negro de los aos veintes que adems se encontraba
retocada y completada con partes que el fotgrafo prcticamente
tena que dibujar para resaltar el rostro y la indumentaria.
Na Juana y Ta Sario vivieron en Unin Hidalgo, casi siempre
juntos por el tiempo permitido por las ausencias del militar en
campaa. Tuvieron 4 hijos: Erasmo, Josefina, Enedina y Mara
Luisa; al paso de muchos aos, Mara Luisa, la hija menor, en uno
de los tantos convivios frecuentes en el pueblo, amenizaba la
charla de entremesas disertando sobre las proezas de Charis y el
treceavo batalln en el que su padre haba servido buena parte de
su vida. Ta Sario tuvo a bien realizar un documento particular
mecanoescrito, hasta ahora indito, al que puso por ttulo:
Historia del 13/o. Batalln, Documentacin Particular del C. Cap.
2o Ofsta. Cesareo Ruz Velsquez, 343 la informacin es
presentada mayormente como una btacora de guerra, sealando

343
En su autobiografa, anexa a la documentacin Ta Sario expres en pocas
lneas: Nac el 27 de agosto de 1897, en Unin Hidalgo del Estado de
Oaxaca. Fueron mis padres el C. Habraham Ruz y Brigida Velzquez de Ruz.
Hice mis estudios primarios en la Escuela Municipal de dicha Plaza; antes de
mi ingreso al ejrcito me dediqu a trabajar en la Agricultura, contraje
matrimono en esa poblacin el dia 22 de julio de 1916 con la Seora Juana
Marn. Tengo 4 hijos, llamados Erasmo, Josefina, Enedina y Mara Luisa.
Ingrese al Ejrcito el da 1o. De mayo de 1920, con el grado de Sargento 1o.
De Infantera. En la actualidad viven mis padres. Irapuato Gto. A 21 de marzo
de 1933. Rubrica.

318 Carlos Manzo


en detalle desplazamientos, nombramientos, instrucciones,
revistas, ascensos, que en gran parte omitir, para resaltar slo
aquellas acciones de armas y pasajes que permiten recrear el
contexto344 previo a la institucionalizacin de la revolucin en el
pas.345

Imagen 19. General Heliodoro Charis Castro.


Fuente: Fototeca M. Alvarez Bravo, Oaxaca.

344
Me he permitido incorporar los subttulos y comentarios introductorios que
pretenden recrear el contexto de la narracin de Ta Sario.
345
El documento consta de doce hojas tamao oficio redactadas a rengln
seguido; abarca el periodo que va desde mayo de 1920, en que se funda el
batalln, hasta mayo de 1933, cuando fue encuartelado en su matriz de
Celaya Guanajuato en donde 'pas revista de inspeccin por el propio
Secretario del ramo el C. General de Divisin Lzaro Cardenas. A reserva de
incluir la totalidad del texto en anexos, presento aqu los principales hechos
de armas y deplazamientos que denotan como el Batalln Istmo, bajo el
mando de Charis, fue utilizado para sofocar rebeliones en practicamente
todo el pas, incursionando y atacando 'rebeldes' indgenas de la tribu yaqui,
al igual que a 'fanaticos' cristeros en Jalisco, Colima, Michoacn, Veracruz y
Tabasco, previamente cont con 'destacadas' acciones de armas en la
famosa 'toma de Ocotln'.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 319


Charis, de rebelde a General Brigadier.
Toda la tradicin rebelde autonomista que en distintos momentos
de su historia haba presentado el sur del istmo, y sobre todo
Juchitn, desde Che Gorio Melndrez, vino a recalar en el periodo
revolucionario (1910-1920) en dirigentes que aunque rebeldes
llegaron a formar parte de los gobiernos revolucionarios, como
seran los casos de Che Gmez y Adolfo C. Gurrin, quienes
llegaron a ser reconocidos oficialmente y fungir como diputados
local, el primero y federal el segundo.346 A diferencia del periodo
de la Revolucin de Independencia en que la participacin de los
istmeos en el proceso fue practicamente efmera, desinteresada
o inadvertida, para el proceso de la Revolucin Mexicana, la
efervescencia entre los bandos porfiristas o antiporfiristas cunda
por todo el estado y en particular en los distritos de Juchitn y
Tehuantepec se traduca en la formacin de clubes que
inauguraban entonces la formacin de partidos, en donde para el
caso, existan el partido verde, de corte antireeleccionista o
antiporfirista, y el partido rojo, en el que por lo regular se
aglutinaban las elites que de alguna u otra manera se haban visto
favorecidas por prebendas porfiristas hasta antes del estallido de
la revolucin y que despus supieron tambin camuflajear dichos
intereses al integrarse a los nuevos congresos revolucionarios
locales o federales; los patricios y vallistos del centro de Oaxaca y
de la sierra no estuvieron excentos de estas ltimas prcticas.
Hasta antes de la creacin del 13o. Batalln, por parte de
Obregn, en la regin del istmo ya se haban generado varios
bandos en pro y en contra de Carranza, por informacin brindada
por Ruz Cervantes (1986) se sabe que la Sra. Rosaura
Bustamante, viuda de Gmez, haba pactado con los carrancistas,
poniendo gente a su disposicin al mando de su hijo, tambin
llamado Jos, quien fuera asesinado en Tonal Chiapas por las
tropas obregonistas al mando de Donato Bravo Izquierdo en 1924

346
Cfr. 'Dos intervenciones de Adolfo C. Gurrin en la Cmara', en Guchachi'
Reza (Iguana rajada), Nmero 13, diciembre 1982, pp. 29-32.

320 Carlos Manzo


(sic), 347 ; de tal forma que a la llegada de Charis como lider
obregonista, se generaba una divisin ms all de la existencia de
los partidos verde y rojo.

Imagen 20. Gral. Donato Bravo Izquierdo.


Fuente: Hemeroteca Nacional de Mxico, Iconoteca.

Hacia 1940, la opinin pblica de la poca daba cuenta de las


peripecias de uno de los principales artfices de la muerte de Jos
F. Gmez, hijo; Donato B. Izquierdo tuvo el control de gran parte
del istmo y Soconusco, hasta Tapachula, en el contexto de la
rebelin delahuertista, misma que estuvo a punto de derrocar a

347
Cfr. Bravo Izquierdo, D., Mis campaas en el Istmo. La referencia de
Cervantes (1986), sobre el asesinato de Che Gmez hijo en Tonal es
equivocada, ya que al igual que su padre fue emboscado por D Bravo en un
paraje cercano a Matas Romero, cuando proceda 'a campo traviesa' de
Minatitln.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 321


Obregn en sus pretensiones reeleccionistas. Bravo Izquierdo al
igual que Joaqun Amaro, fueron de las gentes de confianza de
Obregn en los momentos ms dificiles de su carrera
poltico-militar.
En la ltima etapa del periodo de los movimientos armados
que de alguna manera vienen a ser catalizados por Obregn en
1920, le toc protagonizar a Heliodoro Charis Castro momentos
de rebelin autonomista enmarcada en la lucha anticarrancista al
lanzar en 1919 un plan conocido como Plan de San Vicente, en
donde, de acuerdo con Sarauz (2005) las demandas que
aparecan de forma explcita eran dos: 1.- Luchar por erradicar las
milicias carrancistas asentadas en la regin, debido a los abusos
que cometan sobre la poblacin civil, y 2.- Buscar la
independencia del Istmo con respecto al centro oaxaqueo y
formar una provincia independiente.(7). Al triunfo de este
movimiento, aunque sin lograr la segunda de sus demandas, los
rebeldes juchitecos, famosos ya dentro de las filas obregonistas
incorporadas al Plan de Agua Prieta, pasaron a formar filas en el
ejrcito mexicano con la integracin del 13 Batalln, como relata
Ta Sario.
En 1/o. De Mayo de 1920 y por rdenes de la Secretara de
Guerra y Marina fue formado el 13/o. Batalln de Lnea en la
Plaza de Juchitn, Oax.; con elementos que procedieron del
campo Revolucionario, habindosele dado en aquel entonces
la denominacin de Batalln Istmo con la formacin se le da a
Heliodoro Charis Castro la jefatura del mismo con el grado de
General Brigadier; el batalln se integr con 609 individuos de
tropa todos de origen juchiteco y de la regin del Istmo (Ruz,
s/f, 2).
Un ao despus el batalln se traslada con su impedimenta y
ganado a la plaza de Guadalajara, despus de algunos
desplazamientos de instruccin entre Nuevo Len y Jalisco, bajo
el mando de Joaqun Amaro.

322 Carlos Manzo


En Monterrey estuvo hasta el 14 de diciembre de 1923, fecha
en que obedeciendo rdenes del Presidente de la Repblica
march a Irapuato con el objeto de tomar parte en la campaa
delahuertista348 en el frente occidental.

La toma de Ocotln
El 6 de enero de 1925 marcha por ferrocarril hasta Penjamo,
llevando como objetivo la Plaza de Ocotln, Jal. EL da 25 en la
Estacin de La Piedad de Cabadas Michoacn, el enemigo que
estaba posesionado de dicha plaza al avistar a la vanguardia
del ejrcito de operaciones hizo dos disparos de can sin que
hayan ocasionado ningn dao; sin ningn otro contratiempo
el 28 de enero la columna de ataque hizo su arribo a la Plaza
de Ocotln, Jal. , a las tres de la tarde, procedindose a tomar
los dispositivos de combate en vista de que el enemigo se
encontraba posesionado en la Rivera Norte del RIO LERMA.-
...A la una de la madrugada del 29 de enero se recibieron
rdenes para que el Batalln ocupara el Puente de Cuitzeo que
estaba defendido por el enemigo con cuatro ametralladoras; a
las 5 de la maana del mismo da el Batalln tuvo contacto con
los infidentes muriendo en la accin el Subteniente Juan
Castillo y el Soldado Luis Baltazar, siendo estas las primeras
bajas que tena el Batalln desde la fecha de su formacin.
(Ruz, Ibid.)

348
Ta Sario se refiere aqu a la participacin en el 'frente occidental' en contra
de la rebelin delahuertista en su fase conclusiva alrededor de 1924.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 323


Imagen 21. Ta Chente Doy (Vicente Toledo), naci en Unin Hidalgo
el 5 de abril de 1912, gran relator y cronista oral de mltiples historias
de su pueblo. Fotografa del autor
De acuerdo con el relato de Ta Chente Doy,349 la toma de
Ocotln se dio gracias a la inventiva y el valor de la gente de
Charis, quienes a fin de contactar al enemigo del otro lado del ro,
construyeron durante la noche algunas balsas bajo las cuales
pudieron cruzar el ro. Sobre la estrategia de Obregn en Ocotln,
Plascencia (1998, 147) seala:
...ahora contaba con superioridad numrica: el enemigo no
rebasaba los 2,000 hombres mientras que sus fuerzas
ascendan a 8,000. Tena la carne de can suficiente para
hacerlo: la columna de yaquis y mayos que cruz parte de
Estados Unidos al mando del general Aguirre; los agraristas del

349
Entrevista a Vicente Toledo, anciano de la comunidad, ms conocido como
Ta Chente Doy, en Unin Hidalgo, junio de 2010.

324 Carlos Manzo


general Jos Mara Snchez traidos desde Puebla y los
juchitecos del general Charis.
Este autor cita como error de estrategia el hecho de que no se
hubiera utilizado la oscuridad de la noche para realizar las
acciones, versin con la que difiere Ta Sario pues hemos visto que
de acuerdo con su relato, las rdenes se recibieron a la una de la
madrugada. Como quiera que haya sido, la toma de Ocotln fue
un hecho de armas impactante para istmeos, zapotecos,
probablemente nahuas y totonacos poblanos, as como yaquis y
mayos que participaron en ella desde las filas de Obregn; ms
que un hecho heroico, en la memoria histrica de quienes
participaron en esta accin queda imborrable lo que para sus
propios jefes fueran considerados, discriminadamente, como
carne de can e informado en los siguientes trminos: Amaro
--con su gesto de indiferencia fra , dice Ramrez de Aguilar
rindi parte al presidente:

Imagen 22. Gral Joaqun Amaro.


Fuente: HNDM, Iconoteca
Ya pasamos el ro, dijo con su estupenda tranquilidad. Hace
un momento se acab esto. Slo que fue muy sangriento

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 325


(Ibid. 148). En efecto, autores como Llerenas y Tamayo (1995,
84), reconocen tambin que se trat de una lucha sumamente
sangrienta que incluso dej tras de si una epidemia de tifo
por la gran cantidad de cadveres insepultos;....

Persecucin de infidentes delahuertistas en Tabasco (1925)


Despus de la toma de Ocotln, Jalisco, desplazaron al batalln a
Tabasco, donde practicamente peinaron toda la zona oriental y
tomaron Villahermosa el 9 de junio. A partir de aqu se inicia una
persecucin por los siguientes puntos: Jalpa de Mendez, el 12 de
julio, Comalcalco el 24 de julio, as como en la Finca La Soledad,
en la Aldama y en la Finca las Cruces, adems del combate en
TORTUGUERO el 25 de julio. (Ruz, s/f, 5).
Toda esta zona norte del istmo que aos atrs fuera un
importante bastin carrancista se torn en este contexto en
territorio rebelde delahuertista, por lo que las escaramuzas,
tiroteos y acciones de Charis continuaron casi
ininterrumpidamente en ella, como se percibe en su relato:
El da 29 se arrib a un lugar que se denomina Piedras
Negras, teniendo un nuevo encuentro que dur 4 horas, el da
30 se pernoct en la finca de San Pedro propiedad del
ex-General Carlos Green.350 De este lugar se emprendi la
marcha para Jalpa de Mndez lugar de residencia de la Matriz
del Batalln, plaza a la que se arrib el dia 3 de agosto. El 24 de

350
Sergio Olhovich Green, reconocido y prolfico Director de cine mexicano
contemporneo, es nieto del citado general Carlos Green y, por informacin
personal, afirma que su abuelo milit dentro de las filas rebeldes, adems de
haber sido Gobernador de Tabasco en esa poca; la presencia del General
Charis, pernoctando con todo y tropa en su hacienda o finca, deja cierto
lugar a la duda con relacin a la filiacin poltica del General Carlos Green, en
este contexto. No obstante, Llerenas y Tamayo (1995, 65), confirman la
filiacin delahuertista de los Green, al sealar: En cuanto a las operaciones
blicas, hubo varios elementos militares de los estados circunvecinos que
secundaron al movimiento delahuertista, el general Alberto Pineda de
Chiapas; los generales Carlos y Alejandro Green de Tabasco;....

326 Carlos Manzo


agosto se emprendi una nueva expedicin siguiendo la misma
ruta que en la anterior sin encontrar enemigo. (Ibid.).
De 1923 a 1925 Charis y su 13/o. Batalln de istmeos haban
tomado parte en un buen nmero de acciones de armas, siempre
movilizndose por grandes extensiones del territorio nacional a
travs del ferrocarril y despus de la campaa contra infidentes
delahuertistas, en donde al parecer las bajas fueron significativas,
el nimo debi tener ciertas recadas en el Batalln Istmo. A esas
alturas y despus de ese largo tiempo de ausencia de la regin
istmea, la nostalgia zapoteca empezaba a traducirse en cierta
inquietud en la tropa que pareca influir en los nimos de Charis
para solicitar al General Francisco Serrano que intercediera ante
el Presidente para el traslado del Batalln al istmo. Ansiosos
estaban los istmeos por relatar sus hazaas en la toma de
Ocotln y otros hechos de armas, como en efecto lo hicieron,
aunque Serrano antes que mostrar su buen oficio escribe desde
Berln al Secretario del Presidente, la siguiente carta:351
Berln, junio 3 de 1925.
Sr. Fernando Torreblanca,
Srio Particular del Sr. Presidente de la Rep.
Mxico, D.F.
Muy estimado amigo:
El Gral. Heliodoro Charis, actualmente en Zacatecas, me
dirige carta suplicando influya para que el batalln que tiene a
su mando sea trasladado al istmo, habindole contestado que
escribira a usted sobre el particular, a fin de que se sirva
transmitir sus deseos al Sr. Presidente para lo que tenga a bien
resolver.
Debo manifestar a usted que mi opinin es que esos
elementos no sean enviados a esa regin, porque ocurrira lo

351
Carta del Gral. Serrano a Fernando Torreblanca, junio 3 de 1925, en AGN,
Ramo Presidentes; Obregn-Calles, Exp. 101-Ch- 6.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 327


de siempre, esto es, que empezaran a desertarse al llegar al
Istmo y al darse rdenes de movilizacin resultara que la
mayor parte de la gente no regresara al cuerpo, perdindose
no solo a los elementos que forman el citado cuerpo sino
tambin el armamento, puesto que al desertarse lo hacen
llevndose las armas propiedad del gobierno.
Lo saludo con estimacin y me repito su amigo afmo. Y S.S.
Rbrica.
La carta anterior muestra el tipo de prioridades y
preocupaciones que orientaban la integracin del ejrcito, as
como algunos de sus problemas para mantener los cuerpos, no
hubo una respuesta en el sentido que Charis la solicitara, aunque
por el relato de Ta Sario podemos observar como el batalln por
ordenes superiores se traslad a Tabasco, al norte del istmo, de
donde muy probablemente se dieron en desbandada para el sur
despus de esta campaa. El batalln no aparecer en acciones
de armas hasta su incursin en el territorio de los indgenas de la
tribu Yaqui, cuando stos mantuvieron preso a Obregn en sus
tierras, suponemos que fue como parte de la estrategia para
evitar los bombardeos areos sobre las columnas rebeldes.

Incursin a la Tribu Yaqui (1926-1927)


Probablemente la rebelin del Yaqui en 1926, sea una de las
menos documentadas por la historiografa nacional relativa a este
periodo hasta la fecha. Su antecedente ms inmediato se remonta
a noviembre de 1915, cuando Obregn reprimi drsticamente a
los rebeldes yaquis acompaando sus acciones militares con
declaraciones racistas que llegaron a descalificar la rebelda yaqui
ante la opinin pblica del momento; sobre el pasaje acaecido
entre 1915 y 1916 Obregn (1959) [1917], declar en su obra
titulada 8,000 kilmetros de Campaa:
En Hermosillo permanec hasta el da 17 (diciembre de 1915), y
en este tiempo el general Diguez me hizo conocer las
pretensiones de los rebeldes, las que, desde luego, me

328 Carlos Manzo


parecieron inadmisibles, pues entraaban la exigencia de un
absoluto dominio por parte de ellos en la regin que
comprende los pueblos de que fueron despojados, con la
intransigente condicin de eliminar, en sus dominios, a todo
elemento extrao a su raza y a sus atavismos. Acceder a ello,
hubiera significado una retrgrada complacencia, que
desvirtuara las tendencias de la Revolucin, trocndolas de
bienhechoras en malsanas, si, equivocadamente, a ttulo de
una justa reparacin debida a las tribus del Yaqui, se
sancionaba, en aquella forma, la perpetuacin de la barbarie
entre ellas y se le extenda dominio, an donde la civilizacin
lo haba ya implantado. (751)
Como es evidente, Obregn por ideologa propia o infludo por
sus asesores en ese tiempo, exudaban el racismo inherente en
expresiones que nuevamente venan a enmarcarse en el ya
tradicional binomio barbarie/civilizacin. Dado el cicatero
inventario historiogrfico de esta sublevacin, viene al caso
retomar la cita de Ta Sario al respecto:
En vista de que en los primeros das del mes de Septiembre del
ao de 1926, la Tribu Yaqui se sublev en contra del Supremo
Gobierno, reteniendo en su poder por algunos das en calidad
de prisionero al C. General de Divisin ALVARO OBREGON, La
Secretara de Guerra y Marina orden la concentracin de
varias corporaciones en el Estado de Sonora con el fin de
tomar parte en la Campaa del Yaqui; el 25 de septiembre el
batalln arriba al punto denominado Estacin Lencho, en
donde se permaneci por espacio de 8 das en atencin a que
la va del ferrocarril Sud-Pacfico de Mxico, se encontraba
destruida rumbo al norte; de este lugar prosigui su marcha el
batalln arreglando la va hasta Estacin Cruz de Piedra,
pernoctando en este lugar por dos das ms emprendiendo
nuevamente la marcha con rumbo al norte del Estado
arribando el 7 de Octubre a Estacin Maytorena, lugar donde
qued establecida la Matriz del Batalln y el Cuartel General
de la 5/a. Lnea del Yaqui a las rdenes del C. General de

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 329


Brigada Heliodoro Charis Castro.- Los hechos de armas en que
tom parte son los siguientes: el 9 de Marzo de 1927 tiroteo
en el Cerro de las Agujas y combate en el Aguaje de
Moscobampo y con fecha 23 de abril tiroteo en el carrizal de
Orozco. En el mes de julio de 1927, el Batalln obedeciendo
rdenes superiores sali del Estado de Sonora con destino a la
Plaza de Aguascalientes. (Ruz, s/f, 7).
Obregn conoca muy bien a los yaquis y, por lo visto, los
yaquis conocan tambin a Obregn, sobre todo por lo que tocara
a la traicin de los acuerdos que posibilitaran una paz mediada en
la regin. Es as que el nada pacfico devenir de una rebelin
permanente en el territorio Yaqui, de acuerdo con Aguilar Camn
(1985) no logr mantener los acuerdos negociados con Adolfo de
la Huerta:
La pacificacin yaqui guiada desde palacio nacional lleg a
buen trmino a mediados de 1920. Pero no por mucho tiempo;
en 1923 los yaquis se alzaron de nuevo y repitieron en 1926.
No tuvieron las tierras que buscaban sino hasta la dcada de
los treintas, con Lzaro Crdenas, ahijado impo de la estirpe
sonorense. Las balas, los aos, la muerte, el cerco menos
violento pero acaso ms terrible tendido sobre los yaquis por
el auge de las ciudades, la tecnificacin de la agricultura, la
mejora de los caminos, el vrtigo social y humano de la
modernidad, los haba convertido para entonces en una
minora estricta, vapuleable, asida al eco cada da ms remoto
de una historia heroica y huracanada escrita por los ancestros,
por los abuelos, por los ancianos:Cajeme, Tetabiate, Ignacio
Mori. (446).
Sobre las acciones de los indios binniz de Juchitn en la
campaa obregonista contra sus paisanos yaquis, llevada a cabo
en la que suponemos fue una confrontacin de estrategias de
guerra de guerrillas, con serias desventajas para los soldados de
Charis dado su desconocimiento del territorio de la tribu Yaqui,
De la Cruz (1993, 242) ha reconocido:

330 Carlos Manzo


...el caso ms trgico y vergonzoso de traicin cometido con
los indgenas, por el general lvaro Obregn, fue el de los
yaquis, a quienes se les prometi la restitucin de sus tierras
para que combatieran en las filas obregonistas; pero cuyo pago
fue una guerra de exterminio, para la cual fueron usados los
indgenas istmeos por los generales sonorenses.
Cerca de un ao dur la campaa militar del 13o. Batalln
contra la tribu Yaqui, un nmero importante de efectivos yaquis
fueron muertos o deportados, como sus ancestros en el siglo XIX,
para realizar trabajos forzados en regiones distantes como Valle
Nacional y la pennsula de Yucatn.

Contra Infidentes Gomistas en Veracruz


Para incrementar los annales de la historiografa jarocha de la
primera mitad del siglo XX, en una regin por lo dems plagada de
rebeldes y guardias blancas, en gran medida financiadas por las
empresas petroleras, con cierto desconocimiento en las razones e
intereses de fondo de las distintas luchas y rebeldas, apelando
solo a su lealtad y honorabilidad como soldado, Ta Sario abunda:
Con fecha 2 de Octubre del precitado ao de 1927,
encontrndose el Batalln en la capital de la Repblica, el C.
General Charis, recibi instrucciones de la superioridad de
formar parte de la columna expedicionaria que a las ordenes
directas del C. General de Divisin J/ GONZALO ESCOBAR,
haca la campaa en contra de infidentes Gomistas en el
Estado de Veracruz, habiendo tomado parte el 9 de Octubre en
la accin de armas de Ayahualulco, Ver. - Una vez terminada la
campaa Gomista el Batalln regres a la Ciudad de Mxico el
da 22 de noviembre del mismo ao (Ruiz, s/f, 8).

Contra fanticos de los Altos de Jalisco (1927-1928)


La intensa actividad militar a que fue sometido el 13o. Batalln en
el occidente del pas, en el marco del combate los rebeldes
cristeros desde su aparicin hasta 1929 en que se logra el
armisticio ya con Portes Gil como presidente, es perceptible en la

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 331


bitcora de Ta Sario; as, en el documento podemos constatar
fechas y acciones de armas que no aparecen registradas en la
prensa local y menos en la nacional. Dada su intensa participacin
podemos afirmar que las acciones de los juchitecos en el combate
a la guerra cristera fueron determinantes en el curso y fatdicos
resultados de la misma, como veremos enseguida:
El 24 de Noviembre el Batalln march para la ciudad de
Guadalajara, Jal., ponindose a las rdenes del C. General de
Brigada ANDRES FIGUEROA, jefe de la campaa en contra de
los fanticos en la regin de los Altos, Jal.; los hechos de armas
en que tom parte directa el Batalln en el Estado de Jalisco
son los que a continuacin se expresan: 1927.- Tiroteo en el
Robadero, Jal., el 27 de noviembre contra fuerzas de
Victoriano Ramrez en nmero de 300 fanticos.- Tiroteo en la
Barranca de Ro Verde, Jal., el 25 de Diciembre contra
fanticos a las rdenes del cabecilla Felix Barajas y otros.
1928.- Tiroteo en Amulco, Jal. El 24 de enero contra fanticos a
las rdenes de los cabecillas Lucas Cuevas y Esteban Caro.-
Tiroteo en la Barranca de Zacatecas, Jal. El 13 de Marzo contra
rebeldes del cabecilla Manuel Michel, resultando herido el
cabo Canuto Rasgado.- Combate en la Barranca de Alceseca,
Jal., el 24 de Marzo contra los cabecillas Degollado, Bouquet y
Michel, falleciendo en el cumplimiento de su deber el Sargento
2/o. Domingo L. Rios Marin.- Tiroteo en el Huamuchil, Jal. El 3
de abril a las rdenes del C. Teniente Coronel Miguel Orrico de
los Llanos, contra los cabecillas Sahagn y otros (Ibid).
Como se ha podido apreciar, Charis fue utilizado de manera
intensa por Amaro en uno de los principales bastiones cristeros
como lo fuera la regin de los Altos de Jalisco, durante ms de un
ao el 13. Batalln de juchitecos se concentr entre los estados
de Jalisco, Colima y Michoacn, lo que le vino a valer a Charis el
ser nombrado jefe de operaciones militares de la zona,
precisamente en los das en que se consider necesaria su
presencia para salvar el puerto de Manzanillo, toda vez que ya

332 Carlos Manzo


haba sido prcticamente tomado por los cristeros; en menos de
una tarde Charis lleg por tren y recuper el puerto de
Manzanillo, ocasionando a los cristeros las peores bajas que se
hayan presentado durante toda su campaa, como veremos
enseguida.

Contra Cristeros en la Toma-Defensa de Manzanillo


(El Ataque a Manzanillo) 24 de mayo de 1928.
Un conjunto significativo de hechos de armas que dieron pie a la
consolidacin de lo que se ha dado en llamar el Estado
revolucionario, o bien a lo que se ha denominado tambin el
proceso de institucionalizacin de la revolucin mexicana, lo
constituy sin duda alguna el combate al levantamiento o guerra
cristera que apareci en gran parte del territorio nacional; como
hemos visto y por un amplio conjunto de estudios352 sobre este
importante captulo de la historia nacional del siglo XX, algunas
regiones como los Altos y Sur de Jalisco, as como la costa y
Colima, constituyeron sendos bastiones del tambin denominado
movimiento cristero; a este respecto, Ta Sario dej en sus
apuntes una relacin de hechos:
Con fecha 1/o. De Marzo de 1928, el C. General de Brigada
Heliodoro Charis Castro, por rdenes de la Superioridad,
asumi el cargo de Jefe de las Operaciones Militares en el
Estado de Colima,353 quedando como jefe del Batalln el C.
Teniente Coronel Miguel Orrico de los Llanos.
Entre los hechos de armas ms salientes en que tom parte
activa el Batalln en el Estado de Colima, en la campaa que
en contra de los CRISTERO, inici el C. General Charis al
asumir el mando de las operaciones militares en el Estado,
cabe mencionar la defensa del Puerto de Manzanillo
compuesto de 30 individuos de tropa a las rdenes del C.

352
Cfr. Romn Rodrguez (1979), Meyer (1973), entre otros.
353
Aqu se presentan diferencias con Meyer (1973, 228), quien afirma que en
mayo el General Heliodoro Charis toma el mando del Estado.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 333


Mayor AGUSTIN CANIZALES SALAS, Jefe de Instruccin del
Cuerpo, fue atacado por los Cabecillas Degollado, Michel,
Bouquet, Sahagn, Anguiano, Cuevas y otros connotados
fanticos, quienes al frente de un ncleo de rebeldes fuerte,
en 1,200 hombres aproximadamente, se posesionaron del
Puerto despus de una brillante defensa de parte del
Destacamento quienes una vez que se les agotaron las
municiones sucumbieron en el cumplimiento de su deber, el C.
Mayor Canizales y la mayor parte de los componentes del
Destacamento.- En este hecho de armas el extinto Soldado
Rosalino Valle Ordaz, dio una admirable prueba de valor y
dignidad militar, quin con el estocismo digno de su raza,
herido y falto de municiones para seguir combatiendo, con el
arma puesta a la granadera se arroj al mar, prefiriendo
quedar sepultado en sus aguas que caer prisionero en poder
del enemigo.- La Jefatura de Operaciones al tener
conocimiento de que el Destacamento de Manzanillo esta
siendo atacado por los cabecillas antes enumerados, con la
urgencia que el caso requera, orden Cuartel General que con
elementos de los Batallones 13/o. Y 57/o. , se organizara una
columna que se encargara de recuperar el Puerto, saliendo
violentamente por Ferrocarril a las rdenes directas del C. Jefe
de las Operaciones General de Brigada Heliodoro Charis
Castro, arribando al citado Puerto en los precisos momentos
en que la guarnicin por falta de municiones era aniquilada; a
las 13 horas del precitado da 24 la columna de auxilio trav
contacto con el enemigo y despus de combatir
encarnizadamente por ambas partes se logr desalojar a los
rebeldes del Puerto. (Ibid.)
Sobre estos hechos a los que Jean Meyer (1973) denomina EL
Ataque a Manzanillo, este autor relata:
El 23 dejaba Degollado el mando a Bouquet y se reuna con
Lucas Cueva en Tequexquitln, donde le aguardaban 500
Cristeros. EL 24 por la maana, sin lucha, tomaron Cihuatln,
en tanto que oan retumbar el can: haba comenzado el

334 Carlos Manzo


ataque contra el Puerto de Manzanillo, como estaba previsto,
y la caonera Progreso disparaba sobre los cristeros.
Degollado y Cueva, con sus tropas en camiones, salieron hacia
Manzanillo. Bouquet haba marchado como en paseo militar,
dividiendo su tropa en tres columnas, y atacando por la
izquierda del lado del cementerio por la derecha y por el
centro. Cueva y Degollado no tuvieron necesidad de ayudarlo.
Manzanillo haba sido tomado, y la caonera se retiraba, no
pudiendo bombardear la ciudad sin destruirla totalmente.
Pero a la una y media el viga anunci que llegaba un tren:
Degollado orden la retirada inmediata, porque Manzanillo es
una ratonera, y todos salieron, excepto Lucas Cueva, que
quera recuperar unas cajas de municiones y qued atrapado
con 34 soldados suyos. Todas las prdidas de los cristeros se
produjeron en aquel momento: Cueva y sus hombres murieron
hasta el ltimo, as como otros 46, que perecieron al tratar de
procurar una salida al imprudente General. Los federales
sufrieron muy grandes prdidas al apearse del tren. (T.I, 231).
Retomando el relato de Ta Sario, relativamente diferente al de
Meyer, precisa las prdidas de las fuerzas federales:
...un jefe, dos oficiales y 27 individuos de tropa, heridos tres
oficiales y 25 de tropa.- Por lo que respecta al Batalln, las
bajas entre muertos y heridos en la accin de que se trata
fueron las siguientes: MUERTOS: Mayor Agustn Canizales
Salas, Cabos Carlos Decena Galdino, Antonio Aquino Lpez y
Jess Rodrguez Lpez, Soldados de 1/a. Pedro Garca Parras y
Francisco Cabrera Raymundo, Soldados Toms Ampudio
Garrido, ROSALINO VALLE ORDAZ, Ignacio Vzquez Valencia,
Salomn Santiago Lpez, Librado Luis Martnez, Emilio
Hernndez y Genaro Zacaras Aguilar; HERIDOS:- Subteniente
Porfirio Manuel Casique, Sargentos 2/os. Juan Chvez
Altamirano e Isaac Prez Romero, Soldado de 1/a. Francisco
Marcos Alegra, Corneta Guillermo Brin Infante, Soldados

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 335


Ambrosio Roldn Sotomayor. Al enemigo se le hicieron 180
muertos y entre estos los cabecillas Cuevas y Anguiano354:
prisioneros el Cabecilla Sahagn y 8 cristeros ms; se le
recogieron a los fanticos 102 armas y gran nmero de
municiones de diferentes calibres (Ruz, s/f, 9).
Contina la narracin de Ta Sario nombrando tiroteos, sitios y
acciones realizadas en Colima por el Batalln despus de la
defensa de Manzanillo contra los cabecillas Andrs Salazar,
Miguel Figueroa, Michel Bouquet, 355 Marcos Torres, Joaqun
Guerrero, Flix Ramrez, Cura Verduzco, Anguiano, Llerenas,
Plutarco, Lorenzo Arreola, Luis F. Ibarra. Los tiroteos y combates
entre los federales al mando de Charis y los cristeros, al parecer
todos concentrados en Colima, duraron practicamente hasta el 31
de julio de 1929, fecha en que, de acuerdo con Ta Sario y como
sabemos, el presidente provisional Emilio Portes Gil, dio por
terminada la campaa contra los Cristeros donde segn Ta Sario,
dicha suspensin se dio por haber empezado la rendicin de
todas las chusmas de fanticos que merodeaban por los estados
de Jalisco y Colima.
Segn Meyer, Charis se encontraba entre los raros Generales
que no fusilaban, junto con Lzaro Crdenas, Manuel Avila
Camacho y Ubaldo Garza. Ms all de una inexistente tica
humanista en las filas del ejrcito federal, a este grupo de
generales le interesaba contar con un batalln dispuesto a
obedecer y actuar en circunstancias de emergencia nacional
como al parecer funcion el 13/o. Batalln, en Ocotln, en

354
Hay aqu una equivocacin de Ta Sario, pues Anguiano contina en escena en
los tiroteos posteriores, en donde ya los cristeros haban optado por la
'guerra de guerrillas', ante lo cual los federales recurrieron a una estrategia
que consider efectiva: las concentraciones. Es innegable que esta medida
fue una de las armas ms efectivas entre las utilizadas por los comandantes
federales. (Romn Rodrguez, 1979, 198).
355
Los nombres de los rebeldes cristeros no se proporcionan completos y con
cargos por parte de Ta Sario, en la documentacin oficial de ese tiempo, a
lo sumo los identificaban por su apellido.

336 Carlos Manzo


veracruz, en Colima, en Michoacn, en Sonora; Charis como
rebelde que haba sido antes de ser General Brigadier, saba bien
de la estrategia de guerra de guerrillas a la que finalmente se
amparaba la mayora de los casos de levantamientos aqu citados.
Al parecer las acciones de armas ms intensas que el General
Charis present fueron contra los cristeros en ditintos puntos y
estados, como ya vimos, cuando designan a Charis como jefe de
operaciones en Colima, antes de la toma de Manzanillo, al interior
de las filas del ejrcito que operaba en esa regin se encontraba
tambin el General juchiteco Laureano Pineda, con quien
sabemos Charis tena diferencias por pertenecer a partidos
distintos, Charis era del partido verde y Pineda del rojo, por lo que
este ltimo al saber de la designacin de Charis como jefe de
operaciones en Colima, pide al gobernador de Sonora que solicite
su cambio a otra parte a fin de evitar altercados entre ambos
generales dadas sus diferencias polticas.356 Hasta despus de la
toma (defensa) de Manzanillo esta peticin no haba sido
atendida an.
Una pregunta obligada que nos surge a partir de la ferrea
disputa del Puerto de Manzanillo es Por qu Manzanillo?, acaso
no sera ms fcil para los cristeros tomar Guadalajara? Qu
poda ser ms significativo en esa coyuntura? Por qu arriesgar y
dejar la vida de ms de 250 efectivos de ambos bandos bajo las
aguas del Pacfico? Cules eran los principales intereses en juego
en esta y otras guerras? Intentar dar respuesta a partir de los
informes de otros estudios respecto a esta coyuntura:
Meyer (1973, I, 233) en su anlisis de lo que l denomina El
ataque a Manzanillosin enfatizar ni hacer explcita parte de la
respuesta advierte: Amaro envi refuerzos a Charis, previnin-
dole de que se le considerara responsable personalmente de la

356
AGN, Presidentes; Obregn Calles; Exp. 101-ch-6. Carta del 18 de mayo de
1928, del Gobernador de Sonora Topete a Plutarco Elas Calles, Presidente de
la Repblica.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 337


seguridad de toda la propiedad extranjera y especialmente de
LOS DEPSITOS DE LA CALIFORNIA STANDARD OIL, y para hacer
imposible una nueva conquista del puerto, se orden que
permanecieran all, acoderados, tres barcos de guerra.357
Siempre las guerras tienen en el fondo intereses econmicos,
sean cristeras, revolucionarias o de otra ndole, en Mxico
durante la Revolucin Mexicana la planta productiva industrial,
sobre todo la naciente petroqumica, prcticamente no sufri
afectaciones, de hecho el PIB del pas creci de 1910 a 1920.
Sabemos tambin que durante las dos guerras mundiales fue el
petrleo mexicano el que salv a los ingleses y permiti a los
EEUU ganar ambas guerras, a este respecto apunta Lpez Portillo
y Weber (1975, 33):
Y as estaba la situacin cuando estall la guerra de 1914. Y
esta guerra fue el principio de la Era del Petrleo. El Petrleo
de Mxico salv entonces a Inglaterra. Y poco ms tarde,
cuando el enorme consumo de combustible que hacan los
aliados (Inglaterra Rusia Francia), sumado al que se haca en
los Estados Unidos, amenaz con provocar peligrosa escasez,
fue otra vez en Mxico en donde se hall la salvacin.
El estudio de Prvot-Schapira (1981, 49), seala cmo en el
pas en medio del proceso revolucionario, el decenio de 1911 a
1921 constituy el perodo de ms fuerte exportacin petrolera y
en 1921 Mxico es el segundo productor mundial y el primer
exportador de petrleo (90 % de la produccin).
En la Disputa por el Puerto de Manzanillo entre cristeros y
federales ser entonces, el 24 de mayo de 1928, la muestra

357
Entonces que hay detrs de la Standard Oil? Lpez Portillo y Weber (1975,
12) nos dice: Se haba dado cuenta Rockefeller de que, precisamente la
libertad haba puesto en sus manos el medio legal de forjar un despiadado
instrumento de tirana ilegal. Legalmente compr, absorbi y someti a sus
competidores; uni a la suya muchas compaas, arruin a quienes
resistieron y , y en nombre de la libertad pudo organizar su trust desptico,
fro y despiadado que se extendi por todo el planeta: la Standard Oil Co..

338 Carlos Manzo


histrica de la vergenza nacional donde la sangre rebelde de
cristeros y valientes binnizs zapotecos-- charistas abon a la
defensa del oro negro de los gringos o ms propiamente de
Rockefeller, en nuestro territorio mexicano. Es muy probable
que el control y negociacin del oro negro de Manzanillo poda
redefinir el rumbo de la guerra cristera, dndole a los cristeros
ms armas y municiones que las que el General cristero Cuevas,
en su desaforada retirada, quiso recuperar cuando fue alcanzado
por las balas de Charis.

Imagen23. Charis herido, probablemente en la Batalla de Ocotln,


Jalisco. Fuente: Fototeca M. Alvarez Bravo, Oaxaca.
Por lo visto hasta aqu, aquel famoso General Heliodoro Charis
Castro fue practica, literal y oficialmente un subalterno de
Joaqun Amaro, quien a su vez lo fue de Alvaro Obregn y
Plutarco Elas Calles. Cesareo Ruz Velsquez, capitn 2/o. retirado
Oficinista, subalterno de los subalternos de Charis, nos dej su
palabra escrita tratando de dar a conocer de la mejor manera y de
acuerdo a sus posibilidades, buena parte de la historia de su 13/o.
Batalln, lo que para l constituy su razn de ser, parte de lo

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 339


ms importante de su historia de vida, no dudo que la otra lo haya
sido Na Juana y sus hijos Erasmo (+), Enedina, Josefina y Mara
Luisa, a quienes agradezco infinitamente el haberme permitido
compartir el archivo y la documentacin personal de Ta Sario.

VI.2 w Kjpy[1]/Xtiidxa guidxi


Pasajes histricos del pueblo Ayuuk de
Jaltepec de Candayoc Mixe.

La primera vez que llegamos a Jaltepec, fue hacia el final de la


dcada de los 90s, c. 1998, entonces buscbamos comunidades
indgenas productoras de maz que estuvieran interesadas en
apoyar a otras comunidades que en Chiapas haban sido en aquel
entonces siniestradas por los efectos catastrficos de huracanes,
en este caso el Mitch y el Stan. Jaltepec sigue siendo una
comundad con una importante produccin de maz, ms de dos
mil toneladas por cada cosecha son comercializadas
generalmente por coyotes que hacen de las suyas con los
comuneros de Jaltepec. Desafortunadamente, al igual que
decenas de comunidades de la zona del Sotavento, la produccin
se realiza de acuerdo a los paquetes tecnolgicos sugeridos por
instancias financiadoras que fueron elementos inductivos de la
desquiciante revolucin verde en la zona. Esta situacin ha
propiciado un proceso de prdida y/o desplazamiento en la
seleccin y uso de sus propias semillas y, por ende, en la
desaparicin paulatina de la milpa tradicional. As, las semillas
criollas u originarias han sido practicamente sustituidas por
semillas hibridas, el uso casi milenario de la siembra con la coa o
espeque se abandona y se sustituye por el tractor, a esto se
agrega, al igual que en toda la regin, el uso de fertilizantes
qumicos y herbicidas.

340 Carlos Manzo


De acuerdo con el testimonio de Doa Isadora Vielma,358 la
gente se vino a poblar en Jaltepec porque ah se encontraron las
cruces y las cruces no queran irse a otro lado, ah las
encontraron, entre los algodonales, porque era el algodn y el
tabaco lo que se sembraba antes. La memoria histrica de
Jaltepec es perceptible en los relatos de las ancianas y ancianos
del lugar, destacando entre otros aspectos y sucesos:
a) El relato sobre el repoblamiento del lugar en un tiempo hasta
ahora podemos ubicar alrededor de la primera mitad del
siglo XIX.359 Al igual que con las epidemias del siglo XVI, las
del siglo XIX propiciaron la intensificacin de repartos y
adjudicaciones de tierras, sobre todo en las zonas de
Tuxtepec y el istmo jarocho.
b) En este sentido, la gran epidemia del clera morbus redujo
sensiblemente a la poblacin originaria ayuuk; este proceso
pudo darse de manera simultnea a la definicin de la
divisin poltica estatal de Veracruz y Oaxaca, para lo cual,
segn manifiesta Lorenzo Vsquez, 360 los planos de la
comunidad, es decir, los ttulos primordiales de Cotzocn,
sirvieron de referencia para la definicin de los lmites
interestatales entre Oaxaca y Veracruz en esta zona.

358
N de C, 2010, Jaltepec; entrevista a Isadora Vielma, realizada el 3 de junio de
2010, en Jaltepec de Candayoc, Mixe, Mpio. de Cotzocon, Oaxaca.
359
Con relacin a su dinmica poblacional, las epidemias de los siglos XVI y XVII,
el clera morbus, en el XIX, y la fiebre amarilla o vomito negro en la
primera mitad del XX, implicaron fuertes descensos de la poblacin, sobre
todo en las zonas bajas y cuencas de los ros, Papaloapan, Jaltepec y
Coatzacoalcos, entre otros; esto conllev a una primera etapa de
repoblamientos indgenas en dichas zonas, hasta la primera mitad del siglo
XIX.
360
NdeC, 2010, Jaltepec;entrevista a Lorenzo Vsquez, 2 de junio de 2010,
Jaltepec de Candayoc, Mixe, Oaxaca.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 341


c) Los cacicazgos locales y regionales y la resistencia y luchas
comunitaria y regional contra dichos cacicazgos por la
defensa de la vida, las tierras y el territorio.361
A este respecto, en un comunicado de 1997, firmado por las
autoridades, denunciaron: Son ya 10 aos de luchar por el
respeto a nuestras tierras y a nuestra vida comunitaria en contra
de quienes vindolas productivas quieren aduearse de ellas
pasando sobre nosotros. Nos ha costado ya la privacin de la
libertad de los 16 comuneros, 4 de ellos torturados el 4 de agosto
de 1989 (Comunicado, 20/VIII/97).362
Los aspectos y sucesos citados, aparecen reiteradamente en
narraciones de diversas entrevistas realizadas en Jaltepec de
Candoyoc, en si mismas expresan un rico contenido histrco y
literario, refieren pasajes de prdida del sentido comunal en el
trabajo colectivo, en las relaciones intracomunitarias, en la ayuda
mutua; presento enseguida una parte de las experiencias
relatadas por Lorenzo Vsquez, vivencias que le han tocado
durante su vida y durante el tiempo de su cumplimiento en el
cargo del Comisariado.

361
Con relacin a los tiempos del cacicazgo de los Rodrguez, es muy ilustrativo
lo expresado por Adelfo Regino: p. 152 Lo que vivieron las comunidades
mixes en los cuarenta, cincuenta y sesenta con este rgimen fue un estado
de guerra; un estado de guerra que no supo la federacin; un estado de
guerra que no ha sido suficientemente documentado, pero el pueblo mixe
sabe lo que es la guerra;... citado por Kraemer (2003, 152).
362
Publicada en 'Comunalidad', boletn cultural, Oaxaca, septiembre de 1997. El
conflicto referido fue el que la comunidad tuvo con el 'pequeo propiestario'
Ubaldo Padilla Barragn, mismo que tambin relata en la entrevista Lorenzo
Vsquez, excomisariado a inicios de los 90's; como podemos apreciar en este
conflicto, las instancias judiciales estatales y federales tomaban parte de
lado de los caciques, criminalizaban, como hasta ahora, cualquier intento de
los comuneros por defender o reclamar sus tierras y territorios, los
comuneros desaparecidos, torturados y encarcelados en esta ocasin
fueron: Elas Daz Vsquez, Romn Prez Vicente, Gregortio Angeles
Hernndez, Mariano Pacheco Hernndez y Austraberto Cruz Alonso, todos
indgenas comuneros ayuuks monolingues de Jaltepec.

342 Carlos Manzo


Eran ms tierras, menos gente pero ms unida...
En el transcurso de varias charlas, ms que entrevistas, con
Lorenzo Vsquez, a quien frecuento desde hace ya quince aos,
va uno entendiendo las particularidades en la forma del ser
comunal as como los matices y diferencias manifiestas en ese
ser,363 en regiones no tan distantes como las sierras ayuuk y
binniz. Destaca en Jaltepec, la importancia de la asamblea
comunal, como espacio de dilogo y discusin comunitario, ah
resuelven las principales formas y estrategias poltico-jurdicas
comunitarias para, por ejemplo, la defensa de las tierras y los
bienes comunales, as como otras regulaciones de la vida
comunitaria, cuentan para ello con su estatuto comunal. An con
todas las dificultades que implica el tiempo neoliberal en que
vivimos, puedo afirmar que la asamblea comunal en Jaltepec y en
la mayora de las comunidades ayuuk, constituye uno de los
elementos ms slidos de su comunalidad. No obstante esta
situacin, podemos observar, de acuerdo a la informacin de la
entrevista, como uno de los elementos ms endebles en el
sistema comunal de Jaltepec, lo constituye precisamente el
trabajo comunal, como enseguida explica y define Lorenzo:
Aqu he vivido desde que nac, aqu he estado desde mi
infancia, que me di cuenta de las cosas como se trabajaba
aqu, la gente era ms unida, por ejemplo, en los tequios si se
haca un trabajo. era poca gente y se hacan grandes
extensiones de terreno de chapeo, haba menos gente y se
haca ms, la gente era ms unida; en cambio ahorita somos
mucha gente pero ya no hacemos todo lo que haca la gente
de aquel tiempo, y sobre todo a mi lo que me gustaba mucho
es que un muchacho, a los quince o diezyseis aos cuando

363
Con relacin al ser comunal y a los significados de la comunalidad en el ser
ayuuk, remito al interesante libro colectivo denominado Wejwn Kajen,
compilado por Xab Nob Vargas (2008). Una de las dimensiones importantes
del ser comunal ayuuk se refleja en el cumplimiento del cargo, en distintas
etapas de la vida en comunidades (juventud, adulto, madurez, anciano).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 343


entraba al servicio el pueblo mismo le haca su casa, aunque
no estuviera casado... y as, si alguien quera cambiar su casa
construida de un lugar a otro, la gente peda a los comuneros
que le ayudaran a cambiar su casa, aunque haba poca gente
pero si llegaban muchos y se recorran doscientos o trescientos
metros cargando la casa as de palma, o sea la estructura del
techo ya con la palma. Ahorita ya no hay esa hermandad esa
costumbre, ya no porque lo hemos visto que algunos han
querido y mandan a hacer anuncio pero pasan los dias y ahi se
estn ya no van, ya no hay esa hermandad, ya se va perdiendo.
Antes tambin cuando se hacan las siembras de maz o de
tabaco la gente se ayudaba, un da sembraban de una persona,
otro da de otra, se llamaba mano vuelta y ahorita ya no hay
de eso tambin ya se est perdiendo. En el caso del tabaco
desde que les cay una plaga ya se dej de sembrar. En el 93
vinieron los de Tabamex364 para ver si se podra sembrar otra
vez y en el 98 hicieron la prueba otra vez pero no funcion y se
dej.

Imagen24 . Casa en Jaltepec.


Fotografa: Santiago Bastos, noviembre de 2009.

364
Tabamex es la abreviacin y la forma popular en que los campesino
conocieron a la Compaa Tabacalera Mexicana, con presencia en la regin
en la dcada de los 60's.

344 Carlos Manzo


La conflictiva Comisin del Papaloapan 365
Casi de manera simultnea a la construccin de la presa Miguel
Alemn 366 y, posteriormente la presa Cerro de Oro, 367 el
gobierno creo la denominada Comisin del Papaloapan, cuyo
objetivo, no explcito, en coordinacin con otras dependencias
como el Instituto Nacional Indigenista, a travs de su Centro
Coordinador de Temazcal, creado ex profeso, era entre otros
convencer y reacomodar a la poblacin indgena tanto
mazatecos, primero y chinantecos, despus, que vieron inundadas
sus tierras por la construccin de dichas presas. La mayor
dislocacin ambiental y socio cultural que se ha expresado en el
istmo y el sur de Mxico, la constituye precisamente este
conjunto de acciones de desarrollo, instrumentadas por el
Estado en las dcadas del denominado desarrollo estabilizador.
Estos impactos se encuentran suficientemente descritos y

365
Fue oficialmente conocida como 'Comisin Especial del Papaloapan',
(1946-1984), y constituy un 'organismo pblico perteneciente al Instituto
Mexicano de Recursos Naturales Renovables de la Secretara de Recursos
Hidralicos, que entre otras fue la principal responsable de lo que tambin
se ha denominado 'la destruccin del paraso'; dentro de su principal
objetivo figuraba, de acuerdo a la informacin oficial: "planear disear y
construir las obras requeridas para el integral desarrollo de la extensin del
pas que constituye la cuenca del ro Papaloapan..." otorgndole a esta
comisin, segn el Artculo 3, "las ms amplias facultades para la
planeacin, proyecto y construccin de todas las obras de defensa de los
ros, las de aprovechamiento en riego, desarrollo de energa y de ingeniera
sanitaria, las de vas de comunicacin comprendiendo vas de navegacin,
puertos, carreteras, ferrocarriles, telgrafos, y las relativas de creacin y
ampliacin de poblados, y tendr tambin facultades para dictar todas las
medidas y disposiciones en materia industrial, agrcola y de colonizacin, en
cuanto todo lo anterior se refiera al desarrollo integral de la cuenca del
Papaloapan". Esta Informacin aparece en
http://es.wikipedia.org/wiki/Comisin_del_Papaloapan., consultada en
octubre de 2010.
366
La construccin de esta presa se inici en 1949 y entr en servicio en 1962.
367
Inicia su construccin en 1972 y concluye hasta 1988.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 345


analizados en los estudios de Ronald B. Nigh y Nemesio J.
Rodrguez (1995), as como en Alicia Barabas y Miguel Bartolom
(1990), con una evaluacin muy objetiva de los daos que
podemos documentar a travs del texto titulado Como destruir el
paraso, de Alejandro Toledo (1984).
Quiero destacar, sin embargo, en el caso de Jaltepec, como
dicha Comisin jug un papel de cierta interlocucin con la
asamblea ayuuk, ya que con el consentimiento de la misma
propusieron y ejecutaron programas de reforestacin, que
permiten que en la actualidad la comunidad pueda disponer de
este y otros recursos. No sin mediar un importante conflicto por
la expropiacin que el Estado realizaba, precisamente en el marco
de el reacomodo de los mazatecos; segn nos ha relatado
Lorenzo Vsquez, el terreno en cuestin, no interes a los
mazatecos y el gobierno de Oaxaca pretende hacer valer la
expropiacin para la creacin de una supuesta reserva ecolgica
estatal, en noviembre del 2009, la comunidad resolvi recuperar
por la va de los hechos, la posesin, y en ejercicio de su derecho a
la autonoma, cerca de 4,000 hectreas de la expropiacin,368 El
conflicto en general, as como los lmites, colindancias y
extensiones del territorio, en su historia agraria, es claramente
planteado por Lorenzo en los siguientes trminos:
Otro problema que tuvimos fue cuando vino la expropiacin
de la Comisin del Papaloapan, que fue en el 58, comienzan
los conflictos con la construccin de la presa para reacomodar
a los afectados; en esa vez segn ellos nos expropiaron 18,000
hectreas pero nosotros en nuestros ttulos primordiales viene
que en los aos del siglo XVII, tenamos ms de 108 leguas
cuadradas de terreno, lo que nos daba mas de 335 mil
hectreas; las colindancias del terreno eran las de Cotzocn
que bajaba todo lo que es el Tabln por el ro Cabeza de Arena,

368
Segn consta en los resolutivos del Foro Nacional en Defensa del Territorio,
realizado en Jaltepec de Candoyoc, Mixe, en noviembre de 2009.

346 Carlos Manzo


llegaba a Ro Tejn luego al ro Jaltepec hasta donde
colindabamos con Cuxmetacn tambin y llegar hasta ac
abajo donde colindamos con Veracruz, hasta all a donde pasa
la carretera transstmica. Pero de ah, como deca, con la
Comisin del Papaloapan hubo pleitos, la gente se enfrent
con la polica, la hidraulica, incluso hubo gentes que no
queran salir, aqu en un lugar que se llama Neobiliar...(sic). ah
la gente se organiz y tuvo que ir a sacar a los invasores de ah
los agarraron, los amarraron y los tuvieron que llevar a
Zacatepec, hasta ah fue cuando entendieron y salieron de ese
lugar si ellos no se hubieran salido Jaltepec no contar con las
14, 861, contara noms con 11,000... (NdeC, 2010, Jaltepec).
Llama la atencin como entonces el Estado, a la vez que
expropiaba, o declaraba la existencia de supuestos terrenos
nacionales, fue reduciendo la extensin original de el pueblo de
Cotzocn Mixe, a quien corresponda Jaltepec, en trminos
agrarios; de tal forma que al parecer la emisin de la Resolucin
Presidencial de reconocimiento y titulacin de sus tierras
comunales, fungi como un acta oficial de confirmacin del
despojo, de todo lo que la Comisin y otros particulares ya haban
expropiado o invadido, por lo menos desde las leyes de
desamortizacin decimonnicas. A pesar de todo esto, la
comunidad de Jaltepec, a fin de enfrentar a los tribunales de
distinta ndole, sobre todo agrarios, reconoce y defiende las
14,861 que se amparan en la Resolucin Presidencial. A propsito
de los ttulos primordiales, al parecer estos corrieron la misma
suerte que los de Juchitn, aunque en contextos distintos e
inciertos, como se describe en la entevista con Lorenzo Vsquez:

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 347


Imagen 25. Isadora Vielma y Lorenzo Vsquez,
principales de la comunidad de Jaltepec de Candoyoc, Oaxaca.
Fotografa del autor, 2010.

Los abuelos tenan su plano, dicen que era como en un petate,


me dice mi mam que ese plano lo cuidaba una de mis
abuelas, porque dicen que antes lo que hacan era que los
documentos y planos los cuidaban las viudas, las mujeres
solas, ellos acostumbraban mucho una casita que tena su
tapanco y arriba guardaban sus cosas, ah lo tenan pero una
noche, como las casas eran de zacate y no haba ni candil ni
linternas, se alumbraban con puro ocote y como las casas eran
de puro zacate, pues quien sabe como pero una noche se
prendi y se quemaron los ttulos, segn me platica mi
mam.., as se perdieron los planos... pero pues ya sabemos
como est la situacin de los terrenos de las mas de 300 mil
hectreas se perdi bastante, ahorita noms contamos con
14,861 hectreas mas aparte lo que se gan con Cuxmetacn
como 825 has. Mas .ahi en la conciliacin que hubo con

348 Carlos Manzo


Cuxmetacan, el gobierno federal tiene un fondo destinado
para conflictos agrarios y les convino a los de Cux agarrar el
dinero y a nosotros nos regresaron nuestras tierras, as fue
como se recuper otro poco (NdeC, Jaltepec, 2010).
Podemos afirmar que durante los procesos de colonizacin,
desamortizacin y deslinde que operaron en casi toda la regin
durante el siglo XIX, se dio la mayor fragmentacin y/o
privatizacin legal del territorio comunal de los pueblos
indgenas, tanto de la zona conocida como la Mixe Baja, --Jaltepec
y San Juan Guichicovi--, como de la zona del sur de Veracruz, es
decir del territorio comunal correspondiente a Soteapan, Pajapan,
Jaltipan y Chinameca; se adjudicaron ttulos de propiedad a
particulares y a funcionarios de los gobiernos federal y estatal,369
sobre todo durante la segunda mitad del siglo XIX, gran parte de
estos ttulos vinieron a recalar en acciones de particulares que
reclamaban su titularidad ante las comunidades incluso ya bien
entrado el siglo XX, como veremos enseguida.

Desamortizadores, deslindadores, adjudicatarios y


especuladores: el caso Bolaos Cacho (botn de muestra)
Jaltepec constituye un caso ilustrativo del desaforado proceso de
colonizacin que se dio en la mayor parte del trpico hmedo, en
las tierras de los pueblos indgenas de la zona norte del istmo, por
lo menos desde 1823, con los primeros planes de colonizacin, as
como en 1856 con la Ley Lerdo, hasta 1960, ms precisamente
hasta antes de la emisin de su resolucin Presidencial; este
proceso estuvo subrayado por drsticos decensos de la poblacin
en la zona por efecto de las consecuencias de distintas epidemias,
como el clera en el siglo XIX y la fiebre amarilla o vmito negro
en el XX.

369
Un ejemplo clsico de este tipo de fragmentaciones con participacin de
funcionarios del gobierno estatal es el que aparece entre Ismael Ramrez y su
apoderado el Lic. Guillermo Meixueiro, en la solicitud de redencin de un
capital que reconoce en un terreno de aproximadamente 10,000 hectreas,
en 1908 en San Juan Jaltepec (Esparza, 1991, 17).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 349


En una breve descripcin de la situacin de los terrenos de
Jaltepec, despus del proceso de fragmentacin que le antecedi
en el siglo XIX y lo que iba del XX, hasta antes de la resolucin
presidencial, Lorenzo Vsquez, excomisariado de Bienes
Comunales en Jaltepec, nos presenta el siguiente panorama:
...Y hay mas de tierras, por ejemplo las dems tierras que
quedaron, si ahorita porque lo de las 18 mil has. noms abarca
los lmites de Cerro Mojarra, Arroyo Encino, San Felipe
Cihualtepec, Mara Lombardo, Carrizal, y ya los terrenos que
estn en Pea Amarilla, Porvenir, Paraiso, Zapata, Benito
Jurez, esos no sabemos como los adquirieron esas gentes370;
bueno nosotros pensamos que como aqu intervinieron varias
gentes, incluso aparte de Jorge L.Tamayo,371 tambin estaba
un tal Bolaos Cacho, ese seor segn nos dicen que estuvo
trabajando con , no sabemos bien si trabajando con el
gobierno del estado o federal, o estuvo con la Comisin del
Papaloapan, ese seor no sabemos si no es l el que vendi
esas tierras all tambin porque aqu lo que es de esta parte
para arriba l los tena ya fraccionados, l all en Mxico
public la venta de estos terrenos, y vinieron muchas gentes
por ahi en los 70s y , como aqui aterrizaban las avionetas,
llegaban en avionetas y queran que la autoridad fuera a
ensearles en donde quedaban los predios, ellos ya traan su
plano y su croquis, sus escrituras todo ya legalizado y decan yo
compr con don Bolaos Cacho que me vendi tantas
hectreas de terreno.
Una vez recuerdo que vino uno que aqui adelantito deca que
por este cerro que pasa por aqui arriba por ahi pasaban segn
sus colindancias y traa los recortes del peridico donde deca
que ya se public que era suyo con su acta de compra venta y

370
Se refiere a la poblacin avecindada que lleg despus, que no eran
comuneros.
371
Fue el ingeniero que fungi como director ejecutivo de la Comisin del
Papaloapan.

350 Carlos Manzo


por ahi nosotros nos enteramos, incluso ah en el archivo ah
estn los peridicos guardados, donde ese seor Bolaos
Cacho venda terrenos y no sabemos si no fue l l que vendi
all abajo donde colindbamos con el estado de Veracruz,
pues originalmente eran mas de 335 mil hectreas. (N de C,
2010, Jaltepec).
La tradicin latifundista de la familia Bolaos Cacho en Oaxaca,
se extendi por distintas regiones desde finales del siglo XIX en
que fungiendo como funcionarios del gobierno, se apropiaron ,a
expensas de la ley de desamortizacin, de terrenos y haciendas en
diversas regiones del estado, como describe en su estudio
Mendoza Garca (2007, 116), en los siguientes trminos:

Imagen 26. Miguel Bolaos Cacho.


Latifundista recordado en la zona mixe.
Fuente: Iconoteca, Hemeroteca Nacional de Mxico.

Entre otras personalidades notables que adquirieron tierras, se


encontraba Emilio Bolaos Cacho, hermano de Miguel Bolaos
Cacho, gobernador interino de Oaxaca en 1902, quien compr

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 351


tierras en el municipio de Quiotepec; Manuel Martnez Gracida
el historiador ms importante al finalizar el siglo XIX en
Oaxaca, siendo oficial mayor de la Secretara de Gobierno,
tambin adquiri cerca de 7,000 hectreas en el municipio de
Teotilapam...
En el sur del istmo, como ya hemos visto anteriormente, el
proceso de desamortizacin motiv otra serie de adjudicaciones,
compra-venta y deslindes de terrenos nacionales que se vieron
intensificados por las obras del ferrocarril del istmo, motivando
un mercado especulativo agrario al que opusieron resistencia, en
distinto momento, zoques, ayuuks y binnizs, hasta la
confirmacin de sus propiedades comunales en funcin, en la
mayora de los casos de sus ttulos primordiales que desde siglos
anteriores constituan un argumento legal en sus litigios agrarios
que en gran medida se vinieron a resolver con las Resoluciones
Presidenciales sobre Titulacin de Bienes Comunales.372

Tambin nosotros tenemos nuestras leyes...


Continuando con el anlisis de la situacin de la comunalidad en
Jaltepec, conviene mencionar la importancia de los sistemas
normativos comunitarios, en donde se presentan, la mayora de
las veces como un conjunto de reglas no escritas cuyo
cumplimiento es obligatorio por los integrantes de una
comunidad; en los ltimos 30 aos tambin han tomado forma
escrita a travs de los denominados estatutos comunales. Este
conjunto de reglas tambin cabe dentro de lo que se ha
denominado como usos y costumbres, 373 son considerados
tambin como un importante fundamento de la autonoma

372
EL proceso aludido se puede apreciar en los trabajos de Esparza (1991).
373
En el caso particular de Oaxaca, se reconocen como Usos y Costumbres a las
formas asamblearias para el nombramiento de las autoridades comunitarias
y/o municipales, a diferemcia del generalizado sistema de eleccin por
partidos polticos. De acuerdo con el estudio de Velsquez (2000), de los 570
municipios del estado de Oaxaca 418 de ellos se rigen por el sistema de 'usos
y costumbres' (201).

352 Carlos Manzo


comunitaria, as como un instrumento para su defensa ante las
instancias estatales y federales de gobierno que de manera
discriminatoria y racista pretendan desconocerlos, como veremos
enseguida de acuerdo con la narracin de Lorenzo Vsquez:
Y de ah pues ya pas el tiempo, se normaliz un poco la cosa,
hasta que llega despus un citatorio de Ministerio Pblico
Federal para que yo me presentara en Oaxaca, era a fines del
92, voy all, nos fuimos tres y noms entramos dos ,dejamos a
mi compadre Pedro afuera, por si no saliamos que avisara aqu
al pueblo por si nos quedbamos detenidos...ya entramos ahi y
el MP cuando entramos nams se nos qued mirando, lo
saludamos y ni siquiera nos salud, no devolvi el saludo y nos
dijo: --Sientense!--.
Sigui escribiendo, hasta el rato que ya se le dio la gana ya nos
comenz a leer la cartilla, a regaarnos y ya nos avis de qu
se trataba, pues que era el problema de Mario Ramos que
porqu lo habamos corrido que nosotros no eramos nadie,
que no tenamos ninguna ley donde pudieramos correr a la
gente ni dar los servicios-- si queramos hablarle para nada,
deca
--Cllese la boca que estoy hablando, me deben de
respetar!--, y le dije: -- Pues s seor pero yo tambin quiero
explicarle como estuvo esto, por qu motivo...
--Ya le dije que se calle, aqu quienes hacen las leyes somos
nosotros, ustedes no son nadie! Y aqui lo que vamos a hacer es
que le van a pagar a este seor; son tantos miles de pesos que
le van a pagar y si no pues ya saben las consecuencias!...
Le dijimos: -- Pues nosotros no tenemos dinero .
--Yo no se cmo le hagan pero le tienen que pagar--. Entonces
le dijimos que nosotros no tenemos dinero no tenemos con
que pagar, pues seor es que all tenemos unas leyes internas,
las costumbres, las obligaciones que hay all, l adems l

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 353


sabe muy bien. Le digo: -- Pues su pap ya fue autoridad ya
sabe como se le castiga all a la gente que no quiere servir...
Y dijo el M.P.: --Pero ustedes no son nadie, no pueden aplicar
ninguna ley!--. Y entonces le digo: --Es que nosotros tenemos
nuestras leyes--. No, dice, hicieron muy mal dice --. --Pues
mire, le dije. es como usted con la gente que tiene aqu a su
cargo, a poco no tiene usted un reglamento tambin que dice
cmo se deben de portar. cmo deben de funcionar ellos?--.
--Ah pues s! -- dijo,--pero es que nosotros somos el gobierno,
pero ustedes no son nadie!--.
Le dije: --Pues igualmente all nosotros tenemos nuestras
leyes internas tambin, aunque s respetamos ahora si las
leyes que hizo el gobierno y las que tiene cada dependencia lo
respetamos, pero tambin nosotros tenemos nuestras leyes,
son leyes internas, y ellos lo saben muy bien que tienen que
acatarlo y el que no, pues se le castiga.... (N de C, 2010,
Jaltepec).
Podemos advertir del contenido de la entrevista una serie de
cosas, aunque slo quisiera destacar dos:
a) La prepotencia y el intento de intimidacin con que se
desempeaba el agente del Ministerio Pblico en Oaxaca
ante los comuneros de Jaltepec, y
b) Por otra parte, la seguridad y determinacin con que los
comuneros, en este caso Lorenzo Vsquez, responda a los
argumentos, por dems sin sustento con que el funcionario
pretenda doblegar las decisiones que ya se encontraban
tomadas por la comunidad, desde antes de la
comparecencia ante el Ministerio.Pblico.

Reforma Agraria: Discriminacin, negligencia,


racismo y represin
En muchos casos la estrategia intimidatoria de los funcionarios
pblicos, federales o estatales para con los representantes de las

354 Carlos Manzo


comunidades indgenas, combinada con la represin y uso de la
violencia de Estado, era y sigue siendo la nota dominante en las
distintas negociaciones y mesas de dilogo; en vista de una
histrica y permanente ausencia de reconocimiento de los
derechos territoriales y culturales de los pueblos indgenas, las
comunidades han recurrido a la Ley Agraria, sobre todo hasta
antes de 1992, resolviendo conflictos intercomunitarios, de
invasiones de particulares o de despojo directo de tierras
comunales y/o ejidales por parte de empresas privadas nacionales
o extranjeras; tal fue el caso en Jaltepec con el problema que los
ayuuks de esta comunidad tuvieron con un pequeo latifundista
que intentaba privatizar parte de las tierras comunales y que el
amigo Lorenzo, relata en breve:
Con lo de Don Ubaldo pues la gente estaba molesta tambin
con nosotros pues queran que sacramos sus animales, pues
la gente quera sembrar su maz... y ah anduvimos pall y pa
c, anduvimos en Oaxaca, en Mxico, a veces llegaba yo aqu
nada ms a cambiarnos de ropa y nos ibamos otra vez a
Mxico. Otro problema que tuvimos con Reforma Agraria,
aparte de las 4,049 hectreas, era que no nos entregaban
nuestra carpeta bsica; ah a veces desde que llegbamos ah
siempre deca el Sr. Roberto Olivares, era en aquel tiempo el
de la Reforma Agraria, decan sus secretarias --qu no est,
qu no est-- y esperamos sentados afuera hasta que llegara...
y que haca ese seor como a las tres de la tarde cuando ya se
iban a ir a comer entonces nos decan que pasramos, ah
estaba adentro ese cabrn, hasta entonces nos atenda nada
mas nos decan que no estaba, como nosotros no nos
movamos de ahi, a veces ni ibamos a comer, y ellos como
tenan que salir ya nos decan: --Diles que pasen-- y nos
atendan... Porque ese subprocurador tambin cuando
iniciamos nosotros ah, al principio nos trat muy mal, incluso
una vez nos dijo que si l quera ah mismo nos poda matar
porque nosotros no eramos nadie, ellos a quien defendan era
a Don Ubaldo--... y ah en la Reforma Agraria haba un

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 355


topgrafo, un tal Daz Benitez, que era muy cabrn con
nosotros, muy cochino, nos trataba muy mal y haba otro
tambin que era del jurdico que era otro muy dspota...
Despus se puso la cosa ms difcil, el conflicto empez con
ordenes de aprehensin --federales--, en 1992 se llevaron
como a seis, tambin estuvieron desaparecidos, entonces nos
regamos unos a Salinacruz, Tehuantepec, otros a Matas, otros
a Tuxtepec otros a Oaxaca., asi anduvimos.
En ese tiempo nos persiguieron por supuestos delitos contra
Don Ubaldo, todava funcionaba su demanda eran de robo,
robo de centenarios, decan, algo de ganado y como le llaman
cuando es eso de la mariguana? Narcotrfico, si estaba
pesado. Las rdenes de aprehensin fueron federales y las que
se emitieron contra don Ubaldo fueron locales, del estado; si
como ese seor tena mucha palanca; igual la tercera vez que
entraron aqu tambin fueron federales, esos como tienen su
oficina aqu en Tuxtepec, entraron a las dos de la maana,
entraron en tres suburbans, ah si hubo balacera, como ya se
haba hablado con la gente de que si haba un movimiento
muy raro que taparan las entradas... pues como a las dos y
media ya noms se oan las motosierras,374 como a veces yo
casi no dorma; de por si antes vinieron aqu unos judiciales a
buscarme, estaba mi seora nada ms y nosotros andbamos
en el tequio375 cuando llegue a comer ya eran como las tres de
la tarde, dicen que queran entrar a la fuerza, preguntaban y
que si estaba el seor y ya uno por ahi se par, --Bueno, dijo,
ah le dicen que va a haber reunin a las cinco de la tarde all
en el Porvenir, que all los esperan--, entonces cuando ya

374
Utilizaron las motosierras para derribar rboles grandes para tapar los
caminos, una vez que las camionetas de la polica federal ya haban entrado
al pueblo.
375
Forma de trabajo comunal, colectivo, se sigue utilizando para arreglar
caminos, para siembras coloectivas comunitarias, para las fiestas y para
construir obras y edificios pblicos.

356 Carlos Manzo


llegu me dijeron, bueno pasa esto, ya ni com ya nams me
fu a buscar a los compaeros Abelino y Gabino, para que
fueran a ver si de veras haba reunin, y ya fueron y no era
cierto no haba nada, ms que la jugada de los judiciales para
agarrarnos. Ya al otro da entraron de madrugada, con tres
camionetas, esa vez hubo balacera algunos tiraron
escopetazos, rifles y ellos respondieron, esa camioneta que
tenamos aqu una camioneta comunal que le decamos La
Paloma, esa Abelino la agarr y la fue a acomodar all donde
est el puente de la salida donde vive Pedro Daz Cruz, pero
dice que cuando pasaron donde estaba un judicial ah le
metieron un tiro, casi le pegan al chofer y a Abelino igual,
tronco de hoyo le hicieron a la camioneta, y estos cuando
vieron que ya haba mucho movimiento pues se fueron, pero
ya se llevaban a seis compaeros. Salieron ah por donde est
Pedro Daz habia una subidita, y de ah se aventaron saltaron
ah estaba alto y dicen que ya se andaban volteando y llevaban
a los compas y por eso fue que maltrataron muy feo a los
compaeros, a uno de ellos dice que lo colgaron amarrado de
los dedos y a otros con la plana del machete les pegaban.
Varios se enfermaron, incluso hay uno todava aqu un seor
que est mal, si les fue muy mal a ellos, pero gracias a todo el
apoyo que tenamos los pudimos sacar en una semana;
estuvieron desaparecidos 4 das.
Como hemos visto por la narracin de Lorenzo Vsquez, en
Jaltepec de Candayoc, as como en la mayor parte de la zona
mixe, tanto de la alta como de la baja,376 se vivieron tiempos de

376
En general, desde la dcada de los 40's hasta la actualidad, este parece ser el
panorama y el contexto en la mayora de las regiones indgenas y campesinas
del pas Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Puebla, Veracruz, que supuestamente se
hallaban ya pacificadas despus de la intensificacin de la reforma agraria
cardenista. En muchas de estas zonas pudo desactivarse la estrategia
represiva del gobierno y caciques, en la dcada de los 70's, gracias a la
organizacin y acciones de las propias comunidades, en algunos casos con

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 357


rebelin y represin, en donde las fuerzas represivas del Estado,
tanto las federales como estatales, casi siempre se encontraban y
se encuentran coludidas con los cacicazgos regionales con fuertes
vnculos al interior de los aparatos judiciales o agrarios de los
gobiernos federal y estatal. La desestructuracin de dichos
cacicazgos, como en el caso de los de Luis Rodrguez en la regin
mixe, se vino dando prcticamente ya en los aos 70s, en gran
parte por la propia organicidad y autodefensa de las mismas
comunidades en coyunturas que practicamente caracterizaron
revueltas o acciones de rebelda contra las instancias
responsables de la imparticin de justicia.

VI.3 Ro de historias: Las Choapas, El Plan y


la prdida del tempo comunal.
Xtiidxa Ta Rubn377: Xtiipa ne xpiaani PEMEX
El to Rubn: Fuerza y experiencia en PEMEX
Antes se daba un pescadito que le llaman topem porque es
barrigoncito, ese animal yo no se si de la sierra sale y va por
toda la orilla del rio, bueno antes no estaba como ahora que
est contaminadsimo, ah en el muelle pescaba la gente,
bagres tejolotes pero cientos de miles por la orilla y llegaba la
gente con sus canastos y los llevaba a la casa y lo limpiaban le
destripaban y le echaban sal y a asolearlos, fritos una delicia
comer ese animalito. Era, decan, la comida de los pobres de
Las Choapas, pero pobres y petroleros iban con sus cubetas a
sacar el topem y ya los coman como charalitos. Quien sabe si
ya se acab ese animal.378

una participacin tambin decisiva de algunos sectores del clero, ms acorde


con los postulados de la teologa de la liberacin.
377
Don Rubn Prez Trujillo, adems de ser mi to, es hoy un jubilado experto
en la perforacin de pozos petroleros en el istmo jarocho, gran parte de la
informacin de este apartado est basada en la entrevista que le realizara el
7 de junio de 2010 y en visitas de campo realizadas en Las Choapas,
Veracruz.
378
Entrevista a Rubn Prez Trujillo; junio de 2010.

358 Carlos Manzo


Imagen 27. Ro Tonal a su paso por Las Choapas.
Fotografa del autor.

El ro Tonal, tambin denominado tanguchapa, nace en las


estribaciones norteas de los Chimalapas, en el centro del istmo
de Tehuantepec, como ya hemos visto en captulos anteriores;
antes de su desembocadura en el Golfo de Mxico pasa
serpenteante por puntos de relevante inters donde se han
establecido ncleos de poblacin en distintos momentos de la
historia antigua y reciente de esta regin, uno de estos se trata de
La Venta, uno de los primeros centros de la civilizacin Olmeca,
una zona en donde el maz ya haba sido cultivado por lo menos
hace siete mil aos; se trata de tierras bajas e inundables que en
otro tiempo, antes de iniciarse un artificial proceso de desecacin,
se caracteriz por ser en grandes extensiones pantanosa y con
innumerables lagunas, como an se puede apreciar en algunas
partes de la Chontalpa tabasquea. El ro marca tambin los
lmites territoriales entre los estados de Tabasco al Este y
Veracruz al Oeste.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 359


Antes de la invasin espaola, en las laderas y lomeros
ubicados en las mrgenes del ro se haban establecido
comunidades indgenas zoque-popolucas y tambin los ahora
extintos ahualulcos que se comunicaban unas en pos de otras a
travs del ro en canoas; estas comunidades pudieron sobrellevar
una vida basada fundamentalmente en la agricultura y en un
aprovechamiento de autosuficiencia de lo que la montaa y el ro,
adems de sus cultivos podan ofrecerle, todo ello hasta antes de
la llegada primero, de las estancias y haciendas ganaderas379 y
despus, de los campos petroleros que, como ya hemos insistido,
modificaron el paisaje radicalmente.
Del conjunto de fuentes revisadas sobre el siglo XIX y la
cuestin del istmo de Tehuantepec, pocas hacen referencia a la
situacin y ubicacin de los primeros yacimientos petroleros, casi
a flor de tierra; Shufeldt, por ejemplo, reportaba en 1872:
Sobre el ro Coachapa, a doce millas de su desembocadura, hay
algunos depsitos amplios de petrleo y asfalto, de los cuales,
los dos principales depsitos de manantial, tuvimos ocasin de
visitar y examinar. Uno se encuentra a la derecha del banco del
ro, cerca de tres millas al interior, al este de un rancho
llamado San Cristbal, y se llega por un camino a travs de un
bosque denso. En donde se localiza el depsito el suelo es
apisonado y con restos de madera y apisonado, y estimamos
que la superficie del manantial se encuentra a cincuenta pies
por encima del ro Coachapa. En un espacio de alrededor de
uno y medio acres contamos diez manantiales de varias
medidas de cuatro a diez pies de dimetro y en la superficie
algo distinto uno de otro; pero el suelo entre los distintos
manantiales, es en muchos lugares, suave y esponjoso y al

379
La ganadera es una actividad que se introduce en la zona norte del istmo
desde la segunda mitad del siglo XVI y primera del s. XVII; como ya hemos
visto la mayor intensidad en la explotacin ganadera en la regin se da
precisamente a partir de la dcada de los 70's del siglo XX, hasta la
actualidad.

360 Carlos Manzo


probarlo, da la impresin que reposa sobre una masa
lquida.380

Imagen 28. Arbol de Valvulas o de Navidad, Las Choapas.


Fotografa del autor. (Se trata del primer pozo perforado
por mexicanos despus de la expropiacin).
Con estos antecedentes, reportados oficialmente por la marina
estadunidense, que seguramente ya haban llamado la atencin

380
On the Coachapa River, twelve miles from its mouth, there are several
extensive deposits of petroleum and asphaltum, the two principal deposits
of springs of which we took ocassion to visit and examine. One is on the right
bank of the river, about three miles in the interior, in an easterly direction
from a ranch called Santo Cristobal, and is reached by a bridle-path through
a dense forest. The land is rolling and heavily timbered where this deposit is
located, and we estimated that the surface of the spring was at least fifty
feet above the Coachapa River. In a space of about half an acre we counted
ten springs of various sizes from four to ten feet in diameter, and on the
surface quite distinct from one another; but the ground between the several
springs is, in many places, soft and spongy, and on treading on it, it gives the
impression that it is resting on a liquid mass (Shufeldt. 1872, 103).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 361


de las empresas estadunidenses e inglesas, se inici una
competencia por la ocupacin de ese territorio desde las
mrgenes occidentales del ro, aproximadamente 25 kilmetros
antes de su desembocadura; as, en la primera dcada del siglo
XX, los ingenieros y gelogos de las compaas extranjeras,
norteamericanas, inglesas y alemanas, detectaron la existencia de
petrleo en el suelo y subsuelo, delimitaron la zona, identificaron
y numeraron el total de pozos susceptibles de ser perforados y
denominaron a ese futuro campo petrolero El Plan.
Con relacin a la importancia significativa que lleg a tener el
Istmo en la produccin petrolera nacional y en particular lo que
represent el hallazgo y puesta en marcha de El Plan, Lpez
Portillo y Weber (1975), presenta el siguiente cuadro:
Cuadro 5.
Produccin de Petrleo en barriles

Procedencia 1922 1923 1924


del petrleo

Istmo 11 800 04 3 862 06 43 099 08

Tabasco 257 80 120 15 163 54

Total de Mxico 182 778 457 147 587 855 139 678 294

Fuente: Lpez Portillo y Weber, (Ibid., 162).

La principal dificultad para la perforacin, produccin y puesta


en marcha de El Plan lo fue precisamente la falta de disposicin
de fuerza de trabajo permanente, 381 tanto especializada de

381
A diferencia de los trabajos realizados para la construccin del ferrocarril
transstmico en la regin, que slo implicaba la instalacin de campamentos
desmontables en la zona de trabajo, la produccin petrolera requera del
establecimiento de colonias permanentes con zonas habitables para los
trabajadores de las compaas.

362 Carlos Manzo


ingenieros y tcnicos,382 como no especializada de obreros y
ayudantes. Se haba establecido antes el campamento o Colonia
Petrolera Las Choapas, con algunos pozos cuya produccin
aument exponencialmente, despus de la segunda dcada del
siglo veinte. De espaldas al gran ro y sin la ms mnima
planeacin urbanstica y dentro del propio campo petrolero, sin
observar norma alguna de seguridad, a la sombra de sus primeros
pozos, anteriores a El Plan, surgi el pequeo poblado al que sus
primeros moradores denominaron Las Choapas.383
Con respecto a la bonanza, potencial y ocaso de EL Plan, en
tanto campamento petrolero en la zona de Las Choapas, Rubn
Prez, relat lo siguiente:
La mayor produccin que tuvo el Plan era, y sigue siendo El
Plan si lo reperforaran, nada ms que le pasa lo de Poza Rica, y
es que la mayor produccin de Poza Rica est en el pueblo
pero tendras que desalojar a la gente para poderle sacar la
produccin, entonces los pozos de mayor produccin de El
Plan estn en el pueblo dentro de la zona urbana... ahi para el
parque viejo hasta la orilla del ro ah hay pozos que ya estn
tapados completamente por el cemento, en toda esa franja ah
es una franja de la mayor produccin del Plan, a mi ya me toco
perforar muy alejado de el Plan, casi afuera pegado con Agua
Dulce con Cuichapa y noms no, cero, no haba produccin, ni

382
De acuerdo con Prevt-Schapira (1981, 59), la Compaa El guila recurri al
sistema de enganchadores para procurar satisfacer la necesidad de fuerza
de trabajo, as mismo las migraciones fueron tambin funcin de la
Compaa que haba dominado la explotacin petrolera en el Istmo. El
personal extranjero, esencialmente de origen ingls fue numeroso... los
extranjeros controlaban los puestos de direccin y de maestros.
383
No fue sino hasta el inicio de la dcada de los 30's, previamente a la
nacionalizacin, que la empresa, bajo la presin de las luchas sindicales, se
vio obligada a flexibilizar cierta poltica social con los trabajadores
asalariados mexicanos. La anarqua imperante reflejada en la ausencia de
planeacin urbana de la mayora de las ciudades petroleras, as como sus
contrastes sociourbanos en el Istmo, ha sido tambin descrita por
Prevt-Schapira ( 1981, 60-74).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 363


acete ni gas ni una madre, nada, entonces los mandaban a
tapar, se tapan con cemento y ya noms se les deja un
monumento o un pedazo de tubo as para que quede como
historia, [...] pero al final no se si fue por razones polticas o
porque pero El Plan se acab. (N de C, 2010, Las Choapas).

Imagen 29. Casero del Barrio de Tepito en la ribera del ro Tonal en


Las Choapas. Fotografa del autor (N de C. junio de 2010).
Las tierras sobre las que se estableci el nuevo poblado ya
haban sido previamente denunciadas por la compaa inglesa
Pearson como baldas y seguramente le fueron expropiadas y/o
despojadas a las comunidades y pueblos indgenas aledaos como
Moloacn e Ixhuatln.384 En los aos veintes del siglo pasado, Las

384
A este respecto otros estudios han sealado que un caso tpico fue el de los
indgenas de Ixhuatln (en el sur de Veracruz) que se quejaban ante la junta
de Administracin Civil de Minatitln, por la irregularidad de pagos de El
Aguila, en el arrendamiento de terrenos de la comunidad. (Zarauz, 2005,

364 Carlos Manzo


Choapas prefiguraba como pequeos barrios que se instalaron de
espalda al ro y frente a los campamentos petroleros o peras;
hasta hoy las calles del barrio conocido como Tepito, por ejemplo,
guardan cierta similitud con la disposicin apretadas de hileras de
casas y callejones, de distintos oficios domsticos, en los barrios
chinos populares, y es que, como ya ha relatado el to Rubn y es
del conocimiento de la gente, la poblacin china en Las Choapas
es significativa:
...por eso Las Choapas no tiene ni pies ni cabeza, yo viv en una
casa donde se sala por un costado, esas casas de la orilla del
ro eran casas de chinos porque Las Choapas tena mucha
poblacin de chinos que se fueron quedando porque en las
vas del tren cuando las construyeron hubo mucha mano de
obra china y entonces esos compas despus de que termin
eso se quedaron y como dicen son cien por ciento
comerciantes aunque haba dos o tres que trabajaron en
pemex, pero estaban ms en las tiendas de comercio de
verduras y no se si por ser zona federal hicieron sus casas ah a
la orilla del ro...Cuando estaba chamaco yo iba a hacer el
mandado de un chino que tenamos de vecino y deca lleva
este papel-- escrito en chino, --con el chino Toy-- en un papel
de estraza escriba; dijo que l vino de la parte de Hong Kong,
era mstico de a madre, usaba un banco alto y le gritaba yo --
Enriqueee--, y vena y me deca ...--voy a pagar mi
contribucin, quedate aqu a cuidar la tienda--, y le deca yo
--pero yo no voy a despachar me voy a quedar aqu sentado en
el mostrador--; y as termin el chino en la miseria, pues esa
zona era toda de chinos. EL Chino Dan era la mera hebra de
todos ellos, era como el patriarca, si algn chino mora l
financiaba desde el entierro y todos los gastos de las cosas que
hacen ellos en sus maneras y ofrendas, se van los dias de
muertos con sus coronas y sus botellas y bueno se quedaron

126; cita AGN, Fondo Departamento del Petrleo Caja 7 , Exp. 23, informe
del Ing. Salvador Casillas).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 365


ah en esa parte de Las Choapas porque ah desembarcaba el
barco comercial que vena de Coatzacoalcos que se llamaba el
Thompson, un barco de regular tamao que traa costaleras de
maz frijol y cuanta madre para la tienda de los chinos (Ibid.).
La narracin del to Rubn me remite tambin a otras
experiencias en donde los chinos han recreado su ethos comunal,
que podra traducirse como ese sentido colectivista, ese ser
gregario, en el trabajo, en el funeral, ese hacer comunidad, esas,
como dijera Rubn Prez, cosas que hacen ellos en sus maneras
y ofrendas. Dada esta particularidad y su condicin proletaria en
el espectro socioeconmico regional, a los chinos no les fue ajena
la posibilidad de sociabilizar y asimilar otras costumbres y
maneras de comunidades nativas zoques, nahuas, mixe popolucas
y binnizs de la naciente regin petrolera, lo cual no ocurri ni de
casualidad con los norteamericanos, ingleses o alemanes, en ese
mismo tiempo y en ese mismo espacio.
Por lo visto, durante la dcada de los cincuentas, hasta antes
de la apertura de las carreteras locales, el ro Tonal era
navegable y comunicaba cotidianamente a las gentes de nuevas
colonias, ranchos y haciendas con las cabeceras de Coatzacoalcos
y Minatitln, ambos puertos, y los chinos supieron aprovechar
muy bien esta posibilidad de comerciar por el ro. Entre los
distintos oficios desempeados por los chinos a inicios de los 20s
en el norte del istmo, particularmente en Las Choapas, se
encontraba, adems del comercio, la panadera y las lavanderas;
oficios que a diferencia de los jornales de obrero en Pemex,
permitan recrear otras formas ms cercanas a su sentido
comunal creativo. Llama la atencin como en Las Antillas, ms
precisamente en la Habana, un estudio realizado por Mario
Castillo y Mirian Herrera, permite observar como el mismo tiempo
que en Las Choapas, los chinos trabajaban las lavanderas por
representar:
...empresas de pequeos colectivos, poco jerarquizados, con
pocas tensiones internas derivadas de la competencia

366 Carlos Manzo


individual, un espacio particularmente favorable para
reproducir la lgica y el tempo comunal 385 ancestral...la
posibilidad y un espacio desde donde era posible la
reinvencin de normas de conviviencia colectivas, como las
redes solidarias y familiares clsicas, sosten afectivo ante el
desajuste existencial y a la vez que se ofreca un servicio a la
sociedad que se inserta en los puntos neurlgicos de la ciudad
(Castillo y Herrera, 2008, 107).
La comunalidad como un rasgo caracterstico del modo de vida
de pueblos y comunidades indgenas en Mxico, encuentra
similes referentes interesantes en otra culturas originarias como
la anteriormente descrita en el caso de los chinos, es seguro que,
en medio de una preponderante cultura consumista e
individualista, cada vez ms globalizada y en crisis, tambin
existen comunalidades en la cultura vietnamita, hind, entre otras
de Asia y tantas otras del mundo.
Volviendo a la historia de las Choapas, en ese tiempo,
alrededor de la dcada de los 40s, la parte central de los terrenos
que ocupaba la poblacin concentraba decenas de pozos, mismos
que despus fueron sellados; la poblacin creci y parte de los
pozos quedaron en el primer cuadro de lo que ahora se considera
la ciudad de Las Choapas.386

385
Cursivas mias.
386
En la entrevista con Rubn Prez Trujillo, relata como hasta ahora han
quedado como 'monumentos' los balancines , en el centro de Las Choapas y
en Moloacn.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 367


Imagen 30. Pozo-Monumento en el centro histrico de Las Choapas.
Fotografa del autor.
La empresa petrolera que hasta ahora se encuentra presente
en la memoria histrica de los habitantes de las Choapas y en
fuentes bibliogrficas, fue la denominada Compaa El Aguila, que
desde sus inicios figur como una filial de la Inglesa Pearson &
Son Ltd. A la que desde el ltimo cuarto del siglo XIX Porfirio Daz
haba concesionado la construccin de la va de comunicacin
interocenica a travs del ferrocarril. El descubrimiento del
petrleo en el norte del istmo trajo consigo una oleada de
inpredecibles impactos que desde distintas perspectivas han sido
estudiados y relatados por economistas, 387 literatos, 388

387
Ortz Wadgymar, presenta un buen ejemplo en su ensayo El Istmo de
Tehuantepec en la encrucijada de su historia.
388
Una ineludible pieza es la obra de Emilio Carballido titulada La Rosa Blanca,
que tambin ha sido llevada a la pantalla por Roberto Gavaldn en 1961; el
filme estuvo censurado por mandato presidencial durante once aos;

368 Carlos Manzo


antroplogos, 389 ambientalistas, socilogos y cineastas. La
creacin amorfa de los primeros campamentos que a la postre
devinieron en ciudades petroleras como Las Choapas y Agua
Dulce, subrayaron un proceso de proletarizacin de fuerza de
trabajo de diversas comunidades indgenas y afromestizas de la
regin, incluyendo amplios contingentes de migrantes de otras
ciudades e incluso de otras nacionalidades como fue el caso de los
chinos. Para el caso de todas ellas, dicha industrializacin y la
consecuente proletarizacin presentaron un doble impacto que
signific por un lado la prdida del medio ambiente de selva y
montaa alta y por el otro el desplazamiento o transformacin de
elementos de las culturas que definan rasgos de su comunalidad
india. Aqu presento modestamente parte de su anlisis y de las
vivencias de un extrabajador de PEMEX con cuya voz
seguramente coinciden miles de su generacin que se vieron
atrados y ofrendaron sus vidas por las ambiguas bondades del
oro negro, la destruccin del paraso.390
En su experiencia relatada, Rubn Prez, rememora como en
los aos 50s del siglo pasado le tocara bajar y remontar varios
ros caudalosos de la regin, como el Tonal y el mismo
Coatzacoalcos, o en lo que an eran zonas de montaa, como el
alto Uxpanapa, al respecto quisiera resaltar su experiencia, como
sigue:
...ya cuando empieza la bsqueda del petrleo se hace la
carretera y eso beneficia a los rancheros, campesinos, pero
perjudica porque empieza la tala de los arboles grandes, antes

muestra el abuso de las compaas petroleras extranjeras a principios de


siglo; las escenas del accidente, cuando se 'arranca' el pozo son muy
ilustrativas de la experiencia narrada por Rubn Prez. Las fotografas de las
imgenes aludidas corresponden a Gabriel Figueroa y pueden verse en
http://www.youtube.com/watch?v=T-khAeVJiwo
389
La Etnologa del Istmo Veracruzano de Guido Mnch Galindo (1994),
resulta parcialmente una interesante continuacin del importante trabajo de
Miguel Covarrubias (1942), titulado El Sur de Mxico.
390
Tomo prestada la frase que da ttulo a la obra de Toledo (1983).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 369


oas noms como caan, los aserraban con sardinas y ya
dejaban pelado ah y de ah lumbre, era un infierno, lstima...
todo pelado para sembrar zacate. Y ahorita quien sabe como
est porque lo acabaron la gente ahora puros ranchos de
ganaderos, pero cuando entramos, preciosos los arboles y
mucho animal de monte.391
Esta experiencia muestra lo que en otros trminos Toledo
(1983) ha denominado Cmo destruir el paraso; en este sentido,
el deterioro del medio ambiente, de acuerdo con Carabias y Batis
(1987), nunca constituy un elemento de tomarse en cuenta
para la planeacin del desarrollo petrolero,(176). En su
evaluacin del impacto ambiental de la industria petrolera, slo
en la Laguna Superior, en el sur del istmo, la autora antes citada
describe:
Esta laguna es atravesada por el oleoducto Salina
Cruz-Minatitln que alimenta de crudo a la petroqumica Salina
Cruz. Sus siete plantas procesadoras reciben diariamente 570
mil barriles de petrleo... en varias ocasiones se han producido
derrames a la laguna Superior al realizar algunas maniobras de
desalojo en el oleoducto. En febrero de 1983 se derramaron
1.5 millones de litros de acete (El Universal, 5 febrero 1983).
Este derrame fue el tercero; dos anteriores fueron de menor
intensidad... en el mes de noviembre ocurri el cuarto
derrame, que contamina 25 km2 de la laguna. La pesca vuelve
a suspenderse, y dado que coincidi con el levantamiento de la
veda del camarn, produjo fuertes trastornos econmicos para
la poblacin. (Ibid; 192)
Era muy caracterstico y tpico observar durante los 80s los
constantes cierres de carreteras y manifestaciones en el acceso
principal de la refinera de Salina Cruz, generalmente se trataba
de protestas encabezadas por la COCEI,392 por lo que varios de

391
Entrevista a RPT, junio de 2010.
392
Coalicin Obrero Campesina Estudiantil del Istmo, por sus siglas.

370 Carlos Manzo


sus dirigentes mantuvieron rdenes de aprehensin en su contra
que fueron utilizadas por los gobiernos federal y estatal como
instrumentos de coercin poltica y/o de represin selectiva.
Por lo que respecta a los impactos ambientales en la zona
norte del istmo, ms all del trauma ecolgico que represent el
primer medio siglo de esta industria, destacan la contaminacin
del ro Coatzacoalcos y la laguna del ostin, tambien observada
por Carabias y Batis en los siguientes trminos:
Las aguas que llegan por el Huazuntln son aguas
contaminadas por los desechos que arrojan las industrias
Azufrera Panamericana, Molino Maseca, Guanos y
Fertilizantes, y las petroqumicas de PEMEX que contaminan al
ro Coatzacoalcos... deposita en su desembocadura , una franja
de contaminantes que llega hasta 10 km mar adentro. Estos
desechos afectan tambin a la barra del Ostin, y cuando sube
la marea introduce el agua hacia la laguna..ha tenido efectos
muy nocivos para la produccin pesquera... (Carabias, 1987,
193)

Imagen 31 . Laguna Superior, Sur del Istmo, vista desde


Playa Unin. Fotografa del autor.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 371


Por relatos de pescadores de ambas zonas, se ha podido
detectar una drstica reduccin de especies marinas en ambas
lagunas en los ltimos cincuenta aos.
Una vez ocurrida la expropiacin petrolera y el xodo de
ingleses y estadunidenses de los campamentos petroleros, los
ingenieros, tcnicos y obreros mexicanos de PEMEX tuvieron que
ingeniarselas para solventar situaciones de emergencia en
donde, de otro modo, habra que esperar al gringo para salir del
apuro. Es en este contexto que de acuerdo con su informe de
1941 Avila Camacho, afirmaba:
Suspendidas (las labores de exploracin) a raz de la
expropiacin principalmente por falta de personal tcnico
especializado, fueron reanudadas en 1939 en corta escala; se
continuaron con mayor amplitud en 1940, y en 1941 los
trabajos han podido llevarse a cabo en mejores condiciones. Se
dispone en la actualidad de seis unidades geolgicas, 2
sismolgicas y una gramimtrica. Adems, se siguen
practicando perforaciones en campos ya probados, lo que ha
aumentado la capacidad de extraccin de petrleo en cerca de
28, 000 barriles por da...393
La cifra resulta en general harto ridcula, aunque ilustrativa de
la situacin, si la comparamos con los ms de 43 millones de
barriles al ao que ms de 394 diez aos antes se producan
unicamente en el istmo. En todo este periodo que ya corresponde
al denominado perodo industrializador, efectivamente el
nmero y la capacidad de extraccin y refinacin nacionales
decreci; la suerte de embargo tecnolgico que llegara a significar
el estancamiento de la nueva empresa, se tradujo en expresiones
recesivas en la produccin. A pesar de la claridad de los preceptos
constitucionales que garantizaban soberana al Estado en el

393
Informe Presidencial de Avila Camacho citado por Jos Carreo Carln (1987,
68).
394
De acuerdo con la tabla anterior se producan mas de 43 millones en 1924.

372 Carlos Manzo


aprovechamiento del petrleo, como se vea en el Artculo 27,
entre 1949 y 1951 se otorgan a compaas extranjeras una serie
de contratos de servicio y obra, que segn Carreo (1987, 69)
seran la expresin de las concesiones confirmativas que
existan antes de la expropiacin, y que llevadas a la actualidad en
el mismo sentido de la comparacin, corresponderan con los
ahora denominados contratos de servicios mltiples.
Entre otros reflejos de la industrializacin petrolera del pas y
particularmente del istmo, podemos observar un fuerte
dinamismo de la poblacin que se desplaz practicamente en
todos sentidos, as como a inicios del siglo XX los chinos
constituyeron importantes contingentes de fuerza de trabajo,
antes y despus de la expropiacin, los zapotecos de la planicie
tendrn importante significado en la composicin de los poblados
de Minatitln, Coatzacoalcos, Nanchital, Las Choapas y Agua
Dulce, adems de otras de Tabasco y Campeche. El uso del
diidxaz en los barrios de los poblados y en los centros de trabajo
fue, y sigue siendo, muy caracterstico de estos tiempos, su
intenso comercio, as como sus formas asociativas y de
convivencia colectivista propiamente comunalista, derivaron a
partir de los 70s en una tremenda incidencia en la vida social,
poltica y cultural del norte del istmo395 como fuera, entre otros
cargos, la ocupacin de las dirigencias sindicales en las distintas
secciones del sindicato petrolero en la regin, as como la
organizacin y realizacin con toda gala de las renombradas
velas396 en honor a los santos patrones.

395
En este sentido, llama la atencin la existencia de festividades y sociedades
como la de la virgen de la Candelaria, que se celebra en Minatitln, Veracruz
a principios del mes de febrero; en este lugar se han suscitado polmicas en
torno a la predominancia de la cultura z en esta ciudad petrolera y jarocha,
lo cierto es que cualquier intento por caracterizar la cultura y sociedad de
Mina, como se le conoce en la regin, quedara incompleta sin la
consideracin de los 'tecos' o 'gente del istmo'.
396
As se denomina a las fiestas tradicionales del istmo binniz.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 373


Conclusiones
Podemos apreciar, en trminos generales y especficos, a lo largo
de este captulo diversas vas de insercin y/o subsuncin al
capitalismo que, en formas histricamente diferenciadas397, se
han experimentado, sobre todo en el siglo XX, en distintas zonas
de la amplia regin del istmo de Tehuantepec. Observamos como
las compaas extranjeras venan actuando y operando, desde su
conformacin en la segunda mitad del siglo XIX, como autnticas
empresas transnacionales que en complcidad con el naciente
Estado mexicano, sea durante la Reforma, el Porfiriato o con los
gobiernos emanados de la Revolucin, promovieron e
instrumentaron el proceso de despojo territorial de pueblos y
comunidades indgenas, sin la menor consideracin y mucho
menos reconocimiento de los derechos colectivos agrarios y
territoriales de pueblos y comunidades indgenas.
Ah donde permaneci cierta experiencia en el reconocimiento
y defensa de la territorialidad indgena,398 sea con base a los
ttulos primordiales, fundamentalmente en el siglo XVIII, o bien
con las recientes resoluciones presidenciales de reconocimiento y
titulacin de bienes comunales, en la segunda mitad del siglo XX,
apreciamos, no sin contradicciones y si con suficiente claridad, la
resistencia indgena al liberalismo o, si se quiere, a la privatizacin
individualista de las tierras, impulsadas desde una visin que
propone el desarrollo capitalista en el campo. La principal
oposicin a este proceso ha sido, y en algunos casos fueron,
formas de resistencia fundamentadas en la comunalidad
expresada en el modo de vida de los pueblos.
El reconocimiento del contexto geoeconmico y, por ende
geopoltico, poco perceptibles en los contenidos de las

397
Me refiero fundamentalmente a las diferentes procesos de colonizacin que
se vivieron y a las respuestas a estos por parte de las comunidades en las
diferentes zonas de la regin.
398
Expresada incluso en rebeliones.

374 Carlos Manzo


entrevistas, 399 apoya el anlisis e interpretacin de ciertas
coyunturas histricas ms all de la comprensin del
acontecimiento. Ayuda a entender la magnitud del engao
implcito en el discurso y/o la retrica reformista, soberanista
o revolucionaria, as como en la visin e interpretacin casi
siempre oficialista de nuestra historia.400 El anlisis etnogrfico o
bien el trabajo de campo, por ejemplo, permite observar en gran
parte de las comunidades de toda la regin, el uso consciente e
inconsciente de agroqumicos y de semillas hibridas y/o
transgnicas, producidas por grandes empresas transnacionales
cuya presencia y accin en otras regiones del denominado tercer
mundo explica cierta dinmica, o mas bien desastrosa realidad, en
un sector importante del sistema-mundo capitalista. A pesar de la
industrializacin petroqumica y el impulso a agroindustrias y
cultivos comerciales, se mantienen en distintos contornos
autonmicos procesos econmicos de autosuficiencia que, como
en el caso de Juchitn,401 coexisten con unidades del comercio y
capital global como Wall-Mart, Coca-Cola, Burguer King y Bancos.
La proletarizacin del campesinado de cientos de comunidades
indgenas y no indgenas del istmo, implic localmente la
destruccin y/o sustitucin de circuitos de economa familiar
comunitaria de autosuficiencia, sustituyndola por formas de
consumo comerciales, ms propias de las ciudades; la milpa
comunal tradicional se encuentra practicamente desaparecida en
la regin y actualmente menos de la tercera parte de la poblacin

399
Que nos parecen inseparables hilos de una misma madeja, sin ser
necesariamente determinantes o codependientes.
400
Como hoy se ufanan en presentarnos los festejos del centenario de la
Revolucin y el bicentenario de nuestra mexicanidad.
401
Juchitn, Oaxaca, tambin denominada 'de las flores' o ,Guidxi Guie' , con
ms de cien mil habitantes en la actualidad, genera en un da por lo menos,
diez toneladas de basura, sin separar, es decir cerca de tres mil al mes; ms
de un 60 % se constituye de plsticos que no son reciclados y la mayor parte
se arrastra por el ro de Los Perros hacia la laguna Superior, esta situacin,
aunada a la casi total pavimentacin de sus calles, facilita el desbordamiento
del ro y la consecuente inundacin de las zonas bajas de la poblacin.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 375


total de la regin se ocupa econmicamente de actividades
primarias, la monetarizacin de la economa ha implicado
tambin un importante flujo migratorio hacia otras ciudades del
pas y al norte, fenmeno que se a agudizado en casi todas las
regiones indgenas de Mxico, Centro Amrica y el mundo.

Imagen 32. Primeros proletarios indgenas del Istmo, en el pozo


petrolero. Sr. Flix Martnez Snchez, (4 de izquierda a derecha),
originario de la comunidad Pino Surez, Mpio. de Comalcalco, Tabasco.
Fotografa annima proporcionada por la
Sra. Luz Mara Martnez, hija de Don Flix. Ca. 1940.
En este captulo, hemos observado algunas particularidades
del denominado proceso de institucionalizacin del Estado y del
Ejrcito; la participacin de Charis y el 13o Batalln en dicho
proceso, marca regionalmente una pgina histrica nacional que
se ve reflejada en distintas expresiones regionales por todo el
pas. En este sentido, para el caso de la regin, la ancestral
demanda por la autonoma poltica con respecto al centro de
Oaxaca, se difumina por procesos de integracin regional y de
articulacin nacionales, como resultado de dicho proceso de

376 Carlos Manzo


institucionalizacin. Sin embargo, la polarizacin econmica
provocada por el capitalismo en la regin, desencaden una crisis
agraria en los 70s en donde la resistencia a la privatizacin de
bienes comunales fue caracterizada por las primeras luchas de la
COCEI, expresiones de rebelda que de alguna manera han sido
mediatizadas en lo poltico por el actual Estado neoliberal.
Algunos pasajes de dicha resistencia se analizan en el ltimo
captulo de este trabajo.
La aparicin de la economa del petrleo marc
definitivamente la realidad regional del istmo , del pas y del
mundo, el conjunto de intereses geoeconmicos desencadenados
en torno al aprovechamiento del petrleo por parte de los EEUU,
por ejemplo, han determinado durante el siglo XX, hasta la
actualidad, importantes pasajes de la historia nacional; el
petrleo, en tanto principal inters de los EEUU, constituy el eje
definitorio de la intervencin norteamericana en 1914, as como
el de los apoyos que en distintos momentos recibieran las
facciones revolucionarias y/o contrarrevolucionarias durante las
primeras dcadas del siglo XX. 402 Los postulados de la
Constitucin de 1917, en su Artculo 27, as como la posterior
expropiacin petrolera, institudas por el Estado mexicano, no
alcanzaron a blindar la soberana del mismo sobre la
prepondeancia de los intereses yanquis dominantes en este
importante sector de la economa. No obstante la predominanca
de la economa petrolera en la poltica energtica nacional, se
ensayan en el presente siglo nuevas experiencias y expectativas
para la generacin de las denominadas energas renovables,
aquellas producidas por el viento son ahora el principal inters de
empresas transnacionales que, en su mayora espaolas, vuelven

402
Elisa Ramrez (1990, 10), llama la atencin a este respecto al sealar:
Estados Unidos apoy a Madero contra Daz, a Huerta contra Madero, a
Carranza contra Huerta... y as sucesivamente. Independientemente de las
modificaciones en los tratos, los conflictos siempre fueron los mismos: los
mexicanos intentaban poner freno a la interferencia norteamericana
haciendo concesiones a los europeos en un afn de equilibrio.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 377


la vista sobre la ocupacin territorial del sur del istmo, en esta
nueva vuelta de tuerca de la economa mundo capitalista, como
veremos en el siguiente captulo.

Imagen 33. Che C Cartas (Jos Cruz).


Experto perforador de pozos petroleros, originario de la comunidad
binniz de Unin Hidalgo, Oaxaca. En el gremio se le conoci como el
Teco Cartas. Fotografa: Portada de la revista Nosotros los
Petroleros, No. 90, Ao IX, marzo de 1988. Ed. Pemex.
Lorenzo Vsquez, Cesareo Ruz, Heliodoro Charis, Rubn Prez,
Ta Chente Doy y muchos otros, son personajes de nuestro tiempo,
participantes en la lacerante realidad histrica del siglo XX que
nos toc vivir, son voces subalternas de una historia que pocos
quieren contar, perdidos an en el canto del progreso, el
desarrollo y la modernidad.

378 Carlos Manzo


Imagen 34. Molinos y aves.
Grabado Delfino Marcial Cerqueda.

Tercera parte

La aldea global, neoliberalismo


y tiempos de utopstica

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 379


380 Carlos Manzo
CAPITULO VII
Impactos locales de una crisis global:
el Corredor Elico del Istmo

Esto nos obligar entonces a enfrentar y explicar en


detalle las implicaciones metodolgicas del anlisis
de los sistemas-mundo: que en realidad no existen
formas nomotticas o idiogrficas de conocimiento y
que la nica epistemologa verosmil se encuentra a
mitad del concepto de un sistema histrico. En otras
palabras, nuestro conocimiento es acerca de las
estructuras que se reproducen mientras estn en
constante cambio y, en consecuencia, nunca se
reproducen. Podramos descubrir las reglas que
parecen regir los ritmos cclicos, pero nunca
describen en verdad una situacin emprica dada. La
ciencia de lo complejo es la ciencia de la descripcin
ptima de lo inherentemente impreciso.
(Wallerstein, 1998, 294)

Introduccin
El presente captulo identifica elementos contemporneos
caractersticos de la globalizacin en su etapa neoliberal, a partir
de considerar un conjunto de aspectos locales o regionales,
particularmente en el istmo de Tehuantepec, que constituye una
importante regin indgena de Mxico, nuevamente en el centro
de la disputa de intereses hegemnicos del sistema mundo
capitalista; todo ello como parte de una prctica poltica
descolonial y un ejercicio intelectual de suma importancia para
entender algunas manifestaciones de la actual crisis y los posibles,
y ya sensibles, impactos, escenarios y alternativas a la misma.
Entre otras perspectivas queremos destacar la de la economa
poltica de la globalizacin neoliberal, a partir del anlisis de los
impactos de algunas empresas globales, sobre todo del sector

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 381


energtico, en un contexto caracterizado por la fuerte presencia
de pueblos y comunidades indgenas en el marco de la primera
etapa del megaproyecto denominado Corredor Elico del Istmo.
Ms especficamente, desde esta perspectiva, apreciamos las
contradicciones entre proyectos capitalistas particulares de la
globalidad neoliberal confrontados e impuestos en contextos
indgenas, en donde la comunalidad 403 constituye el principal
factor socioeconmico y poltico de resistencia al impacto y
efectos de dichos proyectos.
En Mxico, las reformas al Artculo 27 Constitucional,
realizadas en 1992 en el sexenio de Carlos Salinas, y su efecto
privatizador de las tierras y territorios de ejidos y comunidades
indgenas y campesinas, en aras de la imposicin de los
megaproyectos, constituye un ejemplo histrico que ilustra con
suficiente claridad esta perspectiva de la economa poltica de la
globalizacin neoliberal, en su faceta privatizadora de las tierras y
los recursos naturales; tambin demuestra la exclusin social, la
inequidad y marginalidad a que, como consecuencia, son
sometidas y relegadas sobre todo las comunidades indgenas no
slo en la regin del Istmo de Tehuantepec, para el caso
mexicano, sino en otras regiones de nuestro continente, tambin
denominado Abya Yala.
Sin detenernos en esta introduccin a una breve reflexin
acerca de las sutiles diferencias entre economa-mundo y
economa global, por la primera estamos entendiendo la
propuesta histrico-econmica ms utilizada por Braudel y
Wallerstein en sus caracterizaciones del capitalismo en tanto
sistema-mundo, a diferencia de lo que para Castells (2001)
significa la economa global, a saber:

403
He explicado ampliamente en el primer captulo el significado y alcances de
la comunalidad como concepto histrico de la resistencia indgena , parte de
esta explicacin aparece tambin en:
http://www.mediapart.fr/club/edition/les-autres-ameriques/article/181109/
la-communalite-et-le-dialogue-culturel-instrument- .

382 Carlos Manzo


...aquella que funciona en tiempo real como una unidad en un
espacio mundial, tanto para el capital como para la gestin, el
trabajo, la tecnologa, la informacin o los mercados (Castells,
2001, 21)
A esta ltima definicin que conceptualmente, desde mi punto
de vista, asla la dimensin histrica y crtica de la globalizacin en
tanto proceso, se ajustan las ideas de desarrollo an
prevalecientes en determinados crculos acadmicos del poder,
caracterizados por un afn tecnocrtico en su anlisis econmico
y su relativa apologa de los preceptos econmicos del estado
neoliberal. 404 No obstante esta ausencia conceptual,
consideramos, de acuerdo con Walter Mignolo (2001), que la
economa global tambin se ha asociado con la idea o nocin de
sociedad en red, para lo que este autor considera:
La nocin de sociedad en red elaborada por el socilogo
Manuel Castells (1995) captura un aspecto fundamental de la
globalizacin en su etapa post-guerra fra. La planetarizacin
del capital tiene como instrumento fundamental, en esta
etapa, las transacciones por Internet. Sin embargo, como bien
lo muestran los mapas presentados por Castells, la
concentracin tecnolgica est en Europa y en Estados Unidos,
mientras que en los pases de frica, Asia y Amrica Latina el
aumento de la tecnologa se da en cuentagotas. Al ver esos
mapas nos damos cuenta de que en realidad la geopoltica del
sistema-mundo moderno colonial se mantiene, aunque con
algunos cambios405 (Mignolo, 2001, 15).

404
En este sentido, coincido con Rafael Agacino en el uso del trmino
neoliberal: el carcter neoliberal consiste precisamente en la desregulacin
de los mercados y la extensin de la racionalidad econmica a las relaciones
sociales casi en su totalidad. Ello, al amparo de una nueva escasez instalada
por la reapropiacin privada de la riqueza material e inmaterial que en el
patrn capitalista anterior se haba socializado o que an se mantena fuera
del mercado-. (Agacino, 2007, 100).
405
Las cursivas son mas.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 383


Desde mi punto de vista uno de esos importantes cambios,
adems de los sugeridos por el autor, viene a ser la diversidad de
expresiones de redes de resistencia antiglobalizacin o ms
precisamente anticapitalistas que se alimentan de la existencia y
accin cotidiana de sujetos subalternos en distintas regiones del
mundo. En Mxico, esta experiencia surge sobre todo a partir de
1994, con la aparicin pblica del Ejrcito Zapatista de Liberacin
Nacional, (EZLN), que puso a prueba, precisamente la eficacia en
la comunicacin a travs de estas redes globales que permitieron
difundir el hecho y despertar una cierta identificacin y
solidaridad nacional e internacional inmediata que hasta ahora
permite y recrea la posibilidad de alternativas reales al
neoliberalismo global a partir de resistencias locales, como
pueden ser los casos de las Juntas de Buen Gobierno y los
Caracoles Zapatistas, 406 como tambin se expresa por
comunidades y proyectos educativos alternativos como los del
Movimiento de los Sin Tierra en Brasil.
El 1 de enero de 1994, 407 constituye entonces un hito
histrico importante, en lo que respecta a la resistencia al modelo
de economa global, an si lo vemos desde el punto de vista ya
clsico del evenementielle de la escuela francesa ya que, en
sentidos completamente inversos, simblica y conceptualmente,
se cruzan dos tendencias importantes de una nueva

406
Con relacin a las formas organizativas de las comunidades neozapatistas en
Chiapas, el Coronel Insurgente Moiss, explic: son tres niveles que se
encuentran articulados de manera horizontal: a) Los pueblos organizados en
los 5 caracoles, b) los MAREZ (Municipios Autnomos Rebeldes Zapatistas) y
c) Las Juntas de Buen Gobierno, integradas por representantes de
comunidades, pueblos y municipios.(Participacin del CI Moiss en el 1er.
Festival Mundial de la Digna Rabia, San Cristbal de las Casas, Chiapas; 2,3,4
y 5 de enero de 2009).
407
Podra decirse en este sentido, que con la difusin planetaria de la Primera
Declaracin de la Selva Lacandona, que en menos de una semana ya se
encontraba circulando en todos los continentes del globo, se pone de
manifiesto la posibilidad de subvertir el sentido tradicional de la geopoltica
percibido por Mignolo a travs de la interpretacin de los mapas de Castells.

384 Carlos Manzo


reconfiguracin histrica mundial, por un lado, el subterrneo
descolonial de las resistencias indgenas, emerge al mundo
globalizado a travs de una rebelin mayoritariamente indgena
que ms de alguno consideraba ya cosas del pasado, por el otro,
en esta misma fecha entr en vigor uno de los primeros y ms
importantes tratados comerciales que reafianzaran los lazos de
dependencia colonial y neocolonial de Mxico con Norteamrica a
partir de la regulacin de las relaciones econmicas con Estados
Unidos y Canad a travs del Tratado de Libre Comercio.
Retomando las consideraciones conceptuales de la
globalizacin, para otros autores, la globalizacin, en tanto
proceso contradictorio empez a configurarse en 1980 a raz de
una revolucin tecnolgico- informacional (Arriarn, 2001, 5). Sin
desconocer la importancia de estas consideraciones, pensamos
necesario extender el anlisis a la existencia de sistemas-mundo,
como antecedentes para comprender las transformaciones y crisis
de la globalizacin neoliberal, ms all del mero fenmeno en
trminos econmicos, analizando por ejemplo algunos aspectos
socioculturales como la exclusin, diferenciacin, racismo,
discriminacin y marginalizacin que le son histricamente
inherentes.
Una expresin regional de esta globalizacin neoliberal lo
constituye el Plan Puebla Panam, ahora denominado por el
actual rgimen como Proyecto para la Integracin y Desarrollo de
Mesoamrica, para distinguirla de la iniciativa foxista; se trata
an de un proyecto geoeconmico, y por ende geopoltico en
crisis, definido por un sofisticado entramado de intereses de
distintas empresas transnacionales o multinacionales actuantes
en el pas cuyas acciones e impactos analizamos en la regin del
istmo de Tehuantepec.
El incipiente inicio de la actual crisis de la globalizacin
neoliberal capitalista, comercial y financiera, es interpretada por
economistas como Pierre Salama (2008), a partir del
reconocimiento de dos efectos dentro de la actual crisis: una

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 385


consecuencia deflacionista, caracterizada fundamentalmente por
la ausencia de liquidez para solventar la demanda efectiva, y otra
consecuencia denominada inflacionista o especulativa, que ya
otros autores como Ramonet (2007) haban ubicado en el sector
inmobiliario de la rama industrial de la economa capitalista
global. En este segundo caso, ante la ausencia de demanda por la
disminucin real de los salarios, las empresas optan por sendos
incrementos al crdito al consumo de alto riesgo derivando en
impresionantes aumentos en sus intereses y la consecuente
acumulacin de cartera vencida; Mxico ha sido recientemente
un claro ejemplo de las manifestaciones de este tipo aqu
descritas.408
Otros analistas como Wieviorka (2007), han considerado a la
globalizacin como un fenmeno que puede relacionarse con dos
tipos de definicin:
Por una parte se designa con este trmino a la economa
neoliberal, la dominacin y extensin de un capitalismo ms
financiero y comercial que industrial, que acta a escala
planetaria sin tomar en cuenta las fronteras y los Estados. Por
otra parte, el trmino remite ms bien a la idea del ingreso a
una nueva era en la que toda clase de fenmenos y no
solamente los econmicos deben de ser pensados de manera
global. (Wieviorka, 2007, 42).
En mi opinin, para el caso que aqu pretendo demostrar, la
primera definicin, la econmica, se encuentra un tanto limitada
ya que percibimos en el fenmeno de la globalizacin financiera e

408
Cfr. Por ejemplo, La Jornada, 20 de Noviembre de 2008, cuyo encabezado
consign Se disparan hasta 113 % intereses en tarjetas de crdito, en
consecuencia La cartera vencida total de la banca se sito en noviembre en
67mil 76 millones de pesos, un incremento de 55 % en comparacin con el
saldo reportado en diciembre de 2007, de acuerdo con cifras de la CNBV (La
Jornada, 19/12/08, 27); El Universal por su parte,, seal: Van en un ao
212 mil despidos, manufactura y construccin los sectores ms afectados
segn cifras del IMSS (El Universal, 20/11/08).

386 Carlos Manzo


industrial un complejo de intereses que, en competencia
transnacional no slo rebasan intereses particulares de los
Estados, sino que los involucran y se sirven de ellos para verse
favorecidos en la materializacin de sus proyectos en las regiones.
Creo necesario recalcar entonces, a partir del anlisis del caso
mexicano, y ms especficamente del sector energtico en el
marco del PPP, que los capitales transnacionales del sector
energtico, aunque con un cierto pas de origen, mantienen una
tenaz competencia en la cual se ven involucrados diversos
agentes y/o funcionarios estatales, quienes fungen como una
suerte de corredores de bolsa en su afn por materializar dichas
inversiones en determinadas regiones del pas.
Para el caso del mercado energtico centroamericano y
particularmente en el Istmo de Tehuantepec, se encuentran
algunas empresas como la inglesa Shell y las norteamericanas
Texaco y Halliburton, con intereses muy claros en la petroqumica
desde inicios del siglo XX, y, por otra parte, las espaolas Gamesa,
Iberdrola, Eurus, Preneal, Endesa, Acciona y Unin FENOSA, en el
caso de la industria elctrica convencional o renovables como la
elica; en ambos casos las empresas paraestatales a travs de las
cuales se han materializado dichas inversiones han sido Petrleos
Mexicanos (PEMEX), mediante los ya no tan cuestionados
Contratos de Servicios Mltiples (CSM) y la Comisin Federal de
Electricidad (CFE), mediante licitaciones en donde las
mencionadas empresas transnacionales espaolas se han visto
favorecidas.
Otros autores, fundamentalmente economistas, en trabajos
recientes se preocupan por definir y clarificar, con anlisis
econmico-cuantitativos, si nos encontramos frente a un
panorama de recesin o depresin en el marco de la actual crisis
econmica (Rodrguez Vargas, 2008).409 Ms all de cualquier

409
El autor realiza una caracterizacin y sugerencia en los siguientes trminos:
Las previsiones desde hace tiempo y, particularmente , a partir que estall

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 387


postura crtico-ideolgica o pesimista de la globalidad neoliberal
en crisis, inicio en este captulo el anlisis de los conflictos
generados a partir de la inversin de capital transnacional o, si se
quiere, extranjero en el sector de energticos, en un contexto
de crisis y de tensin extrema entre actores de una nueva
economa poltica del capitalismo en una regin especfica.
Independientemente de la naturaleza econmica de la actual
recesin-depresin de la globalizacin capitalista neoliberal, me
interesa dilucidar los efectos de la misma en el comportamiento
de las empresas transnacionales con inversiones en distintas
reas del continente, sobre todo en el sector de energa; dado el
contexto en que se realiz la reforma energtica en el caso
mexicano, con signos de una sociedad poltica catica, 410 y
tambin dadas las caractersticas e impactos del denominado
Corredor Elico del Istmo, en la que hasta ahora consideramos su
primera etapa en una regin especfica de nuestro pas.

VII.1. Las empresas transnacionales:


intereses particulares, virtudes pblicas.
En las dos ltimas dcadas, sobre todo a partir de la cada del
muro, se ha vuelto un lugar comn encontrar a los nuevos ricos
del mundo amasando fortunas a partir de procesos privatizadores
de la industria energtica, as ha ocurrido en Rusia, en EEUU de
Norteamrica y as ha parecido apuntar tambin en el caso
mexicano. El caso tpico en los EEUU sera precisamente el de
Halliburton, propiedad del vice Cheney, generosa e ilegalmente
favorecido con los contratos para reconstruccin de

la crisis de liquidez, en agosto de 2007, van desde una desaceleracin


productiva hasta una depresin comparable a la de los aos treinta, pasando
por una recesin -leve-dbil-suave o una fuerte severa grave.
410
Ms que una exageracin, intento llamar la atencin sobre el
desdibujamiento del esquema poltico del Estado y, sobre todo, de los
significativos niveles de penetracin o infiltracin del narco en dicho
esquema.

388 Carlos Manzo


Iraq.411Desde antes de los dictmenes de la reforma energtica,
estas empresas ya se haban visto favorecidas por millonarios
contratos: Entre 2000 y 2008, las dos grandes empresas
transnacionales prestadoras de servicios petroleros, Halliburton y
Schlumberger, recibieron por adjudicacin directa de Petrleos
Mexicanos contratos que suman 5 mil 464 millones de pesos y 17
mil 369 millones de pesos, respectivamente (Villamil, 2008,12).
Das antes del lamentable accidente en que perdieran la vida
altos funcionarios de gobierno como el entonces secretario de
Gobernacin, Juan Camilo Mourio Terrazo y Jos Luis Santiago
Vasconcelos, extitular de la Subprocuradura de Investigacin
Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), adems de
otros ocho funcionarios acompaantes, algunos medios de
opinin poltica seria, como la revista Proceso, haban denunciado
vnculos de la familia Mourio con los negocios de empresas
espaolas412 con intereses en el mercado energtico regional del
Plan Puebla Panam. 413 En este sentido, de acuerdo con
informacin publicada por la revista Proceso, El Grupo Energtico
del Sureste (GES) perteneciente a la familia del finado secretario
de Gobernacin, es una de las empresas que desarrollan en esta
entidad el segundo proyecto de generacin de energa elica ms
grande del mundo. GES se encargar de armar 6 mil

411
Cfr. La difusin de esta informacin en varias pginas en el contexto de la
reforma energtica, como
http://www.prd.senado.gob.mx/cs/informacin.php?d-sistema-informacin
=2495
Y tambin http://www.aporrea.org/medios/a16168.htm/
412
De acuerdo con esta y otras fuentes, Dichas empresas iniciaron las
gestiones para quedarse con los contratos en 2001, ao en que Juan Camilo
Mourio asumi la presidencia de la Comisin de Energa de la Cmara de
Diputados (Dvila, 2008, 37).
413
Entre otras empresas referidas se han hecho del conocimiento pblico las
siguientes: Grupo Energtico del Sureste, Gasovales GES, Inmobiliaria GES,
Esges, Grupo Martimo Mourio, Tesorera GES, Naviera Isla de Tris,
Restaurantes Sub, Grupo Acucola del Sureste y Urbanizadora la Marina,
adems de franquicias de distintas cadenas de alimentos (Proceso, 1671, 22).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 389


aerogeneradores que producirn ms de 5 mil megavatios de
energa limpia: casi el doble de la capacidad elica instalada en
Espaa (2,836 MW) y Estados Unidos (2mil 610 MW), y muy
cercana a la de Alemania, la mayor del mundo con 6 mil 107
MW. (Dvila, 2008, 36). Semanas antes, otros medios difundan
la denuncia de un diputado de oposicin en el mismo sentido,
evidenciando vnculos directos con intereses en inversiones de
empresas transnacionales, fundamentalmente espaolas, como
Gamesa Elica en el proyecto especfico de La Venta II.414 En esas
mismas fechas, a ms de un mes de la muerte de Mourio, se
inici una averiguacin federal en su contra por los supuestos
cargos de trfico de influencias y uso indebido de funciones,
promovido meses antes por los diputados Aleida Alvarez Ruiz y
Alejandro Snchez Camacho, ambos del Partido de la Revolucin
Democrtica en la LX Legislatura, en proceso a desahogar y
radicado bajo la averiguacin previa No. 70/UEIDC5PCAJ/2008.415
Existe sobrada evidencia entonces de la interrelacin de
intereses econmicos particulares de funcionarios pblicos de
distinto nivel y de diversos partidos polticos, que aparecen en
una abierta competencia desleal e ilegal para beneficiarse de la
derrama econmica que hasta ahora han representado las
inversiones y contratos derivados de proyectos como el que aqu
analizamos. A este respecto, adems de la abundante informacin
hemerogrfica, contamos con importante informacin de campo
-entrevistas a comuneros, ejidatarios y campesinos, adems de
asistencia a diversos foros y asambleas-- que nos permite analizar
en detalle ciertas caractersticas e irregularidades en el proceso
de instalacin imposicin-- del proyecto.

414
Cfr. Revista Proceso, Semanario de informacin y anlisis, Nos. 1648, 1670 y
1671, junio, Octubre-Noviembre de 2008.
415
Cfr. La Jornada, 12 de diciembre de 2008, p. 15.

390 Carlos Manzo


VII.2 El engao, la imposicin y el despojo.
As las cosas, y por si lo anterior fuera poco, cabe resaltar la
actitud voraz de las empresas, quienes antes de la reforma
energtica, informaban en las asambleas con campesinos del
municipio de Unin Hidalgo, que hasta entonces no podan
ofrecer ms dinero por las rentas de las tierras ya que exista
cierta incertidumbre en la inversin de las empresas ante los
imprevisibles escenarios resultantes de la reforma energtica.416
Entre algunas irregularidades, hemos encontrado desde
falsificacin de firmas de ejidatarios y firmas en blanco para
validar asambleas y contratos que, supuestamente, autorizaban
los contratos de arrendamiento y operacin entre el ejido, la CFE
y las empresas, hasta procesos penales en contra de ejidatarios
inconformes o en oposicin al proyecto, todo esto en el
ejido-comunidad conocido como La Venta, agencia municipal de
Juchitn, sitio en el que tambin se han realizado ya los trabajos
para la instalacin de los parques elicos La Venta III y IV.
En las distintas comunidades y municipios como Juchitn, La
Venta, Unin Hidalgo, La Ventosa, La Mata, Ingenio Santo
Domingo, Espinal, Tehuantepec, San Blas Atempa y San Dionisio
del Mar, que son la mayora de los considerados en el
megaproyecto general, la situacin se ha polarizado socialmente
entre quienes se encuentran a favor y en contra del proyecto;
resaltando de esta situacin demasiados casos de gente que ya no

416
La expresin literal del ingeniero representante de la empresa DEMEX, con
oficinas en Unin Hidalgo, era si pasa la reforma nos comemos entero el
pastel. Al parecer el ingeniero repeta inconciente la frase de sus similares
de GES y/o GAMESA, con quienes DEMEX se encontraba subcontratada,
dadas las limitaciones hasta entonces existentes por la situacin legal
constitucional, antes de que se dictaminara la citada reforma.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 391


est de acuerdo con los trminos en que fueron firmados los
proyectos y contratos de arrendamiento.417
En este sentido, en opinin de Alejo Girn, ejidatario y
dirigente del Grupo Solidario La Venta, en abierta oposicin al
proyecto, el presidente del comisariado ejidal, Carlos Antonio
Ordaz, falsific las actas de asamblea de ejidatarios para autorizar
los procesos y contratos de arrendamiento de tierras a las
empresas, con contratos amaados que se han hecho por un
periodo de 30 aos.418 En el caso de Unin Hidalgo, municipio al
sureste de Juchitn, las empresas se han valido de coyotes que
son personas de la comunidad que fungen como promotores
para embaucar a los campesinos y hacerlos firmar contratos sin
previa informacin de las implicaciones del proyecto (NdeC, 2006,
Unin Hidalgo; destaca el testimonio de Perfecto Vzquez, quien
manifest: Nunca me dieron contrato asegura--, slo hojas en
blanco del libro de la notaria Aurelia Bentez. Como ramos
muchos, nos dijo: Firma aqu, luego lo rellenamos!. Al ao me
trajeron un contrato. Aunque no le entiendo bien, me di cuenta
de que me iban a chingar (cre que me iban a pagar) por las 47
hectreas que pasara el camino, pero no, si el camino es de un
total de 400 metros cuadrados, ni media hectrea voy a cobrar
(Dvila, 2008,41).
Tambin se han instrumentado por parte de los ejidatarios419
y comuneros de distintos puntos de la regin, denuncias
ambientales ante la PROFEPA y procesos civiles administrativos
ante Juzgados civiles por afectaciones e irregularidades de las
empresas en los contratos de arrendamiento que por un periodo

417
Los contratos de arrendamiento generalmente son elaborados por las
empresas e impuestos a los campesinos, auxilindose las empresas de
notarios pblicos, coyotes de las mismas comunidades y agentes de la
Procuradura Agraria, para tal fin.
418
Testimonio de Alejo Girn, en Dvila (2008,40).
419
Informacin proporcionada por integrantes del denominado Grupo
Solidario La Venta, quienes hasta ahora mantienen un ncleo de ejidatarios
en oposicin y con una postura crtica hacia el proyecto.

392 Carlos Manzo


de treinta aos ejidatarios, comuneros y pequeos propietarios
han firmado con las empresas en el transcurso de los ltimos diez
aos.
Es entonces el Corredor Elico del Istmo un megaproyecto al
que podramos considerar local, por su localizacin geogrfica
especfica en la planicie sur del Istmo, aunque regional, por su
inclusin en el marco del ahora denominado Programa para la
Integracin y Desarrollo de Mesoamrica, antes Plan Puebla
Panam, y que refleja claramente las contradicciones inherentes
a la globalidad neoliberal en una indita crisis histrica, es decir,
financiera, comercial, poltica y sociocultural.

VII.3. La enfermedad del viento:


caractersticas e impactos del proyecto.
En el marco del Proyecto para la Integracin y Desarrollo de
Mesoamrica y de la evidente liberalizacin del mercado
energtico a raz del TLC y sobre todo de la reciente reforma
energtica, empresas y Estado en Mxico pretenden desde el
sexenio de Fox, configurar un mercado energtico
centroamericano, destinado fundamentalmente a satisfacer poco
probables nuevas demandas de energa para consumo industrial.
La extensin geogrfica de dicho proyecto rebasa la geografa del
PPP, aunque tambin conectado al sureste de los EEUU,
principalmente con Texas.
El razonamiento economicista de banqueros, empresarios y
gobiernos, es que, ceteris paribus, dada la proyeccin de una
fuerte demanda energtica, ante el agotamiento de fuentes como
el petrleo, lase Cantarell, 420 urge abrir nuevas fuentes de
generacin, preferentemente renovables y, de acuerdo a los

420
Esta reserva represent 36.7% de la produccin total de petrleo en los
ochentas; 40.8 % de los noventas y 56.8% en el periodo 2000-2007,
actualmente se encuentra por debajo del 50%. (Global Energy, septiembre
2008, 8).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 393


dictmenes de la reciente reforma energtica, preferentemente
por empresas privadas.
De las diversas fuentes de energa elctrica la trmica
constituye alrededor de la mitad de la que se produce en Mxico,
en contraste la energa proveniente de plantas hidroelctricas ha
cado considerablemente como proporcin del total y se han
expandido otro tipo de fuentes energticas como las geotrmica y
carboelctrica y en mucho menor proporcin la elica. Se
considera que la mayor parte de estas fuentes son menos
contaminantes que las termoelctricas. (Equihua, 2003,107).
Despus de corroborar la existencia en la planicie del sur del
Istmo, de un alto potencial para la generacin de energa a travs
del viento, la Comisin Federal de Electricidad (CFE), estableci en
1994 siete aerogeneradores en la comunidad de La Venta, agencia
municipal de Juchitn; cada uno de estos aparatos con
posibilidades de producir menos de un megawatt de energa en
un ao de operacin. Las expectativas fueron rebasadas, lo que
intensific la competencia de las empresas del ramo por
participar en inversiones hasta entonces subvencionadas y
predefinidas por organismos financieros internacionales como el
Banco Mundial (BM),421 el Banco Interamericano de Desarrollo
(BID y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Las principales empresas transnacionales que cuentan ya con
intereses y/o intenciones en el Corredor Elico del Istmo son:
Gamesa-eolica, Preneal, Unin FENOSA, Iberdrola, GES, EURUS,
entre otras; antes de la reforma energtica casi todas estas
empresas se han valido de otras pequeas empresas `nacionales
para iniciar, entre otros, los procesos de arrendamiento de las
tierras que son destinadas a los parques elicos en diversos

421
En particular el BM se encontraba, en 2005, finalizando la segunda fase del
proceso emanado de su GEF Project, a travs del cual ha otorgado 70
millones de dlares a fondo perdido para eliminar obstculos a la
implementacin de parques elicos por parte de empresas privadas en
Mxico. (Vase Dictamen de la Comisin de Energa (2005)).

394 Carlos Manzo


municipios de la regin. Nos interesa destacar aqu los casos de
San Dionisio, Unin Hidalgo y La Venta I, II, III y IV, que son los que
cuentan con Manifiestos de Impacto Ambiental, que ya han sido
aprobados o se encuentran en proceso en la SEMARNAT para su
ejecucin.
Cuadro 6
Corredor Elico del Istmo.
422
Manifiestos de impacto ambiental aprobados (mayo de 2008)

Empresa No. de Capacidad Localizacin Notas y


Aerogeneradore Observaciones
MW
s

Eoliatec del 124 164 Juchitn- La Empresa con


Istmo SA de Ventosa sede en GDL
CV
Eoliatec del 80 160 Sto. Domingo
Pacfico SA Ingenio
de CV
Fuerza 40 50 Juchitn
Elica del
Istmo
Eurus SA de 300 240 La Venta, Empresa
CV Unin Hidalgo, japonesa con
Ingenio y sede en Nuevo
Niltepec Len,

Vientos del 40 120 San Dionisio Empresa con


Istmo SA de del Mar sede en GDL
CV
Asociada a
Preneal
Fuente: Elaboracin propia con base en la investigacin realizada por Sofa
Olhovich F. a partir de la consulta de la base de datos disponible de la
DGIRA-SEMARNAT, 2008.

422
En una ltima revisin de estas fuentes aparece tambin la empresa
Cooperativa Cruz Azul, SCL de Lagunas, para generar 50 MW con 20
aerogeneradores en el Municipio de Espinal.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 395


Por lo regular las cifras presentadas en los MIA son
conservadoras, en este sentido, la empresa espaola Preneal, por
ejemplo, anuncia en su pgina de Internet que su objetivo es de
generar 600 MW, es decir, seis veces el potencial estimado en La
Venta I, e informa tambin que en Oaxaca se cuenta en la
actualidad con ms de 5,000 hectreas en terrenos reservados, en
los municipios de Juchitn de Zaragoza, Unin Hidalgo, El Espinal y
San Dionisio del Mar, y se espera, contina el informe, reservar
otras 3,000 hectreas adicionales en los prximos meses 423 ;
tenemos as ante nosotros a uno de los principales monstruos de
las energas renovables limpias. Las 5,000 hectreas en proceso y
proyectadas de que hablan los tcnicos de Preneal, presentan
hasta ahora aproximadamente la siguiente distribucin:
Cuadro 7. Proyecto de Preneal en el CEI

Municipio Extensin
San Dionisio 1,500 Has.
Unin Hidalgo 2,500 Has.
El Espinal 500 Has.
Juchitn de Zaragoza 500 Has.
Total 5,000 Has.
Fuente: elaboracin propia con base en informacin
424
documental y de campo.
Nuevamente para los espaoles la ocupacin el espacio resulta
simblica y econmicamente ms trascendente que la inversin
en s, dada la presente volatilidad del capital como precisamente
vemos en estos momentos a nivel global.

423
Esta informacin aparece en http://www.preneal.es
424
Manifiestos de Impacto Ambiental, Contratos de Arrendamiento y
Observacin en Campo.

396 Carlos Manzo


Volviendo al anlisis de los Manifiestos de Impacto Ambiental
(MIA), cabe resaltar que la evaluacin de los distintos proyectos
se realiza bajo la modalidad particular, es decir que no se
considera el impacto general del megaproyecto en su conjunto,
independientemente de que se minimizan los impactos
socioculturales y socioeconmicos del mismo, sobre todo en lo
que se refiere a la afectacin de los derechos econmicos y
colectivos de ejidos y comunidades indgenas, en tanto sujetos de
derecho. Esta situacin que favorece la aprobacin de los
proyectos, tambin ha constituido una constante en situaciones
de asociacin de empresas paraestatales y transnacionales en
otras regiones indgenas y/o pluritnicas del pas y del mundo,
como lo han demostrado los casos de China y La India, en donde
el Banco Mundial ha promovido tambin estas dinmicas
privatizadoras especficamente en la generacin eoloelctrica.425
El 25 de septiembre de 2005, antes de que iniciaran los
trabajos para la instalacin del parque elico La Venta II, se llev a
cabo en la comunidad de Unin Hidalgo, Oaxaca, el primer foro de
la sociedad civil para analizar los impactos ambientales,
econmicos, sociales y culturales del Corredor Elico del Istmo.
Dicho foro cont con la participacin de diversas organizaciones,
comuneros, asociaciones de la regin, nacionales e
internacionales, quienes resaltaron entre otros impactos los
siguientes426:
Impacto ambiental:
Muerte por colisin con aspas, de especies de aves endmicas
y migratorias.427
Deforestacin de montaa baja caducifolia y matorral

425
Cfr. GEF Project Brief (2003).
426
Cfr. Gubia XXI, A.C., Relatoras y resolutivos del foro (fotocopias),
septiembre de 2005, aparecen tambin en
http://sipaz.wordpress.com/2008/11/20/oaxaca-parque-eolico-la-venta-iv/.
427
Como consta en el propio MIA La Venta II, citado en este trabajo.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 397


Prdida de especies asociadas a la flora deforestada
(anteriormente sealada)
Contaminacin de suelos por derrames de acete durante la
instalacin y funcionamiento del proyecto.
Desecacin de suelos y mantos freticos por la instalacin de
aerogeneradores.428
Efectos del ruido electromagntico.
Prdidas de suelos cultivables
Alteracin del paisaje
Impacto econmico429:
Contratos de arrendamiento y usufructo injustos
Diferenciacin socioeconmica entre arrendatarios y
campesinos sin tierra
Inflacin de precios locales
Reduccin de superficie para produccin de alimentos
Mnima generacin de empleos locales
Impacto social y cultural:
Corrupcin de autoridades ejidales y municipales
Divisin y pugnas al interior de ejidos y comunidades
Proletarizacin campesina e indgena
Desconocimiento de derechos y cultura indgenas
Fragmentacin y prdida de tierras y territorios indgenas
Como se puede apreciar por las conclusiones de este primer
foro, uno de los impactos ms significativos es precisamente el
ambiental; como se seala en el propio Manifiesto de Impacto

428
Para la instalacin de cada aerogenerador se requieren ms de 1,500
toneladas de cemento y varilla, considerando que la base de la torre se
monta en un volumen de 14x14x3, de donde resultan 1,518 metros cbicos
de concreto y varilla, en donde cada metro cbico pesa alrededor de una
tonelada o ms.
429
En su mayora estos impactos econmicos no fueron considerados en su
justa dimensin, desde nuestro punto de vista, por los tcnicos responsables
del Instituto de Ecologa A.C, instancia encargada de realizar el MIA La Venta
II, antes citado.

398 Carlos Manzo


Ambiental, del proyecto La Venta II,430 el espacio en cuestin
constituye uno de los corredores de aves migratorias ms grande
del mundo, registrndose en un da el paso de ms de 600 mil
aves, razn por la que quienes elaboran el MIA recomiendan a la
empresa evitar la colocacin de aerogeneradores sobre las rutas
de aves migratorias, en los siguientes trminos:
El sitio propuesto para la construccin y operacin de La Venta
II, se sita en la convergencia de rutas migratorias de aves
provenientes del Golfo de Mxico y del Pacfico y que el
nmero elevado de individuos registrado en este y otros
trabajos indican que esta es la zona migratoria de aves ms
importante a escala mundial. Particularmente en la zona de
estudio se registr durante un da un nmero estimado de
690,000 individuos, principalmente de tres especies
migratorias (Equihua, 2003, 25)
Los autores de este estudio, adems, reconocen que la
experiencia internacional sugiere no construir centrales elicas
en rutas migratorias de aves, y que una de las recomendaciones
del servicio de caza y pesca de los Estados Unidos propone no
construirlas en estas rutas; a pesar de todas estas observaciones
la recomendacin fue y sigue siendo ignorada, la construccin del
parque elico La Venta II se ejecut rebasando las expectativas en
cuanto al nmero de torres que comprendera, se instalaron ms
de 180, as como respecto a los impactos econmicos, sociales y
polticos que fueron minimizados por el citado MIA.
En el megaproyecto del CEI un caso preocupante es el del
parque elico proyectado para San Dionisio del Mar, aqu la
empresa espaola Preneal, ha firmado un contrato de
arrendamiento de ms de 1,400 hectreas por un plazo de treinta
aos. Las tierras comunales en cuestin se encuentran ubicadas a
lo largo de 39 kilmetros de la pennsula que divide el Mar
Tileme de la Laguna Superior, en el Golfo de Tehuantepec, en

430
Cfr. MIA, La Venta II, CFE-Instituto de Ecologa, A.C., 2003.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 399


terrenos considerados no aptos para la agricultura; las
comunidades de pescadores ikoots de San Mateo y Santa Mara
del Mar que sern directamente impactadas por el proyecto no
han sido informadas ni consultadas al respecto y los impactos
ambientales del mismo fueron evaluados y aprobados sin la
menor constatacin de la veracidad de la informacin presentada,
en donde, de acuerdo con el MIA algunos de los datos a evaluar
corresponden a otra regin ajena a la ubicacin del proyecto.431
La alta fragilidad ecolgica del sistema lagunario, la
contaminacin por ruido y residuos hacia las lagunas y la
afectacin econmica y sociocultural sobre comunidades de
pescadores ikoots y binnizs de la ribera del sistema lagunario, no
fueron razn ni argumento suficiente para impedir la autorizacin
del MIA correspondiente a este proyecto elico de San Dionisio
del Mar.
La primera etapa del proyecto elico inicia con La Venta I, ms
de doce aos despus, ya en el actual sexenio, recien pasada la
crisis sociopoltica oaxaquea, el Presidente Caldern y, el
entonces Gobernador,Ulises Ruiz inauguraron el parque elico La
Venta II, en abril de 2007, cerrando con esto, desde nuestro punto
de vista, una primera prolongada y conflictiva etapa del Corredor
Elico del Istmo. Los saldos econmicos, sociopolticos y
ambientales estn a la vista. Dentro del conjunto de imprecisiones
y contradicciones evidentes en el MIA presentado en 2003
destacan, a la luz de la realizacin de la obra, las siguientes:
El MIA sugiere en sus lneas de accin: Hacer partcipe a la
poblacin aledaa a las instalaciones de la CFE, mantenindola
informada, proporcionndole conocimientos para que
comprenda432 la relacin entre la satisfaccin de su necesidad
de energa elctrica y la modificacin de su medio natural
(Ibid. 109), esta lnea de accin no se ha llevado a cabo,

431
Cfr. MIA Parque elico San Dionisio, SEMARNAT-DGIRA.
432
Subrayado mo, la expresin denota la ya tradicional verticalidad en el
sentido de la imposicin de los proyectos.

400 Carlos Manzo


privando incluso a la comunidad de su derecho a ser
consultada, previo a la realizacin del proyecto.
Ms adelante, el mismo estudio concluye: El predio donde se
pretende ubicar el proyecto no presenta ecosistemas relevantes
ni sitios con vegetacin rborea densa ni se localiza en reas
naturales protegidas, ni zonas tursticas, y no afectar reas de
alto valor escnico, por lo que se considera que el proyecto es
congruente con las polticas ambientales expuestas en los
instrumentos analizados (Ibid., 120).

Imagen 35. Montaje sobre la barra de Tileme,


vista desde San Mateo del Mar. Fotografa: Raphaelle Goulet
A pesar de reconocer la importancia de la zona como una de
las ms importantes de aves endmicas y migratorias, ms de
690,000 individuos en un da, el MIA considera que el proyecto es
viable siguiendo ciertas medidas para la mitigacin de impactos;
no obstante, en vez de la instalacin de los 155 aerogeneradores
sugeridos y tomados como base para el estudio de La Venta II, se

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 401


establecieron ms de 180, lo que redunda en un mayor impacto
nocivo general del proyecto y en particular contra las aves.
El MIA, minimiza el carcter colectivo del ejido y comunal de
las tierras y, asume que el 69.5% del total corresponde a la
pequea propiedad.
A pesar de identificar 453 especies de aves, susceptibles de ser
afectadas y 22 especies de mamferos, varias de ellas catalogadas
por la SEMARNAT como especies protegidas el impacto
ambiental del proyecto se consider poco relevante.
Contrariamente a la realidad observable en la comunidad de la
Venta y en amplios sectores de la poblacin, sobre todo entre
organizaciones y comunidades, el MIA seala: en trminos
generales el proyecto tiene aceptacin entre los pobladores
locales, sobre esto ltimo, baste recordar el cordn
policiaco-militar que resguardaba a Ulises Ruz y Felipe Caldern
al inaugurarlo, frente a una manifestacin433 que rechazaba el
proyecto y la presencia de los funcionarios.
Por si fuera poco, en el proceso de instalacin del proyecto, la
CFE tuvo que recurrir a criminalizar a los ejidatarios inconformes
con la poltica del proyecto hacia el ejido, con ordenes de
aprehensin como presin para desalojar a los ejidatarios que se
manifestaban en las parcelas de uso comn que de manera
ilegal434 ya haban sido adjudicadas por la empresa de clase
mundial para el establecimiento de las lneas de transmisin

433
En esta manifestacin participaron ejidatarios integrantes del Grupo
Solidario La Venta, comuneros de La Ventosa, Juchitn y Unin Hidalgo, as
como otros colectivos y organizaciones integrantes de la Asamblea Popular
de los Pueblos de Oaxaca (APPO, en delante) todos ellos en oposicin al
megaproyecto.(Informacin personal de Alejo Girn en: NdeC. 2006, La
Venta).
434
Los ejidatarios se quejan de no haber avalado en asamblea el uso de las
reas de uso comn para la construccin de las lneas de transmisin (NdeC,
2006, La Venta).

402 Carlos Manzo


desde La Venta hasta la Subestacin ubicada en la ciudad de
Juchitn.
El estudio de impacto ambiental supona tambin nulo
impacto en la dinmica demogrfica de la poblacin afectada y
generacin de ms de 300 empleos, en su mayora no calificados
para las distintas fases del proyecto, iniciando con la construccin;
lo que ha resultado ha sido una fuerte polarizacin
socioeconmica y un incremento de migrantes hacia las ciudades
y al norte, ciertamente asociado a un abnico ms amplio de
causas a la que se suma la construccin y operacin del proyecto.
A pesar de esto el MIA no consider la importancia del mosaico
cultural representado por ncleos de poblacin, mestiza,
afromestiza e indgena que constituyen, en este caso, el ejido y
comunidad de La Venta, agencia municipal de Juchitn, Oaxaca.

VII.4. Resistencia y alternativas al megaproyecto


Pretendo concentrarme en el anlisis de experiencias locales de
resistencia contra megaproyectos, como es el caso del CEI, que
integran, de acuerdo con Preciado (2005):
Esa autntica cartografa de movimientos socialesdonde
unos luchan por su autodeterminacin frente a las fuerzas de
capitales transnacionales, otros en contra de megaproyectos
que atentan contra su bienestar econmico y ambiental, o
aquellos que velan por una mayor equidad tanto en la
distribucin del ingreso como en la procuracin de justicia e
insercin social, o los que han optado por pelear por el respeto
a su cultura (Preciado, 2005, 99).
Creemos que entre diversas experiencias de resistencia en el
continente, el istmo de Tehuantepec, desde la desembocadura
del ro Coatzacoalcos en el Atlntico hasta las marismas ikoots en
el Pacfico, constituye una sntesis histrico-regional presente de
este conjunto de luchas.
Las experiencias de distintas comunidades y organizaciones
fundamentalmente indgenas en lo que se conoci como

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 403


resistencia contra el Plan Puebla Panam, constituye un
importante antecedente en la resistencia al Corredor Elico del
Istmo, que actualmente se consolida en la regin. Hasta el
momento se han realizado importantes foros, manifestaciones y
asambleas, de donde han resultado crticas, negativas e incluso
propuestas generales y especficas alternativas al CEI y a otros
megaproyectos neoliberales en toda la regin.
El primer foro de anlisis de la sociedad civil, se realiz en
Unin Hidalgo, Oaxaca en septiembre de 2005, fue convocado por
el Concejo Ciudadano Unihidalguense, el Concejo de Ancianas y
Ancianos de Rancho Gubia y Gubia XXI, A.C., su convocatoria
cont con una respuesta a nivel regional, nacional e internacional,
gran parte de sus conclusiones fueron planteadas ms arriba. La
discusin se polariz sobre todo en torno a la supuesta viabilidad
ecolgica del megaproyecto en su conjunto.435
Para febrero de 2006, la iniciativa neozapatista conocida como
La Otra Campaa, visit el Istmo de Tehuantepec, en un mitin
realizado el 6 de febrero en el kiosco de la plaza principal de la
comunidad de La Venta, el Subcomandante Marcos, a nombre del
EZLN expres su oposicin radical al megaproyecto del Istmo en
general y en particular al del CEI, en su discurso dirigido
fundamentalmente a los jvenes de la regin se comprometi con
ellos a que en esta lucha el da de maana no estaran solos pues
los zapatistas estaran con ellos.436
En un contexto de una cerrada competencia entre empresas
transnacionales por el arrendamiento, casi siempre ilegal de
tierras comunales y ejidales, se han realizado tres asambleas
autodenominadas de los pueblos del Istmo en defensa de las

435
La polmica entre Green Peace y Mark Duchamp, fue particularmente
contrastante, los argumentos de este ltimo activista europeo, defensor de
las aves, puede apreciarse en su pgina http://www.Iberica2000.org.
436
Cfr. Don Marcos of La Selva Vs. The Mega-Windmill of Capitalism, by Al
Giordano, en:
http://www.narconews.com/print.php3?ArticleID=1607&lang=en

404 Carlos Manzo


tierras y el territorio la primera de estas en la comunidad de La
Ventosa en septiembre de 2007 y las ms recientes en noviembre
de 2008 y agosto de 2009 en Juchitn; en estas asambleas la
oposicin a los proyectos se ha venido radicalizando, aunque
tambin ha sido perceptible la presencia de campesinos y
ejidatarios que a ttulo individual buscan hacer presin para
mejorar los precios de arrendamiento de sus parcelas a las
empresas. No obstante lo anterior, el Centro de Derechos
Humanos Tepeyac, de Tehuantepec, el Movimiento Magisterial y
Popular 14 de julio, El Colectivo Radio Totopo que, entre otros,
figuran entre los convocantes y participantes ms activos en este
proceso, actualmente asesoran a ms de 200 campesinos,
ejidatarios y pequeos propietarios y en algunos casos han
ganado procesos civiles y administrativos en contra de las
empresas por las irregularidades presentes en los contratos de
arrendamiento.
Cabe mencionar entre otras, algunas cuestiones y propuestas
que emanaron de la Asamblea realizada en Juchitn en noviembre
de 2008, en voz de la Sra. Faustina Lpez, quine dijo en
diidxaz:437
Bizaanaca, Bendaca racaladxe gacanetu laanu ti ganda
gucaluunu nadipa, la gacan laanu ti gudxilunu nadipa cadi
gueeda di dxu guianan ca lay xtinu Xcuadua yeichitecabe
la ne PROCAMPO, de raca ma beda xcuadua co qui siudia,
cadi guianu fuera ne biua, para beda Miguel ne Porfirio
Montero. Ti lugar ca rindizani 16 carreta niiza, yanna laacabe
ca dxu ca guedacabe; naa ni racaladxe la compaeru ca
gudxiluduni para cadi guiana ca dxu ca ni.
Hermanos, hermanas quiero que nos apoyen para que
podamos enfrentar con fuerza, apoyennos para enfrentar con
fuerza que no venga el extranjero a quedarse con nuestras

437
La informacin sobre esta reunin puede consultarse en:
http://sipaz.wordpress.com/2008/11/20/oaxaca-parque-eolico-la-venta-iv/

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 405


tierras A mi cuado lo engaaron con el PROCAMPO, de ah
vino a convencerme, no no quiero entrar dije--, no te
quedes fuera dijo-- y entr y entonces llegaron Miguel y
Porfirio Montero.438 En uno de los sitios levanto 16 carretas de
mazorcas, y ahora vienen los extranjeros, mi deseo es
compaeros que los enfrentemos439 para que no se queden
con ellas.440
Junto con la voz de la juchiteca Faustina Lpez se han
expresado otras que han reivindicado el carcter comunal y
colectivo de la mayor parte de las tierras del Istmo,441 mismas
que gobiernos y empresas se proponen individualizar y
parcelarizar, creando una de las principales violaciones a la
legalidad agraria que en los 70s inspirara uno de los movimientos
poltico agrarios del pas en esa regin, encabezados en aquel
entonces por la Coalicin Obrera Campesina y Estudiantil del
Istmo (COCEI), actualmente fragmentada y debilitada por la
obsesin poltico electoral de sus dirigentes por ocupar los cargos
pblicos, con toda la corrupcin que este proceso implica,
cuestiones que tambin se hicieron patentes y fueron criticadas
en la asamblea antes mencionada.
Como ya hemos visto anteriormente, en la imposicin de otros
proyectos de desarrollo como presas, hidroelctricas y refineras,
el discurso del Estado se arropa de apologas por la modernidad y

438
Se trata de reconocidos caciques pristas de la comunidad de La Ventosa,
Agencia municipal de Juchitn. Independientemente de la supuesta
polarizacin entre PRI y PRD en la regin, en torno al CEI funcionarios,
dirigentes y autoridades de ambos partidos han avalado e incluso promovido
la implementacin de los proyectos en diversas comunidades.
439
Puede traducirse tambin como; defender, revertir.
440
Testimonio de la Sra. Faustina Lpez, en la Asamblea de los Pueblos del Istmo
en Defensa de la Tierra, Juchitn, Oaxaca, 15 y 16 de noviembre de 2008;
transcripcin y traduccin mas.
441
En contraposicin al polmico resultado de Snchez et. al (2002), donde
presenta que ms del 70 % de las tierras son privadas, dato ahistrico que ha
llegado a confundir a los tcnicos responsables de la elaboracin de la
mayora de los MIA que han sido autorizados por la SEMARNAT.

406 Carlos Manzo


el progreso, con lo que se pretende encubrir el despojo y la
transfiguracin, casi siempre ecocida y etnocida , del medio
natural y social que se ve afectado por estos megaproyectos.

Conclusiones
No se puede entender la serie de impactos regionales de la crisis
de la globalidad neoliberal desde una perspectiva nica y
nomottica, generalmente economicista, sin considerar que uno
de los principales nudos contradictorios de dicha crisis se define
precisamente por la negacin de las diferencias al tratar de
homogenizar culturas, en el amplio e integral sentido del
trmino.442 Es en este sentido tambin en que algunos autores
han sealado: La fase del proceso de mundializacin desplegada
en las dcadas finales del siglo XX, bajo la forma que se ha
denominado globalizacin, hizo de nuevo renacer en algunos la
idea de que nos aproximbamos a una poca en la que terminara
imponindose la homogeneidad cultural y, en ese trance, las
particularidades regionales o locales tenderan a extinguirse
irremediablemente.(Daz-Polanco, 2007, 160).
Vemos entonces como a las tendencias globales y
homogeneizantes del mercado, actualmente en crisis, se siguen
oponiendo desde el liberalismo decimonnico hasta nuestros
das, un conjunto de resistencias fundamentadas en la diferencia
histrico-cultural que legitima las principales demandas de
pueblos y comunidades indgenas por el reconocimiento de sus
derechos en tanto tales.
Encontramos en el Sur del Istmo de Tehuantepec, un conjunto
de empresas transnacionales, inaugurando una nueva etapa de la

442
Interprtese esta aseveracin en el sentido expresado por Zemelman al
referirse a que en las ciencias sociales, si no tengo en cuenta a la cultura no
tengo en cuenta a los sujetos reales y que, en este sentido, hemos
homogeneizado realidades histricas complejas, como lo expres en su
ponencia en el evento Dilogos sobre intercultura organizado por el
Cunorte-UdeG, en el marco de la FIL, 2008, 5 y 6 de diciembre.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 407


modernidad que, en el caso del Corredor Elico del Istmo, en su
arranque se caracterizan por ser empresas espaolas. Para el caso
de La Venta II, por ejemplo, desde el 2005, Gamesa elica e
Iberdrola actuaron en consorcio para ganar un contrato con la
CFE por un valor superior a los 111 millones de dlares USA.443 Es
a este proceso de licitacin al que alude la denuncia de
legisladores de oposicin en contra de los intereses de la familia
Mourio con la empresa GES espaola que se vio favorecida por
estos contratos.
A pesar de la falta de informacin sobre las afectaciones de los
parques elicos, los pueblos, comunidades y ejidos indgenas y
afromestizos del istmo denuncian la violacin de sus derechos, en
especial su derecho a la consulta444 y su derecho a decir no.
Buscando nuevas formas de organizacin y alianzas que permitan
una autntica resistencia al proyecto, como se ha demostrado en
los distintos foros, manifestaciones y asambleas hasta ahora
realizados.
Los argumentos de distintas dependencias gubernamentales
promotoras del proyecto, e incluso algunas organizaciones
ambientalistas como Green Peace, han resaltado las supuestas
bondades ecolgicas de la generacin de energas limpias,
renovables, dado el efecto invernadero, cambio climtico y
sobrecalentamiento, generado por las emisiones de carbono a la
atmsfera en la mayora de los procesos de generacin de
energa, sin escatimar ni reparar en el desconocimiento y
afectaciones de los derechos colectivos de comunidades y
pueblos originarios de la regin por parte de las empresas y
omitiendo la descomposicin social y corrupcin en que se
encuentran inmersos funcionarios de distinto nivel en el marco de
estos megaproyectos.

443
Cfr. http://www.gamesa.es/files/file/hr050901.pdf
444
Como lo establece el Convenio 169 de la OIT y la propia Ley de Derechos
Indgenas del Estado de Oaxaca.

408 Carlos Manzo


En este sentido, Green Peace minimiza, a diferencia del
Instituto de Ecologa, A.C.,445 el impacto sobre el abatimiento de
aves migratorias y endmicas de la regin por colisin con las
aspas de los aerogeneradores, con graves afectaciones como ya
se ha demostrado en la provincia de Navarra en Espaa (Lekuona,
2001), y en los trminos en que lo presenta el propio MIA de La
Venta II, destacando que se trata del corredor de aves migratorias
ms importante a nivel mundial (Equihua, 2003).
Dados los principales efectos del CEI en diversas comunidades
de la planicie, la resistencia contra el mismo, se ha expresado
sobre todo ltimamente en el rechazo, por parte de un
importante nmero de campesinos, ejidatarios y comuneros, a
este proyecto a travs de acciones y propuestas que se han
manifestado en diversas asambleas, acciones, procesos jurdicos y
reuniones de organizaciones y comunidades de la regin. 446
Segn lo expresan los participantes en la Asamblea de Pueblos del
Istmo en Defensa de la Tierra la resistencia al megaproyecto
elico ha tenido cierto xito en algunos casos. Se han recuperado
ms de 400 has. Frente a la empresa Preneal447 y se logr impedir
temporalmente la construccin del Parque elico La Venta IV que
estaba llevando a cabo CEMEX, ACCIONA ENERGIA a travs del
proyecto de Eurus.448
La regin se encuentra actualmente en un momento de aguda
tensin entre comunidades y empresas, algunas comunidades se
resisten a entrar en el modelo mercantil capitalista de despojo, a
travs del arrendamiento de sus tierras por periodos de treinta

445
Encargados de realizar el MIA del proyecto La Venta II.
446
Documentos emanados de este evento realizado en Juchitn, Oaxaca, los
dias 15 y 16 de noviembre de 2008.
447
Se refiere aqu a aquellas que han sido ganadas en procesos administrativos
contra las empresas, por las irregularidades en los contratos de
arrendamiento (reserva territorial).
448
Eurus es una transnacional japonesa que recientemente ingresa a la
competencia en la regin, precisamente con contratos compartidos con GES.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 409


aos, otros siguen buscando afanosos que las empresas mejoren
su oferta.
Probablemente la actual recesin depresin que inicia en el
sistema capitalista neoliberal global, descapitalice gran parte del
proyecto original e incluso algunas empresas desaparezcan o se
mimeticen con otras, previa intervencin salvadora del Estado,
como ya ocurre en los principales mercados burstiles; no se ven
seales inmediatas de recuperacin pronta en ese horizonte,
probablemente la alternativa no es ms el mercado. En este
sentido, las palabras de quienes viven en carne propia los
impactos, como Vicente Ordaz Ramos, ejidatario de La Venta,
expresa: es una verdadera tristeza para nosotros como
ejidatarios tenemos el otro problema con La Venta IV, se habla
de 2,600 hectreas, llegamos a negociar 6 mil pesos por hectrea,
aunque se viene abajo la situacin por la crisis.449
Para concluir este captulo, resulta histricamente significativa
constatar la presencia de los espaoles a inicio y final de una
historia colonial de larga duracin en una regin del mundo que
ha sido permanentemente foco de inters global en pocas bien
diferenciadas del capitalismo en tanto sistema histrico. Con el
Corredor Elico, a la regin lleg el espaol otra vez ya sin espada
y sin cruz, editando libros a los poetas de Juchitn, hacindose
compadre de medio mundo e invadiendo mi antigua mesa
bohemia de un bar en donde otrora cantara con tros, hoy ah
mismo, a gritos se disputa por cable la final del Bara. Acaso
hay otra peor forma de sentirse invadido? decdalo otro.

449
Asamblea de Pueblos del Istmo en Defensa de la Tierra, Juchitn, Oax. 15 y
16 de noviembre, de 2008; testimonio de Vicente Ordaz Ramos,
transcripcin ma.

410 Carlos Manzo


Captulo VIII.
Xquendaliisa ne Xpia Binni laanu
Comunalidad y Utopstica India.

Introduccin
De inicio, aunque al final de toda una experiencia investigativa,
intento describir en el presente captulo parte de una vivencia
personal y de grupo comunalista que iniciara con Juan Jos
Rendn, Vicente Marcial y Manuel Ballesteros, entre otros, desde
el ao de 1992, en la Casa de la Cultura de Juchitn,450 entonces
dirigida colegiadamente por Vicente. Tambin pretendo aclarar,
reflexivamente, algunos avances que, desde el pensamiento y la
accin indgena antisistmica, se viene discutiendo y realizando
en torno a las distintas percepciones e interpretaciones de la
comunalidad como un concepto acuado desde la prctica de la
resistencia indgena en Mxico, durante los ltimos veinticinco
aos.
En la Casa de la Cultura de Juchitn Lidxi Guendabiaani--
implementbamos un programa de alfabetizacin para adultos en
nuestra lengua materna: el diidxaz, la lengua de los binniz, ms
conocido en la literatura antropolgica tradicional como
zapotecas. As aprendimos que el proceso de alfabetizar en
nuestra lengua es alfabetizarnos culturalmente despus de un
transcurso acadmico de diez o doce aos en diversas
universidades del pas, lo cual constitua una especie de velo que

450
Nacida de una inquietud, originalmente autonmica , La Casa de la Cultura
de Juchitn, represent desde su fundacin en 1972, un abrevadero cultural
de 'lo nuestro', lo binniz, tanto en lo que respecta a literatura, rescate,
creacin y difusin, como en la teatralidad poltica de esos lgidos tiempos
en Mxico. Literatura, poltica, historia, pintura, entre otras artes, tuvieron
como centro promotor y difusor a la Casa de la Cultura de Juchitn, en esos
aos.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 411


habra de discorrerse para permitir visualizarnos desde otro punto
de vista, el propio, el binniz, el comunalista.
El dilogo cultural era el instrumento repetible en espiral,
desde sus primeras aplicaciones para la definicin de los
contenidos de los textos para la alfabetizacin hasta la
alfabetizacin misma. Esta prctica educativa se realizaba entre
comunidades binniz y ayuuk 451 al margen del circuito
institucional oficial, demostrando la posibilidad de trabajar de
manera autnoma en procesos de resistencia cultural que, en
este caso, promovan el fortalecimiento de las lenguas indgenas
en el sur de Mxico, ms especficamente en la regin conocida
como el istmo de Tehuantepec.
La regin del sur del istmo de Tehuantepec, en el estado de
Oaxaca, haba ya pasado por el bao de sangre caracterstico de la
guerra sucia a consecuencia de la represin del Estado contra los
movimientos indgenas y campesinos posteriores al parteaguas
histrico de 1968. Oaxaca y Guerrero fueron los estados ms
afectados por la militarizacin, represin y el desmantelamiento
de movimientos guerrilleros, incluidos el asesinato de algunos de
sus lderes, como fuera el caso de Lucio Cabaas, el contexto era
entonces poco halageo para pensar siquiera en la remota
posibilidad del reconocimiento y respeto de los derechos de los
pueblos indgenas de Mxico, contexto, que de alguna manera,
guardando las proporciones, prevalece hasta nuestros das.
La alfabetizacin en lengua binniz y la promocin y rescate de
la cultura indgena eran unas de las principales actividades que
realizbamos en la regin binniz- ayuuk, adems de algunos
proyectos relacionados con el rescate de tecnologas
tradicionales, cuando surge desde el sureste mexicano el
levantamiento del Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional
(EZLN), el 1o. de enero de 1994, como una rfaga de luz que se
irradiara sobre una hasta ahora confundida sociedad poltica

451
El ayuuk es ms conocido en la literatura antropolgica como 'mixes'.

412 Carlos Manzo


nacional, es decir trastocando la mentalidad poltica del
momento, independientemente de su impacto meditico nacional
e internacional, el levantamiento tuvo sobre todo un impacto
importante en lo que podramos denominar, la consciencia
indgena poltica nacional. La referencia viene muy al caso puesto
que, vindolo a distancia, el neozapatismo ha hecho posible un
primer ejercicio verdadero de dilogo nacional, en donde el tema
de los derechos y cultura indgenas figuraban en el primer punto
de una agenda nacional de dilogo que, desafortunadamente, se
vio interrumpida en agosto de 1996, apenas unos meses despus
de firmados los histricos primeros acuerdos, los Acuerdos de San
Andrs.
En el contexto de las denominadas mesas de dilogo y
negociacin para una paz con justicia y dignidad,452 asistimos
como asesores y/o invitados un importante nmero de
comunalistas, promotores, comunicadores y autonomistas del
disperso movimiento indgena nacional, una importante presencia
de comunalistas oaxaqueos, que hasta entonces, cada quien en
su regin y a su manera impulsaba procesos autonmicos que
tenan como principal fundamento el fortalecimiento de la
comunalidad. Dirigentes, pensadores e intelectuales indgenas
oaxaqueos como Joel Aquino, Jaime Martnez, Adelfo Regino,
Manuel Ballesteros, Vicente Marcial y el propio Juan Jos Rendn,
llegamos a la fra Jovel 453 para participar como invitados o
asesores en la primera fase del dilogo relativo al tema de
Derechos y Cultura Indgenas, que era el primero de cinco temas
que componan la inconclusa agenda nacional de dilogo.
As las cosas, en ltimas dcadas, conjugndose con el discurso
y la prctica neozapatista en una permanente bsqueda por no
sucumbir ante el discurso poltico tradicional de una izquierda

452
Que se llevaran a cabo, no sin interrupciones, desde abril de 1995 hasta
agosto de 1996 por las representaciones, asesores e invitados del EZLN y de
los gobiernos federal y del estado de Chiapas.
453
Ms conocido como San Cristbal de las Casas, Chiapas.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 413


partidista en crisis, desde el propio movimiento indgena nacional
se ha considerado a la comunalidad algo ms que un sistema de
relaciones intra e intercomunitarias inherente a la existencia y
espiritualidad de los pueblos indgenas. Adems de los 5
elementos que Juan Jos Rendn considerara fundamentales de
la comunalidad, a saber: la fiesta, la tierra y el territorio, la milpa,
el trabajo y la asamblea,454 tambin destacan otras relaciones
caractersticas en esos mbitos como : la reciprocidad, la
colectividad, el parentesco, las lealtades primordiales, la
solidaridad,455 la horizontalidad, la autosuficiencia, en un marco
de autonoma y de respeto a la madre tierra; dado lo anterior
podramos concluir que la comunalidad en tanto proceso
histrico, es la sntesis de la resistencia india contra el
neoliberalismo. Para Juan Jos Rendn Monzn (2003), la
comunalidad puede ser entendida en trminos muy generales
como el modo de vida en los pueblos indios.

Los pueblos indios que resisten en Mxico hoy en da ensayan


formas autonmicas, 456 verdaderamente opuestas al sistema
capitalista, como tal vez no se haba dado en los ya clsicos,
ltimos cinco siglos de historia de dominacin colonial, o si se
quiere de modernidad colonial y, agregaramos, neocolonial.457

454
Aqu destacan prcticas caractersticas como el dilogo horizontal y el
consenso para la toma de decisiones.
455
Destacan como formas del trabajo comunal: el tequio, la faena, la mano
vuelta y la ayuda mutua.
456
Independientemente de que el 1 de enero de 1994, represente para muchos
un parteaguas de este conjunto de resistencias antisistmicas, no podemos
desconocer experiencias que desde antes venan realizando propuestas
novedosas de resistencia cultural, como sera el caso del primer programa de
alfabetizacin de adultos en diidxaz en Juchitn, Oaxaca, precisamente
desde proyectos comunitarios de 'La Casa de la Cultura'.
457
Cabe distinguir aqu entre un neocolonialismo que podramos denominar
imperialista y que ha sido bien caracterizado por Urquidi, Gonzlez
Casanova, entre otros, en la dcada de los 70's, y el neocolonialismo
neoliberal que es el que estamos padeciendo a manos de las empresas
transnacionales neoliberales en las dos ltimas dcadas.

414 Carlos Manzo


Aclaro que con neocolonialismo quiero referirme especficamente
al proceso econmico de dominacin y despojo ahora promovido
por empresas transnacionales, como siempre, en complicidad con
los estados neoliberales,458 en el caso latinoamericano resaltan
como teatro de operaciones de la complicidad antes descrita
Mxico, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Panam,
Ecuador, Chile, Argentina, Costa Rica, Brasil y Colombia.

Imagen 36. Mujeres de la comunidad de Jaltepec y la regin


ayuuk-binniz, en el Foro Nacional en Defensa del Territorio, Jaltepec de
Candoyoc, Mixe, Oaxaca, noviembre de 2009.
Fotografa: Santiago Bastos.

458
Por no dejar de mencionarlas por su nombre y apellidos, algunas de estas
empresas transnacionales que operan hoy en el sureste de Mxico, ms
especficamente en el sur del Istmo de Tehuantepec, son las espaolas:
Gamesa, Iberdrola, Preneal, Endesa, Eurus, ya mencionadas en el captulo
anterior.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 415


En Mxico existe ya toda una corriente de pensamiento al
interior del movimiento indgena nacional que podramos
caracterizar como comunalista; ms que una postura ideolgica,
estamos hablando de una prctica poltica fundamentada en la
defensa de lo comunal y/o de la comunalidad como modo de vida
de los pueblos indios. Probablemente el antecedente pblico, o
cvico, ms inmediato reconocido en la historia reciente de
nuestro pas que respalda a esta corriente, sea precisamente el
pensamiento y la accin de los oaxaqueos hermanos Flores
Magn, cuya prctica poltica original abrev de la pertenencia y
compartir del ser colectivo comunal indgena en las regiones de la
mixteca y mazateca, en el estado de Oaxaca, y de las mltiples
ideas y propuestas anarquistas que desde la segunda mitad del
siglo XVIII ya cruzaban el ocano, de ida y vuelta, del viejo al
nuevo mundo y que, para la segunda mitad del siglo XIX459 ya
haban tenido cierta receptividad en algunos crculos de lectores e
impresores mexicanos. La comunalidad agraria zapatista de inicios
del siglo XX, as como las ltimas expresiones del neozapatismo,
forman parte histrica importante de esta corriente de
pensamiento anticapitalista.
Actualmente, la inauguracin de un nuevo discurso
antineocolonialista o antineoliberal o anticapitalista y/o
antisistmico, ausente en los medios acadmicos oficiales, salvo
contadas excepciones, se fundamenta en una visin propia de los
pueblos indios, que es comunalista, como ocurre a menudo en
Mxico en la prctica y discurso del denominado Congreso
Nacional Indgena.460

459
De acuerdo con estudios relativos al tema del anarquismo se ha sealado
que: A principios de la dcada de 1870 aparecieron los primeros grupos
anarquistas en Mxico, Cuba y la Argentina. Estos paises, as como Uruguay,
estuvieron representados en el ltimo Congreso de la Internacional de
Saint-Imier de 1877. A su vez, en 1878, se fund en la ciudad de Mxico una
Liga Bakuninista. (Woodcock, 1979, 413-414).
460
El Congreso Nacional Indgena tiene su origen en el mismo contexto de las
mesas de dilogo nacional, antes referidas, desde donde se propone

416 Carlos Manzo


En este sentido, en la prctica, la resistencia al
neocolonialismo se ha expresado fundamentalmente en el
ejercicio del derecho a la libre determinacin y autonoma a
travs de la creacin y recreacin de formas de autogobierno,
como se expresa en el caso de las asambleas comunitarias,
comunales y ejidales agrarias, as como en la definicin e
integracin de cuerpos autnomos de policas comunitarias, as
como grupos de autodefensa , adems de las ms conocidas y
difundidas asambleas de los caracoles y juntas de buen gobierno
zapatistas.
Siempre insertos en el concierto diacrnico y diatnico del
moderno colonial sistema-mundo capitalista desde el siglo XVI, los
pueblos indgenas de Mxico y Abya Yala han ensayado y
reproducido histricamente el modo de vida comunal, es decir, la
comunalidad, como una expresin a veces abrupta y violenta a
veces taciturna cotidiana y callada de la resistencia indgena y que
hoy, en un contexto de la ms aguda crisis que el capitalismo haya
experimentado no solo como sistema histrico sino como modelo
civilizatorio, enfrenta a las empresas transnacionales interesadas
stas por el despojo y usufructo capitalista de nuestros territorios
incluido el patrimonio biocultural 461 y recursos materiales y
naturales que durante milenios han alimentado nuestro ser como
madre-naturaleza-humano-pueblo.462

convocar a la realizacin del primer Foro Nacional Indgena, en enero de


1996, para despus arribar en octubre a la celebracin de la primera sesin
del Congreso Nacional Indgena, en las instalaciones del Centro Mdico
Nacional, con la participacin de la Comandanta Ramona en representacin
del EZLN.
461
Utilizo el trmino patrimonio biocultural de los pueblos indios, en el sentido
que lo expresa el ttulo del reciente libro de Eckart Boege (2008).
462
Este conjunto conceptual pretende lograr una semiosis que diluya la
percepcin antropocntrica y homoltrica de la explicacin de los procesos
desde las ciencias sociales. Retomo la traduccin que del kajpj'yjtn se
hace como uno de los conceptos del Wejn Kajen (Vargas, 2008, 167).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 417


Imagen 37. Delegados zapatistas a la Segunda Asamblea
Nacional del Congreso Nacional Indgena.
Fotografa: Juan Anzaldo M. 1997.
Se ha repetido constantemente cierta tendencia antropolgica
que interpreta y asocia, casi indistintamente, a la comunalidad
con la comunidad y con lo comunitario; esta percepcin es
errnea ya que la comunalidad en tanto sistema de relaciones de
diversa ndole expresada en la cotidianidad de los pueblos
desborda estos mbitos especficos. Cualquier interpretacin que
pretenda asociar la comunalidad a la comunidad como su mbito
de existencia por excelencia, an en la discusin de los mbitos
comunitario y/o regional del ejercicio del derecho a la autonoma
por parte de los pueblos indios, resta consistencia y alcance a la
comunalidad como concepto que engloba un sistema de

418 Carlos Manzo


relaciones que, en tanto proceso histrico, desborda cualquier
lmite o espacio incluso regional.
La comunalidad y el dilogo cultural son a la vez conceptos y
experiencias, es decir, no son conceptos en el sentido tradicional
de ser una abstraccin de la realidad concreta, en este caso, de
la realidad de los pueblos indgenas de Mxico; tampoco son
resultado de un proceso histrico, son un proceso histrico en si
mismo, son en sntesis herramientas que nos pueden ayudar a
comprender y a sistematizar el proceso histrico de la resistencia
de los pueblos indios, tradicionalmente conocida como la
resistencia indgena, tanto en el caso de Mxico como en Abya
Yala. En esta reflexin acerca de las diversas interpretaciones en
torno a la comunalidad, Georges Lapierre, ha planteado que
adems de alimentar los debates al seno del Congreso Nacional
Indgena, y de haberla encontrado presente en la insurreccin del
movimiento oaxaqueo de la APPO en 2006,463 percibe, en sus
propios trminos, la comunalidad:
Es una idea a realizares una idea que hace su camino. Ella
aparece como el punto de reencuentro entre una realidad, la
comunidad india que busca definir, y un proyecto de sociedad
a realizar. Este concepto se encuentra en el punto de
reencuentro entre realidad y utopa (Lapierre, 2010, 49).464
En el caso de Oaxaca-Mxico, existen diversas vertientes
interpretativas de la comunalidad, una breve revisin de las
mismas nos permite destacar a dos de ellas como la
Ayuuk-Binniz-serrana y la istmea que tambin es
Ayuuk-Binniz-Zoque-Ikoot-Chontal. Interesa aqu destacar que en
el caso Ayuuk-Binniz- istmea, la comunalidad en tanto concepto

463
Cfr. 'La Commune d'Oaxaca, Chroniques et considrations' (Lapierre, 2008).
464
...est une ide a realiser est une ide qui fait son chemin. Elle apparat
comme le point de rencontre entre une ralit, la communaut indienne
quelle cherche a definir, et un projet de socit raliser. Ce concept se
trouve au point de rencontre entre ralit et utopie. Traduccin mia del
texto original en francs.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 419


ha sido rebasada por la reflexin que en lengua indgena la ha
presentado como un conjunto de relaciones generalmente
antisistmicas con diversas dimensiones en la percepcin del ser
social, como lo demuestra la reflexin presentada en el Wejn-
Kajn.465 En este sentido, la sierra ayuuk y la sierra de Ixtln,
includa Guelatao, comparten una gran solidez en elementos de
comunalidad como el guendaliisa, la Gozaana, a ne laadxi466 y
sobre todo en las formas asamblearias para la toma de decisiones.
De la misma manera, las particularidades histricas de cada
pueblo o regin indgena en el istmo, demuestran la fragilidad de
la comunalidad en tanto sistema; es decir, las formas particulares
en que los cacicazgos regionales y los procesos de
industrializacin, afectaron al sistema comunal en su conjunto, en
lo ambiental, lo agrario, en lo social y lo poltico, en lo cultural,
por sealar algunos de sus mbitos. Por tanto o, de acuerdo a lo
anterior, las recreaciones, interpretaciones o percepciones que se
tengan de la historia de los pueblos de la regin, pueden ayudar a
identificar la forma particular en que la comunalidad se ha visto
afectada, transformada, debilitada o fortalecida. Si no tenemos
clara la dimensin histrica de estos procesos, como el pueblo los
vivi, las huellas de la comunalidad y su recreacin utopstica
resultan harto imperceptibles.
Pretendo a continuacin mostrar como algunos pasajes
histricos en distintas zonas de la regin provocaron ciertas
dislocaciones o desdibujamientos de lo que otrora aparecieran
como contornos autonmicos, el caso binniz de Juchitn y sus
bienes comunales como fundamento de su comunalidad agraria y
poltica es muy ilustrativo, como veremos enseguida.

465
Ttulo de la obra antes citada, subtitulada como: 'las dimensiones del
pensamiento y generacin del conocimiento comunal'.
466
Que hacen referencia no slo a la milpa sino a la naturaleza o entorno en
general, es decir, material y espiritual.

420 Carlos Manzo


VIII.1. Cayaadxa Baadu que
Y falta Vctor Yodo

Ni Guicaa Vctor Yodo467 Para Vctor Yodo


Vctor Tern

Xiee zinetu Por qu se llevaron,


dxu ca, soldados,
badu guiichi zundi al hombre, el de erguida
espina
xtiidxa, su palabra,
ni ribanaladxi l, al que aora asaz
belegu ladxidu. la estrella de mi alma.

Dxu ca, Soldados,


xi binibe laatu, qu les hizo l a ustedes
e bixhataeebe lu yanni acaso puso los pies
xpinnitu la? al cuello de vuestra gente?
Bitxhube xpcube Avent el ladrido de perros
lugui bacaandagui sobre el sueo en flor de
xtitu la? ustedes?

Dxuca, Soldados,
la gabi naa, dganme,
cadi gyaatu no muerdan
diidxa nexhecu la palabra enredada en vuestra
lu ldxitu. lengua.

Dxuca, Soldados,
la guxhele ruaa. abran la boca.

467
Poema de Vctor Tern, Tomado de De la Cruz (1999) Guie' sti' diidxaz 'La
flor de la palabra', publicado en Guchachi' Reza, publicacin trimestral de
Guchachi' Reza, A.C., nm. 25, diciembre de 1985, p. 11. Traduccin del
autor.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 421


He iniciado este apartado con la transcripcin de un poema que
refleja la indignacin la impotencia y la rabia ante la injusticia, la
impunidad y la represin en una coyuntura que ha sido clave en la
historia del sur del istmo y ms especficamente en la historia de
Juchitn; se trata nada menos que de la desaparicin fsica del
profesor Vctor Pineda Henestrosa, ms conocido como Vctor
Yodo, ocurrida el 11 de julio de 1978. En opinin de la Sra.
Cndida Santiago de Pineda, su esposa, el secuestro ocurri a
manos de elementos del 11o Batalln de infantera con sede en
Ixtepec, Oaxaca:
Lo secuestraron en pleno centro de la ciudad de Juchitn,
Oaxaca ,a las diez de la maana ante la presencia de cientos de
testigos, a mi marido lo secuestraron por el simple hecho de
asesorar al comisariado de bienes comunales, lo secuestraron
precisamente dos semanas antes de llevarse a cabo las
elecciones del comisariado, por orden de los terratenientes y
caciques, con el fin de arrebatar el comisariado de manos de
los autnticos campesinos, prueba de ello es que desde 1978 a
la fecha, los terratenientes han realizado una serie de
maniobras para que el gobierno no d razones del secuestro
de mi marido y asimismo a no reconocer el comisariado que
eligieron los autnticos campesinos.468
La anterior cita resume desde mi punto de vista el contexto
histrico poltico en que ocurre la desaparicin de Vctor Yodo, en
ese denominado punto de quiebre la presin de terratrenientes y
caciques motiv desapariciones, asesinatos y connatos de
enfrentamiento entre dirigentes campesinos de la COCEI y una
suerte de fuerzas paramilitares de los cacicazgos pristas hasta
ahora vigentes en la regin.

468
Carta de la Sra. Candida Santiago de Pineda al director del peridico 'Uno
ms Uno', del 6 de julio de 1982; publicada en la revista Guchachi' Reza, H.
Ayuntamiento Popular de Juchitn, segunda poca, No. 13, diciembre de
1982, bajo el ttulo 'Carta no publicada', p. 18.

422 Carlos Manzo


La desaparicin fsica de Vctor Yodo marca un importante
punto de quiebre en toda la historia poltica de Juchitn, y en
parte de Oaxaca, este hecho se inscribe en el despreciable
conjunto de hechos represivos que marcaron una de las etapas
ms violentas que haya vivido el pas en la denominada guerra
sucia, precisamente en la dcada de los 70s del siglo XX, apenas
algunos aos despus de la sangrienta represin que vivieron los
estudiantes en Tlatelolco, en la ciudad de Mxico, el 2 de Octubre
de 1968. La particularidad, nada insignificante que queremos
resaltar de estos pasajes es que tanto los asesinatos del 68, las
vctimas de la guerra sucia y la desaparicin de Vctor Yodo, as
como otra serie de asesinatos y desapariciones ocurridas durante
y despus del movimiento de la APPO en 2006 en Oaxaca,
permanecen an en nuestros das, diciembre de 2010, en la ms
flagrante y total impunidad.
Todo un conjunto de eventos represivos organizados desde las
ms altas esferas del poder, mismos a los que sumando la
represin de las ltimas dcadas, incluidos los saldos del
movimiento social Atencoaxaqueo de 2006, hemos denominado
ya en otra parte impunidad de Estado.469
La desaparicin fsica de Vctor Yodo en 1978, es un hecho real
que marca la consciencia de la gente de la comunidad que en
torno a l lleg a compartir sus intereses polticos, en este caso la
defensa de la comunalidad territorial y poltica binniz de
Juchitn470 .
Si recorriramos la historia del Istmo a contrapelo,
encontraramos marcas o parangones significativos en la misma,
que se definen y presentan como interesantes coyunturas tales
como:

469
Cfr. Manzo (2007).
470
Que comprendera en trminos agrarios a un conjunto de comunidades
como: Unin Hidalgo, Xadani, Chicapa, La Ventosa y Espinal.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 423


a) La represin, tortura y asesinato de Coijopi a manos de la
inquisicin (circa 1562), analizado en detalle en el captulo
cuarto del presente trabajo.
b) La represin, destierro, crcel y muerte de las y los dirigentes
de las rebeliones del siglo XVII (1660-1662), tratada en un
breve apartado del mismo captulo cuarto.
c) La represin, asesinatos, incendio y despojo de San Vicente
de Juchitn, a manos de tropas juaristas y de Flix el Chato
Daz en 1850 y 1870, respectivamente, as como la posterior
venganza colectiva comunitaria de este hecho (1871-1872).
Sobre estos ltimos sucesos, la noticia de la primera parte
(1850), apareca en el Diario Oficial de Chiapas, que en su
deseable y poco fiable versin informaba entonces:
Aterrorizados los rebeldes de Juchitn con los resultados del
incendio con que pretendieron amedrentar a las fuerzas de
gobierno, y perseguidos sin tregua por el ciudadano
gobernador, perdieron sus principales caudillos, fueron
derrotados y dispersados completamente, de manera que ya
no quedan ms que algunas partidas, que no pasan de diez
hombres, robando en los pueblos de poca poblacin y
rancheras inermes.471
Como he sealado en el captulo quinto, las partidas
referidas en la versin oficial fueron capaces de
apertrecharse y coaligarse con rebeldes de otras regiones del
estado para tomar la ciudad de Oaxaca en enero de 1852.,
adhirindose al Plan Jalisco.
La parte final de este pasaje histrico es la tortura y
linchamiento de Flix, el Chato, Daz a manos de los
Juchitecos en las salineras cercanas a Pochutla, en febrero de
1872.472

471
Tomado de Guchachi' Reza, Segunda poca, No. 6 , Marzo, 1981, p. 24.
472
Ibdem, p. 28.

424 Carlos Manzo


d) Los asesinatos de los rebeldes Jos F. Gmez, Che Gmez y
su hijo Chechito, por Jurez Maza el primero y por Donato
Bravo, el hijo, 473 en los aos de 1911 y 1924,
respectivamente. He intentado un tratamiento mnimo de
estas rebeliones en el captulo quinto de este trabajo. Slo
quisiera destacar aqu el carcter autonomista de las
demandas emanadas de estas rebeliones, tanto en el siglo
XIX como en el siglo XX, muy al margen a veces de las pugnas
entre liberales y conservadores y/o porfiristas y
revolucionarios, segn fuera el tiempo y el caso.
De hecho, una periodificacin histrica del siglo XIX para el
caso del sur del istmo puede considerar, desde los primeros
planes de colonizacin emanados del primer congreso
independiente, hasta la segunda intervencin
norteamericana de 1914, pasando por las rebeliones
autonomistas de Che Gorio Melndre y Che Gmez, como he
tratado de mostrar en el captulo V de este trabajo. Por la
documentacin disponible para el anlisis de estas
rebeliones, no cabe la menor duda de que en ambos casos la
vallistocracia oaxaquea capitaneada por Jurez, padre e
hijo, urdieron formas de represin selectiva que terminaron
con el asesinato de ambos rebeldes.
e) Un elemento que no podramos eludir en esta revisin lo
constituye el Charismo agrarista y represor; que se explica
sobre todo por las campaas e incursiones del 13o Batalln
contra infidentes Delahuertistas, en territorio de la tribu
Yaqui en Sonora, adems de las campaas anticristeras del
mismo Batalln en Jalisco, Guanajuato y Colima como ya
hemos visto en el captulo VI--; el premio al militar fue su
oficializacin en el poder poltico regional y en una suerte de
carrera poltica que lo llev de presidente municipal a
senador, primero bajo el padrinaje poltico militar de Joaqun
Amaro y despus por el propio Alvaro Obregn y Plutarco

473
Cfr.Bravo Izquierdo (1948).

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 425


Elas Calles. Este pasaje signific hasta cierto punto la
institucionalizacin de la rebelda juchiteca, sustentada en el
reconocimiento de la comunalidad agraria y el surgimiento
de ejidos, as como en la permanencia de cierta autonoma
poltica local, basada en cierto caudillismo charista y
cacicazgo priista, hasta antes de los conflictos que en los
aos 70s dieron origen a la COCEI.
f) Como ya hemos sealado al inicio del presente apartado, la
desaparicin de Vctor Yodo a manos de elementos del
ejrcito, el 11 de julio de 1978,474 constituye uno de los
factores desquiciantes de la historia de la comunalidad
agraria regional y ms especficamente de la binniz
juchiteca; el quiebre ms significativo que se inicia en esta
etapa es el abandono de las demandas agraristas por parte
de la COCEI y su nuevo ideario reducido a intereses de
representacin poltica o poltico-partidista.
g) Ms recientemente, en el plano regional y estatal, la rebelin
zapatista y el surgimiento, consolidacin, represin y
permanencia de la APPO, enmarcan y definen un contexto en
el que distintas luchas por la comunalidad agraria, la
autonoma poltica y, en fin, el reconocimiento de los
derechos de los pueblos indios, han sido y continan siendo
permanentemente reprimidas por aparatos judiciales,
policiacos y paramilitares estatales y federales.
Algunas especificidades de tan distintas coyunturas histricas
ya han sido revisadas en los anteriores captulos; otras ms
recientes precisan ser narradas en detalle en el presente captulo,
como parte inherente de una historia vigente, como una suerte
de fundamento histrico de lo que he denominado la
comunalidad y utopstica india.

474
Segn consta por declaraciones de tstigos en el Expediente 388/979, de la
Agencia del MP de Juchitn. Publicada en Guchachi' Reza, No 13, Diciembre
de 1982, p. 19.

426 Carlos Manzo


Vctor Yodo, al igual que Asis Manuel Bautista, 475 siguen
desaparecidos, sus familiares binniz y nahuas de regiones
distantes en la misma costa del Pacfico mexicano, se quedaron
con ese vaco insustituible que a veces slo la muerte de los seres
queridos reconforta, perderlos sin saber ms de ellos es a veces
ms lacerante que velarlos, despedirlos y adorarlos, de acuerdo a
los usos y costumbres de cada pueblo, binniz o nahua, por lo
dems, en los umbrales del siglo XXI, la impunidad sigue
campeando el horizonte.

VIII.2 Comunalidad: el sentido histrico de la


resistencia de los pueblos de Maz.
El meollo del asunto sobre la idea de que lo comn
nos remite a la Francia del siglo XVIII y al siglo XX en
China, no es necesariamente preferible con respecto
a la idea de que lo comunal se remite a la
organizacin socioeconmica de la civilizacin
indgena en Amrica, la cual fue interrumpida por los
civilizadores europeos, quienes crearon las
condiciones para que sucediera el siglo XVIII francs.
(Mignolo, 2009)476

475
Originario de la comunidad nahua pohr de Santa Mara Ostula, en la costa
nahua de Michoacn, al momento de su desaparicin o levantamiento,
como se ha hecho comn denominarle en esta era violenta en Mxico a
estos casos, cubra el cargo de presidente del comisariado de bienes
comunales de Santa Mara Ostula, en un contexto de reconstitucin de su
autonoma por va de la recuperacin de ms de mil hectreas de tierras
comunales del costeo paraje denominado Xayakalan, en una cruenta
disputa por el territorio con empresas tursticas transnacionales, en
complicidad con el narcotrfico y los gobiernos del estado y federal.
476
The point being that an idea of the common that goes back to eighteenth
century France and twentieth century China, is not necessarily preferable to
the idea of the communal that goes back to the socioeconomic
organization of indigenous civilization in the Americas, disrrupted by
European civilizers who created the conditions for eighteenth century France
to happen. Consultado en http//www.waltermignolo.com/2009. Traduccin
del autor.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 427


En relacin a la comunalidad, quisiera remarcar que se trata de un
concepto con sentido histrico y antropolgico, desde la propia
visin indgena, con una alta connotacin relativa al anlisis
cultural del modo de vida de los pueblos indios; de acuerdo con
Rendn (2004, 36), la comunalidad es un modo de vida o sistema
cultural que llamamos comunal, el cual no es una entidad acabada
e inmutable, sino que es algo en permanente movimiento y
cambio, es decir, en proceso de realizacin y modificacin
constante. Probablemente a este carcter dialctico del
concepto se deba el que algunos antroplogos consideren en el
tratamiento del tema de la comunalidad cierta ausencia de rigor
conceptual.
El concepto nos permite sobre todo el anlisis comparativo en
tanto que en su existencia su dimensin histrica encierra,
retomando a Rendn, la semejanza fundamental de los pueblos
indios heredada de su antigua cultura an con sus cambios y
diferencias- que enlaza e iguala a los pueblos indios es la vida
comunal, o comunalidad, la cual puede entenderse como la
igualdad de derechos y obligaciones de todos los miembros de
una comunidad para participar en la decisin del destino de sta,
as como para disfrutar de sus bienes y productos (Ibid. 37).
Independientemente de las diversas perspectivas conceptuales
de la Comunalidad, conviene aclarar en principio que se trata de
una construccin conceptual, resultado de una tarea colectiva,
generada a partir de numerosos dilogos sostenidos con hombres
y mujeres, jvenes, adultos y ancianos, campesinos, artesanos,
profesores y miembros de grupos, organizaciones y comunidades
indias (Rendn, 2003,11). Con la expresin de sentido histrico,
como sealo en el ttulo del presente apartado, trato de referirme
al contenido socio poltico de la Comunalidad en procesos de
resistencia como distintos movimientos indgenas en regiones
especficas de Abya Yala como: Mxico, Bolivia, Ecuador y Per,
fundamentalmente.

428 Carlos Manzo


En Bolivia , por ejemplo, llama la atencin la reflexin y
propuesta de la comunalidad como un sistema descolonial de
Felix Patzi Paco (2004), al presentar al sistema comunal como una
propuesta alternativa al sistema liberal, dicho sistema es
presentado indisolublemente como mbitos de comunalidad
econmicos y polticos, por lo que respecta al sistema econmico
comunal seala:
Este tipo de economa se la conoce en las sociedades aymaras
y quechuas como la economa del ayllu. Lo que se trata
entonces no es de mantener a la economa del ayllu en su
estado original, sino rescatar su dinmica de funcionamiento y
aprovechar todas las potencialidades tecnolgicas existentes
en el occidente bajo un ethos comunal . En ese sentido la
empresa comunal no es una economa que desecha la
tecnologa occidental, sino ms bien se apropia de todo
aquello que permite optimizar la produccin y crear mayor
cantidad de excedente, slo que, a diferencia de la sociedad
capitalista, dicho excedente recae en el propio trabajador y no
es enajenado por el capitalista o por los burcratas del Estado
como fue en las economas del socialismo real. (Patzi, 2004,
175).
Este denominado ethos comunal, entra en contradiccin con el
ethos liberal, razn por la cual podemos diferenciar claramente
entre lo que he denominado la comunalidad sistmica y una otra
comunalidad que puede presentarse histricamente como
antisistmica. En trminos ms concretos, como en el caso del
corredor elico del istmo, dicha comunalidad sistmica se puede
ejemplificar con el proceso que se lleva a cabo entre el
comisariado de bienes comunales de Ixtepec 477 y la empresa
finlandesa YAMSA.

477
Segn informes del propio comisariado, Ixtepec cuenta con 30,000
hectreas, que ya estn consideradas en un 'ordenamiento territorial', a
partir del cual su asamblea de comuneros acord destinar 200 hectreas a la

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 429


En el caso mexicano la comunalidad resalta, en tanto
concepto en construccin a partir de las experiencias del Taller
de Dilogo Cultural en comunidades o regiones indgenas, en
donde adems de la experiencia en el istmo y la sierra
oaxaqueas en los 80s y 90s del siglo pasado, destacan los casos
de regiones nahuas, wixrika y ahhu y/o hu ju 478 del
centro-pacfico. 479 Enseguida presento un anlisis de los
distintos aportes con que las experiencias del dilogo han
contribuido en el fortalecimiento de la resistencia de estos
pueblos, tratando de profundizar ms en los casos del istmo de
Tehuantepec.

El Wjn Kajn: La Comunalidad Ayuuk


Los Ayuuks que habitan la zona de Tlahuitoltepec, piensan y viven
la comunalidad, de acuerdo a lo que Floriberto Daz expresa en lo
que para el significaba el ser mixe, en los siguientes trminos:
Para un mixe, y en general para un indio en su respectivo
idioma, Jy --es decir el ser humano (que en Occidente se le
llama Hombre) no es el nico con sentimiento y lenguaje,
antes bien es uno ms entre todos los seres vivos de la
naturaleza pues las plantas, el agua, las rocas, las montaas,
etctera tambin expresan y captan sentimientos. La gran
cualidad que tiene Jy es el sentir, reflexionar y expresar
todo esto de los dems, pero no por ello pretende convertirse
en el centro del universo, ni protagonizar as una sociedad
antropocntrica. (Daz, F. 2003, 110)
En este mismo sentido, en reflexiones ms recientes, desde
experiencias dialgicas, quienes han presentado el wjn kajn

realizacin de un proyecto de generacin de energa elica con YAMSA Los


trminos de dicho convenio han sido explicados ya en el captulo anterior.
478
En el reciente TDC en San Pedro Atlapulco se ha discutido la diferencia en el
uso de ha hu para la lengua y hu ju para el pueblo.
479
Como se ha dado en nombrar o adscribir regionalmente a las reuniones y
asambleas de numerosos pueblos participantes en el CNI.

430 Carlos Manzo


como un aporte conceptual a la comprensin del ser y proceso de
generacin del conocimiento y pensamiento comunal ayuuk, han
resaltado las distintas dimensiones por que transita jy inmerso
en el modo de vida comunal hasta arribar a su conversin en el
sujeto humano-pueblo.
Podramos decir que desde esta perspectiva serrana, tambin
desde Guelatao se ha coincidido en considerar la Comunalidad
como fuente del futuro o como una propuesta u ofrecimiento al
mundo que viene desde lo comunitario, la idea de Jaime
Martnez Luna se ilustra como sigue:
Tenemos nuestras propuestas que han de ignorarse entre
sueos y realidades, no es tiempo para llorar sino para caminar
con paso firme. Si necesitas de un bastn hazlo, pero se firme.
Los cambios sern responsabilidad de todos, se acabaron las
maas de dirigencias paternalistas y populistas. No todo se ha
muerto, lo comunitario no tiene ninguna relacin con el
comunismo. Lo comunitario es ms lo que ofrece para el
mundo, es la comunalidad. (Martnez Luna, 2003, 154).
Jaime Martnez Luna en Guelatao, Oaxaca es uno de los
principales pensadores de la comunalidad y del ser comunal en la
sierra, de donde tambin es originario Aldo Gonzlez Rojas, otro
binniz comunalista en su prctica poltica india, podramos incluir
entre ellos el caso de Adelfo Regino, Ayuuk, ellos participaron
como invitados, y en los casos de Aldo y Adelfo tambin como
Asesores, en el proceso de Dilogo de San Andrs Sakamchen de
los Pobres, Chiapas y como promotores, en sus inicios, del
Congreso Nacional Indgena (CNI); su reciente cercana con los
aparatos gubernamentales del Estado los han mantenido un tanto
distantes de las posturas antisistmicas de La Otra Campaa y el
CNI, en los ltimos tiempos.480

480
No obstante, su experiencia y conocimiento lo ha llevado a anteponer una
fuerte resistencia a la invasin de los maices transgnicos en Oaxaca y
Mxico.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 431


Por otra parte, Maldonado (2010,45) considera que: la
comunalidad se trata de una teora en formacin. Hace falta
fortalecerla con los mltiples aportes de la academia (sic) no
obstante, agrega el autor, se trata de algo casi omnipresente
respetado, esgrimido como propio y por tanto vigente incluso
fuera de la comunidad aprendiendo a ser transterritorial para
adaptar la vida en el mundo globalizado. Coincido con esta idea
en lo que respecta a la transterritorialidad comunitaria, aunque
no as con la necesidad de fortalecerla con los mltiples aportes
de la academia, creo que ms bien se trata de un proceso
generador de conocimiento otro que se acerca por vas distintas
de su generacin a una academia hasta cierto punto indiferente.
En este sentido coincido tambin con Maldonado en que se trata
ms que de una teora acadmica una propuesta de mirada
etnopoltica y, agregara, una nueva mirada sociopoltica
alternativa al neoliberalismo.
La comunalidad es entonces, ms all de un faro orientador de
la vida de los pueblos como pueblos, base ideolgica para la
reflexin en la bsqueda utopstica de alternativas al
neoliberalismo global en crisis.

Ndonhuanii Atlapulco, la comunalidad como otro paradigma.


Ya en la escuela el maestro me deca:--Qu idioma
hablas?, no seas huarina, no seas tonta, ya no
envuelvas tus libros con tu rebozo, bscate una
bolsa--.
-Por qu nos dice el maestro que somos indias, que
somos huarinas que no usemos rebozo?, por eso hoy
no se si me da tristeza, alegra o no se porqu se
perdi? Porque nos decan indias huarinas y por estar
cerca de la ciudad. (Ta Ofelia , TDC, Dnhuanii,
2010).
Las palabras de la ta Ofelia, lamentablemente recin fallecida el
pasado mes de febrero de 2011, suenan contundentes y sealan

432 Carlos Manzo


directamente la responsabilidad del estado ante el etnocidio
cultural que algunos lingistas, ante la supuesta imparcialidad y
ascepcia cientficas, han diagnosticado como muerte sbita de la
lengua, sin ubicar ni sealar responsables y sin criticar ni
cuestionar las polticas y el quehacer del sistema educativo y del
indigenismo de las instituciones pblicas que de manera racista
propiciaron y determinaron esta triste situacin.
NDonhuanii, es el nombre hahu de San Pedro Atlapulco,
ubicada en la zona del Alto Lerma, en el municipio de Ocoyoacac,
en el estado de Mxico, la defensa del territorio y la comunidad
constituyen hoy da un punto de referencia ineludible para el
buen entendimiento y conocimiento de la comunalidad como otro
paradigma. Hasta ahora quienes han vivido, entendido, conocido
y difundido la comunalidad hahu, es la propia comunidad de
Atlapulco, aunque bien cabra destacar que en la comunidad, con
todo y las tradicionales divisiones poltico ideolgicas
caractersticas de todas las comunidades del pas, han sido
muchas las familias, entre las que destacan la familia Dionisio
Pea y, tambin, la familia Flores Jurez, quienes de distinta
manera y en distinto momento, aunque siempre en defensa del
ser comunal, han permitido y propiciado cierta interaccin
comunitaria con otras experiencias y expresiones regionales de la
comunalidad. Esta relacin se ha dado tanto en la permanente
participacin comunitaria en las distintas actividades de la vida
cotidiana del pueblo como en su interaccin con expresiones del
movimiento indgena nacional como el Congreso Nacional
Indgena, as como en la permanente relacin con crculos de
estudiantes e investigadores que desde la ENAH y otros espacios e
instituciones han permitido la recreacin del conocimiento sobre
y acerca de la comunalidad en San Pedro Atlapulco.
En un ejercicio de dilogo cultural, realizado en el mes de
mayo del ao 2001, contando entonces con la coordinacin de
Juan Jos Rendn, se lleg a la conclusin de la necesidad de
impulsar la formulacin y aprobacin de los estatutos comunales,
a fin de contar con su propio sistema normativo orientado a la

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 433


defensa de los distintos mbitos de la comunalidad,
fundamentalmente en lo que respecta a la consolidacin y
defensa del territorio comunal. Recientemente, la asamblea de
comuneros de San Pedro Atlapulco ha aprobado la primera
versin de dicho estatuto.
Un importante ensayo, hasta ahora indito, ha sido elaborado
por Juan Dionisio Pea (2009), presentado en el marco del curso
sobre Comunalidad y Dilogo Cultural en la Escuela Nacional de
Antropologa e Historia, en el transcurso del semestre 2009-A. El
trabajo consiste en una visin etnogrfica comunitaria de la
comunidad de San Pedro Atlapulco, en donde destaca la
definicin y descripcin de los elementos fundamentales y
complementarios de la comunalidad, con especial nfasis en la
defensa del territorio comunal y de los distintos elementos de la
cultura propia.
Desde abril de 2009 se ha venido realizando en ms de veinte
sesiones un Taller de Dilogo Cultural; entre otras conclusiones
visibles en este ejercicio se puede apreciar la dinmica histrica
de la interaccin de los distintos elementos que forman parte del
sistema integral de la cultura. Una problemtica presente en los
distintos elementos que integran el modo de vida comunal, se
presenta sobre todo en cierta ideologa enajenante, privatizadora
e individualista, que permea el inters y la necesidad material del
aprovisionamiento de satisfactores y/o bienes de consumo.
En su tesis titulada Comunalidad y plantas medicinales en San
Pedro Atlapulco, Wenceslao Cervantes Hernndez (2010, 200),
adems de la importante sistematizacin del conocimiento en
torno a la relacin de la comunidad con el herbario comunal y las
plantas medicinales, presenta como una de las conclusiones ms
importantes, el hecho de que:
La investigacin es resultado de un proceso colectivo de
aprendizaje y reflexin llevado a cabo con los compaeros del
Consejo Cultural de Atlapulco y en el que el Taller de Dilogo
Cultural ha servido como herramienta pertinente para la

434 Carlos Manzo


conservacin, recuperacin y difusin de los conocimientos
propios, as como para elaborar un diagnstico de la vida
comunal.
Con base en estas experiencias y conocimientos vivos y
presentes en la historia y vida cotidiana de Ndonhuani, no
obstante los sntomas del etnocidio a que se ha visto sujeto por la
casi desaparicin de la lengua, fsica y geogrficamente ubicado
entre dos amenazantes grandes urbes del Distrito Federal y
Toluca, Atlapulco constituye en si, un otro paradigma que desafa
a las clsicas interpretaciones de la antropologa y las ciencias
sociales con respecto a la existencia de la comunalidad como
fundamento de la resistencia indgena.

Guendalisaa: el venero istmeo


Como ya he sealado al inicio de este captulo, en 1992, en un
contexto de mltiples manifestaciones oficialistas y antioficialistas
para la celebracin de cinco siglos de colonialismo, en la
comunidad-ciudad binniz zapoteca-- de Juchitn, en el Sur del
Istmo, un grupo de promotores culturales instrumentamos un
programa de alfabetizacin en diidxaz, dirigido
fundamentalmente a adultos. Dentro de los pocos resultados
concretos de esta actividad se generaron un conjunto de
cuadernos y guas en diidxaz, que fueron a su vez resultado de
los denominados Talleres de Dilogo Cultural.
El modelo pedaggico de dilogo cultural y alfabetizacin para
las comunidades binniz del istmo, constituye un importante
instrumento resultado de distintos ejercicios de dilogo cultural
binniz, aunque su importancia y vigencia no ha sido aprovechada
por los principales actores del proceso educativo en la entidad, a
pesar de contar con el reconocimiento constitucional de la
comunalidad como fundamento a considerar en las propuestas
educativas. El modelo en si, recupera elementos fundamentales
de la propuesta pedaggica de Paulo Freire, por lo que se refiere
al dilogo sobre la cultura y a las distintas propuestas en torno a
la necesidad de una educacin liberadora.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 435


La importante presencia de Manuel Ballesteros, Dora Mara
Avila, Albino Pedro y Daro Mijangos, entre otros, permitieron que
desde el Centro Cultural Mixe de San Juan Guidxicobi, se pudiera
articular un amplio equipo de trabajo, bajo la coordinacin de
Juan Jos Rendn, que hizo posible la experiencia de la creacin
del alfabeto ayuuk y un modelo y prctica de alfabetizacin en
lengua ayuuk, a inicios de los 90s. Esta experiencia ha sido de las
pocas experiencias exitosas en que han tenido a bien colaborar
equipos interculturales de promotores ayuuk- binniz del istmo.
Por lo que respecta al dilogo cultural y la comunalidad
binniz, relata su experiencia y conocimiento Vicente Marcial
Cerqueda: Cuando terminamos el dilogo sobre el tema lay
formulamos la frase motivadora: Guendarunibia lay tobi si la ne
guendaruunda lu guichi (conocer la tierra es como la lectura en
papel); como se puede observar los trminos frase motivadora
y palabra generadora definen cierta orientacin freireana
presente en los talleres de dilogo cultural para el anlisis de la
cultura propia en dichos talleres. Distintas actividades
caractersticas de los elementos culturales materiales e
inmateriales son relatados y sistematizados en el anlisis de la
situacin sociocultural del humano-pueblo 481 binniz de la
planicie, aunque sobre todo de Juchitn.
La experiencia comunalista de Juan Jos Rendn en diversas
regiones del pas, toma singular importancia en Oaxaca y ms
particularmente en el istmo; en los valles centrales de Oaxaca,
donde, en apariencia, se concentra el poder poltico de la entidad,
la reflexin y prctica sistemtica acerca de la comunalidad as
como la implementacin de Talleres de Dilogo Cultural ha venido
siendo impulsada y adaptada por instancias como la Coalicin de

481
El Mj Wnmny humano-pueblo es un ser integral con visin
comunitaria, capaz de realizar diferentes actividades, solucionar problemas
comunitarios y familiares, crear conocimientos y transmitirlos a las nuevas
generaciones; tomo prestada la expresin y concepto de Xab-Nob Vargas et.
Al. (2007).

436 Carlos Manzo


Maestros y Promotores Indgenas de Oaxaca (CMPIO), 482 con
quienes Rendn realiz diversos talleres.

VIII.3 Xquenda binnilaanu


La utopstica india.
He explicado ya desde el inicio de este trabajo a que me refiero
con el uso del concepto de utopstica, mismo que retomo de
Wallerstein para expresar la necesidad de ejercicios prcticos
emancipatorios y antisistmicos que ya se estn llevando a cabo
en diversas comunidades indgenas de Mxico y en otros mbitos,
reconocidos por Esteva 483 como mbitos de comunidad,
existentes en otras regiones del mundo; en las primeras, sobre
todo como expresiones de la comunalidad caracterstica del modo
de vida de los pueblos indios, as como por ejercicios autonmicos
presentes en su imaginario y quehacer poltico cotidiano, a veces
cercanos a lo que se ha entendido tradicionalmente como sus
usos y costumbres. Su carcter emancipatorio y antisistmico,
coloca a estas acciones en una situacin histrica que las define
como alternativas al neoliberalismo capitalista en su ltima etapa
como modelo histrico civilizatorio en crisis.
Una de las preguntas obligadas cuya respuesta queda en parte
cubierta a lo largo de este captulo, es la de la estructuracin de
algunas acciones y estrategias polticas del Movimiento Indgena
Nacional484 frente al Estado o, si se quiere, a las polticas de

482
Se trata de una agrupacin de maestros indgenas reconocida al interior de
la Seccin 22 de la CNTE en Oaxaca; Beatriz Gutirrez y Fernando Soberanes,
constituyen dos de sus destacados integrantes que conocen en detalle y han
implementado en distinto momento el modelo del TDC y la reflexin en
torno a la comunalidad.
483
As lo manifest Gustavo Esteva en una conferencia titulada 'La insurreccin
en curso', impartida el 30 de octubre de 2010 en el Instituto de
Investigaciones Econmicas de la UNAM, como parte de las actividades del
Observatorio de Geopoltica de dicho instituto.
484
Por Movimiento Indgena Nacional, comprendemos toda expresin poltico
organizativa asumida en aras de la reivindicacin de su identidad como
pueblos y comunidades indgenas, independientemente de que su discurso y

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 437


Estado o pblicas, y algunas de sus expresiones regionales en el
pas, dando prioridad al tema de la problemtica socioeconmica
y a la represin que hoy enfrentan los pueblos frente a la
modernidad neoliberal.485
Hemos ejemplificado en el captulo anterior, cmo un
megaproyecto transnacional se impone en grandes extensiones
territoriales en la regin y anula de facto, soportado por un
entramado jurdico institucional privatizador, cualquier elemento
de derecho al que apelen las comunidades, ejidos o pequeos
propietarios, independientemente de si son ikoots, venteos y/o
binnizs.
Para el caso del istmo de Tehuantepec, tanto en el norte
jarocho como en el pacfico sur, las reivindicaciones etnopolticas
no se han agotado en funcin de la exigencia del reconocimiento
de derechos indgenas frente a las polticas modernizantes.
Algunas organizaciones y comunidades, como la CROISV,486 la
UCIZONI,487 la ADTJ,488 el CDDHT489 y otros colectivos y ONGs,
han expresado la necesidad del respeto y reconocimiento de los

acciones se encuentren corporativizadas o no por el estado y de que, por


consecuencia, sus acciones orientacin ideolgica se presente o no como
antisistmica. En este sentido, el Congreso Nacional Indgena, constituye una
parte de este espectro.
485
Recientemente, el 3 de febrero de 2011, la Polica Federal y del Estado de
Chiapas, detuvieron en un operativo policiaco-militar a ms de 160
ejidatarios, bases de apoyo zapatistas que de acuerdo con sus sistemas
normativos, orientan una experiencia de ejercicio autonmico, poltico y
econmico, en la zona de las Cascadas de Agua Azul, Chiapas. Con acciones
represivas como esta los gobiernos federal y estatal, muestran su violenta e
irracional accin represiva antizapatista, contra los derechos de las
comunidades y pueblos indgenas en esa entidad.
486
Coordinadora Regional de Organizaciones Indgenas del Sur de Veracruz.
487
Por sus siglas: Unin de Comunidades Indgenas de la Zona Norte del Istmo;
con fuerte presencia en comunidades ayuuk Guichicovi-- y binniz
Petapas--.
488
Asamblea en Defensa de las Tierras de Juchitn.
489
Centro de Defensa de los Derechos Humanos Tepeyac, ubicado en
Tehuantepec.

438 Carlos Manzo


derechos de los pueblos, como sera el derecho a la consulta ante
los proyectos de desarrollo, apelando a instrumentos como el
Convenio 169 de la OIT. Sin embargo, no existen procesos,
demandas o procedimientos jurdicos suficientes en curso, que
permitieran hablar de la preeminencia de las reivindicaciones
etnopolticas como seala Briones (2008), en su interesante
estudio sobre la construccin social del riesgo.
Los principales nodos de resistencia social, econmica, poltica
y cultural a los megaproyectos, se expresan en algunas zonas y
comunidades que an mantienen ntegros algunos elementos
como el sentido de pertenencia a la tierra, la consolidacin y
prevalencia del consenso para la toma de decisiones en las
asambleas, en su mayora de comunidades agrarias, trtese de
comisariados de bienes comunales y/o ejidales.
Ejemplos claros de lo anterior se presentan en el contexto de
la imposicin del Corredor Elico del Istmo, tales seran: el
Comisariado de Bienes Comunales de San Mateo del Mar en el
municipio del mismo nombre--, El Comit de Bienes Comunales
de los Palmeros de Unin Hidalgo y algunas personas en lo
individual que ante el desdibujamiento de la comunalidad agraria
en Juchitn, aparecen desde el siglo XIX hasta nuestros das como
pequeos propietarios avalados por los notarios y sndicos.
En el Archivo del Registro Pblico de la Propiedad en Juchitn,
podr apreciarse un incremento en los procesos de privatizacin
de bienes comunales y ejidos del pueblo binniz no slo de
Juchitn, sino tambin de Xadani, los ejidos de Alvaro Obregn, el
Comisariado de Bienes Comunales de San Blas Atempa, Los
Comits de Bienes Comunales de Unin Hidalgo, por referirnos
mnimamente a un panorama de las relaciones en torno a la
tierra, o, si se quiere, agrarias en diversas comunidades del sur del
istmo.
Las afectaciones y modificaciones a la comunalidad como eje
articulador de los nodos de resistencia, es precisamente el
resultado de ese largo proceso modernizador que ha trastocado

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 439


directamente durante siglos el modo de vida de los pueblos. Que
an pareciendo un proceso irreversible, se presenta como
alternativa al modelo civilizatorio neoliberal en crisis. Pensar y
hacer comunalidad constituye un ejercicio de utopstica an
proviniendo de diversas fuentes epstemicas, comunalidad y
utopstica se complementan y definen una nueva dimensin del
pensamiento en las ciencias sociales.

VIII.4 La comunalidad y el Movimiento Indgena


Nacional.
En la historia reciente del movimiento indgena nacional en
Mxico, el fortalecimiento de la comunalidad se propone como
una prctica poltica antineoliberal y por tanto antisistmica y
anticapitalista. Los casos ms recientes de la defensa del territorio
comunal de los pueblos Wixrika en Tuapurie490 (2007) y del
pueblo Nahua en Xayakalan, en julio de 2009, destacando en esta
ltima el ejercicio de la autodefensa indgena como un ejercicio
del derecho a la libredeterminacin, evidencian que en la actual
etapa de depredacin neocolonial impulsada por las empresas
transnacionales en nuestros territorios, es la apelacin al
reconocimiento de la comunalidad indgena territorial, la que
obliga a los estados neoliberales a replegarse ante la necesidad
del reconocimiento de facto de la comunalidad territorial de los
pueblos.
Hace dos aos, en agosto de 2009, el Congreso Nacional
Indgena realiz su II Asamblea Extraordinaria en Xayakaln,
Ostula, Michoacn, independientemente del contexto de
sobremilitarizacin de la zona, los indios ah reunidos adems de
exigir respeto a nuestro derecho a la autodefensa declaramos:

490
Donde se celebrara la XXIII reunin del CNI, regin centro pacfico, y en
donde hasta octubre de 2010, se encuentra suspendida la construccin de
una supercarretera.

440 Carlos Manzo


Para nosotros la resistencia es la otra poltica, es el
fortalecimiento de la comunalidad, de la autonoma de la
integracin del pensamiento y del sentimiento de identidad de
nuestro ser indgena, es nuestra alternativa histrica, es el
camino que nos queda, es resultado de nuestra historia,
siempre resistir es conservarnos, cuidarnos, permaneciendo,
hablando nuestras lenguas, cuidando a nuestros hijos,
nuestros maces, cuidando nuestra manera de ensear,
nuestra manera de cuidar nuestra madre tierra, esa es la otra
poltica que ahora juntos mexicanos y mexicanas indgenas y
no indgenas honestas debemos buscar para que permanezca
el ser y el espritu de nuestros pueblos.491
La cita anterior es una caracterizacin de la resistencia en los
pueblos indgenas de Mxico, resultado de un trabajo de dilogo
entre indgenas de distintas regiones del pas, desde el rarmuri y
el yaqui del norte, hasta el cuicateco, triqui y binniz del sur,
misma que muestra cmo hoy se sigue viviendo en comunidades
y barrios, no sin una interminable ola de adversidades propias del
violento tiempo neoliberal que ahora toca a la puerta de los
bosques, aguas , aire y montes de los indios en Mxico; el CNI,
que tambin ha sido denominado la Casa de Todos los pueblos
indios de Mxico, busca un interminable dilogo con otros
posibles actores antisistmicos en la sociedad nacional mexicana,
presentando en resumen una nueva propuesta poltico
organizativa que abreva de la comunalidad indgena y que en la
citada declaracin queda expresada en los siguientes trminos:
Nuestro modo de cmo somos en la comunidad es otro
gobierno tambin donde hay mucho que aprender mucho que
retomar y practicar, para nuestro Congreso Nacional Indgena,
la Casa de todos los pueblos indios de Mxico, reiteramos
nuestra prctica y principios como los principios que deben

491
Cfr. 'Declaracin de Xayakalan', documentos de la Asamblea Extraordinaria
del CNI, 7, 8 y 9 de agosto de 2009.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 441


orientar esa otra nueva poltica anticapitalista de todos los
mexicanos desde abajo y a la izquierda:
1. Obedecer y no mandar
2. Bajar y no subir
3. Representar y no suplantar
4. Proponer y no imponer
5. Convencer y no vencer
6. Construir y no destruir
7. Servir y no servirse.492
Este conjunto de propuestas, eman originalmente de la
intencin del 1er. Foro Nacional Indgena493 por orientar la accin
de lo que posteriormente desembocara en la instalacin del 1er.
Congreso Nacional Indgena. Aprobados y llevados a la prctica
por el CNI, constituyen una propuesta vigente del neozapatismo
en el proceso de definicin de la otra poltica en el marco de La
Otra Campaa.

VIII.5 La Utopstica india y el dilogo cultural:


fuente de futuro
El Taller de Dilogo Cultural se ha planteado, parafraseando a
Juan Jos Rendn, como:
...una metodologa participativa para estudiar diagnosticar y
fortalecer las culturas de nuestros pueblos, una metodologa
elaborada para reconocer los aspectos fundamentales de las
culturas indgenas, para diagnosticar su estado de
conservacin, cambio o prdida, as como para proponer
acciones que permitan su recuperacin y desarrollo. (Rendn,
2004, 11-12).
Se propone tambin como una herramienta til para
personas, grupos, organizaciones y comunidades indgenas, as

492
Cfr. Ibid.
493
Realizado en San Cristbal de las Casas, Chiapas, en enero de 1996, un mes
antes de la firma de los primeros acuerdos.

442 Carlos Manzo


como para todas las personas comprometidas en la lucha de
liberacin de los sectores sociales que producen y reproducen las
culturas populares e indgenas de Mxico y el mundo.494
En el caso de Mxico, en la amplia y vasta geografa
multinacional de sus pueblos indgenas, desde 1991 a la fecha, se
han realizado Talleres de Dilogo Cultural en y con comunidades
de los siguientes pueblos:
a) Ayuuks
b) Binniz
c) Nahua
d) ha hu
e) Wixrika
f) Zoque
g) Ikoot
h) untaj+iy
EL fortalecimiento de distintos elementos y mbitos de la
comunalidad, como es el caso de la lengua y la defensa del
territorio, es una prctica que resulta de la realizacin de Talleres
de Dilogo Cultural. Ms especficamente, los talleres de dilogo
cultural, pueden considerarse como una prctica educativa
emancipatoria, en el sentido ms freiriano e indgena que pudiera
connotar. En trminos muy generales la prctica del taller
consiste en:
I. Presentacin general de participantes, intereses, objetivos,
algunos conceptos, explicacin sobre el sistema integral de la
cultura y definicin del temario general del TDC, de acuerdo
a los intereses y objetivos de los participantes.
II. Identificacin de los elementos culturales, fundamentales y
complementarios o auxiliares, indispensables en la
reproduccin del modo de vida comunal.

494
Ibid., p. 12.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 443


III. Diagnstico situacin que guardan los elementos culturales
identificados en la etapa anterior.
IV. Integracin y definicin de un plan de accin para la
recuperacin y fortalecimiento de la comunalidad.
V. Evaluacin del taller.
En un primer acercamiento para la explicacin de la
integralidad de un sistema cultural Juan Jos Rendn present a
inicio de los 90s un esquema denominado La Flor Comunal,
como ya hemos visto en el 1er. captulo.
Esta esquematizacin, que de alguna manera refleja una
pretensin educativa de Juan Jos Rendn, se aliment
fundamentalmente de la experiencia del dilogo con y en
comunidades de los pueblos antes sealados. En los casos Ayuuk
y Binniz, por ejemplo, la especializacin del taller de dilogo
cultural para derivar en programas de alfabetizacin en lengua
indgena, presentaba ya resultados concretos desde 1992, an
cuando en el caso del diidxaz exista ya una cierta tradicin en su
lectoescritura, por lo menos desde la primera mitad del siglo XX.
En el caso de la Repblica de indios de Ayotitln, 495 la
realizacin del taller de dilogo cultural en 1995, deriv en la
recuperacin de la figura poltico comunitaria del Concejo de
Mayores de la comunidad de Ayotitln, que hoy funge como
autoridad real del pueblo, en un contexto ajeno a los tradicionales
esquemas de la representacin por partidos. Actualmente, la base
social indgena aglutinada en torno al Concejo de Mayores de
Ayotitln, ha logrado la representacin del Comisariado Agrario
Indgena de Ayotitln y enfrentan, al igual que muchos pueblos de
Mxico, el despojo que realiza la empresa transnacional minera
denominada Pea Colorada.

495
Nombre que en la poca colonial se dio al pueblo indgena nahua de
Ayotitln, Municipio de Cuautitln, en el sur de Jalisco, Mxico.

444 Carlos Manzo


Por la realizacin de algunos talleres de dilogo cultural en
comunidades untaj+iy, nahua, binniz, ayuuk, ikoot y por la
interaccin en campo en las zonas zoque y chontal hemos podido
identificar y constatar la existencia en la regin del istmo de
Tehuantepec de un conjunto de problemas ambientales y
socioculturales que podramos expresar en los siguientes
trminos:
a) Alta fragilidad ecolgica de la regin, resultado de la
acelerada devastacin industrializadora de los ltimos
cincuenta aos.
La industria petroqumica, la ganadera extensiva, el cultivo
de la caa y ltimamente de eucalipto y palma inducida, han
propiciado un avance del desmonte o deforestacin, an
dentro de las Reservas de la Biosfera decretadas por el
estado.
b) La desarticulacin sociocomunitaria por la existencia de un
considerable nmero de iglesias protestantes y la
predominancia del sistema poltico electoral de partidos,
generan en conjunto tendencias al individualismo y a la
prdida del ceremonial ritual de veneracin a los muertos496.

Conclusiones
La utopstica, la comunalidad y el dilogo cultural en conjunto
constituyen una prctica poltica emancipatoria que los pueblos
indios de Mxico proponen como una alternativa al modo de vida
occidental actualmente en crisis; el fortalecimiento de la cultura
propia de los pueblos, sobre todo en lo que se refiere al
reconocimiento y defensa de la territorialidad comunal, implica el
fortalecimiento de la resistencia india.

496
Los casos de excepcin en este sentido son Juchitn, Unin Hidalgo, Xadani,
San Bls, la mayora de los barrios de Tehuantepec e Ixtaltepec.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 445


Como ya lo hemos sealado recientemente, 497 la
comunalidad en este sentido, y en oposicin a la visin
colonialista, es una mirada india, es una visin que tiene como
trasfondo una lgica propia con base en su cultura y sta a su vez
ha sido de resistencia y requiere de una valoracin.
Desde la perspectiva de la comunalidad, los pueblos indios
comparten la cultura del maz. Para los pueblos indgenas decir los
pueblos del maz no es una mera construccin potica, llamamos
la atencin sobre la importancia central de este elemento en la
cotidianidad y la espiritualidad milenaria de pueblos y
comunidades, as como en la riqueza biocultural que representa
para la humanidad y que hoy se encuentra amenazada desde
distintos frentes por la desconsiderada legalizacin de
experimentar en los cultivos con maces transgnicos, la cual
constituye una de las peores amenazas a nuestra cultura que no
se haba visto durante los ms de cinco siglos de resistencia, ah
donde todava existe tal.
La comunalidad tiene entre sus antecedentes un conjunto de
expresiones histrico-culturales en el contexto de la realidad de
los pueblos indgenas de Oaxaca en los ltimos 20 aos. Esta
experiencia ha tenido como uno de sus principales promotores a
Juan Jos Rendn Monzn, quien recorri y vivi durante ms de
treinta aos con las comunidades binniz y ayuuk, desde donde, a
travs de los TDC realiz un interesante ejercicio de
sistematizacin de un importante nmero de elementos
constitutivos de las culturas indgenas, experiencia a la que en
sntesis lleg a denominar: sistema integral de la cultura, y que
se expresa ilustrativamente a travs de la Flor Comunal.

497
Me refiero al curso taller, que bajo el ttulo de Comunalidad y Dilogo
Cultural, hemos impartido con Wenceslao Cervantes, en la Escuela Nacional
de Antropologa e Historia (ENAH), durante los semestres 2009B, 2010A y
2010B.

446 Carlos Manzo


La comunalidad ha sido histricamente uno de los ncleos de
la resistencia en los procesos de dominacin, en dicho proceso
colonial en los ltimos cinco siglos y su actual expresin
neocolonial, ha tenido que enfrentar a dos patrones de
dominacin que se expresan en el racismo o discriminacin y el
patriarcado.
Reconocemos a los pueblos indios, indgenas u originarios
como una sociedad construida sobre una tica de las relaciones
entre sus miembros; epistemolgicamente utilizamos el concepto
de pueblos indios, indgenas u originarios, fundamentados en su
reconocimiento como sujetos de derecho en contraposicin a la
visin occidental que considera pasivamente a las comunidades
como objetos de estudio, sin una capacidad propositiva en un
proceso histrico especfico. En este sentido, en Mxico los
pueblos indios somos sujetos de procesos histricos
emancipatorios, con voz propia y con propuestas que, por lo
general han sido ignoradas dado el patrn de dominacin en el
terreno educativo y de pensamiento en los espacios pblicos de
decisin y an de discusin poltica y acadmica.
Lo anteriormente expuesto es oportuno ya que es necesario
construir una relacin de respeto y reconocimiento hacia los
pueblos indgenas, como primera condicin mnima en el intento
por unir las luchas de otros sectores de los movimientos sociales y
populares, por parte de las distintas sociedades nacionales de
Abya Yala, as como tambin en el medio acadmico es necesario
este reconocimiento por parte de la antropologa y las ciencias
sociales, para evitar cosificar a nuestros pueblos mediante el uso
de trminos y apelativos tales como grupos tnicos.
En ltimas dcadas, como resultado de un contradictorio
proceso histrico de larga duracin, se han venido planteando por
parte de los pueblos la necesidad del respeto y reconocimiento de
su derecho a la autonoma y libre determinacin, no en el sentido
de buscar formas socialmente segregativas del resto de la
sociedad nacional, sino como la reivindicacin de su necesaria

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 447


existencia con un conjunto de elementos materiales e
inmateriales como sus territorios, sus recursos naturales y su
cosmovisin.
En los ltimos veinte aos, la comunalidad o modo de vida de
los pueblos indios, forma parte de una gama de conceptos que
han emanado del pensamiento y la prctica de los movimientos
indgenas del continente, preocupados por fortalecer y explicar la
resistencia contra las consecuencias de las crisis econmicas y
polticas neoliberales que hoy se manifiestan ms que nunca en
un mundo globalizado.
La comunalidad se presenta tambin como una alternativa al
modelo civilizatorio en crisis, en un largo proceso de transicin en
donde desde diversas regiones del mundo se ensayan formas
horizontales y colectivas de ejercicio del poder, mandar
obedeciendo, a travs de la realizacin de asambleas para la toma
de decisiones; la reciprocidad, como una caracterstica
permanente en las relaciones econmicas y socioculturales,
constituye otro rasgo caracterstico de la comunalidad en Mxico
y en otras regiones de naciones y comunidades andinas en el
Cono Sur.
En el marco de un proceso histrico universal caracterizado
por la destruccin de los ecosistemas y la desarticulacin y
extincin de las comunidades rurales e indgenas en el mundo, la
comunalidad en tanto prctica y pensamiento caracterstico de
pueblos indgenas en resistencia, constituye parte de la utopstica
necesaria para la construccin y diseo de modelos socio-
econmicos y culturales alternativos al modelo civilizatorio
capitalista en crisis; la utopstica en este sentido y de acuerdo con
Wallerstein, ms all de cualquier ideal, sueo u horizonte
ideolgico de altermundistas, constituye una prctica presente en
diversas regiones del mundo globalizado, ms caracterstica de
regiones de pueblos originarios de Asia, frica o Amrica, aunque
tambin presente en el quehacer cotidiano de colectivos urbanos
y rurales de otras latitudes en el ltimo decenio.

448 Carlos Manzo


Conclusiones Generales

Metodologa para m,
es brindar respuestas a las preguntas.
S. Dube498

En este tratado histrico antropolgico regional-global pensado y


recreado a lo largo de los ltimos 4 aos, no puedo menos que
reconocer al momento de su cierre y conclusiones ciertas
limitaciones, asperezas y obstculos que se han venido
presentando en la ruta elegida, en el nimo de que otros quienes
llegaran a transitar por la misma, o parte de la misma, pudieran
sortear u obviar dichas dificultades con mejor suerte que la que
ha corrido el presente trabajo. Pareciera entonces que estuviera
dejando al azar las posibilidades reales de la construccin de un
conocimiento histrico antropolgico vlido desde el punto de
vista meramente cientfico; tratndose del caso de una
investigacin enmarcada en un mundo tan diverso, peligroso y
mgico, creo que la fortuna o infortunio de lograr llegar a la
concrecin de mnimos aportes que ayuden al fortalecimiento del
andamiaje terico gnoseolgico de nuestras distintas disciplinas,
si tiene que ver, definitivamente, con esa permanente
incertidumbre muy caracterstica, histricamente, en contextos
nepantli desde Anahuac, que tambin puede entenderse como el
pachakuti del Tawantinsuyu, o bien el kayros sudasitico.
La perspectiva filosfica de una teora amerindia de la
resistencia consiste necesariamente en un ejercicio de filosofa

498
Methodology for me is done asking questions. La expresin corresponde a
una de las charlas en el curso seminario sobre estudios poscoloniales
impartido por el autor en el Colegio de Mxico, durante el semestre 2008-B.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 449


intercultural,499 en donde el dilogo constituye el vehculo de
renovacin y /o adecuacin de dicha teora y prctica de la
resistencia. En este sentido, el guendaliisa binniz el
wejn-kajn ayuuk comparten interculturalmente el concepto de
la comunalidad, para comunicar y dar a conocer desde los pueblos
a las ciencias sociales, parte de las premisas y propuestas
filosficas desde diversas y a la vez homogneas visiones e
imaginarios indios.
La combinacin de formas de escritura semasiogrfica de los
pueblos indios del nuevo mundo con el alfabeto arbigo trado
por frailes y cronistas del siglo XVI, dan cuenta tambin de dos
lenguajes y cosmovisiones que entraaron interpretaciones hasta
entonces existentes de dismbolas realidades que en Abya Yala
marcaron la denominada herida colonial, resaltando de este
inconcluso proceso de colonizacin, en tminos generales desde
la mentalidad inspiradora de gran parte de la historiografa
mexicana, la visin occidental.500 En este sentido, aunque para
otro contexto, describe Hugo Nio (2008, 129):
Para eso, al lado del cura, que certificaba el sometimiento a un
Dios, iba un notario encargado de escribir la historia
verdadera y oficial de lo ocurrido. Este conjunto de hechos,
ya estableci desde su comienzo, una clara hegemona del
alfabeto latino sobre las lenguas indoamericanas y una

499
Como la concibe Betancourt (2001, 371), no slo desde la comprensin sino
tambin de la prctica de la interculturalidad como alternativa a la
globalizacin.
500
En diciembre de 2007, tuve oportunidad de revisar superficialmente el
Cdice Telleriano Remensis, en su versin de microfilm en color; las fiestas y
ceremonias del calendario ritual mexica que en el se expresan, manifiestan
una realidad del pensamiento religioso y cosmovisin que los frayles se
apresuraran a enmendar a partir de la religiosidad y fe catlica de ese
tiempo. Para el caso de los binnigulasa hemos visto como el objetivo de la
empresa evangelizadora no renda frutos hasta bien entrado el siglo XVIII.
Esto evidencia un proceso de resistencia que apenas empieza a ser estudiado
por los binniz.

450 Carlos Manzo


apropiacin unilateral sobre quin contaba la historia, quin la
escriba, que son dos cosas complementarias pero no iguales y,
desde luego, qu sera en adelante lo verdadero: los textos
escritos alfabticamente en espaol y notariados por las
nuevas autoridades espaolas.
No obstante lo anterior, el reconocimiento de una crisis
terminal de modelo civilizatorio, ms que como supuesto como
una realidad imperante, propicia tiempos de utopstica, de
pensamiento y accin alternativas, emancipatorias,
antisistmicas. En este sentido, la formulacin de una teora
amerindia de la resistencia debe considerar variables que hasta
ahora no estaban en juego desde una perspectiva y una prctica
colonialista, derivada del pensar y actuar de cualquier disciplina
de las ciencias sociales, es decir, desde un pensamiento
impregnado de la denominada semiosis colonial.501 Es tiempo de
escuchar y actuar pero sobre todo, parafraseando a Lenkersdorff
(2008), de Aprender a escuchar voces subalternas, precisamente
en el afn de buscar la descolonizacin de dicha semiosis an
imperante.
Por lo que respecta al referente emprico de nuestra
propuesta, en el caso particular del istmo de Tehuantepec, llama
la atencin la manera en que este puente interocenico comunica
y ampla los dominios imperiales de la Espaa renacentista al
pretender e incluir en su orden territorial imperial, otros mundos
existentes allende la mar del sur como fueran los casos del
Anahuac, Abya Yala, el Tawantinsuyu y las Filipinas. Estos otros
mundos, en contrasentido al orden imperial, mantuvieron e
incubaron mentalidades y, por ende, prcticas autonmicas; la
comprensin histrica de estos fenmenos nos permite hoy
hablar de una teora amerindia de la resistencia.
Aunado a lo anterior, metodolgicamente ha sido posible
lograr la articulacin e interaccin de un discurso antropolgico,

501
Tomo prestada la expresin de Mignolo.

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 451


con el anlisis socio histrico o bien con ciertas explicaciones de
procesos microhistricos, comunitarios y regionales, en
determinadas coyunturas marcadas por fenmenos o expresiones
histricas de carcter global. La historia regional explicada en este
sentido, resulta muy enriquecedora en la comprehensin de
contradicciones propias del capitalismo en tanto sistema mundo a
partir del siglo XVI.
En la explicacin del espacio-tiempo de los pueblos indgenas,
de su dimensin del ser comunal en distintas latitudes,
recurriendo a una lectura descolonial de coyunturas que
considero clave en su historia, siento la satisfaccin de por lo
menos dejar indicado un camino claro en la necesaria
investigacin y accin para los que vienen y continuarn
hilvanando historias de resistencia.

452 Carlos Manzo


Bibliografa y fuentes
ARCHIVOS CONSULTADOS
AGN, Archivo General de la Nacin, Mxico.
Ramos:
Tierras, Vols. 431, 450, 578, 588, 776, 1126, 1139.
Mapoteca
Crceles y presidios
Presidentes
ADSC: Archivo de la Dicesis de San Cristbal de las Casas, Chiapas, Mxico.
AGI: Archivo General de Indias, Sevilla, Espaa. Ramo: Audiencia de Mxico, 23, 27, 41,
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1996-1998 Estancias en San Cristbal de las Casas, Chiapas.


1998-1999 visitas al Valle del Uxpanapa, Veracruz (Poblados 1, 5, 13 y 14) y a Jaltepec de
Candoyoc, Mixe, Oaxaca.
2001-2005 estancias en el Sur del Istmo (San Miguel Chimalapas; Unin Hidalgo; Juchitn,
La Venta, La Ventosa; San Dionisio, San Mateo y Sta. Mara del Mar).
2006-2008 Visitas y asambleas en el Sur del Istmo (La Ventosa, Juchitn)
2007 Visita al Istmo veracruzano (Soteapan y Pajapan)
2007-2008 Visitas a San Cristbal de las Casas, Chiapas.
(TDC- 2009)- Realizacin del 1er. Taller de Dilogo Cultural untaj+iy-Nahua-Binniz,
el 22, 23 y 24 de mayo de 2009; Comunidad Mirador Saltillo, Soteapan, Ver.
2009- Asistencia y participacin en la XXIV sesin del CNI Regin Centro- Pacfico,
realizada en la Comunidad nahua de Ostula, Municipio de Aquila Michoacn,
Mxico, 7, 8 y 9 de julio de 2009.
2009- Asistencia y participacin en la 2a. Asamblea Nacional del CNI, realizada en la
comunidad de Xayakalan, Ostula, Michoacn, septiembre.
2009- Asistencia y participacin en la II Foro Nacional en Defensa de los Territorios de
Oaxaca; Jaltepec de Candayoc, Mixe, 13 y 14 de noviembre.
2010- Realizacin de entrevistas en Jaltepec de Candoyoc, Mixe, Oaxaca. Las Choapas y
Moloacn, Veracruz, Tapanatepec, Oaxaca; La Venta y Unin Hidalgo, Oaxaca;
Junio/Octubre de 2010.
(N. de C. Moloacn, 24-X-2010).

OTRAS FUENTES

Peridicos:
La Jornada
EL Universal
El Sur
Reforma
Revistas
El Cortamortaja
Global Energy
Gucha'chi' Reza
Nosotros los Petroleros

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 469


Proceso
Videos
Documental: Ms all de la carretera; producido por Ak-Krak, Gubia XXI y
LIMEDH, Oaxaca, Mxico, 2002.
Dictmenes e iniciativas de la Comisin de Energa.
Manifiestos de Impacto Ambiental (SEMARNAT-DGIRA)
GEF, Project Brief WB; Febrero 25 de 2003.

Documentos y relatoras de reuniones y asambleas regionales y nacionales


Grabaciones de entrevistas en campo a informantes de las comunidades.

PAGINAS EN INTERNET

http://www.mediapart.fr/club/edition/les-autres-ameriques/article/181109/la-c
ommunalite-et-le-dialogue-culturel-instrument-http://www.mediapart.fr/club/e
dition/les-autres-ameriques/article/181109/la-communalite-et-le-dialogue-cultu
rel-instrument- .
http://perso.wanadoo.fr/pierresalama
http://lastresyuncuarto.wordpress.com/2008/10/16/ignacio-ramonetlas-tres-
http://www.gamesa.es/files/file/hr050901.pdf
http://www.ccdhal.org/proyectos-eolicos-en-el-istmo-de-tehuantepec-comit
http://www.narconews.com/print.php3?ArticleID=1607&lang=en
http://sipaz.wordpress.com/2008/11/20/oaxaca-parque-eolico-la-venta-iv/
http://elnortedocumental.wordpress.com
http://www.emprendedor.tv/video832.html

470 Carlos Manzo


Indice de Mapas
Mapa 1. El Istmo de Tehuantepec ........................................................................ 34
Mapa 2. Maices y territorios de los pueblos del istmo ........................... 36
Mapa 3. La regin en el siglo XVIII. . ....................................... 79
Mapa 4. Pueblo de Tehuantepec y estancias de ganado.. ....................... 100
Mapa 5. Pueblo de Tapanatepec y estancias de ganado. . ...................... 101
Mapa 6. Biota fragmentada . ..................................... 110
Mapa 7. Colindancias entre San Dionisio y San Francisco . ........................ 127
Mapas 8 y 9. Comparativo sobre deforestacin del istmo mexicano .............. 156
Mapa 10. Hidrografa y parteaguas continental. ............................. 165
Mapa 11. Laguna Superior, Barra y Mar Tileme. . ........................... 179
Mapa 12 Ro Tehuantepec en Tileme (S. XVIII). .............................. 185

Indice de Imgenes
Imagen 1. Guie guendaliisa binniz. .................................... 14
Imagen 2. La Flor Comunal. . ....................................... 76
Imagen 3. Nepantli. .. ........................................ 81
Imagen 4. El Tianguis. ......................................... 82
Imagen 5. Altepetl. ........................................... 85
Imagen 6. Utensilios para el procesamiento de la grana. . ...................... 138
Imagen 7. Lienzo de tributos y terrazgos .............................. 148
Imagen 8. Cuautla, Ixcatlan y Cuextlaguaca. .............................. 149
Imagen 9. Cosoliacac de los Ahualulcos.. ................................ 150
Imagen 10. Iglesia y convento dominicos de Jalapa Viejo.. ........................ 171
Imagen 11. Foto Nuevo Jalapa, casas palomeras. .. ........................... 172
Imagen 12. Nios y pescador en el Mar Tileme. ............................. 177
Imagen 13. Familia Zoque en territorio de Chimalapas.. ......................... 186
Imagen 14. Foto Paraje ejidal Playa Cangrejo. ............................. 195
Imagen 15. Chivela (S. XIX). .. ....................................... 200
Imagen 16. Quinientos un aos de cabeza ......................................................... 205
Imagen 17. Esteban Maqueo Castellanos. .............................. 267
Imagen 18. Che Gmez en Juchitn. .................................. 297
Imagen 19. General Heliodoro Charis Castro. . ............................. 327
Imagen 20. General Donato Bravo Izquierdo. . ............................. 329
Imagen 21. Ta Chente Doy. ....................................... 332
Imagen 22. General Joaquin Amaro. . ................................ 333
Imagen 23. Charis herido. . ..................................... 347
Imagen 24. Casa en Jaltepec. . ................................... 352
Imagen 25. Isadora Vielma y Lorenzo Vsquez. .. ............................ 356
Imagen 26. Miguel Bolaos Cacho. .. ................................. 359
Imagen 27. Ro Tonal.en Las Choapas .. ................................ 367
Imagen 28. rbol de vlvulas. ................................... 369

Comunalidad, Resistecia y Neocolonialismo 471


Imagen 29. Casero del Barrio Tepito.................................................................. 372
Imagen 30. Pozo monumento ............................................................................ 376
Imagen 31. Laguna Superior desde Playa Unin. .............................................. 379
Imagen 32. Proletarios indgenas. .................................................................... 384
Imagen 33. Chec Cartas. ................................................................................. 386
Imagen 34. Molinos y aves. .............................................................................. 387
Imagen 35. Montaje sobre la Barra de Tileme. ................................................. 409
Imagen 36. Mujeres de Jaltepec. ...................................................................... 423
Imagen 37. Delegados zapatistas al CNI. .......................................................... 426

Indice de Cuadros
Cuadro 1. Los ros de la regin. ......................................................................... 113
Cuadro 2. Distribucin del pueblo indgena Odept (zoque). .......................... 182
Cuadro 3. Personajes y cargos de los gobiernos rebeldes. ............................... 244
Cuadro 4. Conflictos por tierras y salinas durante el s. XVIII. ............................ 247
Cuadro 5. Produccin de Petroleo en barriles (1922-24). ................................. 370
Cuadro 6. Corredor Elico del Istmo. ................................................................ 403
Cuadro 7. Proyecto de PRENEAL en el Corredor Elico del Istmo. ..................... 404

472 Carlos Manzo


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Comunal, Magonismo y Movimiento Salud Indgena Ce-Acatl 105,


Palabras de las comunidades Indgena en Mxico Polticas pblicas 10 Aos de Los Acuerdos
del CIPO-RFM Beas, Maldonado y Ballesteros Ana Ma. Victoria Jardn de San Andrs

Juventud Rebelde La Guerrilla de los 70 La Guerrilla de Autonoma y Derechos


e Insurgencia Estudiantil y la transicin a la democracia Genaro y Lucio Indgenas en Mxico
Hctor Ibarra Hcotr Ibarra, comp. Baloy Mayo Francisco Lpez Brcenas

La Carroza Negra de Bush La Lnea Raz y Razn de Totolapan Ce-Acatl 107,


Soldados Mexicanos en Irak Resistencia en Atenco El drama de la guerra zapatista La Parota, un movimiento
y Afganistn. F. Campbell P. Griselda Snchez Miguel Gerardo Camacho de la R. social en Guerrero

Ce-Acatl 72, Guerrero Ce-Acatl 105, Xayakalan


Los Primeros Acuerdos La Historia y sus Protagonistas La Otra Campaa Sta. Ma. Ostula, Michoacn
de Sacam Chen Baloy Mayo 2005 Un pueblo en resistencia

Ce-Acatl,A.C. Cerro de Churintzio 108, ceacatl2010@gmail.com


Campestre Churubusco, Mxico 04200 D.F. +(55) 5549-1882
Comunalidad, Resistencia y Neocolonialismo
se termin de imprimir el mes de noviembre de 2011
en los talleres de Ce-Acatl, A.C.
Cerro de Churintzio 108,
Col. Campestre Churubusco
Mxico 04200 D.F.
Tel.: +(55) 5549-1882.

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