Presencia Inglesa en Huelva
Presencia Inglesa en Huelva
Presencia Inglesa en Huelva
un
Universidad
l lnternacional
de Andaluca
A
2
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A
La presencia
''inglesa" en Huelva:
entre la seduccin y
el abandono
Agustn Galn Garca (Ed.)
EDITA:
UNIVERSIDAD INTERNACIONAL DE ANDALUCrA
Monasterio de Santa Mara de las Cuevas
Calle Amrico Vespucio, 2
Isla de la Cartuja. 41 092 Sevilla
www.unia.es
COORDINACIN DE LA EDICIN:
Universidad Internacional de Andaluca 1 Agustn Galn Garca
COPYRIGHT:
Los autores
FECHA:
2011
EDICIN:
500 ejemplares
ISBN:
978-84-7993-209-1
DEPSITO LEGAL:
MAQUETACIN Y DISEO:
Noelia Molero Acosa
IMPRESIN:
4
A Mr. Miguel Lpez Pavn, Marqus de
Cangreyers, que nunca vivi en Inglaterra
pero siempre quiso vivir como un ingls.
5
,
lndice
INTRODUCCIN 9
6
EL RASTRO INGLS EN EL PAISAJISMO Y LA JARDINERA DE
HUELVA.
ENRIQUE SNCHEZ GULLN 193
7
8
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A
,
INTRODUCCION
En la diligencia de apertura del Libro de visitas nmero 1,
correspondiente al perodo comprendido entre el 1 de octubre
de 1897 y septiembre de 1915, y habilitado para consignar en
l /as observaciones y prevenciones relativas al cumplimiento del
Reglamento de Polica Minera de 16 de julio de 1897\ escriba el
alcalde de Ro Tinto: "El presente libro, que consta de 600 folios
duplicados, rubricados por esta Alcalda, se destina por la Compaa
Ro Tinto Limitada, propietaria del establecimiento minero que da
nombre a este pueblo, a Libro de Visitas". Es muy probable que el
Sr. Alcalde sufriera un lapsus a la hora de escribir la diligencia de
apertura en cuestin; pero, si le traicion el subconsciente, es la
mejor prueba de la confusin y de la sustitucin de identidades que
la presencia de la Compaa provoc sobre las personas y sobre
las instituciones de "su comarca". Desgraciadamente aquella
suplantacin no ser exclusiva de las autoridades ni tampoco
ser privativa de la poca inglesa. Lo que comenz en 1873
arrastra sus consecuencias hasta hoy. El cobre sedujo al capital,
los responsables polticos del momento lo permitieron hasta los
entresijos ms profundos de la voluntad en el alma los habitantes de
la zona y el encarecimiento del mismo dara paso a una largusima
agona hasta su abandono definitivo.
1
En los encabezamientos de las actas correspondientes y para el periodo que
abarca el libro mencionado, se hablar del "estableciendo minero que explota
la Compaa de Rio Tinto Limitada o, sencillamente, Acta de la inspeccin
girada a las Minas de Ro Tinto.
10
Tal vez, el que mejor haya plasmado esta cuestin sea Cobos
Wilkins, cuando escribe: "Y qu es /a Compaa?, eh, qu es /a
jodida Compaa?... Te Jo dir yo: un fantasma, un maldito fantasma
Por eso nos puede. Porque no hay odos a /os que hablarle, ni ojos
a /os que mirar. No tiene un corazn al que llamar con /os nudillos.
Ni siquiera un rostro al que darle la bofetada ... cmo se enfrenta
uno al tantasma?"2 .El fantasma de ayer tiene hoy nombre de
desidia, apata, abandono. Desgraciadamente su sombra aparece
an hoy sobre todo aquello que pretenda recuperar el esplendor
de la comarca.
11
su parte, A. Snchez Picn, nos hace un dibujo de la actuacin
de los inversores forneos en las mineras andaluzas, con especial
atencin hacia los capitales de origen britnico, despus de glosar
el debate historiogrfico sobre la repercusin del capital extranjero
en el desarrollo minero espaol, para terminar con algn apunte
sobre el legado, sobre todo desde la perspectiva del desarrollo
territorial, que ha dejado el ciclo minero en las comarcas donde se
despleg.
12
efecto, hay que tener presente que la explotacin de los yacimientos
onubenses debe enmarcarse en un proceso de internacionalizacin
del sector minero impulsado por las necesidades de recursos
estratgicos de la economa inglesa en los decenios finales del siglo
XIX. Gracias a su amplia red comercial, Gran Bretaa importar
materias primas estratgicas, como cobre y otros minerales, y
exportar, adems de bienes y servicios, contaminacin al resto
del mundo.
13
en los departamentos ms peligrosos? Por otro lado, el propio
cambio de propiedad fue precedido de un proceso reflexivo sobre
la nueva orientacin que deba tomar la empresa, tanto en este
como en otros aspectos? Seguro que el lector ya ha encontrado la
respuesta.
14
races institucionales que establezca en su entorno garantice la
continuidad de ese o de cualquier proyecto econmico, por lo que
se puede concluir que una aparente racionalidad empresarial en el
presente puede ser perfectamente irracional en tnninos histricos.
15
16
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A
''Ingleses", minera y
cultura. Un ensayo a
contracorriente
Esteban Ruiz Ballesteros.
rea de Antropologa Social.
Universidad Pablo de Olavide.
l. PRESENTACIN
18
11. ALGUNAS IDEAS PREVIAS
19
con la etiqueta genrica de "lo ingls". Esto dice mucho sobre cmo
asumimos, entendemos y expresamos uno de los elementos, no
siempre reconocido en su justa medida, de la cultura andaluza: la
minera (Ruiz, 2001 a). La cultura minera en Andaluca1 tiene matices
y rasgos propios por muchas y variadas razones y a ella se asocia
lo ingls como eptome de extranjero. Los britnicos no han sido los
nicos extranjeros de nuestra minera, pero su presencia ha sido la
ms remarcada. Huelva es quiz el lugar dnde esta circunstancia
se acenta ms. Razones no faltan.
1
Para una visin general ver Ruiz (coord.) (1999a) y Ruiz (1999b)
20
recurso, por tanto es crisol tambin de toda la gente que participa
de ese dispositivo. Pero el enclave tal como se funda se abandona,
su carcter de confluencia no es menor que el de movilidad,
provisionalidad, fugacidadytransfonnacin. Lacomunidad humana
que se asienta en cualquier enclave minero del mundo tiene una
existencia frgil, supeditada a la masa de mineral y su extraccin.
Los enclaves se fundan all dnde el mineral aflora y por tanto
surgen en lugares slo algunas veces ocupados anteriormente,
que desarrollan un sentido casi exclusivamente minero y que con la
minera florecen y se marchitan al ritmo de los trabajos y el mercado.
Huelva est salpicada de estos enclaves, hoy fantasmas de la
minera. Las minas tarde o temprano se cierran, sea por agotamiento
del mineral, por declive en los precios del mercado, o por los
excesivos costes de produccin. En definitiva todas las razones
son concluyentes: la mina, como mina, se agot. Constituyen por
tanto mundos en s mismos, cerrados, conectados con el exterior a
travs del cordn umbilical en que se convierte el ferrocarril antao
y hoy otros medios de transporte. Todo un mundo que surge de
la nada, con los das contados, de ambiente provisional y cuyo
producto es quiz de los ms abstractos e impersonales que haya
generado el ser humano: el mineral. La minera es una actividad
peculiar, industrializada antes que ninguna otra, global antes de que
el trmino se pusiera de moda, atemporal y dislocada como pocas.
Quiz por todo ello la ms inhumana de las actividades humanas,
la que en mayor grado desvincula a hombres y mujeres de lugares
y tiempos, la que ms perversamente desconecta a los humanos
del producto de su trabajo, la que en mayor grado erosiona sus
apegos y afectos por el lugar que habitan.
21
Pero no podemos olvidar una circunstancia crucial: los britnicos y
la minera en Huelva son cosa del pasado. Habitan nuestras mentes
como hechos pretritos. Ms all de la apertura puntual de tal o
cual mina, la minera y los ingleses son historia, as lo vivimos
hoy, as lo representamos. Los britnicos y las minas abandonaron
la cotidianidad de forma traumtica y hoy se han convertido en
fantasmas con los que se quiere reconstruir un pasado que alumbre
el futuro. Sin embargo unos y otras forman parte de la cultura, pero
en qu medida? En ningn momento podemos olvidar que los
fantasmas son tambin seres reales que nos habitan de manera
tan intensa como convenimos que lo hacen las cosas materiales.
El patrimonio y la historia es el mundo preferido de nuestros
fantasmas, dnde los invocamos o exorcizamos.
22
Gonzlez vnchez, 1981 ). Escaso bagaje cultural sera lo britnico
si quedara circunscrito a ladrillos y cerchas. Quiz la reciente
apuesta por la huella inglesa>> en Huelva descansa en un mito
esttico antes que en una reflexin socio-cultural consistente, en
el exotismo antes que en la cotidianidad. Pero todo a su debido
tiempo. Todava tenemos que hacernos una idea cabal del efecto
de lo britnico.
23
Podemos pensar que la diferencia, si bien evidente, se transmuta
en similitud, en mimetismo; o dicho de otro modo: el juego de la
diferencia difumina los parecidos.
24
y Londres. Pero es sin embargo la literatura y el periodismo de la
poca quienes mejor nos la acercan en su dimensin ms sensible
(Ciges, 2003; Espina, 1996; Lunar, 1991 ). Ese carcter entre
foucaultiano y gramsciano que adquiere la compaa se entiende
bien si la asimilamos a la permanente presencia mental de la figura
del padre freudiano: proteccin y amenaza al mismo tiempo.
25
Iglesias y Ruiz, 1999): un imperio que suceda a otro y que no en
vano encontraba los restos gloriosos de aqul.
26
recorriendo la comarca a lomos de su caballo con el winchester
siempre a mano; el otro arengando a las masas obreras en los
mtines de la plaza de toros de Nerva. Y los mineros que no saben
a ciencia cierta cual de las dos figuras les seduce ms. De esta
manera los ingleses" son paradjicamente, al mismo tiempo,
ejemplos de progreso y responsables de la dominacin colonialista.
As aparecen frecuentemente todava en el discurso popular de la
comarca.
27
la significacin de los mercados del jerez en Gran Bretaa. No cabe
duda alguna, sin el papel protagonista de lo britnico en la ciudad
y en el vino hoy Jerez no podra ser lo que es. No obstante, siendo
Jerez una ciudad muy ocupada de su identidad, asunto este que ha
configurado una de las principales caractersticas de la poltica local
(Ruiz, 2000), nunca grupo o sector alguno ha esgrimido lo ingls
como sea de identidad, como factor de idiosincrasia local, ni
siquiera como elemento de identificacin. Todos reconocen el papel
de lo britnico en la cultura local y en el negocio vitivincola, pero
no al punto de integrarlo como distintivo local en s mismo. Cierto
que la presencia britnica efectiva se fue diluyendo con el tiempo,
pero siempre qued la anglofilia, sobre todo en la esttica derivada
de la figura del "seorito". Hubo un evidente antes y despus del
paso britnico por la ciudad. La mayora de las familias locales con
intereses vinateros terminaron emparentando con britnicos, en
una suerte de alianza entre productores y comercializadores que
termin revolucionando la produccin vinatera al modo en que los
britnicos revolucionaron la minera en Huelva (racionalizacin,
eficiencia, etc.). Los britnicos no pasaron fugazmente por las
albarizas y las bodegas, todo lo contrario. Como tampoco pasaron
superficialmente por las minas. Es ms, la ciudad de Jerez sigui
muy conectada con las islas britnicas. Qu hay de diferente entre
un caso y otro?
28
distintivo cultural. Para m la clave est en algo mucho ms simple
y sutil -pero radical- como la diferencia entre el vino y el mineral. De
ello surge un arraigo y apego diferente en una y otra zona.
29
cobre, oro, plata) esta sujeto a un proceso de deslocalizacin y
despersonalizacin que castra sus potenciales funcionalidades
identitarias.
30
con la que nos brinda Carlos Arenas (1999). Ambos trabajaron con
el mismo archivo, pero no encontraron ni cuentan lo mismo en
sus libros. Este ejercicio nos permitira complementar la idea de
que los britnicos nos trajeron el progreso -algo incuestionable--
con la idea de que ellos inauguraron tambin la corrupcin en los
trabajos mineros y sus concesiones, desmitificar el paternalismo
y su ~~altruismo, e incluso cuestionar las capacidades tcnicas
de la compaa. La historia debe escribirse de una forma plural si
nos queremos acercar a una comprensin integral de la realidad, y
hasta hace muy poco la historia de los ingleses pareca tener una
nica versin. Esto siempre es peligroso.
31
constituir la mina. De esta manera lo verdaderamente interesante
sera comprender apropiadamente el sentido del contexto cultural
minero del que forman parte -pero slo parte- ~~los ingleses.
Evidentemente se trata de insertarlos en la actividad minera, en
el modelo de organizacin de una empresa capitalista minera, en
la organizacin cientfica del trabajo, en el carcter colonial de la
presencia de estos tcnicos y sus familias en el suroeste andaluz ...
Desde esta aproximacin podemos comprobar que es el mundo
en torno a la produccin minera lo que crea realmente cultura,
entendida sta como una forma de relacin de los humanos con el
entorno y entre ellos mismos: la propia estructura como empresa
y las relaciones socio-tcnicas de produccin establecen un
marco social y cultural para la vida en una comarca minera; las
caractersticas biosicas del territorio hace el resto. Aliado de todo
ello lo ingls queda un tanto folklrico si se reduce a s mismo, si
se descontextualiza, si se le otorga una centralidad excesiva -que
es lo que habitualmente terminamos encontrndonos.
32
Las minas, con la llegada de los britnicos, vivieron un proceso
bien conocido en la literatura antropolgica sobre la construccin
de identidades sociales. El evidente fenmeno de la construccin
social del yo-nosotros frente a una paralela y necesaria construccin
del otro-ellos. Ese maniquesmo debe ser trascendido si queremos
comprender el papel de los britnicos en la cultura minera en
particular y en los rasgos culturales de la provincia de manera ms
general. Y no se trata de tomar partido por una de las versiones, sino
de integrarlas para una eficiente comprensin de la complejidad
inherente a ese tipo de situaciones socio-culturales en el ambiente
denso de un encalve minero. Los ~~ingleses en Huelva fueron
uno de los polos de esa tensin y difcilmente pueden entenderse
sin atender al sistema conflictivo del que formaban parte. Por
eso resulta del todo ineficaz preguntarse por lo ingls como si
hubiese tenido nunca relevancia propia o exclusiva. No podemos
describir ni comprender una moneda atendiendo tan slo a una
de sus caras. Lo britnico tiene lugar en un clima de conflicto y su
herencia no puede entenderse sin prestar atencin a ese conflicto:
el exotismo no puede separarnos de lo esencial.
33
Esa profunda imbricacin jefes/obreros ha marcado profundamente
la cultura minera, con ms significacin que la nacionalidad de
unos y otros que queda en este caso como una cuestin a mi juicio
ms secundaria en lo sustancial. Por eso el sistema cultural de la
mina se derrumba no cuando se vayan celos ingleses sino cuando
deje de existir esa tensin entre las dos partes definitorias de la
actividad minera: la empresa y los mineros. La empresa se va y los
mineros quedan ante su mina que entra en un letargo parecido a la
muerte. Esta circunstancia da pi a la melancola minera y en este
caldo de cultivo surge celo ingls como aoranza, como evocacin
de esplendor. Pero en realidad lo que define lo minero, la provincia
y sobre todo a las comarcas mineras es la propia mina, la minera
como actividad. Qu duda cabe que lo ingls es un elemento
relevante pero su encumbramiento obedece a otros intereses
distintos a la mera comprensin de la cultura minera.
34
minera en general como algo intrnsecamente negativo, propio del
pasado y a eliminar, como si mltiples prcticas agrarias en boga
en Andaluca no tuvieran un efecto ambiental demoledor (Ruiz,
2001 b). Todo esto hizo necesario buscar otras salidas identitarias
a las comarcas y pueblos mineros, con consecuencias a veces
entre el delirio y el esperpento en un intento de contrapesar el peso
evidente de la minera y de la mina con elementos a todas luces
secundarios como el ftbol o la creacin artstica (Escalera, Ruiz
y Valcuende, 1992, 1993). Ahora asistimos a un movimiento de
ndole provincial pero con eco tambin en las propias comarcas
mineras que a veces dan la impresin de querer olvidar el sentido
minero para sustituirlo por el velo de lo ingls, como si la parte
pudiera hacernos olvidar al todo. Y lo ms curioso es que este tipo
de iniciativas parecen provenir a veces de un mayor entusiasmo
en las zonas costeras de la provincia antes que de las propias
comarcas mineras.
35
"inglesa" en su cotidianidad. Como antroplogo no encuentro
una presencia consistente de lo britnico como rasgo cultural
definitorio. Riotinto pudo haber sido el Gibraltar econmico, pero
es evidente que nunca fue ni es un Gibraltar cultural.
36
lo britnico en Huelva flotaran casi sin sentido. Entonces qu
buscamos hoy con estas ausencias y presencias inglesas en
Huelva?
37
en lo britnico- dejando a otros en segundo plano -por ejemplo,
el que se centrara en los obreros y su mundo-, puede resultar a la
larga contraproducente.
38
tienen un efecto indudable. Pero debemos estar muy atentos para
que la comprensin de la vida en las comarcas mineras no quede
reducida a ~~lo ingls", eclipsndose lo que de rico, heterogneo,
conflictivo y diverso tuvo la vida en las minas. Ni la construccin
de productos tursticos, ni an las iniciativas patrimoniales deben
hipotecar la memoria. Huelva no puede permitirse el lujo de obviar
su dimensin minera e industrial.
39
40
un
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A
Los intereses
extranjeros en las
mineras andaluzas
Andrs Snchez Picn,
Universidad de Almera.
aspicon@ual.es
1. INTRODUCCIN
1
Se trata de la versin escrita de la intervencin del autor en el Curso de
Verano de la Universidad Internacional de Andalucra celebrado en La Rbida
en agosto de 2009 sobre la presencia britnica en Huelva. Agradezco los
comentarios de los asistentes y, en particular, los de los coTegas Carlos
Arenas, Miguel ngel Lpez-Morell y Agustfn Galn. La temtica de este texto
se inscribe dentro del proyecto de investigacin del Ministerio de Ciencia e
Innovacin HAR2010-21941-C03-03 (subprograma HISl).
2
Comrn y Glvez Muoz, (2005) : "Reglas de juego, redes de oportunidad y
nacionalizaciones de empresas extranjeras durante el franquismo", en Tascn,
J., dir..: Redes de emp!9Sas en Espaa. Una perspectiva terica, histrica y
global. LID. Madrid, 2005, pp. 115-136.
42
coste de la autarqua creci particularmente entre 1890 y 1914, y las
mejoras en la movilidad de los factores, concretadas en el desarrollo
de nuevos y capaces medios de transporte, as como en el apogeo
del patrn oro, facilitaron el aumento de la integracin econmica
internacional a una escala indita hasta entonces. El papel de
la inversin extranjera en la financiacin del rpido crecimiento
experimentado en los pases en desarrollo en aquel tiempo ha
sido considerado decisivo por muchos autores3 La inversin se
concentr en los pases atrasados en los sectores suministradores
de las materias primas que demandaba la industrializacin europea.
Este patrn de inversin no se modificara hasta la segunda mitad
del siglo XX cuando las inversiones en pases desarrollados y en
sectores manufactureros comience a ser un destino preferente
en estos flujos de capital. En Espaa y tras el predominio de la
inversin extranjera en ferrocarriles durante la expansin que sigui
a la ley de 1855, la minera se convertira durante el periodo de la
Restauracin en uno de los principales destinos de las entradas de
capital forneo4
43
La importancia de la penetracin extranjera fue tal que llegara
a oscurecer la historia inmediatamente anterior de la minera en
Espaa. Se ha difundido de este modo una versin reducida de la
expansin minera en Espaa que, desde este parcial punto de vista,
no sera significativa hasta la dcada de 1870 tras la aprobacin,
por los revolucionarios del sexenio, de la ley de Bases de diciembre
de 1868. A pesar de que Nadal hace 35 aos, y Chastagnaret
ms recientemente han advertido contra esta visin reduccionista
de la historia minera espaola, que no debera quedarse, como
subraya el historiador francs, en la "crnica gloriosa de las
grandes compaas extranjeras", y que debera atender tanto al
periodo que inaugura la primera legislacin minera privatizadora
Oa de 1825), como en el ms reciente, despus de la retirada de
los capitales extranjeros durante la segunda mitad del siglo XX,
predomina una mirada centrada en lo que pas en los 50 aos
siguientes a la ley de 18688
44
OnHico1
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1935)
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7
En varios textos hemos desarrollado esta explicacin del liderazgo minero
andaluz: Snchez Picn (2004) y (2007).
8
Escudero (1996).
46
la favorecieron, el aumento de la demanda externa, las ventajas
competitivas de los criaderos andaluces, la modificacin del marco
legal y la presencia de fuertes inversiones de capital extranjero.
47
La disponibilidad de un amplio ejrcito de reserva de mano de
obra en zonas agrarias prximas a las cuencas mineras, tambin
favorecera el crecimiento del sector. Se trataba de una minera
de una base energtica tradicional, que requera cantidades
importantes de trabajo humano ya que la mecanizacin fue muy
parcial hasta la segunda dcada del siglo XX, como consecuencia,
tal vez, de las restricciones energticas sealadas ms arriba. Los
requerimientos de mano de obra de las minas fueron cubiertos
en muchos casos con la fuerza de trabajo de origen agrario que
encajaba el trabajo en la mina dentro de las estrategias campesinas
de pluriactividad. En las primeras dcadas del desarrollo minero,
los obreros de los pozos lo eran temporalmente y en la mayora de
los casos no dejaban de ser campesinos.
48
alcanzado por las grandes empresas mineras. Se ir imponiendo
una minera "a cielo abierto", cada vez ms intensiva en capital, con
una creciente mecanizacin de sus labores unida a la electrificacin,
y con un predominio de grandes empresas de capital forneo que
son el germen de algunas grandes compaas multinacionales de
la minera mundial en el siglo XX: la britnica Ro Tinto Company
Ltd., o la francesa financiada por los Rothschild, Soct Mnire et
Mtal/urgique de Pearroya, que controlan, a la altura de los aos
1920, el 50 % de las piritas y la casi totalidad de la produccin de
plomo andaluza, respectivamente.
9
Escudero (1996}
49
desarrollo de un sector orientado hacia la exportacin de materias
primas con destino a los centros industriales de los pases first
comer y bajo el control de compaas organizadas con capital
extranjero. Las inversiones extranjeras en la minera habran
supuesto, as, una de las vas de insercin de sus economas
en un modelo de capitalismo perifrico caracterizado por un
crecimiento extravertido y subordinado a los intereses de los
centros consumidores de las materias primas. Esta modalidad de
integracin en los mercados mundiales tena el efecto perverso de
bloquear un crecimiento autocentrado, ya que en las relaciones con
el centro, la orientacin productiva de la economa perifrica hacia
actividades exportadoras, supona una transferencia "hacia afuera"
de los efectos multiplicadores de la inversin: retencin de un muy
escaso valor aadido, exportacin de los beneficios, deterioro en
las relaciones de intercambio entre los productos primarios y los
manufacturados, etctera10 La expresin colonizacin econmica
y la alusin a los centros mineros como la expresin de unos
verdaderos enclaves coloniales desconectados de su entorno1\
ha resultado adecuada para algunos de los especialistas que hace
ms de veinte aos se acercaron al estudio del funcionamiento de
muchas de las cuencas del medioda espaol en vsperas de la
Primera Guerra Mundial12
1
Como principales exponentes de la teora del desarrollo desigual: Amin
(1974) y Emman uel (1972). Dentro del estructuralismo latinoamericano,
Prebisch (1950).
11 Castejn (1979)
12
El dominio de las empresas extranjeras fue analizado por Muoz, Roldn y
Serrano (1976). Referencias a la colonizacin econmica del sector en Nadal
(1975), p.121 y Snchez Picn (1983).
50
acumulacin minera autctona que servira para financiar algunas
industrializaciones regionales como la vizcana; la generacin de
empleo; los efectos positivos sobre la balanza por cuenta corriente,
la transferencia de tecnologa, o la mejora de las infraestructuras,
entre otros. La postura "optimista" se ha nutrido tambin de
argumentos contrafactuales como el elevado coste de oportunidad
que habra pagado la economa espaola en el caso de que no se
hubieran abierto los recursos del subsuelo a la inversin extranjera,
dado que estos hubieran permanecido inexplotados, por la ausencia
en el pas de factores como capital, tecnologa y empresarios; o
lo hubieran sido en una fecha tarda, a principios del siglo XX, a
cargo ya de empresarios nacionales, pero en un contexto menos
rentable, definido por unos mercados internacionales cada vez
ms saturados, con la consecuente disminucin de las cantidades
exportadas y de los precios percibidos.
13 Chastagnaret (1994).
51
capital extranjero. Desplazando a otros productores tradicionales de
plomo, no tardara mucho Espaa en alcanzar la segunda posicin
europea -tras Gran Bretaa- y la primera entre los exportadores.
Este vigoroso impulso a la produccin y exportacin espaola se
produjo por la movilizacin de miles de accionistas, de un lado, y
de docenas de emprendedores, de otro, que levantaron negocios
minero-metalrgicos por diferentes comarcas del sur de Espaa14
52
industrial. Solo la influyente presencia de inversores procedentes
del ncleo industrial y mercantil malagueo (los Heredia, sobre
todos), centro neurlgico entonces de lo que algn historiador
llam "la anticipacin andaluza" en el proceso de industrializacin
espaol, dotara de dimensiones mayores a algunas de las empresas
metalrgicas ligadas a la transformacin de los minerales de plomo.
53
Los principales centros mineros de Andaluca se haban traslado
hacia el norte, hacia Sierra Morena, con dos grandes distritos:
el plomfero de Linares-la Carolina y el pujante de la faja pirtica
sevillana y onubense en el suroeste de la regin, donde se haban
instalado las mayores empresas mineras del momento.
54
4. UN DOMINIO ABSOLUTO? LA INVERSIN
EXTRANJERA FRENTE A LA "REGIS'mERIA" LOCAL.
Gr6fico2
Concesiones mineras en manos de sociedades extrafleras
(1909)
5. MODALIDADES
15 PRO FO
56
insista en el carcter bilateral de su relacin con la administracin
espaola, no sujeta al rgimen concesional general establecido en
la legislacin minera del pas. Adems, al constituirse a raz de la
adquisicin de un antiguo establecimiento estatal, Riotinto Ce. se
organizara despus de la culminacin de la negociacin poltica,
pero no tendra que emplearse en mltiples transacciones con
propietarios autctonos de los derechos mineros, como ocurri
en otras zonas en las que se hubiera desarrollado una fase de
explotacin local anterior. Asimismo, los elevados requerimientos
financieros y tecnolgicos del negocio de Riotinto se sitan, desde
el principio, a una escala mucho mayor que la del resto de las
empresas britnicas en la minera andaluza.
57
sendos centros mineros de extraccin del mineral de hierro al calor
de la coyuntura expansiva de los tres primeros lustros del siglo XX.
La distancia desde el centro de produccin al punto de embarque
(hasta Almera ms de 100 km) generara fuertes costes logsticos
que dificultaran el desenvolvimiento del negocio. A pesar de las
elevadas inversiones acometidas (vanse los dos embarcaderos
de minerales que han quedado como vestigio en las playas de la
ciudad de Almera) la incapacidad para internalizar el transporte (a
diferencia del proyecto de Riotinto), puso a estas compaas en
manos del deficiente servicio ferroviario prestado desde la lnea
de Sur de Espaa (ms adelante Ferrocarriles Andaluces). En todo
caso, se trataba de proyectos empresariales con mucha menor
disponibilidad financiera que los de las empresas del suroeste
andaluz y que incluso en el escenario de la minera penibtica, se
veran a menudo superados por los puestos en pie por industriales
vizcanos como Sota y Aznar o Chvarri.
Cuadro 1
Las mayores sociedades mineras andaluzas entre las 200 mayores espaolas
clasificadas por activos netos (en millones de Ptas. corrientes).
1917
Razn social Activos Ao de Nacionalidad Puesto Provincia
constitucin (Anda/ucfa)
58
Pyritesde
18 1899 FR 10 HU
Huelva
Minas del
Castilla de las 16 1901 ES 11 SE
Guardas
Compaa
Minera e
Industrial 14 1916 ES 13 AL
de Sierra
Almagrera
San Miguel
Copper Mines
11 GB 18 HU
Argentifera de
Crdoba
11 1896 ES 19 co
Argentifera de
Almagrera
10 1901 ES 20 AL
Huelva Copper
and Sulphur
10 GB 21 HU
Sopwith 10 1864 GB 22 J
Mines de
Cuivre de San 9 FR 23 Hu
Platn
Societ Miniare
d'Aimagrera 9 1901 FR 24 AL
1930
Razn social Activos Mode Nacionalidad Puesto Provincia
constucin (Andaluca)
SMM Peflarroya 859 1881 FR 1 Co-J
Ro Tinto 383 1873 GB 3 HU
Tharsis Sulphur
Copper
91 1866 GB 5 HU
Minera
Metalrgica 52 1920 ES 8 J
Los Guindos
Compaa
Andaluza de 29 1929 ES-FR 13 GR-AL
Minas
Minas del
Centenillo
18 1921 ES 18 J
59
Marismas de
17 1921 ES 19 SE
Guadalquivir
1960
SMM Pearroya
3.434 1881 FR 2 CO-J
Espaola de
Ro Tinto
2.590 1954 ES 3 HU
60
En tomo a 1930 la situacin ha cambiado radicalmente. El peso
mlativo de las compailas mineras en el ranking eapailol de las
200 ha caJdo en picado. Solo hay siete empresas mineras entm
estas y el proceso de eapal\olizaci6n del panorama societario ha
avanzado de manera rotunda: CXJatro ya son de capital espat\ol,
el 57 %, mienlnl.8 que la pmsencia francesa queda concentrada
en el gigante Penarroya, y en Huetva Rlotfnto y Tharsls mantienen
su hegemona en la &J<trac(:in y el tratamiento de las piritas. La
lnvtii'Sin del signo de la coyuntura, con el fln del ciclo expansivo
de la mineri'a andalliZ8, en primer lugar; la salida de los inve1'80198
extranJeros hacia otras reglones mineras del mundo, en segundo
lugar. y la percepcin de qu& el rieago-paa haba aumentado ante
el empuJe cada vgz mayor del nacionalismo eoonmlco, en tercer
lugar. explican esta retirada del capital forneo de los negocios
mineros del paTs.
Ob&i
o 150 Q AierNtnall
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O Bt:lig;t!l
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50
61
Or6f'lco8
Participacin de las sociedades mineras en las 200 mayO<es
empresas
14
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10
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Or6f'lco4
Participacin de las aocidad&s mineras en laa 200 m ay orea
&lnpr~~Sas do Espal\a
1917 1930
1948 1960 1974
62
general, la prdida de peso de la minera en el conjunto de la
economa nacional. La cada entre 1917 y 1930 resulta drstica y
alcanza su punto ms bajo en plena autarqua. Despus de 1959
la liberalizacin de la economa espaola y las facilidades para las
inversiones de capital extranjero no tuvieron la suficiente repercusin
para que en trminos relativos el peso de la presencia fornea en
el sector aumentara significativamente. Se puede concluir que
para los inversores internacionales, despus de la Segunda Guerra
Mundial, el negocio de minas en Espaa y en Andaluca, que haba
sido uno de los ms atractivos durante la primera globalizacin,
haba perdido inters. El lgico y progresivo agotamiento de los
yacimientos, el incremento de los costes (especialmente agudo
ante las carencias energticas de la posguerra), y el cambio del
marco institucional (representado sobre todo por la ley de minas
de 1944, edificada sobre los argumentos que el nacionalismo
econmico haba puesto en pie desde principios de siglo), debieron
ser los factores decisivos de esta retirada.
17
Bravo Villasante, F. (1919): "La nacionalizacin de la minera espaola",
Boletn Oficial de Minas y Metalurgia, 111, 30, pp. 1-37.
63
poco matizado hacia los sublevados en julio de 1936, la direccin
de Riotinto, que haba tenido que soportar una fuerte intensificacin
de la conflictividad en los ltimos meses del rgimen republicano,
se dirige, a los pocos das del inicio de la guerra, a los responsables
de la compaa en Londres en los siguientes trminos:
"You will observe that the general attitude taken up by the Authorities
in Seville is far from friendly towards British concerns in general and
the Minings Companies in the provincia of Huelva in particular''18
18
T. Robbins. Commercial Manager Rio Tinto Company Limited, 16-09-1936.
Public Record Office (PRO) T160-1381.
19
FO 361 3969-1 (PRO).
64
1955, The Alquife Mines vendera su negocio a Agruminsa, una
empresa vizcana dedicada a la extraccin de mineral de hierro que
acometera las inversiones necesarias para confirmar al distrito
granadino como el responsable de la produccin de ms del 80%
del mineral de hierro espaol.
6. CONCLUSIN
65
en Espaa. Se tratara de observar a los distritos mineros como
sistemas productivos locales para avanzar en un anlisis, a partir
de los postulados de la teora del desarrollo endgeno, de las
aglomeraciones mineras y de su contribucin al desarrollo de
las capacidades y las competencias de los territorios. Se tratara
en suma de contrastar si, a pesar de que la localizacin de esta
actividad depende de la disponibilidad de ventajas absolutas, se
han generado sistemas productivos locales e, incluso, distritos
industriales en las reas mineras.
66
En este momento el legado del desarrollo minero, ms all de la
importancia patrimonial de sus restos sicos y del valor identitario
de su referencia histrica en las comarcas donde se desarroll,
no parece haber mejorado las oportunidades para el crecimiento
sostenido en esas comarcas que se vieron sacudidas por una
oleada de inversiones que buscaban extraer los tesoros de sus
entraas.
BIBLIOORAF(A
BRODER,A. (1981):Lerledesinteretstrangersdanslacroissance
de I'Espagne au X/Xeme siecle. These d'Etat, Sorbonne.
67
CULLAR VILLAR, D. y SNCHEZ PICN, A. (dirs.) (2008): 150
aos de ferrocarril en Andaluca. Un balance. Consejera de Obras
Pblicas y Transportes de la Junta de Andaluca. Sevilla.
68
NADAL OLLER; J. (1975): El fracaso de la Revolucin Industrial en
Espaa, 1814-1913. Barcelona, Ariel.
69
70
un
i55
A
Los Rothschild en
Ro Tinto. Propiedad
y control en el
gigante minero
Miguel A. Lpez-Morell,
Universidad de Murcia.
mlmorell@um.es
1. INTRODUCCIN
72
lo tanto, resumen de buena parte de los proyectos y operaciones
de la empresa, aparte de informes peridicos sobre produccin y
mercade>2.
, Los fondos de la antigua casa Rothschild Frres (en adelante ARP) estn
depositados en el Centre des Archives du Monde du Travail, en Roubaix,
desde la nacionalizacin del banco en 1980.
2
Animo, por lo tanto, a futuros investigadores a visitar ambos archivos, repasar
e incluso refutar, en base a un estudio riguroso de las fuentes primarias, lo que
he podido publicar en los ltimos aos sobre la relacin de los Rothschild y
la Rfo Tinto Co. No puedo, sin embargo, aprobar iniciativas como el libro con
tftulo "Los Rothschild y la venta de las minas de Rfo Tinto en el proceso de
la Ley General de Desamortizacin de Madoz", publicado por Manuel Flores
Caballero en 2007, en el que no se aporta un solo dato, ni nuevo ni viejo, sobre
los Rothschild y se habla de un periodo veinte aos anterior a su entrada en
Rfo Tinto. La obra, en el que por cierto se recogen cifras mfas en el prlogo sin
citarme, es, de hecho, una reedicin tal cual de trabajos suyos de los aos 80.
73
finales de los aos 50, que llevar a Ro Tinto a convertirse en una
autntica empresa gerencial, multinacional, al estilo de las grandes
corporaciones norteamericanas. Entre tanto, la presencia de los
Rothschild se fue diluyendo en el accionariado de la sociedad, que
comenz a crecer a un ritmo exponencial hasta nuestros das, como
consecuencia de las continuas fusiones y adquisiciones que ha
enfrentado en los ltimos cuarenta aos. Hasta entonces y desde
1889 (y no en la fundacin de la sociedad, como insistiremos),
los Rothschild controlaron con mano de hierro los destinos de
la compaa minera y fueron sin duda los protagonistas de su
encumbramiento como la gran dama de las piritas.
74
cedera, en una decisin sin precedentes en la legislacin espaola,
el suelo y subsuelo de todo el yacimiento.
75
a la puja y la venta se consum. De manera que el 29 de marzo
de 1873 el consorcio comprador inscribi en Londres la nueva
sociedad, bajo el nombre de Ro Tinto Company Limited, con Hugh
Matheson como primer presidente y Doestch, Oyes y Ewind Clark
como consejeros. No existe, por lo dems, ni una sola referencia
documental en ninguno de los archivos existentes de que los
Rothschild tuvieran que ver con la operacin, por lo que llama la
atencin que an hoy (enero de 201 O al escribir esta lneas) la web
corporativa de Ro Tinto siga sosteniendo lo contrario, as como
algunos autores mal informados.
76
de su valor nominal 6 En consecuencia, la recin estrenada Ro
Tinto Co. tuvo que empezar a endeudarse en grandes proporciones
para poder ir liquidando sus obligaciones financieras. El mismo
Matheson tuvo que conceder en 1875 un crdito a la compaa
de 1 milln de libras y dirigirse al gobierno espaol para modificar
los plazos del pago del resto de los pagars que quedaban por
abonar por la compra de la mina. Aunque en esta ltima gestin
la nueva compaa se alz con el nico xito financiero de todo el
periodo, ya que consigui que la conversin de los nueve pagars
pendientes en obligaciones al 5%, valoradas en 2.123.000 libras,
que tomaran los acreedores del Estado espaol. De esta manera,
se saldaba la deuda de la compra con una sensible rebaja: de las
famosas 92.756.592 pesetas (3.850.000 libras) la Ro Tinto slo
pag 60.463.000 ptas. (2.508.440 libras). No obstante, en 1877 la
compaa an tena que asegurarse unos beneficios de 220.000
libras anual poder pagar sus dbitos7
77
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~ C.i'"llll> Et1lldlil!l<:el 1/ls~-. Eliplllla. 1989.
7S
royalty por un sistema que nunca se demostr efectivo e impeda
el desarrollo de otros procesos de extraccin 11 Hubo que esperar
hasta que Doetsch muriese en 1894 para poder dejar de utilizar
el proceso y que los ingenieros de Ro Tinto pudieran empezar a
experimentar con procesos de cementacin natural ms efectivos,
ms baratos y que, por aadidura, permitan ir abandonando las
viejas calcinaciones de piritas, que tanto dao haba hecho ya en el
medio ambiente y la paz social de la comarca minera12
11
Harvey, C. "Business History and the enrepreneurship: the case of the Rio
Tinto Company, 1873-1939", en Business History, vol. XX, N 1. p. 1O.
12
Sobre el asunto de las calcinaciones la informacin ms completa se
encuentra en Ma Dolores Ferrero. Gapitalismo minero y resistencia rural en
el Suroeste Andaluz. Rfo Tinto, 1873-1900 y Avery. Nunca en cumpleaos,
caprtulo 10.
79
d'Escompte, el segundo banco ms importante de Francia, uno de
los principales monopolios globales de las materias primas, pero
tan clebre como efmero.
80
30.783 toneladas de cobre por su deuda de 37.114.943 francos
con el Sindicato; lo que equivaldra a recibirlas valoradas a 65 libras
la tonelada, en tanto que el mercado se haba hundido a apenas
4014.
No fue fcil para los Rothschild salir del aprieto, a pesar de los
intentos para llegar a un acuerdo de precios entre los productores
europeos y americanos que patrocinaron entre 1889 y 1891 , por lo
que la familia decidi tomar la iniciativa y lograr un arreglo definitivo
a su manera. Con este objetivo los Rothschild no dudaron en tomar
parte en una ampliacin de capital del otro gran productor mundial
de cobre, Anaconda, para hacerse con su control y patrocinar un
nuevo sindicato de productores, liderado por esta empresa y Ro
Tinto, mientras la Exploration Co., filial N.M. Rothschild & Sons,
presionaba al resto de los productores americanos para bajar la
produccin 15 El cartel se mantuvo durante seis aos operativo
y sirvi para aliviar substancialmente la situacin de las grandes
compaas del cobre, en tanto que se fueron liquidando los stocks
sobrantes, con una subida mantenida de precios (Vase grfico 1).
Ro Tinto perdera su papel decisivo en los mercados frente
a los productores americanos con la creacin en 1898 de la
Amalgamated Copper Co., que una a todos los productores de
Montana. Pero, por aquel entonces, la demanda de la industria
de guerra y la definitiva extensin de la electricidad haban dado
paso a la poca dorada del cobre, consolidando la subida de
precios. Ro Tinto tom entonces un cmodo papel secundario, de
acuerdo con la Metallgesellschaft alemana, socio de los Rothschild
en los oligopolios mundiales del plomo y el nquel. Otro acuerdo
especfico para el mercado Europeo con los otros productores de
la pirita, firmado en 1905, para delimitar zonas de venta, traera la
paz al mercado europeo, y volveran a renovarse en 1911 y 1916,
hasta fines de 1921 18
14
ARP. 132AQ 117 y Revista Minera. 24-3-1 889, p. 96.
15lnfonne sobre la industria del cobre en Montana (9-12-1894). ARP 132AQ
117. 2 carpeta. y Turrel, R. y Van Helten, "The Rothschild, the Exploration
Company and Mining Finance", p. 194
81
Arreglados los problemas de mercado, los Rothschild se replantean
sus relaciones con Ro Tinto desde su nueva situacin de privilegio,
con el objetivo puesto en hacer rentable su inversin en la empresa
a toda costa. Para conseguirlo, tendrn que atender a la resolucin
de los grandes problemas financieros de la compaa, que venan
hipotecando seriamente su solvencia, capacidad de inversin y la
rentabilidad de sus acciones. Para conseguirlo, N. M. Rothschild
& Sons tom las riendas de las cuentas de Ro Tinto y pas a ser
banquero oficial de la compaa. Su propuesta para saldar las
deudas de la compaa se basaba en tres medidas de choque:
recorte de la base imponible de su deuda, reconvirtiendo a la baja
los intereses de sus obligaciones a largo plazo; rentabilizacin de
su propia inversin, a partir del desdoblamiento de las acciones; y,
por ltimo, el establecimiento de fondos de reserva.
16
Lpez-Morell y Jos M. O'Kean, "Buscando y construyendo monopolios.
Estrategias de los Rothschild en los mercados internacionales de los metales
no ferrosos (1830-1940)." en Primer encuentro de la AEHE- Barcelona- 9
septiembre 2009.
17
ARL, 000/401 (caja 1894-1898).
18
Harvey, Tha Rio Tinto Co., pp.105-107.
82
Figura 1: Acuerdo de 17-6-1895 entre Rro Tinto y los
Rothschild para la conversin de sus obligaciones en
circulacin.
19
Carta-informe de James de Rothschild a los Rothschild de Londres. 3-9-
1905, ARP, 132AQ 104, dossier 1.
83
de venta las 3.571 restantes (que luego se convertiran en 8.000).
Los Rothschild presentaron a la suscripcin 107.000 acciones; de
ellas 45.000 pertenecan a la sociedad y 53.000 a los asociados y
a la familia inmediata y colateral. Un cupo que les dio derecho a
15.394 acciones nuevas, por las que pagaron 23.191.061 francos,
es decir, a solo 60'26 libras la accin. En total, tras la ampliacin
los Rothschild acumulaban 122.394 acciones de Ro Tinto, lo
que suponan el 32'63% de las acciones ordinarias20 y el control
indiscutido del accionariado y la compaa, vista la dispersin del
resto de las acciones entre tenedores franceses que mostramos en
el apndice.
84
y roduoi' 1.11118 7.600 10 neladllla de ool:l!9 al 9696. Rolooi Mrti 6
tarnbi611 el pt es so de ~n de rtinen, deeecllandc> en la
mill!lfa ilteriot el tnl.dioional silstema de tl:llelee y pitatee por
011'0 m8 efeotivo de 001111 y J seoarga. ademlia de !'l'll~iear el
I'AlrMrO de 1118 - d& Mi)I01aOi6n aJ tlir& ltw. A 1118 c:ooa& Sur
y Malla San Diooisio (~en 1~ y No!1 (1883), 1& l!iguieron
la~ d& Ccwta dell.aQo (1~. la Del!! 1s (1Q06t y AlaJa;ya
(1~. &11907 88 ocn'4ll~ el PlllC 11 ~ de rnodeniiz8oi6n d$ 1M
~st!aoiloi~e& refcm181'1dc> y art'Clllartdo lo& homos de fl.lldlol6n d&
~ qu& en 11113 operai)lln con 2G0.688 tOI'Ielada& enUIIIes d&
~ OUpn>ell8, para dar una matad& 46.323 tcor ele ile de oobr&
8121.6196 de pu~.
"'"'=
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! u oo.oco
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- -P.a IPNdlo:l' u ~~o - --- l'.:.1lol~a\"tl4as
Fuetrta.; SsR llldo l...U. A ft1Cf!k811!Jatofy d
tlwJ Rlo 71nto mlll8e:
- , _ on tlwJ e.ploflitbi lillm 1M rw 1"1\!itJcll times to
tlwJ 1960a. Lcud'"' 1httiMtltu!IMdMiriln(.nd~ 1987,
ll/plntlce&
85
4.4. Control de las instituciones.
22
Lpez-Morell y O'Kean. "Stable Network as a Source of Entrepreneurial
Opportunities: the Rothschilds in Spain, 1835-1931 ". Business History, Volume
50 lssue 2, 2008, pp. 163-184.
86
el compromiso de que estos diputados (con Manuel Burgos a la
cabeza) apoyaran a la Ro Tinto Co. en Madrid23 Entre tanto, Ro
Tinto mantuvo un representante oficial en Madrid, con la misin
de gestionar, directamente con el Gobierno, las cuestiones
administrativas relacionadas con los intereses de la compaa.
Este trabajo se encomend de 1873 a 1904 a Gabriel Rodrguez y
a su hijo Antonio; pero sera desde 1905, con Jos Valero Hervs,
cuando la compaa de Ro Tinto alcanzara el mximo nivel de
influencia en Madrid.
87
La Primera Guerra Mundial result un buen negocio para la
compaa, a pesar de los pobres resultados de 1914 y 1915.
Los precios del cobre superaron la barrera de las 130 Iibras/Tm.,
compensando con creces el cese de las exportaciones a Alemania
y la bajada de la produccin (vase el grfico 2). El gobierno
britnico, adems, concedi un protagonismo destacado a Ro
Tinto en la reorganizacin del mercadOZ5 Sin embargo, el fin del
conflicto contrajo la demanda y cre un serio problema de stocks,
que el gobierno britnico intent amortiguar26. De hecho, aunque se
mantuvieron inalterados hasta diciembre de 1918, desde inicios de
1919 los precios no pararon de bajar hasta llegar en mayo a las 76
libras. La situacin de Ro Tinto y, en general del sector de las piritas
fue an ms delicada porque, ante la escasez de piritas durante
la guerra, la industria qumica norteamericana haba empezado
a hacer uso de su propio azufre nativo, obtenido por el proceso
Frash. En consecuencia, su consumo para la obtencin de cido
sulfrico subi en los EE.UU. desde el 3% del consumo en 1914
hasta el48% en 1919, a costa precisamente de las piritas27 Tharsis
aprovech la ocasin para anunciar que no estaba dispuesta a
renovar el acuerdo de mercado que conclua en 1921 , avisando
de una guerra comercial en toda regla, ahora que Ro Tinto haba
perdido buena parte de su clientela tradicional.
25
De hecho, fue el nico representante minero en la Comisin de Metales. Rio
Tinto negoci la venta de todo su cobre al gobierno britnico a 115 libras/Tm
y consigui subvenciones a sus exportaciones a los Estados Unidos. Archives
Nacionales, Pars, F-12-7680. Informe sobre Rio Tinto, 1916, ARP 132AQ 105,
2 carpeta y Harvey, The Ro Tinto Co, p. 168).
28
El gobierno britnico retuvo las grandes cantidades de cobre que tena
almacenadas y fue vendindolas poco a poco y con gran publicidad para
evitar la accin de los especuladores.
27
Revista Minera, 8-12-1918, p. 603, 1-1-1919, p. 11, 8-9-1919 p. 392 y 1-1-
1924. p. 9.
88
respondi con la expulsin de los lrderes sindicales, la solicitud al
gobierno de envo de tropas y una propuesta de un 10% de subida
salarial. Pero las demandas obreras van mucho ms lejos: se peda
un 70% de subida; menos horas de trabajo; alguna vacacin y bajas
por enfermedad; y un programa no discriminatorio de pensiones;
aparte de la readmisin de los obreros ya despedidos211
28
Arenas, Empresa, Mercado ... Captulos 4-8 y Lpez-Morell, La casa
Rothschild.. ., pp. 385-388 y Harvey, The Rio Tinto Co..., pp.173-175. Desde
su nombramiento en 1908, Browning haba desarrollado un poltica laboral
dura, alternado la descarnada persecucin de la actividad sindical, con un
sistema de relaciones paternalistas con los empleados (escuelas, economatos
~hospitales de la compaa)
Carta de N. M. Rothschild a Rothschild Freres de 22-10-1920, ARL Xl-111-
155. Es posible que Fielding ocultara a los Rothschild un informe de los dos
subdirectores de la mina, Gordon Douglas y G.W. Gray, criticando duramente
la gestin d~ Browning del conflicto y, en general, de la mina, Avery, Nunca en
el Cumpleanos ... pp.298-300.
30
Harvey, C.-The Rio Tinto Co .... p.176.
89
exigiendo una inmediata remodelacin del consejo. Fielding
mantiene la presidencia, pero debe abandonar inmediatamente
las negociaciones con Tharsis y perder buena parte de sus
competencias ejecutivas a favor de los consejeros Lord Milner y
Sir Arthur Steei-Maitland31 , que comparten el carcter dialogante
en pos de un nuevo acuerdo de mercado. En cuanto a la mina, los
Rothschild exigen ms informacin e imponen el arbitraje de Sir
Rhys Williams, antiguo director de la Esperanza Sulphur & Copper
Company, buen conocedor de Espaa y de la realidad de la cuenca
minera onubense, que se traslad a Rotinto para realizar un amplio
informe con toda autoridad.
31
Harvey, C.The Rio Tinto Co... p. 171. Milner pas a ocupar al poco la
gresidencia.
El encarecimiento de los niveles de vida haba sido durante los ltimos seis
aos de un 125% (un 80% de 1914 a 1919 segn Harvey) y los salarios en Ro
Tinto haban subido slo un 35%.
33 Informe Rhys Williams, ARP 132AQ104, dosier 3 y Harvey, The Ro Tinto
Co ... p.178-181.
90
espaolas por la xenofobia de la empresa, que apenas aportaba
nada a la economa espaola y no integraba un solo tcnico o
gestor del pas. Robert Rothschild propona entonces incorporar
al consejo de Ro Tinto a un espaol, como haca tiempo haban
hecho en sus otras empresas en Espaa, para amortiguar en parte
las tensas relaciones con el gobierno84
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pb, qo;M c. ,.,it ,._ lM .S Lrlow 4M ~ti....- w ~ ..._.... , '- r-
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. _ , ~_.. t M ~~w .,. l c.p-.11.
91
la compaa, sin embargo, nunca digiri las consecuencias del
conflicto y sufri las iras de la clase poltica espaola por su
postura en las dos dcadas siguientes. Camb, que haba acuado
la frase de "Gibraltar econmico" para referirse a Ro Tinto, dio el
primer paso al sacar adelante en 1922 un arancel que multiplicaba
hasta por diez las tasas de exportacin de los productos de Ro
Tinto, a pesar de las presiones de los Rothschild y los directores
de la sociedad. Lo ms que se consigui fue una sensible rebaja
de las cantidades que barajaba el proyecto de arancel36 De hecho,
los cambios en la legislacin fiscal continuaron, amplindose a la
contribucin de utilidades y el impuesto del Timbre, de manera que
los impuestos a pagar por Ro Tinto al fisco espaol pasaron de
1.062.356 de pts en 1919, a 3.394. 788 de pts en 1923 y 11.840.420
de pts en 192837 Pero cualquier posibilidad de protesta de la
empresa se desmoron desde entonces cuando se destap ese
ao un monumental desfalco en sus partidas de exportacin,
mediando pagos a los funcionarios de aduanas. En total, Ro Tinto
fue condenada a pagar 1.122.000 libras (32.908.260 pesetas al
cambio), una cantidad imposible incluso para la tesorera de Ro
Tinto. El fondo de reserva se agot y los Rothschild se vieron
obligados a adelantar 500.000 libras en forma de prstamo38
Pas, CAMT 132AQ 104, dosier 14. La RTCo. tuvo que crear una segunda
cuenta en su pasivo denominada "emergency account" por 200.000 libras,
que se unieron al medio milln prestado por los Rotdhild; ARP 132AQ 106, 38
carpeta.
38
Lpez-Morell, M, "El acuerdo de creacin de la Asociacin de Productores
de Piritas de 19 de julio de 1923: un ejemplo de organizacin de oligopolios
ante la crisis de la potsguerra". Revista de Estudios Regionales, 1997, n47,
pp. 265-291
92
Fue entonces cuando los Rothschild decidieron dar un nuevo giro
en la direccin de la empresa. Fielding, que segua insistiendo en
aprovechar los buenos costes de la mina para entablar una guerra
comercial a escala mundial fue apartado de las labores ejecutivas,
y se opt por un poltico experimentado, Sir Auckland Geddes,
amigo personal de Milner y Lionel Rothschild, que se incorpor
con consejero en 1924 y alcanz fulgurantemente la presidencia
un ao ms tarde, ante la rotunda negativa de los Rothschild
franceses a la vuelta de Fielding a la presidencia40 Su plan de
trabajo, encomendado por los Rothschild, se podra resumir en
tres ejes: devolver a Ro Tinto la direccin del mercado, modernizar
la direccin de la compaa, profesionalizndola, y buscar nuevas
inversiones para Ro Tinto fuera de Espaa, que ya solo recibira
inversiones para mantener los actividades corrientes.
93
finanzas, respectivamente-'2. Geddes les dio el mximo protagonismo
en la direccin de operaciones, dejando de lado a Fielding y Lord
Debing, los dos ltimos consejeros antiguos. Tambin se trajo de
Ro Tinto al ingeniero de minas G.W. Gray, para asesorar al consejo
en cuestiones tcnicas, y dio mayor protagonismo al viejo secretario
de la compaa, J.G. Macleod, que fue elevado a segundo director
de finanzas. Ambos terminaran siendo consejeros en 192943
94
Los intereses de Ro Tinto en lo que se empez a llamar "Cinturn
del Cobre" africano eran compartidos por dos grandes compaas
mineras internacionales, con intereses contrapuestos: por un lado,
la Anglo American Corporation, una de las compaas pioneras
en la minera de los diamantes de Sudfrica, duea a su vez de
la Rhodesian Anglo American, con participaciones mayoritarias
en RCBC y la concesin B'wana M'kuba; y por otro lado, la
norteamericana American Smelting & Refining Co. (ASARCO) que,
a inicios de 1929, era el mayor accionista de la Selection Trush
y pretenda el ltimo gran yacimiento de Rhodesia, N'Changa48
El xito de Ro Tinto en la zona se bas fundamentalmente en su
poder aglutinador de los intereses britnicos frente a la amenaza
de la entrada de ASARCO y en su disponibilidad de fondos, que
Ro Tinto resolvi con la segunda ampliacin de capital de la
era Rothschild, de mayo de 1929. En total se volvieron a emitir
solo 50.000 acciones ordinarias nuevas a un precio entre 50 y 55
libras, que reportaron a la compaa unas 2'5 millones de libras.
Por supuesto, los Rothschild se encargaron de montar de nuevo
el sindicato de venta de acciones, en el que directamente ellos y
sus primos de Pars se encargaban de asegurar la venta de 15.000
acciones cada uno47
95
provechoso y a inicios de 1930 los Rothschild de Londres escriba
a sus primos lo siguiente:
... "Hemos recibido hoy la visita de Sir Auckland Geddes y creemos
que es de gran inters para vosotros escuchar que nos ha informado
que las nuevas prospecciones en La Rhodesian Congo Borders han
dado como resultado la localizacin de una masa de puro sulfuro
que contiene cobre de un 10 a un 31%. Parece ser al menos una
ms de 39 millones de toneladas de mineral, aunque no debe ser
todo, eso supone, de estar ellos en lo cierto que se trata de las ms
rica minas de cobre que jams se han conocido en el mundo"50
5 Carta de la casa de Rothschild de Londres a la de Pas de 30-1-1930, ARL
Xl-111-429
51 Harvey, C.-The Rio Ttnto Co ... p.233.
52 Avery, D.- Not on Queen .... p.433.
53 Los Rothschild tambin persuadieron a Geddes de no dejarse llevar en
exceso por su intuicin en algunos proyectos. As, en mayo de 1929 Geddes
present con entusiasmo un proyecto de adquirir la compaa Lena Goldfields
LTD., que posea grandes yacimientos de oro en Liberia, con un coste de
500.000 libras, que los Rothschild de Pars rechazaron de plano. Informe
privado de 9-5-1929 de la Casa de Londres a la de Pars y respuesta de 13-5-
1929, ARL, Xl-111-392.
96
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11'
i o 1
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En el aspecto comercial los Rothschild ofrecieron a la Ro Tinto Co.
toda su experiencia en el mercado de las materias primas. Desde
el momento de su toma de control de la direccin de la sociedad
Ro Tinto reform toda su poltica de ventas, diversificando sus
mercados, mejorando su red de intermediarios y consolidando
su liderazgo frente al resto de los productores, sobre los que la
compaa pudo ejercer toda su influencia para desarrollar con
la mayor eficacia un claro sistema de oligopolio comercial que
actu en su beneficio. Durante todo este periodo la relacin entre
la compaa y la familia de banqueros levant un flujo biunvoco
de contactos e informacin privilegiada entre ambos que ayud
a fomentar an ms su poder de intervencin en el mercado y la
especulacin sobre los valores burstiles del sector.
98
Ro Tinto era uno de los valores ms especulativos de la bolsa
de Pars, donde se mova la mayor parte de estas acciones de
portadores franceses. Probablemente en paquetes pequeos, que
circulaban con facilidad durante los mejores aos de la compaa.
Si descontamos el periodo del monopolio de Secretan, en el que
ya indicamos que el sindicato francs del cobre lleg a acaparar el
71 % de las acciones de Ro Tinto, el momento en el que se produjo
una mayor concentracin de estas acciones en manos francesas
fue tras la ampliacin de capital de 1905, en el que haba en Francia
264.000 acciones ordinarias de 375.000, que es alrededor de los
2/3 del total54.
54
Archivos Rothschild, 132AQ 1 06, 38 carpeta.
99
1-7-1906 a 1-7-1912 182.000 56% 32.500 10%
11 11
1-7-1912 a 1-7-1915 130.000 40%
11 11
1-7-1918 a 1-7-1921 121.875 37'5%
11 11
1-7-1921 a 1-7-1922 104.000 32%
11 11
1-7-1924 a 30-6-1927 90.000 24%
11 11
1-7-1927 a 30-6-1930 56.250 15%
Ampliacin 1929 425.000 acciones 325.000 acciones
ordinarias preferenciales
1-7-1930 a 30-6-1933 63.750 15% 19.500 6%
Fuente: ARP, 132AQ 104, doss1er 9.
55
ARP, 132AQ 104, 2 carpeta.
100
convencieran al consejo de que no insistieran en entrar en una
guerra con el gobierno francs que perdera seguro, exponindose a
una sancin sobre sus activos en Francia y a la retirada del derecho
a cotizar en la bolsa de Pars58 Uama, por lo tanto, la atencin
que esa presencia masiva en el accionariado nunca se tradujera
en una representacin especfica en el Consejo de Administracin
de la compaa, un hecho que no se cansaban de repetir la prensa
financiera especializada57
101
102
un
i55
A
El control social y su
huella documental.
''Rio Tinto Company
Limited y su oficina
de registro de
personal''
Juan Manuel Prez Lpez,
Director Archivo FRT.
archivohistoricoriotinto@telefonica.net
El Archivo de la Compaa britnica The Rio Tinto Company Ltd
est a disposicin de toda la comunidad acadmica habindose
efectuado ya excelentes trabajos de investigacin histrica en l.
104
vez, de la pirita onubense, por un lado azufre, para la obtencin de
cido sulfrico, y por otro cobre para el desarrollo de la industria
elctrica.
105
St 3, Londres, y tena una oficina de representacin en Ventura de
la Vega 8, Madrid, y una oficina de explotacin en Ro Tinto, Huelva.
La RTCL empez explotando los yacimientos de cobre de la zona
y construy un ferrocarril que uni las minas de Rio Tinto, con
Huelva, habilitando tambin un muelle en el puerto de Huelva para
el transporte de mineral.
106
Durante la mayor parte del siglo XIX. The Ro 7into CompanyUmited
fue una de las mayoms compaflfas productoras de cobre, slo fue
e
superada por Anaconda o {Montana) en 1692 y por caJumet &
Hecla (Michigan) en 1895.
107
para obtener alguna bonificacin. Estas grandes empresas crearon
esta asociacin como medida de proteccin de sus precios, ante
la crisis de posguerra que surge en el sector de las piritas, como
consecuencia de la perdida progresiva del mercado americano.
108
travs de un sistema de control de los trabajadores que tendr su
reflejo en una documentacin especfica.
Nomb ~-"'-''~L-~~j~fJ.~
~~E~
Cada expediente tiene ordenados los documentos segn una
clasificacin que va desde la A hasta la L, y dentro de cada letra
por nmeros arbigos. No todos tienen todas las letras, pues hay
algunas que han quedado en desuso y solo se encuentran en los
expedientes ms antiguos, y en algunos expedientes se han ido
aadiendo algunas letras ms, con motivo de la adicin de algn
asunto surgido posteriormente como la "M", que informa del
contrato de trabajo instaurado a partir de la ley de 1931.
109
servicio, ocupacin, jornal, carcter, conducta, causa de la baja,
firma del jefe. Es un dptico que por dentro tiene hasta 20 renglones
para los distintos cambios de departamento u ocupacin, y que a
veces se agota y tienen que usar uno nuevo para seguir anotando
los cambios.
11 o
en el examen. Observaciones. Firma del Jefe del Departamento y
del Director de la Compaa.
111
Sin duda los documentos clasificados con la letra H son los ms
interesantes desde el punto de vista socio-poltico, ya que revelan
datos de carcter no estrictamente laboral como afiliaciones
sindicales y polticas y aspectos ms humanos del trabajador,
y sobre todo es donde se incluan los informes de control a que
eran sometidos por el servicio de guardera que tena instaurado la
Compaa.
112
la gestin del personal, como medida de proteccin empresarial
contra la incipiente organizacin obrera que se estaba dando a
travs del sindicalismo minero.
7
Arenas Posadas, 2000,128-143.
8 Antes de 1913, Arenas lo llama "internalizacin espontnea" para pasar
a denominarse a partir de entonces "internalizacin burocrtica". (Arenas
Posadas, 2000, 128-143).
11 3
de los trabajadores, por lo que establecen para la contratacin
prioridades en las relaciones de parentesco. Adems, cuantos
ms miembros de una familia trabaje mayor ser el salario
obtenido entre todos y mejor ser la calidad de vida, y por lo
tanto menos contestatarios9
114
y sanciones sufridas por stos, teniendo muy presente la
periodicidad de stas. Fundamentalmente en cuanto al
comportamiento laboral se refiere, anotadas tambin en el
apartado "H".
12
Estadfsticas elaboradas en el AFRT.
115
Control de la distribucin geogrfica de los trabajadores.
Incluso estos aspectos que pudieran ser ms superficiales
fueron controlados por la Compaia. Efecta numerosas
listas de obreros clasificados por pueblos, que despus sirven
para seleccionar despidos. Entre 1918 y 1921, Nerva sufre
una reduccin de sus trabajadores en la minas del 41 ,3% 13
Debido a que estaba ms alejado del centro administrativo de
la Compafa, situado en el pueblo de Rfo Tinto, fue lugar de
preferencia para los asentamientos de la clase trabajadora y, al
mismo tiempo, para la mejor propagacin del sindicalismo.
As pues a travs de la
comprensin del significado
laboral y social de estos
expedientes podemos ilustrar
perfectamente el sentido de
las relaciones de poder en la
zona y el papel que stas han
tenido en la configuracin de
una cultura minera especffica.
La antigua Agencia de
contratacin que se erigi en
su da como autntico centro
de la actividad laboral y del
sistema de control que sobre
los trabajadores en particular,
y sobre el conjunto de la
sociedad comarcal en general, instaur la RTCL, centralizaba los
expedientes de todos los trabajadores y encauzaba asimismo toda
la informacin que sobre los mismos flua desde sus guardias,
capataces y directivos por las densas redes que tenan distribuidas
en toda la comarca, teniendo como vrtice a la propia Agencia.
13 lbidem.
14 Navarro, 2003, 73-74}. Publicado en El Mundo 816081908.
116
minas con motivo de los hundimientos de Riotinto Pueblo de 1908,
annimamente es advertido que si descubren que es periodista la
compaa lo expulsara al momento. Y cuando pregunta que si algn
amigo suyo podra infonnarle, ste le contesta, " ... Son muchos los
que protestan pero me fo de muy pocos. N siquiera stos tienen
confianza en sus compaeros. Si le recomendase algunos de los
buenos, no escapara a la mirada de /os espas, ca/clanse en cuatro
mil o cinco millos que la Compaa estimula, y como ms o menos
pronto se ha de saber que es usted periodista, el duro Virgi/io que
le sirviese de gua en aquel infierno, sera perseguido, l y toda su
familia".
15Lus Gil Varn. "Ro Tinto. Papeles socioeconmicos de una gran mina
andaluza en Rgimen Colonial. (Catlogo de legajos antiguos de la Oficina
de Registro}". Universidad de Sevilla. 1984. En un principio slo conocamos
estos legajos por el mencionado catlogo, ya que haban desaparecido,
posteriormente han sido reintegrados al Archivo casi en su totalidad.
11 7
Legajo 1807. Clasificacin de ocupaciones y jornales. 1914-1940.
GV-2.
Legajo 1808. Informes y Circulares sobre horas de trabajo y das
festivo. 1914-1954.GV-3.
Legajo 1809. Prensa. 1911 =1956. GV-4.
Legajo 181 O. Contratos de trabajo y permiso remunerado.
1928=1956. GV-6.
Legajo 1811. Correspondencia con autoridades. 1917-1944. GV-7.
Legajo 1812. Correspondencia con autoridades. (Continuacin).
1945-1958. GV-7.
Legajo 1813. Salarios y jornales fijos. 1914-1936. GV-8.
Legajo 1814. Church and Schools. 1915-1957. GV-9.
Legajo 1815. Informacin sobre jornales y precios de comestibles,
etc. en Riotinto y otras minas. GV.1 O.
Legajo 1816. Informe reservado sobre obreros. GV-11.
Legajo 1817. Gratificaciones.1914-1971. GV-12.
Legajo 1818. Conferencias, Correspondencia, etc. relacionado con
las huelgas. 1913-1921. GV-13.
Legajo 1819. Estado de jornales, ganancias y trminos medios.
1914-1940. GV-14.
Legajo 1820. Estado de jornales, ganancias y trminos medios.
1925-1945. (Continuacin). GV-14.
Legajo 1821. Reglas de accidentes. 1912-1942. GV-15.
Legajo 1822. Sub-comit de asuntos de labor. 1919-1925. GV-16.
Legajo 1823. Pedidos. 1914-1950. GV-17.
Legajo 1824. Aprendices. 1915-1954. GV-18.
Legajo 1825. Estados de la revisin fsica. 1918-1920. GV-19.
Legajo 1826. Casas. Houses and lands. 1914-1959. GV-20.
Legajo 1827. Staff ingls. 1912-1950. GV-21.
Legajo 1828. Solicitudes de empleo de ingleses. 1913-1931. GV-
22.
Legajo 1829. Departamento Mdico. 1913=1947. GV-23.
Legajo 1830. Limpiadoras. 1914=1947. GV-24.
Legajo 1831. Campo de Golf. Filn Norte y Huertos. GV-25.
Legajo 1832. Criadas de Bella Vista YVistaAiegre.1915. GV-26.
Legajo 1833. Pioneros. 1916-1921. GV-27. DIGITALIZADO.
Legajo 1834. Materiales. 1914=1933. GV-28. DIGITALIZADO.
Legajo 1835. Libreta de consumos. 1917-1920. GV-29.
Legajo 1836. Trabajo en Francia. 1918-1947. GV-30.
Legajo 1837. Permanent and mixed committee. 1917-1927. GV-31.
118
~ 183& Hcjlle de tMitga. 1913-1934. O\,L32,
U9ljo 1113&. ~~- 1V12-1931. ~
._....,1840.~ 1!i1211-11140. ~-
......., 1841. '"--1111 do! la Aelll'lda dol T.-o. 1814-11111!0. 0\1-
36..
lllgllljo 1842. C<lrni* PatlaioA. 1828-1Gae.. 0\1-38.
1eMc> 1&43.AIIIraoe - - 1a.1964. CN-37.
LeDelo 1844. Slnllcalo Cel<llco. 192a. GV-38.
Legejo 1845. ~- 18S0-1938. a\<-39.
l.egajC> 1&48.Aaurtoe \W1oa 1913-19&7. GV-40.
llllllfc> 1847. ~ 1909=1937. ~1.
l..egejo 1848. Ellcuela de~lllllee de Mn.. 181~1980, GV-12,
~ 1849.AIIurtoe Vllioe. 111821970, GV-eln.
.h. . .
~ 18150. Allurtoe Vllioe. 1112719156.
l..egejo 188$. CQ11f111enola, -poondllllolll. ~ 0011
y--
lllll!racciOndela.t-enEepallaconeiCcnaejodeActnHmlcl6n
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llf'8llllll,loofclo iiiiCicln y lllltlt.lfallcu de cettcter lllllorlil, deloe aallnt
edlnciOn eoclillea-..toa.
119
Y en el desarrollo de su actividad represora de control de las
libertades obreras recogieron, publicaciones obreras, diarios de
huelga, pasquines y propaganda radical, informaciones emitidas
por la Compaa, actas de asambleas y mtines, etc.
120
En una primera aproximacin a estas fichas se puede determinar
que la mayora corresponden a trabajadores de ideologas
izquierdistas o "socialistas", que tuvieron alguna relevancia en el
sindicalismo minero (CNT, UGT.) y que muchos de ellos ya fueron
detenidos en los acontecimientos de la huelga revolucionaria de
Octubre de 1934.
121
Para Avils16 el anlisis de estos Report & Accounts y su
comparativa con los desarrollos normativos britnicos permiten
concluir que The Ro Tinto Company Ltd. elabora una contabilidad
financiera avanzada, sometiendo a auditoria e inspeccin financiera
sus Cuentas Anuales desde 1873; elaboran un Balance y una
Cuenta de Prdidas y Ganancias desde 1877; y realizan estudios
comparativos con el ao anterior desde 1936, consolidando sus
cuentas desde 1948.
122
Segn Avils esta informacin de costes que elabora RTCL, a
pesar de que los precios de venta estn fijados por mercados
internacionales, permiten conocer algunos datos para establecer
estrategias ptimas, tanto de extraccin como de beneficio de
mineral. As pues, la compaa respondera a las preguntas Qu
producir?, Cundo producir? y Cmo producir? atendiendo a
las condiciones de mercado, de forma que pudiera rentabilidad el
beneficio segn un proyecto de viabilidad empresarial trazado y
definido a largo plazo.
Utiliza, por tanto, tcnicas que permiten el clculo del coste del
output con lo que se facilita el proceso de toma de decisiones,
gracias, en parte a la inclusin de medidas de eficiencia y actividad.
Debido a la necesidad de maximizar el beneficio empresarial,
se establece la exigencia de evaluar y controlar los procesos de
produccin administrados internamente.
123
sobre todo pasquines tipogrficos, fundamentalmente en los
periodos de huelga. Adems estas asociaciones obreras, desde
casi su creacin, editarn una multitud de publicaciones de
corte radical, como instrumento de lucha para con la compaa
y su director en estos momentos, W. Browning. Que permitirn
difundir en Andaluca y en el resto de Espaa la situacin en que
se encontraban los mineros de Ro Tinto. Esta prensa editada
en la comarca fundamentalmente por los rganos de direccin
del Sindicato (Partido socialista y UGl) y otos grupos polticos
y sindicatos (Sindicato nico, CNT, etc.), as como numerosos
periodos que empiezan a venir de fuera (El Socialista, La Libertad,
Nueva Espaa (anarquista), El pas (republicano), etc.) empezarn a
sembrar la semilla de la concienciacin poltica de la clase obrera.
Aunque los periodismos ms anti-britnicos eran ABC, que a pesar
de ser conservador es pro-alemn, El Da y El Socialista17
17
Informe Sir Williams Rhys. Noviembre 1920. AFRT (1 00-B-8).
124
La propia compaa, adems de los avisos y circulares oficiales,
lleg a utilizar este sistema de informacin y propaganda, tanto
finnada por ella como por sus representantes, o escondida tras
pseudnimos o con nombres de trabajadores supuestamente
independientes o con nombres de grupos peyorativos.
125
que adems de permitirles independencia para ejecutar las huelgas,
sobre todo le permitiran eliminar el paternalismo industrial como
elemento de control burocrtico que venan ejerciendo todas las
grandes empresas monopolistas desde finales del siglo XIX.
126
El primer peridico en salir como rgano oficial de comunicacin
del sindicato, a parte de La Frontera que despus veremos, fue
"Accin Minera", que se nutra directamente de los fondos del
sindicato. Despus de numerosos retrasos apareca el nmero uno
el 19 de octubre de 1913, cuatro das despus del comienzo de la
huelga general, como vehculo de divulgacin de las estrategias de
huelga, as como medio de difusin de principios ideolgicos del
sindicato.
21
"Sindicato de Riotinto. Las secciones de Nerva, Riotinto, El Campillo y
Zalamea". 5-06-1913. AFRT. Lag. 1838.
22
"A cielo abierto" Flix Lunar. Pg. 124. Se queja que Ego sustituyera su
vra Libre que dejaba suculentos beneficios por Accin Minera despus de la
huelga.
23
"A la opinin sensata" Alonso Granado. 26-08-1914. AFRT Leg. 1838.
127
Quizs por este motivo el impresor Emilio de Medio, propietario de
la tipografa Gutemberg de Nerva, se niega a seguir tirando Accin
Minera por "/a crecida suma que se me adeuda y que no pueden
negarme"24 Por su parte el sindicato alega que los motivos del
cambio de imprenta del Dr. Medio, se debe al trato de favoritismo
que ste ejerce en la redaccin de Vida Obrera.
24
Suelto "Basta de Embustes" de Emilio de Medio. sin fecha. AFRT Leg. 1838
og. 251.
~5 LUNAR, 2001, 127.
26
PREZ, 2007, 291-319.
27
"Espaa Nueva" 6-03-1911.
128
empleados de la Compaa y el peridico "El Pas", tambin
hacindose eco de la prohibicin, y con el titular Qu pasa en
Huelva? se pregunta, no sin cierto sarcasmo, si en aquel pas,
refirindose a Huelva, la ley de imprenta y /as clases espaolas son
cosa muerta?, y s Obedece el alcalde rdenes de la direccin de
la mina u obra a capricho~
~""'~
o&1tdkoa-To.Mt.
r... t-....~r,_..,v...k.
lwflt.oolr.o*cd.E.!V~
~r-u~ ~lc~
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.....JI,ooopor..,.,."""'oc:a
)'~'pn>pII&O.:ucft
~.... fi..ao y - ' o 8~-
!l.bwiiii!Ytwt~--
129
lector, donde el director y jefes de la compaa y las autoridades
eran constantemente objeto de burla. A Browning se le apodaba
"Pistola", al jefe del departamento mdico "Manguara", al alcalde
de Nerva "Troncho Verde", y un sin fin de motes ms que no hemos
podido determinar a quienes se refieren.
8. CONCLUSIONES
Para ello establece una triple estrategia, adems del control del
mercado de trabajo para predecir la oferta y la demanda de empleo;
29
BAENA, TESIS DOCTORAL, 2008.
130
la explotacin a gran escala de las minas, con la introduccin del
sistema de cortas, el desarrollo y aumento de la capacidad de
transporte con la construccin del ferrocarril y el establecimiento
de un control financiero con unas redes comerciales perfectamente
estructuradas desde la oficina central en Londres.
131
un sector clave en el proceso de desarrollo industrial espaol. Y
adems de los estudios tradicionales de historia econmica que se
desprenden de l, se puede plantear estudios sociales acerca de las
condiciones laborales, relaciones de poder, formas de produccin,
sociabilidad obrera, manifestaciones ideolgicas y polticas de los
obreros, asentamientos geogrficos, distribucin de la poblacin,
urbanismo, etc.
132
un
i55
A
1
la histrica relacin entre el Puerto de Huelva y las actividades extractivas
ha sido destacado por una buena parte de las investigaciones sobre historia
minera de la provincia. Un resumen actualizado es el de Febrero (1999).
134
de degradacin medioambiental a gran escala2 En una segunda
e inmediata fase, la contaminacin se extiende al exterior de la
cuenca, a la propia capital de provincia, convertida inicialmente
gracias al boom minero en un importante centro distribuidor, de
ah la importancia que adquieren las infraestructuras de transporte
(ferroviarias y portuarias especialmente) que entonces se construyen.
La proximidad de la cuenca y la red de transportes favorecen, a
su vez, la aparicin de una serie de industrias del ramo minero-
metalrgico o de sectores complementarios como el qumico. La
expansin de esas industrias y un desordenado crecimiento urbano
dan lugar a diversos problemas de contaminacin desde finales
del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. En realidad, las nubes de
polvos mineros originados en los trabajos de descarga en el Puerto
es una de las formas de contaminacin atmosfrica que sufre
esta ciudad durante la primera mitad del siglo XX. Humos, gases
txicos, partculas en suspensin, malos olores y ruidos formaban
parte de la vida de los onubenses de la poca. Antes de profundizar
en esos conflictos y en su relacin con la colonia britnica, en el
tercer epgrafe, conviene tener presente que la actuacin de las
autoridades locales va a estar mediatizada por el marco legal sobre
esta cuestin. Un problema de difcil solucin compartido con otras
ciudades espaolas desde el siglo XIX y que va a enfrentar a un
estado reacio a intervenir con las autoridades locales. La evolucin
de las legislaciones en materia higinico-sanitaria y la controversia
sobre las atribuciones de los ayuntamientos en esta cuestin sern
el objeto del segundo epgrafe.
135
de degradacin del medio. Un proceso que se agudiz con el
tiempo pues, paradjicamente, se considera que el periodo ms
brillante de la historia econmica de Gran Bretaa (entre 1850 y
1880) es, desde el punto de vista de la utilizacin de los recursos
y de la energa, probablemente el ms ineficiente de la historia
mundial3 La intensidad energtica (consumo de energa en relacin
al PIB) se asoci en las dcadas finales del siglo XIX a los cambios
tecnolgicos, energticos y de organizacin que trajo consigo la
Segunda Revolucin Industrial y van a dar lugar en ese pas a los
peores ndices de contaminacin atmosfrica.
136
Aunque lgicamente son los habitantes de las ciudades las vctimas
propiciatorias de este fenmeno9 , la contaminacin trasciende el
mbito urbano. Para la ecologa industrial, la ciudad industrial tiene
su propio metabolismo pues funciona como un gran ecosistema
que importa materiales y energa y exporta, adems de bienes
y servicios, contaminacin. El espacio necesario que cubre las
necesidades de la ciudad y que recibe los residuos industriales es
la denominada "huella ecolgica"10
137
americano, George Perkins Marsh en 186413 Como efectivamente
ocurri en el sector de minerales no ferrosos ingleses a partir de
la segunda mitad del siglo XIX, la mundializacin de los circuitos
comerciales no slo implic la transferencia de los factores, sino
tambin la internacionalizacin de los fenmenos de polucin. En
ese sentido, los britnicos tambin fueron pioneros a la hora de
"exportar" la contaminacin fuera de las fronteras. En efecto, las
necesidades de cobre de la economa inglesa llev a algunas de
sus empresas a instalarse en la cuenca minera onubense (y en
otras zonas del mundo): su llegada no slo revolucion la economa
local sino que, casi simultneamente, provoc graves problemas
de contaminacin 14
138
convirtiendo en una activa ciudad industrial. Dos problemas,
asociados en esta etapa, preocupan a las autoridades: la
organizacin urbanstica y los problemas de orden sanitario
derivados de ese crecimiento. Problemas similares dan lugar en las
grandes ciudades europeas y americanas a conflictos relacionados
con la contaminacin y a las primeras actuaciones en este
mbito, segn se adelantaba. En Espaa, las instituciones locales
tambin libran una dura batalla con el estado por la asuncin de
responsabilidades en materia higinico-sanitaria. Una lnea de
actuacin que hunde sus races en la propia tradicin municipalista
espaola16, pero tambin en la normativa francesa, especialmente
en el Decreto napolenico de 15 de octubre de 181017
139
las industrias en las ciudades durante el siglo XIX, en buena parte
por la falta de voluntad intervencionista del estado. El rechazo
parlamentario a la primera y nica iniciativa en esta lnea, el Proyecto
de Ley sobre establecimientos insalubres, peligrosos e incmodos,
presentado por un grupo de congresistas catalanes en 1877, es
buena prueba de elle>2. La multiplicacin de problemas de este
tipo obliga, no obstante, a la publicacin de distintas disposiciones
especficas a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Por ejemplo,
las RR. OO. de 11 de abril y 19 de junio de 1860, que establecen
normas para garantizar que no se produzcan incendios ni malos
olores en determinadas industrias e imponen criterios de lejana
del marco urbano para las nuevas instalaciones (150 m. de zona
habitada y 50 m. de carretera o ferrocarril, para las fbricas de
yeso). Tambin la R. O. de 11 de noviembre de 1863, que advierte
de la necesidad de fijar lmites al desarrollo de las mquinas de
vapor o la de 11 de enero de 1865 que seala una distancia mnima
a la ciudad de 500 m. para los almacenes de plvora21
140
General de Sanidad (R. D. de 12 de enero) en sus artculos 140 a
145 otorga a los ayuntamientos la capacidad de conceder licencias
a las industrias que puedan contaminar el aire o los cauces
pblicos de las ciudades. Se sealan dos categoras de acuerdo
a la peligrosidad o insalubridad de las actividades y se ordena que
las ms contaminantes se siten ms all de 500 m. del recinto
urbano. Se solicita igualmente la realizacin de un reglamento
sobre vertidos y otro sobre higiene en las fbricas. Una norma
que vendr a desarrollarse en el Reglamento de obras, bienes y
servicios municipales de 14 de julio de 1924 y en el Reglamento de
Sanidad Municipal de 9 de febrero de 1925. Todas ellas quedaran
englobadas en el Reglamento de industrias incmodas, insalubres
y peligrosas de 17 de noviembre de 1925, legislacin vigente en
Espaa hasta 1961 23
141
de contaminacin atmosfrica y fluvial que crean las grandes
compaas mineras. Significativamente, los vecinos de la cuenca
recurren por esta causa al Decreto de las Cortes de 8 de junio
de 181328 Inicialmente su posicin se vio reforzada. En efecto, la
inmediata respuesta legal a las movilizaciones que en 1888 dieron
lugar al denominado "Ao de los tiros", el Real Decreto de Polica
Minera de de 29 de febrero de 1889, daba la razn a los pueblos
que haban comenzado su campaa antihumos prohibiendo
esas actividades en sus trminos. Sin embargo, al ao siguiente
se publicaba el Reglamento Provisional para la indemnizacin de
los daos y perjuicios causados a la agricultura por las industrias
mineras que derogaba el anterior, imponiendo el criterio del estado
sobre el del ayuntamiento en este sentido27 y, muy especialmente,
dando fin a la controversia sobre los efectos de los humos en la
salud28
28
Al gobierno, a las autoridades, a la prensa, a los representantes del pafs y a
los municipios de la provincia de Huelva por La Sociedad de Propietarios y el
Ayuntamiento de Calaas (1886), Huelva, Imprenta de F. Bueno y J. Hernndez.
Tambin hacen referencia en este sentido al artrculo 72 de la Ley Municipal de
1877, al artfculo 219 de la Ley de Aguas de 1879, etc.
27
Las tensiones entre el gobierno central y los ayuntamientos en la segunda
mitad del siglo XIX en torno a las atribuciones en materia de sanidad en
CABRILLO (1994, p. 598).
28 "Una derogacin que significarfa en la prctica el prematuro y circunstancial
142
problemas al vecindario, como las qumicas. Ese es el caso de la
solicitud de licencia de la fbrica de cido sulfrico, superfosfatos
y abonos minerales por parte de los sbditos alemanes Luis Clauss
y Bruno Wetzig en 189229 El trmite administrativo se iniciaba con
el informe del arquitecto municipal, que se inclinaba en este caso
por recabar informacin ms precisa sobre la fbrica: en concreto
exiga una nueva solicitud en la que se detallase cul es la cantidad
y el tipo de los gases nocivos para la agricultura o para la salud
que podan desprenderse de sus chimeneas. Asimismo se decide
que ese escrito se enve para su estudio a la Comisin de Obras y
de Sanidad.
143
de los abonos naturales, a partir de la trituracin y desecacin
de huesos y con un uso limitado de cido sulfrico, que parecen
garantizar la inocuidad de esa actividad. Por todo ello, y siempre
y cuando no se emitan otras sustancias que puedan considerarse
peligrosas, se concede la licencia bajo las siguientes condiciones:
30
PREZ, "Bruno Wetzig Toepel.. ." pp. 370-374.
144
La falta de una normativa a la que atenerse en caso de conflicto,
tal como denuncia el arquitecto municipal, debi impulsar a
las autoridades municipales a incluir varios artculos sobre esta
cuestin en las ordenanzas elaboradas en 1894. As, el artculo
146 obligaba a solicitar licencia a todas aquellas instalaciones
fabriles que se quisieran radicar en la ciudad y que por su actividad
"puedan alterar o molestar la salida del vecindario, comprometer
la seguridad personal o inferir cualquier dao o perjuicio a las
propiedades". Con ms precisin se establecan las condiciones
necesarias para la instalacin de las mquinas de vapor (artculo
158) y, muy especialmente en el artculo 152, se asimilaban las
actividades del ramo metalrgico al resto de industrias peligrosas
por lo que se deban situar en las zonas indicadas especficamente
para estos establecimientos, esto es, en las afueras de la ciudad31
La expansin de la fundicin de metales de Thomas Morrison 32 , una
importante instalacin situada en una de las calles ms cntricas
de la ciudad va a ser la ocasin para contrastar la voluntad del
ayuntamiento en esta cuestin.
145
embargo, cuando seis residentes de la calles Almirante Hernndez
Pinzn, Zafra y Carretera de Gibralen, presentan un escrito el17 de
mayo en el que piden que el ayuntamiento reconsidere su opinin
y no permita la construccin de esa fbrica. Se trata de "industrias
no slo molestas sino peligrosas" y que, por consiguiente, deben
localizarse fuera del mbito urbano de acuerdo a las Ordenanzas
de 1894. Tres semanas despus, Carlos Daz enva al ayuntamiento
un pliego de 18 firmas de los vecinos que viven en torno a los
solares en donde se van a construir la fbrica con un pequeo
texto en el que manifiestan su apoyo a esa iniciativa empresarial.
Ambos documentos se trasladaron a la Comisin de Fomento para
su deliberacin. La decisin definitiva debi ser favorable a los
Morrison pues cuatro aos despus, y con la fbrica ya construida,
se volvi a reproducir otro conflicto similar.
146
carbonilla que continuamente emite la chimenea de la fundicin y
su casa, sobre todo cuando sopla viento desfavorable, est llena
del humo de carbn. Adems, se queja tambin del "ruido infernal"
que producen las fraguas a cualquier hora del da. Y si no se ha
desatado un incendio es por el cuidado que ha tenido de no dejar
sustancias inflamables en patios o azoteas. De hecho, en la casa
de otro vecino, Manuel de la Corte, se ha producido un incendio al
quemarse por efecto de las chispas procedentes de la chimenea
unos colchones y ropas que tena depositados en su patio. Por
todo ello pide el cierre temporal de la empresa.
147
vez, el 158, que es el que regula las condiciones para la instalacin
de mquinas de vapor. Tambin se pone en duda ("exagerada por
todo extremo") la calificacin de "peligrosa" para las actividades
metalrgicas, tal como se seala en el artculo 152, razn por la
cual estas industrias deben localizarse fuera de los lmites de la
ciudad. En este caso se razona que este ramo no ha sido objeto de
prohibiciones, ni que el legislador ni los tratadistas las consideran
"peligrosas", "nocivas" ni siquiera "molestas" en sentido estricto.
Todo lo ms se puede pensar que pueden crear ciertas molestias
al vecindario, razn por la cual los ayuntamientos regulan sus
actividades, pero en ningn caso han llegado a prohibirlas dentro
del casco urbano. Y en cualquier caso, desde un punto de vista
prctico, nada tienen que ver las fraguas ni hornos de fundicin
con instalaciones peligrosas e insalubres como plantas qumicas,
fbricas de fuegos artificiales, almacenes de explosivos, etc, que
en muchos casos se sitan en las grandes poblaciones sin que
suscite la oposicin del vecindario.
148
obstculos que los que las mismas leyes establezcan, cuidando
de dejar siempre a salvo los derechos de los particulares y
Corporaciones que justifiquen reales y efectivos"34
34
A. M. H. Leg. 897. "Informe de la Comisin de Gobernacin", pp. 3-3v.
35 Este artculo establece lo siguiente: "Nadie podr construir cerca de una
pared ajena o medianera pozos, cloacas, acueductos, hornos, fraguas,
chimeneas, establos, depsitos de materias corrosivas, artefactos que se
muevan por el vapor, o fbricas que por s mismas o por sus productos sean
peligrosas o nocivas, sin guardar las distancias prescritas por los reglamentos
y usos del lugar, y sin ejecutar las obras de resguardo necesarias, con sujecin,
en el modo, a las condiciones que los mismos reglamentos prescriban. A
falta de reglamento se tomarn las precauciones que se juzguen necesarias,
previo dictamen pericial, a fin de evitar todo dao a las heredades o edificios
vecinos".
149
stas. Advierte, de forma un tanto contradictoria, que no se cuenta
con normativa especfica y precisa que permita aplicar un "criterio
que pueda servirnos para apreciar si las instalaciones se hallan en
forma conveniente". A pesar de ello, tras un examen detenido se
ha podido concluir que las condiciones en las que se hallan las
mquinas y fraguas son las habituales en este tipo de industrias
y que el horno de fundicin, despus de los trabajos de reforma
realizados, no representa ningn peligro ni puede causar molestias
al vecindario.
150
Odiel, que abastecan directamente a los barcos de vapor, como el
que posea este empresario desde 1913 hasta 1920 y que lleg a
descargar 4.000 Tm de este mineral en los primeros aos36 Pero
tambin depsitos situados en tierra, gestionados directamente
por sus propietarios o alquiladOS37
151
Un asunto que concit mucha ms controversia en la ciudad fue el
que enfrent al ayuntamiento con las grandes compaas mineras,
entre ellas las inglesas Rio-Tinto Company y Tharsis Sulphur
and Copper Company, a propsito de las descarga de minerales
en la zona portuaria. Se trata de un original conflicto tanto por
el tipo de iniciativa tomada por las autoridades para reducir la
contaminacin, al tasar con un impuesto esa actividad, como por
el especial contexto histrico en el que se desarrolla, la Guerra Civil
y la inmediata posguerra39
152
portuarias, que mueven esas mercancas rodean casi en toda su
extensin la ciudad, sta "se halla envuelta casi constantemente
en una nube de polvo". Aunque tienen su origen en una actividad
legtima, al alterar la vida de las personas, causar incomodidades
e incluso tener efectos sobre la salud, el ayuntamiento debe
actuar para garantizar una compensacin por esos hechos.
Ante la dificultad de individualizar y contabilizar los perjuicios
ocasionados, es razonable que el ayuntamiento, representante de
la comunidad, grave esa actividad y reinvierta el producto de esa
exaccin en beneficio de la ciudad "con lo que se dara a cada uno
lo suyo, base de la justicia distributiva". Encuentra su base legal
esta iniciativa en el artculo 331 del Estatuto Municipal que permite
este tipo de imposiciones en materias que son de competencia
municipal, como en este caso la salubridad e higiene del municipio.
42
Junto a ests firmaban la reclamacin la Sociedad Francesa de Piritas
de Huelva, La Compaa Annima de Buitrn, Arrendataria de San Telmo
Umitada, Compaa de Minas de Cobre San Platn e Hijos de Vzquez Lpez.
153
puede servir como antecedente a otros ayuntamientos y que es
al estado a quien corresponde imponer gravmenes a la industria
minera43
154
expreso de lograr mejoras de carcter higinico-sanitario; que el
ayuntamiento aplica un arbitrio no fiscal y que la legislacin no
excluye en este caso la posibilidad de allegar fondos, aunque
stos deben ser utilizados para mejorar la higiene, salubridad y
otros fines especificados en el Reglamento de Hacienda Municipal;
que el Estatuto Municipal permite las exacciones de las entidades
locales a la minera, aunque en todo caso este arbitrio no se carga
sobre la industria minera, sino sobre las mercancas no alimenticias
en general.
155
el traslado de las instalaciones fuera del mbito urbano, bien por
el envase de las mercancas productoras de polvo; y, por fin, no
encuentra que se lesione gravemente ningn inters particular por
cuanto la imposicin no es excesivamente gravosa. Por todo ello,
se considera desestimado el recurso de las compaas mineras.
46
A. M. H. Leg. 549. "Expedientes Jurdicos". "Delegacin de Hacienda.
Seccin Provincial de Administracin local. Huelva". s. p. Tambin se agradeci
la ayuda prestada por el General Queipo de Llano. Se hace referencia en esta
carta a un argumento muy utilizado por las compaas y que oficialmente
siempre neg el ayuntamiento, esto es, el alivio financiero que este arbitrio
supona para la hacienda local: "La indicada resolucin por la justicia que
encierra nos ha llenado a todos de gran alegria pues viene a resolver en gran
parte la situacin econmica del ayuntamiento". lbidem. carta enviada el 7
de marzo de 1939. Excmo Sr. D. Gonzalo Queipo de Llano, General Jefe del
Ejrcito del Sur". s. p.
47
A. M. H. Leg. 549. "Expedientes Jurdicos". "D. Guillermo Ducls por
la Compa'la Annima de Buitrn reclamacin econmico administrativa
acuerdo del Excmo Ayuntamiento sobre pago de arbitrio de las mercancas no
alimenticias productoras de polvo" (4 de noviembre de 1939). s. p.
156
del trmino de Huelva y que hay un reconocimiento explcito de que
se produce polvo, aunque en pequeas cantidades. La empresa no
tiene en cuenta, sin embargo, la accin de los vientos ni los efectos
en los trabajadores que manipulan el mineral y en los transentes.
Por todo ello, procede a desestimar la propuesta de G. Ducls.
5. CONCLUSIONES
15 7
se incrementa de forma acelerada, la capacidad de generacin de
residuos industriales se multiplica49 Bsicamente, eso es lo que
sucede en Huelva a finales del siglo XIX, inducida en buena parte
por la necesidad acuciante de cobre de Gran Bretaa: su rpida
industrializacin y la expansin urbana consiguiente provocan
graves problemas de contaminacin. Las autoridades municipales
se encuentran ante un problema que no tiene precedentes pero
que provoca tensiones sociales latentes a lo largo de ms de medio
siglo. Con el agravante de que, en varios casos, los problemas son
provocados por sbditos extranjeros, sobre todo ingleses. Por ello,
se ven obligadas a improvisar una serie de medidas, impulsadas
en muchos casos por la urgencia de los acontecimientos y por las
presiones de los agentes en juego.
158
precisas sobre esta cuestin, pero el estado se va a mostrar remiso
al respecto durante todo el siglo XIX. Es ms, en la segunda mitad
del siglo se va a inclinar por una interpretacin proindustrialista,
como las Reales Ordenes de 16 de febrero de 1881 y de 8 de enero
de 1884 ponen en evidencia. Esa situacin explica en parte por
qu el ayuntamiento de Huelva elabora una Ordenanza en 1894 de
carcter protector hacia sus ciudadanos, pero diez aos despus
deroga su artculo ms controvertido, el 152, basndose en una
actitud abiertamente proindustrialista.
51 BRIMBLECOMBE 1987.
52 La ordenacin de eso espacios en Alemania ya se constata en 1869 y el
Npoles (Italia) en 1885. En Gran Bretaa, la "Public Health Act" de 1875
estableca esas zonas, aunque en la prctica algunas ciudades ya las haban
puesto en marcha. En Francia, en cambio, esta actuacin fue ms tarda,
probablemente en relacin con la menor autonoma local en este campo
(BERNHARDT-MASSARD-GUILBAUD 2002, pp. 22-24).
53 JUNCEDA 2001, p. 86.
159
ocasin que se puso en prctica, con ocasin de la construccin
de la fundicin de la firma inglesa Thomas Morrison Company
Limited, en 1904, el intenso debate a que dio lugar termin con la
derogacin del artculo 152. La razn que expuso el ayuntamiento
no deja lugar a dudas sobre su inclinacin pues acta de acuerdo
al principio de que "deben armonizarse los intereses pblicos y
privados con e/ respeto debido a la especulacin industrial". En
este sentido, no slo haca dejacin de su responsabilidad en
materia de ordenacin de los espacios industriales, que dejaba en
manos de la iniciativa privada, sino que declaraba sin asomo de
duda su voluntad proindustrialista.
160
En realidad, si es evidente que las empresas inglesas fueron
responsables de buena parte de los episodios de contaminacin
analizados, en cambio no se observa ningn sbdito de esa
nacionalidad entre los afectados ni, desde luego, se percibe entre
los grupos que protestan el grado de sofisticacin que las ligas
antihumos alcanzaron a finales del siglo XIX en ese pas. Por el
contrario, los grupos que protestan no estn bien organizados ni
cuentan con los medios, experiencia ni ideas de aquellos. Son
ms similares a los conflictos de proximidad actuales, tipo NIMBY
("Not in my Back Yard")54, esto es, personas que se asocian
coyunturalmente cuando un problema concreto de carcter
ambiental (o no) les puede afectar.
Finalmente, una cuestin para la reflexin que tiene que ver con
la inexistencia de referencias al conflicto de contaminacin ms
grave que se iba a producir en Espaa en esa poca y que haba
sucedido pocos aos antes de que se elaboraran las Ordenanzas
de 1894 a unos pocos km de distancia: el suceso conocido como
"Ao de los tiros" (1888). Ms llamativo si cabe tal olvido si se
tiene en cuenta que dio lugar a una de las normas sobre polucin
bsicas del ordenamiento legal espaol en este campo (Reglamento
Provisional para la indemnizacin de los daos y perjuicios causados
a la agricultura por las industrias mineras -1890-), y porque adems
el tribunal de arbitraje que establece lo preside el Gobernador
Provincial de Huelva y tiene sus sesiones en la propia ciudad. Una
situacin que parece responder, adems de a las diferencias entre
los conflictos de polucin que tienen lugar en las cuencas y los que
suceden en las ciudades, a ese proceso de "amnesia colectiva"
que afecta a la opinin pblica provincial en torno a los problemas
de humos en la cuenca despus de 1888 y que en este caso les
impide asumir sus consecuencias y adaptarlas al contexto urbano.
54 WHITE 2003.
161
"Los mineros, familiarizados con esa visin de cada hora, de cada
da, de cada ao, de cada vida, no sienten la impresin violenta
que experimentamos nosotros, los que franqueamos por primera
vez los umbrales de este infierno de explotacin burguesa. Lo
inhumano de este trabajo mprobo, mortfero, ellos, que son
vctimas de l, no lo sienten como nosotros" .(Federica Montseny
en Andaluca. Verano de 1932).
162
un
i55
A
La huella en el
cuerpo: accidentes
de trabajo en Ro
Tinto (1914-1960)
Agustn Galn Garca,
Universidad de Huelva.
agutin@uhu.es
Dedicamos este volumen a valorar las presencias y sealar
las ausencias que provoc la llegada y estancia de los ingleses
en nuestra tierra. Es evidente que fue el hecho econmico el
que motivo esta venida y lo que justific su permanencia. Ms
concretamente fue la explotacin de las minas Ro Tinto, lo que les
va a unir a nuestro territorio y a nosotros con ellos. Nos toca ahora
entrar a comentar un aspecto directamente relacionado con el
modus operandi que aplicaron en la gestin empresarial "made in
England", y que trasladar su repercusin y sus consecuencias, no
ya en el subsuelo objeto de sus proyectos extractivos y el blanco
de todos sus deseos, sino que dejar una huella, tan indeleble
como la propia vida, en el propio cuerpo de los mineros; en su piel,
en sus huesos, en su carne, en su alma*.
164
1. MARCO NORMATIVO E INSTITUCIONAL
Desde este punto de vista, buena parte del periodo que nos
ocupa viene a coincidir con la construccin del aparato normativo
e institucional de la salud laboral en Espaa. A la proliferacin
legislativa, excesiva, especialmente en los primeros veinte aos
del siglo pasado, hay que sumar las aportaciones procedentes de
las distintas disciplinas que se fueron interesando por este mbito.
Juristas, higienistas, ingenieros, socilogos, psicotcnicos,
mdicos del trabajo, etc. fueron sumando sus contribuciones al
ritmo que marcaba aquella; sometida, a su vez, a los inevitables
vaivenes polticos. Paralelamente se iba sucediendo la creacin de
instituciones como la propia Comisin de Reformas Sociales, el
Instituto que vino a sustituirla, la Inspeccin de Trabajo, el Instituto
de Reeducacin de Invlidos del Trabajo, la Escuela Nacional de
Sanidad, el Instituto Nacional de Medicina, Seguridad e Higiene
en el Trabajo, el Servicio Mdico de Empresas, etc. y todo esto
acompaado de las correspondientes publicaciones peridicas,
monografas, concursos, creacin de sociedades profesionales,
etc.
Cuadro n 1.
Sntesis del marco nonnativo en el mbito de la seguridad e
higiene en el trabajo. 1873-1960.
1873 Ley Benot. Condiciones de trabajo en fbricas, talleres
y minas. Normas sobre el trabajo de mujeres y nios
menores de 1Oaos.
1878 R.O. sobre trabajos peligrosos para nios
1897 Reglamento de la polica minera
1900 Ley Accidentes de Trabajo. Condiciones de trabajo
de mujeres y nios. Aseguramiento de accidentes de
trabajo a travs de sociedades de seguros. Catlogo de
mecanismos preventivos
1902 Circular sobre andamiajes
1903 Creacin del Instituto de Reformas Sociales.
1906 Reglamento General de Seguridad e Higiene en el Trabajo.
Creacin del cuerpo Tcnico de Inspeccin del Trabajo.
165
1904 Ley de descanso dominical
1908 Creacin del Instituto Nacional de Previsin
1916 R. D. sobre reconocimientos mdicos previos a la
incorporacin al puesto de trabajo
1919 Adhesin a la Oficina Internacional del Trabajo
1922 Ley Accidentes de Trabajo
1924 Creacin de la Escuela Nacional de Sanidad
1931 Reglamento para aplicar al sector agrcola la Ley de
Accidentes de trabajo
1932 Ley Accidentes de Trabajo
1933 Reglamento de la Ley de Accidentes de Trabajo en la
industria.
1934 Incorporacin del IRS al Ministerio de Trabajo. Creacin
de una Inspeccin Medica del Trabajo y del Servicio de
Higiene del Trabajo
1939 Publicacin Revista de Trabajo
1940 Reglamento General de Seguridad e Higiene en el Trabajo
1942 Reglamentos de trabajo.
Seguro de Enfermedad.
1944 Creacin del Instituto Nacional de Medicina, Higiene y
Seguridad del Trabajo. Comits de seguridad e higiene
1948 Creacin de la Escuela Nacional de Medicina del Trabajo
1953 Reglamento de los Jurados de Empresa.
1956 Creacin los Servicios Mdicos de Empresa
1959 Creacin de la Organizacin de Servicios Mdicos de
Empresas
1960 Publicacin de la Revista de Seguridad.
166
Sin embargo, ni aquella proliferacin normativa encontraba el eco
esperado en la realidad de los tajos, ni el desarrollo institucional
lograba atender el basto territorio nacional; ya fuera la propia
Inspeccin de Trabajos2 , los mencionados institutos, las ctedras
de medicina, etc. su localizacin solo en ciudades como Madrid,
Barcelona, Valladolid o Valencia, etc, se demostraba claramente
insuficiente, no obstante lo avanzado de su planteamiento y lo
positivo de algunos de sus resultados. En otros trminos, y a pesar
de que, como veremos ms tarde, algunas grandes empresas
llevaron a cabo algunas campaas para reducir la siniestralidad, la
realidad era bien distinta; en los pequeos talleres, los cortijos, en
la pequea parcela, en los arrozales, en la mina, en las almadrabas,
etc. las preocupaciones no pasaban de manera prioritaria por
mejorar la seguridad. En esta misma dinmica se encontraban las
organizaciones sindicales a la hora de fijar sus reivindicaciones
ante la patronal y muy rara vez vamos a ver a aquella como primera
exigencia; la readmisin de los despedidos, la mejora salarial, la
reduccin de la jornada de trabajo, etc. sern las cuestiones que
ocupen las primeras posicioness.
2
El ex ministro de trabajo Estadella defini su funcionamiento como
"satisfactorio desde el punto de vista tcnico, su personal es competentsimo
y su funcionamiento deplorable". En Arstegui, J. (Ed.) La Repblica de los
trabajadores. La segunda Repblica y el mundo del trabajo. Fundacin
Francisco Largo Caballero, Madrid 2007, p. 233.
3 Galn Garca, A. Estudio introductorio a la edicin facsmil de La prevencin
de los accidentes del trabajo. Palancar y Prez Botija, E. Consejea Empleo
Junta de Andaluca y Fundacin Mapfre. Sevilla, 2008, p. 'XJW.
4 Fernndez Marcos, L.: La poltica estatal de seguridad e higiene en el trabajo:
167
La contienda civil supuso, adems, un corte radical con las lneas
de trabajo, la difusin, las investigaciones, los planteamientos que
se venan haciendo desde los aos Veinte y muy especialmente
desde comienzos de la dcada de los Treinta. Los trabajos de
Palancar y Prez Botija, A. de Vicente Bueno, Mallart y Cut, Oller
Martnez, Rodrigo Bellido, Parriza Torres, Dantn Gallego, Jordana
de Pozas, etc. y las preocupaciones que se desprendan de los
mismos; tales como la importancia de la educacin en los niveles
educativos inferiores, la importancia de la psicotcnica para
mejorar la seleccin de los trabajadores y su correcta adecuacin
al puesto de trabajo a desempear, la conveniencia de hacer de la
prevencin un ejercicio continuado para lo que haba que recurrir
a las campaas, la cartelera, los comics, el premio para los
que cumplieran la norma y el castigo para los que no lo hicieran
(sistema bonus/malus), la pertinencia de asumir la prevencin
desde la gerencia de la empresa, etc. no se retomaran hasta bien
entrada la dcada de los Cincuenta y, como es lgico, bajo el
prisma del nuevo rgimen. Concebido este como un gigantesco
sindicato de productores5 , o, dicho de otro modo, excluidas las
organizaciones sindicales democrticas, habr que esperar hasta
la Ley de Convenios Colectivos Sindicales de 1958, que abri el
camino a cierta regulacin plural de las relaciones laborales, para
que los trabajadores pudieran abrir brechas en el monopolio estatal
de la seguridad e higiene8
168
aos despus, deca "Este es el fundamento (proteger al trabajador
y darle el mayor prestigio profesionaO de la poltica social de
previsin, que como sol bienhechor abarca todas las pocas de la
vida del productor, desde la infancia a la senectud, pasando por la
juventud y la edad adulta. De la misma manera que el rayo fulmina
y abate rboles vigorosos y jvenes y robustos productores ...
el Estado ha debido establecer un sistema que permita no solo
reparar los efectos de la enfermedad o del accidentes sino en
prevenir los peligros del mismo"7
7
Mon Pacual, J.: La previsin social en relacin con el problema de la prevencin
de accidentes e higiene del trabajo. En Conferencias sobre prevencin de
accidentes del trabajo. Ministerio de Trabajo, Madrid, 1942. Mon Pascual fue
Jefe de la Inspeccin de Barcelona y profesor de la Escuela Social.
8 Aunque el aumento se achaca al crecimiento del sector industrial, se alude
tambin al carcter del trabajador espaol para terminar de explicarlo" ... muy
capacitado para acometer cualquier labor, no lo as tanto para tener la previsin
de pensar que tambin l puede accidentarse y ...esa confianza entraa una
mayor peligrosidad. Navarro Domfnguez, 0.: "Accidentes de trabajo. Su
significacin estadfstica y social. Revista Internacional de Sociologfa. Ao
XIX, Enero-Marzo, 1961, n 73, p. 57.
169
un hecho natural e inherente a la propia actividad econmica,
intercambiar riesgo por dinero; afrontar las indemnizaciones y no
introducir las mejoras necesarias, etc. formaba parte tambin de
su prctica habitual, al igual que en la mayor parte de las grandes
empresas espaolas9
2. DIFICULTADES ESTADSTICAS
9
Galn Garca, A. Siniestralidad laboral enRio Tinto, 1913-1954. En Minea y
desarrollo econmico en Espaa.
10
" es de absoluta necesidad que la administracin de las minas de Almadn
remita mensualmente al gobierno civil de la provincia y mejor todava,
directamente al Instituto de Reformas Sociales, el estado de accidentes del
trabajo ocurrido durante el mes, para que sea posible conocer al da la clase,
el nmero, la importancia y las consecuencias de esos accidentes, dato que
en la actualidad es totalmente desconocido. No hay motivo para que una
dependencia del Ministerio de Hacienda no cumpla los preceptos de una Ley
que la obliga como a todas las dems, de la misma manera que la cumplen,
por ejemplo, y con una exactitud y una puntualidad dignas de nuestro elogio,
los establecimientos que dependen del Ministerio de la Guerra, que llevan
al dfa este interesante servicio ... Parece, en realidad, que la Administracin
pblica no tiene sobre este punto obligaciones que cumplir, y el infeliz obrero
se encuentra entregado a los azares de sus temblorosas y convulsas fuerzas".
Informe sobre las Minas de Almadn. Conclusiones presentadas a la
aprobacin del Instituto. Madrid, 1910.
11 "Conviene tener presente que las estadsticas son hoy ms verdad en lo que
a este punto se refiere y no debe extraarnos ver aumentar las cifras, pues con
anterioridad a la Ley de 1900 no se daba parte a la autoridad de la mayora de
ellos, hacindolo solo de los ms graves. Hoy, sobre todo las sociedades que
tienen asegurados sus riesgos en compaas de seguros, tienen necesidad de
dar cuenta hasta de la ms insignificante herida o lesin que produzca un solo
da de paro del obrero, de ah que aparezcan recargadas las cifras con relacin
a los anteriores". Len Castro, E. : Un poco de higiene y patologa minera.
Madrid, 1904, p.12.
12
Galn Garca, A. Estudio introductorio a la edicin facsmil de La prevencin
170
Dichas dificultades hemos de prolongarlas hasta bien en entrada la
Dcada de los Sesenta, momento en el cual los datos ofrecidos por
el Ministerio de Trabajo, a pesar de los cambios metodolgicos que
se van produciendo con el tiempo, nos ofrecen una situacin ms
cercana a la realidad. Eso si, los datos, en el mejor de los casos se
quedan a nivel provincial y no nos permiten descender a otro tipo
de anlisis18
Hay que decir no obstante que a lo largo de todo el primer tercio del
s. XX encontramos, en los especialistas dedicados a esta cuestin,
diversas estadsticas y frecuentes remisiones a publicaciones
peridicas del momento, tanto europeas como americanas, lo
que nos permite pensar que ellos si que tenan nociones de lo que
ocurra en otros pases. Claro que se trataba de estadsticas muy
parciales, unas veces, resultados de experiencias muy localizadas;
otras, elaboradas a partir de algn siniestro llamativo por el nmero
de sus vctimas, etc.
171
ocurridos en 1905. En aquel ao el nmero de accidentes pasaba
de 300%o, y el numero de jornadas perdidas por obrero era de
34,5; en 1913 no hubo ms de 115 accidentes por cada 1000
obreros y las jornadas perdidas se redujeron a 21 ,3 por obrero. En
el Departamento de Altos Hornos, las jornadas prdidas por obrero
pasaron, segn la misma estadstica, de 64 en 1907 a 34 en 1917;
y en las aceras, de 49,8 en 1907 a 21,8 en 1916 y a 17,5 en 191714
Los datos que publica Lasala nos permiten conocer las dimensiones
de las cifras nacionales y nos ofrecen tambin alguna referencia
internacional, referida siempre a la minera17
14
Razous, P. Curso de prevencin de accidentes del trabajo. Madrid, Ed.
Reus, 1933. No nos debe extra'iar que en este a'io se tradujera del francs y
se publicara un manual de prevencin de riesgos laborales. No era el primero
ni seria el ltimo; el ao siguiente se public en Vitoria La prevencin de
los Accidentes por los mtodos psicolgicos del ingeniero belga Fernando
Mercx. Tambin los autores espaoles prestaron la atencin debida a esta
cuestin. Baste recodar las obras de Palancar y Perez Botija, De Andrs
Bueno, etc. Otra cosas bien distinta es, al igual que ocurre hoy, que alcanzaran
la difusin suficiente como para suponer una reduccin efectiva en el
numero de accidentes. Para mas informacin sobre como se ha analizado
este fenmeno en nuestro pas es necesario consultar el magnifico trabajo
recopilatorio de Francisco Lpez, R. de, Los orgenes de la Prevencin de
Riesgos Laborales en Espaa y el comienzo del intervencionismo del Estado
hasta 1939. En Historia de la Prevencin de riesgos Laborales en Espaa.
INSHTy Fundacin Francisco Largo Caballero. Madrid, 2007, p.16-121.
15 Revista de Trabajo, N 28-29, 1942, p. 217-2305
16 Martos de Castro, F.: Los accidentes del trabajo y su prevencin. En
Conferencias sobre prevencin de accidentes del trabajo. Ministerio de
Trabajo, 1942, p. 10-36.
17
LASALA. A. Accidentes en las minas. (1912)
172
Resumen de los muertos y heridos graves en la industria Total obreros
minera 1910-1911 mineros.
Censo I.R.S.
1911
Fallecidos Heridos Fallecidos Heridos
Huelva 40 51 35 35 23.596
Jan 32 28 19 14 10.725
Oviedo 36 11 32 16 20.008
Vizcaya 21 70 15 7 18.874
Total 256 282 180 174 150.000
Resumen general de accidentes en los que se han visto afectados los
obreros mineros y metalrgicos. 1909.
Fallecidos Heridos Total obreros
mineros
Total % Total % 1.146.372
Inglaterra 1.577 1,36 159.109 10 218.829
Blgica 214 0,97 164 0,7 150.000
Espaa 256 1,71 282 1,88 327.041
Francia 366 1,1 45.343 2 159.150
Austria 172 1,08 2.043 12
Elaboracin propia a partir de los datos que ofrece L.asala, A. (1912) Los
accidentes en las minas18
18El propio Len Castro, como la mayor parte de los autores de al poca
no dan credibilidad suficiente a la estadstica oficial. "En 1902 las desgracias
ocurridas fueron 255 muertos, 310 heridos graves y 4.5271eves, cuyos datos
no son completos ni verdaderos a pesar de ser verdad oficial. Un poco de
op cit. Madrid, 1904, p. 12.
173
Accidentes de Trabajo y, por supuesto, el Ministerio de Trabajo.
El grado de coincidencia no era el deseado. Simultneamente se
plantea ya la necesidad de contar con datos por empresa1&.
Por otro lado, y en relacin directa con lo que hoy nos ocupa,
hemos de sealar que estas estadsticas venan acompaadas
con informacin realmente valiosa para la propia empresa; nos
referimos al coste, directo o indirecto, que tenia cada uno de los
siniestros producidos. Ya se haba verificado, por lo tanto, que los
siniestros ms costosos, por la frecuencia con que se producen,
son los leves. Con el grado de conocimiento que hoy tenemos
sobre lo que ocurra en las grandes empresas espaolas, ya fueran
mineras o de cualquier otro sector, podemos afirmar que este era
un asunto apenas considerado; no obstante que las publicaciones
especializadas venan sucedindose desde los aos Veinte y
procedentes especialmente de los Estados Unidos.
174
--~-------------------------------------
--
..... __ Accidentes de trabajo en Espaa. 1901-2007
--,(-'--
,._ ___________________________________ ~ ___
----
...
-_ , --- -~
_., ... ........,........ _,..._ ,.---..
lJibonlcldn pmpla. pwtlr de lila ""*"ii'llc:as ofL t t
175
Afinnacin esta que podemos hacer extensiva, sin reparo alguno,
al conjunto de la minera espaola.
22
Lasala. A op. cit. P. 25.
176
" ... sin que haya alguna vctima que muera aplastada por la
mole de mineros o por la rueda de una locomotora y ningn
departamento se halla en las condiciones exigidas para el
trabajo con arreglo a la ley de accidentes del trabajo, y sin
embargo, ni los obreros hacen reclamacin alguna, ni hay
comisin que la haga y se atreva con la poderosa empresa de
explotadores ingleses.
Pone como ejemplo que unos das antes en la corta Filn sur
tres obreros que se encontraban almorzando en una caa fueron
aplastados por una enorme mole de mineras de ms de mil
toneladas, "aunque algunos peridicos hayan hablado solo de
veinte ... y la empresa no piensa abonar nada a la familia de los
fallecidos" 23
177
ajustado al cuerpo y sobre el mismo una chaqueta corta de
tipo brownholland, forrada de lana y franela; en la cabeza llevan
un gorro ajustado de hilo, y encima un sombrero hongo hecho
de lana, fieltro, arenisca y resina; este sombrero suena a metal
cuando se golpea y se utiliza para proteger la cabeza de la
cada de piedras o trozos de roca. Dice que es habitual en
Cornualles pero que en Espaa los mineros suelen trabajar con
la nica proteccin del gorro de hilo, que solo protege del polvo
y la suciedad.
25 James Rose, H.: "Untrodden Spain and her Black Country'' En Albuera
178
Hay momentos en que la cabeza da vueltas y se siento que no
va a morir; entonces no hay ms alivio que llevarse a los labios
el botelln de aguardiente con agua que todos bajamos, y
seguir trabajando entre el humo apestoso que nos mata. Cada
momento nos retiramos unos para salir a respirar, y otros siguen
en nuestro puesto. Hay sitios donde apenas podemos resistir
un minuto, y si no salimos corriendo, en el segundo minuto
caeramos asfixiados... Un antiguo minero, ahora guarda,
exhibe ante el periodista sus heridas de trabajo en los pies,
producidas por el agua agria. El hombre tiene el cuerpo lleno
de redondas manchas negras, sello que en las carnes pone el
agua agria, el agua que se filtra por las masas de cobre: "Las
galeras estn rezumando; cada gota que nos cae encima es
una chispa que abrasa la carne". Aade que si no fuese por el
agua agria trabajaran en cueros:"nos cubrimos bien la cabeza
con cascos de sombreros viejos y nos ponemos un trajecillo
de bayeta, que es muy a propsito ara expulsar el agua. An
as, ya ve como tengo el cuerpo". Dice que anteriormente la
Cia. venda unas botas de goma de mala calidad, pero al poco
tiempo la goma estaba quemada y el agua abrasaba los pies;
los pies del minero eran llagas vivas. Hubo una huelga y as
termin esa explotacin"27
Y el ltimo de F. Montseny
27
Ciges Aparicio, M.; Los vencidos, p. 125 y p. 83.
28 El metal de los muertos, p. 108.
179
"Nerva da un contingente aterrador de tsicos. Es el trabajo
brutal de las minas, el mismo aire que se respira, cargado de
gases, lo que destroza los pulmones, lo que ataca primero la
pleura, despus la caja torcica. El contagio hace el resto ... El
pas de Ssifo. Las cuencas mineras, kilmetros y kilmetros
de tierra violada, abierta a tajos, ruegos enormes como
monstruosas plazas de toros. Los pueblos, sin un rbol, que
el carbono mortal de las minas agosta como a los hombres,
extienden sus agrupamientos en los bordes de las cortas, a los
lados de las carreteras, junto a las vas frreas que conducen el
mineral de las minas de Riotinto a Huelva ...
29
Federica Montseny en Andalucra. Verano de 1932. Servicio Publicaciones
Universidad Huelva. 2000, p. 38ss.
180
El mencionado F. Mercx, despus de hacer un rpido recorrido por
lo que ocurre en Francia, Alemania, Blgica y Estados Unidos; lo
resume con absoluta claridad: "... los accidentes no llegan por sr
solos; sino que son provocados por las vctimas o sus compaeros
de trabajQ30.
181
en el manejo de la dinamita y en el repentino derrumbamiento
de piedras. "Pegas sin explotar, olvidadas por negligencia de
los dinamiteros cobraban vctimas fcilmente; las lesiones leves
se deban principalmente al uso impropio de las herramientas,
produciendo heridas que e dejaba a los hombres sin trabajar un da
o dos como mximo... Aparte de los accidentes en la mina, haba
otros producidos en el ferrocarril y entre 1880 y 1900 las muertes
se dieron una media de cinco al ao. La mayora de los accidentes
ocurran en las playas de clasificacin durante operaciones de
maniobra o cuando hombres que se colgaban a los vagones (una
operacin prohibida) caan a las vas"32 Incluso cuando llegue el
momento del traspaso de la propiedad a manos del Estado espaol,
afirmar que "Aunque los accidentes mortales y las prdidas de
brazos o piernas son inevitables en asentamientos mineros, hacia
1954 el nivel de seguridad era causa de satisfaccin"33 Y en
efecto puede ser que el hecho de que entre un 25 y un 30 % de
trabajadores sufrieran un accidente estuviera dentro de lo normal,
o que el mismo ao 1954 murieran 4 trabajadores, a otros dos les
fueran reconocida la incapacidad parcial y a otros dos la total 54 Aqu
hemos de ceder al beneficio de la duda debido, fundamentalmente,
a que desconocemos lo que en este sentido estaba ocurriendo en
empresas similares a la que nos ocupa. De cualquier forma, si se
asuma como normal, aunque fuera Avery el que lo dijera, ya era un
indicio de lo que la Compaa pensaba al respecto.
32
Federica Montseny en Andalucra. Verano de 1932. Servicio Publicaciones
Universidad Huelva. 2000, p. 3Bss.
33
Nunca en el cumpleaos de la Reina victoria. HiS1oria de las minas de Rfo
Tinto. Labor, 1985, p. 242.
34
lbiden, p. 382
32
AFRT. Libro 1364. Libro registro de muertes e incapacidades provocadas
por accidentes. 1933-1964
182
algunas Vlll1alllas del fenmeno que nos OCI.p!l para calibrar cual
fue la dmensl6n que alcanz en uno y ot1o momento y 111, en efecto,
hubo ccntlnuldad o no entre t.na t1poca y la 01ra.
- PLAN TILLA
- TOTA.l DE AC(I[){IfTfS
6.000
- ltl'\eaf t.PlAI'fTIU.A)
-Ln~t (TOTAL OC
ACCIOOOTES)
c:orrrdclo
f'ln. loe dlllloe del petfoclo enn 1955 y 1980, N'RT. Lllloa
~ dil hcepltalzadoa 1318. 319.13.20. 1~. 1:122.1:t24.
183
de lnlbajadore6 acoidentadoa ir del1$181 23 9(,, La 8e(ll.fld-. d&
1Q26a 1Q36. 001_. un ti *ISOOCUISidembl&en el na mero d&
,,.,1
IIIOOidetillee, rrl oo' 101ellli oooi l&rfa tntr& el1 oy el1616 de lo8
~en la ten:~en~delaa que hoy no&OOI4)8, <leed& 1937 a
1800, en la trcntn entonoea emr.la etapa bltWioay la espatlola,
a lo larvo de la oual noe ~ manera ~tntr&el
20yel2416 el& la plaritila. B 001100idc>allo1964 y lo8891~ no
oonodero n pues, n., Qi'l Oll.i!lblo 8lgnlfloa!lvo ollllo que el n C'mlnl
de~ s. refiera. En Oln) klgar ya hemos~ su
peraleusmo oon lo8 dato8 (lenenlle8 pera el oon)Jnto del ll*'
sr-ldld -
atrao..p.IHI2.
. , Flo lHo. 1111&.11164'. En """"'c1e""' ,.,
184
Adems y en perjuicio suyo, el carecer de vnculos en el interior de la
Empresa les otorgaba una clara desventaja para tener que ingresar
en los departamentos ms peligrosos. Para el segundo perodo lo
que ha ocurrido es que el mercado de trabajo se ha consolidado
en el interior de la propia comarca y la inmensa mayora de los
trabajadores son de la propia zona. De ah que el mayor nmero
de accidentes se d entre estos. Como ya apunt Gil Varn, la
dcada de los cuarenta supuso un cambio de tendencia en lo que
a recepcin de mano de obra emigrante se refiere. No solo dejar
de atraer a trabajadores a sus explotaciones sino que adems
se convertir, como otras muchas regiones espaolas, en zona
de emigracin 87 A pesar de que la plantilla comenzar a crecer,
especialmente a partir de 1941, la Compaa ya no contar con
oferta suficiente como para atender a las necesidades de trabajo
que tiene la poblacin autctona38
185
El orecimielto veoetali\10 < la pcillaoi6n y la 000801idaoiQ1 del
!Mi'**> de 1nlblljo 11101101)86,'ico que 8PW116 ~ P: :tae
lioienln el reetO". El monooutioo del CIObt'& en manoa <una sola
~ase. que adem& se euoag6 < que no surgielllli tuent
d& ttabe,io albiinl&titOII en la~ urielo a loe electO&< la
ooutaninaoi6n 80br& la fllloultura < la zona. expioan este
0811tio < tendMOia. Otra henincia in~Mtab!e e i14)1eaoi11Cibl&
pera ocnoe el hoy e: la CI.MIIloa M~era oo~.
186
en la Masa San Dionisia y Alfredo; y en el peso que esta, a su vez,
tienen en el conjunto de los accidentes contabilizados. Por otro
lado, el 65 % de los trabajadores accidentados est casados, solo
un 30% siguen solteros y apenas un 1,4 es viudo.
18 7
Distribucin de accidentes pro departamentos. 1908-1960 (%)
Departamentos 1908-1929 1954-1960
Alfredo 50
Cortas 82 Atalaya 8 60
Norte 2
Talleres 6
Ferrocarril 12 10
Trafico 4
Varios 6 24
o,
Elaboracton propta.
188
e. Gravedad de las lesiones y tiempo de duracin de las
bajas.
189
provocadas por accidentes de trabaje>45. A modo de avance
podemos decir que la media de trabajadores muertos como
consecuencia de un siniestro desde los aos treinta a los sesenta,
va a estar en 4, 2. Esto no impedir, que por ejemplo en el ao
1940 fueran 6 u 8 en el ao 1949 e incluso 6 ms 4 incapacidades,
2 totales y 2 parciales el mismo ao 1954, o, que an en 1963
fueran cinco los trabajadores que encontraron la muerte en el tajo.
Como es fcil de imaginar, los departamentos con mayor presencia
en semejante estadstica fueron S. Dionisia, Alfredo, Corta Atalaya
y Filn Norte. Los diagnsticos ya los avanzamos ms arriba:
Hemorragia cerebral, contusin abdominal, aplastamiento del torax
o fractura en la base del crneo.
190
nuevo a Gmez Mendoza, se vio envuelta en el entorno artificial
que fueron generando los sucesivos gobiernos y que la alejaba del
horizonte de los beneficios.
191
"No debe temerse a la inmigracin de nuevos estilos
ni de nuevos vegetales, el jardn mediterrneo ha sabido
adecuar caudales de novedades a lo largo de los siglos y,
si algo la caracteriza, es su capacidad de sntesis".
(GARCA GUARDIA, 1992)
192
un
i55
A
El rastro ingls en
el paisajismo y la
jardinera de Huelva
E. Snchez Gulln,
Paraje Natural Marismas del Odiel.
enrique.sanchez.gullon@juntadeandalucia.es
1.1NTRODUCCIN
194
2. LA BSQUEDA DE LA NATURALEZA: EL PAISAJISMO
INGLS
195
La vegetacin juega un importante papel en el jardn ingls como
fuente de contrastes en sus diseos: "crear un jardn es pintar un
paisaje". El uso del colorido o cromatismo otoal, con introduccin
de elementos singulares a juego, como conferas perennifolias
con frondosas, e introduccin de color con plantas de temporada
(terfitos, bulbosas, etc.), colocados en grupos, parterres o
formando praderas. Muchas especies utilizadas coinciden
frecuentemente con especies provenientes de sus colonias de la
Commonwealth (Australia, Sudfrica, Amrica, Asia, etc.) (TABLA
1). El paisajismo ingls queda reflejado en la obra potica lrica
del iconoclasta ingls Alexander Pope (1688-1744), que describe
claramente este postulado paisajista:
196
3. PARADIGMAS DE JARDINERA INGLESA EN HUELVA
197
3.1. El Pueblo Nuevo de Tharsis.
198
Fotografa 4.Piaza Bellavista. E. Snchez Gul/6n
199
africanus, etc., llegndose a cultivar nenfares (Nymphaea alba).
Las rosas (Rosa spp.) cobraban un gran protagonismo en el
jardn con diversidad de variedades y cultivares, muchas de ellas
hoy desaparecidas. En las alamedas vuelven a aparecer falsas
acacias (Robinia pseudoacacia), palmeras (Washingtonia filifera,
Washingtonia robusta, Tachycarpus fortunei, Phoenix canariensis).
En algunas plazas aparece como singular el roble andaluz (Quercus
faginea). Los setos se recubren con evnimos (Euvonimus
japonicus), fotinias (Photynia serrulata), aligustres (Ligustrum
spp.), Pittosporum tobira, etc. En paredes, fachadas, patios, etc,
hiedras (Hedera maroccana, Hedera var. matizada), hierbadoncella
(Vinca difformis), parra virgen (Pathemocissus quinquefolia,
Pathemocissus tricuspidata), pasionarias (Pasiflora caerulea), Kerria
japnica, glicinias (Wisteria sinensis), etc. Sobresale en esta zona
una monumental columna conmemorativa dedicada a los ingleses
cados en la 1Guerra Mundial, realizada con piedra roja de "gossan"
que fue trada de la necrpolis romana de La Dehesa (COSOS
WILKINS, 2005). Este monumento se integra en el centro de un
crculo de cipreses de Arizona (Cupresus arizonica), anillo mgico
que rememora cierta influencia cltica (Stonnenge), neoclsica, u
oriental como un jardn minimalista japons zen.
200
3.4. El Hotel Coln o 11 Casa Coln" de Huelva.
201
Corrales se construir una zona residencial y al efecto una factora
de trituracin y cribado de pirita, construyndose en 1920 una
estacin de ferrocarril funcional hasta 1999. El Muelle de Tharsis y
su embarcadero tambin est catalogado como BIC, al igual que
el Muelle del Tinto en Huelva. En este mismo municipio aparecen
otros edificios emblemticos como el Cinema Teatro, obra de 1953
de W.H. Rutherford 11, que fue director de laCia de Cobre y Azufre
de Tharsis Ltd., la Oficina de Pagos, el Casino Minero (1918), Muelle
de Tharsis, y la Central Trmica, construida en la segunda mitad
del siglo XIX. En esta poblacin aparecen algunos elementos de
jardinera sobresaliente con una buen representacin de palmeras
(Phoenix dacty/ifera) en la Plaza Rutherford. En este entorno se
han localizado algunas especies ornamentales novedosas como
Coreopsis tinctoria, compuesta anual utilizada en arriates, o la
trepadora Asparragus asparragoides, que tambin aparece en
Pueblo Nuevo de Tharsis. Prximos al embarcadero se localizan
diversas acacias interesantes algunas de ellas con comportamiento
invasor en la zona colonizando antiguos escombreras de mineral
(Acacia dealbata, Acacia longifolia, Acacia retinodes, Acacia
saligna, Acacia mearsi, Paraserianthes lophanta).
202
(Jazminum spp.), dama de noche (Cestrum noctumum), dondiegos
de noche (Mirablis jalapa}, etc., especies con fragancia nocturna
paliativas para alejar la proliferacin de mosquitos de las zonas
hmedas prximas.
203
RTCL en 1950 aparece el ingeniero forestal holands Thomas
F. Burguers, persona influyente en la primera mitad del siglo XX
que inici su periplo onubense contratado por la empresa N.V.
Handelmaastchappj Ibrica para poner en produccin varias fincas
de esta empresa en la costa de Huelva (VIUA, 2005). Fue un
precursor de sistemas botnicos centroeuropeos en la provincia. En
1929 realiza ensayos con 177 especies forestales y ornamentales
en el Arboretum de Villarejo (Aimonte), impulsando del cultivo del
eucalipto en la cuenca minera y el litoral (BURGUERS, 1954).
204
5. LOS CEMENTERIOS INGLESES
El cementerio ingls expresa y proyecta un concepto espiritual
del regreso a la 11tnadre tierra", que es innato con el diseo
paisajista anglosajn (BARALLAT, 1885). Quedan tres buenas
representaciones de construcciones funerarias inglesas. La primera
aparece en Tharsis. Este cementerio se integra directamente en
el paisaje localizndose literalmente debajo de un centenario pino
pif'ionero (Pinus pinea). Un pequef\o vallado rodea esta edificacin
donde se pueden leer en algunas lpidas los epitafios de los
difuntos. La segunda muestra aparece en el Barrio de Bellavista
en Riotinto. Construido por AJan Brace, se esconde dentro de un
denso bosque de acacias, eucaliptos y casuarinas en las cercanas
de este ncleo residencial. El recinto aparece con un vallado muy
elaborado con piedras de "gossan" de gran belleza con lpidas
bien conservadas de reminiscencia cltica. Las especies vegetales
que aparecen integradas en la botnica funeraria de este recinto
se centran en arbustos perennifolios o caducifolios como evnimos
(Euovoncus japonicus), hiedra {Hedera maroccana), rusco ((Ruscus
sp.), Phladelphus coronarius, Yuca sp., Coronilla glauca, etc.
Las fonnaciones arbreas localizadas son cipreses (Cupresus
sempervirens), tuyas tplatycladus orentslis}, casuarinas (Cssuarina
equsetifolia), eucaliptos (Euca/yptus spp.), y algunas acacias
(Acacia spp.). COBOS WILKINS (2005, op. cit.), hace referencia
de la importancia que tiene este edificio singular. En su interior
aparecen algunos epitafios de una gran belleza lrica que recoge
este autor. Actualmente este cementerio est abandonado con
peligro de expolias y deterioros irreversibles. El ltimo conjunto
funerario aparece en el cementerio de Huelva, donde se ubica un
,.....-----:::o:::::--:----....,-._. apartado con sepulturas
de ingleses y alemanes
residentes en la
capital. Aqu aparece
destacables un bosquete
de pinos canarios
(Pinus canariensis),
cipreses {Cupressus
sempervirens), etc.,
fiiiiljlll!i~~~~~~~:Z.~~ con algunas lpidas
Fotograffa 12. Cementerio 1harss. clticas que recuerdan al
E. Snchez Gulln cementerio de Bellavista.
205
Fotografa 13. Cementerio Bel/avista. E. Snchez GuiJn
6. CONCLUSIONES
206
Fotografa 14. Acacia saligna. Fotografa 15. Eucalyptus sp.
E. Sanchez GuiJn E. Snchez GuiJn
207
Tabla 1.
Especie Familia Origen
Abies alba Miller (Pinceas) Europa
Abies pinsapo Boiss. (Pinceas) Andaluca
Abutilon pictum (Gillies ex.) (Malvceas) AmricaS
Walp.
Acacia cultriformis A. Cunn. (Mimosceas) Australia
ExG. Don
Acacia dealbata Link (Mimosceas) Australia
Acacia farnesiana (L.) Willd. (Mimosceas) Australia
Acacia karroo Hayne (Mimosceas) Sudfrica
Acacia longifolia (Andrews) Wild. (Mimosceas) Australia
Acacia mearsnsii De Wild. (Mimosceas) Australia
Acacia melanoxylon R. Br. (Mimosceas) Australia
Acacia podalyriifolia A. Cunn. (Mimosceas) Australia
exG. Don
Acacia retinodes Schlecht. (Mimosceas) Australia
Acacia saligna (Labill.) H. Wendl (Mimosceas) Australia
Acer negundo L. (Acerceas) E EE.UU.
Acer pseudoplatanus L. (Acerceas) Eurasia
Aesculus hippocastanum L. (H ippocastanceas) E Reg. Medit.
Agave americana L. (Agavceas) Amrica
Agave sisalana Perrine (Agavceas) Amrica
ex Engelm.
Ailanthus altissima (Mili.) (Simaroubceas) China
Swingle
Alcea rosea L. (Malvceas) siaW
208
Araucaria heterophylla (Araucariceas) E Australia
(Salisbury) Franco
Araujia sericifera Brot. (Asclepiadceas) Sudfrica
Argyranthemum frutascans (Compuestas) Canarias
(L.) Webb ex Schulz
Asparragus asparagoidas (L.) (Liliceas) Sudfrica
Druce
Asparragus sprangeri Regel (Liliceas) Sudfrica
Aspidistra lurida Ker-Gawler (Liliceas) China
Begonia semperftorans-cultorum (Begoniceas) cv
Berberis thunbergii DC (Berberidaceas) Japn
Bergenia crassifolia (L.) Fritsch (Saxifragceas) Asia
Bougainvillea glabra Choisy (Nictaginceas) AmricaS
Bougainvillea spectabilis Willd. (Nictaginceas) AmricaS
Brachychiton populneum (Schott & (Esterculiceas) Australia
Endl.) R. Br.
Broussonetia papyrifera (L.) Vent. (Morceas) Asia
Brugmansia arborea (L.) Lagerh. (Solanceas) AmricaS
Bryophyllum daigremontiana Raym. (Crasulceas) Madagascar
&H.
Bryophyllum delagoense (Eckl. & (Crasulceas) frica E
Zeyh.) Schinz
Buddleja davidii Franchet (Buddleyceas) China
Buxus sempervirens L. (Buxceas) Eurasia
Caesalpinia gilliesii (Hook.) (Caesalpiniceas) Argentina
Benth.
Calendula officinalis L. (Compuestas) Reg. Medit.
Calothamnus rupestris Schauer (Mirtceas) Australia
Callistemon rigidus R. Br. (Mirtceas) Australia
Camelia japonica L. (Teceas) Asia
Campsis radicans (L.) Seem. (Bignoniceas) E EE.UU.
Canna indica L. (Cannceas) Amrica
Trop.
209
Carpobrotus edulis (L.) N. E. Br. (Aizoceas) Sudfrica
Cassia corymbosa Lam. (Caesalpinceas) AmricaS
Casuarina equisetifolia L. (Casuarinceas) Asia
Polinesia
Catalpa bignonioides Walter (Bignoniceas) EE.UU.
Cedrus atlntica (D. Don) G. Don (Pinceas) frica N
Cedrus deodara (D. Don) G. Don f. (Pinceas) Himalaya
Celosia argentea L. var. (Amarantceas) Asia
cristata Kuntze
Celtis australis L. (Uimceas) Reg. Medit.
Centranthus ruber (L.) (Valerianceas) Reg. Medit.
DC.In Lam.
Cercis siliquastrum L. (Caesalpinceas) Reg. Medit.
Cestrum aurantium Lindl. (Solanceas) Amrica
Cestrum nocturnum L. (Solanceas) Amrica
Cestrum parquii L'Her (Solanceas) Amrica
Citrus aurantium L. (Rutceas) Asia
Consolida ambigua (L.) P.W. Ball & (Ranuncu lceas) Reg. Medit.
Heywood
Cordyline australis (G. Forster) (Agavceas) N. Zelanda
Hookerf.
Cortadeira selloana (Schult. & (Gramneas) AmricaS
Schult. F.) Asch
Cotoneaster horizontalis Decne (Rosceas) China
Cotoneaster lacteus W.W. Smith (Rosceas) China
Cupressus arizonica Greene (Cupressceas) S EE.UU
Cupressus sempervirens L. f. (Cupressceas) Reg. Medit.
horizontalis
Cupressus sempervirens L. f. (Cupressceas) Reg. Medit.
pyramidalis
Cupresus macrocarpa Hartw. (Cupressceas) California
Cycas revoluta Thunb. (Cycadceas) Asia
210
Chaenomeles speciosa (Sweet) (Rosceas) China y
Nakai Japn
Chamaecyparis lawsoniana (Cupresceas) WEE.UU.
(A. Murray) Parl
Chamaerops humilis l. (Arecceas) Reg. Medit.
Chasmanthe floribunda (Salisb.) Qridceas) Sudfrica
N.E. Brown
211
Ficus benjamina L. (Morceas) sia
Ficus elastica Roxb. (Morceas) Asia Trop.
Ficus lyrata Warb. (Morceas) frica Trop.
Firmiana simplex (L.) W.F. Wight (Esterculiceas) sia
Fressia refracta (Jacq.) Ecklon Qridceas) frica S
ex Klatt
212
L.agerstroemia indica L. (Litrceas) Asia
L.agunaria patersonii (Andrews) (Malvceas) Australia
G. Don
L.agunaria patersonii (Andrews) (Malvceas) Australia
G. Don
L.ampranthus spectabilis (Haw.) (Aizoceas) Sudfrica
N.E. Br.
213
Myoporum laetum R. Br. (M ioporceas) N. Zelanda
Myrtus communis L. (Mirtceas) Reg. Medit.
Narcissus tazetta L. (Amarilidceas) Reg. Medit.?
214
Phyllostachys nigra {Loddiges) (Gramfneas) Asia
Munro
Pinus canariensis Chr. Sm. (Pinceas) Canarias
exDC.
Pinus halepensis Mili. (Pinceas) Reg. Medit.
Pinus pinea l. (Pinceas) Reg. Medit.
Pinus ponderosa Doug. (Pinceas) WEE.UU
ex Lawson
Pinus radiata D. Don (Pinceas) California
Pinus sylvestris L. (Pinceas) Eurasia
Pinus wallichiana A. B. Jacks (Pinceas) Himalaya
Pittosporum tobira (Thunb.) (Pitosporceas) Asia E
Dryander
Platanus x hispanica Mili. ex (Platanceas) cv hbrido
Mnchh.
Playcladus orientalis {L.) Franco (Cupresceas) China
Plumbago auriculata Lam. (Plumbaginceas) Sudfrica
Populus alba L. (Salicceas) Eurasia Africa
Populus nigra L. (Salicceas) Eurasia Africa
Portulaca grandiflora Hook (Portulacceas) AmricaS
Prunus armeniaca L. (Rosceas) AsiaC
Prunus cerasifera Ehrh. (Rosceas) Asia
Prunus laurocerasus L. (Rosceas) AsiaC
Punica granatum L. (Punicceas) AsiaSW
Pyracantha coccinea (L.) M. J. (Rosceas) E Reg. Medit.
Roemer
Quercus faginea Lam. (Fagceas) WReg.
Medit.
Rhododendron ferrugineum L. (Ericceas) Europa
Rhus glabra L. (Anacardiceas) Amrica N
Robinia pseudoacacia L. {Leguminosas) EE.UU.
Rosaspp. (Rosceas) -
Salix babilonica l. (Salicceas) China
215
Salvia microphylla Kunth (Labiadas) Mxico
Schinus molle L. (Anacardiceas) Amrica
Trop.
Senecio angulatus L. (Compuestas) Sudfrica
Solanum bonariense L (Solanceas) Amrica S
Solanum jasminoides Paxton (Solanceas) AmricaC
yS
Solanum pseudocapsicum L. (Solanceas) AmricaS
Sophora japonica L. (leguminosas) China
Sparaxis tricolor (Schneev.) Ker Oridceas) Sudfrica
Gawlwe
Spireaea cantoniensis Lour. (Rosceas) China
Sternbergia lutea (l.) Ker-Gawler (Amarilidceas) Reg. Medit.?
exSprengel
Syringa vulgaris L. (Oleceas) Europa SE
Tamarix parviflora DC. (Tamaricceas) Reg. Medit.
Tamarix ramosissima Ledeb. (Tamaricceas) Asia
Taxus baccata L. (Taxceas) Eurasia
Thuja plicata Lambert (Cupresceas) Amrica N
Tilia cordata Millar (Tiliceas) Eurasia
Tilia tomentosa Moench (Tiliceas) Reg. Medit. E
Trachycarpus fortunei (Hooker) (Arecceas) China
H. A Wendl.
Tradescantia fluminensis Vell. (Commelinceas) Amrica S
Tradescantia pallida (Rose) (Commelinceas) Mxico
Hunt
Tropaelum majus L. (Tropaleoceas) Amrica
Trop.
Ulmus minor L. (Uimceas) Eurasia frica
Ulmus pumila L. (Uimceas) Asia
Viburnum tinus L. (Caprifoliceas) Reg. Medit.
Viola riviana Rchb. (Violceas) Europa S
Viola tricolor L. (Violceas) Europa
216
Viola x winrockiana Gams (Violceas) CVX
217
218
un
i55
A
Presencias
arquitectnicas y
urbansticas inglesas
en la Huelva de hoy
220
2. LAS VIVIENDAS DE LA COMPAA DE THARSIS
La empresa The Tharsis Sutphurand CopperCompanyLted, explot
las minas de Tharsis y Silos de Calaas, y en ambas ubicaciones
construy sus poblados mineros, constituidos en principio por
barracas de viviendas en hilera, y ms tarde por viviendas pareadas
de mejor calidad, destinadas al staff y a los empleados de mayor
nivel.
221
La implantacin de las casas en el
territorio se estableci en absoluta
proximidad a la explotacin minera
en la que se trabajaba, en general
un filn o corta a cielo abierto, con
lo que se evitaba el traslado de
los empleados de uno a otro lugar.
Las primeras casas de Tharsis se
agruparon por tanto junto a la futura
corta, mientras que las posteriores,
una vez decidida la permanencia de
Tharsis como ncleo principal de
la poblacin minera, constituyeron
agrupaciones en arco o semicrculo,
adaptndose a las rasantes
horizontales del territorio, que
Figura 2. Primitivas viviendas generaban espacios urbanos
en Corrales (Archivo de los interiores y que acabaron por definir
autores) la estructura urbanstica del pueblo
(fig. 3). En Silos de Calaas (mina de La Zarza) el casero, en su
mayor parte constituido por alineaciones de barracas, se dispuso
en el valle horizontal, al pie de un gran cerro y en el borde del
filn minero, adoptando una disposicin de viviendas en arco, en
filas paralelas, para un mejor reparto de la explanada natural y
sensiblemente horizontal elegida para la ubicacin y desarrollo de
la poblacin (fig. 4).
222
a. LAS YMENDAS DE LA COMPARIA. DE RIOTINTO
la empresa Riotinto Company L.imif9d aplic tambin la filosofl'a
antes expuesta con respecto a las viviendas de la mina, y conmy
numerosos poblados, cat.1a uno al pie de 111 ncleo de trabajo. Asf
surgieron el Alto de la M8611, la Dehesa. Naya. Atalaya, Mam y El
Valle, ste ltimo destinado a ser el principal ncleo de poblacin
de lo minas. Como C890 singular, la compallla construy aparte
el bardo doncle se aJolal'fa el stat'f Ingls de Rlotlnto, el pn~e109o
ncleo ~ctnriano de Baltavi9ta.
223
Las casas estaban construidas con muros de piedra de prfido del
lugar, forjados de madera y un pequei'\o doblado o espacio bajo la
cubierta de teja plana que, a veces, se iluminaba por una pequea
ventana abuhardillada (fig. 5). El conjunto de dos de estas casas
yuxtapuestas y comunicadas entre s, constitua la vivienda de
familias numerosas o de empleados distinguidos.
autores).
Figura 7. Configuracn
urbana del pueblo de La
Dehesa (Archivo de los
autores).
224
al 1ibro Historia de la Arquitectura Inglesa en Huelva (1) en el que
se analiza con extensin. Se trata de una barriada genuinamente
britnica, en la que junto al club ingls, a la capilla victoriana y a
la mansin del gobernador britnico, se alinean las casas del staff,
que podrfamos clasificar en tres tipologfas distintas:
225
"l !j
1
1
~=-~~~~~~~ -1
... o .. .. ~; --;; .. .. . - ' '
- - - - - - . - _J
226
pretende para la arquitectura de sus iglesias, y latransfonna en parte
de su propia esencia. Sus invariantes son su planta rectangular, sus
faldones a dos aguas de fuerte pendiente, sus ventanas ojivales
de traceras, el pequeo atrio adosado cubierto asimismo a dos
aguas, los pinculos en los extremos de las cubiertas, las pilastras
o contrafuertes exteriores, con frecuencia de seccin escalonada
de abajo a arriba, y los hastiales agudos en fachada. Adjuntarnos
a modo de ejemplo, la
imagen de la pequea
capilla de Ballydown
(fig. 1O), que nos
~ ....:.ff&<- recuerda en muchas
de sus caracterstica
a la de Riotinto, fiel
representante de
esta tipologfa de
arquitectura britnica, y
por ello depositaria de
un gran valor dentro del
patrimonio cultural de
Figura 10. Kirie en Bs/lydown, en Irlanda la provincia de Huelva.
del Norte (Archivo de los autot8S).
227
de los hastiales, y tambin otras dos pequeas ventanas laterales
tanto en el atrio como en la sacristfa y su acceso lo constituyen una
puerta principal de entrada y dos puertas traseras correspondientes
a la sacrista. Las ventanas son ojivales, y su carpintera es asimismo
de dos hojas de vidriera ojival de tracera, defendidas por unas
contraventanas de lamas de madera, ms adecuadas al clima
de Riotinto que al britnico, y que le dan a la capilla un aspecto
colonial poco frecuente en sus modelos escoceses.
228
En el interior son de admirar
las preciosas cerchas de
madera, situadas sobre cada
ventana y sobre cada pilastra.
Se trata de cerchas de madera
esbeltas, de cartabones
curvos y pendoln central,
sobre las que descansan
correas horizontales y, sobre
Fig. 14. Detalle de las cerchas de stas, pequeos cabios en la
la capilla de Riotinto (Fotografa direccin del faldn para que,
de los autores). sobre ellos a su vez, descanse
el entablado interior, de
madera barnizada. Sobre este entablado existe otro entablado de
intemperie, sobre el que descansan las tejas planas. Las cerchas
arrancan de pequeas mnsulas de piedra que emergen de la cara
interior de los muros (fig. 14).
229
llevar a cabo los trabajos de restauracin interior asf como los de
urbanizacin, que eliminarn la vegetacin inadecuada y dejarn a
la capilla rodeada de un acerado de proteccin e instalada sobre
una pradera verde que permita su contemplacin completa.
230
esencia de la arquitectura domstica britnica de la primera mitad
del siglo XX. En efecto, observamos cmo en sus diseos para
Riotinto el arquitecto ingls combina deliciosamente los arcos, la
teja rabe, la cal, totalmente ausentes de su trabajo en Inglaterra,
con los tejados empinados, la proporcin de huecos, la simetra,
la tipologa y ubicacin de carpinteras, los bajantes al exterior
o las chimeneas prismticas, detalles genuinamente britnicos,
componiendo un conjunto arquitectnico de gran belleza y calidad.
Su arquitectura es de proporciones poderosas, manifestando
siempre un clsico sentido ingls de la relacin entre elementos y
de la utilizacin de los mismos. Su clara solucin de las plantas, y en
especial el tratamiento de edificios en ladera se vieron claramente
expresados en la escarpada orografa de Riotinto, como en las casas
para el staff ingls en Marfn, hoy desgraciadamente desaparecidas
(fig. 17). Su dominio del dibujo era muy grande (fig. 18), por lo que
las incursiones en el campo del diseo eran frecuentes, llegando
a disear para sus obras en Riotinto todas las puertas, ventanas,
chimeneas, etc.. incluso el mobiliario y la decoracin de todos los
espacios interiores.
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- -
_,-11 ,_
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-_'_!!lit(~~, 3!ri!Y._ ~
231
nicos, y en las que las tipologfas son prototipos estudiados para
su encaje por yux.taposicin. En estas casas se combinan las
Ideas de solidez, slmetrfa, proporciones y lenguaJe moderno de las
semldetached houses de la poca en Inglaterra (flg. 19}.
<i> ,] .' <F -
,,
-
).
232
Figura 20. Plantas y alzados de la Guest House, en Riotnto
(Archivo de los autores).
233
Figura 22. Vivienda de
AJan Brace en Bellavista
(Archivo de los autores).
234
IIIVC\'Of'k).fp!TAJ..
235
--;:;: :::::;=:B-f"'~ ....::::- ""- "'""'~- ~
.-(n"' --~~--
236
Espaa. Para su conocimiento remitimos al libro Los embarcaderos
de Tharss Riotnto y Alquife, en el que se analiza extensamente
este muelle britnico (2).
237
muelle se inaugur en marzo de 1876 y se cerr en mayo de 1975,
despus de casi un siglo de existencia y funcionamiento intensivo.
En los aos sesenta se ejecut una reforma en el muelle para hacer
pasar bajo el mismo la carretera del Polo Industrial. Este paso, no
demasiado desconsiderado con la estructura (fig. 28), dur unos
aos hasta que, en una actuacin inculta y censurable, el muelle
fue seccionado en dos, quedando desde entonces desvirtuado.
Hoy da, aunque el muelle ha sido restaurado parcialmente, el
Ayuntamiento ha permitido que la ciudad de Huelva se acerque
con edificaciones de gran altura a las inmediaciones del muelle,
que ha perdido asf su perspectiva y la grandiosidad que le confera
su contemplacin en el pramo en que se asentaba {fig. 29).
238
fueron el origen de la actual Punta Umbra. Se construyeron como
casas de salud, lugar de descanso, y residencia veraniega del staff
ingls de Riotinto, lejos del ambiente sulfuroso y contaminado de
las minas (fig. 30 y 31). Para su conocimiento remitimos al libro
titulado La Gasa Museo de Jos Ingleses en Punta Umbra (3) .
239
Figura 32. Arquitectura
espalfola en Punta Umbrfa
(Fotografa de los auto18S).
240
d) Estructura de madera formada por pilares cuadrados y
cerchas de madera, del tipo de pares con pendoln y tirante,
pares y tirantes o pares solamente, segn que el sector a cubrir
fuera el edificio principal, las cocinas o el retrete. La cubierta del
edificio, a base de chapa de zinc acanalada, cubra tambin las
marquesinas con la prolongacin de los faldones principales.
24 1
Figura 33. Planos de la Casa Museo en Punta Umbra
(Dibujo de los autores).
242
un
i55
A
Racionalidad de
las decisiones
empresariales
y sostenibilidad
econmica: el
caso de Ro Tinto
Company Limited
Carlos Arenas Posadas,
Universidad de Sevilla
carenas@us.es
Una de las ms persistentes lneas de investigacin en la teora
econmica es la referida a la racionalidad de las elecciones de
los agentes econmicos para todo tiempo y lugar. Es decir, la
que se cuestiona uno de los apriorismos que tratan de hacer de
la economa la fsica de la sociedad. Entre los antecedentes de
esta corriente crtica se encuentra la literatura institucionalista que
otorga a los individuos, los estados, las empresas, la posibilidad
de crear y sostener instituciones que enmarcan, condicionan las
decisiones y crean dependencia de la trayectoria hacia el futuro\
la obra de Polanyi y sus seguidores2 , la teora del "enraizamiento"
de los sistemas econmicos3 , las ideas de los regulacionistas
franceses y de los radicales norteamericanos y su concepto de
estructura social de acumulacin que abundan en la diversidad
de normas y valores que rigen el capitalismo tanto espacial
como social e histricamente', o la aportacin de quienes tras el
derrumbe del mundo sovitico se perciben que los capitalismos
difieren en su forma de organizar el trabajo, el bienestar social y
las relaciones laborales; diferencias que en virtud de su eficiencia
relativa les conceden una mayor o menor capacidad para competir
con ventaja en un mundo global5
244
comienzos del siglo XIX a una de las ms pobres a comienzos
del siglo XX-, sino una proyeccin negativa hacia el futuro en
cuanto que cre dependencias de la trayectoria que an lastran la
economa andaluza a comienzos del siglo XXI.
7
Lpez-Morell 2005. Ver tambin captulo de Miguel ngel Lpez Morell en el
presente libro.
245
En el terreno de la extraccin y del primer tratamiento del
mineral, los ingenieros y tcnicos de la compaa fueron
personas extremadamente competentes en su oficio como puede
comprobarse hoy en el archivo y la biblioteca de la Fundacin
Ro Tinto. No vamos a hacer aqu referencia pormenorizada de
las innumerables innovaciones y mejoras introducidas para el
aprovechamiento de la pirita a partir de 18738 Citemos slo algunas
a ttulo de ejemplo: la introduccin de la minera a cielo abierto u
opencasts, la sustitucin de los pilares por las trincheras en la minera
de interior, la introduccin de perforadoras neumticas en el interior
o de palas excavadoras en el exterior con motivo de los trabajos de
corta Atalaya en 1906 -el 75 por ciento de los trabajos se hicieron
con excavadoras a vapor Bucyrus-, se fueron introduciendo en un
claro ejercicio de minimizar costes y optimizar beneficios en funcin
de las coyunturas del mercado de materias primas. La restauracin
y ampliacin de los sistemas de cementacin tradicionales en un
primer momento, la ereccin de plantas de fundicin del hierro con
hornos Bessemer y de las piritas en los primeros aos del siglo
XX, con cmaras condensadoras que permitan recuperar el azufre
lanzado al aire en la fundicin de la pirita, fueron algunas de las
innovaciones ms importantes en la metalurgia. Puede aadirse
que los precios del mineral, la dimensin del estril que tapaba
las vetas, la ubicacin exacta del mineral, la cantidad y calidad
del mismo, etc., fueron datos minuciosamente estudiados que
determinaban la racionalidad de las decisiones de stop and go de
las labores y el gobierno todo de la actividad minera.
s Arenas, 1999.
246
de capitales y de saberes bajo la frmula societaria de una free
standing company, el modelo de empresa que protagoniz la
expansin del capitalismo britnico en la era victoriana. Gracias a
este modelo de empresa se pudo acometer al mismo tiempo obras
de la envergadura del ferrocarril a Huelva o las primeras cortas. Si
el grado de centralizacin de la direccin de la empresa, segn las
conocidas tesis de Chandler y Lazonick, es un signo de eficiencia,
la adquisicin de la mayora de las acciones de la compaa minera
en 1888 por la familia Rothschild para convertirla en la joya de
sus negocios, fue un paso adelante en la racionalizacin de la
gestin empresarial, desde el momento en que los accionistas
mayoritarios pudieron liberarse de los viejos compromisos iniciales
de la empresa matriz, acabando con graves problema de agencias
dentro de la compaa, como ocurri con la destitucin del socio
fundador Doetsch. Adems la llegada de los Rothschild rompi la
tradicional unidad entre propiedad y gestin, para entregar sta
en manos de hombres de confianza como Fielding que propuso
iniciativas cruciales para el negocio en un consejo de administracin
anteriormente reservado a los dueos. Bajo su direccin se tomaron,
al calor tambin de la onda expansiva del ciclo, decisiones tan
importantes como la ampliacin de las escalas de produccin o la
centralizacin de la gestin de la actividad minera anteriormente
separada entre los distintos departamentos. Racionales fueron
tambin las decisiones tomadas despus de la primera guerra
mundial al experimentar las materias primas un notable descenso
de sus precios en los mercados internacionales: en 1923, Rio Tinto
Company Limited llev a cabo el intento de cartelizacin de la
oferta con las primeras productoras reunidas bajo el ttulo de la
European Pyrites Company; en 1925, la compaa experimenta una
diversificacin de la actividad empresarial bajo la direccin de sir
Arthur Geddes, por la que la empresa britnica entra en el mercado
industrial norteamericano en empresas como la Davison Chemical
Corporation, del sector de los fertilizantes, o la Silica Gel dedicada
a la fabricacin de filtros antigases. Llegada la depresin de los
treinta, especialmente dura para las empresas exportadoras, Ro
Tinto vuelve a centrar sus principales esfuerzos en la minera con
la adquisicin de nuevas minas como Rhokana Corporation, en
Rhodesia, que se convirti en la nueva estrella de la corporacin9
9
Harfindhal, 1959.
247
Si la gestin econmica en relacin a las primeras actividades
de la empresa, la extraccin, metalurgia y venta de minerales
puede catalogarse de satisfactoria o muy satisfactoria en muchos
momentos, lo mismo puede decirse de la gestin de los recursos
humanos. No poca importancia tuvo la contratacin de ingenieros y
tcnicos en las ms importantes minas del mundo: los altos salarios,
cierta autonoma en la gestin de los respectivos departamentos,
un hbitat y un status crecientemente diferenciado de la poblacin
espaola, residencias vacacionales, etc., resultaron interesantes
estmulos para atraer tcnicos competentes. Mucho ms complejo,
como nos recuerda Avery, fue el reclutamiento y, sobre todo, el
gobierno de los muchos miles de trabajadores que figuraron en las
listas de obreros u ordinary pay rolls de la compaa a lo largo de su
historia, conformando plantillas que, desde los ochocientos obreros
iniciales, alcanzaron un mximo de catorce mil a la altura de 1912.
La racionalidad de la gestin de la fuerza de trabajo estuvo en unos
primeros momentos confiada a la eficiencia de la mano invisible, a
los mercados "manchesterianos" de trabajo. Mejores salarios que
en las minas y campos del entorno atraan brazos de los pueblos
ms pobres de la provincia y de otros lugares de Andaluca y de
Espaa; con estos procedimientos, una comarca cuyos ncleos de
poblacin apenas sumaban siete mil habitantes en 1873 pasaron
a sumar cincuenta mil en 191 O. Por otra parte, un sistema de
subastas por las que las distintas labores se ofertaban a los grupos
o "compaeras" de obreros garantizaba la mejor productividad y
el mejor precio del factor trabajo. Racionales fueron tambin los
mtodos para conservar suficiente mano de obra; una de ellas fue
la conversin de la entidad en un monopsonio en el mercado de
trabajo, a lo que contribuy, entre otras razones, la destruccin
del entorno agrcola y ganadero por causa de las emanaciones
de gas sulfuroso procedente de la calcinacin de las piritas al aire
libre. Racional tambin, sobre todo cuando se necesit consolidar
la plantilla a partir de 1897 en el inicio de una nueva revolucin
industrial que increment la demanda de materias primas, fue
la instauracin de polticas paternalistas de bienestar industrial.
Polticas de construccin de viviendas para obreros, economatos,
escuelas, hospitales, prestacin de servicios mdicos y
farmacuticos, etc., fueron diseados para facilitar la estabilizacin
y reproduccin de la mano de obra y como frmula inteligente
en la gestin econmica de la compaa. En este ltimo sentido,
248
mediante la aplicacin del paternalismo empresarial, asistimos a
una plenamente racional estrategia de recuperar parte del dinero
pagado en salarios -las cantidades pagadas en salarios volvan a la
empresa en forma de alquileres abonados por viviendas, de cuotas
mdicas o de alimentos y artculos adquiridos en los almacenes
de la compaa-. Todo paternalismo, como sabemos, contribuye,
adems, a reducir los costes laborales y a segmentar y controlar
la mano de obra dado que slo los ms dciles de los empleados
se harn merecedores de la graciosa contribucin de la empresa.
249
racionalmente desde la Agencia de Trabajo creada en 1909 y, en
la depresin de los treinta, con la introduccin de maquinaria para
compensar el aumento relativo del coste de la mano de obra. En
lo que respecta a las relaciones laborales, a la compaa le pareci
racional establecer un rechazo radical de cualquier organizacin
sindical en el interior de la empresa, estableciendo a cambio
mecanismos de consenso como la financiacin de mutualidades y
sociedades recreativas y, sobre todo, admitiendo la internalizacin
espontnea de las prcticas de contratacin, retribucin y
asignacin de tareas concedindoselas a capataces, listeros,
contramaestres, etc.. Ms tarde, tras la creacin de la Agencia de
Trabajo y tras las huelgas que con ella tuvieron lugar entre 1913
y 1920, la compaa puso en marcha la institucionalizacin de un
modelo verticalista de la relacin laboral -Comits Mixtos-, con
aquella parte de la plantilla que permaneci en las minas tras los
conflictos mencionados -la plantilla minera pas de doce mil a
algo ms de seis mil entre 1912 y 1921-. Slo con la repblica, la
Compaa acept la interlocucin con los sindicatos manteniendo
acuerdos con la UGT sobre la base del mantenimiento de los
puestos de trabajo a cambio de reduccin de los das trabajados;
unas relaciones que quedaron rotas para volver a la estrategia de la
confrontacin que desemboc en el conflicto de octubre de 1934.
250
ideas, la inclusin en nmina de pequeos propietarios y de las
familias ms notables de la comarca, la segmentacin de la mano
de obra, ms la vigilancia activa que los "guardias" o policas
privados hacan de los disidentes y la represin subsiguiente,
fueron algunas de las maneras en la que consiguieron tan absoluta
influencia sobre la poltica y las relaciones sociales en el mbito
local.
251
Nuestra posicin aqu no es de posicionarnos en ese debate; en
especial la de posicionarnos sobre si la cuenca minera hubiera
estado mejor explotada en manos nacionales en vez de en manos
extranjeras. Estimamos que el resultado hubiera sido prcticamente
el mismo y a la prueba est que pocas cosas importantes
cambiaron desde que en 1954, Ro Tinto se "naturaliz"; es decir,
pas a propiedad de los naturales del pas. Nuestra posicin es
situar el debate en los efectos econmicos y sociales que en el
muy largo plazo tuvieron las decisiones supuestamente racionales
de britnicos, antes, o de espaoles, despus. En este sentido,
no podemos, de momento, cuantificar el balance que resultara de
comparar los ingresos -beneficios, salarios, pensiones, subsidios,
impuestos, etc.,- con los costes pasados, presentes y futuros
legados por la actividad minera concebida de aquella manera
especfica. S podemos enumerar algunos de los costes histricos
que la explotacin de las minas dej a las generaciones presentes,
pasadas y futuras.
10
Prez Cebada, 2008.
11 Archivo Rio Tinto Zinc. Ote reserves. Informes de Williams Rich. 1896 y 1899.
252
un declive anunciado hubiera sido especialmente racional haber
ido modificando y diversificando el tejido productivo en la comarca
de manera que pudieran desarrollarse otras alternativas cuando
el minero dejara de ser el primer aprovechamiento econmico
de la zona. La teora econmica establece una relacin directa
entre diversificacin de las actividades econmicas y el desarrollo
econmico.
253
la consiguiente y progresiva dependencia de un solo empleador y
merma de los salarios.
254
Concluimos diciendo que la eleccin racional del empresariado es
consustancial mente cegata, no ve a largo plazo, por lo que debe ser
conducida con el lazarillo del control institucional. Como anuncian
desde antiguo Veblen, Hodgson, Hayek o North las instituciones
son el cmputo de presiones y reglas del juego que limitan la
"eleccin racional", y que no son el fruto espontneo obtenido de
la naturaleza o del pasado sino, fundamentalmente, el producto de
una construccin social deliberada que los agentes econmicos y
sociales pactan o imponen en funcin de su fuerza relativa hasta
constituir un modelo especfico de sociedad y de capitalismo. El
nivel de eficiencia de cada modelo, de las instituciones inherentes
a los mismos, determinan los resultados econmicos de pases,
regiones o comarcas completando crculos virtuosos de desarrollo
o, por el contrario, aumentar la bola de nieve que conduce al atraso.
Creemos que las indelebles huellas que Ro Tinto Company Limited
dej en la cuenca minera al amparo de los rasgos caractersticos
del capitalismo espaol y andaluz siguen pesando sesenta aos
despus en detrimento del desarrollo econmico y social de la
comarca.
255
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un
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A
Currculum Vitae de
los profesores
Carlos Arenas Posadas
2 78
Investigadora del mundo de los embarcaderos britnicos, en
especial los construidos en Huelva, es autora de numerosos
trabajos y participante en congresos sobre este tema.
279
Juan Diego Prez Cebada
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