Psicologia Del Vestir
Psicologia Del Vestir
Psicologia Del Vestir
Quizs nunca se haya explicado el vestir con mayor hondura que en el libro de John Carl Flgel de
1935 (Psicologa del vestido), compendio y resumen de todos los estudios, artculos y opsculos de
este magnfico psicoanalista.
Flgel (source)
Durante aos la traduccin espaola, editada en Buenos Aires, era casi imposible encontrarla en
las bibliotecas pblicas, y as me anim a insertar en esta pgina un resumen que elabor hace ms
de diez aos. Por fortuna, desde 2015 es posible volver a comprar este libro en castellano, gracias sean dadas a la
editorial Melusina.
El libro consta de cinco partes. Lo ms trascendente y objetivo se encuentra en las tres primeras (I.
Las razones fundamentales del uso de ropas; II. Diferencias individuales; III. Diferencias sexuales);
lo ms filosfico o especulativo, y por tanto ms discutible, en las ltimas. Esto explica que haya
reducido la parte IV a un esqueleto (tica del vestido) y que la parte V no la haya resumido (El
futuro del vestido).
The Psichology of clothes, traduccin de Anala Kornblit, Buenos Aires, Paids, 1 edicin
castellano.
Las funciones del vestido / Nos vestimos con tres propsitos: decoracin, pudor y proteccin.
La primaca de la proteccin ya no la defiende nadie (gentes desnudas entre las nieves de Tierra del
Fuego fueron descubiertas en el siglo XVIII); la del pudor, pocos, porque, dejando a un lado las
tradiciones bblicas, el pudor no puede darse all donde no se reprima la exhibicin; es decir, puede
valer como factor psicolgico para el vestido pero no original sino surgido en un estadio posterior.
El principal motivo parece ser la decoracin: existen pueblos que no se visten, pero no que no se
decoren (p. 13, 14, 15).
La racionalizacin fue muy fcil, porque se estimaba exageradamente el peligro del fro para la
salud.
I.1. LA DECORACIN
-Despertar el inters sexual. Muchos estudiosos sostienen que el propsito fundamental de la ropa
es el de realzar la atraccin sexual llamando la atencin sobre los genitales (por supuesto, los que
sostienen que el motor del vestido es el pudor, piensan lo contrario). Entre los pueblos salvajes, la
vestimenta y la decoracin corporal comienzan anatmicamente en la regin genital o cerca de
ella y se refieren con frecuencia a un acontecimiento sexual (pubertad, matrimonio, etc.) (p. 24).
Este elemento es obvio en la ropa actual: tanto el que la disea como el que la vende como el que la
comenta en las revistas, se alude siempre a que siente bien, realce el cuerpo. Se trata de un
propsito abierto y consciente.
-Simbolizar los genitales. Por el psicoanlisis sabemos que ciertas ropas (zapatos, corbata,
sombrero, cuello solapa, terno, pantalones, etc.) pueden ser smbolos flicos, mientras que los
zapatos femeninos, las ligas y los sombreros femeninos pueden ser los smbolos femeninos
correspondientes (p. 25).
Se puede constatar una evolucin histrica, una transicin continua, que va desde la exhibicin
ostentosa de los genitales hasta su simbolizacin inconsciente. Por ejemplo, las braguetas
prominentes del siglo XVI dieron paso a las braguetas ms discretas posteriores; el zapato
puntiagudo, tan criticado por la Iglesia, de moda en la Baja Edad Media, fue recortando poco a
poco su terminacin flica, pero los zapatos siguen siendo an innecesariamente puntiagudos.
En fin, que una prenda de vestir pueda convertirse en fetiche tambin parece demostrar este hecho
de la simbolizacin flica inconsciente (p. 27).
Trofeos / Las civilizaciones primitivas conservan recuerdos de sus caceras y de sus victorias, que
demuestran su arrojo: los cuernos del animal, las manos, el falo o la cabellera del enemigo, etc. As
hay pueblos que se adornan con collares de dientes de enemigos o con sus quijadas a modo de
brazaletes. El tomar los trofeos de los enemigos muertos es psicolgicamente afn al despojo de
las armas de los enemigos capturados (p. 29).
I. 2. EL PUDOR
Todava hoy, los musulmanes se quitan los zapatos en las mezquitas o los cristianos se quitan el
sombrero en las iglesias.
Del mismo modo, tribus que andan generalmente desnudas, pueden sentir vergenza cuando se
cubren una parte del cuerpo (p. 74).
En general, en todos los pueblos las casadas visten ms ropas que las solteras.
El pudor puede dirigirse contra el deseo de exhibicin que uno experimenta o contra el rechazo que
puede generar tal exhibicin. Ej.) Una mujer con traje muy escotado, en una fiesta, puede inhibir
su deseo de bailar por pudor, ya porque teme la desaprobacin de los invitados ms puritanos, ya
porque le da vergenza ese plus de exhibicin de un vestido que en s ya le parece fuerte; porque
carece de los escrpulos comentados, pero teme encender el deseo sexual en sus futuras parejas,
etc. En todos estos casos, el pudor se dirige ms contra el rechazo de los otros hacia ella por culpa
de su traje, que contra el deseo de bailar, aunque se vea bonita.
Una circunstancia de gran importancia: la belleza natural o la fealdad del individuo. Un alto grado
de belleza le hace ms fcil a la persona encontrar placer en exhibirse. Aqu el pudor tiene una tarea
ms fcil. De ah que una de las funciones de la ropa es la de ocultar defectos fsicos.
La variabilidad del pudor es cuantitativa y tambin cualitativa. Ciertas partes del cuerpo resultan
impdicas si desnudas o vestidas en segn qu lugar y momento. Ej.) Nuestra sensibilidad
pasada con respecto a las piernas femeninas no atraa a los musulmanes, que nunca trataron de
ocultarse el hecho de que las mujeres, como los hombres, son bpedas. Para ellos la parte del
cuerpo que haba que cubrir era la cara (p. 85).
I. 3. LA PROTECCIN
Contra enemigos humanos y animales. Escudos, corazas, grebas, mscaras de gas, etc., para la
guerra. Trajes contra las picaduras de insectos.
Las observaciones psicoanalticas y antropolgicas han aclarado que uno de los principales
modos por los que se supona que el mal de ojo hera a sus vctimas era daando sus poderes
reproductores o sus rganos reproductores. La doctrina del mal de ojo parece vincularse
ntimamente, de hecho, con el complejo de castracin. El hecho de que la mayora de amuletos
utilizados para rechazar el mal de ojo parecen ser smbolos de los rganos reproductores
concuerda con este punto de vista (p. 94-94).
Contra el peligro moral. Los religiosos se protegen con trajes largos contra las tentaciones; ropas
cerradas, rgidas, de color no provocativo. En muchos casos, estas ropas son smbolos al mismo
tiempo del autocontrol de una persona o de su resistencia interna. No se firman acuerdos
comerciales o polticos con cuellos blandos; las ropa blanda se ha convertido en smbolo de
relajacin y comodidad, de ligereza. Otras conexiones conocidas de este tipo:
a) Color. Los colores oscuros con la seriedad, el blanco con la inocencia, etc.
c) Grosor. El valor protector real de las prendas gruesas contra ciertos peligros fsicos, siendo
extendida esta proteccin inconscientemente a la esfera de lo moral (p. 97).
e) Estrechez. La estrechez, por su presin sobre el cuerpo, puede simbolizar un control firme
sobre nosotros mismos. (Sobre la tiesura y la estrechez se vuelve al tema del simbolismo flico).
Contra la hostilidad general del mundo. As lo llama Flgel. Cuando andamos por una calle
srdida, tendemos a abotonarnos el abrigo aunque no haga menos calor. Ocurre igual si nos
encontramos entre personas que nos resultan incmodas o antipticas, con quienes no deseamos
relacionarnos. Del mismo modo, nos quitamos antes o despus la chaqueta cuando llegamos a una
fiesta y simpatizamos o no con el ambiente social y sexual (p. 99 a 101). Podra decirse que se trata
no de una proteccin contra el fro fsico sino contra la frialdad. Segn Ernest Jones, esta actitud de
refugiarse en la ropa, en el fondo, vendra a ser como un retorno a la proteccin del tero materno;
est muy bien planteado, de hecho las ropas se asocian a las madres, que son quienes nos visten de
pequeos e insisten continuamente en que nos vistamos ms ropa, nunca menos (p. 105). Por fin,
hay que anotar un claro paralelismo entre la funcin de las ropas y del hogar. En el diccionario,
abrigo significa lugar de refugio, no slo la consabida prenda de vestir. La diferencia estriba en que
las ropas son muebles, porttiles, y las casas no. El paraguas, por ejemplo, equivale al techo (p.
106).
Nios El nio, en sus primeros aos, tiene poco inters por el vestido; no se han desarrollado en
l las nociones de ornamentacin y pudor; para l, el vestido representa un medio inconsciente de
regresin al estado prenatal (p. 110). Gradualmente se despierta la tendencia exhibicionista que,
segn el psicoanlisis, se origina en dos fuentes: una fuente es primariamente narcisista y la otra
autoertica. Encuentra su expresin natural en la exhibicin del cuerpo desnudo y en la
demostracin de sus poderes, y puede ser observado en muchos nios en las danzas y cabriolas
desnudas en las que, si se les permite, se complacen preferentemente, aunque no necesariamente
ante los ojos de los admirados adultos (p. 110).
Componentes autoerticos:
Erotismo cutneo. La terminologa psicoanaltica denomina erotismo cutneo al placer de la
estimulacin natural de la piel; la accin del aire, del viento y del sol sobre la superficie del cuerpo.
Es difcil de sublimar con las ropas, aunque la seda y ciertos tejidos sutiles y texturados resulten
agradables al tacto. La ropa implica un sacrificio de estos placeres. (p. 112)
Erotismo muscular. Aqu el placer se deriva del libre juego de los msculos (p. 113), otro
impedimento de los vestidos. La nica compensacin que las ropas pueden ofrecer a esta
prdida de placer parecera residir en la agradable presin proporcionada por ciertas prendas
ceidas, como un cinturn o un cors, que parecen aumentar la fuerza del cuerpo al producir
sensaciones similares a las que acompaan la contraccin de los msculos abdominales. Aqu, sin
embargo, como en el caso del erotismo cutneo, aunque los placeres producidos por las ropas son
reales, en su mayor parte son inferiores a los que son posibles en un estado de desnudez (...) Por
lo tanto, las ropas deben buscar un apoyo psicolgico de tipo ms directamente placentero, para
los desplazamientos de los elementos narcisistas ms que para los autoerticos (p. 114).
Tipos indumentarios desde una perspectiva psicoanaltica Exponemos una clasificacin sujeta
a revisiones y ampliaciones, cuyos tipos no tienen por qu encajar en ninguna persona concreta:
2. El tipo resignado sufre como el anterior, pero se ha resignado a llevar ropas, incapaz de luchar
contra las convenciones socioculturales.
3. El tipo no emocional elige, se pone y se quita sus ropas con total desinters, sin satisfaccin y sin
fastidio.
4. El tipo mojigato. En l triunfa el impulso del pudor, pero suele racionalizar su actitud aludiendo
a motivos higinicos.
5. El tipo sumiso. Para ellos ciertas clases de ropas han llegado a ser verdaderamente signos
externos y visibles de un superego o principio moral estricto y fuertemente desarrollado (p.
125). Muy prejuiciosos y quisquillosos con el vestir, se someten a l, a lo que simbolizan, rango,
ocupacin laboral, rectitud, etc.
6. El tipo protegido suele ser el friolero. A menudo no le importa la moda. Slo necesita cubrirse
para estar cmodo, caliente.
7. El tipo sostenido se siente agradablemente reforzado y apoyado por sus ropas, especialmente por
las apretadas y tiesas. En tanto este apoyo es moral tienen algo en comn con las personas del tipo
sumiso. Por lo dems, se encuentra un alto desplazamiento del erotismo cutneo y sobretodo
muscular al vestido. Si el psicoanlisis es correcto, se conjugan, pues, tres elementos principales en
la formacin de este tipo: moral, muscular y flico.
8. El tipo sublimado, el dandy. Extensiva sublimacin del cuerpo a las ropas. Este tipo requiere un
narcisismo original bastante fuerte (p. 128).
9. El tipo satisfecho de s mismo tiene algo en comn con el no emocional y con el sublimado. Si se
le pregunta sobre la ropa, exhibe un presuncin algo irritante y una enorme complacencia consigo
mismo. Siempre sabe qu quiere vestir y sus ropas son las mejores posibles; con pocos cuidados
siempre puede vestir cmodamente, higinicamente y con buen gusto. Es el pedante de la ropa (pp.
129-130).
El macho ms ornamental, la hembra ms pdica Como entre los animales, entre los
hombres primitivos y nuestros antepasados el hombre es mucho ms decorativo que la mujer, y el
pudor se ve con ms frecuencia en la mujer, relacionado posiblemente con los diferentes tabes
que afectan a su sexualidad, a la menstruacin y el parto. Tambin entre nosotros los modernos o
contemporneos pueden rastrearse vestigios de esta distincin sexual primitiva: en una iglesia,
el hombre se quita el sombrero pero la mujer se lo queda; en el caso del hombre el sombrero peca
de exhibicionismo; en el caso de la mujer pecara su propio cabello, as que debe de ocultarlo
aunque lo haga con un sombrero ostentoso. La razn psicolgica de esta diferencia est
probablemente en que el desplazamiento del exhibicionismo del cuerpo a las ropas ha ido ms
all en el hombre que en la mujer (p. 133).
Hacia el fin de la Edad Media se dio un paso osado con la introduccin del primer escote
femenino (...) El hombre continu apoyando toda su atraccin en la ropa, mientras que la mujer
posey, de ah en adelante la doble arma de la exposicin y la decoracin (....). Se trata de una
diferencia que parece depender de ciertas distinciones ltimas de la constitucin sexual. Los
psiclogos estn muy de acuerdo en que entre las ms importantes de estas diferencias figura la
tendencia de la libido sexual a ser ms difusa en las mujeres que en los hombres; en las mujeres
todo el cuerpo est sexualizado, en los hombres la libido est ms definidamente concretada en la
zona genital; y esto es verdad tanto subjetiva como objetivamente, tanto al mostrar el cuerpo
como al mirarlo. De ah que la exposicin de cualquier cuerpo femenino obre ms erticamente
que la exposicin de la parte correspondiente del varn, salvo en la caso de los genitales en s (...)
La libido masculina, ms definidamente concentrada en el falo, puede encontrar ms fcilmente
un sustituto simblico (pp. 136 a 168).
La exposicin femenina y la acusacin de impudicia. Si, por un lado, a las mujeres les es
ms difcil sublimar completamente su exhibicionismo en las ropas, les es ms fcil, por la misma
razn, tolerar cierta cantidad de exposicin ertica y armonizarla con su moralidad sexual. Su
sexualidad, siendo ms difusa, puede escapar ms fcilmente al reconocimiento como tal (p.
138). A causa de esta diferencia, el hombre a menudo acusa de impudicia a la mujer y la reprende
con motivo, por ejemplo, de la minifalda. Ella le replica que l est viendo sexualidad donde no la
hay, y que no le acusa a l de nada cuando tiene, por ejemplo, el pecho desnudo. Esto sucede
as porque conscientemente, para el hombre y la mujer, la sexualidad slo est en los genitales. En
el fondo, los dos tienen parte de razn en esta disputa.
La gran renuncia masculina a la decoracin. Desde el siglo XVIII los hombres han
renunciado (ahora se estn recuperando) a todas las formas de ornamentacin ms brillante,
haciendo con ello de la sastrera un arte austero y casi asctico. El hombre abandon su pretensin
de ser considerado hermoso. Por qu?
2. Nueva valoracin del trabajo. Esta tendencia a una mayor simplificacin fue poderosamente
reforzada por un segundo aspecto del cambio general de ideales que implicaba la Revolucin, por
el hecho de que el ideal de trabajo se volvi respetable (p. 143).
Anteriormente, los momentos realmente significativos de la vida eran los que se pasaba en el
campo de batalla y en los salones; para ambos la tradicin haba decretado un traje elegante y
suntuoso. Pero los nuevos ideales comerciales e industriales conquistaron a todas las clases.
Si en verdad stas son las principales influencias que han conducido al abandono por parte del sexo
masculino de la ornamentacin...
b) Cmo les ha sido posible a los hombres soportar semejante sacrificio? Qu pasa, por ejemplo,
con las tendencias naturales narcisistas? - El inters por el traje, al que antiguamente dedicaba el
hombre tantas energas, se ha visto a menudo desplazado hacia la observacin y el conocimiento,
sublimado en mayor o menor medida, mientras que la exhibicin masculina se ha sublimado con
frecuencia a la exhibicin femenina. Un hombre se siente orgulloso de verse acompaado por una
mujer bella o bien vestida.
En estos casos hay claramente un elemento de identificacin con la mujer (...) La identificacin
en cuestin puede ser tal que la proyeccin del deseo exhibicionista en la mujer sea completa. Sin
embargo, en otros casos, la proyeccin es solo parcial, y aqu el hombre busca conscientemente
identificarse con una mujer, usando atuendos femeninos. Este ltimo deseo puede variar desde
una ligera afectacin de afeminamiento a la plena adopcin de la vestimenta de las mujeres en
todos sus detalles (p. 152), es decir, el trasvestismo o eonismo. (Se ocupa de l en la pginas 152 a
155).
IV. EVOLUCIN, MODA
Clasificacin de H. C. Stratz (1922) Divide los trajes segn su naturaleza; puede decirse que
es una clasificacin indumentaria en sentido estricto. Primitivos, tropicales y rticos:
1. Primitivos. El rasgo principal del traje primitivo es que casi la nica indumentaria u ornamento,
y la ms importante, es la situada alrededor de las caderas, a modo de cordn, collar de caderas o
banda, de la que suele pender algn objeto pequeo, no necesariamente cubriente (otras s, incluso
como un delantal). Generalmente se acompaa el atuendo con otras formas de decoracin circular
(aros en cuello, piernas y brazos). La transicin del traje primitivo al tropical se lleva a cabo a
travs del aumento del tamao de las prendas suspendidas originalmente de la cinta alrededor de
las caderas.
2. Tropical. El taparrabo o delantal se ha convertido en falda. Como pesa ms, suele pender desde
la cintura, y puede hacerse incluso ms grande y colgar bajo el pecho, sobre ste o disponerse como
chal. Se relaciona con el arte del tejido, mientras que el tropical a menudo se elaboraba con partes
animales, flores y vegetales, corteza, etc. El posterior traje femenino europeo deriva de l, y a veces
sigue desnudando los brazos y la espalda.
3. rtico. El traje ms o menos ajustado supone una desviacin del principio implicado en la falda
que, por su misma naturaleza, no puede ajustarse estrechamente a los miembros inferiores. Tanto
en su origen como en su historia, el traje rtico parece asociarse especialmente con la raza
monglica. Esto puede deberse muy bien, como sugiere Stratz, a que el primitivo hogar de esta
raza fue la parte norte del Himalaya, ya que la expansin hacia el sur estaba obstruida por la
ms formidable de las barreras naturales, de tal manera que las migraciones deban
necesariamente dirigirse hacia el norte. Como ya se indic, hay datos de que la ropa clida no es
esencial para la existencia del hombre, aun en climas muy fros; pero la fisiologa muestra
claramente que, para no hablar de su comodidad, las ropas tienen una funcin econmica al
disminuir la prdida de calor que debe ser repuesta por la comida (p. 166). El modo ms eficaz de
disminuir la prdida de calor es cubrir estrechamente el cuerpo (p. 167).
Este tipo de traje ha originado el traje masculino occidental. Histricamente este rasgo
caracterstico del atuendo masculino occidental parece haber sido introducido en nuestra
civilizacin, por un lado, por los invasores nrdicos que quebraron el Imperio Romano, y por
otro, por los pueblos de oriente (p. 168).
1. Renacimiento. El traje masculino acenta el desarrollo muscular con prendas muy ajustadas que
lo revelen; las ropas eran tan ceidas que estaban incluso acuchilladas en las junturas para permitir
el movimiento. Las braguetas eran descaradas y las mujeres respondan con vientres
aparentemente preados. Colores muy fuertes y contrastados.
3. Estilo Imperio. Todo lo contrario: falta de artificio. No se intenta reproducir el cuerpo diferente
de cmo es.
4. Siglo XIX. Las ideas de refinamiento y jerarquizacin se vuelven cada vez ms atractivas y el
traje femenino se complica.
Las nuevas modas, para tener xito, deben concordar con ciertos ideales corrientes del momento
en que surgen. Las mujeres deben ver en la moda un smbolo de un ideal que est ante ellas,
aunque, por supuesto, como con otros smbolos, no es necesaria la percepcin consciente de su
verdadera significacin (p. 198).
Siguiendo los conceptos propuestos por George Darwin, hijo de Charles, sobre el paralelismo que
existe entre la evolucin biolgica y la indumentaria, Flgel compara la prenda individual con el
organismo individual.
El organismo individual viene al mundo con ciertas estructuras definidas corporales y mentales
que ha heredado de sus padres y, a travs de ellos, de una larga serie de antecesores remotos.
Similarmente, puede considerarse que una prenda individual, por ejemplo unos pantalones, tiene
una herencia. Sus lneas fundamentales estn determinadas por los pantalones usados realmente
en el momento en que se cre (p. 221).
Incluso, como las personas, pueden sufrir un accidente o una amputacin, y necesitar remiendos o
ser acortados.
Tambin se puede comparar un tipo de prendas con una especie de animales. Una especie animal
puede desarrollarse gradualmente de otra. As, un pantaln puede haber nacido gradualmente
desde el primer paoln empleado para cubrir el sexo o las caderas y haber crecido hasta
bifurcarse.
Del mismo modo, puede compararse la eclosin de adornos y variedades indumentarias del siglo
XVIII con un momento natural especialmente frtil, y la simplicidad del estilo Imperio con un
perodo glaciar.
Tambin el traje registra rganos intiles, que una vez tuvieron su empleo y que con la evolucin lo
han perdido. Las vueltas en los pantalones, por ejemplo, de alguna utilidad higinica en las calles
antiguas, resultan prescindibles en las aceras modernas, lisas y sin barro; tan poco tiles como los
dedos de nuestros pies, vestigios de nuestros remotos pies simiescos cuya flexibilidad era casi tan
elevada como la de las manos. Idem para las botas altas, los botones en las colas de las levitas (para
agarrar los faldones cuando se cabalgaba). Lo til deviene a menudo ornamental.
V. LA TICA DEL VESTIDO
V. 1. ARTE Y NATURALEZA
As, por ejemplo, parece ser buena la abolicin de las distinciones indumentarias de
riqueza, camino que tambin ha emprendido en el ltimo siglo la moda femenina, con la boga de
los abalorios falsos y la difusin en todas las capas sociales de prendas como los vaqueros, etc. Esta
abolicin favorece a la sociedad porque desmorona murallas entre las personas y stas gastan en
ropa cantidades de dinero ms razonables que antiguamente (p. 243).
Luego viene un ejemplo muy prctico. La comparacin entre llevar los artculos esenciales en los
bolsillos (hombres) o hacerlo con bolsos (mujeres). Desde la p. 243.
Por ejemplo, los bolsillos seran mejores porque dejan las manos libres y son ms difciles de robar,
pero, a cambio, deforman el aspecto de la ropa, pueden incomodar con el roce y cabe mucho
menos. Al final gana la rionera.
Larga reflexin sobre el maquillaje, pp. 245 a 248; y sobre el pudor, cuyos excesos pueden
resultar altamente perniciosos para la salud psquica:
El pudor no es slo un obstculo para la aprehensin clara de la realidad externa; tambin
alimenta algo como una hipocresa interna (aunque en su mayor parte inconsciente) y as se
mantiene condenado a una doble acusacin de distorsionar la apariencia tanto de nuestro cuerpo
como de nuestra mente (p. 252).
El pudor excesivo, demuestra el psicoanlisis, se halla en mentes neurticas (p. 251). El diseo del
traje debera evitar toda prenda elaborada expresamente para no ser vista (como el cors), o
reintegrarla al esquema esttico del traje de algn modo. No es bueno que nos sintamos
embarazos a la vista de algo que no se debe ver, se trata de una va que conduce, en casos
afortunadamente raros, al fetichismo.
Que sea liviana. Los crculos mdicos, desde la Ilustracin, siempre la vienen recomendando, en
contra de las vestimenta rgidas y pesadas que con frecuencia nos recomiendan nuestras madres
por tradicin. Ropa que anule lo menos posible el erotismo cutneo y muscular, que nos haga
sentir libres, que no deforme nuestros rganos por restriccin o por patrones artificiosos, que nos
traduzca el cuerpo real; en fin, ropa sana para el cuerpo, para facilitar la sudacin, y para la mente,
para la maduracin sana del individuo. Las diatribas cientficas contra la moralidad
indumentaria tradicionalmente decente, apuntadas en la p. 257, no son menos convincentes.
Flgel aboga por un vestido elegido con libertad y aceptado por todos sin crticas ni censuras.
Especialmente interesantes nos resultan sus reflexiones sobre la vestimenta de los nios, que la
psicologa recomienda muy livianas, para que no llegue a considerarlas una molestia y no viva
amargado por tener que vestirse, y siempre elegidas por l con su propio criterio, aunque tal ropa
entre en conflicto con el orgullo de los padres, quienes evitarn las satisfacciones exhibicionistas
vicarias a travs de su prole. La cuestin sobre en qu medida los dos sexos han de vestirse igual o
no es interesante, pero no se llega a ninguna conclusin definitiva (desde la p. 261).
tica de la distincin sexual Por lo general, los heterosexuales se sienten molestos con ropas
que juzgan no apropiadas para su sexo.
Un anlisis algo ms profundo parece demostrar que este disgusto es una defensa contra el
posible despertar de una atraccin sexual hacia una persona del mismo sexo. En el fondo todos
somos potencialmente ambisexuales en nuestras inclinaciones (...) Un modo de precavernos
contra esta regresin es una insistencia algo exagerada y obsesiva en la heterosexualidad. Es
como si debiera evitarse un error a toda costa; y esto puede lograrse mejor mediante una
diferenciacin sexual de una clase que nos permita ver a primera vista si un individuo dado cae o
no en la categora de los objetos sexuales permisibles. (...) En la actualidad castigamos al
homosexual (especialmente al homosexual masculino) porque las represiones de nuestras
propias tendencias homosexuales no son seguras (del mismo modo que castigamos a los
criminales, en su mayora, porque han hecho lo que ciertas de nuestras propias tendencias
reprimidas nos urgen a hacer) (pp. 265-265).
Hacia la feminizacin del traje masculino El traje femenino permite mayores satisfacciones
que el masculino. Una lista formidable de razones:
5. Mayor adaptabilidad a las diversas estaciones (ropas ms livianas en verano y gruesas como
las pieles en invierno).
11. Ausencia de constriccin en partes del cuerpo en las que es especialmente deseable la libertad
para la comodidad y la salud.
Partido de la Reforma del Vestido Masculino. Con un traje tan insatisfactorio, era de
esperar que antes o despus se alzaran las voces de reforma. El Practical Dress Rerform publicado
en Inglaterra testimonia el lgico descontento. Del lado de los reformadores, los principales
factores son:
1. Las tendencias narcisistas, en rebelin contra la supresin a la que han estado sujetas.
2. Las distintas tendencias homosexuales y eonistas, en virtud de las cuales los hombres desean
vestirse como mujeres (ya que, teniendo el traje femenino tantas ventajas, cualquier reforma del
traje masculino acercar ste a aqul).
3. Los elementos autoerticos, y que no se relaciona en modo alguno con la homosexualidad o con
la falta de virilidad.
Entre las fuerzas hostiles a la reforma, las siguientes son quizs las ms significativas:
1. El intenso temor del hombre a parecer diferente de sus compaeros. Los reformadores de la
ropa y las mujeres suelen vilipendiar a los hombres por esta cobarda, con toda razn, pero
tambin sin recordar que en gran medida las instituciones de cooperacin socialmente ms
importantes las han establecido precisamente esos hombres con esos trajes tan impersonales.
2. La mayor represin general del narcisismo en los hombres, y, en relacin con esto:
5. El simbolismo moral del traje rgido masculino; para los hombres ms vetustos, este traje de
cuellos rgidos simboliza su autocontrol, su sentido de la virtud y del deber.
6. El valor flico de las ropas que simbolizan la moralidad (que hay que eliminar, por razones
expuestas con anterioridad: p. 257.)
7. El complejo de castracin.
Factores individuales a los que hay que sumar los sociales: Los hombres castigan a quienes hacen
lo que ellos no se atreven a hacer, su alto conservadurismo indumentario (que heredan de sus
padres), etc.
Ideal Sumar las ventajas de los trajes masculinos y femeninos, y eliminar sus desventajas,
elemental. Para ello, hay que intentar dos cosas: la superacin de las asociaciones morales de la
ropa convencional masculina y la provisin de expresiones alternativas de masculinidad (p.
277).
V. 3. LA RACIONALIZACIN DE LA MODA
Se repasan racionalmente: considerando ventajas y desventajas, segn las funciones los diversos
tipos de trajes antes apuntados: rtico, tropical, primitivo, fijo, de moda y se propone una va de
reflexin hacia un traje mejor. Se recomiendan especialmente las modas que acentan el
cuerpo, porque estn ms cerca de la realidad; por el contrario, las ropas suntuosas y
voluminosas, cuya forma se aparta ampliamente de la del mismo marco humano, tienden a
sustituir el cuerpo natural por un cuerpo indumentario artificial, y al ocultar el primero, a crear
la ilusin de que el hombre es diferente de lo que realmente es. Toda la tendencia, como hemos
visto, surge de la desconfianza del cuerpo natural, si no de una aversin hacia l (p. 291).