Cruzando El Umbral de La Esperanza
Cruzando El Umbral de La Esperanza
Cruzando El Umbral de La Esperanza
Juan Pablo II entra en profundidad a analizar las grandes cuestiones sobre el hombre y
la humanidad, y tambin algunos de los tpicos acerca de la historia y misin de la
Iglesia. La existencia de Dios, el problema del mal, la oracin, los jvenes y las nuevas
generaciones, los frutos del Concilio Vaticano II, los retos de la nueva evangelizacin, la
mujer en la Iglesia, el judasmo y el islam
El cristianismo, dice el Papa, no es mera accin del hombre: Dios tambin acta. Joseph
Ratzinger explicara poco despus que Dios acta en la historia sobre todo a travs de
hombres que le escuchan. La mera posibilidad de esa accin de Dios en la historia pone
nerviosos a quienes dicen ser agnsticos o ateos. Pero es bien real: la historia de la
salvacin y eso es el cristianismo, y la historia de la humanidad en definitiva- es la
historia de la conjuncin de la accin de Dios y del hombre. Dios acta, habla. Nadie es
capaz de sofocar su voz: ni siquiera la voluntad programada del hombre, que intenta -
mediante la prepotencia poltica y cultural- imponer errores y abusos, extendindolos con
gran despliegue meditico. Aunque a veces el mal parezca prevalecer, Dios no abandona
al hombre. La confianza en esa accin de Dios es lo que llena de esperanza al cristiano.
El pensamiento de Juan Pablo II penetra con hondura en la realidad del ser humano.
Una de sus ideas ms repetidas era la de que no debemos tener miedo a la verdad
sobre nosotros mismos. Dios comprende nuestras debilidades: l sabe lo que hay
dentro de cada hombre. Juan Pablo capta el misterio insondable que encierra la
enseanza deJesucristo: la verdad se har amando. Esa es la misin de la Iglesia:
manifestar el amor de Dios al hombre, a pesar de nuestras miserias y debilidades.
Hemos sido creados para amar, y por eso la nica dimensin adecuada a la persona es
el amor. Y el amor es donacin, entrega. Por eso, dndose es como el hombre se afirma
plenamente a s mismo.
Su amor y devocin a la Virgen fue proverbial. A Ella dirigi su lema episcopal: Totus
Tuus, Todo Tuyo. Se abandonaba confiadamente al cobijo de los brazos de la Madre, y
sabe descubrir la infinita riqueza que el culto mariano supone para el mundo. No es slo
una necesidad sentimental, un acto piadoso, sino que corresponde tambin a una
verdad objetiva sobre la Madre de Dios. Fruto de la contemplacin de esa realidad se
ha abierto camino silenciosa y eficazmente en la civilizacin cristiana la actitud de respeto
a la mujer. En Mara todas las mujeres han sido dignificadas: Ms que T, slo Dios.