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RESPIRANDO EL CARIBE
MEMORIAS DE LA CTEDRA
DEL CARIBE COLOMBIANO
VOLUMEN I
DIAGRAMACIN Y PRODUCCIN
DITER .ESTRATEGIAS EDUCATIVAS LTDA
CALLE 66 N 7-56 OF. 202. TEL 2557251. BOGOT
EMAIL: ctovarl@latinmail.com
IMPRESIN
EDITORIAL GENTE NUEVA LTDA
PRESENTACIN
RESPIRANDO EL CARIBE EN UN PROLONGADO PRLOGO
ARIEL CASTILLO MIER
SLO UN MEJOR CONOCIMIENTO DE NOSOTROS MISMOS NOS PODR HACER LIBRES
GUSTAVO BELL LEMUS
RESPIRANDO EL CARIBE
EN UN PROLONGADO PRLOGO1
Respiro,
Y el aire en mis pulmones
Ya es saber, ya es amor, ya es alegra,
alegra entraada
que no se me revela
sino como un apego
jams interrumpido
-de tan elemental-
a la gran sucesin de los instantes
en que voy respirando,
abrazndome un poco
de la aireada claridad enorme.
Jorge Guilln, Mientras el aire es nuestro
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ xiii
la que se analiz el pensamiento del estadista costeo sobre el orden PRLOGO
nacional, preocupacin central de su obra y necesidad por excelencia de
los colombianos.
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cer las inversiones que al integrarlo a los mercados del interior habran PRLOGO
podido desarrollarlo.
Por ltimo, Abello Vives sostuvo que para entender los efectos de la
apertura econmica sobre la regin, es preciso salirse del marco nacional
y examinar el comportamiento de la economa mundial en la era de la
globalizacin, puesto que las reformas adelantadas en Colombia duran-
te los aos noventa, causantes del decaimiento de la industria, la ruina
del agro, el aumento del dficit comercial, el desempleo y la pobreza, no
son ajenas al marco internacional.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ xix
El 19 de agosto, en Montera, en el Auditorio de la Universidad de PRLOGO
Crdoba, el poeta y periodista Jorge Garca Usta present su trabajo,
Con Pablo Flrez, el juglar del Sin, dividido en dos partes, ponencia
magistral y conversacin con el compositor. En la conferencia, Garca
Usta evoc una fiesta en Bogot, en la que un grupo de sinuanos se
avergonzaba de su lengua y sus atuendos de ro, como marco para desta-
car la actitud vital de Pablo Flrez, el gran sonero de Cinaga de Oro, el
representante ms genuino de una cultura de la resistencia que nunca se
ha dejado someter. Afincado en la geografa y la circunstancia de su
tierra, sin mayor promocin publicitaria, confinado a las fiestas de la
localidad, olvidado de los centros comerciales, vctima de la equivoca-
cin regional, Pablo Flrez ha creado un mundo musical que se nutre
de las imgenes de la vida cordobesa el paisaje, las ancdotas, la comi-
da y las costumbres a travs del cual proyecta una ontologa del ser
sinuano.
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que valora las regiones por su capacidad competitiva y comercial y no en PRLOGO
trminos de estrategia blica.
ESTA EDICIN
HISTORIA
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ xxiii
Dentro de este grupo, el texto de Avella Esquivel cumple una funcin PRLOGO
muy precisa que nos mueve a colocarlo en el umbral del primer apartado
de este libro, pues adems de situar geogrfica e histricamente la re-
gin, expone el marco epistemolgico y propone, para el estudio del
Caribe colombiano, la sugerente metodologa de la geohistoria como
camino conveniente para un acercamiento coherente y sistemtico que
supere el anacrnico y repetido error de llamar Costa Atlntica a este
litoral y a estas nsulas visitadas por las rumorosas olas del mar Caribe.
Avella, por otra parte, postula una categora funcional, por su carcter
abarcador, para los estudios de la regin: la caribidad, en reemplazo
de la costeidad excluyente, apta para la discriminacin y el afn de
dominacin de ciertas subregiones.
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ros se ocupan de la mujer en la transicin de Barranquilla, ciudad capi- PRLOGO
tal, de villorrio a ciudad, el ltimo se concentra en el caso de una ciudad
intermedia de gran empuje cultural, Sahagn. En tanto que Vos Obeso
examina el tema desde el fin de la Guerra de los Mil Das y la fuerte
oleada de inmigracin a comienzos del siglo XX hasta la cada del go-
bierno conservador en 1930, Miranda mira desde 1871 hasta 1940, con
algunas alusiones fugaces a la dcada del 60. Cristo Hoyos, por su parte,
abarca todo el siglo XX con algunas navegaciones de regreso a la poca
prehispnica y a la Conquista.
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nosotros, de reconocer los mritos de los otros, por muy modestos que PRLOGO
estos sean.
VOCES
SONES
LETRAS
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antioqueos al apreciar el afecto por los animales en esta regin del PRLOGO
pas, en la que las gentes conviven con especies no usuales venados,
ardillas, pisingos, goleros como si fueran seres humanos.
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plstico que intenta fijarla a travs de la prolongada proliferacin PRLOGO
neobarroca. La otra funcin que cumplen las reiteradas figuraciones del
fuego se asocia con el gran tema de la obra de Hctor Rojas Herazo: el
tiempo visto como duracin y como perdurabilidad.
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de la alta cultura a travs de la estrategia del montaje desde la irona, el PRLOGO
pastiche y la parodia que le permiten al narrador cambiar de lugar,
descentrarse.
IMGENES
Last but not least incluimos en este apartado dedicado a la cultura caribea
colombiana esa forma hbrida y especular de expresin de nuestro tiem-
po, a caballo entre el arte y la tecnologa, al tiempo verbal e icnica,
sometida con mayor intensidad a las presiones humilladoras y alienantes
del mercado: el cine. Dos textos complementarios, el de Marta Yances
Paseo conversacional por el cine y los audiovisuales del Caribe colom-
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ARIEL CASTILLO MIER
Antes que nada quiero agradecer a las directivas del Observatorio del
Caribe Colombiano, y en especial a su director, Alberto Abello Vives,
por la invitacin a estar presente en lo que no dudo en calificar como un
acontecimiento de la mayor importancia para el futuro de nuestra re-
gin Caribe. Agradecer tambin por brindarme una nueva oportunidad
para volver a estar aqu, en mi ciudad, en mi tierra, disfrutando de la
limpieza del cielo azul, de las brisas, de los robles florecidos, pero, sobre
todo, de ese espritu saludable de optimismo tan escaso en otras latitu-
des.
A partir de entonces fuimos varios los que seguimos los pasos de Posada
Carb, nunca con su rigurosidad, pero s inspirados en su forma de abor-
dar nuestro pasado colectivo, no por el prurito del estudio acadmico
sino por el afn de comprender nuestra realidad para de otra forma
incidir en ella. Porque para eso hemos escarbado en la historia de Co-
lombia: para conocer mejor nuestro derrotero en esa empresa tan ardua
e inacabada que se sigue llamando Colombia.
1 Intervencin del vicepresidente de la No hay duda de que el conocimiento de nuestra realidad histrica ha
Repblica, Gustavo Bell Lemus, en la
instalacin de la Ctedra del Caribe Co- ganado en profundidad en los ltimos aos alimentando a su vez el
lombiano, el 11 de marzo de 1999, en la
Escuela de Bellas Artes de la Universi-
discurso regional, y que hoy nuestros dirigentes poseen mejores elemen-
dad del Atlntico en Barranquilla. tos de juicio para batallar contra el subdesarrollo y el atraso, todo ello
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gracias al aporte que desde las ciencias sociales se ha hecho a la Costa, INSTALACIN
PRLOGO
pero esa tarea necesita no slo continuarse sino llegar a todos nuestros
ciudadanos desde temprana edad, es decir, que haya una apropiacin
social de ese conocimiento que, a pesar de su divulgacin, an permane-
ce al nivel de los estudios superiores.
Son todas estas reflexiones, al lado por supuesto de las culturales y pol-
ticas, las que de seguro surgirn a lo largo de estas ctedras. Por ello veo
en esta experiencia la gua que habr de sealarnos los inciertos caminos
del futuro, pero tambin la excitacin para que las generaciones venide-
ras asuman su compromiso histrico como creo que nosotros lo hemos
hecho.
BASES GEOHISTRICAS
DEL CARIBE COLOMBIANO
FRANCISCO AVELLA*
Este parece ser el origen de la palabra usada para llamar Mar de los
Caribes al mar semicerrado que est entre el arco de las Antillas y el
continente americano, el ncleo que estructura lo que hoy se llama el
gran Caribe, el cual abarca no slo la cuenca de dicho mar, sino su entorno
exterior. Algunos lo extienden incluso hasta el nordeste del Brasil, la
En los aos 70, frente al mpetu con el que el rea Pacfica entra a la
historia despus del triunfo industrial del Japn y de los nuevos dragones
industriales de la cuenca (Corea del Sur, Taiwn, Hong Kong, Singapur),
el Caribe cede su importancia estratgica, y pasa a ser un rea secundaria
en el juego geo-poltico y comercial internacional, hasta el punto de que
algunos autores empiezan a estudiar su situacin futura en el siglo del
Pacfico (Brabevoy-Wagner, 1993).
Con la cada del Muro de Berln y los dems procesos de distensin que
han conducido a la conformacin de un mundo unipolar, el Caribe se
convierte en el Mediterrneo de los americanos (Musset, 1994: 1) o, ms
comnmente, en el patio trasero de Estados Unidos. Hoy el Canal de
Panam, perdida su importancia estratgica, se le devuelve a los
panameos. Ahora resulta ms barato transportar la carga hacia Europa
a travs de los ferrocarriles y los oleoductos norteamericanos. Y la situacin
poltica ya no se analiza en trminos de conflicto blico, sino de acuerdo
con la capacidad competitiva de los pases en el mercado mundial.
El Caribe no slo est formado por las ideas, sino modelado por la historia
de sus diferentes regiones, la cual le ha conferido un sentido de pertenencia
que identifica a sus habitantes, en medio de su diversidad, cuando se
encuentran en el resto del mundo. Este lugar, como el Mediterrneo de
Braudel, no slo une por la historia, sino que separa por las distancias, el
aislamiento y la insularidad; aunque, al fin y al cabo, el mar es capaz de
unirlo todo.
Por encima de la visin que cada cual pueda tener del Caribe nos interesa,
simplemente, mostrar cul es su sentido. Para evitar una larga disertacin
acadmica, citaremos algunos ejemplos de las visiones geogrficas que
han contribuido a formar el Caribe colombiano.
VISIN INTERNA
La primera visin de la regin, que se ha llamado interna, es la de sus
propios habitantes quienes la designan como la Costa Atlntica. Esta
designacin revela la desidia geogrfica mediante la cual la Nacin ha
cedido y perdido extensos territorios en el Caribe. De no superarse, las
prdidas van a continuar.
VISIN EXTERNA
Una visin externa sobre la regin es la de Jacques Gilard (1984), uno de
los mejores cariblogos franceses, quien en su monumental tesis de
geografa cultural, Garca Mrquez y el Grupo de Barranquilla, la ms
importante que se haya escrito sobre una regin en Amrica, plantea que
para entender a Garca Mrquez es necesario considerar el mundo de
donde haba salido. Gilard seala que hemos dicho que l se comporta
como un hombre de la Costa (Atlntica), regin de la cual hemos sealado
ciertas particularidades, al menos para establecer un contraste con el
interior andino de Colombia. Adems hemos destacado ese rasgo
fundamental de un escritor que sin dejar de ser colombiano, se define en
funcin de la cultura Caribe. He aqu el signo de una mutacin que no se
ha tenido en cuenta: Garca Mrquez, en cierto momento, cometa una
transgresin (p. 4, Tomo III).
Aunque no hay una razn precisa para saber por qu se empez a hablar
de Costa Atlntica en el caso colombiano, la expresin Costa Atlntica
nombre de un peridico publicado en Barranquilla en la dcada de 1880-
haba adquirido una connotacin especial desde mediados del siglo
(Posada Carb, 1998:411) No obstante, su uso data de un tiempo anterior,
segn lo testimonian algunos textos y cartas de los aos de la
Independencia.
historia patria supone que se trata de una entidad que siempre ha existido
y siempre existir, de manera que comienza su relato desde los pobladores
originales llamndolos los primeros colombianos o los primeros
habitantes de Colombia. Esta concepcin est presente prcticamente
en todos los textos escolares.
Pero lo que s exista era el mar Caribe, del cual tomaron su nombre todas
las regiones costeras, por lo menos a partir del siglo XVI, cuando se inici
la Leyenda Negra del caribe antropfago, y expresamente desde 1775, como
se puede apreciar en la mayora de las cartas geogrficas inglesas de la
poca. Por esa poca, el Caribe, ancho y profundo, a pesar de haber sido el
campo de disputas de las potencias europeas, en vez de separar, una.
Hoy nadie llora en Colombia los territorios perdidos, salvo tal vez Panam,
cuya herida sigue sangrando en la historia patria. Con la prdida de Panam
se perdi tambin la oportunidad de haber sido el centro del mundo, como
lo haba visto Bolvar desde la Carta de Jamaica, una posicin
geoestratgica ambicionada por las grandes potencias coloniales de la
poca, que Colombia no pudo entender.
Figura 6
Virreinato de la
Nueva Granada Real
Cdula de 1739
Figura 7
Repblica de Colombia
EL MEDIO NATURAL
LA ORGANIZACIN ESPACIAL
ms que con una oposicin (Meisel, 1986: 11). Compartida por un sector
tcnico de especialistas que han trabajado con profundidad el problema del
atraso de la costa Caribe (Calvo y Meisel, 1999), esta posicin, como lo
explica Mnera, en El fracaso de la nacin (1998), casi siempre ha conducido
a la marginacin y el olvido, desde los comienzos mismos de su historia.
Una tercera posicin, cada vez menos popular, es la que tuvo un gran impulso
en el perodo posterior a la Constitucin del 91. Sin embargo, en la medida
en que se frustr el desarrollo constitucional del ordenamiento territorial,
es decir, el desarrollo de los artculos 306 y 307 de la Constitucin de 1991
que definan la constitucin de las regiones, la planeacin y la autonoma
de los entes territoriales, esta posicin empez a caer en el olvido, hasta el
punto de que no parece tener defensores actualmente.
LA CULTURA COMPARTIDA
LA IMPORTANCIA GEOPOLTICA
Las regiones, como las naciones, tienen tambin una singular importancia
geopoltica, que debe ser entendida claramente en el proceso de
estructuracin. Las regiones apartadas que limitan con fronteras de otros
pases, frente a situaciones potenciales de conflicto, tienen, por definicin,
una gran prioridad en las agendas de las naciones. Por su posicin alejada,
un archipilago como el de San Andrs y Providencia, frente a otros pases
que reivindican posesiones territoriales, tiene que ser entendido a partir
de la prioridad de mantener la unidad nacional.
Estas visiones parecen vlidas para la mayor parte de los pases que han
aceptado autonomas regionales, pues sin nuevos smbolos no hay
movilizacin y si no hay movilizacin es muy difcil plantear el conflicto
de intereses polticos entre el centro y la periferia, cuya resolucin, en
teora, es lo que permite crear las nuevas regiones con su autonoma
respectiva.
En esa poca las discusiones giraban en torno del error geogrfico, pues
al fin y al cabo se podra seguir llamando Costa Atlntica a la Costa Caribe,
ms por la inercia de sealar las cosas con el dedo que por amor a la
Hoy parece necesario tomar una decisin: llamarla en todos los textos
regin Caribe, no slo porque est baada por el mar Caribe, sino porque
la historia del Caribe le da sentido a la historia de los pueblos que la
habitan. La Costa Atlntica no puede seguir ocultando a los costeos el
Mar Caribe ni el Gran Caribe. Tampoco puede persistir la idea de que
una historia patria de corte andino -que ve al Caribe como escenario de
batallas heroicas por la libertad y, en el menor de los casos, como el sitio
de cuatro puertos de importancia secundaria para el interior puede
hacerles entender el sentido que tienen como pueblo. Sus races hay que
encontrarlas en el contexto ms amplio del Caribe, que incluye no slo la
Costa, sino la regin Insular. Al contrario de la de la Costa, la historia del
Caribe insular colombiano ha partido de su identidad angloafricana y
siempre ha estado orgullosa de sus orgenes y de su contribucin a la
formacin de la cultura del Caribe Occidental, como lo muestra Parsons
(1985), al analizar la distribucin de la dispora bautista en Centroamrica,
las Islas Cayman, a partir de los intercambios con Jamaica y otras partes
del Caribe.
PROSPECTIVA
Lo que nos proponemos al esbozar estas bases es ms bien reconstruir a
posteriori el espacio del Caribe colombiano para entenderlo como un objeto
geohistrico. Por eso la pregunta central que nos hacemos es: En qu
momento y a travs de qu bifurcaciones se opera el proceso de
diferenciacin que hace del Caribe colombiano una regin especfica?
Nuestro objetivo era sealar las bases metodolgicas para iniciar este
trabajo que ha tenido tan ilustres predecesores. Creemos que en la
Universidad Nacional sede de San Andrs existen condiciones para iniciar
un trabajo riguroso y serio. Esperamos que se pueda desarrollar parte de
esta visin geohistrica del Caribe colombiano, a partir de la Maestra
de Estudios del Caribe, que se adelantar en asociacin con el Observatorio
del Caribe Colombiano, la Universidad del Atlntico y la Universidad de
Hay que recordar que de esta desidia apenas nos damos cuenta. Pero si
pensamos en que la Universidad Nacional saca en el ao 2000 su primera
promocin de gegrafos en Bogot, y que la Universidad del Atlntico va a
iniciar el montaje de esta carrera en Barranquilla, podemos pensar que el
siglo XX result, prcticamente inexistente para la geografa profesional. Esto
no quiere decir que no haya habido geografa. La ha habido y de una altsima
calidad. Pero necesitbamos que fuera como el Derecho o la Medicina, para
que conociendo profundamente el territorio, su significado y su sentido, no se
hubiera tenido que lamentar ni su prdida ni su separacin. Estamos a tiempo
an de no tener que lamentar otras prdidas y separaciones, si desarrollamos
programas que permitan entender las regiones superando esta amnesia
geogrfica a la que se ha acostumbrado el pas.
BIBLIOGRAFA
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Wayasbah, Hambourg.
Sander, G. Conflictos territoriales en el espacio martimo del Caribe. Fondo FEN, Bogot,
1998
NORMA Y PLANIMETRA
CONSTRUCCIN Y ORDENAMIENTO:
LA OMNIPRESENCIA DE UN CABILDO
quietud estaba ms que justificada, pues poco tiempo despus, los propios
oficiales reales hacan saber al por entonces gobernador Santa Cruz que
los edificios no se pueden hacer fuertes, porque en ellos ni en su comarca hay
piedra y en la isla de Carex donde dicen que la hay, sera muy dificultosa de
traer... asimismo en toda esta ciudad e sus alrededores ni con ms de dos
leguas, es toda cinagas e arenales y en toda la ciudad e puerto no hay casa
ninguna de piedra y en lo que viven son de pajas y caas e madera e palmas
que es como chozas de Castilla.
Pero como el fuego que extermina tambin crea, muy pronto la agonizan- 14 Carta de los oficiales reales al Go-
bernador Vadillo, Cartagena, 1538.
te ciudad iniciaba una tenaz reconstruccin, resurgiendo sin prisas, pero A.G.I., Santa Fe 80. Marco, cit., p.
sin pausas, como si de un Ave Fnix se tratara. Este fue el momento en que 19.
quedaba totalmente confirmado algo que ya vena detectndose desde los 15 Carta del Dean Materano a S. M.,
Cartagena, 5 de abril de 1536. A. G.
primeros balbuceos de la ciudad: ante cualquier tipo de adversidad, el re- I. Santa Fe 80. Marco, cit., p. 19.
medio deba partir de los propios cartageneros, del correspondiente ve- 16 Como estudio global de esta poca,
vid. Borrego, Cartagena..., cit., cap-
cindario, porque prcticamente resultaba intil esperar algn tipo de ayuda tulo V y VI. Lemaitre, cit., vol. I, p.
exterior. Los territorios prximos estaban inmersos en su propia cotidiani- 150.
los tornar a vender. Como resultado de lo expuesto, aparecan 40 vecinos, 27 Bonet, La ciudad..., cit., p. 32.
Sea como fuere, el hecho es que Canarias se neg a abandonar algo tan
profundamente enraizado con su tradicin y ah estaran, por ejemplo,
Garachico o Santa Cruz de Tenerife para demostrarlo. Actitud sta que de
alguna forma debi compartir el continente indiano, cuyos ejemplos ms
significativos seran Lima y, por supuesto, Cartagena. En esta ltima, el
voladizo no slo servira para vestir la fachada y ventilar su interior,
sino tambin y sobre todo para proporcionar una inmejorable atalaya
en donde ver y ser vistos. Desde ella nada quedaba oculto: los transentes,
los regatones, el tiempo que iba a hacer... Improvisada proyeccin de la
sala de estar, el balcn al igual que el patio favoreca las relaciones so-
ciales y de buena vecindad que correran parejas al lucimiento y al boato.
de poder acudir a los jueces y tribunales para remediar una injusta ofensa, 17 Miguel Can, En viaje, 1881-1882
(Buenos Aires, 1903, primera ed.,
el damnificado se echar el revlver al bolsillo y buscara el medio de 1883), p.145.
cho.
No dudo que tal ejercicio comparativo podra ser de inters, por lo menos
porque permitira identificar los vaivenes y continuidades de una cultura
poltica nacional que se debate recurrentemente entre contradictorios va-
lores. Tal ejercicio comparativo, sin embargo, tendra que aceptar sus limi-
taciones. Y apreciar las muy diferentes circunstancias de dos momentos
histricos distanciados entre s por ms de un siglo. Se corre el riesgo de
caer en anacronismos. Me he limitado, por lo pronto, a sealar apenas
algunos paralelos, tal vez los ms sobresalientes, entre el perodo radical y
las ltimas dcadas que nos ha tocado vivir, y que deberan merecer mayor
atencin. Importa de todas maneras subrayar el estado general de zozobra
y de inseguridad bajo el que vivan los colombianos durante la poca en
que Nez propuso revalorar el orden nacional como base de una ambi-
ciosa reforma poltica. Y tenerlos en cuenta al querer apreciar la relevan-
cia actual del pensamiento de Nez.
Nez regres al pas a fines de 1874, cuando fue proclamado por primera
vez candidato a la presidencia de la repblica por una Sociedad de Repre-
sentantes de la Costa Atlntica reunida en Barranquilla. ste fue uno de
los primeros movimientos regionalistas polticamente articulados de la
Costa, con el objetivo de ganar la presidencia, y en defensa de un progra-
ma de obras pblicas para beneficio de la regin. Al lado de los intereses
regionales, otros temas como el papel de la Iglesia, la relacin con la
oposicin conservadora o la independencia del sufragio formaron parte
del debate en una de las campaas electorales ms reidas del siglo dieci-
nueve, hasta desembocar en una guerra civil. La guerra civil de 1875, que
se confundi con la misma campaa presidencial, dej tras de s un nme-
ro significativo de vctimas y una economa en bancarrota, y estimul a su
turno un levantamiento armado ms devastador el ao siguiente la gue-
rra de 1876.26 A pesar de ser el candidato de una de las facciones que
luch en la guerra de 1875, Nez no parece haber participado directa-
mente en el conflicto. Al ao siguiente, ya derrotado como candidato pre-
sidencial, Nez estaba al mando del Estado de Bolvar, desde donde prest
apoyo al gobierno radical de Aquileo Parra su contrincante dentro del
liberalismo, en contra de la rebelin conservadora.27 Y desde la adminis-
tracin del Estado de Bolvar pudo construir una base de poder y afianzar
su prestigio nacional, antes de ser elegido presidente de los colombianos
por primera vez en 1880. Estas experiencias seran determinantes en el
desarrollo de sus doctrinas regenedoras. La guerra de 1875, en particular,
sera una referencia constante en sus escritos de prensa. Si en sus
corresponsalas desde Europa, Nez percibi la importancia del orden
en aquellas sociedades que gozaban de progreso, su preocupacin por el
25 Nez, Ensayos de crtica social,
p.102.
orden nacional en Colombia pas a ocupar un lugar central en su obra
26 Sobre la campaa presidencial de desde mediados de 1870, y as lo hizo explcito en sus escritos durante las
1875, vanse: James W. Park, Re- siguientes dos dcadas. Qu entenda, pues, Nez por el orden? Cmo
gionalism as a factor in Colombias
1875 election, The Americas (1986), apreciaba el valor del orden frente a otros valores? Cules fueron sus
XLII (4); Posada Carb, Eleccio- propuestas para conquistar el orden? Y qu xito tuvieron? Permtanme
nes y guerras civiles en la Colombia
del siglo XIX: la campaa a la presi- dedicar el resto de este ensayo al examen de estas preguntas.
dencia de 1875; y Helen Delpar,
Red against blue. The liberal party in Ante todo, hay que insistir en la prioridad que adquiri el orden para Nez
Colombian politics, 1863-1899 (Ala-
bama, 1981). el orden como un valor fundamental de la organizacin social. En 1879,
27 Vase James W. Park, Preludio a la al examinar su propia administracin en Bolvar, le adverta a los lectores,
presidencia: Rafael Nez, goberna-
dor de Bolvar, 1876-1879, Boletn nos detendremos en lo principal, que es la conservacin del orden, la
de Historia y Antigedades (Bogot, concordia y la confianza.28 En la falta de orden se originaban nuestros
1976), vol. 63, pp. 519-135.
problemas. El mal que corroe a estas repblicas, escribi en 1890 refi-
28 Nez, La reforma poltica, vol. 2,
p.67. rindose a Hispanoamrica, es la incertidumbre del reinado del orden.
Una cosa era identificar el diagnstico de los males nacionales; otra, bien
distinta, era encontrarles remedio. Qu se propona entonces para fun-
dar el orden? Nez enfrent el problema desde dos niveles distintos aun-
que ntimamente relacionados. Desde el primero, sobre el cual quiz se ha
llamado ms la atencin, Nez prest especial atencin al rediseo de
nuestras instituciones. Desde el segundo, Nez trabaj por modificar el
35 Nez, La reforma poltica, vol. III,
p. 291.
mundo valorativo de los colombianos, una extraordinaria tarea que exiga
36 Nez, La reforma poltica, vol. III, profundas reconsideraciones de las tradiciones intelectuales que haban
p. 70. dominado en el pas. Permtanme comenzar por estas ltimas.
37 Nez, La reforma poltica, vol. III,
p. 70 y vol. VI, p. 21.
Ante todo, Nez emprendi un esfuerzo sistemtico por deslegitimar el
38 Nez, La reforma poltica, vol. III,
pp. 171-172. discurso de la guerra civil, los llamados a las revoluciones y al pronuncia-
el poder pblico. Era tambin una respuesta para combatir los particula- 56 Nez, La reforma poltica, vol. II,
p. 392 y vol. V, p.21.
rismos enervantes, la independencia del gamonalismo local, los dere- 57 Nez, La reforma poltica, vol. VII,
chos casi feudales de los estados, a los que quedaba subordinada la p. 238.
soberana nacional.58 Desde cierta perspectiva, el centralismo se plan- 58 Nez, La reforma poltica, vol. II,
p. 155, vol. III, p. 160, y vol. VII, p.
teaba entonces como fuerza liberadora, una idea an de difcil acepta- 239.
Las ideas tienen vida propia, deca el mismo Nez. Una lectura, inclu-
sive una lectura ligera de su obra, sugiere la relevancia actual de muchas
de sus ideas, independientemente de las circunstancias que les dieron vida
o de las acciones de su autor. En particular, quisiera finalmente subrayar
el mensaje central del pensamiento de Nez que hoy merecera, por lo
menos, integrarse a la discusin sobre el mundo valorativo de los colom-
bianos. Nez quiso en ltimas reconciliar la libertad individual con el
orden social, una sntesis que conceba al orden como el fundamento de la
libertad. Su modelo haba sido Chile donde, a la sombra del orden se
construa un carcter nacional bien definido, hbitos de trabajo, vastas
empresas de agricultura y minera, donde se haba establecido la unidad
poltica sin menoscabo de la descentralizacin municipal, y donde se ha-
ba rendido culto temprano a la estabilidad.72 Tal reformulacin de los
valores, sin embargo, se entenda como reaccionaria en Colombia, donde
medraba la deplorable utopa. Los colombianos, sobre todo en los me-
dios intelectuales y acadmicos, seguimos sin saber apreciar la compleja
relacin entre el orden y la libertad, planteada por Nez. Quienes dise-
aron la Constitucin de 1991 criticaron la obra nuista porque se pre-
ocupaba ms por la autoridad que por la libertad,73 sin entender quiz el
sentido clsicamente liberal del pensamiento nuista. En su momento,
Nez emplaz a sus crticos con una serie de punzantes preguntas:
GERMN ESPINOSA
CARIBE Y UNIVERSALIDAD
GERMN ESPINOSA*
Hace muchos aos, cuando decid escribir una novela que reflejase el in-
tercambio intelectual establecido entre Amrica y la Europa de la Ilustra-
cin en tiempos de nuestra Colonia, un escenario se me impuso en forma
casi tirnica: el del Mar Caribe. Era en ese Mare Internum de nuestro con-
tinente en donde confluan, sin duda alguna, las diversas corrientes de la
cultura universal. En su vasto palenque, que iba de la pennsula de Florida
hasta la isla Margarita, se celebraba la ms esplndida de las fiestas posi-
bles: la de la hibridacin cultural. Cierto era que, en la totalidad de Am-
rica, esa fiesta se prodigaba, ya fuese en los connubios del mestizaje entre
blancos y cobrizos o incluso en las tumultuosas orgas de sincretismo reli-
gioso; pero en ningn lugar era tan intensa como en esa cuenca que cobra-
ba aliento de huracn en las Mayores y Menores Antillas o se apaciguaba
en las costas colombianas y venezolanas. Porque en ese escenario, tomrase
como referencia a Paso de los Vientos o a La Habana o a Cozumel o a
Maracaibo o a Cartagena de Indias, la hibridacin contaba con protago-
nistas ms variados, desde gentes de todas las latitudes de Europa hasta
comerciantes rabes e indes, chinos taciturnos y esclavos africanos que
juntaban su sangre y sus tradiciones con las del indio autctono.
Aquella novela, cuyo ttulo fue La tejedora de coronas y cuya relativa fortu-
* Germn Espinosa, Cartagena, Bol-
var, 1938. Periodista, ensayista, no-
na entre cierto pblico ha permitido que su tiraje siga prolongndose has-
velista, poeta y traductor. Periodista ta nuestros das, tom por pretexto inicial la toma de Cartagena de Indias
poltico en la agencia United France
International de Bogot en 1959. por la flota del rey Luis XIV de Francia en 1697. De all arranc la accin
Cnsul general de Colombia en y ello no fue, en modo alguno, gratuito. En aquel asedio, del cual casi
Nairobi (1977), consejero de la em-
bajada de Colombia en Belgrado nadie se acordaba cuando apareci la primera edicin en 1982 y que algu-
(1978-9). Catedrtico de literatura y nos hasta llegaron a suponer fruto de mi fantasa, se enfrentaron por pri-
filosofa en la Pontificia Universidad
Javeriana. Ha traducido poemas y mera vez en tierras americanas, con todo su aparato guerrero, dos potencias
prosas del francs y del ingls. Su europeas. Se trat ni ms ni menos que de uno de los episodios capitales
obra ha sido traducida al alemn,
francs, italiano, dans, chino y de la llamada Guerra de Sucesin, mediante la cual deseaba el Rey Sol
coreano. Entre sus obras publicadas imponer en el trono de Espaa, como en efecto lo hizo, la dinasta
se destacan el poemario Letanas del
Crepsculo (1954), el libro de cuen- borbnica. Ya antes, los corsarios ingleses haban atacado, es cierto, nues-
tos La noche de la trapa (1965), el tro puerto sobre el Caribe. Ya antes nuestro Mare Internum pululaba de
ensayo poltico Anatoma de un trai-
dor (1973), la antologa Tres siglos y contrabandistas de todas partes de Europa, que unan su sangre a la de
medio de poesa colombiana (1980), indias, espaolas y negras. Ya antes la hibridacin estaba en movimiento.
las novelas Los cortejos del diablo
(1970) y La tejedora de coronas Pero el episodio a que me refiero se me antojaba emblemtico, era como
(1982) y la recopilacin de ensayos un hito simblico de algo que se impuso a mi mente: la inmensa condicin
literarios La liebre en la luna (1990).
poesas y cuentos completos. plurirracial del Caribe.
criminales de toda Europa que proyectaban sus tropelas por toda aquella
cuenca magnfica. Las violaciones de mujeres perpetradas por los
filibusteros de la Tortuga fueron innumerables. Ello, claro, era muy dolo-
roso. Las mujeres deshonradas segn la concepcin de la poca vean
crecer su vientre rodeadas, probablemente, del desprecio social. En algu-
nos casos, los abnegados maridos deban, a lo que parece, hacerse los de la
vista gorda y aceptar como propio el retoo adulterino. Era la nica forma
de preservar el honor y la familia. En mi novela trat de presentar del
modo ms pattico el trance de la violacin, en el que muchos varones
posean, eventualmente, a una nica mujer. Hice, por cierto, mucho hin-
capi en ese particular, pues no me caba duda de que, aparte el aspecto
tico o moral, las violaciones pirticas contribuyeron en forma por dems
pletrica al vigoroso cruce racial que habra de hacer del Caribe una snte-
sis perfecta de la humanidad: un emplazamiento universal por excelencia.
Pero, como atrs dije, fue el sueo bolivariano de unir a la Amrica Latina
en una gran repblica lo que ms conmovi mi espritu juvenil. La visin
de esa Amrica futura la concibi este otro caraqueo frente al mar de
Jamaica, en momentos en que todos sus esfuerzos haban cado en el fra-
caso y en que Espaa se aprestaba a reconquistar los territorios ganados
por los patriotas. Bolvar tena ante sus ojos el ejemplo de la Amrica del
Norte, cuyas antiguas colonias se unan para formar una gran nacin. Para
l, la nica oportunidad que la otra Amrica tena de igualar los tantos
radicaba en hacer lo propio. No era optimista, desde luego. En la famosa
Carta de Jamaica deja claro que deseo ms que otro alguno ver formar
en Amrica la ms grande nacin del mundo, menos por su extensin y
riquezas que por su libertad y gloria. No obstante, no puede
persuadrseme de que el Nuevo Mundo sea, por el momento, regido por
una gran repblica. Los estados americanos han menester los cuidados
Precisamente, una alianza entre el Caribe y el Cono Sur hace que a uno de
los seres ms universalistas de la historia de Amrica debamos concep-
tuarlo venezolano-chileno. Me refiero, por supuesto, a Andrs Bello. Na-
cido en 1781, este hijo de Caracas march a los veintinueve aos a Londres,
por comisin que le dio la Junta Revolucionaria de Venezuela, y permane-
ci casi cuatro lustros en Inglaterra. All public dos revistas, que denun-
ciaban ya su deseo de unificar las letras hispanoamericanas bajo un pabelln
universal. Se llamaron La biblioteca americana y El repertorio americano,
en la ltima de las cuales apareci por primera vez su Silva a la agricultura
de la zona trrida, poema de aliento virgiliano que intenta ser eptome de
la abundancia continental. Tambin en alguna de aquellas publicaciones
vio la luz la sustancial Alocucin a la poesa, poema en el cual pide a la
Musa abandonar las cortes del Viejo Mundo y trasladarse a las nacientes
repblicas americanas, que habran de serle ms propicias, pues en ellas se
sacudan los yugos del pasado y se inauguraba una nueva historia del mun-
do. Se trata, sin duda, del primer llamado a la independencia literaria de
nuestros pases. Por lo dems, en la capital britnica fungi Bello como
preceptor de los hijos del primer ministro, por recomendacin que le faci-
lit su amigo William Hamilton, el famoso gestor de la filosofa de lo con-
dicionado, que propugnaba una apertura de su pas hacia el pensamiento
de las diversas latitudes del mundo.
En Chile, la labor de Andrs Bello fue una de las ms diversas que recuer-
de la historia de Hispanoamrica. Su incuestionable erudicin y su aguda
visin de conjunto lo llevaron a ocuparse de una extraordinaria variedad
de materias. En primer trmino, debe considerarse que en Bello tuvo His-
panoamrica el gran precursor de las corrientes literarias del romanticis-
mo. Cierto es que Miranda y Bolvar haban sido romnticos en la esfera
poltica, por indudable influencia francesa, y que Bello descalific el
afrancesamiento en todas sus formas. Pero no debe olvidarse que reco-
mend tambin el alejamiento de aquello que, en Espaa, representaban
Quintana y Melndez Valds, es decir, la ya carcomida escuela neoclsica.
Tampoco que fue el primer traductor de Vctor Hugo y de Byron, los dos
ms caractersticos romnticos europeos. La verdad es que Bello, admi-
rando el romanticismo que imperaba en Alemania, en Inglaterra, en Fran-
cia y en Italia, desdeaba el que haba hecho carrera en lengua espaola,
lleno de una vanilocuencia insoportable y de un repentismo facilista. Por
eso hizo mofa del poema Al cndor de Chile, de Bartolom Mitre. En cam-
bio, elogi la poesa, ya muy tiznada de romanticismo, del cartagenero
Jos Fernndez Madrid, su antiguo compaero de exilio en Londres. Di-
cho sea de pasada, ignoro por qu Colombia no ha reivindicado a este
ltimo como uno de los iniciadores del romanticismo en Amrica.
Por otra parte, Andrs Bello haba disciplinado su espritu, desde los das
londinenses, en las arduas templanzas de la filosofa. Su Cdigo civil y sus
Principios de derecho internacional, que son sus dos obras ms trajinadas,
lo convirtieron en el gran maestro de las ciencias jurdicas en la Amrica
Latina. Para l, era preciso ensanchar y ennoblecer el estudio de la juris-
prudencia, profundizando en sus principios filosficos y contemplndola
en sus relaciones con las bases eternas de la justicia. Defendi la existencia
de un Derecho natural racional y declar que como las naciones no de-
penden unas de otras, las leyes o reglas a que debe sujetarse su conducta
recproca, slo pueden serles dictadas por la razn que, a la luz de la ex-
En otro aparte, se pregunta: ...Esa ley enseada por la recta razn, inmu-
table, eterna, a quines obliga? A los hombres, sin duda; y no slo a los
hombres, considerados como individuos, sino a los agregados de hombres,
a los pueblos, a los estados, en sus relaciones recprocas. Desde el punto
de vista jurdico, no creo que quepa visin ms csmica. En punto a Dere-
cho Penal, por ejemplo, defendi la funcin de utilidad social de la pena y,
en lo ataedero a esta ltima, juzg que deba encaminarse a la enmienda
del convicto. De sus reflexiones sobre el Derecho de Gentes, que orienta-
ron su concepcin del Derecho Internacional, dedujo la idea de que los
varios pases de Hispanoamrica haban estado hasta el momento dema-
siado separados entre s y que, por consiguiente, sus intereses comunes los
convidaban a asociarse. Para nosotros escribi, aun la comunidad de
lenguaje es una herencia preciosa, que no debemos disipar. Propugn,
pues, una legislacin que reconociese sustancialmente unos mismos prin-
cipios y un Derecho Internacional uniforme.
Para Bello, toda disciplina humana deba estar, sin duda, regida por princi-
pios filosficos. Es en este sentido que su obra filolgica adquiri una pene-
trante agudeza. Juzgaba el caraqueo que, en las sutiles y fugitivas analogas
de que depende la eleccin de las formas verbales... se encuentra un encade-
namiento maravilloso de relaciones metafsicas. Tambin, pues, en el estu-
dio filolgico hallaba principios generales derivados de la naturaleza humana,
razn por la cual, en las diversas lenguas del hombre, algunos haban credo
ver, en cierto modo, meras variantes de un arquetipo lingstico. Tal idea
haba seducido a numerosos fillogos desde la antigedad, pero en Bello
fue atemperada por la conviccin de que la correccin gramatical brotaba
en forma exclusiva del uso popular, verdadero y nico artfice de las len-
guas. Con ello, se alej significativamente de los postulados acadmicos y,
pese a la distancia que tom frente a neologismos innecesarios, acogi en
cambio el inmenso caudal lxico de americanismos que, surgido del habla
del pueblo, colmaba ya la lengua espaola. Tal visin permiti que, contra-
riando a sus antecesores, separase de modo terminante el estudio de la gra-
mtica castellana del estudio de la gramtica latina, actitud que ha merecido
el entusiasta elogio de Menndez y Pelayo. No sobra agregar aqu de qu
manera, en Bello, haba ante todo un genial pedagogo que predic la nece-
sidad de una educacin integral para el hombre nuevo que surga en la
Amrica Latina. Para l, la educacin deba ser entendida como el empleo
de las facultades ms a propsito para promover la felicidad humana. En
su fondo lata, pues, el mismo ideal bolivariano de una Amrica ms libre
que la Francia que so Diderot. Ideal en todo compaginable con su deseo,
patente en el ltimo de sus libros Filosofa del entendimiento, en el cual
repona ciertos postulados de Berkeley y de Kant, de incorporar nuestra
Amrica a la historia de las ideas.
As naci Azul, muy pronto elogiado por los crticos que, en Espaa, haban
accedido a sabiduras modernas. Rubn Daro haba iniciado hoy lo sabe-
mos con magnfica certidumbre la modernizacin de la lengua espaola.
Neruda, ms entusiasta, asegura que Daro en Valparaso inaugura la len-
gua. Pero an faltaban los embrujos definitivos, aquello que habra de dar
al modernismo el carcter de escuela. De regreso en la Amrica Central,
como corresponsal del diario argentino La Nacin, Daro consagr todos
sus esfuerzos al logro de la ansiada Unin Centroamericana, sueo que
jams habra de cumplirse. Y es muy probable que su ya ganado prestigio y
la misin que le corresponda cumplir en las letras hispnicas se hubiesen
frustrado, bajo el hipntico de las luchas polticas, si en mayo de 1892 no
hubiese recibido el nombramiento, agenciado por el seor Fulgencio
Mayorga, como secretario de la delegacin al cuarto centenario del Descu-
brimiento de Amrica. En tales funciones, el poeta visit Espaa y conoci
en persona a algunos de sus mayores admirados. Pero, cumplidas las cere-
monias, se impona el regreso a Centroamrica y la inmersin en las rutinas
habituales. Una circunstancia excepcional impidi ese infortunio. Y fue la
escala que el barco que lo traa de regreso hizo en Cartagena de Indias.
Eso podra ser... S, podra ser. La persona que ocupaba nuestro consula-
do en esa ciudad acaba de renunciar. Deme un tiempo y le escribir al
seor Caro para que lo nombre a usted en su reemplazo. Entretanto, vuel-
va a Nicaragua, informe sobre su misin en Espaa y... bueno... espere
noticias nuestras.
Daro sali de la casa del Cabrero con el alma dndole vueltas como un
tiovivo. Podra ir a Buenos Aires! De regreso en Len, lo agobiaron, sin
embargo, catstrofes familiares a las que tuvo que dar la cara. Su esposa
Rosario falleci por aquellos das. La gente que lo haba criado sufra la
arremetida de la miseria. l mismo careca del menor recurso. Por si fuera
poco, un grupo de amigos le jug una broma macabra, al hacerlo contraer
nupcias, en estado de beodez, con una mujer a la que apenas conoca. En
aquel clmax de la tragedia personal, lleg una carta de Colombia en la
cual se le peda dirigirse a la ciudad de Panam para recibir, del goberna-
dor, su nombramiento y sus viticos como nuevo cnsul colombiano en
Buenos Aires. La suerte le sonrea de nuevo y acudi a la cita con nerviosa
diligencia. Para su sorpresa, el gobernador de Panam le hizo entrega de
la entonces fabulosa suma de dos mil cuatrocientos dlares, no sin indicar-
le que poda gastar parte de ella en viajar a Europa, antes de posesionarse,
si era su deseo. Fue as como, en aquel 1893, se entrevist en Nueva York,
donde esperaba tomar un barco hacia Francia, con Jos Mart.
Una inocente escala en un puerto del Caribe dispens a Daro toda esa
gloria. No tendremos los caribeos el derecho a reclamarlo? Fue tam-
bin Rafael Nez, no se olvide, el hombre que hizo difundir por primera
vez, en una publicacin de Cartagena llamada Lecturas para todos, el ms
popular de los Nocturnos de Silva (Una noche...), cuya mtrica troqueica
haba irritado a los medios literarios de Bogot. Ser preciso invocar to-
dava otros nombres, para acreditar la vocacin universal del Caribe? In-
vocar, por ejemplo, el del dominicano Pedro Henrquez Urea? Como
nadie ignora, este profesor, escritor y lingista practic una especie de
sacerdocio cultural por toda Amrica. Apoy la Revolucin Mexicana,
actualiz el conocimiento que en el continente se tena del movimiento
literario mundial y de los avances de la lingstica, escudri los comien-
zos del espaol en nuestras comunidades, revis en forma crtica la totali-
dad de la literatura hispanoamericana, etctera. Poeta y dramaturgo, casi
no hubo disciplina letrada que no abordara. Invocarlo? O invocar a Jos
Lezama Lima, a Garca Mrquez, a Wifredo Lam?
Para terminar, dir que tal propensin la del Caribe por y para el univer-
so cobr hace mucho la fuerza de un destino. El mismo que, como dije,
fue placentera o dolorosa y sutilmente tramado, en otros tiempos, por el
conspicuo cruzamiento de todas las razas del planeta: la dulce y aborigen
cobriza, la meridional europea que lleg en las carabelas, la negra que
arrib en las galeras y que acab replegndose en ese clido entorno, la
juda que a partir de la Colonia irradi desde el foco libertario de
Willemstad, la rabe que inmigr ansiosamente en los albores del siglo, la
amarilla que nos acecha desde los restaurantes pintorreados por pabilos y
farolitos, y la de todo el resto del globo terrqueo que se concentr en las
naves pirticas y cuya hrrida presencia dej violadas a centenares de mu-
jeres que retoaron rubias pelambres escandinavas, zarcos ojos sajones,
maldicientes belfos eslavos, embrujadoras miradas gitanas... Pero me asal-
ta una pregunta: Se puede me he interrogado en vigilias planetarias
albergar duda alguna sobre la identidad caribe, a estas alturas de nuestra
evolucin csmica?
Ante los ojos tengo algunos hechos que me inspiran desaliento. El prime-
ro de ellos, la tenacidad y el xito con que ciertos antroplogos han procu-
rado convencernos de nuestro desamparo en punto a cartas de ciudadana.
Ellos nos han incitado a querer encontrar nuestra acabada imagen en rui-
nas taironas, en reminiscencias tanas, en despojos de viejas y amadas cul-
turas; todo ello, sin duda, caudal de nuestra sangre, pero caudal parcial.
En cuyo caso, habramos de repudiar el intenso torrente que nos vino de
vertientes innumerables, forzudas, indmitas, y consagrarnos, con heroica
e intil paciencia, a regenerar el tejido del pasado, a hilar una desoladora
nostalgia, a negar las tozudas verdades de la historia. Lo cual equivaldra a
pensar que, por ejemplo, un ingls moderno pudiera reencontrarse en las
viejas querencias anglas o en las brumas de la heptarqua, hazaa tan
estrambtica como rrita, porque todo presente es una suma que no admi-
te caprichosas sustracciones y Jpiter no acoger nunca a Virgilio la spli-
ca por que vuelvan los praeteritos annos.
sonajes inspidos, que detentan por estos das cierto caudillaje cultural en
nuestra rea caribea, me dijo sin tapujos que el da en que la costa atlntica
obtuviera su independencia poltica, yo tendra que naturalizarme andino
o cachaco, por no consultar mis libros las redentoras bondades del
autoctonismo y de la profunda identidad costea, por no participar del
habla jergal de los arrabales barranquilleros o cartageneros. Le respond
que, por m, si tampoco el interior me aceptara, no hallara inconveniente
en naturalizarme argentino, polinesio o georgiano, porque como hijo del
Caribe y como discpulo de Scrates soy un ciudadano del mundo. Pero
aad que sera una lstima esa pretendida independencia, con la cual
volvera a traicionarse el ideal de Bolvar y de Mart. Tal intercambio de
palabras me hizo pensar, con desolacin, en la Yugoslavia donde viv por
all a finales de los setenta; una Yugoslavia reunida bajo la mano firme
del mariscal Tito, que hoy ha traicionado su destino histrico para, ha-
cindole honor a Maupassant en aquello de que el patriotismo es el
huevo de donde nacen las guerras, hundirse en estpidas luchas tribales
que han reclamado la intervencin del mundo y que la han hundido en la
ruina.
Una gota de universalismo habra evitado esa tristeza. Una centella, una
pavesa, como aqullas que alentaron en Bolvar, en Bello, en Mart, en Nez;
que alientan en la csmica msica de las Antillas; que quisieran seguir alen-
tando en m para poder decir, con toda la gente del litoral y del Mare Internum
americano, que estamos hechos de la greda del mundo y que somos por y
para el mundo.
CAPTULO II
ECONOMA Y SOCIEDAD
PREMBULO
* Alberto Abello Vives. Santa Marta, Tambin, es necesario explicar que lo que llamamos Caribe colombiano
1957, economista de la Universidad est conformado por un territorio continental, un territorio insular, el ar-
Externado de Colombia, profesor uni-
versitario e investigador con posgrados chipilago de San Andrs y Providencia, y un amplio espacio martimo. La
en Evaluacin Econmica de Proyec- zona continental incluye un territorio que aparece dividido, de acuerdo al
tos, Mtodos de Investigacin Apli-
cada a las Ciencias Sociales y en actual ordenamiento poltico-administrativo de Colombia, en nueve de-
Economa Internacional. Ha sido partamentos. Adems de los siete departamentos en el continente tradi-
profesor en la Universidad del Nor-
te, Universidad de Cartagena, Uni- cionalmente conocidos como costeos Atlntico, Bolvar, Cesar, Crdoba,
versidad Tadeo Lozano Seccional del
La Guajira, Magdalena y Sucre, la geografa del Caribe colombiano in-
Caribe y Universidad Tecnolgica de
Bolvar, asesor del Departamento cluye los golfos del Darin y de Urab cuya jurisdiccin corresponde a dos
Nacional de Planeacin, coordina-
dor de la Red Nacional de Bancos
departamentos, Antioquia y Choc, que se consideran parte de otras re-
de Programas y Proyectos y del pro- giones de Colombia.
grama EsCaribe y consultor del
Banco Mundial, del PNUD y de or-
ganismos regionales. Ha publicado En trminos estrictos, el litoral continental del Caribe colombiano va en-
La regin y la economa mundial tonces desde Cabo Tiburn, en la frontera con Panam, hasta Castilletes,
(1977) y El Caribe Colombiano. La
realidad regional al final del siglo XX en la frontera con Venezuela. Sin embargo, para efectos de este trabajo,
(1998). Prepar asimismo el Direc- debido a la actual divisin poltico-administrativa de Colombia y a los pro-
torio de profesionales para la investi-
gacin del Caribe colombiano, blemas que el manejo de las estadsticas departamentalizadas producen,
Fonade, 1998. En la actualidad es
llamaremos regin Caribe de Colombia o Caribe colombiano slo a los
el Director Ejecutivo del Observa-
torio del Caribe Colombiano. siete departamentos continentales y al departamento insular. Es decir, no
TABLA 1
EXTENSIN TERRITORIAL, POBLACIN Y DENSIDAD
DE REGIONES EN COLOMBIA. 1999
Densidad
Regin Extensin km2 Poblacin hab. hab./km2
Orinoqua 431.168 1.455.875 3
Amazona 223.515 802.486 4
Occidente 208.731 15.222.158 73
Centro oriente 143.046 15.189.250 106
Costa Caribe 132.288 8.869.242 67
Total 1.138.748 41.539.011 36
Fuente: Dane, Divisin poltico-administrativa.
I. ASPECTOS POBLACIONALES1
1 La mayor parte de las estadsticas
presentadas en esta Ctedra tiene
La del Caribe es una de las regiones del pas que ms increment la pobla- como base, la informacin compila-
da en el libro El Caribe colombiano,
cin en el siglo XX. De hecho, pas de representar 11.6% de la poblacin
la realidad regional al final del siglo
en 1905 a alojar 21% en 1997 (Grfico 1), constituyndose en la tercera XX, coordinado por Cecilia Lpez
Montao y Alberto Abello Vives. Sin
con mayor nmero de habitantes despus de las regiones Occidental y embargo, muchos de ellas fueron
Centro-oriental. actualizadas para la conferencia.
45,000,000 25.00
40,000,000
35,000,000 20.00
30,000,000
15.00
25,000,000
20,000,000
10.00
15,000,000
10,000,000 5.00
5,000,000
0 0.00
1905 1918 1928 1951 1964 1973 1985 1993 1997
Fuente: Dane.
TABLA 2
DISTRIBUCIN DE LA POBLACIN
DE LA REGION CARIBE. 2000
Departamento Urbana % Rural %
Atlntico 94% 6%
Bolvar 65% 35%
Cesar 61% 39%
Crdoba 47% 53%
La Guajira 63% 37%
Magdalena 60% 40%
San Andrs 70% 30%
Sucre 67% 33%
Fuente: Dane, proyecciones con base en el Censo de 1993.
GRAFICO 2
DISTRIBUCIN DE LA POBLACIN DE LA REGIN SEGN EDAD. 1998
%HOMBRES %MUJERES
80 y ms
70-74
60-64
50-54
40-44
30-34
20-24
10-14
0-4
Fuente: Dane.
Segn los clculos del DANE, de acuerdo al censo de 1993 los indgenas
representan 1,8% del total de la poblacin regional, con 145.269 miem-
bros ubicados en los departamentos de Cesar, Crdoba, La Guajira, Mag-
dalena y Sucre. La Guajira es el departamento donde el peso de la poblacin
indgena es mayor (24 %).
Por otra parte, las mejoras en la esperanza de vida de los costeos son
notables. En 1995 es de 67,2 aos para los hombres y de 72,9 aos para las
mujeres, por encima de los promedios nacionales. Y hay an mayores pro-
gresos en cuanto a la mortalidad, los promedios de 5,30 y 5,10 por mil
habitantes entre 1985-1990 y 1990-1995, respectivamente, estn muy por
debajo de la media nacional.
Los aos noventa son los aos de la aplicacin de las reformas econmicas
derivadas del Consenso de Washington, de la puesta en marcha de un con-
1. LA PRODUCCIN REGIONAL
En los aos noventa disminuye el aporte de la regin a la economa nacional,
situacin que se manifiesta en un descenso de la participacin del Producto
Interno Bruto (PIB) regional en el PIB nacional: en los ochenta la contribu-
cin de la regin en el PIB nacional oscil entre 14,5% y 15,5%, participa-
cin que cay en 1995 por debajo del 14%. En este sentido hay que anotar
que la produccin regional desacelera su tasa de crecimiento desde 1993.
17%
16%
16%
15%
15%
14%
14%
13%
13%
12%
70
72
74
76
78
80
82
84
86
88
90
92
94
96
Fuente: Clculos Observatorio del Caribe Colom-
biano con base en Dane-Cuentas Nacionales.
TABLA 3
PARTICIPACIN DE LA PRODUCCIN DEPARTAMENTAL
EN LA PRODUCCIN NACIONAL. 1980-1996
2. LOS INGRESOS
La regin mantiene su atraso relativo en mltiples aspectos del desarrollo
humano. Y una de las caractersticas de este rezago frente a los promedios
nacionales es que su PIB por habitante, que (a precios de 1975) fue de
$16.105 en 1995, es apenas 61,5% del PIB por habitante de Colombia
($26.198). Con respecto a la evidencia internacional, el PIB por habitante
GRFICO 4
CRECIMIENTO DEL PIB POR HABITANTE EN LA COSTA CARIBE
Y COLOMBIA. 1980-1996
85,0
81,7
80,9
80,4
78,7
78,6
80,0
76,5
76,3
75,4
75,1
74,4
74,0
75,0
72,3
71,8
71,7
71,1
70,0
67,2
66,3
65,0
60,0
80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96
Fuente: Clculos Observatorio del Caribe Colombiano con base en Dane-Cuentas Nacionales.
Lo que ocurre con el deterioro de los ingresos de los costeos hace encen-
der las alarmas. En 1999, el decrecimiento de la actividad econmica na-
cional fue mayor a 4%, lo que significa un deterioro aun mayor para la
economa y los ingresos regionales.
70000
60000
50000
40000
30000
20000
10000
0
1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996
Fuente: Clculos Observatorio del Caribe Colombiano con base en Dane-Cuentas Nacionales.
GRFICO 6
PARTICIPACIN DE LAS RAMAS AGROPECUARIA E INDUSTRIAL
EN EL PIB REGIONAL. 1980-1996
Agro. Indust.
35,0%
30,0%
25,0%
20,0%
15,0%
10,0%
5,0%
0,0%
80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96
Fuente: Clculos Observatorio del Caribe Colombiano con base en Dane-Cuentas Nacionales
GRFICO 7
EVOLUCIN DE LA PARTICIPACIN DE LA MINERA EN EL PIB
REGIONAL Y NACIONAL. 1980-1996
12,0%
10,0%
8,0%
6,0%
4,0%
2,0%
0,0%
80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96
Fuente: Clculos Observatorio del Caribe Colombiano con base en Dane-Cuentas Nacionales.
Ind+Agro Resto
65,0%
60,0%
55,0%
50,0%
45,0%
40,0%
35,0%
30,0%
25,0%
20,0%
80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96
Fuente: Clculos Observatorio del Caribe Colombiano con base en Dane-Cuentas Nacionales.
Ante tal reduccin se puede afirmar que al finalizar el siglo la regin Cari-
be de Colombia experimenta un proceso continuo de desindustrializacin
y desagriculturizacin. Hay en consecuencia suficientes razones para estar
decepcionados.
GRFICO 9
EVOLUCIN DE LA PARTICIPACIN DE LA INDUSTRIA
EN EL PIB REGIONAL. 1980-1996
19,0%
17,0%
15,0%
13,0%
11,0%
9,0%
7,0%
80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96
TABLA 4
PRINCIPALES PRODUCTOS DE EXPORTACIN
DE LA COSTA. 1996
Productos %
Hullas trmicas 44,28%
Ferronquel 34,32%
Banano 8,91%
Policloruro de vinilo 5,12%
Poliestireno 0,45%
Hullas bituminosas 3,78%
Resinas 1,22%
Camarones de cultivo 0,65%
Los dems cementos 0,59%
Algodn 0,58%
Pantalones largos 0,09%
Fuente: DIAN. Clculos Observatorio del Caribe
Colombiano.
Una revisin de las cifras de la apertura muestra que, casi un decenio des-
pus de que cambiaran las reglas de juego, se consiguen resultados com-
pletamente opuestos a los contemplados por el modelo: no aumentan las
exportaciones y, paralelamente, no mejora la balanza de bienes y servicios
ni de la regin ni del pas.
30%
25%
20%
15%
10%
5%
0%
80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96 97
GRFICO 11
BALANZA COMERCIAL DE LA COSTA. 1980-1997
1.200.000
1.000.000
800.000
600.000
400.000
200.000
0
80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96 97
-200.000
-400.000
-600.000
GRFICO 12
PARTICIPACIN DE LAS EXPORTACIONES INDUSTRIALES
EN LAS EXPORTACIONES TOTALES DE LA COSTA. 1977-1996
100%
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96
GRFICO 13
BALANZA COMERCIAL DE LA INDUSTRIA REGIONAL. 1977-1996
600.000
400.000
200.000
-
80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96
-200.000
-400.000
-600.000
-800.000
-1.000.000
GRFICO 14
TASAS DE DESEMPLEO DE LA COSTA* Y COLOMBIA. 1986-1999
25
20
15
10
0 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96 97 98 99
NA L ( 7 a m ) 13 1 1 ,2 1 0 ,2 9 1 0 ,2 9 ,8 9 ,1 7 ,8 7 ,6 8 ,7 1 1 ,9 1 2 ,1 1 5 ,1 2 0 ,2
REG * 1 5 ,7 1 5 ,3 5 1 1 ,3 5 1 2 ,5 5 1 0 ,3 5 1 0 ,1 5 1 0 ,3 1 0 ,1 5 8 ,6 1 0 ,1 5 1 2 ,7 1 1 ,9 1 5 ,1 5 1 9 ,6 5
Segn clculos por lnea de ingreso realizados por el DNP, en 1997 haba
en la Costa 5.402.170 personas bajo la lnea de pobreza, es decir, 63,43%
de su poblacin se encuentra en esa categora. Ese porcentaje es bastante
superior al nacional, de 58,19%. En otras palabras, dos de cada tres coste-
os estn bajo la lnea de pobreza (Tabla 6).
2. EDUCACION Y SALUD
Pobreza % Indigencia %
Atlntico 1.103.757 55 340.907 17
Bolvar 1.241.214 67 496.308 26
Cesar 506.957 57 172.090 19
Crdoba 1.013.071 74 571.914 42
La Guajira 286.582 62 123.035 26
Magdalena 746.516 60 276.174 22
Sucre 504.073 67 203.317 27
Regin Caribe 5.402.170 63 2.183.745 25
Total nacional 22.860.000 58 8.082.123 20
Fuente: DNP.
TABLA 7
TASAS DE COBERTURA DE EDUCACIN PRIMARIA Y SECUNDARIA
EN LA COSTA. 1985-1993-1997
Primaria Secundaria
Departamento 1985 1993 1997 1985 1993 1997
Total nacional 61,56 75,18 82,89 32,67 47,79 61,79
Atlntico 64,77 75,54 82,5 40,58 55,56 71,2
Bolvar 56,85 72,47 79,05 27,22 44,02 56,3
Cesar 59,85 73,69 79,29 23,49 35,23 45,62
Crdoba 57,72 71,42 80,25 24,31 38,94 52,65
Guajira 57,37 63,41 77,07 34,31 51,52 66,48
Magdalena 56,16 70,44 78,93 28,82 40,53 52,36
Sucre 52,27 69,35 77,69 26,74 41,93 56,29
Regin 58,03 72,75 79,77 31,32 47,64 62,42
Fuente: DNP.
TABLA 8
PORCENTAJE DE VIVIENDAS CON AGUA POTABLE
EN LA COSTA. 1985-1993-1996
TABLA 10
PORCENTAJE DE VIVIENDAS CON ENERGA ELCTRICA EN LA COSTA
1985-1993-1996
1985 1993
Regin Total Urbano Rural Total Urbano Rural
Atlntico 96,5 98,1 68,7 95,9 97,2 76,8
Bolvar 73,9 92,2 36,7 81,2 95 50,4
Cesar 65,1 88,1 29,4 77,6 93,2 48,6
Crdoba 47,8 83,9 18,1 65,6 91,9 39,6
Guajira 81,3 93,4 55,5 89,2 92,7 75,2
Magdalena 63,2 92,5 30 80,8 94,7 54
Sucre 60,4 89,5 24,5 76,7 88,7 50,3
San Andrs N.D. N.D. N.D. 97,1 98,1 94,8
Regin caribe 69,74 91,1 37,56 83,01 93,94 61,21
Nacional 78,5 95,1 40,8 85,8 95,4 60,9
Fuente: DNP.
Ante la cada de las tasas de ganancia del sector real de la economa mun-
dial, las grandes empresas se ven obligadas a aumentar las ventas, pene-
trar mercados, rebajar costos (los procesos productivos, gracias a las nuevas
tecnologas, se fraccionan y sus partes se trasladan a donde resulte ms
barata su realizacin, especialmente en trminos de mano de obra).
Las economas de los pases dbiles se ajustan, va consensos con los go-
bernantes, va condicionamientos de la banca multilateral, a las necesida-
des de la acumulacin de capital a escala global. Es as como se han
realizado reformas orientadas a abrir las economas, a liberar los merca-
dos de bienes y servicios, el mercado de capitales y a flexibilizar el merca-
do laboral en Amrica Latina.
V. CAMBIAR EL MODELO
BIBLIOGRAFA
Abello Vives Alberto y Lpez Montao Cecilia. El Caribe colombiano, la realidad regional al
final del siglo XX. Departamento Nacional de Planeacin-Observatorio del Caribe Colombia-
no. 1998
Calvo Stevenson Haroldo y Meisel Roca Adolfo, editores. El rezago de la Costa Caribe co-
lombiana. Banco de la Repblica, Fundesarrollo, Universidad del Norte, Universidad Jorge
Tadeo Lozano. Cartagena. 1999
Giraldo, Csar, et al. Crisis fiscal y financiera en Amrica Latina. Tercer Mundo Editores.
Esap. 1998.
Posada Carb Eduardo. El Caribe colombiano, una historia regional 1870-1950. Banco de la
Repblica. El ncora Editores. Bogot. 1998.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 103
UN MODELO DE SOCIEDAD ECONOMA Y SOCIEDAD
AMRICA LATINA
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 105
En trminos muy generales y con base en otros informes como el de la ECONOMA Y SOCIEDAD
Cepal, sobre la situacin econmica, Amrica Latina se puede dividir en
dos partes: de Panam hacia arriba, euforia; de Panam hacia abajo,
frustracin o preocupacin por lo menos. Por qu?
El Informe del BID seala que Amrica Latina se rezaga; ocupa actual-
mente el quinto lugar en trminos de ingreso per cpita detrs del Su-
deste Asitico, del Medio Oriente, pero tambin de Europa del Este.
No hace mucho que cay el Muro de Berln y ya los pases de Europa
Oriental nos sobrepasaron. Por el contrario, hace medio siglo Amrica
Latina era slo superada por los pases industrializados (BID, 2000).
CECILIA LPEZ MONTAO El peor problema de Amrica Latina es la forma como se distribuye el
ingreso. La organizacin de la regin es tal que no importa cunto crez-
ca, unos pocos se quedan con mucho. En esto hay una gran diferencia
con los pases de mayor desarrollo actual: mientras que en Amrica La-
tina el 10% de la poblacin tiene el 40% del ingreso, en los pases desa-
rrollados, el 5% de la poblacin tiene el 13% del ingreso (BID, 2000).
COLOMBIA
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 107
que se buscan y por la naturaleza de los males que aquejan a Colombia, ECONOMA Y SOCIEDAD
lo que realmente debera discutirse es la necesidad de disear un nuevo
modelo de sociedad.
Con mucha autoridad moral para hacerlo, por ser el pas con la peor
crisis econmica, poltica y social del hemisferio, Colombia debera lide-
rar la discusin sobre la necesidad de encontrarle a Amrica Latina un
nuevo paradigma. Pero recordando que no hemos sido ni seremos aut-
nomos, ms que buscar esas directrices en Suecia o Noruega y ms que
organizar viajes, lo que se requiere es promover la generacin de pensa-
miento para un debate nacional y latinoamericano sobre el tema.
A Colombia le fue peor en los aos 90 que a Amrica Latina, que haba
perdido la dcada de los 80 por su desempeo econmico. Por el contra-
rio, el pas sali bien librado en la llamada dcada perdida, ramos el
pas estable por excelencia, pero perdimos los aos 90. Mientras Amri-
ca Latina recupera el crecimiento, Colombia decrece por primera vez en
su historia reciente y termina la dcada con una tasa promedio anual de
2,8% de crecimiento del PIB, inferior a la tasa latinoamericana de 3,3%
y a la de 3,1% obtenida en el pas en la dcada anterior. Vamos en
contrava de Amrica Latina, que logra bajar los ndices de pobreza
modestamente, mientras Colombia los aumenta en tres puntos porcen-
tuales: el 53% de su poblacin se encuentra actualmente bajo la lnea de
pobreza.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 109
y contra de esta ayuda son numerosos, y no son los candidatos presi- ECONOMA Y SOCIEDAD
denciales ni las grandes figuras del pas. No, es la ciudadana la que
con recursos escasos presenta en el Senado americano y en diversos
foros, argumentos que en Colombia no pueden plantear porque los
estigmatizan. Estn tratando de que la ayuda norteamericana, sobre la
cual el gobierno ha opuesto tanta esperanza, ayude a la paz y no a la
guerra.
LA REGIN CARIBE
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 111
QU RETOS DEBEMOS ENFRENTAR? ECONOMA Y SOCIEDAD
EL RETO DE COLOMBIA
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 113
El reto de Colombia es entender la paz no como una solucin sino como ECONOMA Y SOCIEDAD
la gran oportunidad para repensar al pas en todas sus dimensiones: eco-
nmicas, polticas, ideolgicas, regionales y ticas. Construir una socie-
dad dinmica y moderna en la cual la equidad y la solucin pacfica de
los conflictos ocupen la primera prioridad.
Por otro lado la regin Caribe debe verse como parte de un nuevo pro-
yecto de la nacin colombiana y no como siete islas compitiendo entre s
por los favores del gobierno central. Nuevas instituciones regionales como
el Observatorio del Caribe colombiano jugarn un papel definitivo en
lograr esta integracin de metas, propsitos y logros.
EL MOMENTO DE LA VERDAD
LVARO MIRANDA
CAPTULO III
MODELOS DE MUJER,
MARGINALIDAD Y MODERNIDAD
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 115
LAS MADAMAS DE BARRANQUILLA:
PROGRESO Y PROSTITUCIN
LVARO MIRANDA
LVARO MIRANDA*
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 117
La balanza de Barranquilla, al contrario de Cartagena, se inclina hacia el MODELOS DE MUJER,
lado del llamado progreso. Pero, hacia dnde va ese avance? A quin MARGINALIDAD Y MODERNIDAD
Quiz por ella las causas se modifican. La trifulca entre los hombres de
Barranquilla est sealada por la produccin, las mercancas, el chan
con chan que deja el sonido del dinero corriente. La modernizacin y
el agite que traen las construcciones industriales, pareciera que apartara
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 119
las mentes y el comportamiento de lo que hacen y dicen los gramticos MODELOS DE MUJER,
del altiplano cachaco. Sin embargo, hay algo que no desaparece: el nivel MARGINALIDAD Y MODERNIDAD
Francisco Posada Serrano, testigo del duelo, hace una casi amorosa des-
cripcin del bacn de Rafael. Dice que es inteligentsimo, tribuno de
reuniones populares, apuesto, gallardo, bello como Apolo, generoso,
muy popular y adorado por los obreros de su seor padre. El muchacho
acostumbraba pasar de los ms aristocrticos salones, de los bailes de
primera de las casas aristocrticas, a los de segunda de las personas
de bien venidas a menos sin mucho dinero y a los de tercera en las
calles de los barrios populares. En verdad el muchacho bacn no es nin-
guna pera en dulce, pues ha asaltado a la Aduana de Barranquilla en
colaboracin con un camarada llamado Melquades Osorio, para apode-
rarse de un cuantioso armamento. A pesar de todas estas oscuras haza-
as, el joven Rafael, el de cutis sonrosado y blanco, como lo sigue
describiendo Posada Serrano, a pesar de sus ojos claros y sus facciones
correctsimas, a pesar de todo ello, no puede contra el cubano el da del
duelo. El ingeniero le propin dos heridas, una de las cuales resulta casi
mortal, por lo que el mdico Julio A. Vengoechea que asiste a Salcedo
como padrino, tiene que suspender el combate.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 121
El progreso de igual modo se traslada a la arquitectura. De las casas MODELOS DE MUJER,
levantadas a pulso por sus dueos con el trabajo de dos o tres maestros MARGINALIDAD Y MODERNIDAD
La casa que habita el muy estimado caballero don Ramn Urueta Mndez,
esposo de una de las virtuosas y distinguidas hijas del doctor Jos Fran-
cisco Insignares Sierra, no puede quedar en el olvido. Ha sido fotogra-
fiada para una supuesta eternidad y para que aparezca como ejemplo en
el libro La costa ilustrada. Se trata de una edificacin de dos pisos en
cuyos bajos est instalado el elegante Caf Central, propiedad del
seor Urueta. El Caf Central se distingue por ser uno de los centros
sociales ms concurridos. Hay que ver la gente bien vestida que se pasea
entre los arcos romanos que cubren sus pasadizos sobre el frente que da
a la calle o las damas que se asoman en sus ventanas. Hay mucha preocu-
pacin por el buen vestir, por el seducir y ser seducidos. Muchos llevan
cuello cerrado, almidonado con corbata bajo el chaleco y saco cerrado a
una temperatura de 38 C bajo la sombra. El calor no incomoda con tal
de estar como un pavo real entre el ardor del universo que gira calistnico
en la ciudad.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 123
Esther Felipa, la reina renunciante, puede estar tranquila porque no ha MODELOS DE MUJER,
perjudicado a la ciudad. Ya se ha escogido otra para que la reemplace. MARGINALIDAD Y MODERNIDAD
Pero a los de ahora, a los que ha vomitado la guerra europea, se les oye
hablar peor con esa lengua de trapo y por ello nadie les entiende para
darles una respuesta. Yo declaro argumenta Solano con fuerza en la
revista Cromos sin nimo de ofender a nadie, que para hacer esta propa-
ganda de protesta contra los desheredados que el mar amargo arroja a nues-
tras playas y para asumir la defensa de la sociedad, amenazada por las
enfermedades y por el contagio de las ideas disolventes, no se necesita mayor
ingenio. Quienes se ocupen de tal tema, pueden guardar su talento en un
estuche, como se guarda una pipa, para volverlo a usar despus. Solano,
quien dice que ha conocido legislaciones sin alma, desea para el pas un
rgimen de las puertas libres o abiertas para cualquier raza que guste de
plantar su tienda en nuestro suelo. De inmediato agrega: Si averiguis,
por ejemplo, en el consultorio de un especialista cules han de ser las carac-
tersticas del buen inmigrante, saldrais a cercar el pas con una muralla de
granito. El crtico Solano reconoce que entre los inmigrantes hay de
todo: buenos, malos, mediocres, pero que es preciso fomentar y estimu-
lar aun con sacrificios, la venida de lo bueno. El periodista boyacense
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 125
trasatlnticos de la Hamburg Amerika Linie o de la N.G.I Navigaziones MODELOS DE MUJER,
Generale Italian. Para casi todas ellas el primer punto de contacto con MARGINALIDAD Y MODERNIDAD
Para los aos cincuenta se abren modernos burdeles que son toda una
fantasa porque renuevan el envejecido personal que se ve obligado a
pasar a la retaguardia, a la administracin del negocio. En Mara la O,
detrs del edificio de la Cruz Roja, donde se mont la Lechera Polar,
viven, de igual modo entre 50 y 60 mujeres que en las noches danzan en
una gran pista que muy pocas podrn ya comparar con los trasatlnticos
que trajeron a sus antepasadas de oficio. Y ah, en esa pista, durante el
carnaval, se organiza el reinado de belleza de las meretrices que desfilan
por la pasarela delante de los hombres de todas las clases sociales que las
aplauden y vitorean. El jurado, elegido entre los clientes ms asiduos,
tiene la difcil tarea, como todos los jurados del mundo, de elegir a una
sola ganadora.
Para esa mitad del siglo, la despedida de los bachilleres se realiza donde
la Negra Eufemia, una mujer caderona que tiene entre 40 y 50 aos de
edad y cuyas exuberancias corporales dejan ver an las pasiones que ha-
ba ofrecido a su llegada a la ciudad. Con las trabajadoras de Eufemia
aprenden los inexpertos jvenes los ejercicios del amor, acompaados
de algn profesor cmplice que maneja la teora de que quien pronto
fornica pronto se vuelve hombre. En ocasiones la seleccin de una mujer
la hace el muchacho a travs de fotografas colocadas en lbumes. Se
cuenta que la misma Eufemia, llegada de Jamaica, tuvo ms de cinco
hijos. Uno de ellos trabajaba como chofer del cnsul ingls, no tanto por
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 127
sus cualidades como conductor, sino por parecerse fsicamente y ser igual MODELOS DE MUJER,
en los gestos y expresiones, al diplomtico de su majestad. MARGINALIDAD Y MODERNIDAD
Los muchachos de la barriada, los que en las calles corran tras el palo de
escoba y una chequita o tapa de cerveza en el simulacro de jugar bisbol,
tambin acuden al prostbulo. Los sbados y domingos se baan y se
ponen su mejor camisa para ir donde Gaby, la duea del burdel. Se les ve
hacer fila para entrar donde la mujer que les cobra 50 centavos. La histo-
ria de los enfants burdelistas se repite aqu y all. No beben, slo buscan
en su aventura la pronta realizacin de sus fantasas, las ganas de sentir-
se hombres a los doce aos de edad. En la calle 40B con carrera 26, en la
calle 39 con la 25, en el Bar Nikita, en el Bar Boyac, en el Bar
Guajiro, en la Casa Rosada, en La Araa, en Bola Roja o La
Pjaro, esos mismos muchachos oyen porros o cumbias al cumplir con
su ritual de fin de semana. Con el tiempo habr orquestas y papayeras
donde se repite Rolando la Serie o la charanga hasta al amanecer. Aho-
ra se les facilitan sillas para que las ordenen una tras otra. En ese orden
deben esperar su turno para entrar a la habitacin de Eva la francesa
blanca o donde la petite Carlota, la francesa negra, que s era negra pero
no francesa, sino jamaiquina.
I. CONTEXTO HISTRICO
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 129
deleitaban a los comensales con sus tradicionales frituras. Por ser puer- MODELOS DE MUJER,
to, el villorrio era sitio obligado de los viajeros. Su ventajosa posicin MARGINALIDAD Y MODERNIDAD
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 131
dian los procesos sociales y el vnculo de sus habitantes con el contexto MODELOS DE MUJER,
histrico y cultural. MARGINALIDAD Y MODERNIDAD
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 133
religioso, fijaba, de manera inequitativa, los papeles de los hombres y las MODELOS DE MUJER,
mujeres en la relacin amorosa. El peso de los atavismos recaa sobre la MARGINALIDAD Y MODERNIDAD
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 135
marse entre ellos, era una gracia, una prueba de virilidad: Hoy MODELOS DE MUJER,
me la he amarrado decan dando tumbos.7 MARGINALIDAD Y MODERNIDAD
ciudad, se refiere a sujetos que maltratan de obra a sus consortes, 8 Hombre gordo buen marido en Dia-
rio El Comercio, Ao lll, septiembre 27
lo cual no deja de ser alarmante, porque manifiesta que el nimo de 1924, Barranquilla, p. 6, col. 2. (Fir-
mado bajo el seudnimo Ivetes).
del sexo feo en Barranquilla, se est estereotipando aquel refrn
9 Ver Gaceta del Departamento, Ao l
de psicologa que dice: porque te quiero te aporreo.10 No. 81, 82, marzo de 1912. Gaceta del
Departamento, Ao L, LL, No. 82, 9,
En algunas ocasiones, las agresiones derivaron hacia desenlaces funes- 11, 12, marzo-nov. de 1912. Gaceta del
tos, como el asesinato del agresor, suceso que tras escandalizar a la ciu- Departamento, Ao III, No. 36, 38, 47,
54, 60, 71, 77, 85, marzo-dic. 1913.
dad se volva comidilla diaria durante muchos meses. Diario El Comercio, Ao IV, No. 797,
feb. de 1925, Barranquilla, p. 5, col. 3.
10 Diario El Comercio, Ao V, No. 1580,
De la misma manera, nada infrecuentes eran tanto en hombres como en marzo 21 de 1927, Barranquilla, p. 3,
mujeres los casos de suicidio por motivos pasionales como la infidelidad col. 1.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 137
que se volvieron comunes en la cultura barranquillera. Tal fue el caso recu- MODELOS DE MUJER,
rrente de la aparicin, siempre a la misma hora de la alta noche y con MARGINALIDAD Y MODERNIDAD
La fecundidad del amor, por otra parte, concedi va libre a los poderes
clandestinos de agoreras, clarividentes, hechiceras y espiritistas que vi-
van de las incertidumbres y misterios que acechaban a los idilios frustra-
dos. Las gitanas, con sus largos cabellos y excntricas vestimentas,
deambulaban por las calles profetizando el futuro y arreglando matri-
monios. Las espiritistas, con tierra de cementerios, huesos de gato negro,
tres pelos de ahorcado y un ajo recin extrado de un plato de recin
casado, componan noviazgos.
En la dcada del 30, los prejuicios pesaban ms que las leyes, decretos y
avances femeninos. En ese contexto, algunas mujeres barranquilleras si-
guieron lavando la ropa, otras bebieron del saber, otras combinaron el
saber y la razn con la tradicin, y, las menos, rompieron abiertamente
con los comportamientos y prejuicios impuestos por la sociedad. De esta
manera los cambios en las costumbres amorosas se fueron dando en un
tiempo de larga duracin. Las tradiciones no podan sujetar por siempre
con su fiero yugo a las mujeres barranquilleras. La sociedad se vio en la
13 Hiplito Pereyra, Amores necesidad de flexibilizar las normas, al tiempo que las clarividentes per-
Gatescos, en El Nuevo Diario Ao
lX, num. 769, junio 18 de 1921, Ba-
sistan en su adivinacin de la suerte, echando las cartas y celebrando
rranquilla, p. 1, cols 5-6. esotricas ceremonias para cautivar y recuperar los amores perdidos.
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LAS MUJERES DE SAHAGN
1900-1999
Entrar al alma de las mujeres, enumerar sus talentos, constatar sus lu-
chas, pulsar sus fuerzas para logros y realizaciones, fracasos y frustracio-
nes; sentir con ellas las mordazas y restricciones en sus amores y soledades,
podra ser tarea fcil y comn para todos nosotros. Casi poticamente
podramos visualizar en nuestras vidas y en nuestras familias, el discurrir
cotidiano de todas aquellas mujeres, y aun en la ms sencilla hallaramos
una leccin de humanidad, sensibilidad y grandeza, y asimismo en la ms
frgil y dbil, hombres y mujeres reconoceramos avergonzados la conti-
nuidad de nuestros abusos, las establecidas injusticias, los hbitos de una
cultura marginadora, excluyente y hasta religiones desconocedoras de
sus protagonismos.
Conocida por todos como Belicha, Isabel Alicia Corena, por su des-
treza, talento y buen gusto, se convirti en la ms autntica y conocida
de las artesanas. Sus manos eran giles como mariposas para convertir
las telas, el papel crep, el alambre y la cera en hermosas coronas y ramos
para difuntos, diademas y tiaras de azahares para bodas y primeras co-
muniones, claveles para el da de las madres y recordatorios para los
recin nacidos. A la figura de Belicha asociamos otras artesanas, in-
dustriosas de lo primigenio y las tradiciones, como dijera Octavio Paz:
Carmen Muskus Brun quien aun en senilidad, continu rasgando papel;
Sabina Carrascal, que iluminaba los cielos y las noches fabricando globos
y faroles; Filomena Caldera y Ana Mara Tejada, quienes aportaban al
ritual fnebre, adems de santiguadoras y rezanderas, sus velas de cebo
fabricadas en rsticas ruecas de las que colgaban los pabilos de algodn
que baaban con espermas lquidas hasta engrosar al tamao deseado.
La ms destacada y requerida rezandera de velorios y novenas fue Manuela
Meneses.
El campo ms atractivo para las mujeres de los aos cincuenta que aspi-
raban a la profesionalizacin segua siendo la educacin. Zunilda Cal-
dera Vergara, se hace merecedora del ttulo de maestra Honoris causa
otorgado por la Normal Lcides Iriarte despus de muchos aos de do-
cencia que complement con jornadas de catequesis parroquial y una
vida espiritual y religiosa como miembro de las hermandades de la Vir-
gen del Carmen, del Sagrado Corazn y Presidente de las Legionarias de
Mara Auxiliadora. En su casa se mezclaba el canto del infante que en
voz alta repeta, para memorizarlas, las tablas, con el murmullo de los
rezos y plegarias. Por aos convivieron los pupitres con las urnas y nichos
de vidrio que albergaban expectantes o indiferentes santos de yeso ador-
nados con jarrones de flores, ofrendas y veladoras.
CAPTULO IV
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AYER Y HOY DEL CARIBE
DE COLOMBIA EN SUS LENGUAS
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yenda de un territorio situado allende el mar que un maremoto lo sumer- VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
gi en las profundidades del ocano. La existencia real de islas en el Atln-
tico y de pueblos ubicados en las costas occidentales de frica y Europa se
mezcla con creencias fantasiosas, extendiendo un manto fabuloso sobre
todo aquello que no es muy conocido. Del mismo modo, algunas manifes-
taciones antiguas recogen vagos informes sobre territorios que podran
identificarse con cualquiera de las Antillas.
Estas ideas orientarn muchas expediciones hacia los cuatro puntos car-
dinales del nuevo mundo, en las que realidad y ficcin se mezclaban,
creando un estado de opinin sincrtico que dificultaba la visin aislada
de una y otra. Los cristianos tambin se afianzaron en la idea de la exis-
tencia de una nsula habitada por pueblos bienaventurados o elegidos
de Dios, donde no haba dolor ni muerte, de modo que su bsqueda se
convirti en uno de los mayores anhelos, ya que quien la encontrara,
adquirira el derecho a habitarla. Si bien, de acuerdo con la tradicin
bblica, el Edn se ubicara en Oriente, las leyendas gestadas por las
culturas mediterrneas sealaban que la tierra de promisin, la regin
paradisaca, estara ubicada en direccin al Atlntico. En la difusin de
tan farragosas ideas, se mezclaban pensamientos paganos y catlicos que
contribuyeron a acentuar la confusin y tambin el inters acerca de qu
La idea de Antilia aparece a veces al lado de las Islas de las Siete Ciuda-
des como dos conceptos fusionados y en otras diferenciados. Se trata de
un rebrote de la antigua nocin de la existencia de tierras en el ocano,
que bien podra identificarse con la mtica Atlntida de Platn, o con la
isla que se supona anteceda al territorio insular asitico de Cipango.
Al llegar a Amrica los espaoles creen cumplida la profeca de las islas
promisorias, por lo tanto, el archipilago caribeo recibe el nombre de
Antillas. Con la bsqueda de las Siete Ciudades, se da el rito de inicia-
cin del naciente continente americano para los europeos, mito que
tambin impulsa las expediciones en tierras continentales. Es as como
las exploraciones y conquistas del Nuevo Reino de Granada, cuyas in-
cursiones se iniciaron desde el Caribe, seguan la ruta de la Leyenda de
Eldorado, la cual manifestaba los ideales caballeresco y mercantilistas en
la bsqueda de nuevos horizontes, en la acumulacin de metales precio-
sos, en especial oro y plata. El itinerario estaba signado bajo la idea de
un Finis Mundi allende el ocano que les impulsaba a crear toda suerte
de figuraciones populares acerca de la existencia de fenmenos pavoro-
sos traspasadas determinadas latitudes. Identificaron el lugar entonces,
con una regin mgica plagada de monstruos marinos, dragones, ser-
pientes, ballenas demonacas y tritones, sirenas o vrgenes del mar; monos,
turcos y serpientes marinas de grandes dimensiones y fuerza, capaces
de destruir las embarcaciones. El reconocimiento empieza con la bs-
queda de perlas en el Cabo de la Vela, contina la infatigable indaga-
cin sobre el tesoro del Darin, la exploracin del bajo Atrato y con el
arribo al pas de los zenes, donde creen haber encontrado la tierra
prometida cuando estn frente al Centro Ceremonial, al que identifi-
can con una gran casa dedicada al sol repleta de infinidad de joyas
talladas en oro y piedras preciosas. Mito que creyeron convertido en
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realidad al encontrarse con la gran nacin tayrona y sus artsticas joyas VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
de oro y sus escalinatas en ascenso; pero las minas de oro al sur de la
depresin mompoxina fueron la revelacin mayor.
EL CARIBE NO IMAGINADO
... no son todos los indios de una lengua, ni los del ro ni lagunas
hay lengua general porque si simbolizan en algunos vocablos
en efecto las hablas dellos son diferentes y los que en esto tienen
esta afinidad son los del ro y de las lagunas,
porque los de la Sierra totalmente difieren sin poderse entender
unos a otros palabra alguna.2
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nilla, palo campeche, palo brasil, palo santo, tol, bija, achiote, caoba, VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
jacarand o palisandro, especies variadsimas de frjoles, calabazas, ajes,
palmeras y algodones.
Algunos caciques controlaban varias aldeas, las cuales a su vez eran or-
ganizadas por caciques menores. El conjunto de aldeas formaba una
unidad poltica autnoma. Los tayronas por su parte, tenan una orga-
nizacin socio-poltica que marchaba hacia la integracin de sus grandes
ciudades y aldeas que pudo haber concluido en la conformacin de un
Estado, de no haberse truncado el proceso con el arribo de los espaoles.
RELACIONES LINGSTICAS
ESTIRPE ARAWAKA. Segn los expertos, este grupo inicia una migracin
en tiempos prehistricos desde las cuencas de los ros Orinoco y Negro,
en la interseccin de las fronteras de las Guayanas venezolana y brasilera,
llegando a puntos extremos hacia el norte en el Caribe como Cuba y las
Bahamas, hacia el sur hasta el Gran Chaco, hacia el oriente hasta las
bocas del Amazonas y hacia el occidente hasta el pie de la cordillera de
los Andes y la costa chilena en el Pacfico. Los pueblos de lenguas arawakas
en el actual territorio colombiano fueron sorprendidos por los espaoles
en los siguientes lugares:
! Grupo Guajira-Perij, quiz con extensin hacia las bocas del Mag-
dalena.
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Cundiboyacense. Puede decirse entonces, que a la llegada de los espa- VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
oles los grupos chibchas guardaban estrechas relaciones y conformaban
una familia extensa con representantes en Costa Rica, Panam y Colom-
bia, donde se destacan los siguientes grupos:
Se supone que los caribes llegaron a Colombia desde las Antillas algu-
nos y desde las costas venezolanas otros. Los cronistas en sus relatos
hablan de los pueblos caribes, a quienes describen como eminentemente
guerreros y valientes. As que caribe, caribana o canbal son trminos
sinnimos que utilizaron para referirse a los supuestos salvajes de las
Antillas que volvieron a encontrarse en las costas continentales, lo que
ha generado una confusin histrica, ya que la expresin caribe fue apli-
cada indiscriminadamente a muchos pueblos de ancestros y tradiciones
culturales y lingsticas que en realidad no eran caribes. En esta confu-
sin histrica aparecen los zenes, los malibes y los chimilas citados por
algunos autores como caribes, sin muchos argumentos arqueolgicos o
lingsticos y ms bien por razones de ambiente geogrfico. A la llegada
de los espaoles, estaban organizados de la siguiente manera:
! Grupo Perij-Magdalena
! Grupo Caquet-Apaporis
! Grupo Amazonas
ESTIRPE ZEN. Poblaban la Costa Atlntica desde sus lmites con los urabes
hasta el Golfo de Morrosquillo y toda la cuenca de los ros Sin, San
Jorge y del ro Nench hasta el bajo Cauca. Por el norte limitaban con los
indios toles y avanzaban casi hasta el Canal del Dique. Por el nororiente
(bajos San Jorge y Cauca) compartan terrenos con los malibes. Sus tc-
nicas para el manejo del oro eran muy avanzadas por lo que elaboraban
objetos muy artsticos. Probablemente hablaron varias lenguas muy
interrelacionadas entre s, acorde con los siguientes grupos:
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ESTIRPE CHOC. Originalmente el grupo choc se suele ubicar en la hoya VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
del ro Atrato y la costa del Pacfico. Durante el siglo XVII, como conse-
cuencia de la colonizacin espaola, se inicia la migracin de los embera
hacia los afluentes orientales del bajo Atrato unindose a los catos o
carautas en relaciones de alianza y guerra, dando origen al grupo
dialectal conocido como embera-cato, el cual en el siglo XVIII se ex-
tiende hacia las cabeceras de los ros Sin y San Jorge y las estribaciones
del Darin.
Estos viajes le ofrecen a los espaoles una idea de las riquezas del Caribe
colombiano. Poco a poco fueron captando que al ampliarse el horizonte
tierra adentro, deba haber minas de oro y de esmeraldas porque los
indios de la costa tenan objetos que usaban estos materiales y las minas
no estaban en sus inmediaciones. Fue as como se establecieron en la
regin para explotar mejor sus riquezas, cuya mayor fuente lo eran las
minas de oro del sur de la Depresin Mompoxina. Nueve aos despus,
Fernando de Aragn, el nuevo rey de Espaa, nombra a Diego de Nicuesa
y a Alonso de Ojeda gobernadores de las regiones comprendidas entre el
Darin y Urab y, Urab y la Guajira respectivamente.
UN MUNDO INDESCRIPTIBLE
En el primer recorrido por las aguas del ro Yuma, hoy Magdalena, les
caus extraeza que los indios recolectores de perlas, por lo tanto ex-
celentes nadadores, trados para que les indicaran la ruta de El Dora-
do, desaparecieran bajo las ocres aguas. Percibieron entonces, que unas
bestias curiosas atrapaban a los nadadores: se trataba de unos la-
gartos horripilantes, a los que rebautizaron con la voz caribe caimn.
En un intento por asimilar la realidad que van explorando, manifies-
tan estar en un nuevo mundo que ante sus ojos se revela como una
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maravilla de la creacin para cuya descripcin hacen falta palabras, VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
que slo encuentran en las lenguas nacidas en este mundo: tiburn,
papaya, guayaba, hicaco, batata, mangle, guarapo, turpial, morrocotudo,
guadua, sano, chicha, chaquira, mojn, fique, caribe, piragua, manat,
caimn, colibr, catabre, totuma, mcura, guayuco, guayacn, arepa,
masato, loro, mico, guacharaca, morrocoy, auyama, patilla, bahareque,
paja, entre muchas otras que hoy incrementan el lxico en la lengua
espaola.
LA CONFUSIN DE LENGUAS
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Ecosistemas Grupos F. Lingsticas Lenguas N. Actual
Pennsula de La Guajira Wairas Arawaca Guajiro Wayunaiki
VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
+Cocinas*
+Caquetos
Sierra Nevada de Santa +Guanebucanes Arawaca +Bonda
Marta +Tayronas Tayronas Tezhuan / Terruna
+Buritacas +Buritaca ama
+Bondas Chibcha +Guaspate
+Etomas +Guazuzu
+Pocigeicas Guamaka o Sanha
Arhuacos +Atanque Damana o Arzario
+Bahaire
Bintucua o Ica
Cagaba Ika o arhuaco
Chimilas Koggian o kggaba
Ettre taara o chimila
Serrana de Perij +Tupes Caribes Yuko Yuko, Yukpa
+Casacars +Casacar
Yucos Yukpa Yuko
Socombas Yukpa
Motilones
Litoral Meridional +Bocingueros +Caribes +Calamar
+Calamares +Carex
+Turbacos +Caricocox
+Mahates +Cospicue
+Mocans +Mocans +Cocn
+Malambos +Mocan
+Cipakuas +Arawacos +Cornapacua
+Cornapakuas +Mocan
+Tubares +Mocan
+Matarapa +Zamba
+Turipanas +Zamira
+Mazaguapos
Depresin Mompoxina +Chimila +Chibcha +Chimila
+Dubeyes +Zendagua
+Zendaguas
+Xiriguanos +Malibes +Xiriguana
+Sompalln
+Tamalameques
+Pacabuyes
+Soloas +Zenufana
+Malebes
+Mompox
+Cenufana
+Milagru
+Tamalameque
+Tecua
La Mojana +Zenes
+Zenufanas
+Finzenes +Zenes
+Panzenes
+Yapeles +Yapel
Sabanas Interiores Zenes
+Zenufanas
+Finzenes +Zenes
+Panzenes
+Yapeles
Golfo de Morrosquillo Golfo de Urab +Urabes +Urub
+Cuevas Chibchas +Cueva
Cunas
Golfo de Urab +Urabes +Urub
+Cuevas Chibchas +Cueva
Cunas Cuna Cuna
Estribaciones Andina Fincenes Zenes
Zenes
Catos Zenes
Emberas Choces Cato Embera-cato Embera
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aportan que pudieron haber existido determinadas lenguas y, finalmen- VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
te, hay que resignarse con la constatacin de la prdida. Queda claro
que el considerable descenso demogrfico de los indgenas del Caribe a
partir de todo el proceso de conquista y colonizacin, diezm la comu-
nidad de hablantes y como es lgico propici la extincin de innumera-
bles lenguas. De las grandes prdidas constatadas histricamente, tenemos:
! En el rea que iba de las bocas del ro Magdalena hasta las lagunas
de Zapatosa y Chiriguan, el grupo lingstico conocido con el nom-
bre de malib.
! En la zona comprendida entre los ros Sin y San Jorge, las lenguas de
los grupos zenes, de los cuales existen descendientes que conservan
algunas tradiciones culturales propias, hoy monolinges de espaol.
! Los grupos caribes de la Sierra del Perij y del corredor del ro Cesar,
a excepcin de los yukos.
El padre Sandoval asegura que los negros que llegaron a Cartagena ha-
blaban ms de sesenta lenguas, pero solo cita las de angola, arda, carabal,
bantu, mandinga, biojo, bran, nalu y bifara que deban ser, lgicamen-
te, las ms usadas. Cuenta que alguna vez necesit cinco intrpretes en
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 169
El conjunto de estudios revisados permite decir que en el rea del Cari- VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
be colombiano hubo representantes de casi todas las naciones (con sus
lenguas) que se encuentran en la costa oeste del frica desde Senegal
(wolof) hasta frica sudoeste (los de habla sambyu), y luego de all hacia
la parte sur del continente hasta Tanzania. Los datos demuestran que
posiblemente haba ms esclavos sacados del rea de la Baha de Benn o
sea Ghana, Togo, Dahomey, Nigeria, Zaire y Angola hacia el suroeste.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 171
mediante el juego de diversos factores, se deriva toda una gama de tipos VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
de situaciones de bilingismo y multilingismo, que en trminos genri-
cos puede observarse en el sencillo esquema siguiente:
Pero no son factores cuantitativos como los anteriores los que confieren a
las situaciones del multilingismo en el Caribe, su carcter e inters verda-
deros. Ms bien se trata de percibir en cada caso, cmo este fenmeno se
articula con la estructura social, cmo las lenguas participantes adoptan
determinadas funciones sociales, y cmo esos mismos idiomas pueden
convertirse en estndares de determinados valores sociales. En trmi-
nos sociolingsticos puede decirse que se trata de un multilingismo
complejo por lo que se ha dado una reparticin de las funciones que
cumplen las lenguas: el espaol colombiano es la lengua nacional, el
espaol caribe es la lengua de la administracin, del comercio e instru-
EL CARIBE AMERINDIO
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 173
EL ESPAOL CARIBE COLOMBIANO QUE PODRA CLASIFICARSE
VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
PROVISIONALMENTE EN:
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 175
! En zonas muy localizadas se conforman continuos lingsticos como VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
es el caso de las lenguas de la Sierra Nevada de Santa Marta (kogui,
ika, damana, tezhua y terruna/chimila) en las que es posible apreciar
rasgos comunes que han permitido plantear su pertenencia a la fami-
lia chibcha.
! En cambio, el yukpa, ltimo reducto de la familia caribe en el norte
de Colombia, hara pensar que los indicadores de parentesco gentico
estn atomizados, ya que el carijona, su nica lengua hermana en el
territorio nacional, se localiza en la Amazona.
! A partir del wayunaiki y su relacin gentica con las lenguas arawacas
de la Orinoquia, es posible postular rasgos que muestran estructuras
subyacentes comunes en un grado de abstraccin que a simple vista
pasan desapercibidos.
! En la regin del Darin y Golfo de Urab en cambio se encuentran el
cuna (chibcha) y el embera (choc) de origen gentico muy distinto.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 177
extincin, inducen, entonces, a la formulacin de polticas lingsticas que VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
preserve y garantice la equidad para su desarrollo armnico.
Como quiera que por los diversos hechos lingsticos e histricos pre-
sentados, esta regin se encuentra en el proceso de construir su propia
historia, necesariamente tendremos que afianzarnos en el pasado y asu-
mir que el Caribe existe desde mucho antes de la llegada de los espao-
les, antes an de que aquellos indios indomables le legaran su nombre y
surcaran sus mares, dibujando su geografa y modelando su historia. El
futuro debe basarse entonces, en esa herencia que, desde la antigedad,
incluso desde la prehistoria, lo ha convertido en un mundo de una belle-
za y de una riqueza excepcionales, de extraordinaria creatividad en su
unidad y en su diversidad. En un mundo real maravilloso.
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EL ACORDEN EN EL CARIBE
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 181
REPBLICA DOMINICANA VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
Sin lugar a dudas es esta isla donde por primera vez pisa el acorden
tierra americana. Investigadores de tanta prestancia como el profesor
Luis Alberti, aseguran que ya para 1875 los msicos nativos de ese pas
pulsaban el acorden, acompaado de giro y tambora especialmente
para la interpretacin de merengues, pambiches y jaleos, en festividades
bailables de origen campesino, sobre todo en la regin de El Cibao,
donde los bailes eran a piso e tierra. Esta modalidad se conoci bajo
la denominacin de perico ripiao.
Isaas Tatico Henrquez, quien populariz una serie de temas con el Tro
Reynoso, como el famoso Chucuchucu, que en nuestra costa Caribe ha
llegado a convertirse en una especie de hijo adoptivo, puesto que es de
presencia obligada en estaderos, reuniones de coleccionistas, eventos mu-
sicales de la vieja guardia, etc.
Vale la pena destacar que todos los acordeoneros citados, son adems
buenos cantantes y compositores de la mayora de los temas que inter-
pretan. Sin embargo, es preciso aclarar dos hechos. Uno: que la veloci-
dad y el vertiginoso ritmo que le imprimen al merengue tradicional son
posibles porque utilizan siempre acordeones pequeos de dos hileras, lo
que les permite mayor facilidad en los movimientos del fuelle. Y dos:
que pese a su velocidad y energa no logran ni la versatilidad ni la rique-
za meldica de los acordeoneros vallenatos.
PANAM
Otro pas muy rico en esta tradicin musical. Por haber formado parte de
Colombia no es extrao que la msica folclrica del istmo sea interpre-
tada principalmente con acorden de tres hileras, al igual que entre
nosotros. Entre los acordeoneros panameos ms reconocidos figuran:
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As soy yo, Sin ti y 039. Alfredo Gutirrez lo conoci en Panam y se VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
hicieron amigos y lo ha invitado al pas, lo cual ha permitido que Dorindo
haya estado presente en varios festivales vallenatos.
PUERTO RICO
ANTILLAS MENORES
En esta cadena de islas hay algunas en las que el acorden es tan popular
como en Francia, especialmente, alrededor de los criollos descendientes
de esclavos que trabajaron en plantaciones francesas. Podemos citar el
caso de Dominica, en las cuales hay un grupo, cuyo nombre artstico es
Jing Ping Band en el cual el acorden es acompaado por el tambor, el
giro y el boom boom, que es una caa de bamb sin hoyos para los dedos,
de aproximadamente 4 a 5 pies de largo y 3 a 4 pulgadas de grosor, que se
sopla como una tuba. Este grupo interpreta merengues y calipsos.
ARUBA
HAIT
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 185
MXICO VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
Otro pas de la Cuenca del Caribe con gran importancia respecto al acor-
den. En la regin nortea teniendo como epicentro la ciudad de Monterrey,
es muy comn la interpretacin de polkas mexicanas, valses, redovas,
huapangos, corridos, shotis, etc., utilizando como instrumento bsico el acor-
den con una particularidad: los intrpretes de esta nacin no utilizan los
bajos del acorden, lo cual los ha llevado inclusive a eliminarle esos botones
al instrumento. Entre los ms destacados intrpretes figuran:
Las potranquitas del Norte, algunos miembros de este conjunto son agra-
ciadas mujeres que cautivan por su voz y la coreografa con que matizan
las polkas que interpretan.
ESTADOS UNIDOS
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fandango, cumbia, paseaito, pasebol, chand as como para la adapta- VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
cin de piezas pertenecientes al folclor llanero y andino a nuestros aires
musicales, as como de msica extranjera.
El padre del funana es Gregorio Vaz, conocido como Kod di Dona (el
ms joven de la seorita (de su madre) quien a los diecisiete aos cam-
bi un barril de maz por su primer acorden. Compositor, convierte su
experiencia en leccin de vida, cantada con voz ronca por el ron y que-
brada por la miseria que describe, pero paradjicamente bailada con
alegra por las parejas.
Dentro del periplo sonoro que por las tierras del Nuevo Mundo tuvo el
acorden, en el rea del Caribe encontramos dos pases en los que no
sac nota: Jamaica y Cuba. Es posible que en Jamaica, se deba a la in-
fluencia inglesa determinante en todos los niveles de la sociedad. En el
caso de la msica, aunque ligada a actitudes religioso-polticas como la
que encarnan los rastafaris, se puso de manifiesto en la adopcin de la
guitarra como el instrumental fundamental.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 189
aire de Alberto Fernndez en los que se nota la presencia secundaria del VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
acorden, lo cierto es que en ninguna parte de su rica y por momentos
prodigiosa geografa musical se presentan ritmos que utilicen el acorden
como instrumento principal. All se desarrollaron gneros con el violn e
incluso con el rgano que posee una versin local en la provincia de Oriente.
En Cuba, la influencia francesa permiti que el formato de la charanga se
fortaleciera y sirviera para amenizar ambientes festivos generando tam-
bin ritmos de gran contenido popular como el sucu-sucu.
VALLENATO SABANERO
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 191
Bolvar) para burlarse de los provincianos (cesarenses y guajiros) era VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
vallenato. Adquiere as la palabra un tinte despectivo, como si se alu-
diera a gente de baja condicin social. No obstante, cuando el oficio de
los acordeoneros es aceptado socialmente y los msicos pueden entrar a
los clubes y a las reuniones de polticos prestigiosos y de altos dignatarios,
cuando las canciones y sus personajes se dan a conocer ms all de las
fronteras de la localidad, entonces se asume con orgullo el viejo trmino
despectivo que ahora se ha vuelto sinnimo de distincin. Este uso de la
palabra mantiene hoy su vigencia.
II
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 193
investigadores, asociable con el estilo musical de Jos Mara Pearanda, VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
as como el porro, la cumbia, cantos indios con y sin letras y los famosos
raspacanilla de la sabana.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 195
era considerado un msico de acorden sabanera, pero al comulgar con VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
la hostia vallenata e imitarla se convirti, al menos para el concurso, en
vallenato sabanero. Pero esto no dio pie para llamarlo acordeonista
vallenato.
de poder acudir a los jueces y tribunales para remediar una injusta ofensa, 17 Miguel Can, En viaje, 1881-1882
(Buenos Aires, 1903, primera ed.,
el damnificado se echar el revlver al bolsillo y buscara el medio de 1883), p.145.
cho.
No dudo que tal ejercicio comparativo podra ser de inters, por lo menos
porque permitira identificar los vaivenes y continuidades de una cultura
poltica nacional que se debate recurrentemente entre contradictorios va-
lores. Tal ejercicio comparativo, sin embargo, tendra que aceptar sus limi-
taciones. Y apreciar las muy diferentes circunstancias de dos momentos
histricos distanciados entre s por ms de un siglo. Se corre el riesgo de
caer en anacronismos. Me he limitado, por lo pronto, a sealar apenas
algunos paralelos, tal vez los ms sobresalientes, entre el perodo radical y
las ltimas dcadas que nos ha tocado vivir, y que deberan merecer mayor
atencin. Importa de todas maneras subrayar el estado general de zozobra
y de inseguridad bajo el que vivan los colombianos durante la poca en
que Nez propuso revalorar el orden nacional como base de una ambi-
ciosa reforma poltica. Y tenerlos en cuenta al querer apreciar la relevan-
cia actual del pensamiento de Nez.
Nez regres al pas a fines de 1874, cuando fue proclamado por primera
vez candidato a la presidencia de la repblica por una Sociedad de Repre-
sentantes de la Costa Atlntica reunida en Barranquilla. ste fue uno de
los primeros movimientos regionalistas polticamente articulados de la
Costa, con el objetivo de ganar la presidencia, y en defensa de un progra-
ma de obras pblicas para beneficio de la regin. Al lado de los intereses
regionales, otros temas como el papel de la Iglesia, la relacin con la
oposicin conservadora o la independencia del sufragio formaron parte
del debate en una de las campaas electorales ms reidas del siglo dieci-
nueve, hasta desembocar en una guerra civil. La guerra civil de 1875, que
se confundi con la misma campaa presidencial, dej tras de s un nme-
ro significativo de vctimas y una economa en bancarrota, y estimul a su
turno un levantamiento armado ms devastador el ao siguiente la gue-
rra de 1876.26 A pesar de ser el candidato de una de las facciones que
luch en la guerra de 1875, Nez no parece haber participado directa-
mente en el conflicto. Al ao siguiente, ya derrotado como candidato pre-
sidencial, Nez estaba al mando del Estado de Bolvar, desde donde prest
apoyo al gobierno radical de Aquileo Parra su contrincante dentro del
liberalismo, en contra de la rebelin conservadora.27 Y desde la adminis-
tracin del Estado de Bolvar pudo construir una base de poder y afianzar
su prestigio nacional, antes de ser elegido presidente de los colombianos
por primera vez en 1880. Estas experiencias seran determinantes en el
desarrollo de sus doctrinas regenedoras. La guerra de 1875, en particular,
sera una referencia constante en sus escritos de prensa. Si en sus
corresponsalas desde Europa, Nez percibi la importancia del orden
en aquellas sociedades que gozaban de progreso, su preocupacin por el
25 Nez, Ensayos de crtica social,
p.102.
orden nacional en Colombia pas a ocupar un lugar central en su obra
26 Sobre la campaa presidencial de desde mediados de 1870, y as lo hizo explcito en sus escritos durante las
1875, vanse: James W. Park, Re- siguientes dos dcadas. Qu entenda, pues, Nez por el orden? Cmo
gionalism as a factor in Colombias
1875 election, The Americas (1986), apreciaba el valor del orden frente a otros valores? Cules fueron sus
XLII (4); Posada Carb, Eleccio- propuestas para conquistar el orden? Y qu xito tuvieron? Permtanme
nes y guerras civiles en la Colombia
del siglo XIX: la campaa a la presi- dedicar el resto de este ensayo al examen de estas preguntas.
dencia de 1875; y Helen Delpar,
Red against blue. The liberal party in Ante todo, hay que insistir en la prioridad que adquiri el orden para Nez
Colombian politics, 1863-1899 (Ala-
bama, 1981). el orden como un valor fundamental de la organizacin social. En 1879,
27 Vase James W. Park, Preludio a la al examinar su propia administracin en Bolvar, le adverta a los lectores,
presidencia: Rafael Nez, goberna-
dor de Bolvar, 1876-1879, Boletn nos detendremos en lo principal, que es la conservacin del orden, la
de Historia y Antigedades (Bogot, concordia y la confianza.28 En la falta de orden se originaban nuestros
1976), vol. 63, pp. 519-135.
problemas. El mal que corroe a estas repblicas, escribi en 1890 refi-
28 Nez, La reforma poltica, vol. 2,
p.67. rindose a Hispanoamrica, es la incertidumbre del reinado del orden.
Una cosa era identificar el diagnstico de los males nacionales; otra, bien
distinta, era encontrarles remedio. Qu se propona entonces para fun-
dar el orden? Nez enfrent el problema desde dos niveles distintos aun-
que ntimamente relacionados. Desde el primero, sobre el cual quiz se ha
llamado ms la atencin, Nez prest especial atencin al rediseo de
nuestras instituciones. Desde el segundo, Nez trabaj por modificar el
35 Nez, La reforma poltica, vol. III,
p. 291.
mundo valorativo de los colombianos, una extraordinaria tarea que exiga
36 Nez, La reforma poltica, vol. III, profundas reconsideraciones de las tradiciones intelectuales que haban
p. 70. dominado en el pas. Permtanme comenzar por estas ltimas.
37 Nez, La reforma poltica, vol. III,
p. 70 y vol. VI, p. 21.
Ante todo, Nez emprendi un esfuerzo sistemtico por deslegitimar el
38 Nez, La reforma poltica, vol. III,
pp. 171-172. discurso de la guerra civil, los llamados a las revoluciones y al pronuncia-
el poder pblico. Era tambin una respuesta para combatir los particula- 56 Nez, La reforma poltica, vol. II,
p. 392 y vol. V, p.21.
rismos enervantes, la independencia del gamonalismo local, los dere- 57 Nez, La reforma poltica, vol. VII,
chos casi feudales de los estados, a los que quedaba subordinada la p. 238.
soberana nacional.58 Desde cierta perspectiva, el centralismo se plan- 58 Nez, La reforma poltica, vol. II,
p. 155, vol. III, p. 160, y vol. VII, p.
teaba entonces como fuerza liberadora, una idea an de difcil acepta- 239.
Las ideas tienen vida propia, deca el mismo Nez. Una lectura, inclu-
sive una lectura ligera de su obra, sugiere la relevancia actual de muchas
de sus ideas, independientemente de las circunstancias que les dieron vida
o de las acciones de su autor. En particular, quisiera finalmente subrayar
el mensaje central del pensamiento de Nez que hoy merecera, por lo
menos, integrarse a la discusin sobre el mundo valorativo de los colom-
bianos. Nez quiso en ltimas reconciliar la libertad individual con el
orden social, una sntesis que conceba al orden como el fundamento de la
libertad. Su modelo haba sido Chile donde, a la sombra del orden se
construa un carcter nacional bien definido, hbitos de trabajo, vastas
empresas de agricultura y minera, donde se haba establecido la unidad
poltica sin menoscabo de la descentralizacin municipal, y donde se ha-
ba rendido culto temprano a la estabilidad.72 Tal reformulacin de los
valores, sin embargo, se entenda como reaccionaria en Colombia, donde
medraba la deplorable utopa. Los colombianos, sobre todo en los me-
dios intelectuales y acadmicos, seguimos sin saber apreciar la compleja
relacin entre el orden y la libertad, planteada por Nez. Quienes dise-
aron la Constitucin de 1991 criticaron la obra nuista porque se pre-
ocupaba ms por la autoridad que por la libertad,73 sin entender quiz el
sentido clsicamente liberal del pensamiento nuista. En su momento,
Nez emplaz a sus crticos con una serie de punzantes preguntas:
El libro de poemas Desde la luz preguntan por nosotros (1956), tercero del
escritor sucreo Hctor Rojas Herazo, se ha constituido, desde su apari-
cin, en piedra de toque para la crtica literaria. Ello obedece en gran
parte a la variedad de genotextos que intervienen en la preasercin tex-
tual y en la multitud de formas de estructuracin de esos elementos
como articuladores discursivos (ideosemas).
El propsito de este trabajo es, pues, dar cuenta del conjunto de rela-
ciones mltiples que se establecen entre los discursos que producen el
sentido, partiendo de los elementos que programan las relaciones
interdiscursivas (genotextos) para culminar con el anlisis de los ideosemas
que los estructuran.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 211
DISCURSO RELIGIOSO: PERVERSIN Y SUBVERSIN VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
El 5 de mayo de 1946, el partido liberal que haba estado a cargo del pas
desde haca varios perodos, se divide y el conservatismo minoritario
nombra presidente a Mariano Ospina Prez para el perodo de 1946 a
1950 iniciando la hegemona de ese partido y la violencia contra los
liberales hasta el establecimiento del Frente Nacional en 1958. Desde
1930 el partido conservador haba ejercido violenta oposicin al gobier-
no liberal en connivencia con la jerarqua eclesistica y con grupos fas-
cistas al que clasificaban como socialista y ateo. El 17 de marzo de 1936,
el arzobispo primado de Bogot y todos los dems obispos del pas, na-
cionales y extranjeros, firmaron una pastoral dirigida al jefe del Estado
en la que enrgicamente declaraban su voluntad de lucha en defensa de
las banderas del catolicismo pisoteado por el gobierno (Tirado Meja:
1981: 164): hacemos constar que nosotros y nuestro clero no hemos
provocado la lucha religiosa sino que hemos procurado mantener la paz
de las conciencias an a costa de grandes sacrificios... Pero si el congreso
insiste en plantearnos el problema religioso, lo afrontaremos decidida-
mente y defenderemos nuestra fe y la fe de nuestro pueblo a costa de
toda clase de sacrificios, con la gracia de Dios... Esta prctica social
(declaratoria de oposicin epistolar) se reproduce en el poema Estatua
de sal: hemos venido a atestiguar, a dar fe... Hemos visto, de sbito, una
escalera en la niebla de una amanecer... Pues no a otra cosa que a ates-
tiguar hemos venido a esta pradera (p. 74), que se constituye en crtica
de la posicin beligerante y agresiva de los estamentos religiosos colom-
bianos y del abandono de la actitud pacfica y dadora de fe consignada
en los preceptos catlicos. Al lado de esta prctica discursiva encontra-
mos otros ideosemas que configuran la visin del autor con respecto a la
religin y sus jerarcas vistos como aliados de la represin e impulsadores
de la violencia. Por consiguiente, el texto se erige como crtica a la reli-
gin, seala su inequidad, su inadecuacin y ms an, sugiere la necesi-
dad de su renovacin.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 213
Yahvista, con las inequidades de su creacin: El impasible recreo de tu VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
sonrisa sobre el cristal inconmovible (Narciso incorruptible, 104), es un
ser que se abstiene de intervenir como el de Steinbeck, un ser lejano, /
narciso incorruptible,/ rostro inmarchito,/ norma del alba y de la noche,/
perpetuamente ardiendo en la zarza de un hechizado/ pensamiento (p.
105). El poema Ser escondido condensa esta visin de forma ms explci-
ta (el paratexto ttulo alude a ello): Yo sobro!/ Este mundo no es mo./
Dadme algo,/ mi viejo hilo,/ mi perdida inocencia,/ mi antiguo filamen-
to (p. 101). El final plasma una splica desesperada de intervencin y
recrea el abandono, la apata de Dios: asciendes, si, asciendes levemen-
te/ Dame lo que te llevas!/ no me dejes en mi/ sin rumbo por mis hue-
sos. El genotexto de estos fenotextos est quiz en los discursos de los
presidentes conservadores al tomar posesin de sus cargos invocando la
gracia y la aquiescencia divina. El discurso de Laureano Gmez al ser
elegido presidente en noviembre de 1949 rezaba, por ejemplo (Tirado
Meja: 1981:173): Bendigo a Dios mil y mil veces por haber llenado mi
corazn con este ardiente amor por mi patria y por haber logrado que mi
mente captara una sublime doctrina. ...alabo a Dios porque l me ha
permitido transitar por entre los fuegos del odio sin permitir que mi
corazn se contaminara de l y por habrmelo conservado feliz, libre de
las sombras oscuras de la venganza, puro, sin escorias ni amarguras. No
es extrao entonces esa visin de Dios como ser permisivo, impasible,
fro y que, al mismo tiempo, prohbe y niega a otros: Pero un dios te ha
prohibido y negado/ y ha esparcido el silencio de ti por las arenas. (La
estatua de sal, p. 76).
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 215
nuestras voces en una sola voz/ y nuestro aliento en un solo latido (p. VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
100). En los Salmos de Satans, la arenga se entrevera en una crtica a la
falta de solidaridad y unin de los dominados: Nos apoyamos, nos ras-
camos la piel,/ comemos lo que somos,/ pedimos miel mostrndonos los
dientes/ y arrullamos una patio con los brazos./ Qu pasa? Nos aprie-
tan/ el instinto nos urge./ Est bien o est mal./ Siempre comiendo, mas-
ticando y cantando,/ preguntando por Dios y por sus hijos/ esperando
una herida con las sienes intactas,/ derramando vinagre al paladar que
canta por nosotros (pp. 89, 90). Este texto parece tener como genotexto
el ataque de sus compaeros de la revista Mito, publicacin que enarbo-
laba las banderas de la modernidad y el progreso, a la tendencia
existencialista e izquierdizante del semanario Crtica de Jorge Zalamea.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 217
agua dulce (p .64). La segunda en Al payaso le duelen los zapatos: Ests VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
perdido y me das lstima, Nauscrates Ricardo. Definitivamente me das
lstima (p. 66). La triloga se cierra con el poema Nauscrates habla de s
mismo en la que se consagra la desentronizacin final: A Nauscrates lo
enterraron bocabajo (p. 67).
BIBLIOGRAFA
Visitas al patio de Celia. Compilacin de Jorge Garca Usta. Medelln, Lealn, 1994.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 219
EL CARIBE PURGATORIAL: HCTOR
ROJAS HERAZO O LA IMAGINACIN
DEL FUEGO
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 221
Abriendo la edicin de Oveja Negra (Bogot, s.n.f) de En noviembre VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
llega el arzobispo2 en las pp. 224-225 encontramos las siguientes imge-
nes: la mano derecha del espejo, con un fulgor de llama, alete sobre
las mejillas; Como si el traje gris y el rostro ajado por el cansancio y las
pulseras que ardan al final de aquellos brazos hinchados fueran el resul-
tado de su propio desvelo; Todo el cuerpo de piel rocosa manchado
por araazos de lodo, arda como un leo en el sol del crepsculo. Y en
la p. 233: Don Arsenio mira la plaza por encima de sus lentes. Una
ofrenda de vidrios asciende de la hierba hacia los techos, convirtiendo el
lejano bloque de la alcalda en una ardiente zarza de cal. Verdaderas
gemas verbales, diramos; pero, en realidad, ms que como gemas con su
correspondiente saldo preciosista tan modernista l, pudiramos ver-
las como verdaderos ideologemas, condensadores e irradiadores de sig-
nificacin, guios luminosos del sentido. A riesgo de fatigar, sigamos
con algunos otros ejemplos: Ella lade el cuerpo, removi todos aque-
llos planos de grasa y luz, de tensiones ocultas que despedan con el
castigo un exasperante olor a manteca de pepita, a caballo y lcera fres-
ca (p. 39 ); Estar all? Dijo con anhelo la figura detrs de la lla-
ma (p. 30); Mir hasta el final, la calle recta de flgida arena,
hundindose en el mar como espada chirriante; Ahora el enfermo no
se mova. Estaba lleno de luz y suspiraba con angustia (p. 22); Pareca
asomado a una celda, con el sol detrs de los hombros y su cara redonda
veteada por la penumbra de un sombrero (p. 22).
En realidad toda esta serie de variantes del elemento gneo son cruces
de camino de lo geogrfico y lo existencial, como ya dijimos. El sol,
desde luego, como smbolo de nuestra geografa, es una de las referen-
cias privilegiadas de estas figuraciones del fuego. A su imagen fecunda-
dora, salvfera, dadora de vida se han consagrado diversas culturas del
viejo y nuevo mundo. Sin embargo, en el caso de Rojas este smbolo
parece haber sido despojado de su halo benfico. Junto a la representa-
cin de Rojas la imagen que nos suministra, por ejemplo, Andrs Bello
en su elogio de la zona trrida, suena irnica: Salve, fecunda zona, /
que al sol enamorado circunscribes / el vago curso, y cuanto ser se anima 2 Todas las citas se harn de esta edicin.
Por otro lado, un clima existencial, un verano del ser, una manifestacin
interna, biolgico-religiosa un fuego que habita al habitante cuya en-
carnacin ms temible es la culpa. Y con esta palabra, desde luego, nos
colocamos en el centro del discurso bblico, en sus dos modulaciones:
bblico-mosaico y bblico-cristiano (con sus ejes de culpa y redencin,
respectivamente). Es, centralmente, en relacin con este discurso (re-
quisitoria, negacin, alegato, rechazo, absorciones, etc.) en dilogo o
querella con l, desde un impulso intensamente subjetivador, a partir de
la ingestin de esa geografa, esa cultura, esa historia, como ya ha sido
aludido, construye su visin del hombre y del Caribe, alrededor de un
eje vital-esttico de filiacin romntico-fustico3 con el que se cargan de
sentido las imgenes del fuego.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 223
Ojo de Dios tu llaga, tu miel inalcanzable VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
Can, arcilla de maldicin,
Tostada sed de higuera,
Herido por los cuatro venablos de tu nombre
Todo esto est asociado a lo que es el gran tema de Rojas Herazo (am-
pliamente sealado por la crtica), que lo ubica en la lnea de Proust, en
cada una de cuyas frases parece resonar la clebre frase de Espinoza,
aquello tan citado por Borges y Unamuno de que todas las cosas quie-
ren perseverar en su ser, la piedra quiere seguir siendo piedra, el hombre
quiere seguir siendo hombre el gran tema de la duracin, de la perdu-
racin que construye a Celia, el personaje-columna de su zaga narrativa.
Y aqu otra vez el motivo del fuego, porque acaso no es el tiempo y la
muerte es decir, su lcida conciencia la herida ms honda de Asriel, el
fuego de Dios, el oscuro, el calcinante sello de Dios? Y a estas alturas de
nuestro asunto quizs no est de ms precisar que, en ltima instancia,
el fuego que nutre la imaginacin de Rojas Herazo al menos una de sus
formas ms intensas es el tiempo; se trata de una figuracin del tiempo:
el tiempo devorador, el fuego devorador.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 225
privilegiada para la representacin del ser humano: la purificacin por VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
el fuego y la ambivalente promesa de salvacin que encierra, su errancia,
su falta de sosiego, el nima que sale, que se aferra a la vida, a estar en
este mundo, a no abandonarlo, pidiendo perdn con su presencia. Los
personajes de Rojas Herazo son bsicamente almas en pena, almas tos-
tndose en el fuego purgatorial del verano y de la culpa, en la llama de
la conciencia de esa culpa: aferrndose agnicamente a la vida, pidien-
do perdn por vivirla, desconcertados o maldicientes, que viven sospe-
chosa, significativamente proclamando su pureza y su inocencia contra
un plan indescifrable (p. 258) que los condena. Es esa condicin de
almas en pena lo que determina la naturaleza de la temporalidad que
habitan o que los habita. Como bien seala Luis Rosales,4 en En noviem-
bre llega el arzobispo, estamos ante un tiempo esttico:
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 227
otra vez, la iconografa popular del nima en pena. Explicablemente en VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
el cromatismo, para dar forma a esta tensin, se ha reducido al mnimo
la paleta, casi bsicamente al duelo, al rojo blanco, de ocres y sienas,
colores emblemticos de la luz y la tierra, de la luz y la carne calcinada.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 229
se respete tiene su profeta la profeca de su llegada, la novela la pone VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
en boca si seguimos la interpretacin de Luis Rosales del personaje
Leocadio Mendieta, encarnacin misma del demonio, del mal, simboli-
zada por la imagen del caballo de madera, esa especie de ubicuo demo-
nio que atiza la ardiente paila de Cedrn. El captulo todo, con fina
irona, alcanza su plenitud carnavalizadora en el famoso segmento de la
ventosidad del arzobispo.
La sealada obsesin de Rojas por las ruinas es, ante todo, la de una
religiosidad en ruinas. Dentro de esta especie de catedralicio gtico tro-
pical que es En noviembre llega el arzobispo, asistimos, a travs de su
fragmentada, soberbia, dispersa arquitectura de naves, arquitrabes y agujas
derruidas, no al sueo, sino a la pesadilla de Dios, de su muerte. Valga
retornar finalmente a un concepto que se nos ocurre central: la imagen
de la compasin, que se asocia a lo que hemos denominado tiempo de
redencin; y lo constituye el tiempo salvfero de asomarse al otro y acom-
paarlo y ser uno con l en su sufrimiento. El significante de la salva-
cin, vaciado de su contenido trascendente, es ahora pura humanidad,
humanamente trascendida desde, en, por s y para s misma.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 231
EL ODO DEL ESCRITOR: IMAGINACIN
RELATO EN LA OBRA
DE RAMN ILLAN BACCA
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 233
DOCUMENTOS/MONUMENTOS. NUEVOS ARCHIVOS VOCES, SONES, LETRAS E IMSGENES
Romnticos del siglo XIX como los hermanos Grimm abrieron la histo-
riografa a la consideracin de las narraciones orales como fbulas, mi-
tos, fantasas, que se convertiran en documentos de la memoria de las
culturas populares. A comienzos del siglo XX, los pioneros de la nueva
historia, fundadores de la revista Annales (Annales dhistoire conomique
et sociale, 1929) consideraron que la historia narrativa del siglo XIX era
una estrategia de representacin ideolgica y la rechazaron, documen-
tndose en mediciones econmicas y geogrficas, es decir, en procesos
impersonales para hacer de la historia una ciencia de las series y conti-
nuidades. En la introduccin a su libro La arqueologa del saber, Michel
Foucault se apart de esta nocin instrumental del documento y defini
el archivo, no como algo que perteneca al pasado, sino como la ley de
lo que puede ser dicho (1969:219): El documento no es el feliz instru-
mento de una historia que sea en s misma y a pleno derecho memoria; la
historia es cierta manera, para una sociedad, de dar estatuto y elabora-
cin a una masa documental de la que no se separa (1970:10). La histo-
ria es por esto mismo, no la memoria de lo mismo, sino la constitucin
de la diferencia.
EL CRONISTA
Pienso que el ttulo del primer libro de ensayos de Ramn, Crnicas casi
histricas, tiene que ver con esta idea de que la historia es tambin y
sobre todo, la construccin narrativa de la diferencia. Un asunto central
de estos ensayos es que Ramn descubre la existencia de contradicciones
entre el archivo de una historia oficial y la tradicin oral de la cultura
popular. Su discurso se sita en medio de este contrapunto con humor e
irona. Por ejemplo, uno de sus blancos favoritos es la crtica sociolgica:
haciendo a un lado cualquier intento de anlisis sociolgico (1990A:113);
no faltan los estudios sociolgicos sobre las comparsas del Country ()
ahora todos teorizamos sobre el carnaval (1990A: 130-131). Otro, los
intelectuales puros: alguno de aquellos intelectuales pursimos que
todava hablan de caja idiota(1990A:120).
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 235
que es el caso de las crnicas o los libros de cuentos. Pero tambin al arte VOCES, SONES, LETRAS E IMSGENES
de hacer crtica, como quien no quiere la cosa, despertando la curiosi-
dad del lector por la literatura del canon (biblioteca) pero pasando pri-
mero por las obras menores (hemeroteca).
El casi del ttulo del libro de crnicas marca esta frontera entre una
historia oficial y una historia hbrida, entre un imaginario que suea con
una identidad europea y la realidad de la heterogeneidad latinoameri-
cana cursi. Y este juego irnico del cronista marca su hibridez y su
diferencia. Entonces estos textos no pueden leerse como un recuento
histrico verdadero en sentido fctico y, sin embargo, mi lectura apuesta
a otro tipo de verdad.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 237
Si dejamos al sujeto del enunciado novelesco, Gunter Epiay y subimos un VOCES, SONES, LETRAS E IMSGENES
nivel, nos encontramos con el autor, quien es el sujeto de la enunciacin
(texto que estamos leyendo). Y enfocndolo, podemos ver la intencin de
un escritor que se pregunta por las condiciones que posibilitan sus libros.
Fjense que Gunter Epiay, periodista, puede ser el doble de Ramn
Bacca, cronista. Esta es la perspectiva que trat de hacerles ver en las
crnicas. Repetida aqu esta intencin, podemos preguntarnos si no se
crea un espacio nuevo de enunciacin entre la narracin oral (el rumor,
el secreto) y la escritura de una novela. Ramn nos ha jugado una bro-
ma que es tambin un enigma: la salida para escribir una novela desde
un espacio excntrico o perifrico es terminarla como un cuento que
nunca concluye.
Desde que le las novelas, los cuentos y las crnicas de Ramn, lo asoci
siempre con escritores como el mexicano Carlos Monsivis, quien acaba
de ganar dos premios de ensayo, el Anagrama y el Lya Kostakowsky, y los
puertorriqueos Luis Rafael Snchez y Ana Lydia Vega. Precisamente
porque tambin ellos, sin prejuicios sobre lo cursi, trabajan con la he-
terogeneidad de los imaginarios de la cultura latinoamericana. Algn
escritor le dijo a Ramn que su novela ya haba sido escrita, refirindose
a la novela del mexicano Sergio Pitol, El desfile del amor (1984). En rea-
lidad esta novela est ms cerca del argumento detectivesco que involucra
a un historiador que quiere desentraar su propia historia y la del Mxi-
co de comienzos de siglo a travs de la historia de un crimen. En la trama
de esta novela, que tiene coincidencias con Maracas en la pera, unos
papeles escondidos, la msica y el misterio de un soprano castrado son
claves del embrollo entre extranjeros y mestizos mexicanos. Sin embargo,
todava Ramn no la haba ledo cuando escribi su texto, que a mi
juicio, tiene otra expresin mucho ms caribe.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 239
nor del edificio de enfrente, infructuosamente intenta de nuevo VOCES, SONES, LETRAS E IMSGENES
el agudo de Granada. Mientras el pito persistente del bus es-
colar llena toda la cuadra, una madre grita a su legin de chiqui-
llos bulliciosos las ltimas recomendaciones.
Ah, ciudad prcera e inmortal, cuya nica tradicin perdura-
ble es la bullaranga! (1996:5).
Es como si nos dijera, este pas moderno y tropical nos llena los odos de
estridencias que fragmentan y extravan nuestro devenir y nuestra histo-
ria. En este laberinto de ruidos es posible lanzarse a los ms absurdos
experimentos musicales, como aqul del estreno de Rigoletto como pera
punk en el teatro Coln, que Ramn cuenta en la crnica Una noche
en la pera. Pero tambin es posible que una meloda se nos pegue en
los odos como a Swann le qued sonando la frase de la sonata de
Vinteuil:
BIBLIOGRAFA
Taussig, Michael. Mimesis and Alterity. A Particular History of the Senses. (1993)
London, Routledge.
OBRAS CONSULTADAS
Calvo Stevenson, Haroldo y Adolfo Meisel Roca (eds.) El rezago de la Costa Caribe Co-
lombiana. 1999. Bogot. Banco de la Repblica/ Fundesarrollo/Universidad del Norte/
Universidad Jorge Tadeo Lozano.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 241
EL ESCRITOR
FRENTE AL FIN DEL MILENIO
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 243
LOS ESCRITORES Y EL PODER VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
Cul debe ser la relacin entre los escritores y el poder? Es uno de los
primeros exorcismos a hacer, tambin una pregunta que dara mil res-
puestas. El poder, no nos equivoquemos, ha sido articulado por unos
intelectuales mientras otros han estado en su contra. Pero no voy ah. El
poder ha sido exorcizado en todas sus formas. Y la primer representa-
cin del poder es el paterno. Cmo olvidar, esa carta angustiosa de Kafka
a su padre, en la que deca cosas como sta: Bastaba tu corporeidad
para oprimirme / adquiriste a mis ojos un halo misterioso como todos los
tiranos, / Cuyo derecho se funda en su persona no en su pensamiento.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 245
logr al llegar a los estados nacionales y rebajar el poder de los seores VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
feudales. El clrigo escriba para los clrigos, saber leer era poseer el
instrumento necesario para adquirir los conocimientos de los textos sa-
grados y sus innumerables comentarios. Los seores feudales no saban
distinguir la hereja de las creencias ortodoxas si se les dejara sin ayuda.
Se interesaban nicamente cuando el Papa recurra al brazo secular.
Entonces saqueaban y quemaban todo pero era nicamente porque te-
nan confianza en La Tiara, y no despreciaban ninguna ocasin de gue-
rra y saqueo. Cul era el quehacer del autor de ficcin que no era ni
clrigo ni abogado? Era el juglar, cuyo instrumento mayor, el canto,
serva para repetir viejas leyendas y recorrer todos los caminos. Al llegar
a un castillo y pedir posada, el castellano le tiraba, si estaba de humor,
un pedazo de muslo de alguna ave, que agarraba en el aire. Ya desde esa
poca se daba un trato distinto al escritor institucional, como a Santo
Toms de Aquino, por quien el rey San Luis de Francia tuvo que rebanar
en una media luna la mesa del banquete para que cupiera el gigantesco
abdomen del Santo.
Si se quera hacer carrera literaria era necesario hacer poltica. Juan Loza-
no, que saba por qu lo deca, escriba en 1944: Sucede que en nuestro
pas la sola actividad intelectual es la poltica. La poltica es un mnimo
intelectual como la Ley es un mnimo tico y a ella vamos todos los que
hubiramos preferido una carrera humanstica. Ni vencedores ni vencidos
los intelectuales colombianos podemos vivir fuera de la poltica.2
Sin embargo, cuando en 1964 una encuesta hecha por Cromos revel
que para los colombianos el mejor escritor del pas era Gonzalo Arango,
el fundador del nadasmo, y cuya aficin principal era la de escandalizar
al pas pacato de la poca, nadie se sorprendi. El dato era revelador
porque el autor proceda caracterizadamente de la clase media baja y sin
relacin con la academia y el poder poltico. El poeta y cuentista tan
2 Revista Sbado l944, (s.f.). solo haba publicado dos libros en unas ediciones bastante esmirriadas.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 247
Despus, con la consolidacin del llamado boom de la literatura latinoa- VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
mericana, al cual nosotros hemos aportado el ms exitoso de todos sus
exponentes, me refiero a Gabriel Garca Mrquez, se afianz la presen-
cia de ese escritor de extraccin de clase media y algunos de extraccin
muy popular. No ocupaban puestos de comando en el pas y si tenan
actividades polticas, en la mayora de los casos era marginal. Salvo ejem-
plos muy sealados, de los pocos que tienen venta suelta de libros, los
escritores, en su mayora, no pueden vivir de escribir; no hay sino la
salida decorosa del periodismo, la docencia, el trabajo en las editoriales
o en las libreras. El campo se ha alargado con el trabajo en las agencias
de publicidad, o en el cine y la televisin como guionistas o libretistas.
Asimismo se ganan ingresos adicionales dictando conferencias, corrigien-
do enciclopedias, coordinando talleres o dictando clases a domicilio.
Y todo esto para qu? Para llegar al medio libro que segn las estads-
ticas se lee por habitante en este pas de escasos lectores.
LAS RESPUESTAS
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 249
En esta autobiografa literaria debo confesar mis dificultades con la nueva VOCES, SONES, LETRAS E IMGENES
crtica que, con su furor por las explicaciones finales, busca extirparle a
la obra el misterio de lo que es esencial. Al hacer aicos un misterio, lo
que quedan son los aicos, no el misterio le le a alguien que no recuer-
do. En las contadas veces que se han ocupado de lo que he escrito me
han clasificado en varias escuelas. Entre ellas y no salgo de mi asom-
bro en la postmodernidad. La verdad es que con mis escasas lecturas
sobre el tema no me queda muy claro quin viaja en ese vagn y quin
no, al parecer yo viajaba sin saberlo.
En esa carrera por estar al tanto de lo que se mova no he hecho sino dar
traspis. Cuando descubr el estructuralismo y me sumerg en la lectura
de Levi-Strauss, mis compaeros profesores me aclararon que yo estaba
todava en el estructuralismo ingenuo y que ya se estaba en el meta-
estructuralismo del cual me separaban diez aos de lecturas. Para po-
der allanar esos baches decid leer revistas culturales francesas ya que mi
ingls, es muy pobre. As, pues, con mucha paciencia, con mi francs de
bachillerato y con un grueso diccionario, todos estos aos he tratado de
informarme acerca de los nuevos aires del pensamiento. En este instan-
te, la revista que traduzco, tiene unos seis meses de atraso. Al parecer
siempre estoy detrs de la penltima moda. Y se nos vino el fin de siglo
y la entrada al nuevo milenio.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 251
PASEO CONVERSACIONAL
POR EL CINE Y AUDIOVISUALES
DEL CARIBE COLOMBIANO
MARTA YANCES
CAPTULO V
CINE Y AUDIOVISUALES
MARTA YANCES
MARTA YANCES*
Doy gracias a los amigos del Observatorio del Caribe, al Festival Interna-
cional de Cine de Cartagena y a la Universidad de Cartagena, por invi-
1 El Observatorio del Caribe Colombia-
tarme a estos conversatorios sobre el cine en el Caribe colombiano.
no, el Festival Internacional de Cine de
Cartagena y la Universidad de Cartage- Advierto que le tengo pavor a hablar en pblico. Soy, como productora,
na, con el apoyo del rea cultural del
Banco de la Repblica de Cartagena y el
amiga de organizar este tipo de eventos pero no de participar directa-
Museo del Oro, organizaron un encuen- mente como conferencista.
tro sobre el cine costeo en marzo de
este ao, que cont con la participacin
de los realizadores, productores y crti- Para esta intervencin he recopilado distintas fuentes sobre la exhibi-
cos Marta Yances, Gonzalo Restrepo,
cin , produccin y realizacin del cine en la Costa Caribe. Unas son
Pacho Botta, Heriberto Fiorillo y Luis
Ernesto Arocha. Al encuentro asistieron bibliogrficas; otras, datos de mi memoria; y otras provienen de mis ex-
ms de 60 personas entre estudiantes de
cine y comunicacin, realizadores, crti-
periencias. Como antecedentes para la Costa y Cartagena podemos se-
cos e investigadores de lo audiovisual en alar los trabajos de Diego Rojas, Jorge Nieto y Leyla El Gazi, las crnicas
la regin. Esta es la ponencia de la pro-
ductora y realizadora Marta Yances, pre-
de cine de Hernando Salcedo Silva y de Hernando Martnez y los traba-
sentada el 2 de marzo de 2000. jos del maestro de la crtica cinematogrfica Luis Alberto lvarez (falle-
* Martha Yances. 1956, Cartagena, Co- cido en 1996, pero no olvidado).
lombia. Comunicadora Social de la
Pontificia Universidad Javeriana
(1977). Estudios de especializacin en Cartagena presenci la primera exhibicin cinematogrfica de la Costa
Realizacin de TV en el Instituto Ofi-
cial de Radio y Televisin Espaola Caribe y la segunda del pas Bucaramanga lo hizo el da anterior el da
Iortve y de Maestra en Industrias 22 de agosto de 1897. En el peridico El Porvenir apareci el siguiente
Audiovisuales en la Universidad Inter-
nacional de Andaluca Sede Iberoame- anuncio:
ricana de La Rbida (Espaa). En
1996-1997, realiz una pasanta en pro-
duccin de programas culturales en el
Hoy se verificar en nuestro teatro la primera exhibicin de este
Canal Sur de Andaluca (Sevilla, Espa- prodigioso invento de Edinson. Es un espectculo digno de verse.
a). Actualmente es socia con Jaime
Abello Banfi, Luis Fernando Pacho Los cuadros que all se exhiben tienen la animacin de la vida y el
Botta de la empresa de produccin espectador asiste, desde su asiento, a interesantes escenas de la
audiovisual Juana Productora Ltda.,
creada en Barranquilla a mediados de vida y de otros pueblos, como si verdaderamente fuera testigo pre-
1997 para la realizacin del largometraje sencial de ellos en el momento en que se verifica.2
para cine Juana tena el pelo de oro,
a estrenarse en el primer trimestre del ao
2001. El 1 de septiembre de ese ao, gracias tambin a un barranquillero em-
2 Leyla ElGazi, Cien aos de la llegada presario del espectculo, Ernesto Vieco, Bogot tuvo su primera funcin
del cine a Colombia,Revista Credencial
Historia, 88, abril de 1977 de cine, en el Teatro Municipal, con un programa de vistas tpicamente
3 Ibid. Lumire.3
Desde la mitad de los aos veinte hasta 1948 la mayora de los aconteci-
mientos sociales, deportivos y polticos de la Costa Caribe fueron filma-
dos por los hermanos Acevedo, adems de los carnavales (de Cecilia
Gmez Nigrinis), competencias olmpicas en Barranquilla, reinados de
belleza (de Yolanda Emiliani y de Piedad Gmez Romn), las visitas de
la armada peruana y del presidente Roosevelt a Cartagena, que son par-
te de los archivos de los hermanos Acevedo rescatados por la Fundacin
Patrimonio Flmico Colombiano.
En esta misma poca (70-72) Luis Ernesto Arocha dirige Doble de sexo y
violencia basado en un cuento de Alberto Duque Lpez, protagonizada
por Margalida Castro y Felipe Solano, Cali en salsa (pelcula de 12 mi-
nutos), y la que los crticos consideran su mejor obra, La pera del Mon-
dongo, premiada en el Festival de Cine de Cartagena con India Catalina
de Oro en 1972. En todas Luis Ernesto se encarga del libreto, el guin,
la direccin, la fotografa y el montaje.
De esta dcada son tambin las pelculas del cartagenero Ricardo Cifuentes
Caballero quien, luego de sus estudios de cine en Polonia y Londres, regre-
sa a la ciudad y filma con dinero prestado por familiares y amigos, su pri-
mer corto de ficcin, Magola, con actores cartageneros. Luego vienen Tango
y Clarividencia, ambas rechazadas por la junta de clasificacin.
Dentro de los proyectos de Focine se rueda A cien metros del reten codirigida
por Jorge Aldana y Erwin Gogguel, este ltimo productor y camargrafo
de La vendedora de rosas y con la asistencia de direccin de Luis Alberto
Restrepo, ganador del concurso de cine del Ministerio de Cultura de 1999.
Particip all como coguionista otro cartagenero, Virgilio Trespalacios,
(tambin muerto; hay una lista terrible de muertos por todas partes) y en
el reparto figura el pintor Alvaro Herazo, igualmente fallecido.
La boda del acordeonista es una de las pelculas del cine colombiano que
ms premios ha obtenido en el mbito nacional e internacional. Gana la
II
Recuerdo que la nica cmara que tena el canal era una cmara cedida
por Jos Jorge Dangond y se cay en el ro Magdalena. Luego Pesenca, una
empresa alemana, don la primera cmara, una tres cuartos. Era la pechichona
del canal y, tambin, la nica que tenamos. Se nos olvid que tenamos
que oficializarla en la Aduana y nos la quitaban cada cuatro meses. En
Telecaribe todo mundo buscaba que no se daara porque saban que era la
nica que haba mientras se hacan, otra vez, los trmites para legalizar
estas mquinas, lo que, por cierto, en Barranquilla nadie saba hacer.
Hice parte de esos equipos con Vilma Pieres y Luis Alberto Rebolledo
de la Universidad del Norte o Jaime Gonzlez, en Cartagena que iban
buscando la coproduccin ejecutiva. Me considero un motor de esos
equipos vinculando jvenes de distintas facultades y cineastas, realiza-
dores, investigadores, periodistas, escritores, productores y coproduc-
tores.
El productor une todo lo que tiene y saca el mejor provecho con eso. No
es apretando al director sino ayudndolo, ponindole todo. Eso es como
un parto. Un director se muere de susto cuando tiene veinte actores en
escena. Eso aculilla, y, es ms, con un solo actor en un saln vaco uno
no sabe cmo va a salir la cosa.
Lo ms importante es hacer las cosas. Pienso que cuando uno hace las
primeras cosas, si uno no hace al inicio una cosa barata , despus es muy
difcil hacerlas. Estoy viendo cmo podemos hacer cosas que no necesite
una gran inversin. El problema del cine es que si sube el dlar me sube
la pelcula. A pesar de tener una pelcula en 35 mm y contar con una
cmara de 35 mm moderna del Icaic, 15 das antes tomamos la decisin
(Pacho, Jaime y yo) de rodarla en super 16 mm. Saqu los costos. En 35
mm nos cuesta 35 millones en efectivo, ya. En super 16 nos cuesta 10
millones en efectivo. Ms cinco que le doy al de la cmara por adelanta-
do, 15. O sea necesito 15 millones y no cuarenta para rodar en quince
das. Aunque despus me vaya a costar.
El resultado ah est. Creo que tiene una buena factura pero todava no
podemos cantar victoria, ni decir que es la gran pelcula colombiana y
mucho menos que vamos a cambiar el cine latinoamericano, como dijo
Gabo en el comercial del Festival de Cine.
Ah, y para terminar, esta es la primera vez que hablo en pblico sobre lo
que hago.
PACHO BOTTA
PACHO BOTTA*
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 269
bin encontr complicidad. No vengo de la literatura. Yo estudi inicial- CINE Y AUDIOVISUALES
mente matemticas y despus me pas a ciencias polticas, entre otras
razones porque me permita ir al cine con mayor frecuencia. Un da me
di cuenta que el mundo del cine me apasionaba. Eso se lo debo a una
novia que tena, que era de Dinamarca. El da que se fue, al regresar del
aeropuerto, me matricul en la Cinemateca Distrital. Todava conservo
la misma pasin de aquel entonces. Esa es mi gran satisfaccin. Lo difcil
en el cine es persistir, mantenerse da a da. Es un apostolado: la nica
manera de desarrollarlo es dedicndole toda tu energa y tu pasin, to-
dos los das, desde cuando te levantas hasta cuando te acuestas.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 271
zar mucho, hacer crtica interna, preocuparse por desarrollar una buena CINE Y AUDIOVISUALES
obra, que llegue a los sentimientos y al espritu, que d luz a las personas
que la vean. El resto de cosas, dejrselas a los amigos, ellos deben resol-
verlas.
A los productores hay que darles fuerza para que tengan la conviccin
de seducir a los dems para que entren en la pelcula. En nuestro caso, si
observamos esa actitud, podremos producir ms pelculas que en cual-
quier otra parte. El oficio se aprende mientras se trabaja, pero se debe
mantener aquella actitud espiritual. Uno siempre est echndole las cul-
pas a la gente, al Ministerio, a la plata y a no s qu cosas, a las condicio-
nes, a la regin. Todos esos inconvenientes pueden ser superados. El
problema no es de dinero. Ya se estn dando las condiciones para pro-
ducir pelculas con bajos presupuestos y eso exige que tengamos que
invertir ms en talento. El proyecto de la bruja Blair es una pelcula
supersencilla con una propuesta esttica muy novedosa y muy barata,
unos treinta mil o cuarenta mil dlares.
Con los nuevos sistemas se pueden hacer pelculas muy baratas. Pero hay
pelculas buenas que son baratas y pelculas baratas malsimas. Luego la
gran inversin es en el talento. Cuando en una pelcula no se tiene el
valor de produccin la salva el talento. Eso implica un esfuerzo grande.
Algo que no cuenta con una inmensa produccin pero posee atractivos
Las relaciones del director con el productor son como todas las relaciones
que ocurren en la vida, por lo general, conflictivas; y dentro de ese conflic-
to se mueve el cine. La ausencia de produccin es lo que ms complica al
cine. Nosotros tenemos en este festival de cine siete pelculas colombianas
y vamos a ver cuntas van a ser distribuidas, de manera relevante. Es posi-
ble que menos de la mitad. Los directores logran las pelculas, pero falta la
otra parte. Cuando uno como director se mete a un proyecto sin ese com-
bo, la cadena se resquebraja. Es ms complicado ser buenos productores
que buenos directores, porque hay que saber de finanzas y de relaciones
pblicas, entenderse con todo el mundo, facetas que implican esfuerzo
diario. Una de nuestras debilidades es esa. Hay que fortalecer al produc-
tor. Usualmente cuando uno est en la academia las gentes quieren ser
directores o escritores, pero muy pocas quiere ser productoras.
II
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 273
Directores como Fellini o Kurosawa, demoraron aos en hacer sus pelcu- CINE Y AUDIOVISUALES
las y eran tremendos directores. Y durante ese tiempo estaban haciendo
sus pelculas directores mediocres que llovan pelculas. Esa contradiccin
hace parte del mismo cine. Un artista subsiste en la medida que haya un
pblico que pague su creatividad.
Hay cosas que a veces no se saben. Uno a veces como director no hace la
pelcula que quiere sino la que le financian, la que le producen. Yo
tena el guin de Juana tena el pelo de oro, pero tambin tena cinco
guiones ms esperando y escog a Juana... porque de alguna forma qui-
sieron que se produjera. Una cosa es lo que yo pienso como director y
otra las dificultades que asumen los productores. Usualmente los direc-
tores tenemos esa idea del poder para decidir cosas y resulta que uno va
avanzando en su carrera con lo que consigue y ante las situaciones que
uno va enfrentando.
III
Creo que de los gringos hay que aprender mucho. De pronto nos equi-
vocamos en un principio desechando todo lo que nos vena de all. Y
resulta que hemos dejado de aprender muchas cosas. Ellos tienen de
todo. Malo, bueno, como en todas partes. Pero uno tiene que saber qu
aprende, cmo aprende y qu conclusin saca. Cremos que los Estados
Unidos era el malo del paseo del mundo. Se despreci mucho.
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 275
casting. Por eso una pelcula est llena de peligros de diferente tipo y CINE Y AUDIOVISUALES
uno tiene que ir estableciendo una posicin sobre cada cosa.
IV
Por lo menos el 40% del cine que viene de Estados Unidos est basado
en libros, malos o buenos. En esas pelculas siempre gana el cine. Hay un
gran compromiso con las pelculas. Por eso la literatura seguramente es
un referente argumental. Es una cosa que se da en lo concreto. Hay
algunas pelculas que recrearon libros muy fielmente y son bellas pelcu-
las, bellas, y quiz algunas comerciales y otras no. Como agua para choco-
late es una pelcula bella, econmicamente exitosa, y es un ejemplo en
Latinoamrica. Ilona, Cndores, tambin fueron exitosas. Pero de todas
maneras hay que tener en cuenta que todas las relaciones en el cine son
conflictivas en el sentido ms oscuro de la palabra.
VI
Respirando el Caribe. Memorias de la Ctedra del Caribe Colombiano. Vol. I ________________________________________________ 277
del mundo de estos muchachos, y uno los ve en las calles. La manera, el CINE Y AUDIOVISUALES
tema especfico no existe. Digamos, el caso del mismo Buuel, te seduce
de pronto invirtindote tus valores, tu forma de pensar. Esa es una ma-
nera. Uno escribe una cosa y resulta que sale otra que te sorprende.
Oliver Stone siempre se mete con temas claves de la vida de los Estados
Unidos. Cada director tiene su manera. A m personalmente no me gus-
tan las cosas periodsticas. Yo jams he pensado hacer una pelcula que
tenga que ver con un suceso periodstico.