01 Las Regiones Geograficas de La Republica Argentina PDF
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01 Las Regiones Geograficas de La Republica Argentina PDF
Repblica Argentina
POR EL
Dr. Mariano Zarnorano
Catedrtico y Director del Instituto d e Geografa
d e la Universidad N o r i o n u ! d e C u y o
permanentes del
Atlntico y del Pacfico situados, grosso modo, entre los 25" y los 35" d e
latitud, si bien en invierno se desplazan ms al Norte. El del Atlntico
afecta al Nortc y Oeste del pas en verano, especialmente cuando desapa-
rece el puente de alta presin que lo une al del Pacfico en invierno. Pero
esa influencia, a causa de la distancia con relacin al Ocano, va decre-
(2) De MARTONNE,E . , L a regiones dridas de ArnPriea del S i r , rspr~cialnien!~
r.1 Nororslc
argentino. Revista Humanidadesi~, t . XXViil (Buenos Aires, t,d Unixersidad de 1.a Plale,
1938); p. 53-66
ciendo hacia el Oeste y sus ltimos efectos se manifiestan en la montas
de Aconquija, en Tucumn. Por lo dems, las lluvias de verano que pro-
voca, de tipo espasmdico, son insuficientes para dar humedad adecuada
a todo ese sector. Interviene en este caso, por otra parte, la estructura
fraccionada del relieve en el centro Norte. El anticicln del Pacfico ac-
ta a la latitud de la provincia de Mendoza, donde encuentra el obstcu-
lo de la mole andina, que detiene la humedad de que es portador.
-La influencia de los vientos planetarios del Oeste, que descargan su
humedad en la Cordillera austral y avanzan all a favor de la menor al-
titud y las brechas transversales que la caracterizan.
-La invasin peridica de masas de aire antrtico, sobre todo en in-
vierno y cuya presencia es excepcional en los meses de verano (enero a
marzo). Se producen, en el ao, unos 80 empujes polares.
-La formacin de un centro ciclnico en el interior del pas, en vera-
no. Suele desplazarse hacia el Este, hacia la provincia de Buenos Aires,
y origina entonces la afluencia de vientos del Norte, del Sudoeste (panz-
pero) y del Sudeste (sudestada).
Como conseciiencia, la Argentina (vase la fig. 1) presenta una fran-
ja hmeda atlntica que baja desde Misiones, Corrientes y Entre Ros
hasta el Sur de Buenos Aires, en la cual, a su vez, la humedad decrece
en sentido Este-Oeste, desde Misiones (1.600 mm. anuales en Posadas)
hasta el centro del pas, donde se sita la isoyeta de 500 mm. La excita-
cin orogrfica de las masas de aire atlnticas, en el Norte, en las sierras,
origina un segundo foco de humedad (954 mm. en la ciudad de Tucu-
mn, 1.437 mm. en Villa Nougus). Una tercera zona, la ms lluviosa, es la
Cordillera austral, sometida a los vientos del Oeste, desde Neuqun has-
ta Tierra del Fuego (1.035 mm. en Bariloche, 4.500 mm. en lago Quilln,
segn los registros de 1938-1940). Por el contrario, una ancha franja d e
srtica baja desde la Puna, por los Andes ridos y bolsones intermon-
tanos centrales, y se desva desde la Pampa central y la latitud del Sur
de Mendoza para englobar toda la Patagonia extrandina. Aqu los pro-
medios anuales de 200 mm. son comunes, incluso en la zona costera at-
lntica de la Patagonia.
En este amplio cuadro climtico pueden insertarse, tambin muy so-
meramente, los tipos de vegetacin correspondientes. La selva subtropi-
cal, densa y enmaraada, aparece con todos sus caracteres en Misiones;
en el Aconquija sube hasta los 1.500 m., en una angosta franja de unos
50 km. de ancho que se prolonga hasta Bolivia, y cuyo contraste es lla-
mativo con respecto a la vegetacin xerfila del Este inmediato (Chaco)
y del Oeste (faldas occidentales de las sierras, estepa arbustiva de la
Puna). Desde el ro Paraguay y Paran hacia el Oeste, se pasa poco a poco
Las regiones geog7ficar de la Repblica Argentina F-71
terpuesta con relieves inclusos, pampa alta) (4). Importa mucho destacar
que la morfologa climtica pone al descubierto an diversidad de mati-
ces. Pero, en resumen, la diferencia sustancial que tradicionalmente se
ha atribuido a la Pampa y al Chaco reside en los tipos de vegetacin que
los caracterizan, siendo el Chaco una llanura boscosa, donde el quebracho
es el rbol ms tpico, y la Pampa una llanura sin rboles, en la cual se
distingue una porcin oriental o Pampa hmeda, de pastos tiernos, y otra
occidental o Pampa seca, que marcha a confundirse con el piedemonte
de la Cordillera.
- La Mesopotamia, enmarcada por los dos mayores ros argentinos.
see una extensa parte de ese bloque rgido, la Puna, que se prolonga en
el altip'ano boliviano y en la Puna de Atacama chilena. Este enorme
bloque, elevado hasta iin nivel medio de 3.500 metros sobre el nivel del
mar, se presenta dividido en cuencas menores por medio de cordones
montaosos de c!ireccin sobre todo Norte-Sur. Vastos salares suelen ocu-
par estas depresiones conformando uno de los paisajes ms notables de
este desolado techo, de pobrsima vegetacin esteparia. A su lado, al Este,
hay dos cordones montaosos de orientacin meridiana (Precordillera
saltojujea, Sierras subandinas) cuyo interior presenta estrechos surcos
fluvijles, las quebradas (Humahuaca, Calchaqu, del Toro), y frtiles va-
lles (Lerma, Campo Santo). Las sierras circundantes suelen alcanzar a l
turas destacables (Nevado de Chai, 6.200 m.), que disminuyen, en cam-
bio, considerablemente en las boscosas sierras subandinas (2.000 m.).
(4) U ~ I S ,F . A . , ~lforfogrnfageizei'al (Iv las llanuras argenttnas, en Geografa d p la R e p ~ i -
blica Argentina, cit.; p. 115-198
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campo, ya que la agricultura fue una labor desdeada durante todo este
perodo.
Hasta mediados del siglo XIX, el panorama econmico no poda ser
otro que ste, de horizonte local y de concepcin rudimentaria. Las cir-
cunstancias polticas -anarqua, dictadura de Rosas- as como la vida
patriarcal de una nacin tan escasamente poblada (de 600.000 habitan-
tes era la estimacin de Woodbine Parish, en 1837, y de 1.200.000 la de
Martn de Moussy, en 1860) no exiga otra cosa. Adems, haba otro ele-
mento perturbador de un orden estable y de una consolidacin de las
fronteras: el indio, que discuta, de potencia a potencia, la efectiva po-
'sesin del suelo. Su ~ o d e rera considerable y el blanco no poda avanzar
con tranquilidad ms all de la lnea defendida con su sistema d e fuertes
y fortines, que iba por el Sur de Mendoza, San Luis, Crdoba y Santa Fe,
y no se separaba sin peligro sino algunas decenas de kilmetros de la
misma ciudad de Buenos Aires.
Una segunda etapa, de notable y rpido progreso, se produce en la Ar-
gentina entre 1890 y 1915. Tuvo una preparacin lenta de algunos de sus
elementos desde principios del siglo XIX, especialmente en el cumpli-
miento de ciertas condiciones previas al afianzamiento de la ganadera.
Hacia 1800 se instalaron los primeros saladeros, con lo cual se logr un
mayor aprovechamiento de los animales sacrificados y se hizo ms nece-
saria la constitucin de rebaos escogidos para utilizar su carne. Esto
llev, ineludiblemente, a un mejoramiento del ganado, que primero se
manifest en la importacin de ovinos, ya desde la presidencia de Riva-
davia, con miras a mejorar la lana. El gran paso, sin embargo, se dio des-
de 1848, cuando se introdujeron los reproductores de las grandes razas
bovinas (durham, hereford, aberdeen angus). A mediados de siglo, tam-
bin, se iniciaron las experiencias de colonizacin agrcola en la Pampa
y la Mesopotamia (Entre Ros, Corrientes, Santa Fe, Buenos Aires). La
c:)l(;nia Esperanza, fundada en 1853 en Santa F e por Aarn Castellanos,
iue una tpica iniciativa, con carctcrsticas particulares, de la conquista
de la Pampa para sus grandes posibilidades agropecuarias, por colonos
que all y en otras partes debieron, al mismo tiempo que el arado, empu-
ar el fusil para defenderse del peligro indgena.
A partir de 1880 comenz fundamentalmente el proceso que dara su
fisonoma actual a la Pampa. U n hecho decisivo fue la famosa ((conquista
del desierto)), llevada a cabo por el general Roca entre 1879 y 1883, cam-
paa en que el ejrcito abati definitivamente al indgena, arrinconn-
dole en lugares desde donde ya no constituy motiv de alarma para el
avance del blanco. Hacia la misma poca se tendieron, desde Buenos
Aires al interior, las lneas ferroviarias. Fue, por ltimo, el momento de
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de no mediar una limitacin que tiene por objeto continuar con la impor-
tacin brasilea y paraguaya, y mantener con ello un acuerdo en la ba-
lanza comercial. D e todos modos, la superficie ~ l a n t a d a ,que era insigni-
ficante a principios del siglo, lleg a 33.600 Ha. en 1928 y se ha estabili-
zado en unas 65.000 desde 1935. Misiones posee ms del 90 % de esta
extensin. El consumo requiere todos los aos la importacin de 20.000 a
25.000 toneladas.
-Otros nuevos cultivos industriales se han incorporado en las provin-
cias septentrionales de la Mesopotomia. Slo muy recientemente, por
ejemplo, el tabaco ha cubierto prcticamente las necesidades internas de
la Argentina en cuanto a la provisin de tabaco negro, en lo cual Corrien-
tes y Misiones son los centros especializados. Salta en el valle de Lerma,
se dedica al tabaco rubio. L a expansin de estos centros comenz hace
cuarenta aos (9.300 Ha. en 1928), y se intensific hace alrededor de
veinticinco (18.767 Ha. en 1939). De la estadstica ms reciente que po-
demos citar -45.500 hectreas cultivadas en 1962- correspondan
18.100 a Corrientes y 10.000 a Salta.
Han aparecido tambin como cultivos importantes el tung y el t. El
primero, ms antiguo, data de hace unos 30 aos y se lo encuentra en Mi-
siones y Corrientes. La superficie cultivada oscila, desde 1948, en las
50.000 hectreas (48.100 en 1962). De ellas se encuentran en Misiones
47.500, esto es, el 98,7 %. Igual gravitacin tiene Misiones en los muy
recientes cultivos de t. E n 1955 slo se registran 7.000 Ha.; en 1960,
30.900, de las cuales 29.300 se producen en esa provincia nortea. En fin,
no puede dejar de sealarse en esta extremidad NE. de la Argentina, el
cultivo del arroz cuya importancia se ha acrecentado slo desde 1930 y
que en 1962, sobre un total de 59.000 Ha., concentraba 43.700 en Corrien-
tes y Entre Ros.
Por consiguiente, yerbamate. tabaco, tung, arroz y t, constituyen cul-
tivos industriales, entre los cuales incluimos al arroz, por la coyuntura
econmica a que responde, y que han sido localizados en los ltimos 40
aos, sobre todo, en el centro Norte del rea cerrada por el Paran v el
Uruguay Dichos cultivos han ccntribuido a establece; formas particula-
res de interrelacin, frente a las que los paisajes naturales cedieron enor-
mes extensiones, y han creado tambin condiciones especiales socioeco-
nmicas, que dan un ordenamiento caracterstico a esta porcin del terri-
torio argentino. Todo ello, sin desmedro de los frutales ctricos que, en
esta rea subtropical, siempre han tenido asiento importante. Corrientes
es, desde hace tiempo, la principal productora de pomelos y naranjas dei
pas, as como Misiones se destaca en la de limones, y Entre Ros en 1s
de mandarinas.
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CONCLUSIONES
Queda mucho por decir. Hay gran cantidad de otros factores no des-
preciables en la elaboracin de un ms minucioso cuadro regional de la
Repblica Argentina. Hay sectores de relativamente escasa extensin
que presentan caractersticas bien definidas, como es el caso notorio dei
Alto Valle del Ro Negro, afamado desde hace tiempo por sus vias y sus
frutales, desarrollados en un ambiente con rasgos propios. Igualmente,
otra regin con netos perfiles de diferenciacin, de vida humana encua-
drada en un ambiente natural muy especial, es el Delta del Paran. Y en
este orden de reconocimiento de zonas singulares lo mismo puede decirse
de algunos oasis insertos en regiones mayores, como sucede con varios
ros de la Patagonia, que han permitido un asentamiento humano con
signos peculiares.
Pero ahora tratamos simplemente de fijar los grandes conjuntos regio-
nales. Con un menor radio de accin y otro sentido unificador, cabra
detenerse tambin en focos menores de distintas actividades : viticultura
en Cafayate y Chilecito, cultivos ctricos de Taf Viejo o Simoca, petrleo
de Orn, etc. Desde otro punto de vista, adems, existen relaciones nece.
sarias v obvias entre todas las regiones que puedan sealarse y aun sim-
biosis evidentes, como sucede con la industria azucarera de Tucumn,
que utiliza en sus ingenios la lea de las zonas vecinas. Es del caso repe-
tir aqu lo que dice acertadamente Le Lannou: ((La realidad es el grupo
unido por el ejercicio de algunas actividades asociadas, en un complejo
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no, es necesario tener en cuenta sus caractersticas internas, que les con-
fieren un grado apreciable d personalidad (firmeza de asentamiento, g-
neros de vida, condiciones naturales, sistemas y tipos de cultivos, estruc-
tura social agraria, habitat, etc.). Es factible sealar subdivisiones me-
iiorts, as como fijar tambin organizaciones que desborden las fronte-
ras polticas. Como resultante de esta accin humana en la conquista
paulatina del suelo argentino, podran establecerse las siguientes regiones
geogrficas, que hemos representado en la figura 3 :
Seminario de Geografa de
la Universidad de Murcia.
Publicacin D. 3.
1.1 valle del ro Atuel, en la
I'iccoidillcra rle M<~iidoza.
:~~iIigiir~s.
Tr:cnsporte de la rna de
;rziicar en el ingenio Sanla
1.11ca (Tiiciiii>bn).