(1880) La Rebelion de Espartaco
(1880) La Rebelion de Espartaco
(1880) La Rebelion de Espartaco
de Espartaco
Por Fernando Garrido
1
la Pennsula Ibrica, en el norte de Europa y en las ardientes
llanuras del frica.
Por otra parte, los excesos y estragos cometidos por las clases
trabajadoras, esclavizadas y envilecidas, en los momentos en
que empuaban las armas para emanciparse, qu eran com-
parados con el crimen de esclavizar a sus semejantes y de
obligarles a trabajar por fuerza en beneficio ajeno, sometin-
2
dolos adems a las bajezas, miserias y prostitucin de que
acabamos de citar ejemplos en el rpido resumen hecho en los
captulos precedentes?
***
3
Los historiadores romanos han tratado de atenuar la humilla-
cin de Roma, vencida muchas veces por los esclavos, po-
niendo por las nubes el carcter extraordinario y las cualida-
des superiores de Espartaco.
4
73 compaeros al travs de un agujero abierto en la tapia del
corral donde los tenan encerrados.
***
5
les dio nimos y energa para buscar recursos y salvarse del
peligro: el sitio en que se encontraban estaba cubierto de vias
salvajes, y amontonando gran cantidad de sarmientos y entre-
lazndolos, formaron una especie de escala que, sujetada fuer-
temente, llegaba hasta el fondo del precipicio, y por ella baja-
ron todos durante la noche con el mayor silencio.
6
bleci esa odiosa distincin de amos y esclavos, de seores y
pueblos. Sigamos, pues, la ley de esa madre comn, y vues-
tros nombres figurarn entre los de los hroes por haber de-
vuelto libres a la humanidad todos esos desgraciados que ge-
man, como vosotros, en la servidumbre.
***
7
forjando tambin armas ofensivas; y, armados ya, se decidie-
ron a volver a Capua para vengarse de sus antiguos opresores.
Por el camino, en todas las aldeas de la Campania abran las
prisiones para engrosar sus filas; pero al llegar delante de Ca-
pua encontraron tal resistencia, que debieron renunciar a su
propsito.
8
enemigo e hizo escapar a sus soldados por sitios casi inacce-
sibles, buscando un refugio en el mar superior.
9
Gran terror produjo en los habitantes de Metaponte la aproxi-
macin del ejrcito de esclavos, pues crean que el pretor Va-
rinio haba dado cuenta de ellos en los desfiladeros de Picen-
clo, y por esto no hicieron resistencia alguna, sufriendo con
todo esto los horrores de la guerra, a pesar de las rdenes de
Espartaco.
10
la liga que gozaran todos de las mismas ventajas que los ya
emancipados.
11
tan formidable enemigo, volvi a su campamento a esperar
los refuerzos de Roma.
***
12
Informado ste de los designios de Varinio, form la mayor
parte de su ejrcito, apoyndose en las orillas del Sitearis,
mientras que Crixo fue a emboscarse en el lecho de un anti-
guo torrente. Era tan formidable el aspecto de aquella multi-
tud armada, que las cohortes del primer cuerpo se desalenta-
ron, y en el momento en que pasaban el ro cay Crixo sobre
la segunda lnea con sus galos, ponindola en completa dis-
persin, lo que oblig a Varnio a mandar retroceder a los que
podan quedar comprometidos al otro lado del ro, esperando
estrechar a los audaces galos entre sus filas. Crixo hizo abor-
tar este proyect, retirndose a su vez.
13
hacerles conocer lo que vale un pueblo cuando quiere con-
quistar sus derechos y cuando pelea por libertarse de las cade-
nas.
14
La rebelin de Espartaco
(continuacin)
15
bilidad de adquirir provisiones de las otras comarcas y en el
triste caso de aventurar en una batalla la suerte de todo su
ejrcito. Entr, pues, en tratos con los piratas de Sicilia para
buscar recursos y proporcionarse barcos; pero los mediadores
no llegaban, y hubo de reunir los soldados para manifestarles
las dificultades de su posicin, proponiendo como medio de
salvarse aprovechar la turbacin universal y atravesar a largas
jornadas la Italia, abrindose paso hacia los Alpes, de donde
podran con facilidad dirigirse a sus casas y gozar del botn
recogido.
16
determin a Roma a enviar dos cnsules, Gellio y Lntulo
Claudiano, con un numeroso ejrcito, que deba obrar, segn
las circunstancias, en perfecta combinacin.
17
indecisa la victoria, hasta que su muerte hizo desfallecer a los
pocos galos que an se mantenan firmes.
***
18
Espartaco encarg a su segundo la persecucin activa de los
fugitivos, y l acudi con grandes refuerzos a apoyar el cuer-
po de ejrcito que cerraba el paso a Gellio, sirvindose hbil-
mente de la disposicin del terreno para hacer que sus monta-
eses, arrastrndose por las rocas y vertientes que haba a uno
y otro lado de las barricadas, cayesen como una exhalacin
sobre el ejrcito romano, que, sorprendido, se puso en precipi-
tada fuga, dejando en poder de los insurrectos todos los baga-
jes y gran nmero de prisioneros, entre ellos 300 ciudadanos
romanos.
19
En ese mismo acto, y para vengar la infamia y la degradacin
que se haca caer sobre el esclavo, oblig a los 300 ciudada-
nos que tena prisioneros a batirse en torno de la hoguera, co-
mo hacan en el circo los gladiadores, esclavos de los ciuda-
danos romanos.
***
20
No puede acusarse ciertamente de orgulloso o de loco al que
concibi tan atrevido proyecto. Despus de la serie de triunfos
que la insurreccin de esclavos vena alcanzando, pudo creer
llegado el instante de atacar en el centro de las preocupaciones
el principio de las castas y acaso considerarse como instru-
mento de la gran renovacin social. Bien comprenda las
grandes dificultades de esta empresa, y, decidido a arrostrar-
las, hizo matar a todos los prisioneros,1 quemar los bagajes y
el botn, degollar los animales; y como haba de aprovecharse
del espanto que deba producir, se qued solo con los hombres
a propsito para la guerra, despidiendo y licenciando a todos
los que podan embarazar su marcha. Hecho esto, emprendi
resueltamente el camino de la capital del imperio.
Salustio aade:
1
Se entiende como medida militar, a pesar de que ticamente se colocaba
al mismo nivel de lo que Garrido critica a los romanos. N. del E.
21
algunos que se apoderan de los bagajes y se refugian en la
prxima aldea.
***
22
Quin podr tachar, al ver todos estos preparativos, de insen-
sato el proyecto del gladiador, cuando el historiador Floro
exclamaba: Poda sospecharse que se necesitara la recon-
centracin de todas las fuerzas romanas para dar cuenta de los
esclavos sublevados?
23
as, de que haba hecho hasta entonces fortalezas inexpugna-
bles.
***
24
y material necesario para el sitio, hubo de renunciar por en-
tonces al proyecto de marchar sobre Roma, determinacin que
hall mala acogida en el ejrcito.
25
Estas razones, que pesaban sin duda en el nimo del jefe, no
eran comprendidas por el ejrcito, y los galos especialmente,
que se inspiraban en su naturaleza guerrera y atrevida, mos-
traban su descontento y pretendan forzar las trincheras de
Craso, sin atender a que detrs de l se disponan las pobla-
ciones a apoyar la causa de Roma.
***
26
siciliano. Verres, gobernador de la isla, haba sobrecargado
los tributos, atrayndose la animadversin general, y como
Espartaco le conoca, lleg a esperar que si pisaba la isla po-
dra atraerse aquel ambicioso que pactaba con los corsarios y
piratas.
***
27
mento entre los golfos de Sila y de Hipponna, en el linde del
bosque ms espeso y extenso que hay en Italia. Desde all
hasta el punto ulterior del continente se extenda la montaa
entre Locres y Reggio en un espacio de 80 millas y con ver-
tientes a los mares; veanse all lmpidos manantiales, exce-
lentes pastos y toda clase de rboles resinosos, lo que daba
gran abundancia de vveres y ganados, ventaja no desprecia-
ble en la situacin en que se encontraban los insurgentes.
28
te, procuraba ocultar los progresos de su obra, llevndola ade-
lante con mucho vigor, hasta el punto de que, cuando se des-
cubri la muralla, los insurgentes se vieron, encerrados por
todas partes por una trinchera de quince pies de anchura con
otra tanta elevacin.
***
29
pecto con ramas retorcidas. Apenas cayeron al mar, desapare-
cieron en el abismo a la vista del ejrcito absorto, y aunque
intentaron hacer otras menos imperfectas, nadie poda dirigir-
las, porque, arrebatadas por la corriente, se estrellaba en las
rocas de Scila o se sumergan en las simas de Caribdis. Hubo
que renunciar a estos medios y decidirse a morir matando o
abrirse paso a toda costa saltando el foso y escalando la mura-
lla que les cerraba el paso, y, en efecto, a esta empresa teme-
raria se resolvieron aquellos hombres desesperados.
30
Craso, entretanto, al ver aquel rasgo de audacia, temi que los
esclavos se encaminasen directamente a Roma, y se apresur
a escribir al Senado que la situacin estaba ms grave que
nunca y que era urgentsimo llamar a toda prisa a Pompeyo,
que se hallaba en Espaa, y a Lculo, que mandaba en Mace-
donia.
31
Fin de las guerras de Espartaco
32
Deseoso Craso de concluir con los enemigos, aislados
como estaban, mand tomar una eminencia que dominaba
el campamento galo, enviando una divisin de 6.000 hom-
bres al mando de sus lugartenientes Pontinio y Marcio
Rufo. Llevaban orden del pretor de acometer la empresa al
rayar el da y con el mayor silencio, a fin de sorprender a
los galos; pero una feliz casualidad hizo que stos descu-
brieran el intento por dos mujeres que a aquella hora salan
de su campamento, y vigilantes ya, apenas los romanos se
presentaron, cayeron con tal empuje sobre ellos, que, si
Craso no acudiera, hubieran obtenido una brillante victo-
ria. Hbil tctico Craso, se retir con su gente, atrayendo a
los galos a una llanura hmeda y resbaladiza, donde casi
impunemente les mat 10.000 combatientes.
33
librar a Roma del peligro de tal guerra, y el Senado enton-
ces le escribi para que se apresurase a volver de Espaa
con su ejrcito.
34
confianza renacida en ellos por el nuevo triunfo les hizo
olvidar los sabios consejos de su general, y, ansiosos de
gloria y no escuchando ms voz que sus deseos, arrastra-
ron a Espartaco por el camino de Roma, donde les aguar-
daba atrincherado con su gente el pretor romano. Este no
quiso precipitarse en el ataque, sino que, cubriendo con
sus tropas todas las salidas practicables, trat de encerrar a
los esclavos en un estrecho crculo para que se rindiesen a
discrecin.
35
haba encargado la compra de caballos. Estos jefes haban
trado un pequeo refuerzo, y Espartaco entonces pudo
reorganizar su gente, marchando con ella a situarse en los
valles Hirpenios, cerca de la aldea de Catana.
36
la derrota slo hallaran infames suplicios y segura muerte.
Los entusiasm hasta el punto de jurar todos morir antes
que retroceder o rendirse, y para quitarles toda esperanza
de gracia de parte de los romanos hizo crucificar sobre el
campamento algunos de stos que tenia prisioneros. En
seguida mat a su propio caballo, exclamando que, vence-
dor, encontrara, muchos de que servirse y, vencido, no
necesitara ninguno.
37
promesa, por mucho que esta desgracia les afectase, no
quisieron entregarse.
***
38
ciada cuatro aos antes por un puado de valientes que
llegaron a hacer temblar a la soberbia Roma.
39
***
40
Hipponno se salv por una casualidad; exhausta de recur-
sos y sin medios para prolongar su resistencia, hubiera, sin
duda, sucumbido a no ser por el pretor Verres, que, regre-
sando de Sicilia, pas cerca de aquella plaza, y aunque no
quiso detenerse a combatir a Publipor y sigui con su gen-
te para Roma, ste, que tuvo noticia de la aproximacin de
las huestes romanas, no considerndose an con fuerzas
suficientes para hacerles frente, levant el sitio y abando-
n aquella comarca, renunciando a embarcarse, y se diri-
gi hacia los Alpes para forzar su paso y salir de Italia.
Conocedor prctico del terreno, salv todas las dificulta-
des que se le presentaron, hasta que, ya prximo a la reali-
zacin de su plan, se encontr con Pompeyo, que regresa-
ba de Espaa, y, rodeado por todas partes por su ejrcito,
tuvo al fin que aceptar la batalla. Esta fue corta; las ague-
rridas tropas romanas arrollaron bien pronto a Publipor y
sus bravos, que no quisieron rendirse, y fueron casi todos
muertos en la accin.
41
De esclavos que eran, se convirtieron en ciudadanos, en
legisladores; protegiendo la industria y el comercio de-
mostraban que reconocan el valor que para ellos tenan
estas ocupaciones; ofreciendo sus mismas leyes a todos los
que quisiesen ampararse a su sombra probaban el culto
que a la Igualdad profesaban, y estableciendo, por fin,
leyes justas y creando una nueva sociedad, contraposicin
de la que los esclavizaba, daban una leccin severa de
derecho Igualitario a las castas dominadoras y explotado-
ras de la esclavitud.
42