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1. EL HECHO DE LA RESURRECCIN
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23. Cfr. J. GALOT, Gesu liberatore, Libreria Editrice Fiorentina, Firenze 1978,
pp. 361-362.
24. Cfr. Le 24, 11.37-39; lo 20, 1-2.25. Vid. P. GRELOT, L'historien devant la
Rsurreetion du Christ, en Revue d'Histoire de la Spiritualit 48 (1972), p. 233.
25. R. BULTMANN, L'interprtation du Nouveau Testament, trad. francesa, Pa-
rs 1955, p. 180.
26. Un resumen crtico de las tesis de Bultmann, Marxsen y otros autores, puede
verse, por ejemplo, en N. IUNG, La rsurreetion du Christ mise en question, Mame,
Paris 1973.
27. Por ejemplo, CH. KANNENGIESSER, Foi en la rsurreetion. Rsurreetion de
la foi, Beauchesne, Pars 1974. Este autor afirma la fe en la realidad de la resurrec-
cin fsica de Cristo, pero en base a una peculiar y confusa nocin de realismo
evanglico (p. 146), parece considerar que la fe en la realidad de la Resurreccin
se reduce simplemente a creer que los discpulos creyeron en ella (cir. pp. 128-146).
Ms resonancia tuvo, aos antes, el libro de X. LoN-DuFouR, Rsurreetion de
Jsus et message pascal, Ed. du Seuil, Pars 1971. Negando la reanimacin del
cuerpo muerto del Seor. Lon-Dufour concibe la Resurreccin como la asuncin,
por parte del alma de Cristo, del entero universo transfigurado (cir. p. 305 de la
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Nazaret resucit: volvi a la vida con el mismo cuerpo que haba sido
sepultado, dejando vaco el sepulcro y mostrndose a sus discpulos
numerosas veces, y de modo inequvoco, por espacio de cuarenta das.
Es histricamente demostrable y demostrado que los Apstoles pre-
dicaron este hecho desde el mismo da de Pentecosts, y que se pre-
sentaron como testigos de un hecho histrico, y no como transmisores
de una particular creencia o experiencia mstica. El anlisis histrico-
crtico manifiesta con sobreabundancia la credibilidad de su testimo-
nio; testimonio de quienes, desde una inicial incredulidad, se
rindieron ante la evidencia. Sobre esta evidencia y aquella credibilidad
se edifica, por gracia de Dios, nuestra fe.
Slo desde aqu se puede iniciar la reflexin teolgico-dogmtica
sobre el misterio de la resurreccin de Jesucristo.
2. ed.), de modo que esa Resurreccin sera algo real, pero no un suceso histrico
(cir. p. 2 5 2 ) . ,
Entre otros, depende de Lon-Dufour por lo que se refiere a la Resurreccin,
L. BOFF, ]esus Cristo Libertador, Ed. Vozs. Petrpolis 1972.
Una distincin tambin confusa entre reAlidad e historia. ser afirmada despus
por CH. DUQuoc, Christologie, vol. II (<<Le Messie), Ed. du Cerf, Paris 1973: la
resurreccin es histrica slo en el kerigma, no es histrica en s misma, aunque es
una realidad objetiva (p. 309).
Por su parte, E. SCHILLEBEECK){, ]esus, het verhaal van een levende, Nelissen,
Bloernendaal 1974, niega la historicidad del sepulcro vaco (cfr. p. 273) Y de las
apariciones de Cristo resucitado (cfr. pp. 291-293), Y ofrece una interpretacin en la
que, ms que de resurreccin, habra que hablar de manifestacin de Jess (cfr.
p. 271): una manifestacin que sera una experiencia de la gracia (cfr. pp. 272-273).
28. STO. TOMS, S. Th. 1I1, q. 55, a. 2.
29. Cfr. Ibidem, qq. 53-54. Sobre la doctrina de Santo Toms acerca del carcter
verdadero, perfecto y glorioso de la resurreccin del Seor, yid. P. RODRGUEZ, La
Resurreccin de Cristo en el pensamiento teolgico de Santo Toms de Aquino, en
Varios Autores, <Neritas et Sapientia, Eunsa, Pamplona 1975, pp. 327-336; y el
ms extenso estudio de Feo. OCRIZ, La Resurreccin de Cristo, causa de nuestra
resurreccin, Tesis, Universidad de Navarra, Pamplona 1977, pp. 105-175.
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divinitatis participat ex hoc quod est unita divinitati (In III Sent. d. 5, q. 1, a. 2
ad 6). Sin embargo, cabe plantearse la existencia de una nueva y superior deificacin
de esa carne tras la Resurreccin, como afirm S. Gregorio Niseno: cfr. 1. F. MATEO-
SECO, Estudios sobre la cristologa de San Gregario de Nisa, Eunsa, Pamplona 1978,
pp. 362-365.
35. M.]. SCHEEBEN, Los misterios del cristianismo, Herder, Barcelona, 2: ed.
1957, p. 718.
36. Ibdem, pp. 727-728.
37. Cfr. ibidem, pp. 728-729.
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38. Col 2, 9.
39. Cfr. L. CERFAUX, La thologie de l'Eglise suivant sant Paul, Pars 1942,
p. 258.
40. Sobre el contenido trinitario de lo sobrenatural en nosotros, o divinizacin,
puede verse Fdo. OCRIZ, Hijos de Dios en Cristo, Eunsa, Pamplona 1972, pp. 82-111;
IDEM, Perspectivas para un desarrollo teolgico de la participacin sobrenatural y de
su contenido esencialmente trinitario, en Atti del Congresso Internazionale San Tom-
maso d'Aquino, Ed. Domenicane Italiane, Napoli 1974 SS., vol. 3, pp. 183-193;
IDEM, La Santsima Trinidad y el misterio de nuestra deificacin, en Scripta Theo-
logica 6 (1974) pp. 363-390.
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41. Cfr. E. B. ALLo, Saint Paul: Premiere ptre aux Corinthiens, Gabalda, Pa-
ris 1935, pp. 91-112.
42. STO. TOMS, ce. IV, c. 86.
43. 1 Cor 2, 9.
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48. 1 Pt 1, 3-4.
49. J. BONSIRVEN, L'pitre aux hbreux, 5" ed., Paris 1943, p. 211. Tambin
segn J. Galot, la eficacia salvfica de la muerte de Cristo se reduce a merecer la
Resurreccin, que sera la nica causa eficiente directa de la salvacin (cir. J. GALOT,
Gesu liberatore, cit., p. 392).
50. 1 Pt 1, 8.
51. Epb 5, 2.
52. Mt 20, 28.
53. lo 17, 19.
54. S. JUAN CRISSTOMO, In Ioh. 17, 19: PG 59, 443.
55. lo 10, 17-18. Cfr. S. AGUSTN, In Ioh, tracto 47, 7: PL 35, 1736.
56. 2 Cor 5, 15.
57. L. CERFAUX, ]sus le Sauveur, en Lumiere et Vie 15 (1954), p. 89.
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69. STO. TOMS, Comp. Theol. I, c. 239; cfr. IDEM, S. Th. IIl, q. 56, a. 1 ad 3.
70. IDEM, S. Th. Sup., q. 76, a. 1 c.
71. S. ALBERTO MAGNO, In IV Sent. d. 43 B, a. 5.
72. Cfr. F. HOLTZ, La valeur sotriologique de la rsurrection du Christ selon
saint Thomas, en Ephcmerides Theologicae Lovanienses 29 (1953) pp. 616-627;
A. PIOLANTI, Dio-Uomo, Descle. Roma 1964, pp. 577-588.
73. STO. TOMS, S. Th. IIl, q. 56, a. 1 ad 3.
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1. Ascensi6n y Pentecosts
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cipative dii 90. La estrecha analoga con la participacin del ser, per-
mite afirmar que, as como por su natural el hombre es sin ser el Ser,
por la gracia sobrenatural el hombre es dios sin ser Dios. Pero, ade-
ms, el hecho admirable de que esa gracia sea participacin de la gra-
cia de Cristo, permite afirmar que el hombre justo es Cristo sin ser
Cristo. Expresin slo aparentemente paradjica -aunque profunda-
mente misteriosa-, cuyo realismo es similar al de la afirmacin de
que las criaturas son sin ser el Ser 91.
Esta conclusin -ser Cristo sin ser Cristo- podra parecer una
extrapolacin indebida, ya que participamos, s, de la gracia de Cris-
to, pero Cristo no es slo su gracia. Ciertamente; pero tambin par-
ticipamos con El de la naturaleza humana, y -10 que es ms de-
cisivo- nuestra filiacin divina es participacin de la Filiacin del
Verbo, es decir del mismo Hijo Unignito que, por esto, sin dejar
de ser el Unignito del Padre, es Primognito entre muchos herma-
nos 92.
La cristificacin -a la que, con rica variedad de expresiones, se
refieren los Padres tanto latinos como griegos 93_, es una real y
misteriosa identificacin con Cristo, que slo en la gloria de la futura
resurreccin alcanzar su consumacin, cuando El mismo, como escri-
be San Pablo, transfigurar el cuerpo de nuestra miseria en un cuer-
po semejante a su cuerpo de gloria, segn el poder que tiene de so-
meter a s todo el universo 94. Por tanto, con el Apstol podemos
afirmar, en esperanza e incoativamente, que Dios nos ha resucitado
y nos ha sentado en los cielos, no slo con Cristo, sino tambin en
Cristo: nos ... conresuscitavit et consedere fecit in caelestibus in Chris-
to Iesu 95.
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