Hornstein Luis - Cuerpo Historia Interpretacion
Hornstein Luis - Cuerpo Historia Interpretacion
Hornstein Luis - Cuerpo Historia Interpretacion
CUERPO, HISTORIA,
INTERPRETACION
Piera Aulagnier: de lo originario
al proyecto identificatorio
PAIDOS
Buenos Aires
Barcelona
México
Traducción de Irene Agoíf (capítulos 2, 4, 5, 8, 9 y 12)
ISBN 950-12-4155-6
INDICE
Primera parte
DE FREUD A PIERA AULAGNIER
Segunda parte
CUERPO
Tercera parte
HISTORIA
Cuarta parte
INTERPRETACION
Luis Hornstein
INTRODUCCION
sujeto es, por el contrario, afectado poruña carencia radical que lo hace
fundamentalmente deseante. El deseo es aquello que se encuentra
subtendido y que sin cesar es relanzado por la carencia inscripta en la
psique de un objeto-causa radicalmente heterogéneo al campo de lo
figurable y de la representación. Lacan estableció una oposición
tajante entre el sujeto y el yo; este últimose forma a partir delaimagen
especulary está constituido por la suma de identificaciones al semejante
(63).
invitado a asociar libremente, y el analista, a su vez,
escucha e interpreta, no debiendo restringirse a una
disciplina de intelección que se podría convertir en una
actitud esterilizante. El pensar psicoanalítico no se re
duce a conexiones de ideas lineales, sino que pone en
comunicación lo alto y lo bajo, el centro y la periferia, lo
formulable y lo informulable. Su trabajo esencial es la
invención de lo heterogéneo por un desplazamiento in
cesante de referencias, y es de lo heterogéneo que pre
tende dar cuenta la función teorética.
No se trata, para la teoría psicoanalítica, de dejar
escapar este objeto incongruente, racionalizándolo, ni
intentar reproducirlo pretendiendo imitar el proceso
primario (18).
P. Aulagnier, y en eso sigue a Freud, sostiene la validez
relativa del pensamiento. Castoriadis puntualiza que el
término “sujeto del inconsciente” no es de Freud. Para
Freud el sujeto es transaccional, producto de las diversas
instancias.4
sujeto humano eit la dimensión del lenguaje; se dirá entonces que está
capturado, perdido, alienado en eí lenguaje que no habla sino que es
hablado (o, ¿por qué no?, que él no escribe sino que está escrito) —con
el riesgo de instalar “detrás” de él un “sujeto del inconsciente”, el cual
evidentemente se anula desde que una palabra ha sido pronuncia
da—. Esta es la línea de Lacan/Barthes/Derrida (14).
El establecimiento de una relación distinta entre lo consciente y lo
inconsciente debe contener, deí lado de la instancia consciente, la
reflexividad y la capacidad de acción deliberada, Eso no implica de
ningún modo la “toma de poder” por lo consciente, la asimilación o el
desecamiento del inconsciente. El psicoanálisis no tiene nada que ver
con una “adaptación” cualquiera al estado de cosas existentes, sino que
apunta precisamente a la capacidad de interrogar este orden. Ese
orden está poco amenazado poruña explosión de “deseos”por definición
inarticulados e inarticulables, o por la fantástica aparición sobre la
escena social del “sujeto del inconsciente”. La actividad deliberada es,
desde el punto de vista metapsicológico, la existencia de una cantidad
de energía libre coordinada con la reflexividad.
diluya la existencia del inconsciente y la escisión cons
titutiva del sujeto.
La relación entre el yo y lo inconsciente es la vía
obligada para el reconocimiento por el yo de su deseo y de
su lugar en relación con el Otro. La otra escena no
concierne solamente a la prehistoria del yo, sino también
a lo más actual de su historia.
El yo no puede plantearse más que dando a su pasado
y a su porvenir un sentido, eligiendo un proyecto iden
tificatorio y una interpretación de su historia reela-
borada sin cesar. El yo es un historiador y su historización
depende del proceso identiñcatorio.
Muchas corrientes posfreudianas sostienen qué el
psicoanálisis no busca la verdad histórica. Consideran la
verdad histórica como una fantasía retrospectiva proyec
tada hacia el pasado. P. Aulagnier aportó elementos para
ese debate actual concerniente a la relación verdad
material, verdad histórico- vivenCial y realidad psíquica.
No se trata de oponer realidad objetiva a representación
fantasmática, sino de encontrar relaciones entre las cir-
cuñsiancias reales responsables.de experiencias signifi
cativas en la historia de un sujeto y las circunstancias
fantasrriáticas que acompañan su representación me
diante la realidad psíquica y.por ella. Entre ambas se
interponen las circunstancias interpretadas producto del
yo que, como todo historiador, quiere dilucidar las causas
y los efectos de las batallas ganadas y perdidas, de las
alianzas respetadas y de las traiciones padecidas. Esta es
una versión selectiva y censurada pero que no puede
obviar el impacto de ciertos acontecimientos. La realidad
histórica es el conjunto de esas experiencias que jalonan
la primera infancia de todo sujeto. Su surgimiento en
frenta al niño a experiencias afectivas, somáticas, psí
quicas, que lo obligan a una reorganización de su psique,
a una reevaluación estructurante o desestructurante de
su balance económico, a una reorganización más rica o
más pobre de sus reparos identificatorios. Esas experien
cias vividas serán —según los casos— reprimidas, siem
pre reconstruidas cuando el recuerdo persista. El trabajo
analítico podrá permitirle al sujeto transformar la sig
nificación de esas experiencias, relativizar el impacto e
imputarles otras causalidades (7).
1. EDIPO
3. APARATO PSIQUICO
Proceso originario
Desde el nacimiento comienza una actividad corporal
tanto como psíquica, Los estados del cuerpo, de privación
o'de satisfacción, son metabolizados én representaciones.
La vida del cuerpo y la vida psíquica son previas a la
entrada en escena del yo y de su tipo específico de
representación: las representaciones ideicas.
Lo propio del pictograma es negar lo afuera de sí. Las
manifestaciones propias de lo originario serán interpre
tadas por el portavoz. La forma con que el pecho define la
demanda, preforma el objeto de la demanda y constituye
aquello que se inscribirá como objeto complementario en
la representación pictográfica.
Desde el pictograma la psique sufre las consecuencias
de la dependencia cuerpo-realidad exterior, psique-apor
tes libidinales del otro. Esa doble dependencia, aunque es
negada por lo originario, existe y tendrá consecuencias
fundamentales en la vida psíquica.
En lo originario se forjan dos representaciones antinó
micas. En una, la realización del deseo implicará un
estado de reunificación entre el representante y el objeto
representado. En la segunda, el propósito del deseo será
la desaparición de todo objeto que pueda suscitarlo. Eros
definirá el movimiento que lleva a la psique a unirse al
objeto; la pulsión de muerte, el movimiento que la lleva a
rechazarlo,
La complementariedad zona-objeto, por el postulado
del autoengendramiento, determina que el displacer
originado en la ausencia del objeto o en su inadecuación,
por excesó o por defecto, se presentará como ausencia,
exceso o defecto de la zona misma. El objeto malo es
indisociable de una zona mala. El deseo de destruir el
objeto se acompañará siempre con el deseo de aniquilar
una zona erógena y sensorial.
Piera Aulagnier comparte con Freud y Klein la idea de
un dualismo pulsional irreductible. Ella propone la defi
nición amplia de la actividad de representación como
equivalente.psíquico del trabajo de metabolización pro
pio de la actividad orgánica. Cuando los tres espacios se
han constituido, toda información impuesta por la exis
tencia del afuera de la psique debe ser metabolizada en
los tres sistemas (pictográfico, fantasmático e ideico).
En lo originario, la psique contempla e inviste un
reflejo de ella misma que establece su identidad y su
relación especular al espacio, del cual ella desconoce la
exterioridad.13
El proceso originario tiene por finalidad metabolizar
las excitaciones tanto endógenas como de los estímulos
que lo movilizan desde el mundo exterior. Y lo hace bajo
la modalidad de experiencia de placer o de sufrimiento
que acompaña a los diversos encuentros. El proceso
originario persistirá a lo largo de toda la vida, consti
tuyendo ese fondo representacional que vincula esos
primeros encuentros con sus componentes somáticos con
todo lo vivido posterior.
Proceso primario
13. Freud escribe en 1938: “El primer objeto erótico del niño es el
pechomaterno nutricio; el amor se engendra apuntalado en la necesidad
de nutrición satisfecha, Por cierto que al comienzo el pecho no es
distinguido del cuerpo propio, y cuando tiene que ser divorciado el
cuerpo, trasladado hacia afuera por la frecuencia con que el niño lo
echa de menos, toma consigo, como objeto, una parte de la investidura
libídinal originariamente narcisista”. E sta primera re presentación del
pecho no diferenciado del cuerpo propio es el investimiento primordial.
Ulteriormente será investido el pecho trasladado h ad a afuera. “Este
primer objeto se completa luego en la persona de la madre, quien no
sólo nutre, sino también cuida, y provoca en el niño tantas otras
sensaciones corporales, así placenteras como displacenteras. En el
cuidado del cuerpo, ella deviene la primera seductora del niño. En
estas dos relaciones arraiga la signifícatividad única de 1a madre, que
es incomparable y se fija inmutable para toda la vida, como el primero
y más intenso objeto de am or... en ambos sexos” (44).
de lo primario implica una interpretación escénica del
mundo que asigna a todo acontecimiento y a todo existen
te una causa definida por la intención atribuida al otro:.
P. Aulagnier piensa que no existe una división tan
neta entre representación de cosa y representación de
palabra a la cual Freud sí le atribuía una demarcación
tópica en su metapsicología. Postula entre el estado de
infans y el de sujeto hablante una fase que, a pesar de la
doble inscripción, permanece sometida al postulado de lo
primario.
La inscripción psíquica de la representación de pala
bra se puede concebir bajo dos modalidades. Si se la hace
coincidir con acceso a la lógica del discurso sólo se podrá
hablar de representación de palabra con la instauración
del proceso secundario. Si, por el contrario, se admite la
existencia de una fase precoz en cuyo transcurso se opera
la unión representación de cosa-representación de pala
bra que impone un nuevo tipo de información a la activi
dad psíquica se puede decir que algunas producciones
psíquicas, a pesar de la doble inscripción, siguen regidas
por la lógica del deseo.
El acceso al lenguaje para Piera Aulagnier supone el
pasaje del placer de oír de lo originario, al deseo de
aprehender de lo primario para finalmente arribar a la
exigencia de significación del proceso secundario.
En lo primario todo lo oído remite a dos significados:
uno engloba un conjunto de representaciones en las
cuales el fantaseante es designado como el objeto desea
do; el otro engloba el conjunto contrario: las represen
taciones mediante las cuales la experiencia de displacer
se presenta como la meta a que apunta el deseo del otro.
Lo secundario trasciende las significaciones primarias
y sus dos únicos significados, desplazándose el interés
hacia la búsqueda de significado a partir de los enuncia
dos efectivamente pronunciados.
El proceso primario es la modalidad de funciona
miento de la psique cuando se impone el reconocimiento
de una diferencia entre dos espacios y dos deseos. Lo
primario da lugar a un trabajo de actividad psíquica
cuyos momentos fecundos suponen la aceptación de una
serie de diferencias: éntre dos espacios psíquicos; entre los
dos representantes de la pareja parental; entre el deseo y
la demanda; entre ser hombre y ser mujer, y por último,
entre significación primaria y secundaria.
Yo
4. IDENTIFICACION
CUERPO
2. NACIMIENTO DE UN CUERPO,
ORIGEN DE UNA HISTORIA*
Piera Aulagnier
PREAMBULO
BIBLIOGRAFÍA
André Green
HISTORIA
5. LOS DOS PRINCIPIOS DEL FUNCIONAMIENTO
IDENTIFICATORIO: PERMANENCIA Y CAMBIO*
Piera Aulagnier
1. EL CONFLICTO IDENTIFICATORIO
2. LA POTENCIALIDAD PSICOTICA
COMO PRECIO DEL COMPROMISO IDENTIFICATORIO
M. C. Hother de Hornstein
*Migucl Hernández.
como identificante, como identificado y con el ideal del yo.
El yo se apropia del antes de su existencia gracias a la
mirada y al discurso que la madre le ofrece. En un primer
momento, el yo es un simple “repitiente” del discurso de
la madre; a ella le deja la tarea de formular sus “anhelos
identificatorios” concernientes a su futuro. En un segun
do tiempo, esta acción “anticipatoria” es investida por el
niño, para ser él mismo dueño de sus propios “anhelos
identificatorios”, que no tienen que estar ligados ex
clusivamente a un retomo a lo pasado. Por el contrario, es
necesario que catectice su propio cambio, su propia al
teración. Hasta ahí hay un polimorfismo defensivo que
debe definirse una vez concluida la infancia, dando lugar
a una elección de las defensas que dependerá de la
naturaleza de los obstáculos y de la elaboración que haga
el yo ante el peligro que lo amenaza en el recorrido de su
trabajo identificatorio. Momento crucial en el que cul
mina la identificación simbólica, proceso que se realiza en
dos tiempos. En un primer tiempo, el yo deberá formar
parte de los enunciados que lo nombran; el segundo
tiempo corresponde a la interiorización y apropiación por
el yo de la posición identificatoria que resulta del trabajo
de elaboración y de duelo operando sobre sus propios
identificados en el curso del primer tiempo del recorrido
identificatorio.
Uno de los acontecimientos responsables de este giro
responde a la necesidad del yo de modificar su relación de
dependencia con el discurso parental. Coincide con el
comienzo de la adolescencia, momento en el cual las
identificaciones que cobran preponderancia dependen de
los encuentros extrafamiliares.
El discurso del conjunto le ofrece al sujeto una certeza
acerca del origen, necesaria para que la dimensión his
tórica del pasado sea posible por retroacción; a la vez que
le otorga un lugar en el campo social. De esta manera, el
saber parental no queda como su garante exclusivo. El
acceso a una historicidad es indispensable para que el yo
alcance el umbral de autonomía para su funcionamiento.
Los encuentros sucesivos en el trayecto identificatorio
remiten a situaciones afectivas ya vividas, las que al ser
reforzadas por la fantasía llevan a movimientos de atrac
ción o de huida según que el encuentro evoque la espera
o el rechazo del objeto. “El yo firma a partir de aquí un
compromiso con la realidad”, que dependerá en gran
medida de cómo la madre ayude al niño a desidealizar el
tiempo infantil, para que pueda catectizar un tiempo
futuro. El rechazo a colaborar en esta desidealización
favorece una potencialidad psicótica.
El reconocimiento de la importancia que adquieren
otros referentes enfrentan al yo con la no “unicidad de un
identificado”, con el saber de que ninguna mirada podrá
ser "único espejo”, siendo por el contrario “el conjunto de
las miradas de los otros por él investidos las que le
propondrán algunas de las piezas del rompecabezas que
sólo él podrá ensamblar después de haber elegido aque
llas que le ayudarán a proseguir y a consolidar su cons
trucción identificatoria. Construcción sólo posible sobre
el fondo de un número de piezas ya unificadas gracias a
los dos componentes del yo que son el identificante y
algunos de los primeros identificados ofrecidos por el
portavoz” (3, pág. 216).
La continuidad del trayecto identificatorio requiere la
catectización de nuevos espacios y otros destinatarios a
los cuales demandar amor, placer y reconocimiento. En el
primer espacio de catectización, que es el familiar, las
demandas tienen como finalidad metas fusionadas: al
mismo objeto se le pide placer tanto narcisista como
sexual. Las posteriores áreas de catectización, apuntan a
metas y placeres diferentes. Para los ocupantes del segun
do espacio —que para el niño es el medio escolar; para el
joven, la relación con los amigos y para el adulto, el medio
profesional—las demandas tienen objetivos parciales: ya
sea un placer narcisista o sexual, o también ese abanico
de sentimientos que tienen que ver con la amistad, las
relaciones con colegas, etc. A lo largo de toda la vida se
preservará la catectización de ambos. Lo que supues
tamente cambian son los ocupantes, las demandas y las
ofertas dirigidas a los habitantes de cada uno de esos
otros representantes de la realidad. Pero siempre el yo re
querirá de un espacio al cual demandará “con metas
fusionadas”.
Un tercer espacio de catectización es esa parte del
campo social con el que se comparten los mismos in
tereses, las mismas exigencias y esperanzas —profesión,
comunidad, clase social—.
La continuidad del trayecto identificatorio depende de
que una serie de identificados se unan al identificante
para que el yo infantil realice un trabajo de auto-
modificación en favor o en contra del deseo del otro.
La movilidad de la construcción identificatoña exige
una reorganización permanente del espacio psíquico y de
su relación con el mundo, una nueva repartición entre los
soportes narcisistas y los soportes objetales, la elección de
nuevos objetos, el duelo por otros que forzosamente ten
drá que abandonar. Tarea nada simple y conflictiva por
definición, si tenemos presente el grado de exigencia y de
resistencia que imponen cada una de las instancias
puestas enjuego.
El jo debe guardar en su memoria el recuerdo de
ciertas experiencias pasadas, con la condición de que el
recuerdo permanezca investido sin verse obligado a per
manecer fijo en una única posición que detendría su
marcha. Peligro que se evidencia en la psicosis, en la cual
el yo tiene que apelar a la construcción de una neo-
temporalidad que lo ponga a salvo de un sentimiento de
desestructuración ya vivida, pero que debe borrar de su
memoria.
P. Aulagnier llama “área de los posibles relaciónales”
a la serie de posiciones identificatorias que puede ocupar
el yo, conservando siempre la seguridad de que algo de él
mismo se preservará y podrá ser reencontrado en ese yo
modificado, en el cual se va transformando a lo largo de
la vida. Esta área de los posibles relaciónales nos da la
medida de su libertad.
El movimiento identificatorio y el movimiento rela
cional son indisociables, como lo son también del mo
vimiento temporal que sirve de hilo conductor, de ligazón,
tanto en la sucesión de las posiciones identificatorias
ocupadas por el yo en su historicidad, como en relación
con los objetos de investimiento sucesivamente elegidos.
Hugo Bianchi
1. TIEMPO Y REPETICION
2. TIEMPO Y FANTASIA
todos los hijos de los hombres . Estas solas palabras sugieren que no es
sólo el hecho empírico de su frecuencia, y hasta de su generalidad, lo
que las caracteriza. Si cada vez son creadas las mismas fantasías con
el mismo contenido , si se pueden recuperar, bajo la diversidad de las
fabulaciones individuales, algunas fantasías típicas es porque la
historia acontecimiental del sujeto no es el prim um movens y debe
suponerse un esquema anterior capaz de operar como ‘organizador5”,
Fantasía originaria, origen de la fantasía, fantasía de los orígenes.
usted. Yo me puse furiosa y pensé cómo podía hacer para
llevármelo. Corrí a la portería, allí tiré... algo así como un
rayo y todas esas mujeres quedaron paralizadas. Me lo
llevé sin que ninguna pudiera hacer nada... iCómo me
divertí...! Todvía veo el brillo del rayo, si cierro los ojos...”
En el enamoramiento, ¿la unión con el ideal repre
senta la devoración del objeto por el yo?9¿Cómo podría
Teresa encontrar amparo en el deseo de matar a su
analista escondido por el brillo del triunfo erótico sobre
las otras “mujeres”? Y sobre todo, ¿quién es él para ella?10
3. TRANSFERENCIA Y REPETICION
4. HISTORIA O REPETICION
BIBLIOGRAFIA
Maurice Dayan
Estimados amigos:
Con razón o sin ella pensé que, al menos hoy, se
esmeraba que cumpliese el poco cómodo papel de maestro
historiador. Algo inveterado en mí debe de prestarse a
ello, pues compruebo que finalmente me he acomodado a
esta incomodidad relativa.
Hace, pues, diez años que se publicó La violencia de la
interpretación. Este libro maestro —como lo llamé en el
primer estudio crítico que entonces propuse— no des
mintió en absoluto esa estimación princeps, si vamos a
juzgarlo por su público, por su penetración profunda en el
campo analítico contemporáneo, por la evidente influen
cia que ejerce en nuestros pensamientos. No se trataba
ciertamente de un primer ensayo, aunque se tratara de
un primer libro. Por el contrario, venía a coronar una obra
ya considerable integrada por numerosos artículos cita
dos aún hoy y que bueno sería, dicho sea de. paso, que
pronto pudiésemos disponer de sus textos esenciales
reunidos en un volumen que recogiera el primer itine
rario de la autora.1Tan cierto es que un primer itinerario
INTERPRETACION
9. EL TRABAJO DE LA INTERPRETACION.
LA FÜNCION DEL PLACER
EN EL TRABAJO ANALITICO*
Piera Aulagnier
A MODO DE PREFACIO
CONSIDERACIONES PRELIMINARES
INTRODUCCION
EROS Y TANATOS EN EL YO
REMEMORACION Y FIGURATTVIDAD
EL LENGUAJE, EL INCONSCIENTE Y EL YO
LA RELACION TEORIA-CLINICA
Maürice Dayan