Procesos Interdictos
Procesos Interdictos
Procesos Interdictos
CONTENIDO:
1 Defensa de la posesión y de la tenencia.-
2 Generalidades sobre interdictos.-
3 Objeto de los interdictos.-
4 Clases de procesos interdictos.-
5 Quiénes pueden demandar los interdictos.-
6 Contra quiénes procede el interdicto.-
7 Competencia.-
8 Plazo para intentar.-
9 Revisión de lo resuelto en el interdicto.-
10 Costas del proceso.-
11 Recurso de apelación.-
12 No procede el recurso de casación.-
En primer lugar debemos dejar claro que los procesos interdictos o posesorios
defienden tanto la posesión como la tenencia de las cosas, porque la protección que
éstas acciones brindan exceden al campo de la posesión y cubre otras relaciones de
hecho con la cosa, como es precisamente la tenencia.
La posesión es el poder de hecho ejercido sobre una cosa mediante actos que
denotan la intención de tener sobre ella el derecho de propiedad u otro derecho
real. Una persona posee por sí misma o por medio de otra que tiene la detentación
de la cosa (Art. 87 del Código Civil)[1].
Por medio del instituto del interdicto como señalan varios estudiosos del De-
recho[3], se evita la violencia y la realización de la justicia en forma privada; es
decir, los interdictos, fundamentalmente, persiguen o tienen por fin evitar que los
conflictos se diriman por mano propia, regulando a tal fin un procedimiento rápido
que protege tanto al poseedor como al detentador cuando los mismos tienen
legalmente la posesión de la cosa; por eso, se trata de un procedimiento urgente,
rápido y ágil.
El Código Civil (1976), desde el artículo 1461 al 1464, regula y protege a la posesión
con el título "de las acciones de defensa de la posesión"; sin embargo, es bueno
dejar claramente establecido que las disposiciones del Código de Procedimiento
protegen tanto al poseedor como detentador, mientras que el Código Civil, sólo al
poseedor.
Debemos partir del principio que el poseedor y el que tiene la tenencia de la cosa no
pueden ser perturbados arbitrariamente; por lo tanto, los afectados tienen a su
disposición las acciones interdictas.
Al respecto varios estudiosos del derecho[6] indican que las acciones corresponden
a todo poseedor o tenedor; por lo tanto, gozan de ellas el usufructuario, el usuario,
el anticresista, el que goza del derecho de habitación, el copropietario, etc.
Al respecto por ejemplo, nuestra Legislación dispone: "(...) Que quien lo intentare
se encuentre en la posesión actual o tenencia de un bien mueble o inmueble
(...)”[7].
Además el Art. 1461 del Código Civil (1976) es claro cuando señala que "I. Todo
poseedor de inmueble o de derecho real sobre inmueble puede entablar, dentro del
año transcurrido desde que fue despojado, demanda para recuperar su posesión,
contra el despojante o sus herederos universales, así como contra los adquirientes a
título particular que conocían el despojo. II. La acción se concede también a quien
detenta la cosa en interés propio".
Manifiesta el profesor Bustos que "las acciones posesorias se dan contra toda
persona que turbare o despojare de su posesión al accionante; por lo tanto, puede
dirigirse contra el despojante, sus sucesores y cómplices aunque fuera el propietario
del bien"[10].
7 Competencia.-
Los interdictos son acciones que protegen un derecho real y no personal; por
consiguiente, el interdicto posesorio es una acción tendente a la protección de ese
derecho real y debe ser interpuesto ante el juez instructor[11] en lo civil del lugar
donde se encuentra ubicado el inmueble, o el del domicilio del demandado,
conforme a las reglas de competencia que fija el Art. 10 del Código de Procedi-
miento Civil (1976).
Con relación a los interdictos sobre bienes inmuebles es competente el juez del
lugar en que está situada la cosa, y en caso de acciones relativas a bienes muebles es
competente el del lugar en donde se encuentra la cosa o el domicilio del demandado
a elección del actor.
Las normas del procedimiento civil y del Código Civil establecen que las acciones
interdictas prescriben dentro del año de producidos los hechos, y no corren una vez
consumados los mismos o terminada la obra, sino desde que comienzan las mismas
y concluyen a la presentación de la demanda.
Por su parte el profesor Bustos argumenta que las "acciones posesorias prescriben
al año contado desde la turbación. El plazo; sin embargo, no empieza a correr si los
actos de turbación o despojo no son públicos; empero, en honor de la verdad que
los actos clandestinos hacen correr el plazo si se prueba que el poseedor turbado o
despojado tuvo conocimiento de ellos"[12].
Al respecto nuestra Legislación ordena: "Los interdictos serán de competencia de
los jueces instructores y deberán intentarse dentro del año de producidos los
hechos en que se fundaren, excepto los de adquirir la posesión y la denuncia de
daño temido que podrán intentarse en cualquier tiempo"[13].
"La norma en estudio indica que las acciones deberán intentarse dentro del año de
producidos los hechos en que se fundaren; es decir, fija el punto de partida desde el
comienzo de los hechos u obra contra los cuales se reclama, lo que obliga a
determinar los antecedentes del cuadro fáctico. Si la perturbación se inicia
levemente y continúa por unos meses hasta que se consuma, el interdicto debe
presentarse dentro del año del comienzo y no dentro del año de la consumación,
ello porque la causa del reclamo tuvo su origen bien definido. Distinta es la
situación si se empiezan trabajos sin alterar o perturbar la posesión y varios meses
después de iniciada la obra, en un momento determinado, se produce el acto
perturbatorio. En este caso no importa la fecha de inicio de los trabajos, sino el acto
que origina la perturbación"[14].
Los interdictos de retener, recobrar la posesión y obra nueva perjudicial deben ser
deducidos dentro del año de producidos los hechos en que se funda; sin embargo
quedan a salvo el interdicto de adquirir la posesión y daño temido, para el cual no
es aplicable la caducidad del año; por consiguiente, los mismos pueden intentarse
en cualquier momento, por la naturaleza jurídica de éstos.
Las sentencias que se pronuncian en las acciones interdictas sólo tienen la calidad
de cosa juzgada formal y no material; por consiguiente, estas sentencias pueden ser
revisadas por un proceso de conocimiento, ya que al vencido en la acción posesoria
le queda abierto el camino del proceso de conocimiento (ordinario o sumario),
porque en el interdicto sólo se juzga el hecho de la posesión, pero no el derecho a la
propiedad, que es exclusivo del proceso de conocimiento donde se debe intentar las
acciones reales que pudieran corresponder a las partes, como podría ser la acción
reivindicatoría o mejor derecho.
Sobre este punto con mucho criterio señala el profesor De Santo que "las
resoluciones dictadas en los interdictos que no deciden de manera definitiva res-
pecto del derecho que puede asistir a las partes en orden a las pretensiones de-
ducidas, ni impiden la tutela judicial de aquél por los jueces de la causa, no son
susceptibles de recurso extraordinario"[17].
Similar criterio tiene el profesor Bustos cuando señala que "en los interdictos, el
litigio no se resuelve en forma íntegra, sino únicamente en algunas de las cues-
tiones, de modo que las que quedan pendientes deberán dirimirse en un proceso de
conocimiento posterior. Esta es la razón de que los pronunciamientos recaídos en
este tipo de procesos no produzcan efectos de cosa juzgada en sentido material sino
solamente formal”[18].
En todo proceso judicial y con mayor motivo en los interdictos rige el principio que
"quien pierde paga" o "quien no tiene la razón debe soportar los gastos del
proceso"-, por la sencilla razón que el litigante que no tenía derecho a demandar o
ser demandado debe sobrellevar las costas del proceso.
Sobre este punto nuestra Legislación ordena: "En todos los casos será condenada
en costas la parte perdidosa"[21].
Cuando se pronuncie la resolución de fondo, alguien debe soportar los gastos del
proceso; y por un principio general del derecho, estos deben sobrellevarlos por
quién no tenía razón o ha perdido el proceso, por tal circunstancia, la norma en
análisis señala que en todos los casos será condenada en costas la parte perdidosa,
sin dejar ninguna duda al respecto.
El proceso tiene su costo y éste debe recaer sobre alguno de los litigantes y es lógico
que este costo recaiga sobre el litigante que no tiene razón para litigar; por
consiguiente, el que triunfa en el proceso, que posea la razón jurídica y la vea
reconocida en la sentencia, tiene derecho a que devuelva la contraparte y
condenado en costas, lo gastado en el proceso.
11 Recurso de apelación.-
Sobre este tema el profesor Lino Palacio señala que "la apelación, que constituye el
más importante y usual de los recursos ordinarios, es el remedio procesal tendiente
a obtener que un tribunal jerárquicamente superior, generalmente colegiado,
revoque o modifique una resolución judicial que se estima errónea en la
interpretación o aplicación del derecho, o en la apreciación de los hechos o de la
prueba".[24]
El recurso de apelación supone la doble instancia, pero no significa una revisión de
la instancia anterior, por cuanto el tribunal o juez de apelación debe circunscribirse
a examinar la decisión impugnada sobre la base del material reunido en primera
instancia, pero esto no obsta, que excepcionalmente, en segunda instancia se
recepcione nueva prueba.
Al respecto nuestra Legislación civil (1976) precisa: "La sentencia podrá ser apelada
en el plazo de tres días, en el efecto devolutivo, sin recurso ulterior"[25].
Este plazo de tres (3) días se computa desde el día hábil siguiente de la legal
notificación a la parte interesada con la resolución correspondiente que pretende
impugnar.
El fundamento que tiene esta norma legal, radica en el hecho que la sentencia
pronunciada en este tipo de proceso no causa ejecutoría material, sino simplemente
formal, porque lo resuelto en este procedimiento puede ser revisado en proceso
posterior de conocimiento (ordinario o sumario); por lo tanto, las resoluciones
dictadas en los interdictos no deciden de manera definitiva respecto del derecho
que puede asistir a las partes en orden a las pretensiones deducidas en el proceso.
[3] Este es el pensamiento de los profesores: De Santo Víctor, Palacio Lino, Chersi
Carlos, Abarca Alfredo, Alsina Hugo, Parajeles Gerardo, Vescoví Enrique, entre
otros estudiosos del Derecho Procesal Civil.
[11] Cuando ingrese en vigencia plena la nueva Ley del Órgano Judicial (2010),
presumiendo que será desde el primero de enero del 2012, no habrá la clásica
división de jueces de partido y de instrucción sino simplemente "Jueces Públicos en
materia Civil".
[16] Para complementar el tema revisar la obra del mismo autor (Castellanos Trigo,
Gonzalo) "Procesos Especiales".
[19] Es el criterio jurídico de los profesores: De Santo Víctor, Palacio Lino, Chersi
Carlos, Abarca Alfredo, Alsina Hugo, Parajeles Gerardo, Vescovi Enrique, entre
otros estudiosos del Derecho Procesal Civil.
[24] PALACIO, LINO ENRIQUE, Manual de Derecho Procesal Civil. Tomo II.
Editorial Abeledo-Perrot. Buenos Aires - Argentina 1990. Pág. 78.