Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

La Hija Del Insomnio

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 5

LA HIJA DEL INSOMNIO

Un sillón con un almohadón. Atrás a la derecha, un cesto con ropa. A la izquierda sobre la
pared un botiquín.

Una mesa sobre el mismo nivel del sillón y una silla.

Alguien con ropa vieja y look unisex. Al lado del sillón.

Parado a un costado del sillón

ALGUIEN: No me dejes- dijo-. No me exiles de ti.

Sentado en el sillón

En lo alto, en lo puro del abandono. (Agarra un almohadón). Llamarme a mí pequeña


abandonadora. Trémulo gesto de mi cara para irme a llorar importantemente en la noche
del no se sabe quién es el abandonado.

Va hacia el botiquín

En la noche del no se sabe quién es el abandonado.

Golpea el frasco y vuelan las pastillas

Que se vaya- me dije-. Yo no pretendo, no intento, no comprendo.

Agarra una pastilla. Juega con ella en la mano.

-Sí- dije-. Vé, vé, vé. Sintiéndome siempre en el centro exacto del abandono.

Ingiere la pastilla. Breve silencio

Contemplar los fuegos del artificio, decirse profundo, gritarse en la boca de la caverna,
anunciarse que algo restalla en la niebla. Una propuesta o algo, en fin, a modo de respuesta
o dulce o nefasta, o algo, en fin, a modo de voz venida de la exterioridad más pura.

Agarra una copa con champagne

Resulta que estaba en un bar en Francia tomando café y fumando un cigarrillo. (Se sienta
al sillón). Era el único lugar donde permitían fumar adentro. De repente, vi pasar por la
ventana a un tipo alto, de traje. Me miró clavándome los ojos en mis ojos.

Yo tomé de un sorbo el café, pagué la cuenta y salí. Él ya no estaba... recorrí las calles e
iba preguntando a la gente (viste que hablo fluido el francés) pero nadie supo qué decirme,
nadie lo había visto. Nadie.
Con desilusión fui al hotel donde estaba parando, me saqué la ropa y me duché. Había
quedado caliente (Risas) en el doble sentido de la palabra.

Me acosté y releí unos poemas míos como suelo hacer. (Se acuesta sobre el sillón. Deja
caer el champagne). No sé cómo ese día me dormí enseguida. Ya sabés de mis problemas
para dormir. ¡No me lo vas a creer pero ocurrió un milagro! Empecé a soñar que estaba en
el mismo bar, en la misma situación y él que vuelve a pasar por la ventana, a clavarme sus
ojos pero esta vez... entró al bar.

Me preguntó si podía hacerme compañía y yo obviamente que le dije que sí.

Conversamos como media hora, me dijo que era abogado y que trabajaba en el juzgado.
Se notaba por su lavia.

Salimos y me invitó a su casa. Fuimos en su auto. Vivía en un departamento en la Rue de


Rivoli.

Puso un disco de jazz y nos pusimos a bailar (Se levanta del sillón y se pone a bailar
suavemente) y nos besamos y me llevó a su habitación y... (Se deja caer en el sillón). Me
desperté. Sí, me desperté en lo mejor.

Se levanta del sillón. Va hacia la mesita. Toma un vaso y lee:

Emboscado en mi escritura

cantas en mi poema.

Rehén de tu dulce voz

petrificada en mi memoria.

Pájaro asido a su fuga.

Aire tatuado por un ausente.

Reloj que late conmigo

para que nunca despierte.

Toma otro vaso y lee:

Yo no sé de pájaros,

no conozco la historia del fuego.

Pero creo que mi soledad debería tener alas.

Va hacia la mesa. Se sienta

Resulta que mi mamá tuvo una vida muy difícil. Mi papá nos abandonó y nunca más
apareció. Yo tuve que salir a trabajar para mantener la casa (Emocionado). Ella nunca
superó el abandono y se sumergió en el alcohol y en la depresión. Después le
diagnosticaron cáncer de pecho. Viste que a veces las angustias pueden ocasionar
enfermedades..

Y bueni, lograron operarla pero al poco tiempo le agarró en el otro y ahí no se salvó. Se
murió.

En medio del velatorio, se levantó del cajón (Se levanta de la silla). ¡Fue sorprendente!
Nos puteó a todos en iddish y volvió al cajón a morirse otra vez.

Se dirige con la silla en la mano hacia el centro.

Había en Nuremberg un famoso autómata llamado “la Virgen de Hierro”. La condesa


Báthory adquirió una réplica para la sala de torturas de su castillo de Csejthe (Coloca la
silla al costado, hacia la derecha). La condesa, sentada en su trono, contempla (Se
levanta de la silla y vuelve hacia el centro). Para que la "Virgen" entre en acción es
preciso tocar algunas piedras preciosas de su collar. Responde inmediantamente con
horribles sonidos mecánicos y muy lentamente alza los blancos brazos para que se cierren
en perfecto abrazo sobre lo que esté cerca de ella --en este caso una muchacha. La
autómata la abraza y ya nadie podrá desanudar el cuerpo vivo del cuerpo de hierro, ambos
iguales en belleza. De pronto, los senos maquillados de la dama de hierro se abren y
aparecen cinco puñales que atraviesan a su viviente compañera de largos cabellos sueltos
como los suyos.

Ya consumado el sacrificio, se toca otra piedra del collar: los brazos caen, la sonrisa se
cierra así como los ojos, y la asesina vuelve a ser la "Virgen" inmóvil en su féretro.

Primer desmayo. Se despierta lentamente y en cuatro patas va hacia le mesa. Va


sacando los muñecos que están escondidos y apilados. Cada vez que saca un
muñeco, saca un papelito de alguna parte del cuerpo y lee con dificultad.

Muñeco 1: COJA ENSIMISMADA: Dueña de Pericles. Présbita. Nadie garantiza la


veracidad de sus amores con Ramón del Valle Inclán, el supérstito manco a quien (Empieza
la dificultad en la lectura) Manco Capac de Mantegna y Pancho Villa obsequiaron con
calaveras. “Hoy tu palabra es como un manco”, le dijo, desde Casilda, el clan coja. A lo cual
respondió el trazador de Bradomín: “Entonces, a Montecarlo, a conquistar a la argentinita”.
A la sazón perdió el último brazo con el que rampaba como un lobizón.

Muñeco 2: BOSTA WATSON: Hija natural de Ionesco y de la Unesco. Hija artificial de


Lupasco.

Muñeco 3: NICÓMACO: Mico apócrifo. Inició a Popea en los puntapiés eróticos que
acabarían con su vida (la de Popea, no la de Spagueti). Especie de play-ping-pong de la
isla Fernando Poó (Estado de Nausicaá).

Agarra dos muñecos: un bebé y una nena. Los une y se va hacia atrás del sillón.
Sienta a los dos muñecos en el respaldo superior del sillón. Se agacha y queda en
escena estos dos muñecos.
Yo estaba predestinada a nombrar las cosas con nombres esenciales. Yo ya no existo y lo
sé; lo que no sé es qué vive en lugar mío. Pierdo la razón si hablo, pierdo los años si callo.
Un viento violento arrasó con todo. Y no haber sabido hablar por todos aquellos que
olvidaron el canto.

Asoma la cabeza y la apoya en el sillón. En escena se muestra una foto como si fueran
tres muñecos.

¿Para qué hablamos si no hay ningún silencio que romper?

Maneja a la muñeca como si hablara ella:

Muchacho literario, ¿qué vas a hacer de sin mí en esta vida con dientes de tigre?

Habla él:

Aquí no se vive ni se sueña. Tampoco se ama.

Manipula a la muñeca:

Vivir a mi lado es una suerte de muerte, pero alejarse de mí significa morir. ¿Acaso
comprendés quién sos?. Personajito tan pequeño, ¿quién sos?

Manipula al bebé:

No soy tan pequeña; sos vos quien es demasiado grande.

La muñeca:

Pero, ¿quién sos?

El bebé:

Soy un yo, y esto, que parece poco, es más que suficiente para una muñeca.

Segundo desmayo. Este ocurre detrás del sillón.

Suena de fondo Little girl blue, de Janis Joplin. Se levanta lentamente y observa el
lugar. Lo recorre: observa las pastillas tiradas, los muñecos que siguen sentados.

Se dirige hacia el canasto de ropa ubicado al fondo del lado derecho. Cerca del sillón.
Empieza a revolver ropa y a tirarla. Cada vez que tira una prenda, dice algo.

Ropa 1: Mi soledad es total, es atroz.

Ropa 2: Todo lo que dije lo arrojaba por inservible. Mi amor en harapos volaba como un
paquete nauseabundo.

Ropa 3: Empieza el temor de que me abran y me dejen así. O sea: de que me curen la
herida y no la cierren.

Ropa 4: No quiero ir nada más que hasta el fondo.


Se queda con una camisa que estaba en el fondo. La huele. La acerca a su pecho. Va
hacia el botiquín donde hay un pequeño espejo. Se saca el saco que llevaba puesto
y se pone la camisa.

Apagón.

También podría gustarte