El Problema Ético en La Filosofía de Kant
El Problema Ético en La Filosofía de Kant
El Problema Ético en La Filosofía de Kant
en la filosofía de Kant
Resumen
La filosofía de Kant, en cierto sentido, constituye el fundamento de la razón ilustrada.
En sus planteamientos el imperio de la razón aparece unido a la historicidad. Kant
funda la concepción de autonomía del hombre en la modernidad: el reino de la
libertad no puede estar regulado o aprisionado por las cosas; es el hombre mismo
que, por medio de la razón, guía sus acciones. En el plano ético, el deber no es
algo que se le imponga desde su exterior, sino un postulado a priori de la razón. En
este sentido, la conciencia moral es autónoma, se impone a sí misma como deber,
como imperativo categórico. La razón aparece como la sabía y única legisladora y
la historia se deja ver ya no como un designio de los dioses sino con hechura de
los hombres.
Palabras clave: razón, ética, autonomía, imperativo categórico, deber.
Abstract
In a way, Kant’s philosophy is the basis of enlightened reason. In their approaches,
the rule of reason appears united to historicity. Kant founds the conception of man’s
autonomy in modernity: the realm of freedom cannot be regulated or imprisoned
for things, is the same man who, by reason guides their actions. In an ethical plane,
duty is not something that is imposed from the outside, but an a priori postulate of
reason. In this sense, the moral conscience is autonomous, self-imposed as a duty,
as a categorical imperative. The reason appears to be the only lawmaker and knew,
and history no longer be seen as a plan of the gods but to men’s workmanship.
Key words: reason, ethics, autonomy, categorical imperative, duty.
Artículo recibido el: 26-04-12
Artículo aceptado el: 22-03-13
T
I
1
M. García Morente, “Prólogo”, en Immanuel Kant, Fundamentación metafísica de las
costumbres, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1946, p. 11.
2
Idem.
3
Immanuel Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, op. cit., p. 18.
4
Immanuel Kant, Ensayo sobre la claridad de los principios de la teología natural y de
la moral, 1999, párrafo 2, II, citado en E. Cassirer, Kant, vida y doctrina, México, Fondo de
Cultura Económica, 1993, p. 276.
5
Idem.
6
Immanuel Kant, Fundamentación metafísica de las costumbres, Madrid, Espasa Calpe,
1932, p. 55 (cfr. Immanuel Kant, Grundlegung zur metaphysik der sitten, AC. B., vol. IV, Madrid,
Espasa Calpe, 1932, p. 414).
7
Immanuel Kant, Kritik der Praktischen Vernunft, AC. B., vol. V, 1, 1, C. 3, p. 42. Berlín,
G. Reimer, 1913, p. 84.
8
Ibid., pp. 43 y 94.
9
Ibid., pp. 47 y 94.
10
Immanuel Kant, Fundamentación metafísica de las costumbres, op. cit., A, 3 = IV, 394.
11
Immanuel Kant Kritik der Praktischen Vernunft, op. cit., p. 30, Trad. M.G.M., p. 63.
12
Immanuel Kant, Fundamentación metafísica de las costumbres, op. cit., p. 21; Immanuel
Kant, Grundlegung zur metaphysik der sitten, op. cit., C. 1, p. 393.
II
Hegel denomina a la Teoría del Derecho de Kant (y de Fichte) como una teoría
formal porque el fundamento Kant lo buscaba sin recurrir a la experiencia
empírica para explicar su necesidad y universalidad. Ese fundamento lo
colocaba en el continente de la voluntad, el cual no podía descubrirse
por razonamiento inductivo. Kant y Fichte trascendían la empiricidad y los
intereses consiguientes, muy mundanos, de libertad, de propiedad, de deseo
de vivir de la filosofía sensualista de Hobbes y Locke. Kant reviste el derecho
con una buena vestimenta de dignidad moral, aunque ésta sea postulado
de la razón práctica.
Kant, al negar una norma objetiva, incluso bajo la idea de bien, rompe el
puente que unía al sujeto cognoscente con el objeto conocido. Aunque ya, por
otros motivos, lo haya intentado realizar el empirismo de Hume al negar el
objeto, es decir, la cosa en sí. Aunque Hume esa idea de “cosa en sí” la haya
trasladado a las impresiones y Berkeley a la percepción, al fin de cuentas. Y
lo rompe de una manera radical. Más que Descartes. Niega Kant la relación
normativa con el mundo de las cosas, de la realidad, con los contenidos. La
razón objetiva, o considerada como tal, por la cual yo puedo saber, fuera
de la misma voluntad, si algo es justo o injusto, quedaba eliminada. Así, se
aislaba el sujeto cognoscente, hasta cierto punto, del mundo de la objetividad.
Aunque a decir verdad, Kant intentaba lanzar un puente entre sujeto y objeto,
entre sujeto cognoscente y objeto conocido. No había una dicotomía total
entre sujeto cognoscente y realidad de la cosas en sí. Cierto, las cosas en
sí, aisladas, no existen sin el sujeto que las pone para conocer. Es decir, el
objeto es para ser conocido y la razón, el conocimiento, es para conocer
un objeto.14 Con razón dice Hegel que, en este punto, Kant sostendría una
moralidad “abstracta”, a-histórica, encerrada en el mismo sujeto, fuera de
13
G.W.F. Hegel, Fenomenología del espíritu, México, Fondo de Cultura Económica, 1973,
p. 254.
14
M. García Morente, “Prólogo”, en Immanuel Kant, Fundamentación metafísica de las
costumbres, op. cit., pp. 55 y 271.
15
Alasdair MacIntyre, A short history of ethics, Nueva York, Macmillan, 1976, p. 1.
16
G.W.F. Hegel, Sobre las maneras de tratar científicamente el derecho natural, Madrid,
Aguilar, 1979, (1802), NL, p. 70, Werke 2:454.
17
G.W.F. Hegel, Lectures on the philosophy of World history: Introduction, Cambridge,
Cambridge University Press, 1975, p. 80.
18
NL, p. 92; Werke 2: 481.
III
Kant, en consecuencia con sus premisas, tenía una idea especial de la ciencia
del derecho. Si su ética reflexionaba la moralidad, su filosofía del derecho se
centrará en la formalidad-legalidad.
El derecho será, pues, un conjunto de reglas que determinan externamente
la legalidad de las acciones. El derecho no mira al motivo de la acción. O
el fin o finalidad, según Kant. No persigue un bien, sino un deber sólo
dirigido a la acción externa mandada por la ley. Que la libertad de cada
uno sea compatible con la libertad de todos. Intenta una legislación que en
el campo de la “objetividad”, algo que se puede detectar, se relacione con
una posible y factible convivencia. El principio universal del derecho sería:
“obra exteriormente de tal suerte que el libre uso de tu albedrío pueda estar
conforme con la libertad de todos según una ley universal”. Por lo tanto, “es
justa toda acción, según cuya máxima la libertad del albedrío de cada uno es
compatible con la libertad de todos según una ley universal”. Luego Kant trata
de propiciar una norma que evite en cuanto sea posible, las “arbitrariedades”
de la “subjetividad”. ¿Lo logró? ¿La novedad de Kant?
No quería destruir la moral tradicional, sino restaurarla. No quería
encerrarse en un craso empirismo (Hume). Ni en un racionalismo especulativo
tipo cartesiano. Intentaba salir del claustro del solipsismo cartesiano y del craso
empirismo. Tenía detrás la tradición cristiana, aquella de la libertad moral y
responsabilidad. Y el principio de la dignidad personal. Una revolución: 1) en
el orden práctico: la moral ya no sobre la idea de bien (como en la antigua
doctrina del derecho natural) sino sobre la forma del deber; 2) en el orden
especulativo: el conocimiento ya no sobre el ser (como Descartes) sino sobre
el sujeto cognoscente y esas formas a priori. Luego, una ética y un derecho
fruto de la razón pura (una “especulación” filosófica). Sin referencia ni al ser,
ni a la realidad supuestamente objetiva, caótica, fragmentada. Una laicización
de la ética y del derecho. Sin referencia a ninguna normatividad objetiva en
cuanto a la ética, sino sólo apelando a la pura razón. Ésta era la que fijaba la
legitimidad, medía las condiciones de existencia y sus alcances. Una moral
pues, autónoma, un sujeto legislador, a imitación de Rousseau.
19
John Rawls, A theory of justice, Oxford, Oxford University Press, 1973, p. 251.
20
F.J. Herrero, Religión e historia en Kant, Madrid, Gredos, 1975, p. 107.
conclusión
percibe y comprende las cosas. Así piensa contra Hume. En el espíritu que
condiciona al objeto mismo en orden a su propio conocimiento. De la misma
manera, es el hombre mismo, en su racionalidad y por su racionalidad, el
que deja un sitio a la eticidad. El reino de la libertad no puede estar regulado
–o aprisionado– por las cosas. Es el hombre mismo, por medio de su razón,
el que guía su propia acción. El deber no es otra cosa sino un postulado a
priori de la misma razón. La conciencia moral es autónoma. Se impone a sí
misma como deber, como un imperativo categórico. No puede haber ahí,
como fundamento, una “cientificidad”. Se está en otro orden y dimensión.
De ahí su frase: “He tenido que suprimir el saber para dar lugar a la fe”. En
todo caso, la razón del hombre es la norma. Pero si esto es así, Kant vuelve,
por otro rodeo, a los griegos.
Por lo demás, siempre podríamos rendir un homenaje a Kant.