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Arqueologia - 1 Modulo

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LOS PUEBLOS DEL

BRONCE FINAL EN LA
PENINSULA IBERICA
I. EL BRONCE FINAL PENINSULAR

El Bronce Final en la Península Ibérica es un periodo mal conocido arqueológicamente,


pero, sin embargo, es un periodo muy dinámico, lleno de novedades. En torno al 1200-1100
a.C. distintas zonas de la península se incorporan a áreas de intercambio europeas y
mediterráneas: mundo atlántico, ámbito centroeuropeo (Campos de Urnas) y ámbito
mediterráneo (fenicios). Gracias a estos contactos, se producen distintas transformaciones
económicas, como la incorporación de nuevos cultivos (legumbres) y de nuevas técnicas
agrícolas (hoz de bronce, utilización de abono animal) y distintas transformaciones sociales que
suponen una mayor jerarquización social (jefaturas complejas) y el avance hacia la aparición de
sistemas estatales (lo que tendrá lugar ya en la Edad del Hierro).

Como se ha señalado anteriormente, distintas áreas peninsulares entran en contacto


con ámbitos extra-peninsulares:
1. Galicia y la zona cantábrica con el área atlántica europea, es decir, con las islas
británicas y la fachada atlántica francesa. Ello se refleja en la aparición en estas regiones
peninsulares de utensilios realizados con similar tecnología que la de dichos ámbitos atlántico-
europeos, es decir, la utilización de aleaciones binarias (cobre, estaño) como anteriormente,
para la elaboración de artefactos.
2. Aparición de la cultura de los Campos de Urnas en el valle del Ebro y Cataluña, lo que
supone una aportación étnica centroeuropea, y como principal innovación cultural, la
incineración y el enterramiento de las cenizas en urnas.
3. Colonización fenicia en la mitad sur peninsular, cuya principal innovación es la
cerámica a torno (no aparece hasta mediados del s. VIII a.C.).

Estos contactos no provocan cambios bruscos sino graduales y se hacen más palpables y
se materializan en la definitiva consolidación de la industria del bronce frente a las
producciones del cobre, así como en un incremento de objetos metálicos en detrimento de de
la industria lítica y ósea que experimentará un empobrecimiento. Tampoco hay un
conocimiento claro del proceso, simplemente datos sueltos.

1.1. Periodización del Bronce Final:

Debido a la gran disparidad evolutiva de las diferentes áreas peninsulares hace


complicado e incluso imposible realizar una periodización, pero generalizando podemos
dividirlo en tres partes:

- Bronce Tardío (Bronce Final I): Es la etapa final del Bronce Medio y comienzo del Inicial
que va desde s. XIII hasta finales del s. XI a.C., caracterizado por el fenómeno de Cogotas I y el
comienzo de su expansión, en el sentido de que sus productos llega a otras culturas.

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- Bronce Intermedio o Pleno (Bronce Final II): Etapa que corresponde a la plenitud del
Bronce que ocupa desde el s. X hasta mediados del siglo IX a.C., caracterizado por el momento
más álgido de apogeo de Cogotas I que se extiende desde el Duero hasta el Tajo y Castilla la
Mancha; coincide a su vez con la intensificación metalúrgica en el Noroeste, Portugal y Galicia.
Aumenta la producción atlántica y la búsqueda de materias primas, intensificándose ésta en el
SO del V. del Guadalquivir.
- Bronce Final (Bronce Final III): Se extiende desde la segunda mitad del siglo IX hasta
todo el siglo VIII a.C. Se caracteriza por la eclosión de productos metálicos (sobre todo de
bronce) en la fachada atlántica, que coincide con el inicio del desarrollo de la Edad del Hierro, y
el paso del tartésico pre-colonial al colonial.
Asimismo podemos distinguir varias áreas culturales en la P. ibérica del Bronce Final
serian, por orden de antigüedad, y que, a continuación, desglosaremos cada una de ellas más
detalladamente:

- Sub-Meseta Norte: En esta zona se desarrolla la Cultura de Cogotas I. Es una zona con
un bronce con características propias muy arraigadas al periodo anterior. Es la primera gran
cultura del Bronce que se conoce.
- Fachada Atlántica: desde Huelva a Galicia y Cantabria, influenciada por el Bronce
Atlántico Europeo.
- Noreste: Es una zona influenciada por la cultura de Campos de Urnas, que hacia
mediados del s. XII (1100 a.C.) comienzan a penetrar en la Península Ibérica a partir de los
Pirineos.
- Suroeste: Es donde se desarrolla la cultura tartessica.

También podemos mencionar otras culturas que se dan en la P. Ibérica:


- Sureste: Es un foco heredero de la Cultura del Argar, que podríamos llamar post-
argárico con influencias de Cogotas.
- Islas Baleares, donde se desarrolla la Cultura Talayótica.

II. COGOTAS I

2.1. Introducción: Definición, marco geográfico y cronología:

Mientras la mayor parte de la Península Ibérica recibirá contactos tantos del


Mediterráneo como centroeuropeos, configurando así diversas culturas; hay que destacar el
papel del sustrato autóctono, situado en la Meseta Peninsular del Circulo de Cogotas I en el
Bronce Final Tardío, cultura mejor conocida gracias a la localización y estudio de una serie de
asentamientos que han ofrecido un estado de conservación suficiente proporcionando datos
de gran interés. Esta cultura fue caracterizada por el hallazgo de una cerámica muy típica, cuya
decoración extremadamente sobrecargada se basa en dos técnicas muy particulares: la
excisión y el boquique, así como la incrustación de pasta blanca sobre el barro para destacar
los motivos geométricos –zig-zags, espigas, líneas y retículas- obtenidos por incisión e
impresión.

La nominación de Cogotas proviene del primer yacimiento donde se encontraron este


tipo de cerámicas, en Castro de las Cogotas en Cardeñosa (Ávila). Existen dos períodos de
Cogotas:
1. Cogotas I: identificado con un período más antiguo.
2. Cogotas II: desarrollada durante la Edad del Hierro.
Solamente profundizaremos en el 1er periodo.

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Esta cultura comienza a configurarse entre los siglos XVII-XIV y XII a.C., donde se
generaliza la cerámica excisa y boquique (c. 1550 a.C.) y se introduce la Cultura de Cogotas en
las redes de intercambios (c. 1350 a.C.). La etapa de plenitud ocuparía los siglos XI a IX a.C.,
expandiéndose fuera de su área original (c. 1100 a.C.). El final de Cogotas I será en el siglo IX
a.C., prolongándose en la 1ª mitad del s. VIII a.C., perdurando durante este siglo en los bordes
montañosos de la Meseta, más aferrados a tradiciones arcaizantes (Blasco, Mª C.). En la
periferia occidental aparecen en esta última etapa objetos metálicos de tipología claramente
atlántica, mientras que en las comunidades orientales se manifiestan las primeras influencias
de Campos de Urnas.

En los años 40, debido a las tesis invasionistas, se relacionó la cerámica de Cogotas con
los pueblos incineradores de Campos de Urnas, teoría hoy desechada. La que predomina en la
actualidad nos dice que se trata de una cultura autóctona, desechándose la teoría invasionista
basándose en la tradición campaniforme de sus formas, gracias a los trabajos estratigráficos
llevados a cabo en distintas cuevas de la Meseta, la presencia del ritual inhumador en sus
tumbas y por su cronología, que es mucho anterior a la presencia de elementos culturales
extra-pirenaicos.

En conclusión, la cultura de Cogotas tiene como grupo originario la Meseta,


extendiéndose sus manifestaciones por el Ebro, el Sureste, la Mancha, Portugal y Andalucía, no
tanto debido a una expansión cultural como a los frecuentes contactos con otros grupos
peninsulares con los correspondientes intercambios entre unos y otros.

2.2. Cerámica:

Como ya hemos comentamos, el elemento más característico de esta cultura es su


cerámica, realizadas a mano (el torno no aparecerá hasta la llegada de los fenicios), con formas
abiertas, de carenas altas, de cuerpos troncocónicos y bases planas y estrechas. Esta cerámica
proviene de la cerámica campaniforme de Cienpozuelos.

Con respecto a las técnicas de ornamentación o decoración empleadas decir que son
diversos sistemas, entre los que destacan la incisión, el boquique, el puntillado, la impresión y
la excisión. A su vez los motivos geométricos también son diversos, en los que combinan
triángulos, zig-zags, guirnaldas, ajedrezados, etc., que en ocasiones se destacan por medio de
la incrustación de sustancias colorantes, principalmente ocres, aunque se generaliza la
incrustación en pasta blanca.

El color de las pastas suelen ser oscuros o pardos, originados por una cocción
reductora, lo que nos informa de la tecnología utilizada: hornos cerrados en los que no se
necesita mucha temperatura (850º C).

La gran dispersión de esta cerámica por buena parte de las regiones de la Península
Ibérica hizo pensar en una expansión de Cogotas, idea que hoy en día queda un tanto al
margen. Más bien, podía tratarse de intercambios o comercio, llegando al Levante y a
Andalucía, con una cronología del s. XIII a.C. hasta el periodo orientalizante.

Podemos mencionar algunos yacimientos donde se han encontrado este tipo de


cerámica: Requejada de San Román de Hornija (Valladolid); El Berrueco (Madrid); Sanchorreja
(Ávila); Castro de Las Cogotas, en Cardeñosa (Ávila)…

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2.3. Metalurgia:

La producción de objetos de metal carece de importancia y se limita a la fundición de


herramientas y armas de tipología arcaica y de elaboración local. Destacar las hachas planas,
puñales de remache, puntas de flecha de pedúnculos y aletas y punzones de sección cuadrada.
También hay que resaltar que no existen unas características similares entre todos los grupos,
pues mientras unos trabajaban el cobre, otros alean, desde la fase más temprana, el bronce.

2.4. Los asentamientos: Poblados y urbanismo:

El urbanismo de Cogotas I se caracteriza por establecimientos constituidos por


agrupaciones de cabañas, posiblemente circulares (rara vez, de planta cuadricular), realizadas
con materiales efímeros, de materiales deleznables, de tapial y cañizo, donde poco se han
conservado, por lo que es difícil de saber la estructura interna de las viviendas. Junto a las
cabañas e incluso dentro se han localizado hoyos o fosas de 1-2 metros de diámetro de boca
colmados de tierra y desechos, y cuya funcionalidad aún no está clara. Se piensan que
pudieron ser silos, lugares de enterramientos e incluso vertederos (un ejemplo caracteristico
de este tipo de poblado: Cerro de Ecce Homo, Alcala de Henares). Estas subestructuras son los
únicos restos de asentamientos que han llegado hasta nosotros. Estos asentamientos son muy
simples, denominándose “campos de fosas”.

Son poblados pequeños con poca durabilidad en el tiempo, sin estructuras defensivas
(murallas), lo que hacer pensar que se trataran de asentamientos estacionales (habitado en
primavera-verano) y de grupos semi-nómadas o semi-sedentarios.

Los lugares de asentamientos son diversos, pero entre los más habituales están las
terrazas bajas de los tramos medios y finales de los ríos, especialmente en la confluencia con
otras corrientes de agua, en puntos bien irrigados (Ejemplo: Cerro del Berrueco, Salamanca).
Pero también se encuentran en menor medida los establecimientos en alto, dominando el
entorno, en zonas donde antes había habido población (ocupación prolongada).

2.5. Economía:

Al principio, se pensó que la base económica de esta cultura era el pastoreo


trashumante, explicando así la gran expansión de esta cultura. Pero, hoy en día, y con las
investigaciones más recientes, han negado esta idea. Es cierto que se mueven de un sitio a
otro pero siempre en su área nuclear, en donde mantendrán, como ya comentamos
anteriormente, frecuentes contactos con otros grupos peninsulares con los correspondientes
intercambios entre unos y otros, origen de esa gran dispersión de su cerámica por gran parte
de la geografía peninsular. Este comercio solía ser un comercio de prestigio donde se
intercambiaban dones, pero sobre todo mujeres, para evitar así la endogamia.

Por tanto, su economía combinaba la agricultura y la ganadería. La agricultura era


intensiva, la de Cogotas, explotando zonas cercanas hasta agotarlas. Por su parte la ganadería
era de corto alcance, moviéndose en un territorio reducido.

2.6. Creencias, enterramientos, ritual y ajuar:

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Sobre las creencias de esta cultura existen pocos datos. Tenemos el caso del
enterramiento de un perro con motivos no muy claros. Cabe la posibilidad pensar de que
pudiera tratarse del culto hacia este animal o quizás presente un carácter votivo.

Se percibe en los enterramientos de Cogotas I un fuerte conservadurismo. Sigue


practicándose el enterramiento de inhumación en fosa, que indica la continuidad de los grupos
previos al Bronce. No existe necrópolis, son siempre tumbas aisladas.

Las manifestaciones funerarias son escasas (doce o trece enterramientos). Suelen ser
enterramientos individuales, a excepción de algunos colectivos. Solían enterrarse en medio del
pueblo, en zanjas, vertederos, etc., pero también en el interior de las cabañas. Este último
modo de enterramiento ha sido interpretado de varias maneras:

- Una de ellas nos dice que los que se encuentran enterrados en el interior de estas
cabañas pertenecían a la elite del poblado.
- Otra, sin embargo, nos indica que más bien este tipo de enterramiento se debe a la
deposición del cadáver en ese lugar por no saber donde meterlos.

Por otro lado, no existe ritual específico, aunque hay pocos casos para poder hablar bien
de ello. Si es de destacar el siguiente aspecto, el de que aparecen los individuos siempre en
posición fetal, los hombres mirando hacia la derecha y las mujeres hacia la izquierda.

El conservadurismo existente con la etapa anterior (Calcolítico), además de lo ya citado,


nos lo señala la parición en los ajuares de cuarzo. También se han encontrado elementos que
nos habla de un comercio mediterráneo o atlántico, debido a que, en uno de los
enterramientos se han encontrado lingotes y una fíbula chipriota (fíbula de codo), recubierto
mediante una losa. La influencia atlántica se refleja por el hallazgo de estas fíbulas de codo, de
los puñales tipo “Porto do Mos” y espadas lenguas de carpa, etc.

2.7. Sociedad:

A partir de todos los elementos que hemos analizado (como la ausencia de


asentamientos fijos, los escasos datos funerarios, el predominio de ajuares simples, etc.),
podemos hablar de una sociedad poco jerarquizada, igualitaria, o de jefatura simple y muy
conservadora, que terminará con un cambio muy acusado, con unas jefaturas más complejas.
III. BRONCE ATLANTICO PENINSULAR.

3.1. El concepto de Bronce Final Atlantico:

Según Marisa Ruiz-Gálvez, el término de “Bronce Atlántico” fue empleado por Martínez
Santa-Olalla ya en 1941 como concepto contrapuesto al de Bronce Mediterráneo. Esta
diferenciación se basa en la apreciación de las distintas características en la evolución de cada
uno de estos dos ámbitos, ya que en la fachada noroeste de la Península Ibérica encontramos
una cultura que se desarrolla relacionada directamente con el Bronce Final de la fachada
Atlántica Europea, en concreto las áreas de Galicia, el occidente de Asturias y el norte de
Portugal. A esta zona de la Península se le suele atribuir el término de “atlántico” dado que
presenta unos rasgos que parecen ser comunes con las regiones del extremo occidental
europeo, especialmente con Bretaña, el sur de Inglaterra e Irlanda.

Existe la controversia acerca de si se debe entender este término como definitorio de


una cultura concreta o si más bien nos habla de unos rasgos comunes que se presentan en
distintos pueblos, lo que les hace inscribirse dentro de una órbita cultural común.

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Es muy posible que la creación de esta órbita sea favorecida por un cierto determinismo
geográfico, que aboca a estos territorios a una expansión marítima en un mar y unas zonas
costeras muy diferentes a las de la zona mediterránea.

3.2. Periodización del bronce final atlántico peninsular:

Una de las cuestiones que más estudios ha acaparado ha sido la de la periodización del
Bronce Atlántico peninsular. Una de las periodizaciones más aceptadas es la realizada por
Gómez de Soto basándose en la combinación de dataciones dendrocronológicas,
radiocarbónicas y tipológicas:

• Bronce Final Atlántico I (1250-1100 cal. BC) Este periodo se caracteriza por una
metalurgia cuyo rasgo más significativo el sincretismo entre las viejas tradiciones locales y
productos de origen atlántico. Un ejemplo representativo de esto lo constituye el depósito de
Valdevimbre (León), donde se mezclan las hachas planas o puñales de remaches con
elementos innovadores como lanzas de enmangue tubular o regatones cónicos (el grupo
peninsular mejor conocido es el de Cogotas I, en la meseta, en estos momentos).

• Bronce Final Atlántico II (1100-940 cal. BC) Se han considerado las espadas
pistiliformes como el elemento caracterizador de esta etapa, cuyo origen se encuentra en los
Campos de Urnas. En este momento también se produce la generalización de las hachas de
talón y anillas, las lanzas de enmangue en tubo, los brazaletes macizos con decoración incisa,
las navajas de afeitar, etc. Se aprecian influencias mediterráneas en las hachas de apéndices
laterales (en estos momentos, el mundo de Cogotas abandona sus viejos tipos de utillaje e
incorpora nuevos modelos, así como las aleaciones ternarias).

• Bronce Final Atlántico III (940-750 cal. BC) se identifica a nivel tipológico por las
espadas de “lengua de carpa”. En estos momentos van a proliferar los grandes depósitos y el
tipo de aleación más frecuente será la ternaria (cobre, estaño, plomo). En el caso de la
Península Ibérica, los yacimientos más representativos son los de Ría de Huelva y bailes,
Portugal (cronológicamente coincide con la crisis de Cogotas I y la aparición de Soto de
Medinilla).

Además de esta periodización, existen otras que a continuación mostraremos de forma


esquematizada en el siguiente cuadro

CRONOLOGIAS ABSOLUTAS DEL BRONCE ATLÁNTICO PENINSULAR


Según Almagro Gorbea y Ruiz Según Coffin (años 70): Según Mederos (1996)
Zapatero (1992):
Bronce Final I: Bronce Final I: Bronce Final I:
1200-1100 a.C. 1200-1050 a.C. 1500-1300 a.C.

Bronce Final II: Bronce Final II: Bronce Final II:


1100-900 a.C. 1050-900 a.C. 1300-1150 a. C.
B. Final IIA: 1300-1225 a.C.

B. Final IIB: 1225-1150 a.C.

B. Final IIC: 1150-1050 a.C.

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Bronce Final III Bronce Final III: Bronce Final III:
Proto-Orientalizante: 900-700 a.C. 1050-875 a.C.
900-700/650 a.C. B. Final IIIA: 1050-950 a.C.
B. Final IIIB: 950-875 a.C.

Otros autores dividen el Bronce Final Atlántico en 2 periodos (según Marisa Ruiz-Gálvez):
1. Bronce Final Atlántico I (siglos XII-IX a.C.).
2. Bronce Final Atlántico II (siglos X- VIII a.C.).

3.3. Características culturales del Bronce Final atlántico: Internacionalizaón del Comercio.

Los periodos que, anteriormente hemos señalado a través de distintas periodificaciones


de autores, se han definido fundamentalmente a través del estudio del material metálico,
sobre todo, de espadas, hachas y lanzas que aparecen en toda la fachada atlántica peninsular,
similares a las que se encuentran en el suroeste de Gran Bretaña y en la costa atlántica
francesa (se ha determinado por ello la existencia de relaciones entre estas áreas) hablándose
de relaciones supranacionales entre zonas abastecedoras de materias primas y centros de
producción de tales objetos metálicos.

Desde estas áreas se difunden a otras zonas, especialmente en el mediterráneo central a


través de los contactos comerciales. Este carácter supranacional hizo que Timothy Champion
definiera esta cultura como “Bronce Internacional Atlántico”, considerándola integrada en un
sistema mundial centro-periferia.

Otros autores no entienden que se trate de una cultura en si, sino de una
superestructura tecnológica, es decir, de un fenómeno multicultural que utiliza una misma
tecnología relacionada con la metalurgia.

En cualquier caso, el Bronce Final en la Península Ibérica abarca la fachada cantábrica y


la atlántica desde Galicia a Huelva. En este ámbito peninsular, habrá zonas abastecedoras de
materias primas (metales), y otras zonas destinados a producir los objetos metálicos (espadas,
hachas, lanzas…).

3.4. Metalurgia del Bronce Final Atlantico:

Podemos decir que, a pesar de las grandes realizaciones, es más simple de lo que parece.
Usaron una tecnología muy rudimentaria (la técnica de fabricación no ha evolucionado mucho
con respecto a la etapa anterior, salvo la aleación).

No era una superestructura. La técnica más simple para la fundición del metal consiste
en excavar un horno en el suelo, recubriéndolo de arcilla para evitar la perdida de calor. Se
rellenaba de carbón vegetal o madera alternándolo con el carbón mineral.

Posteriormente se le introducía un tubo o tobera de arcilla refractaria por el que se


insuflaba aire y así aumentar la temperatura de fundición (el peso del metal hacia que éste
fuera hacia abajo formándose en el fondo una torta). Se utilizaban crisoles, es decir,
recipientes para beneficiar el metal y eliminar sus impurezas una vez obtenido éste; así como
moldes, tantos univalos (1 cara) como vivadlos (2 caras). A partir de esto, se puede hablar de
una industria local metalúrgica.

También eran frecuentes:

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− La técnica del laminado o batido, consistente en golpear una lamina de bronce hasta
darle forma deseada.
− La técnica de la cera perdida, utilizando moldes de arcilla recubierta de una capa de
cera y otra de arcilla.
− La técnica del remachado.

Estas técnicas se siguen utilizándose en la actualidad.

La novedad en esta etapa con respecto al Bronce Medio fue la obtención del bronce a
partir de las aleaciones del cobre y estaño, utilizándose a veces plomo para disminuir la
temperatura de fusión.

Los objetos fabricados que se han encontrado en los depósitos de la fachada atlántica
peninsular durante el Bronce Final son los siguientes:

• Espadas: la espada se define como una lámina enmangada y con dos filos, cuya
longitud sobrepasa los 20-30 cm. Está constituida por la empuñadura y la lámina. Martín
Almagro fue quien lo estudió. Durante el Bronce Final sufrió unas evoluciones de las que
distinguiremos 3 tipos de espadas:
− Espadas de tipo Pistiliformes: son propios del Bronce Final II. Su origen
tipológico se sitúa en centroeuropea, apareciendo variantes del mismo en el sur de Gran
Bretaña desde donde llegan a la Península Ibérica a lo largo del siglo XI donde comienzan a
introducirse a través del comercio. Presentan hojas con gran ensanchamiento en su parte
inferior. Abundan en depósitos fluviales (Ría de la Huelva).
− Espadas de tipo de lengua de carpa: son una evolución del tipo anterior.
Presentan una hoja mas estrecha, bordes paralelos y terminación en punta afilada. Tienen
ricazos en los bordes de la empuñadura. Este tipo de espada se ha hallado en la Ría de Huelva.
− Espadas de tipo Venat: evoluciona del anterior tipo de espada (de tipo de
lengua de carpa), con ricazos más pronunciados empuñadura de mayor tamaño y terminado
en botón. Una variante de este tipo de espada es la Espada de Sa Idda, que tiene una
protuberancia en la parte superior de la empuñadura.

• Puñales: se les conoce como puñales de tipo “Porto de Mos”. Están compuestos por
una empuñadura de madera y una hoja de doble filo metálica. Se encontró también en el
depósito de la Ría de Huelva.

• Puntas de flecha: durante el Bronce Final se crean tipos específicos de puntas. En Ría
de Huelva aparecieron un total de 15 puntas de flecha pedunculadas o de pedúnculo y aletas.

• Puntas de lanza: suelen ser una punta metálica fijada sobre un mástil de madera, su
extremo proximal puede ir reforzada por un talón de forma cilíndrica o troncocónica, que
recibe el nombre de regatón. Constituyen uno de los elementos más representados en el
depósito de Ría de Huelva, ya que se encontraron 87 piezas. También destaca otros tipos de
lanzas como la punta de lanza con perforaciones múltiples en toda la hoja; la del tipo Rosnöen,
con lámina de bordes sinuosos, las de tipo irlandés y las de hoja decorada del bronce Final
bretón.

• Hachas: tenemos 5 tipos de hachas:


− La mas antigua es el hacha plana proveniente del Bronce Medio. El hacha
plana es una lámina que presenta un filo transversal en la extremidad distal.

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− Hacha de reborde, que es una evolución de la anterior. Consiste en fundir los
bordes del hacha plana para doblarlos y ahí se coloca el mango de madera. Procederá de los
Campos de Urnas de centroeuropea.
− Hachas de apéndice, presentan dos apéndices o perturberancia para sujetar el
mango de madera. Siguen un modelo centroeuropeo.
− Hachas de talón: poseen una extremidad distal con doble fijo y otra proximal
(talón), pudiendo ser unifaciles (cortantes por una sola cara) o bifaciales (cortantes por las 2
extremidades). Presentan una o dos anillas. Todas las variantes tienen una alta concentración
de plomo, por lo que su resistencia seria escasa si se hiciera uso corriente de ellas; por eso se
piensa que se les daría un uso votivo.
− También vemos las hachas de rebordes y las hachas tubulares o de tubo.

• Cascos: durante el Bronce Final el casco comenzará a ser más frecuente en el equipo
de los guerreros, como el casco de cresta metálica, realizado con dos cuerpos metálicos que
unían por medio de un pliegue central reforzado con remaches. Aparecen en depósitos
fluviales y están representados junto a figuras humanas en las estelas.

• Hoces: uno de los útiles más habituales desde el Neolítico. En Europa central y
occidental se utilizaban la variedad de botón y lengüeta durante el bronce Final. El tubo es
común en las Islas británicas, estando presente en Francia, Suiza y la Península Ibérica, entre
los tipos más conocidos destacan las de base rectilínea y talón.

• Calderos: Tienen una función ritual. Aparecen de forma de ajuar funerarios,


asociados a los ríos, lagos. Están construidos con láminas de bronce remachadas unas con
otras. Son llamados calderos elaborados con la técnica de laminado.

• Asadores. Siguen prototipos venidos de Gran Bretaña y la costa atlántica francesa.


Los hay tanto articulados como no articulados en una estructura compuesta por un soporte y
una varilla larga de bronce.

• Fíbulas: La función de la fíbula es la de sujetar las prendas de vestir. Se componen de


cuatro partes: puente, aguja, mortaja y resorte. Su tipología es muy variada, por lo que son un
buen indicador para la realización de clasificaciones tipológicas y cronológicas. Son de todos
tipos:
− Fíbula de arco acodado o arco de violín
− Fíbula de codo o de puente enrollado. Son las más frecuentes en el horizonte
de la Ría de Huelva, en la que aparecieron 7 piezas.

• Torques: en Ría de Huelva se encontraron varios fragmentos metálicos que se han


atribuido a posibles torques de bronce con remates cónicos. A este tipo de collar se le ha
atribuido, por lo general, un valor simbólico o una representación de prestigio. Durante la
Edad del Bronce estos collares suelen ser de bronce o de metales preciosos y suelen terminar
en extremidades curvadas.

Junto a estos elementos también aparece una representación de botones; broches de


cinturón; anillas o eslabones; y, en menor medida, cinceles; alfileres; y agujas.

Todos estos objetos de bronce, las ideas, los moldes y los artesanos para su elaboración
circularían en una amplia zona europea, para dos necesidades: las mercancías de lujo y el
bronce, lo cual era el verdadero motor de la actividad en estos momentos. Estos depósitos han
aparecido en su mayoría en hallazgos fortuitos, en campos, terrazas y fondos de valles

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fluviales. El número de objetos o fragmentos de ellos que aparecen en los depósitos es muy
variable.

3.5. Grupo cerámico:

Como se ha dicho, la cultura atlántica no es una sola cultura sino que lo conforman
varias culturas con una serie de características en común. Es el único complejo cultural que no
está definido por rasgos étnicos sino por bases tecnológicas. Cuando se habla de cultura del
atlántico se habla de un conjunto de culturas que comparten una misma tecnología.

El Bronce Atlántico se ha definido siempre por su repertorio metálico tal y como hemos
podido ver líneas arriba, pero también existe una serie de cerámica característica de este
período que nos hace distinguir tres grupos culturales en la fachada atlántica:

• La situada más al norte (Pontevedra-Galicia-rió Miño). Es conocido como grupo


Penha. Lo característico es la perduración de la cerámica antigua influenciada por la cultura de
Cogotas. Las decoraciones son a banda con incisiones.
• Grupo Baiŏes-Venat. Se desarrolla en territorio portugués, en torno al Duero y el
Tajo. Se caracteriza por su grupo cerámico con bruñido con decoraciones incisas.
• Zona centro-sur de Portugal. Se puede dividir en dos zonas geográficas:
− Lapa de Fumo: Cerámica bruñida cerrada, con bruñido en el exterior.
Semejante a la del valle del Guadalquivir, pero esta se encuentra bruñida en el interior.
− Alemtejo (Algarve). Se caracteriza por las cerámicas bruñidas abiertas con el
bruñido en el interior.

3.6. Urbanismo: Patrones de Asentamientos:

Buscaban lugares no asentados con anterioridad, son de carácter estable y


estratégicamente situados sobre vías de comunicación o próximo a fuentes de recursos
agrícolas o mineros. No presentan usualmente construcciones defensivas.

En Galicia se trata de asentamientos de época tardía, como el de Peñalba y el de


Torroso, que datan de finales del s. IX y principios del s. VIII a.C. (por tanto a finales del
periodo).

En el círculo de Bailes-Sta. Lucia (Portugal), los asentamientos son mejor conocidos. Son
pequeños poblados emplazados en altura, con cabañas rectangulares u ovales, con alzado de
piedra o adobe (mezcla de paja y barro secado al sol). Su cronología es del s. X a.C. Entre ellos
se encuentran los poblados de Cabezo de Castro do Sao Romao, Sao Juliao y Barbudo. A veces
cuentan con sistemas defensivos artificiales como fosos y murallas. Son pequeños
asentamientos que capitalizarían relaciones comerciales al estar situados en vías de
comunicación, por eso es corriente que aparezcan en ellos objetos exóticos; también se
realizarían en los mismas actividades metalúrgicas.

En esta misma zona existe, sin embargo, otro tipo de poblado de época anterior, situado
en el llano. Es el de Bouza de Frado que guarda similitud con los asentamientos típicos de
Cogotas I: cabañas de material deleznable de cuyo rastro solo quedan manchas en el suelo.
Este tipo de asentamientos presentan ocupación hasta fechas similares a los poblados vistos
con anterioridad. Posiblemente se tratara de lugares destinados a la producción agrícola y
ganadera y al almacenamiento de productos agrarios, correspondiendo a los poblados
localizados en alto las actividades metalúrgicas y el control de territorio. Estos asentamientos

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en llano perviven del 1250 al 700 a.C. produciéndose la coetaneidad con los situados en altura
a partir del 1000 a.C. Significaría que, en torno a esta fecha, existe una mayor complejidad
social que trae consigo jerarquizacion y desigualdad en el seno de estas comunidades.

3.7. Mundo funerario:

Es poco conocido por la falta de documentación arqueológica (pocos enterramientos).


Se desconoce el ritual funerario que sería empleado por estos grupos para despedir a sus
muertos, pero en cualquier caso, éste no ha permitido la conservación de indicios materiales
que nos permitan su averiguación. El ritual pudo consistir en la exposición del cuerpo para su
descomposición o descarnamiento por parte de las aves, en la incineración, en el arrojo de los
cadáveres al agua, etc. Precisamente, y como veremos más adelante, esta ausencia de
enterramientos ha sido la que ha motivado a muchos autores a plantear la posibilidad de que
los depósitos de objetos metálicos corresponda a la inhumación del ajuar en lugar del cuerpo
del difunto.

Solamente conocemos en la fachada atlántica un solo enterramiento en tierra, en Roça


do Casal do Meio (Portugal), que consiste en un corredor alargado y una cámara circular de
falso techo. Es tan parecido a los monumentos del Cobre que se piensa que pudo ser una
reutilización. Otros autores piensan que no, que es ex novo, hecha por gente del bronce final
que no perdieron las costumbres anteriores. Los dos individuos se encuentran en postura fetal,
uno de ellos sobre piedra. El ajuar es típico del Bronce Final, compuesto por fíbula, peine,
anillo, broche cinturón, pinza de depilar, así como un vaso cerámico utilizado para las ofrendas
típica de Böis-Santa Lucía. Se data del siglo X-VIII a.C.

3.8. El depósito de la Ría de Huelva:

Este depósito fue hallado como consecuencia del dragado del río Odiel en 1923, y sus
numerosas piezas metálicas comenzaron a ser objeto de un estudio analítico sistemática desde
1982. Constituyó uno de los hallazgos más importantes de la Prehistoria peninsular.

La reconstrucción de los niveles costeros antiguos de la ría de Huelva, con el perímetro


de la ciudad actual en medio de las desembocaduras del Río Tinto y del Odiel, corroboró que el
conjunto reposaba originariamente en el fondo de las aguas. Teniendo en cuenta este factor,
así como del estudio de las piezas, buena parte de los objetos resultaron estar amortizados y
constituir autentica chatarra, se dedujo que nos encontrábamos ante los restos de un pecio
(barco hundido), que debía dedicarse al comercio metalúrgico

Hoy las interpretaciones han variado y tiende a vincularse su situación no ya con un


pecio, sino con un depósito ritual, en la línea de los frecuentes hallazgos de armas depositados
en lagos y ríos, que son abundantes en todo el occidente europeo. De esta manera tanto
puede interpretarse como un deposito votivo, que tiene como objetivo la señalización
simbólica de un territorio, como de un deposito funerario, en el que un difunto de especial
indicador de su riqueza y posición: sus armas y otros objetos en bronce, que constituían un
autentico tesoro.

Sea cual sea la opción elegida, la realidad es que en el siglo X cal. BC (según las
dataciones obtenidas a partir de la madera de varios enmangues), el hallazgo de Huelva
constituye un buen exponente de la existencia de dos modas o tradiciones comerciales en el
suroeste peninsular, ya que se observan clásicos indicadores de metalurgia atlántica del
Bronce Final III (espadas de lengua de carpa, lanzas tubulares tipo Vénat, regatones), frente a
objetos claramente mediterráneos, como las fábulas de codo. Los análisis metálicos,

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relativamente homogéneos, sugieren que podrían tratarse no de importaciones, sino de
producciones locales, aunque basadas en modelos foráneos (RUIZ GALVEZ M.).

IV. EL SUROESTE PENINSULAR.

4.1. Introducción: Localización y su problemática:

La cultura del Suroeste Peninsular situado entre la ría del Guadalquivir y la de Huelva
(desde el Algarve hasta Cádiz), identificado con el bronce del valle del Guadalquivir, Tinto y
Odiel. Esta área tiene gran interés por su fuerte personalidad cultural.

Gracias a la existencia de las minas de cobre en esta área, que se extiende por la actual
provincia de Huelva y las regiones portuguesas del Algarbe y Alemtejo, llevo al desarrollo de un
complejo cultural denominado BRONCE DEL SURORESTE. A partir de esta cultura se desarrollará la
cultura conocida como Tartessos, que tendrá su apogeo o su formación total en el Hierro I (con
la llegada de los fenicios). El Bronce final del Suroeste sería por tanto un período formativo de
lo que será Tartessos, pudiéndola denominar en estos momentos iniciales como cultura pre-
tartésica.

El problema sobre este período radica precisamente en esta etapa formativa, originada
por la escasez de restos arqueológicos hallados. Sobre este período existe diversidad de
opiniones (todas las teorías pueden ser válidas, aunque algunas tendrán más lógica que otras),
entre las que destacamos estas 3 posibles soluciones:

1. Prolongación cronológica del Bronce Medio hasta los siglos IX-VIII a.C.- Prolongan
cronológicamente el Bronce Medio en esta zona hasta el 900 o 800 a.C. Sin embargo, si se
conocen enterramientos en el Bronce Medio (antes del 1.200 a.C.) en el área.

2. Conexión con el horizonte del Bronce Atlántico.- Suponer que existe un periodo de
ruptura entre los siglos XII y IX en el que se adopta la cultura del Bronce Atlántico; contra esta
teoría se ha argumentado que, aunque se observan en el valle del Guadalquivir elementos
propios del Bronce Atlántico, son tardíos y no tan importantes como para afirmar algo tan
tajante.

3. Vacío poblacional entre el Bronce Medio y el s. IX a.C. (según Escacena y Belén


Deamos).- Entendiendo que durante unos dos siglos se habría producido un vacío poblacional
en la zona, al que habría seguido una fase de recuperación y auge de doblamiento con nuevos
patrones de asentamiento que pervivirán en el tiempo. El problema radica en cómo explicar
este incremento de población, si por la emigración de pueblos de otras áreas o a partir de una
población autóctona persistente que no ha dejado huellas funerarias.

Belén y Escacena explican el paso del desierto al auge demográfico en el transcurso


de tres siglos observando la posterior capacidad económica tartésica. Para darle coherencia a
su hipótesis necesitaban un factor de atracción y también una población que fuese atraída,
por ello propusieron un flujo de inmigrantes que se encauzarían hacia un territorio vacío.

Por otro lado opinan que no cabe la posibilidad de que se existiera antes de esta
oleada de inmigrantes un poblamiento aunque fuese disperso y estacional, por que de ser así
se hubiera producido algún hallazgo.

Pero entonces, ¿de dónde procedía esta población?, porque resulta difícil imaginar que
se produzcan posteriormente la creación de numerosos habitats a expensas de quienes no

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dejaron ruinas. Escacena y Belén proponen en un principio dos oleadas de inmigrantes que
ocuparon un fértil y abandonado país de forma rápida y eficaz. Primero por unas avanzadillas
en territorio casi despoblado en el siglo IX a.C., y luego una nueva asentándose en estos
primeros territorios y en otros introduciendo desde la Meseta el Boquique y la excisión.

Esta problemática se agrava más tras ir desmontando las cronologías y periodizaciones


de algunos yacimientos que en un principio se creían tartésicos. Es el caso de El Carambolo,
excavado en los años 50 por J. Mata Carriazo, en la que encuentra en el fondo de una cabaña
el famoso tesoro, con cerámica a mano, situándolo como tartésico. Investigaciones recientes
han dado a la luz que se trataba de un templo fenicio, siendo el fondo de cabaña utilizado
como vertedero. Así ocurriría con otros yacimientos como San Bartolomé de Almonte o el
Cabezo de San Pedro, donde se han detectado una fase indígena y posteriormente una fenicia.

4. 2. Periodificación y Áreas Poblacionales:

Como ya hemos señalado anteriormente, y siguiendo la tesis de Escacena y Belén, en el


s. IX-VIII a.C. aparecen los nuevos asentamientos, tras el vació poblacional de casi tres siglos,
casi coetáneo a la colonización fenicia. Esta cronología se ha deducido porque en estratos
inferiores de dichos poblados aparecen cerámicas y objetos fenicios datados en la segunda
mitad del s. VIII a.C. En cualquier caso no se han establecido cronologías absolutas.

Se ha establecido así una periodificiación para el Suroeste (según M. Pellicer),


delimitadas por el comienzo de la colonización fenicia:

1. Bronce Final Antiguo o Tartesico pre-colonial Antiguo (s. XI-X a.C.).


2. Bronce Final Reciente o Tartesico pre-colonial Reciente (s. X-VIII a.C.).
3. Orientalizante Antiguo o Tartesico Colonial Antiguo (s. VIII-VII a.C.).
4. Orientalizante Reciente o Tartesico Colonial Reciente (s. VII-VI a.C.).

A partir de la segunda mitad del s. IX a.C. se crean gran cantidad de asentamientos que
posteriormente, en el periodo orientalizante, serán núcleos importantes. Es el caso de los
poblados que surgen en Carmona, Sevilla, Huelva, Setefilla, Montemolin, Osuna, San
Bartolomé de Almonte, Peñalosa…

En el Bajo Guadalquivir puede distinguirse dos áreas diferenciadas en los siglos XI-VIII
a.C.:

1. El extremo suroriental (en la actual provincia de Huelva), donde predomina los


poblados ligados a la extracción y transformación de minerales.

De poblados dedicados a dicha extracción de minerales es el caso de Chinflon y el


Cerro de los Castrejones, ambos fundados entre los siglos X-IX a.C. Dichos poblados se
encontraban en las serranías y estaban agrupados mediante cabañas.

Los poblados dedicados a la transformación del mineral son Niebla y Huelva. Estos
poblados (Huelva y Cabezo de San Pedro) no son anteriores al siglo VIII a.C., pero se
encuentran en zonas cercanas a depósitos de espadas (el deposito de la Ría de Huelva) y de
otros materiales que si son mas antiguos. El Cabezo de S. Pedro presenta un muro defensivo
de estilo oriental que data del s. VIII a.C.

Otro yacimiento importante es el de San Bartolomé de Almonte, donde se han


encontrado un grupo de cabañas dispersas sobre un territorio bastante alto, posiblemente en

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una serranía. Cuenta con una estratigrafía horizontal y no vertical, según los excavadores, pues
unas cabañas presentan cerámica a mano y otras cerámicas a torno. Las primeras serian, por
tanto, más antiguas que las segundas. En cualquier caso es una interpretación discutida.

2. El valle del Guadalquivir, donde predominan los asentamientos relacionados con la


explotación agropecuaria. Podemos mencionar algunos poblados como: Cerro Macareno,
Cerro de las Cabezas, Carmona, Setefilla, El Carambolo…

Uno de los yacimientos más importantes del valle del Guadalquivir en este periodo
es el del Carambolo. En las primeras excavaciones se diferenciaron dos poblados, el mas bajo
sobre el terreno se creyó de época protohistórica (s. VII-VI a.C.), mientras que el mas alto
(cabaña de Carambolo) se hizo corresponder cronológicamente al Bronce Final (fue en éste
donde se encontró el famoso tesoro). Sin embargo, posteriormente, se ha descubierto
cerámica griega del s. VII en el ultimo, lo que desmiente su datación para el Bronce Final.
Algunos arqueólogos opinan que este poblado alto correspondería a un santuario de época
protohistórica.

4.3. Aspectos socio-económicos:

La sociedad del Bronce Final del Suroeste está poco jerarquizada, pero acusa los inicios
de la jerarquización. Todavía es una sociedad tribal y basada en las relaciones de parentesco
(como los clanes).

Son sociedades por tanto simples con cabañas también simples, de alzado de adobe
con techo vegetal de troncos y de ramas, de planta oval o rectangular de esquinas
redondeadas. Pudieron estar compartimentadas, con cocina y alacena en pared o techo, y una
zona de hábitat con esteras para dormir y silos. Los muros estaban revocados con barro y
enlucidos apisonados o con conchas.

Su economía era ganadera y agrícola. Se piensa que pudieron introducir en estos


ámbitos algunos avances. Se cree que cultivaron las leguminosas, utilizando el sistema de
rotación para la siembra (un año trigo, otro leguminosas, otro en barbecho). Esto es un factor
que asienta a la población a la tierra, a diferencia de la cultura de Cogotas. Esto es importante
porque es lo que inicia la diferenciación social.

El modelo de producción era doméstico. Es una sociedad donde el excedente del


trabajo es gestionado por la misma unidad doméstica, donde los propios trabajadores se
benefician de los frutos de este trabajo. Esto no implica que exista una desigualdad dentro del
grupo familiar, encabezado por un patriarca, sus hijos y demás. Existe también diferenciación
entre los patriarcas.

No existe aún en estas fechas una vinculación del poder político con el control
económico. Cada unidad es autosuficiente. La existencia de desigualdad social se establece a
partir de un juego político (acumulación de interacciones o alianzas políticas).

Por tanto, podemos decir que la acumulación de excedentes y de elementos de


prestigio aún no es un factor de desigualdad, solo una marca de estatus.

La economía del Bronce Final del Suroeste se basa según algunos autores en la
agricultura. Sin embargo, otros como Mederos, opina que es la ganadería, y que los sistemas
de relaciones serían clientelar. Así plantea que el estatus social vendría dada según el número
de cabezas de ganado, que se podía obtener por botines, relaciones matrimoniales o

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heredándolas. Si no tiene esos bienes se puede poner en dependencia de un patrón. Este
sistema origina el sistema clientelar, en el que hay grupos que reciben vasallaje de otros
grupos dentro de su territorio.

4.4. Costumbres funerarias:

Nada sabemos de las prácticas funerarias de estos momentos en toda la región


occidental, pero es muy posible que se siguieran las mismas costumbres de finales del II
milenio, anchadas en las viejas tradiciones, aunque seguramente el número de inhumados
depositados en los lugares especialmente realizados para su deposición fuera decreciendo,
generándose la costumbre de la exposición de los cadáveres al aire libre tal y como sucede en
el Bronce Atlántico, o echarlos en el agua, lo que explicaría los pocos datos encontrados.

Otro elemento que se ha relacionado con las costumbres funerarias son LAS ESTELAS
DECORADAS. Son losas de piedras planas con figuras y objetos grabados. Se pensó que eran
monumentos funerarios y que señalaban los enterramientos, pero esta idea no se ha podido
demostrar. Todas las que han aparecido están fuera de contexto. Sólo existen tres casos a los
que se le atribuye un uso funerario: Solana de Cabañas, Granja de Céspedes y Setefilla. No
podemos decir con certeza que se utilizaran con una función funeraria, ya que de los dos
primeros casos son conocidos por datos de los lugareños, nunca han sido vistas y, el de
Setefilla, excavado por Bonsor, parece que no estaba en la posición original (eran reutilizadas)

En cuanto a su tipología, podemos distinguir dos tipos de estelas:

- Estela de tipo Alenteliano (o Alentejo): Este tipo de estelas, carecen de


representaciones humanas. Están esculpidas en relieve y utilizadas como tapas para las cistas,
grabadas con elementos del ajuar metálico. Almagro Basch las llama estelas-panoplia. Un
ejemplo de ello son las estelas de Mombeja (Beja).

- Estela de tipo Extremeño: Son los llamados del Bronce del Suroeste. Se encuentran
decoradas. No son tapas sino bloques de piedra grabados en hueco, soliendo aparecer la figura
humana.

Atendiendo a su dispersión, encontramos una mayor concentración en la cuenca de los


ríos del occidente meridional peninsular (Tajo, Guadiana y Guadalquivir), algunos elementos
dispersos en el sur de Portugal; y esporádicamente en las provincias de Ciudad Real, Zaragoza
y en el sur Francés.

Asimismo existen algunos espacios que parecen totalmente vacíos. Es el caso de Huelva
y Cádiz, zona que posteriormente será Tartessos.

Por otra parte, resulta difícil plantear un origen para estas estelas. Podemos destacar
sobre ésta, varias hipótesis:

- Origen Atlántico (según Barceló y Coffyn).


- Origen Indoeuropeo (según Almagro y Curado).
- Origen Fenicio (según Blázquez y Almagro Gorbea).
- Origen Egeo (Mantenido sólo por Bendala).
- Eclecticistas: Formado por aquellos que aceptan varias interpretaciones (La primera
interpretación de Almagro, Pincel y Varela).

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En cuando a su cronología también resulta difícil concensuar algo en claro, pues
dependerá de la zona de donde se atribuya su origen:

- Los partidarios del origen atlántico lo fechan entre el siglo XI y VII a.C.
- Los que defienden un origen orientalista se bifurcan en dos propuestas: Blázquez y
Bendala en el siglo VIII-VII a.C.; y Almagro Gorbea entre el IX-VIII a.C.
- En el caso de los partidarios de la procedencia indoeuropea lo fechan a partir de
cuando creen que fueron las invasiones indoeuropeas. Para Almagro será en torno al 800 a.C.
Varela, Pinho y posteriormente Curado lo sitúan en el siglo X a.C.
- Los eclécticos, por su parte, lo fechan entre el IX y el VII a.C., lo que implica el
surgimiento de las estelas en el Bronce Final indígena y perduración hasta la total
orientalización del territorio.

Lo que respecta a su funcionalidad existen varias teorías. Ya hemos citado la de


funeraria, pero como hemos visto hoy en día está descartada. La que hoy en día tiene mayor
aceptación es la planteada por María Luisa Ruiz Galvez y E. Galán, que ve en estas estelas unos
marcadores territoriales y viales, que posiblemente representen el status de los jefes dentro
de una comunidad.

En cuanto a lo que se representa en las estelas también existen controversias de


opiniones. Unos opinan que tal vez simbolicen al difunto a la hora del sepelio, pero es dudoso;
otros sin embargo, señalan que tal vez representen a una elite guerrera; por otro lado, hay
autores como Arteaga, que señalan la posibilidad de que representen a la aristocracia que
tienen el poder del comercio y metalúrgico, esto reforzaría la teoría de Mª Luisa Ruiz.

En estas estelas se representan objetos como fíbulas de codo, cascos de antena, escudos
con escotadura en V, instrumentos musicales, peines, espejos, carros de guerra. Analizando
Arteaga estos elementos representados en las estelas, que considera de origen mediterráneo y
atlántico, apunta la posibilidad de que más que la representación de la panoplia militar
represente signos de poder principescos, símbolos de territorialidad, de territorio político.
Estaría mostrando una tímida jerarquización.

4.5. Tipología cerámica:

Con respecto a la cerámica podemos decir que se trata de una cerámica a mano, que
podía ser de cocción reductora generalmente, de pastas oscuras y las superficies bruñidas (se
solía bruñir antes de la cocción).

A partir de la decoración de las cerámicas, podemos distinguir dos grupos cerámicos:

- Cerámica con decoración bruñida: Se utiliza ese bruñido metálico para decorar
algunas zonas con formas geométricas sobre superficies mate de objetos alisados. Se usa a la
llegada de la colonización fenicia, y perdurará, aunque cada vez menos, hasta época turdetana,
quizás por estar vinculada a la familia y a la tradición. Además se adoptarán nuevas tecnologías
para seguir produciéndolas, conociéndose como cerámica gris orientalizante.
- Cerámica pintada: Normalmente la superficie va bruñida decoradas con un pincel,
también con representaciones geométricas. Son diferentes formas, abiertas o cerradas, no
siendo sólo recipientes sino también soportes carrete. Son conocidas como cerámicas tipo
Carambolo.

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Por lo que se refiere a la forma, en el bajo Guadalquivir encontramos cuatro tipos de
vasijas con multitud de variantes, lo que hacer difícil realizar una clasificación. Encontramos
así:
Cuencos encarenados con carenas altas.
Ollas globulares.
Soportes carretes.
Un tipo de vaso que parece de influencia oriental, pero a mano, que es el “vaso á
Chardon”, con forma de flor de loto, que puede ser pequeño o grande, de boca acampanada o
globular y bruñida en el borde, interpretados como vasijas de almacenamiento.

V. CAMPOS DE URNAS

5.1. Introducción:

El origen de la cultura de Campos de Urnas es dudoso, siendo objeto de hipótesis no


demostradas.

Una de estas teorías a destacar es la que dice que alrededor del III milenio existe una
emigración de gente de estepas sobre el sustrato neolítico danubiano, originando una cultura
importante, caracterizada por una cerámica con decoración cordada y hachas de combate de
perforación central. Este pueblo se extenderá desde su foco original (de Polonia a Pomerania),
mezclándose con culturas locales para dar lugar a otras nuevas. Una de ellas sería la cultura de
Túmulos o Aunjentitz, de cuya evolución surgirá Campos de Urnas (también llamada
Urnenfelder), la cual en torno a 1200 a.C. se desplaza hacia occidente, por los Alpes orientales
en busca de tierras fértiles y yacimientos mineros.

A partir del 1100 a.C. traspasan los Pirineos para dar inicio así a la indoeuropeización de
la Península, que afectará sobre todo a Cataluña y el al valle del Ebro, aunque por calibración
dendrocronológica se ha envejecido el inicio de este proceso entorno a unos doscientos años
(1300 cal BC).

Primeramente se pensó de que se trataba de una sola cultura homogénea, pero hoy en
día se cree que no es así, que más bien se trata de un conjunto de culturas con unas
características en común, y que se puede destacar entre ellas el rito funerario de incineración,
en la que se depositaba las cenizas en el interior de una urna cerámica enterradas luego en
extensos cementerios comunitarios. De aquí deriva el término CAMPOS DE URNAS.

Timothy Champion distingue cuatro grupos principales de Campos de Urnas:

- Grupo oriental: Río Tisza


- Grupo Danubio medio: Baja Austria, sur de Bohemia y Hungría.
- Grupo de Lausana: Entre Alemania y Polonia.
- Grupo Renano: Rhin y Suiza.

Los motivos de movimiento de estas poblaciones tampoco están claros. Hay quienes lo
achacan a invasiones, a cambios climáticos, factores demográficos, factores religiosos, etc.,
incluso hay autores como Bendala o Montenegro que han identificado Campos de Urnas como
uno de los Pueblos del Mar, pensando que Tursha y Masahuas, citadas por las fuentes, son
parientes (por la raíces de los nombres) de Tartesos y Mastienos.

Sin embargo el componente étnico de estas poblaciones no está aún claro, y la


aportación étnica de estos contactos no se sabe bien.

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Existe otra teoría sobre estos movimientos conocido como “modelo de ola de avance”,
promulgado por la Nueva Arqueología. Ésta dice que las poblaciones no se mueven así como
así, que avanzan por un crecimiento demográfico, lo que supondría la colonización de nuevas
tierras de forma paulatina y lenta pero de manera no violenta, y que la población autóctona se
irían adaptando a las nuevas tecnologías e incorporándose, al menos en parte, a esa cultura
(asimilación cultural). Esto lo aplica Colin Renfrew en el “avance de las lenguas indoeuropeas”.

Esta teoría es la mas aceptada y aplicada a Campos de Urnas, por lo que las culturas que
lleguen a la Península Ibérica varíen respecto a la del lugar de origen.

5.2. Penetración y localización:

En cuanto a su penetración en la Península Ibérica hay varias teorías. La tradicional


opina que se produce por vía terrestre cruzando los Pirineos hasta Cataluña. Otros afirman que
fue por vía marítima, instalándose en costas. Esta teoría se basa en que los Campos de Urnas
costeros son más antiguos que los del interior. Hay otros autores como Rovira que creen que
hubo una doble penetración; e incluso hay autores que piensan que la penetración no se
produce por el Pirineo oriental sino por el occidental hacia Álava y Navarra y que luego
bajarían hasta Cataluña.

Al margen de estas teorías lo que sabemos es que los primeros elementos de Campos de
Urnas lo encontramos en Cataluña, desde donde se extenderá al Valle del Ebro, de Aragón a
Navarra y Álava, y al norte del País Valenciano. Se han identificado diferentes grupos en este
cuadrante nororiental:

1. Ampurdán
2. Franja costera
3. Valle de Aragón
4. Valle del Segre
5. Bajo Ebro
6. Ebro medio y alto
7. Norte región valenciana

El primer contacto de la Península Ibérica con Campos de Urnas se producirá entre el


1150-1100, identificado con el Bronce Final II (Campos de Urnas Antiguos, 1300-1100 cal. BC),
lo que traerá como consecuencia la formación de las primeras necrópolis con enterramientos
de incineración. El fenómeno afecta de manera muy paulatina y, prácticamente, apenas tiene
incidencia en estos compases iniciales. La única necrópolis que conocemos de este período es
la de Can Missert (Tarrasa).

En el Bronce Final III (Campos de Urnas Reciente, 1100-650 cal. BC), ya a mediados del
siglo X a.C. se va a producir la entrada desde el sur de Francia de influencias mailhacienses
hacia el Ampurdán, afectando aspectos de las poblaciones indígenas. En algunas regiones se
comienza a generalizar los hábitats al aire libre con estructuras arquitectónicas más sólidas
frente al hábitats en cuevas, donde irá apareciendo paulatinamente elementos de la cultura
material de los Campos de Urnas, donde luego asimilarán la necrópolis de incineración.

5.3. Periodización y cronología:

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En lo referente a la periodización y cronología de Campos de Urnas presentan
discrepancia entre algunos autores. Las primeras dataciones cronológicas se empezaron a
analizar en los años 70 donde los autores dividieron esta cultura en tres períodos:

1. Campos de Urnas Antiguo.


2. Campos de Unas Reciente.
3. Campos de Urnas del Hierro (actualmente, el termino protoibérico).

Posteriormente a esta primera datación se han realizado más, en la que terminología y


cronología varía según el autor. Por destacar uno de ellos, el realizado por Almagro Gorbea y
Ruiz Zapatero:

1. Campos de Urnas Antiguo I (1100-1000 a.C.).


2. Campos de Urnas Antiguo II (1000-900 a.C.).
3. Campos de Urnas Recientes I (900-800 a.C.).
4. Campos de Urnas Recientes II (800-700 a.C.).
5. Campos de Urnas de la Edad del Hierro I (700-600 a.C.).
6. Campos de Urnas de la Edad del Hierro II (600-500 a.C.).

Independientemente a la terminología, hay autores que aportan otras cronologías


calibradas para el inicio y final de Campos de Urnas basándose en el estudio
dendrocronológico, remontando el inicio de esta cultura en la Península a 1300 cal. BC.

5.4. Urbanismo: Modelos de asentamiento:

En este apartado podemos decir, que, analizando los yacimientos encontrados hasta
ahora en noreste peninsular, podemos establecer dos tipos de hábitat (y según Guillermo Ruiz
Zapatero):

1. EN CUEVAS: Estas aparecen solo en áreas montañosas (los Pirineos, Ampurdán,


Sierra Catalana, zona de la costera hasta Tarragona). Se le ha caracterizado como un
asentamiento de modelo antiguo, del Bronce Pleno, y que ha perdurado hasta entonces. Se
conoce bastante mal, cuestionándose si son lugares de hábitat o solo enterramientos. Este
modelo en cuevas es asociado a grupos itinerantes que ocupan varias cuevas a lo largo del
año. Los casos mejor conocidos son la Cueva de Janet, Les Monges o la de Pixarelles. La
importancia de las cuevas fue fundamental en unas sociedades de población reducida y
estructura social limitada, pues no sólo ofrecían cobijo, sino que generalmente encajaban con
una economía en la que la cría de ganado desempeñaba un papel básico, al lado de una
agricultura poco desarrollada aún y una depredación diversificada sobre los medios boscosos.

2. AL AIRE LIBRE: Este tipo hábitat suelen distribuirse en zonas tradicionalmente


agrícolas. A partir de aquí podemos distinguir tres tipos de asentamientos:

- Cabañas aisladas: Son construcciones simples, construidas con materiales


efímeros, con entramados de madera y adobe, algunos con pequeño zócalo. Podían ser ovales
o circulares, de muro recto con ángulos redondeados que corresponde con la introducción de
las cabañas rectangulares. Más adelante el muro será recto, en mampostería o piedra, y
compartimentación interna.

Un ejemplo de cabañas aisladas es el del poblado de Mussara en Tarragona,


construidas con materiales efímeros, los cuales nos indican una vinculación a la ganadería y
agricultura.

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- Aldeas: El ejemplo más clásico de aldea es la de Fonollera. Es uno de los pocos
poblados de Campos de Urnas con una cronología aproximada del 1.100-900 a.C. Está cerca de
Ampurias, cerca del río Ter.

Se han diferenciado dos zonas con funciones distintas. Una zona, en las laderas, con
cabañas pequeñas o menores, construidos con materiales no muy efímeros, de formas
rectangulares y con compartimentación interna, y la otra zona, en la parte más elevada,
cabañas de mayor tamaño, con mayor compartimentos, con una cabaña comunal tal vez para
las reuniones de los habitantes. El registro material nos indica una orientación hacia la
ganadería. Esta división nos indica una mínima diferenciación social.

- Poblados: La parición de poblados no se producirá hasta la última fase de


Campos de Urnas en este período (Campos de Urnas Reciente), y no tanto en la costa como en
el interior, situándose los poblados en zonas altas para controlar la explotación agrícola. Es una
fase donde el poblamiento se hace más estable, más sistemático.

El poblado al aire se organiza por medio de una calle central. Las cabañas están
construidas en este caso con materiales no efímeros, con zócalos de mampostería o piedra,
sobre la que se sostienen estructuras de madera y adobe. Estos modelos de asentamientos
caracterizan al poblado del interior, en las zonas fluviales como en el Segre y el Valle del Cinca,
vinculado así a vías de comunicaciones y valles aluviales para el cultivo. No son frecuentes los
poblados amurallados. Un ejemplo de poblados es el de Pedrera en Lérida.

5.5. Ritual funerario:

El ritual funerario característico de la cultura de Campos de Urnas es la incineración, en


la que se introduce las cenizas en un recipiente cerámico y luego era enterrado en extensos
cementerios comunitarios. Se distinguen 4 tipos de enterramientos:
- 1. Tipo A: Las cenizas son depositadas en el recipiente que luego es introducido en el
suelo. Podía llevar o no una laja arriba o abajo, o en ambos lados.
- 2. Tipo B: Es una variante del Tipo A. El agujero donde se introduce el recipiente es
tapado con lajas a modo de cista. Estos enterramientos a veces se señalizaban con una estela.
- 3. Tipo C: Se utiliza una parte del lugar del enterramiento para introducir cerca del
recipiente el ajuar. El perímetro del espacio que comprende el enterramiento se marca por
medio de estelas enterradas verticalmente que salen hacia el exterior.
- 4. Tipo D: Son frecuentes en el interior. Son campos de urnas tumulares. Estas
sepulturas se hacen sobre una cámara que puede ser tapada bien por medio de una laja de
piedra o bien por un túmulo de piedras que podian ser circulares o bien cuadrangulares.

En cuanto a los enterramientos de la fase más antigua de Campos de Urnas el análisis del
ajuar funerario nos revela algunas características básicas: homogeneidad y sencillez de los
equipos funerarios, la norma de una sola urna cineraria, la reducida amortización del metal
como ajuar. (Ej. Cementerio de Can Missert).
En Campos de Urnas Reciente se extiende y generaliza la incineración aunque existan
tradiciones regionales diferenciadas. Los cementerios de esta etapa presentan una serie de
rasgo rituales compartidos y otros específicos de cada uno de ellos, como el grupo del Cinca-
Segre. La necrópolis tumular más ampliamente excavada del Bajo Segre es la de Roque de
Sant Formatge.

5.6. Cerámica:

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Con respecto al conjunto ceramico, se emplearon principalmente como urnas para los
enterramientos, que solían ser, urnas abiertas abocinadas, que comienzan siendo
bitronconónicas, con decoración acanalada y con labios ligeramente exvasados y cortos. La
tendencia de estos labios es a desarrollarse a partir del un cuello cilíndrico. La implantación de
un pie anular no indica la influencia extranjera. Esto se produce a partir del Hierro.

Por tanto, estamos viendo que la cerámica de Campos de Urnas es una cerámica a mano
donde predomina las formas bitroncocónicas, con de coración acanaladas incisas o excisas.

5.7. Sociedad:

En Campos de Urnas Antiguo, a diferencia del Reciente, tras el análisis de sus tipos de
viviendas y del tipo de enterramientos, no se ha vislumbrado un grado de diferenciación social.
Sus enterramientos nos hablan de una sociedad bastante igualitaria y con pocos medios
materiales para marcar posibles diferencias de estatus.

Sin embargo, en Campos de Urnas Reciente, donde el poblamiento es permanente,


existe una complejidad en las formas de las viviendas, aunque no se aprecian diferencias
notables entre las casa, aunque la concentración de ciertos elementos en algunas viviendas
sugieren una posible especialización de tareas. Los enterramientos suelen ser más suntuosos
que en la etapa anterior, donde se aprecia una tímida diferenciación social.

5.8. Economía:

La economía parece tener una base agropecuaria según la zona, con un crecimiento de la
agricultura cuando la población tiende a fijarse en un territorio.

Los establecimientos en cuevas permiten escasas posibilidades agrícolas, lo que no


excluye una agricultura cerealística. Las zonas frías pirenaicas, las sierras tarraconenses con
terrenos de escasa rentabilidad, sugieren unas tareas pastoriles. Las agrupaciones de chozas
en las depresiones Prelitoral e Interior suelen ocupar terrenos fértiles propicios para la
agricultura.

La ganadería jugó un papel más importante, fundamentándose en ovejas, cabras, bueyes


y cerdos. En cuanto a los recursos costeros presentan menor importancia, aunque en algunos
casos formaron parte de la dieta alimenticia de asentamientos situados en la costa.

Un factor que adquiere importancia es la metalurgia del cobre, la cual se presenta de


forma escasa en Cataluña, pero que podría haber sido suficiente para satisfacer parcialmente
las necesidades de estas agrupaciones.

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