5 Metodologia
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Introducción
El tema sobre Historia del Arte en España y la Región de Murcia, desde la Prehistoria hasta
el siglo XX, se incluye debido a la necesidad de ofrecer a los estudiantes un epítome sobre los
contenidos disciplinares. Si en las dos anteriores materias de Didáctica de las Ciencias Sociales han
tenido repasos similares sobre Geografía e Historia, en Metodología didáctica para la enseñanza de
las ciencias sociales se incluye un tema final sobre Historia del Arte. La causa reside en el propio
decreto curricular, que contempla dentro del Bloque IV (Las huellas del tiempo) contenidos
artísticos sobre España y la actual Región de Murcia, a la vez que se van analizando los sucesivos
períodos históricos, desde 4.º a 6.º de Primaria.
Bien es cierto que el arte español, desde el Medievo, y sobre todo en el Renacimiento y el
Barroco no puede entenderse sin las influencias italianas y flamencas. Después vendrá la hegemonía
francesa, durante los siglos XVIII al XX. Pero constreñirnos al currículo de Educación Primaria
impide esa visión disciplinar amplia, en cierto sentido europea o universal. Con todo, los contenidos
artísticos aquí recogidos vienen a ser un recordatorio abreviado de lo que los maestros en formación
estudiaron durante su etapa como alumnos de enseñanza primaria y que, dada la lejanía temporal,
difícilmente recordarán, máxime cuando la Historia del Arte ha quedado relegada a algo optativo en
el Bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales. Es cierto que se sigue un esquema tradicional,
que analiza sucintamente la arquitectura y artes figurativas (pintura y escultura) en orden
cronológico, con las principales obras y sus creadores. Debería combinarse con el acercamiento de
otro tipo de patrimonios, a menudo olvidados: etnográfico, hidráulico, industrial, inmaterial y
natural. Todos ellos conforman, de manera esencial, los entornos rurales y urbanos en los que
vivimos.
La inclusión de este tema no deviene en un excurso sino en la necesidad de insistir en lo
patrimonial como elemento básico para fundamentar diversas metodologías clave en el ámbito de la
enseñanza de las ciencias sociales. No se entienden, por ejemplo, los itinerarios didácticos, el
trabajo de campo, los estudios de caso o los proyectos sin conocer –al menos someramente– los
principales vestigios artísticos que cada período ha dejado, en forma de inmuebles, yacimientos
arqueológicos, cascos antiguos o piezas que custodian los diversos museos. Así pues, este tema
conecta con el resto de la materia: tema 1 (actividades vinculadas a la enseñanza de lo artístico, su
planificación y evaluación); tema 2 (técnicas expositivas y de indagación); tema 3 (fotografía
antigua, prensa, fuentes primarias, patrimonio cultural y natural); tema 4 (recursos TIC, visitas
virtuales). Se trabaja a la misma vez que ellos, como refuerzo y repaso. Y coadyuva a reforzar
vocabulario y cronología, mediante la elaboración de líneas del tiempo sobre arte en España y la
Región de Murcia. Así como a concienciar sobre el patrimonio degradado y la necesidad de ponerlo
en valor, sin duda un recurso didáctico de primer orden, que rebasa lo disciplinar y factual para
ligarse a la formación en valores cívicos y destrezas.
1. Arte prehistórico
En la península Ibérica la presencia de homínidos es muy antigua ya que era una zona de
tránsito entre África y Europa. Destacan los yacimientos de Gran Dolina y Sima de los Huesos en la
Sierra de Atapuerca (Burgos), donde se han hallado restos de hace 800000 años, pertenecientes a
una nueva especie: el Homo Antecessor, precedente evolutivo del Neanderthal y el Homo Sapiens.
Respecto a los vestigios artísticos más antiguos destacan las pinturas de la cántabra Cueva de
Altamira (Santillana del Mar), paradigma del arte rupestre paleolítico, con sus representaciones
figurativas de animales, que eran cazados por el hombre: bisontes, caballos, bóvidos y cérvidos.
También destacan otras cuevas como la asturiana de Tito Bustillo (Ribadesella), con
representaciones zoomorfas de tipo totémico.
La actual Región de Murcia estuvo habitada por los antepasados de la especie humana desde
tiempos remotos. En el yacimiento de Cueva Victoria (Cartagena) se han encontrado fósiles
atribuidos a homínidos, de hace aproximadamente 1200000 años. Además, se localizan tres
yacimientos de Hombre de Neanderthal: Sima de las Palomas (Cabezo Gordo, Torre Pacheco),
Cueva Negra (Caravaca de la Cruz) y Cueva Antón (Mula). Existen numerosos abrigos en los que se
han conservado pinturas rupestres levantinas de época neolítica. Destacan las del Monte Arabí
(Yecla), el Pelliciego (Jumilla) o el Barranco de los Grajos (Cieza), entre otras. Los hombres
prehistóricos representaban a los animales que iban a cazar, en una especie de ritos ancestrales.
Tienden a la abstracción tanto de figuras humanas como animales.
En torno al 4000 a.C. el hombre comienza a usar la metalurgia, dando pie a la Edad de los
Metales: cobre, bronce (aleación de cobre y estaño) y hierro. Durante la Edad del Cobre, también
llamada Calcolítico, los poblados se hicieron más grandes, defendidos por murallas y torreones de
piedra. También aparecieron nuevos tipos de cerámica decorada con dibujos, entre ellos el vaso
campaniforme, llamado así porque tenía forma de campana. Destaca el yacimiento almeriense de
Los Millares, con relevantes construcciones, y el lorquino de Cueva Sagrada, con restos de un traje
de lino.
A la vez que los poblados, también se van enriqueciendo los enterramientos. Desde el
Neolítico y a lo largo de la Edad de los Metales aparecen megalitos (monumentos funerarios
construidos con grandes piedras) que incluían un ajuar funerario, es decir, toda una serie de objetos
como cerámicas, collares o armas. Esto lo hacían porque se creía que el hombre las iba a necesitar
en la otra vida, después de su muerte. Destacan los dólmenes de Antequera (Málaga) y los talayots
(Mallorca y Menorca).
En la Edad del Bronce destaca la cultura argárica, extendida por el sureste peninsular. El
yacimiento de La Bastida, en Totana, se ubica en un cerro fortificado habitado durante más de 700
años (2200 a.C.-1500 a.C.). Destacan también La Almoloya (Pliego) y Puntarrón Chico (Beniaján).
Estas poblaciones denotan ya una fuerte jerarquía social, con una casta militar al mando, que
controla los excedentes de la producción agrícola y ganadera, siendo enterrados con lujosos ajuares.
En la zona suroccidental de la península destacará la cultura tartésica, desde el Bronce final hasta la
primera Edad del Hierro (ss. XIIV a.C.). Destaca por la influencia de los pueblos orientales con los
que comercia, exportando minerales e importando lujosas cerámicas y esculturas. Entre sus restos,
sobresale el Tesoro de El Carambolo (Camas, Sevilla), con piezas de oro y cerámica, que denota la
influencia púnica.
3. Arte islámico
Los edificios musulmanes se caracterizan por el empleo frecuente de materiales pobres, como
el ladrillo y el yeso; el uso de columnas y pilares como soportes; la utilización de diversos tipos de
arcos (herradura, apuntados, lobulados), que suelen enmarcarse con una moldura denominada alfiz,
y las cubiertas planas o abovedadas. En Al-Ándalus se desarrollaron los siguientes periodos:
• Periodo califal o cordobés (siglos VIII-X). La obra más representativa es la Mezquita de
Córdoba, agrandada sucesivas veces durante los siglos IX y X, con el fin de dar cabida a la
creciente población de la ciudad. También destacó la ciudad de Medina Azahara (siglo X),
mandada construir por Abderramán III en las afueras de aquella capital.
• Periodo de los reinos de Taifas (siglo XI). El edificio más representativo es la Aljafería, en
Zaragoza, por su espléndida y recargada decoración floral en alabastro y yeso.
• Periodo de las dinastías africanas (siglo XII). Corresponde a la presencia de almorávides y
almohades. Los ejemplos más significativos son la Giralda de Sevilla, que era el alminar de la
antigua mezquita, y la Torre del Oro, que formaba parte del alcázar y está situada a orillas del
río Guadalquivir.
• Periodo nazarí o granadino (siglos XIII-XV). Destaca la Alhambra de Granada, residencia de
los reyes musulmanes, con sus palacios de Comares y los Leones, y la almunia del Generalife.
En la actual Región de Murcia destacan el hisn de Siyasa (Cieza), que alcanzan su esplendor
en el siglo XII, con sus arquerías de sebka en los patios de las casas más lujosas. Además, cabe
mencionar el despoblado de Villa Vieja (Calasparra) o los restos de la Mezquita del Centeno
(Lorca). También destacan el castillo y castillejo de Monteagudo (siglo XII), mandados construir
por el Rey Lobo, como fortaleza y residencia palatina respectivamente. En la ciudad de Murcia se
conservan restos de los siglos XII-XIII: muralla, arrabal de la Arrixaca, alcázar mayor (Iglesia de
San Juan de Dios) y menor(Museo de Santa Clara).
6. Arte Barroco
El estilo barroco comprende el siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII. La
arquitectura, en general, se distingue por su exuberancia decorativa, presente en el exterior de los
edificios, sobre todo, y consta de tres etapas:
•En la primera mitad del siglo XVII se mantuvo la arquitectura derivada de El Escorial,
caracterizada por plantas simples, interiores encalados y sobriedad decorativa. El principal
foco estuvo en Madrid, donde destacó Juan Gómez de Mora (convento de la Encarnación).
• A partir de los años centrales del siglo se impuso una tendencia algo más decorativa y
monumental. La figura más representativa es Alonso Cano (fachada de la catedral de
Granada).
• En torno a 1700 la arquitectura barroca se distingue por su estilo recargado y exuberante,
denominado “churrigueresco” y caracterizado por el uso de la columna salomónica
(Transparente de la catedral de Toledo).
La escultura supone el triunfo de la imaginería donde el realismo alcanza un gran
dramatismo. Los artistas se inspiran en los modelos que les ofrece la vida real. Realizan obras
religiosas por encargo de cofradías para la actividad procesional en Semana Santa. El material
preferido es la madera pintada con policromía natural. Destaca en las figuras la expresión de dolor,
angustia y patetismo para promover el fervor del creyente. En la escuela castellana se distingue
Valladolid con el escultor Gregorio Fernández (Cristo yacente); en Andalucía sobresalen dos
centros –Sevilla y Granada– con artífices como Juan Martínez Montañés (Cristo de la Clemencia),
Juan de Mesa (Jesús del Gran Poder), Alonso Cano (Inmaculada), Pedro Roldán (Descendimiento)
y Pedro de Mena (Magdalena penitente).
El mayor representante de la pintura barroca española es Velázquez (1599-1660), uno de los
grandes referentes del arte universal. Desde el punto de vista técnico, la luz y la utilización
magistral de la perspectiva aérea constituyen lo fundamental de su obra pictórica. También buscaba
representar la realidad más allá de la apariencia (Las Meninas, Las Hilanderas, La fragua de
Vulcano, El triunfo de Baco, La rendición de Breda). Otros pintores destacados fueron Murillo,
autor de numerosas imágenes de la Virgen María y otras de tipo popular (Inmaculada de los
Venerables, Niños comiendo melón y uvas); Ribera, que representó santos y martirios con gran
realismo (Sueño de Jacob, La mujer barbuda); y Zurbarán, pintor especializado en escenas
monacales (La Virgen de los Cartujos, Apoteosis de Santo Tomás de Aquino). Asimismo, la
aparición de géneros como el bodegón o la pintura de género (escenas de la vida cotidiana y
personajes populares), que no impidió la continuidad de temas mitológicos, retratos, pintura
histórica, paisajes y, sobre todo, temas sagrados.
En el reino de Murcia, desde finales del siglo XVII se inicia una intensa actividad artística,
como prólogo del esplendor dieciochesco. Destaca el Palacio de Guevara (Lorca), finalizado en
1694, ejemplo de residencia nobiliaria, con magnífica fachada sustentada por columnas
salomónicas. En escultura destaca la presencia de Nicolás de Bussy (Cristo de la Sangre) y Antonio
Dupar (Arca del Sacramento), escultores de origen francés, precedentes de la obra salzillesca, junto
a su padre, el napolitano Nicolás Salzillo (San Miguel).
Y en pintura el reino de Murcia vive en el seiscientos su período de apogeo, bajo un relevante
influjo valenciano. Destaca Pedro de Orrente (San Sebastián, Milagro de Santa Leocadia), activo en
Murcia, Toledo y Valencia como destacado representante del primer naturalismo español durante la
primera mitad de la centuria. Le seguirán autores como Lorenzo Suárez (Martirio de San Ramón
Nonato), Cristóbal de Acevedo (Redención de cautivos), Nicolás Villacis (frescos del Convento de
la Trinidad), Juan de Toledo (Batalla de Lepanto), Mateo Gilarte (Nacimiento de la Virgen), Senén
Vila (San Agustín entregando la regla a San Lorenzo Justiniano y una monja) y Pedro Camacho
Felices (Juan de Guevara a caballo). Especializados en atender demandas de tipo religioso,
decorando capillas y retablos, toda vez que se concluían o reedificaban parroquias y conventos
8. El siglo XIX
En arquitectura, se repiten los estilos del pasado (Neogótico, Neoclasicismo…). El
movimiento más importante es el Modernismo o Art Noveau. Su período de esplendor corresponde
a 1890-1912 y su principal representante es Antoni Gaudí (templo de la Sagrada Familia de
Barcelona, Parque Güell, Casa Batlló, Casa Milá, Palacio Episcopal de Astorga…), el más
expresivo y simbólico de los arquitectos modernistas.
Los planes de urbanismo facilitaron el desarrollo y ensanche de las ciudades. Los más
importantes a lo largo del siglo fueron los de Silvestre Pérez (1767-1825) para la reordenación
urbana de Madrid, tras las destrucciones de la guerra de Independencia; el del ingeniero Ildefonso
Cerdá (1816-1876), que estableció el famoso ensanche con esquema de cuadrícula para la ciudad de
Barcelona, y el de Arturo Soria (1844-1920) con la original Ciudad Lineal de Madrid.
A la tendencia realista en escultura corresponden las mejores realizaciones del siglo.
Sobresalen Josep Llimona (Desconsuelo) y Mariano Benlliure (Monumento a Alfonso XII),
especialista en monumentos públicos y conmemorativos realizados en bronce, aunque también
destacó en la imaginería en madera policromada.
A finales de la centuria adquiere importancia la pintura histórica. Sus figuras más
representativas son Eduardo Rosales (El testamento de Isabel la Católica), quien apunta aspectos
ligados al impresionismo, y Mariano Fortuny (La vicaría). Comúnmente colocado dentro del
impresionismo, el pintor más importante es Joaquín Sorolla (1863-1923), uno de los grandes
revitalizadores de la luz y del aire libre en la pintura española (Niños en la playa).
En la actual Región de Murcia, el período decimonónico destaca por la construcción de
importantes edificios públicos como teatros (Romea de Murcia, Guerra de Lorca y Vico de Jumilla)
y plazas de toros (La Condomina, Murcia). En su diseño destaca el arquitecto Justo Millán, que
muestra un estilo ecléctico e historicista. En pintura destacan artistas que alcanzaron renombre a
nivel nacional, que resumen el tránsito del Neoclasicismo al Romanticismo, Realismo y pintura
costumbrista: Tegeo, Hernández Amores, Valdivieso, Medina Vera.