Teatro Venezolano
Teatro Venezolano
Teatro Venezolano
Guanare-Portuguesa
Teatro
venezolano
Profesora: Alumnos
María Betancourt Karlois Ortiz
Luis Garcia
4to “U”
Indice
Introducción……………………………………………………………………….3
Teatro Rajatabla…………………………………………………………………..4
Grupo Theja………………………………………………………………………..7
Teatro Altosf……………………………………………………………………….9
Anexos………………………………………………………………………………13
Conclucion………………………………………………………………………….17
Introducción
Juan José Martín El Teatro del Contrajuego fue fundado en Caracas en 1987.
Orlando Arocha es su creador; y ese año regresaba de una estancia de una
década en París, donde había estudiado etnología (Universidad de París X-
Nanterre), teatro (Sorbonne Nouvelle-París 111) y asistencia de dirección de cine
(Conservatorio de Cine Francés), además de hacer una temporada como pasante
en la Ópera de París. Desde sus primeros espectáculos, el Teatro del Contrajuego
se convirtió en una referencia obligada al hablar de la nueva generación de
artistas de la escena venezolana. Su presencia en eventos culturales y festivales
internacionales, sus temporadas en diversas salas de la capital y del país, así
como sus recientes talleres de formación le han consolidado en el panorama de
las artes escénicas en Venezuela. Ya desde el primer espectáculo, estrenado en
la Alianza Francesa de Caracas, El juego del amor y del azar, de Marivaux, quedó
plasmada una estética en la que los elementos lúdicos, contradictorios y ambiguos
entran a escena con elegancia y desparpajo. Los montajes dirigidos por Arocha en
aquella primera época fueron el resultado de una línea de investigación centrada
en la correspondencia estética entre el texto y el actor; haciendo especial énfasis
en el trabajo corporal y vocal en función de las pautas temporales y geográficas de
cada dramaturgo, en un juego de «idas y vueltas» donde la ambigüedad y la
plasticidad son piezas clave. Montajes como Tríptico-Mishima (1989), Sueño de
una noche de verano ( 199 I , estrenado en el parque nacional El Ávila) y La ópera
de Esmima (1992) fueron ejemplos de esa dinámica del «juego y el contrajuego»,
donde cada actor toma prestados de los otros formas de actuar; estilos, gestos, se
sirve del impulso físico y discursivo de los personajes con los que está en
conflicto, juega el juego del otro para rebatirle más eficazmente, creando un
lenguaje altamente plástico y expresivo. «Entonces había que demostrar nuestra
capacidad de hacer un teatro clásico sin que fuera una cosa esclerosada,
fastidiosa, sino que conservara su frescura, el impulso original que llevó al autor a
escribir esa obra», recuerda Orlando Arocha sobre aquellos primeros trabajos. Un
teatro fresco, inteligente y experimental: «Esta es la idea del nombre mismo,
Contrajuego, es decir; ser capaz de sostener una visión teórica de lo que estás
haciendo sin perder la habilidad de que esa visión se transforme en un juego; de
ida y de vuelta; jugar un estilo, al clásico, al intelectual, al teatro adulto, pero a la
vez contra jugarlo en sentido opuesto, hacia lo infantil, lo espontáneo.» A esta
primera etapa, siguió una nueva que incorporó la experimentación con autores e
historias de contextos y épocas muy diferentes: desde dramaturgos universales
como Moliere, Shakespeare, Goldoni, Marivaux y Cervantes, pasando por los
estadounidenses Terrence MacNally y Lanford Wilson, hasta los venezolanos de
distintas generaciones como Andrés Eloy Blanco, Aníbal Dominici y Xiomara
Moreno. El Teatro del Contrajuego, al mismo tiempo, se convirtió en un espacio
para la formación de nuevos directores:Vicente Albarracín, Henry MacCarthy, Julio
Bouley, Mario Sudano y Juan José Martín. También la dramaturgia venezolana
más experimental y arriesgada de los últimos años ha encontrado en la
agrupación un espacio para su escenificación: Javier Moreno, Gustavo Ott y José
Miguel Vivas.
A partir de que el Teatro del Contrajuego cumplió diez años desde su fundación,
en 1997, ha comenzado una etapa de replanteamiento de nuevas aperturas y
experimentos, que lo ha llevado a realizar las propuestas más originales e
impactantes de los últimos ocho años: un montaje de Lo vida es sueño que
representó a Venezuela en el prestigioso Festival de Teatro Clásico de Almagro en
200 I ; el montaje de espectáculos en espacios no convencionales, como Galileo,
estrenada en 2002 en el Planetario Humboldt de Caracas, o el original y atractivo
monólogo de comedia histórico Apuntes de cocino de Leonardo do Vinci (2002),
escrito e interpretado por Ricardo Nortier, dramaturgo y actor brasilero radicado en
Venezuela desde 1998. En 2004, Contrajuego montó Lo muerte de Danton,
espectáculo con el cual recibió el premio Municipal de Teatro a la mejor
producción de ese año, y estrenó el ciclo de dramaturgia contemporánea
«Trayectos prohibidos».También consolidó un convenio de colaboración con el
Goethe Institut Caracas para realizar todos los años lecturas dinamizadas,
montajes de textos de autores alemanes contemporáneos, probablemente la
dramaturgia más novedosa, experimental y arriesgada de los últimos años. Para
2005, Teatro del Contrajuego proyecta, además de una peculiar versión de Hamlet
dirigida por Orlando Arocha y de una proyección internacional más profunda, el
montaje en Caracas de tres textos de autores españoles contemporáneos, cada
uno dirigido por los actuales directores que conforman el grupo: el monólogo de
Pilar Campos Gallegos Medidos variables, dirigido por Arocha, Yo Satón, de
Antonio Álamo, dirigido por Juan José Martín, y Después de lo lluvia, de Sergi
Belbel, dirigido por Ricardo Nortier.
Anexos
Grup
Rajatabla. Sucre; el sueño de un hombre, de José
Antonio Rial. Direcció: Daniel López. Teatro Luis Mariano
Rivera de Cumaná, 2004.
Grup Theja. Bernarda Alba, adaptació de Javier Vidal del
text de Federico Garcia Larca.
Del destierro, al encuentro con el alma, el peregrinaje por la tierra y ... , de Juan
Carlos
De Petre, director del Teatro Altosf Aquesta obra es va representar als Lluisos de
Gracia
de Barcelona el 16 d'octubre de 2004
CONCLUCION
La función del teatro no es sólo recreativa ya que como producto humano muestra
el alto desarrollo que generan los procesos culturales y evidencia el grado
civilizatorio de la comunidad que lo produce.