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Significado de Angustia

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significado de angustia

La angustia es un sentimiento o estado emocional que se caracteriza por la pena y


funciona como respuesta hacia un peligro desconocido. Por tal razón, el significado de
angustia es amplio, la que la angustia se acompaña en general de un malestar
psicológico y cambios biológicos como:

 Taquicardia
 Sudoración
 Temblores
 Sensación de falta de aire.

Síntomas

La angustia presenta una serie de síntomas característicos. Son los siguientes:

Preocupaciones y temores excesivos.


Imaginación de escenarios catastróficos.
Desesperación.
Falta de aire, mareos, sudoración tensión muscular, sequedad de boca o fatiga.
Opresión en el pecho.
Sofoco.
Evitación de situaciones temidas.
Dificultades para dormir.

Posibles tratamientos

Los problemas de angustia son muy frecuentes en nuestros días y, sin lugar a dudas, el
tratamiento más efectivo para solucionarlo es acudir a terapia psicológica.

Los psicólogos son profesionales preparados para tratar este tipo de problemas, que
pueden ayudar a los pacientes a descubrir las causas subyacentes de sus preocupaciones
y temores; y pueden facilitarles ciertas herramientas que les ayuden a relajarse y a mirar
las situaciones desde una nueva perspectiva. Asimismo, pueden ayudar a éstos a
desarrollar mejores habilidades de afrontamiento y resolución de problemas.

La terapia psicológica para los problemas de angustia suele ser corta, pues los pacientes
mejoran en 8 o 10 sesiones terapéuticas. La terapia cognitivo conductual se ha mostrado
muy efectiva como modelo terapéutico en el tratamiento de los trastornos de ansiedad,
pero también también son efectivas otros tipos de psicoterapia como la terapia de
aceptación y compromiso o la terapia cognitiva basada en mindfulness (MBCT).

En casos extremos, el uso de fármacos puede ser una buena ayuda como complemento
del tratamiento psicológico, especialmente en aquellas situaciones en las que es
necesario reducir los síntomas rápidamente, como por ejemplo, para tratar un trastorno
de angustia. Sin embargo, la administración de fármacos no debe ser nunca la única
opción terapéutica elegida, y siempre se inicia por indicación médica.
Si quieres profundizar en el tratamiento de la angustia, puedes leer este artículo: “6
tratamientos eficaces contra la ansiedad”.

Causas de la angustia
Las causas que provocan angustia en una persona son múltiples, y se suelen relacionar
con situaciones importantes que ocurren en la vida como:

 situaciones que pongan en riesgo la seguridad física,


 incidentes emocionales impactantes, como violación, asalto, secuestro, abuso
sexual a un menor, atentados o desastres naturales,
 situaciones de inseguridad pública,
 pérdida del empleo,
 muerte de algún familiar o amigo,
 problemas con la pareja,
 estrés.

Cómo superar la angustia: tratamiento


A continuación podrás encontrar algunas técnicas sencillas que se han mostrado muy
prácticas para comenzar a manejar la angustia:

1. Reconocer y aceptar nuestra ansiedad y no interpretarla como insoportable.


2. Detectar los pensamientos que nos provocan dicha angustia.
3. Analizar si es real y objetivo lo que estamos pensando.
4. Intentar no hacer caso al pensamiento que nos dice que los síntomas son
insoportables.
5. No prestar atención a los síntomas.
6. Cambiar la posición de control.
7. Técnicas de respiración.
8. Relajarse.
9. Hacer ejercicio físico.
10. Aprender a no dar importancia a los síntomas de la angustia y tomarlos con
sentido del humor.
Angustia y ansiedad

Todos, en algún momento, estamos angustiado ante algo. El estudiante en la época de


exámenes, por miedo a suspender. El sufriente deudor de una hipoteca, ante el temor de no
poder pagar. El enamorado, frente a la amenaza muda de perder el amor de su pareja.
Cualquiera que se encuentre ante una decisión importante, por miedo a elegir la opción
incorrecta. Son situaciones en las que uno está angustiado, sin por ello padecer un trastorno
de ansiedad, en los que la angustia desaparecerá cuando desaparezca el motivo real que la
generó. Pero en otros momentos uno está angustiado y no sabe por qué. Si el temor o el
miedo está en la realidad puedo huir de él, pero ¿cómo escapar de la angustia que proviene de
mí mismo? No puedo escapar de mí mismo.

La angustia se parece al miedo, pero aparentemente no tiene objeto, no se ajusta a ningún fin.
La angustia, al parecer, no sirve para nada, es como un miedo a nada y que puede durar
mucho tiempo. A menudo, para no hablar de angustia, se habla de ansiedad. ¿Qué es la
ansiedad? ¿Una enfermedad, una emoción, un afecto? El término ansiedad está extraído del
manual que emplean psiquiatras y psicólogos clínicos para diagnosticar (DSM-IV). En él
aparecen reseñadas las crisis de pánico y los trastornos de ansiedad, dos cuadros clínicos
diferenciados. En uno la angustia sobreviene de manera inminente, como sería en un ataque
de pánico, y en el otro la angustia aparece de manera continua, como una angustia flotante.
De hecho, la angustia está presente en la mayoría de los trastornos mentales.

La ansiedad se descubre siempre en el cuerpo: palpitaciones, dificultades respiratorias,


sudoración, trastornos intestinales, picores o alteraciones en la piel, problemas para dormir,
constantes ganas de ir al baño… Los síntomas corporales son los que puede tratar la medicina
a través de psicofármacos como, por ejemplo, los ansiolíticos, que son, junto a los
antidepresivos, los más recetados en todo el mundo. Los síntomas en el cuerpo remiten con
estos fármacos o con técnicas menos agresivas, como las de respiración, yoga, taichi, etc.

Pero, ¿qué ocurre con los síntomas mentales? ¿De dónde provienen esos temores, esas ideas
de que me puedo volver loco, me puedo morir, ese no sé lo que me pasa? El cuerpo, con sus
síntomas, canta, le pone letra, a la música de la angustia, y lo hace como un modo de paliar lo
que no podemos poner en palabras. Interpretar esa música es tarea del psicoanalista.

Porque si no se tramita adecuadamente la angustia interior, que no sabemos de dónde


procede, hacemos un intento de ponerla fuera. Así, sustituimos la angustia por un elemento
exterior, por ejemplo en el caso de la fobia. Antes sentía angustia, ahora siento miedo a
montarme en ascensores, por ejemplo, y entonces me dedico a evitar los ascensores, que
considero la fuente de mi angustia. Muchas veces en la fobia se va armando esta operación, lo
que se llama el parapeto fóbico, que también se erige por la vía de las adicciones.

La angustia es una señal, una brújula para la vida psíquica. Si no nos cuestionamos nada sobre
ella, esa señal se abre paso no sólo hasta el cuerpo en forma de síntomas, sino también hasta
los objetos que nos rodean, hasta el mundo que habitamos. Uno, para no sentir angustia, es
capaz de ponerse enfermo. Enfermo de neurosis. O generar una fobia. O una neurosis
obsesiva. Y este hecho es muy corriente, porque el ser humano tiende a escapar de la
angustia, y en esa tendencia estropea cosas, empezando por su cabeza y siguiendo por el
mundo que le rodea.

Un síntoma, en el mundo de la medicina, tiene un significado que se trata con la medicación


adecuada. Un síntoma, para el psicoanálisis, es una transacción entre deseos inconscientes y la
conciencia, son apaños mal hechos entre ideas que no podemos tolerar y lo que
concientemente nos parece tolerable. De ese choque de fuerzas nace el síntoma, como
paliativo.

La angustia no es algo patológico, que se debe curar o aplacar sea como sea. La angustia es un
afecto estructural del ser humano, la padecemos todos, y tan sólo aparece como patológica
cuando traspasa un determinado umbral, unos niveles. La angustia es inherente al ser
humano, porque remite a la completud mítica de la primera infancia, cuando el lactante
encontraba todo lo necesario en el amor y los cuidados maternos. Esto, que parece tan
teórico, se vivencia a diario, cada vez que una situación nos decepciona: ese trabajo que creía
que me colmaría y ahora no es como me lo imaginé, esa mujer a la que deseé durante tanto
tiempo y ahora resulta que también tiene defectos, esos objetos (la televisión de plasma, el
coche, lo que sea) que anhelé durante meses y que tampoco me satisfacen… Todas esas
vivencias de frustración, de búsqueda infructuosa de aquella completud, generan angustia:
ocurre cada vez que algo que yo pensaba que sería perfecto se rompe.

En resumen, que la angustia es lo que media entre el goce (que es siempre el goce de la
madre, aquella completud narcisista del bebé) y el deseo, situación que se nos plantea varias
veces al día, cada día, todos los días de nuestra vida. Cuando siento angustia puedo dejarme
caer en los brazos del goce, que es un goce imposible, o movilizarme a través del deseo. Una
persona orientada hacia el deseo tendrá una gran capacidad de trabajo, para las relaciones
sociales, para la vida de pareja o las relaciones amorosas, es decir, una persona capaz de
trabajar, gozar y amar.

El psicoanálisis ofrece una herramienta para que aflore lo inconsciente, para que el sujeto sepa
por qué está angustiado y, por el hecho de poder ponerle palabras a su angustia, deje de
experimentarla como algo displacentero. Es decir: el psicoanálisis coloca esa brújula que es la
angustia en las manos del paciente, como un instrumento de navegación para que sea él, y no
su inconsciente, quien decida qué dirección quiere darle a su vida, si la del goce imposible o la
del deseo.

Un factor distintivo de la angustia es que cuando alguien dice que la siente, lo que siente ya es
otra cosa. Porque decir tengo angustia ya es empezar a hablar, y lo correcto sería decir que
uno no tiene angustia, sino que es la angustia la que lo tiene a uno.

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