Tipos de Falacias
Tipos de Falacias
Tipos de Falacias
CHIMBOTE
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS
Escuela Profesional de Derecho
Ciclo : II
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INTRODUCCIÓN
Finalmente se puede decir que el estudio de las falacias estuvo en boga durante le
Edad Media e incluso en los primeros tiempos de la Edad Moderna, pero cayó en
desuso con el advenimiento de la lógica formal contemporánea. No obstanteen los
tiempos actaules, los lógicos están centrando su atención nuevamente en ellas,
pues los refinados métodos de análisis de que disponen permiten estudiar las
falacias no formales, materiales o retóricas de manera mucho más profunda y
mostrar que en ellas hay mucho de interesante y valioso, razón por la cual es de
gran importancia su estudio de las falacias.
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I) NOCIONES GENERALES
Conforme al Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española, el
término falacia proviene del latín (fallacia), y en su primera acepción o sentido, el
diccionario la define como un engaño, fraude o mentira con que se intenta engañar
a otro. Ampliando el significado el término falacia alude a ese funesto hábito de
emplear falsedades en daño ajeno que es cuidadosamente cultivado por algunas
personas.
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Cabe indicar que las falacias se presentan enmascaradas, engañan porque se
presentan como argumentos verdaderos y coherentes, pero no lo son. De tal
manera que si no estamos preparados en reconocerlas e identificarlas, caeremos
en las redes de la manipulación y del engaño.
El estudio de las falacias estuvo en boga durante la Edad Media e incluso en los
primeros tiempos de la Edad Moderna, pero cayó en desuso con el advenimiento
de la lógica formal contemporánea. No obstante, hoy día, los lógicos están
centrando su atención nuevamente en ellas, pues los refinados métodos de
análisis de que disponen permiten estudiar las falacias no formales, materiales o
retóricas de manera mucho más profunda y mostrar que en ellas hay mucho de
interesante y valioso.
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atingencia lógica, pero sí hay atingencia psicológica, lo cual hace persuasivo a
este tipo de argumentación.
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con lo que se quiere probar. La verdad sostenida por una persona no depende del
carácter de quien la apoya. Atacar a la persona que defiende un argumento es una
forma engañosa que atenta contra la dignidad de las personas.
Así, por ejemplo, una persona puede argumentar falazmente que determinado
político no puede aceptar lo que dice otro político sólo porque pertenece al partido
contrario. Esto no es demostrar la verdad o validez de una postura, sino que es el
obligar al otro individuo a aceptar una posición particular debido a las
circunstancias especiales en que se halla, en este caso su afiliación política.
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decir, cuando no podemos o no sabemos probar que una proposición es
verdadera o falsa, entonces afirmamos el valor contrario. Pero es evidente que
nuestra incapacidad o ignorancia para demostrar o refutar una conclusión o
afirmación no basta para establecer su valor de verdad o de falsedad. Una cosa es
el valor de verdad o falsedad que tiene un argumento y otra muy distinta la
capacidad para poderlo demostrar.
Esta falacia suele cometerse con mucha frecuencia en temas que conciernen a la
religión (apariciones de espíritus, de santos o de vírgenes), a lo esotérico y a los
fenómenos extrasensoriales, en donde no es tan fácil hallar argumentos o
evidencias que prueben, sin lugar a dudas, si el fenómeno ocurrió objetivamente o
sólo es producto de la imaginación de la persona que dice haber tenido la
experiencia. En cualquier caso, esta clase de argumentación no tiene validez
lógica ya que los principios bajo los cuales se edifica la verdad del planteamiento
también pueden ser utilizados para elaborar el argumento totalmente opuesto al
primero.
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El argumentum ad populum se parece mucho al anterior, pues también aquí se
intenta ganar la aprobación de la mayoría apelando a lo emotivo, en esta falacia
se sustituyen las evidencias y los argumentos racionales por frases que contienen
una pesada carga expresiva dirigida a excitar a la audiencia con sentimientos
fuertes como la ira, el odio, el halago, el entusiasmo desmedido y el alboroto. Y es
que, un grupo de personas alborotadas, por lo general, pierden la compostura
racional y son más fáciles de manejar. Las personas en masa sienten una euforia
tal que llegan a “perder” temporeramente su individualidad y se convierten en una
multitud sin rostro. En este tipo de argumento falaz, las premisas como
fundamento racional y coherente de la conclusión son lo menos importante, lo que
importa son las palabras grandilocuentes y los recursos estilísticos para
expresarlas. Se define como la falacia que se comete cuando se dirige un llamado
emocional, sentimental, de complacencia y halago al pueblo o a la mayoría con el
propósito de ganar su asentimiento para una conclusión que no está sustentada
en pruebas.
Asimismo en los anuncios, los cuales buscan vender el producto sin que se tengan
que presentar evidencias de que es la mejor opción para el comprador,
encontramos innumerables ejemplos de este argumento falaz. Así, usar
determinada marca de un producto de belleza es lo mejor y más “inteligente” que
podemos hacer porque así lo hacen los hombres más famosos, o las mujeres más
bellas. Cepillarse los dientes ha dejado de ser un asunto de higiene bucal para
convertirse en una excusa para dar/recibir besos apasionados a diestra y siniestra.
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En este tipo de falacia los proponentes buscan la aceptación de su producto, de su
ideal, de sus aseveraciones, basándose simplemente en el supuesto de que "si la
mayoría lo hace o los más famosos lo hacen o lo tienen, entonces por qué usted
no..." Supuesto este falaz. La mayoría no siempre tiene la razón, y no podemos
hacernos esclavos de lo que la mayoría hace, dice o deja de hacer. Hay que tener
criterio propio y verdadero.
Por ejemplo, el alcalde de una provincia o distrito usa esta falacia cuando recuerda
a un congresista que él (el alcalde) cuenta con tantos miles de votantes en el
distrito electoral del congresista, o tantos contribuyentes potenciales para la
campaña de fondos. Lógicamente, estas consideraciones no tienen nada que ver
con los méritos de la legislación cuya aprobación trata de lograr, pero, desafor-
tunadamente, pueden ser muy persuasivas.
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Desde el punto de la lógica es totalmente razonable y justificable que busquemos
el
apoyo y orientación de los expertos para resolver dudas, tomar decisiones y
elaborar evidencias que fundamenten nuestros argumentos. Cuando presentamos
una conclusión como verdadera apoyándonos en las opiniones de expertos no
cometemos falacia. Pero cuando la opinión del experto se utiliza para validar un
asunto que no se relaciona con su campo de conocimiento, entonces se comete el
error de apelar a la autoridad equivocada. Además, el juicio de un solo experto en
la materia, aunque necesario a veces, no es suficiente para aceptar el argumento
como válido. En muchas ocasiones los expertos en una misma materia pueden
equivocarse, en otras, se desdicen y se contradicen todo el tiempo, no se ponen
de acuerdo.
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prestado". Pero en una situación en la que vamos a devolver un "bate" de béisbol
que me prestó un amigo, sucede que él tiene un problema con una tercera
persona. Nuestro amigo me pide que le devuelva el "bate" que me prestó. Se
supone que se lo devuelva, pero las circunstancias hacen que esta regla no se
deba cumplir, ya que equivaldría un riesgo el devolverlo.
1.11) Non causa pro causa; post hoc ergo propter hoc/ Causa falsa
Esta falacia puede presentarse en dos formas. En ambas interpretaciones se
confunde la causa de un fenómeno con algo que no es su causa real. Surge de la
incorrecta identificación de la conexión entre causa y efecto de dos o más
acontecimientos.
La primera versión de esta falacia se conoce en latín como non causa pro causa,
se da cuando se toma como causa de un fenómeno algo que en realidad no lo es.
Por lo general los hechos que identificamos como la causa y el efecto se dan de
manera concurrente y elegimos arbitrariamente uno de ellos para convertirlo en la
causa del otro. Ejemplo de esto es el argumentar que las cosas salen mejor
cuando yo no estoy, o pensar que debo asistir a todos los juegos de baloncesto en
los que participa mi equipo porque cada vez que dejo de ir, pierde. En ambos
ejemplos concurren dos eventos, mi asistencia o presencia en un lugar, y el
acontecimiento que se está llevando a cabo en dicho lugar; elegimos uno de
ambos, mi presencia en el lugar en este caso, y lo convertimos en la causa del
otro (lo que sucede).
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1.12) Pregunta compleja
Esta falacia es una de las más que abundan en los interrogatorios que se llevan a
cabo en las cortes, en las ruedas de prensa, en el lenguaje común y en los
razonamientos que elaboramos a diario. Se da cuando se formula una pregunta en
la cual se presupone, de manera implícita, una conclusión determinada. En
ocasiones se presenta en forma de una pregunta retórica y por tanto no intenta ser
una contestada realmente. Por eso, en muchas ocasiones, se considera una
pregunta tramposa o ridícula, porque al formularla de una manera seria se puede
lograr que el interrogado caiga en una trampa o haga el ridículo. Generalmente, la
pregunta compleja se presenta en forma de una disyunción en la que la
aceptación de una de las partes presupone la aceptación (o negación) de la otra
parte implícita. Por ejemplo, la Biblia nos muestra innumerables ocasiones en las
que Jesús fue objeto de estas preguntas capciosas que intentaban entraparlo.
Como el caso de la mujer sorprendida en adulterio (Juan 8:3-8): “Maestro, esta
mujer ha sido sorprendida en adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a
tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?” Si Cristo decía que se cumpliera la ley, iría
en contra de su propio mensaje; si por el contrario afirmaba que se le debía
perdonar, entonces se
colocaba fuera de la ley. Una vez más, Cristo responde sabiamente: “El que de
vosotros esté sin pecado, tiré la primera piedra”.
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como premisas la misma conclusión que pretendemos probar. Algunos reconocen
esta falacia como un argumento circular, ya que el punto inicial (la premisa) y el
punto de llegada de la inferencia (la conclusión) son las mismas y realmente, no
se prueba nada ni se dice nada nuevo.
2.1) El equívoco
La falacia del equívoco se comete cuando en un mismo argumento utilizamos
diversos significados de una misma palabra de tal manera que originamos
confusión y sospecha en el oyente. Utilizar las diversas acepciones de una misma
palabra es lógicamente correcto, en eso consiste la riqueza del idioma. Lo que es
falaz es utilizar diferentes sentidos de una misma palabra en el mismo argumento
porque esto provoca confusión, es decir la conclusión puede entenderse en varios
sentidos...y todos equivocados.
Cuando comparamos esta falacia con las falacias formales, aquellas cuyo error
radica en la forma en que se unen las premisas con la conclusión, encontramos
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que corresponde a la falacia de cuatro términos. Un ejemplo clásico lo
encontramos en el razonamiento que parte de la proposición expuesta por
Aristóteles en su Metafísica; "El fin de una cosa es su perfección." Partiendo de
esta premisa podemos elaborar el siguiente argumento equívoco:
2.2) La anfibología
La anfibología es la falacia que se comete cuando descuidamos la sintaxis o las
construcciones gramaticales de las proposiciones que componen un argumento. El
error no radica en los términos utilizados, sino en la forma en que los organizamos
dentro del razonamiento. Si alteramos el orden lógico que deben seguir los
términos de una oración podemos distorsionar su significado y el texto será uno
ambigüo y de significado confuso.
Ejemplo
Juan cree que Pedro responderá. ( Juan es el único que lo cree)
Juan cree que Pedro responderá. (Juan no está seguro de si lo hará)
Juan cree que Pedro responderá. (Pero no cree que pagará)
2.4) Composición
La falacia de composición se aplica a dos tipos de razonamientos no válidos. El
primero de ellos se origina cuando se argumenta que las características de una
parte de un todo se pueden atribuir al todo mismo. Así por ejemplo, cuando
afirmamos que la casa de mi tía se derrumbó en el último huracán que pasó por la
Isla porque se cayó el balcón de madera.
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2.5) División
La falacia de división es la inversa de la falacia de composición. En ella se da la
misma confusión, pero a la inversa: lo que se predica con verdad de la totalidad se
puede predicar con igual verdad de las partes que componen la totalidad. Como la
falacia de composición, también esta tiene dos variantes. En el primer caso se
argumenta que lo que es verdad de una totalidad también es verdad de cada una
de sus partes. Por ejemplo, es verdad que la Orquesta Sinfónica de Munich
celebró recientemente su centenario, por lo tanto cada músico de la Orquesta
tiene cien años. El término Orquesta está utilizado como una totalidad, como un
término colectivo. Por eso sería ridículo pensar que sus cien años también son
una característica de sus integrantes. Otro ejemplo, “la Pontificia Universidad
Católica de Puerto Perú es, como dice su nombre, católica, por lo tanto, Sutano de
Tal, estudiante de la PUCP, es católico”. Es de conocimiento general que en la
comunidad nuestra universitaria conviven personas de diferentes ideologías
religiosas.
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IV) CONCLUSIONES
Con relación a las clases de falacias se puede inferir, que desde la antigüedad,
Aristóteles fue el primero en presentar una lista de trece falacias en su escrito
Sobre las refutaciones sofísticas, el cual es considerado como un apéndice de los
Tópicos. El Estagirita indica que hay dos clases de razonamientos: unos válidos y
otros que no lo son aunque parecen serlo. Estos últimos son, precisamente, las
falacias. Éstas se dividen en dos grandes grupos: las formales y las no formales.
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al efectuar un razonamiento, razón por la cual resulta necesario estudiar estos
errores, para tener habilidad de identificarlos y analizarlos, hecho que impedirá
que seamos engañados por ellos. Su estudio y conocimiento permitirá ponerlos al
descubierto y saberlos evitar.
V) BIBLIOGRAFIA
http://www.monografias.com/trabajos5/fala/fala.shtml
http://campus.uladech.edu.pe/course/view.php?id=45832
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