Monografia de La Deontologia
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TRABAJO MONOGRAFICO
TEMA:
DOCENTE:
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AGRADECIMIENTO
A DIOS:
A NUESTROS PADRES:
A NUESTROS DOCENTES:
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INDICE
DEDICATORIA ......................................................................................................................... 2
AGRADECIMIENTO ................................................................................................................ 3
INDICE ....................................................................................................................................... 4
HISTORIA ................................................................................................................................. 6
1. LA MORAL .................................................................................................................... 6
3. LO AMORAL ................................................................................................................. 8
9. CONCLUSIÓN ............................................................................................................. 23
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HISTORIA
Todas las sociedades tienen un conjunto de conductas, que son el núcleo de una concepción
moral ampliamente compartida por los individuos del grupo. En Occidente han sido
particularmente importantes la concepción moral de las religiones como el judaísmo, y
el cristianismo. En Oriente el confucianismo o el budismo también han ejercido un fuerte
influjo en el núcleo moral de sociedades asiáticas.
Si bien es frecuente remontar la reflexión moral occidental, a lo dicho por las escuelas
grecorromanas, donde la moral se enseñaba en forma de preceptos prácticos, la reflexión
moral fue particularmente importante en la antigüedad egipcia a juzgar por la gran cantidad de
textos de carácter moral que han sobrevivido. En la antigüedad grecolatina, se elaboraron
numerosos textos tales como las Máximas de los siete sabios de Grecia, los Versos dorados de
los poetas de Grecia; o bien en forma de apólogos y alegorías hasta que después se revistió de
un carácter filosófico.
Los antiguos romanos concedían a las mores maiorum (“costumbres de los mayores”) las
costumbres de sus ancestros fijadas en una serie continuada de precedentes judiciales) una
importancia capital en la vida jurídica, a tal grado que durante más de dos siglos
(aproximadamente hasta el siglo II a. C.) fue la principal entre las fuentes del derecho. Su
vigencia perdura a través de la codificación de dichos precedentes en un texto que llega hasta
nosotros como la Ley de las XII Tablas, elaborado alrededor del 450 a. C.
Ocupa importante lugar en las enseñanzas de Pitágoras, Sócratres, Platón, Aristóteles, Epicuro
y sobre todo, entre los estoicos (Cicerón, Séneca, Epicteto, Marco Aurelio, etc.).
1. LA MORAL.
La moral (del gen. latín moris, “costumbre”, y de ahí moralis, “lo relativo a los usos y las
costumbres”) es un conjunto de normas, creencias, valores y costumbres que dirigen o
guían la conducta de las personas en la sociedad. La moral permite distinguir qué acciones
son correctas (buenas) y cuáles son incorrectas (malas). Otra perspectiva la define como
el conocimiento de lo que el ser humano debe hacer o evitar para conservar la estabilidad
social.
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Se entiende por “acción moral” cualquier acto que haya sido ejecutado obedeciendo a los
mandatos de las leyes morales. Por tanto, no todas las acciones humanas son susceptibles
de recibir una cualificación moral (por ejemplo, desde el punto de vista ético el estornudar
no puede merecer ninguna valoración moral propiamente dicha, salvo que lo hagamos
encima de una persona para fastidiarla, con lo cual lo valorable moralmente sería nuestra
intención de dañar a esa persona, no el acto de estornudar en sí). Sólo podemos hablar de
acciones morales o inmorales cuando cumplan al menos un conjunto de condiciones:
Haber sido realizada con libertad, es decir, haber tenido la oportunidad de elegir entre
varias opciones antes de realizar la acción. En el caso de que no exista esa libertad
(por ejemplo, si alguien me obliga a realizar un acto apuntándome con un revólver), el
individuo no puede ser considerado responsable moral de esa acción.
Que haya sido realizada voluntariamente y siendo consciente de los efectos que iba a
producir esa acción. Por ejemplo, si yo realizo un acto y, sin que yo lo sepa, ese acto
causa trastornos graves a otra persona, no puedo ser considerado responsable moral
del daño causado involuntariamente.
Las intenciones o fines con los que yo he llevado a cabo esa acción, puesto que puede
darse el caso de realizar un acto bueno en sí mismo aunque las intenciones que
motivaron ese acto fueran inmorales (por ejemplo, alguien que ayuda económicamente
a una familia pobre, aunque lo hace con la secreta intención de obtener favores
sexuales). O a la inversa: provocar un daño aunque mis intenciones sean buenas.
El filósofo Kant afirmó al respecto que sólo podían ser consideradas como buenas
moralmente aquellas acciones que hubieran sido ejecutadas exclusivamente por puro
respeto al deber moral, es decir, sin que nos moviera ningún interés particular en
realizarlas. Según él, existen las ‘acciones conformes al deber’, las cuales no son
estrictamente acciones morales, porque el fin que las motivó fue el interés personal y no el
respeto al deber. Él mismo pone un ejemplo de ‘acciones conformes al deber’: un
comerciante que no practica la usura puesto que mantiene bajos sus precios, pero lo hace
para tener más clientes y enriquecerse, no porque considere que ésa es su obligación
moral.
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2. INMORAL Y AMORAL.
Dentro del concepto de moral surgen otros dos conceptos que son, cada uno a su manera,
antónimos y que no deben ser confundidos. Uno es el de «inmoral», el cual hace
referencia a todo aquel comportamiento o persona que viola una moral específica o la
moral social. Cuando se dice que una persona actúa inmoralmente, se quiere decir que está
actuando de forma incorrecta, haciendo mal.
Por otra parte, el concepto de «amoral» o amoralidad, hace referencia a una postura en la
que las personas se consideran carentes de moral, por lo que no consideran que los hechos
o actos humanos sean malos o buenos, correctos o incorrectos. La mayor defensa de la
amoralidad la realiza en el taoísmo, en el cuál se considera que la moral corrompe al ser
humano, obligándolo a hacer cosas buenas cuando no está preparado y prohibiéndole
hacer cosas malas cuando necesita experimentar para darse cuenta de las repercusiones de
sus actos. Todo lo “moral”, según ellos, implica forzar la naturaleza del ser humano y es
fruto de la desconfianza y el miedo a los demás, a lo que puedan hacer si no están
sometidos al estricto gobierno de unas leyes que rijan su comportamiento.
El ser humano es un ser moral porque tiene capacidad de elegir al hora de actuar, es
responsable de sus actos y es capaz de evaluar las consecuencias que de ellos se derivan.
La conciencia moral se manifiesta en la pregunta: ¿Qué debo hacer? Para responder, las
personas deben pensar sobre lo bueno y lo malo. Lo que una persona considera bueno se
convierte en un valor moral. Y las normas morales desarrollan y protegen esos valores.
Así, el valor de la vida aparece protegido con la norma “No matarás”. Los animales no
son capaces de decidir reflexivamente, no se preguntan qué deben hacer. Su vida es ajena
al ámbito de lo moral, por eso decimos que son amorales. Las normas y los valores no
tienen sentido, pues carecen de las capacidades necesarias. Alguien es inmoral si no
cumple las normas morales de su comunidad.
3. LO AMORAL.
Su significación estricta es “aquello que carece de moral”. Utilizando una expresión del
filósofo Nietzsche, podríamos decir: “aquello que está más allá del bien y del mal”.
Es importante señalar que “amoral” no significa lo mismo que “inmoral”, puesto que lo
inmoral es algo contrario a lo moral, y es catalogado así por comparación con las normas
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morales. Sin embargo, lo amoral se encontraría tan alejado de lo inmoral como de lo
propiamente moral.
En filosofía, “amoral” también se suele utilizar como calificativo que acompaña a todas
aquellas disciplinas que tratan los hechos sin valorarlos desde una perspectiva ética o
social. Por ejemplo, con la expresión “el conocimiento científico es amoral” queremos
significar que estudia los hechos prescindiendo de cualquier valoración moral.
4. LA DOBLE MORAL.
Expresión que se aplica para reflejar casos donde un individuo mantiene una conducta
contradictoria en el ámbito moral, de tal manera que actúa de una u otra forma en
situaciones similares dependiendo de su propio beneficio. Por ejemplo, alguien se declara
contrario al aborto por motivos morales; sin embargo, cuando una hija suya, menor de
edad, queda embarazada de manera causal y no deseada, autoriza y financia el aborto.
a) Moral objetiva.
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fin, a menos que no controle su razón, como ocurre en variadas situaciones. Sin
embargo, las realidades sociológicas sugieren que las personas suelen actuar por
inercia, costumbre, tradición irrazonada o la llamada “mentalidad de masa”.
Opuesto a esta postura de auto-justificación está la aceptación, por parte del individuo,
de su responsabilidad. Usando los valores morales puede convertirse en el artífice de
su propio destino o de un mejor destino.
5. TIPOS DE MORAL:
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5.2. Moral social.
Muchos viven creyendo que el mundo se lo convierte a base de sueños, otros a base
de armas, y existen los que piensan que la vida es solo el recorrer de lapsos de
tiempo. Pero la vida va más allá, va por la vía de la autorrealización. La moral social
es el encuentro entre las personas y exige la convivencia organizada porque la
convivencia garantiza el encuentro.
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los medios de comunicación de masas. Todo ello obliga a elaborar una teología
moral social.
La moral social trata de analizar, desde la luz de la revelación y con la ayuda de las
ciencias sociales, las exigencias de esa vida en sociedad. De ellas se ha ocupado
desde su origen la reflexión cristiana. Posteriormente, en particular a raíz de los
cambios decisivos que dan lugar al nacimiento de las sociedades modernas, los
pontífices se ocuparon, sobre todo desde fines del siglo XIX, de iluminar con la luz
del evangelio las circunstancias cambiantes de ese vivir social. De este modo, fue
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configurándose un cuerpo de doctrina, de principios morales y de aplicaciones a
casos particulares, que alcanzó la denominación de “doctrina social de la Iglesia”.
Para el recto uso de estos medios es absolutamente necesario que todos los que se
sirven de ellos conozcan y llevan a la práctica en este campo las normas del orden
moral. Consideren, pues, la especial naturaleza de las cosas que se difunden a través
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de estos instrumentos, según la peculiar naturaleza de cada uno; tengan, a la vez, en
cuenta, las circunstancias o condiciones todas, es decir, el fin, las personas, el lugar,
el tiempo y demás datos que entran en juego en los diversos medios de
comunicación, y aquellas otras circunstancias que pueden hacer perder su honestidad
o cambiarla; entre las cuales el carácter específico con que actúa cada instrumento,
es decir, su propia fuerza, que puede ser tan grande que los hombres, sobre todo si
no están formados, difícilmente sean capaces de advertirla, dominarla y, si llega el
caso, rechazarla.
Una segunda cuestión se plantea sobre las relaciones que median entre los llamados
derechos del arte y las normas de la ley moral. Dado que, no rara vez, las
controversias que surgen sobre este tema tienen su origen en falsas doctrinas sobre
ética y estética, el Concilio proclama que la primacía del orden moral objetivo ha de
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ser aceptada por todos, puesto que es el único que supera y congruentemente ordena
todos los demás órdenes humanos por dignos que sean, sin excluir el arte. Pues
solamente el orden moral abarca, en toda su naturaleza, al hombre, hechura racional
de Dios y llamado a lo sobrenatural; y cuando tal orden moral se observa íntegra y
fielmente, le conduce a la perfección y bienaventuranza plena.
Por otra parte, la narración, descripción y representación del mal moral, puede, sin
duda, con el auxilio de los medios de comunicación social, servir para conocer y
descubrir mejor al hombre y para hacer que mejor resplandezca y se exalte la verdad
y el bien mediante oportunos y logrados efectos dramáticos; sin embargo, para que
no produzcan mayor daño que utilidad a las almas, han de someterse plenamente a
las leyes morales, sobre todo si se trata de cosas que merecen el máximo respeto o
que incitan más fácilmente al hombre, inclinado por la culpa original, a deseos
depravados.
La moral del capitalismo es la moral de la explotación del trabajo mediada por los
vínculos mercantiles y monetarios. Aquí se impone responder a esta pregunta: ¿Qué
tiene que ver la moral con la política? Pero antes, es necesario distinguir, con
Gramsci, entre pequeña y gran política. La pequeña política es la política de andar
por casa, el pulso permanente entre las distintas fracciones de una misma clase
dominante, a través del cual se dirime el poder hegemónico de una de ellas o de una
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coalición de ellas, dentro de las instituciones del Estado representativo de los
intereses del conjunto, de las formaciones políticas particulares. Y en el juego entre
esos intereses políticos de clase comunes, rige como ley social suprema el tipo de
moral basada en la explotación del trabajo ajeno, donde este fin crea los medios
adecuados a él en cada momento. Y para esto, basta el botón de muestra en torno a
los acontecimientos bélicos que dieron cuenta hace muy poco del régimen Irakí.
La gran política en cambio, es la que dirime el poder entre los intereses históricos de
distintas clases, de clases que hasta un determinado momento habían convivido
contradictoriamente, siempre a la greña, pero dentro de un mismo modo de
producción y de un Estado bajo la dirección política de la clase económica y
políticamente dominante, las clases oprimidas y explotadas comienzan a rebelarse.
Marx define semejante momento histórico como la incompatibilidad entre el modo
de producción dominante y las fuerzas sociales productivas que encarnan
políticamente las clases subalternas nacidas del vientre de la sociedad cuestionada,
continuando el párrafo del ya citado prólogo a su "Contribución a la crítica de la
economía política" en los siguientes términos.
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La persona debe ser tomada como un todo, pero individual, guiados por otras
disciplinas que nos iluminen el querer personal de un quehacer particular en cuanto a
la moral”.
La Teología Moral es la parte de la Teología que estudia los actos humanos, a la luz
de la razón iluminada por la fe, en orden a conocer la manera en que deben ser
realizados, a fin de que sirvan para la gloria de Dios y realización del hombre. Es la
reflexión científica, desde los datos que ofrece la Revelación, sobre la actividad
moral humana en cuanto respuesta a la vocación cristiana. Centra su atención, por
tanto, en las conductas humanas realizadas libre y responsablemente, en cuanto son
capaces de ordenar a Dios como fin sobrenatural.
La vida moral, constituida por múltiples y variados actos singulares, es, sin embargo,
una. También los es la Teología como ciencia que trata de esa actividad moral
humana. Pero esa actividad, objeto de la Teología Moral, puede ser considerada
desde ámbitos o perspectivas diversas y, como consecuencia, dar lugar a partes o
tratados diversos dentro de la unidad de la Teología Moral (Teología Moral
Fundamental; Teología Moral Especial, dividida a su vez en Moral Teologal, Moral
de la Persona y Moral Social).
A la vez, sin embargo, en los actos que el hombre realiza es posible distinguir (sólo a
nivel de discurso y de acuerdo con el ámbito más directo de relación) los que se
refieren a Dios, a los demás y a uno mismo. De este último ámbito se encarga la
Moral de la Persona. Se puede definir, por tanto, como la parte de la Teología Moral
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que trata sobre el obrar moral directamente relacionado con la persona como sujeto
singular y en cuanto que, gracias a ese obrar, puede hacer de su existencia cristiana
(o llamada a serlo) una respuesta adecuada a la vocación de hijo de Dios.
Ocupándose de los actos humanos desde la perspectiva de la persona (considerada
como sujeto de la acción moral y también como regla o referente normativo de la
moralidad) trata de aquellos actos que, referidos más directamente a la persona como
sujeto singular, sirven para su realización personal en conformidad con el designio
salvador de Dios.
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sexualidad lleva a ver a la mujer como un juguete con el que pasar un lindo rato. La
futura esposa puede terminar siendo un juguete más de la lista, no menos desechable
que los demás. Se degrada la dignidad humana de cada mujer y ya no se la ve desde
el amor sino desde el egoísmo. Y lo que se dice de la mujer puede decirse igual del
varón.
Es pues que la Teología Moral es la parte de la Teología que estudia los actos
humanos, a la luz de la razón iluminada por la fe, en orden a conocer la manera en
que deben ser realizados, a fin de que sirvan para la gloria de Dios y realización del
hombre. Es la reflexión científica, desde los datos que ofrece la Revelación, sobre la
actividad moral humana en cuanto respuesta a la vocación cristiana. Centra su
atención, por tanto, en las conductas humanas realizadas libre y responsablemente,
en cuanto son capaces de ordenar a Dios como fin sobrenatural.
6. EL ACTO MORAL.
Un acto moral es aquella acción realizada por un individuo y que puede ser valorada como
buena o mala desde un punto de vista ético. Las acciones que realizamos podrían dividirse
en dos grupos: las que no tienen implicaciones morales porque son neutrales (respirar,
moverse o protegerse de la lluvia) y aquellas acciones que sí pueden tener alguna
consideración moral, es decir, pueden valorarse como buenas o malas. Este último tipo de
acciones es mucho más amplio de lo que parece a primera vista. Dar la mano a alguien
puede parecer neutral, pero dar la mano a un terrorista sanguinario ya se puede discutir
moralmente. Trabajar en una fábrica para ganarse el pan de la familia no tiene una
implicación moral, pero si la fábrica contamina un río y esto provoca enfermedades, la
neutralidad del trabajo en la fábrica desaparece. Esto quiere decir, que casi cualquier acto
es un acto moral en potencia, pues el contexto en el que se produzca determinará una
valoración determinada.
Un acto moral depende de varios elementos. Para que hablemos con rigor de acto moral
éste tiene que ser algo elegido libremente, sin ningún tipo de coacción. Por otra parte, el
acto debe tener una finalidad, un motivo por el cual se realiza.
Por último, el acto moral se encuentra dentro de un contexto humano que condiciona
cualquier análisis ético. Cualquier acto moral se puede analizar desde perspectivas
diferentes, es decir, desde varios criterios éticos. Si tomo la decisión de ayudar a todo el
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que lo necesita, alguien podría preguntarme por qué actúo así. Mi respuesta podría ser
muy diversa:
2) Entiendo que al ayudar al necesitado estoy cumpliendo con lo que Dios quiere de mí.
3) Mi conducta moral se rige por mis sentimientos internos. Estas tres posibles respuestas
a un acto moral son ejemplos de las justificaciones racionales o criterios que podemos
emplear a la hora de llevar a término un acto moral.
Los motivos o las intenciones son los que nos llevan a actuar o a perseguir un
determinado fin. Un mismo acto puede realizarse por diferentes motivos: buenos o
malos. Los motivos constituyen uno de los factores más interesantes del acto moral
por las discusiones que han suscitado. Por ejemplo, las teorías motivistas o éticas de
los motivos consideran que lo bueno de una acción descansa en los motivos del
sujeto. Como representante de esta postura, tenemos a Kant. Según esta teoría, los
actos pueden realizarse con buenas intenciones, pero los resultados no son, por
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diversas circunstancias, buenos o positivos. Estos actos, a pesar de todo, son
positivos. En cambio, los actos que son realizados con malas intenciones, y cuyos
resultados son exitosos y hasta juzgados como buenos, pero que no surgieron de una
intención o motivación positiva, son calificados como malos.
La anticipación ideal del resultado que se pretende alcanzar es la conciencia del fin
que se persigue. El sujeto moral tiene capacidad para sopesar los alcances, las
consecuencias, las secuelas que pueda traer consigo su acto moral y de esa manera
prever con anticipación situaciones indeseables que en muchos casos pueden ser
graves.
7.4. La Decisión:
La elección es el paso previo a la decisión, ya que implica una elección entre varios
fines posibles. Un ejemplo de elección es el siguiente: Una persona va a abrir una
ventana porque siente necesidad de aire fresco; ningún acto podría ser más natural,
más moralmente indiferente en apariencia. Pero recuerda que su |a acompañante es
un minusválido muy sensible a las corrientes de aire.
7.5. El Medio:
El acto moral necesita los medios para realizar el fin escogido por el sujeto. Los
medios deben ser tan morales como los fines. Sin embargo, no todos los filósofos
coinciden en esto: Maquiavelo, por ejemplo, considera que los fines justifican los
medios; si el asesinato o la conspiración, piensa, conducen al fortalecimiento del
Estado, entonces éstos son buenos por haber demostrado su efectividad.
7.6. El Resultado:
Las circunstancias son las diversas situaciones que rodean el acto moral. El hecho de
llamarse circunstancias no significa que carezcan de importancia para la valoración
del acto moral. Una forma de enumerar las circunstancias que enmarcan el acto
moral Podría ser a través de preguntas como: ¿quién?, ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿cómo?,
¿a quién?, ¿con qué medios?, ¿cuán a menudo? No sirven las preguntas ¿qué? o ¿por
qué?, ya que estas interrogantes se refieren al acto mismo y su motivo.
8. ORIENTACIONES MORALES.
El dolor fortalece nuestra Voluntad, templa nuestra carácter, solidifica nuestros ideales,
acrecienta nuestra sabiduría y aviva en nosotros el Amor, haciendo aparecer en nuestro ser
la mística flor de la Bondad y el misterioso fruto que es la CORDURA, materia prima de
la verdadera Vida.
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9. CONCLUSIÓN.
Los actos que realizamos es el modo en que nos movemos respecto del fin de nuestra vida.
Cada acto que realizamos nos acerca o nos aleja de ese fin, estos están dirigidos por las
normas, que provienen de antecedentes culturales, costumbres y los valores que abarcan
todas sus acciones, normas que no siempre tienen un contenido de valor moral.
En cuanto a la valoración de los actos según los principios o fuentes de la moralidad, hay
que tener en cuenta que el bien consiste en la posesión de todos los elementos requeridos
para la plenitud de un ser; y el mal, en cambio, en la ausencia de alguno de ellos.
La determinación de la bondad o malicia de los actos humanos se hace por los elementos
que los integran: El objeto, el fin y las circunstancias. Estos elementos no intervienen
todos de la misma manera, cuando determinan la moralidad de los actos humanos buenos
y la de los actos malos.
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