10 Claves Ley Navegación Marítima Española
10 Claves Ley Navegación Marítima Española
10 Claves Ley Navegación Marítima Española
1 ¡A LA QUINTA VA LA VENCIDA!
- Tras cuatro intentos sin éxito previo, el BOE ha publicado el pasado 25 de julio de 2014 la Ley de
Navegación Marítima. Un texto que ha sido fruto de un trabajo que se extiende desde 2004 durante casi 10
años de debate parlamentario en diferentes legislaturas:
- La nueva Ley de Navegación Marítima, en la que han colaborado los profesionales del sector, consta de
524 artículos y tiene como propósito con un triple objetivo:
• Homogenizar el ordenamiento jurídico con el Derecho Marítimo Internacional, adoptado por los países de la
Unión Europea y OCDE, algo clave en un tráfico caracterizado por la transnacionalidad.
• Proporcionar seguridad jurídica, al garantizar la coordinación entre las normas españolas, europeas y los
convenios internacionales vigentes, tanto de Derecho Público como Privado, facilitando la
interpretación unívoca de esas normas por los Tribunales.
• Reflejar la realidad práctica actual del transporte marítimo, teniendo en cuenta las consecuencias
económicas y de todo orden que puedan derivarse de las modificaciones introducidas, y
proporcionando soluciones más equilibradas de las que hoy ofrece el Derecho vigente.
- Son multitud las normas de navegación marítima derogadas por la LNM, entre las que destacan, por su
importancia, las siguientes:
• El Libro III y los artículos 19.3, 951 a 954 del Código de Comercio de 1885.
• La Ley de 22 de diciembre de 1949, sobre unificación de reglas para los conocimientos de embarque en los buques
mercantes (LTM).
• La Ley de Hipoteca Naval, de 21 de agosto de 1893.
• La Ley 60/1962, de 24 de diciembre, sobre auxilios, salvamentos, remolques, hallazgos y extracciones marítimas,
excepto las disposiciones del título II, que continuarán en vigor en calidad de normas
reglamentarias.
• Los artículos 2131 a 2161 y 2168 a 2174 de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1881.
• La disposición final vigésima sexta de la Ley 1/2000, de 1 de enero, de Enjuiciamiento Civil.
• Los artículos 261 y 262, y la letra f) del artículo 263 del Texto Refundido de la Ley de Puertos del
Estado y de la Marina Mercante de 2011.
Esta vocación de uniformidad conlleva el propósito de acabar con la criticada dualidad de regulaciones
existente en muchos ámbitos de esta materia, en los que, por una parte, España ha ratificado distintos
convenios internacionales y, por otro, contamos con una legislación propia que, en muchos casos, no se
ajusta a los mismos. Se recurre para ello a una técnica de remisión normativa a los Tratados internacionales
que rigen la materia. En coherencia con esa vocación de cuerpo normativo autónomo, y como
consecuencia de esa constante interrelación entre la norma y los Tratados internacionales correspondientes
a las distintas partes de su contenido, la LNM contiene una enumeración y jerarquía de las fuentes
aplicables en la materia y una fijación de los criterios de interpretación de la Ley (art. 2) que pretende dar
equilibro entre ambos extremos.
Por lo que respecta al sistema de fuentes, y habida cuenta de la crítica que suscitó en determinados sectores
la redacción que daban los primeros Anteproyectos de Ley, el artículo 2 de la LNM ha querido dejar clara la
primacía que ostentan los tratados y convenios internacionales de los que España sea parte, así como la
normativa comunitaria. Se proclama la autonomía de fuentes en su art. 2: “la presente ley se aplicará en tanto
no se oponga a lo dispuesto en los Tratados Internacionales vigentes en España y en las normas de la Unión Europea que
regulen la misma materia”. De forma supletoria se estará a las leyes y reglamentos complementarios, así como
a los usos y costumbres relativos a la navegación marítima. A falta de todo ello y en cuanto no se
pudiere recurrir a la analogía se aplicará el Derecho común.
El concepto de «complementariedad», sin embargo, parece ser tan sólo semántico, ya que cada Tratado
define sus límites objetivos de aplicación, y no habría quebranto alguno en que la nueva Ley marítima
comparta supremacía con el Tratado Internacional en las materias que cada uno regula. Sin embargo, una
cuestión importante se planteará porque no todos los Tratados Internacionales Marítimos, aún a veces de
contenido imperativo, determinan los espacios reservados a la ley interna de los Estados ni lo hacen de
forma expresa; por lo que es probable que los Tribunales pretendan aplicar la nueva ley a materias no
dejadas expresamente a la misma por el Tratado Internacional, de tal forma que el intento suponga una
desviación o, incluso, un conflicto con el Tratado, lo que sería poco deseable.
En ese mismo artículo se dan, además, unos criterios especiales de interpretación: “en todo caso, para la
interpretación de las normas de esta ley se atenderá a la regulación contenida en los Tratados Internacionales vigentes en
España y la conveniencia de promover la uniformidad en la regulación de las materias objeto de la misma”. No se entiende,
sin embargo, que el precepto relativo a los criterios de interpretación, predique la conveniencia promover la
uniformidad de “la regulación de las materias objeto de la misma [esta ley]”. Lo deseable hubiese sido que
esa uniformidad, cuya promoción se considera conveniente, lo fuese precisamente de la interpretación de la
ley, y no del contenido de la ley. Como se ha indicado “la uniformidad en la regulación es algo que debe
intentar lograr el legislador, y por consiguiente no debería insertarse en el cuerpo de la ley un mandato –
supuestamente hermenéutico– que va dirigido a quien está llamado a elaborarla y no a interpretarla”
(ALCANTARA).
- Por primera vez, la legislación española contará con una regulación básica de la policía de navegación, que
permitirá una mejor intervención de la Administración en la defensa de la seguridad marítima, de los
intereses medioambientales y del salvamento de vidas humanas en el mar.
- El título I de LNM se estructura en seis capítulos en los que se formula una regulación básica y
sistemática de la policía de la navegación, que se completa con la normativa en materia de puertos del
Estado y de marina mercante. Estas normas despliegan su eficacia frente a buques nacionales y extranjeros
que navegan o se detienen en alguna de nuestras aguas.
- La aplicación del régimen de policía de la navegación obedece principalmente a un criterio territorial, sin
perjuicio del respeto a las competencias del Estado del pabellón. El campo de aplicación de este título I
se delimita tanto en clave territorial –dentro de los espacios marítimos españoles la ley rige para todos los
buques (art. 4)– como por la llamada ley del pabellón –quedan sujetos a ella los buques españoles, donde
quiera que se encuentren y sin perjuicio de las competencias que correspondan a otros Estados ribereños o
del puerto (art. 5)–.
- La ley dedica un capítulo al régimen de estancia en aguas interiores marítima y en puerto (arts. 7-18)
–con continua remisión a la legislación portuaria- y otro al régimen general de la navegación en los
espacios marítimos españoles (arts. 19-36). La navegación por estos espacio, bien sea para atravesarlos en
paso lateral, bien para entrar o salir de ellos, se ajustará a las previsiones del Convención de Naciones
Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982 (Convenio de Montego Bay). La navegación de los buques
pesqueros se sujetará, además de a las normas generales de la LNM, a las prescripciones especiales de la
legislación pesquera (art. 24).
- Los capítulos IV y V focalizan su atención en el derecho de paso inocente de un buque por el mar
territorial español (arts. 37-47), así como el derecho de persecución y visita (arts. 48-49). Derechos de
navegación todos ellos que se encuentran regulados por la Convención sobre el Derecho del Mar. El
gobierno podrá prohibir, de forma temporal y sin discriminación entre pabellones, dicho paso inocente, en
defensa de los intereses nacionales, en determinadas zonas del mar territorial (art. 42). La jurisdicción civil y
penal de los tribunales españoles se extenderá a todos los buques extranjeros mientras permanezcan, de
forma voluntaria, en los puertos nacionales o demás aguas interiores marítimas (art. 43-44). En este sentido,
las autoridades judiciales podrán ordenar la práctica a bordo de las diligencias que consideren procedentes,
así como la entrada y registro en el buque, incluidos sus camarotes, sin más requisito que la comunicación
al cónsul del pabellón (art. 46). Como excepción, los buques de Estado extranjeros gozarán de inmunidad,
quedando sujetos únicamente a la jurisdicción del Estado de su pabellón (art. 50).
• Bajo el epígrafe «De los vehículos de la navegación», el Título II contiene una completa regulación
del estatuto jurídico del buques, que prescinde de las tradicionales distinciones de buque público o
privado, civil o militar, mercante o de recreo, y deportivo o científico. Se considerarán buques
todos los vehículos con capacidad para navegar, lo que cubre también situaciones estáticas
transitorias, como es el buque en construcción, y que cuenten con cubierta corrida y 24 metros o
más de eslora. Se hablará de “embarcación” cuando la eslora esté por debajo de esta medida y
siempre que el vehículo no esté dentro de lo que se consideran “unidades menores”. Esta noción
de movilidad excluye, por tanto, los artefactos navales -caracterizados por su permanencia a flote
en un lugar o punto fijo de las aguas- y las plataformas fijas, emplazadas sobre el lecho del mar,
ancladas o apoyada en él.
• También se especifica el concepto de artefacto naval, que hace referencia a toda construcción
flotante que queda en un punto fijo de las aguas. No entran dentro de esta categoría otras obras
consideradas bienes inmuebles (islas artificiales o instalaciones portuarias) ni tampoco las boyas,
balizas y otros pequeños elementos flotantes que no pueden albergar personas. Por otro lado, se
define como plataforma fija aquella instalación que se apoya sobre el mar y se destina a la
explotación de recursos naturales marítimos.
• Finaliza el Título II con el capítulo relativo a los privilegios marítimos y a la hipoteca naval.
Respecto a los primeros, el legislador cede su regulación a lo dispuesto el Convenio internacional
sobre los privilegios marítimos y la hipoteca naval de 1993 (art. 122), manteniendo el privilegio
sobre la flota de una misma empresa o grupo, cuando no fuera posible determinar el buque a
bordo del cual ha nacido el privilegio (art. 123).
• En relación a la hipoteca naval, y bajo la premisa de que la LNM deroga la Ley de Hipoteca Naval
de 1893, se contiene una regulación más o menos detallada de las singularidades de esta hipoteca
(objeto, efectos, constitución, legitimación, documentación, contenido, extensión, derechos y
ejercicio de estos y prescripción. Se establece como derecho supletorio, en todo lo no previsto en
el presente capítulo, la aplicación de la Ley Hipotecaria.
- Los sujetos de la navegación están constituidos, principalmente, por el armador y el naviero (art. 145). El
primero es quien, siendo o no su propietario, tiene la posesión del buque o embarcación, directamente o a
través de sus dependientes, y lo dedica a la navegación en su propio nombre y bajo su responsabilidad
(asume, por tanto, la gestión náutica del buque, su mantenimiento en condiciones de navegabilidad y la
contratación del capitán y del resto de dotación). Por su parte, el naviero o empresa naviera es la persona
física o jurídica que, utilizando buques propios o ajenos, se dedique a la explotación de los mismos, aun
cuando ello no constituya su actividad principal. Es decir, que mientras que en el concepto de armador se
pone el acento en la posesión, desplazando a un plano secundario al propietario del buque, en el caso del
naviero lo relevante será la explotación del buque, lo que no siempre llevará aparejada su posesión. La
LNM requiere la publicidad del armador, que será quien aparezca inscrito en el Registro de Bienes Muebles
(Sección de Buques), de tal forma que el propietario que no explote el buque deberá hacer constar quién es
el armador para evitar que las posibles responsabilidades recaigan sobre él.
- En el supuesto de condominio naval (arts. 150-155), recaerá la condición de armador en cada uno de
los condóminos, sin perjuicio de su derecho a nombrar un administrador.
- Junto a la figura de armador y naviero, la LNM dedica un tercer capítulo a la dotación (arts. 156 y ss.), y
dentro de ella a la figura del Capitán, quien ostenta el mando y dirección del buque, así como la jefatura de
la dotación y representa a bordo a la autoridad pública (arts. 171-187). Las tradicionales funciones que esta
figura desempeña han sido actualizadas dotándole de una actualidad distinta a la que ejercía en el siglo XIX,
cuando el C.Com. fue promulgado. Se garantizada la libertad profesional del capitán para tomar decisiones
autónomas en materia de seguridad y protección del medio ambiente. Para ello se recoge de forma sintética
y clara el poder que ostenta para actuar en interés del buque, con legitimación activa y pasiva para
comparecer en todos los procedimientos judiciales y actuaciones administrativas que reclamen su presencia
por causa de relaciones jurídicas surgidas con ocasión de la navegación o explotación del buque.
- La determinación del responsable de cualquier hecho que tuviera lugar en el medio marino es uno de los
propósitos de la norma y gira en torno a la figura del armador, que es el responsable de los actos u
omisiones del capitán y de las demás personas que haya contratado. Se aclara, por tanto, la responsabilidad
del armador por los actos ilícitos del capitán y dotación del buque frente a terceros, tanto si son de origen
contractual como extracontractual (art. 149)
6 MODERNIZACIÓN DE LAS DIFERENTES MODALIDADES
CONTRACTUALES
• El título II regula, por primera vez, el contrato de construcción naval, incorporando además
importantes innovaciones en el contrato de compraventa de buques, teniendo sus normas un
marcado carácter dispositivo. La Ley de Navegación Marítima regula, como novedad en nuestro
ordenamiento, el contrato de construcción naval (arts. 108-116), que deberá constar por escrito, y
mediante el cual una parte encarga a otra la construcción de un buque a cambio de un precio. El
buque deberá ser entregado en el lugar y fecha pactados, una vez cumplidas las pruebas de mar y
las demás condiciones (art. 112.1). El retraso culpable que supere los treinta días dará lugar a la
indemnización de perjuicios y si supera los 180 días, a la resolución del contrato, si la demora en
ambos casos fuera irrazonable (art. 112.3).
- Entre los contratos tradicionales de utilización de buque sobre la base de su explotación náutica, la
LNM recoge los siguientes:
Tras un amago en los primeros anteproyectos de ley de recoger las soluciones inspiradas en las
Reglas de Hamburgo, el legislador ha optado por remitirse finalmente al régimen de
responsabilidad del porteador actualmente vigente en nuestro país, las Reglas de la Haya-Visby,
ratificadas por España y por la generalidad de los países marítimos. Se han unificado los regímenes
de responsabilidad del porteador, aplicables al transporte marítimo en régimen de conocimiento de
embarque –nacional o internacional–, y al fletamento en sus distintas modalidades (art. 277).
• Contrato de gestión naval (arts. 314-318): Figura de amplia difusión en la práctica marítima de
nuestros días, que pese a verse recogido en la LNM no deja de ser un contrato regulado por los
formularios utilizados en la práctica mercantil, dada la vaguedad con la que se expresa la ley en sus
propios términos, que salvo una definición orientativa del contrato y un régimen de
responsabilidad extracontractual, no aporta novedad alguna. En este sentido, por el contrato de
gestión naval una persona se compromete, a cambio de una remuneración, a gestionar, por cuenta
y en nombre del armador, todos o alguno de los aspectos implicados en la explotación del buque,
ya sean referentes a la gestión comercial, náutica, laboral o aseguradora del buque. Gestor que
deberá responder solidariamente junto con el armador con el armador de los daños y perjuicios
que se causen extracontractualmente a terceros como consecuencia de los actos de aquel o de los
de sus dependientes (sin perjuicio del derecho de uno y otro a limitar la responsabilidad).
• Contrato de consignación de buques (arts. 319-324): Una incorrecta definición de naviero en el
ya derogado Libro III del C.Com., unido a una inadecuada interpretación jurisprudencia, llevó a
equiparar a naviero y a consignatario en materia de responsabilidad. El texto legal pretende superar
definitivamente esta discusión que llevó a imputar al consignatario la responsabilidad por los daños
que pudiesen sufrir las mercancías durante el transporte llevado a cabo por una naviera cuyos
buques fuesen consignados por aquél. El régimen aplicable con la LNM a la relación entre naviero
y consignatario será el de la comisión mercantil, cuando estemos ante una relación ocasional, y al
del contrato de agencia cuando nos encontremos ante relaciones estables y continuadas (art. 320).
Con la nueva regulación el consignatario no será responsable ante los destinatarios del transporte
de las indemnizaciones por daños o pérdidas de las mercancías o por retraso en su entrega. Sin
embargo, será responsable frente al armador o naviero de los daños causados por culpa propia.
• Practicaje (arts. 325-328): Se resalta en la LNM el carácter de asesoramiento técnico que presta el
práctico al capitán del buque en la realización de diversas operaciones y maniobras que permitan la
entrada y salida de este a puerto en condiciones de seguridad, tanto para el buque como para los
terceros. Colaboración que no impide que sea el capitán quien mantenga la dirección náutica del
buque y a quien corresponda la última decisión (art. 327). El régimen de responsabilidad imputa al
práctico los daños causados por este por inexactitud u omisión en el asesoramiento al capitán, sin
perjuicio de la concurrencia de culpa que pueda apreciarse ante el error o negligencia del capitán,
en cuyo caso responderán ambos solidariamente, además del armador (art. 328).
- Abordaje: El régimen jurídico del abordaje remite en primer lugar a lo dispuesto en el Convenio para la
Unificación de Ciertas Reglas en materia de Abordaje de 1910, además de los convenios de los que España
sea parte sobre esta materia. Se entiende por abordaje el choque en el que intervengan buques,
embarcaciones o artefactos navales, del que resulten daños para alguno de ellos o para las personas o las
cosas, así como los daños causados a otro sin contacto como consecuencia de alguna maniobra incorrecta
(art. 339). Cabe destacar que será el armador del buque culpable el obligado a indemnizar por los daños
causados, salvo en supuesto de culpa compartida en que deberá aplicarse el principio de solidaridad (art.
342), salvo las excepciones oponibles amparados por la ley. La relación de causalidad entre el daño y la
culpa deberá ser probada por quien reclama tal indemnización (art. 340).
- Avería gruesa: Existe acto de avería gruesa cuando, intencionada y razonablemente, se causa un daño o
gasto extraordinario para la salvación común de los bienes comprometidos en un viaje marítimo con
ocasión de estar todos ellos amenazados por un peligro (art. 347). Daños que serán soportados por los
titulares de los intereses en riesgo y proporciona al valor salvado de cada uno de ellos (art. 349), cuyo plazo
de prescripción es de un años desde la finalización del viaje. La LNM atribuye al armador un derecho de
retención sobre las mercancías en tanto los interesados no constituyan garantía suficiente del cumplimiento
de su obligación de contribuir (art. 352). Por último, la Ley prevé un doble régimen de liquidación: privada,
si así se pactó en el contrato, o mediante expediente de certificación pública con intervención notarial (arts.
506-511).
- Salvamento: Asimismo, recoge la LNM el régimen jurídico del salvamento marítimo, remitiéndose
al Convenio Internacional sobre Salvamento Marítimo de 1989. Se entiende por tal todo acto emprendido
para auxiliar o asistir a un buque, embarcación o artefacto naval, o para salvaguardar o recuperar
cualesquiera otros bienes que se encuentren en peligro en cualesquiera aguas navegables. El hallazgo y
recuperación inmediata de bienes abandonados en las aguas o sus costas se considerará como salvamento
(arts. 357 y 358). Respecto del tradicional derecho a premio prevé la LNM que las operaciones de
salvamento que hayan producido un resultado útil darán derecho a un premio a favor de los salvadores
(que deberá repartirse entre armador y dotación en proporción de un tercio y dos terceos, respectivamente),
cuyo importe no podrá exceder del valor del buque y demás bienes salvados. Al igual que en el caso de
avería gruesas, deberán ser los intereses vinculados al buque y a los demás bienes salvados en proporción a
sus respectivos valores quienes hagan frente al mismo, sin perjuicio de que el premio pueda ser abonado
por el armador del buque salvado, a reserva de su derecho a repetir contra el resto de los intereses (art.
362). Se instituye un derecho de retención por el salvador sobre el buque y demás bienes salvados bajo su
control mientras no se constituya a su favor garantía suficiente por el importe del premio que se reclame
(art. 365).
- Bienes hundidos y naufragados: Tras los sucesos del caso Odyssey, la LNM dedica un capítulo a la
situación de los bienes afectados por un naufragio o hundimiento, así como los derechos de propiedad y el
régimen de las operaciones de extracción de dichos bienes, situados en el fondo de las zonas de navegación
señalada al efecto (art. 369). Normas que serán de aplicación preferente sobre las de salvamento, sin
perjuicio de que estas puedas ser objeto de aplicación. Importante es el régimen jurídico que la ley prevé
para el proceso de extracciones (arts. 376-383), el cual deberá contar con el permiso y supervisión de la
Armada, y que esta concederá previa acreditación de la propiedad de los buques naufragados o hundidos en
las aguas interiores o en el mar territorial español.
- Responsabilidad civil por contaminación: Respecto a la responsabilidad civil por contaminación, hay
que destacar que la misma es suplementaria y adicional a la prevista en el Convenio internacional sobre
responsabilidad civil (art. 391) nacida de daños debidos a la contaminación por hidrocarburos, de 1992
(CLC), en el Convenio internacional sobre constitución de un fondo internacional de indemnización de
daños debidos a contaminación por hidrocarburos (FUND) y en el Convenio internacional sobre
responsabilidad civil nacida de daños debidos a contaminación por hidrocarburos para combustible de los
buques (BUNKERS 2001). Es decir, la LNM sólo regula los supuestos en que no sean directamente
aplicables dichos Convenios.
Será objeto de responsabilidad los daños por contaminación sufridos en las costas y los espacios marítimos
españoles, que proceda de buques, embarcaciones, artefactos navales y plataformas fijas, dondequiera que
estos se encuentren (art. 384). La LNM impone al armador del buque o al titular de su explotación la
obligación de indemnizar por los daños ocasionados, imponiendo la solidaridad entre los armadores en
caso de que varios buques estuviesen involucrados en el suceso (art. 385). Sin embargo, la LNM recoge
ciertos supuestos de exoneración de responsabilidad (objetiva), como es la fuerza mayor, la negligencia de
la autoridad pública en la señalización o por acción omisión intencionada de un tercero (art. 386).
Como medida preventiva, vertebradora de todo este Título VI, la LNM impone la obligatoriedad de un
seguro de responsabilidad civil por daños por contaminación de costas y aguas navegables, remitiendo a
una futura regulación reglamentaria el alcance, condiciones y cobertura (art. 389 y la referencia a los art.
463-467 sobre el contenido de este contrato de seguro).
- Sobre las especialidades de jurisdicción y competencia: Salvo previsión expresa de los CI o las
normas de la UE, y con el propósito de evitar los abusos detectados, serán nulas y se tendrán por no
puestas las clausulas de sumisión a una jurisdicción extranjera o arbitraje en el extranjero, contenidas en los
contratos de utilización del buque o en los contratos auxiliares de la navegación, cuando no hayan sido
negociadas individual y separadamente. La inserción de una cláusula de jurisdicción o arbitraje en el
condicionado impreso de cualquiera de los contratos a los que se refiere el párrafo anterior no evidenciará,
por sí sola, el cumplimiento de los requisitos exigidos en el mismo.
Salvo validez de la clausula anterior, serán competentes, a elección del demandante, los Tribunales del (a)
domicilio del demandado, (b) lugar de celebración del contrato, o (c) puerto de carga o de descarga para los
contratos de utilización de buque o el lugar de prestación de servicios para los contratos auxiliares. Para
conocer de la impugnación de la liquidación de avería gruesa será competente el tribunal del lugar de
finalización del transporte o el del lugar de arribada del buque, si este último fuese distinto. (Art. 468-469
LNM)
La jurisdicción competente para decretar el embargo será , a elección del actor que solicita la medida, la
del puerto de estadía del buque, aquel donde se espera su arribada o el juzgado que lo sea para conocer de
la pretensión principal (art. 471).
En el embargo por créditos marítimos se ha sustituido el requisito del «fumus boni iuris» de nuestra LEC por
la «mera alegación» de uno de los créditos (art. 472), su causa y la embargabilidad del buque, presumiendo
la existencia del «periculum in mora» y su urgencia (art. 476). El juez exigirá garantía suficiente (al menos del
15% del crédito alegado) para responder de los daños y costas que pudiesen ocasionarse. De acuerdo con el
criterio de no reiterar en la ley aquello que ya está previsto en los convenios internacionales a los que la
misma se remite, esta regulación del capitulo II se limita a completar las especialidades procesales.
Sobre la venta forzosa de buques (arts. 480-486): A partir del régimen del Convenio sobre los
privilegios marítimos y la hipoteca naval de 1993, al que otorga primacía regulatoria, este tercer capítulo
regula la venta forzosa del buque, sea judicial o administrativa, articulándose como una especie de «purga»
respecto de todos los gravámenes que sobre el mismo pudieran pesar (art. 484). Se basa en un adecuado
sistema de publicidad y notificaciones (arts. 481 y 482) –que en el caso de hipotecas al portador y
privilegios de titular desconocido solo son posibles a favor de quienes hubieran comunicado la existencia
del crédito— antes de proceder a la enajenación. Con el producto de la venta se pagarán, en primer lugar,
las costas procesales y los gastos originados por el embargo preventivo o por la ejecución y subsiguiente
venta del buque (como son gastos de conservación del buque y la manutención de la dotación, los sueldos y
otras cantidades devengadas desde el momento del embargo preventivo o desde el inicio de la ejecución).
El sobrante se repartirá de conformidad con lo dispuesto en el CI. Satisfechos todos los créditos, el saldo,
si lo hubiere, se entregará al propietario y será libremente transferible.
- El Capitulo IV del Título II LNM, contiene una novedosa regulación de la inscripción en el Registro de
Bienes Muebles, Sección de Buques. Entre sus principios generales figura el de “Titulación pública” (art.
73). Se cita la escritura pública y la póliza intervenida por notario, como títulos inscribibles, al lado de la
resolución judicial firme y el documento administrativo expedido por funcionario con facultades suficientes
por razón de su cargo. Tanto el contrato de construcción naval como el de compraventa deberán
formalizarse en escritura publica para su inscripción registral. La escritura también será necesaria para que
la hipoteca naval quede válidamente constituida. El legislador ha considerado que resulta imprescindible la
certeza y autenticidad que proporciona la actuación notarial en documentos de tanta transcendencia
económica.
• Protestas de mar por incidencias del viaje: El notario deberá, por iniciativa de los interesados,
proceder al examen del buque y de las mercancías que transporta, así como ordenar la tasación de
los daños causados. Además, el notario podrá nombrar el perito que lleve a cabo la valoración de
los daños en caso de que el capitán y los interesados o consignatarios no lo hiciesen de común
acuerdo (art. 505).
• Liquidación de avería gruesa: El notario, a petición del unos de los interesados, podrá intervenir
para la liquidación de avería gruesa en caso de que los interesados no llegase a acuerdo para su
liquidación privada (art. 506). El notario nombrará un liquidador a efectos de practicar la
liquidación (art. 508). Presentada la liquidación de avería gruesa por el liquidador, o su dictamen, el
notario lo pondrá de manifiesto a los interesados, quienes podrán mostrar su acuerdo con él o
impugnarlo durante los treinta días siguientes (art. 509). A la vista de los escritos y dictamen del
liquidador, el notario dictará resolución motivada aprobando, modificando o rechazando la
liquidación (art. 510). Resolución firme que tendrá la consideración de título ejecutivo.
• Depósito y venta de mercancías y equipajes en el transporte marítimo: El porteador tiene
derecho a retener en su poder las mercancías transportadas mientras no perciba el flete, las
demoras y demás gastos ocasionados por su transporte. Podrá acudir, para ello, a un expediente de
depósito y venta de mercancías o equipajes solicitando a un notario la venta de las mercancías.
Admitida a trámite la solicitud, el notario requerirá de pago inmediatamente al destinatario de las
mercancías que figure en el título presentado. Si el destinatario no fuere hallado, o el requerido no
pagara o diera garantía suficiente de pago en el acto del requerimiento, el notario acordará el
depósito de la mercancía o equipajes. Practicado el depósito y nombrado el depositario, el notario
acordará la tasación y venta por persona o entidad especializada o en pública subasta de los efectos
señalados (art. 514).
• Extravió, sustracción o destrucción de conocimiento de embarque: En estos casos el tenedor
desposeído del mismo deberá acudir ante el notario competente, requiriéndole para que inste al
porteador a que no se entreguen las mercancías a tercera persona para que el título sea amortizado
y que se le reconozca la titularidad del conocimiento de embarque desaparecido (art. 518).
Admitido el requerimiento, el notario mediante acta lo notificará al porteador instándole a que, si
se presentara tercero alguno a reclamar las mercancías, proceda a su retención y ponga las
circunstancias de la presentación en conocimiento del notario (art. 519).
• Enajenación de efectos mercantiles alterados o averiados: Aquel a quien corresponda la
conservación de las mercancías bajo su custodia y no hubiere podido obtener instrucciones del
titular de aquellas, deberá solicitar a un notario la autorización para la venta en pública subasta o
por persona o entidad especializada (art. 523). El notario procederá a nombrar perito para el
reconocimiento de los géneros.