La parábola describe cómo el Reino de los Cielos puede compararse a un hombre que siembra buena semilla en su campo. Sin embargo, mientras los hombres dormían, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Esto representa la lucha entre el bien y el mal que ocurre en el mundo.
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La parábola describe cómo el Reino de los Cielos puede compararse a un hombre que siembra buena semilla en su campo. Sin embargo, mientras los hombres dormían, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Esto representa la lucha entre el bien y el mal que ocurre en el mundo.
La parábola describe cómo el Reino de los Cielos puede compararse a un hombre que siembra buena semilla en su campo. Sin embargo, mientras los hombres dormían, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Esto representa la lucha entre el bien y el mal que ocurre en el mundo.
La parábola describe cómo el Reino de los Cielos puede compararse a un hombre que siembra buena semilla en su campo. Sin embargo, mientras los hombres dormían, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Esto representa la lucha entre el bien y el mal que ocurre en el mundo.
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En el Evangelio de hoy aparece la doble siembra que
se hace en el mundo: el Sembrador siembra la Palabra;
el Enemigo siembra la Cizaña. En ese trabajo ambos tienen sus obreros. ¿De quién eres obrero tú? Te asocias con Jesús o, por el contrario, estás colaborando con el Enemigo malo. Cuidado. Lo que uno siembre, eso cosechará. Evangelio de san Mateo 13,24-30. Esta parábola es propia de Mateo. No es la primera vez, a lo largo de este capítulo 13, que Mateo se separa de Marcos 4, capítulo paralelo. Ha añadido los versículos 16-17 ("¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron"); ha suprimido los versículos 21-25 ("Jesús les decía: «¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero? Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!». Y les decía: «¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les darán más todavía. Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene»") de Marcos 4 (cuyos cuatro elementos se vuelven a encontrar en otra parte de Mateo) e indudablemente ha hecho bien, porque estos versículos heterogéneos rompen la secuencia de las parábolas del reino. Algo más grave: omite también la parábola de la semilla «automática» (Marcos 4,26-29: "Y decía: «El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha»"). ¿La conocía y ha prescindido de ella conscientemente? Nos inclinamos a pensarlo; en este capítulo como en otros muchos lugares, Mateo insiste en lo que el hombre debe hacer o dejar de hacer en la perspectiva del reino; esta pequeña parábola de Marcos le ha podido parecer demasiado centrada en el solo acontecimiento del reino, sin mencionar la responsabilidad humana; en consecuencia, Mateo dará con Marcos la parábola del grano de mostaza (versículos 31-32: "Otra parábola les propuso: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas»") y sin Marcos las de la levadura (versículo 33: "Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo»"), del tesoro, de la perla y de la red (versículos 44-50: "El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel. También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra. También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes"). Todas estas opciones de Mateo son sin duda más conscientes de lo que se piensa a veces, ya que nos hallamos ante un escriba cristiano que calcula minuciosamente su quehacer. ¿Cómo se relaciona esta segunda parábola del reino con la del sembrador? Hemos resumido esta última en los términos siguientes: la germinación final del reino no se realizará sin grandes fracasos. Esta de la cizaña continúa el tema, planteando el siguiente problema: estos fracasos, esta oposición al reino, esta obra del Maligno (parábola del sembrador, ὁ πονηρὸς, el maligno, versículo 19: "A todo el que oye la palabra del reino y no la entiende, el maligno viene y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es aquel en quien se sembró la semilla junto al camino"; parábola de la cizaña, Ἐχθρὸς ἄνθρωπος, un enemigo, versículo 28: "Él les dijo: «Un enemigo ha hecho esto». Y los siervos le dijeron: «¿Quieres, pues, que vayamos y la recojamos?»"), ¿se podrían eliminar inmediatamente? Ambas parábolas combaten la impaciencia mesiánica. La del sembrador, afirmando que una parte de la semilla se pierde; la de la cizaña, afirmando que no hay que adelantarse a los tiempos pretendiendo aniquilar las obras del Maligno antes de la hora de la recolección) JESÚS LES REFIRIÓ OTRA PARÁBOLA, DICIENDO: EL REINO DE LOS CIELOS PUEDE COMPARARSE A UN HOMBRE QUE SEMBRÓ BUENA SEMILLA EN SU CAMPO (El verbo en aoristo pasivo Ὡμοιώθη (literalmente: ha sido hecho semejante, comparable) alude a una disposición divina sobre el reino. Se ha determinado y concretado ya el designio de Dios sobre la naturaleza del reino y sobre la forma en que se establecerá, etc. La expresión es impropia: el reino no es comparable a un hombre, pero lo que pasará en el reino puede ciertamente compararse (valor del aoristo) a lo que pasa cuando un hombre... Se trata siempre de un sembrador y, como en los versículos 1-9 ("Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente quedaba en la ribera. Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía: «Una vez salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una cien, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga»"), toda su simiente es buena (καλός σπέρμα). El campo (ὁ ἀγρός, el mundo, ὁ κόσμος, versículo 38: "el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno") le pertenece. Notemos nuevamente que la parábola nos hace asistir a una historia; no ilustra las ideas) PERO MIENTRAS LOS HOMBRES DORMÍAN, VINO SU ENEMIGO Y SEMBRÓ CIZAÑA ENTRE EL TRIGO, Y SE FUE (La escena es palestinense. El propietario ha venido para sembrar y después ha dejado su propiedad a los arrendatarios, a quienes no se hará el más mínimo reproche por haberse dormido. Estos hombres no son hombres en general, encargados de cultivar los bienes de la creación. La parábola no narra la historia de la creación (aquí, el campo), sino la del acontecimiento de la salvación escatológica: el Mesías viene a hacer una plantación para gloria de Yahvé (Isaías 61: "El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vender los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, a proclamar un año de gracia del Señor, un día de venganza para nuestro Dios; a consolar a todos los que están de duelo a cambiar su ceniza por una corona, su ropa de luto por el óleo de la alegría, y su abatimiento por un canto de alabanza. Ellos serán llamados «Encinas de justicia». «Plantación del Señor, para su gloria». Ellos reconstruirán las ruinas antiguas, restaurarán los escombros del pasado, renovarán las ciudades en ruinas, los escombros de muchas generaciones. Se presentarán extranjeros para apacentar sus rebaños, hijos de forasteros serán sus labradores y viñadores. Y ustedes serán llamados «Sacerdotes del Señor». Se les dirá «Ministros de nuestro Dios». Se alimentarán con las riquezas de las naciones, se enorgullecerán con su magnificencia. Ya que su ignominia fue el doble de la cuenta y recibieron como parte vergüenza e insultos, ellos poseerán el doble en su tierra y gozarán de una alegría eterna. Porque yo, el Señor, amo el derecho y odio lo que se arrebata injustamente; les retribuiré con fidelidad y estableceré en favor de ellos una alianza eterna. Su descendencia será conocida entre las naciones, y sus vástagos, en medio de los pueblos: todos los que los vean, reconocerán que son la estirpe bendecida por el Señor. Yo desbordo de alegría en el Señor, mi alma se regocija en mi Dios. Porque él me vistió con las vestiduras de la salvación y me envolvió con el manto de la justicia, como un esposo que se ajusta la diadema y como una esposa que se adorna con sus joyas. Porque, así como la tierra da sus brotes y un jardín hace germinar lo sembrado, así el Señor hará germinar la justicia y la alabanza ante todas las naciones"). Exactamente lo mismo que en el sembrador, ὁ πονηρὸς (el Maligno) viene del exterior, como un poder que intenta hacer fracasar la obra de la salvación. El hecho de que el Maligno sea también un sembrador acentúa todavía más esta última nota: el mundo es el teatro de dos siembras opuestas. La cizaña (ζιζάνιον) era un nombre colectivo que designaba toda suerte de plantas nocivas. El Antiguo Testamento conoce bien el tema de la cizaña, castigo divino (קִ ּמֹוׂש, qimmos, ortiga, cardos, Oseas 9,6, donde es comparada a las zarzas y a las espinas: "Ellos escaparon a la devastación, pero Egipto los reunirá, Menfis los enterrará, la ortiga heredará sus tesoros de plata, las espinas invadirán sus carpas"; Isaías 34,13: "En sus palacios crecerán zarzas, en sus fortalezas, ortigas y espinas; será una morada de chacales, una guarida de avestruces"). Nuestra parábola acentúa el dualismo: la cizaña no es el fruto de la pereza (חָ רּול, charul: ortigas, espinas, zarza, maleza espinosa, Proverbios 24,30-31: "He pasado junto al campo del perezoso, y junto a la viña del hombre falto de entendimiento, y he aquí, estaba todo lleno de cardos, su superficie cubierta de ortigas, y su cerca de piedras, derribada") o del castigo divino, sino la obra del enemigo (ὁ ἐχθρὸς); pero, como veremos, este dualismo dista de ser absoluto) CUANDO EL TRIGO BROTÓ Y PRODUJO GRANO, ENTONCES APARECIÓ TAMBIÉN LA CIZAÑA. Y LOS SIERVOS DEL DUEÑO FUERON Y LE DIJERON: «SEÑOR, ¿NO SEMBRASTE BUENA SEMILLA EN TU CAMPO? ¿CÓMO?, ¿PUES, TIENE CIZAÑA?» (La extrañeza de los obreros no se explica solamente desde el punto de vista natural o agrícola. Es la extrañeza radical, que fue probablemente la más fuerte objeción judía a la fe cristiana en el siglo I: si Jesús es el Mesías, ¿cómo puede coincidir su venida con un desencadenamiento semejante del mal? Como en el versículo 24 ("Otra parábola les propuso, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo»"), el campo representa al mundo, no a la Iglesia. El mesianismo fariseo esperaba dos purificaciones inmediatas: la del mundo, mediante la conversión o exterminio de los infieles, y la de Israel, mediante un juicio justo (κρίσις) de las tribus) ÉL LES DIJO: «UN ENEMIGO HA HECHO ESTO». Y LOS SIERVOS LE DIJERON: «¿QUIERES, PUES, QUE VAYAMOS Y LA RECOJAMOS?» (La respuesta del propietario (οἰκοδεσπότης, versículos 27: "Los siervos del amo se acercaron a decirle: "Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?""; 52: "Y él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo»"; 20,1: "Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña"; 20,11: "Y al recibirlo, protestaban contra el propietario"; 21,33: "Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero"; 24,43: "Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa") coincide exactamente con el pensamiento de la parábola del sembrador: los fracasos o el mal en el mundo durante los tiempos mesiánicos no se deben tanto al mundo en cuanto tal, o a la imperfección natural de los hombres, cuanto a un enemigo (versículos 19: "A todo el que oye la palabra del reino y no la entiende, el maligno viene y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es aquel en quien se sembró la semilla junto al camino" y 28a: "Él les dijo: «Un enemigo ha hecho esto»") que sabotea el trabajo del sembrador escatológico. No se precisa qué representa aquí la obra del enemigo. ¿Qué significa la cizaña sembrada: el mal en general, el sufrimiento en el seno del pueblo elegido, los pecadores en el mundo o los pecadores en la Iglesia? Todas estas tesis han tenido defensores. La última ha desempeñado un papel en las discusiones sobre la disciplina eclesiástica. La penúltima armoniza mejor con el contexto del capítulo; no es aquí, sino en el capítulo 18, donde Mateo trata de la disciplina eclesiástica. La interrogación de los obreros no es dubitativa; están impacientes por arrancar inmediatamente la cizaña) PERO ÉL DIJO: «NO, NO SEA QUE, AL RECOGER LA CIZAÑA, ARRANQUÉIS EL TRIGO JUNTO CON ELLA. DEJAD QUE AMBOS CREZCAN JUNTOS HASTA LA SIEGA; Y AL TIEMPO DE LA SIEGA DIRÉ A LOS SEGADORES: `RECOGED PRIMERO LA CIZAÑA Y ATADLA EN MANOJOS PARA QUEMARLA, PERO EL TRIGO RECOGEDLO EN MI GRANERO» (La respuesta del propietario a la pretensión irreflexiva de los obreros es categórica, lo mismo que había sido ya, en el versículo 28: "Él les dijo: «Un enemigo ha hecho esto»", su diagnóstico sobre el mal. En uno y otro caso da la impresión de conocer bien su cometido. El dualismo de la parábola, puesto de relieve en el versículo 25 ("Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue"), recibe aquí su significación mateana: hay un choque de autoridades en el campo del mundo, pero la victoria final del Señor (Κύριε, versículo 27: "Los siervos del amo se acercaron a decirle: "Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?"") no deja lugar a dudas. La coexistencia entre el bien y el mal no es maniquea, ni irónica (lo demuestra toda la actividad de Jesús y de sus apóstoles contra los demonios, 10,1: "Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia"), ni trágica (en el sentido de lo trágico griego), sino escatológica: desde el comienzo de la parábola se advierte que la mies mesiánica será cosechada el día fijado. Hoskyns señalaba con razón «la identidad del hombre que ha sembrado el buen grano con aquel que, en el momento de la siega, ordena a sus operarios destruir la cizaña y recoger el trigo en sus graneros». No se ha de forzar demasiado el versículo 29 ("Díceles: "No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo"); significa que los operarios correrían el peligro de confundir las plantas malas con las buenas o que es imposible arrancar las malas sin desarraigar las buenas. Probablemente no se debe interpretar este elemento de la parábola. De todas formas, las dos ideas dominantes de la respuesta del Señor son las siguientes: 1) Únicamente el propietario, que ha sembrado, está autorizado para realizar esta selección. 2) La hora no ha llegado todavía, pero vendrá. La recolección o la mies es, en los escritos bíblicos, imagen frecuente del juicio final (Jeremías 51,33: "Porque así habla Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: La hija de Babilonia es como una era en el momento de ser apisonada; un poco más, y llegará para ella el tiempo de la cosecha"; Joel 3,12-14: "Despiértense y suban las naciones al valle de Josafat, porque allí me sentaré a juzgar a todas las naciones de alrededor. Meted la hoz, que la mies está madura; venid, pisad, que el lagar está lleno; las tinajas rebosan, porque grande es su maldad. Multitudes, multitudes en el valle de la decisión. Porque cerca está el día de Yahveh en el valle de la decisión"; Oseas 6,11: "También a ti, Judá, se te ha destinado una cosecha, cuando yo cambie la suerte de mi pueblo", etc.) y comprende las dos ideas dominantes: separación definitiva de los buenos y los malos, con el exterminio de estos últimos, y alegría del pueblo elegido en torno al dueño de la mies.