María Magdalena
María Magdalena
María Magdalena
Martirologio Romano: Memoria de santa María Magdalena, que, liberada por el Señor de siete
demonios y convertida en su discípula, le siguió hasta el monte Calvario y mereció ser la primera
que vio al Señor resucitado en la mañana de Pascua y la que se lo comunicó a los demás discípulos (s.
I).
• María Magdalena, así, con su nombre completo, aparece en varias escenas evangélicas.
• Ocupa un lugar privilegiado entre las mujeres que acompañan a Jesús (Mt 27, 56; Mc 15, 47; Lc 8, 2);
• está presente durante la Pasión (Mc 15, 40) y al pie de la cruz con la Madre de Jesús (Jn 19, 25);
• llega antes que Pedro y que Juan al sepulcro, en la mañana de la Pascua (Jn 20, 1-2);
• es la primera a quien se aparece Jesús resucitado (Mt 28, 1-10; Mc 16, 9; Jn 20, 14), aunque no lo
reconoce y lo confunde con el hortelano (Jn 20, 15);
• es enviada a ser apóstol de los apóstoles (Jn 20, 18). Tanto Marcos como Lucas nos informan que
Jesús había expulsado de ella «siete demonios». (Lc 8, 2; Mc 16, 9)
Apóstol de los Apóstoles
María Magdalena es definida en el nuevo
prefacio de la Misa como “Apóstol de los
Apóstoles”. Fue ella la primera en anunciar la
Resurrección de Cristo, la primera que vio el
rostro del Resucitado entre los muertos, la
primera a quien Jesús llama por su nombre
(S.Jn 20-11:18)
Ella, mujer de la que un día, salieron siete
demonios y en su lugar entró el cielo.(Lucas
8:2)
Las lagrimas , anteojos para ver a Jesús.
En una homilía, el papa Francisco relata la aventura
de María Magdalena que llega al sepulcro y debe
enfrentar el fracaso de sus esperanzas, porque el Señor no
está más allí. “Es el momento de la oscuridad en su alma,
del fracaso”. Y no dice “he fracasado”, no. “Simplemente
llora”. Porque – agrega el Santo Padre en la homilía - “a
veces en nuestra vida los anteojos para ver a Jesús son las
lágrimas”.
“Todos nosotros en nuestra vida, hemos sentido la alegría,
la tristeza, el dolor" - prosigue el Santo Padre - pero "en
los momentos más oscuros, ¿hemos llorado? ¿Hemos
tenido esa bondad de las lágrimas que preparan los ojos
para mirar, para ver al Señor? Viendo a esta mujer que
llora, también nosotros podemos pedir al Señor la gracia
de las lágrimas. Ésta es una bella gracia. Llorar por todo:
por el bien, por nuestros pecados, por las gracias…”
La gracia de la conversión que se operó en ella, sin
duda alguna, por la predicación y los milagros de Jesús,
María responde con la confesión humillante de su culpa
en casa de Simón.