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la ópera española.
música española e hispanoamericana1) por ello, creemos que este artículo viene a
como Sargento del Regimiento de Infantería de Cariñeña del ejército nacional, cuando
Joaquín Espín y Guillén nació el 3 de mayo de 18122, cuando todavía España sufría las
siguiendo a Antonio Peña y Goñi, sus primeros años transcurrieron en compañía de sus
abuelos paternos (en Cuzcurrita, La Rioja) y más tarde, con sus padres. Sus estudios
musicales (más allá de lo que aprendiese de su padre, que sirvió en el ejército con oficio
Domingo de la Calzada (La Rioja) quien le enseñó solfeo y órgano. Posteriormente pasó
a Burgos donde continuó su formación con los organistas Vicente Pueyo y Ciriaco
1
Ramón Sobrino Sánchez: “Espín y Guillén, Joaquín”, Diccionario de la Música Española e
Hispanoamericana, Madrid, SGAE, 1999, Vol. 4, pp. 771-774.
2
Soria, Archivo Diocesano de Burgo de Osma, Libro de bautismos (1767 al 1851), f. 158, ref. 509/2 (E-
OS).
1
Olave, a pesar del desagrado de su padre quien quería que se dedicase a la abogacía3.
partir de 1835. En 1831 viajó a Burdeos (Francia) para perfeccionarse durante nueve
pasar positivamente el examen junto con otro aspirante, la oposición fue anulada por
entonces a Madrid y continuó allí sus estudios, ingresando como alumno externo en el
acompañamiento de mano de Pedro Albéniz6 y de canto del que fuera el primer director
composición impartidas por Ramón Carnicer pero por poco tiempo, ya que fue
expulsado de éstas (junto con Manuel Suárez, Pedro Camil y Rafael Botella) por Real
Decreto en enero de 18348. Entre tanto, se procuraba algún dinero impartiendo clases de
3
Antonio Peña y Goñi: La ópera española o la música dramática en la España del siglo XIX, Madrid,
Imprenta de El Liberal, 1881, pp. 248-249.
4
Logroño, Archivo Eclesiástico Catedral de Santo Domingo de La Calzada, Actas Capitulares, Ext.º (5-
IX-1832), (E-SA).
5
Logroño, Archivo Eclesiástico... Ext. º (22-IX-1832), (E-SA).
6
Madrid, Archivo del Real Conservatorio de Música, Libro de Actas de la Junta Facultativa del Real
Conservatorio de Música de María Cristina, 1830-1835, (13-XII-1833), pp. 27-29, (E-Mc).
7
Madrid, Archivo General de la Administración, Leg. 1796, Exp. 27.
8
Madrid, Archivo del Real... Libros de notas mensuales que dan los señores maestros del conservatorio
de música María Cristina de la conducta y aplicación de los alumnos de sus respectivas clases. (E-Mc)
2
de 1836 contrajo matrimonio con Josefa Pérez Colbrand9, sobrina de la cantante Isabel
Colbrand, primera esposa de Rossini. Por este hecho, “era llamado il nipote di Rossini”
10
. Tuvieron cuatro hijos: el 8 de abril de 1837 nacía el primero, Joaquín Espín y Pérez
Julia, tan sólo un año menor que él (nacida el 18 de noviembre de 183812), haría carrera
como prima donna visitando los principales teatros europeos y fue amante del poeta
romántico español Gustavo Adolfo Bécquer13. De sus otras dos hijas, Josefina y
Ernestina (por lo que conocemos hasta el momento) sólo la primera de ellas -nacida el 2
de septiembre de 184014- desarrolló cierta vocación artística cuando todavía era una
culturales del momento en las que tendrá un peso específico el repertorio lírico
de Música de la institución que reunió a los mejores intelectuales y artistas del Madrid
9
Madrid, Archivo Histórico Diocesano. Iglesia de la parroquia de San Marín, Libro de matrimonios
(1836-1844), Lº 42.
10
Rafael Mitjana: Historia de la música en España (Arte Religioso y Arte Profano), [publicada
originalmente en la Enciclopédie de la Musique et Dictionnaire du Conservatoire, París, 1920], (trad.
Esp. Madrid, INAEM, 1993), p. 437.
11
Madrid, Archivo Histórico Diocesano, Libro de bautizos desde 15 de agosto de 1836 a 29 de diciembre
de 1840.
12
Madrid, Archivo Histórico Diocesano, Libro de Bautizos que da comienzo en diciembre de 1838 hasta
fin de 1843.
13
Jesús Rubio: “Gustavo Adolfo Bécquer y Julia Espín: los álbumes de Julia”, El Gnomo, 6, Zaragoza,
Imprés Servei, 1997.
14
Madrid, Archivo Histórico Diocesano, Libro de Bautizos que da comienzo en diciembre de 1838 hasta
fin de 1843.
15
José Subirá: Historia de la música española e hispanoamericana, Barcelona, Salvat. Editores, S. A.,
1953, p. 671.
16
Mariano Soriano Fuertes: “Liceo de Madrid”, La Iberia Musical y Literaria, 9, 1842, pp. 61-63.
3
también a otras asociaciones, como el Museo Matritense (en la que fue maestro desde
184117 y con la que colaboró hasta 184518), el Instituto Español -en él desempeñó el
pálpito dil cor20, estrenada en esta última, o El Serrano, canción española con texto de
perteneció desde 184222). Esta práctica se repitió también los teatros de la capital: su
canción La Aldeana -con poesía de Manuel Bretón de los Herreros- cantada por la
Los años siguientes los dedicó, sobre todo, a clamar por la de la ópera española; publicó
y dirigió durante cinco años La Iberia Musical y Literaria, compuso Padilla o el asedio
de Medina, ópera en dos actos y por dos veces se le escapó la oportunidad de estar al
frente una compañía lírica creada para conseguir la instauración de la ópera española;
del drama lírico nacional y, al final de su vida, retomó su actividad como crítico musical
17
Madrid, Archivo del Real... Leg. 4, Exp. 18, (E-Mc).
18
Anónimo: S. t., Revista de Teatros, S. n., 1845, S. p.
19
Celsa Alonso: La canción lírica española en el siglo XIX, Madrid, ICCMU-SGAE, 1998, p. 204.
20
El Filarmónico: “Museo Lírico, Literario y Artístico”, La Iberia Musical, 24, 842, p. 95.
21
Anónimo: “Crónica Nacional”, La Iberia Musical y Literaria, 14, 1843, p. 112.
22
M. V.: “Sociedad de la Unión”, La Iberia Musical y Literaria, 9, 1842, pp. 69-70.
23
Anónimo: “Crónica Nacional”, La Iberia Musical y Literaria, 23, 1843, p. 183.
4
como maestro de coros en el Teatro Real durante varias temporadas teatrales, compuso
cuatro zarzuelas en la década de los cincuenta (cuando se abrió esta nueva vía
ópera nacional, polémicas que se extendieron durante todo el siglo intentado sentar las
liberarse del lastre de la dependencia italiana -que se arrastraba ya desde finales del
siglo anterior- se vio agravada por una parte, con la llegada de Rossini a Barcelona en
1815 (a través de su ópera La italiana in Algeri) iniciando lo que Manuel Bretón de los
Herreros denominó como “furor filarmónico” y por otra, con la instauración del Real
ópera italiana; todo ello galvanizado por la problemática que suponía componer en la
enfrentaron a esta situación bien componiendo dentro del modelo operístico italiano del
teórico que iban surgiendo en torno al tema de la ópera española. Espín pertenece esta
5
de Medina, se centra más en la reflexión teórica que durante la década de los cuarenta
-La Iberia Musical. Primer periódico musical español, sus antecedentes son dos revistas
en 1831, por José María de Carnerero, con cierta actividad crítica en torno a las
la anterior- la conciencia crítica era más clara. El Artista (Madrid, 1835) contó con una
parte musical más amplia que las anteriores, a cargo de Santiago Masarnau, donde la
crítica musical tiene ya una presencia importante y aparece por vez primera la
reivindicación del drama lírico nacional. En este contexto, La Iberia Musical es una
publicación sin precedentes, pionera y que serviría para que otras muchas tomasen el
testigo dejado por ella, siendo la Gaceta Musical de Madrid -en la década de los
Vio la luz el 2 de enero de 184224 y amplió su título durante el primer año por el de La
destacados, como Juan Martínez Villergas o José Zorrilla. Se publicó al menos hasta
1846 (período harto dilatado a pesar de las lamentables condiciones económicas que
vivía el país tras una Guerra Carlista recientemente finalizada) y destacó, no sólo por ser
los teatros de nuestro país y por su actividad crítica constante (ligada a la ópera italiana
pero con una especialización en ópera española a partir del segundo año de
publicación), sino también por los suplementos musicales que repartió y los conciertos
24
Joaquín Espín y Guillén: “Introducción”, La Iberia Musical, 1, 1842, pp. 1-2.
6
que llegó a organizar, siempre con el fin de promover la creación e instauración de la
ópera española.
Espín utilizó el periódico que dirigía para denunciar públicamente los males que sufría
la música en España y por ello, todo lo publicado en La Iberia estaba impregnado de esa
música española en general, y por el drama lírico nacional en particular. De sus escritos
desarrollo de la ópera:
fue el principal sistema de enseñanza musical y el más importante medio de vida para la
de siglo en un momento en el que era factible ya que “estaban en toda su boga las
tonadillas, zarzuelas y operetas”25 las cuales podían tomarse como base para su
creación26.
causantes del sentimiento pesimista que invadió a los músicos españoles de la primera
mitad del siglo; se lamentó continuamente de la precaria situación que vivían los
músicos procedentes de las capillas de toda España y afirmaba que con la supresión de
25
J. Espín y Guillén: “Del arte lírico-dramático en España”, La Iberia Musical y Literaria, 1, 1844, pp.
1-2.
26
El caso de Hilarión Eslava no lo valora por estrenar sus óperas tras la “invasión rossiniana”.
7
3) Invasión rossiniana: paralelamente a la lamentable situación de la música religiosa,
en la época que sitúa los posibles comienzos de la ópera española, indica que la
influencia italiana era prácticamente irrelevante; con la llegada de las obras de Rossini a
España se produjo un cambio en los gustos musicales que modificó la demanda musical
madrileña27.
La falta de protección por parte del gobierno, de las empresas de los teatros e incluso de
las asociaciones musicales hacia los músicos españoles era, según su opinión, fruto del
apoyo que se dispensaba en España a los extranjeros -en este caso, italianos- y, por
tanto, una de las consecuencias de la moda italiana que se impuso con la llegada de las
composiciones del “Cisne de Pésaro”, continuada más tarde con Donizetti y Bellini.
educación musical del país, lo criticó duramente tanto por sus defectos orgánicos como
momento28).
dificultó, a su modo de ver, el desarrollo de un género lírico nacional propio. Por ello,
componer ópera española; señaló además algunos de los escollos que tenían que salvar
27
J. M. de Andueza: “Ópera Alemana, Italiana y Española. Artículo IV. Ópera Española”, Revista de
Teatros, 2ª Serie, Tomo II, Entrega 3ª, p. 17.
28
Véase Eugenio Gómez: “Don Pedro el Cruel. O muerte de D. Fadrique. Ópera de don Hilarión Eslava”,
La Filarmonía, 7, 1843, p. 25.
8
para dedicarse a la composición lírica; los más importantes, a su parecer: la falta de
medios económicos y la carencia de apoyo por parte de las empresas, que rehusaban en
muchos casos poner en escena el trabajo de los músicos españoles por miedo a un
ópera española en 1845, donde describe con un tono más agrio cómo el género lírico en
Una vez señaladas las causas, determinó los elementos a desarrollar para la consecución
Aseguró que era necesario que el Conservatorio sirviese como referente a otros centros
creación de una “escuela especial de canto dramático”30) ya que los italianos se negaban
a cantar en otro idioma que no fuera el suyo. Proponía para ellos una especie de
nuestra lengua para la composición operística. Este tema ya había generado diversos
29
Zampa: “La ópera en Madrid”, La Iberia Musical y Literaria, 16, 1845, p. 62
30
J. Espín y Guillén: “De la ópera española y su importancia (conclusión). III”, La Iberia Musical y
Literaria, 63, 1844, pp. 249-250.
31
Véase Origen y progresos de las óperas, o sea Noticias filarmónicas, 1832 y Sinibaldo de Mas:
Sistema musical de la lengua castellana, Barcelona, 1832.
9
Ópera española. Ventajas que la lengua castellana ofrece para el melodrama...32
asumidos por Espín y Guillén: la falta de una enseñanza para formar cantantes y actores
económico. Por tanto, la aptitud de la lengua española para el drama lírico era un tema
que aún no se había solventado a pesar de esta actividad teórica que se desarrolló en
torno a él. El propio Espín no quiso ser menos y le dedicó un extenso artículo donde
demostrar que la lengua española era tan idónea como la italiana33. La dificultad que él
señaló las tres principales dificultades a las que el literato se enfrentaría -la
Conservatorio debía formar compositores para la creación del drama lírico nacional,
pero esto no sucedía ya que la cátedra de composición estaba enfocada hacia la ópera
italiana (no en vano estaba impartida por Ramón Carnicer). Señaló las aptitudes que los
compositores poseían para desarrollar un género lírico autóctono pero advirtió también
decimonónica “invadida” por la música italiana, donde no contaban con el apoyo del
32
José Ríus: Ópera española. Discurso en el que se demuestra la necesidad y conveniencia de la ópera
nacional y se prueban por principios de ortología, prosodia y arte métrico, las eminentes cualidades de
la lengua castellana para la música y el canto, Barcelona, 1840.
33
Miguel Agustín Príncipe también se ocupó de este tema y remitió a La Iberia Musical, 15, 1842, pp.
58-59, un artículo en el que proponía la creación de un pentagrama prosódico para anotar el tipo de
declamación que podía emplearse en los dramas líricos.
10
gobierno, ni de las compañías líricas y tampoco con el de la instituciones musicales, lo
que en muchas ocasiones les llevó a traducir sus obras al italiano para poder obtener
algún beneficio. La prensa se hace eco de esta situación anunciando en 1845 que
Denunció de manera casi sistemática la falta de apoyo por parte del gobierno y de las
empresas de teatros hacía a los compositores españoles. Espín y Guillén afirmaba que la
falta de apoyo institucional era tan amplia que ni la industria musical despertaba
los teatros, les recriminó su predilección por los músicos italianos para formar las
etc.) junto con el poco decoro que demostraban al poner una ópera en escena,
de modo que éstas podían añadir adornos donde mejor les pareciese o suprimir piezas de
la ópera por la dificultad que entrañaban y que en muchos casos, eran suplantadas por
otras que no tenían relación con el drama lírico en cuestión. No obstante, parece olvidar
hemos señalado.
depende en gran parte de las preferencias del público. Espín escribió varios artículos
sobre “el ambiente frívolo de los salones”35. En ellos reflejó cómo el mundo filarmónico
34
Anónimo: La Posdata, 1845, S. t., S. p., S. n.
35
Celsa Alonso: La Canción lírica... p. 207.
11
misma altura que otros países y tampoco el desarrollo del drama lírico español; se hace
necesario educar -civilizar musicalmente, como diría él, o filarmonizar, como dirá Velaz
de Medrano unos diez años más tarde- a los espectadores que acudían a la ópera;
podemos decir que La Iberia Musical y Literaria estaba pensada para este fin tanto en
cuanto su objetivo era facilitar la coyuntura necesaria para la creación y desarrollo del
drama lírico nacional. Por ello, ofreció una información musical con vistas a aumentar
Historia de la Música olvidada por españoles y extranjeros, para que el público pudiese
desarrollar a partir de esta “base biográfica” una idea general de la pasada y presente
historia musical de España. Por otra parte, se ofreció una Historia Musical de España -a
cargo de Hilarión Eslava y Mariano Soriano Fuertes- que, aunque breve, cumplió el
objetivo buscado: difundir al mayor número posible de españoles una historia que había
sido relegada a un segundo plano por la invasión de la lírica italiana y destruir así esa
visión pesimista sobre el acontecer musical español. Utilizó las críticas musicales para
apoyar y proteger la ópera española y amplió al mismo tiempo el bagaje musical del
Los suplementos musicales y los conciertos fueron también concebidos por él como un
medio para “educar” musicalmente a los españoles; en el primer caso, se repartió, sobre
todo música para voz y piano. Con el transcurrir de los años la música española
repartida alcanzó tanta importancia como la italiana; los suplementos fueron utilizados
12
les proporcionó un medio para que pudiesen dar a conocer sus obras al público, algo
que difícilmente sucedía teniendo en cuenta que todas aquellas composiciones que no
encajasen dentro del canon musical italiano eran rechazadas por editores, empresarios y
cantantes por miedo a un posible “fiasco español”, como decía Espín y Guillén. Fueron,
por tanto, un revulsivo para los compositores al ver que sus obras tenían cabida en la
Carlista, se organizaron desde La Iberia Musical y Literaria una serie de conciertos que
fueron bien acogidos por el público en general. Nacieron con la intención expresa de
donde los compositores tuviesen ocasión de estrenar sus obras; por otro lado, estos
experimentar las posibilidades que el propio idioma ofrecía y un medio eficaz para
lengua materna. Estaba programado que se celebrasen durante todo el año con
y había programado al menos uno más para 1845. Muchos de los intérpretes provenían
del mundo lírico profesional, como es el caso de Bonetti (director de la orquesta del
Teatro del Circo), la cantante Gariboldi, la Basso-Borio o el tenor Salas (los tres
participación de grandes literatos del s. XIX, como es el caso del poeta y dramaturgo
tomaron parte en estos conciertos, podemos afirmar que Joaquín Espín y Guillén era ya
36
Anónimo: “Prospecto”, La Iberia Musical y Literaria, 1, 1844, S. p.
13
una figura influyente dentro del mundo artístico madrileño; la presencia del ministro
Narváez en uno de estos conciertos nos lo ratifica37. El grueso de los programas estaba
igual protagonismo. Estos conciertos -además de ser utilizados por Espín para dar a
conocer sus propias composiciones- ofrecieron también un espacio donde los cantantes
(pseudónimo que utilizó para firmar sus artículos en muchas ocasiones) y su periódico,
en ningún momento se trató con profundidad cuáles debían ser los parámetros
puramente musicales necesarios para la consecución del drama lírico. Lo más habitual
modelo operístico italiano del primer romanticismo para el género lírico -como hizo con
italiano, que se extenderá durante casi todo el s. XIX puesto que era el único modo de
que un compositor español pudiese estrenar sus obras en los coliseos madrileños. Lo
más parecido a una declaración acerca de las características musicales que debía poseer
dramáticamente hablando, cantos sencillos en cierto modo deudores del bel canto
italiano pero que presentasen cierta novedad ligada a la música española y evitar en lo
37
Anónimo: “Tercer concierto de La Iberia. Stabat Mater de Rossini”, La Iberia Musical y Literaria, 27,
1844, pp. 105-106.
38
J. Espín y Guillén: “Crítica Musical. Teatro del Circo”, La Iberia Musical y Literaria, 25, 1843, pp.
192-194.
14
posible las reminiscencias de la ópera italiana (sobre todo en la instrumentación39). Así
es que en esta época, en pleno dominio italiano, no se tenía muy claro cuáles eran las
características musicales que debiera tener el drama lírico nacional (lo cual configura
en torno a la él estuvo centrado en otros aspectos más relevantes para el momento, como
Por otra parte y desde la praxis, quiso predicar con el ejemplo y además de las muchas
canciones españolas que dio a conocer a través de distintos medios, Joaquín Espín y
Guillén compuso una ópera española en dos actos titulada Padilla o el asedio de
Medina, cuyo primer cuadro del primer acto fue estrenado con éxito el 9 de julio de
1845, en el Teatro del Circo. Las primeras referencias que hemos localizado de la
existencia de la obra no la mencionan como ópera, sino como zarzuela; existe una
motivo de una función a beneficio de los presos por causas políticas, Gregorio Romero
Larrañaga -autor del libreto- y Espín compondrían una zarzuela; a ella se referirá de este
modo hasta un mes antes del estreno, momento en que comenzará a denominarla como
“ópera nacional”42. Incluso la propia Iberia, en 1845, se refiere repetidas veces a Padilla
con el término zarzuela (lo cual indica que ni su propio autor tenía muy claro a qué
género pertenecía); la celebración para la que había sido compuesta no tuvo lugar y así,
39
Anónimo: “Crítica Musical”, La Iberia Musical, 22, 1846, p.174.
40
J. M. Andueza: “Ópera Alemana, Italiana y Española. Artículo IV. Ópera Española”, Revista de
Teatros, 2ª Serie, Tomo II, Entrega 3ª, p.17.
41
Anónimo: “Revista de Teatros. Función a beneficio de los presos por toda la clase de opiniones
políticas”, Revista de Teatros, 791, 845, S. p.
42
Anónimo: “Revista de Teatros”, Revista de Teatros, 858, 1845, S. p.
15
por segunda vez43 y a causa de cierta indisposición de los cantantes (probablemente se
ópera del director de La Iberia Musical y Literaria. En el libreto, sin embargo, consta la
romántica- sino que añade además un tinte nacionalista ya que recoge ese interés por la
nacionalistas -en los que la reconstrucción del pasado es una parte vital del proceso- y
en el que además, se señalan una serie de valores (como el honor, la valentía y el fervor
Tema este un tanto explotado (sobre todo desde que en el Trienio Liberal se había
llevado a cabo “el homenaje a los gloriosos comuneros que tan honorablemente habían
a compositores como Joaquín Gaztambide46. Por tanto, junto con el idioma de la ópera,
cantantes españoles, sólo faltaba que la música fuese también “española”. En cuanto a
juicio junto con la dificultad que supone el no poseer completo tampoco el libreto (tan
sólo tenemos el primer cuadro) ya que el texto de los distintos coros que se conservan
43
El año anterior se había suspendido su puesta en escena por la “indisposición” del tenor Unanue. Véase
“Crónica nacional”, La Iberia Musical y Literaria, 67, 1844, p. 268.
44
Extracto del expediente militar instructivo formado para la exhumación de los huesos de los héroes
castellanos Padilla, Bravo y Maldonado, y copias de la orden, acta celebrada y Decreto de Aprobación.
Madrid, Imprenta de Don Mateo Repullés, 1821.
45
Véase Francisco Martínez de la Rosa: La viuda de padilla: tragedia en cinco actos, Valencia, Imp. de
Domingo y Mompié, 1820; Víctor Balaguer: Juan de Padilla ó los Comuneros. Tragedia en cinco actos,
Madrid, Imp. Vicente de Lalama, 1846.
46
Ramón Sobrino Sánchez: “Joaquín Gaztambide”, Diccionario de la Música Española e
Hispanoamericana, Madrid, SGAE, 1999, Vol. 5, p. 571.
16
no se corresponde con el que aparece en el libreto y complica su ubicación dentro de la
de los coros para abrir los actos; pero no encontramos elementos musicales que nos
Visto todo esto, cabe afirmar que para Joaquín Espín y Guillén en estos momentos y
desde el punto de vista teórico (pues desde el práctico todo apunta a que él también
compuso su ópera española dentro del modelo de la ópera italiana) la instauración del
estuviese imbricado en la historia del país y el segundo de ponerle música a poder ser,
lo menos deudora del canon operístico italiano del primer romanticismo, muy asumido
El estreno del primer acto de su ópera -a pesar de la gran expectación que levantó- no
existencia incluso de una carta del propio Rossini en la que ofrecía un dictamen positivo
de la obra (aunque es probable que sólo conocieran su existencia sus más allegados48).
47
Anónimo: “Folletín. Teatro del Circo. Padilla o El Asedio de Medina”, La Posdata, 1050, 1845, S. p.
48
Antonio Peña y Goñi: La ópera española... pp. 261-261.
17
Es bastante posible que el hecho de que no quisiese traducir su ópera al italiano no
testamento de la que fuera primera esposa del compositor italiano y tía de su mujer, la
cantante Isabel Colbrand. Allí entró a formar parte como Maestro compositor honorario
Teatro de la Cruz. El nombramiento, que estaba firmado por Narváez51, duró hasta la
destitución de éste. Inesperada fue también la crisis que tiró por tierra el proyecto de
Iberia había sido nombrado director de la compañía de ópera53. Así, en muy poco
Real, coliseo que tenía por objetivo la protección de la ópera española pero que no llegó
49
Anónimo: “Porvenir del arte lírico de España”, La ópera, 9, 1850, p. 10.
50
Madrid, Archivo General de la Administración, Leg. 1796, Exp. 27.
51
Antonio Peña y Goñi: La ópera española..., pp. 259-260.
52
Anónimo: “Álbum”, La Iberia Musical y Literaria, 12, 1845, p. 48.
53
J. Espín y Guillén: “Academia Real de Música y Declamación”, La Iberia Musical y Literaria, 21,
1845, pp. 86-87.
18
a cumplir. Al frente del coro y de la banda militar designaron a Espín y Guillén54,
ocasión que aprovechó para que se estrenasen algunas de sus piezas musicales, como la
cantante; esta canción tuvo mucho éxito pues siguió interpretándose en el Teatro Real al
menos hasta junio de 1851 y fue repartida en los suplementos de varios periódicos
madrileños56. Parece que ha quedado muy lejos el tiempo en el que Espín criticaba la
conciertos en los que predominó el repertorio lírico del primer romanticismo italiano;
fueron suspendidos durante 1851 hasta abril de 1852, debido a su labor como maestro
La Rosa, melodía italiana, poesía de T. Solera y música de Espín, fue una de sus
composiciones que más éxito tuvo hasta el punto de tener que preparar una segunda
tirada para que los almacenes de música pudiesen satisfacer los pedidos59.
Colaboró -con las más célebres personalidades del momento, como Ramón Mesonero
19
Moderna60, primera de su clase existente en España que gozó de gran aceptación y cuya
noviembre de 1853, elevó una instancia a la reina Isabel II para solicitar que se crease
una sección de música en la Biblioteca Nacional que él mismo dirigiría, solicitud que
fue rechazada por el Director General de Instrucción Pública alegando la falta de fondos
que motivasen tal sección y la nutrida plantilla de la biblioteca entre la que se contaban
operística para adentrarse en el nuevo género. Compuso la zarzuela en tres actos Carlos
Farineli y está lleno de enredos, donde el amor y la venganza son los principales
de San Fernando64. El éxito que alcanzó fue un tanto extraño condicionado por el
Trabajó como maestro de coros en el Teatro del Circo durante la temporada teatral
1855-1856, actividad que cesó de realizar a petición de la empresa que dirigía el citado
coliseo desde mediados de 185065. Por estas mismas fechas comenzó a tomar parte
60
Francisco de P. Mellado: Enciclopedia Moderna. Diccionario universal de literatura, ciencias, artes,
agricultura, industria y comercio, Vol. I-IV, Madrid, Establecimiento tipográfico de Mellado, 1851.
61
Madrid, Archivo de la Biblioteca Nacional de España, Mss. 1039-06, (E-Mc).
62
J. Espín y Guillén: Carlos Broschi, Madrid, Archivo de la Sociedad General de Autores y Editores,
MPO/ 439, (E-Msa).
63
Teodoro Guerrero: Carlos Broschi, Madrid, Biblioteca Nacional de España, T-23324, (E-Mn).
64
Anónimo: “Crónica de provincias”, Coliseo de los Teatros, 19, 1853, pp. 6-7.
65
E. Casares Rodicio: Francisco Asenjo Barbieri. 2. El hombre y el creador, Madrid, ICCMU-Ed.
Complutenses, 1994, pp. 58-106.
20
como vocal en los ejercicios finales del Conservatorio66 y participó además en la
“sesión celebrada por la junta general de profesores el día 9 de septiembre de 1855 para
españoles poseían en sí mismos todas las cualidades necesarias para poder llevar a cabo
el establecimiento de la ópera y, por tanto, que era pertinente redactar una petición
nacional, el edificio del Teatro Real y una subvención para sostener este espectáculo”68.
Esta instancia, en la que se reflejan algunas de aquellas ideas que Espín tanto difundió
la ópera española siguió sin solventarse. El 16 de enero de 1856 fue nombrado maestro
puesto de organista supernumerario en la Capilla Real, designado por una Real Orden
de 26 de junio de 1855.
Teatro del Circo para ponerla en escena. Afirma Barbieri que accedieron a esta petición
todo fueron malas noticias, una Real Orden de 14 de diciembre le nombró profesor de
66
Madrid, Archivo del Real... Libro de Actas de la Junta Facultativa Auxiliar del Real Conservatorio de
Música y Declamación de María Cristina que da principio el 5 de septiembre de 1838, Actas de los días
18, 19, 20 y 21 de IV-1855, pp. 142-146, (E-Mc).
67
Anónimo: “Documentos relativos al establecimiento de la ópera seria española”, La Gaceta Musical de
Madrid, 56, 1855, S. p.
68
Anónimo: “Documentos relativos...”
69
Madrid, Archivo General de la Administración, Leg. 1796, Exp. 27.
70
Madrid; Biblioteca Nacional... Mss. 14.078, (E-Mn).
21
solfeo general “hasta 20 de junio de 1868 en que cesó en virtud de reforma”71 del
enredos; gira en torno al matrimonio de un soldado del rey Federico Guillermo I con
una aldeana72. No tuvo buen éxito debido a los chistes groseros que impregnaban el
libreto, según muestran las fuentes hemerográficas. Por estas fechas, otra zarzuela -en
tres actos- de la que se conserva el libreto impreso pero no la partitura, debió de ponerse
en escena. La música original era del maestro Ricci y fue arreglada por Joaquín Espín y
octubre de 1859. Se trataba de una de esas obras traducidas -en este caso del italiano-
por Miguel Pastorfido. El libreto estaba dedicado al tenor Manuel Soler y pensado para
Villó una función a beneficio del ejército de África en el Teatro del Príncipe en 186074 y
186675, coliseo del que fue maestro de coros desde 1865 hasta 186776 (al igual que en el
71
Madrid, Archivo General de la Administración, Leg. 1796, Exp. 27.
72
E. Sánchez de Fuentes: La vieja y el granadero, Madrid, Biblioteca Nacional de España, T-11234, (E-
Mn).
73
M. Pastorfido: El encogido y el estirado, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores, 176/4072,
(E-Msa).
74
Emilio Cotarelo y Mori: Historia de la Zarzuela, o sea el drama lírico en España, desde su origen a
fines del siglo XIX, Madrid, Tip. de Archivos, 1934, Reed. Madrid, ICCMU, 2000, pp. 705-706.
75
Anónimo: “Teatro Real”, La Escena, 15, 1866, p. 8.
76
Anónimo: Noticias”, La Gaceta Musical de Madrid, 1, 1865, p. 3.
22
Teatro de Rossini77). Tomó parte en las reuniones musicales de la capital y con la
Su actividad como cronista y crítico musical, comenzó en esta época; colaboró con La
iberia. Diario Político. Fueron casi tres años (desde el 24 de enero de 1869 hasta el 24
Musicales” en las que alternaba la redacción de las crónicas y las críticas. En ellas
de protección de los cantantes españoles por parte de las empresas de los teatros (que
contrataban a extranjeros mientras la mayor parte de los cantantes del país se veían
77
Anónimo: La Escena, 13, 1866, p. 5.
78
Madrid, Archivo del Real... Exp. Personal, (E-Mc).
79
Jesús Rubio: “Gustavo Adolfo Bécquer y Julia Espín: los álbumes de Julia”, El Gnomo, 6, Zaragoza,
Imprés Servei (Lleida), 1997, p. 139.
80
Jesús Rubio: “Gustavo Adolfo Bécquer y... p. 133.
81
Anónimo: “Crónica General”, La Iberia, 3848, 1869, S. p.
82
Véase Zampa: “Revista musical”, La Iberia. Diario político, 3978, S. p., y Zampa: “Revista Musical”,
La Iberia. Diario político, 4533 , 1871, S. p.
83
Véase Zampa: “Revista Musical”, La Iberia. Diario político, 4072, 1870, S. p.
23
surgir de su pluma. Las críticas a la ejecución de los dramas líricos aparecieron de
nuevo constatando que ciertas “costumbres” que fueron objeto de crítica en los años
varios números85 a otro tono distinto del original) seguían vigentes. En circunstancias
similares, participó en La Política, durante casi cuatro años (desde 16 de agosto de1878
Las críticas sobre las mutilaciones que sufrían los spartitos hicieron de nuevo acto de
reaparecieron87; afirmó que con el cambio de gobierno los procedimientos para ocupar
existir oposición previa. Fruto en parte de su resentimiento por ser él uno de esos
olvidando que él mismo ingresó en dicho centro en 1857 sin oposición, su crítica pierde
parte de su valor. Los problemas por los que se veía dificultado el proceso de
ya de que este tema le corresponde solucionarlo a las nuevas generaciones y sus críticas
ya no son tan agrias como las de antaño. Además, el contexto sociopolítico es más
favorable en estos momentos para el desarrollo del drama lírico nacional y estaban
premiar óperas con texto español verificado en 1869, o los premios de los concursos
convocados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando entre 1874 y 1876.
84
Zampa: “Revista Musical”, La Iberia. Diario político, 4087, 1870 S. p.
85
Zampa: “Teatros”, La Iberia. Diario político, 4639, 1871, S. p.
86
Véase J. Espín y Guillén: “Noticias Musicales”, La Política, 34, 1880, S. p.
87
Véase J. Espín y Guillén: “Revista Musical”, La Política, 21, 1879, S. p.
24
Fue miembro de una comisión en 1789 -en calidad de periodista y crítico- que estudió la
por el ministro de Hacienda- con objeto de aprobar la nueva empresa que arrendaría el
Teatro Real para la temporada 1879-1880, comisión que siguió operando en las dos
puesto en la Real Capilla por pequeños períodos para poder restablecerse89; volvió a
ejercer como profesor de solfeo desde febrero de 188290 hasta su muerte, el 24 de junio
de 188291.
Consideraciones finales
Sin lugar a dudas, Joaquín Espín y Guillén fue un acérrimo defensor de la ópera
española; prueba de ello, como hemos visto, es la publicación que él mismo mantuvo y
que dirigió -La Iberia Musical y Literaria- que se erigió como baluarte del drama lírico
nacional tan ansiado por él y otros muchos; pero no sólo este hecho lo justifica: la
apertura en 1847 de su Círculo Filarmónico y que perduró al menos hasta 1852, estaba
enfocado hacia el género lírico y no olvidemos que tomó parte en el manifiesto elevado
a las Cortes en 1855 donde se solicitaba la creación de la ópera española bajo protección
también a las funciones líricas -más que a las instrumentales, como las ofrecidas por la
Sociedad de Conciertos, por ejemplo- en las que sus críticas al sistema empresarial y
educativo vinculado al género lírico vuelven a hacer acto de presencia, nos demuestra
que todavía su interés por la consecución de la ópera española seguía vigente, como le
88
Anónimo: “El Diapasón”, Crónica de la Música, 14, 1878, S. p.
89
Madrid, Archivo General de Palacio, Fondo personal, C ª 322, Exp. 35, (E-Mp).
90
Madrid, Archivo General de la Administración, Leg. 1796, Exp. 27.
91
Madrid, Archivo del Real... Exp. Personal, (E-Mc).
25
sucedía a sus coetáneos ya que el problema del drama lírico nacional seguía sin
solventarse.
No obstante, al margen de esta verdad innegable, hay que señalar que sus críticas
ópera; los comentarios que en La Iberia Musical se publicaron a raíz de las oposiciones
oposición las plazas supernumerarias cuando las de número habían sido otorgadas por
Real Orden92, pero el tema se recrudece al afirmar que las plazas estaban dadas de
obteniendo el tercer puesto (por detrás de Antonio María Álvarez y Guelbenzu94), sus
públicos como hacían otros centros europeos. Nuevamente olvida que él fue alumno del
centro pero, a pesar de que sus críticas pecaron de ser un poco exageradas, no iban
propuesta de Saldoni95. Envió una carta a José Aranalde -director del centro en 1846-
aconsejándole, entre otros aspectos, que se adoptase el método de solfeo Wilhem y que
92
Anónimo: “Crónica Nacional”, La Iberia Musical, 18, 1844, p. 72.
93
Anónimo: “Crónica Nacional”, La Iberia Musical, 41, 1844, p. 164.
94
Madrid, Archivo General de la Administración, Leg. 1796, Exp. 27.
95
Madrid, Archivo del Real... Actas de la Junta Facultativa, II (1838-1856), pp. 52-53, (E-Mc).
26
numérico”96; el citado método se adoptó en 184797 y la clase de armonía se separó de la
Sus constantes insinuaciones de que este centro no producía músicos (en especial
cantantes, cosa que siguió criticando también al final de su vida) no es del todo cierta;
dos listados, uno de 1841 y otro más tardío, de 1846, muestran un extenso número de
alumnos que por esas fechas ya estaban viviendo gracias a su formación99 (Espín entre
ellos), por no mencionar a los muchos cantantes que a lo largo del s. XIX fueron
contratados por los distintos teatros europeos, como el tenor Padilla o su propia hija
Julia. Creemos que, a la vista de las opiniones que vertía en sus artículos, la crítica se
dirigía más al enfoque educativo del centro que a su productividad; es decir, a lo que
ópera italiana, no hacia la española y por eso, desde su punto de vista, no salían
los teatros reales del mismo período tienen, además, un punto en común: Ramón
Carnicer. En esta época fue director de las dos compañías líricas que actuaban en
Madrid (una en el Teatro de la Cruz y otra en el Teatro del Circo) y director interino del
fundación. Es muy probable que en el fondo de todos esos juicios negativos dedicados a
composición, pues aunque los temas criticados son habituales en su labor como
96
Madrid, Archivo del Real... Leg. 6, Carpeta n º 18 (2-VI-1846), (E-Mc).
97
Madrid, Archivo del Real... Actas de la Junta Facultativa, II (1838-1856), p. 60, (E-Mc).
98
Madrid, Archivo del Real... Actas de la Junta Facultativa, II (1838-1856). p. 94, (E-Mc).
99
Véase: Madrid, Archivo del Real... Leg. 4, Carpeta nº 18 y Leg. 5, Carpeta n º 84, (E-Mc).
27
periodista musical (como se aprecia en su colaboración con La Iberia y La Política), la
forma, el tono, es completamente distinto. Lo mismo creemos que sucede con las
improductivo (lo que, entre otros motivos, suscitó que se hiciese el listado de antiguos
alumnos del centro que se encontraban en ese momento viviendo de su formación y que
es el segundo de los mencionados antes) sino que también le acusó de disfrutar de una
Real Capilla en 1830 o el poco éxito alcanzado en Madrid con su Misa de Réquiem,
100
“harto nombrada, más por el pleito que ha originado que por su mérito intrínseco” ,
entre otros aspectos. Todas estas acusaciones salieron a la luz de forma un poco
virulenta como consecuencia de una polémica entre ambos por causa de un músico que
1844 por haber participado en los conciertos que La Iberia Musical y Literaria organizó
ese año101. No tenemos ningún documento de Ramón Carnicer sobre estas polémicas, lo
que hace pensar que no les debía de dar mucha importancia y que, en cierto modo, ya
estaba acostumbrado a este tipo de ataques por parte de su ex -alumno que, por cierto,
fue profesor suplente de la clase de solfeo que Iradier impartía en 1841102, cuando
Carnicer estaba ocupando su cargo de Director Interino. Por otra parte, es muy probable
sentido de que componía -y muy bien- óperas italianas; no olvidemos que gracias a su
100
La Redacción: “La Iberia Musical y Literaria. Al público”, La Iberia Musical y Literaria, 34, 1844, pp.
132-133.
101
Véase La Iberia Musical y Literaria, 42, 1844, pp. 83-84, S. t.
102
Madrid, Archivo del Real... Actas de la Junta Facultativa, II (1838-1856), p. 38, (E-Mc).
28
de siglo se extendió más quizás de lo que cabría esperar, limitando el nacimiento de una
Sin embargo, su crítica a la invasión de la música italiana no le impidió tener una buena
relación con Rossini a lo largo de su vida, quizás porque desde su punto de vista,
representaba el ideal del compositor “nacional”, que componía óperas en italiano, con
una música característica que sólo se relacionaba con su país. La carta ya citada sobre su
el que le ofreciese una escritura en blanco para que se instalase en Italia o la protección
en el mundillo musical que brindó a sus hijos103, son circunstancias que nos muestran
que a pesar de que el célebre compositor estaba divorciado desde 1836 de Isabel
Colbrand, la relación con el que por breve tiempo fuera familiar político suyo fue muy
cercana.
Lo que es innegable es que, más allá de su implicación personal en sus artículos críticos
que, a nuestro juicio, hace que éstos pierdan en la forma pero no en el contenido, Espín
denunció públicamente aquellos aspectos que creía eran un claro obstáculo para el
que ver con la creación autóctona, la falta de un apoyo gubernamental, etc. Estos
nacional, a pesar de que se produjeron ciertos progresos. Pero no iba tan desencaminado
en sus críticas publicadas en La Iberia Musical y Literaria (que son las más extensas y
claras en estos temas) cuando, unos treinta años más tarde, Saldoni propuso a la Real
103
Anónimo: La Ilustración Española y Americana, 29, 1879, S. t. p. 75.
29
proyecto que incluía: la composición de obras en castellano con libretos y compositores
subvención para el empresario que se hiciese cargo de dicho proyecto y el apoyo del
Conservatorio, entre otros aspectos. Por tanto, la figura de Joaquín Espín y Guillén
finales de siglo, puesto que el nacimiento de la zarzuela grande produjo una pausa en el
Por último, destacar que existe una correlación entre el desarrollo de la vida de nuestro
1844 y también sucede lo mismo con las de La Iberia. Diario Político en comparación
con las de La Política, siendo estás últimas más duras; cabe pensar que se sentía más
protegido para revelar en el papel sus opiniones con los moderados en el gobierno;
1868; por otra parte, con la Corona tenía una buena relación: su hija Julia fue invitada a
104
Madrid, Archivo General de Palacio, Fondo personal . C ª 322, Exp. 35 (E-Mp).
105
J. Espín y Guillén: Álbum lírico-español de S. M. la reina D ª Isabel II, Madrid, Real Biblioteca, Mss./
717.
30
Española de Música y Declamación, de la que iba a ser director) una romanza árabe106.
106
J. Espín y Guillén: Aben-hamet, romanza árabe, Madrid, Real Biblioteca, Mss./ 696.
31