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3300723

Nuevas perspectivas en
Oftalmología
Urgencias en oftalmología
Editorial Glosa
Ronda de Sant Pere, 22, principal 2.ª - 08010 Barcelona
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ISBN: 84-7429-222-0
Depósito legal: B-51.677-2004
Soporte válido

© Laboratorios Dr. Esteve, S.A.


© Glosa, S.L.
Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida ni transmitida
en ninguna forma o medio, incluyendo las fotocopias o cualquier sistema de recuperación de almace-
namiento de información, sin la autorización por escrito del titular de los derechos.
Urgencias en oftalmología

Dr. Luis Castellanos Mateos


Facultativo Especialista de Área de Oftalmología.
Hospital Universitario de Valme.
Sevilla.

Dra. M.ª José Galbis Fuster


Oftalmóloga.
Hospital Universitario de Valme.
Sevilla.
Índice

Instrumentación mínima para un examen de urgencia 7

Consejos técnicos para el médico general 9

El ojo rojo 13

La hemorragia subconjuntival 29

Quemosis conjuntival. Celulitis 33

Sensación de cuerpo extraño 37

Epífora o lagrimeo. Dacriocistitis 40

Sequedad ocular 44

Complicaciones por el uso de lentes de contacto 48

Traumatismo mecánico contuso (contusión ocular) 53

Traumatismo químico: causticación ocular 56

Traumatismo físico: quemadura térmica y eléctrica 58

URGENCIAS EN OFTALMOLOGÍA 5
Traumatismos incisos del globo ocular 60

Fractura orbitaria 64

Miodesopsias: sensación de «moscas volantes» 66

Disminución súbita de la agudeza visual 68

Diplopía 72

Urgencias postoperatorias 74

6 NUEVAS PERSPECTIVAS EN OFTALMOLOGÍA


Instrumentación mínima
para un examen de urgencia
en oftalmología

El uso por parte del oftalmólogo de una instrumentación muy sofisticada para reali-
zar una exploración detallada del aparato ocular podría hacer pensar que sin ella
sería imposible practicar una exploración válida del mismo. Pero en casos urgentes, un
examen ocular practicado con método y una instrumentación sencilla permite reco-
ger datos muy útiles con los que se consigue adoptar una decisión terapéutica correc-
ta o, en su defecto, y no menos importante, evitar un tratamiento incorrecto.

ESCALA DE AGUDEZA VISUAL

Debe incluir los caracteres alfabéticos, y para niños y analfabetos, el test de la E. El


paciente que se queja de una pérdida de visión, se situará a 5 m de la escala, que estará
fijada a la pared y bien iluminada. La visión se determina haciendo leer al paciente,
sucesivamente, con uno y otro ojo. La oclusión del ojo que no se utilice para leer se rea-
lizará sin presionar; ya que la presión poduciría una pérdida transitoria de visión.

Una agudeza visual inferior a la letra más grande de la escala se anotará como recuen-
to de dedos a una cierta distancia, movimientos de la mano o percepción de luz.

LINTERNA

La iluminación oblicua con una lámpara de bolsillo es a menudo suficiente para explo-
rar el segmento anterior del ojo y detectar anomalías, como pequeñas abrasiones o
laceraciones corneales.

OFTALMOSCOPIO DIRECTO

El oftalmoscopio directo nos permitirá abordar una de las partes más importantes del
examen oftalmológico: el segmento posterior. Este examen se realizará más fácilmente

URGENCIAS EN OFTALMOLOGÍA 7
a través de una pupila dilatada, para lo cual usaremos preferentemente un colirio de
tropicamida, de efecto rápido y pasajero.

En primer lugar obsevaremos el reflejo del fondo del ojo. Si éste es normal, el reflejo
será rojo. Si el cristalino presenta cataratas o el vítreo está opaco, el reflejo rojo no pue-
de observarse. Una hemorragia masiva de vítreo (frecuente en pacientes diabéticos)
puede, por tanto, producir un reflejo de fondo negro.

En segundo lugar, si el fondo de ojo es visible, examinaremos el disco óptico, la mácu-


la y el árbol vascular. Lo importante será determinar si la exploración es normal o pato-
lógica, ya que en este último caso requerirá la evaluación por parte del especialista.

SEPARADORES DE PÁRPADOS

En algunos enfermos poco colaboradores, en particular niños muy pequeños, o bien


en caso de tumefacciones palpebrales intensas, puede ser difícil valorar el estado del
segmento anterior del globo ocular o incluso la integridad del mismo, por lo que el
uso de unos separadores manuales de tipo desmarres o un blefarostato, junto con un
colirio anestésico, nos facilitará la exploración.

LANCETA DE CUERPOS EXTRAÑOS Y PINZA TIPO RELOJERO

Se utilizarán para la extracción de los cuerpos extraños, conservadas en una caja este-
rilizada; en su defecto puede usarse una aguja de inyección intramuscular o de insu-
lina por su parte biselada.

ALGUNOS COLIRIOS DE EXPLORACIÓN

• Colirio anestésico: para calmar el dolor del paciente, lo que nos permitirá una explo-
ración más cómoda.
• Colirio de fluoresceína al 1 %: para comprobar la integridad del epitelio corneal.
• Colirio de tropicamida: para dilatar la pupila y explorar el fondo de ojo.

8 NUEVAS PERSPECTIVAS EN OFTALMOLOGÍA


Consejos técnicos
para el médico general

CÓMO VALORAR LA AGUDEZA VISUAL

La prueba aislada más importante de la función visual es la valoración de la agudeza


visual. Este examen debe formar parte integral de la exploración visual de todos los
pacientes que son capaces de proporcionar respuestas subjetivas fiables. Se dispone de
varios tipos de carteles de letras para examinar la agudeza visual, denominadas esca-
las de optotipos.

La escala, bien iluminada, se coloca a 5 m del paciente y la agudeza visual se registra


en forma de fracción. El numerador representa la distancia al cartel y el denominador
la distancia a la que un ojo normal puede leer esa línea. Por tanto, 5/50, o lo que es lo
mismo 1/10, indica que el paciente está leyendo a 5 m lo que un ojo normal podría
leer a 50 m. Si el paciente puede leer la última línea, la fracción será 5/5 y por tanto
expresaremos que tiene una visión de la unidad.

Se pide al paciente que lea con un ojo la parte de la escala lo más baja posible, se
anota el resultado y se repite el mismo procedimiento con el otro ojo. Si el paciente
usa gafas para visión a distancia, la prueba se realizará con gafas y el resultado debe
anotarse como «agudeza visual corregida».

CÓMO EFECTUAR LA EVERSIÓN DEL PÁRPADO SUPERIOR

Médico y paciente están situados uno frente a otro. Una vez que el paciente ha apo-
yado la cabeza sobre un respaldo, se le pide que mire hacia sus pies y que mantenga la
mirada en esa dirección durante toda la exploración. Utilizando los dedos pulgar e
índice de la mano derecha el médico coge, por su base, las pestañas de la porción media
del párpado superior, tirando del mismo con suavidad hacia abajo y hacia delante.

URGENCIAS EN OFTALMOLOGÍA 9
A continuación coloca horizontalmente el dedo índice de la mano izquierda en la par-
te superior del párpado, por encima del tarso; éste será la polea de reflexión alrede-
dor de la cual se podrá hacer bascular el párpado (Fig.1).

Luego se eleva el párpado superior hacia arriba y hacia la región superciliar en tanto
que el dedo índice izquierdo lo deprime hacia abajo. De esta manera, el párpado
bascula alrededor del borde superior del tarso y muestra al observador su cara inter-
na (Fig. 2).
Figura 1
El párpado retorna a su posición normal en cuanto cesa la presión y el paciente efec-
túa algunos parpadeos; si no ocurre así, se pide al paciente que mire hacia arriba y
simultáneamente se tira de las pestañas suavemente hacia abajo.

CÓMO VERIFICAR DIGITALMENTE EL TONO OCULAR

Médico y paciente se sitúan uno frente al otro. Se le pide a este último que cierre sus
ojos sin apretar los párpados. A continuación, el médico coloca con suavidad sus dos
dedos índices sobre el párpado superior del paciente, insinuándolos en el surco ocu-
Figura 2 lopalpebral superior, bajo el arco orbitario. Ha de apoyar ligeramente los dos índices
para hacer descender el globo ocular hacia el suelo de la órbita. Seguidamente, valora
el tono del ojo realizando unos movimientos alternantes de presión y descompre-
sión, utilizando los dedos de manera que mientras uno comprime el otro se levanta,
manteniendo siempre el contacto con el globo ocular (Fig. 3).

La pared del globo presenta una cierta resistencia normal, pero produce una impre-
sión de elasticidad. Un globo ocular hipertónico (p. ej., con un glaucoma agudo), dará
una sensación de dureza, sin ninguna depresibilidad. Para que esta maniobra tenga
Figura 3 más valor, deberán compararse ambos ojos.

Como es natural, esta prueba requiere cierta experiencia, y debe tenerse en cuenta que
es buena únicamente para obtener una valoración aproximada de la tensión ocular del
paciente.

CÓMO REALIZAR UNA CAMPIMETRÍA POR CONFRONTACIÓN

Por lo general, en una sala de urgencias no se dispone ni del aparataje ni del tiempo
necesario para realizar un estudio minucioso del campo visual de un paciente, pero

10 NUEVAS PERSPECTIVAS EN OFTALMOLOGÍA


la prueba de confrontación, a pesar de que es relativamente poco exacta, nos permite
detectar la presencia de defectos groseros del campo visual.

La técnica es la siguiente: el médico y el paciente se colocan cara a cara a una distan-


cia aproximada de 1/2 metro; con un ojo tapado, el paciente mira en línea recta hacia
un punto de fijación específico (el ojo del médico), el cual se habrá tapado a su vez
el ojo contralateral al que está explorando en el paciente. Puede utilizarse como test
un objeto pequeño, como un bote de colirio o el dedo índice del médico. Dicho obje-
to se coloca mas allá de los límites del campo de visión de ambos, médico y paciente,
y se hace avanzar lentamente hacia delante; se instruye al paciente para que nos avise
tan pronto como vea el objeto que usamos como test, lo cual debe coincidir, si es nor-
mal, con el momento en que también lo visualiza el médico (Fig. 4). Figura 4

La prueba se practica en cada ojo por separado. Las alteraciones en los campos visua-
les pueden ser resultado de una enfermedad ocular, como coriorretinitis o glaucoma,
o bien de trastornos neurológicos como un tumor o una hemorragia intracraneal.

CÓMO EXTRAER UN CUERPO EXTRAÑO CORNEAL

Con el paciente sentado y la cabeza bien apoyada por detrás, o mejor aún acostado, se
instilarán dos gotas de colirio anestésico, varias veces, hasta conseguir la desaparición
de toda sensación dolorosa o reflejo corneal. A continuación el médico mantiene la
hendidura palpebral lo más abierta posible, utilizando para ello la mano izquierda, el
dedo pulgar para el párpado inferior y el índice para el superior. Se pide al paciente
que fije la mirada en un punto situado frente a él y se iluminará la córnea lo mejor
posible mediante una lámpara de pie situada junto al paciente o mediante una lin-
terna o lámpara sostenida por un asistente que dirija el haz luminoso hacia la córnea.
Con una lanceta de cuerpo extraño o simplemente con una aguja intramuscular, el
médico aproxima el extremo biselado al cuerpo extraño, levantando ligeramente uno
de sus bordes e introduciéndolo por debajo del cuerpo extraño, entre el lecho corneal
y su cara posterior (Fig. 5). Figura 5

El cuerpo extraño puede extraerse con relativa facilidad, sobre todo si es metálico. Si
lo es y ha permanecido varias horas, o con más razón si lo ha hecho durante más de
un día, puede dejar un depósito de óxido férrico en su lecho corneal. Debe efectuar-
se un raspado de éste depósito con la aguja hasta conseguir su eliminación, ya que

URGENCIAS EN OFTALMOLOGÍA 11
podría desempeñar el mismo papel inflamatorio que el cuerpo extraño; si no se pudie-
ran limpiar estos restos, el paciente deberá ser remitido al especialista, quien proce-
derá a eliminarlos mediante la fresa eléctrica y bajo control microscópico en la lám-
para de hendidura.

CÓMO EXPLORAR LA PUPILA

Al examinar las pupilas, debemos explorar los siguientes parámetros: igualdad entre
ellas, tamaño, forma y reacción a los estímulos.

Debemos descartar el empleo de cualquier fármaco con efecto miótico (constrictor) o


midriático (dilatador), y nunca usaremos colirios para dilatar las pupilas antes de exa-
minarlas.

La desigualdad pupilar puede sugerir una enfermedad ocular previa o un trastorno


neurológico. Hablaremos de pupila miótica cuando su tamaño sea inferior a 4 mm de
diámetro. Así serán las que encontremos en los procesos inflamatorios del segmento
anterior del ojo, como las iritis, por el uso de algunos medicamentos, como la morfi-
na, y de una manera fisiológica, durante el sueño.

Hablaremos de pupila midriática cuando el tamaño sea superior a 7 mm. Sucede así
en casos de contusión ocular, intoxicación general y muchas enfermedades neuroló-
gicas del mesencéfalo.

Generalmente la forma de la pupila es redonda. Las pupilas irregulares son casi siem-
pre patológicas. La forma puede resultar afectada por anomalías congénitas o por enfer-
medades como las iritis y también a causa de traumatismos oculares.

La pupila se contrae a la luz directa; la constricción simultánea de la pupila contrala-


teral, recibe el nombre de reacción pupilar consensual a la luz. La reacción a la aco-
modación se explora manteniendo un dedo o un lápiz a pocos centímetros del ojo que
se está explorando y se pide al paciente que mire alternativamente el lápiz y la pared
que hay inmediatamente detrás de éste. La pupila se contrae al mirar el objeto cerca-
no y se dilata al mirar el objeto lejano. Por lo general, si la pupila reacciona a la luz,
reaccionará también a la acomodación. La pupila de Argyl-Robertson se produce
por alteración del sistema nervioso central; en ella no hay respuesta a la luz directa ni
consensual, pero existe una respuesta normal a la acomodación. La pupila de Adie, o
pupila tónica, sí responde a la estimulación, pero muy lentamente.

12 NUEVAS PERSPECTIVAS EN OFTALMOLOGÍA


El ojo rojo

Para comprender mejor las características de un enrojecimiento ocular son necesarias


algunas nociones de anatomía. En la exploración se visualizan dos partes del globo
ocular bien diferenciadas:

a) Una zona central, abombada y esférica: la córnea, de transparencia perfecta en el


ojo normal, permite la visualización de la parte anterior del contenido ocular. El
iris, proporciona la coloración del ojo y muestra un orificio central circular de colo-
ración negra y de diámetro variable (la pupila) según sea la intensidad de la luz que
penetra en el ojo.
b) Una zona periférica de coloración blanca, que es la porción anterior de la envoltu-
ra no transparente del ojo: la esclerótica o esclera, que está recubierta por una mem-
brana de revestimiento transparente y muy vascularizada: la conjuntiva. Ésta no
sólo recubre la porción anterior de la esclera, insertándose alrededor de la córnea,
en la región que recibe el nombre de limbo esclerocorneal, sino que se refleja en
profundidad para tapizar la superficie posterior, no visible de ambos párpados, inser-
tándose en sus bordes. A causa de esta distribución, se forma una telilla flexible que
cierra de manera hermética por delante la cavidad orbitaria. Las dos zonas de refle-
xión de esta telilla constituyen los fondos de saco conjuntivales superior e inferior.

Por todo ello nos encontramos tres zonas bien diferenciadas en la conjuntiva:

• Conjuntiva bulbar, que tapiza la porción anterior escleral.


• Conjuntiva de los fondos de saco.
• Conjuntiva palpebral, para cuya exploración es necesaria la eversión de los párpados.

En el caso de que la conjuntiva bulbar, sola o con la participación de la esclera sub-


yacente, pierda su coloración blanca y se torne rojiza, nos encontramos en presencia
de un ojo rojo.

URGENCIAS EN OFTALMOLOGÍA 13
Cuando nos hallemos ante un enrojecimiento ocular, es importante evaluar la topo-
grafía y el aspecto del mismo. Ante una hiperemia difusa localizada en la conjuntiva
bulbar o en los fondos de saco, hablamos de enrojecimiento o inyección conjuntival
y generalmente se tratará de una afección banal del globo ocular. Por el contrario, si
el enrojecimiento es muy localizado, centrado en el limbo esclerocorneal, formando
un círculo alrededor de la córnea (periquerático), hablamos de enrojecimiento o inyec-
ción ciliar y generalmente se tratará de una afección más importante y profunda del
globo ocular.

La instilación de un colirio vasoconstrictor interrumpirá el aporte sanguíneo con-


juntival al cabo de pocos minutos y según su intensidad hará disminuir o incluso desa-
parecer la hiperemia si se trata de una inyección conjuntival, mientras que no se modi-
ficará si nos hallamos ante una inyección ciliar.

La modificación de la coloración no es prácticamente nunca el único síntoma, sino que


se acompaña de una sintomatología subjetiva y objetiva más o menos importante.

El dolor es uno de los elementos dominantes entre estos síntomas subjetivos.


Dependiendo de que el ojo sea o no doloroso podremos clasificar, desde el punto de
vista semiológico, los ojos rojos en dolorosos o no dolorosos.

EL OJO ROJO NO DOLOROSO

Un ojo rojo no doloroso puede presentar algunas manifestaciones funcionales: ligera


sensación de escozor, pequeña sensación de cuerpo extraño, de arenilla, un pequeño
grado de blefarospasmo, aunque estas manifestaciones permanecen siempre en un tono
menor.

Si se trata, como es el caso más frecuente, de una conjuntivitis, al enrojecimiento se


sumará un signo importante: la secreción, acompañada de un ligero lagrimeo. Esta
secreción puede ser más o menos importante y obliga a menudo al paciente a secarse
con frecuencia los párpados. Puede tratarse de una secreción serosa, a veces purulen-
ta. Las secreciones forman costras que por las mañanas aglutinan las pestañas de ambos
párpados e impiden su apertura.

Es importante verificar el estado de la agudeza visual a fin de descartar una afección


más grave del globo ocular. En una conjuntivitis, la agudeza visual disminuye a cau-

14 NUEVAS PERSPECTIVAS EN OFTALMOLOGÍA


sa del velo, más o menos espeso, que la secreción forma ante la córnea, pero una vez
limpio el ojo, por lo general la visión no resulta alterada.

Se verificará igualmente la transparencia de la córnea, el aspecto del iris y los reflejos


pupilares a la luz y a la acomodación (Fig. 6).

La ausencia de dolor, de pérdida de agudeza visual o de cualquier otra alteración del


segmento anterior del ojo que no sea el enrojecimiento o la secreción nos permite des-
cartar otras afecciones más graves del ojo: queratitis, iritis o glaucoma agudo. Figura 6

Sin embargo, esta regla general presenta algunas excepciones: una que-
ratitis o una iritis tórpida pueden evolucionar bajo la máscara de un Si un enrojecimiento no doloroso, no cede con rapi-
ojo rojo no doloroso; pero en este caso, el enrojecimiento ocular difie- dez tras instaurar un tratamiento (alrededor de
una semana), deberá remitirse al paciente a un
re del de la conjuntivitis, ya que es menos difuso, se concentra alre-
oftalmólogo.
dedor de la córnea y por lo general no se acompaña de secreción.

Según su etiología, las conjuntivitis pueden clasificarse en supuradas y no supuradas.

CONJUNTIVITIS SUPURADAS

Por lo general, la hiperemia se acompaña de una secreción más o menos abundante;


el pus se acumula en el ángulo interno del ojo, formando flóculos en los fondos de
saco, aglutinando las pestañas y enganchando los párpados por las mañanas.

Los párpados, sobre todo el superior, pueden estar tumefactos y la conjuntiva puede
despegarse del plano escleral a causa de un exudado provocando una quemosis con-
juntival.

En las conjuntivitis agudas puede originarse una reacción ganglionar, que se palpa por
delante del trago (ganglio preauricular) o bajo el ángulo del maxilar inferior (ganglio
submaxilar); con frecuencia esta adenopatía es poco importante, es sensible pero indolora.

Asimismo, ante una conjuntivitis aguda debe explorarse el estado de las vías lagrima-
les, sobre todo si se es conocedor de un lagrimeo previo, anterior a la inflamación de
la conjuntiva, ya que la impermeabilidad de las vías lagrimales agrava el pronóstico
de una conjuntivitis aguda, al dificultar la curación, y origina a menudo complica-
ciones corneales: úlceras, abscesos corneales, etc.

El tratamiento se realizará en función del germen causal y de la intensidad de la reac-


ción conjuntival. En los casos leves, será suficiente un colirio antibiótico de amplio

URGENCIAS EN OFTALMOLOGÍA 15
espectro, generalmente un aminoglucósido o una quinolona. Se realizará una instila-
ción cada 3 o 4 horas, y por la noche, al acostarse, se sustituye por la aplicación de una
pomada antibiótica. Si no se produce una respuesta eficaz, deberá procederse a reali-
zar un cultivo y antibiograma. Por lo general es suficiente la antibioticoterapia local,
y con muy poca frecuencia serán necesarios antibióticos por vía general. Éstos sólo se
requerirán si se produce una reacción ganglionar importante o si existe una obstruc-
ción de las vías lagrimales.

CONJUNTIVITIS NO SUPURADAS

Suelen ser víricas o alérgicas.

Conjuntivitis víricas
Los virus son una causa frecuente de infección de la parte externa del ojo, donde pue-
den producir una amplia variedad de trastornos, que oscilan desde una leve conjunti-
vitis transitoria hasta infecciones más graves en las que la afectación corneal puede pro-
ducir cicatrización y, en algunos casos, ceguera. Con frecuencia están causadas por
adenovirus (adenofaringoconjuntivales), cuyos reservorios suelen localizarse en las fosas
nasales, faringe y amígdalas. Por ello la conjuntivitis puede ser un síntoma, en ocasio-
nes el primero, de una enfermedad vírica: gripe, sarampión, rubéola, varicela o viruela.

También los picornavirus, el virus del herpes simple y el virus de la varicela zóster pue-
den producir conjuntivitis aisladas, pero con mayor frecuencia hay cierta afectación
corneal o palpebral.

Los primeros estadios de la enfermedad se acompañan a menudo de una profusa secre-


ción acuosa e intensa hiperemia difusa de la conjuntiva bulbar y suelen presentarse
pequeñas hemorragias conjuntivales en la fase aguda. En el tarso superior pueden ver-
se cambios similares y a veces un exudado de fibrina, combinado con mucus, da lugar
a la formación de una seudomembrana.

En muchas ocasiones no existe un tratamiento específico para la infección vírica de la


parte externa del ojo y sólo se puede realizar un tratamiento sintomático hasta que se
resuelva el proceso. En los casos en que sí se dispone un tratamiento específico, como
pueden ser las infecciones por herpes simple o por virus de la varicela zóster, hay que rea-
lizar un diagnóstico precoz e iniciar el tratamiento con un antivírico como el aciclovir.

16 NUEVAS PERSPECTIVAS EN OFTALMOLOGÍA


Un caso especial es el de la queratoconjuntivitis epidémica, asociada a adenovirus de
serotipo 8 y 19 que producen una forma grave y muy contagiosa de la enfermedad.
Clínicamente aparece como una hinchazón aguda y bilateral, pero desigual (un ojo
más afectado que el otro) y eritema de los párpados asociado a una fuerte inflamación
conjuntival y una secreción serosa acuosa. En muchas ocasiones puede haber también
un aumento de tamaño del ganglio linfático preauricular, antecedentes de contacto
con otros casos similares (familia, compañeros de trabajo, etc.) o una enfermedad
reciente de las vías respiratorias superiores. La afectación corneal se manifiesta en
forma de fotofobia y disminución de la agudeza visual, debido a una queratitis epite-
lial fina y punteada que aparece durante la primera semana. Estas lesiones epiteliales
se van uniendo hasta formar unos infiltrados subepiteliales al final de la segunda sema-
na. Estos infiltrados se endurecen a medida que desaparece la inflamación para pro-
ducir unas opacidades subepiteliales, más o menos circulares, que se sitúan de mane-
ra característica en la zona central corneal y pueden persistir durante muchas semanas,
meses o años (Fig. 7). Figura 7

El tratamiento es sintomático mediante el uso de colirios de lágrima artificial y pre-


parados tópicos de esteroides que disminuyen la inflamación y producen una desa-
parición temporal de las lesiones corneales, aunque con tendencia a recurrir tras la reti-
rada de los mismos.

Conjuntivitis alérgicas
Son cada vez más frecuentes. La primaveral es la forma más típica, aislada o junto a
otras manifestaciones alérgicas sistémicas: rinitis, asma, dermatitis, etc. La enferme-
dad es crónica, con exacerbaciones y remisiones estacionales, y se observa con mayor
frecuencia en individuos jóvenes.

Los signos funcionales característicos son: prurito muy intenso, lagrimeo profuso, esca-
sa secreción, sensación de calor y fatiga ocular. El cuadro clínico variará en función de
la intensidad y duración de la carga antigénica y de la situación inmunitaria del pacien-
te. Puede aparecer una quemosis conjuntival aguda, con o sin hinchazón palpebral
asociada, como una respuesta de hipersensibilidad inmediata a la inoculación local y
directa de sustancias antigénicas (normalmente pólenes) en la conjuntiva de un indi-
viduo sensibilizado.

URGENCIAS EN OFTALMOLOGÍA 17
La inflamación de la conjuntiva bulbar le proporciona un aspecto gelatinoso caracte-
rístico, asociada a una hiperemia leve de los vasos sanguíneos en forma de inyección
conjuntival. Aunque los síntomas sean alarmantes y aparezcan de forma aguda, tam-
bién pueden resolverse de forma espontánea en unas pocas horas.

Los cambios conjuntivales que pueden observarse en el tarso superior consisten en


papilas gigantes, que suelen describirse como aspecto de «empedrado», y aunque
persisten en la fase quiescente de la enfermedad, cuando hay actividad se hinchan e
infiltran por edema y células inflamatorias, con abundante mucus entre ellas. Los cam-
bios en la conjuntiva tarsal inferior y en el fórnix son similares pero menos llamati-
Figura 8 vos (Fig. 8).

El objetivo del tratamiento durante las exacerbaciones agudas es el control de los


síntomas reduciendo la inflamación conjuntival; los preparados antihistamínicos de
administración tópica en forma de colirios generalmente proporcionan un alivio sin-
tomático eficaz reduciendo el prurito y el enrojecimiento.

En los casos graves suelen administrarse antihistamínicos por vía sistémica, y esteroi-
des por vía tópica y sistémica, aunque en períodos cortos para evitar sus efectos secun-
darios.

Por tanto, a modo de resumen, la actitud que hay que adoptar frente a un ojo rojo no
doloroso es la siguiente:

Qué debe hacerse:

1. Confirmar que no es más que una afección conjuntival:


• Por el aspecto y topografía del enrojecimiento.
• Por la integridad de la agudeza visual, de la córnea y de los reflejos pupilares.
• Por la disminución del enrojecimiento tras instilar un colirio vasoconstrictor.
2. Si existe secreción, tratar con un colirio antibiótico de amplio espectro. Si no existe secre-
ción, considerar las conjuntivitis víricas y las alérgicas.
3. Tener en cuenta que:
• Una conjuntivitis puede ser una manifestación, a veces la primera, de una enferme-
dad sistémica.

18 NUEVAS PERSPECTIVAS EN OFTALMOLOGÍA

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