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Nuevas perspectivas en
Oftalmología
Urgencias en oftalmología
Editorial Glosa
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www.editorialglosa.es
ISBN: 84-7429-222-0
Depósito legal: B-51.677-2004
Soporte válido
El ojo rojo 13
La hemorragia subconjuntival 29
Sequedad ocular 44
URGENCIAS EN OFTALMOLOGÍA 5
Traumatismos incisos del globo ocular 60
Fractura orbitaria 64
Diplopía 72
Urgencias postoperatorias 74
El uso por parte del oftalmólogo de una instrumentación muy sofisticada para reali-
zar una exploración detallada del aparato ocular podría hacer pensar que sin ella
sería imposible practicar una exploración válida del mismo. Pero en casos urgentes, un
examen ocular practicado con método y una instrumentación sencilla permite reco-
ger datos muy útiles con los que se consigue adoptar una decisión terapéutica correc-
ta o, en su defecto, y no menos importante, evitar un tratamiento incorrecto.
Una agudeza visual inferior a la letra más grande de la escala se anotará como recuen-
to de dedos a una cierta distancia, movimientos de la mano o percepción de luz.
LINTERNA
La iluminación oblicua con una lámpara de bolsillo es a menudo suficiente para explo-
rar el segmento anterior del ojo y detectar anomalías, como pequeñas abrasiones o
laceraciones corneales.
OFTALMOSCOPIO DIRECTO
El oftalmoscopio directo nos permitirá abordar una de las partes más importantes del
examen oftalmológico: el segmento posterior. Este examen se realizará más fácilmente
URGENCIAS EN OFTALMOLOGÍA 7
a través de una pupila dilatada, para lo cual usaremos preferentemente un colirio de
tropicamida, de efecto rápido y pasajero.
En primer lugar obsevaremos el reflejo del fondo del ojo. Si éste es normal, el reflejo
será rojo. Si el cristalino presenta cataratas o el vítreo está opaco, el reflejo rojo no pue-
de observarse. Una hemorragia masiva de vítreo (frecuente en pacientes diabéticos)
puede, por tanto, producir un reflejo de fondo negro.
SEPARADORES DE PÁRPADOS
Se utilizarán para la extracción de los cuerpos extraños, conservadas en una caja este-
rilizada; en su defecto puede usarse una aguja de inyección intramuscular o de insu-
lina por su parte biselada.
• Colirio anestésico: para calmar el dolor del paciente, lo que nos permitirá una explo-
ración más cómoda.
• Colirio de fluoresceína al 1 %: para comprobar la integridad del epitelio corneal.
• Colirio de tropicamida: para dilatar la pupila y explorar el fondo de ojo.
Se pide al paciente que lea con un ojo la parte de la escala lo más baja posible, se
anota el resultado y se repite el mismo procedimiento con el otro ojo. Si el paciente
usa gafas para visión a distancia, la prueba se realizará con gafas y el resultado debe
anotarse como «agudeza visual corregida».
Médico y paciente están situados uno frente a otro. Una vez que el paciente ha apo-
yado la cabeza sobre un respaldo, se le pide que mire hacia sus pies y que mantenga la
mirada en esa dirección durante toda la exploración. Utilizando los dedos pulgar e
índice de la mano derecha el médico coge, por su base, las pestañas de la porción media
del párpado superior, tirando del mismo con suavidad hacia abajo y hacia delante.
URGENCIAS EN OFTALMOLOGÍA 9
A continuación coloca horizontalmente el dedo índice de la mano izquierda en la par-
te superior del párpado, por encima del tarso; éste será la polea de reflexión alrede-
dor de la cual se podrá hacer bascular el párpado (Fig.1).
Luego se eleva el párpado superior hacia arriba y hacia la región superciliar en tanto
que el dedo índice izquierdo lo deprime hacia abajo. De esta manera, el párpado
bascula alrededor del borde superior del tarso y muestra al observador su cara inter-
na (Fig. 2).
Figura 1
El párpado retorna a su posición normal en cuanto cesa la presión y el paciente efec-
túa algunos parpadeos; si no ocurre así, se pide al paciente que mire hacia arriba y
simultáneamente se tira de las pestañas suavemente hacia abajo.
Médico y paciente se sitúan uno frente al otro. Se le pide a este último que cierre sus
ojos sin apretar los párpados. A continuación, el médico coloca con suavidad sus dos
dedos índices sobre el párpado superior del paciente, insinuándolos en el surco ocu-
Figura 2 lopalpebral superior, bajo el arco orbitario. Ha de apoyar ligeramente los dos índices
para hacer descender el globo ocular hacia el suelo de la órbita. Seguidamente, valora
el tono del ojo realizando unos movimientos alternantes de presión y descompre-
sión, utilizando los dedos de manera que mientras uno comprime el otro se levanta,
manteniendo siempre el contacto con el globo ocular (Fig. 3).
La pared del globo presenta una cierta resistencia normal, pero produce una impre-
sión de elasticidad. Un globo ocular hipertónico (p. ej., con un glaucoma agudo), dará
una sensación de dureza, sin ninguna depresibilidad. Para que esta maniobra tenga
Figura 3 más valor, deberán compararse ambos ojos.
Como es natural, esta prueba requiere cierta experiencia, y debe tenerse en cuenta que
es buena únicamente para obtener una valoración aproximada de la tensión ocular del
paciente.
Por lo general, en una sala de urgencias no se dispone ni del aparataje ni del tiempo
necesario para realizar un estudio minucioso del campo visual de un paciente, pero
La prueba se practica en cada ojo por separado. Las alteraciones en los campos visua-
les pueden ser resultado de una enfermedad ocular, como coriorretinitis o glaucoma,
o bien de trastornos neurológicos como un tumor o una hemorragia intracraneal.
Con el paciente sentado y la cabeza bien apoyada por detrás, o mejor aún acostado, se
instilarán dos gotas de colirio anestésico, varias veces, hasta conseguir la desaparición
de toda sensación dolorosa o reflejo corneal. A continuación el médico mantiene la
hendidura palpebral lo más abierta posible, utilizando para ello la mano izquierda, el
dedo pulgar para el párpado inferior y el índice para el superior. Se pide al paciente
que fije la mirada en un punto situado frente a él y se iluminará la córnea lo mejor
posible mediante una lámpara de pie situada junto al paciente o mediante una lin-
terna o lámpara sostenida por un asistente que dirija el haz luminoso hacia la córnea.
Con una lanceta de cuerpo extraño o simplemente con una aguja intramuscular, el
médico aproxima el extremo biselado al cuerpo extraño, levantando ligeramente uno
de sus bordes e introduciéndolo por debajo del cuerpo extraño, entre el lecho corneal
y su cara posterior (Fig. 5). Figura 5
El cuerpo extraño puede extraerse con relativa facilidad, sobre todo si es metálico. Si
lo es y ha permanecido varias horas, o con más razón si lo ha hecho durante más de
un día, puede dejar un depósito de óxido férrico en su lecho corneal. Debe efectuar-
se un raspado de éste depósito con la aguja hasta conseguir su eliminación, ya que
URGENCIAS EN OFTALMOLOGÍA 11
podría desempeñar el mismo papel inflamatorio que el cuerpo extraño; si no se pudie-
ran limpiar estos restos, el paciente deberá ser remitido al especialista, quien proce-
derá a eliminarlos mediante la fresa eléctrica y bajo control microscópico en la lám-
para de hendidura.
Al examinar las pupilas, debemos explorar los siguientes parámetros: igualdad entre
ellas, tamaño, forma y reacción a los estímulos.
Hablaremos de pupila midriática cuando el tamaño sea superior a 7 mm. Sucede así
en casos de contusión ocular, intoxicación general y muchas enfermedades neuroló-
gicas del mesencéfalo.
Generalmente la forma de la pupila es redonda. Las pupilas irregulares son casi siem-
pre patológicas. La forma puede resultar afectada por anomalías congénitas o por enfer-
medades como las iritis y también a causa de traumatismos oculares.
Por todo ello nos encontramos tres zonas bien diferenciadas en la conjuntiva:
URGENCIAS EN OFTALMOLOGÍA 13
Cuando nos hallemos ante un enrojecimiento ocular, es importante evaluar la topo-
grafía y el aspecto del mismo. Ante una hiperemia difusa localizada en la conjuntiva
bulbar o en los fondos de saco, hablamos de enrojecimiento o inyección conjuntival
y generalmente se tratará de una afección banal del globo ocular. Por el contrario, si
el enrojecimiento es muy localizado, centrado en el limbo esclerocorneal, formando
un círculo alrededor de la córnea (periquerático), hablamos de enrojecimiento o inyec-
ción ciliar y generalmente se tratará de una afección más importante y profunda del
globo ocular.
Sin embargo, esta regla general presenta algunas excepciones: una que-
ratitis o una iritis tórpida pueden evolucionar bajo la máscara de un Si un enrojecimiento no doloroso, no cede con rapi-
ojo rojo no doloroso; pero en este caso, el enrojecimiento ocular difie- dez tras instaurar un tratamiento (alrededor de
una semana), deberá remitirse al paciente a un
re del de la conjuntivitis, ya que es menos difuso, se concentra alre-
oftalmólogo.
dedor de la córnea y por lo general no se acompaña de secreción.
CONJUNTIVITIS SUPURADAS
Los párpados, sobre todo el superior, pueden estar tumefactos y la conjuntiva puede
despegarse del plano escleral a causa de un exudado provocando una quemosis con-
juntival.
En las conjuntivitis agudas puede originarse una reacción ganglionar, que se palpa por
delante del trago (ganglio preauricular) o bajo el ángulo del maxilar inferior (ganglio
submaxilar); con frecuencia esta adenopatía es poco importante, es sensible pero indolora.
Asimismo, ante una conjuntivitis aguda debe explorarse el estado de las vías lagrima-
les, sobre todo si se es conocedor de un lagrimeo previo, anterior a la inflamación de
la conjuntiva, ya que la impermeabilidad de las vías lagrimales agrava el pronóstico
de una conjuntivitis aguda, al dificultar la curación, y origina a menudo complica-
ciones corneales: úlceras, abscesos corneales, etc.
URGENCIAS EN OFTALMOLOGÍA 15
espectro, generalmente un aminoglucósido o una quinolona. Se realizará una instila-
ción cada 3 o 4 horas, y por la noche, al acostarse, se sustituye por la aplicación de una
pomada antibiótica. Si no se produce una respuesta eficaz, deberá procederse a reali-
zar un cultivo y antibiograma. Por lo general es suficiente la antibioticoterapia local,
y con muy poca frecuencia serán necesarios antibióticos por vía general. Éstos sólo se
requerirán si se produce una reacción ganglionar importante o si existe una obstruc-
ción de las vías lagrimales.
CONJUNTIVITIS NO SUPURADAS
Conjuntivitis víricas
Los virus son una causa frecuente de infección de la parte externa del ojo, donde pue-
den producir una amplia variedad de trastornos, que oscilan desde una leve conjunti-
vitis transitoria hasta infecciones más graves en las que la afectación corneal puede pro-
ducir cicatrización y, en algunos casos, ceguera. Con frecuencia están causadas por
adenovirus (adenofaringoconjuntivales), cuyos reservorios suelen localizarse en las fosas
nasales, faringe y amígdalas. Por ello la conjuntivitis puede ser un síntoma, en ocasio-
nes el primero, de una enfermedad vírica: gripe, sarampión, rubéola, varicela o viruela.
También los picornavirus, el virus del herpes simple y el virus de la varicela zóster pue-
den producir conjuntivitis aisladas, pero con mayor frecuencia hay cierta afectación
corneal o palpebral.
Conjuntivitis alérgicas
Son cada vez más frecuentes. La primaveral es la forma más típica, aislada o junto a
otras manifestaciones alérgicas sistémicas: rinitis, asma, dermatitis, etc. La enferme-
dad es crónica, con exacerbaciones y remisiones estacionales, y se observa con mayor
frecuencia en individuos jóvenes.
Los signos funcionales característicos son: prurito muy intenso, lagrimeo profuso, esca-
sa secreción, sensación de calor y fatiga ocular. El cuadro clínico variará en función de
la intensidad y duración de la carga antigénica y de la situación inmunitaria del pacien-
te. Puede aparecer una quemosis conjuntival aguda, con o sin hinchazón palpebral
asociada, como una respuesta de hipersensibilidad inmediata a la inoculación local y
directa de sustancias antigénicas (normalmente pólenes) en la conjuntiva de un indi-
viduo sensibilizado.
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La inflamación de la conjuntiva bulbar le proporciona un aspecto gelatinoso caracte-
rístico, asociada a una hiperemia leve de los vasos sanguíneos en forma de inyección
conjuntival. Aunque los síntomas sean alarmantes y aparezcan de forma aguda, tam-
bién pueden resolverse de forma espontánea en unas pocas horas.
En los casos graves suelen administrarse antihistamínicos por vía sistémica, y esteroi-
des por vía tópica y sistémica, aunque en períodos cortos para evitar sus efectos secun-
darios.
Por tanto, a modo de resumen, la actitud que hay que adoptar frente a un ojo rojo no
doloroso es la siguiente: