Serigrafã ..
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f í a U rgen te (Primer
S e ri g ra
A San Miguel
Galería ICPN
11 de abril
3 de marzo –
36 / 3 Bienal Internacional de Grabado
3 Bienal Internacional de Grabado / 37
NN acarajo-Álex Ángeles
A estas alturas tras inaugurar la muestra, haber participado de una mesa de debate
en torno a la misma, haber redactado ya varios textos, tras muchísimas tazas de café y
otros tantos paquetes de cigarrillos, me parece importante precisar el devenir en que
Serigrafía Urgente fue construida.
En los últimos días de diciembre Armando Williams me confirma: “La muestra va”.
Ya con un co-curador, pero aún sin definir cuál sería el nexo conceptual entre los ejes
planteados, comenzamos la documentación del proyecto. Y es desde estos mismos
documentos que se revela el concepto de “Urgencia”, que terminamos de “pulir” tras
permanente discusión. Entonces el título de la muestra contiene su propio concepto:
“Serigrafía Urgente” y el añadido primera aproximación está justificado por el corto
tiempo que tendríamos para llegar a un resultado acorde a las exigencias de una
“Bienal”, a la vez anticipa otras aproximaciones futuras a estas urgencias (de hecho
hemos ubicado varios archivos que todavia esperaran ser hurgados).
Quisiera aquí poner énfasis en aquello que creo debe ser una Bienal. Ésta puede
proponer una suerte de salto a las propias prácticas del grabado, propiciando la
reflexión desde el grabado mismo, gestando a la vez miradas de su historia que la
discutan inclusive. Algo muy distinto de un Salón. Una Bienal debe ser esencialmente
una apuesta “creativa y crítica”. Estas son algunas de las exigencias que enfrentan
los curadores y artistas al participar de una Bienal en este caso de Grabado. En esta
linea, creo haber cumplido junto a Alfredo Vanini y al equipo en conjunto, con la
convocatoria de Armando Williams y del ICPNA. En mi caso debo señalar el doble
rol, de curador y artista vinculado al taller NN -uno de los ejes de esta exploración-,
que asumo plenamente y espero haberlo hecho con pasión e imparcialidad.
“La Colonia dura hasta Velasco”, afirma Hugo Neira en Hacia la Tercera Mitad. Perú
XVI – XX. Ensayos de relectura herética. Nada de exagerado hay en su afirmación si
se piensa que la oligarquía en el Perú, antes de 1968, más que un grupo social, era
una mentalidad y un mundo cerrado sobre sí mismo, que sin embargo dominaba
todo un país. Una especie de antiguo régimen, sociedad de ricos y pobres, latifundios
y hacendados precapitalistas. Antiguo régimen de largos tentáculos cuya clase
dominante (pero jamás dirigente) se las había arreglado siempre para mantener un
statu quo de siglos ya sea bajo gobiernos elegidos por el voto como bajo dictaduras
militares. Después del golpe de Estado de octubre de 1968, este reacomodo se reveló
imposible tras la promulgación en junio de 1969 de la ley de Reforma Agraria por el
gobierno militar de Juan Velasco Alvarado. Por primera vez el vetusto poder señorial
fue herido de muerte. Aunque ciertamente Velasco había llegado al poder derrocando
inconstitucionalmente al presidente Fernando Belaunde (cuyo deteriorado gobierno
había sumido al país en un gran desorden político que amenazaba con extenderse
SEGUNDA INDEPENDENCIA (portada).
Suplemento extraordinario Diario El Peruano. a lo social), las primeras medidas del autonombrado Gobierno Revolucionario de
Julio, 1971.
Diseño gráfico: Jesús Ruiz Durand.
las Fuerzas Armadas iniciaron una veloz y vasta participación popular. Paradoja de
Archivo: Leopoldo Lituma la historia, que aún hoy provoca desconcierto, cuando no irascibles reacciones. La
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redistribución de los ingresos a enormes capas populares dio como resultado, al menos
por casi una década, una sociedad menos desigual. Una época caía y otra comenzaba,
con su muerto simbólico a cuestas: la vieja oligarquía terrateniente.
150 AÑOS (portada y página interior). Suplemento extraordinario Diario El Peruano. ALTAVOZ DEL DOMINGO. Dominical del diario
Julio 1971. Diseño gráfico: Jesús Ruiz Durand. La Voz. Director de edición: Jesus Ruiz Durand.
Archivo: Leopoldo Lituma Noviembre, 1986. Archivo: Alfredo Vanini
Álex Ángeles, Casandra Tola y Sussana Agulló. “Cholo”, 2010. Vinil autoadhesivo. Archivo: Álex Ángeles
volvería a ver a sí mismo de igual forma que antes de este proceso. Esta fue sin duda
una de las más perdurables modificaciones acaecidas entre 1968 y 1975 fruto de una
identificación entre masa y campo simbólico.
Debemos adelantar, sin embargo, que este periodo ha servido también como ”chivo
expiatorio” de la historia peruana reciente, y constatamos hasta hoy que a la pregunta
”¿Cuándo se jodió el Perú?”, suele decirse: con la reforma (agraria) de Velasco, o a
secas: con Velasco. No obstante, el tiempo atempera poco a poco las pasiones con las
que se miraba el gobierno de Velasco. Más bien hay que admitir que cuando se hace el
balance de los gobiernos posteriores, aquel de los militares de esta primera fase, sale
bien parado: no hubo tortura, ni desaparición forzada, ni ejecuciones extrajudiciales.
Por el lado económico, se mantuvo una estabilidad que fortaleció la clase media y
los sectores industriales locales (que colapsarían luego durante el primer gobierno
de García). En cuanto a la corrupción, mal endémico de herencia virreynal casi
consustancial a la vida política peruana, la cúpula militar y los principales altos
funcionarios, dejaron el gobierno con la misma poca o mucha fortuna que poseían al
ingresar en él. En un país donde el abuso hacia el desposeido, la torpeza en las decisiones
sobre política económica y la corrupción campean impunemente, seguirá siendo un
enigma este hiato extrañísimo donde el poder estuvo en manos de militares que no
impidieron la Reforma agraria, sino que la realizaron, esta especie de “primavera”
en la que uniformados y civiles, trabajando en una relación de horizontalidad,
intentaban cambiarle la cara al país. Así como seguirá siendo también un enigma la
manera cómo todo este proceso se desarticuló en el espacio de tres años, de 1977 a
1980. Efectivamente, la llamada “segunda fase” del Gobierno militar, dirigida por el
general Francisco Morales Bermudez, desandó lo andado, desmontando velozmente,
con la precisión y frialdad de un cirujano, una a una las reformas implementadas por
su antecesor.
Pero una vez clausurada esta primavera con la llamada “segunda fase”, los creadores
-acaso por inercia o por autonomía- prosiguieron sus prácticas sin ser frenados por la
involución política, social y económica iniciada por Morales Bermúdez. Y es que en
el campo simbólico se llegó a un punto de no retorno en el que una cierta noción de
cultura popular, real y cercana, se había instalado entre los artistas y redirigido sus
prácticas (no en todos, ciertamente, pues un arte de “civilidad y compostura limeñas
de efectos anestésicos”, como afirmaba Juan Acha, dirigido a la burguesía culta,
seguía cultivándose). Es en ese momento que Fernando Bedoya vuelve a Lima tras
una estadía breve pero intensa en Buenos Aires.
política que había comenzado con el retorno de Perón y la concentración del poder en Fernando Bedoya. La Fiesta, 1989.
Serigrafia sobre Lámina PVC (Cintro),
manos de un siniestro personaje, José López Rega -jefe de “la triple A”, organización 71 x 88 cm.
anticomunista que impunemente secuestraba y asesinaba enemigos políticos-
convulsión que desembocaría en el golpe militar de Jorge Rafael Videla en marzo
de 1976, incrementándose la violencia. En Brasil, se sufría un largo régimen militar
anticomunista que había derrocado en 1964 al presidente Joao Goulart, régimen que
recién dejaría el poder en 1985. Naturalmente todos estos regímenes apoyados por los
EE.UU. en el marco de la llamada Guerra Fría contra la Unión Soviética y soportados
logísticamente, desde dentro, por sectores de la derecha política-económica. ¿Por qué
nos interesa esto? Porque esto provoca una permanente migración de artistas quienes,
a causa de la represión y la censura a las que sus prácticas se veían expuestas –y en
algunos casos con ataques a su propia integridad-, se instalaban en otros países. Esta
movilidad generará una transferencia conceptual y política, aunque desordenada y
muy subterránea, bastante fructífera. Fernando Bedoya es, sin duda, uno de los agentes
de esta transferencia, debido a su contacto con la escena artística argentina. Instalado
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Bedoya venía de conocer en Buenos Aires una escena artística muy distinta a la
limeña: las experiencias –prolongadas en otros espacios- del Instituto Di Tella (1958-
1970), pero sobre todo las del CAYC (Centro de Arte y Comunicación), marcarían al
joven pintor que se había formado con Cristina Gálvez y un breve paso por la Escuela
de Bellas Artes de Lima. De manera concreta, el artista conceptual argentino Víctor
Grippo, quien a partir de 1971 formó parte del llamado “grupo de los 13” (más tarde
el CAYC), influyó mucho en la percepción por parte de Bedoya de lo que llamaríamos
el origen (artístico) de las maneras de mesa. La cita lévi-straussiana ayuda sin duda a
establecer la ruptura – el paréntesis- que permitirá a este artista auscultar en las reglas
no visibles del quehacer artístico, escindiendo en él la distinción entre lo aparente y
lo real, lo objetual, lo no-objetual y lo efímero, lo funcional y conceptual. Una suerte
de “etnólogo desde dentro” cuyo objeto de reflexión está constituido por los límites y
posibilidades del acto artístico, e incluso del mismo artista, en el entramado social.
lo constituye la publicación por parte del grupo, y bajo iniciativa de Bedoya, de tres Hebe de Bonafini, Fernando Bedoya y otros. Grupo
“GASTAR”. Plaza de Mayo, Buenos Aires, Argentina,
pequeños avisos en el diario “El Comercio” de Lima, durante el mes de marzo de 1985. Archivo: Álex Ángeles
1979 (10, 18 y 25 de marzo), solicitando “Mecenas”, significante de múltiples aristas
etnólogicas y lingüísticas. Crucial momento, decimos, porque es aquí que el grupo
GENOCIDAS. IV Marcha de la resistencia. Serigrafía
asume el nombre de “Paréntesis” (éste aparecerá en efecto en el tercer y último aviso en la calle y afiche para intervenir.
publicado), al tiempo que Bedoya coloca un cartel de los utilizados por las farmacia
de turno y que decía “(ARTE)” en la puerta del taller de Pedro de Osma, en una plaza
barranquina apenas tenuemente iluminada. Gesto en sus márgenes duchampiano
(evoca efectivamente el Pharmacie, de 1914), uno de los pocos que se dan en el arte
contemporáneo local -que Bedoya y Emei articularían en el espacio público años
después en Buenos Aires (el ready-made social)- cuya radicalidad, a poco más de treinta
años de sucedido, aún está por estudiar.
Coda. Demasiado a menudo hemos escuchado esta frase: “Paréntesis fue un proto
Huayco”. Desconfiemos de esta sentencia. No sólo por inexacta (distintos fueron
sus sentidos), sino porque escamotea la real dimensión del primer grupo, definida
especialmente por el carácter duchampiano y lévi-straussiano (aunque es posible
ensayar otras diversas referencias conceptuales) de sus postulados y prácticas artísticas.
En la E.P.S. Huayco, estos referentes conceptuales desaparecen, dejando su lugar a tres
aportes fundamentales introducidos por Mariotti (los veremos más adelante) y a un
vitalismo canibal al seno del propio grupo. Paréntesis fue, literalmente, un paréntesis
a todo el arte que se hacía en el Perú en ese momento.
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Afiche Llamada a pata. Arte al Paso. XI Marcha V Marcha de la resistencia. 30,000 puntos sobre BsAs para decirlo NO al “Punto Final” y a
de la resistencia. Grupo “CA.PA.ta.co”. la ley de anmistia. Grupo “CA.PA.ta.co”. Argentina, 1985. Archivo: Álex Ángeles
Argentina, 1991. Archivo: Álex Ángeles
“Yo no soy mecenas. Pero podemos hacer un taller de serigrafía”. Esta más o menos
podría ser la frase con la que Francisco “Pancho” Mariotti se presenta a Pedro de Osma
112, respondiendo a los avisos de búsqueda de mecenas (marzo 1979). Mariotti (1943),
nacido en Suiza e hijo de un empresario ligado al desarrollo del sector energético en el
Perú, había llegado a Lima a inicios de la década de 1970 y casi de inmediato se insertó
en el medio artístico limeño. A comienzos de 1970 presenta sus “poliedros sensoriales”
en la Feria del Pacífico. En 1971 y 1972, promueve los Festivales “Contacta 71 y 72”,
respectivamente (el segundo con apoyo de SINAMOS). En 1979 lo encontramos
impulsando el “Contacta 79”, ya vinculado a Bedoya, a Emei y los futuros integrantes
de la E.P.S. Huayco, reunidos en la casa de Pedro de Osma.
Pero importa aquí otro vínculo precedente, aquel que Mariotti establece con
SINAMOS, organismo estatal de apoyo a la movilización social que tenía entre sus
tareas, “promover la creatividad y participación activa de la población, a fin de generar formas
de expresión propias a su cultura y percepción de su realidad” (esta breve pero precisa
definición pertenece al arquitecto Willy Bezold, ex miembro de Sinamos). Mariotti
forma parte de este organismo y se le encarga la jefatura de la ORAMS-Cusco (Oficina
Regional de Apoyo a la Movilización Social). Desde esta plataforma se promueven los
“Talleres Populares de Serigrafía”, técnica que luego Mariotti, ya liquidado SINAMOS,
traslada al grupo barranquino.
A su encuentro en 1979 con este grupo cuyo centro de operaciones se había instalado
en Pedro de Osma 112 –y que Emei calificó tan acertadamente en una carta fechada
ese mismo año como “vanguardita barranquina”1-, son básicamente tres los sesgos
que Mariotti imprime en sus integrantes: 1. El énfasis en la comunicación (a la que
le otorga más importancia que a lo artístico), 2. La permanente investigación sobre
códigos visuales populares práctica que inició durante su experiencia en SINAMOS,
y 3. Una particular comprensión del vínculo entre arte y política.
1 Esta carta, escrita a mano y enviada a unos amigos franceses de la artista, permanece inédita. Fue entrega-
da personalmente por Emei a Alfredo Vanini en Buenos Aires. En ella, se hace un balance pormenorizado
de la experiencia ìContacta 79î. Tras solicitar permiso a Emei (permiso que ha sido dado gratamente),
Vanini depositará -entre otros documentos- copia de esta carta en el Centro de Documentación de Arte
Peruano Contemporáneo del Centro Cultural de España en Lima, con la finalidad de contribuir a la inves- Eliseo Guzmán. Contacta 79, 1979.Offset sobre
tigación sobre arte latinoamericano contemporáneo. papel, 58.5 x 35 cm. Archivo: Álex Ángeles
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VIRTUDES DE UNA MULTIPLE OPORTUNISTA. No ahondará este texto en la conformación y particularidades de la E.P.S. Huayco. Nos
(ponencia de artista). Volante de circunstancia
ante la muestra coloquio de Buenos Aires: limitaremos a abordar una pieza en particular: la llamada “Encuesta de preferencias
La Desaparición, Memoria, Arte y Política. estéticas de un público urbano” (enero de 1981). Seis estampas serigráficas en tres
Mercedes Idoyoaga, 1999.
Fotocopia, 35.5 x 21.8 cms. pares contrapuestos y de dimensiones similares: Cristo de Giotto/Cristo Andino
Archivo: Alfredo Vanini
(Taytacha de los Temblores); Mujer que llora de Picasso/Personaje Chavín;
Composición de Mondrián/Figura Huari. Una ficha de encuesta, escueta y clara, sin
embargo suficientemente aproximativa: “¿Cuál de estos tres pares le gusta mas?, …¿Cuál
prefiere?, …¿Cuál la que menos le agrada?”…. Luego, una evaluación especializada de
la encuesta dio más luces sobre lo obvio: en Miraflores prefieren al Cristo de Giotto
y en el Cercado de Lima al Taytacha de los Temblores. La línea se perfilaba hacia lo
religioso. Trabajo interdisciplinario (fueron convocados el programa de Ciencias de
la Comunicación de la Universidad de Lima y el programa de Historia del Arte de
San Marcos), interacción con distintos públicos, capacidad de convocatoria probada.
Reconozcamos que hay una cierta obviedad ingenua en los pares prefigurados en
esta encuesta visual. Pero admitamos también que pocos proyectos de arte en el Perú
contemporáneo se habían planteado, hasta ese momento, una búsqueda inicial y
sustantiva como la que la encuesta indaga: “¿Para quién?” Y es esta la radicalidad
mayor de este proyecto: “Encuesta de preferencias estéticas de un público urbano”,
reafirma y valida los postulados que Mariotti desarrolla en el seno de la E.P.S. Huayco
respecto del énfasis comunicativo y significante del trabajo en arte. Este énfasis en
lo comunicativo, teniendo como objeto un campo social más amplio que el espacio
artístico, bien podría deberse, una vez más, a la experiencia adquirida por Mariotti
durante su paso por SINAMOS. Hay también una transferencia político-social: la
investigación sobre códigos visuales populares. Esta direccionalidad metodológica
marcaría una cierta “política de la imagen”, ensayada, con mayor o menor grado de
eficacia, en cada uno de los proyectos de la E.P.S. Huayco.
3 Bienal Internacional de Grabado / 51
Un señalamiento teórico que tal vez eche luces sobre los alcances de este proyecto:
el “gusto”, materia de la encuesta, tal como lo entiende el sociólogo francés Pierre
Bourdieu, es un “sistema de esquemas de percepción y de apreciación”. Este gusto se
manifiesta a través de “prácticas” y de “propiedades” que constituyen un “estilo de
vida”. El gusto es solidario del habitus, concepto clave en Bourdieu. Pero señala algo
fundamental para nuestro caso: estas distinciones revelan una diferencia de gustos
entre la burguesía y la clase popular. En resumidas cuentas esto se explica sobre todo
por el hecho que estas clases se oponen, y no solamente a causa de sus diferentes
estilos de vida.
Pero al abordar lo popular con un cierto radicalismo populista (esto es, desde una
definición romántica del concepto de “pueblo”: decirle algo al pueblo desde fuera
y pretender que en este enunciado el pueblo esté involucrado a parte entera), la
postura de la E.P.S. Huayco en el campo social no llegaría sin embargo a encontrarse
ni a equilibrarse (ni mucho menos a insertarse), con un cierto radicalismo político
de la izquierda peruana de ese momento. Recordemos además que el éxito en las
elecciones constituyentes de 1978 había acelerado el proceso de escisión de esta
izquierda, oscilando entre la participación conservadora en una democracia liberal
que prometía poco espacio para ella y el inicio de la tantas veces anunciada toma
del poder por las armas. Las declaraciones de Mariotti en torno a que “la izquierda
usó mal el lenguaje visual” (tras el magro resultado de ésta en las elecciones
presidenciales de 1980), bien pueden ser releídas como una expresión de frustración
Reglamento del Taller de Serigrafía E.P.S. Huayco
o desencanto provocados por este desencuentro. DOCUMENTOS, pag. 235, Editor: Gustavo Buntinx.
Herbert Rodríguez. Cristo de Giotto María Luy. Cristo andino (Taytacha) Mariella Zevallos. Mujer que llora de Picasso
Hacia fuera, sin duda, implicó de rebote el esbozo de una línea de trabajo intelectual
sobre las culturas populares por parte de los artistas cultivados que animarían gran
parte del desarrollo artístico visual de la década siguiente. En este sentido, hay una
línea que se puede trazar desde los primeros trabajos de Gilda Mantilla (1985-86)
hasta los más recientes de Jorge Miyagui (2010) – y que ciertamente pasa por otros
muchos artistas-, en la cual la tradición fortalecida por la E.P.S Huayco, de trabajo
sobre los íconos populares, es continuada con fervor (coda: al cierre de este texto, nos
enteramos que José Antonio Núñez, ganador del XXXIII Salón nacional de grabado
E.P.S. Huayco. Encuesta de Preferencias
Estéticas de un Público Urbano. Estampas y
ICPNA, lo ha sido con una obra que cita directamente las imágenes populares de los
encuesta, 1980. Foto: Álex Ángeles tapabarros de los camiones de transporte pesado). Por otro lado, es en esta tradición
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Charo Noriega. Motivo chavín Armando Williams. Composición de Mondrian Francisco Mariotti. Motivo huari
en la que los migrantes andinos, o sus hijos o nietos, se integrarían casi naturalmente
prescindiendo de la escena artística culta, con sus propias temáticas al introducirse
en el campo simbólico-cultural local. Y en términos generales el objetivo que subyace
bajo esta encuesta es el de establecer criterios que permitan auscultar la identificación
de los limeños en torno a formas estéticas populares.
Finalmente, en torno a cierto acto fundacional que la E.P.S. Huayco habría instaurado
en el arte peruano contemporáneo y que impregnaría toda aproximación posterior
a la cultura popular, diremos únicamente que se han sobredimensionado las cosas.
Si bien es cierto que la E.P.S. Huayco sistematizó esta aproximación, no debemos
olvidar que ya diversos artistas del espacio culto habían emprendido una indagación
formal y parcial de las culturas populares (ej. Felix Oliva, el propio Ruiz Durand);
por otro lado, Joaquín López Antay, artista ayacuchano, había recibido en 1975 el
Premio Nacional de Arte, “en un gesto radical sin precedentes” (tal como afirman
Jorge Villacorta y Augusto del Valle en el catálogo Post-Ilusiones, 2006).
La E.P.S. Huayco tampoco tuvo herederos. No hay un solo colectivo que se haya
articulado en años posteriores a su disolución y que haya retomado la brecha abierta
por esta empresa artística. Pero no hay que hacer un drama por esto. No es cierto que los
artistas tendrían la obligación de “tomar la posta” de los imperativos éticos o estéticos
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Los miembros del “Taller NN” ya habían estructurado para sí mismos una práctica
de debate y acción concreta mucho antes que este taller existiera. En efecto, hacia
septiembre del 1984, al interior de la facultad de arquitectura de la Universidad Ricardo
Palma, un extenso grupo de estudiantes se habían reunido para ensayar propuestas
de intervención y reconfiguración del espacio, que articularía después una línea de
búsqueda de una forma arquitectural que acompañara el nuevo rostro urbano que
los nuevos actores sociales –resultado del proyecto reformista de Velasco- habían
dado a la ciudad. Llamándose a sí mismos “Los Bestias”, su radio de acción estaba
restringido aún al ámbito universitario, que se vio espacialmente favorecido por el
traslado de dicha facultad de la vieja casona miraflorina donde funcionaba, al enorme y
providencialmente inconcluso campus al final de la avenida Benavides, en Surco, en un
límite donde sectores ricos casi rozaban asentamientos poblacionales pobres. Aunque
el desarrollo de este colectivo numeroso y ecléctico merecería un capítulo aparte –cosa
que no es materia aquí- anotaremos la progresiva puesta en valor de una dimensión
política en sus acciones, alimentada sin duda por la mecánica propia a un colectivo
estudiantil, pero también por los acontecimientos funestos que ya empezaban a agobiar
a los jóvenes de esa época: represión policial y militar, impunidad, corrupción, etc.
Tras aproximadamente tres años de constante trabajo creativo, al mismo tiempo que
proseguían sus estudios formales, algunos de los integrantes de “Los Bestias” creen
ver llegar el momento de profundizar más política y socialmente en sus propuestas y
extender su radio de acción más allá del campus universitario.
En la otra orilla de aquellos que han creído ver una supuesta violenta “radicalización”
de algunos miembros de “Los Bestias” que luego conformarían el “Taller NN”
Herbert Rodríguez y José Luis García en el Taller
–radicalización que no se toman el trabajo de explicar, pero sí de señalar como causa NN. Lima, 1988. Archivo: Herbert Rodríguez
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de la escisión que clausuraría el primer grupo- oponemos la tesis que ciertamente algo
se radicaliza, pero este algo es precisamente la sociedad en la que viven. De este modo,
algunos de los integrantes de “Los Bestias”, se ven confrontados a la necesidad de
responder a esta cada vez mayor radicalidad. Respuesta ineludible, pues la sociedad,
el espacio público y las manifestaciones populares, eran germen, fermento y fruto
de toda acción estético-política del grupo. Su mar de fondo. No reflexionar en ello
implicaba sencillamente la desaparición del grupo. Quedaba claro para algunos de
ellos la “intensidad y altura” de sus propuestas, parafraseando al poeta César Vallejo
(quien será, como veremos más adelante, una referencia iconográfica pero también
textual tan importante para los “NN”) eran condiciones ineludibles en su quehacer
de acción e intervención cultural. Sin embargo no todos decidieron cruzar el Rubicón:
la ruptura fue inevitable.
Ya como “Taller NN”, sus miembros habrían de encarar la primera prueba de fuego.
Junto a Herbert Rodríguez, el más joven integrante de la E.P.S. Huayco ya en ese
momento convertido en una suerte de activista metropolitano, el “Taller NN” comparte
el encargo de diseñar la propuesta visual sobre “violencia estructural” (1988) que debía
acompañar el Informe de la Comisión parlamentaria que presidía el diputado Rolando
Ames respecto del violento sofocamiento del motín en los penales en junio de 1986.
El resultado visual que esta invitación genera, aunque tibio en su dimensión política,
permite al grupo tomar dos decisiones trascendentales para su futuro y desarrollo
inmediato: el soporte de creación y comunicación (la serigrafía) y el soporte político
(asumirse como oposición al régimen aprista, en el poder en ese momento).
En este punto, vale la pena detenerse sobre la nomenclatura del nombre elegido para
este taller: “Taller NN”. Se trata de la expresión latina nomen nescio, que significa
“desconozco su nombre”. En su acepción más extendida, los estados nacionales
señalan judicialmente como “NN” a todas aquellas personas que carecen, voluntaria
o involuntariamente, de documentos de identidad que permiten, a quien los detente,
el pleno ejercicio de los derechos reconocidos por un estado a sus ciudadanos. La
no posesión de este documento convierte a la persona en un “NN”, un ser humano
deshumanizado, sin nombre propio, por lo tanto sin derechos. En el Perú de ese
momento, con instituciones burocráticas tan ineficientes, los ciudadanos “NN” se
podían contar por millares. Pero, siniestra ironía, “NN” es también “noche y niebla”,
nombre con el que fue conocido, casi al inicio del régimen nazi en Alemania, el decreto
que implementaba las operaciones de desaparición forzada de personas, y a partir del
cual se edificaría la inmensa máquina de muerte que fue el holocausto judío. El decreto
“noche y niebla” (del alemán Nacht und Nebel), a pesar de las distancias cronológicas,
operacionales y objetivas que separan la Alemania nazi con la guerra civil peruana de
los años 1980, encuentra funesta resonancia con lo sucedido con los derechos humanos
en el Perú durante la década mencionada, donde las detenciones arbitrarias, la tortura
y ejecución, y la desaparición de personas se convierten en una práctica sistemática
e impune, tanto por parte de uno como del otro bando en conflicto. Importa poco
aclarar a cuál de estas dos acepciones (pues ciertamente pueden haber más), los ex
miembros de “Los Bestias” deben su nomenclatura identitaria. Y mucho menos a
quién se atribuye la idea. Lo importante aquí es la toma de posición que esta elección
revelaba, la aceptación unánime de una identidad establecida desde los márgenes y su
identificación con esos miles de peruanos indocumentados, por lo tanto criminalizados
ipso facto. De paso, y este no es un dato menor, la llamada de atención sobre la versión
Alfredo Márquez. Expediente “Armando”, 2002,
local de la “noche y niebla” nazi que en esos momentos sumía los Andes peruanos en el Serigrafía sobre papel Clupac, 85 x 70 cm c/u.
dolor y la muerte, tinieblas apenas percibidas en Lima, la capital. Ciertamente, una cita Archivo: Alfredo Márquez
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Lo dicho en el párrafo anterior no debe hacer creer que sólo los intelectuales de
izquierda fueron incluidos en la lista de posibles destinatarios de este documento: a
amigos y familiares les fue ofrecida esta carpeta. Finalmente, que el debate buscado
no haya tenido lugar, no quita interés a las distintas vicisitudes que este documento
visual vivió posterior a su creación. Fue llevado a Cuba en el marco de la Bienal de La
Habana, y mostrada allí informalmente, aunque provocando reacciones estimulantes
(el tema de esa versión de la Bienal cubana era “Tradición y contemporaneidad”). En
la otra orilla, este documento podría haber sido (mal) percibido por la policía de ese
momento como prueba de pertenencia –o por lo menos de activa simpatía- al Partido
Comunista del Perú, llamado “Sendero luminoso”, agrupación de inspiración maoísta
que había iniciado un camino hacia la toma del poder “del campo a la ciudad” que no
escatimó la más atroz violencia si era preciso ejercerla. Finalmente, este documento
pudo recién ser mostrado públicamente, y en un espacio totalmente opuesto al
contexto e intención original, por invitación del Museo, aquel de la Universidad
de San Marcos –en ese momento dirigido por Mihaela Radoulescu-, once años más
tarde, en 1999.
hiperinflación del primer gobierno de Alan García). En el otro extremo, sí, dos figuras
contemporáneas, José María Arguedas y Ernesto Che Guevara, muerto dos años antes
que el Arguedas. Son figuras claves de los años 1960, y quizá aquí radique la misma
clave de su presencia en la serie, uno al lado de otro. La lectura interpretativa es válida
si se usa como criterio la polaridad en la secuencia cronológica, años 1930/años 1960,
los dos mayores momentos generacionales de la intelectualidad peruana. ¿Proponía
el “Taller NN” con la “Carpeta negra” la vuelta al origen de las vanguardias estéticas
y políticas? ¿Era acaso ésta su respuesta al escenario enrarecido que era la sociedad
peruana de esos días? ¿Reconfigurar la línea de fuga (literalmente) de un horizonte
utópico artístico-político que recupere e introduzca en el caos social de la guerra y
la depresión económica el carácter tutelar de Mariategui y de Arguedas, autores de
proyectos integradores y modernos de nación, en la hora en que la sociedad peruana
conocía una radicalidad maoísta y guevarista tardía sin duda, pero no por ello
menos violenta? ¿Qué quería puntualizar el “Taller NN” llamando “Mitosmuertos”
a estas cuatro figuras ideológicas, dos de ellas globales, dos locales, más una figura
no ideológica, Edith Lagos, primera huésped del panteón senderista elevada a la
categoría de mártir? Respuestas a estas preguntas pueden ser ensayadas de forma
más o menos afortunada si se logra superar en el análisis de este documento la
imposibilidad de hallar los códigos que unen la primera serie, “Mitosmuertos” con
las figuras siguientes.
Efectivamente, la “Carpeta negra” tiene una segunda parte, algo escamoteada por
los comentaristas que se han ocupado de ella, quizá por lo denso de su comprensión
en el conjunto del documento, y porque no resiste tan fácilmente -como la primera
parte-, el rótulo facilista de “arte-pop a lo Warhol”. Esta segunda parte (no se plantea
en dos partes, aquí lo hacemos por razones estrictamente metodológicas) se abre
casi literalmente con una llave, que nos hace ingresar a la coyuntura del momento:
la estampa muestra el rostro doliente de Javier Arrasco Catpo con un único sello:
“Perú”, estudiante sanmarquino muerto en un enfrentamiento con la policía en una
protesta universitaria en contra de la matanza en Cayara, Ayacucho, perpetrada por el
ejercito (Lima 31 de mayo de 1988). Esta “antesala de muerte” preludia las siguientes
estampas, en las que se aprecia el registro visual de las imágenes más cotidianas en
esa sociedad al borde del caos, en la que la muerte y el dolor –sobre todo de los
sectores menos protegidos de nuestro país- era moneda de todos los días. Así, se
aprecian un desalojo violento de terrenos ocupados por migrantes desplazados
(Garagay, ex-fundo Bocanegra, Lima 3 de Octubre de 1985), un motín de delincuentes
comunes en el penal llamado “El sexto” y que se trasmitió por TV, exacerbando la
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crueldad de los amotinados para con sus rehenes (El Sexto, Lima 27 de marzo de
1984), el descubrimiento de fosas comunes resultado de ejecuciones extrajudiciales
(Pucayacu, Ayacucho agosto de 1984), el levantamiento de los cadaveres de un
grupo de periodistas de “oposición” en una comunidad campesina Ayacuchana,
asesinados por los propios comuneros muy presumiblemente azuzados por el ejercito
(Uchuraccay, Ayacucho 29 de enero de 1983), la capitulación de internos senderistas,
con el pecho a tierra, tras el bombardeo a la cárcel de El Frontón, muchos de los cuales
fueron ejecutados tras rendirse (Callao, Lima 19 de junio de 1986). Sobre estas cinco
últimas figuras está grabado el logo utilizado por EnturPerú para promocionar al
país en el extranjero, la palabra “Perú” (la tilde es otro logo, aquel usado para los
embalajes de productos de exportación), ironizando tal vez lo “extranjeros” que eran
en ese momento grandes sectores de la burguesía que permanecían –o intentaban
permanecer- ajenos al drama que vivían la mayoría de ciudadanos, Este logo, el
primero, era también reconocible en las casaquillas de las “matadoras” del equipo
nacional de voleyball, que en esa época conquistó varios títulos internacionales,
brindando una de las pocas alegrías sociales, aunque también esta euforia contribuía
a la anestesia social frente al insostenible estado de cosas. En suma, el nombre patrio
sobre estas dramáticas escenas, era una forma de llamar la atención sobre el hecho
del “aquí y ahora”, aquello nos pasaba a todos nosotros. Eran dos Perú(s) en pugna. Se
hacía llamado a un debate, clamorosamente.
Y la serie “Mitosmuertos” sugiere que para que este debate sea posible se debe empezar
por reconocer la expresión de una ciudadanía aún desde posiciones ideológicas
opuestas. No criminalizar los vínculos sociales criminalizando la ideología. Y
ciertamente en esos tiempos de desborde de la crueldad, las fisuras de un Estado
nunca realmente integrador ni integrado revelan su lado más felón: el código de
barras en cada una de las primeras cinco estampas señala en número “424-242”, seis
números con los cuales el gobierno aprista invitaba al soplonaje, con lo que el proceso
de desintegración social se precipita dramáticamente… y toda posibilidad de debate
se anula sin siquiera haberse iniciado.
Dos últimas palabras sobre la “Carpeta negra”: las tres últimas láminas de la carpeta son,
en cierta medida, una coda y a la vez condensación barroca de las láminas precedentes.
Las series “Mitosmuertos” y “Perú” están trabajadas con la meticulosidad del arquitecto
(no olvidemos que la formación de todo el grupo era en esta disciplina), casi con la
estructura de una maqueta, una suerte de filigrana china, donde el color funciona
como “link”. Ausencia de dramatismo, economía de vista. En las dos siguientes hay un
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Otro elemento de la “Carpeta negra” que los comentaristas han soslayado, quizá no
tanto por interés subalterno, sino por simple y llana incomprensión, es el Ideario.
De fuerte sesgo surrealista, que se exhibe en las dos primeras láminas (de hecho es
con este doble ideario que se abre la carpeta, como marcando con esta textualidad
la intención del “Taller NN” de no incluirse ni dejarse incluir dentro del espacio de
lo “puramente visual contemplativo”). Largo sería ensayar una interpretación de las
distintas frases contenidas en estas dos primeras láminas y su relación entre ellas.
Rescatemos aquellas que pudieran darnos luces de la percepción del taller sobre
sí mismos y sobre el momento de su discusión y posterior elaboración. Hagamos
la precisión que este ideario fue escrito por todos los miembros del grupo en una
hoja inserta en una máquina de escribir que siempre acompañó el trabajo creativo.
A modo de “cadáver exquisito” pero con una fuerte connotación ideológica que
excedía el mero juego de palabras, estas frases arriesgan definiciones, deslindes,
compromisos, discrepancias y consensos al seno del propio grupo. Algunas de ellas:
“Revuelta permanente, creación eroica” (sin “h”, aludiendo al eros), “El Estado-niño
y el hombre político” (invirtiendo el concepto weberiano del sabio y el político),
“Creaflexión y sistema ideico”, “Arte plop y línea lila” (marcando un deslinde en
clave humorística con lo meramente pop), etc. Particular mención merece la frase
que abre el ideario y aquella que lo cierra: “El campo y la ciudad” y “La ciudad y el
campo” respectivamente. A partir de este ideario, las dos series siguientes con que se
construye la “Carpeta negra”, “Mitosmuertos” y “Perú”, las dos láminas siguientes
que condensan mediante la visualidad barroca la fusión de todo lo anterior hasta el
documento final de fuentes, decimos, la coherencia conceptual e ideológica de este
documento no deja nada para la ambigüedad. En la última Lamina, ademas de la
ficha de las fuentes y el listado de los participantes, un texto mínimo confirman su
linea ideológica libertaria: “Somos: sectareos, intolerantes, ortodoxos, dogmáticos.
Solo la ortodoxia es heterodoxia”. Reducir el proyecto “Carpeta negra” a la sola
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serie “Mitosmuertos” y ésta a una versión pop art peruano de cierto acento político
local -como ha sido el caso en todas las ocasiones que se ha hablado o escrito de este
documento- ha sido una lamentable impericia crítica que esperamos sea de una vez
superada por jóvenes investigadores de las prácticas visuales en el Perú.
Rafael Tapia ha definido tan certeramente, en un artículo de 1994 sobre las clases
medias como “choledad ilustrada”.
Tambien debemos aclarar que el “Taller de Serigrafía” en Pedro de Osma 112 existe
antes de la constitución misma de la E.P.S. Huayco, y éste se proyectó mas allá de los
trabajos generados en el seno del grupo, incluso se ofrecia comercialmente el servicio de
impresión y eventualmente diseño (no es el caso sin embargo del “afiche boliviano”).
Juan Javier Salazar como miembro de la E.P.S. Huayco participó de una de las carpetas
del taller con “Algo va´Pasar” (1980) sin duda una pieza de inmenso valor, tanto por su
concepción como por su factura serigráfica. En ella el paisaje entero de su referente, la
clásica caja de fósforos “Llama”, se invierte en tres planos sucesivos, de la horizontalidad
original a la direccionalidad vertical: arriba-abajo y su inversa, entonces, en palabras
del propio J.J.Salazar, “la gran contensión social de la sierra peruana se redirecciona hacia
la ciudad”. Se ha querido ver en “Algo va´pasar” el gesto de un “artista pitoniso” que
prefigura el inicio de la guerra interna, que en los hechos y coincidentemente con el
fechado de la pieza se da en Chuschi, Ayacucho, con la quema de las ánforas electorales
en mayo de 1980. Lo cierto es que en esta pieza nada de esto es evidente. Esta deja ver
más bien la vorágine migratoria, que es también política, y la consecuente y explosiva
convulsión social, nada menos. Es cierto, sin embargo, que el texto que recorre el plano
gráfico puede llevar a fáciles conclusiones: “el comunero espero confiado la resurrección
de inkarri tal resurrección ha empezado a cumplirse / sus hijos alfabetos cholos emergentes se
han insolentado con los patrones / ya no les ceden la vereda, indignados e impotentes los viejos
señores racistas han emigrado a / de Lima a Miraflores / la nueva generación ha descubierto
que las montañas son simples promontorios de tierra y no dioses / hasta ellos ya no ha llegado
el legado de inkarri, no necesitan ese dios van a conquistar el poder”. Reiteremos que para
1980 los partidos de izquierda se habian dividido en múltiples facciones producto,
como se decía, de “luchas intestinas” y apetitos individuales de poder, y más de
uno proclamaba la conquista del poder por via armada. De otro lado nada mas lejos
de la programática maoista, linea ideológica del PCP “Sendero Luminoso”, que el
sentido milenarista y mesiánico de este texto. Del lado inferior izquierdo de la obra el
señalamiento inequívoco para nuestra afirmación: “sin patrones ni generales revolución
permanente” consigna que pertenece a otra línea ideológica: el trostkismo.
Tres piezas más completan la participación de J.J.Salazar en esta muestra, “Perú, país
del mañana” (1990), grabado para colorear realizado por Alfredo Márquez en el Taller
NN; 120 metros de “Rollo Histórico” (1999), Fardo de tela estampada en serigrafía de
E.P.S. Huayco. 24 De Junio(*), 1981.
manera industrial, contiene metro a metro la misma imagen de la lámina escolar de Serigrafía sobre papel, 69 x 44.3 cm.
los presidentes con el texto “mañana”, pero aquí el fardo estará cerrado conteniendo Archivo: Luy / Mariotti
la tensión entre esa eterna promesa presidencial y la urgencia del “ahora”. “Trampa (*) El afiche no registra un título.
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para arqueólogos y antropólogos” es sin duda una pieza controversial, nunca estuvo
hecha para estar en una galeria de arte, es lo que su título dice a la letra: “Trampa
…”, diseñado como un objeto ritual para ser semienterrado en las Huacas o templos
prehispánicos, impresión serigráfica sobre laminas de madera. La imagen: una momia
prehispánica y el texto a manera de sentencia histórica: “En este país los muertos no
descansan”, comentario crítico, ético, artístico y político, nacido de la indignación por
el “amarillismo” con el que los medios masivos de comunicación nos mostraban los
muertos de la guerra interna día a día. La primera serie fue impresa por el propio J.J.
Salazar el año de 1987 y la última, este año 2010 en el Taller ÁÁ por Casandra Tola,
estrictamente para documentarla en Serigrafía Urgente.
Álex Ángeles. Piensa, 2010. Fotocopia y serigrafía Marcel Velaochaga. Pedro Huilca Tecse, fecha. Serigrafía sobre papel de color, 21.1 x 14.9 cm.
sobre papel, 21 x 14.8 cm.
dice “zona de entrenamiento / Hay orden de disparar / ministerio de defensa / E.P.”, un sello
serigrafiado “PIENSA” (PR[E]NSA) complementa la imagen. “Pedro Huilca Tecse”
es la pieza de Marcel Velaochaga, en la parte posterior el texto señala las distintas
responsabilidades de su asesinato, desde el grupo Colina, autores materiales, hasta la
responsabilidad política del propio Fujimori. “¿Y ahora quién podra defendernos?”
presenta al Chapulín Colorado al pie de un escudo peruano, ironía en clave política
de Jorge Cabieses. “Pollada” de Rocio “Chio” Flores, sobre la imagen de tres pollos
colgados, coloreados a manera de bandera peruana imprime el texto mismo de la tarjeta
de invitación a la pollada bailable del jirón Huanta nº 840, Barrios Altos, actividad que
terminó en el atroz crimen perpetrado por el grupo Colina. “Haciendo higado”, de
Carlos León Ximenez, es una infografía que muestra la organizada represión policial
contra la “Marcha de los cuatro suyos”, y finalmente Victor Prieto, a manera de tríptico
muestra que tres boletos de transporte urbano son suficientes para la ironía política:
Empresa de transporte PERÚ S.A., Empresa de transporte PROYECTO 2000 S.A. y
Empresa de transporte LOS CHINITOS S.A.. ARTOARTE Nº7 incluye también un texto
en el que Rocío Flores cita directamente a César Vallejo: “El artista es, inevitablemente un
sujeto político, su neutralidad, su carencia de sensibilidad política, probaría chatura espiritual,
mediocridad humana, inferioridad estética” (El artista y la Época).
Mención aparte merece el segmento de la película “Ni con Dios Ni con el Diablo”
de Nilo Pereyra del Mar (1990), en el que el actor Reynaldo Arenas en el papel de un
minero sindicalista imprime mediante la serigrafía y a traves de un “stencil picado”,
de esos que se usaban para mimeógrafos, un “volante sindical”. En esta corta escena
queda explícita la potencia evidentemente política a la que puede llegar el uso de la
serigrafía. Bajo otra mirada están los videos que muestran los procesos serigráficos
en la producción de lo que llamamos “Gráfica Popular Urbana” (ya lo señalamos:
no nos gusta el de “afiches chicha”) del taller empresa VIUSA-visual de la familia
Urcuhuaranga, Carretera Central y el video “Laboratorio Gráfico” Centrolima,
en el que María García Chunga, serígrafa, hace lo propio, evidenciando la gran
versatilidad de la serigrafía para trasladar contenidos visuales a soportes de múltiples
características. “Es la industria serigráfica la que propone desarrollos a la técnica y no los
artistas”, nos atrevemos a decir, de allí que visualizar estas opciones podría transferir
Chío Flores. Pollada, fecha. Serigrafía sobre a los talleres nuevas herramientas, sobre todo hoy, que finalmente se “rompió” el
cartulina, 14.8 x 21 cm.
prurito técnico en el grabado; ya no son sólo los medios clásicos (grabado en metal,
Carlos León. Haciendo hígado, fecha. Impresión
digital sobre papel de color, 20.9 x 29.7 cm.
xilografía, litografía, etc.) sino que se admiten otros medios incluso el offset y medios
digitales entre otros, para desarrollar con ellos distintos contenidos. Es más, a la luz
Víctor Prieto. Boleto, fecha. Impresión digital
sobre papel de color, 21.1 x 29.8 cm. de algunas propuestas en esta bienal, se va haciendo claro que el grabado permite
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Álex Ángeles
Alfredo Vanini
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Taller NN. Vallejo destrucción / construcción (detalle), E.P.S Huayco. Vallejo I, 1980. Serigrafía sobre papel, Taller NN. Vallejo destrucción / construcción (Maqueta
1989. Serigrafía sobre papel, 89 x 69 cm. Archivo: 66.5 x 49.5 cm. Archivo: Álex Ángeles para cartel serigráfico), 1989. Serigrafía sobre carton
Alfredo Márquez piedralisa, 69.2 x 90.4 cm. Archivo: Alfredo Márquez
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Juan Javier Salazar. E.S.P. Huayco. Algo va a pasar, 1980. Serigrafia sobre papel, 71 x 99.5 cms. Archivo: Armando Williams
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