Ciudadania Sexual - Diana Maffia
Ciudadania Sexual - Diana Maffia
Ciudadania Sexual - Diana Maffia
Diana Maffía
perpetuación de la denegación de derechos a los mismos sujetos durante los dos mil
necesario revisar cuáles son los obstáculos entre ese ideal universal y el efectivo
ejercicio de ciudadanía al que aspiramos una vez que las barreras formales han sido
levantadas.
A pesar de que la fórmula del siglo XVIII “libertad, igualdad, fraternidad” parece
resumir las condiciones suficientes que aseguran la ciudadanía, en la última mitad del
que por acción o por omisión le son denegados a conjuntos de personas cuyas marcas
disidentes en los cuerpos revelan las condiciones del sujeto hegemónico que encarna el
luego las diferencias. Pero este desafío tiene el sobrepeso de dos mil quinientos años de
filosofía occidental.
Este método (primero naturalizar las diferencias y luego jerarquizarlas para fundar en
ellas los roles y subordinaciones sociales) fue muchas veces imitado y aún hoy se utiliza
hembra inferior. Utilizando argumentos similares a los que usa para justificar la relación
natural entre amo y esclavo, dirá que uno gobierna, pues tiene mayores aptitudes para el
él para ambos términos, aunque entre ellos no pueda haber "ni justicia en el plano
vemos que hay varios presupuestos: varón y mujer no son iguales, y esa diferencia es
igualdad entre los sujetos), con lo que su inferioridad se legitima. De este modo,
Las virtudes morales son dote de todos en general, pero la templanza masculina y la
varón se demuestra por autoridad, el de una mujer por obediencia. Los seres humanos se
distinguen por su racionalidad del resto de los animales, pero esa racionalidad no es igual
una de las partes (racional) gobierna a la otra (emocional). Es por eso que el hombre (y
por hombre se entiende el amo) tiene autoridad sobre el esclavo (que carece de toda
facultad deliberativa). Son las carencias naturales de esclavos y mujeres las que les
impiden gobernarse por sí mismos, por eso obedecer no sólo es necesario sino también
valor intrínseco sino como carencia y como un obstáculo para la reflexión racional propia
del varón. No es que varones y mujeres sean diferentes, sino que el varón es el
irreflexiva emotividad. Así, aunque la marca distintiva de los seres humanos reside en su
poder de razonar, hay sin embargo cierta clase de seres humanos que están excluidos
del ejercicio pleno de la razón humana, y son los esclavos y las mujeres. La vida del
esclavo es simplemente un medio para un fin: el de permitir al amo perseguir una vida de
funcional: la mujer del ciudadano es necesaria para producir herederos. La familia es una
asociación inferior que existe en beneficio de la polis y proporciona los medios para que
los hombres libres puedan vivir su vida entregada a propósitos intelectuales y políticos.
revolucionaria afirmación de que “todos los hombres nacen libres e iguales y tienen los
mismos derechos”. Pero no contra todas las naturalizaciones, sino fundamentalmente
contra la del amo y el esclavo, ya que la jerarquía del varón con respecto a la mujer y la
del adulto con respecto al niño siguen naturalizadas bajo la dicotomía entre lo público y
determinada más que por el cálculo subjetivo, ya que muchos sujetos están privados de
poder predecir las consecuencias de sus elecciones (claramente esto ocurre en las
elecciones políticas, pero también en las que afectan los derechos sexuales y
reproductivos de las mujeres) y así no pueden elegir libremente. Esta barrera invisible
propaganda; y sobre todo porque las diferencias materiales transforman muchas veces
originaria, fija, atribuible a las relaciones que se establecen entre los elementos de un
conjunto de ciudadanos, sino una condición que se adquiere o se pierde según grados no
fijados de antemano en un origen mítico ideal (“todos los hombres nacen iguales”), en la
las condiciones del terreno en el cual esta igualdad puede ser reivindicada a cada
iguales en sus funciones políticas; por tanto, los grados de la igualdad democrática
habrán de medirse tanto por la posibilidad de elegir representantes para ser gobernado
equitativamente por ellos, como por la posibilidad de ser elegido”, capacidades que en
nuestra democracia contemporánea han sido tardíamente alcanzadas en lo formal por las
1
Pelayo García Sierra, “Ideologías democráticas vinculadas a los principios de la Gran Revolución”,
en Diccionario filosófico, Biblioteca Filosofía en español, www.filosofia.org/filomat/ (consultada
el 26 de abril de 2006)
mujeres, y requieren todavía la aplicación de medidas de acción afirmativa y
de cupo.
Es notable que a algo más de diez años de la aplicación de la Ley de Cupo, podamos
constatar que por primera vez se ha empezado a legislar sobre aquellas circunstancias
que afectan específicamente los cuerpos de las mujeres: leyes de salud sexual y
no tuviera cuerpo, es que a su cuerpo no le sucedían ciertas cosas y por lo tanto no las
consideraba “universales”. Hay una forma de representación que las mujeres ponen en el
terreno de la política, que atraviesa las diferencias ideológicas, y consiste en una puesta
Digamos ante todo que las reflexiones modernas sobre el Estado recogen modos de
incluso esos presupuestos patriarcales. Como afirman Fries y Matus (1999) “el
excluir a las mujeres frente a la pregunta por la participación, es decir la pregunta por
La distinción, por otra parte, puede plantearse bajo distintos rasgos (por ejemplo,
2
Fries, Lorena y Matus, Verónica (1999), “Supuestos ideológicos, mecánicos e hitos históricos
fundantes del derecho patriarcal”, en Facio, Alda y Fries, Lorena (ed) Género y Derecho , Chile,
Lom/La Morada
vinculadas), lo que hace aún más difícil su evaluación3. Por supuesto pueden rastrearse
antecedentes de estas distinciones desde los orígenes de la filosofía griega, pero es con
los contractualistas con quienes el discurso universalista nos genera una expectativa a
las mujeres que luego se ve decepcionada, y sobre ese trasfondo se hace más visible el
prejuicio androcéntrico que genera una “ceguera de género”. Hobbes, Locke y Rousseau
consentimiento. Esto explica la autoridad en el mundo público, pero no por qué las
la primera unidad política y social, y este caracter de unidad la naturaliza, la deja fuera
de los pactos. Con ello las mujeres deben aceptar una autoridad masculina que sólo
Locke combate el absolutismo en los asuntos públicos, pero concluye que hay un
el hombre es más capaz y más fuerte. Además la mujer queda excluida de la política, ya
que sus intereses son representados a la sociedad a través del marido que la sojuzga. Es
decir, los intereses de las mujeres no se consideraban divergentes (en cuyo caso
ámbito público.
Rousseau también parte del estado de naturaleza. Allí no hay conflictos y varones y
mujeres son autónomos, libres e iguales. Hay reproducción, pero no hay relaciones
marcada por la división social del trabajo y la propiedad de la tierra que hacen surgir las
autonomía y libertad son valores humanos, pero las mujeres no los tienen. Afirma la
3
cf Pateman, Carol (1996) “Críticas feministas a la dicotomía público/privado”, en Perspectivas
feministas en teoría política, Barcelona, Paidos
autoridad del marido sobre la mujer afirmando que se requiere una sola autoridad para
dilucidar aquellos asuntos en que hay dos opiniones y no hay acuerdo. Pero en ese caso
de su vida que limitan su actividad. Pero hay un argumento más fuertemente patriarcal:
unión de los hombres libres para la libertad) parece de por sí un manifiesto democrático
las mujeres adquiere un tono estruendosamente arbitrario. Sus propios escritos las
espacio donde, además, no hay libertades individuales ni métodos que compensen las
para la educación de hombres y mujeres. Emilio será educado para ser libre. Sofía será
educada para servir y agradar a Emilio. Su ser no será un “ser para sí” sino un “ser para
otro”. No sólo no se les debe dar la oportunidad de educarse, sino que se las debe alejar
de la educación, pues “una mujer sabia es un castigo para su esposo, para sus hijos, sus
criados, para todo el mundo”. Por supuesto, la expresión “todo el mundo” también excluye
a las mujeres.
Unos años posterior a los trabajos de Rousseau se escribía el primer tratado de teoría
política feminista, “La Vindicación de los Derechos de la Mujer”. Allí su autora exponía lo
expresar así: para alcanzar la ciudadanía plena, las mujeres deben a la vez homologar a
desempeño en el ámbito público, lo que presenta para las mujeres el obstáculo del
4
Mary Wollstonecraft, A vindication of the Rights of Woman , London, J. Jhonson, 1792.
“escena originaria” previa al pacto social, donde estos roles de exclusión y sometimiento
se han establecido, que ella llama “contrato sexual”5. Es por esta escena originaria del
tratados sobre el gobierno, cuando afirma que “cada hombre tiene una propiedad en su
a adquirir un nuevo sentido con la irrupción de las mujeres a la escena pública. Y más aún,
entre esta propiedad sobre la propia persona (a la que aludía Locke) y la definición
tradicional de ciudadanía, porque todos los frates eran propietarios. Tampoco la había
mientras más del 90% de las mujeres permanecían analfabetas, porque no podían
ciencia, el de la filosofía) tiene esa maravillosa referencia posible a un “yo” muy singular
que lo resignifica.
libro del contractualista contemporáneo John Rawls A Theory of Justice que tiene aún
una enorme influencia filosófica, y combina un aspecto "clásico" (es una teoría global de
intento de perfeccionar las teorías del pacto social eliminando las distorsiones del
autointerés.
5
Carol Pateman, El Contrato Sexual , Barcelona, Anthropos, 1995 (original 1988)
6
María Luisa Femenías, “Lecturas sobre contractualismo. Pateman y la escena primitiva”, en
Alicia Ruiz (comp), Identidad Femenina y Discurso Jurídico , Buenos Aires, Biblos, 2000.
Rawls presenta una descripción de la estructura básica de una sociedad justa,
con una variación de un tradicional experimento mental: el "contrato social". Los teóricos
del contrato social (particularmente Locke, Rousseau y Kant) han imaginado que las
que se propusieron conjuntamente crear sistemas sociales acordes con sus más básicas
necesidades físicas, morales y psicológicas. Rawls varía el esquema del contrato social
decreta que no tendrán indicios de la posición que podrían ocupar en la sociedad que
están por conformar. Son descriptos como estando en una "posición original" (la del
contrato) bajo un "velo de ignorancia" cuya sombra se extiende sobre sus corazones y
sus mentes.
Esta variación del tema del contrato social tradicional trata de asegurar que el
República , por ejemplo) a constituir las virtudes intelectuales en el nivel más alto de la
existencia humana, y decretar que los filósofos deben gobernar. El velo de ignorancia,
emerja.
Lo curioso es que Rawls no pone explícitamente el sexo de los sujetos del contrato
bajo el velo de ignorancia. Sí especifica que deben ser "cabeza de familia", con lo cual -
dicho sea de paso- deja sin cuestionar la estructura nuclear doméstica que aparece como
previa al contrato. ¿Es que no se verán tentados a favorecer a los patriarcas de la tribu?
nada que ver con los roles sociales y los valores humanos que habrán de afirmarse, y por
tanto es indiferente que los contratantes sean de diverso o del mismo sexo? Parece bien
dudoso.
Esta crítica le fue inmediatamente formulada por filósofas feministas, y en artículos
posteriores Rawls afirma que el sexo también está bajo el velo de ignorancia, incluido
entre los "bienes naturales" (el equipo con que la naturaleza nos provee). Pero la omisión
valores "apropiados para el género" (lo que es adecuado para niñas y varones, lo
los procesos de socialización que comienzan con el nacimiento y continúan toda nuestra
vida. El velo de ignorancia oscurece el hecho de que cualquier humano adulto pensable
que esté en posición original debe ignorar no sólo los hechos puramente biológicos sobre
sí mismo, sino los hechos más complejos relativos al género con que la maduración en una
Se tiene muy presente que la solución a este dilema no la aporta la democracia griega
formas del estado moderno (que le reservan el ámbito de lo privado bajo un discurso
las clases sociales), ni el capitalismo (que omite el detalle de que las mujeres trabajan en
promedio dos veces más que los varones y sólo poseen el 1% de los recursos económicos
incluyendo la tierra).
demandas y condiciones específicas. Es por eso que pensar los derechos de las mujeres
Suele definirse la ciudadanía diciendo que “un ciudadano es un individuo con derechos
de modo individual tiene un efecto sobre el modo de pensar los derechos de las mujeres,
ya que significa que éstos no deben estar supeditados (como todavía hoy lo están) al
derecho del cónyuge, de la familia ni de la comunidad. Afirmar que las mujeres tienen
derechos es no sólo esperar que tales derechos estén sancionados bajo la forma de
ejercicio), sino que su respeto forme parte de las relaciones sociales y que tales
derechos puedan ser peticionados, reclamados y garantizados, cosa que sólo ocurre
Constitución que no contaba con su respectivo protocolo facultativo) puso fin a una
humano sólo nos ocurren a nosotras, como menstruar, gestar, parir, lactar y abortar. Son
nuestros cuerpos, por lo tanto, los que resultan enajenados y expropiados cuando no se
detectar las barreras que impiden el ejercicio efectivo de ciudadanía por parte de las
mujeres. Y tener presente también que tanto la ciudadanía como los derechos están
7
Catalina Smulovitz, “Ciudadanos, derechos y política”, en Agora , N° 7, 1997, pp159-187
siempre en proceso de construcción y cambio. Es decir, la ciudadanía no se identifica con
beneficios sociales del Estado), sino en todo caso con una expresión tan abierta como “el
es sino muy recientemente –y gracias a la ley de cupo, que entre otras cosas nos
garantizó juezas mujeres en la Corte Suprema de Justicia- que las mujeres estamos en
condiciones de incidir en todos los ámbitos para que nuestros derechos sean una
realidad9.
Cuando se discutía la ley de cupo las feministas acuñaron un slogan: “pocas mujeres en
política cambia a las mujeres, muchas mujeres en política cambian la política”. Y es que
para que las concepciones expulsivas del Estado cambien, no alcanza con “agregar
mujeres y batir” (como decía Evelyn Fox Keller con respecto a la ciencia, otro cocktail
autoridad perceptiva como para discutir las propias normas constitutivas del Estado:
elaborar otro pacto social, en el que esta vez sí estemos presentes. Marchamos al
considerados “vecinos” ni los negros, ni los indígenas, ni los mestizos ni las mujeres.
inclusión que garantice que en el debate y el dictado y el control de las normas que nos
8
Elizabeth Jelin, “La construcción de la ciudadanía: entre la solidaridad y la responsabilidad”, en
E. Jelin y E. Hershberg (comp) Construir la democracia: derechos humanos, ciudadanía y sociedad
en América Latina . Caracas, Nueva Sociedad, 1996
9
Maffía, Diana (2001) “Ciudadanía sexual”, en Feminaria , año XIV, N° 26
derecho al que aspiramos. Claro que no sólo se trata de aprender a hacer una revolución