La Busqueda Del Ki - Kenji Tokitsu
La Busqueda Del Ki - Kenji Tokitsu
La Busqueda Del Ki - Kenji Tokitsu
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Kenji Tokitsu
La búsqueda del Ki
ePub r1.0
antbae 22.07.17
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Título original: La búsqueda del Ki
Kenji Tokitsu, 2004
Traducción: Inma Estany
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PRÓLOGO
De niño, me enfrenté muy pronto a la sensación de que las palabras no eran
capaces de expresar todo lo que yo sentía. De adolescente, me inculcaron unos
modelos racionales, «cartesianos a la japonesa». Entonces rechacé aquello que sentía
intuitivamente. Hoy pienso que en ese momento inhibí todo lo que se relacionaba con
el ki. En japonés este término designa un nivel de la realidad difícilmente tangible y
que por ello escapa a la racionalidad habitual. Me convertí en un joven intelectual
japonés que se inspiraba en los modelos occidentales. La negación de una parte de
mis raíces no facilitó la resolución de mis problemas existencia-les, particularmente
en la época de la adolescencia. Practiqué las artes marciales sin resolver estos
problemas.
Hasta cerca de los treinta y cinco años de edad no admití lo que había rechazado
mi entorno intelectual: el ki. Me lancé apasionadamente en su búsqueda. Ello
significaba un cuestionamiento radical de mi enfoque de la vida, ya que se trataba de
un cambio cualitativo de mi forma de actuar, de pensar y de sentir el mundo externo e
interno.
El ki, presente en la experiencia cotidiana y en el saber tradicional del pueblo
japonés de mi infancia, me pareció extrañamente misterioso, si bien, dotado de algo
verdadero, esencial para la vida. Tuve la intuición de que encerraba la pista secreta de
un camino que conducía al nivel más alto de la vía marcial.
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ITINERARIO: LA BÚSQUEDA DEL KI
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El ki y los japoneses
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ki justamente porque su ausencia y su alteración desde hace un tiempo son patentes
en la vida cotidiana.
Si el término «ki» es una forma lingüística que se ha aplicado a un fenómeno
energético universal, la degradación observada también debería ser universal. El
fenómeno que los japoneses captan con la palabra «ki» se concibe y se vive de
distinto modo en otras culturas. Sin embargo, la existencia de la palabra facilita la
conceptualización de los hechos.
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Un callejón sin salida en el camino de las artes marciales
Empecé a interesarme por el ki hace unos veinte años precisamente por ser
consciente de una carencia.
En aquella época —a finales de la década de 1970 y principios de la de 1980—
atravesaba una etapa negra, dedicaba la mayor parte de mi vida a la práctica del
kárate y me encontraba en un callejón sin salida. Me preguntaba por el sentido de las
técnicas de los kata, pero no hallaba una respuesta satisfactoria. Miraba a mi
alrededor; las personas mayores que hacían la función de maestros de kárate
ocultaban su dolor de espalda y de articulaciones y seguían con su oficio de
«maestro». Yo no veía ya una imagen ni un ideal que pudiese encontrar en el entorno
del kárate. Leía, pensaba, entrenaba y entrenaba. sin encontrar un camino. Cuanto
más entrenaba, más me sentía caer en un abismo negro, vertiginoso.
Incapaz de encontrar el camino a seguir, estaba seguro de que faltaba algo en las
enseñanzas que había recibido y tenía que encontrar ese algo.
En Japón, desde muy joven estudié kárate y judo. Empecé a estudiar kárate a los
quince años. Practiqué apasionadamente el kárate de estilo Shotokan durante unos
quince años con la convicción juvenil de que el kárate Shotokan era el mejor del
mundo.
No obstante, antes de llegar a los treinta años sufrí varios accidentes traumáticos a
consecuencia de los entrenamientos. Al examinarme a mí mismo, y observando luego
a mis condiscípulos y a mis mayores en este camino, constaté que en este estilo de
kárate se producía un gran número de traumatismos físicos, sobre todo entre las
personas de más de treinta años. Se trataba sobre todo de lesiones de espalda y
articulaciones. Como profesor joven, tuve ocasión de tratar con maestros de kárate de
más edad. Todos ellos sufrían dolores de espalda y articulaciones.
Entonces me pregunté: «Con tantos problemas en esta etapa temprana de mi vida,
¿cómo podré recorrer el camino del budo que dura toda la vida? ¿No habrá un error
en el método de entrenamiento?»
Un día, uno de los maestros a quien yo respetaba me hizo esta confidencia:
«Tengo cincuenta y tres años. Alcancé mi plenitud a los cuarenta y cinco. Desde
entonces me encuentro en una pendiente de
fuerte descenso. Mi cuerpo se ha roto por todas partes, tengo dolores todos los
días y he de hacer mucho calentamiento antes de dar clases o de hacer una
demostración…» Una vez que estaba en la sala de entrenamiento, ninguno de sus
alumnos podía sospechar su problema, pero por dentro él sufría.
He conocido de cerca a varios maestros cuyo estado de salud y condiciones
físicas aún eran peores. Pero un maestro profesional no muestra sus debilidades ante
los alumnos. Si las mostrase, sería como dejar ver su debilidad, su vulnerabilidad,
indicios negativos de su práctica y de su método, lo cual le comportaría una pérdida
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de credibilidad.
Al observar el estado de estas personas mayores, pensaba que acumulando tantos
traumatismos inevitablemente tendría que apartarme de la práctica con la edad. Con
todo, según la tradición del budo japonés, el camino de la práctica dura toda la vida y
el practicante debe mejorar su nivel aunque tenga más de sesenta o setenta años.
Pese a prestar gran atención, no pude encontrar a un solo maestro de kárate que
respondiese a la imagen que yo buscaba: un karateka cuyo arte brillase con la edad.
Muchos habían sido buenos en su juventud, pero con la edad habían ido perdiendo
parte de su capacidad. Todos decían que eran mucho más fuertes diez o veinte años
antes… Pero ¿y ahora?
No obstante, sus alumnos los respetaban y consideraban que aún eran los más
fuertes. Como deseaban tener un maestro fuerte, necesitaban creer que su maestro
estaba en posesión de la verdad. Pero yo constataba que esos maestros ya no tenían la
capacidad en la que sus alumnos creían o querían creer.
Con la edad, la mayoría de los maestros se apartan paulatinamente del ejercicio
del combate, y mucho antes de los cincuenta dejan de luchar. Se refugian cada vez
más en el ejercicio del combate convencional y en los kata, decorando su práctica con
palabras filosóficas. El kárate se convierte en una práctica espiritual. Si éste fuese
realmente el caso, sería magnífico, pero no creo que la práctica espiritual sea fácil.
Para que la práctica del kárate se pueda confundir con una práctica espiritual, hay que
atravesar un largo período de práctica corporal repleta de dificultades. En mi opinión,
se habla con demasiada facilidad del espíritu.
Para mí, el budo es ante todo una práctica corporal. Es cierto que la filosofía lo
acompaña, pero la filosofía separada de la práctica del combate me parece una
justificación para quienes abandonan la vía difícil.
Los maestros de cierta edad que continuaban practicando los kata me parecían
respetables, pero para mí eso no era suficiente. Yo percibía profundamente la falta de
algo fundamental en el método del kárate. Actualmente tengo cincuenta y seis años;
cuando escribo estas líneas pienso en los maestros de diez a quince años mayores que
yo que para mí han sido modelos. Constato con tristeza que muchos han muerto y que
ninguno de los que todavía viven goza de buena salud. No puedo evitar pensar que mi
cambio de método me ha permitido escapar del mismo destino.
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El primer encuentro
En el dojo de K. Nishino éramos sólo seis o siete cada mañana. Como yo había
ido a Japón principalmente para aprender su método, pasaba el mayor tiempo posible
cerca del maestro. Después de la clase de la mañana los otros alumnos normalmente
se iban a trabajar, pero yo disponía de todo el tiempo. K. Nishino me tenía con él a
veces hasta medianoche. Al volver a París practiqué la respiración durante unas tres
horas todos los días. Lo hice durante cuatro años.
Desarrollé una sensibilidad cutánea gracias a la cual empecé a explorar
sensaciones cada vez más profundas. Tenía la impresión de sentir los músculos de
una forma más amplia y profunda, tenía la sensación de notar los huesos y la médula.
Practicando el método de respiración empecé a experimentar diversas sensaciones
nuevas y obtuve más fuerza en las técnicas de ataque y defensa. Continué practicando
la respiración llevado por la pasión.
K. Nishino había sido alumno de K. Sawai (1903-1987), fundador del taiki-ken
(boxeo del gran ki). Por lo tanto, también estudié taiki-ken. Con el ejercicio de la
respiración y la práctica del taiki-ken, entré en una nueva fase, la del ki. Me sumergí
en la práctica de estas dos disciplinas. Fue el principio de mi viaje por el dominio del
ki. Mi viaje de búsqueda todavía continúa, y creo que durará hasta el final de mis
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días.
Acercarme al ki también me facilitó el estudio del tai-chi chuan. Con todo, seguía
practicando el kárate. En aquella época, dedicaba a la práctica de las artes marciales
casi todo el tiempo de que disponía durante el día.
Entre el ejercicio de la respiración, el ritsu-zen, el kárate, el tai-chi chuan y las
clases que daba a mis alumnos, dedicaba diez horas a las artes marciales.
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¿El ki puede hacer volar a un hombre?
Cuando me hice alumno de K. Nishino, él sólo tenía unos diez alumnos. Yo iba a
Japón durante el período de vacaciones para entrenar con él. Entrenaba desde la
mañana hasta el atardecer.
Al cuarto año, cuando volví como de costumbre, pensaba coincidir con unos diez
alumnos; para gran sorpresa mía, me encontré en la sala con más de doscientos
alumnos nuevos. K. Nishino me presentó a sus alumnos como uno de sus discípulos
más antiguos e instructor de su escuela. Aquella vez, tuve que enseñar en lugar de
aprender. Enseguida comprendí que K. Nishino se proponía difundir su método de
forma masiva. Si el método era bueno, ¿por qué no?
Pero empezó a aflorar un problema curioso. Sus antiguos alumnos, mis
condiscípulos, salían volando cuando K. Nishino les proyectaba su ki. Volaban de un
modo espectacular, como si recibiesen un golpe violento, invisible. Cuando uno de
sus alumnos volaba, K. Nishino decía: «Ahí está, tu ki se ha fortalecido». Según
decía, el alumno volaba porque había logrado aumentar el nivel de su ki, creando así
una interferencia que le hacía salir por los aires. Así pues, volar era un indicio
positivo en el ejercicio del ki; pero a mí no me convencía. En mi opinión, los que
volaban se adaptaban más o menos inconscientemente al ki y a las expectativas de su
maestro.
En cierto modo, era adular al maestro respondiendo a sus expectativas implícitas;
eso no me gustaba. Para mí, ir a Japón era invertir un tiempo valioso y dinero para
progresar en artes marciales y profundizar en ellas. No podía hacer teatro. Si el ki de
K. Nishino me hubiese proyectado de verdad, me habría sentido muy satisfecho de
descubrir una esfera superior en el arte de la lucha, pero no era el caso. Su ki nunca
me proyectó. K. Nishino podía hacerme retroceder empujando con su mano, se
trataba de una prueba de fuerza y de técnica, pero su ki nunca hizo que me moviera.
Dos de mis condiscípulos tampoco se movían. Pasaré por alto los detalles. Acabé por
dejar la escuela de K. Nishino, y más tarde me enteré de que esos dos condiscípulos
también se habían ido.
Estudié el fenómeno en el que las personas salen volando al recibir el ki del
maestro. ¿Por qué proceso un hombre es proyectado por el ki?
El método de respiración de K. Nishino era una forma de kiko. Ejercitándome en
ese método me hice más sensible al ki. Al mismo tiempo que el picor en las manos,
empecé a sentir sensaciones corporales diversas alrededor de la columna vertebral y
de la espalda, en la cabeza y el cóccix. Me hice sensible al ki de otra persona. Sentía
la emanación del ki de K. Nishino. No obstante, esa sensación no llegaba a
proyectarme hacia atrás. ¿Por qué los demás sí eran proyectados?
He aquí mi razonamiento.
K. Nishino desprende ki, esto es una realidad. Pero no es capaz de hacer volar una
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hoja de papel de veinticinco gramos con su ki. Entonces, ¿por qué un hombre que es
tres mil veces más pesado que una hoja de papel vuela a causa del ki? La respuesta es
sencilla: porque el hombre vuela con su propia fuerza.
Sin embargo, no se trata de una simple reacción psicológica, sino que es algo
mucho más complejo. La persona que es proyectada no es consciente de que lo está
haciendo por sí misma, puesto que nota físicamente una forma de presión. Es cierto,
la presión del ki existe. Sumerge nuestro cuerpo en profundidad produciéndonos una
extraña sensación que es capaz de desencadenar ciertas tensiones en nuestro interior.
Por consiguiente, quien es proyectado intentará explicar que verdaderamente sale
lanzado al recibir el ki. Ahora bien, si la presión del ki fuese equivalente a la de un
empujón físico o un golpe, aquel que recibe esta presión hasta el punto de volar como
si hubiese recibido un golpe violento debería estar herido de gravedad o incluso
podría morir. En cambio, la persona que es proyectada a dos o tres metros se levanta
y repite la misma experiencia varias veces. Ello demuestra que no vuela al recibir un
choque procedente del exterior, sino que lo hace debido a una reacción interna.
Cuando uno ve que cae al suelo después de ser proyectado, tiene la impresión de que
experimenta un momento doloroso, pero en realidad es al contrario. Todas las
personas que han sido proyectadas de ese modo cuentan que han sentido una
sensación agradable y, sobre todo, que se han sentido mejor después de esta
experiencia.
Podemos concluir que estas personas se proyectan con su propia fuerza, no al
recibir un choque o una presión material del ki. Por lo tanto, en este caso el ki es una
energía que provoca este tipo de reacción, no es la energía material lo que hace volar
a un hombre.
¿Por qué es así?
Todos nosotros, en mayor o menor medida, tenemos tensiones acumuladas en
diversas partes del cuerpo. Hay quien acumula tensiones en un punto patológico. A
veces, la función social que asumimos nos impide reconocer estas tensiones. Hay que
sonreír aunque uno esté disgustado o furioso, hay que mantener una actitud digna
aunque uno esté trastornado interiormente, hay que mostrarse amable aunque uno
esté enfadado. Vivimos equilibrando estas tensiones y mostramos síntomas
psicosomáticos más o menos evidentes.
Cuando uno tiene una relación de confianza con el maestro, y cuando éste le
proyecta su ki, uno es permeable a la impregnación del ki; entonces las tensiones
acumuladas y mal asimiladas se desprenden de una forma explosiva, creando una
contracción muscular violenta, en particular en la parte inferior del vientre y
alrededor de la pelvis; eso es lo que le hace a uno proyectarse. La persona consume
así diversas tensiones internas, lo cual le produce una sensación agradable y por ello
se siente mejor.
Este fenómeno no se habría producido si K. Nishino no hubiese tenido capacidad
en ki. La mayoría de sus alumnos tenían una relación de confianza con él, iban a
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practicar su método por su salud y su bienestar. Mi objetivo era distinto desde el
principio. Yo estudiaba con él para progresar en artes marciales. Ante la emanación
del ki de K. Nishino, espontáneamente reaccioné como un practicante, lo cual me
permitió no moverme. No es porque yo fuese insensible a su ki por lo que permanecía
inmóvil.
K. Nishino prefirió explotar este fenómeno reforzando su imagen carismática,
creando una empresa comercial que había empezado a crecer rápidamente en Japón.
Como mi objetivo era radicalmente distinto al suyo, me alejé de su escuela.
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Los escollos
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no entendí por qué cuatro años después transformó su actividad en un medio para
ganar más dinero.
En todo caso, gracias a conocer a K. Nishino vislumbré una nueva dimensión y
unas posibilidades distintas para las artes marciales, al tiempo que reparaba en ciertas
trampas de la vida.
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El abandono del makiwara
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Por ejemplo, aprendiendo el sistema de los meridianos y los puntos de acupuntura
empecé a ser capaz de asociar las sensaciones que sentía con el ejercicio de la
respiración a la teoría de la medicina china.
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El estudio del qi gong
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dirección de K. Nishino.
Un día, mientras hacíamos ejercicios bajo la dirección de Suen koe Lee, cada uno
se sumió durante unos minutos en su ejercicio personal. Experimenté una sensación
curiosa. Al inspirar, sentí un estremecimiento sutil que subía desde los pies. A medida
que ascendía, era como si las células de mi cuerpo vibrasen con una resonancia sutil,
subía una energía de color dorado. Notaba que mi cuerpo se llenaba de un agua muy
pura que vibraba en resonancia con el universo. Me sentía emocionado y feliz. Al
terminar la sesión, se lo conté a Suen koe Lee. Me dijo: «Es un estado que en qi gong
llamamos "El agua sagrada llena el cuerpo". Es formidable… ». Me alegré de saber
que se trataba de una etapa conocida en el método clásico de qi gong. No era una
sensación accidental.
Continuamos este curso de qi gong durante tres años. El ejercicio de xiao zhou
tian (shoshuten) ocupaba el lugar central.
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El taiki-ken y el yi chuan
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imágenes.
En taiki-ken, en cambio, se trata de adoptar la postura soportando dolores de
piernas y esperar la sensación del ki, que se va formando poco a poco con los años.
K. Sawai explica: «Cuando practicas el ritsu-zen, te asaltan pensamientos
insignificantes. No tienes más que dejarlos llegar, ya que al cabo de veinte o treinta
minutos tendrás dolores en las piernas, que se harán insoportables. Sentirás tanto
dolor que ni siquiera podrás pensar. Verás que más allá de este estado sólo hay el
vacío. Continuando este ejercicio podrás alcanzar el ki…».
Por lo que respecta a los ejercicios móviles, existen igualmente varias diferencias.
La forma es parecida en las dos escuelas, pero hay diferencias considerables en los
detalles. ¿Por qué tanta diferencia?
Reuniendo algunos testimonios de personas que han conocido a K. Sawai y
leyendo sus libros, creo haber discernido la razón de ello y me parece fácil de
comprender: K. Sawai había practicado bajo la dirección de Wang Xiangzhai sin
recibir explicaciones detalladas. Es innegable que K. Sawai poseía unas cualidades
personales importantes. Sin embargo, es inconcebible que hubiese podido recibir las
enseñanzas globales de Wang Xiangzhai, ya que fue alumno suyo durante la Segunda
Guerra Mundial, época en que Japón ocupó China. K. Sawai pertenecía al ejército de
ocupación japonés y se dice que mató a más de un centenar de chinos. En esta
situación de guerra sangrienta y cruel, ¿cómo habría podido un maestro chino
transmitir gran parte de su arte a un japonés que mataba a sus compatriotas? Por el
lado chino, ningún documento revela unas relaciones particulares de transmisión
entre K. Sawai y Wang Xiangzhai. Me parece que K. Sawai no era más que un
alumno entre otros y sin duda le resultó más difícil recibir las enseñanzas a causa de
su situación particular en relación con los chinos y debido a la barrera del idioma. A
mi juicio, no había razón alguna para que Wang Xiangzhai transmitiese lo esencial de
su arte a K. Sawai más que a sus alumnos chinos. Además, según el testimonio de
algunos alumnos de Wang Xiangzhai, no enseñaba a la manera de un profesor tal y
como lo imaginamos hoy. Era muy raro que corrigiese a sus alumnos o les diese
explicaciones. Según las informaciones y los documentos que he conseguido, opino
que K. Sawai sólo pudo recibir una parte de las enseñanzas de Wang Xiangzhai.
Así pues, el taiki-ken no es una continuación directa y total del yi chuan, sino una
obra personal de K. Sawai a partir de la base de las enseñanzas de Wang Xiangzhai,
lo cual no desmerece en absoluto el valor de K. Sawai como practicante. En la
historia de las artes marciales esta situación es habitual. Era un poco extraño que un
alumno recibiese la totalidad de las enseñanzas de su maestro para fundar su escuela.
Si los alumnos de K. Sawai desean profundizar en el método del taiki-ken
posteriormente a la muerte de su maestro, hoy tienen la posibilidad de ir a estudiar
junto a los practicantes chinos del yi chuan. Pueden avanzar completando su arte con
conocimientos a los que su maestro no pudo acceder. Yo mismo lo hice: completé mi
práctica del taiki-ken con el estudio del yi
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chuan, lo cual me permitió dar un gran paso adelante.
*
He escrito lo que pensaba sobre estas disciplinas en mi libro en japonés Budo no
hoho josetsu (Discurso del método de las artes marciales, Tokio, 1993). Para gran
sorpresa mía, recibí críticas adversas por parte de practicantes de taiki-ken. Estas
críticas adversas se inscriben en estas grandes líneas: usted no tiene derecho a escribir
sobre taiki-ken porque no es un alumno directo de K. Sawai; no está autorizado a
hablar del taiki-ken ni del yi chuan; K. Sawai era el discípulo predilecto de Wang
Xiangzhai; el taiki-ken de K. Sawai es la continuación auténtica del yi chuan…
La mayor parte de estas críticas eran de orden emocional. ¿Es necesario decir que
representan una actitud típicamente japonesa? Los alumnos quieren creer que su
maestro era el más grande y que se contaba entre los alumnos más cercanos a Wang
Xiangzhai. Para ellos, el deseo cuenta más que la verdad histórica. Este tipo de deseo
comporta una dinámica particular, la de considerarse único. Otro ejemplo: varias
corrientes pretenden ser la escuela de Miyamoto Musashi, maestro de sable japonés
del siglo XVII. Según las corrientes, la técnica varía ligeramente, pero cada uno
pretende ser su sucesor auténtico y único. Además, la hostilidad es tanto mayor y los
muros tanto más altos cuanto mayor es la proximidad. En la transmisión de las artes
marciales éste es un fenómeno habitual.
Estudiando el taiki-ken y el yi chuan, he elaborado una síntesis para mi práctica
personal. Por lo que respecta al ejercicio que en yi chuan se denomina zhan zhuang
(estar de pie inmóvil, literalmente «estar de pie como un poste»), yo sigo llamándolo
ritsu-zen, porque empecé este ejercicio con este término, pero también porque el
término ritsu-zen (zen de pie) me parece más adecuado para expresar su propósito.
En taiki-ken, el ki constituye la base de la eficacia del arte del combate y el ritsu-
zen es uno de sus medios para cultivar y desarrollar el ki. En yi chuan, uno se basa en
el yi —representaciones con imágenes que provocan sensaciones corporales— a fin
de buscar ante todo la integración global del cuerpo (zheng ti) que permite desplegar
la fuerza física en su grado más alto. Éste es el principal propósito con el que se
practica el zhan zhuang.
El ejercicio de zhan zhuang no es propio del yi chuan. Se trata de un método
practicado desde hace más de dos mil años en las artes marciales chinas; se transmitía
de una forma secreta. Cuando Wang Xiangzhai fundó su escuela, el yi chuan, en la
década de 1920, definió su método situando este ejercicio en el centro de su práctica.
El tachi-geiko —entrenamiento de pie con sable japonés— presenta similitudes
con el ritsu-zen y el zhan zhuang.
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La práctica correcta de un método
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mostrabas muy reservado. Si no te hubiese obligado de este modo, no habrías venido.
Pero reflexiona un poco, ¿cómo podría ser yo responsable del acto de un hombre de
más de treinta años que se ha hecho daño a causa de un ejercicio que ha creado él
mismo, sin informarme del mismo en absoluto? Nunca he enseñado la retención de la
respiración. Es un método personal del que tú eres el único responsable…».
No he vuelto a ver a A. Espero que se las haya arreglado bien. Sin duda
necesitaba apartarme para tener fuerzas para salir adelante.
A partir de esa experiencia, siempre tomo precauciones en la transmisión del
método de respiración y del kiko.
La fuerza, la potencia. son elementos a los que los hombres, conscientemente o
no, otorgan una gran importancia, sobre todo en el ámbito de las artes marciales.
Reconozco este rasgo en mí mismo. Entre mis alumnos actuales he encontrado varios
casos parecidos al de A. El entorno de las artes marciales está lleno de anécdotas y
proezas relacionadas con la fuerza, la potencia y la energía que hacen soñar a los
débiles… El complejo de inferioridad se manifiesta por un empeño en el
entrenamiento y en los actos extremos.
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Perseverancia
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Por ello me impuse este modo de hacer un poco tonto, pero perseveré durante tres
años. Al cabo de ese tiempo me liberé de tal obligación y continué de una forma
libre, sin contar el tiempo. Considero que este sistema fue positivo para mí, dado que
acumulé en mi cuerpo un bagaje práctico sobre el cual puedo seguir apoyándome
para nuevas experiencias.
Alguna que otra vez tuve una visión extraña, sobre todo cuando practicaba en el
campo. Al cabo de un momento sentía que mi cuerpo se fundía en el espacio. El color
de la luz cambiaba. Se volvía dorada y veía incontables rayos dorados procedentes
del cielo que llegaban a la tierra. El paisaje perdía su forma habitual y todo era
dorado. Me sentía bien. En el fondo de mi conciencia, me preguntaba si era un sueño
o la realidad. Tuve este tipo de experiencia unas diez veces. Pero nunca le di mucha
importancia, ya que había leído que perseverando en za zen se cruzan varias etapas de
visiones particulares, a menudo fantásticas. Es importante no pensar que ya se ha
alcanzado el nivel supremo. En zen este estado recibe el nombre de la «etapa
demoníaca»; es un obstáculo que impide lograr progresos reales.
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EL ENCUENTRO CON EL DR. YAYAMA
En el otoño de 1995 recibí la visita de un japonés algo más joven que yo.
Acababa de llegar a París y tenía que trabajar en la embajada de Japón durante varios
años. K. Nishino, de quien era alumno en Japón, le había dicho que podría continuar
trabajando su método conmigo en París. Le respondí que ya no practicaba el método
Nishino de una manera completa, por lo que no sabía si podría enseñarle. A aquel
hombre le interesaba el qi gong y simpatizamos. Tenía varios libros sobre el ki y el
kiko. Le pedí que me prestara algunos. Unos días después me trajo una decena.
Me interesó en particular un libro titulado ki no ningen gaku (El estudio del
hombre por el ki). El autor del libro era Toshihiko Yayama, cirujano oncólogo del
hospital de la prefectura de Saga, en Japón. Me impresionaron dos elementos: por un
lado, la claridad en la exposición y el método científico; por otro, los resultados. El
Dr. Yayama dirige un departamento especializado del hospital y trata los cánceres
utilizando, en función del diagnóstico, bien los métodos modernos de la medicina
occidental, bien el método de qi gong que ha ideado, bien una combinación de
ambos. Dada la eficacia constatada en la curación de numerosos enfermos, su método
fue adoptado por el equivalente local de la seguridad social.
¿Cómo un médico moderno puede escribir un libro tan profundo sobre el kiko?
Después de leer este libro con gran pasión, me dije que tenía que conocer a ese
hombre. Le escribí de inmediato para pedirle que me recibiera. Unos diez días
después recibí su respuesta. Fijamos una cita para principios de 1996.
El 4 de enero de 1996 fui a visitar al Dr. Yayama a su hospital. Me acompañaba
un amigo japonés, Asakawa, y mi esposa, Claude. Nos presentamos brevemente y
nos condujo a su consulta, una sala muy reducida.
Se sentó frente a nosotros y, mientras nos miraba, empezó a dibujar la forma del
aura que rodeaba a cada uno.
Luego nos tomó el pulso y tomó unas notas.
Dijo a Asakawa y a Claude que tenían problemas en tal y tal lugar, y que en aquel
momento presentaban tal y tal tipo de síntomas.
Se sorprendieron al constatar que el diagnóstico del Dr. Yayama correspondía
exactamente a su situación. Luego me dijo mostrándome el papel: «En apariencia,
usted no tiene ningún problema de salud. Presenta un campo de energía muy
desarrollado en la parte inferior del cuerpo…».
A continuación me examinó y escribió en una hoja unos signos cuyo sentido no
pude descifrar. Al cabo de un momento me dijo mirándolos:
«En su vida se produjo un gran cambio cuando usted tenía veintitrés años…».
Me quedé asombrado, puesto que era el año en que me había ido de Japón,
abandonando mi futura carrera para establecerme en Francia. Para mí fue,
efectivamente, el cambio más importante de mi vida. Pero el Dr. Yayama no podía
saberlo.
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Continuó: «Su vida va a cambiar mucho a partir de nuestro encuentro».
Es cierto, debo reconocer que mi vida cambió mucho a partir de ese año. Todavía
está en plena transformación. En realidad, no fue el Dr. Yayama quien cambió mi
vida, sino que supo prever lo que me iba a pasar. Dijo otras cosas, pero aparte de
estas dos constataciones que me impresionaron, no las recuerdo claramente.
De hecho, sí recuerdo algo. En nuestro primer encuentro hablamos varias horas.
En el momento de separarnos me dijo:
«Me hubiera gustado vivir como usted lo hace. Si no me hubiese convertido en
médico, me hubiese gustado llevar la misma vida que usted. Le envidio. Tiene suerte
de poder hacer lo que hace…».
Casi olvidé estas palabras, ya que, interiormente, me dije que me sobreestimaba,
que mi vida no era tan extraordinaria, que me había perdido muchas cosas y aún me
quedaban otras muchas por alcanzar.
Es lo que conservo con más claridad en mi memoria de nuestro primer encuentro.
Al salir del hospital me llevó a su laboratorio privado en el que había un gran
número de libros y objetos.
Como le interesaban las artes marciales, hablamos de kárate, de kendo, de aikido,
de tai-chi chuan y también de yi chuan, al que en aquella época dedicaba más
energías.
El Dr. Yayama había practicado kárate durante más de veinte años: el kárate de la
escuela Goju-ryu. Pero como es un espíritu libre, me hizo comprender que su práctica
no se había limitado a ese estilo. Le interesaba el kárate y las artes marciales en
general. Más adelante supe que había sido seleccionado como luchador de la región
de Kyushu en el Torneo Nacional, y que había logrado el cuarto lugar en combate
individual.
Le interesaba el tai-chi y me mostró su forma de practicar el tai-chi de Yang de
veinticuatro movimientos. Su ejecución era peculiar. Movía mucho la columna
vertebral, lo cual me parecía un poco exagerado, porque entonces yo ignoraba —lo
reconozco— la importancia de esos movimientos.
Al terminar me dijo: «Mi estilo no es muy bueno, ya que no entreno lo bastante
por falta de tiempo».
A mi vez, le mostré mi kata de tai-chi chen, que le gustó mucho, pero añadió:
«Creo que la calidad de su trabajo aumentará si introduce en él más movimientos de
columna vertebral».
Mientras entrenaba en París comprendí el sentido de lo que quiso decirme y
modifiqué mi manera de practicar el tai-chi aumentando la movilidad de la columna
vertebral.
A continuación anduvimos hasta el parque de un instituto cercano. Me pidió que
le mostrase los ejercicios de yi chuan. Le enseñé varias posturas que entrenaba todos
los días. Cuando moví las manos sosteniendo una bola de ki imaginaria comentó:
«Es magnífico, ya que veo que toma el ki del espacio y el espacio se mueve con
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sus manos».
Al principio no entendí muy bien lo que quería decir.
Me mostró varios ejercicios que yo podría hacer antes de nuestro próximo
encuentro. Pasamos varias horas juntos y me separé del Dr. Yayama con la profunda
satisfacción de haber encontrado a alguien con quien podría continuar mis
investigaciones. Me abrió amplias perspectivas. Continué trabajando en lo que me
había enseñado ese día, y un año más tarde le invité a París para que presentase su
método de kiko a mis alumnos. Había decidido introducir su método en la práctica de
las artes marciales que enseñaba. Quise que mis alumnos conociesen personalmente
al Dr. Yayama.
Antes de conocer a K. Nishino, el kiko sólo me interesaba vagamente. Mi
encuentro con K. Nishino transformó mi visión del arte marcial y de la práctica
corporal. Desde entonces, la investigación sobre el ki ocupa el centro de mi práctica;
no he dejado de investigar sobre el ki y los métodos.
He seguido las enseñanzas de diferentes maestros. Los había buenos oradores con
escasas aptitudes y los había con unas aptitudes sorprendentes. Pero nunca he estado
del todo convencido de la bondad de un método, ya que, aunque una persona tenga
cualidades importantes, ello no significa necesariamente que su método sea bueno.
En este terreno hay personas dotadas, capaces de hacer cosas sorprendentes, pero
incapaces de explicar el porqué y todavía más incapaces de enseñar. Y no se puede
olvidar el peligro de ser arrastrado hacia una dirección mística que puede conducir a
la formación de una secta.
Me convenció la forma de actuar del Dr. Yayama.
Él conocía la reputación de K. Nishino y, en alusión a sus actividades, me dijo:
«La bondad y el valor de un método se constatan no con la demostración de las
habilidades extrañas de un maestro, sino por las cualidades y capacidades que se
observan en sus alumnos. Los alumnos deben progresar gracias a la práctica de un
método transmisible. Pero algunos maestros, como no conocen un verdadero método,
se limitan a deslumbrar a los demás con lo que sólo ellos son capaces de hacer. Es el
nivel de los alumnos lo que demuestra el valor de un método».
Y añadió: «Yo no soy un genio. Por consiguiente, mis alumnos pueden obtener
unas habilidades equivalentes a las mías practicando correctamente mi método».
A partir de ese año, le he invitado regularmente a París para dirigir un curso en el
que enseña su método. Ya ha venido cinco veces.
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El método Yayama
La publicación del libro del Dr. Yayama suscitó una polémica en los círculos de
kiko de Japón; tuvo una acogida positiva, pero también recibió críticas e incluso
amenazas. En efecto, en Japón, al igual que en todas partes, en este entorno hay un
cierto número de charlatanes que se aprovechan de la ignorancia del público y del
secreto para justificar la lentitud en la progresión. En cambio, el Dr. Yayama
distingue cuatro etapas en la progresión. La segunda, el nivel del shoshuten,
corresponde a lo que para algunos maestros de kiko es la etapa final. Para ellos
constituye el objetivo principal de la práctica y consideran que es muy difícil acceder
a ella. Pero el Dr. Yayama declara que es posible alcanzarla en algunos meses de
ejercicio, lo cual molesta a ciertos maestros de kiko.
Hoy, estas obras están lo suficientemente difundidas en Japón para que en los
círculos de kiko sea imposible hacer los mismos razonamientos que quince años atrás
y basarse en una interpretación totalmente mística.
Las cuatro etapas del método Yayama son las siguientes:
— la sensibilización general de los meridianos,
— el shoshuten, «pequeño circuito celeste»,
— el daishuten, «gran circuito celeste»,
— el furenshuten, circulación espontánea y permanente.
La primera etapa consiste en una serie de ejercicios que permiten activar la
sensibilidad de los meridianos. Al efectuar estos ejercicios tendrá sensaciones de
picor, calor, entumecimiento u otras en la parte del cuerpo sobre la que se basa el
ejercicio, por ejemplo, las manos o la espalda. La organización de estas sensaciones
conduce a la segunda etapa.
El shoshuten corresponde al xiao zhou tian chino, el «pequeño circuito celeste»,
que yo había experimentado con Suen koe Lee. En el shoshuten el ki recorre la
superficie de la parte alta del cuerpo, sigue la línea central, bajando de lo alto de la
cabeza al cóccix, y vuelve a subir. Los efectos beneficiosos del shoshuten son
conocidos desde hace mucho tiempo.
Cuando el Dr. Yayama estaba en la etapa del shoshuten, después de curar a sus
pacientes todas las noches sentía un agotamiento que nunca antes había
experimentado, comprendió que se debía al hecho de atender a los enfermos. Pero
ante unos pacientes que sufrían no podía hacer otra cosa que darles unas atenciones
eficaces si tenía medios para curarlos.
Al superar esta etapa y alcanzar la etapa del daishuten (da zhou tian, en chino),
dejó de sentirse cansado después de los tratamientos; al contrario, sentía una especie
de tonificación al curarles. Cuenta que la etapa del shoshuten es comparable a la
utilización de un depósito de energía que uno llena con el ejercicio; este depósito
tiene un límite, y cuando la persona gasta su ki más allá de cierto límite, se agota
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inevitablemente; de ahí el cansancio. Para conservar la salud, no se debe superar este
límite y es indispensable reconstituir una reserva de ki.
En la etapa del daishuten ya no se utiliza la reserva de ki, dado que, cuando uno
hace salir el ki, también lo hace entrar en la misma medida del cielo y de la tierra.
Cuanto más ki sale, más entra. Por ello, explica el Dr. Yayama, cuidar a los pacientes
de esta manera produce una sensación tonificante. Así es como se aprende a
desprender ki para acceder al nivel del daishuten.
Suen koe Lee nos explicaba: «Pueden empezar a cuidar a las personas con el qi,
pero nunca hay que superar la cifra de cinco o seis al día. Si curan a más personas,
agotarán su qi y pueden caer enfermos…». Los demás maestros chinos con los que he
trabajado hablaban del mismo modo acerca de los tratamientos.
Según la teoría del Dr. Yayama, hay que tomar precauciones en la etapa del
shoshuten. La circulación del ki del shoshuten se sitúa en la superficie y en el exterior
del cuerpo, la del daishuten se sitúa en profundidad; entonces el ki recorre el interior
del cuerpo pasando por los chakras (centros de energía).
El Dr. Yayama establece una distinción entre el daishuten y el zens-hin-shuten
(circulación por todo el cuerpo). El zenshin-shuten es una circulación de energía por
el conjunto del cuerpo, pero permanece en la superficie de éste; es una ampliación
directa del shoshuten. Entonces comprendí que lo que K. Nishino me había enseñado
correspondía al zens-hin-shuten. Éste a menudo es confundido con el daishuten.
Encontramos igualmente esta confusión en algunas obras escritas en francés.
Según el método Yayama, el furenshuten es la última etapa del trabajo del ki. La
diferencia se refiere, pues, al nivel alcanzado en el dominio del ki.
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Un sistema para objetivar el ki: el test o-ring
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Curar por medio del ki
En el mes de mayo de 1997 invité al Dr. Yayama a París para un curso. Era
nuestro primer contacto de cerca. Durante una semana se alojó en mi piso de Saint-
Germain-des-Prés. Desde la mañana hasta la noche hablábamos del ki. Grabé
nuestras conversaciones y, en cuanto se fue, pasé diez días transcribiéndolas. Así
escribí, para mi uso personal, los primeros fundamentos de mi método de kiko.
Durante el curso invité a mis alumnos más cercanos a cenar con el Dr. Yayama.
Después de la cena continuamos conversando y, de vez en cuando, yo traducía
nuestra conversación para mis comensales.
En un momento dado, Maurice me dijo que le dolía la espalda. Bernard también
me dijo que tenía dolores.
El Dr. Yayama dijo, con aire de divertirse: «Bien, pónganse ahí, los dos».
Maurice dio la espalda al Dr. Yayama, a tres metros de éste.
El Dr. Yayama dijo: «Camina sin moverte de donde estás».
Maurice empezó a hacerlo.
El Dr. Yayama miró y colocó sus dedos en dirección a la espalda de Maurice.
Hizo un leve gesto con aspecto de estar muy concentrado y dijo: «Bien, ¿cómo te
sientes?».
Yo lo traduje a Maurice, que dejó de andar.
Dijo: «Ah! Ya no me duele… ».
Con Bernard sucedió lo mismo.
Los otros, incrédulos, se quedaron sin palabras.
¿Qué había hecho? ¿Qué había pasado? Todos se lo preguntaban sin atreverse a
formular esta pregunta directa, porque el Dr. Yayama lo había hecho de una forma tan
trivial, es decir, tan normal, que no merecía una pregunta ni una respuesta
particulares. Pero todos estábamos desconcertados.
El Dr. Yayama dijo:
«Lo que hago puede hacerlo todo el mundo, ya que mis facultades no son innatas.
Las he adquirido con la práctica del método».
Sin comentar nada más, continuamos conversando sobre otros temas.
Ahora añadiré que la molestia dorsal de Maurice y la de Bernard reaparecieron
más tarde. La curación no era definitiva, no era un milagro. El dolor había
desaparecido momentáneamente, pero su causa era profunda y tenaz, y para curarlo
totalmente habría sido preciso repetir la misma experiencia varias veces asociándola
con otros métodos. Aún así, la desaparición momentánea del dolor era un hecho.
Me sorprendió otra cosa. Durante su estancia en mi casa el Dr. Yayama telefoneó
varias veces a Japón. Una noche llegué justo en el momento en que hablaba con uno
de sus pacientes. Decía:
«No se mueva y relájese, le envío el ki».
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Al decir aquello, con el teléfono en la mano, entró en estado de meditación
durante unos treinta segundos. Luego dijo: «Hemos terminado por hoy. Hasta mañana
a la misma hora», y colgó.
Viendo mi semblante intrigado me dijo:
«He tratado con el ki a un paciente que he dejado en Japón».
¿Lo decía en serio? ¿Es posible? ¡Sobre todo por parte de un médico oncólogo,
cirujano, director del departamento de oncología del hospital mayor de la prefectura
de Saga! El Dr. Yayama me dijo como si fuese la cosa más natural del mundo:
«A menudo doy tratamientos con el ki por teléfono».
Si el Dr. Yayama cura de verdad, quienes sean escépticos pensarán
inmediatamente que es por efecto psicológico. En este caso, todo se explica por el
efecto «psi» y punto. En este caso, lo que ha hecho por Maurice y Bernard, ¿también
se debía a un efecto psíquico?
Si el tratamiento por teléfono realmente se realizó por el ki, ¿qué es el ki?
En los informes científicos a menudo leemos que la mano de un experto
desprende un rayo infrarrojo o electromagnético más intenso que el de las personas
corrientes. Pero si fuese eso el ki, me parece impensable que el efecto de un rayo
infrarrojo o electromagnético haya llegado instantáneamente al otro lado de la Tierra
con la suficiente intensidad para curar a un enfermo, pese a que la luz dé la vuelta a la
Tierra siete veces y media en un segundo. Además, ¿cómo orientar la dirección para
proyectar y enviar el ki?
El Dr. Yayama sólo pudo decirme: «Así es el ki. Sobre el ki hay muchas cosas
que soy incapaz de explicar, pero que los hechos me obligan a admitir. Adopto lo que
es eficaz para curar a mis pacientes. No puedo esperar al día en que se logrará
explicar lo que es el ki. Por mi experiencia, sé que el ki existe y que con el ki puedo
asistir a pacientes que sufren. Por lo tanto, lo aplico. La ciencia tan sólo ha dado un
paso muy pequeño en este ámbito, pero la vida existe y continúa existiendo. Soy
como un soldado que lucha todos los días contra la enfermedad en primera línea. La
teorización de estado mayor del ámbito científico va muy por detrás respecto a los
hechos…».
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El ki y la tensión muscular
Para una mente racional, con frecuencia es difícil admitir los fenómenos del ki e
incluso su existencia.
En referencia al ki, a menudo me dicen: «No creo en él porque no lo veo, no lo
toco. Haga que lo vea, que lo toque, y entonces creeré en él». En este caso, yo
replico:
«¿Tiene usted espíritu?»
La respuesta es: «Pues claro que sí».
«Déjemelo ver. » Por el hecho de no ver el espíritu, no dejamos de tenerlo.
Hoy muchas personas utilizan el teléfono móvil. Los vemos por todas partes. Ello
significa que el espacio está lleno de ondas electromagnéticas; de otra forma, el
teléfono no funcionaría. Pero usted no utiliza el teléfono o cualquier otro aparato
precisamente porque siente físicamente la presencia de ondas electromagnéticas ni
porque ha demostrado su existencia.
Esta observación no evita las resistencias a admitir el ki.
Para superar este obstáculo, en primer lugar hay que experimentar la sensación
del ki. Según el Dr. Yayama, los pacientes que en un principio rechazaban el ki
empiezan a admitirlo cuando se curan gracias al mismo. También aplica el test o-ring
para dar a entender el fenómeno del ki en relación con los músculos. Cuando el ki
circula positivamente, la fuerza muscular aumenta, lo cual significa que la intensidad
de la orden del cerebro sobre los músculos aumenta, que el sistema nervioso se activa
mejor.
El Dr. Yayama a menudo dice:
«El kiko es un método para aprender a controlar las actividades del cerebro. »
Pero ¿cómo se puede aprender a controlar las actividades del cerebro? Antes de
continuar, considero necesario presentar las grandes líneas de su método de kiko
hasta el nivel de shoshuten.
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EL MÉTODO YAYAMA: UN CAMINO DIRECTO
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La base del shoshuten
✓ Posición inicial. Los pies en paralelo con una separación igual a la anchura de
los hombros; un pie adelantado.
✓ Movimiento de los brazos: levante los brazos, casi estirados, un poco más
arriba de los hombros, y déjelos caer.
✓ Movimiento del cuerpo: adelante el ombligo y luego retírelo bajando la cabeza.
Cuando retire el centro de gravedad, levante la punta del pie hacia delante,
manteniendo el talón en el suelo. Cuando adelante el centro de gravedad, levante el
talón del pie de atrás.
✓ Al movimiento de balanceo de los brazos asocie la imagen siguiente: en el
interior de su cuerpo un tubo translúcido une el hombro con el extremo de cada uno
de los dedos. A cada balanceo de los brazos, por el interior del tubo circula energía.
Imagine la energía con un color bonito. Empiece centrando la atención en el pulgar
de la mano derecha, luego pase al índice, etc. De esta forma, su sensación irriga cada
uno de estos tubos imaginarios. Cuando haya llenado el brazo derecho, pase al
izquierdo.
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En este ejercicio, usted siempre pretende lograr una mayor relajación de los
brazos, como si los músculos se fundiesen en un líquido que se remueve dentro de los
brazos, de los que sólo nota la piel. Saboree la sensación de gravitación a partir de los
brazos. Los movimientos que usted hace para volver a levantar y volver a bajar los
brazos son impulsados por los músculos dorsales. Intente dirigir los movimientos por
medio de la espalda. Cuando tenga los brazos en lo más alto de su trayectoria, sienta
la sensación que tendría si se quitase un jersey hecho con la piel y los músculos
dorsales.
Procure visualizar la forma y la posición de la columna vertebral.
✓ Balanceo: de 30 a 50 veces con el pie derecho adelante y de 30 a 50 veces con
el pie izquierdo adelante.
✓ Respiración
Ritsu-zen tras formar una bola de ki entre las manos (véase la explicación más
adelante, página 67): 1 a 2 minutos.
Después de este ejercicio puede hacer los ejercicios complementarios siguientes:
✓ Breve masaje de piernas, detrás y luego delante, para relajar y facilitar la
circulación del ki.
✓ Relajación de los tobillos.
✓ Calentamiento de las manos, los dedos y las muñecas.
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✓ Apertura del pecho y la espalda: levantar y luego separar los brazos
horizontalmente y girar el busto siguiendo el pulgar con la mirada.
3. El kata de la tortuga
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ovalada.
Procure visualizar la forma y la posición de su columna vertebral.
✓ 20 a 30 veces.
✓ Respiración de integración.
✓ Ritsu-zen después de formar una bola de ki entre las manos: 1 a 2 minutos.
✓ Apoye las palmas una contra otra colocando los brazos horizontal-mente. En
esta posición, ejerza una presión horizontal sobre la columna vertebral, primero de un
lado y después de otro. Baje progresivamente el punto sobre el cual ejerce la presión
repitiendo el ejercicio en seis puntos de la columna vertebral.
✓ Aplicando el mismo principio, con las palmas juntas, efectúe de 10 a 15
movimientos circulares con los brazos en un sentido y luego los mismos en el otro.
✓ Respiración de integración.
✓ Ritsu-zen después de formar una bola de ki entre las manos: 1 a 2 minutos.
Tras este ejercicio, puede hacer un ejercicio de apertura de los pulmones.
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5. El kata del oso
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El kata del oso en apariencia es sencillo, pero si centra la atención en el interior
del cuerpo, no es tan fácil.
✓ Cuando haya logrado realizar correctamente el kata del oso, desplace el eje del
movimiento a partir del cóccix hacia arriba, pasando por cada una de las vértebras.
Cuanto más haga subir el eje, más se reducirá la amplitud del movimiento. Hágalo
subir hasta debajo de la nuca y luego regresar progresivamente hasta el cóccix.
Este ejercicio permite drenar bien el canal del shoshuten.
Al hacer este ejercicio, si pone atención en el interior del cuerpo, descubrirá que
produce presiones diferenciadas sobre varios lugares, como si estuviese haciendo
masajes internos.
Cuando efectúa el kata del oso, visto desde arriba, su cabeza describe la forma de
un ocho.
Puede efectuar este kata varias veces.
✓ Respiración de integración.
✓ Ritsu-zen después de formar una bola de ki entre las manos: 1 a 2 minutos.
El conjunto de estos cinco katas tiene como objetivo establecer un equilibrio
perfecto de la columna vertebral:
— movilizar
— estimular
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— activar
— equilibrar
— reforzar
Es una condición indispensable para efectuar eficazmente el shoshu-ten. Al
avanzar en cada ejercicio, irá constatando su profundidad. Esta serie de ejercicios
constituye una preparación excelente para el sho-shuten.
Cuando usted logre practicar libremente el shoshuten, notará que cada uno de los
katas del péndulo, del pájaro y de la tortuga contienen el modelo del shoshuten. Por
ello, la significación del movimiento varía en función de nuestro progreso en kiko.
No se trata sólo de memorizar la forma de los distintos ejercicios. El objetivo
final del kiko consiste en realizar una circulación libre del ki, sin tener que hacer
ningún ejercicio en particular.
Así pues, el objetivo de los katas es alcanzar el nivel en el que estos ejercicios
dejen de ser necesarios para realizar el shoshuten.
Esta puntualización y esta advertencia me parecen necesarias, ya que a veces me
encuentro con personas que se cansan cuando creen haber memorizado todas las
formas del ejercicio y les resulta monótono repetir siempre lo mismo. Si presta
atención al interior de su cuerpo, advertirá que cada vez pasan muchas cosas, cosas
distintas. El kiko requiere una forma de visión interna. Intente explorar su cuerpo y su
ser reforzando su visión interna. Asimismo, en za-zen, la forma a la que se aspira es
única, tanto si se trata de un gran maestro como de un principiante. La forma sencilla
es la misma, pero la sensación del cuerpo y el estado mental no lo son.
Cuando usted practique cada movimiento, intente condensar esta experiencia en
el ritsu-zen. Del mismo modo que en za-zen, en kiko el objetivo es condensar todas
las formas de ejercicio en una forma simple, en este caso, permanecer de pie.
Antes de practicar el shoshuten, puede comprobar la apertura del mei-mon (puerta
de la vida), una zona situada en la columna vertebral, detrás del ombligo. Para ello,
levante una pierna y sostenga la rodilla entre las manos, lo cual le permitirá
familiarizarse con la posición de apertura del meimon.
✓ La respiración
La respiración se efectúa profundamente pero con ligereza. Inspire
profundamente, luego espere un momento para degustar bien su plenitud, como si
planease por los aires, y a continuación espire progresivamente. Al principio se
aconseja espirar en tres etapas sucesivas. Espire como si pronunciase los sonidos
«ha» y «fu», y luego «fu, fu, fu». En el primer tiempo de espiración, haga bajar la
sensación del ki hasta el nivel del pecho; en el segundo, hasta el plexo solar, y en el
tercero, hasta la parte inferior del vientre.
Cuando haya progresado, podrá efectuar la respiración sin marcar claramente
estas tres etapas. Pero empiece siguiendo estas indicaciones, ya que ello le ayudará a
regularizar la respiración.
Es importante efectuar el ejercicio de respiración a un ritmo regular. Si respira
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demasiado profundamente, a la segunda o la tercera vez quizá tendrá el ritmo
alterado. Encuentre primero la profundidad de respiración que le permita repetirla
con comodidad.
Para la aplicación marcial del método, el Dr. Yayama y yo hemos ideado un
conjunto de siete ejercicios de respiración: la respiración de integración, que
expondré más adelante. En los katas preparatorios para el shoshuten, sustituimos la
respiración simple por la respiración de integración.
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Formar una bola de ki
Después de cada kata, efectúe el ritsu-zen formando entre las manos la sensación
de llevar una bola de ki.
Para formar esta sensación, imagine que ha unido los extremos de los dos
pulgares y luego los de cada uno de los dedos con unos hilos invisibles. Una también
entre ellos los rokyu (centro de la palma). Cuando tenga la sensación de tener
ataduras lineales entre los dedos y entre los rokyu, rompa mentalmente la sensación
lineal de los hilos. Entonces tendrá la sensación más difusa y espacial de llevar una
bola entre las manos. Lo llamamos «la bola de ki». Usted puede intensificar esta
sensación con el ejercicio. Esta bola condensa su ki. Más adelante puede utilizarlo y
desarrollarlo con diversos ejercicios de kiko.
Si al principio no siente nada, no tiene importancia, ya que la sensación aparecerá
progresivamente con el ejercicio. Al cabo de cierto tiempo podrá formar esa
sensación en cuanto piense en ella. La bola de ki surge con el pensamiento.
Cuando haya efectuado la serie de los cinco ejercicios, forme una bola de ki entre
las manos. Entonces estará listo para practicar el shoshuten, ya que, gracias a los
ejercicios que acaba de realizar, la columna vertebral estará bien estimulada y
activada, y el ki será perfectamente activo en su cuerpo. Se han cumplido las
condiciones del shoshuten.
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Practicar el shoshuten
Con la bola que usted ha formado en las manos, simule las once estaciones
energéticas (chakras) como si las acariciase con una bola de verdad.
Es muy importante cultivar en primer lugar el camino descendente del shoshuten,
ya que al principio de la práctica del kiko puede suceder que el ki suba a la cabeza, se
estanque en ella y no vuelva a bajar. Entonces tendrá sensaciones desagradables:
zumbidos, pesadez, sensación de tener la cabeza hinchada e incluso náuseas… Para
evitar estos problemas, es importante empezar a partir del camino descendente del ki;
en cierto modo, esto corresponde a una puerta de seguridad en la práctica del shos-
huten. No debe efectuar el ascenso del ki hasta que sienta bien la sensación del
descenso.
De nada sirven las prisas, pues en un momento dado sólo podrá hacer lo que haya
adquirido en ese momento.
Como he indicado más arriba, por lo general en los hombres el ki desciende por la
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cara y la parte delantera del cuerpo, y en las mujeres, por la espalda. En algunos casos
es al revés, mas no se debe a anomalía alguna. Al practicar el kiko, es posible que el
sentido del shoshuten se modifique.
Cuando esté practicando el circuito completo del shoshuten y note algún malestar,
deje de hacer la vuelta entera y limítese al ejercicio en la dirección descendente. Sepa
que el descenso equivale a una válvula de seguridad.
Para quienes estén en una fase avanzada, el shoshuten se puede desencadenar tan
pronto como empiecen la práctica de los katas o del tai-chi chuan.
Para quienes no busquen conscientemente el kiko, sino que practiquen
principalmente el arte del combate, con la práctica de los cinco katas tendrán la
circulación activada al comienzo del entrenamiento. Así pues, la puerta del shoshuten
estará potencialmente abierta.
Termine el ejercicio del shoshuten con el shuko (ejercicio final). El shuko permite
volver al estado habitual de conciencia y de sensaciones corporales. Inspire
adelantando un pie, extendiendo los brazos oblicuamente por encima de la cabeza (las
palmas vueltas hacia arriba); luego espire bajando los brazos (las palmas vueltas
abajo) y doblando progresivamente las rodillas. Repítalo cinco veces alternando los
pies.
Luego vuelva lentamente las manos a la parte inferior del vientre y permanezca
tranquilo hasta que se sienta listo para otras actividades.
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¿Cómo conocer el sentido del shoshuten?
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con la bola de ki detrás de su espalda, luego desplácela hacia arriba y hacia abajo
como se ha indicado anteriormente. Si consigue formar la bola de ki, encontrará
fácilmente el sentido del shoshuten de la persona que está delante de usted. Es como
si usted introdujese la mano en una corriente de agua. En el sentido de la corriente la
mano se mueve sola y en el sentido contrario la mano encuentra una resistencia. La
sensación del ki es mucho menos palpable que la del agua, pero cultivando la
agudeza del ki, todo el mundo puede llegar a sentirla.
Se trata de una educación de la sensibilidad. Tenemos cinco sentidos cuya
agudeza está a menudo embotada a causa de la vida moderna. Las civilizaciones
modernas se basan en una racionalidad que deja poco espacio a las sensaciones
corporales. Creo que necesitamos otro tipo de racionalidad que se abra a ciertos
fenómenos ocultos.
Quienes practican el kiko descubren desconcertados los picores, hormigueos, el
calor o las sensaciones de dilatación en las manos. A lo largo de la práctica estas
sensaciones se hacen más fuertes y se desarrollan en las distintas partes del cuerpo.
Al principio, algunos se dicen que se trata de una impresión, de una idea, una ilusión.
Sin embargo, cuando estas sensaciones se hacen más fuertes y uno las aprecia con
más claridad, no puede continuar ignorándolas.
Cuando uno siente estas sensaciones en la mano, es porque el cerebro es capaz de
leer esta nueva información.
¿En qué consiste esta información y por qué es particularmente interesante
adquirir la capacidad de leerla?
En la práctica del kiko, el cuerpo está concebido bajo una forma dual: el cuerpo
físico y el cuerpo energético. El primero implica el cuerpo como materia y el
segundo, el cuerpo como entidad dinámica del ki. Los síntomas del cuerpo físico
también son manifestaciones diferenciadas del ki. La medicina china en cierto modo
intenta curar el cuerpo físico equilibrando el ki, que constituye el cuerpo energético.
«Desarrollar la agudeza del ki» significa, por lo tanto, formar la sensibilidad del
cuerpo energético, lo cual no es algo manifiesto al principio, dado que a la mayoría
de nosotros nos han educado para que concibamos la existencia corporal sólo a través
del cuerpo físico.
En el kiko, después de agudizar la sensibilidad al ki, aprendemos a movilizar, a
regular y a reforzar el dinamismo del ki a fin de asegurar nuestra salud y nuestro
bienestar.
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La columna vertebral y el shoshuten
Los ejercicios básicos son los cinco katas del péndulo, del pájaro, de la tortuga,
del dragón y del oso, que constituyen el encadenamiento preparatorio para el
shoshuten. Tienen como objeto estimular, enderezar, activar y reforzar la columna
vertebral. ¿Por qué hacemos esos movimientos?
El ser humano, al andar de pie, ha adquirido la posibilidad de efectuar unos
movimientos de la columna vertebral incomparablemente más variados que los de los
cuadrúpedos. Pero a menudo pensamos lo contrario. Es cierto que cuando miramos
cómo andan los perros y otros cuadrúpedos, o cómo corre un leopardo, vemos que
sus columnas vertebrales hacen movimientos ondulatorios; los peces también los
hacen. En comparación con los animales, el ser humano parece rígido. Pero si lo
examinamos atentamente, observamos que la columna vertebral soporta el peso del
cuerpo debido a la posición bípeda, es cierto; pero, por este hecho, la columna
dispone de posibilidades de movilidad variadas. Simplemente, el hombre moderno
está tan bloqueado que no es consciente de ello; está rígido.
Los cinco katas tienen como objetivo desbloquear nuestro cuerpo para que
exploremos todas las posibilidades que nos da la posición vertical. En general, no nos
damos bastante cuenta de la importancia de este hecho. Nuestra columna vertebral
está colocada verticalmente, no horizontal-mente como en los animales. Es la
condición básica del ser humano. La mayoría de los fisioterapeutas tratan los males
de los pacientes; parece como si considerasen que los hombres, al vivir de pie, están
condenados a tener problemas de espalda, es decir, están destinados a ser sus clientes.
Dicen a los pacientes: «Está muy arqueado, de modo que…»; pero ¿quién no está
arqueado? Decir eso no es la solución.
Al tratar a los pacientes, hay que proporcionarles un método que permita
fortalecer la espalda y la columna vertebral, que les ofrezca unas posibilidades
accesibles, pero eso es pedir demasiado a la vista de la formación actual en los
medios sanitarios. Pero es el punto de partida de nuestra práctica.
El ejercicio de los cinco katas implica ya un enfoque de activación del cerebro, ya
que es el cerebro el que dirige nuestro cuerpo. Si la movilidad del cuerpo está
reducida, ello es debido a la debilitación de los músculos y también al hecho de que
el sistema nervioso y el cerebro están «dormidos». Los cinco katas permiten despertar
esta red de mando. Además, la columna vertebral es la prolongación del cerebelo.
Llegar a ser capaz de realizar algo que uno no hacía antes significa una ampliación de
este sistema y un despertar del cerebro.
El shoshuten no es la circulación del ki (qi) por el cuerpo ni bajo la piel. Se trata
de la circulación de una capa de ki que envuelve la parte superior del cuerpo en
sentido vertical. La de una persona con buena salud es gruesa, y la de un enfermo es
fina y desigual. Mediante la práctica de los cinco katas, el ki del shoshuten se activa y
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se espesa, ya que el ki del shoshuten es el que envuelve el cuerpo.
Aquí se impone una precisión.
Si consulta un libro de acupuntura o de kiko (qi gong), encontrará la situación de
los distintos meridianos. En ellos, el shoshuten, o xiao zhou tian, se explica como la
circulación del ki o qi por los dos meridianos centrales, el nin myaku (jenm) y el toku
myaku (tumo). El primero pasa por delante del cuerpo y el segundo, a lo largo de la
columna vertebral. No obstante, esos mismos libros describen la dirección del ki (qi)
observada en cada uno de esos dos canales. Uno sube por delante y otro sube por
detrás. Por lo tanto, no puede ser una circulación continua, sino dos movimientos
paralelos. Entonces, ¿cómo podría el ki circular dando vueltas? Esta explicación no
es exacta, es preciso encontrar otra. La circulación del ki en el shoshuten debe tener,
pues, otra interpretación.
En la bibliografía clásica china, encontramos el aforismo: «quien domine el xiao
zhou tian (shoshuten) no conocerá la enfermedad». En efecto, si la corriente del ki del
shoshuten está bien establecida, la circulación del ki por los meridianos internos al
cuerpo se regulariza y las funciones corporales se equilibran. Es por ello por lo que el
shoshuten es importante.
Al tratar a los pacientes, el Dr. Yayama descubrió que el sentido de circulación
del shoshuten no es el mismo en la mujer que en el hombre, mientras que en las
enseñanzas chinas clásicas sólo se indica el sentido del hombre, es decir, el que sube
por la espalda y baja por la cara. Este sentido es el que se observa en cerca del 95%
de los hombres. El sentido femenino es el contrario. El Dr. Yayama expuso su
descubrimiento hace unos diez años durante un coloquio internacional sobre qi gong
en Pequín. Su artículo salió publicado en la revista especializada Qi gong chino.
Otras investigaciones han dado los mismos resultados, y en la actualidad numerosos
maestros chinos admiten el hecho de que el sentido del shoshuten es opuesto en la
mujer y en el hombre.
Cuando yo aprendía qi gong bajo la dirección de Suen koe Lee, éste no conocía el
fenómeno descrito y enseñaba el xiao zhou tian en un solo sentido, el del hombre, y
lo aplicaba también a las mujeres.
No obstante, como explica el Dr. Yayama, el sentido del shoshuten de una
persona no está fijado:
«En función del sujeto, el sentido del shoshuten se invierte de vez en cuando. A
veces, la persona cuyo shoshuten circula en el sentido femenino ve cómo esta
circulación se invierte en el sentido masculino a lo largo de su evolución en la
práctica del kiko. Cuando su shoshuten se haya estabilizado por completo, es bueno
practicar en el sentido inverso, lo cual permite reforzar el shoshuten y también
equilibrar la personalidad».
Teniendo en cuenta los límites de nuestro conocimiento del cerebro añade:
«Puedo decir intuitivamente que el kiko viene a ser una forma de control del cerebro.
Podemos explorar este ámbito».
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Así, por medio de la regulación del ki, el shoshuten permite equilibrar o mejorar
las funciones corporales y se orienta hacia una forma de control del cerebro.
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El ejercicio del cocodrilo
Además del shoshuten, nuestra primera etapa estuvo marcada por el ejercicio del
«cocodrilo». Este ejercicio consistía en reptar por el suelo sobre la barriga, moviendo
la columna vertebral a la manera de los cocodrilos. Su propósito es corregir y
fortalecer la columna vertebral. Según el Dr. Yayama, haciendo este ejercicio
podemos estimular la parte reptiliana, la más profunda del cerebro.
«Cuando uno se sumerge en este ejercicio, le cuesta hablar porque la parte
reptiliana del cerebro se activa, porque hacemos resurgir la motricidad y la energía
encerradas en lo más profundo de nosotros mismos. Es muy eficaz aplicar este
ejercicio a la reeducación de los minusválidos. Es bueno iniciar su reeducación
haciéndoles andar, pero la motricidad profunda puede despertar cuando se les hace
arrastrarse por el suelo como los cocodrilos. Incluso los deportistas de alto nivel
pueden mejorar sus resultados reptando. Mi método de reeducación empieza, pues, a
partir del cocodrilo (reptil); luego vienen los cuadrúpedos, como el tigre o el oso
(mamíferos), y a continuación los bípedos… »
Sus reflexiones a propósito del cocodrilo y de la supervivencia a lo largo de la
evolución son particularmente interesantes:
«Mire un esquema de acupuntura. Las líneas de los meridianos son muy
complejas y es difícil encontrar en ellas la lógica que gobierna este sistema de
circulación del ki (qi). En la génesis de la vida siempre hay una lógica, sólo que esta
lógica a menudo se nos escapa.
»Sabemos que para llegar al estado actual, el ser humano ha pasado por varias
etapas de evolución, y que nuestro cerebro está formado por tres capas. La más
profunda es la parte reptiliana. Sobre los circuitos complejos, volvamos a los
cocodrilos. Éstos reptan por el suelo. En ese estado, las partes expuesta y oculta son
diferentes. El yang de la espalda se expone al sol y el yin de la barriga toca el suelo.
Haga evolucionar esta imagen de cocodrilo dándole unas piernas y unos brazos más
largos, conformes al modelo humano, pero aplicados a un cocodrilo. Si imagina las
líneas de los meridianos del ser humano en ese ente imaginario, en él encontrará una
lógica simple de yin y yang.
»Como el hombre se tiene de pie, el ángulo de las piernas y los brazos respecto al
torso ha cambiado considerablemente, lo cual es
la causa de la complejidad de la línea de los meridianos. Fíjese en el vello de los
brazos y las piernas. El cambio de dirección del vello indica el paso de la parte yin a
la parte yang. La parte yin es la que toca el suelo cuando el hombre hace el cocodrilo.
»El ejercicio del cocodrilo permite activar, estimular, corregir y reforzar la
espalda y la columna vertebral; arrastrándonos de esa manera podemos estimular la
parte reptiliana profunda de nuestro cerebro, lo cual permite despertar y activar unas
funciones vitales dormidas en el hombre moderno.
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»Este ejercicio es una preparación excelente para mi método de daishuten».
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EL SIGNIFICADO DEL KIKO
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Para practicar el kiko con eficacia
Avanzar con eficacia en la práctica del kiko requiere una actitud intelectualmente
abierta.
Primeramente, quien se obstina en negar la existencia del ki nunca podrá explorar
este ámbito, porque desde el principio su sensibilidad sufre una limitación. Para
practicar con eficacia el kiko y progresar, hay que abrirse con agudeza a la sensación
del ki.
En segundo lugar, es preciso admitir que pueden existir otras formas de pensar
distintas a la nuestra. Se necesita cierta flexibilidad en la sensibilidad y en el
razonamiento.
En tercer lugar, dicho esto, conviene pensar en que la medicina tradicional china
se basa en una concepción del cuerpo distinta a la de la medicina occidental. Es cierto
que el cuerpo está formado por materia, pero también se concibe como cuerpo
energético. La medicina china se propone curar el cuerpo físico a partir del cuerpo
energético, y viceversa. Algunos médicos occidentales utilizan agujas de acupuntura
porque han constatado su eficacia. Ello no significa que acepten el pensamiento
médico chino. En la acupuntura el cuerpo energético es curado clavando en él agujas
sobre algunos puntos energéticos del cuerpo físico, cuerpo materia… La dualidad
cuerpo físico-cuerpo energético a menudo se entiende en las interpretaciones
demasiado rápidas como un fenómeno fijado o como un sistema de oposiciones. Hay
que comprenderla a la manera del tai-chi y del qi gong, de una forma dinámica según
la cual el cuerpo físico y el cuerpo energético se interrelacionan constantemente sin
que nunca haya una interrupción.
A veces se dice que los chinos descubrieron los meridianos del cuerpo gracias a la
disección de cuerpos vivos, pero estoy convencido de que no fue así. Según el Dr.
Yayama, algunas personas fueron capaces de visualizar los meridianos y sus
descubrimientos se fueron acumulando y se transmitieron. Dice esto basándose en su
experiencia personal, dado que él mismo ha llegado a percibir los meridianos de una
manera visual mediante la práctica de su método.
Por lo tanto, el cuerpo energético tiene su realidad interna que se manifiesta por la
circulación de los meridianos y los distintos centros energéticos que el Dr. Yayama
llama chakras, utilizando el término de yoga, ya que chakra designa un centro de
energía.
En relación al método, el Dr. Yayama me dijo:
«Como usted sabe, he creado mi método personalmente, empleando libremente
distintos conceptos y técnicas. Mi principal
preocupación era curar a mis pacientes; no disponía de tiempo para detenerme en
las imperfecciones de los conceptos o en el reconocimiento de las instituciones. Por
lo tanto, mi método de kiko no es una continuación directa y fiel del qi gong chino,
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sino que incluye diversos elementos: qi gong chino, budismo esotérico, yoga, artes
marciales, sintoísmo… Yo estudio y utilizo todos los elementos susceptibles de
hacernos descubrir lo que es el ser humano, la vida… ».
A partir de los chakras, podemos aspirar el ki del exterior y espirar el ki hacia el
exterior, podemos captar el ki y podemos reforzarlo. En suma, son centros de energía.
Para explotar el ámbito del ki y practicar eficazmente el kiko, es esencial, pues,
reconocer que somos materia física y a la vez cuerpo energético.
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El za zen y el ki
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piensa en nada más. Opino que a nuestro nivel, lo más eficaz para vaciar la mente es
asirnos a la sensación del ki. Cuando uno explora la sensación del ki cada vez más
profundamente, uno no piensa en nada, ya que sumergirse en la sensación del ki no es
compatible con el pensamiento especulativo. En otras palabras, si uno se sume en la
sensación del ki, no puede pensar; por consiguiente, puede escapar a los
pensamientos insignificantes.
Asimismo, cuando uno está nervioso o estresado, es inútil querer escapar de este
estado utilizando medios racionales, los razonamientos lógicos. Basta con sentir el ki
y, por ejemplo, practicar el shoshuten. Cuando uno consigue equilibrar el shoshuten,
entonces se calma y se tranquiliza, ya que es imposible equilibrar el shoshuten
estando nervioso o estresado.
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El ki y los ejercicios corporales
El Dr. Yayama ha mostrado varias veces una actitud crítica, si no hostil, hacia
ciertos métodos que desarrollan la capacidad de curar, por ejemplo el reiki.
Según él, este método permite desarrollar rápidamente aptitudes para curar
mediante el ki despertando las aptitudes potenciales que posee cada persona; no
obstante, como no implica una base corporal, no permite mantener el equilibrio de
quien ofrece los cuidados.
Durante el curso en París nos dijo varias veces:
«Pueden aprender a curar rápidamente con el ki, pero sin aprender a reponerlo. Se
trata únicamente de desprender ki para curar. De ese modo, pueden durar durante
todo el tiempo que su estado físico se lo permita y mientras mantengan su equilibrio.
Pero si están débiles o si curan a demasiadas personas, se arriesgan a perder su
equilibro a causa del agotamiento del ki. En esta situación no tendrán medios para
reconstituir su energía, puesto que sólo habrán abierto sus capacidades potenciales,
sin cultivar sus aptitudes con un sistema de ejercicios progresivos. He visto a varias
personas destruir su salud con esta práctica. La ventaja del método basado en los
ejercicios corporales es que se puede progresar con una seguridad total. Para hacer
alpinismo en alta montaña de forma segura, es preciso tener la posibilidad de utilizar
refugios y campamentos base. Si uno encuentra problemas a cinco mil metros, puede
bajar hasta un refugio situado a cuatro mil metros o se puede curar y, finalmente,
reanudar la marcha.
El método de desarrollo del ki mediante una práctica física progresiva equivale a
tener refugios para avanzar en alta montaña. El papel de refugio lo hace el cuerpo. Yo
mismo he progresado en la práctica del ki y he avanzado utilizando mi cuerpo como
antena. Éste es sensible, pero debe ser equilibrado y resistente. Así pues, los
ejercicios corporales son indispensables para avanzar por el camino del ki».
Basándome en lo que nos dijo el Dr. Yayama, entiendo este fenómeno de la forma
siguiente. En la práctica del kiko se estimula el cuerpo para poder estimular el
cerebro mediante una retroalimentación (feed-back). Nosotros no disponemos de
tantos medios para educar, para desarrollar directamente el funcionamiento de
nuestro cerebro, pero con los ejercicios corporales del kiko sí podemos estimular y
activar eficazmente el cerebro. Si uno consigue hacer movimientos nuevos, es porque
el cerebro ha sabido ordenar a nuestro cuerpo que los haga.
Alcanzar la capacidad de emitir ki significa que el cerebro es capaz de dar la
orden de emitir ki. Para decirlo de una forma empírica e intuitiva, seguramente se
trata de desbloquear algo en el sistema nervioso, que a su vez está unido al cerebro.
En cualquier caso, abordar el ki mediante la práctica física nos permite tener un
medio concreto, el cuerpo, para explorar un dominio oscuro. Si hemos construido
nuestra agudeza y nuestras aptitudes con una práctica física sistematizada, cuando la
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sensación se debilite y sintamos dificultades, siempre podremos apoyarnos en la
práctica corporal para encontrar de nuevo el buen camino.
No siempre somos capaces de discernir correctamente los fenómenos o los
objetos que son positivos o negativos para nosotros. La capacidad de nuestra corteza
cerebral para detectar estas cualidades es en principio bastante reducida; no obstante,
podemos pensar que la parte profunda del cerebro las capta con mayor precisión.
Aunque las capte, esta información no llega a la corteza y, como ésta no puede leerla,
la ignoramos. Mientras no tengamos medios para hacer llegar a la corteza cerebral las
informaciones captadas por la parte profunda del cerebro, en cierto modo estaremos
disociados en nosotros mismos. Pienso que el método de meditación del budismo
esotérico busca una forma de integración de las distintas capas del cerebro.
Pese a que las informaciones captadas por la parte profunda no lleguen a la
corteza, los músculos las registran y actúan en consecuencia. Opino que es ahí donde
reside la lógica del test o-ring. Si está implicado en un fenómeno positivo o si lleva
un objetivo positivo para usted mismo, el cuerpo energético se activa y el ki circula
mejor; en esta situación la capacidad muscular aumenta. Ante un fenómeno o un
objeto negativo sucederá lo contrario. En la práctica del kiko podemos constatar estos
hechos. ¿Qué significa todo ello?
Si la fuerza muscular aumenta, significa que los estímulos que van del cerebro a
los músculos se intensifican. Por lo tanto, el cambio de calidad del ki es interpretado
por el cerebro y el sistema nervioso, aunque no seamos conscientes de ello. La
modificación de la tensión muscular desempeña el papel de barómetro para medir la
calidad del ki. En este sentido, el cuerpo es la antena del ki. Así pues, hay que
aprender a escuchar al cuerpo.
Multiplicando las experiencias del test o-ring, podemos llegar a objetivar el
cambio de tensión muscular en la mano que forma un anillo. Cuando uno llega a ese
nivel, puede efectuar este test solo.
En la primera etapa forme un anillo con el pulgar y el índice de la mano izquierda
y manténgalo con una tensión muscular constante. Introduzca en el anillo el pulgar de
la mano derecha, y con él intente abrir el anillo. Así podrá evaluar la fuerza con la
que forma el anillo. Su mano derecha hace, pues, el papel del compañero. Este
ejercicio comporta una dificultad; no es fácil disociar las fuerzas de la mano izquierda
y de la mano derecha, de modo que es preciso multiplicar las pruebas.
Cuando logre realizar bien el test o-ring, empezará a sentir mejor lo que sucede en
los músculos. Sabrá si su fuerza decrece o aumenta sin necesidad de hacer una prueba
concreta. Yo no he alcanzado por completo este nivel de agudeza, pero estoy lo
bastante avanzado para entender a qué podemos aspirar con este ejercicio.
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El kiko y la actividad del cerebro
Cuando siento el ki, y cuando esta sensibilidad alcanza el punto en que noto con
certeza que realmente hay algo, mi estado mental es distinto del que tengo cuando
rechazo este tipo de sensación. No sucede lo mismo cuando capto el cuerpo
únicamente en su dimensión de materia. Cuando percibo el cuerpo energético, soy
distinto al que soy cuando me digo racionalmente que mi cuerpo es materia, que
puedo tocarlo. Dicho de otro modo, mientras no cambio mi estado mental, no puedo
abrir mi sensibilidad al cuerpo energético.
En mi caso personal ha sucedido que, cuando he sentido plenamente el cuerpo
energético, he dejado de razonar como de costumbre, he abierto plenamente mi
sensibilidad a un mundo distinto al de la lógica y me he sentido muy distendido
corporal y mentalmente. Continúo siendo la misma persona, pero en un estado
próximo a la meditación, desligado de las preocupaciones cotidianas, una persona en
la que la sensación del yo en tanto que ego casi se ha desvanecido. Cuando siento
plenamente el ki, la conciencia del yo no está ahí, estoy vacío.
El Dr. Yayama escribe:
«Sabemos que todas las células vivas tienen actividad eléctrica… Podemos medir
los distintos modos de actividad del cerebro gracias al electroencefalograma.
Habitualmente clasificamos las ondas cerebrales en cuatro categorías:
— Las ondas beta, de 12 a 40 hertzios, aparecen cuando realizamos una actividad
dinámica: ojos abiertos, leer un libro, calcular.
— Las ondas alfa, de 8 a 12 hertzios, aparecen cuando estamos relajados, con los
ojos cerrados.
— Las ondas zeta, de 4 a 8 hertzios, surgen cuando estamos adormecidos, con los
ojos cerrados.
— Las ondas delta, de 0, 5 a 4 hertzios, se dan cuando estamos en un estado de
sueño profundo.
Lo que diré tal vez no lo admita todo el mundo, pero es lo que he constatado al
asociar mi experiencia de kiko a la utilización de un aparato que permite medir las
ondas del cerebro.
Quienes han practicado la meditación o el kiko durante muchos años saben
controlar el cerebro de un cierto modo y hasta un cierto punto.
Quienes han cultivado los chakras de manera que pueden emitir y absorber el ki
por los chakras desprendiendo muy pocas ondas beta (o casi ninguna) cuando hablan
con alguien o cuando leen libros.
Quienes han adquirido la capacidad de curar a alguien a distancia son capaces de
alcanzar un estado en el que el espíritu es profundo; en este estado las ondas beta y
alfa casi han desaparecido, y las ondas zeta son despreciables.
Cuando proyectamos la energía del ki sobre alguien y le comunicamos esta
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energía, el funcionamiento de los dos cerebros está próximo durante el tiempo de
comunicación del ki.
La práctica del kiko modifica la forma de actividad del cerebro. Por ejemplo, si
uno está nervioso, es poco eficaz intentar calmarse por propia voluntad, mediante un
razonamiento; en cambio, sí se puede lograr controlando el ki.
Quienes han alcanzado el nivel de daishuten casi no desprenden ondas beta y alfa.
Si interpretamos este hecho de acuerdo con la clasificación indicada anteriormente,
durante todo el tiempo viven en un estado mental próximo al sueño. Cuando estas
personas hacen cálculos complejos o leen, las ondas beta y alfa sólo aparecen
fugazmente, como si la capacidad de información hubiese aumentado y no gastasen
mucha energía en ondas beta y alfa; estas personas son capaces de resolver problemas
con poco esfuerzo.
Desde el punto de vista de la actividad del cerebro, lo que llamamos estrés
corresponde a un estado en el que las informaciones están mal estructuradas.
Alcanzar el nivel daishuten significa entonces llegar a ser capaz de organizar y
estructurar las informaciones del cerebro.
Cuando la actividad de la corteza se estabiliza en ondas zeta o gamma, la parte
profunda del cerebro que está asociada a la regulación vital se activa; las funciones
inmunitarias, hormonales y el sistema nervioso autónomo son estimulados; la
capacidad de resistencia a las enfermedades o de curación aumenta».
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El zero search
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extremo allá donde le duela, lo cual ya es eficaz.
Para equilibrar el ki, puede colocar el aparato delante de usted y colgarse la
varilla en el cuello de modo que lo lleve colgando en el pecho. Ello hará que descanse
y le ayudará a sumirse en una meditación profunda, ya que el aparato influye
directamente en las ondas cerebrales.
¡Este aparato es genial! Pero no he logrado utilizarlo como lo hace el Dr. Yayama.
«Es normal», dijo, «hay un método para utilizarlo como yo lo hago. En Japón ya
he formado a unos cincuenta médicos que saben utilizarlo para curar a sus pacientes,
lo que demuestra con la práctica la objetividad de mi teoría. Mi sueño es formar a
diez mil médicos capaces de utilizar el zero search. Si cada uno de los mil médicos
transmitiese este método, los conceptos médicos cambiarían…»
Me mostró uno de los ejercicios que yo podía hacer a continuación. Colocó
horizontalmente dos grandes pilas de un voltio y medio una frente a otra, con el polo
+ de la primera contra el polo — de la segunda, y entonces dijo:
«Primeramente, cree un receptor sensorial juntando dos dedos, el índice y el
corazón. El índice de la mano derecha es yang y el corazón es yin; poniéndolos uno
junto a otro, usted forma un receptor sensorial de carácter neutro. Por medio de ese
receptor, tantee en primer lugar el espacio que rodea al polo +. ¿Nota algo?
»No sentirá nada con la prolongación de su sistema sensitivo porque no "puede"
sentir nada allí donde "en apariencia" no hay nada. Para percibir algo allí donde "en
apariencia" no hay nada, hay que cambiar nuestro programa sensitivo. Es ahí donde
se encuentra en muchas personas el primer bloqueo; es una elección. Gire el receptor
en el sentido de las agujas del reloj y luego en sentido contrario; compare las
sensaciones. Verá la diferencia si su receptor es lo bastante sensible, es decir, si usted
ha desarrollado lo bastante la sensibilidad al ki. La energía eléctrica emana del polo +
describiendo una espiral en el sentido de las agujas del reloj. Por consiguiente, si,
situado enfrente, usted describe un círculo en el sentido de las agujas del reloj, es
decir, en el sentido opuesto, notará una resistencia. En cambio, si sus dedos, el
receptor, se mueven siguiendo el movimiento espiral de la energía eléctrica que sale
del polo + de la pila, no apreciará resistencia, sino que sentirá que el receptor es
llevado por la energía eléctrica. »
Ir en una dirección es afirmar que el cuerpo es materia y sólo materia, que no hay
nada más que aquello que podemos ver y tocar; el ki no existe.
Ir en la otra dirección exige un cierto cuestionamiento de nuestra sensibilidad
dormida. Allí donde no hay nada en apariencia, usted puede sentir algo muy sutil, una
forma de calor, de humedad o algo que es difícil designar, puesto que atribuirle un
nombre significaría que uno lo ha captado con una conciencia especulativa, lo cual no
es el caso en nuestra cultura.
Cuando usted hace movimientos en un sentido, tal vez sienta una sensación
minúscula de resistencia o de ir contra una corriente. Si advierte algo, al principio
dirá que es una idea, no la realidad. Pero si continúa, si va más lejos, llegará a
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decirse: «Realmente noto algo sutil, diría que muy sutil, pero lo noto de verdad».
Repitiendo este tipo de experiencia y de entrenamiento, usted llegará a cuestionar
ciertas formas de sensibilidad que no han obtenido un lugar legítimo en nuestra vida
cotidiana. Es el principio del aprendizaje del zero search.
Según el Dr. Yayama: «El estrés es la causa de un gran número de enfermedades.
El estrés no se puede eliminar sólo con la mente. El ejercicio físico es indispensable,
puesto que vivimos con nuestro cuerpo. Luchando contra el estrés se puede llegar a
una forma de filosofía, ya que ello nos lleva a pensar en la razón por la que vivimos
con un cuerpo.».
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El alcance del test o-ring
Con el test o-ring hemos visto que hay un ki positivo y un ki negativo que se
expresan por sus efectos sobre el cambio de las tensiones musculares. El ki positivo
suaviza el sabor de los alimentos, alivia los dolores, flexibiliza y fortalece los
músculos. Con esta característica del ki, usted puede hacer las pruebas siguientes.
Active el chakra de la frente, a veces llamado el «tercer ojo». Mire el objeto del
que quiere conocer la naturaleza del ki, luego aspire en un acto imaginario el ki de
ese objeto a partir del tercer ojo. También puede hacerlo sosteniendo el objeto en la
mano. Si puede aspirar el aire más profunda y fácilmente que de costumbre,
considerará que el ki de este objeto es positivo, ya que podemos pensar que los
músculos, entre ellos el diafragma, han sido flexibilizados y fortalecidos, lo cual da
como resultado un aligeramiento de la respiración.
En cambio, si siente cierta dificultad para respirar y tiene la sensación de que el
aire no entra profundamente, puede considerar que ese objeto tiene un ki negativo
para usted.
Puede desarrollar sus aptitudes para aplicar este método practicando por etapas
con diversos objetos, pinturas, fotos, seres humanos u objetos en el espacio. Al repetir
este ejercicio, progresará en el discernimiento de las cualidades del ki. Puede
asociarlo con el test o-ring. Para juzgar el ki de una persona, debe comprender que el
resultado de la valoración variará en función de diversos elementos: su estado de
salud, su humor, la longitud de onda del ki entre aquélla y usted…
Cuando haga pruebas con objetos o pinturas, el resultado variará según la
personalidad de la persona que las juzgue.
El dicho «cada oveja con su pareja» tiene una explicación desde el punto de vista
del ki. Cuando usted esté con alguien cuya longitud de onda de ki sea parecida a la
suya, respirará mejor, lo cual le incitará a acercarse a ella espontáneamente.
El espacio en el que domina el ki positivo atrae a las personas y el espacio
dominado por el ki negativo las aleja.
Si desea progresar en kiko, jugar entre amigos con el ki le resultará útil. La
sensibilidad al ki forma parte de su vida cotidiana.
Durante el curso de 1998 estuve en el museo del Louvre con el Dr. Yayama. Al
entrar en el museo me dijo:
«Vamos a medir el ki de los pintores que hicieron estas obras. Su ki es variable,
¿sabe?».
Me enseñó a realizar sólo el test o-ring. El principio de este ejercicio consiste en
medir el cambio de la fuerza muscular y se ha presentado anteriormente (véase la
página 50).
«Al principio es un poco difícil. Cuando uno se acostumbra, es muy práctico.
Progresando en este método, conseguirá valorar el ki del objeto o de la persona sin
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necesidad de hacer ningún movimiento.
»He aquí mi procedimiento. Me sitúo delante de un cuadro. Lo miro intensamente
con los ojos y también con mi tercer ojo. Creo la sensación de mirarlo únicamente
con el tercer ojo, por el cual lo aspiro.
»Al mismo tiempo, formo un anillo con el índice y el pulgar de la mano izquierda
y aplico una tensión constante. Introduzco en este círculo el pulgar de mi mano
derecha y ejerzo fuerza para abrir el círculo con la base del pulgar —la parte más
próxima a la palma—, ya que ahí la fuerza es más constante. La dificultad reside en
el hecho de que usted debe desempeñar un doble papel. Hay que lograr objetivar las
tensiones musculares que ejerce usted mismo. »
Continuó así:
«Haciendo un gran número de experimentos como éste conseguirá interiorizar la
prueba, que se convertirá en un reflejo. Entonces podrá valorar el ki del objeto
pensando en respirarlo con el tercer ojo, y centrará su atención en el cambio de su
tensión muscular, aunque no haga nada en particular. Evidentemente, hay que
practicarlo muchas veces…».
Pasamos el día mirando cuadros y esculturas. Ante la Gioconda de Leonardo da
Vinci se detuvo un momento y comentó:
«Ahora entiendo por qué este cuadro es tan famoso. La gama de colores es mucho
más rica que en cualquier otro cuadro y desprende un ki muy positivo. Mirando las
reproducciones no podía saberlo».
Un pintor estaba copiando el cuadro. Al ponerse detrás del pintor, hizo la prueba
y me dijo:
«Compara el ki de la copia y el del original».
A decir verdad, no lo pude juzgar con la misma claridad que él, pero a base de
repetirlo con él, empezaba a observar las diferencias.
Al bajar a las plantas de escultura, el Dr. Yayama miraba en particular el dorso de
las obras. Tomamos varias fotos de esculturas famosas, pero sólo de espaldas.
Así, la visita al museo del Louvre para mí fue una ocasión inesperada de recibir
una lección de ki.
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El budismo esotérico y el kiko
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que gobierna estas sensaciones.
Sin duda se habrá dado cuenta de que en las estatuas de Buda éste siempre tiene
las manos de una cierta manera, muy particular. Cuando medita en za-zen, usted
coloca las manos en una posición particular. ¿Por qué se debe adoptar una postura y
una disposición de las manos particulares al meditar? A menudo se explica que se
trata del símbolo del estado de iluminación de Buda.
Si usted progresa realmente en kiko, notará cómo el ki recorre su cuerpo.
Entonces comprenderá que la forma y la posición particulares de las manos tienen
una función práctica y no simbólica. Cada dedo tiene una energía, ki, particular y su
extremo funciona como una antena que se abre al exterior del cuerpo.
En la mano derecha el extremo del índice corresponde al norte magnético y es
yang, de donde sale el ki; el dedo corazón corresponde al sur y es yin, donde entra el
ki; el anular es como el índice, y el meñique como el corazón. La mano izquierda es
lo contrario de la derecha y el pulgar de una mano tiene un carácter doble o neutro.
Así pues, si usted forma un anillo con el índice y el pulgar de la mano derecha, el
ki circula del índice hacia el pulgar. Si usted forma un anillo con el corazón y el
pulgar, el ki circula del pulgar hacia el corazón. Con la mano izquierda sucede a la
inversa.
Juntar las manos con los dedos y las palmas planas equivale a unir el norte y el
sur, el yin y el yang, es como unir los meridianos de las manos. La corriente de ki en
el cuerpo se equilibra entonces. Opino que ésta es la razón por la que en cualquier
cultura y religión se reza uniendo las manos de la misma forma. Desde este punto de
vista, el estudio de las formas de las manos de las esculturas de Buda es interesante
para la búsqueda del kiko.
El Dr. Yayama afirma:
«El ejercicio que hacemos para notar el ki en las manos y para emitir el ki a partir
de las manos es el más eficaz de los ejercicios para activar el cerebro o más bien para
despertar el sistema nervioso dormido».
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El entorno interno del cuerpo
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terrestre gracias a unas minúsculas partículas de magnetita que tienen dentro de su
cabeza.
»La glándula pineal del ser humano le permite captar el campo magnético, pero
sin que sea consciente de ello. Si se practica para captar la energía del ki, se llegará
progresivamente a captar informaciones mínimas que escapan a la sensibilidad de los
cinco sentidos ordinarios.
»El hombre es un conglomerado de materias, al mismo tiempo que un cuerpo
energético por el que circula el ki. Cuando la circulación del ki se acentúa, la
capacidad muscular aumenta; cuando la circulación del ki es frenada, la capacidad
muscular disminuye. Podemos constatar este fenómeno con el test o-ring.
»Por un lado, se puede decir que un mismo acontecimiento puede desencadenar
en diversas personas unas actividades cerebrales más o menos similares a las que
están asociadas unas ondas. Por otro lado, tengo la intuición de que el entorno, los
objetos y el propio espacio registran las ondas producidas por los acontecimientos
naturales o sociales.
»Por ejemplo, tomando una piedra procedente de un lugar histórico, puedo
percibir qué tipo de acontecimientos están registrados en esa piedra. Las piedras
utilizadas por los hombres en calidad de útiles registran su energía, su vida. Nunca
son neutras. Los objetos que encontramos en los anticuarios encierran muy
claramente esta energía; lo que sucede es que no nos han educado para poder leer o
notar estas ondas registradas en los objetos. Practicando el kiko, podemos adquirir
progresivamente este tipo de sensibilidad que los hombres probablemente poseían en
la Antigüedad, cuando la actividad de su corteza cerebral estaba poco desarrollada».
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El kiko en la vida
Desde hace generaciones, los japoneses viven en una naturaleza rica y están
acostumbrados a sentir en ella la energía del ki. Denominan kegaré, sinónimo de
«impuro», a la situación en la que el ki disminuye y acaba por agotarse; llaman
iyashiro a la situación inversa, en la que el ki abunda. La falta de ki está considerada
como impura, sucia, negativa para la vida.
He aquí como el Dr. Yayama ve la situación.
«En el budismo esotérico se efectúa una ceremonia del fuego (goma) frente a la
cual los seres modernos racionales tienen un sentimiento desconcertante. Lo entiendo
muy bien, ya que se parece a la que he vivido muchas veces cuando curaba a mis
pacientes proyectándoles el ki, yo que soy un médico formado por la medicina
occidental.
»Cuando trataba a enfermos proyectándoles el ki, algunos de mis condiscípulos
me criticaban: "¿No te da vergüenza curar a tus enfermos como un chamán, tú que
eres un médico cirujano de un gran hospital?".
»Sin embargo, me sentía animado, porque podía curar a mis pacientes
proyectándoles el ki, y ello de una manera constante y repetitiva. Proseguí mis
investigaciones diciéndome: "No puedo explicar del todo por qué puedo curar de este
modo, pero como hay unos hechos concretos, tengo una base más que suficiente para
ahondar en mis investigaciones. Quiero saber las razones por las que puedo curar a
mis pacientes por medio del ki…".
»Hoy en día podemos hablar del ki sin encontrar obstáculos sociales. Pero la
energía de conciencia (horiki) no es reconocida socialmente a causa de la posición
social de la religión. Pese a ello, estoy convencido de que el centro de la transmisión
del monje Kukai era un método para dominar la energía de conciencia. »
Somos conscientes de que vivimos tomando alimentos, pero somos poco
conscientes de que vivimos «incorporando» imágenes, ideas y sentimientos que
modulan la calidad del ki. En la vida cotidiana estamos expuestos a multitud de
estímulos que también modulan la calidad del ki. La práctica del kiko nos enseña a
dominarlos para formar ki de forma positiva.
Si usted quiere mal a alguien, será usted quien sufra las consecuencias en primer
lugar, en cuanto lo haya pensado, ya que el mal que usted ha ideado se registra en su
cerebro antes de su realización y esta información, por mínima que sea, será
absorbida en algún lugar de sus células.
Al practicar el kiko, podemos darnos cuenta de que la fuerza muscular aumenta
cuando la circulación del ki se ve favorecida y disminuye cuando es frenada. En este
caso es deseable entrenarse en artes marciales aprendiendo a dirigir el ki en una
dirección positiva y a fortalecerlo.
Si consideramos la práctica de las artes marciales a lo largo de toda la vida, es
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preferible, pues, que practiquemos alimentándonos de ki positivo, bañándonos en el
ki positivo. Ello nos permitirá ser eficaces en la práctica.
Si vemos desde esta perspectiva la búsqueda de la eficacia en artes marciales,
comprenderemos por qué de la tradición de las artes marciales ha surgido
espontáneamente una forma de moral o de ética. La moral es una consecuencia
directa de la búsqueda de la eficacia. No se trata ni de la yuxtaposición ni de la
superposición de una moral a las artes marciales, sino de una creación que les es
inherente. Hoy en día pocas artes
marciales se practican con la noción de ki. Los deportes de combate marcial no
tienen nada que ver con la búsqueda del ki. Por lo tanto, los discursos morales deben
introducirse en ellos por medio de la educación.
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EL KI APLICADO A LAS ARTES MARCIALES
El centro de mis investigaciones siempre ha sido las artes marciales. He
experimentado distintas escuelas sin encontrar un método de artes marciales que me
pareciese satisfactorio. En cada etapa de mi búsqueda del ki he intentado aplicar mis
progresos a la realización de las técnicas de combate, lo cual no siempre ha sido fácil.
Al ir acumulando la experiencia de combates con casco y guantes, cuando un
adversario quería lanzar un ataque empecé a sentir una zona ligeramente blanca,
como una neblina dirigida hacia mí a partir de su cuerpo. Esa zona correspondía al
espacio que era peligroso para mí, donde su ataque podía alcanzarme. Situándome
fuera de esa zona, estaba seguro. En los momentos del combate que no eran cruciales
no percibía esa sensación. Si me fiaba de esta percepción, mis combates eran seguros.
¿Es eso una expresión del ki? No puedo afirmarlo, tal vez sea una sensación
puramente subjetiva.
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El ki y el combate
Practicar la lucha con casco y guantes implica choques; la experiencia de este tipo
de combate da lugar a una anticipación difícil. Ante ella he observado dos actitudes: o
bien huir o bien hacer frente a la realidad anticipada. En el sistema sin contacto
muchos de los que creen haber adquirido una experiencia del combate no han
superado esta actitud de huida: mientras la lucha no comporte choques, construyen un
bello edificio de dominio y de control de sí mismos. Recibir golpes en la cara derriba
esta especie de orgullo que se apoyaba en una ficción, lo cual hace que se desmorone
una cierta autoimagen. Para muchos, esto es tan penoso que rechazan la nueva forma
de lucha o abandonan. Otros se aferran a la práctica de la lucha y el miedo se traduce
en agresividad y crispación, siéndoles difícil controlar sus golpes. Finalmente, están
los que se enfrentan a la anticipación de los golpes y logran superar el miedo con la
aplicación de técnicas. Así pues, parece que el sistema de combate sin contacto a
menudo se basa en un miedo no superado.
Desde el principio de mi práctica marcial, en kárate, quise desarrollar mis
aptitudes de combate. Practiqué con mucha frecuencia lucha libre con distintos
adversarios, lo cual me dio cierta confianza en mi capacidad para la lucha. A finales
de la década de 1980 experimenté otra forma de combate en la que se dan golpes
directos. Ante esta nueva forma de enfrentamiento, admito que me sentí perturbado y
me planteé la manera en que practicaba la lucha. Para superar este problema empecé
a estudiar la forma de lucha en la que se dan los golpes sin ninguna retención, en
lugar de las formas de lucha en las que uno contiene los golpes y habla de control.
Enseguida comprendí que lo que llamamos «control» no es más que un bloqueo
psicológico; no se trata de un verdadero control, lo cual implicaría poder tocar
modulando el impacto o no tocar. Dominar la fuerza del impacto es la base de un
verdadero control.
Al principio empecé a luchar sin protección. Pronto tuve que rechazar este
modelo, ya que ninguno de mis alumnos lo podía soportar. Enseguida introduje un
casco de boxeo, y luego guantes de distintos modelos. Al poco consideré que no
bastaba con el casco de boxeo, sobre todo porque utilizábamos guantes ligeros. Yo
mismo modelé una docena de cascos distintos y por fin encontré uno que me satisfizo
temporalmente. Empecé a hacer ejercicios de lucha todos los días con casco y
guantes. La primera constatación que hice con mis alumnos es que, cuando uno lucha
dando golpes, el grado de cansancio es mucho mayor que en el combate en el que uno
«controla» los golpes.
Es cierto que la lucha produce cansancio, pero es apasionante. Yo hacía una hora
de lucha o más con mis alumnos cinco días por semana, y a menudo siete días a la
semana. Cuando más tarde, hacia el año 2000, enseñé este tipo de lucha a unos
estudiantes en Japón me dijeron:
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«Nosotros solemos hacer ejercicios de lucha durante una hora sin problemas, pero
con su forma de lucha no podemos soportarlo más de cinco minutos».
El kiko me permitía una recuperación rápida y aprendía a descansar con método.
En aquella época, durante un año y medio o dos pasé una semana al mes en Japón
para dar unos cursos. Hay ocho horas de diferencia horaria con Francia. En cuanto
llegaba a Japón, empezaba el curso con ejercicios de lucha; al volver a Francia, iba
directamente del aeropuerto al dojo para dar una clase. Tenía que estar siempre en
forma. Sin embargo, padecía insomnio desde la infancia. Durante ese período
agotador aprendí a dormir con método: fue sencillo, apliqué el shoshuten en el avión,
en el tren, en suma, en cada momento en el que tenía la posibilidad de descansar. Así,
experimenté la eficacia de este método y la calidad de mi shoshuten aumentó.
Situé la lucha libre con protecciones en el centro de mi práctica marcial durante
unos doce años. A lo largo de esa etapa hice alrededor de cuatro mil horas de
ejercicio de lucha libre. Mi técnica de combate se vio modificada en profundidad.
Probé y examiné todas las técnicas de combate que había estudiado hasta entonces, y
las probé contra adversarios de constituciones y disposiciones diferentes. Examiné
asimismo las técnicas de distintos kata y constaté con claridad hasta qué punto la
mayoría de los kata de kárate modernos se apartan de la realidad y son ineficaces para
desarrollar las capacidades en el combate. Me dije: «He investigado durante muchos
años y he invertido un gran número de horas en la práctica. Si no llego a comprender
el sentido de un kata, la mayoría de las personas que tienen menos experiencia que yo
tampoco lo podrán entender.
Por lo tanto, no es que el kata encierre una significación profunda que uno no
entiende, sino que está deformado». De este modo, basé mis criterios de valoración
de mis capacidades basadas en mis progresos. Si más de treinta años de experiencia
continuada no permiten entender el sentido y la utilidad de un kata, es que éste no
tiene ninguna importancia. Pienso que estoy capacitado para juzgar y explicar por qué
un kata es interesante y otro no lo es. He formado un repertorio técnico, para mi uso
personal y también para utilizarlo de manera pedagógica.
Así es como constituí el Jisei-budo asumiendo la responsabilidad de la validez de
las técnicas que enseño. Me baso en la aportación de la tradición japonesa y china,
pero no tomo las referencias de la identidad de mi arte marcial de una escuela
preexistente.
El estudio del ki ha desempeñado un papel importante. Me ha convencido de que
actúo correctamente. Mi método permite desarrollar los tres ámbitos: la salud, el
bienestar y la eficacia en el arte del combate. Según lo que busque cada uno, este
método se puede aplicar para:
— fortalecer directamente la salud con la práctica del kiko,
— desarrollar el bienestar con la práctica del tai-chi,
— mejorar la eficacia en el arte del combate.
Partiendo de mi práctica, he analizado y evaluado diferentes elementos: la
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vertiente algo oculta del tai-chi chuan, el principio del yi chuan, el kárate, el sable
japonés. He hecho una síntesis de todo ello para formar unos registros técnicos
eficaces que son directamente aplicables al combate a la vez que permiten trabajar el
ki.
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La respiración de integración
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arriba. La punta de los dedos, el hyakue, la columna vertebral y el sacro forman una
línea vertical. Luego espire lentamente bajando las manos, con las palmas dirigidas
hacia abajo.
Evoque la palabra libertad
Con la sensación evocada por esta palabra, inspire profundamente describiendo
un gran círculo. Con los brazos abajo, levántelos primero hacia el interior, por delante
del cuerpo, luego bájelos por el exterior, a un lado y otro del busto, hasta formar con
éste un ángulo de cuarenta y cinco grados hacia arriba. Abra bien el rky de cada mano
extendiendo las palmas hacia el exterior. En ese momento, los ysen (puntos de
acupuntura en la planta de los pies) también están abiertos. En el apogeo de la
inspiración, mantenga esta posición un momento, luego espire lentamente bajando las
manos, con las palmas dirigidas hacia abajo, describiendo un círculo.
Evoque la palabra creación
Con la sensación evocada por esta palabra, junte las puntas de los dedos a nivel
de la parte inferior del vientre, con las palmas dirigidas hacia arriba, e inspire
profundamente levantando las manos verticalmente. Mientras inspira, vuelva las
palmas hacia arriba a la altura del pecho y continúe inspirando levantando las manos
hasta por encima de la cabeza; en el apogeo de la inspiración, mantenga esta posición
un momento. Luego espire lentamente describiendo un círculo, con las palmas
dirigidas hacia el exterior. También en esta respiración mantenga la sensación de
apertura de los rokyu y de los yusen.
A continuación se dan algunas indicaciones que se pueden asociar a la técnica de
respiración.
1. Respire como una esponja.
La esponja está sucia. Usted la sumerge en agua pura; la esponja se empapa
completamente. La aprieta y la suciedad se va con el agua. Cada vez que la aprieta, el
agua pura limpia la esponja.
Mediante esta imagen usted purifica cada célula de su cuerpo con cada
respiración.
2. Cuando inspire, reúna el ki en la columna vertebral y, con la espiración, llévelo
a la parte inferior del vientre (tanden). En una etapa ulterior, al inspirar reúna el ki en
la columna vertebral y en el tanden y, al espirar, difunda el ki por todo el cuerpo.
3. Inspirando, usted absorbe el ki a partir de toda la superficie del cuerpo y lo
reúne en el tanden pasando por la columna vertebral. Con la espiración, usted difunde
el ki por todo el cuerpo.
Para la respiración, la relajación general del cuerpo es importante.
Cuanto más se relaje, más beneficioso le resultará el ejercicio. Practique con la
imagen de oxigenar cada una de las células de su cuerpo.
Atención: para este ejercicio de respiración, busque una sensación agradable sin
efectuar ninguna retención. Hay un ejercicio de respiración larga que precisa una
técnica particular de descompresión. No hay que confundirlo con éste. En un primer
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momento procure sólo respirar de forma agradable. La práctica del kiko se concibe
únicamente con una cierta duración.
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Los chakras en el método del kiko
En el año 2000, justo antes del curso de mayo en París, el Dr. Yayama me
telefoneó:
«Tengo para usted un método de refuerzo de energía para las artes marciales.
Pienso que es un descubrimiento. Se trata de transformar todas las articulaciones del
cuerpo en chakra…».
Con este preámbulo, esperé su llegada con gran impaciencia.
He aquí la lógica de este método.
Para entrenarse eficazmente en artes marciales se necesita un método eficaz. Este
método se puede obtener gracias al análisis de las aptitudes que poseería el
practicante ideal. ¿Cuál sería el funcionamiento del cuerpo del practicante ideal,
capaz de utilizar al máximo los recursos de su dinamismo corporal?
Todos los movimientos son producidos por los músculos que hacen mover las
articulaciones. Los movimientos del cuerpo son movimientos de las articulaciones:
éstas son enlaces del dinamismo. Así pues, es preciso que todas las articulaciones
funcionen de forma óptima y, si ello es posible, hay que aumentar su número. Sin
embargo, el número anatómico de las articulaciones es fijo. Por lo tanto, hay que
construir articulaciones técnicas además de las articulaciones anatómicas, y todas
ellas deben funcionar en un grado óptimo.
Lo hemos visto más arriba, el Dr. Yayama, como en el yoga, considera los
chakras como los centros principales de la energía. Según esta definición, basta con
transformar en chakras todas las articulaciones anatómicas y técnicas para obtener
unas cualidades dinámicas óptimas. Éste sería el cuerpo del practicante ideal.
Un chakra —centro de energía— es un centro que capta y que desprende ki.
El método consiste en formar una bola de ki sobre cada chakra. Forme la bola de
ki efectuando movimientos circulares sobre tres planos: frontal, vertical y horizontal,
y ello sobre cada una de las articulaciones. Así podrá generar la sensación de
presencia de una bola.
Pero lo importante en todos estos ejercicios es el estado mental con el que los
haga. Si no los acompaña con sensaciones de imágenes según el objetivo definido, se
pueden limitar a ser una simple gimnasia. Ahí está la diferencia fundamental entre el
kiko (qi gong) y la gimnasia suave.
Por ejemplo, hoy en día la eficacia del método del yi chuan suele ser reconocida
en el ámbito de las artes marciales. El método principal del yi chuan es permanecer
de pie e inmóvil. Pero si no se asocia una actividad mental a la postura inmóvil,
¿cómo se puede cultivar el desarrollo de las aptitudes en combate si éste por
definición es dinámico? No se trata de permanecer inmóvil sin más. Mientras el
cuerpo permanece inmóvil, la mente hace su trabajo. Lo esencial de este método es
activar la mente en una postura en apariencia inmóvil.
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Asimismo, el ejercicio que tiene como objetivo formar y reforzar los chakras
requiere un trabajo mental. Puede situar los chakras en las articulaciones siguientes:
muñeca, codo, hombro, cadera, rodilla y tobillo.
Además, puede formar chakras técnicos en la parte inferior del vientre (tanden),
en la espalda a la altura del ombligo (meimon), en el plexo solar, en el esternón y por
debajo de la garganta.
Para cada una de estas articulaciones, cultive, desarrolle al mismo tiempo la
movilidad y el ki para que cada una de ellas pueda ser un centro energético
equivalente a un chakra.
Por ejemplo, para practicar con el chakra de la parte inferior del vientre (tanden),
forme una bola de ki en sus manos. Aquí es preciso recordar la noción básica del
kiko: tenemos un cuerpo físico y un cuerpo energético. Hay un doble trabajo: el del
cuerpo físico y el del cuerpo energético.
Coloque la bola de ki en la parte baja del vientre (tanden). Imagine que esta bola
es sostenida por las manos del cuerpo energético. Al mismo tiempo, forme entre las
manos del cuerpo físico una bola de ki y sosténgala delante de la parte inferior del
vientre. En esta situación, si cierra los ojos, tendrá la sensación de tener cuatro
manos: dos energéticas, imaginarias, y dos físicas, concretas.
Efectúe movimientos circulares en los tres planos diez veces o más: frontal,
vertical y por último horizontal. Para hacer este ejercicio más concreto, puede
recordar, en el movimiento frontal, la imagen arcaica de un cocodrilo que se desplaza
inclinándose a un lado y luego al otro en medio de un barro tibio; para el movimiento
vertical, imagine un tigre que se encoge y luego salta, y para el movimiento
horizontal, la imagen de un hombre que camina. Así, efectuando movimientos
circulares en las tres direcciones, puede crear la sensación de tener una bola de ki en
la parte inferior del vientre (tanden). En este ejercicio lo importante es imaginar
intensamente, mover las manos con precisión y crear unas sensaciones en la parte
inferior del vientre donde tienen lugar estos movimientos, asociando la respiración al
movimiento.
De esta manera puede formar chakras sobre las articulaciones anatómicas y sobre
las técnicas; entonces podrá cultivar unas cualidades dinámicas superiores siguiendo
un método formado con el modelo del cuerpo del practicante ideal.
Al enseñarme este método, el Dr. Yayama me preguntó:
«¿Cómo hay que denominar este método? Lo he ideado pensando en su práctica.
Su método es el Tokitsu-ryu Jisei-do, es decir, el Jisei-do de la escuela de Tokitsu.
Le propongo, pues denominarlo Jisei-kiko».
Esta aportación que me hizo el Dr. Yayama para mí es de una gran importancia.
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El sentido del yi chuan
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hemisferios derecho e izquierdo están entonces en resonancia, en un estado muy
calmado —el estado de vacío—, lo cual permite que surjan múltiples capacidades
potenciales relativas a la vida. En este estado mental el pensamiento gana fuerza.
Es mi forma personal de entender el sentido del yi chuan.
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Una apertura
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cualquier adversario…».
Esta frase encierra una indicación muy importante para reflexionar sobre el
método.
He aquí dos ejemplos relativos a Wang Xhiangzhai. 1. Al aceptar el desafío de un
practicante, previamente le dijo: «Haré que
se siente en ese diván».
En efecto, proyectó a su adversario sobre el diván que había señalado.
Lo repitió dos veces.
2. Durante el ejercicio de tui shou con un amigo, que también era un gran
practicante, lo proyectó verticalmente, de modo que su cabeza rompió el techo.
Levantar a una persona de estatura normal y proyectarla verticalmente requiere
una fuerza considerable. ¿Cómo pudo hacerlo Wang Xhiangzhai partiendo de la
posición de tui shou?
Guo Yunsen, el maestro de Wang Xhiangzhai, tenía la costumbre de recibir a sus
alumnos sentado en un banco de su jardín. De vez en cuando se divertía diciendo a
uno de ellos: «Toma mi brazo», y con un pequeño movimiento seco lo proyectaba
hacia atrás hasta la puerta de su jardín.
Los ejemplos de este tipo son numerosos y, aunque tienen un componente de
exageración, creo que no carecen de fundamento.
En yi chuan se atribuye esta eficacia a la fuerza explosiva que uno busca. Pero,
digan lo que digan, esta fuerza es limitada. Pienso que ciertas proezas sólo se pueden
explicar si previa e inconscientemente uno ha convertido a su adversario en
«cómplice» del efecto buscado por la técnica.
En este sentido, recuerdo una anécdota referente a Yamaoka Tesshu, maestro del
sable del siglo XIX.
En su juventud era famoso por su fuerza y sus aptitudes técnicas. Pero hacia los
veintisiete años atravesó un período difícil, ya que empezó a tener dificultades para
vencer a sus condiscípulos, a quienes antes dominaba fácilmente. Tras unos días de
reflexión, comprendió cuál era la causa y se dijo:
«¡Vaya idiotez! Lucho con mis adversarios y les hago fuertes. Soy yo quien les
hace poderosos, pese a que lucho contra ellos…».
De ello se deduce que hay que luchar después de debilitar al adversario.
Esta anécdota me resultó muy instructiva, ya que en combate uno choca a
menudo con un adversario fortalecido, no debilitado. Es uno mismo el que lo ha
reforzado. Es difícil darse cuenta de ello durante la lucha. En la aplicación de la
energía hay una especie de ondas que se suceden. Si uno lanza una acción en un
momento en el que su energía está baja y la del adversario está en su punto álgido, el
efecto es el mismo que si lo hubiese reforzado. A un nivel superior pienso que es
posible crear una reacción del adversario a partir de la interferencia del ki. En el caso
de K. Nishino esta interferencia se basaba en la concordancia implícita del maestro y
de sus alumnos. En los ejemplos que acabo de citar la interferencia del ki es lo
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bastante fuerte como para imponerse a un adversario que se resiste.
Si usted no cree en el efecto de la acción mental o del ki, puede enfocar este
hecho a partir de la cadencia exteriorizada. Bastará con intentar descubrir el instante
en el que la cadencia gestual y respiratoria del adversario se altera para lanzar el
ataque. Intente descubrir el momento en el que el adversario es relativamente débil
para realizar un ataque.
Si percibe, aunque sea poco, el efecto del ki, puede ir más lejos y asociar
sistemáticamente el trabajo del ki a la técnica, es decir, proyectar el ki antes de atacar.
La calidad de su combate tal vez cambie con ello.
El Dr. Yayama me animó:
«Es su ámbito de investigación. Yo podré ayudarle, pero mi campo es la
medicina. Si usted logra crear este método, no será solamente un gran paso adelante
en artes marciales, sino también en la concepción misma del cuerpo y de la mente del
hombre…».
No pretendo en absoluto la realización de esta idea grandiosa. Pero la perspectiva
me resulta sumamente estimulante y alentadora.
Para llegar a un nivel en el que uno sería capaz de emplear la fuerza de la
conciencia, hay que superar la dimensión en la que sólo la fuerza física es el factor de
eficacia. Una práctica realizada profundizando en el ki implica un entrenamiento
cotidiano regular que se extiende a lo largo de toda la vida.
En las artes marciales hay una profundidad y una altura que se debe buscar a
cualquier edad. Actualmente vivimos una época en la que la longevidad aumenta. En
las situaciones de guerras frecuentes o de inseguridad hay que ser eficaz rápidamente
incluso en perjuicio de la salud, incluso arriesgando la vida. Hoy en día, en las
regiones más desarrolladas las condiciones de vida permiten plantearse una
investigación sobre uno mismo a largo plazo.
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SALUD Y BIENESTAR, LOS FUNDAMENTOS DE LA
EFICACIA: EL JISEI-BUDO
Para continuar explorando y avanzando, hay que asegurarse de poder practicar el
arte durante toda la vida; la salud es, por lo tanto, indispensable. No basta con que la
práctica de un método sea compatible con la salud, sino que también debe reforzarla.
Es la clave de mi método, en el que se integra el método del kiko, principalmente el
del Dr. Yayama.
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El ki y la eficacia del tai-chi chuan
Crear las condiciones para una buena salud repercute en nuestro bienestar. En mi
método ésta es la función del tai-chi chuan, que constituye la prolongación del kiko.
Desde este punto de vista, es una aplicación dinámica del kiko.
Sin embargo, no haré un elogio incondicional de la práctica actual del tai-chi
chuan, ya que ésta sólo es fértil si se le asocian elementos de kiko
o de qi gong. En otras palabras, si el tai-chi no los incluye, su práctica no puede ir
más allá de una simple gimnasia suave.
¿Por qué?
Baste con recordar rápidamente la razón de la eficacia del tai-chi a partir de su
origen histórico.
Contrariamente a lo que se suele pensar, el tai-chi chuan no es una disciplina muy
antigua. Según mis investigaciones, su formación es relativamente reciente. Surgió
hacia 1870 a partir del saber técnico de diferentes escuelas tradicionales, entre otras
la del templo Shaolin, y de la filosofía del tai-chi, de gran antigüedad. De ahí deriva
el error acerca de su antigüedad. Se popularizó en China entre finales del siglo XIX y
comienzos del siglo XX.
Por un lado, los maestros o practicantes de esta disciplina han destacado en
combate. Por otro, el aspecto filosófico y sutil de este arte, sobre todo en lo que
respecta al qi (ki), ha seducido a personas de alto rango. La vertiente «gimnasia de
salud y del bienestar», basada en la sensación sutil del ki, se ha desarrollado mucho.
Ha formado la mayoría de las corrientes actuales del tai-chi chuan y se ha reforzado a
lo largo del tiempo, aunque esta tendencia ahora domina y representa la imagen
social de la disciplina. No podemos ignorar que esta particularidad del tai-chi a veces
contribuye a la formación de grupos de tendencia sectaria.
La sensibilidad de las personas que practican un tai-chi de gestualidad lenta y
prolongada se evapora en la atmósfera de varias series de movimientos imprecisos de
significados inciertos. Es justamente su lado impreciso y difuso lo que atrae a ciertas
personas. A mi entender, para que el tai-chi sea una disciplina rigurosa, es preciso
practicarla siguiendo unos criterios de eficacia: el de la salud, el del bienestar o el del
combate. Creo que un conocimiento mínimo del kiko (qi gong) es necesario para
obtener resultados tangibles en materia de salud y de bienestar, ya que la eficacia en
este ámbito es sutil.
En las artes marciales, en cambio, el criterio de la eficacia es más claro e
inmediato, ya que para ser eficaz en el arte de la lucha, sobre todo en combate de
contacto, por lo menos hay que adquirir cualidades de velocidad y de fuerza; ningún
método de combate es fiable si no nos permite cultivar y desarrollar estas cualidades.
En la práctica, el resultado en el combate saltará a la vista, ya que recibir golpes es la
manera como uno pierde, mientras que para ganar hay que ser capaz de asestar golpes
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al adversario. Uno no se puede conformar con una impresión indefinida, lo cual es el
caso cuando se busca la salud y el bienestar.
Como he dicho anteriormente, el tai-chi chuan era una disciplina de combate de
contacto eficaz. Ahora bien, hoy en día el tai-chi chuan se conoce por su faceta de
movimientos lentos y suaves.
¿Cómo se pueden cultivar y desarrollar las aptitudes de velocidad y fuerza si uno
practica de manera lenta y flexible? Es una pregunta fundamental para hacer del tai-
chi un método marcial eficaz. Dicho de otra forma, mientras no dilucidemos esta
cuestión de exigencias aparentemente contradictorias —mejorar la velocidad
mediante la lentitud y aumentar la fuerza con la suavidad—, a mi juicio el tai-chi
chuan no será fiable como método de lucha.
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El zheng li o la integración de tensiones concurrentes
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efectúa el tai-chi, más se refuerza esa sensación. Es una de las razones fundamentales
por las que el tai-chi se efectúa con lentitud. En este ejercicio los músculos están
relajados, pero no completamente relajados como lo están de forma habitual; están
profundamente activos sin tensión aparente, aunque listos para contraerse en
cualquier momento. La lentitud del gesto deriva de la realización de este tipo de
tensiones complejas. En otras palabras, si ejecuta lentamente el tai-chi sin vivir estas
tensiones complejas, el resultado no puede ser más que una gimnasia suave.
Recordemos que tai-chi chuan significa «boxeo del tai-chi». El tai-chi es un
concepto de la filosofía china que remite al estado original del universo que integra
un dinamismo continuo entre los dos elementos complementarios del yin y el yang.
Recordemos también la puntualización que ya hemos hecho sobre el concepto del
zheng li. Podemos decir que es una expresión corporal del yin y el yang. En este
sentido, es la calidad y la intensidad del trabajo sobre el zheng li las que determinan
el valor del tai-chi chuan.
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Convergencia del tai-chi y del ritsu-zen
La puesta en práctica del zheng li está en el centro del ejercicio del ritsu-zen. En
el ritsu-zen la práctica del zheng li se efectúa con unos movimientos cuya
envergadura se reduce al mínimo. Es por ello por lo que, visto desde el exterior, quien
hace ritsu-zen parece inmóvil; pero en realidad efectúa constantemente movimientos
sutiles. En efecto, durante el ritsu-zen los músculos están relajados, pero el sistema
nervioso asociado se halla en plena actividad. Los músculos de las piernas y de los
hombros trabajan cuando estamos simplemente de pie, pero este ejercicio va dirigido
ante todo al sistema nervioso. Cuando uno está cansado, puede bajar los brazos,
relajar la mente y continuar de pie. El cambio aparece sólo porque uno baja los
brazos, pero la alteración del estado mental difícilmente es visible desde el exterior.
De este modo, en la práctica del ritsu-zen usted alterna el reposo y la acción
interiores. El mismo modo se aplica en principio a la práctica del tai-chi, en el que la
intensidad de trabajo radica en la forma de dirigir la mente y no en el grado de
tensión muscular.
Así pues, en el método que se basa en el zheng li se intenta formar y desarrollar
las aptitudes para la lucha reforzándose uno mismo a partir del sistema nervioso, y no
sólo con los músculos, como en el deporte.
A continuación consignamos una frase famosa de Wang Xiangzhai, fundador del
yi chuan:
«El movimiento lento es superior al movimiento rápido.
La inmovilidad es superior al movimiento lento.
Busca el movimiento en la inmovilidad».
Se trata de la enseñanza del zhan zhuang (ritsu-zen, para nosotros) con el cual
propone buscar el zheng li.
El método del yi chuan se construye de la forma siguiente:
— El zhan zhuang (ritsu-zen): inmovilidad aparente.
— El shi li: literalmente «prueba de fuerza» pero más precisamente «prueba de
las tensiones múltiples», que se efectúa con movimientos lentos. Este ejercicio
comporta un ejercicio de desplazamiento lento: masabu.
— El fa li: «explosión de fuerza» (asociada con el ejercicio del sonido, shi
sheng).
— El tui shou: ejercicio de presión con las manos manteniendo el contacto entre
los brazos de los dos adversarios.
— El combate.
Los dos primeros ejercicios están considerados esenciales, representan más del
80% del entrenamiento en este método. La frase de Wang Xiangzhai que acabo de
citar se refiere a estos dos ejercicios. El ejercicio de fa li es una puesta a prueba de las
cualidades cultivadas y desarrolladas por los dos primeros ejercicios que ayudan a
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reforzar el zheng li. El tui shou es la preparación para el combate.
El ejercicio de shi li, formado por una serie de movimientos lentos, tiene como
objeto practicar tensiones múltiples, examinándose. Cuando uno lo efectúa de forma
condensada, la envergadura del movimiento disminuye y tiende hacia una postura
poco móvil, luego casi inmóvil y acaba por convertirse en el ritsu-zen. La frontera
entre el shi li y el ritsu-zen no es clara. Es por ello por lo que se califica de ritsu-zen
«muerto» la postura realmente inmóvil y de ritsu-zen «vivo» la postura en apariencia
inmóvil pero que implica movimientos sutiles que tejen múltiples tensiones en el
cuerpo. La combinación de las tensiones corresponde a la activación del zheng li.
En general, uno se inicia en el yi chuan con el ejercicio del zhan zhuang (ritsu-
zen) y luego se aprende el shi li, pero en algunas corrientes este orden se invierte.
Uno se acostumbra a la sensación del zheng li con la práctica del shi li, y a
continuación, condensándolo, se aprende a practicar el zhan zhuang. Así, podemos
poner de relieve que el método del ritsu-zen tiene como principal objetivo cultivar y
desarrollar la calidad del zheng li. El estudio de la calidad del ritsu-zen, al igual que
la del tai chi, nos lleva a una reflexión sobre el zheng li.
En la medida en que logramos poner de manifiesto la significación y el cometido
del zheng li en el tai chi y en el método del ritsu-zen, podemos percibir una zona de
convergencia de los dos métodos. También comprendemos la razón por la que las
escuelas clásicas utilizan estos dos métodos paralelamente.
Como acabamos de ver, en el método del yi chuan el ejercicio zhan zhuang (ritsu-
zen) ocupa un lugar central, luego viene el ejercicio shi li, un movimiento lento y
fluido. En el método del tai-chi viene primero el ejercicio de las secuencias de
movimientos lentos, el equivalente al shi li, que a continuación se completa con el
ejercicio zhan zhuang (ritsu-zen).
Por lo tanto, encontramos componentes similares en los métodos llamados
internos.
Desde esta perspectiva, el shi li del yi chuan converge con el método del tai-chi
en el trabajo del zheng li. Hay varias formas de ejercicios del shi li, pero no están
codificados como las secuencias del tai-chi. Sin embargo, si sabemos observar con
atención lo que ocurre dentro del cuerpo durante los ejercicios del tai chi y shi li, no
podemos dejar de encontrar una semejanza. No es por casualidad por lo que muchos
practicantes del tai-chi practican ritsu-zen o yi chuan.
El concepto práctico de zheng li es importante para elaborar un método de
ejercicios corporales. Se trata de una elaboración cualitativa del funcionamiento del
cuerpo. Los músculos funcionan recibiendo órdenes procedentes del cerebro.
Habitualmente, ponemos en práctica este esquema a partir del trabajo muscular;
efectuamos la educación del sistema nervioso a partir de gestos explícitos. Repitiendo
movimientos más o menos cansados intentamos fijar y reforzar el sistema de órdenes
que emana del cerebro. En cambio, el trabajo del zheng li se propone cultivar
facultades corporales a partir de este sistema de órdenes, basándose en una postura o
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en movimientos en los que la tensión muscular se reduce al mínimo.
Este método permite mejorar la calidad técnica sin efectuar movimientos rápidos
y fuertes. Es una de las razones por las que se abre a posibilidades de práctica a largo
plazo.
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Los niveles de comprensión
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saber en su cuerpo. Para abordar esta etapa, hay que apoyarse en un concepto práctico
que remite a «cómo sentir el propio cuerpo» o «cómo construir una sensación con la
que producir un movimiento». En mi método, los ejercicios de zheng li facilitan este
paso.
Cuando uno practica artes marciales o deportes de combate, piensa que la dureza
del entrenamiento es algo «normal». Entrenarse en serio implica superar el dolor, el
cansancio, la fatiga, el miedo, la angustia…, en resumen, construir las cualidades
implica una forma de sufrimiento. Para hacerse fuerte, uno tiene que pagar un precio
«elevado». Aunque la práctica presenta algunos aspectos agradables, el grueso del
ejercicio se sitúa en el lado opuesto al placer.
En las artes marciales la relación psíquica está estructurada según el modelo
paterno. El maestro o el profesor representan la imagen del padre.
Al ver que te animan, al soportar sus críticas, uno lucha contra la imagen del
padre con la que uno se quiere identificar. Hacerse fuerte significa llegar a ser como
el padre y querer ser capaz de eliminarlo, de ahí la culpabilidad y la necesidad de
castigarse. Por lo tanto, los entrenamientos duros son necesarios: recibir golpes y
múltiples formas de padecimiento. En suma, el entrenamiento tiene un carácter de
«castigo». Uno tiene que castigarse, puesto que intenta llegar al nivel del padre o
incluso eliminarle.
En la adquisición de las cualidades y la fuerza necesarias para las artes marciales
y los deportes de combate, este esquema parece evidente. Explorando la Danza de la
energía he comprendido que no representa la vía única, sino que es una consecuencia
de nuestra vida regida por el principio paterno. En la medida en que nuestra forma de
vida y nuestro concepto del cuerpo están profundamente impregnados de este
principio, no me parece que haya una alternativa. Sin embargo, nuestra existencia
encierra otras posibilidades. Lo he comprendido explorando la Danza de la energía y
elaborándola como método.
Voy a precisarlo.
En un primer momento me di cuenta de que con la Danza de la energía podía
reforzar mi fuerza marcial tanto, si no más, como centrando el ejercicio en el ritsu-
zen. Como ya he dicho, la práctica del ritsu-zen me resultaba muy dura, mientras que
con la Danza de la energía no siento ni tengo la sensación de enfrentarme a una
práctica dura, sino que se presenta como lo contrario del sufrimiento. Al practicarla,
al principio sentía una forma de culpabilidad, ya que no me castigaba y, pese a ello,
mi fuerza aumentaba. Podía fortalecerme en artes marciales sin un entrenamiento que
me castigase. Este descubrimiento me extrañó. Reflexioné observando lo que sucedía
en mí durante la Danza de la energía.
Hemos visto que si con el método del ritsu zen uno puede cultivar la fuerza
marcial, sobre todo la fuerza «explosiva», es debido al despertar y a la activación del
sistema nervioso que controla los músculos. No se trata de aumentar la musculatura,
sino de lograr que funcione mejor, con una coordinación mejor. Para ello, uno se
apoya en el yi, una actividad mental que produce una sensación concreta en el cuerpo,
Con los ejercicios de kiko hemos visto que el movimiento circular de una mano
desplaza el ki. Éste avanza en espiral haciendo un movimiento circular en el sentido
de las agujas del reloj y regresa con un movimiento de sentido contrario. Describir el
número 8 en el espacio aleja y atrae el ki. Repetir este gesto equivale en cierto modo
a implicarse con el ki.
Pero no se trata de describir cualquier forma de 8. Empiece describiendo el
número 8 varias veces seguidas con una mano y luego con la otra. Descríbalo
manteniendo la palma vuelta hacia arriba, como si llevase un vaso de agua sin verter
ni una gota. Aprenderá a efectuar este ejercicio acentuando diferentes direcciones.
Ejecutando el movimiento con rigor, sentirá que activa numerosas articulaciones:
hombros, omoplatos, codos, muñecas, dedos, caderas, rodillas, tobillos y también lo
que yo llamo las «bisagras»: el emplazamiento de los chakras. La ejecución correcta
de este movimiento le permitirá activar el conjunto de los meridianos.
Es el primer ejercicio preparatorio para la Danza de la energía.
A continuación, haga este gesto con las dos manos simultáneamente. Entonces
creará en el espacio dos campos energéticos complementarios. Al efectuar las series
de movimientos, varíe la velocidad de la formación de los círculos y también su
forma, dimensiones, ángulo y altura. Forme así una interferencia compleja de campos
energéticos en el cuerpo y en el espacio. Luego éstos arrastrarán todo su cuerpo en
unos desplazamientos encadenados, variables en cuanto a forma, velocidad e
intensidad, que constituyen una danza.
Al avanzar en la práctica, observará que los movimientos de los miembros
superiores son la consecuencia de unos movimientos más internos de su cuerpo, sobre
todo los del tórax y los de la espalda.
En una fase más avanzada efectuará movimientos activando sucesivamente cada
uno de los chakras. Tomemos el ejemplo del meimon: en el interior de su cuerpo,
forme dos esferas de ki situadas a ambos lados del meimon. Siempre siguiendo el
modelo del ocho, empiece a hacer mover esas dos esferas que hacen nacer los
movimientos de los miembros. A continuación haga lo mismo con los otros chakras.
Estos movimientos activan de forma natural el tórax y la espalda, lo cual puede crear
múltiples sensaciones de presencia y de movimiento de otras esferas de energía. Los
movimientos de dos o más esferas a cada lado de los chakras son complementarios.
La sensación de las esferas de energía se forma y fortalece con la práctica del método
del kiko.
Aprenda a activar estas esferas; es una sensación agradable. Sólo tiene que seguir
sus movimientos. La expresión de la energía es múltiple y siempre resulta agradable.
Ya sabe que en acupuntura se pretende curar las enfermedades equilibrando la
energía que circula por los meridianos. En la Danza de la energía; se estimula y se