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M14 U3 S7 A2

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M14. U3. S7. Actividad 2.

Temas y
conflictos en el Derecho Internacional
Público.

Estudiante: Fernando Avila Castro.


Matrícula: ES162000250
Escuela: UnADM.
Programa educativo: Licenciatura en Derecho.
Nivel: Licenciatura.
Módulo 14: Internacionalización del Derecho en su ámbito público.
Unidad 3: El Derecho Internacional Público ante los desafíos actuales.
Sesión 7: Problemáticas internacionales.
Actividad 2: Temas y conflictos en el Derecho Internacional Público.
Docente: Mtro. Alberto Vega Hernández.
Fecha: 17 de septiembre de 2018
Desarrollo
La experiencia mexicana en la solución de controversias internacionales

Presentación del problema

Tratado de Libre Comercio entre México y las Repúblicas de El Salvador, Guatemala y


Honduras

Registro Sanitario

INFORME Final del caso El Salvador vs México-Medidas vigentes y/o tendientes para el
otorgamiento del registro sanitario y acceso a medicamentos.

El 29 de junio del año 2000 se suscribió el Tratado de Libre Comercio entre los Estados
Unidos Mexicanos y las Repúblicas de El Salvador, Honduras y Guatemala (TLC). En la
misma fecha se suscribieron por parte del Doctor Herminio Blanco Mendoza, Secretario de
Comercio y Fomento Industrial de México, y el Ingeniero Miguel Ernesto Lacayo, Ministro
de Economía de la República de El Salvador, las cartas de entendimiento (Cartas Paralelas)
en relación con los procedimientos para otorgar el registro sanitario para los bienes que lo
requieran de conformidad con el capítulo XV, Medidas Relativas a la Normalización, del
TLC.

Estrategias establecidas encaminadas a la solución

“México publicará, en un plazo no mayor de dos años a partir de la entrada en vigor del
Tratado, las reformas necesarias para permitir que los fabricantes de medicamentos de El
Salvador, Guatemala y Honduras, directamente, o por conducto de sus comercializadores
o distribuidores, puedan solicitar, y en caso de cumplir con los requisitos establecidos en la
legislación nacional, obtener el registro de medicamentos en condiciones que garanticen el
trato nacional, de conformidad con el artículo 15 – 10 del Tratado.” (DOF, 2006)

El Derecho Internacional Humanitario

Presentación del problema

Debido a la crisis que ha vivido Colombia en estos últimos años, ha generado la intervención
de la comunidad internacional en el desarrollo de estrategias que tiendan a disminuir la
pobreza y el caos generado por la guerra. En relación a esto, merece la pena resaltar que
el proceso de internacionalización de los principales problemas del conflicto se vio
alimentado por cuatro elementos: la globalización, el problema mundial de las drogas
ilícitas, la crisis humanitaria y la situación del medio ambiente.
El país ha vivido una serie de hechos —el proceso de elecciones de 1990 durante la cual
fueron asesinados tres candidatos, el incremento del poder de los grupos al margen de la
ley como los guerrilleros, narcotraficantes, paramilitares, entre otros, y la recesión
económica de los últimos años— que "sumados a la globalización, pusieron el problema
colombiano en la agenda internacional, y a su vez produjeron una internacionalización de
los principales problemas nacionales". Pese a todos estos problemas de gran relevancia, el
tema de los desplazados es tal vez uno de los más preocupantes, generando así la
intervención de organismos internacionales.

Estrategias establecidas encaminadas a la solución


Por todos los problemas presentes del país, se llevó a cabo una reunión de coordinación y
cooperación internacional realizada en Cartagena, en la cual se empieza a registrar el
aumento de recursos de cooperación internacional, algunos de los cuales se reorientaron
hacia áreas prioritarias en el país como el desarrollo productivo y alternativo, el
desplazamiento forzoso, la asistencia humanitaria y el fortalecimiento del Estado social de
derecho. De acuerdo con las cifras reportadas por la Dirección de Cooperación
Internacional de la Agencia Presidencial para la Acción Social y la Cooperación
Internacional, hubo un incremento sustancial de los desembolsos efectivos de cooperación
(ayuda oficial de desarrollo) de 125 a 350 millones de dólares. De estos recursos, 95
millones de dólares se han reorientado hacia las mayores necesidades en el país.
A nivel interno se han aumentado los recursos de cooperación y se ha conseguido una
mayor coordinación con los países y organizaciones que hacen parte del Grupo de los 24
o G–24, hecho que ha facilitado la interlocución e identificación de áreas prioritarias para
Colombia con los países y organizaciones cooperantes. En el transcurso de 2005, la acción
social realizó 42 reuniones bilaterales con la mayoría de las fuentes de cooperación en el
país. (Giraldo, 2008)
Globalización e integración económica
Presentación del problema

Globalización e integración de América Latina

En la actualidad, el mundo se encuentra sumergido en constantes procesos de cambios y


avances en distintas área de la vida humana, la cual ha provocado una transformación
sistémica de ámbito mundial. Dicha transformación ha engendrado un nuevo orden
capitalista el cual ha ido evolucionando y creciendo a medida que el hombre busca
satisfacer sus necesidades inmediatas. Producto de estos cambios que enmarca al ciclo
post-moderno, el proceso de globalización es el “ser procreado” que ha condicionado y
configurado los escenarios para una nueva “revolución industrial”

En este sentido, la globalización se inicia por la creciente necesidad de consumo y auge en


las relaciones comerciales, la búsqueda de expansión, crecimiento y consolidación de una
ideología, la cual ha conformado el actual comercio internacional y el moderno sistema
económico.

El paradigma globalizador ha promovido un proceso cultural dinámico donde las fronteras


han ido desapareciendo y redefiniéndose constantemente; así se puede observar cómo la
humanidad se ha ido transculturizando en el campo económico, político, científico,
tecnológico, cultural, cibernético, entre otros.

Sin embargo, el fruto de la globalización neoliberal que lideran y defienden los grandes ejes
e imperios de dominio económico, político y financiero a escala mundial, ha incrementado
la desigualdad y la brecha existente entre los países y ha provocado una expansión de la
pobreza, de la exclusión, de la sobreexplotación de recursos.

Así pues, a pesar de que la globalización se ha ido solidificando y condensando dentro del
sistema económico mundial, ha sido centro de muchas críticas, no sólo desde la periferia
sino también desde su mismo yacimiento.

Dado el grado de polarización hegemónica que se manifiesta en el mundo y dado el conflicto


y la disyuntiva generada por el pensamiento ideológico que subyace a la globalización,
surge la necesidad de reformular, retomar y plantear nuevas ideas y debates estratégicos
entre las naciones más afectadas por el proceso.
Estrategias establecidas encaminadas a la solución

Es necesario reorientar las políticas internas de tal forma que se enfoquen, no en evadir el
actual proceso, sino en afrontarlo y poder crear las bases y cimientos para insertarse y
adaptarse a los constantes cambios mundiales.

En este orden de ideas, dicha realidad permite proponer y buscar una vía alternativa al
proceso de globalización, ya que los problemas que impactan a la mayoría de las
economías se agudizan y se transmiten rápidamente; es por ello que el proceso de
integración se presenta como una política que se discute con asiduidad ya que dicha
estrategia busca que las economías suprimidas por el actual contexto mundial puedan
entrar firmes en el plano de un desarrollo sustentable y sostenido que sea además armónico
y simétrico con el resto de las economías desarrolladas, para poder equilibrar y subsanar
la desigualdad que predomina y se acrecienta en algunos países.

En efecto, la integración se concibe como una estrategia que va más allá de una óptica
centrada exclusivamente en el ámbito comercial; implica además una corriente donde el
desarrollo humano y el bienestar de los pueblos sean el norte de todos los objetivos.

No obstante, en América Latina el proceso de integración ha avanzado lentamente con


relación a las condiciones dentro de las cuales se desarrollan sus economías.

Ello, sin embargo, no implica eludir o ignorar los esfuerzos e intentos que se han manejado
en algunas regiones; se ha comenzado por tomar esta iniciativa como una salida viable y
factible a la actual situación de recesión e inestabilidad del crecimiento mundial.

Es por ello que se considera urgente y necesario plantear dentro del proceso de
planificación regional de cada país esta política, como mecanismo que pueda, no sólo
neutralizar los efectos nocivos, sino también fortalecer y absorber los efectos positivos del
inevitable proceso de globalización.

Actualmente, se tiene un panorama propicio para impulsar y reforzar la integración regional


en América Latina y en otras economías vulnerables y subdesarrolladas.

La conformación del ALCA (Asociación de Libre Comercio de América), ALADI (Asociación


Latinoamericana de Integración), UE (Unión Europea), MERCOSUR (Mercado Común
Suramericano), MCCA (Mercado Común Centroamericano), CAN (Comunidad Andina de
Naciones), los TLC (Tratado de Libre Comercio Norteamericano), entre otras, son
convenios y acuerdos comerciales que representan la “piedra angular” de una nueva
estructura económica mundial futura, si se desarrollan dentro de las leyes y normas
establecidas.

Para que dicha política se lleve a cabo, se deberían tomar medidas y decisiones que giren
en torno a las necesidades y exigencias de cada uno de los miembros del proceso, de forma
tal que este sea equitativo y defienda, además, los intereses de cada una de las partes sin
perjudicar a otros; es decir, que no sea un “juego de suma cero”.

Así pues, se afirma que es casi imposible que economías débiles y sensibles exploren
caminos y tomen decisiones individuales dado que la incidencia política y económica para
influenciar en el sistema internacional es poco efectiva.

Es por este motivo que la integración ofrece los “planos” para edificar las economías futuras,
permitiendo así que dicha construcción sea un proceso de ingeniería conjunta que permita
desarrollar un bloque con potencialidades y capacidades, de manera tal que estas regiones
puedan conformar e integrar el actual comercio internacional y disfrutar de sus beneficios.

Se debería entonces emprender dentro de cada nación la integración regional, en conjunto


con la modernización de las economías, coordinando las políticas gubernamentales, que
articulen y coadyuven el modelo económico y social adecuado; se debe igualmente abrir
negociaciones y acuerdos que “integren” los objetivos de los Estados y que éstos permitan
a los países excluidos ser parte del “concierto internacional”, el cual, en la actualidad está
un poco desafinado.

Es conveniente e importante argumentar que el proceso de integración tiene cierto grado


de complejidad, ya que para abrir paso a una verdadera consolidación e integración entre
diferentes regiones, es necesario lograr cierta simetría entre los diversos sistemas
económicos.

De lo contrario, los efectos que se deriven pueden ser desventajosos para unos y
ventajosos para otros.

Es por ello que para lograr esta paridad y consonancia entre los cuerpos económicos, debe
iniciarse una serie de transformaciones y reestructuraciones internas, entre las cuales cabe
destacar la diversificación del aparato productivo, es decir, romper en cierta magnitud con
la dependencia y la deformación estructural que sucumbe y caracteriza a los sectores
productivos en regiones subdesarrolladas, como en el caso de América Latina.
Por tal motivo, deben buscarse nuevos mercados y fortalecer las relaciones comerciales
que promuevan la integración para dilucidar nuevos horizontes.

Estas y otros elementos que fortalezcan la economía interna, defendiendo el bienestar


social, son los inicios de una fructífera y próspera integración, pero el más importante de
todos es que cada gobierno concientice la idea de que debe abordar esta política para
defender la economía de las agresiones y desequilibrios que ocasiona la extrema
interconexión mundial, todo ello enfocando los esfuerzos en programas y proyectos que
estimulen el crecimiento y desarrollo económico y social.

Para ello se debería emprender y/o rescatar la industrialización, generar mayor


productividad, acrecentar la competitividad, impulsar la innovación científica y tecnológica,
solidificar la cultura, la justicia, la confianza y la estabilidad general del país, todo ello bajo
un marco del consenso que debe existir entre las regiones, buscando así que dichas
economías puedan nivelarse con los protagonistas internacionales. (Rincón, 2004)

Terrorismo

Presentación del problema

¿Qué autoridad moral tiene Arabia Saudita a la hora de acusar a Qatar de apoyar el
terrorismo y el fundamentalismo islámico?
Las acusaciones en contra de Qatar que sirvieron para justificar la reciente ruptura de
relaciones entre la pequeña nación del Golfo Pérsico y varios de sus vecinos no son
precisamente nuevas.
Pero lo que puede haber sorprendido a muchos es que fuera Arabia Saudita la que liderara
la arremetida en contra del gobierno de Doha, acusándolo de financiar grupos islamistas y
apoyar el terrorismo.
Tensión en el Golfo: seis países árabes cortan relaciones con Qatar acusándolo de
respaldar al terrorismo
Después de todo, acusaciones muy similares siempre han pesado sobre el gobierno de
Riad, en contra del cual el actual presidente de Estados Unidos también arremetió durante
la pasada campaña electoral.
"¿Quién destruyó el World Trade Center? No fueron los iraquíes, fueron los sauditas. Miren
a Arabia Saudita, abran los documentos", dijo en febrero de 2016 Donald Trump.
En su discurso el entonces candidato llegó a sugerir que funcionarios de ese país habían
sido cómplices de los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Menos de un año y medio después de esas explosivas declaraciones, Trump hizo de Riad
el destino de su primer viaje oficial como presidente de EE.UU. y firmó millonarios acuerdos
para la venta de armas.
¿Significa eso que estaba errado Trump y que Arabia Saudita no hace lo mismo de lo que
acusa a Qatar y ya no apoya ni financia, directa o indirectamente, a grupos islamistas
acusados de vínculos con el terrorismo?
Gas natural, rascacielos y mucha ambición: Qatar, el pequeño emirato cuya política exterior
está sacudiendo el golfo Pérsico

Estrategias establecidas encaminadas a la solución


Una larga lista
Para la Dra. Courney Freer, del Centro para Medio Oriente de la London School of
Economics, la principal diferencia tiene que ver con qué grupos se incluyan en esa
categoría.
"El mayor problema de los sauditas con Qatar tiene que ver sobre todo con la Hermandad
Musulmana", le dice a BBC Mundo Freer, en referencia a la organización a la que los
sauditas ven como su principal rival religioso en el mundo sunita y que fue declarada
organización terrorista por Riad en 2014.
Y según Abdullah K. al-Saud, investigador visitante del Centro Internacional para el estudio
de la Radicalización y la Violencia Política del King's College de Londres, mientras que el
apoyo saudita en Siria va a grupos debidamente investigados, Qatar no ha dudado grupos
radicales armados, como Ahrar al Sam y al Nusra.
Aunque más molesto para Riad parece ser el apoyo qatarí a milicias chiitas apoyadas por
Irán -su gran rival regional- , así como su apoyo al grupo palestino Hamás, que también es
considerado una organización terrorista por Estados Unidos.
"Demasiado independiente": los motivos detrás de la ruptura de relaciones diplomáticas de
Arabia Saudita y otros países con Qatar
Una alineación de intereses en contra de Hamas, pero sobre todo de Irán -que parece haber
sido identificado por Washington como la principal amenaza regional- parece explicar por
qué Donald Trump en un primer momento celebró el aislamiento de uno de sus principales
aliados regionales.
Al Udeid, la vital base aérea para Estados Unidos puesta en la mira por la disputa
diplomática con Qatar
"Durante mi reciente viaje a Medio Oriente dije que no se podía continuar financiando la
ideología radical. Los líderes señalaron a Qatar - ¡Vean!", escribió el presidente
estadounidense en Twitter. (Wallace, 2017)

Narcotráfico
Presentación del problema
El narcotráfico: un problema sin fronteras y bajo el ‘efecto globo’
Un tema habitual cuando se intenta explicar la globalización es el de los denominados
problemas sin fronteras. Se trata de problemas que tienen su origen en más de un Estado
y que, por ende, no pueden ser resueltos sin una cooperación eficaz entre los Estados
involucrados.
El narcotráfico es un buen ejemplo de un problema sin fronteras, en el cual opera además
el denominado efecto globo. Éste a su vez explica por qué la guerra contra el narcotráfico
nos hace recordar las trincheras de la Primera Guerra Mundial: tras haberse librado durante
unas tres décadas, la línea del frente permanece virtualmente en el mismo lugar.
El tema del efecto globo puede explicarse con un par de ejemplos. El primero de ellos se
refiere a las rutas de comercialización: cuando se neutraliza una, poco tiempo después se
abre otra. Hasta la década del 90, por ejemplo, la producción peruana de hoja de coca y de
pasta básica era transportada a través de avionetas hacia Colombia, donde era convertida
en cocaína antes de ser internada en los Estados Unidos, a través de rutas que atravesaban
el Caribe. Cuando el Estado peruano comenzó a cooperar con Estados Unidos para detener
(o incluso derribar) esas avionetas, y cuando el Estado colombiano comenzó a cooperar
con los Estados Unidos logrando incautar una proporción creciente de esa droga, el negocio
sin embargo no sufrió mayores estragos. La producción de hoja de coca y de pasta básica
del Perú comenzó a ser transportada hacia la costa norte del país, para partir por vía
marítima hacia México, donde nuevos carteles se encargaron de introducir la droga al
mercado estadounidense por otras rutas.
El segundo ejemplo que explica el efecto globo es el del desplazamiento en las zonas de
producción: cuando la producción se reduce a un país o una región de esa nación,
habitualmente ésta se desplaza hacia algún país vecino o hacia otras regiones del mismo
país. En el caso del Perú, por ejemplo, cuando la producción de hoja de coca en zonas
como el Alto Huallaga comenzó a reducirse por efecto de diversas políticas públicas (desde
la erradicación forzosa hasta la sustitución de cultivos), ésta se desplazó hacia el valle de
los ríos Apurimac y Ene (región conocida por las siglas VRAE).

Estrategias establecidas encaminadas a la solución


De otro lado, según estimaciones de la CIA, la producción de hoja de coca en el Perú y
Bolivia representaba en 2001 poco más de un tercio de los niveles que alcanzaba en 1995.
La implementación del programa “Coca Cero” aporta parte de la explicación en el caso
boliviano, pero el Perú consiguió resultados similares sin haber modificado su estrategia de
combate al narcotráfico, y sin haber incrementado en forma significativa los recursos
destinados a ese propósito. Aunque según la misma fuente, la producción de hoja de coca
en el conjunto del área andina se redujo en forma marginal durante el mismo período, dado
que entre 1995 y 2001 su producción en Colombia se incrementó más de 100%.
El denominado “Plan Colombia” tenía como propósito precisamente revertir tal estado de
cosas, al modificar la correlación de fuerzas en favor del gobierno. Desde su adopción, el
incremento de la presión militar sobre la guerrilla, las campañas de fumigación y
erradicación de cultivos, y los acuerdos de desmovilización con organizaciones
paramilitares (vinculadas también al narcotráfico), lograron reducir la producción de látex
de opio y hoja de coca en Colombia.
Sin embargo, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Onudd),
en 2004 las áreas bajo producción de hoja de coca crecieron en los países andinos por
primera vez en cuatro años. Ello se debió al hecho de que, si bien las hectáreas cultivadas
con hoja de coca se redujeron en Colombia en 7%, las hectáreas bajo producción en Bolivia
y Perú crecieron en 17% y 14%, respectivamente. A lo cual habría que añadir como
agravante el hecho de que también se estarían desplazando hacia ambos países algunos
cultivos de amapola.
En cuanto a la erradicación forzosa de cultivos con participación militar, esto también se
aplicó en Bolivia en el marco del programa “Coca Cero”. Y si bien ese programa contribuye
a explicar la reducción de los sembríos de coca durante la segunda mitad de los 90, también
contribuye a explicar las movilizaciones sociales que derrocaron dos gobiernos
constitucionales en ese país. Con el agravante de que, a fin de cuentas, la reducción de
cultivos obtenida por esa vía fue sólo temporal. (americaeconomia, 2010)
Delincuencia organizada
Presentación del problema
La lucha contra la delincuencia organizada transnacional en las Américas: liderazgo de
México en la OEA
En los últimos años la operación de la delincuencia organizada en el orbe se ha
caracterizado por la diversificación de sus actividades ilícitas. La globalización económica
y comercial, los flujos internacionales de personas, la desaparición de controles fronterizos,
el surgimiento de nuevos mercados, la facilitación de las comunicaciones y el auge de la
Internet han sido aprovechados por los grupos criminales para la expansión de sus
actividades y la formación de alianzas para delinquir.
Aunado a lo anterior, la delincuencia organizada ha seguido valiéndose de la corrupción
como medio facilitador de sus actividades. A partir del fin de la guerra fría los Estados de
Europa del Este y Asia Central se han visto especialmente expuestos a la operación de la
delincuencia organizada. En otras regiones la delincuencia organizada agrava y coadyuva
a la generación de conflictos, contribuye a las condiciones de inseguridad y hace relativo el
control de Estado, lo que genera inestabilidad e impunidad, al grado de poner en peligro la
estructura institucional de los gobiernos y la gobernabilidad.
Un esquema de impunidad frente a grupos de delincuencia organizada favorece el
enriquecimiento ilícito de funcionarios públicos, abre auténticas industrias basadas en el
crimen, las cuales se diversifican y ocultan a través del lavado de dinero, creando
importantes mercados lucrativos en diversos sectores productivos.
Al contar con importantes recursos, la delincuencia organizada es cada vez más difícilmente
detectada. El uso de nuevas tecnologías en delitos de tráfico, como la realización de
fraudes a través de y en la Internet, representa ganancias multimillonarias para la industria
del crimen.
El tráfico de seres humanos, ya sea trata de personas o tráfico de migrantes, se ha
convertido en un negocio multimillonario en el planeta. La trata de personas, forma
contemporánea de la esclavitud, se desarrolla de manera creciente en el orbe ante la mirada
impasible de países de origen, de tránsito y, sobre todo, de destino de las víctimas en donde
son explotadas sexualmente o esclavizadas laboralmente. La industria del secuestro es
asimismo fuente de importantes ganancias para los grupos delictivos.
Mención especial merece el tráfico de armas pequeñas y ligeras, toda vez que son
herramientas esenciales para la operación de la mayoría de los crímenes antes señalados.
Con respecto a este tema existen distintas aristas que deben ser abordadas. Por una parte,
el tráfico ilícito pretende ser controlado por los Estados productores de armas; sin embargo,
la mayoría de las armas decomisadas a la delincuencia organizada proviene del mercado
lícito, puesto que son adquiridas de forma legal en los mercados más permisivos, y
posteriormente se desvían a los canales ilícitos. La operación de los grupos de delincuencia
organizada transnacional ha cambiado. Las últimas tendencias identifican grupos pequeños
de delincuentes que han desarrollado “especialidades”. De este modo, los grupos se han
ido perfeccionando y establecen alianzas estratégicas con otros grupos especializados en
determinada área de operación criminal.

Estrategias establecidas encaminadas a la solución


La delincuencia organizada es un reto común que concierne a la comunidad internacional
en general. Para algunos Estados representa la mayor amenaza a su seguridad. El principal
instrumento internacional para luchar en contra de este fenómeno es la Convención de las
Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, que entró en vigor el
29 de septiembre de 2003 y que ya ha sido ratificada por más La lucha contra la
delincuencia organizada transnacional 55 de cien Estados Miembros de la Organización de
las Naciones Unidas (ONU).
Junto con la Convención, merecen importancia central sus tres protocolos
complementarios: el Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas,
especialmente Mujeres y Niños; el Protocolo contra el Tráfico Ilícito de Migrantes por Tierra,
Mar y Aire, y el Protocolo contra la Fabricación y el Tráfico Ilícitos de Armas de Fuego, sus
Piezas y Componentes y Municiones. La cooperación internacional que plantean estos tres
instrumentos debe ser considerada como el camino idóneo para enfrentar este problema
común, toda vez que proporciona un marco jurídico no sólo para formular y aplicar medidas
internas más eficaces y promover la cooperación internacional, sino también para velar por
que se mantenga el imperio de la ley. La falta de voluntad política para hacerse parte, o
para aplicar efectivamente estos instrumentos, sigue siendo la fuente de mayor debilidad
de la comunidad internacional y la mayor fortaleza de los grupos criminales.
El gobierno de México, consciente de la necesidad de enfrentar de forma efectiva y colectiva
a una delincuencia transnacional organizada, poderosa, moderna y desafiante, llevó el tema
al ámbito de la Organización de los Estados Americanos (OEA), en abril de 2003.
México consideró que la Convención de Palermo y sus protocolos complementarios,
adoptados entre 2000 y 2001, representan la ruta que la comunidad internacional debe
seguir para desarrollar sus esfuerzos en la materia. Sólo habría que aplicarlos
efectivamente tanto a nivel nacional como regional. Como un primer paso, nuestro país
propuso iniciar el tratamiento del tema con la realización de un diagnóstico, en cada Estado
del hemisferio, de las dimensiones de su problema par- 56 Revista Mexicana de Política
Exterior particular. La mejor forma de tratar un padecimiento será siempre conocer su
dimensión y su patología. (Sandoval)

Dignidad humana y el desarrollo científico del genoma humano


Presentación del problema
La Dignidad Humana:
¿Una noción de contenido variable para el Derecho?

[Hipótesis de trabajo]
Artículo cortesía del Dr. Asdrúbal Aguiar Aranguren: Presidente del Instituto
Latinoamericano de Bioética y Derechos Humanos

Asdrúbal Aguiar
Doctor en Derecho (Summa cum laude)
Profesor Asociado de la Universidad Católica Andrés Bello

Ex Juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos


En la mayoría de los instrumentos internacionales relativos a los derechos humanos o del
hombre -varón o mujer- se alude en distintas formas y de modo reiterado a la dignidad de
la persona humana. Se hace de esta el fundamento o la justificación del reconocimiento,
del respeto, y de la garantía que se reclama en favor de tales derechos por parte de los
Estados, así como también el referente necesario e integrador de todo sistema normativo
construido bajo la idea moderna del Estado de Derecho.
La Declaración Universal de DDHH (1948) cita en su Preámbulo "que la libertad, la justicia
y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad...."; luego de lo cual
prescribe, en su artículo 1°, que "todos los seres humanos nacen libres e iguales en
dignidad y derechos...". A renglón seguido, además, sus artículos 22 y 23 disponen el
derecho de toda persona a obtener [del Estado, mediante el esfuerzo nacional y la
cooperación internacional] "la satisfacción de los derechos económicos, sociales y
culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad", y a recibir
"una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una
existencia conforme a la dignidad humana.....". (Cursivas nuestras)
Por su parte, la Declaración de la ONU sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación racial (1963) mencionada a la dignidad como "principio" en el que se basa la
Carta de San Francisco, para después disponer que la discriminación "es un atentado
contra la dignidad.... [Y] una negación de los principios [de ésta]" (Artículo 1°). (Cursivas
nuestras)
Los Pactos Internacionales de 1966 son contestes con el preámbulo de la Declaración de
1948. Sin embargo, al precisar los distintos derechos de la persona humana que se
sustentan en la dignidad, observan, a manera de ejemplo, que "la educación debe
orientarse en el sentido [de la] dignidad..." (Artículo 13 del PIDESyC), o que la persona
privada de su libertad "será tratada humanamente y con el respeto debido a la
dignidad inherente al ser humano" (Artículo 10.1 del PIDCyP). (Cursivas nuestras)
Finalmente, la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania, promulgada el 23 de
mayo de 1949, es decir, una vez provocada la ruptura que hizo posible, por obra de la 2ª.
Gran Guerra y en razón de los horrores del nacionalsocialismo, el restablecimiento de la
persona humana en su sitial de fin y no de objeto o instrumento del orden internacional o
del orden interno de los Estados, fija, prescriptivamente y como regla de conducta a la
dignidad de la persona humana para declararla "intangible" y para sujetar a los poderes
públicos a su respeto y protección.
De modo que, la dignidad humana, según puede colegirse de los textos anteriores, puede
ser base de los valores, de los principios y de las reglas de conducta; norte, valor o
medida con vista al cual o a partir del cual puede determinarse el grado concreto de
satisfacción de determinados derechos fundamentales; desiderátum, si se parte de la idea
del desarrollo de la personalidad humana; principio de un ordenamiento jurídico, como
el onusiano; y, asimismo, categoría o ente ideal absoluto e impermeable [léase intangible]
que obliga y sujeta en su señalada dimensión ética o moral y en sus alcances precisos (¿?)
al orden y a los poderes que tienen encomendada su realización material.

Estrategias establecidas encaminadas a la solución


La dignidad humana, en suma, plantea distintos problemas -formales y también de
contenido: ¿qué es o en qué consiste?- de cuya resolución dependerán, inevitablemente,
las virtudes heurísticas de uso normativo, ora en el plano técnico, ora en su dimensión
social, ora en su dimensión axiológica, ora en sus ya señaladas y complementarias o
recíprocas dimensiones, en modo de que ella -la dignidad humana- pueda cristalizar en el
Derecho integrándolo o bien como mero derecho (¿?), exigible en un plano material y
concreto. Por consiguiente, de tal tarea especulativa e indispensable dependerán el alcance
mayor o menor o las limitaciones a que pueda estar sujeto o no el ejercicio de los derechos
humanos correlativos a la misma dignidad humana.
Así las cosas, para precisar si la dignidad, en el plano del Derecho internacional o del
Derecho constitucional, expresa nominalmente un valor, un principio, una mera regla de
conducta u otra idea más obligante aún (P. Comanducci), se ha de indagar qué es ella o a
que busca referirse la susodicha dignidad humana cuando se le usa como recurso
conceptual, valorativo, explicativo, fundamentador o cristalizador de los derechos de la
persona humana, entre éstos, el primordial: el derecho a la vida (principio único fundamental
y sagrado, según J.Desclos) ó, si se prefiere, en la otra vertiente del pensamiento, el
derecho a una vida "digna". ¿Es, acaso, o puede ser la dignidad humana una noción de
contenido variable para o según el mismo Derecho? ¿Cabe o no delimitar el núcleo de la
dignidad para luego precisar el núcleo intangible de los derechos que en la misma
encuentran su razón de ser?
De la dignidad humana mucho se habla: A ella nos referimos de ordinario dando por
supuesto lo que es: sea por intuición, sea por revelación, sea por mero ejercicio de
racionalidad y conforme a la óptica intelectual que se asuma. Incluso, visto que la dignidad
<> o <>, para la mayoría resulta trivial o inútil indagar acerca de la misma. Lo ha dicho con
precisión Arturo Ardao: "el hombre ostenta aquella interior dignidad que le viene no de ser
un hombre, sino de tener la dignidad de un hombre".
Sin embargo, el tema no deja de ser exigente e impostergable en cuanto a su
desentrañamiento y con vistas a la labor de los juristas. Piénsese que si nunca antes como
hoy se han esgrimido los derechos humanos, como paradigma de la civilización, hoy como
nunca antes éstos han sido objeto de constante y reiterado desconocimiento e irrespeto.
De modo que, parecería que no le basta al hombre <> dignidad si carece de conciencia
renovada acerca de la misma y sobre su real significado.
El reencuentro con una cultura universal de los derechos humanos y la aceptación de que
la vida humana se realiza en el hombre mismo -en "sí" y en su "otredad - no parecería ser
posible sin que el propio hombre se reencuentre con la "verdad", con "su" verdad: la
dignidad inmanente de la que ha sido dotado desde el mismo momento de su ser.
La Encíclica Redemptor Homines es más que ilustrativa en cuanto a lo anterior: "No se
equivoca el hombre al afirmar su superioridad sobre el universo material y al considerarse
no ya como partícula de la naturaleza humana o como el cemento mismo de la ciudad
humana". Tanto es así que Juan Pablo II pudo decir a los jóvenes reunidos en el Stadium
de Caracas y durante su visita pastoral a Venezuela que "la respuesta [al] interrogante
[¿qué sentido tiene la vida?] Está... en vuestro mismo Ser, creado a imagen y semejanza
de Dios".
Siendo así, entonces, el descubrimiento del Ser es la condición a partir de la cual éste
puede ser capaz de reconocer los límites admisibles a su esencia humana y al desarrollo
de su personalidad; en modo tal de que el Ser sea y no deje de ser lo que es: Ser digno ó
Ser "en" dignidad. Dentro de estas perspectivas, lógicamente, puede advertirse cómo la
dignidad humana pasa a ser no sólo <> sino <> en relación con el hombre y con el sentido
de su existencia humana. Quizá sería la dignidad, en esta hipótesis, un valor o, mejor aún,
no sería ella susceptible de ser valorada, puesto que, al expresar o identificar al mismo <>
y en su esencia o en su naturaleza, ella es -la dignidad humana- una suerte de ente ideal
exigente (¿Valor superior o absoluto?) a partir del cual y con fundamento al cual se ordenan
la existencia y la convivencia humanas y los derechos cuyo ejercicio puede o no hacer
valiosas tal existencia o tal convivencia.
Cobra sentido, pues, cuanto sostiene Antonio Enrique Pérez Luño: "La dignidad humana
supone el valor básico fundamentador de los derechos humanos que tienden a explicitar y
satisfacer las necesidades de la persona en la esfera moral". O, dicho de mejor manera por
Angel Sánchez de la Torre en escrito de Germán Bidart Campos: "Los derechos humanos
parten de un nivel por debajo del cual carecen de sentido: la condición de persona jurídica,
o sea, desde el reconocimiento de que en el ser humano hay una dignidad que debe ser
respetada [luego de reconocida] en todo caso, cualquiera que sea el ordenamiento jurídico,
político, económico y social, y cualesquiera que sean los valores prevalecientes en la
colectividad histórica.
Dejando a un lado, por ahora, la precisión de la dignidad ora como valor intangible y pleno
[que vale por sí mismo y no por comparación], ora como valor básico (H.Nogueira Alcalá)
de referencia, ora como principio (J.González Pérez) de función variable, o como regla de
conducta, nos resulta inexcusable mencionar, a propósito de la circunstancia que da origen
a la presente comunicación, que la dignidad humana aparece citada de una manera
vertebral en el artículo 1° de la Declaración Universal de la UNESCO sobre el Genoma
Humano y los Derechos Humanos (1997). Pero, al referirse ésta al genoma como "la base
de la unidad fundamental de todos los miembros de la familia humana" y al declararlo luego
como "patrimonio común de la Humanidad" para concluir prohibiendo la clonación con fines
de reproducción de seres humanos (Artículo 11 ejusdem), observa que el mismo -el
genoma humano- es la base del reconocimiento de su dignidad intrínseca".
Esta prescripción, por su carácter reciente y por tocar al tema que más angustia a las
generaciones actuales de cara al porvenir: el extraordinario desarrollo de las
investigaciones científicas y tecnológicas en la biología, en la genética humana o en la
medicina y sus aplicaciones, nos lleva a una reflexión de fondo; que, en cierta forma, sirve
de hilo conductor a nuestras precedentes explicaciones. Si se entiende que la dignidad
humana fragua en el genoma humano, vale decir, en el mapa genético de la vida -aun
admitiéndose que nadie puede ser reducido "a sus características genéticas" sin contrariar
su dignidad y menos si no se respeta el carácter <> y <> de cada ser humano-, casi se
predica que la dignidad como elemento moral es extrínseca al Ser ontológico. Además,
admitido que el "mapa genético" es uno y único para cada individuo -de ser cierta esta
primera aproximación al texto de la Declaración de la UNESCO-, podría sostenerse como
absurdo que somos iguales en cuanto a "tener" un mapa genético pero desiguales en
dignidad; siendo que, a tenor del mencionado instrumento internacional, la dignidad se
fundamenta en el genoma y cada humano tiene genoma pero uno no igual al de otro.
Al margen del absurdo dialéctico citado, si predica de cierto el texto del señalado
instrumento internacional (quizá como algunos otros relacionados con los derechos
humanos) la idea de la dignidad moral como asidero de sus mandatos específicos, pero no
así de la dignidad interior de cada persona humana. La dignidad interior, de suyo sería
absoluta ["no se conquista ni se pierde, es una dignidad ontológica como axiológica"=
axioontológica], en tanto que la moral admitiría estar sujeta a la variabilidad histórica y a la
capacidad o a las posibilidades con las que cuente el hombre en su proceso de
personalización o de perfectibilidad.
En conclusión de lo dicho, si la dignidad puede ser o no un concepto de contenido variable;
por lo mismo, si, según sea el plano en que se le sitúe o el contexto normativo dentro del
que se encuentre inserta, es o no valor absoluto o principio estimativo [variable] o principio
[estructurador o institucional derivable en regla] o regla específica de conducta [estimable
en su aplicación], cabría concluir que los derechos anudados a la dignidad interior no
admiten limitación alguna; en tanto que, aquellos relacionados con la personalización
podrían quedar reducidos o moderados a tenor de la circunstancias temporales
predominantes o por requerimientos del Bien Común. "Dios creó al hombre -lo dice
la Gaudium et Spes- no para vivir aisladamente, sino para formar sociedad". Cuando el
hombre pasa de la soledad unitaria a la convivencia -su libertad queda limitada por la
libertad de los otros- la dignidad cobra significado, pues sin perder su núcleo originario
(ontológico), trasciende al orden intersubjetivo.
Queda, sin embargo, la interrogante obligada. Admitida la posible variabilidad del concepto
de dignidad humana en su proyección externa y, asimismo, admitido que la tarea de un
jurista no es la de un operador cibernético, pues aquel, a diferencia de éste, tiene el deber
de estimar e interpretar la norma y no sólo de ensamblarla dentro de un supuesto fáctico o
matemático dado: ¿cabe fijar un nucleo impermeable mínimo para la dignidad y, de él
existir, cual es o cuanto tiene de contenido dicho nucleo? ¿En su proyección exterior, cabe
la historicidad del concepto de la dignidad humana o tal historicidad, quiérase o no queda
atada a un presupuesto óntico y permanente que es esencia inmutable del hombre? Y, de
ser esto así ¿cuál es tal presupuesto y cuál la medida de su alcance? (Aguiar, 2000)
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