Mujica Edh Educacion y Democracia
Mujica Edh Educacion y Democracia
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Por ello, una persona no puede ser utilizada como instrumento con ningún
pretexto. Los seres humanos no estamos al servicio de una religión, una
ideología, una cultura, un sistema político o económico, ni de otra u otras
personas, sino que todo ello, por el contrario, sirve o contribuye a nuestro
desarrollo como seres dignos.
*
Es miembro del Instituto Peruano de Educación en Derechos Humanos y la Paz.
vigencia del Estado de derecho, el cumplimiento de responsabilidades y deberes,
las elecciones libres para designar autoridades, la transparencia en el ejercicio de
la delegación de autoridad, etcétera.
Este hecho, reconocido por algunos estudiosos como «La gran revolución de los
derechos humanos» ocurrida en el siglo XX, ha significado un notable avance en
materia de derechos humanos, sobre todo en lo relativo a su universalidad,
interpelación e interdependencia. Esto ha llevado a que exista en torno a ellos un
reconocimiento jurídico formal, plasmado en leyes específicas, que han sido
reconocidas y suscritas por la mayoría de los países del mundo, incluidos los
nuestros.
Junto a este hecho y en contradicción con él, pocas veces como en este siglo
hemos sido testigos, en el mundo entero, del desconocimiento y menosprecio de
los derechos humanos. Actos de barbarie pocas veces vistos, masacres
cometidas contra inocentes, gravísimas violaciones del derecho a la vida, a la
integridad física y espiritual, han sido en nuestro país realidades cotidianas que
han dejado secuelas físicas, psicológicas y culturales que constituyen verdaderas
heridas de guerra. Esto obliga a buscar formas de intervención masiva que
reviertan la situación, que transformen una cultura social del miedo, de la
desconfianza y del deseo de venganza en una cultura democrática y de paz, base
para la reconstrucción de nuestros países y la reconciliación entre las personas.
1[1]
Declaración Universal de Derechos Humanos, artículo 2°.
2[2]
Ibid,. artículo 26.
5. Estimulación de la sensibilidad.
1. Dar a conocer que cada persona, cada ciudadano, tiene derechos básicos, y de
que éstos se encuentran protegidos en nuestras constituciones y en nuestras
leyes.
La escuela debe ser reflejo de una cultura de los derechos humanos; para esto
hay que incidir tanto en el currículo como en la propia estructura de la escuela:
organización, disciplina, evaluación, etcétera.
Hay que tratar de que la escuela sea un lugar donde la democracia sea una
práctica y una manera de vivir; la libertad, un ejercicio posible, y la justicia, un ideal
honestamente buscado y ejercido.
3[3]
Abraham Magendzo, Bases de una concepción pedagógica para educar en y para los
derechos humanos.
bloquear la expresión de los sentimientos. No podemos obstruirlos, ya que son, en
definitiva, los que nos impulsan al interés y a la acción. Estamos más
acostumbrados a «pensar» que a sentir o, por lo menos, a ser conscientes de lo
que sentimos.4[4]
Pensamos que todo educador que sabe de la importancia de su labor y que está
comprometido con su misión de promotor y facilitador de personalidades
equilibradas, libres y autónomas, debe estar en la búsqueda de diferentes técnicas
de enseñanza-aprendizaje que lo ayuden a cumplir mejor su papel, de tal manera
que le sirvan como instrumentos para lograr una educación en derechos humanos
y en democracia. «En pedagogía, la teoría es el método. Aun cuando se cuente
con valiosos contenidos, si no se los pone en juego dentro de un método rico en
expresión y comunicación, no se llega muy lejos.»5[5]
4[4]
Idem.
5[5]
Idem.