Códice Durán
Códice Durán
Códice Durán
"Entre los escritores españoles del siglo XVf que dieron su atención
a las cosas mexicanas, es difícil hallar alguno tan importante como el
dominico fray Diego Durán". Con estas palabras se expresa del ilustre
cronista de la antiguedad mexicana el padre Angel María Garibay,
en la presentación' de la segunda edición de la obra de Durán que él
se encargó de llevar a cabo.
Aunque nacido en Sevilla (alrededor de 1537), Durán llegó muy
pequeño, de unos 5 años con su familia a establecerse en Texcoco,
lugar en donde, según su propia expresión, "mudó de dientes", convi-
viendo y compenetrándose estrechamente con la población indígena y
convirtiéndose en un auténtico mexicano, si no por nacimiento sí por
asimilación. A los 18 años toma el hábito de fraile de Santo Domitrgo,
orden en la que peffnaneció hasta su muerte en 1587 u 88, alrededor
de los 50 años de edad.
Profundo conocedor del idioma náhuatl fue uno de los más fervien-
tes propagadores del Evangelio en su época, al mismo tiempo que
diligente y apasionado investigador y conservador de tradiciones y
tesoros históricos, como códices y manuscritos.
Es su celo evangélico lo que 1o mueve a llevar a cabo su obra
investigadora, para que aquellos avocados a la tarea de enseñar la
verdadera doctrina, conozcan cara a cara la mentalidad que tienen que
vencer en su más sutil detalle y así puedan
combatirla y borrar de la
memoria todas las supersticiones y lós falsos
dioses para enseñarles a
conocer al Dios único y verdadero.
" " ' Y aunque sea así que la memoria
de Huitzilopochtli y de
Tezcatlipoca y de Quetzalcoatl y de los demás
innumerables dioses
que esta nación adoraba esté ya olvidada, y
aquel sacrificarse a los
dioses y aquel matar de hombrés y ofrecer
de .u..ifi.ios y aquet comer
carne humana, sospecho con vehemente sospecha
que debe de haber
quedado un olorcillo de alguna superstición
en ulguno, que tienen
afinidad con idolatrías y que no faltan el día de
hoy algunos viejos y
los ha habido dom atiza.doi.s agoreros doctos
en su vieja ley que han
enseñado y enseñan a los mozos que agora
se crian, enseñándoles la
cuanta de los días, de los año. y lut ceremonias
y ritos antiguos, los
fabulosos y engañosos milagros y mandatos
que los dioses ten ían. La
cual sospecha me puso no poco ánimo a emprender
de salir con este
tratado sólo movido por el celo de dar aviso y
tumure a los ministros
para que sus trabajos no sean en vano y
de ningún efecto como en
al.,eunas partes lo han sido: por lo cual
Oábfan los ministros y obreros
de esta extraordinaria obra de la conversión de
estos naturales de
procurar saberlos y bien entender si pretenden
hacer algún efecto ),
t-ruto con su doctrina pues nos va en ello
más de la vida del alma o la
perdición de ambos de maestro y discípulo..."
(Epístola al Calendario
Antiguo).
Las fuentes informativas de Durán fueron de
dos clases, igual_
mente importantes para lograr el conjunto
de su extraordinariu ób.u,
Códices y manuscritos la
frimera y la invaluable información oral la
se_9unda.
El núcleo básico de su obra es la misteriosa Crónica primera o
crónica original , a la que Barlow llamó crónica X, la cual siguen
igualmente l"rorrmoc, Acosta y el llamado Códice Ramítez, que e§
un resíduo de la obra del padre Tovar. Todos llevan el mismo orden
de temas e impresiona ta iimilitud de los datos. No oculta Durán la
procedencia dé esta información, mencionando con frecuencia esta
misteriosa primera crónica que parece fue escrita en lengua náhuatl
por un indio docto que registró en ella todo lo que conocía sobre
^CO¿i..s
desaparecidoi y 10 que registraba su memoria, poco después
de la Conquiita. Durán, aunque ajustándose a los datos tradicionales
los amplifica e incorpora cuanto aquel autor anónimo había omitido
con loJ datos logradoi en el resto de documentos hallados y de infor-
maciones de primera mano, insertando aún poemas y sagas que logran
un conjunto urrur 6 veces mayor que su núcleo original. Reúne pinturas,
lee reláciones, ya hechas por los vencidos o por los vencedores, efl
lengua náhuatl ó en español, teniendo a Ia vista versiones diferentes y
haciendo mención de todas, aunque en ocasiones nos dice no estar de
acuerdo con ellas, con verdadera imparcialidad y acuciosidad de cien-
tífico. Hablando de los Códices que desgraciadamente desaparecieron
nos dice: "Tenían escritos en estas pinturas sus leyes y ordenanzas,
sus padrones, etc. Todo con mucho orden y concierto. De lo cual había
.*.él"ntísimos historiadores que, con estas pinturas componían histo-
rias amplísimas de sus antepasados. Los cuales no poca luz nos hubieran
dado, si el ignorante celo no nos las hubiera destruido. Porque algunos
ignorantes que, creyendo ser ídolos las hicieron quemar, siendo histo-
riur dignas de memoria y de no estar sepultadas en el olvido como
están, p.r". que para el ministerio en que andamos del aprovechamiento
de las ánimás fremedio de los naturales nos dejaron sin luz".
ll
En estas palabras se encuentra todo el reconocimiento del gran
valor de los viejos códices, la amargura de saberlos irremediablemente
perdidos y todo el amor a lo que era la base de una verdadera historia
de este su país de adopción. Garibay nos dice que si esto lo hubiera
escrito un indio podríamos pensar que hablaba con el dolor y resenti-
miento de la derrota, pero 1o escribe un español en el que ya se trasluce
un sentimiento de verdadero nacionalismo mexicano.
Pero la parte más interesante de la información la recaba Durián
de los indios ancianos con los cuales se vincula estrechamente y con
los supervivientes que intervinieron en la Conquista, para la etapa
referente a ella. Principalmente debió serle útil el trato con el viejo
conquistador. Fray Francisco de Aguilar, eue vino con Cortés de Cuba
y que después de tantos avatares en que la vida lo envolvió decidió
entrar en la orden de los dominicos, siendo contemporáneo de Durán
en el convento de Santo Domingo. Pasados los 80 años de edad, redactó
una "Breve Relación de la Conquista" que el arzobispo de México
envió a España y que se guarda en manuscrito en El Escorial. Podemos
imaginarlos discutiendo largamente sobre los episodios de aquella sin-
gular gesta, entre los claustros del convento.
Es el ya mencionado mexicanismo de Durán lo que constituye la
gran valía de su obra. Es español por razay formación familiar y siente
la cultura de Occidente, tan matizada de semitismos en |a España de
su época, pero vive y convive con los indios vencidos de Texcoco
desde su primera infancia y se compenetra tanto sentimentalmente con
ellos que le ganan el alma. De ambos veneros deduce su manera de
ser y de pensar. En significativas palabras nos da a conocer el plan,
intento y devoción con que se aplica a su obra: "Lo cual, aunqul mi
ingenio no me favorczca más que a otro, la esperanzade salir con ello
--{ue eslo que suele vencer otras mayores dificultades- me la ha
hecho fácil el deseo de salir con mi interés y la voluntad y ganas de
poner en memoria las cosas de la Patria me inclinan. Y aunque con
tan poco aparejo y tan mal apercibido, me atrevo a emprender una
cosa tan pasada y olvidada".
José Fernando Ramírezconsidera que este es o'el fruto más granado
del nacionalismo mexicano, efl su cuna y ya tan brioso", y que el más
justo juicio que sobre la obra de Durán puede hacerse es que ..."es
una historia radicalmente mexicana, con fisonomía española".
Sahagún y Durán son los autores que pudiéramos llamar primarios
de la vieja información sobre la cultura mexicana anterior a Cortés,
pero mientras Sahagún nos ofrece recuperar de aquel pasado todo
aquello que es comparable con lo que tenemos de Troya, Grecia o
Roma lo manifiesta-, entregándose por 60 largos años a
-según
formar la enciclopedia más completa sobre las cosas de la Nueva
España, Durán tiene el anhelo =<omo hemos ya viste de "poner en
la memoria las cosas de la Patri d" , y esto lo hace a través de una obra
mucho más pequeña, pero grandiosa por su especial penetración en la
cultura prehispánica con la visión del mundo que él recibió de primera
mano, con su propia experiencia, presentándonos al vivo al pueblo
mexicano. En sus páginas lo vemos moverse, sentimos lo que siente,
escuchamos sus voces y sus discursos heroicos, compartimos sus anhe-
los ancestrales , y, como si estuviéramos en medio de é1, podemos
apreciar las buenas y las malas cualidades de los individuos, los aciertos
y effores de sus instituciones. Con su formidable conocimiento de los
hombres y su lenguaje llano, ningún cronista ha retratado más al natural
el carácter del indígena mexicano, compenetrándose con su compleja
psicolo gía. No busca el testimonio erudito para el conocimiento de un
pasado ya muerto, sino que entra en el poffnenor minucioso en usos
,v costumbres, incluso domésticas, gue por lo general se consideran
impropias a la gravedad que debe revestir el quehacer histórico, parti-
cipando más bien del interés que suelen tener las memorias. Reivindica
la cultura mexicana ante los ojos de los europeos, dando una visión
panorámica de la vieja vida del Anáhuac. Sus páginas destilan nacio-
nalismo, expuesto con o'amor de mexicano antiguo" como dice Angel
María Garibay ninguno como él nos da en su Historia la idea más
cabal y perfecta del influjo que el sentido religioso, aunque severa-
mente extraviado, ejercía en la administración pública y en el carácter
individual, y cómo por él un puñado de miserables proscritos, asentados
en estrechos islotes medio anegados y rodeados de poderosos enemigos,
se levantó hasta constituir el más regular y poderoso imperio del Nuevo
\'fundo. Estima y pondera la vieja cultura diciendo que si los mexicanos
en sus ritos e idolatrías mostraban ceguedad y engaño diabólico, etr
cambio en las cosas de gobierno y policía, sujección y reverencia,
srandeza y autoridad, ánimo y fuerzas, no halló "quién los sobrepujase
)' en querer señalarse en todo para que su memoria durase para siempre".
Garibay hace notar en la obra de Durán un tinte doble: la maravi-
liosa transculturación del pasado indiano, tomado de fuentes escritas
o pictográficas, & las cuales constantemente hace referencia, y la ima-
ginación creadora que ayuda a revestir de matices fantásticos la realidad
que saca de sus fuentes . " .. .Quien lee los capítulos finales de su
Hrstoria cree estar leyendo algunos de aquellos libros de caballería,
por esos tiempos tan en auge en España... Se podrá decir que con
Durán nace la novela histórica en México... Y no es que invente, sino
que sobredora con luces imaginativas la brillante realidad que propone.
Todo en esta Historia es de atractivo para la imaginativa ficción. Pero
bajo todo ello subyace el texto , la pintura , la relación hablada que
recibe y creyendo hacer Historia como es su voluntad, hace poerlu.
Esto aumenta en lugar de menguar, el valor de este libro. Tenemos
un ejemplo de lo que va a ser la literatura netamente mexicana. Durán
es el primer literato mexicano, aún sobre Cortés y Bern al Díaz" .
l^
La obra de Durán fue de nuevo mandad a a la prensa por el padre
Angel María Garibay tomándola del ológrafo original queie .onserva
en la Biblioteca Nacional de Madrid, aunque en una edición de menor
tamaño, que no cuenta con la belleza de las reproducciones del Códice
como la primera.
Después de aquellas primeras crónicas, como las de Sahagún y
Durán, Mendieta, Motolinía, Tezozomoc, el mismo Cortés, los códices
franciscanos y el llamado Ramírez, el Borgiano, el Vaticano, el Telle-
riano Remensis o el Mendocino, cuyas noticias son genuinos, y puede
decirse que las recibimos de la rnisma boca de lós hombres de la
civilización que acabó con la Conquista, los que siguieron comenzaron
a copiar los testimonios anteriores y a escribir a partir de noticias ya
de segunda mano sus nuevas obras. El descubrimiénto a fines del siglo
pasado de las dos grandes piedras que se encontraron en la plazamayor,
el trabajo de investigación en ruinas de Yucatán, Palenque y Mitla,
así como la publicación de la monumental obra de Lord Kingstorough
que reunió todos los códices dispersos en Europa, alentó u un cambio
radical en el estudio de la Historia antigua de nuestro país: la vuelta
a las raíces y el uso de las fuentes originales para logrario. Es con este
espíritu que D. José Fernando Ramírez se esforzé por rescatar del
olvido la importantísima obra de fray Diego Durán, uno de los pilares
para el conocimiento integral de la historia antigua de los mexicanos.
Fuentes:
Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme, escrita por
Fray Diego Durán.
Edición p.ublicadaporJosé F. Ramírez, t-omo I,ImprentadeJ. M. Andrade y
F. Escalante, México, lg67 .
Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme,"..riiu por Fray
Diego Durán. Tomo
II, Imprenta de Ignacio Escalante, México, lgg0.
Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme, escrita por Fray
Diego Durán.
Edición preparada por Angel María Ca.iuay K. , Vols. I y II, Editorial pomia,
S. A. , México, 1967 .
16
ILUSTRACIONES
PRIMERA BPOCA
"Demostración de las cuevas donde estaban
los mexicanos antes de conquistar estas tie-
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10
"De dónde se sospecha que son los indios de
estas Indias e Islas y Tierra del Mar Océano,,.
(Las siete míticas cuevas de Chimomoztoc).
20
"De cómo estos naturales indios salieron de
las siete cuevas donde habitaban para venir a
esta tierra".
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15"
"De la elección del quinto rey de México lla-
mado Huehue Motecuhzoma, primero de este
nombre, y del concierto y confederación que
tuvo con el rey de Tezcuco, Nezahualcóyotl,,.
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33"
"De la brava batalla que hubo entre los mexi-
canos de Tlatelulco y los de Tenochtitlián".
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hual 'ír';t,t
36"
"De cómo se asentaron las dos piedras y cómo
sacrificaron a los matlatzincas en la fiesta y
estreno de ellas".
3g"
"De las largas y prolijas exequias que hicieron
los mexicanos a los que murieron en la guerra,
en especial a los principales".
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J |f ,ti. ..i ¡ ¡;t, --r,:y r ;t ii'. trt,: t-,lt y,z'. ¡l;, ti t,¡ d'' -L[ítá"
--T---
44"
"De cómo se empezó la solemnidad y sacrifi-
cio, y de cómo mandó Auitzotl se hallasen a
ella todos los hombres y mujeres y viejos y
viejas de la comarca, para que quedase perpe-
tua memoria de ella".
46"
"De cómo los mexicanos dieron guerra a los
de Tecuantepec y a los de Izuatlán, Miauatlán
y Amaxtlán, provincia muy famosa, y de cómo
los vencieron".
zu-ro I, rr¡ ,/. i"l
(AP." ++."
-.--]
-l
J-l
;--/
¿->-- i
(Hr* 46,
50"
"De cómo vino nueva a México de que los de
la provincia de Xoconochco, Xolotla y maza-
tecas maltrataron a los de Tecuantepec, porque
se habían rendido a México, y de la guerra
que los mexicanos les dieron".
cl?n 19. "
(¡1P." íf .¡
Wirtl"/o1'/-'
2" A.
"Del gran ídolo de los mexicanos llamado Huit-
zilopochtli y de los ritos y ceremonias con que
le honraban".
20 C.
Los mancebos que vivían recogidos en los tem-
plos, viviendo en castidad y pobrezay obedien-
cia, pidiendo limosna para las ofrendas del
dios.
fral.a I * htnt,f'9 ('
'í:4?.{ t} :'
'{§
r] l:
).t{.
;.§l
ii_
5o
sacerdotes del templo de Tezcatlipoca
incen-
sando el altar y practicando
el autosacrificio
de sangrarse con una puya de
- maízque luego
clavaban en una pelota.
60
"Del ídolo ramado euetzalcoatr,
dios de los
cholultecas, de ellos muy reverenciado
y temi_
do, fue padre de los tolteóas, y
de loffiunot.r,
porque anunció su venida,,.
70
"De la relación der ídoro llamado
camaxtle,
dios que fue de los de Huexotzinco
y de Tlax-
cala".
go
De las festividades al dios Tlaloc
relacionadas
con eI ¿írbol llamado Tota al
cual sacrificaban
una niña.
-fuf." 1 ,o Jatt¿,o C.'
l
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Ll,P.o ii
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CÁFT f "r
ji
f ztdzJtztalaytzretiu't.-h jut:itt-br¿t.l,4tazl¡.
g"
"De la gran fiesta que llamaban Tlacaxipeualiz-
tli, que quiere decir "Desollamiento de hom-
bres", efl la cual solemnizaban un ídolo lla-
mado Totec y Xipe". Sacrificio gladiatorio en
las festividades de dicho dios.
10"
"De la fiesta que al sol se hacía debajo de este
nombre: Nahuolin".
11"
"Que trata de los hechos de los caballeros del
sol, y de cómo los grandes los honraban a ellos
y a los demás que señalaban".
J- - ;'-" t',,
J.,r, '
.
il -:n
c,tP? 70.*
\--::1-*--$'--*'
- ,. :_j
<q:_*---;.i.-.,
__*_-.1
Llle.úla'2ayzrte,Jníitfu ta.da{ca:a;-11*,-
13" (c)
Los sacerdotes que cuidan el fuego sagrado en
el templo de la diosa Cihuacoatl.
15"
Sacrificios y simulacros de combate en honor
de la diosa Toci "Madre de los dioses".
17"
"De la relación de la diosa que llaman Xuchi-
quetzal".
E¿ !'
(4"'/,1."
¿txre*e;-**e*¿¡gt rrls*¡a:§
i.
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li étr. ll.u
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.*_*, *r* *-l üPi /l*
{*
15"
Sacrificios y simulacros de combate en honor
de la diosa Toci "Madre de los dioses".
17"
"De Ia relación de la diosa que llaman Xuchi-
qvetzal".
10.
"Décimo mes del año, celebraban la fiesta
grande de los muertos, y juntamente la fiesta
solemnísima de1 Xocotl Huetzi, fiesta de los
tepanecas.
11.
"El undécimo mes del año, llamábase el primer
día Ochpaniztli, gue quiere decir "Día de ba-
rrer", er el cual celebraban la gran fiesta de
Toci; que era la madre de los dioses y cotazÓn
de la tierra.
t2.
"Duodécimo mes. Celebrábase en su primer
día la fiesta de Pachtontli, que quiere decir
"Mal ojuelo". El cual día celebraban junta-
mente la fiesta solemne del advenimiento de
Huitzilopochtli".
13.
"El treceno mes celebraban la fiesta del Huey
Pachtli, "El gran mal de ojo", donde se cele-
braba la fiesta de los cerros, er especial la del
volcán y la sierra nevada".
14.
"El mes catorceno celebraban la solemnidad
del dios de la caza,que se llamaba Camaxtle".
15.
"El mes quinceno celebraban el Panquetzaliz-
tli- "Ensalzamiento de banderas".
frat - 3.n Zrtm,u ,f'?
l;
Fig. 1:
Representa aI dios Tonacatecuhtli, pintado con
et utti sagrado de los sacerdotes y de los dioses;
sus adornos son astros y tiene detrás del tocado
el abanico del dios de los muertos; en }a mano
derecha empuña en alto un ojo ixi con una
estrella sobre el disco del mismo sol que nos
da el cipactli, la luz de arriba. En la izquierda
tiene una mazorca, porque é1 alimenta y da
sustento a los hombres.
Fig. 2:
se refiere al sacrificio gladiatorio, que es la
representación de la lucha de Tezcatlipoca y
Quetzalcoatl, de la luna y de la estrella
de la
tarde. La figura que está atada a la piedra
cuauhxicalli, es la imagen de Tezcatlipoca, la
luna. Rostro y vestido son de color blanco;
debajo del ojo se ve dibujada una media luna;
tiene por tocado el iztliy las navajas del sacri-
ficio; y mientras en una mano empuña la ma-
cuáhuitl pafa la lucha, en }a otra sostiene el
estandarte y el espejo de Tezcatlipoca . La otra
figura representa a Quetzalcoatl. Lleva la más-
cara sagrada; en la cabezael penacho de plumas
de quetzal; viste piel de tigre. Tiene en una
mano su macuáhuitl para la lucha y en la otra
un cimalli, en el cual se ve el símbol0 de la
estrella de Ia mañana.
fcuzz.olo
]i,, I
A¡"-r>"¿ffi
Esta lámina es una representación de las fiestas
del dios Huitzilopochtli, primera y gran deidad
de los mexica. Se ve al dios sobre una caña
de maíz con hojas y mazorcas que le sirven
de trono, de que él alimentaba a
-símbolo
los mexis¿nss-, conducido por dos sacerdo-
tes: uno de ellos tiene una manta color de cielo
con una orla de estrellas; el otro una manta
con líneas ondulantes, significado del agua. El
dios lleva un cetro en la mano para expresar
su supremacía sobre los otros dioses y sin duda
por eso trae como adorno el penacho símbolo
del sol. Adórnale como casco una cabeza de
colibrí y un penacho de riquísimas plumas. Un
sacerdote va al frente de la procesión tañendo
un instrumento a manera de caracol.
fam a L*
.\
\'
\
J¿ Zz.lJl¿qt¿t, rL ,Lf ,4"f ,t i: t a. J/a' )ay ar/a'. /z ut -1r, 7, o /o, .f, * /r-4/roz,
Fig. 13:
En esta lámina empuña Tezcatlipoca dos fle-
chas, su chimalli y un estandarte en el que se
ve la media luna, mientras en la derecha tiene,
en ademán de amenaza, el arma curva que
varias veces se le pone en figura de culebra.
Fig. t4:
En la parte inferior de esta lámina tiene Tezca-
tlipoca la media luna al cuello y cuatro flechas;
el chimalli y el pantli empuñados. En ambas
figuras los chimalli tienen nueve conchas de
algodón, símbolo de los nueve señores que
acompañan a la noche.
ry/4