Metodos de Investigacion
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Metodos de Investigacion
sociales*
Resumen. Este artículo hace una lectura de siete perspectivas metodológicas en las ciencias sociales a partir de
las claves que ofrece la filosofía hermenéutica: la Fenomenología, la Teoría Fundamentada, el Estudio de
caso, la Etnografía, la Investigación Acción Participativa –IAP–, la Cartografía social y la investigación
narrativa. Para cada tradición, se hace una descripción general y a continuación una contrastación con
los criterios elaborados por la filosofía hermenéutica.
Palabras claves: hermenéutica; ciencias sociales; metodologías de investigación.
Abstract. This article gives a reading of seven methodological perspectives in social sciences, from the keys
of Hermeneutics: Phenomenology, Grounded Theory, Case Study, Ethnography, Participatory Action
Research-IAP- Social Cartography and narrative inquiry. For each tradition, there is a general description
and then a contrasting the criteria developed by the hermeneutic philosophy.
Key words: Hermeneutics, social sciences, research methodologies.
Introducción
Estud.filos ISSN 0121-3628 nº44 Diciembre de 2011 Universidad de Antioquia pp. 9-37
Darío Alberto Ángel
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La hermenéutica y los métodos de investigación en ciencias sociales
Una de las razones que esboza para la clasificación de las cinco tradiciones
metodológicas cualitativas es que éstas tienen una afinidad con disciplinas
específicas, puesto que:
…necesitaban emplear tradiciones que pusieran de manifiesto una imagen
representativa de los abordajes en las disciplinas. Este criterio se cumple correctamente
con la biografía originándose en las humanidades y las ciencias sociales, la
fenomenología en la psicología y la filosofía, la teoría fundada en la sociología y los
estudios de casos en las ciencias sociales y humanas y en áreas aplicadas como la
investigación para la evaluación (Creswell, 1998: 5).
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El estudio de caso
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se suele apartar de la norma de poblaciones a las cuales les cabe un análisis del
tipo de Yin, pero la insistencia en la particularidad es cercana a la hermenéutica.
La teoría fundamentada
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La hermenéutica y los métodos de investigación en ciencias sociales
3 Es interesante saber que el programa Atlas-ti fue diseñado para el proceso de codificación de
la teoría fundada.
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nuevos elementos que amplíen la teoría. Una vez construida la teoría, se supone
que ésta habla de la totalidad de un contexto, es decir, que es teoría de la sociedad
(no teoría social).
La hermenéutica tendría que decir, respecto a esta perspectiva, que comparte
con ella el afán por hablar según el fenómeno, por una parte, pero rechazaría la
pretensión de abordarla sin supuestos, sin prejuicios, sin una carga de tradición que
se hace consciente y que se transforma en el enfrentamiento con dicho fenómeno.
En segundo lugar, la pretensión hermenéutica es una experiencia histórica más que
un ejercicio contemplativo de saber. Es un comprenderse como ser histórico en el
acontecer histórico.
La fenomenología
4 Hegel distingue entre la Bewusstsein o conciencia del mundo y la gewissen o conciencia moral.
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Heidegger no es considerado por los hermenéuticos como un defecto del sujeto para
abordar el fenómeno, como sí lo considera Husserl, y por eso el primer paso de su
método es poner entre paréntesis ese haber previo. No se trata, pues, de un problema
de dificultad metodológica, sino de contrasentido, derivado de la consideración de
que el conocimiento es un asunto de un sujeto que se enfrenta con un fenómeno en
tanto objeto. Y lo primero que Heidegger comprende es que se debe
…evitar el esquema de que hay sujetos y objetos, conciencia y ser; de que el ser
es objeto del conocimiento; que el ser verdadero es el ser de la naturaleza; que
la conciencia es el “yo pienso”, esto es, yoica, la yoidad, el centro de los actos,
la persona; que los yoes (personas) tienen frente a sí lo ente, objetos, cosas de la
naturaleza, cosas del valor, bienes. En fin, que la relación entre sujeto y objeto es
lo que se ha de determinar y que de ello se ha de ocupar la teoría del conocimiento
(Heidegger, 2007: 105).
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La etnografía
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grupo mientras busca patrones de vida diaria o cotidiana” (Creswell, 1995: 59).
Él entiende el producto de una investigación como una descripción de patrones de
vida cotidiana, que son el verdadero interés.
Creswell considera que los etnógrafos privilegian la observación de campo,
las largas convivencias con los grupos objetos de estudio y conservan un interés por
los aspectos simbólicos como exigencias del método, pero no menciona la necesidad
de estas prácticas por el intento de conocer algo completamente desconocido que, en
sus propios ciclos, invierte mucho tiempo. De ahí las dificultades que enumera para
la utilización de las metodologías etnográficas, entre las que menciona la necesidad
de irse a vivir al campo, los largos períodos de investigación y la exigencia de una
comprensión del universo teórico de la Antropología cultural.
Por su parte, Herrera (2009) aborda el trabajo de Clifford Geertz, como uno
de los pensadores en ciencias sociales que hace una reflexión sobre el abordaje
de su objeto de estudio, cercana a los planteamientos de la filosofía hermenéutica.
Herrera encuentra que el planteamiento de Geertz apunta a un reconocimiento
del giro interpretativo en las ciencias sociales, lo cual no significa que cualquier
interpretación es válida, sino que hay un predominio del lenguaje en la atención de
los científicos. Para Geertz, la interpretación es el “ámbito en el que se producen
las distintas visiones de mundo y el modo de hablar de ellas y, en este sentido […]
lo propio de las ciencias sociales” (Herrera, 2009: 48).
Por supuesto, la orientación a la cultura como interés de los científicos
sociales significa un reconocimiento de la diversidad y la multiplicidad de formas
de ser humanos y es una invocación a la posibilidad de diálogo intercultural, con el
convencimiento de que éste sólo es posible si no se pretenden imponer unas formas
culturales sobre otras, para lo cual “las ciencias sociales deben ayudar a crear una
nueva conciencia que dé cabida a la diferencia y que conviva con lo heterogéneo
del mundo” (Herrera, 2009: 50).
Se plantea, pues, la posibilidad del diálogo y de la mirada mutua entre las
culturas, cuya constitución no depende sino de ellas. La comprensión de una cultura
no puede realizarse sino desde ella misma, de modo que el enfrentamiento con
otra cultura sólo puede ser entendido como diálogo. Con esta misma orientación,
Geertz se plantea el reto de descifrar el pensamiento local sin imponer el marco
interpretativo de la cultura a la que pertenece el investigador. Esto significa construir
una “hermenéutica cultural”, pero, anota Herrera, “la hermenéutica ni norma ni
prescribe a la etnografía como traducción. No es que de la hermenéutica se haya
derivado algo así como un método etnográfico: más bien, éste puede ser leído como
hermenéutica” (Herrera, 2009: 52).
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La hermenéutica y los métodos de investigación en ciencias sociales
Si bien hay una especial atención a no imponer el punto de vista del intérprete,
su perspectiva no queda anulada, sino que se comprende como un diálogo y esta
experiencia requiere tiempo y parte de una autointerpretación como cultura, como
etnia que dialoga con otras culturas, con otras etnias. En esta forma, no se trata de
anular los prejuicios, los supuestos propios, sino de ponerlos en juego en el diálogo
intercultural, cuidando de que en ese diálogo no prevalezca la perspectiva de una
cultura sobre otra.
Hay, de todas formas, un sabor de ciencia contemplativa en la Antropología
y en la etnografía, donde un investigador de una cultura estudia otra cultura. Y
allí, la participación de la cultura investigada es débil frente a la sistematicidad y
la dedicación de los investigadores que llegan de fuera. Esto lo vio con claridad
Orlando Fals Borda para proponer un modelo teórico no considerado por Creswell,
que es la Investigación Acción Participativa IAP.
En el año 2000, Orlando Fals Borda fue invitado por la Universidad de Bath
(Inglaterra) a escribir sus apreciaciones personales sobre la IAP para un Manual
Internacional de Investigación Acción que publicó esta universidad. Lo que Fals
Borda escribió entonces fue más o menos lo mismo que leyó posteriormente en
el congreso mundial de IAP en Australia en septiembre del mismo año. Se trata
de una reflexión que recoge treinta años de práctica y de trabajo de depuración
derivados de discusiones intensas y agitadas investigaciones. En este texto, Fals
Borda describe las principales formas de esa búsqueda, en la cual confluyen “una
metodología participativa de investigación y una filosofía positiva de vida y de
trabajo” (Fals Borda, 2009: 357).
La primera referencia del texto es al año 1970, cuando se replantea
radicalmente la acción y se consolidan procesos de IAP, motivados por hitos en
varios lugares del mundo como la aparición del pacifista Bhoomi Sena (Ejército de
la Tierra) en Maharashtra, India, la culminación de un proyecto que había empezado
hacía cinco años en Bunju en Tanzania la antropóloga Marja Liisa Swantz, la
difusión del librito Pedagogía del Oprimido de Paulo Freire en Brasil. Esto indica
el arraigo que tiene la IAP en procesos populares de emancipación. La publicación
del libro Contra el método, de Feyerabend les “suministró munición adicional para
avanzar en los empeños de transformación sociopolítica de nuestras sociedades”. En
este sentido, se aleja de la pretendida objetividad e imparcialidad de las perspectivas
de investigación de la sociología positivista. El desarrollo del pensamiento en ese
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Darío Alberto Ángel
momento les permitió a los investigadores de la IAP formular tres retos relacionados
con la reconstrucción científica y la reconstrucción emancipatoria. El primer reto se
refiere a las relaciones entre ciencia, conocimiento y razón, el segundo a la dialéctica
entre teoría y práctica y el tercero a la tensión entre sujeto y objeto.
Estos tres retos formulados por Fals Borda son preguntas de índole
hermenéutica. Respecto a la primera relación, buscan a los investigadores que se
habían apartado del empirismo lógico, del positivismo y del funcionalismo. De esta
manera, toman de Kurt Lewin y Sol Tax el concepto triangular de la “investigación
acción” (IA); de Daniel P. Moynihan estudian lo que se llamaron los “subaltern
studies”; y del educador norteamericano Myles Horton, la práctica con los mineros
de los montes Apalaches donde se aplicaba la IP. Tanto las referencias al contexto
internacional de la crisis en el año 1970, como estas últimas fuentes llevan a pensar
que la IAP es una postura investigativa íntimamente ligada a la vida social en una
perspectiva emancipatoria, de modo que descartan una actitud contemplativa.
En este sentido, la IAP supera el vacío que se siente en la filosofía
hermenéutica, que es una reflexión sobre el poder. En la hermenéutica, pareciera que
el poder no es un asunto filosófico y, al abordar la historia, que la posición política
no afectara el abordaje del ser en el mundo. Ese abordaje del poder, que en Foucault
excede lo político, en la IAP es crucial y por eso se ubica como un pensamiento
emancipatorio y sus procesos metodológicos son esencialmente participativos. Y
de allí se deriva el segundo reto, la relación teoría y práctica. Frente a este reto,
encontraron que el “conocimiento popular podía ser congruente con la heredad
de la ciencia académica” (Fals Borda, 2009: 362). Las referencias en este sentido
son igualmente significativas en el orden internacional, donde menciona a Freire,
Gandhi, Nyerere, entre otros, que lograron vincular un pensamiento con la gente
en procesos de liberación.
En relación con la tensión entre sujeto y objeto, la IAP es radical en abolir la
separación y justamente por eso se denomina participativa. Se ha evitado aquí la
mención de autores y textos en los que abunda Fals Borda para señalar simplemente
la lucidez y la ilustración de la crítica que apuntala la reflexión y que permite
comprender que es una perspectiva realmente hermenéutica que intenta interpretar
un contexto local en relación con los referentes del contexto regional, nacional e
internacional y que no se limita a un estudio aséptico sobre aspectos culturales de
una tradición blanca, sino que incorpora la política y el análisis económico en la
comprensión de los procesos de emancipación.
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La hermenéutica y los métodos de investigación en ciencias sociales
6 Fals Borda escribe la letra A entre paréntesis en la sigla I (A) P, porque dice que la característica
de la acción es un supuesto de la investigación, y en cambio la p de participativa es un criterio
definitorio. Esta acotación permite comprender la orientación hermenéutica vinculada a una
política libertaria.
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La cartografía social
La cartografía social7 tiene tres fuentes teóricas que le permiten contar con
aportes significativos y crecientes según cada fuente. De la cibernética de segundo
orden de Niklas Luhmann, asume que el territorio es un fluido de información y de
energía, de tal modo que en los mapas sociales se trazan líneas y representaciones
del espacio local concebido como un sistema de comunicación. La segunda
fuente es el socioanálisis que permite entender el territorio mediante un mapa de
relaciones y estructuras de poder que determinan las interacciones entre los distintos
agentes, instituciones y grupos sociales (Villasante, 1999). La tercera fuente es la
Investigación Acción Participativa –IAP– que señala como el territorio social está
cruzado por el deseo de cambio de los agentes que intervienen en el espacio local.
Estos imaginarios no provienen simplemente de las necesidades de la gente sino
principalmente de sus deseos.
De acuerdo con estas tres vertientes, el territorio no es simplemente una
delimitación física, una topografía, unas edificaciones, puesto que el paisaje es
siempre un producto de una sociedad concreta que ha vivido su historia en un espacio
que ha heredado de sus antepasados, y las edificaciones son igualmente producidas
socialmente. En esta forma, el territorio se renueva o se deteriora continuamente
y está cruzado por fuerzas simbólicas producidas por los actores sociales que lo
ocupan. Esta noción de territorio significa que éste existe en una dinámica de
autorreproducción y transformación permanente y, por tanto, la red comunicativa
y simbólica que lo atraviesa cambia constantemente. El sistema comunicativo, las
7 Este texto sobre la cartografía social está basado en Herrera, 2009a.
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La hermenéutica y los métodos de investigación en ciencias sociales
relaciones de poder y las fuerzas del deseo son dinámicos y se recomponen en forma
constante. En este sentido, el territorio es un espacio de escritura del tiempo. En él
se sintetiza la historia de los conflictos, las resistencias y los deseos que inscriben
los agentes que viven esa historia.
Estas tres miradas sobre el territorio como espacio simbólico, contradictorio,
inmerso en fuerzas de poder y de deseo, permiten igualmente concebir los mapas de
ese territorio. El mapa no es sólo ni principalmente una representación orográfica
o topológica, sino una representación espiritual de un territorio, y depende de los
actores que lo construyen. El mapa es un reconocimiento y una proyección y,
como tal, es el producto de los actores que viven el territorio, que a su vez viven
conflictivamente la vida social y política. No obstante, los flujos comunicativos
del sistema luhmanniano ni las relaciones de poder del socioanálisis ni las fuerzas
de deseo de la IAP son objetos empíricos que se pueden observar en el espacio
territorial. Estas nociones son relaciones que es preciso interpretar y que trazan
los agentes que viven conflictivamente la vida social del territorio. En este sentido,
los actores crean el mapa, y cobra sentido pleno la función participativa de la IAP.
El mapa es, por tanto, un objeto de empoderamiento, de modo que se encontrarán
mapas, espacios simbólicos de representación del territorio, dependiendo de quienes
los tracen, porque los agentes ocupan espacios diferentes en las líneas simbólicas, en
las relaciones de poder y en las fuerzas deseantes del territorio. Y por esto mismo,
los actores pueden transformar el mapa de sus relaciones cotidianas, porque pueden
transformar el territorio, de modo que la construcción del mapa se convierte en una
herramienta de empoderamiento clave en los conflictos vividos en un territorio.
La cartografía social, por tanto, no es un instrumento para la creación de un
mapa síntesis de un territorio, sino una activación social de las representaciones
diferenciadas que pueden permitir el diálogo de los agentes en un espacio local
(Paulston y Liebman, citados por Herrera, 2009a). El producto de la cartografía
social no es, por tanto, una representación homogénea, de algún modo oficial, de
un territorio, porque es una activación social que pretende evidenciar los conflictos
y no supone que haya una mirada que pueda prevalecer sobre las otras miradas.
Por esto, la exposición de los resultados de un proceso de cartografía social no es
un solo mapa negociado por todos los actores, porque en un supuesto proceso de
negociación se ejercen mecanismos de poder que pueden hacer prevalecer una
mirada, sino que se prefiere hacer una yuxtaposición de las representaciones que
animen el diálogo y la negociación, sin anular las perspectivas diferentes sobre el
territorio.
La pretensión de la cartografía social, por tanto, no es el levantamiento
del mapa sino la forma de elaborar el mapa, el mapa no es el producto final, es
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Darío Alberto Ángel
la reproducción constante del espacio social por obra del ejercicio del mapeo. El
mapeo como ejercicio de representación del espacio como síntesis del tiempo.
En este sentido, esta perspectiva es transformadora y se inserta en la posibilidad
organizativa de procesos de empoderamiento. Es oportunidad de reconocimiento
en un espacio de fuerzas, de fracturas, de perspectivas. La conciencia del territorio
que provoca el mapeo invoca la noción de espacio público, porque el mapa siempre
es representación de un territorio que se comparte, que es recorrido por otros, y
que se ha ganado o que se ha perdido. No obstante, este reconocimiento de las
características conflictivas del mapeo pretende reivindicar las tensiones como
fenómeno característico del territorio mismo, de modo que no se concibe como
atributos de los sujetos o de los grupos sociales. “De este modo, se trata de dejar
de pensar lo subjetivo como individual, para pensar lo subjetivo como social,
de tal manera que al elaborar un mapa social sea el territorio mismo, en cuanto
colectividad, el que se reconozca, se critique y se transforme a sí mismo” (Herrera,
2009a).
La metodología de la cartografía social consta de tres momentos básicos,
sobre la premisa de que son los actores sociales quienes construyen los mapas
y no un investigador externo que le quita sentido al objetivo que orienta esta
perspectiva. Estos momentos son: definición y reconocimiento del territorio y de
los actores; elaboración de los mapas; y reflexión sobre el territorio a partir del
mapa y construcción de un plan de acción o de alternativas de solución.
El primer momento implica la selección del espacio físico que se pretende
trabajar, que debe estar ligado, de alguna manera, a un proceso de identidad
colectiva. Se define el alcance del estudio (institucional, local, municipal, etc.). Se
establecen los recursos físicos y humanos para el estudio y, finalmente, se considera
en este momento la ampliación del campo de visión y de comprensión del territorio
por parte de los investigadores, y la identificación de los diversos grupos (formales
e informales) en el territorio.
El segundo momento, la elaboración de los mapas, puede partir del
levantamiento de un diagrama topográfico del territorio, y se trabaja con cuatro
categorías que organizan las discusiones de los actores: itinerarios, diagramas,
representaciones y posiciones. Los itinerarios identifican los recorridos físicos
de los actores que cruzan el territorio. Los diagramas se refieren a una geografía
abstracta de esos itinerarios, y busca identificar clases de rutinas que presenten
rasgos comunes en el uso del territorio. Las representaciones avanzan en abstracción
y tratan de identificar posiciones simbólicas presentes en el espacio social.
Estas posiciones simbólicas se refieren a la manera como el uso del territorio es
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La hermenéutica y los métodos de investigación en ciencias sociales
comprendido por sus actores. Y, finalmente, las posiciones ponen en relación las
representaciones identificadas con otras representaciones y descubre las tensiones
descubiertas en términos de poder y de comunicación.
Hasta aquí, se han identificado las tensiones entre posiciones dominantes y
marginales en el territorio, compuestas por líneas, energías y nodos. Las líneas, que
permiten enriquecer el mapa y superan la mera identificación de los actores, son de
tres tipos: líneas de comunicación, líneas de deseo y líneas de poder. Las líneas de
comunicación distinguen entre la comunicación fluida, la indiferencia y el conflicto
o la confrontación. Las líneas de deseo identifican las fuerzas movilizadoras de
la acción en el territorio, que permiten advertir transformaciones el la relación de
las posiciones en el territorio. El deseo es la energía transformadora, a diferencia
de las necesidades que no necesariamente tienen la carga deseante que permite
la movilización. Y, finalmente, las líneas de poder permiten advertir el tipo de
tensiones, de alianzas y de prácticas como resistencias, confrontaciones y acciones
institucionales que dinamizan el dominio del territorio.
Finalmente, el tercer momento se refiere a la reflexión sobre el territorio a
partir del mapa elaborado y la construcción de un plan de acción o de alternativas de
solución. Una vez realizado el primer mapa que contiene las líneas descritas como
tendencias, surge un segundo mapa. El primer mapa define el territorio, lo delimita,
lo configura. El segundo mapa conduce a preguntas útiles para negociar un derrotero
de acción de los agentes. Este segundo mapa abre un espacio de enunciación para
los actores, que es un espacio de formulación y negociación de propuestas.
Esta dinámica metodológica es, en todo caso, una sugerencia de acción
que busca una conciencia significada en la representación espacial y que permite
provocar una dinámica transformadora del territorio inscrita en dicho territorio
mediante la transformación de las reglas mismas del mapeo, que parte de los agentes
del territorio y que se invierte en él como sujeto colectivo. En este sentido, esta
propuesta metodológica incorpora una perspectiva hermenéutica en el sentido de
concebir el mapa como una representación del territorio que exige una interpretación,
pero, del mismo modo que la IAP, tiene una intención transformadora e incorpora
en su análisis el problema del poder.
Las narrativas
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La hermenéutica y los métodos de investigación en ciencias sociales
Por otra parte, si las narrativas se toman como objeto de estudio, lo que
importa es la narrativa misma, desprendida de quien la narra y de su proceso de
construcción. Lo que se estudia en este caso es una fábula o una leyenda o unas
narraciones orales o escritas, a las cuales pueden aplicarse metodologías de análisis
semiótico o de cualquier índole y el resultado será una estructura narrativa (Greimas,
Barthes, Strauss) o unas funciones (Propp) que, por más que pretendan respetar la
forma del relato, no hablan de nadie ni se dirigen a nadie.
El final de un estudio de narrativas no puede ser, por consiguiente, ni la
obtención simple de la narración ni una serie de formulaciones racionales que sean
como el zumo de lo encontrado como narración, entre otras cosas porque dicho
resultado no es otra cosa que otra narración. Las narraciones son una entrada, que
alude a la memoria de un grupo humano, a todo lo que constituye ese grupo. Es la
forma de su autocomprensión y como tal exige la interpretación para que otros y
el mismo grupo puedan mirarlo.
En esta mirada, la narrativa es la forma de la memoria de un grupo y la
memoria es, a su vez, la manera de administrar el tiempo. Marc Augé (1998) examina
con detalle en qué consiste propiamente un recuerdo y muestra cómo las huellas,
(que Ricœur (2004) refiere como huellas mnésicas) se erosionan con el tiempo, y
lo que constituye propiamente la memoria es el relato que une, como el hilo de un
collar, esas huellas que no cobran sentido sino en dicho relato. Habría que decir
con Ricœur que las huellas mnésicas no constituyen en sí mismas la memoria,
puesto que el olvido ocurre por la significatividad de dichas huellas y no por un
proceso neurológico (Ricœur, 2004: 540 y ss). La mirada al pasado tiene sentido
para explicar el presente y para proyectarse al futuro. Y es en esta forma como se
construye el tiempo histórico, sobre el trámite del tiempo cotidiano.
El relato memoria presenta puntos de discusión que deben dirimirse para
comprender su significado en la vida de una cultura. Marc Augé abre una discusión
con Paul Ricœur que, según Augé, se ha sentido seducido por los análisis de
Clifford Geertz, quien introduce el tema de las mediaciones simbólicas que sirven
para ordenar la práctica de una cultura y vincula los relatos al contexto (Geertz,
2000). Esto es posible porque ya existe un simbolismo inmanente en el mundo
práctico (Augé, 1998: 36). De allí se deriva la teoría de la narración de Ricœur,
en tres estadios o momentos de la mimesis: mimesis I, referida a las mediaciones
simbólicas en el mundo de la vida, y que es un momento prenarrativo pues supone el
sistema simbólico de la realidad, sin el cual no es posible contarla; mimesis II, que
es la narración como mediación entre una historia individual a una historia narrada
en una serie de acontecimientos ordenados de manera inteligible; y la mimesis III
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Darío Alberto Ángel
En esta forma, Augé señala cómo la práctica del relato es cotidiana y atañe
a la manera como se vive la vida en forma de relato. Es decir, discrepa de Ricœur
en el proceso ordenado desde lo vivido hasta lo leído, puesto que la intención del
filósofo no comprende la realidad como ficción, y sus relatos como integrantes
de la realidad porque operan en ella, son acción simbólica en la aglutinación del
grupo, forman la vida y son formados por ella, y “no pensamos en las ficciones que
vivimos nosotros mismos” (Augé, 1998: 41). Nos olvidamos con frecuencia de la
manera como “la propia vida, individual y colectiva, se construye como ficción en
sentido amplio (no como ficción antónima de la verdad del relato supuestamente
“verdadero” de los historiadores, sino como narración, como guión que obedece a
un cierto número de reglas formales)” (Augé, 1998: 41).
Los relatos son, pues, autocomprensión que opera en la vida y por tanto no son
simplemente su reflejo o su mimesis. No son sólo resultado sino que se encuentran
integrados en el proceso de vivir. Son el guión y son también la película. Y como
tales son susceptibles de ser interpretados. Pero la interpretación como traducción
de los relatos hace parte de otro proceso que es el diálogo con otras etnias, que
genera procesos en el grupo donde nacen los relatos y en los otros grupos.
Comprendidas así las narrativas no son una metodología ni propiamente un
objeto de estudio aislado de la vida social. Son parte de la cultura, y como tales son
constitutivas de la vida cultural. El trabajo hermenéutico que aborda los relatos,
por tanto, es una actuación histórica, es política y simbólica y es influjo vivo por
más que se pretenda una imposible objetividad o un impensable distanciamiento
del objeto. Y esto es así porque la memoria no es un acontecimiento singular de
los integrantes de un grupo, sino que opera en el grupo en su construcción de un
nosotros que permite ubicarse frente a otros que no son como ese nosotros. Por estas
razones, la memoria no se recupera, como si se tratara de resolver una amnesia, sino
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La hermenéutica y los métodos de investigación en ciencias sociales
que la memoria se ejerce, el grupo se dota de una memoria para identificarse como
grupo en lo que suele llamarse memoria–identidad (Augé, 1998). Este dotarse de
una memoria en un grupo suele ser un proceso de negociación, porque la fidelidad
del relato a los acontecimientos no existe como quisiera una postura positivista,
porque el objetivo del relato no es dar cuenta de la historia como acontecimiento sino
construir un relato identitario que no es simplemente un reflejo como narración de
algo, puesto que ese algo narrado es el grupo como acontecimiento y como proyecto.
La construcción selectiva del relato memoria lleva a Augé y también a Ricœur
a formular la construcción de la memoria con un gran componente de olvido. El
olvido tiene, en Augé, una función en la administración del tiempo, es decir, en
la construcción del relato como proyecto. Y en ese sentido, termina el libro Las
Formas del Olvido con un párrafo memorable: “El olvido nos devuelve al presente,
aunque se conjugue en todos los tiempos: en futuro, para vivir el inicio; en presente,
para vivir el instante; en pasado, para vivir el retorno; en todos los casos, para no
repetirlo. Es necesario olvidar para estar presente, olvidar para no morir, olvidar
para permanecer siempre fieles (Augé, 1998: 104).”
El olvido permite combatir los abusos de la memoria (Todorov, 1995),
porque la memoria sin olvido vive bajo el reino de Némesis, o bien, en el mejor de
los casos, como Remedios en Cien Años de Soledad, prisionera de una memoria
perenne, encerrada hasta la muerte con un olor de pólvora en los sesos. No hay
rescate posible de la vida sin el olvido. Y no hay perdón ni redención de la energía
social capaz de construir un futuro propio.
Todorov, en su invocación del olvido, distingue entre una memoria literal
y una memoria ejemplar. La primera tiene una raíz romántica y kantiana en la
concepción del individuo libre, cuya responsabilidad sobre sus actos es absoluta
y está obligado a responder sin ambages por todos sus actos, de manera que
la rendición de cuentas ante la sociedad no permite negociación ni olvido ni
hay disculpa posible. Por su lado, la memoria ejemplar, con una tendencia al
determinismo a la manera de Durkheim, concibe la acción individual sólo como
un ejemplo o un resultado de los condicionamientos de la sociedad. En la dialéctica
entre una y otra, el olvido es lo único que permite tramitar la vida.
La perspectiva de pensar el olvido es un horizonte cada vez más significativo
en la orientación de las investigaciones. Un ejemplo de ello es la declaración de Paul
Ricœur en su libro La Memoria, la historia, el olvido, en cuya nota de orientación
introductoria al tercer tema dice que
El olvido y el perdón designan, separada y conjuntamente, el horizonte de toda nuestra
investigación. Separadamente, en cuanto que cada uno deriva de una problemática
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Conclusiones
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La hermenéutica y los métodos de investigación en ciencias sociales
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vacío ha sido superado por las tradiciones científicas vinculadas a prácticas sociales
conflictivas que, no obstante, adoptan criterios hermenéuticos en relación con la
interpretación de las culturas y con la historicidad del pensamiento sobre lo humano.
Se advierte en las tradiciones relacionadas con las disciplinas ciertos
estrechamientos que empiezan a ser superados en los estudios transdisciplinarios,
asumidos, a su vez en forma plena por perspectivas como la IAP y la Cartografía
Social.
Bibliografía
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