Matemática
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bebés en incubadoras
Se sabe que los bebés prematuros o de bajo peso al nacer suelen perder y ganar calor
fácilmente. De acuerdo con Ángel M. Ramos, investigador del departamento de Matemática
Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en España, las funciones vitales del
cuerpo dependen de que la temperatura corporal se mantenga en los rangos considerados
normales.
Para lograr que la temperatura se mantenga estable en este rango, denominado mínimo gasto
metabólico, Ramos y un equipo de investigadores a su cargo crearon un modelo matemático del
proceso de intercambio de calor y balance energético durante las primeras horas de vida de los
recién nacidos tratados en incubadoras.
Su meta es aumentar la tasa de supervivencia y el peso del neonato en cuestión. “El algoritmo
resuelve un problema de control en el que se propone cómo se debe variar de manera óptima la
temperatura del aire interior del dispositivo”, apuntó el experto.
Lo anterior se consigue al regular la entrada de aire caliente húmedo, de manera que el bebé alcance,
en el menor tiempo posible, la temperatura corporal de mínimo gasto metabólico.
El intercambio de calor en el cuerpo del neonato depende del entorno externo –en este caso, del
ambiente de la incubadora– e interno, este último relacionado con sus órganos corporales. “El
cerebro, los riñones y el hígado producen más calor, que el cuerpo distribuye a través de la
circulación sanguínea”, señaló Andrés Fraguela, investigador de la Universidad Autónoma de
Puebla (BUAP) y coautor del trabajo.
En lo referente a influencias externas, la transferencia térmica ocurre una vez que el recién nacido
entra en contacto con el colchón del dispositivo, con el aire que circula en el interior y la humedad, y
según el tipo de paredes de la incubadora (dobles, simples o radiantes).
Los resultados publicados en la revista Computers in Biology and Medicine pueden aplicarse a
recién nacidos en distintas etapas del tratamiento en incubadora hasta que sean dados de alta.
“Nuestra propuesta ofrece un algoritmo para modificar la temperatura interior del dispositivo
continuamente, según la que registre el neonato, de modo que esta se mantenga en rangos de
estabilidad térmica“, subraya Francisca D. Matlalcuatzi, investigadora de la Universidad Autónoma
Metropolitana (UAM) Unidad Azcapotzalco y también coautora del estudio.
Ahora, los científicos colaboran con ingenieros a fin de implementar el modelo matemático en
dispositivos reales y automatizar el proceso, diseñando sensores específicos.
Investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) han diseñado un
algoritmo que controla y mantiene estable la temperatura de los bebés en las
incubadoras en función de parámetros del recién nacido y del dispositivo.
“Los bebés prematuros o de bajo peso pierden y ganan calor fácilmente; sin embargo,
las funciones vitales del cuerpo dependen de que la temperatura corporal se mantenga
en los rangos considerados normales”, explicó el investigador del departamento de
Matemática Aplicada de la UCM, Ángel Ramos.
Ramos y su equipo diseñaron un modelo matemático del proceso de intercambio de
calor y balance energético en las primeras horas de vida de los recién nacidos tratados
en incubadoras con el objetivo de aumentar la tasa de supervivencia y el peso del
neonato en cuestión.
“El algoritmo resuelve un problema de control en el que se propone cómo se debe
variar de manera óptima la temperatura del aire interior del dispositivo”, indicó el
investigador. Para conseguirlo, han de regular la entrada de aire caliente húmedo, de
forma que el bebé alcance la temperatura corporal de mínimo gasto metabólico.
El intercambio de calor en el cuerpo del recién nacido está sujeto a influencias
externas e internas. Teniendo en cuenta esos parámetros, el algoritmo incorpora los
principales mecanismos fisiológicos y físicos de generación e intercambio de calor
como metabolismo basal, transferencia térmica fruto de la circulación sanguínea,
pérdidas respiratorias, pérdidas extraglandulares y los procesos de intercambio de
calor con el ambiente.
“Nuestra propuesta ofrece un algoritmo para modificar la temperatura interior del
dispositivo continuamente, según la que registre el neonato, de modo que esta se
mantenga en rangos de estabilidad térmica”, subrayó la investigadora de la
Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco y coautora del trabajo, Francisca
Matlalcuatzi.
Lo anterior se consigue al regular la entrada de aire caliente húmedo, de manera que el bebé alcance,
en el menor tiempo posible, la temperatura corporal de mínimo gasto metabólico.
Es en las primeras horas de vida donde hay mayor riesgo de enfriamiento para el recién
nacido. Contribuye a esto que los bebés nacen desnudos y mojados y la sala de partos
tiene, generalmente, una temperatura fría.
La piel del recién nacido es muy delgada, con poca grasa subcutánea y con los vasos
sanguíneos muy próximos a la piel, lo que favorece la pérdida de calor. Los receptores
en la piel del bebé envían mensajes al cerebro de que el cuerpo tiene frío.
Cuando las pérdidas de calor superan a la producción de calor, el organismo del bebé
responde con mecanismos que disminuyen las pérdidas: vasoconstricción y postura
corporal:
El organismo pierde más calor que el que produce, a pesar de estos mecanismos de
defensa, cuando la temperatura ambiental es excesivamente baja.
Es importante saber que esta capacidad de regulación está influida por otros factores:
Un recién nacido sano y de buen peso de nacimiento demora algunas horas, o a lo más
unos pocos días en poner a punto su centro termorregulador, pasando a ser entonces un
“homeotermo”, esto significa que su temperatura corporal no depende tanto del
ambiente como de su propia regulación, produciendo o perdiendo calor para mantener
una temperatura normal.
El recién nacido, y especialmente el prematuro, tiene mayor facilidad para enfriarse que
en etapas posteriores de la vida. Esto se explica ya sea porque tiene mayores pérdidas de
calor o una menor capacidad de aumentar su producción de calor en ambientes fríos o
una combinación de ambas cosas.
Así como el recién nacido tiene facilidad para enfriarse en ambientes fríos, también
tiene mayor facilidad para absorber calor en ambientes cálidos. El principal mecanismo
de defensa en estos casos es la sudoración. Esta función está limitada en el recién nacido
a término y más en el prematuro por la inmadurez de sus glándulas sudoríparas.
De tal manera que tienen también dificultad para mantener su temperatura en ambientes
cálidos y por ende mayor riesgo de que suba su temperatura corporal en estas
situaciones.
El buen manejo del ambiente térmico es un aspecto fundamental en el cuidado del
recién nacido, especialmente del prematuro.
Este se define como la situación térmica en la que la producción de calor (medida según
el consumo de oxígeno) es mínima mientras que la temperatura interna está dentro de
los límites normales.
Este concepto surgió del cuidado de niños prematuros en los cuales se constató que su
sobrevida y crecimiento eran significativamente mejores si estos eran cuidados en un
ambiente térmico neutral.
Por lo tanto, en el manejo del ambiente térmico es importante considerar siempre los
siguientes factores:
Por debajo de 36º5C se considera que el bebé está en hipotermia y la elevación por
encima de lo normal se denomina hipertermia.
Cuando hay hipertermia el bebé presenta vasodilatación (los vasos sanguíneos se dilatan
para perder calor y la piel se enrojece), aumenta el número de respiraciones por minuto,
está irritado y puede haber sudoración sobre todo en el cuello.
Al igual que en la hipotermia, la hipertermia puede ser por infección en el recién nacido.
En este caso la temperatura no desciende al desabrigarlo y suele requerir tratamiento
médico para su descenso. En estas condiciones y con temperatura axilar mayor o igual a
38ºC se considera que tiene fiebre. Otra causa de fiebre en el recién nacido es la
deshidratación.
A veces cuesta convencer a las madres de que el exceso de calor también es dañino. Es
frecuente constatar, por ejemplo, que al niño se le mantenga en la cocina, envuelto en
ropas de lana y frazadas, mientras el calor ambiental obliga a los adultos a circular en
blusas o mangas de camisa.
En el hombre la ropa reemplaza, hasta cierto punto, la función de la erección del pelaje
de los animales. La vestimenta nos protege, no por su grosor, sino porque las capas de
aire entre las diferentes piezas, actúan como aislador térmico y disminuyen la pérdida de
calor. Por lo tanto, varias capas de ropa delgada defienden más contra el frío que una
tela gruesa.
No es raro en estas circunstancias que el niño sufra deshidratación grave y fiebre alta, y
en casos extremos presente un “golpe de calor”. Este último es gravísimo, con una alta
mortalidad, quedando muchos de los que sobreviven con daño neurológico.
La ropa del recién nacido han de ser holgados y preferentemente de algodón. Se deben
evitar las prendas de lana en contacto directo con la piel, ya que pueden ser irritantes.
Como vemos, en el recién nacido y el lactante pequeño tanto el frío como el calor
excesivos son malos, y como todo en la vida, hay que saber encontrar el justo equilibrio.
PSEUDOCODIGO
2. var
4. inicio
6. lea(c);
7. Fahrenheit = c(9/5)+32;
9. fin
Diagrama de flujo
Inicio
Escriba: c
Lea: c
Fahrenheit =c(9/5)+32;
Escriba (“Fahrenheit
es:” f)
Fin
http://www.salud.carlosslim.org/modelo-matematico-regula-temperatura-de-bebes-en-
incubadoras/
https://scp.com.co/precop/precop_files/modulo_1_vin_1/CAPFIEBRE.pdf