Tesis Paco Monjaraz
Tesis Paco Monjaraz
Tesis Paco Monjaraz
UNIVERSIDAD INTERCONTINENTAL
LICENCIADO EN TEOLOGÍA
T E S I S
Q U E P R E S E N T A :
PA R A O B T E N E R E L T Í T U L O D E :
LICENCIADO EN TEOLOGÍA
ÍNDICE
1. La dirección espiritual…………………………………………………..………………... 47
1.1 La dirección espiritual como servicio de acompañamiento……..…………………... 47
1.2 Presencia e importancia en vida de la Iglesia……………………...………………… 49
1.3 Necesidad de la dirección espiritual en la vida de los fieles……..………………….. 51
CONCLUSIONES………………………………………………………………………….. 100
BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………... 107
Índice 7
INTRODUCCIÓN
respecto al tema de la Cruz de Jesucristo. Podría decirse que, de alguna manera, los temas
de la Cruz de Jesús y de la filiación divina, al que aquél está unido, son el eje transversal de
filiación divina en el centro del alma. Ambos temas, la filiación divina y la Cruz de
que permita encontrar un sentido al sufrimiento; no como proyecto de Dios, pero sí como
experiencia del hombre. La presencia del dolor se da en la vida del hombre bajo forma de
dolor físico, dolor espiritual o moral, y dolor psíquico. Resulta claro que, respecto al tema
del dolor psíquico, hay aún muchos caminos por recorrer y muchos más por abrir en la vida
social y también en la vida de la Iglesia; a pesar de todos los objetivos logrados, queda aún
mucho por realizar con el verdadero espíritu de Jesucristo, que pasó por la vida haciendo el
problema del dolor y del sufrimiento, se propone como objetivo de este trabajo redescubrir
el sentido del sufrimiento, sumergidos en la escuela del dolor. Se pretende hacer uso de las
espiritual en la vida del cristiano, especialmente de los laicos, se pueda por el sufrimiento,
algunos presupuestos antropológicos y teológicos, que son los cimientos en los que se
apoyan desarrollos ulteriores. Se inicia con la evolución del concepto de persona desde
Boecio hasta santo Tomás de Aquino, enfatizando la dimensión relacional del hombre, que
tiene como base el ser una criatura a la imagen y semejanza de Dios, y que está llamado a
responder a las preguntas de lo que se entiende por dolor y por sufrimiento, y cuáles son las
que la dirección espiritual es un servicio de escucha, se intenta profundizar algo más en sus
principios esenciales, que se convierten en actitudes necesarias para aquellos que han
dirección espiritual experimentan una prolongación del amor de Dios, que ama a la persona
con amor de Padre, con una particularidad que lo hace ser maestro, médico, amigo, buen
pastor.
personalidad, es decir, de todas sus potencias. Este desarrollo permite que pueda entretejer
su eternidad en el tiempo, y abrazar la Cruz, para caminar con Jesucristo en el dolor, para
llegar al abandono del abrazo del Padre que le permita redescubrir el sentido y valor del
con Cristo en el ejercicio pleno de las pequeñas grandes cosas del diario vivir.
Agradezco primeramente a Dios, que ha abierto mis ojos a una nueva luz, que ha tocado mi
vida a través de la escuela del dolor, me ha invitado despojarme cada día y en cada
que redime.
Después de Dios, agradezco a mis padres, que me han dado la vida y la posibilidad
de ser el que soy. Agradezco a tantos y tantos maestros que han caminado conmigo, sobre
todo a aquellos que sin pretenderlo y muchas de las veces aun sin saberlo, me han
Particularmente agradezco a todos aquellos que han compartido tantas horas, que,
por amor a Jesucristo, se han vivido Iglesia conmigo y que han dedicado parte de su existir
ponerla en nuestros corazones, y ponernos en el camino que nos lleva hacia el Dios que da
la vida.
Índice 10
CAPÍTULO I
Como es sabido, Manlio Severino Boecio (475/477-524) está considerado como una de las figuras
filosóficas y teológicas que articulan el engranaje entre la edad patrística y la escolástica; es, en
cierto modo, el último de los grandes romanos y el primero de los escolásticos 1. El pensamiento de
Aristóteles. Entre el legado de ideas que transmite a la edad media, tiene particular resonancia el
concepto que elabora acerca de la persona, especialmente en su obra Liber de persona et duabus
elabora en el Liber de persona et duabus naturis, escrito más de medio siglo después de aquel
Concilio3. Boecio emplea el método dialéctico, o filosófico, es decir, el método racional, en esa
Con herencia griega, Boecio comienza describiendo a la persona como prosopon, y se detiene
con detalle en la etimología del término. Elabora a continuación un conjunto de definiciones, y así
define naturaleza como todo lo que es, y en este sentido abarca tanto a los accidentes como a las
1
SAYÉS, J. A., Jesucristo, ser y persona, Aldecoa, Burgos 1984, p. 40
2
Ibidem, p. 41
3
DUSSEL, E., La doctrina de la persona en Boecio, p. 106.
Índice 11
sustancias4; partir de esa perspectiva le permite, a su vez, identificar la naturaleza como esencia; y,
en este sentido, la naturaleza puede ser entendida también como cuerpo y como forma, siendo la
Boecio reconoce que la persona no puede ser encontrada fuera del ámbito de la naturaleza, porque,
si así fuera, entiende que estaría enmarcada fuera del ámbito del ser 7.
“Si la persona se encuentra solamente en las sustancias y en estas sólo en las que son
racionales; si además toda sustancia es una naturaleza; si la persona no reside en los seres
Según el sistema neoplatónico que utiliza Boecio, los universales tienen subsistencia propia
pero no son sujeto de accidentes. La naturaleza, en cambio, comprende a las sustancias y a los
accidentes; por esta razón, Boecio busca a la persona en el ámbito de lo concreto y de lo singular, ya
que no puede encontrarse en el ámbito de los universales. La persona se encuentra solamente entre
Las sustancias concretas pueden ser a su vez corpóreas y la persona puede encontrarse en
unas y en otras. Para que una sustancia concreta y corpórea sea persona, ha de ser viviente y
racional; como una piedra no es viviente, ni un animal es racional, se concluye que no son persona,
4
LOBATO, A., La persona, vol. I, “Historia y perspectiva metafísica”, Roma 1973, p. 162.
5
Ibídem, p. 171.
6
SAYÉS, J. A., Jesucristo, ser y persona, Aldecoa, Burgos, 1984, p. 40
7
BOECIO, De persona et duabus naturis, cap. III, PL 64, 1342 C.
8
Ibidem, PL 64, 1343 D.
9
SAYÉS, J. A., Jesucristo, ser y persona, Aldecoa, Burgos, 1984, p. 48.
Índice 12
encuentra entre las que son sustancias racionales; además, como ya se ha precisado, toda sustancia
es naturaleza, y la persona no reside en los universales sino en los individuos, entonces nos hemos
encontrado ya con la definición que Boecio hace de persona como una sustancia individual de
naturaleza racional10. Así pues encontramos con Boecio una definición técnica de persona, que en el
En orden al objetivo de este trabajo, se puede señalar desde ahora que el concepto de
sufrimiento, y así mismo la tarea de la dirección espiritual de quienes sufren, hacen obviamente
referencia a la persona. Se podría decir que el sufrimiento es, de una parte, un estado de la
individua substantia, del ser humano considerado como sujeto individual. Sin tratar de inferir
conclusiones prematuras de un concepto aislado, interesa, sin embargo, subrayar que el dolor o
sufrimiento resuena en los diversos niveles de la personalidad humana como en un todo. En este
sentido, el sufrimiento tiene un carácter personal. Por otra parte, en la noción boeciana, cabe
destacar que la persona humana se caracteriza por ser rationalis naturae, por su naturaleza racional.
El dolor o el sufrimiento de otros vivientes carece de la dimensión propiamente humana del dolor,
que se plantea ante la inteligencia como una cuestión de sentido, que exige una explicación
racional, y que, al mismo tiempo, se resiste a una explicación racional. Se puede quizá adelantar que
de sufrimiento verdadero. Ambas cualidades del sufrimiento humano –su carácter personal y su
exigencia de sentido- han de ser tenidas en cuenta en la dirección o acompañamiento espiritual, para
Dejando de lado los pensadores posteriores a Boecio, que en la historia del pensamiento hicieron su
aportación al concepto de persona, santo Tomás de Aquino es el autor principal que se pronuncia
sobre el tema de la persona humana. Toma como punto de partida la definición de Boecio de
10
BOECIO, De persona et duabus naturis, cap. III, PL 64 1343 D.
11
Cfr. por ejemplo, ALTANER, B., Patrología Espasa Calpe, Madrid 1962, pp. 277 y 282; QUASTEN, J.,
Patrología (II), BAC, Madrid 1973, pp 252 y ss, y 276 y ss.
Índice 13
persona como sustancia individual de naturaleza racional 12, aunque Santo Tomás la modifica a partir
verdaderamente difícil debido a que nuestra experiencia como personas es, al mismo tiempo, una
experiencia de nuestra propia naturaleza. La teología participa de la tarea por la que, partiendo de la
teología misma la que hizo surgir el concepto de persona, cuando la filosofía griega carecía de él.
Entre otros, precisamente Santo Tomás realiza una gran aportación y clarificación de ese concepto.
El doctor angélico, como es nombrado, matiza el concepto elaborado por Boecio. Prefiere el
término de subsistente en vez del de substancia, pero no renuncia absolutamente a este último.
Substancia hace referencia al género de las substancias primeras, y entre ellas, de manera más
particular y perfecta se aplica a las substancias racionales 13; es, pues, más preciso hablar de
tercero de la cuestión 29, que trata sobre si puede usarse el nombre de persona aplicado a Dios,
Santo Tomás define el concepto de persona como “subsistens in rationali natura”, un subsistente de
naturaleza racional14. Evita así el equívoco que podría darse si se utiliza simplemente la definición
de Boecio para hablar de Dios; según esta, habría que afirmar que en Dios hay tres ‘substancias’ y
alma es forma del cuerpo, en el sentido de Aristóteles, pero también es principio vital intelectual, en
el sentido de Platón15.
12
Santo Tomás propone la noción de Boecio como argumento principal en el artículo 1, titulado De la
definición de persona: “Parece inaceptable la definición de persona que trae Boecio, y que dice así:
<<Persona es substancia individual de naturaleza racional>>”. TOMÁS DE AQUINO, S., S. Th., I, q. 29, a. 1,
Ad primum.
13
Cfr. TOMÁS DE AQUINO, S., S. Th., I, q. 29, a. 1.
14
Cfr. Ibidem, a. 3.
15
Cfr. Ibidem, a. 1. Cfr. también, LORDA, J. L., Antropología Teológica, Eunsa, Pamplona 2009, p. 72.
Índice 14
plantea cuál es la definición de persona divina. De acuerdo con la tradición del magisterio y de la
teología anteriores, al estudiar el misterio de la Trinidad, santo Tomás resalta así su dimensión
las personas divinas la relación no tiene un carácter accidental, sino que la relación en Dios es la
misma esencia divina, que, por lo tanto, es subsistente 16. En consecuencia concluye que “en la
Trinidad las personas divinas son las mismas relaciones subsistentes” 17. La Trinidad de las personas
divinas constituye a cada persona en su relación los otros; el punto clave es la relación; la identidad
es la relación.
Algunos otros pensadores que han reflexionado sobre el concepto de persona, como por
ejemplo San Agustín, se habían preguntado si estas relaciones (de procedencia) entre el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo no sólo distinguen a las personas divinas, y se habían llegado a plantear si
no sería más preciso afirmar que tales relaciones las constituyen en cuanto tal. Cabría preguntarse,
humana18, y concluye que las personas humanas no se constituyen por su relación mutua. Se
constituyen, en cambio, por su relación con Dios 19. Dado que una persona no puede disolverse en
otros seres, existe siempre siendo ella misma. Así la definición ontológica de Boecio, matizada
posteriormente por Santo Tomás, deja clara la concepción de sujeto ontológico, con características
propias de identidad y de incomunicabilidad. Y se destaca así mismo que la identidad del propio
hombre -creado a imagen de Dios que es Trinidad- no le ha sido dada para que viva en solitario,
sino para que en la relación con sus hermanos exprese para lo que fue creado desde el principio y
16
Cfr. TOMÁS DE AQUINO, S., S. Th., I, q. 29, a. 4.
17
Cfr. TOMÁS DE AQUINO, S., S. Th., I, q. 40, a. 2, ad 1.
18
Cfr. TOMÁS DE AQUINO, S., S. Th., I, q. 29, a. 4, ad 4.
19
Cfr. Ibidem.
Índice 15
Estas nociones, que apenas, cabe apuntar aquí son nociones esenciales sobre el ser humano, y
parece necesario no obviarlas en las cuestiones tratadas en este trabajo. A la hora de analizar el
anteriormente, interesa tener en cuenta el modo en que el sufrimiento afecta a las relaciones del
hombre con su entorno, y de manera particular con las otras personas. El sufrimiento nace, en
ocasiones, de esas mismas relaciones, cuando se dan alteradas, y altera a su vez la relación que tiene
con los demás quien padece. Afecta, de una manera aún más particular, a la relación que tiene el
hombre con Dios, y es en esta relación singular donde cabe encontrar la salvación.
Al abordar el tema del hombre como imagen de Dios, aparece también el tema del sentido y la
concepto teológico. Para llegar a la idea concreta de persona humana como imagen de Dios, de su
singular; de forma paralela, exige en la cultura y en la sociedad una gran toma de conciencia. En
este sentido, tampoco tendría sentido omitir la aportación del pensamiento cristiano, que ha
insistido constantemente en él, ni negar la fuerte influencia en la historia de tantos cristianos, que en
su diario vivir han defendido y testimoniado el gran valor de la persona humana. Ambos elementos
-la claridad de la enseñanza y la vida real de numerosos hombres- son esenciales para entender el
de la revelación cristiana está la afirmación de que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza
de Dios. Esto implica, entre otras cuestiones, que el hombre tiene capacidad para amar a su creador
y asemejarse a Él. Dios en un acto de amor creó al hombre a su imagen y semejanza 20. El Catecismo
20
Gen 1, 27
Índice 16
de la Iglesia católica enseña que el hombre ocupa en la creación un lugar especial por su propia
naturaleza; que es en sí mismo la unión del mundo material y del mundo espiritual; que esta unión
constituye la grandeza de la dignidad de la persona humana; y que por ser imagen de la Trinidad
Son muchas las implicaciones que se originan de tal planteamiento, que ha influido desde los
Padres de la Iglesia hasta hoy, a lo largo de la historia del pensamiento. De ellas, se desprenden
respuestas a los grandes interrogantes que desde siempre el hombre se ha hecho sobre si mismo:
“¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de
tantos progresos hechos, subsiste todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro
precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de
Entre otras grandes cuestiones, tales preguntas de fondo ponen al hombre frente a sí mismo y
frente a la gran realidad de la cuestión del dolor, de su sentido para la vida humana, sobre su razón
de ser. Hacen al hombre preguntarse si tienen algún sentido sus sufrimientos y dificultades, sus
dolores y sus enfermedades. Conducen a preguntarse si puede encontrar en ellos alguna enseñanza
sobre sí mismo o sobre su existencia, o alguna enseñanza sobre su relación con Dios, con sus
hermanos y con aquellos con los que le ha tocado compartir y caminar la vida. Sobre estas
cuestiones se desarrollan algunos de los capítulos de este trabajo, que intentan responder a la
Por otra parte, el Concilio Vaticano II, en los números 12 al 26 de la constitución dogmática
Gaudium et Spes, expone magistralmente el tema sobre el ser del hombre y manifiesta cómo el
hombre es el único ser sobre la faz de la tierra de todas las criaturas visibles que es y ha sido capaz
de conocer y amar a su creador; y es en la tierra la única criatura a la que Dios ha amado por sí
21
CONCILIO VATICANO II, Constitución pastoral Gaudium et spes, n. 10. En otros momentos vuelve la
misma Constitución sobre la cuestión del dolor. “El hombre sufre con el dolor y con la disolución progresiva
del cuerpo. Pero su máximo tormento es el temor por la desaparición perpetua” (GS, n. 18). “Por Cristo y en
Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que fuera del Evangelio nos envuelve en absoluta
oscuridad” (GS, n. 22).
Índice 17
misma22. Es decir, la comprensión del hombre como imagen de Dios está ligada a la peculiar
La noción del hombre desde la categoría de imagen de Dios, permite entender la constitución
esencial del ser humano. El Catecismo de la Iglesia Católica observa que esa noción revela la
dignidad singular de cada hombre, que –a diferencia del universo material- no es simplemente algo,
sino alguien que está situado ante el Tú de Dios 23. La dignidad del ser humano puede fundamentarse
en distintos planos: en tanto que posee una naturaleza racional y libre –que le sitúa por encima de
las demás criaturas-; en tanto que sujeto –que no puede ser nunca tomado como un simple objeto-; o
en cuanto a la perfección añadida por sus acciones -cuando estas le conceden una particular
dignidad moral-. Estos sentidos de la dignidad humana son asumidos y superados en esa particular
dignidad del hombre ante Dios. Por ella, el hombre ha de ser considerado no solamente como algo
No conviene olvidar –por más que sea sabido- que el motivo de la creación en general, y de
forma particular de la creación de los hombres no radica en ninguna necesidad interna en Dios. Dios
no puede ser movido por algo ajeno a Sí mismo, como si careciera de algún objeto o cualidad que
hubiera de buscar en otro. Tal necesidad haría de Dios un ser imperfecto o finito, y esto es
contradictorio.
“¿Qué cosa, o quién, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad?
Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti
mismo y te dejaste cautivar de amor a ella; por amor lo creaste, por amor le diste un ser capaz de
Por otra parte, la revelación de Jesucristo completa el mensaje contenido en el relato del
Génesis. La semejanza del hombre con Dios es, de forma particular aunque no exclusiva, semejanza
con el Hijo. El proyecto inicial de Dios, al crear a la persona humana, contiene la llamada para que
22
Cfr. GS, n. 12.
23
Cfr. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, n. 357.
24
CATALINA DE SIENA, S., Il dialogo della Divina provvidenza, 13, G. Cavallini, Roma 1995, p. 43, cit. en
CIC 356.
Índice 18
se asemeje a Cristo, o para que seamos hijos en el Hijo. De tal forma que puede concebirse la
profunda quién es el hombre mismo25. Desde su creación, la persona humana es llamada a vivir en
alianza con Dios26, y para desplegar sus capacidades en bien de sí mismo y de sus hermanos.
Cuando la persona humana se plantea cuál es su origen, para qué ha venido a la existencia, cuál es
anhelo de infinito. Con frecuencia ese deseo de infinitud se hace explícito ante la comprensión de la
experimentan como extraños a aquel deseo de plenitud, o, en cierta medida, como ajenos al plan
original de la creación.
Santo Tomás –entre tantos otros autores- recoge esos conceptos cuando trata al hombre en
tanto que imagen de Dios. Para él, el hombre, de naturaleza racional, es la más perfecta de las
criaturas27, y lo es por ser precisamente imagen de Dios. Ese planteamiento provoca un verdadero
Trinidad de personas en Dios y de la encarnación redentora del Hijo. Sobre ambas se funda una
visión de la grandeza y dignidad de la persona humana, que está llamada en Cristo a participar de la
condición filial. Por esto, se ha llegado a afirmar que la fe trinitaria y cristológica ha sido esencial
para desarrollar la doctrina cristiana sobre la grandeza y dignidad de la persona humana 28.
25
Cfr. GS, n. 22.
26
Cfr. CIC, n. 357, y GS, n. 14.
27
Cfr. TOMÁS DE AQUINO, S., S. Th., I, q. 29, a. 3.
28
Cfr. GS, nn. 12, 27 y 35.
Índice 19
gloria; lo ha llamado a ser gloria de Dios en medio del mundo; ha querido que el hombre
sea santo como sólo El es santo. Esta llamada de Dios a la santidad la experimenta la
creatura en todo tiempo como un anhelo de la eternidad divina. Leemos con San Agustin:
“Me creaste Señor para ti y mi espíritu está inquieto hasta que descanse en ti”.
importante recurrir a la percepción que la Iglesia tiene de este misterio e introducirnos a sus
constitución dogmática Lumen Gentium, que es el documento decisivo respecto a este tema
aportaciones que respecto al tema han hecho innumerables santos a través de la historia de
la Iglesia.
Santo, es el tres veces Santo, proclamado en la visión de Isaías por los serafines con una
proclamando “Santo, Santo, Santo, es el Señor Dios del universo, toda la tierra está llena de
su gloria”29. De ahí que, cuando hablamos de santidad, sólo podemos referirnos a Dios, si es
que queremos tener una comprensión de la santidad de manera total, de manera plena, ya
que sólo Dios es el absoluto y, por lo tanto, sólo en Él están integradas todas las cosas y
mana de Él de manera inequívoca. Este atributo divino que es la santidad hace posible
afirmar que Dios es el tres veces Santo. Puede entenderse de esta manera que todo es santo
29
Is 6, 3.
Índice 20
Este Dios que es el Santo ha querido manifestarse a los hombres mostrando su amor y
del corazón de los hombres su voz, con la que invita a seguirlo en santidad, a ser santos
como sólo Él es Santo… “Sed santos porque yo el Señor, tu Dios, soy Santo” 30. Es decir, la
santidad que los hombres pueden tener, la poseen por participación. Mientras caminan por
esta tierra no son poseedores de una santidad absoluta y total, ya que esta le corresponde
sólo a Dios. Las personas humanas, creadas a su imagen y semejanza, mientras avanzan en
esta tierra hacia la verdadera casa que es el cielo, participan de esta llamada a la santidad
pero de manera relativa e incompleta, pues ninguno podrá decir jamás que ya se ha llenado
entendida como aquella santidad que es un camino que tiene como meta el cielo, la gloria
de Dios; por lo tanto, en tanto que es camino, el hombre estará siempre sujeto a mejorar
cada día y a tener la oportunidad de comenzar y recomenzar e ir cada día de bien en mejor.
Si se entiende esta santidad no como un camino, sino como una meta, se plantea un
problema que hace fijar su destino en esta vida temporal, fuera de la eternidad de Dios y
ello cambiaria absolutamente el sentido y razón de ser de la santidad que la Iglesia quiere
presentar al mundo como verdad y la llamada más íntima que hay en el corazón del
Dios31. Él mismo ha hecho resonar en lo más profundo del hombre su voz, que nos invita a
ser perfectos como su Padre celestial es perfecto 32. De ahí que pueda afirmarse que a los
hombres la santidad les viene por participación de la santidad de Jesucristo, porque sólo Él
es Santo como Dios es Santo. Para acceder a esta santidad, el hombre tiene como puerta de
entrada el bautismo que provoca un nuevo nacimiento e invita a manifestar los frutos de la
30
Lev 19, 2
31
Lc 1, 35
32
Mt 5, 48
Índice 21
gracia recibida en el bautismo a través de las obras. El bautismo abre a una relación viva y
personal con Dios, y en la medida que estamos más unidos con Dios, hace posible que vaya
en constante crecimiento; es decir, puede hacer que todas las acciones en la vida ordinaria
del hombre le hagan tender al bien en la búsqueda de lo justo, lo recto, lo verdadero y cada
conquista de su propia santificación personal y le facilitan el camino para tener bien puesta
su mirada en la meta a la que aspira. Una búsqueda de la propia santidad vivida de esta
manera se convierte en el hombre en el motor que orienta todos sus actos, sus sueños y
realizando en el diario vivir y el hombre la entiende en sí mismo como algo que debe
alcanzar; la experimenta en su propio interior como la impronta que le fue impresa desde su
creación, y tiene como tarea realizarla en su propia historia como una santidad que se ha de
alcanzar en camino. Esta santidad está presente de alguna manera desde que el hombre ha
manos del hombre tiene la oportunidad de ir construyendo la propia santidad; por tanto, ese
de toda su vida y en cada uno de sus actos nos ha mostrado como es Él mismo la fuente de
la que brota toda santidad, la verdadera santidad. Se presenta a sí mismo como el camino
por el que podemos transitar para construir y alcanzar la propia santificación. Cristo ha
aquel que es capaz de abrirse a Dios y descubrir en Él su propio fin y su propia plenitud
personal; con su propia vida Jesús muestra cómo el hombre que vive abierto a Dios es una
persona cada día más perfecta y puede asumir su historia y toda las dimensiones de su
humanidad; es un hombre más humano cuanto más santo es. En esto radica la verdadera
santidad del hombre, en que pueda empeñar todas sus potencialidades humanas en alcanzar
persona más humano consigo mismo y más hermano de sus hermanos. El hombre que ha
podido comprender toda la intensidad y la profundidad del misterio que se encuentra oculto
se dirigía a los primeros cristianos “Así como es Santo el que los llamo, sean también
ustedes santos en toda su conducta conforme a lo que dice la escritura: sean santos porque
yo soy Santo”33. Hoy nuevamente resuena esta voz de Pedro que invita a vivir inmersos en
esta santidad y que sumerge en la inmensidad del amor de Dios, muchas veces por el
de singular importancia que merece ser leído y meditado por todos los cristianos con
especial atención. El documento manifiesta que “Los fieles todos, de cualquier condición y
estado que sean, fortalecidos por tantos y tan poderosos medios, son llamados por Dios
cada uno por su camino a la perfección de la santidad por la que el mismo Padre es
perfecto”34.
Como doctrina propia del magisterio de la Iglesia este capitulo constituye un caso
33
1Pe 1, 15-16.
34
CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática Lumen Gentium, n. 11.
Índice 23
único, pues antes de él la Iglesia no habia dedicado tanto tiempo a la reflexion sobre la
santidad, con la intención. Se recogen aquí algunos de los textos del Vaticano II, Lumen
“La Iglesia, cuyo misterio expone este sagrado Concilio, creemos que es
indefectiblemente santa, ya que Cristo, el Hijo de Dios, a quien con el Padre y el Espíritu
llamamos “el solo Santo”, amó a la Iglesia como a su esposa, entregándose a sí mismo por
ella para santificarla (cf. Ef 5,25-26), la unió a sí mismo como su propio cuerpo y la
enriqueció con el don del Espíritu Santo para gloria de Dios. Por eso, todos en la Iglesia, ya
aquello del Apóstol: “Porque ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación” (1 Tes 4,3;
frutos de gracia que el Espíritu Santo produce en los fieles; se expresa de múltiples modos
en todos aquellos que, con edificación de los demás, se acercan en su propio estado de vida
a la cumbre de la caridad”35.
Modelo, a todos y cada uno de sus discípulos, de cualquier condición que fuesen. “Sed,
pues, vosotros perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto” (Mt 5, 48) (…). Los
seguidores de Cristo, llamados por Dios, no en virtud de sus propios méritos, sino por
designio y gracia de Él, y justificados en Cristo Nuestro Señor, en la fe del bautismo han
sido hechos hijos de Dios y partícipes de la divina naturaleza, y por lo mismo santos;
conviene, por consiguiente, que esa santidad que recibieron sepan conservarla y
perfeccionarla en su vida, con la ayuda de Dios (…). Fluye de ahí la clara consecuencia que
todos los fieles, de cualquier estado o condición, son llamados a la plenitud de la vida
cristiana y a la perfección de la caridad, que es una forma de santidad que promueve, aun
35
LG, n. 39.
Índice 24
en la sociedad terrena, un nivel de vida más humano. Para alcanzar esa perfección, los
fieles, según la diversa medida de los dones recibidos de Cristo, siguiendo sus huellas y
para entregarse totalmente a la gloria de Dios y al servicio del prójimo. Así la santidad del
“Una misma es la santidad que cultivan en cualquier clase de vida y de profesión los
que son guiados por el espíritu de Dios y, obedeciendo a la voz del Padre, adorando a Dios y al
Padre en espíritu y verdad, siguen a Cristo pobre, humilde y cargado con la cruz, para merecer
la participación de su gloria (…). Por consiguiente, todos los fieles cristianos, en cualquier
podrán santificar de día en día, con tal de recibirlo todo con fe de la mano del Padre Celestial,
con tal de cooperar con la voluntad divina, manifestando a todos, incluso en el servicio
“Quedan, pues, invitados y aun obligados todos los fieles cristianos a buscar la
Conviene así mismo recordar alguno de los comentarios que escribió Juan Pablo II
a la santidad». Si los Padres conciliares concedieron tanto relieve a esta temática no fue
36
LG, n. 40.
37
LG, n. 41.
38
LG, n. 4.
Índice 25
para dar una especie de toque espiritual a la eclesiología, sino más bien para poner de
decir, como pueblo «congregado en la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo».
pertenecer a Aquél que por excelencia es el Santo, el «tres veces Santo» (cf. Is 6,3).
Confesar a la Iglesia como santa significa mostrar su rostro de Esposa de Cristo, por la cual
él se entregó, precisamente para santificarla (cf. Ef 5,25-26). Este don de santidad, por así
que ha de dirigir toda la vida cristiana: «Ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación»
(1 Ts 4,3). Es un compromiso que no afecta sólo a algunos cristianos: «Todos los cristianos,
teólogo Gerard Philips. Comenta que los padres conciliares quisieron expresar con toda
claridad en esta constitución diversas dimensiones sobre la llamada de todos los fieles
cristianos a la santidad y situarla antes de la parte que se ocuparía de los religiosos, para
evitar que la de estos se percibiera como una especie de aristocracia de la santidad y por el
contrario la santidad de los laicos fuera entendida como una santidad de segunda clase40.
pretende hablar de la santidad como un proceso que abarca e incluye toda la existencia del
cristiano siguiendo el modelo de Jesús, que siendo obediente al Padre se ha hecho hombre y
pecados, nos ha redimido con el precio de su propia sangre, dándole en la Cruz un sentido
39
JUAN PABLO II, Carta apostólica Novo millennio inneunte, nn. 30-31.
40
Cfr. PHILIPS, G., La Iglesia y su misterio en el Concilio Vaticano II (2), Barcelona 1969, pp. 87-89.
Índice 26
santificación guiado por el Espíritu Santo, que es el autor de la propia santidad y de todo
camino de santidad en la Iglesia. Es decir que el hombre que se deja conducir por el
identificación con Cristo que es plenamente hombre y plenamente Dios. Los dones
bautismales conforman al cristiano con Cristo y hacen del otro Cristo, operan en él la
santificación entendida desde el empeño en vivir ya desde ahora lo que ya es por la gracia
cristificacion según su propio estado y condición de vida, dejándose guiar por el Espíritu
Santo como hijo del Padre en Cristo que lo encamina hacia la plenitud de su vida41.
edad, ni de sexo, ni de condición social, ni de estado de vida 42. Personal porque Dios la ha
dirigido posando su mirada sobre cada uno para llamarlo a seguirle y porque los caminos de
la santidad son múltiples en tanto que son múltiples también las personas que han recibido
ese llamado, y son adecuados según la vocación de cada uno 43. También se puede afirmar
que esta llamada universal a la santidad es personalizada, pues aunque está dirigida a todos
no deja de tener en cuenta que los caminos de la santidad son personales a cada hombre y
exigen que los caminos de la santidad tengan una pedagogía propia y auténtica, según los
ritmos de cada uno y que sean capaces de adaptarse a las realidades de cada uno y
vida. Por tanto podemos entender que la santidad de la que hablamos tiene dentro de sí
41
Cfr Rm 8, 14.
42
Cfr. JUAN PABLO II, Carta apostólica Novo millennio ineunte, n. 30
43
Ibidem, n. 31.
Índice 27
todos y sin excepción diciéndonos: “sed perfectos como vuestro Padre celestial es
importan en qué lugar estemos o cual sea nuestra profesión, nuestra condición o nuestro
oficio45.
La escuela del dolor tiene dentro de si una fuerza transformante que se ha de procurar
tener como tarea, el ayudar a la persona a hacer pascua con Cristo en el dolor a través de la
en el tiempo de la llamada que Dios ha hecho a cada uno a ser santos como Él es santo. El
hombre redimido.
Estamos llamados por Dios a vivir nuestra propia eternidad en el tiempo, ya que el
historia una historia de salvación en el seguimiento de Cristo que lo ha llamado a ser santo.
Desde la perspectiva de la teología al reflexionar sobre la categoría del tiempo tal y como
manifiesta Juan Pablo II en la Carta Apostólica Tertio Milenio Adveniente cuando afirma
que tiene culmen en “la plenitud del tiempo” de la Encarnación, y su meta en la vuelta
gloriosa del Hijo de Dios al final de los tiempos. En Jesucristo, Verbo encarnado, el tiempo
44
Mt 5, 48.
45
ESCRIVÁ DE BALAGUER, San Josemaría, Carta 24, III, 1930.
Índice 28
Una decisión del amor de Dios hizo entrar a su Hijo en nuestro propio tiempo,
hacerse uno de los nuestros; entonces en la encarnación del Hijo de Dios hecho hombre por
nosotros están integradas todas las dimensiones del tiempo del hombre y las diversas
alcanzar la santificación. Cada vez que cada hombre y mujer conscientes de su llamada a la
santidad, realizan sus actividades cotidianas en el diario vivir, proyectados cara a Dios,
En el tiempo que ya es de Dios y que con la entrada de Cristo en nuestra historia le ha dado
una nueva dimensión, el hombre hace su propio espacio para entretejer su eternidad en el
tiempo. El tiempo ha sido asumido por Cristo y con Él todo lo cotidiano ha venido a tener
una nueva cara para el hombre sacándolo del riesgo de la monotonía; precisamente dentro
de ese tiempo que por ser del hombre es humano y por haber sido asumido por Cristo es ya
través de él todas las cosas; es decir, está invitado a hacer extraordinario lo ordinario desde
el amor, a impregnar los ambientes de ese amor que lo conoce todo y que lo comprende
Todo lo que existe tiene inscrito en sí mismo una huella de Dios, es un reflejo de
Dios, todo lo que existe es un destello de su amor. También es importante que se haga todo
lo posible por empezar a ver el tiempo a la luz de Dios, pues es precisamente en el tiempo
el espacio que el hombre tiene para ponerse frente a Dios y cristalizar en Él todas sus
46
JUAN PABLO II, Carta apostólica Tertio Milenio Adveniente, n. 10
Índice 29
en el tiempo como en el propio espacio vital, da la oportunidad a cada uno de tender hacia
Él desde sus propias circunstancias, que pueden ser tan nuevas como cada uno decida
hacerlas y si cada uno se da la oportunidad de escuchar la voz de nuestro interior que tiene
en sí mismo un anhelo de eternidad, que por sí mismo tiende hacia Dios; entonces se está
los valores del evangelio los propios ambientes, que tienen ya en su interior la huella de
Dios. Los cristianos están llamados a dejar resplandecer, en la propia vida y con la propia
vida, la vida de Dios que ya está entre nosotros. Que el mundo pueda decir de nosotros lo
que un día se dijo de los primeros cristianos “Mirad como se aman”. Es decir el espacio
presente ha sido dado como oportunidad para entretejer en el la propia santificación, que
alcanzará su perfección y planificación en el encuentro definitivo del hombre con Dios que
es su creador47.
un sí permanente al amor y a todo lo que pueda brotar del amor, un sí permanente a todo
aquello que desde el amor pueda realizarse. Se da a sí mismo la oportunidad de poder hacer
por Cristo, con Cristo y en Cristo pleno el tiempo del hombre. Puede lograr que el tiempo
del hombre sea vivido para realizar la propia santificación, para poder alcanzar a
conformarse con Cristo desde lo humano, permitiendo que el Señor Jesús tome de la
existencia humana todos los dolores, dejarlo que trastoque todo lo imperfecto y lo eleve
desde lo pequeño a la grandeza de su amor. Este intercambio se hace real cuando se traduce
para el hombre en el sendero por el que se encamina a sí mismo para ofrecerse a Dios y a
47
Cfr. Ef. 5, 16; Col. 4, 5.
Índice 30
los otros desde el amor. Esta realidad del amor de Dios en el tiempo del hombre saca a las
que sea el espacio de encuentro. Nos libra de la tentación de entender el tiempo como un
desgranan uno tras otro sin sentido, sin proyecto alguno, sin destino o sin razón de ser. Por
permitir que el transcurrir de los días se convierta para él aquí y ahora en el espacio para
hacer realidad el encuentro con el amor para el que fue creado desde el origen del mundo.
Ese amor esta precisamente en lo pequeño, en lo cotidiano, en la labor que cada uno realiza
consciente de que es en cada acto una prolongación del amor de Dios que se hace presente
en el mundo por medio de él. Es así como se vive en el mundo el encuentro de la eternidad
con el tiempo; es así como se manifiesta en lo pequeño el amor de Dios que quiso hacer
suyo el tiempo del hombre para poder llevarlo a su plenitud, para darle la posibilidad de
dado con su encarnación a nuestra existencia y por tanto a nuestro tiempo, cuando afirma
que “En Él la naturaleza humana ha sido asumida, sin ser por esto aniquilada, y por eso
mismo ha sido elevada en nosotros a una dignidad sublime. Con la encarnación el Hijo de
Dios, se ha unido en cierto modo a todo hombre. Ha trabajado con manos de hombre, ha
pensado con mente de hombre, ha obrado con voluntad de hombre, ha amado con corazón
semejante en todo a nosotros menos en el pecado” 48. Cuando al llegar la plenitud de los
tiempos Cristo entró en la historia del hombre, hizo que consigo mismo ya desde entonces
penetrara la eternidad de Dios en el tiempo del hombre; siendo Él mismo la eternidad hecha
48
GS, n. 22.
Índice 31
carne, entró en el tiempo de Dios para indicar al hombre la senda para alcanzar la eternidad
afanes temporales: ahí nos espera también el Señor, estén seguros de que a través de las
sabiduría infinita, los hombres hemos de acercarnos a Dios”49. Cristo que pasa `por la
historia de la humanidad hizo propia la historia del hombre de su tiempo, se hizo uno con
hacerse uno de los nuestros ha venido a llenar nuestra propia historia de un sentido nuevo,
tiempo de Dios y el espacio donde lo humano alcanza sus más grandes dimensiones y
impronta de la Cruz. La cruz de una o de otra manera estaba ya presente en cada momento
y en cada acontecimiento. Es la misma cruz de Jesús la que marca el itinerario que hemos
el tiempo desde la perspectiva de la cruz cada vez que hacemos nuestra la mismísima
pascua de Cristo. La pascua es el horizonte a través del cual se visualiza toda la vida de
Jesús y la vida del hombre. Es desde la cruz, la realidad por la que Dios muestra la
pedagogía para seguirle. En su invitación a tomar la cruz de cada día tenemos una de las
más grandes expresiones por las que el Señor invita a participar de su propio sufrimiento:
“El que quiera venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz de cada día y
49
ESCRIVÁ DE BALAGUER, San Josemaría, Amigos de Dios, n. 63.
Índice 32
me siga”50. Por esto cada vez que el hombre se decide a no huirle a la cruz, a no sacarle la
vuelta al dolor en los momentos personales de cruz y de sufrimiento, en los momentos que
es capaz de tomar la cruz en la vida de cada día, se pone en condiciones para que se
manifiesten ante sus ojos las maravillas del misterio de la Cruz de Jesús que harán brillar
encuentro con el amor de Dios padre que permanece, con el amor que no se mueve, que no
se muda y que está ahí en lo más íntimo del dolor aun en medio de su aparente silencio, el
Dios que está permanentemente presente, que vive y espera en lo más profundo del ser de
cada hombre. A la persona que le sucede este misterio, experimenta como un nuevo
que se pueda por el dolor, contemplar la belleza y la grandeza del amor que resplandece en
su Hijo Crucificado; amor y gloria que se hacen presente en el diario vivir a cada paso que
propia eternidad en el tiempo haciendo de lo cotidiano algo digno de ser vivido con la
50
Lc 9, 23.
Índice 33
constituido por Dios en un estado de santidad y justicia original 51. Esta realidad en la persona
Lumen Gentium como una llamada. El hombre estaba llamado por la gracia, a la participación de la
vida divina por la que todas las dimensiones de la vida del hombre quedaban fortalecidas y por las
que mientras que el hombre permaneciera inmerso en la intimidad de esa vida divina, no debería ni
morir ni sufrir52.
hombre no participara del dolor y del sufrimiento. Al contrario, habría sido creado como bueno y en
amistad con su creador y llamado a una íntima y definitiva relación con Dios, sin pasar por la
experiencia de la muerte. Dios quiere que el hombre tenga vida y la tenga en abundancia; no fue Él
quien hizo la muerte, sino que por el pecado entró el dolor en el mundo 53. En el proyecto inicial,
Dios había creado al hombre concediéndole grandes dones, con los cuales éste era inmensamente
rico; le pertenecía una sabiduría que le hacía posible conocer a Dios; estaba unido a Él con una
intimidad tal que no tenía ningún impedimento para su relación con su creador. Estos dones estaban
además unidos a la ausencia del dolor y de la muerte, que permitiría que el hombre viviera un
De entre todos estos dones que le fueron otorgados al hombre cuando fue creado a imagen y
semejanza de Dios, se le puso entre las manos un don por excelencia: la que llamamos gracia
santificante. La gracia es la forma como el amor de Dios fluye en la vida del hombre y lo hace
participar de su amor y de la vida misma de Dios. Esta gracia permitía al hombre conocer a Dios
como Él es y una vez terminado su tiempo en la tierra el hombre podría pasar a participar de la
número 374, al afirmar cómo el hombre no fue creado solamente bueno, si no que fue también
constituido en amistad con su creador, en armonía consigo mismo y con la creación; a este estado se
51
Cfr. CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA, n. 46.
52
Cfr. Gen 2, 17; 3, 16-19.
53
Cfr. Sab 1, 13; 2, 24.
Índice 34
le llama estado de justicia original y le permitía al hombre una auténtica participación de la vida
divina54. El hombre está llamado por tanto a amar a otras personas, con el amor que nace de la
Dios nos ha creado para su gloria, nos ha llamado para que estuviéramos con Él 55, para
hacernos partícipes de sí mismo, para hacernos capaces de ponernos frente a Él que es nuestro
Tal llamada es la invitación que Dios ha hecho a la persona para participar de Él y para que,
al fin, Dios la llegue a poseer de manera total y completa. Tal posesión es portadora de una felicidad
tan única y perfecta, tan absoluta e indivisa, que ninguna categoría humana alcanza para describirla.
Solamente tendrá lugar esa felicidad desbordante y plenificante en el encuentro amoroso con el Tu
de Dios.
Conocerá el hombre entonces a Dios trinidad, que lo es todo, bondad infinita, y cuyo amor
infinito y total es capaz de colmar todos los deseos y anhelos del corazón humano. Cuando al fin
llegue ese momento, el hombre podrá conocer una felicidad superior a todas las felicidades juntas
de este mundo y nacerá a una felicidad que ya nada le podrá arrebatar y que nunca se podrá
perder. Como expresa el apóstol Pablo, ¿qué podrá arrebatarnos del amor de Cristo,…?, ni las
pruebas, ni las persecuciones… en todo saldremos vencedores por aquel que nos ha amado 56.
Entonces, el aquí y el ahora será lo único que cuenta; se vivirá en el tiempo como un eterno
presente, y en la eternidad como una realidad que no se acaba y no se agota, ya que el hombre
estará inmerso en la posesión del único y verdadero amor, el único que cuenta y ese es el de Dios.
Entre tanto, mientras avanza hacia El en esta vida presente, ese amor se hace visible en las cosas
pequeñas, en sus múltiples y diversas manifestaciones. Porque sólo un amor como el de Él hace
capaz al hombre de comenzar y recomenzar, de ir cada vez de bien en mejor mientras se configura a
la imagen de su Hijo.
54
Cfr. LG, n. 22; y CIC, n. 244
55
Cfr. Mc 3, 14.
56
Cfr. CIC, n. 46.
Índice 35
Queda de manifiesto cómo para la irradiación de esta gracia todas las dimensiones de la vida
El proyecto inicial de Dios, del que se acaba de hablar, sólo vino a ser ensombrecido y
resquebrajado por el pecado, en tanto que ejercicio del hombre en su libertad. Precisamente al usar
la libertad, el hombre decidió ver el mundo y su historia al margen de Dios y no como proyecto de
su creador. La realidad del pecado en la vida del hombre sólo se esclarece, por tanto, cuando el
hombre es capaz de ponerse a sí mismo en frente a Dios, que es su creador, y a la luz de esa relación
le es revelada su verdad; es decir, alcanza a comprender el íntimo y profundo vinculo que le une con
su creador57.
Esta es una de las grandes verdades del hombre, que solamente advierte cuando logra ponerse
frente a su Dios, cuando encuentra o se deja encontrar por la luz divina. Esta luz paradójicamente le
ayuda a comprender su propia oscuridad, es decir, su verdadero rechazo y oposición al plan de Dios.
Toda la historia de la humanidad ha quedado marcada y lesionada por el pecado, ha sufrido una
escisión en lo más íntimo de su ser que nada ni nadie puede restaurar sino sólo el mismo Dios.
Nadie tiene en sus manos la solución a las grandes consecuencias de esa ruptura.
El misterio del pecado –original y personal- queda lógicamente al margen de estas páginas,
aunque se trate en ellas precisamente de algunas de esas consecuencias de aquella caída inicial,
Sólo el Creador -en su infinita ternura y misericordia- tiene en sus manos la solución a la vida
hombre fue creado desde el principio y para la eternizad. La ruptura del pecado lesiona o rompe en
el hombre las cuatro dimensiones para las que fue creado; desde el principio Dios imprimió en el
hombre la capacidad de relacionarse consigo mismo, con los otros hombres -iguales a sí mismo-,
57
Cfr. CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA, n. 386.
Índice 36
con el Tu de su creador -como su interlocutor principal-, y con la creación, confiada a sus manos
para que la trasformara enseñoreándose ante ella. El pecado es precisamente una ruptura de estas
también a sí mismo como dividido en su interior. La fractura en cada una de estas dimensiones es
una puerta de entrada al dolor y al sufrimiento. El pecado arroja al hombre a un caos que lo conduce
a la negación de sí mismo, o, con otras palabras, a una búsqueda egoísta e interminable de si mismo
que conduce al desamor y la más intensa de las soledades, y tiene como destino la propia muerte.
Cuando alguien ha llegado al atrapamiento al que lo conduce la realidad del pecado, ha llegado
también a romper con todo lo que conforma su entorno en el aquí y ahora; se encuentra a sí mismo
como perdido, fuera de su centro, y en una búsqueda incesante. Necesita un rescate que le venga
desde el otro; comienza de alguna manera a cobrar las propias facturas a los otros, y origina a su vez
con ellos relaciones de dolor y caos; sin querer darse cuenta y reconocer que es él mismo quien ha
originado tal rompimiento. En este momento aparecen los sufrimientos en la vida del hombre en
cualquiera de sus formas o manifestaciones, como dolor físico, como dolor moral o espiritual o
psíquico. La solución se encuentra dentro de sí, aunque no se reconozca que es inútil la búsqueda
Además de sujeto originante del pecado, el hombre padece también las consecuencias del
pecado y del mal que nace de otros. Su división interior se ve agravada por las lesiones que recibe
de la naturaleza misma –herida o debilitada por la caída original- y de las acciones dañinas de otras
personas.
Sólo cuando el hombre mira hacia dentro, puede descubrir en su interior una eterna presencia
que le espera para restablecer lo que había caído, para hacer nuevo lo que el hombre mismo había
dejado envejecer de su propio ser. Para que suceda así, es completamente indispensable que el
realiza este viaje hacia la profundidad de su ser, se encuentra dentro de sí con su creador, con el
Dios que no se ha movido, que permanece en su interior en un silencio aparente. Este Dios se revela
al hombre como una luz resplandeciente, capaz de fundir y quemar en el hombre todas sus
Índice 37
de levantarse y de poder reintegrarse en su unidad interior, que viene de Dios. Infunde en el hombre
la fuerza que le hace capaz de restablecer sus relaciones de una manera consistente, aunque no
permanente pues le exige estar en continuo cambio, en continuo proceso de volverse hacia Dios.
vergüenza y la confusión de Adán y de Eva, y la promesa de la redención que hace el Señor. Ante el
dolor producido por el pecado, consecuencia de las decisiones del hombre, es Dios quien en su
amor misericordioso toma de nuevo la iniciativa. Dios no quiso reservarse nada para sí mismo; ha
dado todo, hasta entregar a su propio Hijo, a quien no le perdonó ni la muerte. El Hijo, nuestro
pecado. Al hacerse hombre, aceptó participar en todo de nuestra naturaleza, asumió en si mismo
toda nuestra realidad, y aceptando la muerte de Cruz nos redimió del pecado en el que habíamos
caído. Por eso, convencido de esta redención en Cristo, proclama San Pablo que en sus llagas
hemos sido curados, del costado herido del redentor hemos renacido a una vida nueva. Por la
grandeza y dignidad de la vida humana. Al renacer en Cristo, el hombre puede rehacerse; no con sus
propias fuerzas o por sus propias capacidades, sino animados, levantados y reintegrados por el
Cristo se convierte en la solución del Padre, en la manifestación por excelencia del amor del
Padre. Se hace presente cuando el hombre estaba caído y completamente perdido de sí mismo y de
Dios y sin tener en sus manos una solución a la magnitud del problema al que le condujo el pecado.
Es el cordero sin mancha que se entrega a sí mismo para limpiar y expiar las manchas de todos
madero de la Cruz toma consigo a todos los hombres, los hace suyos y los lleva al Padre para ser
presentados dignos y justificados ante El por su acción redentora. Estando el hombre perdido y
extraviado de sí mismo es tomado por Jesús y con su redención lo hace una vez más dueño de sí
Índice 38
mismo, le devuelve la confianza completa, aquella misma confianza que se había perdido por el
pecado. Le devuelve su libertad y lo hace dueño una vez más de sus decisiones. Dios vuelve a creer
una vez más en el hombre; cree a un tiempo tanto en su grandeza como en su fragilidad.
Al haber corrompido el hombre, con su caída, la grandeza con la que había sido creado, Dios Padre
y creador del universo sabía que el hombre no tenía en sus manos ni la fuerza ni la solución a la
separación que se había causado a si mismo. Es Dios mismo, su padre, quien una vez más le sale al
encuentro y le entrega a su propio Hijo; abre la posibilidad para que en el Hijo de Dios el hombre
Por ese motivo, Jesús, siendo obediente al Padre y siendo Dios en su naturaleza, se hizo
hombre por nosotros. Sin necesitarlo quiso hacerse uno de los nuestros. El Logos, la palabra eterna
del Padre que existe desde siempre en la intimidad de ese amor que lo entrega todo de sí mismo,
quiso hacerse en todo semejante a nosotros y redimensionar todo haciendo nuevas todas las cosas.
Siendo todo Él perfecto en su naturaleza, quiso asumir la nuestra. Sin necesidad de experimentar la
Cristo, no teniendo pecado, por amor a nosotros participó de todas las vicisitudes de nuestra
vida del hombre, conoció en su propia condición de siervo todas las consecuencias e implicaciones
del dolor y del sufrimiento humano en todas sus dimensiones, físicas, espirituales o morales y
psíquicas. Él, siendo fiel en todo momento, experimentó la traición de aquellos en los que había
depositado su confianza, aquellos mismos a los que un día había dicho que nadie tiene amor más
grande que el que da la vida por los amigos. Ante la confusión de la aparente derrota, en el
momento en que no vieron cumplidas sus propias expectativas y esperanzas, esos mismos huyeron,
le abandonaron, dejándole en una de las mayores tristezas que puede experimentar el corazón
Índice 39
humano, la de la soledad y el abandono de los que ama, la traición de aquellos por los que se ha
dado todo.
El Logos eterno quiso encarnarse y hacerse plenamente hombre. Siendo Dios, llegada la
plenitud de los tiempos, nació como hombre de una mujer, para liberar a los que estaban aún bajo la
ley. Miró nuestra pequeñez y se compadeció de nosotros. Siendo Dios y fuente de la perfección,
siendo la misma eternidad, quiso entrar en el tiempo; para que habiendo entrado en nuestra historia,
los hombres pudieran reconocer el camino de regreso a la casa paterna. Siendo plenamente Dios, se
hizo plenamente hombre, para que los hombres aprendieran que, sólo cuando se esfuerzan en ser
plenamente hombres, encuentran el camino verdadero para regresar a los brazos del Padre.
Quiso Jesucristo vivir con los hombres y realizar ese maravilloso intercambio, que permite
pasar de ser humanos a ser divinos por su misericordia. Este intercambio es don de Dios. El hombre
no ha tenido que hacer nada para merecerlo, excepto dejarse amar, dejarse envolver en ese amor que
lo penetra todo y todo lo trasforma. Ese amor no pide más que aprender a abandonarse, como el
niño se abandona a los brazos de su padre porque sabe a quién se ha confiado. Jesucristo conduce al
También la pedagogía de Jesús radica en que, siendo Dios, se hizo hombre y asumió en sí
mismo todo el misterio del hombre. En su humanización, ha mostrado el camino que conduce a
nuestra grandeza, que es a su vez un don y una conquista. Un don porque es Él mismo quien lo ha
otorgado, y una conquista porque es tarea del hombre desvelar la grandeza del regalo que se
en medio del universo, nos hace vernos a un tiempo tan grandes y a la vez tan empequeñecidos;
pues esta grandeza sólo la alcanzaremos cuando nos podamos hacer uno con nosotros mismos, con
Para el ser humano, es esencial que cada día luche por hacer realidad ese intercambio y sea
capaz de cruzar el umbral de ese don. Puede así trascender su humanidad hasta la progresiva
divinización en el servicio y pequeñez del diario vivir, del aquí y ahora. Precisa para ello ser
Índice 40
suficientemente audaz para ponerse en camino de ser plenamente humanos, y precisa así mismo un
impulso interior, que no puede ser una fuerza meramente humana, sino una inspiración del Espíritu.
de Jesús, que siendo plenamente Dios aceptó hacerse plenamente hombre para así mostrarnos el
camino de nuestra grandeza. Ayuda a entender que los hombres están llamados a participar de Él y
vivir el amor en lo pequeño y traducir ese amor en diversas y múltiples manifestaciones como amor
de caridad. El amor del Dios que se desvela enseña que el rostro de Dios es un rostro de amigo,
pues ha manifestado cómo nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los amigos. Invita
a dar el amor así, como el que da la vida en el diario vivir por los amigos que ama.
de la vida del hombre, que se sabe llamado a participar de la grandeza y simplicidad del amor de su
creador. El hombre se sabe así conscientemente implicado en esta tarea y reconoce que -viviendo
abierto a Dios - colabora con su creador en el ejercicio de sus talentos. Para corresponder a su
cristificaciòn, se sabe llamado a empeñar todos sus talentos y potencias, desde la toma de decisiones
ejercidas, desde su libertad interior. Ejercita su voluntad para alcanzar lenta y progresivamente en sí
mismo la imagen de Cristo. El hombre, al responder a la gracia con sus propios talentos, alcanza a
imprimir en sí mismo esa imagen de Cristo, y encuentra en ella el sentido y la razón de ser a su
Cristo ha venido a redimir al hombre al tomar libremente el camino de la cruz para salvarlo,
para redimirlo. Desde ese misterio paradójico de la cruz, revela al hombre el misterio para encontrar
sentido y razón de ser a los sufrimientos que ha encontrado en el camino de la vida, porque él
mismo los ha provocado, porque haya sido víctima de otros, o porque estuvo presente en el
momento preciso en que se generó algún tipo de dolor en su entorno. Sea cual sea el origen de ese
Índice 41
sufrimiento, la realidad es que es capaz de hundir a la persona en el más grande de los caos y del sin
sentido de su existencia.
muerte, incluso la muerte de cruz. Desde ahí llama en lo más íntimo del corazón dolorido del
hombre a confiar sólo en Él, y a reconocer que el sufrimiento no puede ahogar al hombre en el caos
del sin sentido y de la sinrazón. Esa voz le permite reconocer que en Cristo hemos sido levantados y
que en su sufrimiento -con su sufrimiento, por su sufrimiento- en la cruz puede levantar las alas
desde el dolor y emprender el vuelo. Puede servirse del dolor para encontrar en él un sentido
fuente de la cristificaciòn. Sólo en Cristo está el poder de hacer personas plenamente humanas y de
reintegrarnos en nuestra humanidad completa. Así se puede comprender que esta divinización es
capaz de conducirnos a lo que muchos maestros de la espiritualidad han llamado el centro del alma.
En repetidas ocasiones esta experiencia del centro del alma se hace presente en el corazón humano
desde la paradoja del dolor. La persona experimenta la plenitud y el gozo al reposar en el centro de
para llevar a su vez a su propio extremo la alegría, el gozo, la paz, la trasformación en Cristo.
Conforma desde el sufrimiento en el hombre la imagen de Cristo. Esta es de alguna manera una de
las afirmaciones centrales en el desarrollo de este trabajo, y sobre ella se centra la orientación de la
tarea que han de desarrollar los directores espirituales en el corazón de las personas que se les
confían.
hombre y de su sufrimiento. Aparece primeramente el gran amor que Dios Padre ha tenido por el
hombre, amor que Dios ha llevado al extremo de su pasión por el hombre y que lo condujo a no
guardarse nada para sí mismo, a no reservarse para sí mismo ni a su propio Hijo. Tanto amó Dios al
mundo que entregó a su Hijo para ser clavado en una cruz, pues Él es el Dios que lo da todo hasta
los bordes.
Índice 42
Cristo, el redentor, que ha querido ser obediente a su Padre, y ha subido al madero de la cruz
cargando con nuestros pecados. Este acto de amor de Jesús es un acto que se prolonga en el tiempo
con todas sus consecuencias e implicaciones, pues este acontecimiento encierra en sí mismo toda la
El misterio de la cruz manifiesta el gran amor de Dios por el hombre. Cada vez que en la
alguna vez por alguien, le basta con levantar su mirada hacia la cruz para descubrir en ella que el
amor que ha anhelado su corazón es ya en la cruz una realidad. En la cruz se hace presente y
Todo hombre lleva en lo más profundo de su ser un anhelo de ser amado, de ser reconocido,
de sentirse completo. Este anhelo no se puede colmar en el hombre aislado con sus propias fuerzas,
mismo llamado a realizar aquello que le hace ser mejor persona y que en esa búsqueda de sí mismo
se encuentre con la verdad que anida en su interior y que le es propia desde que fue creado, que no
fue creado para vivir en solitario sino para la comunión. Cuando la persona se hace consciente de
esta verdad es capaz de salir de sí mismo para ir al encuentro del otro, y hacer verdad la relación
para la que fue creado. Hace realidad el encuentro en el misterio de un tú en la semejanza, que a su
vez le abre al misterio del Tú de Dios como su principal interlocutor. Entonces el hombre alcanza a
descubrir en el tú el misterio al que algunos autores han llamado la alteridad y en ella encontrarse
Desde esa alteridad, el hombre descubre que es sólo volviendo sobre sí mismo como se
encuentra con Dios su creador. La búsqueda de Dios, que lo creó por el amor, en el amor y para el
amor, se hace realidad en sí mismo, en lo más íntimo de su ser, en lo más profundo y secreto de su
corazón, donde se está a solas con Él solo. Es allí donde el hombre se sabe amado y se reconoce
persona. Es justo ahí y desde ahí, desde donde el hombre es lanzado hacia horizontes inimaginables,
pues se ha encontrado con el amor que dinamiza, con el amor que proyecta, que trasforma. Cuando
Índice 43
el hombre se sabe amado, es capaz de transformarse y ser puente y motivo de trasformación para los
otros.
del amor de Dios por los hombres. Este amor es don y regalo; en él el hombre no ha necesitado
hacer nada para poseerlo, sino sólo dejarse amar; ahí radica el secreto de la acción del hombre que
es solamente una respuesta al amor de Dios, que consiste en dejarse amar, dejarse trastocar por ese
amor que lo asume todo en sí mismo, lo redime todo y lo levanta en Jesús, justificándolo de todas
el amor de Dios, que es Padre, por un amor que en sí mismo lo asumió todo, que en Cristo, su Hijo,
desde la cruz lo abarca todo y lo sobrepasa. De ahí que sea capaz de librar al hombre del caos y del
sin sentido. El hombre que ha despertado a esta conciencia de la grandeza del amor de Dios su
que es actual y operante, aunque a veces parezca pequeño y ordinario. Como manifiesta Laín
Entralgo, basta que la persona se haya sabido amada por alguien en su historia tan sólo un instante,
para que entonces ese instante en el que fue amada lo levante y la proyecte desde su propia historia
y sea capaz de eternizarla. Así el hombre, que se sabe y se reconoce amado, se levanta sobre sí
mismo y se despliega para entrar al misterio de la eternidad en el tiempo. Al reconocerse amado por
Dios que es su Padre, puede encontrar también en el prójimo un tu igual a sí mismo. Liberado del
caos del dolor y del sufrimiento, de la vaciedad y del sin sentido, se abre a este amor divino y
tratar a los demás también como personas inacabadas; le abre un camino nuevo que le hace
experimentar y manifestar el amor con una finura y delicadeza nuevas, con la finura del amor que
sabe mostrar y trasparentar el amor en sus múltiples manifestaciones, que por pequeñas que estas
Esta verdad del amor de Dios se hace presente en el vivir diario, desde el pensar en el amor, y
desde el amor que se hace realidad en los actos y por ellos trasluce su origen. En el encuentro con
Índice 44
ese amor el hombre se llega a sentir tranquilo y seguro, pues en lo íntimo del corazón de Dios son
llenados al fin todos sus anhelos Es ahí donde el hombre encuentra la fuente de su plenitud humana,
en un amor humanizante y plenificador, pues en la medida que se vive más amado, se reconoce más
proyectado hacia sus hermanos y es justo ahí donde encuentra su cristificación. Un amor así es
vivido desde el amor del Padre que desde la cruz de su Hijo nos ama en el Espíritu.
de amor a su Padre- lo manifiesta siéndole obediente hasta la cruz. No se trata de una obediencia
desencarnada, sino de aquella obediencia que se enraíza en el amor, que mana de la intensidad de
ese amor y hacia él conduce. Por eso se ha manifestado con tanta razón que Cristo en su obediencia
al amor del Padre tomó consigo la cruz, aceptó la cruz y el sufrimiento extremo de la cruz. El
misterio del amor obediente hasta la cruz puede aplicarse en los diversos momentos de la vida del
hombre, en los que debido a tantas y tantas circunstancias llega a participar del dolor y del
sufrimiento de esa misma cruz de Jesús. A esta realidad en la experiencia espiritual de mucha gente
le solemos llamar “las cruces de cada día”. En ocasiones, con una expresión de la gente sencilla, se
dice que se sienten llamados a llevar sus cruces con resignación, pero estas cruces no son
precisamente dadas por Dios. Por el contrario, ya que el hombre por su caída ha participado del
dolor en el mundo, participa también con Jesús de su cruz quien desde el amor en el misterio del
La participación de la cruz de Jesús lleva consigo una enseñanza. Al participar del dolor y del
sufrimiento en cualquiera de sus manifestaciones -ya sea física como dolor o enfermedad del
participación de la cruz de Jesús conduce a la paradoja del amor de Dios Padre, que, en la
obediencia de su Hijo hasta la cruz, está haciendo actual la realidad operante de su amor por
nosotros.
Índice 45
Esta relación de la obediencia de Cristo a su Padre hasta la muerte de cruz que lleva consigo
la más cruenta experiencia del dolor sólo es captada por el hombre que vive desde la fe, que
experimenta a Dios desde la fe. El hombre que no ha sido capaz de ponerse frente a Dios y desde
esa experiencia cristalizar toda su vida, puede vivir el momento del dolor como una experiencia que
le desconcierta, hasta tal punto de conducirlo al escándalo. Así tantos consideraron que la
obediencia de Cristo que llega hasta la muerte de cruz es escandalosa; es el escándalo de la cruz. Si
el hombre es capaz de verse a sí mismo frente a Dios, alcanza a entenderse así mismo y el misterio
del dolor, a la luz de la cruz de Jesús. Puede llegar a alzar desde su corazón agradecimiento y
alabanza a Dios, por habernos dado a su Hijo, que con su pasión tomó consigo nuestros pecados y
abrió la posibilidad de abrirnos desde nuestra pobreza a la grandeza de su amor que lo asume todo,
lo abarca todo y todo lo trasforma y nos revela los caminos por los que se hace posible explicar y
trasparentar al hombre del mundo de hoy el misterio del sentido cristiano del dolor y del
sufrimiento. Abre caminos a través de los cuales el hombre pueda en algo alcanzar a comprender la
contrariedad del dolor que se ha plasmado trazado de manera trasversal en toda la experiencia
humana.
Cristo que es el mismo ayer hoy y siempre, al subir al madero de la cruz realizó el acto de la
redención de una vez y para siempre. En la cruz cargó en sí todos nuestros pecados saldando así la
deuda contraída por Adán desde antiguo. Llevó sobre sí toda la verdad de la realidad humana para
redimirla y transformarla. Realizó el acto de la redención de una vez y para siempre. “Nuestro
hombre viejo ha sido crucificado con Cristo, quedando así destruida nuestra condición de
pecadores”58. Pasó así a ser esta una de las verdades más grandes que Cristo ha desvelado al
hombre, que la experiencia de la cruz puede conducir a una nueva experiencia del amor como don,
como regalo. Esta experiencia abre a la solidaridad con el otro y abre también a la experiencia de la
reciprocidad, de empezar a experimentar esa clase de amor reciproco que dignifica y engrandece
como personas, librándonos de las relaciones utilitaristas que cosifican al hombre y lo sofocan.
58
Rom 6, 6.
Índice 46
Al cargar Jesús con nuestros pecados, restituyó al hombre todo lo que en el hombre estaba
derrumbado, todo lo que estaba caído y pudo darle muerte a aquello que en el hombre era
desvinculante y despersonalizante. Abrió las puertas a una existencia nueva, centrada en el amor
que es capaz de romper todo sufrimiento venido del corazón del hombre que ha sido lastimado por
el pecado y que aun está dividido, a los sufrimientos que son consecuencia de que el hombre se
decida por vivir compitiendo, que desee poseerlo todo, que tenga deseos de dominarlo todo y a
todos, que se sienta superior a todos y viva con sus hermanos con una rivalidad tal que haga
doliente y sangrante la vida del hombre. Por esto es tan importante que el hombre se disponga a
Cristo toda su debilidad y condición humana para que él pueda destruirlas en la cruz de una vez y
para siempre.
competencia con los otros y a olvidarse que son sus hermanos y que está llamado a vivir con ellos
en comunión y en solidaridad. Cuando esa soberbia ensombrece el corazón del hombre es como si
anticipadamente se hubiera puesto a la persona una venda en los ojos para cegarla a su verdad más
íntima, a su imagen de Dios, cegarla a la verdad de que Dios habita en él y a orillarlo a buscarse
necesitado de Dios y a ser autosuficiente; es decir, a pretender bastarse a sí mismo sólo desde la
soberbia; orilla al hombre a creer que no tiene a nadie por encima de sí mismo, dejándose como en
un atrapamiento que lo hunde en la más intensa y profunda experiencia del abandono y del sin
sentido. Es como una máscara que le impide vivir como hombre, como lo que realmente es y le
hace tener una concepción desfigurada de sí mismo, por decirlo de alguna manera, cuando el
hombre no guarda nada más que una grande necesidad de ser visto, de ser reconocido. Es como si el
hombre caminara por la vida caminando sobre la punta de sus pies para sobresalir de los otros y ser
visto; esto no es otra cosa sino la manifestación del anhelo y la necesidad existencial de existir para
el otro y saberse importante para él, es como un grito desesperado que el hombre lleva dentro de sí
mismo y que es a la vez callado y ensordecido por la soberbia de quien no sabe pedir ayuda.
Índice 47
reconoce a sí mismo al reconocerse en Dios y al ser reconocido por Él. Cuando el hombre se atreve
a levantar los ojos, encuentra a Dios abierto de brazos en la cruz, haciendo nuevos los caminos del
sufrimiento y proyectándolo en la vida del hombre como escuela humanizadora, con una nueva
revela al hombre el amor de un Dios Padre que envía a su Hijo que es obediente y conducido por el
Espíritu Santo hasta la muerte de cruz para redimirnos. En el misterio de la redención se ponen de
manifiesto, se desvelan en la cruz las más íntimas sutilezas de la relación de amor entre el padre y
El misterio de la cruz para la vida del cristiano le hace tomar conciencia de que es hijo de
Dios y de que ha sido santificado por el Espíritu Santo. Ayuda al hombre a participar con Jesús del
misterio del dolor redentor de la cruz, a participar de la grandeza del amor del Padre por sus hijos y
a participar -por paradójico o contradictorio que parezca- en la acción redentora y dinamizadora del
El hombre que se deja penetrar por el misterio de este amor, permite también ser llevado por
la escuela del dolor y del sufrimiento al misterio del amor trinitario de Dios. En el interior de la
Trinidad, el hombre puede encontrar sentido y razón de ser a tantas y tantas dificultades en las que
se encuentra aquejado por el sufrimiento. Totalmente contrario a la lógica humana, pero esclarecida
y manifestada al corazón del hombre y en el corazón del hombre cuando este se dispone a
guardado nada para sí mismo entregándole a su propio Hijo para ser clavado en una cruz por
nuestra justificación.
Dado que Dios es amor, Él ama al hombre desde lo que es; no puede amar al hombre desde lo
que no es. Entonces Dios ama al hombre como Él es, un amor trinitario con una íntima unión, con
Índice 48
un amor esencial y trinitario. Dios que es Padre ama con amor de Padre en el Hijo que redime y el
Hijo como amante, manifiesta y trasparenta en sí mismo la imagen viva del amor del Padre; todo
negación a la que lo conduce el sufrimiento, en el que vive como en un atrapamiento. Este amor se
manifiesta en Jesús cuando dice “como el Padre me amó, así os he amado yo, permaneced en mi
amor”59. Al permanecer, al saber quedarse con Él, encuentra el hombre una puerta abierta a la
esperanza, a una nueva comprensión de la acción del sufrimiento en sí mismo que lo redime y
fortalece. El sufrimiento pone en camino para fortalecernos más a nosotros mismos. Que gran amor
nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos 60. Esta realidad
del amor de Dios Trinidad sitúa al hombre frente al más grande de todos los misterios y supera todo
lo imaginable a lo que puede llegar el corazón humano en la experiencia del amor 61. Experimentar
el contacto con Dios en esta tierra es aquello a lo que Santa Teresa de los Andes llamó la
La cruz conduce a lo íntimo del amor trinitario. El hombre que hace suyo el misterio de la
cruz participa de manera completa del amor de la Trinidad. Participa del amor de Dios como una
realidad en toda la extensión de la palabra, con el amor que le revela al corazón: “con amor eterno
te he amado”. El hombre puede vivir toda la grandeza de este amor como un eterno presente, en
cada momento de su vida, a cada paso que da, descubrirlo en todo lo que lo rodea, descubrirlo con
toda su simplicidad y grandeza, con su intensidad y profundidad. Se trata de un amor que lo posee
entero, que lo conoce todo y lo penetra todo; es un amor que lo dinamiza y a un tiempo lo eterniza,
lo abre para poder entretejer su propia eternidad en el tiempo, pero abierto a la eternidad a la que es
proyectado. También está inscrito en todos sus sufrimientos y dificultades para redimirlas,
59
Jn 17, 23.
60
Cfr. 1 Jn. 3, 1.
61
ESCRIVÁ DE BALAGUER, San Josemaría, Camino, n. 26.
62
TERESA DE LOS ANDES, S., Cartas, n. 40.
Índice 49
camino que nos lleva a lo íntimo de la experiencia trinitaria, pues dice “nadie va al Padre si no es
por mí”, ya que “el que me ha visto a mí, ha visto al Padre”; el amor de Jesucristo nos muestra el
amor del Padre; quien conoce al Hijo conoce el amor de Dios que lo ha enviado.
“El Padre y yo somos uno”, dice Jesús en la Sagrada Escritura. Revela cómo el Padre y el
Hijo son inseparables. En cada acción que va realizando el Hijo está presente el Padre. En la
persona de Jesús quedan asumidos todos los misterios del hombre y todos los secretos y
aspiraciones del corazón del hombre y cuando Jesús se presenta a sí mismo como el misterio del
amor del Padre, muestra también cómo se ha acercado al hombre y se ha reclinado sobre la
testimonio de que el amor del Padre está ya entre nosotros y manifiesta la realidad de su amor en las
acciones concretas de la salvación realizadas en el calvario, integrando allí todo el sufrimiento del
hombre y abriéndolo a nuevos horizontes. El signo y testimonio de que el reino de amor está ya
entre nosotros queda evidenciado en las obras de Jesús más que en sus palabras: “los ciegos ven, los
cojos andan, los sordos oyen… “Estos signos de la presencia del reino testifican cómo Jesús ha
hecho suyos todos los dolores del hombre y les da un sentido y una razón de ser como signos de la
presencia del reino. Con cuanta belleza y sabiduría canta el prefacio de la Misa, “pasó por el mundo
La pascua de Jesús incluye dentro de sí misma el misterio completo de la redención que pasa por la
pasión y muerte, pero no acaba ahí; de ser así quedaría como atrapada en un caos sin sentido, en una
nuevo orden.
resucitaremos junto con El. Por tanto, en cada ocasión que aparece en la vida de estar inmersos en
las aparentes ataduras del sufrimiento, se abre desde la cruz de Jesús una nueva esperanza. Los
Índice 50
hombres quedan llamados con Jesús a dar cada uno su propio paso, a hacer cada uno su pascua en el
dolor, por el dolor y con el dolor, ya que Jesucristo al haber subido libremente a la cruz como acto
de obediencia a su Padre, estaba en ese mismo momento realizando una acción unificadora y
revitalizadora. Unificadora porque no tomó consigo algunos pecados de algunos hombres, sino
porque llevó consigo todos los pecados de la humanidad; cargó consigo todo el sufrimiento,
invitando al hombre a hacer por El, con El y en El su propia pascua, a que asumiera el riesgo de
vivir su propia pascua en el dolor y por esta acción tuviera la oportunidad de encontrar al dolor su
La acción de la pascua de Jesús es revitalizadora, porque sólo en las manos de Cristo estaba
el poder de hacer nuevas todas las cosas. Cada vez que toda persona se da la oportunidad de mirar a
ocasión para encontrar dentro del sufrimiento su propio proyecto de vida. Si Dios, desde su
pedagogía, no ha querido preservar a su Hijo del dolor, entonces esto quiere decir que el dolor tiene
en la vida del hombre una tarea más grande que sólo el hacerlo pasar por el sufrimiento; tiene una
tarea mucho más sagrada que sólo hacerlo cruzar por el desierto de la soledad y el abandono. Es una
tarea de cada persona descubrir el regalo que lleva consigo cada sufrimiento, y para la realización
de esta tarea es muy importante la colaboración del director espiritual, que hace las veces de
acompañante en esta pascua. Debe ayudar a la persona a descubrir que uno de los sentidos del
sufrimiento es que Dios lo permite en la vida del hombre para poder conducirlo a la realidad de su
amor, del amor que es inamovible y que no cambia; que Dios lo conduce a través del sufrimiento a
vivir su propia pascua en el dolor, pues el dolor es una escuela que forja en el hombre el verdadero
deseo de asemejarse a Cristo su modelo y que en los momentos concretos en los que el hombre
participa del dolor -aunque Dios no lo haya querido así desde el principio- el hombre tiene la
oportunidad de identificarse con Cristo en su dolor y en su pasión. Este misterio sólo puede ser
comprendido desde el corazón del que se ha sabido poner junto con Jesús en la cruz del dolor en
De esta manera nos hemos acercado a una de las propuestas esenciales de este trabajo. La
Jesús, ha llegado a una nueva comprensión de sí mismo y del mundo y ha podido entrar en la locura
de cruz, que es escándalo para los paganos pero gloria y fuerza para los que han confiado en Jesús.
La palabra ‘pascua’ hace referencia a un paso. Cada hombre que experimenta el dolor ha de
dar un paso, ya que en sus momentos de angustia, el hombre que sufre experimenta el
bruma que cae sobre sí mismo y que ensombrece toda su existencia, tanto en su cuerpo dolorido,
como en su alma y mente; provoca que el hombre no encuentre sentido y razón de ser a nada de
lo que experimenta, dejándolo en la más profunda de las confusiones. Esta confusión es capaz de
atraparlo en la mayor de las tristezas, del abandono, y a sentirse como arrojado a un pozo sin
salida ni fondo en el que su caída parece interminable, que cuando más profundo se cae en él más
profunda se vuelve la tiniebla que lo envuelve y llega a experimentar ahí el silencio de Dios y
En el momento de un caos como este, el hombre escucha muchas voces dentro de sí mismo y
flote. Pero no sucede hasta el momento en el que es capaz de ponerse a sí mismo frente a Dios, con
toda su vida y su dolor entre sus manos; en ese momento empieza a darse cuenta de dónde está la
luz y se abre a la posibilidad de escuchar esa luz, que lo invita a seguirle. El hombre está puesto en
condición de tomar una de las más grandes decisiones de toda su vida: o hundirse y resquebrajarse
en el caos del sufrimiento que le carcome el alma y la vida; o levantar su mirada hacia la luz, tender
su mano y cogerse de esa luz que puede llevarlo a iniciar el camino de su propia pascua, y que
implica ir desde la oscuridad del dolor a la luz que resplandece en Cristo y le hace descubrir el
La dinámica de esta pascua puede ocupar al hombre toda la vida; es una experiencia que este
vive en su propia historia y fuera de ella; es importante que el hombre pueda disponerse y entretejer
Índice 52
realizado y ha convertido esta pascua en un eterno presente; también es una pascua que se realizará
fuera de la historia, en tanto que tendrá su total cumplimiento en la parusía y en el encuentro que
cada uno vaya teniendo con el amor cuando sea llamados a estar frente a Él y lo conozca cara a cara
Este encuentro con el amor redentor de Dios Trinidad, hecho realidad en Jesús, tiene como
a la que algunos santos han llamado el centro del alma. En este contexto cobra gran sentido el
acompañamiento espiritual. Por esto es importante que en el tiempo presente cobre mayor
relevancia la figura del director espiritual, que se reconoce a sí mismo como un ser inacabado y en
proceso de crecimiento, que puede ser un hermano dialogante con el otro y juntos puedan caminar
hacia el centro del alma, que sea capaz de ser como el faro que guía desde la luz, que sea capaz de
acompañado al hombre en cada paso de su historia y que en la plenitud de los tiempos se ha hecho
resurrección. La pascua de Jesús permea toda la acción del director espiritual que acompaña a los
que experimentan el sufrimiento y que tiene como tarea ayudar a la persona a encontrar en sus
propios momentos de dolor y de sufrimiento el rostro de Dios, que es un Padre que le ama con un
amor inamovible, con un amor eterno y que lo tiene de su mano; más aún, que lo ha conducido
hasta ahí para mostrarle que su amor es el que siempre permanece, el que no se mueve; para así
hacerlo vibrar con la gran verdad de la que se ha alimentado tantos y tantos hombres santos en la
historia de la humanidad “como un niño a quien su madre consuela así los consolaré yo, entre mis
brazos los acariciaré, y así, aunque una madre se olvide del hijo de sus entrañas, yo nunca me
Índice 53
olvidaré de ti” (….) “pues así como el ave cobija entre sus alas a sus polluelos, así te protegeré yo,
Un director espiritual orienta todos sus esfuerzos para dedicarse en tiempo y en forma a
ayudar a los que se le han confiado, y que entre todos sus temores y su vulnerabilidad abren su
corazón ante él; es consciente de que ha sido Dios mismo quien los ha puesto en sus manos para
que sea una prolongación de su amor. El guía espiritual que ha comprendido en profundidad este
misterio se convierte en una lámpara para los pasos de los que se le han confiado, y los orienta para
que puedan encontrar en el dolor y el sufrimiento que los conduce a los brazos de su Padre en su
propio centro, en su castillo interior. Entonces habrá puesto las condiciones adecuadas para que esa
persona encuentre y descubra el verdadero sentido que tiene el sufrimiento en la vida de la persona
humana y de la humanidad entera, para que cada persona pueda utilizar esta verdad como fuerza
para proyectarse o lanzarse a sí mismo hacia Dios, a desearle cada vez con más intensidad y a entrar
en la paradoja que logra en el corazón del hombre dejar de rechazar y tenerle miedo al sufrimiento.
Al contrario, puede llegar a la locura de los santos, que, más que huir del sufrimiento, de manera
temeraria lo han llegado a desear; lo han llegado a abrazar de tal manera y a pedir más de él en su
vida, pues han descubierto en él un manantial inagotable del amor de Dios que habita en lo íntimo y
secreto del dolor y por el que se desea pasar para degustar de sus mieles y sus hieles. En este
sufrimientos a los que han faltado a la cruz de la pasión de Jesucristo, de incluir a su dolor un poder
CAPÍTULO II
EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO
diferencias y aspectos comunes, para precisar así el lenguaje sobre distintos aspectos de
El dolor, como cualquier realidad humana, ha sido pensado innumerables veces a lo largo
sentido puede entenderse como una verdad que lleva inscrita dentro de sí mismo; se podría
decir que de alguna manera, el dolor es una verdad que el hombre padece de sí mismo,
como parte de su naturaleza humana; en tanto que la padece o se duele de ella, no puede
permitirse no pensarla.
la geografía. En cierto sentido coexiste con él en el mundo y por ello hay que volver sobre
él constantemente. Aunque San Pablo ha escrito en la carta a los Romanos que « la creación
entera hasta ahora gime y siente dolores de parto »; aunque el hombre conoce bien y tiene
presentes los sufrimientos del mundo animal, sin embargo lo que expresamos con la palabra
« sufrimiento » parece ser particularmente esencial a la naturaleza del hombre. Ello es tan
trascendencia del hombre; es uno de esos puntos en los que el hombre está en cierto sentido
Aunque el hombre pretendiera no pensar en él, es una verdad que por sí misma se
abre camino y emerge hacia la conciencia del hombre; el dolor obliga al hombre a
plantearse lo que quiere hacer frente a él, o a padecerlo declarándose vencido por él, o por
Desvelar el dolor supone profundizar poco a poco en los diferentes niveles o estratos
en los que se presenta, penetrar paso a paso, capa tras capa en su misterio. En cierto sentido
se trata de una tarea interminable, porque guarda dentro de sí todos los diferentes
Mientras la vida del hombre pasa placentera, sin novedades y sin alteraciones, hace también
que este pase apaciblemente por la vida y de alguna manera adormecido de sí mismo. Pero
golpe que despierta de la perplejidad y que exige preguntarse quién soy, de dónde vengo,
hacia dónde voy, para qué estoy aquí, qué puedo apartar de mí mismo en el transcurrir de
63
JUAN PABLO II, Carta apostólica Salvifici doloris , n. 2.
64
SCHELER, M, El sentido del sufrimiento, Goncourt, Buenos Aires, 1979, p. 19.
Índice 56
mis días… “Si la primera operación del dolor, y la más leve, destroza la ilusión de que todo
está bien, la segunda destroza la ilusión de que lo que tenemos, ya sea bueno o malo en sí
Por otra parte, en los últimos cincuenta años, los avances de la medicina, y de la
investigación científica, han permitido una mejor comprensión del dolor, de su génesis, su
etiología, y su tratamiento. También por ello ha despertado un nuevo interés en las ciencias
que dolor físico, dolor espiritual o moral, y dolor psíquico. Se trata de encontrar los
elementos, que ayuden a hacerse una idea de cada uno de ellos, de su origen,
funcionamiento y dirección, en la vida del hombre, y de cómo éste, puede hacer de él una
dolor es tan diverso cuanto diversa es la vida del hombre. “El terreno del sufrimiento
humano es mucho más vasto, mucho más variado y pluridimensional. El hombre sufre de
modos diversos, no siempre considerados por la medicina, ni siquiera en sus más avanzadas
del dolor exige ser estudiado de manera integral o interdisciplinar. En caso contrario, el
65
LEWIS, C. S., El problema del dolor, Editorial universitaria, Santiago de Chile 1991, p. 91.
66
JUAN PABLO II, Carta apostólica Salvifici doloris , n. 5.
Índice 57
humano puede ayudar a tener acceso a una nueva comprensión del fenómeno, de cómo
puede ser más efectivamente prevenido, como puede ser óptimamente tratado, y
verdadero sentido, en la vida del hombre. La Iglesia “considera la medicina y los cuidados
terapéuticos no sólo como algo que se refiere únicamente al bien y a la salud del cuerpo,
sino que afecta a la persona como tal, a la que el mal ataca en el cuerpo. Efectivamente, la
corporal del hombre, sino a todo el hombre en su integridad y unidad de cuerpo y alma. Por
Además, las implicaciones sociales del problema del dolor plantean la necesidad de
mejorar la calidad de vida de las personas individuales y de enteros estratos sociales, en los
países desarrollados y más aún en las áreas no desarrolladas. De ahí nace, en consecuencia,
una forma de análisis social y también legal, que involucra a diversas organizaciones
internacionales68, y que plantea el tratamiento del dolor como uno de los derechos
fundamentales del género humano. El dolor se reconoce como el más terrible flagelo del
género humano, desde sus mismos orígenes, y como una forma de enfermedad per se.
sufrimiento humano es la principal consecuencia del dolor, y por esto mismo, se incluye el
67
JUAN PABLO II, Motu proprio Dolentium hominum, n. 2.
68
“En estos últimos años ha progresado mucho y muy significativamente en la sociedad civil todo lo que se
refiere a la salud de los hombres. Por otra parte, el mismo acceso a la asistencia y a las atenciones sanitarias,
que ya está reconocido como un derecho propio de los ciudadanos, se ha generalizado: lo que ha supuesto la
ampliación de las estructuras y de diversas instituciones sanitarias. Por otra parte, los Estados mismos, para
poder hacer frente de forma eficaz a estas necesidades, han establecido Ministerios adecuados para ello, han
promulgado leyes aptas y han adoptado una política con finalidades específicas en el orden de la sanidad
pública. Además, las Naciones Unidas han dado vida a la Organización mundial de la Salud”. JUAN PABLO
II, Motu proprio Dolentium hominum, n. 3
Índice 58
descrita en términos de la misma69. En ella se afirma que el dolor puede ser un síntoma de
alarma física útil, y posteriormente, puede constituir el punto de partida para otra patología
orgánica o psicológica70.
En algunas áreas se intenta lograr que el dolor crónico, sea considerado una
enfermedad por sí misma; se considera que, el definir “ciertas condiciones” del dolor
crónico como una enfermedad, representará otro paso hacia el logro de los objetivos
incluidos dentro de Derecho a la Salud, tal y como ha sido documentado por el Comité para
los Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas. Este afirma que
dolor, que contenga al mismo tiempo las estructuras receptoras del organismo, la
mecanismos de ayuda. De hecho, incluso en las mismas áreas de salud, ha sido hasta ahora
69
Definición tomada de la Asociación Internacional para el estudio del dolor, organismo asociado a la
Organización mundial de la salud, y citada en el año 2005 por Javier Lozano Barragán, presidente del
Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud.
70
Explicar el dolor simplemente dolor como señal de alarma, que advierte de una lesión orgánica, es una
noción cierta pero insuficiente; hay dolores que no sirven para nada, como hay enfermedades graves que
pueden no doler. Por esa razón, a veces el dolor no sirve para proteger al hombre, y puede en cambio
empequeñecerlo o empobrecerlo. Cfr. VILAR Y PLANAS, J., Antropología del dolor, Eunsa, Pamplona 1998,
p. 27
71
IBARRA , E ; “Una nueva definición de dolor” Un imperativo de nuestros días”, en Revista española de
medicina Dolor 13-2 (2006), p. 4
Índice 59
pobremente comprendida y tratada la realidad del dolor. También en los diversos ámbitos
de la Iglesia72, debe darse una tarea de reflexión, que pueda dar líneas orientadoras sobre la
tarea de los pastores73. Se requiere que puedan ser para quienes sufren un destello del rostro
Específicamente en el campo de la dirección espiritual, esta tarea abre caminos que exigen
coloquen en el eje de Cristo, desde la perspectiva del ‘Buen Samaritano’. El santo Padre
recuerda “la obra de Jesús, buen Samaritano de la humanidad. Cuando pasaba por las aldeas
predicación con los signos que realizaba a favor de los enfermos, curando a todos los que se
hombre, fue el signo que Cristo escogió para manifestar la cercanía de Dios, su amor
Cristo, al que los Evangelios nos presentan como “Médico” divino, ha de ser siempre la
72
“Debo añadir que, en el actual momento histórico-cultural, se siente todavía más la exigencia de una
presencia eclesial atenta y generalizada al lado de los enfermos, así como de una presencia en la sociedad
capaz de transmitir de manera eficaz los valores evangélicos para la defensa de la vida humana en todas sus
fases, desde su concepción hasta su fin natural”. BENEDICTO XVI, Discurso del 22 de noviembre de 2009.
73
“La Iglesia, que nace del misterio de la redención en la cruz de Cristo, está obligada a buscar el encuentro
con el hombre, de modo particular en el camino de su sufrimiento. En tal encuentro el hombre « se convierte
en el camino de la Iglesia », y es este uno de los caminos más importantes”. JUAN PABLO II, Carta
apostólica Salvifici doloris , n. 3.
74
“Mi pensamiento se dirige en particular a vosotros, queridos sacerdotes, "ministros de los enfermos", signo
e instrumento de la compasión de Cristo, que debe llegar a todo hombre marcado por el sufrimiento. Os
invito, queridos presbíteros, a no escatimar esfuerzos para prestarles asistencia y consuelo. El tiempo
transcurrido al lado de quien se encuentra en la prueba es fecundo en gracia para todas las demás dimensiones
de la pastoral”. BENEDICTO XVI, Discurso del 22 de noviembre de 2009.
75
BENEDICTO XVI, Discurso del 22 de noviembre de 2009
Índice 60
más a menudo, hace que los pacientes piensen en la posibilidad de pedir ayuda. El dolor
tiene un valor protector, pues avisa que algo no está funcionando adecuadamente, y exige
evaluar el dolor, de forma adecuada. La ‘medición’ del dolor es una tarea importante, y a la
vez difícil; no se puede afirmar que tal dolor ha sido aliviado o eliminado, antes de medirlo
ayudan a medir las respuestas del sistema nervioso, autónomo. La información por parte de
quien padece es el primer indicador, para la atención del dolor, pero exige ser completado
medición, para llegar así a determinar su origen, a evaluar sus características, fisiológicas y
Las personas tienen un umbral diferente ante el dolor; algunos pueden ser muy poco
tolerantes; otros en cambio, poseen una fuerte resistencia ante el dolor. Lo que para uno,
puede representar una razón para el caos; para otro, sin embargo, puede aparecer como una
ocasión para evaluarse a sí mismo, y replantearse el camino que le condujo o que recorrió
hasta alcanzar esa situación. Sin duda alguna, las diferentes actitudes, con las que se puede
estar ante el dolor, tienen mucho que ver con los valores de la persona. De entre ellos, los
valores morales, religiosos y espirituales, tienen una decisiva importancia76. Por todo esto,
76
Scheler llega a sugerir que, por ese motivo, la civilización aumenta los sufrimientos, que son menores en los
pueblos primitivos, ya que la conciencia progresiva de la propia dignidad, del problema intelectual y espiritual
que plantea el sufrimiento, etc. hacen más aguda su percepción. SCHELER, M, El sentido del sufrimiento,
Goncourt, Buenos Aires, 1979, pp. 35 y ss.
Índice 61
Es aceptado por la mayoría, que existen tres orígenes generales del dolor: un origen
físico, un origen psíquico -que comúnmente se entiende como somatización física del dolor
psicológico-, por último, el dolor del espíritu. El orden de enumeración, no tiene relación
relación con el yo personal, consigo mismo. Aquí están incluidos el estado físico, el
dirección espiritual. Dentro de ella, se incluyen, entre otros, la oración personal, el cuidado
Índice 62
persona con Dios, como con Uno entre los otros y con Dios, ocupa una posición singular en
por naturaleza, creado desde el principio para la comunión. Desde el origen, Dios no ha
querido que el hombre esté sólo, y en la relación con los otros, encuentra la fuente de su
realización, dentro del proyecto para el que fue creado. En la Escritura, la relación de Adán
las relaciones que el hombre establece con los otros, como personas, las relaciones con las
figuras paternas o con los cuidadores principales, las relaciones con su familia de origen, y
con su familia nuclear, las relaciones con las generaciones de su familia, la relación con su
entorno social, con los grupos naturales y no naturales de socialización, con los grupos
Conviene detenerse un momento un ese tipo de relaciones porque entre ellas, las
personalidad humana. La relación de socialización, del hombre con los otros, puede
persona aprende las formas de relación, con las que posteriormente será proyectado a la
sociedad. Es, pues, la familia el primer ambiente, en el que el hombre desarrolla sus
aquella de la que cada uno de procede, y en la que se desarrolla; como familia nuclear, que
es aquella que en algún momento de la vida, se decide tener por elección propia, según el
Índice 63
estado y condición de vida, que ha elegido cada uno; y, por último, como familia por
genealogía, que es aquella que configura las propias raíces históricas y culturales.
vocación especifica a la que cada uno ha sido llamado. E incluye las formas diversas de
seguir cultivando una profesión u oficio, las circunstancias propias del trabajo y su
sentido, cósmica. En ella se incluye la relación que la persona establece con el medio
en orden y armonía con su espacio vital, será sólo un reflejo del orden interno, con el que es
capaz de vivir. Una persona que vive con orden en su espacio de vida, crece y se desarrolla,
con una personalidad consistente. La persona humana debería crecer de manera integral,
equilibrada y progresiva en cada una de las dimensiones arriba mencionadas, y para ello
del orden interior en el que es capaz de vivir y desarrollar todas sus potencialidades. Es
Para encontrar la procedencia del dolor, es de importante tener en cuenta cada una de
las cinco dimensiones de relación de la persona humana, pues el origen del dolor puede
Respecto de cada una de ellas, el dolor puede ser localizado, irradiado o referido. El
dolor irradiado, como indica su nombre, es aquel, que desde el lugar en que se localiza, se
Índice 64
aislada en una de las dimensiones, porque tiene además serias repercusiones en otras áreas de
mencionado, el margen del umbral del dolor es diferente en cada uno, y varía de persona a
multiplican, y la hacen más intensa; otras, la disminuyen o la reorientan, hasta tal punto,
que se hace capaz el hombre de trascender la experiencia dolorosa, sobre todo por medio de
la experiencia espiritual.
Al hablar del carácter y la calidad del dolor, nos referimos específicamente, a las
características que se corresponden con la calidad del dolor; éstas pueden variar mucho,
origine el dolor serán el carácter y la calidad del mismo. Sus características tienen mucho
parecido entre sí, pero se diferencian sus especificaciones, según sea el origen en la
manifestó en su origen, o la variación del dolor con el tiempo. La duración del dolor es un
aspecto importante. Puede tratarse de dolor agudo o de dolor crónico. El dolor agudo es de
Índice 65
tarea alertar a la persona sobre la posible llegada de un dolor más complejo, que puede
anidar en su personalidad, o puede llegar a ser de cierta manera ya una patología. El dolor
durante mucho tiempo. No tiene generalmente, una fecha de inicio clara, pero afecta de
relaciones personales, familiares, sociales, laborales, espirituales, etc. Podría decirse que,
de alguna manera, el dolor crónico puede llegar a ser un beneficio para quien lo
persona.
Es posible que no se encuentre una secuencia progresiva y lineal de los hechos que
hacen sufrir a una persona, pero el dolor sí tiene en sí mismo una cierta cronología, a la que
puede llamarse transversal. Por tanto, se impone la tarea de descubrir el hilo conductor en
la historia del dolor, presente en las diferentes áreas de relación de la persona, aunque
aparentemente puedan parecer no relacionadas entre sí. Así es posible encontrar caminos
La duración del dolor puede variar, desde unos pocos minutos, a horas, hasta
definir las características de un dolor agudo; sin embargo, en las personas que sufren el
dolor crónico, es más difícil, ya que se puede haber producido un cambio subjetivo en la
Cuando una persona experimenta cierto tipo de dolor, durante mucho tiempo, y no le es
persona, alterando sus relaciones. El sufrimiento origina en ella una indisposición para
relacionarse abiertamente y con libertad, consigo mismo, con su familia, con sus
Cuando una persona pasa por una experiencia semejante, es importante que su
acompañante espiritual se haga presente de diversas formas; para que la persona se sepa
la mano de Dios, que le ama, que se inclina hacia ella, la toma de la mano y la levanta
77
“El sufrimiento (…) lleva al replegamiento sobre sí, a aislarse de todo lo que no está de alguna manera en
relación con el dolor. Esta limitación del campo de mira, este volver una u otra vez sobre sí mismo no juega
solamente un papel en la esfera emocional, sino también en el pensar. Por todo ello se puede concluir que la
personalidad humana no se forja solamente en el choque con los demás seres, sino en el constante y rudo
batallar del hombre consigo mismo”. VILAR Y PLANAS, J., Antropología del dolor, Eunsa, Pamplona 1998,
p. 65.
78
“Ambas preguntas [¿Por qué el mal? ¿Por qué el mal en el mundo?] son difíciles cuando las hace el hombre
al hombre, los hombres a los hombres, como también cuando el hombre las hace a Dios. En efecto, el hombre
no hace esta pregunta al mundo, aunque muchas veces el sufrimiento provenga de él, sino que la hace a Dios
como Creador y Señor del mundo. Y es bien sabido que en la línea de esta pregunta se llega no sólo a
múltiples frustraciones y conflictos en la relación del hombre con Dios, sino que sucede incluso que se llega a
la negación misma de Dios”. JUAN PABLO II, Carta apostólica Salvifici doloris , n. 9.
79
“Estar bajo la ley del dolor provoca un sentimiento creciente de soledad y despierta el deseo de encontrar a
alguien, con quien poder comunicarse y hacer partícipe el propio sufrimiento. (…) El dolor se convierte así en
una forma de relación humana mutua”. VILAR Y PLANAS, J., Antropología del dolor, Eunsa, Pamplona
1998, p. 137.
80
“Es necesario cultivar en sí mismo esta sensibilidad del corazón, que testimonia la compasión hacia el que
sufre. A veces esta compasión es la única o principal manifestación de nuestro amor y de nuestra solidaridad
hacia el hombre que sufre”. JUAN PABLO II, Carta apostólica Salvifici doloris , n. 28.
Índice 67
puesto entre las manos, la posibilidad de hacer realidad este milagro, que puede potenciar
Todas las personas tienen o tenemos diferentes formas, de responder o reaccionar ante
el dolor, en tanto que cada uno somos diferentes81. Es muy constante en la experiencia
humana, que ante el sufrimiento, primero se tenga cierta tendencia a ocultarlo, a querer
aparentar que no sucede nada, que todo en la vida está marchando bien y en orden. La gran
mayoría de los casos, esto sucede en personas, que se sienten solas y viven ensimismadas.
Es importante que, con este tipo de personas, el guía espiritual ponga especial atención en
mostrar que Dios se interesa por ellas, que a Dios le importan mucho sus sufrimientos.
Hace falta entonces interesarse por lo que les sucede, rompiendo, con absoluto respeto, la
coraza del ensimismamiento en el que se habían encerrado. Romper esa coraza no como el
intruso, que invade para pisotear lo que ahí encuentre, sino traspasarla, con el amor de
aquel que se reconoce persona. Como quien se sabe ante un hermano, con quien se puede
caminar codo con codo, en diferente ruta, hacia el mismo destino, la intimidad del amor de
Dios.
81
“El sufrimiento humano constituye en sí mismo casi un específico « mundo » que existe junto con el
hombre, que aparece en él y pasa, o a veces no pasa, pero se consolida y se profundiza en él. Este mundo del
sufrimiento, dividido en muchos y muy numerosos sujetos, existe casi en la dispersión. Cada hombre,
mediante su sufrimiento personal, constituye no sólo una pequeña parte de ese « mundo », sino que a la vez
aquel « mundo » está en él como una entidad finita e irrepetible”. JUAN PABLO II, Carta apostólica Salvifici
doloris , n. 8.
Índice 68
como un padre ante ciertos desórdenes en la salud de un hijo. La dirección espiritual, de ese
algunas de las propiedades del sufrimiento. Importa reconocer su duración, es decir, desde
del proceder de la persona. Cuando se logra identificar con qué frecuencia y periodicidad se
mejores respuestas a las dificultades que lo aquejan. También el sufrimiento, tiene cierto
tipo de signos, y síntomas que lo acompañan desde mínimos gestos –como el nerviosismo o
la sudoración en las manos- hasta una profunda desgana -hasta para rezar- e indisposición
Para que la persona puede superar ese desierto del dolor, es esencial que su director
estar vacío o se llena de cielo, o se llena de cieno”. El guía espiritual puede ayudar a
plantearse la pregunta sobre lo que está haciendo; puede darle herramientas para encontrar
la resolución que necesita, desde la perspectiva de la cruz. Sólo puede conducirlo a puerto
seguro, cuando sea capaz de arriesgarse a confiar en Cristo Jesús, que lo ha redimido en el
2. 1 NOCIÓN DE SUFRIMIENTO
puede definir como una sensación desagradable producida por la acción de estímulos de
mismo del organismo. Este tipo de dolor es muy controlable por la medicina, con la
administración de fármacos.
El sufrimiento muchas veces puede tener su origen en un dolor físico; sin embargo,
está más en relación con la persona, y conecta con otros factores de personalidad. El
sufrimiento es una experiencia individual y subjetiva; cada individuo, tiene una manera
El sufrimiento hace más referencia a la personalidad del individuo, a la actitud que este
enfermedad o una dificultad, sino que la vive también su entorno, sus acompañantes, su
famila, quienes conforman el aquí y el ahora de la persona85. El dolor es una experiencia del
el tiempo. Por ejemplo, el niño que es golpeado por su padre a los cuatro años, por haber
puede experimentar dolor y manifestarlo con las lágrimas. Esta misma experiencia se
82
Cfr. CABANYES, J., MONGE, M. A., Salud mental y sus cuidados, EUNSA Pamplona 2010, p. 141.
83
REY, L., “Ética y espiritualidad de la salud”, en Dolentium Hominum 72 (2009), pg. 37-49.
84
FEYTOR PINTO, F., “El sufrimiento y el sentido de la vida”, en Dolentium Hominum 28 (1995) p. 117.
85
MONGE, M. A., “El sufrimiento en la enfermedad. Algunas claves para ayudar a los enfermos a vivirlo
sanamente”, en Dolentium Hominum 32 (1996), p. 27-39.
Índice 70
dolorosamente, por los golpes de su padre en aquella temprana edad, que tenían una
sufrimiento del hombre, que ha prolongado su dolor como sufrimiento en el tiempo. En este
sufrimiento es más bien la reacción al dolor; por lo tanto, es un factor muy importante en la
espiritualidad cristiana.87
consecuencia del pecado. Desde el pecado original, el sufrimiento es propio del hombre en
proceso de toda la vida88. No por casualidad el Señor dice a sus discípulos que el Hijo del
hombre debe ir a Jerusalén para sufrir; por eso, quien quiera ser discípulo suyo, debe tomar
su cruz sobre sus hombros y así seguirle. En realidad, cada hombre reacciona entonces
como Pedro, que se resiste ante esa afirmación, que no comprende o no quiere llevar la
cruz., o que pretende crear un reino más humano y más hermoso en la tierra. Como Pedro,
se necesita mucho tiempo, tal vez toda la vida, para entenderlo. Sólo con el tiempo se
comienza a comprender y a aceptar esto, cada día, porque cada día trae alguna
86
“Se puede decir que el hombre sufre, cuando experimenta cualquier mal. (…) El cristianismo proclama el
esencial bien de la existencia y el bien de lo que existe, profesa la bondad del Creador y proclama el bien de
las criaturas. El hombre sufre a causa del mal, que es una cierta falta, limitación o distorsión del bien. Se
podría decir que el hombre sufre a causa de un bien del que él no participa, del cual es en cierto modo
excluido o del que él mismo se ha privado. Sufre en particular cuando « debería » tener parte —en
circunstancias normales— en este bien y no lo tiene. Así pues, en el concepto cristiano la realidad del
sufrimiento se explica por medio del mal que está siempre referido, de algún modo, a un bien”. JUAN
PABLO II, Carta apostólica Salvifici doloris , n. 7.
87
CANTALAMESA, R., “La forma nueva de vivir el sufrimiento”, en Famiglia Cristiana 37 (2005), p.19-32.
88
El sufrimiento aparece “en diversos momentos de la vida; se realiza de maneras diferentes; asume
dimensiones diversas; sin embargo, de una forma o de otra, el sufrimiento parece ser, y lo es, casi inseparable
de la existencia terrena del hombre”. JUAN PABLO II, Carta apostólica Salvifici doloris , n. 3
Índice 71
insatisfacción, alguna dificultad que también produce dolor, y a aceptar esta escuela del
seguimiento de Cristo.89
Existe, por otra parte, una gran dificultad que nace de la enorme diversidad de
términos utilizados para describir los estados de ánimo, que se denominan indistintamente
como emociones, sentimientos o pasiones. También el uso de términos tales como dolor,
sufrimiento como un hecho sustancialmente humano, del cual las emociones y sentimientos
interroga sobre los efectos, o síntomas; sino mediante un interrogante que busque aclarar la
humanas de sufrir. El hombre es un ser capaz de darle múltiples significados a una misma
realidad. Esto significa que, como seres humanos, “de una misma realidad podemos tener
múltiples experiencias”91. El intento de lograr una definición precisa puede ser vacío y
existencial.
89
MONGE, M. A., “El sufrimiento en la enfermedad. Algunas claves para ayudar a los enfermos a vivirlo
sanamente”, en Dolentium Hominum 32 (1996), p. 27-39.
90
FEYTOR PINTO, F., “El sufrimiento y el sentido de la vida”, en Dolentium Hominum 28 (1995), p. 117.
91
BERTI, G., SCHNEIDER BERTI, A., “Por la esencia de renacer”, en Actas del Congreso “Renacer”,
Montevideo 2008.
Índice 72
sufrir, los modos en que el hombre toma su sufrir. Permite resaltar lo existencial, lo propio
sufrimiento. No existe, pues, una definición que sea la más útil, aunque siempre puede
decirse de forma sencilla que sufrir es padecer dolor. Por otra parte, el sufrimiento no existe
sólo en el instante en que comienza a ser experimentado, como si fuese una experiencia
percibe también que el sufrimiento no es algo único de la persona que lo experimenta; por
lo general, lo experimentan junto con él, los que conforman su entorno, en el diario vivir.
son consideradas como categorías de éste. Ello trae consigo tres graves problemas: 1) La
tendencia a considerar al sufrimiento como una realidad que puede ser modificada o, mejor
emociones y ciertas pasiones como equivalentes al sufrimiento; 3) por último, y quizás más
que en cuanto tal puede ser resuelta, pero sólo por especialistas en las ciencias de la psique,
es decir utilizando una medicación para el sufrimiento; se pretende que puede eliminarse
como si fuese un mero síntoma de una enfermedad o, en el peor de los casos, como si fuese
la enfermedad misma92.
momentos más decisivo de su vida, en un acto que sólo puede ser de fe; en el acto de
ponerse a sí mismo frente a Dios como su único y esencial interlocutor, y desde su libertad,
92
Ibidem.
Índice 73
mismo ser redimido en Cristo. Esto otorga al sufrimiento el papel que merece en la
existencia, al considerarlo como una entidad con realidad propia, como una verdad de la
En la encíclica Redemtor Hominis, afirma Juan Pablo II que “el Hijo de Dios con su
encarnación, se ha unido en cierto modo con todo hombre”93. Esta unión se ha manifestado
de manera especial en la Cruz; en ella, Cristo se une a todos los que sufren y, al mismo
tiempo, permite que todos los que sufren se unan a Él, que ha experimentado el sufrimiento
en sí mismo. Cristo de esta manera unió de una vez y para siempre el sufrimiento al amor y
así lo redimió94.
físico con deseos espirituales; omiten la auténtica realidad que reside en ser imagen de
Dios, con un ser físico y espiritual querido y amado por Dios. El hecho es que sin amor, sin
satisfactoriamente desde una experiencia humana que haya eliminado de sí misma a Dios.
Sólo el cristianismo revela la verdad que “Dios ama tanto a cada persona, que ni siquiera el
93
JUAN PABLO II, Carta encíclica Redemptor hominis, n. 8.
94
Cfr. Ibidem, n. 4. “El sufrimiento humano ha alcanzado su culmen en la pasión de Cristo. Y a la vez ha
entrado en una dimensión completamente nueva y en un orden nuevo: ha sido unido al amor (...), a aquel
amor que crea el bien, sacándolo incluso del mal”. JUAN PABLO II, Carta apostólica Salvifici doloris , n. 18.
95
Sobre las diversas explicaciones no cristianas al sufrimiento y su insuficiencia, cfr. por ejemplo SCHELER,
M, El sentido del sufrimiento, Goncourt, Buenos Aires, 1979, pp. 43 y ss.
Índice 74
sufrimiento la aleja de Él. Él ha sufrido por cada hombre que habita en este mundo, de
manera que cuando se sufre, se puede sufrir con El”96. Sin el sufrimiento y la muerte de
Cristo, el amor de Dios por los hombres no se habría manifestado en toda su profundidad y
grandeza. Con Cristo el sufrimiento no sólo alcanza un significado, sino que logra una
Dios mismo.
Cuatro días después del atentado que sufrió Juan Pablo II, en su mensaje para la hora
del Angelus, desde el Policlínico Gemelli, donde se estaba recuperando se sus heridas,
proclamó: “Unido a Cristo, Sacerdote y Victima, ofrezco mis sufrimientos por la iglesia y
por el mundo. A ti María, repito: Totus tuus ego sum”97. Con ello manifestaba que el
sufrimiento no es sólo un medio de crecimiento hacia Dios, sino que es una participación en
aceptado en unión con Cristo sufriente, tiene su eficacia inigualable para la realización del
invitación a amar, a salir cada uno del anonimato y emprender la tarea que nos pone en
camino de ir hacia el encuentro del otro, nos ayuda a encontrar en cada hombre que
esperanza. Para la iglesia el compromiso hacia los que sufren se convierte en una exigencia
espiritual de los que experimentan el dolor; le exige poder decirle sí a Cristo en el rostro de
cada hombre sufriente, que también hoy le grita al mundo “tengo sed”99. Da la oportunidad
96
JUAN PABLO II, Exhortación apostólica Redemptor hominis, n. 6.
97
Cit. en ANDERSON, C. A., “Significado del dolor de Juan Pablo II para la iglesia y el mundo”, en
Dolentium Hominum 74 (2010) p. 31.
98
Cfr. Ibidem, p. 32.
99
Cfr. Ibidem, p. 33.
Índice 75
una vez más de poder decirnos a nosotros mismos que el hombre sufriente nos pertenece a
todos aquí y ahora; es un imperativo para todos los que creen en Jesucristo Muerto y
Resucitado.
2. 2 TIPOS DE SUFRIMIENTO.
referencia a tres tipos de sufrimiento, entendidos como dolor físico, dolor espiritual o moral
y dolor psíquico.
Dolor físico.
Es relativamente sencillo constatar como a través de los últimos años, el tema del
Para abordar el tema, puede tomarse como punto de partida, el concepto de salud. Se
define la salud como un estado de total bienestar físico, mental y social; y no sólo la
ausencia de bienestar físico. Esta definición marca un notable progreso frente a las
persona; por otra parte, pone más atención en la promoción de la salud, que en la curación
de las enfermedades101. Otras áreas del pensamiento han hecho también importantes
100
Cfr. BUONOMO, V., “El derecho a la salud en el derecho internacional de los derechos humanos”. en
Dolentium Hominum 72 (2009), n.3. Viene a coincidir con la ya clásica definición de la Organización
Mundial de la salud.
101
MONGE, M. A., Medicina pastoral. Cuestiones de biología antropología, medicina, sexología, psicología
y psiquiatría de interés para formadores, EUNSA, Pamplona 2002.
Índice 76
Conviene definir así mismo el concepto de enfermedad antes de definir el dolor físico
naturaleza biológica del hombre. Hubo un momento antes del pecado original en el que no
primera vez el dolor físico, con lo que en sí mismo tiene de desagradable, pero también con
su propia carga purificadora, siempre y cuando la persona sea capaz de descubrirlo. Ante la
enfermedad lo que más preocupa no es propiamente el dolor sino el ser detenido de la vida
cotidiana, perder el control de la propia vida y de sus circunstancias con el paso brusco del
tristeza, de rebeldía o de desesperación. Aunque también puede ser el primer paso para un
experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con una lesión presente o potencial o
el sufrimiento hace referencia a un dolor más de tipo moral o espiritual, del cual se desprende el
psicológico.
Actualmente, en la mayoría de los casos, el dolor puede ser resuelto acudiendo a la medicina,
mediante una intervención quirúrgica adecuada, el uso de analgésicos u otras. Han comenzado a
establecerse en centros hospitalarios unidades del dolor y cuidados paliativos. Aunque no todo está
resuelto, son alentadores los esfuerzos que se siguen realizando en este campo. El progreso
moderno está en gran parte motivado por la convicción de eliminar el sufrimiento de la existencia
102
IBARRA , E ; “Una nueva definición de dolor” Un imperativo de nuestros días”, en Revista española de
medicina Dolor 13-2 (2006), pp. 65 – 72.
103
Cfr. también SCHELER, M, El sentido del sufrimiento, Goncourt, Buenos Aires, 1979, p. 20.
Índice 77
humana, aunque se trate de una tarea difícil de alcanzar. Por el contrario, se constata que la vida del
incluso a la muerte104.
Para Juan Pablo II, el dolor o sufrimiento de tipo moral “es mucho más amplio que la
que el sufrimiento moral es dolor del alma. Se trata aquí del dolor espiritual, y no sólo de la
dimensión psíquica del dolor que acompaña tanto al sufrimiento moral como al físico. La
extensión y multiformidad del sufrimiento moral no son ciertamente menores que las del
físico; pero a la vez aquel aparece como menos identificado y menos alcanzable para la
terapéutica”105.
Los sufrimientos morales tienen también una parte física o somática; esta se refleja
con frecuencia en el estado general del organismo. Algunos teólogos han afirmado que en
partes del organismo: de los huesos(por ej. Is. 38,13; Jer. 23,9; Sal. 31,10-11; Sal. 42,10-
11); de los riñones (por ej. Sal. 73,21; Job.16,13; Lam.3,13); del hígado (por ej. Lam. 2,11);
de las vísceras (por ej. Is. 16,11; Jer. 4,19; Job. 30,27; Lam, 1,20); del corazón (por ej.
1Sam. 1,8; Jer. 4,19; Lam. 1,20.22; Sal. 38,9.11). Se puede decir que el hombre sufre
104
MONGE, M. A., “El sufrimiento en la enfermedad. Algunas claves para ayudar a los enfermos a vivirlo
sanamente”, en Dolentium Hominum 32 (1996), p. 27-39.
105
JUAN PABLO II, Carta apostólica Salvifici doloris , n. 5.
106
Cfr. Ibidem, n. 6.
Índice 78
misma quien ha de decidir lo que va a hacer frente a su sufrimiento; es ella quien decide
como vivir la experiencia del sufrimiento en su interior. Un dolor espiritual y moral puede
ser en sí mismo una escuela en el amor para la persona; cuando esta experiencia no es
vivida en lo profundo del centro de la persona, puede quedarse como un hecho aislado, que
crecimiento y de edificación por medio del cual se constituya en una experiencia espiritual.
Dolor psíquico.
El sufrimiento psíquico esta de alguna manera incluido dentro del sufrimiento moral
en la tradición cristiana; sin embargo, debido al progreso de las ciencias como la psiquiatría
Desde un punto de vista científico, en cambio, no es fácil establecer una definición de salud
bienestar, al que se ha hecho referencia con anterioridad, no sería posible tener una
enfermedad por parte del enfermo, hay pacientes que, junto a cuadros clínicos con rasgos
lo contrario.
plenamente válido.
Índice 79
Salud equivale a la ausencia de enfermedad, por lo tanto, una persona que no tenga un
considerarse como una persona mentalmente sana. Sin embargo, desde una concepción que
explique mejor la experiencia cotidiana, se puede afirmar que la salud mental es algo más
propio. Integra además la capacidad de ejercer plenamente las propias capacidades físicas,
conflictos y a las circunstancias de su vida. Las distintas anormalidades psíquicas han sido
luchar por sí misma; necesita de un cirineo que le ayude a cargar su propia cruz, o de un
samaritano que sea capaz de mirarlo como persona y dedicarle tiempo para conducirle, por
107
Cfr. MONGE, M. A., Medicina pastoral. Cuestiones de biología antropología, medicina, sexología,
psicología y psiquiatría de interés para formadores, EUNSA, Pamplona 2002, p. 71.
108
Cfr. Ibidem, p. 171.
Índice 80
CAPÍTULO III
LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL
1. LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL.
pastoral y en la eclesiología109. Se han utilizado diversos términos para designar esta tarea
preferido denominar en las últimas décadas. A pesar de la variedad de los términos con los
sido ejercido tanto por sacerdotes, como por religiosos y laicos110. La persona que acepte
ha decidido hacerse su compañero de viaje hacia la libertad interior, como una de las tareas
personal, personalizada y personalizante, que se ofrece a los cristianos que sienten deseos
santidad. Es personal en tanto que se refiere a la asistencia de una persona concreta, con
una historia propia, con una experiencia de Dios concreta, experimentada en el diario vivir.
109
Cfr. BORRIELLO, L., Diccionario de mística, San Pablo, Madrid 2002, p. 574; y MENDIZÁBAL, L. M.,
Dirección espiritual. Teoría y práctica, BAC, Madrid 1978, p. 4, nota 1
110
Cfr. NEMECK, F. K., COOMBS, M. T., El camino de la dirección espiritual, De Spol, Madrid 1987, p. 9.
111
Cfr. BORRIELLO, L., Diccionario de mística, San Pablo, Madrid 2002, p. 574.
Índice 81
Es personalizada en tanto que exige en sí misma una acción singular, en el contexto de todo
la escucha de una persona y sus circunstancias; con toda caridad y deseos de conducirle a la
vivencia de Dios que es Padre y le ama con amor eterno. Es personalizante, en la medida
que se da a la tarea de lograr que la persona se experimente cada vez más persona, más hijo
de Dios y más llamado a expresar su servicio de caridad como hermano de sus hermanos.
inmediatamente a la tarea de la salvación de los hombres. Es una tarea que implica grandes
descubrir el proyecto que Dios tiene preparado para cada uno de ellos; implica ayudar a
vivir desde el don de Dios entretejido en la propia vida. Sin embargo puede decirse que de
entre las diversas formas de ayuda para la maduración de la persona, tal vez sea la más
sacerdote en la vida de la Iglesia: “Examinando si los espíritus son de Dios, descubran con
sentido de fe, reconozcan con gozo y fomenten con diligencia los multiformes carismas de
los laicos, tanto los humildes como los más altos. Entre otros dones de Dios que se
encuentran abundantemente en los fieles, son dignos de singular cuidado aquellos por los
112
Cfr. MENDIZÁBAL, L. M., La dirección espiritual. Teoría y práctica, BAC, Madrid 1978, p. 4.
113
Cfr. NEMECK, F. K., COOMBS, M. T., El camino de la dirección espiritual, De Spol, Madrid 1987, p. 9.
114
CONCILIO VATICANO II, Decreto Presbiterorum ordinis, n. 9.
Índice 82
se ve ahora como una tarea insustituible en para configurar la personalidad de una vida
cristiana adulta115. Jesucristo es la luz que brilla en la historia de cada hombre pero, para
llegar a él, se necesitan personas, luces cercanas que dan luz reflejando la luz de Cristo,
La dirección espiritual implica que la persona, que se dispone a facilitar este tipo de
alcanzado un nivel normal de madurez afectiva, está en condiciones de ofrecer una relación
bien mayor117. Entre múltiples posibilidades, le pueden servir de mucha ayuda los
por ejemplo, por Carl Rogers. Estos principios privilegian, como momentos importantes, la
trabajo, se apuntan solamente para hacer notar la importancia de su auxilio. Basta aquí con
resaltar que en el ejercicio de la asistencia espiritual han existido grandes maestros, desde el
pedagogo, como guía para la madurez, el psicólogo, o el mistagogo, como guía para la fe,
hasta llegar al acompañante o director espiritual, que puede entenderse más como un
interlocutor del diálogo que un guía. Aunque parte de su tarea es aconsejar, desde la
dirigido que deje en sus propias manos la propia toma de las decisiones que considere
toma lo tuyo, y vete a tu casa”118. Esta postura adoptada por Jesucristo hace realidad el
guía de vida interior; no se sintieron seguros siguiendo su propio criterio y pidieron luz a
otros. Francisco Fernández Carvajal recoge el pensamiento de San Juan de la Cruz: “el que
solo quiere estar, sin arrimo, sin guía, será como el árbol que está solo, sin dueño en el
campo, que por más fruta que tenga, los viadores se la comerán y no llegará a sazón (…) el
árbol cultivado y guardado con los buenos cuidados de su dueño, da la fruta en el tiempo
que él se espera” (…) El alma sola, sin maestro, es como el carbón que esta solo; antes se
En la Iglesia, todos los sacramentos son un encuentro con Cristo. Por ellos experimenta el
cristiano la cercanía con el Dios del amor que camina a su lado, y con el cual puede volver
para comenzar y recomenzar, e ir cada día de bien en mejor. Son pues los sacramentos un
encuentro trasformador121. Sin embargo no se puede decir que en todos los sacramentos
palabra. En la vivencia de cada uno de los sacramentos sucede un encuentro eclesial, pero
118
Io 5, 8.
119
DINZELBACHER, P., Diccionario de la mística, Monte Carmelo, Burgos 2002, p. 302.
120
JUAN DE LA CRUZ, S., Dichos de luz y amor, cit. en FERNÁNDEZ CARVAJAL, F., Para llegar a
puerto. El sentido de la ayuda espiritual, Palabra, Madrid 2010, p. 12.
121
Cfr. MENDIZÁBAL, L. M., La dirección espiritual. Teoría y práctica, BAC, Madrid, 1978, p 70.
122
Cfr. Ibidem, p. 70.
Índice 84
propia de entrevista; sobre todo, cuando la persona lo vive frecuentemente como parte ya
la necesidad de poner su vida frente a Dios y de redescubrir cada día su Voluntad para el
vivir diario. La manera de dar cuenta de su propia vida a su confesor, la forma de interrogar
y las orientaciones que conlleva, hacen que este sacramento, en sus condiciones de
reconciliación. Pueden ser ambas motivo de alimento una para la otra. Es decir, entre las
sugerir o invitar a correr los riesgos y las implicaciones de iniciar una aventura de dirección
espiritual propiamente dicha. Así mismo, entre aquellas personas que con el interés de ser
conducidas a una práctica más constante del sacramento de la reconciliación. Así podrá
librarse a la persona, entre muchas otras cosas del riesgo de querer buscar en su vida la
acción de Dios, pero al margen de toda experiencia eclesial; lo cual haría mucho daño tanto
la persona. Es indispensable que se tenga claro que ante esta apertura de la conciencia, nos
123
Cfr. Ibidem, p. 70.
124
Cfr. Ibidem, p. 71.
Índice 85
encontramos ante una tierra virgen y firme para sembrar, para así animar, promover la paz y
constantemente e impulsar a la persona a la vivencia, continua y cada vez más profunda del
santidad de vida, en algunos casos, puede sustituir la acción del hombre127. La necesidad de
psicológicas de cada persona. Sin embargo, León XIII, en su carta Testim. benevolentiae
dirigida al cardenal Gibbons el 12 de enero de 1899 manifiesta que “nadie puede dudar que
el Espíritu Santo obra secretamente en las almas justas y las excita con exhortaciones e
impulsos; si no fuera así, toda ayuda, todo adiestramiento externo, sería inútil (…) sin
embargo, –y lo sabemos también por experiencia–, estas exhortaciones, estos impulsos del
Espíritu Santo, casi nunca se perciben sin la ayuda y la guía el magisterio externo (…) Dios
providentísimo así como ha querido que los hombres en general se salven por medio de
hombres, así también ha establecido, que quienes aspiran a más altos grados de santidad,
los alcancen por medio de los hombres. Esta ha sido siempre la norma de la Iglesia; esto es
lo que han enseñado unánimemente, cuantos en el curso de los siglos, sobresalieron por
sabiduría y doctrina”128.
125
Cfr. Ibidem, p. 71.
126
CONCILIO DE TRENTO, Sess, 4. C. 3. De sacramento paenitentiae. DZ 1973.
127
Cfr. ANCILLI, E., Diccionario de Espiritualidad (Vol. I), Herder, Barcelona 1983, p. 621.
128
LEÓN XIII, Carta al cardenal Gibbons (12.I.189).
Índice 86
Del extracto de esta carta de León XIII, se puede evidenciar tres aspectos.
Primeramente, que es el Espíritu Santo quien guía y vivifica a las personas. En segundo
lugar reconoce que las intervenciones del Espíritu Santo pueden ser interpretadas y
autentificadas por el magisterio de la Iglesia. Por último, que Dios, de ordinario, ha querido
indirectamente a todos aquellos que desean progresar y profundizar en los caminos del
Espíritu, en la carta encíclica Menti Nostrae dice: “al iniciar y progresar en la vida
espiritual, no os fiéis de vosotros mismos, sino que con docilidad y simplicidad, pedid y
aceptad, la ayuda de quienes, con prudente moderación, pueden guiar vuestra alma,
indicaros el peligro, sugeriros los remedios idóneos, y en todas las dificultades externas e
internas; os puede dirigir rectamente y conduciros a una perfección cada vez mayor, según
Por esto, hay que afirmar que la vida espiritual tiene una dimensión eclesial esencial;
con el hombre. Gracias a la Iglesia y en la Iglesia, se reconoce el paso del Espíritu de Dios
por la vida del hombre, la manera como Dios ha querido comunicarse a los hombres en
Dios ha querido santificar y salvar a los hombres, no de manera aislada, sin alguna
conexión entre unos y otros, sino que los ha constituido como pueblo, el pueblo de su
alianza, que sea capaz de conocerlo en verdad y de servirlo en santidad132. Esta Iglesia de
Cristo se extiende por el mundo entero, dirigiéndose a todos los pueblos, culturas y
santidad133, y la aspiración del hombre a la comunión con Dios134. Es, pues, la Iglesia el
ámbito natural de desarrollo de la vida espiritual; en ella tiene un papel esencial la dirección
espiritual, relación que se establece entre dos personas que buscan redescubrir las luces del
Espíritu Santo y el paso de Dios para la propia vida en el ambiente eclesial natural.
Es precisamente en la Iglesia donde Dios se hace presente en la vida del hombre, de tal
manera, que es la Iglesia, de alguna manera el lugar, donde Dios viene para salvarle, para
purificarle y elevarle. Es en ella donde Dios sostiene al hombre con su gracia, con su ayuda
constante en los combates, pequeños y grandes, de la vida diaria135. Por esto puede
expresarse con toda razón, como se ha hecho a lo largo de tantos años, con las palabras de
San Cipriano de Cartago: “no puede tener a Dios por Padre, quien no tiene a la Iglesia
como madre”136. Es decir, que quien se abre a Cristo y por el Espíritu Santo al Padre, lo
Es esta Iglesia de Cristo -que ha recibido su mandato de “id, pues y hacer mis
discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del
Iglesia no es un mero instrumento del que Dio se vale para comunicarnos sus dones; es ella
eclesial, unida tanto por vínculos teológicos y espirituales, como estructurales. Es una
133
Cfr. LG, n. 41.
134
Cfr. LG, nn. 5 y 48.
135
Cfr. ESCRIVÁ DE BALAGUER, San Josemaría, Es Cristo que pasa, p. 131.
136
CIPRIANO, S., De Ecclesiae Catholicae unitate, n. 6. CC, Series latina, Vol. III. Pág. 253.
137
Mt 28, 19–30.
138
Col 2, 19.
Índice 88
les ha conferido, llevando muchas veces este don en vasijas de barro. Como comunidad
Iglesia. Por tanto, este encuentro proyecta a la persona fuera de sí misma; es decir, no la
Iglesia. Por el contrario, el encuentro vivo y personal con Dios, sucede en la Iglesia, con la
Iglesia y para el bien de la misma Iglesia. Es un encuentro con el Dios trinitario, que nos
hace vivir en armonía e íntima unión con la familia de los hijos de Dios140.
acompañar por un director espiritual, de alguien que en la vida le haga las veces de guía;
que, como faro que alumbra en la oscuridad de la travesía, pueda conducirlo hacia puerto
seguro, hacia la roca firme que es Cristo Jesús. Es el Señor el que despierta la inquietud de
tener una dirección espiritual141. Es Dios mismo, que por medio de la acción del Espíritu
Santo, siembra la semilla en el corazón de las personas, y les enseña a descubrir el deseo y
la necesidad de que alguien les ayude a descubrir y discernir su camino espiritual, el paso
139
Cfr. ILLANES, J. L., Tratado de Teología Espiritual, EUNSA, Pamplona 2007, 275.
140
Cfr. Ibidem, p. 283.
141
Cfr. NEMECK, F. K., COOMBS, M. T., El camino de la dirección espiritual, De Spol, Madrid 1987, p. 65.
Índice 89
comunes de la vida cotidiana; es en ella, donde Dios hace resonar su voz, en lo profundo
del corazón del hombre y le invita a seguirle. Es en este preciso momento, cuando la
persona se abre y dispone, para establecer una relación de dirección espiritual; con quien
esté dispuesto a acompañarle en este viaje, en esta gran aventura142. A este tipo de relación
Por una parte, es Dios quien conduce a una persona concreta hacia determinado y cierto
director espiritual. Por otra parte, se ha ido disponiendo por parte de Dios al director
espiritual. Podríamos afirmar, que por acción del Espíritu Santo los dos han sido enviados
el uno al otro; tienen como objetivo, unidos en el mismo espíritu, poder escuchar juntos la
voz de Dios que habla al interior del dirigido143. Para que se haga realidad el misterio de
esta doble llamada en la dirección espiritual, por parte del director y del dirigido, es
condición indispensable, que coincidan dos factores fundamentales. Por una parte que
exista el convencimiento por parte del dirigido DE la necesidad de ser orientado, escuchado
y dirigido. Por otra parte, que el director espiritual al que se siente atraído, esté disponible y
quiera hacerlo. Si ambas condiciones han sucedido, se han establecido las bases
indispensables para que pueda desarrollarse una relación abierta de dirección espiritual.
de otro, para escuchar la voz de Dios y obedecerle; es Dios mismo quien le habla a través
142
Cfr. Ibidem, p. 65.
143
Cfr. Ibidem, p. 65.
144
Cfr. Ibidem, p. 66.
145
Cfr. Ibidem, p. 66.
Índice 90
condiciones de reconocer, que necesitan ser ayudadas, debido a que esto requiere un acto de
absoluta humildad, de abrir con sinceridad el corazón, y desde la intimidad del propio ser,
reconocer los fallos, las debilidades y las propias limitaciones. Para emprender esta gran
tarea es necesario reconocer que se tiene necesidad de un director espiritual, de alguien que
le ayude a poder ver como al ciego Bartimeo, que haga en su vida las veces de Cristo.
importante precisar que no siempre ni en todos los casos, Dios empuja a buscar la ayuda del
tipo de la dirección espiritual146. Muchas veces la persona puede creer y estar convencida de
que necesita de un director espiritual; sin embargo, sus deseos pueden provenir de una gran
ansiedad por obtener respuesta, con prontitud, por parte de Dios, sobre algún problema
específico. Puede ser solamente la inquietud que surge del corazón de una persona que
desea tener certeza sobre todo, y vive con el afán de saberlo todo, conocerlo todo, y
controlarlo todo. Una relación de dirección espiritual, que se establezca movida por estos
momento, ya que guarda dentro de sí misma los deseos egoístas del dirigido y no su
disposición para reconocer la voz de Dios. En ocasiones, lo que mueve a algunos a tener
buscan por nada, por costumbre, o hasta porque en su caso, se oye bien eso de tener director
espiritual, como si eso les aportara cierta falsa seguridad o prestigio. Es importante tener
claro que a no ser que el Señor sepa que necesitamos de un guía espiritual, no nos lo va a
proporcionar.
En otras ocasiones sucede que, a pesar de que las personas sienten una auténtica
necesidad por ser guiadas espiritualmente, a pesar de sus intentos, no encuentran a nadie
146
Cfr. Ibidem, p. 66.
147
Cfr. Ibidem, p. 67.
Índice 91
que les pueda facilitar este tipo de ayuda. Ocurre así tristemente por inexperiencia, falta de
paciencia y urgencia personal en quienes podrían hacerlo dentro de la Iglesia; es cada vez
mayor el número de personas que ante esta necesidad recurren a consultar al psicólogo.
Cuando no se tiene las suficiente prudencia para elegir al profesional adecuado, se corren
muchos riesgos; entre ellos, el más importante es que el terapeuta, debido a su propia
condición de vida, esté imposibilitado para poder descubrir el paso de Dios por su propia
vida. Difícilmente podrá descubrir el paso de Dios por la vida y el corazón del otro y se
convertirá en un ciego que guía a otro ciego. Cuando se pretende acallar la voz de Dios o
concebir a la persona sin Dios, nos enfrentamos ante una manera reduccionista de concebir
Cuando aun a pesar de sus intentos, alguien experimenta dificultad para encontrar un
director espiritual, es de vital importancia confiar que es el Señor el que suplirá, y con toda
servirá de cuantos medios y mediaciones humanas requiere para atender las necesidades de
sus hijos que ama; lo hará mediante los sacramentos, las predicaciones, la lectura espiritual,
los encuentros providenciales con alguna persona, por medio de inspiraciones interiores,
etc. Cuando la persona está abierta y dispuesta a la escucha, podrá identificar la voz de Dios
que se le hace presente en los múltiples modos que el Señor utiliza para hacerse el
director espiritual, debe darse a la tarea de buscarlo con diligencia aunque no lo encuentre
adecuado, porque están buscando quien halague su amor propio; es decir, están buscando
un cómplice que apruebe sus propios autoengaños. Este tipo de personas en realidad buscan
148
Cfr. Ibidem, p. 67.
Índice 92
preocupación de sí mismos.
de Dios, que tenga conocimientos sólidos de la ascética y de la teología, que tenga una
ordinariamente se reconoce quien será para cada uno el guía espiritual adecuado es por
verdadero acompañante por las mociones del Espíritu150. Él impulsa sutil y misteriosamente
hacia una persona determinada, y hay que saber dejarse llevar por sus mociones. Puede que
haya otros directores espirituales disponibles, y algunos de ellos sean seguramente más
intuitivamente desde o en la fe a quien el Señor le está enviando para que le acompañe por
estos caminos del espíritu. Dicha intuición lógicamente hay que verificarla ante Dios.
un director espiritual concreto se debe, sobre todo, porque tiene buen nombre, o está de
excusa para justificar los contactos con la persona por la que se siente una fuerte atracción
humana; si se intenta establecer una “amistad intima” bajo las apariencias de la relación
espiritual con una persona determinada. Aún así, es una realidad que el Señor puede utilizar
149
Cfr. Ibidem, p. 66.
150
Cfr. Ibidem, p. 68.
Índice 93
incluso las motivaciones más torcidas, para conducir a una persona hacia al director que
más le conviene151.
Cuando una persona busca un director espiritual, muchas de las veces éste no aparece
tan pronto. Esta tarea suele llevar mucho tiempo, a veces incluso años, hasta dar
precisamente con el que Dios quiere para cada uno. Cuando esto sucede, hay que
permanecer abiertos y esperar pacientemente, siempre atentos y vigilantes, hasta que llegue
la persona apropiada152.
La dirección espiritual tiene como cometido principal lograr que la persona sea cada vez
más persona, que la persona se experimente cada vez más hijo de Dios. Es Dios mismo el
autor de esta humanización. Dios es el padre que educa a sus hijos y los predispone para su
mostrado su pedagogía, para alcanzar esta humanización del hombre, al enviar a su Hijo,
quien siendo plenamente Dios quiso hacerse plenamente hombre, para que nosotros
Santo como el don maravilloso que emana del Padre y del Hijo155, para que sea su mismo
Espíritu el que sea capaz de obrar en nosotros, y realice el maravilloso intercambio de ser
151
Cfr. Ibidem, p. 68.
152
Cfr. Ibidem, p. 68.
153
Dt 32, 9–13; D. 8, 25–5; Os 11, 1–4.
154
Hb 12, 15–13.
155
Jn 15, 16.
Índice 94
naturaleza de la persona creada por Dios para vivir en sociedad. Es una de las expresiones
dirección espiritual implica una relación interpersonal. Este encuentro es propiciado por
una persona, que deseando recorrer un camino de conversión interior, acude a una persona
En la actualidad las ciencias de la educación acentúan cada vez más la necesidad que
todos experimentamos de tener una relación interpersonal, de ser tratados como verdaderas
relaciones de tú a tú, que nos libren del peligro de la cosificación158. Las relaciones
de tipo espiritual.
pueda comprenderlo y que fomente en él un proceso para mejorar interiormente. Por tanto,
el hecho de “ayudar” no significa darle al otro algo nuestro; es preferible evitar dar
consiste más bien en la habilidad que se tiene para facilitar a la persona una clara toma de
el cambio aquí y ahora, según sus expectativas y de acuerdo a sus propias necesidades159.
156
Cfr. GS, n. 12.
157
Cfr. DINZELBACHER, P., Diccionario de la mística, Monte Carmelo, Burgos 2002, p. 302.
158
Cfr. BORRIELLO, L., Diccionario de mística, San Pablo, Madrid 2002, p. 572.
159
Cfr. BORRIELLO, L., Diccionario de mística, San Pablo, Madrid 2002, p. 573.
Índice 95
actor principal en el camino hacia su madurez. Libre de prejuicios y valoraciones por parte
mayoría de las personas que buscan este tipo de ayuda espiritual, experimentan una
mundo del otro, de su propia forma de captar la vida, de su manera peculiar de entender el
mundo, entonces podrá llegar a comprender a la persona desde dentro y llegar a fondo160;
ayudará a sentirse libre de expresarse, y a tomar sus propias decisiones con auténtico y
ayudar a la persona a profundizar en una vida coherente conforme con lo que cree y lo que
vive. A esta coherencia entre fe y vida han apostado un sin número de hombres y mujeres a
pueda darle a la persona dependerá fundamentalmente el éxito del encuentro de ayuda que
160
La ayuda que se presta “ante todo debe ser eficaz, operante, y, en segundo lugar, auténtica. Sólo mediante
un conocimiento exacto de las circunstancias de la necesidad ajena se convierte en eficaz una ayuda
prestada”. GEBSATTEL, V. E., La comprensión del hombre desde una perspectiva cristiana, Rialp, Madrid
1966, p. 61, cit. en VILAR Y PLANAS, J., Antropología del dolor, Eunsa, Pamplona 1998, p. 145
161
Cfr. BORRIELLO, L., Diccionario de mística, San Pablo, Madrid 2002, p. 573.
162
Cfr. Ibidem, p. 374.
163
Cfr. ANCILLI, E., Diccionario de Espiritualidad (Vol. I), Herder, Barcelona 1983, p. 618.
Índice 96
de cada uno y a la acción del Espíritu Santo irá llevando por distintos caminos hacia un
mismo fin. En tanto que cada uno es único e irrepetible, el Espíritu realiza en él una acción
dentro de sí misma. Tanto la vida espiritual como la temporal exigen orden y tiempo. El
expuesta a vivir una personalidad inconsistente y por tanto al fracaso y al dolor. El cristiano
164
Lev 11, 45.
165
Cfr. SASTRE, J., Acompañar por los caminos del espíritu, Monte Carmelo, Burgos 2002, p. 51.
166
Cfr. ANCILLI, E., Diccionario de Espiritualidad (Vol. I), Herder, Barcelona 1983, p. 619.
Índice 97
santificación de una persona, es un servicio ofrecido por toda la Iglesia, y por tanto, este
servicio puede ser ejercido tanto por los sacerdotes como por los religiosos y religiosas; y
Por las exigencias propias de la dirección espiritual, requiere además una mejor
tiene grandes implicaciones, para comprender a fondo el progreso del desarrollo de la vida
ordenadas a valores concretos y positivos. Comúnmente, las personas -más que huir de
167
Cfr. FERNÁNDEZ CARVAJAL, F., Para llegar a puerto. El sentido de la ayuda espiritual, Palabra,
Madrid 2010, p. 94.
Índice 98
en cuenta, que si bien no puede transformase, pueden reducirse sus inconvenientes y sus
gracia168. Podemos tomar el ejemplo dado por San Francisco de Sales, conocido como el
necesario que el director espiritual descubra las notas características de cada temperamento
apresurados, y las más de las veces superficiales, sobre la persona que acompaña. El
persona y el misterio de Dios que lleva inscrito en ella. Sin tener esta verdad en cuenta, se
educativa170.
uno, que busque educar sin sustituir, trate de orientar sin forzar o exigir enfoques u
opiniones incompatibles con la personalidad del que acompaña. No hay nada más contrario
168
Cfr. ANCILLI, E., Diccionario de Espiritualidad (Vol. I), Herder, Barcelona 1983, p. 621.
169
Cfr. PASQUETO, V., Diccionario de Espiritualidad, Herder, Barcelona 1983, p. 621, donde cita a ROYO
MARÍN, A., Teología de la perfección cristiana, BAC, Madrid 1956 (p. 958 de la traducción italiana, Roma
1963).
170
Cfr. SASTRE, J., Acompañar por los caminos del espíritu, Monte Carmelo, Burgos 2002, p. 39.
171
Cfr. ANCILLI, E., Diccionario de Espiritualidad (Vol. I), Herder, Barcelona 1983, p. 621.
Índice 99
La relación de dirección espiritual es una ayuda que Dios da la persona, para que pueda
llevar a cabo la propia tarea de su humanización y santificación. Para que el hombre llegue
a realizar con Dios este intercambio, necesita la docilidad al Espíritu y unidad con el Señor;
para esto, es preparado con la colaboración de otros, entre ellos, de quien hace la tarea de
guía espiritual172. En tanto, que Dios creó al hombre con una dimensión social específica,
dimensión social espiritual salvífica del hombre174. La misión que se confía en la dirección
espiritual es semejante a lo que le sucede a Samuel, a cómo el Señor le enseña a ser dócil a
su voz a través del consejo de Helí, el sumo sacerdote. Helí le introduce en la conversación
con Dios, enseñándole como debe contestar: “habla Señor, que tu siervo escucha”175. Así
camino para escuchar la voz de Dios, y hacer de él una persona más plenamente humana.
director en sentido primario y absoluto; sino sólo en sentido relativo y subordinado176. Por
tanto, el guía espiritual ha de entrar en la intimidad del corazón humano, con absoluto
respeto: sólo con la intención de prestar una ayuda que supera sus propias posibilidades
humanas, pues es Dios quien lo mueve; es Dios mismo quien obra esta transformación en el
interior del director y el dirigido; es Dios quien quiere hablar con esa persona; es Dios
siempre presente que la relación, que establece con su acompañado, no acaba en él mismo,
sino que lo trasciende y llega hasta Dios. El Señor quiere servirse de él sólo como
172
Cfr. MENDIZÁBAL, L. M., La dirección espiritual. Teoría y práctica, BAC, Madrid 1978, p. 26.
173
Cfr. GS, n. 12.
174
Cfr. CONCILIO VATICANO II, Decreto Apostolicam Actuositatem, n. 31; Act 21, 19; JUAN DE LA
CRUZ, S., Subida al monte Carmelo, 2, 22, 9-12.
175
1 Sam 3, 10.
176
Cfr. MENDIZÁBAL, L. M., La dirección espiritual. Teoría y práctica, BAC. Madrid, 1978, p. 27.
Índice 100
instrumento, para introducir al dirigido a un estilo de relación íntima que le haga ser mejor
persona, que le ayuda a vivir, ser persona e hijo de Dios. Es en este estilo de relación en el
que Dios después quiere mantener a la persona de manera habitual. Para la realización de
esta tarea el guía espiritual es solo un instrumento, y su misión es llevar cada día más
El ideal del director espiritual será conducir a la persona a que se sienta cada vez más
persona. La palabra adecuada es la “teonomía”. Es decir que la persona viva cada vez de
manera más consciente gobernada por Dios, guiada por Dios178. Es ir logrando
es tarea del guía espiritual ir introduciendo de manera vital y con respeto a la acción de
Dios que opera en el corazón del hombre. Desde este punto de vista, uno de los más
grandes errores del director espiritual, consiste en creerse él el maestro último de esta
una pieza importante sí, pero al fin, no es más que un colaborador de dicha humanización y,
En tanto que colaborador, para que se dé la realización concreta del plan de Dios, es
moverse en este campo con gran prudencia, porque no conoce de antemano los planes de
especialmente para él. Tal postura sería errónea, porque impondría sus propios planes,
177
Cfr. Ibidem, p. 26.
178
Cfr. Ibidem, p. 27.
179
Cfr. Ibidem, p. 28.
180
Cfr. Ibidem, p. 28.
Índice 101
ayuda del acompañamiento espiritual abarca dos campos. La primera tarea - a la que
Podría establecerse cierto paralelismo con la salud humana. Así como el buen
disposición moderada de su libertad, sin pasar más adelante a la solución de sus problemas
medida en que restablece en la persona a él confiada, la disponibilidad para que sea Dios
mismo quien le gobierne, quien le conduzca, quien lo eduque, en la medida que sea capaz
toca al guía espiritual adivinar cuál es en concreto esa voluntad de Dios, y muchos menos
imponer a la persona cual es su manera propia de estar ante la vida y ante Dios.
ejercitarse en las virtudes teologales y morales y ayudarle a ordenar los afectos del corazón;
necesita que el guía le acompañe muy de cerca, para que seguir dócilmente al Espíritu. Le
toca discernir las mociones del Espíritu de los deseos de la carne o de los enemigos de la
181
Cfr. Ibidem, p. 29.
182
Cfr. Ibidem, p. 29.
Índice 102
espiritual, llega el momento en que es el Señor mismo quien lleva a la persona sobre sus
hombros183; entonces hay que ayudar a la persona que se deje llevar, enseñarle la mantener
no de abandono en Dios. Hasta que es Dios mismo quien preside habitualmente todo y la
persona entiende ya habitualmente su voz sin mediación humana. Aún en momentos así,
queda lugar para la ayuda de la dirección espiritual, pues la permanente condición humana
fuese necesario184.
como una mediación de la acción del Espíritu Santo que obra en ella la santidad por medio
El acompañamiento ordinario
grupo, con todos y cada uno de los integrantes de su grupo. El objeto de este tipo de
estudios, el tiempo libre, la vida parroquial, etc. Se trata de dar algunas herramientas para
183
Cfr. Is 40, 11; Lc 15, 5.
184
Cfr. MENDIZÁBAL, L. M., La dirección espiritual. Teoría y práctica, BAC, Madrid 1978, p. 31.
185
Cfr. SASTRE, J., Acompañar por los caminos del espíritu, Monte Carmelo, Burgos 2002, p. 51.
Índice 103
que cada uno pueda evaluar o pulsar de qué manera se vive, qué problemas existen en el
proceso y cuáles son sus posibles soluciones. Debido a la distancia y poca periodicidad de
este tipo de encuentro, no crea vinculación con la práctica del acompañante espiritual;
puede crear un buen ambiente de confianza y conocimiento mutuo entre los miembros de
El acompañamiento sistemático
estructurado por dos elementos previos, que son, las etapas del seguimiento de Cristo y la
tienen una temática específica y precisa, que constituyen el objeto de la relación de ayuda.
hacer de la experiencia del seguimiento de Cristo, el centro de su propia vida. Supone una
actitud de búsqueda, de escucha, de docilidad y apertura a las mociones del Espíritu que se
Cristo con mayor plenitud, es importante y de gran ayuda para la persona, la experiencia
grupal unida al acompañamiento de su guía espiritual, el cual procura asegurar que lo que la
en santidad de vida187.
El acompañamiento extraordinario
vida por algún momento de su existencia con situaciones psicológicas, físicas, morales o
En casos como estos, la honestidad del acompañante para reconocer sus propios
límites y limitaciones, requiere que en el momento en que percibe una situación que se le
escapa de las manos, con mucha verdad y prontitud, encamine a la persona con el
especialista que le pueda ayudar, y sea capaz de ejercer una ayuda integral que tome en
cuenta las cinco dimensiones de relación de la persona humana, que se han expuesto en
además de asumir competencias que no le corresponden y para las que no está preparado189.
íntima relación con la obra redentora de Cristo y con la Iglesia190. Adentrarse en la persona
íntima vinculación a la vida y a la obra de Cristo. Es decir, no puede hablarse de Cristo sin
La realidad es que la Virgen María sitúa ante la totalidad del dogma cristiano, es
decir, ante el Dios que es relación intratrinitaria de amor, y que en el despliegue de su amor,
Esta comunión que Dios realiza con el hombre, tuvo lugar en la historia, en una mujer, a
188
Cfr. Ibidem, p. 53.
189
Cfr. Ibidem, p. 53.
190
Cfr. LG, n.
191
Cfr. CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA, n. 487; ILLANES, J. L., Tratado de Teología Espiritual,
EUNSA, Pamplona 2007, p. 325.
Índice 105
través de una mujer. Es la gran noticia que la Iglesia proclama a la humanidad, que Dios, en
su naturaleza divina, quiso hacerse hombre y a través de una mujer tomó figura humana,
Hijo Jesucristo, pues es ella misma quien llevándolo en su seno, dialogó con él en el
silencio; fue ella quien enseñándole a balbucear sus primeras palabras, conforme a su
corazón de hombre, aprendió a orar. Aprendió de su madre las formulas de oración, de ella
Nazaret donde unido a José y a María, Jesús aprende las palabras y los ritmos de oración de
misterio, su oración brota de una fuente distinta, y vivida por Jesucristo en su humanidad la
María, desde Galilea, junto a María, el Hijo de Dios inicia su caminar terreno, que
donde se inicia un nuevo itinerario con María en la obra de Jesús196; es el que recorren los
participando en los misterios secretos de su corazón; se hace una en el dolor con su Hijo
resurrección. Por esto, es María, la que puede revelar todos los misterios del corazón de su
Hijo, ya que participando con él en sus gozos, participó también de sus dolores y
humanos, y donde pueden encontrar respuesta, todas las interrogantes del hombre ante el
misterio del dolor y sufrimiento. Es en María donde la persona puede encontrar la fuente y
San Juan narra, en los primeros capítulos de su evangelio, la escena de las bodas de
Caná198. En Caná y con la intercesión de María, tuvo lugar el primero de los signos de
Jesús, de los milagros realizados por el redentor de tal manera que los discípulos creyeron
en él. Desde esas bodas, María ha pasado a ser en la Iglesia la medianera de todas las
gracias. Al ser proclamada por Juan Pablo II como el primer tabernáculo de la presencia de
Jesús, es también reconocida, como la mujer capaz de adentrarnos en todos los misterios
del Corazón de Jesús199. En los capítulos finales, el evangelio de Juan, subraya la presencia
de María junto a la Cruz y recoge las palabras, en virtud de las cuales, el discípulo «a quien
Jesús amaba» queda constituido en hijo de María200. Ella, la Madre Dolorosa, conoce en su
cruzar el umbral de su propia pascua, con la certeza de que en medio de tanto silencio, o
en ambos momentos desempeña un papel especial en relación con los discípulos y desde
198
Jn 2, 11.
199
JUAN PABLO II, Carta apostólica Rosario Virginis Mariae.
200
Jn. 19, 25–27.
201
Lc 2, 17–19
Índice 107
allí, en relación con todo cristiano, llamados todos a continuar la obra de Cristo en el
mundo202.
amor, con que Dios ama al hombre. En toda su vida, María muestra la libertad con la que ha
aceptado la voluntad del Padre y todos los dones divinos. Sin embargo, en María, como en
todo lo creado, es Dios quien toma la iniciativa para entregar sus dones; es siempre Dios
quien da el primer paso y vuelca su amor a los hombres. De igual forma, Dios ha volcado su
amor en María, dándole toda una serie de dones, unidos a una serie ininterrumpida de gracias,
como consecuencia al sí de María, a la voz del ángel, con el que daba inicio a la plenitud de
los tiempos en la obra de la salvación203. La persona que ha decidido ser acompañada por un
director espiritual ha de ser motivada por éste, en todo tiempo, a imitar la docilidad de María
ser llevados a la plenitud del amor de Dios en los momentos de cruz y sufrimiento en la
propia vida, hasta ser presentados, por manos de María, ante la gloria del Padre.
202
Cfr. ILLANES, J. L., Tratado de Teología Espiritual, EUNSA, Pamplona 2007, p. 327.
203
Cfr. Ibidem, p. 331.
Índice 108
CAPÍTULO IV
tanto los aspectos humanos como los divinos. Entrevista significa un encuentro vivo entre
personas, que implica un diálogo cordial y sencillo204. Es una entrevista de tipo de dirección
debe tomar sus propias decisiones bajo la mirada de Dios; se llama dirección, sobre todo,
para recalcar que se trata de la entrevista de ayuda, incluida en el ministerio pastoral de los
entrevista de dirección espiritual: el diálogo con Nicodemo (Jn 3, 1–17), con la samaritana
(Jn 4, 6–21), o la conversación de Cristo resucitado con los discípulos de Emaús (Lc 24,
204
Cfr. MENDIZÁBAL, L. M., La dirección espiritual. Teoría y práctica, BAC, Madrid 1978, p. 61.
Índice 109
13–33). Cada uno de ellos podría ser objeto de un tema propio de trabajo, que aquí no cabe
La entrevista de dirección espiritual es una de las maneras como Cristo camina con su
Iglesia hoy. A través de ella, se acerca a cada uno y lo llama por su nombre, toca sus heridas
y le pregunta, como a Bartimeo, ¿qué quieres que haga por ti? (Mc 10, 50). Es decir, el
comunión con la Iglesia. Por tanto la entrevista de dirección espiritual se vive en el seno de
la Iglesia, en íntima comunión con Dios y con la Iglesia. Esta es una característica propia
diálogo, el oír y el hablar. Sin embargo, es más que todo eso junto. No es un simple cambio
de palabras, sino que es “palabra mutua”; es el misterio mismo de Dios, que se engendra en
el corazón del hombre hecho palabra. Es la palabra sobrenatural de la vida, que entra en la
historia personal del hombre, y le abre al misterio de la palabra de Dios 207. El director
respuesta que Dios da a las interrogantes de la persona, tratando de expresarlo en voz alta.
La ayuda del guía espiritual es un instrumento en las manos de Dios, para tratar de entender
en los que parece que Dios calla, que desaparece una luz que antes brillaba.
conversación cordial con Dios, consigo mismo, con los otros y con su espacio exterior. La
entrevista no es sólo un espacio para dejar fluir las palabras, sin ton ni son. Es en la
entrevista como Cristo ama a sus ovejas, las llama por su nombre, las busca, las visita y las
cuida, a través de la persona del acompañante espiritual 208. En ella se establece un estilo de
relación muy peculiar, entre el director y la persona, la cual implica tres factores
importantes.
interioridad. La persona que es capaz de ser sincera y transparente, primero ante sí mismo,
será capaz de ser sincera ante cualquiera y ante Dios. Por el contrario, quienes no han
de reconocer que cada uno es diferente209. En tanto que diferente, cada uno tiene su propio
mapa de la historia, que le hace leer los acontecimientos con matices distintos, aunque sean
sólo eso: “matices”. Cuando ambos tienen un deseo sincero de buscar la verdad, son
capaces de franquear sus propias diferencias, y entrar con transparencia en los caminos del
Espíritu, para ser capaces de reconocer la voz de Dios, que se manifiesta en la singularidad
de cada uno.
a acallar los sentidos externos e internos, para disponerse a reconocer las mociones del
espíritu, en los susurros del silencio y en las adversidades del dolor y el sufrimiento.
Entonces ambos habrán aprendido a escucharse en las múltiples y diversas facetas del ser
del hombre, y la manera en las que se manifiesta la acción del espíritu, que conduce a la
escucha de Dios. Está siempre centrada en Dios, de tal manera que ambos desarrollen la
uno descubre lo que Dios tiene reservado para el otro. La entrevista permite a ambos ver las
cosas con más claridad, interpretar los acontecimientos con más claridad y actuar ante ellos
uno mismo, a los demás y a Dios, en cualquier situación de la vida. Sin embargo, en tanto
tampoco en lo que se refiere a su estructura interior; solamente se dan una serie de líneas que sirvan
entrevista.
En los principios de la formación en la escucha de Dios parece conveniente que tenga una
vida espiritual de la persona212. Durante el periodo inicial, suele ser conveniente fijar el día y la hora
211
Cfr. Ibidem, p. 71.
212
Cfr. MENDIZÁBAL, L. M., La dirección espiritual. Teoría y práctica, BAC, Madrid 1978, p. 93.
Índice 112
de cada entrevista. Cuando se aproxima la siguiente entrevista, algunas veces, es preciso urgir al
dirigido, llamándole si es necesario, ya que no raras veces, suelen aparecer timideces o inhibiciones.
Con los que van madurando en su progreso espiritual no se considera conveniente tratar ya en
tiempos concretos, pues generalmente las cosas proceden ya normalmente y con prontitud de
espíritu. Sólo en el caso en que se presentaran algunas crisis, o dificultades, que pudieran ocasionar
de la persona y la libertad del Espíritu que sopla donde quiere. Se evita así trasmitir a la persona un
clima de prisa y mecanización de la dirección espiritual, que es por sí misma un espacio de frescura
para la manifestación del espíritu de Dios. Es el Espíritu mismo quien le da esta frescura.
lleva dificultades particulares. Sin embargo, cuando la persona tiene problemas específicos, es
Sin olvidar que allí se está gestando a una nueva vida, una nueva persona. Las personas,
probablemente olvidarán con rapidez, en el tiempo, todo aquello que hayan oído, pero la
213
Cfr. Ibidem, p. 94.
Índice 113
Desde las primeras ocasiones, el guía espiritual procura crear un ambiente de confianza, en el
que la persona se sienta acogida, que se sepa aceptada tal cual es. Cuídese de cuanto pueda parecer
propia historia, y que para rehacerse ha encontrado, en la persona de Cristo el modelo de Hombre
en plenitud; en Él pueden encontrar eco y sentido todas las resonancias de su vida interior, a veces
categorías de tipo psicológico o espiritual; esta actitud sería fatal para el desarrollo del proceso de la
dirección espiritual que pretende la escucha de Dios. El director espiritual debe estar libre de
esquemas y prejuicios.
Desde el principio del proceso, el guía espiritual debe colocarse y actuar con luz evangélica;
no como psicólogo, o doctor, o humanista, o teólogo, o persona culta, sino claramente consejero
espiritual de acuerdo al evangelio. Ni siquiera debe presentarse a sí mismo como amigo natural. La
persona le ha buscado como director espiritual; está llamado, por tanto, a ser su director espiritual.
Si además de ser su director espiritual logra comprometerse como su amigo, ambos han alcanzado
una bendición; sin embargo, está llamado, primeramente y ante todo, a ser un guía espiritual en el
214
Cfr. Ibidem, p. 96.
Índice 114
caminar de la persona. Aunque puede servirse, como es claro, de la valiosa ayuda de las ciencias
El director espiritual deje captar claramente la estima que tiene del dirigido. Algunas
personas, en el fondo, tienen un juicio muy desfavorable de sí mismos; tiene un falso auto concepto;
llevan dentro de sí un juez interior que los juzga con demasiada severidad. Pero la persona, en
realidad, conoce muy poco de sí mismo y de sus propias debilidades. En el fondo algunos viven con
la impresión, de que si les conocieran como son en su interior, merecerían que la menosprecien 215.
empezar a revelar su interior, la manera como se capta a sí mismo frente a Dios. Lo hace de manera
natural, con cierto temor, pues se reconoce ante alguien que va a conocer sus debilidades, su
realidad interior; sólo espera que se le juzgue como intérprete del Señor, a la luz de Dios. Por tanto,
es importante mostrar un juicio alentador y favorable de la persona, hacer notar que se pone el
acento en los actos y que se juzgan sólo sus comportamientos. Pero que en el fondo queda
intachable su dignidad de hijo de Dios. Una vez que la persona se ha permitido manifestar sus
propias debilidades, aquellas que parecían humillantes o dignas de juicio, cuando entiende que el
Una dirección espiritual -que pretenda ser integral e integradora de la persona humana-
implica ayudar a conformar la propia conciencia de acuerdo a los criterios del Evangelio. No se
puede ser ayudado, ni corregido, por el guía espiritual, si no se le manifiesta la propia conciencia 216.
215
Cfr. Ibidem, p. 97.
216
Cfr. Ibidem, p. 98.
Índice 115
realidades de la vida, los criterios propios, juicios, y los deseos, proyectos, expectativas o
aspiraciones que se tienen ante la propia vida y su proyección. Es decir, manifestar todos los
fenómenos, que interesan y son de alguna manera, importantes para la vida espiritual, con la
No se trata de decir muchas cosas, sino de elegir sabiamente aquellas que interesan
recogimiento de la oración la propia vida y al director espiritual, y pedir luz al Señor para poder
Algunas personas tienen dificultad para abrirse. Son taciturnos por temperamento, víctimas
de una dificultad psicológica, que muchas veces se extiende de manera trasversal a toda la vida.
Hay que buscar formas posibles de ayuda, para que la persona pueda manifestar su conciencia y sea
capaz de cristalizar su proyecto de vida, bajo la mirada de Dios. Cuando se reconoce que tales
barreas psicológicas superan las propias capacidades y el campo de acción del guía espiritual, no
hay que dudar en encauzarlo hacia profesionales que tengan herramientas adecuadas que faciliten a
la persona la apertura.
Cualquiera es el momento propicio para que la entrevista se lleve de manera humana, sencilla
y cordial. Puede ser buen camino el que se busque estrechar relaciones de paterna amistad. El mejor
medio suele ser que el director no se limite al campo puramente espiritual. A lo largo de las
entrevistas; en la medida que los contactos son más humanos, se alcanza a mostrar que el guía tiene
un verdadero interés por el dirigido, que se interesa por cuanto toca a la familia, sus ocupaciones, su
vida pasada, etc. Cuando la persona empieza a hablar de estos puntos, se ha puede llegar al umbral
217
Cfr. Ibidem, p. 99.
Índice 116
de su propio sufrimiento; cuando se le escucha con atención, se reciben herramientas que propician
preguntas circunstanciales, que pueden llevarnos al centro de sus verdaderas necesidades, para
permitir que Dios ilumine los escondrijos más ocultos de la persona, en los que en ocasiones
Es bueno facilitar a la persona, que ella misma adopte la postura que prefiera para hablar más
a gusto de sus cosas218. La postura puede ser de gran importancia a la hora de la manifestación de la
conciencia. A algunos encontrarse de frente con una persona, les parece violento; prefieren hacerlo
de lado. Otros prefieren que haya siempre un objeto en medio de los dos. Son datos psicológicos
que hay que tener en cuenta. El director tiene que tener tacto, para que estas cosas no sean
obstáculo. Es bueno facilitar a la persona que ella misma adopte la postura que prefiera, para hablar
En momentos cumbre de la entrevista, se llega al núcleo del problema y de las raíces del
sufrimiento de la persona. En momentos así, se requiere todo el amor por parte del director, y que
ponga en juego todas sus habilidades humanas y espirituales, para poder ayudar a la persona a
reintegrarse en Dios; ayudarle a poner en él toda su confianza y a dejarse redimir por Jesucristo, que
le ha salvado219.
Mientras la persona habla y manifiesta sus cuestiones de conciencia, el director tiene que
de tal manera que ella vuelva a oír sus propias proposiciones y vea objetivada sus razones, dudas,
inquietudes y sentimientos220.
218
Cfr. Ibidem, p. 100.
219
HERNÁNDEZ, E., Guiones para un cursillo práctico de dirección espiritual, Santander 1960, p. 265.
220
Cfr. MENDIZÁBAL, L. M., La dirección espiritual. Teoría y práctica, BAC, Madrid 1978, p. 101.
Índice 117
indicación; sin olvidar que la toma de decisiones sólo le corresponde a la persona; si utiliza
explícita, como sin darle importancia, sin dárselas de psicólogo, ya que es primeramente, ante todo,
un acompañante espiritual221.
El director, consciente de que es colaborador de Dios, debe esforzarse por determinar poco a
poco lo que la persona debe cuidar particularmente, lo que debe eliminar, combatir, liberar de su
propia vida. Esto no se hace por puro capricho, o como una estrategia estudiada fríamente con la
pura razón. Se trata de discernir lo que es la voluntad de Dios para la vida de la persona, y ayudarle
a discernir los caminos del Espíritu. Una de las principales aportaciones del director es ayudar a que
la persona vea las exigencias de la gracia, y propiciar que la persona se determine, firmemente, a
tiempo de profunda reflexión y de consulta callada en la oración. Así pues, no se puede pedir una
respuesta inmediata y satisfactoria a todas las preguntas planteadas. Eso sería pedir demasiado. La
dirección espiritual no es un arte de magia, en el que se tengan todas las respuestas automáticas a
los sufrimientos del hombre. El director ayuda a que la persona elija por sí misma lo que debe hacer.
Debe cuidar no ser él quien dé las soluciones concretas, sino la misma persona, con sus propias
Escritura y el Magisterio223. Intenta lograr, de esta manera, colaborar con la persona y con ayuda de
221
Cfr. ROLDÁN, A., Introducción a la ascética diferencial, p. 173.
222
Cfr. MENDIZÁBAL, L. M., La dirección espiritual. Teoría y práctica, BAC, Madrid 1978, p. 104.
223
Cfr. Ibidem, p. 106.
Índice 118
la iniciativa de Dios y a las mociones del Espíritu. La conciencia sana implica una honradez cabal,
que supone una liberación del egoísmo y del amor propio. En la medida que el hombre mantiene y
Dios224 Muchas personas descubrirán en el camino que han estado amando a Dios, sin que fueran
plenamente conscientes de ello; esto les servirá de gran consuelo y esperanza, para madurar su
una escuela en el dolor, que les ha conducido, de la mano de Dios, hacia la conquista de sí mismo, y
los ha hermanado con los otros. Que el dolor era una luz de Dios, bajo la cual caminaban en la
Como fruto de las entrevistas, la conciencia sana debe contener una visión equilibrada,
hay en él, y, a su vez, diferenciarlas de aquellas que son malas o dañinas para su desarrollo. Para
poder alcanzar esto, es indispensable que la persona logre superar todo complejo de culpabilidad o
confesión de la propia culpa. La dirección espiritual ha de disponer el corazón de la persona para ser
abrazado por Dios y para la aceptación del misterio de la redención, como centro de la propia vida.
224
Cfr. Ibidem, p. 107.
Índice 119
Así cultiva la disposición plena de hacer pascua con Jesucristo en el dolor y trascenderse a sí
vida; para que se disponga a servir a los otros, como a la suegra de Pedro 226.
fundamentadas con solidez, y aplicarlas a sí misma. Puede de esta manera ir comprendiendo poco a
poco los caminos del Señor, sin perder de vista que el fin de la dirección espiritual es lograr que la
persona aprenda a caminar rectamente, bajo la guía del Espíritu de Dios, siempre abierto a sus
manifestaciones. Hay que educarle para que viva responsablemente frente a Dios, y que ante él,
con su sentido vital, en lo esencial y en lo concreto de la vida cotidiana, en la aparente rutina del
diario vivir, para seguir a Cristo en la grandeza de las cosas pequeñas y asemejarse progresivamente
a Él, que en el amor va moldeando el corazón humano para que se asemeje a Él, en el maravilloso
intercambio de la Encarnación.
225
Cfr. Ibidem, p. 109.
226
Mt 8, 14-15
Índice 120
Para llevar la entrevista, hacen falta en el director una serie de cualidades que, en su conjunto,
difícilmente se encuentran reunidas en una sola persona. Quien acepte acompañar a alguien, en el
camino hacia la madurez y la libertad interior, debe inspirarse en una concepción de la persona
abierta a la trascendencia227. Por ser una actividad humana, hay que estar siempre abiertos a la
limitación; sin embargo, es innegable que la fuerza de Dios se manifiesta siempre en la debilidad
humana228.
Es el Espíritu Santo el que actúa en el interior de cada persona, y lleva a cabo en el interior
del cristiano la vida de la gracia. Sin embargo, de ordinario se sirve de otros hombres, de
mediaciones humanas para llevar a cabo su obra 229. Entre las cualidades que se requieren, en orden a
f) Fuerza personal suficiente para no dejarse conducir y manejar por aquellos mismos
doctrina.
h) Luz para conocer el espíritu y penetrarlo hasta el fondo con una mirada, y para
i) Capacidad de comunicarse.
j) Que sea una persona capaz de entender mucho, y hablar poco, enseñando más con
k) Que tenga el don de ganarse la confianza de los otros, favoreciendo así la apertura
del corazón.
n) No ser cerebral, ni tenaz en su propio juicio, más bien se incline a seguir el juicio
de los experimentados.
o) Integración de cuanto señala la psicología, sobre el arte del diálogo y del consejo,
de conversar.
p) Que guarde absoluta reserva sobre las confidencias que reciba de manera que la
persona pueda sentirse segura, que nada de lo que ella le ha comunicado saldrá del
230
Cfr. MENDIZÁBAL, L. M., La dirección espiritual. Teoría y práctica, BAC, Madrid 1978, p. 73.
Índice 122
Aquí sólo se desarrollan algunas de las principales cualidades del director para la
El director espiritual debe tener siempre presente que es, ante todo, un instrumento de Dios
movido por el Espíritu Santo. Por tanto, debe actuar en todo momento movido por la
convicción de que Dios es el único director de todas y cada una de las personas, que se le
han confiado como don, como entrega, como dádiva. Él no es más que una mediación
humana, un mero instrumento en las manos de Dios aunque totalmente libre, dentro del
Dios se vale de toda la personalidad del director para impartir la dirección espiritual a
caminos del Señor. La gracia de Dios potencia los talentos humanos del acompañante
espiritual para que sea capaz de disponer a la persona a la apertura del corazón232. Por tanto,
es preciso que el director cultive con responsabilidad la propia vida interior. Como
instrumento que es del Espíritu, el director debe preocuparse por fomentar y favorecer en la
mayor receptividad posible al amor transformante de Dios. Bajo la guía del Espíritu Santo
231
Cfr. NEMECK, F. K., COOMBS, M., El camino de la dirección espiritual, Ed. de espiritualidad, Madrid
1987, p. 107.
232
Cfr. FERNÁNDEZ CARVAJAL, F., Para llegar a puerto. El sentido de la ayuda espiritual, Palabra,
Madrid 2010, p. 19.
Índice 123
de Cristo en sí misma233.
El que ha optado por acompañar a otros en su camino hacia la madurez personal debe
cuidar en todo momento, la propia vida interior y su dinamismo. Quienes se dedican a guiar
fondo el corazón del hombre. Para esto, han de estar profundamente unidos a Dios y al
hombre, y querer de verdad a las personas234. Ser personas de oración y enraizados en una
profunda caridad. Decía Juan Pablo II que “se necesitan heraldos del Evangelio, expertos
en humanidad, que conozcan a fondo el corazón del hombre de hoy, participen de sus gozos
los demás. El cuidado de la vida interior es la mejor contribución que un guía espiritual
puede prestar a otros. Sólo si busca la propia santidad personal, el director espiritual será
capaz de aprender esa ciencia experimental y práctica, que no se encuentra en los libros,
El director espiritual no podrá ser un instrumento eficaz del Espíritu Santo, a no ser
que viva completamente entregado a Dios, por la fe. Es un auténtico servidor de Jesucristo,
el cual no vino a ser servido, sino a servir, y a hacer la voluntad de Aquél que le envió 237.
233
Cfr. NEMECK, F. K., COOMBS, M., El camino de la dirección espiritual, Ed. de espiritualidad, Madrid
1987, p. 110.
234
Cfr. FERNÁNDEZ CARVAJAL, F., Para llegar a puerto. El sentido de la ayuda espiritual, Palabra,
Madrid 2010, p. 27.
235
JUAN PABLO II, Discurso al Simposio de Obispos europeos (11.X.1985).
236
Cfr. FERNÁNDEZ CARVAJAL, F., Para llegar a puerto. El sentido de la ayuda espiritual, Palabra,
Madrid 2010, p. 30.
237
Jn 4, 34.
Índice 124
Está llamado a permanecer en atenta escucha de Dios, en una espera silenciosa, para
ante el Señor238.
quienes dirige. La oración personal puede ser un buen momento para revisar o meditar en
algunos momentos los temas tratados en sus entrevistas, su vida, sus dificultades y
presentárselas al Señor. Sólo en la oración conocerá de verdad del corazón de las personas y
humana, tanto los pequeños como los mayores. La persona que se sabe amada es capaz de
reconocerse a sí misma como auténtica persona, como verdadero hijo de Dios. Este amor
un fruto de sus encuentros cotidianos con Jesucristo, el Verbo encarnado, hecho hombre
La entrevista requiere que el director espiritual desarrolle una sana cordialidad. Para que la
persona pueda abrirse ante el director, es necesario que vea en él una cordialidad tal que lo
haga ser cercano y atento a las necesidades de la persona, que se sepa acogida con interés.
pero con todo, no es eso lo que le dará el sentido de seguridad que busca. Nada le dará tan
238
Cfr. NEMECK, F. K., COOMBS, M., El camino de la dirección espiritual, Ed. de espiritualidad, Madrid
1987, p. 111.
239
Cfr. FERNÁNDEZ CARVAJAL, F., Para llegar a puerto. El sentido de la ayuda espiritual, Palabra,
Madrid 2010, p. 34.
Índice 125
por Dios, y ofrecida por Dios mismo en la persona del director espiritual. Éste, en efecto,
acoge a la persona, no por las cualidades que tiene, sino porque abre el corazón a Dios240.
creciente hacia aquellos a los que evangeliza. ¿De qué amor se trata? Mucho más que el de
un pedagogo; es el amor de un padre; más aún, el de una madre. Tal es el amor que el Señor
Las bases de la dirección espiritual descansan sobre los fundamentos del verdadero
amor, de la verdadera caridad; el afecto cordial sano es un reflejo de este amor de caridad.
Una forma de cordialidad sincera es evitar llevara la entrevista de dirección espiritual con
prisa. Cuando se está frente a una persona que está desvelando el misterio sobre sí mismo,
es como si no existiera el resto del mundo. Dar a la persona cordialmente el propio tiempo,
lleva consigo el compromiso de escucharle de verdad, con todos los sentidos puestos en
ella242.
Quizá éste sea el secreto de una buena dirección espiritual: saber escuchar
cordialmente a la persona. Muchas veces, la persona tiene cierta claridad, sobre lo que ella
desea, y sobre lo que Dios está pidiendo de ella, y sólo requiere que se le escuche con
interés, para sentirse en condiciones de tomar sus propias decisiones. Escuchar cordial y
escuchar con amor; estando dispuesto a darse cuenta bien de lo que se le dice. Una parte de
este saber escuchar con afecto cordial consiste en saber captar aun el punto fugazmente
expresado, pues es precisamente este pensamiento el que puede ser fundamental para la
240
Cfr. MENDIZÁBAL, L. M., La dirección espiritual. Teoría y práctica, BAC, Madrid 1978, p. 75.
241
JUAN PABLO II, Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi, n. 79.
242
Cfr. MENDIZÁBAL, L. M., La dirección espiritual. Teoría y práctica, BAC, Madrid 1978, p. 76.
Índice 126
comprensión. Ésta consiste en saber hacerse cargo de la situación, reconocer las propias
la que se motiva la persona, sin violentarla, a esforzarse por realizar en la propia vida, el
hace a cada persona, en particular, sabe reconocer que la santidad la moldea Cristo en cada
persona, de acuerdo a su singularidad. Para Dios somos únicos e irrepetibles; ante Él nos
reconocemos como personas humanas, con nuestra esencia, pero también con nuestra
particularidad. No llama a ser santos en serie. En esa misma medida, el director espiritual
debe experimentar el respeto por todas y cada una de las personas que le han sido
confiadas; cada uno es como es, y hay que tratar a cada uno según lo ha hecho Dios244.
Con respecto al respeto que merece cada persona, decía san Josemaría Escrivá: “es
preciso educar, dedicar a cada persona el tiempo que necesita, con la paciencia de un monje
del Medievo para mirar su conciencia; cada uno sienta su libertad personal y su
consiguiente personalidad. Las personas precisan una atención diferenciada, cada uno
requiere una asistencia concreta, personal. El que ayuda a sus hermanos debe atenderles
con la humildad del que se sabe instrumento, para ser vehículo del amor de Cristo: porque
243
Cfr. Ibidem, p. 77.
244
Cfr. FERNÁNDEZ CARVAJAL, F., Para llegar a puerto. El sentido de la ayuda espiritual, Palabra,
Madrid 2010, p. 46.
Índice 127
cada persona es un tesoro maravilloso; cada hombre es único e insustituible. Cada uno vale
la sangre de Cristo”245.
interés por cada uno. Con la plena conciencia de que se está ante un hermano que está
comprender aquellos silencios fecundos de la persona, entender qué quiere decir la persona
sin decirlo, y ayudarle así a darse luz a sí mismo. Se refiere a la prontitud con que a través
director de leer a las personas. Pues en la medida que se desarrolla la capacidad de leer a la
confianza.
saberse respetada, experimenta una especie de violencia interior que puede llegar a ser
secretos más íntimos, y ésta se inclina más fácilmente a manifestar sus propias
245
ESCRIVÁ DE BALAGUER, San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 80.
246
Cfr. MENDIZÁBAL, L. M., La dirección espiritual. Teoría y práctica, BAC, Madrid 1978, p. 82.
247
Cfr. Ibidem, p. 83.
Índice 128
debilidades248. El secreto consiste en poder crear una cordialidad benigna y llena de estima
verdadera. Se cultiva una compenetración, espiritual y serena, con la persona, para que
aparezca un deseo auténtico de conectar con la bondad escondida, pero real, que intuye de
uno, reconociendo que cada persona es un tesoro, que pertenece sobre todo a Dios; y que es
Dios mismo quien ha colocado a esa persona bajo su cuidado, para que poco a poco le
ayude a la persona a reencontrar el sentido del dolor en su vida, y desde una auténtica
íntimo lugar que se ha llamado el centro del alma, y desde ahí proyectarse en el dolor desde
con las personas que experimentan el sufrimiento psíquico, campo tan virgen y tan
recurrente, en el mundo de hoy. Mundo en que aún existen muchos camino por abrir y
recorrer. Las personas que experimentan este tipo de sufrimiento, son aun incomprendidas,
más aún, son en ocasiones erróneamente juzgadas. No hay que olvidar que como toda
persona ellas están también llamadas a santificarse, en medio de esa tan concreta y
específica realidad, ante la que nosotros aún experimentamos tanto miedo. Debido a no
difícil, y con una trascendencia tan grande para la persona que no es raro que el
248
Cfr. Ibidem, p. 84.
Índice 129
motivación personal, recordar, la promesa evangélica: “aquello que hicisteis con el más
que en todos los casos y en cualquier momento en el camino espiritual se tiene la impresión
de infructuosidad por años enteros. Sin embargo, hay plantas que solo después de muchos
años producen frutos. No es motivo para renunciar el constatar que algunas personas por
progresar, caminan como en círculos, siempre en torno a un mismo lugar. Sin embargo, con
confianza en el Espíritu, si se cultiva y riega esa planta, no hay que dudar que según el
tiempo de Dios produzca sus propios frutos. No hay motivo para que les dejemos solo. Es
No son dignos de admiración y alabanza solo los guías espirituales que acompañan a
aquellos que se han desgastado en campos difíciles, en tierras agrietadas, sedientas. No hay
que dejar en seguida un trabajo porque no presenta éxito tangible e inmediato, y por tanto,
puede ser una manera de asegurar que nos cogemos de la mano de Dios, pues, en definitiva,
misterios. Él tiene su pedagogía propia, que muchas veces resulta difícil comprender.
Índice 130
Basta sencillamente con dejarse guiar por las propias intuiciones, seguros de que será
Dios quien actúe. Basta poner en palabras aquello que se considera prudente delante de
Dios, para que la respuesta sea apropiada a las circunstancias de la persona. Cuando esta
respuesta ha sido concebida como fruto del silencio y la oración, se pone ante Dios para
que la confirme en su paternidad. Sin pretender recibir, por su parte, una justificación
infaliblemente auténtica. Basta con confiar y abandonarse como el niño se abandona en los
brazos de su padre, porque sabe que ahí encuentra seguridad. El acompañante espiritual que
sepa abandonarse en Dios y dejarse conducir por Él, estará en condiciones de trasmitirlo al
que acompaña por los caminos del espíritu, y podrá llevarlo hasta la unión con Dios.
2.6 PADRE
Todo director espiritual ejerce un ministerio de paternidad con aquellos a quienes dirige. En
Dios, que se preocupa por sus hijos, y quiere conducirlos hacia él. Todo liderazgo en la
Iglesia es una prolongación del amor de Dios que conduce a sus hijos249.
Dios se hace cercano al hombre en la persona del director espiritual que nos guía. Por
eso, quien se ha encaminado en la tarea de dirigir personas secunda la acción del Señor
Dios tiene la plenitud; esto designa no sólo la paternidad física sino también la
paternidad espiritual. De la paternidad espiritual participa todo cristiano que ayuda a otros a
encontrar a Cristo en su vida. Muchas veces, esta paternidad espiritual implica los dolores y
fatigas que experimenta un padre al educar a sus hijos. Implica también preocupaciones y
249
JUAN PABLO II, Exhortación apostólica Redemptoris Custos.
250
Cfr. FERNÁNDEZ CARVAJAL, F., Para llegar a puerto. El sentido de la ayuda espiritual, Palabra,
Madrid 2010, p. 50,
Índice 131
desvelos. Esta paternidad es más plena cuanto mayor es la entrega. Se convierte, a su vez,
de las personas será un motivo para mantener firme la propia fidelidad al Señor. Es un
posible establecer una buena relación de paternidad con el director espiritual y por tanto
con Dios. El que ama verdaderamente, con el amor de Dios, que es Padre, se llena de
Cuando descubre que ellos han crecido en sus iniciativas, en la seguridad personal, en sus
habilidades de socialización. Se goza cuando se da cuenta de que cada día son más sagaces
para tomar sus decisiones con audacia, cuando son capaces de proyectarse en la vida con
éxito. Es más, movido por ese amor paternal que siente, cuando ve que alguno, se resiste a
crecer, que no quiere responsabilidades, sabe motivarle, poco a poco, pero con decisión y
divina, que no se ha reservado nada para sí mismo, nos lo ha entregado todo, para darnos a
encuentran en una situación difícil, con los que cruzan los desiertos del dolor, la noche
oscura del sufrimiento. Precisamente con ellos estamos invitados a extremar los cuidados,
caídos, de los fatigados y sin aliento, o de los que se han alejado de la casa paterna, como el
hijo pródigo252, con la cordial ternura y sensibilidad del Padre bueno de la parábola.
251
Cfr. Ibidem, p. 56.
252
Lc 15, 11ss.
Índice 132
en lo profundo de sí mismo un deseo de poseer a las personas, olvidando que sólo somos de
providencia de un Dios que es Padre y que ama. El paternalista, simulando tener un corazón
la toma de decisiones.
que está en sus manos para que las personas que acuden a él, asuman personalmente y
administren con soltura su libertad conforme van creciendo en su vida espiritual. Procura
que no se limiten a ejecutar materialmente lo que otro les dice. Hace de ellos personas
humanas sanas. Que ejerzan en la sociedad un liderazgo que sea reflejo y motor de la
2.7 MAESTRO
El director espiritual está llamado a ser un maestro que acompaña en la búsqueda de Dios.
vida interior a los que se han confiado a su ayuda. La enseñanza del maestro ha de ser
capaz de articular las palabras precisas, de la manera precisa y en el tiempo propicio, con
asertividad, para ayudar, con la luz del Espíritu, a que la persona avance en el camino de su
253
Cfr. FERNÁNDEZ CARVAJAL, F., Para llegar a puerto. El sentido de la ayuda espiritual, Palabra,
Madrid 2010, p. 56.
Índice 133
prestar un mejor servicio a los que conduce. Se necesita una especial sabiduría para guiar
personas a la intimidad del amor del Señor, que es nuestro Padre; esa sabiduría viene del
en su providencia pondrá lo preciso que cada persona necesita. Dios es así: actúa con
práctica, comprensible para todos. Así hacía el Señor con aquellos que se le acercaban.
ser un verdadero gruía, está llamado a estar muy unido al Maestro, quien posee y comunica
toda Sabiduría divina. Sólo él sabe penetrar el corazón de cada hombre; conoce sus
Muchas veces será necesario adaptar esta enseñanza a la realidad de la persona que
escucha, a su cultura, a su educación y a las circunstancias precisas por las que atraviesa en
persona conceptos seguros, ideas claras de Dios, aquilatados por la tradición de los que nos
han precedido. De tal manera que conformen en las personas un bagaje cultural y unos
cristiano. Que los haga capaces de valorar el sentido de la filiación divina, que permea y
254
Mc 1, 22.
Índice 134
hombre y la verdad sobre Dios en la vida del cristiano, para que esté siempre en primer
plano, como motor y vértice del diario vivir. Las buenas disposiciones tienden a perder
intensidad y la verdad a oscurecerse. Para esto, tiene gran importancia lograr que la persona
crezca en su familiaridad con la Sagrada Escritura, unida a una adecuada lectura espiritual.
2.8 AMIGO
La amistad que Jesús brindada a los que le seguían estaba dirigida a promover el amor al
Padre, a que la persona mejorara, y que tuviera mejor formación y una mayor santidad. Él
ante todo de ser guías espirituales de la persona que acude en busca de ayuda. Si además,
en esta tarea en la relación, se alcanza a ser amigos, eso será una bendición, pero
primeramente y ante todo se trata de ser acompañantes espirituales. La persona podrá tener
y encontrar muchos otros amigos en los ambientes en que se desenvuelve, pero no la tarea
Padre Nuestro tiene rostro de amigo. Cristo, su Hijo, es el amigo que nunca falla. El
testimonio de que nos ama está en que abrió sus brazos para ser clavado en una cruz. El
amigo da al amigo lo mejor que posee; por eso nosotros estamos llamados a dar ante todo al
255
Cfr. FERNÁNDEZ CARVAJAL, F., Para llegar a puerto. El sentido de la ayuda espiritual, Palabra,
Madrid 2010, p. 58.
Índice 135
forman una sola cosa. Cuando la amistad es verdadera, y está fundada en la caridad, no son
necesarios grandes esfuerzos para hablar de lo que ocurre en el interior de la persona, para
tocar sus dolores y sufrimientos. La confidencialidad surgirá como algo normal y conducirá
confianza, sobre todo en momentos difíciles. Abrir la intimidad requiere mucho más que un
cúmulo de habilidades que la propicien; requiere la disposición para entrar con el otro hasta
con Dios. Sólo el amor de amistad, nacido de la caridad, es capaz de conducir a esa
profundidad. La intimidad es el santuario donde se habita con el amigo, que sabemos nos
ama. Es en el interior y desde el interior, como puede reconocerse el lenguaje de amor, que
La Sagrada Escritura considera la amistad como algo de mucho valor: un amigo fiel
es poderoso protector; el que lo encuentra ha encontrado un tesoro; nada vale tanto como
un amigo fiel, su precio, es incalculable 257. Los amigos son destellos de amor de Dios
pleno en tanto que es un medio para facilitar a la persona el camino que le conduce hacia
Dios. Es de ahí de donde adquiere toda su hondura y su verdadera razón de ser 258. Cuando
paternalismo, manipulación o cosificación, además de que evita dar una imagen deformada,
256
Cfr. Ibidem, p. 73
257
Cfr. Ibidem, p. 74.
258
Cfr. Ibidem, p. 75.
Índice 136
En el texto evangélico, Cristo es el Buen Pastor 259, que conoce a sus ovejas por su nombre,
con sus peculiaridades, y las defiende, las protege y las conduce a pastos seguros y
abundantes260. Es tanto el valor de una persona ante los ojos de Dios, que Él no dejará de
poner un solo medio para recuperarla. Es tanta su alegría cuando una persona vuelve a su
podrían aplicar las palabras del salmo referidas al Señor: el Señor es mi pastor, nada me
falta… me guía por sendas rectas, pro caminos de justicia, aunque tenga que atravesar por
un valle tenebroso, no temeré ningún mal261. Es una maravilla cuando las personas se saben
guardadas y protegidas por su director espiritual, por su oración, y por la finura con que
trata a cada uno según sus necesidades, con sus propias particularidades, según su modo de
Antes bien, se acrecienta, cuanto mayores son las necesidades, de quien acompaña262.
Aplicable a todo director espiritual, Juan Pablo II decía del sacerdote: “ha de ser
capaz de amar a la gente con un corazón nuevo, grande y puro, con auténtica renuncia de sí
mismo, con la entrega total, continua y fiel, y a la vez con una especie de celo divino263, con
una ternura que incluso asume matices de cariño materno, capaz de hacerse cargo de los
El guía espiritual, como un buen pastor, está invitado a ir por delante abriendo camino
con su ejemplo, en el cumplimiento fiel de sus propios deberes, con su docilidad, ante las
259
Jn 10, 14.
260
BENEDICTO XVI, Jesús de Nazaret, p. 220.
261
Cfr. Salm 23.
262
Cfr. FERNÁNDEZ CARVAJAL, F., Para llegar a puerto. El sentido de la ayuda espiritual, Palabra,
Madrid 2010, p. 76.
263
2 Cor 11, 2.
264
JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Pastores dabo vobis, n. 22.
Índice 137
grandes cosas de lo cotidiano. Cuando el guía espiritual apacienta a las personas, es Dios
mismo quien las apacienta; es Dios quien apoya al director en sus esfuerzos y desvelos en
busca de un buen pastor, que le ayude en las circunstancias concretas de su caminar, bajo
los soportes de la vida espiritual, que son la libertad y la responsabilidad. No llega hasta ahí
solo para ser cargado, pero sí con la confianza de que se ha puesto en las manos de alguien
que es capaz de comprometerse a llevarle sobre sus hombros, y a ungirle y curarle las
heridas cuando fuera necesario; capaz de quitarle las escamas de los ojos, y llevarlo de la
mano, como un lazarillo, hasta que pueda ver, y no abandonarle, como el mercenario
La dirección espiritual es ante todo un servicio de escucha. Implica una relación entre
del director espiritual, que se ha dado a la tarea de acompañar a los que experimentan el
dolor y el sufrimiento. Gran parte de lo que se dice acerca de estos rasgos, virtudes o
ahora a ellos de manera deliberada, no tanto para aportar cosas nuevas, sino para matizar en
Índice 138
estas virtudes las características que, en nuestra opinión, deben atenderse con mayor
Es el Verbo eterno de Dios, que ha venido a poner su tienda entre nosotros. Pensar en el
libro del Génesis. La palabra, pronunciada por el Padre creador, trajo las cosas de la no
Así como la palabra creadora del Padre hizo emerger todo cuanto existe, de forma
similar, tanto el director como la persona, permiten que, por la palabra y la escucha, se
pueda llegar al centro de la persona, a su esencia; y, por tanto, al Dios Trinitario que ahí
dirección espiritual.
perfeccionamiento y desarrollo de la obra que Dios ha creado. El libro del Génesis, narra
cómo después de que Dios había puesto al hombre en medio del jardín, llevó ante Adán a
los animales y las cosas, para que les impusiera un nombre, y, desde entonces, ellas llevan
el nombre que Adán, el hombre, les había dado. De esta manera, el hombre se convertía en
La relación de dirección espiritual presupone que tanto el director como el dirigido son
capaces de una cierta auto intimidad, que reconocen sus diferencias fundamentales; que
Dios, que habita en ambos, y de reconocer sus mociones, su voz; tratar de entender qué está
constantemente a su pueblo que le escuche: escucha oh! Israel 266; escuchad mi voz, yo seré
vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo267; Éste es mi Hijo, muy amado, escuchadle 268; el
Espíritu Santo dice: si hoy escucháis su voz, no endurezcáis vuestro corazón 269; dejad que el
En la Escritura, los dos verbos, que expresan la acción de escuchar, son el hebreo
shama, y el griego akomo. Es probable, que en sus orígenes, los dos significaran
simplemente el hecho de recibir sanciones por medio del oído. Pero, poco a poco, estos
verbos fueron adquiriendo un matiz más espiritual y teológico. Llegaron a poner el énfasis
en la idea de escuchar a alguien, a una persona. 271 En ocasiones, se pueden oír ruidos,
sonidos, voces, en lugar de a personas. Hace falta una verdadera escucha, que disponga a
personal e íntima que no necesita de palabras. Es como una especia de empatía, por la que
dos personas están entrañablemente unidas, sin que necesariamente, haya que decir, oír, o
265
Cfr. NEMECK, F. K., COOMBS, M., El camino de la dirección espiritual, Ed. de espiritualidad, Madrid
1987, p. 78
266
Dt 6, 4.
267
Jer 7, 23.
268
Mc 7, 14.
269
Heb 3, 7.
270
Ap 22, 17.
271
Cfr. NEMECK, F. K., COOMBS, M., El camino de la dirección espiritual, Ed. de espiritualidad, Madrid
1987, p. 80.
Índice 140
hacer nada. Este es el tipo de escucha que busca desarrollase en los encuentros de dirección
espiritual; escuchar de esta manera lleva consigo la aceptación del otro, la acogida. Es una
acogida sin prejuicios ni expectativas, acerca del otro, con la única intención de caminar con
el otro, como hermano en la fe, para descubrir juntos el plan de Dios. También para
como una entrega incondicional al Padre; es clamar Abbá, es dar lo más profundo de
nuestro ser a Aquél cuya profundidad no tiene límites, no se agota. Es un acto de abandono,
una donación de amor de todo el ser a Dios, sin necesidad de palabras, ni de figuras
racionales. Es decir, la escucha es la actitud del corazón, por la que aquello que es más
íntimo y misterioso en la persona, permanece en atención amorosa ante aquello que es más
misterio del amor de Dios, que es Padre y nos ama. Es una escucha atenta, diligente y llena
de ilusión. No es que en ella se espere algo, se espera a alguien; ese alguien es el mismo
Dios, nuestro Padre celestial, que se manifiesta en los más íntimos secretos de la escucha,
concreto, que espera oír; es aquél que permanece vacío, en un vacío fértil, porque sabe que
jamás puede vislumbrar aquella palabra que transforma en luz su oscuridad. 275 Hay
momentos en que tanto el guía espiritual como el dirigido experimentan, con profunda paz
embargo, en otros momentos, ambos sienten su aparente ausencia, su aparente silencio para
siquiera en los momentos en que se cruzan los desiertos del sufrimiento, ni tampoco en la
oscuridad aparente de las noches del dolor, debería interrumpirse su actitud de escucha.
Antes bien, ambos han de permanecer con vigilante esperanza ante la llegada de la luz,
Atentos de verdad a Dios, los hombres están libres de todo deseo de sentir, de
conocer, de tener en las propias manos el control de todo, como están cuando no se
abandona del todo a Dios. Entonces se está mejor dispuesto a recibir cualquier orientación
que el Espíritu quiera mostrar, ya que esta actitud del corazón implica una búsqueda de la
verdad de Dios.276 Implica estar dispuestos a caminar aunque no se vea claro el camino;
implica tener seguridad en la meta sin importar el camino en sí mismo; implica estar
dispuesto a continuar caminando en la oscuridad del sendero, mientras al final se vea brillar
la luz; se sabe hacia quien se dirige el corazón. Es confiar en aquello que dice la Escritura,
de la palabra es realidad teológica y, a la vez, instrumento para lograr que emerja la vida de
Dios, desde el interior del corazón del hombre. De ahí que la dirección espiritual deba
buscarse en el interior de cada persona; cada uno lleva ya en sí mismo una ‘dirección’
276
Cfr. Ibidem, p. 83.
277
Lc 12, 31.
Índice 142
espiritual; basta adentrarse en el arte de dejarle emerger y ponerle todas las condiciones
del propio ser, descubre al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, que habitan ahí. Es decir, se
conoce a Dios en la medida que uno se reconoce como conocido por Él. Se posee a Dios en
la medida que se sabe poseído por Él hasta lo más profundo del ser.
su propio corazón, y después a través del director. Por tanto, el director ofrecerá a la
la persona misma del dirigido; pues es en el interior de cada uno donde Dios muestra la
3.2 EMPATIA.
relación interpersonal, que requiere de la empatía. Deben entrar en el corazón del otro con
absoluto respeto. Para que una dirección espiritual funcione bien, requiere de una genuina,
La actitud que adopta el director será una condición fundamental, para que se pueda
alcanzar una relación empática. Su modo de estar ante el otro, su tono de voz, los gestos de
su cara, entre otros, irán marcando la pauta, para poder llegar a una empatía profunda.
El director debe mostrarse y actuar con naturalidad, tal y como es, sin posturas
se ayuda a crear un clima de confianza, que propicie en el otro la manifestación intima del
278
Cfr. NEMECK, F. K., COOMBS, M., El camino de la dirección espiritual, Ed. de espiritualidad, Madrid
1987, p. 215.
Índice 143
corazón. Una persona no puede sentirse a gusto, ni cómodo, ante la presencia de alguien
que no ha sido capaz de reconocer las múltiples facetas de su propia personalidad. Por tal
La libertad de ser y parecer ante el otro tal como es brota del abandono en las manos
de Dios, por la fe. Cuanto más fuerte se va haciendo la personal dependencia de Dios, más
Es importante que el director espiritual sea capaz de presentarse y estar ante el otro
tal y como es. Será capaz de ser y aparecer de verdad cordial, atento y acogedor ante el
imposible, que emerja una sana dirección espiritual. El director que tiene la capacidad de
seguridad y confianza, que le ayuda a mostrarse tal cual es, a manifestar su interioridad. Es
sólo incluyen lo que es más íntimo de cada uno, sino, además, sus características
la verdad del propio ser, la verdad sobre cada uno. Tanto el director como la persona deben
poner atención acerca de lo que está sucediendo en cada uno, en la interacción personal
279
Cfr. Ibidem, p. 218.
Índice 144
entre ambos. Tienen que reconocer y admitir lo que en realidad sienten el uno por el otro, y
que con franqueza deje salir al exterior lo que hay en él. En una dirección espiritual seria no
sencilla y veraz del corazón, para identificar la acción de Dios en la vida del Espíritu, en el
San Francisco de Sales aconseja, algo que puede ser fácil de identificar con lo que
modo, tus buenas obras, serán examinadas y aprobadas, y tus malas acciones, serán
sentido bíblico, el corazón denota a la persona entera, pero con especial énfasis en el
brota toda conducta moral. Es dentro del corazón donde Dios mismo tiene su morada. Es a
este lugar adonde el director espiritual puede reconducir a la persona, que ha sido dividida
280
Cfr. Ibidem, p. 221.
281
FRANCISCO DE SALES, S., Introducción a la vida devota. 1, 4.
282
Cfr. NEMECK, F. K., COOMBS, M., El camino de la dirección espiritual, Ed. de espiritualidad, Madrid
1987, p. 88.
Índice 145
lugar de la renovación; por eso dice la Escritura, “les daré un corazón nuevo, y les infundiré
carne.”283 “Como una madre que a sus hijos consuela, así los consolaré yo”. Sin embargo, el
existe una paradoja; es Cristo el que vive en nosotros aun en medio de nuestras debilidades;
nos movemos en Cristo pero no gozamos aún de la plena transformación en Él. San Pablo
capta muy vivamente este conflicto interior, cuando afirma “aun queriendo hacer el bien, es
pero advierto otra ley en mis miembros, que lucha contra la ley de mi corazón.”284
La persona que se sabe acogida con empatía es capaz de abrir el corazón con toda
ver la realidad con una perspectiva muy diferente. Dada la singularidad y originalidad de
cada ser humano, toda persona manifiesta algo de Dios, que es totalmente único. Cada uno
tiene algo que decir de Dios, que nunca se ha dicho, y que jamás se repetirá exactamente
del mismo modo. En la dirección espiritual, la manifestación del corazón es, sin duda
escuela del sufrimiento; sin embargo, a pesar de ser tan esencial, resulta para muchos algo
3.3 COMPRENDER.
cada uno de los encuentros. La caridad de Cristo puede llevar a los que guían a imitar al
283
Ez 36, 26.
284
Rom 7, 22-23.
285
Cfr. NEMECK, F. K., COOMBS, M., El camino de la dirección espiritual, Ed. de espiritualidad, Madrid
1987, p. 93.
Índice 146
Maestro. A comprender con todos sus defectos a la persona que acompaña; a tener un
corazón grande ante sus flaquezas, a no escandalizarse nunca de nada, ni siquiera a dar la
impresión de sorpresa, cuando surja algo que se aleja de lo ordinario. Cada persona debe
tener conciencia de que se le trata como a una joya única. 286 Cada persona debe saber que
Cuando una persona se sabe comprendida, es también capaz de dejarse amar por el
amor del Padre, que la acoge y levanta aún en medio de sus flaquezas. Saberse amada la
una persona, es más fácil quererla tal y como es; es más fácil conocer la situación real de su
interior. Se procede con mejor acierto a facilitarle las herramientas que requiere para
avanzar confiado y con éxito, en la oscuridad de la noche. Dice Santo Tomás: “el que ama,
no se contenta, con una aprensión superficial de la persona amada, sino que se esfuerza por
profundizar en cada una de las cosas que pertenecen al que quiere y así penetra en su
interior”.287
El Señor Jesús no despidió a los que lo seguían porque tuvieran defectos; antes bien,
tiene paciencia. Afirma que el Hijo del Hombre no apagará la mecha que aún humea, ni
corazón del hombre su dolor, y su tiniebla, para sacarlo a la luz. El Señor no quiere los
defectos, pero se sirve de ellos, al igual que el pintor se sirve de tonos oscuros para que
resalte la luz en su obra. En definitiva, las faltas pueden servir para afianzar la vida interior,
286
Cfr. FERNÁNDEZ CARVAJAL, F., Para llegar a puerto. El sentido de la ayuda espiritual, Palabra,
Madrid 2010, p. 139.
287
TOMÁS DE AQUINO, S., S. Th., I-II, 9.28, a.2 c.
288
Mt 12, 20.
289
Cfr. FERNÁNDEZ CARVAJAL, F., Para llegar a puerto. El sentido de la ayuda espiritual, Palabra,
Madrid 2010, p. 138.
Índice 147
juntos hacia las profundidades de su corazón, y descubrir la parte de bondad que existe en
misma tal cual es, reconocer la vida de Dios que habita en él.
pasa de ser sólo un gusto o una opinión diferente. Comprender implica la capacidad de ver
los defectos en el conjunto de las buenas cualidades, sin totalizarlos; y, mucho menos, en
ser abarcante por medio de ellos. La comprensión se manifiesta en tener siempre una
actitud positiva frente a los demás; especialmente, cuando se encuentran entre las ataduras
del sufrimiento. Es ponerse frente al que sufre, reconociendo de antemano sus deseos, y el
fe de que puede hacerse cargo de sí mismo. Implica apreciarlo de verdad cuando más lo
verdadera caridad hace comprender al otro desde su centro; obliga a cambiar la mente
encerrada egoístamente en la persona, y salir hacia las necesidades del otro, ver su mundo
desde su propio sistema, y desde sus valores, para poder enriquecerse mutuamente.
Cuando alguien se siente comprendido, es más fácil que se deje ayudar y se anime a
luchar por la verdad. La comprensión lleva a entender que, cuando hay luchas, las personas
mejoran con el tiempo, que la persona es un ser inacabado que se va haciendo a sí mismo;
todos tenemos ante Dios la posibilidad de comenzar y recomenzar, e ir cada día de bien en
Índice 148
mejor. La comprensión lleva frecuentemente a tener calma, sin dejar de señalar los
remedios oportunos, en el momento más indicado; a exigir sin abrumar a las personas; a
reconocer que la santificación personal es como la semilla puesta en la tierra, que crece y
da frutos a su tiempo.
Muchas veces las personas no saben expresar con claridad algunos aspectos de su
vida interior, y esto sucede porque aún no son suficientemente conscientes de ellos. Cuando
el director es comprensivo, no violenta a las personas. Simplemente basta con que les ayude
a ser transparentes en todo momento. Si de verdad desean escuchar, ya se irá revelando eso
que necesitan conocer de sí mismos. Sea porque el Espíritu lo revele en su interior, o sea
su corazón al presentar las cosas como son, sin entrar en largas y complicadas
justificación y de querer manipular lo que se quiere que el otro comprenda de uno mismo,
sin manifestar el verdadero yo. Ante situaciones como éstas, la sana dirección espiritual se
hace muy difícil de llevar. Es aconsejable mostrar a la persona los momentos en que estas
inacabadas, personas que se van autoconstruyendo a si mismas, según las inspiraciones del
Espíritu. Se es paciente con las personas cuando se tiene conciencia de que el camino de la
santidad implica un empeño, arduo y constante, en alcanzarla, en rehacer el don que se nos
ha entregado en las manos por parte de Dios. Muchas veces, en el desarrollo de la vida del
290
Cfr. NEMECK, F. K., COOMBS, M., El camino de la dirección espiritual, Ed. de espiritualidad, Madrid
1987, p. 190.
Índice 149
paciencia que brota de la caridad, con paz y ciencia, se dan los frutos a su tiempo. El
director espiritual está llamado a seguir los pasos de Jesucristo que fue paciente ante los
defectos de sus discípulos, con su falta de entendimiento, e, inclusive, con sus retrocesos.
Cada persona tiene su tiempo, cada uno tiene su paso, y hay tantos ritmos diferentes
como personas existen; cada uno es único e irrepetible, y el Señor actúa en cada uno,
tiempo; por eso dice la Escritura: “Todas las cosas, tiene su tiempo; todo lo que está debajo
Existe una gran diferencia entre ser paciente, y ser permisivo con la persona. Es
de ser paciente con la persona; sin embargo, cuídese en todo momento de que no esté
pasando el dirigido por ciertas resistencias, de alguna manera voluntarias, para ocultar
alguna verdad sobre si mismo. Éstas pueden ser el centro y la clave para el progreso en el
persona; dejar en sus manos en todo tiempo la grandeza de su libertad. Manifestar que le
acompaña por y con amor pero que, precisamente en nombre de ese amor, no se permitirá a
sí mismo hacer alianzas con el pecado. Si fuera necesario, ha de estar dispuesto a dejarlo ir.
Índice 150
Si descubriera que para ambos es importante buscar a otro guía espiritual, no ha de tener
temor de hablar abiertamente, para permitir que brille la luz de la verdad divina.
hasta arrancar del corazón del hombre sus frutos. Él conoce y confía en la capacidad de
cada uno, y, ante la debilidad, no da a nadie por perdido; confía en todos aunque no siempre
hayamos correspondido a sus esperanzas. Aun cuando nos vea sumergidos en la noche del
dolor, atrapados en las garras del sufrimiento, caídos y maltrechos ante las adversidades, Él,
como buen samaritano,291 viene hasta nosotros, hace misericordia con nosotros, nos levanta,
nos pone en su cabalgadura, nos conduce a un puerto seguro, y nos cura las heridas, las
muchedumbres, que se le acercaban afirma que viendo, no miran, y que oyendo, no oyen, ni
los caminos, acortando todas las distancias. Ni siquiera los doce que le acompañaban
“tengo aún muchas cosas que enseñarles, pero aún no las pueden comprender”. 293 Contaba
con sus defectos, con su modo de ser. Más tarde, cada uno a su manera será un testigo fiel
de Cristo y de su Evangelio.294
291
Cfr. Lc 10, 25ss.
292
Cfr. Mt 3, 13.
293
Cfr. Jn 16, 12.
294
Cfr. FERNÁNDEZ CARVAJAL, F., Para llegar a puerto. El sentido de la ayuda espiritual, Palabra,
Madrid 2010, p. 143
Índice 151
facilitar siempre la acción del Espíritu Santo. Es decir, promover que las personas aspiren a
metas de santidad, cada vez más altas. La paciencia que se requiere para esta labor es parte
momento de cada uno, sin rompimientos; toma en cuenta las limitaciones propias del
acompañante, y las de los demás, para realizar en el corazón humano la obra del Espíritu
divino.
Dios. Está íntimamente relacionada con las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad.
mismo quien quiere que tengamos la paciencia del sembrador, que ha puesto su semilla
Muchas veces, la dirección espiritual consiste también en ir tirando de los demás, con
tranquilidad y cariño, con el tira y afloja de cada día, dándole al otro lo que necesita en cada
momento, y en las dosis convenientes, sin olvidar que el destino final es la santidad, y que
Cuando el director se deja atrapar por la impaciencia, corre el gran riesgo de destruir
con un impulso repentino todo aquello que le ocupó edificar, con sumo cuidado, durante
mucho tiempo. Por la impaciencia se pierde la virtud de la caridad, y se puede dar lugar a
misión del acompañante espiritual es facilitar el camino y hacerlo todo más fácil.296
295
Cfr. Ibidem, p. 144
296
Cfr. Ibidem, p. 148
Índice 152
Para tener cierta garantía o seguridad, muy humana por cierto, de que la dirección espiritual
puede llevarse con éxito, es importante desarrollar la capacidad de conocer a las personas
El Señor Jesús conocía bien a los que se le acercaban, y trataba a cada uno de acuerdo
a sus circunstancias, a su formación, a sus necesidades. Sin ideas preconcebidas, partía del
aquí y el ahora de cada persona. No tenía una misma receta para curar a todos, ni procedía
de acuerdo a una sola medida para todos. El diálogo que entabló con Nicodemo, cuando fue
a verlo de noche, es totalmente distinto, al que utilizaba en las parábolas para dirigirse a la
gente sencilla. Es decir, con formas diversas se hizo entender por todos.298
como es, y así es importante tratarlo; es necesario poner todos los medios requeridos para
experiencias del dolor en su vida, y conducirle en el dolor al centro del alma; redescubrir el
poco a poco, una idea de conjunto sobre la manera como se ha manifestado la acción de
297
Cfr. Cfr. NEMECK, F. K., COOMBS, M., El camino de la dirección espiritual, Ed. de espiritualidad,
Madrid 1987, p. 95
298
Cfr. FERNÁNDEZ CARVAJAL, F., Para llegar a puerto. El sentido de la ayuda espiritual, Palabra,
Madrid 2010, p. 149
Índice 153
Dios en la vida de la persona, a lo largo de toda su historia. Es decir, darse tiempo para ir
descubriendo cómo ha sido la acción del amor transformante de Dios a través de todos los
visión panorámica ayuda enormemente a discernir el paso del Espíritu por la vida de la
persona. Cuanto mejor se conoce su historia, se estará mejor preparado para escuchar las
particular, o el sentido de ciertos cambios internos, por los que atraviesa la persona, y
la vida de la persona; sin ser intrusivo, ni abarcante, ni invadir, libres de todo deseo de
actualmente dolorosas, que estén muy relacionadas con vivencias del pasado. Estos
momentos se corresponden por lo general, con las fases normales del desarrollo humano,
enseñarle cómo vivirlos en el ambiente en el que cada uno se desenvuelve, con las
299
Cfr. Cfr. NEMECK, F. K., COOMBS, M., El camino de la dirección espiritual, Ed. de espiritualidad,
Madrid 1987, p. 105
300
Para profundizar sobre el tema, véase ZAPATA, R., La salud mental y sus cuidados, EUNSA. Pamplona
2010.
Índice 154
doctrinal está en la base de toda buena dirección espiritual. Aunque no basta con enseñar la
Esta enseñanza debe comenzar ordinariamente por mostrar los aspectos básicos del
divina. La idea de lucha va profundamente unida a la vida cristiana. Cuando una persona va
de comportamiento. Este es el fin de toda dirección espiritual; las metas intermedias han de
de querer lo que Dios quiere, luchando en lo pequeño, hasta llegar a amar la Cruz del
rostro de Dios, cuando se atraviesa por una grave o penosa enfermedad; cuando callada,
pero hondamente, duelen los gritos del alma; cuando se ha experimentado el abandono,
hasta de los propios padres; la deshonra, etc., y también cuando se pasa por las
que cambian el rumbo de la propia vida. Enseñar a luchar es la tarea, concientes de estar en
las manos de un Padre que, en medio de las luchas y de las pruebas, se mantiene
Dios que no guarda silencio, ni hace oídos sordos al clamor de los que ama.
influyen en las decisiones. Es necesario conocer mejor la condición humana para así poder
El equilibrio tiene mucho que ver con la capacidad que tiene la persona de integrar
sus emociones. Para que éstas tengan identidad propia y den consistencia a la persona, ésta
ha de trastocarlas, describirlas, ponerles nombre. Así la persona crecerá cada vez más en
identidad, en una toma sólida de sus decisiones, que le ayudarán a desarrollarse como una
persona a persona, no cosificantes, ni utilitaristas; es decir, que sea capaz de salir desde un
yo, que se reconoce hijo de Dios, y se proyecte hacia un tú en el que reconoce la grandeza y
más bien del crecimiento paciente y fecundo de cada una de las dimensiones, con la
Dios. Las diferentes dimensiones crecen cada una a su propio ritmo; sin embargo, para
de la manera más armoniosa y constante, en la medida en que sea posible. De esta manera,
La tarea del director espiritual, consiste en discernir la influencia transformante del Espíritu
en toda la persona, en su concepción integral; lo cual implica poner atención en todos los
aspectos de la vida del dirigido. Por tanto, el director deberá tomar en cuenta cualquier cosa
psicológica son dos cosas muy distintas. Aunque en muchos casos, sean un buen
Un dicho popular afrima que de músico, poeta y loco, todos tenemos un poco;
afirmación que encierra una gran verdad, pues todo el mundo tiene sus problemáticas
ocultas, y sus conflictos por resolver. Es totalmente normal que durante el recorrido hacia la
agudizan sin duda alguna ante la llegada del dolor y del sufrimiento, ya sea físico, espiritual
principio fundante; es decir, la chispa que detona algún desorden de tipo emocional.
302
Cfr. NEMECK, F. K., COOMBS, M., El camino de la dirección espiritual, Ed. de espiritualidad, Madrid
1987, p. 190.
Índice 157
Ante estos desórdenes, las personas muchas veces experimenta lo que llaman “el
silencio de Dios”; se sienten como abandonadas por Dios y por los suyos, por quienes los
rodean. Se encuentran sin amarras, sin vínculos profundos a nada ni a nadie. Qué gran
ayuda es, para las personas que atraviesan las espesuras del dolor, encontrar un director
espiritual. Es decir, encontrar a una persona que, con amor y paciencia, con compromiso y
caminar y a dar el paso de la oscuridad de la noche a la luz del amanecer, que le facilite el
camino para encontrarse con Dios, para aprender a confiarse a Él, a reconocer su cobijo de
Padre. Que le ayude a descubrir en la Cruz el sentido del misterio del sufrimiento. Sin duda
alguna el apoyo del director espiritual irá ayudando a superar muchas de las experiencias
del dolor, sus fantasmas, disfrazadas más de una vez de implacables monstruos interiores, y
den mucha cuenta del cambio. Es el efecto de la gracia; es Cristo que pasa, y, debido a su
Cierto tipo de dolores -como las fobias paralizantes; el duelo, ante la muerte de un
ser querido, cuando a pesar del paso del tiempo la persona no es capaz de rehacer su vida;
las consecuencias que acarrea el ser hijo no deseado; el abandono del padre, o hasta de la
madre misma; la violencia intrafamiliar; los abusos sexuales, etc.- hacen que la persona
esté tan centrada y preocupada por un aspecto particular de su vida, que pierda la visión de
conjunto, la visión del todo. Se percibe a sí misma con tan poco valor que se encuentra
perdida, sin rumbo; sin reconocer el camino para llegar al puerto seguro, a la roca firme, al
Índice 158
baluarte que es Cristo. Sin duda alguna, en momentos como éstos, la psicoterapia llega a ser
necesaria.303 Sin embargo, cuando es acompañada de una buena dirección espiritual, ayuda
auxilio. Es Jesucristo quien ha asumido y redimido toda la naturaleza humana, quien tiene
para el hombre las respuestas, para que la persona avance hacia una madurez espiritual,
emocional, psicológica y social, que sea capaz de incluir todas las dimensiones de relación
Algunos problemas, por lo general, van más allá del alcance de la dirección
espiritual. Las causa de esos problemas pueden ser el rechazo de los demás, si afectan
profundamente; las fijaciones o paralizaciones producidos por los miedos o las fobias;
algunos procesos de luto o duelo; un concepto reducido, o mal formado de sí mismo, que
ocasiones, el director espiritual se da cuenta inmediatamente, que personas así necesitan del
apoyo de un profesional; sin embargo, hay situaciones en las que esto no se detecta a
También se dan casos en los que es muy difícil discernir si ciertas maneras de actuar
y de comportarse caen dentro de los límites de lo normal o lo anormal. Ante esta realidad,
necesita. Ante esta verdad, se debe proceder con mucha prudencia y con el discernimiento
303
Cfr. NEMECK, F. K., COOMBS, M., El camino de la dirección espiritual, Ed. de espiritualidad, Madrid
1987, p. 191.
Índice 159
de espíritus. Hay que tener cierto cuidado para no idealizar lo que una ayuda psicológica
de la gracia puede hacer en una persona, incluso a nivel psicológico, cuando la persona y su
el director siga guiándola sin recomendar tratamiento de tipo psicológico u otro. Si después
con preparación competente para tratar dicho caso. En ocasiones, puede ser muy
conveniente que el director espiritual se deje aconsejar por un profesional antes de decidir
si la persona necesita o no ayuda. Sin embargo, el único que puede decidir sobre si adopta o
El modo como el director espiritual plantee a la persona ese posible tipo de ayuda
profesional puede influir mucho en cómo reaccione ante esta idea. Pero no se puede ayudar
a nadie que no desea, o no está dispuesto a ser ayudado, a poner todos los medios a su
alcance para el éxito de la ayuda. Por eso, importa mucho que el director trate de motivar a
la persona a buscar la ayuda que precisa, la que sea más conveniente y apropiada a su
situación.
El director jamás debe dar la impresión de por ello está desentendiéndose del
dirigido, o que está rechazándolo, y mucho menos que lo considera imposible. No hay
nadie que sea totalmente incapaz de ser ayudado. Además, debe quedar claro que someterse
contrario, es aconsejable que continúen las dos cosas a la vez. Cuando se procede con
verdadera caridad, no se pasa de largo ante el sufrimiento de los demás. Hemos de ser en
paradójicamente, en el misterio del dolor el secreto para hacer al hombre más plenamente
La presencia alentadora del director espiritual puede ser para la persona un reflejo
harán romper sus propios ídolos, hasta llegar a despojarlo de las equivocadas cosas o
personas que le sostenían, de sus refugios y de sus auto justificaciones; para que, una vez
despojado hasta de si mismo, pueda entrar en su centro y encontrarse con el único Rey de
reyes y Señor de señores. En momentos así el director espiritual puede ayudar a que la
camino de santidad. Puede ayudar a que la persona se disponga a descubrir en sus dolores
el sentido del sufrimiento, capaz de conducirlo al centro del alma, al apacible encuentro con
Dios, que en él habita; donde ninguna dolencia, le puede alcanzar; ni arrebatar la inefable
paz que ahí habita y con la que ahí se habita. Donde ninguna pobreza humana, es capaz de
arrebatar la inmensa alegría y el indecible gozo, de saberse abandonado en los brazos del
Padre. El apoyo del director espiritual es así un instrumento de valor incalculable para que
esa persona logre integrar toda su vida en el nuevo conocimiento y conciencia, que va
conjunto de sus relaciones, consigo misma, con Dios, con los otros, con el cosmos, que
manera como Dios les ha llamado a participar de los dolores de Cristo su Hijo. El guía
forma como entra en la vida de todo hombre, de muchas maneras, con formas y
es inseparable del misterio del dolor y, por tanto, es también inseparable de misterio de la
redención.
El director espiritual es como un faro que da luz a la vida de la persona, para ayudarle
algunos casos, hasta de juicios injustos y abandono. El guía espiritual ha de motivar a las
Getsemaní; su angustia llegó a los más intensos extremos del sufrimiento, hasta tal punto
que su sudor era agua unida con sangre. Ha de invitarlos a tener presente a Jesús en cada
huerto de los olivos el que repite por medio de ellos su angustia; por tanto no han de
sentirse solos por ninguna razón. Cristo está con ellos para fortalecerlos.
que yo quiero si no lo que quieras tú”. 305 De igual forma, el director espiritual ha de estar al
dejarse vencer.
Será de gran ayuda enseñarles a tener en cuenta el gran valor que adquiere el
las personas son capaces de unir sus dolores a los de Jesucristo para la redención del
mundo, entonces habrán encontrado un manantial para enfrentar con nuevas fuerzas las
dificultades. Cada momento en que se padece el dolor, en cualquiera de sus formas, es una
oportunidad para actualizar el sufrimiento mismo de Cristo que redime y eleva al hombre.
Cada vez que un hombre sufre, es Jesucristo mismo el que sufre en la persona de los que
ama. Convencido de esta realidad, el director espiritual debe motivar insistentemente a los
que acompañan a no perder la oportunidad para santificarse en el dolor, para unir sus
padecimientos a los padecimientos de Cristo, que a través de los padecimientos del hombre
“Completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su cuerpo,
que es la Iglesia”.306 Ha de enseñar a encontrar ese sentido nuevo en cada padecimiento, por
pequeño que sea o insignificante que parezca, y más insistentemente aún cuando estos
psiquiátrico, que se convierten en una verdadera Cruz para quien las padece y para los de
Cruz, quizás de manera oculta, callada, misteriosa, pero operante en la purificación del
305
Mt 26, 39.
306
Col 1, 24.
Índice 163
reconocer la mirada de Jesús, que en medio de sus padecimientos le dice “Ven y sígueme”.
Esa mirada de Cristo se dirige a cada uno en su situación concreta y con esa llamada nos ha
hecho Iglesia.
unimos a tantas y tantas personas para hacernos fuertes. La llamada a seguir a Jesucristo
decididos. Muchas veces las personas que se consideran a sí mismos como los más débiles
o los más cobardes, terminan dando grandes lecciones de entereza y fortaleza, porque
-aunque por sí mismos no hubieran sido capaces nunca de soportar tantos padecimientos-
convierten en este mundo en los pararrayos de Dios; es por su clamor que nuestro mundo
encuentra tanta y tanta misericordia en el corazón del Señor. Ellos comparten en el gozo la
sabiduría nos invita Juan Pablo II cuando dice: “Para encontrar ese camino, exigente,
debemos ir a la iglesia y ahí seguir el “Via crucis”; el camino que Cristo ha seguido en
Jerusalén, su ultimo camino desde el sanedrín, después de su condena a muerte, con la Cruz
hasta el calvario”.307
tarea ayudar a cada persona a reconocerse Iglesia. En cada enfermo y en cada persona que
padece el dolor es la iglesia de Cristo la que sufre. Hay que recordar con razón que la
manera muy particular de vivirse iglesia y tiene una misión muy específica. Ya sea que se
307
JUAN PABLO II. Discurso en el encuentro con jóvenes de la parroquia de Sta. María Causa nostrae
laetitiae, Roma 25 de febrero de 1995, cit. en Dolentium hominum. 32 (1996), p. 12
Índice 164
esté impedido en la cama de un hospital, o sea que se viva un sufrimiento callado en la vida
recurra constantemente a la meditación de la pasión del Señor, que de ella se nutra para
detener su paso, en cada una de las estaciones del viacrucis, y contemplando en ellas el dolor
de Jesucristo, pueda evocarlas en su propio dolor. Para aprender a caminar con el Señor en el
dolor, es necesario que aprenda a unir a la gran Cruz del Señor las pequeñas cruces de los
respeto, y tiene en sí mismo la capacidad de ayudar a la persona a tocar las necesidades más
sufrimiento, las aspiraciones del corazón humano y la fe pueden unirse de una manera
singular.309
oblación; es decir, el sufrimiento puede convertirse en una comunión con Cristo crucificado
y glorificado, que sirve para la salvación de todos. Debe procurar alimentar en ellos la
propia existencia. Ayudarles a reconocer que en sus sufrimientos está presente la voz
Los cuidados y atenciones del director espiritual han de ser de tal magnitud que
permitan reconocer en él a Jesucristo mismo, que sirve a la persona que acompañan, que se
308
Ibidem.
309
JUAN PABLO II, Carta apostólica Salvifici doloris, n. 4.
Índice 165
inclina sobre su sufrimiento, que tiene compasión para sanarlo desde lo más profundo, y
que le prepara para hacerle reposar entre sus brazos. Por la calidad de los cuidados y
que muchas veces invade el corazón del enfermo, que sea capaz de compartir con él la Cruz
de Jesucristo.310
de los demás. Entender que sus sufrimientos son la manera de confirmar su fe. Animarlos
como San Pedro animaba a sus comunidades diciéndoles: “Por lo cual rebosáis de alegría
aunque sea preciso que por algún tiempo seáis afligidos con diversas pruebas, a fin de que
la calidad probada de vuestra fe, mas preciosa que el oro perecedero probado por el fuego,
en los detalles concretos de cada día, especialmente cuando arrecian los dolores del corazón
mediante el sufrimiento, sino que el mismo sufrimiento humano ha quedado redimido. Cristo –sin
culpa alguna propia- cargó sobre sí “el mal total del pecado”. El redentor ha sufrido en vez del
hombre y por el hombre. Todo hombre tiene su participación en la redención. Cada uno está
llamado también a participar en ese sufrimiento mediante el cual se ha llevado a cabo la redención.
Está llamado a participar en ese sufrimiento por medio del cual todo sufrimiento humano ha sido
sufrimiento, puede hacerse también partícipe del sufrimiento redentor de Cristo. 312
310
ANGELLINI, F., “El cuidado de los enfermos en el documento postsinodal Vita consecrata”, en Dolentium
hominum 32 (1996), n. 2.
311
1 Pe 1, 6-7.
312
Cfr. JUAN PABLO II, Carta apostólica Salvifici doloris, n. 19
Índice 166
El sufrimiento es en todo momento una difícil prueba en la que la persona tiene poco poder
de elección; la persona no elige qué padecimiento sufrir, pero puede decidir de qué manera lo quiere
enfrentar, de qué forma lo quiere sobrellevar. “El sufrimiento debe servir para la conversión, es
decir, para la reconstrucción del bien en el sujeto, que puede reconocer la misericordia divina en
esta llamada a la penitencia. La penitencia tiene como finalidad superar el mal, que bajo diversas
formas está latente en el hombre, y consolidar el bien tanto en uno mismo como en su relación con
en él sus propios sufrimientos, los revive mediante la fe, enriquecido con un nuevo contenido y con
un nuevo significado. La cruz de Cristo arroja la luz salvífica con tanta vehemencia sobre la vida
del hombre y, principalmente sobre su sufrimiento, porque, mediante la fe, lo llega a tocar junto con
los sufrimientos de Cristo, las palabras “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”(Lc. 23,34)
se imponen con la fuerza de un ejemplo supremo. El sufrimiento es también una llamada a manifestar
la grandeza moral del hombre, su madurez espiritual. De esto han dado prueba, a través de diversas
generaciones, los mártires y los confesores de Cristo, fieles a las palabras:”No teman a los que matan
el cuerpo, pero no pueden matar el alma” (Mt. 10,28). El sufrimiento, en efecto, es siempre una
prueba –a veces bastante dura-, a la que es sometida la humanidad. En el sufrimiento está contenida
una particular llamada a la virtud, que el hombre debe ejercitar por su parte. Esta es la virtud de la
constancia al soportar lo que molesta y hace daño. Haciendo esto, el hombre hace brotar la esperanza,
El avance en la vida espiritual que conduce a la experiencia del abrazo de Dios, o que
Señor quiso utilizar para salvar al mundo fue la Cruz. Debido a esta aceptación de la Cruz
de Jesús, decía San Pablo: “Traemos siempre y en todas partes la Cruz de Cristo, a fin de
313
Ibidem, n. 12
314
Ibidem, n. 23
Índice 167
que la vida de Jesús, se manifieste también en nuestros cuerpos”. 315 Ha de cuidarse en todo
tiempo el fin sobrenatural de la persona humana 316, del que Dios es el autor principal por
medio de la gracia y lo ofrece al hombre como don, como llamada; el hombre responde a
esa llamada con generosidad en medio de sus temores y debilidades, aceptando la Cruz
voluntaria de la mortificación no como una carga, sino como una manera de unirse a
amor a Dios aquello que en ella pudiera haber de desordenado, por medio de la ascesis
personal y una lucha generosa que puedan conducirlo a la libertad interior y a la paz.318
Es decir, enseñar a la persona a ser capaz de morir al pecado y a todo aquello que
proviene de Él, para crecer en el amor a Dios y al prójimo, un amor que nos invita a ofrecer
a Dios nuestras dificultades y nuestros padecimientos, de tal manera que todo contribuya
para el bien de los que Jesús ha querido redimir por medio del sacrificio de la Cruz. 319 “Esta
es la mortificación que hemos podido observar en los santos formados a imagen de Jesús
crucificado, bien se trate de los de la iglesia primitiva, como los primeros mártires, ya de
los de la edad media, como San Bernardo, Santo Domingo San Francisco de Asís, en fin, de
los más recientes, como San Benito de José Labre, el Cura de Ars o de los últimamente
canonizados, como San Juan Bosco y San José Cotolengo. Mirabilis Deus in Sanctis
suis!”320
dirección espiritual ha de ser ocasión para motivar a la persona a vivir los sacramentos,
cristiana. La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana. 321 Toda la vida de la
315
Cfr. 2 Cor 4, 10.
316
Cfr. GARRIGOU LAGRANGE, R., Las tres edades de la vida interior (I), Palabra. Madrid 1985, p. 321.
317
Cfr. Ibidem, p.323
318
Cfr Ibidem, p. 325
319
Cfr. Ibidem, p.329
320
Cfr Ibidem, p. 329
321
Cfr. CONCILIO VATICANO II, Constitución Sacrosantum concilium, n. 47
Índice 168
iglesia está ordenada en función de este sagrado banquete. El director espiritual debe
ayudar a la persona a tener presente que cuando ella sufre, es Cristo mismo quien sufre en
Cristo, que se hace vivo y actuante en cada ofrecimiento eucarístico. En este sagrado
se hacen presentes una vez más todos los padecimientos del Señor para redimir a la
humanidad. Cada vez que una persona se une desde el dolor a la redención se repite la
sufrimiento. El mismo Redentor ha escrito este Evangelio ante todo con el propio
sufrimiento asumido por amor, para que el hombre « no perezca, sino que tenga la vida
un rico manantial para cuantos han participado en los sufrimientos de Jesús en la primera
generación de sus discípulos y confesores y luego en las que se han ido sucediendo a lo
actualización del misterio eucarístico. Es, a un tiempo, motivo de redención y razón por
322
Cfr. JUAN PABLO II, Carta apostólica Salvifici doloris, n. 25
Índice 169
importancia de que la persona renueve y actualice la gracia que los sacramentos aportan a
vez que participa de la eucaristía “participa también como peregrino hacia la patria eterna
por el camino de la Cruz, hacia el banquete celestial, donde todos los peregrinos se sentarán
El sacrificio de Cristo, ofrecido en la Cruz una vez y para siempre, se mantiene actual
padecimientos, cómo son asociados a la pasión de Jesús pues “cuantas veces se renueva en
el altar el sacrificio de la Cruz, en el que Cristo nuestra pascua fue inmolado, se realiza la
colaborador de la redención.
sentido de sacrificio, a no huir de sus dificultades, antes bien, a encontrar en sus dolores el
pequeños grandes esfuerzos para sobrellevar sus padecimientos con virtud heroica.
Motivarla aún en medio del dolor a no renunciar a su sufrimiento, muchas veces de suyo
inevitable; sino a encontrar en ellas el rostro de Cristo doliente que se ha hecho presente en
en sus sufrimientos, en los más profundo de su interior, su alma queda infranqueable por el
capaz de alcanzar y mucho menos de arrebatar ningún dolor y ninguna dificultad en esta
tierra. Sólo de esta manera podemos comprender las expresiones de gozo en medio del
verdadera convicción de que cuando se cruzan los tinieblas del dolor, no se está solo, se
camina de la mano del Señor que nos conduce a fuentes tranquilas y repara las fuerzas.325
padecimientos la llamada de Jesús a seguirle, a tener una vida nueva, fruto de una
penitencia interior que le permita la conversión del corazón, que le ayude a crecer en su
podrían quedar estériles e infecundas. Los momentos en los que se atraviesa por el
sufrimiento han de ser la ocasión privilegiada para crecer en las diversas formas de
penitencia que nos ofrece la vida cristiana en la aceptación del dolor. Es decir, estar
decididos a tomar la cruz y seguir a Jesús por el camino de las dificultades. “La doctrina
cristiana del sufrimiento requiere más que soportarlos pacientemente. Requiere, o mejor
dicho, muestra un feliz padecer; en su más íntima médula considera que sólo un hombre
feliz, es decir, protegido por Dios, es el que puede de manera adecuada padecer el dolor y el
persona las herramientas para que sea capaz de leer en su propia historia el sufrimiento
como una oportunidad para experimentar el abrazo de Dios. Es decir, que pueda reconocer
que en ningún momento de su vida ha estado solo; que en cada acontecimiento -por
doloroso que pareciera- es Cristo mismo quien ha estado presente sosteniéndole. “La
325
Cfr. Sal 23, 3.
326
Cfr. SCHELER, M, El sentido del sufrimiento, Goncourt, Buenos Aires, 1979, p. 65.
Índice 171
sufrimiento situado en el nivel periférico dentro de los cada vez más profundos ‘castillos
del alma’, y encontrarse aquí más y más abierto para recibir un mundo superior de fuerzas
espirituales, puede llevar con sentido a amar estos sentimientos; a amarlos como los
compasivos golpes de martillo por medio de los cuales el divino escultor extrae la forma de
mismo, el abandono o el ensombrecimiento del corazón, que hace pensar que Dios no está
o que se ha quedado en silencio, indiferente ante las dificultades. Con absoluto respeto
hemos de ayudar a la persona a progresar en la toma de conciencia de que Dios está ahí en
el centro del corazón de la persona, en ese lugar donde se puede estar a solas con Él solo,
que en ese centro tiene preparado un gran banquete en el que nos hará sentarnos a su
mesa.328
de encontrarse ahí en el silencio cara a cara con Dios. Puede reconocer su gran amor y se
maravilla al reconocer que, aunque el sufrimiento haya tocado hasta la última fibra de su
un gozo, que le hace capaz de verlo todo nuevo; es un gozo espiritual que hace encontrar al
327
Cfr. SCHELER, M, El sentido del sufrimiento, Goncourt, Buenos Aires, 1979, p. 67.
328
Cfr. Apoc 3, 20.
Índice 172
siempre estará la luz de Dios, su fidelidad. Es reconocer que su victoria es también nuestra
329
Cfr. Lc 22, 41.
330
Cfr. Is 53, 5
Índice 173
CONCLUSIONES
significación de la persona humana, las personas humanas no se constituyen por su relación mutua.
Se constituyen, en cambio, por su relación con Dios. Dado que una persona no puede disolverse en
otros seres, existe siempre siendo ella misma. Así la definición ontológica de Boecio, matizada
posteriormente por Santo Tomás, deja clara la concepción de sujeto ontológico, con características
propias de identidad y de incomunicabilidad. Y se destaca así mismo que la identidad del propio
hombre -creado a imagen de Dios que es Trinidad- no le ha sido dada para que viva en solitario,
sino para que en la relación con sus hermanos exprese para lo que fue creado desde el principio y
personalidad humana. El sufrimiento afecta a las relaciones del hombre con su entorno, y de manera
particular con las otras personas. El sufrimiento nace, en ocasiones, de esas mismas relaciones,
cuando se dan alteradas, y altera a su vez la relación que tiene con los demás quien padece. Afecta,
de una manera aún más particular, a la relación que tiene el hombre con Dios, y es en esta relación
mismo la unión del mundo material y del mundo espiritual; que esta unión constituye la grandeza de
la dignidad de la persona humana; y que por ser imagen de la Trinidad esta llamada no a vivir en la
ha sido constituido por Dios en un estado de santidad y justicia original. El hombre estaba llamado
por la gracia, a la participación de la vida divina por la que todas las dimensiones de la vida del
hombre no participara del dolor y del sufrimiento. Al contrario, habría sido creado como bueno y en
amistad con su creador y llamado a una íntima y definitiva relación con Dios. En el proyecto
inicial, Dios había creado al hombre concediéndole grandes dones, con los cuales éste era
inmensamente rico; le pertenecía una sabiduría que le hacía posible conocer a Dios; estaba unido a
Él con una intimidad tal que no tenía ningún impedimento para su relación con su creador.
vida y en cada uno de sus actos nos ha mostrado como es Él mismo la fuente de la que brota toda
santidad, la verdadera santidad. Se presenta a sí mismo como el camino por el que podemos
transitar para construir y alcanzar la propia santificación. El hombre que vive abierto a Dios es una
persona cada día más perfecta y puede asumir su historia y todas las dimensiones de su humanidad;
dividido en su interior. La fractura en cada una de estas dimensiones es una puerta de entrada al
dolor y al sufrimiento. En este momento aparecen los sufrimientos en la vida del hombre en
cualquiera de sus formas o manifestaciones, como dolor físico, como dolor moral o espiritual o
psíquico.
verdadera grandeza y dignidad de la vida humana. Al renacer en Cristo, el hombre puede rehacerse;
no con sus propias fuerzas o por sus propias capacidades, sino animados, levantados y reintegrados
Cristo siendo plenamente Dios, se hizo plenamente hombre, para que los hombres
aprendieran que, solo cuando se esfuerzan en ser plenamente hombres, encuentran el camino
posible en el hombre. Tiene su origen en la pedagogía misma de Jesús, que siendo plenamente Dios
aceptó hacerse plenamente hombre para así mostrarnos el camino de nuestra grandeza.
vida del hombre y de su sufrimiento. Este de acto de amor de Jesús es un acto que se prolonga en el
tiempo con todas sus consecuencias e implicaciones, pues este acontecimiento encierra en sí mismo
toda la realidad del hombre y viene a darle un pleno y nuevo sentido. En el misterio de la cruz de
Jesús se hace realidad este regalo transformante y dinamizador del amor de Dios por los hombres.
La participación de la cruz de Jesús lleva consigo una enseñanza. Al participar del dolor y del
sufrimiento en cualquiera de sus manifestaciones -ya sea física como dolor o enfermedad del
participación de la cruz de Jesús conduce a la paradoja del amor de Dios Padre, que, en la
obediencia de su Hijo hasta la cruz, está haciendo actual la realidad operante de su amor por
nosotros.
El misterio de la cruz para la vida del cristiano le hace tomar conciencia de que es hijo de
Dios y de que ha sido redimido en la cruz por el Espíritu Santo. Ayuda al hombre a participar con
Jesús del misterio del dolor redentor de la cruz, a participar de la grandeza del amor del Padre por
sus hijos.
acompañado al hombre en cada paso de su historia y que en la plenitud de los tiempos se ha hecho
El hombre queda llamados con Jesús a dar cada uno su propio paso, a hacer cada uno nuestra
su pascua en el dolor, por el dolor y con el dolor, ya que Jesucristo al haber subido libremente a la
cruz como acto de obediencia a su Padre, estaba en ese mismo momento realizando una acción
unificadora y revitalizadora.
Índice 176
7. El encuentro con el amor redentor de Dios trinidad, hecho realidad en Jesús, tiene como
En este contexto cobra gran sentido el acompañamiento espiritual. Por esto es importante que
en el tiempo presente cobre mayor relevancia la figura del director espiritual, que se reconoce a sí
mismo como un ser inacabado y en proceso de crecimiento. Que puede ser un hermano dialogante
con el otro y juntos puedan caminar hacia el centro del alma, que sea capaz de ser como el faro que
cierto sentido puede entenderse como una verdad que lleva inscrita dentro de sí mismo; se
podría decir que de alguna manera, el dolor es una verdad que el hombre padece de sí
mismo, como parte de su naturaleza humana; en tanto que la padece o se duele de ella, no
mismo, sobre su vida, como un golpe que despierta de la perplejidad y que exige
preguntarse quién soy, de dónde vengo, hacia dónde voy, para qué estoy aquí, qué puedo
Cuando una persona experimenta cierto tipo de dolor, durante mucho tiempo, puede
origina en ella, una indisposición para relacionarse abiertamente y con libertad, consigo
Índice 177
mismo, con su familia, con sus compañeros de trabajo, con su sociedad y en definitiva lo
indispone para su relación con Dios; le afecta desde su disposición a rezar, hasta en su
manera de captar a Dios en su diario vivir. Tiene el riesgo de sentir el silencio, o hasta el
abandono de Dios.
9. El sufrimiento muchas veces puede tener su origen en un dolor físico; sin embargo,
está más en relación con la persona, y conecta con otros factores de personalidad. El
sufrimiento es una experiencia individual y subjetiva; cada individuo, tiene una manera
sacerdotes, pues, a lo largo de la historia de la Iglesia, ha sido ejercido tanto por sacerdotes,
tarea de ayudar a otros a alcanzar un bien mayor. Entre múltiples posibilidades, le pueden
Índice 178
servir de mucha ayuda los principios del pensamiento humanista existencial, y los
11. Toda persona que ha decidido tomar con seriedad y responsabilidad su camino de
acompañar por un director espiritual, de alguien que en la vida le haga las veces de guía;
que, como faro que alumbra en la oscuridad de la travesía, pueda conducirlo hacia puerto
seguro, hacia la roca firme que es Cristo Jesús. Es el Señor el que despierta la inquietud de
tener una dirección espiritual. Es Dios mismo, que por medio de la acción del Espíritu
Santo, siembra la semilla en el corazón de las personas, y les enseña a descubrir el deseo y
la necesidad de que alguien les ayude a descubrir y discernir su camino espiritual, el paso
La dirección espiritual tiene como cometido principal lograr que la persona sea cada
vez más persona, que la persona se experimente cada vez más hijo de Dios. Es Dios mismo
el autor de esta humanización. Dios es el padre que educa a sus hijos y los predispone para
espiritual. Da el Espíritu Santo como el don maravilloso que emana del Padre y del Hijo,
para que sea su mismo Espíritu el que sea capaz de obrar en nosotros, y realice, el
12. Se entiende así la dirección espiritual como la ciencia y el arte de conducir a las
de cada uno y a la acción del Espíritu Santo irá llevando por distintos caminos hacia un
mismo fin. En tanto que cada uno es único e irrepetible, el Espíritu realiza en él una acción
El ideal del director espiritual será conducir a la persona a que se sienta cada vez más
persona. La palabra adecuada es la “teonomía”. Es decir que la persona se viva cada vez de
manera más consciente gobernada por Dios, guiada por Dios. Es ir logrando
sea auténtica, realista, vivida en el espíritu de fe, y acomodada a la vida real del cristiano.
La entrevista de dirección espiritual, es la manera como Cristo camina con su Iglesia hoy. A
través de ella, se acerca a cada uno y lo llama por su nombre, toca sus heridas.
dirigido, está siempre basada en la escucha de Dios. Está siempre centrada en Dios, de tal manera
Desde el principio del proceso de las entrevistas, el guía espiritual debe colocarse y
evangelio.
14. Una dirección espiritual que pretenda ser integral, e integradora de la persona humana,
implica ayudarle a conformar la propia conciencia, de acuerdo a los criterios del Evangelio.
Reconocemos de antemano, que no se puede ser ayudado, ni corregido por el guía espiritual, sino se
propio de proceder, ante determinadas realidades de la vida, los criterios propios, juicios, y los
deseos, proyectos, expectativas o aspiraciones que se tienen ante la propia vida y su proyección
del sufrimiento de la persona. En momentos así, se requiere todo el amor por parte del
director, y que ponga en juego todas sus habilidades humanas y espirituales, para poder
sana, implica una honradez cabal, que supone, una liberación del egoísmo y del amor
propio. El propio sufrimiento, es una escuela en el dolor, que conduce, de la mano de Dios,
15. Para llevar la entrevista de dirección, a lo largo del proceso de la vida espiritual,
encuentran reunidas en una sola persona. Quien acepte, acompañar a alguien, en el camino
abierta a la trascendencia. Por ser una actividad humana, hay que estar siempre abiertos a la
Índice 181
debilidad humana.
El director espiritual debe tener siempre presente, que es ante todo un instrumento de
Dios, movido por el Espíritu Santo. Por tanto, debe actuar en todo momento, movido por la
convicción de que Dios es el único director, de todas y cada una de las personas, que se le
han confiado como don, como entrega, como dadiva. Que él no es más que una mediación
humana, un mero instrumento en las manos de Dios aunque totalmente libre, dentro del
debe cuidar, en todo momento la propia vida interior y su dinamismo, conocer a fondo el
corazón del hombre. Para esto, han de estar profundamente unidos a Dios y al hombre,
querer de verdad a las personas. Ser personas de oración y enraizados en una profunda
caridad. La vida de oración y la exigencia personal son condiciones necesarias, para ayudar
a los demás. El cuidado de la vida interior, es la mejor contribución, que un guía espiritual,
puede prestar a otros. Recurre a la oración personal, como fuente de santificación personal
hoy. Mundo en que aún tenemos muchos caminos, por abrir y recorrer. Las personas que
experimentan este tipo de sufrimiento, son aun tan incomprendidas; más aún, son en
ocasiones, erróneamente juzgadas. Ante todo, no hay que olvidar, que como toda persona,
ellas están también llamadas a santificarse, en medio de esa tan concreta y específica
realidad, ante la que nosotros, aun experimentamos tanto miedo. Debido a no saber cómo
progresar, pareciera que caminan como en círculos, siempre en torno a un mismo lugar. Sin
embargo, con la confianza en el Espíritu. Si nos dedicamos a cultivar y regar esa planta, no
hay que dudar que según el tiempo de Dios, le arranque sus propios frutos. Aun esto, no es
motivo para que les dejemos solo. Es mucha la tarea, que en este campo, nos queda por
realizar.
Dios se hace cercano al hombre en la persona del director espiritual que nos guía. Por
eso, quien se ha encaminado, en la tarea de dirigir personas, secunda la acción del Señor
haciendo las veces de padre. Para aprender a tener un corazón de padre, es necesario
entregado todo, para darnos a su hijo Jesucristo, que se ha encarnado para mostrarnos el
persona; son capaces de una cierta auto intimidad, que reconocen sus diferencias
escuchar juntos a Dios, que habita en ambos, y en el camino de reconocer sus mociones, su
voz; tratar de entender que está pidiendo en la vida del dirigido. La escucha hace referencia
capacidad de ponerse en los zapatos del otro. Den entrar en corazón del otro, con absoluto
respeto. Es en gran parte, el medio por el cual, se da la comunicación del Espíritu. Para que
una dirección espiritual, funcione bien, requiere de una genuina, normal, y espontanea
Índice 183
relación humana. La libertad de ser y parecer ante el otro, tal como la persona es, brota del
abandono en las manos de Dios, por la fe. Cuanto más fuerte se va haciendo, la personal
corazón.
18. Cuando alguien se siente comprendido, es más fácil, que se deje ayudar, y se
anime a luchar por la verdad. La comprensión nos lleva a entender, que cuando hay luchas,
las personas se mejoran con el tiempo, que la persona es un ser inacabado. Es tan necesaria
personas que se van autoconstruyendo a sí mismas, según las inspiraciones del Espíritu. Se
es paciente con las personas, cuando se tiene conciencia, de que el camino de la santidad,
aumento; en el deseo de querer lo que Dios quiere, luchando en lo pequeño, hasta llegar a
agudizan sin duda alguna, ante la llegada, del dolor y del sufrimiento; ya sea físico,
sufrimiento, su principio fundante; es decir, la chispa que detona algún desorden de tipo
emocional.
Ante estos desordenes, la persona muchas veces experimenta, lo que ellos llaman “el
silencio de Dios”; se sienten como abandonadas, por Dios y por los suyos, por quienes los
rodean. Se encuentran sin amarras, sin vínculos profundos, a nada ni a nadie. Que gran
ayuda es, para las personas que atraviesan, las espesuras del dolor; encontrar un director
espiritual. Es decir, encontrar a una persona, que con amor y paciencia, con compromiso y
la misericordia.
Hay momentos en que cierto tipo de dolores, como las fobias paralizantes; el duelo,
ante la muerte de un ser querido; donde a pesar del paso del tiempo, la persona no es capaz,
de determinarse a rehacer su vida; o las consecuencias que acarrea el ser hijo no deseado; o
el abandono del padre, o hasta de la madre misma; la violencia intrafamiliar, los abusos
sexuales, etc. Todas estas y muchas más dificultades, hacen que la persona, esta tan
centrada y preocupada, por un aspecto particular de su vida, que le han provocado perder la
visión de conjunto, la visión del todo. Se percibe a sí misma, con tan poco valor, que se
encuentra perdida, sin rumbo; sin reconocer el camino para llegar al puerto seguro, a la roca
Sin duda alguna, en momentos como estos, la psicoterapia llega a ser necesaria. Sin
persona a disponerse, y a dar a la gracia su lugar que le corresponde para ofrecer auxilio.
Índice 185
Es Jesucristo, quien ha asumido y redimido toda la naturaleza humana, quien tiene para el
hombre las respuestas, para que la persona avance, hacia una madurez espiritual,
emocional, psicológica y social; que sea capaz de incluir, todas las dimensiones de relación,
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