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Mazo Valderrama Diana Patricia 2015

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SEGUIMIENTO DE JESÚS FUNDAMENTO DE LA VIDA CRISTIANA: UN

ESTUDIO DESDE MANUEL FRAIJÓ Y JOSÉ ANTONIO PAGOLA.

DIANA PATRICIA MAZO VALDERRAMA


TRABAJO DE GRADO PRESENTADO PARA OBTENER
EL TÍTULO LICENCIADA DE TEÓLOGA

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA


FACULTAD DE TEOLOGÍA
BOGOTÁ D.C.

2015

1
SEGUIMIENTO DE JESÚS FUNDAMENTO DE LA VIDA CRISTIANA: UN
ESTUDIO DESDE MANUEL FRAIJÓ Y JOSÉ ANTONIO PAGOLA.

DIANA PATRICIA MAZO VALDERRAMA


TRABAJO DE GRADO PRESENTADO PARA OBTENER
EL TÍTULO LICENCIADA DE TEÓLOGA

Director
ALBERTO MÚNERA DUQUE S.I.
Doctor en Teología, Universidad Gregoriana, Roma.

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA


FACULTAD DE TEOLOGÍA
BOGOTÁ D.C.

2015

2
NOTA DE ADVERTENCIA

“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por sus alumnos en sus
trabajos de grado. Solo velará porque no se publique nada contrario al dogma y a la moral
católica y porque los trabajos de grado no contengan ataques personales contra persona
alguna, antes bien se vea en ellos el anhelo de buscar la verdad y la justicia”.

Artículo 23 de la Resolución N° 13 de Julio de 1946


Pontificia Universidad Javeriana

3
Nota de aceptación

_______________________________
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_______________________________
_______________________________
_______________________________
_______________________________

_______________________________
Firma. Presidente del jurado

______________________________
Firma Jurado

______________________________
Firma Jurado

4
AGRADECIMIENTOS

Doy gracias a Dios Padre, a su Hijo Jesús que se encarnó en medio de la realidad y al
Espíritu vivo en medio de nosotros, por permitirme conocerlo y seguirlo, por ensanchar mi
mirada y tomar conciencia de su misión que con mi caminar teológico voy asumiendo
como mía.

Doy gracias a mi familia y amigos, que aunque en la distancia siguen de cerca mi proceso
formativo y animan mí caminar.

Doy gracias al Padre Alberto Múnera Duque director de mi trabajo de grado que marco con
su Antropología Teológica mi forma de evangelizar y de existir en el mundo.

Doy gracias a los profesores de la Pontificia Universidad Javeriana que han guiado mi
proceso formativo como Teóloga, especialmente al Padre Uriel Salas, que me apoyo con su
experiencia en el trabajo de grado.

Doy gracias a la Compañía de Santa Teresa de Jesús por encender la llama del
conocimiento de Jesús en mi vida y por el apoyo que he recibido de ellas.

Doy gracias a mis amigos/as compañeras de camino que en la construcción Teológica


conjunta me han apoyado y animado en mi carrera, que han cuestionado mis posturas y me
han ayudado en la edificación de una nueva forma de ser cristianos en medio de la realidad.

Y por último, doy gracias infinitas al Instituto de Religiosas Hijas de San José, por su
presencia constante en mis últimos años de formación Teológica, por abrirme las puertas de
su casa y propiciar espacios de silencio para la concreción de este trabajo.

5
DEDICATORIA

Dedico estas líneas a Alicia de Jesús Lopera Ramírez, una mujer de fe profunda que ha ido
cimentando su caminar cristiano en el seguimiento de Jesús. Ella me ha acompañado en el
proceso de crecimiento personal y espiritual. Durante estos años hemos recorrido juntas el
proceso de construcción de una fe cimentada en la persona de Jesús y su Palabra.

Gracias Alicia por estar en cada momento de mis búsquedas y mostrarme el rostro
misericordioso de Dios en lo profundo de tu existencia.

6
CONTENIDOS

Pág.
INTRODUCCIÓN………………………………………..…………………………..…....9
OBJETIVOS: GENERAL Y ESPECÍFICOS………...………………………………..13

Capítulo I: Del Cristo de la fe al Jesús Histórico…………………………………….....14

1. El Cristo de fe………..………………………………………………………...15
1.1 Resurrección y Encarnación………..……………………………………...17
2. El Jesús histórico………………………………..……………………………..20
2.1 La pasión y muerte de Jesús……………...……………………...………...21
2.1.1 Oración en el huerto…………………………………………...…23
2.1.2 Detención………………...…………………………………….....24
2.1.3 Ante los judíos……………………...…………………………….25
2.1.4 Ante los romanos……………………………...………………….26
2.1.5 Crucifixión……………………………………...………………...28
2.1.6 Sepultura……………………………...…………………………..30
2.2 El bautismo de Jesús………..……………………………………………...31
2.3 Las bienaventuranzas………………..……………………………………..34
2.4 Signos y miagros…………………………………..……………………….36
3. Jesucristo Hijo de Dios…………………………………………………….…..38
4. Conclusión……………………………………………………………….…….39

Capítulo II: Seguimiento de Jesús en las primeras comunidades cristianas...……….40

1. Primeras comunidades cristianas………………………………………………41


2. Recuerdo del maestro………………………………………………………….44
2.1 La nueva imagen de Dios…………………………………………………..47
2.2 Divergencias doctrinales…………………………………………………...49
2.3 Denuncia social…………………………………………………………….53
2.4 Pretensión de autoridad…………………………………………………....57
3. Los discípulos creen…………………………………………………………...61
4. Conclusión…………………………………………………………………….65

Capítulo III: El seguimiento de Jesús en las primeras comunidades considero en la


realidad actual.....................................................................................................................66

1. Una Iglesia en crisis……………………………………………………………67


2. Motivos de la crisis…………………………………………………………….69

7
2.1 El desconocimiento de Jesús………………………………………………71
3. A qué Jesús recordamos hoy…………………………………………………..73
3.1 Imagen de Dios…………………………………………………………….75
3.2 Divergencias doctrinales…………………………………………………...80
3.3 Denuncia social…………………………………………………………….82
3.4 Pretensión de autoridad…………………………………………………….85
4. En quien creemos hoy………………………………………………………….88
5. Conclusión…...………………………………………………………………...91

Capítulo IV: Propuesta para recuperar el seguimiento de Jesús, como fundamento de


la vida cristiana…………………………………………………………………………...93

1. Encuentro con Jesús…………………………………………………………...96


2. Eucaristía……………………………………………………………………..105
3. Reino de Dios………………………………………………………………...110
4. Iglesia………………………………………………………………………....113
5. Conclusión……………………………………………………………………116

CONCLUSIONES PRELIMINARES………………………………………………...117

CONCLUSIÓN…...……………………………………………………………………..121

BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………………..123

8
INTRODUCCIÓN

En la actualidad el cristianismo vive una crisis profunda, donde se pensará que se ha


perdido el horizonte del mensaje de Jesús. Dando más fuerza a lo institucional, que al
proceso de la vivencia cristiana que nos hace seguidores de Jesús.

Olvidando el principio del cristianismo y el mensaje de Jesús, que ha sido una Buena
Nueva para todas/as aquellos/as que aún no logran encontrar en su vida el sentido a la
existencia. Por eso, Jesús en su propuesta señala un sendero de seguimiento de Dios
“Construir el Reino de Dios” y él mismo se pone como ejemplo de camino, de verdad,
siendo coherente en su decir y actuar, donando su Vida para dar Vida a la humanidad. Jesús
comprende que solo desde su vida que son Palabras y Acciones la humanidad comprenderá
el sentido profundo de su existencia.

El mensaje lo acogen algunas gentes de Israel, cansadas de los legalismo y las normas
que les roban la vida para dejarlos secos, con una sed insaciable de plenitud, una sed de
Dios. Con el paso de los años, el cristianismo fundado desde el misterio pascual de Jesús,
es un intento por beber del Agua Viva como Él se la regala a la samaritana en el pozo de
Jacob (Jn 4, 10 - 14). Es un intento de vivir como Jesús vivió, humanizándose y enseñando
a otros a humanizarse.

En su cimentación a través de los siglos, el cristianismo asume normas al


institucionalizarse, esto se evidencia más ampliamente en el siglo IV con Constantino y su
declaración del cristianismo como la religión del Estado. Hay un paso por las aguas
turbulentas del diálogo entre el Estado y la religión, se entretejen puentes donde ambas
instituciones ceden.

El Estado termina legitimando la religión y ésta como agradecimiento asume una


postura legal, que favorecía el ejercicio del derecho romano. El cristianismo recuerda sus
raíces judías y vuelve a ellas para no desentonar con esta nueva realidad, en muchos
aspectos deja de lado el relato evangélico y vuelve con vehemencia sobre el pentateuco

9
para construir su forma de estar en el mundo. Ejemplo de esto son los Padres de la Iglesia
que en su intento de explicar y encauzar la fe, terminan adornando demasiado a Jesús, Hijo
de Dios encarnado, en una mujer pobre, que nace en un pesebre, para mostrarnos que el
camino de relación con Dios no es la majestuosidad sino la sencillez del amor.

En el trascurrir de la cristiandad y en la relectura de nuestra vivencia, después de XXI


siglos cuando Dios se sigue presentando como caminante en el entorno; y al observar
detalladamente constatamos cómo se han dogmatizado nuestras vidas y reglamentamos
nuestras acciones, a tal punto que olvidamos la humanidad y la humanización como misión
principal de la ἐκκλησία, para recitar oraciones de memoria y sin el sentido profundo que
estas nos revelan. Señalamos modos de actuar que nos homogenizan a todas/os con la
convicción que esto agrada a Dios, que esto es lo único que nos salvará.

El cristianismo en sus orígenes es una opción personal, una opción por la vida y la
vida en abundancia (Jn 10, 10), una opción por la propia salvación y por la de los que están
a nuestro alrededor, es un encuentro personal con el Jesús histórico que nos encamina y
camina a nuestro lado mostrándonos el sendero al Reino de Dios. Es una forma de vida
profunda, interior que sacia la limitación humana (pecado) y nos transforma, por eso el
actuar bondadoso ya no este mediado por la ley, sino por las profunda seducción de Jesús
que es ejemplo de Amor para la humanidad, el motor del actuar viene mediado por la
Pasión de Jesús, el humanizar la humanidad.

Desde la realidad descrita a anteriormente, la investigación sitúa el eje problémico en


el desconocimiento de la persona de Jesús y da la respuesta a la pregunta ¿Qué elementos
teológicos del seguimiento de Jesús son el núcleo dinamizador y fundamento de la vida
cristiana en nuestra realidad actual?

La investigación tiene como finalidad hacer un breve recorrido histórico


fundamentado en la persona de Jesús. Señala tres momentos puntuales: el primero, su
recorrido histórico en el mundo culminando con el misterio pascual; el segundo, las
comunidades primigenias y su forma de encarnar el mensaje de Jesús y el último, la iglesia
en el momento actual comparada con las comunidades primigenias, para desembocar en

10
una propuesta que lleve a releer nuestro actuar cristiano en la actualidad para vivenciar un
cristianismo encarnado en la cotidianidad de la vida.

El punto de partida de la investigación es el volver a las fuentes del cristianismo,


donde a través de los cuatro capítulos iremos tejiendo la propuesta de Jesús para llegar a
concretar en acciones puntuales cómo ser cristianos en la realidad actual.

En el primer capítulo se plantea, el paso del Jesús histórico al Cristo de la fe; en el


segundo se describe, el seguimiento de Jesús en los primeros cristianos; el tercero es una
comparación, entre el seguimiento de las comunidades primigenias; y el seguimiento en la
actualidad para desembocar en una propuesta de volver a las fuentes, desde cuatro
elementos teológico: el encuentro con Jesús, la Eucaristía, el Reino de Dios y la Iglesia. La
finalidad es llevarnos a tomar conciencia de que significa ser cristianos en la actualidad.

Por ello, se empleó el Método Hermenéutico de la sospecha desarrollado por


Elisabeth Schussler Fiorenza. El cual consiste en un modo nuevo de leer el texto, creyendo
que se encontrará detalles que no son explícitos a simple vista. Sospechando que la
interpretación del texto puede cambiar y este cambio puede cambiar la realidad.

Este método desarrollado desde la teología está orientado a explicar qué es lo se


interpreta y cómo se interpreta. Elisabeth Schussler Fiorenza “pretende realizar una
exploración teórica de las condiciones hermenéuticas y de las posibilidades
epistemológicas necesarias para una práctica”1

Este método está orientado a deconstruir las interpretaciones tradicionales, enfatizado


la relectura de textos bíblicos donde se puede pensar y formular un discurso nuevo a partir
de esta relectura, en el cual, las estructuras de dominación desaparezcan y podamos
encontrar en el trasfondo un imagen de Jesús que se asemeje a Él y no a la construcción que
se ha hecho a través de los siglos. Para enfocar una propuesta de seguimiento de Jesús
desde el encuentro personal con Él y no desde las normas y leyes que el sistema tradicional
ha impuesto.

1
VELEZ, Consuelo, Teología de la mujer, feminismo y género, 548.

11
Al final de la investigación se quiere plantear un camino de espiral, donde se dé la
apertura de ensanchar el cristianismo, he ir avanzado en la construcción de este, pero
teniendo como referente la experiencia de Jesús, sin olvidar el sendero recorrido en los XXI
siglos de historia, para así retomar la misión principal de Jesús, el humanizar la humanidad.

12
OBJETIVOS

Objetivo General

Identificar el núcleo dinamizador y los fundamentos de la vida cristiana desde los


aportes de los autores, con el fin de plantear una propuesta desde el seguimiento de Jesús
a ejemplo de las comunidades primigenias.

Objetivos Específicos

1. Reconstruir el perfil de la persona de Jesús desde su vivencia histórica y desde el


Cristo de la fe según los autores.
2. Plantear los elementos del seguimiento de Jesús en las primeras comunidades.
3. Comparar los elementos del seguimiento de Jesús en las comunidades primigenias,
con el seguimiento en la actualidad.
4. Presentar una propuesta de cómo recuperar el seguimiento de Jesús en nuestra
realidad actual.

13
Capítulo I

Del Cristo de la fe al Jesús Histórico

Los evangelistas narran la historia de Jesús como «el


acontecimiento central de la historia del mundo». En
adelante, el pasado y el futuro están ligados a este fragmento
de historia en el que se nos da a conocer el rostro de Dios
encarnado en Jesús.2

En este capítulo se reconstruirá un breve perfil de Jesús, a partir de los autores


Manuel Fraijó y José Antonio Pagola, el cual comprenderá dos momentos. Primero,
partiremos del Cristo de la fe, teniendo en cuenta que la reconstrucción histórica de Jesús
tiene como base el evento de la resurrección. Este encuentro con el Resucitado marca una
nueva etapa en el seguimiento de los discípulos y hace que se pregunten quién era Jesús
antes de la muerte.

En un segundo momento, señalaremos algunos elementos de la persona de Jesús,


para dejar lo más auténtico que se relata de Él en las fuentes neotestamentarias. Con tal fin,
se partirá del texto bíblico más antiguo, el de la pasión, según lo han señalado algunos
exegetas.3 Luego se abordarán otros textos claves como son: el bautismo que fue un hecho
muy relevante en la vida del Jesús histórico y en el anuncio del Cristo de la fe; el sermón de
la montaña en Mateo, o sermón en la llanura en Lucas, las parábolas, los signos y milagros.

Por último señalaremos una breve síntesis de los dos planteamientos anteriores,
afirmando el desde el himno Cristológico Filipenses 2, 6-11, la divinidad de Jesús, como
centro de la fe cristiana.

2
PAGOLA, José Antonio, Jesús, aproximación histórica, 460.
3
BROWN, SS, Raymond E. FITZMYER, SJ, Joseph A. MURPHY, O. CARM, Roland E. Comentario Bíblico «San
Jerónimo». Tomo III. 61.

14
Para el desarrollo de esta investigación se utilizará el método hermenéutico de la
sospecha, el cual ayudará, entre otros, en la concreción del primer objetivo de este proyecto
que es desentrañar lo propio de Jesús, es decir, diferenciar, cuanto más sea posible, al Jesús
histórico y del Cristo de la fe, ya que en la literatura del Nuevo Testamento aparecen en
conjunto.

Con este planteamiento se pretende avanzar en el conocimiento e iluminar el


seguimiento de Jesús hoy. Seguir a Jesús implica, de un lado, el conocimiento de su
testimonio histórico, y del otro, el encuentro personal con el Resucitado.

1. El Cristo de la Fe

Al abordar el estudio del Cristo de la fe, por un lado, parece que se camina sobre un
hielo frágil a punto de romperse y por otro, se sabe que para los cristianos de hoy es el
Cristo de la fe a quien con más seguridad afirmamos. Estos veintiún siglos de historia han
sido un camino al lado del Cristo de la fe, que ha marcado un considerable distanciamiento
del Jesús histórico.

Como punto de partida de la fe en Jesús, se puede señalar la resurrección, lo que el


Padre Baena, citando a Dibelius en su libro Fenomenología de la Relevación, llama el Sitz
im Leben.4 Aquel acontecimiento que marca el final del Jesús terreno y el comienzo de una
nueva historia escrita desde Jesús mismo, que ya no camina por Galilea enseñando, sino
que es su Espíritu del resucitado que se va gestando en la vida de quienes lo aceptan.

También la resurrección es el final de la historia de la humanidad, porque desde ésta


los discípulos releen toda la historia de salvación, es ahí cuando el Jesús histórico es el
lugar de interpretación de las Escrituras.5 Esto lleva a que sus discípulos diluciden en el
rostro de Jesús al Dios Vivo del que habla la tradición.

4
Cfr. BAENA, Bustamante Sj, Gustavo, Fenomenología de la Revelación, 551.
5
Cfr. PAGOLA, José Antonio, Jesús, aproximación histórica, 460.

15
Pero a su vez, también la resurrección es un nuevo comienzo de la historia. Así como
la historia se iniciaba con el nacimiento de los emperadores y con el correspondiente conteo
de un nuevo calendario, la resurrección de Jesús es el punto de partida de una nueva era. La
cual está marcada por el hecho de que es capaz de ensanchar la mirada y actualizar la
comprensión del mundo. Esta es a su vez la misión que Jesús deja a sus seguidores, la
construcción del Reino de Dios, una forma nueva de situarse en lo cotidiano de la vida.

Los primeros cristianos, pensaban en la resurrección como el fin inminente después


de la muerte (Rm 13, 11-12). Por esta razón enmarcan la vida de Jesús desde su nacimiento
hasta su muerte, como toda la historia de la humanidad, porque en Él llega a su plenitud.
Desde Él se podía comprender la creación del mundo y el final de la historia, donde Dios se
había derramado en bondad al dar su vida a la humanidad y donde la maldad del ser
humano ya no podía acallar la misericordia de Dios que resucitaba a los justos y perdonaba
la los injustos (St 2, 13; Lc 23, 34).

Los discípulos a su vez intentaron dar respuestas a las preguntas que surgían en la
comunidad de creyentes, ¿Quién es Jesús? ¿Cuál es su verdadera relación con Dios? ¿Qué
significan sus acciones? ¿Cómo comprender su muerte en la cruz? Así comenzaron a
reconstruir un perfil de Jesús, haciendo memoria de lo que cada uno había vivido y
realizando bosquejos de aquello que habían sentido en su presencia. Al reunirse en
comunidad lo compartían y así fueron dando pasos certeros para encontrarlo vivo en medio
de ello/as. Pagola señala que en la interpretación actual tendemos a omitir el calificativo
“histórico” cuando nos referimos a la resurrección:

Identificar con frecuencia el hecho «histórico» con el hecho «real»… …por eso hay
teólogos que afirman la resurrección de Jesús como un hecho «real», pero no les parece
adecuado designarla sin más explicaciones como hecho «histórico», pues no puede ser
analizado empíricamente en su realidad total.6

Por otra parte, los Evangelios ilustran los encuentros con el resucitado, como
momentos, espacio temporales en los cuales Jesús se hacía presente entre sus discípulos,

6
Ibid., 431.

16
pero ninguno nos cuenta cómo aconteció la resurrección. Esto nos da luz para sospechar
que los relatos de las apariciones son una construcción tardía incluso en los mismos relatos
evangélicos.7 Según nos explica Pagola, son una catequesis que los discípulos de Jesús
realizaban para que los nuevos seguidores comprendieran mejor lo acontecido.8

1.1 Resurrección y Encarnación

La resurrección de Jesús no es un hecho que pueda ser aceptado fácilmente en la


mentalidad de las personas del primer siglo, los discípulos tendrían que hacer un verdadero
ejercicio teológico para dar contenido a esta realidad acontecida (Hch 17, 32). A medida
que se tejía este discurso, se empiezan a enunciar las primeras fórmulas cristológicas y se
van adhiriendo relecturas sobre la persona de Jesús.

Una de las primeras relecturas que se hacen, debió ser la de Jesús como el Hijo de
Dios9, otra muy relacionada con la primera, cuando se le denomina Palabra de Dios
Encarnada10, Para sus seguidores, como ya lo dijimos, Jesús era la imagen visible de Dios,
aunque para la tradición judía “Dios no tiene imagen visible, no se puede pintar ni esculpir,
pero si tiene voz”.11 Esta voz de Dios es la que los discípulos reconocen que actuó en
Jesús.

La voz de Dios resuena con mucha fuerza, tanto que en el Antiguo Testamento casi
no podía ser escuchada porque causaba un gran temor (Ex 19, 16), no siempre aparecía con
calidez, como una brisa suave (1 Re 19, 12) que refresca. Sin embargo, en los Evangelios se
escucha la voz de Dios explícitamente en dos momentos. Primero en el Bautismo «Tú eres
mi Hijo; en ti me complazco» (Lc 3, 22) y luego en la transfiguración «Este es mi Hijo, mi
Elegido; escuchadle» (Mt 17, 5). Quienes intentan formular la fe en el Resucitado, van
ensanchando su mirada y poco a poco descubren que el Jesús que siguieron, no sólo era un

7
Cfr. Op. Ibid., 553.
8
Cfr. Ibid., 437.
9
Cfr. Ibid., 482.
10
Cfr. Ibid., 481.
11
Cfr. Ibid., 482.

17
hombre más con deseos nacionalistas de renovación, sino que era la Palabra Encarnada de
Dios, Su Hijo.

En el Evangelio de Lucas encontramos la primera forma de expresar la Encarnación


de Jesús como Hijo de Dios. Se debe aclarar que este relato pertenece a lo que Pagola llama
un relato «real», aunque tenemos que reconocer que su historicidad no puede ser afirmada.
A su vez en el Evangelio de Juan, su prólogo apunta no a una lectura histórica sino a una
comprensión teológica:

En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella
estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto
existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las
tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. (Jn 1, 1-5)

En Juan, se puede entender a Jesús como «Protología» de la historia humana, es


“Comienzo, creación y es «escatología» o reconciliación final”.12 Es principio y fin de la
historia, ya no se tiene que caminar a ciegas sin saber cuál es el norte de la vida, los
discípulos logran dar en Jesús el sentido a la existencia humana. Es en el primogénito de la
humanidad donde se tienen que enraizar todas las esperanzas. Este hombre que actuó en sus
vidas es la revelación categorial de Dios, que sigue escuchado las súplicas del pueblo y baja
para aliviar el dolor causado por la esclavitud (Ex 3, 7-8).

Cuando se logra dilucidar la fe en Jesús desde estas afirmaciones, se puede


comprender la Dynamis que llevaban dentro sus seguidores para afirmar que el hombre que
había sido muerto en la cruz estaba vivo y habitaba en medio de todos los que confesaran
su nombre.

Es tal la fuerza de la resurrección en los que se encuentran con Jesús el Cristo, que
con el paso de los años, se afirma una resurrección integral de Jesús13, esto implica que el
cuerpo de Jesús también resucitó con Él. A partir de esto se va gestando en las primeras
comunidades la creencia del sepulcro vacío, esta necesidad de afirmar la resurrección

12
FRAIJÓ, Manuel, El Cristianismo, una aproximación, 31.
13
Op. Cfr. Ibid., 552.

18
corpórea de Jesús, según Baena, “obedece a un problema, en la Iglesia Primitiva, de
resistencia a creer en el poder de un Jesús que superó, por el poder de Dios, la muerte, y
ahora está vivo y «ya no muere más» (Rm 6,9), pero con una corporeidad gloriosa y por
tanto invisible”.14

A través de la historia se ha interpretado desde este punto la historicidad de la


resurrección como un momento puntual en el que aconteció, pero sólo hasta finales del
siglo I15, es cuando estas nuevas interpretaciones aparecen en el panorama de los creyentes.
Desde lo anterior podemos afirmar que la resurrección ocurre cuando cada seguidor de
Jesús, deja que sus palabras resuenen en su interior y se da cuenta de que quien murió en la
cruz sigue vivo en sus discípulos, habita en su interior. Esto hace que arda en deseos de
comunicar al resucitado a los demás, a su comunidad. Y es justamente la comunidad la que
va reafirmando el testimonio de la resurrección.16

Esta vivencia personal se va volviendo comunitaria, y al extenderse hacia otros


grupos humanos se convierte en Kerigma¸ en anuncio del “sentido salvador de la muerte y
resurrección de Jesús”.17 Este es el centro de la predicación cristiana, que Jesús siendo justo
murió y Dios lo resucitó para con Él redimir la humanidad (1 Pe 3, 18).

A partir de aquí los seguidores de Jesús toman un nuevo aire y con la certeza del
mensaje que han encarnado, salen por diversos caminos a anunciarlo. Es lo que quiere
ilustrar Lucas en el relato del Pentecostés (Hch 2, 1-11). Ya no pueden callar lo que han
experimentado, el Resucitado ha hecho que sus vidas tengan una nueva perspectiva, les
concedió vivir en su Espíritu, y ellos, fieles y obedientes como Él lo fue hasta la muerte18,
salen por los caminos anunciando que el cambio se está gestando en lo profundo del
pueblo, que el Reino de Dios está aconteciendo desde abajo y desde dentro.

14
Ibid., 553.
15
Cfr. Ibid., 437.
16
Cfr. FRAIJÓ, Manuel, El Cristianismo, una aproximación, 32.
17
Ibid., 527.
18
Cfr. Ibid., 543.

19
Bajo esta perspectiva, el Kerigma parece algo fácil de transmitir, pero con lo primero
que se encuentran estos hombres y mujeres es con el rechazo. ¿Cómo puede alguien que ha
recibido el peor castigo, ser fuente de salvación? Esto provoca en la historia, un mar de
muertes y humillaciones a los portadores de la Buena Noticia, estas muertes
paradójicamente son las que van dando solidez a la resurrección, como afirma Fraijó
citando textualmente a Sölle:

Ha sido a partir de ahí, de la protesta y la pregunta sobre el cuerpo de Jesús y de los mártires,
como la cuestión y la esperanza de la resurrección se han extendido a la generalidad de los
que mueren, mediando, sin duda, el convencimiento de que tampoco otros muchos hombres
debieron haber desaparecido para siempre.19

En conclusión, se puede afirmar que la resurrección es el punto de partida de la fe en


Cristo, y gracias a esta fe que se va gestando en sus seguidores más cercanos, hay una
historia de casi XXI siglos de cristianismo. Otro aporte es toda la conceptualización de la fe
que durante este periodo se ha dado. Desde las primeras preguntas de sus seguidores más
cercanos hasta las de la actualidad, se ha formado una consciencia sobre la presencia viva
de Jesús en la historia. Y por último, es innegable, que el encuentro con el Resucitado sigue
siendo una experiencia objetivable y objetiva, donde la persona que lo experimenta,
ensancha la mirada y cambia su perspectiva, en últimas cambia su vida.

2. El Jesús Histórico

Al hablar de un Jesús sin adornos, no se pretende formar un Jesús a nuestra medida,


lo que más bien se pretende es, volver a la fuente, señalar aquellos aspectos que son el
núcleo dinamizador del seguimiento de Jesús.

Para los cristianos de casi todas las épocas, Jesús ha tenido una resonancia distinta,
cada imagen de Jesús marca una forma propia de relacionarse con Él. Schillebeeckx nos
realiza la siguiente síntesis:

19
FRAIJÓ, Manuel, El Cristianismo, una aproximación, 29, Idem. D. Sölle, Die Hinreise, 22.

20
En la carta a los Hebreos, Jesús ya era “sumo sacerdote celestial”, y, en la patrística, “Dios
Hecho hombre para divinizar al hombre” y darle nueva vida imperecedera; en Bizancio,
Christus Victor, Pantokrator, Sol divino y «Luz de luz»; en la Edad Media pasa a ser el que
lleva a cabo las satisfacción y nos redime, a la vez que “Jesús del Vía Crucis” y del pesebre.
Para Lutero es el que reconcilia con Dios mediante un acto totalmente libre, el que encubre
nuestra culpa y nos invita a confiar sin reservas en la justicia divina. Más tarde apareció la
mística cristológica del Verbo encarnado, típica de la espiritualidad francesa del siglo XVII,
así como el culto al «Niño Jesús» y al «Sagrado Corazón». La ilustración vio en él al
arquetipo de a moralidad humana, la base para una autentica convivencia. Para el
Romanticismo, Jesús fue el modelo de una personalidad auténticamente humana. En nuestro
siglo XX, con la emancipación de la «razón de Estado», se introdujo el culto a Cristo Rey.20

Cuando vemos la amplia gama de imágenes que la fe le ha dado a Jesús, es inevitable


que se pregunte cuál es la más encuadra con su propia vida. Si caemos en este juego la
esencia de Jesús se fragmenta y nos quedamos sólo con pedazos de Él, como si fuera un
rompecabezas. En consecuencia, reconstruir un perfil desde lo propiamente histórico,
pretende iluminar la construcción de una imagen integral de Jesús.

2.1 La pasión y muerte de Jesús

La pasión de Jesús es sin lugar dudas el texto más antiguo escrito en el relato
evangélico de Marcos21 y en lo que denomina el Padre Baena el Evangelio de Pablo.22 La
exégesis bíblica ha determinado que el texto más antiguo del cristianismo es la carta a los
Tesalonicenses. Esta carta es la primera descripción de la pasión. El Kerigma anunciado
por Pablo es el primer Evangelio. En su anuncio al pueblo de Tesalónica23, Pablo hace
referencia a la palabra Evangelio no como algo escrito (los Evangelios), sino que Evangelio
es el mismo Kerigma.24 También sabemos que el primer Evangelio escrito es Marcos junto

20
SCHILLEBEECKX, E., Jesús. Historia de un viviente, 55.
21
Cfr. BROWN, SS, Raymond E. FITZMYER, SJ, Joseph A. MURPHY, O. CARM, Roland E. Comentario Bíblico
«San Jerónimo». Tomo III. 61.
22
Cfr. BAENA, Bustamante Sj, Gustavo, Fenomenología de la Revelación, 615.
23
Cfr. Ibid., 619.
24
Kerigma: Sustantivo derivado del verbo Keryssein; en el griego clásico indica una noticia de carácter
público y generalmente vinculante, traída por un heraldo; en el Nuevo Testamento designa más bien el
anuncio del Evangelio hecho a los judíos y a los paganos, la proclamación de la buena noticia de la salvación
por obra de Cristo, Señor, muerto y resucitado. Diccionario Teológico Enciclopédico. 552.

21
con la llamada fuente Q.25 Marcos, por su parte, está dirigido a la comunidad de gentiles
romanos.

Gracias a los datos que proporcionan las fuentes arriba mencionadas, se puede
concluir que la primera redacción de la pasión de Jesucristo está entre el año 50 y 70 de
nuestra era. Es importante señalar la distancia entre el acontecimiento en sí y su redacción,
porque como ya lo dijimos anteriormente, lo que se narra en la reconstrucción de los hechos
está impregnado del testimonio de quienes transmitían oralmente el Kerigma.

En la pasión se relatan las últimas horas de vida de Jesús de Nazaret, desde la oración
en el huerto de los olivos, hasta su muerte en la cruz. Esto es sin lugar a dudas lo más
histórico que poseemos de Jesús. Probablemente es lo primero que reconstruyen sus
discípulos una vez que se reúnen después de los acontecimientos sufridos por Jesús y
considerando el hecho real de la ausencia de su Maestro.

Gnilka, en su libro Jesús de Nazaret26, hace un recorrido detallado de la pasión,


tratando de clarificar cuáles son los aspectos re-construibles y cuáles son las
interpretaciones de la comunidad a la luz del Antiguo Testamento, por su parte Pagola, en
su libro Jesús27, narra los hechos con la intencionalidad de dar claridad a lo que para el
lector actual resulta oscuro en los textos. Ambos autores hacen una recopilación de los
cuatro Evangelios y de San Pablo para proyectar una verdad más holística sobre la pasión.

Como se puede leer en los Evangelios la pasión de Jesús es un proceso que comienza
con la cena que Él celebra con sus discípulos, prosigue cuando Jesús busca la soledad y va
a orar al monte de los Olivos (Mc 14, 26) donde luego es prendido, llevado ante las
autoridades de la época, juzgado, condenado y finalmente termina con su muerte en la cruz.

25
Texto el cual es punto de partida de los otros Evangelios. Op. Ibid., 525.
26
Cfr. GNILKA, Joachim. Jesús de Nazaret: mensaje e historia. Capitulo XI.
27
Cfr. PAGOLA, José Antonio, Jesús, aproximación histórica, Capitulo 13.

22
2.1.1 Oración en el Huerto

En Gnilka, la detención está enmarcada por la oración de Jesús en el Huerto, un


momento intenso como lo describen los Evangelios. Él está sólo pero sus discípulos están
cerca. No se puede determinar con exactitud qué pasó en la oración, sólo se puede tomar
como testimonio que Jesús está muy agitado. Pagola hace un recuento desde los relatos:

Los textos tratan de sugerir su abatimiento con diversos términos y expresiones. Marcos
habla de tristeza»: Jesús está profundamente triste, con una tristeza mortal; nada puede poner
alegría en su corazón; una queja se le escapa: «Mi alma está muy triste, hasta la muerte». Se
habla también de «angustia»: Jesús se ve desamparado y abatido; un pensamiento se ha
apoderado de él: va a morir. Juan habla de «turbación»: Jesús está desconcertado, roto
interiormente. Lucas subraya la «ansiedad»: lo que experimenta Jesús no es inquietud ni
preocupación; es horror ante lo que le espera. La carta a los Hebreos dice que Jesús lloraba: al
orar le saltaban las «lágrimas».28

La oración en el huerto es un punto determinante en la pasión, es cuando Jesús toma


conciencia absoluta del final que le espera, está a las puertas de la muerte cuando su única
actuación fue el anuncio de Reino de Dios. Para Él es difícil entender cómo hacer el bien a
los demás y denunciar la injusticia pueda ser tan problemático para el pueblo elegido por
Dios. Pagola y Gnilka, coinciden en que no hay modo de acceder a la oración que Jesús
pronuncia aquella noche, pero desde la actuaciones de Jesús podemos entrever que aunque
pide por su vida, no está dispuesto a aferrase a ella, sino que en una actitud de obediencia
profunda (Hb 5, 7-9) quiere realizar la voluntad del Padre.29

Cuando se intenta esclarecer el prendimiento de Jesús, aparecen varias cuestiones: la


primera, el motivo por el cual se lo detiene, en un segundo lugar, la actuación de Judas
Iscariote en la detención y por último, quién da la orden para prenderlo.

28
Ibid., 413.
29
Cfr. BAENA, Bustamante Sj, Gustavo, Fenomenología de la Revelación, 531.

23
2.1.2 Detención

Los autores están de acuerdo en afirmar que la detención de Jesús se da por un hecho
particular, la expulsión de los mercaderes del templo (Mc 11, 15-19); este hecho es grave,
porque como señala Pagola “quien amenaza el sistema del templo está tratando de imponer
algún nuevo poder”30; si a esto le sumamos las actuaciones anteriores, las denuncias
constantes, su carácter itinerante, la predilección a favor de los empobrecidos y su acogida
entre la gentes de Israel, no es difícil imaginar que Jesús represente un amenaza, política y
económica para el sistema circundante.

En Jerusalén hay dos tipos de autoridades, la religiosa y la política; la primera está


representada por el Sanedrín y la segunda por el Prefecto Romano. El pueblo se movía en
estas dos esferas. Pagola nos hace una amplia descripción de esos dos poderes y su
complicidad a la hora de gobernar31: entre Pilato el Prefecto Romano y Caifás el Sumo
Sacerdote hay acuerdos para mantenerse en el poder y obtener ganancias del pueblo. Para
ellos es de vital importancia mantener la Pax Romana, por encima de cualquier
circunstancia, esto garantizará que el César los prolongue en sus administraciones.

Cuando Jesús es el autor de la revuelta en el templo; se alertan los dirigentes, porque


este hombre puede encabezar un movimiento de rebelión durante la celebración de la
Pascua. Él podría afectar el orden político, religioso y económico del pueblo. Jesús había
hablado contra el templo y sobre cómo el sistema político y religioso había vuelto el lugar
de adoración a Dios en una cueva de bandidos (Mc 11, 17), pero lo económico también se
vería afectado dadas las relaciones que existían entre quienes manejaban el mercado del
templo y el sumo sacerdote. Según Pagola, podemos entresacar del relato, que Jesús muere
porque sus acciones hacen tambalear el sistema de gobierno de Israel. Este es un asunto que
incumbe a los dos poderes, al Sanedrín y al Prefecto Romano.

No sabemos con exactitud si Jesús pudo terminar su oración aquella noche, los
Evangelios evidencian que sí, lo que sí es seguro es que en aquel lugar Él fue detenido.

30
Op. Ibid., 398.
31
Ampliar en Ibid., 395.

24
Tanto Pagola como Gnilka afirman que la orden de detención es dictada por el Sumo
Sacerdote Caifás y los que lo detienen son su guardia personal32, de lo contrario hubiera
sido conducido inmediatamente ante el Prefecto Romano, quien se encontraba en Jerusalén
por motivo de la celebración de la Pascua.

Gnilka, muestra que el grupo estaba armado, esto asegura que ellos consideraban que
Jesús era peligroso. En ambos autores se muestra que la escena del criado del Sumo
Sacerdote a quien se le corta la oreja es una escena construida por los evangelistas para
resaltar la ironía con que fue apresado Jesús.33

En este proceso, se señala la participación de Judas como determinante en la


detención. Las fuentes confirman que es un dato histórico, pero los autores afirman que el
beso descrito en los Evangelios es introducido en el relato con un profundo sentido
teológico, debido a que este acentuaría la infamia de su actuación.34

2.1.3 Ante los Judíos

Después del arresto, Jesús es conducido a casa de Caifás el Sumo Sacerdote de


Jerusalén; las investigaciones recientes aseguran que es un pequeño grupo del Sanedrín el
que interroga a Jesús35; la ambigüedad de lo acontecido nos lleva a pensar que ya desde
antes el Sumo Sacerdote con sus más cercanos habían decidido el destino de Jesús 36 y el
interrogatorio es sólo para reunir evidencia que se presentará ante Pilato al amanecer del
siguiente día37, esto debido a que el Sanedrín no tenía autoridad Ius gladii38.

32
Cfr. GNILKA, Joachim. Jesús de Nazaret: mensaje e historia. 357; PAGOLA, José Antonio, Jesús,
aproximación histórica, 386.
33
Cfr. GNILKA, Joachim. Jesús de Nazaret: mensaje e historia. 357.
34
Cfr. PAGOLA, José Antonio, Jesús, aproximación histórica, 386.
35
Cfr.Op. Ibid., 363.
36
Op. Cfr. Ibid., 390
37
Op. Cfr. Ibid., 363.
38
Ius Gladii: Derecho de espada. Término jurídico del Derecho Romano referido a la potestad de sentenciar
a muerte, que en las provincias autóctonas normalmente quedaba reservada a la autoridad romana.
BUSTAMANTE Bustamante, Noé, Locuciones latinas en materia jurídica, Pág. 219.

25
En el interrogatorio descrito ante las autoridades judías, aparecen tres títulos que le
son dados a Jesús: «Mesías», «Hijo de Dios» e «Hijo del Hombre», los cuales corresponden
a títulos cristológicos39 que son construidos por la comunidad primigenia, y que están
puestos en el texto como una relectura de los acontecimientos con una intencionalidad
teológica. A las autoridades judías no les interesaba condenar a Jesús ni por sus títulos, ni
por sus milagros o buenas acciones, ni a causa de su grupo de seguidores. A ellos les
preocupaba la inestabilidad que aquel hombre podía causar al sistema político y
económico.40

2.1.4 Ante los Romanos

Al siguiente día al clarear, Jesús es conducido ante Pilato, la máxima autoridad


Romana en Judea. Él debía asegurar el orden imponiendo la Pax Romana, esto le daba el
derecho a ajusticiar a cualquiera que intentara sabotearla y con mayor razón durante las
fiestas; debido a la gran afluencia de extranjeros, cualquiera podía causar una revuelta en el
pueblo.

Los autores coinciden en que el juicio de Jesús ante Pilato procede de acuerdo al
esquema romano, él escucha las acusaciones que hacen en contra de Jesús, procede al
interrogatorio para formarse su propia idea.41 No se puede concretar en qué consiste el
interrogatorio, ni saber las preguntas que Pilato formula a Jesús, pero conocemos el proceso
que se fue desarrollando y la sentencia a la cual llega. Como lo describe Pagola citando a
Flavio Josefo en su obra Antigüedades de los judíos “Cuando Pilato, a causa de una
acusación hecha por los hombres principales de entre nosotros, lo condenó a la cruz”.42

Jesús es condenado a la cruz por el Procurador Romano Poncio Pilato, a petición del
Sumo sacerdote y los principales dirigentes de Israel. Los Evangelios tienen una marcada

39
Op. Cfr. Ibid., 391.
40
Cfr. Ibid., 391.
41
Op. Cfr. Ibid., 366 - 367.
42
Ibid., 396.

26
tendencia a poner el acento de la condena en los dirigentes judíos y disculpar un poco a
Pilato, pero este dato según los historiadores también es teológico, porque la sentencia de
muerte es dictada por los Romanos y auspiciada por las acusaciones de los principales de
Jerusalén, la responsabilidad es de ambas autoridades.43 La tendencia a disculpar a Pilato
surge seguramente del tiempo en que son redactados los Evangelios, debido a que a los
cristianos, en los años 60 – 70, no les convenía aparecer como seguidores de un condenado
a la cruz por el Imperio Romano.44

El delito que se le atribuye a Jesús, es el de declararse Rey de los Judíos (Mc 15,26).
Es un título peligroso en el pueblo israelita, dado que estaban dominados por el Imperio
Romano, este es seguramente el peligro que ve Pilato. Un hombre que en plena Pascua se
quiere autoproclamar Rey puede ocasionar muchos problemas, su presencia es peligrosa45,
la predicación de Jesús a favor de la justicia con los más empobrecidos y su insistencia en
instaurar el Reino de Dios son razones suficientes para justificar su ejecución.

Algunos autores ven la ejecución de Jesús como un escarmiento para quienes intenten
sabotear el orden en la fiesta de la Pascua y propiciar un posible levantamiento ante
Roma46; y desde ahí lo empezarán a relacionar con el siervo sufriente descrito por Isaías o
en los salmos 2 y 2247, pero no podemos perder del horizonte que las reales causas de la
sentencia son políticas.

La relación de la muerte de Jesús con el Antiguo Testamento pertenece propiamente a


la época de las primeras comunidades cristianas, cuando reconstruyendo el perfil de Jesús:
las primeras comunidades dan un fuerte sentido teológico a lo vivido por Él y enmarcan su
actuación en la tradición de la que son hijos. En la sistematización de la vida, muerte y
resurrección de Jesús los cristianos han tomado como base las escrituras judías y se les dio

43
Op. Cfr. Ibid., 396.
44
Cfr. GNILKA, Joachim. Jesús de Nazaret: mensaje e historia. 367; PAGOLA, José Antonio, Jesús,
aproximación histórica, 385.
45
Cfr. GNILKA, Joachim. Jesús de Nazaret: mensaje e historia. 371; PAGOLA, José Antonio, Jesús,
aproximación histórica, 398.
46
Cfr. PAGOLA, José Antonio, Jesús, aproximación histórica, 399.
47
Cfr. Ibid., 398.

27
el nombre de Antiguo Testamento: este a su vez es punto de partida para la interpretación
del Nuevo Testamento. El cardenal Joseph Ratzinger así lo describe:

Al llamarlas "Antiguo Testamento", la Iglesia cristiana no ha querido en modo alguno sugerir


que las Escrituras del pueblo judío hubieran caducado y ahora se pudiera prescindir de ellas.
Siempre ha afirmado lo contrario: Antiguo y Nuevo Testamento son inseparables. Su primera
relación es precisamente ésta. Cuando, a principios del siglo II, Marción quiso rechazar el
Antiguo Testamento, chocó con una completa oposición por parte de la Iglesia post-
apostólica. Por otro lado, su rechazo del Antiguo Testamento conducía a Marción a rechazar
gran parte del Nuevo: no retuvo más que el Evangelio de Lucas y una parte de las Cartas de
Pablo, lo que muestra claramente que su posición era insostenible. Es a la luz del Antiguo
Testamento que el Nuevo comprende la vida, la muerte y la glorificación de Jesús (cf. 1 Cor
15,3-4).

Pero la relación es recíproca: por una parte, el Nuevo Testamento reclama ser leído a la luz
del Antiguo, pero también invita, por otra parte, a "releer" el Antiguo a la luz de Cristo Jesús
(cf. Lc 24,45). ¿Cómo se hace esta "relectura"? Se extiende a "todas las Escrituras" (Lc
24,27), a "todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, los Profetas y los Salmos" (v. 44),
pero el Nuevo Testamento no nos presenta más que un número reducido de ejemplos, sin
elaborar la teoría de un método.48

2.1.5 Crucifixión

Una vez condenado a muerte, empieza el proceso de la crucifixión. Lo primero que se


hace es escribir en una tabla el motivo por el cual es sentenciado Jesús: Rey de los Judíos49,
en tres idiomas para qué los peregrinos lo entiendan en Latín, Hebreo y Griego. Luego
comienza el ritual de azotes atado a una columna y la burla de los soldados. La flagelación
es un castigo que sólo se infringía a los peregrinos, a los que no poseían ciudadanía
Romana, de acuerdo a las investigaciones este relato es considerado por Pagola como
«histórico».50

Terminado el rito de azotes, los condenados son dirigidos al Gólgota o lugar de la


calavera, donde están colocados los travesaños verticales (stipes) de las cruces, mientras

48
RATZINGER, Joseph, El Pueblo Judío y sus Escrituras Sagradas en la Biblia Cristiana, 39-40.
49
Cfr. GNILKA, Joachim. Jesús de Nazaret: mensaje e historia. 371.
50
Cfr. PAGOLA, José Antonio, Jesús, aproximación histórica, 405.

28
que los condenados debes cargar los horizontales (patibulum). El Evangelio de Marcos
ilustra cómo Simón de Cirene51 es obligado a cargar por Jesús el patibulum hasta el
Gólgota.

Una vez en el lugar, los soldados comienzan con la crucifixión, lo relatado por los
Evangelios, en especial el de Marcos, es consistente con lo que los historiadores describen
del proceso, Gnilka lo relata de manera precisa:

Pero recordemos cómo se realizaba esta tortura. Con los brazos extendidos y sujetos —atados
o clavados - patibulum, el crucificado era alzado, ajustándose el patibulum al madero
longitudinal de la cruz, implantado ya en el lugar, y con el que se unía en forma de crux
commissa (forma de T) o crux immissa (forma de +). En el caso de Jesús crucificado,
podemos suponer que él fue clavado por los brazos a la cruz, y probablemente sus pies fueron
clavados también a ella. Jn 20, 25 y Lc 24, 39 nos lo indican. Los clavos penetraron más bien
por las muñecas que por las palmas de las manos. Y, así, la crucifixión era una muerte
sangrienta. Para que el cuerpo no se desprendiera, desgarrado, de la cruz, se colocaba en el
palo vertical una especie de asiento (sedile). Las cruces, por lo general, apenas eran más altas
que una persona, de tal manera que el crucificado tenía que tener las piernas encogidas. A los
crucificados se los despojaba de todos sus vestidos; colgaban desnudos de la cruz.52

Las fuentes revelan que Jesús es crucificado junto con dos malhechores, el hecho,
aunque para la mayoría de los investigadores es histórico, remarca la centralidad en Jesús, y
el diálogo con aquellos obedece al sentido «real» del relato. Probablemente la
intencionalidad de esta descripción es mostrar la atrocidad que se cometió con Jesús, un
inocente condenado al peor castigo entre malhechores.53

La ausencia de los discípulos o seguidores de Jesús al momento de la crucifixión, es


un hecho que los historiadores han discutido arduamente, lo más probable es que Jesús
estuviera sólo en la cruz, ya que aunque estaba cerca del pueblo para que fueran visto por
las gentes que pasaba por ahí, no se permitía una cercanía a los que acompañaban al

51
Simón de Cirene, procese del Norte de África, no se sabe con exactitud si es un peregrino o está radicado
en Jerusalén, sólo que es obligado a cargar el patibulum, porque Jesús no podía cargarlo, también hacen
referencia a que es el padre de Alejandro y Rufo, seguramente ellos en el momento de la escritura de los
Evangelios son personas reconocidas entre la comunidad de creyentes. Cfr. GNILKA, Joachim. Jesús de
Nazaret: mensaje e historia. 377.
52
GNILKA, Joachim. Jesús de Nazaret: mensaje e historia. 379.
53
Cfr. PAGOLA, José Antonio, Jesús, aproximación histórica, 410.

29
condenado. El relato del Evangelio de Marcos menciona que “había también unas mujeres
mirando desde lejos, entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y
de Joset, y Salomé” (Mc 15,40), pero se cree que la distancia era prudencial; desde esto
deducimos que cuando en el Evangelio de Juan se describe a María la Madre de Jesús y al
discípulo amado junto a la cruz, se puede ver claro el sentido teológico del relato, mas no
un sentido histórico.54

Al no estar cerca de la cruz, lo que sucede y lo que puede decir Jesús es un misterio,
por eso cuando los evangelistas describen los hechos traen a colación los textos de los
salmos 2, 22 y del Siervo sufriente de Isaías; de esta manera la tradición cristiana actualiza
desde Jesús la tradición Judía, presentando a Jesús como aquel que ya había sido anunciado
por los profetas. Es el evangelista Mateo quien hace estas precisiones, ya que escribe para
una comunidad judía.

Después de la larga agonía Jesús muere, lo que la tradición de los primeros cristianos
recuerda es el grito que al final Jesús eleva al cielo.55 Las investigaciones señalan que los
crucificados morían dando un fuerte grito en un estado de asfixia. En correspondencia con
lo anterior, los cuatro los relatos Evangelios hablan de las últimas palabras de Jesús y
podemos comprender que obedece al sentido «real» del relato, dado que no había
seguidores de Jesús cerca a la cruz.

2.1.6 Sepultura

La tradición relata que una vez Jesús muere, es bajado de la cruz para la sepultura, un
hecho que se le atribuye a José de Arimatea (Mc 15, 42 - 47); aquí entran en discusión las
dos tradiciones, la judía y la romana; para los romanos, los cuerpos de los condenados a la
cruz debían quedar ahí hasta que se pudrieran y fueran devorados por las aves de rapiña y
los perros y finalmente ser arrojados a las aguas de un rio, para así completar la deshonra.

54
Cfr. Ibid., 410.
55
Cfr. Ibid., 418.

30
Mientras que para los judíos se debía enterrar a sus muertos, aun los que eran condenados a
la cruz, porque para ellos:

Un ajusticiado acarrea males para el país y contaminaba su pureza cultual: «su cuerpo no
colgará de la estaca toda la noche, sino que ciertamente lo enterrarás el mismo día, pues el
colgado es maldito de Dios. No contaminaras la tierra que Yahveh, tu Dios, te da en heredad »
(Dt 21, 23).56

Por eso es plausible que el Prefecto Romano entregará el cuerpo de Jesús para ser
sepultado, ya que debía estar familiarizado con esta tradición, sin olvidar que al atardecer
comenzaba la celebración de la Pascua, la fiesta judía más importante.

Cuando la fe en el resucitado comienza a ser aceptada y difundida en el pueblo de


Israel y sus alrededores, los seguidores de Jesús ven la necesidad de ir reconstruyendo su
vivencia con Él. Comienzan a rememorar algunas de las actuaciones de Jesús en lo que la
tradición denomina su vida pública, que ellos inician en el encuentro con el Bautista. Este
es el momento en que Jesús se da conocer al pueblo.

2.2 El Bautismo de Jesús

Todo comienza en el desierto cuando Jesús acude donde Juan el Bautista, título que le
fuera colocado después de su muerte a manos de Herodes Antipas. Como muchos israelitas,
Jesús escucha el rumor de que había surgido en Jerusalén un gran profeta que siendo de
ascendencia sacerdotal, estaba predicando en el desierto un bautismo de conversión, que
pedía a quienes lo escuchaban que confesaran sus malos actos contra la ley y que se
sumergieran en las aguas del Jordán (Mc 1, 4-5) para entrar de nuevo al pueblo como lo
habían hecho sus antepasados con Josué (Jos 3) después de la experiencia del Sinaí.

56
Op. Ibid., 383.

31
Jesús fascinado por la predicación de Juan también se sumerge en las aguas y se deja
bautizar por Juan. Los evangelistas señalan este momento como un hecho magnifico, el
relato evangélico tiene diferentes afluentes, que veremos a continuación:

Mateo 3, 16 – 17 Marcos 1, 10 – 11 Lucas 3, 21 -22 Juan 1, 33 – 34


Bautizado Jesús, salió En cuanto salió del Bautizado también Y yo no le conocía pero
luego del agua; y en agua vio que los Jesús y puesto en el que me envió a
esto se abrieron los cielos se rasgaban y oración, se abrió el bautizar con agua, me
cielos y vio al Espíritu que el Espíritu, en cielo, y bajó sobre él dijo: “Aquel sobre quien
de Dios que bajaba en forma de paloma, el Espíritu Santo en veas que baja el Espíritu
forma de paloma y bajaba a él. forma corporal, y se queda sobre él, ése
venía sobre él. Y se oyó una voz que como una paloma; y es el que bautiza con
Y una voz que salía de venía de los cielos: vino una voz del Espíritu Santo.”
los cielos decía: «Este «Tú eres mi Hijo cielo: «Tú eres mi Y yo le he visto y doy
es mi Hijo amado, en amado, en ti me hijo; en ti me testimonio de que éste es
quien me complazco.» complazco.» complazco.» el Elegido de Dios.»

La pregunta que inevitablemente surge es por qué los cuatro Evangelios transmiten
este hecho con tanta magnanimidad. Es un relato que claramente pertenece al Cristo de la
Fe, por el gran contenido de epopeya, pero que señala el comienzo del Jesús Histórico, ya
que antes de este hecho nadie había identificado a Jesús el Nazareno. En este punto, señala
Pagola, es el comienzo de todo, queda en el misterio inexorable si realmente los cielos se
abrieron, resonó la voz del cielo y bajo la paloma, pero lo que tenemos como certeza es que
la vida de Jesús oriundo de Nazaret se transforma.57 No hay más detalles en el relato, sólo
podemos sospechar que si los escritores evangélicos hacen tanto énfasis en el hecho es
porque realmente la tradición que recibieron enmarcaba el acontecimiento como un cambio
profundo en la vida de aquel artesano de Nazaret. Este relato marca el comienzo de una
nueva “era”, es el punto de compresión del Jesús histórico como hombre y del Cristo de la
fe como engendrado por Dios.

57
Cfr. PAGOLA, José Antonio, Jesús, aproximación histórica, 84.

32
Es de relevante importancia que Jesús se queda con el Bautista en el desierto; la
mayoría de los bautizados volvían a sus casas, pero algunos se quedaban a ayudar a Juan,
seguramente atraídos por su mensaje de renovación; es ahí donde Jesús conoce a los
hermanos Andrés y Simón y a Felipe que luego serían contados como sus primeros
discípulos.58

Una vez apresado Juan, Jesús abandona el desierto, vuelve a Galilea, asume como
suya la misión de Juan, pero cambia la estrategia del anuncio. La sustituye por un estilo
festivo, donde las comidas son un pretexto para reunirse con la comunidad y seguramente
allí escucha de las necesidades del pueblo.59 Es claro que para Jesús la vida es lo más
importante, como para cada judío de todos los tiempos, por eso ya no vuelve a Nazaret,
abandona su oficio de artesano y en Cafarnaúm una ciudad intermedia comienza su misión.

Mateo en el capítulo cuarto citando a Isaías contextualiza a Jesús como el liberador


quien dará la luz al pueblo que habitaba entre las tinieblas. También actualiza el momento
del cumplimiento, del anuncio y el contenido a su mensaje: Desde entonces comenzó Jesús
a predicar y decir: «Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado. (Mt 4, 17). Este
cambio inusitado entre Juan el Bautista y Jesús de Nazaret señala un quiebre entre el
judaísmo y lo nuevo que se está formando, esta es la intencionalidad que cada evangelista
busca al describir la escena de forma magnífica.

Los seguidores de Jesús después describir el comienzo de su vida pública, empiezan a


reconstruir otros pasajes de la vida del nazareno, uno de los más importantes es el
denominado por Mateo el sermón del monte y por Lucas las bienaventuranzas; este es sin
duda uno de la primeros pasajes relatados en las primeras comunidades cristianas, puesto
que en ellas se perfila el sendero de los seguidores de Jesús.

58
Cfr. Ibid., 86.
59
Cfr. Ibid., 89.

33
2.3 Las Bienaventuranzas

El plan de Vida que el Bautista señalaba para sus discípulos era la conversión. El
reconocer su mal y sus transgresiones a la ley, volver a Dios, que estaba prefigurado como
una vuelta a los mandamientos y a las 613 normas prescritas para el pueblo, para que a si
Dios los acogiera con agrado.

Para Jesús un hombre Judío, eso debería haber sido muy atractivo, pero no lo fue.
Siguiendo los Evangelios, al inicio de la predicación Jesús no invita a sus seguidores a salir
a la Transjordania60 para ser bautizados, sino que conforma un grupo de seguidores, con los
cuales comparte la vida. Este primer llamado a seguirle es sin lugar a dudas un punto
neurálgico en la predicación de Jesús. Él no busca anunciar un mensaje que resuene unos
pocos días en el aire y luego de ser tan molesto por las denuncias, perezca en el olvido,
como lo explica en la parábola del sembrador con la semilla que cae en terreno pedregoso
(Mc 4, 5). Para Jesús su grupo de seguidores debe compartir con Él la vida.61 El compartir
la vida garantiza que el mensaje sea interiorizado y los transforme por dentro.

Una vez reunidos los primeros discípulos, los Evangelios nos cuentan que Jesús
comienza a realizar prodigios, curaciones y exorcismos. Cuando hablamos de sus milagros
nos movemos en las aguas turbulentas, no tenemos certeza de las curaciones y no sabemos
por qué están ligadas con el llamado a los primeros discípulos. Probablemente la
intencionalidad sea que los nuevos seguidores al leer los Evangelios puedan percibir que
Jesús no es un hombre cualquiera, que es quien puede transformar su vida y su dolor,
porque si ha podido curar enfermos, podrá aliviar todas las dolencias.

Después del relato de los primeros milagros, inmediatamente en el Evangelio de


Mateo se sitúan las Bienaventuranzas; este sin duda es el programa de vida que Jesús
dispone para sus seguidores. La manera en el que están formuladas es tan poco usual, de
acuerdo a lo vivenciado en aquella época, por lo que es casi seguro que realmente fueron
planteadas por Jesús para sus seguidores. Sube al monte, lugar de encuentro con Dios y
60
Lugar desértico donde predicaba Juan el Bautista.
61
No sabemos si esto pertenece al Cristo de la fe o al Jesús histórico con certeza pero su sabemos que el
Jesús histórico recorrió gran parte del territorio de Israel con algunos que le acompañaban.

34
propone a la multitud que lo escucha un plan que tiene como meta la felicidad. El sendero
que propone Jesús es diverso a lo que proponían los Maestros de la Ley. En el Judaísmo la
felicidad era la bendición de Dios y esta se concreta en “ser varón adulto y de buena salud,
casado con una mujer honesta y fecunda, con hijos varones y unas tierras ricas, observante
de la religión y respetado por el pueblo”.62

En su discurso Jesús no habla de la felicidad en términos de prestigio o de poder, sino


que da un vuelco en la concepción de felicidad para aquellas gentes pobres de Israel que
nada poseían, que se sentían abandonadas por Dios y que no veían una bendición
alcanzable. Este profeta itinerante, derrama sobre ellos un legado que más que una doctrina
nueva era un bálsamo que aliviaba las grietas de sus corazones rotos por la injusticia y el
poder opresor.

Los llama μακάριοι, dichosos. Para Él los que sufren, lloran, tienen hambre y sed de
justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz, los que son
perseguidos e insultados son los que gozarán del Dios vivo y de su bendición. La invitación
de Jesús no es para que busquen una felicidad externa a ellos, sino que desde lo que son y
tienen, puedan ser felices “trabajando de manera fiel y paciente por un mundo más feliz
para todos”.63 Para Jesús la felicidad no es un aditamento de la vida del ser humano, sino
una condición innegociable, que se da como resultado de una opción libre y generosa en
función de los demás.

Las Bienaventuranzas son un camino que señala en el horizonte la construcción de un


mundo renovado bajo la mirada de Jesús, son el Reino de Dios que empieza acontecer en
aquellos que se dejan seducir por las palabras nuevas de Jesús. Ellas no se agotan en el
discurso, sino que son una invitación a determinarse por Jesús y cambiar de vida, a
renunciar a lo antiguo y escribir nuevas líneas según el modelo del seguimiento de Jesús.

Este modelo de seguimiento de Jesús, además no de ser algo convencional en aquella


sociedad tiene en su raíz la Dynamis que produce su presencia entre ellos. Ésta fuerza que

62
PAGOLA, José Antonio, Camino Abierto por Jesús, 54.
63
Ibid., 56.

35
de Él emana es la que ellos describen en los signos y milagros que realiza. Las primeras
comunidades ponen un fuerte acento en este punto y van entretejiendo en el relato
evangélico diferentes curaciones y prodigios que magnifican la presencia de Jesús en medio
de ellos.

2.4 Signos y milagros

La predicación de Jesús tiene una correspondencia en su vida misma; no se queda


sólo en las palabras, sus acciones se entretejen con la predicación y esto hace que muchos
vean en aquel galileo la acción de Dios. Una de las primeras impresiones de los visitantes
es el profundo amor de los judíos a la religión, desde ahí ellos ordenan la vida. A la vida se
opone la enfermedad, concebida como maldición para el individuo de una la familia.64 Los
enfermos quedan excluidos de la sociedad, se presenta la enfermedad en una estrecha
relación con el pecado65 (Jn 9,2).

Por eso, para los enfermos del pueblo judío unos de los mayores anhelos es que Dios
tenga misericordia de ellos y los cure. Estar enfermo en aquella sociedad y época tiene un
significado diferente a lo que supone en la realidad actual la enfermedad. Quien estaba
enfermo estaba condenado al aislamiento del pueblo y por su puesto de los seres que
amaba, la persona sólo podía volver al seno de su familia cuando estuviera curada66, por
eso la enfermedad era casi una muerte para quien la padecía.

Jesús intuyendo que Dios es el dador de la vida y de vida en abundancia (Jn 10,10),
centra parte de su acción liberadora en curar al pueblo. Su acción es de nuevo diversa a la
de los Maestros de la ley, quienes ven la acción de Dios en la promesa de la vida y no en
los que eran malditos por las diversas enfermedades.67 Jesús no sólo tiene palabras para

64
Cfr. Ibid., 168.
65
Cfr. Ibid., 168.
66
Cfr. Ibid., 167.
67
Cfr. Ibid., 169.

36
aquellos que sufren a causa de su condición física o mental, también actúa restableciendo la
vida, curando la existencia rota de quienes se sienten indignos de Dios.

El poder curador de Jesús no está en la taumaturgia utilizada por muchos de la época,


tampoco en ser médico profesional y mucho menos en ritos de curación a los dioses griegos
que abundaban en Tiberíades y Séforis.68 El poder de Jesús está asociado al amar, siente el
Espíritu de Dios que lo impulsa a sanar lo roto y restablecer a quienes sienten la carga de su
enfermedad, la actividad curadora de Jesús consiste en devolver la dignidad a quienes el
sistema legal se la había robado.

Las curaciones de Jesús no son sólo en la parte física, sino que trascienden a todo lo
que la persona es69, la sanación debe ser integral, “Jesús reconstruye al enfermo desde la
raíz… …lo arranca del aislamiento y la desesperanza, lo libera del pecado, lo devuelve al
seno del pueblo de Dios y le abre un futuro de vida más digno y saludable”70, su curaciones
son un signo de misericordia y amor, esta es la nueva forma de entender a Dios.71

Los milagros no son el trabajo de Jesús como judío. Él no exige retribución alguna,
con sus acciones sólo quiere mostrar el rostro misericordioso de Dios que acoge el dolor y
rechazo de las gentes de Israel, no sólo es un sanador del cuerpo sino que restablece todo el
ser de las personas. Por eso las acciones de Jesús son un modelo para sus seguidores, sólo
quien sea capaz de sanar y acompañar a sus prójimos en todos los momentos de la vida y
especialmente en las vicisitudes, puede ser un seguidor de Jesús.

Después de afirmar estas dos realidades de Jesús, su presencia histórica en el mundo


y la imagen que los discípulos van teniendo de Él después de la Resurrección pareciera que
estamos hablando de dos personas diferentes, el próximo apartado nos iluminará un poco en
este aspecto.

68
Cfr. Ibid., 170.
69
Cfr. Ibid., 176.
70
Ibid., 177.
71
Cfr. Ibid., 184.

37
3. Jesucristo Hijo de Dios

Después de la Pascua los seguidores de Jesús quedan en un estado de frustración; este


a su vez es un periodo momentáneo que va cambiando. Después de la resurrección ellos
comienzan un camino de consolidación de su experiencia de fe: de ahí surgen diferentes
expresiones que van ayudando a los seguidores de Jesús a entender los acontecimientos
vividos por Él. Una de estas expresiones surge en el himno prepaulino72 de Filipenses:

Cristo, a pesar de su condición divina,


no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,


se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo


y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. (Flp 2, 6-11)

Al leer con detenimiento el himno se ve el puente que se teje entre la humanidad de


Jesús y su divinidad. Él siendo de origen divino, se despoja, renuncia a su condición para
tomar el papel de un esclavo, se humilla y obedece incluso hasta la muerte en la cruz.
Después de la experiencia de Resurrección los seguidores de Jesús tiene claridad que este
hombre es Dios mismo Encarnado, por eso su nombre es el Nombre de Dios, el Adonay,
que equivalía en la liturgia judía a Yahveh.73

72
Cfr. BECKER, J., Pablo, el apóstol de los paganos, 383.
73
Cfr. Ibid., 384.

38
Esta afirmación de la encarnación de Dios en Jesús, surge en el ambiente de la Iglesia
de Cesárea que estaba dirigida por Felipe y luego por Esteban. A su vez esta es la primera
afirmación teológica que se realiza en la Iglesia74: Jesús es el Hijo de Dios Encarnado,
porque su vida terrena estuvo en total concordancia, Él vivió lo que predicó y murió de
acuerdo a su anuncio, su vida fue fiel reflejo de su Padre (Abba). No es en los hechos
aislados en los que sus discípulos lo reconocen como Dios, sino en el conjunto de toda su
vida terrena donde reconocen: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre (2, 11).75

Gracias a lo anterior se puede afirmar que no hay dicotomía entre el Jesús histórico y
el Cristo de la fe: en Jesús se da la revelación categorial de Dios, Él envía a su Hijo para
reconciliar consigo todas las cosas (Cfr. Col 1, 20). Es en la persona de Jesús donde se
manifiesta toda la historia de la humanidad, es en Él donde Dios realiza su máxima
expresión de Amor con los hombres y mujeres, es en Él donde reside la plenitud de la
humanidad.

4. Conclusión

En conclusión, en este primer capítulo se ha reconstruido una parte de la vida, muerte


y resurrección de Jesús, con la intencionalidad de mostrar el acontecimiento histórico de su
vida y la fe que en Él se ha ido construyendo con el paso de los años. Otro punto que se ha
señalado es que el relato evangélico está impregnado del Antiguo Testamento: a partir de
éste se iluminó el relato para mostrar en Jesús el cumplimiento de las promesas de Dios con
el pueblo de Israel. Por último, se señalaron los relatos más históricos de Jesús, para dar
cabida a un conocimiento más profundo de su persona, que permita a los cristianos optar
por un seguimiento más real y consciente de Él.

74
Cfr. Ibid., 384.
75
Cfr. FRAIJÓ, Manuel, El Cristianismo, una aproximación, 77.

39
Capítulo II

Seguimiento de Jesús en las Primeras Comunidades Cristianas

Lo cristiano afecta al individuo y a su actitud frente ante


Dios. Ni el pueblo ni el Estado, ni la Iglesia serán salvados.
Sólo el individuo. El cristianismo es la buena nueva «tal como
Jesús la anunció».76

Este capítulo tiene como objetivo señalar los elementos fundamentales del
seguimiento de Jesús en las primeras comunidades cristianas. En el primer capítulo se
realizó una reconstrucción del perfil de Jesús desde dos aspectos fundamentales, el Cristo
de la fe y el Jesús histórico. Estos dos aspectos nos permitieron dilucidar quién es él y
hacernos a una idea acerca del tipo de seguimiento que suscita en sus discípulos.

Avanzando en esta investigación, este capítulo mostrará el paso que dan los
primeros discípulos después de la experiencia Pascual; con lo cual se dará mayor claridad
respecto del camino recorrido por los primeros cristianos, tanto en la cotidianidad de la
vida, como en las formulaciones de fe. Este enfoque se dará sobre el hecho fundamental de
que después de la muerte de Jesús los discípulos comenzaron una intensa actividad
misionera que los llevó a salir de su pequeño círculo para expandir el mensaje en diferentes
regiones de Judea y en los pueblos denominados paganos. Esto generó un cambio radical en
sus relaciones e hizo gestar diferentes teologías, marcadas por una gran diversidad de
nuevas comprensiones de fe, tanto en quienes recibían el mensaje, como en quienes lo
anunciaban. Detrás de este proceso está la experiencia Pascual, la cual será, no sólo el
punto clave para la reconstrucción del perfil de Jesús, sino el punto de partida de lo que se
ha denominado con el tiempo la fe cristiana.

76
Ibid., 42.

40
En esta propuesta de señalar los elementos fundamentales del seguimiento de Jesús
en las primeras comunidades cristianas, seguiremos el esquema de Manuel Fraijó en su
libro El Cristianismo: Una Aproximación, integrando algunos autores que nos pueden
iluminar el proceso vivido por los seguidores de Jesús en los comienzos de lo que se fue
denominando Cristianismo.77

El capítulo se dividirá en tres partes: la primera quiere presentar desde Raymon


Brown una visión general de las primeras comunidades cristianas desde su conformación,
así como su expansión por los pueblos denominados paganos; la segunda parte nos
presentará el recuerdo que los discípulos iban entretejiendo del Maestro siguiendo el
estudio de Manuel Fraijó, aclarando aspectos como la imagen de Dios, las divergencias
doctrinales, la denuncia social y la pretensión de autoridad de Jesús en medio del pueblo;
tratando de identificar estos aspectos como el punto de partida de la construcción de la
teología primigenia; en la tercera parte aclararemos en qué creían los discípulos,
fundamentándonos en la resurrección como punto de partida y llegada, como final y
comienzo de la historia de Salvación.

1. Primeras Comunidades Cristianas

Raymon Brown en su libro Las Iglesias que los Apóstoles nos Dejaron, señala dos
períodos, el Apostólico y el Sub-Apostólico; el primero asociado al segundo tercio del siglo
I y el segundo asociado al último tercio del mismo.78 Esto nos aporta claridad respecto a
algunos temas que trataremos: el primero es la vivencia de los cristianos en el segundo
tercio del siglo I, cuando los apóstoles todavía eran los primeros predicadores de la Buena
Noticia y cómo esta vivencia y mensaje van dando pequeños giros cuando los protagonistas

77
FRAIJÓ, Manuel, El Cristianismo, una aproximación; Brown E. Raymond, Las Iglesias que los Apóstoles nos
Dejaron; SCHILLEBEECKX. E., Jesús. La historia de un viviente; GNILKA, Joachim. Jesús de Nazaret: Mensaje e
historia. Capitulo XI; PAGOLA, José Antonio, Jesús, aproximación histórica; BULTMANN, R., Kerygma und
Mythos I; BAENA BUSTAMANTE, Gustavo. Fenomenología de la Revelación.
78
Cfr. BROWN E. Raymond, Las Iglesias que los Apóstoles nos Dejaron, 14.

41
de las primeras enseñanzas van muriendo y se hace necesario sistematizar la experiencia
relatada por ellos.79

En el período de la época apostólica, el mensaje de Jesús se va expandiendo y sale


del ámbito judío para desplegarse entre los pueblos de la diáspora y la gentilidad. Según lo
presenta Brown, hay dos comunidades (Teologías Evangelizadoras) que van sobresaliendo:
la de Jerusalén que reconoce como dirigente a Santiago el hermano del Señor 80 y las otras
son las comunidades que se fueron formando bajo la dirección de Pedro y Pablo en los
pueblos paganos.81

Este punto es de vital importancia, ya que el anuncio del mensaje de Jesús es


llevado a pueblos con culturas diversas. Mientras que en Judea seguían vigentes las
prácticas de la religión judía (v.g. restricciones sobre alimentos, circuncisión, guardar del
sábado, etc.), en los pueblos paganos, quienes anuncian la Buena Nueva sienten la
necesidad de adecuar el mensaje a su propia realidad; esto hace que el anuncio de la Buena
Noticia sea un momento de apertura a los pueblos que coexistían en regiones distintas a
Palestina.

En el primer Concilio en Jerusalén, uno de los puntos polémicos más relevantes que
se plantea es, si para que los paganos sean cristianos se debían convertir al Judaísmo y
guardar la Ley mosaica, como lo expresa el texto de los Hechos de los Apóstoles en el
capítulo 15:

Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron para decir
que era necesario circuncidar a los gentiles y mandarles guardar la Ley de Moisés. Se
reunieron entonces los apóstoles y presbíteros para tratar este asunto.

Después de una larga discusión, Pedro se levantó y les dijo: «Hermanos, vosotros sabéis que
ya desde los primeros días me eligió Dios entre vosotros para que por mi boca oyesen los
gentiles la Palabra de la Buena Nueva y creyeran. Y Dios, conocedor de los corazones, dio

79
Cfr. Ibid., 15.
80
La disputa sobre si fue hijo de José y María o un pariente lejano de Jesús (el hijo de José de un matrimonio
anterior o un primo, etc.)… … Su importancia no se debe al seguimiento de Jesús durante su ministerio,
sino a su relación familiar con Jesús, además de haber recibido una visión del Jesús resucitado (1 Cor 15, 7)
Ibid., 15.
81
Cfr. Ibid., 15.

42
testimonio en su favor comunicándoles el Espíritu Santo como a nosotros; y no hizo
distinción alguna entre ellos y nosotros, pues purificó sus corazones con la fe.

¿Por qué, pues, ahora tentáis a Dios queriendo poner sobre el cuello de los discípulos
un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar? Nosotros creemos
más bien que nos salvamos por la gracia del Señor Jesús, del mismo modo que ellos. (Hch
15,7-11)

De aquí parte la identidad de una “religión o estilo de vida” nueva y diferente. El


anuncio del Evangelio hecho a los pueblos no judíos presupone una nueva elaboración
teológica que se transmite a estos nuevos destinatarios, para tocar su realidad concreta y
para que de este modo, al recibir el Kerigma, se transforme su vida, al acoger a Jesús
resucitado. Este es el reto que los primeros anunciadores del Evangelio enfrentaron.

En algunos casos debieron abandonar sus costumbres, como Pedro que asume el
entrar a casas de paganos y comer con ellos a causa de un mandato del Señor (Hch 10). En
otros casos, se empieza inculturando el Kerigma en categorías paganas, para explicar Lo
Nuevo, como Pablo que en el Areópago identifica a Yahveh con el dios desconocido de los
griegos (Hch 17, 23) y en la primera carta a los Corintios, describe cómo la Buena Noticia
debe traspasar las diferencias y las prácticas propias de las culturas: el mensaje de
Salvación concretado en Jesús es mucho mayor que la praxis legal:

Efectivamente, siendo libre de todos, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más que
pueda. Con los judíos me he hecho judío para ganar a los judíos; con los que están bajo la
Ley, como quien está bajo la Ley - aun sin estarlo – para ganar a los que están bajo ella. Con
los que están sin ley, como quien está sin ley para ganar a los que están sin ley, no estando yo
sin ley de Dios sino bajo la ley de Cristo. Me he hecho débil con los débiles para ganar a los
débiles. Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos. Y todo esto lo hago por
el Evangelio para ser partícipe del mismo. (I Cor 9, 19-23)

En sus inicios los seguidores de Jesús intentan reconstruir la vivencia que habían
tenido con el Maestro. Esto los lleva a rememorar lo compartido con Él, para que su
anuncio tuviera la misma vitalidad original. Desde ahí ellos comienzan a formular
imágenes de Jesús que surgen de la cuestión central: ¿Quién es Él y cuál es su relación con
Dios? De la respuesta a esta cuestión surgen sus creencias acerca de Jesucristo, entendiendo

43
el término creencia no como algo rígido e inmutable, sino como la construcción de la fe
modelada desde la propia existencia de las comunidades.

Una vez aclarada la conformación de las diversas comunidades y su expansión, en los


apartados siguientes seguiremos el esquema de Manuel Fraijó para dilucidar cuáles son los
elementos del seguimiento de Jesús en las primeras comunidades cristianas.

2. El Recuerdo del Maestro

Una vez muerto Jesús, el Evangelio nos habla de una dispersión de sus discípulos y
seguidores más cercanos (Mc 14, 50); el relato señala la dispersión como si sólo hubiera
sido de dos o tres días, sin embargo los estudios muestran que pudo ser más larga. El P.
Baena en su libro Fenomenología de la Revelación, señala que los discípulos se
escandalizaron ()expresando con esto que perdieron la fe que tenían en
Jesús.Este es uno de los momentos más álgidos que viven los seguidores de Jesús, la
desolación ante el fracaso de su Maestro. Ahora no les queda más que regresar a lo que
hacían antes de conocerlo. La dispersión provocada debió tomar un tiempo largo. Así lo
expresa Marcos en uno de los discursos de Jesús, haciendo referencia a Zac 13, 7:

Todos os vais a escandalizar, ya que está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas
(Mc 14, 17)

Gnilka en el epílogo de su libro Jesús de Nazaret, narrando el acontecimiento


Pascual, señala que éste comienza en Galilea. El lugar de encuentro con el resucitado es la
región donde desarrolló la mayor parte de su vida pública. 83 Como ya lo dijimos en el
Capítulo I, la resurrección no es un hecho «histórico» sino «real», por lo tanto no sabemos
cómo pasó, pero sí podemos entrever que los discípulos se reencontraron, y que cada
encuentro “no se agotó en nostálgicas evocaciones, ni fue el resultado de la fe en la

82
Cfr. BAENA BUSTAMANTE, Gustavo. Fenomenología de la Revelación, 533.
83
Cfr. GNILKA, Joachim. Jesús de Nazaret: mensaje e historia. Capitulo XI.

44
resurrección”84, sino que una vez reunidos fueron entendiendo que la muerte violenta
sufrida por Jesús no podía ser el punto final. Al contrario, las vivencias compartidas con Él
y cada experiencia tenida junto a Él cobraban un sentido existencial que sobrepasaba la
inicial sensación de fracaso que ellos respiraban.85

En estos espacios de memorial, la vida de los discípulos cobra sentido si y sólo si


ellos, como comunidad de Jesús, se configuran con la experiencia del resucitado que están
viviendo cada vez más intensamente. Toda la vida del Jesús terreno cobra sentido en la vida
de la nueva comunidad de discípulos: la vida entregada se hace Vida; la existencia
compartida en Galilea les señala de nuevo el norte y aclara sus ideales; es desde ahí desde
donde comienzan a experimentar el hecho trasformador cuando Jesús se presenta a cada
uno. Estos eventos acontecen en la cotidianidad de la comunidad, y transcurren para
impulsarlos de nuevo a salir de sí, de la tristeza y del fracaso, para entregarse a los demás.
Es decir, ser obedientes a la Voluntad de Dios como lo fue Jesús en su vida terrena.86 Sólo
resucita Jesús para sus discípulos cuando su pasión cobra un sentido en la historia, lo
reconocen vivo cuando no pueden acallar el amor que sienten y que los hace vibrar desde
su mismo centro al escuchar las palabras de Jesús en boca de algunos de sus compañeros.

Una vez que los discípulos experimentaron a Jesús resucitado, no pudieron refrenar
sus palabras que resonaban en el interior de cada uno de ellos. Es aquí cuando, alentados de
nuevo por Jesús, continúan con su misión. Una de las primeras reconstrucciones que hacen
como ya lo dijimos, es la pasión y muerte de Jesús. Este es el punto más intenso donde se
devela la incondicional obediencia de Jesús al Padre. Desde este punto de partida mirarán
hacia atrás para leer toda la vida de Jesús en clave de obediencia a la Voluntad de Dios.
Justamente es aquí donde ellos captan el sentido de la vida de Jesús y comienzan a dar el
salto del Jesús histórico al Cristo de la fe.87 Un punto importante que se podría enunciar
desde la afirmación anterior, es que sin el Jesús histórico no hay Cristo de la fe; sin

84
FRAIJÓ, Manuel, El Cristianismo, una aproximación, 56.
85
Cfr. Ibid., 57.
86
Cfr. BAENA BUSTAMANTE, Gustavo. Fenomenología de la Revelación, 542.
87
Óp. Cfr. Ibid., 57.

45
revelación categorial de Dios en Jesús, no hay manera de entender al Cristo-Mesías88, como
lo dice Fraijó: “Un somero repaso del curriculum del Jesús Histórico descubre en él
suficientes motivos para que los suyos lo conviertan en Cristo de la fe”.89 Lo descubren
como el Mesías esperado por Israel, el hombre que fue capaz de entregar su vida
libremente, por ser fiel a su mensaje. La Buena Noticia que anunciaba consistía en restaurar
la dignidad de todos, para hacerlos verdaderos hijos de Dios. Su Alianza nueva, ya no
estaba atada a preceptos y leyes que asfixien al pueblo, sino enraizada en el amor, la
misericordia y el perdón, todos comportamientos coherentes con el cumplimiento de la
Voluntad de Dios.90

Este salto que dan los discípulos tiene dos caras: la primera, es la descomunal
experiencia que tienen de Jesús resucitado que los sacude y los obliga a salir de su letargo
para anunciarlo en cada momento, incluso delante las autoridades judías que ordenaron la
muerte a Jesús. La segunda es la persecución que sufren a causa del anuncio de Evangelio
al punto de que casi todos los que pertenecían a las comunidades primigenias mueren
martirizados, ya sea por las autoridades judías, o por el Imperio Romano. La segunda
característica refleja el profundo significado de la primera: sólo quien tiene una experiencia
de Jesús resucitado, es capaz de dar la vida por sus hermanos y el anuncio del Evangelio.

Cuando los discípulos comienzan a agrupar los recuerdos de Jesús, toman cuatro ejes
fundamentales, como lo describe Fraijó: la nueva imagen de Dios, las divergencias
doctrinales, la denuncia social y la pretensión de autoridad.91 Estos cuatro ejes determinan
el tipo de seguimiento de Jesús de las primeras comunidades. Este punto tiene mucha
trascendencia, dado que desde esta primera reconstrucción de los seguidores más cercanos
se reconoce la tradición oral primigenia, cuya transmisión, ampliación e interpretación
teológica llevaría a la redacción de los diversos textos que años más tarde serían
canonizados en el Nuevo Testamento. Ampliaremos los detalles de cada eje a continuación.

88
Op. Cfr. Ibid., 753.
89
Ibid., 58.
90
Cfr. PAGOLA, José Antonio, Jesús, aproximación histórica, 322.
91
Óp. Cfr. Ibid., 58.

46
2.1 La nueva imagen de Dios

La imagen de Dios que Jesús va mostrando a sus seguidores, tiene una sintonía
diferente a la de los judíos. Así como hemos visto que el cristianismo está enmarcado en un
proceso que se va construyendo paso a paso, el judaísmo también viene de un largo proceso
de elaboración; hoy la exegesis bíblica nos ha señalado las cuatro tradiciones en las que se
enmarca la redacción del Pentateuco: Yahvista, Eloísta, Sacerdotal y Deuteronomista. Estas
tradiciones están compiladas en el Pentateuco, fueron escritas en épocas diferentes de la
historia del pueblo, pero luego fueron releídas e integradas en la composición de los cinco
libros que tenemos hoy. Con lo anterior podemos ver que hubo un proceso de constitución
de la fe del pueblo judío, que desembocó en un cambio de la imagen de Dios.

A medida que una experiencia religiosa se consolida, las afirmaciones de fe también.


Se pasa de formas de fe rudimentaria a expresiones más elaboradas. Jesús introduce una
nueva forma de ver a Dios, su intención es que el pueblo rescate la imagen de aquel Dios de
la creación que caminaba con el hombre y la mujer en el jardín del Edén (Gen 3, 8), o el
Dios que escucha el clamor de pueblo y baja para liberarlo de la esclavitud (Ex 3, 8) y no
aquel Dios de la guerra que hunde en el mar a los enemigos (Ex 14, 27), que condena al
anatema a pueblos completos para dar su tierra a otros (Jos 6, 17). La imagen que Jesús
presenta de Dios no es la que la tradición Eloísta nos presenta como poderoso y lejano al
pueblo.

Cuando percibimos que dentro del judaísmo también hay un cambio en la imagen de
Dios, podemos entender que el planteamiento de Jesús de una imagen distinta de Dios es un
volver a las fuentes de la experiencia de fe del pueblo. Si bien el cuarto capítulo planteará
una propuesta para el seguimiento de Jesús, es válido preguntarnos en este punto si la
imagen de Dios que prevalece en nosotros/as es la del Dios lejano encumbrado en el cielo,
o la de un Dios que baja para liberarnos de nuestras esclavitudes. Para iluminar nuestra
respuesta presentaremos algunas de las descripciones de la nueva imagen de Dios que hace
Jesús en los Evangelios.

47
En Lucas 15 en las llamadas parábolas de la misericordia, una de las afirmaciones
más osadas de Jesús sobre la imagen divina es cuando presenta a un Dios al que se le
conmueven las entrañas, que corre al encuentro de quien lo ha perdido todo, que no cobra
cuentas del pasado, sino que acoge con amor a todo el que lo busca, que restablece la
dignidad antes de que se le pida disculpas; es un Dios que regala el perdón con una
gratuidad infinita.92 Para quienes escuchaban a Jesús esta afirmación debió llenarlos de
esperanza. Esta nueva forma de entender a Dios es un bálsamo que alivia el ser de aquellos
que no tenían acceso a Él, por no poder cumplir las exigencias de la Ley, o por estar
marginados del pueblo judío. La misericordia incondicional de Dios rebosa cualquier
expectativa humana y es una invitación a humanizarse, a dejarse conmover por cualquier
clase de miseria humana, para acogerla y transformarla.

Mateo en el capítulo 20 en la parábola de los obreros de la viña, nos presenta una


nueva forma de descubrir a Dios. Un Dios desproporcionado, que no mide los tiempos, ni
las cantidades, un Dios que invita a todos en cualquier momento de la historia a pertenecer
a su proyecto. Que no mide la justicia en categorías buenas y malas, sino para quien la
justicia es regalo y gracia.93 Con en esta nueva mirada Jesús, deja de lado el esquema que el
pueblo judío había advertido desde Job, dando paso a la creación de una nueva humanidad.

Jesús presenta a un Dios que se encarna en la realidad, como lo muestra Juan en el


prólogo del Evangelio. Él baja al encuentro (Lc 1, 31), se hace el encontradizo (Lc 24, 13-
35), no reclama títulos, ni espera reconocimientos, sólo se muestra humilde, débil y pobre,
seguramente para sintonizar con los más pequeños. Con su concepción de Dios señala un
nuevo horizonte: en un pueblo donde la bendición se da sólo desde abundancia y la
saciedad, Jesús invierte los valores y muestra que Dios no ésta en el majestuoso templo
encerrado allí impartiendo justicia por medio de los sacerdotes, sino en los caminos
polvorientos a pie junto a los más humildes, escuchando sus angustias y aun dejándose
transformar por la fe grande y sencilla de las extrajeras (Mc 7, 28).

92
Cfr. PAGOLA, José Antonio, Jesús, aproximación histórica, 140.
93
Óp. Cfr. Ibid., 59.

48
La reflexión de los primeros cristianos, después de la pasión de Jesús, debió estar
orientada a aquel Dios novedoso, diverso, pero deseable que en tantas vivencias les había
presentado Él. Es muy probable que aquí se entretejiera el título de Hijo de Dios; para ellos
no era importante la filiación física como en la actualidad la presentan; Fraijó enuncia: “Los
amigos de Jesús debían estar informados de que su padre era José. Si le llamaron Hijo de
Dios es porque lo consideraron especialmente elegido, singularmente ungido”.94 Su
comportamiento, actuaciones y la coherencia de sus palabras con su vida, hicieron que a la
hora de reconstruir la imagen de Dios que Él les había dejado, se encontraran de golpe con
la imagen de Jesús que transparentaba todo aquello que les había enseñado.

Una vez reconstruida la imagen de Dios, es inevitable que aquellos hombres y


mujeres que seguían a Jesús en la Pascua, se cuestionaran sobre un nuevo modo de religión.
Las constantes denuncias y las discusiones con los Maestros de la ley debieron ser un plato
fuerte de aquellos que querían seguir bajo su mensaje y ejecutando su misión.

2.2 Divergencias doctrinales

Cuando indagamos con detenimiento sobre el Jesús histórico surgen para los
cristianos de la actualidad múltiples interrogantes sobre cuál es la ley que los cristianos
debemos practicar. Es muy complejo dar una respuesta sin que diversas fuentes teológicas
sean contrapuestas. Justamente, las divergencias doctrinales es el punto de donde pende el
seguimiento de Jesús en la realidad de hoy, porque sólo cuando sabemos con certeza quién
es Él y cuáles son las condiciones para seguirlo, se puede adherir con plena libertad la
existencia a dicho propósito.

Manuel Fraijó, nos presenta algunos puntos que iluminan este proceso que fue
realizando Jesús con sus seguidores y pueden hacer cambiar la mirada de quienes
decididamente en la actualidad siguen a Jesús.

94
Ibid., 59.

49
Lo primero que se debe señalar es que “Jesús fue judío. Su Biblia fue el Antiguo
Testamento. Judíos fueron sus padres y familiares. Y judíos eran sus discípulos.”95 Esta
premisa nos da claridad respecto a dos cuestiones. La primera, que Él conocía muy bien las
tradiciones del pueblo y sus leyes (político - religiosas); y la segunda, que para Jesús la
pretensión no estuvo en generar división o crear otra religión, sino en dar plenitud a la
relación con Dios: “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a
abolir, sino a dar cumplimiento.” (Mt 5, 17) no podemos aseverar si estas palabras son
históricamente de Jesús, pero sí reflejan un rasgo de su personalidad.

Él no despreciaba la Ley: para Jesús como para la mayoría de judíos, la Ley era la
mediación que tenían para relacionarse con Dios; la dificultad con la ley no radicaba en ella
misma sino en la deformación que había sufrido, en la importancia desmedida que algunos
sectores del judaísmo le habían otorgado, tanto que la había puesto por encima de las
personas; ya no era un medio para la relación con Él, sino una carga pesada que se iba
convirtiendo en fuente de deshumanización.96 Lo que Él quiere, es que ésta recupere su
sitio y bajo la premisa de la construcción del Reino de Dios comienza a dar pautas para
vivir desde una ley renovada, que pueda y sea germen de vida para el pueblo.

Lo segundo que se plantea, es que Jesús y sus discípulos no transgreden la ley. El


episodio más cercano a las transgresiones que se relata, es cuando sus discípulos toman las
espigas en sábado (Mt 12, 1); según Fraijó hay dos posibles explicaciones: “Y ni siquiera
esta transgresión está garantizada, ya que si, como es lo más probable, las espigas estaban
caídas, no hubo quebrantamiento del descanso sabático. Y en el peor de los casos, los
transgresores habrían sido los acompañantes de Jesús, nunca Él mismo”.97 Esto indica que
para Jesús su tradición religiosa está cargada de significado, sus denuncias no son contra la
ley sino en contra de quienes la usan para esclavizar a otros.

El tercer aspecto que se señala, es la afirmación: “No es lo que entra en la boca lo que
contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre.” (Mt

95
Ibid., 60.
96
Op. Cfr. Ibid., 60.
97
Op. Ibid., 60.

50
15, 11). Son estas nuevas formas de presentar la vida las que van haciendo tambalear el
sistema judío con sus ritualismos, purificaciones y demás prácticas exigidas por la ley.
Pagola lo presenta así:

Algunos se preocupan mucho de observar las leyes de pureza para no quedar manchados.
Para Jesús, ese tipo de impureza no llega a contaminar a la persona. La contaminación ritual
desde el exterior no reviste tanta importancia porque no toca el corazón. Hay otra «impureza»
que nace del interior, malea desde dentro a la persona y se manifiesta luego en palabras y
gestos malos. Para acoger a Dios, lo importante no es evitar contactos externos que nos
puedan contaminar, sino vivir con un corazón limpio y bueno.98

Jesús quiere volver a lo profundo en las relaciones con Dios; plantea que el ser
humano se transforma desde dentro, de nada sirven los ritos para lavar manchas exteriores
si el interior no está limpio y el interior no es tocado desde el exterior. Fraijó plantea que
ésta sola afirmación lo hubiera llevado a cruz, ya que para los judíos el sistema de
purificaciones era esencial dentro de la práctica de la religión.99

El cuarto aspecto es el descanso sabático, éste surge en el exilio de Babilonia100,


cuando el pueblo judío es deportado; este es el signo bajo el cual se reúnen para preservar
su identidad. Cuando regresan del exilio conservan la tradición y aun en la actualidad los
judíos exigen el estricto cumplimiento de este precepto.

En el tiempo de Jesús la transgresión repetida de este descanso podía ser motivo de


lapidación; por eso su actitud libre frente a algunas curaciones realizadas en sábado era
motivo de escándalo: algunos las leían como provocaciones intencionadas al sistema
religioso. Pero Jesús conocía la tradición y sabía que lo único más grande que el sábado era
la vida y su preservación.101 Por eso se atreve a decir: “El sábado ha sido instituido para el
hombre y no el hombre para el sábado” (Mc 2, 27). Esta gran controversia que seguramente
causaron sus palabras exige en sus seguidores un cambio radical de mentalidad, no para
dejar su práctica, porque verdaderamente es don Dios, sino para encontrar un equilibrio en

98
Op. Ibid., 260.
99
Op. Cfr. Ibid., 61.
100
Cfr. PAGOLA, José Antonio, Jesús, aproximación histórica, 450. Ed. 8°
101
Op. Cfr. Ibid., 61.

51
ella, teniendo como criterio y fundamento la vida y lo que puede generar las acciones que
se realizan el sábado.

El quinto aspecto es el templo: éste es para los judíos del tiempo de Jesús el “gran
pilar doctrinal y espiritual”102, alrededor de él gira su vida. Desde la construcción del
segundo templo realizada por Herodes el Grande, el pueblo judío se siente orgulloso de la
majestuosidad de la construcción, los visitantes ven con admiración el edificio cuando
llegan a la ciudad.103 Pero este gran lugar de adoración y culto a Dios, no sólo era centro de
la vida espiritual, sino que también era usado como una forma de explotación del pueblo: a
su alrededor se había organizado un mercado donde se ofrecían lo necesario para los
sacrificios a Dios; uno de los episodios de la vida pública de Jesús que más escándalo
genera es cuando echa a los mercaderes del templo:

Entró Jesús en el Templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el Templo;
volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas. Y les dijo:
«Está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración. ¡Pero vosotros estáis haciendo de ella
una cueva de bandidos!» (Mt 21, 12-13)

Según Fraijó, esta actitud de Jesús frente al templo sumado a que anunciaba nuevas
formas de relación con Dios no atadas a lugares sagrados, generó entre los judíos múltiples
recelos.104 Para Jesús la vida no podía girar en torno a las ofrendas y los sacrificios; para Él,
el peregrinar hacia el templo era una fiesta, donde las relaciones con los otros y con el Otro
eran el centro: el compartir la vida, la reconciliación con los hermanos, adorar a Dios con
un corazón renovado (Ez 36, 26), era lo esencial.

Esta nueva forma de explicar el significado del templo, hizo que los dirigentes
religiosos de Jerusalén sintieran miedo: aquel hombre con un mensaje renovado podía hacer
que cayera el sistema; la denuncia contra el templo liberaba a Dios de las paredes y del
recinto llamado Santo de los Santos y lo ponía al lado de quienes lo invocaban desde lo
profundo de sus entrañas. ¿Qué sería de los sacerdotes si la gente ya no volvía a ofrendar

102
Ibid., 62.
103
Op. Cfr. Ibid., 27.
104
Op. Ibid., 62.

52
animales a Dios, como sacrificio por sus culpas? Cuando los Evangelios presentan a Jesús
frente al Sanedrín, uno de los puntos del cual se le acusa hace referencia a su actitud frente
al templo (Mt 26, 61).

Fraijó señala que asociado a la actitud crítica de Jesús, estaba también el sustento de
muchas familias que vivían del comercio en el templo; él señala que esto puede explicar
que cuando Jesús es condenado a muerte, muchos de sus seguidores se dispersaron;
generalmente cuando alguien denuncia las injusticias, los afectados toman partido por
quienes los ayuden a conservar su estatus.105

Después de la Pascua, cuando se reunían los discípulos para rememorar la presencia


de Jesús, estas ideas debían resonar en su interior. Todo el “universo doctrinal”106 al que
estaban sujetos en el judaísmo: la práctica de la ley, la pureza ritual, el sábado y el templo,
habían sido transformadas y ya no podían sustentarlo; esto exigió que se replantearan su
forma de vida y que empezaran a reflexionar sobre las consecuencias que tenía asumir este
mensaje y comenzar a vivirlo. En estos primeros pasos de lo que hoy se conoce como
cristianismo es donde brotan las raíces de la teología; es aquí donde la reflexión de la fe va
señalando un sendero en el horizonte, es el punto de partida que tiene que seguir siendo
fundamento en la vivencia del cristianismo.

Ahora, después de haber presentado las divergencias doctrinales que Jesús tenía con
los dirigentes religiosos, pasaremos al tercer apartado, la denuncia social. Aquí podremos
ver cómo Jesús denuncia la injusticia, muchas veces producida por el sistema de ritualidad
que se había construido alrededor de la doctrina.

2.3 Denuncia Social

Para cada cristiano en cada época de la historia, esta es la certeza que le queda
después de escuchar con atención algunas líneas del Evangelio; Jesús pasa su ministerio

105
Cfr. Ibid., 63.
106
Ibid., 63.

53
público denunciando la injusticia y poniéndose del lado quienes no se podían defender. En
aquella sociedad, por los parajes cercanos a las poblaciones, vagaban sin rumbo muchas
gentes excluidas por la sociedad; aun con la importancia que tenía la familia para el pueblo
judío, los mismos padres podían llegar a excluir a sus hijos por estar en un estado de
impureza (enfermos), no querían que su familia se contaminara.107 La dificultad es que
cualquier cosa que le aconteciera a una persona podía ser causa de enfermedad. Jesús sin
mucha reserva se la juega toda por ellos108, se acerca (Mc 1, 31), los toca (Mc 7, 33),
escucha su dolor (Mc 1, 40) y los visibiliza cuando quieren pasar desapercibidos (Mc 5, 25-
34).

Para Jesús con su nueva forma de mirar, era impensable que la enfermedad fuera un
lastre pesado que se debe cargar de generación en generación, que ésta tenga su origen en el
pecado de un ancestro.109 Cuando sus discípulos le preguntan a Jesús de quién es el pecado
del ciego de nacimiento, si de él o de sus padres, él no titubea para contestar que de
ninguno (Jn 9, 1-3). La enfermedad para Jesús no es un castigo heredado, sino una realidad
de sufrimiento donde el poder salvador de Dios será manifestado; por eso no se le puede
cargar al sufriente un peso moral, condición por la cual está abocado al rechazo de Dios y
del pueblo. ¿Qué habrían sentido aquellos que escucharon las palabras de Jesús? El alivio
que debieron causar sus palabras pudo haber hecho que más de uno se sintiera curado como
dice Fraijó citando a Rahner: “que, una vez que, con base histórica, atribuyeron a Jesús
determinadas acciones taumatúrgicas pudieron, ya sin apoyo histórico, continuar
acumulando milagros a su haber”.110

Otro aspecto fundamental para Jesús es el papel de la mujer: ellas eran invisibilizadas
en la sociedad de su época, ya que eran consideradas como “seres inferiores y eternamente
menores de edad”.111 Él asume el liderazgo de su restablecimiento: las trata de iguales, les
concede un lugar entre sus seguidores, defiende sus derechos e incluso hace amistad con

107
Op. Cfr. Ibid., 166.
108
Op. Cfr. Ibid., 63.
109
Cfr. Ibid., 63.
110
Ibid., 64.
111
Ibid., 63.

54
ellas, habla con ellas cuando se las encuentra; esto para sus discípulos es causa de extrañeza
(Jn 4, 27): Jesús vive en un mundo de hombres que no da cabida a la participación de las
mujeres; por eso denuncia la injusticia con que son tratadas y deja perplejo a más de uno al
darles un puesto relevante dentro de su grupo.

Las mujeres pertenecen al grupo de aquellos a quienes se les ha robado su dignidad y


sus derechos. La visión que el pueblo judío tenía de ellas las obligaba a permanecer en las
sombras, a no llamar la atención para no ser condenadas por desobediencia, adulterio o a
ser repudiadas por sus esposos.112 Jesús se salta el esquema cultural: el Reino de Dios no
puede construirse invisibilizando y excluyendo a personas por sus sexo, raza, enfermedad,
empleo o condición social; el Reino es de todos/as y cada quien tiene una pequeña parcela
que plantar y cuidar. Jesús hace que las mujeres ocupen un lugar digno dentro de su grupo
con la esperanza que ellas puedan empoderarse de su papel y la sociedad las vaya
reconociendo como Personas en todo el sentido de la palabra y no sólo como ayudantes del
hombre (Gn 2, 20).

Otro grupo que con certeza escuchó a Jesús con fascinación eran los denominados
pecadores públicos: ellos eran reconocidos por la sociedad como personas de baja moral. A
este título, entre otros, se asociaba a quienes desempañaban ciertas profesiones: el caso de
los recaudadores de impuestos de quienes se presuponía que robaban al pueblo al cobrar
más de lo debido como en el caso de Zaqueo (Lc 19, 1-10); también los pastores gozaban
de mala reputación, se suponía que asaltaba a los viajantes y que con tal de que sus ovejas
pastaran, se hacían de la vista gorda cuando se metían a campos desconocidos.113 En la
sociedad de Jesús era fácil reconocer quién quebrantaba la ley: los Saduceos y Fariseos eran
fieles vigilantes acusadores de estas personas.

Jesús en cambio evita dar condenas: para Jesús el pecado no es lo relevante de una
persona; Él más bien da ejemplos de quienes se creen cumplidores de la ley, como los
sacerdotes que por su estado y cumplimiento de las normas están justificados y creen tener
el derecho de condenar a otros que no observan la ley con la misma constancia, pero que a

112
Cfr. PAGOLA, José Antonio, Jesús, aproximación histórica, 227.
113
Op. Cfr. Ibid., 64.

55
la hora de salvar la vida de alguien pasan por el lado, rodeándolo, sin implicarse para
mantener estados de pureza ritual, como se describe en la parábola del buen samaritano (Lc
10, 25-37).114 Para Jesús el pecado no está dado en actos concretos de una persona, sino en
la opción de vida que ésta realice: “Jesús no se apuntó a una consideración casuística del
pecado. Lo verdaderamente decisivo no son las acciones aisladas: ellas nunca lo dicen todo
sobre nosotros mismos; importa más la actitud, la opción fundamental, el ductus de la
vida”.115 Lo que contamina viene de dentro del hombre mismo (Mc 7, 1-23).

Un rasgo fundamental de la denuncia de Jesús es la de la generosidad de Dios


contrastada con el sistema de méritos que los judíos practicaban. Para los observantes de la
ley, su vida giraba en torno a acumular limosnas para alcanzar la salvación; sin embargo
Jesús es implacable cuando dice “que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu mano
derecha” (Mt 6, 3).116 Las buenas acciones no son acumulables y el ser bueno no está ligado
a que todos reconozcan la generosidad con que se da la limosna en el templo. Jesús plantea
un escenario diferente: en Mateo 25, en el relato del juicio final, la justificación se da en los
actos silenciosos y cotidianos con el prójimo, el saciar las necesidades básicas de aquellos
que carecen de todo. El cristianismo las releyó como obras de misericordia, estas no están
ligadas a ley mosaica, no tienen su fundamento en las 613 normas de la Torá, pero son la
nueva ley que propone Jesús, el amor desbordado de Dios que se hace el encontradizo en
cada necesitado. Para sus seguidores esta nueva mirada de la ley debió ser un punto
neurálgico en la vivencia del cristianismo, lo señala en el libro de Hechos de los Apóstoles
cuando describe como los creyentes ponían todo en común:

La multitud de los creyentes no tenía sino un sólo corazón y una sola alma. Nadie llamaba
suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos. Los apóstoles daban testimonio
con gran poder de la resurrección del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía. No
había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían campos o casas los
vendían, traían el importe de la venta, y lo ponían a los pies de los apóstoles, y se repartía a
cada uno según su necesidad. (Hch 4, 32 – 35)

114
Cfr. Ibid., 64.
115
Ibid., 65.
116
Cfr. Ibid., 65.

56
Fraijó citando a Bonhoeffer, nos habla de la «gracia barata»117: Dios para Jesús no
anda midiendo cumplimientos; Él sólo quiere que toda persona se entregue con
generosidad. Jesús pasa a ser el modelo que señala el camino de los creyentes: poco a poco
ellos van entendiendo que Dios es plena manifestación en Jesús, ya que Él no midió la
entrega, llegó hasta las últimas consecuencias, porque estaba seguro que la Gracia de Dios
es más grande que la justicia de los humanos. Para las gentes que andaban acumulando
méritos y siempre parecían quedar en deuda con Dios, esto debió ser una gran alivio y en su
grupo de seguidores cercanos una transformación, un aire nuevo que descargó el pesado
yugo que llevaban de generación en generación.

Para Fraijó, Jesús no es sólo un predicador de mensajes nuevos, también es un buen


antropólogo: esta nueva mirada que le da al ser humano está orientada a “reconciliar al
hombre consigo mismo y no lo condena a misiones imposibles”;118 este punto es vital en el
seguimiento de Jesús, ya que hay una clara ruptura con el Antiguo Testamento, cambia el
sistema de relaciones con Dios; desde aquí se puede comprender que “Éste no es un tendero
avaro ni alguien que trafique vendiendo caras las localidades en el cielo”119, sino que la
salvación se da por la gracia generosa de Dios: Jesús con la Buena Noticia lo que quiere es
renovar la mirada de sus seguidores, esta renovación debe ser constante en su comunidad;
esto lo entendieron los primeros cristianos a cabalidad.

2.4 Pretensión de Autoridad

Cuando se habla de pretensión de autoridad, pareciera que Jesús se hubiera


adjudicado cada título que la historia le ha otorgado; pero en este punto el calado es mucho
más hondo: son sus discípulos y seguidores más cercanos los que rememorándolo
comienzan a otorgarle títulos. Sin olvidar que todo lo que poseemos es la remembranza de
los discípulos. Miremos algunos puntos donde ellos ven que las palabras y acciones de
Jesús hacen alarde de autoridad.
117
Cfr. Ibid., 65. BONHOEFFER, D. El Precio de la Gracia.
118
Ibid., 65.
119
Ibid., 66.

57
El primer alarde de autoridad que Jesús realiza en su vida pública es cuando llama a
su seguimiento. Sólo quien posee la autoridad suficiente es capaz de llamar a otros a venir
consigo, como lo expresa Fraijó citando a E. Fuchs: Jesús “en definitiva está actuando en el
lugar de Dios”.120 Los discípulos al reflexionar sobre este tema, una vez muerto Jesús,
debieron sentir el impacto: ellos lo habían abandonado todo y lo habían seguido por los
caminos de Galilea, sin ninguna certeza, sólo atraídos por su carisma caminaron a su lado;
¡qué fuerza podía emanar de aquel hombre que los había seducido de tal forma, ese hombre
sólo podía ser Dios mismo! Pero esta afirmación no sólo tiene su fundamento en la llamada,
sólo cuando se mira todo el cuadro (vida, muerte y resurrección), se le puede otorgar este
título.121

Otra acción de Jesús que da muestra de su autoridad es la frase constantemente


repetida: «Tus pecados quedan perdonados» (Lc 7, 48; Mc 2, 5; Mt 9, 2). Para el pueblo
judío sólo Dios puede perdonar pecados (Lc 5, 21); esto generó un plus en la concepción
del pecado y causó gran escándalo: ningún ser humano antes había pretendido perdonar a
otro su pecado; este era un desafío directo al sistema ritual del templo, donde se ofrecían
sacrificios por los pecados propios y los de los antepasados.

En este contexto también las comidas fueron un punto trascendental que marcó un
nuevo orden de relación con los pecadores. Las comidas además de tener un sentido
antropológico esencial en la sociedad israelita, son fuente de hospitalidad con los viajeros;
la mesa compartida es símbolo de la Pascua, es en la comida donde se refrenda la Alianza;
así lo describe el Éxodo 12, cuando Dios le da las instrucciones a Moisés de esta
celebración. Es para los judíos la comida el momento propicio para compartir la existencia,
es encuentro con ellos, con los otros y con el Otro; y el hambre por el contrario es símbolo
de castigo.122 Cuando Jesús comparte la mesa con los pecadores quiere proponer que los
acepta delante de Dios: el poder que tiene el compartir la mesa los rehabilita, es una de las

120
Ibid., 66.
121
Cfr. Ibid., 67.
122
CODINA, Victor, Sj, “Eucaristía y Reino de Dios”. Theologica Xaveriana, 157 (2006): 45 -58. 52.

58
máximas expresiones de amor, acogida y perdón a quienes por su condición están limitados
en el encuentro con Dios.123

Fraijó relee en su libro las bienaventuranzas como otra pretensión de autoridad de


Jesús. Como ya vimos en el Capítulo I, Él genera un cambio radical en la concepción de
bendición desde lo que es fundamental para el pueblo judío. Para ellos las bienaventuranzas
se manifestaban “En tener una mujer hacendosa, hijos obedientes, amigos fieles y un medio
de vida digno. Era la forma como se manifestaba la bendición de Dios”.124 A su vez, para
Jesús el ser bienaventurado tiene una concepción diferente; es a los pobres, a los que lloran,
a los que tiene hambre, a los injuriados y perseguidos a quienes llama bienaventurados; son
felices porque en Dios que es misericordioso está cubierta su miseria y sólo desde Él
podrán alcanzar la promesa. Este cambio en la mirada debió calar en lo profundo de sus
primeros seguidores; la forma como Él presenta la vida es para ellos un cambio radical.

También se manifiesta la autoridad de Jesús en su anuncio. La profecía en Israel era


la forma más empleada para mostrar la voluntad de Dios; por eso los profetas en la mayoría
de los casos eran rechazados por la sociedad, sobre ellos recaía la responsabilidad de
anunciar y denunciar las injusticias que el pueblo cometía; esto llevó a muchos a ser
condenados a muerte porque el pueblo o sus dirigentes no aceptaban sus palabras. Los
profetas hablaban en nombre de Dios. En Jesús hay un cambio, Él más que hablar en
nombre de Dios, hablaba en nombre propio; esto causó mucha incomodidad entre quienes
lo escuchaban, era una forma de autoridad diferente, no estaba relacionada con la de los
profetas; Él mismo hace “diferencia con el pasado: «Habéis oído que se dijo…, pero yo os
digo…» (Mt 5, 21-34). Jesús se situaba así por encima de Moisés y los profetas”125; esta
nueva forma de posicionarse hace de Jesús una figura enigmática aun para sus propios
seguidores.

Estas manifestaciones de autoridad que recaían sobre Jesús fueron tejiendo en los
discípulos una idea cada vez más clara: Jesús el hombre que había caminado con ellos por

123
Op. Cfr. Ibid., 67.
124
Ibid., 67.
125
Ibid., 67.

59
Galilea, estaba vivo y habitaba en medio de ellos; la autoridad que Él tenía antes de los
acontecimientos Pascuales, seguía sacudiendo sus corazones; Él sin duda era la respuesta
esperada por el pueblo de Israel, por eso lo identificaron primero como el Mesías esperado.
Aquel hombre de claridades profundas, que no tenía miedo de hacer presente el Reino de
Dios, había muerto en profunda coherencia con su mensaje dejando una huella profunda en
cada persona que había sido tocada por Él y del cual empezaban a resonar rumores que
estaba vivo, que Dios lo había resucitado (Hch 2, 32). Ellos sólo podían otorgarle el
máximo título que tenían a su alcance: Jesús era el Mesías esperado, pero este a su vez no
pertenecía sólo al pueblo israelita; Él mismo con su mensaje había abierto las puertas de la
Nueva Alianza a otros pueblos en su encuentro con la mujer Sirofenicia (Mc 7, 24- 30).
Aun en la relectura de la historia Fraijó afirma: “Nadie en la historia de Israel se alzó con
semejante pretensión de autoridad… …sólo alguien muy cercano a Dios, su Hijo, el
Mesías, podía vivir, hablar, actuar y morir así”126; esta afirmación la podríamos
universalizar, aunque en el momento actual hay muchos más mártires por causa de la
liberación de los pueblos. Sin embargo Jesús es la única figura de la cual se afirma la
resurrección. La expresa la 1 Ped como un himno cristológico:

Cristo murió por los pecados una vez para siempre:


El inocente por los culpables,
para conducirlos a Dios.
Como era hombre, lo mataron;
pero, como poseía el Espíritu fue a proclamar su mensaje
a los espíritus encarcelados
que un tiempo habías sido rebeldes,
cuando la paciencia de Dios aguardaba en tiempo de Noé,
mientras se construía el arca,
en la que unos pocos –ocho personas- se salvaron cruzando las aguas.
Aquello fue símbolo (del) bautismo que actualmente os salva:
Que no consiste en limpiar una suciedad corporal,
sino en impetrar a Dios una conciencia pura,
por la resurrección de Cristo Jesús,
que llego al cielo,
se le sometieron los ángeles, autoridades y poderes (1 Ped 3, 18-22)

126
Ibid., 68.

60
La resurrección de Jesús es la confesión de fe en que se fundamenta el cristianismo
desde sus inicios. La autoridad que de esta brota como se expresa en el himno: cuando “a
Cristo Jesús, que llegó al cielo, se le sometieron los ángeles, autoridades y poderes”. Esto se
da cuando sus discípulos quieren dar a conocer el misterio y realizan una recopilación de
piezas doctrinales, de confesiones independientes de fe, cuyos contenidos estaban ya
determinados en las comunidades cuando llegan al autor que escribe el texto.127

En este entramado de recuerdos que los discípulos iban haciendo presentes, sigue
resonando un tema: ¿En qué creían ellos después de la muerte de Jesús? En el siguiente
apartado daremos una mirada desde el planteamiento de Manuel Fraijó:

3. Los Discípulos Creen

Cuando se habla de la creencia de los discípulos parece que estuviéramos quitándole


las capas a una cebolla. La Iglesia ha elaborado una compleja construcción teológica
durante siglos y siglos de historia. Nuestro trabajo será el de llegar al núcleo de esa
construcción para desentrañar el corazón que contiene la experiencia primigenia de quienes
dieron origen a lo que hoy con mucha amplitud y diversidad llamamos cristianismo.

Cuando se habla del origen del cristianismo, de la fe de los discípulos y de los


primeros creyentes, es inevitable que nos remitamos a un sólo hecho, la resurrección. Es
aquí donde se afinca todo el contenido de la fe que los cristianos profesamos. Habiendo
presentado en el primer capítulo la resurrección, vamos a dar un paso adelante, para ponerla
en contexto, como punto fundante en la historia del cristianismo y como llegada
escatológica de la humanidad.

La resurrección es el punto de partida porque los primeros seguidores de Jesús van


percibiendo que su vida se ha transformado a la luz del Resucitado. Cuando afirmamos

127
GNILKA, Joachim, Teología del Nuevo Testamento, 447.

61
esto, no se quiere decir que ésta se fue fraguando en el grupo128, sino que el Espíritu del
Resucitado suscitó en medio de la comunidad la conciencia de que todo había cambiado a
partir del encuentro con Él. Es la conciencia de su propia transformación la que hace que
ellos vean la muerte de Jesús como un acontecimiento que genera “vida y vida en
abundancia” (cf. Rm 5,10 y Jn 10,10). Es en el escándalo de la muerte y la frustración por
la pérdida, donde encuentran la fortaleza para ser coherentes con la experiencia que Dios
mismo introdujo en sus existencias; el hombre que ellos habían seguido tal vez con
esperanzas de una revuelta contra Roma y los dirigentes judíos, no era quien ellos
pretendían, era mucho más que un hombre, era el reflejo de Dios transparentado en la
debilidad, en el amor y la compasión. Una vez que comprendieron esto, la cruz tomó todo
el sentido y la muerte fue el principio de la vida, como en el relato de la semilla que moría
para fecundar la tierra y dar frutos en abundancia: “En verdad, en verdad os digo: si el
grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él sólo; pero si muere, da mucho fruto. El
que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida
eterna”. (Jn 20, 24-25). Los discípulos comprenden que Jesús es mucho más de lo que hasta
ahora han vislumbrado; es esta experiencia personal y comunitaria la que los lleva a ir
fundamentando su fe, como nos afirma Bultmann: “Lo histórico no era la resurrección, sino
la fe de los discípulos”.129

A partir de este punto comienza una nueva historia: Jesús no es añadido a la lista de
los profetas de Israel; si esto hubiera sido así, tal vez los Evangelios serían parte de los
libros sagrados del pueblo judío y el cristianismo como lo conocemos no existiría.130 Sus
seguidores comenzaron a reproducir las palabras de Jesús por la calles de Israel, caminaban
por los mismos senderos y realizaban sus mismas obras; esto no sólo les dio autoridad y
reconocimiento en el pueblo, sino que también acarreó una persecución desmedida: las
autoridades judías pensaban que al crucificarlo, sus seguidores se dispersarían como la
mayoría de los ajusticiados en Israel por causas políticas (Jn 18,14); pero esto no ocurrió
con el grupo de Jesús, sino que ellos a pesar de los tropiezos y persecuciones continuaron

128
Cfr. Ibid., 79.
129
BULTMANN, R., Kerygma und Mythos I, 46.
130
Op. Cfr. Ibid., 80.

62
anunciando el Reino de Dios, la Buena Noticia, el Evangelio que habían recibido de su
Maestro. La resurrección de Jesús pasó a ser la revelación: en ésta se podía ver la voluntad
de Dios y con ella se legitimaba la vida y la muerte de Jesús. Este punto es el ésjaton de la
historia131, el culmen de una etapa y el inicio de otra, donde la continuidad se interrumpe y
una nueva mirada se hace necesaria. Jesús es el punto de ruptura, su vida, muerte y
resurrección contienen toda la historicidad humana, es aquí cuando lo terreno y lo
escatológico se entrelazan para dar de nuevo un sentido desde Dios.

Para sus seguidores y discípulos, la Resurrección pasa a ser promesa y la Nueva


Alianza, y toda la vida comienza a ser leída desde ahí; aunque sin un sustrato histórico, la
fe en ésta es la que avala su nuevo modo de estar, como lo expresa Schillebeeckx:

La verdadera legitimación, evidente para todos, es la escatología (tal es el sentido de la


parusía). Por eso, nuestra misma fe en la resurrección es una profecía y una promesa para este
mundo: indefensa, inerme y vulnerable como toda profecía. De ahí que la vida cristiana no
sea «avalada» visiblemente por los hechos históricos.132

Aquí en este punto, es afinca el origen de cristianismo, en la compresión nueva del


estar y del situarse ante la vida. Este a su vez se convirtió en una herejía para el
judaísmo133, el que Jesús fuera el Cristo y se le diera como título el Mesías, causó un gran
revuelo. Por más que al principio sus seguidores quisieron seguir afiliados a la tradición
judía, el anuncio de las Buena Nueva, enraizada en la resurrección, no lo hizo posible. “La
teología judía no soportó esta innovación. Considerando que los cristianos iban demasiado
lejos y se produjo la ruptura. Un «exceso» cristiano está en el origen de la división entre
judíos y cristianos. Además, el onus probandi, la obligación de ofrecer pruebas”134, hacen
que se muestren muy indefensos, es aquí cuando surgen los relatos de la tumba vacía y las
apariciones para intentar plasmar la experiencia que habían tenido del Jesús resucitado.

Gracias a lo anterior, teniendo clara la no historicidad de la resurrección, podemos


decir que el contenido de ésta es experiencial. La experiencia del resucitado es la que

131
Cfr. BAENA BUSTAMANTE, Gustavo. Fenomenología de la Revelación, 755.
132
E. SCHILLEBEECKX. Jesús. La historia de un viviente, 604.
133
Cfr. FRAIJÓ, Manuel, El Cristianismo, una aproximación, 82.
134
Ibid., 83.

63
suscita todo el movimiento; para comprender mejor la dymamis que se genera, miremos el
único narrador que nos cuenta cómo pasó, Pablo de Tarso en su conversión:135

Porque os hago saber, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí, no es de orden humano,
pues yo no lo recibí ni aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo. Pues ya
estáis enterados de mi conducta anterior en el Judaísmo, cuán encarnizadamente perseguía a
la Iglesia de Dios y la devastaba, y cómo sobrepasaba en el Judaísmo a muchos de mis
compatriotas contemporáneos, superándoles en el celo por las tradiciones de mis padres.

Mas, cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo
a bien revelar en mí a su Hijo, para que le anunciase entre los gentiles, al punto, sin pedir
consejo ni a la carne ni a la sangre, sin subir a Jerusalén donde los apóstoles anteriores a mí,
me fui a Arabia, de donde nuevamente volví a Damasco. (Gal 1, 11 - 17)

La experiencia de Pablo con el Resucitado, comúnmente presentada como su


«conversión», es un encuentro existencial y comunitario, que es a lo que los cristianos de la
actualidad aspiramos, porque la legitimación de la resurrección no se da en lo exterior, sino
en el interior de la persona. Este encuentro genera un cambio ontológico,136 dando paso, a
quien lo experimenta, el replanteamiento de la vida para ordenarla desde una nueva
perspectiva, teniendo como punto de partida la Buena Noticia vivenciada por Jesús y
anunciada por sus seguidores.

Pablo afirma que anuncia lo que ha recibido. En los escritos paulinos encontramos la
mayoría de las fórmulas Cristológicas que son el fundamento de la fe; una de las más
antiguas afirmada por los exegetas y que “se ha llamado «el acta fundacional de
Cristianismo»”137, la encontramos en la primera carta a los Corintios:

Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros
pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las
Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce. (1Cor 15, 3 - 5)

Cuando la experiencia personal del resucitado estremece el mundo de las personas, el


anuncio ya no está dado por la herencia recibida como conocimiento intelectual del mismo;

135
Cfr. BAENA BUSTAMANTE, Gustavo. Fenomenología de la Revelación, 732.
136
Cfr. Ibid., 732.
137
Cfr. Ibid., 732; Op. Ibid., 84.

64
sino porque el Espíritu del resucitado, Espíritu Santo, (2 Cor 3,17) lleva al creyente a
realizar una opción fundamental rompiendo las barreras de la propia limitación, para dar
paso a una comunidad renovada dispuesta a entregar la vida como Él la entregó.

4. Conclusión

Una vez recorrido el siglo I, se puede ver el panorama: luchas de los primeros
cristianos clarificando quién era Jesús, rupturas entre el cristianismo y el judaísmo, el
anuncio de la Buena Nueva a los paganos, invasiones del Imperio Romano al pueblo de
Israel y la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70. Después de esto el cristianismo
se consolida como una religión, con un fundador indirecto que fue Jesús de Nazaret, que a
su vez es llamado el Cristo-Mesías. Este acontecimiento parte la historia en dos partes: el
antes de Cristo, en la cual Dios tenía un lugar privilegiado en lo alto, la vida giraba en torno
a complacerle; es lo que se podría denominar la teología de arriba, que parte de una visión
elevada de Dios, en la cual acceso a Él sólo se da por la mediación en el caso del pueblo
judío por medio de los sacerdotes. Después de Cristo hay una nueva imagen de Dios: Jesús
al transparentar con su vida a Dios mismo y cumplir su voluntad, lo presenta como alguien
cercano, accesible, en el cual se puede confiar porque su respuesta siempre es el amor
misericordioso y gratuito; esto es lo que llamaríamos una teología de abajo, que surge
desde la persona y desde su realidad y va haciendo conciencia de la presencia de Dios en
medio de la existencia138.

138
Teología de arriba y Teología de abajo, denominada por Hans Küng, como dos tipos de Teología que
señalan una ruptura en la imagen de Dios, a partir de los dos Testamentos Cfr. KÜNG, Hans, Jesús, 9.

65
Capítulo III

El seguimiento de Jesús en las primeras comunidades considerado en la realidad


actual

…El estilo de vida propuesto, en y por la mecánica de su


desarrollo, no humaniza, no plenifica, ni hace feliz… …Este
estilo de vida está movido por el miedo, la inseguridad, por la
vaciedad interior, por la necesidad de dominar para no ser
dominado, por la urgencia de exhibir lo que se tiene ya que
no se puede comunicar lo que se es…139

Cuando se pretende comparar el principio de algo con la realidad actual, se


encuentran miles de tropiezos y vicisitudes; más cuando lo que ha corrido debajo son XXI
siglos de historia, tal vez el mayor miedo al describir esta realidad radica en ser demasiado
pesimistas a la hora de actualizar el mensaje de Jesús en este momento histórico. Este es sin
duda el tiempo de la misericordia, donde la verdad debe ser dicha y confrontada. Sólo
cuando se mira de frente a Jesús y se reconoce la propia realidad, se puede levantar a pulso
la existencia y ofrendarla a Dios para ser una nueva creatura en Cristo, reconciliada en Él.
(cf. 2 Cor 5,17-21).

Este capítulo tiene como objetivo realizar una comparación de los elementos del
seguimiento de Jesús en las primeras comunidades cristianas y en la actualidad. En los
capítulos anteriores se da un panorama de quién es Jesús y cómo se constituye su
comunidad, desentrañado algunos aspectos de su perfil y planteando algunos elementos
fundamentales sobre los cuales los discípulos fundaron el cristianismo. Este capítulo quiere
poner a la luz del Evangelio la realidad que vivimos hoy, tomado como bandera la
invitación que nos propone la Constitución Pastoral Gaudium et Spes en el número 4,

139
ELLACURÍA, Ignacio, La Utopía del Profetismo, 153.

66
cuando hace un llamado a “Escrutar a fondo los signos de los tiempos para responder, de
modo adecuado a cada generación, a los perennes interrogantes de hombre”.140

En este capítulo utilizaremos el método hermenéutico de la sospecha, ya enunciado,


intentando que el Evangelio pueda iluminar la realidad actual. Esta se presentará desde
algunos autores como Víctor Codina SJ, Hans Küng, Jon Sobrino SJ, Ignacio Ellacuría SJ,
Rafael Aguirre Monasterio, Manuel Fraijó, lo mismo que a partir de textos del Concilio
Vaticano II y los testimonios que he recolectado en mi vida pastoral.

Esta comparación pretende iluminar el capítulo cuarto para obtener los elementos
Teológicos necesarios que ayuden a formular una propuesta que nos permita renovar la
relación con Jesús resucitado y a su vez nos impulse a tomar de nuevo las herramientas
necesarias para la construcción del Reino de Dios en el ahora de nuestra realidad.

1. Una Iglesia en crisis

Durante su papado, Juan XXIII da una mirada holística a la situación de la Iglesia y


entrevé que las estructuras que en ella prevalecen son de nuevo yugos pesados como los
que describía Pedro en el Concilio de Jerusalén: “¿Por qué, pues, ahora tentáis a Dios
queriendo poner sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni
nosotros pudimos sobrellevar?” (Hch 15,10). Sin temor y asumiendo las resistencias a un
cambio en el estatus de la Iglesia, Juan XXIII invita a un nuevo Concilio y en la misma
convocatoria ya plantea la problemática eclesial del momento:

…La Iglesia asiste en nuestros días a una grave crisis de la humanidad, que traerá consigo
profundas mutaciones. Un orden nuevo se está gestando, y la Iglesia tiene ante sí misiones
inmensas, como en las épocas más trágicas de la historia. Porque lo que se exige hoy de la
Iglesia es que infunda en las venas de la humanidad actual la virtud perenne, vital y divina
del Evangelio. La humanidad alardea de sus recientes conquistas en el campo científico y
técnico, pero sufre también las consecuencias de un orden temporal que algunos han querido
organizar prescindiendo de Dios. Por esto, el progreso espiritual del hombre contemporáneo

140
Concilio Vaticano II, Documentos del Vaticano II, 178.

67
no ha seguido los pasos del progreso material. De aquí surgen la indiferencia por los bienes
inmortales, el afán desordenado por los placeres de la tierra, que el progreso técnico pone con
tanta facilidad al alcance de todos, y, por último, un hecho completamente nuevo y
desconcertante, cual es la existencia de un ateísmo militante, que ha invadido ya a muchos
pueblos.

Todos estos motivos de dolorosa ansiedad que se proponen para suscitar la reflexión tienden
a probar cuán necesaria es la vigilancia y a suscitar el sentido de la responsabilidad personal
de cada uno. La visión de estos males impresiona sobremanera a algunos espíritus que sólo
ven tinieblas a su alrededor, como si este mundo estuviera totalmente envuelto por ellas. Nos,
sin embargo, preferimos poner toda nuestra firme confianza en el divino Salvador de la
humanidad, quien no ha abandonado a los hombres por Él redimidos. Más aún, siguiendo la
recomendación de Jesús cuando nos exhorta a distinguir claramente los signos de los tiempos
(Mt 16,3), Nos creemos vislumbrar, en medio de tantas tinieblas, no pocos indicios que nos
hacen concebir esperanzas de tiempos mejores para la Iglesia y la humanidad. Porque las
sangrientas guerras que sin interrupción se han ido sucediendo en nuestro tiempo, las
lamentables ruinas espirituales causadas en todo el mundo por muchas ideologías y las
amargas experiencias que durante tanto tiempo han sufrido los hombres, todo ello está
sirviendo de grave advertencia. El mismo progreso técnico, que ha dado al hombre la
posibilidad de crear instrumentos terribles para preparar su propia destrucción, ha suscitado
no pocos interrogantes angustiosos, lo cual hace que los hombres se sientan actualmente
preocupados para reconocer más fácilmente sus propias limitaciones, para desear la paz, para
comprender mejor la importancia de los valores del espíritu y para acelerar, finalmente, la
trayectoria de la vida social, que la humanidad con paso incierto parece haber ya iniciado, y
que mueve cada vez más a los individuos, a los diferentes grupos ciudadanos y a las mismas
naciones a colaborar amistosamente y a completarse y perfeccionarse con las ayudas mutuas.
Todo esto hace más fácil y más expedito el apostolado de la Iglesia, pues muchos que hasta
ahora no advirtieron la excelencia de su misión, hoy, enseñados más cumplidamente por la
experiencia, se sienten dispuestos a aceptar con prontitud las advertencias de la Iglesia.

Por lo que a la Iglesia se refiere, ésta no ha permanecido en modo alguno como espectadora
pasiva ante la evolución de los pueblos, el progreso técnico y científico y las revoluciones
sociales; por el contrario, los ha seguido con suma atención. Se ha opuesto con decisión
contra las ideologías materialistas o las ideologías que niegan los fundamentos de la fe
católica. Y ha sabido, finalmente, extraer de su seno y desarrollar en todos los campos del
dinamismo humano energías inmensas para el apostolado, la oración y la acción, por parte, en
primer lugar, del clero, situado cada vez más a la altura de su misión por su ciencia y su
virtud, y por parte, en segundo lugar, del laicado, cada vez más consciente de sus
responsabilidades dentro de la Iglesia, y sobre todo de su deber de ayudar a la Jerarquía
eclesiástica. Añádanse a ellos los inmensos sufrimientos que hoy padecen dolorosamente
muchas cristiandades, por virtud de los cuales una admirable multitud de Pastores, sacerdotes
y laicos sellan la constancia en su propia fe, sufriendo persecuciones de todo género y dando

68
tales ejemplos de fortaleza cristiana, que con razón pueden compararse a los que recogen los
períodos más gloriosos de la Iglesia. Por esto, mientras la humanidad aparece profundamente
cambiada, también la Iglesia católica se ofrece a nuestros ojos grandemente transformada y
perfeccionada, es decir, fortalecida en su unidad social, vigorizada en la bondad de su
doctrina, purificada en su interior, por todo lo cual se halla pronta para combatir todos los
sagrados combates de la fe…141

Estas palabras son una somera relectura de la realidad actual del mundo
contemporáneo; al volver a leerlas encontramos que las puertas de la Iglesia se han abierto
a transformar muchas realidades, pero que el camino que señaló el Concilio sólo lleva 50
años de recorrido y plantea el desafío de seguir caminando. Recordemos que el Kerigma,
como anuncio de salvación142 es Dynamis; por eso los seguidores de Jesús deben mirar
constantemente la realidad y apoyados en la palabra de Dios, dar pasos certeros en la
trasformación de la misma.

2. Motivos de la crisis

Cuando se habla de crisis lo más común es que se relacione con sufrimiento, dolor y
miedo, aunque la psicología y la espiritualidad oriental han tratado de resignificar el sentido
de la crisis; aún en occidente no logramos comprender la inmensa riqueza que surge de
esta. Muchos cristianos en la actualidad siguen preguntándose por los espacios
evangelizadores, por qué el sufrimiento es inherente a Jesús (Dios). Parece que el
cristianismo implica que vivamos un estado calamitoso, de constante dolor y la
justificación muchas veces piadosa que se da es por la muerte de Jesús en la cruz.

En la convocatoria al Concilio Vaticano II podíamos leer cuál es la situación actual,


la que más tarde Bauman llamaría el mundo cambiante y líquido143 que en los últimos 50
años ha sufrido más transformaciones que en toda la historia de la humanidad144; con

141
Ibid., 9 -10
142
Cfr. BAENA BUSTAMANTE, Gustavo. Fenomenología de la Revelación, 527.
143
BAUMAN, Zygmunt, La Vida Liquida, 220.
144
Cfr. MODELO EDUCATIVO UFLP
http://www.uflp.edu.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=57.

69
inmensas posibilidades gracias al desarrollo de la tecnología, pero enfrentado a estándares
de individualismo que llevan a las personas a vivir cada vez más desde lo exterior, sin
percatarse que la felicidad no está en el tener sino en aprender a ser.145 Esta fragmentación
de la vida son los nuevos signos de los tiempos, es a lo que el cristianismo tiene que prestar
atención: el avance médico ha hecho que al caminar por la mayoría de ciudades, pueblos y
veredas ya no se vean tantos enfermos con limitaciones físicas, pero al caminar se percibe
en el ambiente a muchas personas enfermas por dentro. La violencia, el rencor, el no
manejo de emociones, la imagen de un Dios castigador encumbrado el en cielo, las
prohibiciones eclesiásticas, el pecado, los desastres naturales, el desplazamiento, la
migración y muchos otros aspectos hacen que los seres humanos busquen sistemas de
felicidad instantánea, donde la satisfacción corporal ocupa el primer puesto en las
sociedades actuales.

Ante esta realidad que se cae frente a nuestros ojos, inevitablemente surge la
pregunta, cómo en un mundo donde Jesús es el centro146 desde el Siglo IV, cuando
Constantino hizo de cristianismo la religión del Estado, o sea, de todo el mundo conocido
por Occidente en ese tiempo, llegamos a una crisis a la que le podríamos dar el nombre de
Deshumanización. Abandonando la promesa de no ser pesimistas, creo que la Iglesia
ministerial tendría que volverse a preguntar por el papel que juega en la realidad, ya que
ésta no es constante por más de un año, en que la libertad es libertinaje y la emancipación
equivale al no tener reglas. ¿Será que hoy Jesús con su revolución tiene una palabra que
decirnos, que toda la renovación del Vaticano II puede aportar una nueva comprensión del
mundo desde el Jesús histórico tan estudiado y abajar al Cristo encumbrado en los
altares147, casi deshumanizado por la Edad Media y tan lejano como la imagen del Dios de
Israel en su época?

Tal vez este planteamiento sea de nuevo utopía, pero si sólo se puede ser cristiano
cuando se actúa en el nombre de Cristo148, y el seguimiento de Jesús implica asumir la

145
ELLACURÍA, Ignacio, La Utopía del Profetismo, 153.
146
SOBRINO, Jon, Sj, “El Jesús histórico nos llama al discipulado en América Latina y el Caribe”, 149.
147
Cfr. KÜNG, Hans, Jesús, 22.
148
Cfr. Ibid., 20.

70
existencia como Él la asumió, la misión a la que nos enfrentamos es mucho más honda que
cumplir leyes y normas. Para ser cristiano hoy, no basta sólo con ir a Misa, confesarse
teniendo como referencia los mandamientos, guardando los preceptos que el presbítero
señala en las homilías, porque de lo externo ya tenemos bastante. No es ahí donde está la
salvación, la salvación nunca es individual, siempre requiere de las personas que están al
lado, sosteniendo la fe. Por eso el ser cristiano hoy implica despertar del letargo en el que
nos encontramos y formarse para conocer el Jesús histórico, el que se encarna en medio de
la realidad para transformarla. En los siguientes apartados veremos de dónde puede venir la
crisis eclesial.

2.1. El desconocimiento de Jesús

Cuando Manuel Fraijó afirma que “Jesús ha tenido un buen siglo XX”, 149 deja
entrever que los augurios no eran buenos para el siglo XXI. Después del Concilio Vaticano
II, se abren las puertas al estudio de la Sagrada Escritura desde los métodos exegéticos: en
la Constitución Dogmática Dei Verbum, número 12; esto hace posible la paulatina
reconstrucción de Jesús histórico. El ir bajando a Jesús del otero, ha generado que su
imagen vaya cambiando en los ambientes cristianos. Esta es una ardua tarea, que ha
generado en el Magisterio de la Iglesia múltiples reacciones y ha llevado a estrictas
correcciones de las cristologías publicadas. Lo cierto es que no sólo este fenómeno se ha
dado en los niveles jerárquicos, sino también en el pueblo de Dios inmensamente aferrado
al Cristo que la Edad Media nos heredó y a la tradición con la que aún se evangeliza en
muchos sectores: el pecado como primera realidad humana, el temor de Dios entendido
como miedo a no cumplir mandamientos y aun con tristeza, lleando a excluir a los
cristianos por motivos sacramentales, condiciones sociales y sexuales, quienes se acercan
como el publicano de la parábola (Lc 18, 9 - 14); aun así se les exige antes recibir a Jesús
Eucaristía, estar justificados, abandonar su conducta, -que en la mayoría de los casos no

149
FRAIJÓ, Manuel, El Cristianismo, una aproximación, 42. De modo amplio en el capítulo 2: La Figura
Central: Jesús de Nazaret.

71
pueden dejar-, para recibirlo. Con certeza Jesús se levantaría y proclamaría de nuevo “No
necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal.” (Lc 5, 31).

Retomando el capítulo I sobre las dos dimensiones de la persona de Jesús, su realidad


histórica y el Cristo de la fe, lo que se quiere mostrar es la correlación entre estas dos etapas
superando cualquier dicotomía entre las mismas. En la Edad Media, al difundir la figura de
Jesús entre los cristianos, los presbíteros hacen más hincapié en el Cristo de la fe;150 como
ya lo dijimos, para quienes no han conocido al Jesús histórico esta es la única vía para
acceder a Jesucristo. Pero esto con el tiempo generó el peligro de la tergiversación de la
imagen de Jesús, pasando de un Dios humanado, a un Jesús sólo divino, sentado a la
derecha del Padre dictaminando juicios según el incumplimiento de los mandamientos. Se
abandonó al Jesús caminante y se lo encerró en los templos, entre paredes y puertas. Ese
Jesús puro y lejano ya no permitía ver al Jesús cercano de las realidades del sufrimiento
humano, quien anduvo tocando a cuanto enfermo y despreciado de la sociedad se encontró
(Mt 8, 2-3; Mc 5, 21 -43; Mt 8, 13 -25; Mc 7, 33; Mc 8, 23, Jn 9, 6 entre muchos otros). Se
pasó de un Jesús sanador a uno que manda enfermedades como castigo por el pecado, de un
Jesús misericordioso que es capaz de perdonar en la cruz a quienes lo matan (Lc 23, 34) a
uno que condena desde la cruz, porque así lo presentan desde las homilías los predicadores
que repiten la amenaza: “volvemos a matar a Jesús, cuando pecamos”.151 Esta imagen de
Jesús cercano y misericordioso que se ha diluido durante estos siglos, es la que con
vehemencia pide Jon Sobrino en su texto El Jesús histórico nos llama al discipulado en
América Latina y el Caribe, que se debe rescatar, y esto sólo es posible recuperando a Jesús
de Nazaret.152 En su imagen histórica se podrá de nuevo dar el salto a la del Cristo de la fe.

…olvidar y recortar a Jesús de Nazaret, tergiversar así a Cristo y convertirlo frecuentemente


en su contrario. Dicho de forma gráfica, de tal manera se ha presentado a Cristo, que el
creyente, para serlo, no tenía por qué parecerse a Jesús y por qué seguir y realizar la misión
de Jesús en favor de los oprimidos. Lo que Dios había unido, Cristo –el portador de las

150
Cfr. KÜNG, Hans, Jesús, 22.
151
Tradición oral, que se refleja en la religiosidad popular, frase empleada por algunos presbíteros en las
Eucaristías y transmitida por los fieles cristianos en la actualidad.
152
Cfr. SOBRINO, Jon, Sj, “El Jesús histórico nos llama al discipulado en América Latina y el Caribe”, 128.

72
esperanzas mesiánicas y de liberación de los oprimidos– fue separado y aun contrapuesto a
través de la imagen de un Cristo sin Jesús.153

Por eso cuando se afirma que hay un desconocimiento de Jesús, nos referimos a que
la tradición nos ha presentado un Cristo sin Jesús como lo afirma Sobrino citando a Rahner
“Para superar la profunda crisis de los creyentes cuando se les presenta una transcendencia
sin historia y un Cristo sin Jesús”154, es evidente que la realidad nos urge a dar el salto, a
sacudirnos y volver a beber del agua viva que Jesús ofrece a la samaritana (Jn 4, 14). Es la
figura del Jesús histórico la que va a dar sentido al ser cristiano. No podemos pretender
tener una relación de integración con el Cristo de la fe, desde lo exterior. Recordando lo ya
dicho en el capítulo II lo que impulsa a los discípulos al anuncio de la Buena Noticia es el
encuentro con Jesús resucitado, por eso los cristianos no podemos pretender anunciar a
quien no conocemos y con quien no nos hemos encontrado aún.

Después de dar un somero repaso por la realidad en la que se encuentra el mundo y


nuestro ser cristiano, realizaremos una comparación con el concepto de recuerdo del
Maestro hemos enunciado en el capítulo II.

3. A qué Jesús recordamos hoy

Todo tiempo pasado fue mejor155, es lo que suelen decir las personas mayores cuando
se les pregunta por la realidad del mundo en que viven. Es que el pasado brinda una
comodidad absoluta, no se tiene que innovar, realizar cambios y a veces es tan cómodo que
ni se tiene que generar pensamiento; esto hace que repetir las mismas formulaciones de fe
sea mucho más fácil que preguntarnos qué haría Jesús frente a esta realidad, como lo
enuncia Rafael Aguirre Monasterio en su escrito, Discípulos y Testigos de Jesús en la
Sociedad actual:

Creo que en nuestra Iglesia hay más infidelidad por mera repetición del pasado, irrelevante y
cómoda, que por temerarias formulaciones novedosas. Se sospecha con rapidez de quienes se

153
Ibid., 146.
154
Ibid., 129.
155
Dichos populares que enuncian la personas de avanzada edad en la sociedad Latinoamérica.

73
esfuerzan por abrir caminos nuevos al Evangelio en el presente; mientras no es raro que se
considere fidelidad lo que no es sino adocenamiento, comodidad y nostalgia del pasado.156

El cristianismo generó tanto revuelo desde su fundación, de la cual no hay un acta


como tal, sino la sangre que Jesús y sus fieles seguidores que se la jugaron toda para dar a
conocer al mundo una nueva forma de ser y estar. Esta Dynamis, es potencia: el
cristianismo es el continuo movimiento donde el motor como lo expresa Santo Tomás es
Dios157, pero no el Dios del Antiguo Testamento, sino el Dios que Jesús de Nazaret nos da
a conocer. El cristianismo a su vez es signo de contradicción; por eso las divergencias
doctrinales siempre deben estar presentes, porque desde una visión holística de la historia la
unificación completa no existe, siempre debe haber un punto de divergencia; esto está
profundamente relacionado con nuestra condición humana, por tanto limitada. La denuncia
social es una condición no negociable a la hora de asumir el cristianismo como forma de
vida; quien ve la injusticia y le da un rodeo para no incomodarse (Lc 10, 31-32), no se
puede llamar cristiano y por último el cristiano de hoy debe ser tan coherente, que su vida
sea símbolo de autoridad como lo fue Jesús en su vida. Cuando se mira el panorama, se
puede ver claro que el ser cristiano implica mucho más que creer en dogmas, recitar
oraciones y cumplir normas158; ser cristiano implica la vida entera, implica realizar una
opción fundamental por Jesús de Nazaret159 y asumir las consecuencias de este
seguimiento.

En los próximos apartados relacionaremos al Jesús que los discípulos recordaban con
el que concebimos en nuestra realidad.

156
AGUIRRE, M. Rafael, Discípulos y Testigos de Jesús en la Sociedad Actual, Aula de Teología (marzo 16,
2010),
https://www.unican.es/NR/rdonlyres/000135fa/evzvrpcrgtqlhufyfwvlmaqxruxgrfls/Disc%C3%ADpulosytesti
gosRAguirre16demarzo.pdf
157
DE AQUINO, Tomás, Suma de Teología, 243.
158
Op. Cfr. Ibid., 1.
159
MÚNERA Duque, Alberto. Teología moral fundamental del Nuevo Testamento. Apuntes de clase, Tema
No. 5, 2011.

74
3.1 Imagen de Dios

Cuando se habla de la imagen de Dios, tenemos que aclarar que cuando a Jesús se le
da el nombre de Hijo de Dios160, como ya lo expresamos en los capítulos anteriores, se está
hablando de que Él es la imagen visible del Padre; por lo tanto para la cristiandad Jesús es
Dios. Expresado en la verdad de fe trinitaria «tres personas distintas y un sólo Dios
verdadero». Desde lo anterior entonces podríamos afirmar que Jesús al ser imagen de Dios
es la segunda Persona de la Trinidad, Dios Hijo, Dios Palabra (Verbo, Logos), Dios de Dios
y por eso Dios (Jn 14, 9) porque comparte la divinidad con el Padre y el Espíritu Santo. Por
lo tanto cuando intentamos comparar la imagen de Dios que los discípulos reconstruyeron a
partir de Jesús, lo que estamos intentando es reconstruir la imagen de Jesús y nos
preguntamos si en la actualidad la imagen de Jesús que tenemos corresponde a la imagen
que ellos tenían de Él. El Dios Padre de Jesús como lo expresa Sobrino, nuestro Padre:

Jesús es portador de un Evangelio, de una Buena Noticia. Sus palabras y sus obras son esa
Buena Noticia. Jesús es quien dice “el Reino de Dios se acerca”, “dichosos vosotros, los
pobres, porque vuestro es el Reino de Dios” el que, cuando enseña a orar, comienza con otra
noticia: tenemos un Dios que es Padre y que es Padre común, y por eso decid “Padre
nuestro”; el que al hombre apesadumbrado le dice “no temas, vete en paz”, el que al pecador
angustiado le dice que el mayor gozo de Dios es que los pecadores se le acerquen
confiadamente como a un Padre.161

El cambio que habíamos mostrado en la imagen de Dios en el segundo capítulo, tiene


como elementos fundamentales: El Dios de la misericordia expresado en Lucas 15, el que
esboza una nueva justicia en Mateo 20 en la parábola de la viña, un Dios encarnado en la
realidad, que baja al encuentro en Lucas 1, que camina al lado de pueblo y se deja
transformar por la fe de las extranjeras en el relato de lo mujer Sirofenicia en Mateo 7, 28.
Este Dios que se muestra en Jesús es el Dios del Nuevo Testamento.

Cuando se habla de la misericordia los cristianos hacen inmediatamente referencia al


Evangelio de Lucas y nos ilustran el término con ejemplos claros, con la parábola del hijo
pródigo, la de la oveja perdida y la dracma perdida. Es indiscutible que a la hora de aclarar

160
Cfr. FRAIJÓ, Manuel, El Cristianismo, una aproximación, 59.
161
SOBRINO, Jon, Sj, “El Jesús histórico nos llama al discipulado en América Latina y el Caribe”, 139.

75
términos, estamos ampliamente formados, pero la cosa se complica a la hora de revisar la
vida, cuando tenemos que dar razón de si nuestro actuar es misericordioso. Esto en todos
los estados, desde la jerarquía hasta los cristianos de a pie. Si el seguimiento de Jesús no es
sólo una imitación sino encarnarlo, como lo expresa Rafael Aguirre: “El seguimiento de
Jesús no es mera imitación, las circunstancias son hoy totalmente diferentes, cambiables.
No hay que desvirtuar el pasado, sino que hay que hacerlo significativo y relevante en el
presente, y esto exige creatividad y libertad.”162 Por lo tanto, en la actualidad se requiere
que bajemos de la cabeza al corazón para que nuestras respuestas sean cada vez más
acordes con lo que intelectualmente sabemos.

Pero la vivencia de la misericordia tiene concreciones en la vida eclesial y personal


de los cristianos. Una de las formas más bellas en la que se expresa el camino de
seguimiento de Jesús es por medio de los sacramentos. Estos son un camino que recorre el
creyente en la construcción de su proyecto de vida, pero en la actualidad estos han sido
desvirtuados. Cuando se hace una radiografía de esta realidad, encontramos sectores
eclesiásticos que siguen apegados al modelo tradicional para mostrar cifras ante sus
superiores, pero encontramos otros totalmente convencidos que la sacramentalización, dejó
de ser un camino loable para hacerse cristiano163, porque estos dejaron en muchos casos de
estar enraizados en una experiencia de fe y se convirtieron en una obligación y aun en
motivo de exclusión dentro de la misma Iglesia.

Pero hablábamos de la misericordia: esta se ve fracturada en sus estructura cuando los


sacramentos se convierten en cargas pesadas como lo expresa Pedro en el Concilio de
Jerusalén (Hch 15, 10). Estamos ante una nueva estructura social cambiante, vertiginosa y
liquida, e imponemos en ésta un yugo cada vez más difícil de cargar. Cuando muchos
presbíteros en sus homilías exigen el matrimonio sacramental como mediación para recibir
a Jesús, sin escuchar la narrativas de las personas y entender suficientemente por qué este

162
AGUIRRE, M. Rafael, Discípulos y Testigos de Jesús en la Sociedad Actual, Aula de Teología (marzo 16,
2010),
https://www.unican.es/NR/rdonlyres/000135fa/evzvrpcrgtqlhufyfwvlmaqxruxgrfls/Disc%C3%ADpulosytesti
gosRAguirre16demarzo.pdf
163
CODINA, Víctor Sj, Ser Cristiano en América Latina, 8.

76
sacramento no puede ser una realidad en ellos; también cuando una mujer u hombre
engañado por su cónyuge decide separarse, en algunos casos se les dice que ha abandonado
su cruz y que debe volver a estar con él o ella, porque lo que Dios ha unido no lo separe el
hombre (Mt 19, 6) y si no, se le pide que haga una separación eclesiástica que en muchos
casos no se puede costear económicamente; y entre estos muchos otros casos. Cuando se
niega la comunión que es el cuerpo de Jesús, sacramento de vida, a una persona por estas
circunstancias, ¿no será que nos está faltando la misericordia y se deja de reflejar el
Evangelio? En el capítulo 15 de Lucas, cuando el padre sale al encuentro del hijo, antes de
que éste le pueda siquiera pedir perdón, lo abraza, lo levanta, le pone la túnica y un anillo
en el dedo, y celebra una fiesta porque lo ha recuperado. ¿No será que los cristianos
necesitamos reconocer que la misericordia nunca es repetir juicios inquisitorios sino acoger
con amor, dejar las ovejas para buscar aquella que se siente perdida y barrer la casa para
remover los esquemas que nos aprisionan a un sistema que parece que perdió el norte?.164

Otra de las imágenes de Dios que revela Jesús con vehemencia es la de una justicia
renovada, una justicia que supera el ojo por ojo y diente por diente (Ex 21, 24). Él la
expresa en la parábola de los obreros de la viña (Mt 20, 1 -16). Para el mundo occidental la
justicia es una piedra de tropiezo, porque al lado del mensaje cristiano que da como premisa
una justicia desbordada en la misericordia donde está por encima del juicio que a su vez se
contrasta con la definición del Derecho Romano, dar a cada cual lo que se merece165, estas
dos apreciaciones se confrontan y se confunden. Cuando se escuchan las homilías la
explicación de esta parábola generalmente se plantea en términos del cielo, de que no
importa el momento en que decidamos seguir a Jesús siempre habrá una invitación abierta
para acercarnos. Pero la pregunta es: ¿Jesús habla de un lugar en el cielo o de la justicia
social; de los empleadores que buscaban siempre pagar menos por el trabajo de los obreros,
de la explotación cuando se les hacía trabajar horas extras por el mismo pago, de la falta de
seguridad en los contratos, para traerlo un poco a la actualidad, los contratos por prestación
de servicios, de las condiciones infrahumanas, cuando los labradores pasaban todo el día

164
Cfr. Capítulo 15 del Evangelio de San Lucas
165
Este es uno de los puntos que desde mi apreciación el cristianismo pacto con el estado cuando el siglo IV
Constantino abre las puertas de Imperio a nuevo movimiento cristiano.

77
bajo el sol sin parar, o de los ricos que lo único que le importa son los resultados y no la
persona?

Creo que esta parábola no se pude quedar en aspiraciones del cielo, sino que se tiene
que concretar en la realidad. El ser cristianos implica abandonar los sistemas injustos que
nos aprisionan y volver al verdadero Cristo como lo expresa Jon Sobrino:

Intuyamos que el verdadero Cristo es siempre un reto, y en este sentido también una amenaza
al hombre concupiscente, que intenta siempre fabricarse sus propios cristos, pero a quien le
cuesta oír con oídos honrados la verdad de un Cristo que va más allá, muchas veces, en
contra de sus expectativas e intereses.166

La imagen que Jesús muestra de un Dios justo, es la imagen de un Dios como lo


muestra Lucas: “«Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no
seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y
se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de
vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá.»” (Lc 6, 36-38). Él a
la hora de juzgar tendrá el parámetro como lo expresa Santiago: “Porque el juicio será sin
misericordia para el que no ha mostrado misericordia; la misericordia triunfa sobre el
juicio.” (St 2, 13). La justicia en Jesús supera los merecimientos y salta a la gracia, al don
recibido gratuitamente, es germen del Reino; por eso los cristianos deben hacerse la
pregunta constante ante las injusticias y dar el salto, buscar la dignidad del ser humano es
un valor cristiano pero además es la única forma de ser verdaderos seguidores de Jesús.

En Lucas 1 y en el prólogo de Juan, se presenta uno de los misterios de fe del


cristianismo, la encarnación: está en el primer capítulo, la vinculamos con la resurrección
porque expresamente pertenece al Cristo de la fe. Sin resurrección no habría encarnación
como ya lo expresamos anteriormente. Entonces preguntémonos, ¿en la realidad actual qué
es la encarnación de Dios Hijo en Jesús? Ésta es cercanía, Él se hace humano para tocar la
realidad de cada persona, para ponerse en los zapatos de quienes van perdiendo el sentido;
Él mismo experimenta el dolor de las pérdidas de los seres amados, el hambre al que son
sometidos los pueblos dominados por otros, el paso de los inviernos congelados, el rechazo

166
SOBRINO, Jon, Sj, “El Jesús histórico nos llama al discipulado en América Latina y el Caribe”, 132.

78
de los que se creen justificados ante Dios. Él mismo padece la muerte con escarnio en
solidaridad con quienes parece que los dolores los superan; Dios Hijo en Jesús se encarna
para liberarnos de la opresión de la propia realidad, tanto personal, como social. Como lo
expresa Jon Sobrino:

Esa cercanía a la realidad es la que lo llevó a conmoverse en sus entrañas ante el sufrimiento
de la gente, a salir activamente en su defensa, a entrometerse en los conflictos, a ser
perseguido y crucificado. “Cercanía” no es, pues, una categoría abstracta, sino bien histórica;
en la encarnación consecuente en su propio mundo de opresión, es la honrada visión de ese
mundo y la misericordiosa reacción ante los oprimidos de ese mundo.167

Es un Dios que se abre a los pueblos, que no se cierra ante nadie, que puede ser
adorado en cualquier lugar, porque la condición para entablar una relación con Él, es estar
dispuesto a presentarse con profunda humildad reconociendo la verdad que quien se es. Así
como lo enuncia el Evangelio: “Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los
adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre
que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y
verdad” (Jn 4, 23-24); en Jesús la exclusión por raza, sexo, color, inclinaciones sexuales,
políticas, religiosas o de cualquier otro tipo se rompen, ya no hay nadie que pueda estar
fuera de Dios, porque en la encarnación Dios se derrama en cada rincón de la humanidad,
por eso es nueva creación. La implantación del “Reino de Dios implica la transformación
de la realidad, pero también la admiración ante el milagro de la vida y de la creación”.168

Habiendo señalado la imagen de Dios renovada por Jesús podemos ver cómo en la
actualidad aparece ante nuestros ojos muy desdibujada; y con la conciencia de que esta
radiografía de la realidad no es para caer en un pesimismo destructivo, sino para que, como
después de una tormenta, el sol se alce para iluminarlo todo, hasta lo que estaba claro.
Como ya se dijo en la introducción del capítulo cuando la verdad se enuncia escuetamente,
debe ser transformada.

167
Ibid., 134.
168
AGUIRRE, M. Rafael, Discípulos y Testigos de Jesús en la Sociedad Actual, Aula de Teología (marzo 16,
2010), 11.
https://www.unican.es/NR/rdonlyres/000135fa/evzvrpcrgtqlhufyfwvlmaqxruxgrfls/Disc%C3%ADpulosytesti
gosRAguirre16demarzo.pdf

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3.2 Divergencias doctrinales

Cuando se habla de divergencias doctrinales en Jesús, nos parece lo más normal que
Él no estuviera de acuerdo con el sistema religioso de su época, que hiciera duras críticas a
la ley con sus 10 mandamientos y 613 normas, que la vida fuera más importante para Él
que la ley, que enunciara que lo externo nada tiene que ver como la experiencia personal de
Dios; que el día de descanso se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado (Mc 2,
27 - 28) y que el sistema de ritualidad y sacrificios había perdido su esencia y se había
convertido en un mercado en el cual se compraba la salvación, como lo expresamos en el
capítulo anterior. Pero a la cristiandad se le ha olvidado preguntarse en qué diverge con la
Institución; es decir, cada día se hace la pregunta en secreto pero nadie se atreve a disentir,
recordemos las duras críticas que han sufrido los teólogos cuando han expresado los
desacuerdos.

En la actualidad parece que el impulso evangelizador de los primeros cristianos se ha


desgastado, el Evangelio ha dejado de ser Buena Noticia y aun hemos cometido un
sacrilegio mucho más grave: lo hemos instrumentalizado para que diga lo que queremos
escuchar y esclavizar a los pueblos con la idea de que si no cumplen ritos, creen en dogmas,
Dios no va a estar de su lado y los abandonará, como lo expresa Jon Sobrino:

Por múltiples razones, el Evangelio se ha convertido en material para probar una determinada
teología o para sustentar un dogma, lo cual es legítimo y necesario; pero con ello ha sido
usado no en su forma original, como Buena Noticia. Ambientalmente, también es frecuente
que se aborde el Evangelio sólo para defenderlo de quienes atacan su verdad, es decir,
apologéticamente; tarea pastoralmente necesaria cuando un ambiente secularizado, por
ejemplo, la impone, pero tarea que pone al Evangelio a la defensiva y le priva de su fuerza
original de ser una Buena Noticia.169

Nunca podré olvidar la pregunta que se me hizo al inicio de una Eucaristía dominical;
¿los presbíteros no anuncian la verdad del Evangelio porque no la saben o porque creen que
el pueblo no está en capacidad de entenderla?170 Aquí creo que se hace necesario volver al
tema de la comodidad: los cristianos nos acomodamos en el cumplimento de

169
Op. Ibid., 139.
170
Experiencia personal.

80
mandamientos, sacramentos, catecismo y esto con el tiempo ha socavado la fe. Hace como
tres o cuatro generaciones los jóvenes latinoamericanos comenzaron a hacerse preguntas
del significado de los ritos, de los dogmas, las leyes, las prohibiciones y las respuestas que
muchos de ellos encontraron fueron la obligatoriedad de su cumplimiento sin más razón;
pero como ya enunciamos, en un mundo cambiante con alto desarrollo del pensamiento y la
tecnología, estas respuestas no bastaban y en una realidad de los sentidos, no se
preocuparon por investigar: una vez se liberaron de yugo de los padres, abandonaron la
Iglesia institucional porque no satisfacía sus necesidades. Estos desertores de la Iglesia
nunca tuvieron un encuentro con Jesús como el de los primeros creyentes y el del mismo
Pablo (Gal 1, 11 - 17); su fe fue quemada por el sol, al amanecer de su vida porque estaba
sembrada sobre rocas, no tenía raíces (Mc 4, 5 - 6).

Por eso cuando nos paramos frente al tema de las divergencias doctrinales, más que
replantear el cambio de la estructura de la Institución, que valga la pena aclarar está en
proceso, tendríamos que preguntarnos si nuestro cristianismo está enraizado en el encuentro
con Jesús, o si está afincado en la comodidad del cumplimiento de los preceptos; esta
pregunta es válida para cada persona que lleve el título de cristiano.

También una sana crítica a la vivencia en la fe y algunos temas álgidos que la Iglesia
tiene entre manos, harían falta, como por ejemplo: el papel del laicado dentro de la Iglesia
enunciado por el Vaticano II, la unión que persiste entre Iglesia y Estado, el matrimonio de
los presbíteros, las preferencias sexuales de algunas personas, el derecho a una muerte
digna, el aborto, la ordenación de mujeres, entre otros muchos. Estos temas a su vez no
tienen un sustrato evangélico, ya que éste no habla explícitamente de ninguno, por lo
mismo son muy difíciles de abordar; porque como los judíos en la época de Jesús queremos
salvaguardar el depósito de la fe. Pero siendo coherentes con el anuncio de Jesús, la Iglesia
siempre debería estar preparada para dar una respuesta evangélica a la realidad, bajo los
principios de misericordia, justicia, amor, cercanía, acogida, respeto, perdón, solidaridad y
la apertura a lo nuevo, porque es sólo ahí donde se concreta el cristianismo.

81
Después de una mirada general a las divergencias doctrinales de nuestra época
tratando de ser coherentes y sabiendo que la responsabilidad radica en la institución y en la
vivencia de pueblo de Dios, pasemos a la denuncia social, un aspecto muy relevante en la
vida del Jesús histórico, como en la conformación de la Iglesia.

3.3 Denuncia Social

Cuando en el capítulo II se describe la denuncia social, desde el recuerdo que los


discípulos tenían de Jesús, lo abordábamos desde varios aspectos, como la exclusión de
algunas personas por enfermedad, sexo u oficio; también se visualizaba la realidad de
meritocracia que se había conformado al rededor del templo y como la ruptura entre el
judaísmo y la Buena noticia de Jesús se hace inevitable, en lo que Bonhoeffer llama la
«gracia barata».171 Para los cristianos de la actualidad, algunos de estos aspectos ya están
superados, pero aunque no los nombremos tan enfáticamente, sigue habiendo realidades
que exigen una palabra iluminada desde el Evangelio.

Recodemos que el Evangelio lleva como sello que siempre es constante y actual,
porque es la relectura de la vida de Jesús que a su vez, es la revelación categorial de Dios
como ya lo habíamos enunciado; esto hace que en Él y su Buena Noticia se contenga toda
la historia de la humanidad. Gracias a lo anterior, no podemos perder del horizonte que
Jesús es el enviado de Dios, como lo expresa el documento de Medellín:

Es el mismo Dios quien, en la plenitud de los tiempos envía a su Hijo para que hecho carne
venga a liberar a todos los hombres de todas las esclavitudes a que los tiene sujetos el pecado,
la ignorancia, el hambre, la miseria y la opresión, en una palabra, la injusticia y el odio que
tienen su origen en el egoísmo humano. (Justicia, 3)172

Podemos entonces afirmar que en el hoy, la denuncia social sigue siendo el punto de
partida de ser cristianos: Jesús toma una postura clara, no favorece la ley y el orden, sino
171
Cfr. Ibid., 65. BONHOEFFER, D. El Precio de la Gracia.
172
AGUIRRE, M. Rafael, Discípulos y Testigos de Jesús en la Sociedad Actual, Aula de Teología (marzo 16,
2010),
https://www.unican.es/NR/rdonlyres/000135fa/evzvrpcrgtqlhufyfwvlmaqxruxgrfls/Disc%C3%ADpulosytesti
gosRAguirre16demarzo.pdf

82
que asume el conflicto como parte de su ideología a su vez afincado en la paz 173; su
revolución está abierta en un sentido ampliamente profético y su respuesta a la violencia
siempre es el amor. En la actualidad los cristianos no son reflejo de esto, parece que los
siglos de Edad Media dejaron el pozo del Evangelio seco, en un estado de letargo, donde el
mundo se puede incendiar bajo nuestros pies; donde los oídos y labios siguen cerrados, los
ojos vendados como los ídolos del Antiguo Testamento (Sal 135, 16).

Los cristianos, han convertido el Evangelio en un privilegio de unos pocos, en una


pequeña élite que desgarra la Buena Noticia y la convierte en un sistema de méritos como
el que Jesús tanto criticó de sus coterráneos: el “progreso injusto que, con frecuencia
arrastra culturas ancestrales, embota las relaciones humanas y, sobre todo, sofoca la
dimensión espiritual”.174 Es necesario que los cristianos asuman su rol de profetas, como se
proclama en el Bautismo, que no se queden en los rincones esperando que alguien más dé
la vida; es más, en nuestros dichos populares es muy común escuchar: se fue de redentor y
salió crucificado, como si el defender a alguien frente a la injusticia no fuera nuestro deber.
Si cada cual asumiera el rol de Jesús en su vida, no tendríamos que mirar sólo aquellos
mártires que entregaron su vida como un referente utópico de la vida cristiana, sino que
cada cual haría presente en su existencia la encarnación de Jesús en medio de la tierra. Los
dogmas, ritos y oraciones, sólo serán verdaderas cuando no nos sentemos a ver pasar las
injusticias frente a nosotros en un estado de impavidez, sino cuando se alce la voz, se
camine y muera por aquellos que no tienen voz. Por eso el cristianismo es anuncio y
denuncia, responsabilidad y exigencia, donde no se busquen chivos expiatorios para
justificar las limitaciones y la construcción de Reino sea una prioridad personal y
comunitaria.

A su vez, el cristianismo tiene como raíz primigenia la persona de Jesús y su anuncio;


es en estos dos puntos de donde se puede partir para configurar la vida, pero con los años se

173
Cfr. SOBRINO, Jon, Sj, “El Jesús histórico nos llama al discipulado en América Latina y el Caribe”, 148.
174
AGUIRRE, M. Rafael, Discípulos y Testigos de Jesús en la Sociedad Actual, Aula de Teología (marzo 16,
2010), 11.
https://www.unican.es/NR/rdonlyres/000135fa/evzvrpcrgtqlhufyfwvlmaqxruxgrfls/Disc%C3%ADpulosytesti
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ha olvidado cuál es el significado de la palabra Evangelio; desde muchos autores y
especialmente desde Jon Sobrino, Evangelio es equivalente al anuncio de Buenas Noticias a
los pobres; este pretende reivindicar a aquellos que lo han perdido todo. Con el tiempo la
Buena Noticia se ha sectorizado, como dicen algunos presbíteros en la actualidad, no es lo
mismo predicar a un sector rico, en uno de clase media y en uno pobre de la misma ciudad;
cuando uno asiste a los diferentes sectores a escuchar las homilías, se cae en cuenta de que
la mayoría acomoda el Evangelio de acuerdo al sector, sin dar trascendencia a lo que
realmente es el mensaje de Jesús, sino tratado de contentar a sus oyentes, justificando sus
estados y aun traicionando la verdad del Evangelio, sin olvidar que para muchos ministros
ordenados hay que zonas a las que no aceptan ir. La Iglesia se ha sectorizado y con ello se
ha desvirtuado el Evangelio, se ha ido perdiendo la idea de cuerpo (1 Cor 12, 12) y cada
vez más predomina la división, y así el Evangelio es tan sólo puro texto como lo expresa
Sobrino:

Pobres y Evangelio son correlativos, se remiten el uno al otro. Cuando se separan, el


Evangelio tiende a convertirse en puro texto, susceptible de ser convertido en pura doctrina,
en el que se estudiarán los textos que apoyen una doctrina sobre Cristo. Pero cuando se unan
pobres y Evangelio, entonces lo que se dice de Cristo en los Evangelios apunta en verdad a lo
que de Cristo hay en Jesús. Entonces aparece el verdadero Jesús portador de una Buena
Noticia a los pobres y convertido él mismo en Buena Noticia.175

También con el tiempo en algunos sectores han aparecido algunas imágenes erradas
de Jesús: una es la del Cristo Rey, a la cual se le empieza a dar culto en siglo XX y viene de
la emancipación de la «razón de Estado»176; esta imagen está profundamente relacionada
con el poder y es la imagen que los poderosos asumen para justificar la injusticia que
cometen y darle el aval desde un Jesús que es Dios y que está arriba permitiéndoles todo.
Es tal vez esta, una de las mayores aberraciones, darle a Jesús una imagen de Rey. Los
evangelistas cuando describen la encarnación, siempre presentan el énfasis en un Jesús
pobre, nacido en una aldea pequeña de trabajadores, lo presentan aprendiendo el oficio de
su padre para ganarse el pan, hacen énfasis que no tenía donde recostar la cabeza (Mt 8, 20)
y cuando en la última cena Él asume el papel de esclavo y lava los pies a sus discípulos (Jn

175
Op. Ibid., 133.
176
SCHILLEBEECKX, E., Jesús. Historia de un viviente, 55.

84
13, 8 - 10) quiere señalar que es en el servicio y no en el poder donde se encuentra a Dios.
Quien quiera seguir a Jesús, debe estudiar su curriculum, aunque no podemos ser mal
agradecidos con la Iglesia, mal que bien ella durante estos XXI siglos ha preservado el
cristianismo, pero sin lugar a dudas es el momento de dar un giro, de releer a Jesús con la
óptica del Concilio Vaticano II y dar pasos en favor del Evangelio.

Recordemos que el seguimiento de Jesús no es un sendero tapizado por pétalos, en su


esencia el seguimiento es conflictivo donde lo más seguro es que se encuentren ataques y
persecuciones,177 donde la vida peligre y la lucha por la coherencia sea una batalla que
puede acabar en el martirio; no es un camino fácil, pero es el único camino para quien en
esencia se quiera llamar cristiano.

3.4 Pretensión de autoridad

Al hablar de autoridad en los ambientes actuales, generalmente está en el imaginario


la figura de un dirigente. Alguien que ha conseguido suficientes méritos para tener a cargo
la vida de otros. Los ejemplos que tenemos de autoridades en la actualidad son: los padres
de familia, los directivos de las empresas, los maestros, los presbíteros, los superiores de las
comunidades religiosas, los pastores, los policías, el ejército, los senadores, los presidentes
e incluso la realeza en algunos países, entre otros. Pero la pregunta casi obligada es: ¿La
autoridad se relaciona con el poder que se ejerce o con la coherencia con que se vive? Se
pensaría que los dos aspectos tiene igual relevancia para determinar la autoridad, pero en la
realidad, se da más peso al poder ejercido como símbolo de autoridad que a un actuar
consciente en la propia vida. En este caso la autoridad se definiría más como un
autoritarismo que según la Real Academia de la Lengua Española es un ejercicio excesivo
de la autoridad178: a quien se le confiere un poder en pro de su mérito, lo ejerce
inadecuadamente poniéndose por encima de quienes están bajo su responsabilidad.

177
Op. Cfr. Ibid., 143.
178
Cfr. Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. http://lema.rae.es/drae/?val=autoritarismo

85
Es importante que se definan estos términos, porque gracias a esta nueva forma de
entender, cuando se habla de la autoridad de Jesús inmediatamente surge en el imaginario
de Él como dirigente poderoso. Esto hace inevitable que se relacione a Jesús con la Iglesia,
no porque no tengan una relación, sino porque se tiende a pensar que todas las
construcciones que la institución ha realizado en la historia, son realizaciones propias del
Jesús histórico. Manuel Fraijó plantea que Jesús es diferente al cristianismo y el
cristianismo es diferente a Iglesia institucional:

…La inveterada manía de no distinguir entre él y el cristianismo le perjudicó claramente; y


peores consecuencias se siguieron de su identificación con la Iglesia.

No debe, pues de extrañar que, a partir de la Ilustración y de forma intermitente, surgiesen


divisas como «cristianismo sin Iglesia», «Jesús sí, pero Iglesia no». En el siglo XX se inició
precisamente una de estas contiendas. Los protagonistas fueron dos grandes de la época:
Adolf von Harnack y Alfred Loisy. El primero lo tenía claro: la Iglesia no pertenece a la
esencia del cristianismo, no forma parte de su definición. El cristianismo no es un sistema ni
una doctrina, sino «vida». Por tanto, sólo hombres puede ser cristianos, nunca las
instituciones. Lo cristiano afecta al individuo y a su actitud ante Dios. Ni el pueblo ni el
Estado, ni la Iglesia serán salvados. Sólo el individuo. El cristianismo es la buena nueva «tal
como Jesús la anunció». Por su puesto: Harnack no rechaza la Iglesia. Sabía que era la
forman histórica del cristianismo. Pero definía el cristianismo esencialmente independiente
de la Iglesia.

…Loisy define un cristianismo situacional, anclado en el tiempo y en la historia. Y «lo


situacional» es la dimensión eclesial del cristianismo. La Iglesia, una Iglesia que avanza y se
transforma, pertenece a la esencia del cristianismo. El Reino de Dios necesita una expresión
comunitaria. La famosa frase de Loisy «Jesús anunció el reino, y lo que llego fue la
Iglesia»… …El cristianismo situacional, encarnado, es la Iglesia.179

Lo anterior nos ilumina la transformación que se ha vivido a través de los siglos. El


punto de partida es el Jesús histórico, pasamos al Cristo de la fe, luego al cristianismo y por
último nos quedamos con la Iglesia institucional. Este proceso nos ha ayudado a mantener
vivo el recuerdo de Jesús, pero también ha hecho que la imagen de Jesús se deforme y que
su lectura sea la de un Señor autoritario. Por eso al señalar la autoridad de Jesús debemos
remitirnos a lo primigenio, a la historia que reconstruyen sus seguidores y a qué se refieren
cuando exaltan la autoridad con que Jesús hablaba (Mc 1, 22).

179
FRAIJÓ, Manuel, El Cristianismo, una aproximación, 42 - 43.

86
En el capítulo II, ya realizamos el ejercicio, abordando la autoridad de Jesús desde
varios aspectos, la llamada que hace a su seguimiento, la propiedad con que perdona
pecados, el darse la libertad de comer con los pecadores, el cambio que realiza con las
bienaventuranzas y la forma en que se anuncia a sí mismo; esto nos da un mapa de cómo
asume Jesús una autoridad que es coherencia de vida y no un autoritarismo desmedido en
busca de poder.

Cuando en la actualidad se relaciona a Jesús con la Iglesia, la mayoría de las veces a


lo que miran las personas es a la falta de coherencia de quienes ejercen los poderes de la
institución y no a Jesús. Recordemos que la autoridad de Jesús viene de “su honda
experiencia de Dios”180, el discipulado es sin lugar a dudas una honda experiencia de Jesús
encarnado y no el seguir las instituciones como tal, ya que estas sólo son un medio para
vivir comunitariamente la fe. Aquí es cuando la autoridad cobra sentido, cuando un
cristiano entabla una relación con Jesús que lo lleva a ser consciente de sus limitaciones e
incoherencias. El cristianismo desde sus inicios es un movimiento transformador de
realidades personales y comunitarias, que requiere personas comprometidas que son
capaces de tener el pensamiento conectado con sus sentimientos y sus acciones.

La autoridad en Jesús releída en la actualidad tiene que tener el componente de la


transformación de las estructuras injustas. El alcanzar el poder no es la última palabra, sino
el entregar la vida es la finalidad. La muerte de Jesús es la máxima expresión de autoridad,
porque con la entrega de su vida Él rompe con las estructuras de poder que los seres
humanos vamos formando y consolida una autoridad desde la coherencia, el amor y la
entrega. Las instituciones no se salvan, las que se salvan son las personas que las
conforman; por eso estas deben mediar para que los creyentes asuman una vida desde la
experiencia de encuentro con Jesús y no desde el complimiento ciego de normas y leyes
institucionales.

180
AGUIRRE, M. Rafael, Discípulos y Testigos de Jesús en la Sociedad Actual, Aula de Teología (marzo 16,
2010), 2.
https://www.unican.es/NR/rdonlyres/000135fa/evzvrpcrgtqlhufyfwvlmaqxruxgrfls/Disc%C3%ADpulosytesti
gosRAguirre16demarzo.pdf

87
Este encuentro con el resucitado hará que vayamos dando el salto, del conocimiento
del Jesús histórico encarnado en la realidad, al Cristo de la fe cuando lo afirmamos como
Hijo de Dios; y así pasaremos a ser cristianos, creyentes que afirman su vida en el misterio
Pascual y por último podremos conformar la Iglesia como personas renovadas que son
capaces de compartir la fe y obrar la obras de Jesús, lo que no es sino la construcción del
Reino de Dios en medio de la humanidad.

Después de entrever algunos aspectos de cómo debería de ser la autoridad de Jesús en


la realidad actual, pasemos a ver en qué Jesús creemos hoy.

4 En quién creemos hoy

Hoy es un sinónimo de presente, si afirmamos que en Jesús está contenida toda la


historia de la humanidad como ya se expuso; entonces el hoy hace parte de la historia de
salvación que tiene como centro a Jesús. Cimentados en la fe de que Jesús se ha quedado
presente en la humanidad y que su Espíritu anima el caminar de cada persona, realicemos
una pequeña síntesis, que nos ayude a ver la realidad de en quién creemos. Para comenzar
con algún fundamento partamos de Aguirre quien a su vez, trae algunos personajes
históricos que iluminan la realidad y nos invitan a despertar del sueño:

Kant, el filósofo, habló del despertar del sueño dogmático, para indicar que había llegado el
momento en que la humanidad usase la razón de forma autónoma y fuese libre. Y Jon
Sobrino, parafraseando a Kant, suele hablar del despertar del sueño de inhumanidad en que
vivimos los países desarrollados. Despertar para ver las víctimas, consecuencia del tipo de
progreso del que nosotros somos beneficiarios; para ver los millones de personas que pasan
hambre, tantos y tantos que, como decía Bartolomé de las Casas, mueren antes de tiempo. La
verdadera universalidad, la que no se deja a nadie por el camino, tiene como punto de partida
la parcialidad de poder valorar y transformar la realidad de los serviciales, de los últimos y de
los que menos cuentan.

No me corresponde a mí sacar las consecuencias pero creo que, la ética samaritana de Jesús
es operativa socio políticamente y, desde luego, muy interpelante desde el punto de vista
personal. Es una idea que me ronda muchas veces por la cabeza; los cristianos tenemos que
entender que los valores evangélicos, ciertamente van más allá de lo racionalmente
compartido, pero que se presentan como algo positivo, razonable, hondamente

88
transformadores de las personas y de las estructuras, como los valores más humanizadores y
positivos.

Tenemos que mostrar lo humano de lo cristiano para que Dios pueda divinizarlo. Creo que
los seres humanos debemos humanizar y, en un momento de secularización galopante,
nuestro gran reto es elevar sustancialmente la calidad de nuestro cristianismo.181

Cuando se le pregunta a las personas especialmente católicas, ¿En quién creen? la


respuesta es en Dios, con una cara de que es obvio; pero cuando se intenta indagar sobre
quién es ese Dios en el que creen la cosa ya no es tan obvia. En los dos capítulos anteriores
nos hemos pasado diciendo que Jesús es Dios Hijo encarnado y que su mensaje es la forma
de unión con Él. La pregunta es: los cristianos estamos dispuestos a asumir todo el
Evangelio o este simplemente es un libro con hojas con borde de oro que adorna la sala de
la casa. Aparte de los grupos de oración comprometidos que realizan Lectio Divina, las
comunidades religiosas y algunos files, nunca he visto que alguien al salir de la Eucaristía
entable una conversación sobre el Evangelio del día y mucho menos cuando el mensaje del
Evangelio implica un cambio en la forma de vivir.182

Al escuchar el relato de la viga en el ojo propio y la paja en el del hermano (Mt 7, 4)


siempre en el interior se remueven las vigas que tenemos: es tan incómodo y produce tanta
vergüenza que acallamos las palabra de Jesús para no tener que sacar las vigas, porque
intuimos que sin ellas algo de lo que somos se perderá y tendremos que renovar el estar en
la vida. Se tiene miedo al no saber cómo caminar después que se reconozca la verdad;
preferimos asumir el puesto de jueces o de víctimas; por la cabeza pasan las vigas que
vemos en los otros e incluso se es capaz de mirar a algunos y hacerles señas para que
escuchen con atención el Evangelio.

Algo similar ocurre cuando se escucha el relato de los mandamientos, cuando Jesús
da sólo dos mandamientos: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu
alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es

181
Ibid., 8.
182
Ibid., 4.

89
semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Mt 22, 37 - 39). Entonces la
mayoría de personas se confunden, la pregunta en su interior es: ¿son diez o sólo dos?, los
presbíteros, explican que el segundo alberga los otros 9 del Éxodo, y la comunidad aun no
muy convencida sale de la Eucaristía; claro siempre es cómodo que le digan qué hacer y
qué no, que estar siempre en una profunda actitud de amor con el prójimo. Sin olvidar que
la exegesis ya determinó que los 10 mandamientos son extraídos del código de Hammurabi
el cual son las leyes del pueblo de Babilonia donde estuvo deportado el pueblo de Israel.183
Casi todas la sociedades antiguas tiene en su raíz estas diez normas, su cumplimiento hace
que la convivencia sea más fácil, en el contexto histórico antiguo. Hoy la pregunta es: ¿será
que estas siguen teniendo validez total en nuestro contexto, no habría que migrar a la ley
del amor como lo proponía Jesús? Parece que tenemos mucho miedo de amar a nuestro
prójimo, esto implica amarse a sí mismo y entregar la vida como sacrificio oblatorio a los
otros/as. El escuchar el Evangelio implica replantear la vida teniendo como centro el amor.

Otro pasaje del Evangelio que es muy difícil de vivir es el del amor a los enemigos,
relatado en Lucas:

«Pero yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os
odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una
mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. A todo
el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y lo que queráis que os hagan los
hombres, hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis?
Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a
vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos
de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los
pecadores para recibir lo correspondiente. Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el
bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos
del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los perversos. (Lc 6, 27-35)

Cuando se escuchan estas palabras de Jesús con detenimiento, la pregunta que surge
en el ambiente es: ¿podremos llegar a amar a quienes nos hacen daño? Una de las
respuestas más escuchadas entre los cristianos es yo perdono pero no olvido, haciendo
referencia a que en lo externo le volverá a hablar y compartir algunas cosas con quienes lo

183
BLASCHKE, Jorge, Los Grandes Enigmas del Cristianismo, 30.

90
ofendieron, pero siempre guardará el hecho que lo hirió para sacarlo a la luz en el momento
en que quiera recordarle su superioridad. Muchos cristianos de la actualidad eligen cuál es
el mensaje de Jesús que quieren vivir, generalmente son los mensajes más arraigados a la
ley y al juicio, pero los que implican el perdón, el amor y la misericordia, pasan por un
oído y salen por el otro, sin hacer mella en su piel.

Al describir en quien creemos hoy, las palabras no son suficientes; creemos en una
imagen de Jesús que está deformada, que se queda en lo exterior de la existencia humana y
que no logra impregnar en la mayoría de los casos la cotidianidad de la vida, en un Jesús
que justifica el odio, el rencor, la injusticia y el desamor. Esta deformidad hace que su
mensaje quede menguado, anquilosado y aun desvirtuado ante una realidad sufriente que
grita con dolores de parto por un cambio en lo profundo.

5 Conclusión

El cristianismo es la fuente de donde mana la vida entregada de Jesús, el ser cristiano


es asumir la vida de Cristo en la propia existencia y encarnarlo en la realidad; por eso no
podemos simplemente quedarnos en estructuras que asfixian y matan el Espíritu del
Resucitado, sino que debemos generar un cambio profundo en el ser cristianos, sacudirnos
de las imágenes justicieras y malformadas de Jesús Dios Hijo encarnado y comenzar a
actuar con libertad de hijos/as de Dios.

El ser hijos/as nos da la posibilidad de escribir la historia de una forma diferente, la


labor de cada cristiano es mostrar la verdadera cara de Jesús, no avasallando lo que está
sino transformándolo, haciendo conciencia de lo que no es verdaderamente Buena Nueva,
anclándose en el Evangelio y dando pasos firmes hacia la renovación de la fe. Una reforma
que no sólo podemos pedir a la institucionalidad de la Iglesia Católica, sino que comienza
en quien con absoluta libertad acoge el Evangelio de Jesús como su forma de ser y estar en
el mundo. Es en el encuentro con el resucitado donde la vida sufre un cambio, es en la
acogida de su mensaje de amor, donde podemos empezar a llamarnos cristianos, no es

91
protestando por lo que no vemos y apartándonos de la institución como ayudamos; es
formándonos en la escucha del Evangelio como nuestra vida se va uniendo a la de Jesús el
Cristo.

El cristianismo es una opción fundamental que hacemos; como en la parábola del


joven rico, podemos seguir a Jesús y hacer de su vida la nuestra o podemos dar la vuelta
entristecidos porque no nos queremos separar de nuestros bienes (las estructuras).184

Se ponía ya en camino cuando uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante él, le preguntó:
«Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?»

Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos:
No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu
padre y a tu madre.»

El, entonces, le dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud.»

Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo
a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme.» Pero él, abatido por estas palabras,
se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. (Mc 10. 17 - 22)

184
MÚNERA Duque, Alberto. Teología moral fundamental del Nuevo Testamento. Apuntes de clase, Tema
No. 5, 2011.

92
Capitulo IV

Propuesta para recuperar el seguimiento de Jesús como fundamento de la vida


cristiana

Los inicios del Cristianismo no fueron precisamente


pusilánimes. No nació como una cofradía miedosa que busca
la salvación en el retiro y el aislamiento. Enseguida se vio
envuelto en toda clase de conflictos. Los externos se saldaron
con una historia de persecución y martirio… …Fortalecidos
con el ejemplo de Jesús, sus seguidores practicaban la
disidencia. Los Evangelios son una especie de elogio de la
disidencia.185

A la hora de realizar una propuesta de seguimiento de Jesús, se encuentran miles de


tropiezos porque pareciera que ya todo está dicho en cuestión de seguimiento. Por un lado,
está el modo tradicional de seguimiento, arraigado en la institucionalidad y promovido por
las parroquias, que en la mayoría de los casos en América y algunos sitios de Europa,
tienen un método de evangelización de masas, por medio de los sacramentos,
mandamientos y dogmas de fe. Por otro lado surgió en la década de los 70 la teología de la
liberación que intenta dar respuesta desde el Evangelio a las necesidades de los pueblos
pobres; una de las propuestas más relevantes de ésta, fueron las llamadas comunidades de
base: en éstas se daba formación cristiana a las comunidades desde la realidad en la que
vivía cada una; esta teología desarrolló el método hermenéutico latinoamericano, que
consiste en ver, juzgar y actuar en la realidad. Con el tiempo comenzaron a hacerse
presentes las teologías contextuales que tratan de rescatar desde un grupo oprimido por la
sociedad; en ellas se realizan lecturas del Evangelio desde un contexto propio, estas son:

185
FRAIJÓ, Manuel, El Cristianismo, una aproximación, 114 - 115.

93
ecologista, feminista, campesina, indígena, afro-americana, negra, amerindia, interreligiosa,
intercultural, económica, etc.186 y con estas surgen métodos nuevos como la hermenéutica
de la sospecha, de la fiesta, la relectura desde las tradiciones indígenas entre otras. Todas
estas formas de vivir la cotidianidad de la fe, han mostrado formas nuevas de seguimiento
de Jesús; ellas parten de una comunidad que desea seguir a Jesús y se forman desde una
propuesta carismática específica.

Pero ante estas propuestas cuando se ve la realidad de la Iglesia, parece que ninguna
de estas llena del todo el vacío y sacian la sed del Dios. La pregunta ¿Cuáles elementos
teológicos del seguimiento de Jesús son el núcleo dinamizador y fundamento de la vida
cristiana en nuestra realidad actual? nos debe iluminar el camino; tal vez lo que está
faltando en las teologías es el encuentro con Jesús, este es el primer elemento teológico,
desde donde parte la relectura del Jesús histórico y la fe en Cristo; es en este encuentro
donde los discípulos, apóstoles y seguidores de Jesús fundamentan lo que hoy llamamos el
cristianismo: ellos no hicieron primero comunidad, ritos, sacramentos y dogmas, sino que
primero vivieron la experiencia de encuentro con el resucitado y ésta suscitó en ellos el
reunirse y compartir sus experiencia.

El Evangelio es para los primeros seguidores el referente, porque ellos leen su propia
vida desde él. Los encuentros eucarísticos tienen su raíz en conmemorar la presencia de
Jesús187 que sigue teniendo una palabra para cada uno, pero el encuentro no termina en ir
cada uno por su lado a oír Misa, sino que es ahí donde empieza, cuando cada cristiano a la
luz del Evangelio comparte su realidad con el resto de la comunidad y sale del encuentro
renovado; el Evangelio visto desde esta óptica no puede ser sino buena noticia y quien se
siente trasformado por él, no puede sino atraer otros a su presencia. Es en la Eucaristía
donde se forma la comunidad, no en la masa de la Misa, sino en el encuentro con quienes
comparten la misma fe. La dynamis que se va produciendo en la comunidad invita a
otros/as a conformar parte de ellas y a exclamar mírelos como se aman188 como afirma

186
Cfr. VÉLEZ, Olga, Consuelo, “Teologías y métodos”. Theologica Xaveriana, 153 (2005): 29 - 52.
187
KÜNG, Hans, Jesús, 19.
188
TERTULIANO, Apologeticum, XXXXIX.

94
Tertuliano en su apología. Este es el segundo elemento teológico del seguimiento: la
Eucaristía que transforma a las personas en comunidad.

Construir el Reino de Dios, esto es algo que se ha ido perdiendo del horizonte; los
cristianos ya no tienen muy claro qué es exactamente lo que se debe construir. Por un lado
se encuentran presbíteros que llegan a las parroquias con ideas de renovación y pueden
generar movimientos para embellecer el templo mientras que a algunos de sus feligreses se
les cae la casa por falta de mantenimiento; y por otro lado tenemos cristianos
completamente individualistas que se conforman con dar la limosna del día domingo. Esto
corresonde a ideas falsas de Reino de Dios. La construcción del Reino tiene que ver con el
desmonte, la renovación de las estructuras opresoras que deshumanizan a las personas. La
comunidad reunida en torno al pan y vino eucarísticos es presencia de Jesús en medio de la
tierra, por eso no basta con actos externos, sino con la vinculación de la vida en el rescate
de los maltratados, humillados, pobres, desplazados. La construcción del Reino está
vinculado con el ser profetas; un cristiano que no profetice no puede llamarse cristiano; por
eso cuando queremos volver a lo profundo del seguimiento de Jesús, el Reino de Dios es un
punto de anclaje; quien sigue verdaderamente a Jesús tiene como tarea fundamental la
construcción del Reino de Dios. Este es el tercer elemento teológico que dinamiza el
seguimiento.

Cuando hablamos de la construcción de algo es como si estuviéramos partiendo de


nada; pero no, en esta empresa ya hay una institución que nos avala, es la Iglesia tanto en su
institucionalidad, como en el pueblo de Dios que la conforma. A través de la historia aun
con sus errores ella ha mantenido encendida la llama de la fe, es en ella donde muchos
hombres y mujeres han encontrado refugio en las peores catástrofes de la humanidad y
sigue siendo la directriz de muchos cristianos que quieren renovar cada día su compromiso
por la humanización. Este es el último elemento teológico del seguimiento; cuando en el
siglo XVI se da la Reforma Protestante, Lutero termina separándose de la Iglesia y a su vez
surgen en el ambiente personajes como Ignacio de Loyola y Teresa de Jesús, que
encuentran una nueva forma de ser Iglesia; ellos hacen una reforma no desde la separación
y la lucha externa, sino desde dentro, desde las propias estructuras eclesiales, presentando

95
un nuevo modo de relacionarse con Jesús en la cotidianidad. En la actualidad el Papa
Francisco invita en su Exhortación Apostólica EVANGELII GAUDIUM, a una renovación
de estructuras eclesiales:

Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los
estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado
para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma de
estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar
que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias
sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de
salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su
amistad.

Es en la renovación y no en la separación donde se es fiel a Jesús; por eso el señalar


el sendero de una Iglesia que se renueva, que construye el Reino de Dios asumiendo una
postura desde la justicia de Dios que es la misericordia, que se reúne comunitariamente a
compartir la vida en la Eucaristía y conoce el trato de amistad con Jesús de Nazaret el
Cristo, es una Iglesia en camino de salvación.

En este capítulo se plantearán los cuatro elementos teológicos que enunciamos,


tratando de dar concreción a cada uno, de forma que la propuesta se pueda vivenciar en la
cotidianidad de los creyentes.

1. Encuentro con Jesús

Cuando se habla encuentro con Jesús, pareciera que es un tema trillado y muy estéril
en medio de nuestra realidad; por una lado las personas mayores tiene sus propias formas
de encontrase con Él y por otro lado, a la mayoría de las nuevas generaciones, esta frase les
suena a sentarse a rezar (repetir las oraciones aprendidas). Pero se debe reconocer el
esfuerzo que hacen en algunas parroquias y comunidades religiosas en formar algunos
grupos para renovar y fortalecer el encuentro con Jesús, dándole un nuevo un sentido desde
la experiencia con Él.

96
El encuentro con Jesús no se puede enmarcar en algo puntual que transcurre en un
momento específico; el encuentro con Él traspasa lo que se puede determinar y nos pone en
la esfera de lo donde la realidad que nos circunda pasa a ser sólo el punto de
partida. Este encuentro es algo que no se puede abarcar en su totalidad y tiene la
característica de ser sólo el inicio de un proceso interior que trasforma ontológicamente a
quien lo experimenta, para llevarlo a trascenderse a sí mismo y vincularlo con quien suscita
la experiencia.

Esta vinculación es lo que se puede llamar seguimiento. Sólo cuando se experimenta


a Jesús se le puede seguir y no al contrario, porque el seguimiento sin encuentro con el
Resucitado es solamente complimiento de normas, mandamientos, sacramentos y ritos; que
sólo generan imitación de su vida, pero no transformación de la existencia propia para
asumir su destino y realizar en la vida la misma praxis que Él realizó, como lo expresa José
Ma. Castillo en su artículo El seguimiento de Jesús:

Akoluzein-‘seguir’- aparece 90 veces en el NT (79 en los Evangelios), casi siempre en


relación a Jesús, mientras que mimeomai –‘imitar’- no aparece ninguna vez en los
Evangelios. Esto cuestiona el planteamiento de la espiritualidad que propone la imitación de
Cristo, pues no da lo mismo imitar, copiar un modelo y seguir es asumir un destino. La
imitación no conlleva a la acción, su centro está en sí mismo y su imagen es el espejo;
mientras que el seguimiento hay actividad, el centro está en el destino y su símbolo es el
camino.189

El encuentro con el Resucitado, es de vital importancia para los cristianos. En el


discurso de despedida en Jn 13 – 15, Jesús realiza una secuencia de qué implica el
encuentro con Él y la nueva forma como sus seguidores deben actuar, señalando algunos
aspectos inmutables en el actuar de quienes deciden seguirlo; a continuación haremos una
breve descripción de aquellas invitaciones:

Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he
amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que
sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros. (Jn 13, 34-35)

189
CASTILLO, José; María, Verdad e Imagen, #96, 1996

97
El amor es el fundamento de la vida cristiana, en él se cimienta todo el actuar
cristiano. Los primeros cristianos dan al amor la connotación de ágape, para hacer una
distinción entre filia que es afecto a una persona cercana y de eros que designa una
inclinación placentera.190 Esta distinción quiere marcar una ruptura con la concepción de
amor que se tenía; para los seguidores de Jesús el amor debe ser como el que Él expresó en
su paso por la tierra.

El amor para Él, es hacer el bien a cada persona con la que se encuentra, acoger a
todos en especial a los rechazados por la sociedad, regalar lo mejor de sí para a los otros,
brindar amistad y ayudar a vivir.191 Cuando Jesús les invita a vivir desde el nuevo
mandamiento, lo que les está pidiendo a sus discípulos, es que traspasen las barreras de su
egoísmo y asuman una actitud de autodonación de la propia vida. El amor en Jesús no es
sólo filial, ni placentero, el amor para Él tiene la connotación de lo que se puede entregar.
Como afirma en teólogo francés Joseph Moingt: “La gran revolución religiosa llevada a
cabo por Jesús consiste en haber abierto a los hombres a otra vía de acceso a Dios distinta a
lo sagrado, la vía profana de la relación con el prójimo, la relación vivida como servicio al
prójimo”192.

En la parábola del juicio final, Jesús explicita cuáles son las condiciones de su
seguimiento, cómo deben actuar sus seguidores para ser acogidos como hijos de Dios. El
cristianismo las ha denominado obras de misericordia como ya se mencionó en el capítulo
II, pero estas son el eje donde se engrana la vida cristiana; “son declarados «benditos de mi
Padre» los que han hecho el bien a los necesitados: hambrientos, extranjeros, desnudos,
encarcelados, enfermos; no han actuado así por razones religiosas, sino por compasión y
solidaridad con los que sufren.”193 El amor para Jesús tiene su equivalente en la
misericordia, cuando se es capaz de renunciarse a sí mismo en favor de los otros. Quien se
encuentra con Jesús asume el amor como bandera y la entrega como la única forma de
amar.

190
Cfr. PAGOLA, José, Antonio, El Camino abierto por Jesús: Juan, 176.
191
Cfr. Ibid. 177.
192
MOINGT, Joseph, El hombre que venía de Dios. Cristo en la historia de los hombres, 154.
193
Op. Ibid. 180.

98
El segundo aspecto tiene que ver con: cómo encaminar el amor, cuál es la dirección
que se debe tomar en el seguimiento de Jesús. Estas son preguntas claras para quien decide
seguir a alguien, cuál es la meta del recorrido y a dónde llegaremos; Jesús responde a
Tomás:

Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Le
dice Jesús: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. (Jn 14,
4-5)

Cuando Jesús se presenta como Camino, Verdad y Vida, lo que está haciendo es
insinuar que a partir de este momento deben ellos tomar la opción, el transformar su vida
y comenzar desde Él un nuevo Camino, inspirados por el Espíritu de la verdad que es su
mismo Espíritu. Los primeros seguidores de Jesús después de la Pascua, no tenían claridad
de que el movimiento que se estaba generando llegaría a ser una religión tan grande como
el judaísmo al que pertenecían; la primera y aun la segunda generación de discípulos no
podía entrever lo que originaría su fidelidad a Jesús aun después de muerto.

Esta nueva forma de vida se llamaría cristianismo; este término hace su aparición en
el año 110, cuando se constituye la tercera generación de seguidores de Jesús y es San
Ignacio de Antioquía obispo de esta ciudad el que lo empleó por primera vez194; desde este
momento el seguimiento de Jesús es equivalente a ser cristiano, el seguir a Jesús como lo
expresa Pagola: “Cristiano es un hombre o una mujer que en Jesús va descubriendo el
camino más acertado para vivir, la verdad más segura para orientarse, el secreto más
esperanzador de la vida”.195

Ser cristiano es caminar el camino recorrido por Jesús en todo momento de la


existencia; no sólo en los momentos puntuales como la Semana Santa, sino en cada opción
cotidiana de la vida. Es encarnarse en la vida de las personas como Él lo hizo. Jesús es el
camino de los cristianos cuando estos son capaces de acercarse a los que sufren para
acompañarlos, cuando se arriesga el prestigio y la seguridad para defender la causa de los

194
Cfr. FRAIJÓ, Manuel, El Cristianismo, una aproximación, 31.
195
Op. Ibid., 187.

99
últimos, cuando ya no se vive sólo por el bienestar personal que nuestra sociedad tanto
proclama, sino desde la entrega de la vida a los otros a ejemplo de Él.196

Ser cristiano en definitiva es recorrer el camino que recorrió Jesús en su vida, es ser
verdad como lo fue Él y entregando la vida como lo hizo. Esta es la única forma de ser
verdaderos seguidores de Jesús.

El tercer aspecto es la filiación con el Padre: como ya lo habíamos dicho en el primer


capítulo, Jesús es la revelación categorial de Dios. Esto implica no sólo un diálogo externo
con Él, sino que la esencia de Dios está en Jesús, es la filiación la que describe Jesús
cuando llama a Dios Abba, que significa Padre. Por eso cuando Felipe le pide que le
muestre al Padre, Jesús le responde:

Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.» Le dice Jesús: ¿Tanto tiempo
hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al
Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el
Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que
permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está
en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí,
hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. (Jn
14, 9-11)

Cuando Felipe le dice a Jesús que los muestre al Padre, aún en su mente resuena el
Dios del Antiguo Testamento, lejano, poderoso, incognoscible e innombrable; Jesús le
responde con una serie de preguntas que lo llevan a comprender la realidad. Él con su vida
ha hecho presente al Padre, Él hace visible y creíble al Padre, con su bondad, su libertad
para hacer el bien, su perdón y amor a los últimos197; por eso su respuesta El que me ha
visto a mí, ha visto al Padre.

Este es uno de los pilares que sostiene la fe de los cristianos, la certeza de que Jesús
obró las obras del Padre, porque en Él se transparenta todo lo que en Dios es. Esto es uno

196
Cfr. Ibid., 189.
197
Cfr. Ibid., 186.

100
de los cambios de visión más grandes que los judíos hacen para ser seguidores de Jesús: ya
Dios no es el Dios de la guerra y el poder, sino es un caminante que ama sin medida, que se
pasea por sus senderos haciendo el bien a quien encuentra por el camino y reparte
misericordia y perdón a todos sin reparos, quien desea seguirlo debe saber que esta es una
condición ineludible: el ser capaz de obrar las obras de Jesús que a su vez son las obras del
Padre.

El cuarto aspecto tiene enmarcada una promesa: cuando Jesús no esté, enviará al
Paráclito, el Espíritu de la Verdad, para que sea Él quien se encargue de revelarles la verdad
completa.

Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito,


para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no
puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con
vosotros. Enviar el paráclito, el Espíritu de la verdad (Jn 14,16-17)

Dios se revela en Jesús para comunicarse con la humanidad y una vez éste entrega la
vida por la salvación de ellos, envía su Espíritu para que esta comunicación siga activa. En
la persona de Jesús la historia se contrae y se expande, Él es punto de partida y llegada,
principio y culmen, Él es Dios salvando la humanidad, en Él se da la continuidad de la
comunicación.

La salvación no se puede dar al margen del acontecer histórico, pero es Jesucristo quien le da
sentido a la historia de salvación y a la historia universal. En Jesucristo toda la historia tiene
un sentido de historia de salvación. Así la historia revelada y la historia profana tienden a
identificarse y que Dios a través de las mismas contradicciones y cambios va conduciendo la
historia a su verdadero fin. La involución va contra este sentido de la historia.198

Cuando Jesús hace la promesa de enviar el Paráclito, está garantizando la continuidad


histórica de su mensaje a todas las generaciones; es el Espíritu del resucitado el que
suscitará los encuentros con Jesús y conducirá la vida de quienes con determinación lo
sigan. Es el conocimiento de Jesús en el encuentro que va despertando la conciencia de su
morada en nosotros.

198
CASTILLO, José; María, Verdad e Imagen, #96, 1996

101
El quinto aspecto es la promesa de hacer morada en él: quien preserve su mensaje y
lo haga vida como el Él lo hizo, el Padre y Jesús bajaran y harán morada en esa persona,
enviaran sobre ella su Espíritu para que la guíe en el caminar.

«Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y


haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que
escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado. Os he dicho estas cosas estando
entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os
lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho. (Jn 14, 23-26).

El Espíritu que Jesús promete a sus discípulos que será enviado por el Padre, es quien
los haga recordar sus palabras, es la memoria viva de Él, en medio de la realidad. Su misión
es preservarlos, protegerlos y enseñar todo lo que Jesús enseño por los caminos de
Galilea.199

Jesús promete que a quien guarde sus palabras y lo ame, el Padre le corresponderá
amándolo igual; pero da un paso más, promete que Él mismo con su Padre vendrán y harán
morada en él. El Espíritu que ha sido envido es la esencia de Dios que habita en cada ser
humano. Por eso para seguir a Jesús es necesario descubrirlo en lo profundo del interior,
dejarse avivar por su presencia en el interior y sentir que Él anima y dinamiza la vida, que
es Él quien humaniza la existencia y da la libertad para transformar lo que aliena, lo que
desintegra, lo que crea en la persona la superficialidad y vacío interior

El cristiano está llamado a ir a lo profundo de su propia existencia para encontrar en


su centro a Dios y desde ahí comenzar de nuevo a caminar siguiendo las huellas de Jesús su
Hijo. Esto es una búsqueda responsable y compartida donde los dos se ponen en el sendero:
Dios en Jesús, que con su vida revela al Padre, el Espíritu que habita en medio de la
humanidad y la persona que seducida por esta nueva forma de ver la vida quiere caminar
construyendo nuevos senderos.

199
Op. Ibid., 204.

102
La certeza está en que la realidad personal necesita de varios cambios, pero la cultura
también pide a gritos una trasformación. Estas dos realidades sustancialmente unidas sólo
se podrán transformar si hurgamos en el interior y nos damos cuenta que en lo profundo de
la persona está la esencia de Dios, que lo habita el Espíritu del Resucitado y este lo invita y
aun lo arrastra a transformar lo que sin mayores restricciones llamamos realidad.

Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto
por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo
soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto;
porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado
fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden (Jn 15,
4-6)

Este es sin duda el texto que mejor recoge el seguimiento de Jesús, Él intuye que una
vez no esté, sus discípulos se dispersaran; esta dispersión será fatal sin su presencia, porque
con Jesús ellos podrán recordar sus obras y realizaras, pero sin Él la fe se ira apangando y
terminaran como sarmiento secos. La pregunta que surge es cómo podrán continuar los
discípulos sin la presencia física de Jesús y si nos aventuramos a ir más allá,
preguntaríamos en la actualidad cómo hacer para permanecer unidos a alguien que no
conocemos personalmente. La respuesta es un poco obvia, pero no muy clara para los
cristianos: el Evangelio. El volver al Evangelio como nos exhorta el Concilio Vaticano II
en Constitución Pastoral Gaudium et Spes en el número 4; pero aún los cristianos no han
tomado conciencia de esto. Pagola lo ilustra así:

Muchos cristianos buenos de nuestras comunidades sólo conocen los Evangelios de


«segunda mano». Todo lo que saben de Jesús y de su mensaje proviene de lo que han
podido reconstruir a partir de las palabras de los predicadores y catequistas. Viven su fe sin
tener un contacto personal con «las palabras de Jesús».200

La fuerza vital que Jesús trasmite en el Evangelio, sus palabras y sus obras son las
que darán la impulso suficiente para permanecer. Quien no conoce a Jesús no se puede
enamorar de Él, no puede comprender su misión y mucho menos encarnarlo realizando sus

200
Ibid., 207.

103
obras. Quien sólo se queda con el conocimiento que los otros tiene de Él y no lo
experimenta, únicamente puede cumplir mandamientos, ritos y sacramentos en lo externo,
pero su interior no se trasformará y con el paso de los años se convertirá en un ateo que
pertenece a la Iglesia.

Por eso es urgente que cada cristiano se convierta en seguidor de Jesús; aunque en
apartados anteriores se había dicho que en el año 110 esto pasó a ser la misma cosa, en la
actualidad vemos que se han vuelto a separar: nos hemos quedado con el título de cristianos
y hemos abandonado lo que implica. El encuentro con Jesús es lo decisivo, el permanecer
en Él, es lo que puede de nuevo llenar de sentido la vida de los seguidores de Jesús, porque
“la vida cristiana no brota espontáneamente entre nosotros. El Evangelio no siempre se
puede deducir racionalmente. Es necesario meditar largas horas las palabras de Jesús. Sólo
la familiaridad y afinidad con los Evangelios nos hacen ir aprendiendo poco a poco a vivir
como él”.201 La religión tiene ese profundo problema: los cristianos ya no son seguidores,
sino simplemente cumplidores, no se trasforman desde dentro sino que su fe se queda en lo
exterior en lo que no implica esfuerzo y no adhieren su vida a la causa de Jesús.

El ser seguidor de Jesús debe alimentar su fe y esto implica una actitud responsable y
razonada, el no quedarse sólo con la tradición que recibimos de los padres; porque se corre
el peligro de convertirla en una costumbre.202 Por eso como ya dijimos en el capítulo III, el
seguimiento de Jesús requiere una opción personal que implica alimentar la fe, no quedarse
en sentimentalismos y rutinas, sino que hay que dar el paso al encuentro personal con Jesús:
“el cristiano es una persona que se encuentra con Cristo y en él va descubriendo a un Dios
Amor que cada día le convence y atrae más”.203

Para ser cristiano hay que desarrollar la actitud de la comunicación constante con
Jesús; es la que Santa Teresa de Jesús y San Ignacio de Loyola denominaron oración: es
una dialogo cálido y silencioso, alimentado por la palabra de Dios y enraizado en la

201
Ibid., 210.
202
Cfr. Ibid., 211.
203
Ibid., 211.

104
apertura al encuentro que transforma la vida, el Encuentro con Jesús resucitado, Hijo de
Dios, que nos lleva al Padre.

Ahora pasemos al segundo elemento teológico, la Eucaristía. Una vez dado el primer
paso para el seguimiento, el encuentro personal con Jesús, está el segundo paso, el celebrar
este encuentro, tanto personalmente como en comunidad; es en este punto donde la
comunidad comienza a cobrar sentido: la Eucaristía es el memorial que recuerda la entrega
de Jesús a la humanidad.

2. Eucaristía

La Eucaristía es elocuentemente un punto culmen en la vida encarnada de Jesús, es el


puente entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe. “El Misterio Eucarístico se actualiza en
forma de banquete, memorial del único sacrificio de Cristo en la Cruz”;204 este memorial ha
transcendido todas las épocas de la Iglesia y sigue siendo punto de partida y llegada para
cada cristiano, es la manera más explícita de unirnos con Jesús y con la comunidad. Como
lo enuncia Casaldáliga en uno de sus poemas:

MI CUERPO ES COMIDA

Mis manos y tus manos hacemos este Gesto,


compartida la mesa y el destino, como hermanos.
Las vidas en Tu muerte y en Tu vida.
Unidos en el pan de muchos granos,
iremos aprendiendo a ser la unida Ciudad de Dios,
Ciudad de los humanos.
Comiéndote sabremos ser comida.
El vino de sus venas nos provoca.
El pan que ellos no tienen nos convoca
a ser Contigo el pan de cada día.
Llamados por la luz de Tu memoria,
marchamos hacia el Reino haciendo historia,
fraterna y subversiva Eucaristía.
P. Casaldáliga

204
MARTINEZ, Víctor, SJ, Sentido Social de la Eucaristía: III. Acontecimiento de Justicia, 2003.

105
La Eucaristía es punto de divergencia y densidad de toda la vida; así como ya lo
habíamos expresado, en Jesús se contiene toda la historia de la humanidad; la Eucaristía es
en sí donde la vida adquiere significación y sentido, conteniendo en ella el pasado, presente
y futuro, es expresión de entrega en la cruz y de compromiso.205 En la actualidad se ha ido
perdiendo el sentido real de la Eucaristía quedado relegada al rito y al cumplimiento, sin
dar en la vida cotidiana, significado y continuidad a lo celebrado. Por eso volver a
recuperar la Eucaristía como centro de la vida cristiana es una urgencia; debido a que esta
es el anclaje a Jesús desde el encuentro eucarístico con Él y con la comunidad.

Jesús en la última cena se hace solidario con el sufrimiento y el dolor propiamente


humanos. Él no sólo se queda en la ley y la norma sino que traspasa los esquemas judíos de
cumplimiento para vincularse con cada persona desde la acogida en su propia realidad, es
su encarnación de lo humano lo que da sentido a la donación de Jesús en la cena, este es el
sentido de la Eucaristía; el memorial que se realiza es la actualización de la encarnación de
Jesús Hijo de Dios en medio del mundo, para dar su vida por todos.

Pero el sacramento eucarístico aunque instituido por Jesús en la última cena, también
ha sido analizada y reformada a través de la historia; los Concilios han ido orientando las
formas en que ésta es expresión de fe para la comunidad, Víctor Codina un hace un breve
recuento histórico:

Mientras en todo el primer milenio de la Iglesia no hubo ninguna controversia sobre la


presencia real de Cristo en la Eucaristía, en el umbral del segundo milenio comienza a
cuestionarse. Primero, en el siglo IX, fue la controversia entre dos monjes de la abadía de
Corbie, el ambrosiano Pascasio Radberto y el agustiniano Ratramno, sobre la identidad física
o simbólica de Cristo en la Eucaristía. La postura simbólica de Ratramno fue condenada en el
sínodo de Vercelli (1050), mientras que la de Radberto se consideró ortodoxa, aunque su
realismo fisicista rayaba en un cafarnaitismo.

En el siglo XI se renueva la controversia por parte de Berengario de Tours (+ 1088), que


apoyado en el simbolismo de Ratramno niega claramente la presencia real: ¡El pan es pan! Se
le hizo retractar en el sínodo romano de 1059 con una profesión de fe de subido realismo: el
cuerpo de Cristo es desgarrado por los dientes de los fieles en la comunión (DS 690).

205
Ibid., 83.

106
No nos interesa detenernos más ahora en estas controversias y sus motivaciones.
Pretendemos explicar la reacción de la Iglesia. Como el cuerpo humano atacado por un virus
reacciona vitalmente en su contra, la Iglesia reaccionó fuertemente contra la negación de la
presencia real. La Eucaristía es un don tan sublime, que no se puede permitir que sea negado
en su núcleo básico, la presencia real del Señor en el sacramento.

Desde ahora todo se centra en la presencia real. La consagración es el momento cumbre de la


celebración eucarística, a la que sigue la elevación de la hostia y el cáliz, para la adoración de
los fieles. Éstos acuden a la Iglesia a ver alzar a Dios, convencidos de que muchos frutos
espirituales y materiales se siguen de esta contemplación. El sagrario, que pasa de la sacristía
al centro del templo desde el siglo IX, se convierte en el centro de atención de la piedad de
los fieles. Nace la fiesta del Corpus con la procesión por las calles de las ciudades (1264), se
introduce la bendición con el Santísimo (1394), los himnos eucarísticos se centran en la
presencia real y en la adoración (como el Adoro te devote, latens deitas, de Santo Tomás).
Incluso hay milagros eucarísticos de hostias que sangran para confirmar la presencia real
(Bolsena, Orvieto…).

Pero esta acentuación de la presencia y en la adoración no lleva necesariamente a la


comunión frecuente. Es sintomático que el Concilio Lateranense IV (1215) imponga la
obligación de comulgar una vez al año por Pascua (DS 812). Esto significa que muchos fieles
no comulgaban ni una vez al año.

Más tarde, en el Concilio de Florencia, se afirma, frente a los orientales, quienes resaltaban la
importancia de la epíclesis para la consagración, que ésta se realiza por las palabras del relato
de la institución por parte del sacerdote que repite las palabras de Cristo (DS 1321).

A esto se añade la reafirmación por parte de Trento de la doctrina de la presencia real (DS
1636-1637) y del sacrificio de la misa (DS 1738-1760) como reacción a las afirmaciones de
la Reforma. Esta presencia real se fundamenta en la significación de los relatos de la
institución y en la tradición de la Iglesia.

La comunión sigue sin ser frecuente. Los jansenistas acentuarán tanto la dignidad del
sacramento y la indignidad del pecador, que prácticamente apartarán al pueblo de la
comunión. Habrá que esperar a la época moderna, a San Pío X, para que la comunión se
intensifique (1905) e incluso se dé a los niños (1910).

Las mismas controversias de la llamada teología holandesa en torno a la presencia y a la


búsqueda de alternativas a la noción de transubstanciación (la transignificación y la
transfinalización), indican que el tema de la presencia continúa siendo el horizonte básico de
la teología eucarística hasta nuestros días.206

206
CODINA, Victor, Sj, “Eucaristía y Reino de Dios”. Theologica Xaveriana, 157 (2006): 45 -58. 46-48.

107
Por su parte el Vaticano II hace una nueva orientación eclesial de la Eucaristía. El
Concilio intenta recuperar el sentido de “fuente y culmen de la vida y actividad eclesial (SC
10, LG 11)”.207 En esta relectura de la Eucaristía como rememorial de la última cena intenta
retomar el sentido sacrificial y salvador de esta, que se había ido perdiendo del horizonte en
los anteriores Concilios. Éste además introdujo cambios litúrgicos en la forma de celebrar
como: el celebrar de frente al pueblo, que la celebración fuera en las lenguas vernáculas, el
recibir la comunión en la mano y otras muchas. Estas no sólo causaron novedad en los
cristianos, sino que los ayudaron a entender mejor el misterio que se celebraba.

Pero aun con toda la reforma litúrgica introducida hace ya 50 años, vemos que en la
actualidad el trasfondo de la celebración no cambió, no dejó de ser un rito mediado por el
cumplimento de mandamientos y sacramentos; pareciera que en el fondo sólo cambió la
forma y no el sentido que ésta representa. Por lo tanto, la Eucaristía por sí sola no es
referencia de vida cristiana: ésta debe estar fundada sobre el memorial de la última cena
celebrada por Jesús, el anuncio profético del Reino de Dios y en la Iglesia como comunidad
de creyentes.

Una propuesta para recuperar la Eucaristía desde estas dimensiones es que dejemos
celebrar Misas para la masa (multitud de personas en una Iglesia) y que recuperemos el
sentido de las pequeñas comunidades, donde realmente la Eucaristía sea una relectura de la
vida y no sólo un rito que resuena en el vacío; que ésta pueda ser anuncio profético ante las
injusticias que sufren los que están participando de ella; donde la comunión no esté
restringida y condicionada como hasta ahora, sino donde la persona pueda sentir la acogida
misericordiosa de Dios a través de la comunión con su Hijo. Ojalá se pueda poco a poco
eliminar los fantasmas que existen en las prácticas del cristianismo, aclarando el sentido de
pecado y cómo practicar los sacramentos, en especial el de la Reconciliación. En la mayoría
de los casos estas dos cosas son las que alejan a los cristianos de las celebraciones
eucarísticas hasta que se convierten en ateos prácticos, que dicen: yo soy católico pero no
practicante.

207
Ibid., 49.

108
El recuperar el sentido de la Eucaristía es un reto que exige de un cambio de
mentalidad, pero más que eso es un cambio de estructura en lo eclesial. En América Latina,
desde las Conferencias Episcopales se han ido dando orientaciones en este aspecto,
Aparecida es muy puntual en este aspecto, cuando señala que la Eucaristía es el centro de la
vida cristiana208 y es “alimento indispensable del discípulo y misionero”209; “El encuentro
con Cristo en la Eucaristía suscita el compromiso de la evangelización y el impulso a la
solidaridad; despierta en el cristiano el fuerte deseo de anunciar el Evangelio y
testimoniarlo en la sociedad para que sea más justa y humana”.210 Aparecida da
específicamente en dos apartados, una enfática exhortación a los cristianos:

La Eucaristía, signo de la unidad con todos, que prolonga y hace presente el misterio del Hijo
de Dios hecho hombre (cf. Fil 2,6-8), nos plantea la exigencia de una evangelización integral.
La inmensa mayoría de los católicos de nuestro continente viven bajo el flagelo de la
pobreza. Esta tiene diversas expresiones: económica, física, espiritual, moral, etc. Si Jesús
vino para que todos tengamos vida en plenitud, la parroquia tiene la hermosa ocasión de
responder a las grandes necesidades de nuestros pueblos. Para ello, tiene que seguir el camino
de Jesús y llegar a ser buena samaritana como Él. (176)

La Eucaristía es el lugar privilegiado del encuentro del discípulo con Jesucristo. Con este
Sacramento, Jesús nos atrae hacia sí y nos hace entrar en su dinamismo hacia Dios y hacia el
prójimo. (251)

A partir de lo anterior se puede concluir que la Eucaristía en su sentido profundo es


dimamys, que no sólo suscita de forma privilegiada el encuentro con Jesús, sino que es
fuerza que impulsa a realizar sus obras en comunidad. Este segundo elemento teológico del
seguimiento también debe transformarse, para que sea fuente de vida para los creyentes,
principio de comunidad y sustento evangelizador.

Avanzando en este recorrido en el cual vamos fundamentando el seguimiento de


Jesús desde los cuatro elementos teológicos planteados, pasemos al tercero de ellos que es
el Reino de Dios. Ya no como un concepto abstracto y lejano, sino como una consecuencia
del encuentro personal con Jesús y de una vinculación comunitaria en la Eucaristía.

208
Cfr. Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Aparecida, Documento Conclusivo, 14.
209
Ibid., 13.
210
Ibid., 14.

109
3. Reino de Dios

Cuando hablamos de Reino de Dios, no hay una definición específica, Jesús en los
Evangelios siempre que se refiere a este aspecto, lo presenta en forma de parábolas, el
Reino de Dios se parece a… El Reino de Dios es… pero en Lucas expresa “el Reino de
Dios está dentro y alrededor de vosotros” (Lc 17, 21); el texto pone de manifiesto que Jesús
no se refiere a algo externo sino a una realidad que se suscita en el interior de las personas y
tiene la fuerza de irradiarse y exteriorizarse. Por lo tanto, es el dinamismo del encuentro
con Jesús en lo personal y comunitario lo que hace posible plantearse la construcción de
una civilización nueva enraizada en Jesús Hijo de Dios.

Para Jesús el Reino es una prioridad, donde se fundamenta su vida. Él no está


intentado construir algo para sí, sino que quiere ser profundamente obediente a la voluntad
de su Padre. La predicación del Reino no está basada en autogloriarse, sino en anunciar al
Padre. Como ya lo expresamos en capítulo III, lo primero que hace es cambiar la imagen de
Dios que se tiene, crea una nueva forma de verlo, aparta la rigidez con la que los judíos lo
veían para acercarlo sustancialmente a la realidades humanas y reinventa la justicia; desde
ahora el criterio es la flexibilidad y la generosidad, dejando de lado los esquemas que
deshumanizan; esta es la imagen de un Dios que camina al lado de los que sufren, los acoge
y repara sus heridas.211

Esta nueva concepción de Dios en medio de la realidad es el eje en que se


fundamenta el Reino de Dios. Por eso es una tarea ineludible: consiste en que siempre
estemos releyendo cuál es la imagen de Dios que tenemos los cristianos, porque de esta
depende la clase de Reino que construyamos: si desde lo rígido e inamovible o desde la
flexibilidad y acogida especialmente a los más marginados de la sociedad.

El Reino en Jesús tiene un sentido soteriológico: para Él, el Reino es para la


salvación.212 El anuncio del Evangelio tiene como directriz el salvar al ser humano de lo
que lo esclaviza. La predicación de Jesús y sus actos muchas veces estuvieron encaminados

211
Cfr. FRAIJÓ, Manuel, El Cristianismo, una aproximación, 51.
212
Cfr. Ibíd, 51.

110
a salvar a las personas de sí mismas, de aquello que no les permite realizar en plenitud su
vida. Esta es una de las tareas que los cristianos asumen cuando empiezan a identificarse
con Jesús: la vida es un continuo liberarse y ayudar a otros se liberen de lo que los
aprisiona, el Evangelio tiene en sí un carácter liberador. Por eso el Reino tiene como
fundamento la salvación como última consecuencia.

También el Reino tiene un carácter escatológico desde dos vertientes. La primera se


da cuando Dios sea todo en todas las cosas y la segunda cuando se cumpla la promesa de
los nuevos cielos y la nueva tierra.213 El futuro en Jesús adquiere un nuevo sentido, ya no se
trabaja en la tierra para morir; en Jesús la construcción del Reino trasciende los límites de lo
finito para instaurase como una realidad concreta, donde en Jesús se tiene todo el sentido de
la historia: Él con su resurrección nos muestra cuál es el final de la vida de los cristianos.
Para cada Cristiano construir el Reino es caminar por el sendero de la Esperanza, donde el
final de su existencia no es sino el principio de una promesa mayor.

Si para Jesús el referente es el Reino de Dios, para cada seguidor suyo éste será el
norte de su práctica; por eso la praxis del cristianismo no sólo se puede quedar en una vida
de intimismo con Jesús y en celebrar la Eucaristía, sino que hay que salir a los caminos y
anunciar la Buena Nueva de Dios, donar la vida por los otros como Jesús lo hizo, así como
lo enuncia el Papa Francisco en sus Evangelli Gaudium en el número 180:

La propuesta es el Reino de Dios (cf. Lc 4,43); se trata de amar a Dios que reina en el mundo.
En la medida en que Él logre reinar entre nosotros, la vida social será ámbito de fraternidad,
de justicia, de paz, de dignidad para todos. Entonces, tanto el anuncio como la experiencia
cristiana tienden a provocar consecuencias sociales. Buscamos su Reino: «Buscad ante todo
el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás vendrá por añadidura» (Mt 6,33). El proyecto
de Jesús es instaurar el Reino de su Padre; Él pide a sus discípulos: «¡Proclamad que está
llegando el Reino de los cielos!» (Mt 10,7)214.

Este proclamar el Reino de Dios implica despertar de nuevo el sentido profético tan
desdibujado en la actualidad. Una de las reflexiones en este sentido tendría que estar
orientada a que entre más tecnología y telecomunicaciones se presentan en la realidad, el

213
Cfr. Ibíd, 52.
214
EXHORTACIÓN APOSTÓLICA EVANGELII GAUDIUM, SANTO PADRE FRANCISCO, conferencia Episcopal
Argentina, 2013.

111
profetismo cada vez se mengua más. Pareciera que la Buena Noticia de Jesús ya no tuviera
una palabra que decir e iónicamente encontramos más denuncia ante la injusticia de parte
de organizaciones que se denominan no religiosas. Tal vez el cristianismo ha dejado de ser
válido para la humanidad porque ya no se preocupa de humanizar, sino que está pensando
en la preservación propia de la Iglesia y no en el salir a las plazas para, sin miedo al
martirio, anunciar que el Reino de Dios proclamado por Jesús sigue siendo una realidad en
medio de este mundo quebrado por esquemas que deshumanizan a las personas y las
vuelven objetos.

El Reino de Dios se hace presente cuando es signo de humanización como dice


Rafael Aguirre:

La lógica del don, del amor gratuito y desinteresado, es una auténtica novedad en una
sociedad como la nuestra, tan marcada por las relaciones mercantiles e interesadas, algunas
de las cuales han colonizado absolutamente toda la vida social.

Cuando nos encontramos con un destello, un amor desinteresado, ahí podemos descubrir un
signo del Reino de Dios, ver que es posible vivir de otra manera, un signo radicalmente
novedoso y, a la vez, de lo más altamente humanizador. Es, por otra parte, la máxima
expresión de la libertad humana, que puede ir más allá de las respuestas determinadas por
estímulos proporcionados.215

Cuando Jesús señala el Reino de Dios como un horizonte de sentido para la


humanidad, lo que está señalando es un estilo de vida, una forma de pertenecer al mundo y
de transformarse interiormente. Pero ésto no surge sólo de las buenas intenciones de un
grupo de personas que se reúnen para hacer una organización: el Reino surge del encuentro
personal con Jesús que trasforma la vida y en la comunidad que fortalece este encuentro,
escucha las experiencias y se pone en marcha en la construcción de una sociedad renovada;
esto es lo que lo que el magisterio a denominado carismas.

215
AGUIRRE, M. Rafael, Discípulos y Testigos de Jesús en la Sociedad Actual, Aula de Teología (marzo 16,
2010), 7.
https://www.unican.es/NR/rdonlyres/000135fa/evzvrpcrgtqlhufyfwvlmaqxruxgrfls/Disc%C3%ADpulosytesti
gosRAguirre16demarzo.pdf

112
Por último para ir cerrando esta propuesta tenemos el cuarto elemento teológico: este
es la Iglesia, tanto en la construcción comunitaria del pueblo de Dios como en su
institucionalidad.

4. Iglesia

Como ya vimos en el desarrollo de la exposición, la Iglesia tiene varias etapas antes


de llegar a consolidarse como la conocemos hoy en día. Esta breve y sintética
reconstrucción de la historia de la Iglesia está fundamentada en el libro Historia de la
Iglesia, dividido en III tomos216 y complementado con el análisis de ciertos hechos que
forman parte de la tradición.

Este camino eclesiástico comienza con la construcción teológica tienen como punto
de partida la muerte de Jesús en la cruz; a partir de este momento los discípulos se
empiezan a preguntar por el significado de la vida de Jesús en la tierra y cómo el encuentro
con Él logró transformar sus vidas; el encuentro con el Resucitado es lo que va dando
respuestas a sus preguntas y consolidando de nuevo la fe perdida por el escándalo de la
cruz.

A partir de esto la Iglesia comienza a expandirse por las regiones cercanas de Israel y
salen algunos misioneros a anunciar la Buena Nueva proclamada por Jesús. Aquí se da una
explosión de diversidad: el mensaje se incultura y la experiencia de Jesús Hijo de Dios se
multiplica por casi todos los Estados del Imperio Romano. Esto acarrea múltiples
conversiones y a su vez miles de hombres y mujeres mueren martirizados por aceptar la
Buena Nueva: el aceptar el cristianismo conlleva el cambio de sus tradiciones para
vivenciar la experiencia de Jesús aun a costa de la persecución, el miedo y pérdida de la
vida.

El libro de los Hechos de los Apóstoles y las cartas Paulinas narran cómo comienza
esta expansión. Al principio tenían una misma fe y un mismo Espíritu que guiaba a las

216
PATIÑO, José, Uriel, Historia de la Iglesia, 2001.

113
comunidades, pero por la persecución, las comunidades estaba aún desconectadas unas de
las otras: ellas vivían su fe discerniendo en sus encuentros eucarísticos cómo debían
vivenciar el mensaje de Jesús en la cotidianidad.

En el siglo IV se da con Constantino un paso más: él invita a los cristianos a


conformarse oficialmente ante el Estado como religión y obliga a todas las personas que
viven en el Imperio a convertirse a esta nueva doctrina. Este es un momento de cambio
profundo: la Iglesia se Institucionaliza y comienza a vivir un proceso de adoctrinamiento,
deja de ser una experiencia gestada en pequeñas comunidades y comienza a ser la religión
de todos; esto hace que se masifique tanto las prácticas como la doctrina.

A esto le sigue un proceso de acomodación y de construcción de una doctrina que


pueda sostener la Institución Eclesiástica; a este periodo se le denomina Edad Media: la
religión, por supuesto, no es lo único que ocurre en este periodo de la historia, pero todo lo
que pasa se le vincula a la religión. Hay grandes desarrollos académicos, tecnológicos y
sociales. La Institución siempre está avalando y direccionando lo que surge en la realidad.

Luego a finales del siglo XV y comienzos del XVI, comienza la Edad Moderna: estas
trae grandes cambios, la razón pasa a ser el centro del desarrollo; con los grandes
pensadores formados en las escuelas y universidades católicas, la tecnología avanza con
mucha más fluidez. El desarrollo va trayendo grandes cambios como el descubrimiento de
América por Colón; esto hace que lo inamovible que se había construido en los últimos XI
siglos se tambalee y surjan nuevos movimientos sociales. Esto también afectará la forma de
concebir la religión que para este punto está muy acomodada.

Surge un personaje dentro de la Institución que comienza a profetizar sobre aquello


que debe cambiar en la Iglesia de acuerdo con la realidad que circunda el ambiente. Pero la
Institución no está dispuesta a negociar y a realizar cambios tan drásticos como los que
Lutero propone; a esta situación se le suma la intervención de los Estados en Alemania y
concluye con una separación: el cisma se da entre la Iglesia Roma y el Protestantismo.

114
Pero en el ambiente también aparecen personajes como Ignacio de Loyola y Teresa
de Jesús que ven más allá de la separación y comienzan un proceso de renovación desde
dentro de la Institución Eclesiástica, presentando una nueva forma de relación con Dios
diversa a la empleada hasta ahora. Ellos vuelven a los principios y generan algunos
movimientos que tienen como centro el encuentro con Jesús desde la oración y
trasformación personal. Estos movimientos dinamizaron una nueva forma de relación con
Jesús que hasta nuestros días siguen dando fruto: bajo estos carismas específicos han
surgido personas capaces de guiar la Iglesia por caminos de apertura, diálogo y
ecumenismo como lo vemos en la Época postmoderna.

En la actualidad vivimos en la Época Contemporánea; como ya se describió es un


tiempo de cambios vertiginosos. Ante este nuevo paradigma la Iglesia como una de las
Instituciones más antiguas y con mucha autoridad ya que todavía hay un gran porcentaje de
católicos en el mundo, ha realizado grandes cambios en lo institucional para estar acorde
con los signos de los tiempos; por mencionar algunos: Concilio Vaticano II, Conferencias
de Obispos de América Latina y el Caribe, Sínodos de Obispos y varias Encíclicas
publicadas por los Papas; esto ha hecho que la Iglesia se vaya renovando y dando pasos
hacia la presentación de un mensaje de Jesús más aterrizado en la realidad.

En este marco la propuesta que se genera en la Iglesia es el recuperar el sentido de


Comunidad Eclesiástica. La misma Institución debe releer de nuevo los documentos
magisteriales, seleccionar cuáles están acordes los signos de los tiempos y ponerlos en
práctica. Las Arquidiócesis en conjunto con las Diócesis tendrían que realizar un programa
de formación permanente de presbíteros, diáconos y ministros para garantizar el
conocimiento de los documentos y los nuevos avances en la exégesis bíblica, dando pasos a
una praxis enfocada desde estos. Los procesos catequéticos deberían ser impartidos por
personas formadas tanto en lo bíblico como en lo teológico. Las comunidades parroquiales
deberían dar más fuerza a la formación de los fieles, teniendo como criterio el Vaticano II.
Los documentos Eclesiásticos deben ser continuamente releídos para las nueva
generaciones los conozcan y sean un referente en sus vidas.

115
5. Conclusión

En este sentido, la Institución Eclesiástica necesita dar un vuelco. En este momento


histórico la Eucaristía es la máxima expresión de la evangelización; a esta se le vinculan los
sacramentos, la concepción de pecado, los mandamientos y las normas de vida cristiana.
Esto debe cambiar, si bien sabemos de la importancia de la Eucaristía como celebración de
encuentro con Jesús, ésta no es la primera ni la única forma de evangelizar, como ya lo
decía el papa Francisco en Rio de Janeiro: hay que salir de las paredes del templo, no sólo
los presbíteros, sino todos los cristianos y anunciar la Buena Nueva, que la vida de todos
los cristianos refleje el míralos como se aman. Ir dejando de lado la evangelización de
masas que se constituyó en el siglo IV, para volver a la evangelización de pequeñas
comunidades, hacer vivo y presente el Evangelio en las realidad de sufrimiento, dejar de
excluir a las personas porque no confiesan la misma fe y a ejemplo de Jesús pasar por el
mundo haciendo el bien (Hch 10, 38).

La propuesta de Seguimiento de Jesús desde estos cuatro elementos teológicos, es un


sendero. Los primeros cristianos se pusieron en camino al encuentro con Dios desde las
enseñanzas de Jesús; ahora es el momento de emprender de nuevo el camino, salir de lo
cómodo de la estructura eclesiástica para hacer presente Jesús por la fe. Encontrarse con Él
cada día en oración personal, celebrar este encuentro con la comunidad en la Eucaristía, ser
anunciadores de la Buena Nueva y denunciar la injusticia implicando la vida, para así ir
transformando la Iglesia: que esta recupere su identidad y esté siempre con las puertas
abiertas a la escucha, al diálogo, al cambio y a la diversidad.

116
CONCLUSIONES PRELIMINARES

Durante este trabajo se ha tratado de hilar en los cuatro capítulos el seguimiento de


Jesús como fundamento de la vida cristiana; recordemos las conclusiones que se han dado
en cada uno de ellos:

En el primer capítulo se ha reconstruido una parte de la vida, muerte y resurrección


de Jesús, con la intencionalidad de mostrar el acontecimiento histórico de su vida y la fe
que en Él se ha ido construyendo con el paso de los años. Otro punto que se ha señalado es
que el relato evangélico está impregnado del Antiguo Testamento: a partir de éste se
iluminó el relato para mostrar en Jesús el cumplimiento de las promesas de Dios con el
pueblo de Israel. Por último, se señalaron los relatos más históricos de Jesús, para dar
cabida a un conocimiento más profundo de su persona, que permita a los cristianos optar
por un seguimiento más real y consciente de Él.

En el segundo capítulo se ha realizado una ruta por el seguimiento de Jesús que


comienza la comunidad primigenia después de su muerte. Una vez recorrido el siglo I, se
puede ver el panorama: luchas de los primeros cristianos clarificando quién era Jesús,
rupturas entre el cristianismo y el judaísmo, el anuncio de la Buena Nueva a los paganos,
invasiones del Imperio Romano al pueblo de Israel y la destrucción del templo de Jerusalén
en el año 70. Después de esto el cristianismo se consolida como una religión, con un
fundador indirecto que fue Jesús de Nazaret, que a su vez es llamado el Cristo-Mesías. Este
acontecimiento parte la historia en dos partes, el antes de Cristo, en la cual Dios tenía un
lugar privilegiado en lo alto, la vida giraba en torno a complacerle; es lo que se podría
denominar la teología de arriba, que parte de una visión elevada de Dios, en la cual acceso
a Él sólo se da por la mediación, en el caso del pueblo judío, por medio de los sacerdotes.
Después de Cristo hay una nueva imagen de Dios; Jesús al transparentar con su vida a Dios
mismo y cumplir su voluntad, lo presenta como alguien cercano, accesible, en el cual se
puede confiar porque su respuesta siempre es el amor misericordioso y gratuito; esto es lo

117
que llamaríamos una teología de abajo, que surge desde la persona y desde su realidad y va
haciendo conciencia de la presencia de Dios en medio de la existencia.217

En el tercer capítulo se da una comparación entre el seguimiento de las comunidades


primigenias y la actualidad; de aquí se generan varias conclusiones. El cristianismo es la
fuente de donde mana la vida entregada de Jesús; el ser cristiano es asumir la vida de Cristo
en la propia existencia y encarnarlo en la realidad; por eso no podemos simplemente
quedarnos en estructuras que asfixian y matan el Espíritu del Resucitado, sino que debemos
generar un cambio profundo en el ser cristianos, sacudirnos de las imágenes justicieras y
malformadas de Jesús Dios Hijo encarnado, y comenzar a actuar con libertad de hijos/as de
Dios.

El ser hijos/as nos da la posibilidad de escribir la historia de una forma diferente: la


labor de cada cristiano es mostrar la verdadera cara de Jesús, no avasallando lo que existe
sino transformándolo, haciendo conciencia de lo que no es verdaderamente Buena Nueva,
anclándose en el Evangelio y dando pasos firmes hacia la renovación de la fe. Una reforma
que no sólo podemos pedir a la institucionalidad de la Iglesia Católica, sino que comienza
en quien con absoluta libertad acoge el Evangelio de Jesús como su forma de ser y estar en
el mundo. Es en el encuentro con el resucitado donde la vida sufre un cambio; es en la
acogida de su mensaje de amor, donde podemos empezar a llamarnos cristianos; no es
protestando por lo que no vemos y apartándonos de la institución como ayudamos; es
formándonos en la escucha del Evangelio como nuestra vida se va uniendo a la de Jesús el
Cristo.

El cristianismo es una opción fundamental que hacemos: como en la parábola del


joven rico, podemos seguir a Jesús y hacer de su vida la nuestra, o podemos dar la vuelta
entristecidos porque no nos queremos separar de nuestros bienes (las estructuras).218

217
Teología de arriba y Teología de abajo, denominada por Hans Küng, como dos tipos de Teología que
señalan una ruptura en la imagen de Dios, a partir de los dos Testamentos Cfr. KÜNG, Hans, Jesús, 9.
218
MÚNERA Duque, Alberto. Teología moral fundamental del Nuevo Testamento. Apuntes de clase, Tema
No. 5, 2011.

118
Se ponía ya en camino cuando uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante él, le preguntó:
«Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?»

Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos:
No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu
padre y a tu madre.»

El, entonces, le dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud.»

Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo
a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme.» Pero él, abatido por estas palabras,
se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. (Mc 10. 17 - 22)

Por último en el cuarto capítulo se da respuesta a la pregunta, ¿Cuáles elementos


teológicos del seguimiento de Jesús son el núcleo dinamizador y fundamento de la vida
cristiana en nuestra realidad actual? Se procura dar respuesta a la pregunta desde estos
cuatro elementos que son el seguimiento de Jesús, la Eucaristía, el Reino de Dios y la
Iglesia. Y, dando desarrollo a cada elemento se puede concluir lo siguiente:

La Institución Eclesiástica necesita dar un vuelco. En este momento histórico la


Eucaristía es la máxima expresión de la evangelización; a esta se le vinculan los
sacramentos, la concepción de pecado, los mandamientos y las normas de vida cristiana.
Esto debe cambiar: si bien sabemos de la importancia de la Eucaristía como celebración de
encuentro con Jesús, ésta no es la primera ni la única forma de evangelizar, como ya lo
decía el papa Francisco en Rio de Janeiro; hay que salir de las paredes del templo, no sólo
los presbíteros, sino todos los cristianos y anunciar la Buena Nueva: que la vida de todos
los cristianos refleje el míralos como se aman. Ir dejando de lado la evangelización de
masas que se constituyó en el siglo IV, para volver a la evangelización de pequeñas
comunidades, hacer vivo y presente el Evangelio en las realidad de sufrimiento, dejar de
excluir a las personas porque no confiesan la misma fe y a ejemplo de Jesús pasar por el
mundo haciendo el bien (Hch 10, 38).

La propuesta de Seguimiento de Jesús desde estos cuatro elementos teológicos, es un


sendero. Los primeros cristianos se pusieron en camino al encuentro con Dios desde las
enseñanzas de Jesús; ahora es el momento de emprender de nuevo el camino, salir de lo
cómodo de la estructura eclesiástica, para hacer presente Jesús por la fe. Encontrarse con Él

119
cada día en oración personal, celebrar este encuentro con la comunidad en la Eucaristía, ser
anunciadores de la Buena Nueva y denunciar la injusticia implicando la vida, para así ir
transformando la Iglesia: que esta recupere su identidad y esté siempre con las puertas
abiertas a la escucha, al diálogo, al cambio y a la diversidad.

120
CONCLUSIÓN

Después de recorrer el camino de seguimiento de Jesús, desde su historia terrena


hasta las concepciones elevadas del Cristo de la fe, va quedando la certeza de que en
algunos momentos nos hemos distanciado del mensaje original de Jesús. El sendero que la
Iglesia ha tomado en estos XXI siglos nos ha ayudado a preservar viva la fe en Jesús de
Nazaret, pero ha caído en la gran tentación de ir agregando al seguimiento elementos que
no son propiamente cristianos; en la época contemporánea donde la razón y la técnica
predominan estos agregados se evidencian con más fuerza y están dejando sin fe a las
nuevas generaciones; es un poco contradictorio: los esquemas que sostiene la Iglesia para
no perder su identidad son los que ahora se cuestionan con más vehemencia.

El seguimiento de Jesús se ha encauzado por el cumplimiento de normas y preceptos;


la Iglesia ha puesto el énfasis en los sacramentos y mandamientos, pero se ha ido perdiendo
de horizonte el encuentro con Jesús y el conocimiento de su persona que revela al Padre. Se
han instrumentalizado las oraciones de petición y acción de gracias dejando de confiar en
Espíritu Santo que no es otro que el Espíritu del Resucitado. La comunidad como lugar de
encuentro y formación de ha desdibujado, la Palabra de Dios sólo se lee e interpreta en las
Eucaristías; a pesar del esfuerzo de algunas parroquias por realizar Lectio Divina, parece
que se ha perdido en interés del pueblo por saber leer e interpretar el Evangelio.

La formación de algunos sacerdotes que predican la Palabra hacen que se refuercen


estas estructuras y que cada vez el pueblo no le encuentre sentido a la fe Católica, ya que,
sus realidades de los creyentes muchas veces son motivos de escándalo para los ministros
ordenados.

Desde esta realidad, la propuesta para recuperar el seguimiento de Jesús es volver a la


fuente de donde mana el agua viva que Jesús ofreció a la Samaritana (Jn 4,10):
reencontrarnos con Jesús, que es el camino, la verdad y la vida (Jn 14, 6), hacerlo presente
en las realidades personales y comunitarias, realizar la opción fundamental de seguimiento

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que no consiste en imitarlo sino en encarnarlo en la propia existencia, en construir
comunidades que sean fiel reflejo del Míralos como se aman, anunciando y denunciado la
injusticia desde una fe renovada, reconstruyendo la Iglesia Universal con cimientos
cristianos, para que esta recupere su identidad como la Iglesia de Jesús de Nazaret.

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