Revista EL COMITE 1973 MIGRACIONES
Revista EL COMITE 1973 MIGRACIONES
Revista EL COMITE 1973 MIGRACIONES
Año 6 / número 36
MIGRACIONES
Y MOVILIDADES
HUMANAS EN LA
CONTEMPORANEIDAD
SEXTO ANIVERSARIO
EL COMITÉ 1973, Núm. 36. Migraciones y movilidades humanas
El Comité 1973
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Director
Revista de difusión, crítica y creación literaria.
Correo electrónico: elcomite1973@gmail.com
Meneses Monroy
Editora
http://issuu.com/revistaelcomite1973
Asmara Gay
https://twitter.com/ElComite1973
Jefa de redacción
Patricia Oliver
Diseño gráfico
Jovany Cruz Flores
La revista El Comité 1973, es una publicación realizada por el grupo literario El Comité.
Todos los derechos reservados.
ÍNDICE
Dossier
Literatura y migración en la “era de la xenofobia”..........................................................4
Eduardo Torre Cantalapiedra
Relato
El monólogo de Henry................................................................................................... 7
Guadalupe Flores Liera
Uno sin filtro................................................................................................................. 14
Arturo Núñez Alday
Crónica
De viaje a casa.............................................................................................................. 16
Eric Oliver Luna González
Ensayo
Me reconozco en tu mirada............................................................................................ 20
Mónica Fernández Ry
Los migrantes ante los grandes problemas de México...................................................... 23
Eduardo Torre Cantalapiedra
Las fragilidades de la sociedad norteamericana representadas en Zootopia.....................28
José Francisco Valenzuela Barreras
Minificción
En el lomo de una bestia................................................................................................ 32
Tania Meredith Maldonado Flores
Poesía
Haikús hallados en una servilletas de McDonald’s........................................................... 33
Erasmo W. Neumann
Migrar.......................................................................................................................... 34
Ángel Luna
Entrevista
De migración y minificción. Entrevista a Agustín Cadena............................................... 35
Adriana Azucena Rodríguez Torres
Reseña
Reseña de Vida y época de Michael K. de J. M. Coetzee................................................. 39
Ángel Luna
Portafolio
Eduardo Torre Cantalapiedra y Dulce María Mariscal Nava.............................41
Poesía
El rostro de la ciudad..................................................................................................... 57
Asmara Gay
Ensayo
Alicia y la lógica del espejo............................................................................................. 58
Juan Antonio Rosado Z.
Poesía
Acerca de Meneses Monroy............................................................................................ 63
Meneses Monroy
LITERATURA Y MIGRACIÓN EN LA
“ERA DE LA
XENOFOBIA”
Eduardo Torre Cantalapiedra
E
n las últimas décadas, acompañando al incremento de las
migraciones humanas forzadas por la violencia y las situa-
ciones de escasez de oportunidades en los países de origen, se
ha registrado una tendencia, a escala mundial, de rechazo hacia
los migrantes en los países de destino. Esta “era de xenofobia” se ha
caracterizado por el auge del miedo, la oposición a la llegada de mi-
grantes extranjeros y por mayores cotas de vulneración de sus de-
rechos humanos. Los países de la Unión Europea, por ejemplo, están
inmersos en una permanente crisis de refugiados, en la que varios
de ellos han mostrado su frontal rechazo a acogerlos y otros más
se muestran reticentes a hacerlo. La administración del presidente
estadounidense, Donald Trump, ha puesto en marcha una política de
“tolerancia cero” a la inmigración en situación irregular que, entre
otras cosas, implicó la separación de miles de familias migrantes
que llegaron al territorio estadounidense en busca de una mejor
calidad de vida.
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El rechazo a los migrantes no sólo se vive en En este contexto, la literatura permite ge-
Europa y Estados Unidos, sino en muchos otros nerar espacios para la reflexión sobre estos
países y regiones del mundo cuyas políticas an- fenómenos migratorios, al escribir textos que
tiinmigrantes son noticia de primera plana en la denuncien los agravios cometidos y permitan
prensa internacional. México, como país de ori- la toma de conciencia por parte de los lectores
gen, tránsito, destino y retorno (voluntario o for- acerca de los problemas que enfrentan los mi-
zado) para migrantes y para personas solicitan- grantes. Asimismo, la literatura puede constituir
tes de asilo y refugio, ha vivido estas tendencias un instrumento para la catarsis, tanto individual
con especial intensidad. Por un lado, millones como colectiva. Es por ello por lo que, entre las
de emigrantes mexicanos y sus descendientes múltiples conexiones que hay en torno a la li-
han sufrido décadas de exclusión en territorio teratura y las migraciones, quisiera detenerme
estadounidense; por el otro, México se ha con- brevemente en dos de ellas. En primer lugar,
vertido en un país de abusos y agresiones hacia existe un amplio conjunto de novelas, tanto
los migrantes en tránsito por su territorio, espe- de ficción como de testimonio, que permiten
cialmente para los cientos de miles de personas repensar los procesos migratorios contempo-
procedentes de Centroamérica. Pese a esto, mi- ráneos mediante la exposición de historias de
grantes de todo el mundo se han establecido migrantes y sus familias. En estos relatos se
en México en busca de una mejor calidad de pone de manifiesto las numerosas vicisitudes
vida; entre ellos, cientos de “transmigrantes” por las que pasan los migrantes superándose las
haitianos solicitantes de asilo que, si bien en- visiones estereotipadas de la migración. Lucky
contraron cobijo temporal o permanentemente Boy de Shanthi Sekaran, Detained and Deported
en ciudades fronterizas del norte del país, han de Margaret Reagan, Illegal de Terry Sterling o
tenido que sobrellevar expresiones de racismo La fila india de Antonio Ortuño, son ejemplos
y xenofobia.
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de ello. En segundo lugar, me gustaría destacar la poesía escrita por migran-
tes. Una poesía a la que con frecuencia le hace falta técnica literaria pero que
permite a sus autores compartir sus vivencias, la belleza de sus culturas y, lo
más importante, donde afloran los sentimientos y las emociones producto de
sus experiencias migratorias. Un buen ejemplo es Antes de pasar la frontera, una
selección de poemas escritos por migrantes centroamericanos en la Casa del
Migrante de Coahuila.
Vivimos un momento histórico de particular intolerancia a las migraciones
y repudio a los migrantes —en unos países más que en otros—, por lo que pen-
samos que es especialmente propicio abrir un espacio sin muros ni fronteras y
dar cabida a las diversas formas de interconexión entre literatura y migración.
Recordemos que además de su función estética, las obras literarias cumplen, a
veces, funciones sociales, y, en ese sentido, son producto de las circunstancias
de su tiempo y nos permiten reflexionar sobre la época a la que se ciñe cada
una de ellas.
En este número 36 de la revista El Comité 1973 “Migraciones y movilidades
humanas en la contemporaneidad”, un conjunto de textos —relatos, ensayos,
poemas, una crónica, una entrevista, y una reseña— y fotografías, nos invitan
a mirar y a escuchar al otro —al migrante— de una manera diferente. Resulta
fundamental superar las visiones racistas y xenófobas basadas en el miedo y el
odio y recibir a los migrantes con una mirada optimista e integradora. Asimismo,
debemos prestar atención a lo que los migrantes tienen que decir, y no olvidar
que sus puntos de vista son con frecuencia ignorados en los debates sobre la
gestión del fenómeno migratorio y en otras discusiones que les conciernen.
La relación entre literatura y migración se muestra resplandeciente en este
dossier. Muchos de los autores de los textos enriquecen sus producciones con
base en sus propias experiencias migratorias. Sus colaboraciones ofrecen nue-
vas miradas y originales reflexiones de un fenómeno migratorio que ha sido
mil y una veces manipulado por las élites gobernantes. Las experiencias de los
migrantes, y de quienes los ven partir y llegar, plasmadas en los diferentes tex-
tos, constituyen un testimonio de gran valor sobre nuestra época. En suma, una
literatura comprometida con la migración, pero, sobre todo, con los migrantes.
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EL MONÓLOGO DE
HENRY
Guadalupe Flores Liera
L
a llamada llegó al atardecer, cuando se preparaba para salir
a su trabajo nocturno. El número en la pantalla era descono-
cido, respondió con cautela a la voz que pronunció su nombre
desde el otro lado: “Soy yo”. Sorprendido, escuchó que lo llamaban
desde la oficina de la viceministra de Trabajo y Seguridad Social.
En verdad no creyó que lo fueran a llamar nunca, pero convencido
de que nada perdía con intentarlo se armó de valor e insistió hasta
que consiguió una cita. A la viceministra le habían cancelado una
cita importante y le preguntaban si podía acudir al día siguiente
para un encuentro con ella. Se disculpaban por la forma apresura-
da, pero dudaban de que pudiera abrirse un hueco en su agenda en
las próximas semanas, de manera que, si no tenía inconveniente, la
viceministra tendría mucho gusto en recibirlo a las diez y media de
la mañana. Atónito, sospechando si no sería una broma, respondió
de inmediato afirmativamente. Le pidieron llegar media hora antes
para cubrir el protocolo de seguridad portando una identificación.
Conocía bien la ubicación del edificio, los requisitos para ingresar,
los diferentes controles, el elevador, los pasillos; había pasado se-
manas acudiendo con la esperanza de ser recibido para hablar con
la ministra sobre los problemas de la comunidad de inmigrantes
africanos.
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La idea de entrevistarse con la titular mis- ficaba nada, continuaban como habitantes del
ma había surgido a raíz de una entrevista que limbo, con o sin papeles, pero sin derechos, sin
le oyó en una estación radiofónica en la que ex- entidad, sin perspectivas de futuro y, sobre todo,
puso sus ideas para desarrollar un programa de atrapados en un país al que habían arribado casi
voluntariado; en esa ocasión ella había explica- por accidente, porque estaba en el camino del
do su proyecto de organizar a la sociedad para destino al que aún esperaban poder llegar.
enfrentar los nuevos retos relacionados con los Lo más difícil no había sido convencer a sus
cambios climáticos y, entre todas las demás co- paisanos de la necesidad de establecer ese diá-
sas, a Henry le llamó la atención la idea de in- logo —es verdad que lo habían escuchado con
corporar a los grupos vulnerables con el fin de algo de sorna, “una forma sofisticada de explo-
reforzar la cohesión de los países miembros de tación”, le dijeron, pero no habían hecho mayo-
la Comunidad Europea. ¿No eran él y sus com- res intentos de disuadirlo; lo habían dejado ac-
pañeros una comunidad de seres vulnerables tuar convencidos de la inutilidad del intento—.
que podían aportar mucho a la sociedad en la Sólo que concertar una cita con la ministra no
que ahora se hallaban enquistados, a la deriva era fácil, pese a que nadie le ganaba a la hora de
como las embarcaciones en que habían llegado conseguir lo que se proponía; cuando no estaba
y sin grandes esperanzas de alcanzar por fin tie- de viaje, estaba en el Parlamento, cuando no es-
rra firme? Porque el hecho de estar allí no signi- taba dando una entrevista estaba en una junta,
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cuando no estaba reunida con su equipo estaba dialogando con unos sin-
dicalistas. “¿Por qué mejor no pides una cita con la viceministra?”, le sugirió
el guardia de la entrada, tal vez compadecido de verlo merodear con su
folder bajo el brazo un día sí y otro también en busca de una audiencia.
“Déjame y lo comento con su secretario, ella pasa más tiempo aquí...”. Pocos
días después, el uniformado le pidió todos sus datos personales, un escrito
con la temática resumida, un teléfono de contacto; parecía increíble pero
el secretario lo llamó para charlar con él, quería que le expusiera el asunto
a tratar y al final dio la impresión de estar verdaderamente interesado; le
aseguró que haría todo lo posible porque la viceministra lo recibiera, los
problemas de los inmigrantes no sólo son competencia de nuestro minis-
terio, le dijo, sino que están entre nuestras responsabilidades, lo llamarían
a la primera oportunidad, no hacía falta que él se comunicara o fuera a
preguntar, tendría noticias cuando menos lo esperara. En efecto, así fue.
Por supuesto, su nombre no era Henry, pero ni siquiera sus compa-
triotas lo llamaban ya por el suyo, y ahora él mismo se presentaba en to-
das partes con este otro que había terminado por parecerle tan propio
como su nueva identidad “de refugiado”, aunque aún sin la categoría de
tal. Mientras avanzaba por el pasillo pensó con temor en si, en caso de que
la viceministra le preguntara, debía responder cómo se ganaba la vida y
a qué actividades se dedicaba para sobrevivir mientras esperaba a ver re-
suelta su situación “irregular”. A finales de mayo se había votado una ley
que preveía sanciones más estrictas a quienes contrataran inmigrantes
ilegales y la viceministra había votado a favor. Al mismo tiempo, a través
de la titular del ministerio, el gobierno había asegurado que muy pronto
se reanudaría el examen de solicitudes de asilo, ya que reconocían que la
demora obraba en detrimento del problema laboral. Henry llevaba meses
aguardando esta noticia, pero no era la primera vez que del dicho al hecho
mediaban meses de zozobra. Tenía el papelito rosa, indicativo de que había
sometido sus papeles a examen, por esta razón teóricamente no podía ser
expulsado en caso de caer en una redada, pero qué pasaría si llegaba de
improviso algún inspector a alguno de los lugares donde trabajaba, no sólo
metía en un gran problema al contratista sino que él podía ser expulsado
por contravenir las leyes del país que le daba hospedaje.
La viceministra le tendió la mano con una gran sonrisa y le indicó
una silla del otro lado de la gran mesa donde realizaba sus encuentros de
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trabajo. A su lado estaba sentado un joven con pie a desglosar la situación de inseguridad de él
un micrófono, a poca distancia alguien más lo y sus compatriotas sometidos a las dificultades
observaba a través de la lente de una cámara. de la falta de una verdadera política migratoria.
La entrevista sería transmitida en la televisión, A continuación, le expondría su propuesta de
le dijeron. Sintió temor, su conocimiento del ser tomados en cuenta en el programa de vo-
idioma era deficiente y si bien estaba allí como luntariado que había mencionado la ministra,
representante de su comunidad, para hablar ellos tenían experiencia en desastres naturales,
de sus problemas, no había considerado que en guerras y en desplazamientos masivos; or-
su presencia pudiera interesar a los medios. ganizados, tomados en consideración, podían
Bien pensado, la transmisión en la tele podía ser útiles a la sociedad mientras su situación se
ayudar a que la gente conociera mejor a los in- resolvía... La viceministra abrió un folder sobre
migrantes y, acaso, a que comenzaran a verlos la mesa y mencionó mirando a la cámara que
como iguales. La idea le devolvió la confianza. muy pronto se iba a subir a la Red la convocato-
Apenas tomaba asiento, la viceministra le co- ria para desarrollar el mapa migratorio del país,
mentó que muy pronto comenzaría la revisión de forma tal que una vez elaborado brindaría
de solicitudes de asilo, Henry asintió con la ca- la oportunidad de conocer con exactitud el nú-
beza y esperó a que le preguntara “Dígame a mero de inmigrantes en el país, los lugares en
qué ha venido” o algo por el estilo que le diera que habitaban preferentemente, así como los
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oficios que desempeñaban, acto seguido, tras una pequeña pausa, añadió
su desacuerdo respecto a los diputados que, en la última reunión sobre el
tema en el Parlamento, habían presionado para que se permitiera la con-
tratación de inmigrantes temporalmente durante las épocas de cosecha.
Mirando fijamente a la cámara y adoptando un tono todavía más seve-
ro, dijo: “Protegemos a los inmigrantes integrados que se encuentran en
nuestra casa, tienen documentos en regla, pagan contribuciones fiscales,
seguridad social, y somos estrictos con los indocumentados que viven en
situación irregular y que, en la ilegalidad que se crea alrededor de ellos,
sirven de pasto a la explotación y el trabajo clandestino”. Henry asintió
con la cabeza y continuó a la espera, mientras la viceministra se volvía a
mirarlo y pronunciaba, como si quisiera ponerlo al tanto: “Estamos a favor
de la iniciativa de Roma que propone expedir permisos temporales que
permitan el traslado de inmigrantes del norte de África a Francia y con-
sideramos que deben someterse a revisión los acuerdos de Dublín II”. De
nuevo Henry no supo qué contestar, porque no distinguía en la voz de la vi-
ceministra el tono interrogativo, así que permaneció callado, esperando el
momento de hablar, mientras pensaba en que el acuerdo de Dublín que se
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había firmado en el 2008 era condenatorio para daran allí o se marcharan a donde inicialmen-
la mayoría de los inmigrantes, ya que determina te habían pedido ir o, mejor todavía, cuando
que un ciudadano de un tercer país que ingre- pudieran regresar a su país estarían prepara-
sa en la Comunidad Europea pidiendo asilo no dos para enfrentar el futuro después de haber
puede trasladarse a un país distinto hasta que ayudado en otros lugares, ¿qué mejor manera,
no se examine su situación, y con alivio escuchó se dijo, de modificar la imagen errónea que se
que la viceministra acotaba, siempre mirando a tiene del migrante? Esto, sin que se viera per-
la cámara, que la titular del ministerio insistía judicado su derecho a ganarse la vida honra-
en que el acuerdo debía someterse a revisión, damente como hasta ahora. Pero en lugar de
porque lo justo era que cada país atendiera por recibir la primera pregunta de la viceministra,
su cuenta el tema de los refugiados y el de los ésta revisó sus papeles y tachó algunas líneas, a
inmigrantes económicos. “No podemos seguir continuación levantó hacia él la mirada, le son-
haciéndonos cargo de los migrantes que pro- rió, se arregló un mechón de pelo y volvió a fijar
duce Europa”, la escuchó decir enfáticamente los ojos en la cámara, al tiempo en que reto-
clavando en él la mirada, “porque además la maba su discurso: “Lo que estamos tratando de
mayoría de ellos utiliza a nuestro país como lu- hacer es proteger a los inmigrantes trabajado-
gar de paso. Proponemos un frente común de res que corren el peligro de ser marginados y la
los países del sur”. primera medida es incrementar las sanciones
Henry se enderezó en su silla considerando a los contratistas que ocupen trabajadores ile-
que el terreno para dialogar había sido prepa- gales, así como acelerar los procedimientos de
rado con ese largo preámbulo y que la última deportación a los inmigrantes que no cumplan
frase de la viceministra le serviría de apoyo para con los requisitos necesarios para recibir nues-
comenzar a desarrollar sus ideas. Al escucharla tra protección, porque el nuestro es un país
había pensado con claridad en que su propues- hospitalario, que respeta a los seres humanos
ta tenía muchos elementos de beneficio mutuo, y a sus derechos, pero también existen las leyes
el trabajo voluntario si bien no era remunerado y éstas están para ser aplicadas. Porque debe
les daría categoría de ciudadanos, tendrían se- quedar claro que los inmigrantes ilegales son
guridad social, las garantías que proporciona el competencia de la Policía y no del Ministerio
derecho laboral, contribuirían al desarrollo de del Interior; se contemplará, por supuesto, la
la economía local, de la iniciativa empresarial y, dimensión humana del problema, porque el
además, tal y como había dicho la ministra en asunto es vacilante y los acontecimientos en
aquella entrevista, contribuiría a la integración el presente se modifican continuamente y hay
de los grupos más vulnerables en el mercado que ser dúctiles. ¿Qué va a pasar, por ejemplo,
laboral y —pensó con satisfacción como si ya lo con los inmigrantes que ya viven en nuestro
estuviera pronunciando— cuando su solicitud país atrapados y desean marcharse?...”
de asilo fuera examinada, ya sea que se que-
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Henry comenzó a sentirse incómodo, le costaba trabajo seguir a la
viceministra, porque al escucharla más y más preguntas se agolpaban en
su cerebro y no veía la forma de interrumpirla para formulárselas: “¿Los in-
migrantes” —quería preguntarle— “somos o no miembros de la sociedad?,
¿podemos o no trabajar por nuestra propia cuenta, qué sé yo, vendiendo
algo o ejerciendo los oficios que aprendimos o estamos dispuestos a apren-
der? Y si no podemos laborar por la razón que sea, ¿podemos mendigar?,
porque existen leyes contra la mendicidad y no sabemos si somos objeto
de esas leyes o también nos excluyen. ¿Podemos dormir en la calle, en un
banco, o contravenimos al hacerlo las leyes contra el vagabundaje, por-
que nos acosan y nos corren de todas partes”. Lo que más lo molestaba
—reflexionó mientras inútilmente se esforzaba por recuperar el hilo de
su atención— era la insistencia en separar a los migrantes políticos de los
económicos, “¿la guerra no comparte esos dos asuntos? —hubiera querido
preguntar—, y un tsunami como el que devastó Indonesia no es un motivo
igualmente poderoso como para empujar a alguien a irse?, ¿quién tenía
más derecho a solicitar asilo, un perseguido por sus ideas o un perseguido
por el hambre?”. Miró a la viceministra, quien de nuevo desgranaba frases
mirando a la cámara mientras pensaba en que todo lo que él estaba pa-
sando, todo aquello en lo que dejaba su juventud, sus sueños, su fuerza,
pesaba en la balanza lo mismo que un simple pedazo de pan. Había sido
llevado por las mafias a ese país del sur de Europa, donde todo está por
hacer y en donde, paradójicamente, “no hay trabajo para gente como él”.
¿Pero es que él podía ser visto como una competencia para alguien?, ¿es
que sus manos y su empuje no valían lo mismo que las de cualquier otro
trabajador?... Sin darse cuenta, Henry se levantó de un salto en el momen-
to en que la viceministra, de pie ante él, le extendía sonriente la mano y
acompañándolo a la puerta le decía que había tenido mucho gusto en
haberlo escuchado. Mientras abandonaba el edificio Henry pensó que la
mesa de madera que se había interpuesto entre la viceministra y él era
más insalvable que la mar tempestuosa que había tenido que atravesar
para llegar a ese continente.
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Uno sin filtro
Arturo Núñez Alday
Quisiera decirte que te quedes, porque ya es- como domaba tu padre a los potros en el corral
toy viejo y enfermo; lo más seguro es que no hasta dejarlos mansitos, con poca voluntad.
te vuelva a ver si te vas. Pero ¿qué derecho ten- ¡Qué diera yo porque te quedaras a sembrar las
go de cortarte las alas con el trabajo que te ha arenas temporaleras del lomerío!, pero si acaso
dado hacerlas crecer? Nadie puede detener a un te darán para almorzar pobremente; y tú comes
río cuando llega la crecida, ni a una ventolera y cenas que da miedo, no tienes llenadera. El
cuando se enoja el aire y corre como si lo per- hambre más grande la llevas retratada en los
siguiera el diablo. Tú agarra camino y vete sin ojos, avispados y mirando siempre hacia lo le-
voltear, porque si lo haces te atrapará el llanto jos, como si se preguntaran qué hay detrás de
de tu madre y el ladrido del Negro; no sé cuál de los cerros, y de los otros que son apenas unas
los dos te extrañará más. Aguanta la respiración líneas azules que separan la tierra del cielo. Yo
cuando te vayas, Víctor Manuel, porque te co- ya estoy viejo, Manuelito, pero de joven tenía la
nozco y sé que ya sabes de los olores de muchas misma hambre que tú. De igual modo me fui
hembras que te ayudaron a hacerte hombre. Si un tiempo, pero no pude despegar de mi nariz
respiras hondo a lo mejor no te deja ir el aroma el olor de una mujer que también se quedó con
que se te haya pegado más fuerte en la nariz, y el mío metido hasta los huesos. Al poco tiempo
en una de esas te quedes a seguir metiéndolo regresé y me puse a sembrar aquí mi semilla,
en los pulmones hasta que te dome ese olor, así la sembré en la tierra que entonces era noble
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y daba buena milpa, y luego en el cuerpo de tu abuela, que tenía harta
humedad para darme los muchos hijos que tuve. Eran otros tiempos, mu-
chacho, nos conformábamos con menos. No teníamos las tentaciones que
hoy les meten en la cabeza la televisión y las computadoras esas de las que
no se despegan ustedes. Haces bien en irte porque aquí ya no hay mucho,
la tierra no da como antes y menos si eres pobre. Además, a los pocos que
tienen algo nomás les están echando el ojo los malvados para quitárselo.
A lo mejor tienen razón esos que dicen que ahora que termine el siglo
también se va a acabar el mundo, que el juicio final ya está cerca. Faltan
unos añitos, pero ya no llegaré, se me está acabando la fuerza y también
el ánimo. Pero no me hagas caso, tú eres potrillo, dale carrera pa delan-
te y acuérdate de no voltear. Aquí tu padre, que está fuerte, se encargará
de hacer crecer los limoneros que plantamos y te cuidará el cuaco que te
compró cuando eras más chamaco. Si no te vuelvo a ver, Víctor Manuel, te
pido nomás no olvidar que aquí está enterrado tu ombligo. Si te vas a ver
el mundo es para que con el tiempo vuelvas y traigas al mundo para acá.
Aunque quieras, no podrás arrancarte la piel con que te envolvimos cuando
naciste, un día la traerás para que le pegue el mismo sol que le dio color y
el mismo aire que la perfumó. Si no me encuentras respirando como hacen
los vivos, de cualquier modo me hallarás holgazaneando como hacen los
muertos. Y no importa, ya la vida me da más dolor del que me dará mi
nueva mujer, la muerte. No llores, Manuelito, sólo prométeme que irás a
verme y te fumarás conmigo unos cigarros de los que ya no me dejan fumar
tu madre, tus tías y esos doctores de bata blanca; que sean sin filtro como
me gustan, de esos dulcecitos que te dejan los labios querendones y con
ganas de mujer. Dicen que a causa de ellos me salió esta bola que crece y
crece bajo mi oreja derecha, al final de la quijada. Quién sabe si sea cierto
y qué le hace, tengo buena edad para morir si así está escrito. No te ami-
lanes, muchacho. Ven, dame un abrazo y vete sin cuidado. No sé si de algo
sirva la bendición de un viejo como yo, que de santo sólo tuve la mirada,
como decía tu abuela. De todos modos te la daré y que Dios te acompañe.
Sí, Manuelito, adiós, adiós. Vete, que la vida se hace tarde. Recuerda no
voltear hasta que el camión ya vaya lejos. Y cuando vuelvas, acuérdate de
ir a fumarte un cigarrito conmigo, dulce, sin filtro. Adiós… muchacho.
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De
viaje
a casa Eric Oliver Luna González
A
quella tarde salí con algo de temor; en la terminal de au-
tobuses reparé un poco y me di cuenta de que nadie que yo
conociere había hecho algo como lo que estaba a punto de
hacer. Pero posiblemente esto era algo que ya había empezado des-
de hacía un año, con la primera vez que llegué a esa casa. Salí de mi
anonadamiento y pasé a una de las tantas tiendas de conveniencia
dentro de la terminal. No pasaban de las cuatro de la tarde y mi au-
tobús salía hasta las cinco y media. Había mucho que pensar, mejor
dicho: recordar.
No hacía más de un año que había conocido a Ramón y a Fray To-
más; en aquella tarde que llegué a Tenosique, como parte de un trabajo
de investigación para una osc, había salido de Palenque, en Chiapas,
y me había enterado de que unas vagonetas de transporte público me
podían dejar cerca de la casa. Había hablado con Ramón por teléfono,
desde la ciudad de México, con la propuesta de realizarle una entrevista
sobre la casa. Pero para ese entonces no me imaginaba el impacto que
ésta causaría en mi vida.
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Subí al autobús: partimos con retraso de de posición fetal para tratar de cerrar mis ojos
casi media hora. Desde la Ciudad de México a y descansar. Ramón me había explicado que en
Tenosique, en Tabasco, son aproximadamente la casa habría una litera para mí y, de ser nece-
de diez a doce horas de trayecto, parece mucho sarias, una cobija o sábana. El calor es una cons-
pero era la opción económica frente al viaje en tante en Tenosique, situación que corroboré en
avión. Me tomó casi medio año poder acomo- días posteriores. ¿Tendré que compartir cama?,
dar mi calendario de actividades y, sobre todo, ¿cuántos estaremos en el mismo dormitorio? ―
la parte del dinero que debería gastar. Cada uno fueron las preguntas que invadieron mi mente,
de los avatares que pude contemplar traté de antes de soñar algo que no recuerdo.
sortearlos; después de todo, ya me había pro- Casi a las cinco de la mañana llegamos a la
puesto servir como voluntario en la casa y sabía terminal de Villahermosa. La reconocí porque
que debía cargar con mis gastos. antes había allí estado en un par de ocasiones.
En el camino, casi a media noche (estaba Me di cuenta de que llegaríamos más tarde a Te-
previsto llegar a nuestro destino entre las seis nosique. Aún faltaba pasar por Villa Chontalpa y
y siete de la mañana), nos detuvimos en un pa- Palenque. Entonces, escuché al chofer explicán-
radero cerca de La Venta, en Veracruz. Si bien dole a una señora que llegaríamos a Tenosique
nos habíamos detenido antes, en Córdoba, sólo aproximadamente entre las nueve y diez de la
fueron unos diez minutos. Se sentía el cambio mañana. Hubo algunos accidentes que no sabía
de clima: la humedad me incomodó de pronto, (o no quiso) explicar y eso atrasó nuestro viaje.
más porque llevaba puestas mis gafas y éstas se Estaba nervioso. Había viajado antes a otras
opacaron por el vaho. Aproveché para pasar al partes del país, pero estaba casi seguro de que
sanitario y comprar un refresco. era la primera vez que viajaba tan lejos, con mis
La noche allá era totalmente oscura; no propios recursos y propósitos. Me avergoncé un
hay estrellas y la luna no se observa por ningu- poco de mí mismo: ¡cómo podría acobardarme!
na parte. Traté de imaginarme a esas personas Sin embargo, no podía quitarme de la mente las
que posiblemente se estarían trasladando a pie, noticias de secuestros de autobuses y desapari-
en tren o que, inclusive, estarían viajando en el ciones en esta ruta hacia el sur. Lo mismo es al
mismo autobús que yo: migrantes, les llaman. norte. Me dio la impresión de que debí de haber
Ellos, como yo, estarían también buscando lle- descansado más, pues mis nervios seguramente
gar a una casa: ya fuera en los desiertos del nor- eran causados por mi falta de sueño.
te o en las selvas del sur; estaba seguro de que Casi a las nueve y treinta: al fin habíamos
muchos buscaban casa. llegado a Tenosique. ¡Ya estoy aquí! ―me grité al
Continuaba la noche. Apenas eran las dos interior de mi pecho―. Cuando bajamos, me di
de la madrugada y no había dormido desde que cuenta de que la terminal de Tenosique era muy
partimos de la ciudad. Como nadie había ocu- pequeña. Al salir, ya con mi mochila y sombrero,
pado el asiento junto a mí, improviso una suerte di un vistazo a las calles y compré unos pláta-
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nos con una señora que tiene su puesto, como mer día que estuve por esos lugares y las ganas
muchos otros, afuera de la estación. Todo me que tenía de andar cerca del río. El sendero era
parecía tan precario, y la luz del sol a tope no arenoso, con muchas plantas y árboles. Cuan-
me ayudaba a mejorar la imagen. De pronto, do llegué a una orilla, justo después de pasar
escuché las risas de unas adolescentes que, al una planta de la compañía de luz, me topé con
parecer, trabajaban en la (única) juguería que un chico que estaba con otros, mayores que él,
vi. Esto renovó mis ánimos. posiblemente trabajadores de una obra públi-
Ramón me había pedido avisarle en cuanto ca (se notaba la construcción de un puente vial
llegase a la terminal para que, si yo lo deseaba, pequeño). Estaban pescando. Me quedé un rato
fuesen por mí. “Cuestiones de seguridad, Eric. platicando con ellos.
Todo es tranquilo por aquí, pero no está de- El tiempo pasó muy rápido y cuando miré el
más…”, me comentó unos días antes. No me sen- reloj noté que eran más de las diez y no podría
tí en la necesidad de avisar con una llamada, así ir a comer algo (había visto un puesto de tacos
que me limité a mandar un mensaje: “ya estoy de pollo rostizado) antes de dirigirme a la casa.
aquí, tardé un poco de más. Daré una vuelta. No Regresé sobre mis pasos no sin antes desearles
tardo, llego a la casa”. Y me encaminé a conocer suerte con la pesca a los hombres que acababa
el río Usumacinta. de conocer. Vi un “pochis”, que es como el ve-
En mi camino, recordé nuevamente el pri- hículo emblemático por estos lugares: son una
18
especie de moto-taxi con cabina de microbús. O así me gusta describirlos.
“Pochimoviles”, les dicen. Mientras caminaba me sentía inquieto, pensaba:
¿cómo me recibirán?, y lo más importante: ¿qué voy a hacer?
Caminaba justo detrás del Auditorio de usos múltiples de Tenosique.
Es un paso de no más doscientos metros con suelo de arenilla, barro y pie-
drecillas negras. Lo primero que vi fue la patrulla de la Policía Federal al
lado de un gran árbol. Personas sentadas aquí y allá. Adelante hay un es-
pacio que se ocupa como campo de futbol. También estaba la cabina móvil
de la Cruz Roja. Había mucho movimiento. Algunos me observaban con
curiosidad, otros me saludaban. Los menos, no me veían. O eso me pareció.
—Buenas tardes, soy Eric, ya había hablado con Ramón —dije para
anunciarme al llegar al zaguán de la casa. Un joven que, después supe,
se llama Alejandro y es de origen Hondureño, sonrió y mostró cierto des-
concierto.
—¿Ramón? —se preguntó y me preguntó a mí con un ceño de duda—.
Nadie me dijo que llegabas a la casa.
—Vengo como voluntario —contesté. Entonces se le abrieron los ojos
y la sonrisa. Abrió el zaguán y me dijo:
—¡Pasa, pasa!
En eso, Ramón salió junto con algunos migrantes. Él cargando a una
niña que había nacido ahí, pocos días atrás. El color ébano de la piel junto
a esos ojos grandes y negros de la niña hipnotizaban a cualquiera. Al no-
tarme, Ramón, con su acento español, me dijo:
—¡Eric!, pasa, bienvenido. ¿Cómo estás?, ¿qué tal el viaje? Llegaste
después del desayuno, pero si quieres vemos si hay algo. ¡Pasa, pasa! Esta
es tu casa.
No supe qué decir, sonreí y la duda se despejó de mi corazón. Más
que sociólogo o etnógrafo, me sentí como un niño que era abrigado por
los brazos de su madre. Entendí, en el transcurso de los días, lo que es la
casa a la que había llegado. Aún hoy, cuando recuerdo esto y a las personas
que conocí, mis sentimientos salen a flote. “¡Bueno, llegué!” —me repetí
muchas veces en mi cabeza. Supe que estaba en casa, no sólo en una casa
de migrantes, sino que por fin había regresado al hogar-refugio para per-
sonas migrantes: la 72.
Y el mundo se volvió tan grande y pequeño para mí, pero supe que hay
una casa en donde siempre puedo llegar a ayudar como me ayudaron a mí.
19
Me reconozco
mirada
en tu
Mónica Fernández Ry
D
esde que ingresé a este empleo, las otras personas que tra-
bajan conmigo en este centro me dijeron que no me creyera
todas las historias de las personas que acuden; “a veces no
dicen la verdad”, me comentaron con vehemencia.
Siempre me ha parecido tan impersonal: un simple escritorio, una
computadora, unos lápices y bolígrafos; “no coloquen nada de ustedes aquí
porque llegan sus compañeras y compañeros del siguiente turno. Además,
no tendrán asignado solamente un lugar”, nos repiten.
Tocan la puerta con timidez, le indico que pase a la persona que se
encuentra en el pasillo. La mujer, de unos treinta años, me mira sorpren-
dida mientras entra a la oficina. La invito a sentarse. Tal vez mi apariencia
le llama la atención, mis rasgos físicos tan distintos a los suyos, no lo sé,
son elucubraciones mías nada más.
Al observar su reacción, lo primero que hago es preguntarle:
—¿Le pasa algo?
—Me siento rara de estar aquí —confiesa un poco apenada.
Me presento; me dirijo a ella con tranquilidad como aprendimos en
la capacitación: “Sigan el protocolo, éste les guiará y facilitará el trabajo”,
20
me recuerda una voz en mi cabeza, se trata de la Eso es cierto, pienso mientras la miro, inten-
recomendación de la jefa cuando me entrevis- to leerla, descifrarla, de pronto me detengo, “la
tó. Me sorprende que aunque estoy algo tensa, vas a hacer sentir incómoda”, reflexiono y finjo
hablo con voz pausada y serena. escribir algo en la hoja de recolección de datos.
Mientras le pregunto alguna información, Hasta qué punto te creas y te construyen, te
de pronto me dice con firmeza: transformas invariablemente y sin cesar a cada
—Ya quiero seguir mi camino —entonces momento. Nos vemos y las otras personas nos
se levanta y se encamina a la salida. proporcionan un reflejo, una visión alterada que
—¡Espere, tiene que quedarse aquí al me- también es suya ¿En qué momento convergie-
nos hasta mañana, es peligroso que se vaya! ron nuestras historias? ¿Para qué?
—Yo soy fuerte, yo puedo con todo. No ne- Yo no soy migrante, pero desciendo por lí-
cesito de su protección. nea paterna de un refugiado político, provenien-
—Lo sé, pero aun así, si se fuera, me ocasio- te de Europa, no de una América Latina coloni-
naría problemas ¿Eso quiere? zada, saqueada y empobrecida que lucha por
—No me importa, yo no la conozco. desarrollarse en un mundo aplastante y global.
21
La veo a los ojos, me devuelve la mirada. Advierto cierta curiosidad
sobre mi persona.
—Por favor ¿me pudiera hablar un poco acerca de usted? —le pregun-
to. Asiente y empieza a contarme sobre su vida: la existencia que dejó atrás,
familia, amistades, una forma de estar para aventurarse a otra, imprecisa,
desconcertante e impredecible.
¿Yo lo haría? ¿Dejaría el sitio que habito? ¿El lugar que conozco y al que
estoy acostumbrada? Sería muy difícil para mí, tengo horarios, calles por
las que transito, vecinas y vecinos de los que conozco sus historias...
Menciona que se llama Hilda. Relata las razones por las que no quiere
regresar a su país de origen: refiere el miedo que siente de retornar a una
vida sin esperanza de la que decidió alejarse, sus deseos y esperanzas, la
relación con su novio asesinado o su tristeza de verle morir, sus vivencias
en un entorno violento y sin contención.
Sólo otra historia, no te involucres, me digo a mí misma ¿En qué mo-
mento nos deshumanizamos? ¿Cuándo las demás personas se convierten
en relatos y situaciones que no puedes cambiar? ¿En qué medida sus pro-
blemas se vuelven tuyos?
Cuando se retira, convencida de recibir algún tipo de apoyo, al fin le
pregunto la razón de mirarme de esa manera tan inusual para mí.
—Es que me reconozco en tu mirada —afirma esbozando una tenue
sonrisa.
Su respuesta me sorprende. Yo solamente había pensado en aparien-
cias, rasgos físicos, en las diferencias entre nosotras, en distintas nacionali-
dades y situaciones, en esos aspectos superficiales con los que me relaciono
día a día con las demás personas. Hilda había visto a otro ser humano, a
una mujer como ella.
Me quedo callada, no le digo nada más. Ella sale y entonces nueva-
mente espero que toquen para poder repetir:
—Pase, por favor...
22
Los migrantes ante los grandes
problemas de México, retratados
en La fila India de Antonio Ortuño
C
on frecuencia políticos, periodistas y ciudadanos nos re-
ferimos a la migración como un problema por resolver. Sin
embargo, no lo es. Cuando hablamos de los problemas de la
migración en realidad estamos hablando de la necesidad de políti-
cas públicas de gestión de los flujos migratorios y de los diversos
problemas sociales ajenos al fenómeno migratorio pero que afectan
de manera destacada a los migrantes. En este sentido, la novela La
fila india (Océano, 2013), de Antonio Ortuño, refleja fielmente que
los migrantes centroamericanos que transitan por el territorio
mexicano no son un problema, sino que son víctimas de algunos de
los mayores problemas de México: la corrupción, la delincuencia,
la violencia, la impunidad, el racismo y la xenofobia, entre otros.
La protagonista de La Fila India, Irma, es una trabajadora social, quien,
acompañada de su hija, se desplaza con premura a su nuevo destino: la
ciudad de Santa Rita, para atender a los familiares de los cuarenta migran-
tes centroamericanos fallecidos en un ataque incendiario perpetrado en
un albergue dependiente de la Comisión Nacional de Migración (Conami)
y a los pocos “afortunados” que sobrevivieron a éste. Sin embargo, el de-
23
legado de la Conami de Santa Rita se muestra apellido o apodo por el que se le conozca. Un
más preocupado por enmascarar esta clase de sujeto cuya relación fugaz con Irma ni siquiera
sucesos que por ponerles fin. Para ocultar y ter- merece el apelativo de expareja.
giversar la realidad cuenta con Vidal, subalterno Las reflexiones del susodicho corren en pa-
que redacta con gran destreza los comunicados ralelo a la trama principal, la complementan
de prensa oficiales. de alguna manera, pero se “alejan” de la misma
Las investigaciones policiales para encon- para desarrollar una serie de ideas y una trama
trar a los responsables del incendio no arrojan secundaria que, considero, son un excelente
ningún resultado. Santa Rita es un infierno para punto de partida para reflexionar sobre las múl-
los migrantes centroamericanos, quienes pade- tiples aristas del discurso racista y el racismo en
cen la violencia engendrada por la delincuencia México, en particular, respecto a los migrantes
organizada que controla el tráfico de personas centroamericanos.
en la zona. Además, algunos de los grupos de- En uno de los capítulos del libro, titulado
lincuenciales actúan en connivencia con fun- “Biempensantes”, este personaje masculino,
cionarios gubernamentales, lo que agrava la quien también es profesor de preparatoria,
situación de vulnerabilidad que experimentan rememora algunas de las conversaciones que
los migrantes en tránsito por este territorio. tuvo con un colega, el profesor de Filosofía. En-
En este contexto de corrupción e impuni- tre ambos construyen una perorata llena de
dad, la única ayuda con la que cuenta Yein, una contradicciones en la que es sencillo vislumbrar
migrante salvadoreña superviviente del ataque las principales ideas y estrategias del discurso
al albergue, es la de Irma. Esta última, en con- racista y xenófobo en contra de los migrantes
traposición con su rol institucional en la Cona- centroamericanos. La primera estrategia funda-
mi, trata de lograr que se haga justicia con los mental en la construcción de este discurso es
migrantes apoyando la investigación periodís- que a partir de las diferencias que los sujetos
tica de Joel Luna, quien no cree la versión ofi- racistas observan entre las razas, comienzan a
cial y está empeñado en esclarecer lo sucedido hablar de un Nosotros y un Ellos. En el siguiente
en el albergue. Asimismo, Irma, cada vez más párrafo de la novela de Ortuño se observa esta
comprometida, intentará proteger a Yein ante práctica:
los ataques que se sucederán contra quienes se
salvaron del primer ataque al albergue. No somos gringos, pues. Pero tampoco somos
No obstante, la novela incorpora otros as- como ellos, como los centroamericanos. Que
levanten la mano quienes se consideran dig-
pectos que exceden los trágicos acontecimien-
nos de ser confundidos con hondureños. Algún
tos que ocurrieron contra de los migrantes. A lo entusiasta, solidario, lo hace. Son pocos. No, no
largo de la novela, Ortuño nos abre la puerta a es verdad que los sintamos. La mayoría, de pla-
los pensamientos del padre de la hija de Irma, no, reniega. No, la verdad, no es racial. También
personaje a quien el autor no pone nombre, hay cuestiones culturales, de educación, no es
24
lo mismo. Unos sacan las cintas métricas. Otros imagen positiva de Nosotros mexicanos, típi-
arguyen a don Alfonso Reyes. En casa, porque en camente mostrándolos a Ellos como una ame-
público no conviene, otros dicen que hay más ne- naza. Los siguientes pensamientos del profesor
gros en la selección de Honduras que en treinta
preparatoriano son ejemplo de su puesta en
estados de México. Total, somos distintos. Míra-
me. Dime si parezco. Dime si parezco. práctica:
25
nizada. En aquellas líneas, para terminar de delinear la figura del migrante
como criminal, se indica implícitamente que son un peligro para las mu-
jeres y por ello hay que alejarlas lo más posible de ellos.
Por supuesto que esta construcción mental del migrante como ame-
naza incita al miedo y al rechazo a los migrantes. Se les teme, se les aísla y
se les ataca porque en el fondo “nosotros” no entendemos las diferencias
de “ellos”. En definitiva, estas estrategias del discurso racista conducen a
mantenerlos relegados como grupo humano por considerarlos inferiores
con base en “diferencias raciales”. En última instancia, este tipo de discur-
so es un factor generador de más abusos y agresiones en contra de tales
migrantes.
En otros capítulos de La Fila India —de títulos “Biempensante”, “Biem-
pensamientos”, “Tan biempensante”, “Tan pero tan biempensante”, “Todavía
Biempensante” y “Siempre tan biempensante”— se desarrolla una impac-
tante trama secundaria que tiene como protagonista al padre de la hija
de Irma —el profesor de preparatoria nos sigue revelando a través de sus
pensamientos su racismo—. Al vivir éste cerca de la parada de un ferroca-
rril que utilizan los migrantes centroamericanos, es frecuente que muchos
de ellos llamen a su puerta para pedir ayuda u ofrecer servicios a cambio
de unas monedas que les permitan seguir su camino hacia Estados Unidos.
Sus reflexiones al respecto acaban por definirle como una persona racista
que incurre en toda clase de prejuicios en contra de los migrantes. Como
se puede apreciar, este personaje utiliza metáforas que deshumanizan a
los migrantes, relegándoles a la posición de animales:
Mientras doy clases tocan, supongo porque no los veo, pero presiento que lo
hacen y temo que el silencio los aliente a colarse a mi casa. […] Piden agua, co-
mida, monedas, ropa, zapatos, como si hubiera obligación de proporcionarles lo
que ellos mismos no pudieron obtener. A veces los acompañan jaurías de niños
sucios, de ojos vacíos, pero generalmente son hombres solos o parejas o grupos
de mujeres, prietos todos, garras en vez de manos y con ellas, costrosas en cada
dedo y cada tendón, tocan mi puerta [las negritas son nuestras].
26
riendo” la contrata para que limpie, y después (y en este ensayo apenas he descrito algunos
la viola y secuestra para que sea su sirvienta y de ellos), por lo que, pienso, cualquier política
pueda seguir manteniendo “encuentros carna- pública para gestionar los flujos migratorios
les” con ella. en tránsito por México debería tener en cuenta
Como podemos advertir, estos hechos que que los migrantes no son el problema, sino que
nos cuenta Ortuño dialogan con el contexto so- el problema, o problemas, mejor dicho, relacio-
cial del actual México, en el que sujetos racistas nados con los migrantes, son los que recorren
y machistas, como el que representa este perso- como una peste el país: la lluvia de violaciones,
naje de la novela, son capaces de atentar con- asesinatos, abusos, explotación sexual, laboral,
tra la integridad física y la libertad sexual de las entre otros, que no solamente padecen los mi-
mujeres migrantes por considerarlas inferiores grantes, sino muchos mexicanos a los que ni la
tanto en un sentido étnico/racial como genéri- delincuencia ni los representantes de la autori-
co, y, con todo, tal vez además puedan quedar dad respetan sus derechos humanos.
impunes los delitos que han cometido.
Desgraciadamente, la ficción escrita por
Ortuño se asemeja demasiado a la realidad
que viven los migrantes centroamericanos en
tránsito por México. Los abusos y las agresiones
en su contra que se han producido por más de
dos décadas son en buena medida producto
de los grandes problemas que aquejan al país
27
Las fragilidades de la
sociedad norteamericana
representadas en
Z
ootopia es una cinta animada que trata de un mundo fantás-
tico donde animales antropomorfos, dotados de empleo, ves-
timenta y tecnología, viven en una gran metrópolis. En ese
contexto, Judy Hopps, una conejita de un pueblo granjero, decide
emigrar a la gran ciudad (Zootopia) en busca de cumplir su sueño de
pertenecer a la policía. Una vez en la ciudad, Judy se enfrenta a un
caso de gran peso mediático (la misteriosa desaparición de varios
ciudadanos), el cual se verá obligada a resolver en compañía de un
astuto y estafador zorro llamado Nick.
28
A primera vista, la película maneja como mundo idealizado representa un mejor lugar en
mensaje principal el tema recurrente en histo- comparación con el de origen del soñador.
rias infantiles de cumplir los sueños y lograr los Dentro de la diégesis de la película, en el
propósitos con perseverancia y determinación. mundo antiguo los animales eran salvajes y pri-
Pasando el primer acto, aparece la línea central, mitivos, y los depredadores cazaban ferozmente
resumida grosso modo como una oda a las mino- a las presas. Era un mundo en el cual no existía
rías, traducida al cine infantil. civilización ni una estructura social que velara
En la película, la gran ciudad es vista en un por las necesidades de todos por igual, y mucho
inicio a partir de dos perspectivas. Por un lado, menos había armonía.
los padres de la protagonista ven a la gran me- Estos antecedentes históricos siembran
trópolis como un lugar peligroso donde inten- prejuicios retrógrados en la sociedad actual.
tar cumplir los sueños puede resultar en un De esta forma, existen prejuicios casi para cual-
doloroso fracaso. Sin embargo, la joven Judy la quier especie animal: depredador o presa. A
ve como el lugar donde puede hacer realidad Judy, por ser coneja, se le asigna el adjetivo des-
todos los sueños que en su pueblo le dicen que pectivo de “tierna”, de manera que se convierte
son imposibles. Sostiene una visión de la ciu- en descortesía si alguien fuera de su especie la
dad, Zootopia, con características sociales como llama así; esto representa un estigma. Sólo en-
la armonía, igualdad, respeto, y prosperidad. tre conejos pueden llamarse tiernos, de forma
Así, Judy cree que en Zootopia uno puede ser casi análoga a como funcionan ciertos términos
lo que quiera. en algunos sectores de minorías, por ejemplo,
De esta manera, la protagonista proyecta la de la comunidad afroamericana en los Esta-
una especie de traducción fílmica del sueño ame- dos Unidos, quienes, para designarse utilizan la
ricano. Este concepto habla, en términos genera- palabra nigga.
les, del ideal de la tierra norteamericana donde El tema de los prejuicios raciales, basados
los inmigrantes piensan que un sueño es posible. en un trasfondo histórico, no es para nada una
Las características de este sueño son tales como referencia sutil. En 2015, el entonces presidente
la igualdad de oportunidades y la convicción de de los Estados Unidos, Obama, dijo: “El legado
que en Estados Unidos cualquier individuo tiene de la esclavitud, Jim Crow y la discriminación
más posibilidades de prosperidad que en su lu- en casi todas las instituciones de nuestras vidas
gar de origen. Según el ideal, las oportunidades proyectan una larga sombra. Eso sigue siendo
de escalar socialmente son mayores, ya que la parte de nuestro adn” (2015).
competencia con los demás es justa y el camino, En el filme, este tipo de situaciones se ven
aunque difícil, promete una luz al final del túnel explícitamente representadas en una escena en
(Lantzy, 2012). La analogía es muy clara: Zooto- donde Nick, el zorro, intenta comprar una pa-
pia como Estados Unidos y Judy Hopps como el leta en un negocio propiedad de un elefante,
migrante promedio. En ficción y realidad, este quien le niega el servicio y lo corre de su esta-
29
blecimiento, sin mayor argumento que el de ser un zorro. Dicha escena
es una referencia a una escena en la película Giant (1956) cuya trama re-
presenta a la sociedad texana en la primera mitad del siglo xx y en donde
un restaurantero corre de su establecimiento a una familia mexicana sin
mayor argumento que la premisa racial.
En Estados Unidos, principalmente los políticos y sectores conservado-
res de la sociedad, basados en prejuicios xenófobos y racistas, han culpa-
do a los inmigrantes latinoamericanos y las personas afroamericanas por
los brotes de violencia en las grandes ciudades. Los inmigrantes ilegales
también han sido señalados culpables por situaciones como la epidemia
de influenza, la drogadicción, e incluso de que al usar servicios públicos,
como hospitales y escuelas, han causado el déficit económico de California
(McDonell, 2011).
En la película, Judy y Nick descubren que todos los ciudadanos desa-
parecidos pertenecen a una especie depredadora (la minoría). El caso llega
a dar un giro cuando se dan cuenta de que estos depredadores han sido
capturados, porque de pronto han comenzado a actuar de forma irracio-
nal, agresiva y salvaje. Los cuestionamientos de la prensa, las autoridades
30
y la sociedad llegan inmediatamente dirigidos paio también han incurrido en medidas racistas,
en una misma dirección: ¿Están retomando su las cuales los han colocado y mantenido en sus
naturaleza original? La sociedad entra en un respectivos puestos políticos.
caos sostenido por el miedo y el rechazo hacia La película es en general una clara y preci-
especies minoritarias (los depredadores), cul- sa analogía cinematográfica sobre la sociedad
pándolos de desestabilizar el orden social. norteamericana. Situaciones complejas como
Al final se descubre que la vicealcaldesa el sueño americano, la segregación, la xenofo-
Bellwether (una oveja) estaba manipulando la bia, el racismo, la discriminación e incluso es-
situación y drogando a los depredadores para trategias políticas logran representarse en una
que reaccionaran salvajemente. Su plan era que trama simple e infantil. Nick Wilde personifica
el miedo irracional y el racismo alojado en la so- al sujeto estigmatizado en la sociedad estadou-
ciedad hacia los depredadores creara, precisa- nidense y Judy Hopps, al migrante con el sueño
mente, un caos social que le sirviera a ella para americano, y su visión de la ciudad conforme
obtener poder político. avanza la película simboliza también el proceso
Este caso ficticio nos recuerda a casos simi- del sueño. Zootopia no requiere gran reflexión,
lares en Estados Unidos, en donde personajes pero ese es probablemente el mensaje más po-
políticos se han aprovechado de este tipo de deroso y grave, la facilidad con la que se puede
prejuicios y miedos irracionales en la sociedad relacionar con el mundo real. Al final, tal vez
norteamericana. El caso más famoso es el de sea un análisis no sólo de la sociedad nortea-
Donald Trump, quien llegó a la presidencia de mericana, sino de muchas de las sociedades del
su país en gran parte gracias a sus argumentos llamado primer mundo.
xenófobos y discriminatorios. Él mismo ha cul-
pado a los latinoamericanos de la inseguridad
y las olas de violencia en las grandes ciudades.
Otros personajes como John McCain y Joe Ar-
Referencias:
Lantzy, L. (2012). La influencia del sueño americano en la inmigración latina. (Tesis, Bowling Green
State University). Disponible en:
https://etd.ohiolink.edu/rws_etd/document/get/bgsu1332186360/inline
McDonnell, T. (2011, junio). Got A Problem? Blame It On Illegal Immigrants. Mother Jones. Dis-
ponible en: http://www.motherjones.com/mojo/2011/06/got-problem-blame-it-illegal-immigrants
Notimex y AP (2015). Racismo y discriminación siguen en el adn de Estados Unidos: Obama.
Excélsior. Disponible en: http://www.excelsior.com.mx/global/2015/06/23/1030735#view
31
En el lomo de una bestia
Tania Meredith Maldonado Flores
32
l a d o s
h a l
i k ú s l e t a
Ha servil
u n a a l d ’ s
en cD o n
de M
Erasmo W. Neumann
III
Nacidos aquí,
por m
iseria forzados,
estamos acá.
33
Migrar
Ángel Luna
M
igrar comienza al amanecer, con las primeras leyes, las pa-
rentales; migrar es cruzar la frontera de la cocina, la del
patio, la de la sala, y también la prohibida, la de la recáma-
ra, la de los padres, por la noche, en oscuridad, sin hacer ruido…
cuando las terroríficas pesadillas ofrecen refugio, cuando permi-
ten el acceso a aquel misterioso país.
Migrar es cruzar la puerta de la escuela que, entre sus normativas y sus
muros, persigue ajustarnos a un orden, cuando a las 7 o a las 8 junto con
el sol que para todos sale, nos prohíbe el paso.
Migrar es cruzar el barrio, es llegar al otro barrio, es entrar al mundo
del amigo, a su cuarto, a sus días, a lo ajeno, asombrándonos.
Migrar es querer entrar en el otro que a veces recibe sin restricción y
que otras veces, por pasado o por prejuicio, niega el acceso, cual garita,
cual visa caduca.
Migrar no está en la esencia de nuestra historia, sino inyectada en
nuestra sangre. Es nuestra naturaleza la que comenzó al cruzar la barrera
del vientre materno, solo que las reglas y los derechos no son para todos;
están los de libre tránsito, los amados, y están los restringidos, los sufrien-
tes por chocar siempre con barreras, con un mundo lleno de muros que no
siempre dejan claro el por qué restringen, aunque casi siempre se entiende
que es por ser diferente.
34
De migración y
minificción Adriana Azucena Rodríguez Torres
A
gustín Cadena es un escritor visitante significa que uno está ahí dos o
que lleva mucho tiempo entre tres años y yo ya llevo quince; e inmigran-
México y Europa. Recientemen- te significa que uno ya se fue a vivir ahí.
te estuvo en el país para presentar sus Tal vez en realidad soy migrante, pero yo
libros más recientes: El príncipe de los me sigo percibiendo como visitante: mis
tejados y Trampas. Micronovela policia- amigos también son visitantes. Creo que
ca. En 2015 publicó Dibujos a lápiz, un los migrantes forman otro tipo de comu-
libro de minificciones. En esta ocasión, nidades y se relacionan de otra manera.
tuvo la generosidad de concederme También es una situación clasista: si uno
esta entrevista. es pobre, le llaman migrante.
35
¿La distancia ha modificado tu escritura, por ejemplo, tu llegada a la es-
critura para niños y adolescentes?
Esos cambios han tenido más que ver con la edad, creo.
36
subgéneros. Creo que es porque los mini- cuatro trazos hay poder ahí, eso me gusta
ficcionistas son más humildes, como escri- mucho. Pero de esos hay muy pocos.
ben cosas chiquitas, nadie piensa que esas
cosas van a ser escritas con letras de oro en ¿Cuál sería la característica más representa-
mármol. Eso hace que no se tomen tan en tiva del género? ¿Los títulos, la intertextua-
serio a ellos mismos, y es muy saludable. lidad, el lenguaje?
No he oído que se tengan envidias, que El lenguaje: están los microficcionistas
hablen mal unos de otros, que se arreba- que tienen un dominio del lenguaje. Cuan-
ten los programas de gobierno o cosas así, do llega a haber poder expresivo es porque
como sí lo puedes ver en la infantil, en la sí conocen el lenguaje y eso les da ese sen-
fantástica, femenina, gay. Se siguen unos tido de cómo hacer explotar el sentido de
a otros, se admiran unos a otros. una palabra; de modo que dicen mucho
con pocas palabras y eso sólo se logra si
Microrrelato, minicuento, minificción, cuen- uno es muy consciente del lenguaje. En
to mínimo… ¿tienes alguna expresión que te cuanto a la intertextualidad, creo que no
parezca la más adecuada? está presente en todas las minificciones y
Yo me acostumbré a llamarlo minificción, los títulos, pues hay minificciones que ni
porque creo que fue el primer nombre que siquiera tienen título.
oí.
¿Cuál es la extensión que te hace sentir más
¿Cuál sería para ti la mayor aportación del cómodo al hablar de minificción?
género? Creo que en menos de una página ya no
A mí me gusta que, en los casos más logra- me siento cómodo. Es posible que sea una
dos, son como las runas vikingas, que con limitación mía, pero yo necesito oportuni-
37
dad de poner más cosas para estar satis- A mí no me gusta la literatura que tiene
fecho. Algunas minificciones que he leído fines didácticos y menos la literatura in-
me parecen demasiado desnudas y no al- fantil didáctica: me parece un abuso, es
canzan a expresarme algo. La sorpresa no como tomar ventaja sobre los niños que
me dice nada: no sé por qué yo necesitaría no pueden defenderse ideológicamente
finales inesperados; no le agradezco a na- e inyectarles ideas. No busco ningún fin
die que me sorprenda. didáctico. Sobre el héroe, tengo una idea
como la de Joseph Campbell: el héroe, al
¿Consideras que hay temas adecuados para final de cuentas, es todo aquel que ha te-
la minificción? Es decir, tu estilo, recursos, nido que pasar por un proceso de muer-
temáticas, etcétera, ¿cambian de un género te de un yo anterior para que nazca uno
a otro? nuevo. Creo que pasamos muchas veces
Los temas pueden ser los mismos para por esas cosas incluso de adultos, pero
todo. Más que eso: es la idea que nace más de niños; sin embargo, no lo hago tan
desde el principio; si quieres decir algo conscientemente. No sé si mis personajes
más complejo, necesitas más personajes. sean héroes: son “sobrevivientes”. Sí hay un
Cuando elijo escribir algo que sea mini- heroísmo en la supervivencia. La infancia
ficción, y no un cuento o una novela, es es especialmente vulnerable. Yo viví la mía
cuando sólo tengo una imagen. La diferen- así y últimamente tengo mucha relación
cia entre minificción y novela sería como con niños y adolescentes: siempre están
una instantánea y una película. Entonces, bajo alguna forma de amenaza, incluso en
cuando tengo una imagen y no me pide Europa, donde hay otra forma de amena-
que la desarrolle narrativamente, será una za, quizá psicológica, pero igual que aquí.
minificción y ahí es donde sí me gusta que Entonces, algunos niños reaccionan con
me sorprenda el minificcionista: no con el mucha energía ante eso y golpean tam-
final, sino con el brillo o la intensidad de la bién: algunos de esos son mis personajes.
luz que capta en esa instantánea.
Para concluir, ¿crees que el escritor se refleje
En tus Dibujos a lápiz, y en general en va- en lo que escribe? Y, en ese sentido, ¿cómo se
rios de tus libros, el personaje infantil no es realiza esa identificación?
el estereotipo del niño y adolescente (inteli- Cada texto refleja un Agustín que fue muy
gente, bueno, valiente), sino alguien que está real en un momento, pero es diferente a
bajo amenaza, ¿te preocupa alertarlo o es un otro, que escribió otra minificción.
recurso para que emerja como héroe?
38
Reseña de Vida y época de
Michael K de J. M. Coetzee
Ángel Luna
C
uando la literatura sobre migración se esconde entre tantas
categorías literarias, obras como la de Coetzee se convierten
en oro para el explorador. Llamado Michael K, por momentos
Michael, otras veces Michaels, y al final K, pero siempre la misma
persona cambiando…
J. M. Coetzee (novelista sudafricano, Nobel de literatura) nos entrega
en Vida y época de Michael K (2003) la radiografía de una época, pero sobre
todo, muestra sus fracturas, la del doliente y el atrapado en una Sudáfrica
que encierra y que lastima. Al inicio del texto, es inevitable conectarse con
un protagonista, con un Michael entregado, aun en su adultez y soledad,
a la vocación del cuidado de su madre; mujer moribunda que desea pasar
los últimos días de su vida en la tierra donde nació, el lejano lugar en el que
conoció al mundo por primera vez. El deseo de la madre no es poca cosa,
implica convertir en mudanza la vieja bicicleta de Michael, volviéndose
el acto casi tan caricaturesco como desesperado: la sentencia de muerte,
la anunciada muerte y la cuenta contra reloj comienza. La novela poco a
poco nos introduce, nos lleva a acompañar a Michael y a su madre en un
esquivar el peligro y la muerte, la muerte lejos de su tierra pero, a la vez,
dentro de ella la paradoja de la migración interna. Todo el viaje, su migra-
ción, se convierte en una supervivencia, en un esquivar balas, engañar al
hambre, sobrevivir asaltos, huir de encierros para no perecer; una migra-
ción del deseo, una migración de vida que en cada hojeada amenaza con
transformarse en una migración de muerte.
Inevitablemente llega. Pero es posible que tras la muerte de su madre,
algo de Michael también haya abandonado su identidad y a ese mundo
para llevarle a una nueva definición del individuo que en algún momento
fue, el tenue jardinero, para reposar en la casa de sus ancestros, heredando
y personificando el deseo de su madre. Aunque será arrancado de ahí. Sin
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voluntad será arrojado a un campamento don- ción del ahora Michaels, admirándola aún en
de volverá el quejoso y el diferente (y esto no contra de su vocación sanadora; un médico que
solo por su distintivo labio cuarteado). Es el úni- hace todo para que ese sujeto enigmatico viva,
co que ve encierro y cárcel, donde los demás se pero ¿cómo lograr que viva en un mundo que no
jactan de seguridad, de hospedaje y de alimen- es el de él? Algo tarde, después de tanto navegar
to; metáfora de un hombre en un mundo que no en su sentir, el médico lo acepta.
fue moldeado a su medida; la herida frente a la Coetzee nos despide de un Michael enfer-
otredad que segrega al que es distinto. Michael mo, nos dibuja a un indigente usado para la
se vuelve el que se escapa, el migrante perpetuo, diversión de algunos en la playa, moribundo;
el viajero que no acepta fronteras, que vuelve un sujeto que se apropia de un mundo, a ve-
a zafarse para retomar el duelo con sus ances- ces encerrándose en sus propios límites, en sus
tros, volviendo a la vieja casa, a la tierra que le propias fronteras, pero arrojado a otras que no
da de comer, que quiere darle una nueva voca- comprende, y que desprecia. El autor nos des-
ción, que le aleja de lo humano que es para él, pide de alguien que en sus últimos días añora
siempre tan despreciable. Otra tarea imposible. volver a la tierra y sujetar una presencia, ¿a Ro-
Michael, casi moribundo, enfermo y con bert?, ¿al médico?, ¿a una mujer?, ¿a la madre?,
hambre, es arrancado de la tierra para ser de- no lo sabemos; de lo único que hay noticia es de
vuelto a la humanidad, pero devuelto a una hu- su ilusión por una compañía con quien sembrar
manidad que le habla de una caridad que él no y con quien estar, y así, solo estar, mostrándo-
entiende, y que, por lo tanto, también desprecia. nos que las moralejas, los caminos de una exis-
Es ahí cuando el autor entrega la voz de la narra- tencia, son dictados paso a paso en el camino,
ción a un médico, a otro insatisfecho, pero, en su cuando migrar se vuelve un acto de rebeldia
caso, harto de un mundo burocrático, asqueado contra el destino que eligio el lugar y el tiempo
de una guerra, atormentado por la desgracia de existencia.
humana, un ser que admira la falta de adapta-
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Portafolio
Eduardo Torre Cantalapiedra
y Dulce María Mariscal Nava
Durante décadas, la ciudad de Tijuana se ha caracterizado tanto por su condición de ciudad fronteriza
como por su intensa dinámica migratoria —se trata de una metrópoli de origen, tránsito y destino
de migrantes nacionales e internacionales—, por lo que en ella, las huellas que deja la migración
pueden ser captadas a través de la lente de una cámara.
Esta colección de fotografías ilustra los espacios y fronteras por los que transitan miles de mi-
grantes al año. Muros que cada día son más altos debido a esa enfermiza obsesión por controlar la
movilidad humana y migrantes invisibles en inhóspitos lugares de tránsito quedan en esta serie
retratados. Se incluyen imágenes que recogen algunos aspectos culturales de la migración presentes
en el paisaje urbano.
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Las olas chocan contra el muro fronterizo
México-Estados Unidos. Playas de Tijuana,
2018.
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Una mariposa monarca dibujada sobre el
muro fronterizo México-Estados Unidos.
Playas de Tijuana, 2018.
44
Camino al sueño americano. Tijuana, 2018.
45
Estatuilla de Juan Castillo Morales —Juan
Soldado— Santo patrón de los inmigrantes
indocumentados mexicanos. Tijuana, 2018.
46
Capilla de Juan Soldado con agradecimientos
de sus devotos. Tijuana, 2018.
47
El peligro acecha a los inmigrantes en su
camino. Tijuana, 2018.
48
Las vías prohibidas de la migración. Tijuana,
2018.
49
Paso peatonal Garita el Chapararral. Tijuana,
2018.
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Paso vehicular Garita de San Ysidro, la más
transitada del mundo. Tijuana, 2018.
51
Manifestación en contra de la separación de
familias. Los Ángeles, 2018.
52
Food has no walls. Cartel publicitario telefónica
Gastro Park. Tijuana, 2018.
53
Arte urbano inspirado en la icónica señal de
familias migrates cruzando. Tijuana, 2018.
54
Participantes de la caravana de migrante
centroamericana frente al muro fronterizo,
Playas de Tijuana, 2018.
55
Una mirada a su destino, Playas de Tijuana,
2018.
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El rostro de la ciudad
Asmara Gay
y en la penumbra
una breve rama
se corta
Silencio:
Un hombre acaricia el rostro desnudo de la ciudad.
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Alicia
y la lógica del espejo
L
a materia prima de cualquier obra lite-
raria no sólo es el lenguaje, al que un
artista le otorga la forma adecuada para
pretender su supervivencia a lo largo del
tiempo, sino también la misma realidad que le
rodea. De allí surge la motivación, el impulso
creativo acompañado casi siempre por una o
varias intenciones. No importa qué tan fantástica o imaginativa sea
una narración: habrá siempre elementos reales que, mediante la
función lúdica, el autor seleccione y combine de modo pertinente
a fin de producir los efectos y mensajes deseados. El matemático, fo-
tógrafo, escritor y diácono anglicano Charles Lutwidge Dodgson
(1832-1898) acaso lo sabía y él mismo se reinventa con el pseudóni-
mo de Lewis Carroll, pero asimismo —en sus obras más conocidas—
reinventa la realidad que le rodea al presentarnos una aparente
antilógica, o más bien, la lógica que, al mirarse en el espejo, se mira
al revés.
Lo mismo había hecho con su propio nombre: a través del inglés contem-
plado en el espejo de la lengua latina, el profesor Dodgson latinizó el ape-
llido de su madre (Lutwidge) como Ludovicus, y su nombre Charles (Carlos)
como Carolus; de ahí surge Ludovicus Carolus. Era muy común en la Edad
Media que los intelectuales latinizaran sus nombres y apellidos, puesto que
el latín fue durante varios siglos la lengua culta, en la que se escribían los
grandes tratados filosóficos y teológicos, pero el autor inglés, después de
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imponerse el Ludovicus Carolus, volvió a su lengua materna y lo transformó
en Lewis Carroll: todo un procedimiento especular aplicado a la lengua. El
futuro escritor empieza a utilizar este pseudónimo en 1856. Lo hará tam-
bién al incorporar a la literatura inglesa un sinnúmero de juegos de palabras,
neologismos, “disparates”, paradojas lógicas, combinaciones fónicas, paro-
dias y demás recursos que denotan una inmensa imaginación y capacidad
lingüística.
El profesor Dodgson fue una persona enigmática por su profunda timi-
dez. Se ordenó clérigo, pero casi indiferente hacia dicho cargo, muy rara vez
predicó; en cambio, su afición por los niños —en especial por las niñas— se
volvió notoria. Se ha hablado de su incapacidad para relacionarse de modo
sano con el mundo adulto, en parte por su terrible experiencia como alumno
en la escuela pública Rugby —él mismo se refiere a dicha experiencia trau-
mática—, lo que quizá lo imposibilitó para adaptarse de forma saludable al
mundo adulto y preferir así el mundo infantil, con su inocencia, imaginación
y seguridad.
En 1856, Carroll había entablado relaciones con el deán de la Christ
Church Henry Liddell, padre de varios niños, entre los que se encuentran
las tres hermanas Liddell, con quienes el profesor de matemáticas y afi-
cionado a la literatura empezó a convivir, y a quienes a menudo llevaba de
paseo. Entre los elementos de la realidad de los que emerge la motivación
para concebir el célebre personaje Alicia, el más significativo fue un viaje
de ida y vuelta por el Támesis. El 4 de julio de 1862, el tímido y tartamudo
profesor Dodgson navega por este río en compañía de su colega Robinson
Duckworth y de las hermanas Liddell (Lorina, Alice y Edith). Para matar el
tiempo, y ante la insistencia de las niñas de que se les contara un cuento,
Carroll empezó a narrar las aventuras de una niña llamada Alicia en un
mundo subterráneo. Es evidente que la niña de la historia tomó su nombre
de una de las hermanas, la más entusiasmada por el relato, ya que a su re-
greso le pidió al señor Dodgson que escribiera tales aventuras. El profesor
cumplió el capricho de la niña y meses después le obsequió el manuscrito
titulado Las aventuras de Alicia bajo tierra (Alice's Adventures Underground),
ilustrado con sus propios dibujos.
Mucho tiempo después, el escritor afirmaría que en aquel 4 de julio no
encontraba una ruta novedosa para iniciar un cuento de hadas y por ello
hizo caer a su heroína por un agujero de conejo. Lo que ocurrió luego fue
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producto de la imaginación desbordada y de sus biar una palabra por otra alterando una letra
propios antecedentes como autor de tratados de por turno en el menor tiempo posible. En A tra-
lógica y matemáticas. En 1865, ya con modifica- vés del espejo, el aspecto lúdico va más allá de las
ciones, se publicaría aquel manuscrito, pero con imágenes de seres zoomorfos, de las flores que
el título de Alicia en el país de las maravillas (Alice's hablan y del asombro de Alicia, pues el intelecto
Adventures in Wonderland), ahora ilustrado con los y la racionalidad, la lógica y la argumentación
famosos dibujos de John Tenniel. El éxito fue tan son puestos constantemente en jaque por los
inmediato como inesperado por su autor, y ello seres que rebaten a Alicia, contrargumentan o la
lo motivó a publicar, en 1872, la segunda parte: A contradicen. La acumulación de situaciones “ab-
través del espejo y lo que Alicia encontró allí (Through surdas”, a las que más bien habría que interpre-
the Looking-Glass, and what Alice found there). tar como surgidas de una lógica “al revés”, nos
En la segunda parte, ya no hay agujero de lleva a los lectores de lo racional a lo onírico y
conejo ni sombrerero ni oruga con narguile ni a lo fantástico. Si hay una lógica, ¿por qué no
la sonrisa del gato de Cheshire. Un elemento podría invertirse? Es justo lo que ocurre cuan-
común en ambas narraciones —como bien su- do nos vemos en el espejo: allí estamos, pero
braya Martin Gardner— es el juego: si en la pri- invertidos, al revés.
mera parte aparecen las cartas, en la secuela, lo Tal vez el espejo sea uno de los símbolos más
que organiza los sucesos es un juego de ajedrez, desconcertantes que haya concebido ese animal
y cada capítulo es como una jugada, aunque a simbólico llamado ser humano. Lector: ¿te has
menudo se transgreden las reglas del juego. El puesto a pensar en que jamás podrás verte tal
autor, de hecho, fue inventor de juegos: desde como eres? Tendrías que desdoblarte y contem-
variaciones del croquet y juegos de mesa hasta plarte desde afuera. ¿Qué ocurre si te ves en un
lo que él llamó doublets, que consistía en cam- espejo, o si observas tu reflejo en las aguas de un
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arroyo límpido? Tan sólo te ves invertido, al revés, ocurre en “realidad”, ya no tiene por qué gritar,
y nunca tal y como eres. De tan cotidiana que re- puesto que ya lo hizo. ¿Para qué hacerlo de nue-
sulta la actividad de contemplarse en el espejo, vo?
acaso lo anterior te haya pasado desapercibido, Críticos como Jaime de Ojeda han resaltado
pero con seguridad no a Lewis Carroll. en este libro la crítica contra las convenciones
Hace rato comentaba que cada capítulo de victorianas de la Inglaterra de aquella época, as-
A través del espejo es como una inmensa jugada. pecto que también puede apreciarse en las aso-
Alicia empieza como peón y se traslada en tren ciaciones entre las figuras de animales y ciertos
hacia la cuarta fila. Se trata de su primer movi- rasgos del ser humano en la sociedad conven-
miento. El tren se descarrila y la niña se agarra de cional. Por supuesto, Carroll tuvo intenciones
la barba de una cabra sentada a su lado. Después humorísticas al representar tanto la secuencia
conoce a un mosquito. La entrada en un bosque del castigo sin crimen como esas figuras zoo-
la hace olvidar que se llama Alicia, aunque más mórficas, pero detrás del buen humor se aprecia
tarde recobra su identidad. A continuación, ya en la crítica social y a menudo la intención satírica.
la cuarta casilla, conoce a Tweedledum y Tweed- Tal vez una de las aventuras más célebres
ledee (Tarará y Tararí). Prosiguen sus aventuras de Alicia en este libro sea su encuentro con
y la poesía. Humpty-Dumpty (Zanco Panco, o persona tor-
Por cierto, hay una secuencia que ofrece pe y pequeña en la jerga de inicios del siglo xix),
mucho material para reflexionar. Me refiero a basado en una vieja canción infantil retomada
la parte en que se alude al castigo sin crimen por Carroll, y cuyo origen es la siguiente adivi-
(un crimen que aún no se comete). Sostiene la nanza “¿Qué tiene joroba en la espalda y piernas
reina que el mensajero del rey “Ahora está en zancas?”. Respuesta: el huevo. Humpty-Dumpty
prisión, cumpliendo su condena, y el juicio no le explica a Alicia el poema sin sentido titulado
empieza hasta el próximo miércoles, y por su- “Jabberwocky”, que contiene muchas palabras
puesto, el crimen se cometerá hasta el final”. No inventadas por Carroll. Afirma el citado Gardner
sin razón, se ha afirmado que esta secuencia es que en este episodio hay un elemento que sólo
una anticipación de Franz Kafka (sobre todo el comprendemos si tomamos en cuenta el con-
Kafka de El proceso) y de la llamada literatura de texto de la era victoriana. Zanco Panco saluda
lo “absurdo”, que a menudo refleja el mundo bu- de mano a Alicia, pero sólo extiende un dedo.
rocratizado de la modernidad y el complejo en- En la era victoriana, cuando alguien saludaba
tramado de jerarquías que reflejan un entorno a una persona de condición social inferior, era
al revés, en el que no se sabe por qué ni cómo costumbre extender sólo dos dedos. Humpty
ocurren las cosas. En la misma parte, la reina se extiende sólo uno, lo que acentúa su petulancia.
venda un dedo que aún no se ha picado, pero Otro capítulo muy comentado es el de “El
que se picará con un broche. Antes de que eso león y el unicornio”, ya que nos lleva a los símbo-
ocurra, ella incluso grita de dolor, pero cuando los del escudo de Gran Bretaña: uno representa
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a Inglaterra; el otro, a Escocia, reinos que en la tarde despertó y se encontró con que en reali-
antigüedad no estuvieron en buenos térmi- dad era Tzú, y no la mariposa. Una incógnita no
nos. El león y el unicornio pelean por la corona lo dejó: ¿Tzú soñó que era mariposa o la maripo-
del reino. La protagonista conoce a Hatta, otro sa sueña que es Tzú?”. ¿Quién es sueño de quién?
mensajero, cuyo nombre parodia al Hatter (el ¿Es todo en la vida un sueño soñado por alguien,
sombrerero de Alicia en el país de las maravillas). o somos nosotros quienes soñamos lo que nos
Aparece el pastel del espejo, que se reparte pri- rodea? Tal es quizá uno de los planteamientos
mero y se corta después. Luego Alicia llega a la filosóficos más importantes de A través del espejo.
séptima casilla. Falta ya poco para que se con- Lo cierto es que los dos ingredientes que
vierta en reina, pero el caballero rojo la captura. han transformado el mundo son nuestra capaci-
No por mucho tiempo, pues llega el caballero dad de razonar y la imaginación (esa otra capa-
blanco, la salva y la acompaña hasta la últi- cidad de representarnos o volver a presentar las
ma casilla. Alicia se despide del caballero. Un cosas de manera distinta). Lo anterior ocurre en
aspecto en que podría profundizarse es la au- el libro que tienes frente a los ojos, cuando Ali-
toironía y ciertas referencias auténticas. El caba- cia observa el espejo y decide: “Juguemos a que
llero blanco no es sino una caricatura del propio hay manera de atravesarlo de algún modo, Kitty.
Lewis Carroll, mientras que la escena en que se Juguemos a que el espejo se ablanda como una
despide de Alicia para que ella se convierta en gasa y que podemos cruzarlo. Pero, ¿qué pasa?
reina alude al momento en que la madre (real) ¡Parece que se está empañando con una especie
de Alice Liddell ya no le permite a Carroll ver a de niebla! Sería muy sencillo pasar a través de
sus hijas, tal vez —especula Morton Cohen— él”. Alicia cruza entonces el umbral, atraviesa el
porque Carroll sugirió que algún día le gustaría espejo y allí se inician sus nuevas aventuras.
casarse con Alicia, pero lo anterior no ha sido El estilo de Carroll es llano, directo, sencillo.
comprobado. No anda con rodeos ni padece de glotonería ver-
Alicia se da cuenta de que tenía una corona bal. Se trata de un autor de pocos trazos, pero
de oro en la cabeza. En realidad es ya una rei- cada uno es relevante: nada sobra ni falta, pues
na. ¿De verdad? Vendrá la discusión con la rei- nos ofrece un mundo de imágenes e intrigas sin
na roja. Y después el despertar... ¿Fue todo un tantas palabras, a un ritmo veloz en que resal-
sueño? Esta ambigüedad me recuerda al céle- ta la imaginación optimista y llena de vitalidad,
bre texto del filósofo chino Chuang-Tzú. Lo cito: más que de complacencia formal; de ahí la fres-
“Hace mucho, Tzú soñó que era una mariposa cura perenne de estas clásicas narraciones.
y estaba feliz de serlo, satisfecho, contento con
sus propósitos. No sabía nada de Tzú, pero más
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Acerca de
Meneses Monroy
I
Ego
The world it′s not Ir al psicólogo es una estupidez,
The way I see it, pienso, mientras me refiere
It′s the way I am. su temor al fracaso,
su deseo por superar
Estoy cansado ciertas etapas penosas de su vida.
de quemar el tiempo —Dos años después—
sin deseo, Ahí estaba yo, en terapia,
atareado en labores, tragando mis prejuicios.
entre días sucesivos. ¡Hipócrita! ¿Vas a omitir
No pretendo ser visto tu visita al psiquiatra?
como víctima... What is that noise?
—Crearse el papel de idiota Am I the only one
en su propio guion: Hearing that noise?
¡qué cosa tan vulgar!—
...pero ¿seré capaz Sí, fui a la playa, wey,
de alzar la voz, tenía toda la intención…
de negar a Ego la rutina, “De escribir” —me interrumpió—
de entonar mi propia melodía? y ambos soltamos la carcajada.
¿Seré capaz de ser la oveja negra?
¡Bah!, ¿qué carajos haces
con las 24 horas del día?
¿Jugar a escribir versos?
¿Lloriquear?
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II III
Paternidad Soy
¿Algo que decir de mi hijo? ¿Ves esa estrella fugaz?
Que no ha nacido,
que es incorpóreo aún No. No soy esa estrella,
y tal vez para siempre, ni mucho menos su brillo generoso,
pero ahí está, ni soy la estela que va dejando,
ya pensado, ya escrito. ni el espacio que abarca,
ni la distancia que recorre.
Ya vas viendo,
no soy lo que pudieras creer
que te quisiera hacer creer que soy,
ni lo que desearías que fuera.
Soy lo que soy.
IV
Roma
Yo recorrí Roma,
estuve en el Coliseo
y sentí la grandeza derruida.
Del mejor gladiador,
no queda salvo
el desteñido eco
de un rumor soñado,
y de sus humos, nada.
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V
Movimento finale
Ĉina radio internacia
Parolas en Pekino…
Aprender esperanto…
¡Vaya forma de perder
el tiempo! Pienso.
—Unos años después—
Saluton! Mi estas Meneses, kaj vi?
-¡Necio! ¿Seguirás
gastando tus horas
en cosas inútiles?
¡Vuelve al psiquiatra!
What is that noise?
Am I the only one
Hearing that noise?
Ya es tarde…
Lo diré sin ambages:
¡Vámonos al carajo!
65
el comité 1973
Revista de difusión, crítica y creación literaria