Camelidos
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Mueller, J. P., Rigalt, F., Lamas, H., Sacchero, D., Cancino, A. y Wurzinger,
M. (2015). Fibre quality of South American camelids in Argentina: a
review. Animal Genetic Resources/Ressources génétiques
animales/Recursos genéticos animales, Vol 56, 97-109.
INTROOOO
Entre los camélidos sudamericanos la Vicuña (Vicugna vicugna), como especie silvestre es la
que posee la fibra de origen animal mas fina del mundo y la de mayor valor económico, con
unos 12,5 micrones de diámetro frente a su mas cercano competidor en finura la cabra
cashmere con 15,1 micrones de promedio. La Vicuña se distribuye actualmente en 5 países
sudamericanos (Perú, Bolivia, Chile, Argentina y Ecuador) siendo el Perú el país con mayor
población (con el 52% del total mundial) y potencial de desarrollo a quien sigue Bolivia,
Argentina y Chile. Desde 1964, la vicuña ha estado sometida a un riguroso proceso de
conservación debido a su reducida y frágil población ante el acoso constante de la caza furtiva
en demanda de su preciada fibra para abastecer un mercado ilegal asentado en países
desarrollados con arraigo en el uso de productos finos de origen animal, lo cual en la década
de los años 60 estuvo, a punto de extinguir la especie. Esfuerzos nacionales peruanos como el
Programa de la Vicuña, así como los Convenios Internacionales a nivel Sub Regional Andino, la
Convención CITES y la participación directa y activa de las organizaciones campesinas en cuyas
tierras habita la especie, han permitido salvarla de la extinción, incrementándose
significativamente su población e ingresando su valiosa fibra a partir de 1994 al mercado legal
internacional. El interés por salvar la especie de la depredación, motivó un lento y cuidadoso
proceso de determinación de la transformación industrial mas conveniente así como del canal
adecuado de comercialización de sus productos que aseguraran por un lado el beneficio
directo y de mayor valor agregado hacia las poblaciones rurales y por otro la preservación de la
especie, de manera que la Convención CITES desde 1987 autorizó el comercio de fibra
esquilada de vicuñas vivas, solo en forma de telas industrializadas y procedentes de las áreas y
poblaciones del Apéndice II de la CITES bajo la marca oficial “VICUÑANDES” establecido por el
Convenio Andino. A partir de 1991 el gobierno Peruano mediante el Decreto Legislativo 653
establece una política de uso y aprovechamiento de la especie entregándola en custodia y
usufructo a las comunidades campesinas con vicuñas en sus tierras, 224 V.- LEGISLACION Y
MERCADO promoviéndola la organización de las mismas que concluyo con la formación de la
Sociedad Nacional de la Vicuña. De esta manera se llega a la determinación de aperturar el
mercado legal de sus productos que combata y elimine el mercado ilegal preservando la vicuña
para beneficio permanente de las comunidades campesinas. En este orden en Julio de 1994 se
firma el primer Convenio bajo la modalidad de Asociación en Participación entre la Sociedad
Nacional de la Vicuña con el “International Vicuña Consortium” para transformar y
comercializar los primeros 2.000 kg de fibra acopiados por las organizaciones campesinas
cotizándose este producto (que 10 años atrás se estimaba en US$165 /Kg) en US$500 /Kg,
elevándose luego en 1995 hasta aproximadamente US$700 /Kg y estimándose hasta fines de
1997 en US$ 928 /Kg. Sin embargo, se hacia necesario culminar el proceso de participación
campesina y el beneficio máximo en la utilidad y conservación de la especie por lo que en
Noviembre de 1994 el Perú logra ante la Convención CITES, pasar toda su población de vicuñas
al Apéndice II y en Julio de 1995 el Gobierno expide la Ley N°26496 que determina el Régimen
de Propiedad, Comercialización y Sanciones por la Caza de las Especies Vicuña, Guanaco y sus
Híbridos, que otorga las poblaciones de vicuña en propiedad a las comunidades campesinas,
asegurando el mayor y justo beneficio en su favor y establece severas penas y sanciones a la
caza furtiva, que garantizan la preservación de la especie en favor de su uso sustentable.
Finalmente en 1997, cuando la población peruana de vicuñas ha pasado de 67.000 ejemplares
(en 1994) a mas de 102.000, en la X Conferencia de las Partes de la Convención CITES se logra
con el aval del Convenio de la Vicuña, el conveniente cambio de la marca “VICUÑANDES” por
“VICUÑA” y la apertura del mercado internacional a productos artesanales suntuarios y de
tejidos de punto hechos con fibra de vicuña procedentes de animales vivos
REFERENCIAS
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6 pág
file:///C:/Users/AGUILAR/Downloads/Gonzlez_ManejoSustentabledeVic
uayGuanaco_2000.pdf
Existen cuatro especies de camélidos sudamericanos, de las cuales dos (llama y alpaca)
son domésticas y dos (vicuña y guanaco) silvestres. La vicuña es el animal que tiene la
fibra natural más fina del mundo –un kilogramo de fibra de vicuña tiene un precio superior
a los cuatrocientos dólares. Vive en grupos encabezados por un macho adulto y se
reproduce una vez al año. La captura de la vicuña demanda gran esfuerzo físico, no solo
por su velocidad, sino principalmente porque vive en las partes altas de los Andes, en la
puna o páramo, una zona de alta montaña caracterizada por su clima hostil. Para capturar
ejemplares de esta especie es necesario utilizar técnicas que no dañen a la vicuña ni a la
fibra esquilada.
El chaccu de vicuñas es un legado de los antiguos habitantes de estas tierras, que las
ocupaban en tiempos anteriores a los incas. Según los cronistas de la colonia, durante el
incanato era el mismo Inca quien ordenaba la realización anual de los chaccus. Para
hacerlos se reunían varios ayllus con el fin de coordinar dicha actividad. Posteriormente
realizaban una ceremonia religiosa en la que hacían pagos a la tierra y, finalmente,
ejecutaban el arreo de vicuñas para poder capturarlas, evitando al máximo los daños al
animal. Estos animales Salqas, Kumpis, eran sagrados, y las prendas confeccionadas de
su fibra solamente las usaban el Inca y su corte.
Esta forma ancestral de manejo se sigue realizando en los Andes del Perú, especialmente
en los departamentos de Huancavelica, Ayacucho, Puno, Apurímac, Cusco y Arequipa,
en los que las comunidades campesinas tienen un comité de la vicuña integrado por los
propios comuneros, quienes cada año realizan la captura de vicuñas –generalmente en los
meses de abril a noviembre– en coordinación con el CONACS (Consejo Nacional de
Camélidos Sudamericanos).
El día del chaccu, muy de madrugada, se reúnen todos los participantes en un lugar
previamente determinado. Cuando está reunido el grupo, se inicia rápidamente el ascenso.
Normalmente las vicuñas están en las partes más altas y de difícil acceso. Después de
varias horas de caminata por entre los chillihuares o suelos pedregosos, se llega a un punto
cercano a las vicuñas, donde se realiza la concentración de todos los participantes del
chaccu.
En los Andes peruanos a esta hora de la madrugada es cuando más se siente el frío de los
nevados y de la altura, por lo cual se improvisan pequeñas fogatas utilizando ichu o paja
brava con el objetivo de buscar calor. Luego, se realiza la reunión final para coordinar
cuidadosamente cuál será la manera de hacer el arreo, por qué frentes se tendrá que rodear,
a qué velocidad, cuántos grupos irán en los diferentes frentes, etc. Se forman rápidamente
grupos de 10 personas, cada uno con un jefe, los cuales se ubican en los lugares indicados.
A cada grupo se le asignan cuerdas de 40 a 50 metros de longitud con banderolas
multicolores (pequeñas tiras de plástico de aproximadamente seis centímetros de ancho
por 30 cm de largo) para provocar el alerta y la posterior huida de las vicuñas.
Luego, los grupos se ubican en una posición determinada en el perímetro del hábitat de
la vicuña, se extienden las sogas de 50 metros con sus respectivas banderolas o cintas y
se inicia la caminata a paso ligero, tratando de arrear a las vicuñas al punto donde se
encuentra la manga de captura. Es importante avanzar de forma ordenada, teniendo una
distancia entre cada uno de los individuos de más o menos cinco metros, siendo necesario
silbar o hacer ruido con sonajas para asustar a las vicuñas y lograr que avancen. También
es muy importante reconocer en el campo qué grupo de vicuñas se está arreando, si es un
grupo de hembras y un jaiñachu, se debe tener especial cuidado con este jefe de la manada,
ya que si salta sobre la soga con banderolas y escapa, todas las hembras le seguirán y
tratarán de escapar sin importar el riesgo.
Luego de arrear a las vicuñas caminando y corriendo por tres a cinco horas, recorriendo
aproximadamente de cinco a ocho kilómetros, los participantes en el chaccu han
acorralado a las vicuñas en el punto fijado y toman un descanso. Luego se forman grupos
para ingresar al cerco donde están apresadas las vicuñas y seleccionar aquellas que tengan
una adecuada longitud de fibra. Esto es muy importante, ya que la industria textil exige
que solamente se comercialicen fibras con longitud mayor a una pulgada.
Una vez seleccionadas las vicuñas, se les transporta hasta el lugar de esquila, para la cual
se usan técnicas mecánica y manual. La esquila mecánica permite un corte uniforme y sin
traumatismos en el animal; su desventaja es que la esquiladora mecánica es costosa y
requiere de un operador especialista y un generador eléctrico a diesel o gasolina. En los
Andes es difícil transportar el generador, el combustible y el equipo de esquila mecánica
a lomo de bestia y por largos caminos pedregosos en suelo accidentado, con curvas y
riachuelos. En cambio, la esquila manual solo requiere de una tijera especial, pero su
desventaja es que es difícil cortar al ras de la piel, por lo cual se puede obtener fibra muy
corta o no uniforme, o incluso causar heridas al animal. Actualmente, la mayoría de las
multicomunales está optando por usar la esquila mecánica, a pesar de la gran dificultad
para transportar el equipo.
El proceso de la captura y esquila de vicuñas es una acción que beneficia a las familias
campesinas y a las mismas vicuñas. Las familias pueden beneficiarse de un ingreso
adicional, que se suele usar en inversiones de beneficio común (equipamiento de escuelas
comunales, compra de equipos y bienes, etc.). Las vicuñas son protegidas de los cazadores
furtivos, tanto por la vigilancia que las comunidades organizan como porque una vez
esquiladas carecen de interés comercial. Para garantizar la supervivencia de la vicuña es
importante conservar los suelos, los pastos naturales y, en general, los ecosistemas de la
punas en los Andes peruanos. Sin embargo, la política peruana sobre inversiones en la
minería y la coyuntura del mercado de los metales hacen que muchas grandes empresas
exploten yacimientos en zonas altoandinas, impactando significativamente en el hábitat
de las vicuñas. La construcción de vías de comunicación (carreteras, autopistas) también
pone en riesgo la supervivencia de este recurso, como sucede en la carretera Arequipa-
Puno, donde cada año mueren vicuñas atropelladas por vehículos. Las vicuñas son un
recurso valioso que forma parte del sistema biocultural altoandino y que beneficia
directamente la economía de las comunidades que lo manejan; por eso, urge la definición
de políticas que protejan los derechos de dichas comunidades a mantener su cultura, dado
que garantiza el manejo sostenible de la biodiversidad en el inhóspito espacio andino.