Aprendizaje y Memoria
Aprendizaje y Memoria
Aprendizaje y Memoria
El paciente H. M. tiene una amnesia relativamente pura. Su capacidad intelectual y su memoria verbal inmediata
al parecer son normales. Puede repetir siete números hacia delante y cinco hacia atrás, y puede mantener una
conversación, repetir frases y hacer cálculos aritméticos. No puede recordar acontecimientos que ocurrieron
varios años antes de que se le realizara la intervención de neurocirugía, pero recuerda muy bien viejos recuerdos.
No ha mostrado cambios de personalidad después de la operación y, en general, parece ser educado y tener
buen carácter.
Sin embargo, desde la operación, H. M. no ha podido aprender algo nuevo. No puede identificar por su nombre a
personas que conoció después de la operación; nunca aprendió a orientarse en el nuevo vecindario. (Ahora vive
en una residencia, donde le cuidan). Es consciente de su trastorno y con frecuencia dice algo así: «Cada día es
uno en sí mismo, independientemente de lo que me haya divertido o preocupado... Ahora mismo, me estoy
preguntando si he hecho o dicho algo mal. Esto es lo que me preocupa. Es como despertar de un sueño;
simplemente, no puedo recordar»
H. M. puede recordar una pequeña cantidad de información verbal, siempre que no se distraiga; un repaso
mental constante puede mantener la información en su memoria inmediata durante bastante tiempo. Sin
embargo, este repaso no parece tener efecto alguno a largo plazo. Si se distrae por un momento, se olvida
completamente de cualquier cosa que haya estado repasando. Desempeña bien las tareas repetitivas. De hecho,
dado que olvida tan rápidamente lo que ha aprendido antes, no se aburre con facilidad. Puede leer una y otra vez
la misma revista o reírse de los mismos chistes, encontrándolos recientes y nuevos cada vez.
Las experiencias nos cambian; afrontar nuestro entorno altera nuestra conducta, modificando
nuestro sistema nervioso.
Hace más de cincuenta años, Hebb propuso una hipótesis que podría explicar cómo la experiencia
cambia las neuronas de un modo que ocasionaría cambios en la conducta. El principio de Hebb
defiende que si una sinapsis se activa repetidamente al mismo tiempo que la neurona postsináptica
emite potenciales de acción, tendrá lugar una serie de cambios en la estructura o en la
neuroquímica de la sinapsis que la reforzarán. Si el tono de 1.000 Hz se presenta en primer lugar, la
sinapsis débil T se activa. Si el soplo se administra inmediatamente después, entonces la sinapsis
fuerte S se activa y hace que la motoneurona descargue impulsos nerviosos. La descarga neural
refuerza en este caso cualquiera de las sinapsis con la motoneurona que acaban de estar activas.
Por supuesto, esto implica a la sinapsis T. Después de varios emparejamientos de los dos estímulos,
y tras varios aumentos de la fuerza sináptica, la sinapsis T llega a ser lo suficientemente fuerte como
para hacer por sí misma que la motoneurona se active. Se ha producido el aprendizaje.
El cuarto tipo de aprendizaje supone aprender las relaciones que existen entre estímulos
individuales. Por ejemplo, un tipo de aprendizaje perceptivo algo más complejo requiere
conexiones entre diferentes áreas de la corteza asociativa. Cuando oímos el maullido de un gato en
la oscuridad podemos imaginar el aspecto del gato y lo que sentiríamos si le tocáramos la piel. Así
pues, los circuitos neurales de la corteza auditiva de asociación que reconocen el maullido se
conectan de algún modo con los circuitos correspondientes de la corteza visual de asociación y la
corteza somatosensitiva de asociación. Estas interconexiones se logran asimismo como resultado
del aprendizaje.
Otros tipos de aprendizaje relacional son incluso más complejos. El aprendizaje episódico —
recordar secuencias de acontecimientos (episodios) que se han presenciado— conlleva seguir la
pista no solo de estímulos individuales, sino también del orden en que suceden.
La PLP en secciones hipocámpicas puede seguir el principio de Hebb. Es decir, cuando las sinapsis
débiles y las fuertes de una misma neurona se estimulan aproximadamente al mismo tiempo, la
sinapsis débil se fortalece. Este fenómeno se denomina potenciación a largo plazo asociativa.
Los biólogos celulares han descubierto que muchas células se sirven de los iones de calcio como
segundos mensajeros que activan diversas enzimas y desencadenan procesos bioquímicos. La
entrada de iones de calcio a través de canales iónicos controlados por receptores NMDA es una
etapa esencial de la potenciación a largo plazo. El AP5, sustancia que bloquea los receptores NMDA,
impide que los iones de calcio penetren en las espinas dendríticas y por lo tanto que se establezca la
PLP. Estos resultados indican que la activación de los receptores NMDA es necesaria como primera
etapa del proceso que establece la PLP: la entrada de iones de calcio en las espinas dendríticas.
Aunque en general solo los axones pueden producir potenciales de acción, en realidad también
pueden darse en las dendritas de algunos tipos de neuronas piramidales, entre ellas las del campo
CA1 de la formación hipocámpica. El umbral de excitación para las espigas dendríticas (así se llaman
estos potenciales de acción) es bastante elevado: hasta donde se sabe, únicamente ocurren cuando
se desencadena un potencial de acción en el axón de la neurona piramidal. La oleada de reflujo de
la despolarización a través del soma celular desencadena una espiga dendrítica, y esta se propaga
hacia arriba hasta el tronco de la dendrita. Esto significa que siempre que una neurona piramidal
descarga potenciales de acción, todas sus espinas dendríticas se despolarizan durante un corto
tiempo. Cuando se dan al mismo tiempo la activación sináptica y una espiga dendrítica, se fortalece
la sinapsis activa. Los investigadores inyectaron a células piramidales de CA1 individuales de
secciones hipocámpicas calcium green 1, un tinte fluorescente que les permitió observar la entrada
de calcio a las células. Encontraron que cuando se activaba cada sinapsis al mismo tiempo que se
había desencadenado una espiga dendrítica, se producían «puntos calientes» de calcio cerca de las
sinapsis activadas, y además aumentaba la amplitud del potencial excitador postsináptico
producido por estas sinapsis activadas; estas sinapsis se habían reforzado.
Sobre la PLP asociativa, se puede prever el papel que representan los receptores NMDA en este
fenómeno. Si se activan por sí mismas las sinapsis débiles no sucede nada, puesto que la membrana
de la espina dendrítica no se despolariza lo suficiente para que se abran los canales de calcio
controlados por los receptores NMDA. Sin embargo, si la actividad de las sinapsis fuertes localizadas
en alguna otra parte de la neurona postsináptica ha provocado que esta descargue, entonces una
espiga dendrítica despolarizará a la membrana postsináptica lo suficiente como para que se
expulsen los iones de magnesio de los canales de calcio de los receptores NMDA de las espinas den
dríticas. Si algunas sinapsis débiles se activan entonces, el calcio penetrará en las espinas
dendríticas y hará que las sinapsis se refuercen. Así, las propiedades especiales de los receptores
NMDA explican no solo la existencia de la potenciación a largo plazo, sino también su naturaleza
asociativa.
¿A qué se debe el aumento de la fuerza sináptica que ocurre durante la potenciación a largo plazo?
Las espinas dendríticas de las células piramidales CA1 contienen dos tipos de receptores de
glutamato: los receptores NMDA y los receptores AMPA. El refuerzo de una sinapsis individual al
parecer se consigue mediante la inserción de receptores AMPA adicionales en la membrana
postsináptica de una espina dendrítica. Los receptores AMPA controlan los canales de sodio; así,
cuando estos son activados por el glutamato, producen PEP en la membrana de la espina den
drítica. Por lo tanto, con mayor cantidad de receptores AMPA, la liberación de glutamato por los
botones terminales causa un potencial excitador postsináptico mayor. En otras palabras, las sinapsis
se hacen más fuertes.
¿De dónde proceden estos nuevos receptores AMPA. En un experimento de Shi y Cols, Indujeron
PLP estimulando axones. Antes de que esta se indujera, observaron receptores AMPA agrupados en
la base de las espinas dendríticas. Quince minutos después de inducida la PLP, los receptores AMPA
inundaron las espinas y se desplazaron hasta sus extremos —su sede en la membrana
postsináptica—. Este movimiento de los receptores AMPA no ocurrió cuando se añadió AP5,
sustancia que bloquea los receptores NMDA, al medio de cultivo.
¿Cómo causa la entrada de iones de calcio en las espinas dendríticas que los receptores AMPA se
desplacen en la membrana postsináptica? Al parecer, este proceso implica a diversas enzimas,
incluyendo a la CaM KII (calcio calmodulina cinasa tipo II), enzima que se halla en las espinas
dendríticas. La CaM KII es una enzima controlada por calcio que está inactiva hasta que un ion de
calcio se une a ella y la activa. Muchos estudios han demostrado que la CaM KII desempeña una
función esencial en la potenciación a largo plazo. Silva y cols. produjeron una mutación dirigida del
gen responsable de la producción de CaM KII en ratones. Estos no tenían anomalías
neuroanatómicas evidentes, y la respuesta de sus receptores NMDA fue normal. Sin embargo, los
investigadores no pudieron inducir potenciación a largo plazo en el campo CA1 de secciones
hipocámpicas obtenidas de estos animales.
Cuando se examinan las sinapsis con un microscopio electrónico, se observa una franja oscura justo
dentro de la membrana postsináptica. Esta franja, conocida como densidad postsináptica, contiene
una serie de proteínas: receptores, enzimas, proteínas mensajeras y proteínas de anclaje —
proteínas estructurales que fijan en su lugar a los receptores, enzimas y mensajeros—. Shen y
Meyer utilizaron un virus inocuo para introducir un gen para una molécula con tinte fluorescente
ligada a CaM KII en cultivos de neuronas hipocámpicas. Encontraron que después de que se
indujera PLP las moléculas de CaM KII se concentraban en las densidades postsinápticas de las
espinas dendríticas, donde se localizan los receptores postsinápticos.
Otros dos cambios que acompañan a la PLP son la alteración de la estructura sináptica y la
producción de nuevas sinapsis. Muchos estudios han encontrado que la PLP incluye cambios de la
forma y tamaño de las espinas dendríticas. Por ejemplo el aumento de tamaño de las espinas
delgadas, convirtiéndose en otras más gruesas, con forma de hongo. Nágerl y cols. encontraron
que el establecimiento de PLP origina el crecimiento de nuevas espinas dendríticas: después de 15 a
19 horas, las nuevas espinas establecieron conexiones sinápticas con los terminales de los axones
cercanos.
Los investigadores opinan que la PLP puede implicar también cambios presinápticos en sinapsis
existentes, tales como un aumento de la cantidad de glutamato que liberan los botones terminales,
quizá a través del óxido nítrico (ON), que puede transmitir mensajes de una célula a otra. (El óxido
nítrico es un gas soluble que se produce a partir del aminoácido arginina gracias a la acción de una
enzima llamada óxido nítrico sintasa). Una vez producido, el ON dura tan solo un breve tiempo
antes de ser eliminado. Así pues, si fuera producido en las espinas dendríticas de la formación
hipocámpica se podría difundir tan solo hasta los botones terminales próximos, donde podría
producir cambios relacionados con la inducción de PLP.
Diversos estudios han demostrado que las sustancias que bloquean la enzima óxido nítrico sintasa,
impiden que se establezca PLP en el campo CA1. Aunque hay sólidas pruebas de que el ON es una
de las señales que utilizan las espinas dendríticas para comunicarse con los botones terminales, la
mayoría de los investigadores opinan que deben existir otras señales. Al fin y al cabo, las
modificaciones sinápticas requieren que se produzcan cambios coordinados, tanto en los elementos
presinápticos como en los postsinápticos.
La PLP consta de varías fases. La PLP de larga duración — la que dura más de unas pocas horas—
requiere la síntesis de proteínas. Frey y cols. hallaron que sustancias que bloquean la síntesis de
proteínas bloqueaban el establecimiento de PLP de larga duración en el campo CA1. Si se
administraba la sustancia antes, durante o inmediatamente después de que se suministrara una
salva prolongada de estimulación, ocurría la PLP, pero desaparecía unas cuantas horas después. Sin
embargo, si se administraba la droga una hora después de estimular las sinapsis, la potenciación
persistía. Al parecer, la síntesis de proteínas necesaria para que se establezca la fase más tardía de
la PLP de larga duración se efectúa en el plazo de una hora de estimulación.
Según Raymond, en realidad existen tres tipos de PLP. El primer tipo, la PLP1, implica cambios casi
inmediatos en la fuerza sináptica causados por la inserción de receptores AMPA. Esta forma de PLP
dura una o dos horas. El segundo tipo, la PLP2, implica síntesis de proteínas local. Las dendritas
contienen ARN mensajeros (ARNm) que se pueden convertir en proteínas. Estos ARN incluyen
códigos para varias enzimas, componentes de receptores y proteínas estructurales. El tipo de PLP
más duradero, la PLP3, participa en la producción de ARNm en el núcleo que luego se transporta a
las dendritas, donde tiene lugar la síntesis de las proteínas. La forma de PLP más duradera requiere
asimismo la presencia de dopamina, la cual estimula los receptores D1 existentes en las dendritas.
La PLP involucra a sinapsis individuales: solo se fortalecen las sinapsis que se activan cuando la
membrana postsináptica está despolarizada. ¿Cuál es el mecanismo por el que las proteínas
producidas en el soma celular trasladan el ARNm a las espinas dendríticas adecuadas? Los datos
sugieren que la PLP da lugar a dos procesos: la producción de proteínas relacionadas con la
plasticidad, mediante la síntesis normal del ARN mensajero en el núcleo de la célula, y la producción
de una «etiqueta» química en las espinas dendríticas donde ha tenido lugar la PLP. Las nuevas
proteínas se difunden entonces por todas las dendritas de la célula y son captadas por las etiquetas
y utilizadas para estabilizar los cambios sinápticos temporales y establecer una PLP de larga
duración.
La estimulación de baja frecuencia de las aferencias sinápticas a una célula puede disminuir en lugar
de aumentar la fuerza de sus sinapsis. Este fenómeno, llamado depresión a largo plazo (DLP),
también tiene una función en el aprendizaje. Según parece, los circuitos neurales que contienen
recuerdos se establecen fortaleciendo ciertas sinapsis y debilitando otras. Dudek y Bear estimularon
los axones colaterales aferentes a las neuronas de CA1 en secciones hipocámpicas con 900 pulsos
de corriente eléctrica, administrada con una frecuencia de 1 a 50 Hz, y hallaron que las frecuencias
por encima de 10 Hz ocasionaban potenciación a largo plazo, mientras que las frecuencias por
debajo de 10 Hz inducían depresión a largo plazo. Ambos efectos resultaban bloqueados cuando se
aplicaba AP5, un bloqueante del receptor NMDA; por lo tanto, ambos efectos requieren la activa
ción de este tipo de receptores.
Diversos estudios han demostrado la existencia de depresión asociativa a largo plazo, que se
produce cuando las aferencias sinápticas se activan al mismo tiempo que la membrana
postsináptica está, o bien débilmente despolarizada, o bien hiperpolarizada.
La depresión a largo plazo, al parecer, implica una disminución de la cantidad de receptores AMPA
en las espinas, que son retirados de las espinas en vesículas durante la DLP.
En el campo CA1, la depresión a largo plazo, al igual que la potenciación a largo plazo, implica la
activación de receptores NMDA, y el AP5 bloquea su establecimiento. ¿Cómo puede la activación de
un mismo receptor producir efectos opuestos? Lisman sugirió que la estimulación de baja
frecuencia, sostenida, de las sinapsis de las células piramidales de esta región que produce DLP
produciría un aumento, modesto pero prolongado, del Ca2+ intracelular, mientras que la
estimulación intensa de alta frecuencia que produce PLP provocaría un aumento mucho mayor de
Ca2+. Quizá, un aumento mayor o menor de iones de calcio intracelular activa diferentes
mecanismos.
Los receptores NMDA presentan, al menos, dos formas. Una de ellas contiene un tipo de subunidad
y la otra contiene otro tipo diferente. Liu y sus colegas encontraron que una sustancia que bloquea
un tipo de receptor NMDA impedía la PLP y que una sustancia que bloquea el otro tipo de receptor
NMDA impedía la DLP. Los receptores que producen PLP permiten un flujo hacia el interior de la
célula de grandes cantidades de Ca2+ si se les estimula repetidamente durante un corto período de
tiempo. Por el contrario, los receptores que producen DLP permiten que entre en la célula menos
cantidad de calcio, pero si se les estimula lentamente durante largo tiempo permiten que se
produzca un aumento, modesto pero prolongado, del calcio intracelular.
La corteza visual primaria recibe información del núcleo geniculado lateral del tálamo y, tras el
primer nivel de análisis, la información se envía a la corteza extraestriada, que rodea a la corteza
visual primaria (corteza estriada). Después de analizar las características particulares de una escena
visual, tales como forma, color y movimiento, las regiones específicas de la corteza extraestriada
envían el resultado de su análisis al siguiente nivel de la corteza visual de asociación, que se divide
en dos vías. La vía ventral implicada en el reconocimiento de los objetos, continúa su recorrido por
la zona ventral de la corteza temporal inferior, mientras que la vía dorsal, implicada en la
percepción de la localización de los objetos, continúa su recorrido por la zona dorsal de la corteza
parietal posterior.
Las lesiones de las regiones del cerebro que participan en la percepción visual no solo perjudican la
capacidad de reconocer estímulos visuales, sino que también alteran las memorias de la persona de
las características visuales de estímulos conocidos. Van denbulcke y cols. encontraron que el
paciente J. A., que había sufrido una lesión en la circunvolución fusiforme derecha, tenía un bajo
rendimiento en tareas que requerían dibujar o describir las características visuales de diversos
animales, frutas, hortalizas, herramientas, vehículos o muebles. Sus otras capacidades cognitivas,
incluida la de describir características no visuales de los objetos, eran normales. Además, en un
estudio con RMf se encontró que, cuando se pidió a sujetos normales de control que realizaran las
tareas visuales que J. A. había realizado mal, se observaba activación de la región cerebral
correspondiente a la zona lesionada del cerebro.
Kourtzi y Kanwisher encontraron que tipos específicos de información visual pueden activar
regiones muy específicas de la corteza visual de asociación. Tal como se vio en el Capítulo 3, una
región de la corteza visual asociativa, TM/TSM, desempeña un papel fundamental en la percepción
del movimiento. Los investigadores enseñaron a sujetos fotografías que implicaban movimiento —
por ejemplo, un atleta preparado para lanzar un disco— y observaron que imágenes como esas,
pero no imágenes de personas en reposo, activaban el área TM/TSM. Obviamente, las fotografías
no se movieron, pero es de suponer que los recuerdos de los sujetos contenían información sobre
movimientos que habían visto antes.
Una memoria a corto plazo es un recuerdo que dura poco tiempo —por lo general, unos cuantos
segundos— de un estímulo o un acontecimiento.
Aprender a reconocer un estímulo conlleva que se den cambios sinápticos en las regiones
correspondientes de la corteza sensitiva asociativa. El reconocimiento de un estímulo tiene lugar
cuando las aferencias sensitivas activan esta serie de circuitos neurales. La memoria a corto plazo
de un estímulo implica la actividad de estos circuitos —o de otros circuitos que son activados por
ellos—, actividad que continúa incluso después de que el estímulo desaparezca. Por ejemplo,
aprender a reconocer la cara de un amigo produce cambios en la fuerza sináptica de los circuitos
neurales de la región facial fusiforme de la corteza visual de asociación, reconocer que está presente
implica la activación de los circuitos que se han establecido debido a dichos cambios y recordar que
está todavía en la habitación aun cuando miremos a otra parte implica la actividad mantenida de
estos circuitos (o de circuitos relacionados).
Retener tipos específicos de memorias visuales a corto plazo implica la activación de regiones
específicas de la corteza visual de asociación. Una región de la vía ventral, el área facial fusiforme,
interviene en el reconocimiento de rostros; y otra región, el área de lugar parahipocámpico
participa en el reconocimiento de lugares.
La estimulación magnética transcraneal (EMT) de la corteza visual de asociación interfiere en la
percepción visual. Oliveri y cols. enseñaron a unos sujetos una tarea de emparejamiento demorado
con la muestra, la cual requería que recordaran, o bien figuras abstractas, o bien la localización de
un cuadrado blanco en una pantalla de vídeo. En algunos ensayos los investigadores aplicaron EMT
en la corteza asociativa correspondiente a la vía ventral o a la vía dorsal durante el periodo de
demora, después de que el estímulo de muestra se hubiera retirado. Hallaron que, tal como se
esperaba, la estimulación de la vía ventral interfería la memoria a corto plazo de configuraciones
visuales, mientras que la estimulación de la vía dorsal alteraba la memoria a corto plazo de la
localización.
Aunque los circuitos neurales que permiten aprender a reconocer estímulos específicos al parecer
residen en la corteza visual de asociación, la memoria perceptiva a corto plazo implica también a
otras regiones cerebrales, especialmente la corteza prefrontal. Se sugiere que la función de la
corteza prefrontal en la memoria a corto plazo es manejar y organizar la información que ha de ser
recordada, elaborar estrategias para recuperarla y también supervisar el resultado de esos
procesos.
CONDICIONAMIENTO CLÁSICO
La amígdala forma parte de un importante sistema implicado en un tipo particular de aprendizaje
estímulo respuesta: las respuestas emocionales condicionadas clásicamente. Un estímulo aversivo,
como puede ser una descarga eléctrica dolorosa en la pata, produce una serie de respuestas
comportamentales, neurovegetativas y hormonales: paralización, aumento de la tensión arterial,
secreción de hormonas del estrés suprarrenales, etcétera.
Una respuesta emocional condicionada puede ocurrir sin que partícipe la corteza auditiva; así pues,
limitaremos la exposición a los componentes subcorticales de este proceso. La información sobre el
EC (el tono) llega al núcleo lateral de la amígdala. Este núcleo también recibe información del El (la
descarga en la pata), procedente del sistema somato sensitivo. Por lo tanto, estas dos fuentes de
información convergen en el núcleo lateral, lo cual significa que los cambios sinápticos responsables
del aprendizaje pueden tener lugar en esta zona.
Quirk, Repa y LeDoux registraron la actividad de las neuronas del núcleo lateral en ratas con libertad
de movimiento antes, durante y después de emparejar un tono con una descarga en una pata.
Después de unos cuantos ensayos, las neuronas se hicieron más sensibles al tono y muchas
neuronas que previamente no habían respondido a él comenzaron a hacerlo. Cuando presentaron
repetidamente el tono sin descarga en la pata, la respuesta se extinguió y la frecuencia de descarga
de las neuronas del núcleo lateral volvió a los niveles iniciales. También se encontró que existía una
relación entre la magnitud del aumento de la frecuencia de descarga de las neuronas del núcleo
lateral y la magnitud de la respuesta emocional condicionada.
Los estudios apoyan la hipótesis de que los cambios en la amígdala lateral responsables de la
adquisición de una respuesta emocional condicionada implican PLP, mediante la activación de
receptores NMDA. Rodrigues, Schafe y LeDoux utilizaron una sustancia que bloquea la subunidad
NR2B del receptor NMDA y encontraron que la infusión de esta sustancia en la amígdala lateral
impedía la adquisición de una respuesta emocional condicionada. Por tanto, las inyecciones de
sustancias que bloquean la PLP en la amígdala impiden la adquisición de respuestas emocionales
condicionadas.
CONDICIONAMIENTO INSTRUMENTAL
El condicionamiento instrumental (u operante) es el medio a través del cual los seres humanos y
otros animales nos beneficiamos de la experiencia.
Núcleos básales
Existen dos vías principales entre la corteza sensitiva de asociación y la corteza motora de
asociación: conexiones transcorticales directas (conexiones de un área de la corteza cerebral con
otra) y conexiones a través de los núcleos básales y el tálamo. (También hay una tercera vía, que
implica al cerebelo y al tálamo, pero hasta hace poco los neurocientíficos apenas han prestado
atención a su papel en el condicionamiento instrumental). Parece ser que ambas vías desempeñan
papeles diferentes.
En estudios con animales de laboratorio se ha encontrado que las lesiones de los núcleos básales
afectan al condicionamiento instrumental, pero no a otros tipos de aprendizaje. Por ejemplo,
Fernández Ruiz y cols. destruyeron las zonas del núcleo caudado y del putamen que reciben
información visual de la vía ventral y encontraron que a pesar de que las lesiones no alteraron el
aprendizaje perceptivo visual, disminuyeron la capacidad de los monos para aprender a dar una
respuesta operante guiada visualmente.
La PLP parece participar también en el condicionamiento instrumental. Si se bloquean los
receptores NMDA de los núcleos básales inyectando AP5, el aprendizaje guiado por una clave visual
simple resulta afectado.
Refuerzo
Hay que señalar que en los estudios con microdiálisis se ha hallado que los estímulos aversivos, así
como los reforzantes, pueden provocar que se libere dopamina en varias partes del cerebro,
incluyendo el núcleo accumbens. Así pues, es evidente que el refuerzo no es la única función de las
neuronas dopaminérgicas: parece ser que estas neuronas juegan un papel también en el estrés.
Además, dado que la estimulación de tantas regiones cerebrales resulta reforzante, el sistema
mesolímbico es solo uno de los muchos sistemas de refuerzo. Poco se sabe acerca de otros posibles
mecanismos.
Los estudios de Schultz y su equipo, en los que registraron la actividad de neuronas dopaminérgicas
del núcleo accumbens, indicaron que el sistema de refuerzo al parecer es activado por estímulos
reforzantes inesperados. Enseñaron a monos una tarea operante que requería que dieran una
respuesta al escuchar un estímulo auditivo. Durante el entrenamiento, las neuronas dopaminérgi
cas del ATV respondían rápidamente cuando se administraba el estímulo reforzante (un líquido
sabroso). Sin embargo, una vez que los animales habían aprendido la tarea, las neuronas del ATV se
activaban cuando se presentaba el estímulo auditivo, pero no cuando se administraba el estímulo
reforzante. Además, si un estímulo reforzante no ocurría cuando se esperaba, la actividad de las
neuronas dopaminérgicas disminuía de repente.
Estos estudios sugieren que la activación de las neuronas dopaminérgicas del ATV comunican a
otros circuitos del cerebro que acaba de ocurrir un suceso que tiene valor informativo respecto a un
estímulo potencialmente reforzante. En otras palabras, la actividad de dichas neuronas envía una
señal de que hay algo que aprender. Por el contrarío, si ya se espera que se administre el
reforzador, entonces no hay nada que aprender.
En ciertas condiciones, parece ser que la novedad en sí misma activa las neuronas dopaminérgicas y
facilita la potenciación a largo plazo y el aprendizaje. Li y cols. encontraron que la PLP podía
establecerse más fácilmente en el campo CA1 de las ratas a las que se acaba de exponer
brevemente a un nuevo entorno: una sustancia que bloquea los receptores de dopamina impidió
este incremento.
Un estudio de neuroimagen funcional, observó que la anticipación de un estímulo reforzante (la
oportunidad de ganar algún dinero) aumentaba la activación del tegmento ventral y alguna de las
regiones a las que proyecta (incluyendo al núcleo accumbens) en seres humanos. Los investigadores
encontraron que era más probable que los sujetos recordaran dibujos que habían visto mientras
estaban anticipando la oportunidad de ganar algún dinero.
La corteza prefrontal proporciona un importante input al área tegmental ventral. Los botones
terminales de los axones que conectan estas dos áreas segregan glutamato, un neurotransmisor
excitador, y la actividad de estas sinapsis hace que las neuronas dopaminérgicas del área tegmental
ventral descarguen en salvas, lo que aumenta en gran manera la cantidad de dopamina que
segregan en el núcleo accumbens. La corteza prefrontal en general participa en la elaboración de
estrategias, realizando planes, evaluando progresos hacia las metas y juzgando la adecuación de la
propia conducta. Puede que la corteza prefrontal active el mecanismo de refuerzo cuando
determina que la conducta en curso está llevando al organismo más cerca de sus metas. Incluso
conductas íntimas tales como pensar y planificar pueden estar sujetas a refuerzo
La corteza prefrontal es el objetivo de las neuronas dopaminérgicas así como una fuente de su con
trol. Stein y Belluzzi observaron que las ratas presionarán una palanca si esto produce la inyección
de un agonista dopaminérgico en dicha región. Si se estimula eléctricamente la corteza prefrontal
de una rata mientras el animal se halla en un lugar preciso, esta aprenderá a preferir dicho lugar a
otros en los que no recibió la estimulación. Parece ser que este aprendizaje implica la liberación de
dopamina, ya que la inyección de una sustancia que bloquee los receptores dopaminérgicos lo
impide. La dopamina modula la PLP en la corteza prefrontal así como en el núcleo accumbens.
Varios experimentos aportaron más pruebas de que la dopamina juega un papel de modulación de
la plasticidad sináptica en las regiones del cerebro que están implicadas en el aprendizaje.
APRENDIZAJE RELACIONAL
Hasta aquí, en este capítulo se han examinado tipos relativamente sencillos de aprendizaje, que
pueden entenderse como cambios de los circuitos neuronales que detectan la presencia de
determinados estímulos o como un fortalecimiento de las conexiones neuronales entre las
neuronas que analizan información sensitiva y las que producen una respuesta. Pero la mayoría de
los tipos de aprendizaje son más complejos: la mayor parte de los recuerdos de objetos y
acontecimientos reales se relacionan con otras memorias. Ver una fotografía de un antiguo amigo
puede hacer que se recuerde el sonido del nombre de la persona y los movimientos que se hacen al
pronunciarlo. También puede recordar lo que se ha hecho con el amigo, etc. Cada uno de estos
recuerdos puede incluir una serie de acontecimientos, con imágenes visuales y sensaciones
auditivas, que se podrán recordar en la secuencia adecuada. Obviamente, los circuitos neuronales
de la corteza visual de asociación que reconocen la cara del amigo están conectados con circuitos
de muchas regiones cerebrales, y estos circuitos se conectan con muchos otros. Las investigaciones
sobre aprendizaje relacional incluyen el establecimiento y recuperación de recuerdos de
acontecimientos, episodios y lugares.
Sergei Korsakoff, un médico ruso, describió por primera vez un grave deterioro de la memoria
provocado por daño cerebral, trastorno que ha recibido su nombre. El síntoma más acentuado del
síndrome de Korsakoff es una grave amnesia anterógrada; los pacientes parecen incapaces de fijar
nuevos recuerdos, aunque todavía consiguen recordar los antiguos. Pueden conversar con
normalidad y recordar acontecimientos que sucedieron mucho antes de que ocurriera el daño
cerebral, pero no son capaces de recordar acontecimientos sucedidos después. El síndrome de
Korsakoff por lo general (pero no siempre) es consecuencia del alcoholismo crónico.
La amnesia anterógrada también puede deberse a lesiones del lóbulo temporal. Scoville y Milner
refirieron que la extirpación bilateral de la región medial del lóbulo temporal producía en seres
humanos un deterioro mnésico que, aparentemente, era idéntico al observado en el síndrome de
Korsakoff.
Al paciente H. M., cuyo caso se describió al comienzo de este capítulo, se le realizó una intervención
de neurocirugía en un intento de tratar su grave epilepsia, que no podía controlarse ni siquiera con
altas dosis de medicación anticonvulsiva. Parece ser que la epilepsia se debía a un traumatismo
craneoencefálico que sufrió cuando, a la edad de nueve años, le atropello una bicicleta. La
intervención quirúrgica solucionó satisfactoriamente las crisis epilépticas de H. M. pero se hizo evi
dente que la operación le había producido un grave deterioro de memoria. Investigaciones
posteriores concluyeron que el hipocampo era la estructura fundamental destruida por la cirugía.
Actualmente los neurocirujanos tienen la precaución de intervenir solo en uno de los lóbulos
temporales.
El modelo más sencillo del proceso de memoria sostiene que la información sensitiva ingresa en la
memoria a corto plazo, la repetición la mantiene allí y, por último, la información sigue su camino
hasta la memoria a largo plazo, donde se almacena de modo permanente. La transformación de la
memoria a corto plazo en memoria a largo plazo se ha denominado consolidación, ya que los
recuerdos, por así decirlo, se «solidifican». Si la memoria a corto plazo de H. M. está intacta y puede
recordar acontecimientos previos a la intervención, el problema ha de ser que la consolidación no
ocurre. Así pues, el papel de la formación hipocámpica en la memoria consiste en consolidar.
Los científicos han logrado demostrar asimismo que H. M. y otros sujetos con amnesia conservan la
capacidad de aprendizaje estímulo respuesta. Por ejemplo, H. M. y otro paciente con amnesia
anterógrada podían aprender una respuesta de parpadeo adquirida mediante condicionamiento
clásico. H. M. incluso demostraba recordar la tarea dos años más tarde: volvió a adquirir la
respuesta tras una décima parte del número de ensayos que se habían necesitado la vez anterior.
También lograron enseñar al paciente H. M. una tarea de condicionamiento instrumental —una
tarea de discriminación visual en la que se le daba dinero cuando la respuesta era correcta—.
Por último, varios estudios han comprobado que pacientes con amnesia anterógrada tienen
capacidad de aprendizaje motor. Sujetos con amnesia anterógrada podían aprender una secuencia
de pulsación de teclas en una tarea de tiempo de reacción en serie. Sentados frente a una pantalla
de ordenador, veían que aparecía un asterisco —aparentemente al azar— en uno de cuatro
posibles emplazamientos. Su tarea consistía en pulsar aquella de las cuatro teclas que correspondía
al emplazamiento del asterisco. En cuanto lo hacían, este cambiaba a una nueva posición y ellos
pulsaban la tecla correspondiente. Aunque los experimentadores no se lo decían a los sujetos, la
secuencia de pulsaciones de la tecla especificada por el asterisco móvil no era aleatoria, sino una
serie de elementos que se repetía continuamente. Con la práctica, los sujetos llegaron a hacer la
tarea cada vez más deprisa. Es obvio que su ritmo aumentaba porque habían aprendido la
secuencia, ya que si esta cambiaba su rendimiento disminuía. Los sujetos con amnesia aprendieron
la tarea exactamente igual que los sujetos normales.
En un estudio de Cavaco y cols. se aplicó a pacientes amnésicos una serie de tareas que reproducían
actividades del mundo real, tales como tejer, dibujar figuras, etc. Tanto los pacientes amnésicos
como los sujetos normales tuvieron bajo rendimiento en estas tareas en la primera ocasión, pero
este mejoró con la práctica. En definitiva, los pacientes con amnesia anterógrada pueden realizar
una serie de tareas que requieren aprendizaje perceptivo, aprendizaje estímulo respuesta y
aprendizaje motor.
La distinción entre lo que las personas con amnesia anterógrada pueden o no pueden aprender es
importante, ya que refleja la organización básica del proceso de aprendizaje. Es evidente que hay al
menos dos categorías principales de memoria, a las que los psicólogos han dado varios nombres
diferentes. Algunos investigadores han sugerido que los pacientes con amnesia anterógrada no
pueden establecer memorias declarativas, las cuales se han definido como «explícitamente dispo
nibles para la evocación consciente de hechos, acontecimientos o estímulos específicos». El término
declarativa procede de declarar. Dicho término refleja el hecho de que los pacientes con amnesia
anterógrada no pueden hablar de las experiencias vividas a partir del momento de la lesión
cerebral. Por lo tanto, la memoria declarativa es memoria de acontecimientos y hechos sobre los
que se puede pensar y hablar.
Las memorias declarativas no son simplemente memorias verbales. Por ejemplo, pensemos en
nuestro último cumpleaños; aunque podamos describir («declarar») este episodio con palabras, su
recuerdo, en sí mismo, podría no ser verbal. De hecho, probablemente se parecería más a un
videoclip proyectado en nuestra cabeza.
¿Cuáles son las regiones del cerebro que median la adquisición de memorias no declarativas? Como
vimos anteriormente en este capítulo, la memoria perceptiva implica a regiones sensitivas de la
corteza cerebral. Parece ser que los núcleos básales juegan un papel esencial en el aprendizaje
motor y el aprendizaje estímulo respuesta. Varios experimentos han demostrado que las personas
con enfermedades que afectan a los núcleos basales tienen alteraciones que pueden atribuirse a la
dificultad para aprender respuestas automáticas. Owen y cols. encontraron que a pacientes con
enfermedad de Parkinson les costaba aprender una tarea de condicionamiento instrumental (u
operante) guiada por señales visuales, mientras que otros observaron que los pacientes con
enfermedad de Huntington no lograban aprender una secuencia de pulsaciones de tecla. (La
enfermedad de Parkinson y la de Huntington son ambas enfermedades degenerativas que dañan los
núcleos básales).
Las eferencias del sistema hipocámpico proceden básicamente del campo CA1 y del subículo. La
mayoría de estas eferencias son enviadas de vuelta, a través de la corteza entorrinal, perirrinal y
parahipocámpica a las mismas regiones de la corteza asociativa que le aportan las aferencias. La
formación hipocámpica recibe asimismo aferencias de las regiones subcorticales a través del trígono
cerebral, y estas aferencias seleccionan y modulan las funciones de la formación hipocámpica. El
trígono cerebral conduce axones dopaminérgicos desde el área tegmental ventral, axones
noradrenérgicos desde el locus coeruleus, axones serotoninérgicos desde los núcleos del rafe y
axones colinérgicos desde el
septum medial. El trígono cerebral
también conecta la formación
hipocámpica con los cuerpos
mamilares, localizados en el
hipotálamo posterior. El daño
cerebral más importante que se
observa en el síndrome de
Korsakoff —y posiblemente la
causa de la amnesia anterógrada—
es la degeneración de los cuerpos
mamilares (Figura 8.32).
¿Por qué el campo CA1 de la formación hipocámpica es tan sensible a la anoxia? La respuesta
parece basarse en el hecho de que esa región es especialmente rica en receptores NMDA. Por
alguna razón, varios tipos de alteraciones metabólicas, tales como convulsiones, anoxia o
hipoglucemia, provocan que los terminales glutamatérgicos liberen una cantidad excesiva de
glutamato. El efecto de esta liberación de glutamato es que se estimulan los receptores NMDA, lo
que permite la entrada de calcio. En pocos minutos, el exceso de calcio intracelular empieza a
destruir las neuronas. Si se trata previamente a los animales con sustancias que bloqueen los
receptores NMDA, la probabilidad de que un período de anoxia cause daño cerebral es mucho
menor. Las neuronas de CA1 contienen muchos receptores NMDA, de modo que en esta región
puede establecerse rápidamente potenciación a largo plazo. Sin duda, esta flexibilidad contribuye a
nuestra capacidad de aprender tan deprisa como lo hacemos, pero también vuelve a estas neuronas
especialmente vulnerables a daños producidos por alteraciones metabólicas.
Un estudio de neuroimagen funcional, realizado por Takashima y cols., apoya esta hipótesis. Los
investigadores pidieron a sujetos normales que mirasen 320 fotografías diferentes de paisajes
durante 5,5 segundos cada una, y se les recomendó que intentaran memorizar las fotografías. Los
investigadores les dieron ejemplos concretos de estrategias de aprendizaje. Luego, ese mismo día,
al día siguiente, un mes más tarde y tres meses más tarde los investigadores presentaron a los
sujetos un conjunto de fotografías que incluían nuevos fotogramas y una muestra de las que se
habían presentado anteriormente, pidiéndoles que identificasen las que les resultaran familiares. En
cada sesión se presentó una muestra diferente del conjunto de fotografías que se habían mostrado
en la primera ocasión, lo que significaba que los recuerdos del conjunto inicial de 320 fotografías se
iban haciendo cada vez más pretéritos. Durante cada sesión de evaluación de la memoria se les
realizó a un escáner cerebral. Se encontró que el grado de activación del hipocampo se relacionaba
con el recuerdo de los sujetos de las fotografías que habían visto antes. Sin embargo, con el tiempo
la actividad hipocámpica disminuía y los aciertos se relacionaban con la activación de la corteza
prefrontal. Sugirieron que es poco probable que los recuerdos estuvieran almacenados en la corteza
prefrontal, planteando la hipótesis de que esta región tiene numerosas conexiones con otras
regiones de la corteza cerebral, y podría intervenir organizando y enlazando información
almacenada en otro lugar del cerebro.
Cabría preguntarse por qué el hipocampo estaría implicado en la memoria perceptiva. Después de
todo, personas con lesiones hipocámpicas pueden aprender a reconocer estímulos visuales. La
respuesta es que cuando se muestran a personas con amnesia anterógrada imágenes que han visto
previamente (pero después del comienzo de su amnesia), estas negarán haberlas visto antes. No
obstante si se les obliga a elegir entre una imagen antigua y una nueva, señalarán la que han visto
antes, sin mostrar signos de reconocimiento real. Esta memoria perceptiva no declarativa es
diferente de la memoria declarativa de los sujetos del estudio de Takashima y cols., quienes
deliberadamente motivaron a sus sujetos a fijarse en las fotografías e intentar recordarlas.
Nos podríamos preguntar asimismo por qué el papel del hipocampo en el mantenimiento del
acceso a la memoria al parecer finaliza al cabo de unos tres meses, mientras que la amnesia
retrógrada causada por lesiones hipocámpicas dura al menos varios años. La explicación más
probable es que cuando los investigadores comprueban la extensión de la amnesia retrógrada de un
paciente, le plantean preguntas sobre memorias más complejas; por ejemplo, episodios
autobiográficos que implican secuencias de muchas memorias individuales. La recuperación de tales
conjuntos complejos de memorias puede requerir la participación del hipocampo durante un
periodo de tiempo más largo.
Caso: A. M. era un hombre activo, inteligente, que había realizado el primer ciclo universitario de
ingeniería y una licenciatura en ciencias. Sus síntomas neurológicos empezaron por una dificultad
progresiva para entender lo que decían los demás y encontrar las palabras apropiadas para
expresarse. Su habla era fluida y gramaticalmente correcta, pero con escaso significado. La pérdida
de información semántica del paciente A. M. repercutió notablemente en sus actividades
cotidianas. Parecía no comprender la función de los objetos corrientes. Por ejemplo, sostenía un
paraguas cerrado horizontalmente sobre la cabeza durante una tormenta y le llevaba a su mujer un
cortacésped cuando le pedía una escalera. Sin embargo, tenía algunos comportamientos
sorprendentemente complejos. Puesto que no podía confiarse en él para que condujera un coche,
su mujer quitó a hurtadillas las llaves del coche de su llavero. Se percató de que faltaban y en vez de
protestar (posiblemente, se dio cuenta de que no serviría de nada), a su vez quitó a hurtadillas las
llaves del coche del llavero de ella, fue a un cerrajero y mandó hacer una copia.
Aunque su memoria semántica estaba gravemente afectada, su memoria episódica era
sorprendentemente buena.
Como puede verse, los síntomas de la demencia semántica son bastante diferentes de los de la
amnesia anterógrada. La información semántica se pierde, pero la memoria episódica de los
acontecimientos recientes se conserva. La formación hipocámpica y la corteza límbica del lóbulo
temporal medial parecen estar implicadas en la consolidación y recuperación de memorias
declarativas, tanto episódicas como semánticas; pero las memorias semánticas, en sí mismas,
parece que se almacenan en la neocorteza —en particular, en la neocorteza de la región
anterolateral del lóbulo temporal—. La estimulación magnética transcraneal del lóbulo temporal
anterior izquierdo, que altera la actividad neural normal de dicha región, producía los síntomas de
la demencia semántica. Los sujetos tenían dificultades para denominar dibujos de objetos y para
comprender el significado de las palabras, pero no para realizar otras tareas, no semánticas, tales
como decir cifras de seis dígitos y emparejar números grandes según su tamaño aproximado. En un
estudio de neuroimagen funcional, se observó que la región anterolateral del lóbulo temporal se
activaba cuando los sujetos realizaban una tarea de denominación de dibujos.
Memoria espacial
Morris y cols. idearon una tarea para evaluar la capacidad espacial de los roedores. La tarea
requiere que la rata encuentre una ubicación espacial determinada basándose solo en claves
visuales localizadas fuera del dispositivo experimental. Este «laberinto» está formado por una
piscina circular de 1,3 metros de diámetro, que contiene una mezcla de agua y una sustancia que
aumenta la opacidad del agua, como puede ser leche en polvo. Este tipo de agua no deja ver la
localización de una pequeña plataforma, situada justo debajo de la superficie del líquido. Los
experimentadores introdujeron a las ratas en el agua lechosa y las dejaron nadar hasta que
encontraron la plataforma oculta y se subieron a ella. En cada ensayo se dejó partir a las ratas desde
un punto de salida diferente. Después de unos pocos ensayos las ratas normales aprendieron a
nadar directamente hasta la plataforma oculta desde dondequiera que hubieran partido.
El laberinto de agua de Morris requiere aprendizaje relacional; para «navegar» por el laberinto, los
animales consiguen orientarse por la localización relativa de estímulos que están fuera del laberinto
—muebles, ventanas, puertas, etcétera—. Pero el laberinto puede utilizarse también para estudiar
el aprendizaje estímulo respuesta, que no es un aprendizaje relacional. Si se suelta siempre a los
animales en el mismo punto de partida, aprenden a dirigirse hacia una determinada dirección, por
ejemplo, hacia una determinada pista o señal que pueden ver por encima del panel del laberinto.
Si a una rata con lesión del hipocampo se la deja partir siempre del mismo punto de salida, aprende
esta tarea estímulo respuesta, de tipo no relacional, casi tan bien como una rata normal. Pero si en
cada ensayo se la deja partir desde un nuevo punto, nada de un modo que parece errático hasta
que finalmente encuentra la plataforma.
Las lesiones hipocámpicas alteraban el sentido de la orientación en palomas mensajeras. Las
lesiones no alteraron la capacidad de estas aves para servirse de la posición del sol en un momento
concreto del día, como brújula que indica dónde está su palomar. En lugar de ello, las lesiones
afectaron su capacidad para seguir la pista de dónde se hallaban cuando estaban cerca del final de
su vuelo —momento en que las aves empiezan a servirse de señales que les resultan familiares para
determinar dónde están—.
Unos experimentadores encontraron que algunas neuronas descargaban con alta frecuencia
únicamente cuando la rata se hallaba en un lugar determinado. Diferentes neuronas tenían
diferentes campos receptores espaciales; es decir, respondían cuando los animales estaban en
ubicaciones diferentes. Una neurona determinada podía descargar 20 veces por segundo cuando el
animal se hallaba en un lugar determinado, pero solo unas pocas veces por hora cuando se hallaba
en otra parte. A estas neuronas se las denominó células de lugar.
Cuando se sitúa a una rata en una cámara simétrica, donde hay pocas claves que ayuden a distinguir
una parte del aparato instrumental de otra, el animal tiene que mantenerse al tanto de dónde está
basándose en los objetos que ve (o en lo que oye) en el entorno externo al laberinto. Los cambios
en estos elementos afectan a la frecuencia de descarga de las células de lugar de las ratas, así como
a su capacidad de navegación. Cuando los experimentadores mueven los objetos por grupos, man
teniendo su posición relativa entre ellos, los animales sencillamente vuelven a orientar su respuesta
conforme a ello. Sin embargo, cuando los experimentadores cambian los estímulos de manera que
quedan dispuestos en un orden diferente, el comportamiento de los animales (y el disparo de sus
células de lugar) se altera. (Imaginemos lo desorientados que estaríamos si entráramos en una
habitación familiar y encontráramos que las ventanas, las puertas y los muebles están en un lugar
distinto del acostumbrado).
El hecho de que las neuronas de la formación hipocámpica tengan campos receptores espaciales no
significa que cada neurona codifique una localización particular. En vez de ello, esta información se
representa mediante determinadas pautas de actividad en circuitos formados por una gran
cantidad de neuronas de la formación hipocámpica. En roedores, la mayoría de las células de lugar
hipocámpicas se encuentran en la región dorsal del hipocampo, la cual corresponde a la región
posterior del hipocampo en seres humanos.
Los datos existentes indican que la descarga de células de lugar hipocámpicas parece reflejar la
ubicación en que un animal “cree” que está.
Skaggs y McNaughton construyeron un aparato con dos cámaras casi idénticas, comunicadas por un
pasaje. Cada día se colocaba a las ratas en una de las cámaras y se registraba la actividad de las
células de lugar hipocámpicas mediante una serie de electrodos colocados en su cerebro. Cada día
se ponía a cada rata en la misma cámara. Algunas de las células de lugar presentaron pautas de
actividad similares en cada una de las cámaras y otras mostraron pautas distintas. Esto sugiere que
el hipocampo «se daba cuenta» de que había dos compartimentos diferentes, pero también
«reconocía» la semejanza entre ellos. Luego, el último día del experimento, los investigadores
colocaron a las ratas en la otra cámara del aparato —por ejemplo, si a una rata se la ponía
habitualmente en la cámara norte, se la cambiaba a la cámara sur—. La pauta de descarga de las
células de lugar en, al menos, la mitad de las ratas indicó que el hipocampo «creía» que era la
cámara habitual —la del norte—. Sin embargo, una vez que la rata dejaba la cámara y salía al
pasillo, veía que para entrar en la otra tenía que girar a la izquierda y no a la derecha. Al parecer, el
animal se daba cuenta de su error, ya que durante el resto de esa sesión las neuronas descargaban
del modo adecuado. Presentaban la pauta «norte» en la cámara norte, y la pauta «sur» en la
cámara sur.
Según parece, el hipocampo recibe su información espacial del lóbulo parietal a través de la corteza
entorrinal. Sato y cols. encontraron que las neuronas de la región medial de la corteza parietal del
mono mostraban actividad asociada con movimientos específicos en localizaciones específicas a
medida que los animales navegaban con una palanca de control en un entorno virtual. Cuando los
investigadores suprimieron la actividad de la corteza parietal con una infusión de muscimol, los
animales se perdían. Quirk y cols. hallaron que neuronas de la corteza entorrinal tienen campos
receptores espaciales, aunque estos campos no están tan bien definidos como los de las células
piramidales del hipocampo. El daño de la corteza entorrinal altera los campos receptores espaciales
de las células de lugar del hipocampo y afecta a la capacidad del animal de orientarse en tareas
espaciales.
La actividad de los circuitos de las células de lugar hipocámpicas proporciona información sobre
algo más que el espacio. Wood y cols. adiestraron a ratas en una tarea de alternancia espacial en un
laberinto en T. La tarea requería que la rata entrara en el brazo izquierdo y en el derecho en
ensayos alternativos; cuando así lo hacía se le daba una ración de alimento en una jaula «meta»,
situada en los extremos de los brazos de la T. Unos pasillos conectados a las jaulas meta llevaban de
vuelta al brazo principal del laberinto en T, donde comenzaba el ensayo siguiente. Wood y sus
colegas registraron la actividad de células piramidales del campo CA1 y, como se esperaba,
encontraron que diferentes células descargaban cuando la rata se encontraba en diferentes partes
del laberinto. No obstante, dos tercios de las neuronas disparaban diferencialmente en el brazo
principal de la T en los ensayos a la izquierda y en los ensayos a la derecha. En otro palabras, las
células no solo codificaban la localización de la rata en el laberinto, sino que también indicaban si la
rata iba a girar a la derecha o a la izquierda después de alcanzar el punto elegido. Así pues, las
células piramidales de CA1 codifican tanto la localización actual como el destino al que se pretende
llegar.
Bontempi y cols. adiestraron a ratas en una tarea de aprendizaje espacial. Cinco días más tarde
utilizaron un procedimiento de neuroimagen con 2 DG para estimar el grado de activación cerebral
regional mientras examinaban la memoria de la tarea que conservaban los animales. La actividad
del hipocampo era elevada y se relacionaba positivamente con el rendimiento del animal. A los 25
días, la actividad hipocámpica había descendido un 15 20 por ciento y la relación entre la actividad
y el rendimiento había desaparecido; sin embargo, la actividad de varias regiones de la corteza
cerebral era elevada mientras se examinaba a los animales. Los investigadores concluyeron que
estos hallazgos apoyan la hipótesis de que el hipocampo está implicado en la consolidación de la
memoria espacial durante un tiempo limitado, y que el resultado de esta actividad es contribuir a
que se establezcan memorias en la
corteza cerebral. Este y otros
hallazgos indican que el hipocampo es
necesario para la información espacial
aprendida recientemente, pero no
para la que se aprendió 30 días antes.
Los datos sugieren asimismo que en
algún momento durante esos 30 días
la corteza cerebral interviene en la
retención de la información (Figura
8,40).
Una de las ventajas de registrar la actividad de las células de lugar del hipocampo mientras los
animales realizan una tarea espacial es que los investigadores pueden detectar diferentes pautas de
actividad de esas células que cambian cuando los animales se desplazan a través de distintos
entornos. Lee y Wilson implantaron una matriz de microelectrodos en el campo CA1 de ratas y
pudieron registrar entre 24 y 57 neuronas diferentes simultáneamente en cada animal. Las ratas
corrían por corredores rectos o con forma de U, al final de los cuales se encontraban un pedazo de
chocolate. Los investigadores registraron las secuencias de actividad de las células de lugar del
campo CA1 cuando los animales corrían y también la actividad de dichas células mientras los ani
males dormían. Encontraron que cada célula específica tenía un campo receptor espacial específico,
de manera que cuando los animales corrían por los corredores se observaba una secuencia
específica de descarga de las células. Los registros que se hicieron después del entrenamiento
mostraron las mismas pautas de actividad mientras los animales estaban en sueño de ondas lentas.
Posiblemente, estas pautas de actividad indican que el animal estaba repasando su conducta
cuando se desplazaba en su entorno y obtenía alimento, y dichas pautas facilitan la consolidación
de los recuerdos de estos episodios.
¿Qué ocurre con las memorias de los acontecimientos según pasa el tiempo? Resulta evidente que
si aprendemos algo nuevo sobre una cuestión en particular, nuestros recuerdos referentes a esa
cuestión han de modificarse de alguna manera.
En los últimos años, los investigadores han estado investigando un fenómeno conocido como
reconsolidación, que al parecer participa en la modificación de las memorias a largo plazo.
Uno de los efectos colaterales del procedimiento llamado terapia electroconvulsiva es un período
de amnesia retrógrada. El procedimiento, que se utiliza para tratar casos de depresión grave,
consiste en aplicar una corriente eléctrica mediante electrodos situados sobre el cuero cabelludo de
una persona. La corriente activa tantas neuronas cerebrales que produce convulsiones.
Posiblemente, las convulsiones borren las memorias a corto plazo existentes en ese momento y, por
lo tanto, impiden que se consoliden.
Otro estudio encontró que el proceso de reconsolidación requiere potenciación a largo plazo. Los
investigadores descubrieron que la inyección de anisomicina, sustancia que impide la síntesis de las
proteínas y que consecuentemente interfiere en la consolidación de la memoria, alteraría la
memoria de una tarea de evitación aprendida previamente solo en el caso de que se presentara un
estímulo recordatorio. Sin embargo, si se infundía primero en la amígdala (la región involucrada en
el aprendizaje de esa tarea) una inyección de un antagonista del receptor NMDA, la anisomicina no
ejercía efecto alguno sobre la memoria, incluso si se presentaba un estímulo recordatorio. Estos
resultados indican que cuando se impide la plasticidad sináptica, no puede darse la reconsolidación.
Así pues, la reconsolidación requiere potenciación a largo plazo.
Estudios más recientes han encontrado que memorias de tipo relacional a largo plazo, bien
consolidadas, son también susceptibles de ser alteradas. Posiblemente, el proceso de reconsoli
dación, que implica fenómenos neurales similares a los responsables de la consolidación original,
hace posible que memorias establecidas se alteren o se unan a nueva información. Los
acontecimientos que interfieren en la consolidación
también interfieren en la reconsolidación, e incluso
pueden borrar memorias o al menos hacerlas
inaccesibles. Unos investigadores adiestraron a
ratas en una tarea de miedo condicionado
relacional que requería la participación del
hipocampo. Si se infundía anisomicina en el
hipocampo inmediatamente después del
entrenamiento, no tenía lugar la consolidación. Si
se inyectaba la sustancia 45 días más tarde, no se
observaba efecto alguno: la memoria ya se había
consolidado. Sin embargo, si la memoria se
reactivaba 43 días más tarde presentando el EC que
había formado parte de la sesión de aprendizaje
original, y se inyectaba la sustancia en el hipocampo en ese momento, el animal presentaba
amnesia del entrenamiento cuando se le examinaba posteriormente. (Fig. 8.42).
¿Cómo se relacionan los cambios de fuerza sináptica con el papel que desempeña el hipocampo en
el aprendizaje?
Las células de lugar de la formación hipocámpica se activan cuando el animal se halla en una
ubicación determinada. La información sensitiva llega a la circunvolución dentada desde la corteza
entorrinal. Este aumento de actividad ocasiona cambios en la excitabilidad de las neuronas de la
formación hipocámpica.
Mitsuno y cols. hallaron que cuando las ratas aprendían un laberinto la fuerza de la población de
PEP en el campo CA3 aumentaba. Así pues, cuando los animales aprenden tareas que implican a la
formación hipocámpica, la experiencia parece inducir el mismo tipo de cambios que los que
produce la potenciación a largo plazo.
Dos estudios produjeron una mutación dirigida del gen receptor NMDA que afectó únicamente a las
células piramidales de CA1. Los receptores NMDA de esas neuronas no llegaron a desarrollarse,
mientras que en todas las demás partes del cerebro estos receptores eran normales. Como cabría
esperar, los investigadores encontraron que la carencia de receptores NMDA impedía el esta
blecimiento de PLP en el campo CA1 del ratón con la mutación dirigida. Y aunque las células
piramidales de CA1 tenían campos receptores espaciales, estos campos eran más grandes y menos
enfocados que los de las células de los animales normales. Además, los ratones knockout
aprendieron el laberinto de agua de Morris mucho más lentamente que los ratones cuyas neuronas
de CA1 contenían receptores NMDA.
En resumen, los datos experimentales indican que la participación de la formación hipocámpica en
el aprendizaje implica la potenciación a largo plazo.
En el hipocampo de un cerebro adulto se pueden producir nuevas neuronas. Las células madre
localizadas en la zona subgranular del hipocampo se dividen y dan lugar a células granulares que
migran a la circunvolución dentada y proyectan sus axones a lo largo del tracto de fibras musgosas.
Las nuevas neuronas establecen conexiones con otras neuronas de la circunvolución dentada y con
neuronas del campo CA3.
Gould y cols. entrenaron a ratas en dos versiones del laberinto de agua de Morris: uno requería
aprendizaje relacional y el otro tan solo aprendizaje estímulo respuesta. El entrenamiento en la
tarea relacional, que implica al hipocampo, duplicó la cantidad de neuronas recientemente
originadas en la circunvolución dentada, mientras que el entrenamiento en la tarea estímulo
respuesta, que no implica al hipocampo, no tuvo efecto en la neurogénesis. Los datos también
sugieren que las nuevas neuronas de la circunvolución dentada participan en el aprendizaje.
Jessberger y Kempermann enseñaron a ratones una tarea de aprendizaje relacional en el laberinto
de agua de Morris, encontrando un aumento de la proteína Fos en las neuronas recién formadas de
la circunvolución dentada, lo que indica que la experiencia había activado las neuronas.
Otros observaron que era más fácil establecer potenciación a largo plazo asociativa en neuronas
recientemente formadas que en neuronas más antiguas. Los autores sugieren que la neurogénesis
pudo ser un mecanismo que facilitara la plasticidad sináptica al proporcionar un grupo de neuronas
continuamente disponible para participar en la formación de las nuevas memorias.
Kempermann, Wiskott y Gage señalan que, aunque las experiencias de aprendizaje aumentan la
cantidad de nuevas neuronas en el hipocampo, la maduración de dichas neuronas y el
establecimiento de sus conexiones con otras neuronas llevan una cantidad considerable de tiempo.
Así pues, el aumento de la neurogenesis resulta beneficioso para el animal solo a largo plazo. Aún
no se sabe con exactitud cuál es la función de la neurogénesis en el aprendizaje y la adaptación al
entorno, ni tampoco se puede explicar por qué la neurogénesis tiene lugar tan solo en dos regiones
cerebrales: el bulbo olfativo y el hipocampo.