Paulicianos
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como si hubiera sido una especie de represa que protegió a aquella fe del
exterior, la fe Paulina fue recibida y mantenida por siglos,” (Bury’s edition of
Gibbon’s History, VI. 543). El más temprano centro del Cristianismo en
Armenia fue Taron, que era el asiento constante y base de operaciones de los
Paulicianos.
Respecto a este punto, Adeney dice: “Es por tanto argumentable que ellos
deben ser reconocidos como los representantes de un tipo primitivo del
Cristianismo” (Adeney, The Greek and Eastern Churches, 217). Y luego agrega,
“Antiguos Bautistas Orientales, estas gentes eran –en muchos aspectos—
Protestantes antes del Protestantismo” (Adeney. The Greek and Eastern
Churches, 219).
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texto era genuino y sincero. Constantino se apegó con especial devoción a los
escritos y al carácter de Pablo: y el nombre de “Paulicianos” se derivó de
algún líder desconocido; pero yo estoy confiado que ellos se gloriaban en su
afinidad con el Apóstol de los Gentiles” (Gibbon, The Decline and Fall of the
Roman Empire, V. 386).
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que los Paulicianos fueron leales con los árabes, y que los musulmanes no les
fallaron en la hora de la prueba.
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hicieron de la membresía en la iglesia algo muy barato, pavimentando así el
camino de los perseguidores (Conybeare. La Llave de la Verdad, xii).
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a San Pablo y a los evangelistas, fue un concepto que pronto abandonaron
las iglesias ortodoxas … Hoy en día escuchamos mucha discusión respecto
a la validez de las órdenes, Inglesas, Latinas, u Orientales. El sincero
estudioso de la historia de la iglesia no puede menos que sorprenderse de
que nunca se le haya ocurrido a uno de estos participantes de las
controversias de la Iglesia de Inglaterra el preguntarse si, después de
todo, no estarían contendiendo por una sombra; de plantearse la pregunta
de si cualquiera de ellos tiene las verdaderas órdenes en el sentido
primitivo en el que ellos tanto proclaman tenerlas. Las varias sectas de la
Edad Media, quienes se conocían a sí mismas simplemente como
Cristianos, retuvieron el bautismo en su forma y significado original, y
consistentemente se rehusaron a reconocer como válido el bautismo
infantil de las ‘grandes iglesias ortodoxas’ que tanto los perseguían. Y ellos
definitivamente tenían la razón, tanto por lo que toca a la doctrina como a
las tradiciones. No es necesario decir que las grandes iglesias
abandonaron mucho tiempo atrás el bautismo genuino; (por tanto)
realmente no pueden tener más sacramentos, ni sacerdocio y, hablando
en términos estrictos, ni siquiera tienen Cristianismo. Si quisiesen reentrar
al camino del Cristianismo, tendrían que acudir, no a Roma o
Constantinopla, sino a algunos de los oscuros círculos de cristianos,
principalmente en el Este, quienes jamás han perdido la verdadera
sucesión del sacramento bautismal. Estos serían los Paulicianos y los
Armenios; la secta de los Bogomilianos en los alrededores de Moscú, cuyos
miembros se llaman “de Cristo”, y los adultos Bautistas (es decir, porque
practican solamente el bautismo de adultos); entre los Sirios y en el Valle
del Tigris, al Norte, y quizás, aunque no con certidumbre, a los popelikans,
los Menonitas y las grandes comunidades Bautistas en Europa. Esta
condenación de las (así llamadas) iglesias grandes y ortodoxas parece
áspera y pedante; pero no hay manera de escapar de ella, y nosotros nos
colocamos en el mismo terreno en el que ellos profesan estar. La sucesión
del bautismo era más importante en los primeros siglos de la iglesia que la
sucesión de órdenes: tan importante así que incluso el bautismo de los
herejes era reconocido como válido. Si se dio importancia a la sucesión
continua de obispos, fue sólo debido a que una de las funciones del obispo
era la de vigilar la integridad del rito inicial de la religión. Los obispos de la
iglesia fueron sumamente negligentes en el cumplimiento de su deber y,
después del siglo tercero, puede decirse con autoridad que ni siquiera
entendieron el concepto. Todo esto puede verse en el abuso y en el
crecimiento descontrolado, después del tercer siglo D. C., del rito del
bautismo, lo cual resulta, no después de mucho, en su absoluta invalidez
(Conybeare, The History of Christians. Publicado en The American
Hourney of Theology).
Justin A. Smith. El Dr. Justin A. Smith, el erudito y por mucho tiempo editor
de The Standar, en Chicago, dice de los Paulicianos:
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El resumen de todo esto es que, ya sea que se pueda o no establecer una
sucesión de iglesias Bautistas a través de la Edad Media, como algunos
creen, hasta llegar a la fecha en que la historia de nuestra denominación
se inicia, en su sentido más estricto, podemos decir que la línea de
nuestros ancestros sigue un camino en el que sólo el cristianismo puro
sobrevivió; y que entre nuestros progenitores Bautistas, en este sentido,
hubieron hombres y mujeres que tuvieron el destacado honor de ser
perseguidos por aquellos cuya historia demuestra que eran adeptos a la
calumnia y al homicidio (Smith, Modern Church History, 227).
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en la Iglesia Católica. Las famosas reliquias milagrosas no eran sino un
montón de huesos y ceniza, sin vida o virtud alguna. Ellos sostenían una
posición ortodoxa con relación a la Trinidad, así como a la naturaleza humana
y sufrimientos sustanciales del Hijo de Dios.
Las doctrinas Bautistas prevalecían entre los Paulicianos. Ellos sostenían que
los hombres deben arrepentirse y creer, y luego, al llegar a una edad madura,
solicitar el bautismo, que era la única manera de recibirlos en la iglesia. “Es
evidente”, observa Mosheim, “que ellos rechazaban el bautismo de infantes”.
Ellos bautizaban y re-bautizaban por inmersión. Ellos habrían sido
perfectamente clasificados como Anabautistas (Allix, The Ecclesiastical History
of the Ancient Churches of Piedmont. Oxfor. 1821).
Una Confesión de Fe. Una mejor respuesta no habría podido darse hasta
este día. Existe una Confesión de Fe del año 1024, que es atribuida a los
Paulicianos y que declara:
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Al principio del Cristianismo no había bautismo de infantes; sus
antepasados tampoco practicaron tal cosa y nosotros, desde lo más
profundo de nuestro corazón negamos que en el bautismo, que es un
lavamiento en agua, exista la más mínima posibilidad de que el alma sea
lavada de sus pecados (Mehrning, Der reiligen Tauff Historie, II. 738).
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Sean cuales fueren las conclusiones finales en este asunto, es cierto que el
punto de vista Adopcionista acentuó su oposición al bautismo infantil.
Brockett. Sus historiadores reclaman para ellos una gran antigüedad. El Dr.
L. P. Brockett, quien ha escrito ampliamente sobre la historia de este grupo,
dice:
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establecimiento de una jerarquía episcopal, y a la adoración de la
virgen María y de los santos, así como en su adherencia a la
independencia de la iglesia, la libertad de conciencia y de adoración. En
resumen, la conclusión a la que he llegado en forma inevitable es que,
en estos cristianos de Bosnia, Bulgaria y Armenia tenemos una
sucesión de iglesias apostólicas, iglesias Nuevo Testamentarias, y que
en fecha tan temprana como el siglo XII, estas iglesias contaban de
una membresía de conversos tan grande como la de cualquier iglesia
Bautista en el mundo hoy en día (Brockett, Los Bogomilianos en
Bulgaria y en Bosnia, II. 12).
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