Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

POSmilenialismo

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 12

R. J.

Rushoony: El Postmilenialismo

Martin G. Selbrede 2007

        Postmilenialismo.

 La escatología que enseñaba que el mundo entero se convertiría a Cristo antes de Su


regreso en gloria y del inicio de la Eternidad.

 El punto de vista que trataba a la Gran Comisión como más grande que el alcance de la
debilitada imaginación del hombre.

 La idea de que Jesucristo un día sería literalmente el Salvador del Mundo (Jn. 4:42) al
haber atraído a todos los hombres hacia Sí. (Jn. 12:32).

        Postmilenialismo. A principios de la década de 1970 era el Rodney Dangerfield de las


escatologías: no merecía ningún respeto. Era la escatología que nadie tomaba en serio. Los
postmilenialistas eran vistos como los creyentes en una Tierra plana en el mundo de la
escatología. Eran desechados como no bíblicos en base a la autoridad de eruditos de otros
campos, que tildaban a los postmilenialistas como en desacuerdo con las Escrituras y con el
mundo en que vivimos. La teoría era irrealista, desacreditada, sin base, y privaba a la Iglesia de la
esperanza bienaventurada (como la definían los eruditos que se le oponían). 1

        El postmilenialismo fue declarado muerto, sin ninguna voz en el mundo de los vivos que se
levantara en su defensa. Si los estudiantes de los seminarios encontraban vestigios de él en las
obras de los puritanos, o de eruditos como Hodge y Warfield, se les aconsejaba que pasaran por
alto esa debilidad en la erudición bíblica de esos hombres, que era impecable en todo lo demás.
“Ahora tenemos mayores conocimientos”. Como dijera Hal Lindsey de los Reformadores: estaban
todos en tinieblas en lo que respecta a la profecía y su interpretación.

        Las cosas se deterioraron hasta el punto en que al postmilenialismo en la práctica le


mostraron la puerta de salida, como queda en evidencia por el título del libro Premillennialism or
Amillennialism? (¿Premilenialismo o Amilenialismo?) 2, un título que niega implícitamente que el
postmilenialismo sea una opción legítima, digna de ser tenida en cuenta. El postmilenialismo no
solo no estaba en el juego, sino que ni siquiera estaba en el banco. Oswald T. Allis escogió
guardarse su postmilenialismo para sí, prefiriendo la etiqueta más respetable de “anti-kiliasta”
(anti-premilenial) al menos hasta el momento en que apareció por primera vez en imprenta la
obra de Roderick Campbell Israel and the New Covenant (Israel y el Nuevo Pacto). El
postmilenialista Benjamin Breckinridge Warfield, un teólogo muy respetado del Seminario
Teológico de Princeton, murió en 1921. El Dr. Loraine Boettner no entró en Princeton hasta ocho
años más tarde. Warfield y Boettner nunca se conocieron, pero Boettner continuó hasta llegar a
ser el único postmilenialista con suficiente testosterona espiritual como para escribir un libro, a
mediados del siglo 20, que defendía la postura postmilenial. ¿Era una voz solitaria que clamaba en
el desierto,3 o solo un fósil irrelevante? En términos de influencia en el tiempo, este anciano
caballero cristiano, empapado de los valores de una generación anterior, fue convenientemente
clasificado como un retroceso excéntrico hacia una era menos informada. Evaluación: un fósil.

        Pero entonces alguien nuevo apareció en la fiesta teológica. La silueta de un extraño bajito y
moreno se vislumbró de pie en la puerta. La música se detuvo y los bailarines parecieron
confundidos. Uno de los más consumados eruditos cristianos de finales del siglo 20 había entrado
al cuadrilátero en el asunto de la escatología. El Dr. R. J. Rushdoony, que había leído vorazmente
a Warfield en su juventud, que había conocido personalmente a Boettner, no solo era un
postmilenialista, sino que comenzó a promover activamente ese punto de vista.

        En 1970 fueron publicados sus comentarios sobre Daniel y Apocalipsis (Thy Kingdom Come).
En 1971 apareció su prólogo al inicio de una antología de J. Marcellus Kik titulada An Eschatology
of Victory (Una escatología de victoria). The Journal of Christian Reconstruction (Revista de la
Reconstrucción Cristiana), que publicaba Calcedonia convocó a un Simposio del Milenio en 1976,
mientras que en 1978 apareció publicado un breve pero poderoso librito: God’s Plan for Victory:
The Meaning of Postmillennialism (El plan de Dios para la victoria: El significado del
postmilenialismo).

        Como los postmilenialistas se apoyan en el pensamiento a largo plazo, a Rushdoony no lo


incomodaba la ausencia de resultados inmediatos, sino que trabajaba con paciencia para edificar
fundamentos que resistieran la prueba del tiempo. El lento renacer del postmilenialismo se
asemejaba al milagro del hilo de agua que se convierte primero en arroyo y luego en río, relatado
en Ezequiel 47.1-6: nos hemos movido desde una ausencia casi total de postmilenialistas a que
nos llegaran por los tobillos, hasta que nos llegaron a las rodillas y pronto los llegarán a la cintura y
más arriba. “¿Has visto, hijo de hombre?” (v.6). Otros eruditos notables se habían sumado al
movimiento escribiendo, enseñando, publicando, persuadiendo, y estaban directa o
indirectamente influidos por la guía de Rushdoony (y Calcedonia). Puede que en los años ’60 haya
sido cierto, como afirma Hal Lindsey en su éxito de librería The Late Great Planet Earth (El difunto
gran planeta Tierra), que ningún erudito que se respetara, al mirar las condiciones del mundo, se
llamara a sí mismo postmilenialista. Hizo falta que apareciera alguien más preocupado por las
Escrituras que por su autoestima, más preocupado por la ley y palabra de Dios que por las
condiciones del mundo, para alterar la dirección del discurso escatológico. Rushdoony cambió la
faz del debate milenial en el tercio final del siglo 20, mucho antes de que fuera respetable ser un
postmilenialista. En el intervalo no solo hizo respetable al postmilenialismo; lo hizo formidable.

Esto no es el postmilenialismo de su padre, ¿no?

 
        Ahora que el postmilenialismo ha vuelto a la escena teológica, sus críticos han descubierto
que tienen un candidato nada bienvenido en sus manos. ¿No fueron suficientes dos guerras
mundiales para dar muerte a esta teoría nada realista, súper-optimista? Al parecer no.

        Los postmilenialistas del siglo 19 tuvieron que aprender algunas lecciones de la Historia, que
podían haber aprendido más fácilmente de las Escrituras, respecto al curso del imperio mundial
según lo concibe el postmilenialismo. Ellos creían que Dios había terminado de sacudir los cielos y
la  tierra (Heb. 12:26, 27), que la Piedra cortada no por manos humanas había ya aplastado las
naciones y las había consumido; que el progreso en línea recta e ininterrumpido estaba asegurado.
Tendían a leer las Escrituras en términos de los tiempos (un fenómeno todavía difundido hoy en
día entre otras escatologías).

        Los postmilenialistas de hoy han sido liberados de esta tendencia a andar por vista, de
organizar los datos escriturales para que se ajusten al momento existencial, en vez de evaluar al
momento existencial en términos de la Palabra de Dios profética. Hicieron falta dos guerras
mundiales para purgar esta levadura, para resucitar al postmilenialismo solo con la autoridad de la
Palabra y rechazar la tentación de elaborar escatologías a partir de las arenas movedizas de los
acontecimientos mundiales. Hasta sus críticos están de acuerdo en que el postmilenialismo
moderno basa toda su confianza en su comprensión de la Palabra de Dios y no en las obras del
hombre en la tierra. El comentario osado de Greg Bahnsen, citando a Rom. 3:4, tendió a marcar la
fe postmilenial en las promesas de Dios: “Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso”.

        A la luz de un postmilenialismo revigorizado, los críticos han enfocado la teoría desde nuevos
ángulos, buscando una grieta conveniente en la armadura. En el caso de Rushdoony, era imposible
encasillar su postmilenialismo en el milenialismo del evangelio social de Rauschenbach o de los
unitarios (postmilenialismo no elaborado en base a la Palabra, sino en una confianza humanista en
un evangelio fundamentalmente estatista). Pero la participación de Rushdoony inspiró una nueva
etiqueta, una nueva clasificación.

        De repente, el postmilenialismo de Rushdoony fue denominado postmilenialismo teonómico,


para distinguirlo del postmilenialismo “más bondadoso, más gentil, más suave” del pasado,
afectuosamente llamado postmilenialismo evangélico. 4  Los partidarios de amilenialismo y del
premilenialismo en realidad no sentían ninguna simpatía por la forma anterior del
postmilenialismo, por supuesto, pero al referirse a ella nostálgicamente como “más suave” daban
a entender que el postmilenialismo de Rushdoony era implícitamente áspero: una creación
enteramente nueva. Los polemistas introdujeron una cuña de diferencias entre el
postmilenialismo teonómico y el postmilenialismo evangélico. En la práctica decían: “Si usted tiene
que ser un postmilenialista, sea uno de la vieja escuela como los pasables Boettner,
o Hodge o Warfield, 5  o la gente buena de la cuadra que no hacía bulla”. Como los teonomistas
son desagradables y divisivos, el postmilenialismo teonómico es simplemente lo mismo. De hecho,
probablemente sea peor: enseña el triunfo de la teonomía. ¿Qué más necesidad tenemos de
testigos?

        La implicación que surge es que como la forma anterior es “evangélica”, la forma moderna no
es evangélica. La selección de los términos no era accidental, sino destinada a dar a los
postmilenialistas de hoy un matiz negativo, por inferencia si no explícitamente.

        No puede negarse que Rushdoony proveyó un fundamento para el postmilenialismo


moderno. ¿Fue esto realmente una innovación? Difícilmente. La mayoría de los puritanos eran
postmilenialistas, y  estaban mucho más cerca de las enseñanzas éticas de Rushdoony que de las
teorías de la ley propugnadas por los evangélicos  modernos (por ejemplo: el Dr Norman Geisler,
etc.). Dejando a un lado su oposición leal contingente antinomianista, la mayoría de los puritanos
representaba un movimiento teonómico incipiente  notablemente fuerte.

        Muchos pasajes claves antinomianistas tienen un contenido teonómico evidente. El Nuevo


Pacto implica no solo que cada uno conozca al Señor, desde el más pequeño hasta el mayor, sino
que también incluye que Dios escriba Su ley en sus corazones y mentes (Jer. 31:33; Heb. 8:10;
10:16). La profecía de Is. 42:1-4 concluye afirmando que las costas esperarán por la ley de Dios,
mientras que Is. 2:3 habla de que la ley va a extenderse a todo el mundo. Hay docenas de pasajes
semejantes, y su significado seguramente no escapó a los puritanos.

        El paquete “postmilenial teonómico” no es nuevo, ni Rushdoony lo inventó. Él solo ayudó a


colocar el postmilenialismo de nuevo sobre sus pies después que los defensores de la forma
evangélica, más suave, de la teoría vieron sus puntos de vista perjudicados apropiadamente por el
siglo más sangriento de la historia humana registrada. El postmilenialismo ha evolucionado lejos
de la componente teonómica que está en el centro de la esperanza puritana. Rushdoony solo
reacopló lo que los anteriores teólogos post-puritanos habían permitido que se separara. En las
palabras de Is. 58:12, Rushdoony se convirtió en el reparador del portillo.

Rushdoony y los “ismos” hermenéuticos

        Rushdoony tenía sus preferencias al tratar con el libro de Apocalipsis. Él adoptó el enfoque


idealista. El idealismo trata a la mayor parte del libro como que se refiere al período completo de
tiempo entre los advenimientos de Cristo, no necesariamente en orden cronológico, con algunos
pasajes que se refieren a cosas celestiales en vez de terrenales. En otras palabras, el idealismo es
un enfoque de Cuadro General: Apocalipsis cubre muchos siglos en el tiempo.

 
        El historicismo coincide con el idealismo en que Apocalipsis describe el período entre los
advientos, pero a diferencia del idealismo, ve una  clara sucesión cronológica en la narración de
Juan. El comentario del Dr. Francis Nigel Lee sobre Apocalipsis es un ejemplo típico de una obra
postmilenial escrita desde la perspectiva historicista. El Dr. Rushdoony y el Dr. Lee tenían las
mejores relaciones, y Rushdoony respetaba y apoyaba el historicismo del Dr. Lee, a pesar de su
preferencia personal permanente por el idealismo.

        El preterismo parcial trata a Apocalipsis predominantemente como una descripción del


divorcio de Dios de Israel y su desheredamiento. Se entiende que el libro fue escrito antes de la
caída de Jerusalén, en base a una  evidencia interna reconocida como fuerte. A la luz de eso, la
mayor parte de Apocalipsis se podría considerar que se cumplió en el siglo 1 d. C.   Rushdoony no
solo respetaba el preterismo parcial, sino que apoyaba la publicación de comentarios que
sostenían este enfoque de Apocalipsis. Hizo eso a pesar de que en última instancia estaba en
desacuerdo con esos libros, lo cual indica la importancia que le concedía a extender la erudición
bíblica en todas las áreas plausibles que fueran relevantes con respecto a la cuestión
postmilenialista.

        El lector debe notar que ninguno de esos tres enfoques de la interpretación de Apocalipsis es
intrínsecamente postmilenialista. Por ejemplo, entre los amilenialistas uno puede encontrar
idealistas (por ej.: William Hendricksen) y preteristas parciales (p. ej.: Jay Adams). El futurismo
(asociado principalmente con la erudición premilenialista) también puede cruzar las fronteras
teológicas.

        Por tanto, cualquier enfoque hermenéutico dado de Apocalipsis puede seguir una de las
diversas encrucijadas teológicas que se presentan en el camino. La tienda teológica
de Rushdoony es más grande que las que la mayoría de sus discípulos estarían dispuestos a  
instalar. Una fracción significativa de ellos ha optado por el preterismo parcial como la última
palabra en la interpretación profética, un punto de vista que Rushdoony hubiera rechazado. Él
tendía a estar de acuerdo con mi criterio de que el preterismo parcial, sometido a un examen
detallado pero favorable, a menudo debía ser desalojado del Pedestal de la Certeza hacia el más
modesto Estrado de la Plausibilidad, o sea, que era prematuro tratar al preterismo parcial como si
fuera canónico.

        Pero Rushdoony deseba con vehemencia que continuara ese espíritu de examen detallado y
que se practicara en el mejor espíritu de la erudición conservadora cristiana. Su enfoque de gran
tienda solo podía reforzar el postmilenialismo, según él entendía. Los bandos atrincherados de hoy
no adoptan el enfoque inclusivo de Rushdoony. Los herederos de Rushdoony han recibido su
perspectiva postmilenial pero en lo demás han colocado sus huevos hermenéuticos en una sola
canasta. El gran milagro es que hay tantos postmilenialistas alrededor como para poder estar en
desacuerdo sobre la materia. Estaríamos en mejor forma si más eruditos postmilenialistas
adoptaran la posición del Dr. Kenneth Gentry de que él es ante todo un postmilenialista y
después un preterista parcial. Cuando prevalecen las prioridades sabias, a eso sigue un progreso
continuo.

¿Y qué decir de la Teología del Reemplazo?

        Muchos cristianos son sensibles al lugar de Israel en el plan para el futuro, particularmente
con relación a las antiguas promesas que Dios hizo solemnemente. Muchos dispensacionalistas
(aunque no todos)  están dispuestos a criticar cualquier usurpación o violación aparente  de las
promesas hechas a Israel, promesas a las que, según afirman, la Iglesia no tiene derecho. Se dice
que al confundir a la Iglesia con Israel, la teología se distorsiona de forma peligrosa. Si las
promesas que se entiende que han sido hechas a Israel son aplicadas a la iglesia, razonan estos
eruditos, entonces lo que tenemos aquí en una sustitución o reemplazo ilícito de Israel por la
Iglesia. La posición que se critica ha recibido muchos nombres: teología del reemplazo, teología de
la sustitución, suplantacionismo o sustitucionismo (la Iglesia suplanta a Israel), etc., pero la idea
fundamental que se critica es la misma: esa postura despoja a Israel.

        A primera vista un parqueo no parece un lugar muy bueno para un seminario, pero  R. J.
Rushdoony por un breve tiempo convirtió un parqueo de Los Ángeles en un seminario para
beneficio mío en 1981, y me explicó el significado de Isaías 19:18-25 mientras el tránsito pasaba
rugiendo junto a nosotros. Los tres versículos finales dicen así:

23 En aquel tiempo habrá una calzada de Egipto a Asiria, y asirios entrarán en Egipto, y egipcios en
Asiria; y los egipcios servirán con los asirios a Jehová.

24 En aquel tiempo Israel será tercero con Egipto y con Asiria para bendición en medio de la tierra;

25 porque Jehová de los ejércitos los bendecirá diciendo: Bendito el pueblo mío Egipto, y el asirio
obra de mis manos, e Israel mi heredad.

        ¿Por qué Israel no es el primero? ¿Por qué Israel es mencionado como “tercero” (v. 24)?

Porque la profecía de Isaías enseña que Egipto y Asiria servirán fielmente a Dios antes que lo haga
Israel. De hecho, Egipto construirá un altar que Dios honrará (v. 19) y jurará por el nombre de
Jehová y  hará promesas y ofrecerá ofrendas a Él (v. 21). Los enemigos de Israel entrarán al Reino
de Dios antes que él. La discusión de Pablo en Romanos 11 es un comentario ampliado de este
pasaje de Isaías 19. Todos los gentiles (representados por Egipto y Asiria) entrarán, y a
continuación Israel será salvo (será la tercera parte, en el orden consecutivo).

        El postmilenialismo concuerda con Pablo en que muchas ramas han sido desgajadas debido a
la incredulidad (Rom. 11:20), pero Dios es capaz de volverlas a injertar. Si Dios injerta otra vez a
Israel, ¿cómo es entonces que Israel pierde alguna de sus promesas? Rushdoony, al apoyar el
enfoque de los puritanos de Rom. 11:25-26, 6 ha puesto al descubierto el punto débil de sus
críticos. Si hay algún reemplazo, como es sancionado por el gran profeta Isaías del Antiguo
Testamento, es a todas luces temporal. Dios es capaz de injertar de nuevo las ramas naturales, de
igual manera que injertó las ramas silvestres (los gentiles). Lo que enseñan sin falta las formas más
puras de postmilenialismo es que Dios va a hacer esto en el sentido literal de lo que aparece
en Rom. 11.25-26

        El postmilenialismo, como lo entendemos de los últimos escritos de Rushdoony sobre el


tema,  no nos propone una teología del reemplazo, sino más bien una teología del reinjerto. Este
retorno del pensamiento puritano sobre el postmilenialismo es quizás otra razón por la que la
versión de Rushdoony fuera llamada postmilenialismo teonómico para distinguirlo de la teología
evangélica, que por su tono estaba más cercana a un amilenialismo optimista y también con
respecto al asunto del suplantacionismo. Al despejar de hierbas el sendero trazado por los
puritanos, el postmilenialismo se hizo más inmune a la acusación, que pudo verse que, al menos,
estaba muy mal formulada. Esto es especialmente válido para la explicación
de Rushdoony sobre Gal. 4:22-31 7 Es debido a que la Jerusalén física corresponde a la esclava
Agar (v. 25) y por tanto debe ser echada fuera y no heredar junto con el hijo de la mujer libre (v.
30), que la promesa para el Israel físico no puede realizarse si no hay un reinjerto de las ramas
naturales según menciona Pablo en Romanos 11.

        En breve: Rushdoony no propugnaba una teología del reemplazo, sino más bien una teología
del reinjerto. Entre estas dos hay toda la diferencia del mundo.

Rushdoony el Innovador: Tomando la píldora roja

        En la película La matriz, a las personas esclavizadas por el sistema les daban una oportunidad.
Les enseñaban una píldora roja y una píldora azul. Tome la píldora azul y se despertará creyendo lo
que quiera creer, con el status quo intacto. Tome la píldora roja y verá cuán hondo llega el agujero
del conejo, y su vida cambiará radicalmente como consecuencia del despertar que se producirá.

 
        La monografía de Rushdoony de cuarenta y una páginas, God’s Plan for Victory: The Meaning
of Postmillennialism (El plan de Dios para la Victoria: El significado del postmilenialismo) es de ese
tipo de píldora roja. Es breve y nada pretenciosa. Es realmente una exposición bastante pobre del
postmilenialismo, particularmente desde el punto de vista exegético. Ese no es el propósito de ese
breve libro; esa tarea se les deja a otros tomos y a otros eruditos. Este libro en particular se a
propuesto una tarea absolutamente singular y notable, y da en el blanco de una manera
revolucionaria. En este volumen Rushdoony expone el significado de una escatología para la vida
real, su efecto en el caminar cristiano y en el mundo irredento. Una lectura superficial puede
conducir al no iniciado a creer que es una pieza de bazofia teológica. Una lectura cuidadosa
revelará que Rushdoony ha preparado una dinamita cultural en una forma muy compacta. Llega a
punto de ser un libro para que “los que tienen oídos para oír, que oigan”. Los que están casados
en primer lugar con una escatología y con la ética bíblica en segundo lugar la rechazarán. Los que
se dan cuenta de que Dios nos juzga por nuestras acciones y no por nuestras orientaciones
teológicas continuarán hallando alimento para la mente ahí, sean amilenialistas,
dispensacionalistas, 8 o los no alineados. Los hombres que no dirigen sus vidas por lo que sienten
que predicen las Escrituras, sino por lo que saben que mandan las Escrituras, tienen a Rushdoony
de su parte. Es apropiado que sus comentarios estén dirigidos necesariamente a la mayoría, pero
no se extienden necesariamente a los que son fieles a la Palabra.

        Considere estos criterios importantes que Rushdoony  expone en El plan de Dios para la


victoria (énfasis añadido):

Si, según Mateo 6:33, creemos que el Reino de Dios y su justicia deben tener prioridad en nuestra
vida, entonces no tendremos una visión egocéntrica de la salvación…

Con demasiada frecuencia los hombres retienen aspectos de su pecado original al insistir que la
salvación es el centro del plan de Dios. Dios busca Su propia gloria y propósito; nuestro sitio en Su
plan no es lo fundamental…

Es arrogante que el hombre, en abierta contradicción con la Palabra de Dios, se vea como más
importante en el plan de Dios ¡que el propio Dios! Semejante opinión es un eco del pecado
original del hombre. (p. 3).

Una actitud antinomianista garantiza la impotencia  la derrota de todas las iglesias que la
mantengan. Pueden prosperar como unos conventos o retiros del mundo, pero nunca como un
ejército conquistador de Dios.

 
[Consecuentemente] el papel de la Iglesia… es el de ser no solo una agencia de salvación de almas,
sino también un convento, un retiro del  mundo horrible alrededor de nosotros… El
protestantismo ha convertido a la iglesia en un retiro del mundo, faltando solo el celibato
sacerdotal. Los hombres son llamados a retirarse del mundo hacia la iglesia (p.11).

Un erudito secular, George Shepperson, comentó: “El premilenialismo siempre significa una


profunda desconfianza en las fuerzas ortodoxas reformadoras, abiertas a la sociedad”. Este es un
punto de gran importancia… los grupos milenialistas son hostiles a la reforma y la reconstrucción…
Teniendo en cuenta mi propia experiencia dentro de una de las principales iglesias
norteamericanas, he visto a los premilenialistas de forma deliberada y por declaración expresa
ante mí, llegar tarde a reuniones claves en las que su voto pudo haber conducido a la reconquista
de un sínodo, pues se negaban a participar en un intento de “reformar” la iglesia; para ellos era
una actividad “no espiritual” y se sentían seguros de que la apostasía era una actividad ordenada
por Dios como preludio del “rapto” (pp. 20-21).

El pietismo contemplaba la vida esencialmente en términos emocionales y personales… el objetivo


del hombre se veía como unas vacaciones eternas con el Señor. El pietismo produjo una vida
superficial, intelectual y vocacionalmente (p. 27).

Una falacia central en los puntos de vista premileniales y amileniales es la difundida presunción de
que la Caída frustró de alguna manera el propósito original de Dios trazado en Edén. Pero Dios
nunca es frustrado ni puede serlo. Creer eso es ser un humanista, y el humanismo, dondequiera
que sea, debe ser eliminado, porque asume que los caminos del hombre pueden prevalecer sobre
los caminos de Dios (p. 28).

El retiro es un principio moderno, la contrapartida secular de la idea del rapto… El rapto y el retiro
son asumidos falsamente y significan una rendición; consideran que una retirada de ejercer el
dominio es un privilegio en vez de una tragedia penosa (p. 29).

La generación del rapto es la generación inútil (p. 38). 9

        Hay multitud de recursos que sirven para un apoyo exegético del postmilenialismo: los
históricos procedentes de los grandes eruditos bíblicos de los siglos pasados y una cantidad cada
vez mayor de libros y conferencias modernos, que son cada vez mejores Pero entender el
significado de este enfoque de las Escrituras significa captar las implicaciones de esta
esclarecedora monografía de Rushdoony..

 
El punto final

        En el segundo tomo de la Systematic Theology (Teología Sistemática) de Rushdoony, 10 el


autor sondea el significado del término escatología (y es más diligente aún en este sentido durante
las conferencias grabadas que dieron origen al texto escrito). En las páginas 785-786 observa que
el término puede vincularse no solo al tiempo del fin del mundo, sino a un punto final. Como dice
él: “el punto final puede llegar con la muerte de un hombre, o el juicio de una familia, de una
institución, o de un pueblo. En este sentido, la Historia está formada continuamente por puntos
finales o éscatons”. (p. 785).

        ¿Por qué es tan importante esa distinción? ¿No es una diversión o distracción de la llamada
escatología cósmica, el fin del mundo, etc.? ¿Tiene alguna importancia esta cosa del punto final?

        Por supuesto que sí. El hombre moderno emplea muchos modelos diferentes para describir,
por ejemplo, el destino de una nación o cultura. El modelo balístico fue popular en el pasado y en
él encontramos un lenguaje de las trayectorias para describir las culturas, como en Ascenso y caída
del Imperio Romano. El modelo orgánico, que  compara las culturas y sociedades con un ser
viviente, fue también popular y en él se alude a la infancia, la niñez, la adolescencia, la madurez, la
senectud y la muerte de una nación o cultura. Usted notará que todos esos modelos omiten a Dios
y Su gobierno providencial del mundo. El destino de las sociedades humanas no se expresa en
términos de su fidelidad al pacto o a la ausencia de ella, sino que descansa en la presunción de que
Dios no existe o (lo que es lo mismo) en Su irrelevancia.

        Es aquí donde el enfoque de Rushdoony a la escatología entra en un nuevo terreno crítico,
porque ve la mano de Dios el Señor en una acción continua, y por tanto reflejando Su fidelidad a
Su propia Palabra. Demasiados cristianos de hoy están mirando al futuro, en espera que se
desarrolle una supuesta escena del fin de los tiempos, pero están ciegos a los puntos finales
culturales, eclesiásticos y personales que se desarrollan desde el salón del trono de Dios delante
de sus propios ojos; puntos finales que les afectan directamente:

        El postmilenialismo a menudo es criticado por hacer irrelevante y distante a la escatología,


como si todo lo que ofreciera fuera un viaje indiferenciado a una meta remota. Uno desearía que
esta caricatura fuera cierta. La escatología ya no significa discernir la coreografía de Dios al fin del
mundo. La escatología significa que Dios pone fin a su cultura, a su iglesia y a usted mismo en el
tiempo que El señala de acuerdo con Su pacto. Rushdoony ha arrastrado a la escatología
del Salmo 37 fuera de ese Salterio supuestamente seguro y desatado  su poder crudo en el medio
de nuestras salas confortables, santuarios de iglesias, aulas de escuelas y salones del gobierno.

 
        Entonces, ¿cómo resumir la influencia relevante de Rushdoony en la escatología, su impacto
en el estudio de los éscatons y los puntos finales?  Como un buen comienzo.

Notes.

1.  No pasó mucho tiempo después de la Primera Guerrra Mundial sin que aparecieran publicados
ataques al postmilenialismo. Postmillennialism and the Higher Critics  (El postmilenialismo y la alta
crítica) por Andrew Johnson y L. L. Pickett fue un rudo ataque   de 445 páginas a los
postmilenialistas, publicado en 1923 por Glad Tidings Publishing Company de Chicago.  Los
escritores atacaron exclusivamente a los eruditos con tendencias liberales, por lo que asociaron al
postmilenialismo con hombres que jugaban con las Escrituras, en contraste con que los
premilenialistas aparecían como campeones de la fidelidad a la Escritura.

2.  Charles Lee Feinberg, Premillennialism or Amillennialism? (¿Premilenialismo o amilenialismo?)


ha tenido diversas ediciones de varias editoriales a partir de 1936 (Zondervan), después en 1954
(Van Kampen Press), y finalmente en 1961 (American Board of Missions to the Jews).

3 Es justo reconocer que J. Marcellus Kik y otros pocos eruditos elaboraron  obras premileniales
durante este mismo período, que, a pesar de sus méritos, tuvieron menos influencia que las
contribuciones de Boettner.

4. Debe señalarse que Rushdoony y otros “postmilenialistas teonómicos” han encontrado que
parte de la retórica de los postmilenialistas “suaves” de las generaciones anteriores es
estilísticamente embarazosa. Los llamados reiterados a la “dulce” influencia del Evangelio en los
escritos de Jonathan Edwards les hicieron maravillarse de que la gente no cayera en coma
diabético o shock insulínico al leer esos escritos excesivamente edulcorados.  Este hecho se ha
señalado como una evidencia de la divisoria entre el postmilenialismo teonómico  y el llamado
postmilenialismo evangélico, pero difícilmente pudiera negarse que Edwards hubiera escrito de
forma muy diferente si hubiera vivido a finales del siglo 20.

5. Warfield, debe señalarse, fue al menos tan teonómico como Rushdoony o Bahnsen. Vea su
exposición de Mateo 5:17-20 en Biblical Doctrines (Grand Rapids, MI: Baker Books, 2003; 1932),
293–299. La idea de que el enfoque teonomista de Mateo 5:17-20 es una innovación reciente de
Rushdoony o Bahnsen se puede demostrar que es falsa. La opinión de Warfield estaba basada en
el análisis exegético del notable exégeta del griego H. A. W. Meyer, publicado antes de estallar la
Guerra Civil de los Estados Unidos. El artículo de Warfield apareció por primera vez en 1915, más o
menos cuando el gas iperita era empleado en la I Guerra Mundial.
 

6. Rushdoony había atravesado algo así como una odisea postmilenialista en su vida. Comenzó en
la posición de Warfield siendo un joven estudiante, pero fue alejado de su pureza por la presión
ejercida por eruditos amilenialistas (porque Warfield argüía, en base a la Escritura, contra una
apostasía final  al término de la Historia). Como otros postmilenialistas adoptaron el concepto de
la apostasía final, Rushdoony fue influido para derivar en esa dirección. Para mediados de la
década de 1990, reconsideró el asunto (como había hecho Boettner en los ´80) y vio que las
razones de Warfield eran lo suficientemente fuertes para contrarrestar lo que Rushdoony llamaba
“la resaca amilenial”, resaca que era la doctrina de la apostasía final. Rushdoony había vuelto a sus
raíces teológicas (es decir, a Warfield, que había desarrollado la exposición de H. A. W. Meyer
sobre Romanos 11:25-26; ver Warfield, op. cit., 623–624). Teniendo en cuenta este punto de
partida, el postmilenialismo podía ahora tomar muchas más porciones de la Escritura literalmente
que ningún otro modelo escatológico. La atracción del dispensacionalismo (que leía la Biblia
literalmente, mientras que las teologías alternativas no lo hacían) fue puesta patas arriba   una vez
que la Vitoria total del Evangelio fue comprendida como enseñanza de la Escritura. Solo entonces  
pudieron encontrar una explicación literal ciertos versículos como “no alzará espada nación contra
nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2:4). “Lo dilatado de su imperio y la paz no
tendrán límite” (Isaías 9:7), que la paz duraría hasta que no existiera la luna (Salmo 72:7) y que
todas (no algunas) las familias de la tierra serían benditas (Génesis 12:3). Hay cientos de tales
pasajes que los amilenialistas, premilenialistas e incluso una buena parte de los postmilenialistas
se ven obligados a dejar de lado en interpretación. Pero en su última década de servicio al Señor,
Rushdoony había creído en las promesas tal y  como estaban escritas. “Sea Dios veraz y todo
hombre —incluso el Rushdoony anterior— mentiroso”. Rushdoony nunca perdió su capacidad de
aprender, porque no él era un maestro de la Palabra, sino que era uno enseñado por la Palabra.

7. R. J. Rushdoony, Romans and Galatians (Vallecito, CA: Ross House Books, 1997), 375–384.

8. Es digno de notar que hay dispensacionalistas que apoyan a Calcedonia y está fuera de duda
que el Reino de Dios siempre ha cruzado las líneas trazadas por las diferencias teológicas.  Donde
los hombres colocan la prioridad en la obra de Dios, pueden trabajar juntos a pesar de las
diferencias escatológicas. Las críticas de Rushdoony apuntan hacia los que usan la escatología
como pretexto para una inacción cristiana. Los dispensacionalistas y amilenialistas que están
prestos a trabajar en el Reino de Dios no se ofenden con las críticas dirigidas al individuo promedio
de sus respectivos campos. Los esfuerzos de Rushdoony en favor de los premilenialistas John C.
Whitcomb y Henry M. Morris demostraron ser decisivos para que se publicara su libro The Genesis
Flood (El diluvio de Génesis). Rushdoony sabía trabajar hombro con hombro con los demás
(Sofonías 3:9) y hacía diferencia entre los hombres de carácter y los hombres perezoso,
independientemente de la persuasión escatológica.

También podría gustarte