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Moya

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CAUSA: "MOYA, Marcelino Ricardo -

s/ PROMOCION DE LA CORRUPCION AGRAVADA"


Legajo Nº 0823 Fº112 L.I
(Juzgado de Garantías de Villaguay, Legajo UFI Nº8239)

SENTENCIA NÚMERO NUEVE: En la ciudad de Concepción del Uruguay,


provincia de Entre Ríos, a los cinco días del mes de abril del año dos mil
diecinueve, se constituyen en la Sala de Audiencias del Excmo. Tribunal de Juicios
y Apelaciones (Sala Penal Nº1), el Tribunal que integran los Sres. Vocales Dres.
Maria Evangelina BRUZZO, Fabián LOPEZ MORAS y Melisa Maria Ríos, bajo
la presidencia de la primera de los nombrados y asistida por la Encargada de OGA,
Dra. Julieta García Gambino, a los fines de dictar sentencia en el Legajo Nº
0823, Fº112, L.I caratulado " MOYA, Marcelino Ricardo s/PROMOCION DE
LA CORRUPCION AGRAVADA" (Legajo Nº 8239 elevado por el Juzgado de
Garantías de la ciudad de Villaguay), seguida contra Marcelino Ricardo MOYA,
sin alias ni apodo, D.N.I. Nº. 18.423.023, 51 años de edad, estado civil soltero,
desocupado, argentino, nacido en María Grande, Dpto. Paraná, Entre Rios, el día 17
de diciembre de 1967, con instrucción universitaria, hijo de Serapio Marcelino
Moya (f) y de Ramona Elida Ferreyra, domiciliado en María Grande, Departamento
Paraná, sin antecedentes penales; en orden a los delitos de PROMOCION DE LA
CORRUPCIÓN AGRAVADA REITERADA y ABUSO SEXUAL SIMPLE
AGRAVADO EN CONCURSO REAL ENTRE SÍ -arts. 125 segundo párrafo,
127 primer y segundo párrafo en función del art. 122 y 55 del Código
Penal, texto según Ley 11.179 (vigente al momento de los hechos Ley
N°23487)-.
Intervinieron en el debate por la acusación los Sres. Representantes
del Ministerio Fiscal Dres. Mauro Quirolo y Juan Manuel PEREYRA, los Sres.
Apoderados de la Parte Querellante Particular, Dres. Carlos Florencio
MONTIEL y Juan COSS/O, y los Defensores Particulares Dres. Rubén
Darío GERMANIER y Néstor Fabián PAULETE junto al imputado Marcelino
Ricardo MOYA.
A tenor de la acusación inicial se imputa a Marcelino Ricardo MOYA, la
comisión del siguiente hecho delictivo conforme surge del auto de remisión a juicio:
PRIMER HECHO: "Que entre los años 1993 y 1995, cuando se desempeñaba
como Sacerdote en la Iglesia Santa Rosa de la ciudad de Villaguay, abusando de
su autoridad sobre su monaguillo / / cuando éste era menor de edad, en forma
reiterada promovió a la corrupción del mismo realizándole sexo oral y tocándolo en
sus partes íntimas mientras dormía provocando su eyaculación, hechos que
sucedieron en la habitación que en su calidad de Sacerdote ocupaba en la planta
alta de la Iglesia de mención y uno de ellos en un convento de la ciudad de Viale,
Entre Ríos"; y SEGUNDO HECHO: "Que sin poder precisar fecha con exactitud, en
el año 1994, cuando se desempeñaba como sacerdote en la Iglesia Santa Rosa de
la ciudad de Villaguay, en la habitación que en su calidad de Sacerdote ocupaba en
la planta alta de la Iglesia de mención, abusó sexualmente de su monaguillo //
cuando éste era menor de edad, tocándolo en sus genitales, más precisamente el
pene, por debajo de sus ropas íntimas".
I. - En su alegato de apertura la Fiscalía expresó que en el presente
juicio se demostrará la imputación formulada el 25 de junio de 2.016, habiéndose
recabado la evidencia suficiente para probar los hechos denunciados por los Sres.
/ y /. Aduce que las conductas atribuidas a Moya tuvieron un impacto notorio y
secuelas en la psiquis de / y /, afectando el normal desarrollo de la sexualidad del
primero y la integridad sexual del segundo de los mencionados. Indica que los
hechos obedecieron a un plan premeditado por parte de Moya, a fin de satisfacer
sus propios y desviados intereses sexuales, y quien hacía prevalecer su rol de
sacerdote para valerse de la confianza de los niños y de una comunidad toda
-particularmente de la Acción Católica y de la Iglesia-. Expresa que los menores
víctimas sufrían una enorme manipulación, agregando que el obrar de Moya no fue
circunstancial o instintivo, sino pensado y meditado. Afirma que se demostrará que
el imputado se valía de un lugar donde no sería visto por terceras personas para
ejercitar la actividad ilícita. En el caso de /, en un recinto situado en la Iglesia Santa
Rosa de Lima de Villaguay, en el cual lo masturbaba y le practicaba sexo oral; y en
el supuesto de /, la conducta consistió en tocamientos, sucediendo las mismas
entre los años 1993 y 1995, cuando Moya se encontraba en ejercicio en la
parroquia antes mencionada, agravándose dicho accionar por la intensidad del
ataque a las víctimas, entonces menores. Adelanta que cuenta con los testimonios
de las víctimas, los que serán respaldados por las profesionales en Psicología
Antinori y Bolla, que trataron a / como por las integrantes del Departamento
Médico Forense de la ciudad de Paraná, la psiquiatra Londero y la psicóloga
Barbagelata Xavier, quienes realizaron las pericias respectivas. También
depondrán en plenario los compañeros de Acción Católica, del colegio, los padres
de la víctimas, el sacerdote José Carlos Wendler, quien también era cura en esa
época, contando además con videograbaciones, planimetrías y documentos
administrativos de la Diócesis de Parana para establecer la posición de Moya en la
iglesia. Se da lectura a los hechos intimados, finalizando su alocución aseverando
que al finalizar el juicio se solicitará la condena de Marcelino Ricardo Moya como
autor material de los delitos de corrupción agravada y abuso sexual agravado (arts.
55, 122, 125 inc. 2 del C.Penal, todos vigentes al tiempo de los hechos) y se le
aplique una pena de prisión de cumplimiento efectivo.-
A su turno, el Dr. Carlos Florencio Montiel, en representación de la
Parte Querellante adhiere en su totalidad y por razones de economía procesal a
la acusación formulada por el Ministerio Público Fiscal en relación a los hechos
atribuidos, anunciando que solicitará asimismo una pena de cumplimiento efectivo
en orden a los delitos contemplados en los arts. 55, 122, 125 segundo párrafo y
127 del Código Penal.
Finalmente, el co-Defensor Particular, Dr. Rubén Darío Germanier
negó que los hechos endilgados a Moya hayan existido, reafirmando la inocencia de
su asistido, afirmando que plantearía nuevamente la extinción de la acción penal
por prescripción -art. 62 inc. 2 del Código Penal-, cuestión que introduce al
momento del planteamiento de las cuestiones preliminares -art. 431 del C.P.P.-.
II.- Así las cosas, el Dr. Germanier indicó que los hechos imputados
están delimitados temporalmente desde los años 1.993 a 1.995, cuando su
defendido se desempeñaba como sacerdote en la iglesia Santa Rosa de la ciudad de
Villaguay. Un simple cálculo del tiempo transcurrido desde la presunta comisión de
los hechos, conduce a la irremediable conclusión de que los mismos se hallan
prescriptos por haber transcurrido los plazos legales establecidos en el inc. 2º del
art. 62 del Código de Fondo. Aduce que no obstante la aparición de los derechos de
segunda, tercera y cuarta generación, conceptos básicos como la prohibición de
aplicar retroactivamente una ley más gravosa y consiguientemente el instituto de
la prescripción, forman parte del principio de legalidad, del concepto material de su
contenido y por ende, del debido proceso. Estima que si hay alguna duda, basta
citar el fallo de la Corte Suprema de Justicia in re: "Ilarraz", en el cual al tratar el
instituto de la prescripción, la Corte Suprema afirma que el recurso extraordinario
es sólo procedente cuando se ataca una sentencia definitiva. La directiva
fundamental que se deduce de ese fallo es que es el momento del juicio aquel en el
que debe dirimirse la cuestión, y es allí donde debe fundarse y decidirse si el
instituto de la prescripción se sigue manteniendo en su valor y vigencia dentro de
nuestro sistema de garantías y derecho de defensa y esencialmente el principio de
legalidad que hace al nacimiento de nuestro derecho penal, republicano, de
garantías. El presidente de la Corte Suprema de Justicia dijo que los argentinos
estamos perdiendo la confianza en el poder judicial, que está perdiendo
legitimidad. El pensar en ello, hace que resguardemos los principios básicos, como
lo es la ley vigente al momento de suceder los hechos. En el país existió un avance
legislativo en esta materia, primeramente, con la Ley Piazza Nº26705 y luego la
llamada Ley Kunath -Nº27.206- que otorga un margen mayor cuando llegue a la
mayoría de edad y formule la correspondiente denuncia. Todas estas leyes solo son
aplicables a hechos ocurridos con posterioridad a su publicación. La irretroactividad
de las leyes al momento del hecho es una garantía de no respetarse se viola el
debido proceso y las garantías constitucionales. No va a discutir los derechos de
tercera generación porque los delitos de lesa humanidad tienen fundamento en
derecho internacional, en fallos de la CIDH. En cuanto a los intereses del niño y la
convención internacional, conforme jurisprudencia emanada del fallo "Ríos", el
Superior Tribunal de Justicia admitió la prescripción, agregando que el mismo
debería ser doctrina vinculante para este Tribunal. En Casación, al tratar el art. 29
de la Convención de Derechos del Niño, la Dra. Badano, funda la aplicación de estas
normas en la doctrina de un prestigioso jurista americano Dworkin, y Prieto
Sánchez, Juez español. Pero considera que estas citas doctrinarias no alcanzan
para fundar la condena. Reitera que el procurador de la Corte Suprema en Ilarraz
hace suyo el dictamen dictado en la causa "Funes Gustavo Gabriel y Otros", donde
se admitió la prescripción y se declaró extinta la acción penal. Es por ello que,
resumiendo, considera que en este caso transcurrió generosamente el plazo de
prescripción, art. 62 inc. 2 del Código Penal, que el art. 25 de la CADH y el art. 9 del
PIDCP no resultan aplicables, sin perjuicio del art. 15 de dicho Pacto, indicando
como regla de oro el respeto al principio de legalidad. Cita el art. 18 de la
Constitución Nacional, el art. 11.2 de la CADH y 15.1 del PIDCP. Los pactos
internacionales sólo aceptan la aplicación temporal de la ley en supuestos de lesa
humanidad, que no es el caso de autos. No resulta admisible la aplicación
retroactiva de la actual norma que regula la prescripción, es improcedente la
interpretación contra legem basados en las convenciones posteriores a la fecha de
los hechos. Los hechos intimados se encuentran prescriptos y por ello debe
resolverse en consecuencia y declarar extinguida la acción penal. Hace reserva del
caso federal.
En uso de la palabra, el Dr. Juan Manuel Pereyra en representación
del Ministerio Fiscal afirmó liminarmente que en virtud de lo que prescribe el art.
431 CPPER -que detalla- sólo se podrán plantear las situaciones previstas en el
mismo como cuestión previa, no estando contemplado el planteo invocado por la
Defensa Técnica, siendo el mismo improcedente en esta instancia. Por otro lado, el
art. 395 CPPER, en caso de extinción penal en cualquier estado del proceso, pero no
es la instancia adecuada para plantearla. En todas las instancias previas ha sido
discutida la cuestión, llegando hasta el Tribunal de Casación, donde no se hizo lugar
a la pretensión de la Defensa. La Defensa Técnica plantea nuevamente la misma
cuestión, con idénticos argumentos. Por el contrario, la Fiscalía entiende que la
acción penal se halla vigente, siendo los fundamentos esenciales la supremacía
constitucional y los tratados de derechos humanos incorporados, encontrándonos
indudablemente frente a graves atentados a derechos humanos, en los que deben
prevalecer sin lugar a dudas los tratados internacionales de derechos humanos
sobre el derecho interno. Esta tesitura ha sido sostenida por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos en Bulacio y Espósito, resultando el caso
Ilarraz de similares características. El supuesto que nos convoca debe ser calificado
como un grave atentado contra derechos humanos, atento la institución a la cual
pertenecía el incurso y de la cual se valió para esconder su conducta -recuérdese en
este aspecto el art. 2 de la CN-. Había sin hesitación alguna una supremacía
genuina en Moya, de tipo institucional, moral y religiosa, la que fue utilizada por el
incurso para cometer los hechos. Se demostrará también que hubo un
incumplimiento en cuanto a su deber de investigación y denuncia por parte de la
Iglesia por su conocimiento de los hechos, existiendo un claro encubrimiento. Los
niños fueron callados en este caso y se encuentran por consiguiente amparados en
pactos y tratados de derecho internacional, los cuales avalan esta particular
interpretación en cuanto al acceso a la justicia y a la tutela judicial efectiva de sus
derechos. Solicita en definitiva se rechace el planteo de prescripción por no
enmarcarse en las cuestiones preliminares, haciendo reserva de casación, del caso
federal y eventualmente, concurrencia a la Corte Interamericana de Derechos
Humanos.
Concedida la palabra en relación a la cuestión planteada, el Dr. Juan
Coss/o adhiere a lo expuesto por el Ministerio Público Fiscal precedentemente y
agrega que el antecedente Ilarraz no constituye el único en el cual se hizo
prevalecer la normativa internacional sobre las normas referidas a la prescripción
de la acción, sino también otros precedentes, tales: "A.J S/Recurso de Casación",
ante la Cámara Nacional de Casación Penal, en el que se interpretó armónicamente
el derecho interno con el internacional vigente al momento del hecho, haciendo
también mención a las Reglas de Brasilia y a la Convención Interamericana para
prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la Mujer -de Belém do Pará-. Al
momento de los hechos, se encontraba vigente la Convención de los Derechos del
Niño, por lo que debe protegerse y prevalecer el interés superior del niño. Aduce
que el planteo de la defensa ha sido rechazado por el Juzgado de Garantías, esta
Sala y la Cámara de Casación. Por otra parte, no se ha planteado la aplicación de la
ley Piazza ni la retroactividad de la ley, se ha mantenido la legislación al momento
de los hechos. Se trata de niños y delitos que revisten especial gravedad. Cita el
fallo "Rosendo Katun c/México", en las que la Corte Interamericana de Derechos
Humanos condenó a dicho país por no poner énfasis en la protección de las víctimas
de violencia sexual. Hace reserva de casación.
III. - Realizada la audiencia de debate, incorporada la evidencia
testimonial y documental oportunamente ofrecida, en la etapa de alegatos de
clausura depuso en primer término los Representantes del Ministerio Fiscal,
expresando lo siguiente: han acreditado los extremos de la imputación inicial al
imputado Moya respecto de los denunciantes , con los relatos de los nombrados y
de las declaraciones de las testimoniales de las profesionales del Equipo Médico
Forense, así como con las psicólogas que trataron a //. El querellante / fue
contundente en su relato, siendo hoy en día un hombre de 40 años, le costó
muchos años poder contar lo sucedido. Refirió que había vuelto a la ciudad de
Villaguay a la edad de 10 años, había tenido un desarrollo normal, era un alumno
con excelentes notas, mejor promedio. Su relato fue muy crudo y pero dio las
pautas en cuanto a cómo comenzaron a sucederse estos hechos y como éstos
afectaron su vida, como luego de 20 años pudo poner en palabras lo vivido con el
imputado Moya. Su familia materna era religiosa, acudían asiduamente a la
Parroquia Santa Rosa de Lima. Habló de su abuelo materno, quien asumió un rol de
padre y de orden en la familia. Su familia venía de tener problemas severos de
convivencia. Se veía en un contexto de suma violencia ya que el padre era
alcohólico. La madre de / señaló que habían depositado muchas responsabilidades
en él desde muy joven, como buscar a su padre alcoholizado para que vaya a
trabajar o cuidar de su abuelo enfermo. Su abuelo era su referente, era una
persona muy religiosa y cariñosa. Le había inculcado el respeto por la religión. Por
ello pensó en ir al Liceo Militar o al Seminario. Asimismo, participaba en Acción
Católica y concurría a misa. A fines de diciembre del año 1992 llegó Moya a
Villaguay. Deslumbró a los chicos por ser joven, transgresor para la época, no
hablaba como estaban acostumbrados a escuchar a los curas. Fue ocupando
lugares en la sociedad, como vicario incluso asumió un rol más importante que el
propio párroco. En el año 1993 empezó a enseñar en la escuela Inmaculada. / dio
cuenta que desde el principio Moya ejerció su poder dentro de la parroquia y del
colegio, se comportaba como patrón de estancia. Generó una imagen de par, de
amigo, pero también de guía espiritual, confesor y profesor, los límites se
confundían. Moya tuvo un rol seductor de entrada, a sabiendas y con la intención
nefasta que un niño jamás podría haber sospechado. Generó un grupo selecto de
jóvenes, todos con características similares (problemas familiares) que concurrían
a la escuela y a acción católica, competían para ver quién era el mejor amigo de
Moya. Esto lo hacía a sabiendas. Esta confusión de límites las generaba Moya.
Permitía acceso libre de los chicos, no sólo a la iglesia, sino también a su
habitación, siendo el único cura que lo permitía algo así. / dio cuenta que él fue
elegido para viajar a la ciudad de Viale con Moya. Que, a la hora de dormir, Moya se
negó a que se quede en la casa de una familia. Moya le puso un catre al lado de su
cama, cuando / se despertó estaba todo mojado, eyaculado. Era un niño que
estaba bajo los patrones religiosos, quería llegar virgen al matrimonio, la
masturbación era un acto egoísta, no sabía lo que había pasado. El grupo de
jóvenes se sentía en privilegiado porque se le permitía acceso a la cancha de fútbol
de la escuela de las monjas, era impensable que las monjas prendieran los
reflectores para que jueguen, pero Moya lo conseguía. Así lo relataron los testigos.
Esta situación de cooptación de los niños siguió avanzando sobre /. En una ocasión
que se encontraba solo en la habitación, la cual describió con detalles, sin mediar
palabras, Moya comenzó a tocarle el cuerpo con la mano, tenía un short, le tocó los
genitales e inmediatamente se introdujo el pene en la boca y le practicó sexo oral.
/ no atinó a hacer nada, no entendía lo que pasaba. Esa fue su primera fracción de
su personalidad, esa fue su primera experiencia sexual, tuvo una sensación
placentera pero por otro lado no tenía razón de ser. Moya no dijo nada, siguió como
si nada hubiera pasado, esa era su metodología, el silencio. Ello fue explicado por
la psicóloga Barbagelatta, eso dificultó mucho a / poner esto en palabras, porque
no había palabras en estos hechos. Esto fue durante sus 14/15 años de edad, entre
los años 1993/94/95. / empezó a tener problemas de memoria, se olvidaba de las
cosas felices y de las horribles. Sus compañeros relataban situaciones que él no
podía recordar. Esto le permitió sobrevivir. Empezó a bajar su rendimiento escolar,
dijo que quería prender fuego a todos. Dejó de creer en las instituciones, perdió la
confianza. La dureza de la vida, él las aprendió de un modo malo de una sola vez.
Esta situación se fue repitiendo, notando un claro lenguaje corporal, sabía cuándo
Moya lo iba a atacar. / ideó la estrategia de masturbarse cuando sabía que Moya lo
iba a abusar. Esto le produjo muchos problemas en su pareja y a la hora de tener
relaciones. Le hizo dudar de su identidad sexual. Refirió que su forma de acercarse
a una mujer era darle un beso sin decir palabra. Empezó a excederse con el alcohol,
terminaba todo vomitado, encontró esa forma de paliar su dolor. Continuó con esa
carga, terminó la secundaria y empezó su carrera universitaria, pero siguió con su
dolor por más de 20 años. En una noche de alcohol sintió que el corazón se le salía.
Fue al hospital de Rosario, el médico le pregunto si había hecho tratamiento
psicoterapéutico. Por suerte pudo iniciar tratamiento con la Lic. Bolla. Recién pudo
contar luego de un proceso largo de sentir confianza. Sintió alivio de habérselo
contado, la Lic. Bolla fue la única que supo durante mucho tiempo. Le costaba
dormir. Contó que iba caminando de la mano con una chica, vio unos compañeros,
le dio fobia y le soltó la mano, sentía que no podía ir así porque era puto. Fue con
la psiquiatra, quien lo empezó a medicar y comenzó tratamiento psicoterapéutico.
La falta de referentes de / era conocida por Moya y se aprovechó de ello. Cargaba
con numerosas cargas familiares, su hermana se quiso suicidar, pero nada sabía su
familia de lo que estaba viviendo con Moya. En una ocasión, un compañero le dio un
abrazo y él lo rechazo. Pudo contarle lo sucedido, luego a otro compañero, y luego
finalmente pudo contarle a su hermana. Ella lo contactó con el padre Doumoulin.
Este sacerdote declaró que recordaba claramente lo sucedido, lo que le contó la
hermana de / y la ratificación que este realizó. La autoría y materialidad del
imputado Moya ha sido certeramente probada. No sólo corrompió el normal
desarrollo sexual de //, sino que dejó una huella, a víctima se sentía muerto en
vida. Este hecho lo ha marcado hasta el día de hoy, sigue tomando ansiolíticos y
realizar tratamiento. Todo ello fue confirmado por los padres de /, narraron los
vaivenes que notaban, no sabían las razones. El padre de / refirió que trabajaba en
el Banco Institucional, en el año 94 se cerró la sucursal, Moya sabía que el padre no
estaba en la ciudad de lunes a viernes. Moya se lo llevaba de viaje, se quedaba a
dormir en la parroquia. Se valía de estas situaciones para abusar de él. No recuerda
todas las veces, solo que se despertaba todo mojado. La situación de alcoholismo
de su padre y el intento de suicidio de su hermana, / no contar lo que le pasaba, no
quería llenar la canasta, como dijo su madre. Agregó que mientras ella estaba
dando catecismo en la planta baja de la parroquia, y en la planta alta Moya abusaba
de su hijo. Moya hacia abuso de este rol de autoridad, de hacerse el canchero, tenía
un patrón dirigido a elegir chicos vulnerables, no había acceso de otros adultos, no
había mujeres. Cuando el sacerdote Wendler quiso unir los grupos de chicos Moya
se negó. Desviaron el desarrollo normal de la sexualidad de /. Las peritas
advirtieron el daño provocado en / y /. Hicieron la diferencia en que / pudo poner en
palabras esta situación en forma inmediata. / no pudo, y de eso se valió Moya.
Todos estaban encantados con Moya. Hacía regalos a los jóvenes, aun cuando no lo
necesitaban. El Arzobispado de Paraná dio cuenta de su evolución, que tenía
conductas provocativas, que no le gustaba recibir órdenes, que era autoritario. /
tuvo que realizar un largo tratamiento para poder sentarse ante el tribunal y contar
lo que paso. Es un médico que se está formando para ser psiquiatra, tiene los
recursos para ilustrar lo vivido. Al enterarse que no había sido la única víctima, se
enteró por un comentario de la mamá de una amiga. Pudo localizar a /, se
encontraron en Santa Fe, / le contó lo que le pasó y / contó lo que le sucedió a su
vez. / tenía 11 o 12 años, iba a la parroquia, fue para poder jugar al fútbol. Empezó
a ir a Acción Católica, estaba en el grupo de los que iban a la habitación de Moya.
Se deslumbraron con la tecnología que tenía y que podían jugar hasta tarde al
fútbol. Moya había gestado ese poder y la ciudad de Villaguay se lo permitió. /
relató que estaba un grupo de amigos en la habitación, estaban organizando un
partido, faltaba uno. El imputado los mandó a buscarlo a Nacho, cuando estaban
por irse, le puso la mano en el hombro y le dijo que se quede jugando con la
computadora. / inocentemente se quedó. Moya se le acerca por atrás, le puso las
manos sobre los hombros, bajo hasta el pecho, le metió la mano por abajo del
jogging y le tomó los genitales. / atinó a levantarse y gritarle “qué hacés, estás
loco”, Moya no lo miraba. Vio la puerta abierta y salió corriendo, exaltado y
llorando. Justo volvían sus amigos y les contó que Moya lo había tocado y que no
volvería nunca más, lo cual cumplió. Los chicos no le dieron importancia. / contó a
sus padres enseguida. El padre de / refirió por qué no denunciaron, estaban solos,
que nadie les iba a creer, Moya estaba en lo más alto de popularidad. Le contaron
al párroco Sena, quien les dijo que iba a dar cuenta de ello. Downes le indicó donde
quedaba la casa a Wendler, los padres contaron que no lo querían exponer, pero sí
que se haga una investigación interna en la iglesia. Wendler lo puso en
conocimiento de Sena. Los testigos concuerdan con todo lo declarado por / el día
que tuvo el episodio con Moya. Los padres de / dijeron que se sentían tranquilos
que los chicos estén en la iglesia y no en el balneario o en la calle. La pericia
concluyó que los relatos eran coherentes y verosímiles, explicaron por qué a / no le
causó esta situación una . se encuentra ampliamente probada la materialidad y
autoría. Moya continuó con su accionar, / así lo acreditó. Este chico quería ser cura,
no por vocación, sino por el trabajo psicológico que efectuó Moya sobre él, le decía
que estar en la iglesia era como estar en el cielo, podía hacer lo que quería. / dijo
que fue víctima de una situación parecida a la de /. Estaba en la habitación, Moya
lo invita a que se recueste. Moya estaba por viajar a otro país. Le dijo vamos a
relajarnos, quédate un rato. Le empezó a tocar la zona de la panza, levantó la
remera y empezó la frotarle el pecho y le dijo que lo deje disfrutarlo un poco más,
que ya se iba. / quedó completamente trastornado. El Sr. / relató que estaba solo
en la habitación, Moya le empezó a tocar, tenía problemas porque sus padres eran
alcohólicos, dijo que le puso la mano cerca de los genitales, quedó anonadado, se
incorporó y se fue del lugar. Eso hizo que se alejara de la iglesia. / contó que su
marido pudo contarle recién el día anterior a ir a declarar a fiscalía. Relató que
Moya le decía a / que ella era la tentación, el demonio. Fue alumna de Moya en el
colegio, del relató el maltrato hacia las mujeres. Le escribió una carta a pedido de
Moya cuando se fue de Villaguay. Dio cuenta de los regalos que Moya le hacía a /,
estas eran formas para captarlos. El testigo Wendler puso en conocimiento del
párroco Sena lo sucedido con /, que luego remitió un memo al arzobispado de
Paraná, desconociendo cuál fue el destino de la investigación. investigación fue
nula, estaba en conocimiento no solo de estas conductas sino de la falta de dinero
en la parroquia. Manifestó que hizo un memo al arzobispado de Paraná. La tarea
investigativa de la iglesia fue nula, solo lo hicieron a partir de 2015 con la nota de
Análisis Digital. Ya se sabía de los manejos del dinero y de las irregularidades de
Moya. Algo ya se sospechaba, estaban al tanto de lo sucedido con /. Las conductas
demostradas se subsumen en los delitos de Corrupción de Menores Agravada y
Abuso Sexual Simple Agravado en Concurso Real, según las previsiones
de la ley vigente al momento del hecho N°11.179 modificada por la Ley
23.487, del 26/01/1987, art. 45, 55, 122, 125, 127 párr. 1° y 2° y 119. Se
violentó gravemente el bien jurídico protegido, la integridad sexual, y también
recordaron que la ley vigente al momento del hecho tenía un ítem moral, abuso
deshonesto, que luego fue dejado de lados con el paso del tiempo. La integridad
sexual estaba amparada por dicha ley y por la Convención de los Derechos del
Niño, vigente en la época y ya con carácter supralegal. La Santa Sede también
ratificó esta normativa como de derecho internacional. En relación a la corrupción
de menores, no hay duda de que con las pruebas subjetivas y objetivas, las
conductas de Moya tenían la aptitud para torcer el normal desarrollo de la
sexualidad de la víctima. En este sentido, este no es un delito de resultado, se debe
probar si las conductas son o no idóneas para torcer el normal desarrollo de la
sexualidad, lo cual ha sido probado vastamente en este caso. Ha mencionado la
doctrina tres modos comisivos, a través de actos perversos, prematuros y
excesivos. Estos actos se desarrollaron en un ámbito de perversión, también fueron
prematuros por la edad de la víctima y que nunca había tenido una eyaculación y
fue con una persona que era su confesor, sacerdote, en esas circunstancias, muy
importante en su vida. La irrupción de un adulto en la sexualidad de un niño,
marcado por el poder y autoridad que ejercía tanto sobre las víctimas y el contexto
social, totalmente asimétrica. / tenía 13 años, para él masturbarse era un pecado,
no sabía si tenía que sentir placer o no, por un lado, sentía placer por un tema de
genitalidad, por el otro no sabía qué sentir. Esto tuvo un impacto en su vida
personal, incluso se cuestionó su propia inclinación sexual. La declaración de / fue
contundente, los actos que ejercía Moya eran totalmente aptos para torcer la
sexualidad, si bien no requiere el resultado, sí se acreditó el daño causado. Todo
ello sin ninguna duda quedan incursa. Fueron actos excesivos, / refirió que no
fueron aislados, se sostuvieron en el tiempo y en cualquier ocasión. Como había
personas lo había hecho ir a otra habitación para que lo espere y lo pueda abusar.
Se dan los elementos que la doctrina define como perversos, prematuros y
excesivos. Todo esto le ha ocasionado innumerables daños al Sr. /. En cuanto a los
agravantes, era sacerdote de la parroquia de Villaguay y el encargado de la
educación de los denunciantes, previsto en el art. 125 párr. 2° del CP. Asimismo
estos hechos fueron realizados con engaño. / dijo que Moya era su referente luego
de la muerte de su abuelo, sus padres no lo sostenían, depositaba toda su
confianza en él. No sabía que era eso, acompañado por el silencio en el abuso.
Moya tenía un rol importante en la sociedad y era el encargado de educar a / en su
educación religiosa. No cumplió con el mandato de no dañar a los niños que tenía a
su cargo. / dijo que le borró la dignidad y la confianza en las instituciones. En
cuanto al tipo subjetivo, sabía lo que realizaba, su situación era de preeminencia,
se aprovechó de la vulnerabilidad de las víctimas, que afectaría el normal desarrollo
de un niño inexperto por sus creencias religiosas. Los abusaba en su propia
habitación. El plan delictual de Moya ha sido claramente acreditado. Por un lado,
era una persona influyente en la sociedad, la escuela y la parroquia. La elección de
la víctima no era azarosa, eran niños que sabía que estaban pasando por una
situación difícil. Se vio respecto de / actos preparatorios a lo que hizo con /. Moya
tenía un plan que le servía a la perfección, y el silencio le aseguró su impunidad. Se
demostró la cosificación a los que los sometía para poder satisfacer sus deseos, los
manejaba según su parecer, tenía gran poder. En caso de no conseguir lo que
quería, retiraba los chicos del grupo, como / que le pidió que le devuelva los
regalos. En cuanto al abuso deshonesto realizado en contra de /, se trata de un
ultraje al pudor, de actos corporales en contra de la voluntad de la víctima en sus
partes pudientes. Atento la edad de las víctimas, éstos no podían expresar
consentimiento para este tipo de actos porque no tenían el discernimiento. Fue un
acto subrepticio, / primero no pensó nada raro, no se esperaba que pase eso, por
suerte pudo pararse e irse de la iglesia. Moya se aprovechó de su poder. El Sr.
Fiscal pasó a hablar de la mensuración de la pena, teniendo en cuenta la escala
penal de entre diez y veinticinco años y las pautas establecidas en los arts. 40 y 41
del CP. Que / señaló que espera que esa norma vulnerada sea restituida ante la
sociedad. Quiere una sanción para ordenar lo que estaba todo desordenado. En
cuanto a los daños causados, / fue victimizado primero cuando fue abusado y luego
porque no le creyeron sus amigos, esto era parte del plan de Moya. / demostró
elementos de inseguridad, problemas en su vida profesional. La expresión de /,
muerto en vida, atropellado por un camión, han conmovido, no son frases hechas,
hablaba de las entrañas, destrozado, pero que pudo expresarlo gracias a todo su
trabajo. Se puede palpar el daño, tiene 40 años, pero las repercusiones todavía se
ven, cuando los hechos sucedieron cuando tenía 13 años. Datos objetivos ratifican
lo dicho por /, las peritos y las psicólogas que trataron a /. Teniendo en cuenta que
Moya es una persona formada en psicología, sociología, etc. Su conducta posterior,
si se hace una línea de tiempo se valió de toda una institución para continuar con
este plan delictivo, con /, los actos preparatorios con /. El silencio en el momento
del abuso se mantuvo también durante todo el debate, nunca se lo escuchó decir
que fuera inocente. Ese silencio le permitía continuar con sus abusos. Justamente
la forma de entender de los niños es a través de la explicación de los adultos. En
consecuencia solicita se lo condene a la Pena de VEINTIDOS AÑOS DE
PRISION EFECTIVA. Asimismo solicita se decrete la prisión preventiva del
imputado, a partir del dictado de la sentencia para aventar el peligro de fuga, no
estamos ante una hipotética pena sino a su efectividad. Entre 2010/2015 ha
realizado innumerables viajes en todo el país y el exterior, sabemos que tiene la
capacidad de fugarse de la pena y del proceso. Niega la excepción interpuesta por
la defensa, no están ante un caso previsto en el art. 431, no es una cuestión previa.
Estos hechos son graves atentados y violaciones a los derechos humanos, que
tienen que primar sobre la normativa interna. Se debe tener en cuenta la persona
y el ámbito donde sucedían los hechos, no debe tratarse este caso sin tener en
cuenta las connotaciones que tiene, que era un sacerdote inserto en la iglesia. Se
tuvo en cuenta el encubrimiento acreditado por los testigos Wendler, los padres de
/, Domoulin.
En tanto, la Acusación Privada se adhiere a lo dicho por la Fiscalía y en
su alegato de clausura: estima que con las pruebas incorporadas en el debate se
ha probado todos los hechos denunciados por las víctimas. Seguidamente analizó
el testimonio prestado por // el cual fue rico en detalles y referencias. Resaltó el
estado de vulnerabilidad en la que estaba en ese período atento de una situación
familiar compleja. La virginidad hasta el matrimonio y la masturbación como un
acto egoísta eran los ejes de su educación sexual. Todo esto fue aprovechado por el
imputado, quien era profesor, confesor, sacerdote de la parroquia local, figura
conocida y partícipe de todos los actos públicos. Como líder de Acción Católica hacía
sentir a un grupo de chicos como sus preferidos, los chicos entraban como pancho
por su casa a la habitación del imputado, la cual era prácticamente su trampa para
atraer a sus víctimas. Tenía toda la tecnología de punta en ese momento,
computadora, videograbadora, reproductor de CD. Todas actividades que le
permitían tener a los chicos bajo su mando. También los atraía con la posibilidad de
jugar al fútbol. Moya, con la excusa del inicio temprano de la misa comenzó a
llevarse a / a dormir a la parroquia. Así empezaron los tocamientos mientras /
dormía, lo que le provocaba la eyaculación, por lo que éste se despertaba todo
dormido. Hasta llegar a la situación descripta por /, que sin mediar palabra le tomó
el pene y le practicó sexo oral, todo ello en absoluto silencio. Esto hizo mella en el
estado de ánimo de la víctima, buscaba un poco de orden dentro de la iglesia y
terminó siendo abusado, lo cual incidió por el resto de su vida. Relató / que
comenzó a masturbarse para evitar ser abusado por el imputado, lo cual le provocó
varios trastornos como ser la eyaculación precoz. Finalmente en su adultez con un
tratamiento psicológico, lo cual luego de mucho trabajo, pudo contar lo que vivió, y
finalmente hacer la denuncia a fin de evitar que ningún chico pase por ello. / refirió
que le metieron la mano en el espíritu, perdió la confianza en las personas y las
instituciones. La denuncia le permitió volver de la muerte en vida. / necesita que la
ley restituya el orden. Seguidamente analizó el testimonio de las profesionales que
trataron a /, la familia, sus compañeros y los sacerdotes que fueron
contemporáneos. Todos sus testimonios son coincidentes con lo relatado, y todo
ello ratificado por el conocimiento científico de las profesionales de la psicología y
psiquiatría que declararon en debate. El Sr. /, en virtud de su situación familiar más
favorable, pudo contar enseguida lo sucedido. Moya tenía la obligación de proteger,
guiar a las víctimas atento la edad de los mismos y su condición de sacerdote.
estu/vo en tratamiento psicológico durante seis años, luego de mucho tiempo pudo
contar como Moya abusó de su poder, aprovechándose de su estado de indefensión
y vulnerabilidad. Ninguna de las profesionales duda de la veracidad del relato de /.
Los padres relataron como su hijo empezó a bajar su rendimiento escolar y después
sufría vaivenes emocionales. La familia materna era muy religiosa, todos confiaban
ciegamente en Moya, estaban tranquilos de que estuvieran en la iglesia y no en la
calle o el balneario. Moya se aprovechó de la inocencia y la confianza de todos.
Reitera la necesidad de / de que la ley reconstituya el orden perdido a causa de
Moya. Analiza la testimonial de los alumnos, en especial /, al cual quería llevar al
seminario. Todos estos testimonios han demostrado el grave daño que ha causado
Moya. Su posición en el pueblo debe ser tenida en cuenta, era capellán del ejército,
profesor del Instituto La Inmaculada, encargado de Acción Católica, conductor de
un programa de radio local, confesor y guía espiritual de los niños y de sus familias,
como lo dijo una de las testigos, era prácticamente el Papa de Villaguay. Es
insoslayable de que Sena, el párroco de la iglesia, tomó conocimiento del abuso
sufrido por / del propio padre del mismo y se comprometió a investigar la situación,
no hizo nada. Que los sucesivos arzobispos podrían haber puesto fin a la situación
y miraron para otro lado, todo lo cual está acreditado con los testimonios de los
Sres. Doumoulin y Wendler.El arzobispo Puiggari los acusó de incitar una caza de
brujas dentro de la iglesia. El mismo mintió en la cara de sus fieles cuando fue a la
parroquia de Villaguay, dijo que había hablado con las víctimas y su familia, cuando
éstos estaban presentes y ni siquiera los conocía. Mientras tanto Moya seguía
siendo sacerdote, Puiggari decía que era una injusticia lo que se estaba haciendo
con aquel. Afirma que todo esto no habría sucedido sin la complicidad de la Iglesia.
El plexo probatorio ha sido contundente para llegar a la condena del sacerdote
Moya. Finaliza diciendo que nunca en todo este proceso, ningún representante de la
iglesia habló con las víctimas. Las pruebas rendidas en debate surge con claridad la
materialidad y la autoría del imputado en los hechos intimados. Subsume la
conducta en la de autor penalmente responsable de los delitos de Corrupción
Agravada de Menores en Concurso Real con Abuso Sexual Simple
Agravado. Se ha logrado destruir el estado de inocencia de Moya. Por ello, en
consonancia con el MPF solicitó se aplique la Pena de VEINTIDOS AÑOS DE
PRISIÓN EFECTIVA, accesorias legales y costas. Todo ello conforme los
artículos 55, 122, 125 párr. 1º, 125 inc. 2º, 125 párr. 2º y 127 del Código
Penal, vigente al momento de los hechos 11.179 modificada por Ley
23.487 del año 1987. Cita el voto del Dr. Chiara Díaz en la causa "Aguirre
Santiago s/ Corrupción de Menores Agravada" 01/12/2008, entre otros fallos
emitidos por el Alto Cuerpo y doctrina de prestigiosos autores que coinciden con lo
propuesto por esa parte. Asimismo adhiere al pedido del MPF, solicitando se dicte la
prisión preventiva del imputado al momento de dictar sentencia, fundado en lo
dispuesto por el art. 355 incs. 1º y 2º del CPPER, siendo latente el peligro de fuga
del nombrado. Hasta hace poco cumplía un rol importante en la sociedad, ha
residido en diversos puntos de la provincia, el país y en el exterior. Esta
circunstancia produce el desarraigo de su residencia, en María Grande solo vive su
madre que es una persona mayor. No tiene otros vínculos. Cita el comentario
realizado por el Dr. Chiara Díaz del referido artículo en cuanto a que la la fuga
resulta una opción para quien ya no tiene nada que perder. Se ha acreditado que el
incurso ha salido en numerosas por los plazos fronterizos con la República Oriental
del Uruguay. La iglesia tiene innumerables sedes en todo el mundo, ha sido
negadora y encubridora de este tipo de personajes. Debe tenerse en cuenta el
monto de la pena solicitada. Es por ello que reitera su pedido de que se dicte la
prisión preventiva para aventar el peligro de fuga. Respecto del pedido de
prescripción de la acción penal formulado por la Defensa, reitera y ratifica lo
contestado en dicha oportunidad, señalándo que es una cuestión que ya ha sido
agotada en las instancias previas al debate. Estos hechos no pueden ser sino
calificados como graves violaciones a los derechos humanos, los que requieren de
una tutela judicial efectiva, sobre todo siendo las víctimas niños y adolescentes
amparados por los arts. 2º, 3º, 12º, 19º y 38º de la Convención Internacional de
los Derechos del Niño (ratificado por Ley 23.849) y los arts. 8º y 25º Convención
Americana de los Derechos Humanos, vigente constitucionalmente a la época de
los hechos. Se debe estár al interés superior del niño como principio rector.
Estamos ante un delito pluriofensivo ya que los mismos no solo vulneran la
integridad sexual de la persona, sino también toda su esfera psicosocial en lo más
profundo de su dignidad. Que no debe perderse de vista que el autor de los hechos
era un sacerdote, profesor, locutor de radio, que tenía bajo su guía espiritual. En
vez de protegerlos los ultrajaba. En cuanto al delito de abuso sexual infantil tiene la
característica de que las víctimas luego de mucho tiempo pueden contar lo
sucedido, lo cual fue explicado por las psicólogas y psiquiatra que han declarado en
debate. Finalmente formula diversas citas jurisprudenciales y doctrinarias
atinentes a la causa.
Por último, la Defensa Técnica expresó en su alegato de clausura:
que no coincide con el relato casi guionado el que su defendido desconoce. Esta
causa se inicia por la publicación de un medio periodístico y por una denuncia
formulada en la ciudad de Paraná. Reitera lo planteado respecto de la prescripción
de la Acción. La acusación citó para fundar el rechazo de la prescripción un fallo
emblemático "Bulacio". En este fallo la Corte Suprema tiene en cuenta un supuesto
que no se relaciona ni remotamente con la presente causa. Se trataba de los
derechos de tercera generación, por lo que no tiene ninguna aplicación. Se citó
también el precedente "Ilarraz" dictado recientemente por la Corte Suprema en
fecha 07/06/2018. No entró a considerar la cuestión por no darse el requisito de
sentencia definitiva, esperando la decisión de los órganos judiciales provinciales.
En conclusión ninguno de los fallo citados para fundar el rechazo del planteo de la
defensa tienen relación alguna, por lo que deberá hacerse lugar a lo solicitado. El
Procurador Casal señaló en la causa Ilarraz que no corresponde la prescripción
solamente en los casos de delitos de lesa humanidad. En consecuencia los hechos
imputados a Moya se encuentran prescriptos. Esta postura coincide con la doctrina
de diversos autores, entre ellos Mariano Larrosa. Carrara dijo que debe respetarse
el transcurso del tiempo y el principio de inocencia. Si se ha purgado la mancha
luego de varios años, ésta desaparece, siendo la prescripción la figura idónea para
extinguir la acción por el transcurso del tiempo. Reitera el pedido de prescripción de
la acción aplicándose el criterio de la causa "Ríos, Carlos Antonio" STJER 04/2018.
En esa misma corriente doctrinaria cita el voto del Dr. Perotti en dicha causa, que
entiende que resulta imposible la aplicación retroactiva de la ley, por lo tanto, no
considera aplicable la "Ley Piazza". Considera que la prescripción es de orden
público, por lo que solicita la prescripción y sobreseimiento de Moya, en virtud del
principio nullum crimen nulla poena sine lege. En cuanto al pedido de prisión
preventiva, considera que deberá rechazarse por la inexistencia de peligro procesal
alguno. Vive con su madre en María Grande, donde viven el resto de sus hermanos
y parientes. Los viajes al Uruguay los hacía por su actividad folklórica, la cual no la
realiza más. No fue sacerdote en Villaguay, era vicario. No es voluntad de nuestro
derecho analizar la personalidad y no la conducta de las personas. El principio de
inocencia debe primar. En cuanto a los hechos en sí, la defensa reiteró que la
valoración del tenor y contenido de los testimonios debe ser analizada por el
Tribunal. Las declaraciones afectan su buen nombre y honor. En cuanto a la
tipificación de los delitos, cita a los autores Carlos Creus, tiene una posición que
excluye el llamado coito oral. El acto se refiere a los orificios que permiten la
cópula. En este caso se excluye el acceso carnal, y en todo caso deberá ser
analizado desde la figura del abuso. En el delito de abuso sexual, pasando a la
figura del abuso deshonesto establecía el dolo directo en la descripción típica. La
defensa considera que este dolo no se encuentra presente en este caso,
eventualmente, sin dejar de sostener la inocencia, no está acreditado como
elemento del tipo. Cita a Donna, se requiere dolo, como la intención de realizar
tocamientos, debe conocer las consecuencias del delito. Cita fallo en el cual señala
que si no hubo intención de torcer el normal desarrollo de la sexualidad del menor,
se estaría dentro del delito de abuso sexual. Consideran que la conducta de su
defendido en cuanto los hechos tipificados no fueron cometidos por él y no hay
elementos del tipo en los artículos citados. Reiteran que no tienen dudas respecto
de la inocencia de Moya y que no constituyen hechos típicos penalmente previstos
en las normas citadas. En cuanto al tipo subjetivo, es importante tener en cuenta la
inexistencia del dolo en el acto. Lo esencial sobre la prueba analiza sobre el valor
del relato según la doctrina del Dr. Sancinetti, el cual considera lo posible, lo
inverosímil y las chances razonables de que algo sea verdadero, dependen de la
interpretación, da ejemplos. Desde este punto de vista debe analizarse las
declaraciones de los testigos. En la tradición judeo cristiana, en cualquier
homicidio, un sólo testigo no alcanza para condenar. Beccaria proscribía la
declaración del testigo cuando tenga interés en la causa, más si es el único. En
definitiva resalta a través de la doctrina que cita que no puede condenarse con la
declaración de un solo testigo que se dice ser víctima de ello que denuncia. Solicita
que se tenga en cuenta al momento de fallar los intereses personales que tuvieron
los testigos al declarar. Su defendido es inocente de los delitos imputados en la
causa, los hechos son atípicos y no hay dolo directo exigido por el tipo al momento
de suceder los hechos. No existieron las prácticas lujuriosas y depravadas. En
cuanto al abuso deshonesto, es atípico y la declaración de un solo testigo no es
suficiente para tener por acreditado los hechos denunciados. Solicita se mantenga
la libertad de su defendido y que se lo declare inocente de los hechos imputados.
En oportunidad de ejercer su derecho a réplica el Ministerio Fiscal
resaltó que el imputado Moya sí fue sacerdote, su función era de vicario, pero
sacerdote lo era desde que salió del seminario. El conflicto por el cual explotó esta
situación y tomó conocimiento el padre Wendler fue el manejo de los fondos de la
parroquia. En cuanto al peligro de fuga, cuenta con los recursos para realizarlo,
atento a que siempre ha tenido defensa particular. La Fiscalía hace reserva de
recurso federal y en su caso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
ya que se encuentra en juego el principio de primacía constitucional art. 31 y la
interpretación federal de la norma del artículo 67 del Código Penal en forma
contraria a las normas internacionales arts. 2, 3, 12, 19 y 38 de la Convención de
los Derechos del Niños y los arts. 8 inc. 1º (acceso a la justicia) y el 14 del Pacto
de Derechos Civiles y Políticos y la tutela judicial efectiva conforme el art. 18 de la
Constitución Nacional -Fallo Carlos Silveyra del año 1994-. La Querella agregó que
hay constancias de que el imputado era sacerdote al momentos de los hechos. No
se solicitó la imprescriptibilidad de estos delitos, sino una interpretación armónica
entre el derecho internacional y el interno. Hace reserva del caso federal e
internacional. La Defensa reiteró la reserva del caso federal e internacional.
Habiendo sido reseñadas las posturas partivas, y de conformidad a lo
dispuesto en el Art. 453 del C.P.P.E.R. (Ley 9754) el Tribunal deberá plantearse las
siguientes cuestiones a resolver, conforme las exigencias normativas procesales:
PRIMERA CUESTIÓN: ¿Que debe decidirse en orden al planteo de
extinción de la acción penal por prescripción introducida como cuestión previa por
la defensa técnica y reafirmada por ésta en los alegatos de clausura?
SEGUNDA CUESTIÓN: ¿Está probada la existencia material de los
hechos que se investigan y, en su caso, la responsabilidad del acusado en su
comisión?
TERCERA CUESTIÓN: En el supuesto afirmativo, ¿Concurre alguna
eximente? En caso negativo, ¿Debe responder penalmente y qué calificación legal
corresponde aplicar?
CUARTA CUESTIÓN: En su caso, ¿Qué pena corresponde aplicar
teniendo en cuenta las atenuantes y agravantes?
QUINTA CUESTIÓN: ¿Cómo debe efectuarse la imposición de las
costas del proceso y demás aspectos vinculados al caso?
A la PRIMERA CUESTIÓN planteada, la Sra. Vocal Dra. BRUZZO dijo:
En oportunidad de los alegatos, la defensa inició su alocución haciendo
referencia a la cuestión previa oportunamente planteada, específicamente la
atinente a la extinción de la acción penal por haber operado la prescripción de la
misma -arts. 67 y 62 inc. 2° del Código Penal vigente al tiempo de la presunta
ocurrencia de los hechos-.
Considera que no tratándose los supuestos que nos ocupan delitos de
lesa humanidad, ni aplicarse por ende el imperativo de imprescriptibilidad de las
acciones que los promueven, las conductas investigadas se hallarían prescriptas
por haber transcurrido los plazos legales establecidos en el inc. 2º del art. 62 del
Código de Fondo, correspondiendo en consecuencia el dictado del sobreseimiento
de su defendido Marcelino Ricardo Moya. Aduce que no es admisible una aplicación
retroactiva de normas relativas a la suspensión de la prescripción de la pretensión
punitiva -menciona a tal efecto a las Leyes Piazza y Kunath, N°26.705 y 27.206,
respectivamente- ya que el instituto de la prescripción integra el principio de
legalidad material y por ende, del debido proceso, deviniendo improcedente la
aplicación retroactiva de un ley penal más gravosa no vigente al tiempo de los
hechos -art. 18 de la Constitución Nacional, art. 11.2 de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos, art. 9 Convención Americana sobre Derechos Humanos y
art. 15.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos-.
Así las cosas, debiendo expedirme en relación a la primera de las
cuestiones planteadas, habré de realizar primeramente una serie de
consideraciones que estimo necesarias a los efectos de brindar una mayor claridad
expositiva en torno a la materia objeto de controversia -prescripción de la acción
penal en el caso sometido a juzgamiento del Tribunal- como al fundamento de la
decisión a la que finalmente arribaré.
a) Siguiendo en el primer estadio de análisis al catedrático alemán Claus
Roxin, es menester señalar que el principio de legalidad y su postulado básico: “no
hay delito ni pena sin ley” (nullum crimen sino lege) implica necesariamente
que: “Un hecho sólo se puede castigar si la punibilidad estuviera
legalmente determinada antes de que se cometiera el hecho”. Es decir, por
mucho que una conducta sea en alto grado socialmente nociva y reveladora de
necesidad de pena, el Estado sólo podrá tomarla como motivo de sanciones
jurídico-penales si antes lo ha advertido expresamente en la ley. Por consiguiente,
el principio “no hay delito sin ley” permite escaparse colándose entre las mallas de
la ley penal.
Por eso Franz v. Liszt denominó al Código Penal, que realmente debía
servir para combatir el delito, con una fórmula exagerada pero pegadiza, “la Carta
Magna del delincuente”. Ello significa lo siguiente: así como en su momento la
“Magna Charta Libertatum” británica (1.215) protegía al individuo de intromisiones
arbitrarias del poder estatal, el Código Penal pone a cubierto al ciudadano (tanto al
honrado como al no honrado) de todo castigo por una conducta que no haya sido
claramente declarada punible antes del hecho. Que con ello en alguna ocasión
pueda quedar impune una conducta especialmente refinada, socialmente nociva y
por ello merecedora de pena, es el precio que ha de pagar el legislador por la falta
de arbitrariedad y la seguridad jurídica (es decir, por la calculabilidad de la
aplicación de la potestad punitiva del Estado) -confr. Aut. Cit., Derecho Penal, Parte
General, Tomo I, Fundamentos. La Estructura de la Teoría del Delito, Editorial
Civitas, págs. 137/138).
Cuando el mencionado autor ingresa al tratamiento del principio: “no
hay pena sin ley (nulla poene sine lege) expresa que la fórmula antes
mencionada de: “no hay delito sin ley” se complementa con esta última: “no hay
pena sin ley”, lo que quiere decir que la circunstancia de que una determinada
conducta no sea punible, sino también la clase de pena y su posible cuantía han de
estar legalmente fijadas antes del hecho. Así, por ejemplo, por una determinada
razón el legislador se podrá sentir motivado a aumentar la pena prevista para la
formación de organizaciones terroristas (art. 129 a I y II); pero en tal caso los
propios sujetos que han dado motivo para ello habrán de ser juzgados siempre
conforme al antiguo marco penal más benigno. Y ello aún no se deriva del principio
“no hay delito sin ley” pues ya había un delito (“crimen”) en el momento de la
comisión del hecho; es solo el principio “no hay pena sin ley” el que le da seguridad
al autor también en ese punto.
Tradicionalmente, se distinguen cuatro consecuencias básicas del
principio de legalidad plasmadas en forma de “prohibiciones”, de las cuales las dos
primeras se dirigen al juez, y las dos últimas, al legislador: la prohibición de
analogía, la prohibición del Derecho consuetudinario para fundamentar o agravar la
pena, la prohibición de retroactividad y la prohibición de leyes penales
indeterminadas o imprecisas (confr. Aut. Cit., Opus Cit., pág. 138/140), por lo cual,
habiendo la Defensa Técnica invocado a la prohibición de retroactividad como
argumento plausible a la concreción del fenecimiento de la acción penal por
prescripción, realizaré a continuación su abordaje.
En relación a esta consecuencia, Roxin indica que son imaginables
diversas clases de retroactividad. Así, un hecho que no era punible en el momento
de su comisión puede ser penado retroactivamente; o respecto de una acción que
ya es legalmente punible; se puede introducir una pena más grave (p.ej. prisión en
vez de pena de multa) o se puede agravar la pena dentro de una de la misma clase
(p.ej. subirla de cinco a diez años de prisión) siendo estas tres formas de
retroactividad constitucionalmente inadmisibles, pues la punibilidad (como tal, o en
su clase o cuantía) no estaba declarada y determinada legalmente antes del
hecho.
Conforme a este autor, también rige la prohibición de retroactividad en
cuanto a los presupuestos de punibilidad del Derecho material y tampoco es
admisible una supresión o restricción retroactiva de las causas de justificación.
Además, rige también respecto de la pena y sus consecuencias accesorias; la ley
menciona específicamente su aplicabilidad a la confiscación, el comiso y la
inutilización (art. 2 V del Código Penal Alemán).
Cuando se ingresa al análisis de la prohibición de retroactividad y el
Derecho procesal, el maestro alemán expresa que en el derecho procesal no rige la
prohibición de retroactividad, sólo vigente en el Derecho material. “Es obvio que
desde su entrada en vigor, los nuevos preceptos del Derecho procesal rigen
también respecto de los procedimientos en curso”.
En cambio, la situación es distinta en el caso de condiciones o
presupuestos de procedibilidad (como p.ej. el requisito de la querella) o de
impedimentos de procedibilidad (como la prescripción) que afectan a la
admisibilidad a la admisibilidad del conjunto del proceso. Estos supuestos se sitúan
en la frontera con el Derecho material, y en no pocos de ellos su ubicación es
dudosa; así la prescripción se considera por unos como institución jurídica material,
por otros como procesal, y por otros (actualmente la opinión dominante) como
institución “mixta”. Pero la vigencia del principio de legalidad en este campo no
puede depender de dichas clasificaciones formales, que se efectúan sin tener en
cuenta la prohibición de retroactividad, sino que lo que procede es examinar en el
caso concreto hasta qué punto el fin del art. 103 II GG -Ley Fundamental de la
República Federal Alemana que establece: “Un acto solo podrá ser penado si su
punibilidad estaba establecida por ley anterior a la comisión del acto”- requiere su
aplicación (confr. Aut. Cit., Opus Cit., págs. 164/165).
Al tiempo que el autor citado examina los presupuestos de la punibilidad
y sus causas de exclusión, estima preferible, a los efectos de su caracterización,
una solución intermedia, según la cual la adscripción de un elemento al Derecho
material no depende de que esté desligado del proceso, ni tampoco de su conexión
con la culpabilidad, sino de su vinculación con el acontecer del hecho, solución
fundada sobre todo por Gallas y Schmidhäuser. Gallas sostiene que las
circunstancias independientes de la culpabilidad se pueden considerar condiciones
objetivas de punibilidad si “están en conexión con el hecho”, es decir, pertenecen al
“complejo del hecho” en su conjunto, incluyendo “también reflexiones de economía
procesal y consideraciones a intereses del Derecho de Gentes”. Según esto,
presupuesto de procedibilidad son sólo circunstancias ajenas al complejo del
hecho.
Continua Roxin indicando que la querella, prescripción, amnistía, indulto,
etc. son presupuestos de procedibilidad, ya que se trata de sucesos situados
totalmente fuera de lo que sucede en el hecho, siendo las circunstancias que
pertenecen al acontecer del hecho y de las que depende la punibilidad, la que han
de caer bajo la protección del art. 103 II GG porque el autor hace depender en su
caso su actuación de la confianza en que concurran o no concurran esas
circunstancias. Así p.ej., el orador parlamentario recurrirá sin temor a palabras
fuertes si y porque sabe que le ampara la protección del art. 36 y que
posteriormente tampoco se le podrá privar de la misma. Pero nadie puede confiar
en que no será castigado porque se va a producir la prescripción, no se va a
presentar querella o se va a aprobar una amnistía; pues se trata de circunstancias
de las que nada se puede afirmar en el momento del hecho y de las que nadie
puede fiarse (confr. Aut. Cit., Opus Cit. págs.988/989), reafirmando dicha
concepción al tiempo en que recapitula la cuestión tratada expresando que las
circunstancias que excluyen la pena y que por su falta de vinculación con el
complejo del hecho no están sujetas a la prohibición de retroactividad, o cuya
apreciación se encomienda al arbitrio de las autoridades encargadas de la
persecución criminal sin vinculación a la determinación legal, pertenecen al
Derecho procesal (confr. Aut. Cit., Opus Cit., pág. 992).
b) Sin perjuicio del criterio adoptado por Claus Roxin en cuanto a la
naturaleza jurídica de la prescripción como condición de procedibilidad ajena al
complejo del hecho y, por tanto, desplazada de la prohibición de retroactividad, no
puede soslayarse que es doctrina de nuestro tribunal constitucional que el principio
de legalidad consagrado en el art. 18 de la Constitución Nacional exige
indisolublemente la doble precisión de la ley de los hechos punibles y de las penas
a aplicar” (Fallos, 311:2453, entre otros) expresando que la prohibición de
retroactividad no solo abarca el supuesto de hecho sino también la pena, pues de lo
contrario no se daría cabal cumplimiento a las exigencias del principio
constitucional de legalidad (Fallos, 311:2721 y 312:2084, entre otros). La
excepción a este principio, constituido por la retroactividad de la ley penal más
benigna, asume, por lo demás obviamente, las sanciones y entre ellas las de multa
(Fallos, 310:267).
En este aspecto, el juez Petracchi ha dicho en su voto, dentro del
precedente Fallos, 318:2227, que el principio emergente del art. 18 de la
Constitución nacional impide la retroactividad de la ley penal en un sentido
garantista que asume los institutos directamente relacionados con la noción de ley
punitiva. Así -explica- “la jurisprudencia de la Corte ha interpretado esta garantía
como la exclusión de disposiciones penales posteriores al hecho infractor -leyes ex
post facto- que impliquen empeorar las condiciones de los encausados (confr.
causa “Mirás”, Fallos, 268, consid. 6° y sus citas). El instituto de la prescripción
cabe, sin duda alguna en el concepto de ley penal, desde que esta comprende no
solo el precepto, la sanción, la noción de delito y culpabilidad, sino todo el complejo
de disposiciones ordenadoras del régimen de la pretensión punitiva (fallo citado,
consid. 7°).
Ahora bien, estos principios y sus consecuencias han sufrido especiales
restricciones en materia de extradiciones vinculadas a delitos contra el derecho de
gentes que forma parte de nuestro derecho interno (Fallos, 316:567) -confr. voto
de la mayoría de la C.S.J.N. en Priebke- como asimismo en crímenes considerados
de lesa humanidad -Simón, Arancibia Clavel, entre otros- y más recientemente en
lo que la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha denominado: “graves
violaciones a los derechos humanos”, los cuales nos obligan a reflexionar
seriamente en los nuevos desafíos que enfrenta, ha enfrentado y enfrentará el
principio de legalidad en su desarrollo histórico.
En efecto, Guillermo Yacobucci al analizar el sentido político de la
distinción entre legalidad formal y legalidad material, expresa que los caracteres
que dan significación a la sujeción del poder y de los ciudadanos a la ley, entre los
que señala: a) la ley como modo de dirección emergente del poder político
orientado a los ciudadanos; b) la relevancia del conocimiento por parte de estos
últimos y la necesaria sujeción de quienes están encargados de evaluar los
comportamiento sociales; c) las exigencias de entre las que se destaca su carácter
escrito y racionalidad; d) la distinción entre una etapa de formación y otra de
aplicación; y e) el carácter garantizador que reviste para los ciudadanos frente al
ejercicio del poder, ya que este queda sujeto a sus dictados- adquieren en un
determinado momento histórico influido por la Ilustración y el Iluminismo un
sentido particular, pudiendo considerarse que hay cierta absolutización en algunos
de los elementos ut-supra mencionados a punto tal que terminan resultando
contrarios a los objetivos buscados y, en muchos casos, incluso irrealizables. En
definitiva, la noción de legalidad nace de un contexto político-cultural que irá
desarrollándose en virtud de cierta ideologización de sus contenidos hasta alcanzar
un formalismo esterilizante y contradictorio con el ser mismo de la vida jurídica. La
Corte Suprema siempre ha descartado este modo meramente formal de entender
la sujeción a la ley. Por eso tiene dicho que “la misión judicial no se agota con la sola
consideración indeliberada de la aplicación a la ley. Es ineludible función de los
jueces, en cuanto órganos de aplicación del ordenamiento jurídico vigente,
determinar la versión, técnicamente elaborada, de la de norma aplicable al caso”
(Fallos, 249:37). Más aún, es propio del Tribunal revisar las resoluciones acerca de
la adecuación de las normas a la Constitución Nacional (Fallos, 117:7; 137:47,
entre muchos otros). Particularmente, en los casos de reglamentación de derechos
básicos o fundamentales, considera que es labor de los jueces evaluar la
razonabilidad de las restricciones, exigiendo que estas se encuentren debida y
singularmente fundadas. Las justificaciones requeridas por la ley fundamental, a su
entender, son una demanda primariamente dirigida al legislador y controlable por
los Tribunales (Fallos, 318:1894, consid. 6°) -confr. Aut. Cit., El Sentido de los
principios penales. Su naturaleza y funciones en la argumentación penal, Ed.
Ábaco, Bs. As., 2002, págs. 238/239 y 242-.
Al indagar en el sentido político de la distinción entre legalidad formal y
material, Yacobucci indica que la consideración predominante formal de la ley
dentro de la vida política es lo que determina el sentido con el que se ha revestido
durante mucho tiempo el principio de legalidad, como principio propio de una forma
política entendida históricamente como estado de derecho y cuya principal
realización es el estado legislativo. Luego, cuando investiga en la lógica de los
razonamientos superadores del formalismo, expresa que la misma radica en que la
consideración de la legalidad viene implicada por el hecho de que en toda
convivencia, la idea fundamental o constitutiva está representada por fines y
bienes comunitariamente queridos y buscados. Buena parte de ellos, además,
están explicitados en los textos constitucionales y los compromisos
internacionales. En este aspecto, parece tener mayor consistencia la idea de
Dworkin acerca de ciertos derechos que van más allá de las decisiones mayoritarias
y de formas de interpretación basadas en principios que guían la consideración de
textos constitucionales.
Es por esto que Jescheck distingue claramente entre dos sentidos de
“estado de derecho” en materia penal. El primer sentido, de índole formal, se
relaciona con criterios de seguridad jurídica y supone que, siendo el derecho penal
el instrumento de más grave injerencia del poder en el ámbito de las relaciones
humanas, su ejercicio debe estar limitado para evitar cualquier abuso posible. En
este aspecto cobran particular relevancia la reserva de ley, la previsión legal de la
pena, la vinculación del juez a la norma, la prohibición de la analogía, etc. El
segundo sentido tiene un carácter material; esto significa que en el estado de
derecho la ley penal no puede tener cualquier contenido. En este aspecto, Jescheck
enumera la salvaguarda de la dignidad humana, la restricción del ius puniendi para
los hechos más graves, la exclusión de penas crueles, la proporcionalidad en los
medios, la igualdad -como criterio antidiscriminatorio-, etcétera.
A modo de síntesis, manifiesta que en nuestros días -vale la pena
recordarlo- no cabe entonces entender al principio de legalidad desde una
perspectiva meramente formal. Por el contrario, al decir de Bacigalupo, la noción
de Estado de derecho no está vinculada exclusivamente con los criterios de la
mayoría legislativa, sino que aparece relacionada con la defensa de los derechos
fundamentales. Esto significa que la sola formalidad legal sin contenido material
determinado no satisface los presupuestos de legalidad de los que habla. En este
aspecto, como se explicó, debe atenerse a valores y principios de orden
constitucional; se trata en consecuencia de una aplicación del derecho penal
conforme Constitución.
Es por ello que el autor, luego de enumerar y desarrollar los retos a los
que está expuesta la legalidad -entre los cuales se encuentra la prescripción-
expresa que dicho principio no resulta operativo si se la asume con un criterio
simplemente formal o funcional. Esto quiere decir, a su entender, que el principio
de legalidad, por motivos de fuerza y exigencias históricas, debe abandonar su
constitución formalizada y lograr la obtención de criterios materiales antes ligados
a la noción de legitimidad. En nuestro tiempo, el principio de legalidad debe
materializarse a través de valoraciones emergentes de los principios del bien
común y dignidad humana, como fines esenciales de la convivencia social a la que
atiende el derecho penal. El bien común político y la dignidad humana no son solo
reglas emergentes de nuestra Constitución o de los instrumentos internacionales
de derechos humanos, sino de los valores intangibles del ser humano en sociedad,
reconocidos por el derecho de gentes y que no dependen, por cierto, de mayorías
legislativas, sino de una clara representación de los intereses fundamentales de las
personas para alcanzar su desarrollo y plenitud dentro de la convivencia. -confr.
Aut. Cit., Opus Cit. págs. 242/243, 248, 259 y 291/292-.
c) Realizadas entonces las disquisiciones anteriores en torno a los
principios de legalidad formal y material como a la naturaleza jurídica del instituto
de la prescripción conforme prestigiosa doctrina extranjera y la sentada por el
Máximo Tribunal del país, corresponde emprender el examen del supuesto que nos
convoca y que ha dado origen al presente juicio.
Al decir del Procurador General de la Nación, Dr. Eduardo E. Casal al
emitir su dictamen fechado 3 de febrero de 2.014 en los autos “Funes, Gustavo
Javier y otro (expte. F. 294. XL VII)”: “…la situación suscitada en autos refleja, una
vez más, el conflicto entre dos intereses fundamentales de la sociedad: su interés
en una rápida y eficiente ejecución de la ley y su interés en prevenir que los
derechos de sus miembros individuales resulten menoscabados por métodos
inconstitucionales de ejecución de la ley", según la conocida fórmula de la Corte
Suprema de Justicia de Estados Unidos en el caso "Spano vs. New York", 360 U.S.
315, 1958 (citado en Fallos: 303:1938 y 306:1752, considerando 9° del voto del
doctor Petracchi). Esa tensión se refleja entre el derecho de la víctima a la justicia
y al castigo, con el correlativo deber del Estado de investigar y sancionar las
violaciones de los derechos humanos, y los derechos fundamentales de la persona
que puede recibir una pena criminal, ambos amparados por la Convención
Americana (arts. 1,2,7,8,9 Y 25)”.
En el sub-examine, prístino deviene que a Marcelino Ricardo Moya se le
atribuye que entre los años 1993 y 1995, cuando se desempeñaba como Sacerdote
en la Iglesia Santa Rosa de la ciudad de Villaguay y abusando de su autoridad
sobre sus monaguillos / / y /o / /, promovió la corrupción del primero de los
nombrados en forma reiterada realizándole sexo oral y provocando su eyaculación,
abusando también sexualmente del segundo de los mencionados, tocándolo en sus
genitales, por debajo de sus prendas íntimas, hechos sucedidos en la habitación
que ocupaba en la planta alta de la Iglesia de mención y uno de ellos en un
convento de la ciudad de Viale, Entre Ríos.
Los comportamientos antes mencionados enmarcan conforme surge del
auto de remisión a juicio y del contenido de las respectivas acusaciones pública y
privada en los delitos de PROMOCIÓN DE LA CORRUPCIÓN AGRAVADA y
ABUSO SEXUAL SIMPLE AGRAVADO EN CONCURSO REAL ENTRE SÍ -arts.
125 segundo párrafo, 127 segundo párrafo en función del art. 122 y 55
del Código Penal, texto según Ley 11.179 (vigente al momento de los
hechos Ley N°23487)-.
Que a poco de examinar el contenido de las imputaciones fácticas
formuladas a Moya y los tipos penales en juego, se advierte, tal como lo
reconociera la Fiscalía y lo alegara la Defensa Técnica en sus alegatos de apertura
y clausura, que no estamos en presencia de hipótesis fácticas adscribibles a delitos
de lesa humanidad o, me permito agregar, a aquellos contemplados en el art.
Artículo 5 del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, sometidos a su
competencia por ser calificados como aquellos de más grave trascendencia para la
comunidad internacional en su conjunto, tales: a) el crimen de genocidio; b) los
crímenes de lesa humanidad; c) los crímenes de guerra; y d) el crimen de agresión;
a los que dicho cuerpo normativo define y luego caracteriza de imprescriptibles
(art. 29).
Pero no obstante la aseveración antes mencionada, debo sin embargo
coincidir con la Fiscalía y la querella en que la actividad ilícita cuya comisión se le
atribuye al imputado constituye sin resquicio a duda alguna y de manera evidente,
un grave atentado a los derechos humanos de las víctimas.
Que dicha conclusión se sustenta con meridiana claridad si tenemos en
cuenta la calidad de sacerdote que ostenta Moya al tiempo de los hechos,
desempeñándose como Vicario Parroquial de Santa Rosa de Lima, Villaguay -desde
el 08/03/1993- y Capellán del Regimiento de Ejército Cnel. Brandsen, Villaguay
-desde el 08/03/1993- (confr. informe de fecha 6 de julio de 2.015 suscripto por
Juan Alberto Puiggari, Arzobispo de Paraná) y pertenecía al culto católico
apostólico romano -sostenido actualmente por el Estado Argentino, art. 2 de la
C.N.- a la vez que se desempeñaba como catequista en el Instituto "La
Inmaculada" desde el 1 de marzo de 1993 hasta el 21 de abril de 1997 donde se
desempeñó como profesor (confr. informe suscripto por su apoderada legal, Celia
Nélida Barreto) e intervenía activamente en Acción Católica, circunstancias éstas
que lo colocaban en una especial posición de autoridad, poder, prestigio y
preeminencia ante sus víctimas y la comunidad toda -confr. testimoniales rendidas
en plenario, las que en forma unánime dan cuenta del respeto y consideración del
que gozaba Moya, quien hasta se imponía a la opinión de los padres cuando
buscaba a sus hijos (menores de edad) para realizar diversas actividades en Acción
Católica, en el programa de radio y participaba en la vida pública de la ciudad,
siendo considerado, al decir de testigo Amalia Ángela de las Mercedes Pérez, nada
menos que "el Papa" de Villaguay-.
Tampoco puede soslayarse que los hechos abusivos consistentes en
delitos contra la integridad sexual, tuvieron por víctimas a / / y /o / /, de entre 13
y 14 años durante el lapsus temporal intimado -años 1993/1995- encontrándose
ambos en plena etapa de desarrollo psico-físico y de formación de su personalidad
-tal como dieran cuenta las profesionales de la psicología y psiquiatría que
intervinieron en juicio-.
Que amén de que tanto como/ / eran "niños" al momento de los hechos
-confr. art. 1 de la Convención sobre los Derechos del Niño adoptada por la
Asamblea General de Naciones Unidas el 20/11/89 y aprobada por Ley 23.849
(B.O.22/10/90) vigente en la época incriminada-, resulta destacable la "situación
de vulnerabilidad" que aquejaba a ambos, aunque más acentuadamente al primero
de ellos.
En tal sentido, pertenecía a una familia disfuncional, había perdido un
referente paterno importante -su abuelo materno-, su padre era alcohólico y
estaba ausente de la casa por razones laborales, su hermana se había querido
suicidar y los problemas económicos abundaban, por lo que Moya asumió en su
caso el lugar de confidente, confesor y persona de confianza tanto de él como de su
madre, Mercedes María Virginia Escalante, a punto tal que se quedaba a dormir
en muchas ocasiones en la casa parroquial, tal era el grado de seguridad que el
imputado inspiraba en su familia -confr. testimonios rendidos en plenario por los
padres de , el /mismo y Gabriel Ignacio Lucca-.
Que también de esta conexión especial y el trato cotidiano que tenía el
inculpado con las víctimas y sus familias, se deduce su absoluto y pleno
conocimiento de los avatares personales y financieros de la familia /-Escalante
como el aprovechamiento de las difíciles vicisitudes que padecía un niño en
formación a fin de lograr la concreción de tales comportamientos.
El extenso relato efectuado por me permite asimismo apreciar las
traumáticas consecuencias que las conductas endilgadas a Moya ocasionaron en su
vida de adolescente y adulto, en todos los ámbitos -educativo, familiar,
sentimental, universitario y laboral- y explican las razones de los años
transcurridos hasta que pudiera poner en palabras aquello que le había pasado y
tanto daño le había hecho -recién a principios del año 2.015- tal como dieron
cuenta las profesionales intervinientes en sus respectivas alocuciones -confr. las
palabras empleadas por la psicóloga y Licenciada en Trabajo Social Estela Bolla:
“no hay tiempos lógicos en un tratamiento psicoanalítico, no hay los
tiempos de la conducta…en este caso hubo hechos traumáticos que
hicieron que no podía remover ese trauma al comienzo del tratamiento.
Lo pudo remover cuando lo pudo hacer” -la negrita me pertenece-.
/ / también era un adolescente y como tal, vulnerable al momento de
los hechos, aunque el haber transmitido lo ocurrido con Marcelino Moya, primero a
sus compañeros Guillermo Larrondo, Alberto Van Haezevelde y Leandro Downes
Ojeda (quienes no le dieron la importancia que merecía) y luego a sus padres,
aplacó, en palabras de la psiquiatra Londero, gran parte del avasallamiento sufrido.
Pero lo cierto es que en razón de su edad y consiguiente inmadurez, dejó en
manos de sus padres la decisión de comunicar a las autoridades judiciales y
eclesiásticas lo sucedido, sin resultados fructíferos.
Así, / en su testimonio relató los motivos por los cuales decidieron no
denunciar a Moya -básicamente el imputado era una persona muy popular y la
justicia no era lo que es hoy, los tiempos eran distintos, tuvieron miedo de exponer
a /, que no le crean y el proceso penal no tenga buen fin- pero sí dieron cuenta al
Padre Cena de lo ocurrido con su hijo, quien les pidió disculpas y se comprometió en
iniciar una investigación, concurriendo posteriormente a su domicilio el padre José
Carlos Wendler.
Es recién cuando / tiene contacto con en e/l año 2.015 en que decide
adoptar una decisión que antes había delegado en sus progenitores y animarse a
dar el paso trascendental de formular la denuncia, siendo plenamente válidas
también para / las explicaciones científicas expuestas por las profesionales
intervinientes en cuanto a que situaciones de este tenor no son rápidamente
develadas, siendo ello habitual ya que hay sentimientos que se generan en los
niños cuando el abuso viene de un adulto, ubicado en un situación de autoridad,
que hagan que no puede entender cabalmente que ese adulto en quien confía,
traicione esa confianza. El silencio es esperable porque además los sentimientos de
culpa de los niños abusados hacen que se silencien por no comprender esa
situación (confr. in extenso el testimonio de la psicóloga Barbagelata Xavier). Al
decir de la psicóloga Estella Bolla, cuando refiere a la vulnerabilidad, que aun
cuando la víctima no sea menor, se es vulnerable en relación a la referencia de
poder que este sujeto hacía ya que era nada más ni nada menos que el
representante de Dios en la tierra.
A su vez, José Carlos Wendler da cuenta que le comentó al obispo Monseñor
Maulión, lo sucedido en Villaguay con / /, haciendo un informe por escrito (confr.
punto XVIII prueba documental) dando cuenta de los problemas suscitados por
Moya durante su estadía en Villaguay, de otros supuestos casos de abuso sexual y
de cómo los adolescentes se alejaban de la Iglesia por actitudes expulsivas del
imputado, quien excluía a algunos y luego ingresaban otros a su “círculo íntimo”,
informando también que en su presencia, el Padre Cena hizo saber dicha
circunstancia a Monseñor Norberto Martina, Obispo Castrense, cuando Moya
estaba emprendiendo su viaje a Chipre con los Cascos Azules, situación que ayudó
a descomprimir la situación y que no se comentara más sobre ella. Agregó que
cuando empezó el tema de Ilarraz, un grupo de curas denunciaron a otros ante el
obispo y fueron acusados de estar en una cacería de brujas por Monseñor Puiggari.
Querían que la iglesia liderara una actitud firme en estos casos, desde lo jurídico y
lo canónico, pero lo que vieron en los Obispos fue minimizar y ocultar,
despreciando a la justicia civil. Entiende que Monseñor Puiggari sostiene que no
recibió su nota, cuando actuaba con todo conocimiento de ella y que diga que no
tenía la carta no lo puede creer, tan violento fue que ahora se encuentra fuera de la
iglesia. En cuanto a las notas que le entregó a Monseñor Maulión, luego se las
entregó a Fiscalía y a Monseñor Puiggari, aunque presentadas por el testigo no
sabe qué trámite siguieron.
Que las manifestaciones vertidas por Wendler adquieren adecuada
corroboración en los legajos personal y administrativo remitidos por la Iglesia
Católica y adjuntadas en plenario como prueba documental.
Efectivamente, surge de una atenta lectura de los mismos que las máximas
autoridades eclesiásticas de la provincia no podían desconocer los serios
inconvenientes por los que transitaba la función sacerdotal de Moya -confr. nota
fechada 16/07/1998 suscripta por Norberto E. Martina Obispo Castrense a
Monseñor Estanislao Esteban Karlic, Arzobispo en aquel entonces de Paraná, dando
cuenta de haber conversado con el Sr. Cura Párroco, Pbro. Silverio Cena, como así
también con su Vicario parroquial, Pbro. José Carlos Wendler, sobre el P. Marcelino
Moya, expresando que las observaciones eran atendibles, aunque le parecía
(sorprendentemente a mi entender) que no llegaban a constituir un problema de
índole moral serio- de lo que se infiere no solamente la nula importancia que la
Iglesia le adjudicó al tema, sino también el completo ocultamiento de lo trasmitido
por Wendler, a punto tal que en el intercambio epistolar entre Karlic y Martina ni
siquiera se menciona una vez la palabra “abuso” o lo sucedido entre Moya y / / en
Villaguay.
También se ratifican las palabras de Wendler en el análisis del legajo
administrativo seguido a Moya luego de que los hechos investigados adquieran
notoriedad a través de la publicación de Análisis Digital y las respectivas denuncias
(confr. decreto de iniciación de investigación preliminar, suscripto por Juan Alberto
Puiggari de fecha 26 de junio de 2.015) nombrándose al Pbro. Fariña como
instructor y disponiéndose como medida cautelar licenciar al Pbro. Marcelino Moya
del oficio de Párroco de la Parroquia Nuestra Señora de la Merced de Seguí sin
poder por el momento ejercer el Ministerio Sacerdotal el 30/06/2015 (confr. fs. 4
del legajo administrativo, aún no dilucidado, conforme nota del 04/02/2019 por no
contar con la colaboración de los denunciantes)-.
De lo antes expuesto se colige en forma terminante que difícilmente las
víctimas tenían motivos para creer en una investigación seria y profunda por parte
de una autoridad que no dio crédito a lo oportunamente puesto en conocimiento
por uno de sus sacerdotes, surgiendo de la declaración del párroco Cena una
negativa en relación a cualquier conducta sospechosa por parte de Moya, cuando el
mismo, conforme lo relatado por / y José Carlos Wendler conocía lo sucedido con /,
desconociendo también llamativamente que en algunas ocasiones dormían chicos
en la casa parroquial y el propio Cena ocupaba la habitación contigua a la del
imputado (confr. fs. 10/11 del legajo administrativo). Menos aún, que sean los
máximos representantes del culto católico los que pongan en conocimiento de la
jurisdicción tales repudiables comportamientos ya que, según las propias palabras
de Wendler, existía absoluta desconfianza hacia el proceder de los tribunales y su
aptitud para dilucidar estos hechos.
En este punto he necesariamente de detenerme ya que estimo de
especial relevancia a los efectos de la caracterización del presente caso la condición
de sacerdote de Moya y las particularidades de la estructura eclesial antes
detalladas constatadas en la tramitación de los sus legajos personal y
administrativo, en la cual también se amparó durante años, lo que habilita a
afirmar que no estamos ante un simple supuesto de abuso sexual cometido por
cualquier particular y en cualquier ámbito situacional; sino ante hechos
presumiblemente ocurridos a manos de un sacerdote del Culto Católico, sostenido
por el Estado Argentino y perteneciente a una religión que cuenta con su propio
Estado -La ciudad Estado Vaticano- cuya existencia como Estado independiente se
remonta al año 1929 y alberga a la Santa Sede, institución que dirige la Iglesia, con
personalidad jurídica propia y sujeto de Derecho Internacional, siendo su máxima
autoridad y jefe de estado, el papa de la Iglesia Católica -actualmente el ex
Arzobispo de Buenos Aires y Cardenal, Jorge Bergoglio-. Los hechos habrían
ocurrido también en un espacio físico destinado al culto o estrechamente ligada a
él, como lo es la casa parroquial -próxima a la Parroquia Santa Rosa de Lima de
Villaguay- y el Convento de Viale, y habrían sido cometidos respecto de
niños-adolescentes vulnerables, datos éstos que le aportan sin hesitación alguna
un indubitable plus a los de por sí gravísimos extremos denunciados y permiten su
consideración como una violación patente y relevante a los derechos humanos de
los damnificados -los actuales y persistentes reclamos al Papa Francisco
practicados en diferentes países y provenientes de las víctimas a raíz de
escandalosas denuncias de abusos sexuales cometidos por sus pastores me eximen
de mayores consideraciones al respecto-.
d) En este estado del proceso de análisis me pregunto entonces si,
teniendo presente los rasgos distintivos del objeto de decisión debo
necesariamente hacer lugar a la pretensión liberadora que pretende la Defensa
Técnica por aplicación de la extinción de la acción penal o, por el contrario,
considerar inaplicable dicha disposición por tratarse el sub-judice de aquellas
violaciones de derechos humanos que por su propia naturaleza y connotación
tienen consecuencias propias y tornan inadmisibles las disposiciones de amnistía,
prescripción como el establecimiento de excluyentes de responsabilidad que
pretendan impedir la investigación y sanción de los responsables.
El concepto de “violaciones graves” a los derechos humanos ya ha sido
considerado dirimente para desautorizar la aplicación de leyes domésticas sobre
prescripción a los hechos que mereciesen esa calificación -confr. “Barrios Altos vs.
Perú”, sentencia de la Corte IDH del 14/03/2001-. De modo análogo, reiteró esa
doctrina con idéntico enunciado en los casos “Gomes Lund v. Brasil” Corte IDH ,
“Gelman v. Uruguay”, y “Vera Vera vs. Ecuador” sent. de fondo 19/05/2011, donde
ratifica la doctrina expuesta en el sentido de que ninguna ley doméstica que regule
la prescripción de la acción penal puede obstar a la persecución de todo hecho que
lesione un derecho humano, expresando con motivo de ese último fallo la Comisión
Interamericana que: “…en varios casos la Corte ha indicado que las figuras como la
prescripción pueden en ciertos casos constituir un obstáculo para llevar a cabo
investigaciones y esclarecer ciertos hechos en violaciones de derechos humanos”,
para continuar afirmando que si bien “en el caso Albán Cornejo la Corte indicó que
por no tratarse de un delito necesariamente imprescriptible bajo el derecho
internacional, no correspondía ordenar la respectiva investigación -caso de delitos
de muerte atribuible a negligencia médica”- recientemente en la última Resolución
de cumplimiento de sentencia en el caso Bámaca Velásquez Vs. Guatemala, “la
Corte planteó una posición respecto de un juicio de ponderación que
corresponde hacer a las autoridades judiciales cuando se encuentran
vinculados, por un lado, los derechos de los familiares de las víctimas de
violaciones de derechos humanos de conocer lo sucedido y, por otra
parte, posibles garantías procesales de los imputados”, y que ello debía
hacerse casuísticamente y aunque en la jurisprudencia de la Corte la
improcedencia de la prescripción usualmente ha sido declarada por peculiaridades
propias, en casos que involucran graves violaciones a derechos humanos
haciéndose mención a la desaparición forzada de personas, la ejecución
extrajudicial y la tortura, de ninguna manera puedo aceptar que dicha enunciación
sea taxativa, en virtud de los motivos antes vertidos tanto por la Comisión como
por la misma Corte.
Por consiguiente y reiterando el concepto, la Comisión alegó que
conforme a la jurisprudencia constante de los órganos del sistema interamericano,
“no es admisible la invocación de figuras procesales como la prescripción,
para evadir la obligación de investigar y sancionar graves violaciones de
derechos humanos”. De acuerdo a la Comisión, “esta noción ha sido aplicada
tanto a contextos de violaciones sistemáticas y generalizadas, como a ciertas
violaciones que, por las circunstancias particulares del caso, revisten un nivel
importante de gravedad”. Indicó que, recientemente, en la mencionada Resolución
dictada en el caso Bámaca Velásquez vs. Guatemala, la Corte desarrolló ciertas
pautas a tener en cuenta en casos en los cuales pueden entrar en tensión los
derechos procesales de posibles imputados y los derechos de las víctimas de
violaciones de derechos humanos a conocer la verdad y obtener justicia, y que el
Tribunal “no limitó su aplicación a crímenes de lesa humanidad o a aquéllos que
resulten imprescriptibles bajo otros tratados internacionales, sino que continuó
consolidando la jurisprudencia del Tribunal en el sentido de que ciertas figuras
procesales son inadmisibles en casos de 'graves violaciones de derechos
humanos'”. Asimismo, la Comisión señaló que no desconocía lo resuelto por la
Corte en el caso Albán Cornejo vs. Ecuador. Sin embargo, hizo referencia a lo que
consideró como “diferencias fácticas” entre dicho caso y el presente, y mencionó
que un “análisis integral de los pronunciamientos del Tribunal sobre la materia
permite concluir que en el ámbito del sistema interamericano la exclusión
de la figura de prescripción ha ido más allá de los supuestos de
imprescriptibilidad consagrados en otros tratados internacionales,
otorgando mayor relevancia, en ciertos casos, a los derechos de las
víctimas o sus familiares a conocer la verdad de lo sucedido y a obtener
justicia y reparación” -la negrita me pertenece-.
Que la doctrina antes sentada fue reiterada también en “Bueno Alves”,
en que la Corte IDH expresó “... con independencia de si una conducta constituye
un crimen de lesa humanidad, …la obligación de investigar violaciones de derechos
humanos se encuentra dentro de las medidas positivas que den adoptar los Estados
de garantizar los derechos reconocidos en la Convención. El deber de investigar es
una obligación de medios y no de resultado, que debe ser asumida por el Estado
como un deber jurídico propio y no como una simple formalidad condenada de
antemano a ser infructuosa, o como una mera gestión de intereses particulares,
que dependa de la iniciativa procesal de las víctimas, de sus familiares o de la
aportación privada de elementos probatorios. A la luz de ese deber, una vez que las
autoridades estatales tengan conocimiento del hecho, deben iniciar ex officio y sin
dilación, una investigación seria, imparcial y efectiva. Esta investigación debe ser
realizada por todos los medios legales disponibles y orientarse a la determinación
de la verdad”.
Asimismo, en “Bulacio vs. Argentina”, sent. de fondo del 18/09/2002 la
Corte IDH indicó que: "son inadmisibles las disposiciones de prescripción o
cualquier obstáculo de derecho interno mediante el cual se pretenda impedir la
investigación y sanción de los responsables de las violaciones de derechos
humanos", lo que confirma la posición sentada por el Máximo Cuerpo Judicial
Regional en relación a que, en determinados supuestos de hecho que lo ameriten,
el derecho de acceso a justicia de las víctimas y consecuente descubrimiento de la
verdad -arts. 1, 5, 8.1, 11.1 y 25.1 de la Convención Americana de Derechos
Humanos- habrían de prevalecer sobre las disposiciones relativas a la extinción de
la acción penal por el transcurso del tiempo (criterio por lógica también adoptado
por nuestra Corte Suprema in re: “Espósito” en el cual la Corte acató el
cumplimiento de lo ordenado in re: “Bulacio”).
Que he de remarcar también que no comparto la apreciación de que solo
caerían en la regla de inoponibilidad de la prescripción aquellos atentados a
derechos humanos atribuibles a personas que obran en funciones estatales o bajo
la dirección o aquiescencia de estas, ya que, al decir de la Comisión
Interamericana, la evolución acaecida en materia de derechos humanos ha
permitido que las características objetivas y subjetivas de cada supuesto particular
permitan, atento especialísimas circunstancias, admitir o desechar dicho principio.
Es también la propia Corte Interamericana en el precedente “Velázquez
Rodríguez” la que posibilita la adopción de este criterio, al indicar que es parte de la
obligación del Estado: “organizar todo el aparato gubernamental y, en general,
todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder
público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno
ejercicio de los derechos humanos. Como consecuencia de esta obligación los
Estados deben prevenir, investigar y sancionar toda violación a los derechos
reconocidos por la Convención y procurar, además del restablecimiento, si es
posible, del derecho conculcado y, en su caso, la reparación de los daños
producidos por la violación de los derechos humanos”, siendo clara al indicar en
dicha resolución que los hechos ilícitos violatorios de los derechos humanos que no
sean imputables al Estado, tales como los que “son obra de un particular o por no
haberse identificado al autor de la trasgresión, puede acarrear la responsabilidad
internacional del Estado, no por ese hecho en sí mismo, sino por falta de la debida
diligencia para prevenir la violación o para tratarla en los términos requeridos por la
Convención” (confr. sentencia del 29 de julio de 1988 citada por Guillermo
Yacobucci, Opus Cit., pág. 185).
En base a las apreciaciones antes vertidas, considero que dadas las
excepcionalísimas singularidades que determinan el presente caso, he de concluir
que las disposiciones contempladas en los arts. 62 inc. 2 y 67 del Código Penal
vigente en los años intimados, se revelan inaplicables en la especie, atento
constituir certeramente las hipótesis fácticas sometidas a juzgamiento de este
Tribunal un grave atentado a los derechos humanos.
e) En cuanto al argumento exhibido por la Defensa Técnica consistente
en que el principio de legalidad y por ende, las reglas fijadas en el derecho
doméstico sobre prescripción a ellos indisolublemente vinculados también forman
parte del bloque constitucional-convencional (art. 18 y 75 inc. 22 C.N., art. 11.2 de
la Declaración Universal de los Derechos Humanos, art. 9 Convención Americana
sobre Derechos Humanos y art. 15.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos) y poseen la misma jerarquía normativa que las disposiciones relativas a
los derechos de acceso a justicia y búsqueda de la verdad -arts. 8.1 y 25 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos- y las atinentes a la Convención
sobre los Derechos del Niño en sus arts. 2, 3, 12, 19 y 38, adelanto opinión en
cuanto considero que, dadas ciertas circunstancias, un derecho constitucional
puede tener prioridad sobre otro (tesis de la desigualdad (y consecuente jerarquía
de los derechos constitucionales).
Así las cosas, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha sido enfática
en algunos precedentes, tales: “Servini de Cubría, Maria R.” del 8 de septiembre de
1992 y “Portillo, Alfredo” del 18 de abril de 1984 en cuanto no es admisible el
criterio interpretativo que dé por resultado que unas disposiciones queden sin
efecto por la aplicación de otras. Si ello es así en relación con la ley en general, con
mucha mayor razón lo es respecto de la ley constitucional, pues sería absurdo
entender que los constituyentes enunciaran una serie de derechos entre los cuales
hubiese una escala de valores, de tal modo que unos prevaleciesen sobre otros,
anulándolos. Por el contrario, es en la coordinación donde debe hallarse el
verdadero criterio hermenéutico, de manera que todos subsistan en armónica
coherencia (tesis de la igualdad o inexistencia de jerarquía de los derechos (confr.
Horacio Rosatti, “Tratado de Derecho Constitucional”, Tomo I, Editorial Rubinzal
Culzoni, pág. 143/114).
Sin embargo, continúa diciendo el prestigioso constitucionalista, no
siempre la ponderación o el también llamado “balancing test” es posible, como
sucede precisamente en esta instancia decisoria y también dilemática, en la cual la
prevalencia de uno de los derechos en pugna -acceso a justicia y sanción del
responsable de una violación a un derecho humano- necesariamente provocará la
no concreción del otro -truncamiento del dictado de una sentencia de fondo atento
la operatividad de una causal de procedibilidad como lo es la prescripción-.
Alrededor de estas propuestas, Horacio Rosatti refiere, luego de hacer
alusión a la tesis de la igualdad, que a ésta se le opone la tesis de desigualdad (y
consecuente jerarquía de los derechos constitucionales, conforme a la cual,
considerar que todos los derechos son iguales supone incurrir en alguna de las
siguientes equivocaciones: 1) Entender que entre los derechos no puede haber
conflicto ontológico alguno; y 2) confundir “norma” con “derecho”. En el primer
caso, se razona como si los derechos habitaran en una especie de “empíreo”, donde
reina una armonía intemporal, olvidando que la naturaleza de algunos derechos se
contrapone a los de otros o que la encarnación de estos derechos genera
pretensiones concretas de hacerse valer ante alguien; en el segundo caso (la
confusión de norma con derecho) no se repara en que si bien las normas pueden
tener la misma jerarquía, de ello no se sigue inexorablemente que los derechos
reconocidos por ellas también los tengan, a menos que se opte por una posición
juspositivista extrema. Bidart Campos es claro al respecto cuando afirma “que lo de
igual jerarquía” de los derechos ha de entenderse referido a la igual jerarquía de las
“normas” de la Constitución que reconocen derechos, pero no a la idéntica
valiosidad de los derechos en sí mismos. Por ende, es una buena tarea -aunque
difícil- empeñarse en elaborar un orden jerárquico de derechos. Y no con fines
puramente académicos, sino útiles y prácticos, como que en la convivencia social
haya que compatibilizar diariamente el derecho de uno con el otro”. Asumida la
desigualdad de los derechos, restaría indagar acerca del fundamento de esa
desigualdad: en tal caso, se puede colegir que la diferencia proviene de una
“valoración global” y en gran medida externa a los propios derechos (valoración
metajurídica) o que la diferencia proviene de una característica “específica” y en
gran media interna de los propios derechos concernidos -confr Aut. Cit., Opus Cit.
pags. 146/147-.
A continuación, el actual miembro del Máximo Tribunal de Justicia de la
Nación, detalla los diversos ítems en que la tesis de la desigualdad fundamenta la
diferenciación de los derechos, enunciando a tales fines: a) La desigualdad
derivada de la concepción ideológica dominante -la jerarquía descansaría, al decir
de Vigo, no solo en razones etimológicas y antropológicas, sino que no está
resistida por el texto constitucional y se justifica desde una visión sistémica del
mismo”; b) La desigualdad por la relevancia o las características propias de los
distintos derechos; así Ekmekdjian propone en relación a la desigualdad por la
relevancia de los derechos: “los derechos personales tienen jerarquía superior a los
patrimoniales y dentro de los personales, deben distinguirse los “derechos
personalísimos como el derecho a la vida, a la integridad, a la dignidad y respeto,
de los restantes derechos de contenido no patrimonial. Los primeros están en una
relación jerárquica superior a los segundos..”; y respecto de la desigualdad por las
características propias de los derechos, aparecen otros criterios: 1°) Por la
reglamentariedad de los derechos -para quienes sostienen que hay derechos
absolutos -aquellos cuya reglamentación equivaldría a su aniquilación- tales
derechos tenían una importancia superior a los que pueden ser limitados o
restringidos -en este aspecto, el autor afirma que la doctrina nacional es conteste
en sostener que “todos los derechos pueden ser reglamentados” siendo ello
también doctrina judicial de la Corte Suprema; 2°) el criterio de la suspensión de
los derecho, verbigracia, el art. 23 de la Constitución nacional que regula el estado
de sitio, aunque se entiende que hay derechos no suspendibles: a obtener justicia
por medio de un juez imparcial, siendo la misma Convención Americana en su art.
27 la que prescribe que los derechos al reconocimiento de la personalidad jurídica,
la vida, los derechos del niño, los derechos políticos, la prohibición de la esclavitud,
conciencia y religión y protección de la familia y las garantías judiciales
indispensables para la protección de tales derechos no se suspenden; 3°) el criterio
de la renunciabilidad de los derechos -por ejemplo, algunos derechos
patrimoniales, que pueden ser renunciados por su titular y de ello puede indicarse
que aquellos que no permiten ser autoresignados son de mayor relevancia; 4°) el
criterio de la explicitud o implicitud de los derechos; 5°) el carácter fundante o
previo de un derecho, ejemplo: el derecho a la vida es fundante del derecho a la
salud y cronológicamente también previo o anterior al derecho de locomoción y a
los restantes; 6°) el criterio de la facilidad o dificultad de acceso, el que se explica
en que la efectiva vigencia de un derecho se vincula con el número de personas que
pueden razonablemente acceder a su disfrute, estableciéndose una relación
proporcional (directa o inversa) entre “cantidad de beneficiarios” e “intensidad del
derecho”, se sitúa como ejemplo que en un contexto de insuficiencia de recursos y
de creciente demanda, el derecho a acceder a una vivienda digna, se tornará más
difícil de concretar si toda la población lo reclama al mismo tiempo (confr. Aut. Cit.,
Opus Cit., págs. 148/154).
Y es aquí donde debo adherir a la tesis sostenido por Bidard Campos en
cuanto, cuando la armonización de los derechos se devela no factible, el derecho
constitucional que habrá de prevalecer por su relevancia y sus características
propias es el de las víctimas / y / -menores al momento de los hechos- y como tal
vulnerables, conforme lo antes merituado, por sobre la aplicación del instituto de la
prescripción, de naturaleza jurídica discutida en doctrina, condición de
procedibilidad y no integrativa del principio del nullum crimen, resultando esta
diferenciación de tratamiento constitucionalmente admisible por las propias y
singulares características del presente caso.
Recordemos en este aspecto que la Convención sobre los Derechos de
Niño -aprobada por la Argentina por ley 23.849- establece que los Estados Partes
respetarán los derechos enunciados en la Convención y asegurarán su aplicación a
cada niño sujeto a su jurisdicción, sin distinción alguna (art. 2); que en todas las
medidas concernientes a los niños que tomen los tribunales, una consideración
primordial a la que se atenderá será el interés superior del niño (art. 3); que los
Estados partes garantizaran al niño que esté en condiciones de formarse un juicio
propio del derecho de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que le
afectan (art. 12); que los Estados partes deben adoptar todas las medidas
legislativas, administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño
contra toda forma de perjuicio o abuso, incluido el abuso sexual, mientras el niño se
encuentre bajo custodia de los padres, de un representante legal o de cualquier
otra persona que lo tenga a su cargo; estas medidas deben comprender
procedimientos eficaces para la prevención y para la identificación, investigación,
tratamiento y observación ulterior de los casos antes descriptos de malos tratos al
niño, y según corresponda, la intervención judicial (art. 19); los Estados partes
adoptaran todas las medidas apropiadas para promover la recuperación física y
psicológica y la reintegración social de todo niño víctima de cualquier forma de
abuso, fomentando el respeto de sí mismo y su dignidad (art. 39).
Que los tratados internacionales se incorporan al derecho interno de
acuerdo a las normas establecidas en el art. 75 inc. 22 de la C.N. -en las
condiciones de su vigencia, tienen jerarquía constitucional, no derogan artículo
alguno de la primera parte de esta Constitución y deben entenderse
complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos-. Que una vez
incorporados al derecho interno, los tratados deben cumplirse de buena fe de
acuerdo a la Convención de Viena sobre los Tratados vigente en nuestro país por
Ley 19.865 del 3/10/1972, debiendo aplicarse sus arts. 31 y 27. El primero de ellos
establece que el tratado debe interpretarse de buena fe conforme el sentido
corriente que haya de atribuirse a los términos del tratado, en el contexto de éstos
y teniendo en cuenta su objeto y fin. A su vez, el art. 27 establece que el Estado no
puede invocar la ley interna para eludir el cumplimiento del tratado. -la
negrita me pertenece-.
En un interesante trabajo sobre la temática Agostina Noelia Cichero y
Marcos David Kotlik, titulado: "La CSJN y el empleo de la Convención de Viena
sobre el Derecho de los Tratados en el caso Fontevecchia: falencias en la
interpretación y retrocesos en materia de derechos humanos", se indico que "En el
caso de tratados de derechos humanos, tanto el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos (TEDH) como la Corte IDH han explicado que el principio del efecto útil
implica que deben ser interpretados y aplicados de manera de hacer efectivas y
concretas las exigencias que derivan de las garantías colectivas y fundamentales
que establecen. De tal modo, la consideración del objeto y fin de la CADH impone
que la interpretación sea siempre a favor del individuo. Desde sus primeras
decisiones, la Corte IDH ha explicado que el objeto y fin de la CADH es la eficaz
protección de los derechos humanos y ha señalado que “el equilibrio de la
interpretación se obtiene orientándola en el sentido más favorable al destinatario
de la protección internacional, siempre que ello no implique una alteración del
sistema"...La protección de los derechos humanos a cargo de la CIDH y la Corte
IDH, esta última ha notado que la consideración del objeto y fin de la CADH implica
interpretarla de manera tal que este adquiera todo su efecto útil, pues este
principio no solo se aplica con respecto a las normas sustantivas del tratado, “sino
también en relación con las normas procesales”. Por lo tanto, resulta inadmisible
una interpretación que subordine el mecanismo de protección “a restricciones que
hagan inoperante el sistema tutelar de los derechos humanos, previsto en la
Convención y, por lo tanto, la función jurisdiccional de la Corte” -la cursiva me
pertenece-.
Debo entonces remarcar que es el derecho de los entonces niños, frente
a un abuso de autoridad y de poder de quien era considerado por todos una
persona de confianza, confesor y referente espiritual, que no pudieron por su
vulnerabilidad propia de su edad y atento lo padecido (largamente explicado)
acudir a los órganos jurisdiccionales y hacer valer su reclamo, el que debe
imponerse, por su relevancia e interés superior convencionalmente tutelado -confr.
art. 2 de la Convención mencionada-. Es aquel derecho de acceso a justicia y
sanción del responsable (arts. 18 de la Declaración Americana de los Derechos del
Hombre, 8.1 y 25 de la C.A.D.H.) el que sopesado e interpretado de buena fe,
conforme los parámetros de la Convención de Viena, frente a la aplicación de la
regla de la prescripción, el que adquiere mayor peso, si tenemos también en
consideración que Moya se sometió a un proceso judicial que tuvo un plazo
razonable de duración -teniendo presente que ejercitó todos los recursos y
estrategias defensivas que estaban a su alcance y que ello conllevó un tiempo
considerable- respetándose plenamente su derecho de defensa en juicio -arts. 18
C.N., 26 de la Declaración Americana de los Derechos del Hombre, 8.1 de la
C.A.D.H., 14.1 del P.I.D.C.P., 1 a), f) h) e i) del C.P.P.E.R.- (confr. también en el
sentido de respetar el derecho de acceso a justicia y a procedimientos que permitan
conocer lo sucedido lo dictaminado por el Procurador en causa Funes y lo resuelto
por la C.S.J.N. en ese precedente e in re: "Ilarraz").
Una hermenéutica diferente a la propuesta, tornaría inoperante el
sistema tutelar contemplado en la Convención sobre los Derechos del Niño en los
arts. antes detallados y su acceso efectivo a justicia (arts. 18 de la Declaración
Americana de los Derechos del Hombre, 8.1 y 25 de la C.A.D.H.) haciendo valer
disposiciones de prescripción que no obstante pueden estar protegidas por
principios internacionales, no pueden prevalecer sobre los primeros por las razones
antes expuestas.
Finalizo afirmando que esta la interpretación que considero coherente en
relación a contenidos y principios básicos de la Constitución y tratados de derechos
humanos a ella incorporados, como a una evolución del principio de legalidad hacia
un concepto de legalidad material, que permita una armonización de sus
características fundamentales con los principios materiales de bien común político
y dignidad humana.
En tanto la prevalencia del derecho a la verdad es esencial para el
combate a la impunidad y se encuentra ineluctablemente ligada a la propia
realización de la justicia, y a la garantía de no-repetición de aquellas violaciones,
habiendo la misma Corte Interamericana oportunamente recordado que "los
tratados de derechos humanos son instrumentos vivos, cuya interpretación tiene
que acompañar la evolución de los tiempos y las condiciones de vida actuales"
(confr. Opinión Consultiva sobre El Derecho a la Información sobre la Asistencia
Consular en el Marco de las Garantías del Debido Proceso Legal, del 01.10.1999)
caracterizando el derecho a la verdad como "un concepto todavía en desarrollo
doctrinal y jurisprudencial" y en virtud de los argumentos antes expuestos, habré
de rechazar el planteo de extinción de la acción penal por prescripción promovido
como cuestión preliminar por la Defensa Técnica de Marcelino Ricardo Moya.

Tal es mi voto.
A la PRIMERA CUESTION planteada el Sr. Vocal Dr. LOPEZ MORAS
dijo:
En relación a la prescripción de la acción penal requerida por la Defensa
Técnica debo adelantar mi opinión en el sentido de estimar totalmente pertinentes,
ajustados a derecho y al principio de "tutela judicial efectiva", los argumentos que
al respecto expusiera la Dra. Bruzzo.
Considero asimismo oportuno destacar el voto de la Dra. Badano en la
causa "Ríos" en cuanto señala: "Claro está que ello no supone sin más la
derogación de las leyes que determinan la prescripción de la acción penal ni
desconocer el principio de legalidad -lo que podría leerse en modo lineal con un
modelo positivista- sino que se traduce en una ponderación del Juez de todo el
ordenamiento vigente. Y que no implica desconocer el instituto de la
prescripción, sus alcances y efectos, sino delinear su bordes conforme
todos los principios jurídicos reinantes.". De la misma manera debo coincidir
plenamente con lo expuesto con riguroso sentido de justicia por parte de la Dra.
Davitte cuando en su voto en la casación a la sentencia del Dr. Mariano Martínez
(en esta misma causa) afirmó que: "El trato preferencial que se les confirió es
exactamente el que, según la Convención corresponde dispensar como remedio
específico a quien, en su momento, no pudo ejercer su derecho. En definitiva, no
es más que reconocer que no todos los casos son iguales, y que en ciertas
situaciones puntuales, la respuesta estatal debe adecuarse a la índole de
la cuestión subyacente.".
Considero que tal como lo precisara la Dra. Bruzzo, la situación puntual
en el presente caso está dada por la manifiesta vulnerabilidad de las víctimas,
situación ésta cabalmente medida en el contexto histórico-social en que
acontecieron los hechos, especialmente en lo que hace al rol del sujeto activo y a la
magnitud e importancia de la Institución de la que formaba o de la que aún forma
parte. Ello en cuanto a que de acuerdo a lo especialmente señalado por los
profesionales de Psiquiatría y Psicología que atendieron a cada una de las víctimas,
las mismas no tuvieron oportunidad de efectivo acceso a la Justicia hasta que
siendo ya adultos lograron superar sus profundos traumas y desconfianzas y
efectivizar las correspondientes denuncias.
Cabe especificar una vez más que no se trata aquí de "cualquier" niño
abusado, que habiendo transcurrido el tiempo de prescripción efectúa la denuncia
cuando pudo haberla presentado después de cumplida la mayoría de edad, en el
plazo de la ley. En la especie surge un claro "quid pluris" conferido por la
manifiesta preeminencia jerárquica del Organismo del cual el imputado era un
miembro especialmente referente para esa comunidad y para los menores que allí
se encontraban. A poco que se observen las noticias, no solo de nuestro país, sino
a nivel mundial, podrá notarse como la referida Institución ha tratado de encubrir
o proteger, al menos hasta hace poco tiempo, a los responsables de este tipo de
actos. Baste para ello citar lo declarado en tal sentido por el Cardenal Reinhaid
Marx, Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, durante la tercera jornada
de la Cumbre celebrada en el transcurso de este año en el Vaticano sobre la lucha
contra la Pederastía.
A estas situaciones fácticas, que son objetivas y claramente
perceptibles, se le deben sumar las situaciones subjetivas, anímicas y
profundamente espirituales de las víctimas que los llevaron a bloquearse
íntimamente y les impidieron materializar las denuncias hasta pasado varios años
de que ocurrieran estos hechos.
Considero al respecto que tal como lo señalara la Sala Primera de la
Cámara de Casación de Paraná citando a la Dra. Angélica Gelli, la Constitución debe
considerarse especialmente en estos casos como una norma jurídica
imperativa y operativa y por lo tanto sus preceptos no resultan disponibles.
Entiendo, analógicamente, que en su oportunidad, así también lo
consideró nuestro Excmo. STJ cuando durante la vigencia del anterior Código
Procesal Penal, pese a determinarse legalmente la aplicación de la Prisión
Preventiva cuando el ilícito imputado estuviera reprimido por una pena mayor a los
seis años de prisión, estableció en la causa "Martínez", que los únicos motivos
justificantes del encarcelamiento preventivo eran el peligro de fuga del imputado
y/o la obstaculización de las investigaciones. Asumiendo, y destacando claramente
el "...rango constitucional de la garantía prohibitiva de la aplicación de la pena
antes de la sentencia firme (art. 18 C.N.)". Es decir, en aquella oportunidad el
Excmo.STJ consideró que el art. 18 C.N. se tornaba operativo por sobre la letra de
la Ley Procesal, debiendo recordarse que ello ocurría en el año 1992, es decir, antes
de la Reforma Constitucional de 1994. A partir de esta Reforma y en igual nivel de
preeminencia constitucional se disponen los instrumentos internacionales
constitucionalizados referidos por el art. 75 inc. 22 C.N. entre los cuales, formando
parte de nuestro ordenamiento jurídico cabe mencionar especialmente la
Convención de los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de la
Naciones Unidas del 20/11/89 y aprobada por la República Argentina por Ley Nº
23.849 (B.O. 22/10/90). La Reforma Constitucional aludida legitimó entonces
concretamente la admisión de una serie de principios, derechos y garantías que no
pueden ser desconocidos. Que análogamente al ejemplo supra mencionado y en
cuanto a la Excarcelación considero que aquellas Reglas (constitucionales) se
tornan aquí también operativas en punto a las particulares y especialmente
significativas circunstancias relacionadas con las Partes Antagónicas; condiciones
éstas de las que ya se han hecho precisas referencias. Ellas, indudablemente,
conllevan una extrema escala de gravedad en lo que hace a una directa y evidente
afectación a los Derechos Humanos, no advirtiéndose en base a todo ello que surja
un perjuicio auténticamente invalidante que afecte al principio de legalidad como
genuina pauta legal integralmente vigente, pero excepcionalmente no aplicable en
la especie por los serios motivos señalados.
Menos aún resulta afectada la regla que hace a la prohibición de
irretroactividad de las leyes penales toda vez que la actividad imputada al
encartado era, a la época de su comisión, perfectamente definida y precisada por
nuestra Ley Penal Sustantiva, razones por las cuales tal como lo anticipaba adhiero
a los adecuados y pertinentes Considerandos que en tal sentido expusiera la colega
preopinante.
Tal es mi voto.
La Sra. Vocal Dra. RIOS coincide con los argumentos y fundamentos de
los Sres. Vocales preopinantes, adhiere a sus votos y se expide en igual sentido.
A la SEGUNDA CUESTION planteada la Sra. Vocal Dra. BRUZZO dijo:
En el Debate se hizo comparecer al imputado Marcelino Ricardo Moya
a quien se le informó detalladamente y con palabras claras los hechos que se le
atribuyen y se le preguntó si prestaría declaración, haciéndole asimismo saber que
podía declarar o abstenerse de hacerlo sin que su silencio implique presunción en
su contra, absteniéndose el mismo de declarar, tal como lo hiciera al tiempo de
prestar declaración de imputado durante la investigación penal preparatoria.
Previo a proceder a la clausura del juicio oral y al ser interrogado si tenía
algo que decir, respondió afirmando su inocencia y negando enfáticamente los
hechos atribuidos.
I.- En primer término, corresponde describir los elementos admitidos e
incorporados al debate -portadores de datos probatorios- receptados durante la
audiencia plenaria e introducidos de conformidad a lo dispuesto en los Arts. 438,
440 y 447 del C.P.P., con la finalidad de verificar críticamente la existencia del
hecho traído a juzgamiento y la participación, en su caso, del imputado en el
mismo, utilizando para ello los criterios provenientes de la "sana crítica racional" y
de acuerdo a las exigencias de método impuestas por la doctrina sentada por la
Corte Suprema de Justicia de la Nación en el precedente “Casal” –Fallos 328:3399-.
a) De esta forma comenzaré por las testimoniales vertidas en audiencia
de debate, siendo la primera de ellas la / / quien expresa que tiene 40 años de
edad, nació en Villaguay, vivió en Paraná y Concordia. Volvieron a Villaguay cuando
tenía 10 años y terminó el colegio allí. Se fue a estudiar medicina en Rosario,
yéndose a la ciudad de Córdoba posteriormente hace dos años, donde está
realizando la especialización en psiquiatría. Quiere aclarar que le ha pasado que
relatando los hechos y a veces su lenguaje sea más de adolescente o de niño,
habitándole emociones que hacen que le cueste ordenar sus palabras por todo lo
sufrido, por lo que puede desorganizarse un poco. Indica que lo sufrido en su vida
lo que ha trabajo en terapia por muchos años. La falta de memoria lo hizo
sobrevivir, hay muchas cosas que no recuerda de su infancia y adolescencia. El
olvido no fue selectivo en la cuestión de protegerse. Ratifica la denuncia incoada en
sede judicial. Afirma que fue un niño vulnerable durante su infancia por su contexto
y también un delincuente. Es hijo de una persona con problemas de alcohol y
diagnosticado de bipolaridad. Ya vivía en una gran vulnerabilidad y toda esta
inestabilidad los llevó a retornar a Villaguay donde vivían sus abuelos paternos. Su
abuelo concurría a la Parroquia Santa Rosa todo el tiempo porque era tesorero, era
muy religioso, muy cariñoso y empezó a ocupar ese lugar de orden dentro del caos.
Murió cuando empezó el primer año de secundaria, su hermana intentó suicidarse.
Su padre continuaba con su alcoholismo y su mamá lo mandaba a buscar. Con la
muerte de su abuelo quedó desamparado, sin referente. Era monaguillo y
participaba en Acción Católica, creía en llegar virgen al matrimonio, que la
masturbación era un acto egoísta y pecaminoso. Conoce a Moya, sintieron que
estaban protegidos en el colegio religioso, las monjas eran estrictas. Los
sacerdotes se manejaban como patrones de estancia. Cuando comienza segundo
año, Moya era su profesor de catequesis, le tenía confianza y él se sentía su
protector. Quizás no conscientemente desdibuja el límite entre ser un par y un
confesor, cura, profesor y religioso. Moya generaba adeptos y cuando puteaba,
decía que uno podía ser cura pero no boludo. Eso desdibujaba los límites, los
cacheteaba, tiraba el pelo, pellizcaba, etc. Jamás iban a prender las luces en la
cancha para que jueguen al fútbol, eso lo consiguió Moya, eso lo convirtió en un
capo para él y sus compañeros. Siempre vestía de blanco inmaculado, porque no
tenía ninguna idea de fútbol, quería pasar por un cura copado. Su habitación era
casi un SUM con el grupo de chicos que él elegía. Él era un par pero detentaba el
poder. Hacía un juego histericoide en que a dedo designaba a quien iba a ser el
monaguillo, siendo la potencial víctima el que deseaba ser. Él era el que tomaba las
decisiones, ponía las notas y estando cerca de Moya se podía conseguir cualquier
cosa -a diferencia de las monjas que eran rectas- pero no sabían el costo de estar
en esa situación. En estas idas y vueltas de la relación, era amigo, confesor,
profesor y habilitante de muchas cosas. Moya ocupa el lugar de referente, luego de
la muerte de su abuelo. Su padre se había desacreditado y Moya ocupó ese lugar.
Su vida estaba en la parroquia. En una oportunidad, Moya lo seleccionó para dar
misa en Viale y le dijo que se quedé en la casa parroquial para salir más temprano.
En la pieza de él, cuando llegó había armado una especie de catre al lado de su
cama en un lugar muy pequeño. No sabía que había otras habitaciones en la planta
alta. No se masturbaba, su desarrollo sexual iba por otro lado, signado por su
cuestión religiosa. Al otro día se despertó todo mojado, no había sentido que lo
tocaran. Empezó a ver algo que no entendía y la primera vez que entendió fue una
tarde como cualquier otra. En el grupo de Acción Católica había pibes mayores que
los orientaban para ir en el camino religioso. Eso se acabó cuando vino Moya,
incluso se los llamaban los monaguillos de Moya. Esa tarde Moya estaba sentado
con la computadora de su habitación. Lo de resfregar la espalda era habitual en el
imputado, cuando empezaba a sentir algo raro, pero enseguida venía el tirón de
pelo. Ese día, estaba de short, sin mediar palabra, le tocó los genitales y
rápidamente se puso su pene en la boca. Fue como ser atropellado por un camión.
Quedó en ese momento como fraccionado, en sus genitales no sabiendo qué sentir,
no entendía porque él no se masturbaba. En ese momento no sabía qué entender ni
sentir -siente una cuestión placentera- pero definitivamente lo entendió luego de
un proceso de asumirse como víctima de abuso. Terminó eyaculando en el
momento, Moya se tragó el semen y todo siguió como nada. El silencio y su no
entendimiento fue la clave y fórmula para continuar con eso. Aclara que la Iglesia
era como un club social. En 7° grado le dieron la medalla de mejor promedio. En 1°
año fue abanderado como mejor promedio, lo hacía para dar una alegría en su
casa, luego de que pasó esto con Moya, en 2° año, él pasó a ser quien estaba en
todos los problemas de disciplina. Esta bosta del mundo se la mostraron toda en un
solo momento. El orden que tenía lo perdió, por eso, se llenó de odio contra la
institución, contra todos porque no podía hablar. Ya era un caos su casa. Comenzó
a tomar alcohol, a querer prender fuego, agarrar un arma y matar a todos. Ese
odio se volvió contra él, empezando a vivir situaciones autodestructivas, como
despertarse todo vomitado tirado en una esquina en un boliche. No podía entender
ni decir lo que estaba pasando, no lo podía metabolizar. No fue una sola vez, fueron
un montón de veces y que lo llenó de culpa, de vergüenza e indignidad. Él había
pensado en ser sacerdote, no se había masturbado nunca antes y cuando sabía que
lo había a tocar -aún sin lenguaje verbal- iba al baño a masturbarse -no lo hacía
antes- en forma desenfrenada para volver a su habitación, ni siquiera se limpiaba
para que el sepa que no quería que lo toque. A consecuencia de ello y más
adelante, sufrió de eyaculación precoz y una asociación interna entre el primer
placer que estaba netamente relacionado con el sexo oral. Esos momentos eran de
altísima ansiedad y tensión que calmaban cuando eyaculaba. Entonces, en muchos
momentos de su vida sexual, en la facultad, necesitaba masturbarse porque lo
sentía como su comienzo a la vida sexual. Recibía regalos que a los ojos de hoy le
generan culpa e indignidad, sentía como que se prostituía. Le regaló unas zapatillas
Nike Air, que era un regalo totalmente ostentoso. Esta cuestión de seducción era
continua, activa, porque conseguía cosas, algunos viajes. Les llamaba la atención
de que adentro de su habitación tenía mucha tecnología, computadora,
videograbadora y se las prestaba por mucho tiempo. Tenía colecciones de CD y una
máquina de escribir eléctrica. Todo esto los sorprendía y los atraía. No había un
lenguaje explícito, era de formas, y continuaba siendo la autoridad, no podía
escapar. En su adolescencia sufrió un alcoholismo autodestructivo, terminando a la
hora y media vomitando. En las relaciones con chicas, tenía una necesidad urgente
de estar con la mayor cantidad de mujeres posible y de alguna manera, llegar a
tener sexo. Él estaba en otra cosa. Así, se encontró con una chica sin tener relación
amorosa alguna, fue verdaderamente traumático. Se fue de Villaguay sin entender
nada. Le generó problemas vocacionales. Había empezado a pensar en hacer el
seminario, en dedicarse al servicio del otro, estuvo divagando hasta llegar a
medicina. Sufrió episodios fóbicos y de pánico, ansiedad, todo consecuente con lo
sufrido, lo naturalizó porque su casa ya era un caos. En parte lo atribuía al caos
previo. Habiendo sufrido el abuso de Moya, lo naturalizó, conoce a la primer mujer
que le permite tener afecto, amor. Una vez con ella estaba en el supermercado,
iban de la mano y se cruzan compañeros de la facultad, por lo que tiene un episodio
fóbico. Le llamó la atención porque de alguna manera había debutado con un tipo y
ahora estaba con una chica, entonces se dijo: "vos sos puto, porque estás con esa
mina". En un viaje a Villaguay, estaba alcoholizado, tuvo una taquicardia fuerte.
Cuando volvió a Rosario fue al Hospital Centenario, un clínico con mucha
experiencia, estaba todo sudado, le preguntó si hacía terapia, le dijo que pida
turno. Así fue que comenzó a hacer terapia con la Licenciada Estela Bolla, quien fue
la primera en enterarse de lo que pasó con Moya. Primero pensó que se trataba de
algo físico, se sentía un niño indigno todo el tiempo, quedó frenado ahí. Es por eso
que no se lo contó a la profesional al inicio, sino que habrá transcurrido un año y
medio hasta que se lo contó. Hasta ese momento pensaba que a todos les pasaban
cosas en la vida, y la cosa era bancárselo. Con la terapia, pudo entender que tenía
que tratarlo ya que no había manera de olvidarlo. No pensaba hacerlo público,
intentaba convivir con ello, ella fue por mucho tiempo la única persona que lo supo.
Pasó el tiempo. Todo lo vivió como esa bola y cadena en el tobillo, no podía
avanzar. Terminó la facultad porque de alguna manera el estrés del estudio
acallaba lo que tenía atrás pero claramente vivía disociado, en más de un plano. Le
pasó muchas veces que antes de dormir tenía que poner una radio debajo de la
almohada. Necesitaba de medicación, el no tenerlo y no saberlo, se emborrachaba.
En ese transcurrir se vio siempre hasta laburando la cuestión de la elección de
objeto de deseo, como revolver una potencial homosexual. Concluyó que nunca
disfrutó de un hombre y que él disfrutaba con una mujer, pero no podía cerrar esto
otro. Eso dificultaba en sus problemas de pareja y de socialización. Cuando un tipo
como estos, siendo confesor, referente, te mete la mano en el espíritu y hace de
eso su vibrador, esa cuestión de materializar al otro, uno queda atrapado en eso.
Rememorando, a veces se ha acercado a una mujer, le resonó que en un momento
si le gustaba una chica le daba un beso rápido, como lo atacaron a él. Las mujeres
eran el orgasmo, un instrumento para bajar la ansiedad. Como dejo de creer en las
instituciones, quería prender fuego a todo, perdió la confianza en la cuestión
humana. De movida no pasa nada, hasta que algo ocurre. De movida lo hicieron
mierda. Tanta mierda de golpe le demostró que todo era una mierda, vivía en alerta
permanente porque pensaba que algo malo iba a pasar. Si Moya hizo lo que hizo
con él, que podía esperarse. En su segundo tratamiento, lo medicaron con
antidepresivos y ansiolíticos. Cuando empezó a pensar en ser padre, decidió irse de
Rosario porque es una ciudad violenta. Luego pensó que en un pueblo seguro como
Villaguay, pero en Villaguay le pasó eso, y que si no hablaba, eso le podía pasar a
cualquier chico que esté en la ciudad y esté cerca de este delincuente. Empezó a
pensar lo público como algo preventivo. Sus sobrinos viven en Villaguay, entonces
pensó que si les llegaba a pasar algo, y si él no hubiera hecho nada, lo único que
quedaba era quitarse la vida. Fue así que le contó a un amigo de confianza, desde
un lugar de superación, como ensayando lo que luego pudo poner en palabras. Se
lo contó a su hermana, ella le contó que Moya estaba en Seguí. Ahí decidió que
tenía que hacer algo, que Moya no cometió un error con él, es lo que hace una
persona con esas características. Tenía que evitar que le pase a otros niños. Su
hermana se comunicó con el cura párroco Dumoulin. Su confianza y
empoderamiento iba en la protección de niños, volvió su vocación de servicio. Le
contó a Dumoulin, no cree que le haya sorprendido porque no se le movió un pelo.
Le preguntó si le permitía acudir a la justicia, le dijo que sí. Habló con el procurador
García, le preguntó si quería denunciar, le dijo que sí. Fue a Paraná y así empezó
todo esto. De la denuncia para acá no sólo que la vida lo preparó para este
momento, no podría estar ahora acá sin la cantidad de horas de psicoterapia y la
especialización que ahora está haciendo. Esto le permitió seguir con su vida, desde
la denuncia y ahora. Antes su desorden interno no le permitía estar en ningún lado.
En el transcurso vivió una vida de promiscuidad absoluta, de consumo de
sustancias, se puso en riesgo miles de veces, buscando una explicación que no
había, la respuesta era todo el tratamiento que lo llevó a perdonarse a sí mismo y
a su familia, reconocerse como víctima. Entendió que el imputado lo pudo hacer por
sus características personales. Por lo tanto, por qué tenía él que esconderse y
avergonzarse. En estos años destrabó su vida, su especialización en psiquiatría la
tenía decidida desde antes, pero el nivel de empatía en el dolor de las víctimas de
abuso era mucho, volvía cansado llorando, porque sus historias eran su historia.
Todo el tiempo transcurrido se explica por este proceso. Lo físico fue lo menos, a él
le dañaron el espíritu, la ley es la posibilidad de orden, lo que intenta dar los
tribunales, simbólicamente quiere que le den orden, este hijo de puta lo mató. Lo
condenan a una vida de zombi hasta llegar al cajón, o se quitan la vida, porque no
lo pueden sacar. Pide que haya ley para que vuelva el orden y que ese mensaje sea
visto por todas las víctimas, ahorrarles años de oscuridad y muerte en vida. Los
abusos ocurrieron muchas veces durante un año y un año y medio. Ocurrían en la
planta alta de la casa parroquial, recuerda haber estado en la habitación, que lo
haya llamado, que lo acompañe a una habitación de huéspedes, volver y
masturbarlo. Se manejaba en la planta alta de la parroquia. El testigo procedió a
realizar un croquis de la planta alta de la casa parroquial dando referencias de
todos los ambientes -habitación de Moya, ubicación de la computadora, catre
donde él dormía, habitación del cura párroco Cena y baño en que se masturbaba-
afirmando que a la planta alta sólo tenían acceso ellos -los chicos de Acción Católica
y monaguillos- y el secretario, la gente de limpieza no subía. Agrega que en su
cuestión seductora y sabiendo que en su familia no tenía un peso, lo tenía a Juan
para que digitalice páginas de los libros de actas y le pagaba por eso. El Sr. Fiscal
aclaró que en la casa parroquial se han realizado modificaciones. El testigo volvió al
lugar del hecho con la Sra. Fiscal, fueron diez minutos, no recuerda bien las
modificaciones porque fueron específicamente para mostrarle donde ocurrían los
abusos. Moya usaba su habitación como habitación, cuando al lado había una
oficina. El acceso lo tenía el párroco, el Sr. Moya o los pibes mayores que ellos. Se
encerraban con Moya. El Secretario y la gente de limpieza no se le hubiera ocurrido
nunca subir, en cambio, a los chicos de Acción Católica sí, sus monaguillos. Cuando
él llegó se desdibujó lo que era Acción Católica. Permaneció en la parroquia un
grupo de pibes más grandes que eran los que estaban en cuestiones problemáticas
que no tenían nada que ver con el perfil de la Acción Católica. Ésta era dirigida por
chicos más grandes que los dirigían, cuando llegó Moya entraron estos otros pibes
que nada que ver con la cuestión religiosa. Los hechos ocurrían cuando la dinámica
del movimiento de la parroquia se le permitía. Reconoce que Moya era muy astuto.
Reitera que hacía viajes, a Viale, era parte del juego macabro de quien es el mejor
amigo de nuestro mejor amigo. Esto le resulta imposible separar de la figura del
patrón con chicos vulnerables. Tiene dañada la memoria, tiene algunos recuerdos.
En esa ocasión, en Viale, la familia de uno de los chicos le decían que se quede a
dormir con ellos, pero Moya se empecinaba en que duerma con él. Recuerda haber
estado en una casa parroquial, no recuerda dónde ni haber estado en una misa y al
otro día se despertó mojado. Los abusos fueron desde comienzos del 93 y 94, entre
los 14 y 15 años. A los 16 años ya estaba lejos del rendimiento como mejor alumno.
La primera vez que lo pudo hablar con la terapia, fue a los 20 o 21 años. El testigo
releva expresamente del secreto profesional a las profesionales de Rosario. Lo
pudo hablar recién a principio de 2015. Interrogado cómo se aleja de Moya
responde que de forma bastante pasiva, Moya lo iba dejando de lado, no había
palabras, ni cuando lo abusaba ni cuando lo dejó de abusar, porque llegaba una
nueva camada. Es tanta la vergüenza, 13/14 que 15/16, quizás sería más simple
abusar de un niño. Remarca que igual eran niños porque no se masturbaba, tenía
la evolución sexual de un niño de 11 o 12 años. Moya era muy vende humo, el
cura copado, se las ingeniaba para ser simpático. Era capellán, le encantaba el
micrófono, por eso salió después payador -no tocaba antes la guitarra-. A las chicas
las despreciaba. Nunca vio a una chica en la planta alta. Recuerda a las chicas
puteándolo porque las ninguneaba. En el año 95 o 96, estando en la casa de uno de
sus mejores amigos, a la que veían como una madre muy rebeldona, le dijo: “viste
este hijo de puta lo que le hizo a /”. Casi se le explotó el pecho. Después pudo
hablar con / en Santa Fe, no encontraba el momento para hablar, al final fue más
simple. Le dijo que se lo había sacado de encima, le dijo que estaba con él en un
cien por ciento y que al lado de lo que a él le había pasado, no era nada. La
información empezó a fluir, sabe de gente que estaba muy cerca, por ejemplo, / /,
quien claramente tiene poco elaborada a la cuestión, remarca lo que recuerda. Es
de la camada siguiente, le habla de que Moya lo tiró en la cama y le empezó a
friccionar el pecho. Se lo quiere sacar, Moya se estaba yendo a Chipre, le dice que
lo quería disfrutar antes de irse. / corta el relato ahí, a sus ojos, por su profesión,
la angustia no es compatible con que lo haya acariciado y nada más. Interrogado
quiénes eran los chicos que concurrían con él a la parroquia, afirma los hermanos
Lucca, Bonelli, siempre iban rotando, y a veces sin mucha sutileza rebotaban. Su
amigo Esquivel se lo negó, pero no por haber sufrido algo, sino que estaban los que
él quería, y los que quedaban descartados. Eran cuatro, cinco o seis. El grupo ya lo
conocía de la parroquia, fueron su grupo hasta mediados de 4 año. A / le había
regalado una guitarra. A Juan Lucca le regaló zapatos. Recuerda volviendo a los
hechos haber dormido en la parroquia y haberse despertado mojado, quiere decir
que estaba eyaculado, no puede decir que haya sido una polución o que lo haya
tocado dormido. Recuerda que entraban a la escuela a las 7 horas, la misa para las
monjas era a las 6 de la mañana. Se acuerda haberse levantado todo mojado,
ponerse el uniforme escolar y la incomodidad que eso le generaba. Nunca le había
pasado esto y luego empieza a relacionarlo, cuando lo empezó a masturbar. La
relación de Moya con su padre era nula. Cuando era abusado por Moya, su papá ni
siquiera estaba en Villaguay, estaba en Paraná. Su mamá era catequista de chicos
con capacidades diferentes. La veía cuando iba a la parroquia. Su madre tenía la
confianza de que iba a la iglesia, que no esté en el caos que era su casa. El padre
Cena era el párroco, pero a los ojos de hoy, le llama la atención de que habitara la
habitación de al lado y este manejara todo. Tenía el perfil serio de un sacerdote, era
parco y serio, jamás lo vio con nadie arriba. Le llama la atención que nunca le dijera
nada a Moya. Pertenecer a Acción Católica y compartir con Moya en ese momento,
explica que pensaba dedicarse al sacerdocio. La Acción Católica se desdibujó con
Moya, luego que empezó a cooptar otro grupo. En ese tiempo con Wendler iban al
basurero a ver gente pobre. Estuvo varios años con la Licenciada Bolla, y otra
psicóloga lo derivó a la psiquiatra donde lo medicaron. La iglesia era su club social
y deportivo, eran tan boludos que mientras los otros estaban haciendo cagadas,
ellos estaban en misa.
También prestó declaración testimonial la Dra. María Eugenia
LONDERO, psiquiatra del Departamento Médico Forense, quien practicó junto con
la psicóloga de dicho departamento la pericia psicológica-psiquiátrica de las
víctimas. Afirma que realizó su labor con los Sres. / y /, cada una de las pericias
demandó tres encuentros que implicaron entrevistas semiestructuradas, de las dos
disciplinas y luego se leyeron las constancias del legajo. En cuanto a la
personalidad neurótica de las víctimas, afirma que este diagnóstico está hecho
desde el psicoanálisis. Hay tres tipos de forma o estructura psíquica. La psicótica o
delirante, fuera de la realidad, no entiende códigos ni norma. La estructura
perversa, el que conoce las normas y decide transgredirlas; y la neurótica es la más
habitual, sujeto promedio o normal, son sujetos que no tienen alteraciones
psíquicas graves que no le permiten comprender la realidad donde está. En cuanto
a / /, afirma que no presenta daños en su salud psíquica. El que sea víctima de
abuso sexual, depende de cada sujeto en particular, no todos contamos con los
mismos recursos -intelectuales, crianza, cariño, los vínculos, el contexto-. Por
ende, una situación de vida es transitada, y sus consecuencias son distintas. No
obstante, cuando hablamos de situaciones más graves y avasallantes, las
posibilidades de las secuelas son más frecuentes y también más graves. En este
caso particular, comparando a los dos entrevistados, si bien la situación atravesada
por ambas personas es la misma, la gravedad es distinta y los sujetos que evalué
son distintos. Un sujeto, el Sr. / /, tenía ciertos recursos y contención, contexto
socio-familiar que le permitió en el momento de pasar ese episodio avasallante
poner un límite y un freno a la situación y poder ponerlo en palabras, enunciarlo y
decirlo, traerlo a la realidad. Ello implica poder vehiculizar no sólo que se dice sino
la emoción que trae aparejada. En el caso de /, esto no aconteció. / lo vivió en
silencio, de un modo privado, sin poder preguntar ni poder hablarlo con otro, en el
marco de un secreto que perduró durante mucho tiempo y en un etapa de la vida
muy importante para una persona. Sumado a esto, el contexto familiar era otro, lo
que no propiciaba que lo pudiera contar y que lo sostengan. Por eso, la situación de
vida de / fue más traumática, más allá que la gravedad fue distinta y el tiempo más
prolongado. En cuanto a los puntos en común entre ambos, es la edad, que eran
varones, la misma ciudad, pero fundamentalmente los recursos defensivos eran
absolutamente diferentes frente a la situación avasallante. El silencio de un abuso
sexual puede generar secuelas en el psiquismo y de acuerdo a qué secuelas, las
manifestaciones: desde la dificultad de relacionarse o directamente no
relacionarse, de estar solo, de no formar lazos con otros, alteraciones en la esfera
sexual, intentos de autolesión, intentos de suicidios, suicidios consumados,
alteración de la concentración o la memoria, alteraciones a nivel de la vida afectiva,
emociones y sentimientos de angustia, ansiedad, crisis de llanto, desconcierto,
desconfianza, miedo intensos, dificultad en el sueño. La variedad clínica es muy
florida. En cuanto a la detección de indicadores de abuso sexual, ella no los
denomina así, lo escuchan y evalúan y lo que usan como insumo fundamental es el
relato. El relato implica no sólo lo que se dice sino un montón de fenómenos que
acompañan. En relación al relato, evalúan la coherencia, lo contextualizado, que
porte detalles temporales, espaciales, específicos de situaciones, geográficos,
descripción de escenas, la falta de contradicciones, espontáneo, que ella puede
llevarlo muchos años atrás y puede volver en el relato sin que pierda la ubicación en
ese tramo histórico, forma parte de su historia y lo vivió. Lo único que hace es ir y
venir sobre su historia. Esto le da la flexibilidad y la capacidad de poder adaptarse
a esos vaivenes en el relato que ella trata de hacer para acreditar que es un relato
verosímil o no. Aclara que la memoria no es una caja que guardia trazos de relato
o hechos desarticulados. Cada situación de vida que se guarda en la memoria lleva
implícita la emoción. Si relato un relato placentero, la emoción del relato de ese
suceso es placentero. Si pasé una situación dolorosa, el contarlo implica ir a la
memoria y traer el recuerdo y va a traer la emoción guardada junto a él. Esto trae
miedo, llanto, angustia, etc. Esto estuvo presente también. En el caso particular de
/, cuando relató situaciones de vida traumáticas la movilización emocional fue muy
importante. Ellas hacen mención que esa instancia no sólo representó transmitir la
vivencia sino también de elaboración. / se hacía preguntas. Eso se advierte en la
evaluación, su espontaneidad, no fue estructurado ni guionado. Sobre si detectó
otro hecho traumático distintos en los denunciantes que pudo haber provocado
estas secuelas, responde que no lo advirtió. En cuanto a los sentimientos de
vergüenza en / afirma que ello fue constatado. Afirma no se puede hablar de que le
creyó a / y /, ya que se trata de una ciencia que requiere de la aplicación de
métodos de análisis. Indica que los dos relatos son verosímiles, los casos son
distintos y refuerzan la verosimilitud del relato, ante una misma situación las
consecuencias son distintas, lo que le da verosimilitud. Sobre si observó alguna
intención o lateralidad en los relatos, contestó que no, no estaban influenciados, ni
indicador que le haga presumir una intencionalidad de perjudicar al imputado. En
cuanto a si el hecho de ser sacerdote el imputado tiene alguna relevancia, expresa
que más allá de la fe religiosa de cada familia, la figura es muy importante. La
palabra del sacerdote es una palabra autorizada, de valor, está relacionada con el
padre. Es una figura de quien uno espera protección, cuidado, comprensión. En el
caso particular, el Sr. /, más allá de la figura de sacerdote -con todos estos
elementos- atravesaba una situación muy particular con la figura de su padre, la
cual era una figura ausente. Los hechos acontecieron en un momento entre los 11
y 15 años, en que la personalidad se empieza a formar y tratar de consolidar, no
sólo desde lo biológico, sino también desde lo social. Es una etapa de búsqueda y
experimenta cambios muy importantes que terminan o cuyo desenlace es que se
termine de formar la personalidad. Las figuras parentales son muy importantes. Al
haber una figura ausente -en el caso de /-, la figura del sacerdote pudo tener
mucho más injerencia. Sobre si la realización del espacio de terapia -psicoanálisis-
sirvió para que pueda hacer denuncia responde que / refirió que a los 19 años
empezó un tratamiento psicológico y luego concurre a un psiquiatra por algunos
síntomas. El puntapié inicial fue en el marco de un tratamiento psicológico, ha sido
importante, como espacio que le permitió poner en palabras lo que vivió, y también
sostener la denuncia, pensarlo y elaborarlo.
// expresa haber conocido a Moya en el Instituto Inmaculada, de Acción
Católica, donde eran monaguillos. Jugaban en el tinglado de la Inmaculada al
fútbol, iban a la radio, a un campo o al basural. Estaba / /, entre otros. A // y a / /
los conoce. Tomó conocimiento de estos hechos cuando fue a su casa un enviado de
la policía con la lista de los chicos de la promoción mía y de y de/ Acción Católica.
Empezó a leer más en diarios, redes y se enteró de la denuncia de y Er/nesto. Le
llamó la atención la denuncia. / fue poco a Acción Católica, de un día para el otro
desapareció, compartió poco. Con el resto compartían un montón con Marcelino, en
la escuela y en Acción Católica. Eran monaguillos, juntaban ropa, alimentos, hacían
juego, preparaban las misas, armaron un programa de radio, entre otras
actividades. Sabían donde dormía Moya porque iban seguido. Tenían acceso a la
iglesia por el costado, subían la escalera hasta la habitación de Moya. Tenía una
cama de una plaza, una colección de CD muy grande, tenía una computadora, un
televisor, una máquina de escribir. Les atraía el tema de la computadora, eso era
un boom, tenían acceso a la misma. / / era muy cercano a Moya, un poco menos
Alberto, el testigo estaba en un tercer plano, y luego su amigo Rodriguez. Sobre si
Moya les hizo algún regalo, contestó que le regaló una biblia y alguna que otra
revista, dinero para una gaseosa o galletitas. Un día refiere que estaba junto a
Moya en la habitación -Moya sabía los problemas que tenía en su casa: sus padres
eran alcohólicos, tenían discusiones, chocaba mucho con ellos porque él se los
contaba- preparando algo para el programa de radio, la L37, se sentaron en la
cama de él, salió el tema de su familia y demás, le dijo que podía contar con él, que
era un amigo, lo abrazó primero, le puso el brazo por encima del hombro y después
lo palmeó en la pierna con la mano -se la toca- no como un compañero común y
corriente (señala la altura más o menos, cerca de los genitales), la verdad es que se
sintió incómodo en ese momento, creo que algo habrá percibido Moya, él hizo un
click, quedó helado, quedó quieto. A partir de ahí y de a poquito solo iba a los
partidos de fútbol, se alejó de la iglesia hasta que un día no fue más monaguillo. No
había nadie cuando pasó esto. Con frecuencia se quedaban solos en la habitación
con Moya. Tenía una biblia roja con una foto con él que ese día tenía un jogging gris
con rayas verdes y Moya tenía el pantalón gris y camisa de sacerdote, cardigan y el
saco. Alguien sacó esa foto, no recuerda si fue en la habitación. Se confesaba con
Moya, para él era su protector, amigo y confidente, era un escape, se sentía
protegido en la Iglesia. Jugaban al fútbol, pasaban un buen rato, los problemas con
su familia no existían. Ese episodio sólo se lo contó a su señora, luego de que se
enteró lo de y /. Luego habló con su mamá y sus hermanos. Al día de hoy no habla
de esto con su familia. Lo describe a Moya como un tipo sociable, lo quería mucha
gente, era popular, era el cura de la ciudad, era amigo de todos, recuerda que eran
todos varones, no recuerda mujeres, sólo Romina León, era conocido por su
programa de radio, era conocido como el cura payador. No recuerda chicas en
Acción Católica. En cuanto a / /, tomó conocimiento que a él le pasó algo parecido,
pero que fue más allá, que estuvo acostado con caricias de por medio. El preferido
por mucho tiempo de Moya era / /, incluso por mucho tiempo pensaba ir al
seminario. Nombró otros compañeros que estaban en el círculo de más confianza.
El testigo y Emilio eran los soldados más rebeldes, los otros eran más estudiosos y
tranquilos. Manifiesta que les hacía regalos a sus compañeros de Acción Católica, a
él no tanto, porque su relación no era tan íntima. Les compraba El Gráfico. Hacían
misa en la capilla de la Inmaculada, los días hábiles y también hacían las misas en
el campo o en el regimiento. Cuando iban a jugar al fútbol les llamaba la atención
que usaba los shorts cortitos de tenis, que le ajustaban todo, o sino el short blanco
que usan los jugadores de rugby. Usaba pantalones ajustados, le decían que estaba
repotoco de gamba. Aclara que no habló del episodio por vergüenza y que cuando
lo contó a la familia, lo cargaron. Para él era como un padre, no le pareció nada en
particular, más allá de la incomodidad. Recuerda que su madre quedó helada, sus
hermanos lo primero que hicieron fue cargarlo. Nunca se iba a imaginar que lo
hacía con otras intenciones. Cree que no le dio la oportunidad para que algo así se
vuelva a suceder. Tendría 13 o 14 años, después empezaron los cumpleaños de 15.
Le cree totalmente a / y a /, no tienen por qué mentir, está seguro de lo que dicen.
Gabriel Ignacio LUCCA afirma que se enteró de los sucesos luego
de la denuncia, lo llamó una compañera, Ximena González, y le contó que había
una denuncia contra Moya por abuso de un compañero. Cuando le pregunto si
adivinaba quien era, pensó en /, porque tenía una situación familiar complicada. No
porque haya visto nada entre ellos, pero tenía una situación de vulnerabilidad que
facilitaba tal comportamiento. Expresa que estaban todos los días en la iglesia, se
planteaban los fines de semana planes de acción. La iglesia era como el patio de su
casa. No recuerda haber conocido la habitación de arriba de la casa parroquial, pero
en la cocina y otras dependencias sí. Había muchos chicos que subían a la
habitación, recuerda que / era el único que se quedaba a dormir en la casa
parroquial, le pareció llamativo. No puede decir si era semanal o mensualmente. No
recuerda en Acción Católica la colaboración activa de ninguna mujer, con ellas tenía
trato de profesor o confesor, pero nunca lo vio destratarlas ni maltratarlas. Afirma
haber visto que le regaló unas zapatillas caras a . Reitera que no había mujeres en
Acción Católica y que en la escuela siempre fueron mayoría las mujeres. Villaguay
es una ciudad muy retrógrada, la figura del párroco era muy importante, era bien
visto socialmente, era influyente, iba a los actos. En cuanto al desempeño escolar
de durante el primer y segundo año era de lo mejor -tenía los mejores promedios-
y era su compañero de banco. En 3 años los dos bajaron un poco. tuvo / una
actitud llamativa de estudiar menos, si bien no era abanderado, contaba todavía
con buen promedio. Tenía una situación familiar complicada, estaba viviendo con
los abuelos. Estuvo cuidando a su abuelo que tenía cáncer. El papá de / tenía
problemas de alcoholismo. Un chico de 13 años se haga cargo de un paciente
terminal, era una situación compleja. En cuanto a su relación con Moya, no tiene
recuerdo de una actitud rara respecto de él o de otro chico. Recuerda un viaje que
hicieron con Moya y dos o tres chicos a María Grande. No recuerda que / viajara
solo. Asevera que tenían acceso libre en la sacristía, comer hostia, tomar el vino,
probarse las túnicas. No recuerda pellizcones o tirones de pelos. Había cierta
confianza con Moya porque siempre estaban en la iglesia. Ratifica que Moya lo
hacía sentir más como un amigo que como un cura.
Por su parte, / / / manifiesta respecto de la denuncia formulada
que la ratifica. Aclara que tenía entre 11 y 12 años y concurría a la parroquia donde
Moya era el encargado de Acción Católica. No frecuentaba la iglesia, sus amigos lo
acercaron a la parroquia porque ahí jugaban al fútbol, a él le gustaba mucho el
fútbol y así lo conoció. Siempre los chicos tenían acceso a la habitación del padre,
se juntaban ahí para ir a jugar al fútbol. En cuanto al hecho en particular, ese día
estaban en la habitación de Moya y faltaba uno de los chicos, éste les dice a los
demás que fueran todos a buscar a Nacho, éstos salieron y le puso una mano en el
hombro y le dijo que se quede jugando en la computadora. Se quedó jugando
distraído, se acercó Moya por atrás y le apoyó las manos en los hombros y
después en el pecho. Era algo normal hasta ese momento y en determinado
momento empezó a bajar, en un momento metió una mano en el pantalón y le tocó
los genitales. Él recuerda que tenía un jogging y que cuando lo tocó, se lo sacó de
encima, se levantó bruscamente, vio la puerta, salió corriendo, bajó las escaleras,
justo llegaban los chicos con Nacho. Estaba muy exaltado, era muy chocante les
dijo: "me voy, no vengo nunca más porque el padre está loco, me tocó los
genitales". Los chicos estaban asombrados, no entendía nada. Se fue a su casa y
les contó a su papá y a su mamá. Su papá le dijo que no lo iban a denunciar porque
no iba a llegar a nada. En ese momento estaba en su pico de popularidad, iba a
todos los actos oficiales, escolares, etc. Después su papá lo puso en conocimiento
del Padre Cena, quien les prometió hacer una investigación interna en la iglesia.
Después nunca más lo volvimos a ver, nadie de la iglesia se acercó a pedir
disculpas. Perdió a todos los amigos que tenía en ese lugar porque se alejó a la
iglesia, no vio más a esos chicos, se tuvo que hacer de un nuevo grupo nuevo de
amigos, cambió de deportes. Le costó su vida universitaria, se volvió una persona
muy desconfiada, lo vivió como una traición. Antes era una persona extrovertida y
jovial, luego se volvió desconfiado e introvertido. Moya era una persona, era un
referente, una guía. Le hacía leer las lecturas en misa, los hacía participar de
monaguillo. El hecho también afectó su sexualidad, la que empezó mucho después
-tuvo su primer relación a los 17 años- se volvió muy tímido. Esa sensación
perduró. Empezó estudiando medicina, hizo terapia, su padre que es abogado lo
apoyó en su cambio de carrera. Lo ha superado con los años, pero lo ha tenido que
hacer solo, ha pedido ayuda y con eso lo ha podido superar. Reitera que el hecho
sucedió en la pieza del padre, que estaba ubicado subiendo una escalera, era
pequeña, contaba con una cama y una silla para la computadora. Moya tenía CDs
de música, videograbadora, y una computadora con jueguitos. Era una atracción
más, miraban películas, escuchaban música, jugaban al fútbol. Los chicos que
estaban en ese momento eran //. Moya decidía quien tenía acceso a la habitación,
avisaba que ese día iban a jugar al fútbol. El padre Cena tenía su habitación arriba,
él jamás entró a la habitación del padre Cena. En Acción Católica no había mujeres.
Es sospechoso que lo hiciera quedar en la habitación, pero a esa edad no pensó
nada raro, ahora con 37 años lo ve raro. Tenía problemas de conducta en la
escuela, nada grave, era inquieto le gustaba hablar y hacer chistes. Su papá
trabajaba en la Municipalidad, fue Juez de Faltas y Secretario de Gobierno. En esa
época su papa era Juez de Faltas. Iban muy seguido a jugar al fútbol. Piensa que
sus compañeros no le creyeran o le restaron importancia a lo que él contó. En
cuanto a Moya, cuando discutían les pegara un pellizcón o tirada de pelo, no sabe
qué le dijo Moya a ellos. En esa época, no había el movimiento de apoyo a las
víctimas que hay hoy en día, era un pueblo chico, de eso no se hablaba. En su casa
siempre había que hablar, él contó a sus padres lo sucedido en forma espontánea,
es como fue educado y como se hacían las cosas en su familia. Moya era un poco
"suave", pero era un mundo totalmente diferente. Ahora diría que era un poco
afeminado, cuando los disciplinaba no les pegaba un golpe en el hombro, solo los
pellizcaba o tiraba del pelo. Era muy suave en sus formas y manera de hablar, a
veces se reían de él por eso. Cuando empezaron la secundaria dejó de
frecuentarlos. Empezó a reconstruir esos vínculos de amistad a través de las redes
sociales. El trato cotidiano con los chicos se perdió en esa época. Lo que recuerda
es que mientras estuvo en Acción Católica no había mujeres, por lo que no vio cómo
las trataba. Amigas en la secundaria le comentaron que Moya trataba de alejarlas
porque eran la tentación. Se confesó con él cuando tomó la comunión. Cuando se
fue a estudiar, siempre se quedó con que al único que le había pasado esto había
sido él. En 2015 se contactó , fue / a Santa Fe a hablar con él, le contó lo que le pasó
y le dijo que pensaba que era la única persona a la que le había pasado. Decidió
hacer la denuncia, espera justicia, pero también porque a las personas que les
pudo haber pasado y guardan silencio, es lo peor que pueden hacer para poder
superarlo. Para que los padres sepan con quien dejan sus hijos. En cuanto a la
entrada y salía de la iglesia, indica que era irrestricto, libremente, no tenían que
pedir permiso. Lo mismo pasaba en la habitación de él. A Alberto y a Guille los tenía
en alta estima, puede ser que les diera otro tipo de trato. Nunca fue al campo a dar
misa. Recuerda haber ido a Patronato y jugar al fútbol en una cancha auxiliar.
Participaba como monaguillo uno o dos veces. A él nunca le hizo regalos, pero sabe
que a los otros chicos sí y que a / / le regaló una campera. Se enteró por sus padres
que fue el padre Wendler quien seguía la investigación interna de la iglesia
empezada por el padre Cena. Nunca más fue nadie de la iglesia, cuando la denuncia
tomó estado público, lo llamó Fariña que estaba haciendo la investigación interna.
Le dijo que todo lo había dicho en la Fiscalía, que no iba a colaborar en la
investigación, éste le dijo que sabía que iba a una Universidad Católica y que había
sido profesor ahí por lo que tenía contactos. Le pareció una manifestación
extorsiva, le incomodó porque parecía una amenaza. No sabe cómo tenía su
teléfono ni que iba a la universidad. / investigó si había otras víctimas, descubrió
que // y / / tuvieron episodios con Moya. Desconfiaba de la investigación interna de
la iglesia, porque siguió el caso Ilarraz y se enteró que no colaboraron con la
justicia, esas investigaciones son secretas y nadie sabe a quién juzgan ni en qué
terminan. Todavía sigue siendo cura el padre Grassi, a pesar de haber sido
condenado. Ante esta evidencia descree de sus investigaciones internas y secretas.
Cree completamente lo que contó //, porque a él también le pasó lo mismo, aunque
no tan grave. Interrogado acerca de por qué no denunció su padre, responde que
a principios de los 90 era otro mundo, no es lo que vemos ahora, el tema está en el
tapete. La iglesia no se cuestionaba nada, venían de una democracia frágil. Su
padre le dijo que nadie le iba a creer, que Moya era un párroco popular. Hace
muchos años que estudia derecho, le faltan cinco materias.
/ progenitor de /, testimonió indicando en relación al hecho nominado
segundo que se enteró el mismo día que sucedió. Recuerda que su madre vivía a
una cuadra de su casa, iban caminando por calle Paso y su hijo le contó que le había
tocado los genitales. Le contó a su esposa y a su mamá. Reflexionaron sobre el
tema, habló con profesionales del derecho penal. No hicieron la denuncia, pero sí se
comunicaron con el párroco, le contaron todo con todos los detalles. El Párroco fue
a su casa para decirles que iba a poner en conocimiento de la autoridad
eclesiástica. Se quedaron en esa situación. Hace dos décadas los casos como estos
eran una excepción en el mundo. Ahora es distinto, hay casos de condenas en el
país y en nuestra provincia. Su hijo llegó al lugar por el fútbol. Le contó a sus
amigos y nadie reaccionó. Pensaron que había sido sólo ese caso. En un momento
los visitaron la gente del clero de Paraná, lo llamaron a su hijo y le preguntaron si
estaba dispuesto a declarar, pero no quiso hablar con ellos. En el momento de
ocurrencia de los hechos él era Secretario de Asuntos Legales de la Municipalidad,
en ese momento dudaron en denunciarlos porque Moya era una persona que
ocupaba un lugar importante en la ciudad. Querían preservar a su hijo, con la
prueba que tenían era difícil que llegara a algo. Con su esposa pusieron en
conocimiento al párroco Cena. Les dijo que lo iba a elevar para consideración de las
autoridades eclesiásticas y les pidió disculpas. Ello fue muy poco tiempo después
del hecho, 10 o 15 días. Aunque su hijo había dejado ese ambiente. A su casa
también fue el padre Wendler, en nombre del Arzobispo de Paraná, le contaron la
situación, tomaron declaración. Cuando volvieron querían hablar con los chicos,
pero la cuestión ya estaba en manos de la justicia. Su señora le preguntó cuál era
la situación de Grassi, les dijo que seguía siendo cura, entonces se dieron cuenta de
que no iban a hacer nada. A su hijo le gustaba mucho jugar al fútbol, después del
hecho dejó y empezó a jugar al básquet. Luego del hecho dejó de ser confiado, se
empeoró su situación de asma, luego mejoró. Esa situación lo perjudicó, tuvo
varias crisis, estuvo bajo cuidado médico mucho tiempo. Iba a la iglesia con una
frecuencia semanal, para ellos era una tranquilidad, que no estuviera en la calle
sino en la iglesia junto a niños de su edad. Incluso en una oportunidad se enfermó
de gripe y Moya fue a su casa a ver cómo estaba. Poco podían desconfiar de una
persona que iba a llegar a esta acción. Cuando le contó su hijo lo sucedido, estaba
excitado, siguieron caminando y hablando. Nunca cambió su versión de los hechos.
Tiene que haber sido grave porque no volvió a juntarse con los amigos. La imagen
que tenía Moya en la ciudad era muy buena, estaba presente en la vida de la
ciudad, solía cruzárselo. El intendente era cercano a la iglesia, por lo que lo veía
siempre en los actos patrios, tenía mucha llegada con mucha gente. Era joven,
popular y querido. Una de las madres dijo que no podía decir nada, si Moya iba a su
casa a comer. No se esperaban algo así de esta clase de persona. Su hijo le relató
que quedó solo frente a la computadora, los otros chicos se fueron a buscar a un
compañero, entonces era una situación normal con las actividades que
desarrollaban en ese lugar. Es la conducta menos esperada. Interrogado acerca de
si se arrepiente de no haber denunciado responde que eran tiempos distintos, que
en este contexto actual sí se arrepentiría de no denunciar, el trabajo de los fiscales
no es lo que es hoy, su hijo lo pagó con tratamiento psicológico. Confiaron en la
autoridad eclesiástica, estaban en shock, no sabe qué pasó después. El tema lo
fueron olvidando, no volvió a estar en su mesa familiar hasta que el tema volvió a
aparecer. Era un preadolescente, pensaban que era el único afectado, cuando le
contó a sus amigos ninguno dijo nada. Pensaron, necesitamos pruebas, frente a
una comunidad adormecida en esos temas.
/ prestó declaración indicando que Moya empezó a dar catecismo en su
colegio, el testigo venía de la primaria con buenas notas. Empezó a sacar malas
notas, tuvo que dejar básquet. Se enteró que el cura era muy piola, si jugabas al
fútbol te levantaba la nota. Empezó ir a la parroquia, jugaban al fútbol. En la
habitación tenía computadora, equipo de música. Empezó a tener buena relación,
era piola, llevaba mucha gente. Su padre había quedado sin trabajo, querían
llevarlos a Paysandú. Se sintió contenido en la parroquia, iba a Acción Católica
todos los sábados, había buena onda. El cura era como nuestro ídolo, si bien
marcaba que era la autoridad, a veces hacía chistes. Le empezó a picar el bichito
del seminario. En séptimo grado estuvo de novio con Ayelén y ella se enteró que se
iba a ir, entonces lo buscó y empezó a dudar de ir. Para Moya, ella era la tentación,
el demonio para que no vaya al seminario. Antes de que se vaya a Chipre lo fue a
visitar. Tendría entre 14 y 15 años, era su guía espiritual, no solo lo confesaba sino
también le daba consejos. Le aconsejaba que se aleje de Ayelén, ella lo esperaba a
la salida de la capilla. Cuando le dijo que quería ir al seminario le empezó a comprar
el gráfico, le regaló una campera de cuero, una guitarra. Hasta esa noche no vio
nada raro. En esa oportunidad, lo sienta en la cama, lo tira sobre la cama, le
empieza a acariciar el pecho -le metió la mano abajo de la remera- se quiso ir, pero
él le dice "no te vayas, que te quiero disfrutar". Él se retiró del lugar. Hasta hace
poco no podía decir esa palabra por vergüenza. Cuando Moya volvió de Chipre,
luego se fue a Seguí. Se enteró que se había puesto de novio con Ayelén, le pidió
que devuelva la guitarra, la máquina de escribir. Con su padre no hablaba mucho.
Cuando pasó lo de Grassi y lo de Ilarraz todo le empezó a resonar de nuevo. Leyó
la declaración de en e/l diario y era exactamente cómo lo contó, un grupo selecto
de chicos. Moya lo ensalzaba como que iba a ser un gran cura. Tuvo inconvenientes
con su vida amorosa, se negaba a tener relaciones con su señora porque quería
llegar virgen al matrimonio, la primera vez que tuvo relaciones lloró mucho. Recién
pudo contárselo a su señora unos días antes de ir a declarar. No se enteró
enseguida de lo del /, en una jugada le tocaron la cola y se dio vuelta, le dijeron "te
tocó las bolas el cura y no dijiste nada". Solo le preguntó si le había pasado eso, /
dijo que sí, y no hablaron nada más porque le daba vergüenza ya que le había
pasado algo parecido. Le creyó porque a él le pasó algo parecido. Le costó mucho
ponerse de novio con Ayelén, le decía que quería ir al seminario. No encontraba su
vocación. Moya decía que Alberto, Emilio y el testigo eran los especiales, los
apóstoles de Jesús. Cuando le planteó que quería ser cura, hizo más diferencia
hacia él. Emilio y él fueron en colectivo a buscar la Virgen de Lujan, también fueron
de campamento. Estaba el padre José Carlos Wendler, les dijo que no estén con ese
cura porque fuma, ahora piensa que el enojo no era porque fumara. Subió las notas
a 9 y 10 cuando empezó a asistir al fútbol. Los domingos Moya se lo llevaba de su
casa, a pesar de que su madre se quejaba, se lo llevaba igual. No recuerda que
otros compañeros hayan recibido regalos, quizás un libro. Antes del episodio Moya
era su ídolo, tenía una personalidad que te conquistaba, lo consideraba un amigo.
Todo lo hablaba con él. Iba a Seguí a visitar a sus tíos y preguntaba por el testigo
y él no quería saber nada. Se enojaba porque se metía en su relación con su novia,
pero en realidad el trasfondo era otro. Se largó a llorar cuando le contó a Ayelén,
tenía 34 años. Siguió haciendo terapia, una vez que lo pudo sacar se sintió tan
liberado que se lo contaba hasta al verdulero. Se sintió aliviado. Después que
declararon. Su hija menor tiene autismo, todo esto quedó en stand by, se centró en
sus hijas. Todavía se sentía con vergüenza, continúa con dificultades para confiar
en otras personas. Vivía con el freno de mano en sus emociones, pero antes era
una persona alegre. Ahora tiene desconfianza de brindarse como amigo luego de lo
que le pasó. Lo reprimió mucho porque le había dado vergüenza, culpa, que lo haya
tirado a la cama porque lo quería disfrutar. Después que declaró vio similitudes con
, que/ era el preferido, que lo hizo sentir allá arriba, que era el mejor, el más
destacado, le hacía regalos. / reaccionó y se lo contó a todos, en cambio él no
entendía lo que había pasado. Cuando pasó lo de Grassi e Ilarraz, lo llamaron a
declarar y pensó que no se podía quedar con todo esto adentro. Ayelén lo esperaba
afuera de la iglesia, le insistía en que fueran novios. Cada vez que le daba un beso
iba a contarle Moya y le decía que era la tentación. Los hechos sucedieron en la
habitación de Moya. Había un chico de Córdoba, Javier, que cuando venía de visita
tenían que irse todos, no solo de la pieza, sino también de la parroquia. No
recuerda que hubiera adultos en la planta alta, que él recuerde. Luego lo saludaba
nomás y se iba. Afirma que todos los chicos entraban por la puerta de secretaría, no
tenían restricciones en el ingreso. Moya menospreciaba a las mujeres, siempre con
tonalidad de joda, pero no vio agresión. Ahí arriba eran todos varones, no había
mujeres y que él recuerde no veían otra autoridad eclesiástica o personal
administrativo. Él tomó distancia, no quiso saber más nada. Cree en los testimonios
de y Er/nesto.
A su turno, / aseveró haber conocido a Moya por ser su profesor de
catequesis. Los invitó a Acción Católica a partir de 1996, había chicos de varias
escuelas. Se encontraban los sábados de mañana, a la tarde no podían ir las
mujeres porque los varones jugaban al fútbol. Eran más de 20 chicos. El grupo de
la tarde era más de varones, porque iban a jugar al fútbol. Salvo si había una
campaña de Cáritas, iban las madres y las esposas de los militares. Iban a la
Escuela Inmaculada. Dando clases había disparidad entre los alumnos, si había que
preparar un tema, siempre pasaban al frente los mismos. No dejaba hablar a las
mujeres. Se notaba la diferencia con los que eran sus monaguillos. Tenía
permitidos llevárselos para buscar a la virgen o preparar la misa. Moya era un cura
popular, hacía fogones en el Crispín, hacía campamentos en Lucas Norte. Han
viajado con Moya a Paraná. Era de agrupar chicos y grandes, adolescentes sobre
todo. El Crispín es un lugar de celebración de gauchos. Moya participaba de los
actos públicos que se hacían en Villaguay, era influyente en la ciudad. Sus amigos
se retiraban para ir a la radio. Recuerda que la madre de / le reclamó que por qué
se lo llevaba un domingo, pero Moya se imponía. / / lo conoce de la secundaria y es
padrino de su hija. Le contó lo sucedido en la secundaria, en la universidad empezó
a hacer terapia y le dio más detalles. Lo de // se enteraron con su denuncia. Se hizo
de novia con / en séptimo grado, en la secundaria se separaron. En Acción Católica
se volvieron a encontrar, pero Moya decía que / tenía el llamado de Dios y que
cuando terminara la secundaria se iba al seminario. Moya le compraba el Gráfico, le
regaló una remera de Boca original, una guitarra, una máquina de escribir,
rosarios. Cuando se puso de novio con ella, le pidió que le devuelva todo. Ahora con
más de 30 años piensa en cuando tenían 14 años y Moya le decía que era el
demonio. Confió y creyó, sus padres confiaron. Cuando los citaron a declarar en
2015 por lo de /, / sacó el tema de lo de /, y le contó que a él le había pasado algo
parecido. Sus decisiones y sus vidas estaban muy dirigidas por ese cura en esa
época que eran tan jóvenes. La familia de / se iba a mudar al Uruguay porque
habían perdido el trabajo, la situación económica era mala. Todos iban a Acción
Católica. / lloraba, transpiraba cuando le contó, no la miraba a los ojos. El hecho no
pasó a mayores, le levantó la remera y tocó la panza. Cuando a su hija la
diagnosticaron autismo, habían dejado de lado esta cuestión, hasta que tomo
dimensión de que a / le podría haber pasado lo mismo que a . Enc/ontró en la casa
de su mama fotos y cartas. Lo que le pasó a / no lo pudo hablar. Cuando Moya se
fue a Chipre le escribió una carta. La testigo exhibió fotografías de la época de
Acción Católica de agosto de 1997. Se incorpora el material presentado por la
testigo. Luego de que le contó / estaba muy angustiado, le cuesta conectarse con
sus emociones, es desconfiado, no tiene muchos amigos. No recuerda que pasó
después de que salió de la habitación. Uno elige ir a la iglesia, decidieron que su hija
haga catecismo, aunque no fue una decisión fácil. Le brindan las herramientas para
que no le pase lo de su marido, como lo que pasó a / y a . Se /preguntan cómo
pueden volver a creer en la iglesia, pensaron que estaban en un lugar seguro. Moya
era su guía espiritual, te aconsejaba, uno le cuenta cosas íntimas, toma decisiones
en su vida en función de sus consejos. Es un espacio donde esa persona tiene el
poder de guiar tus acciones y de tomar sus decisiones. Resalta que tenían 14 años.
Afirma creerles a y a //.
Alberto Anibal VAN HAEZEVELDE aclara que Moya es su padrino de
confirmación, tuvo una relación muy cercana en una época, ahora la distancia los
ha alejado. A veces se saludan por un cumpleaños. Se conocen cuando empezó a
dar catecismo en el año 1.992/1.993, cuando tenía 10 u 11 años. Conoce a / /, es
su amigo, sabe lo que le pasó porque un día que estaban llegando a la parroquia, /
venía saliendo y les contó lo que había pasado. No recuerda palabras textuales, le
dijo Moya lo había querido tocar. Estaba mal, muy nervioso. Por la edad que tenían
no le dieron la importancia que tiene. El cura era una persona que no les permitió
darle la importancia que merecía. Les dijo que había pasado en la habitación,
estaba solo cuando pasó. El testigo frecuentaba la habitación de Moya. Tenían una
buena relación. Cuando terminó catecismo empezaron a ir a Acción Católica, hacían
un montón de actividades solidarias, campamentos, programa de radio. Había una
relación de confianza, no iba obligado a nada. A los campamentos fue a algunos.
Era una persona influyente. En cuanto a la planta alta del costado de la parroquia,
había dos habitaciones, primero estuvo en una que era más chica, tenía una cama,
escritorio, CD, había un baño fuera de la habitación. Luego se cambió a otra más
grande, no recuerda si tenía un baño propio. Podían usar los CD, iban si estaba él,
a veces se iba y se quedaban solos. No recuerda haber visto a una chica allí. No
había mayores en el lugar. En la casa parroquial había otras habitaciones, por ahí te
cruzabas con otros sacerdotes. No vio a esos otros sacerdotes en la habitación. Lo
eligió a Moya como su padrino por la relación cercana de amistad que tenían en ese
momento, su familia es católica practicante, por lo cual lo veía como un referente.
A veces les regalaba cosas. En la sociedad de Villaguay, Moya estaba bien visto,
siempre se lo veía con los grupos de Acción Católica. Era una persona muy
conocida, sobre todo porque tenía un programa de radio. Cuando se fue de
Villaguay fueron perdiendo contacto. Cuando se fue a Chipre, cree que le mando
una carta. La relación se perdió, no existía la tecnología que hay ahora. Ahora
alguna vez le manda algún mensaje de texto saludándolo. Conoce a //, es un poco
más grande, por lo que estaba en el grupo de Acción Católica, luego se fue a
estudiar. Luego de que / contó eso que pasó, no volvió nunca más al grupo de la
parroquia. Aclara que en el grupo había preferidos: Juan Lucca, //, y de los más
chicos, Emilio Rodriguez, / /. La noche que se despidió para irse a Chipre puso un
ejemplo con los apóstoles, comparándolos con tres chicos, Emilio, / y el dicente.
Cree que eran los preferidos porque eran los que iban más o con los que tenía más
afinidad. Los puso como cabezas de grupo. A los campamentos no fue, cree que
porque no tuvo ganas. Al único campamento que fue, fue el que hicieron en el
balneario, pero empezó a llover y se fueron. La relación con / era muy cercana,
incluso más cercana que la que tenía él. No tiene razón para pensar que y
Er/nesto tienen alguna animosidad con Moya, ni para descreer de ellos, no tienen
motivos para inventar. Cree que / dijo que lo tocó y lo sacó o que lo quiso tocar,
pero no recuerda.
Guillermo Fernando LARRONDO afirma que a Moya lo conoció por
Acción Católica, tendría entre 12 y 16 años, eran los años 1994 a 1996. No tenían
un amigo sacerdote con el que se vincularan tanto. Jugaban al fútbol, hacían
campamento, campaña de Cáritas. Hacían de monaguillo. Iban todos los fines de
semana. En ese entonces Moya era respetado por la sociedad, en la iglesia.
Participaba en una radio, a veces iban al programa, les parecía divertido. Hicieron
un viaje a una especie de asamblea de Jóvenes de Acción Católica. / /, en el año
1995, un día iban con otros compañeros a reunirse a jugar al fútbol. Ese día lo ven
a / salir de la secretaría de la parroquia. Les contó que lo tocó en la entrepierna, al
ser tan chicos no cayeron en la magnitud de lo sucedido. / se fue y nunca más
volvió a la parroquia. No le prestaron atención y se fueron a jugar al fútbol. Lo
dejaron pasar, pero con los años y otros eventos que se han dado a conocer, lo ven
con nuevos ojos. A partir de esa situación no lo vieron nunca más. Estaban con tres
amigos, eran las 19 horas en invierno, iban hacia la iglesia a buscar al cura y a otros
amigos, ven a / salir y les contó el episodio, no le dieron importancia y se fueron a
jugar al fútbol. / estaba bastante nervioso. En Acción Católica había chicas,
recuerda que Moya no tenía buena relación con ellas. Eso le llamaba la atención. La
poca relación que tenía eran discusiones. La habitación no la podía describir, solo
recuerda que era en el primer piso, había una cama, una computadora. Conoce a
//, pero no llegaron a coincidir con el grupo de Acción Católica. La denuncia se
enteró por los medios. No puede emitir un juicio, pero con lo que ha pasado uno
empieza a tener otra mirada. Puede ser que tuviera preferencia con alguno de los
chicos, o esos chicos iban más seguido.
La psicóloga y Licenciada en Trabajo Social Estela Leonor BOLLA
expresa que empezó a atender a // hace muchos años, tend/ría entre 21 o 22
años, estudiaba medicina. Empezó a atenderlo en el Hospital Centenario de
Rosario, en consultorio externo. Sostuvo este tratamiento por cinco o seis años
aproximadamente. Luego se entera de la decisión de denunciar y se vuelve a
conectar con él por esta decisión. En cuanto a las razones por las que inició
tratamiento, recuerda que era un joven con inhibiciones y síntomas fóbicos, con
algunos problemas familiares que lo hacían vulnerable, ese es su recuerdo. En
cuanto al tipo de tratamiento que le brindó a // afirma que su paradigma es
psicoanalítico, que tiene que ver con historizar, con escuchar al paciente por sobre
todas las cosas y después ver cómo es su historia, y como su historia interviene en
su subjetividad y en sus maneras de expresarse en la vida en todos los aspectos.
Aproximadamente estuvo seis años en tratamiento, en forma semanal -una vez por
semana-. pudo/ contar que había sido víctima de abuso sexual pasado un tiempo
de tratamiento, a posteriori, cuando ya estaba instalada la transferencia, ya estaba
instalada y tenían una relación de confianza. Esto incidía en su vida cotidiana.
pres/entaba episodios de mucha angustia y dolor, eso influenciaba negativamente
su vida de relación. Sobre el abuso no dio datos exactos, no habló con
exhaustividad, pero sí nombró a la persona -Moya- como profesor de la escuela a la
que asistía. era /monaguillo y estaba en organizaciones católicas. Moya lo cooptó,
lo sedujo y lo abusó. Es un abuso de poder de un mayor sobre una persona menor,
y aunque no sea menor, vulnerable a la referencia de poder que este sujeto hacía,
era nada más ni nada menos que el representante de Dios en la tierra. Este
agravado porque un adolescente de trece o catorce años necesita referentes
adultos, y este hombre lo cooptaba con golosinas y cosas que le dan placer a un
púber. Esto tiene el agravante de ser mayor, pero no cualquier mayor, era un
mayor que representaba una autoridad dentro del colegio y dentro de la religión
católica. En cuanto a la estructura familiar de al m/omento del hecho, expresa
que care/cía de una referencia paterna fuerte, su padre estaba enfermo, era un
adicto al alcohol. Su madre también era una mujer vulnerable, muy trabajadora,
docente. Una de sus hermanas con la que tenía una relación muy fuerte era
también una adolescente con una personalidad lábil, vulnerable también. care/cía
de contención en el hogar, carecía de esas figuras que los adolescentes necesitan
para entrar en la vida cotidiana. Afirma que en la relación transferencial a veces
surgen tempranamente o tal vez muchos años después comienzan a salir cosas que
estaban bajo el ejido del trauma, a veces queda enquistado en la subjetividad.
Interrogada acerca de por qué pasó tanto tiempo en que pudo/ manifestar este
trauma, responde que porque no hay tiempos lógicos en un tratamiento
psicoanalítico, no hay los tiempos de la conducta, donde uno de alguna manera se
orienta hacia una buena o mala conducta y se mete en un plano más moral que
subjetivo. El sujeto humano no es ni bueno ni malo. A veces hace cosas porque hay
una precariedad total en su subjetividad, o porque no ha podido ser formado por
una serie de cuestiones. En este caso hubo hechos traumáticos que hicieron que /
no podía remover ese trauma al comienzo del tratamiento. Lo pudo remover
cuando lo pudo hacer. Por suerte pudo sacarlo y contarlo a esta altura de la vida.
Esa remoción del trauma ha sido efectiva. Fíjense el tiempo que le llevó a / poder
remover ese trauma. Pero le llevó mucho tiempo. Hay personas que se mueren con
esa angustia, ese trauma enquistado y no lo pueden sacar. El trauma que sufrió ha
dejado marcas indudablemente, pero tien/en elementos psíquicos y subjetivos
que le permitirán andar por la vida y seguir con una vida, puede construirla de la
manera que puede con este bagaje de historia que le tocó vivir. Le satisface que
haya/ podido después de tanto tiempo, hacer lo que está haciendo. Es un acto de
sanidad que haya podido hacer lo que está haciendo, como profesional le alegra
mucho. Recuerda que la hermana de , que/ era muy vulnerable, cree que se l/o
contó y que ella lo alentó a denunciar, influyó para bien, le parece que se lo contó
con posterioridad.
La psicóloga Adriana Margarita ANTINORI afirma que conoció a / en
su consultorio privado a raíz de la derivación de una médica psiquiatra que
trabajaba con ella. El 16/01/2008 empezó / el tratamiento. Los motivos por los
cuales concurrió a realizar tratamiento por estados de angustia de alto monto,
sentimientos de inseguridad, problemas de pareja importantes, dificultades para
conciliar el sueño, sudoración profusa y temores. Le comentó que hizo tratamiento
con la Dra. Gutiérrez -médica psiquiatra- y la Licenciada Estela Bolla. hizo/
aproximadamente dos años tratamiento con ella. El tratamiento consistió en
psicoterapia individual. Durante un tiempo se hizo cara a cara, con una frecuencia
semanal y algunas veces dos veces a la semana cuando / tenía un elevado nivel de
angustia. Los motivos de la angustia, además de sus problemas de pareja en el
momento, lo que más lo angustiaba era una cuestión de base, que tenía que ver
con el abuso que había sufrido en su adolescencia y la disfunción familiar. Dijo que
era un problema "de base" porque más allá de los otros problemas -pareja y
familia- la mayor angustia se refería al abuso, ya que tenía muy marcada la
angustia por el abuso, venía con esa impronta marcada de la adolescencia. Le hablo
del abuso ello al principio de las entrevistas. Le contó que lo sabía la Licenciada
Bolla y la médica Nancy Gutierrez. Sobre el abuso, recuerdo que le dijo de quién se
trataba, que había sido el párroco de la iglesia de la cual él era monaguillo, además
era profesor en la escuela secundaria, mencionó el nombre, le dijo que se llamaba
Marcelino Moya. En cuanto a las situaciones abusivas, habló de tres momentos:
uno en la casa parroquial, en la habitación de Moya, otra en una habitación de
huéspedes y luego en un viaje a una localidad cercana para que oficiara de
monaguillo. En cuanto a en qué consistían tales conductas, se mantenía pasivo,
toqueteo de genitales, masturbación y sexo oral. Le dijo que fue cuando tenía 13 o
14 años, porque lo acota a 1° y 2° año de la secundaria. le relató que Moya era el
líder del grupo, una persona carismática en el grupo de jóvenes, como que los
ponía a competir para ver quien era el monaguillo, lo veía así antes de los abusos.
La estructura familiar de hicieron de él una persona vulnerable. Su contexto
familiar era complicado, su padre padecía etilismo con intento de suicidio, el
fallecimiento del abuelo fue un acontecimiento importante y luego hubo un intento
de suicidio de su hermana. Por eso no que quería informar a la familia lo ocurrido
para no aumentar el desorden familiar y la problemática familiar. Interrogada a qué
se puede atribuir la dificultad de contar estos sucesos a personas cercadas o
directamente manifestarlos, responde que obedece a su baja autoestima,
inseguridad, temores a los comentarios sociales, la vergüenza que sentía, todo ello
le impidió hacerlo saber antes. Estos hechos afectaron su vida cotidiana, con
dificultad en la concentración, para dormir, dificultades en el contacto con las
personas que no fueran de su contexto íntimo, porque tenía temor al contacto con
los extraños, crisis de angustia, su inhibición, todos estos síntomas se pueden
asociar a este hecho traumático. Recuerda que hubiera otra situación grave a la
que podría asociarse estos síntomas, responde que había una disfunción familiar
que colaboró con esto, en su relación de pareja también se encontraba bajo el
dominio del otro y de sus caprichos (se refiere a una mujer) pero el abuso fue la
causa principal. En cuanto a las herramientas que según su ciencia tiene para
ponderar que un relato es veraz, indica que habitualmente se usa el
psicodiagnóstico de Rorschach, que puede indicar simulación, pero ella, más que
gráficos, no le tomó ese psicodiagnóstico. El compromiso de , sus/ características
con el tratamiento, la puntualidad para llegar a la sesión y para pagar, la conducta
de él en general hacen pensar que el relato es cierto. Sobre qué significaría para un
adolescente que el autor del abuso sea un sacerdote, pertenezca a la Iglesia y sea
su docente, contestó que influyó en él sin ninguna duda porque paso de ser un líder
o un padre contenedor a ser una decepción y quiebre para . Interrogada sobre la
finalización de la terapia, indica que pudo / comenzar a desarrollarse mejor en los
estudios, manejar sus montos de angustia, iba a hacer un viaje y consensuaron el
alta.
Zelmira BARBAGELATA XAVIER, psicóloga del Departamento Médico
Forense y quien junto a la Dra. María Eugenia Londero elaborara la pericia
psicológica-psiquiátrica de las víctimas / y /, indicó entrevistó a // y a / /. Usaron la
técnica de la entrevistas semidirigidas, una de las modalidades de las entrevistas y
realizaron también la lectura del legajo. La técnica viene del método clínico y se
utiliza en la psicológica y psiquiatría; y semidirigida, la que permite en función de
las características de personalidad que demuestra el entrevistado y según sus
recursos, para poder conocerlo en poco tiempo. Hace algunas preguntas puntuales
y deja el campo libre al entrevistado. Hicieron tres entrevistas con cada uno.
Aspectos comunes, la edad en que hicieron la denuncia de hechos que habían
sufrido entre los 12 y 15 años, eran jóvenes adultos, que denunciaron hechos
ocurridos hace tiempo, era la misma persona el denunciado, el ámbito religioso
donde sucedieron los episodios, la participación en Acción Católica. también
concurría a un colegio religioso donde también trabajaba esta persona, actividades
deportivas similares, sin haber sido contemporáneos los hechos sucedidos, tienen
todos estos puntos en común. En cuanto a que ambos poseían una personalidad
neurótica, hay tres estructuras en psicoanálisis, cada una tiene sus particulares:
neurosis, psicosis y perversión. En la neorosis, hay conflictos que pueden llamarse
como más comunes, que pueden ser resueltos, no hay una patología grave, a
diferencia de la psicosis. Están dentro de la norma, es lo más habitual socialmente,
la mayoría de la gente puede ser llamada neurótica, la sintomatología puede ser
resuelta con espacios terapéuticos. No detectaron ninguna patología psiquiátrica
en las víctimas. Hay una gran diferencia entre ambos en cuanto a las
consecuencias dañosas, encontraron en / que él rápidamente tuvo una reacción
que hizo que ese avasallamiento se interrumpa. Pudo contar a su familia, poner en
palabras lo sucedido. Si bien no acudieron a la justicia para él resultó un contexto
que impidió que se exponga a situaciones similares. La familia habilitó su relato, le
creyó y lo protegieron, por lo cual no generó un impacto traumático. En cambio, la
situación familiar de no propiciaba que él ponga esta situación en palabras. Se
tenía que ocupar cuestiones o responsabilidades de adultos, que lo excedían como
niño. No tenía mayores a quienes acudir. Las conductas que relata de tipo abusivo
fueron mucho más avasallantes y prolongadas que la que vivió /. refiere mucha
confusión, varios episodios, sentimientos de marcada ambivalencia, de shock. Eso
impactó de manera mucho más traumática de lo que suscitó en /. En cuanto a cómo
relaciona el silencio de con /lo vivido responde que situaciones de este tenor no
son rápidamente develadas, es lo habitual, hay sentimientos que generan en los
niños cuando el abuso viene de un adulto. El lazo de confianza creado con el adulto
ubicado en una situación de autoridad y poder, el niño no puede entender
cabalmente que ese adulto en quien confía traicione esa confianza. Es esperable el
silencio en ese sentido porque además, los sentimientos de culpa los niños
abusados hace que se silencien por no comprender esa situación. El niño entre 12
y 13 años que es como el inicio de la adolescencia es inmaduro en todos los
sentidos, tienen un pensamiento egocéntrico, consideran que todo lo que sucede
alrededor de ellos es responsabilidad de ellos, se sienten responsables de lo que
sucede, no entienden si lo provocaron o no. En favorece el silencio, en las
situaciones de abuso no había nunca palabras con la persona que lo abusaba, eso
era un obstáculo para significar lo que sucedía. Se hace más complejo cuando
desde el adulto tampoco se le da ningún sentido. En esto/ generó de manera más
marcada muchas dificultades en las relaciones interpersonales, en confiar en el
otro. Generalmente es más difícil para las victimas varones expresar y manifestar
estas situaciones abusivas, porque lo habitual estadísticamente es que sean las
mujeres las que pasen por estas situaciones. La posición del varón es más activa y
la mujer pasiva. Es más difícil para el varón dar cuenta de una situación en la que
quedó pasivo, genera confusión en su identidad sexual. habló de la situación en
que iba caminando de la mano con una chica tuvo una crisis, es allí cuando puede
empezar a abordar esta situación que pudo atravesar años antes. Señala como
posibilitador la distancia geográfica de su lugar de origen. El disparador de la
denuncia fue saber de que esa persona seguía en funciones y que otros niños estén
sufriendo lo que sufrió él. Muchos elementos para pensar en secuelas o daños que
esto le generó. En / no advertimos algo del orden de lo traumático, pero sí algo que
tiene que ver con la neurosis y que él atravesó, cierta inseguridad en algunos
aspectos de su vida. Seguía conflictuado con cuestiones más relacionadas con lo
profesional y laboral. En cambio, en detectaron una gran afección a su psiquismo.
En cuanto a /, hace muchos años que está estudiando, puede estar relacionado al
hecho, él habla de mucho temor a que le vaya mal, a estar solo. Si bien él decide
hablar con su padre, éste decidió que no iban a hacer nada, / lo describió como un
negador profesional, también haciendo referencia a cierta negación de este
episodio. Si bien quedó resguardado de esa persona, pero el hecho de que no haya
habido una sanción o que por fuera alguien diga esto no tiene que ver con vos,
también tiene de alguna manera cierto impacto. Si bien en su grupo familiar quedó
claro que lo sucedido no era de su responsabilidad, no hubo otra sanción. Según la
familia, denunciar implicaba exponerlo. Puede implicar un daño mayor que Moya
fuera un sacerdote, con un lugar importante en la comunidad, tenía un lugar de
poder en la sociedad de autoridad, no es un ciudadano común y corriente, sobre
todo dentro de las familias católicas que participan activamente en la iglesia. Ello le
dio un plus que no tendría alguna persona común. Moya estaba en la parroquia que
estaba en conexión con la escuela. Estos hechos vividos -de abuso- tienen la
particularidad de afectar la vida sexual, sobre todo en la infancia. Cuando se da la
irrupción de la sexualidad, en cuanto a genitalidad, en la niñez, su psiquismo no
tiene los recursos necesarios para elaborarlo, por lo tanto, es del orden de lo
traumático. Un niño no está capacitado lo que tiene que ver con la sexualidad que
irrumpe desde un adulto hacia un niño. Para poder abordarlo y elaborarlo genera
una marcada dificultad para el normal desarrollo de su sexualidad, siempre se
encuentra secuelas en ese sentido, cuando esto es impuesto por un adulto y el niño
no puede dirigir esta situación, queda totalmente vulnerable a la acción del adulto.
El psiquismo para seguir viviendo con esto genera obviamente una marcada
dificultad para el desarrollo normal de la sexualidad y la genitalidad. El relato de los
denunciantes es el indicador fundamental a la hora de elaborar este tipo de
situaciones, sobre todo cuando no hay testigos. El relato tiene que tener
determinados elementos que le permitan decir que este relato es verosímil, tiene
que haber la coherencia interna, la congruencia emocional al rememorar el hecho,
los detalles que demarcan que fue una situación vivida, no sólo en relación al
hecho, las referencias en relación al estado emocional de la persona que abusó de
ellos, todos esos elementos le permiten decir que el relato es verosímil.
Amalia Angela del Carmen PEREZ testimonió en debate indicando en
relación a los hechos investigados que en los años 1.992/1993 y 1994 iban a la
secundaria con , est/aban en la sala del laboratorio, tenían que hacer un trabajo
para Moya, no lo había terminado entonces. Entonces le dijo que no se preocupe
porque si la retaba, él iba a decir lo que Moya les hacía a los chicos. Moya daba la
materia catequesis, era capellán de la iglesia. El trato hacia las mujeres era
despectivo. En el pizarrón había escrito una actividad, le hizo una pregunta y la
destrató llamándola pelotuda. Tiene un hermano con síndrome de Down, no la
dejaban ser madrina porque era menor de edad, al fin la dejaron, cuando le
preguntó si la habían dejado le dijo que para qué preguntaba estupideces. Tenía
trato despectivo con todas las mujeres, alumnas, docentes, monjas. Para los chicos
el trato era siempre bueno. A siempre le corregía la carpeta, miraba lo que estaba
haciendo. No participaba de Acción Católica, iba a misa, siempre maltrataba a las
señoras que colaboraban. Los chicos de Acción Católica tenían acceso a la iglesia.
Se hablaba de regalos de zapatillas y zapatos a los chicos de parte de Moya. Le
faltaba poco para ser el Papa de Villaguay, le marcó mucho eso porque una persona
que tenía que ser el guía espiritual la llame estúpida. Usaba pantalones ajustados,
tiro bien alto, con una manera muy particular de caminar, parecía una gacela.
Afirma que había más varones que mujeres en el curso.
Leandro Marcos DOWNES OJEDA declaró en juicio expresando que
conoció a Moya aproximadamente entre los años 1994/1995 cuando fue destinado
a Villaguay, siendo el testigo presidente de Acción Católica. Enumera los miembros
de la Acción Católica de la época, entre los que se encontraban / y /, aunque éste
último era más grande. En el año 1995, lo habitual era ir a la pieza de Moya porque
tenía computadora, equipo de música, máquina de escribir. Era una habitación
chica en la planta alta, allí organizaban los partidos de fútbol y jugaban con la
computadora. Ese día estaban organizando un partido, Moya les dice que se vayan
y que / se quedara. Minutos después bajo llorando diciendo que Moya le había
tocado los genitales. Salió corriendo de la parroquia, se fue a la casa, calcula y
recuerda que nunca más participó en ninguno de los movimientos de la Acción
Católica y el grupo misionero. En cuanto a si le creyeron a / o no, indica que
Villaguay era un pueblo chico, no tenían acceso a lo que era un abuso sexual, no era
una cuestión de no creer a /, sino que no entendían lo que pasó por su edad, por la
inocencia que tenían en ese momento. Cuando el Padre Carlos Wendler ingresa a la
parroquia, él se lo contó. Pero Moya era una persona pública, era capellán del
ejército, daba clases en un colegio privado, tenía un programa de radio, era una
persona importante, con mucho poder. Él siempre pensó que si lo contaba nadie le
iba a creer. Cuando vino José Carlos, él se apartó del grupo de Moya y ahí le contó,
fue como un desahogo, pero él era chico, tenía 16 años. / estaba llorando, el testigo
le creyó a / pero le restó importancia, no porque no la tenga, sino por su inocencia
en ese momento. Moya tiene comunicación con su familia, hasta hace un tiempo
atrás se comunicaban telefónicamente, no de amistad. Todos los días que iban a la
parroquia iban a la pieza, tenían acceso a la habitación para hacer cosas del grupo
misionero o Acción Católica, nunca hubo chicas en ese lugar. Había una gran
diferencia de trato con las mujeres, no les permitía la misma participación. Hubo
casos en que se habían iniciado noviazgos y Moya siempre intentaba terminar esas
relaciones. Recuerda que en una ocasión le regaló una guitarra a / /. Moya quería
que termine su relación con Ayelén, como no lo hizo, le pidió que le devuelva la
guitarra. Luego de que le contó a Wendler fueron a la casa de /, sabe que aquél
hablo con los padres, él se quedó esperando afuera. Deduce que el párroco Cena se
enteró porque Wendler se lo contó. Wendler se comprometió en seguir el caso, pero
desconoce como siguió. Sus padres lo tenían en un pedestal a Moya, era una figura
para todos. Él particularmente se llevaba bien, por ahí chocaba un poco, pero como
él tenía un programa de radio a las 5 de la mañana "Mateando", los llevaba a los
chicos para participar, también participaban en Acción Católica y el Grupo
Misionero. Moya siempre era el único adulto en todos lados, nunca había otro
adulto con él. En la IPP declaró que no le sorprendieron los hechos, siempre le vio
a Moya un lado femenino, en su forma de moverse y expresarse. Estaba todo el
tiempo con varones, despreciaba a las chicas. Siempre buscaba al más débil y
chico, los sentaba en la falda, les acariciaba la cabeza, siempre tenía plata que se
compren algo. Por eso no le sorprendió todo esto para nada. Pasó a enumerar
quienes eran los miembros de Acción Católica preferidos de Moya. Nunca vio a
niños en la habitación de Wendler.
/, progenitor de / /, afirmó que se enteró de lo sucedido porque unos
días antes de hacer la denuncia en Paraná, les /contó la situación ocurrida en la
parroquia. A partir de ese momento, más allá de la situación que vivieron, lo fueron
acompañando y asistiendo, como corresponde a cualquier padre. Personalmente
cree que esto es una situación indescriptible. Conoció a Moya porque estaba en la
parroquia y era un personaje conocido en Villaguay. No era un asiduo concurrente
a la iglesia, pero sabía que sí i/ba y estaba en Acción Católica. En un radio de 400
metros estaba su trabajo, la parroquia, el colegio y su casa, no había forma de no
conocerlo a Moya. Entiende que Moya ha ido a su casa. En varias oportunidades
pasaba temprano a buscarlo a porque lo ayudaba con la misa. Era una época muy
particular del país y de su familia. Trabajaba en el Banco Institucional, se
rumoreaba que iban a levantar la sucursal, lo cual ocurrió a fines del año 1993. El
contacto asiduo con Moya debe haber ocurrido en el año 1994. En ese año no
estuvo en Villaguay porque le ofrecieron llevarlo a la sucursal de Paraná. Se
pasaban todo el día en el banco, no había tecnología ni medios electrónico. No
estaba en Villaguay de lunes a viernes durante todo el año 1994. vivi/ó una
situación caótica. El contexto familiar, si él se sentía vulnerable, se imagina como
se sentía su familia. Además de la situación laboral, él era alcohólico. Moya se
aprovechó de esa situación de vulnerabilidad familiar. La relación del abuelo
paterno era casi nulo, quien tuvo un rol importante fue el abuelo materno. Fue el
sostén del testigo, de su esposa y de . Durante mucho tiempo lo ayudó mucho, cosa
que no ocurría con su propio padre. pasó/ de ser el mejor alumno a no estar
interesado en el colegio, incluso había una situación de rebeldía. No le interesó más
ser el mejor alumno o el mejor compañero. Tenia comportamientos erráticos, en su
momento no se lo explicaba. En determinado momento no tenía mucha
comunicación con , en /ese momento era muy culposo por su alcoholismo, pensaba
que era por eso, ahora se da cuenta que había otra cosa. Recuerda que se
q/uedaba a dormir en la parroquia de Villaguay y que viajó con Moya. En ese
momento el sacerdote, el jefe del banco y el jefe de policía eran los referentes del
pueblo. La sociedad le dio a Moya atribuciones que no tenía, eso se fue formando y
fue así. Tenía una personalidad bastante bonachona y seductora con los chicos, y
con los adultos tenía otra personalidad, se cuidaba con quien se dirigía. Para su
hijo, Moya, era un referente. Lamentablemente uso esa posición para hacer lo que
hizo. El impacto que vio en , cuando se fue a estudiar a Rosario, comenzó el
tratamiento psicológico, igual que el testigo se encontraba en tratamiento. A veces
el testigo lo interrumpía. Durante un tiempo veía/ que avanzaba y retrocedía en
su tratamiento, como que le costaba mucho. Con su esposa no se explicaban lo que
estaba pasando, cuando se enteraron, la explicación era obvia. En su ignorancia
trataba de compararlo con su tratamiento. venía de visita y lo veían bien, después
los veían mal, después peor. Estaba sacando cosas horribles. Quiere aclarar que
cuando se está en tratamiento, uno se levanta quiere ponerse las pilas, va a la
sesión y parece que te comes la cancha, a los dos días estás en el piso. Antes no
entendía lo que le pasaba a , pensaban que era por la situación económica, nada
que ver, era que le estaba saliendo toda la mugre de adentro. Sobre si algún
representante de la iglesia fue a hablar con él, contestó que absolutamente nadie.
En cuanto a si alguna vez desconfiaron de la iglesia o de Moya, contestó que viene
de una familia protestante, pero solo veían a la iglesia como un club. Cuando se
casó con Mercedes tenía muy poca educación religiosa o contacto con la iglesia.
Nunca se opuso a que bauticen a sus hijos porque veía en su suegro una fe genuina.
El tenía particularidad de que lo que decía lo hacía, no tenía doble discurso, eso era
un ejemplo. Su suegra era colaboradora de Cáritas. Su señora no era de ir a misa
todos los días, pero tenía su fe. Veía bien que su hijo vaya a la Acción Católica,
además todo estaba cerca. En ese momento preferían que estén en la iglesia,
pensaban que estaban más seguros que en bicicleta por el balneario. Moya se
aprovechó de su ingenuidad, de todo el contexto. Hace 20 años atrás no se hablaba
de abuso sexual, no tenían teléfono ni internet. Todos veían con buenos ojos que
los chicos vayan a la iglesia, que jueguen al fútbol en el gimnasio del colegio. Moya
se aprovechó de la inocencia de todos
/, progenitora de / /, expresó que se enteró de lo ocurrido un breve
tiempo antes de la denuncia, les /confesó lo que había sucedido, su hermana ya lo
sabía. Luego fueron una sucesión de hechos para ayudar a y ponerse a
disposición. Mirando atrás vieron que lame/ntablemente tuvo que vivir muchas
cosas. En la familia en cuanto a las relaciones y en la forma de mirarnos, fue un
cambio, ignoraban que hubiera sucedido algo así, jamás lo sospecharon. Ya se
encontraba en terapia por otros problemas, por ello pudieron hablar, rearmar las
partes para poder ayudar a . Era/ docente común y especial en esa época. Su
familia estaba en la iglesia todo el tiempo, su papá estaba en la administración, era
tesorero, su mamá estaba en cuanta comisión de Cáritas hubiera. Era un lugar de
refugio y contención, la palabra del sacerdote era sagrada. En esa época el párroco
era el Padre Cena, luego llegó Moya que deslumbró a los chicos. Todos los seguían,
entre esos chicos estaba . No /le entraba en su mente el horror que había vivido,
mientras ella daba catequesis debajo de la habitación del cura, en ella Moya
abusaba de su hijo. Ella enseñaba la palabra de dios y el cura en la habitación de
arriba abusaba de su hijo. Tuvo mucho dolor y culpa porque no puede entender que
no haya sospechado nada. Moya le regaló un par de zapatillas que eran las
mejores. Temprano Moya lo pasaba a buscar para que ayude en la misa de la
mañana. Había naturalizado esa situación. Su marido estaba en esa época en un
grado de alcoholismo muy grave, había depositado en una /responsabilidad que
no le correspondía. En ese momento su padre había fallecido, su hija había tenido
un intento de suicidio, no tenía buena relación con la madre. La palabra del
sacerdote era su refugio, era la palabra de aliento. Moya y ella organizaron un
cronograma de misas para convocar a las escuelas comunes. Ella llevó a Moya a
una escuela común. Moya los envolvió a todos, tenía una personalidad altanera, se
creía el dueño de todo en la iglesia, chocaban, pero era el cura. Cómo iban a
imaginar todo esto. Cuando nació su primera nieta, en la iglesia se negaron a
bautizarla porque sus padres no estaban casados por iglesia y a partir de ahí se
alejó. La madrina de le d/ijo en una oportunidad y cuando esto salió a la luz:
"Mercedes que el día que llegó con las zapatillas, casi te digo que tuvieras cuidado",
pero no se animó. era /un niño muy aplicado, muy buen alumno, no daba trabajo.
Luego vinieron unos cambios que no entendían, rechazaba todo lo relacionado con
las instituciones. Entre todos los problemas lo atribuyeron a la adolescencia.
Cuando se fue a estudiar veían que no encontraba su lugar mundo. Pasaba de la
euforia a encerrarse en sí mismos. La distancia que poní/a entre ellos le impedía
meterse. La situación con su esposo cada vez fue peor, quería salir, entonces
finalmente tuvieron que internarlo. Ingresó a la Granja Renacer en Santo Tomé.
Pensaron que todo iba a avanzar una vez que Roberto se recuperó, nunca pensaron
que subyacía esto. Piensa que su hijo no contó nada porque no quería llenar la
canasta, con todos los problemas que tenían, es tan bueno que no quiso sumar un
problema más. Era algo natural que si no e/staba en la casa, estaba en la iglesia,
estaba ya incorporado. Tenía compañeras de colegio que la ayudaban con
catequesis especial, lo odiaban a Moya, las destrataba. Su hija había tenido un
altercado con Moya en el aula y que la había cacheteado, pero se enteró años
después. No se detuvo a pensar, eran solo comentarios que recibía. Piensa que el
referente masculino de fue /siempre su papá. Al fallecer este buscó en la iglesia
otro referente. Moya sabía muy bien la situación familiar, conocía la situación de
todos los chicos y se trajo con él los más vulnerables. La consecuencia no las puede
dimensionar, le truncaron la niñez y la adolescencia a su hijo, le sacaron la
felicidad, la inocencia. Es un daño irreparable. En estos momentos su hijo tiene una
compañera, pero ha sufrido mucho. Lo primero que les dijo es que tenían que hacer
algo para que a ningún chico le pase lo que les pasó a ellos. Han conformado una
asociación civil para la lucha contra el abuso infantil. No se confesaba con Moya,
pero tenían conversaciones, tomaban mate. Ningún representante, ni nadie de la
iglesia se acercó a su familia. Ellos decían que se hacían cargo de la familia y de las
víctimas, toda una perorata interminable. Cuando el arzobispo de Paraná -Puigari-
fue a Villaguay, ella se paró y le dijo al arzobispo que mentía porque ella era la
madre de una víctima y nunca se habían acercado a él. Como es un pueblo chico,
mucha gente quería sacarla del lugar porque le estaba faltando el respeto al
arzobispo. Aclara que estaban con el arzobispo por el tema del padre Pepe
-Dumoulín-. Sabía que este sacerdote estaba denunciando para que salgan a la luz
estos hechos. Como castigo se lo llevaron de Villaguay, al ser tan querido la gente
se manifestó en contra.
José Carlos WENDLER, docente y productor agropecuario, fue
sacerdote católico, indicó que fue /alumno del colegio La Inmaculada y / era
conocido de la parroquia. Llegó como vicario del párroco. En el 1996 estaba Cena
como párroco y Moya como vicario. Los tres residían en la planta alta de la casa
parroquial. Estuvo un año o un año y medio con Moya, hasta que él se fue a Chipre.
El testigo estuvo hasta el año 1998 en Villaguay. En ocasión de su partida a Chipre,
lo cual salió en la radio, un periodista lo llamó que había una gente de Laguna Larga
que querían micrófono para denunciar la falta de un dinero en la capilla y se lo
adjudicaban a Moya. Esa radio había sido creada por un cura, por lo que tenían
relación. El párroco Cena recibió a estas personas. Los chicos vieron como esta
gente pasaba. Uno de los chicos -Leandro Downes- que había visto a estos gauchos
le dijo si sabía lo que le había pasado a / /. Ahí le contó que estaban jugando al
fútbol, bajó / corriendo de la planta alta, no recuerda si gritando, pero con violencia
emocional, diciéndoles que Moya lo había tocado. A / lo conocía como alumno de las
hermanas. El párroco Cena estaba tratando de solucionar el tema del dinero
faltante en la capilla. Moya dijo que la plata la tenía Cena, lo cual no era así. Cena
conminó a Moya a que aparezca el dinero y finalmente éste apareció. Ante ese
problema no le contó enseguida. Cuando se lo dijo le pidió que hable con la familia
/. El padre nunca dudó de lo relatado por su hijo, que hacía un tiempo había pasado
eso, que su hijo había recibido ayuda profesional, que no quería exponer a su hijo,
que Moya era muy conocido en la sociedad de Villaguay. No sabe si Sena informó a
la curia. La presencia social de la iglesia era a través de Moya. Por su edad y salud,
el párroco no se movía tanto en la sociedad. Este rol fue asumido completamente
por Moya, esto sorprendió a la ciudad, un cura joven que quería participar. Así
también se ocupó del campo y de la radio. La presencia de la parroquia en ese
tiempo era completamente a través de Moya. Había un grupo de Acción Católica, al
que no tuvo acceso alguno porque Moya se lo impidió, le molestaba que él estuviera
ahí. Leandro Downes le dijo que no lo quería ver en los grupos. Los chicos no se
confesaban con él, lo que le llamaba la atención ya que él había sido compañero de
Moya durante cuatro años. El mostraba un rechazo por su presencia, no necesitaba
decirle nada. El testigo era nuevo y quería respetarlo. Hubo chicos que fueron
regañados por haber hablado con él o tomado un mate. Ninguno de los chicos se
confesaba con él, le llamaba la atención. En el grupo había muchos varones y muy
pocas chicas, se las trataba mal. Moya parecía un patrón de estancia. No entendía
porque se quedaban las pocas chicas que había. No podía hablar de ello con Moya.
Sabía que chicos subían a la planta alta. Cuando llegó, el párroco le remarcó que no
quería laicos en la planta alta. Cuando se fue Moya, el párroco Cena se relajó, cree
que Moya no le hacía caso, que estaba en una situación incómoda. Sabe que había
un grupo de padres molestos con los regalos que hacía. Les llamaba la atención que
le regalara a chicos que no necesitaban cosas de marca y caras. Una mama, cuando
se enteró que los zapatos que tenía se los había regalado Moya, se los hizo
devolver. Otros le comentaron que al principio le abrieron la puerta de sus casas y
luego se fueron alejando por su intolerancia, su destrato a las mujeres. Sintieron
que no era una cuestión tolerable, eso lo llevó a abrir los ojos. No tenía tanta
experiencia, tenía 26 años, pero tenía alguna calle como advertir el destrato a la
mujer, el manejo poco claro del dinero. Eso le hizo abrir los ojos. Moya era
mitómano, armaba unas historias fantásticas, incluso lo involucraba en la historia.
Se daban cuenta con el párroco Cena de que mentía. Una vez lo siguió en el auto y
vio que se iba con una persona menor hacia una zona de árboles del balneario y de
noche, no tuvo coraje de bajar. Fue sumando situaciones hasta que le contaron lo
que sucedió con /. Fue compañero de seminario de Moya, éste venía de una familia
muy humilde de la zona de María Grande, siempre buscaba relacionarse o mostrar
que se relacionaba con gente prestigiosa, de notoriedad o poder. Una vez, un grupo
de señoritas le aviso que había llamado el arzobispo Arancedo. Estaba convencido
que el arzobispo y que tenía llegada con gente importante. En ese momento
pensaron que era algo ridículo. Cuando llegó Monseñor Estanislao Karlic hubo una
migración de grupos de extrema derecha y católicos. Hasta ese momento tenían
enseñanza extremadamente dura ya que era normal que todo se viera del lado del
pecado y la disciplina. Esos chicos de secundario fueron criados para percibir a la
mujer como el pecado. En ese ambiente se formó Moya. Concluye que ese es el
origen de su trato con las mujeres. Un compañero vino a contarle que Moya se
paseaba entre las duchas mirando el reflejo de sus compañeros mientras se
bañaban. Una de las reformas de Karlic fue sumar clases de psicología a la
enseñanza religiosa. Cuando volvió de Chipre, Moya estuvo varios meses sin
destino y él estaba de párroco en Viale. Era extraño que no hayan hecho párroco o
vicario. Luego lo nombraron en la parroquia de San Benito y en Seguí. Un padre le
contó que Moya siendo apoderado de la parroquia, hacía cosas que no se debían
hacer, como sacarlos de clase para ir a misa al campo, sin permiso de los padres.
La Directora estaba totalmente sumisa a la autoridad del apoderado legal. Entonces
abusaba de su autoridad sacando a los chicos de las horas de clase, aparte de las
cuestiones económicas. Le comentó al obispo Monseñor Maulión, arzobispo de
Paraná, lo sucedido en Villaguay con / /, cuya situación desconocía. Entonces el
obispo le pidió que le haga todo el relato por escrito. Así lo hizo respecto de Moya,
Ilarraz y otros tres casos. Era un memo, ni siquiera tenía encabezamiento. Le
molestaba que otra vez pueda pasar lo mismo que en Villaguay. Luego no supo más
nada, ni le pidió a dicho Monseñor explicación alguna. Luego perdió la información,
la recuperó con técnico y la entregó en fiscalía. Cuando empezó el tema de Ilarraz,
un grupo de curas denunciaron a curas ante el obispo. Los acusaron de estar en una
cacería de brujas, por eso Monseñor Puiggari los acusó de ello. Puiggari llegó a
obispo. Cuando comenzaron a denunciar y acompañar a las víctimas, querían que
la iglesia liderara una actitud firme en estos casos, desde lo jurídico y lo canónico.
Lo que vieron en los Obispos fue minimizar y ocultar, despreciando la justicia civil.
Los curas finalmente, por muchos motivos, se llamaron al silencio y otros lo siguen
negando. En cuanto a lo que vio en la iglesia fue lavarse las manos y negar los
hechos. Hubo una actitud criminal desde el punto de vista canónico. Entiende que
Monseñor Puiggari sostiene que no recibió su nota, cuando actuaba así con todo
conocimiento de ella. Al entrar en el seminario se siente violentado de haber sido
educado por Monseñor Puiggari. Siente que esta forma de ocultar, de menospreciar
al otro lo ha vivido en carne propia. Cuando hizo esa carta era buscando el bien de
la iglesia y de las víctimas. Participaba en las reuniones de los consejos de obispos,
pedía que se avanzara en estos. Que Puiggari diga que no tenía la carta no lo puede
creer, tan violento fue que ahora se encuentra fuera de la iglesia. Según las leyes
del derecho canónico deben investigar a los curas y sancionarlos hasta con la pena
de pérdida del estado clerical. El vaticano ha ido reglamentando estas cuestiones.
La nueva etapa de tolerancia cero la inaugura al Papa Ratzinger. No hay una
investigación objetiva, el cura es juzgado por sus propios compañeros, sus pares.
Ahora el Vaticano centralizó las investigaciones porque veían que en las diócesis no
hacían nada. En cuanto a las notas que le entregó a Monseñor Maulión, luego se la
entregó a Fiscalía y a Monseñor Puiggari, presentadas por el testigo no sabe qué
trámite siguieron. Se le exhibe una de las notas presentadas por el testigo y la
reconoce.
Por último, José Francisco DUMOULIN, soltero, ex sacerdote desde
hace 2 años expresó que antes del 2.010 cuando se inició una de las causas por
abuso, la de Ilarraz, se fueron hablando y saliendo muchos temas, habiendo oído
alguna vez algún comentario de lo sucedido con el padre Moya pero nunca tuvo
oportunidad de conocer alguna víctima de contundencia para poder avanzar en
algo. Ello ocurre formalmente el 20 de mayo de 2015 cuando Maru, la hermana de
, fue/ ese día -lo recuerda bien porque justamente celebraba sus 15 años
sacerdotales- contándole lo que había sucedido con su hermano; la preocupación y
la angustia que expresaba en ese momento fue su primer impacto doloroso y muy
triste al conocer esa realidad. Aclara que era párroco de Santa Rosa de Lima en
Villaguay desde 2013 hasta finales de 2015. Que fue un impacto muy fuerte por
haber tomado conciencia y conocimiento de ese grave hecho. Le dijo a Maru que
cuando estu/viera en la ciudad, que se acercara a la parroquia; es así que lleg/a
el sábado siguiente, se sientan a conversar y le relata brevemente lo que había
sucedido con Moya. Que el declarante tenía el teléfono del Procurador General, Dr.
García, por motivo de la causa Ilarraz; que lo llamó consultándole qué hacer ante
esa situación, diciéndole que fueran el lunes. Que ese día lunes estuvieron allí con
y su/ familia, habilitando el Procurador la investigación e instruyendo a los fiscales
para que tomen la declaración a los días siguientes. Recuerda que en el año 2010
cuando se había iniciado la movida interna y eclesial para llevar adelante el
esclarecimiento de Ilarraz, Wendler había elaborado una especie de ayuda
memoria que entregó a monseñor Maulión. Fue el primer antecedente, un dato
como había ocurrido pero no le constaba personalmente. Afirma que ingresó al
seminario en el año 1993, siendo ya sacerdote Moya, ya destinado en Villaguay.
Cuando egresó como sacerdote del seminario, ya Moya no estaba en la diócesis,
habiendo estado en otro lado prestando servicios; que prácticamente el contacto
fue muy mínimo entre ellos. Que el declarante formalmente no lo comunicó
enseguida al obispo, ya que cuando iban viajando para ver al procurador,
decidieron con y su/ familia que no lo haría porque en el caso Ilarraz había sido en
vano por no llegar a ninguna conclusión eclesial; no lo creyeron oportuno. Que
luego lo llamaron al declarante para que testimonie en el ámbito eclesial,
explicando entonces el motivo de por qué no había concurrido en ese momento, no
habiendo creído que era el ámbito propicio para las víctimas. Que a partir de que
sale la denuncia a los medios y se difunde, empezaron a tener una serie de
cortocircuitos con el obispo, tanto así que en noviembre de 2015 elaboró una carta
que le hizo llegar al obispo expresando que iba a pedir una licencia porque veía que
la comunidad de Villaguay empezaba a dividirse y él no quería generar esa división,
dándole los motivos de su profunda preocupación por los casos que se estaban
planteando: caso de homosexualidad, sacerdotes con hijos, cuestiones no claras de
dinero y económicas. También quería dejar bien expresado los motivos de su
licencia para que la comunidad tuviera conocimiento de ellos. Pasaban los días y
el obispo no lo llamaba y no lo atendía por teléfono, por lo que le mandó un
whatsapp en términos agresivos llamándole "puto". Que entonces el obispo lo
llamó aproximadamente entre el 10 y 12 de diciembre, teniendo una discusión por
la falta de respeto y atropello que entendía el declarante que estaba llevando
adelante dicha autoridad, por todas esas situaciones que no se terminaban de
esclarecer, diciéndole que se iría a la mañana siguiente, a pesar de que había
programado su licencia para el mes de febrero, haciéndolo así, ese 12 de
diciembre. Que como estaba toda esa movida, el 25 de diciembre el obispo Puiggari
programa una visita pastoral a Villaguay como para llevar tranquilidad y calmar las
aguas, reuniéndose con gente de la comunidad, quienes le echaron en cara lo de
Ilarraz, lo de Moya, el retiro del testigo, estando también presentes algunas de las
víctimas. Considera el testigo que la iglesia no hizo nada para esclarecer estos
hechos, sino que por el contrario siempre se trató que no trascienda del ámbito
eclesial; nunca se iba a llegar al ámbito judicial si esperaban que intervenga la
iglesia, y tampoco se manifestó una expresión de acercamiento posterior a la
denuncia y posterior a todo lo que se sabía de las víctimas; nunca hubo ese gesto
de acompañamiento para con las víctimas. Dice que les cree a / y a /. A preguntas
formuladas por el Fiscal Dr. Pereyra dice el testigo que fue la primera autoridad que
tomó conocimiento de lo sucedido por parte de . Que/ cuando la hermana de le
m/anifestó su preocupación y su angustia por lo ocurrido, a los 15 minutos tenía la
misa de su aniversario sacerdotal; que la chica le transmitió toda la movilización
que llevaba en su interior, para él fue un momento muy triste, un impacto muy
grande.
En la etapa procesal oportuna se agregaron la siguiente evidencia
documental: apertura de causa de fecha 25/06/2015 y su ampliación de fecha
06/07/2015; copia informática de la nota periodística publicada en fecha
25/06/2015 en el portal digital www.analisisdigital.com.ar; denuncia de /
/; denuncia de /o / /; actas de declaraciones testimoniales de Alberto Anibal VAN
HAEZEVELDE, de Alberto Guillermo Fernando LARRONDO; de Héctor Hugo /; de
José Ignacio LIZASOAIN; de Martín Sebastián GÓMEZ; de Gabriel Ignacio LUCCA;
de Amalia Angela de las Mercedes PEREZ; de José Carlos WENDLER; de Malvina
Ayelén PÉREZ; de / Sebastián /; de Manuel Edgardo Jesús PIEMONTESI; informe
emitido por el Arzobispado de Paraná en fecha 06/07/2015; informe C-115-0923/5
emanado del Regimiento de Caballería de Tanques 1 del Ejército Argentino
-Villaguay-; copia de memorándum enviado por el entonces Presbítero José Carlos
WENDER al por entonces Arzobispo de Paraná; informe técnico fotográfico Nro.
851/15, acta de constatación de fecha 30/10/2015 y croquis de la parroquia Santa
Rosa; copia del Legajo personal de Marcelino MOYA y de la investigación que
respecto de éste inició la Iglesia en razón de los hechos denunciados; informe
realizado por la Dra. Diana BERCOVICH, Médico forense; informes periciales
psiquiátricos-psicológicos realizados por el Dpto. Médico Forense, STJER, a los
denunciantes / y /; acta de declaración de imputado de Marcelino MOYA; informes
remitidos por el RNR y el Juzgado de Transición; entrevista realizada por el
Ministerio Público de la Acusación de Rosario, Santa Fe, a Estela Leonor BOLLA,
psicóloga particular de //; entrevista realizada por el Ministerio Público de la
Acusación de Rosario, Santa Fe, a Adriana Margarita ANTONORI, psicóloga
particular de //; acta de declaración testimonial de Leandro Marcos DOWNES
OJEDA; tres fotografías, manifestación en diario íntimo en tres hojas; carta dirigida
a Marcelino MOYA por Malvina Ayelén PEREZ, carta dirigida a / en dos fojas y sobre
respectivo.
II.- Descripto el material probatorio incorporado a debate y analizado el
mismo de manera particular y conglobada bajo los criterios que guían la sana
crítica racional: la lógica, la psicología, la experiencia común y la equidad, adelanto
opinión en cuanto considero debidamente acreditados, con el grado de certeza que
esta instancia procesal exige, los extremos fácticos de las imputaciones delictivas
que dieran origen a la presente investigación, esto es: que durante los años 1993
y 1995, cuando se desempeñaba como sacerdote en la Iglesia Santa Rosa de la
ciudad de Villaguay, Marcelino Ricardo Moya abusó de su autoridad sobre sus
monaguillos / / y /o / /, ambos por aquel entonces menores de edad, promoviendo
la corrupción del primero de los nombrados en forma reiterada, realizándole sexo
oral y tocándolo en sus partes íntimas mientras dormía, provocando su
eyaculación; hechos que sucedieron en la habitación que en su calidad de
sacerdote ocupaba en la planta alta de dicha iglesia y uno de ellos en un convento
de la ciudad de Viale, Entre Ríos; y abusando sexualmente del segundo de los
mencionados en la misma la habitación de la parroquia, tocándolo en sus
genitales, más precisamente el pene, por debajo de sus ropas íntimas.
Que a efectos de dar sustento a la aseveración antes vertida y brindar a
mi exposición un orden metodológico, habré de iniciar el examen de los hechos tal
como fueran presentados en el auto de remisión a juicio y la acusación pública al
tiempo de formular sus alegaciones de apertura y clausura, esto es: hechos
primero y segundo.
a) En relación al hecho nominado primero, resulta oportuno destacar
que el extenso relato brindado por / / sobre los traumáticos acontecimientos
sucedidos cuando tenía escasos 13 y 14 años de edad, me impactó profundamente,
no solo por su riqueza descriptiva y emocional sino también por la coherencia
interna y lógica contextual que acompañaron sus palabras, las que permiten
apreciar prima facie y en el marco de la inmediatez, la absoluta sinceridad y solidez
de las expresiones utilizadas y la actitud segura y firme asumida al momento de
brindar su testimonio.
En tal sentido, /detalló su situación de vida durante los años 1993 a
1995, en que conoció a Marcelino Moya siendo un joven sacerdote que llegó a
Villaguay y era su profesor de catequesis, dirigiendo activamente Acción Católica,
organizando partidos de fútbol, con un programa de radio propio, haciendo viajes y
participando activamente en la vida pública de Villaguay. Era el cura “copado”, “un
capo”, generaba adeptos por su forma de ser. Detalla la razón por la cual
retornaron a vivir a Villaguay y su contexto familiar -su abuelo y referente paterno
había fallecido- su padre continuaba con su alcoholismo y su hermana intentó
suicidarse. Su vulnerabilidad era patente. En ese momento, era monaguillo,
participaba en Acción Católica, creía en llegar virgen al matrimonio y que la
masturbación era un acto egoísta y pecaminoso. Su vida pasaba por la parroquia.
Moya era su referente -ocupó el lugar de su padre, siendo además su amigo y
confesor-. Su habitación en la planta alta de la parroquia Santa Rosa era casi un
SUM con el grupo de chicos que él elegía. Hacía un juego histericoide en que a dedo
designaba a quien iba a ser el monaguillo, siendo la potencial víctima el que
deseaba ser. Él era el que tomaba las decisiones, ponía las notas y estando cerca de
Moya se podía conseguir cualquier cosa.
En cuanto a las conductas endilgadas al imputado, expresa que en una
oportunidad, Moya lo seleccionó para dar misa en Viale y le pidió que se quedara en
la casa parroquial para salir más temprano. En la pieza de él, cuando llegó había
armado una especie de catre al lado de su cama, despertándose al otro día todo
mojado, aunque no había sentido que lo tocaban. Al principio no entendió lo que
pasaba hasta que una tarde, Moya estaba sentado con la computadora en su
habitación y él estaba de short, y sin mediar palabra, le tocó los genitales y
rápidamente se puso su pene en la boca, por lo que terminó eyaculando en el
momento. Moya se tragó el semen y todo siguió como nada. El silencio y su no
entendimiento fue la clave y fórmula para continuar con eso. No fue una sola vez,
fueron un montón de veces y se llenó de culpa, vergüenza e indignidad. Había
pensado en ser sacerdote, no se había masturbado nunca antes y cuando sabía que
lo había a tocar -aún sin lenguaje verbal- iba al baño a masturbarse -no lo hacía
antes- en forma desenfrenada para volver a su habitación, ni siquiera se limpiaba
para que él sepa que no quería que lo toque. Sufrió a consecuencia de ello y más
adelante, de eyaculación precoz y una asociación interna entre el primer placer que
estaba netamente relacionado con el sexo oral, eran momentos de altísima
ansiedad y tensión que calmaban cuando eyaculaba, lo sentía como su comienzo a
la vida sexual.
Analizando en primer término el núcleo principal de la larga exposición
efectuada por //, es menester señalar que la misma encuentra plena corroboración
objetiva en los restantes elementos subjetivos y objetivos incorporados al juicio,
los que avalan racional y razonablemente la apreciación personal expuesta en
relación a sus características al comienzo de estos considerandos.
Así las cosas, / da cuenta de la situación personal y familiar compleja
que atravesaba esos años cuando retornó de Concordia a Villaguay y encontró en
Moya un referente, además de amigo, confesor y profesor. Su abuelo -quien antes
hacía las veces de padre- había fallecido y su padre atravesaba una adicción al
alcohol, por lo que Moya tomó su lugar.
Estas circunstancias son ratificadas a partir de los testimonios de los
propios padres de , , quienes describieron la difícil situación familiar que les tocó
vivir por aquellos años (1993/1995) en Villaguay y los cambios de conducta que
notaron en a partir de estos acontecimientos, adjudicándoselos a los problemas
familiares. Que recién cuando les /cuenta lo que había padecido a manos de Moya
-poco tiempo antes de la denuncia- se explicaron las razones del comportamiento
de su hijo y sus cambios de conducta -sentía rechazo a todo lo institucional, afirmó
la testigo Escalante- tal como mism/o lo explicita en su testimonio hablando de
“odio” hacia las instituciones. Era como que no encontraba su lugar en el mundo.
Afirman que nunca habían desconfiado de Moya, preferían que esté en la Iglesia
que en otros lugares donde esté expuesto a otros peligros. La iglesia era su refugio.
Nunca pensaron que algo así podría haber estado ocurriendo. Tuvo mucho dolor y
culpa por no haber sospechado nada.
Que hasta el mismo testigo Gabriel Ignacio Lucca cuando se enteró del
proceso promovido contra Moya y antes de saber quiénes eran los compañeros que
lo habían denunciado, pensó en como/ víctima de abuso por su misma
vulnerabilidad y los conflictos que atravesaba, corroborando que se quedaba a
dormir en la casa parroquial, lo que le parecía raro.
Que los restantes testigos que depusieron en plenario afirmaron
unánimemente que Moya era un personaje muy popular en Villaguay, interviniendo
activamente de la vida pública de la ciudad ya que el intendente era muy religioso
-confr. específicamente la deposición de Héctor /- su altanería, autoritarismo, a
punto tal que se imponía a los padres cuando buscaba a sus hijos muy temprano
para llevarlos al programa de radio o a hacer otras actividades de Acción Católica
(también este aspecto es señalado por Escalante). De igual forma fue avalada su
preferencia por los varones y el apartamiento de las niñas, conforme lo
testimoniaron con suma claridad Malvina Ayelén y Amalia Angela de las Mercedes
Pérez.
Es entonces desde ese rol -el de referente, amigo, confesor y profesor- y
con absoluto conocimiento de las serias dificultades que aquejaban a (tal/ como lo
reconoce la misma madre de y el/ propio ) que/ Moya ejecutó las conductas
abusivas antes detalladas, haciendo valer sobre la inocencia de un
niño-adolescente todo el poder, el reconocimiento público y el prestigio de los que
gozaba para satisfacer sus más bajos instintos en perjuicio de una víctima que no
poseía los recursos emocionales ni intelectuales para entender lo que estaba
pasando y poner en palabras lo traumático de tales vivencias - indi/ca que se sintió
como haber sido atropellado por un camión, como fraccionado, no comprendía lo
que estaba pasando-.
La recepción de los regalos que afirmó haber recibido de Moya se
verifican no sólo por las palabras de y su/ madre /, quien como su esposo y /
nunca hallaron razones para desconfiar -tan hábilmente se mostraba el incurso
desde su posición de poder- sino también en lo rotundamente afirmado por los
testigos /, quienes señalan que el imputado efectivamente hacía regalos a los
jóvenes -muchos de ellos de apreciable valor patrimonial: zapatillas Nike a ,
rem/era de Boca, una campera y una guitarra a / /- especificando este último y su
esposa / que cuando el sacerdote se enteró que se habían puesto de novios le pidió
a / que se los devolviera.
También las oportunas manifestaciones que brindara / al declarar sobre
el acceso irrestricto de los adolescentes de Acción Católica y monaguillos a la planta
alta como la ubicación de la habitación de Moya en ese sitio y los muebles que
contenía: una cama, una colección de CD, una computadora, equipo de música,
televisión y una máquina de escribir eléctrica que generaban gran atracción en los
jóvenes, siendo dicho lugar aquel donde organizaban los partidos de fútbol, el
programa de radio y demás tareas, es unánimemente confirmada por los testigos.
Las conductas de clara connotación sexual que Moya llevó a cabo en
perjuicio de / -recordemos que éste indicó que un día en la casa parroquial de Viale
se despertó todo mojado y luego entendió lo que estaba sucediendo cuando
estando de short en la habitación parroquial y sin mediar palabra, el encartado le
tocó los genitales, se puso el pene en su boca y le practicó sexo oral, por lo que
terminó eyaculando, reiterándose este accionar en muchas ocasiones, no
pudiéndose precisar cuántas (se acuerda haberse levantado todo mojado, ponerse
el uniforme escolar y la incomodidad que eso le generaba) como las graves
consecuencias que ello trajo aparejado en su vida afectiva, profesional, familiar y
personal, se encuentran ciertamente acreditadas, en primer lugar, a partir del
relato efectuado por / en audiencia, el cual no sólo se aprecia absolutamente
verosímil desde la proximidad que aporta el contacto directo entre el Tribunal y el
testigo (gestos, actitud postural, emociones percibidas y lenguaje empleado) sino
también en las fundadas explicaciones científicas brindadas tanto por las psicólogas
que atendieron durante años a / -Estela Bolla y Adriana M. Antinori- y las
profesionales del Departamento Médico Forense de Paraná, Dra. Maria Eugenia
Londero y la psicóloga Ma. Zelmira Barbagelata Xavier que confeccionaron el
informe pericial respectivo.
En efecto, la psicóloga y Licenciada en Trabajo Social Estela Bola refirió
que inicio el tratamiento cuando / contaba con aproximadamente los 21 años,
siendo su paradigma el psico-analítico, permaneciendo en tratamiento por cinco o
seis años. / era un joven con inhibiciones y síntomas fóbicos, con problemas
familiares que lo hacían vulnerable. No pudo contar al inicio que había sido víctima
de abuso sexual, sino después de un tiempo, cuando estaba instalada la confianza.
Expresó que / señaló a Moya como el autor de tales abusos, quien lo cooptó, lo
sedujo y lo abusó, aprovechando que era menor y vulnerable a la referencia de
poder, ya que se trataba de nada más ni nada menos que el representante de Dios
en la tierra; con el agravamiento de que un adolescente de trece o catorce años
necesita referentes adultos -de los cuales / carecía- y este hombre lo cooptaba con
golosinas y cosas que le dan placer a un púber, sumado el plus consistente en que
el imputado era una autoridad dentro del colegio y dentro de la religión católica.
Idénticas consideraciones efectúa la psicóloga Adriana Antinori, quien
refiere haber tratado a la víctima con psicoterapia individual desde el 16/01/2008
por dos años aproximadamente, en virtud de estados de angustia de alto monto,
sentimientos de inseguridad, problemas de pareja importantes, dificultades para
conciliar el sueño, sudoración profusa y temores, siendo los motivos de la angustia
-además de los problemas de pareja- una cuestión de base que tenía que ver con el
abuso que había sufrido en su adolescencia y la disfunción familiar, aunque la
mayor angustia se refería al abuso (venía con esa impronta marcada de la
adolescencia). Recuerda que / le dijo que el causante de tales abusos era
Marcelino Moya, párroco de la iglesia, además era profesor en la escuela
secundaria. En cuanto a las situaciones abusivas, / habló de tres momentos: uno
en la casa parroquial, en la habitación de Moya, otra en una habitación de
huéspedes y luego en un viaje a una localidad cercana para que / oficiara de
monaguillo. Respecto a la modalidad de tales conductas, / se mantenía pasivo,
toqueteo de genitales, masturbación y sexo oral. Le dijo que fue cuando tenía 13 o
14 años, que Moya era el líder del grupo, una persona carismática en el grupo de
jóvenes, como que los ponía a competir para ver quien era el monaguillo, lo veía así
antes de los abusos. Ratifica la vulnerabilidad de / al momento de los hechos por su
estructura familiar.
En cuanto al tiempo transcurrido hasta que / pudo denunciar ante las
autoridades judiciales aquello que le había pasado, las profesionales indican hablan
de culpa, de vergüenza y bajo autoestima que dificultaron en forma relevante el
proceso-confr. Antinori- como de la existencia de una situación traumática
(generada obviamente por el abuso) que se removió cuando / pudo hacerlo ya que
no hay tiempos lógicos en un tratamiento psicoanalítico, no hay tiempos de
conducta, hay personas que mueren con eso -confr. palabras empleadas por Bolla-.
Eva Giberti, en su Obra: “Abuso sexual contra niñas, niños y
adolescentes, un daño horroroso que persiste al interior de las familias” expresa en
el Capítulo 12 titulado: “La revelación y el desvalimiento. ¿Develación? ¿Por qué?
Es una revelación”, expresa que “La vergüenza, una producción endógena que
surge de la idea de haber sido cómplice de los actos abusivos, es una vertiente que
intercepta la evaluación de esta circunstancia, dado que aun confiando en su
madre, un niño puede quedar desbordado por una vergüenza que frustre durante
un tiempo la confidencia”. La autora se pregunta por qué se habla de develación del
secreto -que no es sino lo que está velado, correr el velo, que evoca a la
disimulación de cosas que están secretas- cuando sacarlo -y transmitirlo- es una
revelación, un conocimiento, una iniciación. Cuando se pregunta el por qué le
otorga semejante importancia a una palabra que claramente dice lo que pretende
significar, responde que esto incluye una trampa, como sucede habitualmente
cuando los adultos hablan de los niños. ¿Por qué o se utiliza la palabra revelación,
que según el Diccionario de la Real Academia (Diccionario de la Lengua Española,
2001) designa la acción de revelar, manifestar una verdad secreta u oculta? La
acción la cumple quien revela, el actor protagonista, el niño”. En la develar, quitar
el velo, ¿quién es el que ejecuta la acción?. ¿Es el niño el que se quita el velo?.
Giberti expresa que podría ser, pero piensa que no ocurre de ese modo. El velo, en
las tradiciones religiosas y protocolares, es quitado por otro. ”Develar” introduce la
alternativa que le aporta al profesional adulto la fantasía semántica de escribir de
manera tal que se oscurezca el sentido de la “revelación”, concreto y
religiosamente ineludible: manifestar una verdad secreta u oculta. Que inscribe la
conducta del niño que rescata su palabra en el código de la revelación y no del
develamiento” (confr. Aut. Cit., Opus Cit., pags. 137/139).
Años llevó a / “revelar” su secreto, su propia vulnerabilidad personal y
familiar se lo impidieron, no quería sumar mayores problemas, el trauma sufrido no
pudo -conforme sus mismas psicólogas tratantes- ser removido, la vergüenza y la
culpa también hicieron lo propio, sumado a la decepción profunda que implicó que
fuera su confesor, referente y amigo quien lo corrompiera, hicieron que no
entendiera nada, que existiera un quiebre en su persona (“le tocaron el alma”)
expresa y explican el largo período de tiempo en que pudo ponerlo en palabras
-encontrándose varios años bajo tratamiento psicológico y también psiquiátrico-.
Fijar límites a la revelación del secreto -efectuada por un / ya adulto- resulta
incoherente tanto lógica como científica y hasta jurídico-constitucionalmente,
conforme lo explicado por Estela Bolla y lo explicitado en los considerandos de la
primer cuestión planteada.
En consecuencia, ambas psicólogas tratantes, coinciden en cuanto a lo
manifestado por / en sus sesiones de psicoterapia en los siguientes puntos: a) que
/ era por demás vulnerable al tiempo de los hechos por su situación familiar; b) que
Moya cooptó a un / adolescente para abusar de la autoridad que el rol que
ostentaba le permitía -sacerdote, confesor, amigo y referente- c) Que la condición
de sacerdote y representante de una religión que / practicaba implicó una mayor
preeminencia hacia el joven, a la vez que significó una mayor decepción y quiebre
para éste; d) que / señaló con precisión que el autor de los abusos era Moya, quien
se desempeñaba como sacerdote en la Parroquia de su ciudad; e) Antinori describe
las conductas abusivas en forma concordante con la efectuada por la víctima; y f)
/ llegó a los respectivos consultorios con síntomas de angustia y ansiedad, siendo la
causa principal de tales problemas el abuso sufrido en la adolescencia.
Debo asimismo remarcar que Adriana Antinori asevera que no obstante
se usa el psicodiagnóstico de Rorschach para detectar simulación, con / no lo usó,
siendo el su compromiso con la terapia, la puntualidad para llegar a la sesión y para
efectuar los pagos, su comportamiento general, lo que le hacen pensar que su
relato es cierto.
A similares conclusiones arriban la psiquiatra Maria Eugenia Londero y la
psicóloga Zelmira Barbagelata Xavier, ambas con prestación de servicios en el
Departamento Médico Forense.
Luego de describir la metodología diagnóstica empleada siendo las
mismas entrevistas semidirigidas en un total de tres y la lectura del legajo,
respecto de la evaluación psicológica se indica que no se advirtieron en //
alteraciones senso-perceptivas ni ideaciones de tipo delirante, siendo el lenguaje
claro, coherente, rico en contenido como también en detalles respeto de las
situaciones que relata. No incurre en contradicciones y presenta a su vez correlato
emocional, resultando el mismo verosímil.
Su nivel intelectual es acorde a su nivel de formación y el tipo de
pensamiento alcanzado es lógico-abstracto. En la esfera emocional, se evidencia
marcada angustia que se relaciona, particularmente, con la rememoración de las
situaciones abusivas vivenciadas en la infancia, presentando signos de vergüenza e
inadecuación que se asocian también a las vivencias que enuncia y que han
propiciado en el peritado serias dificultades para establecer relaciones depositarias
de confianza e intimidad. Se destaca que el tratamiento psicológico durante un
tiempo prolongado ha posibilitado el abordaje y cierta elaboración de la situación
puesta en conocimiento de las autoridades. No se advierten fabulación o
mendacidad en su discurso ni influencia de terceros en sus manifestaciones. La
reseña efectuada de su historia de vida y actualidad coincide con lo relatado por el
testigo en su testimonio en juicio.
En relación al motivo de la tardanza en formular la denuncia, se expresa
que la misma obedece a múltiples factores, entre los que se destaca el tiempo
subjetivo que le ha demandado al joven poder poner en palabras las situaciones
que ha denunciado, siendo el espacio terapéutico el que le permitió comenzar un
abordaje y relativa elaboración para contar con recursos internos para transmitir lo
ocurrido en el ámbito judicial (confr. informe pericial de / /).
Además, ambas profesiones en sus respectivos testimonios afirman que
las consecuencias dañosas de los abusos en el orden de lo traumático fueron
mucho más marcadas en / que en /, quien al poder poner estos hechos en palabras
pudo detener el avasallamiento, su familia lo contuvo y lo protegió; lo que no
sucedió en / por su propia situación familiar, estaba en shock, demostrando una
gran afectación en su psiquismo. Se remarca que el silencio de / es lo habitual,
responde que situaciones de este tenor no son rápidamente develadas, por culpa,
vergüenza, hay sentimientos que generan en los niños cuando el abuso viene de un
adulto, ya que los niños no pueden entender cabalmente que ese adulto traicione
su confianza. Los niños de 12 y 13 años son inmaduros en todos los sentidos,
tienen un pensamiento egocéntrico, consideran que todo lo que sucede alrededor
de ellos es responsabilidad de ellos, se sienten responsables de lo que sucede, todo
ello sumado a que no había palabras en las conductas abusivas, lo que no ayudó a
/ a comprender su sentido. Los efectos de los abusos provocaron en / muchas
dificultades en las relaciones interpersonales, en confiar en el otro, todo ello
incrementado por la condición de sacerdote y amigo que tenía Moya. El disparador
de la denuncia fue saber de que esa persona seguía en funciones y que otros niños
estén sufriendo lo que sufrió él (confr. testimonios de la psiquiatra Londero y la
psicóloga Barbagelata Xavier).
En cuanto a la detección de indicadores de abuso sexual, Londero
expresa que no los denomina técnicamente así, sino que escuchan y evalúan al
entrevistado y lo que usan como insumo fundamental es el relato, teniendo en
cuenta la coherencia, lo contextualizado, que porte detalles temporales,
espaciales, específicos de situaciones, geográficos, descripción de escenas, la falta
de contradicciones, espontáneo, que ella puede llevarlo muchos años atrás y puede
volver en el relato sin que pierda la ubicación en ese tramo histórico, forma parte
de su historia y lo vivió. Cada recuerdo se relaciona con una emoción particular.
Respecto del relato efectuado por /, esto último estuvo presente también ya que
cuando hice mención a situaciones de vida traumáticas la movilización emocional
fue muy importante. También se hacía preguntas, lo que denota elaboración y
también espontaneidad, su relato no fue estructurado ni guionado, concluyendo
que el relato es verosímil.
En consecuencia, el contenido del informe pericial
psiquiátrico-psicológico y los testimonios de las psicólogas y psiquiatras
intervinientes, permiten también reafirmar la opinión primigenia vertida al
comienzo de los considerandos en cuanto a la sinceridad, coherencia y
espontaneidad percibidos en las expresiones de / en el juicio oral, pero esta vez, a
través de las explicaciones científicas extensamente volcadas y propias de los
saberes de cada una.
Tampoco queda resquicio a duda alguna de la entidad corruptora de las
conductas cometidas por Moya en perjuicio de /.
Nótese que / era un niño-adolescente, de 13/14 años al tiempo del
hecho, que creía en la virginidad hasta el matrimonio y que la masturbación era un
acto egoísta, era pecado. Sus primeras experiencias sexuales fueron vividas con
quien era nada menos que su referente espiritual, sacerdote, amigo y confesor, lo
que aportó aún más confusión a lo que estaba viviendo, estaba en estado de shock,
no entendía lo que pasaba. Empezó a masturbarse cuando veía a Moya e intuía que
lo iba a tocar, esto le provocó eyaculación precoz, problemas de relación -la
psicóloga Antinori refiere que también en las relaciones sentimentales en las que
pasaba a ser objeto de manipulación del otro- hasta algún tipo de inseguridad
sobre el objeto de deseo -hasta que descubrió que le gustan las mujeres- y
relacionar el placer con el sexo oral. Las mujeres eran por entonces el orgasmo, un
instrumento para bajar la ansiedad.
Lo anteriormente expresado permite aseverar que la práctica de sexo
oral en un niño de esa edad posee sin lugar a dudas aptitud suficiente para torcer
su sano instinto y desarrollo sexual, lo que se colige en la circunstancia de que /
comenzó a realizar una serie de conductas que le habían inculcado como
prohibidas -masturbarse- y que no había pensado en ejecutarlas por su natural
inmadurez, provocándole asimismo algunas dudas en relación al objeto de su
interés sexual, las que aparecieron en aquel momento y en forma prematura de
manera artificiosa (de no haber acaecido estas prácticas los cuestionamientos en
torno a su orientación sexual hubieran -o no- aparecido de acuerdo al devenir de su
vida, pero no seguramente de la forma traumática constatada).
Por último, ninguna duda cabe en relación a las serias consecuencias
sufridas, de las cuales da cuenta / y lo corroboran sus psicólogas particulares y las
profesionales del Departamento Médico Forense -profunda angustia, ansiedad,
pánico y fobia, falta de sueño, llegando hasta emborracharse para dormir,
problemas vocacionales, de pareja, personales y socialización-, llevándole años
realizar la denuncia, siendo el espacio terapéutico lo que le permitió poner en
palabras lo ocurrido y la posibilidad de que Moya siga en contacto con niños aquello
que lo llevó a denunciar. Lo físico fue lo menos, a él le dañaron el espíritu, Moya lo
mató, condenándolo a una vida de zombi.
En definitiva, las conductas abusivas que promovieron la corrupción de
// y que fueran ejecutadas por Marcelino Moya en las circunstancias de modo,
tiempo y lugar ut-supra indicadas se acreditan a partir del relato de la víctima,
coherente, veraz y sincero evaluado en el marco de la inmediación y
científicamente; y en sus demás detalles contextuales a partir de los testigos
compañeros de Acción Católica de / y la evidencia documental remitida por el
Arzobispado, lo cual permite aseverar con el grado de certeza que esta instancia
requiere que Moya es autor material de los hechos enmarcados en la figura legal de
Promoción a la Corrupción Agravada Reiterada -arts. 125 segundo párrafo y 55 del
Código Penal-.
b) Debiendo expedirme ahora respecto del segundo hecho, cometido en
perjuicio de / E. / /, entiendo que el mismo, al igual que las conductas enmarcadas
en el hecho primero, se halla totalmente acreditado.
Véase que / hace mención que sus amigos lo habían acercado a la
parroquia porque ahí jugaban al fútbol cuando Moya era encargado de Acción
Católica. Ese día estaban en la habitación de Moya y faltaba uno de los chicos, éste
les dice a los demás que fueran todos a buscar a Nacho, éstos salieron y le puso una
mano en el hombro y le dijo que se quede jugando en la computadora. Se quedó
jugando distraído, se acercó Moya por atrás y le apoyó las manos en los hombros
y después en el pecho. En determinado momento empezó a bajar, en un momento
metió una mano en el pantalón y le tocó los genitales. Cuando lo tocó se lo sacó de
encima y salió corriendo. Moya quedó con la vista perdida, no dijo nada. Siempre
pensó que sólo a él le había pasado, hasta que habló con / tiempo antes de la
denuncia. No volvió nunca más a la Iglesia, cambió su grupo de amigos, se tornó
desconfiado y tuvo problemas vocacionales y de relación, afectando su vida sexual
ya que se volvió muy tímido. Empezó estudiando medicina, hizo terapia, su padre
que es abogado lo apoyó en su cambio de carrera. Afirma haberlo superado con los
años, lo ha tenido que hacer solo, ha pedido ayuda y con eso lo ha podido superar.
Las expresiones así vertidas por / se encuentran acreditadas a partir de
los testimonios brindados por su padre Héctor y sus compañeros, Guillermo
Larrondo, Alberto Aníbal Van Haezevelde y Leandro Downes Ojeda, quienes
refieren haberse encontrado instantes después con la víctima y que este estaba
llorando, exhaltado, nervioso, les dijo que el padre estaba loco, que lo había tocado
o lo había querido tocar. Estos jóvenes, si bien no desconfiaron de /, no le dieron la
importancia que merecía por su propia inmadurez, refieren que eran otras épocas,
aunado a que Moya gozaba de mucha popularidad.
Héctor / también recibió de primera mano el testimonio de / minutos
después de que Moya lo manoseara. Refiere que / le contó cuando iban caminando
por calle Paso y luego a él se lo transmitió a su esposa. Evaluaron hacer la denuncia
y consultaron con un profesional del derecho, pero Moya era una figura muy
importante en el pueblo y vislumbraron que le proceso no tendría un buen
resultado, la justicia no era lo que es hoy y expondrían inútilmente a su hijo. No es
que no le creyeron, decidieron no denunciar, pero sí hablaron con el párroco Cena,
quien se disculpó por lo sucedido y se comprometió en iniciar una investigación
-que tampoco arribó al final lógicamente esperado (confr. en tal sentido
apreciaciones efectuadas al analizar la primera cuestión planteada) ya que la
iglesia recién se puso en contacto con su hijo luego de la denuncia-. A su hijo le
gustaba mucho jugar al fútbol, después del hecho dejó y empezó a jugar al
básquet. / cambió, dejó ser confiado, el asma empeoró, perjudicándole esta
situación, tuvo varias crisis, estuvo bajo cuidado médico mucho tiempo. Confiaban
en Moya y siempre pensaron que / había sido el único.
Los detalles aportados por / en su testimonio también permiten apreciar
su veracidad: describe la habitación de Moya al igual que / y los demás testigos,
refiere la importancia que el sacerdote tenía en la vida pública de Villaguay, la nula
cantidad de mujeres a la Acción Católica, el ingreso de los jóvenes a la habitación
de Moya donde organizaban actividades, especificando que tenía CDs de música,
videograbadora, y una computadora con jueguitos, al igual que / y el resto de los
testigos que formaban parte de Acción Católica y que declararon en plenario.
Coincide con // y Gabriel Lucca en cuanto los tirones de pelo y pellizcones que daba
Moya cuando se portaban mal, calificándolo como un poco "suave", un poco
afeminado. Ratifican sus dichos en cuanto a que las mujeres eran la tentación y el
demonio las declaraciones de //, afirmando como el resto de los testigos que Moya
hacía regalos -no a él-, a lo que debe agregarse la proximidad temporal entre el
acontecimiento abusivo y la noticia brindada a sus compañeros de Acción Católica
y su padre -pasados escasos minutos-, quienes ratificaron sus palabras.
Amén de la impresión personal de / al tiempo de declarar -sus palabras,
actitudes y gestos que trasuntaban franquiza, sencillez y espontaneidad- el informe
pericial psicológico-psiquiátrico elaborado por la Dra. Maria Eugenia Londero y la
Psicóloga Ma. Zelmira Barbagelata Xavier también confirma científicamente esa
afirmación.
Así, la metodología diagnóstica es la misma que la ocupada para // y en
cuanto a la evaluación psiquiátrica-psicológica refiere que / se presentó vigil,
lúcido, consciente y ubicado en tiempo, espacio y persona, no constatándose
alteraciones senso-perceptivas (alucinaciones) ni ideación de tipo delirante, siendo
su lenguaje claro, coherente, ordenado y minucioso, abundante en detalles. Al
abordar la temática convocante, se constata la coherencia interna del mismo como
su correlato emocional, lo que da cuenta de la verosimilitud de su relato. El tipo de
pensamiento alcanzado es lógico abstracto. En relación al hecho que se investiga
presenta sentimientos de malestar, pero no lo obstaculizan en su desempeño diario
ni ha dejado mella en el orden de lo traumático. No se advierte fabulación ni
mendacidad en su discurso, no se encuentra influenciado por terceros.
En cuanto a las posibles consecuencias dañosas, si bien en la pericia se
indica que ellas no se advierten en el orden de lo traumático, justamente por la
circunstancia de haberlo dado a conocer, la psicóloga Barbagelata Xavier también
expresó que sí apreciaron algo que tiene que ver con la neurosis y que consiste en
cierta inseguridad en algunos aspectos de su vida: seguía conflictuado con
cuestiones más relacionadas con lo profesional y laboral, hace muchos años que
está estudiando, pudiendo ello estar relacionado al hecho, ya que habla de mucho
temor a que le vaya mal, a estar solo.
/ y / fueron víctimas de Moya, aunque los comportamientos abusivos
fueron sustancialmente diferentes. No obstante existen similitudes entre ellos en
cuanto el sexo, concurrencia a la parroquia y contacto directo con el sacerdote que
terminó abusando de ellos, las consecuencias fueron categóricamente disímiles,
como racionalmente lo explican las profesionales del Departamento Médico de
Paraná, ya que las personas son distintas, los recursos de los que pueden valerse
son diferentes y las conductas padecidas tampoco pueden equipararse en orden de
entidad, siendo precisamente estas asimetrías las que razonablemente, y tal como
lo afirmaran la psiquiatra y psicóloga del departamento médico, las que permiten
otorgar aún mayor verosimilitud a los relatos de las víctimas.
También por estos argumentos habré de rechazar el argumento de la
Defensa Técnica en cuanto que los hechos ocurrieron en la más absoluta intimidad,
careciendo de testigos directos de lo sucedido y contando únicamente con la
versión de la víctima, no ratificada por otras pruebas de cargo.
En la especie y contrariamente a lo afirmado por el Sr. Defensor, los
relatos de las víctimas, ricos en contenido y coherencia se verifican a partir de otras
evidencias de corte subjetivo (declaraciones testimoniales que ratifican hasta sus
más mínimos detalles y afirman creerles a / y /, confr. Van Haezevelde, /, Pérez,
Piemontesi y Downes Ojeda) y especialmente, en virtud de lo testimoniado por
quienes examinaron a / trataron psicológicamente a / -en el caso de Bolla y
Antinori- y las profesionales que judicialmente examinaron a las víctimas -el
supuesto de Londero y Barbagelata Xavier- quienes explican las razones técnicas
por las cuales sus relatos se revelan válidos y veraces.
En base a estas razones, habré de tener, también por probado que en
fecha no especificada, Moya abusó sexualmente de /o / /, tocándole los genitales
en la habitación que el vicario ocupaba en la Parroquia Santa Rosa de Lima de
Villaguay (arts. 127 primer y segundo párrafo en función del art. 122 del C.Penal,
Ley 11.179).
Me permito aquí traer a colación por lo expresado por la C.S.J.N. “Vera
Rojas, Rolando” (15/7/97) y este Tribunal ad quem, al establecer que: “… Estamos
ante delitos que se consuman en el ámbito privado, protegido de intromisiones de
terceros, intimidad que es aprovechada por el agresor para hacer valer su situación
de superioridad frente a la víctima, desprotegida e intimidada; por ello entiendo
que cobran superlativa importancia los dichos de la víctima que han sido
considerados sinceros, veraces y creíbles y los informes médicos y psicológicos que
la corroboran”, -asi: entre otros ver: “AREGUATTI”, Sala Penal, STJER., 26/09/07,
“SANCHEZ”, Sala Penal, STJER., 13/06/12-.
En definitiva, he arribado al grado de certeza apodíctica, fruto de la
valoración amplia, enlazada y crítica del conjunto del material probatorio rendido
en la audiencia de juicio y estoy en condiciones de afirmar que los hechos han
ocurrido en los términos y extensión que han sido intimados y que es Marcelino
Moya su autor.
Así voto.
Los Sres. Vocales Dres. LOPEZ MORAS y RIOS coinciden con los
argumentos y fundamentos de la Sra. Vocal preopinante, adhieren a su voto y se
expiden en igual sentido.
Respecto a la TERCERA CUESTION planteada la Sra. Vocal Dra.
BRUZZO dijo:
a) Durante el desarrollo del proceso no se presentaron circunstancias
que permitan considerar la existencia de causales de inimputabilidad, justificación
o inculpabilidad entorno al accionar ilícito desplegado por el enjuiciado Moya,
demostrando éste ser poseedor de una personalidad normal, sin afectaciones
psíquicas, con plena capacidad volitiva para comprender la criminalidad de su
proceder y dirigir sus acciones, lo que pudo colegirse del contacto directo con el
nombrado durante la audiencia plenaria como a partir del informe médico
elaborado por la Sra. Médica Forense de Villaguay, Dra. Diana Bercovich, el cual
confirma la aseveración antes vertida -confr. ítem: Semiología de la actividad
psíquica actual, en la que se describe a Moya con actitud pasiva, presentación
prolija, orientación alo-psíquica normal y orientado temporo-espacialmente, con
conciencia vigil, atención conservada, con asociación de ideas también conservada,
juicio presente, pensamiento de curso y contenido normal, sin alteraciones en el
lenguaje).
b) En cuanto a las calificaciones legales a adoptar en relación a las
conductas endilgadas al imputado, las mismas se subsumen en los delitos de
PROMOCION DE LA CORRUPCIÓN AGRAVADA REITERADA y ABUSO
SEXUAL SIMPLE AGRAVADO EN CONCURSO REAL ENTRE SÍ -arts. 125
segundo párrafo, 127 primer y segundo párrafo en función del art. 122 y
55 del Código Penal, texto según Ley 11.179 (vigente al momento de los
hechos Ley N°23.487).
I- En relación a la figura legal mencionada en primer término y en el cual
se subsumiera el hecho primero -Corrupción agravada reiterada- el bien
jurídico tutelado es considerado actualmente "el normal o sano crecimiento
sexual", castigando como corrupción los actos que ponen en peligro dicho
desarrollo, por lo cual, sólo se dice lo correcto si se interpreta que lo que se reprime
es la influencia o interferencia negativa en el libre crecimiento sexual de las
personas mediante la realización de prácticas sexuales, que tengan capacidad de
pervertir o depravar sexualmente a la víctima (confr. Andrés José D'Alessio,
Director, Mauro A. Divito, Coordinador, Código Penal de la Nación, Comentado y
Anotado, Tomo I, pág. 266, Editorial La Ley).
Al efectuar el desarrollo del delito de Corrupción, Sebastián Soler
expresaba que: "Corromper quiere decir, gramaticalmente, depravar; pero para
entender el significado de la palabra en su sentido jurídico es necesario
considerarla en relación con el bien jurídico genérico tutelado a que todo el capítulo
se refiere, es decir, al bien de la honestidad de manera que la idea debe
completarse con la referencia directa de la acción corruptora a la esfera
sexual...Pero corromper tiene un sentido esencialmente psicológico y moral, de
manera que se dice corruptora la acción que deja una huella profunda en el
psiquismo de la víctima, torciendo el sentido natural y sano de la sexualidad... De
este modo, la acción, para ser calificada de corruptora, debe tender a la
alteración anti-natural de las condiciones en que el acto sexual se realiza
en sí mismo, ya sea por inculcarse a la víctima el hábito de prácticas
puramente lujuriosas o depravadas, o por actuarse en forma
acusadamente prematura sobre una sexualidad aun no desarrollada. El
olvido de ese doble aspecto psicofísico de la acción corruptora es uno de los
motivos que han determinado la inicial confusión de nuestra jurisprudencia, la cual
asimilaba la acción corruptora a un simple abuso deshonesto. Es preciso no
descuidar que el abuso deshonesto del art. 127 es, en general, una acción de
naturaleza sexual, pero no por sí mismo corruptor. Un beso, un tocamiento
obsceno, aun la coito inter femora son acciones que no pervierten por sí mismas el
sentido de la sexualidad. Tienen o pueden tener una acusada influencia psíquica
sobre el sujeto pasivo, pero el rastro por ellos dejado no altera el curso normal al
que el sexo tiene que ir a parar en su desarrollo. La acción corruptora, en cambio,
deja una huella psíquica de carácter deformante o perverso; turba en definitiva,
aquel desarrollo que la ley tutela en su aspecto de salud sexual...De este concepto
de la corrupción se deducen dos principios que consideramos esenciales para que la
aplicación de la ley no resulte peligrosamente extensa. Es preciso considerar, en
efecto, que el art. 125, a diferencia de otras leyes, no exige habitualidad y, por otra
parte, se refiere no solo a la satisfacción de deseos ajenos y al fin de lucro, sino
también a la satisfacción de deseos propios" (confr. Aut. Cit., Derecho Penal
Argentino, págs. 361/362 y 365) -la negrita me pertenece-.
Analizando la conducta atribuida al incurso de mención en el hecho
nominado primer y teniendo en cuenta lo antes expuesto por el catedrático
argentino, deviene inhesitable la configuración de los aspectos objetivos y
subjetivos del delito de Promoción a la Corrupción Agravada contemplada en el art.
125 del C.Penal -texto según ley 11.179-.
Así las cosas, ha quedado debidamente acreditado que Moya practicó
sexo oral a / /, tocándolo en sus partes íntimas mientras dormía provocando su
eyaculación en numerosas oportunidades cuando éste era un niño adolescente de
13/14 años, las que ocurrieron en la habitación de la casa parroquial y en un
convento de la ciudad de Viale, Entre Ríos.
También se ha demostrado, a partir del testimonio de /, sus psicólogas
tratantes y las profesionales del Departamento Médico Forense, el trauma que
generó en su psiquis tales comportamientos de neto corte sexual -"fue como ser
atropellado por un camión", "quedó como fraccionado"- y las gravísimas
consecuencias que generaron en su vida personal, de pareja, familiar, universitaria
y laboral -desde sufrir eyaculación precoz, ansiedad, fobia, palpitaciones, odio y
rechazo a todo lo institucional- llegando hasta dudar del objeto de su deseo -las
mujeres- ya que sus primeras experiencias sexuales estaban íntimamente ligadas
a Moya -sacerdote y encargado de su educación ya que era su profesor de
catequesis- y al sexo oral.
Que no podemos dudar de que la acción de masturbar a un niño inocente
que creía en la virginidad hasta el matrimonio y a quien le habían inculcado que la
masturbación era un acto perverso y egoísta, era pecado, constituye una actividad
esencialmente corruptora que efectivamente dejó, al decir de Soler, una huella
profunda en el psiquismo de /, torciendo su sentido natural y sano de la sexualidad
por las consideraciones antes vertidas (hasta llegó a plantearse sobre el objeto de
su deseo y empezó a realizar prácticas que le eran desconocidas y tenía como
prohibidas) amén de lo inmoral -además de ilegal- que resulta que fuera
justamente la autoridad sacerdotal que predicaba que ciertas conductas eran
pecado, practicara dicha práctica sobre un niño en plena etapa de pubertad, para
satisfacer sus propios deseos sexuales.
En este punto no cabe sino remitirse a las manifestaciones de //, avalada
por las profesionales intervinientes sobre los efectos que el accionar de Moya
produjeron sobre su vida sexual: las mujeres eran el sexo, lo instintivo, llegando
también a masturbarse rápidamente cada vez que notaba que Moya lo había a
tocar -eran momentos de suma tensión- cuando antes no lo hacía nunca, a fin de
evitar que su acercamiento.
En consecuencia, los actos ejecutados por Moya sobre el cuerpo de la
víctima se aprecian, siguiendo las enseñanzas de Soler no solo prematuros sino
también excesivos y perversos.
En cuanto a la agravante contemplada en la redacción del art. 125 último
párrafo vigente al tiempo de los hechos y consistente en que el autor sea tutor o
encargado de la educación de la víctima, es menester señalar que el caso que nos
ocupa enmarca claramente en este supuesto (el imputado era sacerdote y vicario
de la Parroquia Santa Rosa de Lima de la localidad de Villaguay, referente y
profesor de catequesis de /) radicando el aumento punitivo de esta agravación de
carácter personal el quebrantamiento de un especial deber de custodia y hasta de
tranquila confianza (en esta cuestión me remito a lo extensamente indicado en
relación a la imagen pública de Moya, su crédito ante la sociedad y la confianza que
generaba en los padres de / y / y de los demás progenitores de los jóvenes que
concurrían diariamente a la parroquia).
Por último, el elemento subjetivo de la figura se encuentra asimismo
comprobado, tratándose de un delito doloso en el que el autor debe conocer la edad
de la víctima y que realiza actos que, por su naturaleza, son susceptibles de
corromperla. Al decir de Sebastián Soler, cuando el art. 125 en su último párrafo
-redacción conforme a la Ley 11.179- prescribía: "Cualquiera fuera la edad de la
víctima", debe entenderse con el agregado: "dentro de los tres incisos
precedentes", los que refieren: a) víctima menor de doce años; b) víctima mayor
de doce y menor de dieciocho; y c) víctima mayor de dieciocho y menor de
veintidós.
En la especie, prístino resulta que Moya sabía perfectamente quién era /
y conocía su edad como la naturaleza perversa de los actos de contenido sexual que
practicaba sobre sus partes íntimas -el mismo contradictoriamente predicaba en
contra de ellos, siendo el voto de castidad propio de la condición sacerdotal- y actuó
con plena voluntad de ejecutar tales acciones por lo que el elemento subjetivo
doloso -en calidad de dolo directo- no puede bajo ningún concepto ser cuestionado.
A idéntica conclusión habré de arribar en relación al elemento subjetivo
específico exigido por la disposición legal vigente durante el lapsus temporal de la
intimación y que consiste en el fin o propósito de satisfacer deseos propios. En tal
sentido, se ha constatado que Moya actuó movido en todo momento por el móvil de
satisfacción personal -para calmar sus más bajos instintos- realizando conductas
que le estaban prohibidas no solo desde una perspectiva legal sino por su propia
calidad de sacerdote, dando rienda suelta a la realización de actividades
depravadas que en dicho contexto de acción un niño adolescente no podía
comprender.
II) En cuanto al hecho segundo, cometido en perjuicio de / /, debo
indicar que la conducta de tocar los genitales a un menor adolescente de
aproximadamente 13 años de edad configura el tipo penal de Abuso Sexual Simple
-en aquel entonces denominado por ley Abuso Deshonesto- agravado por la
condición de sacerdote de Marcelino Ricardo Moya -art. 127 primer y segundo
párrafo del Código Penal, Ley 11.179, corregido por Ley 11.121 - BO 4/10/1923
restablecido por Ley 23.077 B.O.:27/8/1984)-.
Respecto a esta figura y siguiendo a Sebastián Soler, desde el punto de
vista material, los actos de abuso deshonesto deben consistir en acciones
corporales de aproximación o tocamiento inverecundo, realizados sobre el cuerpo
de otra persona, pues los actos deshonestos realizados sobre la propia persona en
presencia de otro, pero sin que haya aproximación, podrán constituir el delito de
exhibición, del art. 129 o, eventualmente, el de corrupción; pero no el que
examinamos.
Se requiere, pues, una aproximación corporal -con o sin desnudez- y, en
consecuencia, no bastan ni las meras palabras ni la simple contemplación, siempre
que ésta no sea el resultado de la acción física de desnudar a la víctima. En esa
aproximación, no es necesario que el sujeto se muestre activo; puede limitarse a
aceptar el tocamiento.
El abuso debe ser objetivamente deshonesto, sin constituir acceso
carnal, es decir, ha de consistir en un acto que pueda llevar significación sexual.
En cuanto al elemento subjetivo, Soler afirmaba que en doctrina había
dos criterios acusadamente discrepantes con respecto a este extremo. Para
Carrara lo que decide es, en el fondo, la "condición material" del acto, porque
concibe esta figura como un ultraje al pudor. En consecuencia, cuando el sujeto
realiza un acto deshonesto sobre el cuerpo de la víctima, aunque no sea con la
finalidad sexual, comete este delito. Para otros, en cambio, la total naturaleza del
acto se funda en el ánimo del que lo ejecuta, llegando Manzini a exigir
específicamente el ánimo de excitar o desahogar la propia sensualidad, de manera
que el que realiza un acto de naturaleza sexual por fin de venganza o de ultraje,
pero sin experimentar ni proponerse la satisfacción o excitación de los propios
instintos, no comete este delito.
En opinión de Soler, es preciso desechar, frente a la ley argentina, la
extrema restricción que representa la doctrina de Manzini, en cuanto se limita a la
excitación o satisfacción de la sensualidad propia ya que no se ve motivo para no
aceptar como delito contra la honestidad la acción de carácter sexual realizado para
excitar o satisfacer los deseos de la víctima o de terceros.
En definitiva y según este autor, aun cuando no puede negarse
radicalmente que en este delito se requiere la existencia de un elemento subjetivo,
éste no va más allá de consistir en un genérico propósito impúdico, que puede estar
constituido tanto por el deseo de satisfacer o excitar pasiones propias como por el
simple conocimiento del significado impúdico y ofensivo que el hecho tiene para la
víctima. Ese conocimiento no queda cancelado por el hecho de que además el autor
tenga otro móvil como ser el de injuriar.
Refrenda la opinión de Soler la circunstancia de que al tiempo de
comisión de esta conducta se encontraba vigente la Ley 23.487 que además de
modificar normas sobre acciones dependientes de instancia privada, art. 72 del
C.P., sustituyó la rúbrica del capítulo III, título III del Libro Segundo del Código
Penal (Ley 11.179) que decía "corrupción y ultrajes al pudor" por "corrupción,
abuso deshonesto y ultrajes al pudor", lo que lleva a admitir que no obstante el acto
objeto de juzgamiento debe ser objetivamente impúdico, se exige que el autor
conozca dicha circunstancia "la connotación sexual del acto" y actúe de esa
manera, independientemente de que tenga otros propósitos diferentes al propósito
general -al decir de Soler-.
En cuanto a la "concurrencia de alguna de las circunstancias
contempladas en el art. 119" al que alude el art. 127 del C.Penal, Soler afirma que
su comisión requiere la violencia real o presunta, con el alcance que se explicitara
al explicar el art. 119 -en aquel entonces contemplativo del delito de violación-.
En el sub-examine, se ha demostrado que encontrándose / jugando en la
computadora, y luego de acariciarle la espalda, Moya fue bajando las manos, las
metió dentro del jogging que tenía puesto y le tocó los genitales, lo que denota el
carácter impúdico del acto y la violencia real con que el mismo se llevó a cabo -no
cabe otra explicación lógica a la circunstancia de meter la mano dentro del pantalón
de la víctima para manosearla en sus genitales cuando éste estaba desprevenido
jugando a la computadora- cuando este se encontraba desprevenido y no podía
consentir la acción. En este aspecto, es claro Soler al afirmar que la violencia debe
tener una relación directa con el cuerpo de la víctima, pues ella se configura por el
empleo de la fuerza necesaria para vencer su resistencia personal (confr. Aut. cit.,
Opus Cit., pág. 386/390).
También el dolo directo requerido para la figura de mención se halla
probado en el sub-judice. Moya actuó con pleno conocimiento de la calidad
impúdica del acto -él como sacerdote contaba con un plus cognocitivo en razón de
las enseñanzas teóricas y religiosas recibidas en el seminario y voluntad de llevar a
cabo dicha práctica-.
Para finalizar este tópico, es menester indicar que la agravante del
sacerdocio contemplada en el art. 122 del Código Penal al que remite el art. 127 se
explica, al igual que en el caso anterior, por la calidad del sujeto activo y, al decir de
Nuñez, no tanto en el aprovechamiento o abuso del vínculo sacerdotal entre el
autor y la víctima, sino en la violación del deber de moralidad y honestidad que le
impone al autor su calidad de sacerdote en sus relaciones con cualquier persona,
como el simple sentimiento de respeto que inspira en la víctima por su condición de
tal (Soler) -circunstancia en este caso también constatada-.
Por último y en relación al nomen juris escogido -Abuso Sexual Simple en
reemplazo de Abuso Deshonesto- entiendo que dicha denominación revista
indudable actualidad, sin perjuicio de que, además de algunos supuestos
incorporados expresamente por el legislador en el primer párrafo del art. 119 del
C.P. por Ley 25.087 B.O. 14/5/1999, tampoco se constatan diferencias
sustanciales desde el punto de vista de su configuración típica en sus aspectos
objetivo y subjetivo.
Así voto.
Los Sres. Vocales Dres. LOPEZ MORAS y RIOS coinciden con los
argumentos y fundamentos del Sr. Vocal preopinante, adhieren a su voto y se
expiden en igual sentido.-
En cuanto a la CUARTA CUESTION planteada la Sra. Vocal dijo:
Para graduar la sanción a imponer a Marcelino Ricardo Moya es menester
recordar que la pena es la reacción frente a un quebrantamiento de la norma,
reacción que resulta siempre a costa del responsable de ese quebrantamiento, lo
cual, en este contexto, implica siempre una injerencia en algún bien. La
individualización de la pena es el acto por el cual el juez pondera la infracción a la
norma y la transforma en un medida de pena determinada. La magnitud de la
pena es siempre expresión de la ponderación del ilícito culpable; no es otra
cosa que la "cuantificación de la culpabilidad" (confr. Patricia S. Ziffer en
"Consideraciones acerca de la problemática sobre la individualización de la pena",
págs 90/91).
La culpabilidad en tanto reprochabilidad del hecho antijurídico, hace
referencia a los presupuestos sin los cuales no es posible responder al ilícito con
una pena. Pero la culpabilidad también expresa la mayor o menor posibilidad de
motivación conforme a la norma, y en este sentido, es un concepto graduable.
La culpabilidad tiene carácter constitutivo al determinar si se aplica o no una pena,
en tanto para graduar la pena, resulta decisiva la medida de esa culpabilidad. El
concepto de culpabilidad al momento de graduar la pena no puede ser otro que el
de la teoría del delito. En efecto, cuando se habla de una pena adecuada a la
culpabilidad, ello significa que el grado de culpabilidad sólo puede ser
expresado en unidades de pena. Esto significa que la medida de la pena es reflejo
de la medida de la culpabilidad, la cual, a su vez, presupone la existencia de un
ilícito: lo que se reprocha es el hecho antijurídico cometido por el autor. De este
modo, se reconoce la culpabilidad por el hecho, y se descarta la culpabilidad de
carácter o por la conducción de vida. (confr. Aut. cit. Opus cit., pág. 99).
Siguiendo a la autora citada, en el proceso de determinación de la pena,
el marco penal establecido por el legislador tiene prioridad lógica frente a la fijación
de la pena dentro de ese límite. La relación entre las distintas escalas penales
caracteriza, al mismo tiempo, la importancia y rango de la norma respectiva dentro
del ordenamiento jurídico. Las valoraciones sociales respecto de un determinado
delito quedan plasmadas dentro de este marco, y en él quedan recogidas, entre
otras cosas, las razones de prevención general. La escala penal cubre tanto el caso
más grave como el caso más leve concebibles para el delito de que se trate, pero
esto no significa que las penas mínimas o máximas sólo puedan ser impuestas
cuando no sea posible pensar un caso más grave o más leve que el que se está
jugando. La ubicación de un caso en las penas mínimas o máximas presupone que
el ilícito, valorado en su totalidad se encuentre en el ámbito inmediatamente
cercano a estos límites. La fórmula, aunque no resulta demasiado precisa, toma
como base el ilícito, con respecto al cual el ordenamiento jurídico ofrece pautas
más concretas para su valoración.
Ahora bien, el marco penal ofrece un punto de apoyo a grandes rasgos
para la medición de la pena. Marca los límites externos que la pena para un delito
determinado no puede sobrepasar. Pero uno de los problemas más agudos de la
individualización de la pena es ubicar un punto para ingresar al marco penal, un
punto fijo a partir del cual poder "atenuar" y "agravar", o dicho de otro modo, un
caso que sirva de base para la comparación. Hablar de circunstancias agravantes o
atenuantes (como lo hace el art. 40 del Código Penal) importa utilizar conceptos
relacionales o comparativos. Como tales, aluden a la relación entre un hecho
concreto y un hecho que se toma de referencia, o cuando éste se da por
sobreentendido. Sin esto, lo que se afirme carecerá de sentido, será una afirmación
vacía de contenido, y especialmente, no permitirá controlar la corrección de lo
afirmado.
Continúa expresando Ziffer que para dar solución a este problema se ha
recurrido en Alemania al llamado "caso-regla", denominación con la cual se
designa el grupo de casos que, según la experiencia, siempre se repiten, "la
criminalidad de todos los días". Teniendo en cuenta que la mayoría de los delitos
que se cometen habitualmente manifiestan sólo un bajo grado de gravedad, sería
posible ubicar la magnitud del disvalor característico del caso-regla en el tercio
inferior de la escala penal. Se trata de un concepto jurídico en el cual se debe
subsumir el caso concreto. No depende de una frecuencia estadística, y se
determina especialmente por la experiencia del juez en su actividad cotidiana. Se
habla también de los casos de gravedad media, que estarían ubicados en la mitad
aritmética de la escala. Frisch, luego de un detallado análisis de las distintas
alternativas, propone un criterio normativo: el hecho que alcanza el umbral de la
norma se ubicaría en el mínimo legal. La cuestión capital de la medición de la pena
no es otra cosa que el hecho punible mismo, con las categorías que le son propias
(disvalor de acción, disvalor de resultado, imputación, posibilidad de evitación del
quebrantamiento de la norma, etc.). Pero mientas que para la teoría de la
imputación lo que importa es si estas categorías están dadas o no, en el campo de
la medición de la pena lo que interesa es la dimensión concreta de estas
categorías; por lo cual inevitablemente entrarán en consideración numerosos
factores y situaciones que, si bien regularmente no llevan a descartar la categoría
respectiva, sí determinan su caracterización particular. El parámetro para la
comparación estará dado por aquellas condiciones que están tácitamente
presupuestas en un tipo penal como punto de partida para la medición de la pena.
En este aspecto, Frisch pone el ejemplo en los delitos contra la propiedad el
caso-regla sería aquel en el cual el autor se apropia de algo que le sería difícil de
conseguir por medios lícitos- (confr. Aut. cit., Opus cit., pag. 109, vertidas en el
precedente “Verbur” de esta Sala Penal, del 08/06/2018).
En consecuencia, adentrándonos en el supuesto de autos, los ilícitos
cuya autoría fue atribuida a Marcelino Ricardo Moya enmarcan en los delitos de
PROMOCION DE LA CORRUPCIÓN AGRAVADA REITERADA y ABUSO
SEXUAL SIMPLE AGRAVADO EN CONCURSO REAL ENTRE SÍ -arts. 125
segundo párrafo, 127 primer y segundo párrafo en función del art. 122 y
55 del Código Penal- cuya sanción punitiva oscila, teniendo en cuenta el
concurso real de delitos, entre los diez y los veinticinco años de reclusión o prisión.
Por su parte, el Titular de la Acción Penal y la Parte Querellante
solicitaron la aplicación de la pena de veintidós años de prisión de efectivo
cumplimiento, con más las accesorias legales del art. 12 del Código Penal, petición
que constituye el tope máximo o barrera infranqueable para el Tribunal en la
imposición de dicha sanción de conformidad a lo prescripto en el art. 452 primer
párrafo.
Partiendo entonces de las pautas ut-supra señaladas, el caso-regla o
punto de apoyo a partir del cual habré de valorar la pena que en definitiva se
aplique al incurso de mención, estará ubicado en el primer tercio de la escala penal
especificada precedentemente y cuyo máximo se sitúa en los quince años de
prisión, punto de partida que habré de escoger teniendo presente el evento
delictivo en sí mismo, cuyos disvalores de acción y resultado, imputación
objetiva, antijuridicidad y culpabilidad fueran debidamente abordados en la
primera y segunda cuestión planteada, y que permiten situarlo en un hecho de
gravedad superior a la media. A su vez, a este punto concreto de partida, deberán
adunarse las circunstancias mencionadas en el art. 41 del Código Penal como
sustento para dosificar en definitiva la pena de prisión a imponer.
Así las cosas, con respecto a la naturaleza de la acción comprobada en
juicio y extensión de los daños ocasionados, encuentro razones para agravar el
injusto achacado a Moya si tengo en cuenta la modalidad de comisión de los
hechos, particularmente la práctica de sexo oral en un niño-adolescente inocente a
quien se le había enseñado esa práctica como prohibida y nunca se había
masturbado, como la circunstancia de manosear a / en sus genitales aprovechando
la soledad de la habitación y luego de que él mismo mandara a los restantes
compañeros a buscar a Nacho. También deben considerarse como agravante las
graves y serias consecuencias sufridas por la víctima // -amén de que también en
/ / / el hecho repercutió sin lugar a dudas, sus efectos no tuvieron la modalidad
traumática padecida por /- (confr. testimonios de /, /, sus padres, psicólogas
tratantes, la Dra. Londero y psicóloga Barbagelata Xavier). Asimismo, debe
computarse en desmedro de Moya el uso (y abuso) de la posición de preeminencia,
poder y prestigio que la sotana le otorgaba -además de confesor, amigo de las
víctimas y cura copado- para cometer los hechos abusivos, como el perfecto
conocimiento de la situación de vulnerabilidad de /, valiéndose de ella para no
obtener resistencia a la ejecución de actos corruptores y de la confianza depositada
en su persona por los padres de / y /, quienes consideraban a la Iglesia como un
lugar donde sus hijos estaban seguros, sin peligros que los acecharan -confr.
palabras de //: “la iglesia era su refugio”.
Tampoco puedo dejar de merituar que Moya se amparó en una
estructura eclesial absolutamente negadora y encubridora de las conductas
abusivas que se tuvieron por probadas y que conocía desde su inicio, conforme se
infiere de un examen de las constancias incorporadas a los legajos personal y
administrativo y respecto de la cual me he expresado en los considerandos
expuestos al tratar la primera cuestión planteada, a los que, habré de remitirme
por razones de brevedad.
Por último, deberá apreciarse de igual manera la amplia y completa
formación recibida por Moya en el Seminario Arquidiocesano de Paraná, con
materias tales como Lógica, Cosmología, Antropología, Crítica, Metafísica, Teología
Natural, Ética, Historia de la Filosofía, Doctrina Social de la Iglesia, Marxismo,
Historia Bíblica, Piscología de la Personalidad, Espiritualidad , Liturgia, Literatura,
Latín, Griego Bíblico, Catequesis, Acción Católica, Teología de la Revelación,
Formación para el uso de la metodología general de la enseñanza, Música Sacro y
Psicología Evolutiva, enseñanzas que lo ponen en una situación privilegiada para el
cumplimiento de la norma, decidiéndose en favor del derecho y en contra del
injusto, haciendo precisamente lo contrario, afectando la dignidad humana de los
menores víctimas que inocentemente confiaron en él, que eran sus protegidos, sus
amigos, “su rebaño”, cambiándoles la vida para siempre.
En cuanto a las condiciones personales del enjuiciado Moya, he de
valorar favorablemente la ausencia de antecedentes penales computables a su
respecto como el largo tiempo transcurrido hasta el inicio de proceso judicial -más
de veinte años de la comisión de las conductas comprobadas, cuando las víctimas
tomaron la decisión de denunciarlo-.
Por consiguiente, teniendo en cuenta las pautas mensurativas antes
mencionadas, estimo justo justo y proporcional a la gravedad de los injustos y el
grado de culpabilidad evidenciado por el nombrado Moya, la imposición de la PENA
de DIECISIETE AÑOS DE PRISIÓN DE CUMPLIMIENTO EFECTIVO, con más
las accesorias legales del art. 12 del Código Penal-.
Que la aplicación del monto punitivo antes referenciado se sustenta en
las pautas mensuradoras explicitadas en el art. 41 del Código Penal y que ut-supra
se mencionaran, encontrándose el mismo dentro del segundo tercio legal
contemplado en abstracto para dicho tipo penal. Se estima también que los
requerimientos de prevención especial y prevención general que fundamentan la
aplicación de la pena pueden verse satisfechos con la imposición de quantum antes
indicado, resultando evidente el merecimiento y la necesidad de aplicación de una
sanción con la consiguiente prisionización a los efectos de que, con un adecuado
tratamiento penitenciario y a través de las diversas etapas del régimen de
progresividad que caracteriza el proceso ejecutivo, pueda el imputado internalizar
normas básicas de respecto irrestricto a los derechos y libertades de los demás
conciudadanos -y particularmente a la esfera de reserva sexual de los jóvenes-
promoviendo para el futuro la adopción de conductas que le permitan interactuar
en forma pacífica con el resto de la sociedad.
Tal es mi voto.
Los Sres. Vocales Dres. LOPEZ MORAS y RIOS, hallando correcta la
solución dada a la cuestión precedente, adhieren al voto que antecede y expiden
los suyos en igual sentido.-
En lo que respecta a la QUINTA CUESTION planteada la Sra. Vocal,
Dra. BRUZZO dijo:
a) Que en relación a las costas causídicas, estimo corresponde declarar
las mismas a cargo del condenado Marcelino Ricardo Moya, debiendo reponer el
sellado de ley (arts. 584 y 585 del C. Proc. Penal). En cuanto a los honorarios
profesionales de los letrados intervinientes se deja constancia de que no se regulan
los mismos por no haber sido ello expresamente interesado -art. 97 inc. 1º del
Decreto Ley 7046 ratificado por Ley 7503-.
b) Por último, respecto de la medida de coerción de prisión preventiva
solicitada por la Fiscalía y la Acusación Privada para el caso de que Moya sea
condenado basándose en un probable riesgo de fuga -art. 355 del C.P.P.- considero
que la misma no puede prosperar, ello en virtud de los siguientes motivos.
Que no obstante la pena que se espera como resultado del
procedimiento es uno de los parámetros a tener en cuenta para evaluar un
probable riesgo de fuga, de conformidad a lo normado en el art. 355 inc. a) C.P.P.,
no es menos cierto que dicho requisito no puede ser el único sustento de la medida
de coerción, sino que resulta necesario e indispensable la concreta y acreditada
existencia del denominado “daño jurídico” -en la especie, que Marcelino Moya
evadirá el accionar de la justicia y no será posible la ejecución de la sentencia
condenatoria impuesta-.
Esta ha sido desde hace tiempo el criterio sentado por nuestro Máximo
Órgano de Justicia Provincial -confr. Delfin-Borro y más recientemente in re:
“Beckman, Flavia Marcela- Scialocomo, Esteban Angel Alberto- Mena, Hugo Rubén-
Bilbao, Alfredo s/Estafa -Prisión Preventiva s/Impugnación Extraordinaria” del
6/2/2019 en el que se expresó que las resoluciones que tengan por objeto la
privación de la libertad “no pueden basarse en meras declamaciones genéricas sino
en hechos concretos, constatables y comprobados en la causa de la real existencia
de un específico riesgo jurídico actual e idóneo para perjudicar la tramitación de la
causa o la realización del derecho sustantivo y que no pudiese evitarse imponiendo
alguna de las cauciones contempladas en la ley ritual” -la cursiva me pertenece-.
Que este también ha sido el criterio asumido por la C.S.J.N. por mayoría
in re: "Loyo Fraire", 6/06/2014, en el cual la C.S.J.N. se remitió al dictamen de la
Procuración General de la Nación, haciendo lugar al recurso extraordinario. En
dicho dictamen, la PGN sostuvo lo siguiente: “no pierdo de vista que en el sub
examine se dictó sentencia de condena que, aunque no se encuentre firme,
constituye una decisión sobre el fondo que, como tal, goza de una presunción de
acierto que incide desfavorablemente en cuanto al riesgo de fuga. Sin embargo,
estimo que ese pronunciamiento, aun así, no priva de significación a aquella
omisión del a quo, desde que el encarcelamiento no deja de ser cautelar, y
entonces la decisión debe contener la motivación suficiente que permita evaluar si
se ajusta a los requisitos impuestos por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, entre ellos, el de necesidad, en el sentido de que sean absolutamente
indispensables para conseguir el fin deseado y que no exista une medida menos
gravosa respecto al derecho intervenido entre todas aquellas que cuentan con la
misma idoneidad para alcanzar el objetivo propuesto...".
Teniendo en cuenta los lineamientos vertidos por la Sala de
Procedimientos Constitucionales y Penal del S.T.J. y la Corte Nacional en el
precedente citado, es dable constatar que Marcelino Moya permaneció en libertad
sin medidas de coerción durante todo el tramite procedimental, posee arraigo
suficiente -vive actualmente en Maria Grande, Dpto. Paraná, donde nació, junto a
su madre, de lo que se deduce que también tiene lazos familiares- y ha
comparecido ante el Tribunal de Juicio las veces que fue convocado, por lo que no
encuentro ninguna causa legítima que me permita sospechar fundadamente que no
acatará el llamado de esta autoridad cuando eventualmente y en un futuro, la
sentencia se torne ejecutable -amén de la presunción genérica de fuga por el
monto de la pena de prisión impuesta-.
Considero asimismo que las salidas al exterior, registradas en la
documentación presentada por los acusadores público y privado y a las que se
hiciera referencia para presumir dicho riesgo, datan de fechas anteriores al inicio
de la causa, y aún cuando hubieren ocurrido con posterioridad, lo cierto es que a
Moya no le estaba restringido salir del país, por lo que difícilmente dicho argumento
pueda constituir un argumento válido para fundamentar una eventual evasión.
Por todo lo expuesto, estimo que Moya podrá permanecer en libertad
durante los términos legales contemplados por la ley ritual para la interposición de
los remedios procesales respectivos hasta que la sentencia se torne ejecutable; ello
sin perjuicio de la imposición de las medidas de coerción que a continuación se
enuncian, las que se reputan adecuadas para asegurar el cumplimiento de la
decisión impuesta: a) Fijar domicilio en la localidad de María Grande, Dpto. Paraná,
el que no podrá ser variado sin autorización del Tribunal; b) Presentarse
semanalmente ante la Comisaría de María Grande, Dpto. Paraná, a efectos del
control de su residencia; c) La prohibición de salir de la provincia de Entre Ríos y
del país sin autorización del Tribunal; y d) La prohibición de mantener cualquier
tipo de contacto con las víctimas / / / y /o / / (art. 349 del C.P.P.). A los efectos
aquí dispuestos, lábrese acta de estilo en la cual se notificará al condenado las
imposiciones decretadas y líbrense los despachos que correspondan.
Tal es mi voto.
Los Sres. Vocales Dres. LOPEZ MORAS y RIOS hallando correcta la
solución dada a la cuestión precedente, adhieren al voto que antecede y expiden
los suyos en igual sentido.

Con lo que se dio término a la deliberación, quedando acordada la


sentencia que seguidamente se transcribe, pero atento a lo avanzado de la hora y
a fin de posibilitar la redacción y copia íntegra de la misma y en virtud de lo
facultado por el art. 454 del C.P.P., se dispone proceder a la lectura de la parte
resolutiva de la presente el día 5 de abril de 2.019 a partir de las 12:00 horas,
quedando diferida la lectura íntegra de la misma con sus fundamentos para el día
15 de abril de 2019 a partir de las 8:30 horas, convocándose a las partes a tal
fin, por Secretaría.
Por los fundamentos del acuerdo que antecede y por unanimidad se dicta
la siguiente

SENTENCIA:
Concepción del Uruguay, 5 de abril de 2.019.-
SE RESUELVE:
I.- NO HACER LUGAR al planteo de extinción de la acción por
prescripción promovido por la Defensa Técnica como cuestión preliminar, ello en un
todo de conformidad a lo expresado en los considerandos respectivos y lo dispuesto
en los arts. 8.1 y 25 de la Convención Americana sobre los Derechos Humanos y
art. 2, 3, 12, 19 y 38 de la Convención sobre los Derechos del Niño-.
II- DECLARAR que Marcelino Ricardo MOYA, sin alias ni apodo,
cuyos demás datos de identidad personal obran en acta, es autor materialmente
responsable de los delitos de PROMOCION DE LA CORRUPCIÓN AGRAVADA
REITERADA y ABUSO SEXUAL SIMPLE AGRAVADO EN CONCURSO REAL
ENTRE SÍ -arts. 125 segundo párrafo, 127 primer y segundo párrafo en
función del art. 122 y 55 del Código Penal, texto según Ley 11.179
(vigente al momento de los hechos Ley N°23487) condenándoselo a la pena
de DIECISIETE AÑOS de PRISIÓN DE CUMPLIMIENTO EFECTIVO, con más
las accesorias legales del artículo 12 del Código Penal, manteniendo su actual
estado de libertad hasta que la presente sentencia se torne ejecutable.
III.- RECHAZAR POR IMPROCEDENTE la petición de prisión
preventiva formulada por el Ministerio Público Fiscal y la Parte Querellante en sus
respectivos alegatos de clausura -art. 355 interpretado a contrario sensu-.
IV- IMPONER al condenado Marcelino Ricardo Moya de conformidad a
las previsiones dispuestas por el art. 349 del C.P.P., las siguientes medidas de
coerción: a) Fijar domicilio en la localidad de María Grande, Dpto. Paraná, el que no
podrá ser variado sin autorización del Tribunal; b) Presentarse semanalmente ante
la Comisaría de María Grande, Dpto. Paraná, a efectos del control de su
residencia; c) La prohibición de salir de la provincia de Entre Ríos y del país sin
autorización del Tribunal; y d) La prohibición de mantener cualquier tipo de
contacto con las víctimas /. A los efectos aquí dispuestos, lábrese acta de estilo en
la cual se notificará al condenado las imposiciones decretadas y líbrense los
despachos que correspondan.
V.- DECLARAR las costas de la causa a cargo del condenado Marcelino
Ricardo MOYA, debiendo reponer el sellado de ley (arts. 584 y 585 del C. Proc.
Penal).
VI.- CUMPLIMENTAR lo establecido por los arts. 72 y 73 inc. e) del
C.P.P. y 11 bis de la Ley 24.660, notificando lo resuelto a las víctimas de autos,
/.
VII.- NO REGULAR los honorarios profesionales de los letrados
intervinientes en razón de no haberlo peticionado expresamente ( art. 588 del
C.P.P y art. 97 inc. 1 del Decreto Ley 7046/82 ratificado por ley 7503).-
VIII.- PROCEDER a la íntegra lectura de la presente sentencia en
audiencia que se fija para el día 15 de abril de 2.019 a partir de las 8:30
horas.-
Mandar registrar la presente, que se practique cómputo de pena,
remitiéndose oportunamente los testimonios pertinentes al Sr. Juez de Ejecución
de Penas y Medidas de Seguridad de la ciudad de Gualeguaychú. Comunicar a
quienes corresponda, librar los despachos del caso y oportunamente, archivar la
causa.-
Firmado: Dres. María Evangelina BRUZZO. Fabián LOPEZ MORAS. Melisa
María RIOS. Vocales. Julieta GARCIA GAMBINO. Directora de O.G.A. -Sala
Penal-. ES COPIA FIEL. DOY FE.

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